Amanecerá
Amanecerá
Amanecerá
Qu sabio era aquel poeta que en pocas lejanas afirmaba que el acto de mayor
herosmo puede encubrir la ms vil de las cobardas. No conozco de su vida, ni tan slo s
cul era su nombre, y sin embargo, tengo por l la mayor de las simpatas. Quiz porque
padeci lo que sus versos trazaron, aunque ello nunca podr saberlo.
En Gondor los cuerpos de la Guardia tenan lemas que unos gustaban grabar en los
cinturones plateados y otros en las vainas relucientes. Hablaban de orgullo, de honor y de
lealtad. Mucho he meditado sobre tan grandes valores, por ello no me negaris que el orgullo
puede herir tanto como el filo de una espada, acaso por llevarte por caminos tenebrosos. El
honor, no es el honor un sendero que conduce hacia la ms grande y ciega de las locuras?
Dejadme que sonra, las cosas siempre cambian y las lealtades, quieras o no, terminan por
olvidarse.
Mi corazn est lleno de amargura, contra los hombres, contra el nuevo mundo que
est surgiendo, contra el destino, contra Eru que me ha condenado a vivir, ya que un da
busqu con afn la muerte.
Nunca sabr por qu escribo hoy estas lneas, quiz porque el pesar me agobia ms que
nunca, quiz porque estas montaas que am se han vuelto fras y vacas, y ya no tengo a
dnde ir. Nadie me espera en ningn sitio. No s. Quiz sea porque ahora que estn naciendo
las leyendas alguien sepa qu se esconde tras de ellas. Pero no quiero engaarme, seguirn
siempre un curso que les llevar lejos de las fuentes de donde se nutrieron, lo s, lo s porque
formo parte de ellas, aunque eso sea slo una verdad a medias.
En mi juventud viva con mi familia cerca del mar junto a blancas playas y hermosos
acantilados. Ambamos el mar sobre cualquier otra cosa, quiz por ello mi padre me llam
Earnur, o quiz fuera en recuerdo del ltimo rey de Gondor, jams llegu a saberlo. Lo cierto
es que aquel fue el primer aviso que mi destino estaba ya sellado con letras de fuego oscuro.
Pero hoy nadie me conoce por este nombre, quienes me llamaron as estn todos muertos, mis
padres, mis amigos de la infancia y el Cuerpo de los Dragones de la Guardia Real de Gondor.
Mi nombre, el nombre por el que todo el mundo me conoce no es sino el de Draugreen
el Lobo Solitario, el que Anda en Sombras, el que No Ve la Luz, el que Quiso Morir.
Yo soy Draugreen el Valiente! El Osado! Mi nombre est escrito con letras de oro en
la Avenida de los Hroes de Minas Tirith.
Eru ha querido rerse de m!
Esta maana se ha levantado fra, la niebla sigue envolviendo las montaas, como
todos los das. El invierno se resiste a abandonarme, mientras que en el valle la primavera
florece sin temor.
Jams, jams en la vida podr olvidar aquel rostro, an hoy me levanto en la oscuridad
temblando, viendo ante mi cara ese vaco que arrugaba mi alma. Aquel ser era la Muere, la
ms horrenda de las muertes, era la muerte en vida, la muerte del alma. Arroj la espada al
suelo y slo pens en huir. En huir, salvar la vida. Que Eru me perdone! S, hu de la batalla,
como un despreciable cobarde, sin volver la vista atrs, corr lleno de pnico abandonando a
los mos. El jinete no me sigui, no representaba nada para l, pero pude or su risa, su risa
estentrea burlndose de m. Aquella carcajada fue la ms cruel de las heridas, una inmensa
pualada en el centro del corazn. Pero no me detuve, segu huyendo aunque oa los gritos de
mis compaeros atrapados en la ciudadela. La Ciudad estaba en llamas y la batalla perdida,
pero aun as no dejaron de luchar, salvo yo que abandonaba la ciudad lleno de terror.
He intentado con los aos encontrar algn motivo, por pequeo que sea, que pudiera
explicar mi cobarde huida, y aunque he encontrado miles, ninguno ha logrado jams
convencerme. Fui un traidor y debo llevar ese peso sobre mis espaldas hasta el ltimo da de
mi vida.
Me enter tiempo ms tarde que Osgiliath haba cado y que nadie haba regresado con
vida a Minas Tirith. Todos mis compaeros murieron all, y aunque Boromir el heredero de
Denethor logr con el tiempo recuperar el control de la parte occidental, jams lograron
recuperarse los cuerpos. As fue como Earnur fue dado tambin por muerto, y si he de ser
sincero no muy lejos de ella me encontraba, pues vagaba sin rumbo y sin esperanza por las
tierras de Rohan. No me importaba a dnde iba, caminaba y caminaba lleno de dolor. Me
haba convertido en una sombra, en un espectro, en un ser despreciable. No, en verdad Earnur
haba muerto y no mereca llevar ningn nombre. Y ningn nombre tom, me convert en una
bestia salvaje y hua de los hombres. Aquel dolor en mis entraas me quemaba por dentro,
como si fuera el Silmaril de Carcharoth. Oh, Eru! Cuntas veces quise morir!
Vagu varios das por las llanuras de Rohan sin rumbo fijo. No poda regresar a mi
casa, ni tampoco a Minas Tirith. Quin me esperara? Para todo el mundo yo haba muerto y
no me hubiera atrevido a mirarles a los ojos.
Me encamin a las Montaas Blancas, sin ningn propsito, tal vez con el deseo de
que la niebla me transportara lejos, muy lejos de este mundo. Me adentr en sus bosques, me
sub a sus cimas y me refugi en sus cuevas. Luch con los animales y el tiempo dej de
significar algo para m. Hubo das en que llegu a olvidarme incluso de m mismo.
Pero no estuve solo. En la solitud de aquellas montaas vivan y viven un pueblo de
una extraa raza, bajo y encorvado, de piernas cortas pero giles, narices chatas y ojos
hundidos, desconfiados con el extrao. Sin embargo y no s por qu razn me aceptaron como
uno de los suyos. Se llamaban a s mismos drugs y eran grandes cazadores, aprend con ellos
muchas cosas, algunas ya olvidadas por la lejana Minas Tirith. No eran muy numerosos,
vivan en pequeas tribus cada uno con su propio jefe, aunque solan reunirse a menudo entre
ellos. Uno de aquellos jefes y al que me uni una gran amistad se llamaba Ghan-Buri-Ghan.
Intent ensearme algo de su complicada lengua, pero demostr ser un mal alumno. l, sin
embargo, aprenda con mayor rapidez la Lengua Comn. No me hizo muchas preguntas sobre
mi pasado, creo que sus ojos adivinaron mucho ms de lo que yo hubiera querido. Me
acompa en mi vana bsqueda de verdades, de verdades y de respuestas. Cruc con l valles
y montaas, siempre en silencio, siempre a mi lado. Llegamos a ser grandes amigos, el
primero y nico que tuve.
Cunto tiempo pas all, no lo recuerdo. Casi un ao por las cuentas que hice despus,
aunque yo crea haber consumido ya media vida. Crea tambin haber logrado mi propsito,
renunciar al mundo, con el alma muerta y la mirada fra. Y nada me importaba, ni siquiera si
el amanecer de aquel da hubiera sido el ltimo. Pero el mundo no quera olvidarse de m,
haba olvidado que era un juguete en manos de un cnico destino.
Cuando regres era ya de noche, Ghan-Buri-Ghan estaba en compaa del rey Thoden
y sus mariscales. Vi entonces que era cierto, el propio rey marchaba a la guerra. Aguard all
en silencio escuchando la conversacin entre ambos, hablaban de Minas Tirith, de los orcos,
de caminos cortados... Rohan acuda a la llamada de Gondor y tena prisa. Estuvieron
hablando durante horas y aunque el jefe Drug no pareca sentirse muy a gusto entre tantos
hombres de las llanuras termin por ofrecer su ayuda a los jinetes.
Cuando terminaron por fin de hablar Ghan-Buri-Ghan se levant y con una sea me
indic que me acercara. Cuando me adentr en el crculo los hombres de Rohan se levantaron
sorprendidos.
- Gran Padre de los Jinetes -dijo sin prestar atencin a los sorprendidos jinetes- He aqu
a un gran cazador. Es su deseo acompaaros a Minas Tirith.
Me volv hacia el drug, pero en sus ojos slo vi la misma imagen que al atardecer, una
Osgiliath ensangrentada. Entonces supe que tena que regresar, la llamada de la Muerte era
poderosa y luego... lo saba, la oscuridad, la oscuridad que trae el descanso y la paz. El
descanso, s, quera descansar. Pero antes tena cosas que hacer, vengar la muerte de mis
amigos, vengar mi propia muerte, saciar mi sed de odio, aplacar mi ira levantando una muralla
de cadveres. S, as tena que ser. Mi vida estaba vaca y mi alma una vela que se apaga. Pero
por una vez, por una sola vez, que estallara en llamas, que cubriera de fuego la llanura y luego
se hundiera en la oscuridad satisfecha de su propia ruina. S, as tena que ser, tena que llenar
esa tumba que llevaba mi nombre, aunque nadie jams lo llegase a saber.
Volv lentamente de mis oscuros pensamientos y observ en sus ojos el brillo hermano
de la muerte y supe que el destino tambin le aguardaba en la ciudad de Gondor.
- No tengo nombre, Seor de los Jinetes, pero los Hombres Salvajes me llaman Lobo
Solitario.
- Que ese sea entonces tu nombre. Cabalgars con nosotros si ese es tu deseo, gran
honor te doy, no lo defraudes. -Entonces se levant tambin l y por un instante me mir
fijamente a los ojos, creo que sonri aunque no podra asegurarlo. Luego se march seguido
de cerca por sus hombres. Pareca cansado, un cansancio que le suba de los ms profundo.
- Sers mi brazo y mis ojos. Contigo lucharemos todos los drugs. Mata gorgun, mata
gorgun -me dijo antes de marcharse.
Partimos no mucho ms tarde, pues aunque la noche era todava cerrada, las primeras
luces del alba no tardaran en llegar. Cabalgamos durante algunas horas por caminos olvidados
que surcan las montaas, hasta aparecer ante el muro defensivo de la llanura de Gondor. Haba
orcos, pero al amparo de la oscuridad camos sobre ellos como una maldita tempestad. Sus
cabezas cortadas estarn an preguntndose que extrao embrujo nos haba trado desde la
ms profunda de las noches.
Habamos entrado en Gondor, mi antigua patria, y la congoja se apoder de m. Minas
Tirith brillaba all lejos envuelta en llamas. Entonces lo sent, sent cmo avanzaba la
tormenta, cmo el viento huracanado azotaba todas mis venas, cmo mi cordura se dilua ante
el manto oscuro y pesado de la locura. Quera gritar, quera golpear. Matar y matar hasta
desfallecer.
Estbamos all, en medio de la llanura y la noche nos envolva. La ciudad arda y en
vano pareca ahora nuestra alocada cabalgata, cuando de pronto una luz cegadora se levant
en la ciudad y mil truenos le siguieron resonando en las montaas. Los jinetes retrocedieron y
los caballos se movieron inquietos. Pero entonces, por encima del murmullo de los soldados se
oy la llamada del rey.
Pero era demasiado tarde. Un lamento terrible se levant en el cielo aun cuando corra.
Cuando llegu una hermosa mujer yaca en el suelo, el rey Thoden moribundo no muy lejos
de ella, murmurando sus ltimas palabras a un nio que lloraba desconsolado sobre su pecho.
Qued estupefacto durante unos segundos ante tan trgica y extraa visin, pero entonces me
fij en l, yaca junto a la hedionda criatura. Estaba muerto, muerto! Me acerqu, mas no
haba ningn cuerpo, tan solo ropas vacas y una gastada corona de hierro. La Muerte haba
sido vencida por una mujer y un nio. El destino tambin tiene sus bromas. Sent en mi
interior la clera helada, la ms negra de las noches, la locura completa. Desde el bosque de
los Dradan haba cabalgado slo para encontrarme con l, y ahora yaca a mis pies, muerto.
Mi deuda ya no podr saldarse jams. Cog la corona y la part con mi espada maldiciendo mi
suerte.
Llegaron los jinetes de Rohan, lleg Eomer el nuevo rey y su dolor y su furia se
hicieron patentes, se levant el estandarte y regresamos a la batalla. Pero ya no haba cantos,
slo ira, rabia y odio. Al fin estbamos a la par y embestimos al enemigo para poder poner fin
a esta grandiosa farsa que era la vida.
Y sin embargo Mandos no me quiso en sus Estancias, me neg el derecho a descansar
Acaso no me lo haba ganado ya? Me mantuvo con vida para que viera morir hombres
valientes, para que viera familias rotas y sueos ahora intiles, para que viera ilusiones
deshacerse en la locura de la guerra. Yo, que no tena ni familia, ni sueos, ni ilusiones, yo,
que no tena nada. Yo, yo estaba vivo y ellos muertos.
Lo que aconteci despus es de todos conocido, innumerables crnicas se han escrito y
se escribirn sobre ello. La Gran Victoria, el regreso del Rey, los Medianos..., todo es
conocido. Mi nombre, el nombre de Draugreen el Lobo Solitario fue honrado entre muchos
otros y colocado en letras de oro en la nueva Avenida de Minas Tirith, y los jinetes de Rohan
me ofrecieron un lugar entre su pueblo.
Pero ni Gondor ni Rohan eran ya mi patria, ni mi querida Belfalas. No, no haba lugar
para m en el nuevo mundo que naca.
Regres a las montaas, con mi amargura y mi silencio, buscando esa paz que jams
encontrar.