Vich Victor 2001
Vich Victor 2001
Vich Victor 2001
Vctor Vich
Red para el Desarrollo de las Ciencias Sociales en el Per
Av. Universitaria 1801
Lima 32, Per
www.redccss.org.pe
EL DISCURSO DE LA CALLE.
LOS CMICOS AMBULANTES Y LAS TENSIONES
DE LA MODERNIDAD EN EL PER
Vctor Vich
1a. edicin: abril 2001, octubre 2010
Diseo de la cartula: cono Comunicadores
ISBN: 978-9972-835-02-5
Hecho el Depsito Legal en la Biblioteca Nacional del Per: 2010-13593
BUP-CENDI
Vich, Vctor
El discurso de la calle: los cmicos ambulantes y las
tensiones de la modernidad en el Per. -- Lima : Red para el
Desarrollo de las Ciencias Sociales en el Per, 2010.
008(85) (CDU)
Antonio Gramsci
ndice
Agradecimientos, 9
Introduccin, 13
Conclusiones, 169
Bibliografa, 187
Agradecimientos
mantener con ellos una relacin muy especial que lindaba entre el
humor, la amistad y un ancho margen de desconfianza.
En realidad, para los cmicos, dicho local era un lugar ms
que perfecto: desde sus ventanas, como una especie de panptico,
se divisaba toda la plaza San Martn y por consiguiente la cantidad
de pblico que por ella transitaba. La plaza siempre estaba llena de
gente y haba mucho comercio dentro de ella. Una gran cantidad
de fotgrafos, lustrabotas y vendedores de golosinas perseguan a
los transentes ofrecindoles sus servicios y productos. Durante los
momentos de mayor trnsito de personas, es decir, entre las cuatro
y las seis de la tarde, los cmicos llegaban a armar tres grandes
ruedos y dentro de ellos realizaban sus espectculos. La gente, muy
apretada, luchaba por conseguir un lugar donde poder escuchar
mejor. A manera de gruesos crculos humanos, desde la ventana
descrita, la visin era ms que sorprendente.
Esa noche nos reunimos en aquel lugar y ah pude conocer a
muchos otros cmicos de la calle. La reunin comenz pocos mi-
nutos despus de lo previsto y una de las primeras cosas que llam
mi atencin fue la formalidad en la que se desarroll. Casi podra
decir que no haba mucha diferencia entre sta, organizada por los
cmicos ambulantes, y otras muy parecidas en las que yo haba par-
ticipado como docente en dos universidades del Per. Los mismos
procedimientos: lista de asistentes, lectura de la agenda, palabras del
secretario, palabras del presidente, etc. Los mismos objetos: libro de
actas, sellos con dibujos, lapiceros de diferentes colores, firmas por
todos lados, etc. Dentro de una poltica del orden, la persona inte-
resada en hablar levantaba la mano y, con el permiso del secretario,
daba su opinin sobre el tema que se estaba discutiendo. Ese da
los cmicos discutieron tres cosas: la posibilidad de contratar a un
abogado, la organizacin de una calletn3 a la que invitaran a di-
ferentes artistas de la televisin, y los castigos para algunos miembros
del grupo a los que se les haba reportado problemas disciplinarios.
Antes de finalizar se refirieron a m y me pidieron que me pre-
sentara y que enseara los libros que haba trado. Yo les cont que
buen tiempo que ya no trabajaba por las plazas de Lima pues tena
contratos para otro tipo de auditorios. El ya ha actuado hasta en
los Estados Unidos, me dijo Centavo.
Minutos despus, les dije que yo tambin estaba interesado
en escribir un libro sobre ellos y que quera grabarlos y adems
hacerles algunas entrevistas sobre su trabajo. Nuevamente les ex-
pliqu que yo consideraba que las literaturas orales eran parte fun-
damental de la identidad en el Per contemporneo que, en una
gran parte, era urbano y migrante. En realidad, no tuve que hablar
mucho. Al instante, y sin dudarlo, todos estuvieron de acuerdo y
Waferita, el Presidente; Salsern, el Secretario; y Blackaman, el Te-
sorero, me dieron la bienvenida, me animaron con el proyecto y me
dijeron que era muy importante realizar un trabajo coordinado.
Adems, me pidieron que les prestara los libros pues afirmaron que
con ellos se podra agilizar los trmites para conseguir la legalizacin
institucional. Se los vamos a ensear al propio Alcalde de Lima,
escuch decir entre diferentes voces. La reunin termin de la si-
guiente manera: Oye, Vctor, t que eres profesor, t tambin nos
puedes ayudar; por qu no nos explicas un poco ms qu es eso de
las literaturas orales y por qu son importantes en el Per. Bacn
-les respond- y despus de un rato de quedarnos conversando me
fui a mi casa con muchas ideas en la cabeza.
Fue as como los conoc y como quiero comenzar a reflexionar
sobre lo que signific para m y para la investigacin haber pasado
con ellos buenos periodos de tiempo durante algo ms de tres aos.
Me interesa contar parte de mi experiencia para, a partir de ah,
poder realizar algunos apuntes sobre los problemas tcnicos, ticos
y polticos del trabajo de campo y tambin de la propia escritura
etnogrfica. Como en cualquier experiencia de este tipo, el tiempo
que pas en las calles de Lima me hizo reformular una serie de ideas
y prejuicios que tena frente a la investigacin acadmica, frente a
mi propia formacin literaria y, sobre todo, frente a las discutibles
fronteras disciplinarias.
Partiendo de la literatura me estoy refiriendo tanto a los impul-
sos por demostrar el carcter histrico y variable de la construccin
del canon literario como tambin a las opciones interdisciplinarias
respecto de una hermenutica ms consciente de la densidad cul-
tural de los textos. Desde uno u otro lado, los estudios literarios
Con los cmicos en las plazas: trabajo callejero y experiencia etnogrfica 25
cosas; hay gente que valora nuestro trabajo; pero sobre ustedes na-
die nunca escribir nada, dijo alguien alguna vez.
En aquellas discusiones yo tambin participaba e intentaba
convencer a la polica desde una retrica estereotipadamente inte-
lectual: Desde la cultura griega y desde la Edad Media las plazas
pblicas han sido lugares de encuentro, de intercambio y de opi-
nin popular. Por qu la municipalidad tiene que prohibir que se
hable por las calles? Cul es el desorden de estar aqu en la plaza
rindonos y comentando la vida cotidiana? Algunas veces resulta-
ba pero muchas otras no. Durante ese tiempo los enfrentamientos
eran diarios y los libros se cargaron de un valor muy positivo. Es
decir, los cmicos sentan que, de alguna manera, con esa escritura,
ellos tambin haban quedado beneficiados y esos libros se haban
convertido en instrumentos que les eran polticamente tiles.
Todos los das ocurran discusiones con la polica y la rutina
era aparentemente ms o menos la misma: temprano en la maana
nos encontrbamos en el local del chino, conversbamos un rato,
comentbamos las experiencias del da anterior, y luego salamos
a la calle para comenzar a armar los ruedos. Por orden de llegada,
cada cmico tena su turno y ste consista, ms o menos, en dos
horas de trabajo. Armar el ruedo era lo ms difcil. Es horrible -me
deca Salsern-, lo mejor es no mirar a nadie y hablar como si uno
estuviera loco. Si miras y no se ha parado nadie, te asustas y te en-
tra el pnico. Hay que hablar no ms, sin distraerse; concentrado,
tranquilo no ms.
Las tcnicas para armar un ruedo variaban segn el artista
pero todas compartan la misma estructura, vale decir, la misma
necesidad de intentar llamar la atencin de alguna manera: por
ejemplo, algunos ponan un maletn en el medio de la plaza y em-
pezaban a gritar diciendo que ah haba una culebra gigante y que
se iba a realizar un acto de magia con ella. Entonces, poco a poco,
alguna gente que cruzaba la plaza caminando se acercaba, curiosa,
y se detena a observar. Otros cmicos lo hacan de otra manera:
Seoras y seores, voy a hacer levitar ese maletn; lo voy a levan-
tar con el solo poder de mi concentracin. Atencin, atencin! ste
es un acto nico: voy a levantar este maletn!
Una vez armados, los ruedos no se destruan en todo el da
aunque, cada cierto tiempo, todas las caras de los espectadores
hubieran cambiado. Lo que con esto quiero decir es que si el ruedo
Con los cmicos en las plazas: trabajo callejero y experiencia etnogrfica 33
***
(aplausos)
2. Das despus Juan me cont que cuando era nio haba sido danzante
de tijeras en su pueblo y que eso tena que ver con su vocacin por la actividad
callejera en la ciudad. Sin embargo, sus recuerdos son muy vagos pues vino a
Lima a los cinco aos y casi comenz a vivir solo desde aquella poca. Como
muchos otros cmicos, lustr zapatos durante un buen tiempo y fue ah que
conoci a mucha otra gente y aprendi a hacer rer por las calles.
54 Vctor Vich
4. Dice Fernando Villarn: El siglo XXI ser el de las empresas que sepan
combinar dos conceptos aparentemente contradictorios: competencia y coope-
racin; y ser tambin de los pases que sepan complementar otros dos con-
ceptos tambin aparentemente contradictorios: eficiencia y solidaridad (1998:
206). En ese sentido y trayendo a consideracin las ideas de Vargas Llosa,
podramos preguntarnos Cules seran las contradicciones y problemas de una
supuesta utopa no arcaica? En efecto, su visin del mercado informal es tan
ingenua como el resto de su apurado (y tautolgico) libro sobre Jos Mara
Arguedas.
Cultura popular, condicin migrante y modernidad: la poltica ... 63
/pensar que por culpa de este dinero tengo que estar gastando
saliva/gastando pulmones/irritndome la garganta/por culpa de
este dinero no tengo apoyo/por culpa de este cochino dinero no
sale la ley del artista/por eso nos explotan/existe la argolla hasta en
el ftbol por culpa de este dinero/por eso maldito dinero/te odio/
maldito dinero/cochino/por culpa de este dinero cuntos nios no
comen un pan/por culpa de este cochino dinero cuntos enfermos
no tienen para una medicina/un pasaje/ por culpa de este maldito
cochino dinero cuntos inocentes hay en las crceles/yo hablo
con base seor/disclpame caballerito/una persona de respeto/
ac debe haber/parece una persona decente/dgame usted en las
crceles habrn o no habrn inocentes?/s hay/y por qu mierda
no los sacas?/por culpa de este cochino dinero mujeres hermosas
venden su cuerpo/por culpa de este cochino dinero cuntos cabros
venden su poto/maldito dinero/cochino/te odio/te botara sino que
te necesito hermano/
llegado. Su esposa y sus hijos estn cerca del ruedo pues suelen
acompaarlo a la plaza y en ocasiones trabajan con l. Ese da ha-
ba mucha gente en el centro de Lima y la neblina, poco a poco, se
haba ido apoderando de la ciudad. El ruedo, como siempre, estaba
bsicamente formado por vendedores ambulantes, estudiantes de
institutos tcnicos de formacin profesional y desocupados que ca-
minan por las calles de Lima buscando trabajo.
A Koketim lo conoc el primer da: yo recin haba llegado a
la plaza y conversaba con Blackaman sobre mi proyecto cuando
apareci de pronto y luego estuvimos un buen rato conversando
los tres. De todos los artistas de la calle, l es uno de los de mayor
experiencia pues ha trabajado desde nio como payaso y como
malabarista en los diferentes circos que recorren el pas. Koketim
naci en el Cusco y vivi ah hasta que era adolescente: Yo me
conozco casi todos los pueblos del Per me cont, muy orgulloso,
alguna vez.
En esa primera conversacin, me dijo que quera regalarme
uno de los libros que l haba publicado y que sola vender por las
calles de Lima. Efectivamente, al da siguiente, con amistad, cum-
pli su promesa. Se trataba de una pequea recopilacin de chis-
tes, poesas, preguntas capciosas, grandes pensamientos y consejos
bsicos para vencer la timidez. Me habl tambin de las dificul-
tades de la publicacin y del precio que solicitaba: un sol o quiz
menos -me dijo- depende de cmo me responda el pblico y de
cunta plata necesite ese da.
Entonces, me qued mirando el libro durante un buen rato.
En realidad, no se trataba propiamente de lo que en la academia
llamamos un libro sino, ms bien, de un pequeo folleto com-
puesto por doce pginas de tamao muy pequeo. El nombre de
Koketim solamente apareca en la cartula y no encontr por nin-
gn lado el prlogo con las palabras iniciales del autor. Desde la
primera pgina, sin ninguna introduccin, ah aparecan impresos
una coleccin de textos de diferentes gneros y procedencias: pude
leer una gran variedad de proverbios chinos, un chiste sobre ta-
caos, otro sobre gringos, un poema de Neruda, un aforismo de
Cassius Clay, y la undcima tesis de Marx sobre Feuerbach: Hasta
ahora los hombres han tratado de interpretar el mundo, pero de lo
que se trata es de transformarlo.
Oralizar, democratizar la escritura: qu son los libros por las calles ... 73
***
una lgica mdica dentro de la cual los sujetos que la utilizan es-
tn obligados a decir y a pensar bajo los lmites que ella misma
ha impuesto. Aqu el objeto es el cuerpo y no el sujeto. La mirada
mdica solamente se dirige hacia el cuerpo y por lo tanto acarrea
la desaparicin de la subjetividad como una de sus premisas. Esa
mirada supone adems la incorporacin de una jerarqua entre m-
dico y paciente que es la que finalmente imprime la autoridad en el
saber.
Desde aqu, puede entenderse mejor el enfrentamiento que
Pompim realiza contra toda esa maquinaria discursiva a la que su
performance pretende transgredir. Sus velocsimas palabras llegan a
representar una zona de frontera en la cual el sujeto ya casi no tiene
control alguno sobre el discurso. Pompim ha ido narrando las cau-
sas de una posible enfermedad y en aquel momento la aceleracin
rtmica de las palabras va acompaada de un notorio aumento del
volumen que, a su vez, pretende compensar una afona cada vez
mayor. El cmico repite descontroladamente todo lo aprendido del
discurso mdico y llega a una especie de clmax donde inevitable-
mente ocurre una fractura:
***
***
/yo digo a todos los hombres que nunca le peguen a una mujer/
carajo/si hay ac alguna dama que me est escuchando/si su
enamorado le mete la mano/hazle el pare/desahuvalo/ah
no/nunca ms/termina ah no ms/porque el hombre promete
promete hasta que te lo mete y luego cagao/porque el amor
empieza con besos y abrazos/mi vida los primeros das/dos tres
meses/cinco meses/ocho meses/ mi amor mi vida vamos a pasear/
todo es besos y abrazos/carajo alguien la mira y ese pata saca la
cara por ti/qu la miras a mi germa carajo/no la mires no sabes
que la puedes ojear/voy a tenerle que pasarle huevo toda la noche/
tanta huevada carajo/vamos mi amor/al cruzar la pista/seor por
favor pare su carro/va a pasar mi enamorada/va a pasar mi futura
esposa/pasa mi vida/cuidado con ese papelito/
***
gora que se juzga y describe desde muy afuera. Por ello, cuando la
homosexualidad aparece dentro del ruedo, ocurre casi siempre de
una manera violenta y abyecta.
Hay adems varios otros puntos que conviene destacar: en
las calles peruanas las alusiones a la homosexualidad o al afemi-
namiento producen risa y ellas se han convertido en uno de los
recursos ms utilizados para generar el asentimiento y satisfaccin
en el pblico participante. Si la gente que cruza las plazas se detie-
ne para escuchar hablar a los cmicos ambulantes lo hace porque
desea reirse un buen rato y porque est dispuesta a intercambiar
algunas de sus monedas por el conjunto de representaciones que
ellos promueven. Ah, en la plaza, la gente se re de la homosexuali-
dad y esa risa bien podra interpretarse como el signo que indica la
slida presencia de un tab, vale decir, de una realidad escondida y
sumamente subliminada.
Obsesionados con el afeminamiento, la figura ms utilizada
es la del travest, y en muchas de sus presentaciones los cmicos
ambulantes no dudan en vestirse como mujeres y en ponerse a
actuar segn el estereotipo que se tiene de ellas. Por lo general,
estas escenas adquieren una dimensin grotesca que se refuerza
extratextualmente por el hecho de que en las calles muchos de los
cmicos son conocidos como gente achorada y, por lo tanto, como
poseedores de un marcadsimo patrn de masculinidad.
En las calles, el travest es la figura que se apropia de los signos
que supuestamente definen la feminidad pero sin borrar comple-
tamente su sexualidad masculina. Por ello, desde el psicoanlisis,
se ha dicho que se trata de un signo que representa tanto al poder
simblico del falo como tambin a la posibilidad de su ausencia.
A partir de los apuntes de Freud sobre el fetichismo, Yarza ha ex-
plicado que la figura del travest puede entenderse como alguien
que tiene miedo de la castracin pero que al mismo tiempo piensa
siempre en ella como posibilidad amenazante (1999: 90). En ese
sentido, frente a la figura del travest, nos encontramos frente a un
signo que pareciera cumplir una doble funcin: negar y representar.
Desde ah la tensin que provoca y desde ah tambin la compleja
ambigedad de sus significados.
El travest es as una presencia que desestabiliza las identida-
des de gnero y que por lo tanto representa una ruptura ante las
rgidas oposiciones con las que stas han sido socialmente cons-
El amor corts, la esfera pblica y las representaciones del ... 149
1. Cornejo Polar (1993a) y Mac Cormack (1988) son quienes mejor han
explicado tal acontecimiento.
152 Vctor Vich
minutos ms. Todo bien subrayaba con el rostro alegre. Este epi-
sodio se repeta como una especie de rutina diaria pero no siempre
traa consigo efectos positivos. Recuerdo muy bien un da en que
no se haba podido llegar a un acuerdo con la polica y estbamos
todos, algo frustrados, sentados en una esquina. Nadie se quejaba
de la situacin y yo me puse a criticar a la municipalidad. No im-
porta -me dijo Centavo- para ser ambulante hay que tener pacien-
cia. Solamente hay que esperar a que se vayan. Despus nosotros
regresamos y volvemos a trabajar.
En aquellos enfrentamientos, los espectadores les gritaban a
los policas frases como djenlos trabajar, usted ya tiene trabajo,
l no, y as defendan el espectculo. Yo, pasado un tiempo, ya ha-
ba aprendido algunas cosas y un da me acerqu a conversar con
los policas en los mejores trminos y sin ningn inters de discutir
acaloradamente. Mira -me dijo uno- t crees que a m me gusta
trabajar as. No, no me gusta. Yo tambin soy ambulante: los fines
de semana ayudo a mi mam a vender papas en el mercado. La si-
tuacin me pareci extremadamente estereotipada pero igualmente
precisa. Entonces, estuvimos un rato conversando sobre el Per y
un sentimiento de complicidad comenz a surgir. l tambin era
hincha de Alianza y finalmente nos dimos la mano diciendo que ese
ao volvamos a campeonar y que al equipo ya no lo paraba nadie.
Simultneamente, varios cmicos haban estado conversando con
otros policas y, al final, pudieron conseguir un permiso para conti-
nuar trabajando un rato ms. Cuando yo regres al ruedo, orgullo-
ssimo, Centavo me dijo: Mira, aqu la clave est en trabajarlos al
sentimiento.
Todo esto subraya que la modernidad es muy distinta en el
Per. Aqu el proyecto racional nunca puede desligarse de un con-
junto de prcticas afectivas que probablemente vienen de la tradi-
cin andina y que resultan ser fundantes de complejas relaciones
sociales. Como lo ha explicado Garca Canclini (1989), por mo-
dernidad hago aqu referencia a un proyecto expansivo (respecto
del control sobre la naturaleza y la burocratizacin del Estado), a
un proyecto renovador de las tecnologas, y a un supuesto ideal
democratizador de sus logros.
Sin embargo, dada la radical desigualdad y heterogeneidad
de la sociedad peruana (y latinoamericana en general), la partici-
pacin dentro de la modernidad no puede entenderse sino como
174 Vctor Vich
***