Entrevista A Estanislao Zuleta
Entrevista A Estanislao Zuleta
Entrevista A Estanislao Zuleta
Zuleta
LA EDUCACIÓN:
UN CAMPO DE
COMBATE
HERNAN SUAREZ J.
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EDUCACIÓN Y CULTURA: ¿Cuál es su impresión sobre la formación escolar de los jóvenes en
Colombia y particularmente sobre el bachillerato?
ESTANISLAO ZULETA: Pienso que el bachillerato es la cosa más vaga, confusa y profusa de la
educación en el país. Es una ensalada extraordinaria, en la cual se pasa de la clase de geografía
a la de geometría y de ésta a la de leyenda o historia patria.
Esta ensalada del bachillerato se la come el estudiante durante seis años y en el examen final,
hoy de estado o del ICFES, vomita todo y queda limpio. Por fortuna se libera de toda aquella
pesada carga de información y confusión. Pero al mismo tiempo que es elemental, es una
educación muy especializada. Tomemos el caso de la historia en el período de la independencia.
El estudiante tiene que aprender una cantidad de acontecimientos, que son de detalle, yo diría que
de especialistas. Tal es el caso de las batallas, en el cual se estudia la ubicación de las tropas y
sus generales, el ataque de los flancos, la ubicación y función de la retaguardia y la vanguardia,
etc., etc., con un grado tal de especialización y detalle que se necesitaría ser un especialista en
historia y estrategia militar.
En cambio, no se enseña que fue lo que pasó desde el punto de vista histórico, que es lo que
interesa a un estudiante de secundaria recién iniciado en el estudio, de la historia de su país. Poco
se dice sobre el tipo de sociedad de la época; cómo vivían los indios, los negros, los criollos, la
nobleza; el tipo de tensiones y rivalidades que existían entre la nobleza terrateniente criolla y la
corona española; los conflictos sociales entre las distintas clases y grupos. No se enseña, por
ejemplo, las razones del hundimiento del imperio español frente a Napoleón, como resultado de la
derrota de la Armada Invencible española frente a la armada inglesa. Que un imperio, al otro lado
del mar y sin flota, tenía que perder fácilmente sus colonias. Es decir, si no sale Bolívar, hubiera
salido cualquier otro. Lo que perdió España fueron las condiciones para sostener su imperio en
ultramar.
Lo que se enseña son toda clase de discursos, proclamas bobas y frases altisonantes de don
Camilo Torres, José Acevedo y Gómez, etc. No se enseña cual era el problema realmente; cuál el
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sentido de las luchas de independencia; cuál era el dilema del país: tomar una dirección
influenciado por los ideales de la Revolución Francesa o por el contrario, cerrarse sobre la
tradición y el colonialismo, reafirmando la dominación española. Es una historia que tras el detalle
y la minucia olvida lo esencial, lo global, lo que importa.
Asuntos como las rivalidades entre Bolívar y Santander son detalles, pero los detalles de un gran
drama histórico en la suerte y destino de un pueblo. Este hecho queda por fuera de la historia que
se "enseña" en el bachillerato, queda oculto. El detalle, la anécdota, el listado de presidentes y
próceres siguen dominando la enseñanza e interpretación de la historia.
Los sectores montañosos, donde no hay una aristocracia de la tierra, sino campesinos y colonos y
una particular distribución de la propiedad territorial, en contraposición a la distribución de la tierra
de la región de los grandes valles y los grandes ríos, tienen una conformación y un desarrollo
social y económico diferente.
En el bachillerato tampoco se examinan los ritmos de la historia en función del espacio geográfico,
cómo se llega primero a los grandes puertos que a la montaña.
En una palabra, pensar la geografía no solo como espacio sino ante todo como condición de
vida humana.
EDUCACIÓN Y CULTURA: En alguna oportunidad usted afirmaba que la educación es una acción
intimidadora del pensamiento. ¿En qué se sustenta su afirmación?
ESTANISLAO ZULETA: Sencillamente porque la educación, tal como ella está, reprime el
pensamiento, así no se lo proponga. Su acción se reduce a transmitir datos, saberes,
conocimientos, conclusiones o resultados de procesos que otros pensaron. No enseña a pensar
por si mismo, a sacar conclusiones propias.
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El estudiante adquiere un "respeto" por el maestro y por la escuela que procede simplemente de la
intimidación. El maestro subraya con frecuencia : "usted no sabe nada"; "todavía no hemos
llegado a ese punto"; "eso lo sabrá o entenderá más adelante, mientras tanto tome nota"; "esto es
así y así lo dijeron gentes que saben más que usted".
Para mí la educación es un tema que me apasiona, lo he vivido como drama con mis hijos, que en
parte han sido víctimas de este tipo de educación. Mientras el alumno y el profesor estén
convencidos que hay uno que sabe y otro que no sabe; que el que sabe va a informar e ilustrar al
que no sabe, sin que el otro (el alumno) tenga su propio juego, su propio pensamiento, sus
propias inquietudes, la educación es un asunto perdido.
Las matemáticas enseñaban, hasta cierto punto, que sus contenidos era algo que se debía
aceptar, no porque alguien lo hubiera dicho, sino porque era susceptible de demostración. Eso era
algo atractivo en ese mundo de la autoridad tan generalizada, la cual no es siempre visible y que
constituye la realidad y cotidianeidad de la escuela.
En la escuela a uno le enseñan que dos más dos son cuatro, que menos por menos da más;
pueda que el alumno no entienda ni comprenda por qué, él sólo sabe que si lo hace así resulta y
obtiene buenas calificaciones. Mientras uno no sepa por qué menos por menos da más, no hay
una aprobación del proceso que conduce a dicho resultado, lo cual demuestra que también las
matemáticas pueden ser un dogma, al igual que la religión o la historia sagrada.
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El álgebra que tiene el atractivo de despejar, reducir, asimilar y finalmente obtener X, se convierte
para la mayoría en una pesadilla, porque nunca se nos enseñó, no sé si ahora sea lo mismo, un
hecho esencial: que el álgebra es una manera de pensar que tenemos todos los hombres.
Los profesores tendrían que decirle a sus alumnos que el álgebra es el modo corriente de pensar;
que no es algo que simplemente esté en el tablero o en los problemas del texto, sino que está en
nosotros y en la realidad.
Es posible que el alumno saque cinco en álgebra pero la olvidará en seguida, porque no la
vinculará a procesos posteriores. Puede que la recuerde después, si decide estudiar ingeniería o
cualquier otra carrera, pero entonces ya no necesitará entender, le bastará con aprender las
fórmulas, los resultados, con ellos podrá operar.
La educación crea una incomunicación. Yo tengo que llegar a saber algo, pero ese "algo" es el
resultado de un proceso que no se me enseña. Saber significa entonces simplemente repetir.
La educación y los maestros nos hicieron un mal favor: nos ahorraron la angustia de pensar.
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EDUCACIÓN Y CULTURA: En los últimos
años ha tomado fuerza desde las esferas
oficiales la llamada Tecnología Educativa y
los anuncios de incorporar la informática a
la educación. ¿Cuál es su opinión sobre
esta teoría educativa?
El que educa con estos sistemas no sabe lo que está haciendo, pero lo hace en el mínimo de
tiempo, de la manera más rápida y menos costosa; a ello se quiere llegar con la tecnología
educativa y los métodos de enseñanza audiovisuales, confundiendo educación con información.
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"Esto que ustedes ven aquí es la membrana, dentro de la membrana está el plasma y en el
plasma está el núcleo y poco a poco se van formando los cromosomas hasta que se ahorcan y se
forman dos células". Entonces el maestro pintaba dos bolitas en el tablero.
Lo que resulta interesante de este procedimiento, es que uno como estudiante tenía la ilusión de
aprender, pero precisamente porque no pensaba, se limitaba a ver, oír y repetir.
Si el maestro aceptara que el niño o el joven es inteligente y que puede enfrentarse con
problemas complejos, entonces, en lugar de tanta figurita o imágenes, el maestro tendría que
exponer el concepto de célula, no la imagen, porque la imagen no es el concepto. Se puede o no
apoyar en un dibujo, lo cual es secundario.
El maestro debería entonces explicar que la membrana es la piel de la célula, es lo que la separa
del mundo que la rodea, así como nuestra piel separa nuestro cuerpo del mundo que lo rodea;
también es lo que la protege e individualiza, si no tuviera membrana la célula no sería más que
parte de un charco o de otros líquidos. Pero al mismo tiempo que la membrana es la piel es
también la comunicación con el mundo, la membrana es la boca, por allí come; pero también es el
ano, porque por allí expulsa lo que no le sirve, con lo que siente; es su gran ojo. Entonces la célula
es una piel, una boca, un ano, un ojo, una membrana, el sistema sensitivo. El niño quedaría
asombrado de una célula que es todo eso a la vez. Posiblemente no se le olvidaría y sería fuente
de muchas preguntas e inquietudes; sería más fácil explicarle cómo después las células se van
especializando en una boca, en un ojo, en una piel, en un ano, etc.
Lo que me interesa resaltar es que los métodos audiovisuales o las imágenes crean en el
estudiante la ilusión de que sabe que es una célula, pero lo que ve es una raya en el tablero y un
conjunto de nombres. Una célula es un conjunto de funciones que habría necesidad de explicar e
interrelacionar.
Se cree que con la magia de los nombres y de las imágenes el alumno entendió un concepto del
cual no se ha apropiado; de nada le va a servir lo que no ha entendido.
Además del problema de enseñar resultados del conocimiento sin enseñar los procesos del
conocimiento, existe un problema esencial: En la escuela se enseña sin filosofía y ese es el mayor
desastre de la educación.
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Se enseña geografía sin filosofía, biología sin filosofía, historia sin filosofía, filosofía sin filosofía,
entendiendo por filosofía la posibilidad de pensar la cosa, de hacer preguntas, de ver
contradicciones.
EDUCACIÓN Y CULTURA: ¿Por qué la Educación actual es una educación sin filosofía?
ESTANISLAO ZULETA: Porque es una educación para que el individuo rinda cuentas sobre
resultados del saber y no para que acceda a pensar en los procesos que condujeron a ese saber o
a los resultados de ese saber. Le ahorran a uno la angustia de conocer, lo cual es un pésimo
negocio, tanto en la educación, como en cualquier otro campo del saber.
Al alumno, por ejemplo, se le enseña el sistema solar y la teoría de Galileo. Si está en un colegio
de clase alta, le muestran con ayuda del betamax o equipos audiovisuales el movimiento del
sistema solar y los planetas. Es decir se le muestran los resultados del saber de Galileo pero no el
proceso que condujo a dicho saber, las angustias y conflictos que enfrentó Galileo al formular su
teoría.
Al niño le imponen dogmáticamente que todo lo que él vive es falso, que lo verdadero es lo que
está en el betamax, en el cine o en la lámina didáctica. Lo que él ha pensado, lo que él siente es
considerado falso, él queda descontinuado.
No hay un enseñar partiendo de los ejemplos de lo que el niño conoce a través de su experiencia.
para mostrarle que lo que a él le "parece" o ha vivido son también problemas, sino que se prescin-
de del saber y la experiencia del niño y se le dan los resultados finales del "Conocimiento, que no
son más que verdades dogmáticas, carentes de vida e interés.
Lo que el estudiante ha vivido, la manera como él ve las cosas espontáneamente, lo que él piensa,
todo ello no cuenta. En cambio se le imponen resultados que supuestamente refutan su propia
vivencia y que son considerados y deben ser considerados como la verdad por el alumno.
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EDUCACIÓN Y CULTURA: Las políticas educativas en los últimos años han señalado como uno
de sus fines ligar la educación a las necesidades de la producción, concentrando su atención en la
relación educación-economía, educación-producción, dejando de lado la definición de un proyecto
o propósito cultural definido. ¿Cuál es su valoración de dicho enfoque?
ESTANISLAO ZULETA: Voy a considerar la educación como uno de los elementos del proceso
económico, es decir me acojo a los textos e interpretaciones de Marx que me son más familiares.
Desde esta perspectiva, se analiza la educación como la producción de una mercancía que
denominamos: fuerza de trabajo calificada que tiene una demanda en el mercado. La educación se
ocupa de preparar a los estudiantes para intervenir en las distintas formas de trabajo productivo en
los diversos sectores de la economía.
La eficacia de la educación para preparar los futuros obreros, contabilistas, ingenieros, médicos o
administradores, se mide por las habilidades que el individuo adquiera para realizar tareas,
funciones u oficios dentro de un aparato burocrático o productivo. Su eficacia depende también del
dominio de determinadas técnicas, poco importa que la realización de las tareas productivas
coincida con los proyectos o expectativas del hombre que las realiza.
Se trata en esencia de prepararlo como un empleado del capital, por lo tanto, no es muy
importante que piense o que no piense los procesos productivos del saber, sino que haya logrado
manejar determinadas habilidades que permitan producir resultados determinados.
Gintis afirma, de manera brillante, que la crítica a la educación, generalmente proveniente de los
sectores que tradicionalmente se llaman de izquierda, es una crítica que supone que la educación
debería formar pensadores pero no lo logra a pesar del costo inmenso en tiempo, recursos
humanos, ayudas y equipos. Lo que finalmente logra producir es una especie de técnico con
conocimientos parciales, particulares, especializados.
Gintis hace notar que ese es el tipo de técnico que la sociedad necesita. No en una forma
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voluntarista y para llevar a cabo determinadas intenciones, sencillamente lo que resulta es también
lo que necesita.
Vivimos en una sociedad que es altamente burocratizada —señala Gintis— para referirse no sólo a
las sociedades capitalistas sino también a las sociedades que hoy se consideran socialistas. En
estas sociedades altamente burocratizadas el individuo va a participar en empresas (públicas o
privadas) en las cuales existe una rígida jerarquía en dos sentidos: el trabajo que manda y el
trabajo que obedece; el trabajo que planifica y el trabajo que ejecuta.
Nos enfrentamos ante una delegación general de la iniciativa. El trabajador de base carece de toda
iniciativa, obedece órdenes; el supervisor del obrero obedece también órdenes; el ingeniero y el
subgerente administrativo obedecen también. Sin embargo, la iniciativa no la tiene el gerente,
como pudiera pensarse, él también obedece al mercado y a las conveniencias del capital, es decir,
el gerente también ejecuta. En síntesis, nos enfrentamos a un proceso, a una cadena de
despersonalización generalizada por delegación general de la iniciativa. Hay un gran planificador
que no es una persona, es el mercado y las conveniencias del capital.
Gintis se pregunta qué clase de hombre se necesita para estar adaptado a este tipo de trabajo;
pues no sería bueno que en una empresa burocratizada se vincularan personas que tengan la rara
costumbre de tomar iniciativas, de poner objeciones, de pensar por si mismos. No encajarían bien
en dicho sistema, por el contrario, crearían problemas.
En este sentido, nuestra educación es, por una parte, desastrosa en cuanto a, la formación de indi-
viduos que piensen, que tengan autonomía y creatividad, pero no es nada desastrosa en cuanto a
la producción de personas que se, ajusten a tareas o empresas que nos les interesan; personas
que tienen que ganar el examen de álgebra sin que le interese el álgebra; personas que tienen que
estudiar sin que les interese el estudio. Para producir este tipo de personas la escuela que
tenemos es la ideal, está hecha para tal fin.
EDUCACIÓN Y CULTURA: Si ello es así, ¿cómo se explica que aun los propios empresarios se
quejen de las pocas habilidades para el trabajo que se observan en los bachilleres egresados de
centros de formación tecnológica?
ESTANISLAO ZULETA: Yo creo que no sólo es el bachillerato, también las Universidades. Lo que
ocurre es que desde la primaria a la gente se le educa en función de un examen, sin que la
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enseñanza y el saber le interese al estudiante o se relacione con sus expectativas personales,
situación que se va a repetir una vez termine sus estudios, es lo que va a encontrar en la vida.
Al terminar sus estudios, el individuo no va a salir a expresar sus inquietudes, sus tendencias, sus
aspiraciones, sino que se va a enganchar en un aparato o sistema burocrático que ya tiene su
propio movimiento y que le va a pedir determinadas tareas o actividades sin preguntarle si está de
acuerdo o no con los fines que se persiguen.
Desde la niñez el individuo aprende a estudiar por miedo, a resolver problemas que a él no le inte-
resan. El capital ha puesto bajo su servicio y control la iniciativa, la creatividad y la voluntad de los
individuos.
Para producir un "buen estudiante", que no le interesa aprender pero sí sacar cinco; que le da
miedo perder el año y sólo por esa razón estudia, puede que el tipo de educación actual sea muy
malo desde el punto de vista del conocimiento, pero es el ideal para el sistema y sus intereses.
Por ejemplo, a nadie dentro del actual sistema le va a interesar tener un cajero que tenga una
crítica del dinero, sería peligroso para los intereses del banco y de los banqueros.
En cambio, si se les prepara de tal manera que sepan contar bien y rápidamente grandes fajos de
dinero, que sepan hacer cuentas, que al final del mes sepan hacer un balance de pérdidas y
ganancias, son más útiles que si supieran la teoría marxista del valor y del funcionamiento de la
economía. Serían muy peligrosos incluso en la Unión Soviética.
Es decir, el sistema necesita formar gentes que hayan interiorizado una relación de humildad con
el saber, la educación lo logra y ese es nuestro sistema educativo.
EDUCACIÓN Y CULTURA: Sus reflexiones hasta ahora dejan entrever una concepción que
reivindica una dimensión humanista para la educación. Por qué no profundizar sobre el tema…
ESTANISLAO ZULETA: Lo que considero una educación humanista, para utilizar el término de su
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pregunta, es una educación que permita y fomente el desarrollo de la persona, es decir, que las
posibilidades de desarrollo del individuo no estén relacionadas y determinadas por el mercado.
Desgraciadamente en nuestra sociedad el hombre no va a vivir de sus posibilidades, sino de la
venta de su fuerza dé trabajo.
Si usted es buen subgerente de cartera, no le presta a los pobres pero sí a los ricos, podrá llegar a
ser gerente. A un individuo así no le puede interesar sino una cosa: el éxito, la diferenciación, la
promoción, pero no la realización de sus posibilidades. Mientras menos las realice y tenga una
mentalidad "técnicamente" lacayuna, más éxito tendrá.
La educación, y el maestro sin saberlo, están formando al individuo para que funcione como
necesita el sistema, está preparando burócratas, en el sentido amplio de la palabra.
Nuestros niños, que a veces juegan, o hacen juegos de palabras, pintan con cierto talento, les
interesa jugar con los números, queremos hacer de ellos perfectos burócratas, se reprime su
pensamiento para poder mantener una fábrica de microburócratas que puedan "funcionar" en
todas partes.
La educación en últimas, tiende a producir un individuo heterónomo, es decir, alguien que tenga el
máximo de heteronimia (dependencia de los demás) y el mínimo de autonomía.
Un individuo que no sepa qué le pasa y qué puede hacer cuando tiene niguas; sino que tenga que
contratar un médico, pagar una consulta para que le saquen una nigua. Un individuo que no sepa
qué pasa cuando se apaga el fogón, sino que tiene que contratar un electricista, porque él no sabe
cómo funciona un fogón eléctrico.
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Para lograrlo la escuela forma una actitud ante la división social del trabajo, hecha de fe ciega, oír
el otro y de ignorancia asumida sobre sí mismo.
No es extraño entonces que hoy en día al niño no se le enseñe cómo es la casa donde vive, como
proponía un ruso inicial, Lenin. Que se le enseñe cómo funciona el reloj, la estufa, cómo se hacen
los muebles, etc. En últimas, que se le enseñe al niño dónde vive y por lo tanto no esté rodeado de
fantasmas y misterios que otros saben.
En una sociedad como la nuestra a muy pocos se les ocurre hacerse esta pregunta e intentar una
respuesta, no les resulta necesario. Sencillamente porque la sociedad necesita que la gente no
sepa nada de su cuerpo y de su funcionamiento, porque para eso está la medicina, para citar sólo
un ejemplo.
La medicina es una profesión en la cual el médico va a trabajar para una clientela. Se dice que hay
necesidad de cerrar las facultades de medicina porque supuestamente hay un exceso de médicos,
lo cual es una aberración afirmarlo, ya que no hay un exceso de médicos en el sentido de la
cantidad de enfermos que se necesita atender, sino un exceso de candidatos a burgueses por
medio de la medicina, de eso sí hay efectivamente un exceso.
La relación actual de la medicina es una relación con la clientela, más que una relación con la
enfermedad. El médico puede estar rodeado de enfermos pero no de clientes. El no necesita tener
una gran sensibilidad social para vivir en medio de los barrios y las gentes pobres, él sabe cuáles
son las causas de la enfermedad en estos sectores. Sabe que hay falta de higiene, de agua
potable, de alimentación adecuada, sabe que es un fenómeno social y económico, pero él se limita
a su consultorio; él lo que sabe y va a tratar es un hígado y por tanto se especializa en el trata-
miento del hígado.
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Si este individuo se decide a pensar por sí mismo y reflexiona: "Yo decidí ser médico porque era
un combate contra la enfermedad, porque era un combate en favor de la vida y contra la muerte
innecesaria"; pero él lo que se encuentra es con la injusticia social, con la explotación, con la
marginalidad y ese no es su "oficio", o para ello no ha sido formado.
La educación pública probablemente se podría suprimir y llegar a una situación en la cual el que
quiera ser médico que pagué el costo, lo cual significaría que sólo los hijos de los ricos podrían ser
médicos, y con estos médicos bastaría.
Pero nuestra sociedad necesita crear y alimentar la ilusión de la cual vive: la ilusión de que es una
sociedad democrática, una sociedad en la cual hay movilidad social e igualdad de oportunidades.
El manido cuento de que un individuo llegó a ser lo que sus padres no eran y demostrar con ello
que la nuestra no es una sociedad cerrada, sin movilidad social.
Esa ilusión cuesta mucho, es el costo de mantener la educación pública. Ella es importantísima
para sostener el sistema, porque le sería muy difícil a las clases dominantes confesar que no es
una sociedad democrática con igualdad real de oportunidades como pregonan los liberales.
Desmontar la educación publica significaría desmontar las ilusiones, es el costo que están
pagando por mantener esa ilusión. Gran parte de la educación pública es lo que le cuesta a la
burguesía sostener la ilusión de la mayoría de la población de que su destino no está dado por su
nacimiento sino que se debe o resulta de la adecuada utilización y aprovechamiento de las
oportunidades que brinda el sistema a través de la educación.
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Nuestra sociedad, que se precia de liberal, democrática, con movilidad social e igualdad de
oportunidades tiene qué pagar un costo altísimo por este discurso y cada vez le costará más. Sin
embargo, para los maestros este costo significa un espacio político. Tenemos que emplearlo para
crear un espacio desde el cual podamos combatir el sistema en su conjunto. No es el único, pero
es uno en el cual el magisterio tiene grandes posibilidades.
Quiero precisar que mis opiniones no quieren decir que se liquide entonces la educación. Es un
mal negocio para las clases dominantes y allá ellos con su negocios e inversiones.
El campo de la educación es un campo de combate. Todo el mundo puede combatir allí, desde el
profesor de primaria, pasando por el de secundaria hasta el profesor de física atómica de la
universidad.
Combatir en el sentido de que mientras más busque la posibilidad de una realización humana de
las gentes que educan más estorba al sistema. Por el contrario, mientras más se eduque a las
demandas impersonales del sistema más le ayuda a su sostenimiento y perpetuación. Este es el
campo de combate de los educadores, tienen un campo abierto allí y es necesario que tomen
conciencia de su importancia y posibilidades.
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