Rafael Palacios - La Manipulación de Los Políticos
Rafael Palacios - La Manipulación de Los Políticos
Rafael Palacios - La Manipulación de Los Políticos
políticos
por Rafael Palacios
Cada año, votas con la esperanza de que algo vaya a cambiar para bien, y
cada año, te das cuenta de que aquellos en los que confiaste, te engañaron. ¿Cómo
puede ser que cayeses una vez más en esa trampa? ¡Si parecía que de todas las
opciones posibles ésa era la menos mala!
En estas pocas páginas vas a aprender a leer por detrás de lo que dicen y
hacen los políticos para que nunca más te vuelvan a engañar, pero antes de nada,
tienes que hacerte la promesa de no volver a autoengañarte jamás, porque si no, no
hay nada que hacer.
Si permites que tu alma admita la mentira que tu mente produce, volverás a
caer en depresión al comprobar que, lejos de lo que tú imaginaste, las cosas fueron
a peor con el partido que votaste, y que incluso sentiste vergüenza de haber votado
a aquel que luego te ha perjudicado tan seriamente.
Si no te haces la promesa a ti mismo de no volver a creer en lo que sabes que
es mentira, no merece la pena que pierdas un minuto en leer este texto: no es para
ti.
Estudio de mercado
Los sociólogos de los diferentes partidos estudian las diferentes tipologías de
votantes a los que quieren llegar y consultan con los psicólogos sociales sus
respectivas expectativas y el carácter emocional de sus mensajes, de manera que
esas personas se sientan compelidas a votarles. En los mítines, por ejemplo,
colocarán a personas de cada una de esas tipologías (edad, clase social,
vestimenta) detrás del líder para que las cámaras de televisión los enfoquen justo a
ellos y así introduzcan en tu subconsciente que las personas “como tú” están de
parte de ese partido. En un fenómeno identificatorio del que ni siquiera te darás
cuenta, votarás por aquel partido con el cual tu subconsciente ha conectado; con el
que te hayas identificado.
Entonces, ¿no te puedes fiar de ningún político?
Por definición, no te puedes fiar de ningún político que te cuente lo mismo que
ya sabes por los periódicos. Un político ha de ser un sabio que conozca más de lo
que cuentan los periódicos porque, por definición, los periódicos no van a contar
nada que ponga en cuestión al poder real porque perderían sus anuncios y no
podrían pagar las nóminas de sus trabajadores. Así que, si un político te cuenta lo
que ya sabes, no es de fiar.
El político habla con titulares porque lo que le importa es lo que vaya a salir en
los 20 segundos que dura un “corte” (intervención) en una noticia del telediario.
Todo lo que hace va encaminado a salir en la televisión, que es donde la gente
dormida decide su voto: a esto es a lo que se le llama hoy día “postureo”. Cualquier
pensamiento profundo está prohibido por la misma dinámica de los medios, y SIN
PENSAMIENTO PROFUNDO ES IMPOSIBLE SOLUCIONAR NINGÚN
PROBLEMA. Dado que la dinámica de los medios obliga a mensajes cortos,
ningún político se arriesga a profundizar en ningún tema porque perdería la
oportunidad de aparecer en los medios.
La manera de comunicar del político es fría, sosegada, estudiada, sin fallos;
por eso lee los discursos y enfatiza las frases más emocionales para conectar con el
inconsciente de la gente. Todas esas características son impostadas, estudiadas,
son una pose, porque la pose, la apariencia, es la base de la política en la era de los
medios de comunicación de masas.
Una persona de verdad se detiene al hablar, duda, elige la palabra acertada,
se enfada, se emociona y vive lo que está diciendo: a ese tipo de político, humano,
se le denigra con la palabra “populista”. En realidad, es la persona que no sigue las
normas no escritas de la política mediática. Si quieres discriminar al honesto del
estafador fíjate en su manera de comunicar y juzga si es humana (con errores y
dudas) o “perfecta” (sin dudas); fíate más de aquel que habla como hablamos los
seres humanos. Los estafadores no piensan en el Bien Común ni realizan un
análisis profundo de la raíz de los problemas porque esto les llevaría a una
confrontación con el poder real.