El Cielo Es El Limite
El Cielo Es El Limite
El Cielo Es El Limite
Creo que somos llamados por Dios a ser los mejores mayordomos de
todos los dones, talentos y oportunidades que se nos confan en esta
vida. El resultado es una autntica prosperidad y un xito real.
De piel color castao oscuro, profundos ojos negros y cabello negro como
ala de cuervo, esta mujer, a quien llamar Jahi, despleg el donaire
majestuoso de una reina y la humilde hospitalidad de una amable anfitriona.
Su rostro mostraba las huellas de haber vivido sin protegerse en un clima
donde la intensa luz solar curte la piel. Su cuerpo compacto pareca
bastante fuerte, probablemente de cargar lea durante varias millas hasta
su casa. Conminado a determinar su edad, supuse que poda tener
alrededor de sesenta aos.
Me qued sorprendido por el hecho de que esta mujer, que era ms bien
pequea de estatura, haba construido su casa con sus propias manos, y,
pese a ser rudimentaria y humilde, pareca sentirse tan orgullosa de ella
como yo lo estoy de mi casa que tiene muchas comodidades. Me invit a
pasar con un ademn como si entrara en una gran mansinno importaba
que ella no tuviera ni un timbre en la puerta y ni siquiera una puerta real,
slo un pao tejido como una colgadura que dejaba pasar la brisa.
Me cont cmo haba construido la casa con ramas secas que recoga en
los llanos de las inmediaciones y con estircol de vaca, que us como
argamasa para rellenar los agujeros y junturas de las paredes. El estircol
de vaca le serva de cohesin a todas las casas de la aldea. Yo detect un
tenue olor a tierra, probablemente lo que quedaba del hedor del estircol,
ahora seco.
Las vacas son la fuente de materia prima para muchos de los artculos de
primera necesidad de la gente que vive aqu. Me sent en su cama hecha
del cuero de una vaca. Los pisos de tierra estaban perfectamente barridos y
limpios, en los que poda verse la dbil marca de la escoba; y me brind una
leche que se haba fermentado y convertido en una especie de yogurt, que
no identificaba como Danon.
Mi madre deca que ella haba estudiado junto a una lmpara de queroseno,
leyendo las tareas de clase al pie de una cama que comparta con cinco o
seis nios, los cuales caminaban millas cada maana para asistir a la
escuela. Si uno escucha las ancdotas de sus contemporneos, oira que
cada uno se empea en superar al otro en contar lo pobre que eran.