Libro Padres Que Impactan
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Libro Padres Que Impactan
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Diseño y Fotografía: Cynthia Carballo
Diagramación: Cynthia Carballo y Teresa Segovia de Carballo
Corrección: Ptr. Adán Garibaldi
Editor: Ptr. Javier Hidalgo
Índice
Prólogo 4
Capítulo 1 8
El objetivo supremo de los padres en la crianza de los hijos
Capítulo 2 18
Los valores esenciales y cómo transmitirlos a los hijos
Capítulo 3 36
La relación padre-madre y su impacto en la seguridad de los hijos
Capítulo 4 46
La madurez: elemento esencial para el éxito de los hijos
Capítulo 5 60
Establecer reglas benefician el hogar
Capítulo 6 72
La buenas relaciones padres-hijos contribuyen al éxito de los hijos
Capítulo 7 84
Influencia del padre sobre los hijos
Capítulo 8 96
Influencia de la madre sobre los hijos
Capítulo 9 110
El autoritarismo y la paternidad
Capítulo 10 122
La paternidad permisiva y su efecto en los hijos
Capítulo 11 134
La paternidad negligente y su efectos en los hijos.
Capítulo 12 142
El estilo de paternidad autoritativo
Conclusión 152
Bibliografía 156
PADRES QUE IMPACTAN
PRÓLOGO
Este libro puede constituirse también en una referencia valiosa para quienes aun
no son padres pero se están preparando para esa importante tarea que, invariable-
mente, pone a prueba toda la solidez del carácter, el amor y la integración de las
parejas. La paternidad y maternidad respectivamente, constituyen experiencias que
marcan siempre un antes y un después en la vida de los individuos y, la mayoría de
las veces, las personas sienten nunca estar listas para ello.
En ese sentido, Omar y Tere son claros al expresar que la fe y la espiritualidad son
tan importantes en el ejercicio de la paternidad, como lo es la comunicación y las
normas en la organización y en el funcionamiento de la familia. Sin fe es imposible
vivir en este mundo, al menos vivir sanamente. La vida espiritual otorga dirección y
un profundo sentido de dignidad a las personas.
Más allá de la herencia material e incluso académica que lo padres pueden pro-
porcionar a sus hijos, el legado ético y moral, cobra una gran transcendencia, ya
que define el carácter y la manera en que los hijos se relacionaran con el trabajo, la
naturaleza, sus semejantes y con ellos mismos.
Padres que Impactan es una guía valiosa para aquellos que desean dejar como
herencia a la humanidad, hijos seguros, honestos y triunfadores. Los temas expues-
tos con claridad y sencillez abordan de manera práctica los principales retos que
afrontan los padres en la búsqueda de este propósito. A través de sus capítulos se
presentan una selección de temas que orientan y a través de ilustraciones didác-
ticas, muestran valiosos consejos y alternativas, para establecer y preservar una
excelente relación con los hijos.
No existe nada más terapéutico que un hogar en el que los jóvenes tengan la opor-
tunidad de encontrarse con los mejores consejeros para sus vidas que son sus pa-
dres. En virtud de ello, en las paginas de esta obra se puede apreciar que el vinculo
padre - hijo es el mejor medio para hacer frente y sortear con éxito, cualquier riesgo
y obstáculo que las nuevas generaciones puedan tener para lograr una vida adulta
plena y saludable.
Con precisión magistral señalan también los extravíos de la paternidad que invaria-
blemente tienen repercusiones negativas en tanto en el ambiente del hogar como
en la salud emocional de los hijos. El autoritarismo y la indulgencia, rasgos aparen-
temente opuestos, se constituyen en formas de violencia que atentan por igual con-
tra la familia y la formación de los hijos. Respecto a ello, el trabajo de los esposos
Carballo, no solo previene, sino que además, señala estrategias adecuadas para
superar de manera efectiva el reto de administrar de manera adecuada las reglas y
el ejercicio de la autoridad en el proceso de la crianza de los hijos.
Esta obra condensa el esfuerzo de los autores por contribuir a la formación inte-
gral de las nuevas generaciones a través del fortalecimiento de la paternidad y el
enriquecimiento de los vínculos afectivos familiares. De esta manera, hacen una
aportación valiosa, no sólo a la construcción de una sociedad más humana, justa e
6
incluyente, sino también promueven la riqueza espiritual que es la base fundamental
y la esperanza del mundo civilizado.
7
No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis
En medio de las crisis que viven muchas familias, el hogar constituye, sin duda, el
mejor y más seguro refugio que los seres humanos tienen en este mundo. Dentro
del hogar, los hijos constituyen el tesoro más precioso de los padres, independien-
temente del sexo, el tamaño, el color de su piel o de sus ojos, o aun de que sean
buenos o malos. Desde el día en que nacen, la vida se concentra en ellos y se
convierten en parte esencial de la vida de los padres. Desde ese día, en adelante, la
felicidad y la tristeza, los triunfos y las derrotas dependerán o estarán relacionados,
en gran medida, con lo que les suceda a sus hijos.
Para la generalidad de los padres los hijos constituyen su más grande ilusión, y en
ellos esperan ver cumplidas sus más grandes aspiraciones. Lamentablemente, la
crisis que se vive pone en peligro la realización del sueño más grande de todo padre,
pues la crianza de los hijos constituye su obra suprema. Los hijos pueden ser o la
mayor fuente de felicidad o la mayor fuente de tristeza. Jacqueline Kennedy dijo en
cierta ocasión: “Si estropeas la educación de tus hijos, no creo que importe mucho
cualquiera otra cosa que hagas bien”.2
El deseo de todo padre es ver a cada uno de sus hijos convertido en un triunfador.
No necesariamente porque ganó una medalla de oro en una competencia, sino por-
que lo ve crecer y convertirse en un buen ciudadano: ejerciendo decentemente su
profesión u oficio; cumpliendo fielmente su papel de cónyuge y padre; demostrando
que posee altos valores morales, amando a Dios y sirviendo a los demás.
La base de todas las instituciones es el hogar. Cualquier obra que se desee hacer
para beneficio de la sociedad debe tener su inicio en el hogar. White (1986) afirma:
10
La restauración y el levantamiento de la humanidad empiezan en
el hogar. La obra de los padres es cimiento de toda otra obra. La
sociedad se compone de familias y será lo que la hagan las cabezas
de familia. Del corazón “mana la vida” (Proverbios 4:23), y el hogar
es el corazón de la sociedad, de la iglesia y de la nación. El bien-
estar de la sociedad, el buen éxito de la iglesia y la prosperidad de
lanación, dependen de la influencia del hogar.3
A pesar de los graves problemas sociales que vive el mundo, a los hijos les ha to-
cado vivir una época de grandes oportunidades, de muchas opciones y de gran
libertad; por lo que se hace necesario que los padres se aseguren de que sus hijos
aprendan tres factores fundamentales para triunfar: autodependencia, autoconfian-
za y autodominio.
“Cambios”, probablemente sea una de las mejores palabras para describir el mundo
de hoy. Estos cambios, repentinos y drásticos, han tenido un fuerte impacto en to-
11
PADRES QUE IMPACTAN
Los hijos de esta generación viven, sin duda, un mundo diferente del de sus padres.
A ellos les ha tocado desarrollarse en una sociedad donde todo ha cambiado con
gran rapidez, modificando así el estilo de vida.
Es también evidente, que estos rápidos cambios y avances de la ciencia, han contri-
buido a abrir una brecha en los diferentes ámbitos de la vida familiar, donde existen
grandes diferencias con sus consecuentes problemas en aspectos como la música,
el vestido y el vocabulario, entre muchos otros. Entre padres e hijos se manifiestan,
con frecuencia, serios conflictos relacionales, en parte originados por estas diferen-
cias.
12
Otro estudio afirma que en México, casi la mitad de las mujeres en edad reproduc-
tiva tienen que educar a sus hijos solas. La ausencia del padre es provocada por
alguna de las siguientes situaciones.7
Divorcio
11%
Viudez
Embarazo 17%
no
asumido
por la
pareja
60%
Abandono
12%
Muchos de los graves problemas sociales, afirma Pérez (2011), son originados por
la ausencia de los padres:
Surgen entonces algunas preguntas: ¿Quién se ocupará de criar y guiar a estos ni-
13
PADRES QUE IMPACTAN
ños? ¿Quién les servirá de modelo? ¿Quién se encargará de suplir las necesidades
físicas y emocionales de estos millones de niños? Ni los Estados Unidos, ni ninguna
otra nación, por más poderosa que sea, tiene la solución de este grave problema.
Gobiernos de diferentes países reconocen abiertamente que la ausencia del padre
es el factor detonante de esta especie de bomba de tiempo que amenaza con des-
estabilizar a nuestra sociedad.
Ausencia de modelos que imitar. Barna (2006) menciona que los hijos necesitan
modelos a quienes imitar, ejemplos que seguir, pero el 44% de los adolescentes
admiten no tenerlos. En algunos casos, aunque los tengan, éstos han perdido su
importancia e inspiración para ellos. Cuando se les pregunta, quiénes son las tres
personas más importantes en su vida, sólo uno de cada tres nombra a sus padres.10
Éstos han perdido relevancia en la sociedad actual. Esta situación trae consigo sus
consecuencias desastrosas.
Falta de amor y seguridad. Cada día los padres viven más ocupados; la mayoría lu-
cha por suplir las múltiples necesidades de la familia en un mundo que cada vez se
complica y desmorona. Se considera que los padres sólo dedican a sus hijos alre-
dedor de un 40% menos de tiempo que apenas unos años atrás. Mientras tanto, los
niños continúan experimentando las mismas carencias que han tenido por décadas,
pero que actualmente se han agudizado. Entre las principales, dice Barna (2006),
están: “Tener un propósito significativo en la vida, que se confíe en ellos, y que se
les brinde amor y seguridad”.11
Vivir en hogares donde se cambiaron los roles. Cambios marcados se han dado en el
papel del hombre en el matrimonio. Hasta hace unos años el esposo era el provee-
dor, la esposa estaba en casa cuidando del hogar y de los hijos; las esposas reco-
nocían y aceptaban ese papel. Décadas atrás, se consideraba que el buen esposo
y buen padre era aquel que traía dinero para alimentar a su familia. La madre, por
el contrario, se encargaba de atender el hogar y de criar a los hijos. Actualmente la
mayoría de las esposas trabajan fuera de casa, y en algunos casos se han converti-
do en las principales proveedoras del hogar. La pregunta es ¿dónde está el esposo
y padre?; la esposa y los hijos esperan y exigen no solo alimento, sino sobre todo
amor, tiempo, dedicación y atención de parte del esposo y padre.
Los padres deben establecer firmes bases espirituales en el hogar. Pues estos va-
lores serán una guía en la vida de sus hijos. Aquí cabe el dicho: “Dime cuáles son
tus valores, y te diré quién eres”.
Barna (2006) considera que un argumento aún más profundo a favor de la impor-
tancia del desarrollo moral y espiritual de los niños es el hecho de que toda deci-
sión que tomamos es, en última instancia, una decisión espiritual. No importa qué
cuestión o desafío sea que enfrentemos, nuestra decisión se resume en lo que cree-
mos que es correcto o incorrecto, lo cual se basa simple y llanamente en nuestro
sentido de verdad y propósito. Nuestra perspectiva en tales cuestiones proviene
de nuestras conciencias espirituales, ya sea que nuestras nociones de significado,
propósito, verdad, valor, integridad moral y ética surgen de nuestras ideas sobre los
determinantes últimos de la vida.13
Relacionado con esto Kuzma (2009) considera que lograr que los hijos triunfen en
medio de la confusión reinante, no es tarea fácil. Se requiere más que buenas inten-
ciones, se requiere un compromiso total. Esta es una tarea tan grande y desafiante
que “un tercio de todos los padres dicen que si tuvieran que hacerlo otra vez, no
comenzarían una familia”.14
Grandes desafíos enfrentan los padres para cumplir con éxito su noble labor. Lograr
que los hijos triunfen en medio de la confusión reinante, no es tarea fácil. Todo pa-
dre debe estar plenamente consciente que Para ver a sus hijos triunfar se requiere
más que buenas intenciones, se requiere un trabajo diligente y un compromiso total.
Esta es una tarea tan grande y desafiante que “un tercio de todos los padres dicen
que si tuvieran que hacerlo otra vez, no comenzarían una familia”.15
16
Los padres que se esfuerzan y logran su objetivo supremo, bien pueden decir como
el general Mac Arthur: Entonces, yo, su padre, me atreveré a murmurar: “No he
vivido en vano”.
1
Josefina Hernández Mota, Dios mío, hazme viuda por favor (México, D.F.: Editorial Panora-
ma,2004), 97.
2
Kay Kuzma, Obediencia fácil (Argentina: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2008), 117.
3
Elena de White, El ministerio de curación (Argentina: Asociación Casa Editora Sudameri cana;
1986), 269.
4
Fernando Zabala, No callarás (Miami: Asociación Publicadora Interamericana, 2000),
61.
5
James Dobson, Cómo criar a los varones (Colombia: Unilit, 2002), 97.
6
Rami Schwartz, No tienen padre… ni madre, disponible en http://esp.mexico.org/lapalabra/
una/14717/ no-tienen-padre-ni-madre; accesada el 10 de octubre de 2011.
7
Nace sin padre uno de cada 10 niños en México, disponible en http://www.sipse.com/
noticias/74147-nace-padre-cada-10-ninos-mexico.html; accesada el 10 de octubre de 2011.
8
Huérfanos de padre, disponible en http://vidacristiana.com/index.php/component/content/
article/268-portada/19432-huerfanos-de-padre; accesada el 10 de octubre de 2011.
9
Ofelia Pérez, ¡Necesito a papá! (Florida: Casa Creación, 2011) 11,12.
10
George Barna, Cómo transformar a los niños en campeones espirituales (Florida: Casa Crea-
ción, 2006), 22.
11
Ibíd., 24.
12
Josh McDowell, El padre que yo quiero ser (Canadá: Mundo Hispano, 2001), 9.
13
George Barna, Cómo transformar a los niños en campeones espirituales, 28, 29.
14
Kay Kuzma, Los primeros siete años, t. 1 (Colombia: Asociación Publicadora Interamericana,
2009), 41.
15
Kay Kuzma, Los primeros siete años, t. 1 (Colombia: Asociación Publicadora Interamericana,
2009), 41.
16
Kay Kuzma, Obediencia Fácil, 224.
17
“Lo más importante que los padres pueden ense-
Frank A. Clark
Capítulo
2
Los valores esenciales y cómo transmitirlos a
los hijos
PADRES QUE IMPACTAN
Querida madre: Estoy en el frente de guerra y las balas rugen por doquier. Sé que en
cualquier momento una de esas balas pondrá fin a mi vida, y quiero confesarte que
tengo mucho miedo a morir. Siento que en algunas cosas soy diferente de mis com-
pañeros, pues los veo con valor y sin temor a la muerte enfrentar cada batalla. Antes de
salir a combatir, los veo que se arrodillan para hablar con un Dios que yo no conozco,
porque tú, madre, nunca me hablaste ni me enseñaste de él.
Recuerdo que te preocupaste mucho por mi educación. Dedicaste mucho tiempo para
que aprendiera a escribir sin faltas de ortografía, aun no olvido, cómo me enseñaste
a comer alrededor de una mesa de etiqueta. Aprendí todas las reglas de urbanidad.
Recuerdo que me llevabas a la academia de baile, y aprendí a bailar perfectamente.
Lo que me enseñaste mamá, aquí no me sirve, aquí solo se puede bailar al compás de
la balas.
El error que cometió esta madre se repite con frecuencia en la experiencia de mu-
chos padres, error, que con mucha frecuencia trae graves consecuencias. Para im-
pedir que esto siga sucediendo, diversas organizaciones promueven la necesidad y
la importancia de inculcar valores en la vida de los hijos. Es común que los padres
escuchen con frecuencia.
20
expresiones como “educar con valores” o “transmitirles valores”. Se considera que
la transmisión de valores es muy importante, pues cada día se toman decisiones y
los hijos tienen la responsabilidad de usar su capacidad de razonamiento moral el
cual está basado en sus valores.
Un valor significa, literalmente, “algo importante”, “que vale mucho”. Es tan necesa-
rio, que aun vale la pena morir por él. La historia registra la experiencia de muchos
hombres y mujeres que sacrificaron sus vidas por defender o no traicionar sus va-
lores. De ahí que éstos otorguen a la existencia humana la dimensión del sentido.
Los valores proporcionan motivos, identifican a la persona, le dan rostro, nombre y
carácter propio.1
Hernández (2004), considera que: “Los valores son algo fundamental para la vida
personal, puesto que definen la calidad de la existencia, su anchura y profundidad.
Los valores no son cosas, ni elementos de cosas, sino propiedades. La mente y el
corazón están comprometidos y se da, por lo tanto, el compromiso de toda perso-
na”.2
Existen muchas definiciones de lo que son los valores, Zabala (2000), comparte
tres de ellas:
Los valores pueden ser esenciales o primarios y estos a su vez pueden clasificarse
como religiosos, sociales, financieros, recreativos, familiares o morales, solo por
mencionar algunos; éstos, a su vez, se subdividen en muchos otros.
21
PADRES QUE IMPACTAN
En la siguiente tabla se mencionan algunos de los valores, que los expertos consi-
deran de suma importancia.
Bondad y Compasión
compasión
Como ocurre con otros aspectos de la vida, hacer las cosas en el momento debido
es vital. Transmitir los valores en el momento apropiado es clave para el éxito. El
sabio Salomón declara: “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del
22
cielo tiene su hora” (Eclesiastés 3:1). Este principio es aplicable en la educación de
los hijos.
Algunos valores son fundamentales y deben ser transmitidos, según White, en los
primeros años; ella aconseja:
En una ocasión se le preguntó a Abigail Van Buren si podía dar una palabra de
consejo a los padres jóvenes, ella respondió: “Comiencen temprano y sean conse-
cuentes. El niño debe aprender que NO significa NO y debe saber que NO, nunca
significa tal vez”.11
sus hijos. Generalmente se permite que el niño tome la delantera en dos o tres
años a sus padres, quienes se abstienen de disciplinarlo, pensando que es de-
masiado joven para aprender a obedecer”.13
El primer año. Los padres se asombran de los cambios tan rápidos que se dan en
la vida de un niño. Particularmente durante los primeros tres meses de vida. Es,
además, una etapa en la que se establecen los fundamentos para todo el desarrollo
posterior. Reyes menciona que J. Fraser Mustard, mediante estudios que ha reali-
zado sobre la importancia del desarrollo temprano, llega a la siguiente conclusión:
El segundo año. En esta etapa, el cerebro se desarrolla con gran rapidez. Kuzma
(2009) dice que esos cambios son mucho más rápidos que en los años posteriores,
y que el cerebro alcanzará casi su tamaño adulto a los cinco o seis años de edad.15
Lewis (1994) menciona que es también alrededor de los dos años cuando se co-
mienza a formar la identidad sicosexual del niño.16 Frank y Theresa Caplan también
señalan este aspecto:
Los tres o cuatro primeros años de vida son una etapa en la que el
cerebro del niño crece hasta aproximadamente los dos tercios de
su tamaño definitivo, y evoluciona en complejidad a un ritmo mayor
del que alcanzará jamás. Durante este período las claves de apren-
dizaje se presentan con mayor prontitud que en años posteriores, y
el aprendizaje emocional es el más importante de todos…el impacto
de este primer aprendizaje es profundo.19
Dobson (2010) dice: “El cerebro de un niño recién nacido pesa cerca de 25 por cien-
to de lo que pesará cuando sea adulto. Para la edad de tres años, habrá producido
miles de millones de células y cientos de billones de conexiones, o sinapsis entre las
células nerviosas. Es claro que algo dramático está sucediendo neurológicamente,
comenzando mucho antes del nacimiento”.20
25
PADRES QUE IMPACTAN
El cuarto año. En esta etapa, el niño estará por ingresar a la escuela, su capacidad
de aprendizaje estará en gran parte definida. La capacidad del niño, en diferentes
áreas, estará fuertemente relacionada con lo que los padres hicieron o dejaron de
hacer en los primeros años de su vida.
Estas revelaciones deben alertar y motivar a cada padre a esforzarse por apro-
vechar plenamente esta etapa de la vida de los hijos. Reconociendo que, de no
hacerlo, se requerirá de mucho mayor esfuerzo en las etapas posteriores.
El séptimo año. Desde hace mucho tiempo la edad de los siete años era reconocida
como de suma importancia en la educación de un niño. Un sacerdote decía: “Den-
me un niño hasta lo siete años, y yo haré de él un buen católico para toda la vida”.
White (1978) declara: “Las lecciones que aprende el niño en los primeros siete años
de vida tienen más que ver con la formación de su carácter, que todo lo que aprende
en los años futuros”.22
Al respecto, Kuzma (2009) señala: “Los niños son altamente impresionables. Llegan
a ser lo que ven, oyen y viven. Durante los primeros siete años se formarán sus há-
bitos fundamentales para toda la vida.23
Del octavo año en adelante. Después de los siete años muchos aspectos están defi-
nidos para bien o para mal. Cuando el niño cumple los ocho años ya está formado
en un 80%, esto significa que después de los ocho años de edad, sin importar el
tipo de escolaridad y el ambiente en que vivan los niños, sus capacidades mentales
sólo podrán alterarse alrededor de un 20%. Entre los valores que estarán en gran
parte definidos se encontrarán los espirituales, Barna (2006) dice:
Es sorprendente, que a la edad cuando muchos padres creen que sus hijos, aún son
muy pequeños, que no saben ni están capacitados para tomar decisiones de tipo
espiritual, en realidad ya es demasiado tarde y, por lo tanto, será más difícil impactar
en sus decisiones espirituales.
Otro interesante estudio fue hecho por Barna (2006), el cual comparte los resulta-
dos, los cuales confirman sobre la importancia de los primeros años, en relación con
las decisiones y valores espirituales, como lo muestra la tabla siguiente.26
32%
6%
4%
5 a 12 13 a 18 19 en adelante
Es evidente que la mayoría hace sus decisiones espirituales a muy temprana edad.
Con razón Salomón declaró: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo
no se apartará de él” (Proverbios 22:6).
los personajes bíblicos dice: “En la búsqueda del sentido individual, la influencia (el
impacto) y trascendencia de personas significativas puede llegar a ser decisiva… La
realidad de los valores trascendentes convocan las fuerzas de la integración propia”.
Un estudio hecho a once mil jóvenes entre los 12 y 18 años, demostró que el hogar
es el sitio más importante para aprender valores.28 El estudio descubrió que los jó-
venes aceptan mejor las normas, cuando les son enseñadas en el hogar, que cuan-
do se las imponen en la escuela o la iglesia 29 Las experiencias familiares tempranas
determinarán, dice Zabala (2000), los siguientes aspectos:
En realidad, no hay ninguna otra interacción humana que influya tanto en la vida de
una persona como lo que ocurre en las relaciones que se dan en la intimidad del
hogar. 30
28
Al considerar la importancia de la educación temprana, Habenicht (2000), hace
referencia a un importante estudio del Dr. Burton White, del Programa Preescolar de
la Universidad de Harvard, quien llegó a la siguiente conclusión:
Lo que sucede al niño desde que nace hasta que cumple sus pri-
meros 18 meses de vida, tendrá más influencia en su capacidad
mental futura, que lo que le suceda en cualquier otro tiempo. En su
informe, el Dr. White también concluye que el núcleo familiar es el
sistema educativo más importante. Los niños que en sus primeros
años no reciben la crianza adecuada, se desligan de la familia. . .
Esta desunión, en su peor forma, puede crear gentes sin vínculos
quienes. . . contribuyen más allá de su número al desorden y a las
enfermedades de la sociedad. No están capacitados para relacio-
narse en el trabajo, para tener amigos, para el matrimonio, ni para la
crianza de los hijos.31
Siendo que el objetivo que los padres deben perseguir es que el niño sepa decidir
correctamente en cualquier circunstancia, es importante que éste conozca el princi-
pio que le ayudará a conocer o a saber cuál es la decisión correcta que debe tomar.
Zabala (2000) hace referencia a una importante pregunta que Kuzma plantea:
¿Cómo ayudar al niño a desarrollar un código moral sólido, basado en principios?;
enseguida él comparte una serie de aspectos que pueden ayudar a contestarla:
Zabala (2000) aconseja que a los hijos no siempre se les proteja de todas las difi-
29
PADRES QUE IMPACTAN
cultades, sino que se les permita, cuando así se considere conveniente, que él las
enfrente, pues esto le será de gran ayuda.33
Debido a que cada ser humano es diferente, no existe una fórmula única que pueda
aplicarse con tan buenos resultados; pero al analizar el comportamiento de mu-
chos, se ha comprobado que ciertas pautas permiten lograr buenos resultados en
la transmisión de los valores.
Hasta hace unas décadas, en varios países se consideraba que los valores espiri-
tuales eran tan importantes que no solo debían enseñarse en la casa y en la iglesia,
sino aun en las aulas de clase. Por diferentes circunstancias, la mayoría de los paí-
ses legisló sobre el hecho de que los valores espirituales se enseñen en el hogar o
en la iglesia. Dada esta decisión, que parece estar justificada, se han omitido en la
formación escolarizada, debiendo sufrir sus respectivas consecuencias.
Estudios diversos de Barna (2006) muestran el engaño en el que viven algunos pa-
dres y dirigentes religiosos en cuanto a la situación espiritual de los hijos.38
• El 90% de los padres que asisten a la iglesia están satisfechos con lo que sus
hijos aprenden allí.
• El 62% de los pastores evangélicos afirman que su iglesia está haciendo una
buena labor en enseñarles a los niños de Cristo.
• El 80% de los pastores sienten que la participación de los niños en la adoración
30
en la iglesia es buena.
• El 75% de los pastores afirman estar satisfechos con lo que la iglesia está ha-
ciendo para mostrales a los niños una visión bíblica del mundo.
• El 80% de los niños entre los 5 y los 13 años afirman que no saben qué es la
adoración, y admiten que no sienten la presencia de Dios.
Un día, mientras Abrahán Lincoln era presidente de los Estados Unidos, su hijo
pequeño entró a la oficina presidencial, después de un rato de estar con su padre,
abrió uno de los cajones del escritorio y tomó una hoja para escribir. Su padre lo
miró y le dijo: “Hijo, vuelve esa hoja a su lugar, pues ese papel es propiedad de la
nación. Inmediatamente abrió otro cajón y sacó una hoja como la anterior y la en-
tregó a su hijo. Enseguida le dijo: “Estas hojas son mías, las compré con mi dinero”.
De esa manera, ese padre le enseñó a su hijo pequeño el principio de la honestidad.
Los niños captan las lecciones informales de la vida diaria más rápidamente, declara
Habenicht (2000), que los intentos deliberados de enseñarles los valores.39 Ella
agrega: “Los padres deben ser un modelo de honestidad e integridad, ya que los
hijos no serán más honestos que lo que son los padres.40 Barna (2006) declara: “El
ejemplo… es el componente mas poderoso en los esfuerzos de un padre por influir
en un niño”.41
Este principio, dice Hoffman (1998), es ilustrado muy bien por la declaración de To-
más Alva Edison, quien refiriéndose al principio de la perseverancia dijo:
31
PADRES QUE IMPACTAN
Hay muchas personas que consideran que he realizado ciertas cosas por cierto
“genio” que poseo. Eso no es verdad. Cualquier otra persona de mente brillante
puede lograr exactamente lo mismo que yo si persevera al máximo, y si recuerda
que nada de lo que pueda valer la pena va a funcionar por sí mismo, simplemente
para complacerte; es preciso hacer que el maldito artefacto funcione. El genio es
uno por ciento de inspiración y noventainueve por ciento de perseverancia.43
Es importante, antes de terminar este capítulo, aclarar que es posible que usted hizo
o este haciendo todo lo antes mencionado y sin embargo no obtuvo los resultados
deseados, en estos casos es apropiado recordar lo que Wright (1994) llama los tres
mitos de la paternidad.45
Mito 1: Involucramiento total de los padres. El primer mito en la crianza de los hijos
afirma que los buenos padres se involucran totalmente con sus hijos todos los días.
Se necesita mucho entusiasmo para hacer un buen trabajo. Usted necesita estar
involucrado con sus hijos, pero no necesita que sea de forma tal, hasta el punto de
que ellos sean el centro de su atención, hacer esto es dañino para el niño. Algunas
señales reveladoras de demasiado involucramiento son:
Mito 2: La responsabilidad total del éxito de los hijos recae en los padres. El segundo
mito importante declara que el éxito o el fracaso del niño depende enteramente de
los padres. Muchos padres cristianos luchan con este mito, creyendo que ellos son
responsables cuando los hijos hacen decisiones contrarias a la manera como han
sido criados. A estos padres se le escucha decir: ¿qué hicimos mal? ¿cómo nos ha
podido pasar esto? ¿dónde ha estado Dios en todo esto? Si tan sólo los hubiéramos
criado mejor, ¿cómo pudo desviarse de nosotros, después de que lo hemos guiado
tanto?
Dios nos ha dado la misma libertad que le dio a Adán y a Eva: la libertad de escoger
entre lo bueno y lo malo. Sus hijos tienen esa libertad. Usted es responsable de
amarlos, cuidarlos y rodearlos de un ambiente positivo y educativo, pero no es res-
ponsable de la dirección que ellos escojan en su vida. La responsabilidad total de
los padres es un mito, y la culpa, la frustración, la autocondenación, y lo que resulte
de ellos muchas veces carece de fundamento.
Mito 3: Los hijos siempre serán una fuente de felicidad. El tercer mito, ampliamente
aceptado, es que la crianza de los hijos es un trabajo valioso, y que usted siempre
los disfrutará. Esta idea es verdadera solo parcialmente, en el mejor de los casos.
Sí, la crianza de los hijos puede ser valiosa y agradable mucho tiempo, pero no
siempre. Habrá tiempos de frustración y enojo, los cuales le harán preguntarse:
¿Dónde voy para renunciar a ser padre o madre?
Cumplir exitosamente con la crianza de los hijos no es fácil; con razón el psicólogo
33
PADRES QUE IMPACTAN
y escritor Dale Olen, dijo: “Los padres necesitan más entrenamiento que un neuro-
cirujano, más sabiduría que un juez, y más amor que un santo.”46
Un día, cuando mis hijos estén lo suficientemente crecidos para entender la lógica
que motiva a los padres y madres, yo habré de decirles:
Los amé lo suficiente, como para haberles preguntado a dónde iban, con quién iban
y a qué hora regresarían.
Los amé lo suficiente, para no haberme quedado callado y hacerles saber, aunque
no les gustara, que aquel nuevo amigo no era buena compañía.
Los amé lo suficiente, para hacerles pagar las golosinas que tomaron del supermer-
cado o las revistas del expendio, y hacerles decir al dueño: Nosotros nos llevamos
esto ayer y queremos pagarlo.
Los amé lo suficiente, como para haber permanecido de pie dos horas, junto a uste-
des, mientras limpiaban su cuarto, tarea que yo habría hecho en 15 minutos.
Los amé lo suficiente para dejarles ver, además del amor que sentía por ustedes, la
decepción y también las lágrimas en mis ojos.
Los amé lo suficiente para dejarlos asumir la responsabilidad de sus acciones, aun
cuando las penalidades eran tan duras que me partían el corazón.
Y, ante todo, los amé lo suficiente, para decirles NO, cuando sabía que ustedes po-
drían odiarme por eso (y en algunos momentos, sé que me odiaron).
Ésas eran las batallas más difíciles de todas. ¡Estoy contento, vencí... porque, al
final, ustedes ganaron también!
1
Fernando Zabala, No callarás (Miami, FL: Asociación Publicadora Interamericana, 2000) 109.
2
Josefina Hernández Mota, Dios mío, házme viuda por favor (México, D.F: Editorial Panora-
ma,2004), 97.
3
Fernando Zabala,11.
4
Definición y tipos de valores, disponible en http://www.monografias.com/trabajos75/defini-
cion-tipos-valores/definicion-tipos-valores.shtml; accesada el 10 de octubre de 2010.
5
Elena de White, El ministerio de curación, (Estados Unidos: Pacific Press Publishing Associa-
tion, 1978), 287.
34
6
Ibíd.,
7
Ibíd.,
8
Elena de White, Conducción del niño (Estados Unidos: Pacific Press Publishing Association,
1978), 85.
9
Elena de White, Consejos para los maestros (Estados Unidos: Pacific Press Publishing Asso-
ciation, 1971), 86.
10
Elena de White, El hogar cristiano (Estados Unidos: Pacific Press Publishing Association,
1971), 11.
11
Kay Kuzma, Obediencia fácil, 89.
12
Elena de White, Conducción del niño, 23.
13
Ibíd, 77.
14
Yolanda Reyes, La lectura en la primera infancia, disponible en http://www.cerlalc.org/red-
planes/ secciones/ .biblioteca/reyes _ lectura primera infancia.pdf; accesada el 10 de octubre de 2011.
15
Kay Kuzma, Los primeros siete años t 3, 15.
16
Paul Lewis, 40 Maneras de enseñar al niño los valores morales (Colombia: Unilit, 1994), 127.
17
María Montessori, La pedagogía de la responsabilidad y la autoformación, disponible en
http://www.uhu.es/cine. educacion/figuraspedagogia/0_montessori.htm; accesada el 10 de octubre de
2011.
18
Tim La Haye, Casados pero felices (Colombia: Editorial Libertador),86.
19
Daniel Goleman, La inteligencia emocional (Querétaro: Vergara, 2010), 230.
20
James Dobson, Cómo criar a las hijas (USA: Tyndale 2010), 66.
21
Kay Kuzma, Los primeros siete años t 3, 16.
22
Elena de White, Conducción del niño, 184.
23
Kay Kuzma, Los primeros siete años t 1, 9.
24
George Barna, Cómo transformar a los niños en campeones espirituales (Florida: Casa Crea-
ción, 2006) 39.
25
Voddie Baucham, Patrimonio espiritual, disponible en http://files.tyndale.com/thpdata/First-
Chapters/978-1-4143-3393-9.pdf; accesada el 14 de septiembre de 2011.
26
George Barna, 32.
27
Gary y Greg Smalley, Vínculo de honor (Miami: Unilit, 1999), 119.
28
Benjamín Alvarez, El aprendizaje de las Naciones, disponible en http://www.rieoei.org/oeivirt/
rie08a06.htm; accesada el 14 de septiembre de 2011.
29
Dona J. Habenicht, Diez valores cristianos que todo niño debería conocer, 31.
30
Fernando Zabala, 53.
31
David Treybig, La educación de los hijos en el mundo moderno, disponible en http://www.
unidachile.cl/unidabolivia/ revistas%2096y97/bn96so.pdf; accesada el 14 de septiembre de 2011.
32
Fernando Zabala, 70.
33
Norman Wright, Las palabras de los padres y su asombroso poder (Colombia: Unilit, 1994),
70-75.
34
Voddie Baucham, Patrimonio espiritual, disponible en http://files.tyndale.com/thpdata/First-
Chapters/978-1-4143-3393-9.pdf; accesada el 10 de octubre de 2010.
35
Ibíd., 77.
36
George Barna, 126.
37
Ibíd., 60.
38
Ibíd., 125.
39
Dona J. Habenicht, 207.
40
Ibíd.
41
George Barna, 88.
42
Deuteronomio 6:4-6.
43
Edward Hoffman, De padres a hijos (México: Editorial Selector, 1998), 166.
44
Paul Lewis, Maneras de enseñar al niño los valores morales (Miami, Fl: Editorial Unilit, 1994),
67.
45
Norman Wright, Las palabras de los padres y su asombroso poder (Colombia: Unilit, 1994),
70-75.
46
Kay Kuzma, Los primeros siete años, t 1 (Colombia: Asociación Publicadora Interamericana,
GEMA Editores, 2009), 29.
35
“Lo más grande que un hombre puede hacer por
Theodore Hesburgh
Capítulo
3
La relación padre-madre y su impacto en la
seguridad de los hijos
PADRES QUE IMPACTAN
Con frecuencia, la pareja pasa por alto la trascendencia de su relación como cón-
yuges, que afecta decisivamente el presente y futuro de sus hijos. Mucho se ha
dicho que la imagen de padre o madre que se transmite a los hijos depende, en
gran medida, de la imagen que cada uno tiene del otro. Cuando los hijos ven que sus
papás se aman y admiran, ellos intentarán imitarlos, para también aprender a amar
y ser amados, pues reconocerán que amar es bello y placentero. Esos aspectos
contribuirán fuertemente a la formación de la personalidad de los hijos.1
Los dirigentes civiles, los sociólogos, los psicólogos, los maestros, los políticos y
los dirigentes religiosos concuerdan en que, la fortaleza de una nación, reside en la
solidez de sus hogares. Covey (1998), analizando este aspecto, declara: “La historia
claramente afirma que la familia es el fundamento de la sociedad. Es la Piedra angu-
lar de toda nación. Es el núcleo de la civilización. Es el pegamento que todo lo une.2
San Agustín tenía razón cuando dijo: “La familia es el vivero de la sociedad”. Un
serio análisis de estas declaraciones debe reafirmar el compromiso de cada padre
de hacer lo mejor por brindar un buen hogar a sus hijos.
El impacto que produce el hogar en la vida de los hijos, es de vital importancia. Una
encuesta realizada entre padres e hijos para conocer qué pensaban sobre este as-
pecto, mostró lo siguiente: Un 97% de los padres y un 94% de los hijos consultados
(casi la totalidad) piensan que “mantener buenas relaciones familiares” constituye
un valor “bastante o muy importante”, por encima del resto de valores considerados
como deseables.3
La mayoría de las personas tienen buenas intenciones. Los padres no son la ex-
cepción, desean y esperan, no solo tener buenos hijos, sino hijos sobresalientes;
el problema es que, como lo declara Covey (1998), “Las fuerzas que arrastran a las
familias son demasiado fuertes en el mundo moderno: Debemos decidir si girar o ir
donde nos lleve la corriente. La clave para girar con éxito, es ser intencional respecto
a los rituales de la familia”.4
38
3. Los padres crean la atmósfera del hogar
La felicidad conyugal de los padres llega a su punto más bajo durante los años en
que sus hijos son adolescentes. Para lidiar con estos cambios, una de las mejores
39
PADRES QUE IMPACTAN
cosas que pueden hacer es tomar medidas para mantener sólido su matrimonio.
Gary y Greg (1999) declaran: “Los padres en conflicto tienden a expresar menos
preocupación y cariño hacia su hijo adolescente, y hacen uso de una disciplina más
estricta de la usual, creando mayores dificultades emocionales para el hijo”.8
La relación de los padres, el ambiente del hogar y la relación de los padres y los
hijos habrán de proveer los elementos para el crecimiento emocional. Barna (2006)
lo resume en la siguiente declaración: “La mayor parte de la estabilidad emocional y
de la madurez de los niños brota de su relación con la familia”.9
Gottman (2008) compara la relación de la pareja con la cuna del niño. Si la cuna
es cómoda, segura y llena de afecto, el corazón del niño descansará y crecerá se-
guro. Es tarea de los padres trabajar porque el hogar represente una cuna fuerte y
tranquila. Los padres que logran este objetivo, están asegurando, en gran parte, el
bienestar presente y futuro de sus hijos.10
El mismo autor (2008) sigue diciendo que, los padres que cuidan y dedican tiempo
a su matrimonio, y satisfacen mutuamente sus necesidades como pareja, proveen
a sus hijos un modelo futuro de lo que es y será un buen matrimonio, y de cómo
mantener relaciones sanas con los demás. Los hijos que tienen la oportunidad de
crecer en hogares donde el ambiente es relajado y feliz, generalmente se desarrollan
mejor física, emocional e intelectualmente.11
Así como cada ser humano es diferente, también existen diversas formas de re-
lación entre las parejas. Algunas ni siquiera son permanentes, cambian según las
circunstancias. Es posible, sin embargo, señalar que hay parejas donde se observan
ciertas tendencias. Se considerarán tres de ellas y sus características principales.
40
1. Hogares donde el cónyuge ocupa el primer lugar
Existen parejas donde, aun cuando se tengan hijos, la relación de la pareja sigue
siendo prioritaria. Expertos consideran que, en la relación familiar, la relación con el
cónyuge debe ocupar el primer lugar. Kuzma (2009) declara: “En una familia bipa-
rental, el matrimonio debe ser la relación de más importancia dentro de la familia,
y debe ser más importante que cualquier persona individual dentro de la familia”.13
Rosemond en su libro El plan de seis puntos para criar hijos sanos y felices, aconse-
ja a los padres lo siguiente: “Presten más atención a su matrimonio que a sus hijos.
En otras palabras, fije las prioridades como corresponde y no deje que ese orden se
altere. Si usted no tiene pareja, entonces préstese más atención a usted que a sus
hijos. Recuerde que resultará difícil que pueda dar algo, si su propio “stock” está
agotado”.14 En otras palabras, se necesita ser solventes para poder dar mucho.
Para los hijos, la unión estrecha y amorosa de sus padres es altamente valorada.
Aun en algunos casos, es posible que los hijos no reciban toda la atención de par-
te de sus padres, pero podrán crecer sanos emocionalmente si la relación de sus
progenitores les brinda seguridad. Los padres sabios sabrán cómo equilibrar sus
actividades, para dedicarse tiempo de calidad como pareja y consecuentemente a
sus hijos.
Gottman (2008) considera que existen también parejas donde la prioridad son los
hijos. Cuando es así, pueden surgir algunos conflictos conyugales, especialmente
provocados por el cónyuge que se siente abandonado. Es frecuente encontrar pa-
rejas donde, de común acuerdo, se concentran en los hijos, aun dejando de lado
sus obligaciones como pareja. Aunque no suele ser lo mejor, a algunas parejas les
funciona, especialmente cuando esta situación es solamente por un periodo deter-
minado.15
41
PADRES QUE IMPACTAN
Es lamentable, dice Goleman (2008), que existan muchos hogares donde más y más
los padres hablan menos tiempo con los hijos, la comunicación es casi nula y su in-
terés por ellos y sus numerosas necesidades han sido relegados. En estos hogares,
las relaciones de familia, que nunca deben sacrificarse, están prácticamente rotas
y los niños viven terribles situaciones de incomunicación y aislamiento.16 Cualquiera
sea la causa si estas condiciones se prolongan traerán graves consecuencias a la
vida familiar, relacional, amenazando la estabilidad del hogar.
Está comprobado que la relación entre esposos y padres constituye un factor cru-
cial para el buen desarrollo de los hijos. Diferentes estudios así lo confirman.
Cuando los equipos de investigación dirigidos por Carole Hoove y John Gottman
(2008), de la Universidad de Washington, llevaron a cabo un microanálisis de las
interacciones que se producen en las parejas sobre la forma en que los esposos tra-
taban a sus hijos, descubrieron que las parejas más competentes en el matrimonio,
desde el punto de vista emocional, eran también las más eficaces cuando se trataba
de ayudar a sus hijos en sus altibajos emocionales.17
Y cabe destacar, que es casi imposible encontrar hogares donde los conflictos es-
tén totalmente ausentes; por lo tanto, los padres, además de esforzarse por evitar
los conflictos, deben también aprender a resolverlos sabiamente cuando éstos se
presentan. Kuzma (2009) explica:
Los conflictos entre padres, definitivamente, son dañinos para los hijos. Gottman
(2008) expresa:
42
Nuestra investigación indica que crecer en un entorno lleno de con-
flictos puede tener un fuerte impacto negativo en las actitudes y
logros de los niños. Los niños que viven en familias en que hay ten-
sión no expresada pueden padecer ansiedad, deprimirse y volverse
introvertidos y retraídos. Los niños que viven en un ambiente de
hostilidad y desprecio se vuelven agresivos hacia sus compañeros.19
La mayoría de los padres tiene mucho que aprender respecto a la trascendencia del
ejercicio de la paternidad, especialmente cuando ésta no es correcta. El papel que
juega la influencia de los padres en el carácter de los chicos es determinante. Este
aspecto lo muestran estudios longitudinales, como del que habla Goleman (2008),
que se llevó a cabo con 870 niños del interior del estado de Nueva York, los cua-
les fueron observados desde los ocho hasta los treinta años. Los más agresivos,
más rápidos para empezar una pelea, y que habitualmente utilizaban la fuerza para
conseguir lo que querían, eran los que tenían más probabilidades de abandonar
la escuela y, al llegar a los treinta años, tenían historiales de crímenes y violencia.
También, al parecer, transmitían su propensión a la violencia: sus hijos eran, en la
escuela primaria, tan conflictivos como lo habían sido sus padres delincuentes.20
En su libro The Total Man (el hombre completo) Dan Benson, citado por McDowell
(2001), reflexiona en que fueron valiosos algunos momentos en su infancia. Él dice:
43
PADRES QUE IMPACTAN
La manera como los padres se llevan entre ellos, y el grado de apoyo del estilo de
paternidad adoptado, crea el clima emocional del hogar, ya sea una atmósfera de
bondad y cuidado o de frialdad y hostilidad. Habenicht (2006) menciona que el clima
emocional del hogar desempeña un papel significativo en la determinación de si los
niños aceptarán o rechazarán los valores de la religión de sus padres. Tiñe todo lo
que ocurre en la familia, dándole un aura de gozo y felicidad o de represión y triste-
za.22 Es conocido el siguiente dicho: “Los padres educan a los hijos primero por lo
que son, segundo por lo que hacen, tercero por lo que dicen”.
Es aceptado el hecho de que existe una relación directa entre el clima de comuni-
cación familiar y el rendimiento escolar de los hijos, y la consideración de la familia
como núcleo socializador. Se puede observar claramente que, cuanto mayor es la
comunicación en el seno de la familia, mejor suele ser el rendimiento escolar de los
hijos, y en gran medida tiende a considerarse a la familia como el lugar donde se
dicen las cosas más importantes de la vida.23
Diferentes estudios realizados, como los que se han mencionado, son contunden-
tes respecto a que la relación padre-madre repercute en todos los aspectos de la
vida los hijos, esta situación debe motivar a los padres a dar lo mejor de ellos en su
relación como pareja, a fin de que sus hijos puedan disfrutar de un ambiente apro-
piado para su desarrollo y un modelo digno de imitar.
44
1
Ser padres, disponible en http://www.elrefugiodelaplaya.com/vivir/padres.htm, accesado el
10 de octubre de 2011.
2
Stephen R. Covey, Los 7 hábitos de las familias altamente efectivas (México: Grijalbo,
1998),144.
3
Fundación de Ayuda contra la Drogadicción, Comunicación y conflictos entre hijos y padres,
disponible en http://www.fad.es/sala_lectura/hijospadres-separata.pdf; accesada el 9 de septiembre de
20011.
4
Covey,144.
5
Elena de White, El hogar cristiano (Argentina: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1978),
13.
6
Daniel Goleman, La inteligencia emocional (Querétaro: Vergara, 2010), 224.
7
Karina Galarza Vásquez, La llegada del primer hijo, disponible en http://www.saludymedici-
nas.com/nota.asp? id=2772 accesada el 10 de septiembre de 2011.
8
Gary y Greg Smalley, Vínculo de honor (Miami: Unilit,1999)169.
9
George Barna, Cómo transformar a los niños en campeones espirituales (Florida: Casa Crea-
ción, 2006), 22.
10
John Gottman, Diez claves para transformar tu matrimonio (España: Paidós, 2008), 278.
11
Ibíd.
12
Inteligencia emocional; hijos con personalidad, disponible en http://www.inteligencia-emo-
cional.org/familia/ hijos _con_personalidad.htm; accesada el 10 de septiembre de 2011.
13
Kay Kuzma, Los primeros siete años, t. 3 (Colombia: Asociación Publicadora Interamericana,
2009), 116.
14
Inteligencia emocional; cuál es el secreto para criar hijos sanos y felices, disponible en http://
www.inteligencia- mocional.org/familia/secreto_para_criar_hijos_sanos_y_felices.htm; accesada el 10
de septiembre de 2011.
15
Gottman, 278.
16
Las primeras experiencias emocionales, disponible en http://www.inteligencia-emocional.
org/familia/ hijos _con_personalidad.htm; accesada el 10 de septiembre de 2011.
17
Goleman, 224.
18
Kuzma, Los primeros siete años, t. 3, 115.
19
John Gottman, 278.
20
Daniel Goleman, 231.
21
Josh McDowell, El padre que yo quiero ser (Canadá: Mundo Hispano, 2001), 34.
22
Donna J. Habenicht, Diez valores cristianos que todo niño debería conocer (Argentina: Aso-
ciación Casa Editora Sudamericana, 2006), 26.
23
Comunicación y conflictos entre hijos y padres; disponible en http://www.fad.es/sala_lectu-
ra/hijospadres-separata.pdf; accesada el 10 de septiembre de 2011.
24
Inteligencia emocional; Las primeras experiencias emocionales, disponible en http://www.
inteligencia-emocional.org/familia/primeras_experiencias_emocionales.htm; accesada el 10 de sep-
tiembre de 2011.
25
Ibíd.
45
Donde los padres hacen demasiado por sus hijos,
Elbert Hubbard
Capítulo
4
La madurez: elemento esencial para el éxito de
los hijos
PADRES QUE IMPACTAN
Madurez o inteligencia
Reconocer que los hijos han crecido, y que ya pueden enfrentar el mundo solos, es
una realidad casi imposible de creer y aceptar por la mayoría de los padres, como
bien lo dice Maxwell (2000 ): “Un muchacho se hace adulto tres años antes de lo que
sus padres creen, y alrededor de dos años después de lo que él cree”.1 Mientras
lucha contra esos sentimientos y logra superarlos, muchas veces los padres perdie-
ron la preciosa oportunidad de ayudar a su hijo a madurar, cualidad indispensable
para enfrentar y triunfar en la vida.
Se cuenta que dos amigos, que aún no habían cumplido los diez años de edad, un
día salieron a jugar en pleno invierno. El panorama era hermoso; todo estaba reves-
tido de blanco por la intensa nieve. El río, que en otras ocasiones era caudaloso
y sólo se podía cruzar por el puente, ahora estaba totalmente congelado, parecía
indefenso. Los niños corrieron y jugaron hasta el cansancio. Cuando por fin llegó la
hora de regresar, juntos comenzaron a caminar, pero de pronto, uno de ellos sintió
que sus pies se hundían mientras el hielo se quebraba y sus piernas quedaban in-
móviles entre la capa de hielo. Por más intentos que hizo, le fue imposible sacar sus
piernas. Su amigo corrió hasta que pudo encontrar algo con qué romper el hielo y
sacar a su amigo. Después de muchos intentos, logró su objetivo. En ese instante,
varios hombres llegaron y con sorpresa e incredulidad le preguntaron al niño cómo
lo había hecho, pues les parecía imposible que hubiera podido cargar todos esos
objetos tan pesados. Uno de los que estaban allí dijo al grupo: “Este muchacho
pudo sacar a su amigo y cargar todos estos objetos, porque no había ningún adulto
que se lo impidiera”.
Este relato muestra una realidad: los padres, y los adultos en general, constituyen
muchas veces el primero y más grande impedimento para que los hijos alcancen la
madurez.
48
Rasgos de una personalidad inmadura
Importancia de la madurez
El tiempo que los hijos están en el hogar, y bajo la tutela de los padres, es corto. Es
de gran importancia que durante ese periodo se le enseñe al niño a tomar decisio-
nes correctas y a saber autogobernarse. Una de las formas de ayudar, es enseñarle
a asumir responsabilidades y a sufrir las consecuencias de su desenvolvimiento y de
las decisiones que toma. Debe enseñársele hábitos de trabajo, diligencia y perseve-
rancia, entre varios otros. Estos aspectos le serán de gran utilidad en las diferentes
áreas de su vida.
49
PADRES QUE IMPACTAN
1. La sobreprotección
Los padres no sólo deben permitir que los hijos colaboren en las tareas del hogar,
sino también deben asignarles trabajos y responsabilidades específicas. De esta
manera, les ayudarán a convertirse en un miembro responsable de la familia. Ade-
más, deben también hacerlos a responsables de su propia conducta y sus decisio-
nes. Deben dejar de correr al autobús cuando a ellos les corresponde hacerlo; deje
de atarle los cordones de los zapatos, cuando ellos lo pueden hacer; no impida que
se caigan de narices. Déles la oportunidad de aprender “por la fuerza” que, muy a
menudo, es la única forma posible de aprender.5
Por todos lados se encontrarán madres que constantemente protegen a sus hijos
de cualquier situación, que impiden que ellos desarrollen fuerzas para enfrentar la
vida. Esta actitud equivocada trae repercusiones serias que, muchas veces, inutili-
za al hijo para enfrentar la vida por sí solo.
Goleman (2010) señala: “La convicción protectora parece haber estimulado la acti-
tud temerosa, probablemente al privar a los pequeños de la oportunidad de apren-
der a vencer sus temores. La filosofía de la educación, según la cual “aprender es
adaptarse”, parece haber ayudado a los niños temerosos a ser más valientes.6
Se comete un grave error al sobreproteger a los hijos, pues como bien se dice: “De
todas las virtudes que podemos aprender no hay otra característica más útil, más
necesaria para la supervivencia, y con más probabilidades de mejorar la calidad
50
de vida, que la capacidad de transformar la adversidad en un desafío que los hijos
disfruten en alcanzar.7
En la actualidad muchos padres que tienen hijos pequeños, viven bajo la sombra
del temor que llegue el “monstruo” llamado adolescencia, etapa cuando los hijos se
desquician, rebelan, se vuelven desobedientes, reprueban en la escuela y cometen
los más grandes desatinos y atrocidades. Todo esto, muchas veces, aceptado y
permitido “porque está en la adolescencia”.
Moore (2007) dice: “Los jóvenes de generaciones anteriores pasaron por la adoles-
cencia, y nunca fueron considerados, ni llamados adolescentes. Es más, la palabra
adolescente tiene menos de un siglo de vida. El primer uso registrado fue en un
artículo de la revista Popular Science”.9
La psicología ha promovido tanto esta etapa, que nuestras creencias acerca de los
adolescentes son profundamente confusas y contradictorias, tanto es así que los
padres consideran que debe dárseles a los hijos, durante este período, toda la liber-
tad para que aprendan a ser libres y puedan llegar a ser ellos mismos.
Los adolescentes, por lo general, quieren más libertad de la que deberían tener.
Al mismo tiempo, algunos padres tienden a dar menos libertad de la que podrían
dar”.10 Algunos de los obstáculos y las características de la adolescencia son los
siguientes:
Libertad sin control. Necesitan muchos años de capacitación y estudio para que de-
jen de ser niños y se conviertan en adultos. Difícilmente conocen algo en absoluto.
Se les debe proteger del mundo del trabajo, pues son niños. Gastan el dinero sin
comprender cómo se gana.11
Actúan como criaturas frágiles y vulnerables. Este aspecto muchas veces no es real.
La verdad es que algunos de estos adolescentes se comportan como maníacos
51
PADRES QUE IMPACTAN
sexuales. Son un peligro para la sociedad, saben más que todos los padres, y sin
embargo, siguen siendo la esperanza de todos nosotros..12 Moore (2007) dice:
Dornbusch, sociólogo de Stanford, hizo un estudio entre más de diez mil alumnos
de la escuela secundaria, y encontró que los norteamericanos de origen asiático
tenían mayor éxito escolar. Si bien la mayoría de los padres norteamericanos están
dispuestos a aceptar los puntos débiles de un niño y a acentuar los puntos fuertes,
entre los asiáticos la actitud es que si uno no se desempeña bien, lo que debe hacer
es estudiar hasta las altas horas de la noche y, si aún así, no obtiene buenos resul-
tados, debe levantarse más temprano a estudiar”.15
Coleman (2010) menciona que entre los asiáticos se considera que todos pueden
tener un buen desempeño en la escuela. La diferencia estará en que algunos ten-
52
drán que hacer más esfuerzo que otros. Esta filosofía de la vida los ha ayudado a
fortalecer su ética cultural con respecto al trabajo. En este sentido, se han logrado
una mayor motivación, ser más perseverantes y aspectos que se relacionan con la
madurez emocional.16
Tratarlos como niños pequeños. ¿A qué edad una persona llega a ser adulta?, este
aspecto, sin duda, puede ser motivo de grandes diferencias y discusiones. En Méxi-
co y en Estados Unidos a los 18 años los jóvenes pueden votar, pero aún no son
reconocidos como adultos. Por lo menos, no en todas las cosas. Moore (2007) dice
que en Estados Unidos a los dieciséis años se puede conseguir una licencia, pero,
no es adulto; a los dieciocho puede votar, pero, no es adulto; para rentar un auto,
usted es adulto a los 25 años, pero en el restaurant “Dennys” al cumplir 10 años, le
cobrarán el menú de adulto. Otro aspecto que resulta paradójico es que, mientras la
sociedad ha ido prolongando la edad para ser reconocido como adulto, el desarrollo
físico se está dando a edades cada vez más tempranas que hace un siglo o dos.17
Moore (2007) considera que hay cuatro pasos que se pueden seguir para llevar a
los hijos a la madurez. En lo que resta de este capítulo, se considerarán estos cua-
tro aspectos. Será de beneficio tomar en cuenta la siguiente declaración de Kuzma
(2008). “El camino mas rápido para fomentar la independencia en vuestros hijos, es
53
PADRES QUE IMPACTAN
Ayudará en el proceso de maduración que los hijos sepan que hay un momento
específico en el cual se le haga la diferencia entre la infancia y la edad adulta. “Ex-
perimentar un ritual de transición permite a los jóvenes superar la conducta infantil y
comenzar a asumir responsabilidades de adultos y las consecuencias resultantes”.20
Se considerarán, a continuación, algunas costumbres:
En Israel. Barclay comenta: Entre los Judíos la edad era muy importante, los jóve-
nes alcanzaban la mayoría de edad a los doce años. Entonces llegaban a ser hijos
de la ley, y tenían que cumplir con todas las obligaciones que imponía la ley. 22
En Panamá. En ciertas culturas, como la “emberá”, las niñas suelen casarse a los
doce años, no tienen, ni celebran ninguna ceremonia de boda, lo que tienen es
un ritual definido de transición. Como entre los doce y catorce años, cuando dos
jovencitos se quieren casar, la prueba de que ya están listos para este paso es que
tienen que construir su propia casa. La pareja, antes de casarse, deben trabajar
diariamente en la construcción de su propia casa de madera, deben buscar todos
los materiales que se requerirán en la selva. Durante el período de construcción van
juntos a buscar materiales para construir su casa, pero deben regresar cada día
cada uno por separado a la casa de sus padres; al terminar la vivienda, se mudarán
a vivir juntos a la casa que construyeron. Una vez que la casa ha quedado termina-
da, la tribu los ve como casados, y también los ve como adultos. De este modo, la
construcción de su propia casa llega a ser la señal de transición de niños a adultos.23
Desde muy pequeños los niños perciben y entienden si la tarea que se les asignan
es importante o se les están pidiendo que hagan algo para mantenerlos ocupados,
o si realmente es algo que se debe hacer. Se les debe permitir, y apoyar a los hijos,
que tengan la satisfacción de adquirir lo que les gusta con el producto del esfuerzo
en su trabajo.24 Algunas ideas para lograrlo son las siguientes:
Los hijos deben ser tratados de acuerdo a la edad que tienen. Deben asignárseles
responsabilidades y darles privilegios que se relacionen con su edad. El Dr. David
Alan Black… dice, respecto a la adolescencia: “Es evidente que la adolescencia
55
PADRES QUE IMPACTAN
• Ayúdelos a madurar. Barna (2006) menciona que los hijos necesitan ayuda en,
por lo menos, cuatro aspectos:
1. Que se les ayude a identificar su propósito en la vida, pues aún entre los
adultos el 50% no sabe cuál es, y entre los adolescentes dos de cada tres
tampoco lo saben, y están buscando sentido y dirección.
2. Que se les aclaren las perspectivas centrales de su vida. Es tiempo de
ayudarlos a confiar en Dios y en la Biblia.
3. Que se les otorguen las condiciones y recursos básicos que necesitan
para crecer de manera saludable.
4. Que se les describa con claridad el desempeño de actividades específicas,
que les permitan llevar vidas significativas y productivas.29
Faber y Mazlish (1980) comentan que, para ayudar a los hijos a madurar, es nece-
sario lo siguiente: 30
Por el amor que los padres tienen por sus hijos, con frecuencia se les hace muy
difícil verlos sufrir, pasar por privaciones o dificultades. Aunque sea doloroso, dice
Kuzma (2009): “Los padres firmes y tiernos enseñan a sus hijos con eficacia a ser
responsables, dejándolos sufrir las consecuencias”. Ella define lo que son las con-
secuencias naturales: Es lo que sucede automáticamente si el niño continúa con su
propio camino de “destrucción”.32
Los padres sabios e inteligentes reconocerán que uno de los mejores métodos para
que los hijos aprendan a modificar sus conductas negativas, es dejarlos que sufran
las consecuencias. Kuzma (2009) continúa: “Es la manera más rápida y, a la larga,
la menos dolorosa para estimular al niño a que tome decisiones correctas”. Sin
embargo, no debe ser el único método que el padre aplique. Debe recordarse y
tomarse muy en cuenta que, si se usa siempre un solo método, cada vez éste se
volverá menos efectivo. Se debe tomar en cuenta el siguiente principio en la aplica-
ción de este método. Las consecuencias lógicas son impuestas por los padres, y
“es efectiva cuando no hay una consecuencia natural, o la consecuencia natural no
es peligrosa” 33
A medida que los hijos van creciendo es necesario que se les vaya animando a to-
mar decisiones. Ocurrirá con frecuencia que en este proceso, más de una vez se
equivocarán y cometerán errores, pero esos errores no deben verse como aspec-
57
PADRES QUE IMPACTAN
tos en los cuales se ha perdido tiempo y tal vez dinero. Sin duda, el hijo, si ha sido
bien guiado, habrá aprendido lecciones de gran importancia para su vida futura.
Un aspecto muy importante en el desarrollo de un hijo es que sepa que cuenta con
nuevas oportunidades. Es más, los padres necesitan sabiduría y mucho tacto para
que, al mismo tiempo que guíen al hijo para que no cometan los mismos errores, él
debe saber que seguirá contando con el apoyo de sus padres.
Los hijos no solo suelen cometer errores que los lastiman a ellos mismos, muchas
veces también lastiman a otros, especialmente a los padres. Es allí donde los
padres necesitan mostrar un espíritu perdonador. También se requiere que las
equivocaciones pasadas sean olvidadas y todo resentimiento sea eliminado.
Los padres disponen de un periodo de tiempo para instruir al hijo sobre como se
conducirá, pero llega el momento en el que a él le corresponde tomar sus propias
decisiones. El cuadro ideal que se ha presentado, no siempre se logra plenamente.
Los padres deben hacer todo lo que tienen a su alcance para preparar a sus hijos,
pero, finalmente, ellos no pueden hacerlo todo. “Cuanto más asuman los padres la
responsabilidad por la felicidad de sus hijos, más garantizan su eventual desdicha”.34
Aun después de haber hecho todo, los hijos, al crecer tienen la última palabra con
respecto a su vida, bien se aplican los siguientes versos de Amado Nervo.
1
John Maxwell, Relacionándose mejor con los demás (Colombia: Peniel, 2000), 117.
2
Gilda Moreno, La inteligencia emocional en la educación; disponibl en http://alfarache.wor-
dpress.com/2010/03/29/inteligencia-emocional/, accesada el 20 de octubre de 2011.
3
José Luis Diez Pascual, La madurez emocional, disponible en http://www.ecojoven.com/cin-
co/07/madurez.html, accesada el 10 de septiembre de 2011.
4
Walker Moore, Ritual de transición en la crianza de los hijos (E.U.A.: Grupo Nelson, 2007), xii.
58
5
Padres e hijos; disponible en http://es-es.facebook.com/notes/wawasana/mas-sobre-la-
relaci%C3%B3n-padres-hijos-importante/257018327651693?ref=nf, accesada el 13 de sep-
tiembre de 2011.
6
Daniel Goleman, 42.
7
Mis citas preferidas; disponible en http://www.lcc.uma.es/~ppgg/html/citas.html, accesada el
13 de octubre de 2011.
8
Rita María Romero Romero, Adolescencia, disponible en http://www.monografias.com/traba-
jos5/ adoladol.shtml, accesada el 10 de septiembre de 2011
9
Walker Moore, 11.
10
El papel de la sabiduría; disponible en http://www.watchtower.org/s/200806/article_03.htm,
accesada el 10 de septiembre de 2011.
11
Walker Moore, 125.
12
Ibíd., 13.
13
Ibíd.,36.
14
Ibíd., 8.
15
Benjamín Alvarez, El aprendizaje de las Naciones, disponible en http://www.rieoei.org/oei-
virt/rie08a06.htm; accesada el 14 de septiembre de 2011.
16
Daniel Goleman, 105.
17
Walker Moore, 26.
18
Ibíd., 27. 19 Kay Kuzma, Obediencia fácil (Argentina: Asociación Casa Editora Sudamerica-
na, 2008), 175.
19
Ibíd.
20
Walker Moore, 14.
21
Ibíd., 112.
22
William Barclay, Comentario bíblico de William Barclay.
23
Moore, 15.
24
Un regalo excepcional (México: Editorial Edamex, 1991), 75.
25
Elena de White; Ministerio de curación (Argentina : Asociación Casa Editora Sudamericana,
1971), 311, 312.
26
Moore, 12.
27
Ibíd., 72.
28
Ibíd., 26.
29
George Barna, Cómo transformar a los niños en campeones espirituales (Florida: Casa
Creación, 2006), 61.
30
Adele Faber y Elaine Mazlish, Cómo hablar para que los hijos escuchen y cómo escuchar
para que los niños hablen (México: Edivisión, 1980), 171.
31
Josh McDowell, El padre que yo quiero ser (Canadá: Mundo Hispano, 2001), 39.
32 Kuzma, 241.
33 Ibíd.,
34 Ibíd., 243.
59
Los padres en familias saludables aceptan dos
Una familia estaba teniendo serios problemas con sus tres hijos adolescentes. En
ese tiempo, tuvieron la oportunidad de asistir a un seminario sobre Cómo establecer
reglas en el hogar. Un día, decidieron que debían poner en práctica el seminario, y
juntos analizaron la situación y elaboraron una lista de reglas que ellos consideraron
debían establecerse en su casa. Reunieron a sus tres hijos y comenzaron a presen-
tar el plan, pero los hijos se opusieron y protestaron fuertemente, especialmente
cuando hablaron de la importancia de avisar, de pedir permiso y tener un horario de
llegada.
El plan no funcionó. Al día siguiente por la tarde, la madre tomó su bolsa, y sin avisar
a nadie, salió de la casa. Llegó la noche y los hijos comenzaron a preocuparse por
su mamá. Nadie sabía dónde estaba. Dieron las once de la noche y la madre no
regresaba. Los hijos estaban cada vez más preocupados. El padre, le dijo a sus
hijos que se fueran a dormir, que al fin en casa no había reglas y nadie tenía que dar
cuenta a nadie de sus entradas y salidas. Los hijos se miraban entre ellos como
diciendo: “Nos equivocamos”. La noche pasó y la madre no regresó a dormir.
Al día siguiente, la madre no amaneció en casa, los hijos no quisieron ir ese día a la
escuela, estaban muy preocupados por su madre. A media mañana ella llegó. To-
dos los hijos le reclamaban diciendo: “Mamá ¿por qué no nos dijiste que ibas a sa-
lir?” “Pues, porque en esta casa nadie le da cuentas a nadie”. “Hijos”, dijo el padre,
“¿se dan cuenta de cuán importante es que existan reglas en la casa? Tu mamá y
yo hicimos este plan para que vean lo que nosotros sufrimos cuando ustedes están
fuera de casa, y nosotros no sabemos dónde están”. Los hijos lo entendieron, y esa
misma tarde la familia se reunió para establecer las reglas.
Las organizaciones internacionales tienen sus reglas para regular la relación entre
las naciones.
White considera que “Todo hogar cristiano debe tener reglas”.3 Éste es un principio
claramente establecido desde el huerto del Edén. Dios estableció allí las primeras
reglas para Adán y Eva.
Las reglas delimitan el área donde las personas pueden moverse. “La obediencia es
la disposición a vivir dentro de los límites establecidos”.4
El doctor Laurence Steinberg, profesor de Psicología, sostiene que los horarios son
parte esencial de la vida adulta: regulan el trabajo, las actividades religiosas y hasta
63
PADRES QUE IMPACTAN
el esparcimiento. Los padres que no enseñan a sus hijos a distribuir bien el tiempo y
a ceñirse a un horario, no les hacen un favor. Por otro lado, “los estudios demues-
tran que cuando hay reglas y una estructura, los hijos se sienten seguros y confia-
dos, y aprenden a tener control de sí mismos y a ser autosuficientes”.5
4. Enseñan responsabilidad
Cada miembro de la familia debería comprender cuál es la parte que se espera que
realice en colaboración con los otros. Todos, comenzando con los niños de seis
años en adelante, deberían comprender que se requiere que ellos compartan la
carga de la vida.6
Cuando los niños de familias con bajos ingresos realizan ciertas actividades con
sus padres durante el fin de semana, como es cenar juntos en familia, participar de
recreaciones y actividades familiares, etc., compensan algunas de las limitaciones
que podrían experimentar de otro modo.
Muy rara vez las familias analizan sus propias reglas, pero la gente que las estudia
ha encontrado que las familias saludables tienen reglas que son hechas y puestas
en vigor por los padres. A medida que crecen los hijos, pueden participar en su
elaboración o por lo menos consultárseles. Eso puede sonar obvio, pero es sorpren-
dente cómo en ciertas hogares las reglas son hechas por los hijos, especialmente
cuando los padres se sienten inseguros de su papel como líderes y quieren evitar
conflictos.7
Las reglas permiten que las personas cuenten con otros y sepan esperar. Su
propósito no es hacer a los hijos ni dependientes, ni servidores, sino enseñarles a
cooperar, a darles áreas de independencia. Cuando un niño sabe claramente lo
que se espera de él, se va a sentir más en control.9 Las reglas absolutas deben
ser pocas y bien equilibradas, deben tener como propósito el bienestar de toda la
familia.
Que los niños cumplan o no las reglas, tiene mucho que ver con cuán razonables y
prácticas son, y si éstas pueden ser recordadas o no.10
11 años, dijo algo realmente importante. Estaba hablando de cómo una persona
puede aportar tensión a la familia y afectar a todos los demás. Creo que ella sentía
esto en particular por su abuela, porque estaba pasando por algunas cosas en ese
momento, y tendía a hablar rudamente a los niños cuando nosotros no estábamos.
Pero cuando Sara lo dijo, no dijo que era la abuela, dijo que era la familia. Y la abuela
lo captó de inmediato. Dijo: “¿Sabes?, sé que yo lo hago, y quiero mejorar”.12
La existencia de reglas en el hogar contribuye a que los hijos tengan un mejor ren-
dimiento escolar, y además, les proporcionan límites predecibles para sus vidas,
“estimulan un uso productivo del tiempo, y propician experiencias de aprendizaje
como algo habitual en la vida familiar.14
66
La revista Parents informa que, ciertos estudios muestran que “los hijos criados por
padres amorosos y que hacen valer su autoridad —aquellos que apoyan a sus hi-
jos y al mismo tiempo establecen límites definidos—, sobresalen académicamente,
desarrollan mejores habilidades sociales, se sienten satisfechos consigo mismos y
son, por regla general, más felices que aquellos cuyos padres son demasiado blan-
dos o excesivamente severos”.15
Existen algunos aspectos que se consideran básicos para el buen desarrollo de los
hijos en diferentes ámbitos, especialmente en el aspecto académico, algunos de los
cuales son:
Cuando se trata de la crianza de los hijos, parece que todo el mundo tiene algo que
decir. Antes, los padres principiantes copiaban el ejemplo de sus propios progenito-
res o se guiaban por sus convicciones religiosas. Ahora, sin embargo, en numerosos
países la familia está en declive y la religión ha perdido su influencia en la sociedad;
de ahí que muchos recurran a profesionales en la materia.
En la Biblia se pueden encontrar reglas que guíen a los padres. Las órdenes de Dios
deben ser supremas. Que el padre y la madre de la familia abran la Palabra de Dios
delante de Áquel que escudriña los corazones, y pregunten con sinceridad: “¿Qué
dijo Dios?”16
• Las reglas del hogar deben ser aplicadas con sabiduría y amor, no con vara de
67
PADRES QUE IMPACTAN
hierro.
• Los niños, generalmente, responden con obediencia voluntaria a la ley del amor.
• Elogie constantemente los aspectos positivos que hacen los hijos.
• Hagan la vida de los hijos lo más felices posible.17
3. Ejerza su autoridad
Como ya se dijo, el amor es muy importante, pero la disciplina es el otro lado que
balancea y mantiene el equilibrio; sin embargo, no se puede disciplinar y abrazar al
mismo tiempo, así como en un auto el freno y el acelerador cumplen una función
distinta y muy importante, no se pueden ni deben ejecutar al mismo tiempo.
Nunca crea que si ejerce su autoridad, sus hijos se alejarán de usted o anulará por
completo su personalidad. Dios, el autor de la vida familiar, no se ha propuesto que
los hijos tengan voz y voto en la dirección de la familia mientras son pequeños, todo
lo contrario: ha conferido a los padres una posición de autoridad, y manda a los hijos
que “sean obedientes a sus padres”.
¿Por qué no confecciona una lista de reglas familiares que sus hijos deban obe-
decer? Algunos padres recomiendan limitarla a unas cinco, más o menos, ya que
una lista corta de reglas bien escogidas es más fácil cumplirlas y recordarlas. Es-
criba junto a cada regla las consecuencias de quebrantarla. Asegúrese de que los
castigos sean moderados, y que en verdad esté dispuesto a imponerlos. Repase
las reglas periódicamente para que todos —incluidos papá y mamá— sepan con
exactitud lo que se espera de cada cual.
Cuando un hijo rompe una regla, los padres deben responder inmediatamente apli-
cando las consecuencias.18 Uno de los grandes obstáculos en la disciplina de los
hijos, y cumplimiento de las reglas, es la diferencia en cuanto a la aplicación de la
misma. Con frecuencia, uno de los padres es más estricto que el otro, y los hijos,
desde muy pequeños, sabrán en quién refugiarse. White lo advierte cuando dice:
“Sucede a veces que uno de los padres es demasiado indulgente y el otro demasia-
do severo”. Esta diferencia limita la posibilidad de obtener buenos resultados en la
formación del carácter de los hijos.19
Tener un horario y respetarlo, le hace más fácil la vida al padre y al hijo, y lo ayuda
68
a formar hábitos correctos, los cuales son tan necesarios a lo largo de la vida. Al-
gunos de los hábitos más importantes que deben tener los hijos son los siguientes:
Las horas de las comidas siempre deben ser ocasiones felices y placenteras, en las
que se comparten conversaciones agradables y se aprende, a veces, incluso me-
diante discusiones serias sobre temas intelectuales o espirituales, pero nunca ha de
ser un lugar para disciplinar, corregir o juzgar. Cuando las comidas son placenteras
y evitan juicios o instrucciones, las personas están ansiosas por reunirse y estar
juntas. Bien vale la pena la planeación cuidadosa y la disciplina considerable que
se requiere para preservar la felicidad de las horas de comida, y hacer un momento
en que la familia se sienta a salvo.20
Hablando del tema, un padre cristiano dijo: “Si Jehová deja que yo le abra mi co-
razón cuando le oro, es justo que yo deje que mis hijos expresen sus sentimientos,
tanto los positivos como los negativos”.
El cumplimiento de las reglas se facilitará cuando los hijos vean que sus padres ha-
cen lo mismo con las reglas de los adultos. White dice: “Todo hogar cristiano debe
tener reglas; y los padres deben, por sus palabras y su conducta el uno hacia el
69
PADRES QUE IMPACTAN
otro, dar a los hijos un ejemplo vivo y precioso de lo que desean verlos llegar a ser.
Debe manifestarse pureza en la conversación y debe practicarse constantemente la
verdadera cortesía cristiana”.21
Esfuércese por dar un buen ejemplo, aunque no sea perfecto y aproveche sus erro-
res para enseñar una lección positiva. Cuando se equivoque, admítalo y pida per-
dón. Esto les enseña a los hijos que los padres también cometen errores y que tam-
bién se esfuerzan por mejorar su conducta. Así los hijos aprenderán a pedir perdón,
a reconocer sus errores y a corregir sus conductas. Los hijos se sienten alentados
cuando sus padres reconocen sus errores delante de ellos. Esta conducta de parte
del padre, estimula a los hijos a contarles a sus padres sus propias equivocaciones.
1
Tim La Haye, Casados pero felices (Colombia: Editorial Libertador), 88.
2
Donna J. Habenicht, Diez valores cristianos que todo niño debería conocer (Argentina: Aso-
ciación Casa Editora Sudamericana, 2006), 96.
3
Elena de White, El hogar cristiano (Argentina : Asociación Casa Editora Sudamericana,
19782), 13, 14.
4
Kay Kuzma, Los primeros siete años, t. 2 (Colombia: Asociación Publicadora Interamericana,
2009), 227.
5
Enseñe a sus hijos a sujetarse a un horario, disponible en http://www.watchtower.org/s/200708/
article_05.htm; accesada el 12 de septiembre de 2011.
6
Testimonies, t. 2,
7
Padres en familias saludables
8
Ibíd.
9
Ibíd.
10
Kay Kuzma, Los primeros siete años t. 2, 227.
11
Adolescencia. Como poner normas y límites a los adolescentes, disponible en http://www.
euroresidentes.com/adolescentes/normas-adolescentes.htm; accesada el 11 de febrero de 2011.
12
Stephen R. Covey, Los 7 hábitos de las familias altamente efectivas (México: Grijalbo, 1998),
94.
13
Familias y centros escolares, disponible en http://www.ibe.unesco.org/fileadmin/user_
upload/archive/publications/ EducationalPracticesSeriesPdf/prac02s.pdf, accesada el 20 de octubre de
2011.
70
14
Donna J. Habenicht, 29.
15
Siete pasos para ser mejores padres, disponible en http://www.watchtower.org/s/200708/
article_03.htm, accesada el 10 de septiembre de 2011.
16
Elena de White, El hogar cristiano, 166 .
17
Ibíd., 14.
18
Padres en familias saludables.
19
Felicidad y armonía, 147.
20
Stephen R. Covey, 238, 239.
21
Elena de White, El hogar cristiano, 13.
22
Gary y Greg Smalley, Vínculo de honor (Miami: Unilit, 1999),153.
71
La conexión con su hijo es el factor más importante
de la paternidad”.
Uno de los más grandes desafíos de los padres es cultivar buenas relaciones sus
hijos, especialmente durante la adolescencia y la juventud; sin embargo, la forma
como se relacionaron los hijos con sus padres, dejarán una huella imborrable en
ellos. Dependiendo de cómo haya sido esa relación será, muchas veces, la plata-
forma que el hijo usará para impulsarse a lo largo de su vida, y su conducta y sus
decisiones se verán continuamente influenciadas por la manera como se relaciona-
ron con sus padres.
Dados los graves problemas sociales que afectan a la familia, son necesarios hoy
como nunca antes, mayor responsabilidad, involucramiento y compromiso con los
hijos de parte de los padres, particularmente del padre que, por diferentes razones,
ha tomado su papel ligeramente en relación con la crianza y educación de los hijos.
Un cambio en este sentido, puede ayudar a mejorar las relaciones padres-hijos en
el interior de los hogares. Se espera que contribuya a fortalecer el desarrollo armo-
nioso de los hijos, y así preparar el terreno para facilitar su tránsito por la vida y la
transmisión de valores.
Zabala (2000) señala que los padres deben ganarse el corazón del hijo, antes de
poder transmitir cualquier valor. Esto se puede lograr dedicando tiempo para estar
con ellos, siendo así que los hijos no solo necesitan tiempo de calidad, sino también
se requiere otorgarles tiempos en suficiente cantidad. Es también necesario que
se den contactos físicos continuos, como abrazos y besos, este aspecto no debe
limitarse a la edad o el sexo. Los padres deben aprender también la importancia
que tienen los contactos afectivos con sus hijos, especialmente en los momentos
en los que el niño se siente temeroso o ansioso, por ejemplo, al salir de casa por la
mañana o al acostarse por la noche.1
Una de las experiencias más gratas que un hijo puede tener y que marcará su vida
74
para siempre, es haber mantenido buenas relaciones con sus padres. Los hijos que
disfrutaron de esta experiencia, podrán repetirla con mayor facilidad en su propia
familia, y tener mejores relaciones con las personas que las rodean. Algunos bene-
ficios de las buenas relaciones con los hijos son los siguientes:
Se ha descubierto que, cuanto más fuertes son los lazos que unen a los padres con
los hijos, más capaces y fuertes serán éstos para enfrentar las presiones de sus
compañeros, para tomar decisiones sabias, para honrar a su familia y obedecer las
reglas. Cuanto más fuerte sea la relación con los padres, mayores son las proba-
bilidades de tener una disposición para vivir una vida sana, feliz, piadosa y exitosa.
Estas relaciones, muy especialmente, dan confianza, seguridad, satisfacción y for-
talecen a los hijos contra las trampas y tentaciones que enfrentan cuando están en
la escuela o con los amigos.3
El desarrollo del lenguaje, y otras destrezas, son muy importantes para el éxito es-
colar. Esta disciplina debe comenzar en el momento del nacimiento, y las interac-
ciones que el niño mantiene con sus padres repercuten fuertemente para este logro.
Existen conductas dentro de la familia que han probado ser importantes para prepa-
rar el camino del aprendizaje del niño en el centro escolar. Algunas de ellas es hablar
con el niño, escucharle con atención, leerles y escuchar cómo leen, hablar sobre lo
que se está leyendo, contarle historias, hablar todos los días y escribir cartas, son
algunos de los aspectos más importantes.4
3. Lo fortalece psicológicamente
75
PADRES QUE IMPACTAN
Puede parecer, a primera vista, que todas las familias conversan sobre los hechos
comunes de la vida diaria, esto es cierto sólo en parte, pues muchas veces sólo se
dan las más elementales. Se ha comprobado que cuantas más interacciones se
dan en la relación familiar, mejores son los resultados escolares. Especialmente
se ha encontrado que, los momentos más provechosos y de mayor beneficio para
los hijos, es interactuar a la hora de participar de los alimentos, especialmente a la
hora de la cena. Tal vez sea porque es, generalmente, la única hora en que pueden
reunirse como familia y comer sin prisa.
Cuando los hijos no se sienten apoyados por lo padres ni son importantes para
ellos, la relación, generalmente, es tensa, cuando no hostil, y los resultados se ma-
nifiestan en diversa áreas. Smalley (1999) menciona que en los hogares donde esta
situación se presenta, es común que exista una mala relación entre padres e hijos, y
se presenten consecuencias como las que, a continuación se mencionan, especial-
mente en la etapa de la adolescencia.
Smalley (1999) expresa que una de las situaciones más graves que pueden experi-
mentar los padres, es tratar con un hijo cuyo corazón, por diferentes circunstancias,
se ha cerrado. Esta situación, generalmente, se da como resultado de un largo pro-
ceso donde los padres, consciente o inconscientemente, ejercieron una conducta
76
equivocada, como las que, a continuación, se mencionan.
Cuando, por alguna razón, existe una mala relación con los hijos, ya sea que ésta
sea temporal o permanente, es responsabilidad de los padres buscar cómo resta-
blecer esa relación. Para restaurar la relación y abrir ese “espíritu cerrado”, Smalley
(2007) aconseja seguir los siguientes cuatro pasos:
1. Reflejar ternura
2. Comprender más
• La verdadera amistad, es darse el tiempo para ver a alguien como un ser único
y de gran valor.
• La empatía es identificarse con la situación, los sentimientos y motivos de la otra
persona y comprenderlos.
• Escuchar y sentir empatía comunican que usted cree que su hijo tiene algo va-
lioso que decir; consecuentemente, él es valioso.
77
PADRES QUE IMPACTAN
3. Admitir la ofensa
• Como padres, puede ser difícil decir, “me equivoqué”, pero puede obrar mara-
villas.
• Admitir que nos equivocamos (cuando, obviamente, hemos errado), es como
atender las heridas de nuestros hijos adolescentes.
4. Busque el perdón.8
Cada padre debe vigilar cuidadosamente que exista un perfecto equilibrio en el des-
empeño de su tarea. Demasiado amor sin control, o demasiado control sin amor,
puede fácilmente arruinar su trabajo en la paternidad. Algunos principios que ayu-
darán son los siguientes:
1. Apóyelo y contrólelo
Habenicht (2006) considera que “el control y apoyo son los dos conceptos claves
para determinar el éxito o el fracaso en las relaciones de padres e hijos”. Los padres
que no brindan apoyo a sus hijos engendran hostilidad, porque se centran primaria-
mente en el adulto, y dan poca consideración a las necesidades de los niños.9
Estrada (1998) menciona que: “Control y apoyo son los dos aspectos principales
de la relación entre padres e hijos que conducirá a su éxito o fracaso, incluyendo
cuán bien los niños acepten los valores que sus padre tratan de enseñarles. Cuánto
control usas con tu hijo, y cuánto apoyo le provees, determina el estilo de crianza o
paternidad que usas en tu familia”.10
Zabala (2000) refiere la siguiente declaración de Dobson: “El arte de hacer un buen
trabajo como padres comienza con la habilidad... de colocarnos detrás de los ojos
del niño: ver lo que él ve, sentir lo que él siente y anhelar lo que él anhela”.11
Kuzma (2009) dice que entre los aspectos claves para educar a los hijos exitosa-
mente está la comunicación, ella considera que éste es uno de los aspectos más
78
importantes para mantener una buena relación entre padres e hijos a lo largo de
toda la vida.12
Los hermanos Smalley (1999) declaran que las buenas comunicaciones siempre son
importantes, pero resultan vitales en los momentos cuando aparecen los conflictos.
Cuando les preguntaron a 5,000 adultos qué deseaban que sus padres hubiesen
hecho de manera diferente durante los momentos de conflicto, las respuestas que
más comúnmente dieron fueron las siguientes tres:
No importa que sean uno, dos o diez hijos, un desafío que los padres tienen es
lograr transmitirles el sentimiento de que cada uno de ellos es único. Los padres
deben dedicar tiempo exclusivo para cada uno de ellos, particularmente la madre
tiene muchas oportunidades de hacerlo, especialmente cuando atiende las necesi-
dades de sus hijos de transmitirle ese sentimiento. Conocer lo que le gusta y no le
gusta a cada uno de ellos y complacerlos, en lo posible, hace sentir a cada hijo que
es especial.
Se puede pensar que es obvio que los padres aman a sus hijos y esto, en general,
puede ser así, pero es donde, frecuentemente, se fracasa en demostrarlo con he-
chos y palabras. Los niños necesitan sentir y ver ese amor diariamente, pues sin él
languidecen. Ésta es una necesidad que resulta vital en el ser humano. El antro-
pólogo M. F. Ashley Montagu escribió en los años cincuenta: “Lo que el organismo
humano más necesita para su desarrollo es nutrirse de afecto; la fuente de toda
salud está en la experiencia afectiva, especialmente durante los seis primeros años
de la vida. Los investigadores modernos coinciden con la conclusión de Montagu de
que los niños sufren graves mutilaciones [emocionales] cuando se les da una dieta
de afecto inadecuada”.14
Algunos padres se pueden justificar diciendo que sus propios padres no fueron
cariñosos con ellos y que, por lo tanto, ellos no aprendieron a ser amorosos, pero
vale la pena tomar en cuenta el consejo dado por el Dr. Kevin Leman, citado por
79
PADRES QUE IMPACTAN
Smalley (1999), cuando dice: “Los sentimientos de amor vendrán cuando actúes
reiteradamente de una manera amante hacia tu hijo”.15 Kuzma (2009) también dice
al respecto: “El apego se produce en la relación durante los momentos sin interrup-
ciones, en los que realmente usted se concentra en su hijo”.16
5. Acéptelo como es
A pesar del amor que los padres, de hecho, sienten por sus hijos se debe recono-
cer, que en ocasiones, por los conflictos o conductas manifestadas por los hijos
se manifiestan ciertos sentimientos de rechazo. Estos sentimientos negativos por
parte de los padres son fácilmente percibidos por los hijos, los cuales, como afirma
McDowell (2001), en su interior experimentan una gran necesidad de aceptación:
“Los hijos, cualquiera que sea su edad tienen una profunda necesidad de sentir-
se importantes, de sentirse aceptados y amados… Si ambos padres no satisfacen
ese anhelo de ser amado y aceptado, el hijo buscará llenar el vacío emocional con
alguien o con algo más, y ese impulso lo puede llevar a conductas que lo pueden
destruir, o dañar gravemente. El padre que no comunica amor y aceptación a su hijo,
no es una influencia neutral en la vida de su hijo, sino negativa”.17
McDowel (2001) añade: Los hijos que no se sienten aceptados o que “pertenecen”
al hogar, buscarán en otras partes un núcleo al cual pertenecer y del cual ser parte,
pues la necesidad de aceptación y de pertenencia es natural en el ser humano.18
Diferentes estudios muestran con claridad que los niños alcanzan mejores resulta-
dos académicos cuando sus padres marcan para ellos metas altas, pero realistas.
Hay una serie de actividades que se pueden realizar en el seno de la familia, y que
se ha comprobado que ayudan y alientan a los hijos, como lo son constantes inte-
racciones verbales, a alcanzar mayores logros académicos.
Es también reconocido que las familias que tienen altas expectativas de rendimien-
to académico para sus hijos, también les proporcionan una orientación y apoyo
consistente relacionados con los aspectos escolares. Estos padres reconocen y
80
estimulan de manera específica los progresos de sus hijos y tienen interés en cono-
cer el perfil académico que están trazando. Además de este conjunto de prácticas
familiares que se asocian con niveles altos de rendimiento escolar, los investigado-
res encuentran que una marcada ética de trabajo contribuye a obtener éxito en el
ámbito académico.
Los padres preparan a sus hijos para las demandas del aprendizaje escolar cuando
muestran a través de sus propias actividades, y de las metas que marcan para ellos,
que trabajar duro es importante. El estimular el esfuerzo en los hijos, es más benéfi-
co cuando coincide con una actitud familiar en la que se hace ver que los resultados
se obtienen más a través del esfuerzo que de las habilidades innatas.
81
PADRES QUE IMPACTAN
EL BUEN EJEMPLO
1
Familias y centros escolares, disponible en http://www.ibe.unesco.org/fileadmin/user_upload/
archive/publications/ EducationalPracticesSeriesPdf/prac02s.pdf; accesada el 10 de octubre de 2011.
2
Fernando Zabala, No callarás (Miami: Asociación Publicadora Interamericana, 2000), 55.
3
Josh McDowell, El padre que yo quiero ser (Canadá: Mundo Hispano, 2001), 25.
4
Familias y centros escolares, disponible en http://www.ibe.unesco.org/fileadmin/user_upload/
archive/publications/ EducationalPracticesSeriesPdf/prac02s.pdf; accesada el 10 de octubre de 2011.
5
Familias y centros escolares. disponible en http://www.ibe.unesco.org/fileadmin/user_upload/
archive/publications/ EducationalPracticesSeriesPdf/prac02s.pdf; accesada el 10 de octubre de 2011.
6
Gary y Greg Smalley, Vínculo de honor (Miami: Unilit,1999), 45.
7
Smalley, 44.
8
Ibíd., 46-48.
9
Donna J. Habenicht, Diez valores cristianos que todo niño debería conocer (Argentina: Aso-
ciación Casa Editora Sudamericana, 2006), 26.
10
Antonio Estrada, La familia: crisis y oportunidades (Barcelona: Clie, 1998), 181.
11
Zabala, 56.
12
Kay Kuzma, Los primeros siete años, t. 1 (Colombia: Asociación Publicadora Interamericana,
2009), 68.
82
13
Smalley, 113.
14
Siete pasos para ser mejores padres, disponible en http://www.watchtower.org/s/200708/
article_01.htm; accesada el 10 de septiembre de 2011.
15
Smalley, 113.
16
Kuzma, 68.
17
McDowell, 31
18
Ibíd., 36.
19
Smalley, 35.
83
“Los padres tienen la tendencia a brindar todo
necesitan: tiempo.”
Emma K. Hulburt
Capítulo
7
Influencia del padre sobre los hijos
PADRES QUE IMPACTAN
Cierto padre tenía dos hijos, el más joven de los cuáles le dijo: “Padre, dame la parte
de tu tiempo y tu atención que me corresponde”.
El padre le dio dinero, pagó las cuentas de su hijo, lo envió a las mejores escuelas y
se dijo: “Estoy cumpliendo con todos mis deberes como padre.”
Y no muchos días después, el padre reunió todos sus intereses, aspiraciones y am-
biciones y se trasladó a un país lejano. Allí inició un negocio de acciones, bonos y
finanzas lo cual le produjo mucho dinero. Allí se involucró en muchas actividades y
ocupó el tiempo que debió haber dedicado para convivir con su hijo.
Y cuándo había gastado los mejores años de su vida y se había realizado en su vida
profesional y juntado mucho dinero, se sintió vacío y comenzó a sentir la necesidad
de convivir con su familia, de disfrutar algo de lo que tenía con sus hijos.
Un día, volvió en sí y dijo: “Cuántas personas disfrutan de las actividades que orga-
nizo y conviven con sus familias y juegan con sus hijos y yo aquí solo. Ya sé, pensó,
me levantaré e iré a mi hijo, y le diré: Hijo, he pecado contra el cielo y contra ti; ya
no soy digno de ser llamado tu padre, hazme a lo menos como uno de tus amigos”.
Y se levantó y tomó un avión y viajó por varias horas, y cuando estaba aún lejos su
hijo lo vio, y en lugar de correr y abrazar a su padre, siguió jugando y tomando con
sus amigos.
Cuando el padre se le acercó, le dijo: “Hijo, he pecado contra el cielo y contra ti.
No soy digno de ser llamado tu padre, acéptame como a uno de tus amigos”. El
hijo inmediatamente le contestó: Padre eso no puede ser, ya es demasiado tarde.
Hubo un tiempo cuando te necesité, te pedí tu tiempo y tu atención, pero estabas
demasiado ocupado. Busqué a otros amigos, desgraciadamente ellos me indujeron
al vicio, y estoy destruido en cuerpo y alma. Papá, es demasiado tarde, demasiado
tarde, demasiado tarde.
Ésta es, tal vez, una de las razones por las cuales, a pesar de las consecuencias de
la falta de mayor involucramiento de los padres en la educación de los hijos, este
aspecto parece no mejorar.
En esta sociedad hipermoderna es común escuchar a una madre decir: “Yo puedo
sacar adelante a mis hijos”, y, sin duda, muchas madres pueden lograr suplir las
necesidades físicas de los hijos e intentar suplir aun sus necesidades emocionales.
Entonces, ¿para que sirve el padre? Se tratará de contestar esta pregunta en el
resto del capítulo.
En una encuesta realizada sobre las razones de la ausencia del padre, se encontró
lo siguiente: 2
87
PADRES QUE IMPACTAN
Minirth (1992) afirma que la gran mayoría de las cuestiones por las cuales los adultos
buscan asesoramiento tienen relación directa con incidentes relacionados con el
padre. Si el padre se aparta o desaparece del cuadro ejerce un impacto negativo
tremendo.4
El autor antes citado, afirma que es ampliamente reconocido que la presencia y par-
ticipación del padre en la crianza de los hijos marca una diferencia en el desarrollo
del carácter moral de los niños.5
Y añade que, en el pasado, se acostumbraba que las clases para el parto y los nue-
vos padres fueran solamente para las madres. Se suponía que solamente la madre
debía amamantar, bañar, mecer, hacer expulsar los gases, cambiar pañales y vestir
al bebé. Luego ella presentaría al niño ya arreglado al padre para que éste le diera el
beso de las buenas noches. Él besaría y abrazaría ritualmente al precioso vástago y
lo entregaría de nuevo a la madre para que lo pusiera en la cama. No era realmente
tarea del papá tocar al bebé. A él le tocaba salir y ganarse la vida. Él traía la comida
para el bebé. A la madre le correspondía la tarea de colocársela en la boca.6 Este
aspecto ha estado cambiando en la sociedad contemporánea.
5. Transmite la identidad
88
7. Estimula la masculinidad y la feminidad
Kuzma (2009) señala que, cuando el padre se involucra con su familia y trata a su
esposa con respeto y amor, contribuye a representar lo que es un modelo mascu-
lino saludable como esposo y como padre. Esta conducta, dice ella, “estimulará la
masculinidad en sus hijos varones y la feminidad en sus hijas”.8
En los primeros meses, cuando el hijo aun es pequeño, la madre provee la plata-
forma principal del desarrollo infantil; pero el papel del padre es también relevante,
debe estar allí para apoyar a la madre. Es necesario que en esta etapa, y en los
meses siguientes, el padre comience a conectarse con el bebé. Dobson (2010) men-
ciona al respecto lo siguiente:
89
PADRES QUE IMPACTAN
9. Identidad sexual
Dobson (2010) declara que es responsabilidad del padre enseñar a sus hijos a for-
mar su identidad sexual:
Los varones no nacen entendiendo lo que significa ser hombre. Por lo tanto, recae
sobre el padre la responsabilidad de transmitir este concepto a medida que el hijo
va creciendo. La identidad sexual comienza a formarse alrededor de los dieciocho
meses de edad, y continuará confirmándose durante los cuatro años siguientes. En
este período los varones necesitan que su padre o un padre sustituto le brinde amor
y le sirva de modelo en la formación de su identidad masculina.12
Nielsen dice: “Durante la niñez y la adolescencia una hija necesita a su padre tanto
como siempre. Desafortunadamente, la mayoría de los padres no pasan tanto tiem-
po ni conocen, ni se relacionan, como lo suelen hacer las madres con sus hijas”.15
90
10. Ayuda a formar los valores morales
Los padres también tienen una influencia significativa sobre el desarrollo de los va-
lores en sus hijos. Kuzma (2009) declara: “El carácter moral del padre produce un
impacto poderoso en las elecciones del niño, con respecto a cosas como la religión
y el estilo de vida”.16 Dobson (2010) menciona los resultados de diversas investiga-
ciones:
• Existe un nexo innegable entre el padre y el bebé, que comienza desde el naci-
miento.
• A las seis semanas, el bebé puede diferenciar la voz de la madre y la de su pa-
dre.
• A las ocho semanas, puede distinguir entre los métodos de atención de su ma-
dre y de su padre.
• Los bebés nacen con una inclinación a conectarse con sus padres. Cuando
comienzan a hablar, generalmente, la palabra que usan para “papá” precede a
la que usan para “mamá”. Se desconocen las razones.
• Entre el año y los dos años, los niños demuestran de manera muy evidente
su reafirmación de la necesidad paterna: buscan a su padre, preguntan por él
cuando no se encuentra presente, se quedan fascinados cuando les habla por
teléfono. Por supuesto que ellos todavía necesitan la afirmación de la madre,
pero no de una forma dominante que les impida llegar a ser los hombres que
deben ser. Dicho de otra forma, la madre no es menos importante para su hijo
durante ese período de formación. Por lo general, un varón observará con el
paso del tiempo que “papá es diferente, y yo debería ser como él.” Es de es-
perarse que la madre no se sienta intimidada por ese reajuste y, en realidad,
debería alentarlo.17
• Los adolescentes expresan su necesidad paterna de formas más complejas,
compitiendo con él y confrontando sus valores, creencias y por supuesto, sus
límites. Muchos hijos e hijas, descubren la intensidad y la persistencia de esta
necesidad cuando el padre muere, especialmente cuando ocurre sin que le ex-
presaran cuánto lo necesitaban.18
• La interacción del padre con las hijas les confirma la aceptación como mujer y
su feminidad.
Estudios reportados por McMillan, citado por Estrada (1998), afirman que los hijos
que provienen de hogares donde la figura masculina estuvo ausente, ya sea física o
emocionalmente, son menos asertivos, más dependientes, mas sumisos, y mucho
menos seguros en su rol de hombres.20
Estrada (1998) menciona que los niños que no tienen una figura masculina fuerte y
confiable en el hogar, con quien se puedan identificar, son presas fáciles de líderes
fanáticos, civiles, religiosos, o de otra naturaleza.21
El autor antes mencionado afirma que los hijos que crecen sin la presencia del pa-
dre suelen manifestar mayor inseguridad y necesidad de ser aceptados. Manifiestan
una conducta que evidencia su deseo de agradar a los demás. Son más propensos
a aceptar ideas de otros sin cuestionarlas, aunque estén en contra de sus propios
valores y deseos. Además, crecen con baja autoestima y falta de motivación. 22
Este estudio indica claramente que la relación con el papá, es un factor crucial en la
salud, el desarrollo y la felicidad del niño.23
Estrada (1998) dice que las hijas no solo necesitan una madre cercana con quien
92
identificarse. Ellas también necesitan una figura masculina fuerte, segura, cercana
y cariñosa, y esa figura es la del padre. Todos los que se han metido a estudiar,
valorar y profundizar en este tema coinciden en que, es un error pensar que de las
relaciones entre padres e hijos, la menos importante es la relación padre-hija.24
McDowell (2001) presenta estudios realizados por la Universidad John Hopkins, los
cuales revelaron que entre las adolescentes anglosajonas que vivían sin la presencia
del padre, había un 60% más involucradas en relaciones premaritales que las que
vivían con ambos padres.25
Es posible, que usted es uno de los muchos padres que tienen que trabajar diaria-
mente buscando el sustento diario y también el desarrollo de su familia. Es posible,
que por años se ha sacrificado y aun así, observe que sus esfuerzos no son recom-
pensados ni tomados en cuenta, ni aun por sus propios hijos, si esto fuera así, no
se rinda, los resultados en la crianza de los hijos no siempre se pueden observar o
medir inmediatamente, el siguiente poema ayudará a comprender esto.
93
PADRES QUE IMPACTAN
Hijo:
Si quieres amarme, bien puedes hacerlo.
Tu cariño es oro que nunca desdeño.
Mas quiero que comprendas que nada me debes,
Soy ahora el padre, tengo los deberes.
Nunca en las angustias por verte contento,
He trazado signos de tanto por ciento.
Ahora, pequeño, quisiera orientarte.
Mi agente viajero llegará a cobrarte.
Será un niño tuyo, gota de tu sangre,
Presentará un cheque de cien mil afanes…
Llegará a cobrarte, y entonces mi niño,
Como un hombre honrado,
A tu propio hijo deberás pagarle.
1
Fundación de Ayuda contra la Drogadicción; Comunicación y conflictos entre hijos y padres;
http://www.
fad.es/sala_lectura/hijospadres-separata.pdf. Accesada el 9 de septiembre de 20011
2
Ofelia Pérez, ¡Necesito a papá! (Florida: Casa Creación, 2011), 55.
3
Ibíd., 32-50.
4
Frank Minirth, Brian Newman y Paul Warren, El libro del padre (E.U.A.: Betania, 1992), 14.
5
Ibíd.
6
Ibíd.
7
Luca Pesenti, El padre ausente, disponible en http://kaire.wikidot.com/el-padre-el-gran-au-
sente, accesada el 10 de septiembre de 2011.
8
Kay Kuzma, Los primeros siete años, t. 3 (Colombia: Asociación Publicadora Interamericana,
2009), 122.
9
Luis Fernández Cuervo; El diario de hoy: La decisiva relación padre-hijas, disponible en http://
www.elsalvador.com/noticias/2005/06/27/editorial/edi2.asp, accesada el 10 de septiembre de 2011.
10
Antonio Estrada, La familia criss y oportunidades (Barcelona: Clie, 1998), 154.
11
James Dobson, Cómo criar a las hijas (E.U.A: Tyndale, 2010), 69.
12
Ibíd., 70.
13
Alcohólicos anónimos, disponible en http://www.apocatastasis.com/alcoholicos-anonimos.
php, acce sada el 10 de septiembre de 2011.
14
Julio Bronchal Cambra, Consecuencias de la ausencia del padre varón en los hijos. Disonible
en http://www.secuestro-emocional.org/main/Efectos-Ausencia-Padre.htm; accesada el 9 de
septiembre de 2011.
15
Linda Nielsen, Embarcing your father: Building the relationship you want with your dad; dis-
ponible en http://www.parentingbookmark.com/pages/LN01.htm, accesada el 20 de octubre de 2011.
16
Kay Kuzma, Los primeros siete años, t. 3, 121.
17
James Dobson, 70.
18
Ibíd., 80.
19
Antonio Estrada, La familia: crisis y oportunidades (Barcelona: Clie, 1998), 130.
20
Ibíd., 131.
21
Ibíd., 133.
22
Ibíd., 131.
23
Josh McDowell, El padre que yo quiero ser (Canadá: Mundo Hispano, 2001), 11,12.
94
24
Ibíd., 138.
25
Ibíd.
26
Ibíd., 137.
27
McDowell, 11,12.
95
Lo que la madre canta a la cuna, recorrerá todo el
La influencia de la madre
No importa la edad que una persona tenga, los títulos que haya obtenido, el dinero
que haya reunido, el puesto que ocupe, generalmente, la madre siempre ocupará en
la vida de todo hijo, un lugar de privilegio. Desde la cuna hasta la tumba, la persona
que más necesitará y buscará a lo largo de su vida, será a la madre.
Es conocida la siguiente afirmación: “Las manos que mecen las cunas, son las ma-
nos que mueven al mundo”. Hernández (2004) agrega: “La madre de familia es la
que hace del hogar un centro de amor, y el hogar está allí, donde está la madre”.1
Esta relación, dice Wrigh (1996), se ha podido observar dramáticamente entre los
soldados:
Hernández (2004) refiere que la madre Teresa de Calcuta relata que, en cierta oca-
sión, un niño fue recogido y llevado al Hogar Infantil, allí se le bañó y se le dieron
ropas limpias y alimento, pero al siguiente día el niño escapó. Alguien lo encontró,
lo trajo de nuevo y lo entregó a las “hermanas”. Ella dio indicaciones de que si el
niño intentaba escaparse, se le siguiera y no se le perdiera de vista, pues deseaba
saber a dónde huía el niño. Pronto el niño se escapó de nuevo, pero esta vez fue
seguido para ver a dónde iba. El niño caminó hasta que llegó a la sombra de un ár-
bol, allí estaba la madre cocinando. Sobre dos piedras había colocado una cazuela
de barro y estaba guisando algo que había recogido de la basura. La hermana que
lo había seguido le preguntó al niño: “¿Por qué te escapaste del hogar?” Y el niño
98
respondió: “¡Pero si mi hogar está aquí, porque aquí está mi madre”. Sí, allí estaba
su madre y allí estaba su hogar”.3
Para el ser humano, que nace como el más dependiente de los seres vivos, la pre-
sencia de la madre es indispensable. White (1978) declara: “El hogar debe ser para
los niños el sitio más agradable del mundo, y la presencia de la madre debe ser su
mayor atractivo”.4 Zulueta dice: “El bebé nace totalmente dependiente de los cuida-
dos maternos, con los que forma una unidad indisoluble”.5
Debido al papel tan trascendente que juega la madre a lo largo de la vida de un ser
humano, desde antes de nacer, ella se transforma en un elemento vital de su exis-
tencia. Jakes (1997) dice: “Es el privilegio de una madre llevar en su propio cuerpo
el intranquilo y agitado embrión de la vida, una cápsula de promesa y un niño del
futuro. Ella comparte el calor de su cuerpo, su alimento y el mismo aire que respira…
Es el privilegio de la madre sentir moverse en su propio seno al niño, cuyo único
abrigo es su tibia carne”.6
En 1997, una revista publicó un artículo titulado: “Las mentiras que los padres de
familia, especialmente la madre, dicen para justificar su trabajo fuera del hogar.
Covey (1997) refiere a Mary Pipher, que dice: “La familia tuvo que hacer algunas
elecciones. Se dieron cuenta de que podían tener más tiempo o más dinero, pero no
ambos. Eligieron el dinero”.8
Las madres que tienen que trabajar fuera de la casa, pero que quisieran no tener
99
PADRES QUE IMPACTAN
En Estados Unidos, el 96% de los padres y el 65% de las madres con hijos menores
de seis años trabajan fuera de casa. Muchos de esos infantes pasan gran cantidad
de tiempo con niñeras, en jardines de infancia, o en guarderías.
Dobson (2010) señala que la relación con su madre, su voz y su presencia son para
el bebé, como una música para sus finos oídos. Un bebé recién nacido ha estado
escuchando la voz de su madre desde la matriz durante muchos meses, y se siente
confortado por dicho sonido.12
La madre tiene un papel muy importante en el éxito escolar de los hijos. Éstos
esperan que, de manera especial, sus madres los apoyen en la elaboración de las
tareas escolares. Aunque, en general, no se ha comprobado que existan diferencias
significativas entre los niveles de participación de madres y padres.
100
1. El vínculo madre – hijo es muy estrecho
White (1978) dice que el vínculo terrenal más tierno es el que liga a la madre con su
hijo. Éste queda más impresionado por la vida y el ejemplo de la madre, que por la
del padre, porque ésta y el niño se ven unidos por un vínculo muy fuerte y tierno.13
Con frecuencia, el niño experimenta lo que comenta Robert Bly, citado por Wright
(1996), con respecto a los sentimientos:
Reyes dice que el inicio del lenguaje y el ingreso al mundo están fuertemente influen-
ciados por la vinculación afectiva que se establece entre la madre y el bebé. En este
proceso, que se inicia desde el nacimiento, la interacción madre – hijo construye
las bases de la comunicación con el mundo y con la cultura. Incide en el desarrollo
afectivo del niño y le ofrece la base para el crecimiento emocional para descifrarse
y relacionarse con los demás.15
White (1971) declara que cada mujer tiene una responsabilidad individual. Esta res-
ponsabilidad debe motivar a la madre a desarrollar:
Los hijos presentan una mayor sintonía con la madre, con la cual se comunican
más y mejor. Así, la madre se constituye en el eje sobre el que gira la comunicación
familiar.
Posse y Melgosa (2000) dicen que los padres que desean un éxito escolar auténtico,
101
PADRES QUE IMPACTAN
White (1978) afirma que es justo señalar que en todos los factores evaluados, existe
una tendencia a ser mejores los puntajes de las madres sobre la de los padres… Por
lo tanto, las encargadas de establecer el puente entre la familia y la escuela son las
madres. Esta declaración refleja un patrón cultural de la sociedad mexicana, que
atribuye a las madres la responsabilidad fundamental en la educación de los hijos, y
deja a los padres en una posición periférica con respecto a la misma.18
La autora, antes mencionada, señala que las madres siempre han ocupado un lugar
sobresaliente en la tarea de educar a sus hijos. En tanto que tareas graves e impor-
tantes reposan sobre el padre, la madre que es más común que esté en casa, debe
dedicar tiempo para apoyar a sus hijos, especialmente en los primeros años debe
convertirse en su instructora especial y compañera.19 Ella agrega: “Esta responsa-
bilidad recae principalmente sobre la madre, que con su sangre vital nutre al niño y
forma su armazón física, le comunica también influencias intelectuales y espirituales
que tienden a formar la inteligencia y el carácter”.20
Los padres que desean que sus hijos obtengan mejores resultados, deben recono-
cer su esfuerzo en el área académica. Epstein y Clark Salinas, citados por Valdés,
sostienen que los estudiantes en todos los niveles hacen el mejor trabajo académico
102
y tienen actitudes escolares más positivas, aspiraciones más altas y otros compor-
tamientos positivos, si tienen padres conscientes del valor de la escuela y de los
logros académicos de los hijos.22
Valdés dice que las familias que apoyan y favorecen el proceso educativo de los
hijos, además de proveerles de las condiciones materiales necesarias para el estu-
dio, generan aspectos que conforman un clima cultural, valorativo y educativo. Esto
permite que los niños acepten y sean capaces de responder más efectivamente a
las demandas de la escuela.23
Los padres que deseen ver superarse a sus hijos deben, desde que los hijos son
muy pequeños, inculcarles hábitos de lectura, comprarse buenos libros y frecuen-
temente leer con ellos. Estas acciones, como lo es leer y discutir temas de interés
intelectual, escuchando las opiniones de los hijos, favorecerán y facilitarán el desa-
rrollo intelectual y emocional de ellos.
La misma autora considera que la tarea de enseñarles a las hijas estas responsabili-
dades, debiera iniciar a temprana edad. Ella declara: “Cuando una niña tiene nueve
103
PADRES QUE IMPACTAN
o diez años de edad, se debiera exigir de ella que tome sobre sí una parte de los de-
beres domésticos permanentemente, a medida que sea capaz, y se la debiera tener
por responsable de la manera en que la desempeña”.25 Es posible que en nuestra
sociedad actual algunos de estos consejos deberían seguirse también.
White (1971) señala lo que mencionó un hombre: Fue un padre sabio aquel que,
cuando le preguntaron lo que se proponía hacer con sus hijas, respondió: “Me pro-
pongo hacerlas aprendices de su excelente madre, a fin de que aprendan el arte de
aprovechar el tiempo y se preparen para ser esposas y madres de familia y miem-
bros útiles de la sociedad”.26
Actualmente, no es común que se les enseñe a los hijos a ganarse la vida y a ser
financieramente independientes. Los jóvenes en las escuelas aprenden diferentes
disciplinas, pero muy poco de lo que puede ayudarles a ganarse el sustento diario
en esa etapa. Por esta razón, es común encontrar jóvenes aun mayores que no
saben cómo ganarse la vida, y se han convertido en una carga para sus padres y la
sociedad. En algunos casos, sus propios padres han contribuido a hacerlos inútiles.
White (1971) menciona que al rey en su trono no incumbe una obra superior a la de la
104
madre. Ésta es la reina de su familia. A ella le toca modelar el carácter de sus hijos,
a fin de que sean idóneos para la vida superior e inmortal. A la madre incumbe esta
obra de modelado, refinamiento y pulimento.29
Lockyer dice que la característica dominante del registro de las Escrituras acerca
de Eunice y su madre, es la influencia religiosa que tuvieron sobre Timoteo, quien
desde la niñez conoció las Escrituras (2 Tim. 3:14, 15). ¡Qué complacidas deben de
haber estado cuando Timoteo partió a hacer la obra de evangelista! (2 Tim. 4:5).31
Las madres cristianas son el mayor bien del mundo. La mayor influencia humana, y
la contribución más sana y sustancial a la sociedad humana provienen de nuestras
madres. Joaquín Miller lo ha expresado: “La batalla más brava que se haya luchado
jamás, ¿te digo dónde y cuando? En los mapas del mundo no la encontrarás, la
pelearon las madres de los hombres”.32
que éste tenga”.34 Para una madre, no importa si el hijo es la persona más mala del
mundo, para ella será siempre su hijo y lo defenderá hasta la muerte. Wright (1997)
sigue diciendo: “La madre ayuda al niño a crear una imagen de lo que ha de ser su
vida. El padre ayuda a convertir esa imagen en realidad”. 35
Swindoll (2006) indica que el brillante pintor Benjamín West, que vivió en tiempo de
la revolución estadounidense, comenzó a explotar su talento debido a un incidente
que tuvo con su madre. Un día ella salió y lo dejó al cuidado de su hermana Sally.
Durante la ausencia de ésta, encontró unos frascos de tinta y, según él, comenzó
a pintar el retrato de su hermana, mientras lo hacía dejó manchas por todos lados.
Cuando la madre regresó, vio el desastre que había y exclamó: ¡Vaya, es Sally! Y
se agachó para besarlo. Después West solía repetir: ¡el beso de mi madre me hizo
pintor! 36
Wright (1997) menciona que la mayoría de los hombres jamás exteriorizan sus más
profundos sentimientos hacia la madre. Sin embargo, en el fondo, sus sentimientos
y lo que esperan de sí mismos y de sus esposas pueden, muchas veces, atribuirse a
la relación que tuvieron con ellas, cuando niños. La percepción que un hombre tiene
de su madre, afecta su futuro.37
Las madres tienen una influencia especial que afecta y determina, en gran parte,
cómo se siente un hombre. También se manifiesta en la forma como se asume el
papel de adulto en la familia. Dobson (2010) dice:
La madre prepara al hijo para identificarse con el padre mediante un proceso, cuyo
resultado final es que el hijo se identifica más con el padre que con la madre. Wright
(1996) dice que el hijo nunca rompe la conexión con la madre. El padre es un ingre-
diente adicional. Sin embargo, llega un momento en que el lazo del hijo con la madre
se eclipsa, y su lealtad cambia de la madre a otra mujer, quien es muy significativa
en su vida: su esposa… y la nuera de su madre.39
La madre será el modelo para sus hijas, desde su vientre estará dándole forma a su
hija. Ella, como ninguna otra persona, le dará forma a la vida de su hija.
Dobson (2010), hablando de la influencia de la madre sobre las hijas, dice: A pesar
de estos momentos de estrés entre las madres y sus hijas, estar en contacto emo-
cional con cada hijo debe ser un asunto de alta prioridad. Usted debe mantenerse
firme hasta que pase el momento de rebelión. El éxito de su hijo o hija, en mucho de
lo que trate de hacer en la vida, dependerá de la calidad de la relación que ambos
comparten durante los años de la niñez. Por cierto, la forma en que manejan las
tormentas de la adolescencia, será influenciada directamente por la seguridad de
ese vínculo.40
Dobson (2010) señala que se ha demostrado que, la falta de apego entre las madres
y sus bebés está directamente relacionada con enfermedades físicas y mentales
de todo tipo. La razón es evidente. Si una niña vive sobrecogida por sentimientos
negativos y circunstancias estresantes, su inhabilidad de adaptarse en la infancia se
convierte en un patrón para toda la vida. La relación entre el apego a la madre y la
mala salud, no es simplemente una teoría, es una realidad.41
El mismo autor continúa diciendo que el vínculo comienza antes del nacimiento y
continuará siendo parte vital durante los años futuros. De hecho, una niña de dos
años todavía esta tan “apegada” a su madre como lo estaba un año antes. El aliento
107
PADRES QUE IMPACTAN
y la confianza que provee la mamá es el factor principal que impulsa a la niña para
llegar hasta los confines de su mundo. Cuando llegue a los cinco años de edad, una
niña se volverá mucho más independiente y confiada, especialmente si el vínculo
con la madre, o la persona que ocupa ese lugar, ha sido firmemente establecido.42
Dobson (2010) señala que la investigación muestra que en sus primeros dos años de
vida las niñas tienden a absorber el clima emocional del hogar. Las madres que tie-
nen mucho estrés, como por ejemplo, durante tiempos de conflicto en el matrimonio
o problemas económicos, pueden pasarles esta ansiedad a sus hijas. Los padres y
las madres deben recordar siempre que los pequeñitos perspicaces, especialmente
las hijas, están observando todo lo que hacen.43
La Dra. Nancy Snyderman, citada por Dobson, recuerda a las madres que uno de los
errores más comunes y peligrosos que cometen, es asumir que será la mejor amiga
de su hija adolescente. Ella dice: “Después de que su hija pasa la adolescencia, en-
tonces usted gana el derecho de cambiar a una amistad de amigas.44
1
Josefina Hernández Mota, Dios mío, hazme viuda por favor (México, D.F: Editorial Panora-
ma,2004), 101,102.
2
H. Norman Wright, La otra mujer en su matrimonio (Michigan: Editorial Portavoz, 1996), 9,10.
3
Josefina Vazquez Mota, 103.
4
Elena de White, El hogar cristiano (Argentina : Asociación Casa Editora Sudamericana,
1978), 17.
5
M. Isabel Zulueta, La relación madre – hijo, disponible en http://www.feaps.org/biblioteca/
sexualidad_ydi/07 _relacion.pdf, accesada el 18 de octubre de 2011.
6
T. D. Jakes, El padre ama a sus hijas (Florida: Casa Creación, 1997), 9.
7
Yolanda Reyes, La lectura en la primera infancia, disponible en http://www.cerlalc.org/redpla-
nes/secciones/biblioteca/reyes _ lectura primera infancia.pdf, accesada el 10 de octubre de 2011.
8
Stephen R. Covey, Los 7 hábitos de las familias altamente efectivas (México: Grijalbo,
108
1998),126.
9
La educación de los hijos en el mundo moderno, disponible en http://www.unidachile.cl/
unidabolivia/revistas%2096y97/bn96so.pdf, accesada el 13 de noviembre de 2011.
10
Más ilustraciones perfectas, (Miami:Editorial Unilit,2006),63.
11
H. Norman Wright, 11.
12
James Dobson, Cómo criar a las hijas (E.U.A.: Tyndale 2010), 68.
13
Elena de White, El hogar cristiano, 216, 217.
14
H. Norman Wright, 12.
15
Yolanda Reyes. La lectura en la primera infancia, disponible en http://www.cerlalc.org/re-
dplanes/secciones/biblioteca/reyes _ lectura primera infancia.pdf, accesada el 10 de octubre de 2011.
16
Talleres para padres y madres, disponible en http://www.google.com.mx/search?sclient=psy,
accesada el 18 de octubre de 2011.
17
Raúl Posse y Julián Melgosa, Para el niño, el arte de saber educar (Madrid: Editorial Safeliz,
2000), 141.
18
Ángel Alberto Valdés Cuervo, Participación de los padres de alumnos de educación primaria
en lasactividades académicas de sus hijos, ddisponible en http://www.scielo.org.mx/scielo.
php?pid=S1607-40412009000100012&script=sci_arttext, accesada el 18 de octubre de 2011.
19
Elena de White, Conducción del niño, 21.
20
Elena de White, El hogar cristiano, 217, 218.
21
Ángel Alberto Valdés Cuervo, Participación de los padres de alumnos de educación primaria
en lasactividades académicas de sus hijos, ddisponible en http://www.scielo.org.mx/scielo.
php?pid=S1607-40412009000100012&script=sci_arttext, accesada el 18 de octubre de 2011.
22
Ibíd.
23
Ibíd.
24
Elena de White, El hogar cristiano, 78-80.
25
Ibíd., 78.
26
Ibíd., 79.
27
Kay Kuzma, Los primeros siete años, t. 1 (Colombia: Asociación Publicadora Interamericana,
2009), 37.
28
George Barna, Cómo transformar a los niños en campeones espirituales (Florida: Casa
Creación, 2006), 84.
29
Ibíd., 210.
30
Ibíd.
31
Herbert Lockyer, Todas las mujeres de la Biblia (Miami, Fl.: Editorial Vida, 2004), 360.
32
Ibíd.
33
H. Norman Wright, 22.
34
Ibíd.,11.
35
Ibíd., 22.
36
Charles R. Swindoll, La crianza de los hijos (E.U.A: Grupo Nelson, 2006), 67.
37
H. Norman Wright, 25.
38
James Dobson, 68.
39
H. Norman Wright, 38.
40
James Dobson, 66.
41
Ibíd., 67, 68.
42
Ibíd., 69.
43
Ibíd., 34.
44
Ibíd., 76.
109
“El verdadero amor exige que hagas lo mejor por
Zig Ziglar
Capítulo
9
El autoritarismo y la paternidad
PADRES QUE IMPACTAN
El autoritarismo
En su intento por educar, corregir y disciplinar a sus hijos, cada padre y madre
adoptan determinados estilos o tendencias en la crianza de sus hijos. Este estilo,
en la mayoría de los casos, es el que sus padres ejercieron con ellos mismos, o el
que vieron usar a alguna persona que impactó sus vidas.
Con frecuencia, repetir el estilo de paternidad suele tener algunas deficiencias, pues
no todo se aplica al tiempo en que ahora se vive, o simplemente no es ni fue el mejor
método. Los padres pueden tener las mejores intenciones, pero eso no basta para
que la paternidad sea exitosa; si el método no funciona, las consecuencias vendrán.
Este aspecto debe tomarse en cuenta seriamente al educar y disciplinar a los hijos.
No basta con quererlos mucho, ni siquiera con ser “padres buenos”, se requiere,
además de las buenas intenciones, ser realmente “buenos padres”. Los padres
pueden sentir y creer que están cumpliendo su rol excelentemente, pero con fre-
cuencia se deben analizar si esto es así, antes de que el tiempo les muestre que
estaban equivocados.
Al respecto James Dobson hace la siguiente observación: “No es sabio que los
padres sean demasiado exigentes y autoritarios con un hijo adolescente mayor;
puede que lo obliguen a desafiar la autoridad sólo para probar su independencia
y su adultez”.1 Es importante recordar el consejo bíblico dado por San Pablo: “Y
vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y
amonestación del Señor”. (Efesios 6:4)
Un estudio hecho entre 5000 adultos, a los cuales se les preguntó: “Cuando era
adolescente ¿qué apreciaba menos de sus padres?” Las dos respuestas más co-
munes fueron: Que fueran muy exigentes o demasiado sobreprotectores, que fue-
ran demasiado estrictos o demasiado indulgentes.2
En la delicada tarea de criar y disciplinar a los hijos, es vital que los padres manten-
gan un sabio equilibrio. En este capítulo, se analizarán los resultados del exceso de
autoridad o autoritarismo en la crianza de los hijos. A continuación, se comparten
algunas descripciones del padre autocrático o autoritario.
112
Algunos padres, con el propósito de conducir de la mejor manera a sus hijos, ejer-
cen demasiada autoridad sobre sus hijos, o simplemente se vuelven autocráticos.
Este tipo de padres es el que pone normas estrictas y espera que sean obedeci-
das sin protesta alguna. Los hijos deben mantenerse en su lugar y no se les deja
expresar sus opiniones. Son padres que dirigen la familia partiendo de la tradición,
poniendo énfasis en la estructura, el control y el orden y todo ello se vuelve una gran
carga para el hijo.3
El estilo de paternidad que los padres ejercen con sus hijos, muchas veces, fue
copiado de sus propios padres, aun cuando el estilo usado por sus propios padres
les pareció incorrecto en su momento. A continuación, se resumen algunas caracte-
rísticas de los padres autoritarios mencionadas por Habenicht,5 Goleman,6 Zabala7
y otros.
1. Tienden a ser ásperos, dictatoriales, egoístas, antipáticos y muy fríos con sus
hijos.
2. Usan mucho de la fuerza y el castigo físico.
3. Rara vez explican las razones de sus órdenes, y poco permiten que sus niños
desarrollen la habilidad de hacer decisiones personales.
4. Su propia necesidad de poder y control caracteriza sus relaciones con su
familia.
5. Este estilo es muy común entre las familias religiosas conservadoras, que a
menudo se esconden detrás de una concepción errada de la autoridad divina, para
justificar sus propias acciones.
6. Se muestran desdeñosos y no sienten respeto por sus hijos.
7. Son típicamente desaprobadores, tanto en sus críticas como en sus castigos.
8. Prohíben cualquier manifestación de ira del niño, y lo castigan a la menor
113
PADRES QUE IMPACTAN
señal de irritabilidad.
Gritan con enojo al niño que intenta dar su versión de los hechos: “¡No me contes-
tes!”
9. Mantienen un estricto control sobre la conducta del niño.
10. Exigen obediencia inmediata.
11. Requieren un respeto incuestionable por su autoridad.
12. Requieren obediencia a sus normas (sin explicaciones ni razones).
13. Colocan responsabilidades, por igual, entre niños y adultos.
14. Consideran al niño como un ser dominante (poseído por deseos egoístas y
primitivos).
15. Los padres, más que obedecidos son temidos, pues la obediencia la logra-
ron por el miedo y la fuerza.
16. Con frecuencia se olvidan que sus hijos son niños y los tratan como adultos.
17. Al no cumplir las expectativas se orientan hacia el castigo.
18. Debido a la falta de acercamiento emocional, el trato carece de intimidad,
calor y confianza; más bien es frío, áspero y distante.
19. Se presta poca atención a las necesidades de los hijos.
20. Las reglas y órdenes no pueden ser cuestionadas ni negociadas.
21. La relación que establecen con sus hijos es fundamentalmente para dictarles
órdenes, enfatizando siempre que ellos son la autoridad y que ésta pocas veces
es falible.
22. Escasamente consideran las peticiones de los hijos y no responden a sus
demandas.
23. Combinan estas actuaciones con poco afecto y altos niveles de control. Es
propio de este estilo el que aparezcan conductas de privaciones, junto con las de
coerción verbal y física.
24. Lo predominante es la existencia de abundantes normas y la exigencia de
una obediencia bastante estricta.
25. Dedican esfuerzo a influir, controlar, evaluar el comportamiento y las actitu-
des de sus hijos, de acuerdo con patrones rígidos preestablecidos.
26. Dan gran importancia a la obediencia, a la autoridad, al uso del castigo y de
medidas disciplinarias, y no facilitan el diálogo.
27. Las normas que definen la buena conducta son exigentes, y se castiga con
rigor la mala conducta.
28. La comunicación entre los progenitores y el niño es pobre.
29. Su estilo de disciplina se basa en recompensas y castigos.
114
Características de los hijos criados autoritariamente.
El estilo autoritario trae serias consecuencias en el desarrollo del niño. White dice:
“Cuando los padres muestran un espíritu áspero, severo y dominante, se despierta
en los hijos un espíritu de obstinación y terquedad”.9
Los actos violentos son más dañinos que las catástrofes natura-
les como los huracanes, porque, a diferencia de las víctimas de un
desastre natural, las víctimas de la violencia sienten que han sido
intencionadamente seleccionadas como blancos de la maldad. Este
hecho destruye las suposiciones acerca de la honradez de la gente
y de la seguridad del mundo interpersonal, suposición que las ca-
tástrofes naturales dejan intacta. En un instante, el mundo social
se convierte en un lugar peligroso, un lugar donde la gente es una
amenaza potencial a la seguridad.10
3. Se vuelven insensibles
La empatía en estos niños está destruida. El mismo autor declara que es pertur-
bador escuchar los testimonios de hijos que fueron abusados por sus padres. Los
hijos que fueron frecuentemente golpeados y tratados de manera constante por
los padres, muestran claras evidencias de que se les deformó la tendencia natural
del niño hacia la empatía.13
Frecuentemente, cuando los padres reciben quejas sobre la conducta de sus hijos,
les cuesta creerlo, ya que frente a ellos, los hijos fingen buena conducta. Zabala
(2000) dice:
6. Cada acto de los padres queda firmemente grabado en el cerebro de los hijos
Algunos cerebros quedan moldeados por la brutalidad, otros por el amor. Quienes
fueron golpeados, dice Goleman (2010):
7. Se vuelven rebeldes
Los hijos de padres autoritarios tienden a rebelarse contra los valores que sus pa-
dres quieren enseñarles. Otros, se van de la casa tan pronto como pueden hacer-
lo, o se casan con la primera persona que encuentran. “Llegan a ser de voluntad
débil, indecisos, individuos sin columna vertebral, incapaces de realizar decisiones
morales difíciles”.19
Las reglas inflexibles, un estilo de vida familiar muy estricto y un sistema de opi-
nión legalista, crean una experiencia familiar negativa, demasiado rigurosa.20
Zabala afirma que el estilo de paternidad influye tanto en los valores espirituales,
que bien se puede decir: “Dime cuál es tu estilo de paternidad, y te diré lo que tu
hijo piensa de Dios”. El estilo autoritario, generalmente, ejerce mucho control, y
eso daña fuertemente al hijo. Lo único que puede mitigar un poco las consecuen-
cias es que esta firme disciplina vaya acompañada de mucho amor y apoyo. Este
aspecto ha sido confirmado mediante estudios cuidadosos.21
Los hijos perciben con facilidad cuando se les trata con exceso de autoridad, por
muy pequeños que sean, manifiestan resistencia este estilo de autoridad. Ellos se
rebelan cuando los padres toman decisiones que les corresponden tomar a ellos.23
dad
Está claramente demostrado que “el control”, por sí solo, ejercido con frecuencia
por el padre autoritario, viene a ser el menos efectivo de los métodos para transmitir
valores, especialmente los espirituales. El daño es aun mayor, cuando el excesivo
control, es ejercido sin ninguna manifestación de amor. Algunas veces el amor mi-
tiga un poco los sentimientos negativos en el hijo, pero no quita completamente las
consecuencias en la formación del hijo. Es muy común que jóvenes provenientes
de padres o de escuelas muy estrictos, al llegar a cierta edad, se rebelen contra
sus padres y rechacen los valores que los padres están tratando de imponerles. Los
padres deben, con mucha prudencia, buscar el equilibrio entre los dos factores de-
terminantes: El amor y la firmeza. Tome en cuenta el siguiente consejo: “Los padres
han de ser firmes en relación con los valores, y tiernos con respecto al espíritu del
niño.” 24
1
Donna J. Habenicht, Diez valores cristianos que todo niño debería conocer (Argentina: Asocia-
ción Casa Editora Sudamericana, 2006), 26.
2
Ibíd.
3
Padres e inteligencia emocional, disponible en http://www.buenastareas.com/ensayos/Pa-
dres-e-Inteligencia-Emocional/2190613.html; accesada el 10 de septiembre de 2011.
4
Fernando Zabala, No callarás (Miami: Asociación Publicadora Interamericana, 2000), 39.
5
Donna J. Habenicht, 27-34.
6
Daniel Goleman, La inteligencia emocional (Querétaro: Vergara, 2010), 233.
7
Fernando Zabala,
8
Daniel Goleman, 224.
9
Elena de White, Conducción del niño (Argentina : Asociación Casa Editora Sudamericana,
1971), 276.
10
Daniel Goleman, 237.
11
Trauma y reeducación emocional; disponible en http://eqi.org/golebks13.htm; accesada el
12 de octubre de 2011.
12
Daniel Goleman, 233.
13
Ibíd., 232.
14
Fernando Zabala, 67.
15
Daniel Goleman, 234.
16
Norman Wright, Las palabras de los padres y su asombroso poder (Colombia: Unilit, 1994),
61.
17
Ibíd., 234.
18
Elena de White, Conducción del niño, 262.
120
19
Donna J. Habenicht, 27.
20
Norman Wright, 60.
21
Fernando Zabala, 42.
22
Ibíd., 43.
23
Kay Kuzma, Obediencia fácil (Argentina: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2008), 37.
24
Kay Kuzma, Los primeros siete años, t. 1 (Colombia: Asociación Publicadora Interamericana,
2009), 9.
121
“La mejor manera de hacerle la vida difícil en el
presente.”
Autor anónimo
Capítulo
10
La paternidad permisiva y su efecto en los hijos
PADRES QUE IMPACTAN
La permisividad
Los padres miraron a su pequeño hijo y le preguntaron qué deseaba. Juanito dejó
de llorar y dijo: “Quiero de comida una lombriz”. El padre estuvo al borde del colap-
so, pero la madre gentilmente le recordó: “Recuerda lo que dijo el psiquiatra, queri-
do”. Juntos fueron al jardín y cavaron en busca de una lombriz. Luego la pusieron
sobre el plato del niño, esperando que, finalmente, llegara la paz. Pero apenas la
lombriz estuvo en el plato de Juanito, éste comenzó de nuevo a llorar. “¿Qué sucede
ahora?”, dijo el padre muy enojado. Juanito respondió: “La quiero cocinada”.
Pero Juanito aún no había terminado. Cuando se sentaron junto a él para que comie-
ra Su lombriz y los dejara en paz, Juanito comenzó nuevamente con su berrinche.
Mientras intentaban calmarlo le preguntaron cuál era el problema. “Quiero que papá
se coma la mitad”. El padre está a punto de estallar. Su esposa le mira y le dice:
“Recuerda lo que dijo el psiquiatra, querido”. Entonces el padre, pensando que esa
sería la solución, cortó rápidamente la lombriz con su tenedor y la tragó. Pero ape-
nas había terminado de tragar la lombriz, cuando el llanto de Juanito se repitió. Los
padres estaban perplejos, pero el llanto persistía, así que volvieron a preguntar:
¿Qué sucede? Juanito contestó, sin preocuparse por la angustia de sus padres, ¡es
que mi papá se comió la mitad que yo quería!
Un niño que está acostumbrado a tener todo lo que pide, a dar órdenes como si
fuera adulto y a exigir el cumplimiento de éstas, crece con la convicción de que
sus necesidades son únicas y que las personas que le rodean giran a su alrededor,
además de estar a su plena disposición. Esta conducta no es pasajera, no se modi-
ficará con el crecimiento ni desaparecerá cuando el niño sea adolescente o adulto.
Al contrario, su convivencia con otras personas se verá afectada drásticamente,
pues se convertirán en personas hostiles, arrogantes, indiferentes, acostumbrados
a romper las reglas narcisistas y poco tolerantes.2
La parte equivocada de este estilo de paternidad reside en que los padres consi-
deran que el amor, por si sólo, será una fuerza que transformará y guiará al hijo a
125
PADRES QUE IMPACTAN
El padre permisivo o indulgente vive para complacer a su hijo. White clarifica este
aspecto cuando dice: “El amor es la llave para el corazón del niño, pero el amor que
induce a los padres a ser complacientes con los deseos equivocados de sus hijos,
no es un amor que obrará para el bien de ellos”.5
El Dr. Benjamin Spock menciona que el estilo indulgente es tan común hoy día, por-
que la mayoría de los padres están tan ocupados, que el poco tiempo que están con
los hijos, lo menos que quieren hacer es disciplinarlos. Los sentimientos de culpa
de parte de los padres, por tener abandonados y descuidados a los hijos, hace que
los padres quieran, de alguna manera, compensar lo que no han hecho por ellos,
otorgándoles regalos y dinero. Estos padres les dan toda la libertad a los hijos; los
llenan de regalos, y son demasiado consentidores. Muchos padres actúan así con
la buena intención de hacerlos felices, pero ignoran que los hijos más felices y más
seguros son aquellos que saben que sus padres han establecido reglas y exigen
que se cumplan”. 6
Dobson afirma que los niños tienen percepciones muy agudas, y se dan cuenta
cuando existe un “juego de poderes”. La falta de respeto y el desprecio para ellos
son cosas que están muy vinculadas. Los adultos indecisos y que no tienen con-
fianza en sí mismos, terminan ganándose el desprecio de sus hijos… .La clave para
criar a los hijos con éxito es mantener esos dos ingredientes balanceados. Se pre-
sentan problemas si la balanza se inclina para cualquiera de los dos lados, ya sea el
amor que lo permite todo y es sobreprotector, o hacia el control que es opresivo y
se ejerce con enojo. El amor y la disciplina se equilibran el uno al otro, llevando a un
vínculo más profundo”. 7
1. Hoy en día es muy común que ambos padres trabajen fuera del hogar
El padre o los padres que trabajan mucho tiempo fuera del hogar, y por lo tanto no
tienen tiempo para dedicarlo a sus hijos pueden, con facilidad, intentar compen-
126
sar la falta de dedicación a ellos, siendo consentidores y satisfaciendo todos los
deseos del niño. La idea es “si estoy poco tiempo con él, al menos lo haré feliz”,
“o ya que no le doy mi tiempo, por lo menos que no le falte nada”.
2. Son sobreprotectores
En los padres permisivos los hijos tienen privilegios de personas mayores, pero
responsabilidades de personas menores a su edad. La permisividad deriva fácil-
mente en una sobreprotección de los hijos que puede hacerlos débiles, sin o con
poca educación, y desagradecidos.8
Este tipo de padres tiene miedo de establecer límites o reglas; considera que pue-
de crearle traumas a su “bebé”, ¡a quien ama tanto! Este pensamiento, dice Estra-
da, es un error. “Las reglas que están bien establecidas, no tienen por qué dañar
la personalidad de un niño. La disciplina bien aplicada, no tiene por qué producir
personas con problemas emocionales”.9
Los hijos, a quienes se les permite seguir sus propios caminos, no son felices; y
cuando la autoridad paterna es tenida en poco, no se respetará la autoridad de
Dios.12
127
PADRES QUE IMPACTAN
Con frecuencia se anima a los padres a ser amigos de sus hijos, lo cual es muy
benéfico, especialmente a medida que crece, pero la amistad no los hace iguales
en todos los sentidos.
Haim Ginott en sus libros Entre padres e hijo y entre padres y adolescentes dice:
“Los hijos son el enemigo; ármese para la guerra”. Considera que muchos pa-
dres agobiados por las nuevas responsabilidades, tratan a sus hijos con guantes
de seda, les da miedo hacer cualquier cosa que en lo más mínimo huela a la fuerza,
porque tienen miedo de que de alguna forma lesionen sus capacidades psíquicas.14
Coleman declara que los padres que practican este estilo con los hijos, se dan cuen-
ta de las conductas del mismo, pero encuentran razones para justificar esa conduc-
ta. Al igual que aquellos que ignoran los sentimientos del niño, estos padres rara
vez intervienen, ni intentan mostrarle una respuesta emocional alternativa. Tratan de
suavizar todas las perturbaciones, y aun son capaces de recurrir a la “negociación y
a los sobornos para lograr que su hijo deje de estar triste o furioso”.15
Características generales
Los padres permisivos evitan hacer uso del control, utilizando pocos castigos, y
muestran una excesiva concesión en las demandas de los hijos; se muestran tole-
rantes y tienden a aceptar positivamente los impulsos del niño. Su estilo comuni-
cativo es poco efectivo y unidireccional, considerando en exceso las iniciativas y
argumentos infantiles.18
Mediante este estilo de paternidad se crean hijos que serán una carga para la
sociedad y una fuente de tristeza para los padres. Elena de White aconseja “Un
padre excesivamente cariñoso no debiera cerrar los ojos a las faltas de sus hijos,
porque le resulte desagradable corregirlos.”19
Ella misma dice: “Mientras más tolerancia haya, más difícil es la conducción. Pa-
dres, haced el hogar más feliz para vuestros hijos. Con esto no quiero decir que
accedáis a sus caprichos. Mientras más se los tolera, más difícil será conducirlos y
más difícil les será vivir vidas fieles y nobles cuando salgan al mundo.”20
Los hijos que no escucharon jamás un “no” de parte de sus padres, crecerán con
un concepto equivocado del mundo real. En estos hijos se cumple el dicho: “Los
padres que por amor no disciplinan a sus hijos, el mundo los disciplinará, pero sin
amor”.
Los padres que permiten los berrinches en sus hijos, que los dejan que se tiren al
suelo pataleando y gritando, están creando “monstruos” que sufrirán el resto de sus
días. Los padres no deben olvidar que para el bienestar futuro de sus hijos, deben
experimentar suficiente frustración durante la infancia; esto los preparará para en-
frentar la edad adulta. Además, los ayudará a desarrollar cierta tolerancia a la frus-
129
PADRES QUE IMPACTAN
Al educar a los hijos, se debe tener en cuenta no sólo el presente, debe verse tam-
bién el futuro. Debe recordarse lo que dijo Calderone: “nuestros hijos no van a ser
simplemente “nuestros hijos”; van a ser los esposos y esposas de otras personas, y
los padres de nuestros nietos”.21
Al tomar en cuenta esta declaración debe, entonces, recordar que debe amar a
su hijo, debe buscar su felicidad, pero también debe actuar con firmeza, como lo
expresa John Rosemond: “Deje de pensar que su obligación es hacer que su hijo
siempre esté contento: no es así. Su obligación básica es equiparlo con las habili-
dades que necesitará para buscar con éxito la felicidad por sí mismo. Frustre a sus
hijos para que triunfen en la vida.”22
El amor no debe cegar a ningún padre. Se debe ver no solo el presente en la educa-
ción de los hijos, se debe ver también el futuro. Bien se ha dicho: “La mejor manera
de hacerles la vida difícil a tus hijos en el futuro, es haciéndoselas muy suave en el
presente”. La familia híper-proteccionista deja al niño desamparado ante la hostili-
dad ambiental, dando lugar a personalidades incapaces para desenvolverse solos
en la vida; o, como bien se dice: “El exceso de proteccionismo sobre los hijos, está
creando una generación de padres exhaustos que han de ingeniárselas para llegar
a todo. Da la impresión de que educar bien a un hijo, es llenar cada minuto de su
tiempo libre.23
“No hay maldición más grande en un hogar, que permitir a los niños que hagan su
propia voluntad. Cuando los padres acceden a todos los deseos de sus hijos, y
les permiten participar en cosas que reconocen perjudiciales, éstos pierden pronto
todo respeto por sus padres, toda consideración por la autoridad de Dios o del hom-
bre, y son llevados cautivos de la voluntad de Satanás.24
“Leonard Groos, editor de la revista Look, afirma que los niños que crecen con li-
bertades y sin ninguna responsabilidad, crecen asustados y piensan que nadie los
ama.”25 Es muy triste y dañino para un ser humano experimentar este sentimiento.
130
Repercutirá fuertemente en su matrimonio y en las relaciones con las demás per-
sonas. El Dr. Peter G. Crawford, psicólogo de Augusta, en Georgia, señala: “Los
problemas emocionales de los jóvenes no se deben a la disciplina, sino a la falta
de ella”.26
“El descuido de los padres en la educación de sus hijos, hace que el trabajo del
maestro sea doblemente difícil. Los niños llevan el sello de los rasgos indóciles y
antipáticos revelados por sus padres.”27
Características generales
1. Por la excesiva libertad que tienen les es difícil sujetarse a las normas de
cualquier organización, ya sea religiosa o secular.
2. Se complacen en hacer su propia voluntad e inclinaciones.
Si en algún momento se les exige cumplir con las normas del hogar, prefieren irse
de la casa, aunque poco tiempo después regresen derrotados.
3. Les cuesta convivir con otras personas, pues desean que todo mundo los
complazca.
4. Crecen como personas egoístas y enfrentarán muchas dificultades en el ma-
trimonio.
5. Conciben a Dios como un ser tolerante, tal como lo fueron sus padres.
Cada padre ejercerá, finalmente, el método que le parezca mejor, pero muchos
hijos tendrán que luchar de adultos contra tendencias muy arraigadas que se
siguieron en la infancia.
6. Con muchas probabilidades se volverán clientes de psicólogos y de psiquia-
tras, como lo dice Goleman: “En cierto sentido, la psicoterapia es un remedio para
lo que soslayó o se pasó por alto en los primeros años de vida. Pero, ¿por qué no
hacer lo que podemos para evitar esa necesidad, dando a los niños, en primer
131
PADRES QUE IMPACTAN
El amor por los hijos no debe cegar a ningún padre, los defectos de los hijos deben
ser claramente señalados y con amor y firmeza debe trabajarse para corregirlos.
Algunos hijos son voluntariosos y se requerirá el ejercicio firme de la autoridad. En
la realización de esta dura y a veces no grata tarea, los sentimientos deben ser
gobernados por la razón. La firmeza y el constante afecto deben ser apoyados por
un ejemplo amante y consecuente. Profundice en la siguiente reflexión y esfuércese
por ser más un “buen padre” que un “padre bueno”
EL BUEN PADRE
Padres buenos hay muchos… Buenos padres hay pocos. No es difícil ser un padre bueno.
En cambio, no hay nada más difícil que ser un buen padre. Un corazón blando basta para ser un padre
bueno, pero la voluntad más firme y la cabeza más clara, son todavía poco para hacer un buen padre.
El buen padre dice sí cuando es sí, y no cuando es no… El padre bueno sólo sabe decir sí… El padre
132
bueno hace de su niño un pequeño demonio…
El buen padre no hace ídolos…Vive la presencia del único Dios. El padre bueno encoge la imaginación
del hijo con juguetes de bazar. El buen padre echa a volar la fantasía del hijo, dejándole crear un ae-
roplano con dos maderas viejas… El padre bueno hace la voluntad del hijo, ahorrándoles esfuerzos y
responsabilidades… El buen padre templa el carácter de su hijo, llevándolo por el camino del trabajo y
del esfuerzo. Y así, el padre bueno llega a viejo: decepcionado y tardíamente arrepentido…,
Mientras que el buen padre, crece en años: respetado, querido y es, a la larga, comprendido.
1
John Rosemond; Más sobre la relación padres e hijos; disponible en http://esla.facebook.
com/note.php?note_id =257018327651693; accesada el 10 de septiembre de 2011.
2
Giovana Servin, ¿Soy hijo único… y? (México: Editorial Época, S. A. de C. V., 2011), 6.
3
Kay Kuzma, Obediencia fácil (Argentina: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2008), 33.
4
Antonio Estrada, La familia: crisis y oportunidades (Barcelona: Clie, 1998), 163.
5
Elena de White, Conducción del niño (Argentina : Asociación Casa Editora Sudamericana,
1971), 266.
6
Kay Kuzma, Los primeros siete años, t .1 (Colombia: Asociación Publicadora Interamericana,
2009), 74.
7
James Dobson, Cómo criar a las hijas (E.U.A.: Tyndale 2010), 77.
8
Fundación de Ayuda contra la Drogadicción; Comunicación y conflictos entre hijos y padres;
http://www.fad.es/sala_lectura/hijospadres-separata.pdf. Accesada el 9 de septiembre de 20011.
9
Antonio Estrada, 172.
10
Kay Kuzma, Los primeros siete años, t.1, 62.
11
Ibíd.
12
Elena de White, Testimonies, t. 5 (U. S. A.: Asociación Casa Editorial Sudamericana, 1986)
305.
13
Fundación de Ayuda contra la Drogadicción; Comunicación y conflictos entre hijos y padres;
http://www.fad.es/sala_lectura/hijospadres-separata.pdf. Accesada el 9 de septiembre de 20011.
14
Kevin Leman, Obtenga lo mejor de sus hijos (U.S.A.:Betania, 1992), 36.
15
Daniel Goleman, La inteligencia emocional (Querétaro: Vergara, 2010), 225.
16
Inteligencia emocional; disponible en http://www.inteligencia-emocional.org/familia/educar
_con_inteligencia_emocional.htm, accesada el 10 de septiembre de 2011.
17
Antonio Estrada, 165.
18
Daniel Goleman, 225, 226.
19
Elena de White, Testimonie,s t.1, 546, 547.
20
Elena de White, Conducción del niño, 267.
21
John Maxwell, Relacionándose mejor con los demás (Colombia: Peniel), 116.
22
John Rosemond; Más sobre la relación padres e hijos; disponible en http://esla.facebook.
com/note.php?note_id =257018327651693; accesada el 10 de septiembre de 2011.
23
Padres exhaustos, hijos hiperprotegidos; disponible en http://www.aceprensa.com/articles/
padres-exhaustos-hijos-hiperprotegidos/, accesada el 10 de septiembre de 2011.
24
Elena de White, Patriarcas y Profetas, (U. S. A.: Asociación Casa Editorial Sudamericana,
1986),625-626.
25
Kay Kuzma, Obediencia fácil, 105.
26
Antonio Estrada, 172.
27
Elena de White, Conducción del niño, 324.
28
Donna J. Habenicht, Diez valores cristianos que todo niño debería conocer (Argentina: Aso-
ciación Casa Editora Sudamericana, 2006), 29.
29
Daniel Goleman, 264.
30
Elena de White, Patriarcas y profetas, 625,626
133
“Muchos niños no se sienten amados, porque sus
Kay Kuzma
Capítulo
11
La paternidad negligente y su efectos en los
hijos.
PADRES QUE IMPACTAN
Privilegio y responsabilidad
Los padres tienden a ignorar a los hijos, demuestran poca preocupación por sus
necesidades y terminan por quedarse ausentes de la vida de ellos. Estos padres
manifiestan un completo descuido de su comportamiento y sus responsabilidades,
tanto en lo que se refiere a satisfacer las necesidades básicas del niño, como en lo
que respecta a exigir a éste el cumplimiento de las normas del hogar.2
Este estilo es señalado como el peor por sus graves consecuencias. Diversos
estudios revelan lo siguiente: La simple negligencia, puede ser más dañina que el
abuso evidente. Un estudio de niños maltratados descubrió que los jóvenes des-
atendidos eran los que peor se portaban: eran los más ansiosos, los que menos
atención prestaban, los más apáticos, alternativamente agresivos y retraídos. El
porcentaje de repetición del primer grado entre ellos es del 65%.3
136
2. Ni se le da, ni se le exige
137
PADRES QUE IMPACTAN
Los padres son responsables de lo que sus hijos son o podrían haber sido. “Si el
padre y la madre, como maestros del hogar, permiten que sus hijos dominen la
situación y se descarríen, son responsables, ya que esos hijos podrían haber sido
otra cosa”.8
5. Características generales
Los hijos cuyos padres fueron indulgentes, crecen con sentimientos de inseguridad
y baja autoestima. Consideran que si ellos no fueron importantes para sus padres,
posiblemente no lo sean para nadie más.
138
Una niña a la que un rompecabezas le resulta frustrante y le pide
a su ajetreada madre que la ayude recibe un mensaje positivo si la
respuesta es de evidente placer de la madre, y otro muy distinto si
escucha un brusco “no me molestes… tengo un trabajo importante
que hacer.9
Cuando estos encuentros se convierten en algo típico entre padres e hijos, mol-
dean las expectativas emocionales del niño con respecto a las relaciones, puntos
de vista que impregnará su manera de moverse en todos los ámbitos de la vida,
para bien o para mal.10
Es de suma importancia para el desarrollo sano del niño sentirse amado. Ese amor
debe verlo, sentirlo, escucharlo. Bronfenbrenner, profesor de investigaciones fami-
liares de la Universidad de Cornell, una vez dijo que los niños necesitan a alguien
que los ame irracionalmente para que crezcan psicológicamente sanos.11
Los niños, desde muy pequeños, pueden percibir cuan importantes son para sus
padres. Este sentimiento, dice Habenicht, tiene fuertes repercusiones en la vida,
en el desempeño y en las relaciones padre –hijo. Cuando los niños no se sienten
apoyados por sus padres, la relación entre ellos generalmente es hostil. Los padres
que dan apoyo están centrados en el niño. Entienden que los niños tienen necesi-
dades especiales, por cuanto son inmaduros.13 Goleman (2010) afirma que:
Generalmente no son muy religiosos, ni tienen valores firmes, porque sus padres
nunca se los enseñaron en forma consistente ni los disciplinaron. Tales hijos tie-
nen, a menudo, profundos problemas emocionales relacionados con el abandono
de que fueron objeto.
Los tormentos más comunes de la infancia, como ser constantemente pasado por
alto o privado de atención o ternura de los padres, el abandono, la pérdida de los
padres o el rechazo social pueden no alcanzar nunca el grado de trauma, pero sin
duda dejan su huella en el cerebro emocional, creando distorsiones y lágrimas y
rabia en las relaciones íntimas de la vida adulta.16
6. Características generales
Oprah Winfrey dijo: “Si no tenemos tiempo, y no se puede apartar ni siquiera una
noche o al menos una hora a la semana, para reunirse todos como familia, entonces
la familia no es la prioridad.18
140
Dios concedió al hombre el privilegio de la procreación y sin duda ésta es una de las
experiencias más hermosas en la vida del ser humano. Tener a un hijo en los bra-
zos, ver que te sonríe, oír que te diga papá o mamá, producen un verdadero placer,
pero ésta experiencia tiene un gran costo. Requiere todas las energías, mucho de tu
dinero, de tu tiempo y de todo tu ser.
El ser humano nace como el más desvalido de los seres vivos y a menos que los
padres le brinden lo antes mencionado y mucho más, el hijo sufrirá graves conse-
cuencias que no solo lo afectarán a él, como se ha visto en este capítulo, sino a los
mismos padres por el resto de sus vidas.
Por otro lado, los hijos a quienes los padres le brindaron lo necesario estarán me-
jor equipados para enfrentar la vida exitosamente, para educar a sus hijos cuando
llegue el momento y serán, en la mayoría de los casos, una fuente constante de
felicidad.
1
Stephen R. Covey, Los 7 hábitos de las familias altamente efectivas (México: Grijalbo, 1998),
122.
2
Fernando Zabala, No callarás (Miami: Asociación Publicadora Interamericana, 2000), 39.
3
Daniel Goleman; La inteligencia emocional (Querétaro: Vergara, 2010), 230.
4
Donna J. Habenicht, Diez valores cristianos que todo niño debería conocer (Argentina: Aso-
ciación Casa Editora Sudamericana, 2006), 28.
5
Más Ilustraciones perfectas, (E.U.A; Editorial Unilit,2006).
6
Daniel Goleman, 263.
7
Elena de White, Conducción del Niño (Argentina : Asociación Casa Editora Sudamericana,
1971), 207.
8
Ibíd., 229.
9
Daniel Goleman, 230.
10
Ibíd., 230.
11
Kay Kuzma, Los primeros siete años, t.1 (Colombia: Asociación Publicadora Interamericana,
2009), 107.
12
Daniel Goleman, 228. .
13
Donna J. Habenicht, 29.
14
Daniel Goleman, 231.
15
Donna J. Habenicht, 28.
16
Daniel Goleman, 249.
17
Donna J. Habenicht, 28.
18
Stephen R. Covey, 121.
141
Vive de tal manera que cuando tus hijos piensen en
Autor desconocido
Capítulo
12
El estilo de paternidad autoritativo
PADRES QUE IMPACTAN
Roberto y María estaban sumamente preocupados por su hijo. Alberto, apenas es-
taba por cumplir los 16 años y ya, por su conducta, les estaba dando fuertes dolores
de cabeza. Más de una vez los padres habían platicado cómo lograr, entre otras
cosas, que Alberto entendiera que debía llegar a cierta hora a la casa. Con frecuen-
cia, ellos se dormían más tarde de lo acostumbrado porque esperaban a que su hijo
llegara. Esta situación se había estado prolongando por casi un año.
Finalmente los padres, con gran preocupación, determinaron que esa conducta no
podía prolongarse más. Trataron el problema y se pusieron de acuerdo. Hablarían
con su hijo para comunicarle la nueva regla. La llegada no podría ser más allá de las
diez de la noche. En caso contrario, la puerta se cerraría y él tendría que dormir en
el patio de la casa.
Alberto no pareció inmutarse mucho por la nueva regla que le comunicaron sus
padres. Sin embargo, la primera semana estuvo llegando antes de la hora que se
le había indicado. Al cabo de una semana Alberto no llegó a la hora establecida, y
ambos padres se preguntaban qué debían hacer. A las diez de la noche, el padre se
levantó de la cama y cerró la puerta con el seguro interior. Regresó y se acostó al
lado de su esposa, pero ambos no podían dormir.
Antes de las once Alberto tocó la puerta, los padres se preguntaban si debían abrirle
o dejarlo afuera. Por su parte Alberto tocaba con insistencia, pues no podía creer
que sus padres se atreverían a dejarlo dormir afuera. Finalmente, el padre se levantó
y tomó las llaves de la casa y abrió. Para sorpresa de Alberto, su padre no lo invitó a
entrar, sino que él mismo salió y cerró la puerta tras sí. Se acercó a su hijo y le dijo:
“Hijo, tengo la llave para abrir y quisiera hacerlo, pero no puedo, por tu bien, pero
hay algo que sí puedo hacer esta noche y es dormir contigo aquí afuera”. Alberto
aprendió la lección.
Definiciones
• Es el que equilibra los límites con el ambiente estimulante. Orienta sin controlar, da
144
explicaciones e implica a sus hijos en las decisiones. Elogia la competencia y la
independencia. Todo ello permite que los hijos crezcan con confianza en ellos
mismos, independientes, sociales y emocionalmente inteligentes.1
• En este estilo de paternidad, el control y el apoyo están bien equilibrados. Se ejerce
un control consistente y razonado sobre el hijo, a la vez que se parte de la acep-
tación de los derechos y deberes de los hijos, y se pide de éstos la aceptación
de los derechos y deberes de los padres.
• Es el padre que aprovecha las dificultades que enfrenta diariamente su hijo para
aconsejarlo y actuar como un entrenador emocional. Toma con seriedad los sen-
timientos de su hijo y trata de entender exactamente lo que le preocupa. En
lugar de humillarlo, trata de ayudarlo a encontrar formas positivas de aliviar sus
sentimientos.2
• Este estilo de padres es exigente. “Establece reglas claras y, en forma consisten-
te, requiere que los hijos las cumplan. Pero, a diferencia del padre autoritario,
el recíproco está atento a las necesidades del niño y trata de satisfacerlas: pro-
mueve el intercambio verbal… valora la toma de decisiones personales, evita
métodos disciplinarios punitivos, fomenta la responsabilidad individual y social.
Para el padre recíproco, las responsabilidades del niño son complementarias,
no idénticas a las del adulto”.3
Dé por sentado que sus hijos deben obedecer, y tómelo como lo único que cabe
esperar. Deje de disculparse por las decisiones que toma, referidas a la vida de
sus hijos. Vuelva a conectarse con la fuerza de la frase: “Porque yo lo digo”. Deje
de creer que puede persuadir a sus hijos de que las decisiones que está tomando
son para el bien de ellos. Se puede recordar lo que San Pablo dice: “Es verdad
que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza: pero
después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados”.5
145
PADRES QUE IMPACTAN
Para que un niño pueda sentirse seguro y protegido, “es esencial que sus padres
ejerzan autoridad, sean decididos, y que el chico pueda contar con ellos. En pocas
palabras, que detecten el poder. Así que ¡Adelante, sus hijos cuentan con usted!”.6
Los jóvenes, necesitan padres que los eduquen y disciplinen, que les corrijan sus
malos hábitos e inclinaciones y poden sus malas tendencias.10
No es correcto que los padres mimen y echen a perder a sus hijos; tampoco es
correcto que los maltraten. Una conducta firme, decidida y recta, producirá los
mejores resultados.11
Una niña necesita sentir que su padre y su madre, aunque sean agradables, tienen
sus propios derechos, saben cómo ser firmes y no le permitirán ser irrazonable o
grosera. De este modo, ella se siente mejor. Esto la adiestra desde el comienzo
para llevarse considerablemente bien con otras personas.
Los niños malcriados no son criaturas felices, ni siquiera en sus propios hogares,
y cuando salen al mundo, aunque tengan 2, 4 o más años, están condicionados
para recibir un duro golpe. Descubren que nadie está dispuesto a reverenciarlos;
146
en rigor, desagradan a todos por su egoísmo. Deben pasar por la vida resultando
impopulares, o bien, deben aprender a ser agradables de la forma más difícil.12
Los bebés que han recibido una buena dosis de aprobación y estímulo de los adul-
tos, esperan tener éxito en los pequeños desafíos de la vida. Por contraste, los que
se crían en hogares demasiado tristes, caóticos o negligentes, abordan la misma
tarea de una forma que demuestra que ya esperan fracasar.13
7. Características generales16
• Ajustan las demandas que hacen a sus hijos, de acuerdo con sus diferentes
niveles de desarrollo.
• Explican a sus hijos las razones de las normas que establecen.
• Reconocen y respetan su independencia, negociando con ellos y tomando
147
PADRES QUE IMPACTAN
decisiones en conjunto.
• Responden a las demandas y preguntas de sus hijos, mostrando atención e
interés.
• Son afectuosos, refuerzan el comportamiento, evitan el castigo y son sensibles
a las peticiones de atención del niño.
• No son indulgentes, antes bien dirigen y controlan concienzudamente los senti-
mientos y capacidades de sus hijos.
• Explican razones no rindiéndose a caprichos, y plantean exigencias e indepen-
dencia.
• No toman decisiones arbitrarias.
• Practican un elevado nivel de interacción verbal.
• Dan explicaciones de razones, cuando estipulan normas y el uso de respuestas
satisfactorias.
• Marcan límites y ofrecen orientaciones a sus hijos, están dispuestos a escuchar
sus ideas y a llegar a acuerdos con ellos.
• Animan a los niños a ser independientes, a pensar por su propia cuenta, y a
desarrollar su propia individualidad.
• Exigen el cumplimiento de las reglas y normas, usando el castigo cuando es ne-
cesario, pero siempre en un clima general de amor y preocupación por el niño.
• No se dejan dominar por el impulso o su propia autoridad; contrariamente, les
preocupa saber cómo conducir debidamente a sus hijos.
• Consideran las necesidades de sus hijos como muy importantes, y respetan sus
sentimientos.
• Explican las razones de sus expectativas y prestan atención a los puntos de
vista de sus hijos. Como resultado de ello los niños, generalmente, sienten que
cualquier castigo que reciben lo tienen merecido. Y saben, mas allá de toda
duda, que sus padres se interesan en ellos y los apoyan.
Los hijos, cuyos padres se han esforzado por educarlos y disciplinarlos, y han
usado los métodos correctos, desarrollan características positivas como las que, a
continuación, se mencionan.
Los padres que son bondadosos y corteses en el hogar, al paso que son firmes y
decididos, verán que se manifiestan los mismos rasgos en sus hijos.19 Por el con-
trario, los padres que son críticos, amenazadores o que imponen duros castigos,
crían hijos insensibles en una versión más extrema que la que fueron o son sus
padres. 20
La buena disposición de un niño para la escuela depende del más básico de todos
los conocimientos, de cómo aprender.
El siguiente informe, presenta una lista de siete ingredientes que son la clave de
esta capacidad crucial, todos ellos relacionados con la inteligencia emocional:
“Es muy común que los niños crean que Dios los valora, de la misma
forma como lo hacen sus papás. Si el papá es cariñoso, cálido, aco-
gedor, imaginan a Dios cariñoso, cálido y protector. Pero si perciben
a un padre frío, distante y ocupado en “cosas más importantes”, es
probable que sientan que Dios es inalcanzable y que no se interesa
por ellos como individuos”.22
5. Características generales23, 24
1
Pedagogías emocionales; disponible en http://arteduca.bligoo.cl/content/view/769560/Edu-
cacion-Emocional-La-influencia-de-las-emociones-en-el-aprendizaje-del-nino.html, acesada el 10 de
septiembre de 2011.
2
Daniel Goleman, La inteligencia emocional (Querétaro: Vergara, 2010), 225.
3
Fernando Zabala, No callarás (Miami: Asociación Publicadora Interamericana, 2000), 38,39.
4
Ejerza su autoridad; disponible en http://www.watchtower.org/s/200708/article_03.htm; acce-
sada el 10 de septiembre de 2011.
5
Hebreos 12:11.
6
Más sobre la relación padres e hijos; disponible en http://es-es.facebook.com/notes/wawa-
sana/mas-sobre-la-relaci%C3%B3n-padres-hijos-importante/257018327651693?ref=nf, accesada el 10
de septiembre de 2011.
7
Elena de White, Conducción del niño (Argentina : Asociación Casa Editora Sudamericana,
1971), 260.
8
¿Qué tipo de padres somos? Encuentre su estilo de paternidad; disponible en http://www.
cosasdelainfancia.com/biblioteca-familia14.htm, accesada el 10 de septiembre de 2011.
9
Elena de White, Conducción del Niño, 234.
10
Ibíd., 216.
11
Elena de White, Joyas de los testimonios (Argentina : Asociación Casa Editora Sudamerica-
na, 1971), 186.
12
Roberto Begnini, La vida es bella, disponible en http://html.rincondelvago.com/la-vida-es-
bella_roberto-begnini.html, accesada el 10 de septiembre de 2011.
13
Daniel Goleman, 227.
14
Ibíd.
15
Ibíd.
16
Donna J. Habenicht, Diez valores cristianos que todo niño debería conocer (Argentina: Aso-
ciación Casa Editora Sudamericana, 2006), 30.
17
Elena de White, Conducción del niño, 74.
18
Daniel Goleman, 263.
19
Elena de White, Conducción del niño, 208.
20
Daniel Goleman, 233.
21
Ibíd., 228,229.
22
Josh McDowell, El padre que yo quiero ser (Canadá: Mundo Hispano, 2001), 223.
23
Donna J. Habenicht, 30.
24
Fernando Zabala, No callarás (Miami: Asociación Publicadora Interamericana, 2000), 41-43.
151
PADRES QUE IMPACTAN
Conclusión
Preocupado por la noticia comunicada por su esposa, de que pronto serían padres,
un hombre llamado Manoa decidió orar y rogarle a Dios que, por segunda vez, vi-
niera y les diera las instrucciones que ya le había dado a la esposa sobre cómo criar
al hijo que habría de nacer, pero que él no había escuchado. Este buen hombre
manifestó que deseaba específicamente las respuestas a dos preguntas: ¿cómo
debe ser la manera de vivir del niño? y ¿Qué debemos hacer con él? Dios no dejó
sin respuesta a este padre afligido, pronto el ángel de Jehová vino y le repitió las
instrucciones (Jueces 13:8-12).
Estas preguntas las hacen se repiten con frecuencia, aquellos padres que, al igual
que Manoa, desean sabiduría divina para guiar a sus hijos por el camino del éxito. En
este sentido esperamos que esta obra haya contribuido a responder las preguntas
de los “Manoas” de nuestro tiempo que buscan, a veces, respuestas con urgencia
a dilemas en la crianza de sus hijos, y cuyo desafío, necesariamente, hay que tomar
una decisión aunque después se descubre que uno se equivocó.
Está demostrado que la sabia crianza es, en todos los casos, determinante para su
triunfo o fracaso. Al finalizar esta obra presentamos y compartimos diez principios
claves en la crianza de los hijos.
1. El objetivo supremo de los padres debe ser criar hijos que amen y sirvan a
Dios, ésta debe ser su principal tarea.
2. Los valores no se heredan, ni se trasmiten como el apellido, deben ser ense-
ñados diariamente por precepto y ejemplo y mucha perseverancia.
3. La relación feliz y armoniosa entre los padres es fundamental para desarrollo
de los hijos. en casi todos los aspectos.
4. La madurez de los hijos es un proceso que debe trabajarse bajo un plan bien
definido y estratégico.
5. La elaboración de las reglas en el hogar facilitan la tarea de la paternidad.
6. Para transmitir valores exitosamente, primero debe ganarse el corazón del
hijo.
7. El papel del padre específicamente, en la crianza de los hijos no solo es ne-
cesario, sino vital.
8. La madre produce un impacto en la vida de los hijos que afecta de modo
crucial su futuro.
9. El estilo o tendencia que se ejerce en la paternidad, establece la plataforma
de lanzamiento de los hijos.
152
10. Los buenos padres no nacen, se hacen.
Sabiendo que los padres dejan recuerdos y huellas imborrables en los hijos, es
preciso trazar el camino cada día, por el cual ellos transitarán, al grado que los
recuerden como PADRES, QUE IMPACTARON SUS VIDAS.
El siguiente poema, titulado ¿Cuál de los hijos? puede ser de inspiración para
usted que es padre.
Nos faltaba Tomás, el mayorcito, tan sincero, tan noble, tan leal.
Es el vivo retrato de su padre, a éste, exclamé:
Del lado de sus padres, ¡nadie en el mundo, lo podrá arrancar!
¡A ninguno!, exclamamos, ¡A ninguno! ¡A ninguno!, repetimos en concierto,
Luego le escribimos, en términos corteses a Roberto
Que aceptar su propuesta era imposible.
155
PADRES QUE IMPACTAN
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