El Gerente Ideal
El Gerente Ideal
El Gerente Ideal
Este nuevo gerente, entonces deberá tener visión, contar con una actitud
estratégica, tener un amplio bagaje de conocimientos y además una obsesión por
la capacitación, también se requerirá que sea metodológico y organizado, con
fuertes aptitudes para planificar y un hábil armonizador de conflictos, además
deberá tener intuición empresaria y un marcado poder de decisión, por otra parte
deberá tener una fuerte capacidad de involucramiento, sentir pasión por lo que
hace y mucha capacidad de trabajo, deberá ser en consecuencia un verdadero
líder para los complejos momentos que deberemos enfrentar.
El gerente, con su equipo, tiene que establecer día a día cursos de acción,
siempre en situaciones de incertidumbre y siempre con más de una opción, tendrá
cientos de datos, proyecciones, criterios disímiles de valoración, sensibilizaciones
varias, escenarios alternativos, miles de combinaciones, debe elegir una sola para
que su empresa avance y no se quede estancada en la inacción, por tanto el
gerente debe tener intuición empresaria y poder de decisión para decidir, sin esto
quedará atrapado en las alternativas, infierno o paraíso.
5. Visión del negocio. Orientación a resultados. Es esencial que para ser un buen
gerente tiene que poner el foco en el negocio, y no en su área exclusivamente,
sino en general. Existen muchos gerentes que se consideran buenos pero que no
están orientados al negocio aunque ellos creen que sí. Por ejemplo, un jefe de
compras que compra en función a su criterio económico pero sin priorizar la
calidad, puede estar contribuyendo de forma indirecta a obtener unos resultados
mediocres porque los clientes ven el producto de bajo nivel; él está orientado a su
resultado pero no al resultado de la empresa. Es un ejemplo que parece
exagerado, pero la realidad es que en esta u otras áreas suele ocurrir que la visión
del resultado es exclusivamente la de su entorno más inmediato.
10. Dinámico, creativo. Ser dinámico significa estar dispuesto al cambio con el fin
de adaptarse con rapidez. Al mismo tiempo, tiene que tener creatividad para
conseguir resultados, pues hacer lo que se viene haciendo no permite alcanzar
nuevos retos, y siempre hay que estar buscando nuevas formulas que permitan
alcanzar el éxito.
11. Resolutivo. Hay que actuar con rapidez. No podemos relentizar la toma de
decisiones. Retrasarnos en una decisión muchas ocasiones conlleva un coste que
la empresa no puede permitirse. Hay que analizar la situación, por supuesto, pero
no dormirnos en la toma de la decisión más idónea. Tampoco hay que ser
irreflexivo pues podemos caer en el efecto contrario, con un coste a veces aún
mayor. Por tanto, hay que saber buscar el equilibrio entre análisis y acción, y
tomar decisiones en tiempo y forma para alcanzar resultados. ¿Están preparados
para ello nuestros gerentes? ¿les podemos dar formación para conseguirlo? Más
que formación, deben tener conocimientos suficientes en gestión que les permitan
alcanzar este nivel de resolución de forma natural.
12. Gestionar el talento. Hay que identificar en el equipo todas las capacidades
existentes con el fin de que todos aporten lo mejor. Esto sólo se consigue
promoviendo la colaboración en los proyectos y las acciones y la participación de
todos, pues la suma de todos es más que las ideas de uno que el resto las lleva a
la práctica. El gerente debe escuchar el máximo de ideas y puntos de vista. Con
ello, no sólo se consiguen mejores resultados, sino que además se compromete
más al equipo.
13. Integrado con la organización. Esto que parece obvio a veces no lo es tanto.
Cuántas veces hemos visto que en un equipo del mismo nivel jerárquico existen
diferencias que llevan a perder un inmenso potencial y sobre todo muchas
energías. El gerente debe dejar de lado sus diferencias y buscar la suma.
14. Delegar. Directamente relacionado con la gestión del talento, el gerente debe
pensar que en su equipo hay personas que lo pueden hacer igual o mejor que él
mismo. Debe confiar en su equipo, pues en caso contrario, debe buscar la fórmula
de que su equipo sea capaz de asumir esa delegación o en su defecto tendrá que
tomar medidas para prescindir de aquellos individuos que no sumen.
15. Autocritico. De los errores se aprende, y por tanto, uno se hace más fuerte y
obtiene mejores resultados. Para ello, uno tiene que asumir dichos errores, y no
acabar tapándolos con el fin de no quedar en evidencia. El problema en estos
casos, y en muchas ocasiones, es que sus responsables no asumen estos errores
como un proceso de adaptación o aprendizaje, sino como un punto débil, lo que
conlleva que todos en la empresa acaben escondiendo los errores. Esto supone
que no acaba nunca de aprender y los errores pueden repetirse.