Figura y Significacion de Alfonsina Storni PDF
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E T E L V IN A A S T R A D A D E T E R Z A G A
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Su padre fue un hombre taciturno que dej recuerdos imborrables
en la sensibilidad de Alfonsina.
Desde muy nia supo del ademn ciego del destino. Radicados en
Rosario, ayuda a su padre en el Caf Suizo, que instala; trabaja
tambin en costuras a domicilio y en un taller de gorras. En 1907,
desempea por primera vez un papel en La Pasin, representada por
la Compaa de Manuel Cordero. Ms tarde, con Jos Tallav, realiza
una gira teatral por la Repblica. Esta actividad le permiti ponerse
en contacto con las obras del teatro contemporneo y clsico. Al regre-
sar, despus de un ao de actuacin, abandona definitivamente el tea-
tro. Se establecen en Bustinza. A l ao siguiente, o sea, en 1909, A l-
fonsina se traslada a Coronda; all inicia sus estudios en la Escuela
Normal Mixta de Maestros Rurales.
Cuenta diecisiete aos. Para poder subsistir trabaja de celadora en
esa misma escuela. En 1911 inicia su carrera docente en la Escuela
Elemental nmero 65 de Rosario. Publica sus primeras colaboraciones
en Mundo Rosarino y Monos y monadas. En Rosario conoce al padre
de su hijo.
Por ser aquel ambiente limitado y de prejuicios, deja el empleo y
emprende su viaje a Buenos Aires. Lleva una maleta pobre, unos libros
de Daro y sus poemas. Fue una poca de lucha y de amarga prueba,
en la cual la mujer, por su situacin de inferioridad, se vea obligada
a frustrar su destino en las grandes empresas estatales que no permitan
casarse a sus empleadas, fomentando de ese modo las uniones ilegales
o la esterilidad.
Inicia su lucha: trabaja de cajera en una farmacia, luego en ta-
reas administrativas en la tienda A la Ciudad de Buenos Aires, y
en un momento de desesperacin intenta emplearse como domstica.
Resuelve esta situacin en la firma Freixas Hermanos, casa importa-
dora de aceites, como corresponsal psicolgica. All, clavada en un
silln, entre mquinas de escribir con la cancin de teclas, escribe'
su primer libro de versos, del cual nos dice: Un psimo libro de
versos. Dios te libre amigo de La inquietud del rosal, pero lo escrib
para no morir.
Alfonsina Storni sufri de soledad y crticas por ser valiente, sin-
cera y libre de prejuicios, que slo se acurrucan en aquellas opacas
almillas.
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. . . Y o s o y c o m o la lo b a , a n d o so la y m e n o
d e l re b a o . E l su sten to m e lo g a n o y es m o
d o n d e q u ie r a q u e sea , q u e y o ten go u n a m a n o
q u e s a b e tr a b a ja r y u n c e re b ro q u e es sano.
E l h ijo y d es p u s y o , y d e s p u s ... lo q u e sea !
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CUADERNOS HISPANOAMERICANOS. 2 1 1 . 9
Su primer libro L a inquietud del rosal lleva un prlogo de Julin
Lastra y fue publicado gracias a Flix B. Visillac, quien lo lleva a la
imprenta de Manuel Calvello. Sale una tirada de quinientos libros por
quinientos pesos. Es un libro con motivos lricos, de inmaduro roman-
ticismo y con razn excluido por la autora. Respecto al mismo nos
aclara Nicols Coronado: En definitiva... es el libro de un poeta jo-
ven y que no ha logrado an la integridad de ss cualidades, pero en
lo futuro ha de darnos ms de una valiosa produccin literaria.
Tres aos ms tarde de la aparicin de este libro, Luis Mara Jor-
dn, en la revista Nosotros, recalca: El amor tiene por la poetisa una
predileccin infernal... La seorita Storni es el ms valiente de nues-
tros poetas del amor, dicindonos sin antifaces ni medios tonos todo
lo que sufre y espera aquella desnuda alma salvaje..., esta fuerte mu-
jer de nuestra raza que nos dice, en bravos versos extraordinarios, lo
que nosotros mismos desearamos decir todos los das.
Aos ms tarde, en 1927, con motivo del estreno en el Cervantes de
Buenos Aires de su obra de teatro El amo del mundo, la cual baj del
cartel a los tres das por no gustar, Alfonsina Storni publica un magn-
fico artculo de defensa titulado Entretelones de un estreno. Son im-
portantes sus palabras, pues definen su posicin definitiva ante la poca
social del siglo x x : Pero lanzada a la corriente de la vida, como la
mayor parte de las mujeres de las ciudades modernas, a la conquista
del diario puchero, aorando siempre la proteccin del ala masculina,
que deserta, porque en la dura lucha por el centavo que caracteriza
al siglo, apenas si tiene energas para protegerse a s mismo, y agrega
ms adelante: Sospech, viendo la evolucin total de todo lo que in-
forma la vida y contemplando la tica de Europa y Asia revoluciona-
das, que el concepto de la moral femenina va a evolucionar tambin,
y que convendr buscarle vas nobles y ordenamientos prudentes a lo
que en lenguaje corriente podramos llamarle los frenos rotos.
Su valenta y su pluma le granjearon la amistad de toda aquella
plyade que se agrupaba en la revista Nosotros, a la cual se incorpora
en el ao 1916, y que no dejar hasta el final de su vida.
Cabe destacar que fue la primera mujer que dio un nuevo rumbo
a la vida intelectual femenina, inaugurando por primera vez la costum-
bre de asistir a los banquetes que se les ofreca a los escritores; ejem-
plo de ello es el agasajo a Manuel Glvez por el xito de su segunda
novela E l mal metafsico.
Tuvo Alfonsina una predileccin por las amistades intelectuales mas-
culinas. En estas tertulias la recordaron como la maestrita que public
su primer libro y luego como una de las poetisas ms destacadas del
pas. Tambin cabe sealar, como caso nico de las letras femeninas,
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su popularidad, pues no haba adolescente que no llevara bajo el brazo
sus poesas de amor o recitara de memoria sus poemas.
En el ao 1917, Alfonsina Storni recibe el premio anual del Consejo
Nacional de Mujeres por el Canto a los nios. En ese mismo ao le
organizan sus amigos un recital en el teatro Minerva. Recita sus pri-
meros poemas. La platea costaba solamente 60 centavos.
En 1917 la nombran maestra-directora del colegio Marcos Paz. All
comienza a escribir su segundo libro, E l dulce dao. Cumple tareas de
catalogacin de libros y enriquece sus conocimientos. Le escribe a su
amigo Julio Cejador: Todo lo que he hecho hasta ahora es, pues,
ms obra de mi propio instinto que de mi cultura que no he tenido
tiempo ni calma para ensanchar a mi gusto. Por otra parte, mi natu-
raleza sana, pero delicada, me obliga a medir mis tareas y contener
mis esfuerzos.
Con motivo de la aparicin de este libro en 1918 el grupo de la re-
vista Nosotros la agasaja. Hablaron Giusti e Ingenieros.
En ese mismo ao comienza a colaborar en Atlntida, y se retira
de su empleo por un agotamiento nervioso que se repetir muchas ve-
ces durante su vida. E l Consejo de Educacin la traslada ascendida,
pero reteniendo su cargo anterior a pedido de la comisin directiva. En
1918 tambin se desempea como celadora en la escuela de Nios D-
biles del Parque Chacabuco. Da clases de declamacin en ambientes
modestos; en el gremio del partido socialista de Lavanderas Unidas.
De esa poca data su poema popular: T me quieres blanca, reci-
tado en todas las academias.
Su libro E l dulce dao comprende varias partes. La primera sin de-
nominacin abarca dos poesas: As y Este grave dao: Este gra-
ve dao que me da la vida / es un dulce dao, porque la partida / que
debe alejarme de la misma vida / ms cerca tendr. L a segunda parte
la titul Ligeras, dedicada al doctor Joaqun V. Gonzlez. Consta de
los siguientes temas: Sbado, Primavera, Dime, Capricho, etc. Dulce
tortura es uno de los poemas ms bellos:
P o lv o d e oro e n tus m a n o s fu e m i m e la n c o la ;
S o b r e tus m a n o s la rg a s d es p a rra m m i v id a ;
M is d u lz u ra s q u e d a ro n a tus m anos p r e n d id a s ;
A h o r a so y u n n fo ra d e p e r fu m e va ca .
C u n ta d u lc e to rtu ra q u ie ta m e n te s u frid a ,
C u a n d o , p ic a d a e l a lm a d e tristeza s o m b ra ,
S a b e d o ra d e en g a o s, m e p a sa b a los d a s
B e s a n d o la s d o s m a n o s q u e m e a ja b a n la v id a !
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D e c id m e , a m ig o s m o s: la g e n te q u d ira
S i u n d a fo r tu ito , p o r u ltra fa n ta sa ,
M e ti era el c a b e llo d e p la te a d o y v io leta ,
U sara p e p lo g rie g o , ca m b ia ra la p e in eta
P o r c in t illo d e flo re s , m io so tis o ja z m in e s ,
C a n ta ra p o r las c a lle s a l co m p s d e v io lin e s,
O d ije r a m is verso s re c o rrie n d o la s p la za s
L ib e r t a d o m i gu sto d e co m u n es m o rd a z a s?
Ir a n a m ira rm e c u b rie n d o las a cera s?
M e q u e m a ra n com o q u e m a ro n h e c h ic era s ?
C a m p a n a s to ca ra n p a ra lla m a r a m isa ?
E n v e r d a d q u e p en sa rlo m e d a u n p oco d e risa.
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la correspondencia, muy importante por cierto, que mantuvo con su
amigo Julio Cejador: Mi tercer libro de veras lo escrib en dos meses.
As sali; sus versos son como los panes que se sacan de un horno arre-
batado. De vez en cuando se salva un panecillo que no est ni crudo
ni quemado... pero slo de vez en cuando..., y agrega: Esta vida ma
puede ser explicacin de brusquedades, contradicciones, saltos repenti-
nos que se advierten en mis libros. Los dos primeros han sido escritos
a ratos perdidos entre tareas abrumadoras que me han impedido to-
dava serenarme, completar mi cultura, hacer una sosegada obra de
arte. Esta reflexin nos refleja su desazn, preocupaciones y lucha in-
terior en una permanente vigilia. Su modestia y su conciencia crtica
jams le permitieron sentirse segura de s misma: sufro achaques de
desconfianza hacia m misma. De estos achaques la voluntad sale mal
parada, me echo a dormir, sueo. De pronto la fiebre me posee y lo
olvido todo: en estos momentos produzco, publico. Y el crculo de es-
tos hechos se prolonga, sin variantes, sobre la misma espiral.... Es
que las mujeres nos cuesta tanto esto. Nos cuesta tanto la vida. Nues-
tra exagerada sensibilidad, el mundo complicado que nos envuelve, la
desconfianza sistematizada del ambiente, aquella terrible y permanente
presencia del sexo1 en toda cosa que la mujer hace para el pblico, todo
contribuye a aplastarnos. Este meduloso epistolario de Alfonsina Stor-
ni trasunta su espritu crtico en una nueva y revolucionaria concep-
cin de la sensibilidad femenina frente a la vida y el arte, pues pens
que este siglo es justamente el siglo de la mujer.
Su libro de poemas Irremediablemente posee la misma estructura
que E l dulce dao. Sus partes son: Alma desnuda, Momentos hu-
mildes, Momentos amorosos, ((Momentos selvticos y Momentos
tempestuosos.
En 1919, es decir, en el ao de su publicacin, Luis Mara Jordn,
en la revista Nosotros, le dedica a Alfonsina Storni un artculo. Entre
otras cosas expresa: Con la seorita Storni puede hablarse sin eufe-
mismos, ya que ella misma nos da ejemplo de claridad en el decir, en
las viriles y armoniosas estrofas de su verso, en las que la autora pone
y dice todo, sin importrsele un comino de la entrelinea, del comen-
tario malicioso y miserable del pblico asustadizo. Bien es cierto que
este poeta no escribe para ser ledo por las jeunes filies en los largos
estos de las medias tardes, sino para hombres apasionados y violentos
que hayan mordido la vida alguna vez, con la misma ansia que se
muerde el corazn de una fruta madura. Su Pegaso es un potro entero
que no conoce la sumisin indolente y servil de los establos...
Su goce de crear y sentir lo hallamos en las palabras con las cuales
abre su libro Irremediablemente:
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M e v ie n e n estas cosas d e l fo n d o d e la v id a :
A c u m u la d o esta b a , y o m e v u e lv o r e fle jo ...
A g u a co n tin u a m en te c a m b ia d a y r e m o v id a ;
A s com o la s cosas, es m u d a b le e l e sp ejo .
M o m e n to s d e la v id a a p risio n m i p tim a ,
M o m e n to s d e la v id a q u e se fu g a r o n lu eg o
M o m e n to s q u e tu v ie ro n la v io le n c ia d e l fu e g o
O fu e r o n m s liv ia n o s q u e lo s cop o s d e esp u m a.
E n to do s los m o m en to s d o n d e m i ser estu vo,
E n todo esto q u e c a m b ia , en to do esto q u e m u d a ,
E n to d a la su sta n cia q u e e l e s p ejo re tu v o ,
S in ro p a je s , e l a lm a e st lim p ia y d esn u d a .
Y o n o esto y y esto y s ie m p re en m is verso s, v ia je ro ,
P e ro p u e d e s h a lla rm e si p o r el lib r o a va n z a s
D e ja n d o en los u m b ra le s tus fie le s y b a la n z a s:
R e q u ie r e n m is ja r d in e s p ie d a d d e ja rd in e ro .
A lm a q u e n a d a sa b e y todo n iega
y n e g a n d o lo b u en o , e l b ie n p ro p ic ia
p o r q u e es n e g a n d o com o m s se en trega
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A lm a q u e s ie m p re d is c o n fo rm e d e e lla ,
c o m o los v ie n to s , v a g a , co rre y g ir a ;
a lm a q u e sa n g ra y sin c e sa r d e lir a
p o r e l oro p re c io s o d e u n a e stre lla .
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jaula ms vasta que la tuya, len / Como t contra aquella mil veces
he saltado. / M il veces, impotente, me volv a acurrucan / Crcel de
los sentidos que las cosas me han dado! / Ah, yo del universo no me
puedo escapar.
En sus primeros tiempos crea en el amor, el cual se fue apagando
poco a poco y comprendi como nos aclara Julio No que El hombre
o los hombres que haban pasado por su vida, no le haban mostrado
sino codicia sensual o transitoria devocin y como consecuencia de ello
lleg el hasto, la desilusin:
A h o r a q u ie ro u n a lm a , ser e l q u e v o y b u sca n d o ,
A h o r a q u ie ro u n a lm a p a ra p o d e r a m a r;
E c h a m e so b re e l a lm a g o ta a g o ta tu a lm a
E l c ielo d e tu a lm a , y a no p re te n d o m s.
Q u iero u n a lm a , es un a lm a lo q u e b u sco en la vid a .
E s un a lm a , es un a lm a ; p o r d n d e va g a r
Y el a lm a es u n c ie lo : q u ie ro u n a lm a estre lla d a ,
C o n u n a lm a estrella d a m e q u ie ro ilu m in a r.
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a este libro de Alfonsina, libro de gran trascendencia en'cuanto es el
resumen de una emocin, que nos atrevemos llamar social, aunque la
hipocresa del ambiente lo niegue y todos queramos aparecer como
seres apolneos libres de la ternura de la carne.
Esta sensibilidad y concepcin social en Alfonsina tambin las sea-
l Federico de Ons en su famosa Antologa: Es la ms feminista de
las poetisas mayores de nuestra poca: todas ellas, como mujeres, ex-
presan inevitablemente, cada una a su modo, sentimientos femeninos;
pero la Storni ve, adems, su femineidad como problema, no slo indi-
vidual, sino social. Es la ms intelectual de todas, la ms abierta a todo
gnero de emociones, la ms rica en variedad de tonos y matices.
Ocre, como su nombre lo indica, es el otoo del alma, la melan-
cola, su madurez intelectual. Sin lugar a conjeturas, es su obra ms
importante, advertido por Alfonsina, cuando nos aclara, refirindose
a ella: es ya un poco mejor, algo cerebral, pero se advierte que quien
lo hizo gobernaba con alguna propiedad su instrumento. A este libro
se le puede perdonar la vida.
Al ao siguiente, por iniciativa de la poetisa, se realiza la Primera
Fiesta de la Poesa en M ar del Plata. Recit los poemas de Ocre. Fue
todo un xito, firm ms de doscientos ejemplares, la edicin se agot
en las libreras. En Ocre vibra la vida, es la desnuda verdad de sus
confesiones ntimas, cobra acentos slidos, se equilibra la mente y la
pasin, ejemplo de ello su bello poema Dolor:
Q u isiera esta ta rd e d iv in a d e o c tu b re
P a s e a r p o r la o rilla le ja n a d e l m a r;
Q u e la a ren a d e oro , y las a g u a s v e r d e s ;
Y los cielo s p u ro s ??ie v ie ra n pasar.
S e r alta; so b e rb ia , p e rfe c ta , q u is ie ra ,
C o m o u n a ro m a n a , p a ra c o n c o rd a r
C o n la s g ra n d e s olas, y las ro ca s m u erta s
y la s a n c h a s p la y a s q u e c i e n e l m ar.
C o n e l p a so len to , y los o jo s fro s
Y la b o c a m u d a , d e ja r m e lle v a r ;
V e r c m o se ro m p e n la s o la s a z u les
C o n tra lo s g ra n ito s y no p a rp a d e a r:
V e r c m o la s a v e s ra p a c es s e co m en
L o s p e c es p e q u e o s y n o d esp e rta r;
P e n s a r q u e p u d ie r a n la s fr g ile s b a rca s
H u n d ir s e e n la s a g u a s y n o s u s p ira r;
V e r q u e se a d e la n ta , la g a rg a n ta a l a ire ,
E l h o m b r e m s b e llo ; n o d e s e a r a m a r...
P e r d e r la m ira d a , d is tra d a m e n te ,
P e rd e r la , y q u e n u n c a la v u e lv a a en c o n tra r;
Y fig u r a , e n tre c ie lo y p la y a ,
S e n tirm e e l o lv id o p e re n n e d e l m ar.
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Con Ocre, libro marcadamente humano, de cierta laxitud lrica y
cansancio dannunziano, rasgo que acertadamente destaca su crtica
Mara Teresa Orozco, cierra su poca posmodernista.
Corre el ao 1926. Obtiene una ctedra en el Conservatorio de M-
sica y Declamacin. Se abre un parntesis en su obra lrica; se inicia
en la prosa. Publica Poemas de amor, que son frases de estado de
amor, como ella misma los define. Nos habla del ser que ama con la
pasin total: El vive en m como un muerto en su sepulcro, todo mo,
lejos de la curiosidad, de la indiferencia y la maldad. Luego, de una
manera devastadora y plena, agrega: adherida a tu cuello, al fin, ms
que la piel al msculo, la ua a los dedos y la miseria a los hombres,
a pesar de ti y de m, y de mi alma y la tuya, mi cabeza se nivel
a tu cabeza, y de tu boca a la ma se trasvas la amargura y la dicha,
el odio y el amor, la vergenza y el orgullo, inmortales y ya muertos,
vencidos y vencedores, dominados v dominantes, reducidos e indes-
tructibles, pulverizados y rehechos.
En 1926, Gabriela Mistral le hace una semblanza desde Pars, v fue
publicada en el Mercurio de Chile, de ese mismo ao:
Extraordinaria la cabeza, pero no por rasgos ingratos, sino por un
cabello enteramente plateado que hace el marco de un rostro de vein-
ticinco aos. Cabello ms hermoso no lo he visto: es extrao, como lo
fuera la luz de la luna a medioda. Era dorado y alguna dulzura rubia
quedaba en los gajos blancos. El ojo azul, la empinada nariz francesa,
muy graciosa, y la piel rosada, le dan alguna cosa infantil, que des-
miente la conversacin sagaz de mujer madura. Pequea de estatura,
muy gil con el gesto, la manera y toda ella, jaspeada (valga la expre-
sin) de inteligencia. El escritor Hugo de Soulignac, quien la conociera
en las reuniones, nos afirma, entre otras cosas: En la intimidad se
tornaba, empero, muy seria, casi hermtica. Amaba la soledad, la vida
sin estridencias, el refugio de su casa para producir y descansar. La
franqueza era su atributo sobresaliente. No conoca el silencio de con-
veniencia ni el cmodo asentir con la mayora. Estaba siempre pronta
a decir lo que pensaba y a expresarlo sin temores. Esto le vali muchas
enemistades, ataques malvolos y negaciones enconadas. Pero no se
arredraba. Su posicin era de combate, no quera sino luchar e im-
ponerse por sus merecimientos.
Tampoco podemos olvidar las palabras de su hijo Alejandro Alfonso
Storni, dedicadas como prlogo a la coleccin de sus poesas en 1961:
Mi madre era una mujer luminosa, con un sentido masculino de la
amistad, pero profundamente femenina. Una melena prematuramente
cana enmarcaba un rostro sumamente joven; tena los ojos ora azules,
ora verdes, ora acerados; una sonrisa triste y una sonrisa alegre. Su
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figura era menuda; su andar nervioso; caminaba a pequeos pasos.
Costaba seguirla.
Si se me preguntara qu rasgo de su carcter podra destacar, con-
testara sin titubear: el amor a la verdad. Paradjico, pero exacto.
Alfonsina nos defini su fsico y modo de ser en los poemas: Ca-
pricho, Ecuacin y Autorretrato barroco de Mascarilla y Trbol.
Este ltimo poema es la ms completa y quiz la ms dramtica de
las confesiones de su obra en el pensar del escritor Conrado Nal
Roxlo:
U n a m sca ra g rie g a , e n m o h ec id a
en la s ro m a n a s ca ta cu m b a s, v in o
c o rta n d o esp a cio a m i c a lz a n te cara.
E l cr n eo u n v ie jo m rm o l ca rca ja n te.
E l N u e v o C o n tin e n te sop l ra ch a s
d e tr p ico y d e sed y a b ri sus soles
so b re la testa q u e c a m b i su a can to
en a cera d o s b u c les co m b a tivo s.
E n u n cu erp o d e lu n a , tan lig ero
q u e a c u n a b a n las rosas tro p ica les
u n rg an o , trem en d o d e ternura,
m e d o b l e l p ech o . M a s p o r q u sus sones
co n tra el cr n eo se h e la b a n y e x p a n d a n
p o r la b u rlesca boca a ca rto n a d a ?
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Desde 1932 y aos subsiguientes frecuenta las reuniones de Signo,
en ellas depara con Roberto Arlt, Enrique Finochieto, Emilio Centu-
rin.
En 1933 conoci a Federico Garca Lorca, del cual hizo un mag-
nfico retrato en verso.
En 1934 publica su libro de poemas Mundo de siete pozos.
Alfonsina Storni est en pleno apogeo, respetada por la crtica del
pas y el extranjero. Mundo de siete pozos est compuesto en versos
libres, denuncia una ruptura total con la rima, el ritmo y las formas,
y constituye un momento de transicin, es un puente hacia su ltima
obra, Mascarilla y trbol. Los dos pertenecen a su perodo de vanguar-
dia. Este proceso de su ruptura formal fue nico entre los poetas de
su generacin. A travs de su expresin sinttica logra el equilibrio, el
sexo pierde su preeminencia, el hombre posee un destino trascendental.
La soledad de Alfonsina es ya profunda, no participa del mundo,
es su espectador y lo rechaza: para mis manos tu furor divino. / Que
como rueca al pie te subordino / ya sosegado pozo de mis sombras.
Asistimos en este libro a un cambio radical de fondo y a una
innegable innovacin estructural; todo ello ceido por la fuerza de la
reflexin sostenida:
E s fe ra n e g ra e l cielo
y d isco negro e l m ar
A b r e en la costa, e l fa ro ,
su a b a n ic o solar.
A q u i n busca en la n o ch e
q u e g ira sin cesa r ?
S i en e l p e c h o m e busca
el coraz n m ortal.
M ir e la ro ca n eg ra
d o n d e cla va d o est.
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firme, gran Horacio... / A ll dirn. / Nos hiere cada hora, queda
escrito, nos mata la final. / Unos minutos menos..., quin te acusaf /
All dirn. / Ms pudre el miedo, Horacio, que la muerte / que a las
espaldas va. / Bebiste bien, que luego sonreas... / A ll dirn.
Ese mismo ao, es decir en 1937, realiza un viaje a Bariloche, conoce
los Lagos del Sur, lo comenta en La Nacin. En 1938 parte para Mon-
tevideo. Se renen en su Universidad las tres poetas de Amrica:
Alfonsina, Gabriela Mistral y Juana de ibarbourou. Titula su charla:
Entre un par de maletas a medio abrir y la manecilla del reloj. Se
refera este ttulo a la inmediatez con que tuvo que preparar este tra-
bajo, pues haba recibido el da anterior la invitacin. Explic, igual
que las otras escritoras, su forma y manera de crear. Lo ejemplific
con los poemas Barranca del Plata en Colonia, Pie de rbol, Planos
en un crepsculo, Flor en una mano, Ro de la Plata en arena
plido, que incluir en Mascarilla y trbol.
Gabriela Mistral ya haba dicho cuando la conoci, en la poca
de la publicacin de Ocre: No hay nada que decir de la poetisa, acaso
sea el poeta argentino que se puede poner despus de Lugones. En el
Uruguay, la poeta chilena la seala como: abeja indita, entre las
contadas por los poetas griegos; la avispa que en el vuelo se persigue
a s misma, antes de caer sobre el matorral de mirtos; la abeja avispa,
que danza un baile desgarrante, buscando su propia carne, para san-
grarla en una pirueta de juego que yo le entiendo, que suele hacerme
llorar.
Juana de Ibarbourou la defini La del verso dctil y amargo.
Cuando regresa prepara su Antologa potica, en la cual nos aclara :
Por mucho que reniegue de mi primer modo, sobrecargado de mieles
romnticas, debo reconocer, sin embargo, que traa aparejada la posi-
cin crtica, hecho universalmente difundido, de una mujer del siglo xx,
frente a las tenazas todava dulces, y a la vez enfriadas, del patriar-
cado. Para retroceder a aquel modo, cuando la pluma ya lo ha
desagotado, equivaldra a vivir plagindose a s misma por la domina-
dora razn de que un acento toc directamente a la mayora. Para
quienes le estimen, en circulacin est, que lo peor que le puede acon-
tecer a un poeta es tener forzadamente que imitarse.
Su ltima produccin se titula Mascarilla y trbol. Su sentimiento
potico est dicho con smbolos. Este cambio obedece a una decanta-
cin espiritual, se encuentra en el nivel ms alto del pensamiento. Ha
cumplido una lnea vital, y su alma tiene un ademn de despedida
porque su destino es una lgrima que ya se ha secado en el vaco.
Todo parece haber muerto en ellaseala Conrado Nal Roxlo
menos la pasin por la belleza, una belleza nueva.
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Alfonsina posea una facilidad asombrosa para escribir, y refirin-
dose a los antisonetos de postura antiliteraria, nos expresa: escrib la
mayora en pocos minutos a lpiz, en lugar pblico, un vehculo en
movimiento, o en mi lecho, despertndome a deshora; aunque cepi-
llarlos me haya demandado meses. Presinti que este libro de smbolos
iba a ser tildado de oscuro, y por eso peda la colaboracin del lector;
de all que formule una Breve explicacin, ttulo que antecede a estas
palabras: Cambios psquicos fundamentales se han operado en m:
en ello hay que buscar la clave de esta relativamente nueva direccin
lrica y no en corrientes externas arrastradoras de mi personalidad
verdadera.
Nos ha hecho esta aclaracin, pues pens que se la conceptuara
influida desde afuera por el movimiento de vanguardia. Uno de los
sonetos ms amargo y logrado es Palabras manidas a la luna:
S o b r e e l a z o g u e , m s a z u l, d e l ro,
d ic ie n d o llora)), a y m , tan tra n sp a ren te
q u e n o h a y p a la b ra s p a ra a p ris io n a rte ,
n c a r y n ie v e su e es d e ti m ism a .
B a ja : m i co ra z n te e st p id ie n d o .
P o d r id o est ; lo en treg o a tus cu id a d o s.
P a sa tu s d ed o s b la n c o s s u a vem en te,
so b re l; q u ie r e d o rm ir, p e ro e n tus lin o s,
le ja n o e l od io y a p a g a d o e l m ie d o ;
c o n fe sa d o y h u m ild e y destron a d o.
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neurastenia tan espantosa que no s si quitarme la vida. Quiz sea mi
ltima poesa que escriba, refirindose a Romancillo cantable, pu-
blicado en La Nacin el 16 de octubre de 1938: Para fin de septiem-
bre, j cuando me vaya,.. / Pasando el ro grande / sa que te ama /
no muere / verdea como las ramas.
El 18 de enero parte para M ar del Plata. El 22 enva su ltimo poe-
ma a La Nacin. A la mucama de la pensin le pide que escriba unas
lneas, pues se encontraba imposibilitada por los agudos dolores de su
mal. Son para su hijo: No te escribo yo porque me siento un poco
cansada. Hago escribir con la mucamita. Suame que me hace falta.
Te escribo tan slo para que veas que te quiero. Te besa cariosa-
mente tu hermana. Y lo firma con dificultad.
Su muerte fue hondamente sentida en todos los mbitos intelec-
tuales del pas y del exterior. La recordaron Manuel Glvez, Hctor
Cuenca, Manuel Ugarte, Mary Rega Molina, Alfredo Palacios en el
Senado. En la Universidad del Uruguay hablaron: Emilio Oribe,
Alberto Zum Felde, Esther de Cceres, Juana de Ibarbourou. En Ca-
racas, Emilio Lascano Tegui publica unos tercetos. En Pars, Manuel
Gahisto tradujo al francs su poema postumo, el cual fue publicado
en la Revue Argentine, en 1938, y Francis de Miemandre comentaba
su muerte en Les nouvelles littraires. Nosotros, la revista argentina,
le dedica sus pginas, es la despedida de su crtico Roberto Giusti: La
poesa de Alfonsina Storni escribe bellamente Ugarte, toda en fibra
y tensin de alma exaltada, tiene lneas tan ntidas y excluyentes que
no puede ser confundida ni comparada con ninguna voz conocida.
Hirsuta en la acometividad, tajante en el vuelo, esa poesa no deriva
de la bsqueda artificiosa o de la novedad calculada, sino del aban-
dono total de una personalidad autntica, que tuvo resonancia de
caracol marino y recogi y amplific las vibraciones del corazn, como
las del mismo mar, su amigo, cuyas olas recuperanaunque fuera por
un momento lo que, por ser tan grande, creyeron les perteneca.
Su soneto postumo, considerado uno de los ms trgicos de la lengua
castellana, y por cierto conmovedor, ya que lo escribi tres das antes
de morir, lleg a tiempo para salir al pie de su necrologa en L a Nacin
al da siguiente de su muerte. Recordemos su ltimo poema Voy a
dormir:
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u n a c o n s t e la c i n ; la q u e te g u s t e ;
to d a s s o n b u e n a s ; b ja la u n p o q u it o .
D ja m e s o la : o y e s r o m p e r lo s b r o t e s ...
T e a c u n a u n p i e c e le s t e d e s d e a r r ib a
y u n p ja r o te tra z a u n o s c o m p a s e s
p a r a q u e o l v i d e s . . . G r a c ia s ... A h ! , u n e n c a r g o
s i l lla m a n u e v a m e n t e p o r t e l fo n o
l e d ic e s q u e n o in s is t a , q u e h e s a lid o ...
Et e l v in a A st r a d a d e T er za g a
Paul Groussac, 325. B. Ipon
C r d o ba (A r g e n t in a )
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