El joven Antón le cuenta al cura que va de pueblo en pueblo pidiendo limosna para alimentar a su madre. Una noche, borracho, le pegó fuerte a su madre en la cara, hiriéndola. Arrepentido, cortó su propia mano con un hacha para castigarse por haberla ofendido. Ahora pide limosna para cuidar a su madre y redimirse por su error.
El joven Antón le cuenta al cura que va de pueblo en pueblo pidiendo limosna para alimentar a su madre. Una noche, borracho, le pegó fuerte a su madre en la cara, hiriéndola. Arrepentido, cortó su propia mano con un hacha para castigarse por haberla ofendido. Ahora pide limosna para cuidar a su madre y redimirse por su error.
El joven Antón le cuenta al cura que va de pueblo en pueblo pidiendo limosna para alimentar a su madre. Una noche, borracho, le pegó fuerte a su madre en la cara, hiriéndola. Arrepentido, cortó su propia mano con un hacha para castigarse por haberla ofendido. Ahora pide limosna para cuidar a su madre y redimirse por su error.
El joven Antón le cuenta al cura que va de pueblo en pueblo pidiendo limosna para alimentar a su madre. Una noche, borracho, le pegó fuerte a su madre en la cara, hiriéndola. Arrepentido, cortó su propia mano con un hacha para castigarse por haberla ofendido. Ahora pide limosna para cuidar a su madre y redimirse por su error.
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PIDIENDO PARA SU MADRE”
Pidiendo para su madre Una noche padre mío
Un joven va por la aldea, Tiemblo solo al recordarla, Y aunque el dolor lo taladre, Llegué borracho a mi casa, Sufre, calla y no se queja. Con mi mano encallecida Cuando después de rodar Le di tan fuerte en el rostro, Por las calles y las plazas Que cayó desvanecida. Se arrodilla ante el altar, Y aquella mujer bendita, Y así lo sorprende el cura, Que tantos besos me dio, Y al ver que una mano falta Estaba en el suelo herida, Del brazo de aquel mozuelo, Y vi una mancha de sangre Con voz que es toda dulzura Que la mente me turbó Le dice: ¿Cómo te llamas? ¡Maldito, maldito yo, ¿Qué haces, di, por este pueblo? que a mi madre escarnecía. Antón yo me llamo, padre, Yo no sé lo que pasó, Y le pedía a la Virgen Solo sé que aún vivía, Que me den una limosna Alcé a mi madre del suelo Para que coma con mi madre. Y al punto curé su herida. ¿Cómo perdiste la mano? ¡Malhaya el hijo maldito Le dice el cura piadoso. que comete tal afrenta ¿Fue en el taller, fue en el campo?, Y maldito aquel cobarde ¿algún reptil venenoso Que en su pensamiento alberga te dejó, Antón desgraciado Pegarle a su propia Madre! y te ha dejado, hijo mío, Y salí de su aposento pobre, triste, y mal parado? Despierto para vengarla; No padre, no fue un reptil Quien la ofendió fue mi mano, Lo que mi mano cortara. Pues mi mano pagará Años a que voy pidiendo Porque la había ultrajado. Con lágrimas en los ojos Y ciego y lleno de ira Y el rubor cubre mi cara. Cogí el hacha enloquecido, Joven y fuerte fui un día, Y la mano envilecida Mis brazos fueron sostén Que tal afrenta causara De una Madre de alma pura. Al ser que me dio la vida ¡MADRE! ; Palabra sagrada, Y tan ruin me porté, ya que Madre solo hay una. ¡Por eso voy con mi pena La que con sus besos nos baña, y voy por los pueblos, padre, La que nos canta en la cuna, La que jamás nos engaña, Pidiendo de puerta en puerta ¡Mujer que es toda ternura! para que coma mi madre. ¡Qué malo, que malo fui para con mi Madre amada! ANTONIO GANDIA (ESPAÑOL)