Cap 15 Contexto Psicopedag
Cap 15 Contexto Psicopedag
Cap 15 Contexto Psicopedag
15
EN LA UNIVERSIDAD
LA UNIVERSIDAD
La Universidad y la sociedad del conocimiento
EL PROFESOR UNIVERSITARIO
El perfil de excelencia en la práctica docente universitaria
EL ESTUDIANTE UNIVERSITARIO
El papel del estudiante
El estudiante como paciente
El estudiante como cliente
El estudiante como persona
Competencias del estudiante universitario
Aprender a aprender y estrategias de aprendizaje
Pensamiento crítico
Estudiar y aprender en la universidad – 1177 –
Una vez hemos expuesto tanto las fuentes teóricas y conceptuales de nuestro
proyecto docente como las fuentes documentales, creemos necesario un segundo
aspecto que resulta fundamental en un proyecto de docencia: la reflexión sobre
la propia labor docente dentro de la Universidad. Se trata de abandonar
momentáneamente los contenidos para centrarnos en la caracterización del
proceso de enseñanza y aprendizaje en la educación superior.
Un proyecto docente, además de mostrar la madurez científica, los
conocimientos sobre la materia y la experiencia docente de su autor, supone un
compromiso con cierto modelo de docencia en la Universidad, un compromiso
que existe siempre, se explicite o no. En nuestro caso, creemos que esta
explicitación es necesaria, ya que pone de manifiesto una serie de valores, de
actitudes, de objetivos que, más allá de la concreción de la práctica docente de
determinada asignatura, creemos que han de guiar toda actividad docente dentro
de un centro de enseñanza superior como la Universidad. Es precisamente este
modelo de docencia en la Universidad que inspirará el diseño concreto de la
materia ‘Adolescencia, desarrollo adulto y envejecimiento’ (ver capítulo 17) y su
especificación en el diseño de la asignatura ‘Adolescencia, madurez y senectud’
que se imparte en el primer ciclo de la licenciatura de Psicología de la Universitat
de Barcelona (ver capítulo 18).
Dividiremos esta exposición, necesariamente breve por otra parte, de lo que
entendemos por modelo de docencia en la Universidad en apartados, dedicados
cada uno de ellos a los tres agentes principales del proceso de enseñanza-
aprendizaje en la Universidad
• La propia Universidad como institución, las funciones que la sociedad le
tiene encomendadas, los desafíos ante los que se encuentra en el presente y
cómo la docencia que se plantea desde esta institución ha de responder a
estos desafíos.
• El profesor universitario, como agente principal que imparte docencia en
la Universidad. Repasaremos su función dentro de la Universidad actual y el
perfil de conocimientos, habilidades y actitudes que son necesarias para el
desarrollo de su profesión.
• El estudiante, los nuevos exigencias y cambios que ha experimentado su
papel dentro de la Universidad y algunos de los conocimientos, habilidades y
actitudes que, independientemente del ámbito de estudio, tendría que
adquirir en la Universidad.
La Universidad
allá de la preparación para una profesión para adentrarse dentro del terreno del
enriquecimiento cultural y humano de la sociedad que la acoge.
Estas cuatro grandes misiones no agotan, sin embargo, las funciones de la
Universidad, y más en un mundo cambiante como en el que vivimos. Por
ejemplo, últimamente se ha venido enfatizando que uno de los retos a los que se
enfrenta la Universidad hoy en día es el cumplimiento de sus funciones
(especialmente de las de difusión del conocimiento y la cultura, y las de
formación) desde una perspectiva que abarque toda la vida.
Nadie puede esperar hoy adquirir en su juventud un bagaje de conocimientos y
habilidades tal que le sea suficiente para el resto de la vida, para vivir ‘sin
aprender’ (si eso fuera posible). En un mundo en rápido cambio como el que nos
ha tocado vivir, esto es utópico, y la educación se convierte en una tarea que
abarca toda la vida. La Universidad no sólo ha de dar respuesta a estas
necesidades formativas durante toda la vida, sino que ha de fomentar este gusto
por aprender y por continuar formándose en el futuro, una formación que no
únicamente ha de responder a los imperativos de reciclaje profesional que hemos
comentado, sino también a la necesidad de la persona por entender los cambios
que suceden a su alrededor y por convertirse, hasta el punto en el que sea
posible, en un ciudadano activo, capaz de controlar su destino y de tener
herramientas de participación para influir en las direcciones de los cambios.
Desde este punto de vista, como menciona Delors (1996, p. 88), la educación a
lo largo de toda la vida es una exigencia democrática.
Esta preocupación por la formación continua, por el acoger a todas las personas
que así lo deseen, con independencia de su edad, dentro de la Universidad, se ha
puesto de manifiesto en el articulado de la nueva Ley Orgánica de Universidades
(Ley Orgánica, 20 de diciembre. B.O.E. de 26 de diciembre) que, en comparación
con la antigua LRU, en su artículo primero del preámbulo reformula (o sustituye,
depende como se mire) el punto cuatro de las funciones de la Universidad para
contemplar:
• La difusión del conocimiento y la cultura a través de la extensión
universitaria y la formación a lo largo de toda la vida.
Todas estas misiones y retos nos hacen entender la Universidad como un sistema
dinámico, en constante cambio, como un sistema que aporta a la sociedad, pero
que también está (o ha de estar) abierta a la sociedad, como un sistema que
enseña, pero que a la vez también aprende. Desde este punto de vista,
Hernández (1986; pp. 8-11) diferencia las funciones de la Universidad en tres
grandes grupos:
• Funciones de input: son aquellas que implican recepción y conservación de
conocimientos
• La Universidad ha recibido los conocimientos elaborados históricamente y
que forman parte del saber tradicional, y se encarga de conservarlos.
• La Universidad ha de acumular los nuevos conocimientos que se
generan, bien sea a partir de la retroalimentación de su propia actividad,
bien sea a partir de la recopilación de la actividad generada en otras
instituciones.
– 1180 – Estudiar y aprender en la universidad
Como comenta Delors (1996, p. 84) ‘más que nunca, la educación parece
que tiene el papel esencial de conferir a todos los seres humanos la libertad
de pensamiento, de criterio, de sentimiento y de imaginación que necesitan
para desarrollar sus talentos y controlar tanto como sea posible su destino’.
• Aprender a vivir juntos: La educación universitaria ha de hacer hincapié
también en la dimensión social de la persona y de la vida. Ha de fomentar en
el estudiante una actitud de comprensión hacia sus compañeros y demás
figuras que serán importantes en su vida profesional y personal, ha de
fomentar los conocimientos, habilidades y actitudes necesarias para que los
alumnos puedan llegar a acuerdos y comprometerse juntos en empresas
comunes, valorando las aportaciones de cada miembro y respetando y
aceptando las discrepancias.
En un mundo donde el conflicto es, desgraciadamente, omnipresente, y la
competencia, la persecución del triunfo individual a toda costa y la rivalidad
personal se han convertido en lugares comunes, enseñar a compartir, a
descubrir al otro, a trabajar en pro de objetivos comunes es una empresa
ardua, pero no por ello menos irrenunciable.
El trabajo del estudiante en la Universidad ha de hacerle flexible al cambio,
pero también capaz de defender, de manera constructiva i democrática, unos
principios de convivencia y de justicia que considere fundamentales, sin
renuncias.
Por otra parte, esta misión de la educación superior se ha de llevar a cabo en un
contexto cultural y social concreto. La UNESCO identifica algunas de las
tendencias que se vislumbran en la evolución y futuro de la educación superior y
que suponen retos para el cumplimiento de las funciones atribuidas a la
Universidad. Entre otras, se mencionan las siguientes para los países
desarrollados (UNESCO, 1995):
• La expansión cuantitativa: la Universidad ha experimentado en las últimas
décadas un crecimiento exponencial tanto en número de personas que
acceden a ella como, paralelamente, en el número y variedad de titulaciones,
programas y formas de estudio que se proponen desde ella y en la propia
tipología y número de Universidades. Sin duda dar respuesta a toda esta
demanda sin renunciar a las funciones antes identificadas supone un gran
desafío.
• La restricción en recursos y financiación: generalmente la expansión de
la demanda no ha venido acompañada de una expansión de igual magnitud
de los recursos económicos dedicados a la Universidad, si bien es cierto que
en los países desarrollados esta inversión ha crecido. En la mayoría de los
casos nos encontraremos en un contexto de escasez de recursos que hará
que el control de costos y la puesta en marcha de actividades generadoras
de ingresos sea cada vez más importante, aunque será necesario conciliar
estos esfuerzos con el cumplimiento de las funciones antes identificadas.
• Internacionalización: la sociedad del conocimiento, de la que más tarde
nos ocuparemos algo más en detalle, supone una globalización del
conocimiento y que la comunidad universitaria deje de ser local para tender a
convertirse (al menos en algunos de sus estamentos, como los profesores o
Estudiar y aprender en la universidad – 1183 –
El profesor universitario
Algunos autores han intentado caracterizar qué se entiende por un buen profesor
universitario. Por ejemplo, Elton (1987) describe al profesor universitario a
través de una lista de adjetivos, entre los que incluye los siguientes: organizado,
preparado, interesado en la materia, amigable, flexible, servicial, creativo,
entusiasta, interesado por los estudiantes, abierto, sistemático, comprometido y
entregado.
Estudiar y aprender en la universidad – 1191 –
Sin embargo, a pesar del indudable valor que tienen estos atributos, más allá de
la caracterización que llevan a cabo estos autores se han realizado
investigaciones empíricas para determinar este perfil de excelencia en el profesor
universitario.
Estas investigaciones se han realizado fundamentalmente siguiendo dos
estrategias:
• Preguntando a los estudiantes universitarios por su modelo de profesor ideal
• Examinando los criterios de excelencia e indicadores de calidad docente
explicitados por las propias universidades.
• Preguntando a profesores identificados como excelentes por los
procedimientos y características que según ellos son relevantes para el
ejercicio de su profesión.
Respecto a la primera estrategia, Marsh (1987), tras pasar una batería de
cuestionarios de opinión a estudiantes universitarios, concluye que son
nueve las dimensiones relevantes que perciben en el la buena docencia del
profesor universitario:
• Interés y relevancia del contendido impartido
• Cargo docente apropiada
• Organización del contenido
• Explicaciones claras
• Entusiasmo
• Apertura e implicación en el grupo
• Empatía
• Exigencia adecuada
• Procedimientos de evaluación y feedback justos.
– 1192 – Estudiar y aprender en la universidad
El estudiante universitario
Dentro de esta propuesta del papel que tanto la propia universidad como los
profesores deberían adoptar para ajustarse a esta sociedad cambiantes, un papel
que como venimos viendo se aleja de la noción tradicional de la universidad
como transmisora de conocimientos-información, el estudiante y su papel
también ha de ser diferente en nuestra opinión. Este cambio en el papel del
estudiante es importante que sea tomado en cuenta por el profesor universitario,
ya que tanto los objetivos didácticos, como los contenidos a impartir o las
metodologías a utilizar han de ser coherentes con él.
Dividiremos esta visión del estudiante en dos grandes epígrafes: por una parte
describiremos diferentes roles que el estudiante, desde el más tradicional (y
todavía no desterrado de nuestras universidades) hasta los más actuales, que
son más coherentes con la visión de la universidad y el profesor expuesta hasta
el momento y defendida por nosotros. Acabaremos con una pequeña reflexión
sobre algunas de las competencias que la enseñanza universitaria debería
fomentar en los estudiantes, más allá de los contenidos, habilidades y actitudes
estrictamente ligados al contenido disciplinar concreto. Evidentemente, estas
competencias tendrán mucho que ver con el papel del profesor tal y como ha
sido descrito en apartados anteriores.
Estudiar y aprender en la universidad – 1197 –
Michavila y Calvo (1998; pp. 201 y siguientes) diferencian entre varios modelos
de estudiante que podemos encontrar en la universidad actual.
Pensamiento crítico
METACOGNICIÓN
Capacidad para controlar la calidad de los
procesos y productos del pensamiento
crítico, y de los cambios que provoca en el
pensador a través de una autoevaluación
evolutiva
EMOCIÓN
ACTITUD
Curiosidad
Escepticismo
Tolerancia a la ambigüedad
Apreciación de las diferencias individuales
Preocupación por la práctica ética
DISPOSICIÓN PSICOLÓGICA
COMPONENTES DE PROPENSIÓN
Estudio de casos
El tipo de preguntas clave que King (1995; p. 13) plantea son como las que
exponemos a continuación (obviamente, proporcionamos su forma genérica, que
tendrá que adaptarse a cada disciplina o situación en la que se desee utilizar esta
estrategia):
cotidiana
Tabla 15.1. Preguntas que estimulan el pensamiento crítico (King, 1995; p. 13)
Las preguntas más útiles para los estudiantes serán aquellas que se dirigen a sus
áreas de incomprensión o de ausencia de conocimientos, para las que no exista
una respuesta inmediata ya conocida o aquellas que ponen en duda ciertas
creencias que pueden resultar erróneas.
King (1995; p. 15) nos ofrece también una concreción de su estrategia de las
preguntas, concreción en forma de programa con tres grandes fases:
En la primera fase, y tras escuchar las exposición del tema (ya sea oralmente,
por escrito o por cualquier otro medio audiovisual), cada estudiante emplea las
preguntas genéricas (ver la tabla anterior) para trabajar de modo independiente,
y concreta esas preguntas genéricas en dos o tres referidas al material a
analizar.
Tras esto, y a partir del trabajo en parejas o pequeños grupos, los participantes
intercambian sus preguntas e intentan dar una respuesta. En este momento, es
importante que las preguntas se planteen una a una, y que no se pase a la
siguiente hasta no haber discutido a fondo y aportado una respuesta
consensuada a la que se está considerando. Es importante también anotar
nuevas dudas y cuestiones que pueden aparecer en el momento de intentar
responder a una pregunta.
Por último, cada grupo de estudiantes comparte sus preguntas y respuestas con
toda la clase, y el profesor y el resto de estudiantes se encargan de aclarar
posibles incomprensiones o carencias, en una discusión general.
– 1208 – Estudiar y aprender en la universidad
Aprendizaje cooperativo