Sentencia Madrid Arena

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RECURSO CASACION/2019/2016

RECURSO CASACION núm.: 2019/2016


Ponente: Excmo. Sr. D. Julián Sánchez Melgar
Letrada de la Administración de Justicia: Ilma. Sra. Dña. María Josefa Lobón
del Río

TRIBUNAL SUPREMO
Sala de lo Penal

Sentencia núm. 805/2017

Excmos. Sres.
D. Manuel Marchena Gómez
D. Julián Sánchez Melgar
D. Alberto Jorge Barreiro
D. Andrés Palomo Del Arco
Dª. Ana María Ferrer García

En Madrid, a 11 de diciembre de 2017.


Esta sala ha visto el recurso de casación por infracción de Ley, de
precepto constitucional y quebrantamiento de forma interpuesto por las
representaciones legales de DON MIGUEL ÁNGEL FLORES, DON MIGUEL
ÁNGEL MORCILLO PEDREGAL, DON SANTIAGO ROJO BUENDÍA, DON
FRANCISCO DEL AMO LÓPEZ, DON RAFAEL PASTOR MARTÍN, DON
CARLOS MANZANARES RODRÍGUEZ, DON JUAN JOSÉ PARIS NALDA,
DON RAÚL MONTERDE GUILLERMO, FAMILIARES DE DOÑA KATIA
ESTEBAN, FAMILIARES DE DOÑÁ CRISTINA ARCE DE LA FUENTE, las
entidades mercantiles DIVIERTT, SL, SEGURIBER, SLU y KONTROL, SL,
y las entidades aseguradoras MAPFRE, AIG EUROPE, HISCOX
INSURANCE, ZURICH INSURANCE, contra Sentencia núm. 488/2016, de 21
de septiembre de 2016 de la Sección 7ª de la Audiencia Provincial de Madrid,
dictada en el Rollo de Sala núm. 970/15 dimanante del P.A. núm. 72790/12 del

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Juzgado de Instrucción núm. 51 de los de Madrid, seguido por delito de


homicidio y lesiones por imprudencia contra DON MIGUEL ÁNGEL FLORES
GÓMEZ, DON SANTIAGO ROJO BUENDÍA, DON MIGUEL ÁNGEL
MORCILLO PEDREGALES, DON RAFAEL PASTOR MARTÍN, DON
FRANCISCO DEL AMO LÓPEZ, DON JOSÉ RUIZ AYUSO, DON JUAN JOSÉ
PARIS NALDA, DON RAÚL MONTERDE GBUILLERMO, DON JOSÉ
ANTONIKO DÍAZ ROMERO, DON ROBERTO MATEOS GARCÍA, DON
CARLOS MANZANARES RODRÍGUEZ, DON EMILIO BELLIARD CUETO,
DON SIMÓN VIÑALS PÉREZ, DON CARLOS VIÑALS LARRUNGA, DON
EMILIO MONTEAGUDO PARRALEJO. Los componentes de la Sala Segunda
del Tribunal Supremo que al margen se expresan se han constituido para la
vista y fallo, bajo la Presidencia del primero de los indicados. Han sido parte en
la causa: el Ministerio Fiscal; como recurrentes; DON MIGUEL ÁNGEL
FLORES GÓMEZ, DON SANTIAGO ROJO BUENDÍA, DON MIGUEL ÁNGEL
MORCILLO PEDREGAL, y la entidad mercantil DIVIERTT, SL representados
por la Procuradora Doña María Granizo Paomoque y asistidos por el Letrado
Don José Luis Fuertes Suárez, DON RAFAEL PASTOR MARTÍN y DON
FRANCISCO DEL AMO LÓPEZ representados por la Procuradora Doña María
Luz Galán Cía y asistidos por el Letrado Don Enrique Fernando Luzón
Campos, DON CARLOS MANZANARES RODRÍGUEZ y la entidad
KONTROL 34, SL, representados por la Procuradora Doña María Jesús Martín
López y asistidos por el Letrado Don Óscar Zein Sánchez, FAMILIARES DE
DOÑA KATIA ESTEBAN representados por la Procuradora Doña Francisca
Amores Zambrano y asistidos por la Letrada Doña Naira Cordero Lozano,
FAMILIARES DE DOÑA CRISTINA ARCE DE LA FUENTE, Doña Isabel de la
Fuente Morales y Don José Antonio Arce San José, representados por la
Procuradora Doña Soledad Castañeda González y defendidos por la Letrada
Doña María José Siñeriz Terrón, la entidad aseguradora MAPFRE, SA
representada por el Procurador Don Jesús Iglesias Félix y asistida por el
Letrado Don Pedro Guadalupe Rubio, la entidad AIG EUROPE, Sucursal en
España, representada por la Procuradora Doña Margarita López Jiménez y
asistida por la Letrada Doña Beatriz Aizpun Marctillach, la entidad aseguradora
HISCOX INSURANCE representada por la Procuradora Doña Macarena
Rodríguez Ruiz y defendida por el Letrado Don Nicolás Fernández Miranda, la
entidad aseguradora ZURICH INSURANCE representada por la Procuradora

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RECURSO CASACION/2019/2016

Doña Adela Cano Lantero y defendido por la Letrada Doña María González
Aboy, y DON JUAN JOSÉ PARIS NALDA, DON RAÚL MONTERDE
GUILLERMO y la entidad SEGURIBER SLU representados por el Procurador
Don Ignacio Melchor Oruña y defendidos por el Letrado Don Alfonso Coronel
de Palma Martínez-Agulló; y como recurridos: DON CARLOS VIÑALS
LARRUNGA y DON SIMÓN VIÑALS PÉREZ representados por la
Procuradora Doña Rosa María Martínez Virgili y defendidos por el Letrado Don
José Crespo Torres, DON ROBERTO MATEOS GARCÍA representado por el
Procurador Don Ignacio Melchor Oruña y asistido por el Letrado Don Tomás
Javaloyes Sáez, DON FERNANDO ALONSO y DOÑA PILAR VINATEA padres
de DOÑA TERESA ALONSO representados por el Procurador Don Justo
Guedeja-Marrón de Onís y defendidos por el Letrado Don José Manuel Blas
Torrecilla, DON IGNACIO OÑA RUIZ Y VANESA PINEDA GUILLOUX padres
de DOÑA ROCÍO OÑA representados por la Procuradora Doña Eloisa María
Prieto Palomeque y defendidos por la Letrada Doña Gema Oña Ruiz, DON
NICOLÁS LANGDON RUIZ padre de DOÑA BELÉN LANGDON EL REAL
representado por el Procurador Don Alejandro González Salinas y defendido
por el Letrado Don Abdón Núñez Sáinz, la entidad MADRID DESTINO
CULTURA representada por la Procuradora Doña Virginia Sánchez de León
Herencia y defendida por la Letrada Doña Begoña Lalana Alonso, el
AYUNTAMIENTO DE MADRID representado y defendido por el Letrado Don
José Lorenzo Iglesias, al entidad médica ASISA representada por el
Procurador Don Antonio Miguel Ángel Araque Almendros y defendido por el
Letrado Don Alfredo Comas Redondo y DON EMILIO MONTEAGUDO
PARRALEJO representado por la Procuradora Doña Marita López Vilar y
defendido por el Letrado Don Salvador Díaz Aranda.
Ha sido ponente el Excmo. Sr. D. Julián Sánchez Melgar.

ANTECEDENTES DE HECHO

PRIMERO.- El Juzgado de Instrucción núm. 51 de los de Madrid incoó


P.A. núm 7279/12 por delitos de homicidio y lesiones imprudentes contra DON

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MIGUEL ÁNGEL FLORES GÓMEZ, DON SANTIAGO ROJO BUENDÍA, DON


MIGUEL ÁNGEL MORCILLO PEDREGALES, DON RAFAEL PASTOR
MARTÍN, DON FRANCISCO DEL AMO LÓPEZ, DON JOSÉ RUIZ AYUSO,
DON JUAN JOSÉ PARIS NALDA, DON RAÚL MONTERDE GUILLERMO,
DON JOSÉ ANTONIO DÍAZ ROMERO, DON ROBERTO MATEOS GARCÍA,
DON CARLOS MANZANARES RODRÍGUEZ, DON EMILIO BELLIARD
CUETO, DON SIMÓN VIÑALS PÉREZ, DON CARLOS VIÑALS LARRUNGA,
DON EMILIO MONTEAGUDO PARRALEJO, y una vez concluso lo remitió a
la Sección 7ª de la Audiencia Provincial de dicha Capital, que con fecha 21 de
septiembre de 2016 dictó Sentencia núm. 488/16 que contiene los siguientes
HECHOS PROBADOS:
<<El Madrid Arena es un pabellón multiusos construido entre 2002 y 2005 partiendo
del antiguo Rockódromo, está situado en el recinto ferial de la Casa de Campo, y es propiedad
del Ayuntamiento de Madrid, siendo un bien de dominio público destinado al servicio público,
adscrito para su gestión, en el año 2012 a la entidad Madrid Espacios y Congresos S.A..

Madrid Espacios y Congresos S.A. (en adelante Madridec) era, en la fecha en que se
produjeron estos hechos, una sociedad mercantil municipal dentro de cuyo objeto social se
encontraba tanto el arrendamiento de los bienes inmuebles adscritos a la sociedad como la
organización, dirección, producción y administración de eventos. Por acuerdo del Pleno del
Ayuntamiento de Madrid de 30 de julio de 2013 Madrid Espacios y Congresos S.A. se disolvió,
traspasándose el pasivo de la entidad y gran parte del activo a la nueva sociedad municipal
Madrid Destino Cultura Turismo y Negocio SA que se subrogó, en la posición de Madridec, a
efectos del presente procedimiento.

Rafael Pastor Martín, Francisco del Amo López y José Ruiz Ayuso, los tres mayores
de edad y sin antecedentes penales, eran, en el año 2012, empleados de Madridec,
desempeñando Rafael Pastor el cargo de Subdirector del Departamento de Seguridad,
Francisco del Amo el de Coordinador de eventos del Departamento de Operaciones y José
Ruiz Ayuso el puesto de Técnico de Operaciones en dicha entidad.

La “UTE Seguriber- Seguriber Integrales, Seguridad Casa de Campo” (en adelante


Seguriber) tenía adjudicado el “servicio para la protección y seguridad del Recinto Ferial de la
Casa de Campo y edificio de la calle Montera” inmuebles gestionados por Madridec, figurando
en el contrato celebrado el 16 de julio de 2012 entre los representantes de ambas entidades la
prestación de dichos servicios tanto para las instalaciones como en los eventos que se
celebraran en las mismas.

Entre las empresas que contrataban con Madridec la celebración de eventos en el


pabellón Madrid Arena y otros espacios del Recinto Ferial de la Casa de Campo se encontraba

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la entidad Diviertt S.L. (en adelante Diviertt), cuyo Presidente y administrador de hecho era
Miguel Ángel Flores Gómez, mayor de edad y sin antecedentes penales, administrador de
derecho además de la empresa FSM Group Management S.L., sin que conste la intervención
de esta última sociedad en el evento en el que se produjeron los hechos.

Santiago Rojo Buendía y Miguel Ángel Morcillo Pedregal, ambos mayores de edad y
sin antecedentes penales, eran en 2012, trabajadores de Diviertt S.L., el primero como
Director General y el segundo como Jefe de Personal y maître en dicha entidad, colaborando
ambos activamente con Miguel Ángel Flores en la preparación y celebración de eventos.

Diviertt, que había celebrado con anterioridad casi una treintena de eventos en los
pabellones del Recinto Ferial de la Casa de Campo que gestionaba Madridec, estaba
interesado en la celebración, desde las 23 horas del 31 de octubre de 2012 hasta las seis de la
mañana del 1 de noviembre de 2012, del espectáculo denominado “Thriller Music Park 2012-
Steve Aoki (Halloween)” en el Pabellón Madrid Arena, para lo que, después de diversas
conversaciones y negociaciones previas con los representantes de Madridec, solicitó la
reserva del recinto, que fue autorizada por Madridec el 25 de septiembre de 2012.

A partir de ese momento comenzaron entre los responsables de Diviertt y de


Madridec las gestiones para la preparación del evento previas a la firma del contrato, en las
que intervino activamente Francisco del Amo por el Departamento de Operaciones, y, en
relación con las cuestiones referentes a la seguridad, Rafael Pastor, realizando ambos las
gestiones con Seguriber para la elaboración por esta empresa de la propuesta de operativa de
seguridad y el plan de vigilancia específicos para el evento en atención a los datos facilitados
por Diviertt respecto a las características y necesidades derivadas del mismo.

Desde el 25 de septiembre de 2012, fecha en que se reservó el recinto para el evento,


y pese a que se estaban realizando las gestiones para la preparación de éste y a que, en
consecuencia, no se había firmado el contrato, Miguel Ángel Flores puso a la venta las
entradas para el espectáculo.

Para ello encargó a la Imprenta Pedraza el 25 de septiembre de 2012, con fecha de


entrega el 26 de septiembre de 2012, 5000 entradas con código alfanumérico TMPA0001 a
TMPA5000; el 27 de septiembre de 2012, con fecha de entrega del día siguiente, 3000
entradas más con código del TMPA5001 al TMPA8000, el 4 de octubre de 2012, con fecha de
entrega del día 5 de octubre de 2012, 1000 entradas con código TMPA8001 al TMPA9000 y el
9 de octubre de 2012, con fecha de entrega del 10 de octubre de 2012, 500 entradas, con
código TMPA9001 al TMPA9500, teniendo todas ellas un precio de 22 euros. Además el
mismo día 9 de octubre de 2012, pero con fecha de entrega el día 11 de octubre de 2012 hizo
un pedido de 8000 entradas más, si bien con distinto código alfanumérico, TMPB0001 A
TMPB8000 y con un precio también diferente, esta vez de 25 euros, lo que supone la emisión
en total de 17.500 entradas de talonario.

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Por otra parte, Miguel Ángel Flores contrató con las empresas Ticketmaster y
Ontickets, ésta última de su propiedad, la venta electrónica de entradas para el evento a través
de Internet con el límite máximo en el caso de Ticketmaster de 10.000 entradas.

Seguriber elaboró la operativa de seguridad Thriller Music Park 2012, que contenía la
relación sucinta de los vigilantes de Seguriber que trabajarían en el evento y el plan de
vigilancia Thriller Music Park 2012 (Madrid Arena), el cual describía las funciones generales y
particulares de cada uno de los vigilantes, así como los medios de apoyo y materiales de los
que los mismos disponían. Tras la remisión de dichos documentos a Madridec y las
negociaciones entre los responsables de esta empresa, Madridec y Miguel Ángel Flores, se
aprobaron finalmente ambos documentos.

La operativa de seguridad y el plan de vigilancia de Seguriber preveían un total de 38


vigilantes de los cuales 32 se encontraban ubicados en el exterior del pabellón, 4 vigilantes en
las puertas de emergencia del pabellón, en concreto tres en la denominada cota 5 y uno en el
portón de la cota 0, un vigilante en el interior del pabellón para apertura y cierre de puertas con
autorización del organizador del evento y otro vigilante en el cuarto de control de cámaras del
pabellón, correspondiéndole este último puesto a Roberto Mateos García, mayor de edad y sin
antecedentes penales, empleado de Seguriber en la fecha en la que sucedieron estos hechos.

Igualmente figuraba en la operativa de seguridad la actuación de dos coordinadores,


siendo nombrados como tales para el evento a Juan José Paris Nalda y a Raúl Monterde
Guillermo, ambos mayores de edad y sin antecedentes penales, empleados de Seguriber en la
fecha de estos hechos y los cuales ejercieron las funciones que en el plan de vigilancia se
preveía que desempeñarían un inspector del servicio apoyado por un jefe de equipo,
consistentes, entre otras, en el control de los distintos puestos de vigilancia y de que los
vigilantes asignados a los mismos cumplieran con las funciones que tenían encomendadas o
informar de las incidencias al responsable del evento.

El dispositivo de seguridad programado por Seguriber para el evento, aprobado por el


Departamento de Seguridad de Madridec, y admitido por Miguel Ángel Flores en
representación de Diviertt, la cual abonaba su coste económico, reforzaba así el servicio
ordinario de seguridad que prestaba Seguriber en la Casa de Campo y que continuaba
realizándose durante la celebración del espectáculo, pero no suponía la configuración de un
plan de seguridad en el interior del pabellón salvo en lo relativo a la custodia de las puertas de
emergencia.

Para la admisión y el control del acceso del público al pabellón así como en el interior
del mismo, Miguel Ángel Flores contrató un equipo de controladores de acceso, a través de la
empresa Kontrol 34 S.L. (en adelante Kontrol 34) de la cual eran socios, en la fecha en que se
produjeron estos hechos, Carlos Manzanares Rodríguez y Emilio Belliard Cueto, ambos

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mayores de edad y sin antecedentes penales, y el primero de los cuales ostentaba el 90% de
las acciones de dicha sociedad, mientras que Emilio Belliard era socio minoritario con un 10%
de las acciones, de manera que Kontrol 34 seleccionaba al personal y controlaba el
desempeño del trabajo del mismo en el evento, y Diviertt les daba de alta en la Seguridad
Social y les abonaba sus honorarios.

Carlos Manzanares Rodríguez, Miguel Ángel Flores, Santiago Rojo y Miguel Ángel
Morcillo, con anterioridad al evento, fijaron las funciones y dispusieron la ubicación de estos
controladores de acceso en las diferentes plantas y lugares del edificio durante la celebración
del mismo, controlando durante el desarrollo del evento que esto se cumpliera conforme
habían planificado, sin que conste que Emilio Belliard tuviera capacidad de decisión o
participación en ello ni en la preparación del evento ni durante la celebración del mismo.

No se dispuso ningún tipo de coordinación ni comunicación durante el evento entre


los controladores de acceso contratados por Diviertt a través de Kontrol 34 y los vigilantes de
Seguriber.

Diviertt contrató como servicio médico para el evento al doctor Simón Viñals Pérez, de
77 años de edad en ese momento, quien acudiría al mismo con un equipo de 8 personas
incluido él, de los cuales finalmente sólo fueron 7, entre los que se encontraba su hijo Carlos
Viñals Larruga, médico también de profesión y mayor de edad, careciendo ambos de
antecedentes penales y un auxiliar clínico, Cecilio Page de 80 años de edad. A través de
Simón Viñals se contrataron con la empresa Asistencia Sanitaria Privada SL dos ambulancias,
en cada una de las cuales iban dos técnicos sanitarios.

Una vez finalizados los preparativos se firmó el contrato entre Diviertt y Madridec, que
tiene fecha de 24 de octubre de 2012, para la celebración del evento denominado “Thriller
Music Park 2012- Steve Aoki (Halloween)” que se iba a celebrar en el Pabellón Madrid Arena
entre el 31 de octubre y el 1 de noviembre de 2012, determinándose el precio final a pagar por
Diviertt en función del número real de asistentes al evento.

Según consta en dicho contrato Madridec, además de ceder en arrendamiento a


Diviertt el pabellón Madrid Arena, ejercía, a través del personal designado, la máxima
autoridad durante el montaje, celebración y desmontaje del evento.

El 29 de octubre de 2012 se comunicó por Madridec a Diviertt el aforo autorizado para


el evento por el arquitecto Javier Martínez de Miguel, empleado de Madridec. Dicho aforo
estaba distribuido por plantas fijándose un máximo de 3.000 personas en la planta superior
(cota 11), 3.920 personas en la planta intermedia (cota 5) y 3.700 personas para la planta
inferior en la que se encontraba la pista (cota 0) lo que supone un máximo de 10.620 personas
en total.

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A pesar de este aforo máximo autorizado, Diviertt vendió para el evento un número no
inferior a 10.914 entradas de talonario, 1.896 entradas electrónicas a través de la empresa
Ontickets.es y 3682 entradas a través de la empresa Ticketmaster, lo que supone un total de
al menos 16.492 entradas vendidas, cantidad muy superior por lo tanto al límite de 10.620
personas que era el aforo total máximo permitido, controlando dicha venta y, siendo por lo
tanto consciente de la misma, Miguel Ángel Flores, así como sus empleados Santiago Rojo y
Miguel Ángel Morcillo.

Este exceso de entradas vendidas sobre el aforo máximo permitido produjo un riesgo
evidente para la seguridad de todos los asistentes al evento puesto que la gran mayoría de los
adquirentes de las mismas, a los que hay que añadir quienes las compraron ese mismo día en
el pabellón y los que disponían de invitaciones, en número total de, al menos, 16.605
personas, acudieron al pabellón, lo que fue el origen del grave resultado mortal y lesivo
producido con posterioridad durante el desarrollo del espectáculo.

Pese a lo anterior Miguel Ángel Flores le decía a Francisco del Amo en los días
previos a la celebración del evento que el número de asistentes previsto estaría entre las 4000
y las 6000 personas, lo que así transmitió Francisco del Amo al Departamento de Seguridad
de Madridec. Como consecuencia de ello, en las comunicaciones firmadas por Rafael Pastor
que este departamento remitió a los distintos organismos en relación con el evento, entre ellos
a la Policía Municipal, se hizo constar que el número de asistentes previstos era de 7000
personas, ya que se incrementó ligeramente el que manifestaba Miguel Ángel Flores ante la
posibilidad de que en los días anteriores al evento se produjera una mayor venta de entradas.

No se celebró en esta ocasión, como se hacía habitualmente cuando las


características o el número de asistentes lo exigía, una reunión, propuesta por el
Departamento de Seguridad de Madridec, y a la que asistían los responsables de dicha
entidad, el promotor del evento y representantes de Protección Civil, Policía Municipal, Policía
Nacional y Delegación del Gobierno, lo que impidió que los posibles convocados pudieran
valorar la singularidad del espectáculo por la relevancia que en ese momento tenía entre los
jóvenes el DJ Steve Aoki y que lo tuvieran en cuenta al fijar los correspondientes dispositivos
para garantizar la seguridad pública.

En atención a esos datos se elaboró por la Policía Municipal de Madrid la Orden de


Servicio 4036/12 por la que se establecía el operativo para el evento, firmada por el Jefe de la
Inspección de Planificación y Coordinación, por delegación del Inspector Jefe Emilio
Monteagudo Parralejo, mayor de edad y sin antecedentes penales. Al tiempo de dictarse esa
orden no se tenían noticias por parte de la Policía Municipal de Madrid ni de que el artista
principal del espectáculo era Steve Aoki, disc jockey de primera línea en ese momento, ni de
que pudiera haber un riesgo de sobreaforo. Con posterioridad a elaborarse la orden de
servicio, no consta que le fuera transmitido a Emilio Monteagudo, ni antes ni durante la

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celebración del evento, ningún tipo de indicio que pudiera hacer necesario variar o reforzar el
operativo dispuesto.

El 31 de octubre de 2012, sobre las 23’25 horas, se procedió a la apertura de las


puertas del pabellón al público asistente al evento, el cual tenía que pasar un primer control en
el que se encontraban los trabajadores designados por Kontrol 34 quienes vigilaban las filas y
constataban que los asistentes llevaran la entrada a la vista; un segundo control o requisa que
efectuaban los vigilantes de seguridad de Seguriber para evitar que se introdujeran en el
pabellón bebidas alcohólicas, u objetos contundentes o peligrosos, y un tercer control en el
cual el público mostraba a los trabajadores de Kontrol 34 que lo pedían el DNI y les entregaba
la entrada para que la pasaran por un lector.

Los controladores de acceso que se encontraban en el interior del recinto fueron


situados de manera preferente por parte de Carlos Manzanares, Miguel Ángel Flores, Santiago
Rojo y Miguel Ángel Morcillo en lugares por los que, para proteger las dependencias utilizadas
por la empresa promotora del evento como vestuarios del personal, camerinos de los artistas o
la sala habilitada como oficina de Diviertt, se impedía o dificultaba la circulación del público por
espacios del recinto que el arquitecto había considerado libres para calcular el aforo máximo
permitido.

Así se impidió el paso por diversas escaleras de cota 11 a cota 5 y de esta planta a
cota 0 con vallas, cintas, o con personal que se colocaba en las mismas a tal fin, y, en otras,
dicho personal intentaba dirigir, de manera descoordinada e ineficaz, el acceso del público a
las diferentes plantas, sin que Miguel Ángel Flores, Santiago Rojo, Miguel Ángel Morcillo, o
Carlos Manzanares dieran instrucciones a los controladores para que realizaran correctamente
sus funciones dentro del recinto ni para que vigilaran que el número de personas en cada
planta no fuera superior al máximo permitido.

Además una gran parte de los denominados “vomitorios” o pasillos que en la planta
inferior, cota 0, comunican la pista en la que se desarrollaba el espectáculo con el anillo que
rodea dicha planta para la circulación del público asistente y que son vías de evacuación
desde la pista, se cerraron durante todo el evento o en una mayor parte del tiempo
coincidiendo con los períodos de mayor afluencia de público en la pista.

Así, en el sector A en el que hay tres vomitorios, estuvieron abiertos el central, en el


que se produjeron los hechos, y el siguiente que estaba próximo al sector B, pero el más
próximo al sector D, por el que se accedía a los vestuarios de los controladores de acceso,
estuvo cerrado por dicho personal que impedía el paso por el mismo, hasta las 3’56 horas,
momento en que se procedió a su apertura al conocerse los graves sucesos que se habían
producido en el vomitorio contiguo.

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El vomitorio del sector B, en el que se encontraba la puerta de acceso a las oficinas


de Diviertt, el controlador de acceso que la custodiaba impedía el paso a los jóvenes que
pretendían salir de la pista por dicho vomitorio hasta, igualmente y por la misma razón, las 3’56
horas.

De los tres vomitorios existentes en el sector C, el central estaba bloqueado por el


escenario, el más próximo al sector B permaneció abierto hasta las 3’17 horas en que se cerró
completamente, y el más cercano al sector D estuvo cerrado durante todo el tiempo que duró
el espectáculo.

Finalmente el vomitorio del sector D se mantuvo cerrado hasta las 2’40 horas en que
fue abierto por indicación de José Ruiz Ayuso y estuvo a partir de ese momento disponible
para el tránsito del público.

En consecuencia, de los ocho vomitorios que existen alrededor de la pista, y que son
vías de evacuación de ésta, sólo estuvieron abiertos, al menos hasta después de suceder los
hechos y en los momentos de mayor afluencia de público en la pista, tres de los mismos,
permaneciendo cerrados los otros cinco.

Del cierre de los vomitorios, y de la gran cantidad de asistentes al pabellón, así como
de los problemas que se estaban produciendo como consecuencia del indebido control del
aforo por plantas se percataron Raúl Monterde y Juan José Paris Nalda, coordinadores de los
vigilantes de Seguriber, quienes en numerosas ocasiones recorrieron el pabellón, no dando
aviso ni a su inspector ni a ninguna persona responsable de Madridec o de Diviertt de lo que
estaba sucediendo a fin de que tales situaciones se corrigieran.

En muchos de sus desplazamientos por el pabellón fueron acompañados por el


vigilante Roberto Mateos, el cual se encontraba encargado del cuarto de control de cámaras,
pese a lo cual, y debiendo Raúl Monterde y Juan José Paris Nalda comprobar que los
vigilantes cumplieran sus funciones, le requirieron para que fuera con ellos o permitieron que
lo hiciera, habiendo manifestado ambos a Roberto Mateos al inicio del evento, en contra de lo
que se reflejaba en el plan de vigilancia, que su única función en el cuarto de control de
cámaras era comprobar que la grabación de las imágenes se realizaba correctamente, y coger
el teléfono, sin que conste que nadie efectuara alguna llamada de emergencia al mismo que
no fuera atendida por Roberto Mateos por no encontrarse en el citado cuarto.

Sobre las 2’20 horas, José Ruiz Ayuso fue avisado por su compañero José Antonio
Fuentes que había ido como asistente al evento, de que en un par de vomitorios los
controladores de acceso habían puesto cintas impidiendo el paso por los mismos por lo José
Ruiz Ayuso que se dirigió allí para requerirles para que las quitaran, exponiéndole tal
incidencia a su jefe Francisco del Amo, el cual ostentaba en ese momento la representación

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de Madridec y por lo tanto era la máxima autoridad en el evento, quien no realizó


comprobación alguna respecto a que las vías de evacuación estuvieran libres.

Por otra parte, la mayor afluencia de jóvenes que quería entrar al recinto se concentró
entre las 2 y las 3 de la mañana, debido a que un grupo numeroso de quienes acudían como
público al pabellón permaneció en las inmediaciones del recinto, e incluso dentro del mismo en
el aparcamiento existente, haciendo “botellón” hasta algo más de las 2’00 horas del día 1 de
noviembre de 2012, disponiéndose a entrar a partir de ese momento por estar previsto que
sobre las 3’00 horas comenzara la actuación del artista principal del espectáculo, el disc jockey
Steve Aoki.

Lo anterior produjo una gran aglomeración de personas en la entrada al pabellón, que


fue advertida por Rafael Pastor, el cual, pese a que no estaba desempeñando funciones en el
evento, se encontraba desde el inicio del mismo en la Explanada de Cristal en el exterior del
pabellón esperando a que llegaran unos promotores con los que estaba citado.

Rafael Pastor Martín, como responsable de seguridad de Madridec conocía el


dispositivo de seguridad previsto y el aforo autorizado, por lo que, por su experiencia en este
tipo de actos, pudo percatarse de que los asistentes superaban con mucho el referido aforo,
sin que advirtiera a su compañero Francisco del Amo de lo que estaba sucediendo para que
adoptara las medidas pertinentes, ni en este momento, ni después cuando alrededor de las 3
de la mañana ambos, antes de marcharse, entraron en el pabellón por cota 11 para ver cómo
discurría el evento, momento en el cual las tres plantas de edificio estaban completamente
saturadas de asistentes.

Ante la aglomeración de personas que querían entrar poco antes de las 2’30 horas,
Miguel Ángel Flores, con la colaboración de Francisco del Amo, el cual como responsable de
Madridec podía dar órdenes a los vigilantes de Seguriber, y con la asistencia de Santiago Rojo
y Miguel Ángel Morcillo, intentó conseguir una mayor agilidad en el acceso al interior del
numeroso público que esperaba.

En consecuencia Francisco del Amo máxima autoridad en el evento como


responsable de Madridec, pese a percibir que el público asistente era muy superior al aforo
permitido no sólo no comprobó este extremo ni que se cumpliera la distribución del aforo por
plantas que se había estipulado, sino que permitió, pudiendo evitarlo, que el evento continuara
celebrándose en estas condiciones, y cooperó con Miguel Ángel Flores, Santiago Rojo y
Miguel Ángel Morcillo, en la entrada masiva de más asistentes por lugares distintos del
previsto y que estaban considerados como salidas de emergencia así como en que el público
fuera dirigido directamente a la pista ya excesivamente congestionada en ese momento.

Para ello, en primer lugar, Miguel Ángel Flores requirió a Soledad Santos, vigilante de
Seguriber, para que dejaran de registrar al público “porque tenía que pasar todo el mundo”.

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Soledad lo consultó con el coordinador de Seguriber, Juan José Paris, el cual, entendiendo
que no tenía que seguir las instrucciones del promotor, indicó a Soledad que preguntara a
Francisco del Amo si estaba cerca de él para que le diera instrucciones al respecto. Al hacerlo
Soledad, Francisco del Amo le manifestó que hicieran la requisa más liviana. Efectivamente
así se realizó, disminuyéndose poco a poco el control al público por parte de los vigilantes de
Seguriber hasta que cerca de las 2’55 horas el mismo dejó prácticamente de hacerse.

Además, siguiendo indicaciones de Miguel Ángel Flores, los controladores que tenían
que verificar la autenticidad de las entradas del público, no las pasaron por el lector en
numerosas ocasiones, introduciéndolas directamente en las urnas o contenedores dispuestos
a tal fin o, no llegando a ver, ni incluso a coger siquiera, en alguna ocasión, la entrada que el
público llevaba.

Al entrar el público con más agilidad como consecuencia de lo anterior, y acumularse


el mismo en la entrada de cota 11 prevista como tal para acceder al pabellón, Miguel Ángel
Flores, Santiago Rojo, Miguel Ángel Morcillo y Francisco del Amo, decidieron modificar el lugar
de acceso disponiendo que se efectuara por sitios diferentes al establecido, sin valorar, como
era su obligación, la incidencia que ello iba a tener en el interior del pabellón dado el estado en
el que el mismo se encontraba como consecuencia del exceso de personas que asistían al
evento.

Así, sobre las 2’20 horas, Francisco del Amo llamó por teléfono a José Antonio Díaz
Romero, mayor de edad y sin antecedentes penales, el cual como empleado de Seguriber
desempeñó, durante el desarrollo del evento, la función de jefe de equipo del servicio ordinario
de seguridad que prestaba dicha empresa, para que ordenara al vigilante del portón de cota 0
que lo abriera cuando se lo indicara Santiago Rojo, lo que así hizo José Antonio Díaz Romero,
dándole instrucciones para ello al vigilante Segundo Eladio Pupuche quien siguió dicha orden
cuando Santiago Rojo se personó, sobre las 2’28 horas en el portón.

No consta acreditado que José Antonio Díaz Romero conociera cuál era la finalidad
de la apertura de dicho portón ni que se encontrara en ese momento en un lugar desde el que
pudiera observar por sí mismo que por allí iba a entrar el público.

Tras ello, se procedió por indicación de Miguel Ángel Flores y Miguel Ángel Morcillo a
la retirada de las vallas situadas en la Explanada de Cristal para conseguir que el público
accediera al pabellón por sitio diferente de las puertas de cota 11, y los asistentes fueron
dirigidos para entrar por el portón de cota 0 directamente a la pista, colocándose las vallas de
forma que impedían el acceso por cota 11. De esta forma tras pasar el portón de cota 0,
entraron por ese lugar, durante cerca de 28 minutos y de forma constante una ingente
cantidad de jóvenes, a los que además se impedía por Santiago Rojo y otras personas de la
organización desviarse por el anillo que circundaba la pista, situándose para ello en el acceso
al mismo, primero el propio Santiago Rojo quien les indicaba la dirección a la pista,

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RECURSO CASACION/2019/2016

colocándose después vallas y cintas para impedir el paso, y cerrándose finalmente el portón
de sectorización lo que imposibilitaba el acceso al anillo por ese lugar.

Además, y con el mismo fin de agilizar la entrada de los jóvenes al recinto, poco
después de que se hubiera permitido nuevamente la misma por cota 11, a las 3’09 horas,
Miguel Ángel Morcillo abrió las puertas de cristal, situadas en el denominado Muelle Mónico,
consideradas también vías de evacuación, que se encuentran en la planta intermedia, cota 5,
desviándose esta vez el acceso de los asistentes hacia ese lugar, lo que produjo que el
público pretendiera bajar a la pista a través de las escaleras más cercanas al lugar en el que
se produjeran los hechos y la saturación, en consecuencia de la isla del sector A de cota 0 y
del vomitorio central.

Lo anterior se realizó sin tener en cuenta no sólo que el portón de cota 0 y las puertas
de Muelle Mónico eran salidas de emergencia y que por lo tanto no se podía entrar por esos
lugares, sino también que, como consecuencia del exceso de público, del cierre de los
vomitorios y del escaso y defectuoso control de acceso del público a las diferentes plantas a
través de las escaleras, la pista se encontraba saturada así como que la entrada de los
asistentes por el portón de cota 0 directamente a la misma provocaba una situación imposible
ante la aglomeración de personas en la pista y la dificultad de salir por los escasos accesos
por los que ello era permitido lo que se agravó con la entrada de público por las puertas de
cristal del Muelle Mónico.

A ello contribuyeron, en la medida de las posibilidades que tenían de evitarlo, Juan


José Paris Nalda y Raúl Monterde quienes tuvieron conocimiento de la apertura de las puertas
de cristal de Muelle Mónico poco después de que ello sucediera al ser avisados por el vigilante
David de Ozaeta que las custodiaba.

Sin embargo, y pese a tratarse de unas puertas de emergencia que tenían que estar
expeditas para la salida de personas, y comprobar que estaba entrando por ellas numeroso
público, Juan José Paris y Raúl Monterde no lo pusieron en conocimiento de Francisco del
Amo o preguntaron al mismo la razón por la que se habían abierto dichas puertas, ni
intentaron cerrarlas pese a que podían haberlo hecho al estar acompañados en ese momento
de Cristian Fraile, Roberto Mateos y del propio vigilante David de Ozaeta, adoptando por sí
mismos, sin consultar con nadie y en contra de lo dispuesto en el plan de vigilancia, la decisión
de mantener abiertas dichas puertas para la entrada de personas, colocando al vigilante en
otra puerta diferente a la prevista en el plan de vigilancia y que da a unas escaleras de cota 5,
indicándole que el público no bajara por las mismas a cota 0 puesto que conducían a la zona
del cuarto de control de cámaras y de mantenimiento.

El exceso de público asistente, el cierre de los vomitorios y la falta de control del flujo
de los asistentes por el recinto habían provocado una masificación en la pista con anterioridad
a la entrada masiva de personas en la misma a través del portón de cota 0, así como en las

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RECURSO CASACION/2019/2016

escaleras que daban acceso a la zona A de la cota 0, lo que originó aglomeraciones y caídas
tanto en la propia pista, en la que a consecuencia de ello resultaron lesionadas Ana Peinado y
Cristina Serrato, como en las escaleras en las que sufrió lesiones Gonzalo Encinas San Juan.

Además, desde las 2’26 horas en el vomitorio central del sector A se habían
producido ya pequeñas avalanchas de personas, sucesivas, incontroladas y peligrosas, al
confluir en dicho pasillo quienes tras bajar de cota 11 y cota 5 por las escaleras pretendían
entrar a la pista con quienes querían salir de ella por el agobio que les producía la masificación
existente en la misma.

Esto fue advertido por algunos controladores de acceso, los cuales impidieron, desde
las 2’58 aproximadamente, la bajada por las dos escaleras que iban de cota 5 a cota 0
ubicadas en uno y otro extremo de la isla del sector A con la intención de descongestionar
ésta.

Dicha medida estaba siendo eficaz y habían cesado las referidas aglomeraciones,
pero al no estar coordinados debidamente y dado que ni Carlos Manzanares, ni Miguel Ángel
Flores, Miguel Ángel Morcillo o Santiago Rojo se ocupaban de ello debiendo hacerlo, los
controladores que estaban actuando en la escalera de la izquierda según se sale de la pista a
la isla abandonaron dicha función sobre las 3’15 horas, poco después de la apertura de las
puertas de Muelle Mónico en cota 5. Debido a ello el público volvió a subir y bajar libremente
por dicha escalera de cota 5 a la isla del sector A de cota 0 justo en el momento en el que la
pista se encontraba completamente saturada por las personas que habían entrado por el
portón y se habían unido a las que ya se encontraban con anterioridad en la misma, y en el
que el público entraba directamente por cota 5 y pretendía bajar a la pista.

Como consecuencia de todo lo anterior sobre las 3’35 horas, momento en que la pista
estaba absolutamente masificada por el sobreaforo provocado por la venta de entradas en
número muy superior al permitido, porque se encontraban cerrados al tránsito de los
asistentes cinco de los ocho vomitorios por los que el público podía salir de la pista hacia el
anillo que circundaba la misma o hacia las escaleras para dirigirse a plantas superiores, y
porque en dicha pista, ya absolutamente colapsada, habían entrado miles de personas en un
período de tiempo aproximado de unos 28 minutos, muchos de los jóvenes que se
encontraban en ella, y que sintieron una sensación tremenda de agobio y de falta de control
sobre sus propios movimientos, intentaron salir por el vomitorio central del sector A, uno de los
tres únicos que estaban abiertos en ese momento.

El citado vomitorio tiene unas dimensiones muy reducidas, incluso en altura, lo que
suponía una enorme dificultad de tránsito por el mismo para esta cantidad de personas.
Además la salida desde la pista a la isla del sector A de cota 0 en ese momento estaba
también llena de público como consecuencia de que las escaleras que daban a la misma, de
las pocas de cota 5 por las que se permitía la bajada a cota 0, estaban cercanas a las puertas

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de cristal de Muelle Mónico por las que había entrado poco antes una gran cantidad de
asistentes, y por ellas bajaban también los que con posterioridad siguieron entrando por cota
11, habiendo cesado poco antes los controladores de acceso en sus funciones de regular la
bajada de personas por la escalera de la izquierda.

Muchas de las personas que se encontraban en la isla del sector A de cota 0


taponaban la salida del vomitorio central al intentar dirigirse a la pista, por lo que se dificultaba
que todos los que estaban atrapados en el vomitorio pretendiendo abandonarla pudieran
hacerlo, confluyendo en el mismo y reducido lugar quienes querían salir con los que
pretendían entrar. Ello produjo que el gran número de jóvenes que estaban en el interior del
vomitorio perdiera el control y cayeran unos encima de otros, produciéndose en pocos
segundos una montaña de personas en la que los de abajo llegaron a tener hasta siete u ocho
personas encima.

Los dos controladores de acceso que se encontraban todavía en la escalera de la


derecha se percataron de lo que sucedía, acudiendo al auxilio de las personas que estaban
atrapadas, y avisando a otros compañeros para que les ayudaran. Sin embargo ni Carlos
Manzanares ni tampoco Miguel Ángel Flores o los otros miembros de Diviertt Miguel Ángel
Morcillo o Santiago Rojo coordinaron, debiendo hacerlo, a los controladores, quienes no
estaban preparados por ellos para este tipo de situaciones, para que la acción de rescate
resultara eficaz. Tampoco se avisó por estos controladores a los vigilantes de Seguriber para
que colaboraran con ellos ni se puso en conocimiento del centro de emergencias a fin de que
se solicitara auxilio del exterior.

Como consecuencia de lo anterior las tareas de rescate de las víctimas que quedaron
atrapadas en el vomitorio se realizaron de manera absolutamente descoordinada, lenta y poco
eficaz, colaborando en las mismas parte de los propios asistentes, consiguiendo entre todos
evacuar a todas las personas atrapadas alrededor de la 3’55 horas, veinte minutos después de
que se produjera el incidente, resultando lesionados de diversa entidad 29 de los jóvenes que
se encontraban en el interior del vomitorio y de extrema gravedad Belén Langdon del Real, Mª
Teresa Alonso Vinatea, Cristina Arce de la Fuente, Rocío Oña Pineda y Katia Esteban
Casielles, como consecuencia del aplastamiento que habían sufrido.

Belén Langdon del Real y Mª Teresa Alonso Vinatea presentaban parada


cardiorrespiratoria y fueron trasladadas, tras su rescate del vomitorio por asistentes al evento y
controladores de acceso al exterior del pabellón, avisando las personas que las auxiliaron al
Samur para que las atendieran.

Hasta la llegada del Samur, a Belén Langdon del Real le realizó maniobras de
reanimación el policía municipal 1537.4, que se encontraba fuera de servicio en el evento y
colaboró en el rescate de las víctimas, sacando a Belén del vomitorio sobre las 3’52 horas,
llevándola en brazos, con la colaboración de los policías nacionales 125.820 y 125.799, los

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cuales asistían como público al espectáculo, al exterior, en donde fue asistida por el Samur a
las 4’09 horas. Las unidades del Samur atendieron a Belén Langdon en el lugar hasta las 5’15
horas, consiguiendo recuperarla de la parada cardiorrespiratoria, trasladándola al Hospital 12
de octubre en donde falleció el 3 de noviembre de 2012, como consecuencia de las gravísimas
lesiones producidas por el aplastamiento que sufrió en el vomitorio.

Teresa Alonso Vinatea fue trasladada al exterior poco antes de las 4’00 horas por
asistentes al evento, entre los que se encontraba su amiga Elvira Gutiérrez Marcet-Messeguer,
quien avisó por teléfono al Samur, y por controladores de acceso, realizándole maniobras de
reanimación la vigilante de Seguriber Soledad Santos hasta la llegada de los servicios
sanitarios de urgencia. El Samur se personó a las 4’05 horas y asistió a Teresa en el lugar
hasta las 4’25 horas, consiguiendo recuperarla de la parada cardiorrespiratoria en la que se
encontraba a su llegada y trasladándola al hospital Fundación Jiménez Díaz en donde falleció
el 29 de noviembre de 2012 como consecuencia de las gravísimas lesiones producidas por el
aplastamiento que sufrió en el vomitorio.

Cristina Arce de la Fuente, Rocío Oña Pineda y Katia Esteban Casielles, fueron
trasladadas, tras ser rescatadas del vomitorio en el que habían quedado igualmente atrapadas
siendo aplastadas por multitud de gente, a la enfermería del pabellón de manera sucesiva y
casi inmediata entre las 3’55 y las 4’00 horas.

A la llegada a la enfermería, lejos de actuar con rapidez y hacer todo lo que estaba a
su alcance, Simón Viñals Pérez y Carlos Viñals Larruga, los cuales eran los médicos del
servicio sanitario del evento y el primero el responsable del mismo, no realizaron un correcto
diagnóstico de que, al menos Cristina Arce y Rocío Oña se encontraban en situación de
parada cardiorrespiratoria ni le practicaron a las tres jóvenes una adecuada reanimación
cardiopulmonar para intentar que se recuperaran.

En primer lugar Simón Viñals Pérez y Carlos Viñals Larruga se desentendieron


totalmente de Katia Esteban Casielles, no reconociéndola para efectuar un diagnóstico y no
prestándole ningún tipo de asistencia médica, siendo la misma atendida por el técnico de
ambulancia Rubén Pereira ayudado primero por Cristian Fraile, vigilante de Seguriber que
cooperó en su traslado a la enfermería y posteriormente por su compañero Rodrigo Morales,
quienes le practicaron correctas maniobras de recuperación cardiopulmonar básica, con
masaje cardíaco continuado hasta la llegada del Samur, sin que Katia Esteban se recuperara
de la situación de asistolia en la que estuvo en todo momento, no resultando acreditado si
cuando la misma llegó a la enfermería estaba en parada cardiorrespiratoria o había ya
fallecido.

A Cristina Arce y Rocío Oña Pineda las reconoció en primer lugar el técnico sanitario
Rodrigo Morales el cual al constatar que se encontraban en parada cardiorrespiratoria se
dirigió rápidamente a su ambulancia para llevar a la enfermería un desfibrilador. Mientras

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tanto, Simón Viñals realizó masaje cardíaco a Cristina Arce, y, cuando regresó Rodrigo
Morales con el desfibrilador, Simón Viñals le aplicó tres descargas a Cristina Arce, siguiendo
para ello, las instrucciones del técnico sanitario puesto que Simón Viñals desconocía, pese a
ser médico, el funcionamiento del desfibrilador.

Tras ello, cuando Rodrigo Morales se dispuso a colaborar con su compañero Rubén
en la atención a Katia Esteban, Simón Viñals dejó de asistir a Cristina Arce, recibiendo la
misma con posterioridad solamente ventilación con un ambú por parte de Rodrigo Morales, por
entender Simón Viñals que había fallecido, erróneamente, puesto que, cuando llegó el Samur,
Cristina Arce se encontraba en fibrilación ventricular, no pudiendo ser recuperada pese a que
los facultativos del Samur, que llegaron sobre las 4’20 horas, le practicaron una reanimación
cardiorrespiratoria avanzada, falleciendo sobre las 5’00 horas.

A Rocío Oña la atendió exclusivamente Carlos Viñals Larruga, aplicándole el


desfibrilador y dándole, en un principio, ventilación con un ambú, cesando en cualquier tipo de
asistencia antes de la llegada del Samur por entender erróneamente que había fallecido,
cuando al serle practicada por los facultativos del Samur una reanimación cardiopulmonar
avanzada, Rocío Oña consiguió salir de la asistolia recuperando incluso una respiración
sinusual en dos ocasiones siendo trasladada al Hospital Clínico al activarse el protocolo de
donación en asistolia, y declarada fallecida a su llegada al hospital.

Ni Simón Viñals Pérez ni Carlos Viñals Larruga hicieron transferencia a los


facultativos del Samur de las tres pacientes dándoles los datos de sus estados y asistencia
prestada, y Simón Viñals no colaboró con el primer equipo del citado servicio de emergencia
en el cuidado de las pacientes hasta la llegada de más técnicos. Ninguno de los dos doctores
elaboró posteriormente informe médico de su intervención.

Katia Esteban Casielles, Cristina Arce de la Fuente y Rocío Oña Pineda fallecieron
como consecuencia de las gravísimas lesiones padecidas en el aplastamiento sufrido en el
vomitorio, sin que Simón Viñals Pérez y Carlos Viñals Larruga les prestaran la asistencia
médica que precisaban durante el tiempo que permanecieron en el botiquín que gestionaban
antes de que llegara al mismo el Samur aumentando así la posibilidad de que no pudieran
recuperarse de las lesiones sufridas, no resultando acreditado, sin embargo, que en el
supuesto de que les hubieran prestado una asistencia correcta las fallecidas hubieran podido
salvar su vida.

Teresa Alonso Vinatea, nació el 5 de abril de 1992 y tenía por lo tanto 20 años de
edad en el momento en que se produjeron los hechos. Convivía con sus padres Fernando
Alonso Díaz y Pilar Vinatea Serrano y su hermana menor de edad Mª Matilde Alonso Vinatea.
Fernando Alonso Díaz tuvo que abonar gastos por el entierro de su hija ascendentes a
5.199’77 euros, y ASISA la factura de asistencia a Teresa Alonso en la Fundación Jiménez
Díaz por importe de 48.374’45 euros.

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Belén Langdon del Real, nació el 4 de mayo de 1995 por lo que contaba con 17 años
de edad en la fecha en que sucedieron estos hechos, era hija de Nicolás Langdon Ruiz y
Yolanda del Real Puyuelo, y tenía 6 hermanos: Beatriz, Yolanda, Borja, Enrique, Carlos
Enrique y Natalia, esta última menor de edad en el momento en que se produjeron los hechos.

Cristina Arce de la Fuente nació el 13 de marzo de 1994 por lo que tenía 18 años de
edad cuando sucedieron los hechos, era hija de José Antonio Arce San José y Mª Isabel de la
Fuente Morales y tenía una única hermana Verónica Arce de la Fuente, mayor de edad, la cual
convivía con ella.

Rocío Oña Pineda, nacida el 14 de julio de 1994 contaba en consecuencia 18 años de


edad cuando se produjeron los hechos y era hija única de José Ignacio Oña Ruiz y de Vanesa
Pineda Guilloux.

Katia Esteban Casielles nació el 4 de octubre de 1994, tenía 18 años de edad y


convivía hasta su fallecimiento con su padre Ángel María Esteban Sanz, viudo, y su hermana
Tania Esteban Casielles.

Los padres y hermanos en su caso de las víctimas sufrieron un gran dolor como
consecuencia del fallecimiento de las mismas, producido cuando a su joven edad, asistían a
un espectáculo musical, siendo impensable que pudieran perder allí la vida.

Por otra parte, como consecuencia de los hechos descritos, sucedidos en el interior
del pabellón Madrid Arena durante el evento, sufrieron lesiones los siguientes asistentes al
mismo para cuya curación precisaron de tratamiento médico posterior a la primera asistencia
facultativa:

1-.Carmen Rodríguez Romero, de 18 años de edad en la fecha de los hechos, amiga


de Katia Esteban, Cristina Arce y Rocío Oña, sufrió lumbalgia y coxalgia postraumática,
traumatismo en rodilla izquierda y trastorno de ansiedad por estrés postraumático, curando,
con tratamiento sintomático para las lesiones físicas, y tratamiento psicofarmacológico y
psicoterapéutico para el trastorno de ansiedad, en 180 días de los cuales 90 fueron
impeditivos quedándole como secuelas gonalgia en rodilla sin limitación funcional y trastorno
leve de ansiedad por estrés postraumático.

2-.Belén Sastre Munárriz, de 16 años en la fecha de los hechos, y amiga de Belén


Langdon, sufrió abrasiones en región lumbar baja izquierda y región escapular izquierda,
fractura de epicóndilo izquierdo no desplazada, contusión costal y trastorno adaptativo por la
situación de duelo, de lo que tardó en curar 60 días estando 30 de ellos impedida para sus
ocupaciones habituales, precisando de tratamiento consistente en inmovilización del miembro
superior izquierdo, tratamiento rehabilitador y tratamiento psicológico, quedándole como

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RECURSO CASACION/2019/2016

secuelas tenues machas hipercrómicas de 3x2 cm en región escapular izquierda y de 4x3 cm


región lumbar baja izquierda así como trastorno adaptativo reactivo a la pérdida de una amiga
en grado leve-moderado.

3-.Amor López Bravo tenía 17 años en la fecha de los hechos y sufrió contusiones
con eritema en codo izquierdo, pómulo derecho, rodilla izquierda y trastorno de ansiedad por
estrés postraumático, que sanaron con tratamiento psicoterapéutico y psicofarmacológico en
180 días de los cuales 7 estuvo impedida para sus ocupaciones habituales, quedando como
secuela trastorno leve de ansiedad por estrés postraumático.

4-.Arancha Concepción Espinosa García, de 23 años en la fecha de los hechos, sufrió


artritis postraumática en las articulaciones interfalángicas proximales de los dedos 4° y 5° de la
mano derecha para cuya curación precisó de inmovilización con férula de yeso en mano y
antebrazo derechos y tratamiento sintomático, tardando en sanar 40 días de los cuales 21
fueron impeditivos para sus ocupaciones habituales.

5-.Miguel Hernández Saiz de 20 años de edad en la fecha de los hechos, sufrió


tendinitis en manguito rotadores hombro izquierdo, de la que sanó tras la inmovilización con
cabestrillo del hombro izquierdo y tratamiento farmacológico por vía oral, en 30 días de los
cuales 14 días estuvo impedido para sus ocupaciones habituales.

6-.Sandra Fuentetaja Álvarez tenía 20 años en la fecha de los hechos y sufrió


luxación de rodilla derecha para cuya curación precisó de inmovilización con vendaje y
tratamiento sintomático y posterior retirada del vendaje, tardando en curar 90 días, de los
cuales 30 fueron impeditivos para sus ocupaciones habituales.

7-.Gonzalo Encinas San Juan de 20 años en la fecha de los hechos, sufrió


traumatismo en rodilla derecha en la que ya presentaba una patología previa con
antecedentes de intervención quirúrgica en la misma, precisando para su curación, después
de la primera asistencia, de vendaje compresivo inicial, analgésicos antiinflamatorios, profilaxis
antitrombótica, y reposo relativo y tardando en curar 45 días de los cuales 21 estuvo impedido
para sus ocupaciones habituales. Le queda como secuela rotura de la plastia del ligamento
cruzado anterior.

8-.Estefanía Sancho Álvarez, quien tenía 22 años en la fecha de los hechos sufrió
amplia herida en cara anterior pierna derecha y trastorno de ansiedad por estrés
postraumático, precisando para su curación de numerosas curas locales de la herida y
tratamiento psicoterapéutico alcanzando la sanidad a los 190 días de los cuales 21 estuvo
impedida para sus ocupaciones habituales. Le quedan como secuelas: trastorno de ansiedad
por estrés postraumático en grado leve-moderado; una cicatriz elíptica de 5 por 2,5 cms de
diámetro, con una coloración más tenue que el resto de la pierna y un ligero hundimiento de
unos 0,2 cms y otra lineal de 6 cms, ambas en cara anterior pierna derecha.

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9-.María Alejandra Lozano Fernández, de 18 años en la fecha de los hechos, sufrió


cervicalgia y dorsalgia postraumática, contusión torácica y trastorno de ansiedad por estrés
postraumático en grado leve, de lo que tardó en curar con tratamiento sintomático (analgesia y
antiinflamatorios por vía oral) 30 días de los cuales estuvo 7 impedida para sus ocupaciones
habituales, quedando como secuela trastorno de estrés postraumático en grado muy leve.

10-.María Casado Peralta tenía 18 años en la fecha de los hechos y sufrió contusión
en mano derecha y contusión torácica, de los que curó con tratamiento consistente en vendaje
compresivo y fármacos antiinflamatorios por vía oral en 14 días no impeditivos.

11-.Gracia Elvira Alcalá Fernández, de 17 años en la fecha de los hechos sufrió


contractura muscular dorsal y lumbar y trastorno de ansiedad por estrés postraumático,
precisando para su curación de tratamiento psicológico durante 26 días no impeditivos
quedándole como secuela trastorno de ansiedad por estrés postraumático en grado leve.

12-.Sandra Regidor Ballesteros de 21 años en la fecha de los hechos sufrió trastorno


de ansiedad por estrés postraumático, contractura muscular cervical, contusión costal
izquierda y contusión abdominal, precisando para su curación de tratamiento sintomático y
rehabilitador, así como de tratamiento psicofarmacológico y psicoterapéutico durante 186 días
de los cuales 45 estuvo impedida para sus ocupaciones habituales, quedándole como secuela
un trastorno de ansiedad por estrés postraumático en grado leve.

13-.Eduardo Fernando Iglesias Sevares tenía 20 años en la fecha de los hechos, y


sufrió trastorno de ansiedad por estrés postraumático, sanando con psicoterapia sin
psicofármacos en 90 días de los cuales 3 fueron impeditivos.

14-.Laura Manzanares Gurruchaga, de 21 años en la fecha de los hechos, sufrió


policontusiones y trastorno de ansiedad reactivo curando, tras tratamiento sintomático y
psicológico, en 60 días no impeditivos y quedándole como secuela ligero estado de ansiedad
que no ha precisado abordaje psicofarmacológico.

También resultaron lesionados los siguientes asistentes, los cuales sólo precisaron
para su curación de una primera asistencia facultativa:

1-.Aaron Benito Castro, de 22 años en la fecha de los hechos, sufrió eritema en


ambas muñecas y dorso de ambos pies y tobillo, contusión en tobillo derecho, lesión abrasiva
en codo derecho y estado de ansiedad, por el cual no ha requerido tratamiento, curando en 30
días uno de los cuales estuvo impedido para sus ocupaciones habituales.

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2-.Lucía Ramos Velasco tenía 18 años en la fecha de los hechos y sufrió contusión
torácica, curando en 14 días no impeditivos sin necesidad de tratamiento posterior a la primera
asistencia facultativa.

3-.María Macarena González Ramírez, quien tenía 18 años en la fecha de los hechos
sufrió contusión en muslo derecho de lo que tardó en curar 21 días de los cuales 7 días fueron
impeditivos sin necesidad de tratamiento posterior a la primera asistencia facultativa.

4-.Alba Gómez Muñoz, de 19 años en la fecha de los hechos, sufrió contusión en


muslo izquierdo con escoriación, contractura muscular cervical, dorsal y lumbar y estado de
ansiedad, sanando tras tratamiento sintomático en 30 días de los cuales 5 fueron impeditivos,
quedándole como secuela una mancha de 5x2 cm en región lateral externa y media del muslo
izquierdo, acompañada de un ligero hundimiento de la zona, de aproximadamente 0,4 cms que
le causa un perjuicio estético moderado.

5-.Selma Al Hamouti López tenía 20 años en la fecha de los hechos, y sufrió


contractura muscular cervical y contusión costal, curando con tratamiento sintomático en 30
días no impeditivos.

6-.Clara López García, de 18 años en la fecha de los hechos, sufrió contusión torácica
de la que sanó con tratamiento sintomático en 7 días no impeditivos.

7-.Verónica Cecilia Abad Cascardo, de 23 años en la fecha de los hechos, sufrió


contusión costal derecha, algias en brazos y cuello y trastorno de ansiedad, de lo que tardó en
curar 30 días no impeditivos, precisando para ello solamente de la primera asistencia
facultativa.

8-.Marina Sonia López Rocamora tenía 23 años en la fecha de los hechos, y sufrió
policontusiones con hematomas en piernas, sanando tras tratamiento sintomático en 14 días
no impeditivos.

9-.María Medina Santamaría, de 22 años en la fecha de los hechos, sufrió hematomas


en ambas rodillas, pierna derecha y cara interna tobillo izquierdo, curando sin necesidad de
tratamiento médico en 21 días no impeditivos.

10-.Irene Ruiz Méndez, de 24 años en la fecha de los hechos, sufrió policontusiones


sanando con la primera asistencia facultativa en 30 días, siendo 2 de ellos impeditivos para
sus ocupaciones habituales.

11-.Marina Márquez Tallada tenía 20 años en la fecha de los hechos, y sufrió


equimosis en el muslo izquierdo y dolor en el codo y tobillo izquierdos, sanando tras
tratamiento sintomático en 5 días no impeditivos.

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RECURSO CASACION/2019/2016

12-.Ana Peinado Martín, de 18 años en la fecha de los hechos, sufrió hematoma y


traumatismo en rodilla derecha, curando con tratamiento sintomático en 7 días no impeditivos.

13-.Miguel Lorente Martínez tenía 18 años en la fecha de los hechos y sufrió


contusión en ambas rodillas de lo que curó, con la primera asistencia facultativa, en 21 días
durante los cuales no estuvo impedido para sus ocupaciones habituales.

14-.Paula Jerez Torres contaba 19 años de edad en la fecha de los hechos y sufrió
trastorno de ansiedad y contractura muscular torácica por comprensión torácica, curando, tras
tratamiento sintomático, en 30 días no impeditivos.

15.- Cristina Serrato Schou, de 20 años de edad cuando se produjeron los hechos,
sufrió traumatismo torácico-fisura esternal, curando tras una primera asistencia facultativa
consistente en reposo, fisioterapia respiratoria y antiinflamatorios orales, en 15 días de los
cuales 7 fueron impeditivos.

Diviertt tenía asegurada la responsabilidad civil que pudiera derivarse del ejercicio de
su actividad mediante póliza suscrita con la aseguradora Mapfre Seguros de Empresas Cía. de
Seguros y Reaseguros S.A. hasta el límite de 1.500.000 euros para el total de las víctimas
afectadas, con una franquicia de 300 euros.

Madridec tenía suscrita póliza de responsabilidad civil con la entidad AIG Europe,
Sucursal en España (antes denominada Chartris) por los daños causados a terceros
originados en la explotación de la actividad de dicha sociedad, hasta el límite de 6.000.000 de
euros por siniestro y 600.000 euros por víctima.

Seguriber tenía asegurada la responsabilidad civil por los daños a terceros causados
por sus empleados en el ejercicio de su actividad profesional con la entidad Hiscox Insurance
Company LTD, hasta el límite de 6.020.000 euros por reclamación y anualidad con una
franquicia de 1.500 euros.

El Ayuntamiento de Madrid, propietario del edificio en el que se produjeron los


hechos, tenía concertada una póliza de seguro con la entidad aseguradora “Zúrich Insurance
PLC, Sucursal en España” que cubría los daños y perjuicios que se pudieran ocasionar a
terceros en el desempeño de la actividad profesional, con un límite de 6.000.000 de euros.>>

SEGUNDO.-La Audiencia de instancia dictó el siguiente


pronunciamiento:
<<1) Que debemos condenar y condenamos a:
- Miguel Ángel Flores Gómez como autor penalmente responsable de cinco delitos de
homicidio por imprudencia grave, previstos y penados en el art. 142. 1 del C.P. y de catorce

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delitos de lesiones por imprudencia grave previstos y penados en el art. 152.1.1º del C.P.,
todos ellos en concurso ideal del art. 77 del C.P., sin la concurrencia de circunstancias
modificativas de la responsabilidad criminal, a la pena de cuatro años de prisión con las
accesorias de inhabilitación especial para el ejercicio profesional de cualquier actividad en
relación con la organización y celebración de eventos y/o espectáculos y de inhabilitación
especial para el derecho de sufragio pasivo, en ambos casos, durante el tiempo de la
condena, imponiéndosele la 1/15 parte de las costas del presente juicio incluidas las de las
acusaciones particulares.
- Francisco del Amo López como autor penalmente responsable de cinco delitos de
homicidio por imprudencia grave, previstos y penados en el art. 142. 1 del C.P. y de catorce
delitos de lesiones por imprudencia grave previstos y penados en el art. 152.1.1º del C.P.,
todos ellos en concurso ideal del art. 77 del C.P., sin la concurrencia de circunstancias
modificativas de la responsabilidad criminal, a la pena de tres años de prisión con las
accesorias de inhabilitación especial para el ejercicio profesional de cualquier actividad en
relación con la organización y celebración de eventos y/o espectáculos y de inhabilitación
especial para el derecho de sufragio pasivo, en ambos casos, durante el tiempo de la
condena, imponiéndosele la 1/15 parte de las costas del presente juicio incluidas las de las
acusaciones particulares.
- Santiago Rojo Buendía como autor penalmente responsable de cinco delitos de
homicidio por imprudencia grave, previstos y penados en el art. 142. 1 del C.P. y de catorce
delitos de lesiones por imprudencia grave previstos y penados en el art. 152.1.1º del C.P.,
todos ellos en concurso ideal del art. 77 del C.P., sin la concurrencia de circunstancias
modificativas de la responsabilidad criminal, a la pena de tres años de prisión con las
accesorias de inhabilitación especial para el ejercicio profesional de cualquier actividad en
relación con la organización y celebración de eventos y/o espectáculos, y la inhabilitación
especial para el derecho de sufragio pasivo, en ambos casos, durante el tiempo de la
condena, imponiéndosele la 1/15 parte de las costas del presente juicio incluidas las de las
acusaciones particulares.
- Miguel Ángel Morcillo Pedregal, como autor penalmente responsable de cinco delitos
de homicidio por imprudencia grave, previstos y penados en el art. 142. 1 del C.P. y de
catorce delitos de lesiones por imprudencia grave previstos y penados en el art. 152.1.1º del
C.P., todos ellos en concurso ideal del art. 77 del C.P., sin la concurrencia de circunstancias
modificativas de la responsabilidad criminal, la pena de dos años, seis meses y un día de
prisión con las accesorias de inhabilitación especial para el ejercicio profesional de cualquier
actividad en relación con la organización y celebración de eventos y/o espectáculos y de
inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo, en ambos casos, durante el
tiempo de la condena, imponiéndosele la 1/15 parte de las costas del presente juicio
incluidas las de las acusaciones particulares.
- Carlos Manzanares Rodríguez como autor penalmente responsable de cinco delitos
de homicidio por imprudencia grave, previstos y penados en el art. 142. 1 del C.P. y de
catorce delitos de lesiones por imprudencia grave previstos y penados en el art. 152.1.1º del
C.P., todos ellos en concurso ideal del art. 77 del C.P., sin la concurrencia de circunstancias

23
RECURSO CASACION/2019/2016

modificativas de la responsabilidad criminal, a la pena de dos años, seis meses y un día de


prisión con las accesorias de inhabilitación especial para el ejercicio profesional de la
organización del control de acceso en cualquier tipo de eventos y/o espectáculos y de
inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo, en ambos casos durante el tiempo
de la condena, imponiéndosele la 1/15 parte de las costas del presente juicio incluidas las
de las acusaciones particulares.
- Juan José Paris Nalda como autor penalmente responsable de cinco delitos de
homicidio por imprudencia menos grave previstos y penados en el art. 142.2 del C.P., de
acuerdo con la modificación introducida en el mismo por L.O. 1/2015 de 30 de marzo, en
concurso ideal todos ellos de conformidad con lo dispuesto en el art. 77 del C.P., sin la
concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal, a la pena de
doce meses de multa, con una cuota diaria de 10 euros y la responsabilidad personal
subsidiaria prevista legalmente en el art. 53 del C.P. para el caso de impago,
imponiéndosele la 1/15 parte de las costas del presente juicio incluidas las de las
acusaciones particulares.
- Raúl Monterde Guillermo como autor penalmente responsable de cinco delitos de
homicidio por imprudencia menos grave previstos y penados en el art. 142.2 del C.P., de
acuerdo con la modificación introducida en el mismo por L.O. 1/2015 de 30 de marzo, en
concurso ideal todos ellos de conformidad con lo dispuesto en el art. 77 del C.P., sin la
concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal, a la pena de
doce meses de multa, con una cuota diaria de 10 euros y la responsabilidad personal
subsidiaria prevista legalmente en el art. 53 del C.P. para el caso de impago,
imponiéndosele la 1/15 parte de las costas del presente juicio incluidas las de las
acusaciones particulares.
2) Que debemos absolver y absolvemos a Rafael Pastor Martín al haber sido
despenalizadas las faltas de homicidio y lesiones por imprudencia leve de las que era
responsable por la reforma introducida en el C.P. por Ley 1/2015 de 30 de marzo,
declarándose de oficio la 1/15 parte de las costas procesales, no procediendo la imposición
de dichas costas a las acusaciones particulares.
3) Que debemos absolver y absolvemos a José Ruiz Ayuso, José Antonio Díaz
Romero, Roberto Mateos García, Emilio Belliard Cueto, Simón Viñals Pérez, Carlos Viñals
Larruga, y Emilio Monteagudo Parralejo de los delitos de los que eran acusados en el
presente procedimiento, declarándose de oficio las 7/15 partes de las costas procesales, no
procediendo la imposición de dichas costas a las acusaciones particulares.
Miguel Ángel Flores Gómez, Santiago Rojo Buendía, Miguel Ángel Morcillo Pedregal,
Carlos Manzanares Rodríguez, Francisco del Amo López, Juan José Paris Nalda, Raúl
Monterde Guillermo y Rafael Pastor Martín indemnizarán conjunta y solidariamente a los
perjudicados que se relacionan en las siguientes cantidades:
1. Familia de Katia Esteban Casielles:
-Ángel María Esteban Sanz: 250.000 euros
-Tania Esteban Casielles: 90.000 euros
2. Familia de Cristina Arce de la Fuente:

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RECURSO CASACION/2019/2016

- José Antonio Arce San José y Mª Isabel de la Fuente Morales: 250.000 euros
- Verónica Arce de la Fuente: 90.000 euros
3. Familia de Rocío Oña Pineda:
- José Antonio Oña Ruiz: 150.000 euros
- Vanesa Pineda Guilloux: 150.000 euros
- José Antonio Oña Ruiz: 3.208’39 euros (gastos de sepelio)
4. Familia de Belén Langdon del Real:
- Nicolás Langdon Ruiz y Yolanda del Real Puyuelo: 250.000 euros
- Natalia Langdon del Real: 80.000 euros
- Carlos Enrique Langdon del Real, Enrique Langdon del Real, Borja Langdon del
Real, Yolanda Langdon del Real y Beatriz Langdon del Real: 31.634’69 euros para cada uno
de ellos.
- Nicolás Langdon Ruiz: 2.176’18 euros (gastos de sepelio)
5. Familia de Teresa Alonso Vinatea:
- Fernando Alonso Díaz y Pilar Vinatea Serrano: 250.000 euros
- María Matilde Alonso Vinatea: 100.000 euros
- Herederos de Teresa Alonso Vinatea: 2.500 euros (días hospitalización)
-Fernando Alonso Díaz: 5.199’77 euros (gastos de sepelio)
Lesionados:
-A Carmen Rodríguez Romero en la cantidad de 19.000 euros por las lesiones y
secuelas sufridas.
-A Belén Sastre Munárriz en la cantidad de 34.326,77 euros por las lesiones y
secuelas sufridas.
-A Amor López Bravo en la cantidad de 11.052,79 euros, por las lesiones y secuelas
sufridas.
-A Arancha Concepción Espinosa García en la cantidad de 3.009,24 euros, por las
lesiones causadas.
-A Miguel Hernández Saiz en la cantidad de 2.179,02 euros, por las lesiones
causadas.
-A Sandra Fuentetaja Álvarez en la cantidad de 6.002,87 euros, por las lesiones
causadas.
-A Gonzalo Encinas San Juan en la cantidad de 14.559,93 euros, por las lesiones y
secuelas sufridas.
-A Estefanía Sancho Álvarez en la cantidad de 27.809,78 euros, por las lesiones y
secuelas sufridas.
-A María Alejandra Lozano Fernández en la cantidad de 3.273,86 euros, por las
lesiones y secuelas sufridas.
-A María Casado Peralta en la cantidad de 726,03 euros, por las lesiones causadas.
-A Gracia Elvira Alcalá Fernández en la cantidad de 2.754,81 euros, por las lesiones y
secuelas sufridas.
-A Sandra Regidor Ballesteros en la cantidad de 18.785,22 euros, por las lesiones y
secuelas sufridas.

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RECURSO CASACION/2019/2016

-A Cristina Serrato Schou en la cantidad de 1.089,51 euros, por las lesiones y


secuelas sufridas.
-A Eduardo Fernando Iglesias Sevares en la cantidad de 4.800,91 euros, por las
lesiones.
-A Laura Manzanares Gurruchaga en la cantidad de 4.413,65 euros, por las lesiones y
secuelas sufridas.
-A Aarón Benito Castro en la cantidad de 1.600,30 euros, por las lesiones.
-A Lucía Ramos Velasco en la cantidad de 726,03 euros, por las lesiones.
-A María Macarena González Ramírez en la cantidad de 1.400,67 euros, por las
lesiones.
-A Alba Gómez Muñoz en la cantidad de 13.069,77 euros, por las lesiones y secuelas
sufridas.
-A Selma Al Hamouti López en la cantidad de 1.555,79 euros, por las lesiones.
-A Clara López García en la cantidad de 363,02 euros, por las lesiones.
-A Verónica Cecilia Abad Cascardo en la cantidad de 1.555,79 euros, por las lesiones.
-A Marina Sonia López Rocamora en la cantidad de 726,03 euros, por las lesiones.
-A María Medina Santamaría en la cantidad de 1.089,05 euros, por las lesiones.
-A Irene Ruiz Méndez en la cantidad de 1.644,82 euros, por las lesiones.
-A Marina Márquez Tallada en la cantidad de 259,30 euros, por las lesiones.
-A Ana Peinado Martín en la cantidad de 363,02 euros, por las lesiones.
-A Miguel Lorente Martínez en la cantidad de 1.089,05 euros, por las lesiones.
-A Paula Jerez Torres en la cantidad de 1.555,79 euros, por las lesiones.
A la entidad ASISA en la cantidad de 48.374,45 euros, por los gastos de asistencia
médica a Teresa Alonso Vinatea.
Se declara la responsabilidad civil subsidiaria de Diviertt S.L., Madrid Destino, Cultura,
Turismo y Negocio S.A. en sustitución de Madrid Espacios y Congresos S.A., Seguriber
S.L.U., Kontrol 34 S.L., y del Ayuntamiento de Madrid.
Se declara la responsabilidad civil directa de Mapfre Seguros de Empresas Compañía
de Seguros y Reaseguros S.A, AIG Europe, Sucursal en España, Hiscox Insurance
Company y Zúrich Insurance PLC, Sucursal en España.
Las cantidades fijadas como indemnización en la presente sentencia devengarán los
intereses previstos en el art. 576 de la L.E.C. salvo para las referidas entidades
aseguradoras a las que se imponen los intereses del art. 20 de la L.C.S.
Abónesele a Miguel Ángel Flores Gómez, para el cumplimiento de la pena privativa de
libertad impuesta el tiempo en que estuvo privado de libertad por esta causa si no le hubiera
sido abonado ya en otra.
Notifíquese esta sentencia a las partes haciéndoles saber que contra la misma
pueden interponer Recurso de Casación, ante la Sala Segunda del Tribunal Supremo, por
infracción de Ley o quebramiento de forma, en el plazo de CINCO DIAS, a contar desde la
última notificación.
Así, por esta nuestra Sentencia, de la que se llevará certificación al Rollo de Sala y se
anotará en los Registros correspondientes lo pronunciamos, mandamos y firmamos.>>

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RECURSO CASACION/2019/2016

TERCERO.- Notificada en forma la anterior resolución a las partes


personadas se preparó recurso de casación por infracción de Ley, de precepto
constitucional y quebrantamiento de forma, por las representaciones legales de
DON MIGUEL ÁNGEL FLORES, DON MIGUEL ÁNGEL MORCILLO
PEDREGAL, DON SANTIAGO ROJO BUENDÍA, DON FRANCISCO DEL
AMO LÓPEZ, DON RAFAEL PASTOR MARTÍN, DON CARLOS
MANZANARES RODRÍGUEZ, DON JUAN JOSÉ PARIS NALDA, DON RAÚL
MONTERDE GUILLERMO, FAMILIARES DE DOÑA KATIA ESTEGAN,
FAMILIARES DE DOÑÁ CRISTINA ARCE DE LA FUENTE, las entidades
mercantiles DIVIERTT, SL, SEGURIBER, SLU y KONTROL, SL, y las
entidades aseguradoras MAPFRE, AIG EUROPE, HISCOX INSURANCE,
ZURICH INSURANCE, que se tuvo anunciado; remitiéndose a esta Sala
Segunda del Tribunal Supremo las certificaciones necesarias para su
sustanciación y resolución, formándose el correspondiente Rollo y
formalizándose el recurso.

CUARTO.- El recurso de casación formulado por la representación


legal de DON MIGUEL ÁNGEL FLORES GÓMEZ, DON MIGUEL ÁNGEL

MORCILLO PEDREGAL, DON SANTIAGO ROJO BUENDÍA y la entidad


mercantil DIVIERTT, S.L, se basó en los siguientes MOTIVOS DE
CASACIÓN:
Motivo primero.- Por infracción de precepto constitucional, y
concretamente, del derecho fundamental al derecho a la defensa y a un
juicio con todas las garantías y sin indefensión, ex art. 24.2 de la
Constitución Española, al haberse desestimado indebidamente la cuestión
previa de nulidad de actuaciones formulada al principio del juicio
Motivo segundo.- Por quebrantamiento de forma, al amparo de
art. 851.1 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal (LECrim), por no incluirse
entre los hechos declarados probados, con la debida precisión y exactitud
los que luego así se consideran para su subsunción en el tipo penal por el
que se condena a mis mandantes.

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RECURSO CASACION/2019/2016

Motivo tercero.- Por infracción de precepto constitucional, y


concretamente, del derecho fundamental a la presunción de inocencia,
recogido en el art. 24.2 de la Constitución Española, y de la doctrina
constitucional y jurisprudencial sobre el mismo, al amparo del art. 852
LECrim, en relación con el art. 5.4 de la Ley Orgánica del Poder Judicial
(LOPJ), por inexistencia de todo indicio revestido de prueba de cargo
suficiente para enervar la presunción de inocencia.
Motivo cuarto.- Por infracción de precepto constitucional, y
concretamente, del derecho fundamental a la presunción de inocencia,
recogido en el art. 24.2 de la Constitución Española, y de la doctrina
constitucional y jurisprudencial sobre el mismo, al amparo del art. 852
LECrim, en relación con el art. 5.4 de la Ley Orgánica del Poder Judicial
(LOPJ), por existir en todo caso una inferencia absolutamente ilógica y
arbitraria entre los indicios declarados supuestamente acreditados y los
hechos en los que luego se funda la sentencia condenatoria
Motivo quinto.- Por infracción de Ley, al amparo de art. 849.2º de
la LECrim, al haber existido error en la apreciación de la prueba, por error
evidente en la apreciación de los documentos obrantes en autos,
designando a este efecto como particulares, ex art. 855 LECrim.
Motivo sexto.- Por infracción de ley, al amparo del art. 849.1º de la
LECrim, por vulnerar la sentencia los arts. 142.1 y 152.1.1ª del código
Penal, al no cumplirse ni los requisitos legales ni los jurisprudenciales
sobre la infracción de las reglas de cuidado objetivamente debido en
cuanto al aforo permitido y al control de acceso, ignorándose e incluso
excluyéndose expresa y arbitrariamente las contundentes pruebas
exculpatorias en esta materia.
Motivo séptimo.- Por infracción de ley, al amparo del art. 849.1º
de la LECrim, por vulnerar la sentencia los arts. 142.1 y 152.1.1ª del

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RECURSO CASACION/2019/2016

Código Penal, al no cumplirse ni los requisitos legales ni los


jurisprudenciales sobre la infracción de las reglas de cuidado
objetivamente debido en cuanto a las obligaciones de seguridad
(inexistentes) en el desarrollo del evento, y al control (imposible) de aforo
por planta), mediante la única empresa de seguridad existente en el
mismo e impuesta por el organizador (SEGURIBER), completamente ajena
a la autoridad empresarial de los acusados, como arbitrariamente
contradice la sentencia.
Motivo octavo.- Por infracción de ley, al amparo del art. 849.1º de
la LECrim, por vulnerar la sentencia los arts. 142.1 y 152.1.1ª del Código
Penal, al no cumplirse ni los requisitos legales ni los jurisprudenciales
sobre la exigencia de nexo causal suficiente y acreditado entre las
actuación de los acusados y el resultado dañoso, por ignorarse
deliberadamente las pruebas exculpatorias concernientes a la inidoneidad
e ilegalidad absoluta del recinto para este tipo de eventos, conocida por el
titular del recinto, acreditada en autos documental y pericialmente.
Motivo noveno.- Por infracción de ley, al amparo del art. 849.1º de
la LECrim, por vulnerar la sentencia los arts. 142.1 y 152.1.1ª del Código
Penal, al no cumplirse ni los requisitos legales ni los jurisprudenciales
sobre la infracción de las reglas de cuidado objetivamente debido en
cuanto a la indebida aplicación que realiza de la Ley 17/1997 de 4 de julio
de Espectáculos Públicos de la Comunidad de Madrid y su Reglamento
aprobado por Real Decreto 2816/87, que en nada son de aplicación al
promotor del evento cuando el organizador es el titular del recinto, como
es el caso.
Motivo décimo.- Por infracción de ley, al amparo de art. 849.1º de
la LECrim, por vulnerar la sentencia el art. 14 del CP, al no apreciar la
existencia de un claro error de prohibición en su caso, relativo a las

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RECURSO CASACION/2019/2016

condiciones legales del recinto y las obligaciones de control de aforo,


control de acceso y seguridad, en todo alteradas y/o vulneradas o
desconocidas por el propio titular del recinto en perjuicio de los acusados.

El recurso de casación formulado por la representación legal de DON


FRANCISCO DEL AMO LÓPEZ, se basó en los siguientes MOTIVOS DE
CASACIÓN:
Motivo primero.- Por infracción de Ley del artículo 849.2º de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal debido a error en la apreciación de la prueba basado
en documentos obrantes en Autos.
Motivo segundo.- Por infracción de precepto constitucional, al amparo
de los arts. 852 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal y del art. 5.4 de la Ley
Orgánica del Poder Judicial, al entender esta parte que la sentencia vulnera el
artículo 24 (apartados 1 y 2) de la Constitución Española: Derecho a la tutela
judicial efectiva y a la presunción de inocencia.
Motivo tercero.- Por infracción de Ley al amparo del art. 849.1º de la
Ley de Enjuiciamiento Criminal por incorrecta aplicación de los artículos 142 y
152 del Código Penal.

El recurso de casación formulado por la representación legal de DON


RAFAEL PASTOR MARTIN, se basó en los siguientes MOTIVOS DE
CASACIÓN:
Motivo primero y único.-Por infracción de precepto constitucional, al
amparo de los arts. 852 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal y del art. 5.4 de la
Ley Orgánica del Poder Judicial, al entender esta parte que la sentencia
vulnera el artículo 24 (apartados 1 y 2) de la Constitución Española: Derecho a
la tutela judicial efectiva y a la presunción de inocencia.

El recurso de casación formulado por la representación legal de DON

CARLOS MANZANARES RODRÍGUEZ y KONTROL 34, SL se basó


en los siguientes MOTIVOS DE CASACIÓN:
Motivo primero.- Por infracción de precepto constitucional, al amparo
del art. 852 de la LECrim., al haberse VULNERADO EL DERECHO

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RECURSO CASACION/2019/2016

FUNDAMENTAL A LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA, CONSAGRADO EN


EL ARTÍCULO 24.2 DE NUESTRA CARTA MAGNA.
Motivo segundo.- Por infracción de ley, al amparo del art. 849.1 de la
LECrim., al infringirse principio penal sustantivo, lo que ha implicado que en la
sentencia recurrida se haya producido una APLICACIÓN INDEBIDA DE LOS
ARTÍCULOS 142.1, 152.1.1º y 77 del Código Penal.

El recurso de casación formulado por la mercantil KONTROL, SL se


basó en los siguientes MOTIVOS DE CASACIÓN:
Motivo primero.- Por infracción de precepto constitucional, al amparo
del art. 852 de la LECrim., al haberse VULNERADO EL DERECHO
FUNDAMENTAL A LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA, CONSAGRADO EN
EL ARTÍCULO 24.2 DE NUESTRA CARTA MAGNA, por aplicación indebida
de los artículos 142.1, 152.1.1º y 77 del Código Penal.
Motivo segundo.- Por infracción de ley, al amparo del art. 849.1 de la
LECrim., al infringirse principio penal sustantivo, lo que ha implicado que en la
sentencia recurrida se haya producido una APLICACIÓN INDEBIDA DE LOS
ARTÍCULOS 142.1, 152.1.1º y 77 del Código Penal.

El recurso de casación formulado por los familiares de DOÑA KATIA


ESTEBAN CASIELLES, su padre DON ÁNGEL MARÍA ESTEBAN SANZ, su
hermana DOÑA TANIA ESTEBAN CASIELLES, se basó en los siguientes
MOTIVOS DE CASACIÓN:
Motivo primero.- Amparado en el art. 852 de la LECrim. y el art. 5.4 de
la LOPJ por vulneración del derecho fundamental a la tutela judicial efectiva.
Motivo segundo.- Al amparo del art. 849.1 de la LECrim. por
aplicación indebida del art. 142.1 y 3 del C. penal.
Motivo tercero.- Amparado en el art. 849.1 de la LECrim., por
infracción de Ley por aplicación indebida de los arts. 109 y ss y de modo
especial los arts. 110 y 115 del C. penal.

El recurso de casación formulado por los familiares de DOÑA


CRISTINA ARCE DE LA FUENTE su padre D. José Antonio Arce San José, su
madre Dña. Isabel de la Fuente Morales y su hermana Dña. Verónica Arce de
la Fuente, se basó en los siguientes MOTIVOS DE CASACIÓN:

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RECURSO CASACION/2019/2016

Motivo primero.- Por infracción de precepto constitucional, al amparo


del articulo 5.4 de la Ley Orgánica del Poder Judicial y del articulo 852 de la Ley
de Enjuiciamiento Criminal, en relación con el articulo 24 de la Constitución
Española por vulneración del derecho a la tutela judicial efectiva sin
indefension.
Motivo segundo.-Por infracción de ley, al amparo del articulo 849
apartado 1º de la Lecrim, por inaplicacion indebida de los artículos 142-1 y 3 del
C.P. Entendiendo y solicitando que los hechos probados se estiman
subsumibles o incardinables en los citados artículos del Código Penal, relativa
unicamente a Simón Viñals Pérez.
Motivo tercero.-Por infracción de precepto constitucional, al amparo
del articulo 5.4 de la Ley Orgánica del Poder Judicial y del articulo 852 de la Ley
de Enjuiciamiento Criminal, en relación con el articulo 24 de la Constitución
Española por vulneración del derecho a la tutela judicial efectiva sin
indefension. Relativo a la absolución de Roberto Mateos García.
Motivo cuarto.- Por infracción de ley, al amparo del articulo 849
apartado 1º de la Lecrim, por inaplicacion indebida del artículo 142-1 del C.P.
Entendiendo y solicitando que los hechos probados se estiman subsumibles o
incardinables en el citado artículo del Código Penal, relativo a la absolucion de
Roberto Mateos García.
Motivo quinto- Responsabilidad civil: cantidad fijada por indemnización
en la sentencia . por infracción de ley, al amparo del articulo 849,apartado 1º de
la Ley de Enjuiciamiento Criminal, por inaplicacion indebida de los artículos 109
y siguientes del Código Penal, y en modo especial el articulo 110 y articulo 115
del Código Penal.
Motivo sexto.- Por vulneración de la tutela judicial efectiva del articulo
24 de la Constitución española, al amparo de lo previsto en el articulo 852 de la
Lecrim en concordancia con el articulo 5.4 de la Ley orgánica del Poder
Judicial, vulneración del principio de no discriminación del articulo 14 de la
Constitución española. Carácter subsidiario respecto del anterior motivo.

El recurso de casación formulado por la representación legal de la


entidad aseguradora MAPFRE CÍA. DE SEGUROS Y REASEGUROS, SA se
basó en los siguientes MOTIVOS DE CASACIÓN:

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RECURSO CASACION/2019/2016

Motivo primero.- Por infracción de Ley al amparo del articulo 849.1 de


la Ley de Enjuiciamiento Criminal, al entender que se ha infringido un precepto
penal de carácter sustantivo u otra norma jurídica del mismo carácter, que debe
ser observada en aplicación de la Ley penal, en concreto el artículo 20 en su
apartado 8' de la Ley de Contrato de Seguro. (L.C.S.)
Motivo segundo.- De forma subsidiaria, en relación al primer motivo
expuesto, por infracción de Ley al amparo del artículo 849.1 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal, por entender que, se ha infringido un precepto penal
de carácter sustantivo u otra norma jurídica del mismo carácter, que debe ser
observada en aplicación de la Ley penal, en concreto el artículo 43 de la Ley de
Contrato de Seguro (LC.S.). en relación al art. 20 en su apartados 3, 4' y 8' de
igual norma.
Motivo tercero.- Por infracción de precepto constitucional, al amparo
del artículo 852 L.E.Crim. por entender que se ha vulnerado el derecho
consagrado en el artículo 24, apartado (inciso) II de la Constitución, por cuanto
se ha producido la indefensión de esta parte a la hora de tener un criterio para
cuantificar las indemnizaciones fijadas a favor de los perjudicados y de
enervación de intereses
Motivo cuarto.- Con carácter subsidiario, por infracción de precepto
constitucional, al amparo del artículo 852 L.E.Crim. por entender que se ha
vulnerado el derecho consagrado en el artículo 9, de la Constitución, en cuanto
a la falla de seguridad jurídica de las aseguradoras en relación a la
consignación de indemnizaciones y sus efectos.

El recurso de casación formulado por la representación legal de la


entidad AIG EUROPE SUCURSAL EN ESPAÑA, se basó en los siguientes
MOTIVOS DE CASACIÓN:
Motivo primero.- Infracción de Ley al amparo del art. 849.1º de la Ley
de Enjuiciamiento Criminal por incorrecta aplicación de los arts. 110 y 115 del
Código Penal.
Motivo segundo.- Infracción de Ley al amparo del art. 849.1º de la Ley
de Enjuiciamiento Criminal por incorrecta aplicación del artículo 117 del Código
Penal en relación con los arts. 18 y 20 de la Ley de Contrato de Seguro.
Motivo tercero.- Infracción de precepto constitucional, al amparo de los
arts. 852 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal y del art. 5.4 de la Ley Orgánica

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RECURSO CASACION/2019/2016

del Poder Judicial, al entender que la Sentencia vulnera los arts. 9.3 y 24
(apartados 1 y 2) de la Constitución Española: Derecho a la tutela judicial
efectiva, a un proceso con todas las garantías, todo ello en relación con el
principio de seguridad jurídica.

El recurso de casación formulado por la representación legal de la


entidad HISCOX INSURANCE, se basó en los siguientes MOTIVOS DE
CASACIÓN:
Motivo primero.-. Por infracción de ley, al amparo del artículo 849.1º
de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, en relación con el artículo 847 del mismo
texto legal, por infracción del artículo 20 de la Ley de Contrato de Seguro.
Motivo segundo.- Por infracción de ley y de precepto constitucional, al
amparo del artículo 849.1º de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, en relación con
el artículo 847 del mismo texto legal, por infracción del artículo 116 del Código
Penal y de los artículo 24 y 14 de la CE.
Motivo tercero.- Por infracción de ley, al amparo del artículo 849.1º de
la Ley de Enjuiciamiento Criminal, en relación con el artículo 847 del mismo
texto legal, por infracción del artículo 116 del Código Pen0al.

El recurso de casación formulado por la entidad ZURICH INSURANCE,


se basó en los siguientes MOTIVOS DE CASACIÓN:
Motivo primero.- Al amparo de lo dispuesto en el artículo 849.1º de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal por infracción de los Artículos 116 y 117 del Código Penal en
relación con el artículo 24.1 de la Constitución Española.
Motivo segundo.- Al amparo de lo dispuesto en el art. 849.1º de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal, por aplicación indebida del artículo 20 de la Ley de Contrato
de Seguro 50/1980.
Motivo tercero.- Subsidiariamente; al amparo de lo dispuesto en el art. 849.1°
de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, por infracción del artículo 20, en sus apartados 3
y 8 de la Ley de Contrato de Seguro 50/1980.
Motivo cuarto.- Subsidiariamente y alternativamente al Motivo Tercero: al
amparo de lo dispuesto en el art. 849.1º de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, por
infracción del artículo 20.8 de la Ley de Contrato de Seguro 50/1980.

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RECURSO CASACION/2019/2016

El recurso de casación formulado por DON JUAN JOSÉ PARIS NALDA y


DON RAÚL MONTERDE GUILLERMO y por la entidad mercantil SEGURIBER SLU,
se basó en los siguientes MOTIVOS DE CASACIÓN:
Motivo primero y único.- Al amparo de lo establecido en el art. 849.1
de la LECrim por infracción de Ley y Doctrina Legal, por aplicación indebida del
art. 142.2 CP.

QUINTO.- Son recurridos en la presente causa DON CARLOS


VIÑALS LARRUNGA y DON SIMÓN VIÑALS PÉREZ representados por la
Procuradora Doña Rosa María Martínez Virgili y defendidos por el Letrado Don
José Crespo Torres, DON ROBERTO MATEOS GARCÍA representado por el
Procurador Don Ignacio Melchor Oruña y defendido por el Letrado Don Tomás
Javaloyes Sáez, DON FERNANDO ALONSO y DOÑA PILAR VINATEA padres
de DOÑA TERESA ALONSO representados por el Procurador Don Justo
Guedeja-Marrón de Onís y defendidos por el Letrado Don José Manuel Blas
Torrecilla, DON IGNACIO OÑA RUIZ Y VANESA PINEDA GUILLOUX padres
de DOÑA ROCÍO OÑA representados por la Procuradora Doña Eloisa María
Prieto Palomeque y defendidos por la Letrada Doña Gema Oña Ruiz, DON
NICOLÁS LANGDON RUIZ padre de DOÑA BELÉN LANGDON EL REAL
representado por el Procurador Don Alejandro González Salinas y defendido
por el Letrado Don Abdón Núñez Sáinz, la entidad MADRID DESTINO
CULTURA representada por la Procuradora Doña Virginia Sánchez de León
Herencia y defendida por la Letrada Doña Begoña Lalana Alonso, el
AYUNTAMIENTO DE MADRID representado y defendido por el Letrado Don
José Lorenzo Iglesias, al entidad médica ASISA representada por el Procurador
Don Antonio Miguel Ángel Araque Almendros y defendido por el Letrado Don
Alfredo Comas Redondo y DON EMILIO MONTEAGUDO PARRALEJO
representado por la Procuradora Doña Marita López Vilar y defendido por el
Letrado Don Salvador Díaz Aranda.

SEXTO.- Instruido el Ministerio Fiscal del recurso interpuesto no estimó


necesaria la celebración de vista para su resolución y solicitó la inadmisión del
mismo y subsidiariamente su impugnación por las razones expuestas en su
informe de fecha 1 de febrero de 2017; la Sala admitió el mismo quedando

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RECURSO CASACION/2019/2016

conclusos los autos para señalamiento de vista cuando por turno


correspondiera.

SÉPTIMO.- Hecho el señalamiento para la vista se celebró la misma el día 14


de noviembre de 2017, con la asistencia de: el Ministerio Fiscal, que se ratificó en su
escrito; los letrados recurrentes: Don José Luis Fuertes Suares en defensa de Don
Miguel Angel Flores, Don Miguel Angel Morcillo Pedregal, Don Santiago Rojo Buendía
y la entidad Divertt SL, Don Enrique Fernández Luzón Campos en defensa de Don
Francisco del Amo López y Don Rafael Pastor Martín, Don Óscar Zein Sánchez en
defensa de Don Carlos Manzanares Rodríguez y de la entidad Kontrol 34, SL, Doña
Nayra Cordero Lozano en defensa de los familiares de Doña Katia Esteban Casielles,
Doña María José Siñeriz Terron por los familiares de Doña Cristina del Arce de la
Fuente, Don Pedro Guadalupe Rubio en defensa de la entidad Mapfre, Doña Beatriz
Aizpun Marctillach por la entidad Aig Europe, Sucursal en España, Don Nicolás
Fernández Miranda por la entidad Hiscox Insurance, Doña María González Aboy por la
entidad Zurich Insurance, Don Alfonso Coronel de Palma Martínez-Agulló por la
entidad Seguriber SLU, y por Don Juan José Paris Nalda y Don Raúl Monterde
Guillermo, que informaron sus recursos; y de los Letrados recurridos: Don José
Crespon Torres en defensa de Don Carlos Viñals Larrunga y Don Simón Viñals Pérez,
Don Tomás Javaloyes Sáez por Don Roberto Mateos García, Don José Manuel Blas
Torrecilla en defensa de Don Fernando Alonso y Doña Pilar Vinatea, Doña Gemma
Oña Ruiz en defensa de Don Ignacio Oña Ruiz y Doña Vanesa Pineda Guillox, Doña
Begoña Lalana Alonso en defensa de Madrid Destino Cultura, Don José Lorenzo
Iglesias en defensa del Ayuntamiento de Madrid, Don Alfredo Comas Redondo en
defensa de la entidad Asisa, Don Salvador Díaz Aranda por Don Emilio Monteagudo
Parralejo, que así mismo informaron sus recursos.

FUNDAMENTOS DE DERECHO

PRIMERO.- Se revisa en esta instancia casacional la Sentencia dictada


por la Sección Séptima de la Audiencia Provincial de Madrid, de fecha 21 de
septiembre de 2016, que condenó a los responsables de la empresa municipal
Madridec, a los promotores de la fiesta (Diviertt) y a los directores de las empresas
de seguridad (Seguriber y Kontrol 34), todos ellos responsables del espectáculo que

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RECURSO CASACION/2019/2016

se celebró en el pabellón denominado Madrid-Arena, sito en la Casa de Campo de


Madrid, con el resultado de cinco personas fallecidas y multitud de heridos, suceso
ocurrido la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre de 2012. La Audiencia
absolvió a los dos médicos encargados de la enfermería, pese a declarar que no
realizaron sobre tres de las cinco chicas fallecidas las maniobras de reanimación
que debieron de adoptar, exponiendo como fundamento de tal absolución que no se
había probado si en caso de llevarlas a cabo, como era su deber, el resultado
hubiera sido otro.

Antes de proceder al estudio de los motivos, debe ponerse de


manifiesto que, analizados los hechos probados de la sentencia recurrida, se pone
de relieve una defectuosa organización de la fiesta, espectáculo o evento, tanto por
la improvisación en la venta de entradas, que produce un clarísimo sobreaforo, como
por el desbarajuste en la distribución de pistas (téngase en cuenta que este pabellón
tiene una estructura retráctil, y el aforo se calcula para cada uno de los eventos),
debiéndose controlar por los servicios de seguridad que los movimientos de
personas entre pistas no produjeran aglomeraciones incontroladas de personas en
donde pudiera cundir el pánico (como de hecho ocurrió en el caso enjuiciado); así
como el taponamiento de las puertas de emergencia (también de los vomitorios
interiores) desde la pista central en el nivel inferior, en donde se celebraba el
espectáculo, hecho este de suma gravedad pues tales cierres podrían ocasionar una
tragedia, como así, en efecto, sucedió.

La Audiencia explica cuáles fueron las causas de la avalancha:


sobreaforo, cierre de cinco (de ocho) vomitorios que unen la pista central con el
pasillo perimetral, aperturas del portón de cota cero y del portón de muelle Mónico
para entrada de público, y la incorrecta gestión de flujos del público en las escaleras
entre cota 5 y cota 0 en el sector A.

Y así lo explica en los hechos probados, concluyendo que como


consecuencia de todo lo anterior sobre las 3:35 horas, momento en que la pista
estaba absolutamente masificada por el sobreaforo provocado por la venta de
entradas en número muy superior al permitido, porque se encontraban cerrados al
tránsito de los asistentes cinco de los ocho vomitorios por los que el público podía
salir de la pista hacia el anillo que circundaba la misma o hacia las escaleras para
dirigirse a plantas superiores, y porque en dicha pista, ya absolutamente colapsada,

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RECURSO CASACION/2019/2016

habían entrado miles de personas en un período de tiempo aproximado de unos 28


minutos, muchos de los jóvenes que se encontraban en ella, y que sintieron una
sensación tremenda de agobio y de falta de control sobre sus propios movimientos,
intentaron salir por el vomitorio central del sector A, uno de los tres únicos que
estaban abiertos en ese momento.

Muchas de las personas que se encontraban en la isla del sector A de


cota 0 taponaban la salida del vomitorio central al intentar dirigirse a la pista, por lo
que se dificultaba que todos los que estaban atrapados en el vomitorio pretendiendo
abandonarla pudieran hacerlo, confluyendo en el mismo y reducido lugar quienes
querían salir con los que pretendían entrar. Ello produjo que el gran número de
jóvenes que estaban en el interior del vomitorio perdiera el control y cayeran unos
encima de otros, produciéndose en pocos segundos una montaña de personas en la
que los de abajo llegaron a tener hasta siete u ocho personas encima.

Nos encontramos, en consecuencia, con un suceso complejo que no


obedece a una, sino a diversas causas, compartidas entre la actuación de los
responsables de diversas sociedades mercantiles, unas privadas y otra municipal,
en la cual el Ayuntamiento delegaba la gestión del citado pabellón.

A Madridec, sociedad municipal, participada íntegramente por el


Ayuntamiento de Madrid, le correspondía el control de la organización de la
actividad, como si se tratara del propio Ayuntamiento, y así actuaba en la práctica,
controlando la actividad del promotor del evento, lo que no releva a éste de
responsabilidad por la organización de aquellos aspectos que le son propios, y que
resultan del contrato de arrendamiento.

Tal control no puede tener una característica formal, como parece


querer Madridec en el desarrollo de sus motivos casacionales, como veremos
después, sino sustantivo o material, de manera que se deben prever todas las
contingencias para que no ocurra ninguna desgracia, o se minimicen las
consecuencias.

Veremos que se quiere desplazar el problema a una vertiente laboral,


pero este desenfoque no puede dejar que tomemos en consideración el verdadero
planteamiento de las consecuencias dañosas procedentes de un delito de
imprudencia, en donde no bastan excusas sobre si se acude personalmente o no la

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RECURSO CASACION/2019/2016

noche de la tragedia, o las implicaciones relativas al pago de horas extras. La


responsabilidad se predica de la dejación de las funciones de control o falta de la
diligencia debida, o de la omisión del deber de cuidado, y no tanto de la presencia
física del responsable del evento, sino del ejercicio de control de la actividad que
puede resultar dañosa cuando se encuentra descontrolada.

Además, en este caso, la responsabilidad resulta del conjunto de


causas que ya hemos expuesto, y que comparten los acusados, en los términos que
veremos, tanto por su falta de control como por la defectuosa ejecución de la
coordinación del evento.

Ciertamente que las avalanchas humanas se producen por muy


variadas causas, pero es un fenómeno que en la realidad puede producirse y, en
consecuencia, se deben tomar, de antemano, las medidas de seguridad al respecto.

A ello debe añadirse que los hechos objeto del presente procedimiento
no se causaron por ningún posible defecto en el cálculo del aforo por parte del
técnico de Madridec, quien no está acusado en la presente causa, sino porque dicho
aforo no se respetó, produciéndose, como decimos, un gran sobreaforo, no
controlándose debidamente los flujos de personas por el pabellón e
incrementándose el riesgo del grave resultado lesivo, que finalmente se produjo, con
determinadas conductas del propio organizador y de las personas que con él
colaboraban y que iban expresamente en contra de los criterios tenidos en cuenta
por el arquitecto para la fijación del referido aforo, tanto en su totalidad como en su
diferenciación por plantas.

A tal efecto, de la lectura de los hechos probados de la sentencia


recurrida se percibe una rotunda desorganización en lo referente a la seguridad de
las personas, para el supuesto de que se produjera una avalancha humana como la
que tuvo lugar sobre las tres horas y media de la madrugada del día 1 de noviembre
de 2012. Los imputados se echan la culpa unos a otros, pero lo que trasluce en
realidad es que no existía estrategia alguna diseñada para prevenir la seguridad en
caso de avalancha, en tanto que los flujos entre plantas son incontrolados, la
asistencia masiva de personas es un factor de ineludible agravamiento de los
movimientos de personas en todo el recinto destinado al evento, se percibe que
conviene facilitar, por razones económicas, la entrada masiva de asistentes, y en
esto son claras las órdenes que se imparten de "relajar" los controles de acceso, y

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RECURSO CASACION/2019/2016

finalmente los vomitorios de salida en términos cuantitativos de cinco sobre ocho se


taponan o se inutilizan. Los mecanismos de seguridad fallaron todos, primero,
porque no se controlaron previamente, y en segundo lugar, porque no se adoptaron
las medidas necesarias durante el transcurso del espectáculo.

La sentencia recurrida analiza muy pormenorizadamente la prueba y


llega a conclusiones razonables, que comparte esta Sala Casacional.

De tales conclusiones resulta la concurrencia de un proceso causal


múltiple que concluye con el resultado dañoso indicado: cinco personas fallecidas y
multitud de heridos.

Es cierto que ni puede exigirse, en ninguna actividad humana, un rango


de seguridad absoluto (el riesgo 0 no existe), ni tampoco que el análisis deba
realizarse exclusivamente desde una perspectiva «ex post», pero es indudable que
el ordenamiento jurídico exige la máxima previsión de riesgos ante la posible
producción de consecuencias tan trágicas como la acontecida. En este sentido, las
puertas de evacuación constituyen la mejor medida de seguridad que puede
establecerse ante un espectáculo al que acuden miles de personas, pues con tales
vías de evacuación se pueden minimizar riesgos en caso de avalanchas humanas
como en supuesto de ocurrir un incendio. En el presente caso, tales mecanismos de
seguridad se encontraban desactivados. Es más, las salidas de emergencia se
convirtieron incorrectamente en puertas de entrada, y los vomitorios de evacuación
se cegaron incomprensiblemente (en magnitud de cinco de un total de ocho).

Por otro lado, el control del aforo máximo permitido es sustancial,


puesto que si se sobrepasa, cualquier plan de emergencia no puede funcionar, y en
este caso el exceso fue patente. Ya hemos tratado sobre ello.

De esta forma, aunque se ha alegado la existencia de un plan de


seguridad, no se puso en práctica, conforme resulta de la prueba practicada, y así
trasluce de los hechos probados de la sentencia recurrida, de tal manera que tal plan
no puede tomarse como un documento formal sino un plan de actuación material,
esto es, en la práctica, y no simplemente sobre el papel. El Real Decreto 393/2007,
23 de marzo (BOE de 12 de marzo), por el que se aprueba la normativa básica de
autoprotección de los centros, establecimientos y dependencias dedicados a

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RECURSO CASACION/2019/2016

actividades que puedan dar origen a situaciones de emergencia, exige un plan de


emergencia específico para cada evento.

Llamamos, pues, la atención en que no se trata de concluir un


expediente formal para prevenir la seguridad, sino en conseguir, en la medida de lo
posible, la efectividad en la adopción de medidas de dicha índole. La historia
española nos ha mostrado sucesos similares de luctuosas consecuencias en
espectáculos o discotecas.

No se libra de ello tampoco la enfermería que, con un aforo teórico de


más de diez mil personas, más de dieciséis mil en la práctica, no contaba con
elementos mínimos de atención, y ni siquiera tenía agua corriente. Por ejemplo, se
carecía de modernos desfibriladores imprescindibles en caso de una parada cardio-
respiratoria. Cuando fueron necesarios, tuvieron que ser trasladados desde las
ambulancias del entorno, no conociéndose su manejo en la propia enfermería.

En suma, la organización de un negocio (y este evento lo era) exige


adoptar, máxime cuanto más lucrativo sea, las máximas medidas de seguridad
exigibles al respecto.

La falta del deber de cuidado no ha de encontrarse únicamente en la


infracción de las normas administrativas dictadas para la vía meramente
gubernativa, sino en la conculcación del módulo de imprudencia que se tipifica en el
Código Penal. Las normas administrativas establecen sanciones en tal orden, pero
cuando el resultado se ha producido y la dejación de la diligencia debida es patente,
entra en juego el derecho penal. La noción de imprudencia, grave o menos grave, no
es un concepto administrativo, sino penal, que se interpreta como la infracción de las
normas que obligan a tomar la diligencia debida no observando el deber de cuidado,
por encima de cualquier infracción reglamentaria, concepto este último que hoy ya
no se proclama ya en el Código Penal.

Cuando, como es el caso, se trata del curso de un proceso causal


irregular, de naturaleza múltiple, este fenómeno puede ser de dos clases: a) aquellos
supuestos en que concurre un suceso extraño que rompe la cadena causal, por la
intervención de un tercero o de la propia víctima; b) aquellos otros que obedecen a
diversas causas que confluyen todas ellas a la producción de un mismo resultado, y

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RECURSO CASACION/2019/2016

que no se hubiera producido sino por la adición de vectores contributivos a generar


tal resultado.

Esto último es lo que ocurre en el supuesto que enjuiciamos, nos


hallamos ante una cadena causal múltiple que origina la creación de un riesgo para
la víctima, incrementando tal riesgo cada una de las acciones u omisiones causales.

La doctrina de esta Sala (entre otras, SSTS 865/2015, de 14 de enero,


y 755/2008, de 26 de noviembre) ha señalado que cuando se producen cursos
causales complejos, esto es, cuando contribuyen a un resultado típico la conducta
del acusado y además otra u otras causas atribuibles a persona distinta o a un
suceso fortuito, suele estimarse que, si esta última concausa existía con anterioridad
a la conducta de aquél, no interfiere la posibilidad de la imputación objetiva; y si es
posterior, puede impedir tal imputación cuando esta causa sobrevenida sea algo
totalmente anómalo, imprevisible y extraño al comportamiento del inculpado, pero
no en aquellos supuestos en que el suceso posterior se encuentra dentro de la
misma esfera del riesgo creado o aumentado por el propio acusado con su
comportamiento. Esto es lo que ha ocurrido en el caso objeto de nuestra atención
casacional.

Con estas consideraciones previas, abordamos el estudio y resolución


de los diversos motivos de los recurrentes, debiendo señalarse que en el estudio de
muchos de los motivos de los recurrentes emplearemos la propia argumentación que
el Tribunal sentenciador ha utilizado para enervar la presunción de inocencia de los
diversos acusados, pues la sentencia recurrida es una resolución judicial muy
pormenorizada, ejemplo de motivación razonada, de una extensión y profundidad
jurídica encomiable, razón por la cual, en aquellos aspectos que esta Sala
Casacional comparte su iter discursivo, no hay razón alguna para no ratificar, incluso
transcribiendo, sus acertadas conclusiones jurídicas.

Dividiremos en tres apartados los temas que han sido suscitados por
las partes recurrentes: recursos de los responsables directos; recursos relacionados
con la asistencia médica y recursos de las compañías aseguradoras.

Recursos de los responsables directos.

Recurso de Miguel Ángel Flores, Santiago Rojo, Miguel Ángel


Morcillo y Diviertt.
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RECURSO CASACION/2019/2016

SEGUNDO.- El primer motivo, por el cauce autorizado en el art. 852 de


la Ley de Enjuiciamiento Criminal, como infracción constitucional, se denuncia el
derecho fundamental a la defensa y a un juicio con todas las garantías y sin
indefensión, todo ello por haberse desestimado indebidamente la cuestión previa de
nulidad de actuaciones por no haberse traído al proceso "los presuntos y muy
probables responsables principales autores de la negligencia, lo que limita el
derecho a la defensa". Se está refiriendo a Fátima Núñez y a Antonio de Guindos.

El motivo no puede ser estimado.

En este caso no se juzgan más acusados que los traídos como tales a
juicio oral. Parecen confundir los recurrentes las responsabilidades políticas y las
judiciales derivadas de la comisión de un delito.

En cualquier caso, a la defensa no le corresponde señalar a quién se


debe imputar.

De la misma forma, se invoca, desde luego fuera de lugar, que en la


instrucción se han producido graves irregularidades por parte del juez instructor,
refiriéndose con ello a la detención del Sr. Flores de manera arbitraria obligando al
mismo a solicitar un habeas corpus que le fue concedido, y otras irregularidades
procesales, que no pueden ser analizadas en este momento, y que ya han recibido
la oportuna respuesta por los órganos judiciales competentes y han discurrido a
través de los cauces procesales de los recursos pertinentes.

En consecuencia, el motivo no puede prosperar.

TERCERO.- Por el segundo motivo, formalizado como quebrantamiento


de forma, al amparo del art. 851.1 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, el recurrente
denuncia que la sentencia recurrida no exprese, clara y terminantemente, cuáles son
los hechos que se consideran probados, o bien se alega manifiesta contradicción
entre ellos, o bien se queja de que se consignen como hechos probados conceptos
que, por su carácter jurídico, implican predeterminación del fallo.

Pero, en realidad, en este motivo, y fuera de toda ortodoxia casacional,


de lo que se queja el recurrente es que no existe prueba de cargo suficiente para
declarar que se vendieron 16.492 entradas, cantidad de entradas muy superior al
aforo permitido 10.914.

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RECURSO CASACION/2019/2016

La sentencia recurrida dedica a esta cuestión el apartado 2.1.3, en


donde analiza el aforo del pabellón multiusos Madrid Arena, y el apartado 2.3.7,
denominado "Venta de entradas y cálculo de asistentes al evento", la base
probatoria de donde obtiene estas conclusiones fácticas.

Nos remitimos a tales apartados, que son muy extensos y


pormenorizados, en donde se estudian las distintas fuentes de prueba que toma en
consideración la Audiencia, concluyendo, sustancialmente en base a prueba pericial,
que "los resultados de este informe deben entenderse como lo que son,
conclusiones estimativas y en relación con un porcentaje del espacio disponible,
pero en todo caso, corroboran el resultado de lo anteriormente expuesto y no cabe
sino concluir que resulta probado que Miguel Ángel Flores vendió al menos 16.492
entradas con anterioridad al día de los hechos, a lo que hay que añadir los
asistentes al evento con invitaciones y las entradas que se continuaron vendiendo
en el propio pabellón, todo lo cual supuso que el número de personas existentes en
el pabellón fuera muy superior al aforo permitido, provocando con ello un evidente
riesgo para la integridad física de quienes allí se encontraban".

En consecuencia, el motivo no puede prosperar.

CUARTO.- El tercer motivo, se formaliza también con fundamento en


vulneración constitucional, alegándose como infringida la garantía constitucional de
inocencia, proclamada en el art. 24.2 de nuestra Carta Magna.

1. El principio constitucional de inocencia, proclamado en el art. 24.2 de


nuestra Carta Magna, gira sobre las siguientes ideas esenciales: 1º) El principio de
libre valoración de la prueba en el proceso penal, que corresponde efectuar a los
jueces y tribunales por imperativo del art. 117.3 de la Constitución española; 2º) que
la sentencia condenatoria se fundamente en auténticos actos de prueba, suficientes
para desvirtuar tal derecho presuntivo, que han ser relacionados y valorados por el
Tribunal de instancia, en términos de racionalidad, indicando sus componentes
incriminatorios por cada uno de los acusados; 3º) que tales pruebas se han de
practicar en el acto del juicio oral, salvo los limitados casos de admisión de pruebas
anticipadas y preconstituidas, conforme a sus formalidades especiales; 4º) dichas
pruebas incriminatorias han de estar a cargo de las acusaciones personadas
(públicas o privadas); 5º) que solamente la ausencia o vacío probatorio puede
originar la infracción de tal derecho fundamental, pues la función de este Tribunal

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RECURSO CASACION/2019/2016

Supremo, al dar respuesta casacional a un motivo como el invocado, no puede


consistir en llevar a cabo una nueva valoración probatoria, imposible dada la
estructura y fines de este extraordinario recurso de casación, y lo dispuesto en el art.
741 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, pues únicamente al Tribunal sentenciador
pertenece tal soberanía probatoria, limitándose este Tribunal a verificar la siguiente
comprobación:

1ª. Comprobación de que hay prueba de cargo practicada en la


instancia (prueba existente).

2ª. Comprobación de que esa prueba de cargo ha sido obtenida y


aportada al proceso con las garantías exigidas por la Constitución y las leyes
procesales (prueba lícita).

3ª. Comprobación de que esa prueba de cargo, realmente existente y


lícita, ha de considerase bastante para justificar la condena (prueba suficiente).

4ª. Comprobación de que tal prueba ha sido razonadamente tenida


como de cargo en función del análisis del cuadro probatorio en su conjunto (prueba
de cargo razonada).

2. El motivo se basa en la inexistencia de todo indicio revestido de


prueba de cargo suficiente para enervar la presunción de inocencia, de la que
pudieran inferirse los hechos probados mediante un razonamiento lógico y no
arbitrario, singularmente en cuanto a la venta de 16.492 entradas, aspecto este al
que ya nos hemos referido al dar respuesta al motivo anterior.

Pero la labor de este Tribunal se contrae a comprobar si,


efectivamente, existía prueba de cargo y si esa prueba ha sido racionalmente
valorada. Para esa comprobación, debemos examinarla desde la perspectiva del
examen de la motivación de la sentencia recurrida.

Nos hemos remitido anteriormente al apartado 2.3.7 de la misma, en


donde se analiza la prueba pericial practicada, los informes realizados por la policía
científica, el volcado del disco duro, recuento de los lectores de entradas, el recuento
de las mismas en las urnas halladas en el pabellón Madrid Satélite, y en prueba
testifical: declaraciones de testigos que señalan que sus entradas no fueron leídas, y
que algunos conservaban en su poder, lo que significa que no fueron ni introducidas
en las urnas. Como se ha alegado, no se puede olvidar que intentaron ocultar las

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RECURSO CASACION/2019/2016

urnas, que fueron introducidas en otro lugar para ser escondidas y que no pudieron
ser objeto de recuento, en concreto en el pabellón colindante con el Madrid Arena y
denominado Madrid Satélite. Dichas urnas fueron encontradas días después,
concretamente el día 16 de noviembre de 2012, por la policía judicial, cerradas y
clausuradas, sin que se apreciara ningún signo de manipulación, razón por la cual
supuso igualmente otra fuente probatoria.

En consecuencia, el motivo no puede prosperar.

QUINTO.- En el cuarto motivo, y por idéntico cauce casacional, se


alega la irrazonabilidad y arbitrariedad de la inferencia judicial que tiene a Miguel
Ángel Flores como principal causante de la tragedia al ser quien controlaba la
empresa que promovía y explotaba económicamente el espectáculo en el que se
produjo la tragedia.

Como dicen los jueces «a quibus», Miguel Ángel Flores Gómez es el


Presidente de Diviertt SL, administrador de hecho de dicha sociedad, y promotor del
evento “Thriller Music Park” celebrado en la noche del 31 de octubre al 1 de
noviembre de 2012 en el pabellón Madrid Arena durante el cual se produjeron los
hechos enjuiciados, entendiendo la Sala sentenciadora de instancia que el referido
acusado es el principal responsable de lo sucedido, y que actuó intentando
conseguir un máximo beneficio económico, desde la preparación del evento hasta el
desarrollo del mismo, de todo lo cual se ocupó personalmente, lo que provocó que
incumpliera y desatendiera sus obligaciones, legales y contractuales, como promotor
tanto en relación con la venta de entradas y, por consiguiente con el aforo permitido,
como respecto a la seguridad y organización del flujo de asistentes en el interior del
pabellón.

Así, y como se ha expuesto, pese a conocer el aforo fijado por el


arquitecto de Madridec, antes de su determinación incluso, y pese a la obligación
que tenía de respetar y controlar el mismo de acuerdo con lo dispuesto en la Ley
17/1997, de 4 de julio, de Espectáculos Públicos y Actividades Recreativas, en el
Reglamento General de Policía de Espectáculos Públicos y Actividades Recreativas,
aprobado por Real Decreto 2816/1982, de 27 de agosto, en el contrato firmado con
Madridec y en las normas de montaje que le fueron entregadas, Miguel Ángel Flores
vendió, al menos 10.914 entradas de talonario, lo que sumado a las 5.578 entradas

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RECURSO CASACION/2019/2016

vendidas a través de Internet supone un total de 16.492 entradas, muy superior al


aforo permitido de 10.620 personas.

Esta conducta fue realizada por Miguel Ángel Flores de forma


absolutamente consciente, no siendo un mero acto de descontrol, puesto que ello
resulta contrario a la forma en que se realizaron los pedidos en la Imprenta Pedraza
y a que, con anterioridad incluso a los mismos, Diviertt tenía a la venta entradas a
través de Internet en Ontickets.es y en Ticketmaster, todo lo cual denota una clara
intención de vender más entradas del aforo permitido para conseguir así un lucro
mayor.

El sobreaforo se materializó incluso en el desarrollo del evento, puesto


que a las 16.492 entradas hay que añadir los asistentes con invitaciones y la venta
que se continuó realizando en el propio pabellón, todo lo cual supuso que el número
de personas existentes en el Madrid Arena durante el evento fuera muy superior al
aforo permitido, provocando con ello un evidente riesgo para la integridad física de
quienes allí se encontraban. Dicho sobreaforo está considerado como infracción muy
grave tanto por el art. 37 de la Ley 17/1997, de 4 de julio, de Espectáculos Públicos
y Actividades Recreativas, como por el art. 81 del Reglamento General de Policía de
Espectáculos Públicos y Actividades Recreativas aprobado por Real Decreto
2816/1982, de 27 de agosto, vigente en el momento de los hechos, y que prevén
como sanción la suspensión del espectáculo.

Señala a tal respecto la Audiencia «a quo» que Miguel Ángel Flores


había buscado conseguir un mayor beneficio económico, y que es responsable del
sobreaforo, con lo que ello implicaba de riesgo añadido para los asistentes,
compartiendo esta Sala Casacional la conclusión de la Sala sentenciadora de
instancia cuando señala que todo ello es gravemente imprudente y constituye una
de las causas de los hechos que produjeron el lamentable resultado lesivo para 29
asistentes al evento y mortal para las cinco fallecidas.

Así, pese a que el aforo estaba determinado por el arquitecto de


Madridec por plantas, en las entradas diseñadas por Diviertt, conforme a lo
dispuesto por Miguel Ángel Flores, no se había establecido una diferenciación de la
planta en las que podían estar cada uno de los asistentes al evento, lo que permitía
su acceso a cualquier zona del pabellón.

El acusado, como promotor del evento, estaba obligado no sólo a


cumplir con el aforo total autorizado y con el establecido para cada una de las
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RECURSO CASACION/2019/2016

plantas, sino que además le correspondía controlar que ello se cumpliera de acuerdo
con lo dispuesto en el Decreto 163/2008, de 29 de diciembre, del Consejo de
Gobierno de la Comunidad de Madrid por el que se regula la actividad de control de
acceso a espectáculos públicos y actividades recreativas, vigente en el momento en
que se produjeron los hechos, en cuyo artículo 3 se establece la responsabilidad
solidaria de los titulares de los establecimientos y locales o de las respectivas
licencias, y los organizadores de los espectáculos públicos y actividades recreativas
del desarrollo de la actividad de control de acceso.

Miguel Ángel Flores pudo haber contratado a Seguriber (empresa de


seguridad adscrita a Madridec) para controlar la seguridad exterior e interior del
pabellón, pero, como declara la Audiencia, no lo quiso hacer para el interior del
pabellón, limitándose el plan de seguridad establecido por dicha empresa, de
carácter obligatorio y cuyo coste debía abonar Diviertt SL, a los puestos incluidos en
el plan de autoprotección como las puertas de emergencia, el “ronda” y el cuarto de
control de cámaras.

El control de acceso se realizaba, por decisión de Diviertt, admitida por


los responsables de Madridec, por los trabajadores seleccionados por Kontrol 34,
cuyo responsable en esa función y en el evento era Carlos Manzanares Rodríguez, y
que eran dados de alta para el evento en la Seguridad Social por Diviertt.

Tampoco, y pese al riesgo creado por el gran número de personas que


accedió al pabellón, dio instrucciones Miguel Ángel Flores a los trabajadores de
Kontrol 34 de que controlaran el número de personas que había en cada planta, ni
para comprobar que no se pasaba el límite autorizado, ni, al menos, para regular el
flujo de asistentes en cada una de ellas, de forma que no se produjeran, como
sucedió, acumulaciones que pudieran provocar riesgos para la salud e integridad de
quienes estaban en el pabellón Madrid Arena. Cuando los controladores, por su
cuenta, lo intentaron por advertir que se producían problemas de acumulación de
personas, nadie les coordinó, ni les organizó ni comprobó que efectivamente
realizaran dichas funciones hasta que el problema estuviera resuelto.

Por el contrario, el acusado, responsable del evento, además de


realizar el montaje añadiendo elementos que no se habían puesto en conocimiento
del arquitecto para que fijara el aforo como el túnel del terror o una mesa de luces, y
de instalar barras de mayor tamaño que las que se le habían comunicado al referido
técnico, dio instrucciones para que los controladores realizaran actuaciones que

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RECURSO CASACION/2019/2016

perjudicaban el tránsito de los asistentes por el pabellón, como el cierre de los


vomitorios y de escaleras descritos, primando la protección de las estancias
utilizadas por la organización y los artistas a la seguridad de los asistentes, los
cuales tenían muy limitada la circulación por el pabellón.

Además, cuando Miguel Ángel Flores comprobó la acumulación de


personas que esperaban para entrar al pabellón, entre las 2 y las 3 de la mañana,
lejos de asumir el exceso de entradas vendidas y de impedir el paso a los asistentes,
como era su obligación de acuerdo con la normativa expuesta, modificó el lugar de
acceso de los asistentes por cota 11, que era el que se había fijado en los planos
autorizados, utilizando para ello el portón de cota 0 y las puertas de Muelle Mónico,
que eran puertas de emergencia, entrando por dichos lugares al pabellón tres mil
personas en poco más de media hora.

Es significativa la falta de control referida en los flujos de personas


entre los pisos, el cierre de los vomitorios y de las escaleras, lo que produjo la
inevitable acumulación de personas en los escasos lugares en los que se podía
transitar, por lo que se produjo una situación de pánico ante las aglomeraciones
producidas, que dio lugar, en conjunto de los fenómenos causales, al resultado
producido, y que constituye, como dice la Audiencia, una conducta gravemente
imprudente por parte de Miguel Ángel Flores, impropia de un empresario
experimentado en este tipo de negocios y que primó, evidentemente, la protección
de sus intereses económicos por encima de la seguridad de quienes acudían al
evento por él organizado, procediendo por ello la condena de Miguel Ángel Flores
Gómez como autor de los delitos de homicidios y lesiones por imprudencia
expresados.

Ahora bien, esta conducta exigía la participación de Santiago Rojo


Buendía y Miguel Ángel Morcillo Pedregal.

Santiago Rojo Buendía y Miguel Ángel Morcillo Pedregal son, ambos,


empleados de Diviertt SL, empresa en la que llevan colaborando, como en otras,
desde muchos años antes de la producción de los hechos que dan lugar al presente
procedimiento con Miguel Ángel Flores, siendo los dos profesionales de gran
confianza del mismo.

Santiago Rojo es Director General de Diviertt en donde trabaja desde


hace 15 años, teniendo gran experiencia en la celebración de este tipo de eventos
en los que siempre estaba presente, como resulta acreditado. Señala la Audiencia
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RECURSO CASACION/2019/2016

que de la prueba practicada se desprende que, además de ocuparse de los pagos al


personal, como él mantiene, iba con Miguel Ángel Flores a las reuniones de
coordinación preparatorias de los eventos cuando se hacían, organizaba con dicho
acusado el trabajo y funciones de los controladores, y durante el desarrollo del
evento estaba permanentemente atento de que permanecieran cerradas las
escaleras, dando instrucciones al personal para mantener la limitación del tránsito
por determinados lugares, colocando él mismo los precintos cuando los asistentes
las habían quitado (tal como se observa en las imágenes).

Santiago Rojo sabía además que se habían vendido más entradas que
el aforo permitía, pues recorrió todo el local, y pudo percibir tal concurrencia de
jóvenes que entraban al pabellón por la Explanada de Cristal, percibiendo que el
número de asistentes era muy superior al permitido y habitual en este tipo de
eventos, «y no sólo mantuvo el cierre de las escaleras y vomitorios sino que además
tuvo una conducta muy activa en la apertura del portón de cota 0, el cual sabía que
era una puerta de emergencia y que por ello tenía que ir allí para comunicar al
vigilante de Seguriber que debía proceder a su apertura».

Tras hacerlo, Santiago Rojo se aseguró de que los asistentes que por
allí entraban se dirigieran a la pista, viendo lógicamente su estado puesto que pasó
por la misma, y de evitar que se pudieran dirigir a otros lugares, permaneciendo en
la entrada del pasillo que conducía al anillo que rodea la cota 0 para impedir que se
desviaran por ahí, auxiliado por otras personas que, por su indicación, pusieron
vallas y cintas para impedir el paso por ese lugar y consiguiendo finalmente que,
siguiendo sus instrucciones, Cristian Fraile cerrara el portón existente en ese pasillo.

De manera que, como concluye la Audiencia, Santiago Rojo participó


en la preparación de la macrofiesta, supo del sobreaforo y conoció del taponamiento
de las salidas de evacuación de la pista existente en cota 0.

Una actuación similar tuvo Miguel Ángel Morcillo Pedregal, jefe de


camareros y maître de Diviertt desde hace unos 20 años, realizando sus funciones
tanto en eventos de este tipo como en otros negocios de Miguel Ángel Flores, cual
es el caso de la discoteca Macumba, al igual que Santiago Rojo.

Miguel Ángel Morcillo se ocupaba, según reconoce, del montaje de las


barras y del personal de hostelería, así como de los trabajadores de Kontrol 34; e
igualmente no realizó adecuadamente sus labores de organización y control, que le
incumbían en función de sus responsabilidades. Y como dice la Audiencia: «pero es
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que además pese a conocer el estado en el que se encontraba el interior del


pabellón colaboró activamente con Santiago Rojo y Miguel Ángel Flores en modificar
el acceso de los asistentes, moviendo las vallas en la Explanada de Cristal y
abriendo personalmente de par en par las puertas de cristal de Muelle Mónico,
consiguiendo con ello que el público entrara directamente a cota 5 y que, en
consecuencia, el problema ya existente en esta planta y en cota 0 y que ninguno
había intentado solucionar, sin dirigir tampoco los escasos esfuerzos que los
controladores habían hecho para ello, se agravara considerablemente,
absteniéndose, como los otros responsables de esta cuestión de solucionarla».

Como dice el Ministerio Fiscal, ciertamente que, conforme al contrato


de fecha 24 de octubre de 2012 suscrito entre "Diviertt" y "Madridec" para la
celebración del evento, esta última entidad no se limitaba solo a poner el pabellón a
disposición del organizador del mismo, sino que gozaba de la máxima autoridad
durante el montaje, celebración y desmontaje del mismo.

También consta acreditado que "Madridec" contaba con un


Departamento de Seguridad y que el Pabellón "Madrid Arena" estaba protegido por
un "Plan de Seguridad de instalación cerrada del Recinto Ferial Casa de Campo".
Plan que había sido elaborado por "Seguriber", empresa a la que, mediante contrato
de 16 de julio de 2012, se le había adjudicado la prestación del servicio ordinario de
seguridad en las instalaciones de dicho Recinto Ferial, y que debía elaborar un plan
de seguridad para cada evento. Existiendo asimismo un plan de autoprotección del
edificio impuesto legalmente y activable en caso de emergencia.

Pero en cuanto a la seguridad específica del evento, "Seguriber" cubría


la seguridad exterior del Pabellón durante el espectáculo, las requisas que debían
hacer los vigilantes de seguridad, y los puestos en el interior del recinto que eran
equipo de autoprotección, como el cuarto de control de cámaras, las vías de
evacuación y el denominado "Ronda Arena". Al tiempo que considera acreditado que
era "Diviertt" quien asumía las tareas de control del acceso del público y la seguridad
interior del pabellón a través de los llamados "controladores de acceso" facilitados
por la empresa "Kontrol 34" contratada por "Diviertt".

En consecuencia, existe prueba de cargo y la inferencia a la que llega


la Sala sentenciadora de instancia es plenamente razonable.

Y por ello el motivo no puede prosperar.

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SEXTO.- El motivo quinto se encauza por "error facti" al amparo de lo


autorizado en el art. 849-2º de la Ley de Enjuiciamiento Criminal.

1. La jurisprudencia de esta Sala exige para que pueda estimarse este


motivo, que concurran los siguientes requisitos: a) que se invoque tal error de hecho
en la apreciación de las pruebas, de modo que tenga significación suficiente para
modificar el sentido del fallo, pues en caso contrario estaríamos en presencia de una
simple corrección de elementos periféricos o complementarios; b) que se citen con
toda precisión los documentos en que se base la queja casacional, incorporados a la
causa, con designación expresa de aquellos particulares de donde se deduzca
inequívocamente el error padecido; c) que tales documentos sean literosuficientes,
es decir, que basten por sí mismos para llegar a la conclusión acreditativa que se
pretende, evidenciando el objeto de prueba sin necesidad de acudir a otras fuentes
probatorias o a complejos desarrollos argumentales; d) que su eficacia probatoria no
haya sido desvirtuada o contradicha merced a otras pruebas que obren igualmente
en la causa; e) que el recurrente lleve a cabo, al menos, una mínima justificación
argumental como causa de la impugnación; f) que el recurrente proponga una nueva
redacción del “factum” derivada del error de hecho denunciado en el motivo; y g) que
tal rectificación del “factum” no es un fin en sí mismo, sino un medio para crear una
premisa distinta a la establecida y, consiguientemente, para posibilitar una
subsunción jurídica diferente de la que se impugna.

2. La parte recurrente considera erróneos los hechos probados con


respecto al número de personas que entraron en el recinto, manteniéndose que no
excedían de 10.000 (con base en el informe pericial de la policía científica –folios
11.750 y siguientes–), sobre la saturación y aglomeración en la pista central (con
arreglo al informe pericial audiovisual –folios 8.292 y siguientes–), así como sobre
las obligaciones de seguridad por parte de "Diviertt" (con respecto al contrato entre
"Diviertt, S.A." y "Madridec" de 24 de octubre de 2012); al tiempo que pone de
manifiesto la ilegalidad del edificio y su inidoneidad para ese tipo de eventos (se
invoca la prueba pericial del Arquitecto Municipal Jordi Multrá y otros informes
Técnicos Municipales obrantes a los folios 9.661 y siguientes y 9.068 y siguientes).

1. La doctrina de esta Sala (Sentencias 834/1996, de 11 de noviembre,


y 336/2001, de 6 de marzo, entre otras muchas), admite excepcionalmente la
virtualidad de la prueba pericial como fundamentación de la pretensión de

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modificación del apartado fáctico de una sentencia impugnada en casación cuando:


a) existiendo un solo dictamen o varios absolutamente coincidentes, y no
disponiendo la Audiencia de otras pruebas sobre los mismos elementos fácticos, el
Tribunal haya estimado el dictamen o dictámenes coincidentes como base única de
los hechos declarados probados, pero incorporándolos a dicha declaración de un
modo incompleto, fragmentado, mutilado o contradictorio, de modo que se altere
relevantemente su sentido originario, b) cuando contando solamente con dicho
dictamen o dictámenes coincidentes y no concurriendo otras pruebas sobre el
mismo punto fáctico, el Tribunal de instancia haya llegado a conclusiones
divergentes con las de los citados informes, sin expresar razones que lo justifiquen.

En ambos casos cabe estimar acreditado documentalmente el error del


Tribunal. En el primero porque, asumiendo el informe, el texto documentado de éste
permite demostrar que ha sido apreciado erróneamente al incorporarlo a los hechos
probados de un modo que desvirtúa su contenido probatorio. En el segundo porque,
al apartarse del resultado único o coincidente de los dictámenes periciales, sin otras
pruebas que valorar y sin expresar razones que lo justifiquen, nos encontramos,
como dice la Sentencia 310/1995, de 6 de marzo, ante un «discurso o razonamiento
judicial que es contrario a las reglas de la lógica, de la experiencia o de los criterios
firmes del conocimiento científico» (STS 26-1-1999).

2. Insiste la parte recurrente en este motivo, desde la perspectiva ahora


del «error facti», en no considerar probado el sobreaforo con la concurrencia, como
mínimo, de 16.492 personas.

Ya nos hemos referido a lo argumentado al respecto en la sentencia


recurrida, y que parte del recuento hecho de las entradas encontradas en las urnas y
realizado en sede judicial, así como de los certificados emitidos por la empresa de
venta online Ontickets, propiedad de Miguel Ángel Flores, y Ticketmaster, en total
vendidas por Internet 5.578, así como las entradas encargadas a la imprenta
Pedraza, 17.500 entradas de talonario, de las que se vendieron por este sistema al
menos 10.914, lo que sumado a las vendidas por internet, hace un total 16492
entradas. Este exceso de venta de entrada fue un aspecto puesto de manifiesto por
muchos de los jóvenes que asistieron al evento, y así lo depusieron en el acto del
juicio oral.

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RECURSO CASACION/2019/2016

Pero es más: hubo un intento de ocultar las urnas depositándolas en el


pabellón satélite, y tampoco se entregaron al juzgado todos los ordenadores
utilizados para proceder a su volcado. Y además no todas las entradas fueron
pasadas por los lectores, así lo exponen a presencia judicial numerosos testigos,
entre ellos varios policías que acudieron a la fiesta a título particular.

Referente a lo señalado en este motivo en relación con el contrato entre


Diviertt y Madridec, de 24 de octubre de 2012, del que no resultaría la existencia de
obligación alguna de seguridad por parte del promotor, y que la única empresa de
seguridad y que se ocupa de toda la seguridad del evento es Seguriber, tampoco
este motivo debe ser estimado, como acertadamente informa el Ministerio Fiscal,
pues como bien señala la sentencia, el promotor Diviertt debe controlar el acceso de
personas y el aforo por plantas, como se establece en el permiso concedido por
Madridec para la celebración del evento y el contrato suscrito, así como en el
informe sobre aforo realizado por el arquitecto municipal y puesto en conocimiento
por Madridec a Diviertt para su obligado cumplimiento.

La parte recurrente insiste en el informe pericial de Jordi Murtra i Ferré.


Reproducimos la argumentación del Tribunal sentenciador al respecto:

"Se ha practicado una prueba pericial relativa al edificio Madrid Arena,


que elabora el perito Jordi Murtra i Ferré, quien ha comparecido al acto del juicio oral
para ratificar su informe obrante a los folios 9660 y ss., Tomo 29 de las actuaciones
y aclarar el contenido del mismo.

Dentro de su informe el perito se ocupa de la situación administrativa


del edificio Madrid Arena concluyendo en la página 30 del mismo que “los proyectos
y obras del Pabellón, actual Madrid Arena se realizaron sin haberse aprobado el
preceptivo “Plan Especial del Recinto Feria del Campo (2006), por lo que las
actuaciones no están amparadas por el ordenamiento urbanístico y el proyecto y las
obras no son válidos a efectos administrativos”. En el acto del juicio el perito
confirma lo anterior exponiendo que un proyecto tiene que basarse en un
ordenamiento urbanístico y cuando se hizo este proyecto la Casa de Campo no era
urbanizable. El plan urbanístico se aprobó provisionalmente en 2005 y
definitivamente en 2006, por lo que, a su entender, se trata de una construcción
ilegal urbanísticamente hablando.

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RECURSO CASACION/2019/2016

Además según el perito, y tal como concluye en la página 35 de su


informe, en la documentación facilitada no consta ninguna licencia y no hay acuerdo
municipal sustitutivo del que habla la ley 9/2004 de la Comunidad de Madrid, ni de
Licencia Urbanística del Ayuntamiento de Madrid ni de Licencia de Primera
Ocupación y Funcionamiento, preceptiva según lo dispuesto en la Ley 17/1997 de
Espectáculos Públicos y Actividades Recreativas de la Comunidad de Madrid
(LEPAR), recordando el perito que los acuerdos sustitutivos también requieren
informe técnico favorable y que en este caso no consta la existencia del mismo.

Por otra parte señala el perito, tanto en su informe como en el acto del
juicio oral las graves deficiencias que a su entender presenta el pabellón Madrid
Arena en materia de evacuación como consecuencia de la configuración del edificio,
de los diferentes usos que se pueden dar al mismo, y de que el aforo se determina
en función del evento, concluyendo que no se cumple la normativa de incendios y
evacuación y que no es adecuado para la celebración de eventos en la pista con los
espectadores de pie por su falta de capacidad de evacuación, pudiéndose provocar
cruces de flujos entre los diferentes niveles, creando cuellos de botella.

Jordi Murtra entiende que el edificio tiene un mal congénito relativo al


origen del proyecto que en principio fue como pabellón deportivo y luego, por
razones económicas, se dijo que iba a ser multiusos sin especificar qué usos.

También comparece como perito-testigo en el acto del juicio oral Javier


Martínez de Miguel quien era jefe del servicio de arquitectura de Madridec. Además,
según explica, en 2004 accedió como arquitecto a la construcción del Arena, siendo
jefe de obra, por lo que firmó las actas de recepción desde entonces hasta 2006
salvo las relativas a la instalación de las gradas. No obstante, según expone, como
intervino en la finalización de la obra, sólo pudo realizar a la misma aportes de muy
escasa importancia. Elaboró también el plan de autoprotección de 2005 que era el
que estaba en vigor en la fecha en que se produjeron los hechos.

En relación con los expedientes relativos a licencia sobre el Madrid


Arena declara también que en 2008 ó 2009 hubo un intento de privatizar el pabellón
y había empresas privadas interesadas en acceder a ese concurso y que se
debieron interesar por la licencia, ya que cuando hay un cambio de titular es
obligado actualizar el tema de la licencia. Por ello cree que lo que se hizo fue
solicitar la licencia para poder facilitar al futuro licitador la explotación para uso
privado.

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RECURSO CASACION/2019/2016

Afirma Javier Martínez de Miguel que el Madrid Arena no está sometido


a la LEPAR (Ley 17/1997, de 4 de julio, de Espectáculos Públicos y Actividades
Recreativas de la Comunidad de Madrid) en cuanto a la licencia de funcionamiento,
aunque sí lo esté en lo relativo a la seguridad de las personas. Considera que las
deficiencias que se señala que tiene el edificio en seguridad contra incendios no
tuvieron nada que ver con el resultado trágico que ocurrió y que si se tomaran
medidas para que el pabellón cumpliera con el Código Técnico se subsanarían los
problemas de incendio pero sería un elemento distorsionador de la evacuación
porque que si se empieza a encerrar para sectorizar para incendios, se perdería la
posibilidad de salida al exterior.

Una vez expuesto lo anterior este Tribunal considera acreditado que


efectivamente el pabellón Madrid Arena carece de licencia urbanística y de licencia
de funcionamiento, y que si bien es cierto que se instaron por los representantes de
Madridec, la empresa municipal que llevaba a cabo su gestión, expedientes
administrativos para la obtención de licencia urbanística, en los que curiosamente el
Ayuntamiento no resolvió que la misma no era precisa, la solicitud pudo ser debido,
como se afirma por los testigos, al proyecto de privatizar la gestión del inmueble,
facilitando para ello al posible adjudicatario que el edificio ya tuviera las licencias
que, en el supuesto de gestión por un particular, serían obligatorias.

Sin embargo entiende la Sala, en primer lugar, que no es éste el


procedimiento ni la jurisdicción en el que se debe resolver si efectivamente era o no
necesario, de acuerdo con la normativa en materia de suelo del Ayuntamiento y de
la Comunidad de Madrid, que el Madrid Arena tuviera licencia urbanística o si era
precisa la obtención de licencia de funcionamiento conforme a la LEPAR. Porque
aún en el supuesto de que fuera así, en el hipotético caso de que el Ayuntamiento
hubiera tenido que darse a sí mismo como propietario del inmueble licencia
urbanística y/o licencia de funcionamiento y se hubieran producido una o varias
irregularidades administrativas en la entrada en funcionamiento del pabellón Madrid
Arena, ninguna incidencia tiene tal cuestión, a los efectos de la presente causa, en el
grave resultado mortal y lesivo producido, siendo además probable que Miguel Ángel
Flores, quien, como se ha expuesto, quiso optar por la adjudicación de la gestión
externa del edificio supiera que no se contaba con dicha licencia por entender que
hasta entonces no había sido exigible, lo que no impidió que contratara con
Madridec la celebración de numerosos eventos en el Madrid Arena.

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RECURSO CASACION/2019/2016

Tampoco tienen incidencia alguna en el resultado objeto de


enjuiciamiento las deficiencias advertidas por los técnicos del Ayuntamiento y
expuestas por el perito Jordi Murtra en materia de seguridad para incendios o la
adecuación o no del edificio al Código Técnico de la Construcción de 2006, posterior
a la construcción del edificio, porque, tal como se ha expuesto en el relato fáctico de
esta sentencia, los hechos no se produjeron como consecuencia de ningún incendio
ni de un problema de evacuación, la cual no se efectuó ni aún después de
producirse los mismos. Estas mismas supuestas deficiencias existían con
anterioridad y parece que han subsistido con posterioridad, habiéndose desarrollado
en el Madrid Arena muchos otros espectáculos, ferias y eventos sin problema
alguno.

Por todo lo anterior la situación administrativa del edificio Madrid Arena,


sea la misma ajustada o no a la normativa, y las posibles deficiencias en materia de
seguridad contra incendios, advertidas por los técnicos del Ayuntamiento y que
paradójicamente no se comunicaron más que a Madridec, sociedad encargada de la
gestión, y no al correspondiente departamento del propio Ayuntamiento, propietario
del edificio, para su subsanación, no pueden relacionarse con el resultado lesivo
producido y objeto de la presente causa más que muy remotamente, por cuanto que,
lógicamente, si el edificio no fuera utilizado no se podría haber celebrado allí el
evento. Se trata por lo tanto de cuestiones que, si bien deberían ser resueltas en su
caso, o subsanadas en cuanto a las posibles deficiencias, por la jurisdicción y
organismos administrativos correspondientes, son absolutamente ajenas a este
procedimiento penal y a la conducta de los acusados responsables de lo sucedido,
entre ellos Miguel Ángel Flores, quien las alega en su defensa pese a que conocía
perfectamente el edificio y había realizado multitud de eventos en el mismo sin
ningún problema anterior".

Como es de ver, la explicación de los jueces «a quibus» es razonable al


respecto. Más allá no se extiende nuestro control casacional, máxime en los
contornos procesales de este motivo, por cuanto los extremos de los informes
periciales puestos de manifiesto por la parte recurrente, no contradicen ni neutralizan
los tomados en consideración por la Audiencia «a quo», la que ha tomado en
consideración otras pruebas para llegar a su convicción judicial.

El motivo no puede prosperar.

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SÉPTIMO.- Los motivos sexto, séptimo y octavo, articulados por


estricta infracción de ley, al amparo de lo autorizado en el art. 849-1º de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal, plantean un mismo tema: no existe la infracción del deber
de cuidado que fundamenta la imprudencia, en la actuación de los tres recurrentes ni
correlativamente en la entidad Diviertt.

Esta Sala viene en tal sentido declarando que el objeto de este recurso,
en esta sede casacional, se reduce exclusivamente a comprobar si, dados los
hechos que se declaran probados en la Sentencia que se recurre, que han de ser
respetados en su integridad, orden y significación, se aplicaron correctamente a los
mismos, por los juzgadores de instancia, los preceptos penales sustantivos en que
los subsumieron, se dejaron de aplicar los que correspondían, o fueron los aplicados
o dejados de aplicar erróneamente interpretados en su aplicación o falta de
aplicación (Sentencias de 29 de mayo de 1992 y 6 de mayo de 2002). Esta vía
casacional del artículo 849.1º de la Ley de Enjuiciamiento Criminal exige, como pone
de relieve la Sentencia de 17 de diciembre de 1996 (seguida por la de 30 de
noviembre de 1998), “un respeto reverencial y absoluto al hecho probado”,
cualquiera que sea la parte de la Sentencia en que consten (Sentencia de 31 de
enero de 2000), pues cualquier modificación, alteración, supresión o
cuestionamiento desencadena inexcusablemente la inadmisión del motivo (artículo
884.3º LECrim) y en trámite de Sentencia su desestimación (Sentencias 148/2003,
de 6 de febrero, de 24 de febrero de 2005 y 790/2007, de 8 de octubre).

Dicho esto, la parte recurrente no acepta ni respeta el relato de hechos


probados de la sentencia, intangible en esta vía casacional dado el cauce empleado.

En tal resultancia fáctica se afirma que “Diviertt”: 1) vendió para el


evento un número de entradas muy superior al autorizado, 2) que no existió el
debido control de acceso por plantas de los asistentes, 3) que se procedió al cierre
de diversas escaleras de comunicación entre las plantas, y 4) que se procedió al
cierre de la mayoría de los vomitorios de la cota 0, así a como la apertura (en
sentido inverso) de las puertas de emergencia situadas en las cotas 0 y 5, para
facilitar la entrada masiva del público a la pista, que ya se encontraba saturada.

En tales comportamientos, para los que los recurrentes tenían


capacidad de decisión, desempeñaron un papel activo tanto el presidente de
“Diviertt”, Miguel Ángel Flores, como los empleados de dicha entidad Miguel Ángel

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Morcillo y Santiago Rojo, que generaron un grave riesgo para la vida y la salud de
los asistentes al evento, perfectamente previsible y evitable, y que se materializó en
el resultado acaecido.

Estos elementos fácticos suponen la infracción del deber de cuidado


que es la esencia del comportamiento imprudente, cuyo juicio de tipicidad será
analizado en el siguiente motivo.

El motivo no puede prosperar.

OCTAVO.- El motivo noveno, y por el cauce autorizado en el art. 849-1º


de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, denuncia la infracción de los artículos 142.1 y
152.1 del Código Penal, al no cumplirse ni los requisitos legales ni los
jurisprudenciales sobre la infracción de las reglas de cuidado objetivamente debidas,
lo que se pone en relación con las disposiciones administrativas de la Ley 17/1997,
de 4 de julio, de espectáculos públicos de la Comunidad de Madrid y su Reglamento.

Como exponen los hechos probados, Miguel Ángel Flores es el


organizador del evento, y quien dispone los elementos estructurales de la colocación
del escenario, las barras, distribución de niveles, control de flujos de personas,
entrada al recinto, etc. y debe comunicárselo a Madridec, a quien competía el
cálculo del aforo. De la sentencia recurrida resulta que la organización del evento
era compartida entre "Diviertt" y "Madridec". La Ley 17/1997 invocada, es una norma
de carácter administrativo cuya aplicación se reduce a ese ámbito, estableciendo un
régimen de sanciones para el caso de incumplimiento de las obligaciones que allí se
contemplan.

Como se dijo anteriormente, en la imprudencia el núcleo de la conducta


típica se describe en el Código Penal, no siendo las normas administrativas más que
regulaciones de donde resultan los parámetros de referencia del deber objetivo de
cuidado o las condiciones del ejercicio de una actividad que puede resultar dañosa
al no obrar el agente con la debida diligencia, razón por cual no se puede
fundamentar la infracción de ley en una norma de tal carácter.

En posteriores fundamentos jurídicos se analizarán


pormenorizadamente los requisitos de la imprudencia como núcleo típico del
comportamiento penal, y sus clases.

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El motivo no puede prosperar.

NOVENO.- Finalmente, en el décimo motivo, y al amparo de lo


autorizado en el art. 849-1º de la Ley de Enjuiciamiento Criminal se denuncia la falta
de aplicación del art. 14 CP.

Se alega error de prohibición respecto a las condiciones legales del


recinto y las obligaciones de control de aforo, control de acceso y seguridad, lo que
los recurrentes apoyan en el contrato entre "Diviertt" y "Madridec".

Sobre el error de prohibición tiene establecido esta Sala en STS


586/2017, de 20 de julio, que al afectar a la conciencia de la antijuridicidad ha de
entenderse como un elemento de la culpabilidad, necesario pues para que una
determinada conducta pueda considerarse merecedora de reproche penal. Si falta
tal conciencia de antijuridicidad, bien directamente por la creencia de que el hecho
no está legalmente castigado, error sobre la norma prohibitiva o imperativa (error
directo de prohibición), bien indirectamente por estimarse que concurría una causa
de justificación (error indirecto de prohibición o error de permisión), la doctrina penal
entiende que no debe ser considerado el sujeto culpable del hecho, si el error es
invencible, o que puede ser merecedor de una atenuación de la pena si se considera
vencible (art. 14.3 C. Penal). El error de prohibición constituye el reverso de la
conciencia de la antijuridicidad como elemento constitutivo de la culpabilidad cuando
el autor de la infracción penal ignore que su conducta es contraria a Derecho (SSTS
1141/1997, de 14 de noviembre; 865/2005, de 24 de junio; 181/2007, de 7 de marzo;
753/2007, de 2 de octubre; 353/2013, de 19 de abril).

Como hemos dicho en la STS 708/2016, de 19 de septiembre, es


indudable que para conocer la conciencia de la ilegalidad de un acto debe tenerse
en consideración las condiciones personales del sujeto y el tema o aspecto ignorado
o no conocido. El análisis debe efectuarse sobre el caso concreto, con particular
atención a la naturaleza del delito que se afirma cometido.

Ahora bien, también esta Sala tiene dicho (STS 816/2014, de 24 de


noviembre) que la conciencia de antijuridicidad como elemento del delito no requiere
el conocimiento concreto de la norma penal que castiga el comportamiento de que
se trate, ni tampoco el conocimiento de que genéricamente el hecho está castigado
como delito. Basta con saber a nivel profano que las normas que regulan la

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convivencia social (el Derecho) prohíben el comportamiento que él realiza. El


contenido de este elemento del delito, la conciencia de la antijuridicidad, o de su
reverso, el error de prohibición, se refiere al simple conocimiento genérico de que lo
que se hace o se omite está prohibido por las leyes, sin mayores concreciones, sin
que se requiera conocer las consecuencias jurídicas que de su incumplimiento
pudieran derivarse. Basta conocer la ilicitud del propio obrar: «creencia errónea de
estar obrando lícitamente», decía el anterior art. 6 bis a); «error sobre la ilicitud del
hecho», dice ahora el vigente art. 14.3 (SSTS 1301/1998, de 28 de octubre;
986/2005, de 21 de julio; y 429/2012, de 21 de mayo).

En el presente caso, como acertadamente informa el Ministerio Fiscal


en esta instancia casacional, el relato fáctico no puede sustentar la aplicación del art.
14 CP, pues de él se desprende con claridad que los recurrentes, en su condición de
promotores del evento, conocían y tenían asumidas las obligaciones aludidas, sin
que la situación legal del pabellón se considere como causa del resultado producido.

El motivo no puede prosperar.

Recurso de Francisco del Amo y Rafael Pastor.

DÉCIMO.- El primer motivo se articula por la vía autorizada en el art.


849-2º de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, denunciando error en la apreciación de
la prueba, basada en documentos.

Reiteramos nuestra doctrina sobre los requisitos necesarios para el


estudio de un motivo de estas características.

El recurrente alega que no dio la orden de apertura del portón de cota


0, lo que deduce del listado de llamadas entrantes al teléfono móvil 675542789 de
Seguriber, obrante al folio 7457 tomo 23; la grabación del sistema CCTV del Madrid
Arena; y el informe policial “visionado de cámaras” elaborado por el Grupo V de
Homicidios obrante al folio 6839 del Tomo XX de la causa.

Ahora bien, como presupuesto previo a su análisis casacional, hemos


de recordar nuestra doctrina que declara que el documento acreditativo del error que
se denuncia requiere, en primer lugar, que se apoye la impugnación en una
verdadera prueba documental y no en prueba de otra clase, como la prueba
personal documentada en el proceso, lo que excluye a las declaraciones de testigos,

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peritos y acusados; por otro lado, el atestado policial no es documento


literosuficiente. Y que no se considera documento casacional a estos efectos, a los
informes policiales.

En consecuencia, la grabación del sistema CCTV del Madrid Arena y el


informe policial “visionado de cámaras” elaborado por el Grupo V de Homicidios
carecen de literosuficiencia. Dado que el sistema de grabación no recoge la hora
real, tal y como reconoce el propio recurrente, estas pruebas requieren la adición de
otras o tiene que recurrirse a complejas conjeturas o argumentaciones para su
interpretación.

En cuanto al listado de llamadas, no puede considerarse un documento


literosuficiente al entrar en contradicción con otros elementos probatorios
(declaraciones de coacusados, testigos de Seguriber, etc.).

La Audiencia tiene en consideración para la condena del recurrente su


condición de responsable de la sociedad Madridec, a título de coordinador de este
tipo de espectáculos, por parte de tal sociedad, que es tanto como decir el
Ayuntamiento de Madrid. Las sociedades participadas completamente por la referida
corporación municipal, son, a los efectos de comprobar su grado de control del
riesgo dañoso, como si se tratara del propio Ayuntamiento, ya que este delega en
estas sociedades las funciones correspondientes a tal control, al ceder los inmuebles
que son de propiedad municipal, y, a tal efecto, el superior control que ostenta el
Ayuntamiento se transfiere a Madridec, quien desplegaba, como consecuencia, tal
responsabilidad, y dentro de tal sociedad, como autoridad responsable, el ahora
recurrente Sr. Del Amo, el que incluso se encontraba, como era su deber, aunque de
facto no se ejerciera en otras ocasiones, en el lugar de la celebración del
espectáculo, pues las responsabilidades no se ejercen solamente desde los
despachos, sino desde el lugar en donde se celebran los eventos controlados por
Madridec, y bajo su superior supervisión, sin perjuicio de otras responsabilidades
penales concurrentes.

Por ello, es destacable su posición de garante de la seguridad, siendo


este un elemento sustancial en un espectáculo al que acudían miles de jóvenes,
como era el caso.

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RECURSO CASACION/2019/2016

No puede mantenerse, en consecuencia, que estamos ante un


accidente o caso fortuito, porque las causas de su causación han quedado
perfectamente determinadas en estos autos. A esto se refiere la sentencia recurrida
cuando se refiere a la descuidada ausencia de control del aforo, del flujo
indiscriminado por plantas y del cierre de vomitorios, así como de su posición de
garante.

El recurrente, como se alega en esta instancia casacional, reconstruye


su relato indicando que de las cinco llamadas del teléfono de Madridec al de
Seguriber, solo la de las 2:28 horas tiene una duración de 25 segundos y puede
conllevar una orden de tal naturaleza. Y que si la llamada de Francisco del Amo a
Díaz Romero tuvo lugar a las 2:20 horas y éste llamó por walkie al vigilante de
Seguriber Eladio Pupuche, a cargo del citado portón, el cual esperó entre 10 y 20
minutos a que llegara Santiago Rojo de Diviertt para abrir el portón a las 2:29 horas,
es materialmente imposible que el Sr. del Amo diera la orden de apertura del portón.

Ahora bien, la expresión “sobre” no indica la hora exacta sino en “torno


a”. Los empleados de Diviertt no podían dar órdenes directamente a los de
Seguriber. Prueba de ello es la orden de requisa más liviana dada por Diviertt, que
los empleados de Seguriber se negaron a acatar hasta que fuera avalada por el Sr.
del Amo. La decisión de abrir el portón de cota cero no pudo partir de los vigilantes
de Seguriber, los cuales solo podían recibir órdenes del personal de Madridec. No
queda constancia de la llamada por walkie de Díaz Romero a Segundo Pupuche,
pero ésta ha sido confirmada por varios vigilantes de Seguriber, acusados y testigos,
ya que la orden, fue transmitida por malla y por tanto escuchada por todos. En esa
llamada se indicó que la orden provenía de "Bravo Eco 1", nombre en clave de
Francisco del Amo. Que los tiempos marcados en el sistema de cámaras no
coinciden con la hora real, según establece la sentencia y reconoce el recurrente. Y
finalmente que las llamadas efectuadas desde el móvil de Madridec al de Seguriber,
que llevaba el Sr Díaz Romero, fueron cinco. El recurrente, en su beneficio,
interpreta que solo la de las 2:28 horas tuvo la duración suficiente para ordenar la
apertura.

Aunque el sistema de cámaras haya detectado a las 2:29 horas al Sr.


Ruiz Ayuso en cota 11 utilizando un móvil, no queda acreditado que el móvil fuera el
de la empresa (pudo ser el suyo particular). En este punto, debemos tomar en

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consideración que el Sr. del Amo declaró ante la Sala que él llevaba dos teléfonos
esa noche, el suyo particular y el de la empresa, al igual que el Sr. Ruiz Ayuso.
Además la hora en que le sitúan allí las cámaras es aproximativa, según lo indicado
anteriormente, y la cota 11 no se encuentra lejos de la Explanada de Cristal en
donde se encontraba el Sr. del Amo. Contra lo que dice el recurrente, la presencia
del Sr. Ruiz Ayuso en ese lugar y en esa hora aproximada no es incompatible con la
llamada que el Sr. del Amo hizo con el móvil de Madridec para dar la orden de
apertura.

En conclusión, el recurrente hace una nueva valoración de la prueba


partiendo solo de un hecho (la llamada a las 2:28 horas de 25 segundos de
duración), sin tener en cuenta las demás pruebas que contradicen su exposición.

Las conclusiones a las que llega la Sala sentenciadora de instancia son


plenamente razonables y se encuentran fundamentadas.

El motivo no puede prosperar.

UNDÉCIMO.- En su segundo motivo de casación, formalizado al


amparo de lo autorizado en el art. 852 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal,
denuncia ahora el recurrente la infracción de los derechos constitucionales a la tutela
judicial efectiva y a la presunción de inocencia.

Por un lado, el recurrente discute que el Sr. del Amo sea la máxima
autoridad en el evento. Pero como es de ver en la cláusula del contrato entre
Madridec y Diviertt (apartado 10.3), proclama lo siguiente: “El personal designado
para el evento representa a Madridec y goza de la máxima autoridad durante el
montaje, celebración y desmontaje del mismo”.

El recurrente, Francisco del Amo, era el Coordinador del Departamento


de Operaciones, y por debajo del cual estaba el Sr. Ruiz Ayuso, Técnico de
Operaciones.

Respecto a la apertura del portón de mercancías, el recurrente


denuncia “la falta de racionalidad del proceso valorativo de la prueba, que lleva a la
Sala a atribuir a mi mandante la orden de apertura del portón de cota cero".

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Frente a ello, la sentencia recurrida nos dice respecto a este recurrente,


Francisco del Amo López, que es el coordinador del Departamento de operaciones
de Madridec, y sin cuya participación nada de lo anterior podría haberse producido
ya que se entiende acreditado que el referido acusado representó a Madridec
durante la mayor parte de la celebración del evento, hasta poco antes de que se
produjeran los hechos, pero mientras se realizaban las conductas que ocasionaron
el resultado, y por lo tanto representaba la máxima autoridad en el mismo a la cual,
contractualmente, incluso el promotor estaba sometido, relevando de tal
responsabilidad a José Ruiz Ayuso.

Pero, como acertadamente dice la Audiencia, «lejos de ejercer


correctamente tal autoridad, Francisco del Amo tuvo con anterioridad al evento y,
durante el desarrollo del mismo, una conducta permanente de favorecimiento de los
intereses de Miguel Ángel Flores en lugar de controlar que por el mismo se
cumpliera con lo contractualmente acordado en relación con el montaje y con el
aforo autorizado, advirtiendo que éste no se cumplía y, pese a ello admitiendo y
colaborando activamente en actuaciones para facilitar el acceso del muy excesivo
número de asistentes al evento, sin cuidar, tampoco, de que se controlara el aforo
por plantas, ni finalmente suspender el evento como podía hacer y era su obligación
si no se cumplía con lo acordado, poniendo con todo ello en peligro la integridad
física de los asistentes lo que se materializó en el grave resultado producido.

Así, como se ha expuesto en la valoración de la prueba practicada,


Francisco del Amo supo que Miguel Ángel Flores estaba vendiendo entradas antes
incluso de que se aprobara el evento por Madridec y consintió las diferencias de
montaje en relación con los planos autorizados por su compañero el arquitecto de
Madridec, que él conocía y tenía obligación de supervisar, pese a que el acusado,
presente en el pabellón durante el montaje, pudo además, advertir la importancia de
tales diferencias de las que se desprendía el escaso respeto del promotor a lo
acordado, autorizando la apertura de puertas.

Una vez comenzado el evento Francisco del Amo, que se encontraba


frecuentemente en la Explanada de Cristal junto con Miguel Ángel Flores, como
reconoce y se le puede ver en las imágenes grabadas por las cámaras del pabellón,
pese a conocer el aforo permitido, comprobó personalmente cómo entraban en el
pabellón un número de personas muy superior al permitido, lo que Francisco del

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Amo podía valorar por su experiencia en este tipo de eventos y porque sabía cuál
era el aforo autorizado, sin que el acusado adoptara medida alguna para evitarlo.

No sólo no lo hizo, pudiendo haber acordado todas las medidas


posibles antes de que se pusiera en riesgo la seguridad de los asistentes, sino que,
conociendo igualmente por experiencias anteriores cómo desarrollaban su función
los controladores de Kontrol 34 no se preocupó, tampoco, debiendo de hacerlo, de
que en esta ocasión se controlara el aforo por plantas ni de que las vías de
evacuación del pabellón, como los vomitorios, estuvieran libres y expeditas, pese a
que por su compañero José Ruiz Ayuso tuvo conocimiento de que había vomitorios
cerrados, reconociendo en el acto del juicio que es una barbaridad cerrar seis (o
cinco) de los ocho vomitorios.

Por el contrario, y pese a estas graves irregularidades, la actitud de


Francisco del Amo, lejos de su función fue la de, como reconoce, “mimar al cliente”,
y por ello, siendo la persona de la que los responsables de Seguriber en el evento
podían seguir instrucciones, preguntó a Díaz Romero sobre un posible incidente
entre un vigilante y Miguel Ángel Flores, modificó la ubicación de los vigilantes de
Seguriber en la requisa prevista en el plan de vigilancia de acuerdo con lo interesado
por el cliente, requirió a dichos vigilantes para que la requisa se hiciera más liviana y
consintió que dejara de hacerse en los momentos de mayor afluencia de público.

Pero además, Francisco del Amo, quien sabía cuáles eran el aforo y los
planos aprobados, así como el lugar en el que se había fijado la entrada de los
asistentes, y que ésta no podía variarse durante la celebración del evento, a
requerimiento del promotor, sin valorar, imprudentemente, la influencia que ello
podía tener en el interior del pabellón colaboró, activa y necesariamente, para que el
público, en un número muy excesivo como pudo apreciar desde donde estaba,
accediera en lugar de por cota 11 como estaba previsto, por el portón de cota 0 que
Francisco del Amo sabía que estaba considerado puerta de emergencia.

Para ello y puesto que los responsables de Seguriber sólo iban a seguir
sus instrucciones en este tipo de cuestiones, como había sucedido igualmente en la
cuestión de la requisa, telefoneó a Díaz Romero que era quien llevaba el teléfono de
contacto de Seguriber para que indicara al vigilante del portón de cota 0 que lo
abriera cuando llegara alguien de la organización, Santiago Rojo, lo que
efectivamente se produjo con el resultado ya expuesto, favoreciendo una vez más
los intereses del promotor en contra de la seguridad de los asistentes.

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RECURSO CASACION/2019/2016

Pese a todo lo anterior Francisco del Amo abandonó el recinto sobre


las 3’30 horas, muy poco antes de producirse los hechos o cuando ya se estaban
causando, sin comprobar la incidencia que el exceso de asistentes y las actuaciones
del promotor, que él había autorizado y en las que había participado, habían
producido en el interior del pabellón, afirmando que se asomó con Pastor a la
barandilla de cota 11 y que le pareció que todo estaba correcto cuando viendo
solamente las imágenes se comprueba que en ese momento estaba repleta de
público hasta la cota 11, y cuando por su posición debería haber realizado un control
más exhaustivo ante las noticias que, además, había tenido por José Ruiz Ayuso al
que había autorizado, poco antes, a que se marchara a las oficinas de Madridec a
realizar unos presupuestos».

De lo expuesto por la Audiencia, debe mantenerse igualmente su


conclusión participativa del ahora recurrente Francisco del Amo en la causación del
resultado producido, de manera que contribuyó causalmente a la imprudente
actuación de Miguel Ángel Flores como promotor del evento, favoreciendo los
intereses de éste en lugar de ejercer la autoridad a la que estaba obligado y con
dicha actuación, contribuyó causalmente en el incremento del riesgo, siendo su
conducta típica incluible en los parámetros de la imprudencia grave, al desatender
cualquiera de las más elementales cautelas para que el resultado no se hubiera
producido. Incide su actuación omisiva causante de la imprudencia en lo relativo a
permitir el acceso al pabellón por otros lugares distintos a los correspondientes al
evento, o la ausencia de comprobación de los vomitorios, para que estuvieran
expeditos como salidas de evacuación, actuación esta de las más reprochables, ya
que junto al sobreaforo constituyeron una causa de suma relevancia para la
causación del resultado dañoso producido.

Y con respecto a la motivación de la inferencia, a los efectos de la


enervación de la presunción de inocencia, es clara la razonabilidad de la sentencia
recurrida.

En consecuencia, el motivo no puede prosperar.

DUODÉCIMO.- En el tercer motivo, y al amparo de lo autorizado en el


art. 849-1º de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, se denuncia la indebida aplicación
de los arts. 142 y 152 del Código Penal.

De los hechos probados, resulta que:

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RECURSO CASACION/2019/2016

«Ante la aglomeración de personas que querían entrar poco antes de


las 2:30 horas, Miguel Ángel Flores, con la colaboración de Francisco del Amo, el
cual como responsable de Madridec podía dar órdenes a los vigilantes de Seguriber,
y con la asistencia de Santiago Rojo y Miguel Ángel Morcillo, intentó conseguir una
mayor agilidad en el acceso al interior del numeroso público que esperaba.

En consecuencia Francisco del Amo máxima autoridad en el evento


como responsable de Madridec, pese a percibir que el público asistente era muy
superior al aforo permitido, no sólo no comprobó este extremo ni que se cumpliera la
distribución del aforo por plantas que se había estipulado, sino que permitió,
pudiendo evitarlo, que el evento continuara celebrándose en estas condiciones, y
cooperó con Miguel Ángel Flores, Santiago Rojo y Miguel Ángel Morcillo, en la
entrada masiva de más asistentes por lugares distintos del previsto y que estaban
considerados como salidas de emergencia así como en que el público fuera dirigido
directamente a la pista ya excesivamente congestionada en ese momento».

El recurrente considera que “las acciones y omisiones imputadas a mi


representado (...) podrían ser calificadas como de imprudencia leve (....) actualmente
destipificada”. Subsidiariamente sostiene que “la actuación de mi representado
podría ser calificada como de imprudencia menos grave”.

El recurrente parece descansar su motivo en el principio de confianza,


conforme al cual las personas, por regla general, pueden confiar en que los demás
actuarán correctamente y dentro de los márgenes del riesgo permitido. Esto significa
que no están obligados a adaptar su comportamiento a las posibles conductas
imprudentes de los terceros y que por tanto no son responsables de los resultados
lesivos que puedan ocasionar esas conductas imprudentes de los terceros. El
principio de confianza se ha definido como una manifestación del principio de
autoresponsabilidad de las personas. Por ello las personas, como principio general,
excepcionando los casos de dependencia legal o contractual que en este caso no se
dan, solo son responsables de su propia conducta y no deben adaptar su
comportamiento a las posibles conductas incorrectas de otras personas.

Pero no estamos, como acertadamente se ha alegado ante esta


instancia casacional, en un supuesto en que se tenga que crear, y mucho menos
aceptar, un riesgo. Se trata de la celebración de un espectáculo o de una fiesta en
un recinto municipal que no implica un riesgo socialmente aceptado.

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RECURSO CASACION/2019/2016

Por ello, aunque la relación de las empresas no eran horizontal, sino


jerárquica: Diviertt estaba sometida contractualmente a Madridec; Seguriber seguía
las directrices de Madridec, y Kontrol 34 las de Diviertt, no es menos cierto que la
responsabilidad de los inferiores ceda, en tanto que ejercen sus propias funciones
en el ámbito de su competencia. Pero es más, este argumento tampoco puede
exonerar a Francisco del Amo, que precisamente era el responsable en ese
momento de Madridec. Además, Madridec y Seguriber se rigen por unas
prescripciones técnicas, y Madridec no delega en Seguriber la ejecución de los
planes de autoprotección y la competencia en materia de seguridad, estén abiertas o
cerradas las instalaciones, y mucho menos cuando los propios funcionarios de
Madridec se encuentran en las instalaciones. Pero ello tampoco exime de
responsabilidad a Seguriber en cuanto al cumplimiento del plan de autoprotección,
ya que según el plan de vigilancia de Seguriber (folios 1492 y siguientes) los
vigilantes deben mantener libres las salidas de emergencia y son una pieza
importante en el plan de evacuación.

En suma, la sentencia recurrida basa la responsabilidad del recurrente


en la orden de apertura del portón de cota cero, y ello porque: a) supone la entrada
masiva de personas por una vía de evacuación; b) el público accede directamente a
la pista central, ya sobresaturada; c) el portón no está previsto como entrada de
público según el plan de autoprotección ni según los planos del evento realizados
por el arquitecto municipal Sr. Martínez de Miguel; y d) concurre la relación de
causalidad entre la apertura de cota 0 y el resultado producido. Desde que se
produce la apertura del portón de cota 0, en torno a las 2:30 de la mañana, se
empieza a sobresaturar la pista. Se generan pequeñas avalanchas indicativas de lo
que después iba a suceder; la apertura del Muelle Mónico a las 3:12 horas, facilita la
entrada de más de mil personas, muchas de las cuales pretenden ir a la pista
central, que es donde se produce la falta avalancha.

Estos elementos conforman la imprudencia grave que se tipifica en el


Código Penal.

DÉCIMO TERCERO.- Como acertadamente se razona, y resulta de la


jurisprudencia de esta Sala, el delito imprudente exige la concurrencia de los
siguientes requisitos:

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RECURSO CASACION/2019/2016

1º) La infracción de un deber de cuidado interno (deber subjetivo de


cuidado o deber de previsión).

2º) Vulneración de un deber de cuidado externo (deber objetivo de


cuidado).

3º) Generación de un resultado.

4º) Relación de causalidad.

A lo anterior debe sumarse:

1) En los comportamientos activos:

a) el nexo causal entre la acción imprudente y el resultado (vínculo


naturalístico u ontológico)

b) la imputación objetiva del resultado (vínculo normativo): que el riesgo


no permitido generado por la conducta imprudente sea el que materialice el
resultado.

2) En los comportamientos omisivos: dilucidar si el resultado producido


se hubiera ocasionado de todos modos si no se presta el comportamiento debido.
Pero no que no se puede saber o conocer si el resultado se hubiera producido, o no,
de haberse prestado la atención debida.

Conforme a la teoría de la imputación objetiva, se exige para


determinar la relación de causalidad:

1) La causalidad natural: en los delitos de resultado éste ha de ser


atribuible a la acción del autor.

2) La causalidad normativa: además hay que comprobar que se


cumplen los siguientes requisitos sin los cuales se elimina la tipicidad de la
conducta:

1º) Que la acción del autor ha creado un peligro jurídicamente


desaprobado para la producción del resultado, lo que se entiende que no concurre
en los siguientes supuestos:

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RECURSO CASACION/2019/2016

a) Cuando se trata de riesgos permitidos.

b) Cuando se pretende una disminución del riesgo: es decir, se opera


para evitar un resultado más perjudicial.

c) Si se obra confiado en que otros se mantendrán dentro de los límites


del riesgo permitido (principio de confianza).

d) Si existen condiciones previas a las realmente causales puestas por


quien no es garante de la evitación del resultado (prohibición de regreso).

2º) Que el resultado producido por la acción es la concreción del peligro


jurídicamente desaprobado creado por la acción, manteniéndose criterios
complementarios nacidos de la presencia de riesgos concurrentes para la
producción del resultado, de forma que en estos casos hay que indagar cuál es la
causa que realmente produce el resultado.

Como alegación subsidiaria, el recurrente sostiene que la conducta del


Sr. del Amo podría constituir una imprudencia menos grave.

La Ley Orgánica 1/2015, de 30 de marzo, de reforma del Código Penal,


ha procedido a una despenalización de la imprudencia leve, dibujando nuevos
conceptos, imprudencia grave y menos grave en los tipos imprudentes de los arts.
142 y 152 del Código Penal.

Las razones de la distinción es la modulación de la imprudencia


delictiva entre grave y menos grave, lo que dará lugar a una mejor graduación de la
responsabilidad penal en función de la conducta merecedora de reproche, pero al
mismo tiempo permitirá reconocer supuestos de imprudencia leve que deben quedar
fuera del Código Penal.

Así, según se expone en el Preámbulo de la LO 1/2015, el legislador


considera “oportuno reconducir las actuales faltas de homicidio y lesiones por
imprudencia leve hacia la vía jurisdiccional civil” por considerar que estos supuestos
deben quedar fuera del Código Penal razonando que “no toda actuación culposa de
la que se deriva un resultado dañoso debe dar lugar a responsabilidad penal, sino
que el principio de intervención mínima y la consideración del sistema punitivo como
última ratio, determinan que en la esfera penal deban incardinarse exclusivamente

71
RECURSO CASACION/2019/2016

los supuestos graves de imprudencia, reconduciendo otro tipo de conductas


culposas a la vía civil, en su modalidad de responsabilidad extracontractual o
aquiliana de los artículos 1902 y siguientes del Código Civil, a la que habrá de acudir
quien pretenda exigir responsabilidad por culpa de tal entidad”.

Dentro de las imprudencias que se consideran por el legislador que


constituyen conductas merecedoras de reproche penal se establece esa modulación
de la imprudencia delictiva entre grave y menos grave, en las que se incluyen, por lo
que afecta a la presente resolución, los delitos de homicidio por imprudencia grave y
menos grave previstos en el párrafo primero y segundo del art. 142 del C.P.,
respectivamente, y las lesiones por imprudencia grave del art. 147.1 del C.P. que se
recogen en el art. 152.1.1º del C.P., no considerándose constitutivas de infracción
penal las lesiones previstas en el art. 147 del C.P. que se cometan por imprudencia
menos grave puesto que el segundo párrafo del art. 152 del C.P. sólo sanciona al
que por imprudencia menos grave cometiere alguna de las lesiones a que se
refieren los arts. 149 y 150 del C.P.

Se hace, pues, necesario un esfuerzo interpretativo para delimitar los


conceptos de imprudencia grave y menos grave y proyectarlos sobre la realidad
social diaria.

La distinción, al menos en su nomenclatura, es novedosa en nuestro


sistema penal, y en concreto la expresión y concepto de imprudencia menos grave,
pudiendo ayudarnos los antecedentes histórico-legislativos en la exégesis de la
misma.

Desde el Código Penal de 1848, la imprudencia se venía graduando en


tres categorías: imprudencia temeraria, imprudencia simple con infracción de
reglamentos y simple o mera imprudencia. Con la reforma operada por LO 3/1989,
de 21 de junio, de actualización del Código Penal, se consideró que la llamada
infracción de reglamentos, por concurrir prácticamente en todo hecho culposo, no
podía ser utilizada como criterio diferenciador entre delito y falta, antes al contrario,
incluso para la falta debía requerirse tal infracción reglamentaria, aun admitiendo la
posibilidad de un tipo mínimo de falta en que no concurriera ese elemento;
razonamiento que ha de estimarse correcto pues la esencia del injusto imprudente
no está fundado sólo en las infracciones de la legislación extrapenal.

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RECURSO CASACION/2019/2016

La imprudencia temeraria venía definida jurisprudencialmente como la


omisión de elementales normas de cuidado que cualquier persona debe observar y
guardar en los actos de la vida ordinaria, o en la omisión de la diligencia que resulte
indispensable en el ejercicio de la actividad o profesión que implique riesgo propio o
ajeno (STS de 15 de octubre de 1991).

En la imprudencia simple se incluía dogmáticamente la omisión de la


atención normal o debida en relación con los factores circunstanciales de todo orden
que definen y conforman el supuesto concreto, representando la infracción de un
deber de cuidado de pequeño alcance, aproximándose a la cota exigida
habitualmente en la vida social (ver STS de 17 de noviembre de 1992).

El Código Penal de 1995 estableció un nuevo régimen de crimina


culposa, utilizando las categorías de imprudencia grave y leve. La doctrina de esta
Sala entendió que imprudencia grave era equivalente a la imprudencia temeraria
anterior, mientras que la leve se nutría conceptualmente de la imprudencia simple
(STS 1823/2002, de 7 de noviembre), persistiendo la culpa levísima como ilícito civil.
La diferencia radicaba en la mayor o menor intensidad del quebrantamiento del
deber objetivo de cuidado que, como elemento normativo, seguía siendo la idea
vertebral del concepto de imprudencia.

Como hemos dicho, la LO 1/2015, contempla la imprudencia grave y


menos grave, quedando la imprudencia leve reservada para el ámbito (civil) de la
responsabilidad extracontractual.

La cuestión es pues si los conceptos imprudencia grave y menos grave


son o no equivalentes a los anteriores de imprudencia grave y leve y si, por tanto, ha
habido una reducción de la intervención penal.

En la doctrina científica, tras la entrada en vigor de la Ley Orgánica


1/2015, se pueden distinguir, fundamentalmente, dos posturas en torno a la
elaboración conceptual de la nueva categoría de imprudencia menos grave –y su
relación con la grave–. En primer lugar, la que tiende a identificar la imprudencia
menos grave con la antigua leve, y junto a ella la de quienes la construyen como una
tipología de imprudencia intermedia más intensa que la leve anterior, por lo que se
separaría de esta última, nutriéndose de supuestos más graves y sin detraer
ninguno de la imprudencia grave. En segundo lugar, la que elabora la nueva

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RECURSO CASACION/2019/2016

imprudencia menos grave como desgajada o separada de la grave, al alimentarse


de sus conductas más leves, con las consiguientes repercusiones en el derecho
transitorio centradas en la posibilidad de aplicación retroactiva de la nueva categoría
como más beneficiosa.

La imprudencia menos grave no puede equipararse a la antigua


imprudencia leve. Por otra parte, la nueva imprudencia menos grave tampoco se
integra totalmente en la imprudencia grave, y no se nutre de las conductas más
leves de la imprudencia, sino que constituye una nueva categoría conceptual. La
nueva modulación de ese nivel de imprudencia delictiva contempla un matiz
diferenciador de grados o niveles de gravedad; la vulneración del deber de cuidado
es idéntica en una y otra y la diferencia está en la intensidad o relevancia –la
imprudencia leve atípica vendría referida, por exclusión de las otras dos categorías,
a la vulneración de deberes de cuidado de insuficiente entidad o relieve y de mayor
lejanía a la imprudencia grave–.

La menor gravedad significa, en estos términos, partir de una previa


valoración de la entidad o intensidad en la infracción de los deberes referidos,
constitutivos de la imprudencia grave, que ante las circunstancias concurrentes, se
degrada o desvalora.

Proyectando estas consideraciones al derecho transitorio, no cabría


hablar de retroactividad con el argumento de que el nuevo texto surgido de la
reforma podría ser más favorable, dado que la imprudencia grave no ha sufrido
modificación alguna.

En suma, en una aproximación hermenéutica al concepto de


imprudencia menos grave, es precisa una vulneración de cierta significación o
entidad de los deberes normativos de cuidado, en particular de los plasmados en los
preceptos legales de singular relevancia, sin exclusión de los sociológicos.

Por tanto, la imprudencia menos grave ha de situarse en el límite


superior de aquéllas conductas que antes eran consideradas como leves y que el
legislador ha querido expresamente despenalizar, encontrándose supuestos que por
la menor importancia y relevancia del deber de cuidado infringido, de conformidad
con los requisitos objetivos y subjetivos exigidos por la jurisprudencia para ello, y a

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los que con anterioridad se ha hecho referencia, pueden ser considerados como
menos graves.

La imprudencia menos grave puede ser definida como la constitución


de un riesgo de inferior naturaleza, a la grave, asimilable en este caso, la menos
grave, como la infracción del deber medio de previsión ante la actividad que
despliega el agente en el actuar correspondiente a la conducta que es objeto de
atención y que es la causalmente determinante, única o plural, con el resultado
producido, de tal manera que puede afirmarse que la creación del riesgo le es
imputable al agente, bien por su conducta profesional o por su actuación u omisión
en una actividad permitida social y jurídicamente que pueda causar un resultado
dañoso. Así, mientras la imprudencia grave es la dejación más intolerable de las
conductas fácticas que debe controlar el autor, originando un riesgo físico que
produce el resultado dañoso, en la imprudencia menos grave, el acento se debe
poner en tal consecuencia pero operada por el despliegue de la omisión de la
diligencia que debe exigirse a una persona en la infracción del deber de cuidado en
su actuar (u omitir).

Estas nociones, naturalmente, constituyen generalmente conceptos


jurídicos indeterminados, que necesitan del diseño, en el caso concreto, para operar
en la realidad que ha de ser juzgada en el supuesto de autos. La imprudencia grave
es, pues, la omisión de la diligencia más intolerable, mediante una conducta activa u
omisiva, que causa un resultado dañoso y que se encuentra causalmente conectada
normativamente con tal resultado, mediante la teoría de la imputación objetiva, que
partiendo de un previo lazo naturalístico, contribuye a su tipificación mediante un
juicio basado en la creación de un riesgo no permitido que es el que opera como
conexión en la relación de causalidad.

Bajo estas consideraciones no puede incardinarse la conducta del Sr.


Del Amo como constitutiva de imprudencia menos grave, pues las conductas
analizadas sobrepasan abiertamente el módulo medio de omisión de la diligencia
debida y se adentran en el concepto de negligencia de considerable entidad, más
elevada que la media, al contribuir a la generación de un riesgo intolerable
jurídicamente en su actuar, que se juzga típico dentro de la imprudencia que se
califica de grave por el Código Penal.

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DÉCIMO CUARTO.- Con respecto al recurso de Rafael Pastor Martín,


se formaliza un único motivo casacional, al amparo de lo autorizado en el art. 852 de
la Ley de Enjuiciamiento Criminal, denunciando la infracción constitucional de la
presunción de inocencia, y del derecho a la tutela judicial efectiva, proclamados en el
art. 24 de nuestra Carta Magna.

El recurrente denuncia que la sentencia recurrida le reproche el haber


tenido que percibir el sobreaforo; y haber participado en la fase de preparación del
evento, incluyendo el aforo autorizado.

De los hechos declarados probados, resulta que el recurrente era el


Subdirector de Seguridad de Madridec, condición de la que no puede sustraerse, por
mucho que no estuviera trabajando esa noche en el recinto del Madrid Arena.

Sin embargo, la sentencia recurrida absuelve al Sr. Pastor, al


considerar que su imprudencia fue leve.

Basa esta consideración la sentencia recurrida en que la conducta de


Rafael Pastor Martín durante el desarrollo de los hechos sería, en el momento en
que se produjeron, constitutiva de sendas faltas de homicidio y lesiones por
imprudencia leve, previstas y penadas en el art. 621.2 y 3 del C.P., actualmente
despenalizadas.

Para la anterior consideración se parte de que Rafael Pastor no tenía


obligación de estar en el evento, en el cual ni ejercía función alguna, ni dio ningún
tipo de orden ni instrucción, ni asumió la representación de Madridec durante el
desarrollo del espectáculo.

Sin embargo, Rafael Pastor era Subdirector del Departamento de


Seguridad de Madridec desde 2007, ejercía como responsable de dicho
departamento entre otras cuestiones para las operativas específicas para los
eventos y en relación con el celebrado la noche de los hechos, conocía el proyecto,
el aforo autorizado, y había participado en la elaboración del dispositivo de
seguridad de acuerdo con ambos. Pese a ello estuvo en el exterior del pabellón
desde antes de que comenzara el espectáculo hasta, al menos, las tres de la
mañana, y tuvo que ver y advertir el número de asistentes que entraba al mismo, la
forma como lo hacían, las colas que se habían formado y sacar la conclusión,
inevitablemente, de que el aforo se había sobrepasado. Sobre ello, alrededor de las

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2:30 horas, le preguntó la policía municipal Cándida Jiménez, a la que, sin embargo,
tranquilizó diciéndole que no se preocupara, que el aforo no se había completado ni
de lejos, sin que parezca que él efectuara comprobación alguna al respecto.

Sigue argumentado la sentencia recurrida, que Rafael Pastor es,


además de un experto en seguridad, un hombre muy experimentado en este tipo de
eventos, conoce perfectamente la normativa relativa al aforo de los espectáculos y
las medidas que se pueden adoptar para impedir un sobreaforo, adoptando pese a
todo lo expuesto una conducta absolutamente omisiva sin que no sólo no realizara
ningún tipo de actuación por sí mismo sino que tampoco comunicara con su
compañero Del Amo lo que estaba apreciando para que, como responsable,
corrigiera la situación. Por todo ello se considera que incurrió en una conducta
imprudente, aunque de carácter leve dado que su responsabilidad no se deriva de
su obligación de actuación en este evento en concreto sino de su condición de
responsable de Seguridad en Madridec, de lo que apreció dado que se encontraba
en el lugar, y del conocimiento que por su participación en la preparación del evento
tenía del aforo autorizado.

Por todo lo expuesto, entendiendo que la conducta de Rafael Pastor


Martín sería constitutiva de sendas faltas de homicidio y lesiones por imprudencia
leve previstas y penadas en el art. 621.2 y 3 del C.P., conforme a la redacción del
C.P. vigente en la fecha en que se produjeron los hechos, y que en la actualidad
dichas faltas han sido despenalizadas, procede, de conformidad con nuestra
jurisprudencia (SSTS 108/2015, de 11 de noviembre, 13/2016, de 25 de enero y la
644/2016, de 14 de julio de 2016) respecto a la operatividad en estos supuestos del
apartado 2 de la Disposición Transitoria Cuarta, la absolución de Rafael Pastor
Martín, al suprimirse en estos supuestos la posibilidad de condena penal, quedando
reducido el objeto del proceso al resarcimiento civil del perjudicado, por lo que el
referido acusado deberá responder civilmente de los perjuicios causados por el
fallecimiento de las víctimas y por las lesiones causadas al resto de los perjudicados.

Las consideraciones expuestas son plenamente compartidas por esta


Sala Casacional, por lo que el motivo no puede prosperar.

Recurso de Carlos Manzanares y de Kontrol 34.

DÉCIMO QUINTO.- Se estudiará conjuntamente este recurso de


casación, pues igualmente en la vista del recurso, fue sostenido conjuntamente.

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La sentencia recurrida condena a este recurrente como autor


penalmente responsable de cinco delitos de homicidio por imprudencia grave,
previstos y penados en el art. 142. 1 del C.P., y de catorce delitos de lesiones por
imprudencia grave, previstos y penados en el art. 152.1.1º del C.P., todos ellos en
concurso ideal del art. 77 C.P., sin la concurrencia de circunstancias modificativas de
la responsabilidad criminal, a la pena de dos años, seis meses y un día de prisión
con las accesorias que se especifican en la misma.

En el primer motivo de su recurso, se alega como infringida la garantía


constitucional de inocencia, proclamada en el art. 24.2 de nuestra Carta Magna.

Dando por reproducida nuestra doctrina legal acerca de la viabilidad del


motivo, que ya hemos dejado expuesta en anteriores fundamentos jurídicos, se
alega por el recurrente que ha sido condenado sin la demostración mínima de que
haya tenido participación y responsabilidad alguna en los delitos descritos. No
obstante lo cual, el recurrente reconoce que dicha parte no aspira a transmutar el
carácter extraordinario de la casación para equipararla a una apelación, sino que por
el contrario, construye su recurso extramuros del examen apreciativo fundado en la
inmediación que edifica la convicción del Tribunal sentenciador vertida desde el
aspecto de prueba de cargo suficiente, así como prueba debidamente razonada y
motivada.

Pero, acto seguido, la parte recurrente reconoce que la sentencia


número 488/2016, de fecha 21 de septiembre de 2016, hoy recurrida, dictada por la
Sección Séptima de la Audiencia Provincial de Madrid, ha utilizado las siguientes
diligencias de prueba para sustentar la condena de Carlos Manzanares:

- Interrogatorio de los acusados.

- Declaración testifical de asistentes al evento.

- Declaración testifical de funcionarios de la Policía Nacional.

- Declaración testifical de trabajadores de Diviertt.

- Declaración testifical de trabajadores de Diviertt cuyos datos fueron


cedidos por Kontrol 34, S.L.

- Declaración testifical de trabajadores de Seguriber.

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- Declaración testifical de trabajadores de Madridec.

De lo anterior se colige que la Sala sentenciadora de instancia ha


contado con prueba de cargo en la que fundamentar su condena, pero igualmente
atendiendo al contenido del apartado 2.2.4 de la sentencia que se recurre, son seis
los indicios en los que se ha basado la Sala para fundamentar su convicción,
sustentar la responsabilidad penal de Manzanares y, en consecuencia, dictar el fallo
condenatorio respecto del mismo; siendo éstos:

1) Folios 580 y siguientes del Tomo II de las actuaciones:


comunicado que remite Diviertt a Madridec en el que se hace constar que la
seguridad interior del evento estará a cargo de Kontrol 34 (sociedad de la que es
socio mayoritario Carlos Manzanares).
2) Croquis respecto de la ubicación del personal seleccionado por
el recurrente (a través de su sociedad Kontrol 34) y aportado por el mismo a la
causa.
3) Atribución de la condición de controlador de acceso a los
trabajadores seleccionados y facilitados a través de su sociedad Kontrol 34.
4) Presencia física de Carlos Manzanares durante la celebración
del espectáculo. Existencia de una credencial, a nombre del mismo, y en la que se
refleja "Servicio de Orden", hallada durante la inspección ocular en la "Sala de
Prensa" de Diviertt, sita en el pabellón Madrid Arena. Imágenes obtenidas de las
videograbaciones realizadas en el recinto Madrid Arena en las que, según el
Tribunal Sentenciador, se observa a Carlos Manzanares impartiendo órdenes y
moviendo una valla.
5) Declaración del Sr. Ruiz Ayuso, acusado y empleado de
Madridec (empresa adjudicataria del pabellón Madrid Arena). Declaración de
Francisco del Amo, acusado y empleado de Madridrec.
6) Factura aportada por Kontrol 34 y obrante, la misma, al folio
10.008 del Tomo 30 de la causa.

Es por ello, que la explicación que proporciona la sentencia recurrida,


respecto a la condena de Carlos Manzanares y de su sociedad Kontrol 34, es
suficientemente razonable.

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Argumenta la Sala sentenciadora que Diviertt S.L. contrataba con la


empresa Kontrol 34 S.L. el servicio de orden en los eventos que realizaba, no
admitiendo que se encargara de la seguridad interior la empresa Seguriber, la cual,
como se ha expuesto sí tenía adjudicada la prestación del servicio ordinario de
seguridad para las instalaciones de Madridec en el recinto Feria del Campo,
reforzándose dicho servicio durante la realización de los eventos.

Aunque no se encuentra unida a las actuaciones la escritura de


constitución de Kontrol 34 ni certificación del Registro Mercantil relativa a dicha
sociedad (constando en autos que la representación de dicha mercantil fue
requerida para que aportara documentación al respecto sin que cumplimentara tal
requerimiento), los acusados Carlos Manzanares Rodríguez y Emilio Belliard Cueto
reconocieron ser los únicos socios de Kontrol 34, el primero con el 90% de las
acciones y el segundo con un 10% de las mismas.

De la prueba practicada en el acto del juicio sobre la forma en que los


trabajadores de Kontrol 34 prestaban esos servicios en los eventos que realizaba
Diviertt y de la naturaleza de dicha prestación y funciones de los empleados de la
referida empresa, la Audiencia considera acreditado que, al menos, Carlos
Manzanares, además de seleccionar al personal, determinaba con Miguel Ángel
Flores, Santiago Rojo y Miguel Ángel Morcillo las funciones que debían de prestar en
el evento y el puesto que dichos trabajadores iban a ocupar a tal fin, y estaba
presente en el espectáculo para controlar que ello se hiciera conforme a lo
acordado, dando a los trabajadores las órdenes e instrucciones que consideraba
precisas durante el desarrollo de los actos, no limitándose, como pretende, a la mera
selección de personal para los eventos.

En la declaración prestada en el acto del juicio oral, Carlos Manzanares


Rodríguez admitió que era él quien se ocupaba principalmente de la empresa y
seleccionaba al personal, se ponía en contacto con los clientes y gestionaba los
pagos, atribuyendo a Emilio Belliard un papel accesorio.

Carlos Manzanares declaró que ya había trabajado con Diviertt en otras


ocasiones, tanto en Madrid Arena como en Salas, que él seleccionaba al personal a
través de personas que conocía, y que para el evento objeto de las presentes
actuaciones firmó con Miguel Ángel Flores el convenio de selección de personal, que
consta al folio 1008 del Tomo 3 de las actuaciones, unos días antes del evento,
siendo el número de personas finalmente seleccionadas 63, no 75. Según mantiene

80
RECURSO CASACION/2019/2016

les seleccionó como auxiliares, aunque Miguel Ángel exigía que tuvieran la titulación
de controladores de acceso, y que dichas personas tendrían las funciones que les
encargara el personal de Diviertt. Así, según dice, quien coordinaba a los auxiliares
dependía de la organización del evento y era Manuel Montalvo (Lolo), pero el día de
los hechos estaba en Londres, lo que ya se sabía con anterioridad, y la coordinación
la hizo Juan Francisco Cuerdo (Tito), según lo decidió la gente de Diviertt porque le
conocían.

Pero constan en las actuaciones documentos en los que aparece que la


seguridad interior del evento estaba a cargo de Kontrol 34 (folios 580 y siguientes).
Asimismo, constan dos planos diferentes sobre la posición de los empleados
seleccionados por Kontrol 34, los primeros, que se encuentran en los folios 5966 y
siguientes del Tomo 18 de las actuaciones, fueron aportados por Carlos Manzanares
al Juzgado de Instrucción el mismo día en que fue requerido en su declaración como
imputado para ello, lo que supone que los tenía a su disposición; siendo además
diferentes a los que con posterioridad aportó a la causa Diviertt al ser requerida a tal
fin y que obran a los folios 8135 y siguientes, Tomo 24 y 9981 y siguientes, Tomo
30 de las actuaciones, incluyendo los segundos no sólo “auxiliares y ojeadores” que
recoge los primeros en un número muy inferior a los 63 que Manzanares afirma que
fueron contratados, sino además camareros y taquilleros. De lo que infiere el
Tribunal de instancia que Manzanares tenía el croquis de los puestos de trabajo
porque eran de su competencia, aunque mantuviera que él sólo seleccionaba al
personal y que era la empresa Diviertt quien les ubicaba.

El día de los hechos Carlos Manzanares estuvo en el evento,


constando en las actuaciones (a los folios 3232 del Tomo 10 de la causa) el acta de
inspección ocular realizada el día 13 de noviembre de 2012 en la que figura el
hallazgo en la denominada “Sala de Prensa” de diversos efectos entre los que se
encontraban doce acreditaciones, posteriormente remitidas al Juzgado de
Instrucción. Entre dichas acreditaciones se hallaban, en concreto, una en la que
aparecía el nombre de Carlos Manzanares y en otra el de Emilio Belliard, y debajo
de ambas constaba “Servicio de orden”, al igual que en otra a nombre de Manuel
Montalvo. En el visionado de las imágenes grabadas durante la celebración del
evento se pudo ver a Carlos Manzanares y Emilio Belliard entrar y salir de dicha
Sala de Prensa, a pesar de que Carlos Manzanares mantuvo desconocer la
existencia de dichas credenciales.

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RECURSO CASACION/2019/2016

También en las imágenes se vio a Carlos Manzanares y Emilio Belliard


bajar con todos los trabajadores de Kontrol 34 hacia los vestuarios y entrar en ellos
con los mismos.

Carlos Manzanares vino a reconocer que supervisó la actitud del


personal, aunque señalando que era para controlar “si los chicos [controladores] se
dedicaban a ligar, beber o hablar por teléfono”, de cara a volverles a contratar o no,
y que si los trabajadores tenían algún problema avisaban a Tito (Juan Francisco
Cuerdo), Santiago o Miguel Ángel.

Cristian Fraile y Roberto Mateos, ambos vigilantes de seguridad de


Seguriber declararon que cuando el primero entregó al personal de Kontrol 34 la
llave de sus vestuarios y Cristian Fraile preguntó que a nombre de quién hacía
constar la entrega de la llave, la persona a la que se la había dado le dijo que a
nombre de Carlos Manzanares. Por ello, Fraile le dijo a Mateos que anotara la
entrega de llaves a dos personas, una de ellas a Carlos Manzanares, y así lo hizo
Mateos haciéndolo constar en un papel, que obra al folio 8005 del Tomo 24 de las
actuaciones, y que Mateos refirió que guardó después de los hechos porque le
pareció importante, aportándolo cuando compareció a declarar como testigo ante el
Juzgado de Instrucción, figurando “Carlos Manzanares, respons. Seg. Int.”

En cuanto a lo que exponen el resto de los acusados y testigos sobre


las funciones de Carlos Manzanares y Emilio Belliard, hace la Audiencia las
siguientes consideraciones:

Señala que si bien Miguel Ángel Flores –que manifestó ser amigo de
Carlos Manzanares desde hacía unos 18 años– afirmó que Carlos Manzanares y
Emilio Belliard no tenían ninguna función en el evento, que él encargó a Kontrol 34 la
selección de dicho personal, pero que estas personas trabajaban para Diviertt que
es quien les daba de alta en la Seguridad Social (añadiendo que desconocía la
existencia de credenciales a nombre de los mismos, lo que no parece verosímil);
Santiago Rojo Buendía no mantuvo que los trabajadores de Kontrol 34, empezando
por el supuesto coordinador de los mismos, Tito, estuvieran bajo sus órdenes y las
de Miguel Ángel Morcillo, manifestando que él no tiene la obligación de estar toda la
noche en el evento, y que Morcillo controla a los auxiliares que están en las barras,
no al resto del personal.

Por su parte, Miguel Ángel Morcillo declaró que Manzanares y Belliard


estaban allí pero que no sabe qué funciones tenían ni por qué había acreditaciones
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para ellos, resultando inverosímil que tras llevar trabajando 20 años en estos
eventos y haber participado en la realización de todos los que se hicieron en el
Madrid Arena, según se dice, no supiera nada de todas estas circunstancias.

También refiere la Audiencia la versión que ofrecen en relación a las


funciones de Manzanares y Belliard en el evento el resto de los acusados. Así Paris
y Monterde les conocían por verles habitualmente en los eventos que realizaba
Diviertt, aunque no saben exactamente qué funciones hacían. Rafael Pastor también
conocía a Carlos Manzanares; Ruiz Ayuso afirmó que a los trabajadores de Kontrol
34 les coordinaban Emilio Belliard y Carlos Manzanares, que éstos estaban por allí y
vio que los trabajadores hablaban con ellos.

Más explícito al respecto fue Francisco del Amo, el cual mantenía un


contacto más directo con Diviertt que los anteriores, y aseguró que cuando llegaron
los funcionarios de la Delegación de Gobierno en la visita previa a la apertura de
puertas, les presentó a Manzanares y Belliard y les dijo que eran los encargados de
la seguridad interior. Por eso, según explica este acusado, en la imagen en que
aparece la visita de los funcionarios de la Delegación, están Manzanares y Belliard
acompañándoles. Afirma Francisco del Amo que el día de los hechos vio llegar al
personal de Seguriber y al de Kontrol 34 y también a Carlos Manzanares y Emilio
Belliard, que Flores le presentó a Manzanares como el responsable de Kontrol 34 y
en todos los eventos organizados por Diviertt la empresa de control siempre ha sido
Kontrol 34 y siempre han estado los dueños de la empresa en los eventos.

Por otra parte, señala la Audiencia que la versión que ofrecieron los
empleados que trabajaron ese día en el evento seleccionados por Kontrol 34 y
contratados por Diviertt, y que comparecieron como testigos en el acto del juicio, fue
ciertamente curiosa en cuanto a la forma en que fueron seleccionados, puesto que
pese a que Carlos Manzanares defiende que su función se limitaba a realizar tal
selección, algunos aseguraron no conocerle y refieren que les llamó para trabajar en
el evento alguna persona, distinta a dicho acusado, relacionada con Kontrol 34 o
directamente con Diviertt.

Algunos de estos testigos dijeron que Carlos Manzanares y Emilio


Belliard no estaban en la sala en que se reunieron al llegar y en donde les explicaron
sus funciones y les dieron el material, lo que resulta llamativo porque Carlos
Manzanares mantuvo que fueron a pasar lista para comprobar que habían llegado
todos los contratados y, como se ha dicho, se le ve en las imágenes entrar con ellos

83
RECURSO CASACION/2019/2016

en el vestuario. Igualmente, aseguraron los testigos que esa noche no podían recibir
órdenes de Carlos Manzanares y Emilio Belliard porque trabajaban para Diviertt, a
modo de lección bien aprendida, cuando muchos de ellos dijeron que Carlos y Emilio
eran sus jefes en Kontrol 34, y allí estuvieron toda la noche. No resultando verosímil
que si los dos acusados, esto es sus jefes, les dieran alguna orden, ellos dijeran que
no la seguían porque no tenían ninguna función allí.

En el “convenio de selección de personal” (que por copia consta al folio


1008, Tomo 3 de las actuaciones), se hace constar que lo que interesa al Promotor
(Diviertt) es “contratar directamente personal auxiliar con experiencia en este tipo de
eventos para guiar al público asistente y realizar labores auxiliares al personal de
seguridad compuesto por los vigilantes del servicio de seguridad integral que viene
preestablecido por el propietario del Madrid Arena”, lo que casi parece una
respuesta anticipada a las cuestiones planteadas en este procedimiento sobre la
seguridad en el evento en el que se produjeron los hechos.

La obligación que contrajo en ese “convenio” Kontrol 34 era facilitar una


relación de trabajadores para su contratación para el citado evento, percibiendo, por
hacerle llegar una lista de personas a Diviertt, el 10% del total de la remuneración
neta percibida por las personas efectivamente contratadas para el evento.

Dice el Tribunal sentenciador que resulta incomprensiblemente elevado


que por facilitar una lista de trabajadores, sin más, Kontrol 34 cobrara la cantidad de
1.550 euros, y realmente extraño que Miguel Ángel Flores, que tanto controlaba sus
gastos en el evento, estuviera dispuesto a abonarla por muy amigo que fuera de
Carlos Manzanares, sino que además, y dado que ello supone, según el convenio de
personal, el 10% de la cantidad neta percibida por los trabajadores, dicho importe no
coincide en absoluto con lo que declararon los testigos, que tras ser seleccionados
por Kontrol 34, trabajaron para Diviertt en el evento, los cuales mantuvieron haber
percibido por esa noche entre 70 y 100 euros, de lo que resulta una cantidad muy
inferior.

No considera verosímil el Tribunal sentenciador lo mantenido por


Carlos Manzanares en relación con que su única función era la de selección de
personal, y que si iba al evento era sólo para pasar lista y ver si habían ido las
personas contratadas y para controlar cómo trabajan, en lugar de preguntarle luego
a "Tito", que era trabajador habitual suyo, o esperar que el cliente, esto es Flores, le
transmitiera su impresión sobre el personal “seleccionado”.

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RECURSO CASACION/2019/2016

Por el contrario, y apareciendo en las imágenes Carlos Manzanares


tanto a la entrada al evento, acompañando al personal al vestuario, vestido con ropa
adecuada para trabajar en el evento, no para acudir a una fiesta, como
posteriormente saliendo de la “sala de prensa”, dando instrucciones a la persona
que custodiaba la puerta de esa dependencia, yendo poco después a por una valla y
colocándola en la puerta de la sala para abrir al público el paso por el vomitorio que
hasta entonces había estado cerrado, al tener conocimiento de lo sucedido y tomar
la decisión de abrir ese vomitorio y otros, así como otras imágenes en las que
aparece, con posterioridad a los hechos, en la zona de la puerta del vomitorio
interesándose por lo sucedido, y recibiendo por ello explicaciones del personal de
Kontrol 34, se desprende que tenía el control y asumía la coordinación de dicho
personal y por ello se encontraba en el evento y su sociedad cobraba esos
importantes honorarios, independientes de los de los empleados contratados que les
eran abonados directamente por Diviertt.

En lo relativo a Emilio Belliard Cueto, el propio Carlos Manzanares le


coloca en su declaración en una posición subordinada a él, tanto en la participación
social en Kontrol 34, como en el ejercicio de la actividad, y, aunque en las imágenes
aparezca junto a Carlos Manzanares sí parece advertirse dicha subordinación de
Belliard a Manzanares. Los testigos y el resto de los acusados no especificaron en
modo alguno una actividad en la que Belliard tuviera protagonismo o actuara de
manera independiente a Carlos Manzanares y por lo tanto se considera que su
actividad en el evento era de manera dependiente y bajo las órdenes o directrices de
Carlos Manzanares.

De lo que antecede, podemos constatar que hubo prueba de cargo


practicada con todas las garantías; que los indicios tomados en consideración por la
Sala sentenciadora de instancia fueron plurales y convincentes; que la explicación
del Tribunal sentenciador, que es la expuesta en el desarrollo expositivo de este
fundamento jurídico, responde también a la lógica y a un razonamiento plenamente
aceptable, y que nuestro control casacional, cuando se trata de la presunción de
inocencia, no se extiende más allá, pues la función valorativa del acervo probatorio
corresponde a la Audiencia «a quo», en virtud de lo dispuesto en el art. 741 de la
Ley de Enjuiciamiento Criminal.

En consecuencia, el motivo no puede prosperar.

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RECURSO CASACION/2019/2016

DÉCIMO SEXTO.- En el segundo motivo, este recurrente asume, como


mucho, la concurrencia en su actuar de un tipo de imprudencia leve, que estaría
destipificada, tras la vigencia de la LO 1/2015, de 30 de marzo.

Como consecuencia de la doctrina jurisprudencial sobre la imprudencia,


que hemos transcrito anteriormente, se desprende la responsabilidad penal de
Carlos Manzanares a título de imprudencia grave, pues fue uno de los responsables
del taponamiento de las salidas de evacuación de la pista central donde se produjo
la aglomeración que dio lugar a la avalancha, y este comportamiento constituye una
de las causas que concurrieron a la tragedia, junto al sobreaforo y al cegamiento de
los flujos interiores de los concurrentes al espectáculo.

Así es de ver, que la sentencia recurrida lo explica perfectamente:

Por otra parte, en el interior del pabellón, los controladores de acceso


no tenían instrucciones por parte de Carlos Manzanares, Miguel Ángel Flores,
Santiago Rojo y Miguel Ángel Morcillo para que cuidaran que el flujo de asistentes
era correcto, dentro de lo posible dado el número de los mismos, que no se
producían aglomeraciones en determinadas zonas, y que no se sobrepasara el
número de personas por planta que había sido autorizado.

Por el contrario, de la prueba practicada lo que se desprende es que


dichos trabajadores fueron ubicados en lugares por los que, para proteger las
dependencias utilizadas por la empresa promotora del evento como vestuarios del
personal, camerinos de los artistas o la sala habilitada como oficina de Diviertt, se
impedía o dificultaba la circulación del público, y si bien es cierto que posiblemente
esas zonas debían estar vigiladas, lo que no podía suceder es que se eliminara el
tránsito de los asistentes por espacios del recinto que el arquitecto había
considerado libres para calcular el aforo máximo permitido, el cual ya estaba
seriamente comprometido por el sobreaforo.

Así, se impidió el paso por diversas escaleras de cota 11 a cota 5 y de


esta planta a cota 0 con vallas, cintas, o con personal que se colocaba en las
mismas a tal fin, tal como resulta de la grabación de las imágenes, pero no para
controlar el flujo de asistentes de una planta a otra, como se intentó después,
cuando se percataron los controladores de acceso de que se producían problemas
por la excesiva aglomeración de personas en determinados lugares, sino para
impedir que el público pudiera pasar por ciertas zonas.

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RECURSO CASACION/2019/2016

De esta forma, como se aprecia claramente de las imágenes, se


bloquearon las escaleras mecánicas situadas en la zona B del pabellón, impidiendo
que se bajara y subiera por las mismas a las diferentes cotas o plantas, lo que
suponía un peligro ya que el público, aún paradas, continuaba subiendo y bajando
por ellas rompiendo las cintas o apartando las vallas que tanto el personal de Diviertt
como el propio Cristian Fraile, el “ronda” de Seguriber, ponían para evitar que se
usaran.

Este testigo reconoce, y así se aprecia claramente en las grabaciones


que vio las escaleras mecánicas paradas y que decidió precintarlas con cintas de
Coca-Cola impidiendo el paso para que no hubiera problemas porque estaban
paradas y no había iluminación. Considera que con esta actuación está ayudando y
cree que no es una mala decisión, porque él no sabe cómo está organizado el
evento, pero en todo caso entiende que las cintas son disuasorias puesto que no
evitaban que el público bajara o subiera por las escaleras, aunque no funcionaran, lo
que efectivamente sucedía como se aprecia en las imágenes pese a que las cintas
fueron repuestas y a que se pusieron también vallas en las mismas para impedir el
paso, con el consiguiente riesgo para los usuarios al encontrarse paradas.

Este razonamiento por el cual Carlos Manzanares debe responder de la


tragedia a título de imprudencia, es corroborado en esta instancia casacional. Así,
Carlos Manzanares Rodríguez era el responsable, según se entiende acreditado, de
las funciones realizadas por los trabajadores seleccionados por su empresa Kontrol
34, de la que el citado acusado era el socio mayoritario con un 90% del capital social
según él mismo reconoce.

Carlos Manzanares mantenía una estrecha amistad con Miguel Ángel


Flores, y con independencia de la forma en que ambos quisieran establecer la
contratación de los controladores, siendo evidente que el que no actuaran como
trabajadores de Kontrol 34 SL podía liberar a esta empresa no sólo del pago de los
honorarios y seguridad social de los empleados sino, por ejemplo, de otras
obligaciones como la contratación de un seguro en relación con la actuación de los
mismos; Manzanares conocía las funciones que Flores quería que los trabajadores
desempeñaran y la forma en que quería que lo hicieran, y como representante de
dicha entidad, que cobraba sus propios honorarios independientes de los de los
empleados, estaba en el evento controlando que, efectivamente, lo hicieran así,
pese a conocer por su propia condición de controlador de acceso –título que

87
RECURSO CASACION/2019/2016

reconoce tener– que ello no se llevaba a cabo de acuerdo con la normativa


reguladora del control de acceso en espectáculos públicos.

A pesar de esta función de dirección de los controladores que resulta


acreditada que tenía en el evento Carlos Manzanares, éste no se ocupó de
solucionar los problemas que se producían por el cierre de las escaleras y de los
vomitorios, manteniendo el cierre de éstos (nada menos que cinco vomitorios
cerrados de ocho) hasta que conoció que se habían producido los hechos,
momento en que ordenó la apertura de la mayoría de los que estaban cerrados,
lo que produjo un gran alivio en la circulación de los asistentes por el
pabellón. Además, Carlos Manzanares estaba en el interior del recinto y,
conociendo la distribución del aforo del Madrid Arena, siendo numerosos los eventos
allí celebrados para los que su empresa fue contratada, pudo observar como las
personas de la planta superior y de la planta intermedia bajaban a la planta inferior
en la que se encontraba la pista (cota 0), sobrepasando con exceso el aforo.

Por su responsabilidad, por lo tanto, en la deficiente realización del


control de acceso en el evento que debía efectuarse, precisamente por quienes
estaban bajo su mando directo, de conformidad con lo expuesto en la presente
sentencia, y de influencia decisiva en la producción del resultado, se considera por
este Tribunal que la conducta de Carlos Manzanares Rodríguez es también
gravemente imprudente y, por ello, se considera autor a Carlos Manzanares de los
referidos delitos.

Ya hemos declarado anteriormente los módulos de la gravedad de la


imprudencia, debiendo estar en todo caso, a las circunstancias del caso concreto,
estableciendo como criterios a tener en cuenta la mayor o menor intensidad o
importancia del deber de cuidado infringido, que es el criterio fundamental aunque
también demasiado genérico, y la previsibilidad del resultado, elemento, por otra
parte, inherente al mismo concepto de deber de cuidado, ya que sólo lo que es
resultado previsible puede servir para afirmar que alguien ha omitido el deber de
cuidado.

Algunas sentencias de esta Sala, como la STS 598/2013, de 28 de


junio, se mantienen que la gravedad de la imprudencia se determina desde una
perspectiva objetiva o externa y subjetiva o interna:

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RECURSO CASACION/2019/2016

1º. Perspectiva objetiva o externa: que supone la determinación de la


gravedad con arreglo a la magnitud de la infracción del deber objetivo de cuidado o
de diligencia en que incurre el autor directamente vinculada con:

a) el grado de riesgo no permitido generado por la conducta activa del


imputado o con el grado de riesgo no controlado cuando tiene el deber de neutralizar
los riesgos derivados de la conducta de terceras personas o de circunstancias
meramente casuales.

b) el grado de utilidad social de la conducta desarrollada por el autor (a


mayor utilidad social mayores niveles de permisión de riesgo).

c) la importancia o valor del bien jurídico amenazado por la conducta


imprudente: a mayor valor, menor el nivel de riesgo permitido y mayores las
exigencias del deber de cuidado.

2º. Perspectiva subjetiva o interna (deber subjetivo de cuidado): la


gravedad se determina por el grado de previsibilidad o de cognoscibilidad de la
situación de riesgo: a mayor previsibilidad, mayor nivel de exigencia del deber
subjetivo de cuidado y más grave la vulneración.

En el caso enjuiciado, tanto desde la perspectiva objetiva como


subjetiva, el módulo de imprudencia debe ser considerado grave; y respecto al
resultado producido no existe duda alguna de que Cristina Arce de la Fuente, Rocío
Oña Pineda, Katia Esteban Casielles, Belén Langdon del Real y Teresa Alonso
Vinatea fallecieron como consecuencia, inicial, de las lesiones sufridas en la
avalancha que se produjo en el vomitorio central del Sector A de cota 0 de la forma
expuesta, y tal como se concluye de sus respectivos informes de autopsia, lo que
supone que su conducta es constitutiva de cinco delitos de homicidio por
imprudencia grave previstos y penados en el art. 142.1 del C.P. Estamos en
presencia de unos delitos con causa múltiple, en proceso causal irregular, conforme
a lo razonado anteriormente.

Igualmente, su imprudencia grave tuvo como resultado el que durante


la celebración del evento 14 jóvenes padecieran lesiones para cuya curación
precisaran del tratamiento médico descrito en el relato fáctico de esta sentencia, que
consta en sus respectivos informes médicos forenses, sin que dicho tratamiento
haya sido cuestionado en el acto del juicio oral ni practicado prueba alguna que
desvirtúen los informes médico-forenses en atención a dichos lesionados.

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RECURSO CASACION/2019/2016

En atención precisamente a estos informes médicos y en concreto al


relativo a la lesionada Cristina Serrato Schou, que obra en el folio 925 del Tomo 3 de
las actuaciones, se considera que dicha lesionada no precisó para su curación más
que de una primera asistencia facultativa tal como expresamente se afirma en dicho
informe y, por lo tanto sus lesiones no son constitutivas del delito del art. 152.1.1º del
C.P., sin perjuicio del derecho de la misma a ser indemnizada por los perjuicios
sufridos al igual que el resto de los lesionados, otros catorce más, que tampoco
precisaron más que de una primera asistencia facultativa.

La consecuencia de lo anterior es que las lesiones de los 14 jóvenes


que sí precisaron de tratamiento médico posterior a la primera asistencia facultativa,
de acuerdo con lo previsto en el art. 147.1 del C.P., se produjeron por la imprudencia
grave de los acusados referidos y que, por ello, son autores, también de 14 delitos
de lesiones por imprudencia grave del art. 152.1.1º del C.P. Dentro de estos 14
delitos se incluyen las lesiones sufridas por Gonzalo Encinas San Juan, el cual no se
lesionó en el vomitorio central en el momento de la avalancha sino al caer por una
escalera, entendiéndose que ello es también consecuencia de la imprudencia de los
acusados dado que dicha caída se produce por la enorme cantidad de personas
existentes en el pabellón y la falta de control del flujo de los asistentes y del aforo
por plantas por parte de los acusados.

En cuanto a los otros 15 jóvenes que resultaron lesionados, incluida


Cristina Serrato Schou, sin que precisaran para su curación de tratamiento médico
posterior a la primera asistencia facultativa, es evidente que los mismos tienen la
condición de perjudicados por haber sufrido dichas lesiones como consecuencia de
los hechos y que deben ser indemnizados, pero dichas lesiones no son constitutivas
de infracción penal, ni en el momento presente, dada la redacción actual del C.P., ni
cuando se produjeron los hechos, ya que la conducta de los acusados es
considerada imprudente y por lo tanto no podría ser constitutiva de falta del art. 617
del C.P., y los lesionados no precisaron para sanar de las mismas más que de una
primera asistencia facultativa por lo que dichas lesiones nunca podrían estar
incluidas en el art. 147 del C.P. y, en consecuencia, con la redacción vigente en el
momento en el que se produjeron los hechos tampoco serían constitutivas de una
falta del art. 621 del C.P.

El motivo no puede prosperar.

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RECURSO CASACION/2019/2016

DÉCIMO SÉPTIMO.- Respecto a Kontrol 34, cuyo recurso es una


repetición de la posición del socio mayoritario de la misma, el recurrente Carlos
Manzanares, la sentencia recurrida se refiere a esta cuestión señalando que Carlos
Manzanares niega haber visto los documentos en los que aparece que la seguridad
interior del evento estaba a cargo de Kontrol 34, que aparecen a los folios 580 y
siguientes de las actuaciones. Asegura que nunca han hecho la seguridad interior
porque no pueden hacerla, la tiene que hacer una empresa de seguridad y ellos no
lo son; Kontrol 34 es una empresa de servicios, no de seguridad, no pueden ofrecer
esos servicios, ceden los trabajadores a Diviertt y ésta les contrata y les da de alta
en la Seguridad Social.

Mantiene que era Seguriber la encargada de llevar la seguridad en


todas las partes del espectáculo, lo que él no corresponde, pues insiste en que su
función se limita a “llamar” a la gente para ser contratada por Diviertt, pero afirma
que Flores le contó que Madridec imponía que la seguridad la llevara Seguriber. En
todo caso niega que las personas que él seleccionaba actuaran como controladores
de acceso, refiere que él ha trabajado como controlador y hay que llevar una
acreditación visible, y ninguno de los chicos que estaban la llevaba.

Según Manzanares, los que se encontraban en el exterior tenían que


controlar las filas, y eso no era control de acceso, y quien cogía las entradas era
personal de Diviertt.

Finalmente asegura Carlos Manzanares, de manera ciertamente


sorprendente para la función que mantiene desempeñar a través de Kontrol 34, que
la mayoría de los contratados eran personas que no conoce y que por lo tanto no
sabe si los que aparecen en las grabaciones con chalecos amarillos “son los suyos”
explicando que él hace la “selección” a través de chicos que conoce desde hace
tiempo y que traen a otros.

La empleada de Diviertt y secretaria de Miguel Ángel Flores, Gema


Aznal, declara en relación con esta cuestión que, aunque en el email que ella remitió
pone que el equipo de controladores de acceso estará a cargo de Kontrol 34, ese
día no lo hizo esta empresa sino las personas enviadas por Kontrol 34, la cual les
dio el listado de las personas que contrató Diviertt, afirmando también, por lo tanto,
que Kontrol 34 eran quienes les suministraban el personal.

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RECURSO CASACION/2019/2016

Según la testigo, Kontrol 34 facilitaba un listado con personas que


tenían el carnet de controlador de acceso, lo exigían para que no tuvieran problemas
con la Justicia porque para ser controlador tienen que pasar unos exámenes y no
tener antecedentes penales. Afirma haber escuchado hablar del convenio entre
Kontrol 34 y Diviertt que consta al folio 1008, pero no lo ha visto, ni dice cuándo “oyó
hablar” del mismo.

Gema Anal no recuerda con cuánta antelación llega la lista de los


trabajadores cedidos por Kontrol 34, pueden ser unos cinco días, y no cree que el
alta de los trabajadores en la Seguridad Social se haga con posterioridad a la
celebración del evento.

La testigo mantiene que no sabe realmente las diferencias entre


auxiliares y controladores de acceso y dice que por eso ante el Juzgado de
Instrucción pudo hablar de controladores, pero sabe que les contrataron como
auxiliares, aclarando que no sabe las funciones que tienen cada uno pero que sí
sabe lo que hacen. Así, entre las funciones de los auxiliares cree que no estaba
comprobar la edad de los asistentes al evento y tampoco controlar el aforo del
evento, no sabe quién hacía esto.

Se ha recibido declaración en el juicio también como testigos a varias


de las personas que actuaron esa noche en el evento seleccionados por Kontrol 34,
y todos sin excepción reconocen que son controladores de acceso, que tienen el
título, y alguno también que ha trabajado en otras ocasiones para Kontrol 34 como
controladores de acceso en otros lugares.

Carlos Manzanares dijo que él les seleccionaba para Diviertt pero los
testigos refieren que les llamó para trabajar en el evento alguna persona relacionada
con Kontrol 34 o Diviertt, por lo que parece que es Kontrol 34 quien consigue el
personal a través de conocidos.

La mayoría de los testigos aseguraron que ese día no trabajaban como


controladores sino como auxiliares, especialmente aquéllos que tienen una mayor
relación con Carlos Manzanares o Belliard o con Diviertt y Flores. Sólo uno de los
testigos, Robert Smutek, que ya no trabaja como controlador de acceso sino en una
fábrica de zapatos, y que no conocía a ninguno de los acusados, mantiene durante
toda su declaración que trabajaba como controlador de acceso hasta que, a
preguntas de la defensa de Manzanares, duda y dice que a lo mejor trabajó como
auxiliar, que no lo recuerda.
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RECURSO CASACION/2019/2016

Afirman también que trabajaban ese día para Diviertt, aunque parece
que no habían firmado ningún contrato, y que fue Diviertt quien les dio de alta en la
Seguridad Social. Les pagaron unos días después, bien la persona que había
contactado con ellos para el evento, bien Tito, o bien en las oficinas de Diviertt en
Macumba.

En cuanto a lo que les pagaron, ninguno recuerda la cantidad concreta,


sí reconocen, en su mayoría, que había diferencia, poca, entre el salario de un
controlador de acceso y de un auxiliar, que les pagaron como auxiliares, y que, en
todo caso, lo que reciben de salario varía en función de las horas trabajadas
(aunque lógicamente el total resultante dependerá del importe por el que haya que
multiplicar el número de horas, y si es mayor para los controladores más cobrarían
por el mismo número de horas si les pagan como tales).

Los testigos explican que cuando llegaron, alguien, a quien llaman Tito
o Paco, o el encargado, les reunió en una sala que parecía un vestuario. En esa sala
les dieron un chaleco amarillo y a algunos un pinganillo y a otros no. Refieren que
iban vestidos de oscuro porque así se lo dijeron, y que les dieron instrucciones de
cuál era su cometido, otros afirman que no se lo dijeron porque ya lo sabían.

Mantienen que les dijeron que si había una emergencia tenían que
avisar a los vigilantes de seguridad, lo cual resulta difícil puesto que en el interior
sólo estaban Roberto Mateos y Cristian Fraile, y además no tenían medio para
comunicarse con ellos. Sin embargo, cuando sucedió la tragedia, fueron ellos los
que intervinieron, y si alguno de ellos como Tito dice que avisaron a Seguriber, no
parece que lo hicieran puesto que nadie del exterior de Seguriber fue a ver qué
pasaba.

En cuanto a las funciones que tenían que desarrollar los que estaban
en la cola, afirman que solamente tenían que asegurarse de que la gente llevaba la
entrada en la mano, entraba ordenadamente, así como separar a los que iban
disfrazados de los que no.

Señala la sentencia recurrida que resulta poco creíble que esas fueran
sin más sus funciones, cuando muchos de ellos parece que tienen dificultades con el
español, por lo que poca información podían facilitar, y resulta inverosímil que se
contrate a 74 personas para controlar filas y facilitar información, cuando además la
mayoría de los testigos asistentes dicen que no había nadie que les indicara nada, y

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RECURSO CASACION/2019/2016

que las personas de chaleco amarillo que vieron en el interior lo que hacían era
impedirles el paso a determinadas zonas o por ciertos sitios.

Por otra parte, Robert Smutek explica que le avisaron los asistentes de
que podían estar robando bolsos del ropero y que él fue quien comprobó si ello era
posible, constatando que, efectivamente, se había “reventado” un tablón del ropero,
adoptando las medidas que pudo para subsanarlo y sin avisar a ningún vigilante de
lo sucedido pese a que, él sí, les tenía cerca.

A la vista de toda la prueba practicada con respecto a esta cuestión, la


Audiencia concluye que Kontrol 34 se encargó de la seguridad interior del
espectáculo y Seguriber de la exterior. Y que la falta de control de los flujos
interiores, junto al taponamiento de las salidas de evacuación de la pista central
(cinco, de las ocho salidas), en concurrencia con el resto de causas, esto es, el
sobreaforo y el aligeramiento de las filas de entrada al pabellón, utilizando para ello
salidas de emergencia, son causas que confluyendo todas ellas en el resultado
lesivo producido, supone un reproche, que consideramos ajustado a derecho, en
tanto que los mecanismos concurrentes causales múltiples son admitidos en nuestro
ordenamiento jurídico para fundamentar un juicio de tipicidad por imprudencia, a los
efectos de los arts. 142 y 152 del Código Penal.

Estos cursos causales complejos han sido estudiados por nuestra


jurisprudencia, por ejemplo en la STS 865/2015, de 14 de enero (caso Prestige).

También hemos dicho reiteradamente que en los llamados delitos de


resultado, para solucionar los problemas de la llamada relación de causalidad, la
doctrina actual acude al concepto de imputación objetiva, entendiendo que hay tal
relación de causalidad cuando el sujeto, cuya responsabilidad se examina, con
su comportamiento origina un riesgo no permitido, o aumenta ilícitamente un
riesgo permitido, y es precisamente en el ámbito de ese riesgo donde el
resultado se produce.

Cuando se producen cursos causales complejos, esto es, cuando


contribuyen a un resultado típico la conducta del acusado y además otra u
otras causas atribuibles a persona distinta o a un suceso fortuito, suele
estimarse que, si esta última concausa existía con anterioridad a la conducta
del acusado, como pudiera ser una determinada enfermedad de la víctima, ello
no interfiere la posibilidad de la imputación objetiva, y, si es posterior, puede
impedir tal imputación cuando esta causa sobrevenida sea algo totalmente
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RECURSO CASACION/2019/2016

anómalo, imprevisible y extraño al comportamiento del inculpado, como


sucedería en caso de accidente de tráfico ocurrido al trasladar en ambulancia
a la víctima de un evento anterior, pero no en aquellos supuestos en que el
suceso posterior se encuentra dentro de la misma esfera del riesgo
creado o aumentado por el propio acusado con su comportamiento.
Conforme a tal doctrina, la entidad recurrente agravó el riesgo mediante
la infracción del deber de cuidado en su conducta que le obligaba a controlar la
seguridad interior del pabellón, conforme las funciones de seguridad previstas en la
Ley 23/1992, de Seguridad Privada, así como en el Reglamento de Seguridad
Privada aprobado por Real Decreto 2364/1994, que eran los que estaban en vigor
en la fecha de los hechos, que disponen que solamente pueden ejercer tales
funciones, de acuerdo con lo que establece el art. 1 de la citada Ley, las empresas
de seguridad y el personal de seguridad privada, integrados entre otros por
vigilantes de seguridad, condición que no reúne ni Kontrol 34, ni tampoco Diviertt,
sino únicamente Seguriber.

En el caso, no había más vigilantes de seguridad en el interior del


recinto que los de Kontrol 34, y su actuación adoleció de las deficiencias ya
apuntadas.

Por las razones expuestas, el motivo no puede prosperar.

Recurso de "Seguriber, S.L.U.", Juan José Paris Nalda y Raúl


Monterde Guillermo.

DÉCIMO OCTAVO.- Se formaliza como motivo único, al amparo de lo


autorizado en el art. 849-1º de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, alegando la
indebida aplicación del art. 142.1 CP.

Se alega que conforme a los hechos probados los recurrentes no


generaron las causas de riesgo que originaron el fatal resultado y que carecían de
capacidad de decisión al no tener asignada la seguridad interior del recinto, por lo
que la conducta omisiva que se les atribuye en la sentencia no habría evitado ese
resultado.

Partiendo de la base de que los delitos imprudentes también pueden


ser cometidos mediante un comportamiento omisivo, la impugnación no puede
prosperar.

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RECURSO CASACION/2019/2016

En los hechos probados se describen las funciones que "Seguriber"


tenía encomendadas en el evento en relación a la vigilancia de las puertas de
emergencia del pabellón y la labor de coordinación que debían ejercer Juan José
Paris y Raúl Monterde de los vigilantes de dicha empresa. Señalando que éstos se
percataron de la gran cantidad de asistentes al mencionado recinto y del cierre de
los vomitorios y escaleras, así como de que se había abierto para la entrada del
público una de las puertas de emergencia, que no cerraron, ni dieron cuenta de todo
ello a "Madridec" ni a "Diviertt". Por lo que resulta claro que con su conducta
contribuyeron causalmente al resultado producido, estimando correcta la calificación
jurídica que se realiza en la sentencia.

Dado el cauce que alumbra el motivo, debemos partir de los hechos


probados de la sentencia recurrida, intangibles en esta instancia casacional.

Por eso, y como dice la sentencia recurrida, ambos acusados tenían,


de acuerdo con el plan de vigilancia que los dos conocían, que cuidar de la
prevención de los riesgos que podían afectar a la seguridad de las instalaciones, las
personas y las actuaciones preventivas y correctivas ante situaciones de riesgo.
Pero además, ejercían durante el evento las funciones de coordinadores del equipo
de refuerzo de los vigilantes de Seguriber en el pabellón con superioridad jerárquica
sobre el resto, colocando a cada uno en sus diferentes puestos de vigilancia y
controlando el funcionamiento de los mismos.

Raúl Monterde y Juan José Paris conocían también el plan de


autoprotección y la condición de vías de evacuación tanto de las puertas en las que
debían colocar a cuatro de los seis vigilantes que se encontraban en el pabellón
Madrid Arena como de los vomitorios de cota 0, así como las funciones que dicho
plan les otorgaba a los otros dos vigilantes encargados del cuarto de control de
cámaras (Roberto Mateos) y de hacer la ronda en el pabellón (Cristian Fraile).

De acuerdo con lo anterior, tanto Juan José Paris como Raúl Monterde
estaban continuamente haciendo recorridos por el pabellón, entre otras cuestiones
para verificar que los vigilantes situados en las puertas de emergencia cumplían su
cometido, y tuvieron que percibir la aglomeración de público existente. Pero es que
además los dos eran perfectos conocedores de las puertas de emergencia y de la
condición de vías de evacuación de los vomitorios pese a lo cual resulta acreditado,
que al comprobar que esto se estaba vulnerando, lo permitieron sin realizar ningún
tipo de actuación para impedirlo.
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RECURSO CASACION/2019/2016

En cuanto a la prueba que ha tomado en consideración el Tribunal


sentenciador, debemos referirnos a las imágenes obtenidas de las grabaciones poco
antes de que se produjeran los hechos, analizadas pormenorizadamente en la
fundamentación jurídica de la sentencia recurrida. Tanto Raúl Monterde como Juan
José Paris se percataron de que algunas escaleras, como las mecánicas, se
encontraban valladas sin que tampoco comentaran al menos tal circunstancia con el
responsable de Madridec. Los acusados dicen que no sabían cómo estaba
dispuesto el control de acceso que tenían que realizar los controladores de Kontrol
34 en el pabellón, pero ellos también son profesionales de la seguridad, y en otros
eventos, según reconocen, ejercen esa función, por lo que parece evidente que si
ven vomitorios y escaleras cerradas deberían haber advertido a quien entienden que
podía corregir estas situaciones, ya que entre sus funciones estaba la prevención de
los riesgos. En consecuencia, Juan José Paris y Raúl Monterde, coordinadores de
Seguriber, encargados de controlar a los vigilantes ubicados en las puertas de
emergencia y por lo tanto de que éstas se encuentren libres de circulación tal como
se prevé en el plan de vigilancia, tuvieron conocimiento de que se había abierto una
de dichas salidas de emergencia, las puertas de Muelle Mónico, para la entrada de
público por las mismas y ni las cerraron, ni consultaron la razón de su apertura, ni
realizaron ningún tipo de actuación al respecto.

Los dos acusados mantienen que ellos no pueden parar un evento, sino
tan sólo poner en conocimiento de Madridec si advierten una situación de riesgo
como un sobreaforo o un defectuoso control del acceso con el cierre de escaleras o
vomitorios, pero reconocen que no lo hicieron y además permitieron una situación
como es la entrada de público por una puerta de emergencia, cuya custodia tenían
encomendada sin ponerlo, tampoco, en conocimiento de nadie, ni de Francisco del
Amo como responsable de Madridec y a quien su advertencia podía haber
inquietado respecto a lo que estaba sucediendo y a su propia actuación, ni de su
inspector, con quien podían comunicarse telefónicamente, y a quien debieron de
advertir de la grave situación que se estaba produciendo, ni de Rafael Pastor, cuya
condición de responsable de seguridad de Madridec conocían, y que sabían que
estaba presente en los exteriores del pabellón ni, por supuesto de los efectivos
policiales, tanto policía municipal como nacional que estaban igualmente en los
exteriores del Madrid Arena, contribuyendo con su omisión a que se produjera el
resultado mortal de las cinco víctimas.

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En el caso enjuiciado, la conducta desplegada por Raúl Monterde y


Juan José Paris se incardina en el juicio de tipicidad como imprudencia menos
grave, pues los mismos omitieron gravemente las acciones que, dentro de sus
competencias y obligaciones como responsables del servicio de seguridad prestado
por Seguriber, les eran exigibles.

Compartimos el razonamiento del Tribunal sentenciador cuando expone


que, de acuerdo con la redacción que el Código Penal tenía en el momento en el
que se produjeron los hechos, en el que sólo cabía distinguir entre imprudencia
grave e imprudencia leve, la conducta de ambos sería, sin duda, constitutiva de la
primera, esto es de imprudencia grave. Sin embargo, puesto que la posibilidad de
neutralizar los riesgos de su actuación era menor que la de los otros acusados que
resultan condenados, y por lo tanto la influencia que su conducta podría tener en la
evitación del resultado, en un supuesto como éste de conductas concurrentes,
también era inferior, en aplicación de la actual graduación de la imprudencia
constitutiva de delito en el C.P., se estima que su responsabilidad debe ser
calificada, en beneficio de ambos acusados, como imprudencia menos grave.

Son autores de cinco delitos de homicidio por imprudencia menos grave


de acuerdo con la actual redacción del art. 142.2 del C.P., todos ellos en concurso
ideal del art. 77 del C.P.

Por el contrario, al no existir en el art. 152 del C.P. la figura de las


lesiones previstas en el art. 147 del C.P. cometidas por imprudencia menos grave,
no procede la condena de Juan José Paris Nalda y Raúl Monterde Guillermo, en
relación con las mismas, sin perjuicio de que deban responder civilmente de los
perjuicios causados a los lesionados.

El motivo no puede prosperar.

Recursos relacionados con la asistencia médica.

DÉCIMO NOVENO.- Formalizan este reproche casacional, tanto la


representación procesal de la familia de Cristina Arce, como la familia de Katia
Esteban.

Debemos empezar por señalar que, conforme a los hechos probados,


tres de las cinco jóvenes fueron atendidas en la enfermería a cargo del Dr.
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RECURSO CASACION/2019/2016

Simón Viñals; las otras dos, recibieron atención médica a través del Samur, y
fueron trasladadas a la Fundación Jiménez Díaz de Madrid y al Hospital 12 de
octubre, igualmente de Madrid, donde fallecieron días más tarde. Sin embargo,
en el caso de Katia, Cristina y Rocío fueron trasladadas a la improvisada
enfermería del pabellón Madrid Arena. Así consta en los hechos probados de la
sentencia recurrida, y este es un dato del que debemos partir. Los motivos han
sido articulados por vulneración constitucional, en cuanto falta de lógica
argumentativa, y por infracción de ley. Desde esta perspectiva solamente
tomaremos en consideración las afirmaciones fácticas de la sentencia recurrida.

En el caso de Katia, los hechos probados nos dicen que recibió


atención inicialmente por un técnico de ambulancia, pero hacen constar en el
factum los jueces «a quibus» que no se sabe con certeza si cuando llegó a la
enfermería estaba muerta, o aún llegó con vida. Esta declaración, como
veremos, intangible en esta vía casacional, tendrá una trascendencia sustancial
para la resolución del caso correspondiente a esta joven.

En cuanto a Cristina, otra de las jóvenes que fue llevada a la


enfermería, la cuestión es distinta. Es indudable que llega viva, pero en parada
cardio-respiratoria. Tras reconocerla en primer lugar un técnico sanitario, es
atendida por el acusado Simón Viñals Pérez, quien la presta un masaje
cardiaco, dándole tres descargas, pero suspende tal maniobra de reanimación
al creer erróneamente que había fallecido, no siendo así, de manera que, aun
viva, no se le practica la atención médica necesaria para intentar salvarle la
vida, falleciendo seguidamente.

Algo parecido ocurre con Rocío, a quien atiende su hijo Carlos Viñals,
pero en este supuesto, no podemos analizar con profundidad su
comportamiento, pues, como veremos, no se ha entablado ningún recurso
frente a la decisión de la Audiencia, ni por parte de su familia ni por parte del
Ministerio Fiscal. Se donan su órganos, una vez que es trasladada al hospital
Clínico, donde ya ingresa cadáver.

Recurso de la familia Cristina Arce de la Fuente.

VIGÉSIMO.- El recurso de la familia de Cristina Arce de la Fuente, tiene


una finalidad doble: por un lado, se dirige a combatir la absolución del vigilante

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RECURSO CASACION/2019/2016

Roberto Mateos, que es el encargado de controlar las cámaras de seguimiento


del evento; Roberto es empleado de Divertt con funciones de seguridad para
Kontrol 34, sin un específico cometido, según declaran los hechos probados de
la sentencia recurrida. El recurso de la familia de Cristina Arce también se dirige
frente al médico Simón Viñals Pérez, jefe del equipo médico, que fue quien
atendió a Cristina Arce.

20.1. En su primer motivo, y al amparo de lo autorizado en el art. 852


de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, se denuncia la vulneración del derecho
fundamental a la tutela judicial efectiva, que se proclama en el art. 24.1 de
nuestra Carta Magna, esto es, el derecho a la tutela judicial efectiva sin
indefensión.

En cuanto a la absolución del acusado doctor Simón Viñals, se


cuestiona el razonamiento probatorio contenido en la sentencia.

Este motivo será analizado conjuntamente con el motivo siguiente, el


segundo, que anclado en estricta infracción de ley, denuncia la indebida falta de
aplicación del art. 142, apartados 1 y 3, del Código Penal, al considerar la parte
recurrente que el citado acusado actuó mediante conducta incardinable en tal
precepto, por tratarse su actuación profesional de clara imprudencia grave con
resultado de muerte, en el caso de la referida joven Cristina.

Como dice el Ministerio Fiscal, la sentencia recurrida no tiene por


menos que declarar que, en efecto, Simón Viñals no actuó correctamente en el
plano de su comportamiento como profesional médico, pero la Audiencia le
exonera al constatar que no ha quedado suficientemente acreditado que de
haberlo hecho (bien) se pudiera haber evitado el fallecimiento de Cristina Arce.

Partimos, pues, de la resultancia fáctica de la sentencia recurrida en


donde se expone que habiéndose producido la avalancha sobre las 3:35 horas,
las víctimas comenzaron a ser rescatadas casi 20 minutos después,
desconociéndose el momento en que comenzaron a estar en parada
cardiorrespiratoria y por lo tanto el tiempo que llevaban en esa situación cuando
entraron en el botiquín. Factor tiempo que ya era inviable en el caso de Katia

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RECURSO CASACION/2019/2016

Esteban, la que no se sabe con seguridad si cuando llegó a la enfermería


estaba, o no, muerta. Las otras dos, llegaron vivas. Sobre esto la Audiencia no
alberga duda alguna.

Al ser un motivo por estricta infracción de ley, vamos a analizar los


hechos probados de la sentencia recurrida.

Siguiendo con su relato, la sentencia recurrida declara que Cristina


Arce de la Fuente, Rocío Oña Pineda y Katia Esteban Casielles fueron
trasladadas, tras ser rescatadas del vomitorio en el que habían quedado
aplastadas por multitud de gente, a la enfermería del pabellón de manera
sucesiva y casi inmediata entre las 3:55 y las 4:00 horas.

A la llegada a la enfermería, dicen literalmente los jueces «a quibus»,


lejos de actuar con rapidez y hacer todo lo que estaba a su alcance, los
acusados, médicos del servicio sanitario del evento y el Dr. Simón Viñals
responsable del mismo, no realizó un correcto diagnóstico a Cristina Arce, ni
comprobó si se encontraba en situación de parada cardiorrespiratoria ni le
practicó una adecuada reanimación cardiopulmonar para intentar que se
recuperara.

Con respecto a Katia Esteban Casielles, a pesar de no reconocerla


para efectuar un diagnóstico y no prestarle ningún tipo de asistencia médica, no
resultó acreditado «si cuando la misma llegó a la enfermería estaba en parada
cardiorrespiratoria o había ya fallecido». Este aspecto del factum no puede ser
tomado en consideración contra reo, puesto que no se conoce si entró en la
enfermería viva, «o había ya fallecido». De manera que ineludiblemente la
sentencia recurrida debe ser mantenida en su pronunciamiento absolutorio,
puesto que no podemos en esta instancia casacional modificar tal
planteamiento fáctico, y si existe una duda acerca de si la joven llegó viva a la
enfermería, no podemos nosotros valorar en contra de reo la actuación del
acusado, Simón Viñals, el que era el jefe del operativo, ni tampoco de su hijo,
Carlos Viñals, e ineludiblemente debemos ratificar el fallo absolutorio de
instancia.

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RECURSO CASACION/2019/2016

Distinta posición hemos de tomar en el caso de Cristina.

Cristina llega viva a la enfermería, de eso no hay duda alguna. También


Rocío, pero veremos que no existe recurso de casación de su familia respecto a
ella, y en tal estado de cosas, al no recurrir tampoco el Ministerio Fiscal, es
firme en ese ámbito valorativo la decisión de la Audiencia.

Que Cristina llegó viva a la enfermería es una conclusión que se


obtiene de la valoración probatoria contenida en el epígrafe referido a la
asistencia a las víctimas, donde se contiene un minucioso y detallado análisis
de toda la prueba practicada. Si bien en sus conclusiones sobre a la atención de
Katia, introduce en alusión comparativa respecto de Cristina, que "parece que
no falleció en la propia avalancha", alude no a una mera apariencia sino a la
acepción que conlleva la asertividad de ser cierto. Así en el siguiente párrafo, de
forma inequívoca, se contiene: «En lo relativo a Cristina Arce la misma también
padecía lesiones apreciables externamente como consecuencia del
aplastamiento, pero lo cierto es que no llegó a la enfermería fallecida, ya que
tras la reanimación que le practicó el Samur, la joven salió un momento de la
asistolia que presentaba y presentó fibrilación ventricular e incluso expulsaba
monóxido (sic) de carbono, como se desprende del informe del Samur, y
explican los médicos testigos y peritos, todo ello después de que Simón Viñals
interrumpiera su reanimación tras darle brevemente masaje cardiaco y aplicarle
tres descargas de desfibrilador, considerando, erróneamente, como se ha dicho
que Cristina había fallecido».

En cualquier caso, y siguiendo con los hechos probados, a Cristina


Arce (también a Rocío Oña) la reconoció en primer lugar un técnico sanitario,
que constató que se encontraba en parada cardio-respiratoria, por lo que se
dirige rápidamente a su ambulancia para llevar a la enfermería un desfibrilador.
Mientras tanto, Simón Viñals realizó masaje cardíaco a Cristina Arce, y, cuando
regresó el técnico con el desfibrilador, Simón Viñals le aplicó tres descargas a
Cristina Arce, siguiendo para ello las instrucciones del técnico sanitario puesto
que Simón Viñals desconocía, pese a ser médico, el funcionamiento del
desfibrilador.

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RECURSO CASACION/2019/2016

Tras ello, Simón Viñals dejó de asistir a Cristina Arce, al entender dicho
acusado que la joven había fallecido, juicio erróneo, como dice la Audiencia,
puesto que, cuando llegó el Samur, Cristina Arce se encontraba en fibrilación
ventricular, no pudiendo ser recuperada pese a que los facultativos del Samur,
que llegaron sobre las 4:20 horas, le practicaron una reanimación
cardiorespiratoria avanzada, falleciendo sobre las 5:00 horas.

Y sigue narrando la sentencia recurrida: «ni Simón Viñals Pérez ni


Carlos Viñals Larruga hicieron transferencia a los facultativos del Samur de las
tres pacientes dándoles los datos de sus estados y asistencia prestada, y Simón
Viñals no colaboró con el primer equipo del citado servicio de emergencia en el
cuidado de las pacientes hasta la llegada de más técnicos. Ninguno de los dos
doctores elaboró posteriormente informe médico de su intervención».

También se declara probado que Cristina Arce de la Fuente falleció


como consecuencia de las gravísimas lesiones padecidas en el aplastamiento
sufrido en el vomitorio, sin que Simón Viñals Pérez le prestara «la asistencia
médica que precisaba durante el tiempo que permanecieron en el botiquín que
gestionaban antes de que llegara al mismo el Samur aumentando así la
posibilidad de que no pudieran recuperarse de las lesiones sufridas», añadiendo
como fundamento de la absolución que no ha resultado acreditado, sin
embargo, que en el supuesto de que les hubiera prestado una asistencia
correcta la fallecida hubiera podido salvar su vida.

De lo expuesto queda sobradamente constatado que la Audiencia


declara que con la mala actuación de Simón Viñals se incrementó el riesgo de
muerte, «aumentando así la posibilidad de que no pudieran recuperarse [ambas
jóvenes] de las lesiones sufridas». En suma, se declara indiscutiblemente que
se aumentó el riesgo de perder la vida de Cristina por el actuar (o mejor,
inacción) negligente del acusado. Lo que, por otro lado, se traslada también a la
fundamentación jurídica de la sentencia recurrida, y los juzgadores de instancia
no se detienen a la hora de proclamar que la actuación de los doctores Viñals,
aunque ahora analizamos exclusivamente el comportamiento de Simón Viñals
Pérez, «fue claramente negligente», en cuanto que no realizó diagnóstico
alguno de Katia Esteban Casielles, a la que parece que ni siquiera se acercó, y

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RECURSO CASACION/2019/2016

el que efectuó a Cristina fue erróneo, entendiendo equivocadamente que se


encontraba fallecida, por lo que su actuación fue claramente insuficiente.

El Ministerio Fiscal acusó en la instancia por tal comportamiento


negligente, y como expone la sentencia recurrida, dijo con razón que la
obligación del personal médico con respecto al paciente no es de resultado sino
de medios, esto es, proporcionar todos los cuidados y tratamiento que sean
precisos conforme a la lex artis, lo que, en efecto, no hizo el acusado, como
claramente se admite por la Audiencia.

Y aunque es cierto que no se acusaba por un delito doloso, como era la


omisión del tratamiento adecuado (omisión de socorro), sino por un delito
imprudente, la Audiencia también no tiene por menos que declarar que tal
omisión del tratamiento adecuado, la «hubo, sin ninguna duda para la Sala», es
decir, admiten los jueces «a quibus» que el acusado no hizo nada por salvar la
vida de Cristina. Y si no hizo nada por salvar la vida de tal joven, no cabe
entender que su actuación fuera correcta, sino todo lo contrario, conforme a la
lex artis, ni tampoco que si en efecto su actuación fue negligente, el incremento
del riesgo creado para la vida de la paciente sea indiferente para el derecho
penal, puesto que contribuía con tal negligencia a la causación de su muerte,
como así en efecto ocurrió.

Y es que, no se trata de qué no se haya probado que hubiera pasado si


se hubiese actuado correctamente por parte del médico, sino que lo que hubiera
importado es que se hubiese acreditado, fuera de toda duda razonable, que,
aunque hubiera hecho el acusado todo lo que estaba en su mano, la joven
hubiese lamentablemente fallecido. Solamente así se le podría haber exonerado
de su responsabilidad. Sin embargo, quien no actúa, y puede hacerlo, como
ocurre en este caso, practicando y llevando a cabo el comportamiento necesario
para actuar, y no lo hace, aumenta el riesgo previsible, tan en grado sumo, que
ocasiona que el resultado se produzca, como así fue, aunque no se sepa con
certeza que hubiera ocurrido en caso contrario.

En efecto, es incuestionable la posición de garante de la vida y de la


salud de Cristina, en la que se encontraba el acusado Simón Viñals, en tanto

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RECURSO CASACION/2019/2016

que esta joven ingresó en el servicio médico que no solamente atendía sino que
dirigía el acusado, el cual, como declara probado la sentencia recurrida, no llevó
a cabo las maniobras más elementales de reanimación (partimos en este
extremo, tanto de los hechos probados, como de lo declarado en la
fundamentación jurídica por parte de la sentencia recurrida), afirmando que no
hay duda alguna —dicho así por la Audiencia en estos términos—, que se
omitió toda diligencia debida.

Por otra parte, que se incrementó el riesgo para su vida como


consecuencia de tal comportamiento, es igualmente un elemento innegable, en
tanto que llegó viva a su servicio médico, y nada hizo el acusado por
reanimarla. En este punto, hemos de partir como dato valorativo declarado
probado, que la falta por parte del doctor Viñals de la prestación sanitaria
adecuada, incrementó el riesgo de fallecimiento de Cristina, o dicho en los
términos del relato declarado probado, aumentó la posibilidad de que no
pudieran recuperarse de las lesiones sufridas. El incremento del riesgo es
afirmado expresamente en la resolución recurrida, cuando afirma en el relato
fáctico que la falta de prestación de la asistencia médica que se precisaba
aumentó la posibilidad de que no pudiera recuperarse de las lesiones sufridas.

Este riesgo ha sido declarado probado y sobre el mismo no cabe


revaloración probatoria en un recurso por infracción de ley. Por otra parte, de
ser inevitable el resultado de muerte el riesgo no podría afirmarse, pues en caso
de inevitabilidad el incremento del riesgo no se habría producido, sería
inexistente.

Respecto al resultado producido, está también fuera de toda duda el


luctuoso resultado para la vida de Cristina. Este resultado de muerte es el que
trata de evitarse con la exigencia de la observancia de la lex artis en la
asistencia médica.

A continuación, es preciso determinar el nexo causal entre el actuar


negligente y el resultado mortal producido. Lo que es sumamente complejo en
el supuesto de autos, al tratarse de un comportamiento negligente sucesivo a
una imprudencia previa; y además de carácter omisivo, por cuanto la incidencia

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que se puede predicar en el resultado deriva, no de la actividad desplegada en


la asistencia de Cristina, sino por contra, en la falta de prestación de la debida.
Con la dificultad añadida de tratarse del ámbito médico, donde la respuesta del
cuerpo humano a los tratamientos físicos, químicos, quirúrgicos o de cualquier
otra índole ante una lesión o una enfermedad, siempre viene exenta de certeza
y donde las probabilidades se concretan en mera estadística, alejada de los
múltiples componentes, algunos desconocidos, que inciden la individualidad del
caso concreto.

20.2. Para resolver la cuestión acerca del criterio de imputación en las


infracciones imprudentes omisivas, ha de acudirse a la denominada doctrina de
la imputación objetiva. Al respecto, debe tenerse en cuenta que, en el caso de
un comportamiento omisivo, no es posible en términos naturalísticos predicar la
causación de un resultado; y para suplir esta imposibilidad, acude la dogmática
al concepto de los cursos causales hipotéticos, en alusión a la virtualidad causal
de la acción que hubiera debido realizarse para evitarlo, es decir a ponderar
cuál hubiera sido la consecuencia de la realización de la conducta exigida por la
norma.
En efecto, en resoluciones de esta Sala se suele indicar que, en el
delito imprudente, varios son los criterios de imputación del resultado,
destacando la teoría del incremento del riesgo; la teoría del ámbito de
protección de la norma y por último la teoría de la evitabilidad. Conforme a este
último habrá que preguntarse qué hubiera sucedido si el sujeto hubiera actuado
conforme a la norma. Si a pesar de ello, es decir, si aunque el sujeto hubiera
cumplido con la norma el resultado se hubiera producido igualmente, habrá que
negar la imputación objetiva del resultado. Lo que puede expresarse de la
siguiente manera: se trata de un criterio hipotético de imputación centrado en
dilucidar si la conducta omitida habría evitado, con una probabilidad rayana en
la certeza, la lesión o el menoscabo del bien jurídico que tutela la norma penal.

Esta es la tesis de la sentencia de instancia que, a partir de la


constancia del incremento del riesgo que se declara probado, afirma que no es
posible concluir la comisión del delito de homicidio imprudente, pues no
resultaba acreditado que la asistencia sanitaria que el doctor Viñals hubiera

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debido prestar a las tres jóvenes y no prestó, hubiera evitado con probabilidad
rayana en el certeza, el fallecimiento de las jóvenes.

La necesidad de una probabilidad rayana en la certeza, que exige la


sentencia recurrida, pudiendo ser en algunos casos una referencia, raramente
se contempla en nuestra construcción jurisprudencial como criterio decisor o
ratio decidendi del fallo. Como ejemplos ilustrativos, cabe citar las SSTS
368/2016, de 28 de abril; 865/2015, de 14 de enero de 2016; 88/2010, de 19 de
enero; 1089/2009, de 27 de octubre; 716/2009, de 2 de julio. De tales
resoluciones se extraen dos conclusiones:

1) Ninguna se enfrenta a una omisión negligente médica subsiguiente a


una imprudencia previa, que había originado ya un riesgo grave para la vida de
la paciente.

2) Si bien se enuncia en las imprudencias omisivas, como presupuesto


general, la exigencia de la comprobación de que la conducta omitida hubiera
evitado, con una probabilidad rayana en la certeza, la lesión o el menoscabo del
bien jurídico que tutela la norma penal, no es éste el criterio que luego se
proyecta de modo concreto sobre el caso específico que se enjuicia, con
independencia de que si se acredita que el resultado no se hubiera evitado, de
realizar la conducta obligada, se entienda lógicamente que la omisión no ha
generado o incrementado riesgo alguno.

Ambas circunstancias se presentan como relevantes en el supuesto de


autos, dado que se trata de una imprudencia en el ámbito de la prestación
médica de urgencia, en el que el bien jurídico ya se presenta en situación de
riesgo previo, y el profesional de la medicina está obligado a neutralizar tal
peligro con su actividad. De manera que si no cumple con su diligencia debida,
añade un nuevo factor de riesgo que confluye en la producción del resultado. En
tal situación, la exigencia de una probabilidad rayana en la certeza se matiza en
función de las especiales características de la actividad a desplegar. En tal
sentido, cita la literatura científica, frente al conocido caso del médico que omite
un tratamiento de radioterapia a un enfermo aquejado de cáncer, la doctrina
resultante del Tribunal Federal Supremo alemán (BGH), en sentencia de 20 de

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RECURSO CASACION/2019/2016

mayo de 1980, indicaba que "el concepto jurídico de la probabilidad rayana en


la seguridad carece de utilidad para los médicos, ya que en la medicina una
probabilidad así sólo existe en casos muy raros. La medicina se ocupa de casos
individuales y no de series. Así, cualquier enjuiciamiento medico se apoya,
ciertamente, sobre investigaciones y experiencias científicamente fundadas,
pero, en el caso concreto, sigue siendo, en última instancia, hipotético". Como
se ve, se descarta tal probabilidad rayana en la certeza, por no ser posible en
cursos causales médicos, aparte de que supone, tal postura, confirmar la tesis
de que la omisión médica ante el deber de actuar, garantiza la impunidad del
acusado.

Es incuestionable la posición de garante de la vida y de la salud de


Cristina, en la que se encontraba el acusado Simón Viñals, en tanto que esta
joven ingresó en el servicio médico que no solamente atendía sino que dirigía el
acusado, el cual, como declara probado la sentencia recurrida, no llevó a cabo
las maniobras más elementales de reanimación (partimos en este extremo,
tanto de los hechos probados, como de lo declarado en la fundamentación
jurídica por parte de la sentencia recurrida), afirmando que no hay duda
alguna –dicho así por la Audiencia en estos términos–, que se omitió toda
diligencia debida. Respecto al resultado producido, está también fuera de toda
duda, el luctuoso resultado para la vida de Cristina. Y que se incrementó el
riesgo para su vida como consecuencia de tal comportamiento, es igualmente
un elemento innegable, en tanto que llegó viva a su servicio médico, y nada hizo
el acusado por reanimarla.

Hemos señalado ya, para refutar el argumento de la Audiencia, acerca


de que no se llegó a probar, con una probabilidad rayana en la certeza que se
hubiera evitado su fallecimiento, que lo que se debe constatar es precisamente
lo contrario, esto es, que a pesar de haber dispensado el tratamiento médico
correctamente no se hubiera salvado, de todos modos, la vida de la enferma.
Solamente así se hubiera podido exonerar al médico. Pero si no se hace nada,
o lo que se hace es patentemente negligente, como por otra parte asegura la
Audiencia, no puede fundamentarse su absolución en el hecho de que, de todos
modos, no se sabe cuál hubiera sido el desenlace.

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RECURSO CASACION/2019/2016

Al contrario, cuando se actúa correctamente, nada puede garantizar,


con una probabilidad rayana en la certeza, la supervivencia de la paciente,
porque, la medicina, no es una ciencia exacta, o de resultados, sino de medios,
y siempre pueden existir probabilidades para la ocurrencia de un fatal
desenlace, a pesar de hacerse todo lo que esté en la mano del médico.

Pero, desde luego, lo que no es de recibo es justificar la postura del


médico acusado, que desatiende escandalosamente su actuación profesional,
nada menos que en un caso de urgencia vital, no poniendo los medios mínimos
adecuados para intentar salvar la vida de la paciente. No consideramos
acertado el fundamento de su absolución, que reside en que no se ha podido
probar, con una probabilidad rayana en la certeza, si con otra conducta el
resultado hubiera sido el mismo. De ratificar este argumento, las actuaciones
médicas partirían de una mecánica contraria a lo que es debido a un buen
profesional, primero evaluar los resultados posibles de su actuación, y si se
vislumbran fatales, abstenerse de actuar. Al punto de que podría llegarse a
pensar que un médico contemplase una urgencia vital sin tomar medida alguna
para intentar salvar la vida del paciente, en la seguridad de que nunca pudiera
demostrarse, si fallece el enfermo, con esa seguridad rayana en la certeza, qué
hubiera pasado en caso contrario.

En suma, la responsabilidad del médico surge porque ha incrementado


el riesgo permitido, y lo ha hecho al haber actuado negligentemente, y con tal
comportamiento ha contribuido al resultado, siéndole reprochada su conducta a
través de la teoría de la imputación objetiva.

20.3. Ejemplos similares obran en nuestra jurisprudencia, aunque


ciertamente, no muy recientes y expresados de muy diverso modo.

Así, la STS de 8 de junio de 1989, en la que se afirma que “tampoco es


óbice para casar la sentencia en el sentido que se ha indicado, el hecho de que
no se haya demostrado la relación de causalidad entre la acción enjuiciada y las
lesiones producidas, o, lo que es lo mismo, no podemos saber si de haber
tenido lugar el internamiento se hubiera o no causado el mismo resultado lesivo.
Esta circunstancia, decimos, no es impedimento para una sentencia

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RECURSO CASACION/2019/2016

condenatorio porque, en casos como el enjuiciado, no se trata de concretar esa


relación causal, de una manera tajante (ello sería siempre imposible), sino de
juzgar conductas imprudentes por sí mismas que sirvan de lógico vehículo a un
desenlace penalmente sancionable”.

En la STS de 5 de julio de 1989, se indica: “El hecho de no preocuparse


de examinar con la atención debida al enfermo y comprobar su situación, solo
constatable con eficacia a través de la apreciación directa y personal del
facultativo, representa una imprudencia temeraria profesional porque es
precisamente la llamada "lex artis" la ciencia médica, la que se olvidó en este
supuesto, teniendo en cuenta que un profesional medio hubiera podido y debido
captar en virtud de sus conocimientos la realidad del peligro y riesgo que
suponía hacer un diagnóstico en los términos en que se realizó y prever sus
fatales consecuencias.

Existe pues: 1) Una actuación gravemente negligente –en el ámbito


profesional, al diagnosticar– siquiera sea de manera provisional y recetar por los
simples y elementales datos que le facilita un familiar del enfermo, sin visitarle ni
explorarle. 2) Un resultado de muerte y 3) Una relación causal, porque dentro
del mundo de las probabilidades no puede de ninguna manera descartarse, y no
debió hacerse, teniendo en cuenta la edad juvenil del enfermo, 23 años, y las
técnicas médicas y sobre todo quirúrgicas, el éxito de una intervención de este
tipo, a tiempo. Afirmar esto no es incidir en una presunción, conjetura o
sospecha, sino llevar a cabo una inferencia coherente con la lógica, la
experiencia y la propia ciencia médica, con lo que no cabe duda de que, aun
cuando concurrieran en el hecho fatal de la muerte, como es normal, una serie
de concausas, la conducta del procesado fue contribuidora decisiva del
acontecimiento”.

En la STS de 26 de febrero de 1990 se señala: “No existe obstáculo


alguno para construir figuras imprudentes tanto sobre la comisión positiva como
sobre la omisiva. La modalidad imprudente aparece con perfiles semejantes a la
omisión del deber de socorro cuando el responsable ostenta además la
condición de garante pero, a su vez, esta condición de garante no constituye
impedimento alguno para estimar la concurrencia de una modalidad imprudente

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RECURSO CASACION/2019/2016

cuando concurre además la omisión de un deber jurídico que imponía actuar de


otra forma y se deduce sobre bases y datos naturalísticos que esa omisión
actuó sobre el nexo causal, convirtiéndose en un factor coadyuvante del
resultado final. Para que un resultado típico sea objetivamente imputable al
sujeto no es necesario que éste lo cause física y materialmente, siendo
suficiente, desde una perspectiva social y jurídica, que no haya puesto todos los
medios para precaverlo, cuando le corresponde una específica función de
evitarlo.

La situación del enfermo a la que se enfrentó el recurrente constituía en


parte una causa suficiente del resultado de muerte pero no de una manera
indefectible e inexorable, porque estaban abiertas según las posibilidades
científicas actuales, medidas terapéuticas de intervención en el curso natural de
los acontecimientos. La omisión del deber de cuidado exigible por el riesgo ante
el que se encuentra el culpable, permite establecer una vinculación entre la
conducta omisiva y el desenlace final que resulta relevante para el derecho
penal y que puede ser atribuida al recurrente a título de imprudencia punible en
el marco de la imputación objetiva ya que la conducta omisiva si bien no ha sido
totalmente determinante del resultado, sí ha contribuido suficientemente a
causarlo”.

En el supuesto tratado en la STS 2230/2001, de 27 de noviembre, la


Audiencia Provincial había reseñado que no era posible establecer una relación
de causalidad entre el comportamiento omisivo y el resultado fatal acaecido;
pero la sentencia casacional concluye que el resultado producido es típico en
cuanto entraña la muerte de una persona, resultado que es concreción de la
situación de peligro que supuso para la vida de la paciente prolongar
indebidamente el traslado a otro Centro Hospitalario que resultaba necesario
para su salud. Puede afirmarse, pues, la imputación objetiva de ese resultado
en cuanto en el proceso que culminó en el fallecimiento, conforme a las reglas
de la lógica y la experiencia, fue determinante el retraso inexplicable al que se
ha hecho referencia, sin que exista razón lógica alguna en la que pueda
sostenerse lo contrario.

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RECURSO CASACION/2019/2016

Finalmente, la STS 782/2006, de 6 de julio, mantiene la calificación de


homicidio imprudente a pesar de que "la naturaleza de la lesión hepática no
detectada –perforación de la vena porta– era de tal gravedad que el riesgo de
muerte era muy elevado", ya que "las estadísticas clínicas recogen una tasa de
mortalidad entre el 85 y 90 por ciento, lo que indica que incluso habiendo
practicado la laparotomía a la joven herida de forma inmediata a su ingreso en
el hospital, (...) el cálculo de probabilidades de "exitus" era muy alto".

En definitiva, la necesidad de probar con una probabilidad rayana en la


certeza que se hubiera evitado el resultado se ha matizado en al ámbito de la
imprudencia médica, ya que la determinación de tal probabilidad no es
relevante. Es regla de experiencia que las concretas lesiones y enfermedades
cursan de modo muy desigual, no siempre en relación con su gravedad; ni
tampoco cursan de modo homogéneo los cursos de superación de una
situación de extrema gravedad. La estadística en todo caso operaría con cifras
medias, pero el resultado sería aleatorio por la gran dispersión de cada
resultado, aun cuando inicialmente las variables fueran prácticamente idénticas.
Incluso, aun cuando se actuara correctamente nada puede garantizar, con una
probabilidad rayana en la certeza, la supervivencia de la paciente, porque la
medicina no es una ciencia exacta o de resultados, sino de medios, y siempre
pueden existir probabilidades para la ocurrencia de un fatal desenlace, a pesar
de hacerse todo lo que esté en la mano del médico.

Tampoco resulta irrelevante jurídicamente que la muerte acaezca en


ese momento o se produzca varias horas o varios días después.

En suma, la responsabilidad del médico debe ligarse al hecho de que


ha incrementado el riesgo permitido, y lo ha hecho al haber actuado
negligentemente, y con tal comportamiento ha contribuido al resultado, siéndole
reprochada su conducta a través de la teoría de la imputación objetiva. La
cuestión no estriba tanto en el dato de que, mediante el establecimiento de un
curso causal hipotético se deduciría la evitabilidad del resultado con una
probabilidad rayana en la certeza, sino que lo relevante es concluir –como se
indica en alguno de los precedentes citados– que es lógico y acorde con las
máximas de la experiencia, deducir que esa omisión actuó sobre el nexo causal,

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RECURSO CASACION/2019/2016

al incrementar el riesgo y convirtiéndose, en consecuencia, en un factor


coadyuvante del resultado final.

Nos inclinamos así en nuestra interpretación por aquella que satisface


mejor la defensa del bien jurídico protegido por la norma jurídica, que no es otro
que la defensa de la vida y la integridad física de la persona, y que conduce a
resultados plenamente satisfactorios desde el punto de vista de lo que
entendemos debe ser la actuación médica, de la que se predica
constantemente que es una ciencia de medios y no de resultados. De forma tal
que siempre el profesional de la medicina debe intentar salvar la vida del
paciente, con todos los medios a su alcance, e igualmente con la diligencia
debida en su actuar, sin incrementar el riesgo en sentido negativo para la vida
del paciente.

Nos referimos, en consecuencia, a la imputación objetiva del resultado


por la teoría del incremento del riesgo, conforme a la cual cabe imputar
objetivamente el resultado una vez que se constata que el autor generó el
riesgo desaprobado aunque no sea seguro que la conducta ajustada a derecho
lo hubiera evitado. No se trata de una infracción de peligro, sino de resultado,
pero es precisamente el peligro el que incrementa el riesgo, y con él, se
coadyuva a la producción del resultado. Es claro que sin resultado no puede
existir delito de imprudencia, y en este caso, el fatal resultado está fuera de toda
duda. La prueba de la negligencia es igualmente concluyente, pues partimos en
este caso de la declaración al efecto de la Audiencia que así lo afirma
rotundamente.

Finalmente, ello en absoluto exonera de culpabilidad a título de


imprudencia a los demás coacusados, pues conforme a lo sostenido por la
Audiencia, todos ellos contribuyeron mediante el concurso causal múltiple al
resultado producido. Ni la mejor o peor actuación de los médicos subsana la
grave imprudencia imputable a los restantes, ni la actuación de éstos, la de los
médicos. En estos supuestos la imputación objetiva del resultado final a los
primeros causantes imprudentes de lesiones potencialmente letales sólo y
únicamente debería excluirse cuando el comportamiento negligente del médico

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RECURSO CASACION/2019/2016

es de tal entidad que podía haber conducido igualmente a un correspondiente


daño grave en una lesión completamente inocua o en una exploración rutinaria.

20.4. Por otro lado, la posibilidad de convertir en condenatoria una


sentencia absolutoria en esta instancia casacional, resulta de doctrina ya muy
consolida tanto del Tribunal Constitucional como del TEDH, cuando no se
modifican los hechos probados, máxime en este caso en que tratándose de
imprudencia no hay que declarar ningún ánimo tendencial.

Nuestra doctrina legal declara (STS 407/2017, de 6 de junio) que el


carácter extraordinario del recurso de casación descarta arbitrar un trámite de
audiencia del acusado absuelto, que carece de cobertura legal y que se concilia
mal con el significado procesal de la impugnación ante el Tribunal Supremo. De
ahí que la posibilidad de revocar pronunciamientos absolutorios en casación se
reduce a un doble supuesto y con distinto alcance. Por un lado, a través del
motivo de infracción de Ley al amparo del artículo 849.1 LECrim, con
intervención de la defensa técnica pero sin audiencia personal del reo. La
revisión se concreta en la corrección de errores de subsunción jurídica a partir
de los elementos fácticos reflejados en el relato de hechos probados, sin
verificar ninguna nueva valoración de la prueba practicada en la instancia.

La otra posibilidad de revisión de pronunciamientos absolutorios en


casación surge cuando la pretensión punitiva de la parte recurrente no ha
obtenido respuesta alguna del Tribunal de instancia o bien la misma ha sido
arbitraria, irrazonable o absurda, de manera que de esta forma ha vulnerado lo
recogido en los artículos 24.1, 9.3 y 120.3, todos ellos CE, en su vertiente de
derecho a obtener una respuesta razonable con proscripción de toda
arbitrariedad de los poderes públicos (SSTS 178/2011, de 23 de febrero ó
631/2014, de 29 de septiembre). En este caso, la consecuencia de la
mencionada vulneración no puede ser otra que la nulidad de las actuaciones y
devolución a la instancia para nuevo examen.

En nuestro caso, el camino es el primero: el error de subsunción


jurídica que parte de la intangibilidad de los hechos probados en la sentencia
recurrida.

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RECURSO CASACION/2019/2016

Este es una senda avalada por nuestro Tribunal Constitucional, y por el


TEDH. Así resulta, por ejemplo, de la Sentencia del TEDH de 22 de octubre de
2013 (asunto Naranjo Acevedo contra España).

Declara el TEDH, que en lo que respecta a los principios generales


pertinentes, el Tribunal se remite a los párrafos 36 a 38 de la sentencia
Lacadena Calero c. España (n° 23002/07, 22 de noviembre de 2011).

En el caso enjuiciado, aun tratándose de dolo eventual, y no de


imprudencia como en nuestro caso, «la sentencia se ha limitado a interpretar de
manera diferente la noción de "dolo eventual" en el marco de un delito de robo
con violencia y uso de armas de fuego». En nuestro caso, por tratarse de
imprudencia no existe ánimo tendencia! alguno. Siendo así, no es posible
evaluar de modo alguno el elemento subjetivo, por la sencilla razón de que no
existe en un delito imprudente, por definición. Lo que es patente en la culpa sin
previsión.

En consecuencia, dice el TEDH, el Tribunal Superior de Justicia no se


ha pronunciado sobre un elemento subjetivo propio del demandante, sino sobre
la definición jurídica del delito analizado con carácter general. A diferencia de
otros asuntos, los aspectos analizados por el Tribunal Superior de Justicia,
tenían un aspecto puramente jurídico, sin que los hechos declarados probados
en primera instancia, hayan sido modificados (ver mutatis mutandis, Bazo
González anteriormente citado, § 36).

La amplitud del análisis efectuado por el Tribunal Superior de Justicia,


en el presente caso, conduce por lo tanto al TEDH a considerar que el
testimonio del demandante durante la vista pública no era indispensable. En
efecto, el representante del demandante tuvo la oportunidad de participar en
esta vista en la que presentó los argumentos que estimó eran necesarios para
la defensa de su cliente. De esta manera, el TEDH constata que el demandante
ha tenido un procedimiento contradictorio, de conformidad con el artículo 6 § 1.

115
RECURSO CASACION/2019/2016

Estos elementos le son suficientes al TEDH para concluir que en lo


referente a la naturaleza de las cuestiones analizadas en apelación, por el
Tribunal Superior de Justicia, y al hecho de que el demandante haya podido
presentar sus argumentos durante la vista a través de un abogado, el que no
haya sido oído por esa jurisdicción no ha vulnerado su derecho a un proceso
equitativo. Por consiguiente, no ha habido violación del artículo 6 § 1 del
Convenio.

20.5. En consecuencia, estimaremos el recurso de la familia de Cristina


Arce, y condenaremos a Simón Viñals, como autor criminalmente responsable
de un delito de imprudencia grave con resultado de muerte, en la modalidad de
imprudencia profesional, en los términos que señalaremos en la segunda
sentencia que hemos de dictar al efecto.

La imprudencia profesional supone, según la jurisprudencia, un "plus"


de antijuridicidad consecutivo a la infracción de la "lex artis" y de las
precauciones y cautelas más elementales, imperdonables e indisculpables a
personas que deben tener unos conocimientos propios de una actividad
profesional. De manera que su diferencia con la imprudencia que podríamos
llamar común es puramente cuantitativa y no cualitativa, por lo que para que
pueda ser apreciada deben concurrir los mismos requisitos que en ésta exige la
jurisprudencia, que se concretan en la existencia de la infracción de un deber de
cuidado tanto subjetivo como objetivo, y una relación de causalidad entre la
acción del autor o autores y el resultado producido, lo que en este caso está
fuera de toda duda, la omisión completa del comportamiento debido.

VIGÉSIMO PRIMERO.- En el motivo tercero, y al amparo de lo


autorizado en el art. 852 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, se denuncia la
vulneración del art. 24 CE en relación al derecho a la tutela judicial efectiva, que
la parte recurrente cifra en la absolución del acusado Roberto Mateos García,
vigilante de "Seguriber" adscrito al control de las cámaras del Pabellón "Madrid
Arena" el día de los hechos, alegándose un razonamiento arbitrario.
Pero solamente cuando una sentencia absolutoria sea arbitraria, incurra
en un error patente, carezca de motivación, introduzca una motivación
extravagante o irracional o realice una aplicación de la presunción de inocencia

116
RECURSO CASACION/2019/2016

absolutamente al margen de sus contornos racionales, podrá anularse por la


fuerza del derecho a la tutela judicial efectiva. La invocación de la presunción
de inocencia no blinda frente a cualquier impugnación. Siempre a través del
derecho a la tutela judicial efectiva, y aunque con esas limitaciones destacadas,
deberá capitular una arbitraria aplicación de la presunción de inocencia (vid.
STS 548/2009, de 1 de junio, o supuesto analizado por STC (69/2004, de 6 de
octubre).

El Tribunal Constitucional en materia de recursos de amparo contra


sentencias absolutorias (SSTC 45/2005 de 28.2, 145/2009 de 15.6, ha
recordado que la víctima de un delito no tiene un derecho fundamental a la
condena penal de otra persona (por todas SSTC. 157/90 de 18.10, 199/96 de
3.12, 215/99 de 29.11, 168/2011 de 16.7), sino que meramente es titular del ius
ut procedatur, es decir del derecho a poner en marcha un proceso,
substanciando de conformidad con las reglas del proceso justo, en el que
pueda obtener una respuesta razonable y fundada en Derecho (por todas STC.
120/2000 de 10.5). La función del TC se limita a enjuiciar si las resoluciones
judiciales impugnadas han respetado el ius ut procedatur del justiciable que ha
solicitado protección penal de los derechos que las leyes en vigor reconocen.
Supuesto este en que si es posible declarar la nulidad de la sentencia penal
absolutoria al haber sido dictada en el seno de un proceso penal substanciado
con lesión de las más esenciales garantías procesales de las partes, pues toda
resolución judicial ha de dictarse en el seno de un proceso, respetando en él las
garantías que le son consustanciales (SSTC. 215/99 de 29.11, 168/2001 de
16.7), o en fin, por poder incurrir la sentencia absolutoria en arbitrariedad,
irrazonabilidad o error patente, no satisfaciendo así las exigencias del derecho
a la tutela judicial efectiva (STC. 45/2005 de 8.2).

En el caso enjuiciado, la sentencia recurrida nos dice que Roberto


Mateos García era un simple vigilante de seguridad que carecía de capacidad
de decisión en el evento. Seguimos aquí la impugnación del Ministerio Fiscal,
que consideramos acertada, señalándose al respecto que, al margen de la
contradicción manifestada entre varios testigos acerca de las funciones que le
correspondían en el cuarto de control de cámaras, lo cierto es que según la
declaración de sus jefes inmediatos en el evento Juan José Paris y Raúl
Monterde, coordinadores de los vigilantes de "Seguriber", no solo desconocía

117
RECURSO CASACION/2019/2016

los detalles del Plan de Vigilancia, sino que, por paradójico que resulte, las
órdenes que se le transmitieron se limitaron a la comprobación de que el
"pilotito" de la grabación de las cámaras estuviera verde. Al tiempo que se
resalta que en el visionado de las imágenes grabadas se puede ver que en
varias ocasiones recorrió el pabellón en compañía de los indicados
coordinadores y pudo percibir al igual que éstos los incidentes que se estaban
produciendo, sin que pudiera hacer nada para evitarlos, precisamente por su
falta de poder decisorio.

VIGÉSIMO SEGUNDO.- En el motivo cuarto, y por el cauce autorizado


en el art. 849-1º de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, se denuncia la indebida falta
de aplicación del art. 142.1 del Código Penal, para el caso del acusado Roberto
Mateos.

El recurrente se funda en la omisión de sus funciones y obligación


fijadas en el plan de vigilancia, al no haber efectuado una mínima comprobación a
través de los dispositivos que tenía a su alcance y no haber por tanto activado la
emergencia que se estaba produciendo.

Los hechos probados no pueden sustentar el error de derecho que se


denuncia, toda vez que no figura acreditado que entre las funciones que en concreto
le fueron asignadas a Roberto Mateos por sus inmediatos superiores se encontraran
las indicadas por la recurrente, sino solo comprobar que la grabación de imágenes
se realizaba correctamente y coger el teléfono, señalándose también que no consta
que nadie efectuara alguna llamada de emergencia que no fuera atendida. Lo cual
excluye su responsabilidad penal en los hechos acaecidos.

El motivo no puede prosperar.

VIGÉSIMO TERCERO.- En el motivo quinto, y por idéntico cauce


impugnativo, se denuncia la indebida aplicación de los arts. 109 y siguientes del
Código Penal y en especial de los arts. 110 y 115, alegando que en la sentencia no
se establecen las bases para determinar la cuantía de los daños e indemnizaciones,
estimando la recurrente que, ante la inexistencia de casos similares en España,
debe atenderse como parámetro el postulado por las acusaciones particulares.

118
RECURSO CASACION/2019/2016

Este tema será tratado posteriormente acerca de las bases sobre las
que la Audiencia ha operado para cuantificar la responsabilidad civil, y a tal
fundamento jurídico (trigésimo) nos remitimos.

VIGÉSIMO CUARTO.- En el motivo sexto, con anclaje constitucional,


basado en el derecho constitucional al principio de igualdad ante la ley, se aduce la
existencia de una discriminación respecto a las cuantías de las indemnizaciones
fijadas para los hermanos mayores de tres de las víctimas mortales, señalando que
se siguen dos criterios diferentes, puesto que a la hermana de la recurrente y a la de
Katia Esteban se les asigna la misma cuantía 90.000 €, mientras que a los
hermanos mayores de Belén Langdon se les otorga 164.500 €.

Como ha tenido ocasión de declarar este Tribunal Supremo en


sentencias 636/2006, de 8 de junio y 483/2007, de 4 de junio, remitiéndose a
las sentencias de 26.7.2005, 9.7.1993 y 6.11.1989, «sólo la diferencia
arbitraria, ilógica o carente de sentido respecto al tratamiento jurídico-penal de
los sujetos a un proceso penal en cualquiera de sus expresiones, incluido el
ámbito penológico puede determinar una violación del artículo 14 de nuestra
Ley Fundamental». En este sentido se ha manifestado igualmente el Tribunal
Constitucional, en sentencia 200/1990 que «el principio de igualdad protege
frente a divergencias arbitrarias de trato en resoluciones judiciales, evitando el
capricho, el favoritismo o la arbitrariedad del órgano judicial, e impidiendo que
no se trate a los justiciables por igual y se discrimine entre ellos». El mismo
Tribunal en las sentencias 23/1981 y 19/1982 declara que no se excluye la
posibilidad de un trato diferente, pero sí las diferencias injustificadas o
arbitrarias, carentes de justificación objetiva y razonable.
El principio de igualdad ordena tratar de distinto modo a lo que es
diferente (STC 50/1991). Por lo demás, el principio de igualdad, no implica en
todos los casos un tratamiento igual con abstracción de cualquier elemento
diferenciador de relevancia jurídica, por cuanto la desigualdad, en sí misma, no
constituye necesariamente una discriminación. La igualdad, ha de entenderse
como parificación ante el ordenamiento positivo en idénticas circunstancias, y
con paralelo comportamiento o conducta, es decir, que si los casos son
idénticos, el tratamiento legal debe ser el mismo para todos (STS de 28 de
octubre de 2004).

119
RECURSO CASACION/2019/2016

El principio de igualdad se vulnera, dice la STS. 999/2005 de 2 de junio,


cuando se produce un trato desigual, carente de justificación objetiva y razonable
(STC 106/1994). La alegación sobre su posible vulneración debe examinarse, por lo
tanto, desde la perspectiva de la existencia de un tratamiento desigual a supuestos
de igualdad, o incluso desde el tratamiento igualitario de situaciones patentemente
desiguales, siempre constatando la inexistencia de una justificación suficiente (STS
10.4.2003), bien entendido que como recordó la STC. 88/2003, "el principio de
igualdad ante la Ley no da cobertura a un imposible derecho a la igualdad en la
ilegalidad" (por todas, SSTC 43/1982, de 6 de julio; 51/1985, de 10 de abril; 40/1989,
de 16 de febrero), de modo que aquél a quien se aplica la Ley no "puede considerar
violado el citado principio constitucional por el hecho de que la Ley no se aplique a
otros que asimismo la han incumplido" (STC 21/1992, de 14 de febrero), ni puede
pretender específicamente su impunidad por el hecho de que otros hayan resultado
impunes, pues, la impunidad de algunos "no supone que en virtud del principio de
igualdad deba declararse la impunidad de otros que hayan participado en los
mismos hechos (STS 502/2004, de 15 de abril).

La supuesta discriminación es razonable, pues en la sentencia se


fundamenta en el dato de que las dos primeras eran hermanas únicas, mientras que
los hermanos de Belén Langdon eran seis, por lo que el daño moral soportado en
cada caso no se considera el mismo. Aspecto que se encuentra razonado en la
sentencia recurrida y más allá no se extiende nuestro control casacional.

El motivo no puede ser estimado.

Recurso de la familia de Katia Esteban Casielles

VIGÉSIMO QUINTO.- En el primer motivo, formalizado por vulneración


constitucional, se denuncia la infracción del derecho fundamental a la tutela judicial
efectiva.

En relación a la libre absolución de los acusados doctores Simón Viñals


Pérez y Carlos Viñals Larruga, se alega que la valoración de las pruebas practicadas
carece de toda lógica.

En el caso de Katia Esteban la cuestión adquiere diversa consideración


al supuesto de Cristina y de Rocío. La sentencia recurrida nos dice en el factum que,
una vez rescatada de la avalancha, la joven Katia, fue llevada a la enfermería.
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RECURSO CASACION/2019/2016

Dicen los hechos probados que Cristina Arce de la Fuente, Rocío Oña
Pineda y Katia Esteban Casielles, fueron trasladadas, tras ser rescatadas del
vomitorio en el que habían quedado atrapadas, siendo aplastadas por multitud de
gente, a la enfermería del pabellón de manera sucesiva y casi inmediata entre las
3:55 y las 4:00 horas.

A la llegada a la enfermería, lejos de actuar con rapidez y hacer todo lo


que estaba a su alcance, Simón Viñals Pérez y Carlos Viñals Larruga, los cuales
eran los médicos del servicio sanitario del evento y el primero el responsable del
mismo, no realizaron un correcto diagnóstico de que, al menos Cristina Arce y Rocío
Oña se encontraban en situación de parada cardiorrespiratoria ni le practicaron a las
tres jóvenes una adecuada reanimación cardiopulmonar para intentar que se
recuperaran.

A pesar de que se desatendieron de totalmente de Katia Esteban


Casielles, no reconociéndola para efectuar un diagnóstico y no prestándole ningún
tipo de asistencia médica, por lo que hubo de ser atendida por el técnico de
ambulancia Rubén Pereira ayudado primero por Cristian Fraile, vigilante de
Seguriber que cooperó en su traslado a la enfermería y posteriormente por su
compañero Rodrigo Morales, quienes le practicaron correctas maniobras de
recuperación cardiopulmonar básica, con masaje cardíaco continuado hasta la
llegada del Samur, Katia no se recuperó de la situación de asistolia en la que estuvo
en todo momento, haciendo constar la sentencia recurrida de forma
concluyente que no ha resultado «acreditado si cuando la misma llegó a la
enfermería estaba en parada cardiorrespiratoria o había ya fallecido».

Ya hemos dicho que esta declaración fáctica no puede ser tomada en


consideración contra reo. La imprudencia, aun en el caso de que liguemos la
relación de causalidad bajo la teoría de la imputación objetiva, por incremento del
riesgo, no es un delito de peligro, sino de resultado. Quiere con ello decirse que se
debe comprobar y hacer constar que la conducta negligente ha causado o ha
incrementado el riesgo y ha producido el resultado dañoso que el juicio de tipicidad
requiere inexcusablemente, por imperativo de la norma que se contiene en el art.
142 del Código Penal. Pero cuando, como aquí ocurre, tal resultado no puede ser
atribuido causalmente al autor, porque existe la duda acerca de si ya llegó viva la
joven Katia a la enfermería, no se cumple uno de los requisitos de la imprudencia,
cual es la relación de causalidad entre acción (u omisión) culposa y resultado, y en

121
RECURSO CASACION/2019/2016

este escenario, es claro, que no pueden los hechos probados satisfacer el juicio de
tipicidad. En consecuencia, respecto a Katia, que es el recurso que se ha
formalizado por su familia, que ejercita la acusación particular, no desde luego la
popular (no la hay respecto a la víctima Rocío), no podemos estimar este motivo, ni
el siguiente, formalizado por estricta infracción de ley, respecto a la indebida falta de
aplicación del art. 142 del Código Penal, por las razones expuestas.

VIGÉSIMO SEXTO.- Finalmente, el tercer motivo, se formaliza por


«error iuris», al amparo de lo autorizado en el art. 849-1º de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal, por aplicación indebida de los arts. 109 y siguientes, y de modo especial
los arts. 110 y 115 CP.

Se alega que las cuantías de la indemnización se determinaron


atendiendo a criterios subjetivos y no razonables.

La cuestión igualmente figurara tratada en los recursos anteriores y en


los de las aseguradoras, a los que nos remitimos.

El motivo no puede prosperar.

Recursos de las compañías aseguradoras.

Recurso de "MAPFRE ESPAÑA, COMPAÑIA DE SEGUROS Y


REASEGUROS, S.A."

VIGÉSIMO SÉPTIMO.- Esta compañía aseguradora, al igual que ha


ocurrido con otras, como seguidamente veremos, cuestiona, en su motivo primero, al
amparo de lo autorizado en el art. 849-1º de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, por
estricta infracción de ley, la indebida aplicación del art. 20-8º de la Ley de Contrato
de Seguro (LCS).
En suma, se plantea la imposición de intereses que la Sala
sentenciadora de instancia basa en la falta de la consignación suficiente de
cantidades con la que indemnizar a las víctimas, por el efecto directo que se
establece en el art. 117 del Código Penal.
Alega que fue la única entidad aseguradora que procedió a la
consignación de las indemnizaciones de las víctimas dentro del plazo de tres meses
que marca la ley, y que fueron fijadas con arreglo al Baremo en materia de
circulación correspondiente a los años 2012-2013.

122
RECURSO CASACION/2019/2016

La parte recurrente señala que la compañía "Mapfre", aseguraba la


actividad de "Diviertt", siendo responsable solidaria junto con las demás
aseguradoras en virtud de lo dispuesto en el art. 1.145 del Código Civil.

Recordemos que la Ley Contrato de Seguro (LCS), determina el


término inicial del cómputo de dichos intereses en la fecha del siniestro (art. 6º LCS).
Ahora bien, conforme al apartado 4º del art. 20 LCS, la indemnización por mora se
impondrá de oficio por el órgano judicial y consistirá en el pago de un interés anual
igual al del interés legal del dinero vigente en el momento en que se devengue,
incrementado en el 50 por 100; estos intereses se considerarán producidos por días,
sin necesidad de reclamación judicial.

No obstante, transcurridos dos años desde la producción del siniestro,


el interés anual no podrá ser inferior al 20 por 100.

Señala el art. 20, apartado 8º de la LCS que "no habrá lugar a la


indemnización por mora del asegurador cuando la falta de satisfacción de la
indemnización o de pago del importe mínimo esté fundada en una causa justificada
o que no le fuere imputable".

Este el motivo del recurso de MAPFRE, existió, a su juicio, una causa


justificada para no consignar mayor cantidad, o la consignación efectuada era la que
la compañía aseguradora consideraba como suficiente de acuerdo con el baremo de
tráfico.

Relata la sentencia recurrida que con respecto a la consignación


realizada por Mapfre, y de la que el resto de las aseguradoras se podrán beneficiar a
efectos de la imposición de los intereses de mora, que del examen de las
actuaciones se desprende que tras producirse los hechos en la noche del 31 de
octubre al 1 de noviembre de 2012, era absolutamente evidente que todas las
aseguradoras tuvieron conocimiento de lo sucedido y de la relación que sus
asegurados podían tener con ello, aunque sólo fuera como consecuencia de la
repercusión que los hechos tuvieron en los medios de comunicación, y porque
Diviertt y Madridec se personaron en el procedimiento el 15 de noviembre de 2012,
el Letrado del Ayuntamiento de Madrid remitía escritos y documentación a la causa
desde el inicio de la misma, personándose el 16 de noviembre en la misma, y

123
RECURSO CASACION/2019/2016

porque Seguriber fue requerido en numerosas ocasiones para la aportación de


documentación desde el inicio del procedimiento.

Sigue señalando la sentencia recurrida, que pese a ello, fue Mapfre la


primera que, voluntariamente, se personó en las actuaciones el 15 de noviembre de
2012, y la única que consignó en la presente causa cantidades para hacer pago a
los perjudicados por los hechos objeto de la presente causa. Así, según consta de la
documental obrante en la pieza de responsabilidad civil y en las órdenes de pago
efectuadas por dicha aseguradora, el 31 de enero de 2013 se transfirieron por la
misma a la cuenta de consignaciones del Juzgado las cantidades de 325.088,21
euros y 639,80 euros, el uno de febrero de 2013 se consignó por Mapfre la cantidad
de 204.341,16 euros, lo que hace un total de 530.069,17 euros para hacer frente al
pago de cantidades a favor de los familiares de las fallecidas y de la lesionada
Cristina Serrato Schou. El 1 de julio de 2013 (fuera ya por lo tanto del plazo de tres
meses desde el siniestro) la citada aseguradora transfirió a la cuenta del Juzgado de
Instrucción la cantidad de 53.162,50 euros, el 11 de febrero de 2014 la cantidad de
16.493,69 euros, el 8 de septiembre de 2014, 2.901,30 euros y el 11 de septiembre
de 2014 la de 639,66 euros todo ello para pago a los diferentes lesionados, siendo el
total de lo consignado de 603.265,89 euros, de los cuales, como se ha expuesto,
530.069,17 euros se transfirieron en los tres meses siguientes a que se produjeran
los hechos.

El resto de las entidades aseguradoras que resultan declaradas


responsables civiles en el presente procedimiento no hicieron consignación alguna
para pago a los perjudicados, oponiéndose al requerimiento que les fue realizado
por el Juzgado de Instrucción al efecto.

Como justificación documental, la Sala sentenciadora de instancia


señala que, como consta en la pieza de responsabilidad civil, mediante providencia
de fecha 3 de febrero de 2014, y de acuerdo con lo interesado por el Ministerio
Fiscal en informe de 27 de enero de 2014 en el que se cuantificaban
provisionalmente las cantidades que pudieran corresponderle a cada uno de los
perjudicados, se requirió a las entidades Zúrich, AIG e Hiscox, entre otras
cuestiones, para que, en cumplimiento de sus obligaciones, consignaran las
referidas cantidades.

Las aseguradoras interpusieron recurso de reforma contra la citada


providencia, recurso que fue desestimado por auto del Juzgado de Instrucción de 18

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RECURSO CASACION/2019/2016

de mayo de 2015. Ninguna de ellas consignó ni en ese momento, ni con


posterioridad, cantidad alguna, pese a que por sus propios cálculos la cantidad total
correspondiente a las indemnizaciones era de 794.810,91 euros, superior por lo
tanto, a la cantidad transferida al Juzgado por Mapfre, constituyendo fianza Hiscox
en fecha 6 de marzo de 2014 por la cantidad de 195.139,55 euros que era la que, a
su entender, faltaba para el total de las indemnizaciones descontando las cuantías
consignadas hasta ese momento por Mapfre, Zúrich, por el mismo importe y
concepto el 24 de marzo de 2014, y AIG, en fecha 14 de abril de 2014, por igual
cantidad y “por imperativo legal” según se afirma en el escrito de afianzamiento.

Es por ello que, como acertadamente expone la sentencia recurrida, la


cuantía consignada no era suficiente para cubrir, siquiera, los mínimos calculados
por las propias aseguradoras.

En cualquier caso, la cantidad consignada podría servir para cubrir


mínimos en relación con los familiares de las fallecidas y de una de las lesionadas,
pudiendo haber hecho un cálculo estimativo para el resto, lo que no ofrecía mayor
dificultad puesto que no había lesiones importantes, y haber consignado dentro de
los límites de su póliza, la cantidad resultante.

Por ello, la consecuencia de todo lo anterior, dicen los jueces «a


quibus», es que la consignación de Mapfre dentro de los tres meses fue insuficiente,
puesto que aunque se trataba de una elevada cantidad, eran muchos los
perjudicados y dentro de los mismos había cinco fallecidas, y el resto de las
compañías AIG, Hiscox, y Zúrich no cumplieron en absoluto, tal como estaban
obligadas conforme a lo dispuesto en el art. 18 de la LCS; y, por lo tanto, todas ellas
han incurrido en mora, en cuanto al resto de la cuantía no consignada,
debiéndoseles imponer a las cuatro aseguradoras los intereses del art. 20.4 de la
LCS, pero tomándose en consideración las consignaciones efectuadas por Mapfre
con posterioridad. Dichas cantidades son muy inferiores, en cualquier caso, a la
cuantificación que efectúa la propia resolución judicial recurrida.

El Ministerio Fiscal en este mismo sentido, recuerda la gran repercusión


mediática que tuvo lo sucedido, y que ya desde un primer momento se conocía la
existencia de cinco víctimas mortales y numerosos lesionados, al tiempo que se
resalta que "Diviertt" y "Madridec" se personaron en la causa el 15 de noviembre de
2012. Señalando que, no obstante ello, las consignaciones para pago efectuadas
por "Mapfre" dentro de los tres primeros meses solo venían referidas a los familiares

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RECURSO CASACION/2019/2016

de las fallecidas y a una de las lesionadas, y no alcanzaban el límite de 1.500.000 €


fijado en la póliza.

El recargo o los intereses establecidos en el artículo 20 de la Ley de


Contrato de Seguro tienen desde su génesis un marcado carácter sancionador y una
finalidad claramente preventiva, en la medida en que sirven de acicate y estímulo
para el cumplimiento de la obligación principal que pesa sobre el asegurador, cual es
la del oportuno pago de la correspondiente indemnización capaz de proporcionar la
restitución íntegra del derecho o interés legítimo del perjudicado. Este carácter y
finalidad, junto con la función económica a la que sirven, han propiciado una
interpretación rigorista del precepto. Así lo ha venido estableciendo la jurisprudencia
de la Sala 1ª de este Tribunal Supremo, en otras, en STS 774/2008, de 22 de junio.

En el presente caso ninguna duda puede entenderse sobre la realidad


de la existencia de un gran número de lesionados, además de las cinco víctimas
mortales.

Que la aseguradora no satisficiera una parte mínima de la


indemnización correspondiente a todos los perjudicados (como hemos visto la
cantidad consignada sólo podía servir para cubrir mínimos en relación con los
familiares de las fallecidas y de una de las lesionadas) no supone que haya
cumplimentado la obligación que le impone el artículo 20.8 de la LCS de satisfacer la
indemnización o hacer frente al importe que debe ser considerado como mínimo.
Esta conducta no se compadece con el fin buscado por la norma de dar rápida
satisfacción económica al perjudicado. La exención del recargo depende únicamente
de que la compañía de seguros pague o consigne judicialmente la indemnización en
el plazo de tres meses siguientes a la fecha de producción del siniestro, pues de no
ser así no cabrá aplicar a esa conducta los efectos impeditivos de la producción de
mora (por todas, SSTS Sala 1ª de 29 de junio de 2009, de 22 de noviembre de 2010
y 813/2011, de 23 de noviembre).

Nuestra jurisprudencia es conforme a esta interpretación. La STS


773/2004, de 23 de junio, nos dice que no solamente por el estado consolidado de la
jurisprudencia aplicable en el momento de la ocurrencia de los hechos, como ya
hemos señalado, sino porque «no es suficiente la controversia sino el alcance y
consistencia de la misma, de la misma forma que no toda discrepancia sobre la
determinación de la cuantía a indemnizar es relevante, y en cualquier caso el

126
RECURSO CASACION/2019/2016

precepto que se dice infringido se refiere al pago del importe mínimo, lo que equivale
a reconocer la existencia de diferencias cuantitativas entre las partes. Por ello la falta
de pago o consignación no está fundada, ni mucho menos deja de ser imputable a la
recurrente».

Otra Sentencia de esta Sala, la STS 2200/2002, de 27 de diciembre,


nos dice lo siguiente: «Este modo de razonar no es atendible. Primero, porque
si se aceptase se dejaría en manos de las compañías aseguradoras el
cumplimiento de una obligación legal impuesta en beneficio de los
perjudicados por accidentes. Y, en segundo término, porque dada la condición
de especialistas en valoración de siniestros que concurre en tales entidades,
es obvio que siempre estará a su alcance realizar una ponderada apreciación
provisional de las consecuencias dañosas del de que se trate.
Por lo demás, hay que tomar en consideración que, como
justamente objeta la parte recurrida en este caso, la recurrente no consignó siquiera
cantidades de las que hubo constancia ya en los primeros momentos de la
instrucción de la causa, lo que evidencia una actitud, ciertamente no disculpable, de
incumplimiento del precepto de referencia. Por tanto, el motivo debe ser rechazado».

En consecuencia, el motivo no puede prosperar.

VIGÉSIMO OCTAVO.- En el segundo motivo, por estricta infracción de


ley, se alega la infracción del art. 43 LCS, en relación con el art. 20, apartados 3º, 4º
y 8º de la misma Ley.

La queja por falta de exoneración de intereses se limita a las


cantidades que la entidad "Asisa" abonó a la familia de la víctima Teresa Alonso
Vinatea, al considerar que dicha entidad no tiene la condición de perjudicada.

"Asisa" abonó los gastos de asistencia sanitaria prestada a la referida


fallecida en la Fundación "Jimenez Diaz".

En línea con lo señalado por el Tribunal Supremo (Sala 1ª), en la


sentencia número 193/2011, de 24 de marzo, ha de considerarse que el recargo por
demora del artículo 20 LCS no es aplicable en el caso del ejercicio de la acción
subrogatoria contemplada en el art. 43 de la Ley de Contrato de Seguro.

El recargo por demora de la aseguradora en el pago de la


indemnización que contempla el artículo 20 LCS no es aplicable, pues, a la
127
RECURSO CASACION/2019/2016

aseguradora del causante del daño cuando se dirige contra ella la aseguradora del
perjudicado por el siniestro ejercitando dicha acción de subrogación que prevé el
artículo 43 LCS.

El artículo 43 LCS limita el ejercicio de la acción subrogatoria a la


cantidad efectivamente satisfecha, pues la concede «una vez pagada la
indemnización» y precisa que comprende los derechos y acciones que por razón del
siniestro correspondieron al asegurado frente a las personas responsables del
mismo «hasta el límite de la indemnización»; por lo que el reembolso únicamente
puede referirse a dicha indemnización cuando se halla dentro de la cobertura del
contrato de seguro. Por otra parte, en la redacción del artículo 20 LCS se establece
con precisión los sujetos a los que afecta la mora del asegurador, entre los cuales
figura el «tercero perjudicado en el seguro de responsabilidad civil».

La acción subrogatoria que contempla el artículo 43 LCS es una acción


de carácter específico, legalmente prevista en favor de las aseguradoras fuera de los
supuestos previstos en el CC y con unos requisitos determinados en función de la
indemnización efectivamente satisfecha, del importe del daño causado y del ámbito
de la cobertura del contrato.

Por otra parte, la finalidad del artículo 20 LCS radica en fomentar el


rápido resarcimiento del asegurado o perjudicado imponiendo sobre la aseguradora
que retrasa injustificadamente el cumplimiento de su obligación un recargo de
notoria importancia. Esta finalidad pierde su sentido cuando se trata de las
relaciones entre aseguradoras. La demora en que puede incurrir la aseguradora
contra la que se ejercita la acción de repetición no afecta al perjudicado, que es la
persona directamente contemplada en el artículo 20 LCS como beneficiario del
recargo en la indemnización.

La Ley considera al asegurado o perjudicado en una situación


necesitada de especial protección frente al retraso injustificado por parte de la
aseguradora en el abono de la indemnización, dada la finalidad de resarcimiento del
daño que tiene el contrato de seguro. A la aseguradora que ha satisfecho la
indemnización no se le concede la acción subrogatoria con una finalidad de
resarcimiento (no se da una especial urgencia en la reparación ni una necesidad de
protección reforzada), sino con la de evitar un enriquecimiento injusto del asegurado,

128
RECURSO CASACION/2019/2016

y con la de evitar la liberación injustificada del tercero responsable a consecuencia


de la protección que otorga al perjudicado el contrato de seguro.

Por tanto, tiene razón la parte recurrente, al no ser tal sociedad


perjudicada directa, el motivo, será estimado respecto a los intereses a ASISA.

VIGÉSIMO NOVENO.- Los motivos restantes, el tercero y el cuarto,


encauzan ambas quejas casacionales desde la perspectiva de la infracción
casacional, particularmente el cuarto lo hace desde la perspectiva de la falta de
seguridad jurídica, al amparo de lo proclamado en el art. 9º de la Constitución
española. No hay tal. No se cubrieron los mínimos, como se ha dicho anteriormente,
razón por la cual se deben rechazar ambos motivos.

Recurso de "AIG EUROPE, SUCURSAL EN ESPAÑA"

TRIGÉSIMO.- En el primer motivo, se denuncia, por estricta infracción


de ley, al amparo de lo autorizado en el art. 849-1º de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal, la incorrecta aplicación de los arts. 110 y 115 CP.

Se aduce que en la sentencia existe una indeterminación de las bases


en las que se fundamenta la cuantía de los daños e indemnizaciones, estimando la
recurrente que resulta procedente la aplicación del Baremo de Tráfico vigente en los
años 2012 y 2013 en función de las fechas en que se emitieron los informes de
sanidad de los lesionados.

Hemos dicho en STS 234/2017, de 4 de abril, que se puede revisar en


un recurso de casación la cuantía indemnizatoria de la responsabilidad civil: 1º)
cuando se rebase o exceda lo solicitado por las partes acusadoras; 2º) cuando se
fijen defectuosamente las bases correspondientes; 3º) cuando quede patente una
evidente discordancia entre las bases y la cantidad señalada como indemnización;
4º) cuando se establezcan indemnizaciones que se aparten de modo muy relevante
de las señaladas ordinariamente por los Tribunales en supuestos análogos; 5º) en
supuestos de error notorio, arbitrariedad o irrazonable desproporción de la cuantía
fijada; 6º) en los supuestos de aplicación necesaria del Baremo, cuando se aprecia
una defectuosa interpretación del mismo; y 7º) en los supuestos de delitos dolosos, o
imprudentes ajenos a la circulación, en los que el Baremo solo es orientativo,

129
RECURSO CASACION/2019/2016

cuando el Tribunal señale expresamente que establece las indemnizaciones


conforme al baremo, y sin embargo lo aplique defectuosamente.

Nada de eso ha ocurrido en el caso de autos.

En el supuesto enjuiciado la Audiencia ha calculado la indemnización


acordada a favor de las familias de las víctimas y de los lesionados prescindiendo de
los criterios propuestos por las partes, toda vez que, como se señala en la sentencia,
se trata de un supuesto excepcional sobre el que no existe ningún precedente
jurisprudencial semejante.

En la sentencia se establece para los perjudicados una indemnización


por daños morales y materiales.

Respecto a las fallecidas, tras ponerse de relieve que se trataba de


jóvenes entre 17 y 20 años de edad y el trágico e inesperado suceso en el que
perdieron la vida, se decretan los daños morales a favor de los padres y hermanos,
contemplando para los primeros la existencia de uno o dos progenitores y de que se
tratara o no de hija única, mientras que para los segundos se atiende a su mayoría o
minoría de edad así como a la existencia o no de más hermanos, cuidando de no
sobrepasar la cifra solicitada por el Ministerio Fiscal en el caso de los hermanos
mayores; cantidades a las que se añade un suplemento para los herederos de
Teresa Alonso Vinatea por el sufrimiento moral derivado de los días en que
permaneció hospitalizada debatiéndose entre la vida y la muerte. Y en cuanto a los
perjuicios materiales, se circunscriben a los gastos de sepelio acreditados.

Respecto a los lesionados, en la sentencia se fija la cuantía de las


indemnizaciones en atención a la naturaleza y entidad de las lesiones y secuelas
ocasionadas por la actuación de los condenados, conforme al correspondiente
informe médico-forense, y al sufrimiento padecido en el evento por cada uno de
ellos.

Como dice el Ministerio Fiscal, las cantidades concedidas a favor de los


perjudicados en concepto de responsabilidad civil no pueden tildarse de arbitrarias o
desproporcionadas.

Por lo demás, esta Sala Casacional ya ha declarado, entre otras, en


STS 580/2017, de 19 de julio, que la fijación de los baremos en el caso de

130
RECURSO CASACION/2019/2016

responsabilidades civiles derivadas de hechos que deberían estar cubiertos


por la garantía de un seguro responde, no a criterios objetivos o de justicia,
sino a cálculos matemáticos obtenidos a partir de un estudio de posibilidades
entre la cobertura técnica en función del mercado, las ramas de explotación y
las reservas matemáticas que hay que contemplar para que el sistema pueda
subsistir sin riesgos inasumibles para los fondos de cobertura; que la
fluctuación al alza o a la baja no responde a criterios equitativos sino a factores
como el alza o la baja de la siniestralidad e incluso a ponderaciones
mercantiles de cuotas de mercado; que la indemnización baremada no es sino
la permisible para el sistema; y que en el caso de los delitos dolosos se
rompería cualquier criterio de justicia, racionalidad, proporcionalidad y
legalidad si se trasvasara sin más el criterio técnico y objetivo del contrato de
seguro ya que los criterios de determinación son radicalmente diferentes
(SSTS 47/2007, de 8 de enero; 126/2013, de 20 de febrero; y 222/2017, de 29
de marzo).

Por ello, se ha reconocido que el "Baremo" ha sido tomado en la


práctica judicial de manera orientativa cuando se trata de fijar indemnizaciones
civiles en el orden estrictamente penal, teniendo en cuenta para ello las
puntuaciones de las lesiones y de las secuelas padecidas que concretan los
informes médico-forenses. Sin embargo, no siendo exigible la aplicación del baremo
en los casos de delitos dolosos, ni sucesos imprudentes que no se refieran a la
circulación vial, las cantidades que resulten de aplicación de las tablas podrán
considerarse orientativas y, en todo caso, un cuadro de mínimos (SSTS 17-1-2003,
30-01-2004, 11-10-2004, 17-02-2010, 25-03-2010). Lo propio ocurre en el caso
enjuiciado, ajeno al tráfico rodado, que es donde tiene su razón de ser.

Ratificamos la doctrina resultante de la sentencia recurrida cuando


expresa que «la consecuencia de lo anterior es que la aplicación analógica del
baremo previsto para los accidentes de circulación a supuestos diferentes a aquéllos
como indemnizaciones derivadas de delitos dolosos o de otro tipo de delitos
imprudentes, no es, obviamente, obligatoria, y si bien en muchos casos puede
resultar proporcional, por establecer criterios objetivos, pudiendo verse incrementada
la indemnización resultante en un determinado porcentaje, puede dar lugar también,
en otras ocasiones, a situaciones injustas, por aplicación de los criterios que se

131
RECURSO CASACION/2019/2016

siguen en dicha normativa para la determinación de los perjudicados y la fijación de


las cuantías».

Esta Sala, en una reiterada jurisprudencia ha declarado con relación a


la indemnización por daños morales, por todas STS 896/2007, de 8 de noviembre
que el art. 115 del Código Penal establece que "los Jueces y Tribunales, al declarar
la existencia de responsabilidad civil, establecerán razonadamente en sus
resoluciones las bases en que fundamenten la cuantía de los daños e
indemnizaciones, pudiendo fijarla en la propia resolución o en el momento de su
ejecución". La necesidad de motivar las resoluciones judiciales (art. 120.3 C.E.),
puesta de relieve por el Tribunal Constitucional, respecto de la responsabilidad civil
"ex delicto" (v. ss. T.C. 78/1986, de 13 de junio y la de 11 de febrero de 1987), y por
esta Sala (v. ss. de 22 de julio de 1992, 19 de diciembre de 1993 y 28 de abril de
1995, entre otras), impone a los jueces y tribunales la exigencia de razonar la fijación
de las cuantías indemnizatorias que reconozcan en sus sentencias, precisando –
cuando ello sea posible– las bases en que se fundamenten (extremo revisable en
casación); pero no cabe olvidar que, cuando de indemnizar los daños morales se
trata, los órganos judiciales no puede disponer de una prueba que les permita
cuantificar con criterios económicos la indemnización procedente, por tratarse de
magnitudes diversas y no homologables, de tal modo que, en tales casos, poco más
podrán hacer que destacar la gravedad de los hechos, su entidad real o potencial, la
relevancia y repulsa social de los mismos, así como las circunstancias personales de
los ofendidos y, por razones de congruencia, las cantidades solicitadas por las
acusaciones (véanse SS.T.S. de 20 de diciembre de 1.996 y 24 de marzo de 1.997).
También, la STS de 10 de abril de 2000 declaraba al respecto que corresponde a la
prudente discrecionalidad del Tribunal de la instancia la fijación del quantum
indemnizatorio cuando se trata de daños o perjuicios de índole moral que no tienen
una exacta traducción económica, salvo que el criterio valorativo se apoye en datos
objetivos –realidades materiales valorables– erróneamente establecidos como
concurrentes o no, o que la valoración misma se sitúe fuera de los límites mínimos o
máximos dentro de los cuales resulta razonable el ejercicio de la discrecionalidad
prudencial del Tribunal.

De tal manera que las bases para fijar el "pretium doloris" por los
sufrimientos psicológicos generados por las lesiones sufridas y las secuelas

132
RECURSO CASACION/2019/2016

originadas por éstas puede decirse que las constituyen la propia descripción
de esas lesiones y su tiempo de curación y sus secuelas, ya que no existe
baremo o referencias preestablecidas que puedan objetivar la evaluación
económica de un daño de esta naturaleza, razón por la cual, el Tribunal
ejerce, en efecto, una legítima discrecionalidad al decidir el monto de la
indemnización por tal concepto.

Es por ello, que este motivo no puede prosperar, ni el tercero, que


repite con anclaje constitucional los propios argumentos, bajo la luz de los derechos
fundamentales a la tutela judicial efectiva, a un proceso con todas las garantías y al
principio de seguridad jurídica.

TRIGÉSIMO PRIMERO.- En el motivo segundo, se vuelve a plantear el


tema de los intereses moratorios, que ya hemos resuelto al resolver la queja
casacional de Mapfre.

El motivo no puede prosperar.

Recurso de "HISCOX INSURANCE COMPANY".

TRIGESIMO SEGUNDO.- En el primer motivo, y al amparo de lo


autorizado en el art. 849-1º de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, se denuncia la
infracción del art. 20 LCS, reproduciendo los argumentos que ya hemos tomados en
consideración de las aseguradoras "MAPFRE" y "AIG EUROPE".

En consecuencia, el motivo no puede prosperar.

TRIGÉSIMO TERCERO.- En el motivo segundo, e igualmente por pura


infracción de ley, se denuncia la infracción del art. 116 CP y de los arts. 24 y 14 CE.

Se aduce que la menor gravedad de la conducta imprudente cometida


por los empleados de "Seguriber" Juan José Paris y Raúl Monterde debe tener
repercusión en una condena civil inferior a la de los demás acusados, la cual se
estima no debe superar un tercio de la correspondiente a estos últimos,
respondiendo en la misma medida la parte recurrente.

Pero como se razona en la sentencia, y destaca el Ministerio Fiscal en


esta instancia casacional, la atribución a los empleados de "Seguriber" de la misma

133
RECURSO CASACION/2019/2016

cuota de responsabilidad civil que al resto de los condenados, se funda en su


consideración también como autores en cuanto que contribuyeron causalmente al
resultado producido, que podrían haber evitado. Al tiempo que se significa que la
menor gravedad de la conducta de los citados empleados ya ha sido tenida en
cuenta en la calificación jurídica y la determinación de la pena a imponer. Esta
menor gravedad de la infracción penal no ha de tener como consecuencia un menor
resarcimiento de la víctima, como es obvio; la indemnización civil tiene su
fundamento en el daño causado por el delito, no en la mayor o menor culpabilidad
del responsable penal.

En consecuencia, no cabe declarar error alguno en la cuantificación de


la indemnización, pues las bases son correctas, y se encuentra la actuación de los
recurrentes causalmente conectada con el resultado producido.

TRIGÉSIMO CUARTO.- En el motivo tercero, y por estricta infracción


de ley, al amparo de lo autorizado en el art. 849-1º de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal, denuncia la indebida aplicación del art. 116 del Código Penal.

Se alega que los asegurados de la recurrente fueron condenados


únicamente por cinco delitos de homicidio por imprudencia menos grave, mientras
que el resto de los condenados lo fueron por los delitos de homicidio y lesiones, y
que sin embargo se condena también a la recurrente, solidariamente con las demás
compañías aseguradoras, al pago de las indemnizaciones derivadas de los delitos
de lesiones.

Tras la reforma del Código Penal operada por la LO 1/2015, de 30 de


marzo, que la sentencia aplica con carácter retroactivo al considerarla más
beneficiosa, han quedado despenalizadas las lesiones del art. 147 CP cometidas por
imprudencia menos grave, como es el caso de las que se imputan a los empleados
de "Seguriber" Juan José Paris y Raúl Monterde, quiénes según el relato fáctico
también contribuyeron conjuntamente con los demás acusados a la producción del
resultado lesivo. Pero, a tenor de lo dispuesto en el ap. 2 de la Disposición
Transitoria 4ª de la citada LO 1/2015, ello no excluye la responsabilidad civil de los
mismos conforme al art. 116 CP por los daños y perjuicios causados con su
conducta a los lesionados, con la consiguiente responsabilidad civil directa de la
recurrente prevista en el art. 117 CP.

134
RECURSO CASACION/2019/2016

La cuestión aparece así claramente resuelta por el legislador, por lo


que el motivo no puede prosperar.

Recurso de "ZURICH INSURANCE PLC, SUCURSAL EN ESPAÑA".

TRIGÉSIMO QUINTO.- En su primer motivo, al amparo de lo autorizado


en el art. 849-1º de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, denuncia la indebida
aplicación de los arts. 116 y 117 CP en relación con el art. 24.1 CE.

Se aduce que en la sentencia se declara al Ayuntamiento de Madrid


responsable civil subsidiario al amparo del art. 120-3º CP en su condición de
propietario del edificio donde ocurrieron los hechos, estimando que la
responsabilidad civil de la recurrente, aún siendo directa frente a los perjudicados
conforme al art. 117 CP, tiene también carácter subsidiario y no solidario respecto de
la de los autores del delito y de las demás compañías aseguradoras, máxime
teniendo en cuenta que el único funcionario del Ayuntamiento que figuraba imputado
en la causa ha resultado absuelto.

En el art. 117 CP se recoge expresamente la responsabilidad civil de


los aseguradores, responsabilidad directa que se produce cuando, como
consecuencia de un hecho previsto en el Código Penal, se produzca el evento que
determine el riesgo asegurado; respondiendo a una exigencia jurisprudencialmente
asentada y recogida también en la legislación de seguros, el art. 76 de la Ley
50/1980, de 8 de octubre, de Contrato de Seguro.

Este art. 76 de la Ley de Contrato de Seguro, dispone expresamente


que el perjudicado o sus herederos tendrán acción directa contra el asegurador para
exigirle el cumplimiento de la obligación de indemnizar, sin perjuicio del derecho del
asegurador a repetir contra el asegurado, en el caso de que sea debido a conducta
dolosa de éste, el daño o perjuicio causado a tercero. Asimismo, el art. 117 CP
dispone que los aseguradores que hubieren asumido el riesgo de las
responsabilidades pecuniarias derivadas del uso o explotación de cualquier bien,
empresa, industria o actividad, cuando, como consecuencia de un hecho previsto en
este Código, se produzca el evento que determine el riesgo asegurado, serán
responsables civiles directos hasta el límite de la indemnización legalmente
establecida o convencionalmente pactada, sin perjuicio del derecho de repetición
contra quien corresponda.

135
RECURSO CASACION/2019/2016

Conforme a esta regulación legal, cuando se produce el evento que


determina el riesgo asegurado, como consecuencia de un hecho previsto en el
Código Penal, surge la responsabilidad civil de las compañías aseguradoras, con un
doble alcance: a) desde el punto de vista procesal, se permite a los perjudicados –y,
por ello, al Ministerio Fiscal, en los términos recogidos en el artículo 108 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal– el ejercicio en el proceso penal de la acción directa contra
la compañía aseguradora, que a estos efectos quedará legitimada pasivamente para
actuar en el proceso; b) desde una perspectiva material, la responsabilidad civil
directa significa una solidaridad de deudores frente al acreedor perjudicado, con los
efectos recogidos en el artículo 1.144 del Código Civil.

En el fallo de la sentencia recurrida «se declara la responsabilidad civil


directa de Mapfre Seguros de Empresas Compañía de Seguros y Reaseguros S.A,
AIG Europe, Sucursal en España, Hiscox Insurance Company y Zúrich Insurance
PLC, Sucursal en España».

Esta responsabilidad civil directa está anclada en la previa


responsabilidad civil subsidiara declarada del Ayuntamiento de Madrid; dado que,
con independencia de que el único funcionario del Ayuntamiento acusado fuera
absuelto, el Madrid Arena es un pabellón multiusos propiedad del Ayuntamiento de
Madrid, siendo un bien de dominio público destinado al servicio público, adscrito
para su gestión, en el año 2012 a la entidad Madrid Espacios y Congresos S.A.

En efecto, el fallo de la sentencia recurrida dispone que «se declara la


responsabilidad civil subsidiaria de Diviertt S.L., Madrid Destino, Cultura, Turismo y
Negocio S.A. en sustitución de Madrid Espacios y Congresos S.A., Seguriber S.L.U.,
Kontrol 34 S.L., y del Ayuntamiento de Madrid».

Quiere ello decir que tanto Mapfre por Diviertt, AIG por Madridec,
Hiscox por Seguriber, o Zurich, por el Ayuntamiento de Madrid, han asegurado las
responsabilidades civiles de responsables civiles subsidiarios, no directos. Es
por ello que todas las compañías aseguradoras se encuentran en igual situación y
condición, y deben, frente a los perjudicados, responder directamente de las
indemnizaciones, que es el sentido del art. 117 del Código Penal, sin perjuicio del
derecho de repetición contra quien corresponda, como igualmente se dispone
literalmente en dicho precepto.

136
RECURSO CASACION/2019/2016

Por eso se equivoca el recurrente cuando reclama distinto trato que la


aseguradora de un responsable directo, pues no ha sido condenada ninguna
aseguradora en tal concepto, sino como aseguradora de las citadas mercantiles
cuya responsabilidad es subsidiaria, por lo que el trato es igual para todas ellas.

A tal efecto, nos recuerda la STS 1240/2001, de 22 de junio, que el


seguro de responsabilidad civil constituye tanto un medio de protección del
patrimonio del asegurado como un instrumento de tutela de los terceros
perjudicados.

Así, la responsabilidad civil directa que se establece en el art. 117 del


Código Penal tiene como fundamento la satisfacción inmediata de las víctimas, sin
perjuicio de las relaciones internas entre las partes, asunto este ajeno al derecho
penal en su aspecto resarcitorio.

En efecto, como ya ha declarado con reiteración esta Sala (SSTS


1574/2000, de 17 de octubre, y 703/2002, de 22 de abril, entre otras), la
responsabilidad civil directa frente al perjudicado de los aseguradores que hubieren
asumido el riesgo de las responsabilidades pecuniarias derivadas del uso o
explotación de cualquier bien, empresa, industria o actividad, incluye expresamente
los supuestos en que el evento que determine el riesgo asegurado sea “un hecho
previsto en este Código”, es decir un delito doloso o culposo, sin perjuicio de la
facultad de los aseguradores de repetición contra quien corresponda.

En este mismo sentido, el informe del Ministerio Fiscal: «puesto que


resulta incuestionable la responsabilidad civil directa de la entidad recurrente frente a
los perjudicados, ello implica que responde solidariamente con las demás
compañías aseguradoras que también han asumido los riesgos del evento, sin
perjuicio de las acciones que proceda ejercitar entre ellas».

El motivo no puede prosperar.

TRIGÉSIMO SEXTO.- En su motivo segundo, y por idéntica vía


impugnativa, se denuncia la indebida aplicación del art. 20 LCS.

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RECURSO CASACION/2019/2016

Se estima improcedente la condena a la recurrente al pago de los


intereses moratorios, alegando que por su condición de responsable civil subsidiario
no puede ser considerada en mora mientras no se demuestre la insolvencia de los
autores del delito y de sus compañías aseguradoras.

El motivo debe correr la misma suerte desestimatoria que el


precedente.

En efecto, la responsabilidad civil directa se dirige al pago completo de


la responsabilidad civil decretada en la instancia, como modo de facilitar la
indemnización a las víctimas, sin perjuicio de las relaciones internas entre las
mismas.

La propia suerte desestimatoria debe correr el motivo siguiente, el


tercero, interpuesto al amparo de lo autorizado en el art. 849-1º de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal, denunciando la infracción del art. 20, apartados 3º y 8º, de
la Ley de Contrato de Seguro.

Se reproduce la queja planteada en los recursos de otras compañías


aseguradoras relativa a la improcedencia de la imposición de los intereses
moratorios al considerar suficiente la cantidad consignada por "Mapfre".

TRIGÉSIMO SÉPTIMO.- En el motivo cuarto, subsidiaria y


alternativamente, y por idéntico cauce impugnativo, se denuncia ahora la indebida
aplicación del apartado 8º LCS.

Por un lado, se reitera el tema de los intereses moratorios, que merece


su desestimación. Pero se ha de estimar la exoneración de los intereses a favor de
"ASISA", al no tener dicha entidad el carácter de perjudicado.

En este aspecto, será estimada tal queja casacional.

Costas procesales.

TRIGÉSIMO OCTAVO.- Las costas procesales se han de imponer a


todos los recurrentes que han visto desestimados sus recursos (art. 901 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal). Se excepcionan, sin embargo, aquellos recurrentes que, en
mayor o en menor medida, han visto estimados sus quejas casacionales, como es el

138
RECURSO CASACION/2019/2016

recurso de la familia Cristina Arce, y las aseguradoras, Mapfre y Zurich, por el tema
de la revocación de los intereses moratorios respecto de ASISA.

FALLO

Por todo lo expuesto, en nombre del Rey y por la autoridad que le


confiere la Constitución, esta sala ha decidido

1º.- DESESTIMAR el recurso de casación interpuesto por las


representaciones legales de DON MIGUEL ÁNGEL FLORES, DON MIGUEL
ÁNGEL MORCILLO PEDREGAL, DON SANTIAGO ROJO BUENDÍA, DON
FRANCISCO DEL AMO LÓPEZ, DON RAFAEL PASTOR MARTÍN, DON
CARLOS MANZANARES RODRÍGUEZ, DON JUAN JOSÉ PARIS NALDA,
DON RAÚL MONTERDE GUILLERMO, FAMILIARES DE DOÑA KATIA
ESTEBAN, las entidades mercantiles DIVIERTT, SL, SEGURIBER, SLU y
KONTROL, SL, y las entidades aseguradoras AIG EUROPE y HISCOX
INSURANCE, contra Sentencia núm. 488/2016, de 21 de septiembre de 2016
de la Sección 7ª de la Audiencia Provincial de Madrid. Condenamos a dichos
recurrentes al pago de las costas procesales ocasionadas en la presente
instancia por sus recursos y a la pérdida del depósito si en su días lo hubieren
constituido.

2º.- ESTIMAR el recurso de casación interpuesto por las


representaciones legales de FAMILIARES DE DOÑÁ CRISTINA ARCE DE LA
FUENTE, y las aseguradoras MAPFRE y ZURICH INSURANCE, contra la
mencionada Sentencia núm. 488/2016, de 21 de septiembre de 2016 de la
Sección 7ª de la Audiencia Provincial de Madrid. Declaramos de oficio las
costas procesales ocasionadas en la presente instancia por sus respectivos
recursos, y ordenamos la devolución del depósito si en su día lo hubieren
constituido.

139
RECURSO CASACION/2019/2016

3º.- CASAR y ANULAR en la parte que le afecta, la referida


Sentencia 488/2016 de 21 de septiembre de 2016 de la Sección 7ª de la
Audiencia Provincial de Madrid, que será sustituida por otra más conforme a
Derecho.

4º.- COMUNICAR la presente resolución y la que seguidamente se


dicta a la Audiencia de procedencia con devolución de la causa que en su día
remitió, interesándole acuse de recibo.

Notifíquese esta resolución a las partes e insértese en la colección


legislativa.

Así se acuerda y firma.

Manuel Marchena Gómez Julián Sánchez Melgar Alberto Jorge Barreiro

Andrés Palomo del Arco Ana María Ferrer García

140
RECURSO CASACION/2019/2016

RECURSO CASACION núm.: 2019/2016


Ponente: Excmo. Sr. D. Julián Sánchez Melgar
Letrada de la Administración de Justicia: Ilma. Sra. Dña. María Josefa Lobón
del Río

TRIBUNAL SUPREMO
Sala de lo Penal

Segunda Sentencia

Excmos. Sres.
D. Manuel Marchena Gómez
D. Julián Sánchez Melgar
D. Alberto Jorge Barreiro
D. Andrés Palomo Del Arco
Dª. Ana María Ferrer García

En Madrid, a 11 de diciembre de 2017.


Esta sala ha visto Esta Sala ha visto la causa instruida con el nº
7279/2012, procedente del Juzgado de Instrucción nº 51 de Madrid, dimanante
del Procedimiento Abreviado 970/2015, seguido por delitos de homicidio,
contra los acusados D. MIGUEL ÁNGEL FLORES GÓMEZ con D.N.I. nº
51396064-B, nacido el 21-05-1969 hijo de Eladio y de Elena; en libertad por
esta causa; D. SANTIAGO ROJO BUENDÍA con D.N.I. nº 51316014-R, nacido
el 10-07-1952 hijo de Cirilo y de Carmen; en libertad por esta causa; D.
MIGUEL ANGEL MORCILLO PEDREGALES con D.N.I. nº 74494504-B,
nacido el 05-07-1957 hijo de Miguel y de Llanos; en libertad por esta causa; D.
RAFAEL PASTOR MARTÍN con D.N.I. nº 51330398-X, nacido el 26-05-1958
hijo de Aniceto y de Margarita; en libertad por esta causa; D. FRANCISCO
DEL AMO LÓPEZ con D.N.I. nº 5369341-Z, nacido el 23-01-1961 hijo de
Miguel Antonio y de Francisco; en libertad por esta causa; D. JOSÉ RUÍZ
AYUSO con D.N.I. nº 53011289-S. nacido el 04-11-1973 hijo de José y de
María Pilar; en libertad por esta causa; D. JUAN JOSÉ PARIS NALDA con

141
RECURSO CASACION/2019/2016

D.N.I. nº 52129479-W nacido el 24-04-1970 hijo de Juan y de María Teresa;


en libertad por esta causa; D. RAÚL MONTERDE GUILLERMO con D.N.I. nº
46853175-J, nacido el 19-08-1978 hijo de Jesús y de Monserrat; en libertad
por esta causa; D. JOSÉ ANTONIO DÍAZ ROMERO con D.N.I. nº 50123702-
D, nacido el 05-11-1980 hijo de Ángel y de María Juana; en libertad por esta
causa; D. ROBERTO MATEOS GARCÍA con D.N.I. nº 53108898-N nacido el
15-12-1973 hijo de Valentín y de Gregoria; en libertad por esta causa; D.
CARLOS MANZANARES RODRÍGUEZ con D.N.I. nº 53417446-S nacido el
04-07-1978 hijo de Francisco y de María Isabel; en libertad por esta causa; D.
EMILIO BELLIARD CUETO con D.N.I. nº 52905018-G nacido el 20-11-1965
hijo de Emilio y de Juana; en libertad por esta causa; D. SIMÓN VIÑALS
PÉREZ con D.N.I. nº 51430922-R nacido el 12-04-1935 hijo de Simón y de
Ana María; en libertad por esta causa; D. CARLOS VIÑALS LARRUGA con
D.N.I. nº 07212802-W, nacido el 29-05-1964 hijo de Simón y de Paloma; en
libertad por esta causa; D. EMILIO MONTEAGUDO PARRALEJO con D.N.I.
nº 02089588-S nacido el 05-08-1955 hijo de Emilio y de Carmen; en libertad
por esta causa; y en cuya causa se dictó sentencia por la mencionada
Audiencia Provincial, que ha sido casada y anulada por la pronunciada por
esta Sala Segunda del Tribunal Supremo en el día de la fecha, bajo la
Presidencia del primero de los indicados, y con base en los siguientes
antecedentes y fundamentos.
Ha sido ponente el Excmo. Sr. D. Julián Sánchez Melgar.

ANTECEDENTES DE HECHO

PRIMERO.- ANTECEDENTES DE HECHO.- Se dan por reproducidos


los antecedentes de hecho de la Sentencia de instancia, que se han de
completar con los de esta resolución judicial.

SEGUNDO.- HECHOS PROBADOS.- Damos por reproducidos los


hechos probados de la Sentencia recurrida, en su integridad.

142
RECURSO CASACION/2019/2016

FUNDAMENTOS DE DERECHO

ÚNICO.- De conformidad con lo razonado en nuestra anterior Sentencia


Casacional, hemos de condenar al acusado Simón Viñals.

Respecto a delito de imprudencia grave con resultado de muerte, en la


modalidad de imprudencia profesional, tipificado en los apartados 1 y 3 del art.
142 del Código Penal, del resulta ser autor, el acusado Simón Viñals Pérez, al
no concurrir circunstancias modificativas de la responsabilidad penal, se ha de
imponer la pena, como reo de homicidio imprudente, de un año y medio de
prisión que fue la petición del Ministerio Fiscal, que se encuentra en la mitad
inferior de la pena imponible (en recorrido de uno a dos años y medio de
prisión), tomando en consideración la pena máxima de cuatro años solicitada
por citada acusación particular de la familia de Cristina Arce de la Fuente, al ser
condenado exclusivamente por su actuación con respecto a dicha víctima,
inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo por el tiempo de la
condena y a la pena de inhabilitación especial para el ejercicio de la profesión
de médico por un período de cuatro años. En punto a la responsabilidad civil,
indemnizará a los familiares de Cristina Arce de la Fuente, en las siguientes
cantidades: a José Antonio Arce San José y Mª Isabel de la Fuente Morales:
250.000 euros; a Verónica Arce de la Fuente: 90.000 euros, en los propios
términos dispuestos en la Sentencia de instancia, y en concurrencia directa con
los demás responsables, de este mismo orden directo (resto de condenados y
compañías aseguradoras, por efecto del art. 117 del Código Penal), y los
intereses dispuestos en la sentencia de instancia. Se le impondrán las costas
procesales de la instancia, incluidas las correspondientes a la acusación
particular, expresamente pedidas por dicha parte.

Se dejan sin efecto los intereses moratorios a concedidos a ASISA.

FALLO

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RECURSO CASACION/2019/2016

Por todo lo expuesto, en nombre del Rey y por la autoridad que le


confiere la Constitución, esta sala ha decidido

1º) Debemos condenar y condenamos al acusado Simón Viñals


Pérez, como autor criminalmente responsable de un delito de imprudencia
grave con resultado de muerte, en la modalidad de imprudencia profesional, ya
definido, sin la concurrencia de circunstancias modificativas de la
responsabilidad penal, a la pena de un año y medio de prisión, inhabilitación
especial para el derecho de sufragio pasivo por el tiempo de la condena y a la
pena de inhabilitación especial para el ejercicio de la profesión de médico por
un período de cuatro años. En punto a la responsabilidad civil, indemnizará a
los familiares de Cristina Arce de la Fuente, en las siguientes cantidades: a
José Antonio Arce San José y Mª Isabel de la Fuente Morales: 250.000 euros; a
Verónica Arce de la Fuente: 90.000 euros. Todo ello en los propios términos
dispuestos en la Sentencia de instancia respecto a intereses legales, y en
concurrencia directa con los demás responsables y aseguradoras. Se le
impondrán las costas procesales de la instancia, incluidas las correspondientes
a la acusación particular.
2º) Se dejan sin efecto los intereses moratorios a concedidos a ASISA.
3º) Se mantienen los demás extremos del fallo de instancia, en tanto
sean compatibles con lo dispuesto en esta resolución judicial.

Notifíquese esta resolución a las partes e insértese en la colección


legislativa.

Así se acuerda y firma.

Manuel Marchena Gómez Julián Sánchez Melgar Alberto Jorge Barreiro

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RECURSO CASACION/2019/2016

Andrés Palomo del Arco Ana María Ferrer García

Voto particular que formula el Magistrado Don Alberto Jorge


Barreiro a la sentencia nº 805/2017, que resuelve el recurso de casación
correspondiente al rollo de esta Sala 2019/2016.

PRIMERO. 1. Tal como anticipé en el debate de la deliberación,


mantengo una respetuosa discrepancia con algunos de los argumentos
jurídicos y con la decisión final adoptada en la sentencia de la mayoría para
resolver el recurso de casación formulado por la representación de la familia
de Cristina Arce Fuente, que es examinado en el fundamento vigésimo de la
sentencia de casación, en el que se analiza la conducta del médico Simón
Viñals Pérez, que fue el que atendió a Cristina Arce, profesional que fue
absuelto por la sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid y es ahora
condenado en la sentencia mayoritaria de esta Sala.

2. En la sentencia recurrida se declara probado, en lo concerniente a la


asistencia y tratamiento de la víctima Cristina Arce, que las tareas de
rescate de las víctimas que quedaron atrapadas en el vomitorio se realizaron
de manera absolutamente descoordinada, lenta y poco eficaz, colaborando en
las mismas parte de los propios asistentes. Entre todos consiguieron evacuar a
las 3,55 horas a las personas atrapadas, unos veinte minutos después de que
se produjera el percance, resultando lesionados de diversa entidad 29 de los
jóvenes que se encontraban en el interior del vomitorio y de extrema gravedad
Belén Langdon del Real, Mª Teresa Alonso Vinatea, Cristina Arce de la
Fuente, Rocío Oña Pineda y Katia Esteban Casielles, como consecuencia del
aplastamiento que habían sufrido.

Cristina Arce de la Fuente, Rocío Oña Pineda y Katia Esteban Casielles


fueron trasladadas, tras ser rescatadas del vomitorio en el que habían
quedado igualmente atrapadas y aplastadas por multitud de gente, a la
enfermería del pabellón de manera sucesiva y casi inmediata entre las 3’55 y
las 4’00 horas.
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RECURSO CASACION/2019/2016

A la llegada a la enfermería, lejos de actuar con rapidez y hacer todo lo


que estaba a su alcance, Simón Viñals Pérez y Carlos Viñals Larruga, que
eran los médicos del servicio sanitario del evento —el primero el responsable
del mismo—, no realizaron un correcto diagnóstico de que, al menos, Cristina
Arce y Rocío Oña se encontraban en situación de parada cardiorrespiratoria ni
le practicaron a las tres jóvenes una adecuada reanimación cardiopulmonar
para intentar que se recuperaran.

A Cristina Arce y Rocío Oña Pineda las reconoció en primer lugar el


técnico sanitario Rodrigo Morales, quien al constatar que se encontraban en
parada cardiorrespiratoria se dirigió rápidamente a su ambulancia para llevar a
la enfermería un desfibrilador. Mientras tanto, Simón Viñals realizó masaje
cardíaco a Cristina, y, cuando regresó Rodrigo Morales con el desfibrilador,
Simón Viñals le aplicó tres descargas a Cristina Arce, siguiendo para ello las
instrucciones del técnico sanitario puesto que Simón Viñals desconocía el
funcionamiento del desfibrilador.

Tras ello, cuando Rodrigo Morales se dispuso a colaborar con su


compañero Rubén en la atención a Katia Esteban, Simón Viñals dejó de asistir
a Cristina Arce, quien recibió con posterioridad solamente ventilación con un
ambú por parte de Rodrigo Morales, al entender el médico Simón Viñals que
había fallecido. Apreciación errónea, dado que, cuando llegó el personal del
Samur, Cristina Arce se encontraba en fibrilación ventricular, no pudiendo ser
recuperada pese a que los facultativos del Samur, que llegaron sobre las 4’20
horas, le practicaron una reanimación cardiorrespiratoria avanzada, falleciendo
sobre las 5’00 horas.
Ni Simón Viñals Pérez ni Carlos Viñals Larruga hicieron transferencia a
los facultativos del Samur de las tres pacientes proporcionándoles los datos de
su estado y de la asistencia prestada, y Simón Viñals no colaboró con el
primer equipo del citado servicio de emergencia en el cuidado de las pacientes
hasta la llegada de más técnicos. Ninguno de los dos doctores elaboró
posteriormente informe médico de su intervención.

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RECURSO CASACION/2019/2016

Katia Esteban Casielles, Cristina Arce de la Fuente y Rocío Oña Pineda


fallecieron como consecuencia de las gravísimas lesiones padecidas en el
aplastamiento sufrido en el vomitorio, sin que Simón Viñals Pérez y Carlos
Viñals Larruga les prestaran la asistencia médica que precisaban durante el
tiempo que permanecieron en el botiquín que gestionaban antes de que
llegara el Samur, aumentando así la posibilidad de que no pudieran
recuperarse de las lesiones sufridas. No resultó acreditado, sin embargo, que
en el supuesto de que les hubieran prestado una asistencia correcta las
fallecidas hubieran podido salvar su vida.

3. En la motivación fáctica de la sentencia impugnada se dedica el


apartado 2.5 del fundamento segundo (folios 498 a 582) a describir el
contenido de las principales pruebas practicadas en relación con la asistencia
médica prestada a los diferentes lesionados, y en concreto a las jóvenes que
acabaron falleciendo. Y en los folios 573 y siguientes se plasman las
conclusiones y las consideraciones del Tribunal sentenciador sobre el prolijo
material probatorio que se ha ido consignando en los folios precedentes.

Afirma la Sala de instancia en ese apartado de conclusiones que, en


virtud del conjunto de la prueba practicada, considera acreditado en primer
lugar, sin ninguna duda, que las cinco jóvenes, Teresa Alonso Vinatea, Belén
Langdon del Real, Cristina Arce de la Fuente, Rocío Oña Pineda y Katia
Esteban Casielles fallecieron como consecuencia de las lesiones padecidas en
el aplastamiento sufrido durante la avalancha que se produjo en el vomitorio
del Pabellón “Madrid Arena”.

En segundo lugar, y en cuanto a la asistencia a Cristina Arce y Rocío


Oña por parte de los médicos Simón Viñals Pérez y Carlos Viñals Larruga,
considera probado la Audiencia que ambos acusados no realizaron un correcto
diagnóstico de la parada cardiorrespiratoria en la que se encontraban las
jóvenes, ni tampoco les practicaron una adecuada reanimación
cardiopulmonar para intentar que superaran dicho estado.

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RECURSO CASACION/2019/2016

Destaca después la sentencia que el acusado Simón Viñals no sabía


realmente cómo se manejaba un desfribilador, teniendo que ser un técnico
sanitario el que le enseñara su manejo.

Aparte de la aplicación del desfibrilador, lo único que Simón Viñals hizo


para intentar recuperar de la parada a Cristina Arce, que fue de la que
exclusivamente se ocupó con anterioridad a la llegada del Samur, fue darle
masaje cardíaco, alternado con respiración con el ambú insuflada por Rodrigo,
tareas en las que cesó cuando éste se fue a atender a Katia, antes de que a
los quince minutos llegara el Samur, interrumpiendo de esta forma la
reanimación mucho antes de los treinta minutos que los protocolos médicos
establecen como tiempo en que la recuperación debe intentarse.

También remarca el Tribunal que, ante esta situación generada y el


estado que presentaban las víctimas, los médicos acusados tenían que
haberles realizado a las tres jóvenes una respiración cardiopulmonar básica
hasta la llegada de los efectivos del Samur, que ya habían sido avisados.
Dicha RCP básica incluye, como se desprende de la prueba practicada, la
aplicación del desfibrilador, y sobre todo el mantenimiento ininterrumpido del
masaje cardiaco y la oxigenación durante tal masaje. Al no hacerlo se
incrementaba el riesgo de las pacientes.

No obstante lo anterior, el Tribunal entiende que no existe prueba


suficiente de que si los acusados Simón Viñals Pérez y Carlos Viñals Larruga
hubieran actuado correctamente, que no lo hicieron, se pudiera haber evitado
el fallecimiento de Katia Esteban, Cristina Arce y Rocío Oña.

Y a este respecto advierte la Audiencia que hay que tener en cuenta


que la avalancha se produce a partir de las 3’35 horas, y las víctimas
comienzan a ser rescatadas casi veinte minutos después, desconociéndose en
qué momento comenzaron a estar en parada cardiorrespiratoria, y por lo tanto
el tiempo que llevaban en esa situación cuando entraron en el botiquín.

También resalta que el médico forense Luis Segura, que realizó las
autopsias de Katia y Cristina, declara que no puede decir si las víctimas

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RECURSO CASACION/2019/2016

sobrevivieron a la avalancha o si fallecieron en ese momento y las maniobras


de reanimación fueron inútiles; si bien es cierto que en el supuesto de Cristina
parece que no falleció en la propia avalancha, porque tras la reanimación
realizada por el Samur pasó de la asistolia en que se encontraba cuando
comenzó la misma a fibrilación ventricular.

Asimismo, arguye la Audiencia que «Cristina Arce padecía lesiones


apreciables externamente como consecuencia del aplastamiento, pero lo cierto
es que no llegó a la enfermería fallecida, ya que tras la reanimación que le
practicó el Samur, la joven salió un momento de la asistolia que presentaba y
presentó fibrilación ventricular e incluso expulsaba monóxido de carbono,
como se desprende del informe del Samur, y explican los médicos testigos y
peritos, todo ello después de que Simón Viñals interrumpiera su reanimación
tras darle brevemente masaje cardíaco y aplicarle tres descargas de
desfibrilador, considerando, erróneamente, como se ha dicho que Cristina
había fallecido».

Sin embargo, precisa el Tribunal, «los médicos forenses que


comparecen como peritos al acto del juicio y los facultativos del Samur que
prestan en el mismo declaración como testigos señalan, con la prudencia
correspondiente a que cada persona es diferente y las situaciones por las que
se entra en parada también pueden ser muy distintas, unos tiempos de
asistencia inferiores a los veinte minutos que las fallecidas estuvieron
atrapadas en el vomitorio para que existan posibilidades de que los pacientes
en estado de parada cardiorrespiratoria puedan sobrevivir, aunque la
asistencia para intentar la reanimación deba en todo caso mantenerse durante
unos 30 minutos».

Así, recuerda el Tribunal de instancia, el doctor San Juan afirma que


por cada minuto que pasa el paciente en parada disminuye un 10% la
posibilidad de sobrevivir, lo que implica que a los 10 minutos desde la parada
ya no existiría tal posibilidad, todo ello con independencia de lo que pueda
suceder en el caso concreto. Añade además que las paradas cardíacas de
origen traumático tienen peor pronóstico, pero al mismo tiempo el pronóstico
mejora cuando se trata de personas jóvenes debido a su flexibilidad.

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RECURSO CASACION/2019/2016

El médico forense Luis Segura sostiene que si la reanimación se


produce entre los tres y cinco minutos después de producirse la parada hay
posibilidades de que la misma revierta, y a partir de ese tiempo puede hacerlo
aunque con posibles daños cerebrales, afirmando que, según los criterios del
Samur, a partir de quince minutos no se puede hacer nada, y si las causas son
traumáticas los tiempos son menores, coincidiendo en ello también los
médicos forenses Carmen Mariscal de Gante, Emilio Donat Laporta y Juan
Carlos Gómez Soro, aunque todos ellos insistan en que, en todo caso, la
reanimación debe intentarse durante 30 minutos.

En el presente supuesto, refiere el Tribunal, no se conoce cuánto


tiempo, de los veinte minutos que estuvieron atrapadas, llevaban las fallecidas
en parada cardiorrespiratoria cuando llegaron al botiquín.

4. De todo lo que antecede se colige que los datos fácticos que se


destacan en la sentencia mayoritaria de la Sala se ajustan a las pericias
practicadas y al resultado probatorio acogido por la Audiencia. De modo que
ésta acaba concluyendo que el acusado actuó en el ejercicio de su labor
profesional la noche de los hechos de forma “patentemente negligente” o
“claramente negligente”.

No puedo en cambio compartir la afirmación de que el acusado “no hizo


nada por salvar la vida de Cristina”, como se dice en la sentencia mayoritaria,
dado que sí le realizó un masaje cardíaco por un tiempo insuficiente, y también
le aplicó un desfibrilador. Lo cual no excluye, por supuesto, que su conducta
en su conjunto fuera manifiestamente negligente.

Un segundo punto en el que no coincido con la mayoría dentro de los


que es el apartado del examen de los hechos y de su significación, es en que
no se destaca debidamente que Cristina Arce entró en la enfermería del
“Madrid Arena” en estado de extrema gravedad y crítico (expresiones que se
utilizan también en algún párrafo de la sentencia recurrida), circunstancia que,
como veremos, tiene suma relevancia al operar con los criterios de la

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RECURSO CASACION/2019/2016

evitabilidad del resultado y del incremento del riesgo (en este caso de
disminución del riesgo).

SEGUNDO. 1. Una vez examinados los datos probatorios con los que
operó el Tribunal de instancia, es ya el momento de entrar a analizar los
razonamientos jurídicos de la sentencia impugnada.

En este ámbito argumenta la Audiencia que, ciertamente, la obligación


del personal médico en relación con el paciente no es de resultado sino de
proporcionar todos los cuidados y tratamiento que sean precisos conforme a la
lex artis. Sin embargo, precisa el Tribunal de instancia que la acusación no se
formula por la omisión del tratamiento adecuado, que la hubo, sin ninguna
duda, sino por delitos de homicidio por imprudencia profesional del art. 142.1 y
3 del C.P., y no por ninguna otra infracción penal, ni siquiera de manera
subsidiaria. En consecuencia, matiza, se trata de delitos de resultado, de
forma que se estima necesario no sólo que resulte acreditada la conducta
negligente de los acusados sino también el nexo de causalidad entre la misma
y el mortal resultado producido, esto es, que la asistencia sanitaria que los
doctores Viñals hubieran debido de prestar a las tres jóvenes y no prestaron,
habría evitado, con una probabilidad rayana en la certeza, el fallecimiento de
las mismas.

Prosigue diciendo después el Tribunal sentenciador que «en relación


con esta cuestión una parte de la doctrina como Roxin mantiene como
suficiente para la imputación objetiva del resultado lo que se denomina “teoría
del incremento del riesgo" conforme a la cual cabría imputar objetivamente el
resultado una vez que se constata que el autor generó el riesgo desaprobado
aunque no sea seguro que la conducta ajustada a Derecho hubiera evitado el
resultado. Sin embargo, otros autores como Manuel Cancio concluyen que
esta interpretación convierte el delito de resultado en una infracción de peligro
e infringe el principio “in dubio pro reo” que exigiría el que exista prueba, al
menos con la probabilidad fijada por la Jurisprudencia, rayana en la certeza,
de que el resultado es concreción de la conducta omisiva y que sin la misma
tal resultado no se habría producido».

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RECURSO CASACION/2019/2016

Y acaba afirmando que, siendo cierto que lo anterior implica una


evidente dificultad probatoria, «también lo es que esta es la interpretación
seguida por la Jurisprudencia y la que, en consecuencia, debe aplicar este
Tribunal al presente supuesto, debiéndose señalar que en el caso de que
hubiera resultado acreditado que si los doctores Viñals hubieran actuado
correctamente podría haberse evitado el fallecimiento de Cristina Arce, Rocío
Oña y Katia Esteban la calificación de la conducta del resto de los acusados
que se consideran culpables no podría ser, en relación con estas tres
fallecidas, de delito de homicidio por imprudencia ya que el resultado mortal no
podría imputárseles a los mismos, lo que, sin embargo, no se entiende
acreditado como se ha detallado en la valoración de la prueba practicada
respecto a la asistencia médica a las víctimas, procediendo por todo lo
expuesto, y, en consecuencia, la absolución de Simón Viñals Pérez y Carlos
Viñals Larruga».

Como puede observarse, la sentencia recurrida hace una referencia


genérica a la existencia de dos concepciones doctrinales a la hora de dirimir la
imputación del resultado en un delito imprudente como el que aquí se juzga.
Una centra el tema en el incremento del riesgo y la otra atiende a la relación
de ese riesgo con el resultado. Y si bien la Audiencia no entra a desarrollar el
contenido de tales concepciones, ni tampoco la repercusión que cada una
puede tener en el caso concreto, acaba de facto acogiendo la de la evitabilidad
del resultado cuando arguye en el fundamento anterior de la sentencia que
para dictar una condena penal ha de constar que la conducta correcta de los
médicos habría evitado con una probabilidad rayana en la certeza o en la
seguridad el resultado mortal.

Sigue, pues, la teoría de la evitabilidad del resultado en la versión que


puede considerarse más extrema y que más se ajusta al principio “in dubio pro
reo”, según la cual la acusación habría de probar que en el caso concreto una
conducta profesional diligente de los médicos habría evitado con una
probabilidad rayana en la certeza la muerte de la joven.

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RECURSO CASACION/2019/2016

2. En la sentencia de casación se abandona el referido criterio y se


acoge el del incremento del riesgo, pero también, como se comprobará en su
momento, siguiendo una concepción extrema de la referida teoría.

Recordemos los párrafos principales de la sentencia de casación, antes


de recoger los criterios discrepantes de este voto particular.

Se argumenta en la sentencia mayoritaria (fundamento vigésimo) que


«hemos de partir como dato valorativo declarado probado, que la falta por
parte del doctor Viñals de la prestación sanitaria adecuada, incrementó el
riesgo de fallecimiento de Cristina, o dicho en los términos del relato declarado
probado, aumentó la posibilidad de que no pudiera recuperarse de las lesiones
sufridas. El incremento del riesgo es afirmado expresamente en la resolución
recurrida, cuando afirma en el relato fáctico que la falta de prestación de la
asistencia médica que se precisaba aumentó la posibilidad de que no pudiera
recuperarse de las lesiones sufridas».

Señala la sentencia de casación que se incrementó el riesgo para la


vida de la paciente como consecuencia del comportamiento manifiestamente
negligente del acusado, en tanto que llegó viva a su servicio médico y nada
hizo por reanimarla.

También se dice que «de ser inevitable el resultado de muerte el riesgo


no podría afirmarse, pues en caso de inevitabilidad el incremento del riesgo no
se había producido, sería inexistente».

Igualmente precisa que, respecto al resultado producido, está también


fuera de toda duda el resultado para la vida de la víctima, resultado de muerte
que es el que trata de evitarse con la exigencia de la observancia de la lex
artis en la asistencia médica.

A la hora de poner en relación el actuar negligente y el resultado


producido afirma la sentencia mayoritaria que ha de acudirse a la doctrina de
la imputación objetiva. Y refiere después como razonamientos nucleares para
adoptar su decisión los siguientes:

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RECURSO CASACION/2019/2016

«Al respecto, debe tenerse en cuenta que, en el caso de un


comportamiento omisivo, no es posible en términos naturalísticos predicar la
causación de un resultado; y para suplir esta imposibilidad, acude la dogmática
al concepto de los cursos causales hipotéticos, en alusión a la virtualidad
causal de la acción que hubiera debido realizarse para evitarlo, es decir a
ponderar cuál hubiera sido la consecuencia de la realización de la conducta
exigida por la norma».

«En efecto, en resoluciones de esta Sala se suele indicar que, en el


delito imprudente, varios son los criterios de imputación del resultado,
destacando la teoría del incremento del riesgo; la teoría del ámbito de
protección de la norma y por último la teoría de la evitabilidad. Conforme a
este último habrá que preguntarse qué hubiera sucedido si el sujeto hubiera
actuado conforme a la norma. Si a pesar de ello, es decir, si aunque el sujeto
hubiera cumplido con la norma el resultado se hubiera producido igualmente,
habrá que negar la imputación objetiva del resultado. Lo que puede expresarse
de la siguiente manera: se trata de un criterio hipotético de imputación
centrado en dilucidar si la conducta omitida habría evitado, con una
probabilidad rayana en la certeza, la lesión o el menoscabo del bien jurídico
que tutela la norma penal».

«Esta es la tesis de la sentencia de instancia que, a partir de la


constancia del incremento del riesgo que se declara probado, afirma que no es
posible concluir la comisión del delito de homicidio imprudente, pues no
resultaba acreditado que la asistencia sanitaria que el doctor Viñals hubiera
debido prestar a las tres jóvenes y no prestó, hubiera evitado con probabilidad
rayana en el certeza, el fallecimiento de las jóvenes».

Más adelante argumenta la sentencia mayoritaria que «la necesidad de


probar con una probabilidad rayana en la certeza que se hubiera evitado el
resultado se ha matizado en al ámbito de la imprudencia médica, ya que la
determinación de tal probabilidad no es relevante. Es regla de experiencia que
las concretas lesiones y enfermedades cursan de modo muy desigual, no
siempre en relación con su gravedad; ni tampoco cursan de modo homogéneo

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RECURSO CASACION/2019/2016

los cursos de superación de una situación de extrema gravedad. La estadística


en todo caso operaría con cifras medias, pero el resultado sería aleatorio por
la gran dispersión de cada resultado, aun cuando inicialmente las variables
fueran prácticamente idénticas. Incluso, aun cuando se actuara correctamente
nada puede garantizar, con una probabilidad rayana en la certeza, la
supervivencia de la paciente, porque la medicina no es una ciencia exacta o de
resultados, sino de medios, y siempre pueden existir probabilidades para la
ocurrencia de un fatal desenlace, a pesar de hacerse todo lo que esté en la
mano del médico».

Y termina concluyendo la sentencia de la mayoría que «la


responsabilidad del médico debe ligarse al hecho de que ha incrementado el
riesgo permitido, y lo ha hecho al haber actuado negligentemente, y con tal
comportamiento ha contribuido al resultado, siéndole reprochada su conducta
a través de la teoría de la imputación objetiva. La cuestión no estriba tanto en
el dato de que, mediante el establecimiento de un curso causal hipotético se
deduciría la evitabilidad del resultado con una probabilidad rayana en la
certeza, sino que lo relevante es concluir —como se indica en alguno de los
precedentes citados— que es lógico y acorde con las máximas de la
experiencia, deducir que esa omisión actuó sobre el nexo causal, al
incrementar el riesgo y convirtiéndose, en consecuencia, en un factor
coadyuvante del resultado final».

TERCERO. Tras exponer las tesis sostenidas en la sentencia recurrida


y en la de casación, procede ahora reflejar las discrepancias que
fundamentan la elaboración de este voto particular, anticipando ya que no
procedía en este caso concreto, a tenor de las circunstancias específicas que
concurren, dictar una sentencia condenatoria. Ni siguiendo la doctrina de la
evitabilidad del resultado ni tampoco aunque se acogiera la doctrina del
incremento del riesgo.

1. La primera advertencia que considero necesario consignar es que


nos encontramos en un supuesto de un posible homicidio imprudente por
omisión y no por acción. A este respecto, es importante resaltar, tal como se
especifica en la sentencia recurrida, que fueron los acusados Miguel Ángel

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RECURSO CASACION/2019/2016

Flores Gómez, Santiago Rojo Buendía, Miguel Ángel Morcillo Pedregal, Carlos
Manzanares Rodríguez y Francisco del Amo López (más otros dos
condenados por imprudencia menos grave) quienes con su conducta activa
gravemente negligente, realizada al planificar, organizar y controlar el evento
que se celebraba en el centro de ocio “Madrid Arena” (importante sobreaforo
por la venta excesiva de entradas, permisión de entrada al público por lugares
inidóneos, distribución desordenada y descontrolada del público por los
espacios del edificio, etcétera) generaron un grave riesgo, que finalmente se
materializó en la muerte de las cinco jóvenes y en lesiones para otros sujetos
asistentes al espectáculo que allí se celebraba.

Esa fue la conducta activa generadora del riesgo grave que se


materializó en una avalancha y determinó que tres de las jóvenes tuvieran que
ser trasladadas al servicio médico del centro de ocio en un estado de extrema
gravedad y crítico, adjetivos que, con fundamento, utiliza la sentencia de
instancia en alguno de sus párrafos.

La conducta del médico Simón Viñals ha de calificarse por tanto como


imprudente omisiva, tal como se viene a admitir en la sentencia mayoritaria,
por ser el acusado garante de la atención médica de los accidentados que
pudieran ser ingresados en la enfermería del edificio y haberle prestado a
Cristina una asistencia manifiestamente insuficiente y negligente. No se trató,
pues, de una conducta consistente en realizar actos o tratamientos médicos
que generaron lesiones a las víctimas que influyeron en su muerte. Sino que el
acusado incurrió en omisiones negligentes a la hora de tratar a la paciente que
se hallaba en parada cardiorrespiratoria debido a una avalancha previa que le
ocasionó el aplastamiento del tórax y un cuadro de asfixia traumática que
acabó determinando su fallecimiento.

La grave negligencia del acusado consistió por tanto en no neutralizar


ni disminuir debidamente el grave riesgo de muerte que afectaba a la paciente
Cristina Arce cuando la trasladaron a la enfermería. Por ello, cuando en la
sentencia recurrida y en algunos párrafos de la de casación se habla de
incrementar indebidamente el riesgo, lo correcto sería decir no disminuirlo
cuando había obligación de hacerlo.

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RECURSO CASACION/2019/2016

La distinción tiene su relevancia. En primer lugar, porque no es lo


mismo la prueba referente a una conducta de acción (incrementar el riesgo)
que a una de omisión (no disminuirlo) a la hora de dirimir un posible nexo entre
la conducta y el resultado. En el primer caso concurre un nexo causal
naturalístico que facilita verificar pericialmente el resultado; mientras que en el
segundo afloran con toda crudeza los problemas relacionados con los cursos
causales hipotéticos, la causalidad potencial y la evitabilidad del resultado, con
sus derivaciones hacia el ámbito de la imputación objetiva.

A ello debe sumarse que hay sectores importantes de la doctrina que


admiten la teoría del incremento del riesgo en conductas de acción y no, en
cambio, en las de omisión; y otros sectores que la admiten en la comisión por
omisión pero le adjuntan unas exigencias y condicionamientos diferentes que
en los supuestos de acción.

2. La teoría de la evitabilidad del resultado, seguida por un sector


mayoritario de la doctrina, no sólo presenta una modalidad extrema,
sumamente garantista con el in dubio pro reo, consistente en exigir para la
condena que se acredite con una probabilidad rayana en la seguridad o
certeza que la conducta debida del médico habría evitado el resultado; sino
que también existe una versión intermedia, más moderada, según la cual es
suficiente para imputarle el resultado al acusado que resulte acreditado que
existe una probabilidad más o menos elevada (no una mera posibilidad de
mínimos) de que una conducta diligente o correcta del médico habría evitado
la muerte de la paciente.

Aquí conviene traer a colación, aunque ya se ha anticipado supra, que


se está ante un supuesto en que cuando la joven es ingresada en la
enfermería se encuentra ya en un estado crítico, por lo que las posibilidades
de que se evitara la muerte eran muy escasas, a tenor de todas las
circunstancias que rodearon al aplastamiento de las jóvenes durante la
avalancha y a su pronta caída en parada cardiorrespiratoria.

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RECURSO CASACION/2019/2016

Con respecto al estado crítico que presentaba Cristina Arce, es


suficiente con recoger las propias conclusiones que hace el Tribunal de
instancia cuando da cuenta de los informes médico-forenses que obran en la
causa. Especifica la Audiencia (folio 580) que el médico forense Luis Segura,
que realizó las autopsias de Katia y Cristina, manifestó que no podía decir si
las víctimas sobrevivieron a la avalancha o si fallecieron en ese momento y
que las maniobras de reanimación fueron inútiles; si bien es cierto que en el
supuesto de Cristina “parece” que no falleció en la propia avalancha, porque
tras la reanimación realizada por el Samur pasó de la asistolia en que se
encontraba cuando comenzó la misma a la fibrilación ventricular.

E igualmente deben destacarse aquí las escasas posibilidades de


superar una parada cardiorrespiratoria según van transcurriendo los minutos
sin que un paciente sea atendido (ver folios 581 y 582 de la sentencia). De
modo que cuando transcurren 20 minutos desde que un paciente entra en
parada el fallecimiento resulta al parecer muy difícilmente evitable. Aquí, desde
que la joven sufrió los efectos de la avalancha hasta que llegó a la enfermería
transcurrió ese tiempo, si bien se desconoce el momento exacto en que entró
en parada cardiorrespiratoria.

De otra parte, y en lo que atañe a la teoría del incremento del riesgo


que sigue la sentencia mayoritaria (en este caso disminución del riesgo), es
importante resaltar que la doctrina acostumbra a exigir como criterio general,
en los casos de comisión por omisión, para atribuir la responsabilidad penal
que esa posibilidad de disminución del riesgo sea de cierta entidad, esto es,
que sea “considerable” o “significativa”, “relevante” o “importante” (adjetivos
utilizados por la doctrina), y no de mínimos, como sucede en el caso que se
examina.

Y también se requiere que la posibilidad de disminución del riesgo


conste fehacientemente acreditada desde una perspectiva ex post; esto es:
que se pruebe desde una perspectiva ex post que el riesgo habría disminuido
de una forma significativa en el caso de haber actuado el médico
diligentemente.

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Esas dos condiciones entendemos que no se dan en el presente caso


visto el estado crítico en que entró la víctima en la enfermería antes de que
fuera atendida, y una vez que se pone en relación con el contenido de los
informes periciales, pues no consta ninguna pericia que acredite desde una
perspectiva ex post que la actuación diligente del acusado habría disminuido
considerablemente el riesgo con probabilidad de evitar el resultado.

De las pocas posibilidades que había de evitar el fallecimiento de la


víctima da cuenta la sentencia recurrida cuando señala (folio 582) que el
médico forense Luis Segura afirma que si la reanimación se produce entre los
tres y cinco minutos después de producirse la parada hay posibilidades de que
la misma revierta, y a partir de ese tiempo puede hacerlo aunque con posibles
daños cerebrales, precisando que, según los criterios del Samur, a partir de
quince minutos no se puede hacer nada, y si las causas son traumáticas los
tiempos son menores. Coinciden en ello también los médicos forenses Carmen
Mariscal de Gante, Emilio Donat Laporta y Juan Carlos Gómez Soro, aunque
todos ellos insistan en que, en todo caso, la reanimación debe intentarse
durante 30 minutos.

Por último, conviene también reseñar que en el folio 573 se consigna


que Cristina Arce no tuvo pulso en ningún momento.

3. En la sentencia mayoritaria se consigna como argumento destacado


(lo vuelve a reiterar casi con los mismos términos en una segunda ocasión)
que «no se trata de que no se haya probado que hubiera pasado si se hubiese
actuado correctamente por parte del médico, sino que lo que hubiera
importado es que se hubiese acreditado, fuera de toda duda razonable, que,
aunque hubiera hecho el acusado todo lo que estaba en su mano, la joven
hubiese lamentablemente fallecido. Solamente así se le podría haber
exonerado de su responsabilidad. Sin embargo, quien no actúa, y puede
hacerlo, como ocurre en este caso, practicando y llevando a cabo el
comportamiento necesario para actuar, y no lo hace, aumenta el riesgo
previsible, tan en grado sumo, que ocasiona que el resultado se produzca,
como así fue» (folios 104 y 108).

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RECURSO CASACION/2019/2016

Acoge, pues, el criterio de que lo importante es que se hubiese


acreditado por el acusado que aunque hubiera hecho todo lo que estaba en su
mano, la joven habría lamentablemente fallecido. De forma que sólo así se le
podría haber exonerado de su responsabilidad. Sin embargo, frente a ello
conviene remarcar que no disminuir el riesgo no causa físicamente el
resultado, y mucho menos en un supuesto en que las posibilidades de
disminución son muy escasas, por lo que también es muy difícil que lo evite.

Y hago esta consideración porque la sentencia de casación no tiene en


cuenta ni sopesa debidamente las mínimas posibilidades que tenía el acusado
de revertir el riesgo gravísimo de muerte generado por los organizadores y
supervisores del evento que se celebraba en el Pabellón Madrid Arena. Todo
el tema relativo al mínimo grado de posibilidad que tenía el acusado de salvar
la vida de la víctima lo orilla. Se conforma con afirmar que incrementó el riesgo
(siendo lo cierto que realmente no lo disminuyó), sin entrar a analizar las
posibilidades que había en el caso concreto de disminuirlo y de conseguir un
resultado positivo, a pesar de los contundentes y rotundos elementos que
constan a favor del reo en los diferentes informes médicos. Siendo suficiente
para la opinión mayoritaria con que no se activara la mínima posibilidad que
tenía el acusado de revertir una situación de riesgo de muy difícil control.

No puedo por tanto compartir la argumentación nuclear de la mayoría,


dado que en ella se adopta una tesis tan extrema como la que se le atribuye a
la sentencia recurrida, pero con una diferencia sustancial: ahora se le impone
de facto al reo la prueba de que acredite con seguridad que en todo caso, y se
hiciera lo que se hiciera médicamente, la paciente habría fallecido.

La sentencia de casación opera, pues, con un criterio igual de extremo


que el de la Audiencia pero en perjuicio del reo, a quien se le pide de facto que
acredite fehacientemente y con seguridad que aunque actuara diligentemente
la víctima habría fallecido. Es decir, a pesar de que en el caso de que actuara
diligentemente es mucho más probable, según los informes médicos, que
hubiera acaecido la muerte que lo contrario (la supervivencia), se le imputa al
acusado el resultado homicida. Pues se afirma de manera rotunda que sólo

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probando con seguridad que de actuar con diligencia la paciente habría


muerto, quedaría el acusado exonerado de toda responsabilidad penal.

El estado crítico o de extrema gravedad en que se hallaba la paciente y


las escasas posibilidades que existían de que la víctima superara una parada
cardiorrespiratoria que ya duraba varios minutos, sin que se sepa exactamente
cuántos, evidencian que se está ante un supuesto en que la posibilidad de
evitar el fallecimiento actuando médicamente de acuerdo con la lex artis
correcta era muy exigua y por el contrario muy alta la probabilidad de que la
paciente falleciera. Distinto sería si la proporción fuera a la inversa, pues en tal
caso cabría que, apartándose de la exigencia del riguroso requisito de probar
que la probabilidad de la evitación de la muerte alcanzara un techo rayano en
la certeza, podría ser razonable condenar penalmente al acusado, aplicando
para ello concepciones intermedias de la imputación objetiva del resultado.

La sentencia de casación, a la hora de optar por la doctrina de la


evitabilidad del resultado o por la del incremento/disminución del riesgo (en
este caso disminución), acoge la segunda, que es minoritaria. Y dentro de esa
doctrina de la disminución del riesgo elige la versión más rigurosa para el reo,
según la cual es suficiente con que haya una mínima posibilidad de evitar el
resultado —aunque sea muy escasa y mucho menos probable que la
contraria— para que se le impute el resultado homicida al sujeto que no
neutralizó un riesgo que era dificilísimo neutralizar o controlar, y que por lo
tanto su intervención en el desarrollo del curso causal hipotético o potencial
habría sido, en cualquier caso, mínima.

Se hace, pues, una afirmación que se aparta de forma sustancial del


resultado probatorio que consta en la causa, del que se desprende que la
probabilidad de fallecimiento de la víctima era muy alta aunque se actuara
médicamente de forma correcta, dado el estado crítico que presentaba,
mientras que la posibilidad de disminución del riesgo era muy escasa o más
bien de mínimos. Esa posibilidad de mínimos no se compadece con la decisión
de atribuirle al acusado el resultado homicida, decisión extrema que no se
corresponde con la verificación de la relación de riesgo en el caso concreto.
Por todo lo cual, la inevitabilidad del resultado, en contra de lo que dice la

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sentencia mayoritaria, no sólo puede ser cierta en el presente caso, sino que,
como ya se ha anticipado, es mucho más probable que lo sea que lo contrario,
dadas las pocas posibilidades que tenía el acusado de disminuir de forma
relevante el riesgo de muerte.

4. También considero que la tesis condenatoria sustentada sobre la


doctrina del incremento/disminución del riesgo en este caso desplaza o
arrincona de forma concluyente el segundo juicio de imputación. Con respecto
al primero, no cabe duda de que estamos ante un supuesto en que la conducta
patentemente negligente del acusado cumplimenta las exigencias del primer
nivel de imputación, al omitir gravemente la diligencia exigible para neutralizar
la situación previa de altísimo riesgo que tenía el deber de procurar controlar.

Ahora bien, lo que no consta en cambio acreditado, debido a las


circunstancias singulares que confluyen en el caso, es que esa grave omisión
de diligencia en que incurre el acusado se haya proyectado debidamente en el
resultado mortal, dado que las posibilidades de neutralizar el riesgo de muerte
eran muy escasas o más bien mínimas, según ya se ha reiterado.

Siendo así, y atendiendo a las posibilidades reales que tenía el


acusado de evitar la muerte, estimo que no cabía en el caso concreto imputar
el resultado homicida al acusado.

Al admitir la opinión mayoritaria esa imputación, convierte de facto un


delito de resultado en un delito de mero riesgo, desbordando los límites del
tipo penal con la interpretación distorsionadora que se hace del mismo con
fines de política criminal, interpretación que entra en conflicto con las
exigencias que imponer la legalidad penal y con los criterios dogmáticos
aplicables a un delito de resultado.

En la sentencia mayoritaria se afirma que la interpretación que sostiene


«satisface mejor la defensa del bien jurídico protegido por la norma jurídica,
que no es otro que la defensa de la vida y la integridad física de la persona, y
que conduce a resultados plenamente satisfactorios desde el punto de vista de
lo que entendemos debe ser la actuación médica, de la que se predica

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constantemente que es una ciencia de medios y no de resultados». Y se


añade que «no se está ante una infracción de peligro, sino de resultado, pero
es precisamente el peligro el que incrementa el riesgo, y con él, se produce el
resultado. Es claro que sin resultado no puede existir delito de imprudencia, y
en este caso, el fatal resultado está fuera de toda duda».

Sin embargo, este argumento tampoco es de recibo porque si bien sin


resultado no puede existir el delito imprudente, la muerte no puede atribuirse al
acusado cuando el riesgo homicida ha sido creado por los autores que han
organizado y controlado el evento y no por el médico, cuya infracción es
omisiva y no crea el riesgo, sino que no lo neutraliza debidamente; pero en un
caso —y ello es lo relevante— en que las posibilidades de neutralización son
mínimas, lo que impide atribuirle un delito de homicidio imprudente, a pesar de
lo grave que pueda ser su comportamiento negligente y por ende el desvalor
de su inacción.

Por lo tanto, si bien, como dice esta Sala, «el fatal resultado está fuera
de toda duda», no puede decirse en cambio lo mismo de su imputación al
acusado, al poner en relación su conducta omisiva y la repercusión que el nivel
de riesgo neutralizable pudiera tener en el resultado mortal.

La sentencia mayoritaria se conforma con que concurra un


comportamiento negligente que omite neutralizar un riesgo de muerte
elevadísimo generado por una conducta punible previa de terceras personas,
considerando suficiente que, a continuación, concurra un resultado de muerte,
sin poner en relación el grado de riesgo ilícito no controlado por el acusado y
las posibilidades reales de evitar el resultado. Es decir, omite cualquier juicio
fáctico y normativo sobre la relación entre riesgo y resultado en el caso
concreto en lo atinente a la conducta del médico acusado.

Con tal criterio es claro que no está siguiendo la doctrina del


incremento/disminución del riesgo con los índices de probabilidad que aplica
ex post esa concepción, sino que se adentra en una línea acentuadamente
normativista que considera suficiente para condenar que concurra una
infracción clara del deber objetivo de cuidado, sin atender a la repercusión que

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en el caso concreto pudiera tener esa vulneración en un resultado homicida


generado por una conducta ilícita ajena cuya neutralización tenía muy escasas
posibilidades de lograr el acusado. Pues lo cierto es que no se ha acreditado
pericialmente desde una perspectiva ex post que el acusado pudiera haber
disminuido el riesgo de forma notable, considerable o significativa en el caso
de que hubiera cumplimentado la conducta debida.

Más que seguir la concepción del incremento/disminución del riesgo


que anuncia, la opinión mayoritaria acoge, pues, en la práctica la doctrina del
fin de protección de la norma, obviando con ello en el caso la exigencia de la
imputación objetiva del resultado. De modo que viene a decirnos realmente
que como el fin de la norma infringida es motivar al médico para que disminuya
el riesgo del paciente en lo que esté en sus manos, y como en este caso no
agotó diligentemente esa posibilidad, ha de ser condenado con independencia
de que fuera muy probable que no pudiera evitar el resultado debido a las
circunstancias extraordinarias que se daban en el caso (la existencia de un
curso causal previo que albergaba un altísimo grado de riesgo de muerte
generado por conductas imprudentes previas a la intervención del acusado).
Se considera así indiferente que no conste acreditado pericialmente desde una
perspectiva ex post que el acusado pudiera haber disminuido el riesgo de
forma notable, considerable o significativa en el caso de que hubiera
cumplimentado la conducta indicada.

Es muy posible que esta modalidad de supuestos de negligencia


médica esté demandando en la práctica la creación de un tipo penal de riesgo
sin necesidad de que se pruebe que éste se materialice en el resultado, para
resolver por esa vía los casos límite que se suscitan debido a la dificultades
que presentan las pruebas periciales. Sin embargo, la inexistencia de una
norma de esa índole no debe ser solventada con criterios jurídicos que
desactivan de forma severa el “in dubio pro reo” y trastocan y distorsionan las
categorías dogmáticas básicas del tipo penal imprudente, convirtiendo de facto
los tipos penales de resultado en delitos de riesgo.

Y es que no por el hecho de que la conducta imprudente del acusado


sea sin duda muy grave debe diluirse o volatilizarse el requisito de la

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imputación objetiva del resultado y el pertinente juicio de la relación de riesgo


entre la conducta negligente y su materialización en el resultado.

5. En otro orden de cosas, tampoco considero que en el caso de


ratificar la tesis de la Audiencia y de que se absuelva en el presente
procedimiento al médico acusado, se estuviera con ello dando pie a que los
médicos de urgencia dejaran de adoptar las medidas adecuadas en los
servicios de guardia a la hora de intentar salvar la vida del paciente, en la
seguridad de que nunca podría acreditarse la evitabilidad del resultado con
una seguridad rayana en la certeza. Pues, aparte de no ser imperativo acudir
a esa pauta tan rigurosa de evitabilidad, en el caso de que un médico,
menospreciando la vida de la paciente, omitiera toda clase de intervención
profesional, podría ser condenado por otros tipos delictivos (una tentativa de
homicidio con dolo eventual, o, en su caso, por un delito del art. 196 del C.
Penal).

En definitiva, por todas las consideraciones y razonamientos que he ido


desglosando, estimo que en el caso concreto enjuiciado no debió subsumirse
la conducta del acusado en el tipo penal del homicidio imprudente, sino
mantenerse su atipicidad con la absolución correspondiente.

6. Por último, se citan en la sentencia de casación algunas


resoluciones de esta Sala que tratan de modo más o menos tangencial la
cuestión que ahora se debate, y se desarrollan en el apartado 20.3 algunas de
ellas, por ser las que tienen una mayor similitud con el caso que ahora se
dirime. Son las sentencias 5 de julio de 1989, 26 de febrero de 1990,
2230/2001, de 27 de noviembre, y 782/2006, de 6 de julio.

Pues bien, ninguno de los cuatro casos que se explican en las


sentencias de casación presentan el supuesto límite de mínimas posibilidades
de evitar el resultado que concurren en el caso que ahora se examina, ni
tampoco, como bien se dice en la sentencia mayoritaria, son supuestos que
aparecen precedidos de las connotaciones singulares que aquí se dan.

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A mayores, conviene también subrayar que en los cuatro supuestos


recayeron condenas por una mera falta (infracción de carácter leve).

Por otra parte, esta Sala tiene dictado otras sentencias en las que se
acoge la doctrina de la evitabilidad del resultado y opera con ella para dictar un
fallo absolutorio en delitos de imprudencia (SSTS 502/2002, de 14 de marzo; y
368/2016, de 28 de abril).

CUARTO. 1. Por último, queda por tratar el tema relativo a la


posibilidad de convertir en condenatoria una sentencia absolutoria en el
ámbito de la casación.

Es sobradamente conocida la doctrina general del TEDH, del Tribunal


Constitucional y de esta Sala sobre las serias limitaciones existentes para
convertir en una segunda instancia una sentencia absolutoria en otra
condenatoria cuando se precisa modificar los hechos, doctrina que se expone
en sus aspectos fundamentales en la sentencia de casación suscrita por la
mayoría, a la que por tanto me remito.

En este caso se argumenta en la sentencia mayoritaria que estamos


en un supuesto en que se modifica la sentencia impugnada por incurrir la
Audiencia en un error de subsunción jurídica, partiéndose de la premisa de
que los hechos declarados probados permanecen intangibles. A tal efecto, cita
la sentencia del TEDH de 22 de octubre de 2013 (asunto Naranjo Acevedo
contra España), referente a la apreciación en casación de un supuesto de dolo
eventual por entender que ello entrañaba sólo una modificación de carácter
jurídico.

Previamente, y a modo de inciso, se hace preciso reseñar que llama


poderosamente la atención la doctrina sentada en esa resolución del TEDH, al
establecerse en ella que una sala de apelación puede apreciar sin escuchar al
acusado el dolo eventual homicida de dos delitos de asesinato cometidos en el
curso de un atraco, dolo que había sido excluido por la sentencia del Tribunal
del Jurado. Y sorprende especialmente porque en ella se afirma que se está
ante una cuestión “puramente jurídica”. Se obvia así, en primer lugar, el doble

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componente fáctico y normativo que tiene el dolo eventual. Y en segundo


lugar, porque contradice el TEDH sus precedentes jurisprudenciales en los que
considera que el dolo defraudatorio de los delitos económicos tiene carácter
factual, en virtud de lo cual considera infringidas las garantías probatorias del
proceso penal y anula las sentencias condenatorias dictadas en la segunda
instancia. De modo que se afirma que el dolo defraudatorio de un delito
económico tiene naturaleza factual y, en cambio, el dolo homicida presenta
unas características puramente normativas (ver al respecto las sentencias de
25 de octubre de 2011, caso Almenara Alvarez contra España; 13 de
diciembre de 2011, caso Valbuena Redondo contra España; 22 de noviembre
de 2011, caso Lacadena Calero contra España; y la sentencia de 20 de marzo
de 2012, caso Serrano Contreras contra España).

Después de citar la sentencia del TEDH de 22 de octubre de 2013,


considera la opinión mayoritaria que en el caso que ahora se juzga no
concurren obstáculos para condenar ex novo en casación al acusado Simón
Viñals como autor criminalmente responsable de un delito de imprudencia
grave con resultado de muerte, en la modalidad de imprudencia profesional.

Se razona al respecto por la mayoría de la Sala que concurren en la


conducta del acusado la infracción de un deber de cuidado tanto subjetivo
como objetivo, y una relación de causalidad entre la acción del autor o autores
y el resultado producido, «lo que en este caso está fuera de toda duda, [por] la
omisión completa del comportamiento debido».

2. Pues bien, disiento asimismo de la aserción que se hace en la


sentencia de casación de que estemos ante una modificación de la resolución
recurrida que sólo afecte a un juicio de subsunción jurídica sin repercutir en
absoluto en el apartado de los hechos probados.

Quizás el párrafo más significativo del factum de la sentencia de la


Audiencia a la hora de determinar la calificación jurídica y el fallo sea el que
expone lo siguiente: «Katia Esteban Casielles, Cristina Arce de la Fuente y
Rocío Oña Pineda fallecieron como consecuencia de las gravísimas lesiones
padecidas en el aplastamiento sufrido en el vomitorio, sin que Simón Viñals

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Pérez y Carlos Viñals Larruga les prestaran la asistencia médica que


precisaban durante el tiempo que permanecieron en el botiquín que
gestionaban antes de que llegara el Samur, aumentando así la posibilidad
de que no pudieran recuperarse de las lesiones sufridas, no resultando
acreditado, sin embargo, que en el supuesto de que les hubieran
prestado una asistencia correcta las fallecidas hubieran podido salvar su
vida».

Partiendo de la premisa incuestionable de que la Audiencia deliberó y


decidió una sentencia absolutoria, lo cierto es que en este párrafo se
encuentran las frases condicionantes del criterio absolutorio y del
condenatorio. Faltan en cambio claramente la definición y precisión del grado
posible de disminución (ya que no hubo “aumento”) del riesgo para poder
llegar a la trasmutación de una resolución proyectada como absolutoria en otra
condenatoria.

En efecto, en la sentencia recurrida, tal como ya se expuso supra, el


Tribunal afirma, al fundamentar la calificación jurídica de la conducta de los
médicos, que hay dos teorías sobre la imputación del resultado: la del
incremento del riesgo y la de la evitabilidad del resultado (aunque no la
designa con este nombre concreto). Pero como ya apuntamos, no define ni
desarrolla ninguna de ellas, quizás porque la que aplica es la segunda y su
contenido esencial aparece ya descrito en el hecho probado: la falta de prueba
de que en el caso de actuar correctamente se hubiera evitado el resultado.

Sin embargo, ni en los hechos probados ni en la fundamentación de la


sentencia se concretan ni describen la cumplimentación de los requisitos
fácticos de la concepción del incremento del riesgo, omisión que posiblemente
se deba a que no iba a operar con ella. Es cierto que puede entenderse o
interpretarse que cuando la Audiencia afirma que se incrementó el riesgo
quiere decir también que había posibilidad de disminuirlo y que el acusado no
agotó esa posibilidad. Sin embargo, considero que ello no es suficiente para
operar con la doctrina de disminución del riesgo, ya que a tal efecto se precisa
determinar el grado de posibilidad de disminución: ¿elevado, notable, escaso o
más bien mínimo?

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La relación de riesgo exigible entre la conducta realizada y el resultado


para poder apreciar la imputación objetiva de los delitos de resultado, requiere
verificar ex post cuál ha sido el grado de disminución de riesgo que ha omitido
el acusado con su conducta, y también el grado de posibilidad o probabilidad
de que esa omisión alterara el resultado homicida. Y sobre este particular no
se determina ni precisa debidamente en la sentencia impugnada si la
disminución del riesgo atribuible a la omisión indebida era tan nimia o escasa,
debido a las mínimas posibilidades que tenía de neutralizarlo, que era muy
probable que no pudiera evitarse el resultado, hasta el punto de que éste no
podría imputársele al acusado.

De otra parte, si atendemos a que la relación de riesgo presenta un


componente fáctico y otro normativo —en el primero se pondera qué nivel de
riesgo concurre (escaso, medio o alto) y en el segundo la repercusión
normativa a efectos de calificación jurídica de la conducta—, es patente que en
el caso se carece de toda ponderación de la Sala de instancia sobre todos los
datos fácticos y normativos que habrían de sopesarse para descartar o acoger
la tesis de la disminución del riesgo que ha conducido a la condena por la
sentencia mayoritaria. Tesis que, como ya dije, se elabora y se aplica ex novo
en la sentencia de casación para anular una sentencia que había sido
proyectada y decidida en sentido absolutorio. Sin que en ella se analizaran y
ponderaran los elementos fácticos y normativos que habrían de operar en la
tesis condenatoria sustentada sobre el criterio de la omisión de la disminución
del riesgo que se ha aplicado en casación (aunque en casi toda la sentencia
se habla de incremento del riesgo y de relación causal).

Finalmente, quizás el obstáculo más importante para poder transformar


en el caso una sentencia absolutoria en otra condenatoria es la frase con la
que acaba la Audiencia decidiendo la absolución: no consta prueba suficiente
de que si los médicos acusados hubieran actuado correctamente, que no lo
hicieron, se podría haber evitado el fallecimiento de las tres jóvenes que
ingresaron en la enfermería (folio 579 en relación con el 59, ambos de la
sentencia).

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A esa afirmación del factum y de la fundamentación de la sentencia, se


le añadió después la apostilla de que no se ha acreditado la evitación del
resultado con una probabilidad rayana en la certeza (folio 620).

Pues bien, a tenor de todo lo que se ha argumentado en la sentencia


recurrida, es patente que, según he reiterado, la probabilidad de que la víctima
falleciera en el caso de que el tratamiento fuera correcto era muy alta, y la
posibilidad de evitar la muerte muy escasa. Al quedar sin concretar
debidamente estos factores, ni tampoco haber operado con ellos la Audiencia
al efecto de una hipotética aplicación de la doctrina de la disminución del
riesgo, no debió entrar esta Sala a aplicar de forma directa la referida doctrina
para dictar una sentencia condenatoria. Y ello porque sus presupuestos
fácticos ni se analizaron pormenorizadamente por la Audiencia ni tampoco se
precisan debidamente en casación, dado que la sentencia mayoritaria
considera de facto suficiente para imputar el resultado homicida que concurra
una mínima posibilidad de aminoración del riesgo de muerte.

Ello significa que, siguiendo concepciones intermedias y no extremas


con respecto a las teorías de la imputación objetiva del resultado, la decisión
de la Audiencia habría sido probablemente también absolutoria.

Por todo lo cual, estimo que no debió acogerse el recurso de casación,


siendo lo correcto en el caso concreto mantener el fallo absolutorio para el
acusado Simón Viñals Pérez.

Alberto Jorge Barreiro

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