Java
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MUJERES DE LA BIBLIA
La historia del Gan edén nos narran los hechos de los primeros
humanos de la creación Adán y Java/Eva todos la conocemos muy
bien, tanto creyentes, como también personas que nunca han leído la
Kadosh Escrituras (Biblia) saben un poco acerca de estos personajes.
BERESHIT 1:26-28
BERESHIT 5:1,2
Ahora bien, ¿Por qué el Eterno decidió crear a un ser con doble
naturaleza y no desde un principio crear a un hombre y una mujer
por separado? ¡ES AHÍ DONDE ENTRA EL PAPEL DE LA MUJER!
Adam al ser creado sin una aparente necesidad de estar con algún
otro ser creado, siendo el señor y administrador de toda la creación y
teniendo una comunión directa con El Eterno parecería que Adam
seria completamente “autosuficiente” y “autónomo” sin embargo
precisamente el Eterno quería que Adam se diera cuenta que aunque
parece ser un tipo de “semi-dios” NO LO ERA, además de que su
posición como señor de todo podría hacerlo envanecer e incluso sin
un freno que lo detenga podría llegar a revelarse.
Los comentaristas nos dicen que mientras Adam veía cómo los
animales se relacionaban entre sí, así le surgió la necesidad de no
estar solo, pues al ser creado en semejanza a Elohim tenía el atributo
de ser un dador, pero vio que no había alguien como él a quien
pudiera dar. Por eso, después de que en el relato de la creación el
Eterno dice “Y VIO ELOHIM QUE ERA BUENO” en Bereshit
2:18 es la primera vez que dice “NO ES BUENO”.
BERESHIT 2:21,22
Esto nos indica que ADAM (humano) no solo no debe estar solo, no
puede estar solo consigo mismo. Debe tener con él a alguien que le
recuerde quien es para no llegar a jactarse de su posición, es decir, el
hombre es una creatura y aunque es el señor de la creación y no debe
jactarse de sí mismo.
Pero para lograr alcanzar juntos las metas trazadas la mujer debe
recordarle al hombre que no es autosuficiente (una común
característica en el hombre) y necesita siempre de la sensibilidad
espiritual de la mujer. Sin embargo, la mujer debe saber que su papel
de ayuda frente al hombre no es para contradecir, competir, todo el
tiempo sino para hacerle ver sus errores, pero con amor y prudencia
haciéndole saber lo que él por los afanes de la vida no puede ver,
mientras tanto el hombre ayuda a su mujer a no dejarse llevar sólo
por aspectos espirituales o emocionales (común característica de la
mujer) dándole las razones primordiales de las cosas regresando sus
pies a la tierra.
Por eso: “SE UNIRÁN Y SERÁN UNA SOLA CARNE…” sin embargo,
antes de la separación no podían llevar a cabo el primer
mandamiento dado a Adam, “ELOHIM LOS BENDIJO, DICIENDO:
"SEAN FRUCTÍFEROS, MULTIPLÍQUENSE, LLENEN LA TIERRA Y
SOMÉTANLA” Bereshit/Génesis 1:28.
Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era
agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría;
y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual
comió, así como ella. Bereshit 3:6
El Mesías Yahoshúa dijo “Por lo cual te digo que sus pecados; ¡que
son muchos!, han sido perdonados, porque ella amó mucho. Pero
aquel, a quien se le perdona poco, ama poco” Lucas 7:47 Esto deja
por entendido que al que más se le perdona es el que más ama. Es
por eso que debemos estar agradecidos con el Eterno por la
misericordia que ha mostrado hacia nosotros, la cual no hubiéramos
conocido sin antes haber pasado por tantos errores, caídas y pecados
de los cuales el Eterno ya nos ha restaurado y ahora podemos
continuar con una vida justa a través del cumplimiento de los
mandamientos y el testimonio de nuestro Goél (redentor) Yahoshúa.
Dice la tradición hebrea que cuando Adam fue creado era un ser de
luz, era perfecto en sí mismo y por lo tanto gozaba de la presencia
del Eterno plenamente porque no había pecado en él, sin embargo,
después de haber pecado esta luz se apagó, ya era un ser corrompido
y el Eterno no puede habitar en medio del pecado, el Eterno es Luz y
no hay ninguna tiniebla en Él, y Adam ya había sido apagado de su
luz gracias a la desobediencia, así que ya no podía gozar de la
presencia del Eterno que se paseaba por el Gan Edén (jardín del
Edén).