Más Allá (Resumen)

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Más allá (Resumen del cuento)

La chica está dolorida porque sus padres, aparentemente sin razón, no aceptan a su novio

Tu madre se equivoca; lo que ha querido decir es que ella y yo—¿lo oyes bien?—
preferimos verte muerta antes que en los brazos de ese hombre. Y ni una palabra
más sobre esto.

Porque papá jamás consentiría en que me casara con Luis. ¿Qué le hallaba? me
pregunto todavía. ¿Que era pobre? Nosotros lo éramos tanto como él.

Yo sabía que él era capaz de matarse; pero yo, que sola no hallaba fuerzas para
cumplir mi destino, sentía que una vez a su lado preferiría mil veces la muerte
juntos, a la desesperación de no volverlo a ver más.

Veneno y suicidio

Se citan en una habitación del hotel para suicidarse los dos

No nos sentíamos felices, vuelvo a repetirlo, de morir. Abandonábamos la vida


porque ella nos había abandonado ya, al impedirnos ser el uno del otro. En el
primero, puro y último abrazo que nos dimos sobre el lecho, vestidos y calzados
como al llegar, comprendí, marcada de dicha entre sus brazos, cuán grande
hubiera sido mi felicidad de haber llegado a ser su novia, su esposa.

Despiertan sus almas y se reencuentran

Cuando volví en mí tuve la impresión de que iba a caer si no buscaba donde


apoyarme. Me sentía leve y tan descansada, que hasta la dulzura de abrir los ojos
me fue sensible. Yo estaba de pie, en el mismo cuarto del hotel, recostada casi a la
pared del fondo. Y allá, junto a la cama, estaba mi madre desesperada.
¿Me habían salvado, pues? Volví la vista a todos lados, y junto al velador, de pie
como yo, lo vi a él, a Luis, que acabada de distinguirme a su vez y venía sonriendo
a mi encuentro.

Habíamos muerto, a pesar de mi temor de ser salvada cuando perdí el


conocimiento. Habíamos perdido algo más, por dicha... Y allí, en la cama, mi
madre desesperada me sacudía a gritos mientras el mozo del hotel apartaba de mi
cabeza los brazos de mi amado.

Ambas almas, miraban a sus familiares llorar y sus cadáveres rígidos ya eran trasladados del
lugar.
Cita en el velorio

Ella lo cita en su casa mientras están velándola. Luego llega el cadáver de Luis junto a sus
familaires.

A las nueve en punto corría a la puerta de calle y recibí yo misma a mi novio. ¡Él en
casa, de visita!
—¿Sabes que la sala está llena de gente?—le dije—. Pero no nos incomodarán
—Claro que no... ¿Estás tú allí?
—Sí.
—¿Muy desfigurada?
—No mucho, ¿creerás?¡Ven, vamos a ver!

Encuentros más allá de la muerte

Durante tres meses—prosiguió la voz—viví en plena dicha. Mi novio me visitaba


dos veces por semana. Llegaba a las nueve en punto, sin que una sola noche se
hubiera retrasado un solo segundo, y sin que una sola vez hubiera yo dejado de ir
a recibirlo a la puerta. Para retirarse no siempre observaba mi novio igual
puntualidad. Las once y media, aun las doce sonaron a veces, sin que él se
decidiera a soltarme las manos

Viajan hasta el cementerio y miran sus tumbas con breves epitafios

Problema

Comenzamos a sentir ambos una melancolía muy dulce cuando estábamos juntos, y muy triste
cuando nos hallábamos separados. He olvidado decir que mi novio me visitaba entonces todas
las noches; pero pasábamos casi todo el tiempo sin hablar, como si ya nuestras frases de cariño
no tuvieran valor alguno para expresar lo que sentíamos.
Cada vez se retiraba él más tarde, cuando ya en casa todos dormían, y cada vez, al irse,
acortábamos más la despedida.

¡Ah! ¡No se juega al amor, a los novios, cuando se quemó en un suicidio la boca que podía
besar! ¡No se juega a la vida, a la pasión sollozante, cuando desde el fondo de un ataúd dos
espectros sustanciales nos piden cuenta de nuestro remedo y nuestra falsedad! ¡Amor!
¡Palabra ya impronunciable, si se la trocó por una copa de cianuro al goce de morir!
¡Sustancia del ideal, sensación de la dicha, y que solamente es posible recordar y llorar,
cuando lo que se posee bajo los labios y se estrecha en los brazos no es más que el espectro de
un amor!

Vuelven al cajón, desilusionados, ya que están juntos, pero no pueden tocarse

Cuando se ha muerto una vez de amor, se debe morir de nuevo. Hace un rato, al recogerme
Luis a sí, hubiera dado el alma por poder ser besada

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