Trabajo Trastornos Facticios
Trabajo Trastornos Facticios
Trabajo Trastornos Facticios
Escuela de Psicología
Trastornos Clínicos II
“Trastornos Facticios”
Profesora:
Yomaly Almonte
Febrero 2017
INDICE
Introducción
Trastornos Facticios
Etiología
Características generales
Sindrome de Münchhausen
Criterios diagnósticos
Diagnóstico diferencial
Evolución y pronóstico
Tratamiento
Conclusión
Bibliografía
INTRODUCCION
Los trastornos facticios son síntomas físicos o conductuales que produce el individuo en forma
voluntaria, en apariencia con el objeto de representar el papel de paciente y que, con frecuencia,
comprenden la mentira crónica y flagrante.
Estos trastornos tienen mucho en común con los trastornos somatomorfos, aunque estos últimos
son diferentes en muchos sentidos, tienen en común el hecho de que la persona que los padece
asume el papel del paciente, alguien que recibe atención y cuidado.
Los trastornos facticios pueden implicar tanto una completa mentira como la exageración de una
condición preexistente. En el trastorno facticio, la única meta aparente es el deseo de asumir el
papel de paciente. Las personas con este tipo de trastorno muchas veces tienen historial de mentir
de manera incontrolable, demandar atención de profesionales y de describir recuentos dramáticos
de dolores vagos. Puede ser muy difícil clasificar una serie de síntomas como los facticios. La
manera dramática en la cual el paciente presenta sus problemas normalmente levanta sospechas;
sin embargo, muchos individuos con este trastorno han logrado reunir bastante información
médica y, en consecuencia, pueden ser tan buenos actores que hacen que sus síntomas sean
creíbles.
El siguiente trabajo incluye información puntual acerca del trastorno facticio. Empezaremos por
discutir su definición, etiología y características generales y así continuar con los subtipos, el
trastorno de Münchhausen y el diagnóstico diferencial. Concluiremos con la evaluación y el
tratamiento adecuado para estos trastornos.
TRASTORNOS FACTICIOS
Los trastornos facticios generalmente empiezan durante la adultez temprana siendo más común
en las mujeres que en los hombres y muchas veces se estimulan con la hospitalización por un
problema físico genuino. Por los síntomas tan dramáticamente presentados pero imprecisos, los
individuos con trastornos facticios a menudo sufren de frecuentes hospitalizaciones durante las
cuales se les pueden practicar cirugías innecesarias.
Aunque los síntomas de la somatización y los trastornos facticios son los mismos, las personas
que sufren de somatización piensan que están realmente enfermas, mientras que aquellos con
trastornos facticios sólo buscan atención al inventar síntomas. Cuando se les confronta sobre su
papel en la enfermedad, muy pocas personas con trastornos facticios admiten su
comportamiento. En los trastornos facticios, el recuento de algunos eventos de la niñez a menudo
revela una historia de inseguridad emocional en esa etapa, negligencia o rechazo emocional de
los padres y hogares destruidos que los condujeron a la adopción o a un hogar temporal.
Este trastorno también implica síntomas físicos inexplicables que traen un malestar significativo
y un gran deterioro funcional. Un paciente que padece este trastorno crea deliberadamente los
síntomas de una enfermedad orgánica o exagera sus síntomas e impide la cura porque necesita
una atención permanente del personal médico y puede llegar a someterse a operaciones y
estudios innecesarios con tal de mantener su rol de enfermo. El riesgo es que termine
enfermándose realmente. Por ejemplo, un paciente que toma intencionadamente un fármaco que
le produce determinada sintomatología, pero lo niega al momento de la consulta, los médicos
desconocen, así, el verdadero origen de su patología y el paciente puede terminar enfermándose
en serio.
La OMS los considera pacientes peregrinos ya que van de hospital en hospital. Cuando son
descubiertos se sienten ofendidos y cambian de médico o de hospital. Por esta razón, es habitual
que consulten a más de un médico, siendo, por tanto, frecuente su deambulación por diferentes
consultorios y hospitales, en el mismo período o en forma secuencial.
Muchas veces aparece el síndrome de Münchhausen como sinónimo de trastorno facticio, lo cual
es erróneo. El síndrome de Münchhausen es un subtipo de trastorno facticio, el más común y
grave de ellos, y se caracteriza por la producción predominante de síntomas y signos físicos.
El trastorno facticio es considerado una enfermedad mental. Sin embargo, no suelen responder a
los tratamientos psiquiátricos porque prefieren mantener su enfermedad.
Etiología
Los pacientes actúan de manera consciente al producir sus enfermedades, pero las motivaciones
permanecen inconscientes para él. Saben que están actuando, pero no pueden detenerse, porque
su conducta está determinada por factores inconscientes. Lo más aceptado es que estos pacientes
presentan una necesidad imperiosa de ser atendidos y cuidados, de ser el centro del interés.
En algunos pacientes existe el antecedente de una enfermedad real infantil donde se sintieron
cuidados por primera o única vez. Las hipótesis de orientación psicodinámica remarcan la
elección del escenario médico para re-actuar conflictivas inconscientes, que en algunos casos
pueden implicar resentimiento contra médicos y hospitales, o la necesidad de reeditar una
relación frustrante con una figura significativa, para tomar venganza ahora mediante el engaño y
la hostilidad.
Epidemiología
Sexo
Los trastornos facticios en general son más frecuentes en mujeres, pero el síndrome de
Münchhausen es más frecuente en hombres. Es más frecuente en la edad media de la vida.
Ocupación
Frecuentemente los pacientes tienen amplio manejo de la terminología médica, y conocimientos
médicos en general. Muchos trabajan en ocupaciones relacionadas con la medicina.
Prevalencia
Existen datos diversos. Algunos autores opinan que es muy difícil estimar su prevalencia por el
engaño que subyace siempre en su presentación, y por la peregrinación del paciente por
diferentes hospitales e incluso ciudades, y estiman que es diagnosticado aproximadamente en un
1% de los pacientes atendidos en salud mental. Rumans y Vosti reportan un 2.2% (11 de 506
casos) de pacientes con fiebre de causa no identificada que correspondían a trastornos facticios.
Estas cifras nos alertan sobre la existencia de un sub-diagnóstico en nuestros servicios. Se estima
que es mayor la prevalencia de trastornos facticios con síntomas somáticos: 9.3 % con síntomas
médicos contra 0.5% con síntomas psiquiátricos.
Evolución
Generalmente evolucionan en forma intermitente, con empujes y remisiones. No es raro que se
inicien luego de una internación por una enfermedad de causa identificable.
Semiología Psiquiátrica
Es característica la falta de angustia, aun ante cuadros muy graves. Estos pacientes presentan
frecuente aprobatividad, por lo que se debe ser muy cuidadoso en la realización de la entrevista,
y no realizar preguntas que sugieran síntomas. Hay que tratar de que el entrevistado relate sus
padecimientos de manera espontánea; de este modo, se podrá asistir a su actuación realizada de
manera trágica y melodramática.
En este subtipo los pacientes exhiben predominantemente sintomatología psiquiátrica, que muy
frecuentemente no se corresponde con un patrón específico o característico de ninguna afección,
con un curso evolutivo y una respuesta terapéutica inusual, y que se agrava cuando la persona se
sabe observada. Las quejas que estos pacientes manifiestan con más frecuencia incluyen
elementos depresivos, con ideación suicida, amnesias, ideas delirantes, síntomas del trastorno
por estrés postraumático y síntomas disociativos.
Pueden ingerir sustancias psicoactivas (estimulantes, sedantes o alucinógenos) para favorecer la
presentación de los síntomas. El diagnóstico es muy difícil de realizar. Si se tiene en cuenta que
los pacientes que presentan trastornos facticios tienen un trastorno de la personalidad, se
comprende que, junto al fingido, se pueda observar el trastorno verdadero. La anamnesis obtiene
descripciones vagas e imprecisas. Los tests proyectivos, por ejemplo, el Rorschach, o el test de la
Gestalt de Bender, pueden ayudar al clínico en el diagnóstico de un trastorno facticio.
Predominan los síntomas y signos de enfermedad orgánica. Pueden llegar a ser muy severos.
Frecuentemente aparecen: infecciones auto provocadas (por ejemplo: abscesos por inyección de
materias fecales u otras sustancias); fiebre de origen indeterminado; retraso en la curación de
heridas; hipoglicemias; anemia, hemoptisis masivas; hemorragias por ingestión de
anticoagulantes; vómitos; diarrea; síntomas y signos neurológicos; como crisis convulsivas;
quejas de mareos con pérdida de conocimiento; quejas de dolores abdominales con náuseas y
vómitos; aparición de lesiones cutáneas ; excoriaciones y abscesos.
SINDROME DE MÜNCHHAUSEN
En 1951, Ascher introdujo el término síndrome de Münchhausen, para describir a los pacientes
que confeccionan historias clínicas con síntomas fingidos y evidencias de enfermedades nada
convincentes, que se someten a chequeos, operaciones y tratamientos innecesarios, incluso con
riesgo de su propia vida. Esta denominación se inspira en la figura del Barón Kart Friedrich
Hieronymus Von Muünchhausen (1720-1797), que fue un soldado germano, conocido por sus
relatos de hazañas increíbles y fantasiosas.
El síndrome de Münchhausen es un término que se emplea para describir a pacientes que fingen
enfermedades complejas, pero que no pueden catalogarse de simuladores ni de histéricos, ya que
si bien son conscientes de sus actos, y saben que fingen la sintomatología, no pueden dar razones
para su accionar. La persona que sufre este desconcertante trastorno crea los síntomas de alguna
enfermedad, ya sea en sí misma o en otro individuo. El individuo con Münchausen puede
pretender que tiene síntomas que no existen en realidad o deliberadamente puede causarse daño o
lesiones a sí mismo, como cortaduras o magulladuras o ingiriendo medicamentos o sustancias
tóxicas. Estos pacientes son capaces de simular muchas enfermedades físicas tales como infarto
de miocardio o fiebre de origen desconocido. A veces acaban convirtiéndose en una inacabable
responsabilidad para los servicios médicos o quirúrgicos, pero, no obstante, el problema
fundamental es el psiquiátrico, mucho más complejo que una simple simulación engañosa de
síntomas, y vinculada a graves trastornos emocionales. Se diferencian de los simuladores en que
sus mentiras y simulaciones son conscientes, pero las motivaciones para fingir la enfermedad son
en gran medida inconscientes. Son evidentes los sentimientos de culpa.
Causas
Se desconocen las causas del síndrome de Münchhausen. Algunos expertos sugieren que se trata
de un mecanismo de defensa contra impulsos sexuales o agresivos, otros creen que puede ser una
forma de auto-castigo. Determinar una causa exacta es complicado porque las personas con este
síndrome no se muestran abiertas y honestas sobre su condición, haciendo la investigación muy
complicada. Lo más aceptado es una combinación de vulnerabilidades biológicas, psicológicas y
estresores sociales. Psicológicamente, las personas que sufren este síndrome tienden a tener una
alta necesidad de control y una baja autoestima, ansiedad o abuso de sustancias. En cuanto a los
rasgos de personalidad, poseen algunos comunes con el trastorno límite de la personalidad
(relaciones personales inestables, auto-lesiones, pensamientos suicidas) o con el trastorno
antisocial de la personalidad (tendencia a mentir, poca empatía con los demás).
La enfermedad a menudo se inicia en las primeras etapas de la adultez y es más común entre los
hombres.
El pronóstico en el síndrome de Münchhausen es mejor en quienes comienzan, y cuentan con
una familia que coopera. También existen pacientes incurables, por lo que hay una mortalidad
potencial asociada a esta enfermedad. Una variante nueva de este síndrome consiste en
inyectarse el virus del VIH, para provocarse SIDA. Desafortunadamente, es más sencillo
diagnosticar a estos pacientes luego de una larga evolución que describir las condiciones para
evitar la enfermedad.
En los pacientes de síndrome de Munchausen el tratamiento rara vez es fructífero. Acceder a las
manipulaciones del paciente alivia su tensión, pero provoca una escalada, sobrepasando en
última estancia lo que los médicos pueden o están dispuestos a hacer. Enfrentarse al paciente o
negarse a sus demandas de tratamiento da lugar a reacciones de enfado que le llevan a cambiar
de hospital. El paciente acostumbra a rechazar el tratamiento psiquiátrico. Sin embargo, el
tratamiento suele reducirse al reconocimiento de la enfermedad y a evitar los procedimientos que
impliquen riesgo como la medicación excesiva. Se recomienda confrontar a estos pacientes sin
culpabilizaciones ni reproches. El médico debe mantener la condición de enfermedad real,
indicando simultáneamente al paciente que, si coopera, pueden resolver el problema subyacente.
A menudo habrá que implicar a algún miembro de la familia, con quien abordar el problema
como una enfermedad, no como un engaño; es decir, no se explica a la familia cuál es el
mecanismo preciso de la enfermedad.
En otra forma del trastorno, el síndrome de Münchausen por poder (que ahora suele llamarse
enfermedad fabricada o inducida (EFI)) el enfermo puede inventar o fingir síntomas en otra
persona, por lo general sus hijos. Muchos de los pacientes con Münchausen tienen un
conocimiento muy amplio de los términos y procedimientos médicos. Así que son capaces de
crear explicaciones plausibles para sus afirmaciones. La forma como presentan sus síntomas a
menudo es tan convincente que es necesario llevar a cabo análisis e investigaciones médicas para
descartar un posible trastorno médico subyacente.
Es una forma de abuso infantil en la que el padre o la madre induce en el niño síntomas reales o
aparentes de una enfermedad. El padre o la madre pueden simular síntomas falsificando fiebres,
dejando de alimentarlo, dándole laxantes para provocar diarreas, o eméticos para que vomite o
usar otros métodos como manipular la sangre o la orina del niño añadiendo sustancias,
maniobras estas que buscan la atención médica. El niño aparenta estar enfermo o en realidad está
enfermo, situación provocada por el progenitor involucrado. Suelen ser hospitalizados por
presentar síntomas que no se ajustan a enfermedades claras o no concuerdan entre sí y se les
somete a exámenes, incluso a cirugía u otros procedimientos molestos e innecesarios. En la
mayoría de los casos -85%- las mujeres causan los síntomas.
Los síntomas del niño mejoran en el hospital, pero recurren al regresar a casa, llevando de cabeza
a los pediatras. La madre o padre suele ser muy colaborador y apreciado por el personal sanitario
por su abnegación en el cuidado del niño enfermo, lo que hace poco probable que el médico
sospeche el diagnóstico real. Esta forma de abuso puede atentar contra la vida del niño, pudiendo
llegar hasta el punto de daño físico grave e incluso la muerte. Ocurre por problemas psicológicos
del adulto y es generalmente un comportamiento que busca llamar la atención de los demás. Es
un trastorno difícil de tratar en los padres y requiere años de apoyo terapéutico. Se trata de un
síndrome raro, pero es labor nuestra el estar atentos para reconocerlo.
La detección precoz del “Síndrome de Münchausen por poderes” puede evitar la continuidad del
abuso, los exámenes médicos, los tratamientos innecesarios y posiblemente peligrosos y el riesgo
de complicaciones sicológicas como depresión, ansiedad o trastorno de estrés postraumático.
Una vez reconocido es necesario notificarlo a las autoridades para proteger al niño y retirarlo del
cuidado directo de la madre o padre involucrado, a quien se le debe ofrecer ayuda con
tratamiento psiquiátrico.
El DSM agrega un capítulo para los Trastornos facticios no especificados, que incluye los
trastornos con síntomas facticios que no cumplen los criterios para el diagnóstico del trastorno
facticio. Este incluye el trastorno facticio sustitutivo, por poderes, o síndrome de “Münchhausen
by proxy”.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Diagnósticos diferenciales:
• Enfermedades físicas y psíquicas verdaderas. Es un diagnóstico difícil. Implica un análisis muy
minucioso de los antecedentes, estudio de historias clínicas, ubicar a los colegas que atendieron
con anterioridad al paciente, y tratar de realizar un diagnóstico del eje II lo más ajustado posible.
Sin embargo, el paciente con trastorno facticio puede tener una enfermedad real que necesite
tratamiento. Kent relata el caso de un paciente que tenía un trastorno facticio en comorbilidad
con un trastorno por abuso de sustancias, más una enfermedad física verdadera.
• Trastornos somatomorfos, y dentro de éstos los trastornos de somatización y de conversión, el
trastorno por dolor y la hipocondría. En los pacientes con trastornos somatomorfos la producción
de los síntomas no es intencional sino inconsciente.
• Simulación. Suele ser más fácil que los anteriores pues puede pesquisarse la presencia de un
móvil o la obtención de un beneficio.
• Trastornos de la personalidad. – Trastorno antisocial. Este trastorno suele comenzar antes que
el facticio, y se acompaña de trastornos conductuales que orientan el diagnóstico. – Trastorno
borderline. Se identifica por el estilo de vida caótico y el patrón de inestabilidad e impulsividad.
EVOLUCIÓN Y PRONÓSTICO
Se tiene pocos datos. La casuística disponible informa que algunos pacientes podrían evolucionar
a la curación, y otros a la psicosis o al suicidio. Tendrían peor pronóstico los pacientes con varias
hospitalizaciones y los pacientes con síntomas facticios psicóticos.
TRATAMIENTO
La función más importante del psiquiatra es alertar a sus colegas sobre la patología psiquiátrica
siempre subyacente. Ninguna terapia ha demostrado gran eficacia en el tratamiento de estos
pacientes. Es una paradoja que los pacientes que simulan enfermedades importantes, que buscan
y se someten a tratamientos innecesarios, se nieguen a sí mismos y a los demás su verdadera
enfermedad. La mayoría de los autores que hacen referencia al tema remarcan lo dificultoso que
resulta el tratamiento de estos pacientes. A su vez, a menudo el diagnóstico es confuso, ya que no
puede descartarse completamente la posibilidad de que exista una causa real.
El tratamiento debe hacerse centrándose en el manejo de estos pacientes más que en su curación.
El factor que más influye en el éxito de este manejo es que se identifique rápidamente este
trastorno, y así el médico podrá evitarle al paciente gran cantidad de procedimientos
diagnósticos. Existe consenso en confrontar al paciente de manera continentadora.
Los trastornos facticios son excepcionalmente diagnosticados en nuestro medio. Algunos autores
opinan que es muy difícil estimar su prevalencia por el engaño que subyace siempre en su
presentación, y por la peregrinación del paciente por diferentes hospitales e incluso ciudades, y
estiman que es diagnosticado aproximadamente entre un 1% de los pacientes atendidos en salud
mental. Con sintomatología física se reporta un 2.2% de pacientes con fiebre de causa no
identificada, que correspondía en realidad a trastornos facticios. Si es posible esperar una
prevalencia similar para nuestro medio, estas cifras nos alertan sobre la existencia de un
subdiagnóstico en nuestros servicios. Son trastornos de difícil diagnóstico y más difícil
tratamiento.
Solo una conducta que incluya un trabajo interdisciplinario permanente, brindará una
herramienta segura para la detección de estos pacientes y para implementar un abordaje
terapéutico adecuado.
Estos trastornos son de mucha importancia para el estudio de la Salud Mental, ya que la
dificultad de su diagnóstico nos motiva y llama a investigar y estudiar con rigor.
BIBLIOGRAFIA
http://www.spu.org.uy/revista/jun2005/04_edm_04.pdf
http://psicologiaymente.net/clinica/trastornos-facticios