Admistia en El Peru
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Admistia en El Peru
ADMISTIA EN EL PERU
DEFINICION
La Real Academia Española define a la palabra amnistía como “el olvido legal de los
delitos, que extingue la responsabilidad de sus autores”[9]La amnistía (del griego
amnestia, olvido) es una causa de extinción de la responsabilidad penal. Es un acto
jurídico, normalmente emanado del Poder Legislativo, por el que una pluralidad de
individuos que habían sido declarados culpables de un delito pasan a considerarse
inocentes por desaparición de la figura delictiva. La amnistía es una forma de
prerrogativa soberana de “Ius Gratiandi”[10] (Giuseppe Maggiore).
Es un acto jurídico, normalmente emanado del Poder Legislativo, por el que una
pluralidad de individuos que habían sido declarados culpables de un delito pasan a
considerarse inocentes por desaparición de la figura delictiva. A diferencia del indulto,
que extingue la responsabilidad penal actuando sobre la pena derivada de un delito
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Luis José Orbegoso en enero de 1836, concedió una amnistía general a los empleados
civiles y eclesiásticos que sirvieron a la sedición de la Fortaleza de Callao del 23 de
febrero. Santa Cruz en febrero de 1838, concedió amnistía a los reos que habían
cometido delitos contra el Estado. Luis José Orbegoso en julio de 1838, concedió
amnistía a los delitos políticos y a las opiniones pasadas de los enemigos en sedición.
Agustín Gamarra en octubre de 1838, concedió amnistía general a todos los Jefes,
Generales, Oficiales y tropas que se hallaban con los enemigos, siempre que hayan
abandonado las filas opresoras. Santa Cruz en noviembre de 1838, concedió amnistía
a los que emigraron o se enrolaron con el ejército enemigo chileno.
Vemos que la amnistía impide la persecución de penal haciendo cesar todos sus
efectos. De allí que la amnistía extinga la acción penal, puesto que no puede
permanecer la pretensión punitiva por un hecho desincriminatorio que su inmediata
consecuencia sea el sobreseimiento. Las causas de la extinción de la responsabilidad
penal son circunstancias contenidas en la ley y extingue la responsabilidad criminal
del autor de un delito ya cometido, aunque se den todos los elementos o categorías
que normalmente fundamentan la exigencia de una responsabilidad criminal, y anulan
la perseguibilidad en el proceso penal.
concesión de amnistías e indultos por delitos políticos. Por eso es que la amnistía
constituye una atribución privativa del Congreso ya que por su naturaleza y efectos
presupone el ejercicio de una función eminentemente legislativa tanto desde el punto
de vista formal como material. Y considerar que la promulgación de un ley de
amnistía, sea inconveniente e inconstitucional, no son más que razonamientos
“huérfanos en ideas”, tachar a la amnistía como el monstruo de la impunidad, son los
argumentos de los vampiros que siguen chupando la sangre de los muertos. Ya el
mismo García Belaunde nos dice: “En nuestra tradición, la amnistía se considera como
un atributo del Congreso, que sirve para olvidar la pena y en consecuencia se da en
abstracto, si bien tiene beneficiarios concretos.” Domingo García Belaunde, La
Constitución y su Dinámica, p.80, Publicado en Revista Jurídica del Perú, Trujillo
(Perú), núm. 4, octubre-diciembre de 1995.
En toda nuestra historia constitucional, las constituciones del Perú han subrayado que
la amnistía es un derecho imprescindible. La historia y práctica constitucional
republicana en el Perú ha seguido, así la Constitución de 1867 prescribía como
atribución del Congreso la concesión de amnistía en los supuestos de juicios políticos.
La Constitución del 79, la observa en su artículo 186 como atribución exclusiva del
Congreso.La amnistía es la facultad que tiene el Congreso según el artículo 102 inciso
6 de la Constitución, de perdonar a un procesado, la comisión de un delito político, la
cual implica, el olvido de la pena y de los hechos delictuosos, es decir, es un perdón
completo. La Constitución del 93, la registra en su:
Artículo 102º de la Constitución Política del Perú, nos dice:
Son atribuciones del Congreso:
6. Ejercer el derecho de amnistía.
“Según el artículo 102, inciso 6, de la Constitución, entre las atribuciones del Congreso
de la República se encuentra la de dictar leyes de amnistía. Mediante ellas el legislador
establece que determinados hechos, considerados originariamente ilícitos, dejaron de
serlo. La consecuencia del olvido de la responsabilidad penal es la renuncia del Estado
al ejercicio de la acción penal (extinción) así como a la ejecución de la pena. Por tanto,
la entrada en vigencia de una ley de amnistía impide la iniciación de un proceso penal;
suspende a éste en cualquier estado en el que se encuentre y, si se hubiera dictado
sentencia condenatoria, cancela todos sus efectos penales.”
El Tribunal Constitucional llega a la conclusión que si bien el Poder Legislativo tiene
la atribución de ejercer el derecho de amnistiar, es decir, olvidar el delito cometido
por determinadas personas, produciendo los efectos de la cosa juzgada, ello no
significa, que el Congreso pueda cobijar en las leyes de amnistía violaciones a los
derechos humanos (esto lo revisaremos más adelante, con las presuntas
autoamnistías), por cuanto la legitimidad de la Constitución reposa en la defensa de la
persona humana y en el respeto de su dignidad, ya que la facultad legislativa del
Congreso no es ilimitada ni se encuentra exenta de control constitucional:
“las leyes de amnistía Nº 26479 y Nº 26492 son nulas y carecen, ab initio, de efectos
jurídicos. Por tanto, también son nulas las resoluciones judiciales dictadas con el
propósito de garantizar la impunidad de la violación de derechos humanos cometida
por los integrantes del denominado Grupo Colina. En su condición de resoluciones
judiciales nulas, ellas no dan lugar a la configuración de la cosa juzgada constitucional
garantizada por los artículos 102, inciso 6 y el artículo 139, inciso 13, de la
Constitución, en la medida en que no existe conformidad con el orden objetivo de
valores, con los principios constitucionales y con los derechos fundamentales que la
Constitución consagra”.
“una ley de amnistía no puede comprender en sus alcances a una persona o un grupo
de personas en particular, con exclusión de otras que se encuentren en los mismos
supuestos que motivan su expedición. Tampoco la amnistía puede fundarse en un
motivo incompatible con la Constitución.”[28]
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Asimismo, los precisos comentarios del Comité Internacional de la Cruz Roja sobre el referido
instrumento internacional, señalan como una competencia propia de las autoridades del
Estado el otorgar amnistías, agregando que el objeto de ello es “estimular gestos de
reconciliación que puedan contribuir a reestablecer las relaciones normales en la vida de una
nación que ha estado dividida” (párrafos 4617 y 4618).
La Constitución Política del Perú, no delimita la denominación del delito político. Pero
algunos tratadistas llegar a proferir sus opiniones al respecto del caso. El delito
político y concede al legislador un amplio margen de configuración normativa en
relación con dicho concepto y que históricamente se ha señalado que el delito político
es un desconocimiento de la ley penal por acción u omisión cometido por móviles
políticos, sociales o de interés colectivo dirigidos a la conquista y detentación del
poder, tendientes a cambiar el orden político, así como aquellos actos en contra de la
organización y funcionamiento del Estado. El delito político tiene por esencia la
motivación y móviles de cambiar las condiciones políticas, económicas y sociales. “En
este sentido serán políticos los delitos ejecutados con el propósito de mantenerse en
elpoder, de defenderlo de cualquier agresión, de conseguirlo, de transformarlo.”[35]
En forma general, puede considerarse que el delito político es aquella infracción penal
cuya realización busca el cambio de las instituciones o sistemas de gobierno para
implantar otro tipo de gobierno. Por lo que los acontecimientos perpetrados en
nuestra guerra interna, son delitos de naturaleza política, que comprometieron al
conjunto de la sociedad peruana: Unos por revolucionar el orden y otros por
defenderlo. La seguridad nacional es una cuestión política. La base política determina
la norma jurídica. Los delitos que se cometieron fueron delitos de carácter neta y
absolutamente políticos. Y fue así porque el Perú vivió un conflicto interno o guerra
civil de dilatadas proporciones que se expandió a todo el territorio nacional e
involucró a toda la población peruana. Esto lo admite la propia CVR en su primera
conclusión: “El conflicto armado interno que vivió el Perú entre 1980 y 2000 constituyó
el episodio de violencia más intenso, más extenso y más prolongado de toda la historia
de la República”.
Esa es una mentira creada por toda esa cháchara pueril de los medios de
comunicación al servicio de las clases explotadoras. Más aún, como lo esclareció el
jurista Manuel Fajardo, cuando dijo que se le aplicó ilegalmente –y como gran aporte
de la izquierda burguesa al Megaproceso- la “autoría mediata”, que no figuraba en el
Código Penal Peruano. Los prisioneros políticos del Perú, ellos jamás fueron
terroristas, sino que, son comunistas revolucionarios que despojándose de todo
interés personal entregaron lo mejor de su vida al servicio del más grande
movimiento social revolucionario en la historia de nuestro país, al servicio del pueblo.
Sus delitos son políticos.
A los presos políticos –además de que fueron víctimas de toda clase de irregularidades
en el proceso penal que se les siguió en el juicio, cuando lo hubo-, no se les castigó
únicamente con las penas impuestas por el juez, con la privación de su libertad. Se les
mantuvo como rehenes y trofeos de guerra. Cuando algún grupo realizaba alguna
acción militar, los primeros en ser secuestrados y castigados ilegalmente por hechos
que ellos no habían cometido, eran los presos políticos pertenecientes a la
organización que presuntamente había realizado los hechos. Otro castigo permanente
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a que estuvieron sujetos consistió en la intención de los directores del penal y de las
policías políticas de “quebrarles la voluntad” y “desmoralizarlos”.
Lo mismo pasa con los medios de comunicación (los Aldos Mariátegui, los Rosa María
Palacios, los Nicolás Lúcar, etc.) y sectores de la “extrema derecha”, como promotores
de la exacerbación de los ánimos, de la proterva campaña negra oficial y mediática
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La ilegal negación de los beneficios penitenciarios a la que una vez más recurre el
actual gobierno contra los presos políticos, esta negación de derechos es parte de la
política restrictiva y represiva que el gobierno aplica contra los hijos del pueblo
peruano. Ultrajan los derechos de los prisioneros políticos, lo que es la aplicación del
“Bürgerstrafrecht und Feindstrafrecht”[39], del que tanto nos ha hablado Günther
Jakobs, por eso siendo personas no se le considera como tales, sino enemigos sin
derechos a quienes hay que destruirlos, aniquilarlos y hundirlos en prisión por
siempre y en las peores condiciones posibles.
El Estado peruano aplicando la política más reaccionaria, utilizó para perseguir a los
grupos nacionales opositores, la primera fue la de penalizar derechos civiles y
políticos; otra fue la inventarles delitos utilizando la legalidad como mascarada. Un
gran ejemplo fueron los “7 activistas del Movadef” detenidos ilegalmente por la
Dircote, haciendo creer al público que estaban haciendo “apología al terrorismo”. Por
lo que se debe “descriminalizar la protesta social del pueblo”, porque cuando
cualquier movimiento social explota en cualquier región, la tachan de terroristas, de
sembradores de violencia que quieren traer abajo el gobierno de Humala. Y no es
curioso que la prensa de la derecha política en Perú comience a hablar de los
movimientos sociales, exaltando el viejo discurso de llamarlos “terroristas” y
acompañar su nota con viejas mentiras históricas.
El gobierno ollantista lejos de ser sensible a las sugerencias de los presos políticos, de
sus familiares y del pueblo peruano, favorable a una política de reconciliación, con una
solución política, y una amnistía general; ellos acentúan la confrontación, la
persecución, el encarcelamiento, la supresión de derechos carcelarios. Recurre al
aislamiento carcelario absoluto en prisiones militares, ellos pretenden aniquilar
progresivamente la fuerza, la esperanza y la vida de las presas y los presos políticos
tratando de rebajarlos a cero. En Concreto el gobierno actual (el
ollantismo), marginando y dejando de lado la problemática de los prisioneros
políticos, de los requisitoriados, exiliados, expatriados, de los desaparecidos
y desplazados. El Estado peruano no da muestras de voluntad política de resolver
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“Para ver la causa que dieron origen a la lucha armada, es necesario recordar
brevemente las condiciones en las que se desenvolvió la sociedad peruana a fines
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de los años setenta del siglo pasado, donde las dos terceras partes de los
peruanos no tenían satisfechas sus necesidades básicas: alimentación, salud,
vivienda, educación, trabajo, muy en especial es ver la situación del campesino
principalmente pobre sometido al hambre, la miseria, el atraso, la postergación y
la ignominia, sometido a un modo de producción semifeudal, semicolonial y de
capitalismo burocrático. Durante todo el siglo XX el Estado no ha satisfecho las
necesidades básicas establecidas en el artículo 25 de la Declaración Universal de
Derechos Humanos, ni respetado los derechos fundamentales señalados en la
Constitución. Por todo eso a lo largo de los últimos cien años el camino del pueblo
y el camino antipueblo han estado enfrentados. En las décadas del 60 y 70 del
siglo XX el pueblo peruano se hallaba soportando profunda crisis, hundido en
creciente pauperización, hambre, miseria, ausencia de derechos, ultrajes,
haciendo insostenible la situación, generando una creciente protesta popular
expresada en movilizaciones y luchas principalmente campesinas, el ascendente
movimiento huelguístico del proletariado y del movimiento popular en general,
produciéndose una crisis política en bases y cimientos mismos del Estado. En esa
coyuntura casi todas las organizaciones de izquierda planteaban la necesidad de
la revolución como única salida, sin embargo sólo el PCP dirigido por el Dr.
Guzmán Reinoso asumió la decisión de concretarla y lo hicieron. La coyuntura
descrita explica, la duración y también, el porqué la guerra popular (como lo
denomina el PCP) alcanzó dimensión nacional y gran repercusión inte rnacional,
lo que no se hubiera logrado, si no hubieran contado con un amplio apoyo de las
masas populares, está realidad implícitamente también es reconocida por la
CVR.” [42]
El movimiento revolucionario, o sea, la guerra popular librada por el PCP, fue una
guerra política por la defensa de los sectores más desfavorecidos, por promover la
transformación radical de la sociedad por una más justa y humana. Lo que tomar las
armas y hacer la revolución en un momento histórico definido, es una acción
profundamente política y legítima como respuesta a la violencia que impone el Estado
opresor con sus métodos antisociales de explotación y negación del ser humano. No es
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posible estar contra esta expresión de autodefensa que los pueblos revolucionarios
escogen y optan como medida para salir de la miseria humana, como tampoco no es
posible negar el costo y el dolor que estas expresiones sociales imponen con la lucha.
Cerrar los ojos a esta realidad y calificarla de “terrorismo”, no es más que la miopía del
Estado peruano, a no reconocer su responsabilidad dentro de dicho acontecimiento.
La mismísima CVR confirmó que el conflicto armado interno que vivió el Perú
entre 1980 y el 2000 constituyó el episodio de violencia más intenso y más
prolongado de toda la historia de nuestra república. Asimismo que fue un
conflicto que reveló brechas y desencuentros profundos e intensos en la sociedad
peruana. La CVR afirma que el conflicto armado abarcó una proporción mayor del
territorio nacional que cualquier otro…. y llegó a involucrar a la generalidad de la
sociedad peruana. Asimismo, Amnistía Internacional, también consideró que lo
que ocurrió en el Perú desde 1980 fue un conflicto armado interno, ya en su
publicación de mayo del 2003 decía: “En 1992, el conflicto armado interno entre
el Estado peruano y los grupos armados de oposición, que había visto crecer sin
cesar la violencia desde principios de los 80, había alcanzado un nivel sin
precedente, en que la mayoría de la población se veía afectada por el estado de
emergencia.” [43] ¡No se puede negar que lo que hubo en el Perú fue una guerra
interna entre el PCP y el Estado peruano, y que llego a involucrar al conjunto de
la sociedad peruana, la CVR y Amnistía Internacional, lo señalaron claramente!
El alemán Carl Von Clausewitz, decía que: “La guerra es la continuación de la política
por otros medios”, esa fue la forma de enfocar el origen y desarrollo de cómo se
entienden los conflictos armados. Comprendía que todo conflicto armado, tenía causas
y raíces exclusivamente políticas, por lo que todo conflicto armado que se desarrolle
en cualquier parte del mundo, responderían siempre a problemas netamente sociales
y políticos. Lo que señala carácter político de la guerra, partiendo de que la
guerra es la continuación de la política por otros medios, por medios violentos y
que cada clase social genera su forma específica de guerra, por tanto su
estrategia; el proletariado revolucionario ha creado la suya: la guerra popular.
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Pero el Estado peruano no ha hecho más que, tratar de quitar todo carácter de
delito político, intentando así robarle la esencia política que le corresponde a la
guerra popular en el Perú.
La guerra interna, que terminó con la captura el 12 de setiembre del Dr. Abimael
Guzmán Reinoso, quien era la Máxima Jefatura del Partido Comunista (PCP), y gran
parte de su Comité Central y el PCP “quedó descabezado y la guerra quedó sin
dirección política proletaria”.[44] Es entonces que el PCP convoca a representantes del
Estado para iniciar negociaciones en función a firmar un “Acuerdo de paz”, tal como
sucedió en el Brasil, Salvador, Colombia y otros países, donde se promulgaron como
consecuencia leyes de Amnistía que buscaron lograr una futura Reconciliación
Nacional, en vez de usar represivamente el Derecho Penal como instrumento de
venganza contra quienes se levantaron en armas. Pero en el Perú, con un gobierno
dictatorial y autoritario, plagado del espíritu fascista y militarista y en confabulación
con las mismas ONG’s y pro-DDHH y toda la izquierda putrefacta y legal, se promulgó
toda una legislación anti-subversiva con tipos penales como la “apología al
terrorismo” que atentaban contra la libertad de pensamiento y organización, y jueces
“sin rostro” que violentaban todo el ordenamiento jurídico procesal y penal. Por lo
que el PCP ha venido luchando por terminar la guerra políticamente, llamando a
terminarla con un Acuerdo de Paz y posteriormente pedir Solución política a los
problemas derivados de la guerra. Por que “todas las guerras civiles de la historia
del mundo, cuando no han terminado por el exterminio de la facción enemiga, se han
clausurado por una amnistía.”[45] En el Perú hubo conflicto interno, guerra civil, o sea
un asunto absolutamente político.
segundo término, el conflicto interno ya terminó hace casi 20 años. Y lo que queda
como rezagos, muchas veces usados en contra del propio movimiento popular, como
las luchas cocaleras y anti-mineras, pueden resolverse también mediante la amnistía
general. La “amnistía general” no es en realidad un problema jurídico, sino político y
que es conveniente hacerla para buscar la reconciliación del país.
Por lo que tiene que ser una solución política evidentemente, porque el proceso vivido
fue eminentemente político. No una solución jurídica que, es lo que se ha pretendido
con el “Megaproceso”. Ni tampoco una solución ética, promovida por esa izquierda
putrefacta a través de su Museo de la Memoria, que tanto viven de los hijos caídos del
pueblo. “La amnistía no se limita a descargar el rodaje jurisdiccional del Estado de
ciertas tareas persecutorias. Es un acto recíproco de olvido. No es un acto gracioso o
una limosna.”[46]
Por ende, amnistía tiene que ser para los presos políticos, para aquellos que lucharon
por cambiar la sociedad peruana, para los militares y policías que trataron de
defender el viejo orden de las cosas establecidas, con todo su aparato estatal. Una
verdadera amnistía general, es una amnistía que abarque los dos bandos, que se
confrontaron en la guerra civil que pasó el Perú entre 1980 y 1992.“La amnistía debe
darse en el marco de una irrestricta reconciliación nacional” (Fajardo) que, produzca
una reconstrucción del tejido social en nuestro país.
Es así como el Movadef viene abriendo el camino para una “amnistía general”, solución
política a los problemas derivados de la guerra interna; que responde a las
necesidades de la sociedad peruana. Es por eso que dice nuestro compañero Crespo:
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“es por eso que nuestros planteamientos se están abriendo paso, la amnistía se va
imponiendo”. Cuya propuesta sobre “amnistía general” por parte del Movadef, no es
una propuesta aleatoria ni unilateral, sino que también esta propuesta no es aislada
sino que la apoyan personalidades como Villanueva del Campo; Valle Riestra[52];
También un general del EP Wilson Barrantes está por “amnistía general”; el ministro
de Trabajo y Promoción del Empleo, Rudecindo Vega[53] y el ministro de defensa
Daniel Mora[54].
El legislador Yehude Simon dijo que esta propuesta, “tal como se ha planteado, es un
error”, más allá de las buenas intenciones que pueda tener el ministro Vega, ya que
este es un tema “muy sensible”. “Todos queremos un país reconciliado, pero eso pasa
por una serie de etapas que involucran a los principales actores y a las víctimas y la
capacidad de perdón de los peruanos”, agregó Simon.
Luis Thais noviembre 2011, aclaró que su agrupación no respalda esas declaraciones
en absoluto.“Nosotros no estamos de acuerdo con las expresiones ni de Mora ni de
Rudecindo. El partido rechaza lo expresado en términos de una amnistía general o
parcial. La política de PP, de respeto a los derechos humanos, siempre ha sido muy
clara y respetuosa de ellos. No hemos estado nunca en una actitud de impunidad”,
remarcó a diario16. “En el Perú no se puede hablar cada cierto tiempo de amnistías.
Los peruanos hemos optado por la justicia y la verdad como única manera de atender
las múltiples violaciones de los derechos humanos y para alcanzar la reconciliación”,
refirió.
García Naranjo agosto de 2011: “No habrá ni amnistía ni indulto”. “No comparto una
amnistía general, no me puedo imaginar la libertad de (Alberto) Fujimori o Abimael
(Guzmán), ese es el planteamiento de propuestas como la de Valle Riestra (…) para
amnistiar a Fujimori tendría que amnistiar a su par, no es posible sacar a uno solo por
la vía legal”, refirió.
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Salomón Lerner Ghitis, Presidente del Consejo de Ministros: “Creo que ha sido un
error que ya rectificó el ministro. No midió las implicancias de esas palabras. Eso (la
amnistía) no está en la agenda de este gobierno.”
vivió nuestro país ha sido muy dolorosa, se han perdido vidas de ambas partes, las
reacciones que hay en contra, no se puede entender de manera simplista. Pero cuando
una guerra termina, los muertos son de todos y nadie tiene derecho, so pretexto de
derechos humanos a traficar con los muertos de la guerra. Porque hoy hay muchos
que se dicen defensores de derechos humanos, ganan buenos sueldos y no quieren
que haya una amnistía general, porque se quedan sin trabajo.”[55]
Los detractores de la “amnistía general en el Perú”, como ínfima minoría que quieren
hacer vivir al pueblo peruano con rencores, celos y violencia., maquillada con
intereses de clase. Estos detractores, sin argumentación objetiva ni seria, concluyen
que una “amnistía general en el Perú”, está prohibida por el Derecho Internacional y
los Tratados en que está suscrito el Perú. Llegando a proferir que, que el Derecho
Internacional y los Tratados Internacionales, obstaculizan y no permiten dicha
amnistía. Pero dichos “detractores”, están confusamente errados. En ningún lugar el
Derecho Internacional y en los Tratados Internacionales se prohíbe la amnistía; sino
que, la incita como una medida que persigue la “reconciliación nacional”. Por lo que no
existe ningún Tratado Internacional como tampoco una norma del Derecho
Internacional consuetudinario que la prohíba. ¡Cuentos chinos a otro lado!
Estos detractores, no hacen más que seguir los mismos ejemplos de toda la pandilla
fujimorista opositora a un “acuerdo de paz” y “solución política” que concluyera con
una “reconciliación nacional” y que pusiera fin al derramamiento de sangre cuando los
líderes comunistas la propusieron desde prisión los años 93 y 94. Olvidando por
conveniencia o dejadez, ignoran que en el Perú siempre ha habido una tradición de
amnistía político social tanto para civiles como para fuerzas del orden que cometieron
excesos. Ya el viejo Valle Riestra le contestaba: “No estamos hablando un lenguaje
nuevo o de una situación distinta, sino que estamos tratando de repetir lo que se hizo
ayer para pacificar al Perú, para eliminar de la persecución a personas que no lo
merecen o que actuaron temperamentalmente por motivos ideológicos o emoción
social.”
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Su acción opuesta a una amnistía general que abra camino a una reconciliación
nacional sin vencedores ni vencidos, sin enconos y sin persecuciones. En cualquier
parte del mundo, el que los alzados en armas propongan soluciones de este tipo son
bien recibidos por cualquier gobierno del mundo, pero aquí en Perú, las cárceles son
las que mandan. La reacción trata como delito el pedido de amnistía y la organización
para luchar por amnistía calificándolos de terroristas. Criminalizan la amnistía, tratan
con todas sus fuerzas y garras convertirla en delito de apología. Tendrían que sacarla
de la Constitución y meter a la cárcel a otros que también la piden: Valle Riestra,
Armando Villanueva, Edgar Núñez, Giampietri, Daniel Mora, etc.
¿Pero en sí, por qué estos reaccionarios se oponen a una amnistía general? Por el simple
hecho que no logran presenciar esta necesidad del pueblo, por el simple hecho que no
representan los intereses del pueblo peruano y que con su presuntuosa defensa de los
derechos humanos su especialidad académica y profesional los ayudan a comer del mejor
plato. La otra razón de fondo de la oposición a la amnistía general es el temor a que una fuerza
que atravesó consecuentemente prisión, destierro, muerte y que estuvo entrelazado con el
pueblo, tenga vida en la política nacional. A la reacción peruana no le conviene que se
resuelvan los problemas derivados de la guerra vivida en nuestro país del 80 al 92. Quieren
seguir manteniendo la llamada “lucha contra el terrorismo” para usarla según sus intereses de
clase.
La verdad debe ser objetiva, oficial, pública e imparcial, Pero qué lástima que la CVR no haya
hecho eso. La búsqueda de la verdad sobre la guerra interna o guerra popular es importante
dentro de nuestra historia. Encontrar la verdad histórica es importante para solidificar la
Amnistía General y Reconciliación nacional. La CVR no ha ayudado al país a reflexionar sobre
su historia y ni mucho menos a tener una visión profunda de cómo se desenvolvió la guerra
interna en el país. ¿Acaso la CVR peruana ha cumplido un papel como la CVR sudafricana, de
Ghana, de Sierra Leona o de Timor Oriental? No le ha llegado ni a los tobillos. ¿Acaso en las
audiencias y declaraciones han participado los integrantes del Comité Central del Partido
Comunista? La CVR no ha hecho más que lavar los cerebros del pueblo peruano a costa de
mentiras históricas, aquilatadas a los intereses del Estado peruano.
Y tienen razón los “expertos historicistas” cuando dicen que también la desmemoria se
pasea por los centros de enseñanza primaria, secundaria y superior, donde los
estudiantes suelen tener una visión superficial de nuestra historia desde los 80. A ello
se suman las diferentes versiones de la historia de la guerra civil interna librada desde
1980-1992 por el Partido Comunista del Perú. Es hora también de describir y escribir
una historia real, objetiva y concreta, y no seguir repitiendo las viejas mentiras
históricas, que han carcomido las mentes de nuestro amado pueblo.
Algunos se equivocan y salen a gritar por los vientos y mares que la “amnistía general”
es el encubrimiento y la permisión de agentes que delinquieron puedan seguir
haciéndolo, o por lo menos queden impunes. En efecto, no ven los dos lados de la
moneda, la “amnistía general” permite que se libere de toda responsabilidad a los
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actores de delitos políticos, pero a la vez también permite que sean esclarecidos
debidamente, los hechos perpetrados en la lucha interna o guerra popular. Una
“amnistía general”, ayuda a conocer y a desencubrir la verdad histórica manoseada a
los antojos de los gobiernos dictatoriales. He ahí el “derecho a conocer la verdad”,
declarado por los organismos de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y
contenida en los convenios sobre Derechos Humanos que ha suscrito el Perú.
Y otros más radicales y fanáticos tratan de buscar de la verdad con una solución en una sala
penal o en las rejas. Pues no ven que por eso ha fracasado la CVR, sino que la búsqueda de la
verdad corresponde su solución en el ámbito político y social como ya lo ha demostrado la
historia, y, leyes de amnistía como las descritas contribuyen a este objetivo, como también lo
vienen demostrando los procesos históricos de diversos países. Una verdadera Reconciliación
nacional permite la configuración de una verdad sin aditamentos, sin construcciones
forzosas. He ahí una verdadera Reconciliación nacional.
Es así cuando alguien quiere abrir las heridas, es porque quiere dividir y vivir de rencores y
odio…Las nuevas generaciones quieren fabricar una nueva sociedad, quieren transformala en
una más humana y más libre. Lo que amnistía “significa olvido pero, más allá del olvido, la
rigurosa prohibición de remover el pasado para nuevos actos de venganza y pretensiones
suplementarias de reparación.”[60] La amnistía en términos generales, es el olvido, lo que se
le suele contraponer la memoria de la verdad. Esta memoria corresponde al hombre histórico
y, no como se cree en los tribunales o en las cáceles abarrotadas de egoísmo y recelo. La
memoria del pueblo peruano es selectiva e inteligente. La memoria y el olvido siempre han
servido exclusiva y absolutamente al futuro, no al pasado. El gobierno ollantista, cree que
gobernar con la hipermemoria, como se pretende ahora, es tan reaccionario y recalcitrante,
que solo en mentes cavernarias de la edad media se podían admitir.
borrar de las faz de todos los comunistas. Aquí no hay borrones históricos. La historia
estará latente ahí, nos guste o no. El 17 de mayo de 1980 no podrá nadie borrarlo y
seguirá influyendo en el destino del pueblo. En realidad ni la sociedad ni el hombre y
ni un pueblo pueden olvidarse del todo. La memoria histórica enseña y orienta las
directrices del un pueblo. Pero la memoria como el olvido deben conceder, la
posibilidad de un nuevo comienzo. Olvido Histórico implica el olvido no de una
historia sesgada y huera, sino de procesos históricos sustanciales y concretos.
Algunos creen que dar una amnistía general, es “abrir la caja de Pandora” o
desenvainar la “espada de Damocles”. El Perú no quiere ser el Funes de Borges, que
era incapaz de olvidar muchas cosas con las que no podía vivir. El Perú debe ser como
el Shereshevski de Luria, aquél personaje que tuvo que adquirir el arte de olvidar para
no morir aplastado por su hipermemoria. El Perú, por parte de sus gobernantes, ha
sido condenado a rumiar siempre los mismos problemas y cargarlos como Sísifo. Para
la salud de un individuo, de un pueblo, de una civilización son necesarios tanto el
punto de vista histórico como el no histórico. El grupo humano debe recordar y
también olvidar. A partir del olvido, lo recordable por transmisión histórica se
convierte en sustancia de la vida, y permite transformar los acontecimientos de ésta
en nueva historia.
Olvido implica dejar de lado los recelos históricos. Olvidar -concluyo- unos aspectos
de la realidad, implica alumbrar, hacer brillar como un destello lo irreconocido en la
realidad. Y es que la historia toda, incluida la peruana, no puede ser narrada y
transformada, sino en cuanto está apuntalada en la interrelación dialéctica entre la
memoria y el olvido. No hay pues memoria sin olvido, y no hay olvido sin memoria.
Hay etapas en la historia donde es imprescindible, echar al olvido determinados
hechos o acontecimientos históricos, que reculan el avance de una nación. Y esto no es
un abuso, sino una condición histórica que muchos pueblos se han alimentado. Tanto
la hipertrofia de la memoria, como la atrofia de la historia, han causado daños a
nuestra nación, y esta es una verdad irrefutable. Por lo que es necesario ver las cosas
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CONCLUSIONES
Tercero que, la solución sería que el Estado peruano realmente aplicara la justicia
como debe ser, pero además que cumpliera con un compromiso real; en el caso de la
actual de dar una amnistía general por un lado y por el otro que asuma sus
responsabilidades en la guerra interna que vivió nuestro país desde 1980 hasta 1992.
Y que reconozca que lo que se vivió en el Perú no fue un supuesto “terrorismo”, sino
una “guerra popular”, dirigido por el Partido Comunista del Perú. Y que se establezca
una auténtica verdad de la guerra interna para hacerla conocer y comprender a
nuestro pueblo y a la sociedad peruana; pero no como nos la han “contado y narrado”
la estafadora CVR o senderólogos de derecha, inflando los datos y tergiversando los
acontecimientos históricos.
Cuarto que, el asunto central para tal cometido se llama AMNISTÍA GENERAL. La
AMNISTÍA GENERAL es necesaria para nuestro país porque lo que éste necesita es
paz, democracia, trabajo y desarrollo para el pueblo. Y ha quedado claro hoy en día ha
quedado claro que la subversión no es el problema principal, si lo es por ejemplo la
democratización del Perú. Que la democracia llegue al pueblo, es el problema que
debemos solucionar, para eso es necesario cerrar heridas, dar libertad a los que han
cumplido ya con su responsabilidad. Lo que el pueblo quiere es libertad económica;
revisión de los contratos con las empresas monopólicas; nueva Constitución que
contemple y defienda los derechos fundamentales del pueblo; defender los recursos
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1. 25.Pacto de San José de Costa Rica Convención Americana Sobre Derechos Humanos art.4.6.