Durini Levemente Hacia Atras PDF
Durini Levemente Hacia Atras PDF
Durini Levemente Hacia Atras PDF
Candelario Amante
23 de junio
1925
-2-
ngeles Durini - Levemente hacia atrs
res, las visitas de su mujer y su hija le alegraban el alma. Candelario no necesi-
taba salir a dar vueltas por ah como haca, por ejemplo, Miguel Milagro.
Miguel Milagro estaba enterrado a pocos pasos. Su tumba no era bajo tierra
sino en nicho, detrs de unos ladrillos. Quizs le era ms fcil salir y volver a
entrar. En vida, Miguel haba sido el borracho del pueblo, y en muerte era el
borracho del cementerio. La mayora de las noches se las pasaba afuera de su
tumba, sin importarle que se le llenara de espritus, y buscaba botellas que los
visitantes hubieran podido dejar con algn fondito. Por suerte para Miguel,
todava se acordaban de l en Tumbaya, y siempre haba alguien que pona
cerca de su tumba un buen trago de vino. Despus de chupar lo que haba
encontrado, se quedaba dormido a la intemperie. Y despertaba con el rayo
del sol y el parloteo de las hermanas Marleta para dirigirse a los tropezones
a la tumba. Pero all tena que librar batallas, varios espritus de la noche se
haban metido en la tumba vaca. Miguel se retorca con los espritus y a veces
tardaba das en echar a todos. Luego, caa en un letargo. Hasta una nueva
noche con nuevos vinos.
As y todo, aunque Candelario y Miguel eran distintos, mantenan
conversaciones muy largas, Candelario bajo tierra y Miguel recostado sobre
la tumba de Candelario. Despus de un rato, Miguel se quedaba dormido y
Candelario miraba las estrellas o escuchaba la brisa entre los cerros.
Un sbado a la noche se quedaron charlando hasta muy tarde. Candelario
insista en que Miguel dejara el alcohol y no se anduviera paseando tanto
fuera de su nicho. Imposible. Miguel no quera saber nada. La cuestin es
que Miguel no volvi a su nicho hasta el amanecer y recin ah Candelario se
qued dormido. Es por eso que, aunque por la maana hubo un entierro, no
se despert, los ruidos de pasos no lograron hacerle abrir los ojos. A pesar de
que anduvieron muy cerca de su propia tumba.
Recin los abri a la hora de la visita. Pero qued sorprendido. Haba
venido una sola mujer.
La mujer le puso unas ores tristes y se fue. Fue tan rpida la visita que
Candelario no pudo darse cuenta de cul de las dos era, si la mujer o la hija. Se
qued preocupado. Alguna de las dos se habra olvidado de l? Entonces, por
-3-
ngeles Durini - Levemente hacia atrs
primera vez en veinte aos, decidi salir esa noche de la tumba para averiguar
la razn de la ausencia de una.
Esper a que se hiciera oscuro bien despierto. Y en cuanto se hizo oscuro,
el que sali fue Miguel Milagro. Por all andaba, siempre borracho entre las
cruces.
Candelario estaba a punto de sacar un pie pero le dio miedo. No haba
salido en veinte aos, le gustaba la muerte. Nunca haba deseado estar vivo
despus de muerto. Su mujer y su hija lo venan a visitar y eso era lo que
ms feliz lo haca. Qu se iba a poner a buscar encima de la tierra? Botellas
semivacas como haca Miguel? No senta deseos de tomar vinos ajenos, ni
tampoco la necesidad del hambre. Para qu, entonces, iba a salir de all?
Se comunicaba con los otros muertos mandndose mensajes, los cerros lo
acompaaran eternamente. La soledad no le pasaba por el cuerpo. Qu ira
a buscar saliendo esa noche de la tumba? Su mujer y su hija volveran el
domingo siguiente. Pero su mujer y su hija no haban ido a verlo ese da,
haba ido una sola. Tena que averiguar, tena que levantarse. Candelario
Amante sac un pie de la tumba. La brisa le bail en los huesos. Sinti que
su pie era un cerro movido por la brisa. Iba a sacar el otro. Y si le entraban
espritus al dejar la tumba vaca? Cunto tiempo le llevara averiguar lo que
haba pasado y poder volver de nuevo a la tumba? Tiempo. Por primera vez
en veinte aos pensaba en el tiempo.
Por all lejos se zarandeaba Miguel Milagro, que no tardara en caer a
dormir su mona de muerto. Candelario esper hasta verlo a Miguel abrazarse
a una cruz y quedarse inmvil. Entonces sac todo el cuerpo de la tumba.
Sentir la brisa y el aire. Estar parado sobre su propia tierra. Candelario dio un
paso. Algunos muertos le mandaron vibraciones que l pudo percibir en los pies:
<< A dnde vas, Candelario? >>
<< Qu vas a hacer? >>
No tena tiempo para contestarles. Tiempo. Los vivos son a quienes no
les alcanza el tiempo. A los muertos les llueve el tiempo. Candelario sigui
caminando hasta donde dorma Miguel Milagro. Luego, se lo carg a los
hombros y lo meti adentro de su tumba.
-4-
ngeles Durini - Levemente hacia atrs
<< Cuidame la tumba, Miguel, que no se me llene de espritus.>>
Ya por lo menos, no dejaba la tumba vaca. Y entonces s, comenz a bajar
el cerro. Sali apurado. Cosa rara en Candelario. Sali apurado como un vivo
y no not que al lado de su tumba yaca la tumba nueva.
Lleg al pueblo, que por suerte estaba dormido. No saba qu impresin poda
causar si alguien lo vea. Un pueblo chico, de cinco calles. Dos cuadras antes de
la plaza, su casa de adobe. Mir por la ventana. Una mujer recostada bajo una luz
de vela. Era la espalda de Eulalia a la que no le haba pasado el tiempo. Su mujer,
en su cuarto, como veinte aos atrs. Con un camisn blanco. El camisn con
puntillas en el escote que a l siempre le haba gustado tanto.
Candelario sinti deseos de entrar, pero alguien le gan de mano. En ese
momento se abri la puerta y entr un hombre. Un hombre en el cuarto de
su mujer, eso era lo que realmente tema Candelario. Lo que era la muerte.
Slo un ramo de ores los domingos. Candelario pas la mano por el vidrio
para desempaarlo. Poda ver a travs de la tierra pero le costaba ms a travs
del humo de su propio aliento. Su aliento de muerto. El hombre se acerc a
su mujer y la comenz a acariciar. Su mujer se dejaba. Eran caricias cariosas,
como de consuelo. Candelario hubiera dado lo nico que tena para dar, que
era su propia muerte, por acariciarla as. l conoca al hombre. Era Jacinto,
el que tena la verdulera a una cuadra. La acariciara as cuando l estaba
vivo? En eso Jacinto se par para cerrar la cortina. Candelario se qued en la
ventana. Mientras Jacinto cerraba la cortina, Candelario lo mir jo:
<<Asustate al ver cara de muerto. >>
Jacinto cerr la cortina sin asustarse.
<< No nos ven. Los vivos no ven a los muertos. No ven nada >>.
Candelario subi el cerro muy deprimido. Qu sera de su hija, ahora, con
su madre distrada en amores? Qu sera de l? Qu sera de no verla todos
los domingos con el ramo de retamas?
Lleg al cementerio. Sus pies notaron los mensajes que andaban por la
tierra:
<< Fuiste al pueblo, Candelario? >>
<< No te la cruzaste a la Luca? Hace rato que no viene. >>
-5-
ngeles Durini - Levemente hacia atrs
<< Y a Francisco? >>
<< Y a Romualda? >>
<< Para qu, Candelario, para qu, si nada hay que no cambie y es triste
ver todo cambiado. >>
No contest a ninguno. Se acerc a su tumba, lentamente, como si estu-
viera ms muerto que muerto.
Y all s, vio la tumba nueva al lado de la de l. Qu raro, no haberse
despertado en el momento del entierro. A veces pasaba. Se acerc por
acercarse, por cortesa. Ley en la cruz:
-6-