SAN AGUSTIN Julian Marias
SAN AGUSTIN Julian Marias
SAN AGUSTIN Julian Marias
SAN AG UST N
1. La vida y la persona
2. La filosofa
El hombre, que es a la vez racional como el ngel y mortal como animal, tiene
un puesto intermedio. Pero, sobre todo, es imagen de Dios, imago Dei, por ser una
mente, un espritu. En la triplicidad de las facultades del alma, memoria, inteligencia y
voluntad o amor, descubre San Agustn un vestigio de la Trinidad. La unidad de la
persona, que tiene esas tres facultades, ntimamente enlazadas, pero no es ninguna
de ellas, es la del yo, que recuerda, entiende y ama, con perfecta distincin, pero
manteniendo la unidad de la vida, la mente y la esencia.
San Agustn afirma con frmulas anlogas a la del cogito cartesiano, aunque
distintas por su sentido profundo y su alcance filosfico la evidencia ntima del yo,
ajeno a toda posible duda, a diferencia del testimonio dubitable de los sentidos
corporales y del pensamiento sobre las cosas. No hay que temer en estas verdades
dice (De civitate Dei, XI, 26) los argumentos de los acadmicos, que dicen: Y si
te engaas? Pues si me engao, soy. Pues el que no existe, en verdad, ni engaarse
puede; y por esto existo si me engao. Y puesto que existo si me engao, cmo
puedo engaarme acerca de que existo, cuando es cierto que existo si me engao? Y,
por tanto, como yo, el engaado, existira, aunque me engaara, sin duda no me
engao al conocer que existo.
El alma, que por su razn natural o ratio inferior conoce las cosas, a s misma y a Dios
indirectamente, reflejado en las criaturas, puede recibir una iluminacin sobrenatural
de Dios, y mediante esta ratio superior elevarse al conocimiento de las cosas eternas.
Cul es el origen del alma? San Agustn queda un tanto perplejo frente a esta
cuestin. Duda, y con l toda la Patrstica y la primera parte de la Edad Media, entre el
generacionismo traducianismo y el creacionismo. El alma, se engendra tambin de
las almas de los padres, o es creada por Dios con ocasin de la generacin del
cuerpo? La doctrina del pecado original, que le parece ms comprensible si el alma del
hijo procede directamente de los padres, como el cuerpo, lo impulsa a inclinarse
hacia el generacionismo; pero al mismo tiempo siente la flaqueza de esta teora, y no
rechaza la solucin creacionista.
La ley eterna divina, a la que todo est sometido, ilumina nuestra inteligencia, y sus
imperativos constituyen la ley natural. Es como una transcripcin de la ley divina en
nuestra alma. Todo debe estar sujeto a un orden perfecto: ut omnia sint ordenaissirna.
Pero no basta con que el hombre conozca la ley; es menester, adems, que la quiera;
aqu aparece el problema de la voluntad.
El alma tiene un peso que la mueve y la lleva, y este peso es el amor: pondus meum
amor meus. El amor es activo, y es l quien, en definitiva, determina y califica la
voluntad: recta itaque voluntas est bonus amor et voluntas perversa malus amor. El
amor bueno, es decir, la caridad, en su ms propio sentido, es el punto central de la
tica agustiniana. Por esto su expresin ms densa y concisa es el famoso imperativo
ama y haz lo que quieras (Dilige, et quod vis jac).
Como la tica, tambin la filosofa del Estado y de la historia depende de Dios en San
Agustn. Vive en das crticos para el Imperio. La estructura poltica del mundo antiguo
est transformndose de un modo rpido, para dejar paso a otra. La presin de los
brbaros es cada da mayor. Alarico llega a ocupar Roma.
La idea central de Agustn es que la historia humana entera es una lucha entre dos
reinos, el de Dios y el del Mundo, entre la civitas Dei y la civitas terrena. El Estado, que
tiene sus races en principios profundos de la naturaleza humana, est encargado de
velar por las cosas temporales: el bienestar, la paz, la justicia. Esto hace que el Estado
tenga tambin una significacin divina. Toda potestad viene de Dios, ensea San
Agustn, siguiendo a San Pablo. Y, por tanto, los valores religiosos no son ajenos
al Estado, y este tiene que estar impregnado de los principios cristianos. Al mismo
tiempo tiene que prestar a la Iglesia el apoyo de su poder, para que esta pueda
realizar plenamente su misin. Como la tica, la poltica no puede separarse en San
Agustn de la conciencia de que el ltimo fin del hombre no es terrenal, sino que de lo
que se trata es de descubrir a Dios en la verdad que reside en el interior de la criatura
humana.