Bibliografia Hispanolatina Clasica Horacio Tomo 1 0

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Bibliografa hispano-latina clsica. Horacio.

Tomo 1

ndice:

Advertencia del colector

Cdices

Ediciones

Comentarios

Traductores

Traducciones de hispano-americanos [Despus de la Independencia]

Traducciones catalanas

Traducciones portuguesas

Traducciones ocasionales

Imitaciones

Imitadores hispano-americanos

Reminiscencias

M iscelnea
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BIBLIOGRAFA HISPANO-LATINA CLSICA IV : HORACIO I

[p. IX] ADVERTENCIA DEL COLECTOR

El HORACIO que publicamos en esta parte de la BIBLIOGRAFA HISPANO-LATINA se compone


de las siguientes secciones:

1. Las fichas y notas bibliogrficas encarpetadas por Menndez Pelayo para la continuacin de su
obra, que, como saben los lectores, qued suspendida al terminar CICERN.

De estas fichas varias estn terminadas, con comentarios y crtica; otras son meras notas o
recordatorios que haba de ampliar el autor de la BIBLIOGRAFA; las hay autgrafas y hay
tambin papeles remitidos por amigos que le ayudaban en la recoleccin de datos. Entre stos
figuran principalmente D. Juan Quirs de los Ros, D. Juan Prez de Guzmn, D. Francisco
Rodrguez Marn, D. Enrique Serrano Morales y D. Juan Luis Estelrich. De otros corresponsales se
da noticia por cartas que se transcriben en algunas de las notas bibliogrficas, o por llamadas que
hace el mismo D. Marcelino.

Recurdese que, como ya dijimos en la ADVERTENCIA del primer volumen de esta


BIBLIOGRAFA, distinguimos siempre las notas de mano ajena de las que son totalmente de la
mano del Maestro, poniendo la numeracin romana de las primeras entre corchetes. Coleccionadas
por l unas y otras dentro de las carpetas de la BIBLIOGRAFA HISPANO-LATINA se ve
claramente que estaban destinadas a publicarlas en esta obra; Pero cun ampliadas y diferentes
hubieran salido muchas de ellas y aun otras que aadira, sin duda [p. X] acudiendo a su memoria
feliz y al magnfico arsenal horaciano que en su biblioteca haba reunido! Nosotros damos estos
originales tal como se conservan hoy y con las omisiones que tienen sin duda y que seguramente no
hubieran tenido si su autor les hubiera dado la ltima mano.

En algunas de las traducciones horacianas que se transcriben se encontrarn palabras subrayadas o


en bastardilla; son frases o giros que llamaron la atencin del autor de la BIBLIOGRAFA en una
primera lectura. De alguna de esas frases va a continuacin el comentario, de otras no lleg a
redactarlo.

Las fichas bibliogrficas de traductores hispano-americanos, desde la independencia, van ordenadas


al final de esta primera seccin y por naciones, de norte a sur, como lo hace Menndez Pelayo en el
HORACIO EN ESPAA.

2. Va seguidamente de las fichas bibliogrficas una como ANTOLOGA HORACIANA, es decir, el


libro titulado ODAS DE Q. HORACIO FLACO TRADUCIDAS E IMITADAS POR INGENIOS
ESPAOLES Y COLECCIONADAS POR D. M. MENNDEZ PELAYO, Barcelona, Biblioteca
ARTE Y LETRAS, 1882, y del que se hizo una segunda edicin ms correcta en 1908. Aun as
hemos corregido bastantes erratas compulsando estas poesas con los originales o con otras
ediciones que hemos tenido a mano. El mismo D. Marcelino, si hubiera hecho nueva edicin de este
libro en sus ltimos aos, hubiese sustitudo por otras mejores, que conoci despus, por ejemplo,

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algunas de Pombo, varias de las traducciones poticas que figuran en esta coleccin.

nese a esta ANTOLOGA HORACIANA, como Apndice o 2. parte, las apostillas marginales
autgrafas que puso Menndez Pelayo a las poesas originales y horacianas de Fray Luis de Len en
la edicin del P. Merino, libro precioso que se conserva en la Biblioteca de Santander, del que ya
hizo una edicin la Academia Espaola encomendndola a D. Miguel Artigas.

3. El HORACIO EN ESPAA, que viene a ser como un comentario a todo el papeleteo


bibliogrfico horaciano anterior, al modo de lo que hizo con Cicern en el largo comentario que le
puso al final con el ttulo. APUNTES SOBRE EL CICERONIANISMO EN ESPAA.
Reproducimos la ltima edicin de este libro en dos volmenes en 8. Imprenta de A. Prez Dubrull.
Madrid, 1885. [p. XI] Para coordinar mejor todos estos elementos y darles ms unidad, hacemos
referencias, siempre que es del caso, de la parte primera, la puramente bibliogrfica, al HORACIO
EN ESPAA [Vid. H. E.] y a las ODAS; [Vid. O. H.] y del libro o antologa de ODAS a la seccin
bibliogrfica y al HORACIO EN ESPAA, dentro de esta misma edicin. Nos hubiera sido
imposible llevar a cabo tal tarea sin la cooperacin eficaz y valiossima de la Imprenta Aldus, de
Santander, impresora de estas obras, que en verdadero alarde editorial ha tenido completamente
compuestos y sin imprimir, esperando rdenes, hasta cuatro volmenes de esta EDICIN
NACIONAL DE LAS OBRAS COMPLETAS DE MENNDEZ PELAYO, aparte de otros trabajos
que tuviera entre manos.

Con todo lo reseado, y a pesar de los volmenes que ocupa en esta BIBLIOGRAFA HISPANO-
LATINA, el HORACIO que hoy damos, no es seguramente ms que una sombra de lo que hubiera
sido el HORACIO , su Horacio , concludo con sosiego y a placer por Don Marcelino Menndez
Pelayo.

ENRIQUE SNCHEZ REYES.

NOTAS A PIE DE PGINA:

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BIBLIOGRAFA HISPANO-LATINA CLSICA IV : HORACIO I

Cdices

HORACIO

I. CDICE DE LA CATEDRAL DE TORTOSASiglo XIV.

En la catedral de Tortosa, Obras de Horacio.

Cdice del siglo XIV.

Corminas, Suplemento , p. 323.

II. CDICE DE LA LIBRERA DE D. RAFAEL DE FLORANES.Siglo XV.

Cdice que perteneci a D. Rafael Floranes, y posteriormente al Marqus de Morante, que lo hubo
por donacin de D. Felipe Soto Posada, y lo registra en su Catlogo con el nm. 16.023.

En la hoja primera se lee la nota siguiente: Este Ms. de las Obras de Oracio (sic) hizo formar para su
uso y librera el clebre orador de Italia Leonardo de Arecio, de quien le adquiri el Cardenal
Torquemada, cuyo sobrino, D. Juan de Ailln, Den de Sevilla y Abad de Valladolid, trajo sus libros
de Roma, y de ellos el presente ha venido a parar de mano en mano en la [p. 14] librera de D. Rafael
Floranes Robles y Encinas, Seor de Tavaneros, residente en dicha ciudad de Valladolid.

NOTAS A PIE DE PGINA:

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BIBLIOGRAFA HISPANO-LATINA CLSICA IV : HORACIO I

Ediciones

III. VILLN DE BIEDMA, Juan.Granada, 1599.

Q. Hora | cio Flac | co Poeta Lyri | co Latino. | Sus obras con la declaracion Magistral en lengua
Castellana. | Por el Doctor Villen de Biedma. | Dirigido a Francisco Gonalez de Heredia Secretario
del Rey | Filipo II. y III. nuestro Seor, de su Patronazgo real, de las tres | Ordenes Militares, de sus
descargos, y de los Seores | Reyes de Castilla, y su Alcayde de los alcares | y fortaleas de las
villas de Arjona | y Arjonilla, &. (Escudo del impresor con este lema: Renovabitur ut aquila iuventus
tua. | Con Privilegio. | En Granada. | Por Sebastin de Mena. | Ao 1599. | A costa de Iuan Diez
mercader de libros.

Fol., 9 hs. prels. sin foliar (no contando la portada), 330 hojas dobles de texto (repetidas al fin las
seas de la impresin) y 8 hojas ms sin foliar con el Abecedario Indice de los casos ms notables
deste libro.

Aprobaciones: Baltasar Surez, cathedrtico de Eloquencia e Historia en la Universidad de Alcal...

Vi estas dos partes de Horacio... por mandado del seor Rector de la insigne Universidad de Alcal,
a quien el Consejo de su Magestad las remiti para que se corrigiesen. Y puesto en mirarlas y
cotejarlas la diligencia posible, me ha parecido que sern tiles y provechosas, por la mucha
erudicin y doctrina que contienen, y por muchas y muy agudas exposiciones de lugares difficultosos
de Horacio, no slo a los que profesan letras humanas, sino a los de mayores estudios. Y assi soy de
parecer que se impriman como aqu van corregidas. Fecha en Alcal de Henares, a 30 de junio de
1595.

El Maestro Juan Martnez Aguado Patron del Colegio de San Isidro, y Cathedrtico de Eloquencia
en la Universidad de Alcal de Henares. Por comisin del Rector y Claustro desta Universidad de
Alcal, a quien el Consejo de su Magestad remiti la aprobacin deste libro... lo he visto, y soy de
parecer que se imprima, [p. 15] por ser muy til y provechoso para toda Espaa, y qualquier persona
de erudicin. En fe de lo cual doy esta firmada de mi nombre. Fecha en Alcal de Henares, a 15 de
julio. Ao 1595.

Erratas.En Madrid, a veynte de junio de mil y quinientos y noventa y nueve aos. Juan
Vzquez del Mrmol.

Tassa (a tres maraveds cada pliego en papel).En Madrid, a veynte y nueve de julio de mil y
quinientos y noventa y nueve aos. Miguel de Ondara Zabala (escribano de camera (sic) del Rey
nuestro seor, de los que en el su Consejo residen).

Privilegio Real. Por quanto por parte de vos el Doctor Juan Villn de Biedma, vecino de la ciudad
de Granada, nos ha sido fecha relacin diciendo que vos avades hecho una declaracian Magistral en

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lengua vulgar Castellana a todas las obras de Horacio, lo qual sera de mucho aprovechamiento, ass
para las personas que entendiessen la lengua latina, como para los que no la supiessen, en lo qual
avades ocupado mucho tiempo, con mucho estudio y trabajo: suplicndonos fuessemos servido
mandar daros licencia para poderlo imprimir junto con el mismo texto latino y Privilegio por tiempo
de veynte aos... (Se le concede por diez) Fecha en el Campillo, a veynte y un das del mes de
Octubre de 1595... Por mandado del Rey nuestro Seor. Don Luis de Salazar.

Elogio a las armas de Francisco Gonalez de Heredia, Secretario del Rey Filipo II, nuestro Seor, y
su Alcayde de las Fortalezas de Arjona y Arjonilla, & (es una cancin de estancias largas, obra del
mismo Dr Villn de Biedma).

Si el miedo del culpado fugitivo


Libraban las estatuas de los Reyes
Que reserv la edad en bronce, en piedra,
Al muro en que se abraa aquesta yedra,
Igual favor le debern las leyes,
Como al retrato de victoria vivo.
Y pues el brao encogen vengativo,
Por el lugar sagrado
Que mereci la suerte del culpado,
Al que sin culpa llega,
No ser ley, si su favor le niega.
Espada de dos filos son sus labios;
Y como en las palabras hiere y corta
El estoque real de la nobleza,
[p. 16] Esta labor, en el dechado empieza
Destas heroycas armas, porque importa
Prevenir de la envidia los agravios.
Que mal se pueden deffender los sabios,
Pues combaten descuidos,
A los aceros de la envidia agudos,
Sino buscan prestada
Lanza su pluma, y su laurel espada.

Deste quadro contiene la distancia
En maridaje ilustre, unin vistosa,
Navarrete, Bayn, Heredia y Gante,
De verde lis en el azul quadrante,
Nuestra vergenza en su color la rosa,
Y envidia en lo amarillo las de Francia.
Castillos planta en su primera estancia
Que ponen a Castilla,
Ya que envidia no pueden, maravilla.
Y assi para la media,
Da Navarrete lis, Castillo Heredia.

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Sobre campo de plata seys Roeles,


Por otra parte la tarjeta abraa,
Que de un rbol cortado el tronco cien,
Manchas de sangre sus conteyas tien,
Armas de Gante, o de gigante maa.
Y para dar materia a mil pinceles,
Miedo a Timantes y cuidado a Apeles,
En otro quadro estalla
Los lances y el ardid de la batalla
En el juego de escaques,
Donde da mate a un Rey la suerte a Xaques,

Este tablero o mesa de fortuna,
Arte de guerra, y tribunal de estado,
A los Bayanes di Don Sancho Abarca:
Digno blasn y merecida Marca
Para ilustrar el chapitel dorado
De los que armados nacen en la cuna,
Y no menos debida y oportuna
A los que en letras valen.
Que letras y valor de un tronco salen:
[p. 17] Y este trae por espejo
De fuerza al Rey y al Roque de consejo.

Este cuadro de hermosura taracea
Que de linajes quatro est compuesto,
Viene a ser de nobleza essencia quinta,
Y en sombra y hieroglyphico se pinta
De aquel sujeto, en quien el suelo ha puesto
Lo que alcanz la mano de la Idea.
Y aunque mi pluma figurar dessea
Al vivo su retrato,
Su modestia me excusa y mi recato,
Mas para verle basta
Que refiera sus seas tras su casta.

(El pobre humanista que escribi esta cancin herldica, bien claro demuestra que Dios no le llevava
a traducir a Horacio.)

[Vid. H. E.. I. 87.]

IV. JUVENCIO, Jos.Sevilla, 1729.

Q. Horatii Flacci Carmina expurgata et accuratis notis illustrata auctore Josepho Juvancy, Societatis
Jesu Sacerdote. (Marca del Impresor.)

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Hispali. Ex Typographia Didaci Lpez de Haro, via genuensi Anno 1729.

8. a dos columnas, ocho hs. prls., 637 pp. de texto, y una sin foliar al fin. (Biblioteca Universitaria de
Sevilla.)

El texto de esta edicin escolar es el mutilado del P. Jouvancy, que no slo suprimi odas enteras y
muchos pasajes de otras, sino que por escrpulos de moralidad, que en algunos casos llegan a ser
tontos y pueriles, sustituy versos de Horacio enteramente inofensivos, con otros de su cosecha, que
le parecieron ms honestos. Baste, por muchos, un ejemplo. Donde Horacio escribi sin ofender los
castos odos de nadie:

Dulce ridentem Lalagem amabo,


Dulce loquentem...

el buen Padre, que no quera, sin duda, que los jvenes oyesen [p. 18] hablar de la dulce risa ni del
dulce hablar de ninguna Llage, corrigi intrpidamente:

Sola me virtus dabit usque tutum,


Sola beatum.

As remendaban a los clsicos los jesutas franceses, puesto que de los nuestros no s que cayesen
nunca en semejante desvaro!

V. JUVENCIO, Jos.Sevilla, 1731.

Q. Horatii Flacci Carmina expurgata et accuratis notis ilustrata, auctore Josepho Juvancy,
Societatis Jesu sacerdote. (Marca del impresor.)

Hispali. En Typographia Didaci Lpez de Haro, via Genuensi. Anno 1731.

8., 8 hs. de principios, 637 pp. de texto, y una sin foliar al fin. Reimpresin a plana rengln del
Horacio expurgado, que haba salido de las prensas de Sevilla en 1729.

Sin ao, pero del segundo tercio del siglo XVI (sic) Q. Horaii Flacci Opera.

Hispali. Did. Lpez de Haro.

12., 323 pp. (Biblioteca Provincial de Sevilla).

(N. 2.676 de la Tipografa de Escudero.)

Supongo que ser idntica a las dos anteriores.

VI. JUVENCIO, Jos.Cervera, 1751.

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Q. Horatii Flacci Carmina expurgata, et accuratis notis ilustrata, Auctore Josepho Juvencio Soc.
Iesu Sacerd.

Cervariae in Lacetanis. Typis Academicis apud Josephum Barber, et Socios, anno 1751.

8. menor, 368 pp. sin los principios, que son: Vita Horatii. Testimonia veterum de Horatio. Index
Odarum chronologicus. De metris Horatianis, seu variis carminum generibus. Al fin Index odarum
alphabeticus.

VII. MONLAU, Pedro Felipe.Barcelona, 1842.

Epstola a los Pisones

Figura como apndice en los [p. 19] Elementos de literatura o arte de componer en prosa y verso,
para uso de las universidades e institutos, por el Dr. D. Pedro Felipe Monlau, catedrtico de
literatura en la Universidad de Barcelona, y socio de varias Academias Barcelona, 1842, imp de J.
Riera.

8. mayor.

VIII. MONLAU, Pedro Felipe.Madrid, 1856.

Epstola a los Pisones

Figura como apndice en los

Elementos de literatura o tratado de retrica y potica para uso de los institutos y colegios de
segunda enseanza, por el Dr. don Pedro Felipe Monlau, catedrtico que fu de literatura e historia
en la Universidad de Barcelona y ahora de psicologa y lgica en la de Madrid. Segunda edicin.
Madrid, 1856. Imp. de M. Rivadeneyra. Librera de la Publicidad.

8. mayor, IV + 320 pp.

Por el plan de estudios entonces vigente, se mandaba con muy buen seso que los alumnos
aprendiesen de memoria la Potica de Horacio, y que los profesores la comentasen, y por eso son
varios los tratados de Retrica en que est reimpresa.

IX. MONLAU, Pedro Felipe.Madrid, 1860.

Arte Potica

Al fin de los

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Elementos de literatura o tratado de retrica y potica para uso de los institutos y colegios de
segunda enseanza, por el Dr. don Pedro Felipe Monlau, catedrtico que fu de literatura e historia
en la Universidad de Barcelona, y ahora de latn de los tiempos medios y romance en la Escuela
Superior de Diplomtica de Madrid, individuo de nmero de la Real Academia Espaola, &. Tercera
edicin revisada y corregida. Madrid, 1860, imprenta de M. Rivadeneyra.

8. mayor, IV + 320 pp.

NOTAS A PIE DE PGINA:

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BIBLIOGRAFA HISPANO-LATINA CLSICA IV : HORACIO I

Comentarios

[p. 20]

X. ESTAZO, Aquiles.Amberes, 1553.

Achillis Statii Lusitani in Horatii Flacci Poeticam commentarii. Ad Ioannem IV. Lusitaniae
Principemn augustissimum. Antuerpiae. Apud Martinum Nutium, 1553.

(N. 3.543 del Catlogo de Morante.)

[Vid. H. E. I, 199.]

XI. FALC, Jaime.Madrid 1577 a 1579?

Scolia in librum de Arte Poetica Horatii Perutilia.

Lense en las pginas 101-118 de la coleccin de las obras latinas de Falc:

Operum Poeticorurn Jacobi Falconis, Valentini, Montesianae, Militiae, Equitis, ejusdemque Ordinis
Praefecti loco, ac nomine Philippi II Regis Hispaniae, Poetae, et Geometrae, clarissimi, Libri
quinque: Ab Emanuele Sousa Coutigno, Lusitano, amici famae studioso collecti, in volumenque
redacti, atque ejusdem cura et impensa typis mandati. Mantuae Carpetanorum, ad Petrum
Madrigalem, anno MDC (1600).

8., 32 hs. prls. y 118 dobles, de texto. Tasa, a tres maraveds pliego (Madrid, 1. de julio de 1600).
Erratas. Suma del privilegio por seis aos (Aranjuez, 1. de Mayo de 1600). Aprobacin del P. Juan
Luis de la Cerda (Madrid, in Collegio Societatis Jesu, 24 de Abril de 1600).

Dedicatoria de Manuel de Sousa Coutinho, idibus Martiis. Studiosis lectoribus (prlogo de Manuel de
Sousa, en 20 pp.). En ella se lee el pasaje siguiente:

Praecipuus ejus labor fuit Opus Epicum texere, quo Hispanorum facta celebraret. Saepius dicentem
audivi solos Poetarum nomine dignos esse, qui opus Epicum componere auderent: idque in
Expositione Artis Poeticae affirmat.

La fecha probable de los Escolios al Arte Potica de Horacio, se infiere por este pasaje del prlogo,
relativo a la estancia de Manuel de Sousa en Valencia desde 1577:

Conveni, audivi, amavi: minor enim erat fama hominis, ipso. [p. 21] Duobus annis ut patrem colui,
ut Magistrum veneratus sum, utraque illi officia et Patris et Magistri indulgentissime praestitit. Inter

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alia, Artem Poeticam Horatii mihi sedulo explanavit, eademque ipsa Scholia dictavit, quae his libris
subjunximus...

2. edicin, por Felipe Mey, en el mismo ao.

3. edicin, en Barcelona, por Esteban Libers, 1624.

[Vid. H. E. I, 86.]

XII. Moix, Pedro.(En Bover, Escrit. Bal. ) , 1647.

Estudios literarios sobre las obras de Horacio, escritos en 1647.

Ms. citado por Bover (Escritores Baleares, I, 501), como existente en poder del P. Jernimo Rus, de
la Compaa de Jess.

NOTAS A PIE DE PGINA:

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BIBLIOGRAFA HISPANO-LATINA CLSICA IV : HORACIO I

Traductores

[XIII.] TAMAYO DE VARGAS, Toms.[En la Biblioteca Nacional.]

Arte Potica

Por referencias de Iriarte hablaba el Sr. Menndez y Pelayo en su Horacio en Espaa [1] de la
traduccin que el insigne bibligrafo D. Toms Tamayo de Vargas hizo de la Epstola a los Pisones,
el ms. original y nico perteneci al Sr. Salv y hoy se halla en la Biblioteca Nacional. [2] Tamayo de
Vargas demuestra en ella conocer bien el pensamiento de Horacio y lo expone con claridad; en
cuanto a la forma vale poco; hecha en versos libres, resultan con frecuencia inarmnicos y duros. En
conjunto es ms bien obra de un perito latinista que de un poeta que interpreta a otro. Vanse, en
prueba de esto, los siguientes fragmentos copiados al azar:

Traduccin de la Arte Potica de Q. Horacio F. Prncipe de los poetas lricos. Primero de los tres
discursos sobre el Poema heroico de Torquato Tasso. Por D. Thomas Tamayo de Vargas, Toledano.

Ms. orig. 84 hojas en 4.. Bib. Nac S. B. 66.

[p. 22] Si quisiese un pintor a una cabeza


Humana asir un cuello de caballo
Y desde all juntar diversas plumas
.....................................................
La mayor parte de los que escrebimos
Versos, ilustre padre y mozos dinos
De haber nacido suyos, nos engaa
La sombra y apariencia de lo bueno;
Trabajo por ser breve y soy escuro;
Al que busca las cosas regaladas
Le falta en el decir el alma y nervios,
Y el que las levantadas y sublimes
Hinchado sale por la mayor parte.
Rastrea por el suelo el muy cobarde
Y temeroso de cualquier tormenta
...................................................
Tomad los que escrebs materia propia
De vuestro ingenio y caiga a vuestros hombros
Igual, y pensaris en muchos ratos
Lo que podrn llevar y qu reusan,
Porque al que bien escoge lo que dice
Ni faltar al decir gran elocuencia
Ni en la disposicin el orden claro.

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...................................................
No basta que el poema hermoso sea;
Ha de ser dulce y tenga tanta fuerza
Que del oyente el nimo arrebate
Y le lleve a la parte que quisiere,
Que como re cuando ren otros,
As a los que ve llorar les muestra
Humano el rostro y aun los ojos tiernos.
.....................................................
En todo lo que ensees sers breve
Para que tomen presto lo que dices
Los nimos que aprenden con presteza
Y fielmente lo guarden y conserven;
Que todo lo que sobra rinde luego
Los estmagos flacos y repletos.
.....................................................
Parezca la Poesa a la Pintura,
La cual se mira alguna vez de cerca
Para que se descubra su lindeza
Y as ms te contente y ms la goces;
Otras veces tambin ha de mirarse
Desde ms lejos para que te agrade;
[p. 23] Una quiere ser vista all en lo escuro
Y otra que resplandezca la luz clara.
...............................................
A los silvestres y salvajes hombres
Que con las muertes fieras se criaban
Y mantenan de viandas sucias
Apart, con espanto, de este vicio
El sacro Orfeo, verdadero intrprete
De los secretos de los altos Dioses.

XIV. COVARRUBIAS HOROZCO, Sebastin.Ms. en la Biblioteca T'Serclaes, Sevilla.

Stiras

Traduccin completa de los dos libros de las Stiras.

Los Sermones de Quinto Horacio Flacco Venusino traducidos en lengua castellana por el Licenciado
Don Sebastin de Covarrubias Horozco, Maestrescuela y Cannigo de la Sancta Iglesia de Cuenca,
Consultor del Sancto Oficio, y Capelln de su Magestad, &.

En dos columnas el texto latino y el castellano.

I, 1. STIRA

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Qu es la causa, oh Mecenas, que ninguno


Viva contento con su propia suerte;
Ora que la razn se le haya dado,
Ora le sea offrecida por fortuna,
Y loe, con cudicia y con despecho
Los que siguen diversos institutos
Y modos de vivir...

I, 2. STIRA

Las Ambubaias (cierta compaa


De mozuelas cantoras chocarreras)
Charlatanes, mendigos, comediantes,
Baladrones y gente de este talle,
Estn en gran tristeza y gran cuidado
Por la muerte de aquel cantor Tigelio,
.............................................

I, 3. STIRA

Comn vicio es de todos los cantores


Aun entre sus ms ntimos amigos
[p. 24] Si les ruegan que canten, no es posible
Acabarlo con ellos, y estos mesmos,
Sin que se lo mandis, cuando a ellos place
Empiezan y no acaban...

I, 4. STIRA

Eupolis, Aristophanes, Cratino


Y otros sin estos clebres poetas
Que son de la comedia vieja auctores
Si alguno mereca ser notado
Por malo o por ladrn, o porque fuesse
Adltero homicida y assesino
..............................................

I, 5. STIRA

De la gran Roma habiendo un da partido


Aricia me acogi en un pobre albergue
Yendo en mi compaa Heliodoro,
Un Maestro famoso de Retrica
Doctssim varn entre los Griegos:
Passamos adelante al foro Apio

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Poblado de barqueros y ladrones,


Que acostumbran vender gato por liebre
............................................

I, 6. STIRA

No porque de los Lidios, oh Mecenas,


Hay ninguno de cuantos los Etruscos
Fines habitan, que jactarse pueda
Ser ms noble que t ni generoso,
Ni porque tus agelos ambos fueron
Famosos capitanes gobernando
Exrcitos muy gruesos y legiones.
...............................................

I, 7. STIRA

A todos creo es pblico y notorio,


Hasta a los legaosos y barberos,
De qu modo el genzaro de Persio
La ponzoa y veneno haya vengado
Del bandido Rupilo Rey...
............................

[p. 25] I. 8. STIRA

Fu en otro tiempo un tronco de una higuera


Madero intil desechado...
....................................................

I, 9. STIRA

Acaso yo me iba por la calle


Sacra (como lo tengo de costumbre)
No s qu nieras meditando,
Embebecido y transportado en ellas,
Salime uno al camino, que tan slo
Le conozco de nombre y cortesa...
.............................................

I, 10. STIRA

Es verdad que yo dixe de Lucilio


Correr sus duros versos mal limados
Con descompuesto pie (quin es tan necio

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Defensor de Lucilio que no entienda


Aquesto ser ans, y lo confiesse?).
........................................

LIBRO II DE LOS SERMONES DE HORACIO FLACO.

II, 1. STIRA

Hay algunas personas a las cuales


Mordaz en demasa he parecido
En escribir la Stira, y que en ella
Me alargo ms de lo que se permite;
............................

II 2. STIRA

Qu especie de virtud, y que tan grande


Sea en los buenos el vivir con poco
(Y no pensis que la doctrina es ma
Es lo que ensea y manda zafio Offelo,
Un tosco sabio de gozoso ingenio)
....................................

II, 3. STIRA

Tan raras veces tomas en la mano


Para escribir la pluma, que en un ao
Entero no demandas cuatro veces
El pergamino, y lo que ya tenas
[p. 26] Sacado en limpio vuelves a borrallo
Enojado contigo...
......................................

II, 4. STIRA

De d bueno y adnde el seor Cacio?


No me vaga al presente responderos
Ocupado en poner con gran audacia
A modernos preceptos nuevos nombres:
Y son tales que vencen la doctrina
Que Pythgoras di...
......................................

II, 5. STIRA

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Ultra de lo que habemos conferido,


Tiresia, yo te ruego me respondas
Tambin a esto que ora te pregunto;
Por qu artes y modos yo podra
Reparar la hacienda que he perdido.
.................................

II, 6. STIRA

Esto slo tena yo en antojo


Un pedazo de campo no muy grande,
En l un huerto y junto a mi casita
Una perenal fuente, con aquesto
Un poquito de manto, mas los Dioses
Me lo dieron mejor y ms colmado.
....................................

II, 7. STIRA

Ya, seor, estoy harto de escucharte


Y con grande deseo de decirte
Solas cuatro razones yo tu esclavo;
Pero tngote miedo qu a mi Davo?
S, Davo... a su seor amigo.
......................................

II, 8. STIRA

Cmo te fu, Fundano, en el convite


Del regalado y rico Nasidieno?
Porque yendo a buscarte con intento
[p. 27] De que fuesses ayer mi convidado,
Supe que estabas desde medio da
...................................

(Ms. que posee el Duque de T'Serclaes en Sevilla.)


[Vid. H. E. I, 86.]

[XV.] HERRERA, Fernando de. [En Anotaciones a Garcilaso. ]Sevilla, 1560.

Integer vitae. Od. I, 22

Ponme do ningn rbol se recrea


Con aura estiva en el estril campo,
El cual lado del mundo con las nieblas

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Y con el grave miedo es oprimido.


Ponme debajo el carro muy propinco
Del Sol, en tierra ardiente no habitada,
Que a Llage, que re dulcemente
Y habla dulcemente, he de amar siempre.

Son las dos ltimas estrofas:

Pone me pigris ubi nulla campis.

[Vid. H. E. I, 61 y II, 322.]

[XVI.] ANNIMO.En la Biblioteca Nacional.

Maecenas atavis. Od. I, 1

Dos versiones annimas de las epstolas I y IV, libro I, he visto en un ms. del siglo XVI; [1] ambas
tienen el sello propio de la poca que es interpretar la mente de Horacio sin atenerse demasiado a la
letra, haciendo uso de giros y locuciones genuinamente castellanas y sin limitarse a un servil calco.
Publico algunos versos de ellas para que pueda formarse idea de su valor; lo mismo har con las
restantes traducciones que estudie.

Mecenas, descendiente valeroso


De los toscanos reyes, celebrado
En mis ltimos versos y primeros:
[p. 28] Buscas cmo enlazarme en el antiguo
Juego, olvidado, y en la antigua tela
De do sal con honra y gloria alguna.
El ingenio y edad no es uno siempre
Ni lo que en otro tiempo me agradaba
Conviene siga agora ni lo quiera.

Epst. I, 4

Albio, rector, censor y como amigo


Libre jez de mis pasados versos,
Qu podr yo decir que hacis agora
En la regin del fro Piamonte;
Si tratis de escribir con que la Historia
Venzis del Parmesano celebrado.

[XVII.] ALCZAR, Baltasar.

Montium custos.Od. III, 22

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El festivo poeta Baltasar de Alczar traslad con poca suerte la oda XXII, libro III, en versos llenos
de ripios que contrastan con la belleza y concisin del original.

Triforme Diosa que de montes eres


Guarda, y de bosques virgen religiosa
Que socorris piadosa
A solos tres clamores las mujeres
Afectos tres, sin aguardar el cuarto
En el rigor deste dudoso parto.

[Vid. H. E. I, 71 y II, 326 y 565.]

[XVIII.] MOSQUERA DE FIGUEROA, Lcdo. Cristbal.[En Biblioteca Colombina.]

Quis multa gracilis.Od. I, 5

Qu tierno y delicado
Muchacho, Pirra, a su sabor te abraza
En tu retrete, echado
En fresca rosa, y sin saber enlaza
Con los tuyos sus brazos
Lleno de aromas de Cupido lazos?
[p. 29] Por cuyo mal y engao
Tus cabellos dorados martirizas
Y con tu propio dao
El suyo tramas si el cabello enrizas,
Sencilla en el ornato,
Doble, traidora en ruin y falso trato.
Msero el que te vido
Sin conocerte; yo ya me he escapado
Y en la tabla he salido,
Y el vestido mojado
Al grande Dios del mar he dedicado.

[XIX.] GARCERN DE BORJA, Pedro Luis.

St. lib. I.1 y 2

De las stiras I y II, libro I, se conserva una traduccin, a nuestro parecer hecha por Pedro Luis
Garcern de Borja, Maestre de Montesa, aunque no hay ms indicaciones en el ms. que estas
palabras: Del Maestre mi Seor; en el mismo cdice se hallan algunas poesas del mismo ingenio.
Las dos son bastante literales y exactas, pues las stiras de Horacio se prestan poco a vuelos de la
fantasa como las odas. La segunda es notable, porque los personajes del texto latino se cambian en
otros espaoles, que vivan a principios del siglo XVII, entre ellos figura Lope de Vega; difcil es
afirmar hasta qu punto son verdaderas las acusaciones lanzadas contra ellos; varias de ellas son

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calumnias manifiestas.

La primera stira de Oracio traducida, quitados los nombres antiguos.

Traduccin de la segunda stira de Oracio, mudando los nombres viejos.

Letra del siglo XVII.

11 hojas en 4.

Bib. Nac. M. 375, fol. 122 a 132.

I, STIRA 1

Qu es la causa que nadie en este mundo


Suele vivir contento con su suerte,
[p. 30] O cual se la escogiese o se la han dado
Y alaba la del otro su vecino?
...............................
Quiere ser labrador el gran letrado
Cuando al cantar del gallo le despierta
Quien le viene a pedir algn consejo;
Y el rstico, que tiene su cortijo
Lejos de la ciudad, donde obligado
Est por la fianza a presentarse,
Llama slo dichoso al ciudadano.
..........................................

II, STIRA 2

Los gitanos, truhanes, perfumeros,


Farsantes, volteadores, charlatanes,
Y toda la otra gente desta estofa
Lamentan muerto el msico Cisneros,
Porque era liberal, pero tema
Ser tenido por prdigo y no osaba
Por esto dar al buen amigo pobre,
Con que su fro y hambre remediase.
......................................
Narvez huye el crdito de necio
Y el nombre de perdido, aunque es muy rico.
..........................................
Manrique viste largo hasta el zapato;
A Toledo parece muy gran gala
La capa corta sobre la cintura,

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El meln huele siempre mbar y almizque


...........................................
Enrquez, que es del parecer primero,
No quiere de Catn ser alabado
...........................................
El otro se rescata por dinero;
Otros que padeciendo mil vergenzas
Vienen por lana y vanse trasquilados.
Todos dicen que es bien; Guzmn lo niega.
En la clase segunda es ms seguro
Con mujeres comunes tener trato,
No damas, ni tampoco cortesanas,
Pero tambin Velasco pierde el seso
Por estas sin templanza y sin medida.
................................................
Claudio muere por Fausta, hija del Carpio,
Slo por la gran fama de su padre;
[p. 31] Mas custale muy caro, maltratado
Con hierro y puo seco, porque dentro
Tena la Seora a Pealosa.
.............................................
Me huyo por salvar honra y hacienda
Que la mayor desdicha es quedar presa;
Si no tengo razn, Valls lo diga.

Del Maestre mi Seor.

XX. CASCALES, Licdo. Francisco.Murcia, 1614.

Sic te Diva.-- Od. I, 3

En los Discursos Histricos de Murcia y su reyno (p. 366 de la 2. ed. Murcia, por Francisco
Benedito, 1775):

Dentro del pecho un roble


Tuvo sin duda y corazn de acero,
Tres y ms veces doble
Quien el protervo mar tent primero,
Y no tembl del fiero
brego, con el Cierzo batallando,
Ni las Hyadas duras
Entre borias obscuras,
O muerte o gran peligro amenazando.
Ni del rabioso Noto
Al mar precipitado hizo caso,

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Aunque vi el rbol roto


Con miedo ya del ltimo fracaso,
Y aunque se vi en el paso
Riguroso y postrero de la muerte
Con un viento luchando,
Que tiene libre mando
Sobre el golfo iracundo de Adria fuerte.
Qu gnero de males,
O qu grado de muerte teme el hombre,
Que sobre leos tales
Aventura su vida, fama y nombre?
O qu habr que le asombre
A quien mira con ojos siempre enjutos
Ballenas y caymanes,
Y Tritones inmanes,
Del hmido Neptuno siervos brutos;
Y que pase seguro
[p. 32] Syrtes, escollos y Ceraunios montes,
Cortando audaz y duro
Noches y das varios horizontes?
Tente: no te remontes.
De qu sirve que Dios haya apartado
La tierra del mar alto,
Si t le das asalto,
Y navegas por l libre y osado?...

Aqu acaba la traduccin, o porque Cascales no la acabase, o porque no crey necesarios los ltimos
versos para el intento con que cita la oda del Pndaro romano, como l llama a Horacio.

XXI. CASCALES, Francisco.Murcia, 1617.

Arte Potica

Tablas poticas, del Licenciado Francisco Cascales. Dirigidas al Excelentsimo Seor Don
Francisco de Castro, Duque de Taurisano, Virrey y Capitn general del Reyno de Sicilia. Ut ex
columba pax ita ex arte perfectio (emblema del impresor, una paloma en un ramo, y una corona en la
cabeza). Con privilegio. En Murcia. Por Luis Beros. Ao de M. DC XVII.

8., 240 hs.

Portada.Suma del privilegio al autor por diez aos (18 de Octubre de 1614). Erratas (Madrid, 10 de
Mayo de 1617). Tasa (Madrid, 22 de Mayo de 1617). Aprobacin del P. Juan Luis de la Cerda
(Madrid, 29 de Setiembre de 1614). Dedicatoria. Soneto del autor. Prlogo. Composiciones
laudatorias de Cristbal de Mesa, D. Diego Saavedra Fajardo, L. Bartolom Ferrer y don Francisco
de Fara. Tabla. Grabado en madera.

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[Vid. H. E. I, 76 y 88.]

[XXII.] HERRERA Fr. Toms de.O. S. A.

Maecenas atavis. Od. I, 1

En un ms., casi todo autgrafo, del cronista agustino Fray Toms de Herrera y que contiene varias
obras de ste ya [p. 33] publicadas en su tiempo. cuales son el Alphabetum Augustinianum y el
Compendio de Prelados Eclesisticos, hay traducidas las quinze primeras odas del libro I. Creemos
que la versin es del Padre Herrera; pero al ver copiadas en el mismo volumen algunas poesas latinas
y castellanas de varios autores, pudiera suscitarse alguna duda. Demasiado literales, con frecuencia
en versos duros o mal medidos, tienen escaso valor; slo a ttulo de curiosidad merecen ser citadas.

Es digno de notarse el afecto que los agustinos han profesado a la poesa horaciana, indudablemente
animados por el ejemplo que les di Fray Luis de Len; algn otro religioso de la misma orden ser
citado en estos apuntes ms adelante.

Al entrar en el siglo XVIII se nota que las versiones de Horacio son cada vez menos inspiradas, como
hechas por humanistas conocedores s a la maravilla del sentido, pero incapaces de trasladarlo con el
desenfado potico que admiramos en los traductores del siglo XVI; cierta discrecin es lo nico que
se puede alabar en ellas.

Oh Mecenate que naciste al mundo


Con la luz de la sangre que heredaste
De bisabuelos reyes, do desciendes!
Oh salud, oh riqueza y gloria ma!
No falta quien se envive en coger polvo
Del certamen olmpico en su carro
Y en no tocar el sealado trmino.
........................................

Iam satis terris. Od. I, 2

Harto ha nevado y granizado Jpiter,


Amedrentado a Roma con los rayos
Que en los palacios y en los templos vibra.
Puso miedo a las gentes, porque el siglo
De Pirra no volviese y tantos males
Cuando llev Proteo, rey de Egipto,
Los portentos marinos a los montes
...........................................

Sic te diva potens. Od. I, 3

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Oh nave, de quien tica fi


A su Virgilio, vulvele seguro;
[p. 34] Gurdame la mitad del alma ma
............................................
Pecho de roble, corazn de acero
Tuvo, sin duda, quien la frgil barca
Primero confi del mar furioso
Y no temi las luchas y porfas
Del brego que airado se despea
Contra los dems vientos enemigos.
................................................

Solvitur acris hiems. Od. I, 4

La escarcha rigurosa
Del ivierno ces con la agradable
Novedad provechosa
Del verano y del cierzo saludable
Y al mar llevan ligeras
Los instrumentos naves y galeras.
.................................................

Quis multa gracilis. Od. I, 5

Celebrar tu nombre publicndose


Vario, por fuerte y victorioso Prncipe
Con la destreza del famoso Homero,
Sin dejar por cantar las valerosas
Hazaas que el feroz soldado hiciere,
Siendo t capitn en mar o tierra.
...................................................

Scriberis Vario. Od. I, 6

Otros loarn a Rodas, cuyo cielo


Claro alumbra sin nube ni nublado;
De Safo a Mitilene ptria cara,
A Efeso y su templo de Diana,
A Corinto y sus muros que el Egeo
Furioso y el Jonio bravo besan.
...................................................

Lydia, dic mihi. Od. I, 8

Dime, te ruego por los Dioses, Lidia,

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Por qu con tanta priesa antes de tiempo


A Sbaris destruyes con tu amor?
Por qu aborrece el campo de sol expuesto
El que sola sufrir el sol y el polvo?
..................................................

[p. 35] La misma: Od. I, 8

Dime, Lidia, te ruego


Por todos nuestros Dioses, por qu pierdes,
Con tu amoroso fuego,
Sin tiempo en aos juveniles, verdes,
A Sbaris tratable,
No repugnante, delicado, afable?
............................................

Vides ut alta. Od. I, 9

Ya ves cmo blanquea


Soracte con espesa nieve helado
Y que el bosque desea
Librarse de su peso demasiado
Y con los yelos fros
Se han olvidado de correr los ros.
.............................................

Mercuri, facunde. Od. I, 10

Mercurio, noble nieto


Del grande Atlante, Dios de la Elocuencia,
Que con tu hablar discreto
Y ejercicio que hallaste y tu prudencia
De los hombres primeros
Reformaste costumbres, tratos fieros
.............................................
Cuando con voz airada
Apolo te amenaza y se embravece
Si la manada hurtada
De vacas, por engao, no parece,
Vindose sin aljaba
Con risa alegre tu saber alaba
..............................................

Tu ne quaesieris. Od. I, 11

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No te canses, Leucothoe, preguntando,


(Que es maldad tal porfa),
Qu fin, qu muerte, dnde, cmo y cundo
Ser la tuya o ma.
.............................................

[p. 36] Saca el vino guardado; si eres cuerdo;


Corta el esperar cargo,
Fundado en breve espacio; no se pierda,
Con fin triste y amargo,
La edad florida y verde
...............................................

Quem virum. Od. I, 12

Qu varn o qu hroe quieres, oh Clo,


Celebrar con vihuela o flauta aguda,
O qu Dios cuyo nombre Eco repite
Burlona imitadora de las voces
En las orillas de Helicn sombras?
................................................

O navis. Od. I, 14

Oh nave, han de llevarte nuevas olas


Al mar; oh qu haces! fuertemente ocupa
El puerto! un lado tuyo no ves falto
De remo y con la fuerza del ligero
brego roto el mstil y la entena?
No ves que el casco de la nave roto
Sin cuerdas, ya no puede sustentarse
En el furios mar si ms se altera?
..................................................

Pastor cum traheret. Od. I, 15

Llevando por el mar Paris por fuerza


En naves de Ida, prfido y ingrato,
La reina Helena, cuyo husped era,
Nreo detuvo los ligeros vientos
Con ocio a Paris y a ellos mesmos grave
...........................................

La misma. Od. I, 15

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En la crcel Nereo
De sus obscuras cuevas y aposentos,
Contrario a su deseo
Y a los falsos intentos
De Paris, cierra los ligeros vientos
Cuando el traidor ingrato
Lleva por alta mar violentamente,
[p. 37] Con doble y falso trato
Pagando alevemente
El hospedaje a Helena y a su gente
...................................................

XXIII. CAMPOS, Urbano.Len, 1682.

Horacio espaol, esto es, obras de Quinto Horacio Flaco, traducidas en prosa espaola, o ilustradas
con argumentos, eptomes y notas en el mismo idioma. Parte Primera, poesas lricas, por el padre
Urbano Campos, de la Compaa de Jess. Van al fin la Explicacin de las especies de los versos y
odas, y tres ndices, el primero alfabtico de las odas, el segundo cosmogrfico, y el tercero de las
cosas notables que se explican en las notas. En Len, por Anison y Posuel, 1682, con licencia de los
superiores.

12. marquilla 12 hs. sin foliar de principios, 360 pp. Dedicatoria a la beatsima e individua Trinidad.
Al que leyere. Licencia de la religin firmada por el prepsito de la Compaa Celedonio Arbicio.
Valencia, a 10 de Abril de 1680.

XXIV. CAMPOS, Urbano.Barcelona, 1699.

Horacio espaol esto es Obras de Quinto Horacio Flaco traducidas en prosa espaola e ilustradas
con argumentos, Eptomes y Notas en el mismo idioma por el R. P. Urbano Campos, de la Compaa
de Jess. Van al fin la declaracin de las especies de Versos y Pies y los Indices, el Primero
Cosmogrfico, y el segundo de las cosas notables que se explican en las Notas. Con licencia
Barcelona, por Antonio Lacavallera. Ao 1699.

8. 4 hs. de principios, 364 folios dobles, y 4 hojas sin foliar de tabla.

XXV. CAMPOS, Urbano, y MNGUEZ, P. Luis.Barcelona, 1834.

Horacio espaol, o Poesas lricas de Q. Horacio Flaco. Traducidas en prosa espaola e ilustradas
con argumentos, eptomes y notas. Por el P. Urbano Campos. Nueva edicin, revista, [p. 38]
corregida y aumentada con la traduccin del arte potico del mismo Horacio. Por el P. Luis
Mnguez de S. Fernando, de la religin, de las Escuelas Pas. Barcelona, 1834, imp. de los
hermanos J. e J. Gaspar. 8. (Hidalgo.)

[Vid. H. E. I, 108 y II, 569.]

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[XXVI.] CARRASCO, Fr. Bernardo, Catedrtico de la Universidad de Alcal.

ArtePotica

Escribi una exposicin de la Epstola a los Pisones y tradujo en prosa todas las odas.

Bib. Nac. J. sup. 258, 4.

XXVII. ANNIMO.Siglo XVIII.

Rectius vives, Licini. Od. II, 10

Ten el rumbo, Licinio, y no te engolfes


Por el inmenso mar, ni ciego vayas,
........................................

Encuentro esta traduccin en un cuaderno en que D. Juan Eugenio Hartzenbusch copi varias
composiciones impresas en peridicos antiguos. Este cuaderno se halla hoy en la Biblioteca Nacional.

[Vid. H. E. I, 253.]

XXVIII. FERRER, Lleonard Jos, S. J.Siglo XVIII. (En Torres Amat, Escrit. Cat.)

Arte Potica

Traduccin del arte potico de Horacio en verso espaol.

Ms. citado por Torres Amat, Diccionario de escritores catalanes , 245. [p. 39] [XXIX.] MONTIANO
Y LUYANDO, Agustn. (Ms. s. l. y s. a.) Siglo XVIII. [1]

Iam satis terris.Od. I, 2

Bastan ya tantas nieves, tan daoso


Granizo como Jpiter ha enviado:
Ya la flamante diestra ha fulminado
Contra los sacros templos el furioso
Rayo, cuyo estallido
Dej al cobarde pueblo confundido.
Pasm a las gentes todas el recelo
De que volviera el siglo, en que afligida
Vi nuevos monstruos Pyrra sobre el suelo:
Cuando busc Protheo la guarida
Para el ganado en los ms altos montes
Y los peces trocaron

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Con las palomas en el olmo asiento:


Y cuando por los vagos horizontes
Los gamos siempre tmidos nadaron.
Vimos al Tber desbordar violento,
De la ribera etrusca fugitivo,
Para buscar, y destruir altivo
Las memorias de Numa, y hacer luego
Se apagase de Vesta el sacro fuego.
Vengador declarado
De la muerte de Csar, y movido
Del intenso gemir desconsolado
Con que Ilia su muger le ha enternecido,
Aun ms all de lo que Jove aprueba
Su enojo irrita, sus furores lleva.
Diminutos oirn los descendientes,
Que de sus Padres el desorden fiero
Manch en su dura sangre el duro acero,
Que debiera en los Persas insolentes.
Qu Deidad de este modo invocaremos
De nuestro Imperio en la inminente ruina?
Qu cntico hallaremos
Para las santas vrgenes, si airada
[p. 40] Vesta, a ninguno su piedad inclina?
O a quin dar este encargo el alto Jove?
Ven Apolo, no obstante, nuestro ruego
Tus atenciones robe:
Ven Padre del Augurio, ven vestido
De nube, que haga ms tratable el fuego;
O t Venus risuea, y apacible,
Con la Gracia, y Cupido,
Que en torno tuyo vuelan:
O bien t Marte, autor de nuestra gente:
Tal vez menos terrible,
O menos inclemente
Los males miraras que nos asuelan,
Cansado ya del espacioso gusto
De vernos padecer con ansia, y susto:
Aunque slo te agrada
El guerrero clamor, o la celada
Reluciente, y la vista furibunda
Con que vuelve el soldado su semblante
Al enemigo Mauritano Infante,
A quien la sangre inunda.
Mas sin duda eres t hijo de Maya
El que, bajo la forma generosa
De aquel joven heroico que aplaudimos,

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Y en nuestro bien se ensaya,


Para el socorro bienes.
Tolera pues con voluntad piadosa
Si vengador de Csar te decimos.
Vulvete tarde al cielo,
Y entre nosotros mora:
No del quirino suelo
Te ausente el vicio, pues tu ayuda implora.
Antes aqu los grandes triunfos ama
El ser Padre, el ser Prncipe, y derrama
El terror de tu nombre, o Csar, donde
Sin la venganza el Medo ms se esconde.

Solvitur acris hiems. Od. I, 4

Deshcese el invierno
Con la vuelta agradable
Del Fabonio, y hermosa Primavera,
Y echan al Mar con machinas las Naves,
Que estuvieron en seco:
No se alegra el ganado en el aprisco,
No el Labrador al fuego,
[p. 41] Ni blanquean los Prados las escarchas.
Sus choros Venus ya lleva a la Luna,
Y all las Gracias y las Ninfas bellas
Juntas, y acordes danzan,
En tanto que Vulcano desvelado
La fragua de los Cyclopes enciende.
Ahora es pues el tiempo
De que con verde mirto,
O con las flores que el abierto seno
De la tierra derrama,
La bien limpia cabeza se corone:
Ahora de que a Pan se sacrifique
En los sombros bosques
El cabrito, o cordero,
Segn que ms le agrade.
Aprovchate del, Sextio felice;
Que la Plida muerte pisa iguales
Las torres de los Reyes,
De los pobres las chozas.
Lo corto de la vida nos prohibe
El concebir una esperanza larga:
Ya te oprime la noche,
Y los Manes mentidos,
Ya estrechamente con Plutn habitas;

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Y una vez que all pases


No te podrn sacar los ventajosos
Reinos de los festines, ni los dados:
Que no respetan el semblante bello
De Licidas, a quien ardiente ahora
La ms lozana juventud adora.

Tu ne qusieris. Od; I, 11

No, Leuconoe, por saber te afanes


Cul ser el postrer da,
Que nos tienen los Dioses sealado.
No Babilonios nmeros consultes;
Pues en cualquier evento
Podrs sufrir mejor si lo ignorares.
Ya Jpiter te d muchos inviernos,
O ya el ltimo sea
El que hoy irrita el mar de la toscana,
Y contra opuestas peas
Lleva a romper sus olas:
Procura divertirte
Sin dejar que se alargue tu esperanza,
[p. 42] Porque es la vida breve:
En este instante mismo en que te hablo
La edad huye envidiosa:
Goza el da presente
Pues es el de maana contingente.

O Navis, referent. Od. I, 14

O Nave, al mar te arrojas nuevamente!


Qu intentas? Por qu el puerto
Con el ncora firme no aseguras?
No ves que ya desnudo
De remos el costado
Cruge el mstil del brego a la furia,
Padecen las entenas,
Y que sin el cordage
Apenas puede resistir el casco
Contra el mpetu duro de las olas?
Rotas tienes las velas,
Los Dioses sordos ya tu voz no escuchan;
Aunque blasones ser pino criado
En los bosques del Ponto, y ese origen
Te confe no menos que tu nombre,
Ser intil; pues nada le afianzan

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Las ms pintadas popas


Al tmido Piloto.
Gurdate, si no quieres
Ser juguete del viento:
Y ya que un tiempo fuiste
Motivo de mi enojo, y hoy lo eres
Del deseo, y mayor de mi cuidado,
Huye las peligrosas
Orillas de las Cycladas hermosas.

Pastor cum traheret. Od. I, 15

Al tiempo que el galn Pastor del Ida


Prfido husped, por el mar conduce
Robada a Elena, levant Nereo
La voz entre las ondas, suspendida
La inquietud de los vientos, que reduce
A un profundo silencio mientras canta,
Y a delito tan feo
Los Hados infelices adelanta.
T, le dice, t llevas

[p. 43] Un auspicio fatal al patrio nido,


Muger que Grecia toda
Su gran poder unido,
Con numerosas levas
Buscar entre tus brazos mal seguros
En la adltera boda
De Ilin rompiendo los antiguos muros.
Ah! cunto riesgo, cunto afn espera
A caballos y a hombres! cunta muerte
En los troyanos con infausta suerte
Se cebar por tu pasin ligera!
Ya miro a Palas, que el arns trenzado,
Carro ocupa elevado,
Para la lid sangrienta.
Ser en vano si intenta
Con el favor de Venus tu locura
Cuidar de tu hermosura,
O cantar con la cythara a las damas,
Los tiernos versos que apetecen, y amas.
Ser en vano te esconda el blando lecho
De las lanzas, y dardos de Ayax hecho
A perseguir veloz, ni juntamente
Del estrpito rudo de la guerra,
Porque al fin tristemente

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Morirs (oh qu tarde!)


Y ha de quedar, adltero cobarde,
Envuelto tu cabello en sangre, y tierra.
No ves ya a Ulises de tu pobre gente
Ser el azote fiero?
No ves al sabio Nestor? igualmente
Al intrpido Teucro? A Estenelao
Hbil en conducir a la pelea
El fuerte carro, y hbil si guerrero
En dura lid se emplea?
Conocers quin es Menon; y creo
Que tambin quin es Tidides, que excede
A su padre en valor, y que si puede
No ha de alcanzarte tarde,
Segn atroz por conseguirlo arde.
T huirs del fatigado y sin aliento,
Como del Lobo hambriento
El ciervo, que le ve venir furioso,
De la otra parte del florido valle,
Y porque no le halle
Corre, olvidando el pasto delicioso.
No es esto, no, lo que ofreciste a Elena.
[p. 44] Bien s que Achiles de un pesar vencido
Suspender sus huestes, y el espanto
De las damas troyanas:
Pero al fin ya cumplido
Algn tiempo, con tanto
Furor ha de prender de Achaya el fuego,
Que acabe Troya entre pavesas luego.

Integer vitae. Od. I, 22

El que consigue, o Fusco, que su vida


De integridad, y de limpieza abunde,
No necesita de los dardos moros,
Ni del arco, y carcax, que est preado
De herboladas saetas:
Ya cruce por las Syrtes abrasadas,
Ya el Cucaso transite inhabitable,
O las orillas huelle
Lamidas del Flydaspes fabuloso.
Porque de m, que en la sabina selva
Emboscado cantaba
Mi Lalage tranquilo,
Y sin defensa alguna,
Huy un Lobo, tan fiero

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Que no es fcil que aliente


La Pulla en sus campias dilatadas
Un monstruo ms horrible;
Ni que otro igual produzca
El frica, que es slo
rida engendradora de Leones.
Y as, ponme en los campos
Tardos, donde nunca
Con aura calurosa
Se recrean los rboles, y siempre
Nieblas, y aire maligno se respira;
Ponme debajo del ardiente carro
Del Sol, a donde hiere tan de cerca
Que hace desierto el clima,
Y all he de amar a Lalage igualmente,
Que dulce re, y habla dulcemente.

O Venus, Regina Cnidi. Od. I, 30

O Madre Venus Reina


De Paphos, y de Cnido,
Deja la amada Chipre,
[p. 45] Y ven al blando ruego
De Gliceria, y al ara
Que con prdigo incienso te destina.
Trae al Amor travieso
Contigo, y a las Gracias
En trage descuidado,
Y haz te sigan las Ninfas, con Mercurio:
La juventud tambin, que nada vale
Si de tu dulce compaa sale.

Parcus Deorum cultor. Od. I, 34

Mientras que me distrajo


Vana sabidura
Era poco devoto de los Dioses:
Y ahora me es preciso
El dar atrs las velas,
Y el volver al camino abandonado;
Porque conozco que las nubes rompe
Jpiter con su rayo,
Y que ordinariamente
Lleva el ligero carro por el viento
Con tonantes caballos.
Aun la tierra insensible,

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Aun la Stigia laguna,


Los vagos ros, y el no visto seno
Del Tenaro, y los Polos
Se estremecen entonces.
Puede este Dios mudar lo bajo en alto,
Hacer que se confunda el ms ilustre,
Y que el no conocido se distinga:
De aqu nace, que suele con estruendo
La rapante fortuna
A la suma grandeza arrebatarla,
Y de una en otra parte colocarla.

Rectius vives, Licini. Od. II, 10

Si descansadamente
Quieres vivir Licinio no te arrojes
Al alto mar, ni por huir prudente
La tempestad tan en la orilla mojes
Que encalles en la arena; pues iguales
En los estremos hallars los males.
El que ama una apacible mediana,
Como en el siglo de oro se gozaba,
[p. 46] Bajo del techo humilde se desva
De los excesos, y el vivir no agrava:
Pues el sabio se escusa retirado
De edificio suntuoso, y envidiado.
A los pinos ms altos ms azota
Por lo comn el viento:
Causa estruendo mayor si se derrota
La torre cuanto ms es elevada:
Hiere el rayo violento
La cima de los montes levantada.
El tranquilo, y constante
Sufre, y espera ver el mal desecho:
Y en la fortuna con igual semblante
Dispone bien a la mudanza el pecho:
Que el rigor que el invierno constituye
Jpiter que le forma le destruye.
Si no eres hoy dichoso
Serlo podrs maana:
Pues Apolo armonioso
A las Musas tal vez las acompaa,
Y no siempre tirante el arco tiene,
Ni en un estado mismo se mantiene.
Con nimo resiste y fortaleza
Cuando el tiempo es contrario:

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Mas tambin con destreza,


Pues sabes que es voltario,
Aunque te sople en popa,
No le fies al aire mucha ropa.

Otium Divos rogat.Od. II, 16

Pide en inquieto golfo el navegante,


Cuando las nubes cubren pavorosas
De la luna el semblante,
Y las estrellas faltan al Piloto
A los dioses, la calma con el voto.
De Tracia las escuadras vencedoras,
Los medos, que se esmeran
En los ricos carcages, igualmente,
En medio de la lid, la paz esperan.
Todos suspiran Grospho por la vida,
Que juzgan asistida
De un poseer el bien tranquilamente:
Mas sta no la compra, ni el tesoro
De las perlas, la prpura, y el oro.
Porque no las riquezas,
[p. 47] Ni el Consular Macero,
Apartan el tropel rudo, y grosero,
Con que al nimo invaden las tristezas,
Ni tanto inquieto msero cuidado,
Que vuela en torno de arteson dorado.
Poco le basta (y vivir dichoso)
Al que ve relucir el heredado
Salero, sobre mesa, a quien abona
El manjar, que prepara apetitoso
La templanza feliz, que le sazona,
Y a ste no rompe el apacible sueo
De la avaricia, o el temor, o el ceo.
De qu sirve formar bastos proyectos
Para una breve vida? Qu consigue
Quien muda clima, o quien la patria deja,
Si de s no se aleja?
Con l se embarcan prontos sus afectos,
Con l la guerra sus cuidados sigue
Ms veloz que los Ciervos corredores,
Y con fuerzas al pecho superiores
Le impele como el viento
Lleva las naves rpido y violento.
Alegres, pues, con el gozar presente,
Sobre el futuro sin formar deseo,

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Endulcemos serena y firmemente


La comn amargura,
Si no ha de hallarse tan cabal empleo
Donde el mal no se mezcle en la ventura.
Llev la muerte intempestiva a Achiles:
Gastaron a Titn muchos Abriles;
Y a m tal vez un favorable instante
Me franquear lo que en prolijos das
Se neg de su anhelo a las porfas.
T de rebaos ciento ves vagante
La dcil plebe por el propio prado:
Las Vacas sicilianas a tu lado
Alternan el mugido:
La Yegua que te sirve en la carrera
Relincha con fogosa lozana;
Y en tu rico vestido
Desdeas por grosera
Lana que doble prpura no engra.
A m con intencin beneficiosa
La parca no engaosa
Me di un pequeo campo, y algn leve
Genio a las Musas lricas, que aprecio;
[p. 48] Y sobre todo el general desprecio,
Que el torpe vulgo a mi concepto debe.

Est mihi nonum.Od. 4, 11

Philis ma, un tonel tengo de vino


De Alba, que ya pas de nueve hojas;
Mi Huerto abunda de Apio, y se previno
De Guirnaldas; y para que escojas
Verde yedra hay tambin en abundancia,
Que no ignoras cun bellos
Parecen con su adorno tus cabellos.
En mi dichosa estancia
Por todas partes brilla
La abundante vajilla:
Y de casta verbena coronada
El Ara espera verse salpicada
Con la sangre caliente
Del cordero por vctima inocente.
Todo est en movimiento
Aqu, y all criadas y criados
Se mezclan, y trabajan afanados:
Sube el humo violento,
Y denso se derrama

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En los estremos de la ondeante llama.


Mas porque entiendas para qu festejo,
O Philis, te convido,
Sabe que este cortejo
Es de Abril a los Idus dirigido,
Da que el mes divide,
Mes, que Venus Marina le preside.
Para m mas solemne, y ms sagrado
Casi que el de mi propio nacimiento;
Porque desde l numera sin engaos
Mi Mecenas el curso de sus aos.
Pero sabe tambin que el Joven que amas,
Thelepho, de otros ojos
Felices ms que no los tuyos prueba
Las poderosas, y agradables llamas;
De donde no es factible que se mueva,
Dulcemente rendido a sus despojos.
Srvate de escarmiento
La esperanza ambiciosa de Phaetonte,
Cuando qued abrasada:
Y de grave ejemplar que hallase asiento
Un humano cual fu Belerophonte,
[p. 49] Del volador Pegaso conducido
Sobre la espalda alada
En caballo terreno convertido.
Y as porque se cia tu deseo
A lo que pueda ser correspondiente,
No a desigual empleo
Tu vanidad te aliente:
Mi amor Philis admite,
Por fino y por el ltimo en mis aos:
Mis dulces versos con tu voz repite
Como Telepho a ti los desengaos,
Que con tal armona
Hars que pause la tristeza ma.

Intactis opulentior. Od. III, 24

Aunque el ms rico, y lleno,


De Arabia, y India tengas
Los tesoros intactos, y escondidos,
Y ocupes las orillas
De ambos mares Adritico, y Tirreno
Con las fbricas grandes, que prevengas;
Si los Hados tal vez endurecidos
Contra tu orgullo enconan sus rencillas,

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Ni el miedo eximirte
Podrs, ni de la muerte redimirte.
Los Scytas, y Getas vigorosos
Son ms felices, tras de s llevando
En carros sus porttiles viviendas:
La divisin de tierras ignorando,
Los cetros ambiciosos,
Las indignas contiendas
Sobre hacer propio el pan, u otro alimento,
Que en comn goza cada cual contento.
Al campo slo un ao dan cultura;
Y cuando el uno acaba su tarea
Otro le sustituye, que apresura
El trabajo gustoso en que se emplea.
All de la Madrastra el cierto agrado
Es consuelo seguro al entenado.
Por la dote la esposa
No gobierna al marido;
Ni en el Galn adltero se fa.
Dote es la ms grandiosa
La virtud, que a los Padres ha debido,
Y el amor conyugal, la fe inviolable
[p. 50] Con que de otro cualquiera se desva:
Porque es inescusable
Si lo contrario hiciera
Que el precio del pecar la muerte fuera.
Si es que hay entre nosotros quien intente
Los estragos impos,
Las civiles querellas
Quitar, y que la gente
A sus deseos pos,
A sus gloriosas huellas
Levante estatuas, y si ms las mide,
Por Padre de la patria le apellide,
Haciendo que su nombre
A la futura edad guste y asombre:
Procure refrenar con fuerte mano
La indmita licencia al pueblo vano;
Porque es tal (oh dolor!) nuestra injusticia
Que la virtud del vivo despreciamos,
Y con doble malicia,
En el muerto no ms la celebramos.
Mas para qu es quejarse,
Si no se desarraiga
La infame culpa con atroz castigo?
Cmo ha de aprovecharse

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La ley sin las costumbres, y que traiga


En tal apoyo su mejor abrigo?
Ni la parte del mundo a quien abrasa
El sol, ni la que hiela
El Boreas contrapuesto,
Sin que la huelle el Mercader se pasa:
Y al escollo funesto
Burla el Piloto con la diestra vela.
Es la necesidad oprobio grave,
Y por huirla en cualquier pecho cabe
Hacer, o tolerar aun lo que ofenda,
Y hasta dejar de la virtud la senda.
As si pretendemos
Quitar materia al vicio;
Sean el oro, y Joyas sacrificio,
Que al capitolio agrade;
O al mar las arrojemos,
Que el aplauso lo pide, y persuade.
Y si es que arrepentidos
De veras deseamos
Las causas arrancar, que experimentamos
Ser la ruina fatal de los sentidos,
[p. 51] Ni aun la raz se deje;
Y porque ms se aleje
De inficionar la Juventud, copioso
El estudio la forme riguroso.
El ilustre Mancebo torpe ignora
El arte de montar; teme la caza:
Diestro en los juegos de que fu inventora
La Grecia, slo abraza
El tirar de los dados,
Por nuestras leyes con razn vedados
Para tal heredero
Perjuro el Padre rompe los contratos,
Y aun al husped engaa difidente;
Pero por ms que aumenta su dinero
Con tan injustos tratos,
En que algo no le falte no consiente.

Beatus ille. Epod. 2

Dichoso aquel que lejos del enfado


De los negocios, vive dedicado
De su paterno campo a la cultura,
A imitacin de la primera gente,
Limpio de toda usura:

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No le despierta, no, como al guerrero


El son horrendo de marcial trompeta:
No el mar enfurecido, e inclemente
Le asusta, o bien le inquieta:
Evita s con nimo sincero
Los bullicios del foro, y los fatales
Magnficos umbrales
De dueo poderoso,
Slo cortejador de su reposo
Tal vez dirige de la vid copiosa
Con mano cuidadosa,
El vstago ms fuerte,
A que trepe enredado
Por el olmo elevado,
Tal vez gozoso advierte
A sus vacas distantes
En el valle escondido
Pacer alegres, y mugir errantes.
Ya tambin con la corva podadora,
Del rbol mal nacido,
Despus que su atencin le considera
La intil rama su labor no indulta,
[p. 52] Por ingerir en l otra ms culta:
Ya en las limpias tinajas atesora
El jugo delicioso,
Que Abeja le rindi trabajadora:
O el velln de la oveja provechoso
Esquila blandamente,
Porque del peso mejorada aliente.
Cuando el risueo otoo manifiesta
El verde seno, y la humida cabeza
Levanta, de mil frutas adornada,
No menos que sabrosa sazonada,
Qu gusto no recibe al ver la cesta,
De mimbres trabajada,
Con la pera que debe a su destreza
El ingerto dichoso;
Y el racimo que excede o se avecina
Al color de la prpura costoso?
A ti Priapo, a ti los sacrifica,
Como a Silvano Dios, como a tutela
De los trminos po los dedica.
Si acaso quiere al pie de antigua encina,
O en la grama, difcil de arrancarse,
Tranquilo recostarse:
El salto en que desliza un arroyuelo

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Sobre florido suelo:


De las aves el dulce, y triste canto
Con que se quejan alternadamente:
(Tanto puede amor tanto!)
Y el sonoro murmullo de una fuente
Por entre blancas guijas continuado,
Todo concilia un sueo sosegado.
Cuando el lluvioso invierno macilento,
Con nieve, escarcha, y viento
Que desgrea los campos ateridos,
Hace molesta la estacin, guiando
Va los lebreles, suelta la trahilla,
Con voces, y ladridos
Diligente acosando
Al colmilludo Jabal, que queda
Despojo de la trampa que le enreda:
Y si no suavizando la tarea,
Sutiles redes tiende
Sobre delgadas varas, donde sea
Burla el goloso Tordo, que se prende,
O a la liebre ligera
A veces corre por el campo llano:
[p. 53] O atada en lazo Grulla pasagera
Se premia la fatiga por su mano.
Quin entonces de amor no olvidara
La pasin, la inquietud, y tirana?
Si acaso es tan dichoso que consigue
Vivir con casta esposa,
Que fina, y cariosa,
A ms del suave conyugal cortejo,
Parta el afn, que es fuerza que fatigue,
Ya de su casa en el puntual manejo,
Ya en la crianza de los dulces hijos,
Unos y otros, cuidados bien prolijos,
Si obra cual la sabina:
Si a competir se inclina
Con la fiel, laboriosa
Moradora de Apulia, a quien la estiba
Fuerza del sol el rostro ha oscurecido,
Que con maa oficiosa,
Cuando sudando arriba
El cansado marido,
Arrima lea al fuego,
Y al alegre rebao
Encierra en el redil: pasando luego
Las pinges Vacas a ordear sin dao,

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Y que con pronta singular limpieza


Comida no comprada
Sin melindre adereza;
Sirviendo el fresco vino,
Que guard la bodega bien cuidada.
No fuera para m ms delicioso
Que tan frugal regalo
El del lago Lucrino;
Sus ostras digo, o bien caro robalo;
O el pescado sabroso
Que abundante produce
El mar Carpacio, si es que por ventura
Sobre nuestra ribera
Alguna honda dichosa le conduce.
Ni tampoco igual gusto me asegura
La Gallina Africana,
O el francolin precioso, y esquisito,
Como del rbol mo
La aceituna escogida:
La malva al cuerpo acomodada, y sana,
Del campo ms vecino conducida:
La acedera propicia al apetito,
[p. 54] Y que fresca, y lozana
Crece en los prados, que indult el Esto:
O tierno Recental ya destinado
Al culto de las fiestas terminales:
O un gordo Cabritillo, que ha escapado
De los dientes fatales
Del lobo carnicero.
Qu inocente, qu amable complacencia,
Mientras dura tal cena,
De cuanto debe apetecerse llena,
Ver venir el ganado placentero,
Despus de bien comido,
A la dulce querencia:
Y del robusto buey el paso lento
Conducir sostenido
Sobre el cuello, que rinde al movimiento,
Como peso sobrado,
El peso cuotidiano del arado:
O ver tambin en limpio hogar sentarse
Gran nmero de esclavos, como gente
Que no puede escusarse
Dnde se ha de vivir cmodamente.
Esto dicho por Alphio el usurero,
Con tan puras juiciosas expresiones,

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Quin no creer despus de sus razones,


Que el aliento postrero
Quiere gastar en el campestre oficio,
Dado a la sencillez de su ejercicio?
Pues nada menos piensa; que antes mira
De todo su dinero hacer empleo
A trece de este mes: porque as aspira
A cebar su deseo,
Ganando en el primero del que viene
El crecido inters que ya previene.

Non ebur neque aureum Od. II, 18

No el artesn ebrneo, no el dorado


Vistosos resplandecen en mi casa,
Ni las vigas de Himeto: no el cortado
Mrmol para columnas elevadas
Las entraas del frica me ofrecen:
Ni el heredero soy no conocido
Que las regias moradas
De Athalo usurp: ni yo he tenido
Las clientes honrosas
[p. 55] Que me hilen oficiosas
Lana con que fabrique
Prpura, que a la toga se dedique.
Pero de buena fe, de fcil vena
El alma llevo llena;
Y aunque pobre con gusto generoso
Me busca el poderoso:
Por lo que contenido
Nada a los Dioses pido;
Y en un amigo, y una corta tierra
Todo el afn de mi anhelar se encierra.
T feliz avariento,
Jams te ves contento;
Sigue un da, a otro da
Una Luna, a otra Luna
Acrcase la muerte,
Y tu ambicin porfa
Con tarea importuna
En apurar los mrmoles, de suerte
Que labras casas cuando acierto fuera
Fabricar el sepulcro que te espera.
T al mar, que rompe en Bayas, solicitas
Poner freno en la margen que limitas,
Como si no bastase a tu avaricia

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La tierra firme que ensanchar codicia,


Y aun a ms se arrebata tu destino
Los trminos pasando del vecino,
Que por cliente tuyo
Piensas tener derecho al campo suyo.
Camina de su techo despojada
Pobre Muger, que sus Penates lleva
En el seno afligido;
Y por tu culpa el msero Marido
La sucesin amada
Tambin conduce, y sus angustias prueba.
Pues dichoso del siglo, no hay segura
Sino del Orco la mansin oscura,
Que igual al rico con el pobre encierra
Para qu es tanta tierra
Si alcanza igual medida
Al Rey, como al vasallo sin la vida?
Y en fin Carn inexorable, y feo,
No al oro se rindi de Prometheo:
Al infelice Tntalo detiene,
Y a cuanto herido de su culpa viene.
Slo al pobre, que supo sin reposo
[p. 56] Vivir en su trabajo riguroso,
Llmele, o no, no tarda
El darle paso al gozo que le aguarda.

Trojani belli scriptorem. Epst. I, 2

Mientras declamas, Lolio ilustre, en Roma,


Yo repaso en Preneste al grande Homero:
Aquel que mejor toma
El pulso a la virtud, el pulso al vicio
Que Chrisipo, y Chrantero:
Y si quieres saber por qu este juicio
Justamente he formado,
Oye, si no te ocupa algn cuidado.
La prolongada guerra que refiere,
Por el amor de Paris sostenida
Entre la Grecia, y Asia, nos demuestra
De Pueblos, y de Reyes
Ignorantes la clera encendida.
Quitar la causa quiere
Anthenor al estrago: mas siniestra
De Paris la pasin descubre leyes
Que oponer: discurriendo de este modo
Reinar solo, y vivir feliz en todo.

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Nestor prudente en componer se afana


De Agamenor, y Achiles el disgusto;
Mas como no se allana
La ira, en uno, y otro dominante;
Y aun en aquel tambin de amor el gusto:
Los sbditos padecen
Lo que los soberanos enloquecen.
Pasa ms adelante,
Y ejemplar til en Ulises pone
De lo mucho que pueden
La virtud, y prudencia.
Con los soldados que a su arbitrio ceden,
Ya vencedor de Troya se dispone
Para volver a Ithaca, vagabundo,
Corri sabio naciones diferentes,
Sus genios, y costumbres indagando:
Y en tanto que inclementes
Las ondas y trabajos le circundan,
Slo a su nimo grande no le inundan.
De las Sirenas el mentido canto,
Y de Circe los filtros, que ya oste,
Si de necio, o ansioso,
[p. 57] Con embeleso tanto
Como sus compaeros,
Lo hubiese admitido: habra triste,
Entre deleites torpes, y groseros,
Bajo la injusta meretriz quedado
En un cerdo asqueroso,
O en un inmundo perro trasformado.
Nosotros, que nacimos
A ser nmero slo, comedores
Intiles, seguimos
El infame modelo
De aquellos insolentes amadores
De Penlope: y somos en la vida
De Alcinoo a los vasallos semejantes.
Nuestro mayor desvelo
Es mirar por el cuerpo sin medida:
Dormir hasta que medie la carrera
Del Sol, y en los instantes
Que quedan hacer guerra
Con la ctara dulce a los cuidados,
Creyendo que as cesen dominados.
Levntanse de noche los ladrones
A degollar la gente; y es posible
Que nosotros en viles inacciones

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Detenidos, no demos
Seal de que a librarnos nos movemos?
Si te es apetecible
La salud, no con tedio
Rehuses el remedio;
Pues quedar algn da
Incurable la torpe hidropesa.
Si antes que raye el alba no tomares
Luz, y libro, y no entiendes
En el estudio, y en honestas cosas;
Despiertos te tendrn cuantos pesares
Trae el amor, o envidia,
De la vista pretendes
Las aristas sacar como daosas,
Y con fatal desidia
La cura se difiere
De lo que roe el nimo, o le hiere.
La mitad tiene hecho aquel que empieza:
Atrvete a saber: da el primer paso:
Que el que de vivir bien alarga la hora,
Al rstico parece, que tropieza
Raudal de agua no escaso,
[p. 58] Y aguarda si mejora,
Sin la vaga corriente, su camino;
Y es que ignorante y ciego no previno,
Que es su curso perene,
Y que de serlo para siglos tiene.
El dinero se busca, y la fecunda
Muger: rompe el arado
Las selvas; mas no debe lo que abunda,
Si lo que basta, ser ms deseado.
No la casa, la hacienda, los caudales
Curan al dueo enfermo, de sus males,
Ni al nimo las penas; pero sano
El poseedor podr gozarlo todo
Si pensare usar de ello con buen modo.
Los bienes en quien teme, en quien desea
Sirven como al bisojo la pintura
A la gota el fomento,
Y al que oye mal el msico instrumento.
El licor que se emplea
En el vaso no limpio, se corrompe
Con la misma amargura.
Despreciad pues los gustos,
Que los comprados con dolor y sustos
Perjudican. No rompe

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Jams el que es avaro su indigencia.


Corregid los deseos inhumanos;
Que la agena opulencia
Es siempre torcedor del envidioso:
Ni hallaron los tiranos
De Sicilia tormento
Mayor que el de la envidia. Quien juicioso
Sus iras no modere,
Slo el dolor espere
De haber pasado intrpido, y violento
La debida templanza,
Por el engao infiel de su venganza.
Es la ira un furor rpido, y breve,
Que el que en ella no manda
Es de ella dominado.
Rjala el freno, la cadena pruebe;
Que as el diestro bridn, cuando enseado
Solicita que el potro altivo sea,
Por donde quiere corre, vuelve, y anda.
Porque sirva en el monte es bien que vea
La piel del ciervo el cachorrillo en casa,
Que la ladre, y persiga.
[p. 59] De esta ciencia no escasa
Llena tu tierno corazn; y siga
Las mximas mejores
Tu pecho, oh Joven, si en mi aviso fas;
Porque por largos das
Conserva los olores
El vaso que los tuvo recogidos:
Que yo, vayas despacio, o ms violento,
Con mis pasos medidos
No he de ir ms deprisa, ni ms lento.
[Vid. H. E. I, 111 y II, 360 y 572.]

XXX. SENZ DE TEXADA, Juan Jos.Vitoria, 1730.

Arte Potica

Seminario Vicioriense. Contiene los preceptos todos de la gramtica methdica para las cuatro
clases de Mnimos, Menores Medianos y Mayores. Vitoria, 1730. 12.

XXXI. OLIVER, Antonio.Antes de 1751. (En Bover, Escritores Bal.)

Odas

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Poesas lricas de Q. Horacio Flaco, puestas en verso castellano.

Un tomo en 4. ms. que exista en la biblioteca del convento de S. Francisco de Ass de Palma, segn
Bover. (Escritores Balcares, II, 26.)

[Vid. H. E., I, pg. 119.]

XXXII. IRIARTE, Toms de.Madrid, 1777.

Arte Potica

El Arte poetica de Horacio o epstola a los Pisones, traducida en verso castellano por D. Toms de
Iriarte, oficial traductor de la primera Secretara de Estado y del Despacho, y archivero general del
Supremo Consejo de Guerra. Con un discurso preliminar y [p. 60] algunas notas y observaciones
conducentes a su mejor inteligencia. Con las licencias necesarias. Madrid, 1777, imprenta Real de
la Gaceta.

8. mayor. LIII + 72 + 57 pp.

[Vid. H. E., I, 115, y II, 362.]

XXXIII. LOZANO. Fr. Fernando.Sevilla, 1777.

Arte Potica

Traduccin del Arte Potica de Horacio, o Epstola a los Pisones, formada por el P. Fr. Fernando
Lozano, Maestro que fu de Latinidad, y Eloquencia en el Colegio Mayor de Santo Thoms de
Sevilla, y la dedica y pone a la sombra feliz y seguro asylo del inclyto Mecenas y muy ilustre seor el
Seor Don Nicols Francisco Christoval del Campo, Cuesta y Saavedra, Rodrguez de las Varillas
de Salamanca y Sols, &. &. Coronel de los exrcitos de su Magestad y del Regimiento Provincial de
Sevilla, primer Marqus de Loreto. En Sevilla: Por Manuel Nicols Vzquez y Compaa. Ao M.
DCC.LXXVII.

8., 38 hs. sin foliar y LXIII pginas.

Dedicatoria al Coronel Mecenas, que por lo visto haba sido discpulo del traductor:

Yo, tengo la fortuna de haber sido testigo interesado de los primeros vuelos que emprendi el
ingenio de V. S. sobre los rudimentos, y como a los atrios de la literatura. Tuve el honor de
interesarme por oficio en el cultivo de su talento, y habiendo sembrado en l las primeras semillas de
la Poesa Latina y belleza literaria, tengo ahora la satisfaccin de admirar en copioso y sazonado fruto
las grandes esperanzas que me hizo concebir en aquel tiempo la flor de su talento, de quien se puede
decir como del Nilo: que ninguno lo conoci pequeo. Creci l a beneficio de la exacta educacin
que debi V. S. a un Padre digno del nombre de Philosopho...

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Cualquiera que tenga el honor, que yo he tenido, de registrar y observar los preciosos Gabinetes,
Museos y Biblioteca, que sirven de teatro a sus felices ocios, podr juzgar si acert con el legtimo
uso y destino de su poder y nobleza; conocer que la riqueza y el buen gusto se empearon en
formarlo para honrar [p. 61] las Bellas Artes. Tambin los buenos libros, y muchos inditos selectos;
las abundantes y preciosas colecciones de pintura, en que compite la honestidad con la elegancia; la
Escultura; la Historia Natural en sus tres reinos; los curiosos inventos que interesan la Phisica y la
Chimica; el Monetario, aunqne incoado, copioso; los vestigios que dej para su memoria la ms
remota antigedad; las preciosas Mquinas que la moderna aprovechada experiencia ha sacado a luz,
para crdito de la verdadera Phsica, y registrar en el ms alto aprecio cuanto es til a el adorno y
cultivo de la humanidad. Finalmente all, como en un silencioso retiro del Parnaso (yo lo s, porque
V. S. ha permitido que lo entienda) ha sido y es V. S. visitado con galantera de las ms bellas Musas,
de cuyos regalos correspondidos con fidelidad darn testimonio sus Poesas Espaolas, dignas de
salir de la prisin en que las tiene su modestia.

Prlogo al que leyere...

Ha muchos aos que comenz esta obra por diversin y gusto, y por gastar con alguna utilidad los
pocos ratos, que me vagaban de las continuas tareas de mi empleo. Segu la versin, aunque
preocupado del temor y prudente recelo de no acertar, cuando suspend el intento con la
consideracin de lo arduo de la empresa, y de que la esterilidad de mi numen no podra sacar a luz
felizmente la fecundidad de conceptos y sentencias, que se encierran en el rico y precioso tesoro de
esta Arte, con la propiedad, natural viveza y hermosura, que se admiran en el Poeta Lrico, y con el
lleno de tanta y tan brillante erudicin. Animme, no osbtante, a proseguir y concluir la obra, la
instancia de ingenios de la primera nota, y de sugetos justamente aplaudidos en el teatro de la bella
literatura por su instruccin y habilidad. Estando en esta idea, vi sacar de las tinieblas del olvido y,
salir a la luz pblica, a beneficio y fatigas gloriosamente laboriosas de un Hroe famoso en las
Academias del buen gusto y dignamente aclamado por la excelencia de su noble talento, [1] la
traduccin de Vicente Espinel, que no tuve presente, ni aun noticia, cuyo relevante mrito en este
gnero es indisputable, y cuyos [p. 62] elogios, que se le tributan en el Parnaso Espaol, son debidos
de justicia. Usa este poeta del verso hendecasylabo, suelto o libre, para facilitar mejor la inteligencia
de los preceptos (que son veinte y nueve, y van marginados), sentencias y documentos morales, que
se atesoran en esta Arte. Yo hago la traduccin caminando por la estrecha senda de la assonancia del
verso octosylabo, por parecerme mas fluido, perceptible y sonoro, y no me desentiendo de que la
pretensin es casi inaccesible, y por mi cortedad insuperable. Tal vez me valgo de la Paraphrasi, para
aclarar la obscuridad del concepto y sentencia, por estar todo envuelto en una continuada Metphora,
con que adorn Horacio su Arte. He tenido la satisfaccin, para m muy lisongera, de haber visto
aprobadas las antecedentes ideas por uno de los famosos Escritores de nuestra Historia Literaria, el
Reverendsimo Padre Maestro F. Rafael Rodrguez Mohedano, bien conocido en la Repblica de las
Letras por su grande erudicin, exquisito gusto y selectsima crtica, cuyo nombre slo puede honrar
y ennoblecer la pequeez de esta obrilla. En el Parecer que sobre ella se sirvi dar, por splica que le
hize, este ingenio de primer orden, dice con elogio superior a mi ningn mrito:

La utilidad y nobleza de el original se comunica a la copia, y por este medio se hace accesible al
comn de los estudiosos. La presente traduccin, adems de la belleza del original, tiene sus
perfecciones propias. Usa (el Traductor) de la asonancia, y de un verso muy conveniente a la materia;

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pues lo preceptivo pide claridad y naturalidad, sin convenirle la magnificencia, adorno y boato del
Hendecasylabo, ms propio de la Poesa Epica. En esto, y en lo dems sigue a Horacio que us
diferente estilo y metro en sus Odes (sic), que en las dems Obras didcticas, en que da preceptos, ya
literarios, ya polticos y morales. Fuera de esto, sin dexar de ser fiel intrprete, no traduce servilmente
palabra por palabra. Como cada lengua tiene sus bellezas propias, y diferente gyro de expressin,
procurando alcanzar el sentido y exprimir la sentencia, hace hablar a Horacio en Espaol con
dignidad y decoro, no como algunos traductores, que por no observar esta regla, manchan el Idioma a
que traducen, dexando en la copia tales vestigios de la lengua original que viene a ser, no imitacin,
sino remedo. Por evitar este escollo [p. 63] y el de la obscuridad, usa tal vez de la licencia de la
Paraphrasi: y en todo resplandece la claridad y el carcter Espaol; no como en algunos dramas
franceses, donde se da tratamiento de Monsiures y Madamas a los Personages Griegos y Romanos,
sino con la moderacin conveniente de tiempo, lugar y personas. As es muy recomendable y til esta
traduccin.

Hasta aqu copiada una parte del Parecer tan erudito del Reverendssimo Padre Maestro. Mas con
todo lo expuesto, digo en verdad que si huviera tenido a la vista la traduccin de el clebre Espinel,
no me hubiera empeado en el arrojo de tomar la pluma, y me ahorrara de repetidos bochornos, que
me sacar con precisin a la cara el arrepentimiento; pues protesto con el candor que califica mi
genio, que vivo en la firme creencia de que soy el ms inferior de cuantos han cultivado el noble
terreno de esta bella literatura, y de que estoy muy lexos de quererme comparar con los grandes y
felizes ingenios de los Escritores antiguos y modernos que se han dedicado a la tarea laboriosa de la
traduccin, y han desempeado tan perfecta y admirablemente. Pero entre todas las de nuestra lengua,
resplandece y sobresale aquella Regia, incomparable y nunca bien aplaudida, por superior a toda
alabanza, traduccin de el Salustio, que ser con universal aclamacin inmortal monumento, y
prodigio inimitable a la posteridad. No obstante, atropellando por todo, sale la ma al Teatro de tantos
sugetos de exquisita erudicin, y juiciosa crtica, en trage de suplicante, rogndoles encarecidamente
que la miren con piadosa benevolencia, y la compassen cen la regla de la caridad Christiana.

Inc. Si un pintor quiere juntar


A una mugeril cabeza
Una cerviz de caballo,
Y poner plumas diversas,
Y entretexerlas de modo
Que siguiendo aquella idea,
Reunidos de todas partes
Los miembros de varias bestias,
Esta mujer peregrina
Y de una cara muy bella
En negro pez rematase
Con deformidad horrenda,
[p. 64] Convocados a mirar
Una figura tan fea,
Podris vosotros, amigos,
Contener la risa al verla?

Fin. Este tal, que va sin juicio

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Es como la sanguijuela,
Que no suelta o dexa el cutis
Si no est de sangre llena.

Toda la Epstola a los Pisones est traducida en un solo romance, seguramente de los ms largos que
existen en nuestra lengua, y tan prosaico y destartalado como puede juzgarse por la muestra.

De esta traduccin di buena cuenta D. Alberto Lista en el canto cuarto de su juvenil poema El
Imperio de la Estupidez (imitado de la Dunciada de Pope):

Despus con aire alegre se presenta


Un estpido extrao; al son save
De una vieja guitarra va entonando
En estilo de jcara, un romance
De ajusticiado. Al punto se le llegan
Mil y mil necios, y el romance compran,
Lo abren, lo ven, y el ttulo deca:
La Epstola de Horacio a los Pisones
Con alegre sonrisa el rostro baa
La Diosa, y as dice: Oh hijos mos!
Atended a los consejos de una madre.
Estos autores que los sabios llaman
Modelos del buen gusto, haced que brillen
Sin luz propia en ahorcadas traducciones.
Admirad, admirad el nuevo lustre
Que ha recibido Horacio; los poetas
Brillan ms cuanto ms los desfiguran.

El P. Lozano era tambin orador, y contra l van dirigidos, segn advierte Lista en una nota, los
siguientes versos del canto tercero del mismo poema:

Considera aun a aquel que en nuestros das


El genio de Demstenes y Tulio
Con oraciones brbaras ostenta
En la ciudad del Betis. Con qu noble
[p. 65] Sencillez los absurdos se deslizan
De su fecunda pluma! Qu dulzura
Se aplasta en sus perodos redondos!
Prosigue oh t!, Prosigue tus tareas,
Y los sabios admiren de un muchacho
La habilidad, que a declamar se pone
En alta voz las cosas que no entiende. [1]
[Vid. H. E. I, 118.]

XXXIV. PASCUAL, Miguel. (En Bover, Escrit. Bal. )1777 .

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Arte Potica

Suma del insigne arte de retrica, traducida de los ms clebres autores, a la que se aaden la
ortografa espaola y latina, elegancias latinas, Progymnasmas, y en fin la arte poetica de Horacio,
traducida en espaol.

Ms. muy abultado, todo de letra del autor.

Biblioteca Episcopal de Palma.

(Bover, Escritores Baleares, II, 65.)

[Vid. H. E., I, 119.]

XXXY FORS, Andrs, S, J.1782. (En Bover, Escritores Bal.)

Stiras y epstolas

Si el abate Andrs Fors, joven en quien las bellas letras compiten con un ingenio delicado y con un
finsimo juicio, contina la versin emprendida de las stiras y epstolas de Horacio, tendr la
Espaa en esta parte un intrprete superior de mucho a los traductores franceses e italianos.

P. Pou, Specimen, apud Bover, Escritores Baleares, II, 145.

[Vid. H. E., I, 118.]

[p. 66] XXXVI. ANNIMO (EL CONDE DE LAS CLARAS). Madrid, 1786.

Delicta majorum.Od. III, 6

Sin merecerlo t, Pueblo Romano,


De tus antepasados los delitos
Has de pagar en tanto que los templos
(Que tu poca piedad ha destrudo),
En tanto que las casas de tus Dioses
Que ya ruina amenazan, t ms po
No reedifiques, y sus simulacros
Sucios, y como el humo denegridos
No restaures. Si del Imperio gozas,
Sabe que es porque siempre a ellos sumiso
Estuviste. De aqu el principio toma;
Aqu refiere el fin de tus designios.
Su culto descuidado cuntos males
A la afligida Hesperia no ha atrado!

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De Moneses y Pcoro las tropas


Por una y otra vez han reprimido
Todos nuestros conatos e incursiones,
Que sin su auspicio habemos emprendido:
Y los Parthos ostentan sus collares,
Mezquinos antes, hoy enriquecidos
Con los despojos nuestros. Ocupada
En sediciones toda Roma ha sido
Por el Escita, diestro Sagitario,
Y la temible armada del Egipcio
Expuesta casi a su total ruina.
En maldades fecundos nuestros siglos
Lo primero de todo han matrimonios,
Linages y familias corrompido.
Y es la fuente de donde derivada
Toda calamidad, ya se ha extendido
Por todo el pueblo, y por la Italia toda.
De aprender gusta hoy bailes lascivos
La Romana doncella: a ellos adiestra
Todos sus miembros; un amor indigno
Desde su niez misma ya exercita:
Despus casada, en medio el regocijo
Del convite nupcial anda buscando
Adlteros ms mozos. Ni elegido
Alguno de ellos es, al cual conceda
Con apresuracin no permitidos
[p. 67] Y secretos favores: se da a todos:
Sin que pueda ignorarlo su marido,
En su presencia misma se levanta
Del Mercader llamada, o bien del rico
Gobernador de la Espaola nao,
Que compra a cualquier precio los delitos.
La juventud que enroxeci las olas
Con la Pnica sangre: la que a Pirro,
La que a Antoco el fuerte, la que al duro
Annibal venci; no; no haba nacido
De tales padres. Varonil progenie
De unos soldados era, endurecidos
En rsticas labores; enseada
La tierra a revolver con el sabino
Azadn: que tornaba del trabajo
Cargada de la lea que al arbitrio
De la severa madre haba cortado,
Citando ya el sol haba convertido
Las sombras de los montes hacia Oriente,
Y a los cansados bueyes, desuncidos,

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Y a los hombres, el tiempo del descanso,


Ausente ya su carro haba trado.
Mas qu no alteran los voraces das!
La edad de nuestros Padres, que ya ha sido
Peor que la de los abuelos nuestros,
Nuestra edad aun peor ha producido,
Y nosotros, despus, de dar habemos
Hijos aun todava ms perdidos.

Esta traduccin, que tiene rasgos muy valientes, sali a luz en El Censor (1786), tomo V, discurso
CIX, pp. 757-760.

No hemos podido descifrar el seudnimo del traductor, que dice hablando de su trabajo: He
procurado vestir el sentido, atenindome cuanto me ha sido posible a la letra; y la he hecho en versos,
que reconozco ser muy inferiores a los de la Stira publicada en su Discurso 99 (la primera de las de
Jovellanos), sino tambin con varios defectos contra las leyes de la versificacin. Pero esto no me
importa nada, porque no he tenido otra mira que facilitar a usted la comparacin entre la Oda y la
Stira.

[p. 68] [XXXVII.] ANNIMO. En el Correo de los Ciegos. Madrid.

Altera jam teritur. Ep. 16

En guerras arde ya la edad segunda


Y Roma por sus manos viene a tierra,
A quien la lid del Marso furibunda,
Ni el Porsena venci con dura guerra.

Correo de los ciegos; tomo VII, n. 368.

XXXVIII. ANNIMO.En Correo de los Ciegos Madrid,


1788.

Oh navis.Od. I, 14

Nueva infausta borrasca


Te engolfa al mar soberbio:
Y t, nave dudosa,
Sin ocupar el puerto?
No miras ya tus lados
Desnudos de los remos,
El mstil lastimado
Al impulso del viento,
Las entenas que braman,
Y que apenas gobierno

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Por falta de maromas


Tienes a tanto opuesto?
Maltratadas las velas,
Sin dioses que a tus ecos
En el mal oprimida
Te sirvan de consuelo:
Cuando quieras gloriarte
De que en un monte excelso
El elevado pino
Te prohij su esfuerzo,
Es un consuelo intil
Tan noble nacimiento;
Y por dems el nombre
Cuando no es de provecho.
En las pintadas popas
De fastuosos trofeos
Mal podr el navegante
Dar al temor aliento.
[p. 69] Si burla de Neptuno,
Y juguete de Eolo (?)
No quieres ser, oh nave,
Aprovecha este tiempo.
Un temor desvelado
Fuiste, ha poco, a mi afecto;
Y hoy no leve cuidado
Eres a mi deseo
De que evites el golfo
Que vomitando riesgos
Cubre Cycladas islas
De horror y de escarmiento.

Correo de Madrid, Tomo IV. En Madrid. En la Imprenta de Josef Herrera, 1789, p. 1.282. N.
correspondiente al 15 de novimbre de 1788.

XXXIX. ANNIMO (VICENTE M. SANTIBEZ?)Madrid, 1788.

Quem tu, Melpomene, semel. Od. IV, 3

A quien t de una vez, luego que nace,


Melpmene, mirares dulcemente,
Luchador no le hace
El Isthmico trabajo impertinente,
Ni en caballo veloz del griego carro
Lo har en el circo vencedor bizarro.
No el belicoso militar trofeo
Le muestra al Capitolio en alto brillo

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Coronado caudillo
Con verdes hojas del laurel febeo;
Porque desbarat con hechos tales
La hinchada pompa de amenazas reales.
Sino que el agua cristalina y pura
Que baa el verde Tboli frondoso;
Y la verde espesura
Del cabello que peyna el bosque umbroso,
Lo harn que deba a la apolnea idea
Le inspire versos de la musa Alcea.
La noble estirpe de la antigua Roma
Se digna colocarme sin desdoro
Entre el amable coro
De los ilustres poetas de su idioma;
[p. 70] Y ya con este honor tan eminente
Me muerde menos de la envidia el diente.
O Piride armoniosa, cuyo mando
Templa el sonido en la dorada lira!
O t, que en eco blando
Le puedes dar (si tu favor le inspira)
Canto de cisne liberal y agudo
Al escamoso pez prfugo y mudo!
Tuyo es todo tan prspero ornamento,
Y el mostrarme a su dedo el caminante
Por el que toco amante
De la Romana lira el instrumento.
Vivir, pues, y agradar, si acaso agrado,
Beneficio es tambin de tu cuidado.

Espritu, de los mejores diarios literarios que se publican en Europa, dedicado a los literatos y
curiosos de Espaa. Tomo II, nmero de 8 de marzo de 1788. (En el mismo nmero se contiene un
anuncio y breve elogio de las odas de Horacio traducidas en verso italiano por el Conde Gazolli.)

Juzgando la versin annima del Quem, tu, Melpomene, semel, dice Burgos en la segunda edicin de
su Horacio, II, 252:

El original dice en el primer verso semel, una vez, y el traductor de una vez. No se necesitan
comentarios para hacer ver la diferencia enorme que hay entre estas dos expresiones. Non labor
Isthmicus clarabit pugilem quiere decir: no ilustrar su nombre, obteniendo el premio del pugilato
en los juegos stmicos, es decir, no se dedicar a esta carrera. Y qu tiene que ver esta idea con esta
otra:

Luchador no le hace
El stmico trabajo impertinente?

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Y luego, qu construccin es, el stmico trabajo no le hace luchador? Por qu, adems, traducir el
labor por trabajo? Por qu decir trabajo en singular, cuando eran tantos y tan variados, los ejercicios
de aquellos juegos, y cuando el singular castellano, no tiene la significacin del latino? Por qu, en
fin, la insoportable calificacin de impertinente dada a este trabajo mismo? Toda la pieza est
traducida de la misma manera, a pesar [p. 71] de que uno u otro verso elegante y feliz hace sospechar
que era un poeta el traductor annimo.

[Vid. H. E., I, 128.]

[XL.] P. A. S. G.Madrid, 1788.

Integer vitae .Od. I, 22

En el Espritu de los mejores Diarios se public una versin de la oda Integer vitae, firmada con las
iniciales P. A. S. G.; suprmense en ella algunos eptetos del original tan expresivos como difciles de
interpretar sin que el pensamiento sea extrao u obscuro a primera vista; v, gr., el de aestuosas.
aplicado a las sirtes lbicas.

Fusco, el de vida justa


Y exento de mancilla,
No ha menester los dardos
De la nacin morisca.
..................................

Espritu de los mejores Diarios. 14 de abril, 1788.

XLI. DOMNGUEZ VENTURO, Francisco.Madrid, 1789.

Quis desiderio sit pudor. Od. I, 24

Qu dolor bastar a llorar la muerte


De cabeza tan cara? Melpomne,
T, a quien Jpiter di lquidas voces,
Inspira tristes cantos.
Quintilio duerme ya en eterno sueo!
El honor, la fe entera dulce hermana
De la justicia, y la verdad desnuda,
Vern otro Quintilio?
Muchos deben llorarle, mas ninguno,
Virgilio, ms que vos: en vano ay! tierno
Demandis a los Dioses un Quintilio
Que slo os confiaron.
Si vuestra voz ms dulce que de Orfeo,
Los rboles llevase a su sonido,
Vuestras splicas tiernas no animaran

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Aquella imagen vana,


PAG@72@ Que inexorable coloc Mercurio
Con su vara fatal entre los muertos.
Verdad cruel! mas la paciencia endulza
Los males incurables.
Memorial Literario. Febrero de 1789, p. 349.
[Vid. H. E. II, 576.]

XLII. DOMNGUEZ VENTURO, Francisco.Madrid, 1789.

Nullus argento.Od. II, 2

Contrario a los tesoros escondidos,


Salustio, no es el oro colorado,
Si no toma sus brillos encendidos
Del uso moderado.
Proculeyo que su caudal derrama
Entre hermanos con hechos paternales,
Ser llevado siempre de la fama
En alas inmortales.
Reinars tu codicia refrenando,
Ms que si Lybia y Cdiz te sirviesen,
Y que si acabas Cartagos dominando
Juntos te obedeciesen.
Crece el cruel hidrpico, e indulgente
En la sed, si advertido no pretende
Sacar del cuerpo plido y doliente
El agua que le ofende.
La virtud que a la plebe causa enfado,
A Phraates le niega ser dichoso
En el trono de Cyro colocado:
El ttulo glorioso
De Rey, diadema y lauro, solamente
Da la virtud a aquel, que no usurero,
Siempre mira con ojo indiferente
Los sacos del dinero.
Memorial Literario. Febrero de 1789, p. 350 .
[Vid. H. E. II, 576.]

XLIII. DOMNGUEZ VENTURO, Francisco.Madrid, 1789.

Quo, quo scelesti ruitis?Ep. 7

A d crueles vais? A qu en la mano


La espada infiel asida?

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...........................................................
[Vid. H. E. II, 576.]

[p. 73] XLIV. ANNIMO.Madrid, 1789.

Rectius vives. Od. II, 10

Navegars sin duda


Ms seguro, Licinio,
Si guiares tu nave
Con el timn medido,
Ni siempre en alta mar,
Ni cuando haya peligro
Tocando con la arena
La orilla del abismo.
Cualquiera que pudiese
Disponerla a su arbitrio,
Debe elegir su suerte
En un medio florido.
Ni se humille en la casa
Que muestre por resquicios
Menos luz que basura,
Ms vejez que sol limpio.
Ni se eleve a palacios
Que desde el frontispicio
Por blanco de la envidia
Desafan sus tiros.
Los hombres ms mirados
Padecen sus conflictos,
Porque no cesa el viento
De agitar los motivos.
Los empinados montes
De los rayos heridos,
Sealan los estragos
Que ocasiona lo altivo.
Las torres ms soberbias,
Siendo el caer preciso,
Caen con mayor dao,
Caen con mayor ruido.
Un corazn dispuesto
Con prudente juicio,
Ni se apoca en los males,
Ni es en el bien altivo.
El que nos da el invierno
No nos niega el esto:
Ni porque un da sea malo,

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Otro ser lo mismo.


[p. 74] Quien menos lo pensaba
Suele herir en lo vivo,
Porque el otro instrumento
Le incit con sus trinos.
Y no siempre est Apolo
Con el arco tendido,
Animando a las musas
Con sus ecos melifluos.
Ea, pues: animoso
Apareja tus bros,
Y en las glorias y angustias
Mustrate siempre invicto. [1]
Y t mismo prudente,
Si el viento es muy benigno,
Coge, la hinchada vela,
No te lleve a un bajo.

Correo de Madrid (o de los Ciegos). Tomo IV, p. 1.426. Nmero de 17 de enero de 1789.

XLV. FORNER, Juan Pablo.Madrid, 1790.

quam memento. Od. II, 3

Pues presa de la muerte


Has de ser, Delio, al fin, guardar procura
..............................................................
[Vid. O. H., pg. 59.]

Diario de las Musas de 2 de diciembre de 1790, p. 9. Poetas lricos del siglo XVIII, t. II, p. 298, col.
2.

Se public annima en el Diario, pero Forner la reconoci por suya en un catlogo autgrafo de sus
obras que existe entre sus papeles.

[Vid. H. E., I, 121, y II, 373.]

[p. 75] XLVI. ANNIMO. Diario de Valencia, 1790.

Quem tu, Melpomene, semel Od. IV. 3

LIRAS

Aquel a quien risuea,


Melpomene, al nacer hayas mirado

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Luchador denodado
En el Istmico juego no se empea,
Ni el alazn brioso
Lo lleva en griego carro victorioso.
Ni la marcial fatiga
Ciendo de laurel su noble frente,
Cual Capitn valiente,
Porque con brazo invicto la enemiga
Real altivez quebranta,
Al Sacro Capitolio lo levanta.
Sino que el bosque lleno
De espesas ramas, la sombra vega.
La corriente que riega
De Tvoli feraz el campo ameno,
Honor, gloria y estima
Le dar por la Eolia grata rima.
A m pues Roma afable,
Roma del orbe la imperial cabeza,
Me pone con franqueza
De los Poetas en el carro (coro?) amable,
Ni ya conmigo lidia
Con diente agudo tan mordaz la envidia.
O t, que templar sabes,
Discreta Musa, del marfil sonoro
Las dulces cuerdas de oro,
T que del Cisne los acentos suaves
Concederle pudieras
Al mudo pececillo, si quisieras:
A ti, Musa, se debe
Si me apellida el Lrico Romano,
Y por tal con la mano
Me seala al pasar la alegre plebe;
Si respiro, si agrado,
Todo lo debo a ti, t me lo has dado.

Diario de Valencia, 24 de julio de 1790.

[p. 76] XLVII. FERNNDEZ DE ROJAS, P. Juan (Liseno).Madrid,


1790.

Oh crudelis adhuc.Od. IV, 10

Oh t, joven esquivo, todava


De Venus con las gracias orgulloso,
Cuando impensadamente el cano pelo

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Sobrevenga a tu altiva lozana,


Y ese cabello ayroso
Que hora sobre tus hombros libre ondea,
Te se viniere al suelo;
Cuando el color que ahora desafa
A la encarnada rosa, se mudare
Y convirtiere en faz velluda y fea
El rostro del gracioso Ligurino;
Ay! cun otro, al espejo cristalino
Mirndote, dirs triste y ansiado:
Por qu no tengo ahora
La intencin que he tenido cuando nio?
O por qu aquella gracia encantadora
Y aquel vistoso alio
Del rostro, sin mancillas,
No tornan otra vez a mis mexillas?
Liseno.

Correo de Madrid (o de los Ciegos). Tomo VII, 1790, Pg. 128 Nmero correspondiente al
mircoles, 9 de junio de 1790.

[Vid. H. E., I, 119.]

XLVIII. FERNNDEZ DE, ROJAS, P. Juan (Liseno), O. S. A.Madrid, 1790.

Altera jam teritur. Ep. 16

En guerras arde ya la edad segunda,


Y Roma por sus manos viene a tierra,
A quien la lid del Marso furibunda
Ni el Porsena venci con dura guerra:
No de Spartaco o Capua la iracunda
Fuerza, ni el Saboyano infiel la aterra,
Ni el Germano azulado y furoso,
Ni Anbal, a los nuestros tan odioso.
PAG@77@Nosotros, mpia edad desventurada,
Su ruina emprenderemos, y su estancia
Ser otra vez de fieras ocupada:
El Brbaro (culpable tolerancia!)
Su fbrica hollar desmoronada,
Y esparcir furioso con jactancia
De Rmulo los huesos (mal cruento!)
A quien no alumbra el sol, ni toca el viento.
Qu medio para huir de tantos males,
Acaso preguntis? Oid atentos:

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Seguir a los Phoceos, que en iguales


Guerras con sealados juramentos
Dexaran la ciudad para brutales
Del Javal y del Lobo alojamientos:
Irnos donde el destino nos llevare,
O a do el Noto o Poniente nos llamare.
Os place mi sentir? o queda alguno
A quien mejor consejo le ocurriere?
Por qu al baxel no entramos de Neptuno?
Mas jure cada cual que cuando viere
Que los hondos peascos de consuno
Sobre su faz el agua mantuviere,
Volver; o cuando el Po lave al Marino,
O hacia la mar corriere el Apenino.
Volveremos si amor ms prodigioso
Con el Ciervo ayuntare al Tigre fiero,
O bese a la paloma el Milvo odioso,
O maye por leones el cordero.
Lancemos cuanto el paso embarazoso
De nuestra vuelta hacer pueda primero,
Dexemos los juiciosos tantas guerras,
Y habiten los cobardes estas tierras.
Vosotros, oh varones esforzados,
Traspasad de Toscana las riberas;
El Oceano aguarda. A los preciados,
A los dichosos campos, y hechiceras
Islas vamos a ser afortunados.
All el prado, la via y las higueras
Dan fruto sin cultivo, y abundosas
Las encinas dan mieles muy sabrosas.
Salta el agua del monte susurrando;
Por s sola se viene a ser castrada
La cabra, con sus ubres convidando;
Ni el oso gime al pie de la majada,
Cuando Apolo sus rayos va encumbrando,
Ni es la tierra de vboras hinchada;
[p. 78] Y admiraremos ledos y dichosos
Otros muchos regalos prodigiosos.
No el Euro con copiosos turbiones
Los Campos disminuye, o las semillas
Se abrasan con los ridos terrones,
Templndolos con altas maravillas
El Dios que fiel asiste a estas regiones:
El Argo no arrib en estas orillas,
Ni el Sidonio o Medea, ni la armada
Del destinado Ulises fatigada.

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Ningn contagio ofende a los rebaos,


Ni ardores de algn astro desmedidos;
Jpiter escogi libres de daos
Estos campos, al bueno concedidos,
Cuando del oro fiel los dulces aos
Con el bronce dex desconocidos:
Despus mand del hierro crudos tiempos,
Mas puede el justo huir sus contratiempos.
Liseno

Correo de Madrid (o de los Ciegos). Tomo III, pg. 127-128. Nmero correspondiente al mircoles,
9 de junio de 1790.

A esta y a otra traduccin del P. Fernndez (Liseno), de que hemos dado cuenta, precede esta
advertencia en dicho peridico: Entre las obras que el infrascrito erudito corresponsal, de quien hay
ya publicadas algunas en los tomos anteriores, nos ha remitido, publicamos al presente las siguientes
traducciones; de Horacio. Se halla en ellas bien explicado el pensamiento del poeta latino, y un verso
bello y nervioso. Estn hechas segn todo el estilo de Fray Luis de Len, sin que se pueda, a nuestro
parecer, objetarle otra cosa que con motivo del estudio de este poeta y otros de sus tiempos adopte
con bastante freqencia las voces antiqadas, que parece que hacen el estilo algo afectadillo por esta
parte. En todo lo dems vemos mucho gusto y no poca gracia.

[Vid. H. E., I, 119.]

XLIX, ANNIMO (P.).Valencia, 1791.

Quo, quo, scelesti. Ep. 7

Dnde, dnde corris precipitados,


Malvada gente? con encono altivo
[p. 79] Por qu de los aceros ya envainados
Volvis a armar el brazo vengativo?
Aun derram la guerra
Poca Latina sangre en mar y tierra?
Y no para que Roma al cabo viese
De Cartago envidiosa las almenas
Por las Romanas huestes abrasadas,
O arrastrando cadenas
El Bretn indomable
Por la Sagrada Va descendiese;
Sino para que Roma miserable
De sus manos airadas
Al rigor acabase,
Y el fiero Partho su rencor saciase.
Ni tuvo el lobo, ni el len sangriento

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Costumbre tan atroz; pues su braveza


Slo con otras fieras exercitan.
Acaso os mueve pertinaz fiereza,
O superior impulso violento,
O vuestros mismos vicios os agitan?
Qu decs? responded. Pero enmudecen
Y con el furor plido el semblante
Y el corazn herido, se entorpecen.
Es as: infaustos hados,
Y el fratricidio impo
Anima a los Romanos obstinados,
Desde que Remo po
Reg la tierra lastimosamente
Con su sangre inocente:
Por aos tan prolixos
Sangre funesta a Roma y a sus hijos.

Diario de Valencia, 9 de abril de 1791.

[L] MESA, Cristbal de.Madrid, 1793.

O navis.Od. I, 14

Oh nave, no te ves ya falta de una


Banda de remos?; fuertemente aterra
Al puerto y toma ya segura tierra;
Huye del mar la sbita fortuna.
Que si bien te cort prspera luna
En la Pntica silva spera sierra,
PAG@80@ No evitaste del pilago la guerra
Con tempestad cruel cuan importuna.
Rimas impresas. Madrid, 1793.
[Vid. H. E. I, 97.]

[LI.] MESA, Cristbal de.Madrid, 1793.

O navis.Od. I, 14

Oh nave, cuando el viento se revuelva


Teme del fiero mar nueva fortuna;
Ya basta una tormenta, basta una;
La tempestad del golfo no te vuelva.
No esperes que en astillas te resuelva;
Vlete de ocasin tan oportuna,
Que te alzarn las olas a la luna,

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Aunque nacida en frtil noble selva.


Rimas impresas. Madrid, 1793.
[Vid. H. E. I, 97.]

[LII.] GONZLEZ, Juan Gualberto.Sevilla, 1793.

Quis multa gracilis. Od. I, 5

Firmadas con las iniciales J. G. G., que corresponden al insigne humanista D. Juan Gualberto
Gonzlez, quien puso en castellano las glogas, de Virgilio, se public en el Diario de Sevilla, ao
1793, una traduccin de las odas V y XXIII del libro I. Adems hemos visto otra del Quis multa
gracilis (oda V, lib. I) hecha en romance de versos fciles y no indignos de su autor.

Quin es, hermosa Pirra,


El mancebito tierno,
Que de aguas olorosas
Rociado su cuerpo,
Sobre el lecho de rosa,
En oculto aposento,
Se enardece y te abraza
Con lazos muy estrechos?
..........................................

[p. 81] Yo ya de mi naufragio


He colgado en el templo
Una tabla pintada
Con el voto cumpliendo,
Y al Dios del mar he dado
Mis vestidos deshechos
Y que saqu mojados
De los pasados riesgos.

Diario de Sevilla 1793, n. 2. Por J. G. G.

Vitas hinnuleo me similis, Chle. Od. I, 13

Huyes de m t, Cloe,
Cual tierna ciervecilla
Que busca por los montes
A su madre perdida
Y se asusta del viento
Y de la selva misma,
Que sus pies se estremecen,
Su corazn palpita
Si se agitan las hojas

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Del aire sacudidas


O si el lagarto mueve
La zarza donde habita.
No te sigue mi anhelo,
Como len de Libia
O cual tigre de Hircania
Por quitarte la vida.
Y as, mi dulce Cloe,
No seas tan esquiva;
Deja a tu madre un poco,
Pues eres ya mocita.

Diario de Sevilla. Ao 1793, n. 25.

[Vid. H. E. I, 143 y 145 II, 416.]

[LIII.] GONZLEZ, Juan Gualberto.Sin l. y sin a.

Exegi monumentum. Od. III, 30

Ya monumento levant slido


Ms que de bronce: ms elevado
Que las egipcias regias pirmides:
Que a derruirlo, ni la intemperie,
[p. 82] Ni de Aquilones la saa fiera
Sean poderosas: ni de los aos
La serie innmera, ni la callada
Accin del tiempo. Cierto presumo
No morir todo; que mucha parte
De m sugeta, no est a la rgida
Ley de Libitina. Siempre recientes
Irn mis glorias acrecentndose,
En cuanto suban al Capitolio
Con el pontfice las castas vrgenes.
Donde el estrpito suena del Aufido,
Y do los ridos rsticos pueblos
Gobern Dauno, de humilde y msero
Rey poderoso, dirn que el prncipe
Soy de los lricos; yo que el primero
La patria ctara templ al unsono
Con la de Lesbos. Bien puedo ufano
Ir de esta fama debida al mrito.
Y t, Melpmene, cie benvola
Mi altiva frente del lauro dlfico.

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[Vid. H. E. I, 143 y 145, y II, 416.]

LIV. GONZLEZ, Juan Gualberto.Lisboa, 1857.

Rectius vives. Od. II, 10

Mejor, Licinio, irs ni siempre en alta


Mar engolfado, ni por miedo huyendo
De la tormenta, o la dolosa orilla
Muy acostado.
El que tranquilo en su mediana esfera
No va sus lares srdidos del humo,
Ni con envidia los dorados techos;
se es dichoso.
Al pino erguido agitan ms los vientos:
Con ms estrago las excelsas torres
Vienen al suelo, y en las altas cimas
Caen los rayos.
El feliz teme, espera el desgraciado
Cambios de suerte, apercibido el pecho:
Que si oscurece Jpiter el da,
l le serena.
No porque triste el mal presente lloras,
Que dure temas: la callada lira
[p. 83] Pulsa ya Apolo, ni tendido el arco
Siempre mantiene.
En la borrasca, firme y animoso
Varn te muestra; y si feliz navegas,
Amaina y cauto esconde los henchidos
Linos al viento.

Esta notable y exactsima traduccin en el mismo nmero de versos que el original, no figura en las
obras del eminente humanista D. Juan Gualberto Gonzlez. Se imprimi en la Revista Peninsular,
volumen II, Lisboa, 1857, typographia de Castro et Irmao, pp. 283-284.

[Vid. H. E., I, 143-145 Y II, 416]

LV. ANNIMO.Murcia, 1795.

Integer vitae. Od. I, 22

Traduccin con ttulo de Anacrentica, publicada en el Correo Literario de Murcia, tomo VIII, p.
101-102.

Fusco, el de vida justa

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Y exento de mancilla,
No ha menester los dardos
De la Nacin Morisca:
No del tirante nervio
Ni del carcax de Cipria,
Preado horror de harpones
Que basiliscos vibran.
Bien vaya por las sirtes
De la abrasada Libia,
O por el inhumano
Cucaso de la Scytia,
O en fin por los lugares
Que riegan cristalinas
Del fugitivo Hidaspes
Las fabulosas Ninfas;
Pues mientras a mi amada
Llage encarecida
Canto en la verde selva
De la regin Sabinia,
Ya sin tener cuidados
Salgo de mi alquera
[p. 84] Y al lobo hago sin armas
Que escape, y no me embista:
Monstruo cual no alimenta
Ni la frondosa encina
De la guerrera Daunia
Curso del claro Aufida,
Ni de Juba le engendran
Los arenosos climas,
Tierra madre de leones
Que en su aridez se cran:
Ponme en el campo helado
Del tramontano cimbra (sic)
Donde ninguna planta
Goza del aura estiva,
Playa boreal del mundo
Que molestar se mira
De los polares cierzos,
Nieblas y nieves fras,
O baxo el Delio carro
De la solar quadriga
En la abrasada zona
De habitacin esquiva,
Siempre he de amarte bella
Llage peregrina,
O bien benigna hables,

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O bien alegre ras.

Correo Literario de Murcia, que principi en 1. de. Septiembre. Ao de 1792. Sobre varios asuntos
correspondientes a la Poltica, Fsica, Moral, Ciencias y Artes. Otium sine litteris mors est. Tomo
octavo que comprehende Enero, Febrero, Marzo y Abril de 1795. (Vieta que representa una repisa
triangular sustentando un tintero, una buja, un libro y un jarro, y en cuyos vrtices, de derecha a
izquierda, se hallan las iniciales B. Z. M., que corresponden a los tres literatos murcianos redactores
del peridico: Bado (don Luis Santiago), Zamorano (D. Manuel Clemente Gonzlez) y Meseguer (D.
Francisco). Murcia: En la Imprenta de la Viuda de Felipe Teruel. Vive en la Lencera.

La coleccin completa de este raro e importante peridico consta de diez tomos y alcanza hasta
diciembre de 1795. Yo slo tengo los seis primeros; he visto los tres ltimos en la librera de mi
amigo el Conde de Roche (Murcia).

Hay una impresin anterior de 1788, aparecida con las [p. 85] iniciales P. A. S. G. en el Espritu, de
los mejores diarios literarios que se publican en Europa, nm de 14 de abril.

L.VI. ANNIMO. (B. M. A.).Valencia, 1795.

Intactis opulentior. III, 24

Parfrasis de la oda 24 del libro III de Horacio Flaco, en la qual reprehende los vicios de su siglo, y
propone el medio de remediarlos.

Aunque con ms haberes


Te halles que los intactos
Tesoros que poseen
Los rabes e Indianos,
Y ocupes con tu hacienda
Los cerleos espacios
De todo el mar Tyrreno
Y el Apulico vasto:
Si esto no obstante, fixa
Sus diamantinos clavos
La msera indigencia
Sobre el lugar ms alto;
Nunca del justo miedo
Se aparte tu cuidado,
Ni de la muerte cierta
Vivas nunca olvidado.
Los campesinos Scythas
Viven ms bien hallados
Fabricando sus casas
Sobre ambulantes carros:
Y los feroces Getas,

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Cuyos sin lindes campos,


Trigo y frutos les rinden
Al libre arbitrio humano.
No exercen el cultivo
Por mucho ms de un ao:
Y en llegando al fin de ste
Entra otro a reemplazarlos.
All, pues, la madrastra
Estima al entenado,
Que de su amada madre
El cielo le ha privado:
Ni la consorte rica
[p. 86] Rige al marido honrado,
Ni quebranta a su esposo
La fe y amor jurado.
Siempre fu el mejor dote
El honor heredado,
Y la castidad santa
Que en fuerza del tratado
Excluye desde luego
A otro varn extrao.
No pasa el adulterio
O con muerte es pagado.
Quien atajar quisiere
Los civiles estragos,
O quiera en sus estatuas
Que se vea grabado
De Padre de la Patria
El honroso dictado,
La indmita licencia
Vaya a enfrenar osado,
Hacindose famoso
En los futuros fastos,
Pues la virtud presente
Zelosos detestamos,
Y la encontramos menos,
Si ausente la miramos.
Quin tal maldad creyera
En corazn humano?
De qu sirven querellas
Si no se corta el dao?
De qu sirven las leyes,
Si el vicio est imperando?
Si ni en la zona ardiente,
Ni en el opuesto lado,
Donde la blanca nieve

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Todo lo est ocupando,


Dexa de entrar ansioso
El Mercader, buscando
Qu dar a la codicia
Que le est dominando
Y astuto el marinero
Vence el undoso charco.
Es el del hombre pobre
Afrentoso dictado,
Que a cometer obliga
Cualquiera desacato,
[p. 87] O a sufrir con tormento
El ser vilipendiado,
Si el camino no dexa
De la virtud, que es arduo;
O bien del Capitolio
Se suba a lo ms alto,
Donde las voces llaman
De nuestro honor y aplauso;
O bien al mar se arrojen
Las piedras, oro y mrmol,
Materias con las cuales
Nuestro pesar labramos.
Si se detesta el vicio,
Se han de arrancar de cuaxo
Las psims races
De la codicia y fausto,
Y en sus varoniles juegos
Hemos de exercitarnos;
Porque nos tiene el vicio
Bastante afeminados.
El noble e ilustre nio,
De la enseanza falto,
Ni es cazador, ni sabe
Tenerse en un caballo;
Slo es diestro en el juego
De la peonza o mallo,
O en cualesquiera otro
De fortuna, privado
Por las leyes que miran
Por el bien del Estado.
Siendo perjuro el padre,
Con sus viciosos tratos
Sacrifica al amigo
Engaa a su asociado,
Aprisa, y con usuras

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Dinero acaudalando,
Sin reparar que es todo
Para un hijo malvado.
De aquesta suerte se hace
Un caudal extremado;
Mas siempre nos parece
Que aun no tenemos harto.

Diario de Valencia, 9 de septiembre de 1795.

[p. 88] LVII. ANNIMO.Valencia, 1797.

Qui fit, Maecenas. St. I, 1

Parfrasis de la Stira Primera de Horacio Flaco a Mecenas, en que le dice: Que todos los hombres,
en especial los avaros, estn malcontentos con su suerte.

Mecenas, me dirs en qu consiste


Que nadie est contento en el estado
Y condicin que su eleccin, su suerte,
O su razn le tienen colocado;
Y que el del que distinto empleo exerce
Alaba e impaciente est deseando?
O afortunados Mercaderes! dice
Con tristeza el soldado veterano,
Agobiado del peso de sus armas,
Y de tantas fatigas abrumado,
En carrera tan larga y tan penosa.
O dichosos mil veces los soldados!
Dice ya el Mercader que sus baxeles
Por una tempestad ve destrozados;
Porque al fin son muy breves sus alarmas,
Pues si se ve a un ataque precisado,
Entre la muerte y entre la victoria,
Un momento decide de contado.
El abogado que a sus litigantes
Oye al amanecer que estn tocando
A su puerta por ver si prontamente
Lograrn de sus pleytos el despacho,
Incorporndose, y medio dormido,
Al Labrador envidia, sin embargo.
Cuando este Labrador se halla afligido
De una fianza que le obliga al pago,
Y a dexar la quietud de su alquera
Para ir a la ciudad; y est hecho cargo,

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Solos son los dichosos los que gozan


Del pasatiempo y del deleite urbano;
Si los exemplos que hay por este estilo
Se refirieran, se cansara Fabio,
Hombre el ms hablador que se conoce;
Pero para ahorrarte tan cansado
Y prolixo detalle, escucha atento
El concepto que yo me he figurado.
Si algn Dios a la tierra descendiese,
[p. 89] Y dixese: aqu estoy, id suplicando
Todo cuanto queris, pues indulgente
A complaceros hoy, aqu he baxado;
Y empezando a exercer beneficencia,
Le dixera ante todos al soldado:
T sers Mercader, y t que ahora
Te encuentras labrador, sers letrado:
Y que luego, id a Dios, dixera a todos,
Ya vuestras profesiones he cambiado
Segn me habis pedido y deseabais:
Gustosos estaris ya en vuestro estado.
Idos... mas qu... qu es esto? qu os detiene?
Ni ninguno se mueve, ni da un paso;
Antes bien estn todos todava
La pretendida dicha rumiando.
Y podr con razn Jove divino
Tan iracundo como soberano
Enojarse contra ellos, y mostrarles
Que no prestar odos tan humano
A lo que se le pida en lo futuro?
No ser este motivo bien fundado
Para que yo prosiga discurriendo
De estas cosas, rindome y burlando
De continuo, como hace el que refiere
Frvolas burlas y chistosos casos,
Aunque sean mis crticas mentira?
As como el Maestro cuerdo y cauto
Da a las veces a un nio algn barquillo
Para hacerle aprender con ms cuidado,
Y ms facilidad los rudimentos
De las primeras letras; as hablamos
Nosotros de las cosas importantes,
La moral con la chanza interpolando.
Aquel labrador, pues, embebecido
Con el continuo e mprobo trabajo
De sus tierras: aqueste posadero
Tan grande enredador: este soldado,

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Y este audaz marinero que est siempre


Los mares ms expuestos navegando:
Todos dicen que sufren los afanes
Y las penas continuas de su estado,
Con el fin de adquirir alguna hacienda
Con que pasar en paz, y descansado
La penosa vejez, segn la hormiga
Mostrndonoslo est todos los aos
Porque ella, aunque pequea y despreciable,
[p. 90] De economa al hombre le es dechado.
Trabaja este animal con su boquita,
Aumentando el montn que ya ha formado,
Presintiendo discreta lo futuro;
Pues en el punto que contrista Aquario
Con la lluvia, la nieve, y la intemperie
Los ltimos perodos del ao,
Se aprovecha de una hora favorable,
Y recoge y encierra con cuidado
En su almacn las prevenciones, y ella,
En su hogar y retiro subterrneo
Disfrutando, y comindose tranquila
Todo cuanto acopi por el verano.
La Hormiguita procede sabiamente,
Al paso de que en ti estoy observando
Que ni el Canicular con sus calores,
Ni el invierno con fros extremados,
Ni los peligros del salado golfo
Ni el acero ni el fuego pueden tanto,
Que aborrecer te hagan las ganancias,
Ni reprimir tu genio tan avaro,
Y esa sed insaciable de tesoros,
Pues ni hay inconvenientes, ni embarazos
Que no esperes t por ver si puedes
Impedir que otro sea afortunado.
T acumulas solcito riquezas
Sobre riquezas, y con gran recato
Las escondes, viviendo de continuo
Con el mayor temor y sobresalto
De que alguien las descubra. Y qu ventaja,
Ni provecho te sigue, mentecato,
De estas riquezas? Si te sirves de ellas,
Creers de que van ya de contado
A convertirse en nada, y si no quieres,
Disfrutarlas, qu cosa has encontrado
Tan bella en un montn de oro y de plata?
Si tus tierras te dieran cada un ao

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Cien mil fanegas de excelente trigo,


Podra caber ms en el espacio
De tu vientre que pueda en el del mo
Caber para el sustento necesario?
Te parece tendr la mejor parte
Entre una tropa y multitud de esclavos
El que les trae el pan que el que ninguna
Cosa hizo por ellos, ni les traxo?
Dime, pues, por tu vida, qu le importa
[p. 91] Al hombre que se ve ya limitado
Desde que naci al mundo con las duras
Y precisas urgencias el ser amo
De doscientas yugadas de labores,
O el formar de dos mil su mayorazgo.
El gusto de tener en abundancia
Un gnero que llega a andar escaso
Y por el que suspira el pueblo todo.
Si en el poco que tengo yo acopiado
Tengo bastante para mi alimento;
Por qu prefieres t tu extraordinario
Y abundante granero, a mis pequeos
Y precisos costales o canastos?
Si t necesitaras solamente
De un vaso de agua, y no de un grande jarro,
Diras: Quiero ms ir a buscarla
A un ro caudaloso y muy hinchado,
Que a una humilde y pequea fuentecilla?
Qu le sucede pues a los avaros
Que desean nadar en la abundancia?
Lo mismo que a los que a un ro inclinados
Para sacar el agua que desean,
La rapidez y el mpetu extremado
De la corriente los arranca y lleva
Junto con la ribera, y al contado
Se los traga voraz en su hondo seno.
Mas uno que practica lo contrario,
Reglando las urgencias que padece
A la escasez que le ha salido al paso,
Imita al que prudente se contenta
Con apagar su sed o su cansancio
En el ms despreciable riachuelo,
O en el arroyo que supera un salto,
Sin exponerse en l a beber agua
Cenagosa, o quedarse all anegado.
Mas a la mayor parte de los hombres
Les domina el furor ms insensato

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De acumular riquezas, y ellos dicen,


Con su pasin y vicio alucinados:
Nunca se tiene, pues, lo suficiente;
Porque en el da el hombre es estimado
A proporcin del tren y los caudales
Que posee. Y qu haramos de este rango
De gentes? Yo entiendo que el partido
Ms laudable ser el abandonarlos
A su desdicha, ya que de ellos mismos
[p. 92] Nace el quererse hacer tan desdichados.
Tal fu un cierto Ateniense, hombre muy rico,
Pero que fu con todo muy avaro,
Y se puso no obstante en el peligro
De ser de toda Atenas el escarnio.
El pueblo, pues, deca por las calles
Saca burla , y tambin me va silbando;
Pero yo en mi retrete y a mis solas
Me ro, lo celebro; y me complazco
De ver la dicha de que yo disfruto,
Mis talentos y escudos contemplando.
Tntalo sin cesar corre al alcance
Tras las aguas de un ro, y empeado
Est en cortarlas, si posible fuera,
Y sus corrientes detener. Reparo
Que rindote ests. De qu, te res?
Si de Tntalo t eres su retrato,
Y no te diferencias de este necio
Sino en que estn los nombres cambiados.
Puesta la boca abierta solamente
Sobre las tazas de oro que has labrado,
Aunque a costa de usuras y maldades,
Sin osar a tocarlas, con recato,
Como cosas sagradas, no las gozas
Ms que como un curioso est gozando
De sus pinturas. Quedas persuadido
Ya para lo que sirven los sobrados
Haberes y riquezas, y en qu forma
Debe de ellos usarse? Pon el cambio
Con pan, aceite, vino, con legumbres,
Y dems para el hombre necesario.
T el nico provecho que reportas
De tus riquezas es estar velando
Noche y da, aturdido y cuidadoso,
Por evitar el verte ya asaltado
De ladrones, ya de un cruel incendio,
Ya evitando te quiten tus esclavos

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Los talegos; si tanto pena un rico,


Yo pobre quiero estar y descansando.

AVARO

Mas si el fro que a veces se anticipa


La grande calentura presagiando,
O cualquiera accidente repentino
Te obliga a guardar cama, har al caso
[p. 93] Tener gentes que te hagan compaa,
Que te den un consuelo en tus trabajos,
Que te llamen al Mdico, y le empeen
A que ponga contigo su cuidado
Dndote la salud para consuelo
De tu familia e hijos tan amados?

HORACIO

Pues a ti tu familia te aborrece:


Ella quisiera verte ya enterrado;
Porque eres el horror de tus vecinos
Y de en cuantos contigo tienen trato,
Y hasta nios y nias te maldicen.
Qu, por ventura te has sobresaltado?
No hay ms natural cosa: Cmo quieres
Que ellos te amen a ti, mientras que avaro
Ames t solamente las riquezas?
Aunque naturaleza a ti te ha dado
Otros tantos amigos que parientes,
Mas hacer lo restante ya a tu cargo
Queda, si mantenerles y agradarles
Quieres; pues sabes t que los cuidados
Que t te tomaras, por lo mismo,
Intiles seran; y a pensarlo
Te reconoceras desde luego
Por el ms infeliz y desdichado
De todos los mortales. Mas yo espero
Que lmites pondrs al vicio insano
De tu avaricia: y puesto que ya tienes
Lo que tanto deseabas, no hagas caso
De ninguna otra cosa, ni te afanes
Slo por el reposo y el descanso.
Cuantos ms bienes tengas, menos debes
Creer que llegar puedes a estar falto
Del preciso sustento y la decencia,
Y no hagas lo que Umidio, que fu tanto

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El dinero que tuvo que a medirlo


Por fanegas lleg; mas tan avaro
Que en el vestido no se distingua
Del ms humilde y despreciable esclavo;
Y hasta el postrero y ltimo suspiro
Siempre temi de la hambre los estragos.
Mas la esforzada accin de su Liberta,
Con ms audacia y ms desembarazo
Que las griegas Helena y Clytemnestra,
[p. 94] De un golpe de cuchilla separando
Su cabeza del cuerpo, de tal peso
Aliger todo el consorcio humano.

AVARO

Pues qu partido quieres que yo tome?


Pretendes por ventura, amigo Horacio,
Que tan prdigamente viva como
En otro tiempo Menio y Nomentano?

HORACIO

T sigues solamente tu defensa


De uno en otro extremo declinando.
Yo no digo que prdigo te ostentes
Cuando te digo que no seas avaro,
Pues hay mucha distancia entre el carcter
De Tanais y el del padre mentecato
De Viselio. Porque todas las cosas
Tienen un medio, y ste es comparado
A un punto fijo del que no se puede
Declinar, pues, ni a uno ni a otro lado
Sin dar con el error y precipicio.
Mas ya se hace preciso que volvamos
Al mismo tema de donde salimos.
Es posible que no hay en todo el vasto
Distrito de este mundo, hombre menos
contento con su suerte que el avaro?
Y que se encuentra siempre ms ventaja
En el ageno que en el propio estado,
Consumindonos siempre con la rabia
De ver a otro mortal ms exaltado?
No pondremos, pues, nunca nuestros ojos
Sobre otros muchos de los ciudadanos,
Que aunque algo menos ricos y opulentos

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Son hombres de ms honra y mejor trato


Que nosotros, que sin cesar vivimos
Con la mayor zozobra, meditando
Por qu modo o camino su fortuna
Podremos estorbarles, y observando
La de otro cualquier para la muestra,
Como el mayor y ms fuerte embarazo?
Nosotros procedemos de igual modo
Que en la carrera el rpido caballo
Que intenta adelantarse a la carroza
[p. 95] Que le corre delante, y va araando
Sus vencedoras ruedas, del cochero
Experto en su manejo coadyuvando,
Vindose vencedor del que venca
Pasa por junto a l sin hacer caso
De sus furores, pues en un minuto
Les vence, y ya no teme sus contrarios.
De lo que nace que es cosa difcil
El que se encuentre un hombre en nuestro caso
Que diga que ha vivido felizmente,
Y que por bien vivido y empleado
D el tiempo que pas, y que dexe el mundo
Como dexa la mesa un convidado
Despus que de un opparo banquete
Se levant. Mas ya he moralizado,
O Mecenas, bastante esta materia,
La que mucho desficio (sic) te habr dado.
Ya acab de decir; pero temiendo
Que censures mi obra con enfado,
Y llegues a decir que la gabeta
Del zahiriente Crispn he saqueado.

Correo de Valencia. Nms de 2, 6, 13 y 20 de octubre de 1797.

LVIII. ANNIMO.Valencia, 1798.

Sic te diva. Od. I, 3

Nave, que mereciste se fiase


Para ser conducido
De ti, Virgilio: as te encaminase
La que es Reina de Gnido
Y de Chipre deidad bien poderosa:
As los rutilantes
Astros hermanos de la Helena hermosa,
Y el de los tumultuantes

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Choques del aire dueo, aprisionando


Los vientos que no sean
Los vendavales te fueren guiando
Y segn lo desean
Mis ruegos, restituye de la tierra
De tica salvo, y cuida
De conservar al que es mi media vida.
Valor y peto de tres dobles tuvo,
El que la nave frgil
Al mar terrible confiado hubo
[p. 96] El primero, y al gil
frico, Atleta de los Aquilones
No temi, ni espantaron
Las Hiadas lluviosas, ni impulsiones
Del Noto amedrentaron,
Viento tan dominante de las olas
De Adria, que el encresparlas
Tan a su arbitrio est como el calmarlas.
Qu gnero de muerte temera
El que con ojo enjuto,
Con la mayor frescura y valenta
Vi el escamoso bruto
Nadar, y al mar hinchado,
Y a la chimera, escollo abominado?
En vano la divina inteligencia
Dispuso no tuviesen
Las tierras entre s correspondencia,
Y que se dividiesen
Unas de otras, el agua interponiendo,
Si el perverso navo
Salva el terrible escollo y el bajo,
Y el hombre despechado
Pronto a sufrir, penetra lo vedado.
Osado el hijo de Japhet el fuego
Traxo al mundo robado
Del alczar celeste, y desde luego
La tierra este pecado
Pag con que la amarillez sobre ella
Y un extrao tropel
De males se esparcieron, y que aquella
Necesidad tarda
De morir abreviase paso y vida.
Vi Ddalo con alas que no fueron
Al hombre conocidas
Del aire el gran vaco: entrar hicieron
Las fuerzas desmedidas

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De Hrcules por el lgubre Aqueronte.


En fin, nada hay que sea
Difcil al mortal; aun hasta el monte
Olympico desea
Nuestra locura herir, no permitiendo,
Por nuestros atentados,
Que los rayos de Jove estn parados.

Diario de Valencia, 10 de noviembre de 1798.

[p. 97] LIX. ANNIMO.Valencia, 1798.

Delicta majorum.Od, III, 6

Parfrasis de la oda sexta del libro III de Horacio Flaco a los Romanos, en que demuestra que el
menosprecio de la Religin y la corrupcin de las costumbres, son las ncas causas de todas las
calamidades que haban afligido a Roma.

T pagars, Romano,
Aunque no has delinquido,
De tus antepasados
Las maldades y vicios,
Mientras que no repares
Los templos y edificios
Ruinosos, de los Dioses,
Con sus ennegrecidos
Simulacros,. del humo
E incendio embravecido
De la guerra intestina.
Porque ests sometido
A los Dioses superiores
Obtienes el dominio
De todo el universo;
De aqu traen principio
Tus prsperas empresas,
Y triunfos sucesivos.
Los Dioses despreciados
A Italia han oprimido
Siempre con muchos males.
Por dos veces vencidos,
De Pacoro y Moneses
La afrenta hemos sufrido,
Pues rechazar lograron
Nuestra embestida y bro,
Y alegres aun celebran

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El haber aadido
A sus pobres collares
Los refulgentes brillos
Del oro, y las preseas
Que nos haban cogido.
El Etope y Dacio
Hubieran destrudo
A la discorde Roma,
Si as hubiera seguido
[p. 98] Con las civiles guerras
Y males intestinos,
El uno, por su Armada
Terrible, muy temido,
Y el otro adelantado
En los flecheros tiros.
Fecundos de maldades
Nuestros funestos siglos,
Mancill de contado
Los tlamos ms limpios,
Las casas y familias,
El adulterio iniqo;
Derivado el estrago
De esta fuente, al proviso
Corri, e inund la patria
Y el pueblo pervertido.
La doncella ya adulta
Aprende con ahinco
Jnicas contradanzas
Por voluptuoso estilo;
Y ya en los tiernos aos
Sus miembros tiernecitos
Se amoldan y exercitan
Para adquirir ms brillo,
Y del Amor impuro
Su pecho es posedo.
La juventud procreada
De padres tan lascivos,
No ti el mar con sangre
Del pnico enemigo;
Ni venci al grande Anibal,
Ni al invencible Pirro,
Ni a Antoco el soberbio:
Tal gloria en otro siglo
A Roma le fu dada,
En el que fuertes hijos
De rsticos soldados,

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Hechos y endurecidos
En trabajar la tierra
Con azadn sabino,
Y a cargarse a la espalda
Por el orden prescrito
De su severa Madre
Los leos recogidos,
Al trocar Febo hermoso
Con sua diurnos giros,
[p. 99] Las sombras de los montes,
Y cuando al Buey uncido,
Y cansado, le quita
El yugo en que oprimido
Trabaj todo el da
Y con su fugitivo
Carreo, trayendo al pobre
Trabajador rendido
El amado descanso
Y el sueo apetecido.
Qu es lo que no consume
El tiempo y el destino?
La edad de nuestros Padres,
Peor, segn opino,
Que la de los Abuelos,
Sin disputa nos hizo;
Y nuestros descendientes
Ya amarn ms el vicio.
O tiempos ya pasados,
O venturosos siglos!

Diario de Valencia, 26 de febrero de 1798.

LX. ANNIMO.Valencia, 1799.

Oh navis. Od. I, 14

Oh Nave, a quien las nuevas


Olas te volvern al mar profundo!
Mas ay! qu es lo que pruebas?
Veloz ocupa el puerto tan fecundo:
Qu, no ves tu costado
De todo remo, o Nave, despojado?
Cul crujen las antenas!
Qu es del brego el mstil lastimado?
Que sin cuerdas, apenas
Las quillas sufrirn el mar airado?

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No tienes vela entera;


No Dioses a quien llames placentera.
Aunque pntico pino
Hijo de noble selva, t altanero
Te jactes de tu Euxino;
Ni en el linaje y nombre, el marinero
Temeroso en su va,
Ni en las pintadas popas jams fa.
[p. 100] Pues gurdate si quieres
Evitar ser juguete de los vientos;
T que la causa eres
De mi deseo, y que antes sentimiento
Me diste, y grande cura,
Las bellas Cycladas evitar procura.

Nota. Aunque esta oda se encuentra ya traducida por excelentes Poetas Castellanos, como
Almeyda, Snchez Brocense, Espinosa, Len y otros; con todo la rigurosa fidelidad de la presente
traduccin disimular, quiz en parte, la inferioridad de su mrito.

Diario de Valencia, 20 de febrero de 1799.

[LXI.] Z. A.Madrid, 1799.

Diffugere nives. Od. IV, 7

Huyeron ya las nieves y los campos


Brillan segunda vez con las doradas
Espigas y la grama; de sus hojas
Los rboles se cubren y la tierra
Toma distinta faz, y las corrientes
De los ros ya menguan
...................................................

Diario de Madrid. Septiembre, 1799. Por Z. A.

[LXII.] ALCOVERRO, Vicente.

[ Notas biogrficas sobre este traductor e informe de Moratn (D. Leandro), sobre sus
traducciones. ] [1]

DECRETO MANDANDO A MORATN EXAMINAR LA TRADUCCIN DE LAS ODAS DE


HORACIO DE ALCOVERRO.1800.

(Arch. Hist. Nac.Estado. Leg. 3.234.)

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(MINUTA)

Palacio, 25 de enero de 1800.

A D. Leandro Fernndez de Moratn.

El Rey quiere que examine V. S. los cinco cuadernos [p. 101] adjuntos de la traduccin de las Odas
de Horacio, que ha presentado D. Vicente Alcoverro, [1] y que diga V. Si si la halla digna de la luz
pblica. Dios guarde a V. S., etc.

INFORMES DE MORATN SOBRE LA TRADUCCIN DE LAS ODAS DE HORACIO DE D.


VICENTE ALCOVERRO.1800.

(Arch. Hist. Nac.Estado. Leg 3.224.)

Excmo. Sr.En cumplimiento de la orden de S. M. que V. E. se sirvi comunicarme con fecha del
25 del pasado, [p. 102] mandndome en ella que examinase la traduccin castellana de las Odas de
Horacio, hecha por D. Vicente Alcoverro, y que dijese si me pareca obra digna de publicarse, me
propuse emprender [p. 103] este examen; pero hall que desde los aos de 1796 y 98 tiene concedida
licencia del Consejo D. Gabriel de Snchez para imprimir dicha traduccin, la cual en aquel tiempo
fu vista y censurada de orden del mismo Consejo y se crey digna de la luz pblica. Todo ello
consta por las licencias originales que he hallado dentro de la misma obra, y no parecindome que el
autor pueda solicitar ms, teniendo ya cuantas facultades necesita para imprimirla, lo pongo en
noticia de V. E. para que, enterado de ella, se sirva decirme si gusta que le devuelva los cinco
cuadernos de la mencionada traduccin y la licencia del Consejo que vinieron adjuntas.

Ntro. Sr. gde. la vida de V. E. ms. as.Madrid, 2 de febrero de 1800.Excmo. Sr. Leandro
Fernndez de Moratn Excelentsimo Sr.D. Mariano Luis de Urquijo.

DECRETO DEL MARQUS DE URQUIJO

2 de febrero de 1800.

Como este hombre quiere dedicarlas a la Reina, diga Moratn si la traduccin lo merece. [p. 104]
INFORME DE MORATN

Excmo. Sr.Muy Sr. mo y de mi mayor respeto: He visto la traduccin de las Odas de Horacio
que V. E. se sirvi remitirme de orden de S. M. para que le informase acerca de su mrito y le dijese
si la crea digna de la luz pblica.

Examinada esta obra, que remito adjunta, con todo el rigor de una crtica escrupulosa, se hallarn
muchos pasajes del original mal entendidos por el traductor; unos son flojos, duros y faltos de
harmona, frases y palabras que descubren demasiado el pas en que se escribieron, confusin y
obscuridad en muchas expresiones, redundancia y pompa vana en lo que ms energa y concisin

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pide, estilo humilde y desaliado, no pocas veces. Las notas que acompaan a la obra, seran ms
tiles si en vez de reducirse las ms de ellas a la explicacin de voces mitolgicas, histricas y
geogrficas, que se hallan en abundancia en cualquiera de los comentadores de Horcio, se dirigiesen
a manifestar el mrito de este gran poeta, y explicar el artificio de sus composiciones, analizndolas
con el auxilio de la filosofa y haciendo ver la admirable estructura del mayor nmero de ellas;
modelos de perfeccin que no ha podido obscurecer el largo curso de tantos siglos.

A pesar de estos defectos, que he credo hallar, debo decir a V. E. que no me parecen tales que deban
impedir la publicacin de esta obra.

Nadie hasta ahora se ha atrevido a traducir completamente en verso espaol las Odas de este gran
poeta lrico latino, y aunque algunos de nuestros mejores poetas nos han dado en castellano una u
otra de sus composiciones, ninguno se ha juzgado capaz de llevar al fin la difcil empresa de
traducirlas todas.

Esta consideracin hace muy estimable el trabajo que ha tenido D. Vicente Alcoverro, y es plausible
atrevimiento el suyo; si se advierte que a l se le debe la primera traduccin en verso de las Odas de
Horacio, y que en ella, a pesar de algunos defectos, que ms prueban en favor del original, que en
descrdito de la copia, se hallan muchos pasajes felizmente expresados en castellano y dignos de la
aprobacin de los inteligentes.

V. E. que sabe lo que importa al progreso de las buenas letras, [p. 105] la continua lectura de los
poetas antiguos, conocer cunto es preferible el estudio de quien se dedica a ilustrarlos y hacer ms
conocidas sus perfecciones, que el de tantos escritores ignorantes, a quienes debemos la general
inundacin de libros intiles que no tenan ms disculpa de haberse escrito, que la de ser incapaces de
hacer otra cosa los que gastan su tiempo en tales frusleras.

Soy, pues, de opinin que la traduccin de las Odas de Horacio escrita por D. Vicente Alcoverro,
merece imprimirse, y ojal este ejemplo estimulase a nuestros buenos ingenios para que, publicando
otras ms dignas, obscureciesen prontamente el notorio mrito de esta

Dios gde. a V. E, ms. as.Madrid, 29 de marzo de 1800 . Excmo. Sr.Leandro Fernndez de


Moratn. Excmo. Sr.Don Mariano Luis de Urquijo.

[Vid. H. E., I, 133.]

LXIII. ANNIMO.Ms. en la Biblioteca Nacional.

Stiras

Muchas veces se han puesto en verso castellano las Odas de Horacio y su Epstola a los Pisones, mas
pocas sus Stiras y restantes Epstolas; bastante obscuras por estar escritas en un lenguaje modelo de
concisin y llenas de alusiones a costumbres e ideas de la poca, ofrecan no pocas dificultades; as
que hasta los ltimos aos del siglo XVIII solamente traducciones parciales se haban hecho. Una que
comprende todas las Stiras, y notable por cierto, se encuentra en la Biblioteca Nacional. [1]

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Ignoro quin la hizo; por estar acabada, segn parece, en Calatayud al comenzar el ao 1800 y decir
en el prlogo su autor que ya haba publicado las Odas de Horacio, pudiera atribuirse al extravagante
aragons D. Jos Mor de Fuentes, quien, en efecto, haba dado a la luz el texto latino de aqullas; sin
[p. 106] embargo, dudo mucho que Mor de Fuentes tuviese el buen gusto que resplandece en esta
versin. Hecha en variedad de metros acomodados al asunto de cada satira, bien interpretado
generalmento el original, en un lenguaje propio y castizo libre de latinismos, es comparable a la que
de D. Javier de Burgos public algunos aos despus. Algo redundante es a veces; as estas palabras
de Horacio (St. VIII, lib. II):

Sicut mihi numquam


ni vita fuerit melius

las traduce en los siguientes versos:

Horacio amigo
sinceramente y en verdad te digo
que cosa ms alegre y divertida
ni la he tenido ni tendr en mi vida.

Otras veces suprime lo que hay de obsceno y expuesto en trminos que hoy pareceran malsonantes.

El autor de esta traduccin dice en el Prlogo: Advierto a los lectores que en esta segunda parte de
la obra me he visto obligado a mudar de mtodo... reducindose a tres tomos solamente. En esta
segunda parte precede el texto de Horacio, igualmente correcto que en la primera; sigue luego la
traduccin y despus de sta, las notas. Calatayud, 9 de febrero.

STIRA I, 1

Cmo es, Mecenas, que en el propio estado


O que la suerte o la eleccin le ha dado
Ninguno est contento, y comnmente
Alaba al del empleo diferente?
Del peso de las armas oprimido
Y de largos trabajos quebrantado,
Oh feliz mercader, dice el soldado
El mercader al ver que enfurecido
Bate el Austro a su nave con violencia,
A la milicia da la preferencia,
Porque al fin, dice, al empearse el choque
Una hora la suerte del soldado
Decide, o bien le toque
Una alegre victoria o pronta muerte.
....................................................

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[p. 107] STIRA I, 2

Muri el cantor Tigelio y en su muerte


Llevaron los congresos de flautistas,
Mendigos, charlatanes
Con otros ganapanes de igual suerte,
Porque era hombre benigno y generoso.
Otro por el contrario temeroso
De pasar por un prdigo no quiere
Socorrer compasivo
Al amigo que de hambre y fro muere.
.....................................................

STIRA I, 3

Tienen el vicio todos los cantores


Que si a cantar alguna vez les ruegan
Sus amigos mayores
Siempre constantes a cantar se niegan.
Si empiezan sin rogarles los que asisten,
Es bien sabido que jams desisten.
As Tigelo de Cerdea haca
Aunque el Csar capaz solo a obligarlo
La amistad de su padre interpona
Y la suya jams pudo ablandarlo.
................................................

STIRA I, 4

Aristfanes, Eupolis, Cratino


Y otros poetas que inventores fueron
De la antigua comedia, al asesino,
Adltero y ladrn los describieron
Cual merecan serlo, y a cualquiera
Que infame por algn delito fuera
Al pblico exponan libremente.
En esto consisti todo el talento
De Lucilio; en seguir exactamente
De la antigua comedia el argumento
Ni otra diferencia
Que el variar en los pies y en la cadencia.
..................................................

STIRA I, 5

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Partiendo de la gran Roma


Y siendo mi compaero
El retrico Heliodoro,
[p. 108] Doctsimo entre los griegos,
Nuestra primera posada
Fu Aricia, pueblo pequeo.
Despus de breve reposo
Desde all camino hacemos
Para el mercado de Apio,
Abundante en marineros,
En hombres de mala vida,
En ladrones y en venteros
.......................................

STIRA I, 6

Por ms que entre los Lidios que vinieron


A establecerse en la regin Toscana,
Mecenas, nadie en distincin te gana,
Aunque a tu padre y madre precedieron
Tus dos abuelos, clebres campeones
Que, con gloria inmortal, nuestras legiones
Triunfantes condujeron,
No por esto te muestras arrogante
Ni tuerces el semblante
O miras con desprecio y descontento
A los hombres de obscuro nacimiento.
....................................................

STIRA I, 7

Cmo el mestizo Persio se ha vengado


De la ponzoa y lengua venenosa
De Rupilo de Roma desterrado
Llamado Rey; tan pblica es la cosa
Que no se halla barbero y legaoso
Que lo ignore. Era Persio poderoso;
Tena en la ciudad de Clazomenes
Mucho comercio y abundantes bienes,
Pero estaba enredado
En un pleito con Rey de mucho enfado.
.......................................................

STIRA I, 8

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Fu tronco de una higuera antiguamente,


Intil leo. Un escultor un da
Dud si de este tronco formara
Un banco o un Dios Priapo; finalmente
Resuelve hacerme un Dios. Ya en Dios formado
PAG@109@ En todas ocasiones
Fu el terror de las aves y ladrones.
Con la hoz mi derecho brazo armado
A los ladrones de el lugar ahuyenta
................................................

STIRA I, 9

Iba yo acaso por la sacra va


Y segn mi costumbre meditaba
No s qu de gracejo y alegra
Que todo el pensamiento me ocupaba,
Cuando al encuentro vi venirme un hombre
A quien slo conozco por el nombre.
Me coge por la mano;
Oh t, me dice, el hombre ms amable!
...............................................

STIRA I, 10

Pronunci, no lo niego, mi sentencia


Sobre Lucilio y digo nuevamente
Que estn sus versos faltos de cadencia,
Y que en otros corri muy velozmente,
Ni puede hallarse un necio partitante
Que no confiese esta verdad constante.
Pero aad tambin que sus escritos
Abundan en gracejos infinitos
Y que hicieron sus stiras gran fruto
En la ciudad de Roma; lo confieso;
Pero no se le debe dar por eso
De perfecto poeta el atributo.
..............................................

LIBRO II.STIRA I

HORACIO

Por sobrado mordaz e inobservante


De la ley de la Stira, quisieron

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Algunos reprenderme, y adelante


Pasando en su censura, pretendieron
Llamar mis versos faltos de energa;
Y que como los mos cada da
Cualquiera har mil versos fcilmente.
Dime, qu debo hacer, Trebacio?

[p. 110] TREBACIO

Abstente
De hacer versos satricos; reposa
..................................................

STIRAS II, 2

Cul virtud y cun grande, amigos, sea


La frugal vida (no es doctrina ma),
Ofelio lo ense desde una aldea,
Mi instruccin sin ms filosofa
Que un juicio exacto, un natural talento.
Aprendedlo, que un tal conocimiento
No se adquiere entre el vino y la opulencia
De los banquetes, donde los metales
Suelen con su exterior vana apariencia
Los ojos deslumbrar de los mortales
.................................................

STIRAS II, 3

Si eres en escribir tan flojo y lento


Que a comprar pergaminos en un ao
No llegas cuatro veces, slo atento
A corregir con un trabajo extrao
Tus escritos; si piensas solamente
En comer y en dormir y si te indignas
Contra ti porque tardo e indolente
Al pblico no ofreces cosas dignas;
Pregunto, de tus obras qu esperanza
Se puede concebir con tal tardanza?
..............................................

STIRAS II, 4

HORACIO

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De dnde vienes, dnde vas, oh Cacio?

CACIO

No estoy para perder el tiempo, Horacio.


Con empeo imprimiendo atentamente
Estoy ciertos preceptos en mi mente
Que en Platn y en Pitgoras no leo,
Ni en Scrates, de Anito un tiempo reo.

[p. 111] HORACIO

De haberte interrumpido
En tales circunstancias me arrepiento;
Lo confieso, hice mal; perdn te pido.
....................................................

STIRAS II, 5

ULISES

Respndeme, Tiresias a ms de todo


Quanto me has referido,
Dime qu arte usar, cul ser el modo
De reparar las quiebras que he sufrido.

TIRESIAS

Acaso, astuto Ulises,


No te basta, surcados tantos mares,
Que de Itaca otra vez las tierras pises
Y llegues a adorar tus patrios Lares?
....................................................

STIRAS II, 6

Un corto campo, un huerto y una fuente


Perenne de agua pura y cristalina
Deseaba poseer; benignamente
mucho mejor y con mayor aumento
Los Dioses me lo han dado; estoy contento.
Mercurio, hijo de Maya, slo os pido
La posesin pacfica de todo
Cuanto los Dioses darme se han servido.
........................................................

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STIRAS II, 7

DAVO

Seor, tiempo ha que no hago ms que orte


Gritar y darme avisos; yo quisiera
Tambin algunas cosas advertirte
Si el temor no me hiciera...

[p. 112] HORACIO

Eres t el que habla, Davo?

DAVO

S, seor, Davo soy, soy el esclavo


Ms adicto a su dueo.
Os sirvo con amor y con empeo;
Soy frugal cuanto basta y hago juicio
Que podr durar mucho en tu servicio.
...................................................

STIRAS II, 8

HORACIO

Dime, cmo la cena te ha gustado


Del rico Nacidieno? Yo quera
Que a la ma vinieras; te he buscado,
Pero al buscarte o que se deca
Que a un banquete despus del medioda
Te llam Nacidieno.

TONDANIO

Horacio amigo,
Sinceramente y con verdad te digo
Que cosa ms alegre y divertida
Ni la he tenido ni tendr en mi vida.
...............................................

[LXIV.] SENDA, Juan Carlos de la.Ms. en la Biblioteca Nacional.

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Odas

A pocas traducciones se habr aplicado con tanta razn la frase de que semejan tapices flamencos
por el revs como a las desdichadsimas que hizo D. Carlos de la Senda. En casi todas ellas aparece
mal entendido el pensamiento de Horacio y de tal manera, que en ocasiones provoca a risa; aquellas
palabras de [p. 113] Gratiae, decentes las traslada, o mejor dicho, las desfigura en estos versos:

Las Gracias con las Ninfas se conducen


Y en traje, aunque decente,
Menos molesto y menos ajustado
Bailan por todo el prado.

En ocasiones dice todo lo contrario del texto; el verso 4. de la oda Beatus ille:

Solutus omni fenore [1]

lo traduce:

...........no cuenta
Con prstamos a logro.

Esto no es verdad; el labrador vive feliz, porque est libre de usureros y no por abstenerse de prestar
dinero.

Nada hay de recomendable en estas versiones; el lenguaje es impropio, la frase desmayada y los
versos duros.

Entretenimientos poticos. Traduccin a verso castellano de algunas odas y otras obras de Horacio.

Su autor el Licenciado D. Juan Carlos de la Senda, abogado del Ilustre Colegio de esta Corte.

Letra del siglo XVIII 1 vol. en 4. Lleva a la conclusin extensas notas. Bibl. Nac. P. supl. 15.

O navis. Od. I, 14

Nave que me causaste


Alguna vez dolor y ahora cuidado,
No vuelvas al mar; baste;
Es posible que no has escarmentado?
...............................................

Eheu fugaces.Od. II, 14

Ah, Pstumo, los aos

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Se nos pasan y corren fugitivos;


Ni el vivir bien, los daos
Detendr de los tiempos vengativos;
[p. 114] No la vejez, las rugas, ni la suerte
Que ha de llegar de la impensada muerte.
Aunque todos lo das
Con sacrificio de trescientos toros
Y con splicas pas
Aplaques a Plutn, con tus tesoros
Nada conseguirs, y de su enojo,
Cual Ticio y Gerin, sers despojo.
...............................................

Diffugere nives. IV, 7

Ya las nieves huyeron y de yerba


Vuelve el campo a vestirse
Y a los rboles de hojas la caterva
Otra vez vuelve a unirse;
Trueca su faz la tierra y ya los ros
Aflojando sus bros
Empiezan a menguar y se reducen
A su antigua corriente.
..............................................

Idem

Huyeron ya las nieves y los campos


Brillan segunda vez con las doradas
Espigas y la grama; de sus hojas
Los rboles se cubren y la tierra
Toma distinta faz
....................................................

Beatus ille. Ep. 2

Feliz quien retirado de negocios,


Como la gente de la edad primera,
Vive labrando con sus propias yuntas
Las tierras heredadas y no cuenta
Con prstamos a logro; no se turba
Como el soldado oyendo la trompeta
...................................................

Quo, quo scelesti. Ep. 7

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Adnde, adnde os despeis, malvados?


Por qu se desenvuelven
[p. 115] Y a desnudarse vuelven
Los cuchillos y alfanjes ya envainados?
.................................................

Mala soluta navis. Ep. 7

Con feliz agero


A la vela se hace y deja el puerto
La nave que al testero
Lleva a Mevio hediondo como un muerto;
..............................................

STIRAS I - 9

Segn que lo acostumbro con frecuencia


Del Capitolio por la calle iba
Meditando entre m una menudencia
Absorto todo en ella; era festiva;
Llegse a detenerme un conocido
Slo en el nombre; mala vejez viva
............................................

LXV. F. L. Z. (ZAPATA, Francisco Luis.)Sevilla, 1803.

Tu ne quaesieris. Od. I, 11

No inquieras, Leuconoe,
Pues no es dado saberlo,
Qu fin a nuestros das
Las Deidades han puesto.
No curiosa consultes
Los nmeros Caldeos:
Empero sufre el hado
Favorable o adverso.
Bien vivas muchos aos;
Bien slo el crudo invierno
Que ora contra las rocas
Estrella el mar Tirreno:
Si eres sabia, en el vino
Sepulta el breve tiempo,
Que a largas esperanzas
No ha destinado el cielo.
La palabra en los labios

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Nos huye en presto vuelo


La esquiva edad, llevando
[p. 116] Tras s nuestros deseos.
Del placer fugitivo
Aprovecha el momento,
Y no crdula, esperes
El da venidero.

Correo Literario y Econmico de Sevilla, Tomo I, n. 27, correspondiente al sbado, 31 de diciembre


de 1803, p. 214.

Vid. H. E., I, 76.

LXVI. ZAPATA, Francisco Luis.Sevilla, 1805.

quam memento. Od. II, 3

Conserva en las desgracias


El nimo sereno,
Y en las prosperidades,
De torpe orgullo exento.
Ya la amarga tristeza
Ocupare tu pecho,
Ya en los festivos das,
En retirado lecho
De tierna grama, bebas
Exquisito Falerno
Que a los Dioses te iguale,
Has de morir, oh Delio.
Aqu do amiga sombra
Forma el lamo bello,
Con la del alto pino
Su copa entretexiendo.
Aqu do en afanada
Corriente, el arroyuelo
Por el prado serpea
Bullicioso y ligero:
Haz que traigan el vino,
Y olorosos ungentos,
Y delicada rosa,
Gala del campo ameno:
Ora que la fortuna
Brinda, y florido tiempo,
Y de las tres hermanas
Pasa el hilo funesto.

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Esa soberbia casa,


Esos parques inmensos,
Ay! dexars: la quinta,
[p. 117] Que su curso sereno
El roxo Tber baa,
Ceders a otro dueo.
Los bienes que allegaste
Gozar tu heredero.
Bien Inaco ennoblezca
Tus lares opulentos;
O bien plebeyo yazcas
Baxo el desnudo cielo,
Del Orco inexorable
Eres vctima, oh Delio,
Donde en veloz carrera
Nos arrebata el tiempo.
Est la fatal urna
Nuestras suertes volviendo,
Que ms o menos tarde
Lanzar de su seno,
Y una vez ay! lanzadas,
El Saudo barquero
Nos echar en la barca
Del eternal destierro.

F. L. Z.

Correo Literario de Sevilla, tomo VI, pp. 229-230 N. correspondiente al sbado, 7 de setiembre de
1805.

Vid. H. E., I, 76.

[LXVII.] PEDRUEZA, P.Sevilla, 1793.

Quem tu, Melpomene. Od. IV, 3

Aquel a quien risuea


Melpmene, al nacer, haya mirado,
Luchador denodado
En el stmico juego no se empea,
Ni el alazn brioso
Lo lleva en griego carro victorioso...

Diario de Sevilla. 3 de mayo, 1793.

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[LXVIII.] PEDRUEZA, P.Sevilla, 1793.

Quo, quo scelesti ruitis? Od. ep. 7

Dnde, dnde corris precipitados


Malvada gente, con encono altivo
[p. 118] Por qu de los aceros ya envainados
Volvis a armar el brazo vengativo?
Aun derram la guerra
Poca latina sangre en mar y tierra?...

Diario de Sevilla. 20 de mayo, 1793.

[LXIX.] PEDRUEZA Y GARITA, Mariano de la.Madrid, 1804.

Dianam tenerae. Od. I, 21

Tiernas y castas doncellas


Engrandeced a Diana
Con alabanzas perpetuas;
Y, oh mancebo, otras tantas
Al que con crinadas sienes
Preside a las Nueve Hermanas...

Ensayo de Poesa, Madrid. Por Cano, 1804.

Exegi monumentum. Od. III, 30

Ms duradera que el bronce


Una memoria acab
Y ms alta que de Egipto
Las pirmides tambin...

[LXX.] F. B.Sevilla, 1805.

Divis orte bonis. Od. IV, 5

De Dioses descendiente
Y del pueblo romano amable guarda,
Vuelve, vuelve impaciente
El pueblo y el concilio santo guarda,
porque le prometiste
Una temprana vuelta y no cumpliste...

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Correo literario de Sevilla. 14 de agosto, 1805, n. 196.

LXXI. BLANCO, Fernando.Sevilla, 1805.

Divis orte bonis.Od. IV, 5

A AUGUSTO

Le ruega que acelere su vuelta de las Galias. [p. 119]

De Dioses descendiente,
Y del Pueblo Romano amable guarda,
Vuelve, vuelve: impaciente
El pueblo y el Concilio santo aguarda.
Porque le prometiste
Una temprana vuelta, y no cumpliste.
Prncipe bondadoso,
Da a tu patria la luz que le has robado,
Y vuelve el rostro hermoso
Que cual la Primavera, al Pueblo amado
Luego que se presenta,
Con nuevo brillo el sol su luz ostenta.
Cual los ojos fixando
En la torcida playa, con lamentos
La madre va llamando
Al hijo, a quien los vientos,
Ms de lo acostumbrado,
Del patrio dulce suelo han apartado:
Y cree que no tarda
En sus votos y ageros confiada,
Y con ansia le aguarda:
As tu patria, en otro tiempo amada,
En dulce fuego ardida
Con ansia espera oh Csar! tu venida.
Ven, y vers cual pace
El buey seguro los hermosos prados.
El campo ya renace
Cultivado por Ceres. Aplacados
Los mares se navegan,
Y los hombres su fe ya no se niegan.
En la familia honrada
Ya no se ven las manchas vergonzosas.
La maldad desterrada
Por las leyes huy. La honra de esposas
Es del hijo el semblante.

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Tras la culpa la pena va constante.


Csar, si t nos restas,
Quin teme al Partho? quin al Cita helado?
Quin al que en las florestas
De la horrible Alemania fu brotado?
Y quin de hoy ms el fiero
Combatir cuidar del crudo Ibero?
Pasa el da ocupado
En sus colinas cada cual, y casa
Con el olmo acopado
La vid, y luego alegre viene a casa,
[p. 120] Y al fin de su comida
A que, cual Dios, asistas te convida.
Con ruegos reiterados,
Te invoca y honra con los puros vinos
Del vaso derramados,
Y a los Dioses que rigen los destinos
De Roma, respetuoso
Te une, cual Grecia a Alcides poderoso.
Oh Hesperia, tu ventura
Con el reyno de Csar larga sea!
Al nacer la luz pura,
Sobrios o ya beodos, si recrea
Apolo sus ardores
En el mar, estos son nuestros clamores.

F. B.

Correo Literario y Econmico de Sevilla, tomo VI, pp. 173-174. N. correspondiente al mircoles, 14
de agosto de 1805.

LXXII. IRIA.Madrid, 1805.

Quo, quo scelesti ruitis? Od. Ep. 7

Adnde, adnde caminis malvados


Por qu la diestra armada
La espada empua? En los vecinos prados
No miris derramada
La sangre Lacia ni la mar teida
Con la de vuestra patria all vertida?
Se encienden esos fuertes corazones
Con rabia tan furiosa
Por destrozar soberbios escuadrones
De Cartago envidiosa,

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O por traer al Britano vencido


Por el sacro camino escarnecido?
Ah! no, perversos; intencin maldita
Anima esos furores;
Perezca Roma, vuestra saa grita,
Alevosos traidores;
Perezca Roma, y con tan vil intento
Dan al voto del Parto cumplimiento.
Accin tan vil ni lobos carniceros,
Ni el fiero len saoso
Hicieron con su especie; esos aceros,
Es furor envidioso
[p. 121] O detestable rabia quien los mueve?
Quin tal delito a maquinar se atreve?
Callis, taimados; plido el semblante
Y la color mudada,
En varios pensamientos vacilante
Vuestra mente espantada,
Ni da disculpa, ni a abonarse atina;
Seal patente de intencin daina!
Su propia sangre derramar medita
Hoy la Romana gente,
Y su rencor incita
El exemplo de Rmulo inclemente,
Cuando empap su abominable mano
La tierra en sangre de su mismo hermano.

Traduccin remitida por su autor, que se firma Iria, al Memorial Literario, donde se public en 10
de abril de 1805.

[LXXIII.] CORRAL, Fr. Andrs, O. S. A.Sin l. y sin a.

Fr. Andrs Corral, insigne agustino de ltimos del siglo pasado y principios del presente, a quien
debemos el que se conserve el proceso original de Fr. Luis de Len, y hombre de criterio tan
independiente que present en las Cortes de Cdiz una Memoria defendiendo la abolicin del Santo
Oficio, tradujo varias odas de Horacio. Sus versiones son mediocres, pues aunque indudablemente es
cosa en extremo difcil trasladar a cualquier idioma tales obras maestras del lirismo antiguo, debiera
estar ms acertado al reproducir la mente de Horacio. As tenemos que en la Oda XXIV libro III,
traduce lo de:

Caementis licet occupes


Tyrrhenum omne tuis

diciendo:

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Cercars las campias abundosas


Que el mar Tirreno baa,

cuando no habla Horacio de campias cerradas, sino de soberbios edificios construdos en la playa,
que por hiprbole supone ocuparan todo el mar Tirreno.

[p. 122] Parcius junctas. Od. I, 25

Ya menos veces de las que solan


Los jvenes lascivos, Lidia vana,
En golpear porfan
Encontrando cerrada tu ventana,
...................................................
Cuando el deseo y el amor fogoso,
Que enfurece las yeguas comnmente,
En tu hgado ulceroso
Se cebe; cuando el Austro ms aumente
Sus iras con los cuartos mengantes
Con los viejos lascivos y arrogantes,
En una callejuela (poca cosa)
Llorars ........................

Martiis coelebs. Od. III, 8

Mecenas docto en dos lenguas


Llegas a notar, te admiras
Lo que hago siendo soltero
De Marzo el primer da?
Qu significan las flores
Y el vaso que incienso espira
Y el carbn sobre el ara,
Fbrica de csped viva?

Extremum Tanaim.Od. III, 10

Si en lo ltimo habitaras
De la Escitia en poder de un cruel marido,
A lo menos lloraras
De tenerme a tus puertas extendido,
Lice, a los regaones
Propios de aquellas fras regiones.
Oyes cmo retumba
Tu puerta de los vientos agitada,
Y cmo el bosque zumba,
Que tienes tu casa hermoseada

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Y las nieves cadas


Son por el aire en yelo convertidas.

Uxor pauperis Ibyci.Od. III, 15

Da fin ya a tu locura
E infames ambiciones, oh t esposa
Del poeta Ibicio; cura
[p. 123] Tu funeral y deja lujuriosa
De jugar con doncellas;
No le quites lucir a las estrellas.

Faune Nimpharum. Od. III, 18

Fauno lascivo amante


De las Ninfas que te huyen temerosas,
Benigno caminante
Anda ms heredades fructuosas,
Que estn a la abrigada,
Ni daes de mi cra la manada.

Intactis opulentior. Od. III, 24

Aunque tengas ms oro


Que la Arabia y las Indias poderosas
En su entero tesoro,
Cercars las campias abundosas
Que el mar Tirreno baa.

Parentis olim. Ep. 3

Si algn hijo inhumano


Tan horrendo delito cometiere
Que a su padre ya anciano
Del cuerpo la cabeza dividiere,
Dsele un ajo en pena
Pues ms que las cicutas envenena.

Quo, quo scelesti. Ep. 7

Dnde, dnde, malvados,


Os despeis, o por qu los aceros,
Que tenais guardados,
En las manos tomis? Por pareceros
Que poca sangre encierra

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Vertida del Latino mar y tierra?

LXXIV. ANNIMO.Valencia, 1815.

Quem tu, Melpomene, semel. Od. IV, 3

A quien t de una vez luego que nace


Melpmene, mirares dulcemente,
Luchador no le hace
[p. 124] El stmico trabajo impertinente,
Ni en caballo veloz del griego carro
Lo har en el circo vencedor bizarro...

Diario de Valencia, 13 de noviembre de 1815. Creo que es la misma publicada antes en el Espritu
de los mejores diarios literarios.

[LXXV.] BURGOS, Javier de.

[Informe del P. La Canal sobre sus traducciones de Horacio.]

Excmo. Seor:

Con fecha del 26 del pasado mes de Enero tuve el honor de recibir un oficio de V. E., con el que de
orden del Rey nro. Seor (que Dios guarde) me pasaba la traduccin de las poesas lricas de Horacio,
hecha por D. Xavier Burgos, para que dixese sobre ella lo que se me ofreciera y pareciera. Abandon
al momento por esta otra comisin a que en compaa del P. M. Fr. Antoln Merino se dign
destinarme S. M. hace dos aos, con el placer del que dexa montones de escombros por elegantes
edificios, y campos ridos por jardines amenos y encantadores; pues tales han sido siempre para m
las poesas lricas de Horacio.

Me sorprendi a primera vista la osada del traductor; porque no era fcil persuadirme a que en
nuestros das hubiese nimo para emprender y llevar al cabo una obra que arredr en el siglo de oro
de la literatura espaola a nuestros mayores ingenios. Algunos de stos hicieron ensayos de sus
fuerzas, pero abandonaron la empresa despus de traducir alguna otra oda de las menos difciles. Si
algunos demasiado satisfechos de s mismos la pusieron fin, fu sin gloria, por no decir con desdoro
suyo y mengua de su nacin y lengua. Mas est visto, Seor, que nuestro siglo es siglo de prodigios.
La despreciada Espaa ha sido el escollo en que se estrell el colosal poder del que con sacrlega
adulacin se llamaba omnipotente, y la misma despreciada Espaa, que la mordaz envidia agrega hoy
a las brbaras costas del frica, puede ya gloriarse de tener una traduccin de las poesas lricas de
Horacio que dexa atrs quantas han producido en tres siglos la Francia, Italia, Alemania, Inglaterra y
Polonia. Ya hace tres aos que el seor D. Felipe Sobrado, hoy dignamente miembro [p. 125] del
Consejo de Castilla, haba hecho hablar a Horacio en el lenguage culto y expresivo de las orillas del
Manzanares: pero contentndose con esto, dexaba que desear para la inteligencia del ms profundo de
los poetas, ni la juventud poda aprender a descubrir las bellezas del original para imitarlas, ni sus
defectos para evitarlos. Esta es una ventaja muy apreciable en la traduccin de un autor que forma el

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gusto y debe servir de modelo, y recomienda la traduccin del seor Burgos.

Su prlogo me parece una obra maestra y como de un sabio que ha estudiado y meditado por mucho
tiempo la materia de que va a tratar; y como segn Horacio.

Scribendi recte sapere est et principium et finis, era consiguiente que el traductor al desenvolver su
plan ostentase sin afectacin un lenguage castizo y flido, una expresin enrgica y precisa, y una
elocuencia que en expresin del citado Horacio solamente puede tener el escritor que ha ledo mucho
su materia. Con estas brillantes calidades da ideas exactas del mrito de las poesas lricas de
Horacio, del grande aprecio que han merecido a todas las naciones cultas, de los grandes obstculos
que ha tenido que vencer en su traduccin, de las leyes que se ha impuesto para ello, del influxo que
puede tener su trabajo en la formacin del buen gusto, de, las libertades necesarias que se ha tomado,
y en fin, de la modesta desconfianza con que queda despus de muchos trabajos y vigilias. La
traduccin de las odas me parece de un mrito superior. Reuniendo el estro potico del original a la
precisin del lenguage y a la valenta de la expresin, hace hablar a Horacio como hablara si
escribiese hoy a las orillas del Betis. Ni yo tengo el tiempo necesario para probar esto con exemplos,
ni V. E. para leerlos; pero basta leer la traduccin de la oda 1., a Mecenas, y compararla con la que
nos dex el Mtro. Fr. Luis de Len; la diferencia salta luego a los ojos del menos inteligente, que
votar en favor del seor Burgos. Otro tanto me atrevo a decir de las dems que he comparado con
varias versiones impresas e inditas de diversos autores castellanos.

Las notas tienen el mrito de aclarar los puntos dudosos de gramtica, geografa, historia, y
mitologa, sin aquella erudicin pedantesca que es tan ordinaria en los comentadores. Hace sobre
estos las observaciones ms juiciosas, y agradeciendo las luces [p. 126] que le han prestado, no por
esto perdona sus excesos en alabar o vituperar las bellezas o descuidos del autor original, Me parece
fina la crtica del seor Burgos, y particular su tino.

No por lo dicho tengo por acabada y perfecta su traduccin, y ni l tendr la temeridad de creerla tal
despus de la paladina confesin que hace en el prlogo, y que creo ingenua; pero es bien sabido lo
que dex escrito el mismo Horacio en su Arte potica:

Verum ubi plura nitent in carmine, non ego paucis


Offendar maculis, quas aut incuria fudit
Aut humana parum cavit natura...

El que quiera ser juez inexorable de las traducciones poticas, deca el Mtro. Len, pruebe primero
qu cosa es traducir de una lengua extraa en la suya, sin aadir ni quitar sentencia, y guardar quanto
es posible las figuras de su original, y su donaire, y hacer que hablen en castellano, y no como
estrangeras y advenedizas, sino como nacidas en l y naturales.

ltimamente, Seor, a m me parece que la traduccin sobre la qual se me manda informar, honra a
su autor, la lengua, y la nacin espaola.

Tal es mi parecer que sugeto gustossimamente a la alta penetracin de V. E. cuya importante vida
guarde Dios muchos aos.

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Madrid, 8 de Febrero de 1818.De V. E. humilde Capelln, Fr. Jos de la Canal, Agustino Calzado.

Excmo. Seor Ministro de Gracia y Justicia D. Juan Lozano de Torres.

[Vid. H. E. I, 136; II, 136 y 411.]

[LXXVI.] SOLS, Dionisio.Sin l. y sin a.

Dignas de alabanza son las traducciones que hizo D. Dionisio Sols, apuntador en el Coliseo de
Madrid y amigo del barba Pinto, quien le auxili cuando fu perseguido por Godoy, a causa de un
libelo que escribi contra ste. En casi todas ellas mostr discrecin y buen gusto no comunes y clara
inteligencia del texto. Teniendo en cuenta que las hizo cuando estudiaba Retrica en Sevilla, se ve
que con razn las elogiaron Forner y otros literatos del siglo pasado que las leyeron. Alguna hay
bastante floja (la oda VI, libro IV), muchos de cuyos versos son duros; otras veces [p. 127] contienen
latinismos, como la palabra vulto por rostro; otras est mal interpretado el texto, cual sucede en este
verso (oda 10, libro IV):

Insperata tuae quum veniet pluma superbiae...

traducido en estos dos:

Cuando la inesperada
Vejez viniere ms veloz que pluma.

La palabra pluma no tiene el significado que aqu se le da, sino el de bozo, que afeara el semblante
afeminado de Ligurino.

Vitas hinnuleo. Od. I, 23

Cual tierno cervatillo,


Que a la madre medrosa
Por los speros montes busca y llama
Y si en la selva hojosa
Suena algn cefirillo,
Vano temor en su alma se derrama,
Que su temblor arguye,
As Cloe me huye.

O Venus, regina Gnidi. Od. I, 30

Oh dulce Venus, reina en Guido y Pafos,


Tu amada Chipre prontamente deja
Y ven al templo, que Glicera aguarda
Quemando aromas.

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quam memento. Od. II, 3

Aprenda en la milicia, amigos mos,


El joven fuerte a padecer pobreza
Y a ejercitar sus bros
En contra el crudo Parto y su fiereza,
Y en brioso caballo
Aprenda con la lanza a derrotallo.

Iam pauca aratro. Od. II, 5

Ya las excelsas moles del arado


Dejan pocas yugadas al empleo,
Y los anchos estanques y extendidos
Ms que el lago Lucrino dilatado,
[p. 128] Por todas partes veo,
Y los olmos vencidos
Del pltano sern no maridado.

Cur me querelis. Od. II, 17

Oh caro apoyo mo,


Mecenas, y decoro,
Por qu, di, me dan muerte tus lamentos?
Ni yo ni el cielo po,
A quien humilde imploro,
En que antes mueras t, somos contentos.

Mercuri, nam te docilis. Od. III, 11

Mercurio soberano
Pues dcil Anfin a tus lecciones
Con canto sobrehumano
De Tebe levant los torreones
Y tu lira que sabes
Con siete cuerdas resonar suaves...
..............................................
Oiga Lida el pecado
De las doncellas y castigo dino
Y el cubo no llenado
Jams y cuya linfa huye contino
Y tormentos diversos
Que aun bajo el Orco sufren los perversos.

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Uxor pauperis Ibyci. Od. III, 15

Mujer del pobre Ibicio


Pon ya trmino al vicio
Y a tus torpes labores criminales;
Ni entre vrgenes bellas
Juegues, cercanos ya tus funerales.

Non vides. Od. III, 20

No ves cun peligroso


Es el robar, oh Pirro
A la fiera leona
Los tiernos cachorrillos?
Despus huirs cobarde
De la lucha el peligro
Que presente ofendida
El robador inicuo.

[p. 129] Montium custos.Od. III, 22

Virgen triforme de los montes guarda


Que la muchacha que se acerca al parto
Piadosa acorres y su prez escuchas
Tres veces hecha...

Vixi puellis. Od. III, 26

Fu, en mi edad pasada,


Idneo para amante,
Y no sin gloria milit debida,
Mas la guerra acabada
Ya desde aqu adelante
Se quedar mi lira suspendida.

Festo quid potius. Od. III, 28

Y qu otra cosa hara


En este alegre da
Consagrado a Neptuno?
Trae Lido, importuno,
Treme prontamente
El ccubo excelente.

Dive, quem proles. Od. IV, 6

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Dios que la prole Niobea dura


De lengua airada y el robador Ticio
Sinti y de Troya ya vencedor casi
El Phitio Aquiles.

O crudelis adhuc. Od. IV, 10

Oh Ligurino hermoso,
Con los dones de Venus orgulloso,
Cuando la inesperada
Vejez viniere ms veloz que pluma
Y la crencha dorada
Cubrirte va los hombros no presuma,
Y que el rostro ms bello que la rosa
En faz se cambie triste y espantosa...

At oh Deorum. Ep. 5

Mas... oh vosotros Dioses poderosos,


Que la tierra regs del alto cielo
Y los hombres, qu es esto, qu tumulto?
[p. 130] Por qu en mi solo vulto
Tenis fijos los vuestros espantosos?
.........................................
Tambin los huesos que la perra hambrienta
Por fuerza de la boca son quitados,
El cabrahigo que en la sepultura
Arranc mano impura,
Y, en fin, plumas del buho y huevos mienta
De torpe rana en sangre ya empapados ..

Eupolis atque Cratinus. St. I, 4

Eupolis, Aristfanes Cratino


Y otros muchos poetas que escriban
En la antigua comedia, al que era dino
Con stiras amargas zaheran
Por todo lo que fuese delincuente
Y con gran libertad les reprendan
...................................................

Nihil admirari prope. Epist. I, 6

El no maravillarse hombre de nada,

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Me parece, Numicio, es una cosa


Que basta a darnos vida descansada.
Este orden del cielo presurosa,
El tiempo que nos huye por momentos,
Las estrellas y el sol que no reposa,
Tales hay que los miran muy exentos
Y el miedo no les trae falsas visiones,
Ni piensan en contrarios movimientos.

[Vid. H. E. I, 141, y II, 389.]

LXXVII. FERNNDEZ MORATIN, NicolsBarcelona, 1821.

Integer vitae . Od. I, 22

Traduccin en seis estrofas sficas y en igual nmero de versos que el original.

El de la vida, Fusco, religiosa


Ni dardos usa ni moriscos arcos,
Ni de la aljaba llena de saetas
Envenenadas...

[Vid. O. H. 39.]

[p. 131] Obras Pstumas de D. Nicols Fernndez de Moratn. Entre los


Arcades de Roma : Flumisbo Thermodonciaco. Barcelona. En la imprenta de la
viuda de Roca. MDCCCXXI, pp. 168-169. 4

Obras Pstumas... Segunda edicin. Londres, M. Calero, 1825, 8. (Edicin costeada por D. Vicente
Salv.)

Biblioteca de Aut. Espaoles. Tomo II. Obras de los dos Moratines, pg. 33, con el texto latino al pie.

Odas de Q. Horacio Flaco traducidas o imitadas por ingenios espaoles. Barcelona... 1882, pp. 74-75.
(Con una grave errata en la cuarta estrofa: De Mauritania, por Ni Mauritania.)

Es traduccin fiel y potica, pero muchos versos son meramente endecaslabos. y no sficos, a lo
menos segn el tipo de Villegas, comnmente admitido por muchos versificadores. El P.
Hermenegildo Torres nota de viciosa la construccin habitar negada. Es justo el reparo, y lo es
tambin que inhospitalem no debe traducirse por desierto, puesto que el Cucaso, de que habla
Horacio, no estaba desierto, aunque fuese inhospitalario por la condicin de sus moradores.

Por lo dems el P. Torres juzga muy recomendable la traduccin del padre de Moratn, y lo que es
ms logra censura favorable en el rgido tribunal del general Mitre, que la declara buena en general
y bien versificada, si bien echa de menos en ella el soplo potico que anima el original y la

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vibracin del ritmo. Algo de esto falta, sin duda, pero quien lo eche de menos, no debe ir a buscarlo
a la traduccin del general argentino, que todava est ms desvalida en esta parte.

[Vid. H. E., I, 113, 253, y II, 360.]

LXXVIII. FERNNDEZ MORATN, Nicols.Sevilla, 1856.

Quem, tu, Melpomene, semel.Od. IV, 3

A quien t, Melpomene, una vez sola


Mirares al nacer con ojos pos,
No mostrar su brios
Ni tendr fama mucha
Por el Isthmio trabajo de la lucha;
Ni el ligero caballo en griego carro
Le llevar por vencedor bizarro.
[p. 132] Tampoco por hazaas militares
Ha de verse llevado
Cual capitn al alto Capitolio,
Y con las hojas Delias coronado,
Porque l haya triunfado
De las disposiciones de los Reyes
Que intentaron al mundo poner leyes.
Sino cuando cansado
Hoy a las aguas claras
Que van al frtil Tvoli baando
Y los duros cabellos de los bosques
Por todo el universo
Le harn famoso por su Eolio verso.
La cabeza de todas las ciudades,
La gran Roma se digna
Contarme entre los coros estimados
De sus poetas lricos amados,
Y ya la envidia ingrata
Con menor ira y ms piedad me trata.
Oh Piride divina que gobiernas
El eco dulce de la lira de oro!
Oh t que puedes dar por ms decoro
Con slo que t quieras,
Aun a los mudos peces con espanto
Del blanco cisne el sonoro canto!
Todo es en gloria tuya
El ser yo sealado con el dedo
Por el que toca la Romana lira:
Y si a todos agrado

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Y el vivir y agradar he merecido


Es favor que a ti sola te he debido.

Publicada esta traduccin, hasta entonces indita, en la Revista de Ciencias, Literatura y Artes de
Sevilla, dirigida por don Manuel Caete y D. Jos Fernndez Espino (Sevilla, 1856). Tomo III, pp.
378-379, segn copia facilitada por D. Cayetano Alberto de la Barrera.

Sin duda por parecerle incorrecta y floja, como en realidad lo es, dej de incluir esta oda D. Leandro
Moratn en la edicin que en 1821 hizo de las poesas de su padre. As y todo, es mejor que la que
despus hizo Santibez.

[Vid. H. E., I, 113, 253 y II, 360.]

[p. 133] [LXXIX.] MRMOL, Manuel M..Sin l. y sin a.

Tyrrhena regum. Od. III, 29

Oh claro descendiente
De los reyes de Etruria poderosos,
Para ti solamente
Mis vinos generosos
Son ha tiempo, Mecenas, reservados.

[LXXX] MELNDEZ VALDS, Juan.Ms. en la Biblioteca Nacional.

Rectius vives, Licini. Od. II, 10

De Melndez Valds se conserva una traduccin del Rectius vives (oda 10, libro II). Hzola en sus
ejercicios de oposicin a la ctedra de Prima de Humanidades de Salamanca. La trasladamos ntegra
por ser del poeta ms inspirado de la pasada centuria. [1]

A LICINIO SOBRE LA MEDIANA E IGUALDAD DE ESPRITU

Muy ms dichoso vivirs, Licinio,


Si en la mar alta tu bajel no esplayas,
Ni en falsas playas tocas, las borrascas
Tmido huyendo.
Quien ama sobrio una mediana suerte
Seguro evita el miserable estrecho
De un bajo techo, de las altas casas
Huye la envidia.
Ms veces vemos derrocar el viento
Los pinos altos, a la torre erguida
Dar ms cada y dividir las cumbres
Sbito rayo.

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El pecho fuerte en los aciagos das


Fortuna espera; pero si la alcanza
Teme mudanza, que el sereno en lluvia
Jpiter trueca.
El mal que sufres no ha de ser eterno
Que tal vez Febo en su lad despierta
[p. 134] La musa muerta, ni contino el arco
Airado tiende.
En las angustias fuerte y animoso
Muestra tu pecho y la tendida vela
No sin cautela, si te sopla el viento
Prspero encoge. [1]

[Vid. H. E. I, 124, y II, 374.]

[LXXXI.] ARJONA, Manuel Mara de.Sin l. y sin a.

Odas

Con las mejores traducciones de Horacio publicadas hasta ahora compiten las que hizo el
Penitenciario de Crdoba, D. Manuel Mara de Arjona; sin el servilismo propio de ingenios
medianos, expuso en rotundas y valientes estrofas el pensamiento de Horacio, bien entendido siempre
como sabio humanista que era; dos de ellas estn inditas; copiamos ntegra la primera y fragmentos
de la segunda.

Motum ex Metello. Od. II, 1

El de Metelo infausto Consulado,


Cuyo nombre de horror acompaado
Ya en tantas mortandades,
Los vicios, causas, modos

Porque gimieron todos,


El juego de Fortuna y amistades
De Prncipes, peores
A Roma que sus blicos furores,

Cantas, y las sacrlegas espadas


De la caliente sangre aun no expiadas;
Por cierto peligrosa
Empresa, y a funesta
Y triste prueba expuesta
En que fuego tu planta tocar osa
Aun vivo, y que desmiente
Ceniza engaadora solamente.

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[p. 135] Pero deja que cese en un momento


En el teatro el trgico lamento,
Que despus que el amado
Sosiego nos concedas,
Tiempo vendr en que puedas
Del ccrope coturno el pie calzado
Hacer que en tu voz suene
Segunda vez la heroica Melpomene.

Oh de los tristes reos dulce amparo


Y a la dudosa curia siempre caro
Orculo, y sn lustre,
Polin, cuya frente
Ci vistosamente
Del inmortal laurel corona ilustre
La clebre victoria
Que en la Dalmacia te colm de gloria.

Ya, ya parece que el olvido inquietas


Con el ronco rumor de las trompetas;
De clarines sonantes
Oigo ya los clamores
Y ya los resplandores
Miro de las espadas fulminantes,
Cuyos trmulos brillos
Asombran a caballos y caudillos.

Ya en medio de los blicos afanes


Me parece escuchar los capitanes
Que del polvo teidos,
Glorioso a los soldados,
Las filas esforzados
Corren, aliento dando a los rendidos,
Y sino el obstinado
nimo de Catn, todo domado.

Juno y cualquiera que entre las Deidades


De frica prefiri las amistades,
Al fin, sin resistencia
Lleg a ver su partido
Del romano abatido;
Mas, ah, del vencedor la descendencia
Ya en triste desperdicio
De Yugurta a la sombra es sacrificio.

Qu campo acaso ya fertilizado


No es de sangre latina? y qu sembrado

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PAG@136@ De huesos esparcidos


En tristes monumentos,
Los destrozos sangrientos,
No de Italia atestige tan sabidos?
Que su infeliz cada
De los distantes medos aun fu oda.

A qu ro, a qu abismo no han llegado


Las impas guerras y el inquieto estado
De Italia dolorosa?
Qu mar no bermejea
Por remoto que sea
Tinto de sangre, Daunia? qu arenosa
Ribera ya no muestra
Hmedo el suelo con la sangre nuestra?

Mas porque no te dejes, Musa ma,


De tus sabrosas burlas y alegras,
Ni a las lamentaciones
Ceas tu voz se atreva,
Otra vez en la cueva
De Dioneo busquemos diversiones
Que con mocin save
Plectro nos proporcione menos grave.

Ille et nefasto.Od. II, 13

Aquel con mano impa,


Aquel en triste y en nefando da
Te plant que el primero,
Oh funesto madero!
Aqu pens ponerte
Del pago oprobio y de sus nietos muerte.

Aquel con inhumana


Crueldad del padre la cerviz anciana
Os romper malvado;
Del husped descuidado
Reg aquel, fraudulento,
Con la nocturna sangre el aposento.

Aquel del artificio


Calco, maestro fu, y en todo vicio
Se ejercit insolente
Quien te plant, oh inclemente,
[p. 137] Oh ingrato, oh traidor leo!

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Contra la vida de tu pobre dueo.


...................................................
Qu mucho si el Cerbero
Rinde la oreja fiera al placentero
Acento de sus liras
Y sus crueles iras
Amansa al son divino
De Megera el cabello serpentino!

Y aun goza Prometeo


Y de Plope el padre algn recreo
En su amarga ventura;
Ni Orin vencer procura
Los leones briosos
Ni perseguir los linces temerosos.

[Vid. H. E. I, 124, y II, 400.]

[LXXXII.] MATUTE Y GAVIRIA, Justino.Sin l. y sin a.

Acaso valgan menos que las traducciones del P. Corral las que llev a cabo el jerezano D. Justino
Matute, amigo de Arjona, Blanco White, Lista y otros literatos. de su tiempo; escribi un Diccionario
biobliogrfico de sevillanos ilustres y una historia de Itlica. [1] En sus versiones de Horacio hay
alguna hecha con discrecin; en cambio, otras son tan poco afortunadas y exactas que ms bien
parecen malas imitaciones.

Motum ex Metello. Od. II, 1

No pienses por ventura,


Oh Polio generoso,
Cuya elocuencia ampara al desdichado
...................................................
Qu campos no regados
Con la sangre latina
En las impas guerras podrn darse?;
Pero pueden contarse
Sepulcros levantados
[p. 138] Que acordarn al mundo la ruina
De la opulenta Hesperia y abundosa
Que el Parto la ha estimado provechosa.

Nullus argento. Od. II, 2

Cun poco vale la esplendente plata,


Ni las barras que encierra

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El centro avaro de la madre Tierra,


T lo sabes, mi Crispo
................................................
Tu corazn venciendo y su codicia,
Mayor gloria alcanzara
Que si a Libia arenosa la juntaras
Con la remota Cdiz, y propicia
Una y otra Cartago
A un mismo dueo le sirviera en pago.

Septimi Gades. Od. II, 6

Oh Septimio, mi amigo,
T marchars conmigo
Y a Cdiz me seguirs
Y hasta ver las riberas
A do el cntabro indocto, del romano
Yugo rehuye ufano.

[LXXXIII.] J. M. y G. MATUTE Y GAVIRIA, Justino.Sin l. y sin a.

O saepe mecum.Od. II, 7

Oh mi primer amigo,
Mi querido Pompeyo,
Quin te vuelve a la patria
E italiano cielo?
.......................................
Contigo vi a Filipos
Y velozmente huyendo
Mi honor con el escudo
Perdido all lo dejo.

Quid bellicosus. Od. II, 11

Lo que dispone el cntabro guerrero


O el escita que del Adria est distante,
Hirpino, no te espante
............................................

[p. 139] Por qu bajo del pltano o del pino


Erguido, libremente recostados,
De rosas coronados,
Con olor peregrino,
Nuestros cabellos blancos, no bebemos

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En tanto que podemos?

Nolis longa. Od. II, 12

Jams el tierno acento


Del lrico concento
Ha de ser oportuno
A cantar de consuno
La guerra dilatada
De Numancia irritada.

Miserarum est. Od. III, 12

Oh Neobulina, es cosa
Msera y enojosa
No gozar de Cupido
Y del dulce recreo
Del jugo de Liceo.

O fons Blandusiae. Od. III, 13

Oh fuente regalada
De Blandusia, agradable,
Cual vidrio cristalina
Y cual vino suave;
De un cabritillo tierno
Maana en tus altares,
Coronado de flores,
Derramar la sangre.

li vetusto. Od. III, 17

Tu nobleza heredada,
Elio ilustre de Lamo, aquel que diera
Otro tiempo principio a la nombrada
Familia de los Lamias, de manera
Que los antiguos Fastos lo publican
Y el generoso origen justifican...

Quantum distet.Od. III, 19

Ni el tiempo que distara


Aquel Codro valiente,
Que por salvar su gente
[p. 140] Muere, y su patria cara

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Del que reinara Inaco,


Ni la estirpe de Eaco
...................................
Me importa ...

Quo me, Bacche. Od. III, 25

A d lleno de ti madre Lieo


Me arrebatas veloz?Cul bosque umbro
Y espeluncas yo veo
Con mi nuevo deseo?

Exegi monumentum. Od. III , 30

Acab un monumento
Con ms seguro asiento
Que bronces permanentes
Y torres eminentes
Por reyes levantadas.

Quae cura Patrum. Od. IV, 14

Qu obsequio permanente capaz fuera


De eternizar tu nombre que pasara
A la edad venidera?
Qu augusto monumento dedicara
A tu memoria dino
Este pueblo Sabino?

Nox erat. Ep. 15

Oh Nerea mudable
Cul se me acuerda agora
Tu maldad execrable,
Cuando con fe traidora
Juraste por los Dioses prepotentes
Ser tus gustos y mos permanente!

CARMEN SAECULARE

Febo y Diana, de las selvas diosa,


Lucido ornato de la esfera, dignos
Siempre del culto, nuestras preces oye
En sacro tiempo.
........................................................

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[p. 141] Frtil la tierra de ganados, mieses,


Ofrezca a Venus en corona espigas
Y nutran fe las saludables aguas
Y aura de Jove.

Unde, et quo Catius. St. Lib. II, 4

Y a dnde, bueno Cacio, de d viene?


Horacio, perdonad, que no me es dado
Detenerme un momento pues conviene
Aprovechar el tiempo limitado
En compendiar preceptos peregrinos
Con notas que recuerden lo escuchado.

Cum tot sustineo. Epist. II, 1.

Como que solo t, Csar Augusto,


Tantos cargos sostienes de importancia
A un tiempo defendiendo valeroso
Nuestro imperio famoso
Puliendo las costumbres con instancia
Y enmendando las leyes, juzgara
Que el pblico provecho agraviara
......................................................
Si el tiempo, como al vino, concedemos
Que a los versos mejora y aprovecha
Cuntos aos, decidme, son bastantes
Para que buenos sean?
Te parece cien aos? y si antes
De cumplir este tiempo t los vieses
Los tendras por buenos o imperfectos?

[LXXXIV.] NEZ, Francisco.Sin l. y sin a.

Quis multa gracilis. Od. I, 5

Qu joven delicado,
Olores entre rosas derramando,
Te abraza, all apartado,
Por quien ests ligando
El cabello, del traje no curando?
..............................................

[Vid. H. E. II, 400.]

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[p. 142] [LXXXV.] NEZ, Francisco.Sin l. y sin a.

O nata mecum.Od. III, 21

Cantaras mi consuelo,
Oh t al mundo conmigo
Nacida, ora de duelo,
De amor o sueo amigo
Preada ests, de fuego o de quimeras,
.............................................

[LXXXVI.] GIL DE LARA, Juan de Dios.1818. [En la Biblioteca Nacional.]

El artillero madrileo D. Juan de Dios Gil de Lara, nacido a ltimos del siglo pasado, insigne
matemtico, buen fillogo y tan entusiasta de Horacio que reuni cuantas versiones castellanas
encontr de ste, tradujo las odas: 3. del libro II, 7. y 15. del Epodon y la stira 3. del libro I,
tambin la obscensima:

Rogare longo putidam....

suprimida con harto motivo en muchas ediciones. Las traducciones de Gil de Lara no pasan de
medianas y contienen varios errores de concepto. [1]

Angustam, amice. Od. III, 2

Aprenda, amigos mos,


El robusto mancebo, en la milicia
Rigurosa, a sufrir pobreza estrecha;
Rija desde el caballo con pericia,
Hecho temible ya, la hasta derecha...

Quo, quo scelesti.Epod. 7.

A dnde, aleves, vais precipitados?


Por qu las hasta aqu ociosas espadas
De nuevo las esgrime el diestro brazo?
Todava juzgis poca la sangre
Que por tierra y mar verti el Romano?

[p. 143] Nox erat.Epod. 15.

Era la noche y en el claro cielo


Ms grande resplandor daba la Luna
Que juntos los dems astros menores,

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Cuando t ac en el suelo
El poder de los Dioses irritabas.

Omnibus hoc vitium.Stiras I, 3.

Es entre los cantores comn vicio


El escusarse siempre y no dar gusto
Cuando estando entre amigos se les ruega
Que alguna cosa canten, y si nadie
Lo manda entonces no dejan de hacerlo.

LXXXVII.ARIBAU, Buenaventura Carlos.Barcelona, 1823

Odas apcrifas

En El Europeo de Barcelona (1823).

Odas de Horacio descubiertas en 1789 en la Biblioteca palatina de Roma.

Ad Julium Florum.Od. I

Discolor grandem gravat uva ramum ...

Traduccin:

De color diferente
Pesa la uva de la vid pendiente...
(en liras)

Ad librum suum.Od. II

Dulci libello nemo sodalium


Forsan meorum carior extitit...

Traduccin:

Hasta ora, como t, libro querido,


Ningn amigo me ha robado el pecho...
(en cuartetas)

Por nota dice: Hemos visto estas odas en un peridico ingls titulado New annual Register, de la
poca en que se suponen descubiertas. Ignoramos las circanstancias del hallazgo y los [p. 144]
caracteres de autenticidad que puedan resultar del manuscrito; por lo que slo podramos buscarlos en
el lenguaje y genio de la composicin: empresa superior a nuestros conocimientos. Abandonando,

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pues, esta discusin a los amantes de la docta latinidad, nos hemos ceido a publicarlas por no
haberlas encontrado en ninguna coleccin original ni espaola de las obras de Horacio. Texto y
traduccin se reprodujeren en el Boletn Bibliogrfico Espaol de Hidalgo (tomo VIII, 1861, Pg.
240), y tambin en mi Horacio en Espaa, 2. edicin, tomo I, pp. 323-25.

[Vid. H. E., I, 255, y II, 436.]

[LXXXVIII.] N. B.1827. [Entre los papeles de Ezquerra.]

Qualem ministrum fullminis.Od. IV, 4

Cual ave que al Tonante


Ministra el rayo fiero
..............................
As vieron a Druso
Los suevos peleando
En los Rticos Alpes, de destrales,
De Amazonas al uso,
Armados, yo ignorando
La antigua origen de costumbres tales.

[LXXXIX.] AUSTRIA, Flix Jos de.Sevilla, 1830.

Poco merecen que nos detengamos en ellas las versiones debidas a D. Flix Jose de Austria, capelln
de San Telmo en Sevilla. Su mayor defecto es el contener no pocos errores; saevo nupta viro (oda X,
lib. III), no es como l dice:

Si algunas de sus fieras o serpientes


Tuvieras por marido.

Adems la versificacin est llena de consonantes fciles y en general es pobre.

Pastor cum traheret. Od. I, 15

Heleno, el Pastor de prfida osada


En naves en el Ida fabricadas
A la infelice Helena conduca,
Que le hosped bondadosa en sus moradas... [p. 145] Diario de
Ciencias, Literatura y Artes, de Sevilla; 3 de abril, 1830. F. de A. (Flix
de Austria.)

Extremum Tanaim. Od. III, 10

Si del Sutico Tanais las corrientes


Lice, hubieras bebido;

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Si alguna de sus fieras o serpientes


Tuvieras por marido
Viendo cunto tolero a tus umbrales,
Lloraras compasiva de mis males.

O fons Blandusiae. Od. III, 13

Ms transparente que cristal bruido


Oh de Bandusia fuente,
Digna que tu corriente
De dulce vino el margen prevenido
Y de flores vestido,
En holocausto vea
Tierno cabrito, cuya frente sea
Con los cuernos de un ao...

Crdoba, agosto 1774.

Herculis ritu. Od. III, 14

Cual Hrcules Nemeo


Vuelve, oh Quirites, Roma a ver a Csar
.................................................
Muchacho, corre vuela
Y coronas y blsamos me trae;
El vino que consuela
No olvides, aquel vino que acordara
De Espartaco alevoso
El tiempo belicoso.

[XC.] ANNIMO.Sin l. y sin a.

Maecenas atavis. Od. I, 1

Mecenas, descendiente
De los Reyes pasados,
Oh mi grande defensa,
Consuelo y dulce amparo.
....................................
A otros les gusta mucho [p. 146] Recoger en sus carros
Todo lo que se barre
En los Lbicos campos.

Pindarum quisquis. Od. IV, 2

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Quien imitar a Pndaro procura,


Cual de Ddalo el hijo se encuentra,
Que en alas enceradas,
Por su industria labradas,
Al viento se ha fiado
Y de su nombre el mar qued marcado.

Non usitata.Od. II, 20

Con una nueva forma,


Cual el cisne canoro,
Mi muerte me transforma
........................................
No la Estigia ya temo,
Ya que las pieles cubren
De mi cuerpo el extremo,
Y mis hombros y dedos se descubren
Llenos de lisa pluma,
Ms blanca que la espuma.

Ibam forte. St. I, 9

Iba yo acaso por la va sacra


Meditando, segn es mi costumbre,
No s qu bagatelas y ocupado
Enteramente en ellas, cuando viene
Presuroso hacia m un cierto sujeto,
A quien slo de nombre conoca.

[XCI.] ANNIMO.Sevilla, 1830.

Oh crudelis adhuc. Od. IV, 10

Oh t muy ms hermoso,
Indcil Ligurino,
Cuando el dorado bozo
Te cubra inadvertido
Y luego los que ahora
Cabellos de oro fino
Sobre tus hombros brillen
Cortases abatido...

Diario de Sevilla de Comercio. 1. de octubre, 1830, n. 542. [p. 147]


[XCII.] M. R. C . Diario general y oficial de Comercio. Sevilla, 1830.

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Quae cura Patrum. Od. IV, 14

Qu esmero bastar ni del Senado


Ni del orden Quirino
A celebrar, oh Augusto!, tus honores,
A eternizar tu nombre peregrino
Con lauros y con timbres superiores?
.....................................................

Diario general oficial y de comercio. 3 de junio, 1830.Por M. R. C.

[XCIII.] IN-CO.Cdiz, 1831.

Integer vitae. Od. I, 22

En el Diario Mercantil de Cdiz, ao 1831, se public una traduccin del Integer vitae firmada por
In-co. No creemos que se trate de Inarco, esto es, Moratn, ya difunto, pues en la coleccin de Gil de
Lara se dice que es de D. Antonio Gallardo, natural de Cdiz; su forma es clsica, si bien nos parece
algo libre; en ella se cambian los dardos moriscos en broquel y azcona, y la aljaba cargada de saetas
en espada toledana.

El hombre honrado y de maldad exento


No necesita de broquel ni azcona
Ni de Toledo la famosa espada
Cuando camina.
O ya del Atlas la encrestada sierra,
O del Nmida la regin ardiente,
O por los sitios que el Hidaspe baa
Vague su planta.
Yo as del lobo la fiereza ahuyento
Cuando me interno en la Salina selva
Ms de lo justo, a Llage cantando
Mi amor sincero.
Igual portento en sus frondosos bosques
Daunia guerrera, ni Getulia tienen,
Aqulla de hroes madre, sta de fieras
Y de leones. [p. 148] Ponme del globo en la regin ms fra,
Do siempre escarcha y nieve el suelo cubren,
Do nunca Febo su esplendente rostro
Muestra a los hombres.
Ponme de Zara en el desierto inmenso
Que nadie habite, siempre carioso
A Llage amar, bella si re,
Bella si ama.

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In-co.

Don Antonio Gallardo, del comercio de Cdiz, abril, 1831. Imp. Diario Mercantil de Cdiz, 29 de
mayo, 1831.

[XCIV.] CRESPO, Rafael Jos de.Ms. Valencia, 1835.

Entre las versiones de Horacio ms disparatadas y extravagantes pueden citarse las de D. Rafael Jos
de Crespo. Si uno de sus antecesores, como dicen los genealogistas en sus estupendas
investigaciones, quit la vida al rey moro de Zaragoza, Marsilio, l hizo otro tanto con las obras de
Horacio al ponerlas en castellano. Dominbale igualmente que a Horcasitas la mana de probar que el
idioma castellano era tan conciso y acaso ms que el latn, cual si en esto consistiera toda la
perfeccin de una lengua, y no principalmente en su riqueza de formas y dicciones para expresar los
ms delicados matices del pensamiento. Con objeto de demostrar aquella tesis perdi el tiempo
traduciendo las odas del poeta venusino en versos flojos, llenos de frases incorrectas, con supresin
casi general de artculos; ms que versiones resultan calcos groseramente borrajeados.

D. Rafael Jos de Crespo escribi:

Cantatas, cantilenas, glogas, epstolas y anacrenticas.

Viriato (tragedia).

Julio Crispo (dem).

Reprocesos (poema).

La Hernandiada (poema en octavas y tres cantos).

Del Edipo, de Sfocles, tradujo la escena primera.

El manuscrito original de todas estas obras se conserva en la Biblioteca Nacional. I vol. en 4.

Sus traducciones de Horacio estn en el mismo ms.; las hizo en Valencia el ao 1835. [p. 149] Iam
satis terris. Od. I, 2.

Asaz envi de nieve y cruel granizo


A la Tierra el Tonante.

Solvitur acris. Od. I, 4.

En vez de acre invierno ren Primavera


Y Cfiro, y naos al mar echan artes

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Quis multa gracilis Od. I, 5.

Quin es, Pirra, el doncel sobre rosas


Tinto en linfas de olor inefable...

Lydia, dic per omnes. Od. I, 8.

Di, Lidia, por los Dioses te lo pido,


Cuantos son, por qu a Sibaris amando

Quem virun. Od. I, 12.

Qu varn, qu hroe, oh Clo,


Dirs de lira o flauta a son rotundo?

Pastor cum traheret. Od. I, 15

Cuando por mar llevaba de Ida en leo


Paris prfido a Helena hospedadora

Mater saeva Cupidinum. Od. I, 19

Madre que de anhelos herida


Y de Semela Tebana...

Vitas hinnuleo. Od. I, 23

Tal me huyes, Cloe, cual vuela


Corcillo que en cuanto anhela.

Musis amicus. Od. I, 26

Miedo y cuita de Musas amigo,


Dejare que arrebate consigo

Icci, beatis. Od. I, 29

Hora, Iccio, ansas de Arabia oros vanos


Y aparejas acrsima lid

Quid dedicatum. Od. I, 31

Qu pide a Apolo el vate


En nuestro templo? Que la vez primera [p. 150] Parcus Deorum cultor.

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Od. I, 34

Parco y raro de Dioses en culto


Si err ciencia insiguiendo que aloca

Motum ex Metello. Od. II, 1

La revuelta civil siendo Metelo


Cnsul, causas y vicios y maneras

quam memento. Od. II, 3

Conserva igual la mente,


Oh Delio, as en trabajos

Septimi Gades. Od. II, 6

Tito, conmigo pronto en ir a Cdiz


Y a yugo nuestro al cntabro rebelde

Rectius vives. Od. II, 10

Mejor te ir, Licinio, si no surcas


Alta mar siempre y si hrridas borrascas

Quid bellicosus cantaber. Od. II, 11

Qu bravo cntabro emprende?


Qu escita del Adria allende?

Eheu fugaces. Od. II, 14

Ay! oh Pstumo, oh Pstumo, veloces


Deslzanse los aos; ni har mora

Otium Divos Od. II, 16

Paz pide a Dioses en Egeo llano


Preso, si a la alba Luna nube negra

Bacchum in remotis. Od. II 19

A Baco vi ensear en rocas mudas,


Creedlo, oh venideros, cancionejas

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Odi profanum. Od. III, 1

Lejos, profano vulgo; que odio tanto;


A mi voz atended; versos no odos

Iustum et tenacem Od. III, 3

A varn justo, acrrimo en intento


No pueblo en ira que maldades manda [p. 151] Descende coelo. Od.
III, 4

Ven, reina de las Musas, ven sagrada


Caliope del cielo

Coelo tonantem. Od. III, 5

Rey a Jove cremos cuando en cielo


Tronaba; ahora Dios sera acatado

Donec gratus eram tibi. Od. III, 9

Cuando a ti yo enamoraba
Y otro cualquier joven bello

Quo me, Bacche. Od. III, 25

A d, Baco, me llevas
Lleno de ti?; veloz en nueva mente

Tyrrhena regum. Od. III, 29

A ti, oh Mecenas, oh etrusca


raza de Reyes, ha tiempo

Quem tu, Melpomene. Od. IV, 3

A quien, cuando nace, oh Musa,


Vieres con plcidos ojos

Qualem ministrum. Od. IV, 4

Cual a guila dadora de los rayos,


A quien sobre aves vagas diera el cetro.

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[Vid. H. E. I, 142.]

[XCV.] CRESPO, Rafael Jos.Ms. en la Biblioteca Nacional.

Arte Potica

A unir pintor cerviz de yegua a humana


Cabeza, y pluma varia hincase en miembros
Llegados de doquier, tal que vilmente
La en faz linda mujer fine en pez negro,
Reprimierais la risa, a ver llamados [p. 152] Como amigos? Creed,
Pisones, a eso
Semeja la obra do hay ficciones vanas,
Cual sueos de dolientes, do a un modelo
Pez ni cabeza van...

Epstola de Quinto Horacio Flaco a los Pisones sobre el Arte Potica, traducida al castellano en
igual nmero de versos por Don Rafael Jos de Crespo.

Ms. autgr., 12 hojas en 4. Bibl. Nac. T. 318.

[Vid. H. E., I, 142.]

XCVI. CASTRO, Antonio Francisco de.Orense, 1841.

Sic te Diva potens Cypri. Od. I, 3

O Nave venturosa y responsable


De un Virgilio que Roma te confa,
Esa dulce mitad del alma ma,
Al tica ribera
Sana y salva la lleves; as afable
Te ampare la que en Chipre se venera,
Los hermanos de Helena astros lucidos
Y Eolo, detenidos
Los vientos importunos, al Japyga
Viento en popa le ordene que te siga.
De bronce y duro roble rodeado
Tres veces era el pecho del primero
Que frgil navecilla al charco fiero
Entreg: ni tema
Del frico el furor precipitado
Contra los Aquilones: ni senta
El rigor de las Hyadas, ni el furioso

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Austro, el ms poderoso
En las olas del Adria que concita
Y a su arbitrio las calma o las irrita.
Qu gnero de muerte la ms dura
Temi el que pudo con enjutos ojos
Ver los monstruos marinos, los enojos
Del mar, las tan temidas
Acroceraunias rocas? La natura
En vano entre las tierras divididas
Los mares interpuso. La barrera
Rompe nave altanera, [p. 153] Y el mortal insolente y atrevido
Surca el vado fatal y prohibido.
Todo lo arrostra el hombre si se trata
De cometer maldades. De Japeto
El hijo temerario sin respeto
Al Olimpo ultrajado,
El fuego celestial impo arrebata
Y a los hombres presenta el don robado:
Viene el hombre en castigo y peste acerba,
De males la caterva
Inslita, la muerte acelerada
En la vida inocente retardada.
El aire inane Ddalo surcando
Con alas que natura al hombre niega,
Examina. Penetra por la ciega
Entrada de Aqueronte
Hrcules. Y por todo atropellando
No hay cosa que el mortal no sobremonte,
Hasta insulta su orgullo a las Deidades;
Y por nuestras maldades
Estn siempre de Jove soberano
Los rayos vengadores en la mano.

Poesas de D. Antonio Francisco de Castro, Cura Prroco de S. Martn de Fruime en el Arzobispado


de Santiago. Edicin indita (sic) . Orense, oficina de D. Juan M. de Pazos, 1841.

8., pgs. 27-29.

XCVII. CASTRO, Antonio Francisco de.Orense, 1841.

Integer vitae. Od. I, 22

Traduccin de la oda de Horacio a Fusco La inocencia est segura en el mundo.

Pise la arena del frica ardiente

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O la desierta del Cucaso cumbre,


Pise la tierra que baa el Hidaspes
Clebre ro:
El varn justo de crimen exento
No necesita del arco morisco
Ni de la aljaba cargada de flechas
Emvenenadas, [p. 154] bame yo por la selva sabina
Solo y sin armas cantando loores
De alma virtud, y un lobo soberbio
Huye a mi vista.
Monstruo tan grande no cran los bosques
De Daunia feroz, ni engendra la tierra
Seca de Juba, en donde se cran
Fieros leones.
Llvame, oh Fusco, al rgido Polo
Do no fomente el tpido ambiente
rbol ni planta, donde spero el cierzo
Llueve y graniza.
Ponme debajo del carro propincuo
Del sol ardiente sin casa ni sombra,
All la virtud, del pecho apenado
Ser el consuelo.

En nota dice el Sr. Castro: Pareci preciso al traductor de la oda antecedente mudar algunas cosas,
no con nimo de enmendar la plana a un poeta como Horacio, sino para corregir una moral que se le
figur malsima; por no poder concebir cmo Horacio tuvo valor para proponerse a s mismo como
un ejemplo de virtud; ni cmo pudo persuadirse de que el cielo y el lobo le respetaron por el acto
heroico de virtud que ejercitaba cuando iba cantando las alabanzas de su amigo Lalage (sic por errata
evidente, puesto que Horacio escribi: dum meam canto Lalagem).

Esta ridcula correccin haba sido ya hecha en su edicin expurgada por el jesuta Juvencio, que
tampoco cal el sentido de esta humorstica composicin de Horacio, y sin pararse en barras, en vez
de

Dulce ridentem Lalagem amabo


Dulce loquentum,

escribi:

Sola me virtus dabit usque tutum


Sola beatum.

Esta infeliz traduccin del Pbro. Castro tiene la particularidad de estar escrita en aquel gnero de
endecaslabos acentuados despus de la quinta, que Mil llam anapsticos, y que vulgarmente se
denominan de gaita gallega.

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Poesas de D. Antonio Francisco de Castro, cura prroco de [p. 155] S. Martn de Fruime en el
Arzobispado de Santiago. Orense, oficina de D. Juan M. de Pazos, 1841, pp. 25-26.

XCVIII. CASTRO, Antonio Francisco de.Orense, 1841.

Parcus Deorum cultor. Od. I, 34

Traduccin libre de la oda de Horacio Parcus... En ella se acusa el Poeta a s mismo de haber
sido como buen Epicreo un poco descuidado del culto de la Divinidad, y confiesa haberse
ltimamente, desengaado en vista de unas obras que solamente podan atribuirse al Poder de Dios
y a su Providencia.

Raras veces, y siempre con tibieza


La Deidad adoraba, fascinado
De un sistema fatal: abr los ojos,
Y todo ya me anuncia la existencia
De un Dios y su adorable Providencia.
Yo la veo en la triste y verde llama
Que el nubarrn divide, yo la veo
Irritada lanzar desde el Olimpo
El rayo asolador, el rudo trueno,
Cuando parece el aire ms sereno.
Su voz oigo en el trueno: estremecerse
A su horrendo estallido veo el Polo,
Los quicios de la tierra, sus montaas
Del Cucaso al Atlante, y hasta el mismo
Estanque cenagoso del Abismo.
La veo trastornando la fortuna
De un mortal orgulloso, y levantando
A un humilde, la veo complacerse
Arrancando el diadema refulgente
De una frente, ceirlo en otra frente.

Poesas de D. Antonio Francisco de Castro, cura prroco de S. Martn de Fruime... Orense, 1841,
pg. 24.

XCIX. LPEZ PEREGRN, Santos, conocido por el seudnimo de Abenamar .


Madrid, 1842.

Mater saeva Cupidinum. Od, I, 19

El ardoroso Baco,
Y la madre cruel de los amores, [p. 156] Y la Licencia audaz y
juguetona,
En mi tranquilo pecho

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Muy de nuevo el amor nacer han hecho.


De Glcera, luciente
Ms que el mrmol de Paros celebrado,
El resplandor me abrasa, su maligna
Grata desenvoltura,
Y su lbrica faz y su hermosura.
A Chipre abandonando
Potente Venus sobre m se lanza;
Y al Escita cantar me veda, al Persa
Que lucha y se retira;
Slo quiere que amor suene en mi lira.
Dadme, nios, la copa
Llena de aejo vino: verde grama,
Verbena y grato incienso: un sacrificio
Quiero hacer a la diosa,
Porque se arda en mi amor Glcera hermosa.

Poesas de Abenamar. Madrid. Boix editor, impresor y librero, calle de Carretas, nm. 8, 1842. pp.
139-140.

Esta traduccin tiene algunos aciertos, como la lbrica faz (vultus nimium lubricus adspici), y
algunos descuidos como el aplicar al Persa lo que Horacio dice del Partho (que no es exactamente lo
mismo), y traducir mal o ms bien dejar sin traducir el detalle caracterstico de pelear con los caballos
vueltos hacia atrs, cosa muy diversa de luchar y retirarse.

[Vid. H. E. I, 148.]

C. MAS, Sinibaldo de.Madrid, 1846.

Arte, Potica

En el Apndice a la tercera edicin del Sistema musical de la lengua castellana, y luego en sus Obras
Literarias (Madrid, Rivadeneyra, 1852), pgs. 109-113.

Carta a los Pisones (slo hasta el verso 179). Traduccin literalsima. y verso por verso, en cierto
gnero de hexmetros inventados por el autor, pero distintos de los que emple en la traduccin de la
Eneida, puesto que aquellos tienen diez y siete slabas y stos quince solamente. [p. 157] Si a testa de
caballoun humano rostro quisiese
Pintor poner, distintoscon plumas, miembros uniendo;
De modo que empezandolinda mujer, en horrible
Pez concluyesepudierais a aquesto, decidme,
Contener vuestra risa?Pues a un tal cuadro, creedme,
Fuera el libro, oh Pisonesmuy semejante que truncas
Ideas tuviesede enfermo cual sueos, y falto
De pies a cabezade forma y unin. Lata siempre

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A vates y pintoresse concedi la licencia


De inventar a su antojoLo s muy bien, y no quiero
Negrsela a nadie,y reclmola yo. Pero tanto
No sea que hermneselo fiero y lo plcido, juntos
Serpientes con aves, cordero con tigre paciendo.
.........................................................

Creo que con esta muestra basta y aun sobra para comprender lo que s este raro ensayo, que tiene el
mismo nmero de slabas que el original.

[Vid. H. E., I, 147.]

[CI.] CAMACHO, Juan Bautista.1854. [En la Biblioteca Nacional.]

Odas

Traduccin y ordenacin de las Odas de Quinto Horacio, Por Juan Bautista Camacho, estudiante
del sexto ao de Filosofa. Ao 1854. (Bibl. Nac. Oo. 180. I vol. en 4.)

Solamente contiene la versin en prosa de varias odas; alguna hoy trasladada en verso. Es un trabajo
que nada vale.

CII. UZURIAGA, Flix de.Sevilla, 1856.

Rectius vives. Od. II, 10

A LICINIO MURENA

Mejor, Licinio vivirs no ansiando


Siempre la altura, y pues prudente huyes
Las tempestades, frecuentando menos
speras costas. [p. 158] Quien la preciosa mediana busca
Libre se halla de la vil pobreza
Del viejo techo, y de envidiado alczar
Sobrio carece.
Con ms dureza a los jigantes pinos
El viento azota; con mayor ruina
Las torres se hunden, y a los altos montes
Hieren los rayos.
El fuerte pecho en la desgracia espera
Suerte mejor y en la propicia teme:
Jove derrite los terribles hielos,
Jove los cuaja.
No ser eterno porque exista ahora,
Tu mal. A veces la callada Musa

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Excita Apolo con su lira, a veces


Tiende su arco.
Hallen valiente al corazn y firme
Los infortunios; mas si en popa el viento
Prspero impele tu navo, amaina
Cauto las velas.

Revista de Ciencias, Literatura y Artes, dirigida por D. Manuel Caete y D. Jos Fernndez-Espino.
Tomo III. Sevilla. Francisco lvarez y C. 1856, p. 313

[Vid. H. E. I, 153.]

CIII. UZURIAGA, Flix de.Sevilla, 1856.

Eheu fugaces. Od. II, 14

Traduccin en verso suelto.

Ay cun fugaces, Pstumo, los aos


Corren! Ni la virtud retarda el paso
A la arruga veloz, ni a la apremiante
Vejez, ni a la jams domada muerte.
No, amigo, servir que en cada da
Trescientos toros sacrifiques fro
Al ceudo Plutn, que a Ticio encierra
Y a Gerin informe, en tristes aguas;
Aguas que todos surcaremos, cuantos
La tierra nutre con sus frutos, sean
Ya monarcas, ya pobres labradores.
En vano es evitar al duro Marte [p. 159] Y las olas que en Adria ronco estallan;
En vano es defender, en los otoos,
Endebles cuerpos de nocivos austros:
Que hemos de ver el de corriente floja

Cocyto, negro y vago, y a la infame


De Dnao raza, y al de Eolo hijo,
Ssifo, condenado a empuje eterno.
Has de dejar tus tierras y tu casa

Y tu grata consorte: y de estos rboles


Que ahora, dueo fugaz, cultivas, ni uno
Te ha de seguir, sino el ciprs odioso!
Consumir tu sucesor ms digno
El Ccubo guardado con cien llaves,
Y el pavimento rociar con vino
Que nunca los pontfices bebieron

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Ms delicado en cenas opulentas.

Revista de, Ciencias, Literatura y Artes. Dirigida por D. Manuel Caete y D. Jos Fernndez-Espino.
Tomo tercero. Sevilla. Francisco lvarez y Comp., impresores de SS. AA. RR... 1856, pgina 770.

[Vid. H. E., I, 153.]

CIV. FERNNDEZ MORATN, Leandro.Sevilla, 1856.

Solvitur acris hyems.Od. I, 4

Traduccin no includa en sus Obras, y que tomada de un cdice de varias traducciones de Horacio,
existente en la librera del difunto D. Cayetano Alberto de la Barrera (y hoy en la Biblioteca
Nacional) se imprimi en el tomo tercero de la Revista de Ciencias, Literatura y Artes, de Sevilla
(1856), pp. 768-69.

Ya el riguroso invierno se desata


Con la venida grata
Del Zfiro y Verano.
Ya al mar botan insano
Las mquinas, las naves no mojadas:
No agradan ya al ganado
Las rsticas majadas,
Ni el labrador cansado
El fuego ya desea,
Ni el prado con escarcha ya blanquea.
La Citerea Diosa [p. 160] Coros de Gracias y de Ninfas gua;
Cuando la luna hermosa
Su luz ms cerca enva
Con medido comps huellan la grama.
Vulcano en tanto enciende la oficina
Pesada de los Cclopes. Ahora
Ya ungida con el mirto de Ericina
Justo es ornar la frente vencedora,
O con las flores que produce el suelo
Desatado del hielo.
Bien es sacrificar en el sombro
Bosque a Fauno, o bien quiera
Un cabrito, o bien pida una cordera.
Pues la plida muerte
Pisa con pies iguales
Chozas de humilde suerte
Y palacios reales:
Oh t, Sixtio dichoso,
El breve y presuroso

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Espacio de la vida no consiente


Comenzar esperanza largamente:
Sers luego oprimido
De la noche e infierno celebrado
Y estrecho alczar de Plutn odiado;
En donde apenas fueres
No te ser ya, Sixtio, permitido
El primero beber en los placeres,
Ni admirars a Lcidas querido
De los mancebos por sus prendas bellas,
Y que amarn maana las doncellas.

Sin duda D. Leandro Moratn hizo esta traduccin siendo muchacho, y no la incluy en sus Poesas,
por parecerle. y con razn, muy inferior a otras excelentes versiones suyas de Horacio. [Vid. H. E., I,
125, y II, 382.]

CV. GORTZAR SERANTES, Dolores, viuda de Valcrcel.

Arte Potica

Arte Potica de Horacio. Traduccin premiada con una artstica ctara y diploma de honor en los
juegos Florales que se celebraron en Len con motivo de la conmemoracin del VI Centenario de
Guzmn el Bueno. [p. 161] Traduccin ms. en redondillas octosilbicas, y en silva de endecaslabos.

CVI. FONTN Y MERA, Vicente.Cdiz, 1858.

Arte Potica

Q. Horacio Flaco, epstola a los Pisones de arte Potica, traduccin literal con el texto latino al
frente, notas y observaciones mitolgicas, por Don Vicente Fontn y Mera, bachiller en filosofa y
profesor de latinidad y humanidades en el colegio de segunda enseanza de San Agustn de Cdiz.
Cdiz, 1858, imprenta de La Paz, a cargo de M. M. de Luque, librera de la Revista Mdica.

8., 48 pp. Lleva al fin un tratado de arte mtrica latina.

Es el cuaderno o tratado primero de una Biblioteca de autores griegos y latinos. Traducciones


literarias con el texto latino al frente, notas gramaticales, mitolgicas, geogrficas, histricas, &,
arregladas exactamente a la coleccin de autores latinos aprobada por el Gobierno para uso de los
Institutos, colegios y dems establecimientos de segunda enseanza.

Estas traducciones se publican de modo que puedan servir a los alumnos de todas las clases de
latinidad, comenzando por la primera obra de texto que se da en cada ao.

[Vid. H. E., I, 161.]

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CVII. FONTN Y MERA, Vicente.Cdiz, 1859.

Odas escogidas

Horacio. Odas escogidas. Traduccin literal con el texto latino al frente, arreglada a la coleccin de
autores latinos, aprobada por el Gobierno para uso de los Institutos, colegios y dems
establecimientos de segunda enseanza del reino, anotada con observaciones mitolgicas e
histricas. Por D. Vicente Fontn y Mera. Cdiz, 1859 imp. de La Paz, a cargo de M. M. Luque,
Librera de la Revista Mdica.

8. mayor, 78 pp.

Es el n. 4 de la Biblioteca de, autores griegos y latinos.

[Vid. H. E., I, 161.] [p. 162] [CVIII.] CASTRO Y OROZCO, Jos.Barcelona, 1865.

Arte Potica

Arte Potica, reducida a menos slabas. Ms. annimo publicado y anotado Por D. Jos Castro y
Orozco. Barcelona. Narciso Ramrez, 1865, 8.

[Vid. H. E., I, 128.]

[CIX.] BARRERA Y CANALES, Cristbal de la 1866. Ms. en la Biblioteca


Nacional.

Odas de Horacio traducidas por D. Cristbal de la Barrera y Canales. Ms. autgrafo que comprende
casi todas las del libro I; consta de 25 hojas en 4.

Antes de ellas hay dos obras del mismo autor y son:

El Sertorio. Tragedia nueva original.

Princ.: No as el tiempo, Perpena, con sus manos.

Acaba: Que procure seguir las mismas huellas.

18 hojas en 4.

Conrado segundo. Comedia nueva en cuatro actos. Madrid. Ao de 1806.

Princ.: En vano piensa el mortal.

Acaba: Disimulen nuestras faltas.

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19 hojas en 4.

(Bibl. Nac. Mss. XX-704.)

Varias odas de Horacio, traducidas en verso castellano.

El autor de estas obras, D. Cristbal de la Barrera y Canales, hijo de D. Jos de la Barrera y de su


esposa D. Leonor Canales, naci en Algeciras el 4 de febrero de 1788. Concluy los estudios de
latinidad que haba seguido con los PP. de la Escuela Pa de San Antonio Abad de esta Corte en
1803; curs Lgica durante el de 1804 y Matemticas en 1808.

Verificse en marzo de este ltimo ao la invasin francesa. El 13 de agosto siguiente, D. Cristbal,


que haba cumplido los veinte, y su hermano, D. Antonio, mi padre, que slo contaba quince,
llevados por una parte del entusiasmo patritico y del [p. 163] sentimiento de venganza que escitaron
las sangrientas escenas del 2 de Mayo, y, por otra parte, del ejemplo y quiz del consejo, sentaron
plaza como soldados distinguidos en el regimiento 1. de Infantera de Saboya.

Pasaron con este Cuerpo a la Divisin del General Llamas, que operaba en Valencia y Murcia, y
despus a Navarra; y el 23 de noviembre del mismo ao se hallaron en la memorable y desgraciada
batalla de Tudela. All pereci D. Cristbal, con la fatal circunstancia de que, sin duda efecto de la
dispersin de nuestro ejrcito, durante la cual hubo de ser vctima, no presenciaron su herida o muerte
ninguno de sus companeros, ni jefes, ni persona que del caso haya podido dar noticia
correspondiendo a las diligencias que la familia ha practicado para lograrlo. Tan slo el sargento
primero de su compaa, D. Joaqun Martinena (despus alfrez de voluntarios de Barbastro), declar
que le haba visto batirse con increble valor.

Madrid, octubre de 1866.Cayetano Alberto de la Barrera y Leirado.

Maecenas atavis.Od. I, 1

Oh Mecenas, mi amparo y ornamento,


De antepasados reyes descendiente!
Hay algunos que gustan con los carros
Dar a la meta vuelta siete veces;
Iguala con los Dioses de la tierra
A los dueos, la palma floreciente;
Dudoso siempre fu el romano imperio
En ensalzar al que el honor pretende.
Aquel que en la labranza se ejercita,
Si a ser rico lleg por cuanto mete
De las campias frtiles de Libia
El trigo recogido por su suerte.
.....................................................
Hay quien los vasos del aejo, vino

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No, no desprecia, y grato permanece,


Recostados sus miembros en el da
Debajo del madroo ameno y verde;
Luego tambin junto al origen blando
De la sagrada y cristalina fuente
Su curso para y con sediento arrojo
De su raudal aljofarado bebe. [p. 164] Iam satis terris. Od. I, 2

Nieve y granizo tanto


La ira de Jove vengador dardante
Con infinito espanto
Desde el excelso olimpo fulminante
Ha enviado a la tierra,
Que a los altos alczares aterra.

Y con ardientes rayos,


Culebrinas, relmpagos, centellas,
Ha causado desmayos,
La redondez del orbe de querellas
Horrsona poblando
Y el alto Capitolio derrocando.
..........................................
Y los gamos medrosos
En la llanura plidos se vieron;
Notronse arenosos
Del Tber los raudales que vatieron
Las toscanas riberas
Con la violencia de sus ondas fieras.

Sic te diva. Od. I, 3

Anacrentica

Oh valerosa nave!
Oh vagoroso pino!
En quien su amparo funda
El sapiente Virgilio,
A tus aras me acojo;
Humilde te suplico
Que le transportes salvo
De tica a los dominios.
As la diosa Venus
Extienda vuestros linos
Y as Cstor y Plux,
Dos astros muy benignos,
As el hijo de Jove

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Que gobierna a su arbitrio


Los aquilones bravos
Excepto el del Yapigo.

Solvitur acris. Od. I, 4

Ya se desata el riguroso invierno


Con la agradable primavera ardiente,
Y el Cfiro apacible y deleitoso [p. 165] Es el recreo del hogar
campestre.
Las cabrias botan las enjutas naves;
Ni el redil el ganado ya apetece,
Y el labrador de la voraz hoguera
Huye y la sombra busca prontamente;
Ni las campias ni los verdes prados
Con nevadas escarchas aparecen.
Venus las danzas manda apenas corre
La luna los celajes de su frente
Y las honestas Gracias con las Ninfas
El frtil suelo con sus plantas hieren.

Scriberis Vario. Od. I, 6

Oh Agripa valeroso!
Cantar de tus hechos la grandeza
Vario, cisne famoso,
Y cualquiera fortsima proeza
Que, con suma fiereza
Su general t siendo
Ejecut el soldado combatiendo.
Nosotros no anhelamos
Que publique la fama este trofeo,
Ni pintar intentamos
El enojo del hijo de Peleo,
Que no cedi al deseo,
Ni las navegaciones
De Ulises engaoso, en mil regiones.

Laudabunt alii. Od. I, 7

Loarn unos a la ilustre Rodas,


A Mitilene o a la insigne Efeso,
Como a Corinto, cuyos muros baan
Dos golfos fieros.
O a la grandiosa y celebrada Tebas

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Por el Dios Baco, o por Apolo, Delfos,


O de Tesalia al redundante clima
Y frtil suelo.
Hllanse algunos incansables entes,
Cuyo honroso principal objeto
Estriba slo en celebrar a Atenas
Con dulces versos.

Lydia, dic mihi. Od. I, 8

Dime, te ruego, Lidia,


Por todos nuestros Dioses qu favores
Producen la perfidia [p. 166] De a Sbaris perder con tus amores?
Por qu el polvo y ardores
Del sol sufrir pudiendo
De Mavorte aborrecer el duro estruendo?
Por qu como soldado
No anda a caballo al son de la trompeta?
Y por qu denodado
Con los frenos de brida no sujeta,
Cual varonil atleta
De las francesas bocas
La dureza feroz cual fuertes rocas?

Vides ut alta.Od. I, 9

Taliarco consideras
Cun blanco est Soracte con la nieve?
Las selvas lisonjeras
No pueden ya sufrir su carga aleve
Con su sumo desvelo;
Se pararon los ros con el yelo.

Expele de ti el fro
Sobre el hogar poniendo en abundancia
Leos del bosque umbro,
Y saca con frecuencia a poca instancia
Del cntaro sabino
El exquisito cuadrigenio vino.

Mercuri, facunde. Od. I, 10

Oh facundo Mercurio
De Atlante digno nieto,
Que sagaz diste forma

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Al trato tosco y fiero


De los primeros hombres
Con tu melifluo acento
Y el gallardo estatuto
De endurecer el cuerpo;
Te cantar, grande
Jpiter, mensajero
Lo mismo de los Dioses
Y del corvo instrumento
Inventor celebrado.

Tu ne quaesieris. Od. I, 11

Cul el trmino sea


De nuestros cortos das, [p. 167] No inquieras, Leuconoe
Que no es lcito mira.
.......................................
Procede como cuerda;
El vino purifica
Y con el breve espacio
Del todo finaliza
Las largas esperanzas
Que el pecho tuyo abriga.
Mientras hablamos huye
La edad, centro de envidia;
Sin esperar maana
Logra el presente da.

Quem virum.Od. I, 12

A qu hroe, a qu varn, o qu dios, Clo,


Celebrars con tu cadente lira
O con la flauta aguda y penetrante?
El eco retumbante
En las orillas del umbroso y fro
Monte Helicn, que el regocijo inspira,
O sobre el Pindo o sobre el Hemo helado,
A quin repetir cognominado?
Desde las confusas selvas vieron
Al elocuente Orfeo y le siguieron.
El cual, con la armona rozagante
Que le ense Caliope, las corrientes
Rpidas de los ros detena
Y afable suspenda
Al veloz aquiln en un instante.

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O navis.Od. I, 14

Al Marte volvern las nuevas olas


Oh nave que te entregas al peligro!
Qu es lo que intentas?; al cercano puerto
Luego apresura con valor tu arribo.
No adviertes tus costados ya desnudos
De remeros? No notas que va herido
El mstil del ligero frico viento
Y las entenas gimen sin alivio?
No reflexionas que sufrir no pueden
Sin maromas el pilago los pinos?
Ya tus velas se encuentran disipadas,
Ni los Dioses al mal prestan auxilio. [p. 168] Pastor cum traheret. Od.
I, 15

Habiendo el fementido
Paris en Ideas naves transportado,
Flechado de Cupido,
A Helena por el pilago salado,
Calm Nereo los vientos,
Preludio de sus hados y lamentos.
Con infiel vaticinio
Conduces a tu casa a la que Grecia
Pondr so su dominio
Con ejrcito grande que desprecia
Tus bodas en romperlas conjurada
Y la antigua dardnica morada.

O mater pulchra. Od. I, 16

Oh t hija, ms hermosa
Que tu madre peregrina!
Qu furor, di, te encamina
A tan reprensible cosa?
Decretars criminosa
A mis yambos ofensivos
Lo que intimen vengativos
Tus rencores, bien quedar
Sepultados en el mar,
O bien con fuegos activos.

Velox amoenum. Od. I, 17

Muchas veces el veloz

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Dios Fauno trueca el Liceo


Por el lucretil recreo
Ameno y nada feroz.
El ardiente esto atroz
En caliginoso da
De mis cabrillas desva
Siempre, y el lluvioso viento
Extermnalo al momento
En la montaa sombra.
Las cabras descarriadas
Del marido infiel y hediondo
Sin riesgo buscan el fondo
De las frondosas moradas,
Y aunque ocultas e intrincadas
Penetrndolas, inquieren
Do los madroos que quieren
Y tomillos escondidos
Se hallan y encuentran crecidos, [p. 169] Nullam, Vare. Od. I, 18

Ningn rbol primero


Plantars, Varo, que la vid sagrada
En torno placentero
De Tvoli, dulcsima morada,
O de los muros regios
De Catilo por altos privilegios.

Porque numen sagrado


El ceo derram de los rigores
Sobre el que es ms templado;
Ni de otro modo acaban los dolores.
A quin bebiendo tanto
La milicia y pobreza causa espanto?

Vile potabis Od. I, 20

Caro Mecenas, caballero mo,


Vino sabino bajo y despreciable,
En copa bebers no inagotable,
Que en un cntaro griego guardo y fo.

El que solt cuando con sumo bro


Te aplaudi el pueblo en el teatro, afable,
Alabndote el eco infatigable
Con las riberas del toscano ro.

Dianam tenerae. Od. I, 21

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A la ilustre Diana
Incesante ensalzad, tiernas doncellas;
Load con faz ufana,
Oh mancebos, a Corintio, cuyas bellas
Hebras de oro brillantes
No cortaron tijeras penetrantes.

Igualmente a Latona,
De Jpiter supremo muy querida;
Llevad de zona a zona
Vosotras a la Diosa, a quien convida
El cristal de los ros,
Como las hojas de los bosques fros.

Integer vitae Od. I, 22

Aquel que se mantiene


Oh Fusco, de maldades
Libre, siendo su vida
Inocente, inculpable,
Ni de dardos moriscos,
Ni del arco tirante, [p. 170] Ni de aljaba cargada
De flechas formidables
Necesita; bien haya
Por las sirtes flamantes,
De caminar; bien ora
Por el inhabitable
Monte excelso Cucaso.

Quis desiderio. Od. I, 24

Quin la funesta muerte


No sentir de tan leal y amado
Sujeto, si se advierte?
Melpmene, pues Jpiter sagrado
Infundite la voz y dulce lira
Cantos y endechas lgubres me inspira.

Musis amicus (soneto).Od. I, 26

Pues soy de las Musas estimado


Entregar el temor y la tristeza
Del protervo Aquiln a la braveza
Para que la transporte al mar salado.

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Natis in usum.Od. I, 27

De Traces es costumbre
Reir bajo su brbara techumbre
En muestra de contento
Con las copas que sirven de ardimiento.

Te maris et terrae. Od. I, 28

Aunque del mar medidor,


De la tierra y de la arena,
Cuyo nmero no llena
Ese celeste esplendor
Yaces, Architas, mi honor
Inmediato a la Matina
Ribera ..............................

Icci, beatis. Od. I, 29

Envidias ahora, Iccio,


Las dichosas riquezas
De Arabia, y esforzados
Combatientes aprestas
Contra los ricos reyes
De la feliz Sabea. [p. 171] Quid dedicatum. Od. I, 31

Qu a Apolo relumbrante
En su dedicacin pide el Poeta?
Qu splica incesante
Vertiendo de su copa que respeta
El orbe, licor nuevo,
Cual de su fuente luminosa Febo?

Poscimur si quid. Od. I, 32

Harpa ma, a quien primero


Toc Lesbio el ciudadano,
Quien aunque en el campo insano
De Marte bravo guerrero,
No obstante, al son del acero
O cuando su volandera
Nave en la hmeda ribera
Combatida siendo andaba...

Parcus Deorum cultor.Od. I, 34

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nterin que ejerciendo


Ando la falsa ciencia
Apenas venerando
La justa Providencia
De los Dioses supremos,
Un caos de tinieblas
Errneas ha embotado
La luz de mis potencias.
Pero al presente pienso
Volver atrs las velas
Y convertirme luego
A la estoica secta.

O diva gratum.Od. I, 35

Oh t, diosa, que riges el famoso


Templo agradable de Accio, poderosa
O para levantar al cuerpo humano
Con placentera mano
Del grado ms humilde y tenebroso,
O para convertir la serie honrosa
De triunfos en grimosos funerales.

Nunc est bibendum. Od. I, 37

Oh compaeros mos,
Ora beber debemos, [p. 172] Ora con pie garboso
Justo es herir el suelo;
Con costosos manjares
Tambin ornar el tiempo.

Persicos odi. Od. I, 38

Desestimo y desprecio,
Oh mi criado,
Sumamente de Persa
Los aparatos;
Me desagradan
Coronas con tiritas
Entrelazadas.

CX. GARCA TASSARA, Gabriel.Madrid, 1872.

Quem virum aut heroa.Od. I, 12

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En verso suelto.

Cul varn o cul hroe con la lira,


O aguda flauta a celebrar oh Clo!
Vas? o cul Dios a cuyo nombre suene...
Eco festiva en la garganta umbrosa
Donde las selvas en tropel siguieron
De Helicn, en el Pindo el Hemo fro,
A, Orfeo invocador cuando en maternas
Artes los saltos de los raudos ros
A los vientos veloces suspenda,
O arrobadas al canto las encinas
Llevaba en pos con las canoras cuerdas?
A quin antes dar digna alabanza?
A quin sino al gran Padre que el destino
De hombres y dioses, mar y tierra y mundo,
Del tiempo contrapesa en la balanza?
Nada mayor, segundo o semejante
A Jove se engendr. Ni audaz en lides,
Baco, te callar. Ni a aquella virgen,
Enemiga a las fieras, Ni a ti oh Febo!
Con la certera flecha. Dir a Alcides
Y a los hijos de Leda, insigne el uno
En domar un corcel, famoso el otro
En la atltica lid; cuya alba estrella
No bien al nauta resplandece, cuando [p. 173] Las crespas aguas de las aguas
fluyen,
Los vientos calman, los nublados cejan,
Y la onda amenazante al blando influjo
Se recuesta en el Ponto. Cul memoria
Evocar despus? Rmulo acaso,
O de Numa el pacfico reinado,
O de Tarquino las soberbias haces,
O de Catn la valerosa muerte?
A Rgulo tambin y a los Escauros,
O acosado del Peno a Paulo Emilio,
De su alma grande prdigo, en insigne
Canto dir mi musa. Y luego a aquellos
Que a la austera pobreza, al heredado
Fundo arranc de entre apacibles lares
La guerra; aquel Fabricio, aquel Camilo,
A Curcio, el de la intonsa cabellera.
Cual crece con la edad rbol fecundo,
Crece la fama de Marcelo en tanto;
Y cual la luna entre menores luces,

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La estrella de los Julios resplandece.


Oh t, Jove Saturnio, de la humana
Gente padre y tutor! A ti los hados
Dieron velar por Csar. Reina, y sea
Csar segundo a ti; y al sojuzgado
Parto que al Lacio amaga en justo triunfo
Ora trayendo, o al indiano y sera
Sujetado en los trminos de Oriente,
Por ti rija l el orbe. Con tu carro
T al Olimpo haz temblar y a las violadas
Selvas los rayos de tu enojo enva.

Poesas de Tassara, Madrid, 1872, pp. 301-302.

Y en el Horacio pintoresco de Barcelona [O. H. pg. 28.]

El P. Torres la elogia con entusiasmo, tenindola por aventajada a las muy buenas de Moratn y
Burgos, especialmente en este pasaje:

......................Dir a Alcides
Y a los hijos de Leda: insigne el uno
En domar un corcel; famoso el otro
En la atltica lid, cuya alba estrella
No bien al nauta resplandece, cuando
Las crespas aguas de las rocas fluyen,
Los vientos calman, los nublados cejan,
Y la onda amenazante, al blando influjo,
Se recuesta en el ponto .................................. [p. 174] Esto s que es
verdaderamente impecable!, aade el Padre Torres. Toda la traduccin est por
el estilo, y es ms fiel y ms ceida que las de Moratn y Burgos, pero no hay
que echar en olvido que Burgos tradujo en rimas perfectas; Moratn, en silva, y
Tassara en versos sueltos. La de este ltimo tiene, sobre las otras dos, la ventaja
de que en ella no se puede sealar ningn defecto. Ni Burgos ni Moratn ni
nadie ha hecho ms.

La falta de correspondencia de los versos:

Proximos illi tamen oecupavit


Pallas honores

notada por el P. Blanco, se advierte no slo en la edicin de Barcelona, sino tambin en la original de
las poesas de Tassara; o ste los dej sin traducir, o sufrieron naufragio en la imprenta.

El general Mitre, que ha traducido la misma oda muy infelizmente, segn su costumbre, pone a la
versin de Tassara una porcin de reparos, la mayor parte pueriles. El poner las artes maternas en

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plural y no en singular, es cosa de poca monta. El

Blandum et auritas fidibus canoris


Ducere quercus

est bien traducido de este modo:

O arrobadas al canto las encinas


Llevaba en pos con las canoras cuerdas.

Al general se le antoja que lo que Horacio quiso decir es que Orfeo haba enseado sus cantos a las
encinas. No hay semejante cosa: Horacio dice ducere (llevar tras s) y no dice docere (ensear), ni
podra decirlo, porque el verso no lo consiente. Todava hay un desvaro ms original en el crtico.
Haba traducido Tassara, no con entera exactitud literal:

O acosado del Peno Paulo Emilio


De su alma grande prdigo ......

El superante Poeno del original es un ablativo absoluto, que quiere decir, como ningn principiante
ignora, siendo vencedor el Cartagins. Y vencer no es lo mismo que acosar. Esta es la nica [p. 175]
crtica que poda hacerse de la versin de Tassara. pero al general se le ocurre enmendarle la plana de
un modo que merecera un palmetazo en cualquier aula de latinidad.

Traduce el superante Poeno, superando al vencedor, y concierta as monstruosamente un ablativo


de oracin accidental con un acusativo prodigum Paullum.

Procure ser en todo lo posible


El que ha de reprender, irreprensible.

Por mi parte, la traduccin me parece muy buena y digna de tan egregio poeta, pero creo que hizo
mal en adoptar la forma nada lrica de una tirada de endecaslabos sueltos para traducir una oda
sfica, cuya forma mtrica puede imitarse tan fcilmente en castellano.

[Vid. H. E., I, 153; II, 425.]

CXI. GARCA TASSARA, Gabriel.Madrid, 1872.

Eheu fugaces.Od. II, 14

Cmo, oh Pstumo, Pstumo, los aos


Se deslizan fugaces! No retarda
A la instante vejez con sus arrugas
Ni aun la piedad, o a la indomada muerte.
No con trescientos toros cada da

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Oh amigo! aplacars al implacable


Plutn que a Ticio y a Geron triforme
Retiene en la onda ttrica que todos
Cuantos sustenta de la tierra el fruto,
Rey o pobre cultor, surcar tenemos.
Vano es huir el sanguinoso Marte
O de Adria ronco las rompidas ondas:
Vano del otoal austro maligno
El cuerpo resguardar. El tenebroso
Cocito con su lnguida corriente
Errar hemos de ver, y de Dnao
La infame prole, y al castigo eterno
Ssifo, hijo de Eolo, condenado.
Casa, heredad, consorte cara, es fuerza
Dejar, y de estos rboles que cras,
Dueo fugaz, slo el ciprs odioso
Slo el ciprs te seguir a la tumba.
Ms de ellos que t digno, tu heredero [p. 176] Los ccubos que hoy
guardas con cien llaves
Gozar en abundantes libaciones:
Licor ms generoso en el soberbio
Pavimento vertindose a raudales
Que en las cenas corri pontificales.

(Poesas de Tassara. Madrid, 1872, pp. 303-304.)

[Vid. H. E. I, 153; II, 425.]

CXII. BARIBAR Y ZUMRRAGA, Federico.Vitoria, 1876.

Quis Multa gracilis. Od. I, 5

Publicada en El Ateneo, de Vitoria, tomo IV (abril de 1876), pgina 218.

Qu gallardo mancebo
Perfumado te abraza
Sobre un lecho de rosas
En tu agradable estancia?

Para quin tus cabellos


Rubios peinas con gracia,
Mostrndote vestida
Con sencilla elegancia?

Ese que de ti goza


Creyendo tus palabras,

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Y espera sers siempre


Su fiel enamorada,

Ay! tristre, cuntas veces


Llorar tu inconstancia,
Porque del aura prfida
No sabe las mudanzas.

Ay! cuntas asombrado,


Ver la mar en calma
Alzarse por los vientos
En fieras oleadas.

Mseros los que fan


En tu inocencia falsa!
Yo ya colgu en el templo
Una votiva tabla,

Que al Numen de los mares


Indica se consagran
Mis vestidos, mojados
En reciente borrasca.

[Vid. H. E. I, 156.] [p. 177] CXIII. BARIBAR Y ZUMRRAGA,


Federico.Vitoria, 1876.

Vitas hinnuleo. Od. I, 23

Traduccin en metro anacrentico, publicada en El Ateneo, de Vitoria (abril de 1876), tomo IV, pg.
218.

Huyes de m, dulce Cloe,


Semejante al cervatillo
Que busca a su madre tmida
Por los escabrosos riscos.

Asstanle de los vientos


Y de la selva los ruidos,
O las vides, cuando agitan
Sus pmpanos movedizos.

Y si los verdes lagartos


Corren entre los espinos,
Tiemblan sus delgadas piernas
Y su pecho estremecido.

Yo como un horrendo tigre

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O como un len numidio


Para devorarte, nia,
No creas que te persigo.

Y pues ests en la edad


De los dulces amoros,
No sigas ms a tu madre,
Y sguele a tu marido.

[Vid. H. E. I, 156.]

CXIV. BARIBAR Y ZUMRRAGA, Federico.Vitoria, 1886.

Urbis amatorem.Epist. I, 10

En El Ateneo, de Vitoria (tomo VII pg. 10), y en el tomito titulado Traducciones del hebreo, griego,
latn, euskaro, portugus, cataln, gallego, italiano, francs y provenzal. Vitoria. Imp. de Cecilio
Egaa, 1886, pp. 23-27.

A FUSCO ARISTIO

Salud a Fusco, amigo de ciudades,


Desea Horacio, amigo de los campos.
Slo en esta aficin no convenimos,
En todas las dems somos hermanos; [p. 178] Pues cuanto apruebas t,
gustoso apruebo,
Y me es ingrato lo que te es ingrato.
Iguales en un todo a los palomos
Que nos pinta el aplogo esopiano.

T el nido alabas y en su seno vives,


Yo los arroyos lmpidos ensalzo
Del campo ameno, y el sombro bosque,
Y el peasco de musgo tapizado.

Cmo no, si en el punto en que abandono


Esos goces que alzis en vuestro aplauso
Sobre el excelso Olimpo, vivo y reino
De mi albedro dueo y soberano?

Pues ya, a modo de siervo fugitivo


De un sacerdote, de pasteles harto
Estoy, y a empalagosas golosinas
Prefiero el pan que me es necesario.

Si hay que vivir conforme a la natura,

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Un solar a propsito buscando


Antes de edificar sabis alguno
Que valga ms que un delicioso campo?

Dnde son ms benignos los inviernos?


Dnde templa mejor Favonio blando
Del Can la rabia y del Len la furia
En las ardientes siestas del verano?

Dnde el cuidado cruel con sus fantasmas


Perturba menos nuestro sueo plcido?
Cundo a una flor en brillo y en perfume
Vencern nuestros jaspes africanos?

El raudal que romper en vuestras fuentes


Intenta el plomo donde va encaado,
Ser ms fresco y puro que el que baja
De una verde colina murmurando?

Por qu en la misma Roma, entre columnas


Soberbias, plantis rboles copados,
Y elogiis la morada que permite
Pasear los ojos por el vasto campo?

Es que, aunque con violencia se despida


A la naturaleza, vuelve al cabo,
Y, a favor del hasto que nos mata,
Nos somete a su yugo soberano.

El mercader, que la Sidonia prpura


De la de Aquino no distingue, daos
Menores sufrir que el que no acierte
De la verdad a distinguir lo falso.

El que ms alto est ms hondo cae;


Y ms se llora lo que ms se ha amado. [p. 179] Evita el fausto, que en la
humilde choza
Ms dichas hay que en los palacios ureos.
El aguerrido ciervo echar sola
De sus pastos comunes al caballo
Que, tras largo luchar vencido, al hombre
Pidi socorro y enfrense manso.
Mas cuando, vencedor de su enemigo,
Arrogante qued dueo del campo,
Ni del jinete libert sus lomos,
Ni el espumoso belfo del bocado.
As el que teme la pobreza carga

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Por siempre con el peso de un tirano,


La libertad preciosa ms que el oro,
En su necia codicia despreciando.
Con ms o menos del caudal preciso
Pasa lo mismo que con mal calzado;
Lastima si es pequeo, y si est grande
Nos hace tropezar a cada paso.
Si te contentas con tu suerte, oh Fusco,
Sers feliz y vivirs cual sabio;
Reprndeme severo, cuando veas
Que yo del justo lmite me salgo.
El oro recogido en nuestras arcas
O es nuestro siervo o es nuestro tirano;
Y la razn nos dicta que debemos,
En vez de obedecerle, dominarlo.
Junto a un antiguo templo de Vacuna
Esto te escribo, oh Fusco, descansando;
Nada a mi dicha en este sitio falta,
Ms que tu compaa y tus abrazos.

[CXV.] SAA Y MALDONADO, Manuel M. Badajoz, 1878.

Arte Potica

Interpretacin y anlisis de la epstola de Horacio a los Pisones sobre el Arte potica y traduccin
de la misma por D. Manuel Mara Saa y Maldonado. Badajoz, E. Ordua, 1878.

CXVI. ALEGRE, Francisco Javier.Mxico, 1880.

Beatus ille.Epod. 2

Hace mrito de esta traduccin D. Vctoriano Ageros en la introduccin de su libro Escritores


Mexicanos Contemporneos (Mxico, 1880), p. XIX: [p. 180] El P. Francisco Javier Alegre, que
tradujo la Ilada, de Homero, en hexmetros latinos, y de quien conozco tambin una delicada
traduccin libre de la oda de Horacio que empieza Beatus ille.

La biografa latina del P. Alegre, que antecede a sus Instituciones Teolgicas, y que ha servido de
pauta a todas las dems, menciona entre las traducciones de Alegre Horatii Lyrica, Satyraeque
nonnullae.

De las stiras existen cuatro, como veremos luego, y adems una epstola. Pero no figura ninguna oda
en la coleccin de los Opsculos Inditos, de Alegre, formada e ilustrada con tanto tino y diligencia
por D. Joaqun Garca Icazbalceta (Mxico, 1889).

Sin embargo, en sus notas al Arte Potica, de Boileau, que libremente tradujo, cita el P. Alegre, sin

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indicar su autor, los primeros tercetos de una versin del Beatus ille, que suponemos que es la suya,
puesto que no coincide con ninguna otra de las castellanas que hemos visto:

[Vid. H. E., I, 120.]

CXVII. ALEGRE, Francisco Javier.Mxico, 1889.

Nil admirari prope res est una, Numici.Epist. I, 6

No admirar ni extraar nada


La nica cosa es, Numicio,
Que hacer el nimo humano
Puede, y conservar tranquilo.
Este sol, estas estrellas
Y estaciones que con fijos
Y regalados movimientos
Van y vuelven en sus giros,
Muchos hay que sin espanto
Ni admiracin los han visto
Y los ven. Pues qu diremos
De los frutos exquisitos.
De la tierra y del mar que
Enriquece rabes e indios?
Qu los juegos y teatros?
Qu los aplausos del circo?
O los magnficos dones
Con que un ciudadano rico
Tal vez galadorna al pueblo?
....................................... [p. 181]

Anda hora, y mira aturdido


La plata, el oro y los bronces,
O los mrmoles antiguos,
O las artes o las piedras,
O los colores de Tiro.
Gzate de que mil ojos
Te contemplen de hito en hito
Cuando en pblico discurres.
Levntate muy solcito
De andar al Foro temprano,
Y despus de anochecido
Vuelve a casa cuidadoso
No coja, Mucio ms trigo
Que t en tus dotales campos
.............................................

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Todo cuanto est escondido


Bajo de la tierra el tiempo
Dar a luz en algn siglo,
Y consumir lo que
Parece hoy con mayor brillo.
Despus que por la Va Apia
Muy bien te la hayas lucido,
O en el prtico de Agripa,
Ir te resta donde ha siglos
Que pasaron Numa y Anco...

Opsculos inditos latinos y castellanos del P. Francisco Javier Alegre (Veracruzano), de la


Compaa de Jess. Mxico... 1889, pginas 167-173 .

Las versiones de las Stiras y Epstolas de Horacio que este volumen, publicado por D. Joaqun
Garcia Icazbalceta, contiene, estn tomadas del manuscrito autgrafo que posea D. Aureliano
Fernndez Guerra.

[Vid. H. E., I, 120.]

CXVIII. ALEGRE, Francisco Javier.Mxico, 1889.

Qui fit, Maecenas. St. I, 1

Traduccin anterior a 1788, y probablemente a 1776, puesto que acompaa a su versin del Arte
Potica, de Boileau, hecha aquel ao. [p. 182]

Di, Mecenas, qu ser


Que nadie vive contento
Con la suerte que ha obtenido
Por fortuna o por su empeo,
Antes envidia a los que
Van por un rumbo diverso?...

Esta y las dems traducciones del P. Alegre estn en romance octoslabo, metro que parece
demasiado familiar para traducir las stiras de Horacio, aunque l las llamase sermoni communi
propriora. La locucin es fcil y pura, pero algo prosaica, de la escuela de Iriarte. Mucho mejor
versificadas estn las silvas en que el P. Alegre tradujo libremente el Arte Potica, de Boileau, pero
nunca sus mejores versos castellanos igualan los magnficos versos latinos de su versin de la Ilada.

Opsculos Inditos Latinos y Castellanos del P. Francisco Javier Alegre (veracruzano), de la


Compaa de Jess. Mxico, imprenta de Francisco Daz de Len, Avenida de Oriente, 6, nmero
163. 1889 pp. 133-141.

La edicin fu slo de 150 ejemplares.

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[Vid. H. E., I, 120.]

CXIX. ALEGRE, Francisco Javier, S. J.Mxico, 1889.

Omnibus hoc vitium est cantoribus. St. I, 3

Casi a todos los cantores


Es muy comn este vicio,
Que nunca quieren cantar
Rogados de sus amigos;
Pero si nadie les ruega,
Cantan hasta dar fastidio.
As era el sardo Tigelio.
Por su amistad requerido...

Vase alguna muestra de esta prosaica traduccin, tomndola precisamente del trozo en que debiera
serlo menos:

Los que iguales los delitos


Pretenden ser, no s cmo
Se las avengan, si al vivo [p. 183] Se llega de la disputa.
Las costumbres, el sentido
Comn, y la utilidad,
Que cuasi madre y principio
Es de lo recto y de lo justo,
Repugnan a un tal capricho.
Cuando arrastrando por tierra
En los tiempos primerizos,
Como mudos animales,
Errantes y fugitivos,
Vagueaban por las campaas
Los hombres, y por los riscos,
Ya por la bellota, y ya
Por el lecho, entre s mismos
Con las uas, con los puos
Y con garrotes macizos
Peleaban; despus con armas
Que el uso hubo introducido,
Hasta que inventaron nombres
Con que explicar sus designios:
As cesaron las rias,
Cerrronse con recinto
Las ciudades, y con leyes
Se prohibi el latrocinio,

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La rapia, el adulterio,
Que aun antes de Helena siglos
El amor de las mujeres
Fu de agrias guerras motivo;
Sino que los que seguan
Venus vaga y sin destino,
Como las fieras silvestres,
Tuvieron un finiquito
Desconocido e infame,
Cediendo a la fuerza y bro
De un rival ms poderoso,
Como por fin el novillo
Cede al toro en el ganado.
Si de los tiempos antiguos,
Quieres revolver la historia,
Hallars que siempre han sido
Las leyes y los derechos
Por temor establecidos
De lo injusto, y que no puede
Entre lo justo y lo inicuo
La sola Naturaleza
Discernir, como ha sabido [p. 184] Distinguir el bien del mal,
Y lo til de lo nocivo.
Ni jams me harn creer
Que sea tan gran delito
Tomar alguna hortaliza
De la huerta del vecino,
Como el asaltar de noche
Los templos. Haya orden fijo,
Haya regla que a las culpas
Proporcione los castigos...

Opsculos Inditos Latinos y Castellanos del P. Francisco Javier Alegre (veracruzano), de la


Compaa de Jess. Mxico, imprenta de Francisco Daz de Len, 1889, pp. 141-151.

[Vid. H. E., I, 120.]

CXX. ALEGRE, Francisco Javier. S. J.Mxico, 1889.

Non quia, Maecenas, Lydorum. St. I, 6

No porque de los antiguos


Lidios desciendas, Mecenas,
Que ocuparon la Toscana,
Ni porque en tu alcurnia cuentas

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Mil gloriosos generales


Que mandaron en la guerra,
Tanto de materna parte,
Como de parte paterna...

El principio es malsimo, como se ve. Despus hay cosas mejores, p. e.:

Tal vez atrailladas lleva


La Gloria en su carro ufano
Con la plebe la nobleza...

Sed fulgente trahit constrictos Gloria curru


Non minus ignotos generis...

Opsculos inditos latinos y castellanos del P. Francisco Javier Alegre (Veracruzano), de la


Compaa de Jess. Mxico... 1889, pginas 152-161.

[Vid. H. E., I, 120.] [p. 185] CXXI. ALEGRE, Francisco Javier. S. J.Mxico, 1889.

Ibam forte Via Sacra. St. I, 9

Iba por la Va Sacra


En no s qu bagatelas,
Como suelo, meditando,
Todo embebecido en ellas...

Opsculos inditos latinos y castellanos del P. Francisco Javier Alegre (Veracruzano), de la


Compaa de Jess. Mxico... 1889, pginas 161-167.

[Vid. H. E., I, 120.]

[CXXIL] RIVERA ROMERO, Victoriano.Crdoba, 1880.

Arte Potica

La epstola de Horacio a los Pisones vertida en castellano por Victoriano Rivera Romero. Crdoba.
Imp. del Diario, 1880. Hay otras dos ediciones hechas en los aos 1881 y 1883.

[Vid. H. E., I 161.]

CXXIII. MACIAS Y GARCA, Marcelo.Orense, 1888.

Arte Potica

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Epstola a los Pisones traducida en prosa y anotada, con prlogo, biografa de Horacio y extracto de
los preceptos, por el Doctor Marcelo Macas y Garca. Orense, Tip. de A. Otero, 1888.

[CXXIV.] HERRERA, Luis de.Cabra, 1889.

Cabra, 24 de nov. de 1889.

Ilmo. Sr. D. Marcelino Menndez y Pelayo.

Mi respetable y querido amigo:

.....................................................................

Le mand a usted con una de mis anteriores la traduccin de la oda Sic te diva potens para saber su
opinin. [p. 186] Soy de usted su ms entusiasta admirador y afmo. amigo y comp. q. b. s. m .Luis
Herrera.

...

Estoy concluyendo la traduccin del libro III de la Eneida, y si viene por aqu D. Juan Valera para la
Pascua, me ayudar a limar el II y III, y si merecen la aprobacin de usted y de don Juan los
publicar, y continuar con el IV.

He traducido la oda Quis desiderio sit pudor... y se la mandar a usted cuando se digne contestarme.

Sic te diva potens Cypri. Od. I, 3.

As de Chipre la potente diosa,


As de Elena los hermanos pos,
Brillantes luminares de los Cielos,
Y el padre de los vientos te dirijan,
Que domeando fuerte a los contrarios,
Desate slo al Cfiro propicio,
Oh venturosa nave, que nos debes
A Virgilio, que llevas confiado.
A los confines ticos te ruego
Inclume lo entregues, y felice
Conserves la mitad del alma ma.
De roble y triple acero guarnecido
El pecho debi estar del que primero
Al pilago cruel la frgil quilla
Osado confi; ni temi al brego
En lucha con los rudos aquilones,
Ni a las Hiadas tristes, ni del Noto
El furioso poder que impera en Adria,

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Ya quiera embravecer fiero las olas,


Ya apaciguarlas, dspota absoluto.
Ni de muerte qu gnero temiera
Quien con ojos enjutos vi los monstruos,
Y los hinchados mares turbulentos,
Y las funestas rocas del Epiro?
Prvido en vano separara Jove
Las tierras por las aguas de Oceano,
Si las dbiles naves temerarias
Surcan impas los vedados mares.
El hombre audaz para arrostrarlo todo
A la impiedad se arroja en su demencia. [p. 187] Del alto cielo con engao roba
El linage de Jpeto atrevido
El fuego que infundiera en los mortales,
Y las tierras invade macilenta
De enfermedades mil nueva cohorte,
Y la muerte, primero perezosa,
Aceler su formidable paso.
Surc el espacio Ddalo con alas
Jams a los mortales concedidas,
Y Hrcules penetr en el Aqueronte.
Nada imposible a los humanos pechos:
Contra los mismos cielos combatimos,
Y as nuestras maldades no consienten
Deponga Jove su iracundo rayo.

[CXXV.] GORRECHE Y OJEDA, Manuel.Madrid, 1890.

Arte Potica

La epstola a los Pisones, traducida y comentada por D. Manuel Correche y Ojeda. Madrid, Imp. de
A. Velln, 1890. 8.

[CXXVI.] BALAGUER Y FERRERES, Antonio. Barcelona, 1891.

Arte Potica

La epstola a los Pisones, traducida y comentada por Antonio Balaguer y Ferreres. Obra ilustrada
con 58 grabados. Barcelona. Tip. de la Casa de Caridad, 1891.

CXXVII. GALN Y DOMNGUEZ, ngel. Ms.1896.

Vile, potabis. Od. I, 20

Caro Mecenas, en modestas copas

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Sabino humilde bebers que guardan


nforas griegas que cerr yo mismo,
Cuando loores
Y aplausos tales te rindi el teatro,
Que los oyeron tus riberas patrias [p. 188] Y repiti en las Vaticanas
cumbres
Eco festivo.
Ccubo y mosto que exprimi potente
Prensa Calena, bebers; no el vino
De vid Formiana ni el que da Falerno
Templan mis vasos.

Traduccin ms. comunicada por el autor.

CXXVIII. GALN Y DOMINGUEZ, ngel. Ms.1896.

Integer vitae. Od. I, 22

El hombre recto y de conciencia pura,


No necesita de moriscos dardos,
Ni de arco, aljaba y venenosas flechas,
Fusco, mi amigo;
Ora camine por la ardiente Libia,
O el manto cruce de la Escitia helado,
O la regin que el fabuloso Hidaspe
Plcido baa.
Vagaba un da de mi quinta lejos,
De afanes libre, a Llage cantando,
Y horrible lobo en la Sabina selva
Hyeme inerme.
Monstruo cual ste ni jams crile
Daunia guerrera entre sus montes vastos,
Ni cra Juba de leones fieros
Clida madre.
Ya me traslades al pas, do nunca
Orea el soplo del Esto al rbol,
Regin del mundo en que la niebla y aire
Reinan nocivos;
O bien me pongas so la ardiente rueda
De Febo en punto de habitar negado,
Dulce hable o ra, a mi hechicera siempre
Llage adoro.

Traduccin ms. comunicada por el autor.

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CXXIX. GALN Y DOMNGUEZ, ngel. Ms.1896.

O Venus, regina. Od. I, 30

Reina de Pafos y de Gnido, oh Venus,


La hermosa Chipre de tu amor desprecia, [p. 189] Y al templo ven, a do
te invoca y dones
Rinde Glicera.
Sgante prestos el fogoso nio,
Desnudas Gracias y las Ninfas bellas,
Gentil Mercurio y juventud festiva,
Triste en tu ausencia.

Traduccin ms. comunicada por su autor, desde Sevilla, en 13 de mayo de 1896.

CXXX. GALN Y DOMNGUEZ, ngel. Ms.1896.

Persicos odi.Od. I, 38

La pompa y fausto de los Persas odio,


Ni de coronas enlazadas gusto;
Deja, muchacho, de buscar do moren
Rosas tardas.
Las sienes slo con el mirto ornemos;
Que a ti, sirviente, no desdora el mirto,
Ni a m que bebo de emparrado frtil
Quieto a la sombra.

Traduccin ms. comunicada por su autor, residente en Sevilla.

CXXXI. GALN Y DOMNGUEZ, ngel.

O fons Blandusiae. Od. III, 13

A la fuente de Blandusia

Dedicada al eminente literato y gran humanista, gloria de las Letras espaolas, Sr. D. Marcelino
Menndez Pelayo, en testimonio de entusiasta admiracin.

Fuente de Blandusia,
Ms clara que el vidrio
Y digna de dulce
Generoso vino;
Ornado de flores
Maana un cabrito

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Habr de inmolarte,
Cuyos cuernos primos
Hinchen ya su frente,
Que en vano al destino [p. 190] De amorosas lides
Disponerlo quiso;
Pues la roja sangre
Teir de este hijo
De la ley laciva
Tus raudales fros.
A ti los rigores
Del calor estivo
Llegar nunca logran;
Con fresco benigno
Al ganado errante
Y bueyes rendidos
De arar, t convidas;
T el mayor prestigio
Tendrs de las fuentes,
Cuando yo en mis himnos
La encina cantare
Que se alza en los riscos,
Do parleros brotan
Tus caudales lmpidos.

En El Correo de Andaluca, Sevilla, N. 68, 19 de noviembre de 1900, pg. 549.

[CXXXII.] UREA, Francisco de Paula.Jan, 1899.

Sr. D. Marcelino Menndez y Pelayo.

Distinguido Sr. mo y de mi mayor admiracin: Siento en el alma molestar a usted, pero una
discusin, aqu promovida con ocasin y acerca de una traduccin de la oda Eheu! fugaces, de
Horacio (discusin que pende del fallo de usted, que tan grande autoridad es en la materia), me obliga
a escribirle, sin ms ttulos que los que me da la admiracin que hacia usted siento.

Dispense usted la molestia, y dispense asimismo que insista en rogarle a usted me conteste con su
juicio acerca de la traduccin. Usted concluye de una vez con estas estpidas quisicosas, que no por
ser estpidas, dejan de ser mortificantes.

Con un milln de sincersimas gracias, me ofrezco de usted affmo. amigo y entusiasta admirador, s.
s., q. b. s. m.Francisco de P. Urea.

Jan 5 de noviembre de 1899.

Muoz Garnica, 5. [p. 191] Oh navis, referent in mare te novi fluctusOd. I, 14

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Qu locas esperanzas, nuevamente,


Te llevan a alta mar? Oh! tente, nave!
Torna al seguro puerto. No recuerdas
Que est de remos desprovisto un lado
Y roto el mstil por el afro rudo?
No sientes de las vergas el gemido?
No ves que, sin maromas, el empuje
No puedes resistir del mar furioso?
Velas no tienes ntegras, ni dieses
A quien clamar de nuevo. Y aunque ostentas
De la selva del Ponto el noble sello,
Tu cuna y tu nobleza son intiles.
Pintada ests en vano; que en pinturas
El tmido piloto no confa.
Juego sers del viento, si a l te entregas.
Mas mi temor ayer y mi cuidado,
Y hoy mis vehementes ansias, es que evites
El agua de las Ccladas aleves,
Salpicada de sirtes y peascos.

Pastor cum traheret per freta navibus. Od. I, 15

Y cuando el fementido
Pastor de Troya en las idalias naves
Llevaba por el mar a la de Acaya
Helena peregrina, en ocio ingrato
Nereo dej a los vientos corredores
Para anunciar a Paris su infortunio.
En mal horaexclamllevas a Ilion
A la mujer que pronto, en hueste innmera,
Ha de pedirte Grecia, conjurada
Para romper tus nupcias, y el antiguo
Cetro de tus mayores. Cunto ay! cunto
De sudor y fatiga al caballero
Y al caballo amenazan! Cuntos males
Fraguando ests a la dardania gente!
Palas prepara ya yelmo y escudo
Y carro y rabia contra ti. Oh! en vano,
Protegido de Venus, tus cabellos
Peinars olorosos, y con lira
Voluptuosa alternars con damas
Recitndoles versos femeniles.
Y en vano evitars al nupcial lecho
Las agudas saetas de Candia, [p. 192] Y las ferradas lanzas, y el ruido
Sordo de guerra, y el temible Ayace

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Pronto en seguirte, que, aunque tarde, el polvo


Manchar tus adlteras melenas.
No ves ya en derredor al de Laertes,
Espanto de tu raza, fiero Ulises,
Y a Nstor el de Pilos? Mira, mira
Cul sin pavor te apremian Salamino,
Y Teucro, y el perito en las batallas
Y en domear caballos, Estenelo.
A Melin conocers. Oh! advierte
De Tdides cruel, ms que su padre
Valeroso, el aliento que te busca
Como fiera al cervato. Mas t, ciervo
Que al lobo ve del valle en la hondonada
Y olvidado del pasto, huyendo, vuela,
Huirs tambin cobarde! sin respiro.
Y esto fu lo que a Helena prometiste?
La armada que conduzca a la aquilea
Gente iracunda, alargar los das
A Troya, y a las hembras de los frigios;
Mas, tras breves inviernos, el aqueo
Fuego terrible abrasar las torres
Que en Ilion a los cielos desafan.

Eheu! fugaces, Postume, Postume, labuntur anni. Od. II, 14

Ay! fugaces los aos se deslizan,


Pstumo, Pstumo: la de rostro arado
Y canosa vejez, la muerte indmita
Vendrn, sin que lo estorben las virtudes.
El toro, que en el alba, diariamente,
Inmolas a Plutn, ser perdido:
Plutn no tiene lgrimas. Enfrena
A Gern y Ticio en la laguna
Estigia, ay! que cruzaremos cuantos,
Ricos y pobres, en la tierra somos.
De Marte el rudo, el sanguinoso, el fuerte
En vano huirs, y esquivars en vano
Las olas adriticas, y el viento
Austral de Otoo, a la salud nocivo.
El agua del Cocito, de ondas lnguidas,
Al fin hemos de ver, y la de Dnao
Infame descendencia, y el eolida
Ssifo, a larga pena condenado.
Todo lo has de dejar: campos, penates,
La misma dulce esposa; de los rboles, [p. 193] Que cultivas, ninguno, excepto
el triste

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Ciprs, te ha de seguir, breve amo de ellos.


Tu heredero ms digno, los que hoy guardas
Ccubos con cien llaves, tendr en poco;
Y con vino, mejor que el que en la cena
Los Pontfices beben, el soberbio
Tapiz del suelo baar en tu nombre.

Jam pauca aratro jugera regios moles relinquent. Od. II, 15

Pronto, las regias casas al arado


Tierra no dejarn: doquier estanques,
Mayores que el Lucrino, se fabrican;
El pltano infecundo al olmo vence;
Y violetas, y mirtos y otras plantas,
Goce de la nariz, darn su aroma
Al dueo ayer de frtiles olivos.
El espeso laurel, que nada vale,
No tendr quien lo corte. Oh! Y es esto
Lo prescrito por Rmulo? este el lujo
Del intonso Catn? esta la norma
De los viejos latinos? No, no! Antes,
La privada heredad era pequea,
Y grande la comn. Nadie en lo suyo,
Al Norte opaco, levantaba prticos
De vasta proporcin. Las mismas leyes,
Que vedaban huir del pobre lecho,
Mandaban exornar templos y acrpolis
Con mrmol rico, a expensas del Estado.

CXXXIII. CAPARRS, Jos M.Madrid, 1902.

Quae virtus.St. II, 2

Traduccin en verso castellano de la stira 2. del libro II de las de Q. Horacio Flaco. Al Excmo. Sr.
Marqus de Pidal.

Inc. Qu virtud hace falta y en qu grado


Para vivir con poco? Esta doctrina
No es ma; aquel Ofelo, sabio rstico,
Y de sincero espritu dotado,
La prescribi.................................

Revista Contempornea, tomo 124, 15 de enero de 1902, pginas 101-107.

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NOTAS A PIE DE PGINA:


[p. 21]. [1] . Nota del Colector I 85, y II 563 (Ed. Nac...)

[p. 21].[2] . S. B. 66.

[p. 27]. [1] . Bib. Nac. P. V. Fol C-13, n. 25.

[p. 39]. [1] . Nota del Colector: En el Horacio en Espaa, pjina 575, II volumen, dice Menndez
Pelayo que por falta de espacio no reproduce ntegras las poesas de Montiano y Luyando que van a
continuacin, pero que lo har en su Biblioteca de Traductores. Respondiendo a este propsito del
Maestro se copian todas las por l indicadas.

[p. 61]. [1] . Este hroe es Sedano, el colector del Parnaso Espaol.

[p. 65]. [1] . Poetas lricos del siglo XVIII, tomo III, pp. 387 y 389. All se public por primera vez
este interesante poema de Lista no includo en las colecciones anteriores de sus obras.

[p. 74]. [1] . Subrayado en el original.

[p. 100]. [1] . Nota del Colector. Los documentos y notas que siguen fueron enviados a Menndez
Pelayo por Juan Prez de Guzmn.

[p. 101]. [1] . Habindose esculpido en Italia una estatua del Rey Carlos IV para erigirla en
monumento pblico en Ceuta, antes de embalarla para su embarque en Gnova en direccin a nuestro
primer presidio de la costa de frica, fu expuesta algunos das al pblico en la capital de la
Liguria. El ex jesuta espaol D. Vicente Alcoverro compuso en elogio de S. M. algunas poesas y en
ellas incluy en verso castellano la traduccin de la oda tercera del primer libro de las de Horacio. El
ministro residente cerca de aquella Seora, D. Juan Cornejo, premi al poeta con un ducado,
indicndole que hara un servicio grato a la nacin si traduca las restantes en el mismo estilo y
mtodo, por carecerse en Espaa de una traduccin completa de las obras lricas del gran poeta ulico
latino. Ocurra esto en 1791, y todava, por el mismo conducto, recibi el abate Alcoverro otra
excitacin para lo mismo de parte del Conde de Floridablanca.

Cerca de dos aos trabaj el exjesuta aragons en la primera parte de esta obra, y en este tiempo en
el Ministerio de Madrid haba sucedido a Floridablanca el Duque de la Menda, y en el de Gnova a
Cornejo el Conde de Valparaso. ste y el abate D. Juan Andrs estaban enamorados de la traduccin,
y del mismo modo impulsaron a Alcoverro a que solicitase en Madrid el Real beneplcito para que la
dedicase al Prncipe de Asturias Don Fernando y que impetrase el favor del Monarca a fin de que de
la obra se hiciera una edicin esplndida en la imprenta Real de Bodoni, en Parma, para que fuera
digna de tan gran Prncipe. En 12 de abril de 1793, por mano de Valparaso, envi Alcoverro su

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instancia al Duque de la Menda, acompandole una Idea de su traduccin, y algunas odas


traducidas de muestra. El Duque de la Menda, segn la costumbre que hall establecida, decret que
se examinase por la Real Academia Espaola (11 de mayo), y el secretario de la sabia corporacin,
D. Manuel de Lardizbal y Uribe, en 20 de junio expidi a la primera secretara de Estado un informe
desfavorable, con lo que el Ministro, que se desvelaba por proteger y premiar a todos los talentos, en
22 del mismo mes orden que se devolviera al autor el original.

Mientras esta orden se cumpla, Alcoverro enviaba concludo el primer tomo de las Odas por medio
del impresor y librero de Madrid, D. Gabriel Sancha; y D Santiago Palomares se una a su gestin,
expresando la idea de que era una lstima que no se concluyera obra tan til; pero todo lo que se
logr fu que en 24 de septiembre de 1796 el Consejo de Castilla expidiese la Real licencia para que
pudiese ser impresa. Decretse entre tanto la repatriacin de los exjesutas, y aunque Alcoverro haba
ya echado races y creado intereses propios en Italia, el amor del suelo en que naci y de los vnculos
de familia que aqu tena y el deseo de negociar por s la impresin privilegiada de su obra literaria, le
hizo venirse a Calatayud, de donde era originario, trayendo consigo las aprobaciones que le haban
dado en Mantua D. Juan Andrs, en Cremona don Manuel Pelayo y en Miln D. Antonio Jimnez de
Cernaba, despus de las lisonjeras censuras de otro humanista insigne, D. Rafael de Crdoba.

En septiembre de 1799 volvi a representar a D. Mariano Luis de Urquijo el afn con que haba
trabajado su traduccin, sus setenta aos de edad y los servicios que antes haba prestado en
Barcelona como profesor de matemticas con pensin anual de S. M. De nuevo tambin inst para
que el Rey aceptase su dedicatoria y tantas fueron sus splicas que al fin se abri paso con su
constancia en el nimo del bondadoso Monarca, que termin por tomar un gran inters por los
trabajos literarios de Alcoverro. Consecuencia inmediata de la actitud benvola de Carlos IV fu la R.
O. de 25 de enero de 1800, por la que se mand a Moratn emitir nuevo informe. Resistilo al
principio, excusndose con que ya se le haban concedido por duplicado las licencias para imprimir
los cinco libros de las Odas de Horacio, pero estrechado por el ministro, al fin inform noble y
bizarramente, y a su informe debi Alcoverro que el Rey aceptara la dedicatoria y mandara que se
imprimieran en la Imprenta Real.

Al contestar Alcoverro a Urquijo, dndole las gracias por las mercedes con que el Rey le honraba, le
inclua nota de todas las obras que tena acabadas y en disposicin de imprimirse, para que S. M. se
sirviese mandar sobre ellas lo que fuere de su voluntad, pues las renda respetuosamente a sus pies.
Tena traducidas de Horacio, y versificadas en castellano: Los cinco libros de Las Odas; los dos de
Las Stiras, con una disertacin original sobre las producciones de este gnero literario; Las
Epstolas, y La Epstola a los Pisones. Como obras originales tena tambin una Coleccin de varias
poesas, Entretenimientos poticos, escritos en Parma; otras Poesas contemporneas, que deban ser
o humorsticas o satricas, y una Relacin del viaje de los Arzobispos de Toledo, Sevilla y Seleucia a
Roma, que del mismo modo deba ser humorstica, pues dice que con ella se haban solazado mucho
Sus Eminencias.

Mand el Rey consultarle sobre un beneficio eclesistico que quera darle, a que contest muy
reconocido el 25 de enero de 1801; pero cuando volvi a buscrsele para hacer efectivo el
ofrecimiento regio, proceder a la impresin de las Odas y estimularlo en nombre de S. M. a que
prosiguiese en sus tiles trabajos literarios, no hallndole ni en Aragn, ni en Barcelona, se pidieron
informes a Parma al ministro de Espaa D. Jos Cappelutti, a Roma a D. Antonio de Vargas y

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Laguna y a Gnova a don Leonardo Gmez de Tern, y este ltimo contest, en 21 de noviembre, a
D. Pedro Cevallos, que Alcoverro haba fallecido en Calatayud haca algunos meses, segn las
noticias adquiridas de los exjesutas, amigos suyos.

Las Obras de Horacio, traducidas por Alcoverro, as como las originales suyas se han perdido, pues ni
las Odas llegaron a imprimirse. Mi querido e ilustre amigo el Sr. D. Marcelino Menndez Pelayo ha
tenido la fortuna de adquirir parte de la Stiras despus de publicadas sus eruditas notas sobre los
traductores castellanos de Horacio, y, aun de la vida del traductor, no ha tenido otras noticias que las
parcas que se hallan en Latassa y D. Vicente Lafuente y en las cartas de Moratn, inclusas en sus
Obras pstumas. No parezca, por lo tanto, inoportuna la extensin que hemos dado a esta nota, para
ilustrar la vida meritoria de un obrero de la cultura espaola tan infatigable y hbil como infortunado,
con tanta ms razn cuanto que todos nuestros apuntamielatos han sido hasta aqu desconocidos.

[p. 105]. [1] . Consta de 51 hojas en folio y es indudablemente original y autgrafa. A la traduccin
precede una resea histrica de la Stira; al fin van las notas, que son muchas y demuestran no comn
erudicin. Signatura 3-196.

[p. 113]. [1] . En el Horacio de Bond se lee solutis concertando, por lo visto, con bobus, lectura, a
nuestro juicio, errnea; este participio corresponde a Beatus.

[p. 133]. [1] . El ms. autgrafo se conserva en la Bib. Nac. P. V, 4., C-33, nmero 18.

[p. 134]. [1] . Nota del autor: Esta oda me toc por suerte en la oposicin a la Ctedra de Prima de
Humanidades de Salamanca y la traduje as entre los dems trabajos de las 24 horas del ejercicio.

[p. 137]. [1] . Escribi adems un Aparato para la historia de Triana y de su iglesia parroquial.
Sevilla. Imprenta de Manuel Carrera. 1818. Un volumen en 4.

[p. 142]. [1] . Su coleccin de traductores de Horacio se conserva en la Biblioteca Nacional; es ms


completa que la de Tineo.

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BIBLIOGRAFA HISPANO-LATINA CLSICA IV : HORACIO I

TRADUCCIONES DE HISPANO-AMERICANOS [DESPUS DE LA INDEPENDENCIA]

[p. 194]

MJICO

CXXXIV. ANNIMO.Pars, 1833.

Iam satis terris.Od. I, 2

Bastante nieve y brbaro granizo


Envi Jove a la tierra...

Psima traduccin. Coleccin de poesas mejicanas. Pars, librera de Rosa, 1833, pgina 385.

CXXXV ANNIMO.Pars, 1833

Oh Venus, regina Cnidi Paphique. Od. I, 30

Alma Venus, que reinas


En Citeres y en Gnido:
Deja, deja de Chipre
El preciado recinto...

Coleccin de poesas mejicanas. Pars, librera de Rosa, 1883, pgina 30. Es mala traduccin.

[p. 195] CXXXVI. PESADO, Jos Joaqun.Mxico, 1839.

Maecenas atavis. Od. I, 1

Mecenas, hijo de antiguos reyes,


Refugio y dulce decoro mo...

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[Vid. O. H. 17]

Poesas originales y traducidas de Jos Joaqun Pesado. Mxico, impresas por Ignacio Cumplido, 1839. 8., pp. 71-72.

Poesas originales y traducidas de... Segunda edicin, corregida y notablemente aumentada. Mxico, en la imprenta de I. Cumplido editor: calle de los Rebeldes, nm.
2. Ao de 1849. 4., pp. 93-94.

Poesas originales y traducidas de Don Jos Joaqun Pesado, miembro correspondiente de la Real Academia Espaola. Tercera edicin, corregida y notablemente
aumentada. Mxico, imprenta de Ignacio Escalante, Bajos de San Agustn, nm. 1, 18 86. 4., pginas 116-117.

Hllase tambin en mi libro Horacio en Espaa (1. edicin, Madrid, 1877, pp. 121-122, y 2. edicin, 1885, pp. 199-201), y en las Odas de Q. Horacio Flaco,
traducidas o imitadas por varios ingenios espaoles. Barcelona, 1882, pp. 29-30.

Es la segunda y la ms afortunada de las tentativas que se hicieron para trasladar esta oda de Horacio en un metro que remedase aproximadamente la cadencia del
original. No creo que Pesado, cuya versin se imprimi en 1839, tuviese conocimiento de la de D. Juan Gualberto Gonzlez, que, aunque hecha aos antes, no vi la luz
hasta 1844 en el Horacio, de Burgos. Lo ms verosmil es que uno y otro coincidieron en el intento de imitar el asclepiadeo latino, tomando por base el pentaslabo
duplicado de Moratn en sus versos a Jovellanos:

Id en las alas del raudo cfiro...

Pesado no era tan profundo humanista como D. Juan Gualberto, pero era ms poeta, y su traduccin resulta ms agradable, a pesar de algunos descuidos de varios
gneros. No convengo en todos los que le pone el general Mitre, que por otra parte la encuentra recomendable y la mejor y ms literal de las que ha visto, aunque por
supuesto inferior a la suya. Empieza por decir que tiene un [p. 196] verso ms que el original: como Pesado no anuncia el intento de sujetarse a tal esclavitud, no hay
que pedirle cuentas de lo que no quiso hacer, y de lo que nunca puede ser ley rgida, tratndose de dos lenguas que difieren tanto en punto a concisin.

Decoro por decus est bien traducido, aunque no sea la acepcin ms vulgar de la palabra, y a lo sumo ser un latinismo muy admisible en una versin del latn.
Metaque fervidis evitata rotis, no es la meta rodeada con frvidas ruedas, como quiere el general Mitre, sino la meta evitada, por lo cual Pesado se acerc ms al texto
traduciendo: el linde intacto con rueda frvida vencer, puesto que en el feliz epteto intacto va implcita la accin de evitar. Esta es la fidelidad potica, muy distinta
de la fidelidad mecnica y gramatical, que exige la repeticin de las mismas palabras.

Es cierto, sin embargo, que debe conservarse cuanto se pueda de los accidentes de la diccin de Horacio, y yo mismo he echado de menos en la versin de otro poeta
mejicano el epteto de sagrada, dado a la fuente (ad aquae lene caput sacrae), que falta tambien en Pesado, como faltan el vino Msico, sustitudo con la vaga expresin
de aejo vino, el jabal Marsio y el verde madroo (viridi sub arbuto). Todo lo que Horacio designa con trminos concretos, no debe ponerse en trminos genricos y
abstractos. Sub Jove frigido es frase hecha que quiere decir: a la intemperie, a cielo abierto, como traduce Pesado. Si se quisiera apurar el rigor literal, no bastara
con decir: bajo aire frgido, como pone el general, sino debajo del fro Jpiter, aunque se dijese un disparate que no entendiera nadie. Que sea ciervo o cierva el
animal perseguido por los cazadores me parece chico pleito, y el adjetico fidelibus aplicado a los canes tampoco es de tal novedad que sea muy de sentir su prdida. No
sucede as con los leves coros de las Ninfas, y el glido bosque, eptetos que deban haberse conservado, porque son expresivos y poticos. A pesar de estas
menudencias y de un verso que, al parecer, tiene una slaba de ms en el segundo hemistiquio.
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Busca y la trompa y la guerra triste,

la traduccin de Pesado deja en el odo y en la fantasa ms grata impresin que la de su acerbo crtico, porque es fiel en lo esencial, [p. 197] concisa sin exageracin, y
tiene cierto sabor horaciano que la hace muy grata.

[Vid. H. E., I, 167 y II, 448 y 449.]

CXXXVII. PESADO, Jos Joaqun.Mxico, 1849.

Solvitur acris. Od. I. 4

Poesas originales y traducidas de Jos Joaqun Pesado. Segunda edicin... Mxico, 1849, pp. 95-96.

Poesas originales y traducidas de... Tercera edicin... Mxico... 1886, pp. 117-118.

A SEXTIO

Cesa al impulso de Favonio tierno


Rgido el invierno;
Ni el campo cubre cndida la nieve,
Ni ya el ganado en el redil se goza:
El pastor su choza
Deja, y la nave al pilago se atreve.
La hermosa Venus, viendo que oportuna
lzase la luna,
Une sus ninfas a las Gracias que ama:
Gua sus coros al comps del canto;
Y Vulcano en tanto
De sus Ciclopes la oficina inflama.
Hora conviene coronar la frente
De laurel reciente,
O nuevas flores, con festivo rito:
Hora inmolar a Fauno bondadoso,
En el bosque umbroso,
Balante oveja o retozn cabrito.
La regia torre del alczar fuerte
Plida la muerte
Con igual planta que la choza pisa.
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Oh Sextio amigo! nuestra vida escasa


La esperanza tasa,
La eterna noche se nos viene aprisa.
Y nos aguarda la infeliz morada
De la tumba helada;
La que una vez que tu vivir limite,
No gozars de los halagos, ciego,
De amoroso fuego,
Ni rey sers en juvenil convite.

[p. 198] Es poco feliz el metro de esta oda: endecaslabos combinados con hexaslabos: forma inusitada en nuestra mtrica, y poco
digna de imitarse por lo inarmnica. Hay adems versos muy prosaicos:

La hermosa Venus viendo que oportuna


lzase la luna...

Quin percibir aqu ni un rastro del imminente luna? Finalmente, falta el tenerum Lycida mirabere, y todo el final est alterado, por querer acomodarle a las buenas
costumbres. Mejor hubiera sido, en ese caso, no traducir la oda. El seversimo y pursimo Fr. Luis de Len no tuvo tales escrpulos, y la tradujo toda.

Con razn dice, pues, el general Mitre, aunque lo diga en mal castellano, que: Pesado ha escollado en esta, versin. Este verso escollar debe de ser oriundo de las
mrgenes del Plata, porque el anticuado castellano no quera decir sino desollar. Convendra ms cuidado en la pureza de diccin, sobre todo cuando se critican tan
duramente las faltas agenas.

[Vid. H. E., I, 167, y II, 448 y 449;]

CXXXVIII. PESADO, Jos Joaqun.Mxico, 1839.

Quis multa gracilis. Od. I, 5

Poesas originales y traducidas de Jos Joaqun Pesado. Mxico... 1839, pp. 73-74.

Poesas originales y traducidas de... Segunda edicin... M xico, 1849, pp. 97-98.

Poesas originales y traducidas de... Tercera edicin... Mxico, 1888, pp. 118-119.

A PYRRHA.

Sobre tu cama de flores,


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Qu delicado mancebo,
Vertiendo aromas,
Te estrecha al seno?
Para l, hermosa, te guardas
En retirado aposento,
En simple adorno
Preso el cabello?
[p. 199] Ah, cuntas veces turbado
Ver de repente el cielo,
Los vientos speros,
Airado el pilago!
Hora pura como el oro,
Y de bastardos afectos
Exenta y libre,
Te juzga crdulo,
Intacta a sus ojos brillas.
Triste! que ignora indiscreto,
Que eres voluble
Ms que los vientos.
De m la tabla votiva
Que en el santuario presento,
Y al Dios marino
Rendido ofrezco,
Atestigua cmo, salvo
Ya del naufragio postrero,
Mis ropas hmedas
Del templo cuelgo.

Traduccin asonantada, en octoslabos combinados con pentaslabos. No es muy literal, pero conserva bastante bien, aun en el metro, la graciosa malicia del original,
que no s por qu supone el general Mitre llena de amarga irona y de veneno stile (sic, y no est enmendada la errata entre las muchas que se enmiendan en la hoja
que reparti despus de impreso el primer tomo de sus Horacianas, tan elegante como incorrecto, tipogrficamente hablando). De las, traducciones anteriores de esta
oda dice que carecen en general de mrito potico, exceptuando, por de contado, la suya, donde se leen versos como stos:

En cuanto a m, en la pared del templo,


Tabla votiva consagr, que indica
Que al Dios del mar ya le ofrec colgada,
De mi naufragio la mojada tnica.

Ni estos son versos (el primero al menos), ni esta es poesa, ni esto es Horacio.
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Procure ser, en todo lo posible,


Quien ha de reprender, irreprensible.

[Vid. H. E. I, 167 y II, 448 y 449.]

[p. 200] CXXXIX. PESADO, Jos Joaqun.Mxico, 1839.

Eheu fugaces, Posthume. Od. II, 14

Poesas originales y traducidas de Jos Joaqun Pesado. Mxico... 1839, pp. 92-93.

Poesas originales y traducidas de... Segunda edicin. Mxico... 1849, pp. 99-100.

Poesas originales y traducidas de... Tercera edicin. Mxico... 1886, pp. 241-242.

Ay! cun fugaces, Psthumo, mi Psthumo,


Los aos huyen! Ni detiene el ruego
A la urgente vejez, y las arrugas,
Y a la indomable muerte.
No, aunque consagres cada da devoto
Tres hecatombes en su altar a Pluto,
Sordo a los lloros, que a Gerin triforme
Cie, y circunda a Ticio
Con tristes ondas; en las cuales todos
Cuantos vivimos de la madre tierra,
Seamos reyes o colonos mseros
De navegar habemos.
En vano huiremos de la guerra cruda,
Del ronco mar las quebrantadas ondas;
En vano nuestros cuerpos en otoo
Hurtaremos al Austro
Hemos de ver del lnguido Cocito
Las tardas ondas, y la estirpe infame
De Danao, y a Ssifo que sufre
Fatiga que no acaba.
La tierra y casa y la agradable esposa
Dejars. De los rboles que siembras
El ciprs solo seguir sombro
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Ay! a su breve dueo.


Tu heredero, ms digno, de su copa
Verter sobre el suelo el vino raro
Que guardas con cien llaves y que envidian
Las pontificias cenas.

Traduccin casi literal y muy apreciable por estar hecha en el mismo nmero de versos que el original y haber conservado la misma divisin de estrofas, aunque en
molde ms amplio.

[Vid. H. E., I, 167, y II, 448 y 449.]

[p. 201] CXL. ROA BRCENA, JOS M.Mxico, 1865.

Sic te Diva potens Cypri.Od. I, 3

A LA NAVE DE VIRGILIO

IMITACIN

Astros benignos y propicio viento,


Mientras conserva Eolo,
Encadenado al brego en el polo,
Den a tu quilla blando movimiento,
Nave que el ancla levas
Y a Virgilio inmortal contigo llevas!
Depsito sagrado te confa
La amistad, que en l tiene
Su manantial de jbilo perene,
Su ms cara mitad el alma ma.
Nave feliz, bien hayas
Al transportarle a las helenas playas!
Contra el miedo ci triple armadura
Quien, con no visto empeo,
Por la primera vez en frgil leo
Atraves la lquida llanura,
Sin curarse del Noto
Que sepultura en ella abre al piloto.
Qu suerte le aterrara si sereno
Vi al Leviatn saudo,
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O del onda en la cresta alcanzar pudo


Las negras nubes en que estalla el trueno,
Y en el instante mismo
Descender hasta el fondo del abismo?
En su sabidura el cielo en vano,
Por minorar sus males,
Quiso que dividiese a los mortales
De una y otra regin el oceano,
Que audaz ya sin segundo
El nauta llega hasta el confn del mundo.
Lmite no hay al hombre, ni sagrado
A su ambicin altiva.
El suelo en que naci Ddalo esquiva;
Alas e impulso al ave usurpa osado,
Como garza ligera
Siendo seor de la azulada esfera.
No satisfecho t de empresas tantas
[p. 202] Con que a la tierra asombras,
Hrcules vas al reino de las sombras
Y las puertas del bratro quebrantas;
Mientras roba el febeo
Fuego al Olimpo mismo Prometeo.
De nuevos males en la tierra enciende
As el hombre la hoguera,
Y a su vida infeliz y pasajera
Reduce el coto que a su orgullo extiende,
Y en procurar se obstina
Rayo que vengador Jove fulmina.

Nuevas Poesas de Jos Mara Roa Brcena. Edicin de cien ejemplares. Mxico, imprenta de Ignacio Escalante. Bajos de San Agustn, nm. I. 1875.

12., 75 pp. y dos hojas ms de ndice, pgs. 24-25.

CXLI. ROA BRCENA, Jos M.Mxico, 1874.

Oh, fons Blandusiae. Od. III, 13

A UNA FUENTE

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IMITACIN

Ms clara que cristal sagrada fuente


Digna de libaciones! Un cabrito
A quien la tierna y ya enhastada frente
En vano a lides y al amor destina,
Cubierto en flores con festivo rito,
Te inmolar, y en su postrer congoja
Tus ondas teir su sangre roja.
Ni cuando al can se inclina
El sol, su ardiente saa
Logra entibiar jams tu linfa nueva
Do su sed el ganado errante abreva
Y el laborioso buey sus miembros baa.
Si el que te presta sombra
rbol sobre las peas erigido
De donde brota en musical ruido
Tu copioso raudal, mi lira nombra,
Quedars vencedora del olvido.

Nuevas Poesas de Jos M. Roa Brcena... Mxico, 1875, pginas 26-27.

[p. 203] CXLII. ROA BRCENA, JOS M.Mxico, 1890.

Maecenas atavis. Od. I, 1

ltimas Poesas Lricas... Apndice hasta mediados de 1895. Edicin de 150 ejemplares. Mxico, imp. de Ignacio Escalante, 1895, pp. 30-31.

A MECENAS

Oh Mecenas, varn de regia estirpe!


Mi amparo y gloria ma! Hay quienes gozan
En alzar con su carro al cielo el polvo
Del olmpico circo, sin que toque
La meta o linde la inflamada rueda;
Y la palma del triunfo los encumbra
Hasta los Dioses rbitros del mundo.
Se ufana aqul si popular capricho
De la mudable turba hasta la cima
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De su favor y del honor le exalta.


Se alegra el otro si en la propia troje
Las cosechas del frica atesora.
A quien cultiva la heredad paterna
Ni las riquezas de Atalo, entrevistas,
Inclinarn jams en chiprio leo
A hender el ponto pvido marino.
Cuando el brego lucha con las olas
De icario mar, codicia el mercadante
La dulce paz de su nativa aldea,
Mas, ya en calma, repara el roto barco,
Que al pan de la pobreza no se aviene.
Alguien Msico aejo no repugna
Ni hurtarse a otros afanes por el da,
Bajo madroo fresco reclinado,
O all do brota manantial sonoro.
A cuntos place el campamento, el rudo
Son del clarn, la asoladora guerra
Que detestan las madres! En olvido
De la gentil esposa, a la intemperie
Qudase el cazador, ora sus perros
Alcen la descubierta cervatilla,
Ora haya hudo ya rotas dejando
El Marso jabal tendidas redes.
A m la hiedra, que corona al docto,
Sitio entre las Deidades me asegura.
Fro el bosque y de stiros y ninfas
[p. 204] El gil danza aprtanme del vulgo;
Si no me niega Euterpe dulces flautas,
Ni la lira de Lesbos melodiosa
A templarme Polimnia se rehusa,
Y entre los vates lricos me cuentas,
Ha de llegar mi frente hasta los astros.

El Sr. Roa Brcena tuvo la bondad de enviarme esta traduccin en consulta, y yo, elogindola mucho, como era justo, le puse algunos ligeros reparos en carta de 13 de
setiembre de 1890, que dicho Sr. Roa reproduce en la advertencia de su libro ltimas poesas lricas (1895).

En la primera traduccin noto que el atavis regibus dice algo ms que reggia estirpe, puesto que indica la antigedad de esos reyes.

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En la mudable turba hay que expresar que es turba de Quirites, como dice el texto. Attalicis conditionibus son las riqueza de Atalo prometidas ms bien que entrevistas.
Comprendo que es difcil de traducir el ad aquae lene caput sacrae conservando la exquisita poesa del original, pero a lo menos hay que hacer sentir que se trata de una
fuente sagrada; y en esto han pecado de omisin casi todos los traductores. Con poner sagrado en vez de sonoro los aventajar usted en fidelidad y poesa; pero habr
que retocar el verso anterior para que no resulte consonante. Horacio nombra dos instrumentos de msica guerrera, el lituo y la tuba: convendr poner entrambos si se
puede. En olvido ae gentil esposa es algo anfibolgico. Es el cazador el que se olvida de la esposa, como dice el texto (conjugis immemor), o es la esposa la que se
olvida del cazador? Poniendo olvidado se salva la dificultad.

El Sr. Roa Brcena, en quien la cortesa y la modestia compiten con el saber y el buen gusto, se dign admitir estas enmiendas al imprimir su versin; y los versos
notados por m quedaron del modo siguiente:

Oh Mecenas, de antigua regia estirpe...


De la mudable turba de Quirites
Hasta la cima del honor le exalta...
De Atalo las riquezas prometidas
Inclinarn jams a hender el ponto
En chiprio leo, pvido marino...
De icario mar codicia el mercadante
[p. 205] Bajo madroo fresco, o en la blanda
Margen de manantial sacro tendido...
Son del clarn y trompa, la impa guerra
Que detestan las madres. Olvidando
A la gentil esposa .....................

Con estas enmiendas qued, a mi juicio, la traduccin de esta oda, una de las ms fieles y elegantes que de ella se han hecho en nuestra lengua. No reproduzco esta
ancdota literaria por pueril vanagloria, sino por la utilidad que estas observaciones menudas suelen tener para los principiantes.

CXLIII. ROA BRCENA, Jos M.Mxico, 1890.

Quis multa gracilis. Od. I, 5

ltimas Poesas Lricas. Apndice hasta mediados de 1895. Mxico... 1895, pp. 31-32.

Pongo a continuacin el texto primitivo que me remiti el autor; las observaciones que hice en carta de 13 de setiembre de 1890, que el Sr. Roa inserta en su prlogo; y
las variantes que introdujo al imprimir la oda.

A PIRRA

En la risuea gruta,

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Sobre tapiz de rosas,


Pirra, qu esbelto joven
Perfumado en sus brazos te aprisiona?
Por l, porque se ufane,
Libre de intil pompa
Sin mancha te le muestras,
Atas gentil la cabellera blonda.
Ha de llorar ay! cunto
De tus mudanzas locas
Y el dulce bien perdido
Que las Deidades hoy blandas le otorgan!
Hecho a la mar tranquila,
De susto y de congoja
Qu no le espera cuando
Alce la tempestad las negras olas!
Hoy de tu fe seguro,
En tu beldad se goza.
[p. 206] Mientras la calma reine
Si hay aura o brisas prfidas ignora.
Hallarte espera siempre
Amable y libre y sola.
Mseros los que, ciegos,
Pirra, con tu fulgor, te juzgan otra!
Yo en la votiva tabla
Y en las mojadas ropas
Dej en el sacro muro
A la Deidad marina ofrenda propia.

En la oda a Pirra, sin mancha por simplex munditiis no me gusta. En primer lugar no se sabe de qu mancha se trata; y adems la palabra latina quiere decir algo ms
que limpieza: designa cierto gnero de aseo elegante y exquisito. El intentata no s yo si est bien traducido: literalmente es no experimentada, no conocida por
experiencia.

Todo lo dems de estas traducciones me gusta muchsimo, y por la misma nimiedad de los reparos, comprender usted el inters con que las he ledo.

El Sr. Roa Barcena hizo las modificaciones, siguientes:

Por quien, as apartada,


Libre de intil pompa,
Limpia y pulcra te muestras,
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Atas gentil la cabellera blonda?


..............................
Siempre encontraste espera
Amable y libre y sola.
Mseros los que ofuscas
Sin que por experiencia te conozcan!

CXLIV. SEGURA, Jos Sebastin de.Mxico, 1872.

Sic te diva. Od. I, 3

De Chipre as la diosa,
Los hermanos de Elena. astros lucientes,
Eolo y la aura hermosa
Te rijan de la mar por las corrientes,
Oh nave! que a las playas ticas
A Virgilio se te fa;
Ay! salvo con l vayas
Y guardes la mitad del alma ma!
[p. 207] De roble o triple acero
Cise el corazn el atrevido
Que se lanz el primero
En frgil leo, al mar embravecido.
Ni al frico que embiste
Al aquiln temi, ni a infaustas Hiadas;
Ni al noto que resiste
Las adriticas ondas o alza airadas.
Qu muerte temer pudo
Quien sin monstruos nadar vi en vario giro
Monstruos del mar saudo
Y las rocas funestas del Epiro?
En vano Dios quera
Las tierras de las aguas separadas,
Si al fin la barca impa
Mares cruza que no fueran tocadas.
Ardiente en el deseo
Emprende el hombre, en lo vedado cae;
Con fraude Prometeo
De lo alto el fuego a las naciones trae.
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Con el robo sagrado


Llegan el hambre y fiebre vistos nunca,
Y el antes retardado
Morir volando nuestras vidas trunca.
Del aire en el vaco
Sin alas propias Ddalo se lanza,
Y con fatiga y bro
Hrcules por el Orco audaz avanza.
Se atreve el hombre a todo:
Y contra el cielo se alza sin desmayo,
Y obramos de tal modo
Que Jove aun vibra el iracundo rayo.

Poesas de Jos Sebastin Segura... Mxico, imprenta de I. Escalante, Bajos de S. Agustn, nm. I, 1872, Pgs. 252-3.

El Sr. Segura, distinguido ingeniero de minas y notable polgloto ms bien que poeta, acert en algunas traducciones de poetas modernos, principalmente de Schiller.
Las que hizo de Floracio y de Virgilio no son tan felices, pues no slo contienen versos prosaicos y giros confusos que slo pueden entenderse recurriendo al original,
sino que adolecen de faltas gramaticales. Tres nada menos hay en los cuatro versos de la segunda estrofa de esta oda: uso vicioso del que por a quien; falta de rgimen
en el verbo fiar o elipsis violentsima para que el inciso a las playas ticas [p. 208] no quede suelto; y finalmenfe disloque de construccin en salvo con l, que deba ser
con l salvo (reddas incolumem).

[Vid. H. E., I, 169 y II, 455.]

CXLV. SEGURA, Jos Sebastin.Mxico, 1872.

Quis multa gracilis. Od. I, 5

Qu esbelto joven entre las rosas,


Baado en ricas blandas esencias,
En gruta alegre te abraza, Pirra?
Para quin coges los blandos rizos,
Simple en tu arreo? Ay! cuntas veces
Tu fe y los dioses mudados llor!
Y con sorpresa del mar las ondas
Ver turbadas por negros vientos
El que hoy te goza creyndote oro,
Y siempre libre y amable siempre;
Pues no conoce falaces auras.
Cun desdichado para quien brillas
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Sin ser probada! Los sacros muros


Muestran la tabla del voto mo,
Y hmedas ropas que suspendidas
Rend al potente dios de los mares.

Poesas de Jos Sebastin Segura, Mxico, 1872, p. 254.

[Vid. H. E., I, 169, y II, 455.]

CXLVI. SEGURA, Jos Sebastin.Mxico, 1872.

Rectius vives. Od. II, 10

Vida ms grata alcanzars, no el ponto


Siempre cruzando, ni al tronar la nube,
Cauto temiendo, por la orilla toques
Prfida, amigo.
Quien la dorada mediana busca,
Libre del techo de la vil miseria,
Libre se ve de la envidiada corte
Su nimo sobrio.
Al pino excelso el aquiln azota,
Las altas torres con estruendo caen,
Y de los montes la sublime cumbre
Hieren los rayos.
[p. 209] Lo adverso aguarda y lo infeliz recela
El corazn que se prepara a todo;
Jpiter manda los inviernos duros
Y los retira.
Si ahora sufres gozars maana;
Tal vez un da a la callada musa
Vibrando el plectro y deponiendo el arco
Reviva Apolo.
En las desgracias animoso y fuerte
Mustrate, amigo, y de cordura lleno
Recoge el soplo de benignas auras
Trgidas velas.

Poesas de Jos Sebastin Segura... Mxico... 1872, pp. 255.


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[Vid. H. E., I, 169, y II, 455.]

CXLVII. MARTNEZ, Flix M., Pbro.Morelia (s. a.).

Excmo. e Ilmo. Sr. D. Marcelino Menndez y Pelayo.

Madrid (Espaa).

Excmo. Ilmo. seor: Aos hace que deseaba escribirle cuatro lneas, para expresarle mi admiracin y el carioso afn con que sigo todos los pasos de su gloriosa
carrera.

He devorado con inefable fruicin las poqusimas obras suyas que mi suma pobreza pudo proporcionarme; y ciertamente, admiro la bondad de Dios N. S. y la profusin
magnfica con la que, a veces, reparte sus dones.

Como soy enamorado del Latn y del Griego, las simpatas que siento por usted son hondas y profundsimas; y desde que le su Horacio en Espaa me propuse enviarle
las traducciones que recibir con sta.

Por conducto de la Sra. D. Teresa Snchez, de esa Corte (Peninsular, 6, segundo), llegarn a manos de usted un Memorndum y un opusculillo balad.

Srvase usted acusarme recibo de estas lneas, siquiera para conservar, como una reliquia valiossima, un autgrafo de tan digno, apreciado y querido personaje.

Suyo, affmo. atto. y s. s. q. s. m. b.Flix M. Martnez.

[p. 210] Rectius vives, Licini. Od. X, 2

Con ms cordura vivirs, Licino,


No te engolfando en el airado ponto,
Ni, por temer la tempestad dejando
Playa (o enemiga) insegura.
Quien la dorada mediana busca,
No la miseria bajo pobre techo
Teme, ni el fausto que al magnate presta
Drico alczar.
Recios embates de los vientos sufre
Pino elevado; con estruendo caen
Torres excelsas, y las cumbres altas
Hieren los rayos.
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Siempre en lo infausto el preparado pecho


El cambio espera; tmelo en lo grato:
Si da las nieves, las deshace presto
Jpiter Sumo
No es la desgracia en su furor estable:
Hoy tiende el arco, enfurecido Apolo;
Maana entona, en olvidada lira
Plcidos himnos.
Mustrate amigo, valeroso y fuerte
En las angustias; y si dulce viento
Sopla abundoso, previsor recoge
Trgida vela!

Exegi monumentum. Od. III, 30

Levant monumento duradero


Ms que los bronces; a mayor altura
Que las grandes pirmides de Egipto,
Se eleva magestuoso, desafiando
A la lluvia voraz, al impotente
Fiero aquiln, al viento que consume
Y a la innmera serie de los siglos.
No morir yo todo; del olvido
Libre ser mi nombre en las edades:
Mientras que siga al Capitolio excelso
La callada vestal al sacerdote,
Mi fama vivir; y en las campias
Donde el Aufido brama, donde Dauno
Rigi en la pobre selva agreste tribu,
Dir cmo ajust, yo antes que todos,
A la itlica lira, eolios metros.
[p. 211] Ya t, Melpmene, orgullosa muestra
Tu mrito preclaro, y complacida,
Con el dlfico lauro orla mi frente.

Los hice cuando estudiaba 3. de Latn y no he vuelto a corregirlos. Dispense usted que los remita tan sosos e incorrectos, pero las serias ocupaciones que tengo hoy a
los treinta, no son como las que me deleitaron a los dieciocho.

CXLVIII. FERNNDEZ GRANADOS, Enrique.Mxico, 1889.


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Nox erat.Epodon, 15

Mirtos. Poesas por Enrique Fernndez Granados. Mxico. Imprenta de Ignacio Escalante, bajos de S. Agustn, nm. I, 1889. 8., 51 pp. (Edicin del Liceo Mexicano,
15 ejemplares), p. 35-36.

A NEERA

Era de noche, y la luna


Cruzaba el azul del cielo
Entre millares de estrellas,
Cuando estrechndome al seno,
Cual yedra al rbol asida,
Repetiste el juramento
Que de infinita ternura
Te dictaba mi deseo,
Y que violar meditabas
A los dioses ofendiendo!
Mientras el lobo amedrente,
Lleno de rabia, al cordero;
Mientras aterre al marino
El Orin siempre funesto,
Y agite el cfiro blando
La cabellera de Febo,
Fiel durarme dijiste
Horacio, mi amor sincero.
Cunto llorars, Neera,
Tu fatal perjurio horrendo!
Y si alienta todava
Valor alguno en mi pecho,
No sufrir que otro duerma
Las noches cabe tu seno.
Buscar en otras mujeres
[p. 212] Del amor el dulce fuego,
Y no podr tu hermosura
Vencer mi desdn eterno.
Y t, quien seas, que dichoso,
Porque hoy usurpas mi puesto,
Te crees, y de m te burlas,
Aunque rebaos inmensos
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Y heredades mil poseas,


Y del Pactolo los senos;
Y aunque en saber y hermosura
A Pitgora y Nireo
Vencer pudieras, liviana,
La vers con otro luego;
Y cual hoy de m te res,
De ti me vers riendo.

Imitacin llama su autor a este romance, y es ciertamente una traduccin muy abreviada en que faltan cosas esenciales y bellsimas del original y otras estn dbil y
compendiosamente vertidas. Tratndose de autor que nunca pierde las palabras, como Horacio, puede ser lcita la parfrasis, pero nunca el eptome.

Artius atque hedera procera adstringitur ilex


Lentis adherens brachiis...

son dos versos de peregrina hermosura, contrastando el movimiento lnguido del segundo con la robustez del primero. De nada de esto queda vestigio en la traduccin

Cuando estrechndome al seno


Cual yedra al rbol asida...

Falta tambin el expresivo epteto de assiduas dado a las noches; y en toda la versin o imitacin echo de menos aquel hechizo romntico que da a esta pieza tan
singular carcter entre las de Horacio.

Hago estas observaciones por lo mismo que el Sr. Fernndez Granados es un joven poeta de buenos estudios y de buen gusto, a quien se deben en el gnero
anacrentico muy lindas composiciones, tales como El vino de Lesbos Las abejas y La Cigarra, imitacin de un pasaje de la pastoral de Longo.

[p. 213] CXLIX. PAGAZA, Joaqun Arcadio.Mxico, 1889.

Sic te Diva potens Cypri.Od. I, 3

Traduccin Parafrstica en diez estrofas

Nave, que a los confines de Acaya,


De la nativa playa
Conduces a Virgilio, as la diosa
Ciprina y los hermanos
De Helena, soberanos
Astros, te alumbren con su luz radiosa.
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........................................................

Memorias de la Academia Mexicana Correspondiente de la Real Espaola. Tomo III. Mxico, imprenta de Francisco Daz de Len, calle, del Coliseo, nm. 24, 1889. 4.
, pp. 145-147.

Algunas trovas ltimas de D. Joaqun Arcadio Pagaza, Cannigo de la Iglesia Metropolitana de Mjico y Rector del Seminario; individuo de nmero de la Academia
Mejicana, correspondiente extranjero de la Real Espaola y entre los Arcades de Roma Clearco Meonio. Mjico, imprenta de J. Joaqun Terrazas, S. Jos de
Gracia, nm. 5, 1893. 8., pp. 3-6.

CL. PAGAZA, Joaqun Arcadio.Mxico,1889.

Solvitur acris hyems. Od. I, 4

Versin parafrstica en nueve estrofas

Depone su rigor el agrio Invierno


Al vislumbrar el tierno
Semblante de la frtil primavera;
Colmpianse los suaves
Cfiros tibios, y de enjutas naves
Las mquinas despejan la ribera...

El final est alterado y el nec tenerum Lycida mirabere, suprimido, con todo lo dems de los dos ltimos versos

Y la plutonia casa sorprendido


Mirars, y que ha sido
De dicha albergue o manantial de horrores;
[p. 214] Donde una vez entrado
No ha de tocarte en suerte por el dado
Tasar en el banquete los licores.

Memorias de la Academia Mexicana... Tomo III... Mxico, 1889, pp. 147-149.

Algunas trovas ltimas de D. Joaqun Arcadio Pagaza... Mxico, 1893, pp. 6-8.

CLI. PAGAZA, Joaqun Arcadio.Mxico, 1889.

Laudabuut alii. Od. I, 7


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Merece leerse esta versin parafrstica y gallarda, aunque muy verbosa y no exenta de algunos lunares, que sealar con letra bastardilla:

Alaben unos a la noble Rodas,


Clarsima entre todas,
A feso, Mitilene, o las erguidas
Murallas singulares
De Corinto, baadas por dos mares
Y de la espuma cndida nacidas.
O a Tebas frtil, cuyo suelo hermoso
A Baco generoso
Mir nacer; o a Delfos que descuella
Al Parnaso vecina
Donde Apolo facundo vaticina;
O el valle Tempe de Tesalia bella.
Otros procuren en extensos cantos
Celebrar los encantos
De la ciudad de Palas; y en oliva
Vencedora y luciente
Prefieran coronar la docta frente
Antes que en mirto, lauro o siempreviva.
Y muchos entre todos de consuno
Por agradar a Juno
De Argos altiva ensalcen a porfa
Los floridos vergeles
Y sus nobles e indmitos corceles
Y el lujo de Micenas y vala.
Que a m no tanto la sufrida Esparta
Me embebece y coarta,
O los frtiles campos de Larisa,
[p. 215] Como aquella caverna
Donde fluye la Albunea sempiterna
Y entre guijas saltando va de prisa;
Y de Tvoli el Anio arrebatado
Y el bosque dilatado
De Tiburno, y los valles y los huertos bendecidos
Por aquellos arroyos
Que all se miran discurrir inciertos.
A la manera que divide el Noto
Por el cielo remoto
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Los nubarrones crdenos en briznas,


Y luego los aleja
Y el firmamento algero despeja
Sin producir vapores y lloviznas;
As tu, Plauco, ataja, ataja el vuelo
Al amargoso duelo;
Y acota los trabajos de la vida,
Como discreto y sabio,
A menudo posando el seco labio
En grande taza de licor henchida;
Ora te veas plido y sediento
All en el campamento
Las insignias velando relucientes,
Ora en la verde alfombra
De tu Tvoli mores a la sombra
Cabe aquellas limpsimas corrientes.
Huyendo de su padre y Salamina
Su amargura domina
El Teucro, y de los lamos erguidos
Con hojas coronaba
La sien humedecida, y as hablaba
A sus conmilitones afligidos:
Amables compaeros, camaradas
De mis tormentos fieros,
Doquiera que nos lleve la ventura,
Menos cruda y huraa
Que mi padre, si Teucro os acompaa
No desperis: es Teucro quien augura.
Sabed que Apolo numen fementido
Constante ha prometido,
Que muy presto en incgnita ribera
La nueva Salamina
Fundaremos, tan blica y divina
Que alcance a competir con la primera.
Varones esforzados, que conmigo
Sufrs del enemigo
[p. 216] Hado el furor, ingentes los pesares
Despedid animosos
Y antes libad los vinos deliciosos:
Maana tornaremos a los mares.
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Memorias de la Academia Mexicana... Tomo III... Mxico, 1889, pp. 152-155.

Algunas trovas ltimas de D. Joaqun Arcadio Pagaza... M xico... 1893, pp. 12-15.

CLII. PAGAZA, Joaqun Arcadio.Mxico, 1889.

Vides ut alta stet nive candidum. Od. I, 9

Ves levantarse a la cerlea esfera,


Cual si de nieve fuera,
El cndido Soracte, y que agobiados
Esos bosques sombros
No soportan la carga, y que los ros
Se paran por el hielo aprisionados?
Atizando el fogn con seca lea,
Oh Taliarco, domea
El crudo fro; y saca de contino
De la nfora sabina
De dobles asas al hogar vecina,
El de cuatro aos confortante vino.
Y al buen Dios lo demas deja prudente
Que humill juntamente
Los vientos de la mar, en la llanura
Donde movan guerra;
Ya no en vaivn inclnanse a la tierra
El quejigo y ciprs de rama oscura.
Huye inquirir con arrogancia vana
Lo que venga maana;
Y aquellos das que te da veloces
La suerte, cuenta experto,
Joven amigo, como lucro cierto;
No el baile esquives ni de amor los goces.
Mientras distante, cana y temerosa
La vejez fastidiosa
Est de tu verdor, busca de Marte
El campo y las contiendas;
Y frecuenta la plaza, y no pretendas
De las nocturnas plticas privarte.
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[p. 217] Esta parfrasis en que hay versos muy felices, sobre todo la estrofa 2., adolece del defecto de dejar sin traducir, por
escrpulo de moralidad nimio, puesto que no se trata de ningn pasaje escandaloso, los seis ltimos versos, que son bellsimos por
su delicadeza y vago misterio:

Lenesque sub noctem susurri


Composita repetantur hora;
Nunc et latentis proditur intimo
Gratus puellae risus ab angulo,
Pignusque dereptum lacertis
Aut digito male pertinaci.

Memorias de la Academia Mexicana... Tomo III... Mexico..., 1889 pp. 155-156.

Algunas trovas ltimas de D. Joaqun Arcadio Pagaza... Mjico. ... 1893, pp. 15-17.

CLIII. PAGAZA, Joaqun Arcadio.Mxico, 1889.

Tu ne quaesieris. Od. I, 11

No intentes, oh Leucnoe, presumido


Saber (que no es debido
Satisfacer tan criminal deseo)
Qu trmino conceden
A ti y a m los dioses, que lo pueden,
Ni computar el nmero caldeo.
Cunto es mejor sufrir lo que viniere!
Ora Jove nos diere
Muchos inviernos, ora el postrimero
Tal vez aqueste sea
Que el mar Tirreno con furor golpea
De cava pea en el escollo fiero.
S sabio, y cuela, cuela el dulce vino;
Y en tiempo tan mezquino
Tus esperanzas corta. Presuroso
El tiempo se desva
Mientras hablamos. Goza de este da;
Que gozar del siguiente es muy dudoso.

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Memorias de la Academia Mexicana... Tomo III. Mxico... 1889 pp. 156-157.

Algunas trovas ltimas de D. Joaqun Arcadio Pagaza... Mjico... 1893, pp. 17-18. [p. 218] CLIV. PAGAZA, Joaqun Arcadio.Mxico, 1889.

Pastor cum traheret. Od. I, 15

(Versin parafrstica en diez estrofas)

En Ideas naves el pastor perjuro


Por mar estrecho obscuro
A Helena conduciendo, a los alados
Vientos dej Nereo
En inercia, contraria a su deseo,
Por anunciarle sus terribles hados.
..............................................

Memorias de la Academia Mexicana... Tomo III... Mxico..., 1889, pp. 157-159.

Algunas trovas ltimas de D. Joaqun Arcadio Pagaza... Mjico..., 1893, pp. 18-21.

CLV. PAGAZA, Joaqun Arcadio.Mxico, 1889.

Septimi, Gades aditure mecum. Od. II, 6

Caro Septimio, que a la occidua Cdiz


Conmigo iras y a Cantabria indcil
Que nuestro yugo de la libre frente
Brava sacude...

Traduccin en ocho estrofas sficas, dos ms que el original. En la ltima hay un latinismo inadmisible:

Do la favila de tu amigo el vate


Clida riegues;

y en la anterior una trasposicin muy violenta que no es del original:

De Baco amigo donde Auln no envidia


Uvas falernas...
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La construccin de Horacio se parece mucho ms a la natural castellana:

.......... et amicus Aulon


Fertili Baccho, minimum Falernis
Invidet uvis.

[p. 219] El me re, por me agrada (estrofa sexta) es traduccin literal, pero no exacta:

Rincn ninguno de la tierra vasta


Me re tanto...

Ille terrarum mihi praeter omnes


Angulus ridet...

Hago estas menudas observaciones slo por tratarse de un poeta y humanista que tanto vale.

Memorias de la Academia Mexicana... Tomo III... Mxico..., 1889, pp. 159-160.

Algunas trovas ltimas de D. Joaqun Arcadio Pagaza... Mjico..., 1893, pp. 21-22.

CLVI. PAGAZA, Joaqun Arcadio.Mxico, 1889.

Rectius vives. Od. II, 10

Mejor, Licino, vivirs si el dorso


Del mar no oprimes, ni temiendo cauto
Procela ruda, la arriesgada orilla
Nimio frecuentas...

Versin no parafrstica, como se intitula, sino bastante fiel y ceida, en el mismo nmero de estrofas que el original.

Memorias de la Academia Mexicana... Tomo III... Mxico, 1889, pp. 162-163.

Algunas trovas ltimas de D. Joaqun Arcadio Pagaza... Mjico, 1893, pp. 25-26.

CLVII. PAGAZA, Joaqun Arcadio.Mxico, 1889.

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Eheu fugaces. Od. II, 14

Oh Pstumo, los aos


Resbalan fugitivos, trance fuerte!
De la vejez ay Pstumo! los daos
No amengua tu piedad, ni los amaos
De la indomable muerte.
No, y aunque cada da,
Trescientos bueyes, trmulo de espanto,
[p. 220] Degelles en su altar con mano pa,
No te hurtars, amigo, a la porfa
De Plutn, ni por llanto;
De Plutn que al triforme
Audaz Gerin y a Ticio malhadado
Reprime en pena de su culpa enorme
Dentro la onda horrsona y disforme
Del Aqueronte helado,
Que de cruzar tenemos
Cuantos a costa de mprobas labores
A la boca oh dolor! el pan llevemos;
Seamos reyes, y a otros dominemos,
Seamos labradores.
Al rudo Marte en vano
Evitaremos, y del Adria ronco
La ola crespa; en el otoo insano
Sin fruto esquivaremos del tirano
Austro el silbido bronco.
Hemos de ver, no hay duda,
Del lnguido Cocito la corriente
Errante y negra, y a la prole cruda
Del fiero Dnao, y la tarea ruda
De Ssifo doliente.
La casa y a tu esposa
Dejars tan querida, el campo y mieses;
No la que siembres arboleda umbrosa,
Breve seor, te seguir a la fosa
Excepto los cipreses.
Tu heredero ms justo
Libar los licores que almacenas
Bajo cien llaves, el palacio augusto
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Con un vino regando ms robusto


Que el de las salias cenas.

Memorias de la Academia Mexicana... Mxico..., 1889, pginas 163-164.

Algunas trovas ltimas de D. Joaqun Arcadio Pagaza... Mjico. .., 1893, pp. 27-29.

Parfrasis poticamente sentida y briosamente versificada, a pesar de los dos ripios, trance fuerte!, y oh dolor! de las estrofas 1. y 4.; de los amaos de la Muerte y
de algn otro defectillo. Los dos vocativos, Postume, Postume del principio estn en la traduccin demasiado lejos el uno del otro, y quiz por eso los [p. 221] primeros
versos no expresan bien la melanclica languidez del Eheu fugaces en que materialmente parece que va deslizndose la vida.

CLVIII. PAGAZA, Joaqun Arcadio.Mxico, 1889.

Non ebur neque aureum. Od. II, 18

(Versin parafrstica)

En mi casa no esplende
Marfil bruido, ni de cedro y oro
El artesn trasciende;
Ni de Himeto sonoro
Labrada trabe prstale decoro.
Columnas oprimiendo
En el confn del frica entalladas;
Y de Atalo no siendo
Pariente, sus moradas
Me apropio y sus riquezas acopiadas.
De mis pobres clientes
Las humildes y pdicas esposas,
Para m, complacientes
No tejen y afanosas,
De Laconia las prpuras preciosas.
Una benigna vena
De ingenio y gratitud en m se halla;
A m, pobre, sin pena
El rico la muralla
Por verme deja, y mi estro le avasalla.
No a los dioses fatigo
Pidiendo ms; ni a importunar me inclina
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Al generoso amigo
Avaricia mezquina;
Soy feliz con mis campos de Sabina.
El da es empujado
Por otro da; amnguase y convierte
La luna; y olvidado
De la cercana muerte,
Mrmoles labra de cantera inerte.
Del sepulcro te olvidas
Por alzar un palacio; y no contento
Con las tierras asidas
Que tienen firme asiento,
Sobre la mar fabricas avariento;
[p. 222] Sobre la mar que fiera
A Bayas lame con tremendo ruido;
Y en desviar la ribera
De donde siempre ha sido,
Te esfuerzas arrogante y presumido.
Qu mucho que acrecientes
Tus labores, si borras con esmero
De tus tristes clientes
El vecino sendero
Por allegarte un surco, pendenciero?
La mujer y el amado
Esposo dejan el caliente nido,
Y al hijo desaseado
Del seno mal prendido
Transponen, y al penate ennegrecido.
Para el amo avariento
Y acaudalado, en la infeliz morada
Del Oreo turbulento
Y rapaz, separada
No hay aula que le aguarde y reservada.
A dnde vas? a dnde?
Igual la tierra, en la mansin temida
Al miserable esconde,
Y para all convida
De reyes a la prole envanecida.
Satlite severo
Del Orco, a Prometeo malogrado,
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El infernal barquero
Con oro cohechado,
No quiso reducir a aqueste lado.
A Tntalo orgulloso
ste aprisiona; y vengador reprime
Al linaje famoso
De Tntalo sublime
Y que padece sin descanso y gime.
Y alguien ora le implore,
Ora en secreto sometido al hado
Alguien sin tasa llore,
Se da por invitado
Para aliviar al pobre desgraciado.

Memorias de la Academia Mexicana... Tomo III. Mxico, 1889, pp. 149-152.

Algunas trovas ltimas de D. Joaqun Arcadio Pagaza... Mjico, 1893, pp. 8-12. [p. 223] CLIX. PAGAZA, Joaqun Arcadio.Mxico,1889.

Exegi monumentum. Od. III, 30

He aqu esta valiente versin parafrstica, donde slo he notado los leves defectos que van sealados de letra cursiva.

Acab un monumento
Ms perenne que el bronce, y ms alzado
Que las regias pirmides; ni el viento,
Ni mordaz lluvia excavarn su asiento,
Ni el curso arrasador del tiempo alado.
No morir del todo!
Del funreo atad la parte noble
De mi ser huye por extrao modo;
Y he de ver alargarse el perodo
De mi vida, ceido en lauro y roble.
Ser mientras airosa
Cobije al mundo del romano solio
La bandera temida y gloriosa,
Y mientras con la virgen silenciosa
El Pontfice ascienda al Capitolio.
Me ver ennoblecido
Donde resbala tmido el Ofanto
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Con temeroso y asordante ruido,


Y donde riega el Dauno empobrecido
Agrestes pueblos sin verdor ni encanto,
Por haber el primero,
Aunque de humilde y msero linaje,
Vertido fiel con amoroso esmero
Los versos eolios [1] al latn austero
Dndoles rico y ulico ropaje.
Melpmene, tu gloria
Por mis afanes, gzate, hoy empieza;
Viva conserve el mundo tu memoria,
Y cia en prenda de nclita victoria
Con el dlfico lauro mi cabeza.

Memorias de la Academia Mexicana... Tomo III. Mxico, 1889, pginas 165-166.

Algunas trovas ltimas de D. Joaqun Arcadio Pagaza... Mjico... 1893, pp. 29-30. [p. 224] CLX. PAGAZA, Joaqun Arcadio.Mxico, 1889.

Diffugere nives. Od. IV, 7

Versin Parafrstica

Aljase la nieve:
Torna al campo feraz la hierba amante;
Los rboles en breve
La cabellera undante
Sueltan, y el mundo cambia de semblante...

El principio no es feliz, pero luego hay mejores estrofas:

Y el perezoso Invierno
Viene despus. Las lunas en su vago
Lucir y cambio eterno,
El lamentable estrago
Reparan prontas con celeste halago.
Nosotros, si camos
Do el po Eneas, do Tulo el opulento
Y Anco, cual polvo huimos
Que va a merced del viento.
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Y cual sombra que pasa en un momento.


Quin sabe, o saber puede
Si el alto Dios, del tiempo de maana
Una hora le concede,
Sobre la suma vana
De aos que hoy pierde con torpeza insana...

Memorias de la Academia Mexicana... Mxico, 1889, pginas 160-162.

Algunas trovas ltimas de D. Joaqun Arcadio Pagaza... Mjico..., 1893, pp. 23-25.

CLXI. PAGAZA, Joaqun Arcadio.Mxico, 1889.

Beatus ille. Ep. 2

Versin Parafrstica

Mil veces fortunado


Quien de negocios y de lucro ajeno,
Como el hombre en su estado
[p. 225] Primitivo [1] un terreno
Con bueyes propios enriquece ameno!
Que no el clangor le asusta
De blica trompeta, ni el bramido
Del mar y saa injusta;
Y el foro desabrido
Evita y el magnate presumido
l de purprea via
Con el olmo los pmpanos dorados
Solcito encaria
O en valles apartados
De vacas apacienta sus ganados.
Ya empua la guadaa,
Y en vez de rama intil otra injerta,
Ya los cntaros baa
De mieles, y liberta
Esquimando al primal, de muerte cierta.
Y cuando Otoo asoma
La cabeza en los campos decorada
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De frutos y urea poma,


Cul goza la pesada
Pera al cortar y la uva nacarada.
Por tenerte propicio
A ti, Priapo, con piadosa mano
Las lleva en sacrificio,
Y a ti, padre Silvano
De lmites tutor y soberano.
Ya al pie de aosa encina
Gusta yacer, ya encima de la grama
Tenaz; y cristalina
La fuente se derrama,
Y eco del ave el sollozar reclama.
Y murmura el riachuelo
Al resbalar, de espuma salpicando
Sus mrgenes, y el cielo
De paso retratando;
Y a sueo el ruido le convida blando
Y al bramar en los cerros
Saudo el Breas hacinando nieves,
Ya encierra, de sus perros
Seguido, a los aleves
Fieros jabatos en las mallas leves;
Ya prende en los bohordos
De aguda enea, redes, y aprisiona
[p. 226] A los golosos tordos
Y a liebre corretona
Y a grulla vaga que su afn corona.
Quin, viendo esta vida
Los infortunios del amor prolijo
Y ansiedades no olvida?
Ms, si los ojos fijos
Tiene la esposa en el hogar e hijos.
Cual suele la sabina
O la consorte del pulls, dorada
Por la lumbre divina
Del sol, que la llegada
Espera de varn con llama alzada;
Y que aparta risuea
De mimbres, a la grey, en los cercados [1]
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Y las cabras ordea,


Y vinos regalados
Ofrece con manjares no comprados.
Ni la ostra del Lucrino
Me agrada ms, ni el rombo y el escaro,
Si negro torbellino
Del mar de oriente avaro
A nuestro golfo los arroja claro;
La gallina sidonia
Nunca me nutre ms, ni ms me agrada,
Ni la perdiz de Jonia,
Que de su rbol cortada
La redonda aceituna y sazonada,
O la verde acedera,
O la malva salubre que ama al prado,
O el cordero que fuera
A Trmino inmolado
O el cabrito que al lobo fu arrancado.
En esas dulces horas
Cunto agrada mirar que las novillas
Se apacen mugidoras
Tronzando manzanillas
Cabe el chozo del campo en las orillas. [2]
Y mirar que los bueyes
Traen al cuello el reluciente arado
De revs, y las greyes
De gaanes al lado
De la cabaa en escuadrn formado!
[p. 227] Trocarse en ganadero
Quiere en los idus usurero Alfo. [1]
Dicho esto, su dinero
Junta, y con nuevo bro
En las calendas usuraba impo.

Memorias de la Academia Mexicana... Mxico... 1889, pginas 166-169.

Algunas trovas ltimas de D. Joaqun Arcadio Pagaza... Mjico..., 1893, pp. 31-35.

CLXII. PAGAZA, Joaqun Arcadio.Mxico, 1893.


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Iam satis terris nivis atque dirae. Od. I, 2

Versin Parafrstica en sficos-adnicos (veinte estrofas: las del original son trece).

Ya mucha nieve y destructor granizo


Envi a la tierra poderoso Jove
E hiri saudo con fulmnea diestra
Templo y alczar...

Algunas trovas ltimas de D. Joaqun Arcadio Pagaza, Cannigo de la Iglesia Metropolitana de Mjico y Rectot del Seminario, individuo de nmero de la Academia
Mejicana, correspondiente extranjero de la Real Espaola, y entre los Arcades de Roma Clearco Meonio. Mjico, imprenta de J. Joaqun Terrazas, S. Jos de Gracia,
nm. 5, 1893, pp. 60-64.

CLXIII. PAGAZA, Joaqun Arcadio.Mxico, 1893.

Scriberis Vario fortis. Od. I, 6

(Versin parafrstica en liras)

Aunque no es, ni con mucho la ms feliz de las traducciones de este excelente humanista y pulcro versificador, la pongo [p. 228] ntegra por tratrarse de una oda de las
que menos veces han sido puestas en metro castellano:

Pintarte valeroso
Y vencedor del brbaro enemigo,
O un hecho gloroso
De aquellos que contigo
De tu valor militar al abrigo,
Ya manejen la brida,
Ya el mar fatiguen con sonante armada,
Empresa desmedida
A Vario reservada,
En los versos heroicos ave osada!
Yo modesto poeta,
Oh caro Agripa, publicar no intento
Con arrogancia insueta
Tus hazaas sin cuento;
Me faltan frases, y me falta aliento.
Ni el iracundo enojo
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Y bravo ardor de Aquiles indomable;


Ni el temerario arrojo
De Ulises el instable
Para quien no hubo mar innavegable;
Y ni la infame casa
De Plope homicida: me lo veda
Mi cortedad no escasa;
Y de mi lira leda
La seora no quiere que proceda
A cantar tus loores
Y ni de Csar la virtud propicia;
No sea que menores
Con punible injusticia,
Presente al mundo a entrambos mi impericia.
Quin describir pudiera
Dignamente el arns adamantino
De Marte, y la cimera
De aquel Merin divino
Por el polvo empaada del camino
En la guerra troyana?
Y de Tideo al hijo ponderado,
De fuerza sobrehumana,
Y que al cielo estrellado
Se levanta por Palas ayudado?

Algunas trovas ltimas de D. Joaqun Arcadio Pagaza... M xico, 18 93, pp. 36-38. [p. 229] CLXIV. PAGAZA, Joaqun Arcadio.Mxico, 1893.

Lydia, die per omnes.Od. I, 8

(Versin parafrstica en siete liras)

Oh Lidia, yo te ruego,
Y por todos los dioses te lo pido,
Que me digas: por qu con ese apego
A Sbari aturdido
Te esfuerzas en perder, y le has perdido?
.....................................................

Algunas trovas ltimas de D. Joaqun Arcadio Pagaza... Mxico, 1893, pp. 38-40.
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CLXV. PAGAZA, Joaqun Arcadio.Mxico, 1893.

Mercuri, facunde nepos Atlantis. Od. I, 10

Mercurio, nieto del robusto Atlante,


Que suavizaste fieras costumbres
De nuestra especie con tu voz sonora
Y en la palestra...

No es versin parafrstica como otras de su autor, puesto que consta del mismo nmero y calidad de estrofas y versos que el original, y procura ceirse a l en todo;
pero encuentro ms poticas las parfrasis del Sr. Pagaza que sus traducciones rgidas. A las primeras le inclina su numen, que parece claudicante y apremiado en las
segundas.

Algunas trovas de D. Joaqun Arcadio Pagaza... Mjico..., 1893, pp. 68-69.

CLXVI. PAGAZA, Joaqun Arcadio.Mxico, 1893.

Dianam tenerae dicite, virgines. Od. I, 21

(Versin parafrstica)

Cantad, vrgenes tiernas, a Dana


Del campo soberana;
Dulces mancebos, celebrad a Apolo
[p. 230] De intonsa cabellera,
Y a Latona entre diosas la primera,
Y a la cual Jove excelso estima slo.
Vosotros celebrad a la que ama
A los ros y rama
Del rbol, ya supere en el Algido
Helado, o en sombras
Selvas del Erimanto, ya en las fras
Asperezas del Crago enverdecido.
Vosotros con iguales alabanzas,
Varones, y con danzas
Al claro Tempe sublimad, y a Delo
Patria de Cintio hermoso
Insigne por su aljaba, y cadencioso
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Cuando tae la lira, don del cielo.


Y aqul, por nuestras splicas movido,
Del pueblo dolorido
Y del prncipe Csar soberano
Alejar la guerra
Y el hambre y negra peste, a la Inglaterra
Y de la Persia al lmite lejano.

Algunas trovas ltimas de D. Joaqun Arcadio Pagaza... Mjico ..., 1893, pp. 41-42.

En esta edicin se da el nmero 18 a la presente oda de Horacio, y el 19 a la que sigue. Tan extraa numeracin no se comprende sino suponiendo que el Sr. Pagaza se
ha valido para su traduccin de un Horacio expurgado, en que faltasen tres odas, que sern probablemente la 5., la 13. y la 19. Quiz esto mismo explique las
supresiones y los cambios que se advierten en la 4. y en la 9.

CLXVII. PAGAZA, Joaqun Arcadio.Mxico, 1893.

Integer vitae scelerisque purus. Od. I, 22.

No es parfrasis, sino versin bastante ajustada, en seis estrofas sficas como el original.

ntegro el hombre que se mira po


De crimen, Fusco, venenosos dardos
No necesita, ni moriscas flechas
Ni arco ni aljaba...

[p. 231] Algunas trovas ltimas de D. Joaqun Arcadio Pagaza... Mjico. .., 1893, pp. 40-41.

CLXVIII. PAGAZA, Joaqun Arcado.Mxico, 1893.

Otium Divos rogat in patenti. Od. II, 16

Descanso, Grosfo, de los dioses altos


El que navega por el mar Egeo
Cuitado implora, si a la luna esconde
Lvida nube...

Versin ms literal que parafrstica, en quince estrofas, cinco ms que el original.

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Noto el latinismo gemas en la tercera:

Pero el descanso que jams se compra


Ni con las gemas que atesora el Indo...

La traduccin es buena en conjunto, pero no iguala a las de Arjona y Burgos.

Algunas trovas ltimas de D. Joaqun Arcadio Pagaza... Mjico. .., 1893, pp. 43-46.

CLXIX. PAGAZA, Joaqun Arcadio.Mxico, 1893.

Descende coelo. Od. III, 4

Versin parafrstica

Reina Caliope, del hermoso cielo


Desciende al triste suelo
Y ensaya con la flauta en este da,
O en acento argentino,
O de Apolo divino
Con la ctara, suave meloda.
La os?... la os?... Me burla por ventura
Una amable locura?
Parceme escucharla... y me parece
Que voy por la serena
Campia que la amena
Agua baa y el cfiro estremece.
[p. 232] Era muy nio: de jugar rendido
Y del sueo vencido,
Las torcaces palomas me cubrieron
Con hojas relucientes
Fragantes y recientes
Sobre los montes que nacer me vieron.
Sobre la cumbre del pulls Vulturo
Ms all del seguro
Lindero de la Pulla, con asombro
De aquellos que en el monte
Del sublime Aqueronte
Moran, y que hoy entristecido nombro,
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Y de Bata en las hmedas florestas


Y llanuras opuestas
Del humilde Tarento, pues tranquilo
Me vieron recostado
Sobre el suelo alfombrado
De verde grama, al pie de grueso tilo,
Y seguro dormir nio animoso
A la vbora y oso
Sin temer, de los dioses protegido,
Y del sol resguardado
Por arrayn sagrado
Entre el ramaje de laurel florido.
Oh Musas, vuestro soy: ahora ascienda
Por la torcida senda
De la Sabina. ahora a la Preneste
Prefiera por helada,
O a Tbur levantada,
O al tibio manantial de Baia agreste.
Porque amo vuestros crmenes y danzas
Burl las asechanzas
En Filipos de mlite vencido;
Y dejme con vida
La encina maldecida,
Y en la onda siciliana escollo erguido.
Siempre, Musas, seris mis compaeras:
Ora las olas fieras
Del Bsforo atraviese navegante,
Ora cruce viajero
El arenal severo
De la siria ribera y sofocante;
Ya atrevido penetre en la Bretaa
Que brbara se ensaa
Con los extraos, ya visite al Trace
De estirpe salvajina
[p. 233] Que alegre, con la equina
Sangre, su sed rabiosa satisface;
O bien conozca al rpido Gelono
De la Scitia colono
Tan diestro en manejar el arco y flecha,
Bien, de peligros libre,
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Dejado el ronco Tibre,


Mi quilla en el mar Caspio se abra brecha.
Vosotras, Musas, de la pieria gruta
Por vid y helecho hirsuto,
Recredis al almo Csar, si al soldado,
Porque Marte se aleja,
En ocio blando deja
Con los hijos del bosque sosegado.
Y vosotras, de Jpiter reflejo,
Acertado consejo
Fciles dais de vos a quien le implora;
Y gozo sealado
Por el don otorgado
Demostris con sonrisa seductora.
El alto Jove, padre omnipotente
Que gobierna prudente
La inmoble tierra, el mar tempestuoso,
Abismos y ciudades,
A dioses y heredades
Del mortal que se yergue codicioso,
En otro tiempo sepult iracundo
En el antro profundo
(Nadie lo ignora) con presteza y bro
Del Titn insolente
A la turba demente,
Vibrando un rayo que surc el vaco.
De aquella juventud psole miedo
La protervia y denuedo
Que fiaba en sus fuerzas orgullosa,
Y en las de sus hermanos
Que pretendieron vanos
Sobre el Olimpo encaramar el Osa.
Mas qu, Tifeo y Mimas arrogante
Y aquel amenazante
Porfirin de alzadsima estatura?
Qu, Reco desdichado
Y el crecido Encelado
Que enormes troncos arroj a la altura?
Qu pudiera este ejrcito forzudo
[p. 234] Contra el sonante escudo
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De Palas? A ella se agreg Vulcano


Aguerrido; y corona
El triunfo la matrona
Juno, esposa del padre soberano.
A sta juntse Apolo el Patareo
Que lleva por arreo
El arco al hombro y la surtida aljaba;
El que amable y riente
De Castalia en la fuente
La intonsa cabellera siempre lava;
El que en los bosques de la frtil Licia
Su mansin y delicia,
Y de Delo en la selva do naciera,
Por los hombres loado,
Querido y venerado,
Siempre y por siempre sin rival impera.
La fuerza ruda empleada sin seso
Se arruina por su peso!
Si la fuerza se templa y se domina
Los nmenes la acrecen,
Pero ellos la aborrecen
Si a toda clase de maldad se inclina.
De aquestas mis sentencias es testigo
Aquel Gys enemigo
Y aquel Orin que a la ntegra Diana
Se le atrevi impudente
Y que herido en la frente
Fu al punto por saeta soberana.
La tierra inerte dulese arrojada
Sobre su malograda
Prole monstruosa, e inconsolable llora
Sus partos desgraciados
Bajo el Etna enterrados.
Y al Etna el veloz fuego no devora!
Ni, guarda fiel de Ticio deshonesto,
El buitre deja el puesto
Y desampara el hgado sangrado;
Y trescientas cadenas
Acrecientan las penas
De Piritoo, amante desdichado.
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Algunas trovas ltimas de D. Joaqun Arcadio Pagaza... Mjico..., 1893, pp. 53-59 [p. 235] CLXX. PAGAZA, Joaqun Arcadio.Mxico, 1893.

Delicta maiorum.Od. III, 6

(Versin parafrstica)

Sin culpa has de pagar tarde o temprano


Los delitos, romano,
De tus mayores, mientras no repares
Las casas derrudas
De los dioses, y estatuas denegridas
Por el humo sagrado, y los altares.
Te juzgas (y por esto sin segundo
Imperasen el mundo)
Inferior a los dioses; y contento
Les rindes la cabeza.
ste el principio fu de tu grandeza;
A esto y no ms se debe tu incremento.
Muchos males los dioses irritados
Por verse despreciados
Enviaron ay! a la luctuosa Hesperia.
Las tropas de Pacoro
Y Moneses ajar nuestro decoro
Lograron y traernos la miseria.
Por tentar, inconsultos los ageros,
Acometerlos fieros,
Nuestros bros domaron singulares;
Y altivos nuestra presa
Huelgan hoy de aadir con mano aviesa
A sus pequeos, mseros collares.
El fiero etiope y el robusto dacio,
Que son terror del Lacio,
Uno por la saeta voladora
Y el otro por la armada,
Ya por guerras civiles sojuzgada
Arruinaron del mundo a la seora.
Nuestros siglos en crmenes fecundos
Trocaron en inmundos
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El casto lecho y nudos conyugales,


Las familias y casas;
Y de fuentes tan ptridas y crasas
Refluyen sobre el pueblo enormes males.
Algrase la virgen casadera
Si le ensean la fiera
Jnica danza; y en edad temprana
[p. 236] Se quema en los ardores
De incestuosos y lbricos amores
Y con falsos afeites se engalana.
La juventud cobarde y presumida
De estos padres nacida,
No teir con sangre de Cartago
El pilago; tampoco
A un Pirro matar ni a un grande Antioco,
Y ni a un Anbal de la Italia estrago.
Sino antes bien, los hijos procreados
Por rsticos soldados
Que a voltear las glebas erizadas
Con la reja sabina
Aprendieron, en donde aun los conmina
La madre, si no surten con brazadas
De leos el hogar, cuando del monte,
Tocando el horizonte,
La sombra cambia el sol, ya que se aleja
En su carro de fuego,
Ya que convida a todos al sosiego
Y el buey cansado el frtil yugo deja.
El tiempo volador qu no aminora
Con mano daadora?
Son nuestros padres menos generosos
Que sus padres; peores
Nosotros, en los aos ulteriores
Hijos engendraremos ms viciosos.

Algunas trovas ltimas de D. Joaqun Arcadio Pagaza... Mjico, 1893, pp. 50-53.

Algunos leves reparos pueden hacerse sobre esta parfrasis, elegantemente versifcada. Nada tena de fiera la danza jnica, que, al contrario, se caracterizaba por lo
muelle. Los males enormes y las fuentes ptridas y crasas ahoga la sencilla frase del original: Hoc fonte derivata clades. Antoco no tiene la acentuacin debida, y

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faltan, sin duda, por escrpulos de moralidad (que en este caso no comprendo, porque la intencin del poeta latino es profundamente moral, y casta su expresin, aunque
trace, no para ejemplo, sino para reprobacin y escarmiento, un cuadro de malas costumbres de su tiempo) dos admirables estrofas del original:

Mox iuniores quaerit adulteros


Inter mariti vina, neque elegit
[p. 237] Cui donet impermissa raptim
Gaudia luminibus remotis,
Sed iussa coram non sine conscio
Surgit marito, seu vocat institor
Seu navis Hispanae magister,
Dedecorum pretiosus emtor...

CLXXI. PAGAZA, Joaqun Arcadio.Mxico, 1893.

Impios parrae recinentis omen. Od. III, 27

Lleve al impo de la parra el canto


Con mal agero, y la preada perra
Y flava loba; y a encontrarle acuda
Zorra parida.
Rompa su va cual volante dardo
Hrrida sierpe, y al rocn le asuste;
Qu temer puedo s nac adivino
Prvido y hbil?
Antes que torne a los tranquilos lagos
Prsaga el ave de inminente lluvia,
Vendr, rogado, del risueo Oriente
Grrulo cuervo.
Vive dichosa donde ms te agrade,
Oh Galatea: no me olvides, cura;
No la corneja, ni el siniestro pico
Turben tu paso.
Miras ahora que se inclina y treme
Orin ruidoso; conocido tengo
El Adria obscuro, y del gallego insano
La alta perfidia.
De los contrarios las mujeres e hijos
Experimenten el furor del Austro
Y el oleaje que bramando azota
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Seca la orilla.
Tambin Europa del mentido toro
Se confiaba, y al mirar que hierve
El mar en monstruos, la color perdida,
Teme el engao.
Y la que un tiempo recogiendo flores
Para las Ninfas iba por los prados,
Slo vela en tan obscura noche
Olas y estrellas.
Y cuando a Creta de las cien ciudades
Llegaba, dijo: Padre, de hija el nombre
[p. 238] Dej al partir, y a tu piedad ultraja
Ciego delirio.
Dej sin tino los paternos lares;
Sin tino tardo en aportar al Orco;
Si un Dios me escucha, sepa que vagara
Entre leones.
De dnde, a dnde por desdicha vine?
Morir tan slo, no es condigna pena...
Lloro despierta mi afrentosa culpa?
Soy inocente?
Me burla acaso la mentida imagen
Que trae el sueo por la puerta ebrnea?
Mejor sera transportar los mares
O cortar flores?
Si alguien me diera (que en furores ardo)
Al toro infame que me fu querido,
Destrozara con filoso hierro
Luego sus astas.
Antes que ocupe mis mejillas bellas
La palidez, o su vigor perdido
La vctima haya, quiero ser hermoso
Pasto de tigres.
Ah, vil Europa! tu lejano padre
Te urge, infelice; di por qu no mueres?
De ese quejigo, con aquesa banda,
Culgate al punto.
O si te agrada soportar la muerte
Entre peascos y quebradas rocas,
Entra, bien puedes, entra en la borrasca;
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chate al punto.
Si no es que quieras por tu noble sangre
A fuer de esclava manejar el huso
En pueblo extrao, y del varn de tu ama
Ser concubina.
Prfida Venus tan amargas queja
Presente ola con burlona risa,
Y a su regazo, con el arco flojo,
Iba Cupido.
Y cuando la hubo a su sabor burlado
Templa, le dijo, tus injustas iras;
Porque las rompas, sus odiadas astas
Brndate el toro.
Que eres de Jove la mujer ignoras?
Reprime el llanto, tu fortuna estima,
Y ve que a un gajo del ingente mundo
Has de dar nombre.

[p. 239] Algunas trovas ltimas de D. Joaqun Arcadio Pagaza... Mjico ..., 1893, pp. 46-50.

El. nombre del pajarraco llamado en latn parra es en castellano picaza, y no conviene cambiarle, aunque no sea ms que por evitar la anfibologa con el sentido
corriente que tiene la voz parra en nuestro idioma. Flava es un latinismo poco recomendable, usado por Pagaza en otras versiones. Filoso es neologismo inadmisible
que no tiene fundamento en el original.

No es versin parafrstica, aunque as se intitule. Tiene el mismo nmero de estrofas que el original, si bien una de ellas aparece cambiada de sitio (la que es 13. en el
texto de Stallabaum figura como 10. en la traduccin).

A pesar de algunos versos felices, este ensayo no es perfecto, y la versin resulta oscura y premiosa. Pero en descargo del ilustre traductor ha de decirse que esta oda,
una de las ms bellas, pero tambin de las ms extraas, de Horacio, es dificilsima de traducir por su vaguedad romntica.

El Sr. Pagaza ha imitado, adems, esta oda de Horacio en el siguiente soneto:

A GALATEA

Sis licet felix ubicumque mavis


Et memor nostri, Galatea, vivas

El ala bate y mi zafir sereno


Enluta bramador el torbellino;
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Tmida sierpe cruza mi camino,


Corusca el rayo, y se prolonga el trueno
Vive dichosa... y al pastor Fileno
Jams olvides!... El turgente lino
Al rudo soplo de infeliz destino
Me arranca y lleva de tu amante seno.
Maana, al tardecer, [1] flbil, de hinojos
Estar en otra playa... y de esta orilla
Sin m hollars los arenales rojos.
Ah! si la luna en occidente brilla,
En ella clava los cerleos ojos
Y una lgrima surque tu mejilla.

[p. 240] CLXXII. PAGAZA, Joaqun Arcadio.Mxico, 1893.

Pindarum quisquis. Od. IV, 2

En alas, Julio, de licuable cera


Se apoya, y nombre al cristalino ponto
Dar el inhbil que imitar al dulce
Pndaro intente...

Obsrvanse en esta versin, buena en general, algunos latinismos excesivos:

O al pgil diestro y al ligero y noble


Equite cante.
..................................................
Bajo los sauces operosos cantos
Parvo compongo
.................................................
Y ofreceremos a los dioses justos
Msculo incienso...

Este ltimo no tiene fundamento en el original, que no habla de que el incienso sea macho o hembra:

........ dabimusque divis


Thura benignis.

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Algunas trovas ltimas de D. Joaqun Arcadio Pagaza. Mjico..., 1893, pp. 64-67.

CLXXIII. PAGAZA, Joaqun Arcadio.Mxico, 1893.

Quem tu, Melpomene, semel. Od. IV, 3

Versin parafrstica

A quien t ves con plcida mirada,


Melpmene sagrada,
Al punto de nacer, no har famoso
Pgil el istmio juego;
Ni llevarle en griego
Carro, cual vencedor, caballo airoso.
Ni al Capitolio, blica victoria
Le mostrar con gloria
[p. 241] Cual nclito caudillo, coronado
En [1] el laurel de Delos,
Porque hubo en sus desvelos
A reyes orgullosos abajado.
Sino antes bien: las aguas cristalinas
Que baan las colinas
De Tboli feraz, de erguido roble
Y de palma altanera
La espesa cabellera
En elicos versos le harn noble.
De Roma, la primera en excelencia,
La clara descendencia,
De los vates se digna en los serenos
Coros anumerarme;
Y al dejar de envidiarme
El diente inicuo me lastima menos.
Oh Piride, que riges con decoro
De esta mi lira de oro
El melifluo gratsimo sonido:
Oh t que a mudos peces
Pudieras dar a veces
La tierna voz de cisne dolorido!...
Lo debo todo a ti! Si al pasar quedo
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Me apuntan con el dedo


Como a quien tae de agradable modo,
El vivir sosegado,
Y el agradar, si agrado,
A ti, Piride, a ti lo debo todo.

Algunas trovas ltimas de D. Joaqun Arcadio Pagaza... Mjico..., 1893, pp. 69-70.

CLXXIV. FLORES, Manuel M.Pars, 1892.

Pasionarias. Poesas. Con un prlogo por Ignacio M. Altamirano. Pars, librera de Garnier hermanos. Calle des Saintes Pres, 6, 1892. 8., pp. 193-196.

Glicere.

Esta poesa es un centn de varios fragmentos de Horacio. [p. 242] Los primeros versos contienen ntegra la oda 30 del libro primero: O Venus, regina Cnidi Paphique:

Reina de Pafos y de Gnido, Venus,


Deja de Chipre el encantado sitio,
Y ven aqu, donde Glicere tiene
De placer y de amor mgico asilo.
Y que las Gracias de cintura suelta
Y que las Ninfas de semblante lindo,
Y el que alegra los aos juveniles
Grato y feliz amor, vengan contigo.

Desde aqu empieza la oda 19, lib. I: Mater saeva Cupidinum, tambin ntegra, aunque muy libremente traducida o ms bien imitada:

De Jpiter el hijo y de Semele,


Y los deseos erticos aun vivos,
Quieren que entregue el corazn cansado
A los amores que juzgu perdidos.
Y me abraso por ti, rubia Glicere,
Y me enamora tu semblante altivo,
Y de tu tez la nieve inmaculada
Como el mrmol de Paro terso y fino.
Y me enamora tu habla melodiosa,
Tu continuo rer provocativo,
Y de tus ojos hmedos el fuego,
Y tu desdn tambin y tu capricho.
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Venus me sigue por doquier, me sigue,


Conmigo va, detinese conmigo,
En contacto de fuego a mi se acerca,
Domina mi razn y mi albedro,
Y ya no ms contra el feroz escita,
Ni contra el parto, huyendo tan temido,
Mi lira tiene cuerdas... Ya no sabe
Sino de amor los deleitosos himnos.
...................................................

El final de esta oda viene despus para servir tambin de final a tan extrao rifacimento:

Ea! colocad sobre el altar de csped,


Junto a la cepa del sagrado vino,
Esclavos, el incienso y la verbena.
Tributemos el culto merecido,
Y la caliente sangre de la vctima
Haga acepto a la Diosa el sacrificio

[p. 243] Lo dems est tejido con rasgos sueltos de las odas de Horacio.

Te quiero junto a m ms impetuosa


Que las frvidas olas del Adritico
Cuando en el golfo de Calabria Eolo
Las agita con spero rido.

Es de la oda 33 del libro I: Albi ne doleas:

Grata detinuit compede Myrtale


Libertina, fretis acrior Hadriae
Curvantis Calabros sinus...

Que resuene el festn grato a los Dioses!


Dnde la flauta est de Berecinto?
Qu hace el oboe junto a la lira muda?
Rosas traedme del jardn vecino...

..................... cur Berecyntiae


Cessant flamina tibiae?
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Cur pendet tacita fistula cum lyra?


Parcentes ego dexteras
Odi: sparge rosas...

Quantum distet ab Inacho. Od. II, 19.

Saca del fondo de la cueva, esclavo,


El Ccubo [1] oloroso, envejecido,
............................................
En tanto yo celebrar a Neptuno;
Y escucharn tambin plcidos himnos
Las Nereidas de verde cabellera.
Mientras ofreces de tu lira el ritmo
A las flechas de Diana y a Latona.
Luego mis cantos alzar contigo
A quien reina en las Ccladas, y vuela
En un carro por cisnes conducido;
Y nuestro himno final ser a la noche
Del misterio nupcial mudo testigo.

Festo quid potius die


Neptuni faciam? prome reconditum,
Lyde, strenua Caecubum...
.........................................
Nos cantabimus invicem
Neptunum et virides Nereidum comas:
[p. 244] Tu curva recines lyra
Latonam et celeris spicula Cynthiae:
Summo carmine, quae Cnidon
Fulgentesque tenet Cycladas et Paphon
Junctis visit oloribus
Dicetur, merita nox quoque nnia.

(Lib. III, Od. 28.)

Mientras del lobo perseguido sea


El balador cordero, y el marino
Tema de Orin el tormentoso influjo,
Y acaricien los trmulos cefros (sic)
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De Apolo la dorada cabellera,


Te dar por su amor el amor mo.

Dum pecori lupus et nautis injestus Orion


Turbaret hibernum mare,
Intonsosque agitaret Apollinis aura capillos,
Fore hunc amorem mutuum.

(Ep. XV: Nox erat.)

La forma del nombre Glicere, la mala acentuacin de cefros por cfiros, y otros detalles me inducen a creer que el poeta mejicano traduca o imitaba del francs y no
del latn.

CLXXV. ZAMORA, Elio Turno de.Mjico, 1892. [1]

Al Sr. Dr. D. Marcelino Menndez y Pelayo.

Muy ilustre seor: Perdone usted la audacia de dirigirle estos renglones, pero confiamos en el afecto que usted siente por este pas, el ms castellano de toda Amrica, y
en el inters que ha mostrado siempre por las letras castellanas de aquende el Ocano. Esa confianza y el creer que usted nos tendr a bien el regalillo literario que le
hacemos, por su aficin a Horacio, son los mviles de esta carta. [p. 245] Pues bien; hay en este seminario un joven profesor, que cultiva la poesa Horaciana con
denodado empeo; ha traducido casi todas las odas del Venusino; y de esas traducciones enviamos a usted algunas, ya publicadas en peridicos, ya inditas. Y
esperamos que usted se dignar exponernos su juicio sobre dichas versiones. No queremos elogios (y pedirlos sera agravio a la imparcialidad notoria de su superior
ingenio); slo deseamos remitir nuestro humildsimo parecer al altsimo y autorizado de usted, por ver de desengaarnos, si erramos en creer buen traductor de Horacio
a Elio Turno.

De todos modos, pensamos que usted recibir bien el manuscrito de las versiones, siquiera porque aumenta el catlogo de traductores de Horacio, que usted ha hecho
con laudabilsima fatiga. Si a usted no le desagrada conocer las producciones de nuestro joven ingenio, mucho honor y placer tendremos en remitirle otras: poesas
originales, dramas, traducciones y comentarios de Pndaro, Anacreonte, Safo y otros griegos, as como imitaciones latinas de Horacio.

Por ahora van adjuntas, como regalo que usted se servir aceptar, dos oditas impresas que los discpulos de Elio Turno han escrito colectivamente. La desigualdad
consiguiente a ese gnero de trabajos, hechos a escote, los hace desmerecer; pero los damos a usted porque en ellos andan la mano del maestro a menudo y la seal de
su afn por el cultivo de las letras clsicas.

Van tambin al calce de las traducciones, algunos comentarios que dan razn de por qu Elio Turno disiente a veces del comn entender de los intrpretes, y estn
sacadas de las notas sobre Horacio que Elio Turno dicta en su ctedra.

Dispense usted la molestia y enfado de esta carta, me ofrezco, por m y a nombre de los catedrticos de este Colegio, como afectsimo criado de usted, que s. m. b.
Atengenes Segale.
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Seminario de Mjico y junio de 1892.

P. D.A ltima hora pusimos adjuntas algunas oditas latinas y la versin de la mejor olmpica de Pndaro.

Vale.

[p. 246] CLXXVI. ZAMORA, Elio Turno de.Mjico, 1893.

Maecenas atavis. I, 1

Preludios. I. Mjico. Sin ao (pero consta en el prlogo), pginas 57-58.

Inc. Mecenas, nieto de abuelos reyes,


Mi honra grata, refugio mo.
Hay quienes gozan cuando en su carro
Polvo de Olimpia ya recogieron,
Y si, evitado rozar la meta
Con rueda hirviente, la palma noble
Dioses los hace del mundo dueos.
A ste le place que la Romana
Turba verstil por ensalzarle
Con tresdoblados honores pugne...

De sta y sus restantes versiones de Horacio dice el traductor: He procurado conservar aun las construcciones del original hasta donde lo permite nuestra lengua; y
mucho me temo no haber respetado siempre este valladar, que fijan la crtica y el buen gusto.

CLXXVII. ZAMORA, Elio Turno de.Mjico, 1893.

Iam satis terris. I, 2

Preludios. (Mjico, 1893), pp. 58-59.

Ya harto de nieve y de cruel granizo


Mand a la tierra el Padre, y aflechando
Los templos ya con encendida diestra
A Roma puso miedo;
Miedo a las gentes de que no tornase
Que llor Pirra, el novedoso tiempo,
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Cuando Proteo a los excelsos montes


Arre la grey marina...

El traductor, por querer someterse a un nimio rigor literal, cae en extravagancias de diccin y aun en impropiedades dignas de censurarse; v. gr.:

A Ilia su esposa, que doliente clama


Venganza ofrece el mujeriego vil...

[p. 247] Lo que en nuestra lengua se entiende por el vulgar trmino de mujeriego es precisamente lo contrario de lo que Horacio quiso decir
con el epteto uxorius (condescendiente con el gusto de su mujer, muy amante de su mujer).

CLXXVIII. ZAMORA, Elio Turno de.Mjico, 1893.

Sic te Diva. I, 3

Preludios, Mjico, pp. 60-61.

As de Chipre la potente Diosa,


De Helena los hermanos, astro esplndido,
Y el Padre de los vientos te gobiernen,
Sujetos todos, pero el Cauro libre,
Oh nave que a tu seno confado
Nos debes a Virgilio! Ruego inclume
De los confines ticos le vuelvas,
Y la mitad de mi alma me conserves...

Sobre el verso 17: Quem mortis timuit gradum, pone el traductor esta nota que considero digna de atencin: Todos los intrpretes que conozco, traducen el gradum
mortis por gnero de muerte. No puedo conformarme con ellos: yo entreveo en esas palabras una metfora de las que Horacio apenas insina a menudo: la vida no es
sino descenso rpido hacia la muerte, y el que se confi a los mares por vez primera no temi bajar a los ltimos escalones de ese descenso y acercarse temerariamente a
la muerte.

Favorece a esta inteligencia aquel pasaje de Juvenal, St. 12, verso 57:

...Ventis animam committe, dolato


Confisus ligno, digitis a morte remotus
Quatuor aut septem...

Por eso traduje grada de la muerte, conservando el ser y modo de la metfora, que creo descubrir, y que reaparece en el verso 33:
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Leti corripuit gradum.

En conformidad con esta doctrina, traduce el Sr. Zamora en el primer pasaje:

[p. 248] Qu grada de la muerte aquel tema


Que con ojos enjutos los nadantes
Monstruos, y que la mar mirara hinchada
Y los escollos del Epiro infames?...

y en el segundo:

Antes necesidad de luee muerte


Las gradas acort de su camino.

CLXXIX. ZAMORA, Elio Turno de.Mjico, 1893.

Quis multa gracilis.I, 5

Preludios, Mjico, 1893. pp. 62-63.

Quin es, oh Pirra, el delicado imberbe,


Que empapado de esencias
En retrete agradable
Sobre mil rosas con amor te estrecha,
Mientras por l sencilla con asco
La rubia cabellera
Te trenzas? Cuntas veces
Ay! desdichado llorar, sin tregua
La fe perdida y los cambiados dioses,
Cuando ya las inmensas
Aguas no acostumbrado
De negros vientos erizadas vea!
Y l que ahora crdulo, dorada
Goza al verte y serena,
Y encontrarte anhelosa
Y siempre amable el inocente espera
Ignorante del aura engaadora!
Mseros los que ciegas
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T, a los ruegos propicia,


Con tus encantos! Mi retablo muestra,
Hoy adherido a la pared sagrada,
Que ya en votiva ofrenda
Al Dios del mar potente
Hmeda veste le dej suspensa.

Por nota dice el intrprete: He credo de fidelidad y elegancia conservar en la traduccin la alegora del mar aplicada a Pirra, cosa que han omitido otros traductores.
[p. 249] El vacuam no le entiendo como libre de otros amantes, sino en el sentido de no harta, no saciada del amor del galn de que se trata; y por consiguiente, no
hastiada, no desdeosa, sino todava anhelante por su afecto.

CLXXX. ZAMORA, Elio Turno de.Mjico, 1803.

Lydia, dic per omnes .Od. I, 8

Preludios, Mjico, 1893, pp. 63-64

Oh Lidia, te lo ruego
Por cuantos Dioses hay por qu (confiesa)
Del amor con el fuego
En perder a Sbaris te das priesa?...

CLXXXI. ZAMORA, Elio Turno de.Mjico, 1893.

Quem virum aut heroa.Od. I, 12

Preludios, Mjico, 1893, pp. 64-65.

Qu varn o hroe con la lira, Clo,


O aguda flauta celebrar intentas?
Qu Dios de cuya juguetona imagen
Nombre resuene
O en las umbrosas faldas de Heliconia,
O sobre el Pindo o en el Hemo fro,
Donde siguieron a elocuente Orfeo
Rpidas selvas,
Que demoraba con maternas artes
Agua corriente, acelerados vientos,

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Blando a guiar con las canoras cuerdas


Robles oyentes...

CLXXXII. ZAMORA, Elio Turno de.Mjico, 1893.

Mater saeva Cupidinum. Od. I, 20

Preludios Mjico, 1893, p. 67

Ya la madre cruel de los Cupidos


Me manda y bronca la Licencia ufana
Y el hijo de Semele la Tebana
Volver a los Amores despedidos.
[p. 250] El resplandor me quema de Glicera
Ms que el mrmol de Paros reluciente,
Y su grata esquivez me pone ardiente
Y el rostro en que resbala quien la mira...

Las dos ltimas estancias de la oda son muy inferiores a las dos primeras; el mactata veniet lenior hostia se convierte en este galimatas ininteligible:

................ que abrasada


La hostia, echarse menos impetuosa (?)

CLXXXIII. ZAMORA, Elio Turno, de.Mjico, 1893.

Quis desiderio. Od. I, 24

Preludios, Mjico, 1893, p. 68.

Traducida a la manera del Mtro. Len, dice el traductor. Eso quisiera ella! Jzguese por la primera estrofa, que apenas se entiende:

Qu vergenza consiente,
O regla, que la corte, la honda gana
Por tan querida, gente?
Dicta cancin insana,
Oh diosa, a quien por hado
La lquida garganta el Padre ha dado...

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Fr. Luis de Len, cuando se descuida en sus versiones, es desaliado, humilde, prosaico y llano, pero jams incurre en este galimatas indescifrable.

Trabajos arcaicos y sin duda desatinados llam con loable modestia el docto Elio Turno a las dos o tres que hizo en esta forma.

CLXXXIV. ZAMORA, Elio Turno de.Mjico, 1893.

Icci, beatis nunc. Od. I, 29

Preludios, Mjico, 1893, p. 69.

Ya envidias de los rabes


Las dichosas riquezas,
Iccio, y preparas blicas crudezas
A los reyes invictos de Sab.

[p. 251] Para el horrible Medo


Ya trabas las cadenas,
Y cul la nia brbara en sus penas,
Muerto su esposo, te podr servir?

Qu palaciego mozo,
Ungida la melena,
Que sricas saetas docto apena
Retira sobre el arco paternal,

Pondrs t de copero?
Quin negar inclinados
Puedan los ros verse remontados
A arduas cimas, y el Tibre devolver,

Si t (qu prometiste!)
El Paneto excelente
Y Academia comprados juntamente
Por arneses Iberos quieres dar?

CLXXXV. ZAMORA, Elio Turno de.Mjico, 1893.

Dianam tenerae dicite, virgines. Od. I, 31

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Preludios, Mjico, 1893, p. 67.

Tiernas doncellas, celebrad a Diana,


Vosotros, nios, al intonso Cintio,
Ellas, la que ama frvido al Supremo
Jove, Latona,

A la que alegran los tendidos ros,


La crin de bosques que el helado Algido
Encresta, o bien del Erimanto y Crago
Negras las selvas.

Vosotros, nios, ensalzad a Tempe


Patria de Delos con iguales loas
Y el hombro insigne por la aljaba, hermana
Del alma lira.

Este del pueblo y soberano Csar


La guerra aparte lacrimosa, el hambre,
La peste, y la eche a Persas y Britanos
Por vuestro ruego.

[p. 252] CLXXXVI. ZAMORA, Elio Turno de.Mjico, 1893.

Nullus argento. Od. II, 2

Crispo Salustio, es plida la plata


Que no abrillanta el uso moderado,
Oh enemigo de barras escondidas
En la avarienta tierra...

Preludios, Mjico, 1893, p. 71.

CLXXXVII. ZAMORA, Elio Turno de.Mjico, 1893.

Ulla si juris.Od. II 8

Preludios, Mjico, 1893, p. 72.

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Si acaso alguna vez hubiesen sido


Tus perjurios, Barina, castigados;
Si alguno de tus dientes aperlados
Se hubiese ennegrecido
Por tus culpas pasadas,
O alguna de tus uas sonrosadas...

CLXXXVIII. ZAMORA, Elio Turno de.Mjico, 1893.

Quid bellicosus Cantaber. Od. II, 11

Preludios, Mjico, 1893, p. 73.

Que piense el belicoso


Cntabro y que el Escita, Quinto amado,
Deja de averiguar del borrascoso
Adritico a este lado,
Y no tiembles confuso
De una vida tan parca por el uso.
Huye hacia atrs ligera
La juventud con la apostura; y viene
La vejez espantando seca y fiera
Cuantos amores tiene
Lascivos aquel dueo
Y del joven tambin el fcil sueo.
[p. 253] Ni las flores mantienen
El primor que las di la primavera.
Ni con la misma faz las lunas vienen
A lucir en la esfera.
Por qu pues tu alma criada
Traes en altos juicios fatigada?...

Lo dems de la traduccin decae mucho.

CLXXXIX. ZAMORA, Elio Turno de.Mjico, 1893.

Eheu fugaces.Od. II, 14

Preludios, Mjico, 1893, pp. 74-75


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Ay! qu fugaces, Pstumo, Psturno,


Corren los aos, y no demora
A la rugosa vejez que insta
Virtud sincera, ni a muerte indmita...

Termina as:

De dejar tienes la tierra y casa,


La dulce esposa: de rboles slo
Cuantos cultivas, al breve dueo
Sigue el perenne ciprs odioso.
Y tu heredero ms digno el Ccubo
Con cien candados guardado saque
Y el pavimento rocie soberbio
Mejor que cenas pontificales.

CXC. ZAMORA, Elio Turno de.Mjico, 1893.

Otium Divos.Od. II, 16

Preludios, Mjico, 1893, pp. 75-76.

Es de las mejores traducciones de este autor, aunque tiene el inconveniente de parecerse demasiado a otras anteriores, como las de Arjona y Burgos:

Ocio el opreso en el patente Egeo


Pide a los Dioses cuando negra nube
Cierra la luna, ni a los nautas ciertos
Lucen los astros.
Ocio en la guerra furibunda Tracia,
Ocio los Medos de carcaj ornados,
[p. 254] Grosfo, descanso que no compra el oro
Ni piedras finas.
Ni los tesoros ni el lictor del cnsul
Tristes tumultos de la mente apartan,
Ni a las que en torno a artesonados techos
Cuitas revuelan.
Feliz con poco vive quien paterno
Usa el salero en la sencilla mesa,
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Que leves sueos ni el temor le roban


Ni la avaricia.
A qu lanzamos tantas cosas lejos
En breve edad? A qu buscamos tierras
Que otro sol tibia? de su patria huyendo,
Quin de s huye?
Sube viciosa a las bronceadas naos
La cuita, sigue al escuadrn ginete
Ms que los ciervos y que el Euro echando
Nubes, ligera.
Odie curar de lo futuro el alma
Grata en lo de hoy, y en moderada risa
Temple lo amargo, que nada hay dichoso
De toda parte.
La pronta muerte arrebat al Aquiles,
Larga a Titn la senectud consume,
A m quiz lo que te fu negado
La Hora me ofrece:
Sculas vacas de ti en torno mugen
Y greyes ciento, de cuadrigas yegua
Tuya relincha: en mrice africano
Ya reteidas
Lanas te visten: reducidos campos
Y tenue soplo de la Musa griega
No mendaz Parca y al maligno vulgo
Dime desprecio.

CXCI. ZAMORA, Elio Turno de.Mjico, 1893

Angustam, amice. Od. III, 2

Preludios, Mjico, 1893. pp. 76-79.

Que de la agria milicia en la crudeza


Aprenda, amigos, el mancebo fuerte
A sufrir la pobreza;
Y ginete temible haga matanza
En los feroces Partos con su lanza.

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[p. 255] Como todas las de este traductor est llena de rarezas de diccin, pero tambin tiene aciertos, que prueban estudio no vulgar del
original y grande esfuerzo para reproducirle textualmente, aun con violencia e injuria de nuestra lengua:

La virtud del desaire ignoradora


Con honores inclumes fulgece;
La segur brilladora
No empua y suelta con mudable bro
Del aura popular al albedro...
Tiene el silencio fiel premio seguro:
Jams consentir bajo mis trabes
A quien haya a lo obscuro
De arcana Ceres levantado el velo,
Ni que conmigo suelte el barquichuelo.
Une el Padre del da al inculpado
A veces, con el hombre con el hombre corrompido:
Mas de quien fu malvado
Raras veces la pena ardiendo en ira
Con planta lastimada se retira.

Juzgo digna de elogio la explicacin que hace Elio Turno del plan de esta oda que por su desorden perfectamente lrico, ha sido el tormento de los comentadores.

I. Estrofa. Amastrese la juventud en soportar los azares de la guerra. II. Llegar de esta suerte a merecer el encomio ms grato, el que haga la familia del monarca
enemigo, al temer por la vida de los suyos si ve el extraordinario valor con que lucha el Romano. III. Y si muere en la guerra, dulce y honroso es perecer por la patria,
tanto ms cuanto que la muerte no perdona al tmido. IV. Por otra parte la virtud del patriota combatiente tiene premio de honor en este mundo. V. Y paga de
inmortalidad en lo futuro, y hasta, caso de verse menospreciada, halla su recompensa en s, lejos de los mudables elogios del vulgo. VI. y VII. Deben a ms ser los
jvenes sigilosos, que no grrulos, y serlo desde ahora, porque el que ha delinquido, tarde o temprano padece el azote de Dios.

[p. 256] CXCII. ZAMORA, Elio Turno de.Mjico, 1893.

Justum et tenacem. Od. III, 3

Preludios, Mjico, 1893, pp. 79-83.

El ardor de furiosos ciudadanos,


Que alzan gritos insanos,
Jams al varn justo
Tenaz en su propsito, remueve
De su intento; tampoco el ceo adusto
Del rey tirano aleve,
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Ni el Austro proceloso
Turbio rey del Adritico espumoso...

Este principio promete una buena traduccin, pero pronto nos encontramos con un Alcides andariego; y el discurso de Juno, que es uno de los trozos ms esplndidos
de Horacio, est muy dbilmente traducido, salvo el final, en que se levanta un poco el estilo:

Si tres veces Apolo el alto muro


Hecho de bronce puro
Reedifica, otras tantas
Perezca hecho ruinas por mis griegos,
Y as sacie mis iras sacrosantas
Y tras de vanos ruegos
La mujer cautivada
Llore hijos y marido inconsolada.

CXCIII. ZAMORA, Elio Turno de.Mjico, 1893 .

Descende coelo. Od. III, 4

Preludios, Mjico, 1893, pp. 83-87.

Baja del cielo y en la flauta grcil


Ea! modula largo tiempo ahora,
Reina Caliope; o si ms quieres, fcil
Tu voz aguda, celestial, sonora
Haznos or; o bien con tus delgados
Dedos del alto cielo perfumados
Hiere presta tan slo
Tus cuerdas o la ctara de Apolo.
[p. 257] Oste?... o bien la plcida locura
Del poeta me engaa? Me parece
Que escucho la cancin, y a la ventura
Vago por bosque que sagrado crece,
Do el agua corre murmurando amena
Y blando el aire de contento llena,
Que mansamente vaga
Y tiernas hojas perezoso halaga.
Tras de mi Apulia nutridora un da
En el Vulturo monte protegido,
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All de nio, y en la tierra umbra


De sueo al fin y de jugar vencido
Las cndidas palomas fabulosas
De la diosa de Chipre presurosas
Con hojas me cubrieron,
Que nuevas de los rboles cogieron.
Y todos admiraron, el que mora
De Bata en las florestas, la que anida
De Aqueronte en el risco y labradora
La gente humilde, que el Fiano cuida,
Cmo de negras vboras seguro
Dorma entonces y del oso impuro
Con lauro y mirto amante,
Mas no sin dioses animoso infante.
Vuestro!, Camenas, vuestro! si trepare
A los fragosos montes de Sabina,
O si el fro Preneste me agradare,
O Tbur que en la cuesta se reclina,
O bien la acuosa Bayas. Porque gusto
De nuestras fuentes y danzar augusto,
En Filipos la huda
No puso fin a mi incipiente [1] vida;
Ni aqueso pudo el rbol enemigo;
Ni el Palinuro en la onda siciliana.
Siempre que estis en mi favor conmigo,
De marinero en navecilla vana
Podr yo echarme al Bsforo furioso,
O del viajero pisar animoso
Las resecas arenas
De Asiria ardiente, oh plcidas Camenas.
Y soy capaz de visitar ileso
A los Britanos, que a su Dios feroces
Le sacrifican a su husped preso,
[p. 258] Y tambin a los Cncanos atroces,
A quien la sangre de caballo agrada,
Y a los Gelonos, de carcaj armada
La espalda musculosa,
O del Tanais la vega nebulosa.
Al alto Csar, cuando ya encerradas
Sus haces en las duras fortalezas,
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Sus haces ya de pelear cansadas,


Busca alivio a sus blicas proezas,
En vuestra cueva le recreis. Os place
Dar a quien busca Vuestra bella face
Consejo regalado,
Y almas gozis cuando le hubisteis dado.
Sabemos que quien rije solo y fuerte
La inerte tierra con el mar ventoso,
Con ley igual, los reinos de la muerte,
De las deidades el estrado hermoso,
Los pueblos y los muros engrosados
De almenas y de gente coronados,
Con rayo desprendido
A los mpios Titanes ha vencido.
Aquella horrenda juventud confiada
En sus brazos, a Jove ya infundiera
Grande terror, y aun otra turba osada
El Pelin ya procuraba fiera
Poner encima del Olimpo umbro.
Mas qu pudieran en el trance impo
El Mimas valeroso
Y Porfirio disforme y vigoroso?
Y qu Tifn ni el espantable Reto,
Ni Enclado, que audaz al cielo echaba
Con la mano lanzada sin respeto
Los rboles que rpido arrancaba,
De Palas contra la gida sonante
Descargando podran? Militante
Fu el fogoso Vulcano,
Y prest Juno la su regia mano.
Tambin estuvo el que jams depone
De sus hombros el arco; y al roco
De la Castalia fuente a veces pone
Y sus sueltos cabellos lava po,
Y de los Licios en la selva obscura
Y en la natal pisima espesura
Fecundo reina solo,
Intonso Delio, Pataro Apolo.
[p. 259] La fuerza cae por su propio peso
Cuando es sin consejo dirigida;
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Mas los hombres con plcido embeleso


Ayudan siempre a la que va medida,
Y el esfuerzo aborrecen que menea
Cuanto hay de malo en su alma gigantea.
De las sentencias mas
Testigo sea el centimano Gas:
Tambin Orin el tentador osado
En otro tiempo de la virgen Diana,
De una saeta virginal domado.
Y echada encima de su prole insana
De monstruos fieros dulese la Tierra,
Y se lastima de que en cruda guerra
Sus partos derribara
El rayo, y en el Orco sepultara.
Y ni carcome el fuego acelerado
Al Etna, encima de la turba puesto;
Ni el buitre deja al hgado (ensaado
Guardin celeste al criminal impuesto)
De Ticio el lujurioso: y a Pirito
De Proserpina el amador maldito,
Aprisionan en penas
Trescientas pesadsimas cadenas.

CXCIV. ZAMORA, Elio Turno de.Mjico, 1893.

Donec gratus eram tibi. Od. III, 9

Preludios Mjico, 1893, p. 87.

Inc. Mientras yo te agradaba


Y ninguno mejor al cuello hermoso
De la nia aun no echaba
Los brazos amoroso,
Fu que el rey de los Persas [1] ms dichoso.

Fin. Aunque aqul es hermoso


Ms que el lucero, y t ms inconstante
Que espuma, y ms rabioso
Que el Adria, amo anhelante
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Vivir contigo y espirar amante.

[p. 260] CXCV. ZAMORA, Elio Turno de.Mjico, 1893.

Mercur nam te .Od. III, 11

Preludios, Mjico, 1893, pp. 88-89.

Oh t, Mercurio, a cuyo numen dcil


Movi las piedras Anfin cantando;
Y t, mi concha, en resonar maestra
Con siete nervios,
T en otro tiempo desdeada y muda,
Hoy de los templos y banquete amiga,
Nmeros suelta, a que el rebelde odo
Lide no niegue...

CXCVI. ZAMORA, Elio Turno de.Mjico, 1893.

Thyrrhena regum progenies. Od. III, 29

Preludios, Mjico, 1893, pp. 92-95.

Traducida segn la manera del Maestro Len, dice el intrprete. La imitacin es aqu menos desgraciada que en otras odas:

Mecenas, descendiente
De Etruscos reyes, ya tiempo ha guardado
Te tengo vino ardiente
En barril no encentado,
De rosa lazos bellos
Y jugo de baln a tus cabellos.
No te demores; viendo
No siempre ests el Tboli regado,
Ni de Esola corriendo
En la ladera el sembrado,
O los yugos de bueyes,
Do el parricida Felegn di leyes.
La hartura fastidiosa

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Y tu torre a las nubes allegada


Deja dificultosa,
Y de Roma endiosada
No admires el ruido
Y los bienes y el humo envanecido.
La mudanza en la vida
Suele ser a los ricos agradable;
Y la limpia comida
[p. 261] So techo miserable,
Sin mantel que subyuga,
La solcita frente desarruga.
De Andrmeda aparece
Ya el padre claro en su escondido fuego,
Ya Procin se enfurece,
Y nos devuelve luego
La estrella de la fiera
Secos das del sol que reverbera.
Y ya el pastor cansado
Con su lnguida grey, la sombra, el ro
Y espinal enredado
De Silvano bravo
Busca, y no tiene alientos
La orilla taciturna sin sus vientos...
.................................................
Que a modo lo viviente
Se va de ro quieto por su lecho,
Que el mar da mansamente,
O revuelve deshecho
En uno descuajados
Troncos y piedras, casas y ganados...
..................................................
No es mo si la ensea
Mugiere del Gallego combatida,
Alzar el ruego en pena,
...............................................
No el cargamento raro
De Fenicia enriquezca el mar avaro...

CXCVII. ZAMORA, Elio Turno de.Mjico, 1893.

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Pindarum quisqis. Od. IV, 2

Preludios, Mjico, pp. 95-96.

Quien emular a Pndaro procura,


Julio, se apoya en enceradas alas,
Dedaleo invento, para al vtreo ponto
Nombre dejarle;
Pues como el ro, que del monte baja
Fuera de madre por copiosas lluvias,
Hierve y se arroja del profundo labio
Pndaro inmenso,
De ganar digno el Apolneo lauro
Si voces nuevas atrevido agita
PAG@262@ En dityrambos y le llevan alto
Nmeros libres,
O si a los Dioses y los reyes canta,
Sangre de Dioses, que vencieron justos
A los Centauros y al tremendo fuego
De la Quimera.
O ya al caballo celebrando y pgil,
Que a casa tornan con la palma Elea
Ya celestiales; ms que cien estatuas
Prstales gloria.
O llore al joven de la esposa flbil
Robado, o suba las costumbres ureas
A las estrellas y el esfuerzo, olvido
Negro supera.
Levanta el aura al cisne de Dircea
Siempre que tiende a la regin de nubes.
Yo cual la abeja de Calabria coge
Miel de tomillos
Con gran trabajo, cabe los bosquetes
De hmeda Tbur y frondosa orilla
Pequeo forjo laboriosos cantos,
Plcido Antonio.
Mejor poeta cantars al Csar
Cuando ya traiga por la cuesta sacra,
Crespa la sien con rama merecida,
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Fieros Sicambros.
Nada ms grande ni mejor los hados
Y buenos dioses dieron a la tierra,
Y no darn aunque al dorado siglo
Vuelvan los tiempos.
Y cantars los venturosos das,
Del fuerte Augusto a la impetrada vuelta,
Fiestas en Roma; y cantars el foro
Luego vaco.
Llegar entonces ocasin propicia
A mi voz dbil, y oh t, sol hermoso
Oh sol laudable, cantar felice,
Csar llegado.
Mientras t avanzas, repetidas veces
Io triunfe, el pueblo gritarIo triunfe
Y quemaremos a los blandos dioses
Suaves inciensos,
Y t diez toros y otras tantas vacas
Y yo un becerro inmolar, que nutro
Ya destetado en los crecidos pastos
Para mis votos. [p. 263] Ya con sus cuernos, de la luna imita
El corvo fuego; que tres das muestra
Haber cumplido, y es dorado todo,
Nvea la frente.

CXCVIII. ZAMORA, Elio Turno de.Mjico, 1893.

Quem tu, Melpomene, semel. Od. IV, 3

Preludios, Mjico, 1893, p. 96.

Traduccin hecha en el mismo nmero de versos del original, y remedando el metro:

A quien ya t, Melpomene,
Mirastes al nacer, con ojos plcidos,
No los trabajos Istmicos
Pgil glorioso harn, ni en carro Acaico
Los corceles indmitos
Llevarn vencedor; ni hazaa blica
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Le sube al Capitolio,
Pues iras quebrant de reyes brbaros,
Crespo con hojas Dlficas.
Mas los arroyos de la frtil Tboli
Y las greas selvticas [1]
Noble le harn por sus elicos cnticos.
Y ya ponerme dgnase
De la ciudad princesa la prosapia
Entre los vates lricos,
Menos el diente de la envidia acsame.
Oh t que tiemplas, Piride,
De la concha de oro el blando estrpito,
Y al mudo pez, querindolo,
T que dieras de cisne voz dulcsima,
Es don tuyo que mustrenme
Por taedor de la Romana ctara;
Lo que aliento potico,
Lo que agrado, si agrado, es tuyo, Piride.

[p. 264] CXCIX. ZAMORA, Elio Turno de.Mjico, 1803.

Qualem ministrum. IV, 4

Preludios, Mjico, 1893, pp. 98-100.

Como al ministro alado


Del rayo, a quien el rey de las deidades
Permiti ya en las aves el reinado
Vagabundas del aire, sus lealtades
Y fuerzas adecuadas
En el rojo Ganimedes probadas;
Y a quien ech del nido
La mocedad con el vigor paterno
Sin saber de trabajos, y ya hudo
El vernal nubarrn, pvido y tierno
Le ensearon los vientos
Esfuerzos no temidos y violentos;
Hostil a los apriscos
mpetu vivo al punto le menea,
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Contra dragones hrridos y ariscos


El amor a la vianda y la pelea;
Y cual despavorida
La cabra en grueso pasto entretenida
Mira al cachorro ardiente,
Que la dorada madre destetara,
Y teme perecer al nuevo diente;
As a Druso mover guerra preclara
En la Alpina vertiente
Tmida vi la Vindelicia gente...

CC. ZAMORA, Elio Turno de.Mjico, 1893.

Phoebus volentem. IV, 15

Preludios, Mjico, p. 101.

Traducida al modo del Maestro Len, dice el traductor:

Cuando de guerras llevo


El son y de ciudades quebrantadas,
Con su lad el Febo
En voces muy airadas
Armme ya rencilla
Que no eche al mar Tirreno mi flotilla... [p. 265] Basta para muestra. El Maestro Len, si levantase la cabeza, no reconocera a su
imitador.

CCI. ZAMORA, Elio Turno de.Mjico, 1893.

Beatus ille. Od. Ep. 2

Preludios, Mjico, 1893.

Dichoso aquel que de negocios lejos


Como en los tiempos viejos,
Paternos campos con sus bueyes rompe,
De logros desatado,
Y ni el clarn el sueo le entrerrompe (sic)

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Ni teme en mar airado;


Huye el juzgado y de los poderosos
La puerta orgullecida;
Y con adultos pies de vid jugosos
Al lamo enmarida;
La rama intil con la hoz amputa
Y otras ingiere amantes;
O en valle angosto de mirar disfruta
Mugir greyes errantes.
Guarda en cntaros limpios miel que apura,
La oveja esquila flaca.
Cuando otoo de fruta ya madura
Galana frente saca,
Cul le place coger pera bastarda,
De la uva el rojo grano
Que a Priapo ofrece, y de linderos guarda,
A ti, padre Silvano...

CCII. RAMREZ, Ambrosio.Mxico, 1896.

Qui fit, Maecenas .Lib. St. I, 1

A MECENAS

(DEDICADO AL SR. D. JOS M. VIGIL)

Por qu, Mecenas, para nadie es bueno


Lo que ha por arte o por azar logrado,
Y mira codicioso el bien ajeno?
Feliz el mercaderclama el soldado,
Gimiendo al paso que su edad avanza
Y de marcial fatiga trabajado.
[p. 266] Y el otro si la mar no est en bonanza
Oh soldado feliz!Qu?Lucha y muere,
O en un momento la victoria alcanza.
Ser campesino el defensor prefiere
Si al despuntar el alba un importuno
Llama a su puerta y consultarle quiere.
Y si aqul di su fianza por un tuno
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Y le arrastra a juicio, al opulento


Juzga por ms dichoso que otro alguno.
Muchos ejemplos ms prueban mi intento,
Y tantos que decirlos no sabra
Frabio, el verboso sin tomar aliento.
No ms me empear en esta porfa;
Mas oye mi intencin. Si a los mortales
Dijrales un dios: Voluntad ma
Es remediar vuestros acerbos males;
Soldado, ya tu militar arreo
He trocado en efectos comerciales;
Defensor, est lleno tu deseo,
La toga he convertdote en arado,
Ea! A la mar y al campo a vuestro empleo.
No vais?No irn. Y estaba decretado
Que trocaran en flores sus abrojos
Dejando el propio por ajeno estado!
No merecen de Jove los enojos
Y que les diga el dios que en adelante
No ha de cumplir tan fcil sus antojos?
Adems (pero no como farsante
Por mis chanzas me tengan; que entre chanzas
Tambin se muestra la verdad triunfante,
Como da por lograr sus esperanzas,
Confites el maestro al educando
Porque entienda mejor sus enseanzas),
Hablemos seriamente, abandonando
El lenguaje ligero. El que la tierra
Con incansable afn vive labrando,
El hostelero falso, el que en la guerra
Valiente lucha, el bravo marinero
A quien el mar enfurecido aterra,
Arguyen que si van tras el dinero
Es por tener de viejos paz amiga,
Seguro el pan y gozo verdadero.
Y de ejemplo nos citan a la hormiga
Que, previsora, hacina con presteza
Su provisin sin perdonar fatiga.
[p. 267] Donoso ejemplo!... Cuando el ao empieza
Y tiende Acuario su plomizo velo,
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La hormiga ni aun asoma la cabeza.


Muy quieta permanece en el subsuelo,
Prudente vaciando la bodega
Que abasteci con singular anhelo.
Y el avariento...? Por lucrar se entrega
A guerra, y mar, y fro, y sol ardiente,
Si alguno ms tesoros que l allega.
Qu le da amontonar el reluciente
Oro y brillante plata si medroso
Los ha de sepultar profundamente?
Los consume...? Ser menesteroso.
No los consume...? Entonces qu aprovecha
De sus montones de metal precioso?
Y aunque obtenga de mies rica cosecha,
No contendr su estmago ms grano
Que el del que vive en condicin estrecha.
Un siervo lleva el pan y le es en vano,
Porque dl no recibe ms porciones
Que otro que vaya mano sobre mano.
O le da ms arar cien posesiones
O mil al que conforma su existencia
De natura a las rectas prescripciones?
Que en coger de lo mucho hay complacencia...
Y si de poco tomo lo bastante,
Me dar ms que un cesto la opulencia?
El sediento apagar la devorante
Sed quiere, y ms que a plcida corriente
Corre a beber a ro amenazante
Y bebe en la ribera el imprudente,
Cuando de pronto su caudal agita
Y lo arrebata el rpido torrente.
Mientras quien a lo justo se limita,
Ni turbia el agua bebe, sino pura,
Ni su vida a perder se precipita.
Y el avaro nos dice en su locura
Que jams lo que abunda causa dao;
Que slo vale el que tener procura ...!
Qu hacer dl? Pues dejaste el gusto extrao
De ser pobre y tener las arcas llenas,
De ser gran opulento y gran tacao.
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Acude a mi memoria que en Atenas


Cierto ricacho codicioso haba,
A quien jams las burlas dieron penas.
[p. 268] Me silba el puebloimpvido deca
Mas ver montones de oro reluciente
Es, en mi casa, toda mi alegra.
De sed expira Tntalo en la fuente...
Te ries? Y por qu? Lleno est el mundo
De Tntalos con nombre diferente.
Ven su dinero con afn profundo,
Lo reverencian como objeto santo,
Lo admiran como cuadro sin segundo.
Para qu sirve, pues?Dirsme en tanto.
Pues para comprar pan, vino y legumbres
Y cosas cuya falta da quebranto.
Velar siempre, tener mil pesadumbres
Miedo a esclavos, incendios y ladrones
Entran del hombre recto en las costumbres?
Prefiero la pobreza a los doblones.
Mas si un resfriado en cama te postrare
Me dirso impendas ocasiones,
No habr quien medicinas te prepare,
Por el fsico vaya, se apresure
A volverte a tus deudos y te ampare.
Y quin por el avaro hay que se apure?
Hijos, mujer, vecinos, allegados...
Nadie querr que su existencia dure.
Lo querrn los que fueron postergados
Por l al oro, o le tendrn ternura
Los que dl fueron antes despreciados?
Si los parientes que le di natura
O amigos caros a su lecho quiere,
Con slo afn en vano lo procura.
Como si al asno freno le pusiere
Y cual bridn corriendo por el llano
Que al freno fuera dcil pretendiere.
Que cese el anhelar y el miedo insano
Que tiene a la miseria el avariento;
Gocemos en Invierno del Verano.
No hagamos lo que Umidio (es breve el cuento):
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Meda el oro, y su vestido era


Ms que el de un siervo, sucio y harapiento.
Lleg a temerse de hambre que muriera,
Y una recia ex-esclava, de terrible
Hachazo dividile la mollera.
Pero cmo vivir ser posible,
Cual Mevio, avaro odioso, o Numentano,
Que es un disipador incorregible?
[p. 269] De un salto pasas de la cumbre al llano:
Afirmar que es odioso el ser mezquino,
No es decir que es amable el ser liviano.
De Tanis largo intrvalo imagino
Al suegro de Vitelio. Todo tiene
Un medio, fin del hombre, como opino,
Ms ac o ms all ninguno obtiene
Una vida dichosa. Mas tornemos
Al punto de partida. De qu viene
Que todos como avaros elogiemos
El bien de otro, y la oveja del vecino
Porque rinde ms leche ambicionemos?
Por qu no comparar nuestro destino
Con el de un infeliz a quien la suerte
Condena a la miseria de contino?
Por qu siempre anhelar en ms tenerte
Que ste y aqul, si el hombre de dinero
Siempre habr el sitio en que quieras verte?
Pugna en el circo al carro delantero
Un auriga vencer, y sus bridones
Urge sin ver el que dej postrero.
Por eso apenas hay en ocasiones
Quien se atreva a decir: Vida constante
He tenido sin penas ni aflicciones.
Y que al tocar el postrimero instante
Est cual invitado, satisfecho
Del convite vital. Mas ya es bastante,
Pues no quiero que tengas el derecho
De igualarme a Crispn el ergotista,
Si alargo para ms probar el hecho
De mis razones la pasada lista.

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San Luis de Potos, a 18 de octubre de 1896.

En las Memorias de la Academia Mexicana... Mxico, oficina tpogrfca de la Secretara de Fomento, 1897. Tomo IV, pp. 345-351.

GUATEMALA

CCIII. BATRES, Jos.Guatemala, 1844.

Quis multa gracilis. Od. I, 5

Poesas de D. Jos Batres y Montfar, natural de Guatemala. Guatemala, imprenta de la Paz, 2. edicin. Sin ao (1844?). 8., 11 pliegos sin foliatura. [p. 270] En la
pgina penltima est la traduccin de Horacio. He visto dos reimpresiones de este cuaderno, una de Guatemala, y otra reciente, de Pars.

Hllase tambin la oda A Pirra en la Galera Potica centroamericana, selecta coleccin de los mejores poetas de la Amrica del Centro, por Ramn Uriarte. Guatemala,
imprenta de la Paz, tomo I, 1873, y en la segunda edicin muy aumentada (Guatemala, Tipografa La Unin , Octava calle Poniente, n. 6, 1888, p. 265).

A PIRRA

(TRADUCCIN LIBRE DE HORACIO)

Quin es, oh Pirra, el doncel


Que entre perfumes y flores
Te dice blandos amores
En la gruta del vergel?
A quin con nardos y rosas
Tejes el blondo cabello?
En qu nueva faz el sello
Del ardiente labio posas?
Cuntas veces inocente
Ese que en tu fe confa,
Llorar la boca impa
Que ora acaricia su frente!
Hoy se goza en la beldad
Que tanta dicha le ofrece,
En la calma se adormece
Sin temer la tempestad.
En plcido mar navega,
El aura su sien halaga
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Y al soplo del aura vaga


La blanca vela despliega.
Pobre nio que no sabe
Cmo se torna improvisa,
En huracn esa brisa
Ahora mansa y save!
En breve el dormido mar
Alzarse ver tremendo;
Turbias, henchidas hirviendo
Las olas ver rodar.
Yo la tormenta pas,
Testigo el muro sagrado
En que el vestido mojado
Al dios del mar dediqu.

[p. 271] Esta parfrasis vale poco, por lo infiel y verbosa. Adems en el segundo cuarteto hay una grave falta de sentido. El cui flavam
religas comam del original no se refiere al doncel, sino a Pirra, en obsequio del doncel. Batres lo entiende al revs y traduce a en vez de
para.

[Vid. H. E., I, 171 y II, 457.]

CCIV. MICHEO, Juan J.Guatemala, 1874.

Quis desiderio sit pudor. Od. I, 24

Galera Potica Centro-Americana... Guatemala, tomo II, 1874.

Galera Potica Centro-Americana (2. edicin). Guatemala, 1888. Tomo II Pg. 411.

Traduccin de la oda 24 del libro I de Horacio, dedicada al Seor don Mariano Cheves, por su aficin a la literatura y en prenda de cordial afecto.

Cmo poner moderacin al llanto


En ausencia tan larga y tan sentida
Y trmino al quebranto,
Cuando Quintilio duerme ya sin vida?
Tristes endechas yo cantar quisiera,
Oh si su dulce resonante lira,
Melpmene hoy me diera
Que tiernos himnos al dolor inspira!
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Yace Quintilio en perdurable sueo


Y si hombre no hay igual, viertan su llanto
Con angustiado ceo,
La verdad y la fe y el pudor santo.
Merece de los buenos ser llorado;
Mas ay! de nadie cual de ti, Virgilio,
Porque inflexible el Hado,
En vano ver demndasle a Quintilio.
Y aunque el lad que al mundo conmova
Pulsases t del seductor Orfeo,
Dime con su armona
Revivirle pudiera tu deseo?
Su sombra herida por la horrenda vara,
Decretos del destino irresistible
Mercurio revocara,
Cuando a los ruegos mustrase impasible?
[p. 272] Duro es, por cierto, generoso amigo,
Sufrir los golpes que la muerte enva,
Pues que arrastra consigo
De la amistad la plcida alegra.
Duro ay! perder objeto tan amado;
Mas no es en tal desgracia preferible
El llanto resignado,
Si remediar el mal es imposible?

El general Mitre, que no conoci ms que los cuatro primeros versos de esta oda, los juzga del modo siguiente (Horacianas , II, 58-59): El primer verso, prosaico ne s,
no traduce el concepto original y omite las expresiones tiernas que son su complemento. El segundo verso es un ingerto, por no decir una adulteracin. El tercer verso
es, en forma de ripio, la repeticin del concepto anterior. El duerme ya sin vida del cuarto verso, es lo mismo que dormir muerto, pues siendo el dormir un fenmeno de
la vida, una funcin fisiolgica, equivale a decir respirar muerto.

La crtica del cuarto verso se quiebra de sutil, pues aunque el dormir sea funcin de los seres, siempre se ha hablado del sueo de las tumbas, y se ha dicho que los
muertos duermen, y el mismo Horacio en esta oda escribe: ergo Quintilium perpetuus sopor urget. Lo dems de la crtica est bien, y puede extenderse a toda la versin
de Micheo, que es mala de veras, pero que no vale la pena de ser criticada con dureza, porque se trata de un ensayo de colegial.

[Vid. H. E., I, 171.]

CCV. MICHEO, Jos Joaqun.Guatemala, 1874.

Poscimur, si quid vacui sub umbra. Od. I, 32


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Galera Potica centro-americana... por Ramn. Uriarte, tomo II. Guatemala, 1874.

Galera potica centro-americana... por Ramn Uriarte. Segunda edicin. Guatemala, 1888, pp. 413-414.

Horacio en Espaa, 2. edicin. Madrid, 1885. Tomo II, pginas 206-207. [p. 273] Odas de Q. Horacio Flaco traducidas o imitadas por ingenios espaoles. Barcelona,
1882, pp. 93-94.

Inc. Lira sonora con quien pude un da


De ameno prado en la quietud contento
Al fresco viento, reposar tranquilo
Plcidas horas...

Esta traduccin en versos sficos-adnicos, que el autor con harta razn calific de libre, ha sido objeto de muy contrarios juicios. Mientras que D. Osvaldo Magnasco
la califica de insuperable, pero aadiendo que algo ms de la mitad no es de Horacio, lo cual parece que anula el anterior elogio, puesto que a lo menos en cuestin de
fidelidad ser posible superarla; el P. Hermenegildo Torres cuenta al traductor entre los que han calumniado el texto atentos nicamente a regalar el odo de los
lectores (Odas de Horacio, I, 602).

Equidistante de ambos extremos, y ms prximo a la verdad, considero el juicio del general Mitre (Horacianas, I, 133), salvo un reparo en que creo que no tiene razn:

No es una traduccin sino una imitacin en que se alteran los conceptos originales, debilitndolos o exagerndolos. Por canta en versos latinos un canto que viva este
ao, y ms aos, pone mi canto se remonte al cielo. Califica a Alceo (a quien el poeta designa simplemente como ciudadano lesbiano y fiero guerrero) numen
ardiente en un tiempo de feliz memoria, cuando la gloria coron su frente como lesbio cisne, hacindole adems blandir el funesto acero que el texto no menciona.
Llama deshecha a la nave que Alceo amarraba a la ribera, cuando lo que Horacio dice es maltrecha (jactatam). Hace a Alceo cantar tierno en tono suave a las divinas
musas, ampliando el texto que lo dice en dos palabras: Musas canebat. Por lo dems, los versos son bellos, aconsonantados en el final del segundo verso de cada
estrofa con el primer hemistiquio; pero no puede calificarse de insuperable ni por su estilo ni por su fidelidad.

La idea de blandir el fuerte acero est implcita en el original, aunque no est literalmente (y es lo que basta para una traduccin libre como Micheo llam la suya):

Qui feroz belo, tamen inter arma

[p. 274] y Micheo lo traduce ms poticamente que el general, de quien es este verso infeliz, a pesar de toda su literalidad o a causa de ella:

Por el guerrero que aun en medio de armas...

[Vid. H. E. I, 171.]

CUBA
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CCVI. ARMAS, Juan Ignacio.1879.

Rectius vives. Od. II, 10

Vivirs ms seguro,
Licino, si no afrontas las alturas
Del ronco mar undoso,
Y si al huir la tempestad procuras
Nunca acercar la quilla
Al rudo escollo de engaosa orilla.

Aquel que la dorada mediana


Ama en su noble pecho,
No para s de la pobreza ansa
El dormido lecho,
Y con igual agrado
Se aleja del alczar envidiado.

El viento a las alzadas


Ramas del pino agita ms potente,
Las torres ms pesadas
Caen ms pesadamente,
Y a la ms alta cumbre
Ms fuerte hiere el rayo con su lumbre.

El hombre de alma fuerte


Teme en la dicha, en la desgracia espera
Un cambio de la suerte:
As el invierno en que la lluvia impera
Jpiter manda; Jpiter lo ahuyenta,
Y luego mayo su verdor ostenta.

Tal vez maana es dicha lo que ahora


Es suerte desgraciada.
No siempre Apolo su cancin sonora
A la Musa callada
[p. 275] Canta con blanda lira,
Ni siempre flechas con el arco tira.

Mientras dure el temor, ten confianza,


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Muestra sereno juicio;


Mas si te impulsa en plcida bonanza
Un viento harto propicio,
A la vela turgente
Los sueltos rizos cogers prudente.

Caracas, mayo de 1879.

(La Opinin Nacional, diario de Caracas, 31 de mayo de 1879.)

CCVII. VARONA, Enrique Jos de.Oviedo, 1888.

Arte Potica

Sus aficiones clsicas, su amor entraable al maestro romano, le llavaron a traducir y comentar algunas obras de Horacio, entre las que se cuenta la celebrada epstola a
los Pisones.

(Martn Gonzlez del Valle, La Poesa Lrica en Cuba... 4. edicin. Oviedo, 1888, p. 203.)

Vase si consta algo en el Diccionario biogrfico cubano de Calcagno.

VENEZUELA

CCVIII. RAMREZ, Jugo.[En Los Ecos de Ccuta. ]

Quem tu, Melpomene. Od. IV, 3

Dichoso aquel a quien miraste, oh Musa,


De la cuna al vaivn con dulces ojos!
Que si apacible excusa
De las corintias lides los enojos,
Es que no halla en tan fugaz victoria
El lauro excelso de soada gloria.

Ni el ver que le alcen en mortal carrera,


Vencedor coronado, al Capitolio,
La dicha hallar espera:
Mas cuando pulse fiel lad eolio,

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[p. 276] Del Tbur frtil a la borde umbra,


La noble fama alcanzar que ansa.

Ya Roma egregia, la gentil seora


Del orbe, entre los dulces vates cuenta
Feliz mi nombre; ahora
La envidia torpe en vano en l intenta
Clavar su agudo y ponzooso diente,
Pues Roma fu quien coron mi frente.

Oh t, sublime Musa, la que inspira


Al labio del mortal, canto sonoro;
Que transform mi lira
En ctara inmortal de cuerdas de oro;
Si orla mi sien el lauro de victoria,
Tuyos sern mis triunfos y mi gloria!

[Vid. H. E. I, 177.]

Caracas, 1880.

CCIX. BELLO, Andrs.Caracas (s. a.), ms.

Lucili, quam sis mendosus. St. I, 10

...Fuese Lucilio enhorabuena


Festivo y elegante, y sus escritos
..........................................

(Citado ocasionalmente en la Anlisis ideolgica de los tiempos de la conjugacin castellana, como ejemplo de cierto uso del subjuntivo, fuese... puliese...)

[Vid. H. E., I, 172 y 254 y II, 460 y 546.]

CCX. BELLO, Andrs.Santiago de Chile, 1882.

Otium Divos.Od. II, 16

Pide la dulce paz del alma al cielo


El navegante, si preada nube
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En el Egeo le escondi la luna,


Y busca en vano entre la negra noche
A los amigos astros.
Pide la paz entre la lid el fiero
Tracio; la paz el Medo belicoso,
[p. 277] Que adorna el hombro de dorada aljaba;
La paz, que ni la prpura ni el oro
Ni los diamantes compran...

Slo se conservan estas dos primeras estrofas publicadas por Amuntegui (D. Miguel Luis) en su Vida de Andrs Bello (pginas 66-67). Santiago de Chile, Pedro G.
Ramrez, 1882.

[Vid. H. E., I, 172, 254, y II, 460 y 546.]

CCXI. MORALES MARCANO, Jess M.Caracas, 1892.

Quis multa gracilis te puer in rosa. Od. I, 5

Quin es, Pirra, el esbelto adolescente,


Que de aromas y esencias perfumado,
A tu seno se estrecha, en apartado
Sitio en que reina voluptuoso ambiente?
Tu cabello por quin rubio y luciente,
Con llaneza gentil llevas trenzado?
Ay cuntas veces llorar el cuitado
En breve tu falacia, ante el potente
Dios del Amor, ya indcil a su ruego!
Con cunto asombro encontrar brava
La mar que hoy surca plcida, l que ignora
Las perfidias del viento y que en ti fa
Extasiado en tu amor!... Ay del que ciego
Se rinde a tu beldad deslumbradora!
Yo nufrago, a Neptuno agradecido,
Votivo cuadro suspend en su templo
Y en ofrenda, de incautos para ejemplo,
Suspend al par mojado mi vestido.

Parnaso Venezolano... de D. Julio Calcao, Pg. 504

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[Vid. H. E., I, 175, y II, 464.]

CCXII. MORALES MARCANO, Jess M.Caracas,1872.

Quid dedicatum. Od. I, 31

Inc. Qu le pides a Apolo


Hoy, vate, el fausto da
Que el templo se inaugura
Que en su honor se dedica...

[p. 278] Biblioteca de escritores venezolanos, ordenada con noticias biogrficas, por D. Jos Mara Rojas, Ministro plenipotenciario de
Venezuela en Espaa. Caracas, Rojas hermano. Pars, Joulis et Rojas, 1872. 4.

Horacio en Espaa (segunda edicin, 1885, tomo I., pginas 211-213).

Odas de Q. Horacio Flaco traducidas e imitadas por ingenios espaoles... Barcelona, 1882, pp. 90-91.

Hablando de esta traduccin dice el P. Hermenegildo Torres en las notas de la suya que tiene poco de Horaciana, y que como la de Burgos resulta una composicin de
aire, corte y sabor castellanos.

El que llama gravsimo verro en la interpretacin de estas palabras de Horacio:

Vina Syria reparata merce...

que Marcano traduce

Los vinos que cambia


Por especias en Siria...

puede ser una mera errata (en por de). Leyendo as desaparece el yerro gramatical, que no puede suponerse en un traductor tan instrudo, pero de todos modos la
traduccin de este pasaje no queda bien, puesto que Horacio habla genricamente de las mercancas de Siria (Syria merce), y no peculiarmente de drogas, como
traducen Burgos y el P. Torres, ni de especias, como interpreta Morales Marcano: lo cual adems es impropio, puesto que las especias no procedan de Siria, sino del
Extremo Oriente, de donde por el camino de Persia se comunicaban a los mercados de Siria, y de all a los romanos.

[Vid. H. E., I, 175, y II, 464.]

CCXIII. MORALES MARCANO, Jess M.Caracas, 1872.


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Persicos odi.Od. I, 38

A SU CRIADO

Detesto, nio,
La pompa asitica;
No ms coronas
Quiero anudadas
PAG@279@ Con la del tejo
Sutil algara;
Ni ya solcito
Buscando vayas
En qu vergeles
Las tan preciadas
Rosas tardas
Mueren lozanas.
De hoy ms aprstame
Por toda gala,
Fresco arrayn;
Slo me agradan
Del verde mirto
Simples guirnaldas,
De mirto, pajes
Que a entrambos cuadra,
A ti que aejo
Vino me escancias,
Y a m que apuro
Copas colmadas
Bajo la sombra
De espesa parra.

[Vid. H. E., I, 175, y II, 464.]

CCXIV. MORALES MARCANO, Jess M.Caracas, 1872.

Beatus ille.Epodon 2

Feliz quien de negocios alejado,


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Cual fu de los mortales


La gente primitiva...

Biblioteca de escritores venezolanos... de D. Jos M. Rojas. Caracas-Pars, 1872.

[Vid. H. E., I, 175, y II 464.]

CCXV. MORALES MARCANO, Jess M.Caracas, 1892.

Quo, quo scelesti ruitis. Epodon 7

AL PUEBLO ROMANO

A dnde, a dnde os despeis impos?


Por qu la diestra airada
A empuar vuelve la depuesta espada?
No ya bastante nuestros patrios ros
[p. 280] Ti en sangre latina infanda guerra
Y ti el mar y enrojeci la tierra?
Y a qu tan cruenta lid? No a que el Britano
Antes jams vencido,
La va sacra descendiese uncido
Al triunfal carro de adalid romano;
Ni soberbios Cartago! en pavorosa
Hoguera a hundir tus muros envidiosa!
Mas oh dolor! con parricida acero
A consumar la ruina
Con que imprecarte os, Roma divina,
El odio de los Partos agorero.
No as el len ni el lobo, en saa fiera,
Su propia raza extirpan carnicera.
Qu furor os arrastra? A qu influencia
Fatal rends tributo?
O de un crimen quiz cogis el fruto!...
Callis... y a vuestros rostros la conciencia
Acusadora palidez asoma.
Vuestro estupor os vende, hijos de Roma.
De Remo vengadores irritados,
Oh pueblo de Quirino!
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Penan en ti con msero destino


Su fatricidio los supremos Hados;
Que a esa sangre fatal cuanto inocente
Debes larga expiacin, romlea gente.

Parnaso Venezolano... de D. Julio Calcao, pp. 503-504.

[Vid. H. E., I, 175, y II, 464.]

CCXVI. RAMOS, Jos Luis.Caracas, 1892.

Oh navis.Od. I, 14

Traduccin en estrofas de las llamadas de Francisco de la Torre.

Ser posible, oh Nave, que te arrastren


A la mar nuevas olas? Ah! Qu intentas?
Ms bien con ancla firme permanece
Guarecida en el puerto.
No miras tu costado ya sin remos?
Cul crujen, destrozadas, tus entenas,
Y tu mstil rendido a los embates
Del brego impetuoso?
Y por ventura piensas, oh cuitada,
Que bajeles sin cabos ni aparejos,
[p. 281] Del turbulento pilago la saa
Contrarrestar podran?
Roto est tu velamen; ya no tienes
Nmenes tutelares, cuyo auxilio,
En el nuevo peligro a que te lanzas,
Atribulado invoques.
Tu fama, la nobleza de tu estirpe,
En vano alegars, vociferando
Ser hija de los pinos que descuellan
En las selvas del Ponto.
No libra el marinero su esperanza
En los adornos de pintadas popas,
Cuando cubierto de pavor, naufragio
Las ondas amenazan.
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Cuidado, Nave: escarnio de los Austros


No quieras ser: un tiempo tu destino
Mi pecho acongoj, mas ahora excita
Desvelos afectuosos.
Aquel golfo tu quilla no penetre,
Do luce de las Ccladas el grupo,
Y evita las corrientes insidiosas
Que ocultan sus escollos.

Traduccin menos conocida y celebrada que la de Olmedo, pero ms digna de serlo.

Se public en La Entrega Literaria, revista semanal de Literatura, Ciencias y Artes de Caracas (20 de enero de 1883), juntamente con otras versiones de la misma oda
(Fr. Luis de Len, el Brocense, D. Alonso de Espinosa, D. Juan de Almeida, Snchez Barbero y Olmedo).

Parnaso Venezolano. Coleccin de poesas de autores venezolanos desde mediados del siglo XVIII hasta nuestros das, precedida de una introduccin acerca del
origen y progreso de la poesa en Venezuela por D. Julio Calcao, individuo correspondiente de la Real Academia Espaola; Secretario Perpetuo de la Venezolana...
Tomo I, Caracas, tipografa de El Cojo, 1892. 4., pp. 20-21.

[Vid. H. E., I, 176.]

CCXVII. ARANDA Y PONTE., Francisco.Caracas, 1892.

Vitas hinnuleo me similis Chloe. Od. I, 23

Traduccin libre la llam su autor. Es una verbossima [p. 282] parfrasis, que emplea nada menos que treinta y seis versos para desler los doce del original.

Cuando barriendo el bosque trae el viento


El clamor de la caza que se avanza,
Temblando en su guarida se incorpora
El cervatillo, y el balido lanza.
Ni sabe donde huir, le asusta todo,
Todo ruido al terror le precipita,
El lejano latir de los mastines
Y el rumor de una hoja que se agita.
Del mismo modo, encantadora Chloe,
Si a ti se acerca tu pastor amante,
Tus plidas mejillas, tus temores
Derraman sin disfraz por tu semblante;
Y trmulos tus pasos, y tus ojos
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Hacia el suelo abatiendo la mirada,


Muestran bien las alarmas que en tu seno
Asaltan tu ternura conturbada.
Por qu esa alarma sin nngn motivo?
Por qu evitarme con terror tan vano?
Puedes pensar que mi pasin te ofenda?
Hacerte el mal acaso est en mi mano?
Cuando corre hacia ti tu zagal tierno,
Buscando apasionado tu presencia,
Huir, Choe, querras de su lado,
Y mejor te creyeras con su ausencia?...
Menos pavor te inspirara la vista
Del len rugiente de Getulia horrible,
Del jabal salvaje de la Tracia,
O del lobo de Helvecia tan temible.
Por qu as, injusta, me rechazas, Chloe?
Calma, que no hay razn, terrores tantos;
Clmalos por mi amor, y aqu en m pecho
Ven a paz a dormirte en tus encantos.
Tranquila deja el maternal abrigo
Que ya te aguardan mis tendidos brazos:
No hay que llorar; tu madre, el mundo todo
Se olvida de tu amante en los abrazos.

Parnaso Venezolano... de D. Julio Calcao... 1892, pginas 281-282. [p. 283] COLOMBIA

CCXVIII. CARO, Miguel Antonio.Bogot, 1880.

Quinque dies. Epst. I, 7

En el Repertorio Colombiano, tomo IV, pp. 463-467. (Bogot, Imprenta de Echeverra hermanos, 1880.)

Cinco das te dije que estara


En el campo, no ms; se pasa Agosto,
Y tngote aguardando el mes entero:
Que de informal me ries, ya te oigo.
Mas no me quieres bueno siempre y sano?
Pues libertad que al enfermar me tomo,
Es justo que tambin me la concedas
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Si de enfermar tal vez peligro corro.


Y no ves al calor, que higos sazona,
Multiplicar los lechos mortuorios
De su negra cohorte rodeados?
Padres y madres, con la muerte al ojo,
Tiemblan por los hijuelos: de la corte
La barahunda y trfago del foro
Fiebres causa y descubre testamentos.
Luego que invierno vista en nveos copos
Los campos de Alba, irse tu poeta
Las riberas a ver del mar sonoro,
Y all abrigado posar leyendo;
Mas de irte a ver, feliz cumplir el voto,
Con tu licencia, dulce amigo, apenas
Las golondrinas vuelvan, y el Favonio.
T has querido de ddivas colmarme,
Noble Mecenas; pero no del modo
Que al husped brinda el Calabrs sus frutas.
Cmelas!dice con fervor. No poco
Tom. Recoge lo que ms te plazga.
Gracias, repito. Pero no perdono
Que alguna frolera a tus chicuelos
No lleves. El obsequio reconozco
Cual, si cargado fuese.Como gustes;
Mas ten que a cerdos, lo que reste, arrojo.
As el ruin es prdigo; as ofrece
Lo que no ha menester: por eso a rodo
Coschase cada ao mies de ingratos.
[p. 284] Mas el hombre de veras generoso
Hace merced a aquel que la merezca;
Ni el que farsantes sacan, juzga oro.
Por honor tuyo en merecer me empeo,
Caro Mecenas, el favor que logro:
Mas si quieres tambin viva a tu lado,
Volverme debes la salud de mozo,
Negros rizos que mi ancha frente achiquen,
Dulce sonrisa y atractivo tono,
Y poder a tu mesa con donaire
De una bella quejarme y sus enojos.
En un cesto de granos se entr ayuno
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Breve ratn por agujero angosto;


Cebse all, y en vano pretenda
Salir luego, esforzando el cuerpo romo.
Vile una comadreja desde lejos
Y hablle a este tenor: Querido, slo
Escapars volviendo a tu tamao,
Por do uno flaco entr, no sale gordo.
Si la especie me aplican, verme pueden
A todo renunciar; pues no, cual otros,
Despus de un gran banquete las tranquilas
Noches del pobre, inconsecuente loo;
Y a fe que trueque por la Arabia entera
Mi dulce libertad y mi reposo!
Mi sobriedad has alabado mucho,
Y yo mi dueo y padre rostro a rostro
Te he dicho y por detrs: falta que ensayes
Si el don que acepto alegre, alegre torno.
Esta el hijo de Ulises al de Atreo
Bella respuesta di:No hallan los potros
Buenos pastos en taca, ni tienen
Campos all para espaciarse idneos:
Usa en mi nombre un don que usar no puedo.
Mecenas, al pequeo basta poco.
Yo por mi parte, en la opulenta Roma
A esparcirme no acierto, y ms me gozo
En la callada soledad del Tbur,
De Tarento en el seno deleitoso.
Las dos seran de la tarde cuando
Filipo, aquel jurista noble y docto
Y valiente orador, como volviese
A su casa quejoso porque el Foro
Para l, anciano ya, quedaba lejos,
Ech de ver que bien rapado y mondo
En una barbera arrinconado
[p. 285] Las uas se igualaba un cari-ocioso.
Demetrio! (era un esclavo que a Filipo
El pensamiento adivinaba) pronto
Ve, y pregunta quin es, qu oficio tiene,
A quin sirve, y en dnde vive, y cmo:
Demetrio vuela, y trae razn: Se llama
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Vulteyo Mena el tal; su haber es corto,


Y l pregonero pblico; le tienen,
Generalmente por honrado y probo:
Sabe buscar, y lo que gana, a tiempo
Gasta: vive en hogar humilde y propio;
Con algunos amigos anda, y suele
A espectculos ir por desahogo.
Saberlo quiero de su misma boca:
Di que a cenar le aguardo. Mena absorto
Queda, lo piensa, en suma da las gracias.
Y qu rehusa? O apocado u hosco
La invitacin el malandrn no acepta.
Al otro da al pregonoro en corro
Filipo hall vendiendo baratijas;
Prase, y le saluda. Mis negocios,
Seor, el tiempo y la atencin me roban;
Mena responde con afn y asombro:
Perdonad si no fu por la maana,
Y porque no os salud primero. Otorgo
El perdn como asistas esta tarde.
S harA las tres; y no lo diga a sordo!
Sigue hora con tu venta, y buen provecho.
Concurri nuestro Mena, y a su antojo
Despepit cuanto al magn le vino,
Y a dormir le enviaron ya beodo.
Viendo que el pez el cebo frecuentaba,
Pues de saludadores en el coro
Temprano estaba, y a la mesa luego,
En las fiestas latinas el patrono
Invitle a una granja que tena
Cerca de la ciudad. Vulteyo orando
Andaba caballero sobre un jaco,
Haciendo a diestro y a siniestro encomios
Del cielo y de los campos de Sabina.
Vele Filipo. y se lo re, y como
Solaz en todo y distraccin buscaba,
Dnale siete mil sextercios, y otros
Siete mil le promete dar prestados
Para que compre un pegujar. Comprlo,
Y (abreviar por no cansar) trocse
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[p. 286] De ciudadano guapo en gan tosco:


Slo hablaba de surcos y de vias,
Slo pensaba en ordenar sus olmos,
Y le nacieron prematuras canas
De puro cavilar en los ahorros.
Empez a ver que cabras y ovejuelas
Mermaban, ya con pestes, ya por robos,
Que ora la sementera se perda,
Y ora espiraba de fatiga un toro;
Y no pudiendo ms, a media noche
Se levanta, un trotn embrida, y torvo
Vase derecho a casa de Filipo.
El cual al verle desgreado y roto,
Vlteyodicea mal traer te trae
Lo muy afanador.Ms bien de loco
Tratad a este infeliz! A que a mi estado
Antiguo me tornis, a vos acorro;
Patrn, por vuestros lares os lo ruego,
Y por vos mismo, y por los dioses todos!
El que eche menos lo que en cambio ha dado,
Procure, destrocando, su recobro.
Si a nuestro pie calzamos, y vestimos
A nuestro talle, afortunados somos.

[Vid. H. E. I, 179. y II, 465.]

CCXIX. POMBO, Rafael.Bogot, 1879.

Bogot, set. 18, 1879.

Mi querido Sr. D. Marcelino: Intentaba escribir aparte largamente a usted, pero mi dolencia y la hora que ha sonado apenas me dejan tiempo para enviar a usted un
abrazo, junto con estas traducciones y con una nada horaciana oda o silva al Nigara que di al Repertorio Colombiano de agosto ltimo.

Mucho deseo ir a Espaa, y publicar all mis travesuras, de que no hay coleccin. Ojal supiera yo en qu trminos podra hacerlo all.

Suyo de corazn.Rafael de Pombo.

CCXX. POMBO, Rafael.Bogot, 1879.

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Bogot, oct. 8, 1879.

Mi querido D. Marcelino: Tampoco hoy puedo escribir aparte [p. 287] a usted, aunque tanto lo deseaba y tena por cierto materia varia y agradable de que hablarle. Pero
mi enfermedad no cede, los ltimos das y noches han sido los ms crueles; y todava los mdicos me tienen en la duda de si lo que tengo es cncer en la lengua, o ellos
mismos lo ignoran. Ah! si yo sanara, y realizara mi ideal, de una larga temporada en Espaa, qu sabrosamente espero departiramos a la vez sobre estas cosas de ntro.
gusto. En fin, se har lo que Dios quiera, y no est probado que sta sea vida, ni que morir no sea mejorar.

Intentaba hablar a usted de un gran lrico moderno horaciano en el cual tal vez no ha tenido usted tiempo de fijarse an, quera comunicarle una antigua idea ma sobre
el verdadero sistema de traducir a Homero al castellano; iba tambin a hablarle de pera castellana, en que aqu hemos trabajado algo, yo dando libretos y un genuino
genio musical que poseemos componiendo la msica. Y hablarle de ciertas cosas ms, pero ya ser en otra ocasin, si Dios la concede. Suyo de corazn. Rafael de
Pombo.

CCXXI. POMBO, Rafael.1879.

Bogot, octubre 18, 1879.

Sr. D. Marcelino Menndez Pelayo.

Madrid.

Querido amigo: Aunque a ltima hora de correo y muy adolorido, voy a tratar de llenar de algn modo la promesa de mi ltima, del 8 de los corrientes. Usted se servir
suplir con su ingenio, y remendar lo incompleto y mal pergeado de mis prrafos.

Ante todo, ruego a usted haga algunas correcciones en las cuatro ltimas odas de Horacio, enviadas el da 8.

En Pastor cum traheret. En vez de:

Del vil lad mujeriego

pngase: Del afeminado plectro.

En vez de: Escozor de amantes lechos

pngase: Terror de amorosos lechos.

Ms abajo: Y Estnelo, de hombre a hombre


Diestro en lid, y auriga experto.

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[p. 288] Y en vez de: La ira del Pelida Aquiles


pngase: El fiero enojo de Aquiles.

En Quem tu Melpomene:

Pngase: Me agasaja con sculos de hiel.

En Beatus ille:

En vez de: La diligente oveja


Diligente la oveja.
En vez de: La pila de criados
La turba de criados.

Y sabe Dios cuntas ms inadvertencias se me escapan.

El poeta lrico de quien habl a usted es William Cullent Bryant, norteamericano, muerto hace tres o cuatro aos. Siento no alcanzar a sealar ahora all a usted rasgos
horacianos por la sobriedad y limpieza, por el constante buen juicio y por una observacin constante de la naturaleza; mas puede ser que en Madrid encuentre usted un
ejemplar de sus poesas. Le incluyo apenas copia y traduccin de dos. Qu dice usted de la sencillez y grandeza de la primera? La traduccion por Ancy me pareci
desde entonces un notabilsimo tour de force. Lstima de tal cual ligera incorreccin o prosasmo. Y qu dice usted de esa estrofa p. oda?

La segunda, en el original, me parece muy lrica y de mirada homrica; pero ni el original ni la traduccin tienen la sencillez de la primera. Escog yo cierta estrofa que
me pareci dara mucho vuelo al perodo, y a dicha forma sacrifiqu algo.

To a Cloud es otra preciosa oda de Bryant. Es decir, soy yo quien las llamo odas, no l. Y tiene otras bellsimas, como The future life, que yo traduje con ocho o nueve...

Creo que en esa raza es ms fcil hallar poesa horaciana que en la nuestra, porque en ella el juicio, el peso y medida de las cosas le tiene la rienda a la exageracin
innecesaria. Nosotros somos muy calientes; tendemos constantemente a la falsedad, a la alucinacin.

Mi idea de una traduccin de Homero pasable y gustable me ocurri desde muchacho, y es la de trasladar esa poesa rigurosa, ruda, primitiva, a la nica forma en que
poseemos poesa semejante y gustamos de ella, es decir, al romance octoslabo con olor [p. 289] de anticuado. Despus vi, en el prlogo de Bayard Taylor a su
traduccin de Fausto, que algo as ocurri a Goethe para pasar a Homero al alemn. Y vuelto a mi pas vi aqu que M. Littr discurri lo mismo en francs y aun hizo
algn ensayo. Curiosa coincidencia que me confirma en mi teora. Ojal descubriese un buen Homero literal en espaol antiguo en prosa; sobre se respondo que se
podra trabajar con facilidad, discurriendo el modo de distribuir las asonancias.

Habl tambin a usted de pera espaola. He trabajado la Florinda, pera mayor espaola en cuatro actos, con ballet, etc., a la cual puso msica original y muy
dramtica mi inspirado compatriota Jos M. Ponce de Len. Sobre esto escrib largo a D. Antonio Arnao, pero no le lleg mi carta. Usted cree en pera castellana?
Qu promete all?
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Adis, perdone mi farfulla. Suyo affmo. Rafael Pombo.

Dgame si ha recibido todas las mas, con 25 de Horacio y una impresa En el Nigara, contemplacin ma.

CCXXII. POMBO, Rafael.Bogot, 1882.

Bogot, octubre 31, 1882.

Sr. D. Marcelino Menndez Pelayo.

Madrid.

..................................................................................

Mis traducciones de Horacio pertenecen a usted, que con tanto cario me las est parteando por all; pero avseme usted si quiere que hagamos un Horacio definitivo,
texto, traduccin y notas (con las traducciones que le dije de usted mismo, de Pesado, de Gngora? y tal cual de Fray Luis), y si usted calcula que eso produce algo,
pongmoslo por obra. Aqu varios, y algunos en Europa, como R. Cuervo, Emilio Segura (de Valencia) y Torres Caicedo me instan mucho a publicar mis versos, y
repito que ya tengo tentacin de hacerlo; razn por la cual, entre otras, ruego a usted que impida (si a algunos paisanos ocurriese la idea) el que aparezca un tomo mo,
recogido sabe Dios cmo y de dnde, [p. 290] a no ser contando conmigo y bajo mi direccin: en lo cual, desde luego, no aludo al Horacio, en lo que usted manda en
jefe.

Parte del ideal susodicho sera que Caro y yo llevsemos a Pars o Madrid a los insignes Cuervos (Rufino Jos y ngel), los cuales son como hermanos nuestros.
Conque, aydeme a desencamar a Caro, y quiz pasemos all juntos algunos ratos deliciosos.

Caro me di a leer la carta de usted y aguardo su ofrecida opinin sobre Antoco. No alcanzo a enviar hoy a usted una nueva teora sobre la sinalefa y un tomo de
poesas de D. Antonio Jos de Irisarri, de Guatemala.

Suyo afmo .R. Pombo.

CCXXIII. POMBO, Rafael.Bogot, 1883.

Bogot, 6 de marzo, 1883.

Sr. D. Marcelino Menndez Pelayo.

Madrid.

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Ahora y para siempre ruego a usted que cubra y borre con manto de indulgente amigo cualquier especie indiscreta que el candor o la improvisacin me dejen soltar en
mis correspondencias: por ejemplo, en mi ltima alud a nuestro prximo Horacio como definitivo, tontera que recuerdo an por el remordimiento que dej en m. A
tales cosas expone a un mortal cualquiera el verse elogiado por usted con la largueza con que usted lo ha hecho conmigo. Alud a la comparativa pobreza de grandes
poetas lricos en nuestra lengua, y aunque mi observacin no inclua a los vivos, sabe Dios a cuntos deb mencionar adems de Quintana, Espronceda y Tassara, pues
poco es lo que aqu nos llega, poqusimo lo que leo, y poqusimo lo que recuerdo. Ahora, en dos cuadernos de Poetas contemporneos de la incorrectsima Biblioteca
Universal (Madrid, Leganitos, 18), he saboreado algo nuevo para m, de Antonio, Hurtado, de Trueba, del Marqus de Molins, de P. A. Alarcn, de J. Velarde y de
Revilla, nombres ya bien conocidos; pero no conoca ni el nombre de Francisco Luis de Retes, [p. 291] Francisco Snchez de Castro, Manuel Curros Enrquez, Emilio
Ferrari y Juan A. Viedma, cuyas muestras me han deleitado; y me atrevo a predecir que si, por ejemplo, el dicho Viedma es joven todava y persevera en el arte y en
asuntos dignos de l, tendremos en l un insigne lrico: en tres bagatelas suyas que all leo asoman el espritu y la mano del artista cumplido. Asimismo en un trocito de
Escritura Espaola de dicha coleccin un tan enamorado (aunque con disenteria) la ya famosa Carolina Coronado, y Julia de Asensi y Patrocinio de Viedma, Antonia
Daz de Lamarque, Concepcin de Estevarena, Blanca de Gass y Ortiz, ngela Grassi, Dolores Cabrera y Heredia de Miranda, Aurora Lista de Milbart, por supuesto D.
M. Josefa Massans (ya popular aqu), y sobre todo como para m preciosas novedades en nuestro cielo estrellado, Dolores Moncerd de Maci, M. Mendoza de
Vives (con su romance ejemplar) y dicha Sra. Daz de Lamarque con su excelente y clsica oda Despus de la lluvia. Si es usted amigo de las y los nombrados srvase
presentarles esta flor que les tributo desde las romnticas alturas del Tequendama y el Puente de Pandi, espantosas maravillas naturales. Expresar a usted mi sorpresa
con este tomito de autoras, de muchos ms quilates que otro librito de autores (de Valencia) que he recibido, con el ttulo de Cancionero amoroso, y mi pena por lo que
va cundiendo el mal gnero de Heine, y porque ustedes se olvidan de mi inspirado y vigoroso amigo, paisano de usted, de Santander, e insigne cantor de los Andes, D.
Fernando Velarde, muerto tristemente pocos aos ha.

A propsito de Esttica Espaola ha merecido la lectura y consideracin de usted el Discurso de D. Bernardino de Rebolledo sobre la Hermosura y el amor? Quiz
merece una mencin ese elevado y espiritual ensayo, lo mejor, a mi gusto, de aquel patriota y diplomtico ms que poeta. tem, no ser l quien con un mal soneto
inspir a Jean Henault su famoso soneto L'Avorton? Punto digno de investigarse, lo mismo que el nombre del traductor del ltimo al castellano, que aqu sabemos de
memoria desde antes de 1841 y con algunas mejoras respecto de la forma en que apareci en la Revista Andaluza, de Sevilla, tomo III, Pg. 145. En dicho Rebolledo
asoma algo del espritu mustio, melanclico y subjetivo del Norte, no lo ha observado usted? [p. 292] Su comedia, que tiene felices rasgos, es curiosa muestra de
poesa diplomtica, y es autor de una redondilla popular que aqu corre arredondeada tambin y pulida con su rodar de boca en boca, como las piedrezuelas del arroyo:

Las penas que me maltratan


Son tantas que se atropellan.
Unas con otras se mellan
Y por eso no me matan.

Otra cosa que deseaba preguntar a usted es: quin fu el Padre Gaspar Astete? Me interesa mucho, porque su catecismo de Doctrina cristiana es para m, de los
principales autores de nuestra civilizacin. Creo que era jesuta e italiano, mas otros dicen que espaol.

No alcanzo a transmitir a usted la nueva teora sobre la Sinalefa que le anunci.

Mi drama lrico Florinda es desgraciado. Cinco aos ha lo remit tambin al Sr. D. Antonio Arnao con una larga carta, por saber que la cuestin pera espaola le
interesa, y no s si le lleg. No recib respuesta. Repetir la remesa a usted.
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CCXXIV. POMBO, Rafael.Bogot, 1882.

Sic te, Diva potens Cypri. Od. I, 3

As la que en Chipre mantiene


Su alado carro;
As los hermanos de Helena,
Flgidos astros;
Y Eolo atento
Cuidando que el Ypigo solo
D al mar su aliento,

Condzcante blandos, oh Nave


Que llevar debes
A Greciay de Grecia a mis brazos
Salvo traerme
Al caro dueo mo
Virgilio, mitad de mi alma,
Que a ti confo.

[p. 293] Un pecho de roble tena,


De bronce, de trplice bronce,
Aquel que afront en la primera
Nao frgil al monstruo salobre,
Impvido al choque violento
Del frico audaz y Aquilones,
Y al mustio fulgor que las Hadas
Sollozan, y al rbido azote
Del Noto, el seor ms potente
Que al Adria su frula impone,
Que ahora sus ondas levanta
Y ahora no hay una que asome.
Qu trance, qu rostro de muerte
Dar pudo temores al hombre
Que vi con mirada serena
Bullir los nadantes dragones,

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Y el mar esponjado, y en frente


Los Acrocerunicos montes,
Escollos que tanto naufragio
Seala con triste renombre?
Fu en vano que Jove prudente,
Dejndolo todo en buen orden,
Pusiese apartadas las tierras,
Y mar entre bordes y bordes,
Si naves impas, burlndose
Del Dios, y retando sus golpes,
Caminan sobre agua, y la eterna
Barrera sacrlegas rompen.
Audaz en tentar cuanto mira,
Y nunca en su dicha conforme.
No hay cosa vedada que no nsie
Ni ley que insolente no viole
La humana inquietud. Impelido
Por este malfico mvil,
El fuego inmortal Prometeo
Baj a las mundanas regiones.
Y en pos de la prenda celeste
Hurtada con fraude a los Dioses
Vinieron en justo castigo,
Cual plida, hambrienta cohorte,
Las fiebres, las plag s voraces
Que mudas los pueblos recorren;
Y, si antes tardaba la Muerte,
Su paso aviv desde entonces.
Tal Ddalo el aire vaco
Con alas, negadas al hombre,
[p. 294] Lanzse a probar; e incansable
Alcides forz el Aqueronte.
Qu habr que imposible parezca
Al nimo nuestro, y a dnde
No haremos por ir, si hasta al Cielo,
Qu horror! atrevmonos torpes?
Y as nuestros crmenes mismos,
Turbando en su paz aun a Jove,
No dejan que un da, un momento
Su rayo iracundo repose.
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CCXXV. POMBO, Rafael.Bogot. 1882.

Solvitur acris hiems. Od. I, 4

Fndese el acre invierno al amor de Favonio y de Flora,


Y las enjutas naves arrastradas retornan al mar.
Ya no huelga el labriego al fogn, ni en su establo el ganado,
Ni con la nvea escarcha las praderas esmltanse ya.

Ya al claror de la luna Citerea enhila sus danzas,


Y las pdicas Gracias, y las giles Ninfas al par,
Con alternados pies baten leves la tierra; y Vulcano
Las ponderosas fraguas ciclopas prende en su antro voraz.

Ahora es bien que con flores que la tierra entreabrindose brinda


Ciamos la untosa cabeza, o de verde arrayn;
Ahora es bien que en umbro sacro bosque inmolemos a Fauno
Un cordero si l quiere, un cabrito si plcele ms.

Con pie igual, sin humanos miramientos, la plida Muerte


Ya huella el regio alczar, ya la choza del pobre gan.
Una vida tan corta, nutrir veda una larga esperanza,
Y pronto, oh feliz Sestio, sorda noche en tu sien pesar;

Y all, tropel de sombras, y Plutn, y sus reinos vacos,


Donde rey del festn ni una vez elegido saldrs;
Ni podrs recrearte en la tierna, escondida hermosura
Por quien hoy ardes t, y maana otros mil ardern.

CCXXVI. POMBO, Rafael.Bogot, 1886.

Solvitur acris hiems. Od. I, 4

Parnaso Colombiano. Coleccin de poesas escogidas, por Julio Aez. Estudio preliminar de D. Jos Rivas Groot. Bogot, 1886. [p. 295] Librera Colombiana.
Camacho Roldn et Tamayo. Calle 12. Nmero 178. Pg. 58.

Inc. Fndese el acre invierno al amor de Favonio y de Flora


Y las enjutas naves arrastradas retornan al mar...

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Est escrita en versos que quieren remedar la cadencia del exmetro, y que no s por qu han de proscibirse en castellano, cuando su uso est consagrado por obras
inmortales de la poesa moderna, no slo en alemn, como Herman y Dorotea, porque all cierto gnero de cantidad existe, sino en ingls (recurdese la Evangelina, de
Longfellow), y eso que la prosodia de esta lengua no saca a la nuestra ninguna ventaja en este punto, ni tiene como ella ms ley que el acento. En traducciones clsicas
este metro puede ofrecer grandes ventajas de concisin, pero en esto, como en todo, conviene una prudente adaptacin. El metro de la oda 4. del libro 1., usado esta
sola vez por Horacio, es el llamado arquiloquio cuarto, cuyo verso mayor se remeda bien con el hexmetro, pero no el verso menor, que es un trmetro ymbico
catalctico; v. gr.:

Trahuntque siccas machinae carinas.

Con la combinacin de graves y agudos y el apoyo de la asonancia consigue el ingenioso poeta colombiano una aproximacin al movimiento lrico del original, sin
romper violentamente con los hbitos de nuestro odo. Y logra adems el triunfo de encerrar en veinte versos castellanos los veinte versos del original sin perder un
pensamiento, una imagen, ni apenas un epteto, y procurando dar a las palabras el orden ms parecido que tienen en el texto. Slo el inminente luna me parece
dbilmente traducido por al claror de la luna; ni tampoco me agrada el enhila sus danzas por choros ducit, pudiendo fcilmente sustituirse tan rebuscado verbo con
preside, concierta, gobierna.

El sin humanos miramientos es un ripio imperdonable en tal versificador. Domus exilis, aplicado al reino de Plutn, tampoco quiere decir casa vaca, sino casa poblada
de sombras. Puede disculparse, por motivos de honestidad, el rodeo que da el intrprete para no nombrar al tierno Lycidas, pero acaso si hubiera [p. 296] vencido este
loable escrpulo, como lo hizo Fr. Luis de Len, a pesar de la inmaculada pureza de su alma cristiana, no hubiera perdido la hermosa frase: et mox virgines tepebunt.

Con estos defectillos y todo, la traduccin del Sr. Pombo es no slo la ms fiel y literal que tenemos en castellano, sino tambin una de las ms poticas, y no digo la
que ms, por respeto a algunos versos de la parfrasis de Fr. Luis de Len, que tienen notable poesa, aunque de muy distinto gnero. [1]

[Vid. H. E. I, 180; II, 466.]

CCXXVII. POMBO, Rafael.Bogot, 1882.

A TALIARCO

Vides ut alta stet nive Candidum. Od. I, 9

Ve cul se yergue el Soracte


Con su albo casco de nieve,
Mientras al grave fardo el bosque
Se inclina desfalleciente.

Presos los ros pararon


Del hielo agudo en las redes;
Y el cuerpo, como ellos, pide
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Dulce calor que lo suelte.

Buen Taliarco, ea! Sin tasa,


Lea al hogar! y acomtele
Ms de firme al garrafn
De aejo nctar terrestre.

Lo dems, quede a los Dioses,


A cuya voz, como inermes,
Los vientos que contendan
Por el hondo campo hirviente,

Se apaciguaron; y al punto
Los olmos y los cipreses
Dejaron de ser ludibrio
De sus speros vaivenes...

Nunca indagues qu vendr


Maana; y ten, y agradece
Por ganancia, cada da
Con que el Destino te obsequie.

[p. 297] Ni es justo que, mozo an


Como ests gloria harto breve!
Alegres danzas esquives,
Tiernos amores desdees.

Antes que las yertas canas


Marchiten tus aos verdes
El Campo Marcio te aguarda,
Los paseos te conciernen.

Ve a disfrutar de esos blandos


Susurros intermitentes
De prima noche, a la hora
Que dos adivinan siempre;

Cuando tal vez dulce risa


Descubre inocentemente
A la nia que, a tus pasos,
gil volaba a esconderse;
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Y asido por ti un anillo,


Smbolo de amor, la dbil
Resistencia que ella opone
Los noes que habla desmiente.

CCXXVIII. POMBO, Rafael.Bogot, 1882.

Mercuri, facunde nepos Atlantis. Od. I, 10

Mercurio, de Atlante nieto elocuente,


Que al hombre primero, salvaje intratable,
Volviste sociable, y al divo ascendiente
del habla, y al bello palstrico afn:

T, de Jove y Dioses mensajero activo,


Padre de la ctara, que inventaste diestro,
Insigne maestro del hurto festivo:
Escucha: hoy tus glorias mis metros dirn.

Nio hurtaste un da las vacas de Apolo,


Y l al reclamarlas de ti con voz brava,
Se hall sin aljaba, con el arco solo,
Y no pudo menos de echarse a rer.

Y Pramo? Cmo de Troya saldra


Con todas sus arcas burlando a los Griegos
Que no estaban ciegos? T fuiste su gua,
Y nadie lo pudo ni ver ni sentir.

Y as al blando Elsio o a eterno trabajo


Las almas piadosas o rprobas van
Contigo: y por tanto, de arriba y de abajo,
A ti agradecidos los Dioses estn.

[p. 298] CCXXIX. POMBO, Rafael.Bogot, 1882.

Tu ne quaesieris. Od. I, 11

No indagues Leucnoe (y es ocio vedado)


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Qu fin a uno y otro nos guardan los dioses,


Ni los babilnicos nmeros pruebes;
Venga lo que venga, sufrirlo es mejor.

Plazca inviernos muchos a Jpiter darnos,


Sea el ltimo ste que quiebra en sus diques
Del mar de Toscana las frvidas ondas,
Estoica resgnate y... pasa el licor.

Quita al tiempo efmero su larga esperanza;


Ay, que nvido oyndonos, huyndonos va!
Recoge el presente, y apralo, y nunca
Le fes ni un pice al sol que vendr.

CCXXX. POMBO, Rafael.Bogot, 1882.

O navis referent. Od. I, 14

Vulvente, oh Nave, al mar las nuevas olas!


Qu haces, incauta! Aferra al puerto! aferra!
Ve la banda sin remos! mira el rbol
Roto al empuje de frico violento!
No oyes gemir la entena? Cmo arrostra
Las furias de la mar bajel sin cuerdas?
Ya no tienes vela ntegra, ni aun Dioses
Que invocar al rigor de azares nuevos;
Y aunque te jactes t de hija del Ponto,
Y de tu estirpe y famahoy ya no fa
Tmido nauta en historiadas popas,
Ni de irrisin del viento eso te salva.
T, ayer mi horror, hoy mi ansia y mi ternura!
Evita esas corrientes insidiosas;
Las deslumbrantes Ccladas evita!

LA MISMA, REDUCIDA

Vulvente, oh Nave, al mar las nuevas olas?


Qu haces? Aferra al puerto! ve sin remos
[p. 299] La banda; y roto el mstil al violento
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frico! y gime cada entena! y cmo


Lidiar el fiero mar nave sin cuerdas?
Ya no tienes vela ntegra, ni aun Dioses
Que en nuevo azar te acudan; y, aunque precies
Tu excelsa estirpe y fama, hija del Ponto,
Ya en historiadas popas no confa
Tmido el nauta; ni te impiden seas
Mofa del huracn.T, oh cara Nave!
Mi tedio ayer, hoy mi anhelosa cuita,
Las deslumbrantes Ccladas evita.

CCXXXI. POMBO, Rafael.Bogot, 1879.

Pastor cum traheret. Od. I, 15

Cuando a su huspeda Helena


El prfido pastor bello
Ya, en naves de ida, llevbase
Por los salados estrechos,
Nereo, las raudas brisas,
En ocio ingrato adurmiendo,
As le anunci sus hados
Entre el pasmoso silencio
En mal hora, seductor,
Llevas a tu hogar paterno
A sa que la Grecia toda
Con muchedumbre de ejrcitos
Ir a buscar, conjurada
Para deshacer a un tiempo
Tu himeneo, y el de Pramo
Venerable antiguo reino.
Cunto afn! Ay, cmo sudan
Caballos y caballeros!
Cunto desastre preparas
A tu nacin! Ya su yelmo
Palas apronta, y su escudo,
Su carro y furor tremendo.
Y en vano t, fiero y fatuo
Con la proteccin de Venus,
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Aderezars tus rizos


Y alternars gratos versos
A las damas, con los sones
Del vil lad mujeriego.
Y en vano evitars lanzas,
[p. 300] Escozor de amantes lechos,
Y las saetas de Gnoso,
Y de la lid el estrpito,
Y los pies y el dardo de Ayax,
Veloz en tu seguimiento.
Tarde, s, pero algn da,
Los adlteros cabellos
Manchar grosero el polvo.
No ves all al heredero
De Laertes, al cuchillo
De Troya? No ves a Nstor
Rey de Pilos? Acosndote
Van el Salamino Teucro
Y el diestro en lid de hombre a hombre
Y gil auriga Estenelo.
Conocers asimismo
A Merin... He all otro hroe
Que rabia por encontrarte:
Es el hijo de Tideo,
Valiente aun ms que su padre,
De quiencual del lobo el ciervo
Huye, la grama olvidando,
Al punto que al frente opuesto
Le vi del valle, huirs
Con cobarde, hondo resuello:
Accin jams ofrecida
A tu amada en tus requiebros.

La ira del Plida Aquiles


Alargar ms o menos
De Ilon y sus matronas
Los das que marc el cielo;
Mas siempre el fuego de Acaya,
Pasados ciertos inviernos,
Sus casas y sus palacios
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Consumir en vasto incendio.

CCXXXII. POMBO, Rafael.Bogot, 1882.

Dianam tenerae dicite virgines... Od. I, 21

Cantad a Diana, oh tiernas vrgenes!


A Cintio intonso, cantad, oh jvenes!
Y as a Latona, del sumo Jpiter
Siempre dilecta.

[p. 301] Cantad vosotras la que a las mrgenes


De ros plcese, y en selvas lbregas
Del Erimanto y el Crago, y glidas
Frondas de Algido.

Load, donceles, en igual nmero,


De Tempe el valle. y a Delos, clebre
Cuna de Apolo; y su arco y ctara,
Don de su hermano.

l, conmovido por vuestras splicas,


Llevar, lejos del pueblo y Prncipe,
Peste, hambre, lgrimas, contra el indmito
Persa y Britano.

CCXXXIII. POMBO, Rafael.Bogot, 1879.

Integer Vitae. Od. I, 22

No, Fusco; ni arco ni morisca lanza,


Ni aljaba henchida de herboladas flechas,
Ni arma ninguna necesita el hombre
ntegro y limpio,

Aunque las Sirtes abrasantes cruce


O el solitario Cucaso medroso,
O esos lugares que remotos cuentan,
Baa el Hidaspes.
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Yo, as, sin armas ni cuidados, iba


Tierno cantando a Llage en la selva
Sabina, lejos de mi quinta, cuando
Hyeme un lobo.

Pero qu lobo!, un monstruo como nunca


Cri entre sus robles la guerrera Daunia,
Ni aun la regin de Yuba, de leones
rida madre.

Ponme en los yertos, perezosos campos


Do auras de amor los rboles no arrullen;
Lado del orbe donde peste y nieblas
Jpiter guarda;

Ponme del sol bajo el quemante carro,


Zona que l niega a la mansin del hombre,
Y all, cual siempre, a la mi siempre dulce
Llage adoro.

[p. 302] CCXXXIV. POMBO, Rafael.Bogot. 1882.

Quis desiderio sit pudor. Od. I, 24

Ante tan cara vctima no caben


Rubor ni freno al llanto.
T, a quien ctara y voz di el Padre un da,
Ven y ensea, oh Melpmene, a la ma
El ms lgubre canto.

Conque ya hel a Quintilio el sueo eterno!


Cundo, honor pudibundo,
Y hermanas fe y justicia, y t, radiante
Invelable verdad, su semejante
Hallaris en el mundo?

Digno es del llanto de los buenos: digno


De tu llanto, oh Virgilio,
Cual de ninguno. Y para qu angustiado
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Pides al Cielo un bien que fu prestado?


No era tuyo Quintilio.

Aunque tu lira a la del tracio Orfeo


Venciera sobrehumana
Y rboles te escuchasen conmovidos,
No hars volver la sangre a los odos
Ay! a una sombra vana.

No vuelven, no, cuando una vez Mercurio,


Cuya vara espantosa
Nunca reabre el libro del destino
Ni es blanda al ruego, la impeli al camino
De la grey silenciosa.

Ley dura; pero a un mal que nada espere,


Slo hay resignacin que lo aligere.

CCXXXV. POMBO, Rafael.Bogot, 1882.

Icci, beatis nunc Arabum invides. Od. I, 29

Hola! Con que ahora


Los tesoros ansas
Del rabe; y guerra
Tremenda preparas
A los no vencidos
Sabeos monarcas;
[p. 303] Y frreas cadenas
Al Medo atroz fraguas?
Y cul ser, oh Iccio,
La virgen barbrica,
Del que hendi a su novio
Gemebunda esclava?
Y cul el infante
Del rendido alczar,
Gran flechero, alumno
Del Srico taita,
Que airoso, y los rizos
Baados en mbar,
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A escanciarte el vino
Est siempre en guardia?
Ahora s, quin duda
Que pueden las aguas
Correr monte arriba
Y el Tibre a su infancia,
Cuando t, a quien vimos
Tan frvido a caza
De obras de Panecio
Y escuela Socrtica,
Hoy las das en trueque
De iberas corazsa,
En flor destruyendo
Tantas esperanzas!

CCXXXVI. POMBO, Rafael.Bogot.

O Venus, regina Gnidi Paphique. Od. I, 30

Deja tu Chipre favorita, oh Venus,


Reina de Pafos y de Gnido, y tuya
Haz la mansin que para ti Glicera
Orna y perfuma.

Venga contigo el rapazuelo ardiente,


Vengan las Gracias, desceido el talle,
Hermes y Ninfas, y la edad preciosa,
Sin ti no amable.

CCXXXVII. POMBO, Rafael.Bogot, 1879.

Quid dedicatum. Od. I, 31

Qu implora de Apolo el vate


Hoy que su templo dedican?
Qu ser lo que yo en esta
Primer libacin le pida?
No de la feraz Cerdea
Anso las mieses opimas;
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Ni de la ardiente Calabria
Las greyes apetecidas;
Ni el marfil, ni el oro indiano,
Ni los campos que las linfas
[p. 304] Del Liris tan silencioso
Silenciosamente liman.

En buen hora se a quien quiso


Fortuna dar anchas vias,
Sus dulces uvas, cortadas
Con hoz de Caleno, exprima;
Y el mercader (grato al ciclo
Pues tres y aun ms veces gira
Del mar de Atlante en contorno,
E impune vuelve a su orilla
Ao tras ao): en buen hora
Si en ureas tazas propina
Vinos tomados a trueque
De las riquezas de Siria.

En cuanto a m, son mi pasto


Slo chicorias, olivas
Y leves malvas; y rugote
Oh Apolo! que me permitas
Disfrutar lo que ya tengo,
Con robustez y mente ntegra:
Dame una vejez sin mancha
Y no me quites la lira.

CCXXXVIII. POMBO, Rafael.Bogot, 1882.

Poscimur. Si quid vacui. Od. I, 32

T, a quien antes que otro alguno


El ciudadano de Lesbos [1]
Dom al imperio del canto
Disciplinndote al metro;
Aquel tan gallardo en lides
De ritmos como de aceros,

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Y que, lo mismo lidiando


Que amarrando, suelto el remo,
En la sosegada orilla
Su barco medio deshecho,
Cantaba al Dios viador,
Al sabio coro fraterno;
A Venus con el rapaz,
Su retozn compaero,
Y a Lico el de hermosos ojos
Negros como sus cabellos.

[p. 305] Lira ma, hoy no lesbiana,


Latina ya por tu dueo!
Pues que una cancin nos piden,
Dime, antes que te oigan ellos,
Si he logrado en nuestros ocios,
All en sombroso silencio,
Modular algo contigo
Merecedor de recuerdo,
Algo digno de vivir
Este ao y cien venideros
Y de honrarte, oh lira a ti,
Honra y orgullo de Febo.

T que aun a Jpiter sumo


En sus festines excelsos
Das alegra; oh celeste
Lenitivo de mis duelos!
Pues te invoco agradecido,
Propicia escucha mi ruego
De responder siempre dcil
A mi ritual llamamiento.

CCXXXIX. POMBO, Rafael.Bogot, 1879.

Parcus Deorum.Od. I. 34

Yo andaba errando por la ciencia impa,


Y en mi culto a los dioses negligente;
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Mas vuelvo velas ya forzosamente


Y torno a usar la abandonada va.

Que una y mil veces al autor del da


Vi las nubes partir con rayo ardiente,
Y en cielo azul, tronaba omnipotente,
Y aun la tierra insensible estremeca.

Los vagos ros, la honda Estigia, el mismo


Tnaro horrendo, el Atlas, fin del mundo,
Temblaban al fragor de su carroza.

Que Dios puede trocar cumbre en abismo,


Menguar lo insigne, abrir lo ms profundo:
Y la Fortuna en sus mudanzas goza.

[p. 306] CCXL. POMBO, Rafael.Bogot, 1879.

Nullus argento. Od. II, 2

Crispo Salustio, con razn desprecias


Lo que la tierra en su avaricia esconde.
Slo al buen uso, a la templanza, debe
Lustre la plata.
Prvidos aos Proculeyo espere,
S, porque fu con sus hermanos padre;
Y alto la fama sostendr y eterno
Su nclito nombre.
Freno poniendo al insaciable impulso
Ms rey sers que poderoso uniendo
Libia con Gades, y las dos Cartagos
Bajo tu cetro.
Cuanto ms bebe, tanto ms se aumenta
La hidropesa, su verdugo propio;
Ni huye la sed mientras la causa no huya
Que agua demanda.
Contra el dictamen general, dichoso
Hoy a Fraates la Virtud no llama,
Sino infeliz, porque de Ciro al trono
Sube de nuevo.
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Ella a los pueblos desensea el uso


De falsas voces; ms seguros dando
Reino y corona, al que impasible mira
Oro a montones.

CCXLI. POMBO, Rafael.Bogot, 1879.

quam memento. Od. II, 3

Delio, pues hemos de morir, recuerda


Guardar nimo igual en todo caso,
En el adverso al par que en el dichoso,
Alegras violentas evitando,

Ya nuble triste azar todos tus das,


Ya en los de fiesta busques tu regalo
Con el Falerno de seal ms vieja
Sobre remoto csped recostado.

Donde un lamo blanco a un pino ingente


Amigo enlaza, y forman con sus ramos
PAG@307@ Grato sabroso albergue, a los murmullos
De sesgo arroyo de afanado paso;

All manda traer vino y ungentos


Y amenas rosas, pasto al aire blando,
Mientras la edad y hacienda lo permiten
Y de las Parcas el hilar tirano.

Has de dejar esos comprados bosques,


Y la casa, y la quinta que vasallo
El Tber baa: y luego tu heredero
Cuanto acaudales t, tirar ufano.

Qu te importa el ser rico y descendiente


De Inaco el fundador, o pobre vstago
De humilde cuna, y vida a la intemperie,
Si al Orco inexorable todos vamos?

Es ley sin excepcin. Todos los nombres


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En la urna estn ya. Tarde o temprano,


Cul antes, cul despus, saldrn los nuestros,
Y al eterno destierro iremos ambos.

CCXLII. POMBO, Rafael.Bogot, 1882.

Septimi Gades.Od. II, 6

T, que hoy a Cdiz con Horacio iras,


Y aun a Cantabria la rebelde al yugo,
Y a esas, do hierven mauritanas ondas,
Brbaras Sirtes:

Oye, por m, cortara yo en los bosques


De Tbur griega mi bordn de anciano
Y anclara all, de mis vaivenes de olas
Y armas y viajes.

Mas si las Parcas vdanlo crueles,


Ir al Galeso, do a la oveja cubre
Doblada piel, y do el lacn Falanto
Fu rey dichoso.

Aquellos campos para m sonren


Como ninguno; de panal de Himeto
Su miel dira, y sus olivas, tuyas,
Verde Venafro.

Jove all brinda primaveras largas


E inviernos dulces; y dilecto a Baco
El rico Auln, ni a las falernas uvas
nvido teme.

[p. 308] Aquel lugar, ese rincn bendito


A ambos nos llama; y es en l do esperan
Del vate hermano las cenizas tibias
Lgrimas tuyas.

CCXLIII. POMBO, Rafael.Bogot, 1879.

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Ulla si juris.Od. II, 8

Creyera lo que me juras,


Barina, si alguna vez
Te penara el alto Juez
Por tus palabras perjuras;

Si Jove, al t perjurar,
Te tornase negro un diente,
O en una ua la gente
Notase al punto un lunar.

Mas cmo creerte yo,


Si a cada perjurio nuevo
Ms bella te alumbra Febo
Y ms te ama el que te am?

Ya que no lo escrupulizas
Ni hay castigo para ti,
Sigue pues, y jura as
Por las maternas cenizas;

Por la honda noche glacial,


Por cada mudo lucero,
Por el firmamento entero,
Por cada dios inmortal.

Venus te oye y rompe en risa,


Y las Ninfas le hacen coro,
Y en tanto su aljaba de oro
Cupido atroz, surte aprisa.

La juvenil muchedumbre
Para ti creciendo est;
Pronto a tus plantas ser
Una nueva servidumbre.

Mas no porque nuevos lleguen


Los viejos dejan la plaza.
Por ms que hagan la amenaza
Y de tu impiedad renieguen.
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Las madres tiemblan por ti,


Por sus mimados retoos.
[p. 309] Qu ser de los bisoos
Si haces lo que haces de m?

Y jurndote concluyo
Que cada novia o casada
Teme que tu aura encantada
Le est demorando el suyo.

CCXLIV. POMBO, Rafael.Bogot, 1879.

Rectius vives, Licini. Od. II, 10

Quieres, Licinio, ser feliz? No lances


Siempre tu nave en alta mar; ni huyendo
Tmido el viento, nicamente sigas
La spera costa.
De oro es, a fe, la condicin mediana,
Do ni se envidia del palacio el lujo
Ni hay techo viejo que criboso amague
Sbito hundirse.
Trbase ms con el ingente pino
Rudo aquiln; y con mayor estruendo
Caen las torres; y en las altas cumbres
Cbase el rayo.
Siempre aguardar los prevenidos saben
Dicha en desgracia, contratiempo en dicha;
Jpiter manda el hosco invierno, y luego
Qutalo l mismo.
Si hoy sopla el mal, con su violencia pasa.
Su arco no siempre est tendiendo Apolo,
Que en ocasiones despert a la Musa
Ctara en mano.
Cuando te embista el huracn, resuelto
Mustrate y firme; mas la henchida lona
Cuerdo recoge al advertir que abunda
Prspera brisa.

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CCXLV. POMBO, Rafael.Bogot, 1879.

Eheu! fugaces, Postume, Postume. Od. II, 14

Ay, cmo corren, Pstumo, Pstumo,


Aos tras aos! Ni el ms piadoso
Detener logra vejez y arrugas
Ni a la implacable rgida muerte.
[p. 310] No, amigo. En vano para ablandarlo
Trescientos toros dieras por da
Al dios que al triple Gerin gigante
Y a Ticio enfrena con esas lgubres
Ondas que todos, labriegos mseros
O ilustres prncipes, surcar debemos
Cuantos frumos terrestres dones.

Vano es que huyamos trances de Marte,


O del ronco Adria los tumbos de olas,
O que en otoo de austro malfico
Resguardo el cuerpo tmido busque.
De ver tenemos el negro ro
Que sus meandros pesado rueda.
Y a la execrable danaide prole,
Y en su arduo y largo tormento a Ssifo;
Fuerza es que al cabo tus campos dejes,
La grata casa, la amante esposa,
Y de esos rboles que cuidas tanto
No ha de seguirte, oh amo de un da!
Sino el fatdico ciprs doliente.

Un tu heredero, de cuerdo espritu,


Franquear el ccubo que hoy tras cien llaves
Guardas y el suelo regar esplndido
Cual ni en sus cenas hoy los pontfices.

CCXLVI. POMBO, Rafael.Bogot, 1882.

Jam pauca aratro.Od. II, 15

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Pocas yugadas dejarn, en breve,


Las regias fbricas al pobre arado, [1]
Y se vern estanques por doquiera
Ms espaciosos que el Lucrino lago.
Ceder el olmo al pltano infecundo;
Y all do el olivar es pan de su amo
Su aroma esparcirn la viola, el mirto,
[p. 311] Todas las opulencias del olfato,
Mientras el laurel con su ramaje denso
Del vivo sol rechazar los rayos.
No de Rmulo es tal, ni del intonso
Catn severo el previsor mandato;
Ni fu costumbre antigua. En esos das
Era exiguo el caudal del ciudadano
Y grande el del comn. Prtico alguno
De medida decpoda, el privado
Hogar nunca ostent, sombra y frescura
De retos opaco al resplandor gozando.
Las leyes mismas despreciar vedaban
La noble tierra, el csped siempre a mano;
Y ordenaban que al pblico decoro
El comn fondo proveyese largo,
Y a embellecer los templos de los Dioses,
Mas no de piedras cualesquier, de mrmol.

CCXLVII. POMBO, Rafael.Bogot, 1879.

Otium Divos.Od. II, 16

Descanso, oh Grosfo, pide el nauta al Cielo


Del vasto Egeo al verse circudo,
Si un nubarrn la luna esconde, y no halla
Rumbo de estrellas.
Descanso Tracia la furiosa implora,
Descanso el Medo de su aljaba ornado;
Descanso un bien que no compraron perlas
Prpura ni oro.
Que no hay tesoros ni lictor que aparten
Del pensamiento los tumultos tristes,
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Ni tanta cuita que revuelva en torno


De ulicos techos.
Bien, y con poco, vive aqul en cuya
Mesa el salero de su padre brilla,
Y a quien ni miedo ni avaricia espantan
El dulce sueo.
Por qu ardor tanto para lid tan breve?
Por qu otras tierras y otro sol buscamos?
Acaso huye de s mismo el que huye
Del patrio suelo?
Tambin se embarca en las ferradas proras
Nuestra carcoma; y en bridn cabalga;
Y alcanza al ciervo, al Euro que las nubes
Barre imperioso.
[p. 312] Plcida el alma con su bien presente,
No la desviva el ms all. Con risas
Lo amargo temple; que feliz no hay cosa
Por todos lados.
Al claro Aquiles siega en flor la muerte,
Mientra a Titon la caduquez le abrevia;
Y acaso a m me guarda el tiempo dones
Que a ti rehusa.
En torno a ti por centenares mugen
Sculas vacas y rebaos; tiran
Yeguas tu carro; y tu vestido el doble
Mrice ostenta.
Algo tambin con mis pequeos campos,
La Parca fiel me concedi; y un soplo
De aliento griego, y despreciar al vulgo
De alma daina.

CCXLVIII. POMBO, Rafael.Bogot, 1879.

Cur me, querelis exanimas tuis? Od. II, 17

Mecenas, sostn mo, gloria ma,


Por qu con tus lamentos y aprensiones
Me acongojas as?
.........................................................
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[Vid. O. H. Pg. 75.]

CCXLIX. POMBO, Rafael.Bogot, 1882.

Non ebur neque aureum. Od. II, 18

Marfil no brilla en mi casa,


Ni artesonado ureo techo,
Ni frisos de tico mrmol
Sobre nmidas pies de jaspe negro.

Ni ocupo el alczar de talo


Yo, su incgnito heredero,
Ni uso lacnica prpura
Que enjambre matronil tjeme a sueldo.

Mas cuento con un lad


Y un tal cual dichoso ingenio,
Y, aunque pobre, a mi estrechura
Viene a solicitarme el opulento.

[p. 313] Nada ms pido a los Dioses;


Ni de alto amigo pretendo
Gracia mayor que dejarme
Mi sabino rincn, que es cuanto tengo.

Huye un da de otro da,


Un mes de otro mes va huyendo;
T, en vsperas de marchar,
Ordenas tu palacio a un arquitecto.

Mrmoles mandas pulir


(Y no para honrarte muerto),
Y que la mar se retire
Porque en la tierra ya, pujas de estrecho.

Tanto, que siempre le cambias


Al vecino sus linderos,
Y de tus clientes mismos

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El breve campo usurpas avariento.

Y mujer y esposo arrojas,


Y huyen de su hogar, y al pecho
Llevan los paternos dioses
Y vestidos de harapos sus hijuelos.

Con tanto afn qu aseguras,


Si slo un palacio, un feudo
Aguarda sin falta a su amo,
Y es aquel que Plutn le tiene presto?

Quieres ms? Siempre la tierra


Abri por igual su seno
Para el pobre o para el rico,
Para el hijo del prncipe o del siervo.

Ni a Prometeo, aunque astuto.


El fiel Carn ha devuelto,
Pese al oro; ni Plutn
A la raza de Tntalo soberbio.

Mientras que, llame o no llame


El msero al Dios. tremendo,
Siempre acudir en su auxilio
Dando piadoso trmino a su duelo.

[p. 314] CCL. POMBO, Rafael.Bogot, 1882.

Non usitata.Od. II, 20

Con desusada no dbil pluma


Por la eterina bveda suma,
Vate en dos formas, me encumbrar.

No anso ms tiempo tocar la tierra;


Aqu entre polvo la envidia encierra
Su ira; entre polvo la dejar.

Sangre de pobres corre en mis venas;

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Mas yo no muero, caro Mecenas,


Yo a quien t llamas cerca de ti.

Ni estigias aguas mi cuerpo embotan,


Ya un cutis spero mis piernas brotan;
Ya soy arriba pjaro blanco;
Ya en dedos y hombros, a cada flanco,
Ligeras plumas nacen de m.

Pronto, y no de caro con las licuentes


Alas, oh Bsforo! por tus mugientes
Mrgenes, y auras de onda cerlea,
Vogar plcido, y ave canora,
Ver las Sirtes de la Getulia,
Y esos misterios que ojo no explora,
De la hiperbrea pampa glacial.

Y los colquenses, y el torvo Dacio


(Que de la marsa legin su espanto
Mal disimula), sabrn de Horacio;
Y aun los Gelonos ltimos hombres
Oirn dos nombres que honro en mi canto;
Ni a los iberos, duchos guerreros,
Ni a los que beben linfas del Rdano
Quedar ignoto cual vil mortal.

Que no acompaen mis funerales


Lgubres coros, negros sayales,
Sollozos necios, pena balda.

Retn, mi amigo, tu propia queja,


Y para otros, para otros deja
La intil pompa de urna vaca.

[p. 315] CCLI. POMBO, Rafael.Bogot, 1879.

Angustam amici.Od. III, 2

Quiero, amigos, que en los duros


Ejercicios de la guerra
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Aprenda el robusto mozo


A soportar la pobreza;
Que al Parto feroz su lanza
gil acose y tremenda,
Y viviendo al raso, busque
Peligros y afn por huelga;
Que siempre que a verlo alcancen
Desde enemigas almenas
La tierna esposa del brbaro
O la espigada doncella,
Exclamen dando un suspiro:
Ay, los dioses no consientan
Que mi novio, que mi esposo,
Bisoo en armas, se atreva
A ese cerdoso len
Que su ira en sangre revuelca!

Dulce es morir por la Patria!


Gloria al que caiga por ella!
Y ah! tambin al que cobarde
Prfugo la espalda vuelva
La muerte lo alcanzar
Con su infalible saeta.
A la virtud basta su honra;
No hay desdn que la envilezca,
Ni es dado al aura del vulgo
Quitrsela o concedrsela.
La misma virtud, al hombre
Que no ha venido a la tierra
Para morir, le abre el cielo
Por caminos que a otros niega,
Y sobre el fango y la chusma
En raudas alas lo eleva.

Ni menos premio los dioses


Al fiel silencio reservan.
No flote yo en frgil barca
Ni so el mismo techo duerma
Con quien los arcanos ritos
De la alma Ceres revela.
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Jove ofendido acostumbra


[p. 316] Juntar maldad e inocencia;
Mas rara vez el castigo,
Aunque cojea y tropieza,
Dej de alcanzar al malo
Por ms veloz que andar sepa.

CCLII. POMBO, Rafael.Bogot, 1882.

Justum et tenacem propositi virum.Od. III, 3

Dedicada especialmente al Sr. D. Marcelino Menndez Pelayo.

Al varn justo y de nimo constante


No lo hace trepidar el pueblo alzado
Que iniquidad frentico le ordena,
Ni el ceo del tirano amenazante,
Ni el negro mar que el austro desenfrena.
Oh Dios! hasta los rayos que fulminas
Alumbrarn su incontrastable intento;
Y si se desplomara el firmamento,
Firme y en pie lo hirieran sus ruinas.

Gracias a esta virtud se encumbr Plux,


Y Hrcules errabundo, a los celestes
Alczares de luz; y reclinado
Augusto entre los dos, el nctar liba
Con sus labios purpreos. As, oh padre
Baco inmortal, la gloria mereciste
De que, uncido a tu carro el cuello indcil,
En triunfal marcha tigres te llevaran.
Y as, de Marte en los bridones gneos,
Rmulo se fug del Aqueronte
Luego que Juno en el Consejo excelso
Conciliadora dijo a sus iguales:
Iln Ilin! un juez adltero
Funesto a su pas, y una extranjera,
Hecho ceniza y polvo te dejaron.
A esoa ti, y a tu pueblo y rey doloso
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Yo y la casta Minerva te trajimos;


A eso te condenamos, desde el da
Que Laomedonte defraud a los Dioses
Del concertado precio... Vedlo ahora!
Ya no alardea el husped infamante
Con su Lacona infiel; ni la de Pramo
Perjura casa, a los tenaces Griegos
Con la pujanza de Hctor contrarresta;
[p. 317] Y as esta lucha, que harto prolongamos
Con nuestra disensin, es concluda.

De hoy ms mi enojo ardiente a Marte inmolo,


Y a su amor vuelvo aquel mi odioso nieto
Que le naci de la vestal troyana.
Suba, y sintese dios entre los Dioses,
Saboreando el nctar; y felices
Reinen, no importa en dnde, los proscritos
De Ilincon tal que entre Iln y Roma
Ruja intratable mar, y trisquen sueltos
Rebaos sin seor sobre las tumbas
De Pramo y de Paris; y tranquilas
Cueven all las fieras sus cachorros.
Y as, que se alce el Capitolio flgido,
Y al Parto d su ley Roma altanera,
Y, temida de lejos, que su nombre
Del mundo a los confines acreciente,
Desde el mar interpuesto entre la Europa
Y el Africano, a la regin que el Nilo
Tmido riegams viril, ms grande
El oro desdeando que la tierra
En buen hora escondi, que amontonando,
Para uso vil, cuanto de templos y aras
Con sacrlegas manos arrebate.
Doquier divise Roma una barrera,
Fin del mundo, all toque; y rompa ansiosa
Hasta do el sol jams cede en su furia,
Y a do perenne posa hmeda niebla.

A los guerreros hijos de Quirino


Tal hado anuncio yo, fijando empero
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Mi condicin: que nunca, en loco abuso


De piedad o confianza en la fortuna,
Piensen a Ilin, ciudad de sus abuelos,
Del polvo alzar!! Resucitada Troya
Bajo auspicios tan lgubres, vera
Repetirse el horror de su cada.
Yo misma, hermana y cnyuge de Jpiter,
Llevara all mis huestes victoriosas;
Y si tres veces, con su brazo, Apolo
De altos muros de bronce la cercara,
Tres veces la hundiran mis Argivos,
Y a su esposo y sus prvulos tres veces
La cautiva matrona llorara.

Mas esto excede a mi festivo aliento.
De dnde, oh Musa audaz, me precipitas!
[p. 318] Plticas de inmortales no repitas,
No amenge flaca voz grande argumento.

CCLIII. POMBO, Rafael Bogot, 1882.

Descende Coelo. Od. III, 4.

Baja del Cielo, oh reina de las Musas!


Y alza en tu flauta un himno grande y nuevo,
Si a tu virgnea voz, como lo usas,
No unes ms bien la ctara de Febo...

La os?... O jugar tal vez conmigo


Dulce ilusin?... Oh, no! La escucho... Aun siento
Como que errando voy por la espesura
De sus amados bosques, al concento
De auras que rondan y agua que murmura.

All en mi infanciasobre el rudo estribo


Del Vltur apuls, que se prolonga
Fuera de Apulia mi nodrizaun da
Cansado de jugar rindime el sueo,
Y vinieron de Venus las palomas
Y, de hojas frescas, pabelln me hicieron.
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Qu asombro puso a todos los que habitan


Los picos de Aquerontia, y las florestas
De Bancia, y pinges campos de la humilde
Forenza, el verme as, durmiendo a salvo
De osos y negras vboras, cubierto
De entrelazado mirto y lauro sacro!
Nio sin miedo, all no estaba solo.
Velabais mi dormir, Ninfas de Apolo.

Amigo vuestro, y todo vuestro, oh Musas,


Vosotras sois mi proteccin, ya escale
Las montaas sabinas, ya disfrute
De la fresca Preneste, o bien de Tbur
Que en declive suavsimo reposa;
O de Bayas, en aguas generosa.

Devoto fiel de vuestras sacras fuentes


Y coros armoniosos, ni la fuga
Hrrida de Filipos, ni aquel rbol
Que vino sobre m, ni el Palinuro
Cabo funesto, se atrevi a inmolarme.
Sed vosotras conmigo; y, nauta osado,
Yo arrostrar del Bsforo la ira;
O, caminante, el arenal reseco
De las asirias playas quemadoras,
[p. 319] Y ver impunemente a los Britanos,
Feroces con el husped, y al Gelono,
Gran flechador; y el Tanais; y al Concano,
Que en sangre equina se regala ufano.

Cuando el gran Csar sus legiones trae,


Fatigadas de Marte, a nuestros muros,
Dar y tomar descanso apeteciendo,
Quin sino vos, oh Musas, lo distrae?
Quin sino vos, en la Pieria gruta,
En retorno al amor que l os tributa,
Consejos le insina de clemenca?
Y quin cual vos lo aplaude a competencia?

Bien recordamos cmoaquel que a un tiempo


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La inmvil Tierra y Mar ventoso rige,


Y en equidad, y l solo, a hombres y dioses,
Tanto a las muchedumbres de los vivos
Como los tristes reinos de las sombras,
Cul, con lloviente rayo, a los Titanes
Impos hundi con sus monstruosas huestes.

Hermanos, prole horrenda de la Tierra,


Fiados en sus brazos, puesto haban
A Jove en gran terror, montar probando
Sobre el Olimpo obnubilado el Pelin,
Pero Tifeo, y Mimas el robusto,
Y Porfirin, de porte amenazante,
Y Reto al par, y Enclado, el que troncos
Rpido arranca y como flechas tira,
Qu podran valer, precipitndose
De Palas contra la gida sonante?
De sta a un lado Vulcano combata
Ganoso de matar, y al otro Juno,
Matrona excelsa; y el que siempre armado
De su carcax, la cabellera suelta
Baa en las ondas de Castalia puras;
El que en su patria selva y Licia umbrosa
Mora, y a quien en Ptaro y en Delo
Inciensa y honra agradecido el suelo.

La Fuerza sin cordura no va lejos;
Siempre a su propio empuje se derrumba,
Mientras que el Cielo enva sus consejos
A la prudente, y veda que sucumba.
Cual ama al Fuerte justo, as detesta
Al que a pensada iniquidad se apresta.

[p. 320] Testigo de mi dicho, lcese y hable


El centmano Gas; ved la suerte
Del que amando a Diana, Orin culpable,
Prob un flechazo de la virgen fuerte.

La Tierra pesa con dolor, sentada


Sobre esos monstruos que brotara un da;
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Llora su prole, a rayos abismada


Del Orco en la regin triste y sombra.
Ni las llamas que Encelado vomita
Han consumido el Etna que lo abruma;
Ni Ticio, reo de liviandad maldita,
Puede esperar que su hgado consuma
El centinela atroz que no dormita.
Y a Piritoo su amor audaz condena
A su tres veces cntupla cadena.

CCLIV. POMBO, Rafael.Bogot, 1882.

Coelo tonantem. Od. III, 5

El alto trueno asordador nos hace


Reconocer a Jpiter, del Cielo
nico Rey. Los formidables Partos,
Los Britanos feroces
Que al fin Roma en sus mbitos encierra,
A Augusto anuncian, Dios sobre la tierra.

Y el soldado de Craso vivir pudo


De extranjera mujer menguado esposo?
Y el Apuls encanecer, y el Marso,
Sbditos de un rey Medo,
De su propio baldn ms que testigos,
Colonos, siervos, yernos de enemigos!

Oh Patria mia!, oh cambio! Esos traidores


Olvidronlo todo: las ancilas
Sacras, la toga, nuestro nombre, el fuego
De Vesta siempre vivo...
Y Roma estaba en piel y el Dios Patrono
Capitolino, inclume en su trono!

He aqu lo que previ y evitar quiso


Rgulo al oponerse a infames pactos
Que al porvenirdijo lfunesto ejemplo
Son, si no se abandona,
[p. 321] Sin femenil piedad, la prisionera
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Juventud a la muerte que la espera.

Yo viaadi, colgados adornando


Los estandartes y guilas de Roma
Los templos de Cartago; vi armas nuestras
Sin sangre arrebatadas;
Y hombres nacidos libresciudadanos,
Marchando atadas por detrs las manos.

Vi francas ya, de par en par, las puertas


De sus ciudades, y ondear las mieses
En campos que arras nuestra cuchilla.
Vi... Mas decidme el oro
Que rescate a un ruin lo har valiente?
Qu pagis? El baldn que arda en su frente.

La lana, una vez tinta, no recobra


Su perdida blancura; ni el coraje
Vuelve jams a un pecho envilecido.
Si ciervas, escapadas
De astuta red, transfrmanse en leones,
No me escuchis, son vanas mis razones.

Hroe ser quien a un falaz rindise;


Martillo de Cartago el que, de miedo,
Ni os mover los amarrados brazos;
El que hizo paz la guerra!...
Oh. infamia!, oh gran Cartago!, cul te empinas
Sobre el baldn de Roma y sus runas!

Dicen que, como esclavo, cual cautivo,


No ciudadano ya, rehusse al beso
De su casta mujer, y a las caricias
De sus alegres nios
Tiernos an; y torvo, como hielo,
El varonil semblante inclin al suelo.

Y una vez firmes ya por su herosmo,


Por un consejo tal, nunca antes dado
Los vacilantes Padres, arrancse
El egregio proscrito
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Al duelo amigo; y no aplaz un momento


Lo que aguardaba en frica el tormento.

Apartando a sus deudos, que lo asan


Con clamores y splicas; y al pueblo,
[p. 322] Que como a un Dios lo mira abrise paso
Y parti, cual ira,
Salvador de un cliente en buen derecho,
A espaciarse en Tarento satisfecho.

CCLV. POMBO, Rafael.Bogot, 1879.

Delicta majorum.Od. III, 6

Romanos, la maldad de vuestros padres,


Aunque no vuestra, pagaris vosotros,
Mientras los Dioses reparar no os vean
Sus templos, sus hogares ruinosos,
Sus ahumadas estatuas... Por humildes
Al Cielo, el Cielo os ensalz en retorno;
De all el imperio, all su alto principio;
Buscad tambin el xito all solo.

Hartos males los Dioses despreciados


Trajeron a la Hesperia, hoy vuelta en lloro.
Dos veces rechazaron nuestro embate
Maneses y Pacoro, porque sordos
Fuimos a los auspicios; y hoy sus cuellos
Brillan con nuestros fnebres despojos.
Cuando a Roma embargaba interna lucha
Poco falt para volverla escombros
El Dacio y el Etope, temibles
ste con dardos, con su armada el otro.

Fecunda en culpas nuestra edad, primero


Manch el ara nupcial, sembrando oprobio
En linajes y casas, fuente impura
Que a la patria y al pueblo inund pronto.
La casadera virgen se recrea
Aprendiendo las danzas de los Jonios,
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Y desde tierna instryenla en trapazas,


Y es torpe amor su pensamiento solo.

Ya esposa, nuevos cortejantes busca


En torno del banquete de su esposo;
Ni es exquisita en elegir al que haya
De obsequiar lejos de importunos ojos.
Sino que all, delante del marido,
Que en ello est, levntase al exhorto
Del mercader, o al del marino hispano,
De honras de damas pagador precioso.

Prole no fu de semejantes padres


La que en pnica sangre ti el ponto,
[p. 323] La que a Pirro y Antoco imponente
Postr, y al magno Anbal pavoroso.
Esa naci de rsticos soldados,
Progenie varonil de padres doctos
En romper con azadas la honda tierra,
Y en traer al hogar lea en sus hombros
De orden de austera madre, cuando mudan
Las sombras de los montes en contorno
Y desunciendo a los cansados bueyes
Llega el amigo tiempo del reposo.

Ah! qu no mengua en esta edad? Nacimos


De padres no tan malos como somos,
Ni buenos cual sus padres. Nuestros hijos
Ya irn siendo peores que nosotros.

CCLVI. POMBO, Rafael.Bogot, 1879.

Donec gratus eram tibi. Od. III, 9

HORACIO

Cuando era yo tu agrado,


Y, en prueba dello,
Ningn otro enlazaba
Tu nveo cuello,
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Tiempo dichoso!
Ms que el rey de los Persas
Fu venturoso.

LIDIA

Cuando era yo tu encanto,


Ms que ninguna;
Y, olvidada por Cloe,
No era importuna,
Entonces ufana
Me sent ms ilustre
Que Ilia romana.

HORACIO

Pero la tracia Cloe


Mndame ahora,
La que a la ctara une
Su voz canora.
No me intimida
[p. 324] La muerte, si muriendo
Salvo su vida!

LIDIA

Mas Calis, el de Turio,


Hijo de Ornito,
Es por quien hoy me inflamo,
Por quien palpito.
Muero con gozo
Dos veces, porque viva
Tan lindo mozo!

HORACIO

S... mas si se anudaran


Los rotos lazos,
Y otra vez nuestros cuellos
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Nuestros abrazos...
Si hoy mi puerta
Cierro a Cloe, y a Lidia
La dejo abierta...?

LIDIA

Aunque l al sol eclipsa,


Y eres ligero
Cual pluma, y ni en sus iras
Adria es ms fiero,
Contigo slo
Quiero vivir dichosa
Por ti me inmolo!

CCLVII. POMBO, Rafael.Bogot, 1879.

Faune Nympharum. Od. III, 18

Fauno, oh galn de las esquivas Ninfas!


T mis linderos y abrigados campos
Cruza benigno, sin daar mi tierna
Cra menuda.
Que al ao justo un cabritillo siempre
Muere en tu honor, y abunda el vino en copa
Socia de Venus, y en el ara antigua
Arde el incienso.
[p. 325] Cuando tus nonas de diciembre llegan
Todo el ganado en su gramal retoza,
Y ocioso el pueblo, con sus bueyes, hace
Fiesta en los prados.
Guapa la grey le soba el hombro al lobo;
Rigate de hojas la floresta el paso;
Y el cavador que quiere mal la tierra,
Tndela a brincos.

CCLVIII. POMBO Rafael.Bogot, 1882.

Intactis opulentior. Od. III, 24


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Aunque ms grande tu opulencia fuera


Que la intacta de Arabia, o la del Indo,
Y cubrieran tus fbricas el seno
Del mar Pullo y Tirreno,
.............................................

[Vid. O. H., pg. 111.]

CCLIX. POMBO, Rafael.Bogot, 1882.

Quo me, Bacche, rapis tui. Od. III, 25

Oh Baco! a dnde me llevas


Ardiendo en ti?
Qu bosque u ondas o cuevas
Templarn mi frenes?
Qu intentos, qu audacias nuevas
Quieres de m?

En qu grutas me oirn
Probando el vuelo
Para alzar a donde estn
Los astros, a do en su celo
Jpiter consulta el plan
De tierra y cielo,

La imperecedera gloria
Del paternal
Csar, sol de nuestra historia?...
Y, ah! cantar un himno tal
Que de otro mayor, o igual,
No habr memoria.

[p. 326] No admiro ya que en la cima


De alta montaa
A insomne Bacante oprima
Pasmo al ver cul se sublima
Rdope al cielo, aunque imprima
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Brbaro en l planta extraa;

O al contemplar, mal despierta,


Su Hebro, su Tracia
De intactas nieves cubierta...
Yo as, al azar, por no abierta
Senda rompo, y nada sacia
Mi vista cuando se espacia
Por costa y selva desierta.

Fuerte y feliz soberano


De Nyades, de Bacantes
Que aun a fresnos arrogantes
Pueden volcar con su mano!
No temas que hoy d, profano,
Un tono humilde o trivial.
No hablar cosa mortal.
Dulce peligro es seguirte,
Oh ardiente Dios, y ceirte
De tu pmpano triunfal!

CCLX. POMBO, Rafael.Bogot, 1882.

Vixi puellis.Od. III, 26

Hice frente en otros das


A rapazuelas y amores
Militando, no sin brillo,
Bajo esos gayos pendones.
Hoy, tierna lira, arma ma,
Confrmate con tu nombre,
Concluste tus campaas
Y es tiempo ya de que adornes
Los sacros muros del templo
De la doliente de Adonis.
Ella te acepte! y permita
Que a su izquierda te coloque,
Donde te acompaarn
Mis hachas de alegres noches,
Los arcos y las palancas
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Que rebeldes puertas rompen

[p. 327] Ah!... Reina que en Chipre tienes


La ms opulenta corte,
Y en Menfis anchos jardines
Sin nieves que ajarlos osen,
Una vez ms, dulce Reina,
Deja que tu gracia implore,
Con ese tu alzado ltigo
Hiere a la arrogante Cloe!

CCLXI. POMBO, Rafael.Bogot, 1879.

Tyrrhena regum progenies. Od. III, 29

Tiempo ha, caro Mecenas, descendiente


De etruscos reyes, que te guardo en casa,
En barril no inclinado hasta la fecha,
Vino suave, y rosas, y exprimido
Mirobaln que tus cabellos unja.
.................................................

[Vid. O. H., pg. 118.]

CCLXII. POMBO, Rafael.Bogot, 1879.

Exegi monumentum.Od. III, 30

Un monumento me alc
Ms duradero que el bronce,
Ms alto que las pirmides
De regia, fnebre mole.
........................................

[Vid. O. H., pg. 120.]

CCLXIII. POMBO Rafael.Bogot, 1879.

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Pindarum quisquis. Od. IV, 2

Todo el que en rapto emulador pretenda,


Pndaro nuevo, compartir su gloria,
Alas de cera, desastroso vuelo
De caro ensaya.

Ro que a tumbos de los montes rueda,


Y alto de lluvias desbordado avanza,
Tal, sin medida, frvido, profundo
Pndaro corre.

[p. 328] Y siempre Apolo su laurel le cie,


Ya en atrevidos ditirambos lance
Nuevas palabras, y discurra en sueltos
Nmeros libres;

Ora a los dioses, o a los reyes cante,


Sangre de dioses, que condigna muerte
A los Centauros y a Quimera horrenda
Dieron heroicos;

Ora al que excelso con la palma Elea


Vuelve a su casa; ora al jinete, al pgil,
Que l, con un don mayor que cien estatuas
Premia opulento;

Ya llore al joven que a su tierna esposa


Duros robaron; y ensalzando al cielo
Su nimo y vida inmaculada, l mismo
Rbalo al Orco.

Cisne de Dirce: mucho y fuerte viento


Sopla bajo l, y a su placer lo encumbra.
Yo en tanto, abeja de Calabria, sigo
Modos de abeja.

Si ella, orillando el Tiburino bosque


Coge tomillo, y con trabajo sumo,
Yo, como ella laborioso y parvo,

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Labro mis versos.

T, Antonio Julio, verdadero vate,


Con mayor plectro cantars al Csar
Cuando en trunfo por la sacra loma
Trae los Sicambros.

Nunca mayor ni mejor don al mundo


Hizo el Destino; y otro igual los buenos
Dioses no harn, ni devolviendo el de oro
Prstino tiempo.

T cantars nuestros alegres das,


Foro sin litis, populares juegos,
Dicha de Roma, que impetr la vuelta
Del fuerte Augusto.

Si algo yo hablara de escucharse digno,


Nuestros acentos se unirn. Que al Csar
Roma recobre, y cantar tan bello
Sol de ventura.

[p. 329] Mientra en el triunfo la ciudad recorras


Vtor! iremos aclamando, vtor!
Y ondas de incienso a los benignos Dioses
Ofreceremos.

T con diez toros y otras tantas vacas


Cumplirs. Yo le quitar a la madre
Cierto becerro que en soberbio pasto
Guardo ofrecido.

Rojo es su cuerpo; mas el rostro imita


Luna creciente en su tercera noche,
Con sus dos puntas, y una mancha nvea.
Sobre la frente

CCLXIV. POMBO, Rafael.Bogot, 1879.

Quem tu, Melpomene, semel. Od. IV, 3.


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Al mortal a quien t con blandos ojos


Mirares, oh Melpmene, al nacer,
No le dar renombre la Istmia lucha,
Ni en carro acaico el volador corcel.

Ni campos de ardua lid do hundiera en polvo


La arrogante hinchazn de ms de un rey,
Lo mostrarn del Capitolio al pueblo
Con corona triunfal cinta la sien.

La verde selva, las corrientes aguas


Que hacen del fresco Tvoli un vergel,
Eso har insigne, en verso griego, al hombre
A quien miraste plcida al nacer.

II

Roma, la ciudad reina, entre su amable


Coro cantor, me nombra sin desdn;
Y ya la envidia un poco menos que antes
Me agasaja con sculos de hiel.

Piride! oh t que el dulce son gobiernas


Del urea lira! t cuyo poder,
Si te viniera en voluntad, soltara
En cntigas de cisne al mudo pez:

[p. 330] Es merced tuya si al pasar me ensean


Unos a otros murmurando Ved!
El lrico de Roma! Merced tuya
Que agrade mi cancin, si grata fu.

CCLXV. POMBO, Rafael.Bogot, 1879.

Qualem ministrum fulminis alitem. Od. IV, 4

Como al ave de Jpiter,


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Ministra de su rayo,
Que por raptora fiel de Ganimedes
Hizo el rey Dios emperatriz del viento,
Saca del nido, tierna todava,
Juvenil osada
Y el heredado instinto de su aliento;

Y al principio las plcidas


Brisas de primavera,
Aunque asustada de su audacia misma,
La ensean a soltar vuelos no usados;
Luego, al redil ms vivo ardor la lleva;
Y ora en dragones ceba
Su hambre de lucha y miembros destrozados;

O as como de sbito
Si triscando gil cabra
Ve al cachorro len que destetado
Haciendo ensayo de sus dientes gira
Del campo en rededor; y ella inocente
Prase al verlo, y siente
Que al instrumento de su muerte mira:

Tal el Reto y Vindlico,


Nacin audaz que ignoro
Quin ense a llevar, como Amazonas,
Armada siempre de segur la diestra,
Flaco sintieron su nimo y confuso
Al afrontarlos Druso
Al pie del Alpe en belicosa muestra.

Aquel ejrcitorbitro
De victoria y conquista
Por tanto tiempo y dilatada zona,
A un joven sucumbi prudente y justo
[p. 331] Vi a dnde alcanza un natural no esquivo
Al paterno cultivo.
Vi lo que de un Nern hace un Augusto.

Los buenos, los magnnimos

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Nacen del fuerte y bueno,


Y as como el bridn su estirpe anuncia,
Polluelo vil no es de guila guerrera.
Sanas doctrinas lo heredado exaltan;
Mas do costumbres faltan,
El natural ms noble degenera.

Diga el Metauro, dgate


Asdrbal destrozado,
Cunto a los Claudios, Roma insigne, debes!
Hable aquel da, eterno en la memoria,
Que ahuyent de tu cielo noche horrenda;
Postrer sol de contienda,
Primero de descanso y de victoria.

Despus que Anbal prfugo


Cruz nuestras ciudades
Cual la llama las selvas, cual las ondas
El huracn, creci tu podero:
Que restauraste, con piadoso ejemplo,
Cuanta imagen y templo
Cay al Cartagins tumulto impo.

Y Anbal mismo, el prfido,


Diz que al fin exclamaba:
Locos vinimos acosando adrede,
Como a tropel cerval lobos feroces,
A estos hombres ayer; hoy, grande hazaa
Har quienes los engaa
Y elude su furor con pies veloces!

He aqu la gente intrpida


Que aunque asaz contrastada
Del Tusco mar, sus dioses, padres e hijos
A Italia transport de Ilin ardiente.
Mirad el mutilado lgido roble
Que saca esfuerzo doble
Del hierro mismo que lo hiri insolente.

Menos feroz contra Hrcules,

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Ya de triunfar dudoso,
[p. 332] La Hidra los trozos de su cuerpo alzaba.
Monstruo sin par hundido en el profundo,
Surge de all ms vlido y terrible
Y vence al invencible,
De aplauso y de irrisin llenando el mundo!

No ms nuncios de jbilo
Dirigir a Cartago.
Ya, muerto Asdrbal, la esperanza ha muerto:
Muri de nuestro nombre la fortuna.
No habr labor que un Claudio no supere.
Jpiter los prefiere:
Adistranse a la lid desde la cuna.

CCLXVI. POMBO, Rafael.Bogot, 1882.

Divis orte bonis. Od. IV, 5

Oh t que por los Dioses buenos fuiste [1]


Al nacer sealado
Guardin sin par de la romlea gente!
Mucho, mucho tiempo ha que ests ausente.
Vuelve, ay! que prometiste
Pronta vuelta al Consejo venerado.

A esta tu patria, oh generoso gua,


La alma luz restituye;
Pues cuando al pueblo, que vido te espera,
Muestras tu fazperenne primavera,
Ms brilla el sol; y el da
Es raudal que apaciblemente fluye.

Cual con votos, con splicas y ageros


La madre al hijo llama
Que allende el mar Carpacio nvido el Noto
Por ms de un ao demor, remoto
De sus patrios linderos
Y del amor que sobre todos lo ama;

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Y as como ella la tenaz mirada.


Que el vivo sol no ofusca
Ni en la sombra ceg,nunca desva
[p. 333] Del curvo puerto, con igual porfa,
De ansia fiel traspasada,
La patria al Csar vigilante busca.

Porque, merced a ti, vagan seguros


Por la heredad los bueyes;
Ceres desborda, re la Abundancia;
Cruza el nauta a placer su franca estancia;
Y, mejor que entre muros,
Mora la Fe bajo las santas leyes.

Ya dolo vil no mancha hogar bendito.


Freno al atrevimiento
Ley y costumbre imponen. De la madre
Es gloria el hijo, semejante al padre;
Y acosa hoy al delito
Su inseparable hermanoel escarmiento.

Quin hoy tiembla del Persa? Quin del Scita?


Quin de la horrenda, extraa
Visin de monstruos que Germania aborta?
Quin, inclume el Csar?Y qu importa,
Vivo l, si resucita
La ira feroz de la guerrera Espaa?

Por sus collados hoy la luz del da


Consume en paz cualquiera,
A olmos viudos yuntando vid fecunda.
Vuelve alegre al hogar, y en la segunda
Mesa, en fiel compaa
Te nombra como a Dios, y te venera.

No hay donde ests, que fervorosos ruegos


All su amor no mande;
Vierte en tu honor su ms preciado vino;
Y entre su tutelar grupo divino
Te honra a ti, cual los Griegos

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A Cstor fulgoroso, a Hrcules grande.

Buen Patrn! largos das, das de fiesta


D a la Italia tu mano!
Tal dice, a el alba, nuestro pecho enjuto,
Y talrendido a Baco su tributo
En ancha mesa honesta,
Cuando sumerge al sol el Oceano.

[p. 334] CCLXVII. POMBO, Rafael.Bogot, 1882.

Dive quem proles Niobea magnae. Od. IV, 6

Oh dios cuya venganza, por su soberbia lengua,


Vi Nobe en su prole; como a su turno en s
Ticio el raptor; y Aquiles, que a Troya casi l solo
Venci, fuerte ante todos, mas dbil para ti.

En vano, hijo de Tetis, con tremebunda lanza


Bati las torres drdanas. Cual pino que mordi
Fierro tenaz, cual prcero ciprs que el Euro tumba,
En teucro polvo, lejos, la altiva frente hundi.

Jams, dentro un caballo, mentida ofrenda a Palas,


Burlar a los Troyanos pensara este adalid
En medio de sus fiestas; ni en sus alegres danzas
A Pramo y su corte, ajenos de la lid.

l, tea en mano, hubiera quemado a pleno da,


Qu horror, al nio aun mudo, y al nio por nacer,
Si no alcanzis t y Venus que concediese Jpiter
A Eneas otra y prspera Ilin establecer.

Dios del lad, maestro de la sagaz Tala,


T que las crenchas baas del Janto en el cristal,
Guardin de las ciudades, Apolo siempre joven!
Sostn con honra el astro de mi regin natal!...

l me di el genio, el arte y el nombre de poeta.


Doncellas y donceles, de Roma ilustre flor!
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Vos todos, protegidos de la nacida en Delos


Que al ciervo y lince alcanza con su arco matador:

Seguid el ritmo lsbico, a mi pulgar atentos,


Cantando ritualmente al numen del laud
Y a la deidad Noctluca, de luz creciente, que hace
Pinge la mies, y aviva del tiempo la inquietud.

Y un da, ya casada Cant, dir la joven,


Vuelto el solemne jbilo, el himno secular,
Grato al Olimpo; y dcil mi lengua obedeca
Al vate Horacio, que iba marcndome el comps.

CCLXVIII. POMBO, Rafael.Bogot, 1882.

Diffugere nives. Od. IV, 7

Huyeron las nieves; retorna a los campos la grama,


La fronda a las selvas.
El suelo ya es otro; y mermando recobran los ros
Sus mrgenes ciertas.

[p. 335] Ya Gracias y Ninfas, vestidas del aire, su urdimbre


De danzas ordenan
Y al par van las Horas llevndose el ao, y cantando
Aqu todo vuela.

El Zfiro ahuyenta la escarcha; y el frvido Esto


Las flores ahuyenta;
Y Otoo al Esto; y a Otoo sabroso, el tirano
Que fnebre reina.

Las rpidas lunas, empero, sus menguas reparan.


Del hombre, ay! qu resta
Sino sombra y polvo, as que baj a donde moran
Tulo, Anco y Eneas?

Quin sabe si al montn hoy vivido aadir el maana


Los Nmenes quieran?
El tanto que hoy des a tus gozos, es tanto salvado
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Del que ansie tu herencia.

Ya muerto, y por Minos la solemne sentencia dictada


De premio o de pena,
No esperes, Torcuato, ni piedad, ni elocuencia, ni estirpe
Que a vida te vuelva.

Ni a Hiplito casto logr Diana sacar de las hondas


Tartreas tinieblas;
Ni al fiel Piritoo quebrantarle Teseo invencible
Las negras cadenas.

CCLXIX. POMBO, Rafael.Bogot, 1879.

Donarem pateras. Od. IV, 8

Yo, Censorino, grato a mis ntimos,


Tazas y bronces con gusto dirales
Y griegas trpodes, premio al intrpido;
Ni dones nfimos a ti tocrante
Si rico hallrame de obras que al pblico
Parrasio y Scopas mostraban clebres,
Hombres y dioses fabricando hbiles,
Ya en tosca piedra, ya en tintas lquidas.

Mas tal no puedo, ni extraa tu nimo


Tales regalos para su jbilo.
Gustas de versos, versos ofrzcote,
Veamos cunto valdr esta ddiva.

Ni esos inscriptos parlantes mrmoles


[p. 336] Por quien, ya muertos grandes repblicos,
Tornan gozando vida y espritu;
Ni el raudo paso de Anbal prfugo
Tras de amenazas repulsas e irritas;
Ni el fuego en que arde la ciudad Pnica,
Muestran, cual Ennio, qu encomios tcanle
Al que aun su nombre conquist al frica.

Si calla el libro, no hay premio al mrito.


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De Ilia y de Marte qu fuera el prvulo


Si el silencio nvido pusiese su bice
A los de Rmulo sagrados ttulos?
La creadora virtud, y el crdito
Y voz del Vatepotente orculo,
De Estigias ondas rescatado aco,
En las dichosas Islas consgranlo.
As concurre solcito Hrcules
Al deseado festn de Jpiter;
Y a rotas naves salva en el pilago
La estrella flgida, prole de Tndaro;
Y ornado Baco de verdes pmpanos
Humanos votos trae a buen xito.

CCLXX. POMBO, Rafael.Bogot, 1882.

Iam veris comites. Od. IV, 12

Ya vientecillos de Tracia,
Cortejo primaveral,
Agitan los blancos lienzos,
Sosiegan la crespa mar.
Ya no estn yertos los prados,
Ni hinchado bajo el dogal
De las nieves del invierno
Brama el ro montaraz.
Flbil gimiendo por Itis
Ya el ave de hado fatal
Que de Ccrope y su trono
Oprobio eterno ser,
Porque veng malamente
Del rey la atroz liviandad.
Triste Progne, hoy golondrina,
Su nido labrando est;
Y de sus gordas ovejas
Va en zaga el joven guardin;
O juntos varios que oprimen
[p. 337] La tierna grama vivaz,
Cantan al son de su flauta
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Y dan contento al dios Pan,


Que ama el ganado, y de Arcadia
La dulce escabrosidad.

Virgilio mo, este tiempo


Trae sed, y si por azar,
Como eres de nobles mozos
Predilecto comensal,
Se te antoja cierto vino
Que de Cales vino ac,
Sabe que slo con nardo
Tu racin merecers.
Un fragante botecillo
El listo hechizo ser
Que el cntaro ntegro saque
Del Sulpiciano raudal,
A dar esperanzas nuevas
Con su largueza eficaz
Al nimo, y en sus ondas
Agrias cuitas ahogar.

Si te tienta, si te urge
Este prospecto, ven ya,
Ven... mas no olvides tu impuesto,
Imaginando quizs
Que a lo Lculo voy gratis
A baarte en mi lagar.
No tardes, da tregua un punto
Al avaricioso afn,
Y recordando del muerto
La negra llama voraz,
Ya que aun te es dado, une al seso
Tal cual ligero desmn,
Que hasta esto de hacer el loco
Tiene su oportunidad.

CCLXXI. POMBO, Rafael.Bogot, 1879.

AL SR. D. MARCELINO MENNDEZ PELAYO.

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Beatus ille.Epod. 2

(Con algunas expresiones de la traduccin de Fr. Luis de Len. que van en bastardilla.)

[p. 338] Feliz quien lejos del bullicio, y lejos


Del logrero sin leyes,
Cultiva, as como en los tiempos viejos,
Su heredad con sus bueyes.
Ni atroz blico toque lo despierta,
Ni airado mar lo abate;
Y evita el foro y la soberbia puerta
Del protector magnate.
l se place ayuntando al olmo erguido
La vid de largo brazo;
Y poda el ramo intil; e ingerido
Pone otro en su reemplazo.
O esparcida en el valle su vacada
De lo alto la vigila;
Y castra el limpio colmenar, y a cada
Oveja enferma esquila.
Con qu placer, cuando alza de oro y rosa
Otoo su bandera,
No apaa la uva, prpura sabrosa,
O engerta, blanda pera!
Y a ti, Prapo, a ti, guardin Silvano,
Las primicias ofrece;
Y ya en la tenaz grama, o del anciano
Roble al pie, se embebece,
Oyendo las querellas que se envan
Los Pjaros sin dueo,
Y el murmurar de fuentes que extasan
En apacible sueo.
O cuando, al son del trueno, en valle y cerros
Helado invierno acampa,
Ya lanza al jabal, con tren de perros,
En la parada trampa;
O con red clara que en horquillas tiende
Coge al tordo goloso,
Y al lebrato, a la grulla en lazos prende,
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Gaje a su afn gustoso.


Quin las congojas del amor no olvida
Si as el tiempo acompasa!
Y cun mejor si esposa fiel le cuida
Los hijos y la casa!
Si as cual la Sabina o la Pullesa,
De andar al sol tostada,
Colma en lea el hogar cuando l regresa
Cansado a su morada.
Y las cabras ordea que en buenhora
Arrest en su cercado;
[p. 339] Y saca vino fresco, y elabora
Un festn no comprado.
No me gustarn ms ostras lucrinas,
Ni el rombo, ni el escaro,
Si huracn de levante a ondas latinas
Vuelve a echar don tan raro;
Ni el gallipavo de frica, ni el griego
Francolin ms estimo
Que las olivas que en mi huerta riego,
Do una rama es racimo;
O la romaza, que ama el csped bello;
O la benigna malva;
O el cabrito que, ya dentro del cuello
Del lobo audaz, se salva.
O la oveja que a Trmino en su fiesta
Siempre se sacrifica:
Viandas a que la vista en tanto presta
Una sazn ms rica.
Ver cmo a casa apacentada torna
La diligente oveja;
Los lasos bueyes, cuyo cuello adorna
Vuelta al revs la reja;
Y, como enjambre que el fogn rodea,
La fila de criados...
Alfio dijo esto, y ya dejar desea
La usura por los prados.
Recoge, hacia los Idus, su dinero;
Y a las Calendas... otra vez logrero.

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CCLXXII. POMBO, Rafael.Bogot, 1879.

Lupis et agnis.Epod. 4

Si entre cordero y lobo hay pugna eterna,


La misma el hado entre los dos fund:
Que abrazaron tus piernas frreos grillos
Y tus lomos el ltigo espaol,
Y aunque por tu dinero andas soberbio
Nunca Fortuna calidad cambi.

Cuando midiendo vas la Sacra va


Con seis varas de toga, oye la voz
De cuantos al pasar, a un lado y otro
Vuelven la faz con franca indignacin:
A se, a fuerza de azote lo sajaron
Hasta que el pregonero enronqueci;
[p. 340] Y hoy, ese mismo, en el Falerno campo
Tiene unas mil yugadas en labor;
Y se atreve a pisar con sus rocines
El Apia va; y, despreciando a Otn,
Como un gran caballero usa sentarse
En primer banco, a par del Senador...

A qu cargar tanta ferrada prora


Contra cualquier gavilla que se alz
De ladrones y esclavos, cuando ste,
ste es aqu tribuno de legin?

CCLXIII. POMBO, Rafael.Bogot, 1882.

Quid immerentes hospites. Epod. 6

Por qu a inofensivos huspedes


Atarazas, perro vil,
Y eres con los lobos manso?
Por qu no vuelves aqu
Tus vanas roncas, la furia
De, tus humos de mastn?
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Por qu no a m?... Porque sabes


Que yo s te prendo a ti;
Que como alano, o al uso
Del digno de su pas
Perro lacn, fuerte aliado
Del celador del redil,
Sabr, con orejas altas,
Por la honda nieve afligir
A no importa qu alimaa
Que alce delante de m.

T, despus que el bosque aturdes


Con tremebundo latir,
Vienes a husmear tu pitanza
Cual falderillo ruin.

Cuenta! Cuenta que ya asprrimo


Enristro el cuerno sutil
Contra la infame caterva!
Ya embisto, como al malsn
De Oscpolo el fiero Hipnax,
O como en su frenes
De yerno burlado, Arquloco
Al suegro falso e incivil.
Si un qudam, de negro diente
[p. 341] Se atreve a morderme, di,
Piensas que yo como un nio
He de sentarme a gemir?

CCLXXIV. POMBO, Rafael.Bogot, 1882.

Quo, quo scelesti ruitis. Epod, 7

Adnde, adnde os despeis, impos?


Por qu asir otra vez las armas fieras?
Harta latina sangre, sangre a ros,
No corri ya por ondas y praderas? [1]
.................................................

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[Vid. O. H. pg. 157.]

CCLXXV. POMBO, Rafael.Bogot, 1886.

Quo, quo scelesti ruitis Ep. 7

(Impresa en el Parmaso Colombiano, de Aez, t. I. pg. 59.)

Inc. A dnde, a dnde os despeis, impos?


Por qu asir otra vez las armas fieras...

Est en cuartetos aconsonantados, que no parece la mejor combinacin para traducir un Epodon, aunque siempre es preferible al endecaslabo asonantado que haba
usado Acua de Figueroa.

La versin de Pombo no es de las ms felices suyas, y, en general, encuentro acertados los reparos que sobre ella hace el general Mitre. [2]

Es un pleonasmo el sangre a ros, despus de harta sangre. Las armas no deban ser fieras, epteto vulgar, sino escondidas (enses conditi). Perecer a propios
empellones, en vez de perire sua dextera, no puede pasar, porque es imposible suicidarse dndose empellones a s propio. El sentido de los ltimos versos, que es [p.
342] el de la pieza toda, resulta confuso por haberse suprimido la alusin a Remo:

Ut immerentis fluxit in terram Remi


Sacer nepotibus cruor.

Hay, como siempre, versos de poeta:

Ay! y no corri para incendiar los muros


De la envidia soberbia de Cartago,
Ni para ver entre eslabones duros
Al intacto Bretn contar su estrago!

Con permiso del general Mitre, no s qu gnero de infidelidad puede haber en decir eslabones duros, en vez de cadenas, y aunque concedo que lo de cantar su estrago
no est en el original, todava me suena mejor los cuatro versos de Pombo que estos otros cuatro del ilustre caudillo argentino, harto humildes y prosaicos:

No fu para incendiar soberbios templos


De Cartago la impa [1]
Ni al Britano indomado entre cadenas
Traer por la sacra va...

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CCLXXVI. POMBO, Rafael.Bogot, 1882.

Nox erat...Epod. 15

Era la noche, y en sereno cielo


Febe reinaba entre inferiores luces
Cuando t, de los Dioses en presencia,
Prendida a m como la hiedra al roble,
Y ya perjura en tu nimo, jurabas
Lo que mi propia voz te iba dictando:
Mientras ronde el rebao el lobo hambriento,
Mientras Orin, terror de los marinos,
Les subleve la mar; mientras de Apolo
La intonsa cabellera al viento flote,
Pagar tu constancia.

Harto, oh Neera,
La ma te costar!Ten entendido
Que si un tomo de hombre a Horacio resta,
No sufrir que noche tras de noche
[p. 343] Regales a otro ms feliz... Alguna
Encontrar que me ame cual yo amo;
Y as que tu beldad se me haga odiosa
Y me penetre el nimo este agravio,
No habr poder que mi firmeza rinda.
En cuanto a ti, quienquiera que t seas,
Afortunado que hoy tan alto marchas
Soberbio de mi malpor opulento
Que en rebaos y tierra hayas nacido,
Y aunque slo por ti corra el Pactolo;
Ms: si resucitado te infundiese
Pitgoras su ciencia, y eclipsaras
A Nireo sin par con tu hermosura:
Ah! los cielos harn que tus amores,
Mudados a otro, msero lamentes,
Y que, a mi vez, te vuelva yo tu risa.

CCLXXVII. POMBO, Rafael.Bogot, 1882.

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Altera jam teritur.Epod. 16

Una edad ms en fratricidas luchas


Ya se est consumiendo; y Romaaquella
Que ni el vecino Marso, ni la Etrusca
Multitud de Porsena amenazante,
Ni Capua, nuestra mula, ni el fiero
Esprtaco cruel, ni el sedicioso
Albroje falaz que al viento cambia,
Ni Germania ojiazul, ni el mismo Anbal,
Odio de nuestros padres, consiguieron
Destruir, ni aun domar: la invicta Roma,
Hoy a su propio esfuerzo se desploma.
...................................................

[Vid. O. H., pg. 164.]

CCLXXVIII POMBO, Rafael.Bogot, 1882.

NOTAS A LAS POESAS ANTERIORES

Origin estas traducciones el deseo de dar con ellas una prueba de aprecio y simpata al Sr. D. Marcelino Menndez Pelayo, autor [p. 344] de Horacio en Espaa,
aumentando as al mismo tpo. las versiones americanas de Horacio que comunicase a dicho ilustre literato mi querido amigo y paisano D. Miguel Antonio Caro, el
traductor de Virgilio.

Mi designio no ha sido el de hacer traducciones de gusto clsico, ni de laboriosa y esmerada interpretacin. No alcanzan all mi estilo y fuerzas; ni trabajndolas de
prisa, las ms en cama, atormentado por agudsimos dolores, y para enviarlas por el prximo correo, pueden tener la eleccin de diccin y el asiento de estilo que no
resultan sino de una revisin posterior, pasado el primer esfuerzo de vaciar en molde propio ideas ajenas y de lengua y tiempo extraos. Rogando, pues, al Sr. Menndez
que excuse su inevitable crudeza y las muchas inadvertencias que contendrn, dir que mi plan fu el de escoger algunas de las Odas del Venusino que fuesen ms a
propsito para hacer comprender y sentir a los despreciadores de lo clsico, y en especial griego y latino (partido numerossimo en Amrica), que el tal Horacio era un
gran poeta, un alma sensible, generosa, piadosa y delicada, un moralista capaz de avergonzar a muchos de nuestros das; y su pas y su tiempo digna materia de estudio
y aplicacin para los nuestros. Las formas, pues, deban ser populares en lo posible, como para popularizar al lrico latino e inducir a los lectores a estudiarlo en mejores
y ms completas fuentes. Creo, adems, que cualquier forma es buena si agrada y no pugna con la gravedad o la ligereza del asunto original.

En punto a diccin, trat de dar literalmente la palabra de Horacio, siempre que el castellano y el metro la consintiesen; rompiendo con cierta etiqueta de lenguaje que
viene de siglos atrs privndonos en ocasiones de expresarnos con la fuerza y verdad que admite nuestro idioma. Tengo para m que de romper esa etiqueta puede
resultar hoy, en manos ms diestras que las mas, un buen recurso de frescura y efecto en la expresin. No s si es a algn manejo de Shakespeare, o a mi natural
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anticeremonioso, a lo que debo, tambin en violacin de dicha etiqueta, cierta aficin a usar voces o modos vulgares cuando los aristocrticos no satisfacen, por dbiles
o por ya trillados y rutineros. Ejemplo de lo primero: en la oda Altera jam teritur, traduje ubera tenta, UBRES TIRANTES. Ejemplo de lo ltimo: en la oda Quo, quo
[p. 345] scelesti ruitis, verso 10, traduje sua dextera a PROPIOS EMPELLONES, por la fuerza de esta palabra, que agresiones u otra rima semejante no reemplaza.
Profeso el principio de que los poetas deben proponerse no slo no dejar degradar el lenguaje usual e inocente, sino tambin ensancharlo todo lo posible elevando con
buena eleccin lo vulgar o llano que no tiene en lo culto correspondencia enrgica. Qu golpes tan humanos, tan certeros y profundos no suele dar Shakespeare por este
medio! Para ciertos, momentos, hacindose olvidar el literato, el hombre se har sentir ms.

Me permit abreviar tal cual rasgo inoportuno o pesado del original (como el de las Amazonas del Elogio de Druso), y dislocarlos anteponindolos a los ms felices para
remate de estrofa; y otras veces, como en la de Cur me querelis, aprovech el desahogo del metro para aadir breves incidentes explicativos.

Omit llamar rojos al len y al Tber, porque nunca han sido rojos, sino leonado el uno y color de adobe oscuro, u ocre amarino negruzco el otro, segn tengo entendido;
como que los italianos lo llaman biondo. Parece, en fin, que Horacio tena ciertas muletillas o voces favoritas, como la de tumultos. Se las he reproducido; y basten estas
observaciones, que pueden ser triviales o erradas, como de quien invade campo ageno. Ustedes los fillogos tendrn eso analizado y fijo de mucho atrs.

Por imperfectas que estn estas bagatelas, siempre agradecer al Sr. Menndez la ocasin que l me ha dado de leer a Horacio, pues traducir en verso a un poeta es el
mejor mtodo de leerlo; y agradezco especialmente la distraccin que esto me ha proporcionado, alternando entre Horacio y la morfina para olvidarme de la vil materia
y poder dormir en medio de dolores casi incesantes que me taladran la cabeza. En gracia de esta obra de misericordia, perdneme el gran resucitador de Horacio si he
tratado de contradecir la asercin de su libro, a la pgina 103, de que una traduccin potica de Horacio no es para hecha en ratos de ocio, ni como solaz de ms graves
tareas: requiere largo esfuerzo y aplicacin constante: as como mi amigo Caro y yo, y el pblico espaol, pronto consumidor de su primera edicin, desmentimos
tambin sus modestas falsedades de que ese libro no ha de ser ledo por nadies (p. XV), y de que haba sido escrito no para [p. 346] solaz y recreacin, sino para
tormento de los lectores. Por mi parte, Dios os bendiga, Horacio y Menndez Pelayo, mis solazadores en estos tres meses de tormento!

Si la vida alcanza y esta muestra agrada, puede ser que yo complete, solo o acompaado, la produccin de un Horacio bogotano.

***

Como no tenemos aqu ms que un ejemplar del Horacio en Espaa, ste no dura mucho en unas mismas manos; y sucedi que al enviar yo a usted mis odas anteriores,
tena hechas algunas apuntaciones, pero el libro estaba en poder de Caro, yo no lo haba hojeado entero, y as no saba lo que advert despus, a saber, que usted mismo
cita la introduccin de Olmedo sobre el guila. Tambin vi con gusto, a la pg. 421, que usted recomienda al portugus Garao porque di carta de naturaleza potica,
no sin asombro y escndalo de los pedantes, a muchos vocablos y frases tenidos por innobles y prosaicos: mrito muy de acuerdo con lo que yo sostengo en el
particular, bien que no s con qu gusto y discrecin lo practicase Gargao.

Despus encontr, en otra oda a Melndez, el Cual el ave de Jove que saliendo.

No me he acordado de examinar si Druso derrot tambin a los Retos. Al traducir le algo contradictorio sobre esto.

Sic te Diva potens. I, 3.Algunas travesuras he inferido a esta preciosa oda, desde el italianismo caro mo (si pasa en vez de dueo), esas seguidillas eneasilbicas, las
Iladas sollozando fulgores para volver la idea de humedad,la frula del Noto, y el caminar sobre agua,hasta la parfrasis del trabajoso Macies et nova Febrium. y

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el recargo de color a los tres ltimos versos, fuera de dos frases prosaicas y de efecto bufo: Dejndolo todo en buen orden y Adnde no iremos por ir? Pero, en fin,
yo no escribo de frac y guante blanco.

La 1. seguidilla la remat as al principio, con ms fidelidad,

Velando que, fuera del Ypix,


No salga un viento;

o que Caro y otros declararon de mal olor. Reniego, como [p. 347] Alejandro, de la vil materia, demasiado presente a los lectores, y que en todo se atraviesa.

Solvitur acris hiems. I, 4.El verso del Fauno (3., 3. er cuarteta) debe leerse:

Ahora es bien que en umbro sacro


bosque inmolemos a Fauno

traduccin ms fiel, y verso ms corriente. [1]

Vides ut alta. I, 9.Aqu usamos mucho la voz garrafn. De Espaa vendra.

Mercuri facunde. I, 10.Como que el asunto repugna una traduccin muy formal y seria.

Tu ne quaesieris. I, 11.No habra traducido yo esta odita a haber ledo antes la que Burgos copia como atribuda a Gngora: toda ella de mano de poeta, de amo, aun
en traducciones; pero, sobre todo, llena de gracia en los Babylonios numeros, y con un Carpe diem inimitable, exquisito. Dudo que, de ese gnero, haya nada mejor en
castellano:

Coge la flor que hoy nace alegre, ufana.


Qu sabes si otra nacer maana?

Ojal ponga usted en claro de quin es esa gota de eterno roco. No tengo a la vista su Horacio en Espaa, y no recuerdo si se fij usted en esto.

Lo que no pueda bajo algn respecto mejorarse, creo que es ocioso traducirlo de nuevo. Otro tanto digo de dos traducciones por Pesado (de slo tres que conozco
suyas), las de Maecenas atavis y Quis Puer gracilisde un gusto y discrecin perfectas, y de una ligereza areaanttesis del apellido de su autor. Y otro tanto de las
tres que debemos a usted. (Estudios poticos, 1879) , modelos de fidelidad. La Quis puer ha sido quiz la oda de Horacio ms afortunada entre nosotros.

[p. 348] Las de Moratn son inmejorables en estilo, mas no calculadas para popularizar a Horacio, a mi modo de ver.

O navis referent. I, 14.No dejndome ya qu pretender con esta oda las magnficas traducciones e imitaciones del gran Fray Luis, de Burgos, Bello, Olmedo, etc., se
me antoj hacerla concisa, y de estilo directo, duro y agitado, como de tormento; mientras que la de Bello tiene ritmo de bonanza, de barcarola. El sollicitum tedium lo
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volv horror por mayor distincin; si exager, lase arriba afn. Trat de acentuarle algn sentido al censurado pasaje de las Ccladas; no s si algn otro ha discurrido la
misma moraleja, pues mi librera horaciana no vale un ardite. Observando luego que, aunque menor en cinco versos que el original, le sobraban todava nueve palabras
de afeite, la puse a mermar como agua al fuego; y la saqu con dos versos ms de menos (o menos de ms), como se ve en seguida. Dulce est aliquando desipere.

Pastor cum traheret. I, 15.Algo pedestre sali este romancejo; ojal su fidelidad le haga perdonar esta falta. Es otro homenaje al autor de La profeca del Tajo.

Bogot, octubre 8, 1879.

P.

Dianam tenerae. I, 21.En composiciones como sta (los himnos sagrados en general) con cuya traduccin no es dable agradar al pblico presente, ni siquiera al odo
por el conflicto de nombres hoy ingratos o extraos, no he pretendido hacer cosa agradable, sino humilde traduccin, concisa y fiel en lo posible para m. Adems, en
todo lo clsico antiguo las vocales concurrentes son tormento del traductor, como usted lo habr experimentado. Cuntas veces acuden para una misma estrofa cuatro o
ms voces, como Diana, Orin, Clo, Tala, Gas, Piritoo, Hadas, Dione, Agieo, Fraate, Ilion, Eneas, Pramo, Evoh, Nobe, Pieria, Faeton, Prometeo, Tifeo, etc., cada
una de las cuales puede requerir alguna salsa extra-texto para administrarla! Y, de contado, raro lector se har cargo de la forzosa en que el traductor se encuentra, y los
ms llamarn oscuro, confuso, mal hecho lo que contiene nombres, aventuras, alusiones que ellos no entienden. [p. 349] Icci, beatis nunc Arabum invides. I, 29.
Traduje sta para llenar ese blanco del pliego. Veo que tambin me sali ms corta que la de Moratn, y sin tantas inversiones, de que l abusa. Tiene, al odo, poco ms
de las slabas del original. Como ste parece zumba humorstica a un amigo, pido a usted me pase el familiar y castellansimo taita.

Parcus Deorum. I, 34.La idea final me pareci que peda soneto.

Septimi Gades. II, 6. En el penltimo verso (obvio por cierto), y en la frase a ambos nos llama, coincidi por casualidad mi traduccin con la de Burgos, que de
propsito no le sino despus. Bogot, octubre 12, 1882.

Su amigo afmo. Rafael Pombo .

Oda: Ulla si juris. II, 8.Aqu cambi a mi antojo el te senes.

Jam pauca aratro. II, 15.Me encanta esta odita, por alguna propensin que tengo a Regidor. La arquitectura es por hoy mi mana, ms que los versos, y suspiro porque
alguien proponga en Madrid, para mejorar ciertos barrios, la demolicin de algunas cinco o seis manzanas para hacer en ellas otras tantas plazas, cada una de ellas
completamente caracterstica de una de las diversas pocas arquitectnicas de Espaa, con monumentos a los respectivos personajes. Eso ayudara mucho al estudio,
aprecio y conservacin de los tesoros de Espaa en esta lnea. Ser mera fantasa

En la traduccin me he atrevido a ciertas peligrosas literalidades esquivadas por otros.

Otium Divos. II, 16.Byron record probablemente el Patriae quis exsul se quoque fugit en su cancin a Ins del canto 1. del Childe Harold.

What exile from himself can flee?


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To zones, though more and more remote,


[p. 350] Still, still pursues, where'er i be,
The blight of life The demon Thought.

que cuando muchacho traduje as:

Puede huir de s mismo el desterrado?


Los ms lejanos climas atravieso,
Y aun me sigue este azote de mi vida,
Este tenaz demonio, el Pensamiento.

Ah notar usted algunas variantes o correcciones. Puede usted escoger la que prefiera.

Cur me querelis. II, 17.Busqu para sta un metro quejumbroso, quebrado, anlogo al de qu se hizo el rey don Juan? No s si acert.

Non ebur neque aureum. II, 18.Parceme sta una de las ms conceptuosas, enrgicas y geniales odas de Horacio, con la ventaja de que, a diferencia de otras, remata
admirablemente, y de que carece, casi en un todo, de la geografa, mitologa e historia que constituyen el cuerpo de muchas, con detrimento de nuestra debida
estimacin. Aqu abundan toques cmicos y contrastes no rebuscados, unos y otros de grande efecto. Parceme tambin una de las ms desgraciadas en sus traducciones
castellanas, bien que a la vista tengo slo tres: la de Fray Luis de Len, parfrasis que quiz por muy juvenil y sin buen estudio del original, lo altera y desnaturaliza a
cada paso; la de Burgos, mucho ms fiel, mas no cuanto pudo y debi serlo; y la de Moratn, que yo conceptuaba magnfica hasta que la compar con el texto latino. l
tambin malogr, como todos, el estudiado juego del cornisamento de mrmol tico con oscuras columnas nmidas, boato de Marco Lpido, cuyo costo escandaliz a
Roma (como lo apunta Burgos), y cuyo mal gusto quiz no se escap del crterio de Horacio. El heres ignotus puede ser intruso, aludiendo a Aristnico; pero si Atalo
III leg al pueblo romano cuanto posea, podra tambin Horacio llamarse desconocido heredero suyo, con gracia y oportunidad. El jactancioso fausto de las honextae
clientae se pierde al llamarlas siervas. Divesque petit me [p. 351] pauperem es algo ms que el rico a m se inclina. Dies truditur die, queda deshuesado en: Una y otra
despus arrebatadas huyen las horas. Quin las arrebata? Tambin se pudo traducir Hrtanse dias a das o Hurta un da a otro da, o Echa, etc., ms propio pero bajo.
Me hizo mejor verso la accin pasiva. Moratn omiti luego la especie de preparar un anciano materiales para su palacio, o mandarlo construir, que es ms picante que
la de estar ya edificndolo. Que mucho! Si los trminos vecinos, alteras avariento: aqu, como en el Dies truditur die, omiti el cuadro, el vivsimo modus operandi:
usque revellis terminos agri proximos, que yo tampoco he trasladado con toda su energa. Et uxor et vir pellitur: aqu omiti el acto de expulsarlos. Tellus recluditur
aeque, etc., malogr esta gran figura, vertiendo Igual prepara la tierra sepultura. Callidum Promethea: traduce audaz, debe ser errata, por sagaz, pero todo eso, por
hacer estilo, sali dbil. Despus figura Carn en vez de Plutn; y el ltimo precioso rasgo naufraga. No parece de Moratn haber convertido el vocatus atque non
vocatus en Invocado tal vez o aborrecido; y mucho menos aquello de aliviar al pobre acallando su llanto en el horror eterno. La forma mtrica de toda la traduccin
indecisa, embarazada o tosigosa en los versos cortos, y pobre en rimas, tampoco puede servir de modelo, ahora lo observo. Caro me informa que Gallego? critic
severamente a Moratn; mas no he ledo dicha censura. Entretanto repito que, de las traducciones de Horacio que conozco, slo las dos de Pesado, las de usted y la
supuesta de Gngora (A Leucnoe) me parecen inmejorables. En su Horacio en Espaa debe de haber otras excelentes, pero no he vuelto a tomarlo de manos de Caro
desde 1879, y mi memoria es la peor de todas las conocidas.

Esto en cuanto a afear al prjimo, para lo cual todos somos agudos; en cuanto a hacerlo mejor que l, otro es el cuento. Por el pronto ya veo el gesto que har usted a
aquel pujas, que es ms grfico de lo necesario; mas la tinta est fresca, se va el correo y no hay tiempo para ms.

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Cierro repitindome suyo de corazn. Rafael Pombo.

Bogot, octubre 18, 1882.

Angustam, amice. III, 2, y Exegi monumentum. III, 30.En [p. 352] stas, y acaso en otras, ocurren algunos finales agudos esdrjulos que alguien censurar. Sobran
autoridades que me disculpen, pero, sobre todo, la energa y propiedad de la expresin deben preferirse a la observancia de esas reglas menudas, si merecen llamarse
reglas.

Justum et tenacem. III, 3.Nuestro insigne Caro considera sta una de las odas de Horacio ms difciles de traducir, por sus transiciones, etc., y aadir yo, por el atroz
enlace del speech de Juno, que indujo a Burgos a anteponerle la posterior entrada de Rmulo en el Olimpo. Como yo soy de tronco gallego, este obstculo me provoc a
traducirla literalmente, salvo cambios de mi gusto, no de necesidad; para ver si as la podran sufrir odos castellanos, y ah va al supremo tribunal del Sr. Menndez
Pelayo, nico responsable de todas mis tropelas horacianas. Aqu no falta una palabra til de Horacio (til para agradar a lectores de 1882); y antes le he aadido 46
mas, que suman siete endecaslabos sibilinos:

Alumbrarn su incontrastable intento


Y en pie celestes inmortal, la gloria
Igneos ceniza en triunfal marcha alzado
A su pas a eso te trajimos
A eso el da Vedlo ahora! a su amor sueltos
Sin seor ms viril divisa Roma
Altos fijando misma alzar del polvo:

quitados los cuales, son 73 versos, uno ms que el original, y 17 menos que la de Burgos: luego, sin avara estrechez, puede nuestra lengua reproducir al conciso
Horacio. Yo no he omitido, como Burgos, el prava jubentium y el insultet armentum. Tampoco creo que he aguado el horrenda late ni el quicumque mundo, etc., ni
suavizado liberalmente el Omne sacrum rapiente dextra (por donde sospecho que el Sr. Burgos era radical). Reconozco al mismo tiempo que l hizo un magno esfuerzo
al ajustar el original a su desagradecsimo tipo de estrofas lricas, inconmensurables como Horacio: lecho de Procusto que se venga cruelmente del que lo aplica en
traducciones. Sin tan errada etiqueta clsica, Burgos habra hecho desde entonces, con trabajo infinitamente menor, una infinitamente mejor versin del Venusino. La
[p. 353] cuestin de forma, a mi modo de ver, tiene que ceder al sine qua non de reproduccin fiel, enrgica y potica, o, mejor dicho, la forma espiritual, la del designio
del autor, es la que hay que buscar, pues de lo contrario se hace al original secundario respecto de las estrofas y rimas modernas: teora insostenible. El ejemplo de la
Eneida de M. A. Caro me replica que todo se puede conciliar; s, pero con fuerzas inauditas de lengua y de trabajo, como son las de l, que temo no se repitan en mucho
tiempo en nuestra literatura; fuerzas tales, que ese monumento, digna labor de una vida, es apenas uno de los muchos ocios por ese estilo de su adolescencia. Caro es un
Vulcano literario en tales faenas, aparte de cien otras aptitudes y habilidades.

En la segunda forma de la traduccin de Burgos de esta oda (que he visto anoche por vez primera, en el Horacio pintoresco de Barcelona, 1882), hallo con sorpresa que
el refringit de Hctor, tan justamente elogiado por l, lo malogr cambiando la pujanza en blasones. Fatal remiendo, en vez de haber corregido los tigres no domados, la
plebe, lo de reparar los muros de Ilin, el fuego que hace polvo, los climas (qua parte), las malas rimas verbales, y otras menudencias. No s si acert, en mi empeo de
concisin sin sequedad, al reducir tres y medio versos del latn a uno y medio:

Suba, y sintese dios entre los Dioses


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Saboreando el nctar.

Mi cueven del celent inultae pide indulgencia. No me satisface all verbo ninguno que no haga de esas tumbas cuevas de fieras. El singular cnyuge, lo ha usado Caro;
su autoridad tendra.

No me ocurre ms que decir en modesto encarecimiento de mi traduccin para que usted la acepte con menos repugnancia como especialmente suya, lo que declaro no
por mrito de mi copia, sino por la proverbial distincin moral y religiosa del original.

Coelo tonantem credidimus Jovem. III, 5.Es faltarle al respeto a esta oda mandrsela a usted apenas al otro da de traducida, cruda, tosca y desigual por consiguiente.
Pero all va, con dos estrofas menos que la de Burgos, pero con menos rimas, bien que l no las escoge mucho. Caro cree que esta oda y la del Beatus [p. 354] ille son
de las que Burgos tradujo mejor. Yo no he ledo todas las suyas, ni lo hago como para juzgarlas, y soy juez impedido en el particular.

Aqu, en el arranque, por evitar el rimbombo y hacer el sobrio, quiz fu al extremo opuesto del de Olmedo.

Britanos indmitos, o ms propio remotos: escoja usted. Horacio mismo los llama intactos, no recuerdo en dnde.

Que como a un Dios lo mira (ltima estrofa). Ms fiel al texto sera Resistido a perderlo, Resistido a su vuelta, etc.; pero (tal vez porque me suena verso dbil) me
ocurre que es inverosmil que el pueblo osase cerrar el paso al que realmente debi parecerles un dios; al que acababa de rechazar, a su vista, a su mujer y pequeuelos.

En beneficio de mis cortes y de mis lectores, he abreviado o ampliado ad libitum, con vista ms atenta al drama y a la pintura que a copiar el original.

Dos de mis estrofas pecan de intimidad, como prosa.

He advertido que en mi 8. estrofa escrib Roma y sus ruinas por Italia y sus ruinas. Simple errata que ruego a usted corrija.

Decididamente retiro el indmitos o remotos del 4. verso, y ruego a usted ponga feroces, puesto que Horacio lo autoriza en Descende Coelo Britannos hospitibus
ferox .

Delicta majorum. III, 6.Bello tiene en sus silvas americanas lindas reminiscencias de aqu.

Donec gratus. III, 9.No me ocurri metro de ms ligereza y coquetera que nuestra seguidilla. La condena usted como anti-horaciana?

Faune Nympharum. III, 18.Habr exagerado el buen humor, el espritu bquico de su ltima estrofa?

Tndele, csquele, dle. As usamos estos verbos en Amrica. No en Espaa? Es preciso tndela?

Intactis opulentior. III, 24.Aqu introduje algunas breves cuas en obsequio de mis estrofas.

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[p. 355] Quo me, Bacche, rapis tui. III, 25.sta, desde luego, no es una traduccin seria, sino una rimadura sin conciencia, cuasibquica, que empec por humorada, y
una vez que la conclu la copio, solicitando indulgencia. No s si usted habr notado el byronismo del Ut mihi devio ripas, et vacuum nemus mirari libet! Vase, por
ejemplo, la estrofa 178 del canto IV del Child Harold:

There is a pleasure in the pathlers woods,


There is a rapture on the lonely shore etc.

que inclu en 1866 en una estrafalaria traduccin ma de algo de ese poema:

CLXXVIII

Hay placer en esos bosques sin senderos ni rastros humanos!


Hay encanto en esas playas dilatadas y solas!
Hay sociedad all, sociedad que ninguno importuna.
Do embiste el mar y rugiendo me arrulla con msica blanda!
No quiero al hombre mal, pero es mi predilecta Natura
Desde que abrimos los dos estas entrevistas calladas
En que olvido cuanto soy, cuanto puedo ser, cuanto he sido
Y confundindome exttico con el portentoso Universo
Siento lo que ni s expresar ni ocultar por entero en el alma.

Quo me Bacche. III, 25.Veo que Burgos revis con acierto su traduccin.

Vixi puellis. III,26.Escogida para llenar el pliego, y vertida con ms malicia que literalidad. La de Burgos es ms corta.

Tyrrhena regum . III, 29.Esta oda me parece una exquisita epstola; de aqu mi eleccin del verso blanco.

Exegi monumentum. III, 30.


[Vid. Angustam, amice. III, 2.]

Pindarum quisquis. IV, 2;Est ya muy bien traducida por varios; pero los sficos adnicos me tentaron. El daturus nomina ponto es contraproducente, pues para
muchos vates valdr la pena de darse una cada el dejar su nombre a un mar, que fu ms que lo que Coln obtuvo con descubrir la Amrica. [p. 356] Sobrando aquel
ripio para mi estrofa, lo ech al agua. Dircoeum cignum. Sera Tebas notoriamente ventosa, ms que la Calabria? Me figuro que hay all una distincin geogrfica, mas
ahora no lo investigo. Trae los Sicambros: aqu adelanto el tiempo, por traiga.

Quem tu, Melpomene. IV, 3.A propsito de mi designio popularizador, aqu tiene usted esta famosa oda en castellano de guitarra. No se escandaliza usted?
Sospecho que, despus de todo, es usted tan manguiancho y tolerante como yo en esta parte.

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Qualem Ministrum. IV, 4.De imitaciones del arranque, recomiendo a usted la de Olmedo, con que empieza el canto Al General Flores, vencedor en Miarica:

Cual guila inexperta, que impelida


Del regio instinto de su estirpe clara,
Emprende el precoz vuelo
En atrevido ensayo,
Y elevndose ufana, envanecida
Sobre las nubes que atormenta el rayo,
No en el peligro de su ardor repara,
Y a su ambicioso anhelo
Estrecha viene la mitad del cielo:
Mas de improviso, etc., etc.

En cuanto a vuelos de guila, es valiente el arranque de la oda de Zorrilla:

Sube, pjaro audaz, sube sediento


A beber en el viento
Del rojo sol la esplendorosa lumbre, etc.

hasta que tropezamos con la palabra inmundo.

Cmo es que en el Tesoro, de Quintana, no he encontrado en la oda a las Artes el trozo de Melndez, a que usted alude? Es de otra oda?

No vacil en aadir el Reto al Vindlico, para no ser mezquino con Germnico. La Paloma, que no nace del guila, me pareci un truism, de efecto peligroso en espaol;
y prefer polluelo. El Praelia conjugibus loquenda, traducido literalmente, me pareci [p. 357] flojo, dbil; prefer rematar la estrofa combinando el aplauso y la parlera
de alcoba en la idea de la gran figura de Anbal herida, insultada a un tiempo por la risa del mundo para l y su aplauso para los romanos. Entrara tal vez en Horacio
algo de esa idea de ridculo?

Divis orte bonis. IV, 5.Rimada como para odos memoriosos, y durilla y prosaica, me sali esta oda, lo ltimo por haber arremetido, con el desenfado de la
ignorancia, a las dificultades y energas del original que otros han pasado por alto. No encuentro en Burgos (ed. de Salv, 1841) el reditum... redi, el dies it gratior, los
votis ominibusque et precibus, el littore curvo, el soberbio quaerit Patria Caesarem, el desideriis icta fidelibus, el Culpam poena PREMIT comes, el incolumi Caesare,
el QUISQUE condit diem, el hinc redit laetus, el te prosequitur (si no lo entiendo mal), el te mero defuso pateris, la supuesta forma sacramental Longas o utinam,
etc., y el sicci y uvidi, que l declara intraducible, y quiz con razn, en la lrica elevada. Tambin es cierto que al paso cortito y amarrado de sus estrofas, paso de nio,
mal poda andar Augusto, y demasiado bien sali del empeo. Me llama la atencion que un hombre como Burgos no admirase ms esta oda, que me inclino a creer es en
el fondo, aunque laudatoria, una de las mejores de Horacio: cuadro de formidable vigor, de exquisita variedad, de sumo arte, natural, de una segunda edad de oro; el
mejor alegato a favor de Augusto, que parece aqu una Providencia cristiana; himno del majestuoso medioda de la Roma imperial.

Querra probar a verterla de nuevo con otra estrofa; pero ya es imposible; y que paguen las costillas del respetable. Burgos mi descontento.

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Dive, quem proles, IV, 6.Traduccin cuasi algebraica, sin ambiente suficiente, 12 versos ms corta que el texto y 22 ms que la versin de Burgos, si bien es cierto
que el alejandrino es doble de sus versos cortos. Pero inclu algo que l omiti y, si no la entiendo mal, no he malogrado la ltima estrofa, tan grfica y de afectuosa
jactancia.

Sin que esta muestra sirva de ejemplo, juzgo el alejandrino el mejor metro en castellano para verter himnos que pidan [p. 358] majestad, grandiosidad olmpica, msica
solemne y muy acompasada; as como pienso que por su variedad en la unidad ningn metro horaciano aventaja para lo narrativo elevado a nuestro blanco endecaslabo
manejado diestra y librrimamente (puesto aparte Homero, por el sabor de candorosa antigedad que exige). Como en las odas histricas hay en el cuerpo una especie
de recitado, y al principio y al fin algo ms lrico, a modo de cantable, me parece buen sistema, que concilia en lo posible lo fiel con lo musical, dar en blanco el centro
y rimar los extremos. Qu piensa usted de ello? En punto a metros, no me quejo, como otros, de que estemos muy desheredados respecto de los griegos y latinos.
Nuestro octoslabo, tan vario y elstico, tan calculado para odos escasos o impacientes. qu tiene que envidiar? Tambin es para m claro que entre griegos y latinos el
acento haca mucho ms papel del que le conceden los prosodistas; el mismo que entre nosotros, pero en juego o combinacin con la mitolgica cuantidad. Imagino que
estudiando la antigua mtrica con nuestros odos gusto rtmico actual, podemos mejorar algo, como es debido, la lectura de la poesa latina, aproximndola a lo que fu:
por ejemplo, en las articulaciones con q, que creo daamos con la pronunciacin castellana. Punto de fcil reforma y que se relaciona con la cuestin de simplificacin
ortogrfica que toqu en mi Resea acadmica.

Diffugere nives. IV, 7.La exquisita belleza de tantas composiciones de Horacio como sta, entristece, y es para m patente prueba de la divina e inmensa, novedad del
Cristianismo. Por qu son siempre mariposas brillantsimas, pero de vuelo corto, que tiran a la materia, al fango, y all van siempre a hundirse? Son as, porque les
faltan las verdaderas alas, las eternas. Horacio busca la verdad, voltea a su rededor, la toca y no la advierte. Qu, habra sido l cristiano?

Fuera de nuestros libros sagrados, parceme que la herencia potica de la humanidad est, hasta ahora, repartida entre los antiguos y los modernos. De los antiguos es el
Arte, admirablemente adecuado a sus creencias y a su vida y necesidades; de los modernos es el fondo infinito, la Revelacin, que no fu slo revelacin de la Verdad,
sino tambin de poesa incomparable, [p. 359] divina: la unidad, el orden completo, la justa proporcin entre las sombras y las realidades, entre lo que parece y lo que
es, la solemnidad, la fe, la caridad, la esperanza; la clave moral y fsica de la creacin; la reduccin del universo visible, del todo pagano, ante la expansin sin lmites de
Dios, de sus obras, del hombre y de sus destinos. De los antiguos la lira, de los modernos el inmensurable espacio sonoro; de aqullos el esqueleto, de stos el alma, el
corazn. Pero (o por consiguiente), me atrevo a creer que el poeta moderno no se ha levantado todava a la altura de su parte de herencia, de su precioso privilegio y
ventaja sobre los antiguos, como si nuestra fortuna nos abrumase y aturdiese. Muchos milagros de nuestra fe vemos en otros rdenes; pero estn por verse en ste, en lo
humano. Muchos ordenandos y aun sacerdotes, pero no aparece el pontfice. Ni Dante, ni Milton, ni Caldern (no aludo al don dramtico), ni Chateaubriand se han
revestido de esa soberana dignidad. En Goethe hubo arte y ciencia, y buena vista de la naturaleza, pero falt cristianismo. En Byron tuvimos un serafn enfant gat, con
su arrobadora belleza y sus caprichos y mala crianza. Lamartine trajo muchas grandes dotes: no ha aparecido jams, para mi ligero criterio, un poeta ms espontneo,
ms poeta-nato que l; pero careca de lengua (y con todo, hizo potico el francs) y careca del mundo que sobraba a Shakespeare; y la poltica, la idiolatra y el
dandysmo lo distrajeron. Vctor Hugo es un Gngora colosal, volcn en perpetua erupcin, prodigio de corazn, de fantasa, de fuerza y de esfuerzo; pero lrico en lo
teatraly teatral, trgico, en lo lrico, profesa deliberadamente la fealdad y el exceso; no se conforma con ver la naturaleza, sino que casi siempre la muerde, la
taladra, la desgarra y destroza; a fuerza de color suele echar a perder la lnea y el modelado; agarra tanto que aprieta poco; y, en fin, si no me equivoco, lo que le falta es
la medida, que, como en la medicina, es la luz pura y la eficacia del Arte. ste (el arte) outr, deslumbra y no alumbra; apunta y no da en el blanco.

Creo que, en general, en la poesa moderna falta el arte, amn de algo ms; y ha sobrado al mismo tiempo la mala adaptacin del arte antiguo. No somos
suficientemente paganos para apreciar la poesa pagana, pero s lo bastante para viciar la nuestra y desnaturalizarla. En las dems artes la sociedad cristiana ha sido [p.
360] quiz ms afortunada, ha madurado ms pronto; y prueba de ello es, por ejemplo, lo que se empequeece nuestra poesa ante nuestras catedrales, o leda a los ecos
de la gran msica del Catolicismo. Nos falta artesencillo, grande y solemney nos sobra artificio. Muchas imgenes, muchas labores, mucha Enciclopedia, mucha
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ancdota, mucha superficie: ausencia de un corazn slido, asentado, incontaminado, sereno, luminoso, suficiente, infinito: ausencia de la HISTORIA. Y no es
bochornoso que el Cristianismo no haya producido an nada humano que anule a Homero?

Muy de otro modo pienso respecto del arte dramtico. En lo antiguo fu ms divino, a su manera, por lo vario y terrenal de sus dioses. Expresin de la patologa social e
individual, fruto propiamente humano, y artificial por esencia, ha estado y est en su terreno entre los modernos. An creo que la alta facultad, la potencia dramtica y la
lrica, son incompatibles, porque el dramaturgo no puede ser universal, no puede ser todas las voces en una, sino a costa de la individualidad; requiere una versatilidad
de espritu, una alma cmica, que no s cmo coexistira con la posesin de una sola voz, sincera, candorosa y dominante; ni cmo dara tanto salto desde una gran
profundidad. De aqu, dramas como los de Byron y Zorrilla; de aqu lricas como los sonetos de Shakespeare.

El drama en Espaa es planta silvestre; no me canso de admirar la aptitud de todos sus poetas en este dificilsimo gnero; y como all y ac somos unos mismos, y en la
Amrica que conozco nuestra esterilidad en l es absoluta, atribuyo el milagro peninsular a irresistible exigencia de aquel pueblo, mientras que el nuestro no pide
dramas, ni los paga, ni los lee, porque rara vez hay teatro adonde vaya a habituarse al teatro, y por ende no nos pone la cabeza en prensa para cebar su costumbre.
Permita Dios que el teatro espaol se mantenga elevado, serio, puro y propio,se mantenga verdadero, aunque su atractivo, sus lauros y provechos, sigan desviando
y absorbiendo la facultad lrica de sus ingenios! Esa absorcin explica probablemente la comparativa escasez de su produccin lrica, que, pienso yo, debera ser all
ms fuerte y ms nacional que la dramtica, por el carcter espaol; y en Francia al contrario.

He dado demasiada soltura a la pluma en esta nota [p. 361] hidrpica; y quiz sean mis conceptos desconsiderados e injustos, como hijos de una lectura y estudio muy
indolentes, y de un ideal tal vez muy ambicioso e irrealizable.

Ya remitida, not que al volver la hoja cambi el metro en los pies largos, hacindolos de seis y diez, en vez de seis y nueve. Pase por variedad.

***

La larga nota que envi a usted a pretexto de sta, parecer inconsecuente en lo que digo all sobre el arte dramtico, pero quiz lo que le falta es desarrollo. La
incomparable ventaja de los modernos en lo dramtico, procede no slo de la mucho mayor complicacin y relaciones de nuestra vida, sino, sobre todo, de nuestros
dogmas, que hacen del hombre arquitecto de su propio destino y sabio y severo juez propio y de los dems. Esa libertad y grandeza individuales, trasladando a la
conciencia la maquinaria divina que antes oprima y anulaba por fuera al hombre, hacen hoy de nosotros dioses en la escena, muy superiores a los hombres y dioses
antiguos. Aun me aventuro a decir que slo bajo el Cristianismo existe el drama verdadero, la lucha libre, consciente y analtica de las pasiones. En cuanto a
Shakespeare, quin puede negarle la profundidad?; pero habr habido dos ejemplares de ese hombre? Insisto en presumir que esa privilegiada videncia suya estaba
slo en su espritu, no en su corazn, no en su experiencia propia, y que su vida era comparativamente serena, y sus pasiones superficiales, ideales, artsticas, como las
de Goethe. Los mayores poetas son temibles farsantes de corazn.

En Espaa, prescindiendo de los vivos, quiz no han asomado en este siglo mayores facultades lricas que las de Quintana, Espronceda y Garca Tassara. Mostraron
facultad dramtica? El maravilloso Bretn de los Herreros y el no superado Lpez de Ayala (prdida cruel!) mostraron facultad lrica? Del ltimo conozco poco suelto
y de poco valor.

He vuelto a tomar de Caro el Horacio en Espaa, y veo que la primera parte de mi nota coincide con el ideal de usted, y que en muchos puntos menudos nos
adivinamos. As tambin en e Horacio ilustrado ha dado usted el mismo lugar que yo habra [p. 362] asignado al Maecenas atavis, de Pesado, y al Tu ne quaesieris,
supuesto de Gngora y que para m es de una mano ms igual y reposada.
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Su amigo afmo. Rafael Pombo.

Bogot, octubre 24, 1882.

Donarem pateras. IV, 8.sta fu muy cruda. Aquella forma necesita especial pulimento para quitarle el efecto bufo que produce en castellano.

En el nuevo Horacio he visto la traduccin de Gonzlez, en el mismo metro que la ma, pero sin esdrjulos de final forzado, y doce versos ms larga. Siguiendo su
ejemplo, creo que debo corregir el verso de Cstor y Plux (el antepenltimo) traduciendo el clarum sidus no La estrella flgida, sino El grupo flgido o El par sidreo.

Cebado ya, por la generosa acogida de usted, a este ocio horaciano, intento traducir todo el tomo, y con mis traducciones irn no pocas que a la ma ha hecho nuestro
colega el Sr. D. Jos Caicedo R., mano delicada.

Suyo de corazn .Rafael Pombo.

Bogot, octubre 31, 1882.

Beatus ille. Epod. 2.Empec a traducir el Beatus ille de este modo:

Feliz el que apartado


Del vano mundo, y libre de usureros
Con sus bueyes cultiva el heredado
Paterno campo amado,
Como en los tiempos cndidos primeros.
Ni soldado a deshoras lo levanta
Son de alarma y combate,
Ni mercader la fiera mar lo espanta;
Y evita igual su planta
El foro y los umbrales del magnate.

Pero, adems de los eptetos aadidos al principio, le la jugosa y sabrossima de Fray Luis de Len y bot el lpiz. Convengo con usted en que no hay traductor como
se; porque lo ms importante de una traduccin potica no es dar la idea (tarea fcil [p. 363] para un latinista), sino el sentimiento; y nadie en lo clsico siente y hace
sentir como aquel hombre privilegiado.

Bogot, septiembre 18, 1879.

Traduje, al fin, el BEATUS ILLE, pero mi traduccin es un homenaje, un riego de frescura a la de Fray Luis, pues adopto su estrofa, y engasto en las mas varios
diamantes de las suyas. En el arranque trat de salir pronto del logro o logrero, y como los incmodos bueyes eran indispensables, de ah esas leyes que desagradarn a
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usted. Castrar colmenar, por colmena, podr pasar? Elabora por prepara o adereza (manjares)? Del lobo audaz se salva. Yo haba escrito edaz, pero como que no se
usa en castellano.

Quid immentes hospites. Epod. 6.En el generoso artculo de usted sobre el Horacio Espaol (de no sabemos qu Revista, pues llegaron slo las hojas sueltas) not otra
erratita en mi traduccin del PINDARUM QUISQUIS. Primer verso, pretende por pretenda.

QUID IMMERENTES HOSPITES.El prender que all me satisfizo me lo he encontrado despus en la Intermissa, de Fray Luis, lo que celebro. Yo lo tom de nuestro
vulgo, y veo que ya era gente.

Su afmo. reconocido amigo .Rafael Pombo .

Bogot, 30 de septiembre de 1882.

El 24 del corriente envi a usted ocho traducciones, de 26. a 33.

QUID IMMERENTES HOSPITES.No valga lo que dije sobre el uso del verbo prender por Fr. Luis de Len, que ya advert procede del jam captum teneo, pero
vaya un doble sentido condenado! [1]

Nox erat. Epod. 15.Observa Theodore Martn en su librito sobre Horacio (Blackwood and Sons, 1870, Pg. 113), que el gran lrico no tiene una poesa ertica en que
el verdadero sentimiento [p. 364] sea ms perceptible que en sta, parecindole las dems fruto de sensualidad, galantera o ficcin. Martn la traduce, y le resulta un
tanto byrnica, especialmente en el Nec semel offensae cedet constantia formae, Si certus intrarit dolor , que vuelve en ingls:

The pang once felt, his love is past recall.

Releyendo me ocurri mejorar as el 5. verso:

Jurabas (ya perjura entre ti misma)

Altera jam teritur. Epod. 16.Aqu Horacio hace una especie de profeca de Amrica, y receta a los buenos de Europa que emigren para ac. Nuestro Libertador y
Mrtir el General Bolvar escribi que lo nico que se puede hacer en Amrica es emigrar, supongo que a Europa. Debemos, pues, inferir que la raza humana ha
hecho inhabitable todo el globo, y que es lstima que tan hermoso local est tan mal ocupado. Le gusta a usted ese metro? Me parece que combina lo suficiente de
lrico con mucha libertad y ventaja para lo descriptivo.

CCLXXIX. GMEZ RESTREPO, Antonio M.Begot, 1886.

Traducciones de Horacio

(Dedicadas al Sr. D. Marcelino Menndez y Pelayo


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Solvitur acris hiems... Od. I, 4

Huye el invierno glido al retorno


De la estacin feliz de primavera;
Tibio el favonio sopla, liquidando
La nieve que en los campos aun blanquea:
El marinero sus enjutas naves
A la serena mar confiado entrega,
El ganado abandona los establos,
Y el labrador junto al hogar no huelga.
Seguida de sus coros va danzando
De Febe a los fulgores, Citerea,
Mientras las Ninfas y las Gracias, raudas
Con alternado pie baten la tierra,
[p. 365] Y el poderoso Dios ignipotente
Prende las negras fraguas ciclopeas.

Ciamos hora de laurel la frente,


Y all en el fondo de la oscura selva
Inmolemos de Fauno en los altares
Lucio cabrito o retozona oveja.
Oh caro Sextio! de la vida el plazo
Es tan estrecho, que abrigar nos veda
Para lejano tiempo una esperanza,
Y la Parca cruel su planta asienta
Del rstico infeliz en la cabaa
Y del magnate en la morada regia.
Ella de tu existencia el dbil hilo
Al cabo cortar, sombras eternas
Circundarn tu desmayada frente,
Y la morada de Plutn horrenda
Se abrir a recibirte, en donde nunca
Logrars presidir las regias mesas,
Ni admirars de la gallarda Lida
Los dulces ojos, la gentil presencia.

CCLXXX. GMEZ RESTREPO, Antonio M.Bogot, 1886.

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O navis referent.. .I, 14

De nuevo, oh nave, al hondo mar te lanzas?


Qu haces? retorna al resguardado puerto.
No ves tu erguido mstil destrozado,
Sin remos tu costado
Al impulso del frico impetuoso?
Rotos tus cables y flotantes lonas
Apenas puedes sostenerte, oh nave,
Sobre la faz del pilago saoso,
Y aunque auxilio demandes a los Dioses
Mostrarnse insensibles a tus voces.
Te gloriars en vano de hija noble
De la pntica selva, que el marino
No pondr temeroso su esperanza
En tu vistoso pino.
T que un tiempo me diste
Dolorosa inquietud y tedio triste
Y hora me das solcito cuidado,
Gurdate, si no quieres
Juguete ser del viento alborotado,
[p. 366] Y no lances tu quilla
Al mar que con sus olas estremece
De las lucientes Cclades la orilla.

CCLXXXI. GMEZ RESTREPO, Antonio M.Bogot, 1886.

Poscimur. Si quid vacui...I, 32

Si un tiempo, oh lira, bajo grata sombra


Hice sonar tus melodiosas cuerdas,
Lricos sones que por siempre duren
Plcida entona.

T, que otro tiempo, los audaces tonos


Acompaaste del cantor de Lesbos,
Que, ya entre el polvo y temeroso ruido
De hrrida lucha,

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Ya dirigiendo a la segura playa


La nave, rota por los rudos vientos,
Al padre Baco y a las sacras Musas
Siempre cantaba,

Y a la alma Venus, al sagaz Cupido


Pendiente al hombro la dorada aljaba,
Y a Lico hermoso, el de cabellos negros
Y ojos brillantes.

Honra de Febo, septicorde lira


Que a Jove grata, en las celestes mesas
Blanda resuenas, mis ardientes votos
Oye propicia.

CCLXXXII. GMEZ RESTREPO, Antono M.Bogot, 1886.

Vitas hinnuleo similis, Chloe... I, 23

Huyes de m cual tierno cervatillo


Que por enmedio de fragosas selvas,
Del viento y de las hojas temeroso
Tras de su madre pavorida vuela.

Si entre las ramas susurrando bullen


Las brisas de la alegre primavera,
Si agitan los lagartos los zarzales,
Su corazn y sus rodillas tiemblan.

[p. 367] No corro en pos de ti, graciosa Cloe,


Cual getulio len o tigre fiera
Para despedazarte; yeme, oh ninfa,
Sigue a un esposo y a tu madre deja.

CCLXXXIII. GMEZ RESTREPO, Antonio M.Bogot,1886.

Quid dedicatum... I, 31

Qu el vate pide al dios Apolo, hoy cuando


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Templo suntuoso Augusto le dedica?


Qu implora de l, cuando en la rica copa
El suave nctar espumoso liba?

No de Calabria las inmensas greyes,


Ni las cosechas de Cerdea opimas,
Ni el oro codiciado y los marfiles
Que las regiones ndicas envan,
Ni las que el Liris taciturno baa
Con su corriente, frtiles campias.

Enhorabuena el labrador ensaye


La podadera en sus pobladas vias;
Y el mercader a quien los altos
Dioses Salvo volvieron a su patria orilla,
Despus de recorrer los anchos mares,
Del nctar beba que comprara en Siria.
A m me bastan las salubres malvas,
La endibia grata y la gustosa oliva.
Gozar, oh Dios, concdeme mis bienes
Con mente sana, en senectud tranquila,
Mis solitarias horas alegrando
Con los blandos acentos de mi lira.

CCLXXXIV. GMEZ RESTREPO, Antonio M.Bogot, 1886.

O Venus, regina Gnidi... I, 30

Reina de Pafos y Gnido


Deja tus gruta idalias,
Y ven do amante Glicera
Con blando incienso frvida te llama.

Sigan tus pasos Cupido


Y las seductoras Gracias
Sus cndidas vestiduras
Sueltas al soplo de las leves auras.

[p. 368] Vengan Mercurio y el coro


De bellas Ninfas gallardas,
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Y la juventud ardiente,
Sin ti no apetecida ni envidiada.

CCLXXXV. GMEZ RESTREPO, Antonio M.Bogot, 1886.

Rectius vives, Licini... II, 10

Mejor, Licino, vivirs, si cauto


No das tu nave al pilago bravo,
Ni por huir la tempestad, la encallas
En aleve bajo.

El que reposa en la urea mediana


Sin afn ni ambicin, huye igualmente
El infecto tugurio y la morada
Del magnate potente.

Con ms furor agita el viento al pino


Y en tierra dan las torres elevadas;
El rayo hiere de los altos montes
Las cimas levantadas.

El que los cambios de la suerte sabe


Teme si goza, y cuando sufre espera:
Que el mismo Jove que el invierno enva,
Manda la primavera.

El mal presente acabar maana:


No siempre Apolo la templada lira
Hace vibrar, ni siempre aguda flecha
Del vibrante arco tira.

Firme y constante la desdicha aguarda,


Mas cuando viento favorable impela
Tu navecilla, cuida sabiamente
De recoger la vela.

Adiciones. El segundo verso de la estrofa cuarta de la oda Poscimur debe variarse as:

...Al sagaz Cupido


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Que siempre asiste de su madre al lado.

[p. 369] Aado las siguientes traducciones, que he terminado ltimamente:

CCLXXXVI. GMEZ RESTREPO, Antonio M.Bogot, 1886.

Sic te diva potens Chipri.Od. I, 3

Que de Chipre la Diosa prepotente


Y de Helena los flgidos hermanos
Oh cara nave, sobre el mar te guen;
Que de los vientos el Seor tu curso
Dirija, al soplo de los blandos Cfiros,
Y el Aquiln domelle proceloso;
Si a Virgilio del tica nos vuelves,
Y guardas la mitad del alma ma.
De roble el pecho incontrastable tuvo
Y triple bronce, el que a la mar saosa
Dbiles naves entreg primero,
Sin temer a los rudos Aquilones
Con el frico fiero reluchando,
Ni a las pluviosas Hadas, ni al Noto
Rey potente del Adria, ya apacige
Sus ondas, ya irritado las levante.
Qu muerte arredrar pudo al que impasible
Vi los nadantes monstruos, el hinchado
Mar, y de aleve playa los bajos?
En vano Jove prvido las tierras
Separ con el pilago profundo,
Pues atrevidas las flotantes proras,
El lquido elemento atravesaron.
Audaz de los mortales la progenie
Sin temor a lo ilcito se lanza:
Audaz la estirpe de Japeto al mundo
El fuego creador baj atrevido,
Y desde entonces la legin infanda
De macilentas fiebres extendise
Sobre la tierra; y la antes tarda muerte
Apresur sus temerosos pasos.
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Con leves plumas, al mortal negadas


Ddalo alzse por el vago viento
Y ante el esfuerzo del potente Alcides
Se abri del Orco la morada horrenda.
Nada es difcil al mortal: el mismo
Cielo, en nuestra locura pretendemos,
Y nuestros vicios al supremo Jove
Soltar le vedan el temible rayo

[p. 370] CCLXXXVII. GMEZ RESTREPO, Antonio M.Bogot, 1886.

Lydia dic mihi per omnes. Od. I, 8

Dime por los Dioses, Lidia,


Por qu con tu infausto amor
Perder a Sbaris quieres?
l, que enantes desafi
Polvo y soles, por qu tmido
Del Campo Marcio huye hoy?
Por qu como sus iguales
No doma altivo bridn
Con el duro freno, y teme
Cruzar el Tibre veloz,
Y odia cual veneno el leo
Que unge al bravo luchador?
Por qu las armas no embraza
Su brazo audaz, que arroj
Ms all de la ardua meta
Disco o dardo volador?
Por qu se esconde, cual dicen
Del Tesalio campen,
A quien de temprana muerte
Acongojaba el temor,
Antes que en tierra cayesen
Los altos muros de Ilin?

CCLXXXVIII. GMEZ RESTREPO, Antonio M. Bogot, 1886.

Oh saepe mecum tempus. Od. II, 7


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Oh t mi amado Pompeyo
Que de la civil discordia,
Conmigo el azar partiste,
Quin hoy de nuevo te torna
A los Dioses de tu patria
De tus lares a la sombra?
Contigo pasar sola
Otro tiempo largas horas
Libando espumoso nctar
Y ungidos con sirio aroma.
Los dos soltando el escudo,
En actitud ingloriosa
En los campos de Filipos
Contemplamos la derrota
[p. 371] De los bravos, que doblaron
All su frente orgullosa.
A m el ligero Mercurio,
Cercado de oscuras sombras
Me alej de aquel teatro;
Mas a ti las turbias ondas
Del torbellino, arrojronte
De nuevo entre sirtes roncas.
Hoy el debido banquete
Ofrece a Jove, y reposa
De los trances de la guerra
De este laurel a la sombra.
No olvides del mosto aejo
Que en los toneles rebosa.
La copa henchir, ni el ungento
Verter de las anchas conchas.
Quin ceir a nuestras sienes
De apio y de mirto coronas?
A quin por rey del banquete
Elegirs, Cipria hermosa?
Yo de los Tracios a usanza
Quiero pasar estas horas,
Que es justo perder el seso
Pues tal amigo retorna.

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CCLXXXIX. CAMPO LARRAONDO Y VERGARA, Mariano del.

Don Mariano del Campo Larraondo, presbtero de la dicesis y provincia de Popayn, floreci a fines del pasado siglo y principios del presente. Muri de edad muy
avanzada, por los aos de 1856.

Era hombre muy erudito, y muy dado a escribir versos, si bien careca de dotes poticas. Public en cuadernos sueltos algunas de sus producciones, entre ellas un
Catecismo de moral, en romance octoslabo, para uso de las escuelas, que ha alcanzado dos o tres ediciones.

Dej mucho indito. Para las copias adjuntas he tenido a la vista dos cuadernos mss., intitulados Rasgos Morales, filosficos, histricos y polticos, en verso y prosa,
compuestos y dedicados a la juventud de Popayn, por el Dr. Mariano del Campo Larraondo y Valencia, presbtero. Aunque en ambos se aade al ttulo general el de
Parte primera, no son unas mismas todas las piezas [p. 372] que en uno y otro se contienen. Hay muchas odas, elegas, sonetos, &., y en punto a traducciones e
imitaciones de autores clsicos, las tres odas de Horacio de que habla en su carta al Correo, la del Beatus ille y una parfrasis de la epstola 5. de las Heroidas, de
Ovidio, romance endecaslabo, con notas.

En su Historia de la literatura en Nueva Granada olvidse Vergara y Vergara de citar a Larraondo, al hablar (cap. XII) del grupo popayans de los Gruessos, Valdeses,
Rodrguez, &., y amgos todos, y compaeros del aquel virtuoso y benemrito eclesistico.

Por otro correo ir la versin del Beatus ille.

[Prrafos de una carta de D. Miguel Antonio Caro a D. Marcelino Menndez Pelayo. Sin fecha.]

[Vid. H. E. I, 177; II; 541.]

Beatus ille. Epod. 2

Feliz quien sin negocios,


Cual los primeros hombres,
Cultiva con sus bueyes
El campo que hered de sus mayores!

Libre de infame usura,


No altera su contento
O porque el mar se irrite
O el eco escuche de marcial estruendo.

Del bullicioso foro.


Aprtase prudente,
Y las soberbias puertas
De los grandes seores aborrece.
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Sin cuitas, entretanto,


En el lamo erguido
De sus vides enlaza
Los sarmientos ms fuertes y crecidos;

Y con la hoz cortando


Las intiles ramas,
Ingerta otras de nuevo
Que ms felices su trabajo pagan.

Ya en un distante valle
Contempla los rebaos,
Que pacen libremente,
Y escucha su bramido siempre grato;

[p. 373] O ya en vasijas puras


Deposita exprimida
La miel de los panales
Que la dorada abeja le prodiga;

Ya corta suavemente
La lana a las ovejas,
O bien por alentarlas,
O bien por el abrigo que le prestan.

Tambin cuando el Otoo


Levanta por los prados
Coronada la frente
De los sabrosos frutos que ha brotado,

Cunto l se regocija
Cogiendo por su mano
Aquellas dulces peras
Debidas a su afn y a su trabajo!

O cuando ya cosecha
Los vinosos racimos
Que en la color parecen
Emular de la prpura los brillos.

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Aquestos ricos dones,


Priapo! te consagra,
Y a ti, padre Silvano
Tutor sagrado del confin que guardas.

O ya tal vez le place


Reclinarse a la sombra
De alguna antigua encina,
O en la grama tejida y aromosa.

El ro que desciende
De un encumbrado risco,
Sus fuentes cristalinas
Que aqu y all resbalan con ruido,

Y las aves canoras


Que ocultas en las ramas
De las pomposas selvas,
En sus trinos de amor quejas exhalan,

Convdanle entre tanto


A un apacible sueo
Que nada le interrumpe
Pues libre yace de cuidados negros.

[p. 374] Mas luego que aparece


El tronoroso invierno
Y arroja de sus urnas
Sus largas aguas y tambin sus hielos,

Entonces vigilante
Con sus muchos mastines
Agita al lado opuesto
Doquiera a los feroces jabales;

O bien de una alta caa


Las finas redes tiende,
Y los voraces tordos
Amedrentados al peligro vienen;

O bien coge en sus hilos


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La pavorosa liebre,
O advenediza grulla,
Cumplido premio que su afn merece.

Entre delicias tantas


Cul es el insensato
Que la memoria ocupe
En juegos del amor y sus cuidados?

Mas, si el cielo le diere


Una mujer honrada
Que cuide de los hijos,
Sus dulces prendas, y tambin la casa,

(Cuales son las sabinas,


O cual la compaera
Del Apulio ligero,
Que trabajando al sol la tez retuesta);

Que con ridos leos


Prevenga el fuego sacro
Antes que el fiel marido
Llegue al hogar rendido de cansancio,

Que el ganado metiendo


Ya sacio (?) en los apriscos,
Exprima de sus ubres
El cndido licor de que est henchido;

Y echando vinos frescos


En olorosos vasos,
Presente los manjares
Aun ms gustosos cuanto no comprados.

[p. 375] Oh! si yo disfrutase


De tan preciosos bienes,
No me satisfaran
Las suaves ostras que el Lucrino tiene,

Ni aquellos peces raros


Que tal vez con sus olas
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Desde la mar de Oriente


Lanza la tempestad a nuestras costas.

Ni africana gallina,
Ni la perdiz del Asia
Que en bandas aparece
Tanto mi gusto rstico halagaran,

Como el sabroso fruto


Por mis manos cogido
En la abundante rama
Que me ofrece y alarga el sacro olivo.

Prefiero la romaza
Amante de los prados,
Y la malva prefiero
Por ser tan saludable al cuerpo laso;

O bien una cordera


Que en fiestas pastoriles
Haya sido inmolada
Al dios que vela siempre en los confines,

O acaso un cabritillo
Sacado por ventura
De entre las garras fieras
Del tigre armado de crueldad y astucia.

En medio de esta cena


Cunto mirar agrada
Las pastadas ovejas
Que vuelven presurosas a la casa!

Cunto, mirar los bueyes


Que tardos van llevando
En los cansados cuellos
Trastornada la reja del arado

[p. 376] Y ver en orden puestos


Los sirvientes, enjambre
De casas opulentas,
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Cercando los esplndidos hogares!

quam memento.Od. II, 3

En los arduos sucesos, Delio amigo, procura


Tener tranquila el alma y sosegada,
Como libre de excesos
De una alegra necia y destemplada
En la prosperidad; porque segura
Tu muerte ser al fin, o abandonado
Siempre vivas al tedio y amargura,
O en los das de fiesta
Con sealado y exquisito vino
Goces de alegre siesta
Sobre la hierba de un remoto prado,
Donde el lamo blanco y alto pino
Sus ramas mutuamente entrelazando
Forman sombras al husped agradables
En tanto que las aguas deleznables
Por el torcido cauce van saltando.

Mientras lo sufren, pues, edad y hacienda


Y de las tres hermanas por momentos
El negro estambre a tu favor se extienda,
Haz conducir all vino y ungentos,
Haz tambin llevar rosas,
Gratas, s, pero al fin perecederas;
Pues ceders en breve, aunque no quieras,
Esas compradas selvas deliciosas,
Esa casa de campo, esa alquera
Que el rojo Tber baa;
Todo lo dejars, y tu heredero
Gozar tus montones de dinero.

Vctima de la extraa
Impiedad de Plutn sers un da,
Ya fueres poderoso
Y de Inaco el antiguo descendiente,
Ya, plebeyo indigente,
A la inclemencia busques tu reposo,
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Porque all vamos todos compelidos;


Siempre agitado del destino humano
El cntaro fatal, tarde o temprano,
Por nuestra suerte vamos comprendidos,
A la funesta barca destinados
Y a un eterno destierro trasportados.

[p. 377] ECUADOR

CCXC. OLMEDO, Jos Joaqun de.Londres, 1826.

O navis, referent in mare. Od. I, 14

Oh nave!, dnde vas? No te amedrentan


Las nuevas olas que a la mar te impelen?...
Ay!, el peligro es cierto.
Torna, torna veloz, ocupa el puerto.
Tu costado de remos ve desnudo,
Y ve tu mstil roto
Al mpetu del brego saudo.
Cul crujen las entenas!
Sin cables, sin timn, la frgil tabla
Resistir podr apenas
Los asaltos del mar.
No hay vela sana,
Ni dios propicio que a tu voz descienda
Y en tu nuevo conflicto te defienda.
No te valdr tu nombre, ni el ser hija
Del ms excelso pino
Que fu honor de las selvas del Euxino.
Y pondr en vano el tmido piloto
En la pintada popa su esperanza?
Gurdate, nave infeliz: cada momento
Teme ser juego del furioso viento.
T que otro tiempo fuiste
Inquieto tedio a mi nimo agitado,
Y ahora objeto triste
De mi acerbo pesar y m cuidado,
Huye, bajel querido,
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Del mar embravecido,


Que entre escollos corriendo peligrosos
De viva roca y de ferviente arena,
A seguro naufragio te condena.

Traduccin en silva. Imprimise por primera vez en la revista titulada Repertorio Americano (Londres, 1826), y se reprodujo en la Amrica Potica. Coleccin escogida
de composiciones en verso, escritas por americanos en el presente siglo. Parte lrica. Valparaiso. Imprenta del Mercurio, calle de la Aduana, n. 24, 1846, pgina 649.

Form esta antologa, como es sabido, el erudito argentino D. Juan M. Gutirrez.

[p. 378] El mismo Gutirrez hizo en Valparaso, 1848, la primera edicin suelta de las Poesas de Olmedo, aadiendo algunas que no haba includo en la Amrica
Potica. De este tomito conozco la reimpresin siguiente:

Obras Poticas de D. Jos Joaqun Olmedo. nica coleccin completa revista y corregida por el autor, y ordenada por J. M. G. Reimpreso. Pars, Librera Espaola y
Americana de D. Ignacio Boix y C. Calle Lepelletier, 18 de enero de 1853. Con el retrato del autor.

La oda de Horacio est en la pgina 127.

La edicin ms reciente y completa de las obras de este famoso ingenio americano es la que lleva por ttulo:

Jos Joaqun de Olmedo. Poesas. Edicin corregida conforme a los manuscritos o primeras ediciones con notas, documentos y apndices biogrficos, por Clemente
Balln. Pars, Garnier hermanos, libreros editores, 6, Rue des Saints Pres, 1896. 8. (Con retrato del autor.)

En las pp. 86 y 87 est la oda de Horacio, que por errata o descuido lleva el nmero 12, en vez del 14 que es el que corresponde entre las del libro 1. del lrico de
Venusa.

Poetas de la Amrica de Habla Espaola. Coleccin de poesas escogidas por Enrique de Arrascaeta. Montevideo, El Siglo Ilustrado, Rus y Becchi, editores, pp.
237-238.

Es traduccin dbil, y seguramente un ensayo de colegio, que en nada puede acrecentar la fama del cantor de Junn, Ni el metro es adecuado para una oda tan breve en
que parece que se impone el uso de la estrofa lrica, ni deja de haber un grave descuido de interpretacin en los versos:

Y pondr en vano el tmido piloto


En la pintada nave su esperanza?...

Horacio dice precisamente lo contrario, usando del afirmativo y no del interrogativo:

Nil pictis timidus navita puppibus


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Fidit...

el timido navegante no se fa de pintadas popas.

[p. 379] Los ltimos versos estn muy recargados de ripios y adjetivos parsitos (cada momento, furioso viento, objeto triste de mi acerbo pesar, bajel querido, mar
embravecido, escollos peligrosos) enteramente ajenos de la sobriedad del estilo horaciano; y en cambio el difcil pasaje

Interfusa nitentes
Vites quora Cycladas

se queda sin traducir, pues no pueden pasar por tal estos versos:

Que entre escollos corriendo peligrosos


De viva roca y de ferviente arena,
A seguro naufragio te condena.

La enrgica interpretacin del Non tibi sunt integra lintea por no hay vela sana pertenece a Fr. Luis de Len (no tienes vela sana).

Opiniones, conformes en lo sustancial, sobre esta versin de Olmedo pueden leerse en:

Amunategui (Miguel Luis y Gregorio Vctor): juicio crtico de algunos poetas hispanoamericanos... Obra premiada en el certamen abierto por la Facultad de Filosofa
i Humanidades de la Universidad de Chile el ao de 1859. (Santiago, imp. del Ferro-Carril, 1861), pginas 37-39.

Menndez y Pelayo: Horacio en Espaa, segunda edicin, tomo I, p. 189 y II, 468

Mitre: Horacianas (La Plata, 1895), p. 87-88.

Tuvo Olmedo ms fortuna imitando ocasionalmente a Horacio, que traducindole (Vide Reminiscencias).

Con razn advirti D. Andrs Bello, antes que nadie (Repertorio Americano, tomo I, pg. 54 y ss.), que entre las dotes principales del cantor de Junn hay que contar
las diestras imitaciones en que se descubre una memoria enriquecida con la lectura de los poetas latinos y particularmente de Horacio.

CCXCI. SNCHEZ, Quintiliano.Quito, 1883.

Quem tu, Melpomene, semel. Od. IV, 3

Al que una vez, Melpmene,


Al nacer, viste con benignos ojos,
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Jams los juegos stmicos


Le tornarn esclarecido atleta;
[p. 380] Ni en carro acaico, rpidos,
Vencedor llevarnle sus corceles;
Ni las hazaas blicas
Le ostentarn all en el Capitolio,
Cual guerrero pernclito,
Con el laurel de Delos coronado,
Porque amenazas tmidas
Abatiera de reyes orgullosos.
Las aguas que de Tvoli
Pasan baando la feraz llanura,
Y la enramada umbrfera
De los bosques harnle celebrado
En nmeros elicos.
De Roma, la seora de naciones,
Los descendientes dgnanse
Entre el amable coro de los vates
Ponerme, y menos reme
La envidia ya con su maligno diente.
T que templas, oh Piride!
El dulce acento de mi lira de oro,
Dars del cisne el cntico
Aun a los mudos peces, si te place.
Por tu merced benfica
Al pasar, silenciosos, me sealan
De Roma el primer lrico:
Si respiro, si agrado, don es tuyo.

El traductor advierte en una nota que ha procurado imitar la reunin de los versos glicnico y asclepiadeo menor, juntando en castellano el heptaslabo con final
esdrjulo y el endecaslabo. Tanto por este loable cuidado en la forma mtrica como por la exactitud y elegancia merece elogio esta versin.

Anales de la Universidad de Quito . N. 5., julio de 1883. Quito, imprenta del Gobierno, pp. 242-243.

PER

CCXCII. RUIZ, Bernardino.Lima, 1791.

Intactis opulentior. Od. III, 24


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Si de bienes colmado
Tan opulento fueras,
Que a la India en riqueza aventajaras,
Y tambin excedieras
[p. 381] El inmenso tesoro que en su seno
La Arabia deposita, aun no tocado
Del romano poder; y aunque erigieras
Tan grandes edificios que poblaras
Todos los mares, Pntico y Tirreno;
Si la muerte feroz e inevitable
En el monte ms alto
Sus clavos atraviesa,
Que imitan del diamante la dureza,
Lograras acaso
Tu espritu librar del sobresalto
Que su memoria excita,
O librar tu garganta de su lazo?

Es una silva de cerca de 120 versos.

Vase cmo traduce el

Virtutem incolumem odimus,


Sublatam ex oculis quaerimus invidi.

........... Imaginamos
Que la virtud presente desmerece,
Y ansiosos la buscamos
Cuando la nuestra vista desparece.

Mercurio Peruano, nm. 14, de 17 de febrero de 1791.

Parece que el presbtero Ruiz haba hecho otras versiones de Horacio, las cuales se anunciaron para un apndice al Parnaso Peruano, de Jos Toribio Polo (Lima,
1862,), pero este apndice no lleg a publicarse, o a lo menos no ha llegado a manos del seor Caro, de quien es esta noticia.

CCXCIII. PANDO, Jos Mara.S. a. Revista del Plata. Buenos Aires.

Quid bellicosus Cantaber. Od. II, 11


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Inc.: Deja, Hirpino, que all la vieja Europa


Del alemn o ruso sea pisada
Por la enemiga tropa...

Fin.: Las rubias trenzas de gentil fragancia


Con sencillez envueltas y elegancia.

Es una imitacin librrima ms bien que una traduccin.

[p. 382] La public D. Juan M. Gutirrez en su Biblioteca de escritores en verso, nacidos en la Amrica del habla espaola, antiguos y modernos (tomo IV de la
Revista del Plata).

[Vid. H. E. II, 585.]

CHILE

CCXCIV. SANFUENTES, Salvador.Pars, 1873.

Otium Divos.Od. II, 16

El que surca las ondas de los mares


Pide al cielo quietud, cuando el nublado
La luna oculta, o la brillante estrella
Que gua al navegante.
Pide quietud el Tracio belicoso,
Quietud el Medo, a quien adorna aljaba,
Quietud, oh Grosfo, que no compran perlas,
Rica prpura ni oro.
Pues ni opulencia, ni haces consulares
Lanzan del pecho la afliccin penosa,
Ni las inquietas cuitas que revuelan
Por los techos dorados.
Dichoso aquel, en cuya frugal mesa
Copa heredada solamente brilla,
Y cuyo sueo la codicia infame,
O el temor no conturba.
Por qu afanarnos con tan corta vida?
Y por qu recorrer pases que alumbran
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Astros distintos? Con huir su patria


Quin se evita a s mismo?
La zozobra cruel entra en las naves
Y a los guerreros en la lid persigue,
Ms que el ciervo veloz, y ms que el viento
Cuando lanza las nubes.
Quien hoy contento vive, no se inquiete
Por lo futuro, y las congojas temple
Con alegre sonrisa: que en el mundo
No hay ventura cumplida.
Siega la muerte en flor al claro Aquiles,
A Titn larga caduquez consume,
Y a m tal vez me otorgar el destino
Lo que a ti te ha negado.
Hatos ciento en tu campo, y cien novillas
Oyes mugir, y relinchar tus yeguas
[p. 383] Y lanas viste que ti dos veces
La prpura de Tiro.
Dironme a m las infalibles Parcas
Un campo reducido, el blando aliento
De griega Musa, y de inconstante plebe
Despreciar los furores.

Amrica Potica. Poesas selectas americanas, con noticias biogrficas de los autores coleccionados por Jos Domingo Corts, agregado a la Legacin de Chile en
Blgica, caballero de la Orden de la Rosa del Brasil, antiguo Director General de las Bibliotecas Pblicas de Bolivia, miembro correspondiente de la Exposicin
Internacional de Chile en Francia. Pars, librera de A. Bouret e hijo 23, calle Visconti.

Fol. Pg. 50.

Poetas de la Amrica de Habla Espaola. Coleccin de poesas escogidas por Enrique Arrascaeta. Montevideo, imp. de Rus y Becchi, 1881. 4., pp. 197-8.

Esta traduccin, en estrofas de las llamadas de Francisco de la Torre, ha sido exactamente calificada por el general Mitre (Horacianas, I, 222) de fiel y correcta, pero
un poco fra, como todo lo que sala de la pluma de Sanfuentes.

[Vid. H. E. I, 190; II, 472.]

CCXCV. VARIOS AUTORES CHILENOS.Santiago de Chile, 1887.

Ilmo. Sr. D. Marcelino Menndez y Pelayo.


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Madrid.

Confisole, mi seor y mi dueo, que ni la admiracin grandsima que despert en m la lectura de las noticias publicadas en la prensa diaria al abrirse a usted las
puertas de la Real Academia Espaola, ni el entusiasmo y cario cada vez ms acendrados con que desde entonces leo y estudio las obras con que usted enriquece y
honra las letras castellanascuyas glorias son tambin las nuestras, pudo borrar el desagrado que me caus una parte de su Horacio en Espaa, de esos solaces
bibliogrficos en donde uno no sabe qu admirar ms, si la, recndita [p. 384] y vasta erudicin que tan discretamente los avalora, o si la poderosa intuicin esttica, el
criterio segursimo y la urea precisin con que el ingenio soberano de usted aprecia e individua la poesa horaciana, sealando a la lrica moderna los rumbos que le
trazan de consuno la humana expresin de los afectos, y los principios eternos de la belleza artstica. Porque es la verdad que se me subieron los colores al rostro
leyendo los prrafos que a CHILE, dedica usted en su obra, destinada a vivir perpetuamente; a pesar de que comprend al punto provenan los conceptos de usted de las
errneas informaciones de su corresponsal, el Sr. Amuntegui. Nunca imagin que la guerra a muerte hecha por este hombre pblico a los estudios latinos, llegara hasta
desconocer que, aunque rari nantes in gurgite vasto, ha habido algunos jvenes poetas que han puesto su ingenio al servicio de la musa clsica y que Horacio ha tenido
intrpretes de mrito no escaso y ms de un feliz imitador, harto posteriores en tiempo a Bello y Sanfuentes. Ya tendr ocasin de dar a usted alguna luz sobre el hecho
que su Horacio advierte y trata de explicar (de un modo que dista algo de satisfacerme), a saber, el decaimiento de la enseanza clsica instaurada por Andrs Bello;
pero el deseo de que estas lneas lleguen a manos de usted por este correo, me impulsa a aprovecharme, aunque a la ligera, de la invitacin que a todos los hombres de
buena voluntad hace usted en el libro que ha originado esta carta, y a hablarle del autor de las dos traducciones de Horacio que le remito.

Es el Sr. D. Juan Rafael Salas Errzuriz (ahora ejemplar sacerdote) uno de los jvenes ms ilustrados entre los que pertenecieron al Crculo de Colaboradores de La
Estrella de Chile una de las ms importantes revistas literarias publicadas en Santiago. De las buenas prendas de su ingenio hay all gallarda muestra en sus poesas
originales, delicadamente elegacas; y de sus buenas humanidades, en las fieles versiones de las ms escogidas poesas de Moore, Hugo, Mac-Pherson (Ossian) y Heine;
en muchas traducciones de los Salmos y en las de las odas de Horacio: Nox erat, et coelo fulgebat Luna sereno, y Quo, quo scelesti ruitis? aut cur dexteris, as como en
la versin de una de las Stiras y en la del Canto secular, hecha en variedad de combinaciones rtmicas, que juzgo adecuadas al canto. Posteriormente ha hecho una [p.
385] traduccin de Virgilio, aun inconclusa; y ahora pone en verso castellano las tragedias de Esquilo.

Las dos versiones adjuntas no me parecen desmerecer al lado de las que usted ha coleccionado en la Biblioteca Arte y Letras, antes creo es ms suelta, fiel y
armoniosa que la de Burgos, la Neera de Salas, E., y que la oda de ste A los Romanos compite en valenta y rapidez con la del insigne Pombo. Ms perfecta que las
anteriores juzgo la versin del Canto secular, y as debi creerla tambin el autor, que la firm con su nombre entero. Apartndose de la forma regular de las estrofas
sficas, ha dividido el poeta en coros el canto de Horacio, y ha interpretado su texto en combinaciones mtricas musicales que traducen con mayor fidelidad de la que
pudiera imaginarse los pensamientos del original latino.

El temor de que estas lneas no lleguen a manos de usted y sea trabajo vano mi diligencia, si es que no le son conocidas ya estas traducciones de Horacio, as como la de
la stira Sunt quibus in satyra, del mismo Salas, E., y las poesas lricas de Esteban Muoz Donoso, cuya forma deja ver sus aficiones horacianas, o, mejor, su estudio
del Horacio espaol, Fr. Luis de Len, inimitable en su artstica ingenuidad; y los versos de Pablo Garriga A una nave, que llevan por epgrate el O navis referent, bien
que los juzgo inspirados en las barquillas de Lope; y las traducciones de Ovidio publicadas por Manuel Antonio Romn, ms literales que poticas; aquel temordigo
me retrae de enviar a usted todo esto y algo ms que podra usted utilizar. Pero una sola palabra de usted me bastar para remitirle estas piedrezuelas que le ofrezco
para la mayor perfeccin del monumento que el saber y buen gusto de usted ha levantado al poeta Venusino, honrando tambin nuestra lengua castellana, la ms
hermosa de las hijas del Lacio.

Gurdele Dios, mi seor D. Marcelino y mi dueo, con vida y buena salud hasta que ponga felice trmino a los estudios que han empezado ya a restaurar el buen
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nombre y la gloria cientfica y literaria de la Madre Patria, y mande en cuanto fuere servido a su devoto admirador y constante amigo, q. b. s. m. Juan de Dios Vergara y
Salv.

Santiago de Chile, a 20 de agosto de 1887.

[p. 386] CCXCVI. SALAS ERRZURIZ, Juan Rafael.Santiago de Chile, 1875.

En las pginas 450-451 del n. 429 de 26 de diciembre de 1875, correspondiente al ao IX de La Estrella de Chile, revista literaria semanal que se public en Santiago
hasta el ao de 1879, hllanse suscritas por J. L. S. E. siglas de Juan Rafael Salas Errzuriz, dos composiciones que, copiadas puntualmente, dicen as:

DOS ODAS DE HORACIO

A NEERA

Era la noche; en el azul sereno


Entre astros mil y de ms tenue brillo
Resplandeca Diana; en ese instante
Mi boca un juramento te dictaba
Y t, perjura y cruel, lo repetas,
Insultando a los dioses. Con tus brazos,
Con tus brazos suavsimos cindome,
Ms fuertemente que la dbil hiedra
Al tronco secular, juro, decas,
Amarte siempre, como t me amas,
Mientras el lobo a la ovejilla espante;
Mientras Orin, del nauta el enemigo,
Al tempestuoso pilago conmueva;
Mientras el aura con su soplo ondee
La cabellera aurfera de Apolo.

Ah. Neera, Neera! Cuntas penas


Va a traerte mi rabia y mi despecho!
Oh! si de hombre el ttulo merezco,
No sufrir, lo juro, que prodigues
A otro tus caricias! En mi rabia
Otro amor buscare digno del mo.
Si a cerciorarme llego de tu engao,
No creas, no, que pasar mi enojo!
Oh, quien quiera que seas, venturoso
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Mortal afortunado que al presente


Gozas viendo mi mal!... aunque tus campos
Inmensurables sean; aunque tengas
Numerosos rebaos, y el Pactolo
Sus aromas preciosas te regale;
Aunque por ti Pittoras renazca
[p. 387] Y sus misterios sepas; aunque venzas
En belleza al bellsimo Nereo:
Triste de ti! con lgrimas amargas,
Llorars ese amor que fu antes mo...
Y entonces con cruelsimos sarcasmos
De ti me vengar y de tu jactancia.

CCXCVII. SALAS ERRZURIZ, Juan Rafael.Santiago de Chile, 1875.

A LOS ROMANOS

A d corris, crueles.? Por qu causa


Llevis en vuestras diestras los aceros,
Tanto tiempo guardados? Creis acaso
No suficiente la romana sangre
En el mar y en la tierra derramada?
No la guerra llevis contra Cartago,
Rival de vuestra patria; vuestro intento
No es llevar al Bretn, an sin hierros,
A travs la Via Sacra: No, Romanos,
El impulso no es ese que os dirige!
Vais oh vergenza! a complacer al Partho,
Vais a destruir a Roma! No ms crueles
El tigre y el len son que vosotros.
Es un ciego furor el que os domina,
O una fuerza mayor que vuestra fuerza,
O vuestro propio crimen? Contestadme...
Callan! La palidez cubre sus frentes,
El estupor sus labios enmudece.
No hay remedio! Funesto es el destino
Que sobre Roma pesa. Son los frutos
Del negro crimen del perverso hermano;
Y la sangre de Remo all vertida
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Sobre vosotros oh Romanos! cae.

CCXCVIII. SALAS ERRZURIZ, Juan Rafael.Santiago de Chile, 1876.

Sr. D. Marcelino Menndez y Pelayo.

Madrid.

Seor mo estimadsimo y amigo:

........................................................

Como creo que mi carta anterior ha llegado a manos de usted, [p. 388] no le incluyo en la presente nueva copia de las dos traducciones de Salas Errzuriz que entonces
le envi, y que con todo y haber sido improvisadas para llenar un nmero de La Estrella de Chile, de que Salas era Director, descubren las buenas hunanidades del
poeta. Remito hoy a usted dos nuevas versiones de Horacio, originadas tambin en la falta de material de la Revista mencionada, una del Carmen saeculare, escrita en
variedad de estrofas rtmicas y meldicas, adecuadas a los coros en que el poeta chileno ha distribudo el original, y otra de la stira Sunt quibus, en verso suelto
endecaslabo. El Poema secular, no obstante la flojedad de algunos versos del unsono o recitado que empieza: Si Roma es obra vuestra, etc., es a mi juicio, la ms
perfecta de las poesas horacianas que posee nuestra literatura y bastante para acreditar de poeta y humanista a Salas Errzuriz. Lstima que las funciones del ministerio
sacerdotal no le hayan consentido continuar sus estudios horacianos, que, sin duda, habran perfeccionado esas obras.

De Narciso Tondreau, joven que curs sus humanidades en el Seminario de la Serena, y ahora de la redaccin de La poca, son las tres versiones de las odas Vtas
hinnuleo..., Quid dedicatum... y Motum ex Metello..., includas en la coleccin de versos que con el ttulo de Penumbras di a la estampa el ao pasado. Muestran ellas
estudio y el buen deseo de acertar; pero me disgusta cierto amanerado encogimiento que salta a la vista a la primer lectura y proveniente no s si de escrupulosidad en
querer ceirse al texto o de las trabas de la estrofa y de la rima; aunque lo propio se advierte en los versos originales de Tondreau, cuya remilgada mesura me fastidia y
me ha retrado de enviarlos a usted. Parece que el autor se hubiera afiliado a la escuela colorista de Musset, Gautier y Jean Richepin, en La Mer, con el aditamento de
cierta vaguedad dulzona y desmayado escepticismo. A pesar de lo dicho, parcenme superiores sus traducciones a las coleccionadas por usted y publicadas en
Barcelona.

Imitacin de Horacio declara el autor de La Nave, ser la poesa que tambin le envo. Ella es obra de la juventud de uno de nuestros ms fecundos escritores, fino
amador de la literatura espaola, y perseverante apstol de su culto, no entibiado con los aos. Hijo de la distinguida poetisa D. Mercedes Marn del [p. 389] Solar, ha
continuado Enrique del Solar las buenas tradiciones literarias de su madre, y se ha distinguido por su amor a la buena lengua castellana en sus poesas, narraciones,
leyendas y novelas ms de una vez laureadas en pblicos certmenes. Sobria de detalles y ajustada al gusto clsico es su imitacin, en donde se dejan ver reminiscencias
de Bello y Lope.

Desglosadas de la entrega 2. de los Preludios de mi lira, que Pablo Garriga public por los aos de 1874, incluyo a usted dos composiciones, la primera de las cuales A
mi barquilla, lleva por epgrafe el Oh navis, referent de Horacio. A mi juicio, ms que en el cantor de Ofanto ha de buscarse en Lope de Vega el germen de la imitacin
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de Garriga, en la cual gallardean la versificacin diserta y flida caracterstica de sus poesas, por otra parte no siempre inspiradas ni correctas.

Inspiracin y correccin faltan a los versos con que Benedicto Volados tradujo el Eheu fugaces... y que envo a usted como curiosidad bibliogrfica y para completar en
lo posible el catlogo de los traductores de Horacio. No obstante su prosasmo acert Volados a interpretar felizmente algunos versos del original, que sale de sus manos
casi tan mal parado como de las de D. Bernardo de Borjas y Tarrius.

Traductor es ste que no he hallado en el catlogo de usted, a pesar de que cita el Diario de Madrid al hablar de una traduccin de Cienfuegos. En el nm. 34 del lunes,
3 de febrero de 1794, Pgina 137, se halla una traduccin de Horacio, oda XIV, lib. I, O navis referent, etc., firmada por Bernardo de Borjas y Tarrius, y otra por el
mismo, de la oda X de Horacio, libro I, Mercuri facundae, etc.Cancin,en el nm. 55, del lunes, 24 de febrero de 1794, pg. 225, del citado Diario de Madrid.
Ambas traducciones pertenecen a la escuela pseudo-clsica del prosasmo reinante en el siglo XVIII.

El cual inficiona tambin La Primavera, imitacin de Horacio.Oda anacrentica,firmada por E. J. A. en el nmero 22 del mircoles, 22 de enero de 1794, pg.
89 del Diario de Madrid, no includa tampoco en los catlogos que usted publica en su insuperable Horacio en Espaa.

He ah, mi seor y amigo respetadsimo, cuanto por hoy puedo ofrecerle para contradecir los datos y las noticias que le [p. 390] di el difunto Sr. Amuntegui. Cinco
poetas horacianos, ocho traducciones y dos imitaciones fueron desconocidos del literato chileno, y eso que entre ello haba algo, y aun algos, de no mediano mrito. En
los ratos de ocio que los cuidados y atenciones del Foro me consienten, contino investigando en nuestra literatura las inspiraciones de la Musa clsica para ofrecerlas a
usted como piedrezuelas que pulimenten y acabalen la obra de los Traductores espaoles, esa corona esplndida que la diligencia y el saber de usted tejen a las lenguas
clsicas, inspiradoras de los ingenios de la raza hispana; y de que son florn riqusimo los solaces bibliogrficos horacianos.

Por ello me ha parecido del caso enviar tambin a usted con esta carta la versin de dos epigramas de Marcial hecha por Francisco Concha Castillo, uno de nuestros
poetas ms aventajado, cuyas poesas es sensible no se hayan coleccionado, pues en ellas campea noble y gallarda la potica diccin castellana, sirviendo de turquesa a
rico y vario caudal de ideas y sentimientos. Sin embargo, fuerza es reconocer que no anduvo muy feliz en esta ocasin el poeta.

No ms afortunadas son las traducciones de S. Prosper, Ausonio y Buchanan, hechas por Ramn A. Araya Echeverra, ensayos juveniles, y como de colegio, del autor,
ahora reputado mdico cirujano.

Llegando aqu ocrreme preguntar la bibliografa de Traductoros espaoles de que habla usted en su Horacio es slo de los de lenguas clsicas? o es de los de todas
lenguas, antiguas o modernas, que no sean la castellana? Entran en el nmero de los primeros los traductores de la Biblia? Comprndense tambin las imitaciones y
las traducciones en prosa? Con toda el alma le agradecera se sirviese darme luz sobre estos puntos de su obra, pues sera para m la satisfaccin mayor que usted
pudiese utilizar las traducciones bblicas, y de otros escritores latinos como Publio Siro, que tengo reunidas, amn de algunas de poetas modernos, con que usted puede
acaudalar la parte hispano americana de su bibliografa en lo referente a Chile.

No s si las copias que le incluyo merezcan la aprobacin de usted; pero s s que las he sacado puntualmente, uniformando slo la ortografa, y procurando que se
acomoden a la forma en [p. 391] que estn impresas. Dgame, seor y amigo, con entera franqueza el modo cmo pueda mejor servir a la obra de usted y si son o no
impertinentes las noticias y juicios, o impresiones mas, relativos a las composiciones que le envo, porque al escribir a usted no me anima otro deseo que contribuir a
que mi patria tenga su partecica en el monumento perenne y duradero que usted erige a la lengua y literatura castellanas en libros que la Europa sabia admira y aplaude,
y que yo venero y estudio.

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Antes de concluir, permtame, seor, ofrecer al insigne clsico y admirable convertido a la poesa heyniana, la traduccin que Salas Errzuriz ha hecho de uno de los
episodios ms encantadores del Reisebilder y que no he visto ni en Jaime Clark, ni en Juan Jos Herrero, ni en Prez Bonalde, ni en Teodoro Llorente, ni en las joyas
prusianas, ni en otro alguno de los traductores de Heine. Ese fragmento tiene para m todo el sabor del original y su particular hechizo.

Esperando que usted no ha de llevar a mal la lectura de esta fatigosa carta, mal concebida y peor pergeada, atento a la intencin y al buen deseo que la dictaron, me es
grato repetirme de usted su particular amigo y a. s. s. q. b. s. m; Juan de Dios Vergara Salv

Santiago de Chile (Casilla 214), 25 de mayo de 1888.

Nmero 432, de 16 de enero de 1876, ao IX de La Estrella de Chile, t. X, pgs. 583-586.

POEMA SECULAR

CORO DE MUCHACHOS Y DE NIAS

Oh Febo, oh Diana, que las selvas riges,


Almo esplendor del cielo,
Siempre adorados y adorables dioses
Escuchad nuestros ruegos;
Hoy que en sus versos la Sibila ordena
Que de castos mancebos
Y de doncellas escogido coro
Entone nobles metros,
En honor de los dioses que benignos
Nuestras siete colinas protegieron.

[p. 392] CORO DE JVENES Y DE PUEBLO

Astro benfico
Que de tu carro veloz y ntido
Quitas y envas tu resplandor;
Oh t que idntico
Siempre renaces, y siempre esplndido,
Y siempre nuevo, sol bienhechor,
Jams alumbras en tu carrera
Nada ms grande que nuestra Roma,
Jams, oh sol!

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CORO DE VRGENES

Suave Hithya, protege a las madres


Cual proteges al nio que al mundo
Va luego a nacer!
Ora quieras te llamen Lucina,
Ora en ti a Genitalis imploren,
De los nios romanos el nmero
Haz, Diosa, crecer.
Del senado el decreto bendice
Y la ley que muy pronto en romanos
Fecunda ser. [1]
Y una nueva centena de soles,
Y los juegos y cantos nos vuelva
Que tres das, tres noches alegres
Nos deben durar.

CORO DE PUEBLO

Parcas verdicas
Cuyos orculos
Jams mentidos
El tiempo vi;
Mandadnos pocas
De paz y jbilo,
Cual la dichosa
Que ya pas.
Haced que el suelo prdigo
En hierbas, frutos y rboles,
De doradas espigas
Ofrenda a Ceres d.
[p. 393] Las aguas salutferas,
Los airecillos plcidos,
Fecunden este suelo
Que a Roma vi nacer.

UN NIO

Deja, Apolo, tu flecha temible


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Y escucha apacible
A los nios que claman a ti!

UNA NIA

Oye, oh reina de suave creciente,


Oye, astro esplendente,
A las nias que claman a ti!

AMBOS COROS

Si Roma es obra vuestra; si a la Etruria


Por orden vuestra las troyanas huestes
Sus lares desertando, se marcharon
Con un viaje feliz; si vuestro amparo
No a los tristes negis, que el po Eneas
Salvos llev, como jurado haba,
Los escombros de Troya atravesando,
Prometindoles ms de lo perdido:
Costumbres puras, conceded oh Dioses!
A la romana juventud, tranquila
Y envidiable vejez a nuestros padres;
Honor, fortuna y descendencia al pueblo.
De Venus y de Anquise el descendiente,
Quien albsimos toros os ofrece,
A todos mande y sobrepuje a todos,
Terrible con aquel que se resista,
Clemente con aquel que haya vencido.
Ya tiembla el Medo ante su fuerte brazo
En el mar y en la tierra poderoso,
Ya las Fasces romanas le amedrentan.
Ya el ndico y el Escita, tan soberbios,
Tan orgullosos antes, sin aliento,
La alianza imploran y temblando esperan.
La fe, la paz, la probidad antigua,
La virtud, olvidada tanto tiempo,
Osan reaparecer, y la abundancia
Vuelve otra vez con su fecundo cuerno.

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[p. 394] CORO DE MUCHACHOS

Oh Dios, que aman las musas, oh Dios, que volver sabe.


Al lnguido las fuerzas, con mgico poder!
Oh Dios de arco fulgente,
Que un porvenir hermoso nos haces entrever!
Si con propicios ojos el Palatino miras,
Y el Lacio y nuestros triunfos, con complacencia ves,
Concdenos, oh Febo,
Un siglo que no pueda tener igual despus!

CORO DE DONCELLAS

Casta Diana, t que habitas


El Algida y Aventino,
De tus quince sacerdotes [1]
Oye las fervientes preces.

Casta Diana, t que habitas


El Algida y Aventino,
De la juventud escucha
Las plegarias inocentes.

CORO DEL PUEBLO, DE MUCHACHOS Y DE DONCELLAS

Jpiter nos oy; los dioses todos


Nuestra voz escucharon;
Ya al domstco hogar volver podemos
Colmados de esperanzas:
Pues hemos celebrado en nobles cantos
Al padre Febo y a la suave Diana.

CCXCIX. SALAS ERRZURIZ, Juan Rafael.Santiago de Chile, 1876

Nmero 431, de 9 de enero de 1876, ao IX de la Estrella de Chile, pgs. 532-536.

UNA STIRA DE HORACIO

Sunt quibus in satira. St. II, 1


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Horacio delibera con un amigo sobre si debe abstenerse de componer stiras.

[p. 395] HORACIO

Mis versos unos de crules tachan,


Y de pasar los lmites me acusan
Del sarcstico gnero: los otros,
Tibios y flojos mis escritos llaman,
Y dicen que en un da hallarse pueden
Mil versos no inferiores a los mos.
Qu debo, pues, hacer? Hablad, Trevacio.

TREVACIO

Quedar tranquilo.

HORACIO

Cmo! que renuncie


Por completo a escribir?

TREVACIO

Es mi dictamen.

HORACIO

Pues muera si eso no es lo ms prudente!


Mas... no podr dormir!

TREVACIO

Los que desean


Dormir profundo sueo, amigo Horacio,
Frtense el cuerpo con suve aceite,
Y una, dos y tres vecs por el Tiber
Crucen a nado; con aejo vino
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Calor adquieran en seguida y fuerza:


Mas, si el sagrado numen os arrastra,
Cantad del Csar los heroicos hechos;
Que as mereceris noble corona.

HORACIO

Amadsimo padre! mis potencias


No en proporcin estn con mis deseos.
No todos pueden describir las huestes
Erizadas de dardos, ni a los galos,
Sin piedad destrozados, ni a los Parthos,
Moribundos al pie de sus corceles.

[p. 396] TREVACIO

Al justo, al fuerte Csar, a lo menos,


Cantad como a Scipin cant Lucilio.

HORACIO

Lo har cuando oportuno el tiempo sea;


Entonces slo al preocupado odo
Del gran Csar irn los pobres versos
De Cayo Horacio Flaco. Y que no adulen
Torpemente al monarca, pues la entrada
Les negar, prudente, en sus odos!

TREVACIO

Oh s! Vale ms eso que cruelmente


Del bufn Pantolabo hacer escarnio
O bien del disoluto Nomentano!
Quien por s mismo teme, a todos odia,
Aunque nadie lo hiera.

HORACIO

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Por ventura
Puedo dejar de hacerlo? Apenas siente
Miln que el vino a su cabeza sube,
Ve que las luces bailan y a la danza
Con delirio se entrega. Entre caballos
Castor la vida pasa. El pugilato
Es de su hermano el predilecto goce:
Hay, por fin, tantos gustos como hombres.
A m me agrada en cadenciosa frase
Encerrar las palabras, cual Lucilio,
Ms razonable que nosotros. ste,
A sus tablas de cera en otro tiempo,
Como a fieles amigos confiaba
Sus secretos, y, triste o desgraciado,
No las dej jams. Su vida entera
Se encuentra en ellas pues, cual se hallara
En un votivo cuadro. Yo, nacido
Ignoro si en Lucania o en Apulia
Pues el Venucio labrador trabaja
En una y otra tierra; yo lo imito.
Es fama que all mismo los romanos,
Expulsado el Sabino, se situaron
Para impedir que entrase el enemigo
[p. 397] Por indefensos sitios, ya la guerra
El Apulio moviese, ya el Lucano.
Mas en mis versos, no sin justa causa
Ofender a ninguno. Ellos tan slo
Prontos a protegerme estarn siempre,
Como el acero que en la vaina duerme.
A qu desenvainarlo, mientras viva
Lejos de insultos, de enemigos lejos?
Oh rey y padre Jpiter! Perezca
Mi espada carcomida por el moho,
Y mi dulce descanso nadie turbe!
Ay de quien me provoque! (Le valdra,
Por cierto, mucho ms, no provocarme!)
Llanto le costar; ver su nombre
Por toda la ciudad escarnecido!

Cervio a las leyes irritado insulta;


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Canidia, hija de Albutio, a cuantos odia,


Con veneno amenaza; negros planes,
En su puesto de juez, Turio medita;
Cada uno a medida de sus fuerzas,
Al que le inspira desconfianza ataca:
Ley imperiosa de natura es sta.
El toro hiere con el cuerno, el lobo
Con afilado diente; por qu causa,
Sino porque son esos sus instintos?
Confiad su madre al disoluto Sceva:
Nada temis de sus piadosas manos.
Cosa admirable! que ni el lobo ataque
Con las uas, ni el buey a dentelladas!
As Sceva a la anciana dar muerte
De cicuta y de miel con muerte infame.
En fin, Trevacio amigo; ora me espere
Tranquila senectud, ora la muerte
Sus negras alas a mi lado bata;
Ora rico, ora pobre, ya en mi patria,
Ya en el destierro si lo quiere el hado;
Sea duro o dichoso mi destino,
Versos escribir.

TREVACIO

Msero joven!
Temo no vivis mucho. Un poderoso
Puede heriros de muerte, caro amigo,
Con palabras glaciales.

[p. 398] HORACIO

No os asuste!
Cuando escribi Lucilio en este gnero
Para arrancar la mscara embustera,
Que velaba de algunos el cinismo
Con radiante apariencia; cuando Lelio
Un justsimo apodo di a Cartago,
A Cartago vencido: por ventura
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Contra ellos protestaron? Reclamaron


Por Metelo ofendido, o por las burlas
Hechas a Lupo en magistrales versos?
No, Trevacio; a pesar de que con todos
Se ensaaba Lucilio y sus azotes.
Al plebeyo y al noble castigaban:
Menos a la virtud y a sus sectarios.

Escipn el virtuoso, el sabio Lelio,


Alejarse solan del bullicio
Aliviando sus hombros de la toga;
Y mientras se cocan las legumbres
Amables y tranquilos platicaban.
Las Musas, es verdad, y la fortuna
Me han protegido menos que a Lucilio;
Mas ha de confesar la envidia misma
Que el favor de los grandes goc siempre.
Si el envidioso diente. morder quiere
En mi ms dbil lado, ha de romperse
Sin fruto alguno. Qu opinis, decidme,
Docto Trevacio?

TREVACIO

A la verdad no encuentro
Nada que contestaros. Sin embargo,
Prudencia os aconsejo: de las leyes
La ignorancia no os traiga algn conflicto.
Siempre tened presente que si acaso
Malos versos contra otro alguien escribe,
Hay juicio y pena.

HORACIO

Malos versos, sea!


Y si ataca un poeta en buenos versos
Y los aprueba el Csar? Y si acosa
Un honrado escritor a un miserable?

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[p. 399] TREVACIO

Con aplausos entonces y con risas


Las tablas de la causa harn pedazos
Los jueces, y dirn: marchad absuelto.

CCC. TONDREAU, Narciso.1887.

A la pgina 249 de la coleccin de poesas que con el ttulo de Penumbras public en 1887 N. Tondreau, se lee la siguiente composicin:

A ASINIO POLIN

Motum ex metello. Od. II, 1

Del triste reo salvacin y remo,


Del Senado magnfica lumbrera
Oh Polin! que del triunfo hasta el supremo
Honor te alzaste en la marcial carrera
Cuando del fiero dlmata triunfaste
Y el laurel en tus sienes anudaste.

La guerra escribes, la civil contienda


Que marc de Metelo el consulado,
Para que el hijo del romano aprenda
Cul fu su origen ruin y desastrado.
Difcil es la obra, pues que pisas
Las ascuas bajo hipcritas cenizas.

Nos hablars del squito de males


De que esa guerra fu fecunda cuna,
De la sangrienta lid, de las seales,
Juguetes y caprichos de fortuna,
De los jefes que unieron sus espadas
Con an no expiada sangre coloreadas.

Dale a tu musa trgica y severa


Corto descanso, mientras los furores
Nos cuentas de esa poca guerrera,
Su fin y desenlace y sus horrores.

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Despus que el lauro cojas de la historia,


Ven a igualar de Eutipides la gloria.

De la trompa los blicos sonidos


Y del clarn las notas penetrantes
[p. 400] A conmover ya vienen mis odos;
Las espadas desnudas y brillantes
Llenan de bro a los corceles fieros
Y animan a los fuertes caballeros.

Ya me parece or la voz de aliento


De los jefes insignes y esforzados
Llenos de polvo que levanta el viento,
Y el pie de los magnnimos soldados;
Veo a la tierra su cerviz doblar,
Mas no a Catn en su valor cejar.

Juno y los otros dioses tutelares


Del frica dejaron esa tierra,
No hallando la venganza a los millares
De vctimas tronchadas por la guerra;
Pero en los hijos del romano osado
La sombra de Jugurta han aplacado.

Qu campo no conserva un monumento


En sangre de romanos cimentado?
Qu campo no escuch el confuso acento
Que levanta en la lid nuestro soldado?
Los medos escucharon la cada
De esta Roma vetusta y carcomida.

En qu olas, silenciosas o rugientes,


De ro o mar, no se meci la guerra?
Qu golfo no tieron los torrentes
De nuestra sangre? Qu lejana tierra,
En los brazos del mar aprisionada,
No fu con esa sangre fecundada?

Pero detn oh musa! el sacro vuelo.


Por qu desechas puras alegras
Por notas de dolor y ecos de duelo,
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Y te engolfas en negras alegras?


Ven a mi lado, y con gracioso acento
Nuestros cantos de amor demos al viento.

CCCI. TONDREAU, Narciso,1887.

A la pgina 254 de las Penumbras, de N. Tondreau, se halla la siguiente poesa:

[p. 401] A APOLO

Quid dedicatum poscit Apolinem. Od. I, 31

Qu pide el vate con porfiado ruego


Al rubio Apolo en sus recientes aras?
Qu pide al derramar las ondas claras
Del bquico licor?
No ambiciona las frtiles campias
De la rica Cerdea, ni el ganado
Que pace de Calabria el rico prado
Bajo un sol quemador.

Ni le tienta la esplndida riqueza


Que de la India traen cien navos,
Ni de monstruos salvajes y bravos
El cndido marfil.
Ni los campos que el Liris fertiliza
Con su corriente mansa y silenciosa,
Carcomiendo la orilla tortusa
Do se alza flor gentil.

Aquel a quien propicia la fortuna


Di de Baco las ramas trepadoras,
Cifre su dicha en ver pasar las horas
Cantando, y con su hoz
Cruce los mares mercader impvido,
Desafiando el furor del recio noto,
En el cielo fiado, en su piloto
Y en su lona veloz.

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Cambie de Siria los preciosos frutos


Por el nctar suavsimo y rosado,
Y al apurarlo en vaso cincelado
Sienta grato sopor.
Las hierbas de los campos me sustentan
Y de las verdes ramas del olivo
Pende el sabroso fruto de que vivo,
Ajeno a la ambicin.

Oh Apolo! prolonga y hazme gratos


Los das de mi vida pasajera,
Y en el campo delicia lisonjera
Permteme gozar.
Dale luz a mi torpe inteligencia,
[p. 402] Y cuando la vejez caiga en mi frente,
No me impidas las cuerdas dulcemente
De mi lira templar.

CCCII. TONDREAU, Narciso, 1887.

A la pgina 253 de las Penumbras, de N. Tondreau, publicadas en 1887, se halla la siguiente poesia:

A CLOE

Vitas hinnuleo me similis .Od. I, 23

Huyes, Cloe, de m, cual corzo tmido


Que a su espantada madre va siguiendo
Por entre el bosque oscuro, y que se asusta
Al ruido de las hojas y del viento.

Si el aura de naciente primavera


Bate las ramas, o el zarzal espeso
Mueve el verde lagarto, sus rodillas
Tiemblan al par que su agitado pecho.

Yo no te busco cual su presa el tigre,


Ni como de Getulia el len hambriento.
Quiero decirte que a tu madre dejes
Y que un esposo busques, pues ya es tiempo.
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Nmero 15, de 12 de enero de 1868, ao I de La Estrella de Chile, pg. 178.

Oh Navis referent. Od. I, 14

Por qu a bogar te lanzas


Sin temer, navecilla,
Las olas, que te empujan
Hacia la mar brava?

Torna veloce, torna


A la ribera amiga,
Que entre las turbias ondas
A zozobrar caminas.

[p. 403] Sin remos tus costados,


Tu mstil hecho trizas,
El brego se ensaa
En tu deshecha quilla.

Cul las antenas crujen!


Posible es que resistas,
Desmantelada y rota.
La mar embravecida?

No tienes velas sanas,


Ni una deidad benigna
A quien llamar, si airada
La tempestad se irrita.

De qu tu claro nombre
Te vale, ni el ser hija
Del ms robusto pino
Que honr la selva umbra?

Tu popa de doradas
Labores guarnecida
Confortar al piloto,
Que tmido vacila?

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Ay! teme, pobre nave,


Cuando los vientos silban,
Y no el juguete seas
De sus saudas iras.

CCCIII. SOLAR, Enrique del.Santiago de Chile, 1868.

Oh t, de mis congojas
Objeto triste un da,
Y de deseo ahora
Y angustias infinitas!

Huye las turbias ondas


De las brillantes Ccladas
Si de tu osado intento
No quieres ser la vctima.

CCCIV. BOLADO, Benedicto.Santiago de Chile, 1870.

Nmero 147 de 24 de julio de 1870, ao III de La Estrella de Chile, pg. 672

[p. 404] Eheu fugaces. Od. II, 14

Harto ligeros ay! los dulces aos


En el silencio, oh Pstumo, se pasan,
No a la vejez rugosa virtud pa,
Ni a la indomable muerte, da tardanza.

Que si tres hecatombes a Plutn


Cada maana ofreces, no le aplacas;
A Plutn que en la onda taciturna
Al triple Gerin y a Ticio para.

Cualesquiera que a ofrenda de la tierra


Debamos el sustento, ya monarcas,
Ya humildes moradores de los campos
Es fuerza para todos levar ancla.

En vano procuramos del horrendo,


Crudo Marte evitar la tinta espada
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Y la ola en que se rompe el Adria ronco;


Del Austro que en Otoo se derrama,

Nocivo a nuestro campo, huir es vano.


Del Cocito vagar las negras aguas
Hemos de ver al fin, lnguido ro;
Y malditas por siempre a las Danaidas,

Y en eterna fatiga atormentado


A Sisifo de Eolo que trabaja.
Tus tierras y tu casa y dulce esposa
La hora llegar que has de dejarlas.

Y tan slo el ciprs que nunca amaste


De las que t cultivas caras plantas,
Oh duefo pasajero, ha de seguirte
Cuando abrigo te d la tumba helada.

Heredero feliz que te preceda


Del ccubo oloroso que te agrada,
Y que guardas ahora con cien llaves,
Con placer beber la dulce taza.

Y el suelo teir de las que fueron


Queridas para ti muy ricas salas
Con vino ms preciado que el que ostenta
La cena pontificia regalada.

[p. 405] N. B.Al publicar La Estrella de Chile en su nmero 141 de 12 de junio de 1870 la primera poesa de Bolados, deca: el autor es un
simptico joven de diecisis aos. Es verdaderamente lamentable que una cruel enfermedad amenace arrebatrnoslo, arrebatando con l una
esperanza para las letras chilenas.

CCCV. BOLADO, Benedicto.Santiago de Chile, 1871.

Nmero 215 de 12 de noviembre de 1871, Pg. 84, del ao V, de La Estrella de Chile.

Aequam memento. Od. II, 3

No olvides, caro Delio, en suerte impa


Llevar serena frente;
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Y modera en el caso floreciente,


Recordando la muerte, tu alegra:

Ya triste en todo tiempo hayas vivido,


O el Falerno apurando
En gratos das sobre el heno blando
En valle delicioso y escondido,

Do el alto pino y lamo propicio


Con fresca sombra ampara
Y con torcido arroyo linfa clara
Produce en los guijarros su bullicio,

Mientras quieran el tiempo y el destino,


Pomadas olorosas
Y de rosal ameno frescas rosas
Haz que traigan aqu y el dulce vino.

El bosque dejars y mansin grata,


Si del fin la hora suena;
Y en la que baa el Tber granja amena
Gozarn herederos tu oro y plata.

Nada importa, de Inaco descendiente,


Que a ti el tesoro sobre
O que mal te guarezcas siendo pobre
En la humilde mansin de humilde gente.

Del hrrido Plutn vctima cierta


Al fin todos seremos,
Pues los nombres humanos bien sabemos
Que contiene en su centro la urna yerta.

[p. 406] Ser ley que la muerte, tarde o breve,


A nuestro fin se apronte,
Pues la terrible barca de Caronte
A destierro eternal llevarnos debe!

CCCVI. GARRIGA, Pablo.1869.

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De los Preludios de mi lira, coleccin de poesias de Pablo Garriga, ha sido separada la composicin siguiente:

O navis, referent. Od. I, 14

A dnde vas, barquilla,


A dnde, di, te llevan
Las ambiciones locas
Que henchir hacen tus velas?

Bello es el mar, muy bello!


Cun dulcemente ruedan
Las apacibles olas
Do el cielo se refleja!

Cun plcidos murmullos


Al salpicar elevan,
Brillar haciendo el rayo
Que entre sus aguas tiembla!

Ah! Todo a tus deseos


Da pbulo y te alienta
Para tentar de nuevo
Del mar, las furias ciegas.

Y audaz otra vez lanzas


La proa aventurera
Y, rumbo hacia otros mares,
Sobre las ondas vuelas.

Tus velas renovadas


Que al viento se desplegan
No de temor se agitan
Sino de gozo llenas.

Y los robustos cables


Crujiendo entre las vergas
Al viento desafan
Con juveniles fuerzas

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PAG@407@ Cun presto de la costa


Intrpida te alejas
Dejando slo espumas
Que mueren en tu estela!

Ya veo que en las olas


Te pierdes placentera
Muy lejos de las playas
De tu nativa tierra.

Y ahora como un punto


Sobre la mar inmensa
Te ven mis ojos tristes
Cuando a encontrarte aciertan.

Oh nave! ora rodeada


Por la azulada esfera
A dnde temerosa
Dirigirs tus quejas,

Cuando los vientos silben


Con clera violenta
Y las traidoras ondas
Te muevan cruda guerra?

Qu! No sabas, loca


Cuando a la mar te hicieras
Que tras la calma viene
Rujiendo, la tormenta?

Por qu el ejemplo de otras


Que tristes perecieran,
Del mar enfurecido
Entre las ondas negras,

No te arredr un instante,
Y temeraria y ciega
Al mar te avalanzaste
Con desplegadas velas?

No viste una y mil veces


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Que nada, nada fueran


Contra el furor del cielo
La audacia y la fiereza?

Por qu, por qu confiaste


En tus lozanas fuerzas,
[p. 408] Juguete de las brisas
Que por el mar pasean?

No ves que un solo soplo


Del Euro que se acerca
Despedazarte puede
Contra las rudas peas?

Y que esas mismas lonas


Do tu vigor se ostenta,
Te arrastrarn entonces
Hacia la muerte fiera?

Oh! Vuelve mi barquilla,


A la feliz ribera
Do en calma te adormas
A la ambicin ajena.

Que valen ms los goces


Que la quietud te diera
Que cuanto el mar esconde
Tras de su curva inmensa.

CCCVII. BARRA, Eduardo de la.Santiago de Chile, 1898.

Santiago de Chile, a 30 de nov. de 1898.

Sr. D. Marcelino Menndez Pelayo.

Madrid.

M estimado Seor: No s cmo comenzar sta, ya que al tomar la pluma siento moverse en m encontrados afectos: al mismo tiempo que deseo felicitarle por la
eleccin recada en usted para Bibliotecario, puesto en que usted est en su elemento, no puedo menos de enviarle mi sentido psame por el fallecimiento de D. Manuel
Tamayo tan bondadoso conmigo, que lo he visto alejarse con verdadero pesar.
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A l me dirija con frecuencia envindole ejemplares de mis publicaciones, que l reparta por medio de sus empleados. Sera su ilustre sucesor tan bondadoso que
quisiera prestarme idntico servicio? A esta inmensa distancia, con un correo no siempre cuidadoso, son muchas las publicaciones que se pierden en el [p. 409] camino,
sobre todo cuando se peca en la direccin. Eso me decidi a dirijirme a la Biblioteca de Madrid, para lo que envo a esa Capital.

La revolucin de Chile me lanz al destierro, y qued sin empleo y despojado de cuanto tena, y as es que, pobre y aislado a mi vejez, hago mucho en ser tan constante
en el trabajo, con mis ojos puestos en Espaa, ya que aqu ni lectores de balde encuentro. Motivo es ste para que usted, con la sencillez de alma propia de la sabidura,
me auxilie y conforte, como de usted lo espero.

Don Manuel debi proponerme a la Academia de la Historia, ttulo a que aspiro, deseoso de lucirlo en la portada de mi Restauracin del Poema del Cid, que luego
ir a la imprenta. Abonan mi pretensin mis trabajos de crtica histrico-literaria, de que he remitido muestras a la ilustre Corporacin. Ignoro si el seor Tamayo
alcanz a proponerme.

Tampoco s qu suerte corrieron las ltimas publicaciones que le mand, dirijidas a esa Biblioteca, las cuales acaso l no alcanzara a recibir. Fueron entre otras varias
algunos ejemplares de mi Literatura Arcaica, uno de ellos para usted, pues cuido de enviarle cuanto publico, desde aos atrs, as como leo y aprovecho cuanto suyo
cae en mis manos. Mucho me han interesado sus Prlogos de la Antologa de Poetas Castellanos, y espero impaciente el tomo VII que aun no nos llega. Hay puntos no
de mucha importancia en que he solido hacerle algn reparo, como usted ver en El Endecaslabo Dactlico y en Literatura Arcaica, sobre todo tratando del Poema de
Alfonso XI. Por si usted no hubiese recibido esta ltima obra, ahora se la envo por duplicado, junto con la Restauracin de las Fbulas de Juan Ruiz y otros cuadernos

Luego tendr el gusto de enviarle unas 20 odas de Horacio que espero sern de su agrado, pues creo haber conseguido pener el vino viejo en odres nuevos. Sin
separarme tanto del texto como suele el docto Burgos, y ms que l los traductores de los das de Fray Luis de Len, Villegas y Juregui, ni apegarme a l violentamente
como hace el general Mitre, guardo un trmino medio, que ni me amarra hasta dejarme sin movimiento ni me desborda de los moldes horacianos.

[p. 410] Traduje tambin el Carmen Saeculare, Y, en ms de un punto, docto Maestro, no estoy conforme con usted. Por ejemplo, en el famoso apstrofe al Sol. Dice
usted:

Sol que conduces en fulgente carro


Vario y el mismo, sin cesar el da
Nada mejor que la romana gloria
Miren tus ojos.

El aliusque et idem, sin duda que es vario y el msmo, y se refiere al Sol y no al da, como otros creen; pero qu significa? cmo debe interpretarse? qu pens el
poeta al decirlo? Creo que se refiere a los varios nombres, Apolo, Febo, Sol, con que al dios se invocaba en Roma, siendo uno mismo. Pero, la frase aislada vario y el
mismo, tiene no poco de enigmtica para el lector. Mejor sera explanarla y decir: Vario en el nombre y en esencia el mismos, o bien:Uno en esencia y en el
nombre vario.

Justifica esta interpretacin el Coro que sigue en que se invoca a Diana bajo los nombres de Ilicia, Lucina y Genitalia. Sive tu Lucina probas vocari seu Genitalis.

Por esto traduje:


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Sol, almo Sol, dispensador del da,


Vario en el nombre y en esencia el mismo,
Nada ms grande que la excelsa Roma
Veas ni alumbres!

No estoy contento an. Un parntesis en la solemne invocacin pudo usarlo Horacio; pero, hoy no es de mi agrado. Aunque me aparte del modelo, creo mas propio
hacerlo desaparecer en beneficio de la limpieza escultural del himno. Creo poder decir con ventaja:

Sol, almo Sol, dispensador del da,


Febo divino, en tu inmortal carrera
Nada ms grande que la excelsa Roma
Veas ni alumbres!

Qu dice el Maestro?

De las odas he hecho dobles traducciones: una serie ms ajustada al texto y la otra ms amplia. Estoy contento de mi trabajo [p. 411] sobre todo de la Vida del Campo,
del Dilogo entre Lidia y Horacio y las odas a Melpmene, a Licinio y a Grosfo.

En cuanto se publiquen tendr el gusto de envirselas. A usted, apasionado de Horacio, le adelanto una muestra, la ms breve de todas, para que se forme idea de lo que
son mis dobles traducciones, Es aquel pequeo Camafeo de tipo helnico, en que aparece Venus con su cortejo, invitada a la fiesta de Glicera. Ha sido algo desdeado
por los maestros espaoles, que dejan a Mercurio muy desairado sin atribuirle el papel que all le corresponde. Encuentro delicadsima esta pequea oda, cuya
traduccin doble le envo, acompaada de otra tambin brevsima que me parece inconclusa, acaso por no entenderla a derechas. Es aquella a Nebula , Miserarum est,
del libro III, en que he metido mano profana para darle el remate que a mi juicio la corona. No soy el primero que trabaja un brazo para la Venus de Milo.

Usted dir!

No terminar esta carta sin hacerle saber, y se lo digo muy sinceramente, que en este pas el sentimiento espontneo y general ha sido decidido por Espaa en los
pasados das de espectativa y tribulacin, y otro tanto he sabido de las dems Repblicas Americanas. La sangre ha hablado poderosamente y un secreto instinto nos
desviaba de los yankees, cuando a primera vista lo contrario parecera lo lgico.

Yo me he sentido tan espaol como si hubiese nacido en el rin de Madrid, y cay la noche sobre mi alma cuando los dioses se cansaron de concedernos la victoria.

Y se comprende; sangre de militares espanoles corre en mis venas; uno de mis tatarabuelos, Ponce de Len, fu jefe de la Caballera espaola en la guerra con el
Araucano; otro, Lastarria, fu Almirante de la flota espaola. Mas no me remonto en estos recuerdos, de miedo que mientan mis papeles de familia que me dan alto
entroncamiento con los hroes de la batalla del Salado y con el insigne Garcilaso, por mi bisabuela Loaysa y Lasso de la Vega, dama limea, de la familia del primer
Arzobispo del Per. Otro guerrero, y ste es de mi cuenta, fu Guillermo de la Barra que mand la batalla de Moret, en que muri el rey de Aragn sostenedor de los
Albigenses. Fu este Guillermo uno de los Capitanes de Simn de Montfort y se le menciona en el poema de [p. 412] aquella Cruzada como se ve en Los Trovadores de
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su maestro el muy erudito Mil y Fontanals, sabio, pero no poeta, por ms que su cario quiera concederle esa corona.

Vea, pues, hasta dnde van mis races espaolas, en cuanto a la sangre, que en cuanto a los afectos son mayores, si cabe.

Pero, no necesitaba decirle todo esto, que, sin advertirlo casi, se me ha cado de la pluma, para que usted vea y palpe la adhesin, por natural afecto, de los Americanos a
la madre Espaa. Ella en s misma tiene bastantes elementos de grandeza para continuar con brillo sus gloriosas tradiciones y realizar sus destinos. La grandeza de las
naciones y la felicidad de los pueblos usted bien lo sabeno estriba precisamente en su extensin territorial. Haya paz y justicia y habr patria. Ojal el cielo los
preserve del monstruo de la guerra civil!

En fin, largo he charlado, largo sobre todo para un hombre de tantas ocupaciones y a quien quiero y admiro como si le tratara desde aos atrs.

Alcanzo a desearle un ao ms prspero para usted y para la noble Espaa, y me despido ofrecindome de usted mui respetuoso amigo y atento servidor, q. s. m. e. E.
de la Barra.

Una pequea demora en el envo de sta me permite agregar la traduccin que en este momento concluyo de la oda a Cloe (que tengo hecha en tres formas) del cataln
Montserrat y Archs, que usted elogia en su Horacio en Espaa, de donde la tomo. He introducido lijeras variantes, como usted ver:

CCCVIII. BARRA, Eduardo de la.Santiago de Chile, 1808.

Vitas hinnuleo. Od. I, 23

De m te apartas, Cloe,
Tal como la cervata
Que en busca de la madre
A toda prisa escapa.
Teme los vagos ruidos
Del bosque y de las auras,
Cuando la Primavera
Rebulle entre las rarnas.
Si algn lagarto, sbito
[p. 413] Agita la hojarasca,
Las piernas se le doblan,
Tiembla hasta las entraas.
Aguarda, no me huyas;
No soy la fiera hircana
Que te imaginas, Cloe...
Fruta en sazn, preciada,
Deja a la madre y sigue
Al hombre que te ama!
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Con encanto he ledo su Horacio, que acabo de terminar, y me ha ocurrido preguntarme, si habr sido alguna vez horaciano sin saberlo? Creo que s; al menos es del
gnero El Arco de Ulises (pg. 193 del tomo I de mis Poesas) en contestacin a los mozos que no se conformaban con que yo me hubiese llevado los premios del
certamen.

Tengo otras en el tomo II: una, Gloria in excelsis, dedicada a usted (pg. 291), y otra a Jos Basterrica (Pg. 245), como la Oda heroica, La Sombra de Pizarro (219),
que ms bien seran leontinas.

Voy a echarme a buscar la segunda edicin del Horacio en Espaa para saborearlo de nuevo, y estudiarlo y aprovecharlo. Gracias mil por tan buena y provechosa
compaa!

Vale.

CCCIX, BARRA, Eduardo de la.Santiago de Chile, 1898.

O Venus regina.Od. I, 25

Reina y Seora de Gnido y Pafos


Tu delicioso nido cipreo
Deja, y acude donde te invoca
Glicera bella, quemando incienso.

Contigo el ciego Cupido vaya;


Vayan las Gracias, los cintos sueltos;
Vayan las Ninfas, y al par con ellas
Juvencia loca y Hermes discreto.

[p. 414] II

Bis.Anacrentica

Reina de Gnido y Pafos,


O Venus Citerea,
Deja tu cprea concha
Y ven donde Glicera.

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En su pequeo templo
Incienso ya te quema,
Te invoca enamorada
Y adoracin te ofrenda.

Contigo venga el Nio


De las terribles flechas,
Y sganle las Ninfas
Para alegrar la fiesta.

Las desceidas Gracias


Lleguen tambin; con ellas
Juvencia, fresca y grata
Como una aurora, venga.

Y, el ndice en los labios,


Mercuro est a la puerta,
Velando los misterios
De la feliz Glicera.

Fundida en turquesa ms clsica, sera:

III

Reina de Pafos y de Gnido, oh Venus,


Tu Chipre amado y delicioso deja,
Y hoy a los ruegos de Glicera acude;
Ven a su fiesta.
Brilla su alcoba convertida en templo,
Tierna te llama enamorada y bella,
Grato perfume en braserillos de oro
Quema en tu honra.
Venga contigo el Ceguezuelo armado;
Sigan sus pasos amorosas Ninfas,
Vengan las Gracias con los cintos sueltos
Libres y airosas.
Llegue Juvencia esplendorosa y fresca
Y d a la fiesta del Amor su encanto;
Venus presdalos misterios, y Hermes
Vele la puerta.
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[p. 415] Todava voy a trascribir la misma en el nuevo metro que he dado a la lrica castellana, va bastante usado en Amrica. Es un pentaslabo
triple.

IV

PARFRASIS

Reina de Gnido, diosa de Pafos, Venus Ciprea,


Deja tu puerto lleno de encantos y de delicias;
Hoy que te llama Glicera hermosa, ven Citerea
Y no le niegues gratas caricias.
Ven, do te aguarda prendiendo aromas, ardiente y bella,
Ven do te invoca junto a las aras, con dulces preces.
Su alcoba en templo se ha convertido: te adora en ella
Como ella sabe, cual t mereces.
Venga contigo Cupido armado; con l radiosas
Vengan las Ninfas cantando ledas y enamoradas;
Sueltos los cintos lleguen las Gracias vertiendo rosas
Cual las que nacen de tus pisadas.
Llegue segura que aqu se guarda letal secreto
Juvencia ardiente, con su alegra, con sus candores.
De los misterios prended las luces: Hermes discreto
Guarda la puerta de los amores!

CCCX. BARRA, Eduardo de la.Santiago de Chile, 1898.

Miscrarum est. Od. III, 12

A NEBULA

Cuan infeliz la nia


A quien se contrara en sus amores,
Y a quien le est vedado
Templar en el deleite sus ardores [1]
Castgala la lengua
Del rgido tutor y la amenaza:
Ella llora, suspira
Y las labores de Minerva aplaza.
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Luego a Cupido escucha


Y slo en Hebro, el de Lipari piensa:
Nebula en su pecho
Siente de amor la ebullicin intensa.
Hebro es mejor jinete
[p. 416] Que el mismo vencedor de la Quimera;
No hay pjil que le iguale,
Ni nadie le ha vencido en la carrera.
Al jabal sorprende
En el espeso matorral; si lanza
Su flecha, va certera
Y al jil gamo en la carrera alcanza.
Del Tber en las ondas
Sumerje el hombro con aceite unjido...
Velo Nebula y piensa
Que es ms fuerte el Amor cuando es prohibido.

CCCXI. BARRA, Eduardo de la.Santiago de Chile, 1898.

Beatus ille. Ep. 2

Pensando en usted acabo de traducir del gallego el Beatus ille, que usted trae en su Horacio en Espaa. Me ha parecido sabrossima traduccin la del catedrtico
Mosquera y he procurado seguirla muy de cerca, menos en ciertos pasajes que retoco en la esperanza de mejorarlos. All va mi trabajo hecho al correr de la pluma:

A VIDA D'O CAMPO

(Del latn al gallego, del gallego al castellano)

Feliz quien vive como en tiempo de antes


Lejos de toda bulla,
Y labra el campo que labr su abuelo
Con bueyes propios, libre de la usura.

No el guerrero clarn ni el mar airado


El sueo le perturban;
Ni se encorva en la puerta del magnate
Ni del Foro se agita entre la chusma

Mas las ramas frondosas de la parra


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Con el lamo ayunta,


Corta con su podn las ramas flacas
Y otras ramas injerta ms robustas

O ve pacer las vacas y los bueyes


En la feraz llanura;
Ya la miel que exprimi guarda en los odres,
Ya a sus corderos del velln desnuda.

[p. 417] Y cuando Otoo la cabeza hiergue


Coronada de frutas,
Coge la pera de la misma rama
En que su mano injiri la pa.

Ora a ti, dios Silvano, y a ti Priapo


Que los linderos cuidas,
Agradecido y en debida ofrenda,
Os va a colgar las purpurinas uvas.

O tendido a la sombra de la encina


En la grama menuda,
Las aguas oye que del monte bajan
Y su camino por el valle buscan.

Y al concento del ro y de las aves


Que alegran la espesura
Se aduerme y suea oyendo la fontana
Que al lado suyo musical murmura.

En la ruda estacin de crudas nieves


De tormentas y lluvias,
Sigue al hirsuto jabal, que diestros
Luego sus canes en la trampa empujan.

Y al voraz tordo entre sus lazos coge,


Y a la liebre y la grulla...
Quien as se da gusto qu apetece
De los lances de amor y de fortuna?

Y ms si tiene una mujer casera


Que los hijos educa,
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Ya encendida en rubor cual las sabinas,


O ya tostada por el sol de Apulia.

Mujer que antes que llegue su marido


En el fogn atura
Las ramas secas y la llama aviva,
Que amiga los conforta y los alumbra.

Que lista acude y el ganado suelto


En el cercado junta,
Y las ubres estruja en las colodras
Blancas de leche rebosando espuma.

Que baje a la bodega y vino nuevo


Pide a la vieja cuba,
Tiende el blanco mantel en rica mesa
que, sin mercarse nada, en todo abunda.

[p. 418] Ah! por esa comida regalada


Que amor y paz endulzan,
Dejara yo las ostras del Lucrino
Que a los de la ciudad tanto les gustan.

Dejara yo el rodabajo y los escaros,


Si es que algunos empuja
A nuestra playa el huracn soberbio
Que all en las costas de Levante bufa.

Ms que el greciano francoln, y el ave


Que la Numidia educa,
Las romazas me agradan y las malvas
Que muchos pechos delicados curan.

O la exprimida por campestre mano


Delicada aceituna,
O el cabritillo tierno, que del lobo
Muestra fresca la fiera mordedura.

Oh mesa afortunada! Cuanto place


Entre tanta fortuna
Ver bajar las ovejas a la tarde
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Cuando ya solas el aprisco buscan.

Ver los bueyes cansados cuando vuelven


De la faena dura
Enyugados an, traer el arado
El timn arrastrando por la punta.

Y ver, en fin, de rsticos esclavos


La suelta, alegre turba,
Enjambre de la granja, que en la tarde
En torno del hogar revuela y zumba.

Esto dijo un tal Alfio, un usurero,


Ya resuelto a seguir la vida rstica;
Sus cuartos recogi con que lucraba;
Pero, pasado un mes, volvi a la usura.

URUGUAY

CCCXII. ACUA DE FIGUEROA, Francisco.Montevideo, 1835.

Maecenas atavis. Od. I, 1

Mecenas ilustre
De reyes nacido,
Mi dulce decoro,
Mi amparo y mi asilo;

[p. 419] Muchos hay que anhelan,


En carros lucidos,
De olmpico polvo
Cubrirse en el circo.

All con destreza,


En rpido giro,
Evitan de un choque
Al eje encendido.

Del mundo seores,


El lauro propicio
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Los alza cual dioses


A par del Olimpo.

A ste ansiosa colma


De honores subidos
La turba verstil
De nobles Quirites;

Aqul en sus trojes


Quiere con ahinco
Todas las cosechas
De Libia y sus trigos;

Feliz se contempla
Labrando tranquilo
Los campos paternos
Con frreo escardillo.

Ni de talo el oro
Pudiera inducirlo
A arrostrar los mares
En ciprio navo.

Tiembla el mercadante
Que oy pavorido
De mares y vientos
El choque y los silbos;

La quietud alaba,
Y ensalza expresivo
La vida campestre
Del patrio recinto;

Mas siente pobreza,


Olvida el designio,
Prepara sus naves
Y arrostra el peligro.

Hay quien no desprecia


El msico vino,
Gozando las horas
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Del da festivo.

Ora el verde arbusto


Le ofrece en esto
[p. 420] De fragantes hojas
Parasol tejido;

Ora recostado
Contempla embebido
La fuente sagrada
Del plcido ro.

A muchos agrada
De Marte el bullicio,
Y de las trompetas
El ronco sonido;

Y la infanda guerra,
Flagelo que impo
Detestan las madres
Cual monstruo maldito.

Sufre la intemperie
Cazador activo,
Que olvida en los bosques
La esposa y los hijos;

Ora si sus fieles


Lebreles han visto
Cruzar presurosa
La cierva entre riscos;

Ora si sus lazos


Con duro colmillo
El cerdoso bruto
Rompi enfurecido.

Mas yo solamente,
Mecenas querido,
La yedra gloriosa
Anhelo y estimo;
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La aureola del genio,


La yedra que ha sido
Del sabio en las sienes
Feliz distintivo.

Con ella a los dioses


Igual me imagino,
Por ella los bosques
Y danzas olvido.

Stiros y ninfas,
Con fciles giros,
Del vulgo me apartan
En dulce deliquio.

Euterpe su flauta
Me cede, y lo mismo
Polymnia su lira
Cederme ha querido.

[p. 421] Y si t, Mecenas,


Mi esplndido amigo,
Por lrico vate
Me cuentas propicio,

Entonces mi frente
Ufana y con brillo,
Tocar orgullosa
Los astros divinos.

Parnaso Oriental, o Guirnalda potica de la Repblica Uruguaya, Montevideo, imprenta de La Libertad, 1835. Torno II, pagina 95.

Biblioteca Americana. Volumen sexto. Obras completas de Francisco de, Acua de, Figueroa. Edicin revisada por Manuel Bernrdez. Poesas diversas. Tomo
segundo. Montevideo, Vzquez Cares. Dornaleche, y Reyes, editores. Calle 18 de Julio, nmeros 146 y 148, 1890, pp. 368-371.

De muy dbil en su versificacin y en su expresin califica el general Mitre esta versin (Horacianas, I, 13). La mayor parte de sus defectos proceden de haberla
hecho Acua en romance hexaslabo, metro enteramente inadecuado para traducir a Horacio, y menos en una oda asclepiadea, de ritmo tan marcado y tan fcil de
remedar en nuestra lengua como lo mostraron casi simultneamente D. Juan Gualberto Gonzlez y D. Joaqun Pesado.

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CCXIII ACUA DE FIGUEROA, Francisco. Montevideo, 1890

Mercuri nam te. Od. III, 8

TRADUCCIN ESTRICTA

Mercurio, a cuya ciencia


Y docto magisterio,
Dcil Amphin debiera
Mover las rocas con divino acento;

Y t, cncava lira,
Delicioso instrumento,
Que sonora produces
De siete cuerdas armoniosos ecos;

Ni acorde, ni parlera,
Fuiste, oh lira! en un tiempo,
Mas hoy ya solemnizas
Ricos banquetes y sagrados templos,

[p. 422] Insprame sonidos


Numerosos y tersos,
Porque Lide indulgente
Preste atencin y odo a tus acentos.

T en pos de ti pudieras
Los tigres y los cerros
Arrastrar, y en su curso
Detener los veloces arroyuelos.

A tu potente magia
Vi adormecerse Orfeo
Al Cerbero implacable,
Guarda feroz del espacioso Averno,

Cuya furial cabeza,


Cien culebras ciendo,
Por la trilinge boca
Exhala podre y corrompido aliento.
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Aun de Ixin y Ticio


Los rostros macilentos,
Con expresin forzada,
En medio a sus martirios, sonrieron,

Y el tonel fatigoso
Qued enjuto un momento,
En tanto que extasiabas
A las Danaides con divinos ecos.

Oiga Lide su crimen


Y el notorio tormento,
Y el tonel horadado
Que llenar deben con afn eterno.

Y los fatales hados


Seguros, aunque lentos,
Que infalibles amargan
A los delitos en el Orco fiero.

Impas!... (Ciertamente
Qu ms hacer pudieron?)
Feroces trucidaron
A sus consortes con agudo hierro.

Una entre todas, digna


Del sagrado Himeneo,
Minti al perjuro padre
Y ennobleci su engao y sus recuerdos,

Que al caro esposo dijo:


Levntate, Lynceo!
Despierta, no te asalte
Donde no temes, el eterno sueo!

Frustremos la venganza
De tu prfido suegro;
[p. 423] Engaa a mis hermanas,
A esas nefarias, corazn de acero,

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Que cual fieras leonas


Caen sobre los becerros,
As oh dioses! degellan
Uno por uno a sus esposos tiernos.

Yo ms sensible que ellas,


No te herir, ni pienso
Guardarte en este alczar
Pues no puedo guardarte aqu en mi pecho.

Aunque agobie mi padre


Con cadenas mi cuerpo,
Porque al msero esposo
De lstima y amor salv del riesgo,

Aunque sobre una armada


Me relegue severo
A gemir, de Numidia
En los campos lejanos y desiertos,

Huye doquier te lleven


Tus pasos y los vientos:
Noche y Venus te ayuden;
Huye, bien mo, con dichoso agero;

Y all en memoria ma,


En fcil mausoleo,
Inscribe un epitafio
Que eternice en el mrmol mi lamento.

Biblioteca Americana. Volumen quinto. Obras completas de Francisco Acua de Figueroa. Edicin revisada y anotada por Manuel Benrdez. Poesas diversas. Tomo
Primero. Montevideo, Vzquez Cares, Dornaleche y Reyes, editores... 1890, pp. 233-236.

CCXIV. ACUA DE FIGUIEROA, Francisco.Montevideo, 1835

Herculis ritu. Od. III, 14

El Csar, oh pueblo!
Que el lauro alcanz,
Lauro que se compra
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Con muertes y horror,


Hoy cual nuevo Alcides,
Entre aclamacin,
De Espaa a sus lares
Vuelve vencedor.
[p. 424] La esposa que slo
Cifra en l su amor,
Salga, y a los dioses
Rinda su oblacin;
Y salga la hermana
Del claro campen,
Y madres llevando
Sus hijos en pos;
Las madres de aquellos
Mancebos de honor,
Que hoy vuelven ilesos
Con alto blasn.
Todas adornadas
Vengan en unin,
Con vendas y cintas
De vario color.
Jvenes y esposas,
Asistan, mas no
Profieran palabras
De infausto dolor.
Para m esta fiesta
Es de tal valor,
Que de mis zozobras
La imagen borr.
No temo asesinos
Ni conspiracin,
Reinando en el orbe
Csar semi-dios.
Trae, paje, coronas
Y ungentos de olor,
Y de vino aejo
Aquel tinajn;
Aquel que recuerda
La Marsa invasin
Si es que de Espartaco
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Alguno salv.
Anda! y a Nerea,
De anglica voz,
Dila que se adorne
Presto y con primor.
Que vuele... y si acaso
Te hace dilacin
Su necio portero,
Marcha t veloz.
El albo cabello
Ah! ya mitig
[p. 425] De choques y rias
Mi antigua aficin,
Que en el consulado
De Planco... eso!
Tal no Sufrira
Mi joven ardor.

Parnaso Oriental o Guirnalda Potica de la Repblica Uruguaya... Montevideo..., 1835. Tomo II.

Obras Completas de Francisco Acua de Figueroa. Poesas diversas. Tomo tercero. Montevideo.... 1890, pp. 18-19.

Mala suerte ha tenido esta oda en castellano! Ninguna de las versiones que he visto de ella me satisface. La presente es una inspida anacrentica, como nota muy bien
el general Mitre, que sin embargo no lo ha hecho mucho mejor que sus antecesores. Fu desacertado en Acua de Figueroa, como en Burgos, emplear el eptaslabo para
traducir una oda compuesta en estrofas sficas, cuya imitacin es tan natural y fcil en castellano.

El final es ciertamente malo e indigno del enrgico rasgo de humorismo bilioso:

Non ego hoc ferrem calidus juventa


Consule Planco.

Pero qu decir de la traduccin de Mitre que ni parece que est en verso, ni se entiende apenas?:

Joven, no fuera paciente, en tiempo


Del cnsul Planco.

Quien traduce as no tiene derecho para censurar a nadie. Ni el dmine Zancas Largas lo hara peor.

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CCCXV. ACUA DE FIGUEROA, Francisco.Montevideo. 1835

Quo, quo scelesti ruitis. Ep. 7

Adonde, adnde os despeis impos?


Por qu empuis de nuevo el hierro infausto?
Poca sangre latina, por ventura,
Se ha vertido en los mares y los campos?
No para que el romano los soberbios
[p. 426] Alczares quemase de Cartago,
Ni para ver cruzar la Sacra va
Al indcil bretn encadenado
Sino para que Roma por s misma
Caiga arruinada como anhela el Partho.
El furor os arrastra, oh ciego encono,
O acaso el crimen?... Responded, insanos!
Y en su conciencia heridos se pasmaron!
Mas ellos callan... palidecen mudos...
Ay cul oprime a Roma el hado acerbo,
Por el brbaro crimen del hermano,
Cuando corri del inocente Remo
Sangre, a sus nietos de valor sagrado.

Esta traduccin fu hecha como por apuesta, tan ceida al original, que casi tiene el mismo nmero de palabras que l, para probar que no es imposible traducir en
verso a Horacio sin largas perfrasis.

La primera parte de la versin es mucho mejor que la segunda en que hay dos asonantes seguidos, y una mala (por demasiado literal) traduccin del sacer, que aqu no
quiere decir sagrado, sino funesto.

Parnaso, Oriental o Guirnalda Potica de la Repblica Uruguaya. Montevideo, imprenta de La Libertad, 1835, tomo II.

Obras Completas de Francisco Acua de Figueroa. Edicin revisada por Manuel Bernrdez. Poesias diversas. Tomo segundo. Montevideo, 1890, pg. 193.

CCCXVI. ACUA DE FIGUEROA, Francisco.Montevideo,1834.

O Phebe, sylvarumque potens Diana.Carmen saeculare

Cancin secular de Horacio, traducida y pablicada para solemnizar las fiestas nacionales de la Constitucin en su aniversario del 4 de octubre de 1834.

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A Febo y Diana
(Cantan ambos coros de nios y nias)
Oh refulgente Febo, oh casta Diana,
De las selvas seora
[p. 427] Astros lucientes que el mortal adora!
De la gente romana
A vuestras aras puesta
Od el voto en la sagrada fiesta...

Esta hermosa parfrasis se imprimi por vez primera en el Parnaso Oriental o Guirnalda Potica de la Repblica Uruguaya. Montevideo, 1835. Tomo I, Pg. 212.

Biblioteca Americana. Volumen sexto. Obras completas de Francisco Acua de Figueroa. Edicin revisada por Manuel Bernrdez, Poesas Diversas. Tomo segundo.
Montevideo, Vzquez Cores, Dornaleche y Reyes, editores.., 1890. 4., pp. 123-128.

Amrica Potica... Valparaso, 1846, imprenta de El Mercurio (coleccin formada por D. Juan M. Gutirrez), pp. 227-229.

Antologa de poetas hispanoamericanos, publicada por la Real Academia Espaola. Tomo IV. ChileRepblica ArgentinaUruguay. Madrid, est,. tip . Sucesores de
Rivadeneyra..., 1895, pginas 393-398.

[Vid. H. E. I, 192; II, 474.]

CCCXVII. PREZ PETIT, Vctor.Montevideo. 1896.

Maecenas atavis. Od. I, 1

Oh Mecenas ilustre, descendiente


De real prosapia! Oh noble gloria ma!
Hombres hay que se precian, vanidosos,
De haber volado por el circo olmpico
Con su carro que el polvo circundaba;
Y orgullosos de haber girado presto
Rasando, sin tocarle, con la rueda
Frvida el linde intacto, se imaginan
Elevados al rango de los dioses
Por los honores de las palmas verdes:
ste, si la mudable muchedumbre
De la ciudad de Rmulo se empea
En alzarle a la cumbre de la gloria,
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Mira logrados todos sus deseos;


Y aquel otro en sus trojes encerrando
Prvido el rico grano que las eras
De Libia acopia, por feliz se tiene;
Que al hombre ingenuo que su dicha toda
[p. 428] Cifra tan slo en remover el campo
De sus mayores con la azada, nunca
Lograrn conminarle a hender las ondas
Del mar Egeo en un bajel de Chipre,
Aunque le ofrezcan como grato cebo
De Atalo las innmeras riquezas:
Quien espantado de la fiera lucha
Que el brego mantiene con las olas
Donde caro cay, rotas las alas,
Suea con la quietud del patrio suelo;
Despus, al reparar en sus navos
Las huellas de terribles tempestades,
La nave apresta, no sufriendo indcil
El yugo abrumador de la pobreza:
Algunos se deleitan con el vino
De Msico, que apuran sin descanso,
Y a los serios negocios de la vida
Roban algunas horas, consagradas
Al solaz, ya tendidos a la sombra
De un rbol frondossimo, ya junto
Al claro manantial de un arroyuelo:
Muchos se regocijan contemplando
Un campamento, y buscan los marciales
Sones de las trompetas y clarines
Que hacen soar en las cruentas guerras
Que odian las madres: y al abierto cielo
Se queda el cazador presto olvidado
De su esposa, ya sea que la pista
Marquen los perros de cercana cierva,
Ya un bravo jabal sus redes todas
Haya roto y en trizas convertido.

La yedra que la frente de los sabios


Circunda, a ti, Mecenas, te coloca
Entre los Dioses del augusto Olimpo;
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Y a m del vulgo lejos me retira


La fresca sombra de los grandes bosques,
Donde contemplo las ligeras danzas
De las ninfas y stiros, que Euterpe
No hace callar mi flauta, ni rehusa
Templar Polimnia mi lesbiana lira.
Mas si t entre los lricos me cuentas,
Alzar la cabeza hasta los cielos.

En la Revista Nacional de Literatura y Ciencias Sociales, de Montevideo.

[p. 429] CCCXVIII. PREZ PETIT, Vctor.Montevideo, 1896.

Laudabunt alii.Od. I, 7

Otros alaben a la clara Rodas


Y canten Mitilene, y entre todas
A feso y Corinto
Cuyas plantas las besa mar distinto
Y saluden a Tebas,
Por Baco respetada,
O de Tesalia la feraz llanura,
O a Delfos por Apolo celebrada.
Este que veis marchar bajo la obscura
Sombra de los laureles, recogiendo
Todas las hojas de inmortal corona,
Dulces versos le abona
A la ciudad de Atenas
Y a la casta Miverva; y aquel otro,
Digno hijo de las Musas, de Micenas
Alaba la riqueza, ponderando
La tierra de Argos que tan nobles potros
Presta a la guerra, y de tal modo a Juno
Est lisonjeando.
Mi obra y mi inspiracin son las sonoras
Grutas, el eco de la Ninfa griega,
Las aguas despeadas, bullidoras
Del Anio apresurado
Que caen a la vega
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Y de Tiburnio el bosque consagrado


Do un arroyuelo serpentea ameno:
Que no me han cautivado
Ni de Lacedemonia las penosas
Planicies, ni Larisa, que copiosas
Mieses cosecha del feraz terreno.
Muchas veces un soplo bienhadado
Disipa la tormenta
Que al cielo haba enlutado
Con nube cenicienta.
As la vida tiene sus tinieblas,
Y si vos me creis, discreto Plano
El consejo es sapiente
Ora estis con insignia reluciente,
Ora bajo las sombras apretadas
Del Tbur, con presteza
Disipad la tristeza,
[p. 430] Y en el fondo de Copa reluciente
Sepultad la acritud de las jornadas.
Teucro de Salamina
Que del techo paterno andaba huyendo
Y patria nueva ya encontrar ansa,
A sus fieles amigos les deca,
En sus rostros la pena percibiendo:
Iremos a do quiera
La Fortuna, por tierras apartadas,
Que es ella menos fiera
Que mi padre; y as, Teucro que os gua
Vuestra estrella ser, pues la divina
Palabra del orculo de Apolo
Nos promete una nueva Salamina.
Oh bravos compaeros!
Trances mucho ms fieros
Habis cruzado, pues colmad de vino
Las copas, y apuradlas al instante
Que maana, otra vez, nuestro destino
Lanzaremos al Pilago gigante.

En la Revista Nacional de Literatura y Ciencias Sociales, de Montevideo.

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CCCXIX. PREZ PETIT, Vctor.Montevideo, 1896.

Tu ne quaesieris. Od. I. 11.

Leuconoe! no quieras con cuidado


Curioso ver el hado,
Y saber de los dos quin el primero
Ha de morir, buscando el testimonio
Del arte babilonio;
Y a cualquier suerte opn pecho altanero.
Sea que haya resuelto el Dios eterno
Vivas remoto invierno,
Ora el postrero fuese el que al Tirreno
Mar encrespa y quebranta en roca dura,
T, prudente, perdura
Del placer y las dichas en el seno.
Reduce la esperanza a breve trecho
Y resigna tu pecho,
Que el tiempo vuela y la vejez tirana
Corre a llevarnos a la tumba fra.
Quin sabe s este da
Para nosotros guardar maana?

[p. 431] En la Revista Nacional de Literatura y Ciencias Sociales, de Montevideo.

CCCXX. PREZ PETIT, Vctor.Montevideo, 1896.

O Venus, regina Cnidi. Od. I, 30

Oh Venus! reina de Gnido y Pafos


Deja tu Chipre, que hermoso templo
Ha preparado Glicera bella
Donde te invoca quemando incienso.

Vente! las Ninfas e ingenuas Gracias


Y el nio ardiente darnte squito,
Y el Dios Mercurio; que de la vida
La primavera, sin ti es un sueo.

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En la Revista Nacional de Literatura y Ciencias Sociales, de Montevideo.

CCCXXI. PREZ PETIT, Vctor.Montevideo, 1896.

Rectius vives .Od. II, 10

Mejor el rumbo seguirs, Licino,


No remontando de la mar el seno
Ni costeando la dolosa playa
Por evitar la tempestad del cielo.

El hombre sabio que estim prudente


La mediana, no se acoge al techo
Pobre y vetusto ni al alczar de oro
Que en prfido labrado es un portento.

El huracn los rboles ms altos


Rompe, y las torres a su airn funesto
Caen en ruinas, y soberbias cumbres
Se ven heridas del celeste fuego.

El varn animoso no confa


En la dicha jams; contrario imperio
Vence, esperando nuevo da; y Jove
En grata primavera cambia el hielo.

No aciaga suerte vivir por siempre;


Tambin la Musa inspirar el Dios Febo
Para que cante, que no siempre apresta
Y tiende el arco de furores blicos.

[p. 432] Si el infortunio te acosare, al mundo


Mustrale siempre un corazn sereno;
Y si propicio viento de tu nave
Hincha la vela, coge el aparejo.

(Enviada en manuscrito autgrafo por el autor.)

CCCXXI. PREZ PETIT, Vctor.Montevideo, 1896.

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Otium Divos.Od. II, 16

Ocio a los dioses el piloto pide


Sobre las bravas olas del Egeo
Cuando a la luna velan pardas nubes
Y ni una estrella indica el derrotero.

Ocio pide la Tracia en lid reida,


Y, ornado de carcax, le pide el medo;
Que ni el oro, la prpura y las perlas
Pueden pagar el ocio placentero.

El lictor consular, la recta vara


Del inspirado augur, del rey el cetro
No apartarn del alma las tristezas,
Ni sas que cruzan los dorados techos.

El sabio con muy poco se contenta,


Caro Grosfo, y es todo el ornamento
De su mesa la copa hereditaria.
Libre de sordidez, duerme sin miedo.

Por qu otro sol buscar, en otros mundos,


Y sobre lo imposible hacer proyectos?
Si no es posible huir la propia vida,
Por qu andar de la patria siempre huyendo?

No sube con nosotros a las naves


El cuidadoese triste compaero?
No monta a nuestra grupa y va ms rpido
Que las nubes llevadas por el viento?

Olvide el que es dichoso en lo presente


De reformar su sino venidero;
Oponga calma a la fortuna adversa,
Que en este mundo no hay goce completo.

Aquiles, el glorioso, muri joven;


Cada da a Titn hace ms viejo;
Igual hora, tal vez, a m me aporta

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Lo que a ti ha negado el sino adverso.

Para ti mugen sicilianas vacas


Y balan tus rebaos de carneros;
[p. 433] Relinchan para ti las briosas yeguas
Que son de tu cuadriga el ornamento.

Con prpura africana por dos veces


Teido est tu manto: ms pequeos
Campos dime la Parca, burlo al vulgo
Y en m hay de Musa Griega un breve aliento.

En la Revista Nacional de Literatura y Ciencias Sociales, de Montevideo.

CCXXIII. PREZ PETIT, Vctor.Montevideo, 1896.

Non ebur neque aureum. Od. II, 18

Ni el mrmol, ni dorados artesones,


Ni las vigas preciosas del Himeto
Pesando en las columnas africanas,
Como riquezas de mi casa quiero;

Que de Atalo el cuantioso patrimonio


Yo no he logrado y con afn ostento,
Ni de Laconia prpura valiosa
Hilada para m por clientes tengo.

Tan slo inspiracin alta y fecunda


Y una lira harmoniosa me di el cielo,
Y aunque pobre y sencillo me demandan
Los que del lujo viven en el seno.

Con splicas no canso a las deidades


Ni al potentado amigo soy molesto;
Con mi granja Sabina en este mundo
Vivo feliz y estoy siempre contento.

Un da es fenecido en otro da,


Y las faces lunares cambian presto.
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Mas t, prximo al fin de tu existencia,


Mrmoles labras con sin par dispendio,

Alzas palacios sin cavar tu huesa,


Al importuno mar robas terrenos,
Apresurando en Bayas los trabajos
De una nueva ribera, tus obreros.

Aun hay ms: ambicioso, los mojones


De los campos vecinos, sin derecho,
Cambias a tu placer, y as, usurpando,
Das a tu propiedad lo que es ajeno.

De su hogar arrojados los esposos


Llevan, tristes, por nico consuelo
[p. 434] Los dioses de sus padres, que aun imploran,
Y a sus hijos de andrajos ay! cubiertos.

No tiene el poderoso ms seguro


Palacio que el temible del Infierno;
Que la tierra a los pobres y a los ricos
Igualmente les abre su ancho seno.

Y en vano pretendi con sus riquezas


Sobornar a Caronte Prometeo,
Para volver a repasar la Estigia,
Que no se compra al infernal barquero.

l guarda en sus prisiones, impasible,


A la raza de Tntalo el soberbio,
Y al hombre de la vida le liberta,
Llmenle o no, llegado su momento.

En la Revista Nacional de Literatura y Ciencias Sociales, de Montevideo.

CCCXXIV. PREZ PETIT, Vctor.Montevideo, 1896.

Odi profanum vulgus et arceo. Od. III, 1

Odio hacia lo vulgar! Gentes profanas


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Lejos de m, que sacerdote altsimo


De las Musas, a nias y doncellas
Canto por vez primera en dulces versos
No escuchados jams por hombre alguno.
Los reyes dueos son de las naciones,
Rebao dcil que obedece al amo;
Mas el rey a su turno se doblega
Bajo el cetro del Dios que a los Gigantes
Venci y a cuyo gesto tiembla el orbe.
Uno, planta su hacienda confinando
Ms lejos que ninguno sus viedos;
Otro, escudado en su ascendencia ilustre,
Suea con los honores; quien sus puras
Costumbres enaltece; quien se fa
Con una clientela numerosa;
Pero todos, altivos o menguados
Bajo la ley igualitaria siempre
De la necesidad, van sometidos,
Y al caer en la urna se confunden
Las suertes de los grandes y pequeos.
Cuando el impo la tajante espada
Sobre su frente suspendida vea;
Ni los manjares tiernos de Sicilia
[p. 435] Le darn apetito, ni las aves
Cantoras, ni la lira el blando sueo
Le traern, se sueo que no deja
De los pobres las rsticas moradas,
Ni las mrgenes solas del arroyo
Que corre entre los lamos silente,
Ni los valles do el cfiro discurre:
Que el hombre que limita sus deseos
A lo preciso, no se alarma nunca
Por las iras que encrespan a las olas
Cuando Arcturo ha llegado a su poniente
O en su orto las Cabrillas se levantan,
Ni aun por el granizo que sus vias
Doblega, atribuyendo su infortunio
Ya a las lluvias cadas sin descanso,
Ya a las estrellas que sus campos queman,
Ya a los rigores del implacable invierno.
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Los peces estrechados en sus aguas


Por los muelles y fbricas se sienten,
Que el rico propietario ya aburrido
De sus palacios en la tierra firme
Quiere en el mar tender nuevas viviendas:
Pero, el temor y los peligros nunca
Se apartarn del hombre, y el cuidado
Con l ir por la ferrada nave
Y con l a la grupa en el caballo
El temor le dar su compaa.
Y pues que nuestros males no podemos
Aliviar con el terso mrmol frigio,
Con el brillo precioso de la prpura,
El vino de Falerno y los perfumes
De Persia, para qu elevar suntuosos
Palacios de magnficas portadas
Si slo envidias y rencores vanos
Nos darn? para qu trocar mi valle
Sencillo de Sabina por riquezas
Que no me causarn sino tormentos?

En la Revista Nacional de Lteratura y Ciencias Sociales, de Montevideo.

CCCXXV. PREZ PETIT, Vctor.Montevideo, 1896.

Diffugere nives. Od. IV, 7

Por fin la nieve es ida;


Recobra su verdura la pradera,
[p. 436] El rbol la perdida
Frondosa cabellera,
Y a la tierra visti la primavera.

El desbordado ro
Vuelve otra vez al cauce y va besando
La orilla, sin desvo.
Aglaya procurando
Las Ninfas, todas ellas van danzando.

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Y el ao y las mudables
Horas que vemos devorar al da,
Nos muestran inestables
El goce y la alegra,
Pues que huyen aos y horas a porfa.

A los saudos fros


Ablanda el dulce Cfiro temprano,
Y luego los estos
Se rinden al verano,
Cuyo fin, a su vez, est cercano.

Que ya de fruto tierno


Cargado el bello otoo se nos llega,
Hasta que del invierno,
Por la tendida vega,
El ala inerte y fra se despliega.

La luna en su creciente
Repara sus jirones al instante,
Y el hombre intilmente
Trabajar constante
Por ver de reparar ay! su menguante.

Pues apenas cado


A la mansin de Eneas el humano,
De Tulio enriquecido
Y de Anco soberano
Vana sombra ha de ser y polvo vano.

A hombre ninguno es dado,


En siendo su existencia consumida,
Averiguar su hado
Y saber si en su vida
Otras horas habr tras la extinguida.

[p. 437] As, Torcuato amigo,


Lo que otorgues al goce verdadero
Lo pondrs al abrigo
De ambicioso heredero

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Que espera tu suspiro postrimero.

Que al bajar a la helada


Tumba a escuchar de Minos la sentencia,
No te darn la ansiada
Luz, la noble ascendencia
Tuya, ni la piedad, ni la elocuencia.

Recuerda que al Leteo


Robar no pudo a Hiplito Dana,
Que a Peritoo, Teseo
Salvar de la tirana
Cadena no logr su fuerza vana.

En la Revista Nacional de Literatura y Ciencias Sociales, de Montevideo.

CCCXXVI. PREZ PETIT, Vctor.Montevideo, 1896.

Phoebe, silvarumque potens Diana. V, 19

CANTO SECULAR

Coro del pueblo

Oh, dios del da, venerado Febo!


Y t, Diana, de los bosques reina!
Ya que al mandato sibilino fieles
Preces entonan
En estos das de las fiestas sacras,
A las deidades de los siete montes
Vrgenes puras y escogidos prvulos,
Gratos odnos.

Coro de mancebos

Sol que en tu carro de marfil conduces


La luz del da, siempre el mismo y nuevo,
Ciudad mayor que la ciudad romana
Nunca ilumines!
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[p. 438] Coro de doncellas

Y t, Licina, Genital o Ilitia,


Cualquiera el nombre que prefieras sea,
La madre acorre en el doliente parto,
Calma sus males,
Y con tus rayos numerosos, puros,
Firma la ley que a los dos sexos une,
Y haz que fecundo en descendencia larga
Sea ese lazo.

Los dos coros

As otro siglo traer de nuevo


Los mismos cantos y las danzas mismas
Que por tres das y tres noches duran
En estas fiestas.
Tambin vosotras, confidentes fieles,
Parcas que al mundo revelis el hado,
Sednos propicias! y agregad ms dichas
A estas presentes.
Cubrid la tierra de ganado y frutos;
Corone a Ceres la dorada espiga,
Y acuerde Jove a nuestras cras, puras
Brisas y aguas.

Coro de mancebos

Sonre, Apolo, a nuestros ruegos sacros;


Dios de las flechas sin cesar temibles
Ya desarmado y sonriente llega
Entre nosotros.

Coro de doncellas

Reina gloriosa de las noches calmas,


Cuya cerviz una guadaa adorna
de plata, escucha la oracin que elevan
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Hoy las doncellas.

Los dos coros

Si Roma hicisteis; si de Ilin los hijos


Por orden vuestra condujeron presto
A estas hermosas y queridas playas
Leyes y altares;

[p. 439] Si Eneas tuvo que salvar de Troya


Los pobladores de la Italia antigua
Y los condujo a sus destinos nuevos,
Dioses propicios!
Dad a sus hijos ejemplar conducta;
Dad al anciano una apacible muerte,
Y a Roma dad de su grandeza digna
Gloria y fortuna.
El hoy de Anquises y de Venus nieto
En vuestro altar un sacrificio ofrece,
Dad, pues, al Csar la pujante fuerza,
Dadle bondades.
Ya le obedecen la tierra y mar vencidos;
El Medo a Roma conoci tan slo
En la segurque nos leg el Albano;
Hasta el Escita
Y el Indio mismo que hasta ayer soberbios
Eran, ahora dominados piden
La paz, y esperan que los mande altivo
Amo triunfante.
Pueblo romano! saludad contento
Que ya retornan con la gloria antigua
La fe, la paz y la abundancia que ora
Son ya pasadas.

Coro de mancebos

Vos, el amigo de las nueve musas,


Oh Febo, augur, el de los rayos sacros,
El que al enfermo con su ciencia vuelve
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Vida y vigores,
Baja tu vista al Palatino enhiesto,
Al Lacio mira y su poder acrece,
Que en las edades venideras tenga
Tiempos mejores.

Coro de doncellas

Vos que habitis el Aventino augusto,


Oh casta Diana, recoged propicia
Las oraciones de los quince intrpretes
Y quince nios.

Todo el coro

Gloria eternal! En este mismo instante


Nuestras plegarias del Saturnio Jove
PAG@440@ Y de los dioses inmortales sacros,
Besan las plantas.
Tornad a casa, el corazn contento,
Los que entonasteis el sagrado himno
Porque confirmen estas altas dichas
Diana y Apolo.

En la Revista Nacional de Literatura y Ciencias Sociales, de Montevideo, se encuentra esta valiente traduccin.

NOTAS A PIE DE PGINA:


[p. 223]. [1] . Violenta contraccin de vocales.

[p. 225]. [1] . Cunto ms potico el original!: Ut prisca gens mortalium.

[p. 226]. [1] . Transposicin violenta.

[p. 226]. [2] . Nada de lo que se dice en estos dos ltimos versos est en el orginal.

[p. 227]. [1] . Acentuacin caprichosamente cambiada.


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[p. 239]. [1] . Verbo inventado por Nez de Arce.

[p. 241]. [1] . Sin duda record Pagaza aquel verso de Herrera:

Y en oro y lauro coron su frente...

[p. 243]. [1] . Scubo escribe el poeta por vicio de pronunciacin americana.

[p. 244]. [1] . Nota del Colector: Elio Turno de Zamora es un seudnimo; el nombre verdadero del autor de las traducciones que a continuacin trascribe Menndez
Pelayo, es el del firmante de esta carta, Atengenes Segale.

[p. 257]. [1] . De este incipiente no hay rastro en el original, y es aqu muy impropio y de muy mal gusto.

[p. 259]. [1] . Transposicin violentsima de las muchas que usa y abusa este traductor, menos respetuoso con la sintaxis castellana que con la latina.

[p. 263]. [1] . Esta traduccin no se entendera sino leyendo el original: spissae nemorum comae.

[p. 296]. [1] . Nota del Colector . Insertamos aqu este comentario de Menndez Pelayo a la presente oda para distinguirlo de los que van al final de las traducciones,
hechos por el mismo Pombo.

[p. 304].[1] . Alceo.

[p. 310]. [1] . O, si ese verso intencionado no pasa,

Las regias moles al humilde arado;

Pero, con perdn de Bello, el primero es verso endecasilabo compuesto, y aqu mucho mejor.

[p. 332]. [1] .

Oh t que con dudosos pasos mides...

QUEVEDO.

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[p. 341]. [1] . Nota del Colector. Como estas poesas llevan, reunidas al final de ellas, las notas del traductor Sr. Pombo, intercalamos aqu, para no confundir unos con
otros, el comentario que para esta oda tena hecho Menndez Pelayo.

[p. 341]. [2] . Horacianas, I, 405 .

[p. 342]. [1] . De envidia y soberbia habla el original, no de impiedad.

[p. 347]. [1] . Nota del Colector. Vase el comentario de Menndez Pelayo a esta poesa en el lugar que le corresponde en las anteriores pginas.

[p. 363]. [1] . Nota del Colector: Vase carta 30 de septiembre de 1882. Las traducciones de varias odas a que en esta carta se alude, y que venan en paquete separado,
debieron perderse.

[p. 392]. [1] . Excusado es advertir que el poeta alude a la lex Julia contra el celibato, aprobada un ao antes de los juegos seculares.

[p. 394]. [1] . Estos quince pontfices estaban encargados de la custodia de los libros Sibilinos.

[p. 415]. [1] . Endulzar en el vino sus doloresdice el original. (E. de la Barra.)

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BIBLIOGRAFA HISPANO-LATINA CLSICA IV : HORACIO I

[p. 440] TRADUCCIONES CATALANAS

CCCXXVII. ALOMAR, Gabriel. Varias traducciones de Horacio.

Palma, 25 de noviembre de 1906.

Excmo. Sr. D. Marcelino Menndez Pelayo.

Madrid.

Ilustre seor y maestro: Dispense usted el atrevimiento. Pero he credo que todo traductor de Horacio,
por nfimo que sea, tiene el deber de presentar a usted, como ofrenda, una muestra de sus ensayos.

Y como yo estoy en este caso, sirvan estas lneas como prembulo a la traduccin catalana del
Carmen saeculare y dos odas ms, hecha por m como iniciacin de una completa traduccin de las
odas.

Y sirvan tambin como presentacin de mi humilde persona, seguramente desconocida para usted,
pero llena de entusiasmo por el maestro a quien en este momento se dirige, y a quien algn da tendr
ocasin de ofrecer sus respetos en Madrid.

Afectsimo servidor de usted, q. l. b. l. m. Gabriel Alomar.

S/c S. Pedro Nolasco, I, pral., I.Palma de Mallorca.

CNTIC SECULAR

Febe, Diana, qui a la selva triomfes,


Gala esplendent de la sublim celistia,
[p. 441] Deus eternals, vullan atendre nostra
Festa sagrada.

Quan obeint les sibilines ordres,


Cndides verges, jovincels tendrissims,
Canten als deus de nostres set montanyes
L'himne de gloria.

Sol victoris, sempre el mateix y vari,


Qui dus el dia en la carroga augusta,
Res ms potent que nostra mare Roma
Mai il-luminis.

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Els parteratges dolorits consola,


Plcida Ilithia, conhortant les mares,
Per Genital o per Lucina 't preguin
Mortes d'angunia.

Dea, feconda les vitals entranyes


De nostres fembres, amparant, piadosa,
Les lleis nupcials, qui eternament suscitin
Riques fillades.

Perque finides les anyals desenes,


En els tres jorns y les tres nits de festa
Dances y jocs y cntics vells aclamin
Nova centuria.

Parques de veres predicions, oracles


Inconmovibles, ajuntan benevoles
El vaticini de diades prosperes
A les passades.

Brolli la terra bestiars y fruites,


El front de Ceres coronant d'espignes,
Celiques aures les llevors nodresquen,
Clares rieres.

Guardat 't el feix de les mortals satjetes;


Mira 'ns Apol; el chor de nins te prega.
Lluna bicorn, t' aclamen veus de nines
Reina dels astres.

Y tu, Diana, qui en el cim imperes


De l'Avent, quinze varons t'invoquen.
Escolta els precs d'adolescents belleses,
Dea solcita.

Jpter, Deus, tots escolten la splica,


Y alta esperana emportarem, joiosos,
Els qui en elogi de Diana y Febe
L'himne cantrem.

[p. 442] CCCXXVIII. ALOMAR, Gabriel.Palma de Mallorca, 1906.

A un jove esclau. Od. I, 38

Jove, m'estraga l'ufanor dels perses.


D'un tell ombriu no me durs l'escora
Per ma corona; ni ont se troba cerquis

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Rosa tardana.

Res ms que murta porters solcit,


Si 'm vols complaure, y en omplir ma copa,
B els nostres fronts adornar la murta
Sota la parra.

CCCXXIX. ALOMAR, Gabriel.Palma de Mallorca, 1906.

A Venus. Od. I, 30

Oh tu, de Paphos y de Gnidi reina,


Deixa el reps de ta dilecta Cipris.
Per tu, Glicera ab ric encens perfuma
Cambra sumptuosa.

Vinguin ab tu les descenydes Gracies,


Ton fill, Mercuri ab un corteig de ninfes,
Y la sens tu poc estimable Dea,
La Jovenesa.

NOTAS A PIE DE PGINA:

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BIBLIOGRAFA HISPANO-LATINA CLSICA IV : HORACIO I

Traducciones portuguesas

CCCXXX. CARVALHO, Eduardo.

(Varsao do Epodo XV de Horacio)

A NEERA

Era de noite. A lua sulcando


Entre os astros no seu luar ameno,
E tu, infida j perante a Divindade...

O Instituto, Revista Scientifica e Literaria. Coimbra. Volumen 51, n. 4., pp. 240-241.

NOTAS A PIE DE PGINA:

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BIBLIOGRAFA HISPANO-LATINA CLSICA IV : HORACIO I

Traducciones ocasionales

CCCXXXI. MAL-LARA, Juan de.Sevilla, 1568.

Dixo bien Horacio:

Jams te engaen corazones falsos


Debaxo de raposas encubiertos.

Bien dice en otra parte en el Arte Potica, aunque a otro propsito:

Enganos la imagen de lo bueno.

(Philosopha Vulgar. Fol. 20 vto.)

Esto es lo que dice Horacio loando al sabio en la primera epstola, lib. I, donde dice que de Dios en
ayuso no hay otro mayor que el sabio. En estas palabras:

En suma el sabio es menor que solo


Jpiter: vive el rico, libre, honrado,
Hermoso, rey de reyes, y muy sano,
Sino es cuando lo enoja el romadizo.

Sigue en esto la opinin de los Estoycos. Es refrn de gran encarecimiento.

(Ib. fol. 21, vto.)

Horacio en el tercer libro de sus Odas, convidando a Mecenas que se d a placeres, dice:

Dios no har ser vano lo pasado,


Ni deshar, ni dar por no hecho
Lo que una vez la hora se llevare
Huyendo sin volver atrs un punto.

(Ib. fol. 27.)

Trae Horacio en sus Odas una en el libro primero que dize:

Aquellos alcanzaron gran ventura


Que traba un insoluble ayuntamiento,
Jams se parte en quexas su contento,

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Sino en el postrer da de tristura.

(Ib. fol. 53 vto.)

[p. 444] Horacio. libro I, stira 2.:

Dxate de seguir a las casadas


Mujeres de su casa y las matronas,
De adonde ms trabajo se recresce,
Mas mal, que coger fruto de tal cosa.

El mismo Horacio cuenta el mal fin que hubieron los adlteros, segn lo trae libro I, styra 2:

ste se despe de los tejados,


Otro fu con azotes medio muerto,
Uno cay en poder de los ladrones,
Otro rescat el cuerpo con dineros.

(Ib. folio 76.)

Trae muy bien el poeta Horacio en el libro IV de sus Odas. en la 4, esta descendencia de padres
buenos desta manera:

Nascen hijos valientes y esforzados


De generosos padres, por s buenos;
En los novillos vemos declarada
Y en los potros la casta de sus padres,
Las guilas caudales jams sacan
De sus huevos paloma acobardada.

Assi dize, al contrario, como de ruynes padres salen hijos ruynes, lib. III, oda 6.:

La edad de nuestros padres, ya daada,


Muy peor que la de nuestros abuelos
Al mundo nos sac ms apocados,
Que avemos de criar hijos peores.

(Ib. fol. 159.)

Horacio l mismo cuenta de su padre quanto cuydado puso en guardarlo, en el libro IV de los
sermones, styra 6.:

Mi padre l mismo, sin que de ninguna


Parte pudiesse ser algo daado,

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Ayo y guarda fiel sin corromperse


Presente se hallaba a todas horas
Con todos los maestros que lean,
Qu me enseaban, todo lo miraba,
[p. 445] Guard mi castidad (que es la primera
Honra de la virtud y su alabanza)
Que en hecho ni en dicho con afrenta
En algo se tiznasse, gran cuydado
Puso de tal manera que por esto
Yo le debo loar mientras viviere
Y agradecerle siempre lo que hizo.

(Ib. fol. 159.)

Ass dize Horacio en el libro segundo de las Epstolas a Augusto:

Aquella diligencia y agudeza


Del que sirve al que ama neciamente,
Fatiga y da notable pesadumbre.

y adelante:

Yo no tengo en un pelo aquel servicio


Del que es pesado en todo lo que sirve.

(Ib. fol. 240.)

Para esto hay un cuento de cmo la Zorra respondi al Len que le preguntaba hazindosele del
enfermo cmo no lo vena a ver. Seor, dijo ella, porque he mirado las pisadas de los animales que os
vienen a ver, y todas las veo enderezar hazia vuestra cueva, y ninguna volver. Esto dize Horacio en el
libro primero de las Epistolas en la primera que escribe a Mecenas:

Que si si pueblo Romano me pregunta,


Por qu no tomo tanto passatiempo
En juzgados segn que en mentideros,
Ni me doy a seguir, ni adquirir todo
Aquello que mi pueblo ama y huye,
Responderle aquello que la Zorra
Como sabia, al Len enfermo dixo,
Ya preguntada dl: porque esta huella
Y pisadas de bestias van derechas
A tu cueva, y volver veo ningunas.

(Ib. fol. 271.)

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[p. 446] Aqu viene bien el parto de la tierra, que habiendo dado grandes
muestras pari despus un ratn muy pequeo, segn lo compuso Esopo, y lo
aplica muy bien Horacio en el Arte potica diziendo ass:

Este prometedor con tanta boca


Y tal abrir qu tiene? qu meresce?
Los montes parirn al cabo, al cabo,
Nascer deste parto un ratoncillo.

(Ib. fol. 283.)

Ass lo dize Horacio en la Arte Potica:

Provechos muchos traen juntamente


Los aos, quando vienen, y consigo
Se llevan muchas cosas apartndose.

(Ib. fol. 287 vto.)

CCCXXXII. SNCHEZ DE LAS BROZAS. Francisco.[En Anotaciones a la doctrina de Epicteto.]

Un pasaje de la Stira III de Horacio, en las Anotaciones a la doctrina de Epicteto.

Hay tambin all otra traduccin ocasional de unos versos de una Epstola de Horacio.

[Vid. H. E. I, 52; II 313.]

CCCXXXIII. BALBUENA, Bernardo de.1604.[En el Compendio Apologtico en alabanza de la


Poesa. ]

Y as Horacio hablando con Mercurio dice lib. I, oda 10:

Te canam magni Iovis et deorum


Nuntium, curvaeque lyrae parentem

Cantarte he, mensajero de los Dioses,


Del gran Jpiter hijo,
Autor y padre de la corva lyra.

(Fol. 29.)

[p. 447] En su cancin a la entrada en Mjico del arzobispo Moya de Contreras


imit Valbuena la oda 7. del libro I de Horacio:

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Canten otros de Delfos el sagrario,


De la gran Thebas muros y edificios,
De la rica Corintho sus dos mares,
Del Tempe los Abriles ms propicios,
De feso el templo, el sabio Seminario,
De Athenas y de Memphis los altares,
De Jonia las colunas y pilares,
Los celajes de Rodas,
Y las dehesas todas
De Argos y sus caballos singulares...

Comentando estos versos dice Balbuena (fol. 30): Es toda esta Cancin imitada a la oda 7 del primer
libro de Horacio que empieza Laudabunt alii...

Otros alabarn la clara Rodas,


A feso y Mytilene,
Los muros de Corintho de dos mares,
Thebas por Baccho insigne,
Delfos famosa por el rubio Apolo,
O el Tempe de Tesalia.
Hay algunos que toman por oficio
Celebrar en sus versos
La ciudad de la invicta virgen Palas,
O la oliva cogida
Para adornar la frente victoriosa.
Otro se haze muchos (?)
En el honor de Juno y le celebra
La gran ciudad de Argos,
Buena para criar caballos bellos,
Y la rica Mycenas a par dellos.

(Fol. 30.)

El que ha de ser perfeto y consumado Poeta tiene obligacin a ser general y consumado en todo y
tener una universal noticia y eminencia y un particular estudio y conocimiento de todas la cosas, para
tratar si se ofreciere de todas y en ninguna ir a tiento, y as dixo Horacio, lib. I, saty. 4:

... Neque enim concludere versum


Dixeris esse satis, neque si quis scribal uti nos,
Sermoni propriora, putes hunc esse poetam.
[p. 448] Ingenium cui sit, cui mens dvinior, atque os
Magna sonaturum, des nominis huius honorem.

No piense el ignorante vulgo vano


Que hazer una cancin, medir un verso,
O escrevir en lenguaje limpio y terso

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Ya le da de poeta nombre ufano.


Que slo al que es de ingenio soberano,
Y en ser divino excede al universo,
Cuya voz suena ms que aliento de hombre
Cuadra, y no a otro, la honor deste nombre.

(Fol. 125 en el Compendio Apologtico en alabanza de la Poesa.)

CCCXXXIV. CASCALES, Licdo. Francisco.Murcia, 1621.

Qualem ministrum.Od. IV, 4

En los Discursos histricos de Murcia y su reino (pg. 347), de la 2. edicin:

Esto mismo dixo Horacio en una oda:

Los fuertes y los buenos, derivados


Son de los fuertes y los buenos, vese
En los caballos y en los toros claro,
El valor de los padres, y las guilas
Fieras no engendran no, palomas tmidas.

Fortes creantur fortibus et bonis:


Est in juvencis, est in equis patrum
Virtus, nec imbellem feroces
Progenerant aquilae columbas.

[Vid. H. E. I, 76 y 78.]

CCCXXXV. CASCALES, Lcdo. Francisco.Murcia, 1634.

Maecenas atavis. Od. I. 1

En la epstola 7., segunda dcada, de las Cartas Philolgicas acerca del uso antiguo y moderno de
los coches, traduce los cuatro versos:

Sunt quos curriculo pulverem olympicum


Collegisse juvat, metaque fervidis
[p. 449] Evitata rotis, palmaque nobilis
Terrarum dominos evehit ad Deos.

Hay muchos que en el espacioso circo


Gustan beber el polvo, boquiabiertos,
De los juegos olmpicos, y el coche
Volver, pegado al canto de la meta,

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Y por premio esperar la noble palma


Que los levante al soberano cielo.

CCCXXXVI. CASCALES, Licdo. Francisco.Murcia, 1634.

Nullam, Vare.I, 18

En la epstola 9, segunda dcada, de las Cartas Philolgicas,

Al Dr. Francisco Yez y Toms, acerca de las vias y bodegas.

Oh buen Horacio, qu bien lo dice y cun a mi gusto! Si bien no se le debe a l toda la gloria:
prtala con Alceo, lrico griego de quien lo tom. Dir vmd., seor doctor, que como viejo me agrado
tanto de estos versos que tocan la materia de las vias: por eso y por esotro vmd. y todos los otros
mdicos saben que el vino es ms conveniente para los viejos que para otras edades, y sabe tambin
mi templanza en eso; con que no puedo ser calumniado del ms desenvuelto Zoilo. Supuesto lo
dicho, lo que me aficiona es ver aqu originado el proverbio castellano, a lo menos en la parte que
tratamos: Casa en barrio y via en pago: y ver tocadas otras particularidades principales de esta
materia. Qu dice, pues:

No plantars, oh Varo, rbol ninguno


Antes que la sagrada vid, y sea
Cerca del blando y amoroso suelo
De la ciudad de Tboli o de Ctilo.

Estos versos horacianos me han movido a comprar una via y he procurado que fuese con las
condiciones aqu tocadas, y para ella he de hacer una bodega al propsito de nuestra tierra, cuyas
calidades vmd. bien sabe.

[p. 450] CCCXXXVIL CASCALES, Licdo. Francisco.Murcia, 1634.

Epstola ad Pisones

En la epstola 6. (tercera dcada) de las Cartas Philolgicas al licenciado Andrs de Salvatierra


sobre el lenguaje que se requiere en el plpito entre los predicadores:

Oh bien haya Horacio! y qu bien lo dijo: Ut silvae foliis: Como los rboles cada ao se
renuevan de hoja, y la primera que naci muere la primera, as la vieja edad de las palabras perece, y
se envejecen, florecen y estn valientes las recin nacidas.

En pocas palabras dice lo mismo Lucrecio:

Quod fuit in pretio, fit nullo denique honore...

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Con l consuena Marco Tulio, filpica XII: Nihil enim semper floret: aetas succedit aetati.

No se cansen los viejos con pensar que han de ir los mozos a su paso. Lo que en su tiempo fu
bueno y muy estimado, ya no tiene precio ni estima: una edad sucede a otra, y en cada una corre su
moneda, y la moneda corriente es sola la que vale...

Vuelvo a mi Horacio, que le hallo a la mano a cuanto quiero decir:

Ex noto fictum carmen...

Yo (dice) adornar de tal manera un pensamiento, y ste de cosas comunes y vulgares, y le


dispondr y compondr de manera que odo a cualquiera le parezca muy fcil, y llegado a tentar lo
mismo, sude y trasude y trabaje en vano: tanto importa la orden del arte y la cultura de las palabras
que aquella que fu antes cosa ordinaria, recibe tan grande esplendor que se desconoce a s mismo.
Aquel gran crtico Quintilio Varo, cuando le traan algn poema a que le viese y censurase, corrige,
deca al poeta, esto y esto por tu vida: si responda que no poda ms, mandbale que volviese al
yunque los mal forjados versos; si defenda el poeta sus faltas y no las quera enmendar, callaba y
despeda al enamorado de s mismo. Y deca generalmente: el prudente poeta [p. 451] abomine los
versos flojos y sin arte, culpe los duros, borre los incultos.

En la ltima epstola de la misma dcada, al Maestro Pedro Gonzlez de Seplveda, catedrtico de


Retrica en la Universidad de Alcal, contestando a varios reparos que ste haba puesto a sus Tablas
Poticas, se hace cargo de cierta enmienda propuesta por aquel docto humanista a un texto de la
Potica de Horacio:

El lugar siguiente de Horacio que a vmd. le parece est depravado, donde dice: Mobilibusque
decor.... parceme la enmienda del cielo, y elegantemente apoyada la razn de todo ello; si bien
puede pasar el texto seguramente, si no me engao, porque mirando el pensamiento de Horacio, es
cierto que naturas toma aqu por costumbres... Has de considerar, dice, las costumbres y edades que
es lo mismo que las costumbres de cada edad, y a estas costumbres y edades les has de guardar su
decoro, y tener cuenta que as las edades como las condiciones naturales son mudables, porque como
el hombre va mudando de edades, muda tambin de costumbres; que cuando nio tiene unos
ejercicios y gustos, y cuando mancebo otros, y cuando varn y cuando viejo, otros. Que la costumbre
se tome por naturaleza, Virgilio lo dice, y quin no? Gergica, libro I:

Varium coeli praediscere morem..:

por las condiciones y naturaleza varia del cielo; y llmala all mudable Horacio, porque en cada edad
hay sus propias costumbres; y mudndose las edades, se mudan tambin las costumbres, porque deja
el hombre las de la una edad, y toma las de la otra; fuera de que aun en una misma edad por alguna
grave causa se suelen mudar las costumbres, como lo vemos en el terenciano Demea, que habiendo
sido por todo el discurso de la comedia duro y terrible con su hijo, al fin forzado se deja vencer y
condesciende con los ruegos de su hermano Micin...

Dice, pues, Horacio que a estas naturalezas de cada edad se les ha de guardar su decoro... No obstante

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esto, me conformo con la correccin de v.md. que es muy gallarda.

[p. 452] CCCXXXVIII. PREZ RAMREZ, Antonio.Valladolid, 1698.

Lib. I, carm. 29

Fortuna numquam est bona,


Fortuna saevo laeta negotio, et
Ludum insolentem ludere pertinax,
Transmutat incertos honores,
Nunc mihi, nunc alli benigna.

Por qu admiras los honores


Del mundo? Por qu sus males
Temes? Bienes inmortales
Medita, eternos rigores;
Todos los dems, errores
Son del hombre: la fortuna
Te siga, o huya importuna,
De cuya firmeza yo
Seguro burlo, pues no
Tiene duracin alguna.

Armas contra la Fortuna, 519.

CCCXXXIX. PREZ RAMREZ, Antonio.Valladolid,


1698.

Iustum et tenacem. III, 3

El propsito firme nunca cede,


El constante, al furor del ciudadano,
Ni del arbitrio justo retrocede
A vista de la furia del tyrano:
No el Austro recio. ni moverle puede
Del magno Jove fulminante mano,
Que si abrasar al mundo determina,
Le coger inconcuso la ruina.

Aunque sea molesta la repeticin pongo aqu otra explicacin del horaciano pensamiento a peticin
de un aficionado:

No del poder el ceo de la mente


Firme al justo, el propsito derriba:
Ni del grande el furor que lo indecente

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Mandando, a las maldades siempre aviva;


[p. 453] No el ruidoso rugir, ni a Jove siente
La mano, que los rayos vibra altiva,
Y si el mundo arruinado feneciera,
l en sosiego tal estrago vera.

Armas contra la Fortuna, 256-57.

CCCXL. PREZ RAMREZ, Antonio.Valladolid, 1698.

Arte Potica

Sylvestres homines sacer interpretesque Deorum...

Ass paraphraseo y explico el pensamiento de Horacio:

La rusticidad ms dura
Mir su fuerza rendida
A las voces con que Orpheo
Dulcemente la mova.

Soseg de los humanos


nimos las crudas iras,
Que a los estragos y muertes
Lastimosamente incitan:

La msica fu su labio,
Y la eloquencia su lyra,
Con que dizen que a los tigres
Y leones suspenda:

Del Thebano fundador


A las voces atractivas
Los peascos sujetaron
La dureza empedernida;

Por peas, de los oydos


La dureza est entendida
A quien con razones blandas
A su voluntad traha.

Armas contra la Fortuna, 224-225.

CCCXLI. PREZ RAMREZ, Antonio.Valladolid,


1698.

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Epstolas

Oderunt peccare boni, virtutis amore;


Oderunt peccare mali, formidine poenae.

Dexa de pecar el bueno


De la virtud por amor,
[p. 454] Y del castigo el temor
Al malo sirve de freno.

Armas contra la Fortuna, 287.

CCCXLII. PREZ RAMREZ, Antonio.Valladolid,


1698.

Saty. I, 4

Qui non defendit, alio culpante, solutos


Qui captat risus hominum, famamque dicacis;
Fingere qui non visa potest; commissa tacere
Qui nequit, hic niger est, hunc tu, Romane, caveto.

Aquel que tache la inocente vida,


Y el que a las voces del que culpa, atiende;
Aquel que del escarnio, y atrevida
Lengua del hablador no la defiende,
Quien dize falta nunca sucedida,
Y la secreta revelar pretende:
Todos son malos; a ellos no te llega,
Porque a aquel que se arrima el mal se pega.

Armas contra la Fortuna, 49.

CCCXLIII. ANNIMO1786. [En El Censor.]

Quid bellicosus Cantaber. Od. II, 11

Fragmentos

Por qu, oh Hirpino, tu nimo fatigas


Con eternos cuidados, y le obligas
A una terrible suerte?
No era mejor que al pie de este alto pino,
O a la sombra del pltano frondoso,
Blandamente sentados y en reposo,

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Coronadas de rosas nuestras frentes,


Y el olfato halagando con olores,
Bebisemos los dos Falernio vino?
Creme, amigo, que en el uso justo
De estos placeres simples e inocentes,
Y en el riego y cultivo de las flores
Se halla la vida exempta de dolores.

[p. 455] Esta versin se halla intercalada en el discurso 104 de El Censor, pp.
676-77.

En los epgrafes del mismo peridico hay otros retazos de traduccin de Horacio todava ms breves
e insignificantes.

Tomo 1. (1781). Discurso Tercero.

Hic levare functum


Pauperem laboribus:
Vocatus atque non vocatus audit

(Lib. II, 18, v. 38.)

No es menester que su piedad ansiosa,


Para ser socorrida
Implore la pobreza laboriosa.

Discurso quinto.

...Non ego te meis


Chartis inornatum sileri,
Totve tuos patiar labores
Impune, Lolli, carpere lividas
Obliviones .................

(Lib. IV, 9, v. 30.)

Pecho tan generoso


Quedar no ha sin elogio en mis escritos,
Ni un olvido injurioso
Padecern tus hechos inauditos.

Discurso sexto.

Rogare longo putidam te saeculo,


Vires quid enervet meas?

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Cum sit tibi dens ater et rugis vetus


Frontem senectus exaret.

(Epodon, 8, v. 1 y ss .)

Lleno el semblante de arrugas,


Los dientes todos podridos,
Y osas an preguntarme
Por qu me muestro tan tibio?

[p. 456] Discurso dcimo.

Serviet aeternum, quia parvo nesciet uti

(Epst. I, 10.)

Le ser de tormento eternamente,


No haber sabido usar del breve tiempo.

Discurso duodcimo.

.......... Est tibi Mater?


Cognati, quis te salvo est opus? Haud mihi quisquam.
Omnes composui. Felices! Nunc ego resto:
Confice ......................

(Sat. I, 9, V. 26.)

Tienes Madre o Parientes que en tu vida


Sean y en tu salud interesados?
No por cierto: ya todos despachados
Estn. Dichosos ellos! Solamente
Falto yo ahora: acaba prontamente
Y hazme favor tambin de despacharme.

Discurso dcimocuarto.

................ Inanes
Hoc juvat: haud illud quaerentes, num sine sensu,
Tempore num faciant alieno .................

(Sat. I, 4, v. 76.)

A los vanos les deleytan

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Estas cosas, sin mirar


Si con sentido, si en tiempo
Las llegan a executar.

Discurso dcimonono.

Aeque pauperibus prodest, locupletibus aeque.

(Epist. I, 1. v. 25.)

No es menos provechoso
Que al pobre desvalido, al poderoso,

[p. 457] Tomo II. Discurso 23.

Sit spes fallendi, miscebis sacra profanis

(Epist. I, 16, v. 54.)

Sers, si esperas engaar, osado


A mezclar lo profano y lo sagrado.

Discurso 38.

Magnum pauperies opprobrium iubet


Quidvis et facere et pati,
Virtutisque viam deserit arduae.

(Od. III, 24, v. 42.)

La pobreza, oprobio grande


De la ardua virtud la senda
Dexa, y quiere se haga y sufra
Cualquier cosa que sea.

Tomo III (1784). Discurso 60.

............Ridiculum acri
Fortius et melius magnas plerumque
Secat res.

(Sat. I, 10, v. 14.)

Mejor se cortan y ms fuertemente

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Por medio de la burla los abusos,


Que tratndolos grave y agriamente.

Discurso 67.

Tribus Anticyris caput insanabile...

(Art. Poet. v. 300.)

Cabeza que sanarla no podra


El helboro todo
Que en tres Islas Anticiras se cra.

[p. 458] Tomo VII (1786.) Discurso 143.

Iudicis argutum quae non formidat acumen.

(Art. Pot. v. 364.)

La cual no teme el ms agudo juicio


Del severo censor .................

Discurso 145.

......... Cadentque
Quae nunc sunt in honore vocabula, si volet usus,
Quem penes arbitrium est et jus et norma locuendi.

(Art. Pot. v, 70.)

Caern muchos y muy honrados nombres,


Si quisiere la moda
De cuyo arbitrio pende regla toda.

Discurso 151.

Caetera nequaquam simili rasione modoque


stimat ............................

(Ep. II, 1, v. 20.)

De lo dems no juzga, ni lo mide


Por la misma razn, del mismo modo.

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Discurso 152.

............... Omnis enim res,


Virtiis, fama, decus, divina humanaque pulchris
Divitiis parent: quas qui construxerit, ille
Clarus erit, fortis, justus, sapiensne? etiam, et rex,
Et quidquid volet ........................

(Sat. II, 3, v. 94.)

La honra, la virtud, la buena fama,


Lo humano y lo divino,
Todo cede al dinero, y quien lo tiene
Fuerte y justo ser y esclarecido,
Sabio tambin y rey y cuanto quiera.

[p. 459] Tomo VIII. Discurso 156.

At quanto meliora monet, pugnantiaque istis,


Dives opis natura suae .................

(Sat. I, 2, v. 73.)

Pero cunto mejor, y a eso contrario


No es lo que dicta la naturaleza...

Discurso 157.

....................................Atqui
Emovit veterem, mire novus, ut solet, in cor
Trajecto lateris miseri capitisque dolore:
Ut lethargicus hic, cum fit pugil, et medicum urget.

(Sat. II, 3, v. 27.)

Pero sucede a la dolencia antigua


Otra acaso peor: a la manera
Que cuando al corazn es transferido
El dolor de la pleura o la cabeza:
O que cuando un letrgico se vuelve
Furioso, y a su mdico apalea.

Discurso 159.

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............................Velut sylvis, ubi passim


Palantes error certo de tramite pellit,
Ille sinistrorsum, hie dextrorsum abit: unus utrique
Error, sed variis illudit partibus ..............

(Sat. II, 3, v. 48.)

......... As los que transitan por un bosque


Suelen de la vereda extravarse:
Toma uno a la derecha, otro a la izquierda,
Y un mismo error los lleva a varias partes.

Discurso 163.

Contra Laevinum, Valeri genus, unde superbus


Tarquinius regno pulsus fuit, unius assis
Non umquam pretio pluris licuisse, notante
[p. 460] Iudice, quem nosti, populo: qui stultus honores
Saepe dat indignis, et famae servit ineptus.

(Sat. I, VI, v. 12 y ss.)

Empero por Levino el descendiente


De aquel Valerio que arroj del trono
Al soberbio Tarquinio, no dara
Un cornado, ni aun al mismo pueblo:
El pueblo que t sabes cuntas veces
Da necio a los indignos los honores,
Cul se dexa llevar de un nombre vano.

CCCXLIV. CENTENO, J., de la Orden de S. Agustn.


Madrid, 1786.

Nmero III de El Apologista Universal. Lleva por epgrafe este pasaje de la St, 4, del libro I, v. 64.

Ahora preguntarte slo intento;


No debe parecerte sospechoso
El modo de escribir que te presento?

Nmero VII. Epgrafe tomado del Arte Potica, v. 38.

Sumite materiam vestris. qui scribitis, aequam


Viribus, et versate diu quid ferre recusent,
Quid valeant humeri .....................

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El que a ser escritor con ansia aspire,


A sus fuerzas igual asunto emprenda:
Pruebe la carga bien, su peso mire,
Hasta ver si sus hombros sin contienda
Sufrirla pueden ........................

Nmero IX. St. lib. I, st. 9, v. 20.

Demitto auriculas, ut iniquae mentis asellus,


Cum gravius dorso subiit onus ...........

Violento agacho mis orejas largas,


Como un borrico triste y agobiado
Del grave peso de que le han cargado.

[p. 461] El Apologista Universal. Obra peridica que manifestar no


slo la instruccin, exactitud y belleza de los Autores cuitados que se
dexan zurrar de los semicrticos modernos; sino tambin el inters y
utilidad de algunas costumbres y establecimientos de moda. Tomo 1.
(nico publicado) . Madrid. En la Imprenta Real, 1786.

CCCXLV. ANNIMO. Meseguer?Murcia, 1793.

En El Correo de Murcia, torno IV (1793), Pg. 97, hay el epgrafe siguiente:

Non uxor salvum te vult, non filius: Omnes


Vicini oderunt, noti, pueri atque puellae.
Miraris, cum tu argeno post omnia ponas,
Si nemo praestet quem non merearis amorem?

(Sat. I, 1, v. 84.)

A todos oh avariento!
Tu salud es gravosa
Y tu vida motiva sentimiento,
Ni la quiere tu esposa,
Ni se duelen los hijos de tus males;
Tan vil te juzgan, y tan poco vales,
Pero por qu lo extraas, majadero,
Si amas t ms que a todos al dinero?

Sordidus ac dives, populi contemnere voces


Sic solitus: populus me sibilat; at mihi plaudo
Ipse domi, simul ac nummos contemplor in arca.

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(Sat. I, 1, v. 65.)

El pueblo con silbidos


Me insulta y escarnece;
Yo lo desprecio, y mi contento crece
Los talegos queridos
A mi placer en casa revolviendo,
Y el modo de atestarlos discurriendo.

.................. Liberius si
Dixero quid, si torte jocosius: hoc mihi juris
Cum venia dabis ........................

(Sat. I, 4, v. 103.)

[p. 462] Si yo dixere algo libremente


Tal vez jocoso, pero sin malicia,
Me lo conceders, que as es justicia.

CCCXLVI. ANNIMO.Valencia, 1793.

Invectivas y alegoras del poeta Horacio contra los sediciosos Romanos.

Extractos en prosa de las odas Delicta maiorum (lib. III, 6.) , Quo, quo scelesti ruitis (Epodon, VII),
Altera iam teritur (Epodon, 12), Descende coelo (lib. V, 4.) , Oh navis (lib. I, 12).

Diario de Valencia, 29 y 30 de julio de 1793.

CCCXLVII. MUNRRIZ, Jos Luis?1798. [En Hugo Blair.]

En la traduccin de las Lecciones de Hugo Blair sobre la Retrica y las Bellas Letras.

Tomo I, pg. 149

Justum et tenacem. Od. III, 3

Al constante varn, utegro y justo


Ni el furor de la plebe depravada,
Ni la cara indignada
Del tirano feroz imprimen susto.

Tomo II, pg. 63.

Motum ex Metello. Od. II, 1

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El cvico tumulto
Que de Metelo el consulado viera,
Y sus causas y vicios y sucesos,
Y el juego de fortuna variable,
Y la amistad de prncipes daosa,
Y tenidas de sangre las espadas
Aun no purificadas.
Asunto lleno de dudoso dado [1]

[p. 463] Tratas, y vas corriendo por el fuego


Que las cenizas engaosas cubren.

Pgina 25.

Pallida mors. Od. I, 4

Plida muerte con igual pie huella


Chozas humildes y palacios reales.

Omnes eodem cogimur. Od. II, 3

....................Todos forzados
Somos a un mismo fin: la fatal urna
De todos se revuelve; presto o tarde
Saldr la suerte; y nos pondr en su barca
Carn para destierro sempiterno.

Tomo IV, p. 32

Quid dedicatum. Od. I, 32

Qu te pide el poeta?
Oh Dios Apolo! qu te pide cuando
El vino nuevo de la copa vierte?
No las opimas mieses de Cerdea;
No ansia el ganado calabrs; no el oro
Ni el ndico marfil; no la ancha vega,
Que el taciturno Liris
Doquier con onda sosegada riega.

pgina 37.

Sive per Syrtes iter aestuosas. Od. I, 22

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O ya atraviese las tostadas sirtes,


O por el yermo Cucaso camine,
O bien por donde el fabuloso Hidaspes
Rueda sus ondas.

Uno de los comentadores de Horacio cambi este epteto fabulosus (fabuloso) en sabulosus
(arenisco), sustituyendo por un gusto muy depravado este epteto comn y trivial a la hermosa pintura
que nos hace el poeta llamando al Hidaspes el ro romancesco, o de las aventuras o de los Cuentos
poticos.

[p. 464] CCCXLVIII. ANNIMO.1799. [En Diario de Valencia. ]

Inter cuneta Leges, et percunctabere Doctos


Qua ratione queas traducere leniter aevum.

Consulta con los Dos,


Y con las justas Leyes,
Por qu camino puedas
Vivir tranquilamente.

Diario de Valencia, 6 de septiembre de 1799.

CCCXLIX. SNCHEZ BARBERO, Francisco.Madrid, 1805.

En sus Principios de Retrica y Potica (Madrid, 1805), pgina 148.

Qua pinus ingens albaque populus


Umbram hospitalem consociare amant
Ramis, et obliquo laborat
Lympha fugax trepidare rivo.

(Od. II, 3, 9-12.)

Por do el lamo blanco y prcer pino


Se agradan enlazar con su follage
Una sombra apacible y bienhechora;
Y do la onda fugaz por cauce oblicuo
Se ufana a deslizarse bullidora.

[Vid. H. E. I, 128 y 253; II, 380.]

CCCL. CISCAR, Gabriel de.Gibraltar, 1825.

En sus Ensayos Poticos (Gibraltar, 1825), pp. 35-37

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Prima dicte mihi. Epist. I, 1, v. 1-9

Tu distinguido nombre puesto al frente


Va de mi obra primera,
Mecenas, e igualmente
Con l empezar debe la postrera.
Djame descansar, pues que, obtenido
Justamente el retiro apetecido,
El emprender de nuevo la carrera
[p. 465] No es ya para mis aos
Despus de desengaos.
El gladiador Viyano, ya cansado,
Colg en el templo a Hrcules sagrado
Sus armas victoriosas;
Y reposa en el campo retirado,
Para evitar las voces bulliciosas
De la plebe insolente
Que le obligue a batirse nuevamente.
Tengo quien al odo
No entorpecido, estme repitiendo:
Retira tu caballo generoso,
Que con los aos va decaeciendo,
Antes de que, perdiendo
La fama de ligero y de brioso,
Con sus falsas pisadas,
D al pueblo que rer a carcajadas.

Vir bonus et sapiens. Epist. I, 16, V. 73-79

El varn justo y sabio, ante el tirano


Se atrever a decir: no est en tu mano
El forzarme a sufrir humillaciones,
No, Penteo, de Atenas soberano.
Te quitar los bienes, El dinero,
Los muebles, el ganado y posesiones,
Puedes quitarme; tmalo en buen hora.
Sujeto a un sanguinario carcelero
Te encerrar, cargado de prisiones.
Dios mismo, sin demora,
Me pondr en libertad, cuando yo quiera.
Que libre quedar luego que muera.
Quiere, a mi ver, decir con esto, advierte
Pues que todo se acaba con la muerte.

At qui legitimum cupiet. Epist. II, 2. V. 109-125

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El que un poema digno de aplaudirse


Trate de componer, nunca el puntero
Tome para escribir, sin revestirse
Del carcter de juez, censor severo.
Toda palabra de sonido bajo
Resulvase a borrar, por ms trabajo
Que, para hallar equivalente, aplique,
Primero que el escrito se publique;
Aun cuando sean voces usales
[p. 466] En los libros que guardan las Vestales.
Brillantes expresiones ignoradas,
Que usaron nuestros doctos ascendientes,
Y en los tiempos presentes
Yacen, con sus autores, sepultadas,
Sacar a luz de nuevo, interpoladas
Con otras ms recientes
Que habr adaptado el uso de las gentes.
Flido y vigoroso,
A manera de ro caudaloso
Que el terreno mejora,
Derramar el precioso
Tesoro de su habla encantadora.
Y har dichosa a Roma
Enriqueciendo as nuestro idioma.
Vana hojarasca omitir de intento;
Dar, a fuerza de lima, pulimento
Y suavidad a la apariencia tosca:
Vigor y elevacin a lo enervado
Dar; y sin que el estudio se conozca,
De un mero pasatiempo resultado
Parecer lo hecho con gran pena:
Como el bailarn diestro que, en la escena,
Imita, a costa de trabajo extremo,
Ya al Stiro salaz, ya a Polifemo.

CCCLI. CSCAR, Gabriel. Gibraltar, 1825.

Vixi cum quibus. Sat. I, 4, v. IV, 81-85

El que murmura del amigo ausente;


El que estando presente
Cuando de l hablan mal, no le defiende;
El que a excitar la risa slo atiende
Para adquirir renombre de chistoso;
El que cosas forjadas

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Cuenta como efectivas, mentiroso,


Y no puede callar las reservadas,
Es un hombre perverso. Ciudadanos,
Guardaos de caer entre sus manos.

Ridiculum acri.Sat. I, 10, v. 14-15

Intil es el alegar razones,


Que preocupaciones arraigadas
No permiten que sean ensanchadas.
[p. 467] Quien los abusos combatir intente,
Nunca ataque de frente;
Omita de argumentos la eficacia;
Ridiculice con astucia y gracia.

Ensayos Poticos, pg. 37.

CCCLII GMEZ HERMOSILLA, Jos.Madrid, 1826.

Quid dedicatum. Od. I, 31

En el tomo II del Arte de hablar en prosa y verso, primera edicin, 1826; segunda, 1839, pgs 171-
72.

Qu le pide el poeta al dios Apolo


El da en que su estatua se dedica?
Qu le demanda cuando el licor nuevo
De la copa derrama? No le pide
De la feraz Cerdea
Las cosechas opimas,
Ni los ricos rebaos
De la ardiente Calabria,
Ni de la India el oro y los marfiles,
Ni los campos que el Liris taciturno
Con su mansa corriente va lamiendo.

sta es la traduccin literal de los versos de Horacio; pero pues stos son lricos, dar otra con
poqusima variacin en versos anacrenticos para que al mismo tiempo se vea cun bien se presta
nuestra lengua a la traduccin de los clsicos.

Qu le pide el poeta
A Apolo en este da,
En que una hermosa estatua
Augusto le dedica?
Qu le demanda cuando

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El nuevo licor liba?


No de Cerdea frtil
Las cosechas opimas,
Ni de Calabria ardiente
Las preciadas merinas,
Ni el oro y los marfiles
Que el Asia nos enva,
Ni el anchuroso campo
[p. 468] Que riega y fertiliza
El taciturno Liris
Con sus aguas dormidas.

Esta traduccin es muy superior a la que hizo Burgos, tambin en romancillo anacrentico, y se ve
que Hermosilla adopt el mismo metro para rivalizar con su predecesor.

CCCLIII. LISTA, Alberto.Sevilla, 1844.

En sus Ensayos Literarios y Crticos (II, pg. 20) tiene dos artculos sobre la Elocucin Potica
comentando estos versos de Horacio:

Sat. I, 4, v. 39-44

Primum ego me illorum, dederim quibus esse poetas,


Excerpam numero: neque enim concludere versum
Dixeris esse satis; neque si quis scribat uti nos,
Sermoni propriora, putes hunc esse poetam.
Ingenium cui sit, cui mens divinior atque os
Magna sonaturum, des nominis hujus honorem.

Yo me borro del nmero de aquellos


A los cuales confieso por poetas.
No basta componer versos que consten;
Y si alguien, como yo, los escribiere
En estilo a la prosa semejante,
No pienses que es poeta. De este nombre
Slo dars la gloria al que posea
Genio, mente divina y voz sublime.

[Vid. H. E. I, 143; II, 405.]

CCCLIV. CAIRASCO de FIGUEROA, Bartolom.Santa Cruz de Tenerife, 1848.

Altera jam teritur.Epodon XVI

Y Horacio en la oda diez y seis del Epodo declara ser estas islas los Campos Elseos donde las

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nimas de los bienaventurados que de este mundo salan iban a tomar descanso y quietud, como
galantemente traduxo a Horacio el nico fnix Bartolom [p. 469] Cairasco, cannigo de la Santa
iglesia catedral de seora santa Ana de Canaria, digno de ser puesto en el arco de la fama, que dice
as:

Otras islas se ven que blanco velo


Las cie en torno, menos elevadas,
Llamlas por su frtil cielo y suelo
La antigua edad las islas Fortunadas;
Y tan amigo suyo estim al cielo,
Que de su voluntad no cultivadas,
Las tierras entendi dar nobles frutos,
Y las incultas vides sus tributos.

Siempre deca florecer la oliva,


Destilar de las piedras miel sabrosa,
Y con murmullo blando el agua viva
Bajar del alto monte presurosa:
Templar el aire la calor estiva,
De suerte que a ninguno es enojosa,
Y en fin por su templanza, lauros, palmas,
Ser los campos elseos de las almas.

Abreu Galindo (Fr. Juan). Historia de la conquista de las siete islas de Gran Canaria, escrita en 1632,
y publicada en 1848 en Santa Cruz de Tenerife, imprenta islea, pg. 10.

NOTAS A PIE DE PGINA:


[p. 462]. [1] . Mala traduccin, por demasiado literal, del periculosae plenum opus aleae.

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BIBLIOGRAFA HISPANO-LATINA CLSICA IV : HORACIO I

Imitaciones

CCCLV. CUEVA, Juan de la.

Ibam forte va Sacra.St. I, 9

Epstola XIV (as nmerada por equivocacin, pero es la XIII) a D. Diego de Nofuentes de Guevara,
veinticuatro de Sevilla.

Impresa por primera vez en el Ensayo de Gallardo (t. II, cols. 699-705) tomada del cdice original De
las Rimas de Juan de la Cueva primera parte, dirigidas al doctor Claudio de la Cueva, inquisidor
apostlico y visitador de la Santa Inquisicin del reino de Sicilia (fols. 284-95).

Epstola en 144 tercetos.

Inc. junto a la calle que dejando el nombre


Antiguo, se llam del Alameda,
Encontr por desdicha ma un hombre...
[p. 470] Fin. No quiero ser jez si fu discreto,
Hasta: hoy no se hizo la fanza;
Hacedla vos, vendr el negocio a efeto,
Y adis, que ya el resuello no me alcanza.

Imitacin prolija y fastidiosa, en versos desaliados y prosaicos. Dudo que la conversacin del
charlatn importuno a quien Horacio encontr en la Va Sacra fuese ms insulsa y molesta que la
mayor parte de los tercetos de su imitador. Slo hacia el fin se anima algo, pintando, no sin donaire,
la morada del famlico poetastro, y la parca comida que ofreci al autor como pretexto para desatar la
furia irrestaable de sus versos.

Tena en una pieza desviada


Una gran mesa de papeles llena
Y junto a ella una silla derrengada,

Un plato con salvado por avena,


Un tiesto por tintero, un mal cuchillo,
Un Guzmn, un Boscn y Juan de Mena...

Tom la silla, abriendo un cartapacio


De propias obras, y tir de un banco
Para m que soy hombre de palacio...

Dejlo (aunque en mi dao) con su antojo,

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Y comenz a leer, y yo a escuchallo,


La muerte viendo, cual se dice, al ojo...

Yo hecho un yunque, sin que fuerza u arte


Me valiese, le oa ya el tormento
De Belerma, ya el fin de Durandarte,

Ya el llanto de Galvn, ya el desconcierto


De Morana vindose cativa,
De Gaiferos la vuelta y vencimiento.

De esto era todo el libro, y todo iba


En zafio estilo, en gofo y vil lenguaje [1]
..............................................................

Llega, en fin. la comida tan anhelada del husped, y tampoco en esta situacin faltan chistes
sazonados, dibujndose, aunque rpidamente, el perfil de una figura cmica:

Estando puesto en esta angustia fiera,


Trajo un plato de esprragos cocidos
Y un medio pan en una faltriquera...
...............................................

[p. 471] Ya que en el plato no quedaba nada,


Ech la bendicin, y levantse,
Diciendo: sta es comida regalada.

Sacudi las migajas y limpise


Con la manga del sayo boca y barba,
Y un poco sobre el brazo reclinse,
Dicindome: Razn tuvo y no poca,
Quien alab el esprrago, en que hallo
Mil excelencias que Laguna toca.

En el mismo artculo de Gallardo se han publicado otras epstolas de Juan de la Cueva en tercetos,
que no dejan de tener reminiscencias horacianas, si bien el estilo libre y abandonado familiar y llano
en demasa, poco parentesco conserva con el de Horacio. Lo que s hay que alabar siempre en Juan de
la Cueva, como lo ponder el Maestro Diego Girn en el prefacio de sus Rimas es el curso o hilo de
la oracin, que es continuado y corriente: la lengua propia fcil, pura, sin mezcla de peregrinidad
afectada... y en fin, aquella facilidad y soltura de que Sneca dijo con mucha razn que abundaba
Ovidio, a quien el nuestro desde su primera edad fu muy dado y aficionado.

Dos de estas epstolas son morales, tratando una cul sea de ms estimacin, el rico y necio o el
pobre y sabio, y enseando la otra que en todo se debe seguir un medio.

La primera (que tiene el n. 15 en la coleccin ms. de Cueva) parece escrita y versificada con ms

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esmero que otras composiciones de su autor.

La crtica literaria da asunto frecuente a la mayor parte de estas cartas, que pueden estimarse como
buen suplemento al Ejemplar Potico. Cueva flagela implacable y graciosamente a los traductores del
toscano, en la epstola a D. lvaro de Portugal, conde de Gelves; o enumera, escribiendo al jurado
Rodrigo Surez, los riesgos y la inquietud del pobre escritor que da a la estampa su primer libro; o
diserta con Herrera o contra Herrera acerca de los vicios de la oratoria y de la poesa; o bien dirige
sangrientas burlas a un mal traductor de las glogas de Virgilio, que mud en ellas los nombres y el
sentido, y a vueltas de todo esto, intercala animadas narraciones de sucesos contemporneos; describe
las grandezas de Mjico, donde residi algunos aos; o nos pone a la vista, sin fantasas buclicas,
pero con cierta donairosa poesa [p. 472] realista la vida apacible y quieta de un lugar de Andaluca
en el siglo XVI. La variedad de asuntos, la curiosidad de noticias, la facilidad y la gracia descuidada
del poeta, y finalmente la ausencia de toda pretensin retrica hacen muy sabrosa la lectura de estos
devaneos de su ingenio, siendo de lamentar que no se hayan dado a la estampa ntegros, de igual
suerte que otras poesas suyas, conservadas en rarsimos cdices, de los cuales quiz alguno haya
desidiosamente perecido.

Las imitaciones de los antiguos, en las poesas de Juan de la Cueva, rara vez son literales y directas.
Al contrario, haca estudio de evitarlas, y el Maestro Girn le elogia, porque fu tan observante
siempre de su propio lenguaje, que ni quiso imitar los ajenos, ni aun los conceptos de ellos, que otros
con tanta curiosidad procuran. El mismo poeta, en su epstola a D. lvaro Portugal, indica el desvo
con que miraba este gnero de labores en que se huye a la invencin la cara:

Y ser cuerdo andarse a imitaciones


Que en ellas est todo aderezado,
Cual que come a pasto en bodegones?
......................................................
No es dado a los poetas que investiguen
Con el ingenio y busquen la extraeza
De las cosas ms raras que consiguen?

Qu debo agradecer a la terneza


Del espaol que al vulgo da un soneto,
Traduciendo del Bembo su fineza?
......................................................
Qu me hace Boscn, qu Garcilaso?
Qu sus comentos y comentadores?
Si no trabajo yo, qu da el Parnaso?

No se adquiere la gloria y los loores


Con el sudor ajeno, aunque de mano
Tenga quien me levante con clamores?

Cun fuera de razn, cun torpe y vano


Es aquel que as piensa eternizarse
Con flores producidas del solano!

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Esto hace a mi musa retirarse


De seguir esta va italiana,
Y a partes nunca odas derrotarse.

No porque no leo yo de buena gana,


Mas huigo (sic) de imitar y no los toco,
Como a deidad sagrada mano humana.

[p. 473] Muchos dirn que es esto humor de loco,


Porque los que ms saben ejercitan
Lo que repruebo yo y estimo en poco.

Que si ellos traducen o si imitan,


Que Virgilio imit y tradujo a Homero,
Y que por eso no lo inhabilitan.

Que bien pudo Gil Snchez el hornero


Traducir de l'agena en nuestra lengua
A Lucano, y ponerlo por terrero;

Y que su nombre no recibe mengua


Por ello, aunque lo esparza en nombre suyo,
Ni se aniquila, ni su gloria amengua.

Al fin, seor, en este fin concluyo;


Que los que usan siempre este ejercicio
Del traducir, que yo repruebo y huyo,

Que despus de seguir tan ciego vicio


Se hacen siervos, a servir forzados,
Sin poder ms de s que aquel servicio.

Son de su libertad enajenados,


No les es permitido desvarse,
Que al sentido y sentencia han de ir atados...

A pesar de lo que aqu dice, Juan de la Cueva tradujo la Batracomiomaquia, e imit la Pharmaceutia
y muchas otras cosas de griegos, latinos y toscanos.

[Vid. H. E. I, 75; II, 317.]

CCCLVI. ANNIMO (apud J. de Malara, Philosophia Vulgar, folio 277).Sevilla, 1568.

Desto hay ms estancias que hizo uno a manera de matraca, hechas a ymitacin de Horacio, que en
el libro de sus versos primero, en la oda 25: Parcius iunctis. da una lexa a Lydia ya vieja; y assi van
contra mujer desta arte, para exemplo de los mancebos, porque con esto se retraygan del vicio.

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Son quince octavas que principian:

Dama ranciosa, fea, flaca y fra...

La imitacin de la oda de Horacio no pasa del asunto, y de algunos rasgos como estos de la segunda
octava:

Llorad primero cun de mala gana


Os vienen a moler los requebrados,
[p. 474] Cun sin enojo os duerme la ventana,
Las puertas cun seguras sin candados,
Y cmo la que fu gastada aldaba
No siente ya aquel trato de que usaba...

Sospecho que el autor de esta poesa y el que compuso los donosos cuentos insertos en la Philosophia
Vulgar es el Licenciado Francisco de Tamariz.

CCCLVII. FALC, Jaime.

Su Stira 7. (fol. 66 de la ed. de 1600) es imitacin de la de Horacio: Qui fit Maecenas.

Tiene el caprichoso artificio de que todos los versos empiezan y acaban en monoslabo. [Vid. H. E. I,
86.]

CCCLVIII. ESPINEL ADORNO, Jacinto.Madrid, 1620.

Beatus ille. Ep. II

Jacinto Espinel Adorno, en su novela pastoril El Premio de la Constancia Pastores de Sierra


Bermeja (Madrid, 1620), libro 1., tiene una imitacin en prosa de esta oda:

Aqu estamos alejados y remontados de los negocios y pretensiones. Aqu estamos, ya guardando
nuestros ganados, ya orando y cultivando los campos y heredades que fueron de nuestros mayores...
estando alegres y contentos con solos los bueyes ms que con grandes tesoros los ricos Monarcas...
Slo entretenemos la vida en horas deleitosas: ya desposando los lamos y las vides con junta
halagea y enredando sus crecidos sarmientos pampanosos con sus ramas levantadas para que se
sustenten y juntamente se adornen los matices y colores del fruto opimo de sus uvas, ya unas veces
blancas, ya otras negras, ya otras rubias, ya otras jaspeadas y bermejas. Ya miramos los ganados y
rebaos de toros y vacas que andan dando bramidos, vagando por los campos espaciosos y valles
amenos y abundantes, si de pastos, no avaros de aguas. Ya cortando con una hoz los intiles ramos de
los fructferos rboles para que nazcan otros ms acopados y de frutos ms sabrosos e ingirindolos
en ellos. Ya recogiendo [p. 475] las mieles en orzas y vasijas exprimidas de los frtiles panales,
dividiendo a una parte la miel y a otra la cera. Ya esquilando las ovejas mansas y domsticas,
ocupaciones todas del hermoso verano y caluroso esto. Ya cuando llega el otoo, levantando y

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descubriendo su cabeza fresca y abundante de frutos sabrosos y suaves, cogiendo la pera gualdada
que casi da envidia al mismo Otoo que la injiri y fructific. Ya la uva, que a porfa compite con la
prpura en color, premios bien dignos para gratificar y ofrecer al dios Priapo, y al padre Silvano,
tutor y amparo de los extremos de estos jardines. Ya otras veces se nos antoja el recostarnos debajo
de la sombra de una antigua y acepada encina, cuyo suelo vestido de grama nos sirve de
entretenernos con blando sustento, convidando a dulce sueo el deslizamiento de las aguas que de las
altas rocas bajan con leda y sosegada corriente. Ya omos quejarse las aves con sus cantos,
emboscadas entre las espesas ramas de estas selvas, respondindose unas a otras con particular y
acordada armona. Ya al bajar las aguas, hacer estanques de cristalinas linfas con deleitoso y apacible
ruido. En el tiempo del invierno, cuando ms el cielo truena y relampaguea.... entonces encerramos
fuertes jabales en lazos y redes, sin que puedan hacer repugnancia con su veloz huda, o ya cuando
ponemos diferentes mallas y lazos engaosos para los tordos glotones, donde acontece de ordinario
hallar en vez de tordo la cobarde y temerosa liebre; y adems de esto, cuando cansados nos vamos a
nuestras pobres chozas, donde hallamos los fuegos abundantes de lea, donde tendidos mitigamos el
cansancio de la caza... stos y otros muchos regalos, que por no cansarte no digo, se gozan en la
amada soledad y en esta dulce vida...

(Pgs. 9-13 de la reimpresin de Sevilla, 1894.)

CCCLIX. FIGUEROA, Francisco de.Lisboa, 1625.

Oh navis.Od. I, 14

Inc. Cuitada navecilla


Por mil partes hendida
Y por otras dos mil rota y cascada,
Tirada ya a la orilla
Como cosa perdida
[p. 476] Y de tu mismo dueo abandonada,
Por intil dejada
En la seca ribera.
Fuera del agua y de las ondas fuera...
.........................................

Obras de Francisco de Figueroa, laureado Pndaro espaol, publicadas por el Licenciado Luis
Tribaldos de Toledo, cronista mayor del Rey nuestro Seor por las Indias bibliotecario del Conde de
Olivares, Duque y gran Canciler, &. Dedicadas a D. Vicente Noguera. referendario de ambas
signaturas de Su Santidad, del Consejo de las dos Majestades Cesrea y Catlica, Gentilhombre de
la Cmara del Serensimo Archiduque de Austria Leopoldo. Con todas las licencias necesarias.
Lisboa, por Pedro Craesbeeck impresor del Rey nuestro Seor, ao 1625. A costa de Antonio Luis,
Mercader de libros.

12., 29 hs. de preliminares, 46 con el texto de las poesas y una de tabla.

De la fecha y otras circtinstancias de la imitacin horaciana, nos informa Luis Tribaldos de Toledo en

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el breve discurso que trae al principio sobre la vida de Francisco de Figueroa:

Di algunos aos despus, en el de 1579, vuelta con el Duque de Terranova, D. Carlos de


Aragn, a Flandes, persuadido de aquel seor, que sin duda le estim por el primer hombre de Espaa
en letras, prudencia, discrecin, nimo generoso y corts. Al tiempo desta jornada escribi aquella
inimitable imitacin de Horacio (lib. I, od. XIV) que comienza:

Cuitada navecilla...

Donde no slo parece imitar, sino igualar y aun exceder al Venusino en gala, copia, realce de
pensamiento, pureza de idioma, y todo lo que un excelente poeta es obligado a hacer con eminencia.

Pero con perdn de Tribaldos, y reconociendo todo el mrito de la elegante versificacin de Figueroa,
no puedo menos de acostarme al parecer de Manuel de Faria y Sousa, el cual en su comentario a las
Rimas de Camoens, tacha el estilo de esta oda de lnguido, verboso y perifrstico, remotsimo, por
tanto, de la peculiar manera de Horacio.[Vid. H. E. I, 57; 311.]

[p. 477] CCCLX. CEPEDA Y GUZMN, Carlos.Segunda mitad del siglo XVII.

Pastor cum traheret. Od. I, 15

Romance a los desprecios que hizo Paris, robador de Helena, a los vaticinios de su muerte y ruina de
Troya.

Hllase en el ms. original (346 hojas en 4.) de las Poesas de D. Carlos Alberto de Cepeda y
Guzmn, caballero del hbito de San Jorge, y comendador de Balaguer, fols. 202-205 (visto y
descrito por Gallardo, n. 1.752 del Ensayo).

El romance en cuestin, viene a ser una parfrasis en estilo conceptuoso, pero gallardo, del Pastor
cum traheret:

Marina deidad entonces,


Al blando imperio del ocio,
Sepult en quietud las ondas
Que alteraba el viento en soplos,

Para explicar de los dioses


El decreto riguroso,
Fatdicamente impreso
En ecos de acentos roncos:

Con naves infaustas sigues


El rumbo de tus antojos,
Para ti delicia breve,
Para Troya afn costoso.

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Ya contra el antiguo reino,


Para el ltimo destrozo,
Los Prncipes griegos arman
Aun ms la fama que el odio.

A la venganza conjura
Los nimos valerosos,
En unos la propia injuria,
La comn afrenta en otros.
...........................................

Cuanta sangre al golpe! Cunto


Al afan, sudor copioso
Derraman rotas las venas
Y dilatados los poros!
...........................................

Mientras t al cuidado atento


De intempestivos adornos,
Con blanco marfil divides
La crespa madeja de oro;

[p. 478] O pulsando la save


Ctara que envidia Apolo,
Lascivos metros alternas
Con los femeniles coros.

Vanamente te asegura
El desarmado socorro
De Venus, aunque fatigues
Sus torpes aras con lotos.

Pues se han de ver de los hados


En el trmino forzoso,
Troya resuelta en cenizas
Y t desatado en polvo...

Paris responde a los vaticinios de Nereo en versos muy galantes, pero nada horacianos, y no tan
buenos como los que hemos, copiado. El principio, sin embargo, es muy bello y digno de un romance
de Gngora o de Lope:

No te turban de los amantes


El blando feliz reposo
Ni supersticiones vanas
Ni orculos fabulosos...

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Y no vale menos el final de esta dramtica imitacin:

Dijo, y con estrechos lazos


Se enlaz a la griega, como
La hiedra tenaz al muro,
O la vid lasciva al olmo.

[Vid. H. E. II, 567.]

CCCLXI. VACA DE ALFARO, Enrique.Crdoba, 1666.

Non omnis moriar.Od. III, 30

Soneto a la Muerte sobre aquellas palabras de Horacio: Non omnis moriar.

Lyra de Melpmene... Crdoba, 1666.

CCCLXII. VACA DE ALFARO, Enrique.Crdoba, 1666.

Beatus ille. Ep. II

Alusin a aquellos versos de Horacio, donde alaba la vida solitaria... Beatus ille. [p. 479] SONETO

T que te apartas de la pompa humana


Siguiendo de las selvas el camino,
Huyendo el opulento desatino
Del que se pierde en mar o en tierra gana,

T que huyes la rgida y tirana


Assistencia de pleitos de contino,
Siendo en las soledades peregrino
Galn de Flora, husped de Diana;

All seguro del furor de Marte


Te brindan los cristales transparentes,
Y las aves con msica sin arte;

Y al susurro veloz de sus corrientes


No dejan de avisarte y festejarte,
Sin la objecin mordaz de los vivientes.

Lyra de Melpmene... Crdoba, 1666.

[CCLXIII.] VEGA, Lope de.(En Los Tellos de Meneses.)

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Beatus ille. Epod. 2

CANCIN A LA FELICIDAD DE LA VIDA DEL CAMPO

Cun bienaventurado
Puede llamarse el hombre
Que con obscuro nombre
Vive en su casa, honrado
De su familia, atenta
A lo que ms le agrada y le contenta!

Sus deseos no buscan


Las cortes de los Reyes,
A donde tantas leyes
La ley primera ofuscan,
Y por el nuevo traje
La simple antigedad padece ultraje.

No obliga poca renta


Al costoso vestido,
Que el uso conocido
La novedad inventa,
Y con pocos desvelos
Conserva la igualdad de sus abuelos.

No ve la loca dama
Que por vestirse de oro
[p. 480] Se desnuda el decoro
De su opinin y fama,
Y hasta que el arco rompa,
La cuerda estira de la vana pompa.

Yo salgo con la aurora


Por estos verdes prados,
Aun ntes de pisados
Del blanco pie de Flora,
Quebrando algunos hielos
Tal vez de los cuajados arroyuelos.

Miro con el cuidado


Que salen mis pastores;
Los ganados mayores
Ir retozando al prado,
Y humildes a sus leyes,
A los barbechos conducir los bueyes.

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Aqu las yeguas blancas


Entre las rubias reses,
Las emes de Meneses
Impresas en las ancas,
Relinchan por los potros,
Vindolos retozar unos con otros.

Vuelvo, y al medioda
La comida abundante
No me pone arrogante,
Que no pienso que es ma,
Porque mirando al cielo,
El dueo adoro con humilde celo.

Todos los aos miro


La limosna que he dado
Y lo que me ha quedado,
Y diciendo suspiro,
Viendo lo que se aumenta:
Siempre me alcanza Dios en esta cuenta.

Voy a ver por la tarde,


Ya cuando el sol se humilla,
Por esta verde orilla,
El esmaltado alarde
De tantas arboledas,
Locos pavones de sus verdes ruedas.

Y, como en ellas ojos,


Frutas entre sus hojas,
Blancas, plidas, rojas,
Del verano despojos,
Y en sus ramas suaves
Canciones cultas componer las aves.

[p. 481] Cuando la noche baja,


Y al claro sol se atreve,
Cena me aguarda breve,
De la salud ventaja,
Que, aunque con menos sueo,
Ms alentado se levanta el dueo.

De todo lo que digo


Le doy gracias al cielo,
Que fertiliza el suelo,
Tan liberal conmigo,
Porque quien no agradece

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La deuda al cielo, ni aun vivir merece.

Lope de Vega: Los Tellos de Meneses, II

[Vid. H. E. I, 98; II, 349.]

CCCLXIV. PREZ RAMREZ, Antonio.1698.

Sat. I, 3, V. 55-66

At nos virtutos ipsas invertimus, atque


Sincerum cupimus vas incrustare. Probus qui
Nobiscum vivit? multum est demissus homo: illi
Tardo, cognomen pingui damus. Hic fugit omnes
Insidias nullique malo latus obdit apertum?
Cum genus hoc inter vitae versetur, ubi acris
Invidia, atque vigent ubi crimina pro bene sano
At non incauto, fictum astutumque vocamus.
Simplicior quis, et est, qualem me saepe libenter
Obtulerim tibi, Maecenas, ut forte legentem
Aut tacitum impellat quovis sermone! molestus?
Communi sensu plane caret, inquimus...

A mi fueron norte estos versos para guiar assi la pluma a la explicacin del pensamiento de Horacio:

Hacer del bien la envidia solicita


Moneda falsa, cuando le murmura,
Pues con nombre de mal le desfigura,
Y el candor que le illustra infiel le quita.

Lo que es famoso assi desacredita,


Cuando todo lo invierte su censura,
Con borrones desluze la hermosura,
Lo florido con ages lo marchita:

A la luz con horrores desassea,


[p. 482] Y assi vende por malo lo que es bueno,
Porque con la mentira lo falsea:

Por qu da tan barato lo que lleno


Es de tanto valor? por qu lo afea?
Por qu as lo envilece? Por ageno.

Armas contra la Fortuna, 56.

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St. II, 3, v. 13-16

Invidiam placare paras, virtute relicta?


Contemnere miser: vitanda est improba Syren
Desidia, aut quidquid vita meliore parasti,
Ponendum aequo animo.

Aunque no corresponda en mi pluma la expresin al pensamiento de Horacio, en estas dcimas hago


la alusin:

Por librarte de la envidia,


El ocio quieres buscar:
Mas temes ir a parar
A poder de la desidia:
Entre dos afectos lidia
Tu corazn, y elegir
Quieres lo que es justo huir;
Huye lo que te obscurece,
Elige lo que esclarece
Y haze en el mundo luzir.

Es cobarde flojedad
Dexar por algn temor
La virtud; pues es mejor
Caer en la ociosidad?
El que envidia tu bondad
Te haze, Antandro, esclarecido,
El ocio desconocido:
Pues si ste causa desprecio,
No ser quien dexa, necio,
La fama por el olvido?

Armas contra la Fortuna, 109.

St. I, 3, v. 117-119

adsit
Regula, peccatis, quae poemas irroguet aequas:
Nec scutica dignum horribili sectere flagello.

[p. 483] Haya su regla y medida


Entre el pecado y castigo,
Ni con el alhambre azotes
Al solo del ramal digno.

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CCCLXV. SERRANO, Toms, S. J.Valencia,1762.

Versos seculares. Asunto primero. Que la hazaa grande de Calixto Tercero, es la canonizacin de
San Vicente... Esa imitacin de la Oda de Quinto Horacio Flaco, que comienza Laudabunt alii.

Pgina 418 de El Apstol de Europa. Fiestas seculares, con que la... ciudad de Valencia celebr el
feliz cumplimiento del tercer siglo de la Canonizacin de... S. Vicente Ferrer. Valencia, Orga, 1762.

Inc. No a todos igualmente


Los hechos arrebatan,
Y unos de comn tratan
Lo que otros de excelente...

CCCLXVI. CLAVIJO Y FAJARDO, Jos.1763.

En su peridico El Pensador, tomo III, pensamiento 37, pginas 269-275, imita el principio de la
Stira 1., del libro I, Qui fit Maecenas.

CCCLXVII. CIENFUEGOS, Beatriz, La Pensadora Gaditana.1764.

En el tomo 4., pg. 31 de su peridico glosa en un soneto este pasaje de la epstola XVI del libro 1.
de Horacio:

Vir honus est quis? ..............................


Qui consulta patrum, qui leges juraque servat.

Fin: Anhelas por saber el que dichoso


De lo honesto practica la excelencia?
Pues atiende a sus obras cuidadoso:

[p. 484] Mira si a sus mayores reverencia,


Si te guarda la fe, si es religioso;
Que del hombre de bien esta es la ciencia.

Pgina 94:

(St. II, 7.)

Evasti? Credo metues, doctusque cavebis:


Quaeres quando iterum paveas, iterumque perire
Possis. O toties servus! Quim bellua ruptis
Cum semel effugit, reddit se prava catenis?

Si del riesgo saliste arrojado,


Creo olvidars siempre advertido;

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Pues no podr afirmar que docto ha hudo


El que guarda en el pecho infiel cuidado.

Vuela tu pensamiento enamorado


A buscar como bien lo que es fingido,
Pues a tanto dolor destitudo
Te miras otra vez aprisionado:

O esclavo a tu pasin, necio, ignorante,


Que bien hallado siempre con la pena
A quien causa tu mal sigues constante!

Qu fiera, de razn y juicio agena,


Si la rota cadena huy arrogante,
Volver a sujetarse a la cadena?

Pgina 281:

(St. II, 6, 60.)

O rus! quando ego te aspiciam? quandoque licebit


.......................................................
Ducere sollicitae jucunda oblivia vitae?

Oh hermosa soledad, donde el cuidado


Se entregar al descanso apetecido!
Cundo disfrutar tu lindo agrado,
Y me ver de ti favorecido?

Cundo alegre, contento y despejado


Dar tantos enfados al olvido,
[p. 485] Consiguiendo dichoso en tu acogida
Tener ms racional y mejor vida?

Pgina 320:

Omne tulit punctum, qui miscuit utile dulci...

Glosa en un soneto, que no merece transcribirse.

CCCLXVIII. FERNNDEZ MORATN, Nicols.

La oda de D. Nicols Fernndez de Moratn Al Duque de Medina Sidonia:

Ay! no a la herclea enfermedad rendido


Y al acerbo dolor, con mil afanes...

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es imitacin del carmen XVII del lib. II: Cur me, querulis exanimas tuis?

Los versos principalmente imitados son stos:

Ah! te meae si partem animae rapit


Maturior vis, quid moror altera,
Nec carus aeque, nec superstes
Integer? ille dies utramque
Ducet ruinam ...........................
ibimus, ibimus,
Utcumque praecedes, supromum
Carpere iter comites parati.
.....................................................

El romancillo titulado oda que comienza:

Nia, malhaya
Mi vida siempre,
Si yo lo dije
Por ofenderte...

es reminiscencia del carmen XVI del lib. I:

O matre pulchra filia pulchrior,


Quem criminosis cumque voles modum
[p. 486] Pones iambis; sive flamma,
Sive mari libet Hadriano...

Del carmen XV del libro II: Iam pauca aratro procede la oda Madrid antigua y moderna, pero slo le
recuerda en el principio.

Vislumbro reminiscencias del Nox erat (Ep. XV) en el soneto:

Son stos los sagrados juramentos?...

En el romance, con ttulo de oda, La Fama pstuma, noto reminiscencias del Exegi monumentum
(carmen XXX, lib. III),

Sabe que un monumento


Erigiste ms alto
Que el de tu Rey ilustre
Magnfico palacio.

Y cuando Libytina

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En el sepulcro avaro...

[Vid. H. E. I, 13 y 253; II, 360.]

CCCLXIX. DOMNGUEZ VENTURO, Francisco.1789.

Conocemos ya a este poeta de la escuela salmantina como traductor de algunas odas de Horacio. En
el Memorial Literario de junio de 1789 public la siguiente oda sfica, tejida toda de pensamientos
de Horacio (Rectius vives... Otium divos... odi prophanum vulgus).

No te deslumbre, Fausto, la grandeza,


Ni el podero de los reyes altos;
Goza en paz quieta los dorados bienes
De tus abuelos.
Solo en el mundo es bienaventurado
El que no aprecia pompas ni tesoros
Y de miserias apartado, tiene
La mediana. [1]
[p. 487] Buscan los hombres puestos elevados,
Viven inquietos, y con paso tardo
Cuando del monte llegan a la cumbre,
Los bate el viento. [2]
Reinan los Reyes sobre sus vasallos,
El opulento manda al miserable,
Mas el Dios fuerte desde las alturas
Reina sobre ellos. [3]
Mandos, riquezas, platos delicados,
Mas los alteran, nunca satisfacen
Mientras la muerte sobre su cabeza
Vibra su espada. [4]
Para qu, Fausto. por palacios grandes
Olvidaremos nuestra fiel cabaa,
Si sus primores endulzar no pueden
Tanta amargura? [5]

[Vid. H. E. II, 576.]

CCCLXX. FERNNDEZ DE ROJAS, Juan.Madrid, 1790.

Beatus ille. Ep. 2

ELOGIO DE LA VIDA DEL LABRADOR

ODA

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Qu apacible, sencilla y deliciosa


Es la campestre vida!
Qu triste y enojosa
[p. 488] La Corte presumida,
De mundanales hombres aplaudida!

Dexa el fiel labrador en blando lecho


La su esposa durmiendo,
Sube el alto repecho
Cuando va amaneciendo,
El trigo por la tierra desparciendo.

Rompe el seco terreno, y del arado


No siente la fatiga;
Vive en Dios confiado,
Luego la suerte amiga
Convierte su sudor en dulce espiga.

Ya del frtil olivo el caro fruto


Le alivia y da consuelo:
Mira el cierto tributo
De su afn y desvelo
En sus ramos doblados hasta el suelo.

Hora coge en la vid doradas uvas,


Lucientes ms que el oro;
Luego en preciosas cubas
Encierra su tesoro,
Y no envidia el haber del rico moro.

Tal vez mira el rebao en su terreno


Holgndose lozano;
Cual pone el tarro lleno
De nctar puro y sano,
Castrando las abejas por su mano.

Y por el verde huerto descendiendo,


La fruta ya madura
Del rbol va cogiendo,
O riega su verdura
Con agua que le da fontana pura.

Duerme al tronco de un rbol, sin que el fuego


Del sol con luces roxas
Impida su sosiego;
Y al ruido de las hojas
Despierta sin recelo ni congojas.

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Vuelve a la humilde casa sin enfado,


Y la esposa querida
Le pone con agrado
La mesa abastecida
De vinos y dulcsima comida.

Qu envidiable es, Angelio, la alegra


Del hombre campesino!
Qu vil la suerte ma!
[p. 489] Y he de vivir mezquino
Entre ardides y guerras de contino?

Ay! torna, caro Angelio, no tardemos;


La vida ms serena
Del campo disfrutemos:
Rompe la vil cadena,
La Corte dexa de tumulto llena.

LISENO.

Correo de Madrid (o de los Ciegos). Tomo VII, p. 192. Nmero correspondiente al mircoles, 7 de
julio de 1790. Precede esta advertencia:

La siguiente composicin, cuyo objeto es tan lrico como sencillo, est expresada con bastante
gracia y una sencillez muy propia. Se halla en ella una imitacin seguida y juiciosa del Maestro Len;
y las imgenes con que est adornada son verdaderas y naturales.

Para nuestro gusto la imitacin, o ms bien copia, es demasiado servil, como otras que hacan
entonces los poetas de Salamanca, v. gr., Iglesias. A veces tampoco entendan bien lo que copiaban.
Natural era, y muy potico, que el Mtro. Len hablase con asombro de los primores artsticos
labrados por el sabio moro. Pero no es propio ni natural ponderar el haber del rico moro, porque los
moros propiamente dichos nunca han sido muy ricos, y en los tiempos del P. Fernndez. como en los
nuestros, parece broma tomarlos por prototipo de la riqueza.

Hay en el mismo Correo de Madrid otras muchas composiciones del P. Fernndez, entre ellas una
oda horaciana a Melicio (tomo VII, p. 263):

Melicio, t que al oro


Te rindes y te afanas codicioso
Del mando y del decoro,
Sin paz y sin reposo,
No esperes de esa suerte ser dichoso...

Vanse algunas estrofas:

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A qu tanta porfa?,
Melicio. por valer A qu el anhelo?
La amable, mediana
[p. 490] Hallada sin desvelo
Puede hacerte feliz en este suelo...

Goza del bien presente,


No fes en los puestos elevados.
Ignoras ay! demente,
Que pinos exaltados
Son ms presto del Euro derribados?...

Ni me dar contento
El palacio con jaspes fabricado,
Ni el vano lucimiento
de tu techo dorado,
Ni el oro en sus archivos encerrado...

[Vid. H. E. I, 119.]

CCCLXXI. ANNIMO.Madrid, 1790.

O fons Blandusiae. III, 13

A LA FUENTE DE LA MORA

(Cantinela)

Cuntas y cuntas veces


Beb, tu linfa pura,
Oh Fuente de la Mora!
Y en mis tiernas niezes
Sentado a la frescura
De tus finos cristales
Muy antes de la Aurora,

Cuntas veces dormido


Qued al gracioso ruido
Que forman tus raudales,
Hasta que ya las aves
Dexando el caro ruido,
Con cnticos suaves
Sobre el olmo trinaban,
Y de Febo los rayos me abrasaban!

O deliciosa Fuente,

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Mi dulce bienhechora!
Yo har que a tu corriente
La fama voladora
D perpetua memoria;
Y cual otra Hipocrene,
Har que tu renombre al mundo suene.

[p. 491] Correo de los Ciegos (o de Madrid). Tomo 8., pg. 63. Nmero
correspondiente al 24 de noviembre de 1790.

CCCLXXII. ANNIMO.Valencia, 1799.

Nulla placere diu, nec vivero carmina possunt


Quae scribuntur aquae potoribus.

EL VINO

No pueden ser eternos ni agraciados


Los versos que componen los aguados.

El vino es dulce encanto


Y el alma del potico talento,
Alexando las penas y el quebranto
Nueva vida infundiendo y nuevo aliento.

Las gracias retozonas se deleitan


Con el licor de Baco, y el Pimpleo
Entona al, gran Lieo
Canciones gratas, que el placer aumentan.

Cundo el alma se eleva?


Cundo se enciende el pecho?
Cundo mejor se prueba
Aquel gozo sutil, aquel provecho
Que hace volar al nimo fogoso
A buscar de las Musas el reposo?

Oh t, Marcial divino!
A quin debiste la viveza y tino?
T, soberano Homero,
Qu preceptor tuviste,
O cuando produjiste
Aquel poema dulce y lisonjero,
Aquel celeste estilo, aquella gracia,
Y sublime eficacia
Con que en pinturas bellas

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Tus hroes elevaste a las estrellas?

Si a Baco no le hicieras agasajo,


Infructuoso sera tu trabajo.
Y t, cisne Dirceo,
Cmo yerras pensando que eternizas
Tus versos cuando veo
Que la alma tiranizas,
Consagrando de Ismeno a los cristales
De Urania los acentos celestiales!

[p. 492] Fabio, si cuerdo fueres,


Sigue de los Poetas las pisadas,
Y si al fin consiguieres
De Hipocrene llegar a las moradas,
La fuente dulce y su raudal florido,
Con florecitas mil embellecido
No te detenga, y a Lieo invoca,
Que el pmpano, la hiedra y los laureles
Son los testigos fieles
De la celeste y la dorada boca.
Baco, Baco es gustoso,
Es nio, es agraciado, es muy sabroso.

Diario de Valencia, 5 de setiembre de 1799.

Camina apresurado:
Justo es que te apercibas:
No temer la muerte
El que dispuesto viva.
No a maana dilates
Las prevenciones dignas.
No estar maana apto
El que no lo est hoy da.

Diario de Valencia, 12 de agosto de 1799.

Diligitur nemo nisi cui fortuna secunda est

No fes del amigo


Que no hallares constante
En tus varias fortunas,
En bienes como en males.

Mientras a viento en popa


El mar bogue tu nave,

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Y de ricos tesoros
Cargada no naufrague;

Mientras camine al puerto


Sin iras de los mares,
Con bienes que felices
Hagan los miserables,

Hallars mil amigos


Que quieran asociarse;
Y contigo en bonanza
Surcan esos cristales:

Mas si borrasca fiera


Da tu navo al traste;
[p. 493] Si tus riquezas pierdes,
Contento con salvarte,

Todos huyen al punto,


Y lejos de ampararte,
Toman puerto y se esconden,
Sin mirar, si t sales.

Mientras prspera suerte


Te sea favorable,
Tendrs en torno muchos
Que presten vasallaje.

Mas si fortuna vuelve


Como suele el semblante,
Por no darte su auxilio
No habr quien no se aparte.

No fes de ese amigo,


Por ms que te agasaje:
No es a ti, no, a quien busca,
Que busca tus caudales.

No en el mundo se estima
Sino al rico y magnate,
A quien la suerte halaga
Y le hace respetable.

Diario de Valencia, 14 de agosto de 1799.

Maxima poena mihi est ipsum ofiendisse, priusque


Venisses mallem funeris hora mei.

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No estrechas ligaduras,
Ni las cadenas siento:
Ni las crueles prisiones,
Ni el penoso destierro,

No la violencia brava
Del fulminante acero:
Ni las infamias viles,
Ni los crueles tormentos,

Ni el ver como amotinados


En m los elementos,
Contra m disparados
Sus rayos los ms feros:

Ni la implacable parca,
Ni el riguroso averno,
Que al pecado persiguen,
Son de mi llanto objeto.

Contra mi Dios pecando


Ofend a todo el cielo:
[p. 494] Al Criador de todo
Mi pecar fu desprecio.

Justo es, pues, y muy justo,


Que contra m sangrientos
Suspiren los celestes
Y sublunares cuerpos.

Es mi mayor fortuna
Para m mi mal hecho:
sta es mi mayor pena,
Y dolor ms violento,

El haber ofendido
Al Csar verdadero,
Que en los cielos y tierra
Se comprende su Imperio.

ste es todo el suplicio,


Y todo el sentimiento;
Y antes de haber pecado
Deseara haber muerto.

Diario de Valencia, 4 de setiembre de 1799.

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CCCLXXIII. ANNIMO.Madrid, 1806.

Rectius vives. Od. II, 7

En el Memorial Literario de 1. de agosto de aquel ao, pgina 229 del tomo 5. de la cuarta serie de
dicho peridico:

Oh t, Licino; si la dicha anhelas


Y el dulce bien de sosegada vida,
No hallar discurras el contento ansiado
En alta mar perdido: ni de injusto
Temor te llenes; ni temiendo el trueno,
En medio de la plcida bonanza
La ocasin huyas, en la margen firme.
No est el reposo en la mansin odiosa
Del vil avaro: ni tampoco nunca
En el recinto le hallars inmenso
De los prticos regios do la envidia
Su asiento fixa, y la ambicin se extiende.
Ves esos pinos que robustos llevan
A las nubes su frente? En ellos chocan
Los bramadores vientos, y el arbusto
Dbil, su impulso a percibir no llega.
Mira aquel monte que soberbio alza
[p. 495] Y se pierde en su cumbre: y ve Licinio
Caer en l en la borrasca horrible
El encendido rayo: y sus entraas
Cncavas se abren al impulso horrendo.
Busca en la adversidad deja fortuna
El plcido retorno: y si riendo
En sculos tus labios delicioso
Sella apacible, los reveses teme
De la prosperidad: que el Numen alto
Que del orbe la mquina sustenta
Siempre es el mismo que el invierno arroja
Y le vuelve a traer: y de Helicona
El Dios, del Vate protector divino,
No siempre presto a castigar, el arco
Tiende y sus flechas vibra; que mil veces
La melodiosa ctara pulsando
Que ociosa estuvo, de placer nos llena.
Y si al nimo buscas el deleite
Que pocos encontraron, s animoso
Si el infortunio contra ti descarga
De sus iras el peso: mas si alegre
Ves los vientos que prsperos te animan,

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No tanto tiendas los inflados linos


Que ya cortado de tu nave el rumbo
Choque en la roca, y su costado abierto
Tus esperanzas de las ondas sean.

Siguen a estos versos un romance, bastante bueno, firmado por D. Narciso Mara de Castro, y un
soneto de Casinio (don Juan Nicasio Gallego).

CCCLXXIV. J. R. O.Cdiz, 1806.

Justum et tenacem. Od. III, 3

En la Oda en elogio de los bravos y esforzados oficiales de la Real Armada, el jefe de Esquadra
Don Francisco Wintuysen y el Brigadier Don Toms Geraldino, muertos en el combate del 14 de
febrero de 1797. Por Don J. R. O. Impresa en Cdiz, ao de 1806, las primeras estrofas son imitacin
bastante ceida del principio de la oda horaciana:

No amedrenta al varn justo y constante


El rencor del tirano,
[p. 496] Ni el rayo fulminado por la mano.
Del supremo Tonante:
Ni del mar encrespado
El mpetu en su dao conjurado.

Los ejes del inmenso firmamento


Podran desquiciarse:
Las lucientes esferas desplomarse
De su eternal asiento,
Y oprimir su cabeza;
Mas no turbar un punto su firmeza...

CCCLXXV. CSCAR, Gabriel.Gibraltar, 1825.

Justum et tenacem. Od. III, 3

Ensayos Poticos. Gibraltar, 1825, p. 38.

Al patriota constante y virtuoso,


El popular tumulto no le espanta,
Ni su firme propsito quebranta
Del airado tirano el rostro odioso.

No teme al fiero viento impetoso,


Que en el entumecido mar levanta
La onda al cielo, y con inmvil planta,

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Estallar oye el rayo pavoroso,

Que, de la parda nube fulminando,


Quebranta de las rocas la firmeza,
Y derriba las torres a su lado.

Y aun cuando herir amaguen su cabeza


Las ruinas del cielo desplomado,
El golpe aguardar con entereza.

CCCLXXVI. CASTRO, Antonio Francisco de.Orense, 1841.

Intactis opulentior .Od. III, 24

Oda contra el Lujo y el Amor desordenado de las riquezas. Traduccin en parte y en parte imitacin
de la de Horacio al mismo asunto.

Encierres en tus fondos las mineras


Del oro orental y americano,
Y cubran tus palacios las riberas
[p. 497] Del Cantbrico mar y el Gaditano;
T sers infeliz: leyes severas
De la inflexible Parca por la mano
Grabadas [1] al dorado techo fuerte.
......................................................
Ms felices que t son los pastores
Que guardan entre breas el ganado,
Y al raso cielo sufren los rigores.
Del invierno y esto destemplado:
Un pan duro baado en sus sudores,
O cuando ms con leche sazonado,
Una cama en el yerto y rudo suelo,
Donde nieve y granizo arroja el cielo.

Una esposa sencilla y obediente,


Que a su fiel corazn ha persuadido
Que no hay en todo el mundo otro viviente
Tan digno de su amor cual su marido:
A quien no hace altanera ni insolente
La nobleza, ni el dote muy crecido,
Ni envanecen un pecho de cordero
Obsequios de un amante lisonjero.

Una salud robusta; endurecido


Un cuerpo en el trabajo; un pecho fuerte,
De la virtud severa sostenido

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A prueba del dolor y de la muerte:


Ves aqu las riquezas, que han subido
Al colmo del honor en que ansas verte
Al Persa en sus principios, al Romano,
Al Cntabro feroz y al Espartano.

Oh! quienquiera que seas, t que intentas


Hacer feliz tu patria, al lujo insano
En medio de sus muros no consientas
Que convierta en mujer al ciudadano:
Sus resultas sern ms turbulentas
Que las atroces armas de un tirano,
Y brotar contino de su seno
El pual, el estupro y el veneno.

[p. 498] La avaricia ten siempre encadenada


De las severas leyes y las penas,
Como bestia voraz que aprisionada
Gime y brama feroz entre cadenas:
Apenas de su furia est guardada
Ni la trrida zona en sus arenas,
Ni a la triste Noruega el rudo suelo
Le defienden sus nieves y su hielo.

Ni de su sed contiene los ardores


Del prfido elemento la braveza,
Ni sirve de barrera a sus furores
De los ms altos montes la aspereza;
Naufragios, precipicios, los horrores
De la muerte no espantan su fiereza,
Y el oro va buscando hasta en el mismo
Boquern espantoso del abismo;

Estrecha la avaricia, y envilece


El pecho del mortal en quien domina;
El cuerpo debilita y enflaquece
El lujo, y el espritu afemina;
Se vicia todo el hombre y entorpece
En cualquier de los dos a que se inclina,
El oro lo envilece y lo degrada,
Y el lujo lo adormece y lo anonada.

Llevemos, pues, al templo el fatal oro,


Que nuestro ser degrada y contamina;
Sirva al culto divino de decoro
Lo que al hombre le sirve de runa;
O si de Dios pensamos que es desdoro

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Presentarle una ofrenda tan mezquina,


Al mar por donde vino lo arrojemos,
Y sus dones funestos le entreguemos.

Nuestras minas cerremos en que herida


Nuestra madre la tierra en sus entraas
Se ve de ingratos hijos ofendida,
Y rasgando su seno en sus montaas;
De nuestros desacatos resentida
Se venga de insolencias tan extraas,
Y por la herida arroja de su seno
En el oro un mortfero veneno.

Sus inocentes dones procuremos,


Que presenta con manos liberales,
Y avaros o groseros no toquemos
Los que cauta reserva en los metales;
Penetrar su secreto no intentemos,
Por algo los esconde; son fatales;
[p. 499] Y lo que a los mortales alimenta
A la flor de la tierra se presenta.

Vegetales salubres, fierro duro,


Con que lanzas y rejas fabriquemos,
Le bastan al Ibero; el oro puro
A nuestros enemigos lo dejemos;
Posanlo en buen hora; yo aseguro
Que sus huestes doradas venceremos,
Y han de ver en el campo con desdoro
Cunta ventaja el fierro lleva al oro.

All tenga su astucia el Italiano,


Su primor el Francs y su finura,
Todo el oro del mundo el Anglicano,
Y el Btavo la industria en que se apura.
Para ser formidable, al Castellano,
Del Indo al Maran en guerra dura,
Le bast en otro tiempo su labranza,
Su culto, sus virtudes y su lanza.

Poesas de D. Antonio Francisco de Castro, cura prroco de San Martn de Fruime... Orense,
Oficina de D. Juan M. de Pazos 1841, pp. 151-154.

Estas octavas, defectuosas sin duda, pero sembradas de rasgos enrgicos son mejores que las otras
traducciones que hasta ahora hemos visto del mismo poeta, sin duda porque en esta obra procedi con
ms libertad, imitando ms bien que traduciendo. En Castro vale siempre ms lo original que lo

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imitado. No se puede negar que era poeta, aunque mediano, y seguramente el mejor de los escasos
poetas gallegos de su tiempo. Mereca ms fama de la que alcanza, pero la casualidad ha querido que
su nombre est enteramente olvidado, aun en su tierra, al paso que todo el mundo recuerda las
chabacanas coplas de su antecesor en la parroquia D. Diego Cernadas de Castro, llamado por
antonomasia el Cura de Fruime.

CCCLXXVII. CASTRO, Antonio Francisco de.Orense, 1841.

a) Imitacin del Beatus ille.

Felice aquel mortal que separado


Del trfago cansado,
Del codicioso anhelo,
[p. 500] Al uso antiguo el campo de su abuelo
Trabaja con sus bueyes
Sin ofender los Dioses ni las leyes.

No como del soldado el sueo inquieta


La horrsona trompeta,
Ni su pecho estremecen
Las olas de la mar que se enfurecen,
Huye el pleito enojoso,
Y no pisa el umbral del poderoso.

Enlaza, pues, al lamo empinado


El sarmiento medrado,
Y con su podadera
Corta el otro que dbil considera,
E ingiere en su vaco
Otro ramo mejor y de ms bro.

Ya de mugientes vacas tropa errante


Visita en el distante
Valle: ya en limpios vasos
La miel exprime de panales crasos,
Y si la sazn vino,
Rapa a dbil oveja el vellocino.

Y cuando en medio el campo la cabeza


El otoo endereza
La frente coronada
De la madura fruta cunto agrada
Recoger en su huerto
Las peras del peral que l mismo ha injerto!

Y el maduro racimo que contienda


Con la grana, y ofrenda

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A ti, Prapo, hace,


Y a ti, padre Silvano, satisface,
Como a Numen que entiende
En la guarda del campo y lo defiende.

Ya se tiende a la sombra de una encina


Antigua, o se reclina
Sobre la verde grama,
Y observa cmo el agua se derrama
Del alto monte al prado
Por do corre el arroyo sosegado.

Aqu al sueo apacible y al descanso


Del arroyuelo manso
El murmullo lo incita,
Y la turba de pjaros que habita
En los bosques vecinos
Le arrulla dulcemente con sus trinos.

[p. 501] Y cuando el crudo invierno enfurecido


Y el cielo obscurecido
Lluvia y nieve amenaza,
Entonces se entretiene con la caza,
Siguiendo con sus perros
Al jabal por llanos y por cerros.

La cautelosa red en que le prende


Al tordo voraz tiende,
Y en sus lazos armados
En premio a sus fatigas ve enredados
La liebre espantadiza,
El conejo, la grulla advenediza.

Entre estos inocentes gustos puros


A quin punzan los duros
Afanes de Cupido?
Y mucho ms si en suerte le ha cabido
Mujer casta que entienda
En cuidar de sus hijos y su hacienda.

Tal como la sabina y la tostada


De ardiente sol, casada
Con el Pulls ligero; as oficiosa
Fuego de lea seca y abundante
En el hogar sagrado
Previene a su consorte fatigado.

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El ganado recoge, y de ubres llenas


Saca leche que apenas
En sus cntaros cabe, y le presenta
Un vino de aquel ao que fomenta
Al fatigado esposo,
Y el trabajo y la sed lo hacen sabroso.

De la cena el acopio
Hace el campo, el corral, el huerto propio,
Por su mano guisada
Y tan bien sazonada,
Que por ella renuncia al sabor fino
De las ostras que da el lago Lucino.

Al Rodaballo, tierno, al delicado


Escaro si arrojado
Es del nativo seno
Por fiera tempestad al mar Tirreno,
Ni en mi rstico vientre
La sabrosa Pintada quiero que entre.

Ni a mi gusto sencillo es tan sabroso


El francoln precioso
Como lo es la aceituna

[p. 502] De mis pinges olivos, y cual una


Ensalada de malvas agradable
Y para el cuerpo enfermo saludable.

O la amarga acedera
Que abundante se cra en la pradera,
O la cordera herida en las funciones
Del Dios de los mojones,
O el chivo arrebatado
De las fauces del lobo ensangrentado.

Qu gusto estar cenando y estar viendo


Las ovejas corriendo
A casa bien pacidas!
Y los bueyes cansados y rendidas
Las cervices, tirar con poco aliento
Del arado al revs a paso lento!

Qu gusto ver cenando


Un enjambre de siervos rodeando
El hogar reluciente,
Y aquella buena gente

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Consolada en las penas de su vida


Con el placer del fuego y la comida!

As filosofaba el usurero
Alfio; y de su dinero
Cual si fuera en la aldea a avencidarse
En los Idus del mes quiso cobrarse
Y en las Calendas prxmas (oh vicio!)
De logrero se vuelve al ejercicio.

b) Traduccin libre del Beatus ille.

Felice aquel que a la usanza


Del siglo de oro viviendo
Desprecia el oro y los tristes
Afanes del avariento!

Y en su aldea retirado
De negocios turbulentos
Labra con sus bueyes propios
El campo de sus abuelos.

Ni el clarn, como al soldado,


Le interrumpe el dulce sueo,
Ni cual negociante asustan
Las iras del mar tremendo.

De la embrollada litis
Huye el fatigado enredo,
Ni se encorva en la antesala
Del ciudadano soberbio.

[p. 503] Libre y noble, enlaza al olmo


Los ya crecidos sarmientos,
Cual dbil hembra apoyada
Al brazo de esposo tierno.

O bien con su podadera


Corta los que juzga ineptos,
Otros de ms esperanzas
En su lugar injiriendo.

O bien observa sentado


En la cima de un otero
Rebao denso de bueyes
El valle humilde paciendo.

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O ya del panal la miel


Esprime en cntaros tersos,
O bien de mansas ovejas
Le entretiene el esquileo.

Y cuando otoo adornado


De dulces frutas del tiempo,
La sacra frente levanta
En medio del campo ameno,

Cun gratas no son las peras


Cojidas del propio huerto,
Y en el peral injerido
Por las manos de su dueo!

Y las uvas que compiten


Con la grana en lo bermejo
Y con que a Dioses campestres
Hace un religioso obsequio,

A ti, Priapo, y a ti,


Padre Silvano, ofreciendo
Los racimos como a Dioses
De jardines y viedos;

O a la sombra de una encina


Que sufri muchos eneros,
O sobre la verde grama,
Que le ofrece un blando lecho,

Tendido escucha el murmullo


Con que un pobre riachuelo
Se despea al valle humilde
Desde los montes inhiestos.

Oye el tierno pajarillo


Que dentro del bosque espeso,
Anima el aire y la selva
Con sus delicados quiebros.

Y al murmullo de las aguas


Y al susurro de los vientos
[p. 504] Entre sus brazos lo arrulla
El perezoso Morfeo.

Y cuando el Tonante airado


Enluta el rostro del cielo
Y en pardas nubes anuncia

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La venida del invierno,

Entonces de monte en monte


Qu placer no es ir siguiendo
Los feroces jabales
Con una tropa de perros?

Y enredarlos en la cuerda
Donde mueren prisioneros,
Como los tordos voraces,
Y los tmidos conejos,

Las liebres espantadizas


Y las grullas que a sus tiempos
Desde el Medioda al Norte
Vienen a tomar el fresco.

Qu pecho en medio de tantos


Inocentes embelesos
Se deja herir de las flechas
Que dispara amor travieso?

Y ms si una casta esposa


Cual suele hallarse al extremo
Occidental de la Hesperia
Do mora el fuerte gallego;

Endurecida al rigor
De escarchas, nieves y vientos,
Morena del sol que sufre,
Y blanca por don del cielo,

Su brazo empua la azada


Mientras que la alumbra Febo,
Y cuando Diana alumbra
Mueven el huso sus dedos;

Cuida activa de la casa


Y de sus dulces hijuelos,
Y al marido fatigado
Que viene del campo yerto,

Previene fuerte lumbrada


En la que arde un roble entero
En el hogar consagrado
A los tutelares genios;

Cuenta y recoge el ganado

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Bajo de pajizos techos


Y hace correr de sus ubres
La leche a cntaros sendos;

[p. 505] Saca vino del tonel


No generoso ni aejo,
Mas para un hombre del campo
Sabroso como el Falerno;

Y una cena de manjares


Que ella guisa, y todos ellos
Criados en su corral,
En su campo y en su huerto.

En medio de esta abundancia


Simple y fcil, no apetezco
Ni las delicadas ostras,
Ni los rodaballos tiernos,

Ni el escaro de Escarpanto,
Si de su nativo asiento
Neptuno airado a las costas
Lo arrastr del mar Tirreno.

Donde estn de mis olivos


Las aceitunas, desprecio
El francoln ponderado
Y el faisn de gusto regio;

Y una ensalada de malvas


Saludable al cuerpo enfermo,
O bien de amarga acedera
Que produce el prado ameno;

O la cordera inmolada
En las aras y en obsequio
De Trmino, Dios que cuida
De mojones y linderos,

O bien el chivo arrancado


Mal herido o medio muerto
De entre las devoradoras
Fauces del lobo sangriento,

Me es mucho ms agradable
Que tanto manjar superfluo
Que a costa de la salud

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Se compra a subido precio.

Y en medio de esta comida,


Qu placer no es estar viendo
Bien pacidas las ovejas
Venir corriendo al apero!

Y el ver los cansados bueyes


Arrastrar con paso lento,
Vuelto al revs el arado,
Lnguido e inclinado el cuello

Y qu placer tan sencillo


Ver un enjambre de siervos
[p. 506] Al rededor del hogar
Y en torno de un fuego inmenso,

Que del trabajo y del fro,


Que en el campo padecieron,
Dulcemente se desquitan
A la presencia del fuego!

As ventajas del campo


Predicaba el usurero
Alfio, como si pensara
Buscar en l su sosiego.

Y en la mitad de aquel mes


Recogi todo el dinero
Que a duro logro tena
Esparcido en aquel pueblo.

Mas (fuerza extraa del vicio!)


Despus de un sermn tan bello,
A principios del siguiente
Vuelve al trato de logrero.

Poesas de D. Antonio Francisco de Castro, cura prroco de San Martn de Fruime en el


Arzobispado de Santiago. Edicin indita. Orense, oficina de D. Juan M. de Pazos, 1841, pp. 40-50.

CCCLXXVIII. SAAVEDRA, ngel.

IMITANDO A HORACIO

Unos, Tirsi, afanados


Anhelan de la corte encantadora
Los penosos cuidados

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Y ver la engaadora
Sonrisa del privado a cada hora.

Otros de triple acero


Ceido el pecho y de valor robusto,
Siguen el carro fiero
De Belona sin susto,
Y guerra y destruccin slo es su gusto.

Y cuando el son tremendo


Del bronce tronador los vientos hiende,
Envuelto en humo horrendo,
Por sus almas se extiende
Noble fuego que en iras las enciende.

Otro regala y limpia


El potro que aventaja en la carrera
A cuantos en Olimpia
[p. 507] Admir Grecia entera
Y que aun al viento rpido supera.

Y desde que la Aurora


Tie de bermelln el albo Oriente,
La liebre voladora
Acosa diligente
Hasta que el sol se asconde en Occidente.

Y si el tesoro inmenso
Del orgulloso Creso le valiera,
No sulcara el estenso
Mar, pues su espuma fiera
Le asusta aunque la ve de la ribera.

Y el que la onda furiosa


Doma atrevido con nadante quilla
La cosecha abundosa
De la frtil Sevilla
Desprecia, y slo quiere su barquilla.

Cada cual el camino


Sigue, o Tirsis, que el cielo le ha indicado,
Y corre do su sino
Le arrastra, que no es dado
Al msero mortal otro cuidado.

Yo anhelo solamente
De eterno lauro y yedra vividora,

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Entrelazar mi frente
Y a mi lira sonora
Unir el fuego que en mi pecho mora.

Y triunfando del viento


Cantar hazaas de nclitos varones,
O el divino contento
Que a nuestros corazones
Dan del dulce Cupido los arpones.

Coleccin potica de Fuenmayor, tomo 2.

[Vid. H. E. II, 419.]

CCCLXXIX. MIGUEL, Raimundo de.Madrid, 1877.

Beatus ille. Ep. II

Don Raimundo de Miguel en sus Poesas (Madrid, 1877), pginas 100 104, tiene con el ttulo de La
Vida Rural una agradable imitacin de esta oda, combinanlo reminiscencias. del final del libro II de
las Gergicas: O fortunatos nimium. Copiar slo las mejores estrofas:

[p. 508] Mil veces venturoso


Quien las pompas mundanas da al olvido,
Y allega el pan sabroso
Que rinde agradecido
El frtil suelo por la reja hendido!

En sus amados lares


Nunca penetra la inquietud sombra,
Y exento de pesares
Al cielo se confa,
Bendiciendo la luz del nuevo da ...
............................................................
Jams la envidia ciega
Turb la santa paz de su morada,
Ni a darle susto llega
Discordia emponzoada,
La cabeza de sierpes erizada.
.......................................................
No alojan en su pecho,
Sencillo y sin doblez, negras ruindades,
Y olvida en el barbecho
Las locas vanidades
Que fijaron su asiento en las ciudades.

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El ponderoso arado
Impone previsor y diligente
Al buey ya descansado,
Que dcil y obediente
Doblar al yugo la cerviz consiente.

Guiando su pareja
El duro suelo con rigor castiga,
Y al empuar la reja
Con que a la tierra obliga
Humilde pide a Dios que le bendiga.

Cun bello le parece,


Pasadas nueve lunas, aquel llano,
Al ver que arraiga y crece
Doquier fecundo el grano
Confiado a la tierra por su mano!

Nacido el sol apenas,


Del cuarto mes a las primeras horas
Pregunta a sus colmenas
Si las trabajadoras
Se emperezan o estn madrugadoras.

Ya alegre sus corderos


En el prado recuenta y examina,
O encauza a los viveros
El agua cristalina
[p. 509] Que verti el manantial de la colina;

Ya ciega los pantanos,


O tomando la corva podadera,
Recorre los manzanos
Que bordan la ribera
Y los limpia y los monda y aligera.

Del trigo ya maduro


Cuando ve las gavillas hacinadas,
Con qu placer tan puro
Las mira aseguradas
Contra el sur y las nieblas y tronadas!

Doquier vuelve los ojos


Contempla ufano el abundoso fruto
Que halaga sus antojos,
Pues monte, llano y bruto,
Todos le pagan a su vez tributo.

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La vid le da buen vino,


La oveja carne, leche y los vellones,
El huerto blanco lino,
Y el encinar montones
De grana, con que engorda sus lechones.

Y cuando en la montaa
Desatado aquiln ruge altanero
Con furibunda saa,
Y el aterido Enero
Tiene al buey en su establo prisionero;

Sentado ante la hoguera


Se re del furor con que domina
Rabioso por afuera,
Y alegra su cocina
Con rudos troncos de apilada encina.
............................................

[Vid. H. E. I, 151.]

NOTAS A PIE DE PGINA:


[p. 470]. [1] . No seran estos romances peores que los del Coro Febeo, del propio Juan de la Cueva.

[p. 486]. [1] .

Auream quisquis mediocritatem


Diligit, tutus caret obsoleti
Sordibus tecti, caret invidenda
Sobrius aula. (Od. II, X, 5-8)

[p. 487]. [2] .

Saepius ventis agitatur ingens


Pinos, et celsae graviore caso
Decidunt turres, feriuntque summos
Fulmina montes. (Od. II, 10, v. 9-12)

[p. 487]. [3] .

Regum timendorum in proprios greges,


Rejes in ipsos imperium est Iovis,

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Ciari giganteo triumpho,


Cuneta supercilio moventis. (Od. III, I, v. 5-16)

[p. 487]. [4] .

Districtus ensis cui super impia


Cervies pendet, non siculas dapes
Dulcem elaborabunt saporem;
Non avium citharaeque cantus. (Od. III, I, v. 17-20)

[p. 487]. [5] .

Cur invidendis postibus et novo


Sublime ritu moliar atrium?
Cur valle permutem sabina
Divitias operosiores? (Od. III, I, v, 45-48)

[p. 497]. [1] . As en la edicin pstuma hecha en Orense, 1841, que es incorrectsima, pero acaso el
traductor escribira clavadas, lo cual es ms conforme al texto de Horacio:

Si figit adamantinos
Summis verticibus dira necessitas
Clavos ....................

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BIBLIOGRAFA HISPANO-LATINA CLSICA IV : HORACIO I

Imitadores hispano-americanos

CCCLXXX. ZAMORA, Elio Turno de.Mjico, 1893.

Solvitur acris hiems. Od. I, 4

Preludios, Mjico, 1893. pp. 60-61.

Ya la vez de Favonio y Primavera


Al Invierno desata encruelecido;
Las naves secas ya, de las riberas
[p. 510] Las mquinas arrastran, ni escondido
Goza el rebao, ni el gan al fuego;
Ni el prado albea en cana escarcha ciego...

Conviene atarnos la cabeza ungida


Ya con verde arrayn y flores tiernas,
Que produce la tierra desceida,
E inmolar en las selvas umbri-eternas
A Fauno, una cabeza del distrito,
Ya le plazca cordera o ya cabrito...

El traductor omite, por razn de honestidad, los dos ltimos versos de la oda,

CCCLXXXII. ZAMORA, Elio Turno de.Mjico, 1893.

Oh navis referent. Od. I, 14

Preludios, Mjico, 1893, p. 66.

Oh nave, nave, la primer marea


Al vasto mar te llevar de nuevo.
Qu intentas? Ay! fondea prontamente
En el puerto abrigado.
No ves cmo rechina ya sin remos
Tu costado? Tus mstiles heridos
Del brego veloz y tus antenas
Gimen funestamente...

CCCLXXII. ZAMORA, Elio Turno de.Mjico, 1893.

Motum ex Metello. Od. II, 1

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Preludios, Mxico, 1893, p. 69.

La discordia civil desque Metelo


Cnsul fu, causa y vicios de la guerra,
Sus veces, y el jugar de la Fortuna,
Las importantes ligas de los Prncipes
Y aun no purificadas
Las armas de la patria en sangre untadas,
Obra plagada de resgosa suerte
T tratas y caminas por la lumbre
[p. 511] Bajo ceniza engaadora puesta.
Por un momento a los teatros falte
Ya la Musa severa,
Dulce Polin, de la tragedia fiera...

Creo que con este principio se dar cualquier lector por satisfecho.

CCCLXXXIII. ZAMORA, Elio Turno de.Mjico, 1893.

Impios parrae.Od. III, 27

Preludios, Mjico, 1893. pp. 90-92.

He aqu el principio de esta singular y estrambtica traduccin, que sin la ayuda del texto latino sera
enigmtica y aun imposible de puntuar:

Al mpio don del pjaro el chirrido,


Zorra criando, o la fecunda perra,
De viaje agero, o la rojiza loba
Rpida huyendo;
Quiebre su senda la culebra pronta,
Que a los cuartagos como flecha espanta
Al dar la vuelta. Yo agorero listo
Temo qu cosa?
Traer del orto al ominoso cuervo
Con preces, antes que de lluvias nuncio
A las lagunas de perpetuo el ave
Vuelva divina...

Versos como stos recuerdan las traducciones que en prosa hacan D. Enrique de Villena y otros
latinistas del siglo XV, calcando el hiprbaton del original.

CCCLXXXIV. GALN Y DOMNGUEZ, ngel.1896.

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Faune, Nympharum. Od. I, 18

Fauno galn, de quien las ninfas huyen;


Por mis linderos y abrigados campos
Pasa propicio, y a las nuevas cras
S favorable.
[p. 512] Si al ao inmolo cabritillo tierno,
Y nunca el vino en las amigas copas
De Venus falta, ni en tu altar vetusto
Gratos perfumes.
Trisca el rebao en la pradera frtil,
Cuando las Nonas de Diciembre llegan,
Y el campesino con los sueltos bueyes
Vaya en los prados.
Juntos concurren el cordero y lobo,
Cubre tu paso con su fronda el bosque,
Y el surco odioso con su pie el labriego
Hiere danzando.

Traduccin ms. comunicada por el autor.

CCCLXXV. MICHEO, Juan Jos.

A MI LIRA

Imitacin de Horacio

Lira sonora, con quien pude un da


De ameno prado en la quietud contento,
Al fresco viento reposar tranquilo
Plcidas horas!
Ven a mis manos, y en candentes ritmos
Haz que mi canto se remonte al cielo
Y ac en el suelo que inmortales sean
Hoy tus acordes.
T que pulsada con ardiente numen
Fuiste en un tiempo de feliz memoria,
Cuando de gloria coron tu frente
Lsbico cisne,
Bien ya blandiendo tu funesto acero,
O bien atando la deshecha nave
En tono suave a las divinas Musas
Himno cantaba.
Y a Baco ledo, a la Ciprina Diosa,
Al nio ciego, juguetn alado,

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Y al celebrado por sus negros ojos


Lico el apuesto.
T en el banquete del tonante Jove
Prez y delicia del celeste Apolo,
Alivio solo a mi penar dispensa
Siempre propicia.

[Vid. H. E. I, 171.]

[p. 513] CCCLXXXVI. BELLO, Andrs.1800.

Hoc erat in votis.St. II, 6

Imitacin de los primeros versos de esta stira, mezclando reminiscencias de la oda Quid dedicatum
poscit Apollinem, es el siguiente soneto, a la verdad poco feliz:

Sabes, rubia, qu gracia solicito


Cuando de ofrenda cubro los altares?
No ricos muebles, no, soberbios lares,
Ni una mesa que adule el apetito.

De Aragua a las orillas un distrito


Que me tribute fciles manjares,
Do vecino a mis rsticos hogares
Entre peascos corra un arroyito.

Para acogerme en el calor estivo


Que tenga una arboleda tambin quiero,
Do crezca junto al sauce el coco altivo.

Felice yo si en este albergue nuevo,


Y al exhalar mi aliento fugitivo,
Sello en sus labios el adis postrero!

Un consonante en diminutivo y una asonancia indebida afean este soneto que acaso es el primer
ensayo mtrico que se conserva de su autor.

Hallse en Caracas en un legajo que contena otras poesas inditas de Bello, y fu impreso en las dos
colecciones siguientes:

Poesas de Andrs Bello... Madrid, imprenta de A. Prez Dubrull, 1882, pp. 285-86.

Obras Completas de D. Andrs Bello... Volumen III, Poesas. Santiago de Chile, 1883, p. 33.

CCCLXXXVII. BELLO, Andrs.1800-1810.

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Oh navis. Od. I, 14

Imitacin en romance eptaslabo

Inc. Qu nuevas esperanzas


Al mar te llevan? Torna,
Torna, atrevida nave,
A la nativa costa!...

[p. 514] El estilo de esta graciosa imitacin no es ciertamente horaciano, ni


tiene nada de la rgida concisin del original, pero s mucho sabor castellano de
los buenos tiempos, notable cadencia meldica, y mucho de la lozana, de la
frescura y del garbo de las Barquillas, de Lope de Vega, a quien
manifiestamente imita Bello no slo en el metro y en el movimiento general del
perodo potico, sino hasta en los rasgos que denuncian un gusto levemente
picado de culteranismo:

Presto, erizando cerros


Vendr a batir las rocas,
Y nufragas reliquias
Harn a Neptuno alfombras.
...........................................
Qu tu nombre famoso
En reino, de la Aurora
Y donde al sol recibe
Su cristalina alcoba?...

Se imprimi este romancillo por primera vez en el Juicio Crtico (sic) de algunos poetas hispano-
americanos, por Miguel Luis y Gregorio Amuntegui, obra premiada en el certamen abierto por la
facultad de Filosofa y Humanidades de la Universidad de Chile el ao 1859. Santiago (de Chile),
imprenta de El Ferro-Carril , 1861, pg. 185.

Coleccin de poesas originales por Andrs Bello, con apuntes biogrficos por J. M. Torres
Caicedo. Pars, librera de Rosa y Bouret, 23, calle Visconti, 23, 1870, pp. 137-141 .

Hay ejemplares exactamente iguales que dicen en la portada: Caracas, Rojas hermanos, editores. Es
impresin incorrectsima.

Coleccin de Nueva York. Librera e Imprenta de N. Ponce de Len, 40 y 42, Broadway, cuarto 59,
1873.

Repeticin servil de la anterior, pero todava ms desaliada. En una y otra acompaa a La Nave el
texto latino.

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Biblioteca de escritores venezolanos contemporneos, ordenado con noticias biogrficas por Jos
M. Rojas, Ministro Plenipotenciario de Venezuela en Espaa. Caracas y Pars: Rojas Hermanos, y
Jouby y Roger, editores, 1875. 4

Poesas de D. Andrs Bello... Madrid, imprenta de A. Prez Dubrull, 1882, pp. 9-11. [p. 515]
Obras Completas de D. Andrs Bello... Volumen III. Poesas. Santiago de Chile.... 1883, pp. 30-32.

[Vid. H. E. I, 172 y 254; II, 460 y 546.]

CCCLXXXVIII. MONTES DE OCA Y OBREGN, Ignacio, obispo que ha sido de Tamaulipas, de


Linares y lo es actualmente de San Luis de Potos.

Laudabunt alii. Od. I, 7

Ocios Poticos de Ipandro Acaico. Mxico, imprenta de I. Escalante, Bajos Sn. Agustn, I. 1878, pp.
237-242. Edicin de doscientos ejemplares numerados.

Ocios Poticos de Ipaudro Acaico. (D. Ignacio Montes de Oca y Obregn, Obispo de San Luis de
Potos. Madrid, Establecimiento tpogrflico Sucesores de Rivadeneyra, Paseo de S. Vicente,
nmero 20, 1896, pp. 37-41)

Inc. Otros celebren,


A Roma santa...

Es una graciosa imitacin en romancillo pentaslabo que remeda los idilios de D. Nicols Fernndez
Moratn en este metro. Lleva la fecha de 1858, y es, por tanto, una de las composiciones ms antiguas
de su autor. Sirvan de muestra estos versos:

Mas ni Florencia
Tanto me es grata,
Sobre sus verdes
Campos sentada
Que el Arno manso
Tranquilo baila,
Con mil jardines
Engalanada,
Y con marmreas
Ricas estatuas
Que se contemplan
En cada alczar;
Ni las famosas
Suizas montaas
Que hasta las nubes
Sus cumbres alzan,
Cubiertas siempre

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De nieves blancas,
Mientras azotan
Sus verdes faldas
De lagos puros
Las ondas claras;
Como los montes
Que de mi patria
El suelo cubren
Con oro y plata
Que arrojan todos
De sus entraas.
Mi humilde suerte
Yo no trocara
Con la opulencia
De cien monarcas
Cuando me encuentro
Junto a la clara
Fresca laguna
Que con sus aguas
[p. 516] Mi sed primera
Dulce apagara:
Hermoso es verlas
Cuando retratan
A la apacible
Luna argentada,
Que temblorosa
Su luz derrama
Sobre las quintas
y las cabaas,
Que graciosas
En torno se alzan.
Mas cuando dora
Risuea el alba
Los arroyuelos
Que entre escarpadas
Peas y riscos
Veloces bajan.
Sus puras linfas
A regalarla,
..................
Tvoli misma
Con sus cascadas
En atractivos
No la igualara...

[Vid. H. E. I, 170; II, 455.]

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NOTAS A PIE DE PGINA:

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BIBLIOGRAFA HISPANO-LATINA CLSICA IV : HORACIO I

Reminiscencias

CCCLXXVIX. FERNNDEZ DE MORATN, Nicols.

Su primera anacrentica A mi libro:

Dime, dnde caminas


Tan solo y confiado,
Sin protector alguno,
Librillo desdichado...

y tambin la segunda A mi Musa:

Saldrs a ver la corte,


Oh inquieta musa ma...

son imitaciones de la epstola XX del libro I. Vertumnum Janumque liber, ms bien que del Parve,
nec invideo, de Ovidio, que a su vez haba imitado a Horacio.

La anacrentica tercera:

Yo a cantar me aprestaba
Las armas espaolas...

recuerda la oda 6. del lib. I: Scribeis Vario. Con esta imitacin se combina la del principio de la
gloga VI de Virgilio:

Quum canerem reges et proelia, Cynthius aurem

[p. 517] En la anacrentica cuarta:

Era yo pequeito,
Y aun no contaba un lustro,
Cuando llegu jugando
A un romeral inculto,

se apropia Moratn la aventura que de s mismo cuenta Horacio (Od. III, carm. IV).

Me fabulosas Vulture in Apulo,


Altricis extra limen Apuliae,
Ludo fatigatumque somno

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Fronde nova puerum palumbes


Texere...

Esta imitacin es por todo extremo pueril, pero afortunadamente nuestro poeta no se detuvo aqu; el
mismo tema lrico desenvuelve en el primero de sus dos deliciosos idilios clsicos (malamente
calificados de anacrenticas 7. y 8.) El Sueo:

Hay una gruta


En la olorosa
Alcarria umbrosa...
A guarecerme
De ardiente siesta
Nio cobarde
Llegu una tarde...

[Vid. H. E. I, 173 y 253; II, 360.]

CCCXC. ABENAMAR, Santos Lpez, Pelegrn.

En los versos de este mediano poeta, que fluctu entre el clasicismo y el romanticismo, con ms
inclinaciones al primero, y que tradujo alguna oda de Horacio, he notado leves reminiscencias del
Venusino. Una oda epitalmica comienza:

Surcaba el mar Egeo


En pos de la beldad que tanto amaba...

Pastor cum traheret

Es de corte horaciano, aunque muy floja, la oda a Laura:

Los speros silbidos


Suenan de cierzo rudo; ya los prados
Se ven desflorecidos:
[p. 518] Blanquean los collados
Del peso de la nieve atormentados...

Vides ut alta stet nive candidum


Soracte, nec jam sustineant onus
Silvac laborantes, geluque
Flumina constiterint acuto.

La oda a Emilia tiene imitaciones del Parcius junctas quatiunt fenestras (carm. XV del libro 1.) y del
Oh crudelis adhus (carm. X del libro IV).

Otras odas de Abenamar, a la Libertad, a la Soledad son imitaciones de Fr. Luis de Len ms que de

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Horacio, pero ninguna de ellas merece salvarse del olvido.

CCCXCI. QUINTANA Roo, Andrs, poeta mexicano.1787-1851.

En la oda Al 16 de Setiembre de 1821 hemos notado dos reminiscencias horacianas:

La sangre difundida
De los hroes, su nmero recrece,
Como tal vez herida
De la segur la encina reverdece,
Y ms vigor recibe,
Y con ms pompa y ms verdor revive...

Duris ut ilex tonsa bipennibus


Nigrae feraci frondis in Algido,
Per damna, per caedes, ab ipso
Ducit opes animumque ferro.

(Od. IV, 4, v. 57-60;)

Sus nombres antes fueron


Cubiertos de luz pura, esplendorosa,
Mas nuestros ojos vieron
Brillar el tuyo [1] como en noche hermosa
Entre estrellas sin cuento
A la luna en el albo firmamento.

Micat inter omnes


Iulium sidus, velut inter ignes
Luna minores.

[p. 519] Vase mi Antologa de poetas hispano-americanos, tomo primero, pp.


XCIII y XCIV. [Ed. Nac. vol. I, pg. 100]

CCCXCII. ALPUCHE, Wenceslao.

Don Wenceslao Alpuche, mediano poeta yucateco (1804-1841) muestra en alguna de sus odas, por
ejemplo, La Fama, conatos de imitacin horaciana:

No de inmortal renombre
La orgullosa ambicin mi pecho inflama;
Pero arder mi nombre
Con refulgente llama,
Si su poeta Yucatn me aclama...

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Quodsi me lyricis vatibus inseris,


Sublimi feriam sidera vertice.

(Od. lib. I, carm. I.)

CCCXCIII. PEREDO, Manuel.

Don Manuel Peredo, mdico y escritor satrico mexicano (1830-1890) hace en su composicin El Fin
de ao un comentario joco-serio del Eheu, fugaces:

Oh cun fugaces, Pstumo, mi Pstumo,


Se van los aos! Esto en son doliente
Cantaba en buen latn un tal Horacio,
Persona inteligente,
Que sin tener palacio,
Ni cocinero ingls, ni groom, ni nada,
Rapbase (?) una vida regalada
Con un seor Mecenas,
Banquero o cosa as, y hombre muy rico,
Que le alegraba el pico
Con almuerzos esplndidos y cenas.

Y era de ver cmo ambos a porfa


Al sollo, y al faisn, y a la lamprea,
Y a cuanto en mar y tierra se menea
Declarando exterminio,
Les encontraba el da
Recostados an en el triclinio.
Pero eso s: mi Horacio por docenas
[p. 520] Haca odas muy buenas
A Baco y a Minerva,
Y a toda la caterva
De dioses inmortales
Del cielo, de la tierra y del averno;
Y as vaciaban nforas
De sabroso Falerno,
Que era una bendicin. Dichosas gentes!
Qu falta les hicimos los presentes!
Mas parece que entonces
Ya usaba el tiempo carcomer los bronces,
Y echar abajo templos
(Cuyos malos ejemplos
Hemos aprovechado los de hogao),
Y se acababa un ao
Tras doce meses netos,
Y vena el siguiente,

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Y muy formal, de frente


Por la posta se iba, con gran susto
De los que en el vivir hallaban gusto.

Y entonces, como ahora,


(Puesto que todava
El tiempo no ha perdido la mana,
De sorber, cual rap, hora tras hora),
Entonces a cualquiera
Que once lustros viviera,
Sin valerle ni influjo ni consejo,
Le suceda que llegaba a viejo.
Y slo as se explica
Que el buen Horacio hallase una maana
En su noble cabeza adusta cana,
Y despus otras seis, y luego quince,
Y sobre la ancha frente
Asentaba una arruga impertinente.

Vlgate Dios! dira el buen romano,


Qu aprisa hemos vivido!
Quin lo hubiera credo!
Vea usted cmo es la mano!
Ea, reforma completa,
Pongmonos a dieta,
Y basta de bureos;
A la oracin, a casa;
Cada mochuelo vyase a su olivo,
Y a ver lo ms que vivo.

Y con esto, y cantar en son doliente


Muy formal a su cliente:
[p. 521] Oh cun fugaces, Pstumo, mi Pstumo
Se van los aos vi llegar la Parca,
Y de Carn despus flet la barca...
.................................................

Parece que quiso imitarle Manuel Acua (1849-1873) en su poesa humorstica La vida del campo,
que empieza parodiando el Beatus ille:

Yo no s si el seor Horacio Flaco


Fu quien se alz el primero,
Echando noramala la cultura
Y hablando de la dicha y la ventura
Que se goza viviendo a lo ranchero.
Yo no s si el buen vate posea

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Quinta o hacienda, o lo que all se estile,


Ni si viviendo en ella se hallara
Cuando di en escribir su Beatus ille...

Extraa ignorancia en un parodiador de Horacio, que tantas veces habla de su quinta!

CCCXCIV. BELLO, Andrs.

Aunque la influencia de Virgilio es la que predomina en las Silvas Americanas de Bello, no faltan
imitaciones de otros poetas clasicos, especialmente de Horacio. Uno de los ms hermosos y
celebrados pasajes de la Agricultura en la Zona Trrida; aquellos versos de tan severa exhortacin
moral a la juventud americana; aquella pintura enrgica de la depravacin y licencia de la vida muelle
y afeminada de las ciudades en contraste con los austeros y varoniles hbitos de la vida rstica, es
imitacin muy ajustada, y en los ltimos versos llega a ser traduccin de la oda 6. del libro 3. del
lrico latino Delicta Maiorum:

Motus doceri gaudet Ionicos


Matura virgo, et fingitur artubus
Iam nunc, et incestos amores
De tenero meditatur ungui

...................................Crece
En la materna escuela
De la disipacin y el galanteo
[p. 522] La tierna virgen; y al delito espuela
Es antes el ejemplo que el deseo.
...............................
Non his juventus orta parentibus
Infecit aequor sanguine punico,
Pyrrihumque et ingentem cecidit
Antiochum, Annibalemque dirum:
Sed rusticorum mascula militum
Proles, sabellis docta ligonibus
Versare glebas, et severae
Matris ad arbitrium recisos
Portare fustes ..........................
...................................................

No as trat la triunfadora Roma


Las artes de la paz y de la guerra;
Antes fi las riendas del Estado
A la robusta mano
Que tost el sol y encalleci el arado [1]
Y bajo el techo humoso campesino
Los hijos educ, que el conjurado
Mundo allanaron al valor latino...

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Es enteramente de gusto horaciano la linda oda juvenil de Bello Al Anauco.

Irrite la codicia
Por rumbos ignorados
A la sonante Tetis
Y bramadores austros;
El pino que habitaba
Del Betis fortunado
Las mrgenes amenas
Vestidas de amaranto,
Impunemente admire
Los deliciosos campos
Del Ganges caudaloso
De aromas coronado.
[p. 523] T, verde y apacible
Ribera del Anauco,
Para m ms alegre
Que los bosques Idaicos
Y las vegas hermosas
De la plcida Pafos
Resonars contino
Con mis humildes cantos.
..............................................

En la Epstola a Olmedo, hay una reminiscencia del Quem tu Melpomene semel:

Feliz, oh Musa, el que miraste pa


Cuando a la nueva luz recin nacido
Los ternezuelos prpados abra!...

Prefera Bello las stiras y epstolas de Horacio a sus odas segn testimonio de Amuntegui (Vida de
Bello, 349).

[Vid. H. E. I, 172 y 254; II, 460 y 546.]

CCCXCV. OLMEDO, Jos Joaqun de.

En el Canto de Junn (1824) tan distante de la manera lrica de Horacio si se le mira en conjunto,
abundan las imitaciones del poeta latino, comenzando por los primeros versos y acabando por los
ltimos.

El trueno horrendo que en fragor revienta,


Y sordo retumbando se dilata
Por la inflamada esfera,

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Al Dios anuncia que en el cielo impera...

trae en seguida a la memoria el Coelo tonantem credidimus Jovem regnare (oda 5., lib. III), y a la
verdad resulta un trueno demasiado estrepitoso para Simn Bolvar, que con toda su innegable
grandeza, no parece bastante personaje para compartir con Jove el imperio del mundo, como a los
ojos de un poeta romano (acostumbrado, adems, como gentil, a este linaje de apoteosis), poda
parecerle Augusto, dueo de todo el orbe entonces conocido.

El bello final del Canto:

Mas cul audacia te elev a los cielos,


Humilde Musa ma? Oh! no reveles
En dbil canto arcanos celestiales,

[p. 524] suena a cosa conocida a quien guarda en la memoria la oda 3. del libro
III de Horacio, all hacia lo ltimo:

Non haec jocosae conveniunt lyrae:


Quo, Musa, tendis? Desine pervicax
Referre sermones Deorum, et
Magna modis tenuare parvis.

De la misma manera, en el centro de la composicin, reaparecen el Crescit occulto velut arbor


aplicado a Sucre:

Como la paloma al margen de un torrente


Crece tu nombre...

el serus in coelum redeas:

Tarde al Olimpo el vuelo arrebatares...

el bella matribus detestata:

Las guerras sanguinosas


Que miran con horror madres y esposas...;

el micat inter omnes (oda 12 del libro 1.)

Y a todos los guerreros,


Como el sol a los astros obscurece...;

el Ilion, Ilion, fatalis incestasque judex, aplicado a los conquistadores del Per:

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Un insolente y vil aventurero


Y un iracundo sacerdote fueron
De un poderoso rey los asesinos...

el Cantaber sera domitus catena:

Y el cntabro feroz que a la romana


Cadena el cuello sujet el primero...

Y todava podra ampliarse el nmero de estas semejanzas tan obvias y en su mayor parte advertidas
ya por los hermanos [p. 525] Amuntegui, [1] por Caro, por Caete y por Menndez Pelayo en sus
respectivos trabajos sobre Olmedo.

Tambin la segunda de las grandes composiciones lricas de Olmedo (y por la constante perfeccin
de la forma quiz la primera), la oda Al General Flores, vencedor en Miarica, empieza con versos
horacianos, como si fuera hbito en Olmedo abrir su Horacio y robar, como un religioso sacrificio, un
rayo de aquella lumbre siempre que emprenda algn trabajo lrico. El guila del Qualem ministrum
fulminis alitem, la que haba arrebatado en sus alas, sublimndole mucho sobre su nivel ordinario, al
dulce Melndez para que cantase la gloria de las artes, es la misma que se levanta con tan majestuoso
vuelo en las dos primeras magnficas estrofas del Canto de Miarica:

Cual guila inexperta que impelida


Del regio instinto de su estirpe clara,
Emprende su precoz vuelo
En atrevido ensayo,
Y elevndose ufana, envanecida,
Sobre las nubes que atormenta el rayo,
No en el peligro de su ardor repara,
Y a su ambicioso anhelo
Estrecha viene la mitad del ciclo;
Mas de improviso deslumbrada, ciega,
Sin saber dnde va, pierde el aliento,
Y a merced del viento
Ya su destino y su salud entrega,
O por su solo peso descendiendo,
Se encuentra por acaso
En medio de la selva conocida,
[p. 526] Y all la luz huyendo, se guarece,
Y de fatiga y de pavor vencida,
Renunciando al imperio, desfallece...

[Vid. H. E. I, 189; II, 468.]

NOTAS A PIE DE PGINA:


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[p. 518]. [1] . El de Iturbide.

[p. 522]. [1] . En este hermoso verso parece descubrirse tambin una reminiscencia de Quevedo en
stira de asunto muy anlogo, y hablando tambin del arado:

Que un tiempo encalleci manos reales


Y detrs de l los cnsules gimieron...

[p. 525]. [1] . Amuntegui, Juicio crtico de algunos poetas hispano-americanos (pp. 29-33). No creo
que aciertan en ver una imitacin del Carmen saeculare en el himno de las Vrgenes del Sol, con que
termina el Canto. Tambin se ha notado en este himno un reflejo lejano de la invocacin del poema
de Lucrecio, pero yo creo que el modelo ms inmediato fu la oda de Quintana A la paz de 1795,
aunque la imitacin de Olmedo es aqu superior al original.

Caro (M. A.): Tres artculos en el Repertorio Colombiano, tomos 2. y 3. (Bogot, 1879).

Caete (D. Manuel): El Dr. D. Jos Joaqun de Olmedo. (En su libro Escritores espaoles e hispano-
americanos, Madrid, 1884.)

Menndez y Pelayo: Antologa de poetas hispano-americanos... Madrid, 1894, Introduccin, pp. CX


a CXLII. [Ed. Nac. II, 30-55.]

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BIBLIOGRAFA HISPANO-LATINA CLSICA IV : HORACIO I

Miscelnea

CCCXCVI. GONZLEZ DE SEPLVEDA, Mtro. Pedro, catedrtico de Retrica en la Universidad


de Alcal, a principios del siglo XVII.

En la muy curiosa carta que dirigi al Licdo. Francisco de Cascales sobre sus Tablas Poticas (vide
Cartas Philolgicas de Cascales, Murcia, 1634, epstola 9. de la 3. dcada), propone una enmienda
sobre un verso de la Epistola ad Pisones.

Mobilibusque decor maturis dandus et annis...

He dudado muchas veces si este lugar est depravado, y si ha de corregirse leyendo maturis; yerro
que pudo ser facilsimo, como en el mismo se ve, borrada o gastada alguna pierna de la m; por otra
parte, el sentido queda, si no me engao, ms perfecto pues expondremos:

Y guardes el decoro
A los mudables y maduros aos;

que es decir, a las primeras edades y a las postreras, oponiendo con gallarda anttesis lo inconstante
de las unas a lo maduro de las otras...

Fuera de lo dicho, poner naturis en vez de aetatibus, no s que tan latino ni tan propio sea que lo usen
buenos autores. Yo, a lo menos, ningn lugar he visto de que me acuerde. La sentencia, en fin, que
espero de vmd. venerar, y tendr por definitiva.

(Vase la respuesta de Cascales en su artculo.)

[Vid. H. E. I, 89.]

CCCXCVII. LUZURIAGA, Dr.

Al margen de un ejemplar del Horacio de Desprez (Q. Horatii Flacci Opera interpretatione et notis
illustravit Lud. Desprez in usum Delphini , Parisiis, Leonard, 1691) copi el Dr. Luzuriaga [p.
527] las traducciones castellanas de Horacio, hechas por Fr. Luis de Len, Cabrera, Villegas, Iriarte y
otros. Este ejemplar perteneci despus al Marqus de Morante, que le cita con el n. 3.447 en su
catlogo.

[CCCXCVIII.] SOLS Y RIVADENEYRA, Antonio.Sglo XVII.

CON LA ELOCUENCIA SE HACE BLANDO EL CORAZN DEL HOMBRE MS DURO [1]

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A los hombres de duros corazones


Pudo el sagrado Orfeo
Las muertes disuadir con las razones.
Del manjar torpe y del delito feo
Los redujo a concordia y polica;
Del que naci el decir que la armona
De su lira, su voz y sus canciones
Amansaba los tigres y leones.
Y por la misma accin al dulce encanto
De la voz de Anfin, atribuyeron
El atraer las piedras, que obedientes,
La muralla de Tebas erigieron,
Siendo entre aquellas gentes
Hazaa fabulosa de su canto
La verdadera gloria de su nombre.
Oh corazn del hombre,
Como prodigio se trat el llamarte
A la razn! Oh cunto
Acert aquel que para retratarte
Puso tu semejanza en que estuvieras
Comparado a los riscos y a las fieras!

[CCCXCIX.] SOLS Y RIVADENEYRA, Antonio.Siglo XVII.

POR QU ES ODIOSO EL PREGUNTADOR; LAS MALAS PROPIEDADES QUE TIENE, Y LA


CAUTELA CON QUE HA DE HABLARSE [2]

Mira de quin y con quin


Hablas; que el preguntador
Inquiere como hablador,
Y hace habladores tambin,

[p. 528] Mis avisos te previenen


Que poco en fiarte aciertas
De orejas que, siempre abiertas,
Reciben, mas no retienen.

La palabra que a formar


Fueres, corrgela atento,
Que no has de hallar instrumento
Con que se pueda borrar.

[CDI.] SOLS Y RIVADENEYRA, Antonio.Siglo XVII.

QU MUEVE MS? LO QUE SE VE O LO QUE SE OYE; Y POR QU? [1]

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Aunque la elocuencia insista


Exagere y persuada,
Cualquiera accin escuchada
Conmueve menos, que vista,
O los ojos han nacido
Ms cerca del corazn
O rodea la razn,
Cuando va por el odo.

[CDI.] SOLS Y RIVADENEYRA, Antonio.Siglo XVII.

PRIVILEGIOS DE LA BUENA CONCIENCIA Y DE LA VIDA PURA [2]

No ha menester defenderse
Con dardos arrojadizos
Quien vive con entereza
Y camina sin delito.

Sbrale el arco y la aljaba,


Con el embrin maligno
De venenadas saetas,
Que aaden malicia al tiro,

O camine por las sirtes


Abrasadas del esto,
O el Cucaso inhabitable
Penetre con pie sencillo;

O bien pise los horrores


De los formidables riscos,
[p. 529] Que undoso lame el Hidaspes
Antes de besar el Indo;

Que entre los mayores riesgos


Camina bien defendido
El que va con la inocencia,
Que es virtud sin enemigo.

[CDII.] SOLS Y RIVADENEYRA, Antonio.Siglo XVII.

SUELE EL DOLOR MENOR SONAR MS [1]

En las muertes ms lloradas


Calla el dolor; y vers
Que corren y suenan ms

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Las lgrimas alquiladas.

Y es, que en la pena mayor,


O mayor adversidad,
Pide ms que la verdad
La ostentacin del dolor.

[Vid. H. E. I, 104.]

[CDIII.] MARTNEZ, Antonio.1784.

Memorial Literario.Noviembre de 1784, pp. 52-54.

Don Roque Valero y Ochoa, Acadmico Honorario de la Real Academia Latina Matritense, y
Maestro de Gramtica de la villa de Tarancn, nos ha comunicado un plan impreso en Valencia del
certamen pblico de pura latinidad, que tuvieron en el mes de septiembre sus alumnos sobre
Rudimentos, Sintaxis, Buena versin, Prosodia y Elementos de Retrica.

El da 1. de este certamen por la maana di principio el referido Maestro pronunciando un discurso


latino sobre la utilidad de las Juntas literarias, despus del qual se presentaron catorce Discpulos a
exercitar sobre los elementos de la lengua latina, en cuyo tiempo otros cinco estuvieron repasando los
pasajes, que les cupo en suerte para traducir, y dar razn de la naturaleza y rgimen de las partes de la
oracin en las Fbulas de Fedro y Epstolas selectas de Cicern.

Por la tarde di principio al exercicio el mismo Maestro pronunciando en castellano el discurso latino
de por la maana, y [p. 530] habiendo exercitado los de por la maana en oraciones, se presentaron
otros quatro a traducir una comedia de Terencio, y en Cornelio Nepote, dando razn de la Sintaxis, y
variando las oraciones que lo permitan.

El da segundo habiendo el referido Maestro pronunciado una disertacin sobre los principales
estorbos que ocurren en los estudios de latinidad; cinco de los alumnos exercitaron sobre las
Partculas, Sintaxis elegante y Declinaciones greco-latinas, y otros ocho recitaron despus los pasajes
que se les haba sealado para composicin de castellano a latn elegante, los quales sucesivamente
traduxeron de repente en los razonamientos de Cicern, Livio y Salustio.

Por la tarde los mismos ocho Discpulos exercitaron sobre la Retrica, y principalmente sobre la
elocucin; y habiendo traducido de repente en Virgilio y Horacio midieron y probaron y respondieron
a los principios del Arte Mtrica. Cerr este ejercicio el de Antonio Martnez, quien compuso en
verso latino lo que se le mand, y traduxo de las odas de Horacio en verso castellano, siendo lo ms
particular no tener ms de 13 aos de edad y dos y medio de estudio, y concluy con una cancin en
accin de gracias el mismo joven.

[CDIV.] PARDO DE FIGUEROA, Benito.1810.

Traduccin griega de un espaol.

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Horatii Odae, cum versione metrica graeca. Petropoli. (S. Petersburgo), 1810. 8., en vitela. (Vide
Brunet.)

Contiene solamente once odas, traducidas por su autor hallndose de embajador de Espaa en la corte
de Rusia. A la versin acompaa el texto latino.

De esta versin y de su autor habla as el gran fillogo alemn Federico Augusto Wolf, tan clebre
por su teora sobre la epopeya homrica.

Nobilis et doctus hispanus Pardo de Figueroa hanc oden (I, 1) cum X aliis graece in eadem metra
vertere ausus est, Petropoli 1810, 8. Biennio post, ab aula sua legatus ad Russicam, in mediis belli
furoribus prematura morte extinctus, vir inter pragmaticos [p. 531] homines ac militares erucitione
eminens, cujus suavis familiaritas a. 1807 mihi et Jo. Mllero turbida tempora Berolini hilaravit.

Analecten vorzglich fr alte Literatur und Kunst... herausgeben von Friedrich August Wolf, Berln,
1817, I, p. 274.

Debo esta noticia al Dr. C. E. Wilkens.

[Vid. H. E. I, 133.]

[CDV.] CARO, Miguel A.

Algo acerca de Horacio.

En El Iris, peridico de Bogot, n. 12.

En este artculo se estudia al poeta latino como cantor de campo. Va acompaado de dos admirables
traducciones de la Fbula de los dos ratones, y de la Epstola a Aristio Fusco.

[Vid. H. E. I, 179; II, 465.]

[CDVI.] GARCA Y TASSARA, Gabriel.1872.

Leyendo a Horacio.

(Poesas de Tassara, pp. 162-170.)

Reproduzco ntegra esta magnfica poesa:

Aqu del sauce a la movible sombra,


Nido del ruiseor cuyos amores
El cfiro acompaa con su lira;

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Sobre el lecho silvestre y blanda alfombra


De hojas y arbustos y odorantes flores
Que el ojo vago y errabundo admira;
..................................................

[Vid. O. H., pg. 308.]

Esta bella meditacin potica es una muestra notable de la manera cmo Tassara comprenda y
admiraba la antigedad: siempre por sus lados tribunicios, solemnes y pomposos; siempre con la vista
fija en la decadencia de las sociedades, en la invasin de los brbaros, eu las orgas de los Csares, en
mil cosas que no suelen ocurrrsele a nadie de los que leen a Horacio por puro amor al arte. Tassara
es una especie de Alfieri de la poesa lrica. La vida civil de los pueblos, el problema de la libertad y
de la tirana, una especie de estoicismo ardiente y concentrado, le acosa [p. 532] siempre, aun en el
seno del placer, aun en el seno de la naturaleza. Siente a Horaco a su modo, relacionndole con mil
cosas extraas al arte, pero de un modo suyo propio, original y vivo.

Otra vez vuelve Horacio a sonar en los versos de Tassara, y aun a aparecer en persona como rbitro
de la contienda entre el romanticismo y el clasicismo, procurando con buen xito el vate sevillano
desterrar la vulgar opinin que tiene a Horacio por un dogmatizante, enemigo de la libertad potica.
Me refiero al romance titulado Epstola a Albano. El Horacio de Tassara hace profesin de fe
idealista y eclctica en estos trminos:

Los buenos, hijo mo,


Los buenos son aquellos
Que no buscan el molde
Del vivo pensamiento,
Ni en el entero vaso
De un arte contrahecho
Que yo, y el de Stagira,
Ya apenas conocemos,
Ni en la salvaje copia
De este brusco universo,
Que aun las informes huellas
Guarda del caos primero.
El tipo soberano
Del soberano ingenio
Est en el gran sentido
Del ideal supremo,
Que es de un divino mundo
Intelectual reflejo,
Y siendo siempre el mismo,
Se muda con los tiempos...

La epstola ad Pisones
Qu dice? Pues dice eso:
Sino que no la entienden

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Los crticos modernos.


Piensas t por ventura
Que lo ideal es nuevo?
Mi ideal fu el Olimpo,
Cual tu ideal el cielo.

[Vid. H. E. I, 153; II, 425.]

[p. 533] [CDVII.] REDEL, Enrique.Crdoba, 1903.

HORACIO

A su insigne admirador y comentarista en Espaa D. Marcelino Menndez y Pelayo.

Ante el dmine adusto,


Estudiante novel yo me embeba
En tus libros, escuela del buen gusto
Y fuente inagotable de poesa.

Tus odas inspiradas,


En el sosiego rstico creadas,
Fascinaron mi ardiente fantasa
Que volaba cual cndida paloma
Por las ruinas de la antigua Roma.

Yo siento la pagana
Belleza de tu musa, gran Horacio,
Vestida con la tnica romana
Y triunfante del tiempo y del espacio.
Yo siento esa belleza que di norma
A la clsica musa castellana
Ferviente amante de la culta forma.
Sin baarse en tu espritu sincero,
Que fluye como fresco y claro ro,
El retrico fro
Nunca es digno de ti. Para adorarte
Hay que alentar el fuego de los dioses
Y la emocin vivsima del Arte;
Llevar el sentimiento, no aprendido,
De la luz y del ritmo, dulce o grave,
En el sensible corazn nacido,
Natural como el cntico del ave.

Quin el ingenio original no admira


Que tus cantos inflama
Y en ellos con voz propia no se inspira?

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T con la dulce y resonante lira


De Lesbos, y la rama
De verde yedra ornada tu cabeza,
Del bosque de Tiburto en la espesura
Sintiendo la frescura,
Cantabas la belleza
De stiros y ninfas, olvidado
De los vanos honores,
[p. 534] Sin anhelar del Csar los favores
Ni del Atalo el oro codiciado.

T con tu granja solo


Eras feliz y las grandezas todas
Olvidabas de feso y de Rodas,
De Tebas y de Delfos donde Apolo,
El numen de tus odas,
El hijo de Latona floreca
Y abri sus ojos a la luz del da,
Y en tu heredad, con nimo sereno
Desplegaba sus alas tu poesa
Y el tosco jarro lleno
De Ccubo espumoso o de Caleno
A Mecenas propicio se ofreca.

Contento con tu suerte


La moral ms perfecta vislumbrabas
Y al avaro aterrabas con la muerte;
As, nunca envidiabas
La soberana prpura laconia
Y, filsofo austero, censurabas
Las impdicas danzas de la Jonia
Y de Roma las fiestas
Escndalo del mundo, deshonestas.

En tus campos sabinos


Ms dichoso eras t, sublime Horacio,
Que en el regio palacio
De mrmoles y techos peregrinos:
T a la sombra de pltanos y pinos
De savia fresca y de vigor eterno
Gustabas de los vinos
Preciados de Falerno,
Y al par que Baco, el dios de las bacantes
Con corona de pmpanos ceido,
Cantas a Venus himnos elegantes,
La gran reina de Pafos y de Gnido

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Que Chipre y Menfis adoraron antes.

De mancebos y nbiles doncellas


Con los gratos amores nos encantas,
Dibujas con primor sus formas bellas,
Sus gentiles gargantas
De marfil, sus cabellos desatados
O en trenzas de oro ungidas, anudados;
Nos pintas la hermosura de Glicera,
Las flechas que Cupido te dispara
Y la blanca cordera
Que inmolas de los dioses ante el ara.

[p. 535] Son tus mgicos versos


Como la fuente de Blandusia claros,
Llenos de luz y tersos;
Los hados logras ahuyentar adversos
De tu ctara al eco peregrino.
Eres sabroso como el rancio vino
De los ruedos de Tbur; en tu vaso
Bebieron el sentido Garcilaso,
El divino Len, el gran Herrera,
Decoro y prez de la nacin ibera.

Tu inimitable epstola ad Pisones


De poemas didcticos dechado,
Es literario cdigo dictado
Para todos los tiempos y naciones.
tus obras panal de miel hiblea,
Canastilla de rosas
Donde se asienta Venus Citerea.
Tu lira, gran Horacio,
Arrebata tambin cual la del Tracio
Que con magas cadencias melodiosas
Suspendiera las ondas caudalosas...
Y el varn que no llega a venerarte
Ni merece los besos de las diosas
Ni entrar en los alczares del Arte!

ENRIQUE REDEL.

Crdoba, 12 de septiembre de 1903.

En Diario de Crdoba, n. 15.965, de fecha 16 de septiembre de 1903.

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NOTAS A PIE DE PGINA:


[p. 527]. [1] . Fragmento del Arte Potica.

[p. 527]. [2] . Fragmento de Horacio.

[p. 528]. [1] . Fragmento de Horacio.

[p. 528]. [2] . Fragmento de Horacio.

[p. 529]. [1] . Fragmento de Horacio.

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