El autor argumenta que mientras los hipertextos volverán obsoletos los libros de referencia como las enciclopedias, los libros diseñados para ser leídos como novelas y ensayos seguirán siendo valiosos. Los libros son ideales para leer cuidadosamente y especular sobre la información, mientras que las pantallas de computadora no pueden reemplazar la experiencia de leer un libro impreso de manera relajada. Incluso si naufragamos en una isla desierta sin acceso a la tecnología, un libro seguirá siendo
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El autor argumenta que mientras los hipertextos volverán obsoletos los libros de referencia como las enciclopedias, los libros diseñados para ser leídos como novelas y ensayos seguirán siendo valiosos. Los libros son ideales para leer cuidadosamente y especular sobre la información, mientras que las pantallas de computadora no pueden reemplazar la experiencia de leer un libro impreso de manera relajada. Incluso si naufragamos en una isla desierta sin acceso a la tecnología, un libro seguirá siendo
El autor argumenta que mientras los hipertextos volverán obsoletos los libros de referencia como las enciclopedias, los libros diseñados para ser leídos como novelas y ensayos seguirán siendo valiosos. Los libros son ideales para leer cuidadosamente y especular sobre la información, mientras que las pantallas de computadora no pueden reemplazar la experiencia de leer un libro impreso de manera relajada. Incluso si naufragamos en una isla desierta sin acceso a la tecnología, un libro seguirá siendo
El autor argumenta que mientras los hipertextos volverán obsoletos los libros de referencia como las enciclopedias, los libros diseñados para ser leídos como novelas y ensayos seguirán siendo valiosos. Los libros son ideales para leer cuidadosamente y especular sobre la información, mientras que las pantallas de computadora no pueden reemplazar la experiencia de leer un libro impreso de manera relajada. Incluso si naufragamos en una isla desierta sin acceso a la tecnología, un libro seguirá siendo
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Resistirá
A menudo, en artículos periodísticos o en papers académicos, ciertos
autores se enfrentan con la nueva era de las computadoras e Internet, y hablan de la posible “muerte de los libros”. He contestado en muchas entrevistas a preguntas del tipo: “¿Los nuevos medios electrónicos volverán obsoletos los libros? ¿Internet atenta contra la literatura?”. Preguntas que retoman la vieja historia de “esto matará aquello”. Aun después de la invención de la imprenta, los libros nunca fueron el único medio de adquirir información. También había pinturas, imágenes populares impresas, enseñanzas orales, etcétera. El libro sólo demostró ser el instrumento más conveniente para transmitir información. En este sentido, debemos distinguir dos clases de libros: para leer y para consultar. En los primeros, como novelas, tratados filosóficos, análisis sociológicos, etc., el modo normal de lectura es el que yo llamaría “estilo novela policial”. Empezamos por la primera página, en la que el autor dice que ha ocurrido un crimen, seguimos el derrotero hasta el final y descubrimos que el culpable es el mayordomo. Fin del libro y fin de la experiencia de su lectura. Luego están los libros para consultar, como las enciclopedias y los manuales. Las enciclopedias fueron concebidas para ser consultadas, nunca para ser leídas de la primera a la última página. Por ejemplo, si quiero saber si es posible que Napoleón conociera a Kant, tengo que tomar el volumen K y el volumen N de mi enciclopedia. Con el hipertexto, sin embargo, puedo navegar a través de toda la redenciclopedia, en tanto es una red de muchas dimensiones en la que cada punto o nodo puede estar potencialmente conectado con cualquier otro nodo. Y puedo hacer mi trabajo en unos pocos segundos o minutos. Los hipertextos volverán obsoletos, ciertamente, las enciclopedias y los manuales. Ayer nomás era posible tener una enciclopedia entera en CD-ROM; hoy es posible disponer de ella en línea, con la ventaja de que esto permite la remisión y la recuperación no lineal de la información. Todos los discos compactos, más la computadora, ocuparán un quinto del espacio ocupado por una enciclopedia impresa. Un CD-ROM es más fácil de transportar que una enciclopedia impresa y es más fácil de poner al día. Sin embargo, ¿puede un disco hipertextual o la Web reemplazar a los libros que están hechos para ser leídos? Buenas noticias: los libros seguirán siendo imprescindibles, no solamente para la literatura sino para cualquier circunstancia en la que se necesite leer cuidadosamente, no sólo para recibir información sino también para especular sobre ella. Leer una pantalla de computadora no es lo mismo que leer un libro. Después de haberme pasado doce horas ante la computadora, mis ojos están como dos pelotas de tenis y siento la necesidad de sentarme en mi confortable sillón y leer un diario, o quizás un buen poema. Opino, por lo tanto, que las computadoras están difundiendo una nueva forma de instrucción, pero son incapaces de satisfacer todas aquellas necesidades intelectuales que estimulan. Hasta ahora, los libros siguen encarnando el medio más económico, flexible y fácil de usar para el transporte de información a bajo costo. Si naufragamos en una isla desierta, donde no hay posibilidad de conectar una computadora, el libro sigue siendo un instrumento valioso, sigue siendo el mejor compañero de naufragio. Los libros son de esa clase de instrumentos que, una vez inventados, no pudieron ser mejorados, simplemente porque son buenos. Como el martillo, el cuchillo, la cuchara o la tijera. Eco, Umberto, “Resistirá”, Página/12, 7-12-03 (adaptación).