Introduccion A La Filosofia Mariano Artigas PDF
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NATURALEZA DE LA FILOSOFIA
CAPÍTULO I
QUE ES LA FILOSOFIA
El hombre tiene un afán de saber que le lleva a preguntarse por las causas de
cuanto sucede. Busca respuestas a los interrogantes que se le plantean, y
frecuentemente las respuestas plantean nuevos interrogantes. Esa búsqueda del
saber está motivada por afanes teóricos (saber por saber, para satisfacer las
exigencias intelectuales) y por razones prácticas (saber para actuar bien
moralmente, o con eficacia técnica).
Descartes afirmó que, para proceder con rigor, el filósofo debe poner en duda todo
conocimiento y empezar desde cero, demostrando todo desde el principio con una
certeza semejante a la de las demostraciones matemáticas. Este planteamiento
tiene cierto atractivo, y ha influido considerablemente hasta nuestros días. Pero,
además de imposible, es ilógico. Ciertamente, el filósofo ha de examinar a fondo
las razones de todo, pero para hacerlo ha de utilizar los recursos del conocimiento
ordinario y admitir básicamente su valor: si no lo hace, no podrá razonar, e
inevitablemente acabará en posturas contradictorias o escépticas.
Por otra parte, la filosofía va más allá de las artes. El arte surge cuando, a partir de
cierta cantidad de experiencias, se llega a obtener un juicio universal que puede
aplicarse a todos los casos semejantes. La filosofía busca explicaciones basadas
en el conocimiento de las causas: por esto, ha de afirmarse que es una ciencia, y
que se ocupa de un orden de conocimientos que es superior al que proporcionan
las artes.
Santo Tomás define el arte como la racionalidad de las acciones mediante las
cuales se fabrican objetos artefactos. Es un conocimiento que tiene cierta
universalidad, y que, en ese sentido, está por encima de la simple experiencia
surgida de la práctica de los casos concretos: por el arte, se sabe el porqué,
mientras que la experiencia es una práctica muy valiosa y deseable que ignora las
causas de lo que sucede. Por encima del arte está la ciencia, que es el
conocimiento por sus causas de algo que no es inmediatamente evidente: supone,
pues, un razonamiento por el que se pasa de unos conocimientos a otros
mediante el uso de la lógica.
Hay que añadir que los conocimientos filosóficos se alcanzan mediante las
posibilidades naturales de la razón, por lo cual la filosofía se distingue del
conocimiento superior de la fe sobrenatural mediante la cual (con la gracia de
Dios) se alcanzan las verdades contenidas en la revelación divina, y se distingue
también de la teología sobrenatural, que estudia científicamente esas verdades
reveladas.
Sintetizando las consideraciones anteriores, consideremos, por ejemplo, los
niveles de conocimiento respecto a la construcción de edificios. Un albañil tiene
experiencia en la ejecución de obras concretas. Un maestro de obras puede
dominar el arte de la construcción, sabiendo por qué se han de hacer las cosas de
un modo más que de otro. Un arquitecto ha aprendido la ciencia práctica de
construir, que se fundamenta en diversos principios que son estudiados de modo
teórico por el ingeniero, el físico, o el matemático en diversos niveles: éstos
cultivan una ciencia teórica (con respecto a la construcción).
4. DESCRIPCION DE LA FILOSOFÍA
Por este motivo, existen una filosofía del arte, filosofía de la ciencia, etc., ya que
cualquier tipo de entes o de actividades puede ser objeto de estudio filosófico.
El objeto formal de la filosofía, o sea, el aspecto bajo el cual estudia su objeto
material, es el estudio de la realidad por sus causas últimas, es decir, buscando
las explicaciones más profundas acerca de la existencia y la naturaleza de los
entes. Este enfoque es lo característico de la filosofía: por él se distingue de otros
tipos de saber, que se limitan a la búsqueda de explicaciones y causas dentro de
ámbitos más restringidos.
Por tanto el estudio ordenado de la filosofía es muy conveniente para alcanzar una
visión correcta y bien fundamentada de la realidad, y sirve como defensa frente a
las ideologías de los ambientes culturales que deforman los conocimientos del
saber espontáneo, al mismo tiempo que permite discernir los aciertos y errores de
las ideas predominantes en los diversos ámbitos científicos, culturales y sociales.
Suele llamarse sabio a quien posee un saber cierto y fundamentado acerca de las
verdades más profundas y, por ello, es capaz de dirigir y persuadir a los demás.
De modo general, la sabiduría es el conocimiento cierto de las causas más
profundas de todo.
Comentando las ideas de Aristóteles sobre esta cuestión, Santo Tomás dice: entre
las artes, llamamos sabidurías a las más ciertas que conociendo las causas
primeras en un género de artes dirigen a las otras del mismo género, como la
arquitectura dirige a los trabajadores manuales... así también estimamos que
algunos son sabios del todo, o sea, no respecto a algún tipo de entes sino
respecto a todos... así como el sabio en algún arte tiene en él la máxima certeza,
la sabiduría general (simpliciter) es la más cierta entre todas las ciencias, ya que
alcanza los primeros principios de los entes.
Por eso, la sabiduría tiene como función propia ordenar y juzgar todos los
conocimientos, ya que un juicio perfecto acerca de algo sólo se consigue mediante
la consideración de las causas últimas.
2. TIPOS DE SABIDURÍA
De modo general, la sabiduría considera todas las cosas a la luz de sus causas
últimas (y, sobre todo, las considera en relación a Dios, que es principio y fin de
todas las criaturas): permite juzgar y ordenar convenientemente todas las cosas y
acciones respecto a su último fin (que es Dios). Si se consideran las causas
últimas de modo relativo a los diversos ámbitos de la realidad, puede hablarse de
sabiduría respecto a cada uno de esos ámbitos particulares: por ejemplo, respecto
a las ciencias particulares (que estudian ámbitos concretos de la realidad), a la
filosofía moral (que considera las acciones voluntarias), o a las artes (que versan
acerca del orden que el hombre pone en las cosas que produce, llamadas
artificiales). También suele aplicarse el nombre de sabiduría a la prudencia, que es
la aplicación de la moral a los casos concretos.
3. SABIDURIA Y CIENCIA
Santo Tomás dice que aquella ciencia que se llama sabiduría es la que versa
sobre las causas primeras y los primeros principios afirmando también que la
sabiduría no es una ciencia cualquiera, sino la ciencia de las realidades más
nobles y divinas, siendo por tanto la cabeza de todas las ciencias. En definitiva, la
sabiduría es ciencia en cuanto que tiene lo que es común a todas las ciencias, que
es demostrar las conclusiones a partir de unos principios. Pero tiene algo propio
que está por encima de las otras ciencias, ya que juzga acerca de todas las cosas,
y no sólo en cuanto a las conclusiones, sino también en cuanto a los principios
primeros. Y por eso es una virtud (intelectual) más perfecta que la ciencia.
4. SABIDURIA E IGNORANCIA
Así como la sabiduría tiene gran importancia para ordenar la vida humana a su fin,
la ignorancia es causa de diversos obstáculos que impiden esa correcta
ordenación. Por eso la ignorancia ocasiona serios perjuicios a quien la padece. La
sabiduría no basta para hacer al hombre bueno moralmente, pero facilita
notablemente conseguir la rectitud moral y, con ella, la felicidad.
Por ejemplo, quien acepta las leyes históricas defendidas por el marxismo, se ve
inclinado a interpretar muchos hechos históricos en función de la lucha de clases y
de los intereses económicos, aunque no haya datos para hacerlo o los datos sean
contrarios a esa interpretación. Algo semejante sucede al materialista al estudiar la
psicología: tenderá a ver la conducta humana de modo determinista, de un modo
arbitrario y anticientífico. Es fácil advertir que, en estos casos y otros análogos, la
verdadera sabiduría facilita una actitud libre y objetiva, ayudando a descubrir los
errores de los reduccionismos pseudocientíficos.
Advierte Santo Tomás que la doctrina, para que tenga eficacia en alguien, es
necesario que encuentre un alma que, por las buenas costumbres, esté preparada
a alegrarse con el bien y a odiar el mal; como es necesario que la tierra esté bien
cultivada para que la semilla dé fruto... el que vive según las pasiones no oye con
buena disposición la palabra de quien le amonesta. Evidentemente, como en estos
temas la libertad desempeña un papel central, las disposiciones del sujeto no son
necesariamente las mismas siempre ni en cualquier sentido, y siempre cabe el
cambio. Pero es claro que lo determinante en cuestiones que caen dentro de lo
que hemos llamado sabiduría, no son sólo los argumentos teóricos, por sólidos
que puedan ser.
CAPÍTULO III
Por otra parte, la filosofía es un conjunto de ciencias, más que una ciencia única.
No es de extrañar que, a pesar de esto, pueda hablarse de la filosofía ya que sus
diversas partes están íntimamente relacionadas y tienen un mismo enfoque de
fondo. El núcleo de la filosofía es la metafísica, que estudia los aspectos básicos
de la realidad (su ser) y sus causas últimas; el enfoque metafísico, proyectado al
estudio de los seres de la naturaleza, da lugar a la filosofía de la naturaleza
inanimada, de la vida corpórea, y del hombre.
Por tanto, cuando se habla en singular de la filosofía, no hay que olvidar que ese
término designa diversas disciplinas, que tienen un enfoque básico común: el
enfoque metafísico, o sea, el estudio de la realidad a la luz de las últimas causas.
Por eso, las diferencias entre la filosofía y las ciencias particulares se centrarán en
las peculiaridades del enfoque de la metafísica: aunque no toda la filosofía sea
propiamente metafísica, se plantea siempre desde una perspectiva metafísica.
Cualquier ámbito de la realidad puede ser objeto de estudio filosófico. Por tanto,
cualesquiera que sean los nombres que se dé a estas disciplinas, son ramas de la
filosofía la filosofía de la naturaleza, la filosofía del hombre, la filosofía del derecho,
etc. Sin embargo, para que una disciplina sea considerada como filosófica, no
basta que plantee cuestiones generales sobre algún tema, sino que ha de
responder a un planteamiento en el que se investiga acerca del ser de las
realidades consideradas y se buscan sus explicaciones últimas.
Las diferencias entre la Filosofía, las ciencias particulares consisten, sobre todo,
en que la filosofía estudia la realidad en su aspecto más radical y buscando sus
causas últimas, mientras que las ciencias particulares estudian aspectos concretos
de la realidad, buscando causas más inmediatas. El ámbito propio de las ciencias
particulares (bien sean las ciencias naturales, como la física y la biología, o las
ciencias humanas, como la sociología y la historia) está constituido por aspectos
determinados de la realidad (propiedades físicas o comportamientos humanos, por
ejemplo), que se estudian buscando explicaciones que no sobrepasan ese nivel
(cómo unas propiedades físicas influyen en otras, o unos comportamientos
humanos en otros). La filosofía estudia toda la realidad, intentando explicar en
último término su ser mismo.
Al buscar las últimas causas de la realidad, la filosofía llega al estudio de las
realidades espirituales y las considera en sí mismas: el conocimiento de Dios, del
alma humana, de la ley moral, etc., es tema propio y exclusivo de la filosofía.
Además, trata todos los aspectos de la realidad a la luz de las explicaciones
últimas estrictamente metafísicas.
Respecto al cientificismo optimista de los siglos XVIII y XIX, que veía en las
ciencias la solución de todos los problemas humanos el cientificismo reciente
suele ser pesimista: reconoce los límites de las ciencias, pero incluso los exagera
y los extrapola a todo el conocimiento humano, afirmando que nunca se puede
llegar a afirmar con certeza ninguna verdad (es el caso de posturas como las de K.
R. Popper y M. Bunge).
Es posible, por tanto, que una ciencia particular se construya sobre unas bases
metafísicas más o menos equivocadas: tal fue el caso de la física mecanicista,
edificada sobre el supuesto de que todas las propiedades de la materia se
reducen a los aspectos relacionados con la cantidad; y lo mismo sucede con una
sociología que admita la existencia de leyes necesarias en los comportamientos
sociales o con una psicología conductista. A pesar de ello, pueden encontrarse
afirmaciones, experiencias y descripciones verdaderas en un contexto
globalmente equivocado, pero esa ciencia mal fundamentada contendrá también
afirmaciones falsas y transmitirá una imagen errónea de los aspectos de la
realidad que estudia.
Cuanto más elevado es el objeto que tienen las ciencias particulares, mayor será
su vinculación con la filosofía. La biología, al estudiar los seres vivos, tiene más
implicaciones metafísicas que la química. Las ciencias que se ocupan
directamente del hombre (como la psicología, la sociología y la historia) utilizarán
necesariamente conocimientos filosóficos, y la verdad de sus conclusiones
dependerá en buena parte de que esa base metafísica sea correcta.
La filosofía juzga y dirige a las demás ciencias, porque le compete juzgar los
principios primeros de todo conocimiento humano y el valor de los métodos
científicos, de modo que es tarea suya determinar el objeto propio de cada ciencia
y clasificar las ciencias en una jerarquía según la naturaleza de cada una.
EL METODO DE LA FILOSOFIA
Esto no significa que deban aceptarse sin el oportuno examen todas las opiniones
que suelen llamarse de sentido común: esas opiniones pueden estar mezcladas
con errores, y la reflexión filosófica debe extenderse al examen de su legitimidad y
fundamento.
Del mismo modo que no existe ningún instinto infalible de sentido común, tampoco
existe una intuición propia de la filosofía: en ambos casos, utilizamos la
inteligencia y razonamos mediante ella (apoyándonos en el conocimiento de los
sentidos). No existen facultades especiales en la naturaleza humana para
determinados tipos de conocimiento: todo conocimiento humano se realiza
mediante los sentidos y la inteligencia.
Por tanto, no es cierto que la filosofía sea una tarea reservada a personas que
poseerían unas especiales capacidades de conocimiento. La filosofía utiliza de
modo sistemático los recursos de todo conocimiento humano; la experiencia, la
inducción, el razonamiento; y el valor de sus afirmaciones se fundamenta sobre la
evidencia, lo mismo que sucede con todo conocimiento.
La filosofía estudia la realidad buscando sus causas últimas. Para ello, toma
como base tanto el conocimiento ordinario como el científico, examinando el grado
de certeza que alcanzan en cada caso concreto. Y, en sus razonamientos, utiliza
los recursos de la inteligencia de acuerdo con las reglas lógicas válidas para todo
conocimiento humano.
2. FILOSOFIA Y EVIDENCIA INTELECTUAL
Las ideas son universales, pues se aplican a muchos individuos (por ejemplo, la
idea de hombre se predica de cada hombre concreto). Las imágenes son
individuales son representaciones sensibles y concretas elaboradas por la
imaginación (por ejemplo, la imagen de este hombre). A partir de las imágenes, la
inteligencia obtiene las ideas, y cuando considera los seres concretos, relaciona
las ideas universales con las imágenes individuales (si se trata de seres
materiales, pues respecto a los seres espirituales no pueden obtenerse imágenes
sensibles).
Esta doctrina de los grados de abstracción requiere matizaciones. Por una parte,
las ciencias naturales, en su sentido moderno, no corresponden a la ciencia
natural tomista de modo completo: en muchos casos, corresponden a lo que.
Santo Tomás llamó ciencias medias (que utilizan la matemática para el estudio de
la naturaleza); la ciencia natural o física de los antiguos es un estudio de la
naturaleza desde el punto de vista filosófico.
El estudio de la filosofía exige adquirir una cierta familiaridad con Los términos
Filosóficos, para captar su precisión y densidad, lo cual requiere constancia y
volver muchas veces a la experiencia sensible de donde se ha partido al Formular
las cuestiones que se estudian.
Pero, una vez que se conoce esa terminología, existe el peligro de plantearse
problemas inexistentes: esto sucede, por ejemplo, cuando se relacionan unos
términos con otros sin atender a los problemas reales; y, por otra parte, puede
abusarse de la terminología en perjuicio de la claridad.
Por ejemplo, cuando se trata acerca de la espiritualidad del alma humana, debe
advertirse que no se trata de una pura construcción teórica, sino de un esfuerzo de
fidelidad a nuestra experiencia humana... El hecho de entender, que todos
nosotros experimentamos, y que se abre a un mundo de ideas que no se han de
entender en sentido platónico, sino como una apropiación de contenidos
inteligibles es lo que mejor define lo que se entiende como espiritual. Refiriéndose
a menudo por su contenido al mundo material, y estando siempre ligado a la
actividad de un substrato biológico, el hecho de entender nos revela
características incompatibles con la materialidad.
SEGUNDA PARTE
DIVISION DE LA FILOSOFIA
CAPÍTULO I
LA METAFISICA
l. QUE ES LA METAFÍSICA
Se denomina ente a todo lo que es: algo que tiene ser, y tiene un modo de ser
determinado. Dios no es propiamente un ente, pues es su Propio Ser y no está
limitado a ningún modo de ser particular o finito; la metafísica estudia a Dios como
Causa Primera del ser de los entes.
EI estudio del alma humana como ente espiritual es tema de la metafísica, pero se
incluye en la filosofía natural en cuanto que el alma es forma del cuerpo.
Los aspectos de la realidad que se dan tanto en los entes materiales como en los
espirituales, son considerados desde un punto de vista particular por la filosofía
natural, y luego se estudian en la metafísica de modo general y en toda su
amplitud: la filosofía natural estudia su realización en los entes materiales.
Esto no significa que las restantes disciplinas filosóficas sean una mera aplicación
de la metafísica al estudio de determinado tipo de entes. La metafísica, al estudiar
el ser de los entes de modo general, encuentra leyes del ser universalmente
válidas para toda la realidad (los llamados primeros principios), obtiene
conclusiones que valen para todos los entes (aunque se realicen en ellos según
grados y modalidades diversos), estudia directamente los entes espirituales (que,
por su inteligencia y su voluntad, tienen una referencia al ser en toda su amplitud),
y llega a considerar a Dios como Causa Primera del ser de todos los entes. Las
demás disciplinas filosóficas coinciden con la metafísica en la búsqueda de las
causas últimas de la realidad, pero se limitan estudio de algún tipo de entes que
tienen un modo de ser específico (los cuerpos, los vivientes, etc.); por este motivo
no llegan a las conclusiones universales de la metafísica ni abordan los temas
estrictamente metafísicos, aunque proporcionan la base de muchas
consideraciones metafísicas y hayan leyes generales aplicadas al orden de entes
que consideran.
La metafísica es, por tanto, la ciencia más general o universal, puesto que toda la
realidad es objeto de su estudio: en efecto, todo es real en la medida en que es, o
sea, tiene ser. Pero sobre todo es la ciencia más fundamental, pues considera la
más radical de las perfecciones: el ser, con respecto al cual todas las demás
perfecciones no son sino determinaciones o modos particulares de ser.
Si se llama ente a todo lo que es, la metafísica es la ciencia del ente en cuanto
ente, mientras que las ciencias particulares se ocupan sólo de algún tipo de entes,
y además no bajo el punto de vista de su ser, sino en cuanto poseen algunos
determinados modos de ser.
4. PARTES DE LA METAFÍSICA
Así, por ejemplo, la metafísica estudia los aspectos básicos del ser de los entes, o
sea, el acto de ser y la esencia; los modos más generales de ser, o sea, la
substancia y los accidentes; la composición de acto y potencia que se da en todos
los entes limitados; la estructura de las substancias corpóreas, compuestas de
materia y forma; la causalidad, o sea, el influjo de unos entes sobre el ser de otros.
La verdad y la bondad, junto con la unidad y el ser algo (aliquid), son propiedades
del ser como tal, y se dan por tanto en todo ente: por el ser que todo ente posee,
es algo; tiene una unidad interna; se llama verdadero en cuanto puede ser objeto
del conocimiento; tiene determinadas perfecciones que lo hacen capaz de ser
apetecido, por lo que es bueno; y es bello en cuanto causa placer al ser
contemplado.
b) la teología natural: trata del estudio de Dios como Ser subsistente y Causa
primera de los entes.
A partir del ser de los entes limitados se llega al conocimiento de Dios, que es la
plenitud infinita del Ser, y la Causa primera del ser de las criaturas.
LA FILOSOFIA DE LA NATURALEZA
b) los entes naturales como distintos de los artificiales. Un ente natural es el que
posee un principio interno de su ser y su actividad, mientras que un ente artificial
tiene una estructura fabricada por el hombre, quien utiliza para ello los recursos de
los entes naturales.
Este tipo de consideraciones exige tener en cuenta no sólo los resultados de las
ciencias, sino también conocimientos de metodología que permitan interpretarlos
adecuadamente. La filosofía natural no interviene directamente en esos
problemas, pero es muy útil para evitar interpretaciones erróneas y situar en su
verdadero contexto los resultados científicos.
Es el caso, por ejemplo, del hilemorfismo, que afirma que toda substancia material
está compuesta esencialmente de materia prima (como substrato potencial
susceptible de ser actualizado de modos diversos) y forma substancial (como
aspecto actual que determina el modo de ser de la substancia). O también de
muchas afirmaciones sobre la naturaleza y propiedades de los accidentes de la
substancia corpórea (como la cantidad, las cualidades, etc.)
Por ejemplo, el atomismo filosófico de los antiguos era falso (suponía átomos
indivisibles y admitía el mecanicismo), pero pudo ayudar en el siglo XIX a las
primeras teorías atómicas de la química (que luego sufrieron profundas
modificaciones).
Esta función auxiliar para las ciencias es poco importante para la filosofía natural
en sí misma.
Evidentemente, las consideraciones del primer tipo son las más importantes para
la filosofía de la naturaleza, aunque también deberá ocuparse de las cuestiones
más hipotéticas, delimitando en cada caso su grado de certeza.
Los problemas en este campo son cada vez más graves (basta pensar en la
energía atómica y en las manipulaciones genéticas, por ejemplo), y exigen un
enfoque de la ciencia y del hombre que, a su vez, se apoya en la filosofía natural,
de modo que la ciencia esté al servicio del hombre y se utilice de acuerdo con las
normas éticas.
CAPÍTULO III
LA FILOSOFIA DE LO VIVIENTE
Entre los entes naturales, ocupan un puesto especial los vivientes, que se
caracterizan por una singular capacidad de automovimiento: por su misma
naturaleza, pueden asimilar las substancias exteriores convirtiéndolas en su propia
substancia; se desarrollan en modos variados manteniendo su unidad individual;
poseen una diversificada capacidad de autoregulación; por su capacidad
reproductora, originan otros individuos de su misma especie.
Estas peculiaridades, junto con el hecho de que entre los vivientes se encuentre el
hombre con su naturaleza racional y corpórea, han hecho que, desde la
antigüedad, la filosofía de lo viviente haya sido objeto de estudio propio.
Por tanto, nos limitaremos a señalar que para la filosofía de lo viviente valen las
consideraciones expuestas acerca de la filosofía de la naturaleza. Su peculiaridad
estriba en que su objeto material son los entes vivos.
Por eso, se ha solido llamar psicología (o tratado del alma como principio vital), y
no hay inconveniente en seguir utilizando esa denominación; con frecuencia se
habla de psicología filosófica para distinguirla de la ciencia experimental
correspondiente. Muchas veces, al hablar de psicología, se entiende que se trata
del estudio del hombre, que también recibe el título de antropología filosófica.
A lo que tiene en común con los cuerpos inanimados, con los vivientes dotados de
vida vegetativa y con los animales, el hombre añade su característica de ente
racional que lo sitúa totalmente por encima del resto de los entes corpóreos.
El objeto de la filosofía del hombre es, por tanto, en parte común con la filosofía de
la naturaleza y en parte con la metafísica. Como es lógico, proporciona muchos
elementos imprescindibles para el estudio de la ética. Además, sirve de base para
la teología natural, puesto que lo que de Dios podemos conocer por la razón se
apoya necesariamente sobre el conocimiento del espíritu humano: por analogía,
podemos conocer algunas características del Ser divino que es puramente
espiritual.
Las ciencias humanas tienen particularidades que las diferencian de las ciencias
experimentales de la naturaleza, ya que en el objeto de su estudio (el hombre) se
da la libertad. Aunque en parte pueden seguir el método experimental (respecto a
los aspectos más materiales del comportamiento humano), han de contar con la
filosofía del hombre. Cuando se presentan como ciencias ideológicamente
neutrales, se da el engaño de hacer pasar por científica una filosofía implícita cuyo
valor no se examina.
CAPITULO IV
LA ETICA
La ética no es una ciencia práctica en el sentido en que lo puede ser una técnica,
pues trata sobre los actos humanos en cuanto voluntarios y, además, porque es
una parte de la filosofía que estudia por qué último de los fines y medios en la vida
humana.
La ética es la más importante de las ciencias prácticas porque trata acerca del fin
último del hombre en el que se encuentra la felicidad, y de los medios para
conseguirlo.
Puede decirse que, en definitiva es la parte más importante ya que toda la filosofía
ya que ayuda al hombre de modo concreto a conseguir su fin.
Cuando se dice que la filosofía no tiene una utilidad práctica no debe olvidarse que
globalmente consideradas las cosas, es el conocimiento racional más útil para el
hombre ya que le encamina hacia su fin último (en cuya consecución consiste la
felicidad).
2. EL OBJETO DE LA ETICA
El objeto material de la ética son los actos humanos o sea, lo, actos voluntarios,
que son los que proceden de la voluntad libre: por depender del hombre y no
darse de modo necesario, existe una responsabilidad moral acerca de ellos.
El objeto formal de la ética es la ordenación de los actos humanos al fin último del
hombre. Por tanto, la ética se fundamenta sobre la metafísica, que estudia a Dios
como Causa primera y Fin último de toda la creación (y del hombre en particular).
3. PARTES DE LA ÉTICA
Aunque la ética es una sola ciencia, a efectos prácticos suele dividirse en dos
partes:
Entre los diversos temas de qué trata, pueden señalarse, por ejemplo: en qué
consiste el bien común de la sociedad; qué relación existe entre los individuos y la
sociedad, la función de la autoridad social; la obligatoriedad y moralidad de las
leyes civiles; el principio de subsidiariedad, por el que la autoridad debe respetar y
fomentar todo lo que sean capaces de hacer los individuos y los grupos
intermedios, interviniendo en los temas que lo exigen; la naturaleza, función y
derechos primarios de la familia como célula básica de la sociedad; los fines del
matrimonio y los obstáculos que se oponen a ellos.
4. ETICA Y METAFÍSICA
Ya desde el principio, la ética comienza por fundamentar la noción del bien, lo cual
exige una consideración directamente metafísica. Si no se concibe el bien como
un aspecto objetivo de la realidad, forzosamente se recurrirá a motivos de orden
subjetivo que son incapaces de dar razón del orden moral objetivo que puede y
debe realizarse.
El marxismo niega las bases metafísicas indispensables para que pueda tener
sentido la ética.
Los diversos intentos de fundamentar una ética sin Dios, aunque puedan contener
aspectos parciales verdaderos, necesariamente carecen de base suficiente, ya
que no pueden dar razón del sentido auténtico de la vida humana.
Por otra parte, la ética tiene estrechas conexiones con la psicología (entendida
como filosofía del hombre), que, como se ha visto anteriormente, pertenece de
algún modo a la metafísica.
Por ejemplo, la ética ha de contar con los estudios de la filosofía del hombre
acerca de la espiritualidad del alma, el conocimiento intelectual y sensitivo, la
voluntad y la libertad.
CAPÍTULO V
LA LOGICA
l. QUÉ ES LA LOGICA
Existe una lógica espontánea, que todo hombre posee en mayor o menor grado,
mediante la cual se razona correctamente. Pero si se quiere asegurar que los
procesos de conocer sean correctos, es necesario estudiar la lógica científica o
ciencia lógica, examinando sistemática y explícitamente nones de validez del
conocimiento intelectual.
2. LOGICA Y METAFISICA
La razón que da en último término es: no conozco otro medio para reconciliar el
carácter necesario y apriorístico de los principios lógicos con las exigencias de un
experimentalismo consecuente, preocupado por todas las cuestiones
existenciales.
Desde luego, pueden construirse diversas reglas y sistemas lógicos (y de hecho
se hace), dada la gran amplitud de posibilidades que existen en el razonamiento.
Pero los principios básicos de la lógica no son arbitrarios: en la medida en que el
conocimiento se dirige a la realidad, está sometido a las leyes metafísicas (por
ejemplo, el principio de no-contradicción, según el cual algo no puede ser y no ser
lo mismo simultáneamente y bajo el mismo aspecto, debe ser recogido por la
lógica, y si no es así como sucede con filosofías de tipo marxista, basadas en la
realidad de la contradicción, se cae en un parloteo sin sentido en el que cualquier
disparate puede tener lugar).
El carácter filosófico de la lógica se deriva de que tiene como objeto de estudio los
actos mismos de la razón humana, cuyas leyes determina; por eso, dirige todos
los demás conocimientos, enseñando cómo ha de proceder la razón de modo
ordenado y sin error. Y tiene un alcance universal, como la metafísica, si bien la
metafísica se extiende a todo lo que es real, y la lógica alcanza a todo en cuanto
que todo puede ser objeto de investigación racional.
Por otra parte, en cuanto se ocupa sólo de los entes de razón, puede decirse que
la lógica en cierto modo más que ciencia filosófica es un instrumento introductorio
y necesario para la filosofía y las ciencias.
4. PARTES DE LA LÓGICA
Otra división tradicional de la lógica distingue dos partes: lógica material y formal.
La lógica material viene a ser un estudio de los principales problemas filosóficos
que plantea la lógica (por ejemplo, el problema de los universales, de la
abstracción y la inducción, etc.), y propiamente es la lógica filosófica. La lógica
formal estudia en cambio las operaciones cognoscitivas desde el punto de vista de
su corrección formal, prescindiendo de su contenido y de sus fundamentos
filosóficos (por ejemplo, teoría del silogismo); se aplica preferentemente a la lógica
del raciocinio. La moderna lógica simbólica es un tipo de lógica formal.
CAPÍTULO VI
LA HISTORIA DE LA FILOSOFIA
Cabe, sin embargo, exagerar la importancia de los factores históricos. Esto sucede
cuando se niega la posibilidad de alcanzar soluciones con valor permanente, y se
reduce el estudio de la filosofía al examen de las diversas posturas que se han
dado a lo largo de la historia. Hay que señalar claramente que el conocimiento
metafísico alcanza verdades de valor perenne (acerca de Dios, del hombre y de la
naturaleza), aunque esos conocimientos se alcancen en un contexto histórico
determinado y puedan enriquecerse posteriormente con el estudio de nuevos
aspectos.
Además, tales posturas suelen estar relacionadas entre sí: por ejemplo,
frecuentemente se da en una misma doctrina el empirismo, el materialismo, el
pragmatismo y el ateísmo. Y no es raro que una línea doctrinal se presente como
reacción o superación de otra.
3. EL PROGRESO EN LA FILOSOFÍA
Por ejemplo, siempre tiene gran interés el estudio de los antiguos pensadores
griegos, ya que plantearon muchos de los problemas importantes de la filosofía y
les dieron las principales soluciones posibles.
a) la filosofía antigua, que comprende la época que va desde los primeros filósofos
de Grecia hasta la Edad Media. En la Grecia antigua se plantearon ya los
principales problemas de la filosofía y se propusieron soluciones que, con diversas
variantes, reaparecen en las épocas posteriores. Platón y Aristóteles representan
el punto culminante de este período.
Aristóteles realizó una gran síntesis de los problemas estudiados por sus
predecesores (presocráticos, sofistas, Sócrates, Platón), sistematizando
soluciones que, en buena parte, tienen valor perenne. Sin duda, parte de su obra
se encuentra superada por los posteriores avances científicos, pero incluso en ese
ámbito, y sobre todo en el estrictamente filosófico, su obra contiene el germen
enteramente formado y dotado de posibilidades ilimitadas, de la sabiduría humana
entera. Puede decirse que hasta Aristóteles la filosofía se encontraba en estado
de formación embrionaria. En adelante, y una vez formada, va a poder
desarrollarse indefinidamente.
b) la filosofía medieval, que abarca los siglos de la Edad Media. Destacan los
filósofos árabes, y, sobre todo, la Escolástica cristiana, en la cual la filosofía se
relaciona íntimamente con la teología. Su punto culminante es la doctrina de Santo
Tomás de Aquino, que recoge en una síntesis original las adquisiciones
principales de la filosofía clásica y las integra armónicamente en la teología
cristiana.
Es significativo que J.P. Sartre haya afirmado que hay tres momentos en la
filosofía que se encuentran encadenados de modo natural y que delimitan el
necesario horizonte de la cultura: l) Descartes-Locke; 2) Kant-Hegel; 3) Marx. Se
trata, sin duda, de posiciones que condicionan el pensamiento posterior, y, en
muchos aspectos, de modo negativo.
Aun reconociendo los aspectos parciales que en esas doctrinas puedan tener un
interés positivo, no parece exagerado afirmar que, globalmente consideradas,
contienen graves errores y son fuente de otros aún mayores.
Por otra parte, se hace imperiosa la búsqueda de soluciones más profundas, por
lo que se da también una fuerte corriente de respeto y estudio de los clásicos
(Aristóteles especialmente), y una renovación del pensamiento metafísico,
cultivado por lo que se ha llamado la filosofía perenne (cuya expresión más
profunda se encuentra en Santo Tomás de Aquino), que defiende el valor
permanente y definitivo de las tesis básicas de la metafísica.
TERCERA PARTE
FILOSOFIA Y CRISTIANISMO
CAPÍTULO I
l. RAZON Y FE
Aunque esas verdades pueden ser conocidas por la razón natural, Dios las ha
revelado también, para que puedan ser conocidas «por todos, aun en la presente
condición del género humano, de modo fácil, con firme certeza y sin mezcla de
error alguno. Por eso, el creyente está en mejores condiciones que el no creyente
para emplear bien la razón en lo que se refiere a los problemas básicos de la
existencia humana, puesto que encierran ciertas dificultades, aumentadas por las
consecuencias del pecado. Las verdades reveladas, por apoyarse en la autoridad
de Dios, gozan de una seguridad mayor que las alcanzadas por la razón.
Por otra parte, el mal uso de la razón puede poner obstáculos a la aceptación de
la fe. Esto sucede, por ejemplo, cuando se pretende erróneamente extraer de las
ciencias argumentos en contra de las verdades reveladas. En estos casos, el uso
adecuado de la razón basta para mostrar la falta de base de esos obstáculos y, en
esta tarea, la razón se ve ayudada y dirigida por la fe, que señala claramente
dónde están los errores. Es importante advertir que, además de los errores
directamente opuestos a las verdades de la fe, existen otros que se oponen
indirectamente, a través de sus consecuencias: es el caso de planteamientos que
coherentemente desarrollados conducen a conclusiones incompatibles con la fe
(afirmando, por ejemplo, que el hombre no puede alcanzar nunca la certeza en su
conocimiento de la realidad, o que no conoce la realidad tal como es en sí misma).
2. QUE ES LA TEOLOGIA
- las obras de Dios: Ia creación y los seres creados, la elevación del hombre al
plano sobrenatural, la Encarnación y la Redención, la Iglesia, los sacramentos.
Los errores en la teología frecuentemente surgen del afán por hacer más
comprensible las verdades sobrenaturales. Por ejemplo, podría parecer, desde el
punto de vista exclusivamente natural, más razonable reducir la Eucaristía a un
símbolo a través del cual se da una especial intervención divina, o afirmar que
Jesucristo es una persona humana en la que Dios actuó de un modo único; pero
de ese modo no se hace verdadera teología cristiana, ya que se deforman y
mutilan los datos de la fe y, en último término, se acaba reduciendo la tarea
teológica a una actividad inútil, sin sentido y, sobre todo, falsa.
Mediante el recto ejercicio de la razón iluminada por la fe, la teología realiza las
tareas siguientes:
La razón proporciona en esta tarea argumentos que unas veces son demostrativos
y otras veces sólo llegan a mostrar la conformidad de la fe con las exigencias de la
naturaleza humana. Se recurre con estos fines a la filosofía, a la historia y a la
psicología, y de modo más secundario á otras ciencias.
En este ámbito, la razón humana basta no necesita de la fe, pues esos ataques
provienen de bases pretendidamente racionales, y deben examinarse por tanto en
el ámbito de la razón natural.
CAPÍTULO II
FILOSOFIA Y TEOLOGIA
2. LA FILOSOFÍA CRISTIANA
En definitiva, el problema real que se plantea es: ¿hasta qué punto puede llamarse
verdadera filosofía un pensamiento que cuenta, desde el principio, con la
aceptación por la fe de soluciones a muchos problemas filosóficos importantes? O
bien ¿es posible filosofar sin dejar de lado la fe?
Es fácil comprobar que las cosas son así. Puede servir, como simple muestra,
constatar los razonamientos de Santo Tomás acerca de la existencia de la
finalidad en la naturaleza, importante tema filosófico acuciante en nuestra época,
que Santo Tomás relaciona explícitamente con una de sus pruebas de la
existencia de Dios El filósofo pagano Aristóteles había tratado este tema con
profundidad. Santo Tomás profundiza rigurosamente en los argumentos de
Aristóteles y utiliza su conclusión para argumentar en favor de la existencia de un
Dios providente. No hay nada en todo este proceso que no sea estrictamente
racional. Y lo mismo sucede respecto a los demás problemas de la filosofía: los
planteamientos y soluciones de Santo Tomás engloban en su doctrina sobre el
acto de ser se encuentran en perfecta continuidad con la teología tanto natural
como sobrenatural-, pero responden siempre a argumentos racionales y pueden
ser valorados y aceptados por cualquier persona independientemente de su
postura ante la fe cristiana.
Refiriéndose a los conceptos de la doctrina católica, Pío XII enseña: Nadie ignora
que los términos empleados, así en la enseñanza de la teología como por el
mismo Magisterio de la Iglesia, para expresar tales conceptos, pueden ser
perfeccionados y precisados... También es evidente que la iglesia no puede
ligarse a ningún efímero sistema filosófico pero las nociones y los términos que los
doctores católicos, con general aprobación, han ido reuniendo... se fundan,
realmente, en principios y nociones deducidas del verdadero conocimiento de las
cosas creadas; deducción realizada a la luz de la verdad revelada. Por eso no es
de admirar que algunas de estas de estas nociones hayan sido no sólo empleadas
sino también aprobadas por los concilios ecuménicos, de tal suerte que no es lícito
apartarse de ellas.
Escribe Pablo VI: La norma de hablar que la Iglesia, con un prolongado trabajo de
siglos, no sin la ayuda del Espíritu Santo ha establecido, confirmándola con la
autoridad de los Concilios, debe ser escrupulosamente observada... Puesto que
esas fórmulas, como las demás de que la Iglesia se sirve para proponer los
dogmas de la fe, expresan conceptos que no están ligados a una determinada
forma de cultura, ni a una determinada fase de progreso científico, ni a una u otra
escuela teológica, sino que manifiestan lo que la mente humana percibe de la
realidad en la universal y necesaria experiencia y lo expresan con adecuadas y
determinadas palabras tomadas del lenguaje popular o del lenguaje culto. Por eso
resultan acomodadas a los hombres de todo tiempo y lugar.
Sin embargo, debe subrayarse que la Filosofía es utilizada por la teología sólo
como instrumento, ya que la norma de la teología es siempre la fe. Si esto no se
tiene en cuenta, podrá rebajarse la fe al nivel de los conocimientos que el hombre
puede adquirir mediante la razón natural. Además, fácilmente se correría el peligro
de aceptar doctrinas erróneas bajo el pretexto de que vienen exigidas por falsos
planteamientos filosóficos.
Cabe, por tanto, una doble manera de estudiar la filosofía. Por una parte, puede
estudiarse principalmente en función de su interés propio y, por otra, en función de
su utilidad como instrumento de la teología. Evidentemente, estos dos enfoques
no son opuestos, e incluso pueden darse unidos. Pero quien estudie la filosofía
principalmente por un interés doctrinal teológico no necesitará dedicarse a muchos
temas que, en cambio, serán útiles e incluso indispensables para quien cultive la
filosofía sólo por su interés propio o con una dedicación profesional. Esto no
significa en modo alguno que la filosofía cultivada superficialmente baste como
instrumento de la teología: significa solamente que quien esté primariamente
interesado en el aspecto doctrinal puede prescindir de cuestiones que tienen poca
o ninguna relación con ese aspecto.
LA FILOSOFIA EN EL CRISTIANISMO
Aunque desde los primeros tiempos la iglesia se enfrenté a las herejías (como el
gnosticismo) cuando acabaron las persecuciones contra los cristiano (el año 313)
comienza una época en la que los santos Padres y los Concilios se ven en la
necesidad de precisar las formulaciones doctrinales tanto por un lógico esfuerzo
de profundización como por las dificultades planteadas por nuevas herejías.
2. LA SÍNTESIS MEDIEVAL
Es lógico, por tanto, que la doctrina de Santo Tomás haya sido ampliamente
utilizada por el Magisterio de la Iglesia, y que ese Magisterio la haya recomendado
expresa y reiteradamente hasta la actualidad, considerándola como guía segura e
imprescindible para los estudios filosóficos y teológicos.
- Código de Derecho Canónico (1917), canon 1366: establece que se siga a Santo
Tomás en los estudios eclesiásticos;
El estudio del tomismo sufrió una decadencia en los siglos XVII y XVIII, aunque
también en esa época se encuentran autores que lo continúan. En la segunda
mitad del siglo XIX se da un renacimiento tomista, en el que cabe destacar al
italiano Sanseverino (en Nápoles), la revista la Civittá cattolica» fundada por el
jesuita padre Curci y en Roma el cardenal Zigliara. En Éspaña fue grande el
influjo del dominico cardenal Ceferino González y en Alemania el del jesuita
Joseph Kleutgen también influyó en la preparación en la encíclica Aeterni Patris.
I. LA FE Y EL TRABAJO FILOSOFICO
No hay peligro de que resulte una filosofía espuria, ya que sólo podrá afirmarse
en el plano filosófico lo que se consiga fundamentar racionalmente.
La fe es un estímulo que exige más a la razón, puesto que le plantea metas más
altas sin ahorrarle el esfuerzo lógico para alcanzarlas. Si es luz que orienta, lo
hace señalando objetivos que requieren una consideración más rigurosa y atenta
de los pasos de la razón. Por tanto, es lo contrario de una paralización de la
actividad racional.
c) La filosofía debe ser una ayuda para la fe. No puede haber disociación ni
oposición entre el pensamiento filosófico y la fe del cristiano. Para esto, es muy
conveniente el conocimiento de la filosofía cristiana.
Juan Pablo II ha afirmado que hoy más que nunca es necesario, ante todo,
sembrar la buena semilla de la verdad metafísica. En efecto, las confusiones
teológicas y las crisis morales generalmente tienen como causa una crisis
filosófica. La filosofía tiene una función social de enorme importancia, pues a
través de ella pasa el camino del hombre hacia su fin. De ahí procede el interés de
la Iglesia por asegurar la rectitud de la filosofía.