Aproximacion Angel de Ocongate - JValenzuela PDF
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Resumen
El objetivo de este artículo es observar el modo en que el tratamiento
de la identidad, en “Ángel de Ocongate” de Edgardo Rivera Martínez,
se realiza a partir de la elección del ángel, ser mítico perteneciente a
la tradición cristiana occidental. Realizamos el análisis a partir de un
acercamiento a la naturaleza del personaje principal y a su subjetividad.
Palabras claves: “Ángel de Ocongate”, Edgardo Rivera Martínez, cuento
peruano, Literatura fantástica.
Abstract
The purpose of this article is to observe how peruvian writer Edgardo
Rivera Martínez treats the theme of identity in his story “Angel de Ocon-
gate” through the creation of the angel, the mythological being per-
taining to the Western Christian tradition. This analysis is based on a
monologue that reveals the protagonist’s personality and his subjective
perspective on life.
Key words: “Ángel de Ocongate”, Edgardo Rivera Martínez, Peruvien
tale, Fantasy literature.
1 Introducción
Una de las características de la narrativa inicial de Edgardo Rivera Martínez
(pensemos en textos como “El visitante” o “Ángel de Ocongate”) es haber tra-
tado el tema de la identidad a través de las estrategias propias de la narración
fantástica. En efecto, en estos dos cuentos podemos observar el modo en que
Rivera Martínez atenta contra cualquier discurso monolítico sobre la noción
de identidad1 para revelarnos, a través del proceder fantástico, las contradic-
ciones de un sujeto (en los dos cuentos referidos, un ángel) que se encuentra
en permanente meditación, interrogación y soledad en contextos que les son
ajenos (un malecón neblinoso y la puna andina respectivamente) después de
haber perdido su condición sagrada para no volver a recuperarla más.
A partir de un personaje como el ángel, la narrativa de Rivera Martínez
privilegia la representación de los marginales sociales incidiendo en aspectos
que los hace únicos, incomparables y singulares, buscando, de ese modo, acer-
carse metafóricamente a nuestra condición de seres humanos marcados por la
defectividad.
En sus cuentos, estos seres son individualidades que relativizan el discurso
fuerte de los que proclaman la existencia de una “identidad” homogeneiza-
dora (Morillas 311 y sgtes,). En este sentido, su narrativa se construye sobre
esta clase de personajes cuya identidad, en proceso de disolución, está en
consonancia con espacios en los que lo difuso también es la regla y en los que
el trasfondo étnico e histórico, sobre todo si pensamos en un cuento como
“Ángel de Ocongate”, cumple con hacer más crítica y confusa la construcción
de un sujeto “dueño” o poseedor de una identidad.
1 Revisar el interesante artículo de Enriqueta Morillas sobre las relaciones de identidad y relato
fantástico. Ver bibliografía.
2 Es el propio Rivera Martínez (2006) quien se ha encargado de referir, por primera vez, la pre-
sencia de lo fantástico y maravilloso en sus relatos. Ver bibliografía.
Desde este punto de vista cabe postular que el cuento presenta de manera
paradigmática la negación de cualquier principio esencialista en torno a la idea
de sujeto cuya trayectoria, como se aprecia en el cuento, simplemente se inicia
con un acto de comunicación que resulta fundante. De ese modo el cuento da
paso a la escenificación de un momento primordial en el que la subjetividad del
ahora danzante nace a partir del contacto con el otro. El discurso del anciano
que reconoce al ángel caído sirve al propósito de construir una subjetividad,
la del ángel danzante (cuyo antecedente mítico refiere un estado de bienestar
irrecuperable), marcada a fuego por el sentimiento de pérdida. Es así como el
cuento construye su discurso, un discurso que se formula sobre la base de las
primeras impresiones, intuiciones de los otros sobre él y el saber del anciano
que le dirige la palabra para informarle sobre sí mismo y su procedencia.
Manipulado, entonces, por el anciano en el propósito de reconocerse a sí
mismo y saberse poseedor de una identidad, al ángel danzante solo le queda
confirmar quién es y de esa manera poseer, finalmente, su objeto de valor, pero
transformado. En efecto, es un ángel, pero despojado de su santidad.
De acuerdo con el texto, el protagonista de “Ángel de Ocongate” es recono-
cido por un anciano de Raurac como “el bailante sin memoria”. Estamos pues,
ante un danzante cuya apariencia es la de un ángel despojado de su pasado
y de su futuro, instalado en un presente que lo inmoviliza y solo produce en
él un conjunto de preguntas después de haber sufrido una caída del friso de
la capilla en el que se mantenía como una figura mítica. Eso es lo que, gracias
al texto, junto con el protagonista, descubrimos hacia el final del relato como
una gran revelación. A través del cuento podemos observar el friso impactado
por el rayo que ha causado su caída. Citemos: “Allí, en la losa quebrada otrora
por un rayo, hay cuatro figuras en relieve. Cuatro figuras danzantes” (1986: 15).
La construcción del personaje central como ángel-danzante nos permite ad-
vertir las dificultades que porta una identidad problemática que, en este caso,
se despliega, en un primer nivel, para acercar al ángel de la tradición mítica
occidental al universo andino, revestido, como está, del ropaje propio de los
ángeles de la tradición de la pintura de la escuela cuzqueña y, en un segundo
nivel, para hacer complejos los procesos de autorreconocimiento del propio
protagonista; más aún si, como sucede en el relato, ha perdido la memoria
después de la caída del friso en el que danzaba.
Las referencias en el cuento a la imposibilidad del ángel de reconocer la
música de las quenas y los sicuris y las melodías de las cuadrillas de músicos
con los que se encuentra en los pueblos andinos en fiesta inciden en un aspec-
to central de su configuración como actor, esto es, la incapacidad de recono-
cias temporales con dos sujetos que al final son el mismo, como en “El otro”
de Borges, o la capacidad para multiplicar al infinito la imagen de la persona
vulnerando de esa manera su integridad.
Como es evidente hasta aquí, queda claro que la imagen del mundo cons-
truida a través del proceder fantástico, vinculado con el tema de la identidad,
se ve afectada, básicamente, en sus dos dimensiones. La primera, la espacial,
que se relativiza o se vuelve desconocida para el personaje y la segunda, la
temporal, que supone un discurrir inédito, conflictivo mediante el cual el pro-
tagonista del relato puede llegar a sufrir una severa confusión con respecto al
momento en el que se encuentra. De hecho, en “Ángel de Ocongate”, la instan-
cia temporal de la enunciación es el presente despojado de pasado y de futuro,
como mencionábamos líneas arriba. Luego, es lógico que, el lugar desde el cual
se genera el sentido, esto es, la mente del protagonista, se vea afectada. De
este modo, ya sea a través de la incertidumbre, la confusión o la pérdida de la
memoria, el personaje no reconoce un lugar en el mundo que le sea familiar
ni propicio. Es el momento en que se produce una clausura de la subjetividad
y, por ende, de la identidad del sujeto.
En “Ángel de Ocongate”, el ángel-danzante trata, en primer término, de
intuir su identidad con los pocos elementos que le han sido otorgados. El pro-
pósito del autor es situarnos, desde la duda compartida por el protagonista,
en una problemática de hondas resonancias étnicas, sociales y culturales no
resueltas en él y, por ende, en la sociedad a la que pertenece como un no inte-
grado al centro desde donde se irradia el poder. Instalado en su propia soledad
y en medio de un paraje inhóspito, este ángel danzante continúa en el camino
de su exilio ignorando la razón de su desgracia y por ello sin saber quién es en
realidad. Sufre lo que Morillas define como síndrome de irrealidad (1999: 308)
porque ha pasado de un nivel de realidad a otro, pero sobre todo porque en el
nivel en que se encuentra todo ha perdido sentido.
Al actualizar el mito occidental del ángel caído y al acercarlo a nuestra tradi-
ción, revestido con los ornamentos del danzante andino, Rivera Martínez com-
bina dos planos: el mítico y el realista. Así, en este cuento es posible observar,
emblemáticamente, la manera en que lo fantástico entra a dialogar con nuestro
pasado colonial y con las construcciones sobre lo mestizo. En efecto, “Ángel
de Ocongate” refunda una mitología, la cristiana, al transformar al ángel bíbli-
co en un ángel danzante de los andes cuya identidad resulta un enigma para
el propio protagonista, esto es, una pregunta sin respuesta: “Sí, sombra soy,
apagada sombra. Y ave, ave negra, que no sabrá nunca la razón de su caída. En
silencio siempre, y sin término la soledad, el crepúsculo, el exilio” (1986:15).
Referencias bibliográficas
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FERREIRA, César (2006) Edgardo Rivera Martínez: Nuevas Lecturas. Lima, Fondo Editorial
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RIVERA MARTÍNEZ, Edgardo (2004) Cuentos completos. Lima: INC.
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VICH, Cynthia (2008) “Ángel de Ocongate” de Edgardo Rivera Martínez: apuntes para
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fas.harvard.edu/~icop/cynthiavich.html el 20 de marzo del 2015.