Paris de La Belle Epoque
Paris de La Belle Epoque
Paris de La Belle Epoque
El bastión tradicional del gratin original era un sector comprendido entre el Quai d’Orsay, la
explanada de los Inválidos y las calles Bonaparte y Cherche-Midi. En esa área relativamente
restringida, se alzaban muchas casas antiguas de esas familias singulares. Era aquél un conjunto
urbano en el que predominaban los hoteles de puertacochera, patio interior y jardín trasero. En su
interior se guardaban los tesoros familiares, los retratos de antepasados, los tapices, las
porcelanas, las vitrinas, las alfombras y los techos pintados, así como sobrepuertas de
notable factura artística. Un ejército de criados permitía mantener un sistema de vida
incompatible con el empujemoderno de la gran ciudad. Dos o tres parroquias servían a la
tradicional piedad de las damas de la vieja generación cuyoscapellanes formaban parte del rito
familiar. El gratin era, oficialmente, católico, tradicionalista y conservador. (...)
Las reinas del gratin social de la capital se dividían en varias vertientes. Había quienes
mantenían su cetro a fuerza de elegancia, lujo y selección de los mejores, en comidas de gala y
en bailes, o en tertulias restringidas. Y existían otros núcleos más inclinados a introducir el
elemento intelectual o artístico como pieza importante de las reuniones sociales.
En el inmenso escenario de estos catorce años cambiantes, y en buena parte prósperos, en que la
burguesía ascendía en poder económico y la guerra europea no era todavía sino una amenaza
lejana, París, desde la exposición de 1900, se convirtió en un centro de atracción mundial y
los forasteros ricos de Europa y América —todavía no llamados «turistas»— acudían a la capital
francesa en busca de placeres desconocidos y erotismos inéditos que se comentaban en la prensa
europea y americana y en gran número de libros que evocaban esa secreta atracción.
Las «revistas», como género del espectáculo nocturno, fueron abriéndose camino poco a poco,
en la última mitad del siglo XIX, como evolución de los antiguos cafés-cantantes y de los
posteriores cafés-conciertos. Pero al fin vino —como tantas
costumbres sociales—, de Londres a París, la fórmula exitosa
del music-hall. Desde el Alhambra, que así se llamaba el grande y
famoso music-hallbritánico, paso a París, donde recibió el nombre
de Folies Bergère. (...)