El Fondo de La Virtud Michel Suárez
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El Fondo de La Virtud Michel Suárez
CRISIS Y CRTICA
EL FONDO DE LA VIRTUD
Oh, siglos sin gusto ni discernimiento
Ctulo, XLIII, 8
Michel Surez
1 UN DESCENSO AL MAELSTRM
Superada la primera dcada del siglo XXI, el rumbo de la civilizacin no
parece ofrecer grandes oportunidades para la celebracin ni para el entusiasmo.
Las antiguas y siempre renovadas promesas de un futuro de abundancia
material y felicidad individual permanecen en el imaginario colectivo como
la desembocadura inevitable para los hombres, como el nico premio a la
altura de su formidable capacidad tcnica para arrancar sus secretos a la
naturaleza y ejercer sobre ella un imperialismo que nos resguardar de toda
penuria, de toda necesidad. No obstante, en ocasiones, una sombra de duda
se instala en el lmpido cielo del progresismo ms recalcitrante, y el ncleo
duro de las certidumbres de una redencin por la tecnologa muestra algunas
brechas: catstrofes areas, accidentes automovilsticos, fugas de material
radioactivo en centrales nucleares, trastornos y enfermedades originadas
por la experimentacin con organismos genticamente modificados, fallos
del sistema que colapsan poblaciones enteras, etc. Pero las exigencias de la
vida cotidiana rpidamente nos reinstalan en nuestro letargo habitual, lejos
de toda lucidez y de todo sentido cuestionador. Condicionados y mantenidos
en un permanente estado de necesidad por la mquina como artefacto de
intermediacin con la realidad, la conmocin de esas desgracias nos sacude
violentamente y activa las escasas reservas de conmiseracin y la empata
que todava nos restan, para pasar inmediatamente a atribuir al mero azar
y a la fortuna adversa, al accidente, en suma, lo que en realidad es la
normalidad de un estado de ruina general. La orientacin tecnolgica obedece
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sobre los que cimentar una idea del hombre, de la buena vida?
qu preocuparse si, como escribi Nietzsche slo existe y slo puede ser
conocido el yo?
En esta lnea, a otros, como Ferrarotti, les parece que en los actuales
lamentos de la literatura catastrofista se respira el mismo aire retrico que
destilaban los himnos ditirmbicos de los progresistas por vocacin, mientras
Bunge ridiculiza el lamento romntico contra la supuesta maldad de la
tecnologa. La seduccin del anti industrialismo es perenne, sentencia otro
crtico de los crticos, Adam Ulam; incluso en los pases ms penetrados de
ethos industrial, una catstrofe nacional o una crisis econmica resucitarn
el sentimiento anti industrial, y lo revestirn de nuevas y, sin duda, ms
sofisticadas formas de protesta social y de teoras sociales.
Por otro lado, debe quedar claro que en un mundo sin escapatoria, como
el mundo fue y ser siempre, en el que estamos obligados a existir, sin un grado
elevado de asimilacin, nadie, sin excepcin, podra sobrevivir. Quin, en una
sociedad que condiciona la supervivencia a una adaptacin mecnica extrema,
podra mantenerse al margen de ese condicionamiento tcnico? Cul sera la
procedencia de esos recursos de autonoma personal que nos permitiran abolir
la dependencia de las mquinas, si todo nuestro universo cotidiano est poblado
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NUNCA APUESTES TU CABEZA AL DIABLO
Por un reciente libro sobre la vida y el legado de la obra de Michel de
Montaigne nos informamos de que el sublime francs fue el primer blogger
de la historia. Por lo menos eso declara la autora, aunque con reservas.
Naturalmente, este tipo de afirmaciones son meras frases de efecto y no
deben ser tomadas en serio; constituyen una prueba palmaria de la necesidad
de promocionar libros que sin un extravagante bombardeo meditico pocos
compraran. Pero tambin son esclarecedoras en el sentido de que expresan
los resabios de la ideologa del progreso que todava ejerce un enorme
poder de seduccin; en verdad, la frase podra ser traduca as: Montaigne se
adelant a su tiempo y anticip el nuestro, un tiempo de exposicin personal,
de abertura de la intimidad, de expansin ilimitada del yo. El futuro acariciado
por los antiguos era esto que nosotros disfrutamos.
Esclarecido esto, es cierto que Montaigne opta por el retiro del mundo
y en esa esfera de silencio y soledad en la que los das comienzan a desfilar
idnticos, abraza la idea de registrar por escrito las lecciones extradas de
su propia experiencia con el objetivo de alcanzar la excelencia en la siempre
compleja arte de vivir. Hace ya algunos aos que que no me tengo sino a m
mismo como objeto de mis reflexiones, que no examino ni estudio otra cosa
que mi propia persona, y si a veces mis pensamientos y miradas se dirigen a
otro lugar lo hago nicamente por aplicarlo sobre m o en m, para provecho
personal (Essais II, VI). El resultado de esa visin retrospectiva fue una
grandiosa obra coral que adquiri inmediatamente la categora de clsico, y
que de igual forma que los antiguos en los que se inspiraba, constituye una
referencia ineludible para todos los que colocan la reflexin y la sabidura en
el centro de sus preocupaciones.
Los pocos que todava optan por un retiro en el campo, o lo que rest
de l, arrastran tras de s todo el estrpito de un mundo que irrumpe a travs
de la pantalla a cada golpe de tecla. En esas condiciones, y sin noticias de la
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***
Si concordamos con que donde quiera que el alma est ocupada, toda ella
es absorbida (Essais I, XXXVIII), deberamos cuestionarnos tambin si, en nuestros
das, ms que absorbida, el alma no se encontrar simplemente triturada cuando
est ocupada en mil cosas simultneamente. Y, ms todava, deberamos inquirir
si, desde el punto de vista antropolgico, nuestro equipo sensorial est dotado
para embarcarse en mil tareas al mismo tiempo sin tener que pagar el precio de
una dispersin crnica y la aniquilacin de la vital capacidad de atencin.
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que es mejor hombre en todos los sentidos el que por s mismo se da cuenta,
despus de meditar, de lo que al final de cuentas ser mejor para l [] pero el
que ni por s mismo se da cuenta ni escuchando a otro lo graba en su corazn,
ese, en cambio, es un hombre intil. Para el filsofo alemn una de las causas
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Ahora bien, cmo no ver que nuestra cultura digital cabalga al galope
rumbo a esa estupidez que deploraba Voegelin? Cmo negar que lo que
caracteriza a la sociedad virtual es la proliferacin de estpidos incapaces
de tomar contacto con su realidad? Cmo pretender que una poblacin que
se desliza por el plano inclinado del mundo material permanentemente
excitado con trivialidades e insignificancias pueda dar respuesta adecuada a
las cuestiones esenciales de la existencia si ni siquiera consigue imaginarlas?
Si el alma se pierde cuando no tiene un fin establecido, pues, como suele ser
dicho, estar en todas partes es no encontrarse en ninguna (Essais, I, VIII), no
son las nuevas generaciones crecidas bajo las imposiciones de la tecnologa
digital magnficos ejemplos de almas perdidas?
porque nos negamos a aceptar que tendremos que dormir una sola noche
perdurable, recusando as que sin esa premisa elemental una sociedad no
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puede establecer ningn proyecto colectivo, puesto que aceptar sin reservas
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Pero tal vez ese querer vivir ms, y no mejor, encubre tambin un temor
enraizado en lo ms hondo al taedium vitae, al ennui baudelaireriano, al pnico
a una vida estacionaria, o sea, a toda existencia no automatizada. Portadores
de la angustia de no pertenecer a ningn presente, avanzamos sobre lo
perentorio y no conseguimos detener nuestra inercia porque sopesamos esa
posibilidad con la zozobra del conductor que ve en la reflexin la garanta
de la hecatombe. Resultara cmico, si no fuese dramtico, comprobar cmo
toda nuestra civilizacin se erige sobre los pilares de una mecanizacin cuyo
nico fin es matar el tiempo sin que nos demos cuenta, en distraer el tedio,
mientras esperamos una muerte que disimulamos.
3
EL TIMO
(CONSIDERADO COMO UNA DE LAS CIENCIAS EXACTAS)
La consolidacin de la sociedad digital vino acompaada, como
acontece en cada periodo de ofensiva tecnolgica significativa, de una
ambigedad fundamental que se convirti en el ltimo refugio de los
espritus bien intencionados dispuestos a amortiguar el impacto de las nuevas
imposiciones y a conceder que con discernimiento y mesura sus aspectos ms
nocivos podran ser driblados. Ese elemento ambiguo es, claro, el argumento
del doble uso, el favorito de los ingenuos que creen que el sistema de dominio
tcnico ofrece el antdoto junto con el veneno.
tcnica es un medio, con una reglas del juego, con una manera de servirse
de ella, manera nica, que no depende de nuestra eleccin porque no nos
servira de nada la mquina o la organizacin si no las utilizsemos como es
debido. Por tanto, cuando se afirma que se hace un uso indebido o malo
de un medio tcnico significa que no hace de l un uso tcnico, que no se
le hace rendir lo que podra rendir [] el hombre est situado frente una
eleccin exclusiva, utilizar la tcnica como se debe segn las reglas tcnicas,
o no utilizarla en absoluto.24
Por consiguiente, sea cual sea el uso que hagamos, por ejemplo, de
Internet, esta siempre limitar la experiencia y atomizar a los individuos, a pesar
de la cantinela apologtica en sentido contrario; impondr un nuevo sentido a la
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Informe como el agua, demasiado vasta para que ningn mortal pueda
aprehenderla, la Red tiene excepcionales cualidades que nos permiten
confundir lo inaprensible con lo eterno. Como el mar, es voltil: el
setenta por ciento de sus comunicaciones duran menos de cuatro
meses. Su virtud (su virtualidad) implica ese presente constante que
para los eruditos medievales era una de las definiciones del infierno.
Alejandra y sus eruditos, por el contrario, nunca confundieron la
verdadera naturaleza del pasado: saban que era la fuente necesaria de
un presente mudable en que nuevos lectores establecan conversacin
con viejos textos que se renovaban en el proceso de una nueva lectura. 25
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son nicamente las nuevas generaciones las que habitan en el limbo, sino
que comparten ese dominio con una legin de intelectuales y especialistas en
charlatanera, mistificacin e irresponsabilidad. La educacin, es un asunto a
parte de qu? De la existencia? Epicentro de la vida social, la informtica no
tiene un impacto extraordinario en la educacin? No es la cultura virtual la
grande pedagoga de los jvenes de hoy?
Goya, Los Caprichos, 39, Al igual que su abuelo (El Prado, 1799)
No: en realidad no era por cosas tan irrelevantes que el seor Gates se
person en el Congreso; el verdadero motivo resida en su gran desasosiego
con el hecho de que el sistema de enseanza no consegua formar los
suficientes tcnicos e ingenieros informticos competentes como para
satisfacer las necesidades de Silicom Valley, lo que estaba acarreando la
necesidad de importar jvenes ingenieros de la India, debilitando, de paso,
el papel de los Estados Unidos en la global economy. Segn este prestigioso
humanista, cuantos ms tcnicos adiestrados manufacturen las escuelas
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Da cierto vrtigo, y mucha pena, pensar lo lejos que est todo esto del
concepto de paideia griega, ciencia del hombre que combinaba la excelencia
del oikos, de la vida privada, y la pasin por la ekklesia, por el bien comn,
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Triste signo de los tiempos: hasta pocos siglos atrs, Gates habra sido
considerado un prototipo de estos ltimos, un hombre de rango inferior, un
espritu vilmente prctico, un simple tcnico til para ser consultado en casos
puntuales y siempre relacionados con su oficio, pero nunca un modelo de
referencia. Hoy son los temperamentos prcticos, los ganadores como l, los
que orientan la incierta marcha del mundo. Porca miseria.
4
EL HOMBRE DE NEGOCIOS
Si hay un fenmeno particularmente visible, incuestionable e
inquietante en la cultura contempornea, ese es sin duda el culto desvergonzado
del ganador. Los media, la publicidad, los valores empresariales y el aparente
sentido comn de los discursos populares consolidaron una representacin de
la vida colectiva cuyo ncleo fundamental consiste en hacer de los individuos
mercenarios de la fama y fanticos de los laureles.
control de las mentes y los cuerpos, hoy cada casa es un imperio separado, 35
***
obreros de hace un siglo nos mostrar que, inclusive para los trabajadores sin
cualificacin, vestirse de cualquier forma era, ms que un ejercicio de esttica,
una cuestin de honra y dignidad.
Sin embargo, entrar sin permitir salir, abalanzarse sobre los asientos
libres en el transporte colectivo en una competicin feroz, hablar a un volumen
similar al que usaramos para pedir socorro si nuestra casa fuese pasto del
fuego, ser impertinente, impaciente y practicar la grosera con el prjimo,
escupir con preparativos acsticos, sonarse con aparato y pompa, convertir
la calle en un estercolero a cielo abierto, hacer manicuras de emergencia en
lugares pblicos, sin mencionar prcticas de mayor tenor escatolgico, siendo
como son prcticas repudiables e inadmisibles, hoy parecen no vulnerar los
cdigos ms elementales de convivencia, ni ultrajar el sentido de urbanidad,
ese deseo de de recibirla, y de ser tenido por educado, como la defina La
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5
EL PODER DE LAS PALABRAS
En un magnfico estudio sobre los salones franceses del siglo XVII,
Benedetta Craveri radiografa con bro y erudicin un tiempo en el que el
refinamiento y la sofisticacin eran los nicos cdigos de conducta admitidos
por aquellas mujeres integrantes de la alta nobleza, las Madames, en reductos
donde la gran violencia del mundo y la vulgaridad no tenan cabida.
otros tiempos, no tan lejanos, habran hallado en unas breves lneas escritas
en una carta a una hermana, un amigo, una pasin. Podramos hacernos una
idea aproximada de temperamentos nicos como Voltaire si no hubisemos
preservados sus ms de diecisis mil cartas? Y quin se aproximara hoy a ese
prodigioso volumen, cuando el simple hecho de llevar un diario constituye una
raridad? Quin sera capaz de elaborar un texto con una cierta altura literaria
si nunca, a pesar de la cantidad de libros editados, se ley tan espantosamente
mal como en nuestro tiempo?
6
NOLITE CONFORMARI HUIC SAECULO
Es muy posible que en medio de este panorama que acabamos de
examinar brevemente, la nica cosa que todava pueda hacer una persona sensata
es, como afirmaba uno de los crticos sociales ms incisivos de los ltimos aos,
Jean-Marc Mandosio, volver a los orgenes, a los fundamentos de aquello que
nos hace humanos, y buscar auxilio en la razn y en el concete a ti mismo. Esa
fue la consigna inmutable de nuestra tradicin desde sus orgenes y continuar
siendo nuestra gua ms fiable mientras continuemos siendo, con permiso de la
ingeniera gentica, hombres y mujeres dotados de razn y sentimiento.
Pico della Mirandola en su Discurso sobre la Dignidad del Hombre aluda de igual
modo a aqul gnosi se auton, concete a ti mismo, que despierta y exhorta
para el conocimiento de toda la naturaleza de la cual el ser humano es el medio
trmino y como que la sntesis. Quien se conoce a s mismo, en s todo lo dems
conoce, como ya escribieron, primeo Zoroastro, y, despus, Platn.
Para tal fin, debemos recordar que la verdadera grandeza del hombre no
reside nicamente en la audacia colosal de sus obras, sino tambin en todo aquello
que, estando en disposicin tcnica de acometer, se niega a materializar en virtud
de un lado oscuro que no se puede ms que intuir, una zona de incertidumbre
que sin estar perfectamente explorada, podra acarrear consecuencias funestas.
En nuestra mano est el continuar deslizndonos por el plano inclinado de la
alienacin tecnolgica, o frenar la marcha para ver ms claro, en aceptar el phatos
de la potencia mxima y la cruzada tcnica, o la luminosidad de la razn crtica.
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Goya, Los Caprichos, 43, El sueo de la razn produce monstruos (El Prado, 1799)
palabras. No consideren esta poca como fruto necesario del devenir histrico,
no se conformen, no transijan, no se adapten a su tiempo. Pero si consideran su
poca como fruto necesario del devenir histrico, si se conforman, si transigen,
si se adaptan a su tiempo, entonces la prdida de contacto con el mundo ser
irreversible y pueden abandonar toda esperanza de lucidez. Su proceso de
desenraizamiento habr sido completado. Bienvenido a un Mundo Feliz.
*O autor: reside en Rio de Janeiro; es redactor de la Revista Maldita Mquina, Cadernos de Crtica Social.
4 ROUSSEAU, Discours sur lorigine et les fondemens de lingalit parmi les homes. Paris: Berthier, 1894, p. 135.
7 MORRIS, William. Como vivimos y cmo podramos vivir. Logroo: Pepitas de Calabaza, 2004, pp. 120-121.
8 ROSSI, Paolo. Naufrgios sem espetador. A idia de Progresso. So Paulo: UNESP, 2000, p. 12.
9 DESCHNER, K. Historia Criminal del Cristianismo. Vol. I. Barcelona: Ed. Martnez Roca, 1990, p. 46.
10 MONTAIGNE, Michel de. Essais de Montaigne, suivis de sa correspondance et de La Servitude volontaire dEstienne
de La Botie. IV Vols. Paris: Charpentier, 1862, II, VI.
15 SIMMEL, G. Filosofa del Dinero. Madrid: Instituto de Estudios Polticos, 1976, p. 612.
18 DEMCRITO, fr. 6.
23 MANDER, Jerry. Quatro argumentos para acabar com a televiso. Lisboa: Antgona, 1999.
26 ELLIOT, T. S. Collected Poems, 1909-1962. New York: Harcourt, Brace & World, Inc., 1963, p. 147.
27 DIDEROT. Oeuvres Compltes. Tome III. Paris: Garnier Frres, 1875, pp. 439-444.
28 BLOY, Lon. La Salvacin de los Judos. La Sangre del pobre. En las Tinieblas. Barcelona: Orbis, 1987, p. 90.
31 HORCIO, Epstolas, I, I.
33 MANDEVILLE, Bernard de. La fable des abeilles, ou Les fripons devenus honntes gens. Avec le commentaire o
lon prouve que les vices des particuliers tendent lavantage du public.Tome II. Londres: La Compagne, 1740, p. 10.
38 WILDE, Oscar. A Alma do Homem sob o Socialismo, IN: WILDE, O. Obra Completa. Rio de Janeiro: Nova Aguilar, 1980, pp. 1166-1168.
39 CRAVERI, Benedetta. La Cultura de la Conversacin. Buenos Aires: FCE, 2004, pp. 17-18.
42 ELLUL, J. Hay mil millones de analfabetos. Revista Resquicios, Bilbao, ano IV, nmero 6, 2009, pp. 49-50.
43 WOLIN, Sheldon. Democracia S. A. La democracia y el fantasma del totalitarismo invertido. Buenos Aires: Katz,
2008, p. 372.
45 No os conformeis com vuestro siglo, IN: BLOY, Lon. La Salvacin de los Judos. La Sangre del pobre. En las
Tinieblas. Barcelona: Orbis, 1987, pp. 90-91.