Notas Sobre Una Sociologia Del Porno

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Apuntes sobre una sociologa

del porno*

Candela Hernndez** y Matas Crespo


Pazos**

Apuntes sobre
una sociologa
del porno

Candela
Con la primera partcula de vida movindose en el agua el sexo se converta
Hernndez y
Matas Crespo
en una actividad inherente a la condicin humana presente en todo tiem-
Pazos po y espacio. Sin embargo, pese a su transversalidad, el sexo no es sexuali-
dad. Esta ltima no puede ser definida en abstracto ya que es en contextos
singulares donde adquiere significacin, siendo necesario para abordarla
establecer: de qu prcticas sexuales estamos hablando? Partiendo de lo
sugerido por Martn Azar nos proponemos sumar a sus reflexiones sobre
un tipo de prctica ertica particular: el cine porno made in argentina.
Qu nos dicen esas prcticas, y las nociones en torno a ellas sobre par-
ticulares formas de relacin social? En sus orgenes y pese al auge de su
difusin, la caracterizacin social del porno, qued librada a consideracio-
nes moralmente conservadoras o condenatorias mantenindose en una
opacidad donde a la obscenidad se le sumaron las denuncias de ilegalidad.
Los productos y servicios culturales pornogrficos, por un lado, fueron
catalogados como refugio y condensacin de numerosas acciones delicti-
vas, pero como contracara, su consumo permiti un contrabando de lo
prohibido entre la moral pblica y la privada.
En las Ciencias Sociales pareciera operar una lgica que replica dichas
apuntes
cecyp visones de sentido comn dominantes, que se evidencia en la escasa y tar-
da produccin sobre la temtica. Uno de los aportes ms significativos de
Azar reside en dar cuenta que si bien la sexualidad es un objeto ya clsico
23 de estudio, la sexualidad espectacularizada no ha sido abordada con la

pg i n a

140 * A propsito de La industria del porno. Sobre cine, tecnologa y sexualidad de Martn Azar.
** Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, UBA.
misma intensidad. El desafo que impulsa su escrito es delimitar el fen- ISSN
0329-2142
meno social del cine porno como un objeto propio de la sociologa. Si bien
su preocupacin se centra en la expansin de las prcticas amateurs, re- Apuntes de
investigacin
sulta enriquecedor el anlisis de la diversidad de insumos que componen del CECYP
el consumo pornogrfico, incorporando aquellos filmes que organizan sus 2014.
producciones respetando los lineamientos de la industria cinematogrfica Ao XVII.
N 24.
ms amplia.
pp. 140-144.
Actualmente, tanto los sentidos vulgares como los imaginarios cientficos
construidos en torno al sexo como espectculo, se encuentran en un em-
brionario proceso de reconfiguracin dando como resultante una dismi-
nucin en la tendencia condenatoria hacia la pornografa. Esta dinmica
lejos de poseer un carcter autnomo se encuentra supeditada, por un
lado, a transformaciones sociales ms amplias; y por el otro, al modo sin-
gular en que sexualidad y cultura se entrelazan. Podra hipotetizarse que
en los ltimos aos, existe una disposicin creciente hacia la publicizacin Taller

de la sexualidad. De sexo no slo se crean pelculas y programas televi-


sivos, de sexo se habla en espacios cotidianos y se escribe en revistas de
tendencia.
Este proceso de cambio cultural se inscribe en una mayor heterogeneidad
y diversidad creciente de producciones simblicas en donde las filmo-
grafas erticas encuentran su resquicio. En este escenario la pornogra-
fa halla el sustrato propicio para su expansin, circulacin, y consumo.
As, el desafo que asume el artculo de Martn Azar es visibilizar al porno
como un bien cultural y un objeto de estudio de la sociologa, incorporan-
do este tipo de prcticas en el horizonte de sentido de las subjetividades
contemporneas.
Antes de que inventramos la birome, el alfajor y el colectivo, los argen-
tinos nos inicibamos en la produccin de pelculas de alto voltaje sexual
en las que el escenario local imprima su sello distintivo. Se estima que la
orilla rioplatense en la ribera quilmea o las costas rosarinas del Paran,
fueron el escenario de una de las primeras pelculas erticas, si no de la
primera, que logr cruzar el Atlntico para alborotar el viejo mundo. Tal
como seala Azar, para la poca la produccin de pelculas con escenas de
sexo explcito fue un destello creativo en el desarrollo de una cultura cos-
mopolita incipiente. Sin embargo, este impulso inicial no pudo sostener-
apuntes
cecyp

se. Podra hipotetizarse que el mbito restringido de circulacin del ma-


terial audiovisual pornogrfico dificultaba su adquisicin, limitando las
posibilidades de su consumo y ralentizando el desarrollo de su industria.
23
Es as como con una produccin a cuentagotas e ilegal, este gnero tard
ms de setenta aos en ser el fruto de una maquinaria aceitada. Recin
hacia fines de 1980 la produccin de cine porno local logr articularse, pg i n a

encontrando su clmax con la expansin del VHS como soporte para su


propagacin y reproduccin. 141
Pero no todo lo que brilla es oro. Las formas de hacer cine para el en-
tretenimiento adulto con sus procesos, mtodos y tcnicas no estuvieron
exentas de vaivenes, sufriendo especialmente los embates de los cambios
tecnolgicos que interpelaron a la produccin cinematogrfica argentina
en general. Antes de que el gnero llegara a consolidarse como industria
en sentido clsico, es decir en trminos de grandes realizaciones al estilo
europeo y norteamericano, los cambios tcnicos promovieron la emergen-
cia de filmaciones de tipo caseras. La explosin de los formatos digitales,
la economa y facilidad para acceder a equipos flmicos domsticos, junto
con la expansin de Internet transformaron el cine porno. Las dificultades
de las pelculas del gnero destinadas a la pantalla grande para competir
con las producciones de menor presupuesto creadas para la red, llevaron
incluso a afirmar la muerte del gnero y con l, el de su eximia personifi-
cacin: el porngrafo.
Apuntes sobre
una sociologa
Ahora bien, qu nos dicen estas transformaciones sobre las formas de
del porno produccin, circulacin y consumo del cine para adultos en la Argentina
Candela reciente? Existen vnculos entre las formas de intimizacin y autono-
Hernndez y
Matas Crespo
mizacin culturales ms amplias y las diversas prcticas asociadas a este
Pazos gnero? Resulta significativo, como seala Azar, pensar el modo en que
cultura, sexualidad y espectculo se vinculan con procesos de cambios
tecnolgicos, que derivan en nuevas formas de espectacularizacin y usos
del sexo en su formato audiovisual.
Si en los comienzos el porno amenizaba las reuniones de los acomodados
salones masculinos y burdeles citadinos, posteriormente supo alcanzar
las salas de cine ofrecindose a un pblico ms amplio. Con el estallido
de las nuevas tecnologas su consumo se traslad prcticamente a la esfe-
ra ntima, transformando mucho de los sentidos y las relaciones sociales
en torno a este gnero cinematogrfico. Contra la idea de que estas mu-
danzas son parte de un proceso de individuacin creciente, tendiente a
debilitar espacios colectivos y que propician la privatizacin del erotismo,
lo ms interesante resulta justamente analizar su dimensin positiva. Es
decir, la pornografa como un espacio de produccin y construccin de
nuevos lazos sociales. En virtud de estos cambios es que Azar se dedica
a reflexionar de qu modo estos procesos impactaron concretamente en
apuntes
cecyp
los hacedores y transformaron la esttica del gnero, creando una nueva
dinmica de produccin pornogrfica ms diversificada que encuentra ex-
presin al interior de lo porno.
23 En el desarrollo de esta protoindustria la heterogeneizacin creciente de
los realizadores abarca desde: productores especializados en el cine por-
nogrfico hasta creadores amateurs. En el medio se ubica una variedad de
pg i n a productores que realizan contenidos especficos para la web. Las distintas

142 maneras de crear pornografa, tiende a potenciar la existencia de subg-


neros referidos a las formas del coito, las caractersticas fsicas de quienes
actan, los escenarios, los argumentos que hilvanan las historias e incluso
la ausencia de los mismos, que se corresponden con nuevas estticas.
A las pelculas tradicionales pensadas con una historia que articula las
escenas de sexo, escenografas cuidadas y una edicin acabada reali-
zaciones hoy en decadencia- se le suman aquellas despreocupadas de la
preproduccin, con un espritu amateur y cuerpos convencionales, que
actualmente invaden el mundo del porno. Lejos quedaron las blondas co-
nejitas haciendo equilibrio en finos tacos aguja durante una fellatio junto
con los torneados sementales. Las nuevas pornstars no se identifican con
nombre propio, son los pibes y pibas de barrio que curten en conurba-
nos escenarios. Las escenas ya no transcurren en un espacio neutro sino
que se ven tamizadas por los caracteres propios de la cultura argentina.
Estos ltimos pueden hacer referencia a elementos telricos dotados de
un contenido tendiente a interpelar con mayor fuerza al pblico local. Es
as como en estas producciones el espectculo del sexo puede realizarse en Taller

los campos de la pampa hmeda o sobre un camin rastrojero en el esce-


nario de una periferia industrial del Gran Buenos Aires. Al mismo tiempo
los actores de estas filmografas imprimen su marca propia. Ajenos al tu-
ning y distanciados de los camarines, la sencillez de los cuerpos actuantes
cobra protagonismo en la escena, permitiendo una mayor identificacin
del consumidor con figuras con las que se encuentra familiarizado.
Otra lnea que ha explotado el gnero es tornar porno problemticas de
lo poltico y lo social. Ejemplo de ello son filmes que se inspiran en aconte-
cimientos de la historia nacional, haciendo referencia: a la venta ilegal de
armas durante los aos noventa; al agotamiento de los recursos naturales
y a episodios de impunidad protagonizados por las fuerzas de seguridad,
explotando una imaginera de la sexualidad con matices locales.
Como seala Azar, las innovaciones tecnolgicas tambin transformaron
las formas de circulacin y consumo. El fcil acceso para subir contenidos
y la disponibilidad de los mismos en la web potencian la reproduccin del
gnero. Por un lado, existe una multiplicidad de servidores de internet ta-
les como pay per view o video on demand, donde se descargan largome-
trajes realizados por algunos de los pocos directores locales, procurando
restringir la viralizacin de sus materiales. Incluso hay quienes reniegan
de las innovaciones tecnolgicas y continan recurriendo al formato DVD
apuntes
cecyp

como medio para su circulacin y comercializacin en sex shops. Por otra


parte, existen otros sitios de Internet que se nutren de pelculas produ-
cidas especialmente para la red, que ficcionan escenas amateur con bajo
23
presupuesto, y cortos caseros realizados por aquellos que tienen ganas
de subir su contenido. Estos ltimos innovan en la forma que asume el
espectculo del sexo. Abordados en detalle por Azar, tienden a borrar las pg i n a

fronteras entre los productores y consumidores. Ya no es necesario poseer


grandes cantidades de capital, un expertise especfico, participar de un 143
entramado de relaciones particular o contar con un estudio de grabacin
propio que posibilite la realizacin de producciones del gnero. Todo
aquel que guste de filmar y exhibir distintas prcticas sexuales no slo se
encuentra habilitado para hacerlo, sino que tambin dispone de los cana-
les para circular su material.
Estas nuevas formas de expresin en los modos de producir pornografa
encuentran correspondencia entre quienes se ven convocados por este tipo
de consumos. En este sentido, podra decirse que la vulgar asimilacin del
porno a la satisfaccin masturbatoria olvida las diversas sensaciones que
el gnero propicia. Siendo no slo un espacio de goce y estimulo libidinal,
sino tambin metfora del comportamiento y la condicin humana.

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