Cirujanos de La Historia

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CIRUJANOS DE LA HISTORIA

Joseph Lister (1827-1912)

A lo largo del siglo XIX la cirugía encontró soluciones para los tres
grandes problemas que tenía todavía planteados: el dolor, la
infección y la hemorragia. La superación de estas tres barreras es
lo que conocemos como "revolución quirúrgica". Las
aportaciones de Joseph Lister fueron decisivas para solucionar la
temible infección.

Lister nació en Upton (Essex) el 5 de abril de 1827. Procedía de una familia de cuáqueros. Su
padre era comerciante de vinos y poseía buenos conocimientos de física y matemáticas.
También dedicaba tiempo a la realización de trabajos microscópicos y a la óptica; fue uno de los
primeros constructores de lentes acromáticas. Estudió en Londres y en 1854 se formó como
cirujano en Edimburgo, junto a Jarnes Syme, con cuya hija se casó. En esta ciudad se dedicó a
varios trabajos de tipo anatómico, fisiológico y patológico. En 1860 marchó a Glasgow, donde
reemplazó a Syme y desarrolló su labor más fecunda. Más tarde, en 1877, en Londres, fue
nombrado profesor del King´s College.

Cuando se hizo cargo de la clínica quirúrgica de Glasgow, Lister debía enfrentarse a lo que era
uno de los principales problemas: de un 30 a un 50% de los enfermos ingresados sucumbían
víctimas de la gangrena hospitalaria, la erisipela, la piemia o el edema purulento. Como otros
cirujanos en el pasado, quiso rebelarse contra la doctrina del pus loable, pero lo hizo de manera
distinta. Pensó que la infección de las heridas y la formación de pus eran equiparables a la
putrefacción.

Lister estaba al corriente de las ideas de Pasteur. Por una parte, sabía que éste había demostrado
que las putrefacciones se debían a la llegada de gérmenes vivos hasta la materia putrefascible,
y por otra, que ésta se conservaba inalterable si se mantenía fuera del contacto del aire o si éste
llegaba filtrado. Trasladó estas nociones al terreno de la cirugía, especialmente a los casos de
fracturas abiertas. Había observado que las fracturas simples curaban sin demasiados problemas
mientras que las que eran abiertas o con heridas acababan normalmente con una supuración o
infección. Pensó que el aire atmosférico era el responsable porque aportaba los gérmenes. Por
tanto, había que «filtrarlo» de alguna manera. Probó el cloruro de cinc y los sulfitos, pero pensó
que podía emplear el ácido fénico, sustancia que se obtenía facilmente del alquitrán de hulla y
que, desde 1859, se venía empleando para evitar putrefacciones. Un farmacéutico parisino
apellidado Lemaire, que estudió detenidamente esta sustancia entre 1860 y 1863, demostró
también que los microorganismos no se desarrollaban en su presencia.

Aunque Lister no estaba al tanto de esto último, sí sabía que en su país esta sustancia se usaba
para evitar la fetidez de los albañales y que en los campos por donde discurrían las aguas
fenicadas desaparecían los entozoos que parasitaban al ganado.

En 1857 publicó el trabajo titulado Nuevo tratamiento de las fracturas abiertas y de los abcesos;
observaciones sobre las causas de la supuración, que apenas tuvo resonancia entre los
científicos. En 1867 presentó los resultados de un nuevo estudio sobre el tema ante la Asociación
médica británica. Un año más tarde lo hacía en la Sociedad Médico-quirúrgica de Glasgow, y en
1869, lo utilizó para la lección de apertura de curso de su Universidad. Este material lo publicó
en forma de libro en 1867 con el título On the Antiseptic Principle in the Practice of the Surgery.

Entre la primera publicación y la segunda depuró la técnica. Primero aplicaba compresas de agua
fenicada y después pulverizaba el ambiente y los objetos que podían entrar en contacto con la
herida completándolo con el uso de pomadas fenicadas. Poco a poco fue acumulando una serie
de casos fruto de una experiencia continuada. En 1867, por ejemplo, decidió operar a un
enfermo con una fractura de tibia que había consolidado defectuosamente, usando su método
antiséptico. Normalmente en estas situaciones el desenlace era funesto. Sin embargo, el
paciente curó sin ningún problema.

Pronto el "listerismo" comenzó a tener adeptos en el continente (Thiersch, von Volkmann,


Lucas-Championnière, Mikulicz, etc.); no obstante, no convenció a todos los cirujanos. R. Lawson
Tait, de Birmingham, calificó a la antisepsia de «complicación inútil», aunque después acabó
rindiéndose ante la evidencia. En otros países europeos sucedió algo parecido. En Viena, por
ejemplo, donde la cirugía estaba muy desarrollada, algunos cirujanos no la aceptaron. Incluso
Billroth la desechó en un principio. Sir James Paget y James Young Simpson fueron también
adversarios.

Conociendo el valor de la estadística, Lister acumuló datos y cifras. En 1870 presentó resultados
relativos a amputaciones. Antes del uso de la antisepsia la mortalidad era del 45 % y después
descendió al 15 %. A partir de 1871 la tendencia a aplicar el método de Lister se generalizó con
rapidez en todos los países. Se acepta normalmente en los manuales de historia de la medicina
que Bottini lo utilizó por vez primera en Italia; Richard von Volkmann (1830-1889), Hagedorn,
Bardelebar y Karl Thiersch (1822-1895) en Alemania; y que en 1869, Justo Lucas Champinnière
(1843-1913), que había estado personalmente en Glasgow con Lister aprendiendo la técnica, la
introdujo en Francia. En España se relaciona con Salvador Cardenal, Antonio Morales Pérez,
Miguel Fargas, Nicolás Ferrer y Juan Aguilar y Lara.

Lister murió el 10 de febrero de 1912 habiendo recibido toda clase de honores, homenajes y
reconocimientos. Se celebró el funeral en la Abadía de Westminster, donde se grabó su efigie
junto a la de Hunter y Willis.
Cheselden, William (1688-1752).
Cirujano inglés, nacido el 19 de octubre de 1688 en Somerby
(Leicestershire) y fallecido el 10 de abril de 1752 en Bath, muy
conocido por la habilidad y rapidez con que practicaba sus
operaciones. Fue también profesor de anatomía y autor de varias
obras, una de ellas utilizada como libro de texto por los estudiantes de
medicina durante muchos años.

Adquirió una gran formación en el Hospital Saint Thomas de Londres,


donde fue muy bien instruido por el anatomista William Cowper en 1703, entre otros, e impartió
numerosas conferencias de anatomía. Uno años después, Cheselden fue nombrado asistente de
cirugía en el mismo hospital y en 1712 pasó a ser miembro de la Real Sociedad de Londres y
también fue socio extranjero de la Academia de Ciencias de París. En 1727 se convirtió en
cirujano de la reina Carolina.

Realizó numerosas operaciones y escribió varias obras monográficas, con ilustraciones de gran
belleza sobre los huesos que, junto con el atlas obstétrico de William Hunter y los diversos
tratados de Albinius sobre anatomía general, se encuentran entre las más importantes de la
época.

La primera y más importante obra de Cheselden fue The Anatomy of the Human Body (1713),
una gran obra de consulta para los estudiantes de medicina. Despues publicó A teatrise on the
Operation for the Stone (1723), donde refleja los resultados exitosos de una operación realizada
para la extracción de cálculos. En 1733 publicó Osteographia or the Anatomy of Bones, una
completa y correcta descripción de los huesos humanos.

Cheselden describió, años más tarde, un método quirúrgico para la litotomía o extracción de
cálculos por medio de una incisión peritoneal, con la que redujo la mortalidad de los pacientes
en un 10%. Esta azaña le propició el nombramiento de "primer litotomista" de Westminster
(distrito de Londres), y de los hospitales Saint George y Saint Thomas. Cheselden fue también
uno de los pioneros en la lucha por la disolución de la Compañía de Barberos y Cirujanos. Así, se
estableció de forma independiente la Compañía de Cirujanos en 1745, que años más tarde se
transformó en el Real Colegio de Cirujanos de Inglaterra.
John Hunter (1728-1793)

El siglo XVIII fue de gran trascendencia para la cirugía: ésta se


convertía en una técnica, la profesión de cirujano pasaba a tener
un rango universitario, y se comenzaba a aplicar el programa de
Sydenham, contribuyendo así a enriquecer la observación clínica
y la nosografía. Ya en el último tercio de la centuria, John Hunter,
una de las figuras preeminentes de la historia de la medicina, iba
todavía más lejos. Trató de fundamentar la patología quirúrgica
en la investigación biológica y experimental.

John Hunter nació en Long Calderwood, Escocia, en 1728. En 1784, con una formación escolar
muy pobre, se dirigió a Londres para ayudar a su hermano Williams, que ejercía la cirugía,
practicaba la ginecología e impartía clases de anatomía. También tenía una gran pasión por el
coleccionismo tanto de piezas anatómicas como de libros, medallas, cuadros, etc. John pronto
se contagió de esta afición a la vez que encajaba bien en su nuevo trabajo. Ascendió a asistente
y decidió seguir la misma carrera de su hermano. Entró como aprendiz en el Hospital de Chelsea,
después estuvo en el Saint Bartholomew y el Saint George. Tuvo entre sus maestros a Pott y
Cheselden

Consciente de su mala formación, William mandó a su hermano a Oxford para que estudiara.
Sin embargo, pronto abandonó porque no se acostumbraba al latín y al griego así como a otras
disciplinas que consideraba de poca utilidad. Continuó estudiando anatomía y haciendo
disecciones de cadáveres humanos y de todo tipo de animales, ya que concedía gran valor a la
anatomía comparada. En este terreno hizo algunas aportaciones de interés.

En 1761 su hermano murió de tisis y John entró como cirujano del Estado Mayor del Ejército y
más tarde en la marina. Tomó parte en varias batallas ya que entonces Inglaterra estaba en
guerra con Francia y con España. Como siempre ha ocurrido en la historia de la cirugía, las
guerras le proporcionaron la posibilidad de adquirir experiencia.

Después de la paz de Paris de 1763 se licenció y regresó a Londres. Se instaló en una finca de las
afueras y comenzó a coleccionar animales vivos y disecados, preparaciones anatómicas, etc. Su
casa contaba con espacios para guardar las colecciones y para investigar todos los temas
biológicos que se le ofrecían: morfología y fisiología animales, anatomía humana, técnica
quirúrgica y patología experimental. La gran cantidad de dinero que esto necesitaba lo obtenía
de su trabajo y de la clientela que acudía a sus consultas, así como de las clases de anatomía y
de las conferencias que daba frecuentemente. En el año 1778 fue nombrado cirujano del
Hospital Saint George. Su fama creció y acudieron muchos médicos a formarse con él; entre
estos estaba Edward Jenner. Murió en 1793, víctima de un angor, tras una conflictiva junta
directiva del St. George's Hospital. Hay que tener en cuenta que ya había padecido uno en 1773
y que arrastraba una sífilis que contrajo según diremos más adelante. Dejó una colección de más
de 13.000 piezas anatómicas de hombres y animales que hoy se conservan en College of
Surgeons.

Las aportaciones de Hunter a la cirugía fueron notables. Contrariamente a lo que sucedía


entonces, éste comenzaba la enseñanza de la disciplina dando una idea general de la práctica
quirúrgica y de los principios fisiopatológicos y terapéuticos aplicables a toda enfermedad o
grupo de ellas. Creía que el tratamiento no podía ser eficaz si no se fundamentaba en un
conocimiento de las causas y del mecanismo de enfermedad. Afirmó que, aparte de la anatomía,
el cirujano debía saber también fisiología. Por último, inculcó la idea de que la cirugía manifiesta
siempre un fracaso previo de la medicina.

¿Por qué se habla de chancro de Hunter? En su época no se sabía si la sífilis -enfermedad cuyo
tratamiento estaba en manos de los cirujanos -era consecuencia de un contagio animado o la
consecuencia de un veneno "acre y corrosivo". Dudaban de si había sífilis silenciosa sin síntomas
o siempre se producía una sintomatología inmediata tras la "infección". Tampoco tenían claro si
la blenorragia y la sífilis eran la misma cosa o dos entidades distintas. Para decidir si estas dos
enfermedades eran lo mismo se inoculó pus gonocóccico. Sin embargo, éste procedía de un
sifilítico ignorado. No sólo adquirió la sífilis sino que llegó a la falsa conclusión de que las dos
enfermedades eran la misma. El chancro duro o de Hunter es, pues, la úlcera que constituye la
lesión primaria de la sífilis. Todo esto se recoge en su libro A Treatise on the Venereal Disease (
Londres, 1786). Publicó además The Natural History of the Human Teeth (Londres, 1771),
primera publicación científica sobre los dientes humanos, Observations on Certains Parts of the
animal oeconomy (Londres, 1786), A Treatise on the Blood, Imflammation and Gunshot Wounds,
publicado tras su muerte en Londres en 1794, en el que describe sus investigaciones sobre el
mecanismo de la inflamación y la función curativa del proceso inflamatorio.

Como señala Sigerist, la importancia de Hunter radica en que abrió el camino a la observación y
la experiencia de la cirugía para la medicina, haciéndola útil para ésta. Fue un cirujano práctico
como el resto pero a la vez fue un científico. Su fervor hacia el empirismo se expresa muy bien
en una de las cartas que dirigió a Jenner. En ella le decía: ¿Para qué pensar?, ¿por qué no ensayas
el experimento?
Robert Liston
Este cirujano escocés se ganó el respeto por su habilidad en las amputaciones, algo muy común
ya que las infecciones estaban a la orden del día. Liston trabajó durante la primera mitad del
siglo XIX, antes de que la anestesia se utilizara. Cortar y aserrar el miembro de un paciente
consciente requería nervios de acero y un buen estómago.Cuanto menos durara la operación,
menor será el sufrimiento del paciente y mayor sería la probabilidad de que
pudiera sobrevivir. Liston podía amputar una pierna en dos minutos, algo impresionante.

En una operación tan ajetreada, con los pacientes chillando y retorciéndose de dolor, de vez en
cuando se erraba, amputando más de lo que necesitaban. Un día, Liston se pasó de
frenada. Mientras amputaba la pierna del paciente a la altura de la cadera, accidentalmente
cortó los dedos de uno de sus asistentes. Eso resultó desastroso cuando vieron que el muñón
del paciente se gangrenó. La sierra no estaba demasiado limpia, así que el asistente se infectó
y enfermó. En pocos días, tanto el paciente como el asistente murieron.

Para colmo, esta cirugía ya se había tomado a otra víctima. El procedimiento estaba siendo
observado por un médico de edad avanzada con un gran abrigo. En la confusión, Liston cortó el
abrigo del hombre. No llegó a herirlo, pero con tanta sangre, el viejo caballero pensó que
sí. Presa del pánico -ya andaba renqueante-, el hombre se derrumbó en el suelo, tuvo un ataque
al corazón y murió.

Liston, por lo tanto, había realizado una cirugía con una tasa de mortalidad del 300%.

Hacia el final de su carrera, en 1846, Liston realizó la primera cirugía donde se utilizó la
anestesia. El paciente era Frederick Churchill. Después de administrar la anestesia, sólo
necesitó 25 segundos para completar la amputación. Lamentablemente, no vivió para ver todo
el potencial de los anestésicos. Sólo un año después de la cirugía de Churchill, Liston murió en
un accidente de navegación.
Guy de Chauliac.
Es uno de los más importantes cirujanos franceses de la Edad Media.
Fue médico personal de los papas Benedicto XII, Clemente
VI, Inocencio VI y Urbano V. Sus textos quirúrgicos influyeron
enormemente en la medicina europea durante centurias.

Trayectoria profesional

Estudia Medicina en Montpellier graduándose en 1325 como


Maestro en Cirugía. En Bologna se destacó como anatomista y
formuló que:

“un cirujano que no sepa anatomía es como un ciego hachando un tronco”.

Fue un gran lector y escribió textos de astrología, dietética y la Chirurgía magna (1363), con un
estilo claro y preciso. En esta volcó sus conocimientos
sobre anatomía, cirugía, patología y terapéutica. Esta obra tiene excelentes descripciones sobre
la peste, operaciones de cataratas, reducción de fracturas y uso de sustancias narcotizantes.

La Chirurgía magna tuvo vigencia varios siglos: 14 ediciones en el siglo XV y 38 en el XVI. Se la


cataloga como la mejor colección de literatura médica desde los tiempos de Galeno. Fue
traducida a varios idiomas, como el holandés, el inglés y el hebreo. La última traducción se hizo
en 1923, en Chicago.

Chauliac creyó que los antiguos habían tenido experiencia con las epidemias, en especial de la
peste, pero que sus brotes habían sido locales y que no se habrían enfrentado al concepto de
epidemia como un término de universalidad.

Vivió hasta 1368, ostentando el título de “Padre de la Cirugía”.

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