Procedimiento de Incapacitacion
Procedimiento de Incapacitacion
Procedimiento de Incapacitacion
Antonio Gordillo
SUMARIO
Introducción
• Trabajo Especial para optar al Titulo de Especialista en Derecho Procesal que obtuvo el siguiente
"VEREDICTO: Los suscritos, miembros del Jurado designado por el Consejo de Facultad de Ciencias
Jurídicas y Políticas de la Universidad Central de Venezuela, para examinar el trabajo de grado presentado
por la abogada MARÍA CANDELARIA DOMÍNGUEZ GUILLÉN, cédula de identidad N" 15.183.790,
titulado "EL PROCEDIMIENTO DE INCAPACITACIÓN", con el cual opta al grado de "Especialista en
Derecho Procesal", hacemos constar: 1.- Leído dicho trabajo por cada uno de los miembros del Jurado, se
fijó el días viernes dieciocho ( 18) de mayo de 2001 a las 3:00 p.m., para que la autora lo defendiera en
fonna pública, lo que ésta hizo en el Salón de Conferencias del Centro de Estudios de Postgrado de la
Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Central de Venezuela en la Ciudad Universitaria, mediante
un resumen oral de su contenido, luego de lo cual respondió satisfactoriamente a las observaciones y
preguntas que le formuló el jurado, todo ello conforme a lo dispuesto en los artículos 44, 46 y 49 del
Reglan1:ento de Estudios de Postgrado vigente. 2.- Finalizado el examen público del Trabajo, el jurado
decidió APROBARLO por considerar que se ajusta a lo dispuesto y exigido en la normativa vigente,
aunque ello no significa que los miembros del jurado compartan todos los planteamientos y conclusiones
expuestas por la autora. 3.- Por cuanto se trata de un meritorio trabajo personal que constituye un aporte
substancial .a la materia y es el resultado de una seria y completa investigación teórica y cumple con una
rigurosa metodología científica, la cual reviste importancia para el desarrollo del Derecho Procesal en
D 260 María Candelaria Domínguez Guillén
risdicción contenciosa y jurisdicción voluntaria; b) El procedimiento de
incapacitación.
Conclusión
Bibliografia
INTRODUCCIÓN **
El presente estudio trata sobre el procedimiento de incapacitación, visto desde
las dos modalidades que establece el derecho venezolano, a saber, el proce-
dimiento de interdicción y el procedimiento de inhabilitación.
Venezuela, el Jurado, de conformidad con el Artículo 52 del mismo Reglamento, por unanimidad, acordó
concederle mención de honor y recomendar su publicación. Veredicto dado el día 18 de mayo de 200 l.
También se deja constancia que de conformidad con las disposiciones vigentes, actuó como Coordinador
del Jurado el Dr. Levis Ignacio Zerpa. Ramón Escovar León. Amarilis García de Astorga. Levis Ignacio
Zerpa (Tutor)".
** En el presente trabajo se utilizan las siguientes abreviaturas: CC: Código Civil; CPC: Código de
Procedimiento Civil; CP: Código Penal; J.R.G.: Jurisprudencia Ramírez y Garay; J.P.T.: Jurisprudencia
Osear Pierre Tapia; J.T.R.: Jurisprudencia de los Tribunales de la República; s.n.t: sin notas tipográficas.
El procedimiento de incapacitación O 261
La incapacitación se presenta como la privación o limitación de la capacidad
de obrar mediante una sentencia. Tal noción nos da una idea de la importancia
del tema que pretendemos abordar, porque en virtud del procedimiento de
incapacitación, los adultos pueden verse privados o limitados respecto a su
capacidad de ejercicio. Si la privación es total, estamos en presencia de un
defecto intelectual grave, y acudimos al procedimiento de interdicción; en
tanto que si la enfermedad mental es leve o se trata de una caso de prodigalidad,
debemos acudir al procedimiento de inhabilitación; que dará lugar a una
limitación de la capacidad de obrar.
Por medio del presente trabajo deseamos estudiar cada una de la incidencias
que se presentan dentro del procedimiento de incapacitación. Pues el mismo
-no obstante ser un tema de tanta importancia para la persona natural- no
ha sido objeto de un estudio pormenorizado desde la perspectiva procesal. El
importante estudio de Hanna Binstock titulado "La protección civil del enfermo
mental" requiere ser actualizado y estudiado a la luz del nuevo Código de
Procedimiento Civil (CPC); por su parte, el trabajo de Yolanda Jaimes titulado
"La interdicción", sólo abarca --<:omo su nombre lo indica- uno de los proce-
dimientos de incapacitación, dejando al margen, la inhabilitación. De allí que
pretendemos tocar la incapacitación en sus dos modalidades, desde el ámbito
procesal, sin dejar de lado importantes aspectos de derecho sustantivo.
l.- LA INCAPACITACION
1
La capacidad de obrar o de ejercicio es la posibilidad de realizar actos jurídicos válidos por voluntad
propia, se subdivide en negocia!, procesal y delictual. En tanto que la capacidad jurídica o de goce ha
sido definida como la medida de la personalidad, es decir, la medida de la aptitud para ser titular de
deberes y derechos. Esta última, a diferencia de la capacidad de obrar, es innata en toda persona naturaL
2
Puig Brutau, José: Compendio de Derecho Civil. Barcelona, Bosch Casa Editorial S.A., 1987, Vol. 1, p.
195.
3
Carrasco Perera, Ángel: Derecho Civil. Madrid, edit. Tecnos S.A., 1996, p. 121.
4
Aguilar Benítez de Lugo, Mariano y otros: Lecciones de Derecho Civil Internacional. Madrid, edit.
Tecnos, 1996, p. 57. Véase igualmente: Albaladejo, Manuel: Derecho Civil l. Barcelona, José María
Bosch ·Editor, S.A. 148 edic., 1.996, Vol. 1, p. 267: Se llama incapacitación a la reducción o limitación de
la capacidad de obrar, que con arreglo a su estado, tiene el sujeto normal. Se basa en causas fijadas por la
ley y se realiza después de seguirse el oportuno procedimiento, mediante un fallo judicial; Lete del Río,
José: Derecho de la Persona. Madrid. edit. Tecnos, 3" edic .. 1996, p. 104, quien refiere que incapacitar
significa decretar la falta de capacidad de la persona mayor de edad; Diez-Picazo, Luis y Antonio Gullón,
Sistema de Derecho Civil. Madrid, edit. Tecnos, ~ edic., 1997, Vol. 1, p. 246, indican que la incapacitación
es un estado civil de la persona física que se declara judicialmente cuando concurre en ella alguna de las
causas establecidas por la ley. Refiere Gordillo en este sentido que la incapacitación supone un cambio de
estado y puede definirse como "el acto judicial que modifica el estado civil de una persona, sometiéndola
El procedimiento de incapacitación O 263
la capacidad de obrar de una persona fisica, en principio capaz, por sentencia,
por causas fijadas en ley. 5
a una especial tutela". El antes capaz pasa pues, por obra de la incapacitación, a ser incapaz. Gordillo,
Antonio: Capacidad, incapacidades y estabilidad de los contratos. Madrid, edit. Tecnos, 1.986, p. 68).
Es un estado civil de la persona fisica que sólo puede ser declarado por el Juez cuando concurren en ella
alguna de las causas establecidas por la ley (Moro Almaraz~ Maria Jesús e Ignacio Sánchez Cid: Nociones
Básicos de Derecho Civil. Madrid, edit. Tecnos, 1999, p. 128).
5
O'Callaghan, Xavier: La declaración de incapacidad. En: La protección jurídica de discapacitados,
incapaces y personas en situaciones especiales. Seminario organizado bajo la presidencia de Honor de
S.M. La Reina de España por el Consejo General del Notariado en la UlMP. Madrid, Civitas y Europa
Notario, 2000, pp. 47 y 48.
6
Cabrera Mercado, Rafael: El proceso de incapacitación. Madrid, McGraw-Hill, 1998, p. 49.
7
En el caso de la interdicción legal que tiene lugar como pena accesoria a la de presidio, no debemos
confundir la misma con la incapacitación porque esta tiene lugar a partir de la sentencia pero en virtud-de
un procedimiento previo que tiene por objeto declarar la incapacidad. En tanto que, la privación de la
capacidad negocia! del entredicho legal si bien es accesor.i,_a a la sentencia judicial que condena a presidio
tiene lugar directamente por efecto de la ley, sin mediar i:'h el caso concreto un procedimiento dirigido a
acreditar la falta de capacidad del sujeto. Esto porque la interdicción legal no se presenta como un mecanismo
de protección sino de sanción hacia la persona afectada, debido a la gravedad del delito cometido.
8
Guasp, Jaime: Derecho Procesal Civil. Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1977, T. 11, p. 413.
O 264 Maria Candelaria Domínguez Guillén
9
El matrimonio del menor de edad aumenta su capacidad de obrar porque da lugar a la emancipación. De
manera pues que a diferencia de las otras causas que disminuyen la capacidad de ejercicio, ésta la incrementa.
El matrimonio del adulto no produce en modo alguno una disminución de la capacidad de ejercicio de los
cónyuges; la necesidad de autorización del cónyuge a los fmes de la realización de un negocio jurídico, es
producto de la presunción de gananciales. Con anterioridad a la reforma del CC de 1982 la mujer si veía
disminuida su capacidad de ejercicio a raíz del matrimonio.
1
°Carrasco Perera, ob. cit., pp. 114 y 115. Respecto de las personas jurídicas no se plantea el problema de
la incapacidad de obrar; la necesidad de representación en el caso de la persona jurídica se presenta
simplemente a fin de subsanar una imposiblidad de orden natural. Véase en este sentido: Col in, Ambrosio
y H. Capitant: Curso Elemental de Derecho Civil. Madrid, Instituto Edilorial Reus, 1941. T. l. p. 492;
Mazeaud, Henri, León y Jean: Lecciones de Derecho Civil. Buenos Aires, Ediciones Jurídicas Europa-
América, 1959, Parte Primera, Vol. II, pp. 238 y 239~ De Ruggiero, Roberto: Instituciones de Derecho
Civil. Madrid, lnstitulo Editorial Reus. s/f, Tomo 1, p. 173; Orgaz, Alfredo: Personas Individuales. Buenos
Aires, edit. Depalma, 1946, p. 178; Puig Bralau, ob. cit., p. 281.
11
Carrasco Perera. oh. cit., p. 115.
El procedimiento de incapacitación O 265
Así pues en nuestro derecho, la enfermedad mental (ya sea grave o leve) y la
prodigalidad suponen de un procedimiento previo que las declare a fin de que
opere la incapacidad, y por ello acertadamente se alude en la doctrina a
"procedimiento de incapacitación" pues se pretende incapacitar a una persona
civilmente capaz. Una persona enferma mental o prodiga sólo verá afectada
su capacidad de obrar a partir de una sentencia de incapacitación que lo declare
entredicho o inhabilitado. Se requiere de un procedimiento previo, pues tales
causas no incapacitan de derecho, a diferencia de la condena penal, la ceguera
o la sordomudez. 14
12
En efecto en razón de la mayoría de edad, en nuestro derecho a los dieciocho (18) años toda persona
tiene capacidad plena, pero esta presunción puede ceder ante los supuestos de incapacidad de los adultos.
Así la regla en el caso de los adultos ciertamente será la presunción de capacidad, atendiendo a la regla
relativa a que la capacidad es la regla y la incapacidad la excepción; la excepción podrá tener lugar ante la
presencia de una causa que afecte la capacidad de obrar del adulto.
u Cabrera Mercado, ob. cit., p. 55. Véase también: Parra Aranguren, Fernando y Alberto Serrano: Elementos
para el estudio de la norma jurídica. En: Actas Procesales del Derecho Vivo, Nos. 61-63, Vol. XXI,
Caracas, Grafiúnica, 1977, p. 52: "no existe fundamento suficiente para atribuirle a un hombre facultades
y deberes jurídicamente relevantes sino en la medida en que haya una garantía de que esa haya sido su
voluntad, dicho en otras palabras, se requiere un respaldo racional para esa manifestación concreta de
voluntad. Entonces, si se quiere mantener la «racionalidad» ha de establecerse un medio técnico para
garantizar (dentro de ciertos límites) la madurez y ponderación de esas manifestaciones de voluntad. Por
medio de la llamada mayoría de edad y de su sucedáneo, la capacidad de obrar se garantiza el logro de tal
objetivo".
14
La condena penal a presidio da lugar a una interdicción legal, de conformidad con el art. 23 del Código
Penal; el sordomudo, el ciego de nacimiento y el que hubiere cegado durante la infancia (7 años) queda
sometido al llegar a la mayoridad a una inhabilitación legal de conformidad con el art. 410 del CC. Se
trata de incapacidades legales porque a diferencia de la incapacitación no requieren de un procedimiento
de judicial previo, pues proceden de derecho, es decir, por el solo efecto de la ley. Véase infra N° 1.2.
O 266 Maria Candelaria Domínguez Guil/én
Por otra parte, como bien ha indicado la doctrina, en los juicios de incapa-
citación está de por medio el interés público, razón por la cual ante tales
procedimientos ceden en cierta medida los principios rectores del proceso
civil ordinario. 16
15
Malinas, Alberto: Incapacidad civil de los insanos mentales. Buenos Aires, Ediar, 1948, T. ll, p. 11.
16
Véase en este sentido: Cabrera Mercado, oh. cit., p. 86; En la incapacitación de las personas fisicas
entran a colación consideraciones muy importantes que afectan directamente, no sólo a intereses personales
sino a un interés público que justifi~an la asunción de principios propios, que implican a su vez que
algunos conceptos procesales que en el proceso ordinario son claros, se oscurecen sensiblemente. De La
Plaza indica que nos encontramos ante un proceso civil especial en donde entran en juego principios
diferentes a los que rigen el proceso ordinario. En efecto, el principio dispositivo y de aportación de la
parte ceden a favor de los de oficialidad de la acción y de investigación de oficio.
17
Véase en este sentido. en tomo a finalidad del procedimiento: CSJ/Cas. Sent. 1·6-86, J.R.G., T. 82. p.
603: La acción de inhabilitación tiene dos objetivos fundamentales, procurar la salud mental del indiciado
así como la protección de su patrimonio. En ella está involucrada la salud del indiciado, su estabilidad
individual y social. Véase igualmente: Cas .. sent. 11-8-61, J.R.G., T. 4, p. 329: En el juicio de interdicción
no hay otro interés que el de averiguar la capacidad mental del individuo protegiéndole a fin de evitar la
ruina de sus intereses y el perjuicio de su persona. Véase igualmente: DFMSCMTS, Sent. 5·11-91, J.P.T.,
Ultima Instancia Noviembre 91, T. 11, p. 238: este es un proceso que por su mismo contenido es
eminentemente social y moral y siempre trata de proteger en alguna forma al entredicho.
18
Nada! i Oller, Narcis: La Incapacitación. Barcelona, Bosch, 1999, p. 26.
19
Moro Almaraz y Sánchez Cid. ob. cit., p. 130.
El procedimiento de incapacitación O 267
20
Saura Martínez, Fernando: Incapacitación y Tuición. Madrid, edit. Tecnos, 1986, p. 27.
21
Véase: IMCI, Sent. 26-7-54, J.T.R., Vol. IV, T. 11, pp. 134-136: la inlerdicción supone un incapacidad
absoluta y la inhabilitación una relativa.
22
Pensamos que es una privación de la capacidad de obrar y no simplemente de la capacidad negocia!.
Definiendo la interdicción como una privación de la capacidad negocial, véase: Aguilar Gorrondona, José
Luis: Derecho Civil Personas. Caracas, Manuales de la Universidad Católica Andrés Bello, 12a edic.,
1995, p. 305; Hung Vaillant, Francisco: Derecho Civil!. Valencia-Venezuela-Caracas, Vadell Hermanos
Edilorcs, 1999, p. 251.
23
Lo anterior lo indicamos por lo siguiente: el entredicho judicial ve afectada en términos generales toda
su capacidad de obrar, tanto en su aspecto negocial, procesal y en principio también el delictual; no podrá
realizar negocios jurídicos, tanto de contenido patrimonial como personal (capacidad negocial), no puede
efectuar actos procesales válidos por voluntad propia (capacidad procesal); y en cuanto a la capacidad
dclictual, si bien esta depende del discernimiento, en razón de la enfermedad mental grave que ha dado
lugar a la incapacitación, el sujeto queda amparado por una suerte de presunción de falta de discernimiento,
de manera que para que el entredicho judicial tenga capacidad delictual, el reclamante tiene la carga de
probar que se actuó en un momento de lucidez. Es por ello que pensamos que la interdicción judicial no
constituye únicamente una privación de la capacidad negocia! sino de obrar en general.
24
Decimos que el entredicho legal sólo ve afectada cie~o sector de su capacidad negocial porque de
conformidad con el artículo 23 del Código Penal pierde la administración y disposición de sus bienes por
acto entre vivos, de manera que el sector de la capacidad negocial que se ve afectado es el patrimonial, en
tanto que conserva intacta su capacidad negocial en el ámbito personal pues podrá reconocer hijos, casarse,
divorciarse. Esto porque no obstante la sanción que impone la ley, el entredicho legal -a diferencia del
entredicho judicial- tiene discernimiento. El condenado a presidio conserva su capacidad procesal y
O 268 María Candelaria Domínguez Gui/lén
delictual. En tomo a la capacidad procesal del entredicho legal, véase: Domínguez Guillén, María Candelaria:
Algunos problemas de interpretación en materia de tutela. En: Revista de la Facultad de Ciencias Jurídicas
y Políticas N' 109. Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1998, pp. 292-294.
25
Para AguiJar Gorrondona "La inhabilitación (civil) consiste en una privación limitada de la capacidad
negocia! en razón de un defecto intelectual que no sea tan grave como para originar la interdicción o en
razón de prodigalidad" (AguiJar Gorrondona, ob. cit., p. 315). Pensamos que la inhabilitación no sólo
afecta la capacidad negocia! sino también la procesal, pues el inhabilitado necesita del curador para actuar
igualmente en éste ámbito. Por su parte Alberto La Roche comenta que existen mayores de edad, de 18
años cumplidos, en donde por vía de excepción y como consecuencia de un factor debilitante del
entendimiento, la ley les considera corno relativamente incapaces, sometiéndoles a un régimen de protección
(La Roche, Alberto José: Derecho Civil/. Maracaibo, edit. Metas C.A., 2' edic., 1984, Vol. 11, p. 223). La
inhabilitación ~para Mario Echeverría~, viene a ser un estado de incapacidad que por disposición legal
o judicial, coloca a la persona jurídica individual afectada en condiciones de no poder realizar a plenitud
los derechos que le confiere la mayoridad (Marín Echevcrría, Antonio Ramón: Derecho Civil!. Personas.
Venezuela, McGraw-Hill lnteramericana, 1998, p. 199).
El procedimiemo de incapacitación O 269
A la privación de la capacidad se llama incapacidad. Ahora bien, si la condición
de persona supone un cierto grado de capacidad jurídica se comprende que no
es concebible en aquélla una incapacidad jurídica general o absoluta. En
cambio, sí es posible una incapacidad jurídica especial o restringida a ciertos
asuntos, que es llamada también incapacidad relativa. 26 La limitación de la
capacidad que sufre el incapacitado judicialmente ha ser necesariamente
sustituida o completada por otra persona. 27 La sustitución se identifica con la
representación, en tanto que el completar la capacidad alude a la idea de
asistencia.
26
Mélich Orsini, José: Doctrina General del Contrato. Caracas, Editorial Jurídica Venezolana, 1985, p.
79.
27
Diez-Picazo y Gullón, ob. cit., p. 246.
28
La representación puede ser legal o voluntaria, la primera la impone la ley y supone la incapacidad de
obrar, la segunda la decide el representado y requiere que éste tenga capacidad de obrar. Véase en este
sentido: Parra Aranguren y Serrano, ob. cit., pp. 52 y 53, quienes siguiendo a Nawiasky indican: La
representación puede ser legal o necesaria y voluntaria o potestativa. En la primera la designación del
representante opera ex lege, sin intervención alguna del sujeto representado. Al lado de esta existe la
representación voluntaria, en la cual la designación del represente depende de la voluntad del eventualmente
representado. En este caso, pues, un sujeto con capacidad de obrar designa como representante a otro
sujeto, también con capacidad de obrar (ej. caso del representante judicial). En la primera, por el contrario,
el representado no puede actuar sino a través del representante.
O 270 María Candelaria Dominguez Gui/Jén
la capacidad del sujeto incapaz, actúa conjuntamente con éste. Si se trata de
autorización, el incapaz necesitará tal aprobación para la realización del acto.
Obsérvese que en la representación el incapaz no interviene en el acto, en
tanto que en la asistencia y autorización, el incapaz mantiene la iniciativa del
acto: éste puede decidir o no realizar el acto, pero de querer efectuarlo requiere
completar su capacidad mediante la asistencia o la autorización. 29
19
En la incapacidad total existe sustitución del representante, mientras que en la incapacidad parcial tiene
lugar la asistencia o asentimiento (Messineo, Francesco: Manual de Derecho Civil y Comercial. Buenos
Aires, Ediciones Jurídicas Europa-America, 1954, T. 11, p. 111 ). En la representación, al incapaz se le deja
aparte y quien obra en su nombre es otra persona. En la asistencia el incapaz podrá obrar por sí mismo
pero con la colaboración y control de otra persona (Bonnecase, Julicn: Tratado Elemental de Derecho
Civil. México, edit. Pedagógica Iberoamericana, 1995, p. 166). La curatela jamás se acompaña de la
subrogación del curador (Aubry y Rau, Cours de Droit Cil'il Francais. Paris, Librarie Marchal & Billard,
Sixieme edition, 1936, T. 1, p. 787). En tomo a la figura de la representación, véase: De Castro y Bravo,
Federico: Temas de Derecho Civil. Madrid, Rivadeneyra S.A., Reimpresión de la edición de 1972, 1976,
pp. l 05 y ss. El autor hace importantes consideraciones en tomo a la representación: la representación
tiene trascendl!ncia práctica, pues da Lugar al milagro jurídico de la bilocación. Consiste en confiar a una
persona (representante) la facultad de actuar y decidir (dentro de ciertos límites) en interés y por cuenta de
otra (representados). Por su origen puede ser legal, por voluntad de la ley, en los casos de tutela y patria
potestad, o voluntaria, que nace por voluntad del representado. La representación supone un ensanchamiento
de las posibilidades de actuación jurídica, si es voluntaria permite la habilidad ajena para los negocios, y
si es legal es el medio de activar la capacidad potencial de quien la tiene limitada. (ibid, pp. l 05-l 09). La
representación consiste esencialmente en que alguien (el representante) realiza negocios jurídicos en nombre
e interés de otro (el representado) al que se le atribuyen los efectos (Tramontana, Domenico: Diritto
Civile. Milano, Edizioni Cetim, 43 edizione, 1947, p. 58). La representación tiene lugar cuando un acto
jurídico se realiza por una persona por cuenta de otra en condiciones tales que los efectos se producen
directa e inmediatamente para el representado como si el mismo hubiese realizado el acto. La representación
legal la concede la ley a favor del incapaz, en la representación contractual una persona encarga a otra que
haga a su cuenta varias operaciones (Colin y Capitant, oh. cit., pp. 199 y 201). Tiene lugar cuando una
persona tiene el poder de realizar directamente, por cuenta de otra, operaciones materiales y jurídicas
(Bonnecase, oh. cit., p. 169). La representación legal tiene por función suplir la falta de capacidad, la
voluntaria supone necesariamente la capacidad del representado (Mosco, Luigi: La Representación
Voluntaria. Barcelona, edit. Neveo, 1963, p. 21). La representación legal no se extiende a actos
personalísimos (García Amigo, Manuel: Instituciones de Derecho Civil. Madrid, Editoriales de Derechos
Reunidas, S.A., 1979, p. 414).
30
Betti, Emilio: Teoría General del Negocio Jurídico. Madrid, Editorial Revista de Derecho Privado, zu
edic., 1943 (prólogo), p. 170.
El procedimiento de incapacitación O 2 71
31
Aguilar Gorrondona, ob. cit., p. 166.
32En el caso de los mayores nuestro sistema nonnativo admite como medidas de incapacitación civil, la
interdicción que procede por defecto intelectual grave (interdicción judicial , art. 393 CC) y por condena
penal (interdicción legal. art. 408 CC y 23 CP) y la inhabilitación procedente ante los supuestos de
debilidad de entendimiento y prodigalidad (art. 409 CC). además de una inhabilitación legal (art. 410 del
CC) en el caso de los ciegos y sordomudos. En el caso de la interdicción la doctrina se ha referido a
incapacidad total porque la persona se encuentra totalmente privada de la capacidad de obrar: en tanto que
la inhabilitación podría considerarse una incapacidad parcial. Por ello, se puede concluir que nuestro
legislador, a los fines de incapacitar a los mayores de edad, toma en cuenta más la gravedad de la anomalía
que la naturaleza intrínseca de la misma (Binstock. Hanna: La Protección Civil del Enfermo Mental.
Colección Monografias Jurídicas N° 18. Caracas, Editorial Jurídica Venezolana, 1980, p. 22). La restricción
O 272 María Candelaria Domíngue: Guillén
Así pues, vemos que la incapacidad de obrar puede ser absoluta o relativa; la
primera supone la privación de la capacidad de obrar, la segunda una limitación
de la misma. La diferencia entre una y otra, se traduce en el régimen al cual el
incapaz es sometido; la incapacidad absoluta se subsana a través de la figura
de la representación que ejercerá el tutor (el representante actúa por el incapaz,
se sustituye en éste), en tanto que la incapacidad relativa es subsanada a través
de la asistencia o la autorización, en la cual el incapaz conserva la iniciativa
de la actuación, pero requerirá actuar conjuntamente con el curador o mediante
la autorización de éste o del juez. De la misma forma podríamos hablar de una
incapacitación total o parcial, según estemos en presencia de la interdicción o
de la inhabilitación, respectivamente.
de la capacidad que se produce a resultas de la incapacitación, no tiene porqué ser siempre total pues se
puede permitir al incapaz la realización de determinados actos en atención a su mayor o menor grado de
discemimiento o de capacidad (Moro Almaraz y Sánchcz Cid, ob. cit.. p. 129).
33
Sentis Melendo, Santiago: El Proceso Civil (Estudio de la Reforma Procesal Argentina). Buenos Aires,
ediciones jurídicas Europa· América. 1957, pp. 357 y 360.
1
~ Calamandrei, Pi ero: Instituciones de Derecho Procesal Civil. Buenos Aires, Ediciones Jurídicas Europa-
América, 1962, p. 114.
El procedimiento de incapacitación O 2 73
Jaime Guasp señala en este sentido que la correlación que existe entre jurisdic-
ción y proceso impone que la determinación de las clases de jurisdicción se
haga teniendo en cuenta los tipos de procesos conocidos. Así la denominada
jurisdicción voluntaria no es una figura procesal auténtica, sino una figura
administrativa que por razones de diversa índole, se confia a los órganos
judiciales. 36 Ello, pues como afirma Aldo Bacre "no toda función propia del
poder judicial es función jurisdiccional. Vgr: la llamada jurisdicción volunta-
ria".37 Ya lo indicaba Couture, al referir que no toda la función propia del
Poder Judicial es función jurisdiccional, como es el caso de la jurisdicción
voluntaria y tampoco toda función jurisdiccional corresponde al Poder Judicial.
Pero ello, es sólo consecuencia de la teoría de la división de poderes. 38
Indica Micheli que hoy en día puede considerarse una communis opinio, en
orden a la naturaleza de la jurisdicción voluntaria, que la misma sale de la
jurisdicción verdadera y propia y se la hace entrar en la actividad administrativa,
aunque sea constituyendo una categoría especial de esta última. 39
35
Montero A roca, Juan: Estudios de Derecho Procesal. Barcelona, Librería Bosch, 1981, p. 23.
36
Guasp, ob. cit., T. 1, p. 106.
37
Bacre, Aldo. Teoria General del Proceso. Buenos Aires. Abeledo- Perrot, 1986, Tomo I, p. 99.
38
Couture, Eduardo: Fundamentos de Derecho Procesal. Argentina, edit. De Palma, 1981, p. 30). En el
mismo sentido se pronuncia Rocco, para quien la jurisdicción voluntaria no es propiamente actividad
jurisdiccional sino actividad administrativa encomendada a los órganos jurisdiccionales (Rocco, Ugo:
Tratado de Derecho Procesal Civil. Bogota-Bucnos Aires. Temis De Palma. 1969, T. 1 . p. 123).
39
Micheli, Gian Antonio: Derecho Procesal Civil. Buenos Aires, Ediciones Jurídicas Europa-América,
1970, T. IV, p. 8.
40
Alcalá-Zamora y Castillo, Niceto: Estudios de Teoría General e Historia del Proceso -1945-1972-.
México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 1.974, Tomo
1, pp. 55-59.
O 274 ft.1ar{a Candelaria Domínguez Guil/én
que entre ambas median divergencias que impiden considerarlas como especies
de un mismo género_4 1
Podemos concluir, según los elementos indicados por la doctrina que la jUrisdic-
ción contenciosa, evidentemente como su nombre lo indica supone en forma
necesaria la existencia de un litigio o controversia y, en consecuencia, de dos
partes. Esta es si se quiere la diferencia básica con la jurisdicción voluntaria,
la cual entonces se presenta más bien como funCión administrativa en manos
del órgano judicial, porque en ésta el Estado adopta una posición preventiva o
de protección en defensa de sus propios intereses.
sobre la función jurisdiccional encomendada a otros poderes: Are llano García, Carlos. Teoría General del
Proceso. México, Edit. Porrúa S.A., 1980, p. 356.
47
Micheli, ob. cit., p. 9. Agrega Micheli que quien indague la formación de la categoría de la jurisdicción
voluntaria y la del dogma de su naturaleza administrativa, observará con toda facilidad que, junto a los
motivos antedichos, e incluso antes de estos y casi como determinantes de ellos, se ofrecen en bloque otros
argumentos de carácter predominantemente formal (falta de contradictorio, forma de la providencia y sus
impugnaciones, etc.). que no siempre se deducen todos de la naturaleza jurídica de la jurisdicción voluntaria
sino que, en cierto sentido, la determinan y la condicionan.
"!bid., pp. 13 y 14.
O 276 Maria Candelaria Domínguez Gui/lén
49
Ibid., ob. cit., p. 65. Micheli indica que contrariamente a lo que es la communis opinio, la jurisdicción
voluntaria se encuentra dentro de las manifestaciones de la función jurisdiccional.
so !bid., p. 112.
51
Rengel Romberg, Tratado .... T. 1, pp. 119 y 120.
52
Véase en este sentido: Ramos Méndez, Francisco: Derecho y Proceso. Barcelona, Librería Bosch, 1978,
pp. 138-145. Véase igualmente: Alcalá-Zamora y Castillo. ob. cit., pp. 57-59.
53
Montero Aroca señala que si bien la diferencia fundamental con la administración constituye el que la
jurisdicción re~li2~ el derecho en el ~ASO concreto de. modo irrevocable. no puede considerarse la cosa
juzgada como único criterio distintivo porque ello conducía a consecuencias peligrosas (ob. cit., p. 22).
"Ramos Méndez, ob. cit., pp. 140-143.
El procedimiento de incapacitación O 277
En el mismo sentido, Micheli indica que el contemplar exclusivamente en la
presencia de la cosa juzgada el elemento diferenciador entre jurisdicción y
administración choca contra argumentos dogmáticos y de derecho positivo,
no fácilmente superables y en general tales que no parecen en absoluto
destrozados por las observaciones brillantes y polémicas, pero carentes de un
peso decisivo. 55
b) El procedimiento de incapacitación
55
Micheli, ob. cit., p. 89. El autor crítica la posición de Allorio y de Liebman (ibid., pp. 89·103). Véase
igualmente las reflexiones del autor especialemente; pp. 120 y ss.
56
Sosteniendo el carácter contencioso del procedimiento en el ámbito nacional. véase; Borjas, Arminio:
Comentarios al Código de Procedimiento Civil venezolano. Caracas, Imprenta Bolívar, 1924, Vol. V., pp.
225 y 226; Duque Sánchez, J.R.; Procedimientos Especiales Contenciosos. Caracas, Universidad Católica
Andrés Bello, edil. Sucre. 1981, p. 387; Andrade Delgado, Octavio: Derecho Civil .s.n.t., tema 26, p. 3.
Sentis Melendo igualmente considera que en tales procedimientos existe litigio y jurisdicción contenciosa
(Sentís Melendo. ob. cit., p. 426). En el caso venezolano en favor de tal postura vale alegar la ubicación de
los referidos procedimientos en el CPC dentro de los contenciososy el pase automático en la etapa plenaria
del proceso al procedimiento ordinario, el cual es contencioso por excelencia.
O 278 l\1aría Candelaria Domínguez Guillén
57
Redenti. Enrico: Derecho Procesal Civil. Buenos Aires, cdit. Jurídica Europa-América, 1957, pp. 24 y
25.
58 Zafra Val verde, José: Sentencia Constitutiva y sentencia dispositil'a (La Constitución Jurídica Procesa[).
59
!bid., pp. 282 y 283.'
60
Sodi, Demetrio: La Nueva Ley Procesal. México, edit. Porrua SA, 2' edic., 1946, T. 11, pp. 311 y 312.
" ibid., p. 318.
62
Giunta, Giovanni: Incapacitil di Agire (lnterdizione, inhabilitazione. incapacitó natura/e). Milano,
Dott. A. Giuffre editore. 1965, p. 26. Schizzcrono refiere que la doctrina y la jurisprudencia italiana no se
muestra unifonne en este sentido (Schizzerotto, Gianni: Interdizione e inabilitazione. Nella giurisprudenza.
Padova, edizioni Cedan, 1972, p. 98).
63
Sch6nkc, Adolfo: Derecho Procesal Civil. Barcelona, Bosch Casa edil., 1950, p. 356.
O 280 AJaría Candelaria Domínguez Guillén
proceso. Kohler también niega el carácter contencioso fundado en la falta de
dualidad de partes, al igual que Ronsenberg. 64 Rosenberg refiere que si bien el
ZPO coloca a la interdicción dentro de los procedimientos contenciosos, se
adapta mejor a la jurisdicción voluntaria por ser un procedimiento a favor del
incapaz. 65
64
Citado por: Gomez Orbaneja, Emilio y Vicente Hercc Quemada; Derecho Procesal Civil. Madrid, Artes
Gráficas y Editores SA. 1979. T.ll. p. 126.
65
Rosenberg, oh. cit., T. 11. p. 564.
66
Corte Federal y de Casación, Sent. 30-9-39, Memoria 1939. T. ll, pp. 456 y 457.
67
CSJ/Cas, Sent. 3-2-83, J.R.G .. T. 81. p. 357.
68
Camelutti también coloca a los procedimientos de interdicción e inhabilitación dentro de los
procedimientos voluntarios en materia de personas. Véase: Camelutti, Francesco: Instituciones del Proceso
Civil. Buenos Aires, Ediciones Jurídicas Europa-América, 1.973, Vol. 111, pp. 279-285. En el derecho
portugués. entre los procesos de jurisdicción voluntaria se ubican los de integración de la capacidad (De
Castro, Artur Anselmo: Direito Processual Civil Declaratório. Coimbra. Livraría Almedina, 1981, Vol 1.,
p. 147). En Colombia se tramitan por el procedimiento de jurisdicción voluntaria: la autorización para
El procedimiento de incapacitación O 28/
De allí que Devis Echandía por su parte, indica que la intervención del juez en
la jurisdicción voluntaria se hace para llenar la formalidad exigida por la ley
a fin de precisar relaciones jurídicas. Puede suceder que después de iniciado
el proceso de jurisdicción voluntaria, swjan conflictos de intereses, contro-
enajenar bienes del incapaz, la declaración de ausencia. la interdicción del demente y su inhabilitación
(destacado nuestro) la rectificación de partidas del estado civil. (Monroy Cabra, Marco Gcrardo. Principios
de Derecho Procesal Civil. Bogotá. edit. Tcmis, 3" edic .• 1988. pp. 78 y 79).
69
Véase: Rocco, ob. cit.. T. Vil. pp. 326 y ss.
70
lbid .• p. 326.
71
lbid .• pp. 328 y 329.
72
Satta, Salvatore: Commentario al Coclice Di Pmcedura Civile. Milano, Casa editrice Dr. Francesco
Vallardi, 1968. T. IV. p. 329. En el mismo sentido: Ovalle Favela, José: Derecho Procesal Civil. México,
edit. Harla, 7a edic., 1995, pp. 374 y 376: para quien si bien el procedimiento en principio es de jurisdicción
voluntaria ésta se pierde al pasarse a una segunda etapa en que tiene lugar el procedimiento ordinario se
pierde la jurisdicción voluntaria.
73
Jaimes, Yolanda: La Interdicción. Caracas, Universidad Central de Venezuela. Facultad de Ciencias
Económicas y Sociales, Publicaciones, 2a cdic., 1973, p. 49.
O 282 AJaría Candelaria Domínguez Guillén
versias e incluso pretensiones excluyentes, pero en tales casos el proceso de
jurisdicción voluntaria no pierde el carácter de tal (destacado nuestro). 74
74
Devis Echandía, Hemando: Compendio de Derecho Procesal. Bogotá, cdit. ABC, 1985, T. 1, p. 86.
75
Debe manejarse con precaución pues como bien indica Duque Sánchez "para evitar que, por sorpresa,
una persona sana y en la plenitud de sus facultades mentales, pueda llegar a ser víctima de las maquinaciones
criminales del odio y de la avaricia" (ob. cit., p. 383).
76
Véase: Colombia (López Blanco, Heman Fabio: Instituciones de Derecho Procesal Civil Colombiano.
Bogotá, edit. Temis, 4a cdic., 1989, T. 11, p. 549; Penichet y Lugo, Francisco: Comentarios a la Tutela.
Madrid, Hijos de Reus editores. 1899, p. 19; Zafra Val verde, ob. cit., p. 289.
77
Nosotros no consideramos que tal distinción de naturaleza del procedimiento sea aplicable al caso
venezolano, en razón de que el procedimiento a nivel formal es el mismo y porque si bien el pródigo no es
El procedimiento de incapacitación D 283
Nuestra jurisprudencia ha indicado que no hay recurso de casac10n en los
procedimientos no contenciosos. 78 Sin embargo, apreciamos sentencias de
incapacitación que han llegado a Casación, respondiendo si se quiere a las
características formales y no sustanciales del procedimiento, a saber, el pase a
pruebas por el procedimiento ordinario y no el carácter de protección que ha
de tener el mismo. 79
De manera pues, que según esta perspectiva formal, asumida por la Casación,
en el caso venezolano el procedimiento de incapacitación que haya pasado a
la fase plenaria siempre será contencioso, al margen de la finalidad de la insti-
tución o de las incidencias que puedan tener lugar en el mismo. Así, siguiendo
esta postura sólo si el procedimiento de interdicción o de inhabilitación cul-
minara al final de la fase sumaria, podría sostenerse que no es susceptible de
casación en razón de no convertirse en contencioso. Realmente, confesamos
que tal perspectiva formal es lógica si nos atenemos a la forma de la ley y a
cierto sector de la doctrina y la jurisprudencia, sin embargo realmente pensamos
que en el fondo el problema no es tan simple si consideramos la finalidad
sustancial de protección de la institución.
un enfermo mental como veremos la incapacitación se produce por su protección y la de terceros, al igual
que la del enfermo mental.
'" CSJ/Cas .. Sent, 13-8-97, J.R.G., T. 144, pp. 453 y 454.
79
Véase en este sentido: CSJ/Cas., Sen t. 28-9-94, J.R.G., T. 131, pp. 581 y 582: Para que una sentencia
pronunciada en un procedimiento de interdicción sea susceptible de ser atacada con el recurso de casación,
es menester que el Juez, si de la averiguación sumaria resultaren datos suficientes de la demencia imputada,
hubiera ordenado seguir formalmente el proceso por los trámites del juicio ordinario, la decisión recaída
en ese procedimiento no tiene que cumplir los requisitos indicados en el artículo 243 del Código de
Procedimiento Civil.( ... ) Si bien el proceso mediante el cual se promueve la interdicción pudiera convertirse
en un proceso formal que merezca una sentencia que eventualmente pudiera ser recurrible en Casación no
es menos cierto que la revocatoria de la interdicción (art. 739 CPC) no ocurre propiamente en un juicio
sino en un procedimiento de jurisdicción voluntaria.
O 284 1\1aria Candelaria Domínguez Guil/én
calificar el procedimiento en estudio, pues se desconoce la naturaleza sustancial
del mismo. La naturaleza real del procedimiento de incapacitación no varía
por la ubicación fonnal que realice el legislador del mismo.
82
lbid., p. 47. Agrega Micheli, que también aquí la intervención del órgano juzgador no puede ser colocada
en el mismo plano de la intervención de la administración pública precisamente porque el interés público
en la protección y en la tutela de los incapaces ha recibido ya reconocimiento con la posición de la norma
jurídica que tal interés reconoce; la actuación concreta del mismo tiene lugar en consideración al interés
del individuo en recibir aquella fonna de tutela. en que consiste la interdicción y la inhabilitación, y
precisamente por esta razón la actuación de ella es conferida a un juez en lugar de serlo a un administrador;
esto es a aquel órgano estatal que es portador del interés público en la actuación del derecho objetivo y no
ya a aquel órgano que es portador de un interés público parcial y que, por consiguiente, como tal podría
encontrarse en contraste con el interés del individuo (ibid.) Véase igualmente: Montero Aroca, ob. cit., p.
25. Así, Montero Aroca distingue dos supuestos base de la actividad jurisdiccional: 1.- Conflicto oposición
y 2.- Conflicto duda. Sobre este último aclara que tiene lugar cuando la actividad jurisdiccional es necesaria
por tratarse de intereses colectivos, la actuación se realiza con independencia de que exista o no un verdadero
conflicto de intereses; si existe éste estamos ante el caso anterior, si no existe, no hay oposición material,
sino formal, establecida por la ley para asegurar la salvaguarda de los intereses colectivos. Pareciera así,
Montero colocar dentro de la jurisdicción los casos ajenos a la contención.
83
Nada! i Ollcr. ob. cit.. p. 57.
M Micheli, ob. cit., pp. 47 y 48. Refiere así mismo acertadamente Micheli que en procesos como el de
insistido en indicar, que existen ciertos aspectos formales en el procedimiento venezolano que hacen
O 288 Maria Candelaria Domlnguez Guil/én
II.- LA INTERDICCIÓN JUDICIAL
Está contemplado expresamente en el art. 393 del Código Civil (CC): "El
mayor de edad y el menor emancipado que se encuentren en estado habitual
de defecto intelectual que los haga incapaces de proveer a sus propios intereses,
serán sometidos a interdicción, aunque tengan intervalos lúcidos" 87 (destacado
nuestro). Se requiere pues un defecto intelectual, grave y habitual. Veamos en
que consiste:
pensar en el carácter contencioso del mismo o en una mixtura del proceso de incapacitación. De manera,
que tales posturas resultarían igualmente válidas desde el punto de vista de los argumentos. Desconocer
que cada postura tiene una porción de verdad, nos llevaría a discusiones interminables. Por nuestra parte,
presentamos la que a nuestro juicio es la posición más consecuente con la finalidad de la incapacitación.
87
La nonna se introduce a través del art. 361 del CC de 1873, el cual a su vez se inspiró en el art. 324 del
CC italiano de 1865. La norma posteriormente se repite en los siguientes CC: (1881: art. 367; 1896. art.
370; 1904, art. 376; 1916, art. 420; 1922, art. 420; 1942, 393).
88
Aguilar Gorrondona, ob. cit., p. 306.
89
Binstock, oh. cit., p. 23. Las enfermedades fisicas no constituyen en el ordenamiento venezolano causas
de incapacitación (la ceguera y sordomudez previstas en el art. 41 o ce constituyen propiamente
"discapacidades o deficiencias").
90
Véase en este sentido: Cabrera Mercado, oh. cit., pp. 63 y 64: por enfennedad mental podemos entender
un trastorno sustancial del pensamiento o del afecto que altera significativamente el juicio, la conducta, la
El procedimiento de incapacitación O 289
"Nuestro legislador al utilizar una expresión tan poco precisa como «defecto
intelectual» permite, y ello debe destacarse como positivo, la inclusión de una
gama de perturbaciones mentales, siempre que sean graves y habituales, a
diferencia de otras legislaciones que enumeran las alteraciones que justifican
una incapacidad civil y limitan, en consecuencia, la interpretación que puede
hacer el juez del informe psiquiátrico. El sistema seguido por otros ordena-
mientos jurídicos ha sido criticado por considerarse que no está en armonía
con los modernos conocimientos de la psiquiatría, pues ciertos estados mentales
que·no podrían incluirse en una enumeración legal, sin embargo, determinarían
en el individuo una incapacidad para proveer a sus propios intereses. Por otra
parte, las investigaciones científicas continúan y cada día nuevos tipos de
alteraciones mentales se definen, y la ley no puede ser modificada al paso en
la ciencia avanza; por lo tanto, resulta más conveniente la utilización de
expresiones amplias que permitan la ubicación, dentro de la norma, de nuevos
términos médicos". 91
La doctrina considera que el defecto debe referirse a todas las facultades del
agente, tanto las verdaderas y propias facultades intelectuales (inteligencia y
memoria) como volitivas (formación y manifestación de voluntad), sin que se
exija un estado de plena inconsciencia. 95
93
Tobías. José W.: La enfermedad mental y su tratamiento por el derecho privado: debates y tendencias
actualizadoras. En: La persona humana. Buenos Aires, La Ley S.A., 2001, p. 225. Así indica el autor que
en la ley alemana se pretendió eliminar toda mención ofensiva y en la refonna austríaca se señaló que
debía emplearse un vocabulario menos discriminatorio con relación al cnfcnno de mente (ibid., p. 226).
w DFMSCM2, Sen t. 9-5-60, J.R.G.; T. 1, p. 297: Tal decisión es confinnada en casación, véase: CSJ/Cas,
Sent. 11-7-61, J.R.G., Tomo 4, p. 327. Véase igualmente: ZUIC2, Sent. 26-5-59, J.T.R., Vol. VIl, T.ll, p.
128: "La intención de una persona de avanzada edad, de contraer matrimonio con una casi adolescente, no
puede constituir un rasgo de desequilibrio mental de aquella pues aparte de ser ello producto de una
natural inclinación, la ley no detennina la edad matrimonial para los aqultos. Tampoco puede confundirse
la incapacidad sexual con la psíquica ...
"lMCl, Sent. 26-7-54, J.T.R., Vol. IV. T. 11, pp. 133 y 134.
. El procedimiento de incapacitación O 291
arteriosclerosis en los vasos cerebrales y causar múltiples efectos nerviosos,
amnesia, demencia. 96
96
Schizzerotto, ob. cit., pp. 45 y 46. Véase con relación a la alteración de las facultades mentales por
enfennedad: Geffroy, Claire: La condition civile du malade mental et de 1' inadapté. Paris, Librairies
Techniques. 1974, pp. 27-30.
97
Borda Mcdina, María Paulina y José Ernesto Borda Medina: Consideraciones acerca de la persona en
estado de coma. Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana, 1991, p. Ji l.
98
!bid., p. 112.
99
Véase sobre este aspecto: Domínguez Guillén, ob. cit.. pp. 283-286.
100
Frigerio Castaldi, César: Incapacidad Civil y Representación Legal del Enfenno Mental. En: Revista
Chilena de Derecho. Vol. 16, W 1, Faculiad de Derecho, Pontificia Universidad Católica de Chile, enero-
mayo 1989, p. 37.
O 292 Maria Candelaria Domínguez Guil/én
de obrar. Criterio este que se refiere a la falta de idoneidad para administrar
sus propios intereses, en el aspecto personal y patrimonial. 101
101
Cabrera Mercado, ob. cit., p. 69.
102
Schizzerotto, ob. cit., pp. 16 y 17, cita sent. Cas. 20-4-42. La Corte consideró que una persona
completamente sorda o completamente ciega presentaba una conciencia absolutamente normal. Igualmente
señaló que el humor eufórico y una deficiencia ético-moral tampoco se presenta como enfermedad.
103
ibid .• pp. 21 y 22.
104
ibid., pp. 27 y 28.
105
Martinez-Calcerrada, Luis: La Responsabilidad Jurídica del Subnormal. Especial Estudio de su
modalidad civil. En: La Situación Jurídica de los Deficientes Mentales en el Derecho Español. Madrid,
Departamento de Derecho Civil de la Universidad Autónoma de Madrid, 1975, p. 119.
El procedimiento de incapacitación O 293
tiempo. Una enfermedad mental, por muy grave que haya sido, si se presentó
como pasajera no puede dar origen al procedimiento de interdicción.
106
Schizzerotto, ob. cit., p. 37.
107
Véase en este sentido: IMCI, Sent. 26-7-54, J.T.R .. Vol. IV, T.ll, pp. 133 y !34.lndica la sentencia: el
defecto intelectual exigido para la interdicción debe ser grave, habitual, permanente, durable, sin que se
exija que sea incurable. Un trastorno mental capaz de producir un estado de inconsciencia momentánea,
de carácter pasajero, no constituye el estado habitual requerido por la ley.
JOR Candian, Aurelio: Instituciones de Detr.!cho Privado. México, Unión Tipográfica Editorial Hispano
112
Schizzerotto, ob. cit., pp. 25 y 26.
113
De Luna, Isabel M. P.; Capacidad para contratar. Montevideo, Biblioteca de Publicaciones Oficiales
de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Montevideo, Sección lll LXVII. 1953,
p. 159.
114
Schizzerotto, ob. cit., pp. 22 y 23, cita sentencias de Cas. 19-7-40; 19-6-62. De allí que, a criterio de
Ospina Femández y Ospina Acosta el régimen legal de la incapacidad por demencia no se puede hacer
extensivo a aquellos otros casos en que los agentes obran en un estado transitorio de falta de razón, pero
determinado por causas distintas de las afecciones si ce-patológicas propiamente dichas, como la embriaguez
o el empleo de estupefacientes. Si tal situación ha sido aprovechada por otra persona, la invalidez del acto
juridico encajaría perfectamente dentro del funcionamiento de las instituciones de dolo y violencia (Ospina
Femández, G. y E. Ospina Acosta: Teoría General del Contrato y del Negocio Jurídico. Santa Fe de
Bogotá, edit. Temis, 5' edic., 1998, pp. 89 y 90, nota 1).
El procedimiento de incapacitación O 295
¿Quienes pueden ser declarados entredichos? La respuesta viene dada por los
arts. 393 y 394 CC:
3. - Legitimación activa
a) El cónyuge
El cónyuge del incapaz puede solicitar su interdicción. De, allí que se niegue
la legitimación activa al ex cónyuge. Así, el divorcio excluye la legitimación,
pensamos que también debería excluirse en caso de separación de cuerpos,
118
Aguilar Gorrondona, ob. cit., p. 307. Véase igualmente: Schizzerotto, ob. cit., pp. 28 y 29.
119
Nada! i Oller, ob. cit., p. 45.
120
Sana, Commentario al Codice Di Procedura Civile. Milano. Casa editrice Dr. Francesco Vallardi,
1968, T. IV, p. 330.
El procedimiento de incapacitación D 297
por ser una situación semejante al divorciado, desde el punto de vista del
estado civil, a pesar de que en tal supuesto, se sigue siendo cónyuge. El ex-
cónyuge no puede solicitar la incapacitación a menos que actúe en repre-
sentación de los hijos comunes, los cuales tienen la condición de pariente.
El cónyuge, al igual que los parientes y alguna persona con interés, están
investidos de lo que se conoce en el léxico procesal de una legitimación por
categoría, porque pueden iniciar el procedimiento en cuestión bien sea por su
nexo familiar o jurídico.
b) Cualquier pariente
Domínici comienza por indicar que la disposición no debe ser aplicada a los
parientes por afinidad. 122 Borjas refiere que la mayoría de los expositores se
pronuncia por la exclusión de los afines dentro de los parientes. 123
121
Véase: Domínguez Guillén, ob. cit., pp. 275-277.
122
Domínici, Aníbal: Comentarios al Código Civil Venezolano. Reformado en 1.896. Caracas, edit. Rea,
1962, T. 1, pp. 509 y 510.
123
Borjas, ob. cit., pp. 224 y 225. En el mismo sentido se pronuncia en la doctrina francesa: Bonnecase,
ob. cit., p. 200: Planiol, Marcelo y Jorge Ripert: Tratado Práctico de Derecho Civil Francés. Habana,
edit. Cultura S.A., slf, T.I, p. 619.
124
Jaimes, ob. cit., p. 35.
125
Alguien nos comentaba en cierta oportunidad, que como en el derecho venezolano el parentesco por
afinidad no se extingue por disolución del matrimonio, entonces llegaríamos al extremo de que Jos parientes
O 298 María Candelaria Dominguez Guil/én
En este sentido, el ejemplo dado por Albaladejo no podía ser más acorde con
el caso que comentamos: para este autor, la interpretación restrictiva se da
cuando el sentido hallado es más reducido que la letra con la que se expresa la
ley, por ejemplo, la ley dice <parientes», pero no se refiere a todos, sino a los
<parientes más próximos». 128 Pues bien, tal ejemplo de interpretación
restrictiva, en nuestro criterio resulta plenamente aplicable al art. 391 del CC:
es cierto que la norma se refiere a "parientes", pero en virtud de la naturaleza
de la institución en juego, no tiene sentido extender tal término a sujetos
desvinculados al enfermo mental en razón de la lejanía del vínculo. Debemos
pues, entender que se trata de los parientes más próximos.
Creemos que el grado del parentesco debe limitarse pues todos los legitimados
activos del procedimiento de interdicción deben presentar un interés, incluso
los extraños han de proceder sobre la base de un "interés legítimo". Según la
naturaleza de la familia moderna los lazos afectivos se pierden a medida que
se hacen más lejanos los vínculos o grados del parentesco. Por eso, no nos
parece prudente sostener una grado ilimitado respecto de los parientes, pues
implicaría darle legitimación a personas que seguramente habrán perdido el
vínculo afectivo y por ende el interés en el presunto enfermo mental.
de nuestros excónyuges, podrían solicitar nuestra interdicción, porque siguen siendo afines. Ciertamente,
ello constituiría una interpretación exagerada en aquellos casos, en que tales personas carezcan de interés
para promover la interdicción. No obstante, en algunos casos, podría seguirse manteniendo el interés,
verbigracia: Jos padres de un excónyuge, porque son abuelos de los hijos del pretendido enfermo mental.
126 ibid., p. 34.
127
Domínici, oh. cit., p. 51 O.
128
Albaladejo, ob. cit, , Vol. 1, p. 171.
El procedimiento de incapacitación O 299
Ahora bien, subsiste un aspecto ¿hasta qué grado entendemos extensible el
parentesco? Aguilar, atendiendo a otras disposiciones legales, considera la
consanguinidad hasta el 6° grado y la afinidad hasta el segundo. 129 Por su
parte, Hanna Binstock, coincide con Aguilar respecto al 2° grado para la afi-
nidad, pero reduce aún más el límite de la consanguinidad al 4 ° grado. 130 A
nuestro parecer, este último límite respecto del grado del parentesco (4 o de
consanguinidad y 2° de afinidad) parece ser realmente el más adecuado, si
tomamos en consideración ciertas normas que se pronuncian en este sentido. 131
129
Aguilar Gorrondona, ob. cit., p. 307.
130
Binstock, ob. cit., p. 48; Giunta, también se pronuncia a favor del4° grado (ob. cit., p. 36).
131
Véase: arts. 303, 309, 330 C. C.
132
Lambias, Jorge Joaquín: Tratado de Derecho Civil Parte General. Buenos Aires, edit. Perrot, 17" edic.,
1997, T. l., p. 467. Agrega el autor que después del4° grado hasta donde se extiende el derecho hereditario,
el parentesco colateral no ejerce ningún efecto en el derecho. En cuanto al parentesco por afinidad está
mencionado hasta el2° grado (cuñados) por ejemplo a los efectos de recusación de jueces (idem, nota 88).
133
Montarcé Lastra, ob. cit., p. 85. En el mismo sentido: Kisch, W.: Elementos de Derecho Procesal Civil.
Madrid, edit. Revista de Derecho Privado, 2a edic., 1940, p. 394.
134
Jaimes, ob. cit., pp,. 36 y 37. En tumo a la función y naturaleza de este funcionario, así como la del
Fiscal del Ministerio Público véase: Cuenca; Humberto: Derecho Procesal Civil. Caracas, Universidad
Cenlral de Venezuela, Ediciones de la BiblioJeca, 1994, T. 1, 326-336.
O 300 María Candelaria Dominguez Guillen
Ahora según el art. 130 del CPC El Ministerio Público puede proponer la
acción en las causas de oposición y anulación de matrimonio, interdicción e
inhabilitación en los mismos casos y términos establecidos en el CC para el
Síndico Procurador Municipal. El Ministerio Público debe ser notificado por
el juez del inicio del procedimiento (véase infra 11.4.a.).
Hanna Binstock considera que esta categoría es muy amplia y señala varios
ejemplos al respecto: el socio, contratante, los presuntos herederos testamen-
tarios, al nudo propietario de un bien que usufructúa el afectado, a los acree-
dores por su interés en hacer efectivos sus créditos. Así mismo, indica la
referida autora en forma acertada que en esta categoría podemos ubicar al
tutor de un menor de edad. 136
135
Cortes Dornínguez, Valentín y otros: Derecho Procesal Civil. Valencia, Tirant Lo Blanch, 1995, p. 68.
136 Binstock, ob. cit. pp. 49 y 50. En el mismo sentido: véase Duque Sánchez (oh. cit., p. 387).
137
Borda, ob. cit., p. 270. En el mismo sentido: Llambias, ob. cit., pp. 469 y 470.
138
En este sentido, refiere Domínici que el carácter taxativo de la enumeración relativa a la legitimación
viene dado porque sería sumamente peligroso que cualquiera pudiese solicitar la interdicción (ob. cit.,
El procedimiento de incapacitación O 301
Pensamos que el concubino o concubina podría ubicarse dentro de la presente
categoría. Esto porque quien hace vida marital no se presenta como cónyuge
ni como pariente, pero indudablemente posee un interés jurídico importante.
La ley consagra la intervención oficiosa del juez en esta materia por considerar
que la grave alteración de la capacidad se presenta como un elemento donde
está de por medio el interés individual del incapaz y el interés colectivo del
Estado y la sociedad.
Esta intervención del juez es criticada por Henríquez La Roche para quien se
debe en esta materia igualmente respetar el principio dispositivo, en proceda!
iudex ex officio y considera inconveniente el art. 395 que autoriza la promoción
de oficio por el juez de la interdicción civil. 139 Realmente pensamos que la
intervención el juez sí se justifica por tratarse de un interés público: la existencia
.de un defecto intelectual grave.
p. 510). Pensamos que considerar a los "amigos'' incluidos dentro de las personas con un "interés legítimo'',
haría débil la condición taxativa de la enumeración, porque la acreditación de la amistad se presenta
dificil de probar y dentro de la misma podrían incluirse muchas personas.
139
Henriquez La Rochc. Ricardo: Comentarios al Nuevo Código de Procedimiento Civil. Maracaibo,
Centro de Estudios Jurídicos del Zulia, 6a cdic.,l986, p. 150.
14
° Falcón, Enrique M: Derecho Procesal Civil, Comercial y Laboral. Buenos Aires, Cooperadora de
Derecho y Ciencias Sociales, 1978, p. 537.
141
Véase: Domínguez Guillén, ob. cit., pp. 277-282.
O 302 Maria Candelaria Dominguez Gui/lén
Arminio Borjas comenta que no puede una persona solicitar su propia inter-
dicción, ni aún en momentos de lucidez pues la actuación no puede decretarse
sino por juicio contradictorio, de manera que sería una actuación contradictoria
contra sí mismo y finalmente, agrega que ello equivaldría a que las personas
pudieran disponer libremente de su propio estado. 142 Recordemos que para
nosotros el procedimiento de incapacitación no configura un juicio contradic-
torio según indicamos supra 1.3.b.
Domínici indica que el Tribunal no podría dar curso a que una persona pretenda
su propia interdicción, carecería de valor legal, "así como la declaración o
aquiescencia de cualquiera que consintiese en figurar o aparecer en un acto
como loco, sin estarlo o aún estándolo, no habiéndose dictado sentencia alguna
de interdicción". 143 Realmente, no nos parece --con el debido respecto-- justa
la comparación: no es lo mismo que alguien pretenda aparecer en un docu-
mento, con o sin razón, como loco, que una persona consciente en cierto mo-
mento de su demencia y ante la inercia de quienes pudieran promover la
interdicción, trate de obtener del órgano jurisdiccional, la protección de un
régimen que la ley solo ha creado en su favor.
142
Sojas, ob. cit., pp. 225 y 226. Véase en el mismo sentido: Duque Sánchez, ob. cit., p. 387. No obstante,
a nuestro modo de ver, esta última posición resulta un tanto extrema en razón de que se niega tal posibilidad
incluso en los momentos de lucidez ; por otra parte desde el punto de vista procesal no resulta claro que la
interdicción sea propiamente un juicio contradictorio (véase en este sentido sentencia de la Corte Federal
y de Casación, Sent. 30·9-39, Memoria 1939, Tomo 11, pp. 456 y 457; según la cual en el procedimiento
de interdicción, no existe oposición de intereses por tratarse del interés del Estado y del entredicho, no en
pugna sino en colaboración) ; y finalmente tal supuesto en modo alguno significaría una libre disposición
del estado, pues la propia ley permite la intervención de la voluntad del sujeto en ciertas modificaciones
del estado, tales como el matrimonio y el divorcio.
143
Domínici, ob. cit., p. 51 O.
El procedimiento de incapacitación O 303
las personas que pueden solicitar la revocatoria de la misma. 144 A nuestro
modo de ver, además de las razones indicadas, si la ley atiende la petición de
un incapaz civil respecto a la revocatoria de su propia interdicción, con más
razón se debería procesar la petición de un sujeto que se presume capaz, en
tanto no obre la medida de incapacitación. Ahora bien, si el argumento fuese
entonces que se trata de un enfermo mental y por tanto incapaz, mayor razón
para atender su petición, porque sólo en su beneficio tiene sentido la protección
que apareja la tutela.
144
Aguilar Gorrondona, ob. cil., pp. 307 y 308.
145
Domínici, ob. cit., pp. 51 O y 511.
"'t> La Roche, ob. cit., p. 212.
1
No obstante, el art. 733 del CPC pareciera en nuestro criterio dar pie a terminar
con la pretendida discrecionalidad del juez respecto de la apertura del
procedimiento a petición del propio interesado. Prevé la citada disposición:
"Luego que se haya promovido la interdicción, o que haya llegado a noticia
del juez que en alguna persona concurrieren circunstancias que pueden dar
lugar a ella, el juez abrirá el proceso respectivo y procederá a una averiguación
sumaria sobre los hechos imputados ... " (destacado nuestro). Así pues, la norma
procesal pareciera consagrar la obligatoriedad de abrir el procedimiento
correspondiente, ya sea por información del propio interesado.
Sin embargo, la doctrina suele rechazar la admisión del propio enfermo mental
como legitimado activo dentro del procedimiento de interdicción. ¿Realmente
no podemos acudir a ninguna herramienta de interpretación que no permita
incluir al enfermo mental dentro de la clasificación del art. 395 CC?
148
Borda, ob. cit., p. 270.
149
Cifuentes, Santos: Elementos de Derecho CiVil. Parte General. Buenos Aires, edit. AStrea, 2a edic.,
1991, p. 181.
°
15
Citado por Montarcé Lastra, ob. cit., p. 95.
151
Idem.
El procedimiento de incapacitación D 305
De manera que pensamos que el enfermo mental es legitimado activo en el
procedimiento de interdicción, en razón de que la tutela es una institución
únicamente en interés de los llamados a beneficiarse con ella. ¿Cómo excluir
de los legitimados activos al principal interesado en la misma? 152
1 2
~ En nuestra opinión, tal resultado se logra acudiendo en cierta forma al elemento teleológico de la
norma, preguntarse ¿cuál es la finalidad de la interdicción y en consecuencia de la ley? y a ello podríainos
responder que ciertamente la protección del sujeto. Entonces, ¿por qu'é no permitirle a: esa persona que al
parecer no tiene ningún doliente requerir para sí la tutela correspondiente?. Si logramos admitir tal
perspectiva, ciertamente ya no estaríamos en presencia de una mera información que llega al juez para que
proceda de oficio, a la cual este puede responder o no, sino ante una solicitud qu'e el órgano jurisdiccional
está obligado a procesar, porque la estaría realizando un legitimado activo. La afirmación de Aguilar
referida a "que si el legislador [Destacado nuestro] hubiera querido reconocerle esta facultad, la hubiera
mencionado separadamente como ocurre cuando señala las personas que pueden solicitar la revocación ... ,.
(ob. cit., p. 307), no se presenta como un argumento de peso para descartar la legitimación activa del
enfermo mental en el procedimiento de interdicción. Recordemos que el intérprete debe ir más allá del
legislador y llegar a la esencia de la ley, pues de lo contrario los errores y omisiones cometidos por aquel,
se repetirán bajo la idea de no salirse de los parámetros por él impuestos. Podemos preguntamos ¿la
omisión del legislador es suficiente argumento para descartar la legitimación activa del enfermo mental si
la finalidad esencial de la tutela es la protección de este?. Lo anterior tiene que ver con ese profundo y
acertado rechazo que ha mostrado la doctrina respecto de la teoría subjetiva de la interpretación, aquella
que considera que lo importante es determinar la voluntad del legislador. Volviendo a la pregunta que nos
ocupa y en atención a la finalidad que se pretende con una institución de protección, como es la tutela. nos
atrevemos a sostener pues, que el pretendido enfermo mental puede solicitar su proPia interdicción. Estamos
conscientes que la posición asumida no encuentra fipoyo en la mayoría de los autores, pero pensamos que
los mecanismos de interpretación nos permiten hacerla sin desvinculamos totalmente del texto de la norma.
Y aquí nos permitimos -sin ánimo de ser pretensiosos- citar las palabras de Enrique Haba, quien
comenta que un intérprete puede llegar a discrepar con la opinión que ha manifestado la casi unanimidad
de los conocedores, respecto al sentido de determinado texto, porque considera que estos no han alcanzado
el verdadero sentido de la norma, obviamente en los casos que el conocedor no es la Autoridad (Haba,
Enrique: Esquemas Metodológicos en la Interpretación del Derecho Escrito. Caracas, Universidad Central
de Venezuela. Cuadernos de Filosofia del Derecho N° 9. 1972, pp. 15 y 16). En el problema que nos
ocupa. sin desconocer la validez de la posición contraria, pensamos que en efecto. la posición asumida es
posible en base pues a las herramientas de la interpretación.
153
Domínici, ob. cit., p. 511.
O 306 Maria Candelaria Dominguez Guillén
promover la interdicción. 154 Aguilar, a su vez, tampoco considera el argu-
mento convincente. 155 Por nuestra parte, consideramos que de ninguna manera
el artículo 395 ce establece la obligatoriedad de los legitimados pasivos de
iniciar el procedimiento de interdicción, y el verbo "pueden" denota simple
posibilidad.
Ahora bien, como vimos supra I.3.a, tales legitimados en caso de iniciar el
procedimiento no se presentan propiamente como partes. Por otra parte, una
vez iniciado el procedimiento, este debe seguir su curso, no teniendo lugar así
el "desistimiento".
4.- Procedimiento
a.-Juez Competente
154
Binstock. ob. cit.. p. 4 7.
155
Aguilar Gorrondona. ob. cit .. p. 308.
156
Nada) i Oller. ob. cit. p. 48.
El procedimiento de incapacitación D 307
jurisdicción ordinaria, es el competente en estos juicios, pero los de Departa-
mento o de Distrito o los de Parroquia o Municipio pueden practicar las
diligencias sumariales y remitirlas a aquél, sin decretar la formación del proceso
ni la interdicción provisional" (art. 735 CPC).
157
Comenta Kisch con razón que se debe mejor atender al lugar donde se halle el enfermo, porque así el
conocimiento que pueda tener el juez del enfermo será más completo (ob. cit., pp. 394 y 395). La compe-
tencia por la residencia del incapaz se explica por la facilidad de adelantar los exámenes e investigaciones
necesarias dentro del proceso (López Blanco, Hemán Fabio; Instituciones de Derecho Procesal Colom-
biano. Bogotá, ediciones Librería del Profesional, 2a edic., 1983, T. 11, p. 629). Si ello es así, tal vez en
algunos casos no será conveniente aplicar el fuero del domicilio del enfermo, sino más bien de la residen-
cia, en atención a las circunstancias del caso, pues el concepto técnico de domicilio pudiere ser distinto al
lugar donde se encuentra el incapaz y resultar inconvenie.nte.
158
Al si na, Hugo. Tratado Teórico Práctico de Derecho Procesal Ch•il y Comen::ial. Buenos Aires, Compañía
Argentina de Editores, 1982, Tomo 111, Vol. 1, p. 533. Obsérvese que no se requiere en el caso venezolano
prueba o indicio de la demencia para iniciar el procedimiento. En otras legislaciones como la colombiana,
si se exige tal requisito; véase, Devis Echandía. Hemando: El Proceso Civil. Parte Especial. Colombia,
Biblioteca Jurídica Dike, 7a edic., 1991, p. 1134, se debe acompañar el certificado médico, salvo que se
trate de un demente furioso; López Blanco. ob. cit., 1983, p. 629; en la legislación argentina comenta
Alsina que no exige el CC ninguna justificación previa, pero considerando la trascendencia, la jurisprudencia
ha establecido que deben existir elementos objetivos, específicamente, el certificado médico (oh. cit., p.
540). En la legislación argentina tal requisito es indispensable; de no acompañarse el certificado médico
debe presentarse dentro de las 48 horas siguientes a la solicitud (Sentis Melendo, ob. cit., pp. 370 y 371 ).
O 308 María Candelaria Dominguez Guil/én
b.-Sumario
Senilidad: Mecanismos Legales de Protección. 4 3 Jornada, 1.995-96. En: Foro Andaluz de Debate e
Investigación sobre la Deficiencia y la Enfermedad Mental. Internet: http:: // www.promi.es/htmlpages/
web/j4-95.htm. Se indica que se debe reivindicar la figura del Ministerio Fiscal como institución con
obligaciones muy concretas en la defensa y protección de deficientes y enfermos mentales.
163
Saura Martínez, ob. cit., p. 31.
El procedimiento de incapacitación O 309
a cuatro (4) de sus parientes inmediatos y en defecto de éstos, se deberá
escuchar a amigos de la familia (art. 396, ler ap. CC), -tales requisitos son
esenciales pues 1a ley señala expresamente que sin ello no se declarará la
interdicción- y se nombrará por lo menos dos facultativos a fin de que
examinen al "notado de demencia", según indica el art. 733 del CPC.
Observemos que el informe médico es importante pero también se requiere la
averiguación de ciertos hechos a través del interesado y sus familiares, por lo
que la decisión del Juez requiere un examen global.
De conformidad con el art. 738 del CPC las actas del interrogatorio que deban
dirigirse al indiciado de demencia, según lo dispuesto en el Código Civil,
expresarán siempre las preguntas hechas y las respuestas dadas. Dicha dis-
posición tiene por objeto garantizar la transparencia de la medida de
interdicción provisional.
164
Borda, ob. cit., p. 271. En el mismo sentido: Kisch, ob. cit., p. 395; Nieto Blanc y otros, Curso de
Derecho Civil. Argentina, Ediciones Macchi, 1981, Parte Primera, p. 150.
'" Borjas, ob. cit., p. 189.
166
16S2, Sent 4-3-58, J.T.R., VoL VII, T. ll, pp. 124-127. Véase igualmente: Carrasco Perera, ob. cit .. p.
119; La jurisprudencia del Tribunal Supremo español ha declarado nulas algunas sentencias de instancia
por no haber examinado el Juez personalmente al incapaz. Así entre otras, la SSTS de 4 de abril de 1989
y21 de marzo de 1992.
O 3/ O Maria Candelaria Dominguez Guillén
dificultades de consideración que redunden en peijuicio del estado de salud
de la persona. 167
'" Schonke, ob. cit., p. 358. En el mismo sentido: Kisch, oh. cit., p. 395; Rosenberg, ob. cit, T. 11, p. 568.
lbS Mendoza Mendoza, José Rafael: Casos de jurisprudencia o de interpretaciones (1958-1969).
Así indica Sentis Melendo que en juicio ordinario constituye para las partes
una carga procesal someterse al reconocimiento, pudiendo el juez derivar
consecuencias de la negativa injustificada. Pero en el presente juicio el juez
puede considerar esa carga un deber procesal, el obligar al demandado a
someterse al examen son manifestaciones de penalización del proceso. 176
172
Melinas, ob. cit., pp. 153 y 155. Véase en el mismo sentido: López Blanco, ob. cit., 1989,549, quien
indica que el juez entre las medidas preventivas puede ordenar la reclusión del enfermo; Sentis Melendo,
oh. cit.. pp. 399 y 400.
"'O'Ccallaghan. oh. cit.. p. 50.
1
" Nada! i Oller. oh. cit.. p. 60.
m Treúshnikov, M. y otros: Derecho Procesal Civil. Moscú, edit. Progreso, 1989, p. 188.
176
Sentis Melendo. oh. cit., pp. 406 y 407.
O 312 A1aría Candelaria Domínguez Guillén
conllevaría la suspensión del plazo para dictar sentencia, hasta que varíen las
circunstancias. 177
Tampoco nos parece procedente inferir una presunción en contra del presunto
incapaz que se niega a realizarse la prueba, pues la ley no lo prevé expresamente
en dicho procedimiento especial, y estamos en presencia de un procedimiento
extremadamente delicado en cuanto a sus efectos. No consideramos aplicable
al procedimiento que nos ocupa el art. 505 del CPC que prevé que ante la
negativa de una de las partes de colaborar con la inspección o experiencia el
juez puede interpretar la negativa como una confirmación de la exactitud de
la parte contraria, o si la prueba ha de practicarse sobre la persona humana,
ante la negativa injustificada el juez puede sacar de tal negativa las presunciones
que a su prudente arbitrio juzgue convenientes.
117
Cabrera Mercado. ob. cit.. p. 313.
178
Recordemos que ha señalado la doctrina que la incapacitación es un procedimiento especial donde no
tienen lugar los principios aplicables al procedimiento ordinario. Véase en este sentido: Cabrera Mercado,
ob. cit., p. 86.
El procedimiento de incapacitación O 313
un proceso donde la fatal consecuencia es la privación absoluta de la capacidad
de obrar y la pérdida del gobierno de la persona (en el caso de la interdicción).
Se hace necesario superar la visión netamente procesal de la incapacitación
pues desconocer la importancia sustantiva de la figura da lugar a consecuencias
absurdas. ¿Puede acaso el juez declarar la incapacitación si solo cuenta con la
simple negativa del presunto incapaz de practicarse la prueba? Evidentemente
no. 179 Recordemos que la privación de la capacidad de obrar y el sometimiento
a la potestad de otro, se traduce desde el punto de vista práctico en la pérdida
de la libertad, razón por la cual este procedimiento debe verse con mucho
recelo. 18° Con la aplicación de la presunción en contra de quien se niegue a
practicarse el examen, se podría lograr la incapacitación de algunas personas
que sin presentar enfermedad mental, es sabido a priori, que no se someterían
a exámenes médicos. De allí que se deba ser cuidadoso en la interpretación de
una materia como la que nos ocupa.
Es por ello que pensamos que tal presunción no resulta aplicable ni siquiera al
final del plenario en razón de la gravedad que implica para el presunto incapaz
la sentencia definitiva. En materia de incapacidad no se admite la analogía y
ello bien puede aplicarse al procedimiento de incapacitación, por lo que
pensamos que el juzgador no puede basarse en la sola y simple negativa del_,
presunto incapaz a practicarse el examen psiquiátrico a fin de decretar lá'
incapacitación. La solución que vemos cónsona combinando la institución
con la especialidad del procedimiento es derivar la incapacidad del análisis
global de las pruebas que tuvieron lugar en el curso del proceso, tales como
inspección judicial, testigos, documentos, etc.
Por otra parte, como señalamos con anterioridad (véase supra 1.3 .b) pensamos
que dicho procedimiento no es contencioso en razón de la naturaleza protectora
de la institución, en tanto que el art. 505 se refiere propiamente a partes. Para
quienes consideran que el procedimiento de incapacitación es contencioso en
el caso venezolano se basan en que al pasara la fase plenaria se abre a pruebas
179
Véase en este sentido: Cabrera Mercado, oh. cit., p. 317, quien afirma que considerar la negativa como
indicio inculpatorio no tendría cabida lógicamente en el juicio de incapacitación.
180
Véase en este sentido: Nadall i Oller, oh. cit., p. 57: el procedimiento de incapacitación supone la
posible anulación o recorte de todos, o parte de los derechos civiles propios de la persona, de su libertad y
de su capacidad de actuar ... también debe pensarse en los posibles casos anómalos en que se pretende una
declaración de incapacidad sobre quien no la sufre.
O 314 Maria Candelaria Dominguez Guillén
y se sigue por los trámites del procedimiento ordinario. Si esto es así, en esta
fase sumaria no contenciosa por excelencia con menos razón de podría aplicar
la presunción en contra en caso de negativa a practicarse la prueba, por lo que
se haría necesario continuar hasta el final del procedimiento para determinar
si con el análisis de otras pruebas resulta procedente la incapacidad, pensamos
que en dicho caso especial resultaría dudoso decretar la interdicción provisional
pero la misma pareciera necesaria a fin de continuar el procedimiento de
conformidad con el art. 734 del CPC.
181
Schizzerotto, oh. cit., p. 169.
El procedimiento de incapacitación O 315
El juzgador deberá ser particularmente cuidadoso ante esta situación excep-
cional, pero no debe, en atención a lo grave y delicado de los intereses en
juego, dictar la incapacitación sin otro elemento de juicio que la simple negativa
del presunto incapaz de practicarse el examen médico.
182
En la legislación argentina el curador provisional deber ser un abogado de matriculado (Sentis Melendo,
oh. cit., p. 397).
'" AMCSFMI, Sen!. 27-6-96, J.R.G .. T. 138, pp. 92 y 93. Indica siguiendo a AguiJar una sentencia
refiere: "el entredicho queda afectado de una incapacidad negocia/ absoluta y uniforme desde el momento
de la interdicción provisional siempre que en definitiva se decrete la interdicción, pues si la sentencia
definitiva declara que no hay lugar a la interdicción los actos realizados por el entredicho provisional
son válidos"" (CSJ, Sent. 25-2-93, J.P.T., W 2, 1993, p. 101).
O 316 María Candelaria Dominguez Guillén
por su finalidad asegura las consecuencias de un proceso mediante el
mantenimiento de un estado de hecho, evitando daños que puedan sobrevenir. 184
c.- Plenario
!S-1 Vergara Ospina, Walkyria Janet: El Proceso de Interdicción. Bogotá, Pontificia Universidad J~veriana,
1987, p. 86. .
18
$ En efecto, las medidas preventivas están previstas en los arts. 585 y ss del CPC, pero de cierta forma la
interdicción provisional consagrada en-el art. 396 del CC y 734 del CPC cumple una función semejante a
éstas porque permite Una protección anticipada-del presunto incapaz. El medio de prueba constitutivo de
Presunción grave que exige la medida preventiva se traduce en la necesidad de protección que deriva el
juez del interrogatorio de los parientes, el examen del presunto incapaz y el dictamen de dos facultativos.
186
Véase en este sentido: Cabrera Mercado, ob. cit., pp. 175 y ss.
El procedimiento de incapacitación O 31 7
una enfermedad mental. De manera pues que en esta segunda etapa del
procedimiento se deberá realizar nuevamente una experticia por ser este el
medio más idóneo a fin de determinar la salud mental del pretendido incapaz.
Ahora bien ¿qué sucede si esta segunda experticia realizada durante el plenario
se opone a la practicada durante el sumario?
En efecto, encontramos una sentencia que indica "Mas las experticias practi-
cadas en la fase plenaria del juicio descartan la insania y destruyen la con-
clusiones contenidas en la efectuada en la etapa sumaria del procedimiento". 188
1 7
R Ovalle Favela, ob. cit., p. 376.
188
DFMSCM2; Sent. 9-5-60, J.R.G., T. 1, p. 297.
'"' Orgaz, ob. cit., pp. 347-349.
190
Montarcé Lastra, ob. cit., pp. 109 y 115.
191
Falcón, o_b. cit., p. 538.
O 318 María Candelaria Domínguez Guillén
'" Bmjas. ob.cit.. p. 201. En el mismo sentido: Duque Sánchez. ob. cit., p. 394. (Esto sobre la base de la
utilización de la frase "serán sometidos a interdicción" del artículo 393 del ce, a diferencia de la expresión
"podrán ser declarados inhábiles'', del art. 409 eiusdem).
193
Véase ~n sentido contrario: Cas., Sent. 11-8-61, J.R.G., T. 4, p. 332: el estado mental de una persona es
un hecho que el juez de instancia aprecia soberanamente.
194
Bercovitz y Rodríguez-Cano, Rodrigo: La Marginalización de los Locos y el Derecho. Madrid, Taurus
Ediciones S.A.. 1976. pp. 15 y t6.
El procedimiento de incapacitación O 3 19
del sujeto; prueba de_ informes de establecimientos médicos donde estuvo
recluida la persona, documentos. 195
Por nuestra parte pensamos que dada la particular naturaleza del procedimiento,
el juez no debe desechar ab initio los testigos en razón del parentesco con el
presunto incapaz.
Vale señalar que una inspección judicial podrá resultar particularmente útil
en aquellos casos donde la demencia sea de tal magnitud que el juzgador
195
Scntis Melendo, ob. cit., pp. 412-414. No tendrá lugar aquí el juramento deCisorio, ni la confesión
(Borjas, ob. cit., p. 193; Sentis Melcndo, ob. cit., p. 411 ). Pensamos que una inspección judicial pudiese
ser provechosa en algunas situaciones.
196
Cas., Scnt. 11-7-61, J.R.G., T. 4, p. 327. Tomando una posición contraria con relación a la importancia
de la prueba testifical encontramos una sentencia del año 66 "El tribunal considera importantes el
interrogatorio y el examen médico. las otras pruebas juegan un papel secundario (testimonio de los
parientes o en su defecto amigos) porque estos últimos pueden carecer de imparcialidad en muchos
casos" (DFMSCI, S¡;:nt. 1-8-66, J.R.G., T. 15, p. 28). Véase igualmente en sentido contrario: ZUIC2,
Sen!. 26-5-59, J. T. R., Vol. VII, T.!!. pp. 127 y 128, se indica que los parientes que· conforme a la ley es
necesario oir para decretar la interdicción provisional no podrán ser testigos en el procedimiento de la
definitiva.
'" Cas., Scnt. 11-8-61, J.R.G., T. 4, p. 329.
O 320 A1aría Candelaria Domínguez Guillén
pueda apreciarla directamente del lugar donde habita el presunto incapaz.
Esta posibilidad nos parece eficaz en el supuesto indicado supra II.4.b, referido
a la negativa de la persona de practicarse el examen psiquiátrico.
198
Véase: Cas, Sent. 11-8-61, J.R.G., T. 4, p. 332: Las experticias practicadas en el plenario pueden
destruir lo probado en el plenario.
199
Falcón, ob. cit., p. 539.
200
Véase: Aguilar Gorrondona, ob. cit., p. 309, quien cita sentencias en este sentido de fechas 2-12-23 y la
sentencia citada del 11~8-61, de la extinta Corte Federal y de la CSJ, respectivamente.
201
Borjas, ob. cit., p. 186. En otras legislaciones el conocimiento del presunto insano puede hacerse antes
de la sentencia cuantas veces sea necesario (Sentis Melendo, ob. cit., p. 408). Pensamos que si bien tal
indicación no se encuentra expresamente prevista en el caso venezolano, resulta lógico para el juez acudir
a esa posibilidad, dada la importancia de su decisión y el carácter mutable de la enfermedad. Vale indicar
que por tratarse de un procedimiento estrictamente personal, cuyos efectos afectan directamente el ámbito
exclusivo de la capacidad del sujeto, la muerte del mismo a diferencia de otros procedimientos, culmina
con el procedimiento. Véase en este sentido: CSJ/Cas, Sent. 3-2-83, J.R.G., T. 81, pp. 357 y 358; CSJ/
Cas, Sent. 1-6-83, J.R.G., T. 82. pp. 602-604.
202
Schizzerotto, ob. cit., p. 221.
203
Giunta, ob. cit,. p. 3 7.
204
Schizzerotto, ob. cit., p. 225.
El procedimie!llO de incapacitación D 321
procedimiento de incapacitación (cualquiera que sea su resultado) si bien no
afecta en forma directa la esfera del tercero, ciertamente podrá afectarlo indi-
rectamente. De allí que un tercero no sólo pueda tener interés en la declara- ·
toria de incapacidad sino también en demostrar la capacidad del presunto
insano (pensemos por ejemplo en el cónyuge, parientes o un socio). Respecto
de los terceros si bien es dificil sostener su intervención propia debido a la
naturaleza del procedimiento, puede admitirse que estos aporten pruebas que
el juzgador valorará según las circunstancias. 205 Los terceros que figuran como
legitimados activos dentro del procedimiento podrán en nuestro criterio aportar
pruebas no sólo a fin de acreditar la enfermedad mental del presunto incapaz,
sino en contra de la misma.
205
Véase AMCSFM2, Sent. 9-12-97, J.R.G .. T. 145, pp. 108 y 109: En cualquier estado del proceso el
juez podrá admitir y aún acordar de oficio la evacuación de cualquier otra prueba, cuando considere que
puede contribuir a precisar la condición del indiciado de demencia. De los artículos anteriores se desprende,
tal como lo señala el apoderado judicial de la ciudadana, que su intervención en el proceso que se refiere
a la interdicción de su madre lo hace por propio derecho en su condición de pariente del incapaz -hija-
pudiendo además de acuerdo al art. 734 promover las pruebas que considere que puedan contribuir a
precisar la verdadera condición del indiciado ·de demencia.
O 322 Afaría Candelaria Domíngue: Guillén
rándose así un nuevo estado a partir de la misma. Recordemos que la incapacita-
ción es la incapacidad que procede por sentencia, de allí, que por definición la
sentencia que recae en dicho procedimiento tiene carácter eminentemente
constitutivo porque antes de la misma sólo existía una incapacidad natural. 206
d.- Consulta
e.- Casación
206
Véase en este sentido: Cabrera Mercado, ob. ciL pp. 324-327. Indica Cabrera en este sentido que el
estado de incapacidad no existe hasta que el juez lo declara. En consccuencin, el enfermo mental no
incapacitado es formalmente capaz e independiente. Otra cosa es que se puedan analizar los actos y
negocios juridicos que realicen esos enfermos mentales no incapacitados para comprobar si en ellos existe
o no consentimiento o voluntad cuando esos elementos sean requeridos para la validez del acto. Tales
actos podrán ser anulados por la vía de los vicios del consentimiento, en la medida que la disciplina de
estos últimos lo permita (ibid .. p. 327).
"" CSJ/SCC. Scnt. 15-5-96. J.P.T.. CSJ mayo 96. pp. 285 y 286.
El procedimiento de incapacitación O 323
ante el carácter no contencioso que en principio presenta el procedimiento. 208
No obstante, encontramos en nuestra jurisprudencia algunas decisiones en
este sentido, siguiendo el criterio que considera que una vez que se llega a la
fase plenaria estamos en presencia de un procedimiento contencioso. Véase
en este sentido, supra 1.3. b.
203
Nuestra jurisprudencia ha indicado que no hay recurso de casación en los procedimientos no contenciosos:
CSJ/Cas., Scnt, 13-8-97. J.R.G., T. 144, pp. 453 y 454.
"" CSJ/Cas. Auto del 19-1-94, J.R.G .. T. 129, pp. 415 y 415.
O 324 María Candelaria Domínguez Gui/lén
212
Devis Echandía, Compendio ... , p. 86.
213
Véase en este sentido: Duque Sánchez, ob. cit., p. 389, quien indica que "no causan ejecutoria estas
providencias".
214
Rendenti, ob. cit., p. 29. Véase en el mismo sentido: Rocco, Ugo, ob. cit., T. VII, p. 344, en la interdicción
se observa una cosa juzgada fonnal porque la decisión agotó los rec~;lfsos, sin embargo no existen en los
mismos cosa juzgada material, pues la decisión será revisable a la par de las circunstancias; Schizzerotto,
ob. cit., p. 246, la sentencia solo hace cosa juzgada fonnal, porque dicha condición no puede adquirir el
carácter de inmutable. Camclutti igualmente indica que se da la extinción de la cosa juzgada material
cuando haya intervenido una mutación en el estado de hecho o en el estado de derecho que no existía
cuando se constituyó la cosa juzgada, y coloca el autor precisamente como ejemplo de esto, la interdicción
y la inhabilitación (ob. cit., Vol. 1, p. 145).
215
Puig Brutau indica respecto de la cosa juzgada en los procedimientos de incapacitación, que se debe
distinguir si la decisión es estimatoria o desestimatoria, en el primer caso, la sentencia no impide que
sobrevengan nuevas circunstancias. En caso de desestimación de la solicitud, tampoco la protege una cosa
juzgada de modo absoluto, pues la petición puede formularse de nuevo, pero basado en enfermedades o
hechos diferentes (Puig Brutau, ob. cit., p. 203).
D 326 María Candelaria Domínguez Guillén
La cosa juzgada formal está prevista en el artículo 272 y la cosa juzgada
material en el artículo 273 del CPC 216
En este sentido refiere Couture que la cosa juzgada formal supone la idea de
inimpugnabilidad. En tanto que la cosa juzgada material o sustancial está
referida a la inmutabilidad de la sentencia aun en otro juicio posterior. 217
En este sentido indica Nada! i Oller que si se dan nuevas circunstancias que
afecten al motivo o a las causas de incapacitación, el principio de la cosa
21
& Zerpa. Levis Ignacio: Las Costas procesales. Sus ret,TLtlaciones fundamentales en la jurisprudencia de
la Sala de Casación Civil. En: Jornadas de Derecho Procesal Civil. Análisis crítico de la jurisprudencia de
Casación civil (1987-97). Caracas, Vadcll Hermanos, 1.997, p. 111.
217
Couture, ob. cit., pp. 416-418 (destacado nuestro). Véase igualmente: ibid., pp. 421 y 422.
218
Devis Echandía, Compendio ... , p. 498.
219
Cabrera Mercado. ob. cit.. p. 333.
El procedimiento de i11capacitacián O 327
juzgada cede a favor de un nuevo pronunciamiento, pero también cabe resaltar
que el principio de cosa juzgada continúa rigiendo en los procesos de incapa-
citación siempre que las circunstancias continúen siendo las mismas que las
tenidas en cuenta al dictar sentencia. Se admite nuevo proceso para poder
adecuar la incapacitación al desarrollo de los trastornos que afectan a la inca-
pacidad y que las nuevas circunstancias ponen de manifiesto. Pero no se acepta
nuevo proceso si no hay más circunstancias o causas que las ya tenidas en
cuenta en el primer proceso. En este supuesto manda el principio de cosa
juzgada. 220
Igualmente Devis Echan día refiere que se trata de un efecto natural de la clase
especial de sentencia y no una revisión de la sentencia ni una excepción de
cosa juzgada. Esta existe sólo sobre esa situación de hecho sui génerL~, oponible
mientras no se pruebe la nueva situación que viene a plantear un nuevo proceso
ni regulado por ella. Existe cosa juzgada, pero limitada en el tiempo. 221
Con una visión superficial, podría dar la impresión de que esa posibilidad de
excepción de la permanencia del efecto producido por la citada sentencia,
representa una excepción o exclusión del efecto de la cosa juzgada material.
Para que hubiese verdadera limitación temporal de la cosa juzgada, sería preciso
que los expresados cambios en las circunstancias de hecho hiciesen posible la
De allí que podamos concluir -no obstante considerar como indicamos supra
I.3.b, que el procedimiento en estudio es de jurisdicción voluntaria- que la
sentencia de incapacitación sí produce cosa juzgada. 225 La posibilidad de
reintegración de la capacidad no desvirtúa el carácter irrevocable de la cosa
juzgada de la sentencia de incapacitación, pues no existe en tal caso identidad
de causa 226 en virtud del cambio de circunstancias. En un caso, la causa petendi
es la enfermedad mental y en el otro es precisamente la ausencia de la misma;
al no existir identidad de causa no podemos referimos a cosa juzgada.
g.- Costas
A fin de ser consecuentes con nuestra posición (Véase supra 1.3.b) referida a
la naturaleza no contenciosa de los procedimientos de incapacitación, y no
obstante no existiendo propiamente una parte vencedora y otra vencida, en el
supuesto analizado pensamos que de ser declarada la interdicción el incapaz
debe cargar con las costas.
Para algunos autores, la regla relativa al pago de costas por parte del vencido,
parece ceder ante la especialidad de la materia. La doctrina ha considerado
que dada la naturaleza protectora de la institución, la cual es sólo a favor del
incapaz, éste debe correr con las costas del proceso. 230 Alsina indica que incluso
cuando la denuncia no próspera las costas son a cargo del pretendido insano,
pues el procedimiento en cuestión tuvo lugar a fin de esclarecer su estado
mental. 231
227
Zcrpa, ob. cit., pp. 113 y 114. Véase igualmente: Zerpa, Levis Ignacio Las costas procesales y los
honorarios profesionales de abogados en el nuevo Código de Procedimiento Civil. En: XIV Jornadas
J. M. Domínguez Escovar. Barquisimeto, Instituto de Estudios Jurídicos del Estado Lara, 1989, pp. 83-86.
Esa es la regla a nivel general (Véase: López Del Carril, Julio: La Condena en Costas. Buenos Aires,
Abclcdo Perrot, 1959, pp. 107 y 110, indica que las excepciones deben ser limitadas y taxativas).
2211
Zerpa, Las costas procesales. Sus regulacionesflmdamentales ... , p. 112.
229
lbid., p. 112, nota 112.
230
Véase en este sentido: Redcnti, ob. cit., p. 30.
231
Alsina, ob. cit.. p. 547.
O 330 Afaria Candelaria Domínguez Gui/lén
Sin embargo, pensamos en atención al sistema objetivo de condena en costas
que rige en nuestro CPC y trasladando dicha idea al procedimiento que nos
ocupa, las costas corren por cuenta del entredicho en caso de que sea declarada
la incapacitación.
Ahora ¿qué decir si esa solicitud infundada la realizó el Síndico o el Fiscal del
Ministerio Público? En opinión de Kisch, en tal caso, el Fisco puede ser
condenado al pago de las costas. 234 Por su parte, Muñoz González comenta
que el Ministerio Público es parte en sentido formal y no material, por ello
merece un tratamiento diferente. Dar impulso a la defensa de la legalidad, no
pudiendo aceptarse que resulte vencido, porque su intención última, su
pretensión te leo lógica se ha cumplido. 235 No obstante, en el caso venezolano,
pareciera excluirse del pago de las costas al Ministerio Público. 236 Afinna
Duque Sánchez en este sentido que cuando se procede de oficio o a instancia
del Síndico Procurador, los gastos, sea cual fuere la decisión, han de correr
por cuenta del indiciado de demencia, debiendo presumirse la buena fe de
dichos funcionario en interés de éste. 237
232
Bmjas. ob. cit.. p. 194.
233
Guasp. ob. cit.. T. 11. p. 419. En el mismo sentido: Mortarcé Lastra, para quien las costas deben imponerse
al denunciante que procede de mala fe (ob. cit., p. 102); Trcúshnikov. M:. y otros, ob. cit., p. ISR.
234
Kisch. ob. cit.. p. 396.
235
Muñoz Gonzálcz. Luis: Las Costas. Madrid. cdit. Montccorvo SA, 1.981, pp. 95 y 95. Ahora bien. en
aquellas legislaciones donde se requiere la existencia de un examen medico para admitir la solicitud, no
pareciera posible sostener la malicia o mala fe del solicitante. pues el error en todo caso sería imputable al
médico (Semis Me1endo. ob. cit.. 418 y 419).
~ De confom1idad con el art. 287 del CPC. art. 47 de la Ley Orgánica de la Procuraduría General de la
36
República. arts. JO y 74 de la Ley Orgánica de Hacienda Pública Nacional. art. 5 de la Ley Orgánica del
Ministerio Público.
237
Duque SánchCz. ob. cit.. p. 391.
El procedimienlo de incap~zcitación D 331
Las costas del procedimiento de interdicción corren a cargo del entredicho si
ha sido declarada su interdicción. Pensamos que en caso de ser desestimada la
solicitud de interdicción las costas debe asumirlas el promoventc, salvo que
se trate del Ministerio Público, del Síndico Procurador Municipal o el juez de
oficio. Si el solicitante es el propio enfermo mental, obviamente este ha de
pagar las costas no obstante no haber sido declarada su interdicción, porque
en virtud de su solicitud tuvo lugar el procedimiento de incapacitación.
5.- Efectos
Vale recordar, tomando como punto de partida la distinción entre acción cons-
titutiva y declarativa, y sus respectivas sentencias, que la incapacitación surte
efectos desde la fecha de la declaración de interdicción provisional (art. 403
CC). Sin embargo, debemos tener presente el art. 405 eiusdem. a los efectos
de una posible nulidad relativa de los actos anteriores a la misma. Recordemos
que si la sentencia definitiva descarta la interdicción, los actos celebrados por
el entredicho provisional son perfectamente válidos. 239
2JH El sometimiento a un régimen de tutela y el nombramiento del tutor es determinante para el desarrollo
de la interdicción. Si no es posible designar el tutor definitivo debe designarse un tutor interino. Véase:
AMCSFM2, Sen t. 10-3-99, J.R.G .. T. 152. pp. 55 y 56: Designado tutor definitivo, si este no ha manifestado
interés en el ejercicio del cargo. por lo cual existiendo asuntos urgentes que resolver sobre bienes de la
entredicha es procedente que el a-quo designe un tutor interino. quien con la autorización del tribunal en
cada caso particular pueda realizar los actos de administración que resulten indispensables para la
conservación del patrimonio de la entredicha. El nombramiento de este tutor interino .tendrá Yigencia
hasta tanto quede constituida definitivamente la tutela y el tutor ordinario entre el ejercicio de sus funciones.
"'CSJ/SCC. Scnt. 25-2-93. J.P.T.. N" 2, p. 101.
O 332 A1aria Cmidelaria Dominguez Gui/lén
Los efectos de la interdicción tienen lugar según el art. 403 del CC, desde el
día del decreto de interdicción provisional. Decretada esta, el sujeto que la
sufre queda:
240
Binstock, ob. cit.. p. 45.
El procedimiento de incapacitación O 333
institución: no habrá propiamente un poder de corrección, ni la posibilidad de
guiar su educación en algunos casos. Por ello, Duque indica siguiendo a
Ramírez que "el menor tiene necesidad de ser educado, mientras que el
entredicho sólo la tiene de recobrar su salud". 241 Sin embargo, debemos ser
cuidadosos en afirmaciones radicales, pues las consideraciones varían según
los casos; podemos pensar perfectamente que en el caso de algunas
enfermedades mentales además del cuidado se requiera, como complemento
cierto elemento educativo, por ejemplo, en el caso de quien sufra de síndrome
de Dawn o retraso mental.
Recordemos nuevamente, que esta incapacidad es más severa que la que afecta
al menor, a quien la ley en ciertas circunstancias, le otorga capacidad plena o
limitada para algunos actos (ejem: trabajo, reconocer hijos, matrimonio). En
relación al matrimonio, hay que observar que este se encuentra totalmente
vedado al entredicho por defecto intelectual-a diferencia del entredicho por
condena penal- según el art. 48 CC, esto porque como observa Binstock el
fundamento mismo de la capacidad matrimonial presupone la aptitud para
entender lo que es el matrimonio y para otros la imposibilidad de cumplir
debidamente con las obligaciones conyugales. 242 El matrimonio estaría en tal
caso viciado de nulidad relativa.
241
Duque Sánchez, ob. cit., p. 390.
22
Binstock, oh. cit., p. 70. En razón de la falta de discernimiento el entredicho no puede ejercer el
..¡
derecho a la voto, tal como lo prevé el art. 85 de la Ley Orgánica del Sufragio y Participación Política.
O 334 A!aria Candelaria Dom(nguez Guillén
sepa leer y escribir, se nombra un curador especial, en caso de oposición de
intereses le corresponde al protutor, si el donante nombra un curador especial,
indignidad para suceder, etc). Sobre ésta última posibilidad puede citarse una
sentencia del año 70, de la Corte Superior Primera, que señaló: "Al tutor del
entredicho, pues incumbe la protección de los intereses patrimoniales y
extrapatrimoniales del enfermo, y la guarda de la persona de éste, pero esta
titularidad del tutor no es exclusiva, porque la ley prevé situaciones en las
cuales la representación del tutor la tienen otras personas, curador especial,
tutor interino, protut01; etc. ". 2 ~ 3
ya no existe por trastornos mentales, no existe contradicción (E/ derecho de familia ... , p. 134). Autores
más recientes como Bocaranda consideran procedente tal acción según la naturaleza y gravedad de las
circunstancias, el quebrantamiento de derechos inherentes al ser humano, el convencimiento de no existir
otra solución y motivos racionales para pensar que el entredicho hubiese procedido de esa manera (Guía
Iniormática Derecho de Familia. Caracas, Tipografla Principios, 1994, p. 691 ). La jurisprudencia se ha
pronunciado en este sentido: la acción de divorcio según el art. 191 del CC es personalísima e intransmisible,
pero dicha nonna nada dispone respecto de las personas que no tengan el libre ejercicio de sus derechos,
por lo cual deben aplicarse las disposiciones adjetivas en tomo a la representación. (DFMSC5, Sent. 12-
3-76. J.R.G .• T. 51, p. 86.). Véase en el mismo sentido: DFMSCI. Sent. 10-11-70, J.R.G., T. 28, pp. 34 y
35; se sostiene que el protutor del entredicho puede demandar el divorcio en representación del enfenno a
la cónyuge tutora de éste. Por su parte, López Herrera sostiene el criterio contrario en virtud del carácter
personalisimo de la acción de divorcio y de la categórica redacción del art. 191 CC; no es posible aceptar
en esta materia la representación. Finalmente aunque el tutor juzgare necesario proceder eso no nos permite
deducir que la persona afectada también procedería así en caso de encontrarse en su sano juicio
[Destacado Nuestro] (Anotaciones sobre Derecho de Familia. Caracas, Universidad Católica Andrés
Bello, 1970, p. 613). Ahora bien, en nuestro criterio y conscientes de estar dentro de la posición minoritaria,
la acción de divorcio no debería ser ejercida por el tutor del entredicho dado el carácter personalísimo de
las acciones en juego y la naturaleza especial del asunto que se discute. Lo anterior, a nuestro entender, no
implica un apego al elemento gramatical del texto del art. 191. sino que más bien tiene que ver con los
resultados de la interpretación, la cual pareciera ser simplemente declarativa, la Ley al indicar que la
acción "corresponde exclusivamente a los cónyuges", está siendo cónsona con la finalidad de la institución
en juego, que es el matrimonio. Y en consecuencia no encontramos razón de peso para sostener que el
entredicho puede constituirse en la excepción al carácter personal de la acción de divorcio. Finalmente,
hay una razón de orden práctico que nos parece ineludible. y es que como bien afirma López Herrera,
quien puede asegurar que el entredicho 'en su Sano juicio procedería de la misma manera que el tutor.
Imaginemos que regresemos de la interdicción y nos demos cuenta que el tutor intentó en nuestro nombre
acción de divorcio, y digamos: ¡Pero si yo nunca me hubiese divorciado! Pensamos que de tener lugar esas
situaciones extremas a que se refiere la doctrina, donde resulte conveniente separar al incapaz de su
cónyuge, ello resultaría perfectamente posible, sin necesidad de acudir a una acción de divorcio. Por
ejemplo, el juez podría considerar que en tal caso el cónyuge no puede ser tutor del incapaz y a su vez
asignaría el cuidado del mismo a un tercero.
147
En relación a la responsabilidad por el hecho ilícito del enfermo mental véase: Binstock, Hanna:
Responsabilidad por el Hecho Ilícito del Enfermo Mema/. En: Libro Homenaje a José Mélich Orsini.
O 336 A1aria Candelaria Dominguez Guil/én
Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1982, VoL I, pp. 187-212. En materia de interdicción no
contarnos con uria norma como la del art. 1190 del CC que consagra la responsá.bilidad por hecho de otro
en el caso de los menores y en esta materia no procede la analogía. Señala Binstock que la mayoria de las
legislaciones adopta el principio de la irresponsabilidad de los enfermos mentales e incluye una regla de
equidad ajena a toda consideración de responsabilidad. En principio el hombre sólo responde por su
hecho personal salvo pronunciamiento expreso en sentido contrario de la ley.· Por ello, se ha hablado de
que no existe la responsabilidad por hecho ajeno sino que se trata de una responsabilidad por hecho propio
por no vigilar a otro en forma debida. En nuestro caso, contamos con la disposición del art. 1.186 del CC.
Para la autora hay que distinguir si la enfermedad mental ha sido decidida en juicio o no. Es claro que el
enfermo mental, sujeto a interdicción civil en principio no responde, pues aunque en principio nada tiene"
que ver la capacidad delictual con la capacidad civil, su falta de discernimiento resulta comprobada con la
declaratoria de interdicción: lo contrario habría que probarlo. En caso de hecho ilícito del incapaz prevé el
art. 1.187: "En caso de daño causado por una persona privada de discernimiento, si la víctima no ha
podido obtener reparación de quien la tiene bajo su cuidado, los jueces pueden, en consideración a la
situación de las partes, condenar al autor del daño a una indemnización equitativa." Indica Binstock que
esta nOrma no deroga el principio fundamental de la irresponsabilidad del demente; la indemnización se
fundamenta en la equidad, y por ello el juez no tiene el deber de ordenarla sino tan solo la potestad. Por
ello, nuestro Código Penal consagra una verdadera acción de responsabilidad civil contra los autores del
hecho imputables si no existen los padres o guardadores o éstos no tuvieren bienes para responder. Se trata
de una ac<:ión subsidiaria, muy diferente al recurso de equidad, en la cual hay que agotar previamente la
acción contra el guardador y ~1 hecho dañoso debe revestir carácter criminal. Binstock citando a Kummerow
señala que nada obstaría para que en nuestro ordenamiento jurídico se pudiera exigir la responsabilidad
civil al guardador del enfermo mental con apoyo directo de la norma que contempla la responsabilidad por
hecho propio. Pero que en esta hipótesis habría que probar la culpa del guardador, en cambio, si la acción
se pudiese fundar en una norma que responsabiliza directamente al guardador, la presunción de culpa que
ella conlleva invertiría la carga de la prueba. Concluye la autora señalando que en una futura reforma debe
o bien aceptarse la responsabilidad sobre el fundamento de la culpa objetiva, o al menos, establecer de
manera directa la responsabilidad del guardador por el daño causado por el enfenno mental bajo su potestad.
Y precisa en este último caso, quienes son los guardadores del enfenno mental. El problema como bien
indica Binstock requiere una norma que regule la situación (ibid., pp. 186-212). La situación actual es la
siguiente: el incapaz responde por hecho ilícito si obró con discernimiento, en el caso del declarado
entredicho pues habr'á que probar el discernimiento, de manera que la declaratoria lo que hace es invertir
la carga de la prueba, mas no exonera de responsabilidad. Ahora, si el entredicho en efecto carecía de
discernimiento ¿qué sucede con el guardador? no existe una norma como el art. 1.190 CC que obligue a
responder al tutor del incapaz, por lo que se podría acudir a la responsabilidad del guardador por hecho
propio, pero por no existir una presunción en este sentido, el actor tendría la carga de la prueba y en
consecuencia tendría que probar la culpa del guardador.
248
Llambías, ob. cit., p. 477.
El procedimiento de incapacitación O 33 7
los actos realizados con anterioridad a la declaratoria de interdicción pueden
ser anulados en los supuestos previstos en el artículo 405 del CC, a saber, que
se probare de una manera evidente que la causa de la interdicción existía en el
momento de la celebración de dichos actos, o siempre que la naturaleza del
contrato, el grave perjuicio que resulte o pueda resultar de él al entredicho, o
cualquier otra circunstancia, demuestre la mala fe de aquel que contrató con
el entredicho 249
En el punto del matrimonio del entredicho, según el art. 48 del CC, lá en-
fermedad mental, declarada o no, impide la celebración del matrimonio: Si no
obstante se efectúa, este se encontraría viciado de nulidad relativa de
conformidad con el artículo 121 del CC. Cuando el matrÚnonio fue celebrado.
antes de ser promovida la interdicción, la impugnación procede si se derimestra
que existía para el mornento de su celebración la enfermedad que la originó.
Según Binstock, en los casos de demencia en que ni siquiera ha sido promovida
la incapacitación civil, la prueba resulta más dificil y ella debe tener por objeto
"'Véase igualmente: AMCSFM2, Sent. 10-3-99, J.R.G., T. 152; ppc55 y 56: La nulidad de los actos
anteriores a la interdicción si existía enfermedad mental debe hacerse por juicio ordinario posterior al
especial de interdicción. Véase también: Schizzerotto, ob. cit., pp. 57 y ss; García de Astoi-ga, Am¿rilis:
La Administración de la Comunidad Conyugal en situaciones de incapacidad de los.cóhyúges. En: Libfo· ·
Homenaje a José Mélich Orsini. Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1.982, Vol. l; pp. 515 y .S 16:
Véase también la citada sentencia: AMCSFM2, Sen t. 10-3-99, J .R.G ., 152, pp. 55 y 56: si bien el art. 405
del ce permite que puedan anularse los actos anteriores a la interdicción si se prueba que sólo existía la
enfermedad mental, este no podría hacerse sino en juicio ordinario posterior especial de interdicción, por
lo cual está ajustada a derecho la decisión del a-quo de declarar que no es competente es este sentido.
250
Véase en este sentido igualmente los arts 1.142 CC, ord 1°: "El contrato puede ser anulado: por
incapacidad legal de las partes o de una de ellas ... ". Véase también los arts. 1.143, l. 144 y 1.145 CC.
o. 338 Maria Candelaria Dominguez Guillén
251
Binstock, La Protección ... , p. 76.
"' lbid., p. 83 y 84.
253
AguiJar Gorrondona, ob. ciJ., pp. 310 y 311.
El procedimiento de ;,;capacitación O 339
causa de exclusión absoluta de ejercicio de la patria potestad: la imposibilidad
de hecho. 254
6) Reglas Aplicables
254
Binstock, La Protección ... , p. 86. Véase igualmente en tomo a la interdicción como causa de exclusión
absoluta del ejercicio de.la patria potestad: AguiJar Gorrondona, ob. cit., p. 189; La Roche. ob. cit.. p. 115.
En efecto, por nuestra parte también pensamos que la "interdicción" Se presenta como una causa de
exclusión absoluta del ejercicio de la patria potestad, porque constituye un supuesto que impide en forma
automática al "titular" de la patria potestad, ejercer las funciones inherentes a la institución, si bien no ha
sido privado de la "titularidad de la misma" por una causa que le es imputable. Es por ello, que pensamos
que el art. 352, letra h de la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente (LOPNA) que
c.onsagra la privación de la patria potestad en caso de que los padres "sean declarados entredichos", se
traduce en una impropiedad pues la interdicción se presenta como una causa de Suspensión del ejercicio
de la patria potestad y no como una causa de privación de la misma que afecte la titularidad. Estas últimas
responden a causas graves imputables a los padres, en tanto que la interdicción ciertamente es involuntaria
respecto del incapaz. Más aún, además de que pensamos que una causa de exclusión del ejercicio no
pierde su carácter por la sola calificación de la ley, sino que depende de la naturaleza de la figura, tal
posición sería absurda si pensamos que la propia LOPNA en su art. 356 coloca entre las causas de extinción
de la patria potestad la reincidencia en la privación; si esto fuese así, entonces un padre que sea declarado
entredicho dos veces vería extinguida la patria potestad, lo cual ciertamente es absurdo porque no ha
realizado ninguna conducta grave respecto del menor. Pensamos que la interdicción no afecta la titularidad
de la patria potestad, el padre afectado seguirá siendo titular pero se produce una suerte de suspensión
respecto al ejercicio de la misma, que será recuperada automáticamente una vez que cese la causa de
exclusión. Así el padre entredicho no tendrá que esperar ser privado de la titularidad de la p3tria potestad
para perder sus atribuci9nes, como pareciera derivarse de la LOPNA, sino que automáticamente y en
forma simultánea a la sentencia de interdicción, se perderá el ejercicio de la patria potestad, el cual a su
vez, se recuperará de la misma fonna automática con la sola sentencia que revoca la incapacitación.
Contrariamente, el inhabilitado no queda excluido del ejercicio de la patria potestad porque conserva el
atributo de la guarda, pero pierde los atributos de representación y administración.
255
Véase: AMCSFM2, Sent. 10-3-99, J.R.G., 152, pp. 55 y 56: Designado tutor definitivo. si este no ha
manifestado interés en el ejercicio del cargo, por lo cual existiendo asuntos urgentes que resolver sobre
bienes de la entredicha es procedente que el a-quo designe un tutor interino, quien con la autorización del
tribunal en cada caso particular pueda realizar los actos de .administración que resulten indispensables
O 340 Maria Candelaria Dominguez Guillén
para la conservación del patrimonio de la entredicha. El nombramiento de este tutor interino, tendrá
vigencia hasta tanto quede constituida definitivamente la tutela y el tutor ordinario entre el ejercicio de
sus funciones.
256
Garcia de Astorga, ob. cit., pp. 518 y 519.
251
Véase: Dorninguez Guillén, Maria Candelaria: La tutela ordinaria de menores. En: Revista de Derecho
W 2. Caracas, Tribunal Supremo de Justicia, 2000, pp. 264-266.
El procedimiento de incapacitación D 341
de estos es que tendría lugar la delación paterna y finalmente a falta de estas
es que tiene lugar la delación dativa (art. 399 CC), es decir, el nombramiento
lo realiza el Juez. De manera pues que en el caso de la tutela de mayores, el
orden de la delación es legítima, paterna y dativa.
158
Llorens, Luis Rogelio y Nelly A. Taiana de Brandi: Disposiciones y es~ipulaciones para la pr_opia
incapacidad. Buenos Aires, edit. Astrea, 1.996, p. 27. Los autores no obstante contestar afirmativamente
a la designación voluntaria a pesar de no encontrarse tal posibilidad consagrada expresamente. proponen
la inclusión de unos artículos en este sentido (ibid., pp. 67-76).
259
García dcAstorga, ob. cit., p. 518.
260
Aguilar Gorrondona, ob. cit., p. 311.
D 342 María Candelaria Domínguez Guil/én
prevista en el art. 399 eiusdem, debería ser subsidiaría en relación con la
delación que pudiese hacer el cónyuge del entredicho. Es decir, creemos que
el cónyuge del entredicho debería poder designar tutor al incapaz y tal de-
signación privaría sobre la de los padres.
Las formalidades serían las mismas que en la tutela ordinaria de menores 261 ,
salvo, las limitaciones previstas en el art. 400 del CC: "El cónyuge, el padre y
la madre no necesitan discernimiento para ejercer el cargo de tutores, ni
están obligados a prestar caución ni a presentar los estados anuales a que se
refiere el art. 3 77''. Recordemos que en el caso de la tutela ordinaria de meno-
res, tales formalidades no eran exigidas a los abuelos. Por ello, acertadamente
agrega AguiJar, que en la tutela de entredichos "inconsecuencialmente con lo
establecido en la tutela ordinaria de menores, la ley no extiende tales previ-
siones a los abuelos". 262
Aguilar Gorrondona señala, como función especial del tutor del entredicho,
la prevista en el artículo 401 del CC, es decir, cuidar de que el entredicho
2
~> 1 Véase: Dominguez Guillén, La tutela ... , pp. 268-270.
262
AguiJar Gorrondona, ob. cit., p. _312.
El procedimiento de incapacitación O 343
adquiera o recobre su capacidad, que a este objeto se han de aplicar princi-
palmente los productos de sus bienes, y que es el Juez con conocimiento de
causa quien decidirá si el entredicho debe ser cuidado en su casa o en otro
lugar, pero no intervendrá en ello cuando el tutor sea el padre o la madre del
incapaz. Pensamos que el juez tampoco debe intervenir si el tutor es el cónyuge
del incapaz. 263
d) Obligatoriedad del cargo de tutor: prevé el artículo 402 del CC: "Nadie
estará obligado a continuar en la tutela del entredicho por más de diez años,
con excepción de los cónyuges, ascendientes o descendientes". AguiJar
Gorrondona refiere que esta norma tiene su razón de ser porque la tutela de
entredichos a diferencia de la tutela de menores, es de duración indefinida. 264
e) Cesación relativa del tutor en su cargo: Señala AguiJar que según el artículo
187 del CC: "Si la tutela del entredicho divorciado era ejercida por su cónyuge,
se procederá de conformidad con lo dispuesto en los artículos 398 y 399;
pero en este caso, el Juez tomará, a solicitud del tutor o de oficio, las medidas
previstas en el ordinal r del artículo 185.:. ". Se entiende -según AguiJar-
que la designación de tutor tiene lugar en este caso una vez ejecutoriada la
sentencia que declaró el divorcio, lo que significaría que el legislador del 82,
salvo casos excepcionales, mantiene bajo la tutela de su contraparte al
entredicho demandado por divorcio durante el tiempo que dure el divorcio, lo
cual no es sensato: la solución que debió mantenerse era la del CC de 1942 ,
el cual contenía normas aplicables al caso sobre la tutela de menores, a saber,
la inhabilidad para desempeñar cargos tutelares de quienes tengan con el menor
263
'!éase en este sentido las razones dadas en nuestro trabajo: Domínguez Guillén, Algunos problemas ... ,
pp. 286 y 288: ... la parte final del art. 401 del C. C. debe considerarse aplicable al cónyuge del entredicho.
en razón de que el art. 398 eiusdem, contiene una prelación del cónyuge mayor de edad y no separado
legalmente de bienes, respeCto de los padres del incapaz. A falta de cónyuge, uno de los padres asumirá la
tutela. Así, el legislador ha considerado que el primer protector natural del enfermo mental ha de ser su
cónyuge, por encima incluso de los padres de aquel. Por otra parte, la intervención del juez en tal supuesto
podría traer serios problemas de orden práctico. Tal planteamiento constituye una interpretación coherente
de la norma citada con el resto de la normativa tutelar de mayores (lbid., p. 287).
264
Aguilar Gorrondona, ob. cit., p. 312. Significa que el tutor del incapaz adulto que no sea cónyuge o
pariente de los indicados en la citada disposición, corno por ejemplo, los parientes colaterales, pudiesen
una vez transcurridos los diez años dejar su cargo sin necesidad de acudir al sistema de excusas previstos
en la ley. Esto porque lo contrario sería esperar un cuidado que pudiera resultar excesivo para una persona
que no posee un parentesco cercano respecto del entredicho.
D 344 María Candelaria Domínguez Guil/én
un pleito en que ponga en peligro el estado civil del menor (CC art 339, 6°) y
la norma relativa a que deben ser removidos de la tutela los inhábiles desde
que sobrevenga su incapacidad (CC art 340, 5°). 265
7) Revocación
La revocación de la interdicción tiene lugar una vez que han cesado las causas
que le dieron origen. La Roche indica que la revocación es la única causa de
culminación de la interdicciónjudicial. 267 La cesación de la causa de interdic-
ción se comprueba con los mismos medios que su existencia. 268 Algunos
denominan este procedimiento de "reintegración de la capacidad" pues tiene
por objeto devolver la capacidad a quien la perdió. 269
265
1dem.
266
El art. 172 CC indica: "Cuando alguno de los cónyuges, esté sometido a tutela o curatela, dejará de
ejercer la administración de los bienes comunes, y el otro administrar por sí solo. Para los actos que
requieren el consentimiento de ambos cónyuges, será necesario la autorización del juez. En ningún caso
el cónyuge administrador podrá realizar actos a título gratuito. Si ambos cónyuges están sometidos a
curatela administrarán los bienes comunes en la forma prevista en los artículos 168 y siguientes, pero de
conformidad con el régimen de protección a que están sometidos. Si uno de los cónyuges está sometido
a tutela y el otro a curatela, administrará este último en los términos de la disposición anterior. Cuando
ambos cónyuges estén sometidos a tutela el Juez designará un curador especial, quien ejercerá la
administración de los bienes comunes; sin embargo necesitará autorización del Juez para los actos que
requieran el consentimiento de ambos cónyuges y en ningún caso podrá realizar actos a título gratuito".
267
La Roche, ob. cit. p. 218. Véase igualmente: Schizzcrotto, ob. cit., p. 310.
268
Von Thur, Andreas: Derecho Civil. Teoría General del Derecho Civil Alemán. Buenos Aires, edit.
Depalma, 1946, Vol. 1 1 2, pp. 66 y 67.
269
Guasp, ob. cit., T. 11, p. 419.
El procedimiento de incapacitación D 345
Observemos, en primer término, que la revocatoria tiene lugar según el art.
407 ce "cuando se pruebe que ha cesado" la causa que originó la interdicción.
En consecuencia, la culminación del régimen de la tutela de entredichos puede
tener lugar por revocación, si han desaparecido las causas que la originaron,
siempre y cuando tal circunstancia se pruebe. Consideramos que la prueba
pertinente será nuevamente la experticia correspondiente.
Prevé el artículo 739 del CPC, que la revocatoria se decretará por el juez que
conoció de la causa en primera instancia y a tal efecto se abrirá una articula-
ción probatoria por el lapso que fije el juez, y la decisión se consultará con el
superior.
270
Véase: Kiseh, ob. cit., p. 394. Y se considera perteneciente a la jurisdicción contenciosa, véase en este
sentido: Rosenberg, ob. cit., T. !1, p., 575; Camelutti, ob. cit., T. lll, p. 285; Rocco, ob. cit., T. Vll, p. 353.
271
Borjas, ob. cit., p. 198.
272
CSJ/Cas, Sent. 28-9-94, J.R.G., T. 131, p. 582.
O 346 María Candelaria Domínguez Guillén
En este procedimiento de revocación o reintegración, no se revela la necesidad
de analizar el primer proceso de incapacitación. 273
273
López Blanco, ob. cit., 1983, p. 632.
274
Sobre este punto puede verse: Dornínguez Guillén, Algunos problemas ... , pp. 282 y 283. Vale indicar
que a la citada enumeración, se puede agregar, el tutor en el caso de que no se encuentre dentro de las
personas indicadas. Véase al respecto: Schizzerotto, ob. cit., p. 312. Comparando las dos disposiciones
pareciera según el punto de vista que se adopte, existe una aparente contradicción entre las nonnas citadas:
Ello porque el art. 407 del CC. expresamente incluye al entredicho entre los sujetos que pueden solicitar la
revocatoria de la interdicción, en tanto que el art. 736 del CPC indica que la revocatoria de la interdicción
la podrán realizar los mismos sujetos que pueden solicitar la interdicción. En nuestro criterio, no habría
mayor inconveniente, pues dejando de lado la interpretación tradicional, admitimos en el puntO anterior
que el presunto incapaz puede solicitar su propia interdicción. No obstante, obsérvese según indicamos
supra II.3 que la unanimidad de la doctrina sostiene que el enfermo mental no puede solicitar su propia
interdicción: Ahora, si esto fuese asi ¿qué norma aplicaríamos: la sustantiva (art. 407) o la adjetiva (736)?
Indica Carlos Ni no que hay contradicción entre normas cuando dos disposiciones imputan al mismo caso
soluciones incompatibles (Introducción al Análisis del Derecho. Barcelona, edit. Ariel, 1983, p. 272). En
nuestro criterio, no existe contradicción en las citadas normas, -aunque se rechazare la legitimación
activa del propio enfermo mental- en razón que el art. 407 del CC expresamente admite al entredicho
entre los sujetos que pueden pedir la revocatoria de la interdicción, en tanto que la norma adjetiva hace
una remisión general a los legitimados activos, pero sin excluir expresamente al incapaz. Existiría
contradicción si la norma procesal excluyera expresamente al entredicho. Si realmente admitimos la finalidad
de la incapacitación, y pensamos que el derecho es un sistema y que una norma no puede interpretarse
aisladamente de este, concluiremos que en efecto, el entredicho puede solicitar la revocatoria de su
interdicción. finalmente, como bien indica Monarcé Lastre, seria inhumano negarle al propio entredicho
el derecho de solicitar la revocatoria de su propia interdicción (ob. cit., p. 192).
275
La Rache, ob. cit., p. 214.
El procedimiento de incapacitación O 347
Con la revocación de la incapacitación a través de un procedimiento sumario,
no cargado de todas las garantías que supone el de incapacitación, la persona
se convierte por el sólo efecto de la sentencia de reintegración de la capacidad
en un adulto plenamente capaz.
1.- Causas
276
La norma se introduce a través del art. 376 del CC de 1873, el cual a su vez se inspiró en el art. 339 del
CC italiano de 1865. La norma posteriormente se repite en los siguientes CC: ( 1881: art. 382; 1896, art.
388: 1904. an. 394; 1916. an. 338; 1922, an. 338; 1942. 409).
277
Aguilar Gorrondona, ob. cit., p. 315.
'" La Roche, ob. cit., p. 224.
O 348 María Candelaria Domínguez Guil/én
279
Ibid., p. 225. Por su parte, Marín Echeverria señala que la debilidad mental constituye una fonna de
oligofrenia, en la cual el retraso mental es de menor cuantía que en la idiocia y en la imbecilidad. Agrega
el autor que aun cuando en la oligofrenia resulta alterada la personalidad en general (inteligencia, instintos,
afectos. voliciones, etc.), es el déficit intelectual su principal caracterización. (oh. cit., p. 200). No obstante.
no compartimos la calificación despectiva y un tanto limitada que ofrece el autor (recordemos que en la
interdicción se refería a (<mentecatezH, ob. cit., p. 191 ), pues pensamos que este género no se agota en el
retraso mental sino que abarca otras enfermedades mentales leves, tales como la pérdida de la memoria
(como refiere AguiJar), las cuales pueden presentarse en personas de un elevado coeficiente intelectual.
280
Binstock, La Protección ... , pp. 28-30.
281
Mattcra, Marta del Rosario y Gustavo Eduardo Noya: Los Jnlwbilitados. En: La persona humana.
Buenos Aires. La Ley S.A., 2001, p. 234.
El procedimiento de incapacitación D 349
aquellas personas cuya mente está debilitada, configurando tal afección un
estado permanente sin que exista una pérdida total de la razón. 282
Concluye Binstock señalando: "Es indudable que estas anomalías deben tener
cierto carácter permanente, pues trastornos de este tipo, de protección del
afectado; de modo, que si bien por debilidad de entendimiento no se entiende
un estado de defecto intelectual grave, sí se exige que esté presente la carac-
terística de habitualidad y ésta no se desvirtuaría con algunos intervalos de
normalidad. Esta exigencia resulta de la letra y del espíritu de la ley; de la
letra por la remisión que el legislador hace a la norma que prevé la privación
de capacidad a causa del estado habitual de defecto intelectual grave, al señalar
como única diferencia, para proceder a la limitación y no a la privación de
capacidad la menor gravedad de la anomalía; y del espíritu porque si ella da
lugar a un régimen de protección puramente no accidental, debe ser una causa
con la misma característica. La diferencia entre la perturbación mental que da
lugar a la privación de capacidad y aquella que sólo hace procedente una
limitación de la misma radica en el grado de padecimiento y en el resto más o
menos amplio que queda de la buena disposición mental". 283
mldem.
m Binstock, La protección ... , pp. 30 y 31. Véase igualmente en torno al carácter de habitual: Candian,
ob. cit., p. 49. Véase también; Schizzerotto, ob. cit., p. 38, en la inhabilitación la enfennednd mental dcóe
ser leve (se caracteriza por su grado de intensidad), actual y habitual.
D 350 Maria Candelaria Dominguez Guillén
b.-Prodigalidad
b.l.- Noción
284
Sobre la parábola del hijo pródigo se han indicado varias ideas, que vienen muy bien al caso: alude a
aquel hijo que recibe del padre la parte de patrimonio que le corresponde y abandona la casa para mal gastarla
en un país lejano "viviendo disolutamente" ... cuando hubo gastado todo ... comenzó a ..sentir necesidad" ...
En esa compleja situación material había llegado a encontrarse debido a su ligereza ... El pródigo era
consciente de ello ... (Di ves in Misericordia: La parábola del hUo pródigo. En: http: // www. aciprensa.com/
dives4.htm, pp. 1 y 2. ). Véase igualmente: Dunlap Rouse, Elmer N.: La Iglesia de pródigos. En: http: //
premium.caribe.net/ elmer/prodigo.html, p. 1, se refiere a "aquel que perdió todo, viviendo pródigamente ... ".
285
Aramburo, ob. cit., p. 176.
286
Sentencia del 20 de septiembre de 1930 (citado por Albaladejo, ob. cit.. T., 1, p. 283). En el mismo
sentido: Escobar de la Riva, Eloy. La Tutela. Madrid, Revista de Derecho Privado, 1943, p. 43; Bonet
Ramón, Francisco: Compendio de Derecho Civil. Madrid, edit. Revista de Derecho Privado, 1959, T. 1, p.
368: indica que en romance, pródigo es desgatador de bienes, según las Partidas. Comenta Boggio respecto
al derecho italiano que el código no ha definido de manera alguna el criterio necesario para distinguir al
pródigo, aunque como sabiamente observa la Corte de Torino en sentencia del 3 de agosto de 1880 se
atiende al significado común de la palabra (Boggio, Giuseppe: Del/e persone fisiche incapaci; agli atti
El procedimiento de incapacitación O 351
La prodigalidad puede entonces ser definida como la conducta desarreglada
de la persona que dilapida su caudal en forma desproporcionada, injustificada
y habitual.
En nuestro país, en virtud del artículo 409 del CC, el pródigo puede ver afectada
su capacidad. Así la prodigalidad se configura al igual que en otros países
como una causa modificativa de la capacidad de obrar, ésta se puede ver afec-
tada en forma parcial a través de la inhabilitación. El pródigo, con posterioridad
civili di commercio e del/e forme abilitative nel diritto italiano. Torino, Unione Tipofrafico editrice,
1988, V 11, p. 310). Pródigo es el que malgasta sus bienes (Valverde y Valverde, Calixto: Trat(Jdo de
Derecho Civil Espaiiol. Valladolid, Talleres Tipográficos "Cuesta", 4a cdic., 1935, T. l, Parte General, p.
344). Castán Tobeñas siguiendo a De Castro ofrece la siguiente definición de pródigo: " La conducta
desarreglada de la persona que malgasta su caudal con ligereza, tanto en relación a su situación económica
y social como respecto de los fines a que dedica sus bienes, poniendo con ella en peligro injustificado su
patrimonio con perjuicio de su familia" (Castán Tobeñas, ob. cit., pp. 217 y 218). En el mismo sentido:
Puig Brutau, ob. cit., p. 205). Penichet y Lugo califica la prodigalidad como un estado especial morboso
(Penichet y Lugo, Francisco: Comentarios a la Tutela. Madrid, Hijos de Reus editores, 1899, p. 19).
Messineo alude a la prodigalidad como un exceso en los gastos (Messineo, ob. cit., p. 127). Para Bercovitz
la prodigalidad es el comportamiento habitual, con el que se pone injustificadamente en peligro, por su
grave negligencia la conservación del patrimonio (Bercovitz y Rodríguez-Cano, Rodrigo: Derecho de la
Persona. Madrid, edit. Montecorvo, S.A., 1976, p. 89). Este autor incluye en su definición las camcterísticas
más importantes que debe contener la prodigalidad como veremos. Véase igualmente Naranjo Ochoa:
pródigo o disipador es quien dilapida la fortuna o pone en peligro su capital, sin necesidad o utilidad
(Naranjo Ochoa. ob. cit., p. 206).
Cifuentes agrega que el prodigo es el que malgasta o dilapida habitualmente sus bienes con graves efectos
sobre su patrimonio (Cifuentcs, ob. cit., p. 193) Para Ghersi, semánticamente la prodigalidad implica una
conducta deliberada de dilapidación de bienes sin sentimiento económico (Ghersi, Carlos Alberto: Derecho
Civil (Parte General). Buenos Aires, edit. Astrea, 1993, p. 134). En el derecho francés Bonnecase define
la prodigalidad como la dilapidación inconsistente o sistemática, por una persona, de su capital (Bonnecase,
ob. cit., p. 206); Carbonnier la considera corno la ausencia de regularidad en la gestión de bienes (Carbonnicr,
Jean: Derecho Civil. Barcelona, Bosch Casa Editorial, 1960. T. 1, Vol. 11, p. 620). Véase igualmente: Diez-
Picaza y Gullón, ob. cit., p. 268, quienes definen la prodigalidad corno un comportamiento irregular y
socialmente condenable de una persona, que pone en peligro su propio patrimonio en perjuicio de
determinados familiares. Los autores citan una sentencia del 2 de enero de 1990 que indica que la
prodigalidad resultado de "un comportamiento significativo de gastos inútiles que pongan de manifiesto
un espíritu desordenado, de disipación y derroche" (idem). Aguilar Gorrondona señala que la prodigalidad
consiste en mermar la propia fortuna mediante gastos desproporcionados e injustificados (Aguilar
Gorrondona, ob. cit., p. 316). Binstock siguiendo a De Castro indica que es la conducta socialmente
condenable de quien pone en injustificado peligro su patrimonio y con ello las expectativas de sus
legitimarios>> (Binstock, La Protección ... , p. 35). En el mismo sentido: Lete del Río, ob. cit., p. 121.
La jurisprudencia colombiana ha indicado que el pródigo es el que no tiene fin ni medida en sus gastos, es
quien disipa su patrimonio con loca profusión, se produce una pasión desbordada y morbosa; el pródigo
obra en sus actos en forma voluntaria y consciente (sentencia de la CSJ del 27-10-38, citada por López
. Blanco, ob. cit., 1983 , p. 213). El pródigo es pues quien malgasta su fortuna. La palabra malgastar supone
implícito que en efecto no se trate como veremos a continuación de gastos justificados o proporcionados.
O 352 Maria Candelaria Domínguez Guillén
a un procedimiento de incapacitación quedará sometido a curatela de inha-
bilitados.
b.2.- Antecedentes
Desde tiempos remotos se ha sentido una preocupación por la suerte del sujeto
que sin pensar en su futuro y en el de los suyos gasta en forma desatinada sus
bienes y fortuna.
n 7 Tobías, José W.: La Inhabilitación en el Derecho Civil. Buenos Aires, edit. Astrca, 2a cdic., 1992, p.
97.
288
Cifuentes, ob. cit., p. 193.
;s~ _Castán Tobeñas, ob. cit., p. 219.
;~,Qr::,¡padillo, Víctor Luis: Tratado Elemental de Derecho Civil Venezolano. Caracas, edit. Ávi la Gráfica,
195l,•T.,ll, p. 311.
:~1 N~r~J)j~,Ochoa, ob. cit., p. 206.
29
~ ••Qige~~9;+_ib¡o XXVI, Ti t. V, Ley 12, N° 2; citado por Bonet, ob. cit., p. 368.
El procedimiento de incapacitación O 353
Si bien en el derecho romano se equiparó el pródigo al demente durante la
Edad Media, este concepto estricto fue dulcificándose, hasta llegar a los
tiempos modernos en que se discute ampliamente si la prodigalidad debe ser
causa de interdicción o de simple disminución de la capacidad civil. Los autores
optan por una u otra tendencia y lo mismo hacen los códigos civiles. El Código
alemán y el soviético enti_enden que la prodigalidad es motivo para declarar la
incapacidad de quien la padece. El Código francés, el italiano y el español
consagran una incapacidad parcial. En cambio, el código de México se inclina
por no incluir la prodigalidad como circunstancia modificativa de la capacidad
civil .293
293
Gomis, José y Luis Muñoz: Elementos de Derecho Civil Mexicano. México, s/cdit., 1942, T. 1, p. 232.
Véase igualmente: Espin Cánovas, Diego: Derecha Civil Espmiol. Madrid, edit. Revista de Derecho Privado,
1.951. Vol. 1, p. i3R.
294
Dicha nonna se repite en los CC posteriores según indicamos supra lll.l.a.
O 354 Afaría Candelaria Dominguez Guil/én
De manera pues, que nuestro ordenamiento se ubica dentro de la línea que
consagra la prodigalidad como una limitación a la capacidad de obrar, a través
de la inhabilitación.
b.3 .-Justificación
295
Valverde y Valverde, ob. cit., p. 344.
296
!bid., pp. 344 y 345. Guillenno Borda refiere lo que acontece en el derecho argentino: indica dicho
autor que Vélez Sársficld señala cuatro razones por las cuales no procede la interdicción del prodigo: 1) la
prodigalidad no afecta las facultades mentales: 2) la libertad individual no debe ser restringida sino en los
casos de interés público, inmediato y evidente: 3) en la diferente manera de hacer gastos inútiles que
concluyan una fortuna no hay medio de distinguir con certeza al prodigo del que no lo es: 4) puesto que no
es posible poner un máximo a cada hombre en sus gastos, el que se llamase pródigo sólo habría usado o
abusado de su propiedad. sin quebrantar ley alguna. Borda ante tales señalamientos considera que tales
señalamientos se basan en una concepción individualista del derecho, no es posible hablar del derecho a
abusar de la propiedad: y que el pródigo se expone a perder su fortuna y por ello es lógico que se le proteja
a él y a su familia, en consecuencia no parece justo someter al pródigo a una verdadera interdicción sino
declararlo incapaz de realizar determinados actos sin la asistencia del curador. En Argentina, por otra
parte, se autoriza a inhabilitar a quienes por la prodigalidad en los actos de administración de sus bienes
expusiesen a su familia a la pérdida de su patrimonio. Indica Borda que de lo anterior se desprende que en
el derecho argentino el pródigo debe tener cónyuge. ascendientes o descendientes por lo que la legislación
argentina admite la prodigalidad en defensa de la familia y no del mismo pródigo (Borda. ob. cit.. p. 292).
Igualmente en el derecho español comenta Bercovitz y Rodríguez-Cano que la incapacitación por
prodigalidad pretende proteger los derechos de contenido económico de los miembros más próximos de la
familia: es requisito para la incapacitación la existencia de familiares cercanos (Bercovitz y Rodríguez-
Cano, Derecho de la Persona ... , pp. 89 y 90). Así en el derecho español si el presunto pródigo no tiene
par;enies con derecho a al;men!os. al derecho le es ;nd;fcren!c ló que 1~ jltr!óM h~g~ MH !U ~nlrinl6fti6
(Carrasco Perera, ob. cit., p. 136). Véase igualmente en este sentido: el art. 584 del CC Peruano, que
señala: "Puede ser declarado pródigo el que teniendo cónyuge o herederos forzosos dilapida bienes que
El procedimiento de incapacitación O 355
Esta última posición de considerar la prodigalidad como fundamento del interés
familiar es criticada por el autor Mariano Aramburo quien se pregunta ¿acaso
no hay más intereses que los familiares? ¿Por ventura no reclama el interés
público el empleo racional de los bienes materiales? ¿no resultan peijudicadas
más entidades, con los efectos de la prodigalidad, que las personas que cons-
tituyen la familia, o aquellas que están ligada con el pródigo por alguna relación
jurídicas? ¿Es que acaso no hay más deberes que los puramente individuales?
A este aspecto parcial, bajo el cual consideran las leyes positivas los efectos·
de la prodigalidad, obedece el concepto equivocado que de ella formulan y
las deficiencias de que adolecen sus preceptos. 297 Castán en su obra "Hacia un
nuevo derecho civil" crítica esta visión restrictiva del Código español que
solo funda la protección en interés de la familia. 298
excedan de su porción disponible.'' Boggio indica que la prodigalidad se justifica no tanto en protección
al individuo sino a la familia inocente, que puede caer en la ruina financiera (Boggio, ob. cit., pp. 311 y
312). En el derecho venezolano no observamos esta característica, según la cual se requiere la existencia
de parientes del presunto pródigo. Valencia Zea, comenta respecto al derecho colombiano, que la ley no lo
exige expresamente, la orientación moderna requiere que el prodigo exponga a su familia a la miseria
(Valencia Zea, Arturo: Derecho Civil. Bogotá, edit. Temis, 8a edic., 1979, T. 1, p. 511 ).
297
Aramburo, ob. cit., pp. 181 y 182.
298
Citado por Escobar de la Riva, ob. cit., p. 46.
299
Cifuentes, ob. cit., p. 193.
O 356 María Candelaria Dominguez Guillén
Obviamente también se persigue indirectamente la protección de los otros
interesados, lo cual se evidencia de la legitimación, tales como los parientes y
acreedores. Lo que nos resistimos a admitir es que sin la existencia de estos
últimos se abandone a su suerte al pródigo hasta que se constituya en una
carga para la sociedad.
300
De Apalatequi y Ocejo, ob. cit., p. 17.
301
Aramburo. ob. cit., p. 179.
302
!bid., p. 180.
301
Castán Tobcñas; Hacia un nuevo derecho civil, citado por Escobar de la Riva, ob. cit., p. 46.
El procedimiento de incapacitación O 357
No han faltado sin embargo, algunos economistas señalando que los actos de
prodigalidad favorecen la circulación de la riqueza, por lo que no son contrarios
al interés social. 304 En ciertos países de escasa raigambre histórica y de pros-
peridad material, criterios psicológicos y sociales sui géneris se desentienden
de tal contingencia, habituados a que el dinero y los bienes circulen con
facilidad. 305
Así pues, no solamente debe verse al pródigo como ese sujeto que gastará
todos sus bienes sin dejar algo a sus herederos; sino que además, también
debe pensarse que ese pariente derrochador, una vez que agote todo su caudal
puede quedar en una estado tal de necesidad, que se dirigirá a esos mismos
parientes para reclamar el cumplimiento de la obligación de alimentos. Y
finalmente, el pródigo que ha caído en estado de pobreza por su negligencia
económica representa un carga para el Estado y la sociedad.
304
Espín Cánovas, ob. cit., p. 138.
305
Cabanellas, Guillermo: Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual. Buenos Aires, cdit. Heliasta
SRL, 15' cdic., 1.982, T. VI, p. 443.
306
Planiol, Maree lo y Georges Ripert: Derecho Civil. México, edit. Pedagógica Iberoamericana. Colección
Clásicos del Derecho, 1996, p. 349.
307
Borda, ob. cit., p. 290.
O 358 Maria Candelaria Dominguez Gtdllén
Así lo refiere Von Thur al indicar que la incapacitación se pronuncia en el
interés del pródigo, para protegerlo de los efectos de su manera de obrar, pero
también para la protección de sus allegados y en el interés de la sociedad, ya
que más tarde el pródigo constituirá una carga para ella. 308
b. 4.-¿Enfermedad mental?
308
Von Thurl ob. cit., p. 61. El pródigo no conoce el valor del dinero (Trabucchi, Alberto: Instituciones de
Derecho Civil. Madrid, edit. Revista de Derecho Privado, 1967, p. 90). Tal vez por descuido, ligereza,
generosidad o la manía de gastar su patrimonio (Crome, Cario: Parte Genera/e del Diritto Priva ro Francese
Afoderno. Milano, Societá editrice Libraria, 1906. Traducciones con note de A. Ascoli y F. Carnmeo ). Esa
falta de valoración por el elemento económico se revertirá en el futuro en perjuicio del propio pródigo, por
ello .fa ley interviene afectando su capacidad. Véase igualmente: Enciclopedia Jurídica Omeba. Buenos
Aires.· Bibliográfica Omeba editores-libreros, 1967, T. XXIII, p. 421, al respecto se indica que no res1.;11ta
conveniente proceder a la incapacitación del pródigo úriicamelltC en casO de heredel-os, pOrque ,;si. bien es
cierto que una de las finalidades perseguidas en la protección del patrimonio familiar, no es menos cierto
que el pródigo por ser tal, también necesita el mismo y por sí mismo ser protegido, para evitar que caiga en
la indigencia".
309
Puig Peña. ob. cit., p. 259.
El procedimiento de incapacitación O 359
310
Binstock, La Protección ... , pp. 34 y 35.
JllOgáyar y Ayllón, Tomás. La Prodigalidad como causa modificativa de la capacidad de obrar. En:
Estudios de Derecho Civil en honor al profesor Castán Taheñas. Pamplona, Ediciones de la Universidad
de Navarra S.A., 1969, Vol. 1, pp. 256 y 257. En el mismo sentido: Montarcé Lastrá, ob. cit.. p. 64, quien
considera que el pródigo puede catalogarse entre los débiles mentales. Véase igualmente: Rojas, Nerio:
Medicina Legal. Argentina, Librería el Ateneo Editorial, 12 edic., 2' reimpresión, 1984, pp. 365 y 366,
ubica al pródigo entre los semialienados correspondiente a un estado de anonnalidad psíquica. En nuestro
derecho, Borjas alude al pródigo como "verdaderos monomaníacos de la dilapidación" (Borjas, ob. cit.,
pp. 220 y 221). Véase también: Schizzerotto, ob. cit., p. 46; No puede existir un pródigo plenamente
capaz de comprender la responsabilidad de sus actos. El individuo en posesión de su facultad mental no
puede ser un pródigo ... La prodigalidad puede ser una manifestación del histerismo, que representa una
manifestación morbosa de la personalidad, se presenta como una verdadera y propia psicopatía o psicosis
maníaca. Recientemente, en el ámbito nacional Marín Echeverría señala que " .. .los pródigos al igual que
los débiles de entendimiento fonnan parte del grupo de oligofrénicos que la Organización Mundial de la
Salud llama «Dificiencia Ligera>~ y la Psicometría "Debilidad Mentaf'. Luego el autor al definir al pródigo
indica que es aquella persona que afecta de debilidad mental, desperdicia y consume su hacienda en
gastos inútiles y vanos (Marin Echeverría, ob. cit., pp. 201 y 202).
O 360 Maria Candelaria Dominguez Guillen
312
Aramburo, ob. cit., p. 177.
313 Ibid., p. 178 y 179. Este aspecto de conducta inmoral con que Aramburo relaciona la conducta del
pródigo tiene que ver con la noción filosófica de esta conducta. Así comenta Millán-Puelles cuando se
refiere a las virtudes y a los vicios que ·'entre el vicio de la prodigalidad J' el vicio de la avaricia está la
virtud de la liberalidad; entre la temeridad y la cobardía, que coinciden en ser vicios, está como una
virtud, la valentía o valor" (Destacado nuestro. Millán-Puelles, Antonio: Lb:ico Filosófico. Madrid,
Ediciones Rialp S.A .• 1.984. p. 601 ). Obsérvese pues. que desde una perspectiva filosófica. la prodigalidad
al igual que la avaricia, la temeridad o la cobardía, no es una enfermedad, es un "vicio". Igualmente en el
lenguaje común, no se nos ocurre pensar que el avaro o el cobarde es un enfermo mental. Véase igualmente:
Schizzerotto, ob. cit., p. 22, quien siguiendo a Ricci, indica: Puede concluirse que una cosa es el vicio y
otra la enfermedad de la mente. El primero en efecto es una depravación de la voluntad que consiste en
una pésima dirección a las propias acciones. Los vicios son las pasiones desenfrenadas, violentas y brutales
que conducen al individuo a la ruina, p~ro que no lo privan de la razón.
El procedimiento de incapacitación O 361
el pródigo es persona capaz de ejecutar por sí solo y comprender la realidad
de cualquier acto, y en esto se diferencia del demente. Pero el pródigo y el
demente pueden llegar a un mismo resultado, es decir, a la disipación del
patrimonio. 314 .
314
Duque Sánchcz, oh. cit., p. 386.
Ju Diez Pi cazo, oh. cit., p. 7.
31
" Carrasco Perera, oh. cit., p. 136.
317
Citado por Castán Tobeñas. oh. cit., p. 218.
318
Bonct Ramón, ob. cit.. p. 368.
319
Ospina Femández y Ospina Acosta, ob. cit.. p. 93.
320
Escobar de la Riva, ob. cit., p. 45. Por ello Covicllo refiere que la prodigalidad se equipara a una
enfermedad mental y es causa de inhabilitación (Covicllo, ob. cit.,p. 212). Obsérvese respecto a esto
último, que es totalmente distinto que el pródigo se equipare la enfermo mental en cuanto al régimen y los
O 362 t\faría Candelaria Domínguez Guillén
En este sentido, refiere Josserand que quien incurre en prodigalidad puede ser
muy inteligente y obrar con perfecto conocimiento de causa, por ello no se le
podría asimilar a un demente. Pero por otro lado sus dilapidaciones constituyen
una grave peJjuicio para su familia. 321 Es más, pensamos que el hecho de que
el pródigo por no ser un enfermo mental, pueda actuar en ocasiones con cautela
a fin de ocultar su conducta, por lo que en ocasiones la conducta del pródigo
no será tan fácil de percibir por los parientes o terceros, como sí lo es la del
débil mental.
Por nuestra parte, nos mostramos partidarios de la tesis objetiva. Ello sin caer
en exquisiteces de orden científico, pues en tal caso podríamos llegar a admitir
que cualquier conducta cae dentro de la anomalía mental. Pensamos que si
efectos·; á que realmente se constituya en una especie de este último. Como en efecto, indica Escobar de la
Riva, la asimilación con el enfermo mental tuvo lugar sólo en relación a los efectos. En el mismo sentido
obsétvese bOIDínici, quien indica que el pródigo se halla en circunstancias semejantes la débil mental, por
.. 1.3 falta de discreción y prudencia en el manejo de sus intereses (Dominici. ob. cit., p. 528).
321
•.•• Josserand, Louis: Derecho Civil. Buenos Aires, Ediciones Jurídicas Europa América, 1952, T. 1, V. 1, p.
431. En el mismo sentido; Naranjo Ochoa, ob. cit., p. 205.
m Giunta, ob. cit., p. 9. En el mismo sentido se pronuncia Venzi, al indicar que aunque el pródigo es un
derrochador, no se puede decir propiamente que está mal de la mente, aunque requiera ser sujeto a
inhabilitación al igual que el ciego y el sordomudo (Venzi, Giulio: Manuale del Diritto Civile Italiano.
Firenze, Casa editrice Librarla "Fratelli Cammelli", 1922, p. 65). Véase igualmente: Moro Almaraz y
Sánchez Cid, ob. cit., p. 132, quienes refieren: «no se toma como reflejo de la falta de salud mental, como
tampoco se acude al expediente de que el pródigo es un enfermo".
323
Von Thur, ob. cit., p. 61 .
324
Binstock, La protección ... , p. 31.
"' La Roche, ob. cit., p. 225.
El procedimiento de incapacitación O 363
bien existirán casos en los cuales algunos pródigos presentan también caracteres
de debilidad mental, se observarán otros (los casos que propiamente constituyen
prodigalidad) donde ciertamente el pródigo no muestre síntoma alguno de
desajuste intelectual. Así pues, consideramos que la prodigalidad no es una
enfermedad mental, es una conducta desordenada: puede incurrir en ella un
sujeto por lo demás inteligente y consciente, por ello lo importante será atender
al elemento "objetivo" de la dilapidación.
Creemos por otra parte, que si la ley venezolana considerase al pródigo como
un débil mental no lo hubiese indicado en forma autónoma en el art. 409 del
ce, luego de enunciar a éste último.
Cuando esa pasión por el gasto proviene de una verdadera enfermedad mental,
debemos entonces reconsiderar la causa. 326 En efecto si un caso concreto se
piensa que el pródigo es un enfermo mental, como bien indica Boggio, entonces
estaremos en presencia de una enfermedad mental, que puede dar lugar a la
inhabilitación o interdicción según la gravedad del defecto intelectual. No se
debe pues entremezclar sin mayores reparos causas distintas que afectan la
capacidad de obrar, a saber, la enfermedad mental y la prodigalidad. 327
Pensamos que ello puede resultar importante desde el punto de vista procesal,
pues si aceptamos que el pródigo efectivamente no es un enfermo mental, no
será necesario el dictamen médico sino la prueba de la dilapidación. En efecto,
desde el punto de vista probatorio las características de la prodigalidad no se
acreditan mediante un dictamen médico, sino a través de hechos que indiquen
una conducta desproporcionada, injustificada y habitual. De nada servirá un
dictamen médico que indique una manía compulsiva de gastar si no se acreditan
los gastos, como tampoco vale un examen que indique una estado de sanidad
mental absoluto, si en efecto existen gastos cuantiosos son estos últimos lo
que objetivamente prueban la prodigalidad. 328
32
Boggio, ob. cit., p. 311.
b
327
Planiol y Ripert parecen también admitir que la prodigalidad puede ser originada por una enfermedad
mental pero no necesariamente, pues indican que el pródigo es aquel que por desarreglo mental o costumbre,
disipa su fortuna (-Destacado nuestro- Planiol y Ripert: Tratado Práctico ... , p. 679).
328
Véase igualmente: Guasp, ob. cit., T.ll, p. 420 quien refiere acertadamente que el pródigo no es un
enfermo, no obstante coincidir el proceso con el de enfermedad mental; Cedeño, Alfredo: De las
O 364 María Candelaria Domínguez Guillén
b.S.- Condiciones
El art. 534 del CC colombiano indica en este sentido que la dilapidación deberá
acreditarse mediante "hechos repetidos que manifiesten una falta total de
prudencia. 331
Incapacidades en el Código Civil y en la Ley Procedimental. Bogotá. edit. Kelly, 1.941, p. 33, indica que
la ley asimila el pródigo a un demente no por tener defectos fisicos o mentales, sino por no manejar sus
negocios con acierto. El pródigo sólo demuestra ineptitud en lo económico (Cabancllas. ob. cit., p. 444).
Indica Antonio Mortarcé Lastra que a su juicio el pródigo puede catalogarse como débil mental y por ellos
algunas legislaciones equiparan el pródigo con el alienado; sin embargo, indica el autor, otros países lo
tratan como una causa de incapacidad especial (ob. cit., pp. 64 y 65). Dentro de estos últimos podemos
ubicar igualmente al caso venezolano, en el cual no se considera al pródigo un enfermo mental. Por su
parte, autores como García Amigo, al referirse a las causas que modifican la capacidad de obrar, diferencian
entre la enfermedad y la prodigalidad (Garcia Amigo, oh. cit., pp. 441 y 446). Borda indica que si bien
muchas veces en el fondo de esta conducta imprudente hay una verdadera perturbación mental, indica
"aunque así no fuere lo cierto es que el pródigo revela una falta de aptitud para administrar sus bienes"
(ob. cit. p. 291). Véase igualmente: Schizzerotto, ob. cit., pp. 47 y 48, quien cita una sentencia italiana
(Cas, 12-l-42) que señala que la prodigalidad es una causa autónoma de inhabilitación, en el sentido de
que se requiere probar esta conducta. De manera que para pronunciarse sobre la misma no se requiere
probar enfennedad mental.
329
Manera y Noya, ob. cit., p. 241. Sin embargo, acotan que pese a ello se ha admitido que no obstante
sería un elemento significativo contar con un infonne psicológico respecto a la personalidad del denunciado
(idem). Por nuestra parte, pensamos que tal prueba es completamente impertinente pues resulta inútil ante
la omisión de la prueba de gastos desproporcionados, injustificados y habituales.
330
Véase en este sentido; AguiJar Gorrondona, ob. cit., p. 316; La Roche, oh. cit., p. 225; Binstock, La
protección .... p. 32 (véase igualmente: Prieto Cobas y Prieto De Pedro. ob. cit., p. 3: entre los requisitos
para declarar la prodigalidad, se requiere la existencia de una conducta desordenada. ligera y habitual,
que ponga injusrijicadame/1/e -destacado nuestro- en peligro la conservación del patrimonio).
331
Lópcz Blanco, ob. cit.. p. 216. En el mismo sentido: Valencia Zea. oh. cit., p. 511; Naranjo Ochoa, oh.
cit., p. 207.
El procedimiento de incapacitación O 365
Los gastos en primer lugar han de ser desproporcionados. Algo es proporcio-
nado cuando existe correspondencia entre las partes y el todo. Trasladando
esta idea al aspecto que nos ocupa, diremos que todo dependerá entonces del
'caudal económico del sujeto en cuestión, pues este representa "el todo". Si
los gastos de una persona aunque a otra le resulten exagerados, se corresponden
con la fortuna de quien los realiza, de manera que no pone la misma en peligro,
no existirá prodigalidad.m
Algunos autores han señalado que si los gastos afectan las rentas y no el
capital no existe prodigalidad. 335 Obviamente este requisito deberá conectarse
con el de la justificación porque si el gasto es justificado, ciertamente podrá
afectarse el capital.
Todo dependerá sin embargo del caso concreto y con ello adelantamos una
idea que indicaremos posterionnente, según la cual no se requerirá una cuan-
tiosa fortuna para poder incurrir en prodigalidad; lo importante para determinar
la desproporción, lo constituyen los gastos en relación a los bienes.
Ello ciertamente puede ser dificil de precisar ante casos concretos; serán
desproporcionados los gastos de magnate que arriesgue su fortuna como los
m Carbonnier alude al presente aspecto como de carácter material, a diferencia de la falta de justificación
que Jo califica de carácter moral (oh. cit., 619). En el mismo sentido Boggio, para quien el primer elemento
es objetivo y el segundo subjetivo (ob. cit., p. 310).
333
13orda, Alejandro: La Capacidad. En: La persona humana. Buenos Aires, La Ley S.A., 2001, pp. 185.
334
Mattcra y Noya, ob. cit.. p. 245. Agregan los autores (idcm, nota 82) que en una sentencia del23-9-87,
se indicó que quienes demandan la declaración de inhabilitación de una persona por prodigalidad, dCbcn
inexcusablemente acreditar la existencia de los bienes que integren el patrimonio del denunciado y así
mismo, su valor, ya que de otra forma no puede establecerse la incidencia de los actos que se imputan al
patrimonio.
335
Véase en este sentido: Carbonnier~ ob. cit.~ p. 620; Cabanellas, ob. cit., p. 444; AguiJar Gorrondona, ob.
cit., p. 316; La Rochc, ob. cit., p. 225. '
O 366 María Candelaria Domínguez Guillén
336
Bercovitz y Rodríguez-Cano, Rodrigo: Dei-echo de la Persona. Madrid, edit. Montecorvo, S.A., 1976,
p. 89.
El procedimiento de incapacitación D 367
galidad", al margen de la consabida dificultad que significaría distinguir en
algunos casos entre los adinerados y los sujetos de escasos recursos.
Este ejemplo es el que coloca Albaladejo para tocar la idea de gasto socialmente
condenable; la conciencia social no estima condenable quien corra el riesgo
de quedar en la miseria por emplear todos sus medios en la curación de un
hijo. 338 Le te del Río igualmente reseña la idea relativa a que dicha conducta
ha de ser socialmente condenable, lo que ocurre en la base a la opinión general.
El acto ha de ser arbitrario o caprichoso, sin otro objeto o finalidad que la
irracional complacencia que pueda producir en el espíritu de quien lo ejecuta;
razón por la cual la sentencia española del 19-6-15 declaró inaplicable el
concepto de pródigo a un hombre casado que favoreció con importantes
donativos a su manceba, guiado por el propósito de asegurar la subsistencia y
el porvenir de sus hijos adulterinos que de ésta nacieron, pero que también lo
había hecho a su hija legítima. 339 Sin embargo, aclara Albaladejo que también
337
Aguilar Gorrondona, ob. cit., p. 316. -
JJ< Albaladejo. ob. cit.. p. 284.
339
Lete del Río, ob. cit.. p. 122. En el mismo sentido, de requerir una conducta socialmente condenable, se
pronuncia siguiendo a De Castro; Fernándcz Martín-Granizo, Mariano: La Prodigalidad en la Ley 13/
1983 de 24 de Octubre. En: Documentación Jurídica. Monográfico dedicado a la Reforma del Código
Civil en materia de Tutela. Madrid, Ministerio de Justicia, Tomo XI, N° 41, enero-marzo 1984, p. 48.
O 368 ,\!aria Candelaria Dominguez Guillén
es pródigo quien destina todos sus ingresos a obras benéficas, y así, se arrui-
na.340 Obsérvese que ante esto último el aspecto de la necesidad de una conducta
socialmente reprochable no se presenta como necesario, pues el filántropo
que destina todo su haber a la caridad también es pródigo. 341
340
Albaladejo, ob. cit., p. 284. Véase en el mismo sentido; Moro Almaraz y Sánchcz Cid, ob. cit., pp. 131
y 132: puede incluso tratarse de actos cuyo gasto no sea socialmente condenable, incluso tenga fines
benéficos o altruistas.
341
Véase en este sentido: Moro Almaraz y Sánchez Cid, ob. cit., pp. 131 y 132: "puede incluso tratarse de
actos cuyo gasto no sea socialmente reprochable. incluso tenga fines benéficos o altruistas."
'" Boggio, ob. cit., p. 311.
w Naranjo Ochoa. ob. cit., p. 207.
344
Carbonnier, ob. cit., p. 620.
El procedimiento de incapacitación O 369
a la desproporción, la inflación pareciera justificar la falta de proporción.
Finalmente, reiteramos que quedará al juez examinar minuciosamente las
circunstancias del caso.
345
Bonct, ob. cit., p. 369.
346
Escobar de la Riva, ob. cit., p. 45.
347
En tal caso, por lo general, el gasto constante no se ve representado en objetos o cosas perdurables con
valor económico sino que se traduce en pérdida irrecuperable del dinero del jugador. Algunos autores se
refieren de manera circunstancial a la pfodigalidad derivada de los gastos por juego o carreras, véase en
este sentido: Naranjo Ochoa, ob. cit., p. 207; Von Thur, ob. cit., p. 60.
34
g Véase en este sentido: Castán Tobeñas, ob. cit., p. 218; Binstock, La protección ... , p. 32; Grimaldi de
Caldera, Elvira y Gracicla Bilbao de Romer: El Enfermo A4ental en.Nuestro Ordenamiento Jurídico. En:
Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad de Carabobo N° 52. Valencia, 1990, p. 62.
O 3 70 Aiaria Candelaria Domíngue= Guillén
como la misma palabra "conducta" lo indica, debemos estar en presencia de
algo común o característico del sujeto, y no en de un simple hecho aislado.
Los actos más o menos irregulares o los gastos excesivos, pero aislados o
puramente circunstanciales, no pueden ser calificados como constitutivos de
la condición jurídica de la prodigalidad. 349
349
Sentencia española del 25-3-42. citado por Lete del Río, ob. cit., p. 122. En el mismo sentido: Bonet
Ramón, ob. cit.. p. 369; Escobar de la Riva. ob. cit.. p. 45. El art. 534 del CC colombiano exige que los
hechos sobre los cuales se fundamenta la prodigalidad sean repetidos y constantes (Naranjo Ochoa, ob.
cil., p. 207). En. el mismo sentido: Valencia Zea. ob. cil., p. 511, López Blanco, ob. cil., p. 216.
350
Von Thur, ob. cit.. p. 60.
351
Cabancllas, ob. cit., p. 443.
352
Binstock, La protección ... , p. 32.
353
Ghcrsí, ob. cit., p. 135.
35" Véase en este sentido: AguiJar Gorrondona, ob. cit., p. 316: La Roche, ob. cit., p. 225, Hung Vaillant,
ob. cit., p. 262, aunque los autores no se pronuncian respecto a la continuidad; Binstock, La protección ..
p. 32.
El procedimiemo de inc'apacitación O J 71
355
Castán Tobeñas, ob. cit., p. 218.
356
Marín Pérez. oh. cit., pp. 85 y 86.
357
García Amigo, oh. cit.. p. 447. Véase en el mismo sentido: Prieto Cobos y Prieto De Pedro, ob. cit., p.
5; se pregunta el autor ¿Qué actos son suficientes para declarar la prodigalidad? Su detenninación constituye
una facultad privativa de Jos jueces de instancia. que ha de aceptarse en casación.
La propia circunstancia de que la ley no contenga una dctenninación específica y limitativa respecto a
quienes han de ser considerados como pródigos. obliga a aceptar un concepto holgado de ella. en congruencia
también con el sentido usual o gramatical d~l vocablo, y con las exigencias de una interpretación finalista·
que tenga en cuema los fundamentos o motivos de la institución jurídica de que se trata (Bonet Ramón,
ob. cit., 369). En el mismo sentido: Escovar de la Riva. ob. cit., p. 43; No h"a detem1inado nuestro CC
quiénes han de ser considerados como pródigos, lo cual hállase indudablemente justificado por la dificultad,
casi invencible, de encerrar en una fórmula apriorística lo que, en definitiva. ha de depender de hechos
distintos, variables y acreditados.
Vale reiterar que todas estas condiciones o características han de ser consideradas en atención a las parti-
culares circunstancias de cada caso en concreto. Como bien refiere Von Thur "cabe considerar las perso-
nas y las circunstancias: los gastos por juego, carreras, diversiones. colecciones dispendiosas, etc., debe-
rán ser juzgados, o no~ como prodigalidad, según los recursos patrimoniales y la posición social del agente
(ob. cit., p. 60).
358
Fern{mdez Martín-Granizo, ob. cit.. p. 47.
O 372 Jtdaria Candelaria Dominguez Guillén
Vale terminar este punto con unas palabras de Guillermo Cabanellas: "La
prodigalidad es mal de diagnóstico tardío y de curación casi imposible, por
falta de convalecencia experimental... peor es nada, porque si de/náufrago
no cabe rescatar la nave, al menos resulta consolador salvar a los náufragos
y algunos de sus efectos". 359
359
Cabanellas. ob. cit., p. 443.
360
Respecto al derecho español Castán Tobeñas siguiendo a De Castro indican que podrá ser incapacitado
por causa de prodigalidad el menor no emancipado; pero en cambio no parece posible la declaración de
prodigalidad del menor no emancipado. por falta de interés en el ejercicio de la acción. ya que dicho
menor está o debe estar sometido a la patria potestad o a la tutela de menores, que hacen innecesaria la
constitución de otra tutela más restringida (ob. cit., p. 220). Por nuestra parte pensamos que los menores
emancipados no son susceptibles de ser incapacitados a través de la inhabilitación, pues se encuentran
protegidos por un sistema de protección de asistencia y autorización semejante al del inhabilitado. Véase
arts. 383 y 384 del ce.
En relación con el pródigo como indicarnos anteriormente, no sucede como en otras legislaciones donde
se requiere que este tenga familia que puede ser perjudicada por su conducta, pues en tal caso se admite la
prodigalidad en defensa de la familia y no del mismo pródigo. Véase: Alterini, Atilio Aníbal: Derecho
Privado. Buenos Aires, Abeledo-Perrot, 3a edic .. l989, p. 157, indica que sólo procede si existe cónyuge o
parientes, pues a ellos les corresponde la acción. Esto es duramente criticado por Aramburo quien se
pregunta ¿acaso no hay más intereses que Jos familiares? (oh. cit., p. 181).
El procedimiento de incapacitación O 373
-El cónyuge
361
Una situación semejante se observa de cierta forma en la legislación alemana: en la misma la interdicción
no procede de oficio, pero si tiene lugar por enfermedad mental puede solicitarla el Ministerio Público,
mientras que ello no es posible si la causa es la prodigalidad (Roscnberg, ob. cit., T. 11, p. 565). Así indica
Kisch que la prodigalidad no le interesa tanto al Estado corno la interdicción por enfermedad. Por ello, en
la primera no interviene el rcspresentante del Ministerio Público (Kisch, ob. cit.. p. 398).
362
Véase al respecto supra 11.3 y nuestro estudio: Dornínguez Guillén, Algunos problemas .. , pp. 277-282.
363
Bonet Ramón, ob. cit., p. 3 70.
D 374 María Candelaria Domínguez Guillén
4.- Procedimiento
Indica el art. 740 CPC que "en la inhabilitación se seguirá el mismo proce-
dimiento que para la interdicción, salvo que no podrá procederse de oficio ni
podrá decretarse la inhabilitación provisionaT'.
364
Véase en este sentido: AMCSFM2, Sent. 1-7-96, J.R.G., T. 139, pp. 67 y 68: Tanto para los juicios de
interdicción como de inhabilitación existen dos fases, una sumaria y otra ple~aria, con la diferencia de
que en la interdicción, decretada la interdicción provisional una vez concluida la fase sumaria, el juicio
queda abierto a pruebas por la vía ordinaria; y con la inhabilitación, al concluirse la fase sumaria, no se
decretará la inhabilitación provisional; pero sí se abre el juicio a pruebas_por la vía del juicio ordinario, lo
cual no ocurrió en el caso de autos ...
365
Véase igualmente: Cifuentes, oh. cit., p. 195, quien indica'' ... no hace falta acompañar certificados
médicos, pues basta comprobar la importante pérdida del patrimonio".
366
Véase en este sentido: SchOnke, oh. cit., p. 362.
El procedimiento de incapacitación O 375
criterio será conveniente la entrevista entre el presunto pródigo y el juzgador,
a fin de lograr un contacto personal directo y escuchar los aleg~tos del pródigo.
367
Véase en tomo a la posibilidad de dictar medidas preventivas sobre los bienes con el objeto de evitar su
disposición: CSJ/Cas, Scnt. 1-6-86, J.R.G., T. 82, p. 603, la sentencia aun cuando hace una referencia
circunstancial admite dicha posibilidad, al indicar: " ... si en el juicio se ha dictado una medida preventiva
sobre sus bienes con el objeto de evitar la disposición."
36
H Borjas, ob. cit., p. 233.
O 376 María Candelaría Domínguez Guillén
369
Aguilar Benítez de Lugo y otros. ob. cit., p. 59.
370
Véase al respecto, Rosenberg, ob. cit., T. 11, p. 569, quien refiere que si se solicita incapacitación por
enfermedad mental, podrá dictarse en caso de débil mental, porque sólo hay una diferencia de grado en la
perturbación, pero no si se trata de dipsomanía o a la inversa. Es por ello que el caso venezolano no es
posible acumular un procedimiento de imerdicción y de inhabilitación por enfermedad mental, porque en
un mismo procedimiento puede tener lugar cualquiera de estas, en virtud de las amplias facultades del
juez. Sin embargo, en países como Alemania. es posible acumular el procedimiento de interdicción y de
inhabilitación en una solo cuando este último no tiene su origen en una perturbación mental (SchOnke, oh.
cit. , p. 357). Tal planteamiento resulta dificil de trasladar al derecho venezolano: ¿es posible acumular un
procedimiento de interdicción por defecto intelectual grave con uno de inhabilitación por prodigalidad?
En nuestro caso, además de verlo incompatible a nivel sustantivo y procesal, resultaría una muestra exagerada
y suspicaz de querer agotar las causas de incapacitación judicial.
El procedimiento de incapacitación O 377
indicio que le haga presumir la incapacitación. En tal caso, dentro del proce-
dimiento de inhabilitación, la división del proceso en dos etapas tendría el
sano efecto de desechar en una temprana fase solicitudes temerarias. De
encontrar méritos suficientes, el juez pasará a la etapa correspondiente al
plenario.
371
Recordemos la reflexión de Cabanellas en el sentido que la prodigalidad es mal de diagnóstico tardío
porque si del naufrago no cabe rescatar la nave, al menos resulta consolador salvarle a él y algunos de sus
efectos (Cabanellas, oh. cit.. p. 443). Pensamos que en razón de no ser posible en el procedimiento en
cuestión. la inhabilitación provisional. la única fonna de salvar el patrimonio del pródigo mientras se
espera por la decisión de incapacitación es a través de medidas preventivas.
372
Borjas. oh. cit.. p. 20 l.
O 3 78 Maria Candelaria Domínguez Gui/Jén
afirman que igualmente es obligatorio para el juez dictar la inhabilitación si
se han probado sus extremos. 373 Así si se acredita una enfermedad mental leve
o se prueban la prodigalidad de una persona, debe el juez declarar la inhabi-
litación, no siendo en tal caso facultativo para él. En este sentido, indica
acertadamente Micheli en relación a la interdicción que la ley establece un
deber de declarar la interdicción de un sujeto que se encuentre en determinadas
situaciones psíquicas, pero el mismo deber existe también en cu¡¡nto a la
inhabilitación (aun cuando la fórmula de la ley parezca en sentido contrario ).)74
5.- Efectos
373
Véase en este último sentido: Schizzerotto. ob. cit.. p. 38: Sin embargo. la inhabilitación debe ser
declarada cuando se han llenado los extremos de la misma. (Cita a Stella Richter e Sgroi. Butera, Giunta.
Scardulla). Véase, en torno a la diferencia entre ambos procedimientos: AMCSFM2. Scnt. 1-7-96, J.R.G ..
T. 139. pp. 67 y 68.
JJJ Micheli. oh. cit.. p. 48.
375
Por ejemplo. tradicionalmente se ha considerado que recibir cantidades de dinero constituye un acto de
administración, pues los actos de disposición son los que pueden poner en riesgo una parte considerable
El procedimiento de incapacitación O J 79
Los actos que el inhabilitado realice sin la asistencia del curador están viciados
de nulidad relativa, de confonnidad con el art. 411 CC. Los actos anteriores a
la inhabilitación no podrán ser atacados. Podemos resumir los efectos de la
sentencia de inhabilitación en los siguientes:
Hay que tener en cuenta --como bien indica Aguilar- ciertas normas en este
aspecto:
del patrimonio del incapaz. Pues bien, una persona pródiga que reciba una cantidad de dinero probablemente
gastará en fonna inmediata ese dinero: ante un caso de esa naturaleza. podría el juez considerar necesaria
la asistencia del curador. inclusive.:: para la realización de actos de administración.
76
J La Rochc. ob. cit.. p. 225.
O 380 A-taría Candelaria Dominguez Guillén
art. 147 CC: "Para la validez de las convenciones matrimoniales y de las
donaciones hechas con motivo del matrimonio, por quien esté inhabilitado, o
se le esté siguiendo juicio de inhabilitación, es necesaria la asistencia y aproba-
ción del curador que tenga, o del que se nombre al efecto si no se le hubiere
nombrado; además deben ser aprobadas con el Juez con conocimiento de
causa".
377
Así pues, no debemos confundir los efeclOs de la interdicción con los de la inhabilitación en la patria
potestad, la primera se configura como una causa de exclusión del ejercicio de la misma, en tanto que la
última excluye al padre afectado de los atributos de representación y administración dejando, si se quicrt•
latente. el atributo más importante desde el punto de vista afectivo: la guarda.
El prucedimientu de incapacitación O 381
decir, el orden es: paterna, legítima y dativa). Pensamos que la delación ha de
tener lugar sobre la base de la tutela de entredichos, donde el orden de la
delación es legítima (cónyuge y en su defecto uno de los padres), paterna y
finalmente dativa.
d.- Los actos que realice el inhabi/tado sin la asistencia del curador están
viciados de nulidad relativa: el artículo 411 del CC consagra que los actos
realizados en contravención con la nonnativa de la curatela de inhabilitados
están viciados de nulidad relativa: "La anulación de los actos ejecutados por
el inhabilitado sin asistencia del curado!; no podrá intentarse sino por éste,
por el mismo inhabilitado o por sus herederos o causahabientes".
No existe una norma que permita impugnar los actos anteriores a la declaratoria
de inhabilitación. m
6.- Revocación
m Aguilar Gorrondona, deja a salvo lo relativo a las capitulaciones matrimoniales y las donaciones al otro
cónyuge con motivo del matrimonio (ob. cit., p. 317).
D 381 AJaría Candelaria Dominguez Guillén
No obstante, debemos admitir la cesación de la medida de inhabilitación por
prodigalidad, pues como bien indica Guasp, la cosa juzgada -incluso en
materia de prodigalidad- está sujeta a limitaciones temporales. 379
CONCLUSIÓN
37
<l Guasp. oh. cit., T. IL p. 423. En el mismo sentido véase: Femándcz Martín-Granizo, oh. cit., p. 71: Las
382
Es expresiva en este sentido la frase contenida en una sentencia del Tribunal Supremo español de fecha
31 de diciembre de 1991, citada por Nada! i Oller (ob. cit., p. 32): "Los procesos de incapacitación
imponen w1 especial tratamiento y exigen una concentrada y directa atención de los juzgadores, ya que
el objeto de los mismos no son las cosas ni las controversias derivadas de las relaciones jurídica5, sino
la persona misma, y mediante dichos trámite..,- procesales se les reconoce o priva de la capacidad de
obrar".
El procedimiento de incapacitación O 385
mente podría afectar la dignidad del ser humano porque no existe mayor
plenitud en el ámbito personal y jurídico que la derivada de tener capacidad
de obrar.
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