Carne y Piedra
Carne y Piedra
Carne y Piedra
·CARNE Y PIEDRA
et cuerpo y fa ciudad
en fa civifizaci6n occidental
Alianza Editorial
Tilll] c on_;;m5l:
F letb «nd Stem, T be Body ~"d lb. C ity iii 'X'tJttrr. C itulizat 1(l1t Trnducc ion .
C~'"' It rda l
Prirnera ecllc '0('[; 1997 Terceru re i m pres; on: 2007
e 1;1<)4, Richard Sennett
old Ed cass.: Alianza Ediwri"1. S_ A.. Madrid. 1~97, 20()2, 20113, 2007 CaEe J, L Lura de Ten". 1 s. ,eld, ;)'1 393 8.9 88_ 28027 Mad",J www.alianz, .. edi rorial.es
ISBN: ')7 ~-84-206-<)4H5'-4
Deposito legul: _M, 4~,143-2()O,
Fctccomposicion e irnpresion: E~CA.S A
Printed in Spain
Reservadus '000' los derechos. EI conr erudo Je CSt. obra cSta prOtCfI,Jn p(>r la kyo 'It'' esrahlece pen., ,Ie pris,6n )'/Q mulres. aJemas.dc I:., correspondicru es indcmnizaciones por danos y perjuicios , para qurenes reproduicren, pl;tgi:\[cn, d1suHnlycrrto 0 cornunirasen publicamenre .. en
rodo 0 en psrre, una "bra lir crar ia , arr Ist ica () c,enc{(ica,,, su tran iormaci6n, interpretacion Q t'.i~uci6h art ist ica fljada en cualquic-r tlpo clc sC'-POS'cc n
eemumcada a r ravet de cualquicr medic. SH'l la precept i v ra aurorizacuio.
sr QULERE REClBlR INfORMACION PERIODICA SOBRE LAS NOVEDADES DE AUANZA EDITORfAL. ENV 1'£ UN eOA REO ELEcn 6 N 1 CO A LA OIRECO()N;
nllanzaedi [email protected],es
INDICE
N ora de agradeci mien (0
INTRODUccl6 . EL CUERPO Y LA CIUDAD
1. El cuerpo pasivo
2. El plan del li bra
3. Una nota personal
Parte pr irnera
LOS PODERES DE LA VOZ Y LA VISTA
CAPiTULO U '0. LA DESNUDEZ
EI cuerpo del ciudadano en la Atenas de Pericles
1. EI cuerpo del ciudadaoo
La A'~lla-, de Per ic les > Calor corporal
2. La voz del ci udadano
Espacies para habl.ar • E I C'" lor J~ las paiabras
CAPITULO DOS. EL MANTO DE LAS TINIEBlAS La proteccuin de los rituales en Alenas
l . los poderes de los cuerpos frlos
Las Tesrnofcrlas s Las fiesta" de Adonis' LoRa1 y rru to
2. El cuerpo sufrienre
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N DIe E
CAPiTULO TRES. LA IMAGEN OBSESI VA Lugar)' riempo en fa Roma de Adriano
1. Mirar y r reer
Lo'~ eemores de \J,ll (11'nper.'1..::;lor • Adriano nscsma a Apolodoro • {tnU"!.f!11 l1utndi
94
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2. Mirar y obcdecer
La _8comn:r:fa del cuerpo • La creacron de una cwdad rornana • EI foro romano • La casa romana
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3. La obsesion imposible
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CAPITULO CUATRO. EL TIEMPO EN EL CUERPO Los cr i 5/ t anos p rimi t j V05 en Rome!
1. EI cuerpo distinco de Cristo Arumoo y Crist" • EI Logo: es la Luz
134
J 35
2. Los Iugares c rist ianos
La cua (TISt t:lf1:J. • las pTimera.s igks.ias
145
3. Los halcones y las palomas de Nietzsche
158
Segunda parte IMPULSOS DEL CORAZ6N
CAPITULO CINCO. COMUNIDAD EI Paris de jeban de Cbelles
l . "Stadt Lufr rnachr frei»
2. El cuerpo cornpasivo
EI 1\,., nMfJu" de Gau-no • Henri de Mondevillc, descubndor del sfncope
]63
163 172
3. La comunidad cristiana
£1 palocio, la cared ral y ]a sbadic • E I confesor, el I i mosnero i' d jardin<'1"O • £1 ft"bojll crisrinno
j 83
CAPiTULO SEfS. "CADA HOMBRE ES UN DEMONIQ PARA si MISMO» 200 Ef Paris de Humber! de Romans
I.El espacio econornico
Cit(\ bourg, romrnune • La. calle. Frrnss y mercadm;
202
india
1 J
2. E1 t iernpo econ6mico
Gremio y sooeded ~nntlima • Ticrnpo econornico y riempo cnsrrano .. H!ilfIJ~ alJnrj}~li,,-tn
216
3. La m uerre de icaro
223
CAPiTULO SlETE. EL MIEDO A TOCAR
EI gueto jud/a en la Veneria renacentista
1. Venecia como irnan
229
2. Los muros del guero
Cuerpos corrupros • EI pre",crl"T~~~ ivo urbane • J tid fos y corresanas
234 240
3. Un escudo pero no una es pada Kados h • EI pes<! del lug ar
260
4 La mi.lagrosa levedad de La liberrad
268
Tercera parte
ARTERIAS Y VENAS
CAPiTULO OC}-!'O. CUERPOS EN MOYJMJENTO La Reuolsaon de Harvey
I. Circulaci6n y respiracion
Pulses !".:lf1,guineos • La c I udad respi r0.
273
273
2. El individuo mov il
290
3. La muchedurnbre se rnueve
295
CAPiTULO NUEVE. EL eUER PO LlBERADO Ef Pans de BOIIl/ie
302
1. Liberrad en el cutrpo y en el espacio Los pechos de Marianne' £1 voiurnen de la ube rt ad
505
2. E1 espacio muerto
3. Cuerpos de festival
L~ resrsrencra dest er rada ... EJ cont act o social
317 325
12
N 0 ICE
CA pfTULO DIE. IN DIV lDU ALISMO UR BANO EI Londres dt E. /11. Forster
338
1. La nueva Rorna
338
2. A rte rias y ve nas moder nas
R~8~OI·' Park • L"" rres red", de Haus.smann • EI. metro d. Lend res
346
3. Comodidad
L sill. rei carruaje • EI C"r~ y el pub > Espucio sellado
360
4 La virr ud del desplazamiento
372
CONCUJSION. CUERPOS ctVJCOS La Nueva York multrculiura!
378
1. Diferenr ia e indiferencia
378
2. Cuerpos r ivicos
394
Notas
402
Bib liog raff a
424
fnd ice anal it ico
439
NOTA DE AGRADECIMIENTO
La prime ru version de Carne y piedra fue preseritada en la Un i versidad Goethe de Frankfurt en 1992. Me gllstarfa dar las gracias a mi anfir ri6n, e I profesor J u cgen Haber rnas, por reflexioriar conmigo sobre nu merosos problemas. El craba jo dedicado a las c iudadesnn t ig uas avsnzo dtl~lNl{e una estancia en la American Academy die Roma en 1992-93. Me .€lustada agradecer a su presidenca, Adele CharfieldTaylor; y a su profesor ayudanre , Malcolm Bell, SUi exeremada arnabilidad. Pude acceder a los rnanuscr itos de la Bibl ioreca d.el Congreso gracias a una estancia err el Woodrow Wilson Internar ional Center for Scholars en 1 993, 10 q lie me gus rar ia ag radecer a su dj rector, el doctor Charles B I i rzer.
Este libro fue somerido a la lectura de var ios arnigos. EJ profesor Glen Bowersock, del Institute for Advanced SUJdy, me proporcioo6 la clave para escr ib ir e l capitulo inicial; el profesor Norman Cantor, de 1a universidad de Nueva York, me ayudo a e nco nt rar uri contexro para los capirulos sobre el Parts medieval; el profesor Joseph Rykwere, de ~J universidad de Pennsylvania, me orrenro minuciosamente a 10 h.f,,~V de I a hi sroria de la arq u i recrura: e 1 profesor Ca rl Sc horske , de la univers idad de Princeton, me a yud6 con el cap irulo sobre la Ilusrracion: la profesora Joan Scott, del Institute for Advanced Study, ley6 el manuscriro cornpleto con una mi rada compasivamenre esceprica. al igual que el profesor Charles Tilly, de la New School for Social Research.
En la editorial W. W. Norton, Edwin Barber ley6 esre libro CO(1 cuidado y cornprension, 10 rnisrno que Ann Adelman, que real izo la edicion del manuscrito con el debido respero a la vanidad del autor. EI diseiio del libro se debe a Jacques Chazaud y SLl producci6n a Andrew 1LlJ',~sia.
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CARNE Y PIEDRA
Mis arnigos Peter Brooks y Jerrold Seiger me apoyaron Call su ama bi I idad y sus comenra rios. A m bas hicie ron me nOS sol i t ar i a el proceso de redacci6n, al igual que mi esposa, Saskia Sasse n, que es una a n irnosa cornpafiera en la aventura de nuest ra vida. Esre libro es ta ded i cado a n uestro hi jo, cu yo c rec i mie n to nos ha proparc ionado el mayor de los placeres precisamence durance el perfodo en que esre libro rarnbien estaba creciendo.
Te ngo una deucla especial can los esr udiantes gue han rrabajado conroigo durante los ul r i mos arios. Molly McGarry se encarg6 de la invesrigacion re lar iva a los edificios, los rnapas y las irnagenes del cuerpo; Joseph Femia me ayudo a comprender el funcionamiento de la guillotina, y me he basado en sus t rabajos ; Anne-Sophie Cerisola me ayud6 con las traducciones francesas y las noras. No podria haber esc rita esre libra sin la ayuda de mi ayudanre graduado David Slocum, que sigu io la pisra de las fuentes con perseverancia y leyo las in term i nables variaci ones del manusc rir o con su rna cu idado.
Finalmente, mi deucla mayor es la conrraida con mi amigo Michel Foucault, can el que cornence a invesr igar la hisror ia dd (uerpo hace qui nee afios. A su rnuerre, de je de lado eli 0 i cia de I man usc ri [0, reromando esre t rabajo algunos afios mas tarde can un esp iritu diferente. No creo que Carne y piedra sea un libra que hubiera agradado al Foucault mas joven. Por razones que explico eo la Introduce ion, fueron los uir i mos afios de Foucault los que me sug rr ierori orra rnanera de escribir esra hisroria.
INTRODuccrON
E1 cuerpo y 1a ciudad
Carne), piedra es una his to ria de la c i udad contada a craves de la experieuc ia corporal de las personas: como se movian hombres y mujeres, que vefan y escuchaban, que olores penetraban en su nariz , donde corn ian , como se ves t lan, cuando se ba1iiialban, como hacjan e l amor en ciudades que van desde la anrigua At)~'[lJas a la Nueva York conremporanea. Aunque esre libra pretende cornprender el pasado a Craves de los cuerpos, es mas que u n ca.dJogo historico de sensaciones ffsicas senr idas en el espacio urbano. La chiiizacion occidental ha ten ida un problema persistence a la hora de hamar la dignidad del ('uerpo y la d i versi dad de los cuerpos h u manos. He int entado cornprender como estes problemas relacionados con el cuerpo han enconrrado expresion en la arquitectura, en la plaruficacion urbana y en la pract ica de la m is ma.
Me impulse a escribir esra historia el desconcierto ante lin problema conr emporaneo: la pr ivac irin sensorial que parece caer como una
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CARNE Y PIEDRA
maldici6n sobre la mayor ia de los edificios modernos; e l ernbotam i cnro, la rnonoron fa y I a ester iii dad uicc i I que aD ige el emorno u rba no. Esra pri vacion sensoria) resu Ita 3 u n mas asorn brosa por cuamo los r iern pos rnodernos han ororgado u n tratam i enro pri vi leg iado a las sensac iones corporales y a la l i berrad de la vida fI sica. Cua ndo cornence a ex piorar la privaci6n sensorial en el espacio , rove la impres i on de que el problema se li m i taba a un fracaso pro res i 0 0 al: los a rquirecros y urbanisras cont ernportineos de algu oa mariera hab ian sido i ncapaces de es rablecer una conexion acti va eo t re e I cuerpo h umario y sus creaciones. Con el paso del t iernpo me di cuenca de que el problema de I a p ri vac ion sensor i al en e I espacio t iene causas mas amp) ias y orfgenes his roricos mas profundos.
1. EL CUERPO PASIVO
Hace algunos afios fui can un amigo a ver una pelfcula que proyectaban en un centro comercial siruado en un suburbio cercano a Nueva York. Durante la guerra de Vietnam una bala habia destrozado la mana izquierda de mi amigo y los cirujanos rni lir ares se habian vista obligados a ampurarse la por encima de la rnufieca. Ahora Ilevaba un artefacro rnecanico dorado de dedos y pulgar de metal que Ie perrnit ia u t il izar cubiertos y escribir a rnaqu ina. La pelfcula que vrrnos resulro ser una epopeya bel ica parr icu larrnente sang rienra a 10 largo de la cual mi amigo perrnanecio impasible, ofreciendo de manera ocasional cornentarios recriicos. Cuando concluy6, sal imos y nos quedarnos fumando en el exrerior a la espera de que IJegaran orras personas. Mi amigo encendi6 su cigarriJ 10 con lenricud. Despues, sujedndolo con su garra se 10 llevo a los labios con firmeza, casi org ullosame nre. Los especradores habian pasado dos horas v iendo cuerpos des r rozados y despanzurrados, aplaudiendo de manera espec i al [as escenas mas especraculares y distrurando a fondo de la sangre. La genre que salfa pasaba a nuestro lado, contemplaba con desazon la proresis de metal y se aparraba. En seguida nos converrirnos en una isla en medic de ellos.
Cuando el psicologo Hugo Muosrerberg via por pr i mera Vf'Z una pe licula muda en 1911, penso que los med ios de masas conternporaneos podian embotar los senr idos. En una pel kula, «el rnundo exterior solido ha perdido su peso ~escribi6~, se ha visro l ibr-rado del espac io, del ti empo y de la cau salidad». Temia po r ello que «las pel iculas ... pudieran provocar un aislarnienro campleto del mundo pract ico» I. De la misma manera que a pocos soldados Ies gustan las
I ntroduccion
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pel iou.las con profusion de cuerpos despanzurrados, las irnagenes filmadas dis' placer somal rienen rnuy poco que vet con. Is experiencia sexual de amanres reales. Pocas pe licu las rnuestrsn ados ancianos haciendo el arnot 0 a personas gordas desnudas. EI sexo cinernatog rafico es esrupendo ta primera vez que las esrre llas se van a la cama. En los medics de rnasas, Sf' es tablece una d i v j s ion e nt re 10 represen rado y la exper ienc ia v i v Ida.
Los, psk610,gus que siguieron a Munsterberg explicaron esa division centrandese en el efecto de los rned i as de rnasas sobre los especradores aSI como en la.s r ecnicas de los mismos medios. EI conternplar Fmdfil:a. Q:uizas unes pocos entre los millones de adictos a conternplar torruras V violaciones en la pantalla se sienran esr irnulados a converr irse a su vez en torruradores y violadores, pero Ia reaccion an re la mana de metal de m i am igo m uesrra ot ra respuesta c ierrarnenre nnrLs cormin: la experiencia v icaria de la violenc ia insensrbil iza aJ especrader arise el dolor teal. En un esrudio sabre esre rrpo de relespecradores, por ejempJo, los psicologos Robert Kubey y Mihaly CSiKsZ€'otJ:)I].iihraJyi descubrieron que «Ia genre suele hablar de sus (c"xperiencias relacionadas con la television como si se rrarara de alga pasivo, relaianre y qhl£, irnpl ica relarivarnenre poca concenrracion- 2. EI consume elevado de dolor sim u lado , al igual que de sexo s irn u l aclo, s irve para ernborar la conc iencia corporal.
Aunque conrernplarnos y comenramos las experiencias corporales de rnanera mas expl Icira que nuesrros bisabuelos, nuestra libertad fisica qH1izd no sea tan grande como parece. A craves de. los medics de rnasas, por 10 rnenos, exper irnen ramos n ues (fOS cuerpos de II na .manera mas pasiva que aquellos gue rernian sus propias sensaciones. (Que sera earonees lo qIU'Q l]e'Ve al cuerpo a una vida moral y se nsata? (Que hara que laos personas conrem para neas sean mas sensib les y consc ien res lLD:lS de otras?
Es evidenre que las relaciones espaciales de los cuerpos humanos deterrn i nan en buena med ida la ma nera en g ue las personas reacc i 0- nan unas respecro a arras, la forma en que se vcn )' escuchari, en si se rocan a es tan disran res. E 1 J ugar donde vi rnos la pe l icula de g uerra , par ejernplo, influyo en la manera en que orros reaccionaron con pasividad ante la mario de mi amigo. Se rrata de u n enorrne centro comercial de ~a periferia norte de la ciudad de Nueva York. No t iene nada de especial, simplemente consisre en unos treinta comereios abierros hace una generacion en la cercania de una autopista. Inc luye varies cines y esra rodeado por un laberinto de aparcamientos enormes. Es \IIlfiI rcsultado de la gran cransforrnacion urbana que se esta prndncien-
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CARNE Y PIEDRA
do y que esta desplazando a la poblaci6n de los centres urbanos densarnenre poblados hacia espacios mas reducidos y amorfos, urbanizaciones si tuadas en los suburbios, centres cornerciales, zonas de oficinas y parques industriales. Si un cine en un centro comercial de los suburbios es un lugar de encuenrro para d'q;ustar el placer de !Ia violencia con La comodi:dad q[le proporciona e'l aire acondiciooado, este gra n desplazarni en to geognifico de poblac ion a espacios fragrae n rados ha teuido un. efecto mayor debi li tando la sensacion que proporciona la realidad tacr i] y apaciguando eJ cuerpo:
Ella obedece en primer lugar a la experiencia flsica que posibi hco la nueva geograffa, la experiencia de la velocidad. Hoy en dfa viajamas a velocidades que nuestros antepasados ni s iquiera pod ian concebir. Las tecnolog ias relac ionadas can el movimiento ---d.Esdt" los aurornoviles a las auropistas comi nuas de horm igon armado- ban posi bi I i tado que los enc J aves h umanos rebase n los congestionados cenrros y se exriendan hacia el espacio periferico. Elespacio se ha ronvert ido as i en uri rnedio para cl fin del rnovirnienro puro -ahora clasificarnos los espacios urbanos en [uncion de 10 {Jui gue sea arravesar los 0 salir de ellos. El aspecro del espacio urbanoconverrido en esclavo de esras posibilidades de movimienro es necesas iarnenre neutro: el conductor s610 puede conducir con seguridad con un minirno de disrracciones personates. Conducir bien exige sefiales convencionales, Uneas divisorias y alcantarillas, adernas de calles carenres de vida aparre de orros conducrores. A medida que el espacio urbane se convierre en una mera funcion del rnovi rn ien to , tarnbien Sf' hace menos esr irnulanre. EI conductor desea at ravesar el espacio, no que este arraiga su atencion.
La condici6n fi"sica del cuerpo que viaja refuerza esta sensacion de desconexi6n. respecro a l espacio. La propia velocidad dificulra gue se presre arencion a l paisaje. Como complememo del aislarniento que impone 1a velocidad, las acciones necesarias para conducir un autornovil , el ligero toque del acelerador y de los frenos, las rniradas continuas al espejo rerrovisor, son micromovimienros comparados can los arduos esfuerzos que exig ia conducir un coche r irado por ·caballos. Navegar por la geogra{[a de fa sociedad conrernporanea exige muy poco esfuerzo fisieo y, por tanto, parr icipacion. Lo ciert o es que en la roedida en que Ias carrereras se han heche mas recras y uniforrnes, el viajero (ada vez riene que preocuparse menos de la genre y de !os 'I'::dificios de la calle para moverse , realizando movirn ientos nunirnos en unenrorno gue cada ve.z resul ca rnenos complejo. De esra manera, la nueva geografts refuerza los rued ios de rnasas. E f via jero, como e 1 es-
lntroduccion
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\'Xl[Uiam Hogarth, Beer S treet, 1751. G rabado, Cortes la de la Print Collect i on, Biblioreca Lewis Walpole, Universidad de Yale.
pecrador de relev j s ion, ex pe ri men ta el rnundo en term trios narcot Jcos. EI cuerpo 51" rnueve pasivarnenre, desensibilizado eo el espacJO, hacia desr inos siruados en una geografia urbana fragmentada y Jiscontinua.
Tanto el mgeniero de caminos como el realizador de televisi6n crean 10 que podrf a denom i narse ,<I iberac ion de la resisrenc ia». Eli n-
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CARNE Y PJEDR,o\
William Hogarth, Gin Lane, 1751. Grabado. Cottesi« de- la Prinr Collection, Biblioceca Lewis Walpole, Universidad de Yale.
genicro idea camioos por los que la gente pueda desplazarse sin obstaculos, esfuerzo 0 parr icipaciou. El realizador explora las Iormas de que la genre conremple algo si n sent j rse de masiado i nc6moda. Al vet como La genre se apartaba de rni amigo despues de la pelfcula, me di cuenca de que resultaba arnenazanre para elias, no tanto por la vision
I ntroduccion
de un cuerpo herido como porque era un cuerpo activo marcado y Iirnirado par la experiencia.
Esre deseo de liberar el cuerpo de resistencias Ileva aparejado el remor al roce, un rernor evidenciado en la planificacion urbana coorernporanea. Al planificar las auropistas, par ejernplo, Call frecuencia se orienta el flujo del rrafico de manera que separe una zona residencial de orra comercial , a que afsle las zonas residenciales a fin de separer las atl~:; acomodadas de las pobres o los barrios er nicamenre d isrintos. A I plan ifi (:,H un d istriro, los u rbanis tas si t uaran las escuelas y las vi v iendas ell el centro en vez de en su perife ria, donde la gelHe podria enrrar eo comacto can exrrafios. Cada vez mas, se vende a los cornpradores una comunidad planificada con verjas, puerr as y guardia., como si esa fuera la imagen de la buena vida. Quiza par ella no resulta sorprendenre que, en un estudio sobre el suburbia cercano al centro comereial donde virnos la pe licula de guerra, el sociologo M. P. Baurngarrner descubriera que, «en la experienc ia coridiana, la vida esea. replete de esfuerzos desri nados a ncgar, minimizar, contener y evirar el cenflicro. La gente rehuye los enfrc-nru m ie nros y muestra un enorrne desaarado cuando se buscan problemas 0 se censura una conducta erronea» 3. Mediante el sentido del racto corre mas el riesgo de sentir alga 0 a alguien como a jeno. N ues rra tecnologfa nos per mi-
. .
re evirar ese nesgo.
Esro explica que una imporrante pareja de grabados que Wi ll iarn Hogarth realizo en l 7 51 resui te ex rrafia a nuesrros 0 jos. En estes grabaclos, Beer Street y Gin Lane, Hogarth refle jaba i rnagenes de orden y desorden en e1 Londres de su riempo. Beer Street muestra a un grupo de personas que estan sentadas juntas bebiendo cerveza, mienrras los hombres pnsl141 el brazo par los hom bros de las rnujeres. Para Hogarth, los cuerpos que se tocaban eran sign.o de conexion y orden sociales , de la misma rna ne ra que hoy en las ciudades pequefias del stir de Italia una persona se acerea y re cage de la mario 0 del braze para hablar ser iarne nre eontigo. Mientras que G,» Lane rnuestra una escena social en la que las principales figuras esran aisladas , berrachas de ginebra; la genre que aparece en Gin Lane carece de sensacion corpdrea de los dernas, a de las escaleras, los bancos Y los edificios de la calle. Esra falta de conracro fisieo era Ia imagen que Hogarth tenia del. clesorden en el espacio urbano. La concepcion de Hogarrh del orden y el desorde n corporal en las eiudades era mu)' d ist i nt a de la que el constructor de comunidades cerradas proporciona a sus clienres te-
merosos de las multitudes. Hayen d ia, el orden significa falta de conrarro.
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CARNL Y PIEDRA
Es esre t ipo de pruebas -Ia geograffa extend ida de la ciudad conternporanea, unida a las cecnolog ias conrernporaneas desrinadas a insensibil izar el cuerpo humano-c- 10 que ha llevado a algunos ccicicos de Ia culrura moderna a, pretender que exisre un abismo profundo entre el presen re y e I pas ado. Las rea I i clades seris ibles }' la act i vi dad corporal han proragonizado una erosion tart acusaela que 111 sociedad coorernporanea parece un fenomeuo hisrdr ico un rco. La sejial de este carnb.io hisrdrico puede leerse, segun creen esros crfticos, eu el caracter rnudable de la rnuchedurnbre urbana. Si una vez exist io una masa de cuerpos estrecharnenre urridos en los centres de Ias ·d!.\dades, la rnuchedurnbre hoy en d ia se 11a dispersado. Se reune en los cenrros cornerciales para el consumo eo lugar de para los objerivos mas corniPl'E'~ns de la comunidad 0 del poder polfr ico. En la rnulrirud moderna la presencia fisica de los orros seres humanos es sent ida como algo amerraxanre. En e1 campo de la reorfa socia I, esros argu men tos ban sido presentados par los crfricos de la sociedad de rnasas , especialmente Theodor Adorno y Herbert Marcuse 4.
Sin embargo, es precisarnenre esra sensacion de que exisre un abisrna entre el ~)a~ado y el presence 10 que yo deseo CUll'SlT'ion,jtr. La geograffa de la ciudad moderaa , al igual gue la tecnologfa mode rna, trae al primer plano problemas profundarnenre enra izados en la civil izacion occidental a] coocebir espacios para el cuerpo humano en los que los cuerpos son consciences unos de orros. La panralla del ordenador y las islas de la periJeria son consecuencias espaciales de problemas 0.0 resuelros con anrerioridad en las cal les yeo. las plazas de las chrrciades en las igfesJas y en los ayuntamientos, Cr.li las 'casas y en los pacies que albergan a Ita genee teunida -viejas coasrrucciones ell pied ra .q ue ob1i.l?,abao a la gen re a toea rse, pero alia vez diserios que trtKasa:ton a la hora de desperrar la conc iencia de Ia carne prornerida en 61 grabado de Hogarth.
2. EL ·PLAN DEL LIBRO
Cuando Lewis Mumford escribi6 La ciudad en la hiJfOria. relar6 CU3- HO mil afios de hisroria hurnana describiendo la evoluci6n del muro , de La casa, de la calle, de la plaza principal, (armas basicas de las que c%<ln oampttestas las ciudades. Mi erudicion es menor, mi perspecriva €s mas lim! (ada y he escri to esra his tori a de una manna drsrinra, realizando los esrudios sabre ciudades conereras en momentos especificos , momenros en los que e1 esrall ido de una guerra a una revolu-
I ntroducaon
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ClOD, la inauguracion de un edifieio, el anuncio de I.tnI dGSCll,brimiento medico 0 [a publ icacion de un libra rnarcaron un rnomenro sig nificarivo en la relacion entre la experiencia que la genre tenia de sus propios cuerpos y los espacios en que vivian.
Carne y piedra com ienza exarni nando que sign i fico la desnudez para los ant iguos a fer! lenses en e I mome n to en que esrallo La guerra del Peloponeso , en la cirna de la gloria de la antiguH ciudad. iEl cuerpo desnudo y expuesto can Irecuencia se ha co nsiderado e mblemar ico de un pueblo seguro de si mismo y que se senr Ia comedo en su ciudad. Par rn i parte, he i nrenrado mas bien cornpren.Icr como i-sre ideal corporal co nsr i cuyo una (uen te de perr urbacrones en las re laciones entre hombres y rnujeres , en la configuracion del espac io urbano y en la pract ica de Ja democracia ar eniense.
FI segundo capitulo de esra hisror ia esta centrado en Roma en la &fr)oca eo que el emperador Adriano concluyo el Panre6n. Aqui he inrenrado explorar la credulidad de los rornanos ante las irnag enes, parricularrnenre la creencia rornana en la geometrla corporal y la rnanera en que esra se r radujo en la planificacioo urbana y en la pract ica imperial. Las potencia Ii dades de la vis ta Ii re fa lmenre escla v izaron a los rornanos y em boraron su sensi bi I i dad has fa que los crisr ianos de la epoca de Adriano comenzaron a desafiar esre sorner irn ie nro. He inrenrado com prender los pri meres espacios c reados pa ra los cuerpos crisrianos en el momento en que el emperador crisr iano Constantino regres6 a Rorna y edific6 Ja Basfl ica laterana.
A conrrnuacion r raro de analizar como las creencias rr ist ianas relativas al cuerpo configurarou el diseno urbano durante la Alta Edad Media), eJ inicio del Renacimiento. Cuando en 125U apareci6 la gran B i bl ia de San Lu is, el sufrirnien to fi s ico de Cristo en la cruz i nd u jo a 105 psrisiuos de la Edad Media a pensar en espacios de .a ciudad desrinados al ejercicio de la caridad y a servir de santuarro. ES[Qs espacios encajaban diflcilmente, sin embargo, en unas calles donde predorninaba ia agresi6n ffsica en el marco de una nueva econorn ia de rnercado. Err el Renacimiento, los cr ist ianos urbancs vieron arncnazadQS sus ideales de comunidad cuando los no-cristianos y los no-europeas entraron en la orbira econornica de la Europa urbana. He examinado una de las maneras en que se articularon est as amenazadoras diferencias: la creaci6n del gueto j ud 10 eo Venecia en 1516.
La parte final de Carne y piedra explora que Ie sucedio al espacio urb<l1fJl,u cuando la concepcion cieru ifica rnoderna del cuerpo se indejllelildizo de los conocimientos medicos anteriores. Esra revolucion cornenzc can Ia pu bl i cacion de De motu cordis, de Harvey, a in icios del
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s iglo XVII, una obra cienrIfica que alrero de manera radical [a concepci6n de la circulacion en el cuerpo. Esra nueva imagen del cuerpo como un sistema circularor io impulse los i nrenros del sigJo XVJll desrinados a que los cuerpos circularan l ibrcrnenre en Ja ciudad. En el P~LriS revolucionario, esta nueva irnag iner ia de liberrad corporal entro to n confl icro con la necesidad de espac io y de ri rua I com un i rar ios, y aparec ieron par vez pri rnera las sefiales moderrias de una sens i bi I idad pasiva. EI triunfo del rnovirnienro i od i vidual izado en la formaci6n de las grande s ciudades del siglo XJX condujo a l dilema coo el que vivirnos ahora: e l cuerpo individual que se rnucve l i brc me nre carece de concieoeia flsica de los de mas ser es humanos. Los costes psiCOIOglCOS de ese dilema eran evidences para e l novelisra E. M. Forster en el Londres del imperio y los castes civicos de este dilema hoy resu I can ev ide n res en la m u I r icu lru ral Nueva York.
N ad ie puede llegac a domi oar u oa rerna t lea tan extensa. He escri to este libra como un aficionado encusiasra, y espero que el lector tendra la misma act irud. Pero este breve surnar io plantea de manera mas urgente la cuesr ion de que cuerpo es el explorado -despues de todo, «el cuerpo humane» cubre un caleidoscopio de epocas , sexos y razas, y cada uno de esros cuerpos r iene sus prapios espacios disr inr ivos tanto en las ciudades del pasado como en las de hoy. Err lugar de catalogarlos, he inrenrado comprender los usos que st: hicieran en el pasado de las imagenes colec rivas y ge nericas del « cue rpo h Ll mana». Las irnagenes paradigrnaticas de «el cuerpo» tienden a reprimir la conciencia mutua y sensara, especialrnerue entre aquellos cuyos cuerpos son diferenres. Cuando una sociedad 0 un orden politico habla de rnanera generica ace rca de «el cuerpo», puede nega r las neces idades de los cuerpos que no encajan en el plan maestro.
La necesidad de una imagen prorct ipica del cuerpo queda de rnanifies to en la frase <<Ia pol i t ica del c uerpo», que cxp resa la neces idad de orden social. EI fiJ6sofo J uan de Salisbury yuiza dio la definicion mas literal de la pol irica del cuerpo, declarando en 1159 sencillarnence que «el estado (res publica) es un cuerpo». Queria decir que el gobernante de la sociedad funciona de rnanera simi lar al cerebra humano, rnienrras que los conse jews serfan como e l cora zon , los cornercianr es como el estornago de 1a soc iedad , los soldados sus manos, y los campesi nos y artesanos sus pies;'. Su imagen era j erarq u ica. E I orden soc ial cornie nza en el cerebra, el organo del gobernanre. J uan de Sal isbury rarnbien relaciono la configuracion del cuerpo humano can la de una ciudad: consideraba aSI el palacio a la catedral de la ciudad como su cabeza, e1 mercado central como su esrornago, las casas como
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sus manes y sus pies. Par ella, la genre debfa rnoverse can le nr irud en una cared ral porque e I cere bra es uno rgan a de reflexion, yean rapidel en un mercado porque la digesr ion se produce como un fuego que arde can celeridad en el esrornago.
] uan de Sal isbury escri b i6 como un c ienrifico. Cre Ia que e 1 descuhrif la manera en que funciona el cerebra le ensefiar ia a un rey como debra elaborar las leyes. La sor io bio log fa can rem poranea no d j sra mucho de esta ciencia medieval en 10 que a su objerivo se refiere Tarnbien busca basar la rnanera en que debe acmar la sociedad sabre los supuesros dicrados de la Naturaleza. En su forma medieval 0 conrenrporanea, l a polft ica del cllerpo basa las norrnas de la sociedad en la imagen irnperante del cuerpo.
Si en la epoca de Juan de Sa lis bury era insol i [a 1I na ana log fa ran liunal de la forma corporal y la urbana, en el proceso de desarrollo urbJJJIi) se han ur i lizado can frecuencia imageries proror Ip icas del cuerpo, en forma rransfigurada, para defi n i r como debia ser un ed i ficio a una ciudad cornplera. Los anriguos arenienses, que cclel+aban la desnudez del (uerpo, buscaron dar a la desnudez un significado flsico en los girnnasios de Arenas y un significado rneraforico en los espacios politicos de la ciudad, aunque la forma humana generica que buscaban estaba l imirada al cuerpo masculino e idealizada cuando el hombre era joven. Cuando los venecianos del Rcnaci rnie nro hablaban de la dignidad del. «cuerpo» eo la c i udad, se refe rf an un i cam enr e a los cuerpos crist ia nos, una ext I us ion que hacf a log i ca la exr l us i on de los cuerpos de los judios , que eran media humanos y medio ani males. De esta rnanera , la pol.Ir ica del cuerpo ejerce e l poder y crea la forma urbana ill hablar ese lenguaje generico del cuerpo, u n lcnguaje que reprime por exclusion.
No obstante, tendrfa algo de parano ico considerar el lenguaje generico del cuerpo, junto can Ja polftica corporal, senci Ilarnen re como ana recnica del poder. Al hablar en singular, una sociedad puede tarnbien interirar hal lar 10 que une a su pueblo. Y esre lenguaje generico del cuefpo ha su fri do u n desr i no pecu I iar wando se ha trad uci do al espacio urbano.
Eo el curse del desarrollo occidental, las imageries dorninanres del cuerpo se han resquebrajado en el proceso de dejar su irnpronta sabre [a ciudad. Una imagen paradigrnat ica del cuerpo de forma in herente concira ambivalencia entre las personas a las que gobierna, porque todo cuerpo humano posee una id ios incras ia ffsica y todo ser humane siente deseos ffsicos cant radicrorios, Las cant rad i cciones yam bivalencias corporales provocadas par la imagen protor ipica colecriva se
han expresado en las ciudades occidentales en alreraciones y borrones de la forma urbana y en usos subversives del espacio urbano. Y es este carrie rer necesariamenre coo trad i cror io y fragmemario del «cuerpo humane» en e l espacio urbane 10 que ha contribuido a crear los derechos de difererrres cuerpos humanos y a dignificarlos.
En l.ugar de describir la mana de hierro del poder, Carne y piedra se cent ra en two de los grandes rernas de la c i vil i zacion ace iden ta 1, tal y como se relata tanto en eJ Antiguo Testamento COruO en la rrageclia griega. Cons isre eo que una experiencia angustiada e infeliz de nuestros cuerpos nos hace mas conscientes del mundo en que vivirnos. Las rransg resiones de Adan y Eva, la verg iienza de su desnudez , su expulsi6n del Jard,fn del Eden, relaran la historia de 10 que acooteci6 a los prirneros seres humanos y de 10 que perdieron. En el Jardin del Eden, eran inocenres, ingenuos y obediences. En el mundo exterior, se hicierort conseienres. Supieron que eran criaruras caidas y por 10 tanto buscaron, intenraron comprender 10 gue era exrrafio y disr inr o. Ya no eran los hijos de Dios a los que tad a habra sido dado. El Edipo rey de Sofocles nos cuerua una historia similar. Edipo vaga erranre , despues de arrancarse los ojos , tras adquirir una nueva conciencia de un rnundo que ya no puede ver, Humi llado, se encuenrra mas cerca de los dioses.
Nuesrra civil izacion , desde sus oz igenes , ha sufrido el desafio del cuerpo que sufre el dolor. No hernos aceptado simplemeote gue eJ sufri m iento es tan i nev i table y tan in venc i ble como I a experi encia, que es autoevrdenre en su significado. La perplejidad del dolor corporal dejo su huel la en las rragedias griegas y en los esfuerzos de los pr irneros cr isrianos para comprender al Hijo de Dios. La cuesrion de la pasividad corporal, y de la respuesta pasiva a los oeros, tam bien t i ene profundas rakes en nuestra c i vi lizac io n. Los esroicos culr ivaron una relaci6n pasiva tanto con el placer como coo el dolor, rnienrras que sus herederos crist ianos inrenraron combinar la indiferencia hac ia sus propias sensac i ones can el com prom iso act i vo en relacion al dolor de sus hermanos. La civilizacion occidental se ha negaclo a «natu ralizar » el ~ ufri rnienro; mas bien, ha i me n tado rrarar el dolor como suscepnble de control social 0 aceptarlo como parte de un esquema mental superior y consciente. Estoy lejos de arguruenrar que los antiguos son conrernporaneos nuesrros. Sin embargo, estes rernas slguen aparec iendo en la hi stor ia occ idenral , refu ndidos y ree laborados, inesrables y persisrenres.
Las i magenes prorotfpicas del cuerpo que han dominado en nuesrra his toria nus neg ar ian el conoci mien to del cuerpo fuera del J ardf n del
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Eden, pues i nrenran expresar Ia j 0 re g r i dad del cuerpo como u n s isterna; y su unidad con el entorno que domina. Plerurud , un idad , coherene ia: esr as son las palabras dave en e l vocabul aria de! poder. N u esrra civil izacion ha cornbar ido este lenguaje de dorninacion mediante una imagen mas sagrada del cuerpo, una imagen sagrada en la que el cuerpo apa reee en guerra cons igo m i srno , como un-a Iuen re de su frirnienro e i rrfe lic idad. Quie nes pueden reconocer esra d isoriancia e incoherenr ia en si rnismos cornprenden , mas' que dam inan , e l mundo eo que viven. Esta es la prornesa sagrada en nue sr ra cul rura.
Carne y piedra inrenra cornprender como esa pr ornesa se ha hecho y se ha roro en un Iugar concreto: la ciudad. Esta ha sido u n enclave de poder, sus espacios han adquifido coherenc ia y plenirud a imagen del hombre misrno. La ciudad tam bien ha sido el espacio en que esras imagenes protot ipicas se han resquebtajado. La ciudad reune a personus disrinras, inrensifica la cornplejidad de la vida social. presenra a [as personas como ext rafias. Todos esros aspectos de Ia experiencia urbana ---diferencia, complejidad, exrrafieza->- perrn iren la res isrencia a la dorn inacirin. Esra geograffa urbana escarpada y diflcil haec una promesa moral patticu la r. Puede set un hagar para aque llos que se han aceptado como exil iados del Jardin del Eden.
3. UNA NOTA PERSONAL
Cornencc a cstudiar la hisror ia del cuerpo con e l malogrado Michel Foucault. Fue una colaboraci6n yue irnctamos a finales de los afios serenra ". La influencia de mi amigo se puede senr ir en rodas estas paginas. Cuando reanude esta hisroria unos afios despues de su rnuert e, no [a continue como la habfamos empezado.
En los Iibros par los gue mas se le conoce, tales como Vigilar y castigar, Foucault irnag i no e l cuerpo hurnano casi ahogado por e l nuda del poder en Ia sociedad. Cuando su propio cuerpo se debilit6, inrenr.6 aflojar esc nuda. En e l tercer volurnen publ icado de su Historta de fa sexualided, e incluso mas en las notas que redacto para los volumenes que no l lego a concluir, i nrenro explorar los placeres corporales que no sou ,pr i sioneros de la soc iedad . Una c ier ta parana i a sabre e I control que habia marcado bueoa parte de su vidCi 10 abandon6 cuando cornenzo a rnor ir.
La rnanera en gue muri6 me hizo pensar, entre las muchas casas que una rnuer te lleva a revisar en la mente de quieries sobreviven, en una Frase de Wittgeosteio en la que cuesr ionaba Ia idea de que el es-
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pactO edifica.do irnpor ta a un cuerpo que padece el dolor. «(Conocem.os el lugar -del dolor -pregunra Wittgensrein-- de ma nera gue cuando saberaos donde renemos dolores sabemos 10 lejos gue csra de las dos paredos de esta hab i rae ion y del sue lo? .. C uando me cl uele la punta de! declo y me taco un diente Con ella, ;(tiene alguna importancia) que el dolor esre a una dieeiseisava parte de una pulgada. de la puma del dedo?» 7.
Al escribir Carne )' piedra he deseado rendir un hornenaje a La dignidad de mi amigo al mori r, porgue acepro el cuerpo con duior -e1 suyo y los cuerpos paganos sabre Los que escribio en sus ult imos meses- como si vi viera mas alia de tal calculo. Y par esta razon he cambiado el enfoque can el gut' ernpezarnos: explorar ei cuerpa en la sociedad a traves del prisrna de la sexualidad. Si liberar el cutrpo de los consr refu micnros sexuales victor ianos fue un gran acontecimiento en la cu I rura moderna, es ta J i beraci6n tam hie n imp I ico la red ucc i6n de [a sensibilidad ffsiea frente al deseo sexual. Aunque he i nrenrado ineorporar cuesr iones relativas a Ia sexualidad en eJ rerna de la cooci encia corporal de orcas personas, he puesto de relieve canto la conciencia del dolor como las prornesas de placer. Este rerna hace honor a una creencia judeo-cr istiana en e1 conocirnienro esp i r i tua l que se obriene a craves del r uerpo, y he escri to es re libra eom 0 e reyenre. He intenrado rnostrar como aquel los que han sido expulsados del Jardin del Eden podrfan encontrar un hogar en la ciudad.
CONCLUSION
Cuerpos
/
CIVICOS
•
La Nueva York muiticultttral
1. DIFERENCIA E INDIFERENCIA
Greenwich Vi1l4ge
Como mucbos arras, antes de llegar a Greenwich ViUage. me bia ambientado en las paginas de The Deatb and LiJtu/ American Cities de Jane Jacob:;. Greenwich ViUag~ aparect' [amasa libra como la quincaesencia del centro ucbano que rnercla a grupos y estirnula a los individuos en su diversid.ad. Pimab'il an de razas vivierido en total arrnorna, a difereucia de. Harlem o rl Bronx, en una mezcla ernica de iralianos, judfos }; griegos, C Village era para ella un agora rnoderna en el coraz.6n de Nueva
El Iugar que yo enconrre no desmentia sus palabra . Aunque 1970 el Village habra perdido a muchos de los hijos de esros granres , que se habian desplazado a los suburbios, b guta siendo var iada y tolerante. Adolescenres que reman en ~us sabanas Iirnpias y Iechos cal ientes dormian en el suelo ill uire It
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Grupos mas extendrdos Negros
~ Latinos
51 Minorias mixtas
1~)m5~
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FI Cat6!lccs L.L.J blancos
nmn Uberales Ulli.lI. _b I an cos
~ Judios
,'t.J
r
Composicion ernica y polrrica de los disrritos rnunicipales de Nueva York, e. 1980. Reproducido COD perrniso de John Hull Mollenkopf, A Phoenix ill the t1Jhes: The Rise and Fall of the Koch Coalition ill New York Cit)' Politics, Pri nceton Un i vers i ty Press, 199 2.
Washington Square, arrul lados par canrantes folk nocturnes, sin ser rnolesrados por Ius ladrones ni inquietarse por la presencia de quienes no ren ia orro Lugar para dormi r. Las casas y calles bien conservadas del Village conrribufan a dar la impresi6n de que esre Iugar era diferenre del resto de! Nueva York y que poseia un fuerce sencirniento de comuoidad entre exrrafios que vivian can relat iva seguridad.
El Yilbgc sigue siendo hoy un espacio de diferencias. Todav ia hay nucleos de familjss iralianas que sobreviven en MacDougal Srreer , rnezcladas con r urisras. Las encantadoras casas de In comunidad aun albergan a genee mayor que ha conservado su vivienda barata y que vi ve rnezclada can recien Ilegados mas j6venes y con mas medics. Desde In epoca de- Jacobs. una considerable comunidad homosexual ha rlorecido en el extreme occidental del. Village, rnolesrada par algunos de los ruristas pew en relariva armon ia can sus vecinos i nmediar os. Los esc ri tares y art istas q lie s i g uen vi viendo al l i v .ini eron, como yo, nlllrrldo los alquileres eran bararos. Somos unos bohernios bu rg ueses enve j ec idos sobre los que es [a var iopin ra escena acrua como un encanramienta.
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Sin embargo, la vista can trecuenria aporta una informacion social eogafiosa sabre la di versi dad . Jane Jacobs v io a los habi tantes del Village tao estrecharnen re unidos que parecfan haberse fandido. ErJ MacDou.gal Street, sin ernbargo, la aCc.~un de los turisras consisre prj n ci palmenre en m j rar a ot ra genre. Los i rnlianos ocupan el piso por encirna de las riendas gue se encuentran a [a altura de Ia calle }' hablan con sus vecinos de enfrente como si no hubiera nadie debajo. Los h is panos , j ud lOS y coreanos esran .. enrremezclados a [0 largo de [a Segunda Avenida, pero si uno camina por esa avenida, encuenrra un palirnpsesro er nico en el que u&a grupo Sf' manriene esrrecharnenre vinculado a su propia genre.
La difecericia y La indiferencia coexisce n en la vida. del Village. El rnero hecho de la d iversidad no irnpulsa a las personas a inreracruar, En parte ella obedece a que, durante las das ulti rnas decaclas, la diversidad del Village se ha hecho mas cruel, en farmas no previsras en el libra de Jacobs. Washington Sguare se ba converr ido en una especie de supe rmercado de drog as. Los columpios de un parque para nifios situado al none sirven de cienda de heroina, los bancos que hay bajo la estarua de un pa r riota palaeo se usan como exposirores de difere nres pfl doras, mien tras que en cada esg ui n a de Ia plaza se tratica coo la cocafna at par mayor. Ya no hay jovenes que duerrnan en el parq ue, y auoq ue los r raficanres y sus escoltas son pe rsoriajes familiares para [as rnadres que v ig j [an a los 0 i fios en los colum pios 0 pllra los esrud iantes de la uruversidad cercana a la plaza, esros crirninales garecen invisibles pam b pol icfa.
En su Historia, Tucidides evaluo la fuerza cfv ica de Arenas, empa· rejando la oracion [unebre de Pericles can el brore de la peste en Arenas unos meses mas tarde. Cuando la plaga moderns del sida aperecio en las cal les del Village no sucedio nada similar al colapso moral descrito par Tucidides. En la parte occidental de La comunidad la extension de la enfermedad hizo que muchos de los residenres hornesexua les se cornpromer ieran mas paliticamente. La respuesra de' i~ rnaqu inar ia sanitaria de la ciudad ha sido posit iva aunque inadecuada. Buena parte de! art e , el rearro y [a danza del West Village Sf dedica a explorar el sida.
En el l imrre oriental del Village, donde se produce la traosieion u la gran bolsa de pobreza del Lower Ease Side, Ia situacion es diferenre. Aqui se concenrran los drogadictos de ambos sexos que han enfermll,dp de sida par comparrir jeringuillas y mujeres que 10 han contrafdo por mant ener relaciones sexuales como prost i tu tas. E I s ida y las dregs St mezclan de una rnanera mas gdrlca a 10 largo de Ri v i og tOO Street, un
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a una informaci6n social I a los hab i tan res del Vian haberse fund ido. En de los rurisras consi see
iLalianos ocupaJIJ e l JP'i:so I a La altura de la caUl' Y no hubiera nadie ddtmj;t'L wzclados a 10 largo de la sa aven ida , encuenrra u.n manriene estrechamente
-n la vida del Village. mas personas a in r erac c uar. )s ulti mas decadas , Ia dien formas no prev is tas en 1 conve rt ido en 11 na espeios de un parque para 01- ro ina, los bancos que hay I como expos irores de d i.iina de la plaza se rrafica venes qUt duerman en el 'as son persona jes [am i l ia- 1 los co/umpios 0 para J05 laza, estos crimina1es pa-
. cfvica de Arenas, empa-
el brote de la peste en . ga moderna cld sida apada similar al colapso roolental de la comunidad la s de los residentes hOOJ.0- rente. La respuesta de Ju, ositiva aunque i nadecuaa del West Village se de-
produce la trans icion a La la situaci6n es diferente. ; sexes yue han enfermado o que 10 han conr rafclo par tas. El sida y las df(1g<4~ se a de Riving con Srreer , un
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parenres is de casas abandonadas del Bowery, clonde los drogadicros encuentran «galerias del chute». Ocasionalrnenre se puede ver a jovenes asis centes soc ia les por R i vi ng ron Street, llama ndo a las puerras ce rradas 0 a las venranas capadas con cart ones y ofreciendo jeririguil las limpias y g raru iras. Pero los habiranres de Greenwich Vi Uage rienden a no rnolesrar a los que van a ruorir. Toleradas par los ciudada.oos, quiz.is provechosas para 111 polic ia las casas de droga est<ln floreciendo.
Silos habi tan res del Village no mol estan a La polic ia de esrupefacienres, pocos dt; mis vecinos se sienren indinados a relefonear sobre los nuevas extrados, sin hagar, que hay en Greenwich Village. Se ha calculado que, durante el verano, casi una de cada doscienras personas que habiran eo el centro de Nueva York carece de hagar, 10 que situa a la ciudad por encrrna de Calcura pero por debajo de El Cairo eo esre particular mdice de rniseria 2. En Greenwich Village los sin tee ho duermen en !<as calles proxirnas a Wash i ng ton Square, pero aparrados de la ru ta de la d ruga. Durance e I d ia , se ponen a 13 salida de los bancos. Mi «porrero» bancario personal afirma que aunque La genre de Greenwicb Village le cia menos dinero que en panes mas acomodadas de la ciudad , r arnbien le causarnos menos problemas. Ni mas n i menos: aqui la genre deja a los dernas en paz.
Durante e l desarrol!o del indi vidual ismo moderno y urbano, e l i ndividuo se sumio eo e; silencio en la ciudad. La calle, el cafe, el almacen , e I ferrocarri.l, eL aurobus y e) met ro se cony i rt ie ron en I ugares donde prevalecio la mirada sabre el discurso. Cuando son diffciles de sosre ner las relac iones vcrbaks en tre exrrafios en la c i udad rnoderna, los impulsos de silflilpatfa que pueden sent ir los individuos de la ciudad mirando a su alrededor se corivierren a su vez en rnornenraneos -una respuesta de un segundo al rnirar las instanraneas de la vida .
La diversidad del Village funciona de esa ma nera. Nuestro agora es rneramenre visual. No hay ningun lugar donde discur ir los esr irnulos de la vista en cal les como la Segunda Avenida, donde puedan configurarse colecri vamen re eo U na narrac ion cl v ica, n i , qui za mas 16gj camente, un santuar io para las escenas de desolacion del East Village. Por supuesro, Greenwich Village, como cualquier otro lugar de' la ciudad , ofrece j ncontables ocasiones formales en las que nuestros ciudadaoos expresan sus quejas y protestas de caracrer civico. Pero las ocasiones poifricas no se craducen en la practice social cnt idiana de las cal les. Adernas , apenas conrr ibuyen a agrupar la culrura multiple de la ciudad en rorno a proposicos comunes.
Puede ser una perogrulJada sociolog ica afirmar que la genre no abraza la d i ferenc ia, que I as diferenc ias crean hose iIi dad, que 10 me-
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j 0 r que se puede esperar es la pracr i ca. d i ari a de la role ranc i a. Ello significarla que la esrimulanre exper ie nc ia personal reflejadaen una nove la como HOUJaniJ End no puede ser trasladada de mariera mas arnpl ia a Ia sociedad. Sin embargo, Nueva York ha sido durante mas de un siglo una ciudad de multiples cu l tu ras, algunas de ellas rae d iscri rninadas como la de los judfos de lu Venecia reriacenr isra. Decir que la diferencia provoca inevitablerrronte un repliegue mutua siguifica decir que una ci.udad multicultural de ese tipo no puede tener una cu lrura civica cormin; significa ponerse del Iado de los cristianos venecianos que pensaban que una culrura c ivica solo era posible entre personas semejaotes. Ademas, significa ignorar una profunda fuenre de I a fe j udeo-c ri st iana -I a com pasiolJ-, como s i esa est irnuladora fuerza religiosa simplemente se hubiera desvanecido en el mar mulricul tu ral.
Si la his coria de Nueva York plantea la cuesrioo general de S1 puede forjarse una culrura civica a part ir de las diferencias bunianas, Greenwich Village planrea una cuesrion mas particular: como puede esa variopinra culrura cfvica convertirse en alga qLle la genre sienra en SLIS huesos.
Centro y perijeria
La h isror ia y la geografia de N ueva York han agravado los dilemas que planrean las reacciones viscerales en una sociedad rnulr iculntral.
Nueva York es la ciudad cuadrictdada por anronomasia, una gel)" metria infinita de bloques iguales, aunque no exacrarnenre 1a cuaclricula que concibieron los rornanos. La cuadrfcula neoyorkina no riene ni l imires ni centro esr ablecidos. Los const ructores de la ciudad tomana esrud i aban los c ie los para u bicar la ci udad rerrcna y rrazaban los l imires de la ciudad para definir su geomerrfa inrerna. Los plamficadores de Ia rnoderna Nueva York concibieron la cuadricula urbana como un table ro de a jed fez en expan si6n. En 1811 los padres de: 13 ciudad siruaron el plano cuadriculado de la ciudad en los terrenos $iruados al norte de G'r,ee nw ieb. Vi lIage, y en 1855 esce plano se essendio mas alla de Manhattan al Bronx a] norte y a QUc.ells.aJ esce.
Al ig ual que la cuadrfcula de la ciudad rornana, el plano de NUI'\'J York se supe rpon la sobre un rerr itor io en buena rneehda vario, .uIl'J c iudad planeada antes de SN ha hi tadla. Si los rornanes CO lIS ul raban los cielos en busca de gl!.l la, los padres de la c i udad de N ueva York ['clnsulraron a los bancos. Acerca del plano cuadriculado rncdcrno eo gt-
neral siglo 1 como te de I des SO( cuadrf rmsrna los pri. Heres c rnanera rreno, J f::_X[Sfir
Esta (Ie 181 ior, ni ' habet R Cloues c t'!'lye ,]Ol Central
rrre nzaro fu;u--io de CHaron i lagelltE
En re(, un cent! dis t i nros nes peso grun CUOi t ru i rse e: zarias rna su ('mph pl!cde re: hcrerngel urbano gi carenria obs tac ulo en piedra
Hasra 1-, saparcc far anus, por de y~(J8
l de la rolerancia. Ello :rsonal reflejada en una .ladada de manera mas Irk ha sido durante mas .rs, algunas de eHas ran iccia renacenrista, Decir
repliegue mutua srg rucse ripo no puede cener le! lado de los c[lscianos ica s610 era posible entre .rar una profu nda Fuen re :omo si esa estimuladora anecido en el mar mu.lri-
esli6n general de s i puelas diferencias bumao3s, .s particular: c6mo puede
algo que la genre sienra
han agravado los dilem.as 1a sociedad m u It iculcural. .or antonomasia, una geono exactamente la cuadrl~ ricula neoyorkina no r iene .rrucrores de Ja ci udad [,0- ciudad rerrena Y trazaban
imctr ia inrerna. Los plani-
1 h ieron la cuad rfcu la urban. En 18t 1 los pad res de Ia. a ciudad en los terrenos SI,1 1855 este plano se exH~nte y a Queens at esre. rornana, e! plano de Nueva n buena medida vado, una los romanos consultaban hi)~ ciudad de Nueva York C!i!)nJadrieulado moderno eo gt:-
Cllelpos civicos
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neral Lewis Mumford ha dicho que, «el emergence cap iral is mo del sig lo XV]] erato la parceIa individual y eJ bloque , la cal le y la avenida como unidades abstracras para cornprar y vender, i ndependiencernenre de los usos his co ticos , las cond ie i ones topog fil(i cas 0 las neces idades sociales- 3. La absolura uniforrni.l,«! de las parcelas creadas por La cuadr icula de Nueva York signifie6 que la tierra pod ia r ratarse de la misma rnanera que el d i ncro, cada pieza rendrfa el mismo valor. En los primeros, y 'mas dichosos, d las de la Republ ica, se impri m ian billeres de el61ar cuando los banqueros necesiraban dinero. De la rnisrna rnanera, la necesidad de tierra podia solucionarse extendiendo el rerreno, par 10 que can la actuacion de los especuladores comenzaron a exist ir nuevas partes de la ci udad.
Esta ciudad cuadriculada e il.imitada carec ia de centro. Ni el plano de 1811 ni el de 1855 cont ienen indicaciones de mayor a menor va- 10(, n i descri pciones de d6nde se enconr rarf a Ia ge n re , como pod r ia haber aver ig uado un romano en el extra n jew localizando las in rersecciones de las calles pr incipales. La persona que visira Nueva York inruye 16gicamente que el centro de la ciudad se encuenrra en rorno a Central Park. Cuando Calvert Vaux y Frederick Law Olmsted cornenzaron a planificar el parque en 1857, 10 irnaginaron como un refugio de la eiudad. Desde el momenco en que los politicos locales retiraron a Olmsted de su gran proyecro, el parque ernpezo a decaer y la gen te ev i taba reu ni rse aUI par no es tar cu idado y ser pe I ig rosa.
En reoria, e L plano de una ci udad que carezca de If mires fi j os y de un centro determinado pos ib il ira muchos punros de conracto social disr incos; el plano original no esrablece dictados para las generaciones posreriores de construcrores. En Nueva York, por ejemplo, el gran complejo de oficinas del Rockefeller Center, que empez6 a construirse en la decada de los rreinra, podia haberse ubicado unas manzanas mas al norte, al sur a a I oeste. La cuad r f cula neutral no ,h ra >,' su ernplazarn ienco. Aunque la flexibil idad del espacio en Nuev.i York puede recordar idealmenre el plano de L'Enfanr para una ciuciad rn.is bererogenea que cenr r al izada, Nueva York se ace rca mas al c>;p,lcio urbane que concibieron los urbanistas de la Revolucion Francesa. La carencia de d irec trices de I plano de Nueva York sig n i fi ca que los obstarulos se pueden elirninar con facilidad, obsraculos que consisten err piedra, crisral y acero del pasado
Hasra hace poco, edificios perfecramente viables de Nueva York desaparerfan can la rnisrna regu!aridad que habian aparecido. En sesenra afios , por ejemplo, las grandes mans iones que se alineaban a 10 largo de varios kil6merros eo la Quinta Avenida, desde Greenwich Village
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CARNE Y PlEDRA
hasra la parte alta de Central Park, fueron construidas. habitadas y dest ru i das para deja r espac io a edificios mas elevados, Incluso hoy, con con troles h isroricos, los n uevos rascac i elos de Nueva Yorkeseaa concebidos y financiados para durar cincuenta afios , allnque desde el pumo de vista arquitect6nico podrfan durar mucbo mas. De todas las ciudades del mundo Nueva York ha side la que mas se ha desrru ido para ere-o-r, Denrro de cien alios la genre rendrri una evidencia m,ls tangible de Ia Rorna de·Adriano que de la Nueva York de fibra 6ptiea.
Esre camale6nico tej ido urbane ha [en ida una gran importanda para la hisroria del mu lt icujrural is mo en Nueva York. Despues de la guerra civil, cuando Nueva York se convirr io eo una ciudad inrernacional, sus em igranres se hacinabao. en grandes y congestionadas cuadrfculas de pobreza, principalmenre en el Lower East Side de Manhatta 0 y en e I If m i te or ien tal de Brooklyn. Mise rias de las clases mis diversas se daban c ira en los bloques de los denominados New Law Tenements. Esros edificios habfan sido concebidos para proporcionar I u z y ai re a los espac lOS in ter iores, pero las buenas in ceeciones de sus arguitectos se vieron sobrepasadas par Ia canridad de g!i:otr que sc hacinaba en las estructuras.
A pr inc i pios de esre siglo, los 111 jos de los em ig ran res corneuzaron a rnarcharse c uando se 10 pe rrni (ian las ci rcunsranc i as, igual que las clases trabajadoras ing lesas, que ur rlizaron el metro para rnudarse a casas me jeres en el Lond res norte. Algunos hi jos de emig ranres se m uda ron pri rnero a Harl em; arras se {ueron mas lejos, al terri rnrio poco poblado de los suburbios: los mas prosperos a viviendas UJ;1i:tiImil iares y los suficien rernente prosperos a ed ifi c i as de apa,rtam{'o rns mas holgados gue los del cenrro de Nueva York. Dos ci:tCtJ!ilSJJllloi..a~ dificultaban el rnovi rnienro de salida: la rnayorfa de los ernpleos seguian esrando eo el centro de la ciudad y la region de Nueva 'Ymk carecfa de U[1a compleja red de a rtt.r ias y venas urbanas.
Despues de la Segunda Guerra Mundial, un nuevo impulse de abandonar la ciudad se hizo posiblc ,:.;racias a la obra de un hombre. Raben Moses. Como en el case de Haussmann, la rnagnitud de 1<1 ernpresa de Moses comenzada en los arios veinre y treinra de esre sig 10 desaffa 1a i mag i nac ion. Corisrru y6 puen res, parq ues, puerros, paseas mariti mas y auropistas. De nuevo como Haussrnann, y ames de Haussrnan n, Bou llee y \'(!a illy, Robert Moses coos ideraba arbi rraria la forma del cejido urbane de su ciudad y no se senna obligado a preservar 0 renovar to que habian heche ot ros antes de el,
La gran red de rransporre que Moses ere6 para Ia region de NUe\'J York consume el irnpulso de la Ilustraei6n a crear una ciudad basada
Planr, de .19.$ a Rt!gi(J/"idIPltm.: .it Avery
en e I cuerpo m rna de transport Moses eornenzo \' id lias en au tor carrereras parec do, mas que ext
D R A
C uerpos dViCOJ
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n const ru idas, habiradas '! mas elevados. Incluso hoy. .ielos de Nueva York esnin enta arias, aunque desde e l ar mucho mas. De codas las la que mas se ha destruido . rendra UIM evidencia mas N ueva York de fibra 6pcica. lido una gran irnporrancia Nueva York. Oespues de Ia [do en una ciudad internaan.des y congestiooadas CIC1;,lJ Lower East Side de Man'L. Miserias de las clases m{ts
Ins denominados New Law wcebidos para proporcionar IS buenas i nten ciones de sus a canridad de genre que se-
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los emlgrantes cornenzaron -ircunstancias, ig ual que las on el metro para rnudarse a .inos hijos de emigrantes sc rmllJ mas lejos , aL rerr icor io pniisperos a viviendas unifa-
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In regi6n de Nueva York casnas urbanas.
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Moses cons ideraba arbit raria y no se sentla obligado a pn'as an res de el.
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.. ... , ... ~.,."
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. Plano de las auropistas regionales d~ Nueva York, 1929. De Tbe Grt4hic Regional Plan: Alias and Description, Cortesfa de Ia Universidad de Columbia, Avery Architectural and Fine Arts Library, Nueva York.
en el cuerpo movil. Aunque Nueva York habra desarrol lado el sistema de transporre de masas mas extenso del muodo en la epoca en que Moses cornenzo a construir, favoreci6 el desp lazarnienro de los individuos en aucom6viles. Para otros planificadores, esta inmensa red de carreteras parecla arnenazar la viabilidad del centro urbane esrablecido, mas que extender su alcance. ASI le pareci6, por ejemplo, al urba-
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CARNE Y PIEDRA
n i sta ] ean Gotrrna n n, que en sues r udio c las ieo, Megalopolis, previo la formaci6n de una vasta regi6n urbana a 10 largo de la costa oriental de los Estados Un idos, de Boston a Washington. Segun Gott rnann, esra megal6polis destruiria l.a ciudad central como «el "centro", el "corazon de una regiou» 4.
Moses sosren ia que sus carreteras no tenfan lin ca racter destructivo, sino que ofrecfan posibilidades placenteras. Su idea de los placeres del rnovirniento se plasm6 en el sistema de avenidas (parbwlZY system) -carre teras par las que no pod Ian viajar los cam iones, que arravesa ban como iazos de asfal to parques arcificiosamen te s i ruados Jl que no eran visi bles desde las casas. Estos caros e ilus i vos park:luays debian converr i r la exper iencia de conducir un auromovil ttl un placer autonorno, sin resistencias.
Moses creia que este sistema de autopistas y parkwap Iiberarfa a las personas de las rensiones de la ciudad. En esre sentido, uno de los. grandes proyecros de Moses fue Jones Beach, Ia gran exreusiou de' arena que convirti6 en una playa publica cerca de la ciudad. Sabre la
Paisajes de Nueva York rrazados por RObert Moses. De R. Caro, T/J"p()u'tr Broker: Robert M 0.;0 mid the Fall of N WI Y,)rk, Nueva York, Alfred A . .&uop~ 1974, interior de la portada. Reimpreso con perraiso.
actin: fialri: eran n nes HI percn negro! por CQ:
Eb t: ses, To que tr: fOJ'jr'i 1. 10s pta! sual ne em (orr. calitor c de iUHl' edific3J kses-t'~1
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C uerpos cIt; icos
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act it ud de Moses bacia Ia playa, un colega suyo, Frances Perkins, seiialo: «Aracaba a Ia gente humilde de una rnanera terrible. Para el LL,U\ personas despreciables y sucias que riraban botellas por rodo Jones Beach. "iSe van a e ru erar! Les voy a ensenar!" ... Ama a a la gerue, pero no como pueblo» 'i. En part i cular, Moses in ten t6 rna nrener a los I1f,gJOS fue ra de ] ones Beach, como de los parq u es pu blicos g ue creo, par cons iderarlos espec ial mente sucios.
EI r irulo que Robert Caro tll1gi6 para su biografla de Robert Moses, The Power Broker, caracceri za adecuadarnenre el esp ir itu (on el que trabaj6 Moses 6. Moses no era un p~anifi(ador profesional, pero forj6 los instrurnentos gubernarne ntales y financieros que ut il izarfan 10$ planificadores. En particular, Mos-es carecia de [a imag inario n visual necesar ia para Vet el aspecto Glue rendrian los rnapas y proyectos en (ormas r cidirnensionales. Considerado a menudo como un planificador d i lerante, eo cierco senr ido fue algo mas arerrador, una persona de inmenso poder que frecuenreraente no r ornprendfa 10 gue estaba ed ifieando. Pero, como en el caso de) ones Beach, sus obje t i vas soc iales esraban muy claros.
Su pJailiftcaci6n buscaba an ular la di¥et'sidad. Cuando actuaba sabre UHa rnasa de la ciudad, la rraraba como si fuera una roea que debra desme n uzar, y el «bi en Pllbiico " se a1canzaba mediante la fragmeatucion, .. En esro , M<Qses file selecr ivo. S610 se les proporcionaban los medias cleescapar a aquellos gue habfan renido exiro -el exira suficiente como para adquirir un aurornovil a una casa- y los puenres y las autopistas Ies ofrecfan una via de escape del ruido de los buelga istas, los mend igos y los neees i tados que habfan in vad ido las calles de Nueva York durante la Granl Depresion.
Debe decirse que aunque Moses eroaiono el congestionado centro urbane, so in rervenc ion s i rvi6 para co bri r una necesidad com UD j ta ri a profundamenre sent ida, la necesidad de alojamientos Iamil iares adecuados. C uando Moses exte ndio la reg i 6n urbana de Nueva York a traves de los dedos de las auropisras gue se dirigfan al este, despues de la Segunda Guerra Mundial se consrruyeron casas en las grandes fiDcas y en las r ie rras dedicadas a l culrivo de patacas de Long Island; ruando exrendi6 como dedos otras auropisras bacia el norte, se transformaron en subu rb ios otras propiedades mas rnodestas. Herbe rt Gans estudi6 haec una generaci6n la nueva comunidad residencial de Levittown, en Long Island, que habfan hecho posible las auropisras de Moses. Observ6 as i gue Ia rnasa de casas unifamiliares proporcionaba «mas cohesion familiar y un est irnulo s ignificarivo de Ia moral» ;l'enrro de cada rasa 7. Gans cr irico con razon a los g ue des prec iaban
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CARNE Y PIE-ORA
estas coostrucciones. Los i_odividuos que podiao dejar los pisos de la ciudad que eran demasiado reducidos para sus farni lias valoraban sus nuevos hogares a causa de su «deseo de poseer una casa independienre- s.
No obstanre. a Moses le Cos taba en tender y ue ha bfa c reado uu nuevo territorio econ6mico. De hecho , e! crecimiento de la periferia de Nueva York coi nc idio con un joe rernen to de of c j nas y servicios que, gracias a las cornun icaciones elecrronicas, ya no renian que estar ubicad as en e l congesrionado nucleo urbano donde los alquileres eran elevados. La perifer ia rarnbien creci6 a rnedida que se produdan e tes cambios y empleo cada vez a mas trabajadoras tanto en los servicios como en fabrlCaS pequefias. Las rnujeres pod ian t rabajar cerca del Illgar cloode vivian pe.ro recibfan salarios infer iores a los que se pagaban a los hombres 9. Cuaodo la peri feria ruvo una vida econornica propia, parte del suefro de la evasion cornenzo a desvanecerse. La pobreza y los bajos salaries reaparecieron en los suburbios, 10 rnism« que el crimen y las drogas. Las esperanzas de una vida familiar estable y segura en los suburbios cambien se Irusr raron en la rnedida en que su premisa era la evasion.
No obstante, el Iegado de Robert Moses ha perdurado de dos rnaneras. Su reestructuracion de Nueva York l levo a su apogeo las fuuzas del movirnienro individual que habfan empezado a tornar forma dos siglos antes en Europa. Y a quienes permanecieron en el viejo )' hererogeneo centro urbano les Ieg6 el problema agudizado y mas diff c il de e nfre nrarse a sus formas de perc i bi r y sen ri r a los dernas,
El rnovimienro corporal adquiri6 par primera vez su importancia moderna como un nuevo principio de acrividad biol6gica. El analisis medico de la circulacion de la sangre, de la respiraci6n de los pulmones y de las fuerzas electricas que se rnueven a rraves de los nervios creo una nueva imagen del cuerpo sa1udable, un cuerpocuya libertad de movim iento est i muJaba e I organ isrno. De ese data medico se segufa que el espac io debfa concebirse para esr irnular el rnovirniento corporal y los procesos de respi raci 6n asociados coo e1 rnismo. A esra conclusion sabre el espacio llegaron los urbanistas de la Ilusrracion durante el siglo xvrrr. La persona gue se rnovfa con Iibertad se senria mas autonorna e individual como resulrado de esta experiencia de liberrad ffsica.
Ahara las personas se trasladan can rapidez, especialrnente bacia esos rerrirorios perifericos, y denrro de los mismos, cuyos fragmeruos
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Cuerpos ciuicos
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Ie?, espec ialrnente haclia i S1lJJl os , cuyos fra,gmenws
s6lo estan com unicados par aurornov i les. La I og f srica de la velocidad, sin embargo, separa el cuerpo de los espacios por los que se mueve. Aunque s610 sea par razones de seguridad, Los planificadores de autopisras rratan de neurralizar y uniforrnizar los espacios par los que viaja un veh icu lo a gran veJociclad. El acto de conducir, de obligar al cuerpo a permanerer senrado en una posi c j 6n fija y de ex ig i r s610 m icrornovirnicnros apacigua al conductor, La generacion de Harvey imagin6 el movimienr o como algo est imulanre. En la Nueva York de Raben Moses 10 conocernos mon6rono.
Durante el siglo XIX, los disefios relac ionados can eJ rnovirruerito y el reposo esraban vinculados can recnologfas que hac ian que el cuerpo ind i vidual se simiera c6modo. La comodidad reduce la camidad y la inrensidad del est irnulo. Es tarnbien un ensayo de monotonfa. La busqueda de un estfrnulo c6modo y menos intenso esta directarnenre relacionada con la forma en que rendemos a afronrar Las sensaciones perturbadoras que puedeo present arse en una comunidad hererogenea y rnulr icultural.
Roland Barthes fue el pnmero gue llam6 la arencion sabre esta conexion en 10 que denomi 06 un «reperror io de i magenes» cuando las personas se encuentran con extrafios 10. Al explorar una escena compleja 0 inusual , el individuo inrenta siruarla rapidarnente de acuerdo con una ser ie de i magenes que perrenecen a ca tegorfas sene i l las y generales, basad as en esrereorrpos sociales. Al enconrrarse en la calle con un negro a un arabe , una persona blanca registra una arnenaza y deja de mirar can i nteres. El juicio, observe Barthes, es insranraneo y el resultado sorprendente. Gracias al poder de clasificaci6n del repertorio de irnagenes , Las personas bJoquean todo est irnulo ulterior. Enfrentadas con la difereneia, se vuelven pasivas rap idarnente.
El urban isra Kevin Lynch ha mosrrado como puede uti I i zarse un reperror io de imageries para inrerpretar la geografia urbana de la rnisrna rnanera. Todo individuo urbano, dice, r iene una imagen mental del «Juga r a l g ue perrenezco». En su in vescigacion Ly nc h deseubrio que sus sujetos cornparubun los nuevos lugares can esas instanraneas mentales y, cuamo menos coincidfan, mas i ndiferenres se senrfan los i nd i v iduos ante su nuevo en corno. EI mov i m ienro rapido, tal y como se da en un aurornovil, estimula La utilizaci6n de un repertor io de irnagenes, esco es, esa disposici6n a c1asificar y juzgar de manera inmediata. La geografia fragmentada tam bien refuerza el reperrorio de irnagenes , pues en la periferia cada fragmento riene su Iuncion -el hagar, las r ie ridas, la oficina, la escuela- y esra sepa rudo par espacios vacios de otros fragmeotos. Par 10 tanto, rapids y fa-
I dcjar los pisos de Ia ;lmilias valoraban sus JQa casa indepeodien-
habfa creado u n nuenro de la periferia de icinas y serv ic ios que., , tenian que esta r ubide los alquileres eran que se produdan est os
canto en los seryicios I rrabajar cerca del Iu)TeS a los que se ptlga)11na vida ecouornica a. desvanecerse. La po; suburbios, 10 rnisrnc llN,a vida fam iliar e-s ra.raron en Ia rnedida en
Jcl0tdurado de des rnatl(\ su apogeo l;as fuerirpezado a tamar :fO>f!na Jl1ecieron en @1 viejo y aa agudizado y maS' ai,_. enrir a los demas.
era vez su importan<t.ia Ldi biol6gica. El analisis spir;1lCi6n de los pl!lh110-
a rraves de los nervios u-n cuerpo cuya libe.f~ad
ese claro medico se se.rirnular el movimiento 0; -con el OJ ismo. A esta lOiHas de Ia Hnsuad6_o fa carr libertad se senr Ia fe esta experiencia de li-
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CAR~LE Y PIEDRA
cilmenre se puede juzgar si alguien no penenece a UI] lugar concreto o si esta comportandose de una manera inapropiada en 'el rnismo.
De rnanera similar, eI sociclogo Erving Goffrnaun iurerrro mostrar c6mo, al carniuar, una «desesrimulacfon defensiva. influyeen La fOfrna en que las personas conrrolan sus cuerpos por Ia calle. Despues de esa mirada clasificadora inicial dirigida a orro, la genre camilla I) Sf s itua de rnanera que se prod uzca e! rnenor conracro ffsico posible ". Al explorar los alrededores mediante un reperrorio de irnagenes, sometiendo e l enrorno a sencillas caregorfas de represencacion, comparando la sernejanza con Ia diferencia, la persona reduce la complejidad de la experienc ia urbana. U til izando un repertorio de irnagenes para manrenerse apanado de los dernas, el individuo se sienre ~ t ranq u ilo.
Can serne jan te ins r rumenr o para tan tear la real idad, se puede evic tar 10 que causa perplejidad 0 es ambiguo. EI miedo a wear del que' surgi6 el gueco de Venecia se ha visro reforzado en la sociedad moderna cuando los individuos crean alga similar a los guecos,en su propia experienc ia corporal al enfrentarse a la d iversidad. Rapidez, evasion, pasividad: esra criada es 10 que el nuevo enrorno urbane boa sacado de los descubrirnierrros de Harvey.
Estes muros de percepci6n colocados alrededor del yo aclquirieren un sign i ficado part icular en 'las v idas de la gente que q uedo arms.
Cuando par fin se le arrebar6 el poder a Moses a finales de los afios sesenca, parecia que se iba a curnpl ir la prediccion de Jean Gotcmsnn en Afega/opolis: las panes viejas y pobres del micleo urbane quedarfan tan desoladas y despobladas en Nueva York como esraba sucediendo eo arras ciudades americanas. Esro se debi6 al hecho de que la emigraci6n a la ciudad parecio haberse detenido en 1965, cuando se prom ulg6 una nueva ley nal!' ional de i nm i grae i6n. Los pue rrorriquefies can freeuencia recibieron el apelativo de los «ult irnos extranjeros» de Nueva York. No obstante, los movirnienros de la economia global invalidaron esa exper tat iva: llegaron nuevas oleadas de ernigrantes, primero del Caribe y de America centrai , despues de Corea. luego d-el antiguo imperio sovierico, de Oriente medio y de Mexico. Estos nuevas em igranres consr ituyen ahara Ia mitad de la pobla.ci6n de la cju· dad.
A esto se ha unido un rnovirnienro inverse procedente de los suburbios. Los hijos de los que se marcharon hace una generacidn han intentado regresar al centro. En parte, esre rnovim ienro ha obedecide
a L Nu p'l!:1
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Lal de oro en ia j bargo. e ran ZI ridade LOwe.foi nw;r.d ba a i
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Cuerpos c/uicos
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ir concreto usmo.
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I posibleJ.J.. ;igenes, so- 6n, cornpa- 1 complej ie· imageues sienre mas
a las per ul iaridades del mercado in mobil i ario en los subu rb i os de Nueva York y, en parte, a que los incrernenros mas acusados ell empleas de servicios y profesionales se han producido en las empresas nac ionales ubicadas en Manha (tan. Pew est as pecul iari dades locales rambien confluyen con eJ deseo mas a mpj io de rnuchos jovenes de regresar 0 ir a Ia ciudad. La mayor pafte de los que llegan a Nueva York (ada afio son b la n cos y j6venes entre los d i eciocho y los rrei rita afios.
Esros nuevos neoyorkinos han tenido que enfrenrarse con las vidas complicadas de aquel los que nunca abandonaron Ia ciudad. Despues de Ia Segunda Guerra Mundial, se produjo en Nueva York una especie de disrr ibucion social y familiar. Los judios, griegos, ital ianos e irlandeses mas acorncdados abandonaron el centro, pero sus compatrioras mas pobres 00 10 hie ie ron. M uc h;t gente mayor tarnbien deerdi6 quedarse en el lugar dondc habfa luchado para abrirse camino. Uno de los grandes dramas oculros de Nueva York en su ultimo medio siglo, par ejemplo, ha sido el de la pobreza judfa del interior de la ciudad. El estereoripo que presenta a los jud ios de Nueva York como un grupo ernico parr iculat men te favorecido por el exiro ba oculrado la presencia en el Lower East Side, en el Upper West Side y en Flar bush de decenas de miles de judios pobres que guedaron rezagados, ganrindose l a vida en los oficios de arresania y servicios en que comeozaron la mayorfa de ellos. En or ras comunidades que ernpezaron cornpart iendo las peores perspccrivas, la movilidad de clases y las rupruras gene raci onales han c rcado si m ilares dra mas in te rnos de aharrdono y r ra i c io n , COOlO es el caso de los negros que prosperaron y se fu.eron a los suburbios, dej ando arras a sus hermanos y herrnanas en la pobreza.
La pureza de un gueta exige una orde n clara de segregar ~la clase de orden promulgada en Venecia de hacinar a los judfos en un lugar 0 en l'a moderna Nueva York de no pres tar dinero a los neg ros. Sin embargo, en sus orfgeoes, en e1 siglo XIX, los gueros de Nueva York eran zonas un i formes de vi v iendas mas que lug ares a los que las au toridades prete nd ieran dorar de un caracrer 0 ident idad disr inros. EI Lower East Side de Nueva York era exclusivarnenre pobre , pero muy mezclado er nicarnente. Eo los aiios vei nre , la Pequefia Iralia albergaba a irlandeses y eslavos , y hoy d ia viven al li rantos asiat icos como iralianos. Harlem, en el apogeo del «Renacimienro de Harlem» durante los afios vei n te, al be rgaba a mas griegos y j ud lOS que a negros.
Cuando el centro se desangr6 en la rnegalopolis a rafz de las transfor mac iones real izadas por Robert Moses, In palabra «gueco» adgu i rio
puede eviICHr del CjlH" !cieda.8_ mouetos en su d. Rapidea, D urbanoba
aciqlduiero1] J6 arras.
s: de los ;lfi:o~ lil Gortrnann 10 y ueJ ar (a]) '1 sucedrenc!o
que la cm ilando. se 10>(0- trto r r i q II C fi 0'1 lranjeros» dt: wHIfa g~~Jbal
e m igr.B:n t es , Ta, luego del o. ESHl'~ uueion de 1<1 clu-
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CARNE Y PIEDRA
el significado apenas oculro de do gue han quedado arras», Harlem par ejernplo, se despoblo. Los judfos y los griegos 10 abandonaron eo los a"i'i('S rreinra y la nacienre burguesfa negra cuarenta afios mas rarde, EI hecho de pertenecer a un guero vino a significar cornpartir un fcaca· so corrrsin.
Muchos de los inrentos modernos de hacer reviv ir los espacios del guero han buscado, a la manera de los judfos del Renacirnienro, rransformar las vidas seg regadas en una idenr idad colecrive bonorable. Esre esfuerzo se ha producido en codes los Iugares de Nueva York, tanto entre los nuevas emigranres ernicos como entre los negros, los [udios pobres y or ras er nias que han quedado derras. Revivir eJ hnnor del gueco ha significado adopcar una acr irud inrrospectiva tanto espacial como rnenralrne nte. La mayorfa de los esfuerzos dedicados a la cons rruccion cornu [l i raria se ceo t ran eo defi 0 i r una idenndad cornun y recu perar ed i fir i os a espacios g ue defi nan un centra de esa vida comun , mas que en esrablecer contacto con los que son dist inros. Nueva York nuoca fue uri melting pot, pero a sus problemas rnult iculturales se vinieron a surnar esta hisroria de abandono y la necesidad de los abandonados de restablerer su honor. Si n ernbar 0, las rnisrnas (uerzas que llevaron gence nueva al centro urbane de pue de que se marcharan los herederos de Robert Moses no permiren esrs introversion, este honor fraguado en un espacio de separacion basado en el modelo de los judios venecianos.
En rerrninos de poblacion, Nueva York s610 ha sido capaz de recibi r a las nuevas ern ias repo blando los espacios de Jos ant iguos gueros. Las zonas de pobrcza si ruadas al noresre de Wall Street, por ejernpior se escan llenando ahora de un ejerr iro nocrurno de lirnpiadores, impresores, mensajeros y uabajadores de servicios empleados en tGS tern plos de las fi nan zas de fi bra 6pt ica. Dom i n icanos, sal vadorefios y hairianos se apretujan en las casas que rodavia son habirables del extrema noroeste de Harlem. En Brookl yo, los j ud ios rusos, los jasidirn y los s i ri as han repoblado los I ugares abandonados par los j udios que llegaron en generaciones anter iores. Y en todo el mic leo urbane una corri enre can tin ua de j ovenes na ti vas blancos penet ra en los lugares abandonados por la r lase media anterior.
Adernas, la econornfa de la ciudad no perrnit ira esa instropeccion.
Las cadenas nacionales de almacenes han reemplazado a rnuchos negocios locales, Siguen sie ndo fuerres los pequefios negoeios relacionados -de la reparacion de viol ines a la resrauracion de objetos de eobre 0 la irnpresion especializada- cuya c1ientela es mas rnerropolitana que local. Esros negocios peculiares y especializados ofreeen a
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Cuerpos ciuicos
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quedado arras». Harlem, ~riego5 10 abandonaron en a cuarenta afios mas tarde. nificar cornpart i r un fraca-
muchos elil1igranres ahara, como en el pasado, el primer pe ldafio para ascender en la escala social. La historia reciente del mulciculturalisrna en Nueva York ha ida en una d i recc ion separat i sra , pen) esre sepa rat ismo ern i co es un callej6n sin salida, au nq ue s6Jo sea par causas econ6micas.
.er cevivir los espacios dec! iudfos del Renacimieoto, ,eocidad colecr iva nouoraJI)S los lugares de Nueva 't_ojcos como entre los neW quedado deeds. Revjqir
una act stud in u·ospect rva orful de los esfuerzos deditran en defi.b i r Ulna idle n<ti,-· s que definan un cerrrro de ntacto con los que son dis-
pot, 'pera a 50S' problem<'iS, historia de abaodbUQ y iacer so honor, Sin embargo, va al centro. urbane desputs left Moses no perp-titCl"fJ est a sP<1ci.o de separaci6n basado
Desde la A renas de Pericles al Pa rfs de Dav i d , la palabra «C!V J co» ha implicado un desr ino eru relazado can orros , un cruce de suerres. Para un griego de la epoca de Pericles 0 para un romano pagano de la epoca de Adriano era inconceb ible que su suerre esruviera separada d.e la de su ciudad. Auoque los prirneros criscianos ere ian que SLl dest100 escaba denrro de ellos, esra vida interior finalrnenre volvio a v incularse a la suerre que cornpartfan can orros en el mundo. La empresa med ieval parecio rom per con esra idea de UQ dest i no cornun, put'sto que podia provocar su propio cambio y, como La universidad de Bolonia , romper con las ci rcunsrancias del mornenro. No obstante, era un cue rpo colec t i vo, l i reralrneute una incorporac i6n de i nd i viduos en una enr idad legal que pose ia una vida propia mas amplia. Y el guero venec iano no h izo s i no recordar la amarga Ieee i6n de I des t i no cornun , porque los c r ist ranos venecianos sab ian que su suerre no podia divercia rse de la de los j ud (as a los que rnanrenfan en Ia ci udad mien t ras que el desrmo de los judfos del gueto no podia desligarse de las vidas de sus opresores. Los rnot ines del pan desencadenados par las rnujeres de Par is al inicio de Ia Revoluci6n francesa rarnbien represent.iron un inrento de unir su dest i no con poderes gue las trascendfan.
En el rnundo rnoderno, la creencia en un dest irio cornu n sutr io una curiosa division. Las rdeolog ias nacionalistas, 10 rnisrno que las revolucionarias, sostienen que el pueblo com parte un des tina. La ciudad, sin embargo, ha falsificado esta afirrnac ion. Durante el siglo XIX, d desarrollo u rba no em ple6 las cecnolog {as del movi mien to, de la sal ud publica y del confon privado, asf como los movirnienros del rnercado, y la planificaci6n de calles, parques y plazas, para oponerse a las reivind icaciones de las multitudes y privileg iar las prerensiones de los individuos. Individuos que, como observaba Tocquevil le, se SCfldan «ajenos a los desrinos de los de m as»; junto con otros observadores del ava nce del individualismo, Tocqueville via su profunda COIlCxion can el materialismo, un «rnater ial isrno virtuoso --escribioque no corromperia, pero enervar ia el Espiritu y sigilosamente endettzar13 sus resorres de ace irin» IL. A I ret i ra rse de la v ida co-m un , esc
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CARNE Y PIEDRA
A lin icio de este estud io , d i j e que 10 he esc r i co como un creyente relig ioso, y ahora, en la conclusion, debo expl icar par que. A 10 largo de Came y piedra he argumentado que los espar io s urbanos cobran forma en buena med ida a pa rt i r de la mane ra en gue las personas experimentan su cuerpo. Para que las personas gue viven en una ciudad rn u I t iru I t u ral se i nre resen par los dernas, creo que r enernos que cambiar la forma en que percibirnos nuestros cuerpos. No experimenraremas la diferencia de los dernas m ienrras no reconozcamos las insuficiencias corporales gue existen en nosorros mismos. La cornpasien civica procede de esa conciencia flsica de nuesrras carencias, y no de la mera buena volunrad 0 la recr itud pol lr i ca. Si est as afirrnaciones parecen enconrrarse lejos de la realidad pracr ica de Nueva York, quizas sea una sefial de 10 mucho que se ha divorciado la experiencia urbana de la comprensi6n religiosa.
Las lecciones que hay gue aprender del cuerpo son uno de los fUDdamentos de la rrad ic ion j udeo-cri s t iana. C ruc iales en esa rrad ic ion son las rransgresiones de Adan y Eva, su vergi.ienza par Ia desnudez y su expulsi6n del Jardin del Eden, 10 gue conduce a una historia de los primeros seres humanos, que fue e!los y que es 10 que perdieron.
En el Jardin del Eden mundo se hicieron CO~! 10 ranro, i nt enraron co e ran los hi jos de Dios ; Testamento narra una} yen un reflejo del dolor Son personas que trans mienros de Dies, son cc: el ex il io, despiercan. LOl Cristo par la tierra de u del hombre, su legado a. insuf}ciencia de la carne res de SU s propios cll€rp~
La hisroria pagana nn la hisroria de 10 que 10 agora ateniense y la coli ciudadanos percibian ht mujaba a las personas f(s versacion roherenre con J rrnuidad del discurso Y' log ica narrar iva, aJ preci. mulo rerorjco de las pala Pnyx some-heron a los ii (ada cenar o era una tuenr, solver desperrando a SU\i de dos cenrros, las persoi riencia corporal. Sin ernb C0flsd0nce la cultura cfvi eran rerminos imemHnbi creo inrensos vinculos c:lv. mente por los dernas en I nec.-·csidades corporales. _ cho: porque estes espacios. Sim. embargo, la ciudad ar clad. Ni s.iguiera el mas v podIa garant izar su co'hesi,
lE.s un hahira D:lOdern;cj'c l idad social y la insuficie. lisrno moderno en genet,d s uficientes, es dent, com.ll habla de individuos cenrrm
Las energfas que han creado y desrruido grandes edificios de oficinas, viviendas y casas de Nueva York han negado los efecros del tiempo sabre Ia cultura civica. Las rrayecrorias de salida de Nueva York son sernejanres socialmen.te a las de Londres y de orras ciudades -ciudades gue han adgui.rido su configuracion moderna a rraves de movi mien cos de separacion i nd i v id ual. La negac ion de un dest i [10 cormin fue crucial para rodos esros movirnienros.
Si los blancos gue huyeron a Long Island despues de la Segunda Guerra Mundial negaron rajanrernenre que companieran un desrino con los blancos 0 negros gue dejaroo arras, rarnbien hubo ot ras negat ivas mas smiles. Los gue guedaron arras negaron, por una cuesrion de honor, que sus destinos esruvieran unidos a los de otros. Los privilegiados se han protegido de los pobres como se han proregido del esr i m ulo. Los necesi tados han i nrenrado lIevar u na especie de arrnadura que s610 rnanriene disranciados a aquellos que necesiran. La vida en Greenwich Village quiza ejernpl ifica 10 maximo gue hemos logrado: una volunrad de vivir con la diferencia, pero, al mismo tiempo, la negaci6n de gue ella irnplique un dest ino eomparrido.
2. CUERPOS CfVICOS
uno de los funn esa tradici6n '1 b desnudez Y LWa Iiisrcria de que perd leron.
Cuerpas ciuicos
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ficios de ofi c ios etecros del lida de Nueva otras ci ndades rna a naves de un des ti 110 co-
En el Jardin del Eden, eran rnocenres, ingenuos y obedienres. En el mundo se hicieroo conscienres: supieron que eran imperfecros y, par Io tanto, i nrenraron comprender que era exrrafio y diferenre. Ya no eran los hijos de Dios a los que se les habia dado todo. El Antiguo Testamento narra una yarra vez h isrorias de personas que const iruyen un reflejo del doloroso desperrar de los pri meres seres humanos, Son personas que rransgreden can sus deseos corporales los mandamientos de Dios, son casr igadas, y que despues, como Adan y Eva en el ex ilia, despierra n. Los pr imeros c risrianos in rerpreraron e I paso de Cristo por la r ierra de una forma similar. Crucificado par los pecados del hombre, su legado a los hombres y muje res es una sensacion de la insufic ieucia de La carne. Cuanto rnenos placer obr engan sus seguidores de sus propios cuerpos, mas se arnaran los unos a los otros.
La hisroria pagana ronco esta anr igua verdad de otra rnanera, como la historia de 10 que los cuerpos cxper irnentan en Las ciudades. EI agora areniense y la col ina de Pnyx cra n espacios urbanos donde los ciudadanos percibian la insuficiencia corporal: el agora antigua esr imuJaba a las personas fisicarnenre , al precio de privades de una conversac ion coherence can los dernas; I a col i ria de Pn yx perm i ria la conr inuidad del discurso y aporraba a la comunidad experiencras de 16gica narrariva, al precio de hacer a las personas vulnerables al esr imulo ret6rico de las palabras. Las piedras del agora y de la co liria de Pnyx sometieron a los individuos a flucruaciones consranres, pues cada centro era una tuenre de insar isfaccion que el orro s610 podia resolver desperrando a su vez orro r ipo de insar isfacc ion. En la ciudad de dos ceruros , las personas conocieroo la insuficiencia en su experiencia corporal. Sin embargo, n ingun pueblo valor6 de rnanera mas conscience la cultura clvica que los arenienses: «humane» y «polis» eran rerrn inos intercambiables. La acci6n del propio desplazamiento cre6 intensos vinculos cfvicos. Las personas se inreresaban profundamente por los de mas en espacios que no sar isfacfan plena mente sus necesidades corporales -un conr e mporarieo judio podr Ia haber dicho: porque estos es pac ios no sat i sfacian sus necesidades corporales. Sin embargo, la ciudad antigua no era u n monumenro a La estabiJidad. N i siquiera el mas vi nculan re de los acros hu manos, eI ri rual , podia garantizar su cohesion.
Es un habiro moderno considerar puramenre negativas la inesrabiI idad social y la i nsufic iencia personal. La forrnacion del i ndi v idualisrno moderno eo general ha pretend ida hacer a los j nd i v id uos au tosuficienres , es dec ir, compleros mas que incornpletos. La psicologfa habla de ind i v i d uos cell. trados, de conseg ui r Ia i 0 regrae ion y la pleni-
de .la Segrrnda ran un destin» ibo otras negsr una 0.1 es t km eros. Los prrvi-
protegido del pecle de arrrra. necesira n. La rno que hernos era, al mlsrno imparr ido.
un creyenre re:l'le:' A 10 !ad,.-g.Q -lrbal)os cobran as personas ext en una cll.ldad ~'[J~0S qj He earnexpe ciroentare.ITIOS las insufi-
La compasilOa encias , y 116 de as a£i.rr mac j Q nes aeva York, qulexperrenc ra ur-
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CARNE Y PIEDRA
tud del yo. Los rnodernos mov i m ienros soci ales tam bien habla n ese lenguaje, como si las comunidades ruvieran gue llegar a set como los i ndivid uos, cohere n tes y comple tas. Eo Nueva York, los do lores de haber quedado fuera 0 arras han rnoclu lado este lenguaje individualcomun i rari o. Los g rupos raciales, ern icos y soci ales adoptan acei tudes inrrospecr ivas para dorarse de cohe n-ncia y recobratse. La experiencia psicol6gica del desplazamiento, de la incoherencia -el ambito de [0 que el psicoanalista Robert Jay Lifton denomina un "yo proteico»parecer ia s610 una recera para ahondar esas her idas sociales \.1.
Sin embargo, si n experiencias sign ificativas de au todesplazarn iento, las diferencias sociales se refuerzan gradual mente porque el inreres en el Orro se apaga. Freud aplic6 al cuerpo esra verdad soc iokigica en kIds alld del principio del placer, el breve ensayo que publico en 1920. En el contrasta el placer corporal en p lenirud y equil ibrio can una exper ienr ia corporal mas cenrrada en la rea1idad y que trasciende ese placer. EJ placer, escribi6 Freud, «riene SU origen en Una rension displaciente ... (yJ su ultimo result ado coincide con una aminoraci6n de dicha tension» 14. El placer, par 10 canto, no es similar a la excitacion sexual, que implica una perr urbacion est irnuladora de los sentidos , sino que busca regresar a un esrado que Freud compar6 en ultima insranr ia al bienesrar de un few en el vienrre, segura e ignorante del mundo. Baja el dorni n io del principia del placer, el individuo desea deseomprometerse.
Freud nos habla como un realisra mundano mas que como un asceta re I ig ioso porq ue sa be que el deseo de eomodidad expresa una neees idad b iol6g ica profunda. «Para e [ organismo vivo, la defensa contra las exe i tae iones -escr i be- es una fune ion casi mas importance que la recepcion de las m isrnas» \ 'j. Pero s i predomi na la protecci6n, si el cuerpo no esta abierto a crisis period icas, e! organismo acaba en[ermando por falra de est irnulo. El irnpu lso rnoderno de buscar la comodidad, afi rrna Freud, es ext rernadarnente pe ligroso para los seres humanos. Por 10 tanto, las dificulrades que inrentarnos evirar no desaparecen.
(Que puede veneer el irnpu lso de reri rarse a una siruacion placentera? En Mds alld del principia del plater, Freud conternplo dos vias. En la pr i rnera , a la gue de nornino el «pr incip io de realidad», una person a se en fre nta a d ificul tades ffsicas 0 emociona les rneramente can su fuerza de vol un tad. Sa jo e I infl u jo del pr i nci pia de .la realldad, una persona resuelve conocer el «desplacer» 16. Ese «desplacer» exige valor en 1a v ida COt id i ana. Pero Freud es ram bien realisea purque sabe que el principio de realidad no es una fuerza muy poderosa
y que el valor es duradera. En el g u 110S insrin tos Sus f Res 0 aspic tado de guerra (, del deseo son de!
Esa es la (area can experiencias par 10 tanto, nos ese es rado de « d i crit i co posteriorder, a explorer y plenirud es imp: una larga lucha , crear poder adenpcotoripos del «( urbal1o. Los arcn, prororipos. Eo [a eSp'i ritual vol vi6 i virr io en una razcl dose el cuerpo es~ derua era ci ent,f£U «cuerpo» -un IT; card Iaca y los PU[1 cion6 soc ial men teo r eusiones de si sten
Sin embargo, c l);Q,fiundas conrrac nLcDlse, el prototip l1"LUj,ente 0 defi nir 0111,1110 consri tuvri 6 coherenc ia de Ron reucra se convirrie el centro democrat de la voz , en el eel esclavo de la miraci
Cuarido el crisri~ a esra tiranfa visual toal del pueblo en cnstianismo se reo do SU imaginaci6n
cnc ra de 10
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placcnlos vias. . d», una rarnentc
la real i·splacer» ista porpo(\crosa
y que el valor es raro. La orra derrora del placer es mas segura y mas duradera. En el cu rso de la expe rieneia de una persona, escri be. «algunos inst inros 0 parte de elias dernuestran ser incompatibles, por sus fines a aspiraciones, (on los dernas» p. El cuerpo se siente en es[ado de guerra consigo misrno, se excira.ipero las i ncompatibi lidades del deseo san demasiado grandes para ser resue lras a ignoradas.
Es:a. es la tarea de Ia civi lizacion: nos enfrenra, frag iles como sornos , con e.xpniencias contradictorias que no puedeo ser soslayadas y que, por 10 tan to, nos hacen sene i rnos i ncorn pleros, Pe ro prec isarnen re en ese esrado de «d isona ncia cogni riva» -para uti lizar e 1 term i no de un crfrico posterior- los seres humanos corruenzan a cenrrarse , a arender, a oxplorar y a comprometerse en el ambito donde el placer de la plenitud es imposible. La historia de la ciudad occidenral registra una larga lucha entre esra posibilidad civi lizada y el esfuerzo para crear poder adernas de placer rned iante pro rot i pos de ple n i rud. Los proror ipos del «cuerpo» han real izado la obra del poder en el espacio urbane. Los arenienses y los romanos paganos bicieron uso de tales proror ipos. En la evolucion de la rrad iei6n judeo-cristiana, el viajero espiritual volvio al centro urbano, doride su cuerpo sufrieme se coo\!ini6 en una razon para la sumisi6n y la mansedumbre, convirt iendose el (uerpo esp ir irual en carne y piedra. En el amanecer de la rnodeena era cienrffica, el centro proporciono un nuevo protoripo del «cuerpo» -un mecanisme de circulaci6n cuyo centro era la bomba tardfaL-a y los pulmones- y esra imagen cie nr ifica del cuerpo evolucio[]6 socialmenre para jusr ificar el poder del individuo sobre las pre«risiones de sistema polfr ico:
Sin embargo, como he i nrentado rnostrar, este leg ado conriene profundas coo trad icciones y te ndenc ias in rernas. En la ci udad a teniense, el proror j po de Ia desnudez rnascu Ii na no podia controlar plenamence 0 definir los cuerpos vest idos de las mujeres. E1 centro romano consr ituyo el foco mirico de la fieci6n de la conr inuidad y la coherencia de Rorna; las imagenes visuales gue expresaban esra coherencia se convirr ieron en insrrurne nros de poder. Sin embargo, si en eJ centro dernocrar ico, el ciudadano aren iense se convirr io eo esclavo de If! voz, en el centro imperial el ciudadano romano se convirri6 en esclavo de Ia mirada .
Cuando el cr ist ian isrno pr irn irivo se arraigo en la ciudad, se adapt6 aesta t iran ia visual y geog rafica [an ant irer ica de la condici6n espir imal del pueblo erranre de la Palabra y la Luz judeo-cr isrianas. EJ cristianismo se reconcili6 con los poderes del ccnrro urbano d ividiendo su imag inacion visual en dos, interior y exterior, esp iri tu y poder.
[i\ cse o los es de dualtudes
mieo-
l i nt eolog ijco en io can ciende ension )raci6n cxcira, setlt1- -n t"ihilOfante Iuo de-
10 ascela necca contra nte yne Itl} , si e l a enfcr-
.. ir ar no
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CARNE Y PIEDRA
EI ambito de la ciudad exterior no pudo veneer plcnamenre la necesidad de fe de la ciudad imerior del alma. Las ciudades cr isr ianas de la Edad Med ia corir i nuarori cxpcr imeritando esre centro d ividido, ahora constru ida en pied ra, como las d i ferenci as en tre e I sanruari a y la calle. Sin embargo, n i siquiera podfa dorn i nar la calle el cuerpo de C risco, que par Ia i m i rae ion debfa goberna r la c i udad crisr iana.
Tampoco pudo ma n tcncrxc el centro mediante acros de purificaci6n. EI impulse de expiar y I irnpiar el conrarninado cuerpo cr ist iano g ue i m pulse la segregacidn de los j ud lOS y de at ros cuerpos i m puros en la Venec ia crist i ana no pudo res raurar su cent ro espi ritual. N i pudieron las ceremon.ias de la Revolucion dar congruencia a ese centro. El impulse de elirniuar obsraculos, de crear un espacio transparence de l i berrad en el centro urbano del Pa r is revo I uc ionario, se cony i rt i6 en meta vaciedad y en apatfa inducida, 10 gue contribuyo a frustrar las ceremonias gue ten ian la finalidad de llevar a cabo una transformac i6n cf v ica d uradera. No puede deci rse g ue el protori po moderno del cuerpo individual e independienre haya rerrninado en un rriunfo. Ha terminado en la pasividad.
En las fisuras y comradicciones de los proror ipos del cuerpo en el espacio han surgido momenros y ocasiones para la resisrencia -Ia resistencia dignificame de las Tesmoforias y de las fiestas de Adonis, los riruales del comedor y del bafio en la casa cristiana, y de la noche en el guero-s-, riruales que, si bien no desr ruyeron el orden dominance, crearon una forma mas compleja de vida para los cuerpos que el orden dam i Dante buscaba formar a su propia imagen. En nues tra b_js~ tor ia, las relaciones complejas entre el cuerpo y la ciudad han l levado a los i ndividuos mas alia del principio del placer, como 10 describio Freud. Han sido cuerpos turbados, cuerpos inquieros, cuerpos agirados. (Cuan ta d isonanc ia y desazon pueden soporta r las personas I Durante dos roil afios soponaron mucha en lugares a los que estaban profundamenre ligados. Podrlamos eonsiderar esta act iva vida [[sica mantenida en u n centro inefectivo como un indicia de nuest ra condicion actual.
Al final, esra tension hist6rica entre dominic y civi l izar ion nos plantea cuesriones acerca de nosotros mismos. (C6mo saldremos de nuesrra pasividad corporal? (Donde esra 1a fisura de nuestro sistema? (De cl6nde vendra nuesrra liberaci6n? Se trata, insisto en e llo , de una cuesr ion particula rrnenre acueian te para una c iudad m u I t icu I rural, aunque no este en el discurso habitual de los agravios y los derechos de cada grupo. Porque sin una percepcion alrerada de nosorros rnismos, (que nos impulsara a la mayorla de nosotros -que no somas
personaje! voJverQOs
Tocla SO( rolen:" Y 11' 1a i nsuflcj(
c i v ilizaci6r wales relig po a 1a ciu, sacando 1i(( cio ri rual d, da_des sexua
Serfa uri ( mas de I::JUel ria de los es idea tan i OS! rrano eocol10 espiritual, u. do su huella, bre el samua en el cuidadc [riroiento hu oi sriana. POI des cri stianas: feren res, imp' del cuerpa SUI de los judfos \'
La RevoLu£: hastael final vo,luci6n jlrn~.u ten raron [ect1~ mara sus prw densidad delll: cia, un espacio de ra.
El drama de: drama pagann, gua de clespleg; y negados. En concebi r un rin
ovi I izacion nos no saldrernos de nuestro sistema? :0 en ella. de una .d mult icu I ru ral, as y los derechos de nosot ros mis-
-que no somos
Cuerpos dVf{OJ
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nte la necesiisrianas de la vi(_\jdo, abora uario y la cael cuerpo de isr iana.
> de pu fit) caerpo cristiano .rpos impuras ritual. Ni pua a ese centro. :J rranspa re n te 0, se corwirti6 luy6 a frusrrar ) una transfer:ltipo moderno
en un rriuofa.
personajes heroicos que l larnan a [a puerra de anrros de Ia droga- a volvernos hacia fuera en busca de los dernas, a experimentar al Otro?
el cuerpo eo el ,[t~ll("ia -la re.ras de Adonis, a, y de [a neche irden domioao-
cuerpos que el En nues tra hi sdad han llevado mo 10 describi6 " cuerpos ag 1 ta.s personas? Dulos que esraban criva vida fisica e nuestra condi-
Toda sociedad necesira fuertes sanciones rnorales para que la genre rolere, y no digamos ya exper irnenre de manera positiva, la dua lidad , la insuficiencia y la alter idad. Esas saoeiones rnorales surgieron en 1a civi lizacion occidental a craves de los poderes de Ia religion. Los riruales rei ig i0505 vi ncu laron , en la expresi 6n de Peter Brown. el cuerpo a la ciudad. Un r i tual pagano como las Tesrnoforias 10 consigui6 sarando Iireralrnenre a las rnujeres de los l imires de la casa a un espacia ritual donde hombres y mujeres se enfrenraban can las arnbiguedades sexuales encerraclas en el significado de La ciudadanfa.
Ser ia un disparate sosre ner, de una rnanera uti l i taria, que neces iramos de nuevo el ritual religioso para volvernos al exterior, y la historia de los espacios r ituales de la ciudad no nos pe rrn ire creer en una idea ran insr rurnenral. Cuando el mundo pagano desapareei6, el crist iano encontr6 en la creaci6n de espac i os ri ruales una nueva vocac ion espiri tual , una vocaci6n de trabajo }' autodisciplina que acab6 dejando su huel la sabre Ia ciudad como 10 habfa hecho anter iorrnenre sabre e 1 san rua rio ru ral. La g ravedad de estes espac ios r i wales res i d fa en el cuidado de los cuerpos doloridos y en el reconocirnienro del sufri mit n to humane que se haJla inseparablemen te undo a la er ica crisr iana. Por una rerri ble i rorua del desr ino, cuando las comun i dades crisr ianas descubrieron que r enfan que vivir con los que eran diferenrcs, irnpusieron esra doble percepcion del lugar y de las cargas del cuerpo sufriente a aquellos a quienes oprimiao, como fue el caso de los j ud lOS veneci anos.
La Revo luc ion fraocesa represenr o de nuevo es re drama cr ist i aoo hasra eJ final, aunque no 10 rep itro. E1 entorno fisico eo el que la Revol ue i 00 i m puso e l sufri m ienro, y en el que los revel ue ioriarios i nrenraron recuperar una figura maternal que incorporara y rransformara sus propios su f ri mien ros , ha bla perd ida la esper ific idad y densidad del lugar. E1 cuerpo sufrieme se desplego en un espacio vado, un espacio de l iberrad absrracta s i n una conexion hurnana duradera.
EI drama de los riruales revolucionarios tam bien fue un eco del drama pagano, el i nrento profundamente arraigado en la vida antigua de desplegar e I ri rual pa ra or ien tar lo al serv i cio de los oprirn idos y negados. En el Champ de Mars vo],vi6 a fracasar esre inrenro de concebir un ricual. La ant igua creenria de que el ritual «precede de
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otro lugar» ahora parecia significar que sus poderes esraban mas alia de 10 conceb i ble, mas alia de la accion h umaria, i nspi rado par fmTz.as que t rascendian los poderes de una sociedad hurnana y civilizada ..
Por 10 tanto, el inrenro se dirigi6 a la configuracion del placer, en forma de comodidad, inic ialrnenre pelt.a coot&':atte5tar Ia fatiga ya!iviar Ia carga del rrabajo. Pero esra porencialidad, que permitiria descansar al cue rpo , vi no rarnb ien a a I i v iar su peso sensorial, suspendiendole en una relacion cada vez mas pas iva con Sll entorno. La trayecroria del placer tal y como se concibi6 eondujo al cuerpo humano a un descanso cada vez m.is sol i rario.
Si es posible La fe en la movilizaci6n de los poderes de la civilizeci6n contra los del dorninio , esta rad ica en aeeptar exactarnenre 10 que esra soledad inrenra evitar: el dolor, la clase de dolor vivido que mi amigo rnosrro en el cine. Su mana desrrozada sirve de tesrigo. El dolor vivido es un testimonio de que el cuerpo trasciende e l poder de la soci edad para defi n i r; los 5 ign i ficados de I dolor son s ie m pre incompletes en el mundo. La urc-ptac ion del dolor se halla en un ambito exterior al orden que los seres humanos crean en el mundo. W'ittgensrein dio testimonio del dolor en el pasaje cirado al principia de esre esrudio. En una obra magistral, The Body in Pain, la fil6sofa Elaine Scarry parte de Ja idea de Wirrgeosrein. «Aunque la capad-· dad de experirnenrar dolor fisico es un data ran fundamental del ser humano como Ia capacidad de oir, de tocar, de desear -escribe-, [el dolor es diferente] de cualquier otro hecho corporal y psfquico, pqfque 00 cuenca con ningun objero en el mundo exterior» IS.
Los grandes volurnenes que aparecen en los pianos de Boullee marcan el punro en e 1 que la soc iedad secular perd i 6 contacro can e I dolor. Los revolucionarios creian que podian llenar uri volurnen vado, libre de los obscaculos y resros del pasado, can significados humanos, que un espacio sin obsrrucciones pod fa serv ira las neees idades de una nueva sociedad. El dolor podia el iminarse eliminaodo el lugar. ES!iJ mi sma s urres i 60 ha serv ida posreriormenre para fa vorecer la huida individual mas que el acercamienro a los dernas. La Revoluci6n francesa sefialo as! una profunda cupcura en Ia concepcion del dolor de nuest ra c i vi Ii zaci 6n. David coloc6 e I cuetpo que su frla en el rnismo espac i 0 que ocu paba Marian ne: un es paci a vacio , desam parade, nn cuerpo a solas can. su dolor -y esa es una condici6n insoporrable.
Entre los problemas cfvicos de una ciudad multicultural esca la dificulrad moral de esrirnular la s impar Ia hacia los que son Orros. '{ esto s610 puede ocurrir si se enciende par que el dolor corporal exige un lugar eo el que pueda ser reconocido y en el que sus orfgenes eras-
ceoderues S6 ex peri encia vence el de: eo conditio! de ana pew -aunque er mas que sie: yectoria cfvi un remedio que su dolon exil iados.
CNerpOJ ciutcos
401
In mas al la por fuerzas Iizada.
. placer, eo I[iga y ali- 1 i t iria .cles,d, suspennrorno. J_a ~lI(:rp() hu-
cendenres sean visibles. Sernejanre dolor r ie ne una trayecror ia en la expe r iencia hurnana. Desorienta 'I hace incompl eto al i ndividuo vence el deseo de coherencia. E1 (uerpo gue aeepta el dolor esra en cood icio nes de can ve rti rse en un (uerpo cf vico , sens ible al dolor de orra persona, a los dolores presenres eo lu ca l le , perdurable al fin ~aungue eo un mundo hererogeneo nadie puede expl icar a los demas que s ie n re , qu ien es. Pe ro el (uerpo s610 puede segu i r esra rrayecroria c ivica si reconoce "que los logros de la sociedad no aportan un remedio a su sufrimiento, que <u infelicidad t iene otro or igen, que su dolor deriva del rnandaro divino de que vi vamos juncos como exiliados.
la ci vi l izararne nre 10 v iv ido que rest igo. El el poder de
Icmpre Inti. un arnbindo. Wittrinc.ipio de
la fi Ilosofa " la capaointal del ser :[ibe~, {el l]llICO, por-
bul lee marI con e:J du~ .men vario , s hurnanos , ades de u oa
lugar. Ilsta cr 1a huida IUC i611 fraoel dolon de n cl mismo IparaJo, lin ortab!c.
I esta la diOrros. Y
422
CARt-:E Y PIEDRA
~8. E. M. Forster, M,11/rtU (Nueva York: W. W. Norton. 1993), p. 250 (<<Itr1l1i"al note, ).
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Co 'CLUSl6N
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Random House, 1963).
2. Las esradfsr icas sobr e los indigenres son tan var iadas cornu los que real i zan las tabuJaciones. No obsran re, en los til r irnos arios la poblacion est ival de personas sin hogar en Manhattan se ha aproxirnado 3 Las 30.000 personas y la i nvernal ha esrado entre LO.OOO y 20.000. La mayuria son individuos solreros. Eo los barrios peri fe(icos, las cifras son rnenores pero eJ porcenraje de familras 0 hagrnenros de familias sin hogar es rnucho mayor.
3, Lewis Mumford, The City !II History (Nueva York: Harcourt Brace Jovanovich, 1961),p.421.
4. Jean Gott rnann, Alegalopolis (Nueva YOT).;: Twentieth Century Fund. 1961), P:
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Not as
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15. Ibid., P: 2 L Las cursivas son del original. 16, Ibfd., p. 4.
17. Ibid., p. 5
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