Las Tierras Bajas de Bolivia
Las Tierras Bajas de Bolivia
Las Tierras Bajas de Bolivia
DE BOLIVIA
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984 VV. AA.
Las tierras bajas de Bolivia: miradas históricas y antropológicas / Diego Villar,
Isabelle Combès (compiladores) / Colección Ciencias Sociales de El País Nº 29/
Santa Cruz de la Sierra: El País, 2012
444p. : 21x15 cm
DL: 8-1-2280-12
ISBN: 978-99954-55-89-7
© Diego Villar
© Isabelle Combès.
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Diego Villar
Isabelle Combès
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ÍNDICE
Estudios regionales
Amazonía
El boom cauchero en la Amazonía boliviana: encuentros
y desencuentros con una sociedad indígena (1869-1912) ............ 125
Lorena Córdoba
Tsirihaicato: notas sobre el humor chacobo .................................. 157
Diego Villar
Los takanas: representaciones de los sistemas de
organización sociopolítica (1986-2010) ........................................... 177
Zulema Lehm
5
Chaco
Los Hombres Tumpas y las relaciones fronterizas entre
/12,2+!$"()*&*12)0$"($%&,2/$"()*$*."$3&)*#&3*)2+3(*45666* ........ 201
Roseline Mezacasa
Notas sobre la jerarquía interétnica en los ingenios
azucareros del noroeste argentino .................................................. 217
Federico Bossert
Chiquitania
Población indígena y diversidad cultural en Chiquitos
7)2+3(*4566689*:3+!"$)*/(")2#&,$/2("&)* .......................................... 239
Roberto Tomichá
Camino misional en Chiquitos ........................................................ 283
Aloir Pacini
Extracción, dueños y patrones entre los chiquitanos del
Valle del Alto Guaporé, frontera Brasil-Bolivia ............................ 297
Verone Cristina Silva
Problemas actuales
y estado de la investigación
Bibliografía ..........................................................................................401
6
INTRODUCCIÓN:
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A LAS TIERRAS BAJAS BOLIVIANAS
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3()*/$I!F$F$)*7CI!3&"&O$8N*3$*/$32./$/2J"*#&*3$*.+!,$*G!,D#2/$*#&*3$*
“Tierra Comunitaria de Origen” como recorte colonial que fomenta
divisiones sociales (Ferrié), la percepción irónica de las expectativas
de las ONGs por parte de los indígenas (Villar) o la denuncia de la
actividad misionera como propagadora de epidemias (Fischermann).
A la hora de presentar una compilación de estudios de este tipo,
pues, la complejidad temática haría pensar que la opción más senci-
lla consiste en resumirlos. Pero esta tarea no tiene demasiado senti-
do. Proponer un mero sumario de los textos implicaría renunciar a
la perspectiva holística que puede ofrecer la combinación sintética
de los mismos –o en otras palabras, equivaldría a desembarazarse
de la heterogeneidad como si fuera un problema y no una oportu-
nidad. Más interesante entonces es plantear un desafío adicional:
atravesar transversalmente los textos a partir de sucesivos recortes
temáticos para explorar qué es lo que nos dicen en su conjunto, y
a partir de una lectura panorámica proponer algunas conclusiones
provisionales sobre el estado actual de la historia y la etnología de
las tierras bajas bolivianas. No hace falta decir que no se trata de
los únicos recortes posibles: podrían encontrarse otros fácilmente,
y muchas veces las mismas cuestiones se solapan por estar íntima-
mente ligadas.
R$*0,2%&,$*/(")'$'$/2J"*E!&*)&*2%0("&*&)*3$*"$'!,$3&P$*$,'2./2$3N*
12)'J,2/$%&"'&*/(")',!2#$*#&*3$)*Q,("'&,$)*+&(+,-./$)N*)(/2$3&)*I*T'-
nicas. Por considerar a las tierras bajas bolivianas como un bloque
homogéneo, tal vez el caso más dramático sea su oposición global
con respecto a las tierras altas. A pesar de que en los últimos años se
ha relativizado, persiste en el imaginario colectivo e incluso en las
0,(02$)*2"O&)'2+$/2("&)*/2&"'D./$)*!"$*#2/('(%D$*,&/!,,&"'&*&"',&*3(*
alto y lo bajo que los ubica como universos independientes e incluso
antagónicos; y, en todo caso, se plantea que ambos entraron en con-
tacto recíproco luego de haberse constituido como tales.
La realidad parece ser otra. Si bien la historia académica privilegia
el estudio de las migraciones desde las tierras altas hacia los llanos
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o,2&"'$3&)*#!,$"'&*&3*)2+3(*44N*&)'&*H!G(*"(*/(")'2'!I&*!"*$/("'&/2-
miento excepcional y se inscribe en una larga historia de contactos
(Combès, Martínez Acchini). Por varios factores –la dinámica ex-
pansiva de la organización política, la ampliación de la estructu-
ra productiva a nuevos “pisos ecológicos”, las riquezas fabulosas
#&3*=$2'2'2*(*$/$)(*0,&)2("&)*#&%(+,-./$)U*3$*0(3D'2/$*&V0$")2("2)'$*
incaica se preocupa desde temprano por dominar las regiones sel-
O-'2/$)* #&3* (,2&"'&N* I* )!* 2"H!&"/2$* )(/2$3N* %232'$,* I* 0(3D'2/$* $3/$"-
za hasta el río Beni y probablemente más allá (Combès, Tyuleneva,
Ferrié). No extrañan entonces los sorprendentes reportes sobre las
relaciones de alianza servil, militar y parental entre los “musus”,
los “tamacocies”, los “paititeños” y las tropas incaicas de Condori,
Guacane y Manco (Combès); o sobre el uso ritual de la coca entre los
cayubabas de los llanos de Mojos, que al parecer les llega por medio
de intermediarios tacanas y apoleños; o sobre el hecho de que los
mismos cayubabas luzcan textiles que parecen “peruanos” a ojos de
los cronistas españoles (Tyuleneva).
El caso paradigmático es el poblamiento étnico del Tuichi. Des-
de tiempos de d’Orbigny se habla de este río como una frontera
que separa lo alto de lo bajo, lo quechua de lo tacana, los pueblos
andinos de los chunchos. Pero el examen de las fuentes revela que
#!,$"'&*3()*)2+3()*456*I*4566*3$*P("$*&)*!"*1&,O2#&,(*%!3'2T'"2/(*&"*
el cual confraternizan grupos muy heterogéneos. Las fronteras son
2+"(,$#$)N*%(#2./$#$)*(*#&)03$P$#$)*0(,*)!/&)2O$)*(3&$#$)*%2+,$-
torias durante la colonización preincaica, incaica, española e incluso
,&0!F32/$"$9*R&G()*#&*&)'$F3&/&,*/("."&)N*3$*0,&)&"/2$*$"#2"$*0$,&/&*
incrementar los intercambios: aparecen ruinas incaicas (fortalezas,
caminos, minas, alfarería), topónimos quechuas (Caquiahuaca) y
categorías (apu, yanacona) de indudable raigambre andina. Los mi-
sioneros jesuitas hablan de una lengua “aymara-chuncho”; surgen
misteriosos “títulos de nobleza” como Marani, cuya procedencia se
atribuye indistintamente a los aguachiles, a los aymaras o incluso
hasta a los arawak; y el mismo Álvarez de Maldonado reporta asom-
brado la existencia de la “provincia que llaman Toromonas, Mitimas
o Extranjeros” –que luego serán transformados por las paradojas de
la historia en arquetipo de los “pueblos originarios”. Cuando llegan
los españoles los indígenas procuran entablar relaciones diplomá-
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ticas con ellos sobre la base del modelo de intercambio que hasta
entonces los ligaba con el imperio cusqueño; no obstante, la lógica
administrativa del conquistador, pero sobre todo del gobernador,
el misionero y el funcionario imponen progresivamente el concep-
to de frontera cerrada e impermeable (Ferrié). De igual modo, la
presencia europea interrumpe ciertos circuitos entre las tierras altas
y bajas –como el transporte comercial de metales hasta el Atlánti-
co– pero a la vez promueve nuevas modalidades de circulación, y
"!%&,()()* '&)'2%("2()* /(3("2$3&)* ,&.&,&"* 3$* 1!2#$* #&* W+&"'&* #&3*
Perú” hacia los llanos orientales (Combès).
Desde el punto de vista de la larga duración, pues, los procesos
de hibridación, simbiosis y mestizaje constituyen un punto de par-
tida más que una conclusión. En el extremo occidental del magma
interétnico esta grilla exegética ayuda a entender por qué la orga-
nización sociopolítica de muchas poblaciones andinas de Cuzco y
de Puno, compuestas por pastores de alpacas quechua-hablantes
organizados en ayllus, no puede comprenderse cabalmente si se ig-
noran sus lazos regionales con los “chunchos” harakmbut, tacana y
pano-hablantes de los ríos Madre de Dios, Pando y Beni (Sendón).
Las fronteras también mutan por presiones globalizadoras como
3$*2"H!&"/2$*$F)(,F&"'&*#&3*%&,/$#(9*X&*',$'$*)2"*#!#$)*#&*!"*Q$/-
tor relevante a la hora de comprender la aparición de comerciantes
andinos, yungueños y apoleños en el comercio del caucho (Cór-
doba); o también de descendientes de japoneses que huyen de las
1$/2&"#$)*0&,!$"$)*$*."$3&)*#&3*)2+3(*464*0$,$*&%0,&"#&,*3$*&V-
tracción del caucho en el Acre, el Beni y el Madre de Dios, o bien
se trasladan a ciudades como La Paz u Oruro donde se emplean en
el comercio o la construcción ferroviaria. Tras la segunda guerra
mundial, una nueva oleada de migrantes nipones se instala en los
alrededores de Santa Cruz de la Sierra dedicándose a la agricultura.
Sesenta años después, la misma variable explica la inversión del
H!G(*%2+,$'(,2(*I*"!%&,()()*nikkei se mudan a Japón por la oferta
salarial (Siemann).
R$*2"H!&"/2$*#&*3$)*H!/'!$/2("&)*#&*3$*&/("(%D$*#&*%&,/$#(*&"*3$*
recomposición de los mapas étnicos regionales es particularmente
evidente al sur de Bolivia. Los chiriguanos (hoy “guaraníes”) mi-
gran masivamente hacia los ingenios azucareros del noroeste argen-
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Escenarios de la mediación
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'D$"*7=$/2"289*_!,$"'&*&3*0,2%&,*/!$,'(*#&3*)2+3(*44N*3$*2")'$3$/2J"*#&*
fortines militares bolivianos y paraguayos sobre la margen septen-
trional del río Pilcomayo provoca una serie de migraciones de los
indígenas chaqueños, que se enfrentan con los ayoréode y los obli-
gan a replegarse hacia el norte: los direquedéjnai-gosode se enfren-
tan con los sirionós, los totobié-gosode atacan varios asentamientos
lengua-enlhet, y a su turno son masacrados por la confederación de
los guiday-gosode (Fischermann). Ante los excesos colonizadores,
)!,+&"*3$)*,&$//2("&)*O2(3&"'$)M*&"*&3*)2+3(*45666N*3()*%(O2%2&"'()*
“tumpaístas” chiriguanos en Caiza y Mazavi destrozan iglesias,
queman haciendas, roban ganado y capturan mujeres y niños (Me-
zacasa); dos siglos después, los totobié-gosode atacan las topadoras
menonitas en la localidad de Chungúperedatei (Fischermann). En
los volátiles escenarios del contacto, a veces no hace falta siquiera
una violencia intencional para provocar calamidades: pensemos en
las pandemias desatadas por la irrupción colonizadora en regiones
como Apolobamba, el Beni o la Chiquitania (Tyuleneva, Ferrié, Cór-
doba, Tomichá), o en los casos relativamente recientes de epidemias
entre los ayoreóde contactados por los misioneros de New Tribes
@2))2(")*$*."&)*#&*3()*$^()*abcd*7 2)/1&,%$""89
Hay que tener en cuenta, por otra parte, que el campo de los agen-
tes mediadores es tan heterogéneo como el indígena. En primer lu-
gar, por una mera cuestión de hibridez. Tenemos a los baqueanos
indígenas que ayudaron a los jesuitas a reducir a los piñocas (Tomi-
/1-8N* $* 3()* /$I!F$F$)* E!&* (./2$"* $3'&,"$'2O$%&"'&* #&* 2"'T,0,&'&)N*
parientes y cónyuges de los pacaguaras, a los guías araonas, caripu-
nas y cayubabas de Heath, Vaca Díez, Mercier o Mariaca (Córdoba),
a los capitanes chiriguanos que negocian entre su gente y los capa-
taces para abastecer de mano de obra a los ingenios (Bossert), a los
cambas que hacen libaciones a la Pachamama (Martínez Acchini), a
los ayorei kojñone (ayoreos blancos) de las misiones evangélicas, a los
testigos araonas que reportan la presencia de toromonas a las auto-
ridades regionales e incluso a un misionero mojeño entre los yuquis
(Fischermann). Al mismo tiempo, a lo largo de los años, los estu-
dios reportan la presencia variopinta de migrantes andinos (Tyu-
leneva, Combès, Martínez Acchini, Ferrié), esclavistas portugueses
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Y"*#&."2'2O$N*3$*#2O&,)2./$/2J"*#&*3()*&)/&"$,2()*',$")$//2("$3&)*
deja entrever las razones por las cuales la ambigüedad se presenta
como una propiedad general de la representación de la alteridad.
En efecto, el imaginario construido sobre la actuación de los propios
agentes mediadores no puede obviar una incertidumbre potencial.
El humorismo chacobo muestra que su concepción del lazo social
–que incluye a misioneros, políticos, agentes de desarrollo y etnó-
logos– se regodea en las paradojas, las contradicciones y las ambi-
güedades (Villar). Tal como los antiguos pueblos andinos considera-
ban a los “antis” y los “chunchos”, la población negra de la frontera
boliviano-brasileña concibe a los chiquitanos como culturalmente
inferiores pero a la vez respeta su poder chamánico (Silva). En las
0(F3$/2("&)*/("*2"H!&"/2$*$"#2"$N*3$*/("#2/2J"*0$,$#(G$3*#&*3$*$3'&-
,2#$#*T'"2/$*33&+$*$*)!*/3D%$V*&"*.+!,$)*/(%(*&3*2")$/2$F3&*kharisiri,
que puede esconderse tras el rostro amistoso del cura del pueblo, el
funcionario público e incluso el etnólogo (Martínez Acchini), o bien
el enigmático Phuyutarki, el hijo de las nubes, símbolo del sacerdo-
cio y la civilización pero a la vez de lo oscuro, lo húmedo, lo salvaje
y hasta lo demoníaco (Sendón).
R()*$+&"'&)*%$#(,&)*"(*)J3(*.3',$"*3$)*O(/&)*#&*3$)*0(F3$/2(-
nes autóctonas. También contribuyen a forjar el imaginario de las
mismas en el seno de la sociedad mayor. De los “chunchos” que
$%&"$P$"* 3()* /("."&)* $"#2"()* $* 3()* &3!)2O()* W)$3O$G&)]* /(3("2$-
les, de los “bárbaros” irreductibles a los “pueblos originarios” que
merecen actualmente toda consideración moral y jurídica hay una
sedimentación de discursos, preconceptos y estereotipos cuya ge-
nealogía es preciso explorar.
Buena parte del interés preincaico e incaico en los pobladores de
las tierras bajas reside en las riquezas que se les atribuyen: la imagen
del Paititi, así, cifra la evocación legendaria de una tierra de teso-
ros fabulosos (Tyuleneva). La atribución de determinados saberes,
riquezas o cualidades a los “chunchos” forma parte de una larga tra-
dición de transacciones entre lo alto y lo bajo, pero a la vez de una
suerte de invariante amerindia sobre la cual las etnografías moder-
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+,-./$%&"'&*2")2+"2./$"'&*I*$*3$*O&P*&/("J%2/$%&"'&*0,(%&'&#(,9*
X&* ,&.&,$"* $* /$I!F$F$)N* /$O2"&^()N* '$/$"$)N* $,$("$)N* 0$/$+!$,$)N*
chacobos o movimas entre tantos otros, los testimonios sobre los in-
dígenas amazónicos sólo se entienden en términos de una apertura
progresiva a la industria cauchera y con ella a la economía regional,
"$/2("$3*&*2"'&,"$/2("$39*Y)'$*,&#*H!O2$3*)&*32+$*$*)!*O&P*/("*&3*$0(-
geo de nuevos actores sociales como las casas comerciales Suárez o
Vaca Díez, y al mismo tiempo con el trazado de fronteras nacionales
E!&*0,("'(*#&)&"/$#&"$*/("H2/'()*32%D',(Q&)*/("*=&,L*I*/("*\,$)239*
Lo que no cambia, en todo caso, es que en los espacios fronterizos,
misionales y caucheros se percibe la misma hibridez multiétnica y
%!3'232"+f&* E!&* /$,$/'&,2P$* $3* 02&#&%("'&M* $)DN* $* ."$3&)* #&3* )2+3(*
45666*$0$,&/&"*"('2/2$)*,&/!,,&"'&)*)(F,&*&3*%&)'2P$G&*#&*/$I!F$F$)N*
0$/$+!$,$)*I*)D"$F()*&"*YV$3'$/2J"N*I*#!,$"'&*'(#(*&3*)2+3(*464*3()*
indígenas amazónicos oscilan según las coyunturas entre los pape-
les de guías, baqueanos, intérpretes, guardias, remeros y comercian-
tes (Córdoba).
El mosaico interétnico es todavía más impresionante en Chiqui-
tos, donde las fuentes coloniales hablan de piococas, punaxicas,
quibuquicas, quimecas, huapacas, baurecas, payconecas, huarayos,
anaporecas, bohococas, tubacicas, zibacas, quimomecas, yuruca-
ricas, cucicas, tapacuracas, paunacacas, quitemocas, napecas, pi-
zocas, tañipicas, xuberecas, parisicas, xamanucas, tapuricas, taos,
bazorocas, pequicas, parabacas, otuques, ecorabecas, curacanecas,
batasicas, meriponecas, quidabonecas, cupiecas, ubisonecas, zara-
becas, curiminacas, chamaros, penoquicas, boros, mataucas, otures,
veripones, maxamoricas, morotocos, caypotorades y huaicurúes. La
potencia centrípeta de las reducciones jesuíticas dispara una escala-
#$*#&%(+,-./$*)2"*0,&/&#&"'&)M*#&*c9ddd*1$F2'$"'&)N*0&,'&"&/2&"'&)*
a una veintena de grupos, pasan a 15.000 habitantes y 75 “nacio-
nes”, “parcialidades” o incluso “aíllos” (ayllus). Entre estas parcia-
32#$#&)* .+!,$"* 3()* E!&* 1(I* 33$%$,D$%()* /12E!2'$"()* stricto sensu,
pero también grupos de lengua zamuca, otuquí, arawak, guaraní
e incluso chapacura (Tomichá). El propio Alfred Métraux subraya
3(* #2QD/23* E!&* ,&)!3'$* /3$)2./$,* T'"2/$* I* 32"+fD)'2/$%&"'&* $* 3()* /12-
quitanos cuando analiza la homogeneización de la lengua mediante
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&3*"(,(&)'&*$,+&"'2"(*#!,$"'&*3()*)2+3()*464*I*44*1&,&#$"*&)'$*2#&$M*
por más que en los ingenios se relacionan con grupos collas, wichís,
chorotes y tobas, se distinguen sistemáticamente de ellos mediante
&3*$'!&"#(N*3$*0$+$N*3$*%(#$32#$#*#&*',$F$G(*I*3$*#&)/(".$"P$*&"*3()*
%$',2%("2()*2"'&,T'"2/()*U0$,$*3()*/!$3&)*)2+!&"*0,&.,2T"#()&*3()*
cónyuges guaraní-hablantes (Bossert).
!"!#$!%&'(!")%
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CONTACTOS ENTRE
TIERRAS ALTAS Y TIERRAS BAJAS
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EL PAITITI EN
LOS LLANOS DE MOJOS
Vera Tyuleneva1
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Vera Tyuleneva
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Vera Tyuleneva
_&)#&* &3* )2+3(* 456* 3$* A(%0$^D$* #&* i&)L)* %()',$F$* O2O(* 2"'&,T)*
por la “noticia rica” del Paititi. En los años 1580 se establece una
residencia de los jesuitas en Santa Cruz de la Sierra. En una carta de
1585, llena de esperanzas y de euforia, el primer misionero, padre
Diego Samaniego, escribe en el camino a las tierras cruceñas:
Yo estava antes informado que las necesidades de Santa Cruz
de la Sierra eran extremas y que aquella tierra era puerta para
los grandes Reinos de Paitití, y así me avía inclinado a ella. [...]
Se me asentó en el coraçón que Dios me quería para Santa Cruz.
El Padre Provincial me respondió: Parece que se han confronta-
do nuestros coraçones: desde el mesmo puncto también se ha
asentado en mi coraçón que os quiere Dios para Santa Cruz y
quiere por vuestro medio descubrir el Paitití. (Samaniego en
Egaña 1954-74, t.3: 727-728).
Desde su residencia en Santa Cruz, la Compañía se mantenía al
tanto de las expediciones en busca del país anhelado. En 1585 el
padre Jerónimo de Andión acompañó la infructuosa entrada del
gobernador Lorenzo Suárez de Figueroa por el río Guapay abajo.
En 1617 otro jesuita, el padre Jerónimo de Villarnao, participó en el
“descubrimiento de los torococíes” con Gonzalo de Solís Holguín.
En la obra del padre Pallas “Misión a las Indias” de 1620 nueva-
%&"'&*)&*%$"2.&)'$"*3$)*%2)%$)*23!)2("&)M
Ai grandes rastros y esperancas de hallar en esta prouincia mu-
cha riqueza y que por ella se a de entrar al descubrimiento de
otras tierras y prouincias de Gentiles, hacia las cordilleras del piru
por esta parte del rio del paraguai i por la otra asia el Brasil donde
dicen está la Gran Laguna de los Moxos (ARSI Perú 22, 1620).
:*3()*%$#()*#&3*)2+3(*4566N*/!$"#(*3()*/("E!2)'$#(,&)*%232'$,&)*
empezaron a perder el buen ánimo y la paciencia, desalentados por
los “nidos de arañas, çapos y mosquitos”, los jesuitas perseveraban.
:3*."$3N*Q!&,("*&33()N*I*"(*3()*+(F&,"$#(,&)*/("*,2%F(%F$"'&)*'D'!-
los, los que llegaron primeros a los llanos de Mojos, se establecieron
ahí y desarrollaron una singular cultura misional (Block 1994). De
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&33()*,&/2F2%()*3()*0,2%&,()*2"Q(,%&)*)J32#()*I*/(".$F3&)*$/&,/$*#&*
la población nativa de la zona.
Y"*3()*L3'2%()*$^()*#&3*)2+3(*4566N*/!$"#(*3()*"!%&,()()*+,!0()*
de los llanos ya estaban cristianizados y reducidos en varias misio-
nes, uno de los padres jesuitas de la misión de San Francisco Javier
en la corriente media del río Mamoré emprendió viaje hacia el norte
0$,$*/("(/&,*"!&O$)*"$/2("&)*#&*2".&3&)*I*)&%F,$,*&"',&*&33$)*3$*Q&*
católica. Fue él quien por primera vez se topó con los indios cayuba-
bas. El informe más completo y coherente sobre sus incursiones está
en el escrito del padre Provincial de la Provincia Peruana de la Com-
pañía de aquel entonces, Diego de Eguiluz:
El año pasado de 1693 salió el Padre á hacer mision por la di-
latada provincia de los Canisianas, que está, rio abajo hácia el
Norte, veinticuatro leguas distante de su reduccion adonde po-
cos meses ántes habian ido de guerra y muerto algunos para su
sustento, dejando en señal de triunfo las tripas de los difuntos
enredadas en unas ramas las orillas del rio, donde fuesen vistas
de sus enemigos. […] Estos Canisianas dieron noticia de mucha
gente distante, más abajo del mismo rio, enemigos mortales su-
yos, llamados los Cayubabas, á los cuales no pudo ir á visitar
entónces el Padre hasta despues que entraron las aguas, como lo
hizo; y habiéndolos hallado rebeldes y puestos en armas con las
H&/1$)*$G!)'$#$)*-*)!)*$,/()N*)&*,2"#2&,("*/("*3$)*#-#2O$)*E!&*&3*
Padre Agustin les hizo de cuchillos, chaquiras, y á los principa-
les hachas ó machetes, con lo que quedaron muy contentos, y re-
tornaron alegres con sus pobres comidas de maní, yuca y maiz.
La gente es muchísima, y sólo en uno de los pueblos hay más dé
dos mil almas, y los demas tendrán mil ochocientos, poco más ó
ménos. El cacique principal de estos siete pueblos, era un viejo
venerable, con una barba cana y muy larga, llamado Paititi, á
quien en particular regaló el Padre Agustin, y en retorno le dió
un lanzon de chonta con una punta de hueso, que tenia en la
mano, matizado todo de muy vistosas plumas, en señal de amis-
tad; pues para entablarla usan estos bárbaros el dar sus armas.
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Vera Tyuleneva
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Para el año 2004 el número estimado de ese grupo era 645 perso-
nas. Sin embargo, se pueden aplicar varios criterios de pertenencia
al grupo. La población total del municipio de Exaltación, conside-
rado como territorio cayubaba, es mucho mayor que la cifra arriba
indicada, pero todos los centros poblados son mixtos por su com-
posición étnica. Los cayubabas viven ahí junto con los movimas,
cuyo principal centro administrativo es Santa Ana de Yacuma, y con
los numerosos colonos de diversos orígenes y procedencias. Gabriel
>&"T* @(,&"(* (F)&,OJ* '(#$OD$* $* ."&)* #&3* )2+3(* 464* E!&* W&3* 2"#2(*
de Exaltación tiene ahora consanguinidad con europeos, cruceños,
43
Vera Tyuleneva
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Vera Tyuleneva
:* %$#()* #&3* )2+3(* 464* 3()* 3!+$,&)* &"* /!&)'2J"* Q!&,("* O2)2'$-
dos por el destacado explorador boliviano José Agustín Palacios. He
aquí su testimonio:
Deseoso el Supremo Gobierno de saber si el gran Lago Rogo-
aguado tenía comunicación con el Beni, o si procedía de él, para
facilitar su navegación por el Mamoré, me ordenó que lo reco-
nociera, con cuyo motivo mandé construir un bote y emprendí
la marcha.
La principié del pueblo de Exaltación que es el más inmediato,
con rumbo O. E. N. O. E., cinco leguas hasta la estancia de La
Cruz, habiendo pasado media legua antes el río Iruyané, que
corre a N. E., abundante de agua y capaz de ser navegado, ig-
norándose su procedencia que se supone del Beni, o de algunos
curiches o pantanos de los campos de Reyes. En la estancia hay
un cerro chato, cuya altura es de 300 varas, y su base cuádrupla.
Está formado de sorochi blanco criadero de oro, y constante-
48
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*"+,(-%&.!/-%&.)0-+$1'2-%
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La arqueología de la zona
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concuerda con los datos acerca del número de habitantes en los pue-
blos cayubabas que proporcionan Eguiluz y Zapata, aunque no hay
evidencias directas de que El Cerro siguiera poblado en la época del
/("'$/'(*#&*3()*/$I!F$F$)*/("*3()*G&)!2'$)N*&)*#&/2,*&"*&3*)2+3(*45669*
Tal concentración de población, según Walker, se hizo posible gra-
cias a la agricultura intensiva de los camellones.
Los trabajos de Walker dan puntos de apoyo en la cronología ar-
queológica de la zona, aunque se trate tan sólo de un primer paso en
la investigación de este amplio territorio.
En toda la circunferencia del lago los lugareños, cultivando sus
campos, encuentran cerámica fragmentada en grandes cantidades,
'$"'(* !'232'$,2$* /(%(* ."$* #&/(,$#$N* /("* #2O&,)()* '20()* #&* #&/(-
ración, entre la que se puede constatar la prevalencia de los frag-
mentos pintados de color rojo/negro/marrón sobre fondo crema.
Algunos ejemplos muestran una clara similitud con la cerámica en-
contrada por John Walker en el sitio San Juan, en otros casos el pa-
recido es más lejano. La misma cerámica se halla en cantidades más
reducidas en la isla llamada “Tesoro” mencionada en relación con el
viaje de Agustín Palacios, situada a 1 km. de la orilla.
Una de las noticias más peculiares sobre la tierra del Paititi se en-
cuentra en los escritos de Juan Recio de León, quien estuvo a co-
%2&"P()*#&3*)2+3(*4566*&"*3()*,D()*C!2/12*I*\&"2*I*3(+,J*&)'$F3&/&,*
contactos bastante cercanos con los nativos de la zona. Recio ha-
F3$*#&*3()*2"#2()*$"$%$)N*E!2&"&)*O2OD$"*/&,/$*#&*3$*/("H!&"/2$*#&3*
Tuychi con el Beni. De los anamas escuchó lo siguiente:
Y preguntándoles qué noticia tenían de la gente que adelante
avía, y del rumbo que llevavan estos rríos, me traxeron tres ó
quattro yindios principales, muy vaqueanos de aquellas navega-
ciones; y haziéndoles preguntas, respondieron, que por tierra ó
por agua llegavan en quatro dias á vna grande cocha, que quiere
decir grande laguna, que todos estos rríos causan en tierras muy
33$"$)N*I*E!&*1$I*&"*&33$*%!/1$)*I)3$)*%!I*0(F3$#$)*#&*2"."2'$*
gente; y que al Señor de todas ellas le llaman el gran Paytiti, y
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LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
que los yndios de aquellas yslas son tan ricos, que traen al cuello
muchos pedaços de ámbar, por ser amigos de olores, y conchas
y barruecos de perlas, lo qual vide yo en algunos Anamas. Y en-
señándoles algunos granos de perlas que yo tenía, les dixe, que
si se criavan en aquellas conchas estos granos; y respondieron
que los Paytites les davan todos aquellos géneros, y que como
aquellos granos no los sabían horadar para hazer sartas dellos,
que los echavan por ay. Y preguntándoles que de donde lo saca-
van, dixeron que también lo avían preguntado á los Paytites, y
que les respondieron que de aquella concha (Recio de León 1906
[1623-1627]: 250-251).
R$*#&)/,20/2J"*)&*,&.&,&*$*!"$*3$+!"$*+,$"#&N*$*3$*/!$3*)&*0(#D$*
llegar por agua o por tierra en cuatro días aproximadamente desde
3$*/("H!&"/2$*#&3*C!2/12*/("*&3*\&"29*Y)'$*,&Q&,&"/2$*0(#,D$*)&,*$032-
cable al lago Rogoaguado, aunque la distancia real hasta ese punto
es algo mayor. Rogoaguado efectivamente, tiene una isla con evi-
dencias de ocupación humana, y es la mencionada isla Tesoro.
El detalle que más llama atención en este fragmento escrito es la
referencia reiterada a las conchas de nácar y las perlas que se ex-
traían de la laguna del Paititi. Durante las excavaciones a la orilla
norte del lago Rogoaguado en el año 2006 fueron encontradas gran-
des cantidades de conchas de moluscos bivalvos que, aparente-
mente, servían como alimento a los pobladores nativos. Montículos
constituidos por conchas de moluscos también fueron encontrados
a la orilla opuesta del lago (lado sudeste) durante una de las pros-
pecciones en la boca del río Tapado. Hace varios años, en otro lugar
cercano a la boca del Tapado, las mismas conchas fueron halladas
en contextos arqueológicos por Jaime Bocchietti, director del museo
#&*X$"'$*:"$*#&*t$/!%$*7.+9*q89*R$)*%!&)',$)*,&/(+2#$)*0(,*T3*)&*
encuentran hoy en el museo (Tyuleneva 2007, 2010). Los amonto-
namientos de conchas mezcladas con otros residuos recuerdan el
tipo de sitios arqueológicos conocidos en Brasil como “sambaquís”
(Prous 1991: 204-265). Hallazgos de conchas enteras en la zona de
Trinidad y alto Mamoré, aunque sin datos acerca de su especie, son
mencionados por Nordenskiöld en 1913 (véase también Denevan
1980 [1966] : 42; Dougherty y Calandra 1981: 98).
55
Vera Tyuleneva
R()*%(3!)/()*#&3*3$+(*>(+($+!$#(*Q!&,("*2#&"'2./$#()*/(%(*Lei-
la blainvilliana (com. pers. Lic. Roberto Apaza, Unidad de Limnolo-
gía, Universidad Mayor de San Andrés, La Paz). Esta especie toda-
vía habita en el lago Rogoaguado, aunque a juzgar por las grandes
cantidades de conchas en los contextos arqueológicos su población
en las épocas antiguas era mayor que hoy.
A pesar de insistentes preguntas hechas a los nativos en diferentes
partes del departamento del Beni, nadie ha dado evidencias de su
consumo actual. Aunque Rogoaguado es el único lugar donde hasta
ahora ha sido registrada esta especie en contextos arqueológicos,
al parecer es bastante común en las aguas dulces de las llanuras
de Mojos, especialmente en las lagunas y los “curiches” (pantanos).
Las conchas contienen una gruesa capa de nácar y pueden producir
perlas que tienen las mismas características que otras perlas de agua
dulce: pequeño tamaño y forma irregular.
El nácar de las conchas aparentemente también tenía cierto valor
en las culturas locales. En el museo arqueológico de Trinidad existe
en la exposición permanente un collar de este material. Pero para la
población prehispánica de Rogoaguado las perlas y el nácar de este
56
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57
Vera Tyuleneva
municación por el otro lado, entre las tierras altas y las tierras bajas.
Esta suposición ya ha sido expresada antes por Pärssinen y Siiriäi-
"&"*7lddq89*R()*)2'2()*$,E!&(3J+2/()*/("*0()2F3&*.32$/2J"*'$u$"'2"-
suyana en los alrededores del Beni son:
- La red vial de la cuenca del río Tuichi, cuya creación en las fuen-
tes históricas se atribuye a los incas (Estevez 2005);
- San Buenaventura, donde fue encontrada una tumba con ele-
%&"'()*#&*$G!$,*0()2F3&%&"'&*$"#2"()*7.+9*cg*X$+-,"$+$*abpbg*
Tyuleneva 2007 y 2010);
- Baba-Trau (actualmente conocido como Uaua-Uno), asenta-
miento y cementerio en la corriente media del río Beni, donde
&"*&3*',$")/!,)(*#&3*)2+3(*44*Q!&,("*&"/("',$#()*!"*$,DF$3(*2"/$N*
tupus (prendedores) y hachas prehispánicas de metal (del Casti-
33(*ablbM*qakg*.+9*kg*=(,'!+$3*abnpM*bb8g*
e* R$* WQ(,'$3&P$* 6V2$%$)]N* &)',!/'!,$* Q(,'2./$#$* )(F,&* !"(* #&* 3()*
$H!&"'&)* #&3* ,D(* \&"2N* /("* ,$)+()* #&* 2"+&"2&,D$* 2"/$* I* /("(/2#$*
bajo el nombre popular “cuartel del inca” (Giraut 1975 y Pia 1997);
e* I*3$*WQ(,'$3&P$*3$)*=2&#,$)]*&"*3$*/("H!&"/2$*#&3*\&"2*/("*&3*@$-
dre de Dios (Pärssinen y Siiriäinen 2003), donde hace menos de
una década fueron encontrados fragmentos de cerámica inca im-
0&,2$3*I*!"*$#(,"(*#&*$3&$/2J"*#&*/(F,&*7.+9*jg*X$2E!2'$*lddpM*nd89*
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Conclusiones
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Vera Tyuleneva
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¿INCAS EN LA SELVA?
PARA TEJER UNA ETNOHISTORIA
DE LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA
Isabelle Combès1
Y"*3$*\(32O2$*#&3*)2+3(*44N*)(F,&*'(#(*$*0$,'2,*#&*3()*$^()*abkd)N*
tuvieron lugar masivas migraciones internas desde las tierras altas
hacia los llanos orientales o las regiones de yungas como el Cha-
pare. Se debían a diferentes motivos: cierre de las minas, primera
reforma agraria, etc., y dieron nacimiento a núcleos de colonización
W/(33$]N*$3+!"()*03$"2./$#()*I*(',()*&)0("'-"&()9*Y)'()*0,(/&)()*I*
estos asentamientos fueron (y siguen siendo) a menudo resentidos
por los habitantes de las tierras bajas como una verdadera invasión
o (el término es recurrente) un “avasallamiento”. Más allá de la ocu-
pación física de tierras, se denuncia también el choque entre dos
modos de vida diferentes (“colla” y “camba”), o el riesgo de altera-
/2J"*#&*3$)*/!3'!,$)*#&*3()*33$"()*F$G(*3$*2"H!&"/2$*$"#2"$9*<(*1$/&*
mucho escuché a un historiador cruceño reclamar urgentes inves-
tigaciones antropológicas en la zona de Portachuelo, “antes de que
se vuelva completamente colla”. Como si las migraciones andinas
1!F2&,$"*,('(*!"$*Q,("'&,$N*',$")+,#(*!"*3D%2'&*+&(+,-./(*I*/!3-
tural antes bien delimitado entre lo Alto y lo Bajo.
Estos procesos se inscriben sin embargo en una historia más
que milenaria de contactos entre tierras bajas y tierras altas. Aun-
que, por supuesto, con modalidades diferentes en cada caso y cada
63
Isabelle Combès
2 Ver por ejemplo las referencias citadas en Renard-Casevitz et al. 1988, y Ro-
dica Meyers 2002: cap. V.
3 Pärssinen y Siiriäinen 2003; Alconini 2002; Estévez 2005; Avilés 2008 y 2010;
Sánchez Canedo 2008.
4 Saignes 1981 y 1985; Renard-Casevitz et al. 1988. Más recientemente Tyule-
neva 2010; Combès 2008 y 2011.
5 Saignes 1985: 28; Renard-Casevitz et al. 1988: Introducción.
64
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
6 José de Acosta: De Procuranda Indorum Salute [1576-1577], citado por Julien s/f.
7 Tasa de la visita general… 1975 [c. 1582]: 167-168; mismas informaciones sobre
los cabinas en Maurtua 1907 t. 1: 138-139, 160-161. Los cabinas o capinas
fueron encontrados un poco antes por Maldonado en el río Tono; los des-
cribió como “gente alzada, vestida de algodón”, adornada con plumas y
cuyos ritos eran similares a los “del Perú”. Maldonado habla de “capinas y
cavanavas”; de hecho, informa que Cavanava es el jefe de un pueblo llama-
#(*A$02"$,&)N*,D(*C("(*#&F$G(*#&*3$*/("H!&"/2$*/("*&3*A!/1($*7@$3#("$#(*
1906 [1567-69]: 63-65). Todavía en 1657 se mencionan los capinas, entre los
ríos Madre de Dios y Beni, como una de las “propias y verdaderas provin-
cias de los chunchos” (Torres 1974 [1657]: 342-343).
65
Isabelle Combès
indios chunchus […] pidieron al Inca les permitiese poblar allí para
servirle de más cerca. Y así ha permanecido hasta hoy” (Garcilaso
#&*3$*5&+$*abbd*oajdbmM*32F*nN*/$09*46589
Más allá de un (real) avance del imperio cusqueño hacia el este,
&)'()*#$'()*#2)0&,)()*,&H&G$"*'$%F2T"N*(*)(F,&'(#(N*3$*/(%03&G$*#2)-
tribución étnica que encontraron los primeros españoles: un mo-
)$2/(*$F2+$,,$#(*#&*/1!"/1()*$"#2"2P$#()*I*#&*$"#2"()*$."/$#()*
en las tierras bajas, que poco caso hacía de una inexistente frontera
entre dos mundos.
Incas en la periferia
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LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
67
Isabelle Combès
11 A. Meyers 1993, 1998, 1999 ; A. Meyers y Ulbert 1997; Combès 2009; Cruz y
Guillot 2010.
12 Nordenskiöld 1917; Métraux 1927; Gandia 1929; Nowell 1946.
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Isabelle Combès
gua aymara […] conocimos que la comunicación con los indios del
Perú es grande y que entre ellos hay muchos de allá” (1674: 17v-18).
Moços y raches eran dos grupos diferentes. Pero sí eran vecinos
próximos, se solían visitar, intercambiaban productos, y no pode-
mos descartar la posibilidad de mezclas entre ellos23, tal vez pos-
teriores a las visitas de Rivera y Quiroga. En efecto, resulta curioso
que ambos grupos hayan sido propuestos como candidatos al título
de antepasados de los actuales mosetenes y de sus parientes lingüís-
ticos los chimanes24. En ambas versiones, la ubicación de los grupos
corresponde con la de los mosetenes, cuyo nombre (y la variante
moxoties) corresponde además estrechamente al de los moços. Pero
la tesis rache tiene otros argumentos a su favor: la condición de sali-
neros de los raches, que recuerda a la de los chimanes (ver Daillant
2008), o el hecho que, en 1800, una expedición religiosa en busca de
W3()*2"#2()*2".&3&)*,$/1&)*E!&*1$F2'$"*&"*3()*%-,+&"&)*#&*3()*,D()*
Beni y Cotacajes” acabó encontrando mosetenes25. Si pensamos en
probables mezclas entre ambos grupos, estas dos hipótesis no son
forzosamente irreconciliables. Poco después de las expediciones de
Rivera y Quiroga, en 1698, un informe jesuita habla juntos de los
“raches, muçuties y maniquies”26, y “maniqui” fue, efectivamente,
un nombre aplicado a los chimanes (Daillant 2003: 28, 33). La men-
ción, en 1732, de las misiones “de lecos y raches” por Apolobamba
(Sardán 1906[1732-39]: 427) bien podría referirse en realidad a los
moços-mosetenes.
Sea lo que fuere –no pretendo zanjar aquí el problema–, el pano-
,$%$* E!&* $,,(G$"* 3$)* Q!&"'&)* '(#$OD$* $* ."$3&)* #&3* )2+3(* 4566* &)* &3*
#&*!"*O&,#$#&,(*'(,F&332"(*T'"2/(N*#("#&*0!&F3()*1(I*2#&"'2./$#()*
23 Sin olvidar que las menciones de los “llanos de raches y moxos” posible-
mente se referían a los moços y no a los grupos del Mamoré.
24* :,%&"'2$*7abdkM*lad8*I*@T',$!V*7abclM*ak8N*&"',&*(',()N*2#&"'2./$"*$*3()*,$-
ches con los mosetenes. Esta hipótesis está cuestionada por Daillant (2003:
28), quien sugiere la pista de los moços.
25 ANB ALP, MyCh 463: Expediente promovido a nombre de fray Bernardo
Jiménez Bejarano, predicador apostólico y fundador del colegio de San José
#&*C$,$'$9**X(32/2'$*$!V232(*0$,$*3$*/("O&,)2J"*#&*3()*2"#2()*2".&3&)*>$/1&)*
que habitan en los márgenes de los ríos Beni y Cotacajes, 1800.
26 ARSI Peruana 21: 110 (1698).
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3)4)56-()%&'(!")%
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Isabelle Combès
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IDENTIDADES ESCONDIDAS:
CAMBIO CULTURAL Y LINGÜÍSTICO EN
QUECHUAS MIGRANTES A LAS
TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA
Introducción
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Leonardo Martínez Acchini
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2 Benmayor y Skotnes 1994; Portes y Rumbaut 1996; Alba y Nee 1997; Zhou 1997.
3 Albó 1997; Gans 1997; Brettell 2003.
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Leonardo Martínez Acchini
Porcentaje de entrevistados
Kharisiri 89%
Utacht’api 87%
Mink’a 70%
Pachamama 53%
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Matrimonios interétnicos
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3).)'(6)(.-&6.)(/6.!.&7/(62!&)(&1$)!%&.)&$186.-&2$)2606)(/-&9&
contacto cultural
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Leonardo Martínez Acchini
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FUNDAMENTOS ETNOGRÁFICOS
PARA UNA ETNO-HISTORIA COMPARATIVA
DE LOS VALLES ORIENTALES DEL MACIZO
DEL AUSANGATE: DISTRITO DE
MARCAPATA, DEPARTAMENTO
DEL CUZCO, PERÚ, 1821-1960
Pablo F. Sendón1
Introducción
87
Pablo F. Sendón
2 Gow 1974, Gow y Condori 1982, Masuda (ed.) 1981, Müller y Müller 1984.
3 Allen 2002, Bolin 1998, Caparó 1994, Itier 2007, Molinié (comp.) 2005, Ricard
Lanata 2007, Sendón 2003, 2006 y 2010b.
88
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7j9ddd*2"#2O2#!()8*&)'-*#/$#$*$*!"$*$+,2/!3'!,$*#2O&,)2./$#$*I*$3*
0$)'(,&(*#&*$3'!,$9*R$*3$F(,*&'"(+,-./$*/(")$+,$#$*$*@$,/$0$'$*1$*
evidenciado características constitutivas de dicha población en lo
que respecta a sus aspectos morfológicos, productivos, organizacio-
nales, simbólicos y rituales4. Asimismo, la caracterización geográ-
./$*0,&/&#&"'&*#&3*'&,,2'(,2(*%$,/$0$'&^(*&O(/$*&V03D/2'$%&"'&*3$*
articulación del espacio étnico y social al que se aludió líneas arriba:
las punas, los valles interandinos, el piedemonte amazónico y sus
respectivas poblaciones.
89
Pablo F. Sendón
90
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
91
Pablo F. Sendón
8 Para un análisis detenido del ritual, ver Champi Ccasa 1996 y Sendón 2004.
92
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
9 El término apu"'*,-)"'"*'("-.@.!.-'-)("%,%)*'&)("#$&5$&.G'-'(")!"*'"42,&'"
-)"0$!%'J'(?"#)&&$("B"#,'*K,.)&"'##.-)!%)"(.2!.4#'%.@$")!")*"%)&&)!$7"L'&'"
un tratamiento pormenorizado, ver Ricard Lanata 2007. En Marcapata los
apus"()"#&.(%'*.G'!")!"*'"42,&'"-)"#,'%&$"#)&&$("K,)"&$-)'!"'*"#)!%&$"5$+*'-$"
en el que se encuentra el templo local.
93
Pablo F. Sendón
cen una severa tutela sobre ellos. Estos santos patrones y apus son
los siguientes:
94
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
Fig. 3. Retablo con la imagen de San Francisco de Asís perteneciente al ayllu Collana
(Fotografía del autor, agosto de 2007)
95
Pablo F. Sendón
)-.4#.$"-)*"%)05*$"#$!")*"4!"-)"5$(.#.$!'&()")!",!'"-)"(,(")(K,.!'("
(aquella correspondiente al campanario) con su mesa ritual y erigir
un poste a su lado. De igual forma, los miembros de Collana son
los primeros en ascender al techo del templo para hacer posesión
de la porción que le ocupará techar (conformada por una serie de
wachu"$"O(,&#$(PC?".-)!%.4#'-'"0)-.'!%)",!"()2,!-$"5$(%)")&.2.-$"
en la cumbrera del techo. El resto de los ayllus –Sahuancay, Puyca
y Collasuyo– hacen lo propio cumpliendo el orden establecido por
la costumbre y el mito. Una vez que las cuatro mesas rituales con
sus respectivos postes han sido arregladas en cada una de las esqui-
nas del pasillo que rodea el templo, y una vez que los otros cuatro
postes de madera han sido erigidos en la cumbrera del techo de la
iglesia, se da comienzo al “repaje” del templo12. Todas y cada una de
las actividades son supervisadas por la mirada severa de los cuatro
mayordomos y los cuatro patrones de cada ayllu. Los primeros son
los “dueños” de las imágenes de cada santo patrón; los segundos,
por su parte, son los “dueños” de las cuatro mulas que, pertenecien-
tes a cada ayllu, son las encargadas del traslado de las cargas de paja
(ichhu q´epe) desde el suelo hasta las alturas del templo.
El verdadero protagonista del rito es justamente la mula. Cada
uno de los ayllus posee una talla de madera que simboliza una mula
encargada del asenso y del descenso de las cargas de icchu para el
cambio de la paja nueva por la vieja. Entre los postes pertenecientes
a cada ayllu localizados en el suelo y en el techo del templo se tiende
un lazo de cuero sobre el que se cuelga la talla de madera que repre-
senta a la mula. De esta última, además de un cencerro, cuelgan dos
patas de madera sobre las que se depositan las cargas de paja que
debe transportar –ayudada por el lazo que se extiende entre ambos
postes– en sus múltiples viajes a las alturas del templo. El objetivo
del primer viaje que realiza la mula (perteneciente al ayllu Collana)
96
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
97
Pablo F. Sendón
98
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
comenzó a masticar el hierro con tal fuerza que no sólo hizo sangrar
su boca en demasía sino que también inspiró la simpatía y conmi-
seración de la anciana. Al ver la sangre chorrear de la boca del ani-
mal, ésta procuró darle algo de pasto y al quitarle la brida la mula
aprovechó la oportunidad y escapó raudamente. Al concluir la misa
y salir del templo, Phuyutarki se encontró ante un escenario desola-
dor. Su mula había escapado y tuvo que regresar caminando desde
Lima a Marcapata. En el transcurso del trayecto encontró la muerte,
y su empresa de construir las tres iglesias quedó inconclusa13.
99
Pablo F. Sendón
N'("@)&(.$!)("-)*"0.%$"-.4)&)!"'#)&#'"-)*"$&.2)!"-)*"@6!#,*$"K,)"
,!.1" '" L<,B,%'&R." #$!" )*" -)0$!.$7" S*2,!'(" '4&0'!" K,)?" )!" @.&-
tud de un pacto sellado entre el sacerdote y el diablo, este último
se convirtió en la mula que le permitía realizar sus empresas cicló-
peas. Otras, en cambio, relatan que fue el mismo Phuyuarki quien,
mediante el sortilegio de ponerle la brida por sorpresa, convirtió al
-)0$!.$")!"0,*'"#$!")*"4!"-)"<'#)&*)"#,05*.&"(,("-)(.2!.$(7"Q)'"
como fuere, lo cierto es que el demonio se hartó de ser sirviente
del sacerdote y cuando encontró la ocasión escapó de él. La mula,
así como la talla que la representa durante el wasichakuy, encarna
*'"42,&'"-)*"-)0$!.$"B"&)0.%)?"'(.0.(0$?"'*"<=&$)"L<,B,%'&R."B"'*"
origen del templo marcapateño. El origen del templo está unido,
en algunos relatos, al origen de los ayllus y de sus cuatro mayordo-
0$(?"-)"0$-$"%'*"K,)"*'("42,&'("-)"L<,B,%'&R."B"-)"Q'!"T&'!#.(#$"
también aparecen confundidas y desdibujadas en los tiempos pri-
migenios encarnado por el mito. En efecto, alguna versión incluso
informa que Phuyutarki pudo regresar a Marcapata y esconder sus
tesoros bajo tierra en cuatro gigantescas vasijas (p´uyñus) que per-
manecen ocultas en cada una de las cuatro esquinas del templo. Tras
algunas peripecias, San Francisco llevó a Phuyutarki a Ollachea y lo
obligó a asistir a misa con el propósito de castigarlo por el empleo
que hizo de su mula. Allí termina la historia de ambos personajes.
Pero esto no es todo.
Existe un tercer conjunto de mitos ampliamente extendido en el
ámbito del distrito –e incluso en el de la provincia de Quispicanchi
y regiones aledañas– que remite a un tiempo anterior a los even-
tos fundacionales hasta el momento reseñados y cuyos protagonis-
tas son los seres del tiempo pre-solar o ch´ullpas14. Cuenta el mito
que los ch´ullpas eran antiguamente los hombres que habitaban en
el tiempo de la luna. A ellos se les atribuye la construcción de las
14 Una de las primeras versiones del mito de los ch´ullpas, sino la primera,
fue registrada por Alfred Métraux (1935) entre los chipayas del sur de la
provincia de Carangas (departamento de Oruro, Bolivia) a comienzos de la
década de 1930. Para un tratamiento pormenorizado del mito en cuestión
en el contexto marcapateño –en el que se consignan versiones traducidas
del quechua– ver Sendón 2010a.
100
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
andenerías donde trabajaban la papa, además del maíz, las ocas y las
lisas. Disponían de vacas, caballos y llamas, mas no así de alpacas.
En la noche ellos trabajaban. Un buen día, sus profetas les anun-
ciaron la inminente aparición del sol, a quien denominaban Awqay-
sunkha (literalmente, “mi enemigo barbudo”), desde el oeste hacia el
este, razón por la cual los ch´ullpas fueron a esconderse a sus cuevas
(machay) cuyas puertas dispusieron en dirección al oriente. El sol,
independientemente del razonamiento de los ch´ullpas, apareció en
el horizonte desde la dirección que conocemos y quemó a la inmensa
mayoría de ellos, cuyos restos se conservan en la actualidad en las
cuevas localizadas en las alturas de los cerros y montañas. Algunos
pudieron escapar de la catástrofe total sumergiéndose en las profun-
didades de los ríos, a través de los cuales se dirigieron hacia la ceja
de selva convirtiéndose en los actuales ch´unchus, habitantes selváti-
cos del piedemonte y las yungas quienes se ubican, desde la concep-
ción quechua, en las antípodas de la humanidad, precisamente por
ser los descendientes de una pre-humanidad que fue fulminada de
la faz de la tierra tras la primera aparición del sol sobre ella.
(%)"0.%$"<'#)")F5*6#.%'?"5$&"5&.0)&'"@)G?"*'"42,&'"-)*"ch´ncho en
el imaginario de los marcapateños y los vínculos que, expresados en
las esferas de la mitología y el ritual, existen entre las poblaciones
de las tierras altas y de las tierras bajas en estas latitudes. Sin em-
bargo, algunos elementos desplegados en los mitos de origen de los
cuatro ayllus marcapateños y en aquellos correspondientes al origen
del templo de Marcapata anuncian algunos elementos del vínculo
en cuestión que permiten, asimismo, tender puentes entre los tres
corpus mitológicos. Aunque los roles de San Francisco y Phuyutar-
ki son, efectivamente, caracterizados de manera independiente, sus
42,&'(?" #$0$" ()" $+()&@1?" 5'&)#)!" #$!/,!-.&()" 5$&" 0$0)!%$(7" *"
mito de origen de los ayllus marcapateños indica que tres padres
se dirigieron a Ollachea, Marcapata y Pitumarca, y el mito del ori-
2)!" -)" *'" .2*)(.'" 0'&#'5'%)J'" '4&0'" K,)" L<,B,%'&R." !$" (1*$" /,)"
el creador de ella, sino también de las de Pitumarca y Ollachea. La
(,)&%)"4!'*"-)"'0+$("5)&($!'E)("%'0+.=!"&)(,*%'".!#.)&%'?"03("'**3"
del hecho de que San Francisco ejerce una conversión sobre Phu-
yutarki en Ollachea. Ahora bien, el mito de origen de Marcapata
101
Pablo F. Sendón
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“Tunupa” altiplánico (Bouysse-Cassagne 1997) adecuado a las con-
diciones vernáculas. En calidad de “dueño” de la mula –hechicero
que se desplaza por debajo de la tierra– Phuyutarki rememora a
aquel indio natural de Carabuco llamado Anti, de quien informa
Guaman Poma de Ayala (1987 [1615]) que se trató de un hechice-
ro que vivía en una cueva habitada por el mismo demonio y fue
convertido por San Bartolomé. Sin embargo, en tanto “padre” que
convierte al diablo en mula sometiéndolo a sus propios designios
para la construcción de tres iglesias, Phuyutarki evoca las imágenes
de San Francisco, San Bartolomé y la del mismo Tunupa –hombre
blanco al que la tradición del Collao le atribuye la erección de la pri-
mera cruz de madera en el pueblo de Cacha, en Carabuco (Bande-
lier 1904). Ahora bien, en calidad de tunu15, Phuyutarki es también
un antepasado y ancestro fundador (Bertonio 1984 [1612]), pero se
trata de un ancestro vinculado a un tiempo anterior, a lo salvaje, a lo
oscuro y a lo húmedo (Phuyutarki, hijo de la nube, también lleva su
nombre, phuyu), aquellos atributos que delinean los contornos de la
sociabilidad de los ch´ullpas.
Ahora bien, en calidad de seres del tiempo pre-solar, los ch´ullpas
evocan nuevamente una condición pre-humana y pagana que fue
destruida por el “enemigo barbudo” (Awqaysunkha) que representa,
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)!",!'"0.(0'"*6!)'"(.!%'203%.#'"E,!%$"#$!"*'("42,&'("-)"Q'!"T&'!-
cisco, San Bartolomé, Tunupa y, atendiendo a su rol de constructor
de iglesias, del mismo Phuyutarki. Pero en calidad de hechicero que
102
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
103
Pablo F. Sendón
Fig. 6. Fresco de San Francisco de Asís e indios ch´unchos en la puerta norte del
templo de Marcapata (Fotografía del autor, agosto de 2007)
!"#$%&'()$!"&#*+"(,&#
18 Hassel 1905, Marcoy 1967 [1861], 2001 [1869], Markham 1895, 1896, Nor-
denskiöld 1906, Raimondi 1965 [1879].
19 Church 1901, General Miller 1836, Jassaui 1936, Maúrtua 1906, Meza 1947,
Pacheco Andía 1840; Robledo 1900.
104
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
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Pablo F. Sendón
106
EL TUICHI O EL DESLIZAMIENTO
DE UNA FRONTERA
Francis Ferrié1
Introducción
Q$!"0,#<$("*$("#$!X.#%$("K,)"[email protected])!"<$B"'"#'05)(.!$(")".!-6-
genas por el problema de la tierra en Bolivia. En las tierras bajas,
)(%$("#'05)(.!$("($!".-)!%.4#'-$("'"0)!,-$"#$!"*$("#$*$!.G'-$&)("
andinos llegados tras la primera reforma agraria en la década de
1950. Sin embargo, en zonas como la de Apolo, al norte de La Paz,
el centro de las antiguas misiones franciscanas de Apolobamba, la
presencia andina es mucho más antigua y profunda.
Como puede apreciarse en el mapa 1, el río Tuichi constituye hoy
la frontera administrativa entre las provincias Franz Tamayo e Itu-
rralde del departamento de La Paz, y establece también el límite
entre las Tierras Indígenas Originarias Campesinas (TIOC) tacana
y leco y la TIOC uchupiamona, que se extiende a ambos lados del
río. El Tuichi también es una frontera lingüística entre la lengua ta-
cana (al norte) y la lengua quechua al sur, que hablan tanto los lecos
como los campesinos. En San José de Uchupiamonas, sobre el río
mismo, se hablan ambos idiomas.
107
Francis Ferrié
S"0)-.'-$("-)*"(.2*$"9:;;?")*"5'-&)"'2,(%.!$"Y)&!'&-$"-)"Z$&&)("
ya escribía que los lecos eran “indios advenedizos y fugitivos del
Perú desde el tiempo de los Incas, que se retiraron a vivir escondidos
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apoleña actual, sin embargo, es el resultado de mezclas y mestizajes
que involucraron tanto a lecos como a quechuas y muchos grupos
108
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
109
Francis Ferrié
!")*"(.2*$"9:;?"*'"G$!'"-)*"Z,.#<.")&'",!"3&)'"0,*%.=%!.#'"#$!/)-)-
rada sobre un modelo que vuelve a encontrarse más tarde entre los
tacanas. Era el nudo de un circuito de intercambio entre los Andes
y la Amazonía. Las fronteras adentro de la confederación funcio-
naban como válvulas, y existían islas de población andina que se
relacionaban con las etnias locales.
Una de estas etnias eran los aguachiles, que salían a Camata “como
lo tenían de costumbre cada año”. El padre Cabello de Balboa les ha-
bía dado “muchos agasajos y regalos, para que le llevasen consigo,
B"()"'4#.$!'()!"'"!,)(%&'"('!%'"T)P"AZ$&&)("[\]^"_[`a]bU"f^gC7"S#$0-
pañado por aguachiles y lecos, el religioso llegó hasta el norte del
Tuichi pasando por varias parcialidades aguachiles como Anama o
Paychava. Poco después, en 1597, el jesuita Urrea llegó a la capital o
“cabeza” de la provincia de los aguachiles: Tayapu, pasando por la
“parcialidad” o grupo de los sabani, también aguachiles. Como se
aprecia en el mapa 2, se dibuja un territorio aguachile.
Más tarde, en 1618, sabemos que el cacique principal de Tayapu
era Abiomarani (AGI Lima 152). Sin embargo, tres años después, el
mismo Abiomarani aparece como uno de los cuatro caciques de los
uchupiamonas (Bolívar 1906 [1628]: 222). Otro de los cuatro caci-
ques uchupiamonas era el “gran Celipa”. Según las fuentes, Celipa
era rey de cuatro o cinco provincias (Torres 1974 [1657]: 373), o aun
hasta de quince (Recio de León 1906 [1623]: 244). Según el mismo
Recio de León, estas provincias se encontraban al sur del Tuichi,
pero otras fuentes hablan de grupos al mando de Celipa al norte
110
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
111
Francis Ferrié
del mismo río. Celipa era rey de los eparamonas pero también de
los uchupiamonas, estos últimos aliados con los arabaonas; ambos
grupos eran “sujetos” al gran Celipa. Además, en 1569, Maldonado
ya mencionaba a Celipa como sucesor de Arapo o Arayo, que era
“señor principal” de “la provincia de los Chunchos” (“Segunda pro-
banza de servicios del capitán Juan Nieto”, en Maurtua 1906 tomo 8:
124). Celipa tenía a su mando una provincia llamada Chuquimara-
ni… y sabemos que Chuqui era el nombre del hijo del Abiomarani
aguachile (AGI Lima 152: 152v).
L$-&6'!"0,*%.5*.#'&()"*$(")E)05*$(?"5)&$"=(%$("($!"(,4#.)!%)("5'&'"
establecer varios puntos. Primero, en esta época, el Tuichi no consti-
tuía una frontera étnica ni política: celipas, uchupiamonas, aguachi-
les o araonas vivían tanto al sur como al norte del río; se los presenta
como partes de un mismo conjunto político, a veces autónomos, a
veces vasallos.
Segundo, políticamente hablando, se distingue una estructura
confederativa con diferentes niveles. En un primer nivel, las parcia-
lidades de un mismo grupo étnico tenían su propio jefe y su capi-
%'*7"N'"%&'!(0.(.1!"-)*"5$-)&")&'"<)&)-.%'&.'"5$&"4*.'#.1!"5'%&.*.!)'*"
entre los uchupiamonas: a la muerte de Chuquimarani le sucedió
su hijo Piata (Torres (1974 [1657]: 396), y a Celipa lo sucedió su hijo
Amutare (Recio de León 1906 [1623-27]: 244). Sabemos además que
los jefes gobernaban con ayuda de sus linajes, en los cuales colabo-
raban sus hijos, sobrinos, etc. Torres describe una verdadera “corte”
empleando expresiones como “familia real” o “nobleza de la provin-
cia”, donde Abiomarani recibe a sus vasallos sentado sobre un trono
“rodeado de su nobleza”. Los jefes aguachiles podían tener varias
mujeres pero “de la nobleza”. Estamos pues frente a una ideología
exógama en la confederación de la zona del Tuichi; una exogamia
que, como dice Clastres, es un medio para la alianza política (1974:
57). Sin embargo, las alianzas parecen frágiles aun dentro del mismo
grupo étnico: según Cabello de Balboa, en 1594 “los taranos” ya no
estaban “en aquella prosperidad ni multitud que solían” porque se
había muerto su cacique Francisco Tarano y “todos se dividieron en
parcialidades” (Cabello de Balboa 1965 [1595-96]: 110). Podríamos
hablar, en este nivel, de fronteras-umbrales entre parcialidades, que
se hacen y deshacen con sus caciques.
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LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
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Francis Ferrié
3 Nombres citados en 1618 en AGI Lima 152: 152v: “abiomarani cacique de los
dichos yndios de guerra y chuqui su hijo y aloma su sobrino hijo de yuba-
puri y Motu que dizen es alcalde y naray y otorongo y suma y chilemore”.
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LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
4 Sin embargo, marani" %'0+.=!" (.2!.4#'" O2&'!-)P" )!" *'(" *)!2,'(" '&'k'R"
preandinas (Renard-Casevitz et al. 1986: 174, n. 2). Es posible que tanto el
aguachile como el arawak preandino de Perú hayan tomado el término del
aymara, o bien uno del otro.
5 “La mención de 1563 del distrito de Ayaviri-Zama, capital al parecer de la
‘provincia de los Chunchos’ creada por los incas, muestra que en aquella
época todavía la frontera andina incluía este pie de monte del Alto Beni,
#$!%&$*"K,)"()"5.)&-)"'"4!)("-)*"(.2*$"9:;"A<'+&6'"K,)")(5)&'&"*'("0.(.$!)("
agustinas, luego franciscanas, de Apolobamba para establecer el acceso a
este sector)” (Saignes 1986: 33).
115
Francis Ferrié
El Tuichi frontera
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Francis Ferrié
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-(,(.'(#*+"(,&#
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Francis Ferrié
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ESTUDIOS REGIONALES
121
122
AMAZONÍA
123
124
EL BOOM CAUCHERO
EN LA AMAZONÍA BOLIVIANA:
ENCUENTROS Y DESENCUENTROS
CON UNA SOCIEDAD INDÍGENA
(1869-1912)
Lorena I. Córdoba1
Introducción
125
Lorena Córdoba
'0'G1!.#'"+$*.@.'!'?"B"03(")(5)#64#'0)!%)")!")*"Y)!.3. Es el tiempo
-)"@.'E)&$("K,)")F5*$&'!"*$("&6$("B"%&'G'!"#'&%'("<.-&$2&34#'("#$0$"
Lardner Gibbon, Ivon Heath o Agustín Palacios, con el objetivo de
)!#$!%&'&"*'("&,%'("X,@.'*)("5'&'"('#'&")*"#',#<$"-)"*'"&)2.1!"B")(-
%'+*)#)&",!'"&)-"-)"%&'!(5$&%)"#$!4'+*)"-)"0)&#'-)&6'("B"5'('E)&$(7"
Hablar del boom cauchero, a la vez, es hablar de la conformación de
las fronteras limítrofes, del proceso lento y trabajoso que desenca-
dena la guerra del Acre entre Bolivia y Brasil (1899-1903) que para
Y$*.@.'"#,*0.!'"#$!"*'"5=&-.-'"-)"[\c7ccc"R0n"-)"%.)&&'("B"*'"4&0'"
de una serie de tratados diplomáticos que consolidarían sus fronte-
ras con las vecinas repúblicas de Brasil y de Perú.
L'&'"4!)("-)*"(.2*$"9;9"#$0.)!G'!"'"5)&4*'&()"*$("!,)@$("'#%$&)("
sociales regionales como los hermanos Suárez o Vaca Díez. En este
lapso transcurren también las fundaciones de las ciudades del nor-
te, la repartición de títulos de propiedad, el establecimiento sistemá-
%.#$"-)"*$("%&.+,%$("4(#'*)(7" !")*"5*'!$")#$!10.#$")*"+$$0"<'#)"K,)"
el norte boliviano se abra a una nueva economía de exportación. El
látex posibilitó el acceso a bienes importados cuya circulación era
canalizada por grandes casas comerciales que comenzaron a conso-
lidar un poderío económico considerable, fundado en las transac-
ciones que sustentaban la economía gomera: el sistema del habilito
(mercadería-goma-mercadería) y el sistema de enganches (peonaje
por mercadería) (Gamarra Téllez 1993, 2007; Villar, Córdoba y Com-
bès 2009: 62 y ss.).
Muchos autores han estudiado el auge y ocaso del boom cauchero.
Algunos analizaron principalmente las coyunturas políticas e histó-
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LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
ricas, como Valerie Fifer (1970, 1976) o Pilar García Jordán (2001a,
2001b); otros investigaron los efectos económicos, como Dietmar
Stoian (2005), Bradford Barham y Oliver Coomes (1994); otros se de-
-.#'&$!"4!'*0)!%)"'")#<'&"*,G"($+&)")*"-)('&&$**$"($#.'*"K,)".05*.#1"
la industria cauchera, como Pilar Gamarra Téllez (1993, 2007) o José
Luis Roca (2001) entre otros. Sin embargo, todas las investigaciones
suelen coincidir en un punto considerado incuestionable: que el en-
cuentro entre los caucheros y las poblaciones indígenas amazónicas
fue siempre devastador para estas últimas. En efecto, el cuadro sue-
le ser inevitablemente sombrío: despoblamiento, epidemias, engan-
ches forzosos, peonaje a deuda, malos tratos, engaños e incluso la
aniquilación parcial o total.
Nuestra propuesta consiste justamente en relativizar algunos de
esos lugares comunes, analizando en la medida en que las fuentes lo
permitan cuáles fueron las distintas relaciones trabadas entre la so-
ciedad cauchera –término un tanto monolítico que engloba a todos
los actores sociales involucrados desde el barón de la casa comer-
cial hasta el modesto habilitador, fregués o picador– y los diferentes
grupos étnicos del norte amazónico4. El comienzo de nuestro recorte
temporal será marcado por los relatos previos a la explotación masi-
va de la goma; de hecho, una de las hipótesis que propondremos es
que conviene poner en relación el apogeo de la industria cauchera
con el ocaso regional del comercio de la quina o cascarilla (Cinchona
calisaya). Partiremos, pues, de una serie de documentos de misio-
neros, viajeros y exploradores que registran los encuentros entre el
frente colonizador y los grupos indígenas, tratando siempre que sea
posible de discriminar sus diferentes respuestas.
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Lorena Córdoba
/"0'&*&,*+"(,*%&*,(*12$"(*3*&,*)!4$&"5!*%&*,(*6!4(*
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129
Lorena Córdoba
8 Ver Fifer 1970: 115-9; Fifer 1976: 175; Gamarra Téllez 2007: 86-7; Stoian
2005: 62-63.
9 El nombre suele aparecer escrito también como Gesualdo, y el apellido como
Marchetti o Marcheti.
10 Un ejemplo de la prosa del religioso: “Siringa: así llaman acá a la goma elásti-
ca, la principal industria de este río Madera. Por todas partes se ven barracas
en las orillas de este río: la mayor parte son de bolivianos que se ocupan de
este precioso vegetal; así como las quebradas y torrentes de Bolivia, fuentes de
este río gigante, están pobladas de miles de cascarilleros, que con grandes pe-
nalidades y fatigas inauditas, extraen de las más escarpadas serranías aquella
cáscara febrífuga para alivio de la humanidad de todo el globo: así estos sirin-
gueros con menos trabajo sacan la blanca leche de estos árboles producidos
por la naturaleza en estas riberas, para obras útiles y aun de lujo a hombres y
mujeres” (Maccheti 1886: 53).
130
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
131
Lorena Córdoba
11 Para un análisis detallado de las relaciones interétnicas entre los panos me-
ridionales (chacobos, pacaguaras, caripunas, etc.) y los indígenas vecinos
-)"4*.'#.1!"#'B,+'+'"$"%'#'!'"A#'@.!)J$(?"%'#'!'(?"'&'$!'(?")%#7C"-)(-)"4!)("
-)*"(.2*$"9:;;;?"@)&":.**'&?"M1&-$+'"B"M$0+q("icc\U"[\j[ci7
12 Antonio de Barros era un comerciante avezado que traía vinos franceses, li-
cores, gin, etc.: “Era a la vez el dueño de los únicos dos botes desde el Ama-
zonas río arriba construidos apropiadamente para las cachuelas del Madeira.
Me ofreció uno de sus pequeños botes cuando volviera del río Iténez, pero no
disponía de hombres. No tuve otra opción que esperar e ir con él a Brasil para
conseguirlos” (Herndon y Gibbon 1854: 232-233). Keller reporta igualmente:
“Los primeros vestigios de plantaciones de plátano y cacao realizadas por los
indios de la misión, cerca de las cuales estaba la primera casa civilizada que
habíamos visto en meses. Pertenecía a un viejo brasileño, Antonio de Barros
Cardoza [sic], el mismo que había ayudado materialmente al teniente Gib-
bon” (Keller 1874: 67). Evidentemente el personaje era bien conocido por su
amabilidad con los exploradores y viajeros: “Un fresco viento del noreste llevó
nuestra canoa en poco tiempo hasta Cerrito, el establecimiento de San Anto-
nio de Barros Cardozo, en la orilla del Mamoré. Este distinguido ciudadano
brasilero, quien ha vivido en Bolivia por 15 años, fue uno de los primeros que
subió el Madeira en tiempos modernos con una embarcación de 500 arrobas
de tonelaje. Nos recibió con la mayor amabilidad, ofreciéndonos todo lo que
estaba en su poder y su invaluable ayuda” (Keller y Keller 1875: 19). Por me-
-.$"-)*".!2)!.)&$" -k'&-(">'%%<)k("('+)0$("-)"(,"%&32.#$"4!'*")!"[g]^U"OL$&"
la noche nos detuvimos enfrente a la ‘Estancia de Santiago’, el primer campo
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#.$!)("X,.-'(")!%&)"+*'!#$(")".!-62)!'(")!")*"5,)+*$"-)" F'*%'#.1!?"
y en particular de las relaciones sociales que podía mantener por
entonces un “bárbaro” con un exitoso comerciante regional13.
No todas las relaciones interétnicas eran tan amistosas. Macche-
%."%'0+.=!"&)4)&)")*"'()(.!'%$"-)*"#1!(,*"+&'(.*)J$"S!%$!.$"L)&).&'"
cuando iba en comitiva hacia Trinidad, la capital del departamento.
Pasando el río Mayosa, hábitat de los indios chacobos, el misionero
se encontró con un sirviente negro que venía de Manaos, quien le
relató lo sucedido en la desembocadura del Iténez cuando Pereira
y su tripulación fueron emboscados por una partida de “bárbaros”
K,)"!$"5,-$".-)!%.4#'&14.
La comitiva atravesó las cachuelas, la desembocadura del Beni
B" 4!'*0)!%)" )!%&1" )!" )*" >'-)&'7"S**6" ()" @.$" $+*.2'-'" '" -)%)!)&()"
en una de las cachuelas llamada Araras porque una de las embar-
caciones volcó, mojándose la quina que transportaba. Los mozos
debieron desarmar los bultos y secar la cascarilla. Mientras tanto,
el misionero aprovechó para visitar a los bárbaros llevando algu-
nos cuchillos, cáscara para camisas, cucharas de cuerno, peines y
sombreros para intercambiar por alimentos. Luego de marchar sel-
va adentro encontró una casa grande con una decena de “salvajes”,
133
Lorena Córdoba
15 En otro diálogo este capitán hace la señal de la cruz y dice “así facer los
cristianos” (Maccheti 1886: 32).
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Lorena Córdoba
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18 Ver por ejemplo Fifer 1970: 120; Stoian 2005: 62; Van Valen 2003: 55.
19 “Una de las facetas más criticadas del boom de la goma amazónica boli-
viana fue el sistema de aviamento. En Brasil el aviador era un dador de
crédito (en forma de provisiones) que se intercambiaba por futuras entregas
de goma. Barbara Weinstein analizó el sistema en Pará y Manaos, y al pa-
recer el mismo prevaleció en toda la Amazonía durante el boom cauchero.
Weinstein sostiene que la casa del aviador era el eslabón más importante
de la cadena comercial amazónica. En Bolivia el sistema se llamó habilito.
El prestador era el habilitador y el receptor era el contratista o habilitado”
(Vallvé 2010: 160).
20 En 1890, Bolivia creó las delegaciones nacionales del Purús y el Madre de
Dios, que luego serían anexadas al noroeste por decreto del Congreso en
1893. A estos distritos norteños se los llamó “Territorio de Colonias” y eran
administrados desde Riberalta; recién en 1938 se convirtieron en el actual
departamento de Pando.
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23 Si bien es probable que los indígenas hayan sido araonas, tacanas o cavine-
ños, es notoria la similitud de sus nombres personales con los utilizados por
los actuales chacobos (Villar, Córdoba y Combès 2009: 238 y ss.).
143
Lorena Córdoba
mientas, y que fueron los guías indígenas –del mismo grupo étnico
o de otro– quienes lo condujeron a los poblados desconocidos:
Descubrí en ese viaje otras tribus en las altas regiones del Abu-
ná con la ayuda de los guías Mayupe, Matatagua, Marani que me
los dio el capitán Capa. Con ellos llegué al pueblo de Maguado
que constaba de catorce matrimonios. En él dormí una noche y
consiguiendo del capitán Maguado un guía que lo fue el bárbaro
llamado Ino, marché un día y medio hasta llegar a la tribu de
Maro que se componía de diecinueve familias. El capitán Maro
me dio en obsequio un huerfanito de doce años llamado Tivo
que actualmente lo tengo en Maravillas (Mariaca 1987 [1887]: 23).
El socio de Mariaca residente en Tumupasa, Víctor Mercier, fue
uno de los bolivianos que acompañó al coronel brasilero Antonio
Labre en una expedición desde el Madre de Dios hasta el Acre en
1887. En su relato sostiene que Labre no reconoció debidamente la
importancia que la comitiva boliviana tuvo en el éxito de su em-
prendimiento, y de paso describe los sucesivos acercamientos que
tuvo con diferentes tribus. Tal como sucede con el comerciante yun-
gueño, Mercier solamente tuvo encuentros positivos con los “bár-
baros”. Solamente admite haber tenido una experiencia complicada
con los caripunas, que lo recibieron amablemente pero durante la
noche hicieron movimientos extraños que parecían indicar un ata-
K,)".!0.!)!%)W"4!'*0)!%)"!$"(,#)-.1"!'-'"B"5,-$"()2,.&"(,"#'0.-
no. Todos los otros contactos fueron plenamente satisfactorios. Si
bien Mercier habla genéricamente de “bárbaros” o de “salvajes” sin
)(5)#.4#'&"*$("2&,5$("#$!"*$("#,'*)("%$01"#$!%'#%$?"$+()&@'"K,)"*$"
**'0'+'!"0)-.'!%)")*"#'*.4#'%.@$"Ecua, que traduce como “padre”
o “patrón” –lo que hace suponer que se trataba de indígenas cavi-
neños24. Dados los buenos recibimientos, decidió volver a explorar
144
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
los territorios salvajes. Para no partir con las manos vacías, llegó
a endeudarse comprando a crédito una serie de mercaderías para
intercambiar o regalar en sus futuros encuentros con los nativos.
Al regreso de su expedición, Mercier trajo consigo varios indígenas
(aparentemente por propia voluntad) para mostrarles su barraca y
que acudieran a él cuando necesitasen víveres o ropa.
Nuestras frecuentes relaciones con los bárbaros nos reporta-
ron la ventaja de que nos proporcionaran continuamente provi-
siones de yuca y maíz […] Levantamos el campo a las 5 a.m. y
tres horas después llegábamos a un pueblo grande de bárbaros,
que constaba de cincuenta y dos familias y que tenía por jefe al
capitán llamado Capa. Observando el coronel Labre que tanto el
capitán como la gente con recibieron con señalado agasajo, orde-
!1"'"(,("I!.#$("-$("0,#<'#<$("AmC"K,)"5,(.)&'!"-)"0'!.4)(%$"
los artículos que había traído para la expedición (Mercier 1981
[1894]: 4, 9)25.
Como antes Mariaca, el cuadro de las relaciones interétnicas que
presenta Mercier parece deliberadamente angelical, y debiera com-
plementarse al menos con las denuncias contemporáneas sobre la
industria cauchera realizadas por autores misioneros o por viajeros
como el propio Nordenskiöld26.
N'"4&0'"-)*"%&'%'-$">,J$GjN15)G"o)%%$"-)"[g`]"#$!%,@$")*"2)&-
men de los reclamos jurisdiccionales que luego darían origen al
#$!X.#%$"-)*"S#&)7"8)(-)"[ggc")!"'-)*'!%)"*'("%)!(.$!)("/&$!%)&.G'("
aumentaron de forma paralela al auge de las exploraciones y las
)F5*$%'#.$!)("2$0)&'(W"-)"<)#<$?"#$!",!'"(,5)&4#.)"#)&#'!'"'"*$("
200.000 km², el Acre contenía las tierras más ricas en hevea de todo
145
Lorena Córdoba
)*"S0'G$!'(7" !"[g]\"<,+$",!"2&'!"X,E$"5$+*'#.$!'*"-)(-)"M)'&3"
por la sequía que asolaba esa zona:
Los seringueiros brasileños también recolectaban la preciosa
goma en los tributarios del alto Juruá, y en los bosques infesta-
dos de insectos a lo largo de los bancos del Moa, el Juruá-mirim,
el Amonea, el Tejo y el Breu. Para 1900 había más de 60.000 bra-
sileños en la región del Acre, al sur de la línea oblicua que los
diplomáticos de levita trataban de establecer como límite norte
de la jurisdicción boliviana. Un tercio de estos caucheros brasi-
leños estaban en la región del alto Acre, al sur de Caquetá: los
pioneros brasileños no parecían respetar el límite boliviano si
podían divisar un árbol de goma del otro lado, y es dudoso que
incluso supieran de la ubicación de la línea (Ganzert 1934: 434).
Los enfrentamientos por la tenue línea fronteriza no cesaron y
/,)&$!".!#&)0)!%3!-$()7"M,'!-$"4!'*0)!%)")*"2$+.)&!$"+$*.@.'!$"
instaló una aduana en 1898, que aplicaba una tarifa que perjudicaba
a los caucheros brasileros, fue el detonante de los levantamientos
en Puerto Acre en 1899 (Fifer 1976: 193-213; Roux 2001: 527-28). De
poco sirvió que el magnate cauchero boliviano, Nicolás Suárez, en-
cabezara en persona una de las columnas bélicas llamada “Porve-
nir” con 300 de sus trabajadores27. Careciendo de los medios para
($(%)!)&" ,!" #$!X.#%$" )F%)!-.-$?" )*" 5&)(.-)!%)" p$(=" >'!,)*" L'!-$"
146
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
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diplomático denominado “Tratado de Petrópolis”28.
147
Lorena Córdoba
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LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
M,'*K,.)&'"K,)"#$!$G#'"*$("+$(K,)("-)"#',#<$"5,)-)"#$!4&0'&"
que esto es cierto. Yo mismo he conocido un hombre bastante
agradable y apacible que ganaba su buen dinero con este tipo de
#'G'7"v*"0.(0$"*$"'-0.%6'7"p,(%.4#'+'"(,"#$05$&%'0.)!%$")!"K,)"
esos indios de la selva no eran cristianos como él. Otro blanco
que conoce muy bien los bosques de caucho, una vez, al tiempo
que condenaba estas infamias, me dijo encogiendo los hombros:
‘Sin indios no hay industria del caucho’ (Nordenskiöld 2003
[1922]: 124)29.
De acuerdo con el barón Arnous de Rivière (1900: 433), la prin-
#.5'*" -.4#,*%'-" -)" *$(" #',#<)&$(" )&'" )!" )/)#%$" *'" )(#'()G" -)" 0'!$"
de obra, pues la inconstancia de los trabajadores indígenas hacía
que escaparan antes de que terminaran sus contratos. El problema
era doble: por un lado, conseguir indígenas para picar goma; por el
otro, lograr que se quedaran en la barraca durante el tiempo estable-
cido y no se fugaran30.
29 El sabio sueco también había reportado una situación igual o aun peor en-
tre los grupos indígenas de los ríos Tambopata e Inambari: “Podrían vivir
felizmente si no estuvieran adictos a ciertos vicios, fundamentalmente el
alcohol, y si no fueran oprimidos por los parásitos blancos que viven de
ellos. Con ayuda del ‘aguardiente’ engañan a los indios y les quitan el pro-
ducto de su agricultura y ganadería, y mediante la bebida fuerte los atraen
hacia las barracas gomeras para que trabajen el caucho. El medio más co-
mún consiste en darle a los indios bebidas a crédito para que se intoxiquen,
$"+.)!"5&)(%'&*)("-.!)&$"-,&'!%)"*'("4)(%'("5'&'"K,)"#$05&)!")()"0'*-.%$"
*6K,.-$7"M,'!-$"*'"4)(%'"B"*'".!%$F.#'#.1!"5'('!?"*$(".!-.$("!$"5,)-)!"5'-
gar la deuda, menos aún sujeta como está a intereses altísimos, y entonces
son forzados a dirigirse a una barraca cauchera. Una vez allí, por medio
de diversos trucos se los mantiene en deuda con el patrón” (Nordenskiöld
1906: 108-109).
30 Melby desarrolla el mismo argumento: “La goma requiere de grandes can-
tidades de mano de obra barata. La única que estaba disponible eran los
nativos indígenas, cuyos números eran de todos modos pequeños para sa-
%.(/'#)&"*'"-)0'!-'7">3("'I!?")!"(,"-$#.*.-'-")*".!-.$"!$")&'"*$"(,4#.)!%)-
mente tenaz como para soportar la monotonía del empleo regular, las aspe-
rezas físicas de la recolección de la goma o la brutalidad del trabajo forzado.
Consecuentemente, moría en el trabajo o se retiraba a tierras sin uso para
escapar de la servidumbre. La única solución al problema era la importa-
ción de la mano de obra” (Melby 1942: 454).
149
Lorena Córdoba
31 Para otras versiones de la muerte de Gregorio Suárez, ver Torres López 1930:
197-198; Coimbra 2010 [1946]: 140. Aquí damos crédito a la versión de Fifer,
que entrevistó a los propios familiares de Suárez (Fifer 1970: 136).
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Lorena Córdoba
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Lorena Córdoba
-)"#$0.)!G$"-)"(.2*$?")!"-)4!.%.@'?"#$!4&0'!"K,)"*'"&)*'#.1!")!%&)"
caucheros e indígenas seguía siendo ambivalente: amistosa en oca-
(.$!)(?"@.$*)!%'")!"$%&'(?"-)(#$!4'-'"(.)05&)7
Fig. 2. Pacaguaras
(fotografía de la biblioteca Vázquez, La Paz, en Balzan 2008 [1885-93])
154
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
N'"'!<)*'-'"4!'*.G'#.1!"-)*"/)&&$#'&&.*">'-)&'j>'0$&="**)21"'*"
mismo tiempo que el caucho agonizaba. En septiembre de 1912 se
.!',2,&'&$!"$4#.'*0)!%)"*'("iig"0.**'("-)*"&)#$&&.-$"/)&&$@.'&.$"K,)"
comenzaba en Puerto Velho y terminaba en Guayaramirin con una
frecuencia de tres viajes semanales. Finalmente se acortaba de for-
ma considerable el viaje que debía realizar la goma por las peligro-
sas cachuelas, y con ello la reducción de las pérdidas ocasionadas
por los frecuentes naufragios. Si bien se había cumplido el sueño
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boom de la siringa debido a un nuevo movimiento de los mercados
internacionales: ni las casas comerciales brasileñas ni menos aún las
bolivianas podían competir con los precios que imponían las plan-
taciones británicas en Malasia (Fifer 1976: 216-223; Roca 2001: 119).
Nuestro objetivo no consistió en esbozar una historia general del
desarrollo cauchero en la región amazónica boliviana sino más bien
en analizar determinados episodios puntuales, contextualmente
situados, de la relación entre caucheros, misioneros e indígenas.
Desde 1867, con el diario del padre Maccheti, podemos apreciar las
diferentes estrategias que adoptaron las poblaciones nativas para
relacionarse con el avance colonizador de la sociedad nacional.
Asimismo, comprobamos que tanto las amargas denuncias de
los misioneros como los relatos fantásticos sobre las atrocidades
de los “bárbaros” deben interpretarse críticamente en función de
su correspondiente contexto histórico. Por un lado, más allá de su
tarea evangelizadora los religiosos mantenían una puja constante
con los terratenientes por las tierras y la mano de obra indígena ne-
cesarias para mantener las misiones. Por el otro, los caucheros sa-
bían que mientras más atrocidades se atribuyeran a los “salvajes”
mayor aval obtendrían de la sociedad nacional, que con frecuencia
los retrataba como auténticos próceres y embajadores del progreso
en las regiones olvidadas. Finalmente, tampoco podemos descar-
tar los intereses limítrofes y regionales de los propios estados na-
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#',#<)&'"B"-)()05)J'&$!",!"5'5)*"/,!-'0)!%'*")!",!"#$!X.#%$"
como el del Acre.
155
Lorena Córdoba
156
TSIRIHAICATO: NOTAS
SOBRE EL HUMOR CHACOBO
Diego Villar1
El problema
157
Diego Villar
,!"*.!2w.(%'"0.(.$!)&$"'4&01"K,)"*$("#<'#$+$("O($!"#$!$#.-$("5$&"
su risa bulliciosa” (Prost 1983: 117). Lamentablemente, pese a haber
vivido entre ellos durante un cuarto de siglo el religioso no abun-
dó en detalles sobre cuál podía la causa de esa risa. Este trabajo,
precisamente, propone explorar qué es lo que les causa gracia a los
chacobos.
Es necesario realizar previamente algunas precisiones. No pre-
tendo establecer claramente los límites de la categoría semántica
que podría denominar “humor chacobo”. Asumo que los fenóme-
nos que describo forman parte de una clase politética que carece
de elementos esenciales, que a lo sumo guardan un cierto aire de
familia entre sí (Wittgenstein 1997; Needham 1975), y que su único
denominador común surge para el observador en el hecho prag-
mático de que en la vida cotidiana hacen reír a los chacobos. No
argumento entonces que la risa y el humorismo sean sinónimos y ni
(.K,.)&'"K,)"*'"&.('"()'",!"/'#%$&"!)#)('&.$"5)&$"!$"(,4#.)!%)"5'&'")*"
humor: uno puede apreciar una broma sin reírse o bien reír por al-
guna cuestión que no tenga que ver con el humor, como los nervios
o las cosquillas (Douglas 1968: 362-363). Tan sólo procuro esbozar
,!'".!%)&5&)%'#.1!")%!$2&34#'"-)",!'"()&.)"-)"'#%.%,-)(?"-.(#,&($("
y comportamientos que resultan cómicos desde el punto de vista
chacobo –aunque, como veremos, no necesariamente lo sean para
un observador externo.
Podría comenzar diciendo que en chacobo no hay una forma di-
recta de traducir el concepto genérico de humor: “reír” se dice tsi-
rihaina?"B"()"'4&0'"#$!()#,)!%)0)!%)"K,)",!'"<.(%$&.'"$",!")@)!%$"
gracioso es tsirihaicato –literalmente, “lo que es risa”. A lo sumo lo
cómico puede ligarse de modo laxo con la broma, la picardía, la
travesura; así, se dice yoyoxëni tsi xo noba shisha (“mi coatí es ‘pícaro’
158
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Diego Villar
El humor primario
El humor sádico
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Diego Villar
dose así durante un largo rato hasta que consideraba que había des-
cansado bien y se esfumaba. En cambio, a Bahi se le apareció otro
yoshini que se deleitaba introduciendo su enorme pene en sus tinajas
recién hechas y haciéndolas explotar con gran fragor. De igual forma,
L'x"#$!%'+'"K,)",!'"%'&-)"**,@.$('"-)(#'!('+'")!"(,"<'0'#'"#,'!-$"
inexplicablemente comenzó a helarse y moverse le costaba cada vez
más. Silenciosa, lentamente, entre la niebla surgió un personaje cuyo
rostro no era visible pues llevaba el pelo largo. El yoshini caminó len-
tamente hasta la hamaca. Con voz profunda, imperiosa, espectral, le
dijo: “córteme el pelo”. Luego comenzó a repetir la frase cada treinta
()2,!-$(7" L'x" !$" 5$-6'" 0$@)&()" B" )(%'+'" '%)&&$&.G'-$7" *" 0'&%.&.$"
duró media hora hasta que súbitamente el espíritu hizo una mueca,
dijo: “¿no me lo cortó, eh?” y desapareció (Villar 2004: 187).
162
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Diego Villar
El humor mítico
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Diego Villar
4 Hay que decir, por otra parte, que este resquemor no es sólo culinario o
estético: para los chacobos una de las principales formas de brujería dañina
es meter algo raro en la chicha que se convida; de allí la conducta –asocial y
poco frecuente– de negarse a beberla.
166
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
a" z,.G3"*'"0,)(%&'"03(")F5*6#.%'"-)"*'"#$!42,&'#.1!"($#.$*12.#'"-)"*'("'#%.-
tudes, los sentimientos y los afectos sea la noción de ranomiski: los celos que
siente un padre por la relación entre su hija y su marido –una condición
)(5)#64#'"K,)"!$"5,)-)"()!%.&"5$&"(,("<.E$("@'&$!)("AL&$(%"[\gfU"\^j\aW"M1&-
doba 2008: 214).
167
Diego Villar
El humor onomástico
Hay una serie de chanzas más complejas que sólo pueden com-
prenderse en función de la lógica onomástica. Como en otros gru-
pos amazónicos, y más frecuentemente entre los panos, la onomás-
tica constituye un mecanismo importante de reproducción social.
Además de ser un componente fundamental de la identidad indi-
vidual y colectiva, el nombre personal (janë janëria) opera de forma
@.&%,'*0)!%)"0'%)03%.#'"5'&'"-)4!.&"*'"5$(.#.1!")(%&,#%,&'*"-)")2$"
en el sistema de parentesco. El primer hijo y la primera hija de una
pareja, así, reciben el nombre de su abuelo y abuela maternos (MF
y MM), mientras que el segundo varón y la segunda mujer reciben
los nombres de sus abuelos paternos (FF y FM). Luego el criterio
de elección “baja” una generación y se nombran los hijos sucesivos
replicando los nombres de algunos de sus tíos; es decir, los nombres
de los hermanos de los padres (FB, MB, FZ, MZ). Aquí el sistema
()" @,)*@)" ,!" 5$#$" 03(" X)F.+*)" B" *$(" 5'-&)(" (,)*)!" $5%'&" 5$&" '*-
guno de sus propios hermanos debido a razones coyunturales: por
ejemplo, para honrar a la hermana que los ha criado a ellos, por un
cariño especial, etc. La primacía cronológico-conceptual de los nom-
bres matrilaterales adquiere sentido a la luz de la importancia de la
uxorilocalidad. Se trata, en suma, de un sistema original que combi-
na la transmisión de nombres en generaciones alternas y sucesivas
(Erikson 2002). La coherencia del reciclaje de un stock onomástico
limitado, que no llega a veinte nombres por cada sexo, queda evi-
denciada en los padrones bautismales de nombres anotados por el
cura Francisco Negrete en 1795, que son prácticamente los mismos
que los nombres chacobos contemporáneos (Villar, Córdoba y Com-
bès 2009: 35, 38, 233-242).
S-)03("-)*"&)#.#*'E)"-)",!"&)5)&%$&.$"$!$03(%.#$"4!.%$?"<'B")!%&)"
*$("#<'#$+$(",!'"#$-.4#'#.1!".!(%.%,#.$!'*.G'-'"-)"*'"#$!-,#%'")!-
tre los poseedores de tal o cual nombre. Las relaciones entre homó-
nimos –que se llaman mutuamente bënaque (homónimo de menor
edad relativa) y xëni (homónimo de mayor edad relativa)– consti-
tuyen una dimensión característica de la vida social; de hecho, sus
168
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
`" S,!K,)" !$" $/&)#)" !.!2,!'" 5&,)+'?" )*" 0.(.$!)&$" h,B" '(%" '4&0'" K,)" *$("
derechos y obligaciones de los homónimos pacaguaras son probablemente
los mismos que entre sus equivalentes chacobos (East 1971: 25).
169
Diego Villar
En segundo lugar, los tocayos son rabëti (rabë: “dos”, ti: “para”),
amigos formales que se hacen bromas y chanzas libremente sin que
nadie pueda enojarse por ello. Es común escuchar a un hombre lla-
mando papa (vocativo de jaëpa, “padre”) a su hijo o sobrino porque
en virtud del reciclaje onomástico se llama como su propio padre, o
bien decir que una abuela o tía es su esposa porque el esposo de ésta
comparte con él un mismo nombre (Erikson 2002: 59, 66).
En tercer lugar, hay otra instancia jocosa ligada con la onomástica.
Se trata de una suerte de lucha ritualizada entre hombres jóvenes
de la misma generación llamada coshi tanaboquihaina –lo cual po-
dría traducirse aproximadamente como “medir fuerzas” puesto que
coshi es la condición de ser duro o fuerte, y el verbo tanama puede
glosarse como “medir”, “poner a prueba”, “pesar” o “comparar”
(Zingg 1998: 262). Además de las peleas más serias, no es raro que
cuando beben mucha chicha dos hombres se pongan hombro con
hombro y traten de voltearse mutuamente durante un largo rato,
como en la lucha grecorromana. La elección del contrincante tiene
que ver explícitamente con la onomástica: así, un homónimo ma-
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LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
/,*724!'*),(#$+)(0!'$!
]" L$-&6'"'2&)2'&?"4!'*0)!%)?",!"I*%.0$"&'(2$"#10.#$"*.2'-$"#$!"*'"$!$03(-
tica que es la imposición de determinados sobrenombres: “Guatemala”,
“Brasil”, “Macaco”, “Tacana”, “Poiqui” (ano), “Jina coshi” (pene duro), etc.
171
Diego Villar
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LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
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Diego Villar
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Diego Villar
176
LOS TAKANAS:
REPRESENTACIONES DE LOS
SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN
SOCIOPOLÍTICA (1986 - 2010)
Información básica
177
Zulema Lehm
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LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
Referencias Teóricas
!"#$%&'(%)*+,-'(%+.(%(-/!-0)*"-1'(%$!%&'(%(-("$+*(%(')-'2'&3"-)'(%
de los pueblos amazónicos en los últimos 50 años, se encuentra la
emergencia de organizaciones que reivindican los derechos de los
pueblos indígenas. Aparecen “federaciones étnicas”, jerárquicas,
con base local y proyección internacional, que aglutinan a varios
centenares de asentamientos o comunidades indígenas en la región
amazónica. En 1964, surgió la Federación Shuar en Ecuador, pri-
mera federación étnica en la Amazonia, y en 1969 el Congreso de
Comunidades Amuesha en Perú. El modelo que adoptaron estas fe-
deraciones se trasladó a toda la Amazonia a partir de los años 1970
(Smith 1984; Lee van Gott 1994; Martí i Puig 2010).
!%&'(%*4'(%56789%:+-";%<567=>%-?$!"-0)*,*%"#$(%"-2'(%?$%'#/*!-@*-
ciones relacionadas con poblaciones indígenas en América Latina,
cada una basada en diferentes identidades: los sindicatos agrarios,
las federaciones étnicas y el movimiento indianista. Las diferencias
entre estas organizaciones se referían a aspectos ideológicos, pro-
gramáticos y estratégicos, y competían por legitimidad, membresía,
apoyo político y económico en las esferas locales, nacionales e inter-
nacionales.
Los sindicatos agrarios surgieron especialmente en los años 1950
en la región andina, donde la expansión capitalista era más evidente
y de más larga data. Smith señalaba que, en los niveles superio-
res de este sistema organizativo, se promulgaba una orientación de
clase para aglutinar así a poblaciones de distintos orígenes étnicos,
&*,'#*&$(9%#A#*&$(%B%A#,*!'(9%CA$%($%?$0!3*!%2'#%(A(%-!"$#$($(%)&*-
sistas. Las identidades étnicas o de “indios” eran ignoradas, o se
buscaba suprimirlas; se consideraba la forma sindical como la única
vía correcta para mejorar la situación de la población (Smith 1984).
Por su parte, las federaciones étnicas habían surgido entre pobla-
ciones indígenas ubicadas en la periferia de los Estados nacionales,
donde estos grupos, de una o de otra manera, distinguían fronte-
ras étnicas discretas. A ello denomina Smith una identidad étnica
o tribal, la que servía de soporte a las federaciones de este tipo. Su
ideología y programas de acción ponían el acento en las demandas
territoriales y la auto-determinación, más que en reivindicaciones
179
Zulema Lehm
180
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
jo), para Lucero se expresa en relación con dos niveles: por un lado,
en relación con la dinámica de las comunidades (desde abajo) y, por
otro, en relación con las oportunidades y redes nacionales y/o inter-
nacionales (desde arriba) (Lucero 2006).
I*%*A"'!'+3*9%($/J!%:+-";9%#$0$#$%"*!"'%*%&*%G'#+*%)E+'%$&% (-
tado, las instituciones u organizaciones externas se relacionan con
la organización, como a la visión de autonomía de la organización
respecto de los actores externos: esta visión puede expresarse en ac-
"-"A?$(%2#*/+."-)*(%?$%)'#"'%2&*@'%2*#*%&*%',"$!)-E!%?$%,$!$0)-'(%
-!+$?-*"'(9% CA$% G#$)A$!"$+$!"$% ,$!$0)-*!% (E&'% *% &'(% &3?$#$(% '% (A%
entorno inmediato, o bien en proyecciones de largo plazo enfocadas
en las reivindicaciones estratégicas de los pueblos indígenas como
colectividades (Smith 1984).
&%)'+2&$H'%"$+*%?$%&*%-?$!"-?*?%$(%$&%CA$9%$!%/#*!%+$?-?*9%?$0!$%
a las organizaciones. Por una parte, es el mecanismo mediante el
cual se invoca a los seguidores para que sean parte de la organiza-
ción pero, por otra parte, según Smith es importante el modo en el
que son abordadas las identidades al interior de cada organización.
Según el autor, existen diferencias respecto del grado de tolerancia
con el que son manejadas las diferencias étnicas y culturales en el
seno de cada tipo de organización (Smith 1984).
En otro trabajo, al referirse a las políticas sobre tierras del gobierno
2$#A*!'%B%$(2$)30)*+$!"$%*%&*(%A!-?*?$(%(')-*&$(%*%&*(%CA$%($%#$0$-
ren, Smith destaca el hecho de que las unidades domésticas o fami-
lias –en este caso las de los amueshas de la selva peruana– se encon-
traban tradicionalmente articuladas concéntricamente en diferentes
niveles: los asentamientos, basados en las relaciones de parentesco
de varias unidades domésticas, inestables y con un cambiante ba-
lance de poder; las “parcialidades o castas” de carácter endógamo,
con un foco ritual en un ancestro común y objeto de culto, usufructo
B%?$G$!(*%?$%A!%"$##-"'#-'%)'&$)"-1'K%B%0!*&+$!"$%A!*%J!-)*%)'&$)"--
1-?*?% L"!-)*% *+A$(;*9% (')-*&+$!"$% A!-0)*?*M% &'(% *+A$(;*(% )'+'%
nación comparten un idioma y religión comunes y reconocen, a tra-
vés de la historia oral, un territorio propio común.
En este modelo concéntrico de la sociedad Amuesha, las uni-
dades más pequeñas son al mismo tiempo diferentes y partes de
A!-?*?$(%+*B'#$(N% &%-!?-1-?A'%($%-?$!"-0)*%)'!%&*(%A!-?*?$(%
181
Zulema Lehm
?$%)*?*%!-1$&9%$!%)'!"$O"'(%?-G$#$!"$(%B%)'!%0!$(%?-("-!"'(N%P$#'%
esto no da lugar a identidades separadas y exclusivas, sino más
bien a identidades concéntricamente integradas. Ninguna parte
de este sistema funciona de manera aislada; la unidad domésti-
ca y el asentamiento local son parte integral de la sociedad ma-
yor (Smith 1985:15).
En la misma época, y en relación con los takanas, Wentzel (1989
[1985-87]: 332) hacía referencia a las organizaciones como redes so-
ciales verticales y horizontales capaces o no de resolver problemas
locales de diversa índole, que van desde el mejoramiento de los ser-
vicios básicos hasta el manejo de los recursos naturales. Como se
verá, más adelante, el modelo de redes verticales y horizontales de
las organizaciones sociales permite a Wentzel no solamente descri-
bir y analizar las relaciones entre organizaciones en un momento
determinado de la historia, sino también pronosticar su desarrollo
futuro.
Más recientemente, la emergencia de los movimientos indígenas
en América Latina ha llamado la atención de los investigadores
sobre la articulación de redes sociales en torno a la “cuestión in-
dígena”, que involucran a diferentes niveles locales, nacionales e
internacionales y no sólo a miembros de los pueblos indígenas sino
a personalidades, instituciones y organizaciones no indígenas (Lee
van Gott 1994; Postero y Zamosc 2005). Este tejido social multinivel,
)*&-0)*?'%"*+,-L!%)'+'%)*2-"*&%(')-*&9%($#3*%A!'%?$%&'(%G*)"'#$(%?$%
éxito más importante en la emergencia del movimiento indígena en
las arenas políticas nacionales e internacionales. Entre sus éxitos en
el nivel internacional, está la suscripción de convenios internaciona-
les como el convenio 169 de la Organización internacional del traba-
H'9%(A()#-"'%$!%5676%B%#*"-0)*?'%2'#%Q'&-1-*%$!%56659%B%&*%R$)&*#*)-E!%
de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas
(A()#-"*%B%#*"-0)*?*%2'#%Q'&-1-*%$!%S88T%<I$$%1*!%U'""%566=K%Q#B(V%
1994; Yashar 2005; Martí i Puig 2010). Mientras algunos autores po-
nen el énfasis en el escenario internacional (Brysk 1994; Martí i Puig
S858>9%'"#'(%-!(-("$!%(',#$%&'(%2#')$('(%$(2$)30)'(%$!%$&%-!"$#-'#%?$%
cada Estado-Nación (Postero y Zamosc 2005). En todos los casos,
182
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183
Zulema Lehm
Los nombres de los cargos de los gobiernos locales son un agregado nuestro sobre la
base de la descripción en el texto de Wentzel.
COICA: Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica.
CIDOB: Central de Pueblos y Comunidades Indígenas del Oriente Boliviano; COB:
Central Obrera Boliviana; CSUTCB: Confederación Sindical Única de Trabajadores
Campesinos de Bolivia; CORACA: Corporación Agropecuaria Campesina (brazo
económico de la CSUTCB); FDUTCLP-TK: Federación Departamental Única de Tra-
bajadores Campesinos de La Paz- Tupak Katari (Federación Campesina del depar-
tamento de La Paz, miembro de la CSUTCB); FENACOAB: Federación Nacional de
Cooperativas Agropecuarias.
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Zulema Lehm
['!%&*%0!*&-?*?%?$%)'+2*#*#%$&%$("*?'%?$%&*(%#$?$(%'#/*!-@*"-1*(%
en 2000, siguiendo el ejemplo de Wentzel, hemos elaborado un dia-
grama similar tomando en cuenta a las comunidades de Tumupas-
;*9%d*2*(;-9%_O-*+*(%B%'"#*(%)'+A!-?*?$(%+$!'#$(%<0/A#*%S>N
188
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['+2*#*!?'%$("$%/#.0)'%)'!%$&%*!"$#-'#9%($%2A$?$!%',($#1*#%)*+-
bios importantes en el sistema organizativo del pueblo takana. En
primer lugar, con la creación del Consejo Indígena del Pueblo Taka-
na (CIPTA) y el Consejo Indígena de Mujeres Takanas (CIMTA), se
establecieron instancias provinciales articuladas verticalmente con
los gobiernos locales de pueblos como Tumupasha y de las comu-
nidades. En 1997, con la emergencia de la Central de Pueblos Indí-
genas de La Paz (CPILAP) se establece la instancia que articula al
CIPTA y CIMTA con otras ocho organizaciones indígenas departa-
+$!"*&$(%*0&-*?*(%*%[_RaQN%R$%$("*%+*!$#*9%)'+'%GA$%2#$1-("'%2'#%
Wentzel en los años 1980, la población indígena takana de la pro-
vincia Iturralde se articuló verticalmente con los niveles nacional e
internacional representados por CIDOB y COICA respectivamente.
`!%($/A!?'%)*+,-'%($%#$0$#$%*%&*%?-GA(-E!%?$&%)'##$/-+-$!"'%$!%$&%
nivel comunal y la desaparición de los “caciques” comunales, man-
teniéndose sin embargo en Tumupasha como parte del corregimien-
to. El cargo de corregidor ya no es más un cargo exclusivamente
ocupado por los no indígenas, sino que, hacia 2000, ya era ocupado
por takanas y más tarde, se convertió en un cargo que debe ser asu-
mido exclusivamente por takanas4.
Un tercer cambio es la articulación de las mujeres, a través de los
clubes de madres con el Consejo Indígena de Mujeres Takanas, aun-
que en 2000 esta vinculación era relativamente débil; posteriormen-
te se iría fortaleciendo considerablemente.
`!%)A*#"'%)*+,-'%($%#$0$#$%*%&*%$+$#/$!)-*%?$&%!-1$&%+A!-)-2*&9%
que en el tiempo de la investigación de Wentzel prácticamente era
inexistente. Con la ley de participación popular de 1994, los gobier-
nos municipales aparecen como actores importantes para la solu-
ción de los problemas y las necesidades locales; con ello, en los pue-
blos takanas como Tumupasha y Carmen del Emero, reconocidos
como distritos municipales, aparecen nuevas organizaciones como
los sub-alcaldes y las organizaciones territoriales de base (OTB), es-
189
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!"#$%#$&'()*+$,*-$.)*(/0$.-$-1,*($(*-!"!/2/$(*23*-4*$-/2$5/+6!57/2
191
Zulema Lehm
e% !"#$%&'(%"*V*!*(9%&*%0/A#*%?$%&'(%B*!*)'!*(%'%);*+*!$(9%?$%?-G$#$!"$%"-2'%B%
jerarquía, todavía subsiste y, de acuerdo con Wentzel (1989) podría conside-
#*#($%&*%0/A#*%+.(%2$#(-("$!"$%?$&%(-("$+*%)A&"A#*&%"*V*!*%?$(?$%$&%2$#-'?'%
pre-colonial hasta nuestros días. Sin embargo, en el caso de Carmen del
Emero, no se trata de un líder religioso de este tipo sino más bien de un
promotor religioso formado por la iglesia católica.
192
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!*&$(%<)'+'%&*%&-+2-$@*%?$%&*%)'+A!-?*?>9%#$('&1$#%&'(%)'!D-)"'(%-!-
ternos y ejercer el control sobre los recursos naturales de la TCO, la
OTB debe representar a la comunidad frente al gobierno municipal,
participar en todas las cumbres y evaluaciones de avance, y muy
particularmente asegurar que se realicen proyectos asegurando que
“los recursos de la participación popular que le corresponden a la
comunidad, sean invertidos en la misma comunidad” (Tres Herma-
nos, 13/3/2010. F. 261).
Claramente, en este caso, hombres y mujeres manifestaron que
mientras el rol del gobierno municipal era mejorar la educación, la
salud y otros servicios en la comunidad, el rol de CIPTA es de defen-
der las TCO y los derechos de la comunidad respecto de los recursos
naturales.
Particularmente relevante en Tres Hermanos es la historia de la
asociación forestal. Debido a que el CIPTA promovió un proceso de
@'!-0)*)-E!%?$%&*%\[a9%*(-/!*!?'%.#$*(%2*#*%?-G$#$!"$(%A('(%-!)&A-
yendo el forestal, y debido a que “nos vimos también obligados a
hacer el plan de manejo por el pirateo más que todo, claro nosotros
cuidábamos este lado y habían estado por el otro lado, los otros sa-
cando” (Tres Hermanos, 13/3/2010. F. 245), la comunidad se vio
precisada a solicitar apoyo a CIPTA, y esta organización les apoyó
para que elaboraran un plan general de manejo forestal en el marco
de la ley de reforma agraria (ley INRA).
De acuerdo con el procedimiento establecido en la TCO Takana, es
el CIPTA quien representa a las organizaciones basadas en el mane-
jo de los recursos naturales ante el Estado. Asimismo, en un regla-
mento de acceso, uso y aprovechamiento de los recursos naturales
de la TCO Takana (CIPTA 2008), se establece una distribución de los
,$!$0)-'(%CA$%-!1'&A)#*%*%&'g*(%*(')-*?'g*(9%&*%2#'2-*%*(')-*)-E!9%
&*%)'+A!-?*?%B%$&%[_P\FN%R$%$("*%+*!$#*9%*%"#*1L(%?$&%DAH'%?$%&'(%
,$!$0)-'(%($%#$GA$#@*%&*%*#"-)A&*)-E!%?$%&'(%?-G$#$!"$(%!-1$&$(%'#/.-
nicos. Lo anterior también permite comprender la alineación de las
organizaciones productivas basadas en los recursos naturales con el
corregimiento y el CIPTA, en la medida en que es el corregimiento
que el CIPTA generalmente reconoce como la institución represen-
tativa de la comunidad.
195
Zulema Lehm
Conclusiones
Como fue previsto por Wentzel en los años 1980, entre 1985 y
2010, los cambios más importantes en la estructura organizativa del
2A$,&'%"*V*!*%?$%&*%#$/-E!%?$%_"A##*&?$%($%#$0$#$!%*%&*%)'!("#A))-E!%
de redes verticales y horizontales que vinculan tanto a los gobiernos
locales y a organizaciones de mujeres, expresados en los corregi-
mientos y los clubes de madres con los niveles provinciales a través
del CIPTA y CIMTA y el nivel departamental a través de CPILAP
con los niveles nacionales e internacionales como CIDOB y COICA.
F&% -!DAH'% ?$% $("*% #$?% 1$#"-)*&% -!?3/$!*9% $!% &*(% )'+A!-?*?$(% &'(%
“caciques” fueron sustituidos por los corregidores, manteniéndose
sin embargo como parte del corregimiento en el caso del importante
pueblo de Tumupasha. Asimismo, desaparecieron de las comuni-
dades takanas los sindicatos agrarios, diferenciándose claramente
'"#*%#$?%'#/.!-)*%CA$%*/&A"-!*%$(2$)30)*+$!"$%*%&*(%)'+A!-?*?$(%
de campesinos colonizadores. En este punto, la previsión hecha por
Wentzel en los años1980 de una articulación entre las organizacio-
nes indígenas y las campesinas, para nutrir un solo movimiento a
nivel nacional, no se cumplió, en gran medida debido a diferencias
identitarias y en el acceso y uso de la tierra y los recursos naturales.
I*% &$B% ?$% 2*#"-)-2*)-E!% 2'2A&*#% -!DABE% $!% &*% $+$#/$!)-*% ?$% A!%
nivel municipal, que no existía y no estaba previsto en los años 1980.
Con ello emergió una nueva red que vincula a las comunidades con
los gobiernos municipales, a través de la creación, al interior de las
comunidades, de una nueva instancia como son las OTB.
En el nivel comunal, si bien se han creado dos redes: una que res-
ponde a los municipios y otra a las organizaciones indígenas, las
comunidades han generado diferentes mecanismos como el posi-
cionamiento de un líder religioso como mediador entre el corre-
/-+-$!"'% B% &*% a\Q9% '% &*% G'#+A&*)-E!% ?$% GA!)-'!$(% +.(% $(2$)30)*(%
2*#*%',"$!$#%,$!$0)-'(%?$%*+,*(%#$?$(N% !%!-!/A!'%?$%&'(%)*('(9%&*(%
comunidades han elaborado respuestas iguales, salvo un esfuerzo
común de adaptación.
I*%$+$#/$!)-*%?$%A!*%#$?%$(2$)30)*%?$%'#/*!-@*)-'!$(%?$%+AH$-
res indígenas es también un cambio notable en los últimos años así
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CHACO
199
200
LOS HOMBRES TUMPAS Y LAS
RELACIONES FRONTERIZAS ENTRE
CHIRIGUANOS E HISPANOAMERICANOS
F%h_dFI :%R I%:_UIa%]^___
Roseline Mezacasa1
Introducción
201
Roseline Mezacasa
202
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Roseline Mezacasa
204
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205
Roseline Mezacasa
ciano que viste sobre las ropas menores túnica blanca a manera
de alba, un sombrero negro, bordón y breviario; y no falta quien
diga que es jesuita: bastante fundamento [hay] para recelarlo,
2$#'%B'%!'%&'%*0#+'%!-%&'%!-$/'%<F@$#'9%ST%N_N%5TT69%FU_%I-+*%
601, en Saignes 2007: 130).
Esta información fue dada por un comandante de la frontera algu-
nos meses después de los levantamientos impulsados por el Tumpa
de Caiza. Su descripción del Tumpa como de “aspecto español”, an-
ciano, con breviario y predicando en español hace pensar, como él
mismo lo sugiere, en un jesuita6.
Otro documento, escrito por un franciscano, ofrece datos dife-
rentes. Para Cobos Redondo, el Tumpa de Caiza era “aora un indio
apostata, como se presume se ha hecho Dios de los indios en un
pueblo de los mas numerosos clamado Caiza, y a ese todos ellos lo
ovedecen ciegamente en qualquier maldad que les mande” (ABNB
Rück 53: 01). Como podemos observar, estos datos no coinciden con
los del comandante de la frontera. Algunos hechos nos llevan a dar
crédito al franciscano. Cobos Redondo estaba en la misión de Sali-
nas, cercana a Caiza, y recibió sus informaciones sobre los “rebel-
des” de boca de los indígenas de la misión. En su relato, el líder de
la sublevación era un apóstata, criado entonces cierto tiempo en una
misión, y que abandonó luego la enseñanza cristiana para incitar a
sus paisanos a luchar en pro de las tradiciones chiriguanas.
El otro sector de la Cordillera donde surgió un hombre Tumpa en
1778 fue el de Guapay (río Grande), al norte de la Cordillera. Según
Pifarré, se trataba del sector “más rápidamente absorbido por los
$(2*4'&$(j% <5676M% 5=5>N% ("*% i*,('#)-E!j% ($% #$0$#$% *% &*(% #$&*)-'!$(%
de proximidades entre indígenas y españoles a través del comercio,
CA$% 2'(-,-&-"*#'!% )'!"*)"'(% +$!'(% )'!D-)"-1'(N% :-!% $+,*#/'9% $("*%
#$&*)-E!% *+-("'(*% )'!')3*% "*+,-L!% +'+$!"'(% ?$% /#*!?$(% )'!D-)-
tos como en la década de 1770, cuando se instalaron las misiones
franciscanas. Las relaciones entre chiriguanos y religiosos oscilaban
206
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207
Roseline Mezacasa
nes, pero sabemos que recibió los informes de los religiosos de las
misiones de Piray y Abapó, entre ellos del franciscano Manuel Gil,
para quien el Tumpa de Mazavi era un indígena.
Las dos sublevaciones de los Hombres Tumpas tuvieron lugar
)A*!?'9%$!%&*%($/A!?*%+-"*?%?$&%(-/&'%]^___9%$&%(-("$+*%)'&'!-*&%($%
acercaba con mayor intensidad a los territorios chiriguanos. Habien-
do contextualizado brevemente el surgimiento de los dos Tumpas en
5TT79%2*(*#$+'(%*%*&/A!*(%#$D$O-'!$(%(',#$%$("'(%+'1-+-$!"'(%2'-
lítico-religiosos, relacionándolos con los contextos históricos, socia-
les y políticos de las fronteras existentes en la Cordillera chiriguana.
!%&*%($/A!?*%+-"*?%?$&%(-/&'%]^___9%&*(%"-$##*(%);-#-/A*!*(%($%1'&-
vieron muy atractivas para la instalación de haciendas ganaderas y
estancias agrícolas. Un documento de 1779 da informaciones sobre
el potencial de estas tierras para la producción y comercialización.
De las haciendas “salían grandes partidas de ganados, charques, se-
bos, grasa y otros frutos con qe abastecían las ciudades [ilegible] y
Pros Comarcanas, con qe se abastecían pa el mto de las Minas” (ABNB
EC 1779 nº 238: 27v.). El crecimiento de la población hispanoameri-
cana provocó un aumento de la demanda de alimentos y, por conse-
cuencia, la expansión española hacia nuevas tierras laborables.
R$%$("*%+*!$#*%*A+$!"*#'!%"*+,-L!%&'(%)'!D-)"'(%$!"#$%-!?3/$!*(%
y colonos, sobre todo por los daños causados por el ganado de las
estancias en los cultivos chiriguanos. Las vacas invadían las plan-
taciones de los indígenas, causando severos problemas. En 1758, el
franciscano Manuel Gil denunció estos problemas a las autoridades,
presentado las quejas de varios capitanes chiriguanos: “es buena e
llana tierra de Chapimayo circuida de algunos christianos, los que
con sus animales causan varios daños a los tales indios, de lo que
éstos están muy quexosos, y nos dixeron que por el temor de los
daños no avían [habían] comenzado en este año a sembrar” (cit. en
Calzavarini 2004, tomo 2: 588). Aparece en estas líneas una nueva
territorialidad en gestación, que incluía un nuevo elemento: el gana-
do, y las consiguientes destrucciones de las cosechas.
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?-);*%f*#3*%[;$(Aj%<FQdQ% [%5T7S%!m%86M%51>N%I*%0/A#*%?$%f*#3*%
Chesu permite pensar en la existencia de un cristianismo dinámico
entre los indígenas de la frontera; así, los rebeldes crearon formas
de pensarse a sí mismos y a los Otros, apropiándose de algunos ele-
mentos cristianos que tenían sentido para ellos. Conocemos algo de
María Chesu a través de los relatos del franciscano Manuel Gil. De-
bió haber vivido algún tiempo en las misiones de la región, donde
tuvo conocimiento de la Virgen María y de las imágenes católicas.
La acompañante del Tumpa se mantenía contraria a las misiones,
B% ($% *2#'2-*,*% ?$% A!*% 0/A#*% )$!"#*&% ?$&% )#-("-*!-(+'% 2*#*% 2'?$#%
-!DA-#%(',#$%&'(%-!?3/$!*(%B*%#$?A)-?'(%$!%&*(%+-(-'!$(%CA$%)#$3*!%
en el poder de la imagen de la Virgen. Pretendiendo ser la misma
Virgen, la acompañante del Tumpa hacía suyo su poder simbólico y
podía transmitir con mayor fuerza y autoridad sus críticas contra la
religión cristiana, reforzando el discurso del líder. Sobre el origen de
esta mujer, la documentación calla.
Las misiones franciscanas instaladas en la Cordillera chiriguana
imponían un modelo civilizatorio que negaba la cosmología tradi-
cional chiriguana. Los jefes espirituales eran tachados de hechiceros
y brujos. Los ritos tradicionales estaban prohibidos y los chamanes
considerados peligrosos por los franciscanos, cuando se trataba de
/A*#?-*!$(%?$%&'(%(*,$#$(%"#*?-)-'!*&$(%CA$%!'%($%?$H*,*!%-!DA$!-
ciar por el cristianismo.
Como instituciones coloniales que traspasaban las fronteras terri-
toriales y culturales de la Cordillera e imponían una nueva estructu-
ra cultural, social y cosmológica, las misiones provocaron a menudo
mucho rechazo por parte de los indígenas. Durante las sublevacio-
nes de los Tumpas en 1778, las misiones fueron amenazadas por los
rebeldes. La iglesia del curato de Sauces fue destruida, así como las
imágenes de los santos que contenía. Los rebeldes buscaban tam-
bién aprisionar a los padres y robar el ganado, muy numeroso, de
las misiones.
!% &*% ($/A!?*% +-"*?% ?$&% (-/&'% ]^___9% &*(% G#'!"$#*(% "$##-"'#-*&$(% B%
culturales separaban universos cosmológicos diferentes; se trataba
?$%G#'!"$#*(%+J&"-2&$(%B%?-!.+-)*(%CA$%-!DA$!)-*,*!%*%(A%1$@%*%&'(%
actores históricos que transitaban por ellas. De esta manera, pode-
213
Roseline Mezacasa
+'(%?$)-#%CA$%&*%#$&*)-E!%)'!D-)"-1*%$!"#$%$&%+A!?'%-!?3/$!*%B%$&%
universo cristiano en estos espacios de frontera contribuyó al sur-
gimiento de los movimientos político-religiosos liderados por los
Tumpas. Además de ser física, la frontera también tiene que ver con
los elementos culturales que se transforman en estos espacios.
&/+2!,*('5!/+*2$8+'-*2
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LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
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Roseline Mezacasa
216
NOTAS SOBRE
LA JERARQUÍA INTERÉTNICA
EN LOS INGENIOS AZUCAREROS
DEL NOROESTE ARGENTINO
Federico Bossert1
217
Federico Bossert
S% [-"*9% *&% #$(2$)"'9% A!% 1*&-'('% -!G'#+$% ?$% A!% '0)-*&% ?$&% /',-$#!'% ,'&-1-*!'%
hacia 1914: “Hoy para el indio la aspiración suprema es viajar a la República
Argentina, donde ve nuevas cosas que llaman su atención y a la que llama
Baporenda9%CA$%(-/!-0)*%"-$##*%?$%"#*,*H'9%B%*&&3%1*!%2*#*%$()*2*#%?$%(A(%;'-
gares y no hay razón que los retenga” (cit. en Langer 2009: 121).
218
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
3 Tal como deplora Santamaría, poseemos pocos datos sobre las relaciones
-!"$#L"!-)*(9%$!%2*#"-)A&*#%&*(%)'!D-)"-1*(9%?$!"#'%?$%&'(%-!/$!-'(%*@A)*#$#'(%
(Santamaría 1992: 98). Es por eso que aquí, en lugar de centrar el análisis en
un ingenio o una época particular, recabaremos fuentes de todos los inge-
nios de la zona, y en un amplio marco temporal –entre las décadas de 1850,
comienzos incipientes de los ingenios, y 1930.
4 Las misiones de Nuestra Señora de las Angustias de Zenta y San Ignacios de
los Tobas (cf. Teruel 1994: 229-234).
5 Cf. Conti et al. 1989: 16. He aquí un crudo testimonio sobre este reclutamiento en
los primeros tiempos: “Los meses en que se sacan esos indios son desde Abril,
hasta Septiembre y Octubre. Para sacarlos, se encarga de esta comisión a ciertos
hombres especiales que se llaman mayordomos, y a los cuales se les paga de 10
a 12 reales por cada indio, y cuatro para cada india” (Villafañe 1857: 37).
219
Federico Bossert
220
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
1914: 46). Luego, estos lotes trabajaban sobre parcelas diferentes del
cañaveral.
En todos los casos, los chiriguanos recibieron desde temprano un
trato muy diferente al que se daría a los indígenas chaqueños; se los
alojaba en galpones y casillas, generalmente en una ubicación más
cercana al centro del ingenio. Así, a principios de siglo, en el inge-
nio San Pedro los grupos chaqueños instalaban sus tolderías en los
alrededores de los campos sembrados, mientras que los chiriguanos
recibían un hospedaje claramente preferencial: en “toldos puestos a
su disposición por la administración del ingenio” (Lehmann-Nits-
che 1907: 56). También en el ingenio La Esperanza se percibía esta
diferencia en cuanto al asentamiento y la relación con los blancos:
mientras que los chorotes, wichís y tobas “vivían en los alrededores
del ingenio, en pleno campo, y en chozas que construían de ramajes
verdes”, “los chiriguanos por el contrario habitaban en toldos pues-
tos a su disposición por la administración del ingenio” (Lehmann-
Nitsche 1907: 54)6. Si bien el ingenio ahorraba enormes cantidades
de dinero con este sistema de alojamiento de los trabajadores cha-
queños, su personal no dejaba de ver en las chozas indígenas un
rasgo de ineluctable salvajismo (Unsain 1914: 47). En el mismo sen-
tido, esta distribución espacial dentro del ingenio poseía una carga
simbólica, ya que la cercanía a la “sala” de administración del lote
indicaba jerarquía dentro de la empresa, mientras que los obreros
rasos eran alojados a distancia (Lagos 1995: 128). En el ingenio Ta-
bacal, dado que además se permitía a los chiriguanos hacer uso de
lotes para cultivos, muchos de ellos permanecieron con las décadas
en el interior del ingenio, y pasaron a ser los únicos indígenas reclu-
tados como peones permanentes –conocidos como “caseños”7.
221
Federico Bossert
("*%($2*#*)-E!%$!"#$%/#A2'(%!'%',$?$)3*%$O)&A(-1*+$!"$%*%0!$(%
prácticos o laborales, a una división del trabajo que sencilla e ino-
centemente aprovechaba los límites étnicos; según veremos, respon-
día y plasmaba concepciones anteriores sobre las diferencias más
generales entre los chiriguanos (o, como comenzarían a ser llama-
dos, los “chaguancos”) y el resto de los indígenas que se empleaban
en los ingenios. Como muestra de esas concepciones, revisemos las
notas dejadas por el periodista francés Jules Huret, quien visitaba
el ingenio Ledesma en épocas de cosecha y observaba a los “3.000
indios del Chaco que viven ahí afuera”:
Había notado, mezclados con estos indios matacos de estatu-
#*(%2'?$#'(*(9%?$%$O2#$(-E!%,#A"*&9%"-2'(%+.(%0!'(%B%(A"-&$(9%*&-
gunos incluso muy bellos con sus ojos negros como grietas y sus
narices aguileñas […] Eran, en efecto, los Chiriguanos, muy di-
ferentes de los precedentes por el tipo físico y el carácter. Menos
robustos, menos brutales y vindicativos, son –al parecer– inteli-
gentes, apacibles, dulces y limpios, susceptibles de civilización.
I'(% ,&*!)'(% ?$% &*(% 2&*!"*)-'!$(% &'(% 2#$0$#$!% 2'#% +A);'% *% &'(%
Matacos y los agrupan aparte, cerca de la usina, en las peque-
ñas casas de madera alineadas a ambos lados de una gran calle.
Pues no se contentarían con las cañas sórdidas de los Matacos.
Muy fácilmente adaptados a los usos argentinos, sus gustos se-
dentarios hacen de ellos excelentes agricultores. Algunos están
absolutamente instalados en las usinas de la región y trabajan
donde los estancieros (Huret 1911: 263-264).
Una década más tarde, el inspector Vidal repetía estas observa-
ciones, agregando sugestivas expresiones. Los chiriguanos, dice,
“aunque son indios, parecen constituir la aristocracia o la clase pri-
vilegiada de los autóctonos. Cuando están bien vestidos, fácil es
confundirlos con los regionales [criollos]. Capataces de cañaverales
y jefes de máquinas, complácense en reconocerles gran inteligencia,
222
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
8 Ver, por ejemplo, Storni 1912: 652-654; Cornejo 1934: 112-113. Esta temprana
monetarización de la economía chiriguana no es un detalle menor.
223
Federico Bossert
La producción de jerarquías
224
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
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tener, en el ingenio, los medios para comprar armas de fuego y municiones.
225
Federico Bossert
226
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
227
Federico Bossert
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ausencia” de las culturas chaqueñas; ante todo, por ausencia de la
agricultura –según anotaba el perspicaz Giannecchini: “los Chiri-
guanos son agricultores por antonomasia y se sienten muy orgullo-
sos de enfrentarse a otras tribus que no siembran, como los Tobas,
los Chorotis y los Noctenes […] Para ellos, la caza y la pesca son
actividades de segundo orden, de solaz, de lujo para sus bacanales
y también por necesidad en épocas de carestía” (1996 [1898]: 296).
Esta jerarquización de las diferencias étnicas, realizada en base a
funciones laborales, era sentida y reconocida por los mismos indí-
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merar los estamentos de peones que estaban por encima de ellos en
la organización del ingenio San Martín: los criollos permanentes, los
“chaguancos”, los collas y criollos “cortadores de caña”. Es el caso
de los tobas del oeste de Formosa:
En la década de 1990 muchos tobas habían internalizado estas
jerarquías y recordaban el status y los salarios más altos de los
otros trabajadores como un resultado natural de sus atributos
culturales. Los peones permanentes criollos estaban en la cúspi-
de de esta jerarquía de trabajo […] Los guaraní, recordados por
los tobas como chaguancos, ocupaban el status más alto entre los
trabajadores indígenas (Gordillo 2004: 113).
Estos tobas todavía recuerdan con admiración las mejores con-
diciones de vida y trabajo en el ingenio de estos estamentos supe-
riores y sus mejores conocimientos sobre el ingenio, que son vistos
como atributos de superioridad –al menos en cuanto a la capacidad
productiva. Estas distinciones pueden ser percibidas en represen-
taciones más sutiles; así, los tobas actuales creen que los demonios
antropófagos de los ingenios –los KiyaGaikpí y el perro familiar– evi-
taban la carne de “indio” (toba o wichí), y preferían la del siguiente
estamento: chiriguanos, bolivianos, kollas, criollos: “Esta distinción
es llamativa pues ilustra los modos en que muchos toba internaliza-
"+)'@'"#/%=)%1$ "+)', /'.#" "8(0 /'6*)%$ /'$"# - /'#)'\ )'Q "*0)'-#,'
Tabacal” (Gordillo 2004: 129, 133).
Es evidente que los chiriguanos, siguiendo tanto el más básico
principio etnocentrista como su particular ideología interétnica, se
228
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
229
Federico Bossert
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230
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
231
Federico Bossert
como pago. En efecto, estos bienes eran uno de los botines más co-
diciados no sólo en los saqueos a lo largo de la Colonia, sino tam-
bién tras el largo trabajo en los ingenios. Las vestimentas obtenidas
de este modo por los tobas a comienzos del siglo XX rápidamente
reemplazaron los atavíos tradicionales (fabricados con chaguar y
pieles de animales) y se transformaron en un nuevo “símbolo de su
aboriginalidad”, que hasta nuestros días los distingue: la chiripa de
tela, el sombrero, los pañuelos (Gordillo 2004: 60). Otro tanto pue-
de decirse de los atavíos wichís. Nuevos materiales sobre antiguos
diseños, si se quiere, y muy diferentes de las “marcas de aborigina-
lidad” elegidas por los hombres chiriguanos, que los aproximaba,
claramente, a la estampa del gaucho chaqueño. Pero esta atracción
por las vestimentas del blanco no era algo nuevo ni había nacido
de la experiencia en los ingenios; la impenetrable Chiriguanía fue
durante toda Colonia el escenario de un comercio muy activo; los
3#"$ $5%K#/', '"#$+""%#"+)'-#/-#'()'!"%3#"'3+3#)*+4'@',+/'!"+!%+/'
chiriguanos realizaban “salidas” hasta los poblados blancos para
intercambiar productos, muchas veces utilizando a los misioneros
como intermediarios, distribuidores de los productos codiciados, en
las comunidades más alejadas (Saignes 1990: 40-41). Esos mercade-
res eran ante todo vendedores de telas y géneros que poseían una
cierta inmunidad de paso, y que se convirtieron desde el siglo XVIII
en verdaderos agentes de exploración para la administración colo-
nial (Susnik 1968: 159-160). Una lectura de ciertas proclamas de los
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@'1)#/'-#,'DED4'5 $#'#;%-#)*#'8(#'#/* ' *" $$%L)'!+"', /'*#, /'@',+/'
ornamentos tenía lugar porque estos objetos resultaban, a ojos chiri-
guanos, signos de jerarquía. Si lo que se buscaba era, en realidad, el
status del blanco, y una forma de alcanzarlo era ante todo tomando
sus “ropajes” de la manera más literal, según observa Susnik: “los
Chiriguanos tácticamente siempre ansiaban demostrar ‘ser iguales’
a los ‘caraí’14, y la vestimenta era en el siglo XVIII un elemento cultu-
ral exterior que interpretaba la verdadera diferenciación social entre
blancos, mestizos e indios” (Susnik 1968: 220).
232
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
A esto puede agregarse, entonces, que esta pasión por las vesti-
mentas del blanco fue exacerbada y, en un sentido, consumada en
los ingenios azucareros. Bialet-Massé la constató en el ingenio Espe-
ranza, donde los chiriguanos andaban –nótese bien la aclaración–
“bien vestidos, de corte gaucho, pero de gaucho acomodado”; su
/#)* 3%#)*+' #)' #,' %)=#)%+4' #)' -#1)%*%; 4' #" ' F$+3+' ()' !#8(#I+'
pueblo” (1968 [1904]: 78). Nordenskiöld, entre muchos otros testi-
monios de la época, coincide: los chiriguanos imitaban el atuendo
de los “gauchos”15. Tal como ocurrió entre los tobas o los wichís,
!(#/4'#)',+/'%)=#)%+/' G($ "#"+/'/#'$+)1=("L'() ';#/*%3#)* '$+3+'
marca étnica que perdura hasta nuestros días, y que hoy a menudo
es recordada como el atuendo “tradicional”. Esta pasión por los ro-
pajes del blanco es tan notable hoy como lo fue en épocas de Nor-
denskiöld y mucho tiempo antes; al punto que el “conchabo” (en
haciendas o ingenios) fuera llamado mbaerequi: “sacar géneros en
pago de trabajo, y, por analogía, conchabarse” (Giannecchini, Ro-
mano y Cattunar 1916: 105). Volverse blancos sin dejar de ser in-
dígenas, vistiendo las ropas del blanco, era un deseo proclamado
por las utopías tumpaístas –y no olvidemos que el último de estos
movimientos, con fuerte contenido mesiánico, se produjo en 1892,
cuando los chiriguanos ya visitaban hacía tiempo los ingenios. Saig-
nes (1990: 12) parece acertar cuando denomina a esta pasión por los
atuendos karai un “teatro de la jerarquía”, y recuerda –a través de
los siglos– la estampa de un líder chiriguano del siglo XVI vestido
como un conquistador español, a caballo y con espada al cinto.
Es cierto que las telas y vestimentas eran, también, codiciadas por
los indígenas chaqueños. Zavalía anota, por ejemplo, que los indios
chaqueños exigían ciertas prendas antes de marchar hacia el inge-
nio, ya que “para vivir entre cristianos es necesario cubrir sus des-
nudeces e ir bien vestidos” (Zavalía 1915: 39). Sin embargo, según
todos los informes de comienzos de siglo XX, al parecer éstos no ate-
soraban las prendas como lo hacían los chiriguanos, y mucho me-
nos buscaban lucirlos a la usanza criolla: según varios testimonios,
un destino común de estas prendas era el canje (muy desventajoso)
233
Federico Bossert
234
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
16 Esta es, también, la conclusión de Langer: “a corto plazo, no fue la más bien
infrecuente conversión de los adultos, sino la comercialización de las cosechas
y el nuevo trazado de las líneas de autoridad lo que minó la cultura tradicional
chiriguano” (Langer 1987: 317).
235
Federico Bossert
17 Pifarré resume con tintes patéticos el proceso: “la misma personalidad del
chiriguano fue transformándose. De haber sido en otros tiempos un hombre
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do y disminuido” (1989: 272).
236
CHIQUITANÍA
237
238
POBLACIÓN INDÍGENA Y DIVERSIDAD
CULTURAL EN CHIQUITOS (SIGLO XVIII).
ALGUNAS CONSIDERACIONES
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239
Roberto Tomichá
1+(-!2$0#(.!(34$5/$*&'6(.$7!#'$0#(!'8+%$+9(:(8!-$&.$;+%$0#
240
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
2 Memorial al Rey Nuestro Señor en su Real y Supremo Consejo de las Indias sobre
las noticias de las Missiones de los Indios llamados Chiquitos […]; impreso: ARSI,
< "'Rd4'i9'RdPdS;J':j\Eb4'C/*9'd4'? . 'UTk')9'RcJ':Ne4':B4',#=9'T4'>+,9'RTTPdRXJ'
RAH, Colección Jesuitas: tomo 55, papel 33; cfr. t. 95, p. 17. Texto completo
en Tomichá 2008: 89.
241
Roberto Tomichá
242
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
Cuadro 1.
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244
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
Cuadro 2.
DE&9/%$0#(.!(9+'(-!./%%$&#!'(F!'/G*$%+'(!#(H7)-$%+(7!-$.$&#+9
(Fuente: Matienzo 2010)
245
Roberto Tomichá
4 Cf. Annuae litterae provinciae Paraquariensis ab anno 1689 ad annum 1700, missae
a patrem Ignatio de Frias […] 2:g\E'< "'S4'i9'dSnP[[d;9MJ'/#=(%3+/', '*" -($$%L)'
castellana inédita realizada por Leonhardt en 1932 y, en lo referente a Chiqui-
tos, la obra recientemente publicada por Matienzo et al. 2011: 7-32.
5 Annuae litterae provinciae Paraquariensis ab anno 1689 ad annum 1700, en
Matienzo et al. (ed.) 2011: 21.
246
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
247
Roberto Tomichá
6 El motivo del traslado eran los daños que los cruceños causaban al pueblo
con sus hurtos y rescates de personal nativo para tenerlos prácticamente
como esclavos en sus haciendas y fábricas (cf. Burgés 2008 [1705]: f. 14).
Sobre las diversas naciones y las familias lingüísticas a las que pertenecían
los nativos de las reducciones chiquitanas, remito a Tomichá 2002: 209-295,
especialmente las tablas de naciones chiquitas y de las naciones diversas.
7 Burgés 2008 [1705]: f. 14. Los nativos guarades son con mucha probabilidad
los guarayos de lengua guaraní, que sabían el arte de la navegación por los
ríos. De lengua similar son los curuminas, mientras que los coes habría que
248
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
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Ver Tomichá 2002: 271.
8 Cathalogus Annuus Provinciae Paraquariae Anno 1695. Missiones Tarijenses
(ARSI Par 7: f. 42). Es el primer elenco propiamente de jesuitas en Chiquitos,
donde las misiones de Chiquitos aparecen todavía bajo el título de “Missiones
Tarixenses”, que hasta 1695 comprendían a los chiriguanos y los chiquitos.
9 Número de las Doctrinas, Familias, Almas, Bautismos y Ministerios del Paraná
del año 1702. Número de las misiones nuevas de los Indios llamados Chiquitos;
AGI Charcas 165; Burgés 2008 [1705]: 14v. Ver Tomichá (2008: 175, 122) y
Matienzo et al. (ed.) 2011: 39.
249
Roberto Tomichá
!(#&,+' 1,% ,' +' F$+,+)% H4' (&%$ & ' ' dW' ,#=( /' ,' +$$%-#)*#' -#' \ )'
Rafael, desde donde eran atendidos por los misioneros jesuitas.
Estas cuatro reducciones, de “gente tan bien dispuesta, en una re-
gión tan apartada, fundadas entre no pequeñas privaciones y gober-
nadas con gran solicitud” (Annuae en Matienzo et al. (ed.) 2011: 30)
"#!"#/#)* & )'#,'#/* &,#$%3%#)*+'-#1)%*%;+'-#', '!"#/#)$% '.#/(0*%$ '
en la región de Chiquitos, que por los años 1698-1699 alcanzaban
4.000 almas, atendidas por un total de doce misioneros, algunos re-
cién llegados de Europa, pero muy dedicados tanto al cuidado de
nuevos cristianos como a la conquista de nuevos pueblos. De igual
modo, las mismas fuentes estimaban la existencia de “indios chiqui-
*+/'%)1#,#/'! " ') - '3#)+/'8(#'Rd'"#-($$%+)#/4'!+&, -+/'!+"'() /'
20.000 almas, no contando a las naciones adyacentes de los indios
guarayos, parisis, y mboriiares, hablando todos estos la misma len-
gua y teniendo todos la misma buena disposición” (en Matienzo et
al. (ed.) 2011: 31). El mismo gobernador de Santa Cruz de la Sierra,
don José Robledo de Torrez, a tiempo de señalar el arduo trabajo
que desempeñaban los jesuitas en la reducción de los nativos chi-
quitos, expresaba en 1699 la existencia de cuatro pueblos con más de
3.000 personas en su mayoría bautizadas10.
En cuanto al personal misionero, por aquellos mismos años, 1699-
1700, llegaban nuevos jesuitas europeos a Chiquitos, para sostener
los pueblos ya fundados e iniciar nuevas misiones. Así, en 1700 el
personal que trabajaba en cinco pueblos (donde se incluye La Con-
cepción) alcanzaba a trece sacerdotes119':'1)#/'-#,'3%/3+' I+4'$+)'
probabilidad estaban todavía en San José los padres Felipe Suárez
y Dionisio de Ávila, pues “los dos trabajaron por varios años juntos
en adoctrinar a los recién reducidos y en juntar otras partidas de
250
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
3/+.-&(MI(
P!'/$*+'(!#(9+'(-!./%%$&#!'(
.!(34$5/$*&'(=8-$#%$8$&'(.!(>BLMC
(Realización propia a partir de los catálogos citados en el texto)
251
Roberto Tomichá
?'1*@"$A!"'1*"!B!"!)&$'1*.!A+,"C%&'1*D<E:9FG*'-,;)+1*"'1,+1
El Memorial de Francisco Burgés ofrece un primer cuadro com-
pleto sobre la población de Chiquitos correspondiente al año 1702
(Tomichá 2008: 175), donde se mencionan los pueblos, el año de fun-
dación, las parcialidades indígenas, los religiosos encargados y el
número de personas que vivían en cada una reducción. El detalle
es el siguiente:
Cuadro 4.
J/!O9&'Q(8+-%$+9$.+.!'(:(8&O9+%$0#(=>BLRC14
14 Burgés 2008 [1705]. Ver también el folio intitulado “Número de las Misiones
nuevas de los Indios llamados Chiquitos”, inserto en “Número de las Doctrinas,
Familias, Almas, Bautismos y Ministerios del Paraná del año 1702”. Informe
a S.M. del P. Francisco Burgés. Consejo de Indias (AGI Charcas 165 y 381).
C)'/('E)>+"3#4'#,'<"+$(" -+"'.(/*%1$ ', '> ,* '-#'() '!"#/#)* $%L)'-#* ,, - '
de los nativos chiquitos recién convertidos, por “la distancia grande, que
de más de 600 leguas hay de ellos a Buenos Aires”. De modo que en su in-
forme repite lo que ya había expresado en 1699 el gobernador cruceño, José
Robledo de Torres, cuando decía que las cuatro reducciones tenían “más
de 3.000 indios de vecindad”. Ver las ediciones recientes en Tomichá 2008 y
Matienzo et al. (ed.) 2011.
252
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
15 Relación breve del estado en que se halla la Missión de los Chiquitos y su primer origen
!-*'H+*.!*><7*C*@"$A!"*.!*.$&$!A4"!7*I;!*--!,(*!-*JK*0+1!@L*M"')&$1&+*.!*N"&!*'-*@;!4-+*.!*
los Piñocas, cincuenta leguas distante de Santa Cruz de la Sierra; escrita a partir de
los informes del P. José de Arce; copia, BNRJ Ms. 508 (27), doc. 784 [I-29,5,88],
en Cortesão 1955: 94.
253
Roberto Tomichá
16 Relación breve… en Cortesão 1955: 85. Según la misma Relación, la zona chi-
riguana del Guapay distaba “cien leguas de Tarija y 24 de Santa Cruz de la
Sierra” (p. 86).
17 Memorial a S.M. del P. Francisco Burgés, Procurador General de la Compañía de
0!1O1*.!-*J'"',;'P7*1+-$&$#').+*1!#!)#'*A$1$+)!"+1. Consejo de Indias, 6 de mar-
zo de 1705. AGI Charcas 381; en Tomichá 2008: 176.
18 Órdenes comunes para estas Missiones de los Chiquitos en la visita que hizo el Padre
0+1!@L*J'4-+*.!* '1#'H!.'*@+"*&+A$6$()*.!-*J'."!*?';"+*Q;H!6*J"+R$)&$'-*.!*!1#'*
Provincia en 24 de Agosto de 1704, § 12; autógrafo, BNRJ Ms. 508 (28), doc. 794
[I-29,5,98], en Cortesão 1955: 99.
254
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
RI( J!-G&.&(.!(+'!#*+7$!#*&(=>BL@A>BRTC6($#%&-8&-+%$0#(.!(8/!A
O9&'(.$E!-'&'
La población en general
C,'!"%3#"'%)>+"3#'-#3+="71$+'-#* ,, -+'8(#'/#'$+)/#"; '-#', /'
reducciones de los chiquitos data del año 1710, aunque en realidad
los datos corresponden a los años anteriores. Por entonces, según el
documento, doce jesuitas, todos sacerdotes, atendían a 4.921 perso-
nas (508 catecúmenos) en los seis pueblos existentes. Era superior
de la misión el P. Felipe Suárez. El cuadro completo es el siguiente
Cuadro 5.
No se tienen datos precisos sobre la distribución de los jesuitas
#)'$ - '() '-#', /'"#-($$%+)#/4'/ ,;+'\ )'D ;%#"4'-+)-#'+1$% & '-#'
cura el P. Francisco de Herbás20.
Un año después había en Chiquitos seis reducciones (igual que
#)'RcRWM4'!#"+' '1)#/'-#' 8(#,' I+'+' '$+3%#)G+/'-#'RcRd'/#'"# ,%-
zan consultas entre los jesuitas con el propósito de tomar decisiones
sobre temas urgentes, como la necesidad de juntar los seis pueblos
en tres, por motivos de falta de personal. El P. Felipe Suárez, Supe-
19 Ordenes comunes para estas Misiones de los Chiquitos en la visita que hizo el Pa-
."!*0;')*S';#$1#'*.!*T!'*@+"*&+A$1$()*.!-*J'."!*S-'1*.!*8$-R'7*J"+R$)&$'-*.!*!1#'*
Provincia del Paraguay en 12 de julio de 1708, § 7; autógrafo (BNRJ PA Ms. 508
(28), doc. 799 [I-29,5,103]).
20 Consultas de 1712, en Matienzo et al. (ed.) 2011: 95 ss.
255
3/+.-&(]I(3/+.-&(.!7&2-U"%&(.!9(+V&(>B>L^
J/!O9&' X+/*$;+.&' 3+*!%Y7!#&' Casados Z&9*!-&' Muchachos Muchachas \$V&' \$V+' H97+'
San Xavier 1055 600 85 90 92 95 93 1055
Concepción 200 80 18 24 25 27 26 200
San Rafael 820 500 400 195 52 56 59 58 1320
San José 1220 600 125 117 118 109 151 1220
San Ignacio1 330 8 188 22 29 32 33 34 338
San Juan Bautista 788 340 80 89 92 94 93 788
Suma 4.413 508 2.208 525 401 415 417 455 4.921
* Missiones Tarixenses (a. 1710); Catalogus Annus Provinciae Paraquariae Anni 1710, Novae Missiones Tarixenses, vulgo de Chiquitos; Catalogus Missionum
Provinciae Paraquariae Societatis Iesu anno 1710 (ARSI Par 6, f. 45-45v; 7, f. 47v; 12, f. 190; cf. BNRJ PA Ms. 508 [32], doc. 939 [I-29,7,84]).
Roberto Tomichá
** Esta reducción, compuesta por originarios chiquitos de la parcialidad de los bohococas, se fusiona en 1712 con el pueblo de Concepción.
3/+.-&(?I(3/+.-&(.!7&2-U"%&(.!9(+V&(>B>W*
256
Los datos vertidos en cursivas'/%";#)'/+, 3#)*#'$+3+'%)-%$ -+"#/' !"+^%3 -+/'! " '/(3 /'$+)'1)#/'-#'#/* -0/*%$
J/!O9&' X+/*$;+.&' 3+*!%Y7I Casados Viudos Viudas Z&9*!-&' Z&9*!-+' [/%4N&' [/%4N+' \$V&' \$V+' H97+'
San Xavier 1490 200 1010 9 20 29 100 81 268 200 1690
Concepción 1389 0 700 120 15 95 308 237 209 1389
San Rafael 2315 300 1330 6 230 0 140 145 433 337 2615
San José 1178 202 544 66 89 143 130 249 164 1380
S. Juan Bautista 1203 217 750 83 62 187 158 103 77 1420
S. Ignacio de Z. 500 400 300 900
Suma 8.075 1.319 4.634 9 26 528 166 665 822 1.290 987 9.394
*Anua de la Doctrina de San Francisco Xavier de los Chiquitos del año de 1718; Anua de la Doctrina de San Rafael de los Chiquitos…; Anua de la Doctrina
de San Joseph de los Boros…; Anua de la Doctrina de la Concepción de los Chiquitos…; Anua de la Doctrina de San Juan Bautista de los Chiquitos…
(BNRJ PA Ms. 508 [28], doc. 819 [I-29,6,19]). Un cuadro completo: Estado de las Mission.s de Yndios Chiquitos en el año de 1718. Annuae Missionum de Chiquitos,
Anni 1718 [3 copias] (AGN BN, leg. 353, doc. 6127). Este último archivo completa los datos que faltaban en algunos pueblos y añade los datos correspon-
dientes a la recién fundada reducción de San Ignacio de los zamucos.
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
21 Pareceres de los Padres consultores sobre los puntos que se consultaron en la junta
que se tuvo en el pueblo de S. Rafael. Firman Felipe Suárez, Joseph Tolu, Juan
Bautista de Zea, Juan Patricio Fernández y Juan Bautista Xandra; Pareceres
!"#$%"&' (!%")$*%+#,$(!%"%$-(!"#$%".+*,$%"/+!"%!"0$*%+#,'($*"!*"#'"1+*,'"/+!"%!"
hubo en el pueblo de San Xavier. Firman Felipe Suárez, Francisco de Herbás,
Miguel de Yegros, José Ignacio de la Mata y Juan de Benavente; autógrafos
(BNRJ PA Ms. 508 [28], doc. 803 [I-29,6,2]); en Cortesão 1955: 103-129.
22 Súplica del P. Superior de las Misiones de Chiquitos, [P. Sebastián de San Martín],
a la Audiencia de la Plata. San Francisco Xavier de Chiquitos, 6 de octubre de
1718 (en Cortesão 1955: 136).
257
Roberto Tomichá
Los jesuitas
En 1710 los catálogos trienales mostraban la difícil situación que
vivían las reducciones de Chiquitos por falta de personal religioso.
Trabajaban sólo 12 jesuitas (todos sacerdotes), es decir menos que
en el período anterior, y con un promedio de edad que se elevaba a
más de 48 años, con las consecuencias en la salud y fuerzas físicas
de los misioneros23, que debían atender los seis pueblos señalados.
En 1715 la situación del personal religioso en Chiquitos seguía
siendo tan difícil como cinco años antes: 11 jesuitas (uno de ellos
hermano coadjutor). El estado de salud de los jesuitas se debilitaba
y el promedio de edad subía aún más: casi 52 años24.
En 1720 Chiquitos cuenta con el apoyo de nuevo personal misio-
nero que ayuda en la consolidación de las reducciones existentes y
258
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
259
!"#$%&6(&?%@/".*A1&#,&B"1&C!"1&D"!0*-0"&,1&56:5*
D"!0*E"#%- "0,.FG,1%- Casados Viudos Viudas B%/0,$%- B%/0,$"- H!.2I%- H!.2I"- J*K%- J*K"- L/G"-
1.591 159 766 27 16 135 33 216 221 171 165 1.810
* 2%,' $" !"#'" $0,(3*'" !"4'*"1+'*"5'+,3%,'"!*"#'%"63%3$*!%" !"#$%"073/+3,$%" !#"'8$"9:;9 (BNRJ PA Ms. 508 [28],
doc. 820 [I-26,6,20]).
Roberto Tomichá
260
!"#$%&'(&)*+,$-*#"#&.!/0!$"/&,1& 2*3!*0%-&45678956:;<
261
Roberto Tomichá
262
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
La población en general
El primer dato poblacional completo de este período corresponde
al año 1735:
!"#$%&8(&
?%@/".*A1&#,& 2*3!*0%-&,1&56MO:6
27 Apógrafo castellano en BNRJ PA 369, doc. 19, bajo el título Numeración de las
misiones de Chiquitos, incluido en Estado de las misiones de la provincia [jesuí-
tica] del Paraguay en el año de 1736>$,()+3$( ,+31$C$3/.N!.+,3$%"$&TU-$"!$@A<$
BN doc. 5094 nº 19, del original suscrito con probabilidad por el Provincial
Jaime de Aguilar en 1737. En la tabla aparece entre corchetes la suma correc-
ta que se desprendería de los mismos informes. Publicado por Matienzo et
al. (ed.) 2011: 250.
263
Roberto Tomichá
!"#$%&57(&
?%@/".*A1&S,1,$"/&,1& 2*3!*0%-&56MO956P6
264
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
265
Roberto Tomichá
Cuadro 11.
W1#*.,&>%$.,10!"/&#,&/"&>%@/".*A1&X%+,1&
(sólo muchachos-muchachas)
Cuadro 12.
?%$.,10"X,&">$%R*G"#%&#,&/"&>%@/".*A1&>%$&-,R%-
266
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
!"#$%&5M(& ,1-%&#,&56;O(&Y%0"/,-&U&>%$.,10"X,-
(AGI Charcas 293: 322-323)
267
Cuadro 14.
&["&>%@/".*A1&,1&/"-&>$*1.*>"/,-&$,#!..*%1,-&56M8I56P69P'
Reducciones 56M8 56;: 1744 56;P 56;8 56OO 56P5 56PO 56P6IP'
S. Francisco Xavier 2364 2413 2403 2314 2480 2578 3065 3302 2022
Roberto Tomichá
Concepción 1828 1868 1950 2131 2556 2597 3039 3287 2913
268
S. Miguel 2283 2580 2935 3130 1995 2500 1219 1429 1373
S. Rafael 2160 2146 2256 2411 2613 1959 2374 2733 2046
S. José 2105 2409 2218 2916 2783 2571 2186 2242 2038
S. Juan 1839 1927 1855 2097 1737 1855 2006 1883 1770
S. Ignacio de Zamucos 635 648 679 - - - - - -
Y%0"/&2"@*0"10,- 13.214 13.991 14.296 14.999 15.788 18.227 20.866 23.288 19.981
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
Los jesuitas
En 1724 los catálogos muestran la incorporación de jesuitas jóve-
nes al trabajo misional, que baja el promedio de edad de los misio-
neros a 46 años. Por entonces, trabajaban en total 16 jesuitas: 14 sa-
cerdotes y 2 hermanos coadjutores28. Los catalogi triennales secretos
señalan el buen estado de salud de todos los religiosos, excepto Pe-
dro Carena, quien desde 1710 aparece en los informes con un estado
de salud “débil” y persistirá como tal hasta el año 1735.
Según los catálogos trienales del ARSI, en 1730 el número de jesui-
tas en Chiquitos era de 18, cinco años después de 19, para llegar en
1739 a 20 religiosos. En 1744 sólo 15 jesuitas trabajan en Chiquitos,
número que crece en un sujeto cuatro años después. Por el año 1753
hay 17 misioneros en la lista y diez años después el número au-
menta considerablemente a 22 misioneros. Según el inventario de la
expulsión, por el año 1767 el número de jesuitas en Chiquitos era de
20. Estos datos muestran también que el número total de misioneros
creció en modo proporcional a la población indígena y al aumento
%"$13#$*"%/,,+(!"#:$<($L/0($2*3!%"#$,(!M+,.(#$C$,*+#+#$"!$"1$!]8"*($
de jesuitas como para poner en peligro el proceso misional.
En el proceso de implantación del cristianismo entre los chiqui-
.(#Z,L+4/+.3!(#>$ "#$ +8)(*.3!."$ ."!"*$ "!$ ,/"!.3$ 13$ )*(,"%"!,+3$ %"$
los jesuitas procedentes de Italia (incluida Cerdeña), Alemania (Ba-
D3*+3\>$G/+93>$^13!%"#$C$_(L"8+3>$,/C3$3)(*.3,+7!$3*.=#.+,(`,+"!.= -
co-musical fue fundamental en la creación del denominado barroco
misional chiquitano. De modo que al analizar la diversidad y mul-
ticulturalidad de los indígena-originarios chiquitanos, es preciso
considerar también la internacionalidad y multiculturalidad de los
propios jesuitas.
269
Roberto Tomichá
270
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
Cuadro 15.
)*+,$-*#"#&.!/0!$"/&,1& 2*3!*0%-&456:;956O;<
)(#$!3.+D(#$CZ($)3*,+31+%3%"#$(*+2+!3*+3#>$"1$!]8"*($)*J,.+,38"!."$
se mantiene en relación al decenio anterior.
!"#$%&5P(&
)*+,$-*#"#&.!/0!$"/&,1& 2*3!*0%-&456O;956P'<
272
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
273
!"#$%&56(&
"0]/%S%&S,1,$"/&#,& 2*3!*0%-^&56P'*
Roberto Tomichá
B"10"&L1" 4 388 4 34 481 476 1.771
274
PAICONECAS Arawak 28 28 1 1 3 4 PO
QUIMECAS Chiquito 189 189 10 15 87 53 O;M
PUNASICAS Chiquito 109 109 0 7 47 19 291
PAICONECAS Arawak 85 85 4 4 9 11 58'
QUIBUQUICAS Chiquito 199 199 1 7 48 34 ;''
7 763 770 26 44 244 168 2.022
Roberto Tomichá
SIBACAS Chiquito 46 46 2 11 50 30 5'O
276
San Ignacio
Los guaboyas y yamanucas probablemente pertenecieron a la familia lingüística arawak.
Roberto Tomichá
278
B"1&_"`",/
Al igual que en el resto de los pueblos, en San Rafael, el predominio chiquito estaba muy consolidado.
B"10*"S%
En Santiago, la parcialidad más numerosa eran chiquitos boros, seguidos por los de lengua zamuca, a cuya familia
pertenecían, según la referencia anterior, también los tunachos.
Roberto Tomichá
MATAUCAS Chiquito 244 244 0 18 216 274 88'
280
?"$"&-,S!*$&$,b,R*%1"1#%c
281
Roberto Tomichá
282
CAMINO MISIONAL EN CHIQUITOS
Aloir Pacini1
283
Aloir Pacini
misionales se hacía por medio del monte, por caminos donde las
personas pasaban a pie, rara vez con algún animal, y menos aún con
alguna carreta. Lo más común era andar durante días de un lugar
a otro, y acampar cuando llegaba la noche. Esto permitía también
atravesar lugares más íngrimos entre los cerros, pero lentamente. El
camino tradicional de comunicación con la frontera era una carrete-
ra hecha a mano, con varios trillos vecinales para bueyes, caballos,
burros y mulas. Sólo poco a poco se fueron mejorando los medios
de transportes, con carretas tiradas por bueyes y otras para caballos,
burros o mulas. Actualmente las largas carreteras hechas con tracto-
res para los coches motorizados no dejan ni recuerdo de los tiempos
antiguos. Los caminos iban tejiendo la frontera para llegar a las co-
munidades y familias chiquitanas que vivían en ambos lados de la
frontera entre Brasil y Bolivia; es lo que pude percibir acompañando
la romería de Santa Ana y leyendo los cuadernos de años anteriores.
Fuimos tejiendo esta historia chiquitana con cuidado, para ser ho-
nestos con los datos proporcionados por los mismos chiquitanos y
confrontarlos con las fuentes escritas y documentales.
V*S(&5(&dS/,-*"&G*-*%1"/&#,&B"10"&L1"
(fotografía de Mario Friedlander)
284
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
2 Existía en este lugar una cruz con el nombre Charupá y la fecha de 1843, que
se quemó junto a un cementerio en ese lugar. En la década de 1940 diferen-
tes epidemias azotaron la Chiquitania.
3 Cuando fueron colocando los mojones hechos por Sergio Algarañaz en
1965, se reabrió el camino misional, con el auxilio de las comunidades de la
frontera.
4 Según don Lucho, La Cruz tiene este nombre porque ahí el agua cruza el
camino. Pero el nombre es muy antiguo, y tal vez se remonte a la época
jesuítica; es posible que una cruz haya sido erigida en el lugar por los pa-
dres, señalando el camino a las estancias de la misión o incluso la ubicación
de una comunidad ligada con Santa Ana.
285
Aloir Pacini
V*S(&:(&B"/*#"&#,&/"&$%G,$N"&#,&B"10"&L1"&"&/"&`$%10,$"&.%1&/%-&@!,U,-
ER(.(2*3R=3$%"1$3/.(*>$PZU[Z-U&&\
286
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
287
Aloir Pacini
H">"&5(&),0"//,&#,/&G">"&#,&D%/*+*"&#,&5'O85
288
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289
Aloir Pacini
290
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
!"!#$%$&$'($)*+,-.*!$/+0121!3/*!#10$.,$4567$&$8+9:,1;!;.#$8<1=:1-!,!#
(Detalle del mapa de Bolivia de 1859)
291
Aloir Pacini
292
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
!"!$>($?!*-!$@.+@*AB8!$;+$*1+$C:!"+*DE
(José Antonio Teixeira Cabral, 1818)
293
Aloir Pacini
294
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
)1@($'($F+9.*G!$;.$%H44$.,$0!$8+9:,1;!;$)!I.,;1,<!$JK+*-!0$;+$L,8!,-!;+M$/*!#10N
(fotografía del autor)
295
Aloir Pacini
296
EXTRACCIÓN,
DUEÑOS Y PATRONES ENTRE
LOS CHIQUITANOS DEL VALLE DEL ALTO
GUAPORÉ, FRONTERA BRASIL-BOLIVIA
297
Verone Cristina Silva
3 Región circunscrita al sur por el desierto del Chaco, al este por el río Para-
guay y al oeste por el río Grande; es un área de transición entre el Chaco
boreal y las selvas pantanosas que se extienden desde el Amazonas.
298
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299
Verone Cristina Silva
300
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301
Verone Cristina Silva
5 La TI Portal do Encantado posee 43.057 ha., con una población de 209 perso-
nas, entre las provincias de Porto Esperidão (581,531 ha.), Pontes y Lacerda,
y Vila Bela da Santissíma Trinidade (1.363,095 ha.). El 30 de diciembre de
EF;F&I, &2)3#6#&(#&6 '(#)#"*)5#&6 &4*! !5A%&4 )3#% %" &4*)&4#)" &6 &(*!&
chiquitanos y autorizada la demarcación de la tierra (FUNAI 2010).
302
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303
Verone Cristina Silva
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LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
?:!;*+$4($FD@19.,$;.$-1.**!#$;.$0+#$8<1=:1-!,+#$
.,$O10!$/.0!$;!$P!,-G##19!$Q*1,1;!;.
(Elaboración de la autora)
R0@:,!#$0+8!01;!;.#$
;+,;.$212.,$0+#$ Nº de FD@19.,$;.
8<1=:1-!,+#$ ?++*;.,!;!#$SQ )!9101!# -1.**!
Longitude Gr Latitude Sul
Aeroporto 21 L 0181939 8338540 200 Aglomeración urbana
Barata 2 Sitio
Matão 21L 0807632 8297976 24 Asentamiento INCRA
Palmarito 20L 0798855 8295041 20 Entorno del Destacamento
Militar
Cantão-Santo Inácio 20L 0807752 8286803 Área no regularizada
Ponta do Aterro Área no regularizada
Casalvasco 20L 0813130 8284523 Entorno del Destacamento
Militar
Bocaina 21L 0188671 8288970 21 Asentamiento INCRA
Ritinha 20L 0812039 8366805 132 Asentamiento INCRA
Seringal 20L 0811196 8321448 200 Asentamiento INCRA
COHAB Aglomeración urbana
(casas populares
construidas por el
gobierno)
Km 8 Aglomeración urbana
São Sebastião 30 Asentamiento INCRA
Las familias que viven cerca de los centros urbanos cultivan dife-
rentes especies vegetales que sirven tanto para el consumo como para
el comercio informal que generalmente se desarrolla en las calles, el
mercado local y o de puerta en puerta. Algunas mujeres chiquitanas
prestan servicios en la escuela pública estatal y en las casas de los
quilombolas (cimarrones) como empleadas domesticas.
Para Joana Fernandes Silva (2008a), son seis los núcleos territoriales
de los chiquitos en Brasil7, y reúnen las aldeas de las provincias de
305
Verone Cristina Silva
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LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
F.0!81+,.#$;.$8+9"!;*!I@+$.,-*.$0+#$8<1=:1-!,+#
307
Verone Cristina Silva
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LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
9 Había un hombre llamado Lázaro que se acostaba con sus parientas, madre,
hermana, hija y comadre; una vez muerto y enterrado, salió de la tierra y
empezó a rondar durante la noche por el pueblo y por la sierra durante el
día. El pueblo decía que Lazaro se había condenado. Él era visto como un
animal porque no había respetado a la familia. Fue llevado a la plaza pú-
blica y encadenado: hasta hoy está preso en un hueco cercano a la iglesia,
4 )*&.*(. )U&#(&2%&6 (&3,%6*&4#)##))#)&#&(#!&4 )!*%#!>&G#&6 !')54'5A%&
completa de este mito se encuentra en Bortolleto (2007: 173).
309
Verone Cristina Silva
L#8.,!*1+#$;.0$.T-*!8-121#9+
310
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
311
Verone Cristina Silva
poseía tierras con gomales tanto del lado brasileño como del lado
boliviano en los valles de los ríos Guaporé, Mamoré y Madera. Los
dueños eran descendientes de paulistas, y empezaron a actuar en la
actividad extractiva de la región durante la década de 1870 (García
2005). En la región del Guaporé vivían explotadores de diferentes
nacionalidades: brasileños, bolivianos, venezolanos, paraguayos,
griegos, ingleses, alemanes, peruanos y portugueses (APMT Infor-
me de viajes de Guajara Mirim hasta Villa Bella de Mato Grosso, 31 de
diciembre de 1920).
Varias fueron las embarcaciones (lanchas, canoas) que partían de
Guajará-Mirim a Vila Bela y a diferentes localidades de Bolivia. En-
tre ellas la Monteguá, una lancha a vapor, con tres canoas que perte-
necían a la Sociedad Comercial Mato Grosso y Bolivia y a Mekens,
que navegaba por el río Guaporé solamente en tiempo de crecida
de las aguas.
El Servicio de Navegación del Guaporé, creado por el gobierno
federal en la década de 1940, tenía diferentes tipos de embarcacio-
nes para cada período del año (seca, bajamar y llena). Transportaba
productos y personas de los gomales y apoyaba las actividades de
(*!&I,%'5*%#)5*!&6 &(#! %'5#!&2!'#( !D&5%!"#(#6#!&#&*)5((#!&6 (&)B*&
b,#4*)[>& h%& V5(#& P (#& T#$B#& ,%#& #7 %'5#& 2!'#(& 8, & '*%")*(#$#& (#&
comercialización de los productos extraídos del Alto Guaporé y un
puesto policial para reprimir la resistencia de los pueblos indígenas
contra la entrada de siringueros en las selvas o el sistema de trabajo
en los gomales.
G#& 2)3#& OT *4T5(*& ? ((53& l& g#!! )D& '*%& ! 6 & %& (#& 5!(#& 6 (& P5-
guá (Beni-Bolivia) poseía dos embarcaciones con motores a gaso-
lina que hacían rápidos viajes de Guajará-Mirim hasta Vila Bela da
Santíssima Trinidade; el Estado tenía embarcaciones menores para
(& ! ).5'5*& 6 & (#& #7 %'5#& 6 & 2!'#(5K#'5A%& 6 & V5(#& P (#& T#!"#& (& )B*&
J#$5\5!+& *")#!& 3$#)'#'5*% !& " %B#%& 65I ) %" !& 2%#(56#6 !D& '*3*&
la del peruano Leónidas Tejadas, un comerciante que transportaba
una farmacia para los gomales ubicados entre el río Cautário hasta
el Cabixis, y la Charitão, una lancha también llamada Musicão, con
un tocacintas que durante sus paradas amenizaba los gomales; la
Magdalena y la Guayara navegaban desde Bolivia hasta Vila Bela, y
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LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
U:.V+#$&$"!-*+,.#$.,$.0$O!00.$;.0$R0-+$C:!"+*D
12 APMT Informes de viajes de Guajará Mirim hasta Villa Bella de Matto Grosso, 31
de diciembre de 1920; entrevista realizada en 2006, en Vila Bela da Santíssi-
ma Trinidade.
313
Verone Cristina Silva
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LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
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Verone Cristina Silva
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Verone Cristina Silva
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PROBLEMAS ACTUALES Y
ESTADO DE LA INVESTIGACIÓN
319
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DESCENDIENTES DE JAPONESES
EN SANTA CRUZ
Yvonne Siemann1
W,-*+;:881X,
321
Yvonne Siemann
W;.,-1;!;
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LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
Y1#-+*1!$;.$0!$1,91@*!81X,$Z!"+,.#!
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Yvonne Siemann
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LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
Nikkei en Bolivia
La inmigración de la preguerra
En 1899 un primer grupo de 91 japoneses huyó de las plantaciones
de azúcar y algodón peruanas hacia Bolivia. La mayoría de estos
inmigrantes se quedó en la región del río Madre de Dios en el de-
partamento del Beni, donde empezaron a trabajar en la colección de
caucho (Tigner 1963: 210). Más tarde muchos de ellos volvieron a
7 Amemiya 1998; Kaneshiro 2006: 156-157; Kerr 1964: 427-430, 449-454; Naka-
sone 2002: 16-17; Suzuki 2005: 80.
325
Yvonne Siemann
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LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
La inmigración de la posguerra
El segundo grupo de descendientes consiste sobre todo en fami-
lias que llegaron después de la segunda guerra mundial para cul-
tivar una parcela de tierra cerca de la ciudad de Santa Cruz de la
?5 ))#>&h%& (&3#)'*&6 &(#&) .*(,'5A%&6 &;]RE&! &5%" %!52'A&(#)5',(-
tura en las tierras bajas. Se fundaron colonias agrícolas pobladas por
bolivianos y extranjeros (japoneses como también menonitas proce-
dentes de otros países americanos). Por lo tanto, entre 1950 y 1976 la
población del departamento aumentó bastante.
@&3 65#6*!&6 &(*!&#`*!&;]RFD&(*!&h!"#6*!&_%56*!&-&C#4A%&2)3#)*%&
6*!&'*%")#"*!&'*%&P*(5.5#&'*%& (&2%&6 &I,%6#)&(#!&'*(*%5#!&Nm5%#u#&
y San Juan de Yapacaní respectivamente. Sin embargo, el proyecto
estaba mal organizado, faltando por ejemplo herramientas adecu-
adas para el desmonte. Después de dos reasentamientos se fundó
en 1956 la actual colonia Okinawa I a unos 100 km. de la ciudad de
Santa Cruz, en la provincia Warnes8. Al mismo tiempo, se fundó San
Juan de Yapacaní en la provincia Ichilo, a unos 120 km. de la ciudad.
Ahí las circunstancias igualmente no fueron fáciles, y por lo tanto
muchos inmigrantes desistieron9.
Hoy en día las colonias son pueblos bien acomodados gracias a
su éxito en la producción agrícola. Existen hospitales, colegios y di-
versas asociaciones. Los productos agrícolas de la colonia Okinawa
se venden a través de CAICO (Cooperativa Agropecuaria Integral
de la Colonia Okinawa Ltda.); los de San Juan a través de CAISY
(Cooperativa Agropecuaria Integral ‘San Juan de Yapacaní’ Ltda.).
e#!"#&(*!&#`*!&;]pFD&(#&*2'5%#&4#)#&5%357)#%" !&>!$"!$)?@A)*$"<B.!#)
(KIJ) administraba todas las relaciones de los habitantes de las co-
lonias con el mundo exterior, así que éstos tenían poco contacto con
Bolivia o sus instituciones (König y Ölschleger 1994: 317; Thompson
1977: 96). Hasta hace poco tiempo la respectiva Asociación Bolivia-
no-Japonesa (ABJ) era la que estaba a cargo de la colonia entera y,
como consecuencia, los habitantes bolivianos casi no participaban
en su administración (König y Ölschleger 1994: 318).
327
Yvonne Siemann
328
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
F.0!81+,.#$8+,$0!$#+81.;!;$[+0121!,!
Situación actual
Los “bolivian[os] de sangre japonesa” (AM) consideran la mezcla
de culturas y la posibilidad de elección como algo positivo. Depen-
65 %6*&6 &(#&!5",#'5A%D&! &56 %"52'#%&'*%&P*(5.5#&*&C#4A%/
Un día sentimos que somos bolivianos por diferentes razones,
por ejemplo, cuando este país está atravesando por problemas
ya sean políticos o sociales; o nos sentiremos japonés cuando
por ejemplo, Japón contribuye con algunas donaciones o ha he-
cho alguna actuación, nos sentiremos orgullosos de ser parte de
ello (Asociación de Jóvenes Okinawa 2 2005: 262).
h!"#&4*!5'5A%&4, 6 &"#3$5[%&!57%52'#)&(#& \'(,!5A%&6 &(#!&6*!&',(-
turas:
A veces yo me olvido que soy japonés cuando estoy aquí, no,
y pienso que como los demás. Pero mi forma de pensar, mi cos-
tumbre y todo eso, este, está muy arraigado a la cultura japone-
329
Yvonne Siemann
330
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
12 “[D]esde que llegaron al pais [sic], hace más de 87 años los japoneses se
integraron plenamente a la comunidad boliviana y a sus costumbres; mas
[sic] que ninguna otra colonia extranjera formaron familias mixtas con los
bolivianos, quienes aceptaron siempre con simpatía la presencia nipona, és-
tos a su vez han salido agradecer y restituir mediante su buena conducta,
trabajo, esfuerzo y generosa ayuda, la fraternal acogido [sic] y cariño brin-
dada por el pueblo boliviano” (Akamine Núñez 2004: 109). Ver también
Kunimoto 1990: 201-202.
13 YU cuenta que algunos años atrás, cuando Japón necesitaba mano de obra,
de preferencia descendientes, algunos bolivianos se casaban con nikkei o
'*34)#$#%&,% ((56*&Z#4*%[!&'*%& (&2%&6 &*$" % )&,%#&.5!#>
331
Yvonne Siemann
14& 1,'T#!&. ' !&! &3 %'5*%#&8, &6 $56*&#&(#&5%L, %'5#&Z#4*% !#D& (&#))*K&! &
convirtió en uno de los alimentos básicos y de mayor consumo en Bolivia.
332
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
F.0!81+,.#$8+,$\!"X,
333
Yvonne Siemann
16 Según NI, la comunidad coreana de Santa Cruz, sin embargo, se divide en-
tre cristianos y budistas. Muchos nikkei se convirtieron al cristianismo por-
que pensaban que este paso les podía facilitar la vida social y económica en
las Américas (Carvalho 2003: 16; Kunimoto 1990: 146-151; Lesser 2002: 41;
Thompson 1968).
334
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
U1#-!,81!$;.$0!$#+81.;!;$8*:8.V!
17 Para más información sobre las religiones en Japón ver Ellwood 2008; Matsuo
2007; Yusa 2007.
18 Para la situación en Brasil, ver Tsuda 1999; para Perú, ver Takenaka 1999.
335
Yvonne Siemann
L0$"!".0$;.$0!$0.,@:!$Z!"+,.#!
19& G#& 2 !"#& 6 (& bon odori& 6 )5.#& 6 & (#& 2 !"#& 6 & obonD& (#& 2 !"#& 6 & (*!& 3, )"*!&
celebrada a mediados de agosto. En el contexto boliviano ha perdido su
!57%52'#6*&) (575*!*&4#)#&"*)%#)! & %&,%#&2 !"#&6 &#,"*)) 4) ! %"#'5A%&6 &
las comunidades nikkei de la ciudad y las colonias. Se celebra ahora en los
diferentes lugares durante los meses de julio, agosto y octubre.
20 El -$,C)o)0<AD<AD+D5)E!',50$).!$D+)es un baile del archipiélago de Okinawa que
antes se bailaba en obon (Iwamura 2006: 226-229), pero en las últimas décadas
se han creado estilos modernos carentes de sentido religioso que son bailados
por jóvenes (Johnson 2008; Okinawa Prefectural Government 2003). Hoy se
encuentran grupos de -$,C en diferentes países, por lo tanto hay encuentros
internacionales de bailadores. En Santa Cruz, muchos de los bailadores tienen
raíces japonesas; sin embargo, la mayoría no tiene conocimientos sobre la his-
toria del -$,C (AN). El grupo se ha tornado en una de las principales atraccio-
nes de cualquier festividad nikkei.
336
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
21 Hiragana y katakana son los silbarios de la escritura japonesa. Cada uno consta
de 46 caracteres. Además existen los caracteres de origen chino (kanji). En prin-
cipio uno puede escribir un texto japonés enteramente en hiragana o katakana,
pero los kanji son necesarios para evitar confusiones. Hay cierta lógica en su
estructura; sin embargo, el alumno tiene que aprender los kanji de memoria
con sus diferentes versiones de lectura. Cuanto más complicado es un texto,
más necesarios son buenos conocimientos de kanji.
337
Yvonne Siemann
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LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
U1].*.,81!#$;.,-*+$;.$0!$8+9:,1;!;
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Yvonne Siemann
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LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
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341
Yvonne Siemann
-."$/*'%0"
26 Takenaka (2003) observa que en Lima sólo la clase media nikkei atiende los
centros culturales japoneses. Este comportamiento no sólo tiene que ver con
una busca de identidad, pero también se debe a que en un país pobre como
Perú las redes sociales de los nikkei prometen seguridad y ventajas materia-
les. En Santa Cruz, los descendientes de la posguerra todavía forman una
comunidad mucho más homogénea.
342
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
343
Yvonne Siemann
344
PUEBLOS INDÍGENAS
EN AISLAMIENTO VOLUNTARIO
EN LA AMAZONÍA BOLIVIANA Y EL
CHACO BOLIVIANO Y PARAGUAYO
Bernd Fischermann1
1.'(2*!3/.'(%"#45!"&'(#!(6./%7%&(8('*('%+*&$%0"
345
Bernd Fischermann
a) El caso araona
Los aproximadamente 100 araonas actuales pertenecen a la fami-
lia lingüística takana. Provienen de dos familias que huyeron de los
346
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
b) El caso ayoréode
Los ayoréode2 pertenecen a la familia lingüística zamuca; son un
pueblo de cazadores y recolectores cuyo hábitat era y sigue siendo
el interior del Chaco boreal compartido por Bolivia y Paraguay. En
el caso de Bolivia, las noticias sobre grupos en aislamiento se cen-
tran en cuatro grupos locales. Se conoce el nombre de dos de ellos;
los otros dos son probablemente grupos aislados formados por fa-
milias expulsadas tiempo atrás de sus grupos locales originales. Las
personas expulsadas son en general acompañadas por familiares,
y se juntan a veces con otras familias en el mismo caso para formar
grupos mayores. Estos grupos deben huir de los demás grupos lo-
cales ayoréode, porque corren riesgo de ser aniquilados por ellos.
Los dos grupos conocidos son:
a. Los atetadie-gosode (“la gente de la región de monte bajo,
que se inunda temporalmente”). Este grupo local recorre la re-
gión fronteriza entre Bolivia y Paraguay, los parques Médanos
y Kaa Iya. Parte del grupo tuvo en tiempos anteriores contacto
con la sociedad envolvente pero optó por vivir alejado de ella, lo
<3*",!"5*; *"(!6!"P#3*1,!"' 54?* $"* "$'+,$6'* &!"G!,3 &$%'!"
intermitente”.
b. Los tachei-gosode (“la gente de la región donde abunda el
acutí (Aguti paca). Parte del grupo salió de la selva en 1972, pero
2 Ayoréode pl.m.; ayorédie pl.f.; ayorei s.m.; ayoré s.f.: autodenominación que
+'? ';($"P0!61%*+"G*%5$5*%!+@-"
347
Bernd Fischermann
348
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
c) El caso chákobo
Los chákobos pertenecen a la familia lingüística pano. Habitan,
junto con los pakawaras, una TCO al norte del departamento del
Beni. Según fuentes de los mismos chákobos, en una zona marginal
de la TCO se encontraron huellas de un subgrupo de su pueblo en
aislamiento voluntario. Los chákobos tomaron la decisión de respe-
tar la voluntad de sus parientes de quedarse en aislamiento. La real
349
Bernd Fischermann
e) El caso mbya-yuki
Los yukis pertenecen a la familia lingüística tupí-guaraní y son
cazadores-recolectores del bosque húmedo del norte de Santa Cruz
de la Sierra. Su lengua y su cultura se parecen mucho a las de los
mbya-sirionós, con quienes formaron posiblemente una unidad en
tiempos pasados. Existen hoy alrededor de 150 yukis.
Los últimos grupos yukis salieron del bosque en 1989 para inte-
grarse a la misión de la New Tribes Mission. Según informaciones
recogidas por el antropólogo francés David Jabin, en la actualidad
permanecerían cuatro familias en el bosque. Todos los yukis de la
misión viven en Mbia Recuaté, sobre el río Chimoré. Las familias
silvícolas recorren las riberas y alrededores del río Usurinta que co-
350
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
f) El caso pakawara
Los pakawaras pertenecen a la familia lingüística pano. Los 24
pakawaras en contacto con la sociedad nacional conviven con los
chákobos en la TCO que comparten los dos pueblos. Su hábitat es el
extremo norte del departamento del Beni y partes del departamento
de Pando. Múltiples indicios sugieren la existencia de dos grupos
pakawaras en aislamiento voluntario. En sus entradas anuales al
extremo este del departamento de Pando, los recolectores de cas-
taña encuentran huellas, ramas quebradas y palos cruzados como
advertencias para no seguir adelante. Los pakawaras sin contacto
recorren la región entre los ríos Pacahuaras y Negro.
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Bernd Fischermann
1&('%+*&$%0"(#!(/.'(2*!3/.'(!"(&%'/&9%!"+.(7./*"+&,%.
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Bernd Fischermann
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,&5*&8(),!"+!(&(/.'(2*!3/.'(%"#45!"&'(!"(&%'/&9%!"+.(7./*"+&,%.
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Bernd Fischermann
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LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
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357
Bernd Fischermann
Historia
La historia de los ayoréode de los últimos cien años está marca-
da por las intervenciones de bolivianos y paraguayos en su terri-
torio que, aunque solamente en muy pocas ocasiones haya habido
contacto directo, causaron estragos entre los grupos locales de este
pueblo. Para conocer los resultados de estas intervenciones, sólo po-
demos referirnos a lo que cuentan los mismos ayoréode.
"L," !61%*"$9!%8!5*"+'? ';($"$,?!"(!6!"P0!61%*+"G*%5$5*%!+@"
9"*+"3 "($,';($&'G!"(3,&3%$,"<3*"+*"%*;*%*"$"+3"6!5!"5*"G'G'%"(!6!"
cazadores-recolectores; así, llaman a otros pueblos cazadores y reco-
lectores ayoré quédejnane, “otros hombres verdaderos”, mientras que
+*"%*;*%* "$",$"#!1,$('S "+*5* &$%'$>"' 54?* $"!" !>"(!6!"kojñone,
“gente sin pensamiento correcto”. Su lengua pertenece a la familia
lingüística zamuca, que comparten con los chamakokos.
Desde que tenemos vestigios y fuentes escritas, los ayoréode ocu-
paron un espacio extenso del interior del Chaco boreal, dejando las
zonas ribereñas de los ríos Paraguay, Pilcomayo, Parapetí y Grande
a otros pueblos indígenas. Sólo en el siglo XVIII tuvieron un contac-
to efímero con las reducciones jesuíticas de Chiquitos, cuando una
buena parte de ellos fue reducida entre 1724 y 1745 en la misión de
San Ignacio de Zamucos, cerca del actual fortín Ingavi o Lageranza.
Del contacto con los jesuitas no quedan casi recuerdos, más allá de
ciertos mitos y algunas palabras.
El territorio de los ayoréode estaba dividido entre grupos locales
que recorrían espacios extensos y propios. Existían alrededor de 50
grupos locales con un promedio de alrededor de 20 familias o 100
6 “El lugar del caimán”. Comunidad ayoré en las tierras de los totobié-gosode.
7 “El lugar donde cansamos durante el día”. Comunidad ayoré en las tierras
de los totobié-gosode.
358
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
8 “La gente del otro día, del país desconocido”. Confederación de grupos lo-
cales del noroeste.
9 “La gente de los campos grandes”. Confederación de grupos locales del
sureste.
359
Bernd Fischermann
360
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
10 “La gente del monte tupido”. Grupo local que formó parte de los guiday-
gosode.
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Bernd Fischermann
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13 !"# #$%&' ()# *&+,'- .Jabiru mycteria/01 2)%,34 &# 45'6) () 7856595(,)1
365
Bernd Fischermann
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367
Bernd Fischermann
14" L " ,$+" ?3*%%$+>" ,!+" $&$($ &*+" 5*; * " $" G*(*+" $" <3'8 " 5*7$ " +!1%*G'G'%-" L,"
que “tocó” a su adversario se encarga de su integración en el grupo de los
vencedores. El vencido queda subordinado por un tiempo prolongado a la
#*%+! $"<3*",!"&!(S>"0$+&$"+*%"$(*#&$5!"; $,6* &*"(!6!"6'*61%!"#,* !"5*,"
grupo local.
15 Los totobié-gosode dieron este nombre a su nueva comunidad recordando
la entrada de una topadora a este pueblo cuando estaba habitado por sus
compatriotas.
368
¡NO MIREN A LA CÁMARA!
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369
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370
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
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371
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mental.html.
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mental.htm.
372
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
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373
!"#$%&'($)*$"
374
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
- NICOBIS, La Paz;
- Cine Nómada, La Paz;
- Museo de Etnografía y Folklore, MUSEF, La Paz;
- Apoyo Para el Campesino-Indígena del Oriente Boliviano, AP-
COB, Santa Cruz de la Sierra16.
- Merecen ser mencionadas las producciones de Rubén Poma di-
fundidas en su programa $%$-1$"56 Poma es un pionero de pro-
ducciones con características antropológicas17.
- Y algunos programas de El Viajero de Aldo Peña, que muestran
expresiones culturales de los indígenas.
En el anexo menciono lo mejor que se ha producido a nivel na-
cional e internacional sobre pueblos indígenas de tierras bajas de
Bolivia. Dicha lista está lejos de ser completa: está en construcción, y
estará próximamente disponible en el sitio web www.apcob.org.bo.
Quiero referirme, como último punto, a los problemas que exis-
ten cuando se quiere conseguir documentales nacionales. Para la
sistematización de la producción nacional, básicamente la consulta
se limita a Internet, ya que la mayoría de los productores no tienen
sus archivos organizados, no existen listas de producción y cuando
existen no están disponibles para el público. En general la infor-
mación de lo existente y la misma producción es cuidadosamente
guardada, y hay muchas excusas cuando se pide una copia para
#!5*%" G*%" *," #%!53(&!" (! " *," ; " 5*" %*$,')$%" 3 $" +' !#+'+-" gLU'+&'-
rá un miedo de los productores hacia el robo de las imágenes? In-
dudablemente sí. Un solo ejemplo: aunque la política institucional
de APCOB es abierta, las personas pueden consultar los materiales
375
!"#$%&'($)*$"
-."$/*'%0"
376
BC>DEFG
H.$*9!"+&/!'('.3,!(!/(2*!3/.(&8.,!.
TÍTULO AUTORES AÑO
Los Ayoreos Hugo Roncal 1979
Los ayoréode, una historia latinoa- Jürgen Riester 1983
mericana
Kinder der Welt Troeller Gordial 1984
Dicen que tenemos que civilizarnos Jürgen Riester 1994
Mujeres ayoreas “Nuestra cultura se APCOB 1997
desvanece”
Los ayoréode Jürgen Riester 1998
Nación indígena ayoreo Jürgen Riester y APCOB 2000
El Mundo de los ayoréode (CD APCOB 2003
interactivo)
Historia, es vida en el bosque… Jürgen Riester y APCOB 2006
Serie de documentales ayoreo APCOB 2003-2011
Asking Ayahai Lucas Bessire 2004
H.$*9!"+&/!'('.3,!(!/(2*!3/.(3&*,!
TÍTULO AUTORES AÑO
Baure José Luis Titiboco e Iván Sanjines 2007
H.$*9!"+&/!'('.3,!(!/(2*!3/.($&7%"!I.
TÍTULO AUTORES AÑO
B*%;,"+!('!(3,&3%$,"5*",$" $('S " APCOB 2010
indígena cavineño
Ecunaha: Nuestra Historia Cavineña Sin dato Sin dato
Cavineños Ministerio de Educación Sin dato
377
!"#$%&'($)*$"
H.$*9!"+&/!'('.3,!(!/(2*!3/.($J%K*%+&".
TÍTULO AUTORES AÑO
Mitos chiquitanos: La hormiga orizepeú; El ji- APCOB 1993-
chi del lago Guapomó; El tabaco; La chicha y la 2011
abeja; La cometa; La urina; ¿Por qué los monos
tienen la cola larga?; Tierra-cerros-jesuitas; La
Creación de la Tierra y el Trabajo fácil
Inquilinos en nuestra tierra Jürgen Riester y APCOB 1994
Por un mañana nuestro APCOB 1994
Nuestra tierra Jürgen Riester y APCOB 1995
La felicidad Jürgen Riester y APCOB 1995
Cazas espirituales Jürgen Riester 1997
Monte Verde Jürgen Riester y APCOB 1997
Nosotras mujeres chiquitanas APCOB 1997
Dueños del bosque Adrian Waldmann y APCOB 1999
Ivïpe guasu oikovareta, la gente de la Gran Planicie Jürgen Riester y APCOB 2001
Somos los que más sentimos Adrian Waldmann y APCOB 2001
Der elektronische Pfad (El sendero electrónico) Michael Hegglin 2004
Trueno y Cruz, Semana Santa en la Chiquitania Jorge Pacheco y APCOB 2002
Cultura tangible e intangible del pueblo chi- Jürgen Riester y APCOB 2003
quitano
El mundo de los chiquitanos (CD interactivo) Gudrun Birk y APCOB 2004
VI Festival Internacional Misiones de Chiquitos Sergio Raczko 2006
Santa Cruz de la Sierra
Las Fiestas Patronales en las Misiones Jesuíticas Sergio Raczko 2007
de Chiquitos
Zúbaka, una revalorización del Ser chiquitano Silvia Bernal y APCOB 2007
Casa de Dios y Puerta del Cielo, Las Misiones Sergio Raczko 2008
Jesuíticas de Chiquitos
La Fiesta Patronal en Santo Corazón - La última Sergio Raczko 2008
Misión Jesuítica
Aquí Estamos para Siempre (4 documentales: Peter Oud 2008
Minería y Asamblea Constituyente; La Cultura
Chiquitana; Las Experiencias de la TCO Lomerío; El
Territorio de Lomerío)
Nación indígena chiquitana Jürgen Riester y APCOB 2009
Indios mögens barock (Indígenas lo quieren a Patrick Vanier y Réza Nour- 2010
lo baroco) mamode
Diarios Chiquitanos, 5 documentales: 1) De la Jürgen Riester y APCOB 2011
Conquista hacia el Movimiento Al Socialismo; 2) :
La cultura chiquitana; 3) ¡El paraíso del demonio!; 4)
¿Olvido que nunca llega?; 5) Del campo a la ciudad
y al parlamento
Chiquitos Misional Juan Miranda y equipo Galavi- sin
sión Canal 4 dato
378
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
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Nuestro Izozog (en lengua guaraní) Jürgen y Barbara Riester, Brigitte 1976
Simon y Barbara Schuchard
Den bla jaguaren (El jaguar azul) Elizabeth Wennberg 1989
Medizin der Guaraní im Izozog (Me- Christine y Kurt Rosenthal 1992-
dicina de los guaraníes en el Isoso) 93
Mitos guaraní: Creación de las cosas Jürgen Riester y APCOB 1993-
y de la mujer; El chamán poderoso; 2011
El dueño de los peces; El origen del
fuego; El tigre y la competencia con el
cornejo y la urina; Formación de las
estrellas; Pájaro guajojó; Sol y luna;
Tortuga y tigre; La vía láctea; Los
habitantes de la gran planicie (el Gran
Chaco); La Viuda pobre; El Peón; El Tigre
indeciso; La Tortuga y el Tigre
Tejedoras de Sueños Iván Sanjines, CEFREC 1995
La Guerrillera Santiago Echeverria y Rubén 1996
Poma
Mujeres isoceñas ganan espacio APCOB 1996
El zafrero guaraní CEFREC 1997
Quereimba: En Busca del Guerrero Regina Monasterios 1999
El diablo nunca duerme Humberto Paz 1999
Ivy Marrey, La Tierra Sin Mal Elio Ortiz 1999
Quiero ser libre, sin dueño Aipota aiko Alfredo Ovando 2006
chepiaguive cheyambae
L,"_3 5!"5*",!+"'+!+*=!+"?3$%$ 4*+"j Gudrun Birk y APCOB 2004
CD interactivo)
Iyambae – Ser libre. La Guerra del Jürgen Riester y APCOB 2005
Chaco
.!%*R$+3>"0'+&!%'$"9";*+&$"5*"D$ &$"k!+$ CEFREC 2007
Tentayape, la última casa Roberto Alem 2008
Ivimareai Fernando Poepsel Arispe 2009
Pueblos Unidos “La Tierra Prometida” Adrián Cortés García 2010
.3%393Q'ja0*"k*J!3 5' ?"!J"$"B*!#,*"" Freddy Imaña Ponce Sin
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Yagua tairari – guaraní hoy Roberto Alem, MUSEF Sin
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Arete en el Isoso (en japonés) Televisión estatal del Japón 2000
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El Fuego de Nuestra Vida (Gwarayos) Iván Sanjines, CEFREC 1997
Rumores de la selva, niños artesanos de NICOBIS 1997
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Bolivien Klassische Klange aus dem Urwald Stéphane Breton 2003
(Urubicha)
Tierra de esperanza Vladimir Zambrana y APCOB 2003
Mitos gwarayos: Creación del mundo; APCOB 2003
Eclipse de la luna; Origen de la música
El Mundo de los guarayos (CD interac- Gudrun Birk y APCOB 2007
tivo)
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Fiesta de San Ignacio de Moxos Alfredo Ovando, NICOBIS 1986
Los misterios del Gran Paititi Dato del MUSEF-La Paz 1996
Espíritu de la Selva Faustino Pena 1999
Nuestra Palabra: La Historia de San Francisco Julia Mosúa 1999
de Moxos
Teco, el niño mojeño Dato del MUSEF-La Paz 2004
San Ignacio de Moxos - El Tesoro del Gran Sergio Raczko 2005
Paitití
Mojos (Moxos) el país del agua Carlos Mujica 2008
Semana Santa Mojeña Dato del MUSEF-La Paz Sin dato
Bailamos nuestra historia NICOBIS Sin dato
H.$*9!"+&/!'('.3,!(!/(2*!3/.(9.'!+@"
TÍTULO AUTORES AÑO
B*%;,"+!('!(3,&3%$,"5*",$" $('S "' 54?*- Alfredo Alfaro y APCOB 2010
na mosetén
Mosetenes UNICEF Sin dato
Pueblo mosetén: entre la memoria y el CEFREC 2006
olvido
Itziki tshiij NICOBIS
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Choitée, renacer, historia de un movima José Ignacio Yalahuma 2006
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Hito – Hito Hans Ertl 1958
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El Mundo de los mbia – Gudrun Birk y APCOB 2007
sirionó (CD interactivo)
Sirionó César Pérez y Rubén Darío Cayaduro 2010
Sirionó CAIB-CEFREC 2010
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El Regreso–Tras las huellas del tiempo Gumercindo Yumani, 2010
CEFREC
Visión de los takanas NICOBIS Sin dato
H.$*9!"+&/!'('.3,!(!/(2*!3/.(+'%9&"!L
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Los antiguos Boris Bani, Esteban Espejo, CEFREC 2004
Tsimane äyedyé jác si tsun (tsima- Gilberto Vaca 2007
ne: el grito de nuestra tierra)
B*%;,"+!('!(3,&3%$,"5*",$" $('S " Alfredo Alfaro y APCOB 2010
indígena tsimane´
Vida T´simane Proyecto de defensa de los pueblos 2011
indígenas aislados y vulnerables
de Bolivia. Expedición Madidi
Fobomade, Bolivia-Canal4 Dario y
Maxi, Argentina
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!"#$%&'($)*$"
H.$*9!"+&/!'('.3,!(!/(2*!3/.(M!!"J&8!N
TÍTULO AUTORES AÑO
Ijwaalata whenhalmamej ,Un Día Pablo Canedo y Bernardo Gómez 2008
Diferente
El Mundo de los weenhayek (CD Irene Roca, Adrian Waldmann y 2010
interactivo) APCOB
Delimitaciones del Territorio Ween- María Eugenia Muños, Eduardo 1997
hayek Ruiz, Secretaria de Asuntos Étnicos
de Bolivia
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TÍTULO AUTORES AÑO
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tierras bajas)
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tierras bajas)
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LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
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!"#$%&'($)*$"
384
ESTADO DE LA INVESTIGACIÓN
SOBRE LOS PUEBLOS INDÍGENAS
EN EL DEPARTAMENTO DE SANTA CRUZ
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Paula Peña Hasbún
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Santa Cruz de la Sierra
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Historias generales
No son muchos los trabajos que reúnen en un solo texto la histo-
ria de los diferentes pueblos indígenas, y si bien existen artículos
que tratan este punto son breves. El trabajo de Riester y Diez As-
tete (1996) presenta cada uno de los pueblos con sus características
generales tanto históricas como antropológicas y su ubicación geo-
?%O;($-" L+&*" &%$1$7!" *+&O" $(!6#$=$5!" #!%" 3 " 6$#$W" +'" 1'* " &%$&$"
de los pueblos indígenas de toda Bolivia, es sobre todo un texto de
391
Paula Peña Hasbún
Pueblo ayoreode
Perteneciente a la familia lingüística zamuca, el pueblo ayoreode
fue evangelizado por misioneros protestantes en la segunda mitad
del siglo XX. Los estudios sobre este pueblo son por lo tanto recien-
tes; en la década de 1980, este pueblo comenzó a migrar a la ciudad
de Santa Cruz de la Sierra cuestionando de esta manera las polí-
ticas locales y nacionales en relación a los pueblos originarios. La
tesis doctoral de Bernd Fischermann (1986), aunque escrita en ale-
mán y sin estar traducida todavía, constituye un trabajo de lectura
obligada, ya que puede ser considerada como una de las primeras
investigaciones antropológicas sobre este pueblo. Riester y Weber
(1998) estudian la presencia de los ayoreode en el ámbito urbano, y
Combès (2009) avanza la dimensión etnohistórica del mismo. Sobre
sus demandas territoriales y políticas, están los trabajos de Herrera
(2003) y Terceros (2006).
Pueblo chiquitano
Jürgen Riester inició los trabajos antropológicos sobre el pueblo
chiquitano en 1966, y con la creación de APCOB la línea de trabajo
de esta institución se centró en sus primeros años en dicho grupo.
Los trabajos de Riester fueron seguidos por los de Hagen (1987),
Krekeler (1988, 1993), Fischermann (1994), y el corto pero muy inte-
resante trabajo de Freyler (2000), que estudió al pueblo chiquitano
a través de las fuentes coloniales. Siguiendo la línea de trabajo ini-
ciada por Riester, Mario Arrien (2004, 2006) ha estudiado al pueblo
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LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS
Pueblo guaraní
El pueblo guaraní era conocido en el pasado como “chiriguano”.
En la actualidad su territorio es compartido por los departamen-
tos de Santa Cruz, Chuquisaca y Tarija. Los guaraníes del departa-
mento de Santa Cruz se dividen en dos pueblos: guaraní-isoseños
y ava-guaraníes, en la zona del Chaco, y al este los guarasug’we,
también conocidos como pausernas, en la zona del río del mismo
nombre en la provincia Velasco. La historia del pueblo guaraní está
muy ligada con la historia cruceña, en la que desempeña un rol muy
importante. Sobre el pueblo guaraní, el material seleccionado puede
organizarse en estudios sobre la lengua, estudios sobre las misiones
franciscanas y estudios antropológicos. El trabajo de Calzavarini
(1980) abre una nueva línea de investigación sobre la nación guara-
ní. Esta línea ha sido seguida por Pifarré (1989, 1992) y Albó (1990)
bajo los auspicios de CIPCA en la zona de Cordillera (cf. también
Pifarré y Albó 1986). Estudios antropológicos con una fuerte ten-
dencia a la etnohistoria son los de Saignes (1990, 2007), que han sido
continuados por las abundantes investigaciones de Combès (2005,
2006). Estudios más culturalistas sobre los guaraníes son los reali-
zados por Riester, publicados en varios tomos bajo el título el Gran
Fumar (1998). Riester (1977) también realizó investigaciones entre
los guarasug’we, grupo guaraní que hasta el momento no ha gene-
rado el mismo interés que los guaraníes del Chaco. Sobre la lengua
guaraní, los trabajos de Farré (1986, 1991) son fundamentales. Sobre
el estudio de las misiones franciscanas entre guaraníes, están los tra-
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Paula Peña Hasbún
Pueblo guarayo
Los estudios sobre el pueblo guarayo han seguido dos tenden-
cias: la antropología y los estudios de las misiones franciscanas. El
trabajo multidisciplinario de CIPCA (2007) realiza un interesante
abordaje del pueblo guarayo actual y su historia. Sobre las misio-
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siguiendo una línea más religiosa. Un abordaje interesante sobre la
historia del pueblo guarayo es el estudio de García Jordán (2006), en
el que se relacionan las dos tendencias mencionadas y se trata el de-
venir de este pueblo antes, durante y después del período misional.
García Jordán propone una nueva línea de trabajo en función de la
conformación de las élites sociales en el territorio de los guarayos.
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Misiones franciscanas
Si bien las misiones jesuitas de Chiquitos han acaparado la aten-
ción de los investigadores, y son muy pocos los trabajos sobre las
misiones franciscanas en las zonas de Guarayos y Cordillera, hay
que destacar las publicaciones al respecto de García Jordán entre los
guarayos y recientemente entre los sirionós (2006, 2011), así como
las de Hans Van den Berg (2009).
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en cuenta los trabajos referidos a la investigación en arqueología.
La investigación arqueológica en Bolivia se desarrolló con mayor
impulso a partir del triunfo de la Revolución de 1952, con un afán
nacionalista de encontrar orígenes comunes del nacionalismo boli-
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Estado se concentró por lo tanto en ese lugar.
En la década de 1980, desde el Museo Arqueológico de Cochabam-
ba se rompió con los cánones nacionalistas y se realizaron investi-
gaciones arqueológicas en otras regiones del país (Rivera y Strecker
2005). Es en esta época que se desarrolla la investigación arqueológi-
ca en Santa Cruz, especialmente en el sitio “El Fuerte” de Samaipata
en Santa Cruz y en los valles cruceños. Un estudio representativo
es el de Omar Claure (1981). Las investigaciones de un equipo ale-
mán dirigido por Albert Meyers (1993,1998) son cruciales, e incluso
contribuyeron a lograr la declaratoria de Patrimonio de la Huma-
nidad en 1998. La Prefectura de departamento tiene el Centro de
Investigaciones Arqueológicas y Antropológicas en Samaipata, así
como también el Museo Arqueológico, instituciones que desarrollan
investigación y a la vez preservan “El Fuerte”.
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