El documento describe la situación de la comunidad LGBT en la ciudad de Saltillo, Coahuila. A pesar de los avances legales, muchos miembros de la comunidad permanecen "en el clóset" debido al conservadurismo y temor al rechazo social. Algunos lugares como bares y la plaza central son espacios más abiertos, pero fuera de ellos la gente suele ocultar su orientación sexual. El obispo local ha apoyado más a la comunidad, pero el futuro cambio de liderazgo genera incertidumbre. El documento anal
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El documento describe la situación de la comunidad LGBT en la ciudad de Saltillo, Coahuila. A pesar de los avances legales, muchos miembros de la comunidad permanecen "en el clóset" debido al conservadurismo y temor al rechazo social. Algunos lugares como bares y la plaza central son espacios más abiertos, pero fuera de ellos la gente suele ocultar su orientación sexual. El obispo local ha apoyado más a la comunidad, pero el futuro cambio de liderazgo genera incertidumbre. El documento anal
El documento describe la situación de la comunidad LGBT en la ciudad de Saltillo, Coahuila. A pesar de los avances legales, muchos miembros de la comunidad permanecen "en el clóset" debido al conservadurismo y temor al rechazo social. Algunos lugares como bares y la plaza central son espacios más abiertos, pero fuera de ellos la gente suele ocultar su orientación sexual. El obispo local ha apoyado más a la comunidad, pero el futuro cambio de liderazgo genera incertidumbre. El documento anal
El documento describe la situación de la comunidad LGBT en la ciudad de Saltillo, Coahuila. A pesar de los avances legales, muchos miembros de la comunidad permanecen "en el clóset" debido al conservadurismo y temor al rechazo social. Algunos lugares como bares y la plaza central son espacios más abiertos, pero fuera de ellos la gente suele ocultar su orientación sexual. El obispo local ha apoyado más a la comunidad, pero el futuro cambio de liderazgo genera incertidumbre. El documento anal
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El Clóset de Saltillo: todos adentro en el estado de avanzada.
Glenda Prado Cabrera
Noche del sábado en el Salamandra, el antro gay de moda en Saltillo, como ya se ha
vuelto costumbre desde hace unos meses, el lugar se encuentra a reventar no sólo de gente local sino de otras partes, principalmente Monterrey, en donde la violencia ha ido alejando las posibilidades de diversión. Después de las once el estacionamiento y la entrada al lugar se convierten en una amplia pasarela y un panorama de lo que es la diversidad en esta urbe norestense.. Se ven parejas de lesbianas, hombres maduros con jovencitos, mujeres heteros con sus amigos gays, vaqueros enfundados en apretados jeans y camisas de cuadros, quinceañeros con credenciales falsas, transexuales y travestis llegadas de trabajar en los cruceros o que apenas estrenan tacones, grupos de “compadres” llegados de la carne asada y de huir de las esposas jurando ser muy machos y solo ir de curiosos; para la una de la mañana esta masa heterogénea repleta el antro y sigue haciendo largas colas para entrar; mientras allá afuera de repente aparecen camionetas negras que discretamente van a estacionarse en la parte de atrás, y de las que se prefiere no hablar. Todos ellos, en su gran mayoría reflejan un fenómeno común desde hace años en la capital coahuilense, y que se mantiene a pesar de los avances alcanzados en materia legislativa y de derechos humanos; el clóset de Saltillo. Y es que el comentario más común que se escucha entre quienes ven llegar a los noctámbulos, es que la noche del fin de semana le dan rienda suelta a sus instintos y pecados, y a la mañana siguiente muy modosos irán a comulgar a Catedral a la misa de doce; en compañía de sus novias, sus esposas y sus hijos, dejando encerrados por siete días sus otras personalidades; la peluca, el vestido, la camiseta ajustada, el amante, bajo siete llaves guardadas en un privado oculto del escritorio en la oficina, al lado de la estampida de San Judas y el Sagrado Corazón. Esta dicotomía(que con rasgos propios también se ve en otras ciudades del país como Monterrey, Querétaro, Guadalajara, Morelia o Colima), también es palpable en otro rumbo de la ciudad, La Alameda, que se anuncia en los folletos turísticos como una de las más grandes de la república y también de las más bellas, pero que omite y calla (como muchas cosas en esta sociedad) que desde años antes de los cambios en las leyes y los antros, era el sitio por excelencia para el ligue tanto de día como de noche.. A pesar de las campañas del municipio para volverlo un paseo “familiar”, es común encontrar grupos de gays sentados platicando en las bancas al lado de estudiantes, empleados, turistas, vendedores ambulantes y policías que los miran con indiferencia; el mismo panorama pero mas desinhibido se observa en la madrugada con el desfile de lujosos autos dando vueltas en busca de jovencitos y adolescentes que no tienen problema en señalar que talonean por unos pesos a veces hasta las cuatro o cinco de la mañana. Otro sitio de reunión al caer la tarde es la Plaza de Armas contra esquina de Palacio de Gobierno; ahí junto a bohemios, zapatistas, jubilados, burócratas y hermanos de religión el joteo es cosa común entre los muchachos que sin ningún temor platican, gritan, corren y presumen sus conquistas desde las primeras horas de la tarde hasta muy noche, cuando se mueven hacia la ya citada Alameda a “trabajar”. Ante esta libertad,(en 2000 se realizo el segundo foro de diversidad en el gimnasio municipal y en aquel tiempo las vestidas que asistieron no podían salir ni siquiera a comprar un refresco enfrente porque las levantaba la policía) se vuelve más contradictorio el tema del clóset; y uno se pregunta, ¿Por qué se mantiene esto a pesar de que todo indica que los tiempos de represión ya quedaron atrás?, siendo la mejor prueba de ello es aquella anécdota de que tras aprobarse el pacto de solidaridad(febrero de 1987) era común escuchar a los elementos de la policía municipal que al ver una pareja les o gay besándose ya no la detenían porque no sabían que hacer, y tenían temor de ser ellos los sancionados. En contraste el que siendo la única entidad fuera del DF con un instrumento jurídico de unión civil como es el Pacto de Solidaridad, la mayor parte de quienes lo han utilizado son parejas heterosexuales o gays de otras entidades(según declaraciones de la encargada del registro civil coahuilense Sandra Luz Rodríguez Wong en una reciente entrevista). Para activistas como Carlos Llamas, dirigente de la AC Jóvenes Prevenidos y Noé Leonardo Ruiz de Comunidad San Elredo, aún existen muchos miedos entre el colectivo que años de represión e intolerancia les impiden superar;(En la primera marcha gay realizada en junio del 2010 solo acudieron 80 personas y ninguna travesti o trans) y junto con ello siguen pendientes campañas más intensas de concientización no sólo entre ellos sino en la sociedad en general que de a conocer que las épocas de razias y campañas de prensa homofóbicas han quedado atrás, este es uno de los temas que para el activismo saltillense aún está por resolverse y sobre el que continuamente hacen hincapié ante las autoridades estatales y municipales sin que hasta el momento haya mucho eco(Al contrario, tras la salida del exgobernador Humberto Moreira, los recursos para la Oficina de igualdad y combate a la discriminación disminuyeron sensiblemente aunque cuenta con módulos en los 32 municipios de la entidad, las pocas campañas realizadas para concientizar a la sociedad en escuelas parecen no tener mucho efecto entre los sectores .vulnerables como es el lgbt que mantiene un perfil muy bajo en instancias públicas y privadas tratando en ocasiones de pasar desapercibidos y que no se den cuenta de su diversidad por temor a burlas o agresiones verbales). “El closet siempre ha existido”, señala Leonardo Ruiz, “se ha utilizado por años para guardar las apariencias ya que muchos gays son casados y tienen hijos”, sin embargo acepta que de 15 años a la fecha esto se ha ido modificando un poco, y más con los recientes cambios en las leyes. “Ahorita muchos ya están saliendo y retomando la vida en el ambiente porque existe más apertura aunque aún se da el miedo al rechazo social”, y recalca que este fenómeno de es más común entre la gente joven, quienes lo hacen imitando a quienes les han precedido y que enfrentaron tiempos mucho más difíciles. A esto también ha beneficiado un detalle que vuelve a Saltillo única en su tipo en casi todo México, cuenta con un obispo de avanzada surgido de la escuela de Méndez Arceo y Samuel Ruiz con quien colaboro durante años en la diócesis de San Cristóbal, Don Raúl Vera, que desde su llegada hace una década, (exiliado por el Vaticano a una zona donde aparentemente no causaría mayor revuelo por sus características sociales) impulso una serie de proyectos e iniciativas desde la iglesia en apoyo a los grupos marginales, entre ellos el lgbt, y que dio lugar al grupo de Comunidad San Elredo como una forma de integrar a este colectivo, no manteniéndolos en la oscuridad o la penumbra, sino ahora si que “sacándolos” del clóset como parte activa de la grey católica de Coahuila(Con todo y la virulenta campaña en su contra de los grupos más conservadores y incluso de algunos párrocos que al principio se oponían a la entrada del grupo a sus templos); la pregunta que se hacen muchos dentro y fuera del obispado es, ¿Qué pasara cuando Don Raúl se vaya con todos estos avances?, hasta el momento la respuesta sigue en el aire. Y es que como expresa el cineasta coahuilense Alfredo Galindo con años de residencia en esta capital, el conservadurismo va de la mano con el clóset porque ya forma parte de la vida y costumbres mucho más allá de la cuestión gay con un fuerte arraigo que choca con los cambios que han llegado desde las cúpulas políticas o religiosas. “Yo diría que mas que reservarse a los homosexuales como se piensa, envuelve toda una comunidad que se mueve tras una fachada de vidas intachables, pero que por otro lado estando casados son infieles”. Califica esto como un juego entre la doble moral y la corrupción, entre lo público y lo privado, manteniéndose dentro de una falsa vocación católica que supuestamente respetan, todo lo cual finalmente es una gran mentira. Otros a decir de una pareja entrevistada, Dalia González y María José Mejía siguen teniendo temor de salir porque tienen una predisposición a que los heterosexuales los vayan a señalar. “Ya estamos esperando el ataque de ellos hacia nosotros y por eso mucha comunidad gay aquí en Saltillo no se abre o se da a la luz pública también por el estereotipo de que aquí el hombre es muy machista por ser un estado del norte”, y recordaron que en una ocasión fueron como pareja a atenderse al Seguro Social y las trataron muy bien, “diríamos que es más bien la misma ideología que tiene la gente de la comunidad acerca de los prejuicios de las personas”. Para otra entrevistada, Ruth Juárez, lo común es ver los antros llenos pero ya fuera de ellos es muy característico como la gente cambia totalmente tratando de no parecer gays por el miedo y la represión que viven, “yo tengo un amigo que es así pero que por la religión, es cristiano, dice yo no puedo”, aunque asegura que luego todas esas personas muestran su diversidad “por abajo del agua”. Paradójicamente, en la ciudad de Saltillo el mismo conservadurismo de algunos sectores deviene en cierta protección indirecta hacia los gays, dado que la presencia de travestis, lesbianas u homosexuales “obvios” causa no insultos ni ataques verbales sino pasmo y sorpresa al verlos en la calle o en espacios como son mercados, tiendas, parques, cines, malls, etc. dado que aún no se considera común verlos fuera de sus espacios “asignados”, como son estéticas, bares y puntos de ligue y prostitución; incluso se da el caso de que existe una calle, la Damián Carmona, en el centro donde se reúnen estéticas donde trabajan trans y gays frente a las cantinas donde históricamente se les ubica desde hace años. Al contrario, en el otro extremo de la ciudad, la antigua zona de tolerancia donde existía el único sitio de reunión de travestis y transgéneros para el trabajo sexual, ahora se encuentra vacío y en decadencia al irse todas a diversos puntos como la carretera a Torreón, Monterrey y México, y compiten con las mujeres en zonas periféricas, además de la ya citada Alameda y la zona de plaza de armas que también son puntos de ligue para la comunidad homosexual. Este destape ha venido acompañado de cinco o seis años a la fecha con la apertura de discos de ambiente como el Buganos (actualmente cerrada), el Divas (en proceso de volverse grupero) quedando solo el Salamandra como el espacio de moda y reunión los fines de semana tanto para los saltillenses como para gente que viene de otras partes como Monterrey, en donde la violencia e inseguridad ha provocado que la vida nocturna haya disminuido sensiblemente. Como se señalo al principio de este trabajo, dicho sitio es la zona de destape a partir del viernes si bien según algunos testimonios recogidos a través de las redes sociales no esta exento de conflictos, llegándose a prohibir la entrada a transgéneros debido a violentos altercados en los últimos meses (Mónica cuenta, -me agarre con otra vestida que me dijo que le estaba posando; ya le estaba ganando y que se viene el novio y entre todas me partieron la madre, me dejaron toda sangrando.). Por otra parte la que esto escribe fue testigo de cómo una chica de closet a la que acompañaba por primera vez al Divas era “despelucada” supuestamente por estar de “posona” y amenazada de que le iba a ir peor en caso de reclamar; cuestiones como esta también inhiben a mucha gente para animarse a salir aunque sea un día el fin de semana a los dos antros actualmente en funciones. Además la violencia se presenta de otras formas para los noctámbulos y para los que no lo son; con todo y las leyes en apoyo a la comunidad los ataques homofóbicos se siguen presentando; en agosto del 2009 el activista Carlos Llamas fue atacado por un grupo de personas que tras intentar estrangularlo le amenazaron de volver a terminar el trabajo ya que lo habían estado vigilando y conocían bien lo que hacia; (el expediente del caso quedo pendiente y finalmente archivado a la fecha a pesar de que la víctima presentaba evidentes huellas de golpes y de estrangulamiento en el cuello). En plena vía pública, Noe Leonardo Ruiz en presencia de otros compañeros fue agredido en el 2010 en la plaza de armas por lo que se identifico después como un gay(¿?) el año pasado un joven coreógrafo fue cosido a puñaladas en su domicilio, y afuera del Divas varios gays fueron balaceados; en todos estos casos la impunidad continua ya que no existen mecanismos para sancionar los crímenes por homofobia, y en los últimos dos las familias prefirieron guardar silencio para evitar la vergüenza, el que dirán y el balconeo en los medios de comunicación que a pesar de haber bajado el tono de su homofobia(hace once años eran comunes titulares como “jotos pervierten niños” o “desviados se pasean vestidos de mujer frente a familias”) continúan recalcando en los crímenes la preferencia sexual de la victima como un justificante para este en la misma forma que lo hacen los cuerpos de seguridad( son asesinatos pasionales). Tampoco ayuda mucho a salir del clóset el ya endémico clima de violencia que se vive en la zona norte del país, si bien Saltillo se ha mantenido más o menos tranquilo en comparación con otras plazas como Monterrey y Torreón, la titular de la Dirección para Promover la Igualdad no duda en señalar que tanto los activistas como en general el colectivo lgbt deben tomar medidas de seguridad para evitar ataques en su contra,(dejar aviso de a donde se dirigen, no salir solos) y recalca que no es posible tenerles confianza a los policías y soldados a los que califica de homofóbicos. “Tienen que cuidarse, ahorita no es posible que le tengan confianza a nadie”, afirma; pero nuevamente las paradojas se dan en esta sociedad “conservadora”, cuando uno de los elementos de la policía municipal desde hace más de diez años, Verónica, actualmente en funciones en campo y barandilla asegura no haber recibido ningún tipo de agresión por parte de sus compañeros, al contrario se le respeta por el buen trabajo que realiza y acostumbra comentar que a pesar de estar en proceso de volverse trans no recibe insultos ni burlas en las oficinas; y ahora ha comenzando a hablar públicamente en los medios de comunicación y escuelas sobre temas de homofobia y respeto a la diversidad.(Curiosamente los pocos ataques en su contra han sido de gente que acude a las oficinas a solicitar alguna información); para Verito el clóset ya es prácticamente inexistente y ha logrado superar las barreras no sólo familiares(toda su familia la acepta) sino también laborales; pero su ejemplo aún es un hecho aislado, y prueba de ello es la reciente denuncia de Llamas y otros activistas por la detención de una pareja gay que se besaba en una banca en plaza de armas por parte de elementos municipales, entre estos una mujer a la cual se calificó como la más agresiva y cuya queja aún esta pendiente. Son estas dicotomías de una sociedad que se mueve entre una modernidad casi impuesta por decreto y los viejos esquemas producto de un entorno que durante muchos años se cerro en sus costumbres y hábitos para evitar la entrada de influencias externas a las que todavía muchos ven con desconfianza por considerar sólo buscan aprovecharse o hacer daño a los saltillenses, ya sean provenientes de Monterrey, Zacatecas, el Distrito Federal o la fuerte inmigración de centroamericanos en paso hacia los Estados Unidos; lo que mantiene aun una agenda pendiente en derechos humanos en general e impide que sectores como el lgbt tomen la decisión de romper las puertas del closet saltillense que al parecer continuara presente por muchos años más en el estado de avanzada y más en su capital que tercamente busca mantener las puertas cerradas a los cambios que ya son palpables en ciudades como Monclova, Torreón(con una marcha de la diversidad que junto 3000 personas el año pasado) y Acuña donde ya se dan pasos importantes en el respeto y la integración del colectivo en la sociedad coahuilense; lo cual daría espacio para un trabajo aún más extenso, tanto como la inmensa y variada geografía de dicho estado del norte de México.