Breve Historia de La Electricidad
Breve Historia de La Electricidad
Breve Historia de La Electricidad
Las investigaciones sobre el hombre primitivo nos señalan que éste confiaba más que nada
en la luz de las fogatas nocturnas para atenuar en algo el peligro que representaban los
animales que merodeaban en torno a sus incipientes poblados. Pero la necesidad de ver
algo más que las manos durante la noche llevó a que, desde largo en la historia del hombre,
se buscaran distintas formas de alumbrado público. El primer candil de aceite o grasa
apareció hace más de 50 mil años, usándose para tal efecto el cráneo de un animal muerto.
Hace 40 mil años se creó el primer candil de piedra y en el 2.500 antes de Cristo, en
Mesopotamia, se comenzaron a usar lámparas de aceite en caracoles de moluscos marinos.
Sin embargo, es posible que el filósofo griego Tales de Mileto, que vivió en torno al 600
a.C., ya supiera que el ámbar adquiere la propiedad de atraer objetos ligeros al ser frotado.
Otro filósofo griego, Teofrasco, afirmaba en un tratado escrito tres siglos después que otras
sustancias poseen esa propiedad. Sin embargo, el primer estudio científico de los
fenómenos eléctricos no apareció hasta el 1600 d.C., cuando se publicaron las
investigaciones del médico británico, Williams Gilbert quien aplicó el término "eléctrico" (del
griego elektron, "ámbar") a la fuerza que ejercen esas sustancias después de ser frotadas.
La primera máquina para producir una carga eléctrica fue descrita en 1672 por el físico
alemán Otto von Guerike. Estaba formada por una esfera de azufre movida por una
manivela, sobre la que se inducía una carga cuando se apoyaba la mano sobre ella.
Los físicos italianos Luigi Galvani y Alessandro Volta llevaron a cabo los primeros
experimentos importantes con corrientes eléctricas. Galvani produjo contracciones
musculares en las patas de una rana aplicándoles una corriente eléctrica. En 1800, Volta
presentó la primera fuente electroquímica artificial de diferencia de potencial, un tipo de pila
eléctrica o batería.
La existencia de un campo magnético en torno a un flujo de corriente eléctrica fue
demostrada por el científico danés Hans Christian Oerted en 1819. Alrededor de 1840,
James Prescott Joule y el científico alemán Hermann von Helmholtz demostraron que los
circuitos eléctricos cumplen la ley de conservación de la energía, y que la electricidad es una
forma de energía.(Foto H. von Helmholtz)
De estos descubrimientos tomó nota el francés Andrés Ampere, quien trabajando la idea del
magnetismo eléctrico logro inventar el electroimán. Y es precisamente en este momento
que comienza la historia de la aplicación práctica de la electricidad.
El físico matemático británico James Clerk Maxwell realizó una contribución importante al
estudio de la electricidad en el siglo XIX; Maxwell investigó las propiedades de las ondas
electromagnéticas y la luz y desarrolló la teoría de que ambas tienen la misma naturaleza.
Su trabajo abrió el camino al físico alemán Heinrich Herth, que produjo y detectó ondas
eléctricas en la atmósfera en 1886, y al ingeniero italiano Guglielmo Marconi, que en 1896
empleó esas ondas para producir el primer sistema práctico de señales de radio. (Foto 9)
La teoría de los electrones, que forma la base de la teoría eléctrica moderna, fue presentada
por el físico holandés Hendrik Anton Lorentz en 1892. El primero en medir con precisión la
carga del electrón fue el físico estadounidense Robert Andrews Millikan, en 1909. El uso
generalizado de la electricidad como fuente de energía se debe en gran medida a ingenieros
e inventores pioneros de Estados Unidos, como Thomas Alva Edison, Nikola Tesla o Charles
Proteus Steinmetz.
En Estados Unidos el pintor Samuel Finlay Morse al transmitir impulsos eléctricos a través
de cables, inventó el transmisor y la clave indispensable, dando origen al telégrafo..
Más tarde el científico escocés Alejandro Graham Bell, investigó hasta lograr un nuevo
avance: la voz humana pudo viajar por un cable electrificado, con lo que el teléfono firmaba
su carta de nacimiento.
Así, Faraday construyó el primer generador del mundo, abriéndose de par en par las
puertas de la era eléctrica. Con justicia una importante unidad lleva su nombre, el faradio,
que se emplea en la electrotecnia y la electrónica.
Paralelamente al inglés Faraday, el norteamericano Joseph Henry desarrolló principios
parecidos al mejorar el diseño de los dínamos. Poco después se invento el motor eléctrico.
Gracias a todo lo anterior, la humanidad disponía ya de una verdadera fuerza que
multiplicaba hasta el infinito los esfuerzos anteriores, pero todavía faltaba un "milagro", tal
vez el más importante y espectacular: la luz, que la noche convierte en día.
Fue necesario esperar hasta que el norteamericano, Thomas Alva Edison, descubriera la
iluminación basada en el principio de la resistencia eléctrica, y a eso siguió una batalla
prodigiosa para dar con un filamento que soportara el calor, lo que el 21 de octubre de 1879
incorporaría la lámpara incandescente al ritmo del progreso.
Los avances de Edison continuaron y fue así como el 4 de septiembre de 1882, iluminó 900
edificios en Nueva York con 14.000 lamparillas.
Mas tarde el serbio Nikola Tesla, ayudante de Edison, desarrolla en 1888 el empleo de la
corriente alterna, que permite generar en altos voltajes.
Lo que siguió después es una historia ininterrumpida de conquistas. En 1897, Joseph
Thomson, de Cambridge, descubrió los electrones, palabra que se deriva de "elektra",
iniciándose así la era de la electrónica.
Del imán de Magnes y el ámbar de Tales de Mileto, pasamos a las grandes centrales
generadoras y a los satélites para telecomunicaciones. Pero ese itinerario no ha terminado
aún, y temas como el de los "superconductores" nos demuestran que la electricidad nos
deparará seguramente nuevos "milagros" en el mañana de la humanidad.
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Durante muchos años la fuente de energía inanimada en Chile fue la leña, que sirvió para
satisfacer las necesidades domésticas, pequeños establecimientos fabriles y talleres
artesanales, así como algunas actividades mineras. Luego fue necesario importar carbón de
piedra para los hornos de reverbedero empleados en la fundición de minerales de cobre.
Si bien los yacimientos de carbón de la zona de Penco eran ya conocidos, sólo a mediados
del siglo XIX dieron a ese combustible toda la importancia económica por la necesidad de
abastecer las necesidades de la minería y las primeras líneas de buques a vapor en la costa
del pacífico.
La organización de la industria del carbón con una producción estable data de mediados de
1850, con la fundación del establecimiento de Lota por Matías Cousiño.
Ya en ese entonces, el mercado consumidor había crecido, por la instalación por las
primeras líneas a vapor, de los primeros ferrocarriles y también los primeros molinos a
vapor.
El 14 de mayo de 1882 llega a Santiago Willis N. Stewart, encargado por Thomas A. Edison
para iluninar la parte comprendida entre las calles Ahumada, Huérfanos, Estado y Plaza de
Armas, incluyendo el portal Mac Clure y la galería San Carlos, cuyos comerciantes que
vivían en dicha manzana habían celebrado contrato con Edison.
El 27 de diciembre de 1909, son inaugurarlas las obras hidráulicas de la central Florida Alta,
materializadas por la Compañía Alemana Transatlántica de Electricidad Alta. Dicho
establecimiento -del tipo de pasada- permitía aprovechar las aguas de la Sociedad Canal del
Maipo. La central contaba con seis turbinas de 4.000 caballos de fuerza cada uno.(Foto 23)
Todo lo anterior llevó a que el desarrollo del país se acentuara en la zona central,
básicamente en Santiago y Valparaíso, lo cual influyó para acelerar allí el progreso
industrial. En el resto del país, en tanto, en algunas ciudades importantes, se inició la
instalación de servicios rudimentarios de alumbrado público, los que generalmente eran
extensiones de una industria con generación térmica con una pequeña turbina.
En el norte, las compañías salitreras instalaron centrales térmicas para atender los
consumos de sus oficinas.
Y si buscamos los orígenes de las compañías eléctricas hoy existentes en el país, debemos
señalar que la Chilean Electric Tramway and Ligh Company se asoció con la Compañía
Alemana Transatraántica de Electricidad, lo cual les significó una mayor capacidad para
enfrentar nuevos desafíos.
Al término de la Primera Guerra Mundial las acciones de la compañía alemana, fueron
requisadas por el gobierno inglés y fueron adquiridas por la firma Whitehall Securities, de
Londres, tras lo cual esa empresa pasó a ser controlada totalmente por inversionistas
ingleses.
Volviendo a este sucinto resumen del sector eléctrico chileno, en el año 1925 se dictó la
Primera Ley General de Servicios Eléctricos, encargada de controlar y supervisar las
instalaciones eléctricas del país, denominada posteriormente "Dirección General de Servicios
Eléctricos".
En el mismo año es aprobado el decreto-ley que otorgó a la Compañía Chilena de
Electricidad, las primeras concesiones para desarrollar el servicio eléctrico en Santiago,
Valparaíso y Aconcagua.
En el resto del país, en tanto, se organizaron algunas empresas eléctricas con capitales
nacionales, en la mayoría de los casos con instalaciones muy modestas, basadas en turbinas
colocadas en canales de regadío, y de plantas con motores a carbón, leña, petróleo, y se
destinaron a proporcionar alumbrado a Rancagua, Talca, Chillán y Concepción. Entre las
empresas nacionales más importantes cabe destacar a la Compañía General de Electricidad
Industrial. También corresponde citar a la Sociedad Austral de Electricidad, que desarrolló
instalaciones en Osorno, Puerto Varas, Puerto Montt, y más tarde Arauco y Lebu. Además
se formaron las Compañáis Eléctricas de Antofagasta, Iquique, Quilota, Los Andes, Curicó
Linares, y otras, cuyos servicios fueron de capacidad relativamente pequeña.
Asimismo, y en cuanto a la trayectoria de las compañías de electricidad, los capitales
ingleses fueron fueron paulatinamente reeplazados por inversionistas norteamericanos de la
South American Power Company, que adquirió la Compañía Chilena de Electricidad.
Entre 1929 y 1931 adquirió también las empresas eléctricas de Los Andes, San José de
Maipo, Los Andes y Barrancas, San Felipe y Quillota y luego todas las anteriores se
agruparon en cinco compañías.
El 10 de marzo de 1936, las cinco compañías se fusionaron en una sola con el nombre de
Compañía Chilena de Electricidad. Esta compañía buscó ampliar sus instalaciones y sus
redes para hacer frente a las demandas siempre crecientes.
Durante el período 1933-1939, mientras el desarrollo de las instalaciones eléctricas de
servicio público estuvo prácticamente estancada, el suministro se hizo en desmedro de la
calidad, debido a que las instalaciones eran reducidas e insuficientes.
Esta grave situación llevó a concebir el Plan de Electrificación del País, que comenzó a
realizarse a partir de 1939, gracias al impulso del ingeniero Arturo Salazar, quien junto a un
grupo de sus alumnos y bajo el alero del Instituto de Ingenieros, dictaron en 1936 la
"Política Eléctrica Chilena.
Posteriormente en el año 1942, el Departamento de Energía y Combustibles de la Corfo dio
término a la elaboración del Plan de Electrificación del País y dada la necesidad de
desarrollar las obras, se estudió la formación de una sociedad controlada por la Corfo, que
se denominó Empresa Nacional de Electricidad S.A.
Las primeras obras que le tocó materializar, fueron las centrales hidroeléctricas Pilmaiquén,
Sauzal, Abanico, además de las centrales termoeléctricas de Ovalle y Copiapó.
Luego vendría el desarrollo de las grandes obras de generación, tanto hidroeléctricas como
termoeléctricas, las que dieron origen a los sistemas interconectados, permitiendo con ello,
contar con una herramienta esencial para el desarrollo de las actividades productivas y el
creciente bienestar de sus habitantes.