Historia de Anibal Barcas
Historia de Anibal Barcas
Historia de Anibal Barcas
Aníbal Barca
General cartaginés
General
Toma de Sagunto
Batalla del cruce del
Ródano
Batalla del Tesino
Batalla del Trebia
Batalla del Lago Trasimeno
Batalla de Cannas
Primera batalla de Nola
Segunda batalla de Nola
Tercera batalla de Nola
Batalla de Zama
Guerra Romano-Siria
Nacimiento 247 a. C.
Cartago
Fallecimiento 183 a. C.
Gebze (Bitinia).
Aníbal Barca (en fenicio 𐤋𐤋𐤋𐤋𐤋 Hanni-baʾal, que significa «quien goza del favor de
Baal»1 2 3 y 𐤋𐤋𐤋 Barqa, «rayo»),4 conocido generalmente como Aníbal, nacido en el 247
a. C. en Cartago (al norte de Túnez) y fallecido en el 183 a. C.5 6 7 8 en Bitinia (cerca de
Bursa, en Turquía), fue un general y estadista cartaginés, considerado como uno de los más
grandes estrategas militares de la Historia.
Contenido
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1 Antecedentes históricos
2 Ascensión
o 2.1 Juventud
o 2.2 Comandante en jefe
3 Segunda Guerra Púnica
o 3.1 Preparativos
o 3.2 Viaje a Italia
o 3.3 Travesía de los Alpes
3.3.1 Hipótesis de la ruta
3.3.2 Decisiva elección
o 3.4 Batalla del Trebia
o 3.5 Batalla del Lago Trasimeno
o 3.6 Cannas y sus consecuencias
o 3.7 «Delicias de Capua»
o 3.8 Cambio de situación
o 3.9 Batalla de Zama
4 Después de Zama
o 4.1 Carrera política
o 4.2 Exilio en Asia
o 4.3 «Soberano helenístico»
o 4.4 Inhumación
5 Legado
o 5.1 Balance paradójico
o 5.2 Mundo antiguo
o 5.3 Mundo moderno
o 5.4 Historia militar
6 Obras inspiradas en el personaje
o 6.1 Literatura
o 6.2 Filmografía
o 6.3 Música y videojuegos
7 Véase también
8 Referencias
9 Bibliografía
o 9.1 En español
o 9.2 En francés
o 9.3 En inglés
10 Enlaces externos
[editar] Antecedentes históricos
Artículo principal: Primera Guerra Púnica.
A mediados del siglo III a. C., la ciudad de Cartago, donde nació Aníbal,5 estaba
fuertemente influida por la cultura helenística derivada de los vestigios del Imperio de
Alejandro Magno.14 Cartago ocupaba por entonces un lugar importante en los intercambios
comerciales de la cuenca mediterránea, y en particular en los emporios de Sicilia, Cerdeña
y en las costas de Iberia y de África del Norte. La ciudad disponía igualmente de una
importante flota de guerra que protegía sus rutas marítimas, que transportaban el oro
procedente del Golfo de Guinea y el estaño procedente de las costas británicas.
La otra potencia mediterránea de la época era Roma, con la que Cartago entró en guerra
durante veinte años en un conflicto conocido como la Primera Guerra Púnica,15 la primera
guerra de gran envergadura de la que Roma salió victoriosa. Este enfrentamiento entre la
República de Roma y Cartago estuvo provocado por un conflicto secundario en Siracusa, y
se desarrolló por tierra y mar, en tres fases: combates en Sicilia (264-256 a. C.), combates
en África (256-250 a. C.]]) y de nuevo en Sicilia (250-241 a. C.). Durante esta última fase,
y sobre todo tras la guerra, nació la fama de Amílcar Barca, padre de Aníbal, que dirigía la
guerra contra Roma desde el año 247 a. C. Tras la gran derrota naval en las Islas Egadas, al
noroeste de Sicilia, los cartagineses se vieron obligados a firmar el Tratado de Lutacio en la
primavera de 241 a. C. con el cónsul Cayo Lutacio Cátulo.16 Entre los términos impuestos a
Cartago por este tratado se hallaban la cesión de los territorios de Sicilia y las islas menores
entre esta y la costa africana, así como onerosas compensaciones de guerra.17
A finales de la Primera Guerra Púnica, a pesar de las precauciones adoptadas por Amílcar
Barca, Cartago halló problemas a la hora de dispersar a sus regimientos armados de
mercenarios, que no tardaron en asediar la ciudad y provocar un conflicto de la envergadura
de una guerra civil.16 Este episodio histórico es conocido como la Guerra de los
Mercenarios. Amílcar consiguió reprimir esta rebelión después de tres años, tras vencer a
los rebeldes en el río Bagradas y de nuevo, con un gran derramamiento de sangre, en el
desfiladero de «La Sierra»18 en el 237 a. C. Por su parte, Roma había aprovechado la falta
de oposición para tomar Cerdeña, anteriormente en manos de los cartagineses.19 Tras la
protesta de Cartago por esta acción, que suponía una violación de los términos del tratado
de paz recientemente alcanzado, Roma le declara la guerra, pero se ofrece a anularla si se le
entrega no solo Cerdeña, sino también Córcega. Los púnicos, impotentes, tienen que ceder,
y ambas islas se convierten en el 238 a. C. en nuevas posesiones romanas. Para compensar
esta pérdida, Amílcar marchó a Iberia, donde se apoderó de vastos territorios al sudeste del
país. Durante una década, Amílcar dirigió la conquista del sur de Iberia, apoyado militar y
logísticamente por su yerno Asdrúbal.16 Esta conquista restablecía la situación económica
de Cartago, gracias a la explotación de las minas de plata y estaño.
[editar] Ascensión
[editar] Juventud
Caricatura del juramento que hizo Aníbal a su padre de ser siempre enemigo de Roma.
Aníbal Barca era el hijo mayor del general Amílcar Barca y de su mujer ibérica.19 20
Aunque «Barca» no era un apellido, sino un apelativo (de barqä, "rayo" en lengua púnica),
fue adoptado como tal por sus hijos.21 Los historiadores designan a la familia de Amílcar
con el nombre de Bárcidas, a fin de evitar la confusión con otras familias cartaginesas con
los mismos nombres (Aníbal, Asdrúbal, Amílcar, Magón, etc.).
Sobre la educación de Aníbal es poco lo recogido por los autores grecorromanos. Se sabe
que aprendió de un preceptor espartano, llamado Sosilos, las letras griegas,22 la historia de
Alejandro Magno y el arte de la guerra. Así adquirió el modo de razonamiento y de acción
que los griegos llamaban «métis», fundado en la inteligencia y la astucia.
El historiador romano Tito Livio menciona que cuando Aníbal fue a ver a su padre y le
rogó que le permitiera acompañarle, éste aceptó con la condición de que jurara que durante
toda su existencia nunca sería amigo de Roma.5 19 19 20 23 Otros historiadores refieren que
Aníbal declaró a su padre:
Juro que en cuanto la edad me lo permita [...] emplearé el fuego y el hierro para romper el destino
de Roma.10 24
Tras la muerte de Asdrúbal, Aníbal fue elegido por el ejército de Cartago estacionado en la
Península Ibérica para que le sucediera en su condición de comandante en jefe.26
Posteriormente, Aníbal sería confirmado en el puesto por el gobierno cartaginés,28 35 a
pesar de la oposición encabezada por Hannón (un rico aristócrata).36 En esta época Aníbal
contaba con 25 años.5 Tito Livio da una pequeña descripción del joven general:
A partir de su llegada a España, Aníbal atrajo todas las miradas. «Es Amílcar en su juventud, que
nos ha sido devuelto», se escribían los viejos soldados. «La misma energía en la cara, el mismo
fuego en la mirada: aquí está su aspecto, aquí sus gestos».29
Tras haber asumido el mando, Aníbal pasó dos años consolidando el poder cartaginés sobre
las tierras hispánicas y terminando la conquista de los territorios situados al sur del Ebro.37
38
Excavaciones en curso (2008) en la ciudad de Valencia han hallado, entre otros restos,
una empalizada, próxima a la margen izquierda del río Turia, que probablemente formaba
parte de un campamento militar, acantonamiento de Aníbal en su avance hacia Sagunto.39
[editar] Preparativos
Aníbal no partió de Cartagena hasta finales de la primavera del 218 a. C.45 46 El general
puso en marcha al ejército y envió representantes para negociar su paso a través de los
Pirineos y trabar alianzas con los pueblos que se asentaban a lo largo de su trayecto. Según
Tito Livio, Aníbal atravesó el Ebro con 90.000 infantes y 12.000 caballeros,45 y dejó un
destacamento de 10.000 infantes y 1.000 caballeros para que defendieran Hispania,45 a los
que se sumaron 11.000 iberos que se mostraron reticentes a abandonar su territorio.45 Tras
su paso por los Pirineos, disponía de 70.000 infantes y 10.000 caballeros. Según otras
fuentes, Aníbal llegó a la Galia a la cabeza de 40.000 infantes y 12.000 caballeros.47 Es
complicado establecer la aproximación de sus efectivos reales. Ciertas estimaciones creen
que encabezaba una fuerza de 80.000 hombres. A su llegada a Italia, parece que estaba a la
cabeza, según las fuentes, de entre 20.00048 y 50.00032 infantes y de entre 6.00048 y 9.00032
jinetes. Por otro lado, en varias ocasiones, o como mínimo, al principio de la guerra,
Cartago envió refuerzos a Aníbal. Además, a su ejército se sumaron muchos soldados
procedentes de tribus. Cerca de 40.000 galos se unieron al ejército cartaginés durante la
guerra.49
Aníbal penetró en la Galia evitando cuidadosamente atacar las ciudades griegas erigidas en
lo que hoy es Cataluña. Se piensa que, tras franquear los Pirineos a través del Puerto de
Perthus y establecer su campamento cerca de la ciudad de Illibéris53 —la actual Elne,
próxima a Perpiñán—, siguió avanzando sin problemas hasta llegar al Ródano, donde
apareció en septiembre antes de que los romanos pudieran impedirle el paso a la cabeza de
38.000 infantes, 8.000 caballeros y 37 elefantes de guerra.54
Tras evitar las poblaciones locales, que trataron de detener su avance, Aníbal se vio
obligado a escapar de una compañía romana que venía desde la costa mediterránea
remontando el Valle del Ródano.55 El hecho de que los romanos vinieran de conquistar la
Galia Cisalpina dio esperanzas a Aníbal de que sería capaz de encontrar aliados entre los
galos del norte de Italia.20 56
El itinerario emprendido por Aníbal ha sido objeto de diversas polémicas.28 En octubre del
218 a. C.,26 los Alpes podían ser franqueados por el puerto del Pequeño San Bernardo,23 por
el de Mont Cenis o también por el de Montgenèvre.28 35 Ciertos autores defienden que
Aníbal atravesó el Puerto de Clapier57 o, más al sur, el Puerto de Larche.
Los datos facilitados por Polibio58 y Tito Livio59 60 son muy imprecisos. Además, no
existen restos arqueológicos que proporcionen alguna prueba irrefutable de la ruta de
Aníbal. Todas las hipótesis formuladas por expertos y también por autores de gran
imaginación, están basadas en los textos de Polibio y Tito Livio (se han escrito ya casi mil
libros sobre el tema).61
Una de las opiniones más aceptadas es la que localiza el puerto de montaña que franqueó
Aníbal junto a la Llanura Padana. Sin duda, Aníbal alentaría a sus hambrientos y
desmoralizados soldados con la perspectiva de encontrarse pronto con el Po.60 En los Alpes
Septentrionales, Montgenèvre y Gran San Bernardo, solo el Puerto de Savine-Coche y el
Puerto de Larche avalan esta opinión.62 63 No obstante, los partidarios del paso por el puerto
del Pequeño San Bernardo cuestionan el sentido de este pasaje de Polibio:
Los soldados, consternados por el recuerdo del dolor que habían sufrido, y sin saber a qué deberían
enfrentarse cuando siguieran avanzando, parecieron perder el coraje. Aníbal les reunió, y, como
desde la cima de los Alpes, que parecían ser la entrada a la ciudadela de Italia, se divisaban las
vastas llanuras que regaba el Po con sus aguas, Aníbal se sirvió de este bello espectáculo, único
recurso que le quedaba, para quitar el miedo a los soldados. Al mismo tiempo, les señaló con el
dedo el punto donde estaba situada Roma, y les recordó que gozaban de la buena voluntad de los
pueblos que habitaban el país que tenían ante sus ojos.58
Puerto de Montgenèvre.
Puerto de Larche.
Puerto de Clapier.
Aníbal llegó a Italia con el ejército citado antes, acampó a los pies de los Alpes, para que
descansaran sus tropas [...] procuró, en primer lugar, contratar a los pueblos del territorio de Turín,
pueblos situados al pie de los Alpes.65
En los Alpes Septentrionales, solo el puerto de Clapier satisfaría estas dos condiciones:
vista sobre la planicie del Po y de la población de los turineses. Desde que el coronel Perrin
lo afirmó en 1883, numerosos autores se sumaron a esta tesis.66 La única excepción notable
es la tesis de Sir Gavin de Beer (publicada en 1955), la cual propone el puerto de la
Traversette en los Alpes meridionales, cerca del Monte Viso (Alpes Cocios). La ruta no
atravesaba el territorio de los alóbroges y su hipótesis ha sido discutida con vehemencia,
pero es aceptada en Inglaterra.
Por último, hay que decir que era habitual en los historiadores antiguos imaginar discursos
verosímiles atribuidos a los personajes históricos, por lo que no hay ninguna razón para
creer en la absoluta autenticidad de esta escena, y en el gesto de orador que la acompaña.
Ya que es posible que el episodio relatado sea una «amable» imagen de Épinal, la
comparación de los diversos caminos factibles no puede conducir a una conclusión
definitiva.
Según las fuentes, Aníbal perdió, en esta travesía, entre 3.000 y 20.000 hombres.20 67 Los
supervivientes que llegaron a Italia estaban hambrientos y muertos de frío.20
[editar] Decisiva elección
Fuera cual fuese el paso elegido, la travesía de los Alpes ha sido la opción táctica más
destacada en la Antigüedad. Aníbal logró atravesar las montañas a pesar de los obstáculos
que planteaban el clima, el terreno, los ataques de las poblaciones locales, y la dificultad de
dirigir a un ejército compuesto por soldados de distintas etnias y que hablaban en diversas
lenguas.
Tras haber cruzado los Alpes y logrado alcanzar la región de Turín con las tropas ya muy
diezmadas, Aníbal y su ejército combatieron duramente con las primeras tropas romanas
con las que se enfrentaron en el Tesino y en el Trebia,25 río localizado en el norte de Italia.
La batalla del Ticino, una simple escaramuza entre la caballería romana liderada por el
cónsul Publio Cornelio Escipión26 y la caballería cartaginesa, puso de manifiesto por
primera vez en batalla las cualidades militares de Aníbal. El general cartaginés empleó a
sus mejores jinetes númidas, aprovechando la mínima ventaja sobre el terreno y
culminando una maniobra que tenía como objetivo rodear a las fuerzas romanas. La batalla
del Trebia, acaecida en diciembre del 218 a. C., convenció a los galos a unirse a Aníbal
contra sus recientes conquistadores.35
Publio Cornelio Escipión, cónsul que dirigía las fuerzas romanas destinadas a interceptar a
Aníbal,68 no esperaba que el general cartaginés intentara cruzar los Alpes. Los romanos
estaban preparándose para enfrentarse a él en la Península Ibérica. Como Escipión disponía
de un destacamento reducido, acuartelado en la Galia, intentó interceptarlo. Las decisiones
y movimientos rápidos le permitieron transportar su ejército por mar y llegar a tiempo para
alcanzar a Aníbal.69
Cuando las fuerzas de Aníbal estaban atravesando el Valle del Po, se encontraron abocadas
a una confrontación secundaria: la Batalla del Ticino, en la que el propio cónsul fue herido
y, según algunas versiones, salvado por su hijo de diecisiete años, Publio, que
posteriormente recibiría el sobrenombre de Africano por la victoria decisiva sobre Aníbal
en Zama.70 Como consecuencia, gracias a la superioridad de su caballería, Aníbal obligó a
los romanos a evacuar la llanura de Lombardía.10 70 Aunque no constituía más que una
victoria menor, incitó a los galos y a los ligures a unirse a los cartagineses,71 lo que
aumentó el tamaño del ejército a 40.000 hombres, de los cuales 14.000 eran galos.32 Publio
Cornelio Escipión fue gravemente herido y se retiró más allá del río Trebia para establecer
un campamento en Piacenza, en Emilia-Romaña y salvaguardar de este modo su ejército.72
El otro ejército consular fue enviado con urgencia al Valle del Po. Antes de que la noticia
de la derrota del Ticino llegara a Roma, el Senado ordenó al cónsul Tiberio Sempronio
Longo traer sus tropas de Sicilia, para reunirse con Escipión y enfrentarse a Aníbal.73
Tras las victorias del Ticino y del Trebia, los cartagineses se retiraron a Bolonia, para
después continuar su marcha sobre Roma. Después de haber asegurado su posición en el
Norte de Italia gracias a sus victorias, Aníbal trasladó sus cuarteles de invierno al territorio
de los galos, cuyo apoyo parecía estar disminuyendo.76 En la primavera del 217 a. C., el
general cartaginés decidió establecer una base de operaciones más segura, situada al sur.
Pensando que Aníbal estaba decidido a seguir avanzando sobre Roma, Cneo Servilio
Gémino y Cayo Flaminio Nepote, los nuevos cónsules, movilizaron a sus ejércitos a fin de
bloquear las rutas del este y del oeste, las cuales podían ser tomadas por Aníbal para
marchar sobre Roma. La otra ruta que atravesaba Italia central se encontraba en la
desembocadura del Arno. Este itinerario pasaba por una gran marisma que estaba
sumergida más de lo habitual en ese período del año y, aunque Aníbal sabía que esta ruta
era la más complicada, también era consciente de que constituía la vía más segura y más
rápida hacia el centro de Italia. Como el historiador Polibio indica, los hombres de Aníbal
marcharon cuatro días y tres noches sobre «una ruta que estaba bajo las aguas» y sufrieron
una terrible fatiga acusada además por la falta de sueño.51 52
Él [Aníbal] calculó que si rodeaba el campo e irrumpía en el territorio de más allá, Tito Quincio
Flaminino (en parte por temor a los reproches populares y en parte a causa de su propia irritación)
sería incapaz de soportar pasivamente la devastación del país, y le seguiría espontáneamente...
ofreciéndole así ocasiones para atacarle.77
Al mismo tiempo, Aníbal intentaba romper los lazos de Roma con sus aliados,
mostrándoles que Flaminino era incapaz de protegerles. A pesar de ello, Flaminino
permaneció en Arretium sin mover un dedo. Incapaz de arrastrar a Flaminino a una batalla,
Aníbal decidió marchar con fuerza contra el flanco izquierdo de su adversario, bloqueando
su retirada a Roma. Esta maniobra se reconoce como el primer movimiento envolvente de
la historia.
Tras la derrota, los romanos decidieron nombrar a Fabio Cunctator —«el que retrasa»—
como dictador.32 Separándose de la tradición militar romana, Fabio optó por emplear una
nueva estrategia, que pasaría a la historia como la Estrategia Fabiana, y que consistía en
rechazar una batalla frontal contra su adversario mientras disponía varios ejércitos a su
alrededor a fin de limitar sus movimientos.
Tras haber devastado Apulia sin llegar a provocar a Fabio, Aníbal decidió atravesar el
Samnio y la Campania, una de las más ricas y fértiles regiones de Italia, en espera de que la
devastación del territorio presionara al dictador a entrar en batalla. Este último, no obstante,
decidió continuar siguiendo a Aníbal pero sin entrar en combate con el cartaginés, cada vez
más a la defensiva. A pesar de su éxito, la estrategia fabiana era muy impopular entre los
romanos, que la consideraban cobarde. Aníbal decidió que no era prudente pasar el invierno
en sus bases, localizadas en las devastadas tierras de Campania; pero Fabio trató de
bloquearle asegurando todos los pasos que permitían la salida de la región. Con el objetivo
de contrarrestar el movimiento de Fabio, Aníbal engañó a los romanos y les hizo creer que
el ejército cartaginés trataba de escapar por los bosques. Mientras los inocentes romanos
desplazaban sus tropas a los bosques de la región, Aníbal y su ejército atravesaron un
desfiladero sin oposición. En ese momento, aunque Fabio estaba a la distancia idónea para
caer sobre Aníbal, su prudencia jugó en su contra. El cuestionado dictador decidió
continuar con su estrategia y le persiguió. Ese invierno, Aníbal estableció unos cómodos
cuarteles en las llanuras de Apulia. El exitoso modo en que Aníbal desplazó a su ejército en
tan apurada situación ha sido calificado por Adrian Goldsworthy como «un movimiento
clásico de la historia militar antigua que encuentra su lugar en todas las narrativas bélicas y
que se ha empleado en los manuales militares ulteriores».79
Aníbal marchó al norte, amenazando indirectamente a Roma, para luego girar súbitamente
hacia el este, al Samnio, y finalmente cruzar los montes Apeninos hacia Apulia, vigillado
de cerca por Fabio. Aníbal tomó la ciudad de Geronium80 y estableció allí su base de
operaciones.81 Fabio estableció su campamento 30 kilómetros al sur, en la ciudad de
Larinum,82 aunque fue llamado poco después a Roma para atender unos oficios religiosos.83
En ausencia de Fabio, Marco Minucio Rufo, el magister equitum, asumió el mando de las
tropas. En un osado movimiento, consiguió infligir numerosas bajas a forrajeadores
cartagineses de Aníbal. Este hecho tuvo una gran repercusión en Roma. El Senado,
impaciente con Fabio Máximo, cuyo prestigio había sufrido un duro golpe tras el
movimiento de Aníbal en el Ager Falernus, promulgó una ley que equiparaba el rango de
Minucio Rufo al del Cunctator, coexistiendo así dos dictadores por primera vez en la
historia romana.84
Aníbal, sabiendo dichos hechos, tendió una trampa a Minucio frente a la ciudad de
Geronium. Según cuenta Plutarco, «el terreno frente a la ciudad era llano, no obstante, tenía
algunas acequias y cuevas»,85 que ocupó la noche anterior con 5.000 soldados y 500 jinetes.
La mañana siguiente, envió una partida de forrajeadores a la vista del campamento de
Minucio, quien inmediatamente atacó con tropas ligeras. Aníbal reforzó a los
escaramuzadores y lanzó entonces a la caballería, que Minucio hubo de contrarrestar con la
propia. Cuando la caballería italiana fue derrotada, Minucio formó a todas sus legiones en
orden de combate y descendió al valle. El general púnico esperó a que hubiera cruzado el
valle y entonces dio la orden a sus tropas emboscadas, que atacaron los flancos y la
retaguardia de la formación romana. El ejército de Marco Minucio se batió en retirada,
perseguido por los jinetes ligeros de Numidia, y habría sido casi totalmente aniquilado de
no ser por la intervención de Fabio Máximo. Tras la batalla, Minucio renunció a su cargo y
puso a sus cuatro legiones bajo el mando del "escudo de Roma".85 86
Aníbal, que no tenía intención de atacar Roma en un primer momento, pretendía tomar los
territorios del Condado de Apulia, incluyendo la ciudad de Capua.87 En la primavera del
216 a. C., el general emprendió la iniciativa de atacar el importante depósito de suministros
de Cannas. Mediante esta acción, se situaba entre los ejércitos romanos y su principal
fuente de víveres.88 Los ciudadanos romanos eligieron a Cayo Terencio Varrón y Lucio
Emilio Paulo como nuevos cónsules.49 Confiados en la victoria, estos últimos reclutaron un
nuevo ejército estimado en aproximadamente 100.000 hombres, el más numeroso de su
historia.89 Los cónsules renunciaban así a la lenta pero eficaz táctica de evitar el conflicto,
optando por un choque frontal.20
Aníbal contando los anillos de los caballeros romanos caídos en la Batalla de Cannas (216
a. C.). Mármol de 1704 esculpido por Sébastien Slodtz, que actualmente se expone en el
Museo del Louvre.
Cuando terminó la batalla, Aníbal recuperó los anillos de los cadáveres de los equites
romanos que habían perecido en combate. Con ellos pudo proporcionar al gobierno
cartaginés la prueba irrefutable de su victoria en Cannas.20
La victoria de Aníbal se explica, no solo por las tácticas empleadas durante la batalla, sino
también por la habilidad política del cartaginés, que se aprovechó de los errores de sus
oponentes.86 Aníbal provocó a los cónsules, que cayeron en varias ocasiones en sus
trampas, como en el caso del Lago Trasimeno, por sus deseos de lograr una victoria antes
de finalizar su mandato. Para idear sus estrategias, Aníbal debía gozar de un detallado
conocimiento de las instituciones romanas y de la ambición de los políticos republicanos.
Para ello resultaba inestimable la ayuda de los espías púnicos, a menudo camuflados bajo la
apariencia de simples comerciantes.
La gran victoria cartaginesa hizo que numerosos pueblos de Italia decidieran unirse a la
causa de Aníbal.91 Tal y como escribe Tito Livio, «el desastre de Cannas fue el más grave
del que se tenían precedentes, e hizo que la fidelidad de los aliados, que hasta ahora se
había mantenido firme, comenzara a tambalearse, sin ninguna razón seguramente, más allá
de que perdían la confianza en el Imperio».92 Ese mismo año, las ciudades griegas de
Sicilia se rebelaron contra el control político romano y el rey de Macedonia, Filipo V, se
declaró aliado de Aníbal,87 provocando el estallido de la Primera Guerra Macedónica.
Además, Aníbal forjó una alianza con el nuevo rey de Siracusa, Jerónimo.
Las intenciones de Aníbal, además de retomar Sicilia, pasaban por la destrucción de Roma
no tanto como ciudad sino como entidad política,94 de ahí su negativa a tomar la ciudad tras
la batalla de Cannas y la famosa frase atribuida a su jefe de caballería, el númida Maharbal:
(...) Tum Maharbal: 'non omnia eidem di dedere; vincere scis, Hannibal, victoria uti nescis'.
Respondió Maharbal: 'Los dioses no han concedido al mismo hombre todos sus
dones; sabes vencer, Aníbal, pero no sabes aprovecharte de la victoria'.95
Aníbal utilizó sus victorias para tratar de atraer a su causa a las ciudades sometidas a
Roma.28 Los prisioneros, por ejemplo, eran divididos en dos grupos. Los ciudadanos
romanos —que eran reducidos a la esclavitud o empleados para intercambiar prisioneros—,
y los ciudadanos latinos o aliados, a los que se permitía regresar a sus casas.
Paralelamente, Aníbal posó su mirada en Sicilia, isla que constituía su objetivo principal. El
joven tirano de Siracusa, Jerónimo, abandonó la alianza romana y permitió a las tropas
cartaginesas, al mando de Himilcón Fameas, desembarcar allí con 20.000 infantes, 3.000
jinetes y 12 elefantes en el 214 a. C.97 Las ciudades de Heraclea Minoa y de Agrigento,
situadas ambas en Sicilia, aceptaron igualmente la alianza con los cartagineses. Hay que
precisar que Aníbal tuvo la habilidad de proponer un sistema de alianza menos vinculante
que el modelo romano, que permitía a los distintos pueblos mantener un conjunto de
derechos. El modelo romano se tornaba excesivamente opresivo en materia económica y
reducía la participación de los nativos en la administración pública.
A partir de 212 a. C., Aníbal se vio envuelto en dificultades cada vez mayores. De hecho, a
partir de 215 a. C., los romanos volvieron a emplear la estrategia de Fabio Cunctator y
evitaron enfrentarse a Aníbal en batalla.14 Mientras, los romanos aumentaron sus efectivos
a través de una política de enrolamiento de esclavos y de jóvenes de menos de 17 años.
Pero ante todo, los romanos comprendieron por primera vez hasta qué punto era necesario
encaminar una ofensiva sobre el terreno político e ideológico. Bajo la dirección de un
senador especializado en las letras griegas, Quinto Fabio Píctor, se escribió una historia de
Roma antipúnica. En la obra de Píctor, Aníbal y los cartagineses son descritos como
hombres indignos de confianza, impíos y crueles.28 En contraste, se presenta a los romanos
como hombres fieles a sus acuerdos, píos y tolerantes. De este modo se puso en marcha la
definición de la «costumbre de los ancestros», el mos maiorum, que pasó a ser la norma
moral de referencia a finales de la República de Roma.
En el año 210 a. C., Aníbal demostró de nuevo su superioridad táctica, e infligió una severa
derrota al ejército proconsular de Cneo Fulvio Centumalo en Herdonia26 (la actual Ordona,
en Apulia) y destruyó en el 208 a. C. una fuerza romana que estaba bloqueada en el sitio de
Locri (Lokroi Epizephyrioi). Pero la pérdida de Tarento en el 209 a. C., que fue
reconquistada por Fabio Cunctator,26 y la progresiva reconquista romana del Samnio y de
Lucania (la actual Basilicata) — acentuada por una serie de victorias en Salapia (208 a. C.)
y en Grumentum en el 207 a. C. — le hicieron perder el control del sur de Italia. En 208
a.C., Aníbal logró asesinar en una emboscada a uno de sus grandes enemigos hasta el
momento, el cónsul Marcelo, conquistador de Siracusa, y herir de gravedad a su colega en
el consulado, Crispino, añadiendo el anillo de Marcelo a su colección, junto a los de los
cónsules Flaminio y Emilio Paulo, asesinados por su ejército años atrás en Trasimeno y
Cannae respectivamente. A pesar de esto, Aníbal regresó a Apulia en 207 a. C. y esperó a
su hermano Asdrúbal Barca para marchar sobre Roma.26
Por esa época, los romanos trataron de contraatacar en Hispania dirigidos por el
comandante Publio Cornelio Escipión y su hermano Cneo Cornelio Escipión Calvo
(procónsules del ejército romano en Hispania en el periodo 217 - 211 a. C.), pero sin lograr
ningún éxito importante a excepción de la toma de Sagunto en el año 212 a. C. Estos dos
generales murieron el mismo año (211 a. C.) y fueron reemplazados por Publio Cornelio
Escipión, hijo y sobrino de los anteriores, quien conquistó Carthago Nova (actual
Cartagena, llamada por los cartagineses Qart Hadasht) en una ofensiva relámpago en el 209
a. C.14 Al año siguiente, Escipión derrotó en la Batalla de Baecula al ejército comandado
por el hermano de Aníbal, Asdrúbal, quien, no obstante, logró partir de Hispania con un
ejército de refuerzo, para llegar a Italia por vía terrestre. Pero, antes de poder unir sus
fuerzas con las de Aníbal, Asdrúbal caería muerto sobre los bancales del Metauro35 en 207
a. C.,32 víctima de una audaz maniobra estratégica del cónsul romano Cayo Claudio Nerón
que, encargado de vigilar a Aníbal, se unió a su colega a fin de hacer frente a Asdrúbal.
Cuando tuvo noticias de la derrota y muerte de su hermano (los romanos lanzaron la cabeza
seccionada de Asdrúbal al campamento cartaginés), Aníbal se retiró a Bruttium donde
acantonó a su ejército durante los años que siguieron. La combinación de estos eventos
marcó el final de los éxitos de Aníbal en Italia. En el año 206 a. C. finalizaron las
hostilidades en Hispania y Sicilia en beneficio de los romanos, que se apoderaron de dichos
territorios.32 Ese mismo año el hermano menor de Aníbal, Magón, habiendo sido derrotado
en Hispania, logró trasladar la guerra a Liguria.14 Magón fue derrotado finalmente por
Quintilio Varo y trató de unirse a su hermano con las tropas que le quedaban. En el 205 a.
C. los romanos reconquistaron el puerto de Locri, donde Aníbal esperaba en vano una flota
de su aliado Filipo V pues, tras la derrota de este último a manos de los etolios (208 a. C.),
la flota de Cartago concentraba sus esfuerzos en salvaguardar sus intereses comerciales en
Hispania.
La batalla decisiva del conflicto tuvo lugar en Zama, lugar de Numidia que se encuentra
entre Constantina y Túnez, el 19 de octubre del 202 a. C.32 A diferencia de la mayoría de
las batallas que se libraron durante de la Segunda Guerra Púnica, los romanos disponían de
mejor caballería que los cartagineses, quienes contaban con una infantería superior. La
superioridad romana se debía a la cesión de caballería númida por parte de Masinisa.
Aníbal, cuya salud se había deteriorado mucho debido a sus años de campaña en Italia,
contaba todavía con la ventaja de 80 elefantes de guerra y 15.000 infantes veteranos de
Italia, aunque el resto de su ejército estaba compuesto por mercenarios celtas o por
ciudadanos cartagineses poco aguerridos. Aníbal trató de emplear la misma estrategia que
utilizó en Cannas. Sin embargo, las tácticas romanas habían evolucionado tras 14 años, el
intento de encierro fracasó, y los cartagineses fueron finalmente derrotados.32
Aníbal perdió en Zama cerca de 40.000 hombres23 —en contraposición con los 1.500 de los
romanos— y el respeto de su pueblo, que vio a su mejor general ser derrotado en la última
y más importante batalla del conflicto. La ciudad púnica estaba obligada a firmar la paz con
Roma y Escipión, que tras la guerra adoptó el apodo de El Africano.87 El tratado estipulaba
que la otrora mayor potencia mediterránea debía renunciar a su flota de guerra y a su
ejército,32 y que debía pagar un tributo durante 50 años.14
Obligado a firmar un tratado de paz con Roma en 201 a. C.,32 que privaba a Cartago de su
antiguo imperio, Aníbal, que entonces contaba con 46 años, decidió entrar a formar parte de
la vida política cartaginesa dirigiendo el partido democrático.
Aníbal tomó una medida que lo alejó irremediablemente de los oligarcas. El viejo general
legisló que la indemnización impuesta a Cartago por Roma tras la guerra no debía proceder
del tesoro, sino de los oligarcas a través de impuestos extraordinarios.28 Los oligarcas no
intervinieron directamente contra el sufete sino que, siete años después de la derrota de
Zama, realizaron un llamamiento a los romanos14 que, alarmados por la nueva prosperidad
de Cartago, exigieron la entrega de Aníbal con el pretexto de una relación epistolar de este
último con Antíoco III.100 Aníbal decidió voluntariamente exiliarse20 en el 195 a. C.26
Aníbal comenzó su viaje por Tiro (ciudad del actual Líbano), la ciudad fundadora de
Cartago. Posteriormente se dirigió a Éfeso, donde fue recibido con honores militares por el
rey Antíoco III Megas de Siria,23 35 que se preparaba para la guerra contra Roma.26 Aníbal
se percató rápidamente de que el ejército sirio no podía rivalizar con el ejército romano.
Entonces, el antiguo general cartaginés aconsejó al rey equipar una flota y un cuerpo de
tropas terrestres en el sur de Italia, y le ofreció ocupar el mando. Pero no consiguió que el
soberano le confiara un puesto importante, debido, según Apiano, a los celos y envidia de
sus cortesanos y generales, que temían que el púnico se llevara toda la gloria de la
victoria.101
En el 190 a. C., Aníbal dirigió una flota fenicia, pero, poco cómodo en el combate naval,
fue vencido en el río Eurimedonte por los romanos y sus aliados rodios.23 28 Temiendo ser
entregado a estos últimos al término del acuerdo de paz que firmó Antíoco III, Aníbal huyó
de la corte y el recorrido que siguió es bastante incierto.
Se piensa sin embargo que visitó Creta,102 mientras que Plutarco y Estrabón dan a entender
que se dirigió al Reino de Armenia,26 y se presentó ante el rey Artaxias, quien le asignó la
planificación y la supervisión de la construcción de la capital Artaxata (actual Artashat).
Pronto de vuelta en Asia Menor, Aníbal buscó refugio junto a Prusias I de Bitinia, quien
estaba en guerra con un aliado de Roma, el rey Eumenes II de Pérgamo.32
Aníbal se puso al servicio de Prusias I durante esta guerra.102 Una de sus victorias fue a
costa de Eumenes II en el mar. Se ha dicho que fue uno de los primeros en usar la guerra
biológica: lanzó calderos llenos de serpientes a los barcos enemigos.103
Otro de sus talentos militares fue la probable fundación de la ciudad de Prusa (actual Bursa
en Turquía) a petición del rey Prusias I. Esta fundación, junto con la de Artaxata en
Armenia, elevaría a Aníbal al rango de «soberano helenístico». Una profecía que se
difundió en el mundo griego entre el 185 y el 180 a. C. evocaba a un rey llegado de Asia
para hacer pagar a los romanos la sumisión que habían impuesto a griegos y macedonios.
Muchos se empeñaron en pensar que este texto hacía referencia a Aníbal. Por esta razón, el
cartaginés, de origen bárbaro a ojos de los griegos, se integró perfectamente en el mundo
helenístico.48 Los romanos no podían ignorar esta amenaza, y poco después enviaron una
embajada a Prusias.
Caricatura del siglo XIX que representa la muerte por envenenamiento de Aníbal.
Para este último, Aníbal se convirtió en un incómodo invitado y el rey bitinio decidió
traicionar a su huésped20 que residía en Libisa, en la costa oriental del Mar de Mármara.
Bajo la amenaza de ser entregado al embajador romano Tito Quincio Flaminino, Aníbal
decidió suicidarse en el invierno del 183 a. C.6 32 empleando un veneno35 que, según se
dice, llevó durante mucho tiempo en un anillo.14 23 A pesar de todo, no está del todo claro
cuál fue el año exacto de su muerte.6 Si, tal como Tito Livio sugiere,28 Aníbal murió en el
183 a. C., el mismo año que su gran enemigo, Escipión el Africano, el viejo general
cartaginés contaría con 63 años.20
[editar] Inhumación
Aurelio Víctor escribe que su cuerpo reposa en un ataúd de piedra, sobre el que es visible la
inscripción: Aquí se esconde Aníbal.23
Entre los sitios barajados para albergar la tumba de Aníbal figura una pequeña colina
cubierta de numerosos cipreses y situada en unas ruinas ubicadas cerca de Diliskelesi, lo
que hoy en día es una zona industrial cerca de la ciudad turca de Libisa104 (actual Gebze) en
Kocaeli. Considerada la tumba del general, fue restaurada en el año 200 por el emperador
Septimio Severo,32 originario de Leptis Magna (actual Libia), que ordenó cubrir la tumba
con una losa de mármol blanco. El lugar está hoy en ruinas. Excavaciones efectuadas en
1906 por expertos arqueólogos, entre ellos Theodor Wiegand, han revelado pruebas que
hacen que estos últimos sean escépticos en cuanto a la ubicación real de la tumba.105
[editar] Legado
[editar] Balance paradójico
Con los cartagineses desapareció sin duda el mayor enemigo al que la República romana se
había enfrentado.20 Por tanto, el balance personal de Aníbal se traduce en un fracaso. El
Mediterráneo occidental se convirtió en un «lago romano» del que Cartago quedaba
apartada, mientras que Roma extendió sus dominios por el mundo griego y por Asia.
Pero, al mismo tiempo, y ahí reside la paradoja de su balance, Aníbal trató de romper —a
través de sus discursos acerca de la libertad de las ciudades— las alianzas de Roma con las
ciudades griegas. De este modo, el general forzó a la República a legitimar sus acciones y a
comportarse como una gran potencia imperialista. Por ello, Aníbal ha permanecido en el
corazón de la historia griega y romana.
En este contexto, se desprende una admiración (forzada) en los escritos de los historiadores
romanos Tito Livio y Décimo Junio Juvenal. Por otro lado, los romanos llegaron a erigir
estatuas del general cartaginés en las calles de Roma, a fin de representar el rostro de
tamaño adversario, al que sus ejércitos habían derrotado.107
Sin embargo, durante la Segunda Guerra Púnica, los romanos se negaron a rendirse y
rechazaron todas las iniciativas de paz; tampoco quisieron pagar rescate para la liberación
de los prisioneros capturados en la Batalla de Cannas.108 Además, los textos históricos
acreditan que no existía ninguna facción dentro del Senado romano que quisiera la paz, ni
se produjo ninguna traición romana que diera ventaja a los cartagineses, ni ningún golpe de
estado que desembocara en el establecimiento de una dictadura.109 110 Por el contrario, los
patricios romanos compitieron entre ellos a fin de obtener los mejores puestos de mando
con el objetivo de poder combatir al más peligroso enemigo al que se había enfrentado
Roma. A pesar de todo, el genio militar de Aníbal no fue suficiente para perturbar la
organización política y militar republicana. Tal y como escribe Lazenby:
Existen cantidad de textos a favor de su madurez política y del respeto a las formas constitucionales
basadas en el hecho de que la maquinaria gubernamental compleja continuó funcionando incluso en
pleno desastre. Hay pocos Estados de la Antigüedad que hubieran osado mantener en el cargo a un
general que perdiera una batalla como Cannas, y menos aún que hubieran seguido tratándole con el
respeto debido a un Jefe de Estado.111
Según Tito Livio, los romanos jamás tuvieron miedo de enfrentarse a Aníbal, incluso
cuando inició su marcha sobre Roma en el 211 a. C.:112
Un mensajero de Fregellae, que había marchado sin descanso noche y día, produjo un gran terror en
Roma. La afluencia de habitantes del campo, cuyos relatos mezclaban verdades y mentiras, había
extendido la agitación en toda la ciudad. Las mujeres hicieron resonar sus gemidos en las casas
particulares; las mujeres distinguidas, desafiando todas las miradas, corrían en tropel hacia los
templos de los dioses; los cabellos esparcidos, arrodilladas al pie de los altares, las manos tendidas
hacia el cielo y hacia los dioses, suplicaban arrancar Roma de las manos de los enemigos, y salvar
el honor y la vida de las madres romanas y de sus hijitos.113
Mapa de la ruta seguida por Aníbal durante su invasión.
Al Senado, esta noticia le afectó «en función del carácter de cada uno».114 El Senado
decidió mantener el sitio de Capua, aunque desplazó a 15.000 infantes y 1.000 caballeros
para reforzar la capital. Según Tito Livio, las tierras ocupadas por el ejército de Aníbal en
las inmediaciones de la ciudad fueron revendidas por los romanos a un precio justo.115 Esto
puede ser o no cierto pero, tal como indica Lazenby, «podría haber sido así, ya que no
muestra solamente la confianza suprema de los romanos en la victoria última, sino también
la manera según la cual se perseguía una apariencia de vida normal».111 Tras la Batalla de
Cannas, los romanos mostraron una considerable fortaleza ante la adversidad. Una muestra
innegable de la confianza de Roma es el hecho de que, tras el desastre de Cannas, la capital
republicana se quedó prácticamente sin tropas para defenderla; no obstante, el Senado
decidió no retirar ni una sola guarnición de sus provincias para defender la ciudad. De
hecho, las tropas de las provincias fueron reforzadas y se mantuvieron las campañas en
tierras extranjeras hasta que se produjeron las victorias definitivas en Sicilia, bajo el mando
de Marco Claudio Marcelo y después en Hispania, bajo el mando de Escipión el
Africano.116 117 Aunque las consecuencias a largo plazo de la guerra de Aníbal son
incontestables, esta última es innegable que fue la más "hermosa hora" de la historia de
Roma.111 118
La mayor parte de las fuentes a disposición de los historiadores sobre la figura de Aníbal
son de origen romano. Fue considerado como el mayor enemigo al que jamás se enfrentó
Roma. En su obra, el historiador Tito Livio afirma que el cartaginés era extremadamente
cruel. Lo mismo opinaba Cicerón, historiador que al hablar de los dos mayores enemigos de
Roma escribe acerca del «honorable» Pirro de Epiro y del cruel Aníbal.119 Sin embargo,
han llegado hasta nosotros noticias que le dan otra imagen. Cuando sus éxitos condujeron a
la muerte de varios cónsules romanos, Aníbal buscó en vano el cuerpo de Cayo Flaminio
Nepote en las orillas del Lago Trasimeno, organizó ceremonias rituales en honor a Lucio
Emilio Paulo, y envió las cenizas de Marco Claudio Marcelo a su familia en Roma. El
historiador Polibio de Megalópolis parecía sentir simpatía por Aníbal. Es de señalar que
Polibio permaneció como rehén en Italia durante un gran período, y se basaba
mayoritariamente en las fuentes romanas. Existe la posibilidad de que Polibio reprodujera
elementos de la propaganda romana.
Tempestad de nieve: Aníbal y su ejército atravesando los Alpes: Joseph Mallord William
Turner envuelve la travesía de los Alpes en una atmósfera romántica.
Su travesía de los Alpes permanece como una de las más increíbles hazañas militares de la
Antigüedad,35 y despierta la imaginación de la gente mediante múltiples producciones
artísticas como novelas, series o películas.
Otro de los legados de Aníbal consiste en las plantaciones de olivos con que cubrió la
mayor parte del África septentrional, gracias al trabajo de sus soldados, lo cual fue
considerado una «pausa» perjudicial para el Estado cartaginés y para sus generales.
Varios años después de la Segunda Guerra Púnica, mientras Aníbal era consejero político
del Imperio Seléucida, Escipión el Africano fue enviado en misión diplomática por Roma a
Éfeso, pero se ignora la fecha exacta de su entrevista, la cual mencionan Plutarco121 y
Apiano:
Se dice que durante uno de sus entretenimientos en el gimnasio, Escipión y Aníbal tuvieron una
discusión sobre la cuestión de la competencia de los generales en presencia de numerosos
espectadores, y que Escipión preguntó a Aníbal cuál era según él más grande general, a lo que este
último respondió: «Alejandro Magno».
Escipión estuvo de acuerdo, poniendo igualmente a Alejandro en primera posición. Después,
preguntó a Aníbal a quién colocaría a continuación. Éste respondió que a Pirro, porque consideraba
que la primera virtud de un general era la audacia. Precisó que «sería imposible encontrar dos reyes
más atrevidos que ellos».
Escipión se sintió algo molesto ante esta respuesta. No obstante, preguntó al cartaginés a quién
colocaría en tercera posición, esperando que le concediera ese privilegio. Pero Aníbal respondió:
«Yo mismo, en mi juventud he conquistado Hispania y atravesado los Alpes con un ejército, hechos
que han sucedido por primera vez desde Heracles. He atravesado Italia y habéis temblado de terror,
obligándoos a abandonar cuatrocientas de vuestras poblaciones, y a menudo he amenazado vuestra
ciudad con extremo peligro, todo ello sin recibir dinero ni refuerzos de Cartago».
Como Escipión vio que el púnico estaba dispuesto a seguir autopromocionándose, dijo riendo, «¿en
qué posición te colocarías, Aníbal, si no hubieras sido derrotado por mí?» Aníbal notó sus celos y
respondió: «En ese caso me habría colocado por delante de Alejandro». De ese modo, Aníbal
continuó halagándose, pero se congratuló sutilmente con Escipión, sugiriendo que habría batido a
alguien que era más grande que Alejandro.
Tras esta conversación, Aníbal pidió a Publio Cornelio Escipión que fuera su invitado; Escipión se
hubiera mostrado encantado, si Aníbal no viviera con el rey Antíoco III el Grande, quien
desconfiaba de los romanos. Así, como grandes comandantes que eran, olvidaron su enemistad una
vez finalizadas sus guerras.
122 123
Aníbal mirando la cabeza de Asdrúbal. Esta pintura de Giovanni Battista Tiepolo realizada
c. de 1725 se encuentra expuesta en el Museo de Historia del Arte de Viena.
Sobre la trascendencia del genio militar de Aníbal no pueden existir dos opiniones. El hombre que
fue capaz de mantener sus conquistas en un país hostil frente a varios ejércitos poderosos y una
sucesión de comandantes capaces, debe necesariamente haber sido un táctico y estratega sin igual.
Ciertamente, sobrepasó a todos los generales de la Antigüedad en la utilización de estratagemas y
emboscadas. Tan increíbles como fueron sus logros, debemos admirarnos aún más si tenemos en
cuenta el escaso apoyo que recibió desde Cartago. A medida que caían sus veteranos, se veía
obligado a organizar levas de refresco en el lugar donde se hallara. Nunca se menciona un solo
motín en su ejército, compuesto como estaba de africanos, hispanos y galos. Más aún, todo lo que
sabemos de él nos ha llegado en su mayor parte de fuentes hostiles. Los romanos le temían y
odiaban tanto que eran incapaces de hacerle justicia. Livio habla de sus grandes cualidades, pero
añade que sus vicios eran igualmente grandes, de entre los cuales destaca su «perfidia más que
púnica» y su «inhumana crueldad». Para el primero no parece existir mayor justificación que su
consumada habilidad en tender emboscadas. En lo concerniente al segundo, creemos que no es
posible otra razón que, en ciertas crisis, actuara según el espíritu de la guerra antigua. A veces
contrasta de modo más favorable con su enemigo. Ninguna brutalidad mancha su nombre tanto
como la perpetrada por Claudio Nerón sobre el derrotado Asdrúbal. Polibio únicamente menciona
que era acusado de crueldad por parte de los romanos y de avaricia por parte de los cartagineses.
Tenía, ciertamente, enemigos implacables, y su vida representó una constante lucha contra el
destino. Por su firmeza de propósito, por su capacidad organizativa y maestría en la ciencia militar,
es posible que jamás haya tenido igual.28
Incluso los cronistas romanos le consideran un maestro militar supremo y escriben acerca
de él que «no exigió jamás a otros algo que no hubiera hecho él mismo».98 Según Polibio,
«como sabio gobernante, supo contentar y someter a su gente, dándole lo que necesitaba, y
ésta jamás se rebeló contra él ni se planteó ningún intento de sedición. Aunque su ejército
estuviera compuesto por soldados de diversos países: africanos, españoles, ligures, galos,
cartagineses, italianos y griegos, que no tenían en común entre ellos ni leyes, ni costumbres,
ni idioma, Aníbal logró gracias a su capacidad reunir a todas esas diferentes naciones y
someterlas a la subordinación de su liderazgo, imponiéndoles sus mismas opiniones».124
El documento del conde Alfred von Schlieffen (titulado el Plan Schlieffen), elaborado a
partir de sus estudios militares, insiste en gran medida en las técnicas militares que
emplearon los cartagineses para rodear y destruir victoriosamente al ejército romano en la
Batalla de Cannas.125 126 George Patton pensaba que él mismo era la reencarnación de
Aníbal —entre otras reencarnaciones, Patton creía que era un legionario romano y un
soldado de Napoleón I—.127 No obstante, los principios bélicos que se aplicaban en tiempos
de Aníbal se siguen aplicando hoy en día».128
Aníbal sobresalió como táctico militar. A lo largo de la historia, ninguna batalla ha ofrecido un
ejemplo mejor de utilización de la táctica que la Batalla de Cannas. Pero sobresalía aún más como
logístico y como estratega. Ningún capitán marchó, como él, alguna vez, con y contra tantos
ejércitos que le excedieran en número y equipamiento. Ningún hombre resistió nunca por sí mismo
durante tanto tiempo o tan hábilmente en condiciones tan adversas de una forma tan ingeniosa y
llena de coraje. Enfrentado constantemente a los mejores soldados, mandados por respetados
generales, a menudo de gran habilidad, desafió todos los esfuerzos que hicieron por expulsarle de
Italia, durante media generación. Exceptuando el caso de Alejandro, y algunos conflictos bélicos
aislados, todas las contiendas anteriores a la Segunda Guerra Púnica, se habían decidido en su
mayor parte, si no por completo, gracias a las tácticas de batalla. La habilidad estratégica influía
solo hasta cierto punto. Los ejércitos marchaban uno contra otro, luchaban en orden paralelo, y el
conquistador imponía los términos sobre su adversario. Cualquier variación en esta regla conducía a
una emboscada u otras estratagemas. Una guerra como aquélla, que se llevaba a cabo esquivando la
necesidad de entrar en batalla, donde la victoria podía conseguirse mediante ataques contra las
comunicaciones enemigas, maniobras de flanqueo, consecución de posiciones desde las que poder
retirarse rápidamente en caso de ser atacados, no se comprendía... [sin embargo] Por primera vez en
la historia de la guerra, vemos a dos generales esquivándose mutuamente, ocupando las tierras altas,
marchando sobre los flancos de su rival para capturar ciudades o suministros en retaguardia,
acosándose mutuamente con tácticas de guerrilla, y raramente aventurándose a presentar batalla,
batalla que podría convertirse en un completo desastre; todo ello con el propósito preconcebido de
colocar al oponente en desventaja estratégica... que todo aquello se produjera fue debido a las
enseñanzas de Aníbal.129
Anibal Barca
Famoso por su genialidad, a los nueve años fue llevado por el padre para España y,
según la leyenda, aprendió y juró odio eterno a los romanos. Asumió el comando del
ejército (221 a. C.) y se hizo jefe supremo de las tropas de Cartago, después del
asesinato del padre y del cuñado Asdrúbal.
Durante sus campañas en Italia, el cónsul Públio Cornélio Cipiao, el Africano, conquistó
todos los territorios españoles que estaban bajo control cartaginés. Atravesó el océano
para defender Cartago (203 a. C.), sin embargo fue definitivamente vencido por los
ejércitos de Roma comandados por Cipiao, en la batalla de Zama. Roma exigió su
rendición (195 a. C.), y él buscó refugio en la corte de Antíoco, en la Siria. Tres años
más tarde su protector fue derrotado por los romanos y se refugió en la Bítinia, en Asia
Menor. Roma pidió su extradición (183 a. C.) y, para no ser prendido por los romanos,
prefirió suicidarse tomando veneno. Las técnicas de combate inventadas por el general
cartaginês en las batallas que trabó contra los ejércitos romanos, fueron consagradas
por la historia de los conflictos bélicos. El empleo de armamento pesado móvil y de
movimientos
Pero ésa sólo fue una parte de la marcha de 2 400 km y de cinco meses de duración
que el ejército de Aníbal había emprendido para invadir Roma durante la segunda
Guerra Púnica, entablada entre Roma y Cartago por la posesión de Sicilia. Roma ya
había eliminado a la ¡lota cartaginesa, así que no temía una invasión por mar; tampoco
podía Aníbal seguir la fácil ruta por la Riviera francesa porque estaba habitada por una
colonia griega aliada de Roma en lo que hoy es Marsella.
Aníbal salió de su base en Cartagena, España, en mayo de 218 a.C. Inicio la marcha
marcha con casi 60.000 hombres, pero unos 7.000 desertaron cuando llegaron a los
Pirineos.
El primer obstáculo que encontraron fue el río Ródano. No se sabe con certeza por
dónde lo cruzó Aníbal, pero según el historiador griego Polibio, que escribió hacia 150
a.C., pudo ser entre Fourques y Arles, Francia, donde el Ródano se divide en dos y su
cauce hasta el mar es lento y poco profundo.
Una tribu gálica, los volcos, trató de impedirles el paso, así que Aníbal envió un
contingente de infantería al mando de su hermano Hannón a que atravesara el río por
otro punto y los ahuyentara. Cuando los primeros hombres de Aníbal lograron cruzar
en balsas el río, los volcos se encontraron de repente entre dos fuegos, así que se
dispersaron y huyeron.
La gran travesía Aníbal hizo que su ejército cruzara uno de los pasos más elevados de
los Alpes, el Col de la Trasvérsete, para atacar a los romanos en el valle del Po. Al final
de una marcha de cinco meses desde Cartagena, España: 20 000 hombres murieron a
causa delfrto, los aludes y los ataques de tribus hostiles, pero los elefantes
sobrevivieron.
Para hacer pasar los elefantes al otro. lado del río, los soldados cartagineses
construyeron muelles de unos 60 m de largo y los cubrieron con tierra; en los
extremos de los muelles ataron grandes balsas también cubiertas con tierra para que
los animales no se asustaran. Primero hicieron subir a las hembras a las balsas y
después a los machos: algunos se asustaron y cayeron al agua, pero el río no era
profundo y pudieron salir de él caminando con la trompa fuera del agua, como el
periscopio de un submarino.
PORQUE LLEVABA ELEFANTES ANÍBAL?: Los elefantes se usaban en la guerra como fuerza de
choque, no sólo para atemorizar al enemigo sino también para ahuyentarlo; además
podían llevar torretas, en los lomos para disparar flechas o lanzas desde allí, aunque
no hay pruebas de que los de Aníbal las tuvieran. Durante la marcha los elefantes eran
muy útiles, pues podían transportar 10 veces más carga que un caballo, si bien la
cantidad de forraje que consumían era una desventaja: un elefante ingiere unos 140
Kg. de alimento al día.
Los elefantes de Aníbal no eran muy grandes: probablemente medían 2.4 m hasta la
cruz. Aníbal los capturó al pie de los montes Atlas, en. el norte de África, donde
quedaron extintos desde entonces. Aníbal tenía también algunos elefantes procedentes
del subcontinente indio, que Cartago arrebató a Egipto.
Los elefantes eran muy apreciados por los cartagineses, como lo demuestran algunas
de sus monedas de plata, que tienen efigies suyas grabadas en el reverso. En el
anverso dichas monedas mostraban imágenes de dioses y personajes importantes,
entre ellos el propio Aníbal.