Alszeghy - Unción de Enfermos NDT PDF
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IIl. Como observa el Vat. Il, la extrema uncin que tambin, y mejor,
puede llamarse uncion de los enfermos, no slo es el sacramento de quienes
se encuentran en los ltimos momentos de su vida" (SC 73), sino de todos
los que sufren por enfermedad o por vejez. En efecto, con la sagrada
uncin de los enfermos y la oracin de los presbteros, la Iglesia entera
encomienda al Seor paciente y glorificado a los enfermos para que los
alivie y los salve; ms an, los exhorta a unirse libremente a la pasin y
muerte de Cristo para contribuir as al bien del pueblo de Dios (LG 11).
En estos textos se indica la orientacin actual de la Iglesia, expresada tam-
bin de manera autorizada en el nuevo ordo unctionis infirmorum eorum-
que pastoralis curae (1972), que subraya el aspecto comunitario y perso-
nal-dialgico del sacramento.
1. El concilio ha declarado que <<las acciones litrgicas nos son accio-
nes privadas, sino celebraciones de la Iglesia, que es sacramento de la uni-
dad (SC 26). De acuerdo con esta enseanza, el nuevo ardo pone de relie-
ve que la uncin de los enfermos no atae solamente al paciente y al sacer-
dote, sino a la Iglesia entera. Esta insistencia lucha contra el proceso de
privatizacin que amenaza a la pastoral de los ancianos y de los enfermos.
Proceso, en cierto modo favorecido por la situacin misma del enfermo,
que siente la tentacin de pensar solamente en s mismo, y por la situacin
del sacerdote, que de ordinario se ve obligado a administrar el,rito en for-
ma privadsima, sin signo alguno que pueda llamar la atencin de la comu-
nidad y, con frecuencia, con apresuramiento. El ambiente cultural exige,
adems, que el sacramento se administre casi furtivamente: la mayora de
nuestros contemporneos, incapaz de integrar en la propia concepcin de la
vida, la enfermedad, la vejez, el sufrimiento y la muerte, las rechaza hasta
el punto de convertirlas en una especie de tab. Esta tendencia llega al
absurdo cuando se pretende administrar el sacramento de un modo tan
discreto que ni siquiera el enfermo se d cuenta: con frecuencia se posterga
la visita del sacerdote hasta que el moribundo entra en estado de coma.
El aislamiento del enfermo queda roto si se recuerda la actitud de Cris-
to. El ardo recuerda desde el primer prrafo que Cristo ama a los enfer-
mos. En su vida terrena los visitaba y curaba (n.1); particip de sus dolo-
res y se identific con ellos (n.2); recomend a sus discpulos la misma
actitud.
Partiendo de esta constatacin cristo lgica, el ardo fija el lugar eclesio-
lgico del paciente insistiendo en dos aspectos complementarios que, me-
diante breves indicaciones frecuentemente repetidas, estn presentes en toda
la Instruccin pastoral introductoria. El primero afirma que el enfermo,
como miembro de la Iglesia, tiene necesidad de su asistencia y, por tanto,
todos los miembros de la Iglesia deben cooperar al cuidado corporal y
disposicin del que lo recibe, sino que apela tambin (bien para la accin
de la gracia sacramental, bien para el mensaje que expresa el rito) a la
respuesta dada por el enfermo a la especfica llamada del Seor, expresada
en la situacin concreta de la enfermedad.
El comportamiento cristiano que, en cierto sentido, se presupone para
el sacramento y que ste debe profundizar es, sobre todo, una lucha valien-
te contra la enfermedad, en virtud de la cual el enfermo procura seriamente
la curacin valindose de los medios necesarios, para poder emprender de
nuevo su trabajo para el bien de la sociedad y de la Iglesia (n.3). Se trata de
un aspecto que, hasta ahora, no haba sido subrayado suficientemente en la
asctica cristiana y que se inserta en la revaloracin de las realidades terre-
nas (~ humanismo), caracterstica del nuevo concilio. No obstante, se est
muy lejos de absolutizar el valor de la vida terrena. El ardo, en efecto,
aade inmediatamente que pertenece tambin al comportamiento cristiano
del enfermo la prontitud para completar lo que falta a la pasin de Cristo
para la salvacin del mundo, esperando la propia liberacin en la gloria de
los hijos de Dios (n.3). Esta frase que, con toda intencin, une dos citas
paulinas (Col 1,24 y Rom 8,19-21) une la voluntad de sanar con la pacien-
cia y la resignacin ante la voluntad de Dios en una perspectiva animada
por la esperanza escatolgica.
El transfondo doctrinal de la insistencia en las disposiciones para cele-
brar bien el sacramento est indicado en el ardo con las palabras ya citadas:
el enfermo se salva por su propia fe y por la de la Iglesia (n.7). Para
comprender adecuadamente estas palabras se cita no solamente Sant 5,12,
sino tambin un texto de Toms de Aquino que pone de relieve que la
pasin de Cristo, fuente de toda la vida de la gracia, entra en contacto .con
la persona concreta en el sacramento mediante la fe (2 Sent. d.l, q.l.aA,
qc.3). Esta orientacin doctrinal lleva al nuevo ritual a insistir en la prepa-
racin esmerada para la celebracin del sacramento. La preparacin debe
comenzar en la catequesis ordinaria. En ella, los cristianos deben ser ins-
truidos de tal modo que, cuando ellos mismos o sus parientes tengan nece-
sidad del consuelo del sacramento por razn de la ancianidad o de una
enfermedad grave se recomienda a los sacerdotes preparar para la debida
participacin en el rito no slo a los enfermos, sino tambin a todos los
que se hallan presentes (nn.17-85). Esta preocupacin se refleja en las mis-
mas frmulas empleadas en el rito, que se han simplificado y adaptado al
lenguaje ordinario y a la mentalidad de la gran masa de los fieles, y en la
libertad que se deja al sacerdote en la celebracin, lo cual le permite tener
en cuenta el estado fsico y psquico del enfermo.
La importancia del carcter dialogal de la celebracin aparece tambin
en la prohibicin del sacramento a los muertos, a no ser que exista una
duda seria y razonable de que, a pesar de las apariencias, no haya sobreve-
nido an la muerte; en este caso, se administra el sacramento bajo condi-
cin (n.15). Fuera de tal caso de duda (sobre el que es conveniente llamar
la atencin de los presentes) est plenamente justificado negar el sacramen-
to a los difunt~s. Se preten.~e de este mo~o. e~it~~ a toda cos~a.la imp~esin
de que se conSIdere la unClOn como una InIClaClOn para el VIaje al mas all
tal como se encuentran en diversas religiones. Se intenta, adems, reaccio-
nar contra el abuso de retardar habitualmente la uncin hasta el momento
UNCION DE LOS ENFERMOS 1966
BIBLIOGRAFA
Z. ALSZEGrlY