101 Dalmatas Ilustrado

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101 Dlmatas
Autor : Walt Disney

Esta historia sucedi hace mucho tiempo en el corazn de la ciudad


de Londres, dnde vivan felices dos preciosos y encantadores
dlmatas, Perdita y Pongo, en una casita del centro de la ciudad, con
sus amos, Anita y Roger.

Roger era pianista, y se pasaba el dia sentado al piano componiendo


preciosas melodias; a Anita le gustaba mucho escucharle porque era
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un excelente msico.

Anita y Roger tenan a su servicio a una dulce seora, ya mayor,


llamada Nani. Aquel da, Nani haba limpiado cuidadosamente el
stano Perdita estaba a punto de dar a luz.

Pongo y Roger esperaron en el saln, llenos de impaciencia, el gran


acontecimiento. Por fin se abri la puerta del stano y apareci Nani.

-Son nueve! -anunci

-Once! -grit Anita desde abajo-.

-No, trece!

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Poco despus, se enteraron del nmero definitivo: Quince!

Quince cachorros! Pongo se sinti orgullossimo... y completamente


feliz.

-Qu vamos a hacer con tantos? -pregunt Roger, al verlos.

-Quedarnos con ellos, naturalmente -respondi Nani, meciendo a los


tiernos cachorritos.

Precisamente esa noche, la malvada Cruella de Vil fue a visitar a


Anita, su antigua amiga del colegio. Cuando vio los cachorros, quiso
comprarlos todos.

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-Os pagar lo que me pidis -dijo

-No estn en venta -respondi Roger sealando la puerta.

Pongo empez a gruir y a ensearle los dientes. Entonces Cruella,


furiosa, se fue dando un portazo.

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-Quiero esos cachorros! -murmur Cruella al salir-. Y los tendr!

Entonces se dirigi a casa de sus esbirros, Horacio y Gaspar, y les


expuso su malvado plan.

-Esperaremos a que les salgan las malditas manchas en la piel -les


dijo-. Y entonces, aprovechando el paseo nocturno de Pongo y
Perdita con sus amos, actuaremos. Aquella noche, como siempre,
Roger y Anita fueron a dar un paseo por el parque, despus de dejar
a los cachorros dormidos y al cuidado de Nani.

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En cuanto Horacio y Gaspar les vieron alejarse entraron en la casa,
encerraron a Nani y metieron en un saco a los perritos.

Cuando regresaron Roger llam a la polica, los cachorros haban


desaparecido. Pero Pongo y Perdita pensaron que la "llamada del
crepsculo", el telfono perruno, sera de mayor ayuda.

-GUAU! GUAUUUU! -ladr Pongo, con todas sus fuerza.

Sus mensaje acab siendo escuchado por un gran dans, que viva
en las afueras, y se encarg de pasarlo de esta manera a otros
perros, y as lleg a todos los rincones del pas.

-QUINCE CACHORROS DLMATAS DESAPARECIDOS!

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Por fin la noticia lleg hasta el Coronel de la granja junto a la
mansin de Vil.

-Quizs estn all -dijo el gato Tibbs.

-Dnde? -pregunt el Coronel.

-Esta noche he odo ruido en la mansin. Me dio la impresin de que


haba muchos cachorros, porque no paraban de ladrar.

-Vamos a echar un vistazo! -orden el Coronel.

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-Por mis bigote! -exclam asombrado a asomarse por la ventana -
Son muchsimos! Tendremos que comunicarlo a Londres
rpidamente.

Pongo llevaba toda la noche junto a la ventana.

-Escucha...GUAU, GUAU, GUAU! Los han encontrado en una antigua


casa de campo -dijo a Perdita.

Los dos perros se pusieron en marcha y corrieron hasta que por fin
llegaron a la granja del Coronel y sus compaeros.

All les pusieron al corriente de lo que haban visto.

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Cuando llegaron a la casa, los esbirros de Cruella estaban viendo la
televisin. An no haba llegado el terrible momento: tenan que
matar a los cachorros.

-Son muchos... -dijo Perdita, contando los perritos-. 1,2,3,4...,


65...,98... Pongo, son 99!

-No te preocupes -murmur Pongo-, Los llevaremos a todos.

Y sigilosamente por un agujero fueron saliendo uno a uno sin que


Horacio y Gaspar se dieran cuenta.

Pero al acabar el programa de TV que estaban viendo comenzaron a


buscar por todos los rincones.

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-All estn! -grit Cruella que llegaba en ese momento.

-Se dirigen a la vieja granja

Los perritos asustados echaron a correr mientras el gato y el caballo


amigos del Coronel les daban su merecido.

-Tenemos que buscar un lugar donde refugiarnos -dijo Perdita en voz


baja-. Los cachorros no resistirn mucho tiempo. Tienen hambre, fro
y estn muy cansados.

-Venid a mi granja -les dijo un elegante collie, saliendo a su


encuentro-. Pasaris la noche en el establo con las vacas, ellas darn
leche a los cachorros

Despus de llenar el estmago, los cachorros agotados, se quedaron


dormidos sobre la suave y perfumada paja.

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Mientras el collie comunic su plan a Pongo y Perdita.

-Maana iris al pueblo.

Los amos de mi amigo tienen un almacn y ante la puerta estar


aparcado un camin de mudanzas. Os meteris en l y os llevar a
vuestra casa.

-Pero los esbirros de Cruella nos perseguirn -dijo Perdita

-Todo ir bien -respondi Pongo para tranquilizarla.

Al da siguiente se dirigieron al almacn pero a pesar de los


esfuerzos de Pongo por borrar sus huellas de la nieve, sus enemigos
las encontraron.

Cruella y sus hombres saban la direccin que haban tomado!

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Cuando los perros se disponan a subir al camin, vieron llegar el
coche de Cruella.

-Rpido! -dijo el labrador-, escondeos en el stano.

A travs de la ventana, Pongo, Perdita y el labrador vieron cmo


Cruella, furiosa, bajaba del coche:

-Sois unos ineptos! - gritaba

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Los cachorros ajenos al peligro se pusieron a jugar con el carbn.

-Oh, no! -les dijo Perdita

-No te preocupes! -dijo Pongo, revolcndose l tambin.

-Se me ha ocurrido una idea.

-Ya lo entiendo -dijo el labrador-, ahora podris pasar por perros


labradores y escapar.

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Y as fueron saliendo del almacn y subiendo al camin ante los ojos
de Cruella y sus esbirros. Pero de repente, a uno de los cachorros le
cay un copo de nieve, se le quit el holln y volvi a ser un
dlmata!

-Ah estn! -grit Cruella.

Pero el camin ya haba arrancado direccin Londres con los perritos.

Cruella furiosa sigui al vehculo, pero resbal en una curva y el


coche qued destrozado en la cuneta.

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Mientras en casa, Anita estaba decorando el rbol de Navidad y
Roger la miraba triste en su butaca.

-No puedo creer que Pongo y Perdita nos hayan abandonado -dijo
Roger

De pronto

-GUAU, GUAU!

-Son ellos! -grito Anita

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-son ellos Roger!

-Mira, hay noventa y nueve cachorros! -No importa -dijo Roger,


completamente feliz-.

Nos quedamos con todos!

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- Y como esta casa es muy pequea, compraremos otra ms grande
en el campo! - Dijo mientras tocaba alegremente su piano.

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