Neumonia Extrahospitalaria
Neumonia Extrahospitalaria
Neumonia Extrahospitalaria
CONCEPTO
La neumonía es una inflamación del parénquima pulmonar
debida a un agente infeccioso. La neumonía no es un
proceso único, sino un conjunto de diversas infecciones
causadas por distintos microorganismos y que afecta a
diferentes tipos de personas, lo que condiciona una
epidemiología, una patogenia, un cuadro clínico y un
pronóstico variados. Cuando implica a individuos de la
población general, se denomina neumonía adquirida en la
comunidad (NAC). Se diferencia así de la que aparece en
pacientes ingresados en un hospital o en personas que
tienen otros factores de riesgo asociados con una mayor
probabilidad de infección por agentes patógenos
resistentes a los antimicrobianos.
EPIDEMIOLOGIA
La incidencia real de la NAC es difícil de establecer,
porque en bastantes ocasiones no se consigue llegar a un
diagnóstico de certeza. La mayoría de los estudios
publicados solo proporciona información sobre enfermos
hospitalizados, lo que probablemente supone menos de
la mitad del total de casos de NAC. En estudios
poblacionales, la incidencia anual en los sujetos adultos
oscila entre 1 y 10 casos/1.000 habitantes, con tasas
bastante superiores en las edades extremas de la vida, en
los varones y durante el invierno. Hay factores de riesgo
independientes que más se relacionan con el desarrollo
de una NAC. La NAC es la infección que con más
frecuencia justifica el ingreso de un paciente en el hospital
y la causa más habitual de muerte de origen infeccioso.
Las tasas de mortalidad son inferiores al 1% en los
individuos tratados de forma ambulatoria y de un 10% en
los ingresados en un hospital. Hasta el 10% de los enfermos hospitalizados precisa de
cuidados intensivos y, en ese caso, la mortalidad puede alcanzar tasas bastante mayores
a las mencionadas
.
ETIOLOGÍA
Las bacterias «atípicas» son más habituales como agentes causales de la NAC que tiene
índices de gravedad más bajos. Entre ellas, Mycoplasma pneumoniae es la que se identifica
con mayor frecuencia en los adultos jóvenes, sin comorbilidades significativas y que forman
parte de poblaciones cerradas. Su incidencia global varía según las ondas epidémicas de
lenta instauración que ocurren cada 3-4 años. Fuera de estos períodos, solo se observan
casos esporádicos. La incidencia de la NAC debida a Legionella pneumophila varía
ampliamente de unas zonas a otras, aunque con unos porcentajes similares en los distintos
niveles de atención asistencial. Pueden aparecer brotes epidémicos, casi siempre en
relación con la contaminación de los sistemas de refrigeración y los depósitos de agua, y,
con mayor frecuencia, casos esporádicos. La infección por Coxiella burnetii, también
conocida como fiebre Q, es una causa común de infección respiratoria en determinadas
zonas geográficas.
FISIOPATOLOGÍA
La ocupación alveolar por el exudado inflamatorio condiciona la aparición de alvéolos
perfundidos, pero no ventilados, lo que provoca una hipoxemia. En respuesta a esta
hipoxemia se produce una hiperventilación secundaria y una alcalosis respiratoria. La
hipercapnia es rara salvo en los niños, en las neumonías muy extensas y en los pacientes
graves con una enfermedad pulmonar previa.
CUADRO CLÍNICO
La NAC se caracteriza por fiebre, tos, expectoración, aunque también pueden estar
presentes otros síntomas como disnea, dolor torácico pleurítico y hemoptisis. La forma de
presentación varía mucho de unos pacientes a otros. En los ancianos, los síntomas iniciales
consisten, en un cuadro confusional, una disminución del nivel de consciencia o una
descompensación de una enfermedad crónica preexistente. En general, suelen tener un
cuadro clínico menos florido que el de las personas más jóvenes, lo que no debe
interpretarse como expresión de una menor gravedad de la neumonía.
En la exploración física, varían con el grado de consolidación pulmonar y la presencia o
ausencia de derrame pleural se reconoce con frecuencia la taquipnea, la taquicardia y la
hipertermia. La palpación puede revelar un frémito táctil más intenso o disminuido, la
percusión puede variar de matidez a submatidez, soplo tubárico o la egofonía, en la
auscultación pulmonar suele ser anómala se perciben a veces estertores crepitantes, ruidos
bronquiales y quizá un frote pleural, siendo todos estos signos específicos de una
consolidación pulmonar
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
En el diagnóstico diferencial hay que incluir enfermedades infecciosas y no infecciosas
como bronquitis aguda, exacerbación aguda de bronquitis crónica, insuficiencia cardiaca,
embolia pulmonar, neumonitis por hipersensibilidad, neumonitis por radiación, atelectasia,
neoplasia pulmonar e infarto agudo de miocardio.
DIAGNÓSTICO
En la práctica, toda condensación radiológica de reciente
aparición y no atribuible a otra causa, acompañada de
fiebre de menos de 1 semana de evolución, debe
considerarse y tratarse como una neumonía mientras no se
demuestre lo contrario. Sin embargo, el diagnóstico de
neumonía no siempre es fácil. Existen otras enfermedades
respiratorias que cursan con fiebre e infiltrados pulmonares
y que deben descartarse, especialmente si el cuadro clínico
es de más de 1 semana. Identificar el patógeno
responsable permite el tratamiento antimicrobiano dirigido.
La forma habitual de detección del agente responsable
supone el empleo de distintos métodos microbiológicos. Su
utilización dependerá fundamentalmente de la gravedad de la neumonía, de su evolución y
de la respuesta al tratamiento.
Tinción de Gram y cultivo de esputo
La rentabilidad diagnóstica de la tinción de Gram del esputo depende en gran medida de la
calidad de la muestra y de la rapidez en su procesamiento, del criterio usado para definir
un resultado positivo, de la experiencia del observador y de si el paciente ha recibido o no
tratamiento antimicrobiano previo. Alrededor del 40% de los pacientes, especialmente los
ancianos, o no tiene tos productiva o es incapaz de expectorar. Además, sólo un tercio de
las muestras de esputo recogidas puede considerarse aceptable. En esas circunstancias,
la visualización de una bacteria predominante, especialmente si se trata de S. pneumoniae,
puede ser útil para establecer la etiología. La tinción de Gram no puede detectar ciertos
Detección de antígenos
Diversas técnicas microbiológicas permiten detectar la presencia de ciertos agentes —
básicamente neumococo, L. pneumophila y virus respiratorios— mediante la identificación
de alguno de sus componentes en esputo, orina, suero u otras muestras biológicas. En el
caso del neumococo, la prueba más extendida en la actualidad es el análisis
inmunocromatográfico en orina que detecta antígeno polisacárido C de la pared del
patógeno. Es una prueba rápida, sencilla, con una especificidad (> 90%) y sensibilidad
(50%-80%) aceptables en adultos, y con capacidad para establecer el diagnóstico de
neumonía neumocócica una vez iniciado el tratamiento antibiótico. Por este método también
se puede determinar la antigenuria de L. pneumophila serogrupo 1, que es responsable de
la mayoría de infecciones comunitarias por este patógeno. Su sensibilidad es de 70%-90%
y su especificidad se acerca al 100%. Pueden pasar varios días antes de registrarse
resultados positivos y, en ocasiones, la antigenuria persiste durante semanas. La detección
de antígenos por inmunofluorescencia directa en secreciones respiratorias también se
puede utilizar en el diagnóstico de la neumonía extrahospitalaria por L. pneumophila, VRS
e influenza, aunque es una prueba relativamente insensible especialmente, para los dos
primeros.
Estudios serológicos
La detección en suero de una respuesta de anticuerpos
específica tiene interés porque permite el diagnóstico
de infección por patógenos que son difíciles de aislar en
cultivos, como virus, M. pneumoniae, C. pneumoniae,
C. psittaci, C. burnetii y L. pneumophila. Un título
aislado elevado de anticuerpos específicos en
presencia de enfermedad neumónica aguda puede
tener utilidad diagnóstica en algunos casos. Sin
embargo, en la práctica clínica, alrededor del 70% de
los casos positivos se basa en la demostración de una seroconversión a las 4-9 semanas.
Por tanto, en el mejor de los casos, la serología proporciona una información tardía de
interés fundamentalmente epidemiológico. Además, en más del 20% de los casos no se
produce la seroconversión y, aunque la especificidad se considera aceptable, se han
descrito algunos falsos positivos.
Técnicas de biología molecular
Mediante la reacción en cadena de la polimerasa se pueden detectar secuencias de DNA
de los principales patógenos respiratorios en distintas muestras biológicas. Estas pruebas
tendrán probablemente un papel relevante cuando se puedan realizar in situ (point of care)
y detectar DNA de diversos virus y bacterias a la vez.
Técnicas invasivas
La toracocentesis es la más frecuente y la que está indicada en todos los pacientes con
neumonía y derrame pleural significativo, ya que la presencia de empiema pleural es uno
de los principales factores asociados a fallo terapéutico en los primeros días del ingreso
hospitalario. El cultivo de esta muestra tiene una sensibilidad muy baja, pero un resultado
positivo tiene un gran impacto en la evaluación del paciente. También se pueden emplear
técnicas inmunológicas para la detección de antígenos bacterianos, especialmente del
neumococo. Otras determinaciones en el líquido pleural, en concreto glucosa, LDH,
proteínas totales y pH, permitirán descubrir la presencia de complicaciones. La punción
aspirativa transtorácica, los cultivos cuantitativos de muestras obtenidas mediante catéter
telescopado o lavado broncoalveolar, e incluso la biopsia pulmonar abierta o por
videotoracoscopia, pueden ser útiles en casos muy seleccionados.
TRATAMIENTO
La selección inicial del tratamiento antibiótico se basa, en general, en la presunción de los
agentes patógenos que, con más probabilidad, son los responsables de la infección. Para
ello debe atenderse, sobre todo, a los patrones epidemiológicos específicos de cada área
geográfica, a la gravedad del cuadro clínico y a la existencia o no de factores que sugieran
la implicación de microorganismos menos frecuentes o con una posibilidad mayor de tener
alguna resistencia antimicrobiana.
Lugar del tratamiento
Está condicionada por la evolución del cuadro clínico en las primeras horas, por el riesgo
de muerte o de complicaciones, por las comorbilidades asociadas y su estabilidad, por la
eventual intolerancia a la medicación oral, por el fracaso terapéutico previo que pudiera
existir, por las características psicosociales del enfermo y por la disponibilidad de recursos
que existan para la atención domiciliaria del paciente.
Existen distintos sistemas de evaluación de la gravedad de la NAC que ayudan al clínico a
establecer el riesgo en un paciente concreto y a decidir su ingreso hospitalario o la
necesidad de una vigilancia intensiva. Los más populares son el denominado Pneumonia
severity index, que divide a los pacientes en cinco grupos según su riesgo de muerte e
identifica mejor a aquellos con un riesgo bajo, y el desarrollado por la British Thoracic
Society, diseñado para reconocer a los pacientes graves. Basada en esta última regla
pronostica, una estrategia sencilla y útil es la que se expone a continuación.
Los pacientes que tienen, al menos, dos de las siguientes características, edad igual
o superior a los 65 años, confusión mental aguda, taquipnea, hipotensión arterial o
urea superior a 42 mg/dL (7 mmol/L), tienen un riesgo de muerte elevado (9,2%) y
deben tratarse en el ámbito hospitalario. Si tienen tres o más de esas características
preferiblemente en una unidad de cuidados intensivos.
Elección del antimicrobiano
Dependiendo de la gravedad del cuadro clínico y, por consiguiente, del lugar en el que el
sujeto va a ser tratado, las prescripciones empíricas iniciales son las que se describen a
continuación.
Pronostico
Aunque la mayor parte de los pacientes recuperan su actividad normal en 1 semana, la
mortalidad global de los pacientes con neumonía extrahospitalaria que requieren ingreso
en el hospital se estima en torno al 10%-15%. En general, la mortalidad aumenta con la
edad. Esta tasa duplica la observada en los individuos de la misma edad y sexo ingresados
por otras causas, entre los pacientes que requieren cuidados intensivos, la mortalidad
puede alcanzar el 50%. En general, la mortalidad aumenta con la edad, con la frecuencia
respiratoria y cardíaca, y cuando existe una hipotensión arterial o una hipotermia.
También se relaciona con determinadas enfermedades acompañantes, como la diabetes
mellitus o las neoplasias, y el deterioro del estado mental. El empleo de
glucocorticoesteroides orales, el antecedente de un ingreso previo reciente o la existencia
de una insuficiencia renal aguda o de un derrame pleural.
Ciertos patógenos, la bacteriemia, una leucocitosis superior a 30 × 109/L o una leucopenia
inferior a 4 × 109/L y la afección radiológica de más de un lóbulo se asocian con mayor
mortalidad. Una relación PaO2/FiO2 inferior a 250 o una hipercapnia también reflejan una
enfermedad más grave y un peor pronóstico. Las mediciones seriadas de la procalcitonina
sérica también pueden tener valor pronóstico.
Prevención
Vacunas antineumocócicas
Vacuna antigripal
Se debe administrar todos los años durante los meses
de otoño a personas con riesgo de sufrir complicaciones
por un cuadro gripal (ancianos, residentes en
instituciones cerradas, sujetos con enfermedades
crónicas) y a aquellos con peligro de transmitir la
infección a personas de alto riesgo (personal sanitario o
al cuidado de enfermos).
Su eficacia está condicionada por la similitud entre las cepas incluidas en la vacuna y las
que realmente producen la epidemia. Cuando se incluyen en la vacuna los antígenos
apropiados, su eficacia en la prevención de la enfermedad es del 70%-90% en personas
sanas menores de 65 años.
A raíz de la aparición en las últimas epidemias de numerosos casos graves entre las
personas no pertenecientes a estos subgrupos poblacionales, se han ampliado las
recomendaciones de vacunación a toda la población que no tenga contraindicaciones
concretas.
Existen dos tipos de vacunas antigripales de eficacia similar: 1) la vacuna inactivada,
elaborada con virus no viables, que se administra por vía intramuscular y que es la que se
recomienda para la mayor parte de la población, y 2) la vacuna atenuada, fabricada con
virus vivos atenuados, capaces de replicarse y diseminarse, que se administra por vía
intranasal, pero que está contraindicada en las mujeres embarazadas y en los pacientes
inmunodeprimidos.
Quimioprofilaxis antiviral
La rimantadina y la amantadina se han utilizado con una eficacia del 70%-90% en la
prevención de infecciones virales por influenza A, pero en la actualidad no se recomiendan
por la elevada tasa de resistencias que presentan las cepas circulantes. Los inhibidores de
la neuraminidasa (oseltamivir y zanamivir) inducen menos resistencias y son eficaces tanto
frente a influenza A como B.
Están indicados en las personas no vacunadas o inmunodeprimidos con escasa producción
de anticuerpos o en sujetos que han recibido la vacuna pero que precisan terapia adyuvante
durante las primeras semanas que se requieren para producir anticuerpos. Se desconoce
su efecto sobre las nuevas vacunas vivas atenuadas antigripales intranasales.
BIBLIOGRAFÍA