El Pacto de Gracia - John Murray
El Pacto de Gracia - John Murray
El Pacto de Gracia - John Murray
1 The Prophets of Israel, New York, 1882, p. 375. Vase tambin W. Adams
Brown: Covenant Theology en la Encyclopedia of Religin and Ethics, James
Hastings, New York, 1928, vol. IV, p. 218.
2 Hebrews, the Epistle of the Diatheke en The Prineeton Theolo- gical
Review, vol. XIV, p. 60. 3
3
tico al nuestro. Slo difiere en su administracin. 3 Ms adelante,
en una de las aserciones ms significativas, aade: Si el tema se
presenta todava con cierta oscuridad, recurramos a la forma
misma del pacto; esto, no slo satisfar a las mentes sensatas, sino
que demostrar tambin, a todas luces, la ignorancia de quienes
tratan de impugnarlo, pues el Seor ha pactado siempre as con
sus siervos: Yo ser vuestro Dios, y vosotros seris mi pueblo (Lv
26,12). Estas expresiones, segn la interpretacin comn de los
profetas, implicaban vida, salvacin y felicidad plenas. 4 Nada
ms a propsito e indispensable, para una perspectiva correcta en
la comprensin de la revelacin del pacto, que el reconocimiento
de que el elemento central implcito en la bendicin del pacto de
gracia est incluido en la relacin que establecen estas palabras:
Yo ser vuestro Dios, y vosotros seris mi pueblo.
4
que estaban bajo la ley, y tambin para que stos, sin distincin,
recibieran la adopcin de hijos. 5 Es para que se cumpla esta
promesa hecha a Abraham por lo que ahora no hay judo ni griego,
siervo ni libre, varn ni hembra, sino que Cristo es todo en todos, y
todos los de la fe son benditos en el creyente Abraham. 6 La gracia
redentora de Dios, en los mbitos ms altos y profundos de su
manifestacin, se actualiza en la realizacin progresiva de la
promesa dada a Abraham, y es, por consiguiente, el desarrollo del
pacto abrahmico. La soterio- loga es la soteriologa del pacto, y la
escatologa es la escatologa del pacto.7
5
podr alcanzar una relacin ms ntima con la Escritura, y "egar a
ser una reproduccin ms fiel y un reflejo ms vivo del modelo
celestial. Nuestra opinin es que la teologa del pacto pese a la
finura de anlisis con que fue elaborada y a la gran armona de su
sistematizacin requiere ser estructurada de nuevo. No est en
nosotros la presuncin de creer que el xito de nuestra
reconstruccin ser tal, que la obra de los telogos clsicos del
pacto quedar desplazada o invalidada. Pero con su ayuda quiz
podremos contribuir en algo a una construccin ms bblica del
concepto de pacto y de su aplicacin en nuestra fe, amor y
esperanza.
6
EL PACTO: DEFINICIN DEL TRMINO
7
no est sellado por los sacramentos, que testifican de la voluntad
de Dios hacia nosotros y de nuestra obligacin para con l. John
Preston, de la misma manera, define un pacto como convenio,
acuerdo y obligacin mutuos. Se.gn l, el pacto con .Abraham
comprenda cuatro cosas: 1) Una promesa de descendencia, que se
cumple en Cristo; 2) una condicin: fe en la promesa; 3) la
confirmacin: promesa y juramento; 4) las partes que responden a
los tres ministerios u oficios de Cristo.12 William Perkins dice que
el pacto de gracia es slo un convenio establecido entre Dios y el
hombre tocante a la reconciliacin y vida eterna a travs de
Cristo. Dios y el hombre son las partes reconciliadas; Dios la
parte principal promete justicia y vida en Cristo, mientras que
el hombre se obliga a la fe. Cristo es el Mediador en quien todas
las promesas son s y amn.13 .
12 The New Covenant or the Saints Portion (London, 1639), pp. 313, 347 y ss.
13 An Exposition of the Symbole or Creed of the Apostles, Works, vol. I
(London, 1612), pp. 164 y ss.
14 Theoretico-Practica Theologia (Utrecht, 1698), lib. Ill, cap. XII; Ibidem, VII,
caps. I y VI-XV. 8
8
como un acuerdo entre Dios y el hombre como pecador. lf
Francisco Turretin define el pacto como una alianza de gracia
entre Dios el ofendido y el hombre el ofensor, estatuida
en Cristo, y en la que Dios, a travs de Cristo, ofrece gratuitamente
al hombre remisin de pecados y salvacin; y ste, confiando en la
misma gracia, promete fe y obediencia. O, tambin, el pacto es un
acuerdo de gracia entre Dios el ofendido y el hombre el
ofensor respecto a la gracia y gloria que ha de ser conferida, a
travs de Cristo, al hombre el pecador bajo la condicin de la
fe.16 En consecuencia, en el pacto distinguirnos: 1) un Autor; 2)
unas partes contrayentes; 3) un Mediador; y 4) las clusulas por
parte de Dios a parte Dei y por parte del hombre a parte
hominis.
9
han rendido un servicio admirable en el anlisis y formulacin del concepto
bblico de pacto. Vase: Geerhardus Vos: Hebrews, the Epistle of the Diatheke
en The Princeton Theological Review, octubre 1915 y enero 1916 (vol. XIII, pp.
587-632, y vol. XIV, pp. 1-61); Hermn Ba- vinck: Gereformeerde Dogmatiek
(Kampen, 1918), vol. III, pp. 209 y ss.; G. Ch. Aalders: Het Verbond Gods
(Kampen, 1939). John Kelly en The Divine Covenants: their Nature and Design
(Londres, 1861), en tono bastante dogmtico, con referencia a diatheke, dice:
No significa, propiamente, un convenio o un acuerdo; hay otra palabra griega
para esto, nunca usada para pacto (p. 8). Tambin David Russell: A Familiar
Survey of the Od and New Covenants (Edinburgh, 1824), p. 154. Ms
recientemente Hermn N. Ridderbos en The Epistle of Paul to the Churches of
Galatia (Grand Rapids, 1953), dice: En lugar de la palabra suntheke a primera
vista ms asequible, en la LXX se usa regularmente la palabra diatheke para
traducir el pacto de Dios (berit). En esto encontramos ya una indicacin de que
el mismo no tiene el carcter de un contrato entre dos partes, sino que es ms
bien una transaccin unilateral. Esto armoniza con la idea de pacto en el Antiguo
Testamento, segn la cual, berit, incluso en relaciones humanas, hace algunas
veces referencia a la garanta que una persona ms favorecida otorga a otra de
condicin ms humilde (vase Jos 9,6.15; 1 Sm 11,1; Ez 17,13). Y esto es an ms
peculiarmente verdadero al referirnos a la transaccin divina del pacto: constituye
una garanta unilateral. No proviene del hombre en modo alguno, sino de Dios
solamente (p. 130).
10
EL PACTO: USO DEL TRMINO EN LA ESCRITURA
11
I. Pac to s e n tr e hombres
Pero debemos decir, en primer lugar, que aunque fuera cierto que
en estos pactos la idea de mutua alianza sea esencial, no por eso
hemos de inferir que tambin, lo sea en la. relacin de pacto que
Dios establece con el hombre. Entre los hombres descubrimos una
igualdad que no podemos equiparar a la relacin entre Dios y la
criatura. Y hemos de percatarnos, tambin, de. la. flexibilidad que
atae al uso de los trminos de la Escritura como, sucede en.
cualquier otra literatura. De ah, pues, que, tratndose de
relaciones meramente humanas, la nocin de alianza mutua sea
esencial en el pacto; pero al
18 Los trminos que aqu se emplean para hacer el pacto son: karat berit. El
significado de berit se ver ms tarde.
12
trasladarnos al plano de la relacin Dios-hombre, la nocin de
mutualidad resulta totalmente extraa.
13
que la idea de contrato mutuo, la de jurada fidelidad. Por encima
de las clusulas estatuidas sobresale la solemne promesa mutua de
los pactantes. Y esto hasta el extremo de que los trminos
acordados de estipulacin no han de ser mencionados
necesariamente. Lo que se enfatiza es la entrega de uno mismo en
el compromiso de fidelidad; las diversas condiciones sobre las que
el compromiso depende no hay por qu mencionarlas. Es la
promesa de fidelidad sin reservas, de entrega total del alma, lo que
parece constituir la esencia del pacto. Hay, pues, en el pacto: una
promesa que puede ser sellada mediante un juramento, y un
vnculo que se establece como resultado de dicha promesa. El
pacto implica una estrecha relacin de entrega total a la cosa
acordada o a los vnculos estatuidos. Esto se ilustra bien con las
palabras de David a Jonatn: Has hecho entrar a tu siervo en
pacto de Jehov contigo (1 Sm 20,8). David equipara el
compromiso y entrega de Jonatn a una unin que goza de la
sancin divina, y la considera como sellada por un juramento
divino. Si este anlisis de la naturaleza de los pactos mencionados
es correcto, entonces la idea de estipulaciones y condiciones
decididas por mutuas consultas no tiene carcter de necesaria ni
por qu estar presente en los pactos humanos. En el pacto
encontramos a todas luces ya evidente por lo dicho un vnculo
de compromiso mutuo; y tan profundo e importante es este
compromiso, que la nocin de estipulaciones de ajuste viene
relegada a un lugar secundario, o bien desaparece. Y lo menos que
podemos decir al referirnos a estos casos de pactos humanos, es
que de ellos no podemos obtener evidencia alguna para
fundamentar la nocin de contrato o convenio mutuos como
esencial al pacto.
14
II. Pactos entre el hombre y Dios
15
Hado al aceptarse ciertas estipulaciones prescritas, y de que la
promesa de cumplimiento de estas estipulaciones la haga una
parte depender del cumplimiento de las mismas por la otra parte
contratante. El pensamiento, ms bien, apunta a una entrega y
compromiso, sin reservas, de toda el alma.
16
EL PACTO POSTDILUVIANO CON NO
17
2
revelacin; y la revelacin presupone criaturas dotadas de
capacidad intelectual para entender su carcter y sus efectos. No se
olvide, adems, que el propsito y la gracia del pacto fueron dados
a conocer a No; y que la perpetuidad del pacto es continuamente
atestiguada y esto se hace con miras a que quienes tengan
suficiente discernimiento puedan descansar confiadamente en la
seguridad y continuidad de la gracia pactal otorgada. Pero
tambin hemos de observar que el pacto opera y dispensa sus
bendiciones incluso sobre quienes son totalmente inconscientes de
su existencia.
18
descarta toda agencia humana. Incluso lo que se dice respecto al
arco en las nubes apunta a Dios: al mirarlo, Dios se acordar del
pacto perpetuo. Que aqu hallamos antropomorfismo, qu duda
cabe!; pero se recurre al mismo para llevar a primer plano el
carcter unilateral del pacto. Cierto que el propsito revelador del
arco iris no ha de ser olvidado; pero el hecho importante es que
aun este propsito revelador ha de servir para aportar testimonio de
la fidelidad divina. Es el recordatorio constante de que Dios no
ser infiel a su promesa. De todas maneras, hemos de recalcarlo
ahora, esta permanencia del pacto depende slo de la fidelidad
divina, o en trminos antropomrficos depende solamente de
la memoria divina. Y si somos incapaces de interpretar
correctamente el signo, y lo consideramos sencillamente como un
fenmeno natural sin referencia alguna a su significacin pactal,
no por eso llegaremos a abrogar o anular la memoria divina y la
perpetuidad de la fidelidad de Dios. Estar el arco en las nubes, y
lo ver, y me acordar del pacto perpetuo entre Dios y todo ser
viviente, con toda carne que hay sobre la tierra (Gnesis 9,16).
19
minacin, propsito, confirmacin y cumplimiento son tales, que
es una administracin o dispensacin de bondad y paciencia que
no viene condicionada ni depende del ejercicio de la fe u
obediencia por parte del hombre. Es una administracin de gracia
que emana del beneplcito soberano de Dios, y se ejerce, sin
modificacin o retraccin alguna de sus beneficios, por la
inmutable promesa y fidelidad de Dios. Est muy claro que en este
pacto no se parte para nada de la idea de convenio, contrato o
acuerdo. Ni en su origen, constitucin y operacin, ni tampoco en
su resultado, incluye este pacto la nocin de contrato. Su
cumplimiento o continuacin, aun en lo ms insignificante, no se
hacen depender de la obligacin o apreciacin por parte de sus
beneficiarios. Sin embargo, se trata de un pacto hecho con el
hombre, con No y sus hijos, y con toda su descendencia, para
siempre. Es un pacto de sello tan divino que no puede ser
superado por ningn otro; pero aun as, tiene al hombre en la
esfera de su operacin, y tan ciertamente como cualquier otra
alianza. Aqu tenemos el pacto en la pureza de su concepcin
como una dispensacin de gracia al hombre, y totalmente divino
en su origen, cumplimiento y confirmacin.
20
to, haya de considerarse sobre el mismo plano que aquella que
existe con la creacin irracional; y que a causa de ello tal pacto no
poseera las caractersticas peculiares de los que conciernen
especficamente al hombre. Ni que decir tiene que hemos de tener
en cuenta esta observacin en nuestro estudio de lo que sea un
pacto divino en su ms alta expresin de bendicin y comunin.
Pero aun as, estara injustificado prescindir por completo de la
lnea de pensamiento que nos brinda este pacto.
21
pensacin brilla con el mismo fulgor que en la anunciacin misma
del pacto. Las demandas que se aaden constituyen, simplemente,
extensiones, aplicaciones o manifestaciones de la gracia insinuada
ya en el pacto. Las instrucciones son de carcter tan soberano
como lo es la anunciacin del pacto, y fluyen tan naturalmente del
mismo que no implican desvo alguno de la idea de dispensacin
soberana. Podramos, quiz, considerar a No como colaborador
con Dios en el cumplimiento de las disposiciones del pacto; pero
aun as, tal colaboracin sera completamente ajena a todo
concepto de convenio o acuerdo. Se trata de una colaboracin que
se produce como respuesta a la gracia que el mismo pacto
constrie y demanda.
22
EL PACTO ABRAHMICO
20C/r. Jer 34,18-20. El consenso general ha sido de que la expresin karat berit,
que es la frmula caracterstica para hacer un pacto, proviene de la accin de
dividir en dos partes un animal y de la ceremonia con ello asociada, y en virtud de
la cual los pactos eran confirmados. Segn esta suposicin, la terminologa
proviene de la solemne ratificacin con que se sellaba un pacto. Parece ser que
tanto Gn 15,8-18 como Jeremas 34,18-20 favorecen tal interpretacin ( c f r . Sal
50,5). Y aunque por ahora no tengamos otra explicacin satisfactoria de la
expresin hebraica, con todo hemos de decir que la comnmente aceptada no
encierra evidencia suficiente para llegar a una conclusin definitiva. Posiblemente
habremos de esperar a que el estudio de otras fuentes nos brinde ms luz.
23
gen, promulgacin, confirmacin y cumplimiento. No es
Abraham quien pasa por entre los animales divididos: es la forma
teofnica y la teofona representa a Dios. La accin es, por
consiguiente, de unilateralidad divina. La confirmacin no
proviene de Abraham, sino que le es hecha a !. No es Abraham
quien promete fidelidad a Dios con un juramento de propia
maldicin, sino Dios quien promete de esta manera fidelidad a su
promesa; y este hecho pone de manifiesto la soberana y fidelidad
divinas en el pacto constituido, y le da carcter. En aquel da hizo
Jehov un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia dar esta
tierra, desde el ro de Egipto hasta el ro grande, el ro Eufrates
(Gnesis 15,18).
24
do esa relacin religiosa tenga lugar en la ms alta esfera espiritual
concebible, se dar tambin entonces la ms alta mutualidad
espiritual. Y esto equivale a decir que ha de haber respuesta por
parte de los beneficiarios, y esta respuesta ha de darse en el plano
ms elevado de la devpcin religiosa. Guardar el pacto, por
consiguiente, lejos de ser incompatible con la naturaleza del
mismo como administracin de gracia divina en su origen,
confirmacin y cumplimiento, constituye una necesidad que
surge de la intimidad y espiritualidad de la relacin religiosa que el
pacto supone. Cuanto ms elevada sea nuestra apreciacin de la
gracia soberana otorgada, tanto ms profunda ser nuestra
obligacin de mostrar recproca fidelidad. Las demandas de la
apreciacin y la gratitud se incrementan con la anchura, longitud,
profundidad y altura del favor otorgado. Y tales demandas
adquieren forma concreta y prctica en la obligacin de obedecer a
los mandamientos de Dios.
Somos, pues, llevados a la conclusin de que en el abrahmico no
hay desviacin de aquella idea segn la cual un pacto es una
dispensacin soberana de la gracia. Hemos visto que, lejos de ser
empequeecida, la gracia es intensificada y aumentada, y que
cuanto mayor es la gracia, tanto ms se acenta la soberana de su
administracin, La necesidad, por parte del hombre, de guardar el
pacto, no se interfiere con el monergis- mo divino de su
dispensacin. Guardar el pacto constituye una indicacin de la
magnitud de la gracia otorgada y de la espiritualidad de la relacin
constituida. E incluso en este caso, la nocin de convenio o
acuerdo es ajena a la naturaleza del pacto.
25
Bien podra objetarse, empero, que la posibilidad de traspasar el
pacto interfiere con la perpetuidad del mismo, pues, no implica
acaso dicha posibilidad una perpetuidad condicionada? Y el
varn incircunciso... ser cortado de su pueblo; ha violado mi
pacto (Gn 17,14). Sin duda alguna, las bendiciones del pacto y la
relacin que el mismo entraa no pueden ser gozadas o
mantenidas por los beneficiarios a menos que stos cumplan
ciertas condiciones. Y cuando consideramos la promesa central del
pacto: Yo ser vuestro Dios, y vosotros seris mi pueblo,
descubrimos mutualidad en el sentido ms amplio. La comunin
entraa siempre mutualidad, y de no darse sta, la comunin cesa.
De ah que la respuesta de la fe y la obediencia surja de la
naturaleza misma de la relacin que el pacto entraa (cfr. Gn 18,17-
19; 22,16-18). Se nos presenta la obediencia de Abraham como
condicin a la que se supeditaba el cumplimiento de la promesa, y
la obediencia de la posteridad de Abraham como el medio a travs
del cual se realizara la promesa dada al patriarca. Hay, pues, y sin
duda alguna, ciertas condiciones que se resumen en obedecer a la
voz del Seor y en guardar su pacto.
26
ciones por parte de aquellos sobre quienes ha sido dispensada la
gracia. La gracia se otorga y la relacin se establece por
administracin divina y soberana. Cmo hemos, pues, de
entender las condiciones mencionadas? El ininterrumpido disfrute
de esta gracia y de la relacin establecida depende del
cumplimiento de ciertas condiciones; pues la gracia otorgad.! y la
relacin establecida no tendran significado alguno fuera del
cumplimiento de tales condiciones. La gracia otorgada presupone
un sujeto, que es a la vez receptor de la misma; y la relacin
establecida implica mutualidad. Pero las condiciones que estamos
considerando no son realmente condiciones de dispensacin: son
las simples respuestas de la fe, e amor y la obediencia aparte de
las cuales no puede concebirse el disfrute de la bendicin del pacto
y de la relacin que entraa. En una palabra: guardar el pacto
presupone que la relacin del mismo ha sido ya establecida; y no
es, por consiguiente, la condicin de la cual se haga depender el
establecimiento del pacto.
28
EL PACTO MOSAICO
29
mente el pacto mosaico con el abrahmico, y demuestra que
ambos tienen delante la misma y ms alta esfera de relacin
religiosa: la de la unin y comunin con Dios. No debemos, por
consiguiente, eliminar o minimizar estas importantes
consideraciones de que el pacto mosaico fue hecho con Israel
inmediatamente despus de su liberacin de Egipto; y que esta
liberacin era n cumplimiento de la promesa de gracia, dada en
pacto a Abraham, de que su descendencia heredara la tierra de
Canan y todo con la mira de hacer Dios de Israel su pueblo
adoptivo y peculiar.
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diereis odo a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seris mi
especial tesoro. Se nos presenta aqu el pacto como algo ya
dispensado, operante y entraando una relacin. El mandamiento
de guardarlo presupone ya la vigencia del pacto. Sin duda alguna,
las palabras si diereis odo a mi voz y guardareis mi pacto
expresan una faceta condicional; pero lo que se condiciona a la
obediencia y observancia del pacto es el disfrute de la bendicin
que el pacto presupone. Y lo mismo podemos decir en cuanto a x
24,7-8: el establecimiento del pacto no depende de la promesa del
pueblo; y el versculo 8 no ha de interpretarse como si al aceptarlo
el pueblo se hubiera completado el proceso de la relacin pactal. El
pacto ya haba sido establecido y la sangre era, simplemente, la
confirmacin o sello del establecimiento dei pacto y la relacin
constituida. Esto aporta una perspectiva distinta a la interpretacin
del pacto mosaico, y nos hace ver que tambin ste es una
administracin soberana de la gracia, divino en su origen,
establecimiento, confirmacin y cumplimiento. Otras referencias
que hallamos en el libro del Pentateuco confirman esta
interpretacin de designio o dispensacin soberana (x 34,27-28;
Lv 24,8; Nm 18,19; 25,13; cfr. Neh 13,29).
31
cuencia se da por sentado que las condiciones del pacto con
Moiss sitan a la dispensacin mosaica en una categora
completamente distinta en lo que concierne a la gracia, por una
parte, y a sus demandas y obligaciones por otra. No existe,
realmente, diferencia esencial alguna entre la necesidad de guardar
el pacto y obedecer la voz de Dios que encontramos en el pacto
mosaico, y la misma necesidad que se demanda en el abrahmico.
En ambos casos las expresiones clave apuntan a la obediencia a
Dios y a la observancia del pacto (cfr. Gnesis 18,17-19; x 19,5-6).
32
EL PACTO CON DAVID
3
claramente de ver en este paralelismo: Hice pacto con mi
escogidoJur a David mi siervo. Y el mismo David, al trmino
de su carrera, se reclina en esta nota de certeza: el pacto de su Dios
era el refugio de su consolacin y confianza: No es as mi casa
para con Dios; sin embargo l ha hecho conmigo pacto perpetuo,
bien arreglado en todo y seguro; el cual es toda mi salvacin y todo
mi placer: pues no lo har l florecer? (2 Sm 23,5). 21 Ningn otro
ejemplo en el Antiguo Testamento fundamenta con ms claridad la
tesis de que el pacto es una promesa soberana promesa
solemnizada por la santidad de un juramento, inmutable en su
seguridad y confirmada divinamente en todo lo que a la certeza de
su cumplimiento se refiere.
34
pacto eterno, las misericordias firmes a David. He aqu que yo lo
di por testigo a los pueblos, por jefe y por maestro a las naciones.
Nada, a no ser una dispensacin soberana y una otorgacin
unilateral, podra armonizar con la donacin del Siervo como pacto
a las naciones. Cualquier nocin de acuerdo o convenio violentara
terriblemente la soberana de la gracia presupuesta y el divino
monergismo de la accin implicada. Y sin duda alguna, esta
manera poco comn de expresar el modo como se otorga la gracia
viene dictada por la consideracin de que nada puede acentuar
tanto la certeza y la seguridad de la promesa y su cumplimiento
como el que nos venga en sancin de pacto. Adems, la inferencia
ineludible que hemos de sacar de este pasaje es que el pacto eterno
que el Seor hace con las naciones, es correlativo al hecho de que
ha dado al Siervo como pacto a los pueblos. La seguridad del
mismo se fundamenta en la seguridad de la donacin del Siervo
como pacto a las gentes. Y cuando Malaquas llama al mensajero
el ngel del pacto (3,1), hallamos la implicacin de que, no slo
es el Mesas dado por pacto a las gentes, sino tambin el que lleva
a trmino su misin segn las directrices del pacto. l es el ngel
del pacto, por cuanto viene a obtener la promesa y propsito del
mismo; y l es en s mismo el pacto, por cuanto las bendiciones y
provisiones del mismo dependen de tal manera de l, que viene a
ser la encarnacin de estas bendiciones y de aquella presencia del
Seor con su pueblo que el pacto asegura. Sean cuales fueren los
lmites de nuestra responsabilidad de inclinar el odo, oir y
allegarnos como requisito para apropiarnos de la bendicin y
relacin de la gracia pactal, resulta evidente que el pacto, en s
mismo, es una donacin soberana del nio nacido, del Hijo dado
(Is 9,6), No hay nocin alguna de contrato en la declaracin: Te
dar
35
por pacto a las gentes; ni tampoco en la promesa: Y har pacto
eterno con vosotros, las misericordias firmes a David. En otros
pasajes de la profeca de Isaas hallamos que lo que ms se pone
de relieve en la revelacin del pacto es la certeza e inmutabilidad
de la gracia de Dios. Porque esto me ser como en los das de
No, cuando jur que nunca ms las aguas de No pasaran sobre
la tierra; as he jurado que no me enojar contra ti, ni te reir.
Porque los montes se movern, y los collados temblarn, pero no
se apartar de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz se
quebrantar, dijo Jehov, el que tiene misericordia de ti (Is 54,9-
10; cfr. 59,21). Este pasaje demuestra que el pacto postdiluviano
con No constituye la norma o modelo de lo que se encierra en el
pacto de paz que Dios ha establecido con su pueblo; a saber: un
compromiso juramentado y una certeza jurada de promesa y gracia
irrevocables.
36
EL PACTO EN EL NUEVO TESTAMENTO
37
espontnea aflora en la accin de gracias de Zacaras y lleva, al
mismo tiempo, la impronta del Espritu Santo. Zacaras habl por
inspiracin, ya que se nos dice que estaba lleno del Espritu
Santo, y profetiz (Le 1,67).
38
dimos del pensamiento central del Apstol: un pacto humano, una
vez confirmado, es irrevocable; y la misma inviolabilidad
caracteriza al pacto abrahmico y, por consiguiente, tambin la
promesa contenida en el mismo. Aqu, sin posible objecin, se nos
presenta el pacto como una promesa y dispensacin de gracia,
divinamente establecido, confirmado, y realizado, inviolable en sus
provisiones y de permanente validez.
39
briremos entonces que las facetas distintivas del pacto en el Nuevo
Testamento son las mismas que en el Antiguo.
40
ficacin de tales bendiciones segn la enseanza del Nuevo
Testamento, y en especial de Pablo, nos percatamos de que el
nuevo pacto ministra las ms altas bendiciones y consigue para
nosotros aquella relacin con Dios que es la corona y fin de la
historia redentora, y la cspide suprema de la comunin religiosa.
41
pues bien, en el nuevo pacto las promesas son mejores, y ocupan el
primer plano para que nos percatemos de su superioridad.
Tambin hemos de decir que en el nuevo pacto no se prescinde de
la ley; el contraste no consiste en que el antiguo tuviera ley y el
nuevo no; o la superioridad, en que el nuevo abrogara la ley; sino
en que en el nuevo la ley adquiere una relacin de mayor intimidad
con nosotros, y tambin un cumplimiento ms profundo. Pondr
mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazn las escribir
(Heb 8,10). El nuevo pacto viene a ser el dispensador del perdn de
los pecados: Ser propicio a sus injusticias, y nunca ms me
acordar de sus pecados y de sus iniquidades (Heb 8,12).
Finalmente, el nuevo pacto unlversaliza la difusin del
conocimiento: Porque todos me conocern, desde el menor hasta
el mayor de ellos (Heb 8,11). En todo esto nos encontramos con
que el pacto es una administracin soberana de gracia y promesa,
que establece la relacin de comunin con Dios, y que alcanza en
el nuevo su expresin ms rica y completa. En una palabra, el
nuevo pacto no es sino aquel que hallamos en la lnea de revelacin
y consecucin redentoras. Si lo que caracteriza al pacto es la
divinidad de su iniciacin, administracin, confirmacin y
cumplimiento, aqu tenemos este carcter divino en la cspide de
su revelacin y actividad.
42
como testamento, sino como pacto.22 Creo que Geerhardus Vos ha
mostrado claramente la falsedad de esta interpretacin. 23 Podemos,
pues, asumir que en estos dos versculos el autor de la carta a los
Hebreos introduce la idea testamentaria de ltima voluntad. Ha de
admitirse, desde luego, que este uso es excepcional en el Nuevo
Testamento, y que es introducido aqu con el propsito especfico
de ilustrar la eficacia trascendente de la muerte de Cristo al
conseguir los beneficios del pacto de gracia. 24 De la misma manera
que lo dispuesto en la ltima voluntad surte efecto a la muerte del
testador, adquiriendo validez y fuerza total para beneficio del
legatario, del mismo modo puesto que Cristo por el Espritu
eterno se ofreci a s mismo sin mcula a Dios, la bendicin del
nuevo pacto viene a ser nuestra. Vemos especficamente en el
contexto, que nuestra conciencia es limpiada de obras muertas para
servir al Dios vivo y recibir la promesa de la herencia eterna. Las
provisiones testamentarias a que se alude en los vs. 16 y 17 son
introducidas simplemente para presentar
22 C f r . B. F. Westcott: The Epistle to the Hebrews (Londres, 1903), pp. 300 y ss.;
David Rusell: A Familiar Survey of the Old and New Covenants (Edinburg, 1824), pp.
137 y ss.; Thomas Scott: The New Testament of our Lord and Saviour Jesus Christ ad Hb
9,16.17. Scott, sin embargo, no adopta una postura dogmtica. Refirindose a la
interpretacin que considera la muerte, no como del testador, sino como la
implcita en el sacrificio, dice que l no puede sino pensar que esta interpretacin
es la ms obvia y ms en consonancia con la manera general de razonar del
Apstol.
44
CONCLUSIN
45
una retraccin o desviacin del concepto constitutivo original, sino
como as deba esperarse una expansin e intensificacin del
mismo. De ah, pues, que al llegar a la cima y cspide de la
administracin pactal en la poca del Nuevo Testamento, hallemos
que la soberana gracia y promesa alcanzan su ms alto grado de
dispensacin; pues se trata de una gracia que se otorga y una
promesa que se da con miras a la consecucin de la meta ms
elevada para el hombre. No es de extraar, pues, que al nuevo
pacto se le llame el pacto eterno. En su progreso a travs de las
edades, la revelacin del pacto alcanza su consumacin en el nuevo
pacto; ste no es distinto, en principio y carcter, de los pactos que
le precedieron y lo prepararon; sino que es, de por s, la completa
realizacin y encarnacin de aquella gracia soberana que haba sido
el principio constitutivo de todos los otros pactos. Y al recordar que
el pacto es, no slo otorgacin de gracia y promesa juramentada,
sino tambin relacin con Dios en un plano que constituye la
corona y meta de todo el proceso de la fe unin y comunin con
Dios, descubrimos otra vez que el nuevo pacto sita tal
comunin en el plano ms alto posible. En el centro de la
revelacin pactal, y como coro incesante, encontramos la promesa
cierta: Yo ser vuestro Dios, y vosotros seris mi pueblo. Y no
difiere de los dems por el hecho de que el nuevo pacto inaugure
esta peculiar intimidad. Se diferencia, simplemente, por el hecho de
que en l se alcanza el ms rico y maduro disfrute de la comunin
resumida en aquella promesa. Tambin en este particular el nuevo
es un pacto eterno: ya no admite ms posibilidad de desarrollo o
enriquecimiento. El mediador del nuevo pacto no es otro sino el
Hijo mismo de Dios, el resplandor de la gloria del Padre y la
expresa imagen de su substancia el here-
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dero de todas las cosas. l es tambin el fiador del mismo; y por
cuanto no puede haber ms alto fiador o mediador que el Seor de
gloria, y tampoco puede haber sacrificio ms trascendente, en su
eficacia y finalidad, que el sacrificio de Aquel que a travs del
Espritu eterno se ofreci a s mismo sin mancha a Dios, este pacto
es insustituible. La gracia y la verdad, la promesa y su
cumplimiento, tienen en este pacto su pleroma, su plenitud, y es
segn la concepcin del nuevo pacto que se dir: He aqu el
tabernculo de Dios con los hombres, y l morar con ellos; y ellos
sern su pueblo, y Dios mismo estar con ellos como su Dios (Ap
21,3).
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