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Mito 36: La Concepcin Inmaculada de la Virgen Mara fue
proclamada por el Papa Pio IX en el ao 185
Mara fue salvada por Cristo como todos los hombres...

Refutacin y Argumentos Catlicos

I. Datos bblicos

Nuestros hermanos protestantes evanglicos
suelen acusarnos de que las enseanzas de la
Iglesia son confusas y mantienen a la gente
alejada de la sencillez de Cristo en el Evangelio.
Uno de esos temas confusos (a veces nos dicen
que son invenciones o falacias nuestras) es el
tema de la Inmaculada concepcin. Los
protestantes se amparan en varias citas para
negar el dogma. Romanos 3,23 dice: "por
cuanto todos pecaron y necesitan la gloria de
Dios". Si todos pecaron, Mara pec, debiera ser
la conclusin lgica de la que segn ellos la
Iglesia hace caso omiso. Ms an, la primera carta de Juan 1,8
afirma que "quien dijera que no tiene pecado es un mentiroso y la
verdad no est en l". Mara misma dice que Dios es su salvador
(Lc 1,47), de manera que ella reconocera que tiene pecado.

En primer lugar hay que aclarar lo que se entiende por enseanzas
de la Iglesia o "dogmas". La Iglesia hace explcita una verdad que
no se encuentra palmariamente en la Escritura, sino que la ha ido
comprendiendo cada vez ms y mejor a lo largo de los siglos. As
pues, no es del todo cierto que en 2000 aos los papas no tienen
bases bblicas para el dogma de la de la Inmaculada o de la
asuncin. El que la Iglesia proclame dogmas ha de comprenderse
como un don de Cristo a la Iglesia. Si ha habido hombres antes y
despus de Cristo que posean el don de profeca, Cristo sera
injusto con su esposa, la Iglesia, si ella no gozara de este don,
mientras que sus hijos s lo tienen. Pero en la Iglesia se trata de un
don que se limita a lo que concierne a la fe y costumbres.

Mito 36: La
Concepcin
Inmaculada de la
Virgen Mara fue
proclamada por el
Papa Pio IX en el
ao 185

A lo largo de su historia bimilenaria, la Iglesia ha definido nuevos
dogmas que enriquecen el contenido de la fe.

Cmo comprender dicho desarrollo?
No de modo sustancial u objetivo, sino accidental y subjetivo.
Lo que la Iglesia ha ido haciendo a travs de los siglos ha sido una
mayor comprensin y explicacin de los dogmas; ms
concretamente, se ha tratado de la definicin explcita de
determinadas verdades que ya estaban contenidas en la revelacin
divina (Escritura y Tradicin = depsito de la palabra de Dios), pero
que la Iglesia ha propuesto de manera explcita a la fe de los fieles.
De ah se deducen dos consecuencias: La Iglesia no inventa, ni crea
nuevos dogmas; ms bien, propone a los fieles de manera infalible
determinadas verdades que estaban ya contenidas en el
Depositum fidei. El depsito no cambia, sino que somos nosotros
los que crecemos en su comprensin bajo la direccin infalible de la
Iglesia, asistida por el Espritu Santo

El fundamento bblico de la inmaculada concepcin es el texto de
Lucas 1,28. Antes de llegar a Lucas 1,28, conviene aclarar que en
efecto Mara fue salvada como el resto de los hombres. Judas 24
enseanza que "Dios todopoderoso es capaz de guardarnos sin
cada y de presentaros sin mancha en presencia de su gloria". Si
aplicamos el pasaje a la Inmaculada concepcin deducimos que al
igual que nosotros, Mara fue salvada del pecado, mas en su caso
no signific una salvacin despus de caer en pecado, sino
previamente, como quien es advertido de un peligro antes de que
caiga en l y no despus... El contexto de Romanos 3,23, es muy
diverso del de Lc 1,26-38. Dejando de lado la diferencia de los
gneros literarios de ambos escritos (uno es narrativo y otro
doctrinal), no ha de descuidarse que el pecado de que se habla en
Romanos es el personal. Por eso es que en el "todos" de Pablo no
est incluido Cristo. Pero est incluida Mara?

De lo que dice Romanos 3,23 no puede deducirse, pues, que Cristo
ha tenido pecado, por mucho que 1Jn 1,8 ensee que quien diga
que no tiene pecado es un mentiroso. De lo contrario, el autor de
Hebreos 4,15 sera un mentiroso ("porque no tenemos un sumo
sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino
uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado").
Por lo tanto, el error de fondo del pensamiento protestante
evanglico es que no se ha comprendido que en Romanos 3,23 y
en 1Jn 1,8 se trata del pecado personal y no del original. Romanos
5,12 s abordar el tema del pecado original.

En 1Jn 1,9 se dice que si confesamos nuestros pecados, Dios es fiel
para perdonrnoslos: no confesamos nunca el pecado original, sino
el personal. El pecado original, nos ensea el Nuevo Catecismo de
la Iglesia, no lo cometemos, sino que lo heredamos y se transmite
por propagacin, por ello es que se trata de un pecado en sentido
anlogo (NCIC 405). Hay muchas personas que son excepciones al
pecado personal, como son los subnormales o ciertos minsvalidos
y los nios que an no llegan al estado de conciencia.

Ahora pasamos a Lc 1,28. Qu es lo que ocurre aqu? Primero,
sorprende que en vez de que el ngel llame a la Virgen por su
nombre, le diga "llena de Gracia". Este hecho nos recuerda algo
llamativo en el Antiguo Testamento (y que se repetir, por ejemplo,
en el Nuevo en el caso de Mt 16,16-19), y es el nuevo nombre que
recibe una persona (Gn 3,20; 17,5.15; 32,28). Gnesis 3,20 dice
as: "Y el hombre le puso por nombre Eva (en hebreo "Hawa") a su
mujer, porque ella era la madre de todos los vivientes". En hebreo
el verbo "hayah" significa "vivir". Las letras "y" y "w" en hebreo se
suelen intercambiar con facilidad: por ello es que la mujer de Adn
recibe el nombre de Eva, nombre cuya raz hebraica designa "vivir".
Algo similar ocurre con Mara y el ngel: para nombrarla, el ngel
emplea precisamente lo que en Eva equivala a su misin -"Madre
de los vivientes"- en Mara se trata de "colmada de gracia" por el
hecho de que ser Madre de Dios, que es lo que el ngel le viene a
anunciar. Como el nombre de Mara en griego consiste en un
tiempo en perfecto (kejaritomene), ello pone de relieve que es una
accin que ha tenido lugar en el pasado: lo que decamos antes,
fue preservada del pecado por parte de Dios; y ella se ha
mantenido en dicho estado; de lo contrario, el ngel no la podra
llamar as. Ello muestra que su estado de gracia es pleno y
perfecto.

En la Biblia, adems, encontramos varios pasajes que confirman
que Mara es inmaculada. Gnesis 3,15 habla de la enemistad entre
la serpiente y la mujer, entre su simiente y la de Ella... Se habla de
la descendencia de la mujer con el trmino "simiente" y Ella no est
incluida en la de la serpiente: la enemistad es absoluta, y dicha
oposicin no tendra ningn sentido si Mara tambin tuviera
pecado. En el Evangelio de Juan Jess se dirige a su Madre siempre
con el apelativo de "mujer" (Jn 2,5; 19,26; en el Apocalipsis se
habla de Ella como "mujer" unas ocho veces: cf Ap
12,1.4.6.13.14.15.16.17). 1Cor 15,45 habla del primer Adn y del
nuevo Adn. Al llamar Jess a su Madre "mujer" pone de relieve
que es la "nueva Eva": la nueva Eva, Mara, trae la salvacin con su
"hgase" en el momento del anuncio del ngel, aceptndo as el ser
Madre de Dios.
Adems de nueva Eva, Mara es el "Arca de la alianza". El Antiguo
Testamento enseZa que el Arca de la Alianza deba ser santa e
inmaculada, intocable de hombre pecador ninguno: "Cuando Aarn
y sus hijos hayan terminado de cubrir los objetos sagrados y todos
los utensilios del santuario, cuando el campamento est para
trasladarse, vendrn despus los hijos de Coat para transportarlos,
pero que no toquen los objetos sagrados pues moriran. stas son
las cosas que transportarn los hijos de Coat en la tienda de
reunin" (Num 4,15; cf Ex 25,10; 2Sam 6,1-9): dentro de los
objetos sagrados se encuentra el Arca como el principal. Si el Arca
tena que ser pura, con cunta mayor razn Mara, Madre del Hijo
de Dios encarnado!

En Ap 11,19 se abre el templo de Dios y se muestra el arca de la
alianza en un contexto tpico de "revelacin" como son los
relmpagos, las voces, los truenos. En el siguiente versculo se
muestra a Mara: es la mujer vestida de sol... En el Antiguo
Testamento el arca contena tres cosas que en el Nuevo sern
atributos de Cristo: el man, el cayado de Aarn y los diez
mandamientos ["Y detrs del segundo velo haba un tabernculo
llamado el Lugar Santsimo, el cual tena el altar de oro del incienso
y el arca del pacto cubierta toda de oro, en la cual haba una urna
de oro que contena el man y la vara de Aarn que retoZ y las
tablas de la alianza", Heb 9,3-4]: Jess es el verdadero man (Jn
6,32; Ap 2,17), el sumo sacerdote de Dios verdadero (Hb 3,1; 9,11;
ap 1,13) y la palabra que se ha hecho carne (Jn 1,1.14; 1Jn 1,1; Ap
19,13). En el Antiguo Testamento el Espritu de Dios se cerna
cobre el Arca en forma de nube (Ex 40,32-33), as como el Espritu
Santo cubri a Mara con su sobra (Lc 1,35). David exclama ante el
arca: Cmo podr venir a m el arca del SeZor? (2Sam 6,9). As
como David salta de gozo ante el arca (2Sam 6,14-16) Juan
Bautista salta en el seno de su madre al llegar Mara a casa de
Isabel (Lc 1,43). El arca del SeZor permanece seis meses en casa
de Obededn (2Sam 6,11) y Mara permanece unos tres meses en
casa de su prima (Lc 1,56).

El cumplimiento del Antiguo Testamento por parte del Nuevo,
implica no slo que se le lleva a plenitud, sino que lo supera con
mucho. Por ejemplo, Cristo en la cruz lleva a cumplimiento varios
pasajes veterotestamentarios sobre el cordero pascual, entre otros,
pero los supera en cuanto que adems de cordero es el Hijo de
Dios altsimo que muere en una cruz para redimirnos del pecado.
Las citas de la Escritura no quebrantarn ninguno de sus huesos
(Jn 19,35; cf xodo 12,46) y la alusin a la rama de hisopo (Jn
19,29; cf xodo 12,22) ponen de relieve que ambos pasajes hallan
su cumplimiento en l. Mas su muerte no se limita al solo cordero,
ya que lleva a cumplimiento otra profeca: "Mirarn al que
traspasaron" (Jn 19), que se refiere a la muerte del rey Josas, rey
piadoso que en el Antiguo Testamento haba llevado a cabo la
reforma religiosa del pueblo (Zc 12,10-11; cf 2Re 23,29): adems,
de morir como cordero, muere tambin como rey. La cruz es su
propio trono (Jn 19,19). En el caso de Mara, si hubiera nacido en
pecado, sera entonces inferior a Eva que fue creada en pefeccin y
sin pecado, lo que implicara que tambin Adn es superior a Cristo.
Volviendo a la muerte de Cristo en la cruz, todo parece verificarse,
ya que Jess la llama "mujer" . La designacin carecera de sentido
si Ella no fuera la nueva Eva y l el nuevo Adn. Ms an as como
del fruto del rbol comieron el hombre y la mujer, de modo que
pecaron, del mismo modo, el fruto del madero de la cruz son la
sangre y el agua de Cristo. Por el fruto del primer rbol los
hombres pecaron, por el fruto del madero son regenerados (el
agua) y reciben un alimento de vida (la Eucarista).

Ahora volvemos al pasajes de Rm 5,12: All el punto de la
comparacin es entre Cristo y Adn. Si la comparacin fuera entre
Mara y Eva, tampoco Mara estara incluida en ese "todos" de Rm
5,12, ya que de otro modo la comparacin carecera de sentido (en
el Gnesis aparecen tanto Adn como Eva y ambos caen en el
pecado de comer del fruto del rbol). Y es aqu donde entra el
texto del Gnesis, y en el que aparece la figura de la mujer. Esto lo
vio muy claro ya san Justino en el siglo II en el Dilogo 100 (PG
6,172); posteriormente otros padres de la Iglesia profundizaron y
siguieron meditando en esta realidad, como Ireneo (Adversus
Haereses 3,22,4), San Efrn Sirio (Carmina Nisibena 27,8). San
Jernimo profundiza la relacin de Cristo con Mara a la luz del Sl
67,6 ["La tierra ha dado su fruto; nos bendice el SeZor nuestro
Dios"]: el fruto es Cristo, y la tierra, la Virgen, su Madre: el SeZor
que nace de la esclava; el Dios de la criatura humana; el Hijo de la
Madre, el fruto de la tierra. As como Dios form a Adn del barro
de la tierra a la que no haba afectado el pecado originall, Dios
form a Cristo, de la tierra nueva que tambin tena que estar
inmune de dicho pecado . La creacin tuvo inicio sin pecado; la
nueva creacin tambin. Pero a diferencia de la primera creacin,
la nueva creacin es la naturaleza humana del Hijo de Dios en el
seno pursimo de Mara santsima: as ha tenido lugar la nueva
creacin.

De todos modos, a pesar de que el fundamento bblico sea Lc 1,28,
no puede tratarse de una verdad explcita. De lo contrario, no hara
falta el pronunciamiento dogmtico. Si una verdad est clara en la
Biblia, no es necesario el dogma: el no matar no necesita que se
proclame como dogma. Es evidente que la Biblia lo rechaza y
condena. Para la explicitacin de verdades dogmticas implcitas en
la Biblia contamos con la gua segura del Santo Padre, que no es
arbitraria sino que se basa en Mt 16,16-20.

El dogma de la Inmaculada, pues, no puede consistir en ninguna
invencin, sino en una tradicin antiqusima, que parte del siglo II
con san Justino (al que siguen los padres elencados antes, entre
otros); dicha tradicin se refuerza en el S. IV con la figura de
Mximo de Turn, Teocteno de Livia y Andrs de Creta. En el S. VII
nace la fiesta de la Inmaculada en oriente y luego se va
extendiendo a Irlanda, Inglaterra, Francia, Blgica, EspaZa y
Alemania. A ello sigui un perodo de controversias entre los SS
XII-XIV, de modo que la piedad se consolid en el XV. Sixto IV dio
un nuevo renov la Misa de la Inmaculada, Alejandro VII precisa el
objeto de la fiesta en trminos ya muy cercanos a la definicin
dogmtica de Po IX.

Una experiencia que me ha ayudado mucho a comprender y
asimilar mejor dogmas como este es si de veras conozco a fondo
los diversos datos no slo escritursticos, sino tambin de la
tradicin, y las motivaciones de los mismos (descuidar que la Biblia
es fruto tambin de la tradicin es descuidar el elemento humano
que ha influido en su composicin por inspiracin divina). Una vez
me pregunt ante una postura que el Santo Padre haba tomado y
que me costaba asimilar: "S yo ms que el Papa y los diversos
santos y personajes que le han precedido? Obviamente, no". Fue
entonces cuando me percat de la importancia de la humildad para
dar el asentimiento de la fe y de lo limitada que es mi pobre razn.
"Si comprehendis non est Deus" deca san Agustn.


II. Algunas referencias ulteriores


A.Sobre Eusebio de Cesarea

Habla de la Virgen Mara en unos 20 pasajes. Ulteriormente tratar
de citar los que me parezcan ms relevantes. Fue obispo de
Cesarea martima, Palestina. Pero se ignora dnde naci (muri el
340). Asumi el apelativo "Pnfilo" para honrar a su preceptor y
amigo que llevaba ese nombre. Pnfilo enriqueci grandemente la
boblioteca que en Cesarea haba fundado Orgenes. Parece que
durante la persecucin de Diocleciano hubo de huir a Tiro y luego a
la Tebaida. El 313 fue hecho obispo de Cesarea. Ingenuamente o
por debilidad cedi a las presiones arrianas durante su episcopado:
no comparta, sin embargo, sus extremismos. Desempe un papel
importante en el snodo de Cesarea que declar ortodoxa la
doctrina de Arrio. El snodo de Antioqua del 325 depuso a Eusebio
por no haber firmado una profesin de fe contra Arrio. Sin
embargo, s firm el credo de Nicea del mismo ao, as como el
acto de condena pblica contra Arrio. Despus del concilio, sigui
respaldando Arrio por motivos polticos.
En los ltimos 20 aos de su vida fue un ferviente partidario de
Constantino, en cuyo favor redact 2 panegricos y un largo elogio.

Se dice que con Eusebio se abre la edad de oro de la literatura
patrstica, y si bien no es muy digna de estima su figura humana -
por sus compromisos polticos y volubilidad- a ella ha de
reconocrsele el mrito de que despus de Orgenes fue el de los
escritores ms grandes por su gran erudicin.

Sus obras son entre otras la Historia Eclesistica, el Comentario a
los Salmos, Comentario a Isaas, dos tratados contra Marcelo (de
carcter dogmtico).

Gracias a Eusebio se sabe con certeza que en la palestina del S. IV
se conoca el nombre "Thetokos" aplicado a Mara (es decir, Madre
de Dios), asimismo la llama en sus obras "Madre del Seor", y cree
en el nacimiento virginal de Cristo. l ve en Mara a la profetisa
preanunciada por Is 8,3. Para l Mara es tambin Panhagia (toda
Santa).

Quisiera ahora colocar algunos textos en que Eusebio habla de
Mara

* "Bajar como lluvia sobre la hierba, como agua que empapa la
tierra".

[...] La generacin de nuestro Salvador segn la carne tuvo lugar
de un modo del todo similar a la lluvia, que imperceptiblemente y
sun ruido baja sobre la tierra; sucedi as para que nadie tuviera
conocimiento u oyera el misterio de la concepcin del parto de la
santa Virgen, ni siquiera entre aquellos que habitaban en los
alrededores.
Comentario a los Salmos 71,6-8; PG 23, 800 B-C

* "A ti el principado en el da de tu poder entre santos esplendores:
Desde el seno de la aurora Tienes t el roco de tu juventud" (Sl
109,3)

[...]Con tales expresiones l parece significar el modo de su
generacin carnal. Del vientre, dice, ser el roco matutino de tu
juventud o bien desde el vientre tendr lugar para ti tu roco
matutino en tu juventud. Con ello creo que se declara que su
generaicn carnal est constituida no por el semen de un hombre,
sino del Espritu Santo. De hecho, como roco que fluye desde lo
alto del cielo, as en el seno grvido de su madre fue hecha la
constitucin de la carna en su juventud. Pero en lugar de el vientre
o de el tero el texto hebreo usa Mariam. Por este motivo,
prestando odos de lo otro, s que el trmino hebreo aqu indica el
nombre de Mara; de suerte que con ellos Mara es mencionada con
el nombre.
Comentario a los Salmos 109,4; PG 23, 1341 D-1344 C

*Sin duda que los profetas anunciaron por su nombre que Cristo,
Verbo de Dios, l mismo Dios y Seor (...) sera nio, sera llamdo
hijo del hombre; anunciaron el origen del cual descendera, as
como su nacimiento de una Virgen de modo nuevo y extraordinario.
Demostracin evanglica 1,1,1-2; PG 22,16 C-D

* El profeta, al decir "he aqu la Virgen concebir y dar a luz un
Hijo (Is 7,14) interponiendo muchsimas cosas, vaticina para el
mismo da lo que iba a ocurrir en el tiempo de la llegada de nuestro
Salvador...
Cuando sucedan estas cosas el da sealado, es decir, cuando
nazca de la Virgen aquel del que se habla, entonces el profeta lo
predice como hombre abandonado a causa de la ruina de todas las
gentes.
glogas profticas 2,3, 88-90; PG 22, 140 A-B

*"En el sol puso su tienda" (Sl 18,6). El sol indica la divinidad en la
que puso su sede como su fuera una tienda; o bien, indica el
cuerpo que asumi de la Virgen, el cual era como una tienda del
poder divino permanente en l.
glogas profticas 2,19; PG 22, 1105 B

*Creci como un retoo

Y por lo tanto fue predicho tambin el lugar donde nacera. Sin
embargo, el profeta Isaas coloca el milagro del nacimiento ora de
modo oscuro y figurado, ora de modo abierto y manifiesto. De
modo oscuro, cuando dice: Oh Seor, quin crear nuestro
anuncio? A quin ser revelado el brazo del Seor? Ha crecido
como un retoo ante l y como raz en tierra rida (Is 53,1-2).
Por lo tanto, el retoo que se nutre de la leche materna indica
claramente el nacimiento de Cristo, La tierra inaccesible y rida, en
cambio, indica que la Virgen lo engendr. Aquella a la que ningn
hombre os acercarse y de la que, aunque rida deriv la exaltada
raz y aquel retoo nutrido con la lecha materna.
Mientras que estas cosas las indic de modo bastante oscuro, en
cambio el mismo profeta interpreta ms abiertamente su
pensamiento, cuando dice: He aqu la virgen concebir y dar a
luz un Hijo, al que llamar Dios con nosotros (Is 7,14).
Qu es lo que falta por tanto a estas cosas? De hecho, una ez que
los profetas han preanunciado sea la tribu sea la estirpe sea el
modo del nacimiento y el milagro de la Virgen, sea el tipo de vida,
se deduce claramente que ellos no puede pasar en silencio ni
siquiera el tema de su muerte.
glogas profticas 3,12, 48-54; PG 22, 180 A-181 A)

*Por profetisa es indicada Mara

Despus me un a la profetisa, la cual concibi y dio a luz un hijo
(Is 8,3), y lo que sigue. Desdira de la dignidad y de la veracidad
proftica pensar que el profeta, sobre todo cuando siendo parte de
los testimonios (que vaticinan al Salvador), est inspirado
divinamente, y estando afectado por una vergonzosa unin,
acercase a una mujer por muy profetisa que fuera.
Acaso no sera verosmil dicho acercamiento a una mujer, ni la
concepcin ni el parto de sta? A nos parece que el sentido es el
mismo que de la profeca precedente, segn la cual dice: He aqui
la Virgen concebir en el seno (Is 7,14). All, pues, haba predico
que una Virgen concebira en el seno y dara a luz un hijo; en
cambio aqu se indica el modo con el que la profeca llega a su
cumplimiento. En el seno dice- concebir y dar a luz un Hijo.
Por lo tanto, quin sera aquel que dice me un a una profetisa,
sino slo el Espritu Santo, inspirado por el cual hablaba el profeta,
y del que fue dicho a Mara El Espritu Santo descender sobre ti, y
sobre ti el poder del altsimo extender su sombra? (Lc 1,34). Por
ello no sin motivo bien podra denominarse profetisa tambin
aquella que concibiendo del Espritu Santo, engendr a aquel que
es llamado Emanuel, mientras que aqu se le denomina de modo un
tanto diverso.
glogas profticas 4,5; PG 22, 1205 A-C


B. Sobre san Agustn

Arriba se coment que San Agustn dice: Mara muri por causa
del pecado Original, transmitido desde Adn a todos sus
descendientes (salmo 34, sermn III); sin embargo, cmo aclara
se compagina esta afirmacin a la luz de otra del mismo santo
Padre: al tratarse de pecados, no hago referencia a la Virgen
Mara? (PL 44,247), y de esta otra: no hacemos entrega de Mara
al demonio por su condicin natural de nacer, sino que su misma
condicin se quita por la gracia de renacer. Sobre el tema del
pecado original no ha de olvidarse que hay un progreso espiritual y
doctrinal y tambin terminolgico- en torno a la santidad de Mara,
lo que se percibe de un modo particular en san Agustn y la
polmica pelagiana. Ello explica la necesidad de una mayor
profundizacin en el dogma del pecado original.

C. Sobre Santo Toms

En la Suma Teolgica III q 27 a.2 ad 2 se donde aborda la
cuestin.
El motivo de la no exencin del pecado original en Mara segn el
Doctor Anglico se deba al recelo de que se negara la
universalidad absoluta de la salvacin de Cristo. Si se dijera que
Ella no tuvo pecado, se negaba la salvacin por parte de Cristo?
Hay cabida a un Salvador en tal caso?

Primero hemos de decir que la doctrina de un doctor de la Iglesia
no constituye de suyo una enseanza definitiva del magisterio
mismo. Un telogo no es tampoco toda la tradicin, sino que la
Iglesia va profundizando en el conocimiento de las verdades
reveladas con la gua del Espritu Santo. Cabe decir asimismo, que
la Iglesia no inventa, ni crea nuevos dogmas; ms bien, propone a
los fieles de manera infalible determinadas verdades que estaban
ya contenidas en el Depositum fidei, pero ello no significa que
antes de tales pronunciamientos algunos telogos o pensadores
hayan tenido reservas o titubeos. El depsito no cambia, sino que
somos nosotros los que crecemos en su comprensin bajo la
direccin infalible de la Iglesia, asistida por el Espritu Santo.
Santo Toms negaba la Inmaculada Concepcin por salvaguardar la
redencin universal de Cristo.

Segundo, Duns Escoto propuso la idea de que Mara est incluida
en la redencin de Cristo, pero -ojo- con la salvedad de que la
salvacin universal de Cristo no est reida con la preservacin del
pecado original en Mara, sino que implica una redencin ms
perfecta. Escoto no es una figura aislada tampoco en cuanto a la
doctrina. De hecho es tributario de Eadmero, gran amigo,
secretario y bigrafo de san Anselmo de Cantrbery. Eadmero fue
quien argument en favor de la Inmaculada con los trminos
siguientes: Pudo, convino, lo hizo ("potuit, decuit ergo fecit"
verbos referidos a Dios).
De hecho es lo que ensea la Escritura en Judas 24-25: salvar no
es slo sacar a alguien del "hoyo" en el que ha cado, tambin es
evitar que caiga, preservndolo as de caer, y esto es una salvacin
ms perfecta que la de haber cado en l. Veamos la cita: < >.

Concluimos con las reflexiones siguientes:

A veces se lee en los escritos protestantes que hay padres o
escritores que no hablan de la Virgen, y que ello muestra que no se
le tena devocin en la Iglesia antigua o algo por el estilo.

Es una afirmacin a decir verdad absurda: el que no la mencionen
se debe a que sus escritos son en la actualidad o muy
fragmentarios o porque no era ese el problema que intentaban
abordar. Negar la veracidad de la tradicin mariana de la Iglesia
catlica porque algunos de ellos no hablan de la devocin a Mara
es como decir que como no todos hablan de la Trinidad, sta no
existe: tampoco aparece el trmino en la Biblia y en cambio los
evanglicos la conservan por tradicin, as como por tradicin
conservan contradictoriamente el principio de la sola Escritura ,
ya que no figura ni en la Biblia ni en los Padres de la Iglesia. Por
otro lado, no olvidemos que una cosa es lo que opinan los telogos
por santos y eminentes que muchos hayan sido- y otra muy
diversa lo que la Iglesia ora, vive, determina...

La devocin mariana por parte de la Iglesia catlica es una de las
muestras de su carcter universal. Adems, del Nuevo Testamento,
de Mara nos hablan los primeros padres, como ya se dijo: san
Ignacio de Antioquia, san Justino, san Ireneo. A ello ha de sumarse
el testimonio que de Mara ofrecen las catacumbas, como las de
Priscila que data del S. III.

Se encuentra en la tradicin de la Iglesia alejandrina con Orgenes
que habla de la perfeccin de Mara, de su virginidad y de su
mediacin, as como hablan de ella Clemente de Alejandra, Ddimo
el Ciego, Atanasio y Cirilo: estos dos hablan de la presencia de
Mara en el AT, de la maternidad divina, de su mediacin y de la
perfeccin de Mara; en este perodo se difunde el testimonio
annimo Sub tuum praesidium (Bajo tu amparo del S. III; lo
testimonia el papiro 470 encontrado en una localidad de Egipto y
adquirido por la Rylands Lybrary en 1917), que ha tenido una
grande resonancia en los textos litrgicos de las iglesias bizantina,
copta, ambrosiana y de Roma.

Se encuentra en la tradicin de la iglesia de frica; lo testimonian
los escritos de Tertuliano, Cipriano y Agustn. Tocan temas variados
como la perfeccin de Mara, su fe, la virginidad, la exencin de
pecado, Mara en el AT, la maternidad espiritual.

De Mara dan testimonio los Padres del Asia Menor (lo que hoy es
Turqua ms o menos): san Metodio de Olimpo, san Basilio, san
Gregorio de Nisa y san Gregorio de Nacianzo, Anfiloquio de Iconio,
san Nilo y Teodoreto de Ancira (devocin, maternidad divina, Mara
en el AT, asuncin, santidad excelsa, mediacin).

Tambin hablan de Mara los Padres de la as llamada escuela
antioquena: Didoro de Tarso, Teodoro de Mopsuestia, san Juan
Criststomo, Severiano de Gbala, tico de Constantinopla, Proclo,
Antpatro de Bostra, Teodoreto de Ciro y Basilio de Seleucia (Mara
y el AT, maternidad divina, santidad, inmaculada concepcin y
asuncin, virginidad, mediacin).

Padres de Siria y Palestina: Afraates, San Efrn, san Epifanio, Fin
de Carpasia, Eusebio de Cesarea, san Cirilo de Jerusaln, Esiquio de
Jerusaln, Procopio de Gaza (maternidad divina, Mara y el AT,
santidad, inmaculada concepcin y asuncin, virginidad,
mediacin).

Padres de tradicin romana: san Hiplito, Novaciano, san Jernimo,
san Len Magno (fe, Mara en el AT, santidad de Mara, virginidad,
maternidad espiritual).

Padres que pertenecen al resto de la iglesia de Italia: san Zenn de
Verona, san Ambrosio, san Gaudencio, Firmicio Materno, Sedlio,
Rufino, san Paulino de Nola, san Pedro de Rvena, san Mximo de
Turn, Boecio y Casiodoro. (Maternidad divina, fe de Mara,
santidad, Mara en el AT, virginidad, maternidad espiritual y
mediacin).

Padres de la tradicin de las iglesias del resto de occidente: San
Hilario de Poitiers, Baquiario, Gregorio de Elvira, Prudencio,
Casiano, san Prspero de Aquitania, san Vicente de Lrins, Fausto
de Riez, Genadio de Marsella, san Eleuterio de Tournai, san
Cesreo de Arls, san Gregorio de Tours, san Leandro, y san
Isidoro de Sevilla (abordan estos temas: maternidad divina,
pefeccin de Mara, Mara en el AT, fe de Mara, virginidad,
mediacin y asuncin).

Autor: P Juan J. Ferrn | Fuente: Catholc.net
Mara, compendio del Evangelio
Mara creca en paz, en armona, en gozo por las cosas de Dios.
Tener esa actitud para entender las cosas de la vida.




Admiramos en esta meditacin a Mara, la
mujer perfecta, la primera cristiana, el primer
fruto de la redencin de Cristo. En Ella el
Padre Celestial plasm su pensamiento de lo
que l quera del ser humano. Por eso, todos
tenemos el orgullo y la satisfaccin de
contemplar en Mara lo mejor de la
humanidad. En Ella se unen la mujer perfecta
en esta tierra, no exenta de luchas, de
sacrificios, de cruz, con la mujer salvada y celestial, que tiene ya su
corazn en el cielo y nos adelanta esa otra vida de los
bienaventurados.

Admiramos en Mara, por los datos evanglicos de que disponemos,
su pureza virginal, su humildad profunda, su sentido exquisito de la
Voluntad de Dios, su fe y confianza plenas en Dios, su fortaleza
ante el dolor, su caridad sin lmites, su condicin de mujer de
oracin, su espritu de servicio silencioso, su sencillez de vida, su
desapego de las cosas materiales, su amor entraable por su Hijo,
su ejemplo de mujer, de madre y de esposa, y otras muchas cosas.

En Mara se realiza de una forma perfecta el plan de Dios sobre el
ser humano en esta vida. Mara es una criatura salida de las manos
de Dios. A Ella se dirige Dios, respetando su libertad, para pedirle
que colabore en su Plan de salvacin para la humanidad cada.
Mara le dice S a Dios. A partir de ese momento se empieza a

Mara, compendio
del Evangelio
realizar la obra de la redencin, encarnndose Cristo en su seno
virginal. Son muchas cosas las que Mara nos puede ensear para
esta vida cristiana nuestra de todos los das. Slo vamos a escoger
algunas.

Mara, ejemplo de obediencia a Dios. Por el dilogo entre Mara y el
ngel se deduce que la propuesta de Dios a Mara chocaba
frontalmente con los planes de Mara misma sobre su vida. Sin
embargo, nada ms escuchar Mara el plan de Dios y resolver cmo
se realizara aquel plan, Ella se entrega con aquellas palabras
maravillosa que debieron conmover el mismo Corazn de Dios: "He
aqu la esclava del Seor; hgase en m segn tu Palabra".(Lc 1,
38). El pecado por excelencia del ser humano ha sido siempre la
soberbia contra Dios. As fue en lneas generales la historia del
pueblo elegido. Por fin una criatura, en nombre de toda la
humanidad, le dice a Dios S. Esa palabra que todos deberamos
usar ante los planes de Dios para nuestra vida, aunque no los
entendamos.

Mara, ejemplo de oracin. Varias veces a lo largo de su vida, los
Evangelistas nos dicen aquella expresin: "Mara conservaba
cuidadosamente todas las cosas en su corazn" (Lc 2, 51). Era en
la oracin, en el silencio, en la reflexin en donde Mara creca en
paz, en armona, en gozo por las cosas de Dios. Una actitud muy
importante para quien quiera entender la vida y las cosas de la
vida. No pensemos que Mara vivi permanentemente en un estado
de comprensin normal de las cosas. Tal vez no nos imaginamos
que signific para Ella escuchar aquellas palabras: "No sabais que
yo deba estar en la casa de mi Padre?" (Lc 2,49) o aquellas otras:
"Y a ti misma una espada te atravesar el alma" (Lc 2, 35). Sin la
oracin tambin es difcil que nosotros entendamos la vida, el
mundo, los acontecimientos.

Mara, ejemplo de sencillez de vida y de desapego de las cosas
materiales. Impresiona, sobre todo con una mentalidad de hoy, el
ver a Mara camino de la montaa para ayudar a su prima Isabel
que estaba embarazada, el ver a Mara misma camino de Beln con
Dios en su seno, o el contemplar su presencia siempre en segunda
lnea durante la vida de Cristo. Y era la Madre de Dios. Tal fue su
sencillez que, cuando Cristo empez a realizar milagros y a
convertirse en un personaje famoso, los conciudadanos se
extraaban que sus padres fueran Mara y Jos. (Qu leccin para
la vanidad humana tan necesitada de reconocimientos, de ttulos,
de primeras filas! Mara jams reclam nada para s. Cuando
intervino fue para ayudar a otros, como en las bodas de Can (Jn
2, 1-11).

Mara, ejemplo de mujer, madre y esposa. Es tan bello contemplar
a Mara en estas facetas que tal vez tendramos que dejar que la
imaginacin corriera por aquel hogar de Nazaret, en donde todo
era paz, armona, gozo, servicio. Y era un hogar difcil, porque all
todo estaba al revs: el Hijo, en teora el ms pequeo, era ni ms
ni menos Dios. Jos, el padre de familia, en teora el jefe de aquel
hogar, era en realidad inferior en santidad a Jess y a Mara. Y
Mara?, all en el medio, siendo una mujer cabal, equilibrada,
serena, digna; siendo una esposa ejemplar, atenta, bondadosa,
servicial; siendo una madre entregada, cariosa, exigente,
comprensiva, amorosa. Un ejemplo muy moderno para la mujer de
hoy que se debate entre tantas dudas y dificultades.

Pero Mara tambin tena ya su Corazn en el cielo. Es el ejemplo
del ser humano que vive en este mundo, pero no se siente de este
mundo, porque su verdadera patria est ms all, junto a Dios.
Llena de gracia, Mara es la primera salvada, es el primer fruto de
la redencin de Cristo. Su trnsito de esta vida al Padre fue una
mera circunstancia. Ella ya viva en la presencia de Dios. Vamos a
ver algunos aspectos de esta Mara ya salvada, ya con el corazn
en el cielo, ya teniendo a Dios para siempre.

Mara era una mujer llena de gracia. As se lo dijo el ngel al
saludarla: "Algrate, llena de gracia, el Seor est contigo" (Lc
1,28). Para Ella, desde su infancia la amistad con Dios constitua lo
ms bello, lo ms deseado, lo ms defendido, lo ms soado que le
poda acontecer. Dios era todo para Ella. Esta es la realidad del
salvado. Dios lo ser todo para nosotros, cuando lo veamos cara a
cara. Pero en esta vida, Mara debe ser un ejemplo de nuestra
amistad con Dios, amistad que no puede estar hipotecada, amistad
que hay que defender y conservar, amistad que hay que tener por
encima de lo que sea. Sera slo un pre-anuncio de nuestra vida en
Cristo por toda la eternidad.

Mara era una mujer alegre. La alegra es la virtud de los
resucitados, de los que tienen a Dios, de los que han puesto su
corazn en el cielo. Vemos esta alegra en Mara Magdalena cuando
descubre al Resucitado, en los discpulos de Emas cuando
reconocen a Cristo en la fraccin del pan, en los apstoles cuando
Cristo resucitado se les presenta en el Cenculo. La alegra no
puede abandonar nunca a quien cree en Dios. Y ste debera ser el
rostro de nosotros los cristianos que ya vivimos de alguna forma
nuestra fe en la resurreccin. Por el contrario, la tristeza, como
vivencia habitual y permanente, no entra nunca, pase lo que pase,
en la vida de quien cree en Cristo.

Mara era una mujer con el corazn en el cielo. Mara vea todo a
travs del cielo. Qu importancia tenan el sufrimiento, las
carencias, las luchas, los sacrificios, los esfuerzos, las renuncias, los
momentos difciles, cuando todo eso se ve desde el cielo? Ninguna.
Todo es parte de ese camino hacia el cielo, ese camino estrecho
que tanto asusta al ser humano, que conduce a Dios. Ella ha sido
nuestra precursora en este camino, dndonos ejemplo. Sigamos a
Mara en esta vida que sin duda es para todos Aun valle de
lgrimas@, pero tengamos siempre el corazn arriba, junto a Dios,
con espritu de resucitados.

Dios nos ha dado a Mara como Madre, Abogada, Intercesora,
Mediadora, Amiga y Compaera. En la espiritualidad cristiana debe
haber un gran sitio para Mara en el corazn de cada cristiano. De
lo contrario nuestra espiritualidad estara incompleta, sera muy
pobre. Podramos proponer algunos caminos o medios de
espiritualidad mariana para nuestro corazn de cristianos.

El amor tierno y filial a Mara. Mara debe convertirse en la vida de
un cristiano en objeto de ternura, de cario, de afecto. A Mara hay
que quererla como se quiere a una madre. Lejos de nuestra
espiritualidad una actitud seca, austera, distante, fra hacia quien
nos ama tanto, hacia quien aboga tanto por nosotros ante Dios,
ante quien tanto nos cuida, ante quien vigila nuestros pasos para
que no caigamos en el mal. De ah la necesidad de tener con Mara
momentos de encuentro, dilogos cordiales, intimidad y confianza.
No puede pasar un da en nuestra vida que no nos dirijamos a Ella
con la sencillez de un nio a contarle a nuestra Madre del Cielo
nuestros problemas, nuestras alegras, nuestras luchas, nuestros
planes.

Pero la devocin a Mara no debe quedarse slo en un afecto y
amor, porque entonces se empobrecera. Debe convertirse en
imitacin de sus virtudes. Para nosotros Mara es la obra perfecta
de Dios y en Ella resaltan con luz muy especial todos aquellos
aspectos de una vida que agradan a Dios. Aunque nunca seremos
tan perfectos como Ella, sin embargo podemos seguir sus pasos
para llegar a Cristo a travs de Mara. Su mayor deseo es que
amemos a su Hijo, que seamos como l, que vivamos su Evangelio.
(Qu Mara sea nuestra gua en este camino!

Y no olvidemos esas formas de oracin particular centradas en
Mara como pueden ser el Santo Rosario. Una devocin que hay
que llegar a gustar y gozar, metiendo el corazn en cada Avemara,
en cada invocacin, en cada recuerdo de Mara. En casa en familia,
ante el Santsimo, en los viajes, el rosario debe ser nuestro
acompaante.



Autor: . | Fuente: Archidicesis de Madrid
La Inmaculada Concepcin de la bienaventurada Virgen
Mara
Solemnidad, Diciembre 8

SOLEMNIDAD
Martirologio Romano: Solemnidad de la
Concepcin Inmaculada de la bienaventurada
Virgen Mara, que, realmente llena de gracia y
bendita entre las mujeres, en previsin del
nacimiento y de la muerte salvfica del Hijo de
Dios, desde el mismo primer instante de su
Concepcin fue preservada de toda culpa
original, por singular privilegio de Dios. En este
mismo da fue definida, por el papa Po IX, como
verdad dogmtica recibida por antigua tradicin
(1854).

Todo lo que se refiere a la Santsima Virgen Mara es un maravilloso
misterio. Como la primera y ms importante de las prerrogativas

La Inmaculada
Concepcin de
la
bienaventurada
Virgen Mara
suyas es su condicin de ser Madre de Dios, todo lo que deriva de
ello-el caso de ser Inmaculada, por ejemplo- es una consecuencia
de su especialsima, impar e irrepetible situacin en medio de los
hombres.

De hecho, en un tiempo concreto, justo en 1854, el papa Po IX, de
modo solemne y con todo el peso de su autoridad suprema recibida
de Jesucristo, afirm que perteneca a la fe de la Iglesia Catlica
que Mara fue concebida sin pecado original. Lo hizo mediante la
bula definitoria Ineffabilis Deus donde se declaraba esa verdad
como dogma de fe.

Poco a poco fue descubrindolo en el andar del tiempo y
atendiendo a los progresos de la investigacin teolgica, al mejor
conocimiento de las ciencias escritursticas, a lo que era realidad
viva en el espritu y vida de los catlicos y despus de consultado el
sentir del episcopado universal.

No es en ningn momento un gesto debido al capricho de los
hombres ni a presiones ambientales o conveniencias econmicas,
polticas o sociales por las que suelen regirse las conductas de los
hombres. No; es ms bien la fase terminal y vinculante de un largo
y complejo proceso en que se va desarrollando desde lo ms
explicito y directo hasta lo implcito o escondido y siempre al soplo
del Espritu Santo que asiste a la Iglesia por la promesa de Cristo.
Por tanto, la definicin dogmtica no es la creacin de una verdad
nueva hasta entonces inexistente, sino la confirmacin por parte de
la autoridad competente de que el dato corresponde al conjunto de
la Revelacin sobrenatural. Por eso, al ser irreformable ya en
adelante, asegura de manera inequvoca las conciencias de los
fieles que al profesarla no se equivocan en su asentimiento, sino
que estn conforme a la verdad.

El libro del Gnesis, la Anunciacin de Gabriel trasmitida en el
tercer evangelio, Beln donde nace el nico y universal Redentor,
El Calvario que es Redencin doliente y el sepulcro vaco como
triunfante se hacen unidad para la Inmaculada Concepcin.

Los Santos Padres y los telogos profundizaron en el significado de
las palabras pondr enemistades entre ti y la mujer, entre tu
descendencia y la suya reveladas y en los hechos; relacionaron las
promesas primeras sobre un futuro Salvador, descendencia de la
mujer, que vencera en plenitud al Maligno con aquellas palabras
lucanas llena de gracia salidas del ngel Gabriel. Compararon a la
Eva, madre primera de humanidad pecadora y necesitada de
redencin, con Mara, madre del redentor y de humanidad nueva y
redimida. Pensaron en la redencin universal y no podan entender
que alguien -Mara- no la necesitara por no tener pecado. Con los
datos revelados en la mano se estrujaron sus cabezas para
entender la verdad universal del pecado original transmitido a todo
humano por generacin. Jugaron con las palabras Eva -genesaca-,
y Ave -neotestamentaria-, ambas del nico texto sagrado, viendo
en el juego maternidad analgica por lo comn y lo dispar. Vinieron
otros y otros ms hablando de la dignidad de Mara imposible de
superar; el mismo pueblo fiel enamorado profesaba la conveniencia
en Ella de inmunidad, pero an quedaban flecos sin atar. Sali
algn telogo geniudo diciendo imposible! y otro sutil, que hilaba
muy fino, afirm que mejor es prevenir que curar la enfermedad
para afirmar que la redencin s era universal y Mara la mejor
redimida.

Solucionadas las aparentes contradicciones de los datos revelados
que ataban todos los cabos sueltos y comprendido cuanto se puede
entender en la proximidad del misterio, slo quedaba dar la razn
de modo solemne a la firme conviccin de fieles y pastores en el
pueblo de Dios que intua, bajo el sereno soplo del Espritu, que por
un singular privilegio la omnipotencia, sabidura y bondad infinitas
de Dios habra aplicado, sin saber cmo, los inagotables mritos del
Hijo Redentor a su Santsima Madre, hacindola tan inocente desde
el primer instante de su concepcin, como lo fue despus y para
siempre, por haberla amado ms que a ninguna otra criatura y ser
ello lo ms digno por ser la ms bella de todo lo que cre. As lo
hizo, aquel 8 de diciembre, el papa Po IX cuando clarific para
siempre el significado completo de llena de gracia, el Seor es
contigo, bendita t eres entre todas las mujeres y bendito es el
fruto de tu vientre.

Mientras los telogos estudiaban y discutan todos los pormenores,
los artistas les tomaron la delantera, sobre todo los espaoles
Murillo, Ribera, Zurbarn, Valds Leal y otros; tambin no
espaoles como Rubens o Tiepolo. Ponan en sus impresionantes
lienzos a la Inmaculada con tnica blanca y manto azul, coronada
de doce estrellas, que pisaba con total potestad y triunfo la media
luna y la humillada serpiente.

Para saber ms consulta Fiesta de la Inmaculada Concepcin de
Mara

Virgen Mara, Madre Inmaculada, ruega por nosotros!
himnos y oraciones

Citas Bblicas Marianas


Mara, Hija predilecta del Padre

Es hija por el Don recibido: Lc 1, 28.
Es hija por su paradigmtica respuesta al Don: Lc 1, 34.
Es hija porque es perfecta discpula, escucha, acoge, y
pone por obra: Lc 2, 19; Lc 2, 52; Lc 11, 27-28; Mt 7, 21; Mc 3,
35; Dt 6, 24; Jos 1, 8; Prov. 3, 1; Prov. 4, 1-7.20-22, 16.
Es hija porque es perfecta Sierva del Plan divino: Lc 1,
38.
Su respuesta de plena disponibilidad es como la del Hijo:
Heb 10, 5-7.
Sirve al Plan de Dios en un doble servicio a los
hermanos humanos, mediante el anuncio: Lc 1, 39-55, y
mediante el servicio concreto: Lc 1, 56; Jn 2, 3-5.
La hija predilecta, modelo para la mujer: Lc 1, 42.
El Seor Jess; Hijo de Mara
Por Mara nos vino el Seor Jess: Jn 1, 14.
Testamento del Seor Jess en la Cruz: Jn 19, 25-27.
Mara: Jn 2, 5; Gl 4, 19; Is 66, 13.
Recorriendo el Camino de la Madre
A qu estamos llamados: Gl 2, 20.
Misin de Mara: Jn 19, 26; Hch 1, 14; Jn 2, 5.
Mara modelo de entrega: Lc 1, 46-48.
Mara modelo de servicio: Lc 1, 39.
Mara modelo de humildad: Lc 1, 46-48.
Mara modelo de acogida: Lc 11, 28.
Mara y la Vida Cristiana
Mara Madre de Jess y nuestra: Gen 3, 5; Is 7, 14; Jn 19,
26-27; Gl 4, 4.
Mara nos muestra a Jess: Mt 2, 11; Lc 2, 16.
Funcin dinmica de Mara: Jn 2, 1-5; Hch 1,14.
Modelo de vida cristiana: Mt 12, 46-50; Lc 1, 26-38; Lc 1,
39-45; Lc 2, 19.51; Lc 11, 27-28.
La Piedad Filial
Mara es verdaderamente Madre nuestra: Jn 19, 26-27.
Nos conduce al Seor Jess: Jn 2, 5.
Nos acompaa en nuestra vida cristiana: Hch 1, 14.
La piedad filial nos introduce en la dinmica del anuncio
evangelizador y del servicio solidario: Lc 1, 39-45.
Mara, Mujer del Silencio
Mara medita la palabra: Lc 2, 19.51.
Mara acoge y comunica la Palabra: Lc 1, 39-45; Lc 1, 46-
55; Lc 8, 19-21; Lc 11, 27-28.
Silencio en la alegra: Lc 2, 15-20.
Silencio en el dolor: Lc 2, 35; Lc 2, 51; Jn 19, 25-27.
Mara, en el Plan de Dios
La mujer: su lugar en el designio de reconciliacin: Gen
3, 15.
Mara, anunciada por los profetas: Is 7, 14; Mi 5, 2-3; Mt
1, 22-23.
Mara, Madre de Dios: Lc 1, 26-38; Gl 4,4-7.
El Seor Jess explicita la maternidad espiritual de
Mara: Jn 19, 25-27.
Mara en la Iglesia: Hech 1, 14.
La mujer vestida de sol: figura de la Iglesia y de Mara:
Ap. 12, 1 ss.
El Apostolado de Mara
Mara mujer de silencio y oracin, es maestra cmo se
acoge la Palabra. Lc 2, 19 51.
Como mujer de accin nos ensea y alienta a ponerla
por obra. Lc 8, 21; Mt 7, 21; Jn 2, 5.
Mara nos ensea a entrar en nosotros mismos y a abrir
con prontitud al Seor que llama. Ap. 3, 20; Lc 1, 38.
Mara primera evangelizadora nos ensea a anunciar a
Cristo llevndolo en nosotros mismos. Lc 1, 39-45.
Su gozo es llevar y presentar a Cristo a todos los
hombres. Lc 1, 41; Mt 2, 10-11.
Su misin es que l nazca y crezca en todos sus hijos.
Jn 19, 24.
Ella nos ensea a tener las disposiciones apropiadas
para acoger el Espritu que impulsa la evangelizacin. Hch 1,
14; 2, 1-4.
Perseveraban con Mara en la oracin
El Seor Jess, hombre de oracin l mismo, es maestro
y modelo de oracin continua y perseverante: Lc 3,21-22; Lc
5,16; Lc 6,12-13; Lc 9,18; Lc 9,28-29; Lc 11,1; Lc 21,37-38; Lc
22,39-46.
El Seor nos ensea que es necesario perseverar en la
oracin: Lc 1,18; para no caer en tentacin: Lc 22,46; Mt 26,41;
para tener fuerza en el momento de la prueba: Lc 21,36.
Tambin Pablo invita a ser perseverantes en la oracin:
Rom 12,12; Col 4,2; a orar en toda ocasin: Ef 6,17-18; Flp 4,6;
a orar constantemente: 1Tes 5,17.
Mara, mujer de oracin, nos ensea a guardar y meditar
constantemente las obras y palabras de Dios en nuestro
corazn: Lc 2,19.51; A vivir la dinmica de la oracin continua
obrando en amorosa obediencia a los designios divinos: Lc
1,38; Jn 2,5; Lc 11,27-28.
Los apstoles y discpulos perseveraban en la oracin
con Mara: Hech 1,14.
Remar mar adentro, en compaa de Mara
El apostolado de Mara es hacernos cercano a Dios: Lc
1,30-31.38; Is 7,14; transmitirnos a Jess con todo su ser: Lc
1,40-44; darnos a Jess, fruto bendito de su vientre: Lc 2,7;
mostrarnos a Jess: Lc 2,16; Mt 2,11; remitirnos a Jess e
invitarnos a la confiada adhesin a sus palabras: Jn 2,5;
ofrecernos a su Hijo, asociada a su Cruz: Jn 19,25; educarnos
a acoger el Espritu de su Hijo, que nos transforma en
apstoles intrpidos: Hech 1,14;2,1-4.
El Seor Jess nos ha sealado que Mara es nuestra
Madre, hemos de acogerla en nuestra "casa": Jn 19,26-27.
Bajo la gua de Mara hemos sido convocados a anunciar
el mensaje de reconciliacin: 2Cor 5,20.
Urge anunciar la Buena Nueva: 1Cor 9,16; a tiempo y
destiempo: 2Tim 4,2; para ganar a los que ms podamos: 1Cor
9,19.
Mara, Madre de los Apstoles
Anunciacin-Encarnacin: Lc 1,26-38.
Visitacin: Lc 1,39-45.
Nacimiento del Nio y presentacin a los reyes y
pastores: Mt 2,1-23; Lc 2,1-20.
Presentacin del Nio en el Templo: Lc 2,21-40.
Prdida y hallazgo de Jess: Lc 2,41-50.
Las bodas de Can: Jn 2,1-12.
Mara al pie de la Cruz: Jn 19,25-27.
Pentecosts: Hch 1,12-14; 2,1-13.
Mara es la Mujer reflexiva que conservaba todas las
cosas y las meditaba en su Corazn Inmaculado: Lc 2,19.51.
Mara es la Mujer bienaventurada que escucha la Palabra
de Dios y la pone por obra: Lc 11,27-28; Mt 7,21-27.
En la Madre vemos la urgencia de quien se descubre
impulsado a anunciar el Evangelio: 1Cor 9,16.
La Inmaculada Concepcin de Mara
Como a Mara, Dios nos ha elegido para ser santos e
inmaculados en su presencia: Ef 1,4.
Mara Inmaculada nos llama a aplastar con su Hijo la
cabeza de la serpiente: Gen 3,15.
Nuestra lucha es contra Satans: Ef 6,12.
Que no reine el pecado en nuestros corazones: Rom
6,12; sino que sea Cristo quien en nosotros habite hasta que
quedemos llenos de la total Plenitud de Dios: Ef 3,17-19.
Hemos sido purificados del pecado para servir a Dios y
dar frutos de santidad: ROM 6,16-18.22.
Si somos de la Luz, hemos de purificarnos de todo
pecado: 1Jn 1,7; el que comete pecado es del diablo: 1Jn 3,8;
el que ha nacido de Dios no comete pecado: 1Jn 3,9.
Quien espera en el Seor se purifica a s mismo: 1Jn 3,2-
3.
Mara Inmaculada nos ensea a amar y servir a Dios: Lc
1,38; Jn 2,5; Dt 6,4-5.
Mara, Mujer Eucarstica
El Seor Jess instituy la eucarista para quedarse por
siempre con nosotros: Mt 26,26-29; 28,20; Mc 14,22-25; Lc
22,14-20.
Semejanza entre el Hgase de Mara en la Anunciacin-
Encarnacin y el amn que cada fiel pronuncia al recibir la
comunin: Lc 1,26-38.
Mara es el primer "tabernculo" de la historia: Lc 1,39-
45.
Relacin ntima entre la eucarista y el magnficat: Lc
1,46-55. Actitud "eucarstica" de la Madre ante el nacimiento
de su Hijo: Lc 2,1-20.
Relacin entre las bodas de Can y la eucarista: Jn 2,1-
5.
Mara hizo suya la dimensin sacrificial de la eucarista
con toda su vida, especialmente al pie de la Cruz: Jn 19,25-27.
Recibir la eucarista es entrar en profunda comunin con
Jess: Jn 15,1-17.
La visita al Santsimo debe ser un momento fuerte para
revisar nuestro compromiso con la vida cristiana: Jn 14,21.23.
Participar de la eucarista nos permite anticipar en cierto
modo el cielo en la tierra: Gl 2,20; Jn 14,6-7.
En compaa de Mara
Madre del Reconciliador: Mt 1,16; Lc 1,26-38.
Madre de Dios y de la Iglesia: Jn 19,25-27.
Dejndonos acompaar por Santa Mara: Jn 2,1ss.
Acompaarla en el anuncio evangelizador: Lc 1,39-45.
En compaa de Mara camino a Pentecosts: Hech 1,14 ;
Hech 2,1ss.
Peregrinando con Mara
En la Visitacin: Lc 1,39.
En el nacimiento del Salvador: Lc 2,1-7.
Para presentar el Seor Jess en el Templo: Lc 2,22.
Para proteger al Nio: Mt 2,13-15 ; Mt 2,19-23 ; Lc 2,39-40.
A la Ciudad Santa de Jerusaln: Lc 2,41-42.
Junto a su Hijo en el Calvario: Jn 19,25-27.