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JURÍDICOS
La regulación
No 3 - 2007
jurídica del trabajo
ISSN 0718 - 2856 dependiente
C Derechos Reservados
FACULTAD
DE
DERECHO
Ensayos Jurídicos
Publicación periódica de la Facultad de Derecho de la Universidad Alberto Hurtado
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Pedro Irureta
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LA REGULACION JURIDICA DEL TRABAJO
DEPENDIENTE1
Presentación
El conjunto de principios, normas e instituciones, ordenadas y ordenadoras,
que forman parte del denominado Derecho del Trabajo tiene como objeto de
regulación el trabajo humano. El trabajo es un atributo inseparable de la perso-
na natural, y respecto de él se predican una serie de características que lo alzan
como un derecho esencial de todo sujeto.
Sin embargo, no todo trabajo es objeto de regulación jurídica, y no siempre
existió un ordenamiento específico y sistematizado que tuviese por objeto juri-
dificar el conflicto que surgía de la prestación personal, en estado de libertad y
ajenidad, para otro.3 En efecto, el trabajo humano libre, dependiente, por cuenta
ajena, y productivo, sólo fue objeto de regulación por parte de un ordenamiento
disciplinario a partir de la irrupción de la Revolución Industrial y la constatación
de que resultaba indispensable estructurar nuevas técnicas instrumentales de
organización social.
La Revolución Industrial dejó al descubierto una nueva manera de producción,
con categorías jurídicas singulares. La aparición de la fábrica y el maquinismo
exigieron una separación entre el domicilio del prestador de los servicios y el lugar
de trabajo, verificándose producciones y ventas en gran escala, para el mercado
(y no solo para el autoconsumo) y con carácter de permanente. Grandes masas de
trabajadores participaron en movimientos migratorios constantes desde el campo
a la ciudad, se congregaron en un solo lugar, en régimen de libertad formal, y
ejecutando sus labores con una traducción jurídica distinta a como ocurría en
1
El presente artículo recoge, en parte, y con las adecuaciones del caso, la conferencia dictada
por el autor en el Seminario “100 años de la Ley de Habitaciones Obreras. Pasado, presente y
futuro del Derecho laboral, de la seguridad social, y de los derechos económicos, sociales y
culturales”, organizado por la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, 4 de octubre
de 2006.
2
Abogado y Doctor en Derecho (Universidad Complutense de Madrid). Decano de la Facultad
de Derecho de la Universidad Alberto Hurtado.
3
Cfr., por todos, RIVERO, Jean, y SAVATIER, Jean, Droit du Travail. Presses Universitaires
de France, décimo tercera edición, Paris, 1993, p. 31.
Pedro Irureta Uriarte: La Regulacion Juridica Del Trabajo Dependiente
4
Vid., WEBER, Max, Historia económica general. Fondo de Cultura Económica, octava
reimpresión, México D.F., 2001, p. 158.
5
Cfr., RAWLS, John, Teoría de la justicia. Fondo de Cultura Económica, segunda reimpresión,
México D.F., 2000, p.126.
6
Cfr., PALOMEQUE LOPEZ, Carlo Manuel, Derecho del Trabajo e Ideología. Editorial
Tecnos S.A., quinta edición, Madrid, 1995, pp. 5 y 12. Vid., también, GALIANA MORENO,
Jesús María, “Reflexiones sobre el carácter transaccional del Derecho del Trabajo”. En
Estudios de Derecho del Trabajo en memoria del profesor Gaspar Bayón Chacón. Editorial
Tecnos S.A., Madrid, 1980, p. 537; y KAHN-FREUND, Otto, Trabajo y Derecho. Centro
de Publicaciones Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Madrid, 1987, p. 65.
Ens. Jurid. – Univ. Alberto Hurtado (N0 3, 2007)
7
Cfr., DE LA VILLA GIL, Luis Enrique, La formación histórica del Derecho español del
Trabajo. Editorial Comares S.L., Granada, 2003, pp. 3 y siguientes.
8
Cfr., ALONSO OLEA, Manuel, Introducción al Derecho del Trabajo. Editorial Civitas S.A.,
quinta edición, Madrid, 1994, p. 38. Vid., también, ALONSO OLEA, Manuel, y CASAS
BAAMONDE, María Emilia, Derecho del Trabajo. Servicio de Publicaciones Facultad de
Derecho Universidad Complutense de Madrid, décimo tercera edición, Madrid, 1994, p.
32. En rigor, parte de la doctrina tiende a distinguir entre el objeto del Derecho del Trabajo
y el objeto del contrato de trabajo. El primero de ellos regularía todas las relaciones de los
trabajadores, no sólo por el hecho de vincularse con un empresario sino que, también, por
pertenecer a una determinada clase social. En definitiva, el Derecho del Trabajo sería un
sistema de garantías para el ejercicio de una actividad productiva que abarcaría a trabaja-
dores y ciudadanos en posición de desigualdad social y económica (cfr., BAYLOS GRAU,
Antonio, Derecho del Trabajo: Modelo para armar. Editorial Trotta S.A., Madrid, 1991,
p. 52). De esta manera, el objeto de regulación se amplía, y el ordenamiento laboral se
constituye en un Derecho de clase con clara vocación de expandirse a todos aquellos que
sociológicamente puedan formar parte de dicho colectivo. En esta línea, vid., por ejemplo,
GONZALEZ-POSADA MARTINEZ, Elías, El Derecho del Trabajo. Una reflexión sobre su
evolución histórica. Secretariado de Publicaciones e Intercambio Científico Universidad de
Valladolid, Valladolid, 1996, p. 14: “El conjunto identificador, no puede ser considerado en
sí mismo como ordenador del trabajo subordinado, sino más bien debe establecerse que el
moderno objeto del Derecho del Trabajo es la constitución de un sistema de garantías para
el ejercicio de una actividad productiva. Según lo anterior la cuestión del trabajo objeto del
contrato, coincidiendo con la cuestión del trabajo subordinado, expresa sólo uno de los más
importantes apartados en que se exterioriza el conjunto normativo laboral”. Y agrega en p.
14, nota 13: “Tal hecho puede apreciarse en distintos supuestos como ocurre respecto a la
normativa en materia de seguridad, higiene y salud en el trabajo, donde la responsabilidad
en caso de accidente incluso se proyecta respecto a titulares de empresas vinculadas por
contratos o subcontratos, aún cuando el trabajador afectado no perteneciere a aquélla en
que realizará la actividad productiva”. Un criterio similar puede consultarse en WALKER
ERRAZURIZ, Francisco, Derecho de las Relaciones Laborales. Editorial Universitaria
S.A., primera edición, Santiago, 2003, p. 78: “Nos apartamos de considerar el Derecho del
Trabajo sólo como una disciplina que abarca el trabajo subordinado o dependiente, que es
la concepción clásica todavía preponderante. A nuestro juicio, esta rama del Derecho no se
puede circunscribir a la mera regulación del trabajo dependiente”; SUPIOT, Alain, Crítica
del Derecho del Trabajo. Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Subdirección General de
Publicaciones, Madrid, 1996, p. 47: “El ámbito de estas reglas de orden público se extiende a
casi todos los aspectos de la relación de trabajo: la regulación de la higiene y de la seguridad,
la fijación de los salarios, la limitación de la jornada, etc.”; y HUECK, A., y NIPPERDEY,
H. C., Compendio de Derecho del Trabajo. Editorial Revista de Derecho Privado, Madrid,
1963, p. 22: “El Derecho del trabajo se determina por el círculo de personas que forma parte
del mismo; objetivamente, en cambio, no está limitado en modo alguno. No es, pues, el de-
recho especial de determinados negocios jurídicos, por ejemplo, del contrato de trabajo (...).
En otras palabras, el Derecho del Trabajo comprende todas las normas jurídicas que rigen
precisamente por ser trabajadores las personas que intervienen directa o indirectamente”.
Pedro Irureta Uriarte: La Regulacion Juridica Del Trabajo Dependiente
9
Cfr., ALONSO OLEA, “Introducción...”, cit., p. 38.
10
Cfr., ALONSO GARCIA, Manuel, Curso de Derecho del Trabajo. Editorial Ariel, décima
edición, Barcelona, 1987, p. 1.
11
Vid., GIERKE, Otto von, Las raíces del contrato de servicios. Editorial Civitas S.A., reim-
presión de la primera edición, Madrid, 1989, p. 55: “El modelo de la relación de servicio fiel
hizo reparar en que el trabajo constituye algo que fluye inseparablemente de la personalidad
(...)”.
12
Vid., MONTOYA MELGAR, Alfredo, Derecho del Trabajo. Editorial Tecnos S.A., décimo
sexta edición, Madrid, 1995, p. 34.
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Para que el Derecho del Trabajo intervenga resulta esencial que la actividad
del hombre provoque efectos productivos. Es decir, el trabajo se concibe como
un medio para la subsistencia del sujeto, que participa y colabora en la modi-
ficación y adaptación de la naturaleza. No constituye un juego ni una simple
distracción; más bien, busca satisfacer una necesidad y la causa final de quien
trabaja es la propia subsistencia.15
13
Cfr., ALONSO OLEA, “Introducción...”, cit., p. 53. Vid., también, ROMAGNOLI, Umberto,
El Derecho, el Trabajo y la Historia. Consejo Económico y Social, Madrid, 1997, p. 133:
“Porque el principio de libertad, como decía John Stuart Mill, no puede admitir que se sea
libre de no ser libres: ya no es libertad el poder privarse de la libertad”.
14
Vid., ALONSO OLEA y CASAS BAAMONDE, cit., p. 37: “Pero no nos hallamos ante
compulsiones invalidantes del consentimiento, porque no ya la coacción inmediata que
se habló desaparece, sino que emergen opciones adicionales en cuanto al tipo de trabajo a
realizar y, sobre todo, en cuanto a la persona cesionaria de los frutos”. Cfr., también, y en la
misma línea, SALA FRANCO, Tomás, y LOPEZ MORA, Federico, “Contrato de trabajo”.
En Comentarios a las leyes laborales. El Estatuto de los Trabajadores, Tomo I. Dirección
de Efrén Borrajo Dacruz. Edersa, Madrid, 1990, p. 41.
15
Cfr., ALONSO OLEA y CASAS BAAMONDE, cit., p. 34. Vid., también, BORRAJO DA-
CRUZ, Efrén, Introducción al Derecho del Trabajo. Editorial Tecnos S.A., quinta edición,
Madrid, 1988, p. 23: “el acto humano no productivo no es nunca trabajo”.
Pedro Irureta Uriarte: La Regulacion Juridica Del Trabajo Dependiente
Una de las características esenciales que se requieren para que el trabajo sea
regulado por el ordenamiento laboral es precisamente la ajenidad. En efecto,
en el régimen económico que surge con la Revolución Industrial, el empresario
es por lo general una persona ajena al oficio, no lo practica ni sería capaz de
realizar sus faenas, aún cuando posee medios productivos que le permiten dirigir
y organizar labores, elementos de los cuáles carece el trabajador.17 Desde una
perspectiva jurídica, dicha ajenidad implica que el resultado o los frutos del
trabajo sean atribuidos inicial y directamente a una persona distinta de quien
ejecuta la labor.18 Si, por el contrario, los frutos de la actividad son asignados a
la propia persona que ha ejecutado la actividad, entonces estaríamos hablando
16
Vid., MONTOYA MELGAR, “Derecho del Trabajo”, cit., p. 20: “el trabajo ejecutado ex-
clusivamente en interés propio es intrascendente para la sociedad, en el literal sentido de que
su realización no trasciende a los demás y, por tanto, socialmente resulta no-significante. La
dedicación del coleccionista que estudia y clasifica sus piezas filatélicas, o el quehacer del
pintor de domingo que invierte su tiempo de ocio en una actividad artística sin otro fin que su
personal complacencia, son ejemplos típicos, entre otros muchos que se podrían inventariar,
de actividades carentes de capacidad de atraer sobre sí la acción ordenadora del Derecho del
Trabajo”.
17
Vid., BAYON CHACON, Gaspar, La Autonomía de la Voluntad en el Derecho del Trabajo.
Editorial Tecnos S.A., Madrid, 1955, p. 307.
18
Cfr., ALONSO OLEA, “Introducción...”, cit., p. 50. Vid., también, ALONSO OLEA y CA-
SAS BAAMONDE, cit., p. 36: “la ajenidad consiste precisamente en esto: ab initio, desde el
momento mismo de su producción, los frutos son del ajeno, no del trabajador”; y SUPIOT,
“Crítica…”, cit., p. 81: “El trabajador no adquiere en ningún momento derecho sobre la cosa
producida, ni siquiera cuando el salario se fija por piezas o por acto realizado”.
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El concepto de ajenidad que se expone corresponde a la tesis de MONTOYA MELGAR,
Alfredo, “Derecho y Trabajo”. Editorial Civitas S.A., primera edición, Madrid, 1997, pp.
23 y 27. En sentido similar ALONSO OLEA y CASAS BAAMONDE, cit., p. 36, quiénes
estimaban que la función típica del contrato de trabajo residía en la atribución originaria de los
frutos del empleador, ab initio y desde el momento en que se producen. Sin embargo, desde
una perspectiva doctrinaria, se han planteado otro tipo de alcances para el término ajenidad:
(i) Para un sector de la dogmática, el trabajo por cuenta ajena es aquél en que el sujeto se
desvincula de los resultados favorables o adversos de la actividad desarrollada, traspasando
el trabajo inmediatamente a cambio de una remuneración. En el fondo, el trabajador es ajeno
a los riesgos en sus distintas variantes: por pérdida de la cosa, por imposibilidad sobrevenida
de la prestación o por no alcanzarse los beneficios esperados; (ii) Otro grupo de autores
pone el énfasis en la titularidad de la organización, de forma tal que el trabajador por cuenta
ajena no es el titular jurídico de la organización en la que presta servicios. De allí se derivan
dos manifestaciones de la ajenidad: la ajenidad en la disposición sobre la fuerza de trabajo
desplegada en dicho proceso (que termina siendo una figura similar a la dependencia o sub-
ordinación) y la ajenidad en cuanto a los resultados del proceso de producción, en el sentido
que la propiedad del producto no pertenecerá jamás al trabajador sino que al capitalista; (iii)
Por último, otro sector centra su análisis en la idea de la ajenidad en el mercado, de la cual
se derivarían la ajenidad en la utilidad patrimonial y la ajenidad en los riesgos. Con todo,
en la actualidad se acepta que esta diversidad conceptual en torno a la ajenidad es más bien
aparente, pues la complejidad que subyace en la realidad social lleva a sostener que todas
estas posiciones son parte de un mismo fenómeno social y jurídico: el trabajo por cuenta
ajena. Para una mirada global de las distintas tendencias, vid., ALARCON CARACUEL,
Manuel Ramón, “La ajenidad en el mercado: un criterio definitorio del contrato de trabajo”.
Revista Española de Derecho del Trabajo Nº 28, Madrid, 1986, pp. 495 y siguientes. Vid.,
también, VIDA SORIA, José, MONEREO PEREZ, José Luis, y MOLINA NAVARRETE,
Cristóbal, Manual de Derecho del Trabajo. Editorial Comares S.L., tercera edición, Granada,
2005, pp. 10 y 11.
Pedro Irureta Uriarte: La Regulacion Juridica Del Trabajo Dependiente
20
Cfr., por todos, RODRIGUEZ-PIÑERO Y BRAVO-FERRER, Miguel, “Contrato de trabajo y
autonomía del trabajador”. En Trabajo Subordinado y Trabajo Autónomo en la delimitación
de fronteras del Derecho del Trabajo. Editorial Tecnos S.A., Madrid, 1999, p. 36.
21
Vid., LUJAN ALCARAZ, José, La contratación privada de servicios y el contrato de trabajo.
Centro de Publicaciones Ministerio del Trabajo y Seguridad Social, Madrid, 1994, pp. 57 y
siguientes.
22
Cfr., NINO, Carlos Santiago, Introducción al análisis del Derecho. Editorial Astrea, Buenos
Aires, séptima reimpresión, 1995, p. 320. Más categórico aún, MONTOYA MELGAR, “De-
recho y Trabajo”, cit., p. 97: ”Creemos que presentar la tarea propia de la Ciencia Jurídica
como una labor axiomática, puramente lógico-deductiva y casi emparentada con las ciencias
exactas, es incurrir en un cientifismo arrogante y falso, que, en vez de mostrar, oculta la
realidad del Derecho y de los métodos adecuados para conocerlo”. Sobre la negación del
carácter científico del Derecho, vid, KIRCHMANN, J. H. von, La jurisprudencia no es
ciencia. Instituto de Estudios Políticos, segunda edición, Madrid, 1961, pp. 29 y siguientes.
Para una perspectiva general, vid., además, KELSEN, Hans, Teoría pura del Derecho. Edi-
torial Universitaria de Buenos Aires, vigésimo sexta edición, Buenos Aires, 1989, pp. 24 y
siguientes.
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23
Cfr., SEMPERE NAVARRO, Antonio-Vicente, “Sobre el concepto del Derecho del Trabajo”.
Revista Española de Derecho del Trabajo Nº 26, Madrid, 1986, pp. 182 y 183. Desde un
visión general, pero aplicable a esta disciplina, vid., WEBER, Max, Economía y Sociedad.
Fondo de Cultura Económica, decimoquinta reimpresión, México D.F., 2004, p. 589: “La
especialización práctica, casi mecánica, de los abogados, dificultaba la visión sistemática
de la totalidad del material jurídico”.
24
Cfr., SUPIOT, “Crítica…”, cit., p. 213. Y agrega en p. 293: “El jurista que se ocupa del trabajo
no puede cerrarse a lo que, por ejemplo, la historia, la sociología o la economía tienen que
decir sobre el trabajo, y sobre el modo en que las mismas fundamentan ciertas prácticas de
gestión de los ‘recursos humanos’”.
25
Como señala MONTOYA MELGAR, “Derecho y Trabajo”, cit., p. 111: “El buen sentido y
la experiencia harán al profesor de Derecho del Trabajo huir de los extremos caricaturescos:
huir tanto de una enseñanza libresca e intemporal, que prescinde de los datos jurídico-po-
sitivos reputándolos molestas perturbaciones del discurso teórico, como de una enseñanza
que, no sabiendo elevarse a la teoría, se limita a una narración ramplona y asistemática de
las normas vigentes”. Vid., también, CARNELUTTI, Francesco, Metodología del Derecho.
Valletta Ediciones, Buenos Aires, 1990, p. 28: “El estudioso del derecho civil o del derecho
penal cuya experiencia está constituida solamente por el Código, sin que haya visto nunca
un contrato ni un delito, se parece a quien para estudiar la medicina no tenga ante sus ojos
más que catálogos de farmacia o de enfermedades. Por desgracia, la historia de la ciencia del
derecho, está sembrada de esas caricaturas. Pero las reglas del derecho no están recluidas en
los Códigos como en una vitrina (…). Hay que verlas operar, es decir, ver como se comportan
los hombres respecto a esa regla (…)”.
Pedro Irureta Uriarte: La Regulacion Juridica Del Trabajo Dependiente
26
Vid., SEMPERE NAVARRO, “Sobre el concepto…”, cit., p. 185: “(…) el Derecho del Tra-
bajo no es la respuesta al conflicto socio-laboral o de trabajo en general puesto que en toda
sociedad se ha conocido el trabajo como fuente de conflictos sociales, sino más propiamente
la reacción ante el conflicto industrial, surgido a raíz de la propia concentración de capitales
y de trabajadores”.
27
Vid., PALOMEQUE LOPEZ, “Derecho del Trabajo e Ideología”, cit., p. 3. Vid., también,
GONZALEZ-POSADA MARTINEZ, cit., p. 28.
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La reacción del Derecho era inevitable, pues resultaba un contrasentido permitir una sociedad
basada en el trabajo dependiente, y, al mismo tiempo, ignorar las consecuencias jurídicas de
dicho fenómeno. Como señala ROMAGNOLI, cit., p. 57: “(…) las disputas entre los juristas
de la época del despegue industrial se agotan sin resolver la contradicción con la que tropieza
el pensamiento jurídico: aceptar sin reservas la existencia de una sociedad de mercado, y al
mismo tiempo, negar con violencia cualquier ‘relevancia jurídica al carácter industrial del
trabajo subordinado’ que, por el contrario, es justo el fenómeno de aquél tipo de sociedad”.
29
Cfr., MONEREO PEREZ, José Luis, Algunas reflexiones sobre la caracterización técnico
jurídica del Derecho del Trabajo. Editorial Civitas S.A., primera edición, Madrid, 1996, p.
43. Vid., también, SEMPERE NAVARRO, “Sobre el concepto…”, cit., pp. 181 y siguientes.
30
Vid., SQUELLA NARDUCCI, Agustín, Introducción al Derecho. Editorial Jurídica de Chile,
primera edición, Santiago, 2000, p. 518. Vid., también, PALOMEQUE LOPEZ, Manuel Car-
los, y ALVAREZ DE LA ROSA, Manuel, Derecho del Trabajo. Editorial Centro de Estudios
Ramón Areces S.A., tercera edición, Madrid, 1995, p. 47: “El conflicto de intereses es por ello
una realidad prenormativa, que el Derecho viene precisamente a integrar. La conflictividad
social es así canalizada jurídicamente de acuerdo con el cuadro de intereses y valores propios
de la opción política que expresa la norma jurídica en cuestión (...)”.
31
Vid., SEMPERE NAVARRO, “Sobre el concepto…”, cit., p. 185: “Si la finalidad del Derecho
del Trabajo es la de establecer una vía ordenada para la solución de los conflictos y composi-
ción de intereses contrapuestos, lógico es que el primordial fin del Derecho del Trabajo sea la
introducción de tal cauce en el ámbito de las relaciones que regula”; y GALIANA MORENO,
cit., p. 538: “(…) el derecho no crea el conflicto, pero lo institucionaliza o, para ser más exac-
tos, institucionaliza sistemas para su solución”. Cfr., también, IRURETA URIARTE, Pedro,
“Los conflictos de intereses ante el Derecho y el equilibrio en el ejercicio de los derechos
fundamentales”. Persona y Sociedad Volumen XVIII Nº 1, abril, Santiago, 2004, pp. 211 y
siguientes.
11
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32
Como es ampliamente sabido, la figura contractual que utilizó el Código napoleónico para
explicar el fenómeno laboral tuvo sus raíces en el Derecho romano (cfr., por todos, SAVIGNY,
Friedrich Karl von, De la vocación de nuestro siglo para la legislación y la ciencia del Dere-
cho. Edeval, Valparaíso, 1978, pp. 57 y siguientes). Si bien es cierto que en Roma el sistema
de producción de bienes y servicios se basaba en la institución de la esclavitud, las normas del
derecho común permitían explicar jurídicamente algunos tipos especiales de arrendamiento
de obra y de servicio (cfr., por todos, BAYON CHACON, cit., pp. 33 y siguientes, y 160 y
siguientes; y DE LA VILLA, cit., pp. 7 y siguientes). Esta asimilación se facilitaba debido al
creciente carácter abstracto que se hallaba en la esencia de las fórmulas de acción romana, pues
era perfectamente posible subsumir dentro de un concepto adecuado los más diversos conte-
nidos económicos. Más aún, la adaptación a nuevas necesidades económicas se realizaba
“gracias a una interpretación racional de los conceptos, que permitía extenderlos y reducirlos”
(vid., WEBER, “Economía...”, cit., pp. 601 y 602). Nada de ello, por cierto, alcanzó para
modificar la regla general que encuadraba las relaciones de producción dentro del círculo de
la propiedad, pues la mayoría de la mano de obra existente en la antigüedad estaba fundada en
la esclavitud (cfr., GOMEZ-IGLESIAS CASAL, Angel, La influencia del Derecho Romano
en las modernas relaciones de trabajo. Editorial Civitas S.A., primera edición, Madrid, 1995,
p. 50). Con todo, el ciudadano romano, hombre libre, y con plena capacidad jurídica, podía
llevar a cabo cualquier trabajo o actividad que deseara, siempre y cuando se encuadrara dentro
de la esfera lícita marcada por el orden público y las buenas costumbres, aún cuando ello no
era común ya que existía una amplia mano de obra no emancipada. Con el advenimiento de la
Revolución Industrial, los Códigos civiles intentaron explicar jurídicamente el inédito vínculo
de trabajo que irrumpió con características propias y distintas a las que existieron en el Dere-
cho romano. En dicho ordenamiento, la regla general era que el objeto del contrato fuese
siempre la persona del trabajador-esclavo, y no el tipo de actividad que éste pudiese desarrollar.
Sin embargo, existió un tipo muy delimitado de actividad en que dos personas completamen-
te libres, y con plena capacidad legal, podían vincularse no en relaciones de dependencia do-
minical sino que en razón de la autonomía de la voluntad. Por ello, los Códigos clásicos recu-
rrieron a dos figuras emblemáticas del arrendamiento romano: la locatio conductio operis
(arrendamiento de obra) y locatio conductio operarum (arrendamiento de servicios). La loca-
tio conductio operis era un contrato en virtud del cual una persona se comprometía a ejecutar
una obra por precio total, asumiendo el riesgo derivado de dicha ejecución y corriendo, por
consiguiente, con los resultados, favorables o adversos, de la realización, todo de conformidad
a las condiciones previamente fijadas en el contrato. Resultaba indiferente, a estos efectos, que
quien se comprometía a realizar la obra lo hiciera o no personalmente. Su única obligación
radicaba en la entrega de la obra terminada, al margen, asimismo, de que para ello haya segui-
do las instrucciones del locator o se haya atendido a su propia iniciativa en la ejecución, sin
perjuicio de poder exigir que los materiales fueran suministrados por quien encargaba la obra
(cfr., ALONSO OLEA, Manuel, “La empresa desde el punto de vista social”. En La Empresa.
Instituto de Estudios Políticos. Colección de Estudios de Trabajo y Previsión, Madrid, 1962,
p. 77). Al parecer, el origen de esta institución se encontraba en la locación de un objeto a un
artífice para que lo transformara mediante su trabajo artístico. Con posterioridad, la institución
se amplió hasta admitir la posibilidad de que el conductor realizara una obra enteramente
nueva, ya sea con materiales propios o entregados por el locutor (cfr., FUENTESECA, Pablo,
Derecho Privado Romano. Impreso por E. Sánchez A. Gráficas, S.L., Madrid, 1978, p. 277).
Por su parte, la locatio conductio operarum implicaba la prestación de unos servicios por
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cuenta de una persona, pero sin tener en consideración el resultado final globalmente valorado
en un precio, sino fijando la retribución en función del tiempo de prestación y corriendo el
arrendatario de servicios con los riesgos derivados de la prestación. Este tipo de locatio, al
menos en sus orígenes, se aplicó fundamentalmente a tareas manuales asignadas por lo gene-
ral a los esclavos. El dominus cedía, en forma temporal, un esclavo propio a fin que el cesio-
nario se beneficiase de su actividad laboral. La locatio operarum terminaba por la muerte del
locator, ya que se entendía que éste estaba vinculado personalmente a la realización de la
operae. No obstante, en el evento de fallecer el conductor, la relación contractual se conside-
raba traspasada a los herederos quienes continuaban con las obligaciones y derechos propios
del contrato. Las diferencias entre ambas figuras son fácilmente deducibles: a) En el arrenda-
miento de obra el objeto debido era un resultado determinado, una cosa concluida (situación
que jurídicamente la hacía confundirse con la propia compraventa); y, por la otra, en el arren-
damiento de servicios lo que se debe es la misma prestación de trabajo; b) En segundo térmi-
no, en la locatio operarum, se daba lugar a una obligación de dar, divisible y personalísima;
en la locatio operis, se produce una obligación de hacer, indivisible y con posibilidad de va-
lerse de personas subordinadas; c) En la locatio operis se presupone la existencia de un traba-
jo cualificado; mientras que la operarum constituye una modalidad utilizada para todo tipo de
prestaciones de trabajo y era, preferentemente, característica del trabajo no cualificado; d)
Asimismo, en la locatio operarum a pesar que no existía relación de sometimiento, sí se veri-
ficaba una fuerte dependencia entre el trabajador y su empleador. Por el contrario, en el arren-
damiento de obra lo que se produce es la obligación de entregar la obra terminada, restituir la
cosa que se recibió transformada, pero conservando una independencia absoluta y esencial
respecto del que paga un precio por dicho objeto, y e) Por último, en la locatio conductio
operarum el trabajador no recibía nada, sino que se entregaba a sí mismo, razón por la cual el
que debía responder de la restitución era el empleador. En el caso de la locatio operis, el tra-
bajador recibe algo del locator de cuya devolución debe responder (cfr., GOMEZ-IGLESIAS,
cit., p. 61). Como se ha dicho, los códigos de inspiración napoleónica utilizaron la figura del
contrato para explicar jurídicamente esta inédita prestación de servicios que irrumpió con la
Revolución Industrial. Y para estos efectos, se recurrió al arrendamiento de servicios del De-
recho romano, cuya tradición habían guardado los juristas, y construyeron una idea de víncu-
lo laboral que partía de la teoría general del contrato (cfr., ROMAGNOLI, cit., pp. 49 y 58).
El contrato de trabajo se convirtió, de esta manera, en el fundamento jurídico que explicaba
las obligaciones de las partes, debiendo existir un acuerdo de voluntades inicial para que
exista relación laboral. Ese mismo contrato prefiguraba a un trabajador libre, y teóricamente
igual al empresario, que de manera consciente cedía su trabajo a otro (cfr., BAYLOS GRAU,
cit., pp. 19 y 21). Esta figura, sin embargo, no decía relación con la realidad. Como señalaba
WEBER, “Economía...”, cit., p. 586, el derecho formal de un trabajador, de concluir con
cualquier empresario un contrato de trabajo de cualquier contenido, prácticamente no signifi-
ca para el desocupado la menor libertad en la fijación de las condiciones de trabajo, y en modo
alguno le garantizaba la posibilidad de influir en la determinación de las mismas. Por ello, si
la asimilación del contrato de trabajo a la idea de un arrendamiento de servicios situaba al
vínculo laboral dentro de las relaciones jurídicas de cambio, lo cierto es que resultaba impo-
sible configurar adecuadamente dicho vínculo sin recurrir a aspectos extrapatrimoniales. Una
mera modalización de instituciones jurídicas clásicas era a todas luces insuficiente para integrar
adecuadamente el conflicto industrial. En palabras de SUPIOT, “Crítica…”, cit., p. 89: “Así
pues, para comprender algo en el derecho del trabajo, hay que volver a esta antinomia prime-
ra entre el carácter patrimonial del trabajo y la naturaleza extrapatrimonial del cuerpo humano,
pues sobre la misma cristalizó el derecho del trabajo en estratos sucesivos”.
13
Pedro Irureta Uriarte: La Regulacion Juridica Del Trabajo Dependiente
33
Cfr., KAHN-FREUND, cit., pp. 48 y 50. Vid., también, GALIANA MORENO, cit., p. 541.
34
Cfr., KRAWIETZ, Werner, El concepto sociológico del Derecho y otros ensayos. Distribu-
ciones Fontamara S.A., México D.F., segunda edición, 1994, pp. 22, 23 y 25. Vid., también,
COTTERRELL, Roger, Introducción a la Sociología del Derecho. Editorial Ariel S.A.,
Barcelona, primera edición, 1991, p. 38.
35
Cfr., MONEREO PEREZ, “Algunas reflexiones...”, cit., pp. 60 y 63. Vid., también, BAYLOS
GRAU, cit., p. 34; GALIANA MORENO, cit., p. 545; y GONZALEZ-POSADA MARTINEZ,
cit., p. 54.
36
Cfr., SUPIOT, “Crítica…”, cit., p. 223.
37
Sobre el particular, vid., MONTOYA MELGAR, “Derecho del Trabajo”, cit., pp. 30 y 31:
“¿Por qué existe el Derecho del Trabajo, y qué sistemas de valores e intereses pretende reali-
zar?. En cuanto a la primera cuestión, sería deseable desechar conocidas simplificaciones (v.
gr.: el Derecho del Trabajo sólo es la expresión de la voluntad protectora del Estado; o, en el
polo opuesto, el Derecho del Trabajo sólo es la expresión de la voluntad opresora del poder
político...). En este sentido, no es posible desconocer que el factor histórico determinante de
la aparición del Derecho del Trabajo fue el movimiento obrero, a cuya acción amenazadora
respondió el poder público (...)”.
38
Vid., SEMPERE NAVARRO, “Sobre el concepto…”, cit., p. 186: “Llega así un momento en
el que los poderes públicos deciden abandonar su actitud pasiva y reaccionan frente al exce-
sivo individualismo de los Códigos, frente al propio incumplimiento de las escasas normas
existentes…, pero también ante las amenazantes acciones reivindicativas del movimiento
obrero”. Vid., también, SUPIOT, “Crítica…”, cit., pp. 218 y 219: “La sociología velaba ya
en la cuna del derecho del trabajo. Por primera vez en la historia del derecho, la percepción
jurídica de una relación social viene precedida por el conocimiento sociológico de esta
relación. Esto bastaría para distinguir radicalmente el derecho civil del derecho del trabajo.
Sean cuáles sean sus raíces históricas e ideológicas, el Código Civil es una obra de la Razón.
(…). Sucede exactamente lo contrario en el caso de la relación de trabajo”.
14
Ens. Jurid. – Univ. Alberto Hurtado (N0 3, 2007)
39
Cfr., MONEREO PEREZ, José Luis, Introducción al Nuevo Derecho del Trabajo. Editorial
Tirant Lo Blanch, Valencia, 1996, pp. 15 y siguientes.
40
Cfr., SEMPERE NAVARRO, “Sobre el concepto...”, cit., p. 188.
41
Cfr., RIVERO y SAVATIER, cit., p. 36.
42
Vid., SEMPERE NAVARRO, “Sobre el concepto...”, cit., p. 189: “El Derecho del Trabajo
encauza, interioriza, el conflicto social y no debe confundirse con una secreción procedente
de cualquiera de sus protagonistas”.
43
Vid., por todos, GALIANA MORENO, cit., p. 549: “Ni el Derecho del trabajo es concebi-
ble como un puro instrumento de dominación, coactivo y opresor, ni, por supuesto, puede
delimitarse como un simple instrumento de tutela. El Derecho del trabajo es, como hemos
resaltado, transacción y, precisamente por serlo, presupone una lucha entre valores encon-
trados”.
15
Pedro Irureta Uriarte: La Regulacion Juridica Del Trabajo Dependiente
44
Cfr., por todos, PALOMEQUE LOPEZ y ALVAREZ DE LA ROSA, cit., p. 47; MONEREO
PEREZ, “Algunas reflexiones...”, cit., p. 15; y SEMPERE NAVARRO, “Sobre el concepto…”,
cit., p. 183.
45
Cfr., por todos, BAYLOS GRAU, cit., pp. 32 y 33: “Partiendo de posiciones contractualis-
tas, en las que la forma contractual se distingue por permitir poder, un poder privado sobre
hombres, de manera que el sometimiento al empresario tiene lugar ‘en la ordenación efectiva
en el círculo de poder del empresario’, esta situación de desigualdad frente a la principal
manifestación del poder social de la propiedad debe ser limitada o contrapesada mediante
la acción del Estado”; GALIANA MORENO, cit., p. 546: “En cuanto ordenamiento tran-
saccional, el Derecho del trabajo persigue en primer término el mantenimiento de la paz
social, esto es, la pervivencia de la sociedad en cuanto objetivo esencialmente atribuible a
todo derecho”; KAHN-FREUND, cit., p. 49: “El objetivo principal del Derecho del Trabajo
es, pues, regular, reforzar y limitar el poder de los empresarios (“management”) y el poder
de las organizaciones de trabajadores (“organised labour”); RIVERO LAMAS, Juan, Limi-
tación de los poderes empresariales y democracia industrial. Secretariado de Publicaciones,
Universidad de Zaragoza, 1986, p. 15: “El proceso de evolución y progreso del Derecho
del Trabajo va a venir marcado, justamente, por los empeños sucesivos para delimitar la
situación de dependencia del trabajador y para someter a un estatuto jurídico diversificado el
contenido y el régimen de ejercicio de los poderes empresariales”; y SUPIOT, “Crítica…”,
cit., p. 134: “Es decir: que la cuestión del poder se halla en el corazón mismo del derecho del
trabajo. La subordinación del trabajador, que sirve para caracterizar al contrato de trabajo,
es más que un simple criterio técnico de clasificación: es la piedra angular de un derecho
que tiene como objeto esencial enmarcar el ejercicio del poder que confiere a una persona
sobre otra”.
46
Cfr., PALOMEQUE LOPEZ, “Derecho del Trabajo e Ideología”, cit., p. 10. Vid., también,
ROMAGNOLI, cit., pp. 69 y siguientes.
47
Cfr., MONEREO PEREZ, José Luis, “Reformismo social y socialismo jurídico: Antón Menger
y el socialismo jurídico en España”. Estudio Preliminar. En MENGER, Antón, El Derecho
Civil y los pobres. Editorial Comares S.L., Granada, 1998, p. 29.
16
Ens. Jurid. – Univ. Alberto Hurtado (N0 3, 2007)
48
Vid., MONTOYA MELGAR, Alfredo, Ideología y lenguaje en las leyes laborales de Es-
paña (1873-1978). Editorial Civitas S.A., primera edición, Madrid, 1992, p. 59: “Mas no
se crea, como podría pensarse con excesiva simplificación de juicio, que estas reformas se
conceden graciosamente por el poder público. Es necesario que la presión del movimiento
obrero alcance cotas alarmantes para que el legislador burgués se decida a intervenir en las
relaciones laborales”.
49
Vid., GALIANA MORENO, cit., p. 543: “Posiblemente quepa admitir que no toda la obra del
legislador liberal fuera un medio para ‘acallar el clamor de la multitud trabajadora’ y que en
su trasfondo alguna relevancia queda destinar a posiciones idealistas, filantrópicas, religiosas
e, incluso, sociales. Pero, en cualquier caso, resulta difícil sustentar que sin la amenaza de
la coalición dichas posiciones hubieran trascendido (…) al campo de la realidad”.
50
Cfr., SUPIOT, “Crítica…”, cit., p. 223.
51
Cfr., GONZALEZ-POSADA MARTINEZ, cit., p. 34.
52
Cfr., MONTOYA MELGAR, “Ideología...”, cit., p. 47. Vid., también, del mismo autor,
“El reformismo social en los orígenes del Derecho del Trabajo”. Revista del Ministerio de
Trabajo y Asuntos Sociales Nº 1, Madrid, 2003, pp. 81 y siguientes.
17
Pedro Irureta Uriarte: La Regulacion Juridica Del Trabajo Dependiente
53
Vid., UGARTE CATALDO, José Luis, El nuevo Derecho del Trabajo. Editorial Universitaria
S.A., primera edición, 2004, p. 22.
54
Cfr., VIDA SORIA, MONEREO PEREZ y MOLINA NAVARRETE, cit., p. 24.
55
Vid., WEBER, “Economía...”, cit., p. 605.
56
Vid., SUPIOT, “Crítica…”, cit., p. 161.
57
Cfr., GONZALEZ-POSADA MARTINEZ, cit., pp. 44 y 45. La aparición de una doctrina
especializada del Derecho del Trabajo puede observarse en autores como BARRASI, en
Italia, y LOTMAR, en Alemania, que aún cuando tenían una sólida formación civilista,
contribuyeron de manera relevante a la consolidación de una dogmática jurídico laboral.
18
Ens. Jurid. – Univ. Alberto Hurtado (N0 3, 2007)
58
Cfr., WEBER, “Economía...”, cit., p. 251.
59
Cfr., MONEREO PEREZ, “Algunas reflexiones...”, cit., p. 19.
60
Cfr., MONTOYA MELGAR, “Derecho y Trabajo”, cit., p. 90.
61
Vid., KANT, Inmanuel, Introducción a la teoría del Derecho. Marcial Pons, Ediciones Jurídicas
y Sociales, S.A., Madrid, 1997, p. 46.
62
Cfr., MONEREO PEREZ, “Algunas reflexiones...”, cit., p. 36. Vid., también, ORTIZ LA-
LLANA, Carmen, La transformación del Derecho del Trabajo ante los nuevos retos sociales.
Servicio de Publicaciones Universidad de La Rioja, Logroño, 1999, pp. 10 y siguientes.
63
Cfr., IRURETA URIARTE, Pedro, “Trabajo y Derecho: Perspectivas futuras”. Persona y
Sociedad Volumen XVIII Nº 2, agosto, 2004, pp. 155 y siguientes.
64
Vid., VIDA SORIA, MONEREO PEREZ y MOLINA NAVARRETE, cit., p. 7. Vid., también,
PRIOR RUIZ, Juan, y MARTINEZ MARTIN, Rafael, “El trabajo en el nuevo siglo: reflexiones
sobre una realidad compleja”. En El trabajo en el siglo XXI. Editorial Comares S.L., Granada,
2005, p. 10: “La tecnología aplicada al trabajo siempre ha sido uno de los principales elementos
de transformación, sin embargo, los nuevos adelantos técnicos tienen un potencial de trans-
formación muy superior a tecnologías anteriores. Tiene una gran capacidad de transformar
productos finales, pero no se acaba ahí su influencia, ya que también encierra una gran capacidad
de transformar la organización de trabajo, y la propia estructura de la organización”.
19
Pedro Irureta Uriarte: La Regulacion Juridica Del Trabajo Dependiente
65
Vid., por todos, VIDA SORIA, MONEREO PEREZ y MOLINA NAVARRETE, cit., p. 4:
“La extraordinaria complejidad, e incluso la ‘madurez’ ya alcanzada no obstante su ‘juventud’
(...) ha permitido que, incluso en su propio interior, se distingan o diferencien otras rami-
ficaciones. Así destacan el ‘Derecho Sindical’ (...) y el ‘Derecho Procesal laboral’, junto a
algunas más no suficientemente consolidadas aún –el ‘Derecho del Empleo’, el ‘Derecho
de la Seguridad y Salud en Trabajo’; el ‘Derecho Social Sancionador’, el ‘Derecho Admi-
nistrativo del Trabajo’, el ‘Derecho Social Comunitario’ (...)”.
66
Cfr., por todos, HUECK y NIPPERDEY, cit., p. 23.
67
Cfr., RIVERO y SAVATIER, cit., pp. 39 y siguientes.
68
Cfr., BAYLOS GRAU, cit., p. 32.
69
Como señala SUPIOT, “Crítica…”, cit., p. 239, la circunstancia de que el Derecho del Trabajo
se construya sobre conceptos de carácter material, no impide que este ordenamiento cuente,
además, con una racionalidad jurídica con ribetes significativos de abstracción, generalidad
y sistematización.
70
Cfr., SEMPERE NAVARRO, “Sobre el concepto...”, cit., p. 196. Vid., también, ALONSO
OLEA, Manuel, Las fuentes del Derecho, en especial del Derecho del Trabajo según la
Constitución. Editorial Civitas S.A., primera edición, Madrid, 1982, p. 29: “El Derecho del
Trabajo no es tanto o no es sólo una disciplina jurídica que acote para sí una zona determinada
del ordenamiento jurídico; es, además, una forma de contemplar el ordenamiento todo, en
toda su complejidad y en todas sus vertientes, desde el trabajo humano como observatorio
privilegiado”.
71
Cfr., GONZALEZ-POSADA MARTINEZ, cit., p. 10.
72
Cfr., MONTOYA MELGAR, “Derecho del Trabajo”, cit., p. 40.
20
Ens. Jurid. – Univ. Alberto Hurtado (N0 3, 2007)
73
Cfr., MONEREO PEREZ, “Algunas reflexiones...”, cit., p. 54.
74
Vid., BORRAJO DACRUZ, “Introducción...”, cit., p. 38.
75
Cfr., BORRAJO DACRUZ, “Introducción...”, cit., p. 36.
76
El modelo clásico de regulación del trabajo subordinado fue estructurándose lentamente
durante todo el siglo XIX y terminó de consolidarse definitivamente a partir de finales de la
Segunda Guerra Mundial (1945). Durante todo el período anterior a dicha fecha se fraguó de
manera paulatina un profundo entramado normativo, institucional y jurisdiccional que tuvo
por objeto responder a los nuevos procedimientos tecnológicos de producción, y a las nuevas
dinámicas de consumo, que trajo consigo la Revolución Industrial. Ese modelo homogéneo
de caracterización de las relaciones de trabajo ha comenzado un proceso de revisionismo,
con mayor o menor intensidad, durante las últimas décadas del siglo XX. Este proceso ha
sido gatillado, a lo menos, por dos causas claramente distintivas: (i) la crisis del sistema
taylorista de producción; y (ii) la irrupción de nuevas tecnologías. En el primer caso, el or-
denamiento laboral clásico se acostumbró a un objeto de regulación basado en la producción
intensiva y rutinaria, que se sustenta en un uso de fuerza laboral masivo. Adicionalmente,
el grupo sociológicamente identificable de los trabajadores se convierte en el principal su-
jeto consumidor, cuestión que de paso trae aparejada un mecanismo de protección de esos
mismos trabajadores. En palabras de la doctrina (vid., VIDA SORIA, MONEREO PEREZ
y MOLINA NAVARRETE, cit., p. 45): “El sistema de producción ‘en masa’ o alto volumen
de fabricación de producto podía resumirse de la siguiente manera: idénticos trabajadores
–por lo general de sexo varón-, concurrían al mismo lugar –grandes fábricas con grandes
cadenas de producción- para producir cosas idénticas de una manera idéntica o sustancial-
mente análoga –rutina organizativa y técnica- durante toda su vida laboral”. Pues bien, ese
modelo se ha resquebrajado. En lo que respecta a la irrupción de nuevas tecnologías, dicho
dato ha obligado a adaptar los modelos de producción y, por cierto, los moldes normativos
que se le aplican. Estos últimos, más utilitaristas y funcionales, sólo han dado cuenta de
una nueva realidad más globalizada y de mayor conocimiento, que de manera inevitable
interpela al ordenamiento laboral. Sobre este tema en particular, vid., dentro de la doctrina
nacional, CAAMAÑO ROJO, Eduardo, “Las transformaciones del trabajo, la crisis de la
relación laboral normal y el desarrollo del empleo atípico”. Revista de Derecho Vol. XVIII
Nº 1, julio, Valdivia, 2005, pp. 25 y siguientes; e IRURETA URIARTE, “Trabajo...”, cit.,
pp. 155 y siguientes.
21
Pedro Irureta Uriarte: La Regulacion Juridica Del Trabajo Dependiente
77
Cfr., por todos, SUPIOT, Alain, Trabajo y Empleo. Transformaciones del trabajo y futuro del
Derecho del trabajo. Editorial Tirant lo Blanch, Valencia, 1999, pp. 38 y siguientes.
78
Como señala MONEREO PEREZ, “Algunas reflexiones...”, cit., p. 87: “Las transformaciones
económicas y en los sistemas de organización del trabajo (...) han revelado cierta crisis de los
conceptos tradicionales de ajenidad y dependencia, como principales elementos conceptuales
de reducción del concepto de trabajo”.
79
Cfr., VIDA SORIA, MONEREO PEREZ y MOLINA NAVARRETE, cit., p. 13.
80
Cfr., por todos, ORTIZ LALLANA, cit., pp. 18 y siguientes.
81
Cfr., VIDA SORIA, MONEREO PEREZ y MOLINA NAVARRETE, cit., p. 7.
82
Vid., IRURETA URIARTE, “Trabajo y Derecho...”, cit., pp. 155 y siguientes. Para una visión
más general, vid., LOPEZ, Diego, Derechos, trabajo y empleo. LOM Ediciones, primera
edición, Santiago, 2004, pp. 103 y siguientes.
22
Ens. Jurid. – Univ. Alberto Hurtado (N0 3, 2007)
BIBLIOGRAFIA
- Las fuentes del Derecho, en especial del Derecho del Trabajo según la
Constitución. Editorial Civitas S.A., primera edición, Madrid, 1982.
BAYLOS GRAU, Antonio, Derecho del Trabajo: Modelo para armar. Edi-
torial Trotta S.A., Madrid, 1991.
23
Pedro Irureta Uriarte: La Regulacion Juridica Del Trabajo Dependiente
GIERKE, Otto von, Las raíces del contrato de servicios. Editorial Civitas
S.A., reimpresión de la primera edición, Madrid, 1989.
24
Ens. Jurid. – Univ. Alberto Hurtado (N0 3, 2007)
- Derecho del Trabajo. Editorial Tecnos S.A., décimo sexta edición, Madrid,
1995.
- “El reformismo social en los orígenes del Derecho del Trabajo”. Revista
del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales Nº 1, Madrid, 2003.
25
Pedro Irureta Uriarte: La Regulacion Juridica Del Trabajo Dependiente
26
Ens. Jurid. – Univ. Alberto Hurtado (N0 3, 2007)
27
PUBLICACIONES FACULTAD DE DERECHO
UNIVERSIDAD ALBERTO HURTADO
1. Estándares Básicos de Calidad para la Prestación del Servicio de Defensa Penal Pública
Rafael Blanco, Mauricio Decap, Héctor Hernández, Hugo Rojas (2002)
ENSAYOS JURÍDICOS
OBRAS