Justicia Constitucional
Justicia Constitucional
Justicia Constitucional
Presentacin
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Justicia
Constitucional
Revista de Jurisprudencia
y Doctrina
Ao II, N. 3, enero - junio, Lima, 2006
Publicacin semestral
Director:
Csar Landa
Secretario:
Jorge Len
Comit de
Redaccin:
Elena Alvites
Claudia Del Pozo
Pedro Grndez
Luis Huerta
Betzab Marciani
Mijail Mendoza
Victorhugo Montoya
Roger Rodrguez
Daniel Soria
Arel Valencia
Correspondencia a:
Calle Salaverry 187, Lima 18
3
[email protected]
Justicia Constitucional
Revista de Jurisprudencia y Doctrina
Ao II, N. 3, enero - junio, 2006
ISSN: 9771991167003
Motivo de Revista:
Motivo mgico religioso Recuay. Combinacin de aves
con signos escalonados alusivos a la tierra.
Motivo de Cartula:
4 Inspirada en la lnea de Nazca El Colibr, por IVN ALEMN ROS
ndice
PRESENTACIN ........................................................................................ 7
JURISPRUDENCIA TEMTICA
STC 6167-2005-PHC/TC (Caso Cantuarias Salaverry) .................... 13
STC 8125-2005-PHC/TC (Caso General Electric) ........................... 33
STC 6712-2005-PHC/TC (Caso Magaly Medina) ............................. 43
STC 4587-2004-PA/TC (Caso Martn Rivas) ..................................... 83
ANLISIS Y COMENTARIOS
Bases constitucionales del nuevo Cdigo Procesal Penal ............ 109
Csar Landa
Problemas de la aplicacin de las medidas de coercin
personal en el proceso penal peruano ............................................. 125
Arsenio Or Guardia
De qu hablamos cuando hablamos de legalidad procesal
penal? Un concepto nuevo en el proceso penal .............................. 179
Camilo Surez Lpez de Castilla
DOCUMENTOS CONSTITUCIONALES
Discurso del Profesor Gustavo Zagrebelsky, con ocasin del
50 aniversario de la Corte Constitucional Italiana .......................... 391
REVISTA DE REVISTAS
A. AMRICA
Cuestiones Constitucionales ............................................................. 407
Boletn Mexicano de Derecho Comparado ...................................... 408
B. EUROPA
Teora y Realidad ............................................................................. 409
Revista Espaola de Derecho Constitucional ................................. 410
Presentacin
ndice
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Presentacin
Presentacin
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* *
Csar Landa
Director
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Presentacin
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Presentacin
Jurisprudencia Temtica
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Jurisprudencia Temtica
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STC. Exp. N. 6167-2005-PHC/TC
EXP. N. 6167-2005-PHC/TC
LIMA
FERNANDO CANTUARIAS SALAVERRY
En Lima, a los 28 das del mes febrero de 2006, el Tribunal Constitucional en sesin
de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los magistrados Garca Toma, Presidente;
Gonzales Ojeda, Vicepresidente; Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen y Landa Arroyo,
pronuncia la siguiente sentencia, con el Fundamento de voto, adjunto, del magistrado
Gonzales Ojeda
I. ASUNTO
Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Fernando Cantuarias Salaverry
contra la Resolucin de la Cuarta Sala Penal para Procesos con Reos Libres de la Corte
Jurisprudencia Temtica
Superior de Justicia de Lima, de fojas 476, su fecha 19 de julio de 2005, que declara
infundada la demanda de hbeas corpus de autos.
II. ANTECEDENTES
1. Demanda
Con fecha 13 de mayo de 2005, don Renee Quispe Silva interpone demanda de
hbeas corpus como procurador oficioso del abogado Fernando Cantuarias Salaverry,
contra el Fiscal de la Trigsimo Octava Fiscala Provincial Penal de Lima, seor Silvio
Mximo Crespo Holgun, alegando la presunta amenaza de su libertad individual por vio-
lacin de sus derechos constitucionales a la tutela procesal efectiva, al debido proceso y
a la contradiccin o defensa, puesto que dicho Fiscal formaliz denuncia penal contra Fer-
nando Cantuarias Salaverry, mediante acusacin de fecha 10 de mayo de 2005, por los
delitos de falsedad genrica y fraude procesal en agravio de Compaa de Exploraciones
Algamarca S.A. y el Estado, respectivamente.
Fundamentos de hecho:
- Fernando Cantuarias Salaverry fue designado para integrar un Tribunal Arbi-
tral con los seores Jorge Santistevan de Noriega y Vctor vila Cabrera, colegiado que
llev a cabo el proceso arbitral entre la Compaa de Exploraciones Algamarca S.A. (en
adelante Algamarca) y Minera Sulliden Shahuindo SAC (en adelante Sulliden).
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Ao II , N. 3, enero - junio, Lima, 2006
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
Fundamentos de derecho:
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2. Contestacin de la demanda
Con fecha 18 de mayo de 2005, el doctor Silvio Mximo Crespo Holgun, Fiscal de
la Trigsima Octava Fiscala Provincial en lo Penal de Lima, se apersona al proceso y
formula descargos sosteniendo que no existe vulneracin de los derechos constituciona-
les del demandante, pues durante la investigacin indagatoria se le reconocieron las ga-
rantas necesarias para hacer valer sus derechos. Agrega que formaliz denuncia porque
existen suficientes elementos de cargo que lo vinculan con el ilcito penal investigado,
criterio que es compartido por el rgano jurisdiccional, pues el Sexto Juzgado Penal de Lima
procedi a abrir instruccin; de modo contrario hubiera dispuesto el No Ha Lugar a la
apertura de instruccin.
Con fecha 18 de mayo de 2005 se apersona al proceso el Procurador Pblico adjun-
to a cargo de los asuntos judiciales del Poder Judicial, seor Rolando Alfonzo Martel Chang,
y contesta la demanda solicitando que se declare improcedente, por los siguientes funda-
mentos:
Fundamentos de hecho:
- Pese a que se argumenta que el fiscal accionado procedi a abrir instruccin a
escondidas y sin otorgarle al seor Fernando Cantuarias Salaverry derecho de defensa, esta
informacin no se ajusta a la realidad, pues el seor Cantuarias ha tenido pleno conoci-
miento de esta investigacin, habiendo sido citado por el fiscal hasta en cuatro oportuni-
dades para que rinda su declaracin indagatoria; sin embargo, no concurri en ningn
momento.
- El seor Cantuarias no argumenta ni prueba las razones por las cuales no seran
vlidas las notificaciones que l mismo ha acompaado al escrito de su demanda.
Jurisprudencia Temtica
- La investigacin fiscal no se realiz sin actividad probatoria puesto que el seor
Cantuarias tuvo oportunidad de presentar sus descargos con relacin al delito imputado.
Adicionalmente, atendiendo la solicitud del seor Cantuarias, el fiscal solicit la declara-
cin del seor Jorge Santistevan de Noriega y del seor Vctor vila Cabrera, los mismos
que no concurrieron a las citaciones efectuadas.
- Durante la investigacin no se priv al accionante del derecho a ser escuchado
por el Fiscal porque incluso se program un informe oral a su peticin, que tampoco
efectu alegando que la actividad probatoria no haba concluido. Argumento que resulta-
ra impertinente por no contar con asidero legal.
- No se trata de una amenaza cierta e inminente a un derecho constitucional,
puesto que existe la posibilidad de que, efectuada la denuncia fiscal, el juez decida archi-
var el caso.
Fundamentos de derecho:
- En el caso de autos, el fiscal procedi a abrir investigacin fiscal conforme a
lo dispuesto en el artculo 94, numeral 2) de la Ley Orgnica del Ministerio Pblico, que
seala que el Fiscal puede optar entre abrir investigacin en el mbito fiscal o formalizar
la correspondiente denuncia penal en su calidad de titular de la accin penal.
- La ley no ordena que el Fiscal acte la totalidad de medios probatorios que sean
ofrecidos por las partes para formalizar la denuncia. Por tanto, el fiscal demandado no habra
cometido infraccin alguna al actuar los elementos probatorios que consider necesarios. 15
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
1. Petitorio constitucional
- Se declare la insubsistencia de la denuncia fiscal de fecha 10 de mayo de 2005
formalizada ante el Poder Judicial por el fiscal demandado contra el seor Fernando Can-
tuarias Salaverry.
- Se ordene notificar al Juez Penal de Lima para que asuma la calificacin de la
denuncia fiscal, y disponga su devolucin a la Trigsimo Octava Fiscala Penal de Lima,
de modo que sea remitida a la Fiscala Decana correspondiente a fin de que sta disponga
que la denuncia sea calificada por otro fiscal.
Jurisprudencia Temtica
dispuesto en el artculo VI, in fine, del Ttulo Preliminar del Cdigo Procesal Constitu-
cional.
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IV. FUNDAMENTOS
Jurisprudencia Temtica
efectiva.
8. Llegados a este punto, cabe preguntarse si es constitucionalmente legtimo el
establecimiento de esta jurisdiccin de carcter privado.
Al respecto, conforme lo ha establecido este Colegiado (...) el ejercicio de la juris-
diccin implica cuatro requisitos, a saber:
a) Conflicto entre las partes.
b) Inters social en la composicin del conflicto.
c) Intervencin del Estado mediante el rgano judicial, como tercero imparcial.
d) Aplicacin de la ley o integracin del derecho2.
Qu duda cabe, que prima facie la confluencia de estos cuatro requisitos definen la
naturaleza de la jurisdiccin arbitral, suponiendo un ejercicio de la potestad de adminis-
trar justicia, y en tal medida, resulta de aplicacin en sede arbitral el artculo VI in fine del
Ttulo Preliminar del Cdigo Procesal Constitucional por el cual los jueces (y por exten-
sin, tambin los rbitros) quedan vinculados a los preceptos y principios constituciona-
les conforme a la interpretacin de los mismos que resulte de las resoluciones del Tribu-
nal Constitucional; sin perjuicio del precedente vinculante con efectos normativos del
artculo VII del ttulo preliminar del Cdigo Procesal Constitucional.
Jurisprudencia Temtica
dose de materias de su competencia, de conformidad con el artculo 5, numeral 4 del
precitado cdigo, no proceden los procesos constitucionales cuando no se hayan agotado
las vas previas. En ese sentido, si lo que se cuestiona es un laudo arbitral que verse sobre
derechos de carcter disponible, de manera previa a la interposicin de un proceso cons-
titucional, el presunto agraviado deber haber agotado los recursos que la Ley General de
Arbitraje prev para impugnar dicho laudo.
los vinculan en atencin a los artculos VI in fine y VII del Ttulo Preliminar del Cdigo
Procesal Constitucional, respectivamente.
19. El ejercicio de las potestades jurisdiccionales ordinaria o constitucional no
puede ni debe ser, desde luego, abusivo, ni supone la imposicin de medidas irrazonables
y desproporcionadas que lesionen los derechos fundamentales de autonoma de la volun-
tad y de contenido patrimonial las libertades de contratar y de empresa.
tucin); por cuanto, si as no ocurriese, ser nulo y punible todo acto que prohba o limite
al ciudadano el ejercicio de sus derechos, de conformidad con el artculo 31 in fine de la
Carta Fundamental6.
Si ocurriese lo contrario, la autonoma conferida al arbitraje devendra en autarqua,
lo que equivaldra a sostener que los principios y derechos constitucionales no resultan
vinculantes.
Jurisprudencia Temtica
nalidad conferida al Tribunal Constitucional (artculo 201 de la Constitucin).
22. Por otro lado, el ltimo prrafo del artculo 103 de la Constitucin establece
que sta no ampara el abuso del derecho, por lo que el ejercicio de poder jurisdiccional or-
dinario, y con mayor razn el excepcional, ser legtimo si es ejercido en salvaguarda del
cumplimiento de los preceptos y principios constitucionales, conforme a la interpretacin
que resulte de los mismos y de las resoluciones dictadas por este Tribunal (artculo VI in
fine del Ttulo Preliminar del Cdigo Procesal Constitucional), el cumplimiento de las
sentencias que constituyan precedente vinculante (artculo VII del Cdigo Procesal Cons-
titucional) y el respeto al derecho a la tutela procesal efectiva (artculo 4 del Cdigo Pro-
cesal Constitucional).
23. Por los fundamentos precedentes, a juicio de este Colegiado, es un hecho in-
controvertible que existe la posibilidad de cuestionar, por la va del proceso constitucio-
nal, una resolucin arbitral. Esta, por tanto, debe ser considerada como la nica opcin
vlida constitucionalmente, habida cuenta de que bajo determinados supuestos procede el
proceso constitucional contra resoluciones provenientes tanto del Poder Judicial como de
un Tribunal Militar (artculo 4 del Cdigo Procesal Constitucional). En esa medida, no
existe respaldo constitucional que impida recurrir al proceso constitucional frente a la ju-
risdiccin arbitral.
27. El Ministerio Pblico conduce desde su inicio la investigacin del delito (ar-
Jurisprudencia Temtica
tculo 159, inciso 4 de la Constitucin); por ende, una vez que un hecho presuntamente
delictivo es denunciado, el fiscal puede, alternativamente, abrir investigacin policial para
reunir la prueba indispensable o formalizarla ante el juez penal7. En el primer supuesto,
el fiscal no cuenta con elementos suficientes que ameriten la formalizacin de la denun-
cia, por lo que se procede a iniciar una investigacin orientada a obtener elementos que
sustenten su acusacin ante el Juez Penal; ello fluye del texto del artculo 94 de la Ley
Orgnica del Ministerio Pblico, en el extremo que seala: (...) cuando se hubiese reuni-
do la prueba que estimase suficiente [el fiscal] proceder a formalizar la denuncia ante el
Juez Instructor8 como se deja establecido en el presente artculo.
29. La labor que el fiscal realice una vez recibida la denuncia o conocida la noticia
criminal no ha sido desarrollada en detalle por el ordenamiento jurdico vigente. Sin
embargo, esta actividad est sujeta a diversos principios y garantas que orientan su nor-
mal desenvolvimiento para que ste sea conforme a la Constitucin.
Jurisprudencia Temtica
Adecuando los fundamentos de la referida sentencia a la actividad fiscal, es posible
afirmar que el grado de discrecionalidad atribuido al fiscal para que realice la investiga-
cin sobre la base de la cual determinar si existen elementos suficientes que justifiquen
su denuncia ante el juez penal, se encuentra sometida a principios constitucionales que
proscriben: a) actividades caprichosas, vagas e infundadas desde una perspectiva jurdi-
ca; b) decisiones despticas, tirnicas y carentes de toda fuente de legitimidad; y c) lo que
es contrario a los principios de razonabilidad y proporcionalidad jurdica.
9. SAN MARTN CASTRO, Csar. Derecho Procesal Penal. Vol. 1. Lima: Editora Jurdica
Grijley, 2 ed., 2003. p.470. 25
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
34. Respecto del hbeas corpus reparador, es preciso sealar que dicha modalidad
representa la modalidad clsica o inicial del hbeas corpus, la misma que se promueve para
obtener la reposicin de la libertad de una persona indebidamente detenida. Se presenta,
por ejemplo, cuando se produce la privacin arbitraria o ilegal de la libertad fsica como
consecuencia de una orden policial; de un mandato judicial en sentido lato; de una negli-
gencia penitenciaria cuando un condenado contina en reclusin pese a haberse cumpli-
do la pena; por sanciones disciplinarias privativas de la libertad, entre otros. (Exp. N. 2663-
2003-HC/TC).
35. En el caso de autos, el demandante promueve esta modalidad de hbeas cor-
pus porque considera que la investigacin fiscal llevada a cabo por el demandado se ha de-
sarrollado con absoluta prescindencia del respeto a las garantas que brinda el derecho a
la tutela procesal efectiva, derecho protegido a travs del proceso de hbeas corpus de con-
formidad con el artculo 4 del Cdigo Procesal Constitucional.
36. Sobre este punto, es preciso tomar en consideracin que la actividad del fiscal
est limitada por las atribuciones que le han sido conferidas directamente a la autoridad
judicial. En efecto, la imposicin de medidas coercitivas, restrictivas de la libertad o de-
rechos conexos, son atribuciones que la Constitucin no ha conferido al Ministerio P-
blico, puesto que su investigacin, en todo caso, puede concluir en la formalizacin de una
denuncia ante el Poder Judicial; pero la imposicin de medidas coercitivas como la com-
parecencia o la detencin preventiva, son medidas propias de la instancia judicial y sern
26 adoptadas previa valoracin y motivacin del juez competente. En consecuencia, el proce-
STC. Exp. N. 6167-2005-PHC/TC
Jurisprudencia Temtica
rara una amenaza cierta e inminente de algn derecho tutelable por el hbeas corpus. No
obstante, es preciso tomar en consideracin que si bien la denuncia fiscal no vincula al juez
el mismo que slo abrir instruccin si considera que de la denuncia fluyen indicios
suficientes o elementos de juicio que razonablemente revelen la existencia de un delito, en
cambio, s constituye un importante indicativo para el juez, el cual podra ser inducido a
error sobre la base de una denuncia abiertamente arbitraria, orientada a conseguir que el
presunto autor del hecho delictivo sea procesado.
41. Este Colegiado no considera que esta situacin se haya configurado en el caso
de autos, toda vez que la denuncia formalizada ante el juez penal ha sido construida sobre
la base de las investigaciones efectuadas por el fiscal y los documentos proporcionados
por Algamarca. No obstante, surge un cuestionamiento en torno al hecho de que no se haya
contado con la declaracin indagatoria del investigado. Esta resultara ser una observacin
vlida si el procedimiento de investigacin fiscal se hubiera llevado a escondidas como
se sugiere en la demanda; sin embargo, este calificativo no se condice con el hecho de que
el seor Cantuarias Salaverry fue debidamente notificado (al menos en una oportunidad)
del procedimiento de investigacin fiscal que se le segua.
42. El recurrente, por tanto, tuvo oportunidad de apersonarse al procedimiento de
investigacin fiscal y lo hizo a travs de su abogado, el mismo que present escritos e
incluso solicit que se actuaran diversos medios probatorios. Respecto de esta solicitud,
el fiscal no llev a cabo la actuacin de todos los medios probatorios solicitados por el
demandante; no obstante, atendi a su pedido en el extremo en el que solicit se recabara 27
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
la declaracin indagatoria de los otros dos miembros del tribunal arbitral. Finalmente, esta
diligencia no se llev a cabo porque ambos rbitros solicitaron una reprogramacin, lo cual
no tuvo lugar pues el fiscal no realiz una nueva citacin.
43. De lo actuado tambin se desprende que el fiscal demandado cit a informe oral
a la defensa del recurrente; sin embargo, sta volvi a solicitar que se programe una nueva
fecha porque consider que se deba esperar a que la investigacin preliminar concluya.
En este escenario, no resulta desproporcionado que ante las pruebas merituadas y las
constantes solicitudes de reprogramacin que venan siendo formuladas, el fiscal haya
formalizado denuncia sobre la base de los elementos con los cuales, efectivamente, con-
taba.
44. En cuanto a la denuncia fiscal, esta se ajusta a lo dispuesto por el artculo 94
de la Ley Orgnica del Ministerio Pblico, segn el cual, si el fiscal estima procedente
formalizar denuncia ante el juez penal (...) expondr los hechos de que tiene conocimiento,
el delito que tipifican y la pena con que se sanciona, segn ley; la prueba con que cuenta
y la que ofrece actuar o que espera conseguir y ofrecer oportunamente.
45. Partiendo de las consideraciones que han sido previamente expuestas, este
Colegiado no considera que el recurrente se encuentre frente a una amenaza cierta e inmi-
nente de su derecho a la libertad individual o algn derecho conexo, puesto que no se ha
producido la formalizacin de una denuncia manifiestamente arbitraria, orientada a indu-
cir a error al juez a fin de que d inicio a un proceso penal en contra del investigado.
46. Si bien, a la fecha, es posible constatar que la denuncia formalizada por el fiscal
demandado dio lugar a que se abriera instruccin en contra del seor Fernando Cantua-
rias Salaverry, no se ha dictado mandato de detencin en su contra y se ha motivado de-
bidamente el mandato de comparecencia restringida que fue dictado en su lugar. En efec-
to, este mandato de comparecencia no puede ser considerado como una concrecin de la
amenaza alegada por el recurrente, toda vez que esta medida ha sido dictada en el ejercicio
legtimo de las atribuciones que han sido conferidas al juez penal.
Jurisprudencia Temtica
47. Se advierte, por tanto, que en el presente caso no se configuran los supuestos
necesarios para la procedencia del proceso constitucional de hbeas corpus y que el pe-
titorio constitucional del presunto agraviado declarar la insubsistencia del auto apertorio
de instruccin sin que se haya acreditado la existencia de una amenaza cierta e inminente
de su libertad individual o derechos constitucionales conexos, importara que este Tribu-
nal se subrogue en las facultades que le han sido constitucional y legalmente conferidas
a los representantes del Ministerio Pblico.
48. Sin perjuicio de la decisin adoptada por este Colegiado, se deja a salvo el
derecho del recurrente respecto de la posible injerencia que el proceso penal iniciado en
su contra puede suscitar de manera ilegtima en su labor como miembro del tribunal ar-
bitral Sulliden-Algamarca; ello en tanto y en cuanto se podra estar pretendiendo trasladar,
indebidamente, al mbito penal controversias que tienen carcter civil o comercial y que
han sido oportunamente sometidas al mbito de la jurisdiccin arbitral por las partes in-
volucradas. De ser este el caso, el recurrente podr hacer valer su derecho en la va ordi-
naria correspondiente, que deber seguir los criterios vinculantes de esta sentencia, a efectos
de no sesgar la autonoma e independencia con la que cuenta la jurisdiccin arbitral en el
ejercicio legtimo de sus atribuciones.
49. De conformidad con el artculo VI in fine del Ttulo Preliminar Cdigo Pro-
cesal Constitucional, los criterios de interpretacin contenidos en los fundamentos jur-
dicos N. 8, 11, 12, 13, 14, 17 y 18, son vinculantes para todos los operadores jurdicos.
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STC. Exp. N. 6167-2005-PHC/TC
HA RESUELTO
1. Declarar IMPROCEDENTE la demanda de hbeas corpus.
2. Declarar que los fundamentos jurdicos N.os 8, 11, 12, 13, 14, 17 y 18, son
vinculantes para todos los operadores jurdicos.
SS.
GARCA TOMA
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
LANDA ARROYO
Con el debido respeto por la opinin de mis colegas, si bien manifiesto mi acuerdo
con la decisin expresada en el fallo, sin embargo, no lo estoy con algunos de los argu-
mentos que all se expresan.
1. En primer lugar, he de indicar que si bien existen casos anteriores en los que
el Tribunal Constitucional ha expresado que los derechos fundamentales tambin vincu-
lan en el mbito del arbitraje, al ser componente esencial del llamado orden pblico cons-
titucional, sin embargo, es la primera vez que este Tribunal se detiene en el anlisis de los
rasgos constitucionales que le son propios a la institucin. Y se ha aproximado, segn mi
Jurisprudencia Temtica
modesto entender, esclareciendo algunos aspectos que en la doctrina y jurisprudencia no
estaban del todo claros, pero tambin en otros por fortuna los menos, sin esclarecer-
los, sino, contribuyendo a prolongar un debate que, desde un punto de vista constitucio-
nal, no debera haberse planteado. As sucede, por ejemplo, cuando se persiste en deno-
minar a la institucin como jurisdiccin arbitral o como una jurisdiccin de carcter
eminentemente privado y, lo que a mi juicio es ms grave, que se seale que los rbitros
tienen la competencia de las competencias (Fundamentos 7, 8 y 11, respectivamente), o que
el arbitraje, en s mismo considerado, sea un derecho fundamental (fundamento N.. 20).
2. Por lo que hace al primer tema, he de indicar que la Jurisdiccin es una
potestad que originariamente corresponde al Pueblo como titular de la soberana. En el
Estado Constitucional de Derecho no hay jurisdicciones (en plural), sino una sola, como
recuerda la primera parte del artculo 138 de la Constitucin, al establecer que La potes-
tad de administrar justicia emana del pueblo (...).
Como nica potestad que es, dictada una Constitucin, como acto de ejercicio pleno
de la soberana popular, el pueblo soberano, materializado en la decisin constituyente,
encomienda su ejercicio al Estado. ste, en el Estado legal de derecho, lo ejerca nicamente
el Poder Judicial. En el Estado social y democrtico de derecho, en cambio, el ejercicio de
esa potestad se distribuye entre una serie de rganos constitucionales de carcter estatal
(v.g Tribunal Constitucional, Jurado Nacional de Elecciones, Poder Judicial), para lo cual
define los mbitos objetivo-materiales de las competencias de cada uno de ellos.
29
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
Con ello se quiere decir, por un lado, que en el Estado social y democrtico de de-
recho no hay pluralidad de jurisdicciones y, de otro, que su ejercicio slo est confiado a
determinados rganos estatales. Mediante su ejercicio, se administra la justicia o, como
modernamente se suele sostener, se presta el servicio pblico de tutela jurisdiccional,
principalmente para la realizacin o garanta del derecho objetivo y de la libertad y de la
dignidad humanas y, secundariamente, para la composicin de los litigios, o para dar
certeza jurdica a los derechos subjetivos, o para investigar y sancionar los delitos e ilci-
tos de toda clase (o adoptar mediadas de seguridad ante ellos), mediante la aplicacin de
la ley a casos concretos, de acuerdo con determinados procedimientos y mediante decisiones
obligatorias.
As, la funcin jurisdiccional resulta la expresin de un poder del Estado y esto no
slo es una declaracin, sino una clara delimitacin de sus alcances en el mbito consti-
tucional. Pero, asimismo, la jurisdiccin estatal, precisamente por tratarse de un poder, es
la nica que ostenta la llamada coertio; es decir, una especfica expresin del ius imperium
mediante la cual slo los jueces pueden realizar actos de ejecucin, o sea, aquellos des-
tinados al efectivo reconocimiento de un derecho.
Lo que significa que no hay ejercicio de jurisdiccin privada o de carcter eminen-
temente privado, como se afirma en el Fund. Jur. N.. 8 de la sentencia. Es bien cierto que,
en diversos apartados, la Constitucin ha garantizado formas e instituciones de compo-
sicin de conflictos no estatales, como el arbitraje o aquella que prestan las comunidades
campesinas. Y lo ha hecho sealando, por ejemplo, que No existe ni puede establecerse
jurisdiccin alguna independiente, con excepcin de la militar y arbitral o que Las au-
toridades de las Comunidades Campesinas y Nativas (...), pueden ejercer las funciones
jurisdiccionales dentro de su mbito territorial (...). Es decir, dando la sensacin, a partir
de una interpretacin literal de los preceptos en los que se enuncian, que tanto el arbitraje
como la composicin de conflictos por las autoridades de las Comunidades Campesinas
y Nativas constituyen ejercicio de una cuota de la jurisdiccin.
Jurisprudencia Temtica
Jurisprudencia Temtica
va judicial (precisamente actuando el ttulo ejecutivo laudo o acta conciliatoria).
Igualmente, las decisiones expedidas por parte de la jurisdiccin estatal tienen la
posibilidad de adquirir inmutabilidad absoluta o autoridad de la cosa juzgada. Situacin
que no se verifica en otras zonas compositivas donde las decisiones pueden ser revisadas,
con mayores o menores limitaciones, por la justicia estatal. En estos ltimos supuestos se
suele hablar de inmutabilidad relativa o preclusin. Pero, definitivamente, la jurisdiccin
estatal es la nica que tiene la caracterstica bsica de la universalidad, en el sentido de que
las otras tcnicas compositivas han sido creadas nicamente para tipos especficos de
controversias, mientras que la jurisdiccin estatal protege de cualquier tipo de derecho, sin
importar que est o no previsto expresamente por ley.
3. Lo anterior es el presupuesto para sealar tambin mis diferencias en torno a
la afirmacin segn la cual el arbitraje es un derecho fundamental (Fund. Jur. N. 16). No
hay un derecho fundamental al arbitraje. Al contrario, el derecho fundamental de toda
persona, en el Estado social y democrtico de Derecho, es la posibilidad de acudir libre-
mente a la jurisdiccin estatal o, en los trminos que hemos empleado en nuestra jurispru-
dencia sobre el tema, acceder a un tribunal de justicia. En cambio, el arbitraje es un ins-
tituto que, en la medida que se ha previsto en la Constitucin, ha quedado constitucional-
mente garantizado, de modo que el legislador no puede disponer libremente de l, a no ser
que la suprima mediante una reforma constitucional (lo que no se puede hacer con los
derechos fundamentales, ni siquiera siguindose dicho procedimiento de revisin cons-
titucional). 31
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
Salvo que con dicha afirmacin se haya querido decir que una determinada contro-
versia puede ser sustrada de su resolucin de un rgano de la jurisdiccin estatal mediante
una decisin que comporta el ejercicio de un derecho fundamental; en cuyo caso estara
plenamente de acuerdo. Y es que cuando se decide libremente que la solucin de una
controversia se realice mediante el arbitraje, en los casos legalmente permitidos, ello com-
porta, por un lado, una renuncia al ejercicio del derecho de acceso a los tribunales, pero
de otro, tambin el ejercicio de la libertad de accin.
4. Finalmente, quisiera expresar que la generalidad con la que se ha planteado el
tema en la sentencia puede suscitar alguna confusin. All se ha dicho que la realizacin
del arbitraje ha de sujetarse al respeto de los derechos al debido proceso y a la tutela ju-
risdiccional. Y ello es as puesto que, como se tiene dicho en la jurisprudencia de este
Tribunal, no hay zona alguna del ordenamiento jurdico en la que los poderes pblicos o
los particulares puedan actuar desconociendo a la Constitucin y su sistema material de
valores representados por los derechos fundamentales.
El problema, sin embargo, radica en que dicha afirmacin, en su generalidad, ado-
lece de deficiencias e insuficiencias. La primera porque resulta claro que la decisin de
someter una controversia a la solucin de un arbitraje, comporta la renuncia a una serie de
derechos fundamentales de carcter esencialmente procesal. Adems del acceso a la jus-
ticia, que la presupone, tambin existe una renuncia al derecho al juez predeterminado por
la ley o a la pluralidad de la instancia, por citar algunos casos. En otros casos, el contenido
constitucionalmente protegido de alguno de los derechos de orden procesal tienen un
alcance menor respecto si la controversia hubiese sido sometida a un tribunal de justicia
de carcter estatal. As sucede, por ejemplo, con el derecho al juez imparcial, puesto que
en determinados casos, cada una de las partes elige a un rbitro, y estos, a su vez, a un
presidente del Tribunal Arbitral. De modo que si en relacin a este ltimo puede predicar-
se la necesidad de su imparcialidad, no necesariamente sucede lo mismo con los rbitros
nombrados por las partes.
Jurisprudencia Temtica
SR.
GONZALES OJEDA
32
STC. Exp. N. 8125-2005-PHC/TC
EXP. N. 8125-2005-PHC/TC
LIMA
JEFFREY IMMELT
Y OTROS
En Lima, a los 14 das del mes de noviembre de 2005, reunido el Pleno Jurisdiccio-
nal del Tribunal Constitucional, con la asistencia de los seores magistrados Alva Orlan-
dini, Gonzales Ojeda, Garca Toma, Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia, con
los votos singulares de los magistrados Bardelli Lartirigoyen y Vergara Gotelli,
ASUNTO
Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Luis Fernando Garrido Pin-
to a favor don Jeffrey Immelt y otros contra la resolucin de la Primera Sala Penal para
Jurisprudencia Temtica
Procesos con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 245, su fecha
31 de agosto de 2005, que declara improcedente la demanda de hbeas corpus de autos.
ANTECEDENTES
Demanda
Con fecha 3 de agosto de 2005, se interpone demanda de hbeas corpus a favor de
Jeffrey Immelt, Joseph Anthony Pompei, John Mc. Carter, Nelson Jacob Gurman, Csar
Alfonso Ausn de Iurruarzaga, Jorge Montes, James Campbell, Dave Cote, Donald Breare
Fontaine, Steve Reidel, Steve Sedita, David Blair, John Welch, Dennis Dammerman, James
K. Harman, Helio Mattar, W. James Mcnerney, James E. Mohn, Robert L. Nardelli, Dennis
K. Williams y John Opie, ejecutivos de la empresa General Electric Company contra el Juez
del Vigsimo Quinto Juzgado Penal de Lima, don Csar Herrera Cassina. Se sostiene que
el Juez demandado dict auto de apertura de instruccin por delito de estafa contra los be-
neficiarios, disponiendo la detencin de todos ellos, sin motivar debidamente su decisin
sobre las razones que tuvo para imputarles el delito de estafa, lo que les imposibilita enfren-
tar adecuadamente el proceso penal (N. 357-2005) que se les ha instaurado, situacin que
atenta contra sus derechos constitucionales a la libertad personal y de defensa.
Investigacin sumaria
Realizada la investigacin sumaria, el Juez demandado rinde su declaracin explica-
tiva sosteniendo que el pronunciamiento de su Juzgado ha sido en mrito de lo dispuesto 33
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
Ao II , N. 3, enero - junio, Lima, 2006
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
expresamente por la Cuarta Sala Penal Superior que por resolucin de fecha 19 de octu-
bre de 2004, orden abrir instruccin penal contra los beneficiarios, y que la medida
coercitiva de detencin se trata de una decisin jurisdiccional arreglada a derecho. Por su
parte, el promotor de la demanda de hbeas corpus al rendir su declaracin indagatoria
sostuvo que se ha vulnerado los derechos constitucionales de los ejecutivos denunciados,
porque han sido acusados sin ninguna razn, afectndose adems su derecho a la libertad
personal mediante un mandato de detencin que violenta la libertad de trnsito, por cuan-
to por razones de sus trabajos tiene que trasladarse de un pas a otro.
FUNDAMENTOS
. 1. Cuestin procesal
1. El Tribunal entiende que hay una cuestin preliminar sobre la que debe dete-
nerse a fin de evaluar correctamente el sentido de la pretensin, y es que tratndose de un
hbeas corpus contra una resolucin judicial como es el auto de apertura de instruccin,
se debe precisar primero la aplicacin del artculo 4 del Cdigo Procesal Constitucional,
Jurisprudencia Temtica
que prescribe la procedencia del hbeas corpus contra resoluciones judiciales firmes.
2. Al respecto, el Tribunal Constitucional no comparte la tesis de la Primera Sala
Penal de la Corte Superior de Justicia de Lima, que desestim la demanda de hbeas cor-
pus por considerar que la decisin judicial de detencin adoptada por el juez emplazado
no tiene la calidad de firme y definitiva que sta requiere para ser revisada en va consti-
tucional.
3. Analizados los argumentos de la demanda, este Tribunal considera que la con-
troversia en el presente caso, fundamentalmente gira en torno a la legitimidad misma del
proceso penal instaurado contra los beneficiarios mediante el cuestionado auto de aper-
tura de instruccin, resolucin respecto de la cual este Tribunal ha establecido en la sen-
tencia recada en el expediente N. 6081-2005-HC/TC (Caso: Alonso Esquivel Cornejo.
F.J. N. 3), que si bien uno de los requisitos para cuestionar mediante hbeas corpus una
resolucin de carcter jurisdiccional es que tenga la calidad de firme, conforme a lo pre-
visto en el artculo 4 del Cdigo Procesal Constitucional, tratndose del auto de apertura
de instruccin no corresponde declarar la improcedencia de la demanda, toda vez que contra
esta resolucin no procede ningn medio impugnatorio mediante el cual se pueda cues-
tionar lo alegado en este proceso constitucional.
4. En efecto, el auto de apertura de instruccin, constituye una resolucin que re-
sulta inimpugnable por ausencia de una previsin legal que prevea un recurso con este fin.
Siendo as, una alegacin como la planteada en la demanda contra este auto, se volvera
34 irresoluble hasta el momento de la finalizacin del proceso penal mediante sentencia o por
STC. Exp. N. 8125-2005-PHC/TC
alguna causal de sobreseimiento, lo que no se condice con el respeto del derecho al de-
bido proceso y a la tutela jurisdiccional efectiva.
Jurisprudencia Temtica
exigibles dentro del proceso como instrumento de tutela de los derechos subjetivos. El
debido proceso tiene, a su vez, dos expresiones: una formal y otra sustantiva; en la de
carcter formal, los principios y reglas que lo integran tienen que ver con las formalidades
estatuidas, tales como las que establecen el juez natural, el procedimiento preestablecido,
el derecho de defensa, la motivacin; en su faz sustantiva, se relaciona con los estndares
de justicia como son la razonabilidad y proporcionalidad que toda decisin judicial debe
suponer. Al respecto, el Tribunal Constitucional ha reconocido estas dos manifestaciones
del debido proceso en sus sentencias recadas en los expedientes N. 2192-2002-HC/TC
(F.J. N. 1), N. 2169-2002-HC/TC (F.J. N. 2) y N. 3392-2004-HC/TC (F.J. N. 6).
7. En el supuesto de que una resolucin judicial desconozca o desnaturalice al-
gunos de los componentes de cualquiera de los derechos aqu mencionados, estaremos,
sin lugar a dudas, ante la circunstancia de un proceder inconstitucional, y ante un contexto
donde, al margen de la funcin judicial ordinaria ejercida y de la exclusividad que se le
reconoce, resulta procedente el ejercicio del proceso constitucional como instrumento de
defensa y correccin de una resolucin judicial contraria a la Constitucin. Puntualizado
queda, en todo caso, que slo si vulnera el contenido esencial de alguno de los derechos
antes mencionados, estaremos ante un proceso inconstitucional, quedando totalmente des-
cartado que, dentro de dicha nocin, se encuentren las anomalas o simples irregularida-
des procesales violacin del contenido no esencial o adicional, que no son, por s mis-
mas, contrarias a la Constitucin sino al orden legal. Mientras que el proceso que dege-
nere en inconstitucional se habr de corregir mediante el ejercicio del proceso constitucional, 35
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
las pretensiones oportunamente deducidas por las partes en cualquier clase de procesos.
La exigencia de que las decisiones judiciales sean motivadas en proporcin a los trminos
del inciso 5) del artculo 139 de la Norma Fundamental, garantiza que los jueces, cual-
quiera sea la instancia a la que pertenezcan, expresen la argumentacin jurdica que los ha
llevado a decidir una controversia, asegurando que el ejercicio de la potestad de adminis-
trar justicia se haga con sujecin a la Constitucin y a la ley; pero tambin con la finalidad
de facilitar un adecuado ejercicio del derecho de defensa de los justiciables. En suma, ga-
rantiza que el razonamiento empleado guarde relacin y sea suficiente y proporcionado con
los hechos que al juez penal corresponde resolver.
12. En el caso de autos, se debe analizar en sede constitucional si es arbitrario el
auto de apertura de instruccin dictado contra los beneficiarios, por la falta de motivacin
que se alega en la demanda. Al respecto, el artculo 77 del Cdigo de Procedimientos
Penales (modificado por la Ley N. 28117), regula la estructura del auto de apertura de ins-
truccin, y en su parte pertinente establece que:
Recibida la denuncia y sus recaudos, el Juez Especializado en lo Penal slo abrir
instruccin si considera que de tales instrumentos aparecen indicios suficientes o ele-
mentos de juicio reveladores de la existencia de un delito, que se ha individuali-
zado a su presunto autor o partcipe, que la accin penal no ha prescrito o no
concurra otra causa de extincin de la accin penal. El auto ser motivado y conten-
dr en forma precisa los hechos denunciados, los elementos de prueba en que se funda
36
STC. Exp. N. 8125-2005-PHC/TC
la imputacin, la calificacin de modo especfico del delito o los delitos que se atri-
buyen al denunciado, la motivacin de las medidas cautelares de carcter personal o
real, la orden al procesado de concurrir a prestar su instructiva y las diligencias que
deben practicarse en la instruccin.
13. Como se aprecia, la indicada individualizacin resulta exigible en virtud del pri-
mer prrafo del artculo 77 del Cdigo de Procedimientos Penales, obligacin judicial que
este Tribunal considera que debe ser efectuada con criterio de razonabilidad, esto es,
comprender que nada ms lejos de los objetivos de la ley procesal el conformarse en que
la persona sea individualizada cumpliendo slo con consignarse su identidad (nombres
completos) en el auto de apertura de instruccin (menos an, como se haca aos antes,
contra los que resulten responsables, hasta la dacin de la modificacin incorporada por
el Decreto Legislativo N. 126 publicado el 15 de junio de 1981), sino que, al momento
de calificar la denuncia ser necesario, por mandato directo e imperativo de la norma pro-
cesal citada, controlar la correccin jurdica del juicio de imputacin propuesto por el fiscal,
esto es, la imputacin de un delito debe partir de una consideracin acerca del supuesto
aporte delictivo de todos y cada uno de los imputados.
14. Esta interpretacin se condice con el artculo 14, numeral 3), literal b del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Polticos, que a este respecto, comienza por recono-
cer que: Durante el proceso, toda persona acusada de un delito tendr derecho, en plena
igualdad, a las siguientes garantas mnimas: a) A ser informada sin demora, en un idioma
que comprenda y en forma detallada , de la naturaleza y causas de la acusacin
formulada contra ella. Con similar predicamento, el artculo 8, numeral 2), literal a
de la Convencin Americana Sobre Derechos Humanos, dispone que: Durante el proce-
so, toda persona tiene derecho, en plena igualdad, a las garantas mnimas:...b) Comuni-
cacin previa y detallada de la acusacin formulada. Reflejo de este marco jurdi-
co supranacional, es el artculo 139, inciso 15) de nuestra Norma Fundamental, que ha
Jurisprudencia Temtica
establecido: El principio que toda persona debe ser informada, inmediatamente y por
escrito, de las causas o razones de su detencin. Se debe sealar que, a pesar del tenor
de esta norma constitucional, de la que pareciera desprenderse que el derecho del impu-
tado se limita al momento de su propia detencin, lo cierto es que esta toma de conocimiento,
constituye la primera exigencia del respeto a la garanta constitucional de la defensa que
acompaa a lo largo del proceso en todas las resoluciones del mismo.
15. Examinado el cuestionado auto de apertura de instruccin (fs. 175/180), de
conformidad con la Cuarta Disposicin Final Transitoria de la Constitucin, es posible
afirmar que tal resolucin no se adeca en rigor a lo que quieren tanto los instrumentos
jurdicos internacionales de derechos humanos, como la Constitucin y la ley procesal penal
citados. No cabe duda que el artculo 77 del Cdigo de Procedimientos Penales ofrece los
mximos resguardos para asegurar que el imputado tome conocimiento de la acusacin que
contra l recae, al prescribir que : El auto ser motivado y contendr en forma precisa los
hechos denunciados, los elementos de prueba en que se funda la imputacin, la
calificacin de modo especfico del delito o los delitos que se atribuyen al denunciado.
16. En otras palabras, la obligacin de motivacin del Juez penal al abrir instruc-
cin, no se colma nicamente con la puesta en conocimiento al sujeto pasivo de aquellos
cargos que se le dirigen, sino que comporta la ineludible exigencia que la acusacin ha de
ser cierta, no implcita, sino, precisa, clara y expresa; es decir, una descripcin suficien-
temente detallada de los hechos considerados punibles que se imputan y del material pro-
batorio en que se fundamentan, y no como en el presente caso en que se advierte una
37
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
HA RESUELTO
1. Declarar FUNDADA la demanda de hbeas corpus.
2. Declarar NULA la resolucin de fecha 2 de agosto de 2005, expedida por el Vi-
gsimo Quinto Juzgado Penal de Lima en el proceso penal N. 357-2005, mediante la cual
se abre instruccin y se dicta mandato de detencin a los beneficiarios de esta demanda,
en consecuencia, se dispone la suspensin de las rdenes de captura dictados contra to-
Jurisprudencia Temtica
SS.
ALVA ORLANDINI
GONZALES OJEDA
GARCA TOMA
LANDA ARROYO
Emito este voto singular con el debido respeto por la opinin vertida por el ponente,
por los fundamentos siguientes:
1. Viene a conocimiento de este Supremo Tribunal Constitucional el recurso de
agravio constitucional interpuesto por Luis Fernando Garrido Pinto a favor de Jefrey Immelt
y otros, contra la sentencia emitida por la Primera Sala Penal de Procesos con Reos Libres
de la Corte Superior de Justicia de Lima, que confirmando la apelada declara improcedente
38 la demanda de hbeas corpus.
STC. Exp. N. 8125-2005-PHC/TC
Jurisprudencia Temtica
conexos con ella. En sntesis, el Tribunal Constitucional, tras reproducir parte del texto
del artculo 77 del Cdigo de Procedimientos Penales, ha dicho que no es instancia revisora
para dilucidar si los fundamentos que sustentan el auto de apertura de instruccin son
suficientes o cumplen con los requisitos legales, dejando en claro que dicha reclamacin
deber de ser impugnada al interior del proceso penal en trmite pues es prerrogativa de
la judicatura ordinaria resolver dichas controversias.
5. El Cdigo Procesal Constitucional, Ley 28237, en el Artculo 4, segundo prrafo,
prev la revisin de una resolucin judicial va proceso de hbeas corpus siempre que se
cumplan 2 presupuestos: 1) que se trate de una resolucin judicial firme y 2) que la vulne-
racin a la libertad individual y a la tutela procesal efectiva sea de forma manifiesta.
6. Consecuentemente, para legitimar el ingreso del Tribunal Constitucional a la
revisin de una resolucin judicial que en este caso constituye la expresin misma de la
autonoma del Juez y la independencia del Poder Judicial debe acreditarse fehacientemen-
te el cumplimiento de dichos presupuestos; caso contrario estaremos convirtiendo a este
Supremo Tribunal en una suprainstancia capaz de revisar todos los autos de apertura de
instruccin evacuados por la jurisdiccin ordinaria a nivel nacional.
7. Debemos tener en cuenta primero que tratndose del cuestionamiento al auto
que abre instruccin con el argumento de una indebida o deficiente motivacin, la preten-
sa vulneracin no puede ser conocida a travs del hbeas corpus sino del amparo puesto
que el auto de apertura, en puridad, no est vinculado directamente con la medida cautelar
de naturaleza personal que se dicta al interior de dicha resolucin, medida contra la que 39
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
la ley procesal permite la apelacin. Este mandato se emite en funcin a otros presupues-
tos procesales, sealando el Artculo 135 del Cdigo Procesal Penal, taxativamente, los
requisitos mnimos que deben concurrir para su procedencia, que no son los mismos que
los exigidos para el auto que abre instruccin establecidos en el Artculo 77 del Cdigo
de Procedimientos Penales. En consecuencia considero que si se denuncia que el juez
ordinario, abusando de sus facultades, abre instruccin contra determinada persona co-
metiendo con ello una arbitrariedad manifiesta, se estara acusando la violacin del debi-
do proceso ya sea este formal o sustantivo, para lo que resulta va idnea la del amparo
reparador. La medida coercitiva de naturaleza personal s incide directamente sobre la
libertad; empero, contra esta medida existen medios impugnatorios previstos en la ley
procesal penal que tendran que agotarse para obtener la firmeza de la resolucin en lo
referente a la detencin preventiva u otras limitaciones a la libertad personal.
8. Sin perjuicio de lo anterior creo pertinente considerar que si bien es cierto la
normatividad procesal penal no ha previsto expresamente un medio impugnatorio para cues-
tionar el auto de apertura de instruccin, tambin lo es que de existir vacos en el tratamiento
por dicho ordenamiento procesal, ste se rige supletoriamente por el Cdigo Procesal Civil,
en cuanto le sea aplicable, segn la previsin de la Primera Disposicin Complementaria y
Final del aludido Cdigo que a la letra dice: las disposiciones de este Cdigo se aplican
supletoriamente a los dems ordenamientos procesales, siempre que sean compatibles con
su naturaleza. Si esto es as, encontramos que en el Artculo 171 del referido complexo legal
se prev que la nulidad de un acto procesal (...) puede declararse cuando el acto procesal
careciera de los requisitos indispensables para la obtencin de su finalidad.
9. El recurrente afirma que el auto de apertura de instruccin carece de motiva-
cin suficiente pues no expone las razones que el Juez ha tenido en cuenta para imputar
la comisin del delito de estafa a cada uno de los instruidos, ni los hechos por los que ten-
dran que responder individualmente durante la investigacin judicial, es decir afirma que
el acto procesal no cumple con los requisitos mnimos de validez. Siendo as los recurrentes
Jurisprudencia Temtica
tuvieron a su alcance el remedio previsto en el artculo 171 del C.P.C. a travs de la for-
mulacin de la nulidad del referido acto procesal y lograr en sede ordinaria la correccin
del vicio que se acusa o, en su defecto, conseguir la resolucin firme que lo habilite a recurrir
a la via excepcional y sumarisima del extraordinario proceso de urgencia.
10. En cuanto a la exigencia referida a que la vulneracin a la libertad individual y
a la tutela procesal efectiva sea de forma manifiesta, de la revisin de autos considero que
no existe tal manifiesta vulneracin que como presupuesto requiere el segundo prrafo del
artculo 4 del Cdigo Procesal Constitucional para ingresar al anlisis de fondo, por los
siguientes argumentos: a) las consideraciones que ha tenido el Juez emplazado para dic-
tar el auto de apertura han sido en funcin a lo dispuesto por la Cuarta Sala Especializada
en lo Penal Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, por resolucin de fecha
26 de abril del 2005, mediante el cual se le ordena abrir instruccin contra los recurrentes,
constituyendo una materia que compete de forma exclusiva al juzgador penal; b) mediante
los fundamentos de la resolucin superior y de la resolucin cuestionada se motiva cla-
ramente las razones por las que la Sala y el Juez emplazado consideran que la actuacin
de los funcionarios de la Empresa General Electric Company encuadra en el delito que se
les imputa a todos ellos; y c) la invocacin de la alegada vulneracin del principio de mo-
tivacin es prematura, pues tratndose de un proceso penal en etapa inicial, obviamente an
no existe una sentencia firme que sindique a los accionantes como responsables de la
comisin del delito instruido, permaneciendo inalterable su presuncin de inocencia, no
40 resultando posible determinar el grado de participacin de cada uno de ellos, lo que ser
STC. Exp. N. 8125-2005-PHC/TC
Jurisprudencia Temtica
Mi voto, por tanto, es por la improcedencia de la demanda.
S.
JUAN FRANCISCO VERGARA GOTELLI
SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
41
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
Jurisprudencia Temtica
42
STC. Exp. N. 6712-2005-PHC/TC
EXP. N. 6712-2005-HC/TC
LIMA
MAGALY JESS MEDINA VELA
Y NEY GUERRERO ORELLANA
En Lima, a los 17 das del mes de octubre de 2005, el Tribunal Constitucional en sesin
de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los magistrados Alva Orlandini, Bardelli
Lartirigoyen, Gonzales Ojeda, Garca Toma, Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia
la siguiente sentencia
I. ASUNTO
Recurso extraordinario interpuesto por doa Magaly Jess Medina Vela y por don
Ney Guerrero Orellana contra la Resolucin de la Cuarta Sala Especializada en lo Penal
Jurisprudencia Temtica
para Procesos con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, del 6 de julio de
2005, que declara infundada la demanda de hbeas corpus de autos.
II. ANTECEDENTES
a. Demanda
Con fecha 31 de mayo de 2005, los recurrentes interponen demanda de hbeas
corpus contra los miembros de la Primera Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema,
seores Robinson Gonzles Campos, Jos Mara Balczar Zelada, Pastor Barrientos Pea,
Csar Vega Vega y Hugo Prncipe Trujillo, solicitando que se declare la nulidad del pro-
ceso penal seguido en su contra hasta la fase de instruccin.
Sostienen que acuden al hbeas corpus porque se configura la violacin del derecho
a la libertad personal por haberse negado la tutela procesal efectiva cuando se vulnera su
derecho a la probanza y a la defensa. Consideran que tales transgresiones se produjeron
a travs de las tres resoluciones judiciales firmes en el proceso penal seguido en su contra
(las expedidas en el 2003 por el Trigsimo Noveno Juzgado Penal, en el 2004 por la Sexta
Sala Penal Superior y en el 2005 por la Primera Sala Penal Suprema Transitoria).
Expresan que se contraviene su derecho a probar puesto que, habiendo presentado
testimoniales (tanto del asesor legal del canal como del administrador del mismo), nunca
fueron admitidas ni rechazadas por el juez. La importancia de tales medios se centraba en
que, antes de emitir el reportaje materia del proceso penal que se sigui en su contra, ellos 43
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
Ao II , N. 3, enero - junio, Lima, 2006
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
fueron asesorados por abogados, los cuales les aseguraron que no se afectaba el derecho
a la intimidad de la vedette con la emisin del mencionado reportaje. Justamente, al no
tomarse en cuenta los medios probatorios ofrecidos, consideran que se les ha impedido
probar el error de prohibicin en sus actos, lo cual llevara no exactamente a la antijurici-
dad, sino a la exclusin de culpabilidad. Asumen que tampoco el juez pudo establecer la
existencia de tales medios como prueba intil, pues sta se configura cuando los hechos
alegados no requieren probanza por ser demasiado obvios.
Asimismo, alegan la afectacin al derecho a la defensa, pues el juzgador nunca se
pronunci sobre el extremo que plantearon como mecanismo de defensa en la declaracin
instructiva. ste se refiere a que, al haber propalado un vdeo que probaba la existencia de
prostitucin ilegal, no se pudo afectar la intimidad de la querellante.
tencia de fecha 4 de junio de 2004, la misma que condena a los demandantes a cuatro aos
de pena privativa de la libertad, suspendida condicionalmente por el trmino de tres aos,
por la comisin del delito contra la libertadviolacin de la intimidad.
- Petitorio constitucional
Los demandantes alegan la afectacin de los derechos constitucionales a la tutela
procesal efectiva (artculos 139, inciso 3, de la Constitucin, y 4 del Cdigo Procesal
Constitucional) en correspondencia con la libertad personal (artculo 2, inciso 24, de la
Constitucin), en lo referido al derecho a probar (artculo 139, inciso 3, de la Consti-
tucin) y al derecho a la defensa (artculo 139, inciso 14, de la Constitucin).
Sobre la base de esta vulneracin, solicitan lo siguiente:
- Nulidad del proceso penal hasta la fase de instruccin a fin de que se les permita
probar el hecho postulado como defensa material.
- Nulidad del proceso penal hasta la fase de instruccin a fin de que el juez penal en
la sentencia se pronuncie sobre el argumento de defensa tcnica.
Jurisprudencia Temtica
- La supuesta violacin del derecho a la prueba tiene relacin directa con la respon-
sabilidad de los recurrentes?
- Cules son los elementos de anlisis respecto a la supuesta violacin de esta parte
de la tutela procesal efectiva?
- Existe alguna vulneracin del derecho a la defensa? En tal sentido,
- Cmo se habr de entender la defensa tcnica y en qu sentido se habr de conectar
con un test de razonabilidad?
- Por qu es necesario entender el significado constitucional de los derechos a la
informacin y a la vida privada para resolver este extremo de la demanda?
- De qu manera se inserta la determinacin de existencia de prostitucin clandesti-
na en el acto ponderativo entre informacin y vida privada?
- Qu consecuencias genera la presentacin de una demanda como la planteada en
el presente caso?
IV. FUNDAMENTOS
1. La presente demanda de hbeas corpus cuestiona la validez del proceso penal
llevado a cabo contra los actores por el delito contra la intimidad, prescrito taxativamente
en el artculo 154 del Cdigo Penal. La materia de anlisis constitucional versa sobre la
declaratoria de responsabilidad de los querellados (ahora demandantes en el proceso
constitucional) en sede judicial. La determinacin de culpabilidad de los coinculpados se
asienta en hechos claramente establecidos que no pueden ser objeto de anlisis por parte 45
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
de este Colegiado, sino que se asumen como vlidos, al estar definido su vigor en sede
judicial.
El da 31 de enero de 2000, en el programa televisivo Magaly TV, se transmiti un
vdeo editado que contena imgenes que revelaban datos ntimos de doa Mnica Adaro
Rueda (querellante en el proceso penal), y se le apreciaba manteniendo relaciones sexua-
les con una persona de sexo masculino, identificado posteriormente como don Eduardo
Martn Arancibia Guevara. Tal reportaje fue anunciado como Las Prostivedettes, y fue
difundido a travs de un canal de televisin de seal abierta. En el curso del proceso pe-
nal, se estableci que fueron los querellados, el productor del programa (don Ney Gue-
rrero Orellana) y la conductora del mismo (doa Magaly Jess Medina Vela), quienes
contrataron a la persona que se aprecia en las imgenes para que indujera a la querellante
a mantener relaciones sexuales por medios que son objeto del reportaje televisivo. Para el
plan de los denunciados se cont con el previo ocultamiento de los dispositivos de filma-
cin y grabacin de audio en el ambiente en el cual iban a mantener relaciones sexuales.
Sobre la base de estos hechos, y tras la sancin penal de los querellados, son ellos
mismos los que acuden ante esta instancia constitucional para que se analice en esta sede
si hubo vulneracin, o no, de sus derechos fundamentales.
de los demandantes, por lo que este Colegiado se encuentra habilitado para responder a
las inquietudes formuladas sobre la base de un anlisis estricto y pro homine de la reso-
lucin judicial cuestionada. Sin embargo, existen algunas cuestiones que deben resaltar-
se y detallarse respecto al anlisis jurdico de la formulacin de este tipo de hbeas corpus
restringido.
1. Escrito del abogado de los demandantes del hbeas corpus (fs. 142, 43 del
46 Expediente).
STC. Exp. N. 6712-2005-PHC/TC
Jurisprudencia Temtica
aplicar el Cdigo Procesal Civil para pedir que la jueza se inhiba o, excuse, usando la
terminologa del Cdigo Procesal Constitucional del conocimiento de la causa.
Por ello, es valedero el pronunciamiento realizado por la jueza al respecto. Lo que no
es vlido es la utilizacin de las normas detalladas en su sentencia. Se usan dispositivos
previstos explcitamente para el caso del amparo o para procesos civiles, lo cual no puede
ser aceptable tomando en consideracin que el hbeas corpus, en tanto proceso constitu-
cional y por su carcter de tutela de extrema urgencia, tiene reglas sumamente especiales
y plazos muy breves, que han sido claramente determinadas por el legislador.
Por lo tanto, el pedido de inhibicin planteado por los reclamantes debe ser decla-
rado improcedente.
5. Conviene en este tramo mencionar qu caminos proporciona el propio Cdigo
Procesal Constitucional a las personas que cuestionan la independencia de un magistra-
do que resolver un caso en el cual pueden verse perjudicadas.
Segn una interpretacin oportuna del artculo 33, inciso 1, del mencionado cuer-
po normativo, puede interponer pedido de recusacin el propio afectado (o su represen-
tante legal). Es decir, los recurrentes tuvieron la capacidad de recusar a la jueza que vio su
2. La firmeza de la resolucin
6. Como segundo tema, debe precisarse que se considera como una resolucin
firme. Ello porque los recurrentes alegan criterios que implicaran una grave desatencin
respecto a cules son los fallos judiciales que pueden ser materia de un proceso consti-
tucional.
A su entender, cada una de las tres resoluciones emitidas en el proceso penal que se
sigui en su contra (sentencia condenatoria, sentencia confirmatoria y sentencia no anu-
latoria) tienen la condicin de firmes3. Sin embargo, han interpuesto el hbeas corpus tan
slo contra la ltima de ellas.
Corresponde, entonces, dejar sentado con claridad qu habr de entenderse por re-
solucin judicial firme; ms an si de una explicacin errada puede concluirse que contra
cualquier sentencia judicial se podra interponer una demanda de este tipo, desnaturalizan-
do la funcin de control constitucional de este Colegiado, que quedara convertido en una
instancia judicial ms.
7. Segn el mencionado artculo 4 del Cdigo Procesal Constitucional, slo
cabra la presentacin de una demanda de hbeas corpus por violacin de la tutela procesal
efectiva cuando existe una resolucin judicial firme.
La firmeza de las resoluciones judiciales est referida a aquel estado del proceso en
el que no cabe presentar medio impugnatorio y, por lo tanto, slo cabr cuestionar la irre-
gularidad de la actuacin judicial a travs del control constitucional. Por lo tanto, la inexis-
tencia de firmeza comporta la improcedencia de la demanda que se hubiese presentado,
tomando en cuenta la previsin legal expresada en el mencionado cdigo.
Por ende, ni la sentencia emitida por el Trigsimo Noveno Juzgado Penal, ni la emitida
por la Sexta Sala Penal Superior de Lima en el proceso penal seguido por delito contra la
Jurisprudencia Temtica
mulas propositivas que reiteran que el cuestionado es un proceso regular que, precisamente,
est siendo criticado por el supuesto incumplimiento irrestricto de su regularidad.
En el caso de autos, los vocales demandados sealan que la causa penal la resolvie-
ron dentro de los lmites y formalidades que seala la Ley Orgnica del Poder Judicial4,
que su decisin es correcta desde el punto de vista sustantivo penal5, y que no han violen-
tado derecho o garanta constitucional alguno que amenace la libertad6. Adicionalmente,
manifiestan que:
Este fallo fue recurrido (respeto a la pluralidad de instancias) y el caso lleg hasta la
Corte Suprema, de modo que tampoco se produjo la afectacin a la defensa procesal
como lo denomina la contraria. Pese a ello, cul es su pretensin?: la nulidad del
proceso! No existe acaso el recurso previsto en el ordenamiento procesal ordinario? No
han hecho valer, los demandantes, los medios impugnatorios contra las sentencias?7.
Este Tribunal estima imperativo advertir que estos problemas de argumentacin no
solamente quedan a nivel de los demandados, sino tambin se presentan en las resolucio-
nes emitidas por los magistrados constitucionales. El juez de primera instancia seala
tambin que la Ejecutoria Suprema se ha expedido en el mbito de un proceso regular,
toda vez que su pretensin es una valoracin jurdica de los hechos materia del recurso de
nulidad, y de esta forma los juzgadores llegaron a la plena conviccin de la responsabi-
lidad de los acusados8. La Sala Superior, por su parte, respecto a la sentencia impugnada,
precisa que:
(...) se aprecia que tal pronunciamiento judicial ha sido producto de un proceso penal
regular seguido en su contra, al interior del cual tuvieron la posibilidad de ejercer todo
el conjunto de derechos y facultades con las que se hallaban investidos a fin de
demostrar su inocencia y en el cual no se advierte vulneracin alguna a sus derechos
como alegan (...)9.
Jurisprudencia Temtica
De ello que se puede observar que, tanto los demandados como los juzgadores ju-
diciales han determinado que no se ha afectado de la tutela procesal efectiva por conside-
rar que el proceso ha sido llevado de manera regular, respetndose el derecho a la defensa
o la pluralidad de instancias. Sin embargo, no se realiza argumentacin alguna del por qu
el examinador llega a esta conclusin.
10. Segn el artculo 139, inciso 5, de la Constitucin, toda resolucin que emita
una instancia jurisdiccional (mandato que no se restringe a los rganos del Poder Judicial,
sino tambin a toda entidad que resuelva conflictos, incluido el Tribunal Constitucional)
debe estar debidamente motivada. Ello significa que debe quedar plenamente establecida
a travs de sus considerandos, la ratio decidendi por la que se llega a tal o cual conclusin.
Pero una resolucin, como la que se observa en el proceso constitucional que se est
resolviendo, en que no se precisan los hechos, el derecho y la conducta responsable, ni
tampoco se encuentra razn o explicacin alguna del por qu se ha resuelto de tal o cual
manera no respeta las garantas de la tutela procesal efectiva. La debida motivacin debe
estar presente en toda resolucin que se emita en un proceso. Este derecho implica que
cualquier decisin cuente con un razonamiento que no sea aparente o defectuoso, sino que
exponga de manera clara, lgica y jurdica los fundamentos de hecho y de derecho que la
justifican, de manera tal que los destinatarios, a partir de conocer las razones por las cuales
se decidi en un sentido o en otro, estn en la aptitud de realizar los actos necesarios para
la defensa de su derecho. El derecho a la motivacin es un presupuesto fundamental para
el adecuado y constitucional ejercicio del derecho a la tutela procesal efectiva.
Adems de considerarla como principio y garanta de la administracin de justicia,
este Colegiado ha desarrollado su contenido en la sentencia recada en el Expediente N.
1230-2002-HC/TC, donde se precis que lo garantizado por el derecho es que la decisin
expresada en el fallo o resolucin sea consecuencia de una deduccin razonada de los
hechos del caso, las pruebas aportadas y su valoracin jurdica. Adems, en la sentencia
recada en los Expedientes N.o 0791-2002-HC/TC y N. 1091-2002-HC/TC, se afirm,
entre otras cosas, que la motivacin debe ser tanto suficiente (debe expresar por s misma
las condiciones que sirven para dictarla y mantenerla) como razonada (debe observar la
ponderacin judicial en torno a la concurrencia de todos los factores que justifiquen la
adopcin de esta medida cautelar). Lamentablemente, nada de esto se cumple en las reso-
luciones emitidas en los rganos jurisdiccionales que han resuelto el presente hbeas
Jurisprudencia Temtica
11. Por ello, es necesario que este Colegiado analice cada uno de los argumentos
vertidos por los demandantes respecto a la vulneracin de la tutela procesal efectiva en el
proceso penal seguido en su contra, bsicamente en la sentencia emitida por la Corte Su-
prema.
El estudio concreto de las dos violaciones aducidas (falta de anlisis de las pruebas
o caresta de observacin de los medios de defensa) podr franquear una conclusin
conveniente respecto a lo pedido por los demandantes. Si el requerimiento es aceptable,
podr declararse fundada la demanda, sin que ello signifique una intrusin en los fueros
judiciales. Pero si, por el contrario, lo solicitado tiene por finalidad concretar una artima-
a jurdica, no slo se podr declarar infundada la demanda, sino que incluso se podra
tratar de poner un coto a ejercicio procesales abusivos de este tipo.
Pero lo que no puede permitirse conviene insistir, es que sin que se efecte un
anlisis de fondo se llegue a conclusiones apresuradas que no hacen bien al fortalecimiento
de la justicia en el pas. Por ende, debe responderse directamente y con exactitud cada uno
de los argumentos esgrimidos por los demandantes.
12. Los recurrentes alegan que durante el desarrollo del proceso penal en que se
les sanciona por su responsabilidad en el delito de violacin de intimidad, se ha vulnerado
su derecho a probar:
Cuando en las instructivas negamos la imputacin de delito de violacin de la inti-
midad, postulamos como defensa material el hecho del asesoramiento legal en la rea-
lizacin del trabajo periodstico de las Prostivedettes, incluso sealando los nombres
de los abogados que nos brindaron la opinin jurdica. Tcnicamente ofrecimos
medios de investigacin o pruebas testimoniales que debieron ser admitidos y actua-
Jurisprudencia Temtica
dos por el Juez Penal respetando nuestro derecho a probar10.
Es decir, aducen que ofrecieron medios probatorios pero que en el Poder Judicial tales
no slo no fueron analizados correctamente, sino que, peor an, no fueron admitidos o
fueron rechazados. En ello radicara la principal vulneracin del derecho a la tutela pro-
cesal efectiva. Frente a ello, la Procuradura Pblica del Poder Judicial seala que no exis-
te vulneracin alguna respecto a este derecho, sino que una argumentacin de este tipo lo
que refleja es un inters para que nuevamente se evalen los aspectos de fondo de la res-
ponsabilidad penal11.
Entonces, para determinar con claridad la existencia de la violacin a la probanza, se
debe analizarse especficamente cul es el contenido constitucionalmente protegido de este
derecho, para advertir si dentro de l se encuentra comprendida la supuesta vulneracin
planteada.
Jurisprudencia Temtica
la proteccin de la tutela procesal efectiva a determinados supuestos, excluyndose aqu-
llos que no estn relacionados directamente con el mbito constitucional del derecho.
Una muestra de este trabajo interpretativo se encuentra en lo desarrollado con rela-
cin al derecho a la defensa. Este Tribunal se ha pronunciado en el sentido de que el mismo
tiene aspectos que no inciden en el contenido constitucionalmente protegido de la tutela
procesal efectiva y que, por lo tanto, no pueden ser susceptibles de proteccin en estos
procesos. En la sentencia del Expediente N. 3914-2004-HC/TC, se expresa lo siguiente:
(...) si bien se demuestra una cierta limitacin del derecho de defensa de la persona,
no es la sede del hbeas corpus la pertinente para criticar tal acto. Tal limitacin no
es una restriccin que afecta bienes constitucionales.
Por ende, en el derecho-regla a la prueba, este Colegiado est en la capacidad de
delimitar y circunscribir cul es su mbito de proteccin en sede constitucional. Veamos
cmo se puede ir estableciendo ste.
Cabe recordar que las transgresiones alegadas tienen su origen en un mismo hecho.
Se trata de la postulacin realizada por los actores de un medio probatorio. ste se refiere
a la declaracin de testigos, y en virtud del cual consideran que se pudo haber evidenciado
la existencia de informes jurdicos previos a la emisin del vdeo materia del control pe-
nal, que opinaban por la legalidad de su propalacin.
18. En primer lugar, se encuentra la falta de respuesta. No obstante haberse ofre-
cido el medio probatorio de la declaracin de testigos, que segn los querellados era parte
importante para su defensa, los juzgadores ni los admitieron ni los rechazaron. Esto su-
cedi tanto en primera como en segunda instancia. En las dos sentencias emitidas no se
hace mencin alguna a la declaracin ofrecida.
Segn los demandantes del proceso de hbeas corpus, estas resoluciones constitu-
yeron el mejor ejemplo de vulneracin de un derecho fundamental:
(...) ni el Trigsimo Noveno Juzgado Penal, ni la Sexta Sala Penal Superior, ni la
Primera Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia, han argumentado que
no se admitieron y actuaron los medios de investigacin o prueba que ofrecimos por
el vencimiento del plazo probatorio (...)12.
Es decir, pese a la obligacin exigible a cualquier juzgador de resolver un pedido
realizado por un justiciable, no se dio respuesta en el plazo correspondiente.
Para contradecir esta evidencia de vulneracin, el representante del Poder Judicial
explica la razn de esta falta de contestacin. Si bien concluye en que todo magistrado est
en la facultad de admitir los medios probatorios que considere pertinentes para valorarlos
en la sentencia, y de esta manera sustentar su razonamiento jurdico, su principal razn
consiste en que:
(...) no se expidi una resolucin que admitiera o denegara directamente este medio
probatorio y no ocurri por un hecho muy simple, nos encontrbamos en aquella opor-
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cita se presenta en el artculo 2, inciso 24, acpite e), se trata de uno implcito que limita
la potestad punitiva del Estado.
La esencia de la culpabilidad no reside (...), sino en la posibilidad de haber actuado
de otra manera en el caso concreto (...). El principio de culpabilidad determina las siguientes
consecuencias: (...) Se debe reconocer el error sobre los hechos y, al menos, sobre la
antijuricidad (....)18.
Asimismo, este Tribunal concuerda con la doctrina cuando se seala que:
(...) Conforme a la naturaleza de la culpabilidad y de la inculpabilidad la evitabi-
lidad de la falta de comprensin de la criminalidad de la conducta debe valorarse
siempre en relacin al sujeto en concreto y a sus posibilidades19.
sobre la existencia o la inexistencia de los hechos que son o sern objeto de probanza. As,
en su contenido se incluye la posibilidad de su ofrecimiento, su admisin, su actuacin,
su produccin, su conservacin y su valoracin.
El Tribunal Constitucional espaol (la N. 33/1992), en una sentencia atinente con-
cretamente a la denegacin de medios probatorios, ha sealado que:
(...) es indiscutible la existencia de una relacin entre denegacin indebida de prue-
bas e indefensin, pero no existe indefensin de relevancia constitucional cuando aun
existiendo alguna irregularidad procesal, no se llega a producir efectivo y real menos-
cabo del derecho de defensa, bien porque no exista relacin entre los hechos que se
queran probar y las pruebas rechazadas o bien porque quede acreditado que el in-
teresado, pese al rechazo, pudo en todo caso proceder a la defensa de sus derechos
e intereses legtimos.
Tal como se puede observar, para que la que prueba ofrecida por un inculpado tenga
un grado de eficacia tal que pueda ser admitida en un proceso, debe presentar elementos
de juicio irrebatibles a la luz de la responsabilidad penal atribuida.
23. Como premisa bsica, la presentacin de testimoniales por parte de los quere-
llados resulta ser una prueba intil. Ella en s misma no permite establecer la existencia o
inexistencia del hecho que se pretende probar o verificar con su ofrecimiento o actuacin,
que es, finalmente, la capacidad de reaccin normativa y la internalizacin de la norma por
56 parte del sujeto.
STC. Exp. N. 6712-2005-PHC/TC
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olvidaba un tercer testimonio que es incluso el administrador del canal de ese enton-
ces. Entonces, esta es la prueba que se ofrece al momento de la declaracin de ins-
tructiva que tranquilamente se pudo haber admitido su actuacin y de repente en la
valoracin no creerle, pero, el problema seor vocal es que no se admite la prueba,
no se seala la razn de su no admisin, ni siquiera se notifica y, en la Corte Supre-
ma se dice, no sea admitida porque no tena la razn, eso me parece que lesiona
frontalmente el derecho a probar21.
No es creble la versin planteada por el abogado de los demandantes respecto a que
tanto el abogado externo como el interno presentaron informes, pero solamente verbales.
En un proceso judicial no es consistente una argumentacin como la vertida. Asumir esta
posicin coadyuva a considerar adecuada la respuesta de la judicatura respecto a la pos-
tulacin probatoria denegada.
25. Un ltimo punto al respecto. El delito por el que fueron sentenciados los re-
currentes en la querella por delito contra la intimidad, est prescrito claramente en el ar-
tculo 154 del Cdigo Penal:
20. PEREZ DEL VALLE, Carlos. Estudios sobre la independencia judicial y el proceso penal.
Lima, Grijley, 2005. pp. 164, ss.
21. Declaracin de la defensa de los demandantes (Audiencia Pblica del 17 de
octubre de 2005). 57
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
En tal sentido, es imperioso que se realice un anlisis de cul es el rol que cumple
el medio probatorio, ya que as se podr determinar, entre otras cosas, si el momento en
que fue postulado era el que corresponda segn las normas procesales sobre la materia.
As, entre otros, el medio probatorio debe contar con:
- Pertinencia: Exige que el medio probatorio tenga una relacin directa o indirecta
con el hecho que es objeto de proceso. Los medios probatorios pertinentes sus-
tentan hechos relacionados directamente con el objeto del proceso.
- Conducencia o idoneidad: El legislador puede establecer la necesidad de que
determinados hechos deban ser probados a travs de determinados medios pro-
batorios. Ser inconducente o no idneo aquel medio probatorio que se encuen-
tre prohibido en determinada va procedimental o prohibido para verificar un
determinado hecho.
- Utilidad: Se presenta cuando contribuya a conocer lo que es objeto de prueba,
a descubrir la verdad, a alcanzar probabilidad o certeza. Slo pueden ser admi-
tidos aquellos medios probatorios que presten algn servicio en el proceso de
conviccin del juzgador, mas ello no podr hacerse cuando se ofrecen medios
probatorios destinados a acreditar hechos contrarios a una presuncin de de-
recho absoluta; cuando se ofrecen medios probatorios para acreditar hechos no
22. SAN MARTN CASTRO, Csar. Derecho Procesal Penal. 2 ed. Lima, Grijley, 2003, p. 817.
58
STC. Exp. N. 6712-2005-PHC/TC
Jurisprudencia Temtica
expresar que el querellado tiene derecho para llevar hasta tres testigos que rectifi-
quen los hechos imputados, o demuestren la parcialidad de los testigos ofrecidos por
el querellante, y si hay prueba pericial, un perito que discuta los dictmenes de los
peritos judiciales o los presentados por el querellante. A esta cdula se acompaar
una copia de la querella.
Como es de verse, la oportunidad para ofrecer testimoniales o cualquier otro medio
probatorio en un procedimiento de querella es antes de la audiencia, ya que es en ella cuando
tendr lugar su actuacin. Pero, cundo se present el medio probatorio en el proceso
penal seguido contra los querellados?
28. Se ha alegado que la postulacin se produjo cuando las instructivas fueron
realizadas. De lo que se puede observar de ellas es que, bsicamente, lo que los recurren-
tes sealan son datos necesarios para ejercer su derecho a la defensa. Nada ms. En su
declaracin, los dos coinculpados coincidieron en sealar que:
(...) luego de consultar con los asesores internos legales del canal encabezados por
el doctor Leopoldo Valdez, quien a su vez realiz una inter consulta con el asesor legal
externo del canal, el doctor Rolando Souza, luego de recibida la asesora legal nece-
saria para evitar que violemos algn tipo de ley, decidimos emitir el informe23.
23. Instructivas de Magaly Jess Medina Vela, del 28 de enero de 2003 (fs. 62 del
Expediente) y de Ney Edgardo Guerrero Orellana, del 28 de enero de 2003 (fs. 67 59
del Expediente).
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
24. Escrito N. 25 de la defensa, recibido el 12 de mayo del 2003 (fs. 71, 72 del
60 Expediente).
STC. Exp. N. 6712-2005-PHC/TC
Por ello, es oportuno subrayar que lo pedido por los recurrentes no se inserta en el
contenido esencial del mbito constitucionalmente protegido del derecho a la prueba,
motivo por el que este extremo de la demanda se inserta en lo prescrito por el Cdigo
Procesal Constitucional en el artculo 5, inciso 1, y debe ser declarado improcedente.
30. Adems de aducir la violacin del derecho a la prueba, los recurrentes refieren
que, en el proceso penal seguido en su contra, se ha afectado su derecho a la defensa,
precisando los siguientes motivos:
Desde la fase de instruccin del proceso penal hemos alegado como argumento de
defensa tcnica la atipicidad del hecho por el que se nos atribuye ser autores de delito
contra la intimidad, porque los actos de prostitucin clandestina, por ser ilcitos, no
se encuentran dentro del mbito de proteccin del bien jurdico intimidad. Este ar-
gumento de defensa tcnica no ha sido tratado o considerado en las sentencias dic-
tadas en las 3 instancias de la causa penal (...)25.
En la sentencia de primera instancia del proceso penal, el juzgador rese claramen-
te cul era la estrategia de defensa utilizada por la defensa de los recurrentes: que la pros-
titucin clandestina, por constituir un ilcito administrativo, no se encuentra dentro de la
esfera de la vida privada; y que la conducta realizada se encuentra justificada en la medida
que los querellados actuaron en el ejercicio regular de la libertad de informacin26. Pese
a tal reconocimiento, los ahora recurrentes alegan que la vulneracin de la defensa tcnica
se produjo cuando se les impidi vindicar su accin, obstaculizando la comprobacin de
la existencia de la mencionada prostitucin clandestina27.
En consecuencia, lo que corresponde determinar en este punto de la sentencia es si
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los argumentos de defensa esgrimidos por los querellados del proceso penal debieron ser
analizados obligatoriamente por el juzgador al momento de resolver, o si por el contrario,
tena ste la posibilidad de desconocerlos cuando redact su sentencia.
El principio de no ser privado del derecho de defensa en ningn estado del proceso
(...).
Los instrumentos internacionales ponen nfasis en mbitos especficos del derecho
a la defensa. El artculo 11 de la Declaracin Universal de Derechos Humanos insiste en
que se aseguren a la persona todas las garantas necesarias para su defensa. A su vez, el
artculo 14, inciso 3, acpite d del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polticos
considera pertinente requerir una defensa no slo realizada a ttulo personal, sino tambin
a travs de un abogado. Por su parte, el artculo 8, inciso 2, acpite c de la Convencin
Americana sobre Derechos Humanos concede al inculpado el tiempo y medios convenien-
tes para que prepare y realice su defensa.
32. Teniendo en cuenta tales dispositivos, conviene preguntarse cundo se produ-
ce una violacin del derecho de defensa. Ello ocurrir cuando una persona no logra ofre-
cer a quien la juzga los elementos necesarios para desvirtuar una acusacin en su contra
o para afirmar que tiene la razn en lo que alega. Pero no todo acto que imposibilita un
correcto uso de la defensa produce un agravio al derecho.
A colacin de lo expuesto, el Tribunal Constitucional espaol ha sealado, como parte
de la Sentencia N. 237/1999, que
(...) la indefensin, que se concibe constitucionalmente como la negacin de la tu-
tela judicial (...) ha de ser algo real, efectivo y actual, nunca potencial o abstracto, por
colocar a su vctima en una situacin concreta que le produzca un perjuicio, sin que
le sea equiparable cualquier expectativa de un peligro o riesgo (...). Por ello hemos
hablado siempre de indefensin material y no formal, para la cual resulta necesaria
pero no suficiente la mera transgresin de los requisitos configurados como garan-
ta, siendo inexcusable la falta de sta, cuando se produce de hecho y como conse-
cuencia de aqulla. Puestas as las cosas en su punto final, parece claro que la omi-
sin denunciada, podra ser reprochable en el plano de la legalidad y con efectos quiz
Jurisprudencia Temtica
a no ser que haya vulneracin de algn derecho fundamental, situacin en la cual la pros-
cripcin prevista en el segundo prrafo del artculo 139, inciso 2 de la Norma Fundamental
cedera ante la posibilidad de interponer una demanda de algn proceso constitucional,
segn lo permite el artculo 200.
Ahora bien, a grandes rasgos y prima facie, lo que se advierte es que en las tres
sentencias emitidas en el Poder Judicial s se observaron los argumentos de defensa pero
no se crey conveniente asumirlos como vlidos para resolver el caso. En cada una de las
instancias, los juzgadores establecieron que era irrelevante averiguar la existencia de pros-
titucin ilegal, pues ello no era objeto de juzgamiento, lo que en cierta forma ha terminado
confirmando que en su criterio la vida privada de las personas no tiene relacin alguna con
la finalidad con la que realizan sus actos.
34. Pese a lo que se acaba de determinar, este Colegiado resear algunos parme-
tros constitucionales sobre los derechos que estuvieron en juego en el proceso judicial penal
sometido a control constitucional, por ser ello necesario en virtud de la profilaxis interpre-
tativa que corresponde al Tribunal Constitucional en su calidad de rgano supremo de
interpretacin de la Norma Fundamental (artculo 1 de la Ley Orgnica del Tribunal
Constitucional). Ello no significa que se est volviendo a resolver sobre el caso del fondo,
sino nicamente que se analizar la decisin judicial en el extremo planteado en la deman-
da, toda vez que slo as se desvirtuar, o validar, la tesis esgrimida por los recurrentes,
adems de sentar las bases conceptuales para el estudio de derechos fundamentales poco
desarrollados jurisprudencialmente.
Asimismo, se pondr nfasis en que los jueces, como miembros partcipes del Es-
tado, deben cumplir con las obligaciones que la propia Constitucin reconoce en el art-
culo 44: una de ellas referida a garantizar la plena vigencia de los derechos humanos. Frente
a ello, al ser el rgano de control de la Constitucin, segn lo previsto en el artculo 201
de la propia Norma Fundamental, este Tribunal est capacitado para resguardar el respeto
de los derechos fundamentales de las personas.
Jurisprudencia Temtica
En los siguientes puntos, se tratar de insistir en el contenido constitucionalmente
protegido de los derechos fundamentales a la informacin y a la vida privada, para que a
partir de all se pueda realizar un juicio de ponderacin respecto al vdeo propalado en el
programa Magaly TV. Gracias a este estudio, se determinar en el ltimo extremo y dentro
de los mrgenes que impone la presente demanda de hbeas corpus, si hubo, o no, vul-
neracin del derecho a la defensa tcnica.
35. Slo se podr analizar la supuesta afectacin del derecho a la defensa de los
recurrentes, si previamente se ubica correctamente el reconocimiento judicial de la exis-
tencia de prostitucin en la relacin entre derechos fundamentales de los querellados y la
querellante.
Al respecto, los recurrentes buscaron ejercer, al momento de emitir el reportaje
mencionado, su derecho a la informacin. Sin embargo, a partir de un inadecuado ejerci-
cio de ste, el Poder Judicial determin su responsabilidad por la afectacin de la vida
privada, toda vez que sta aparece como un lmite a tal derecho. Pero, qu habr de en-
tenderse por derecho fundamental a la informacin? Constitucionalmente, se ha previsto
que toda persona puede emitir las noticias que considere pertinentes, configurndose lo
que se conoce como el derecho a la informacin. En tal sentido, en el artculo 2, inciso 63
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
democracia.
Es importante que en el ordenamiento internacional se haya determinado la existen-
cia de lmites a los derechos comunicativos. En tal sentido, tanto el artculo 19, inciso 3,
acpite a del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polticos, como el artculo 13, inciso
3, acpite a de la Convencin Americana sobre Derechos Humanos, precisan que el
ejercicio del derecho a la informacin entraa deberes y responsabilidades especiales, por
lo que est sujeto a una restriccin como es la de asegurar
(...) el respeto a los derechos o a la reputacin de los dems.
En el mbito constitucional, se ha prescrito respecto al derecho a la informacin,
como parte del artculo 2, inciso 4, que los delitos cometidos a travs de los medios de
comunicacin social se encuentran tipificados en el Cdigo Penal, sancionndose ex post
la afectacin a un derecho fundamental, y reconocindose de manera explcita un lmite
externo en la vida privada.
De otro lado, sobre la base del principio interpretativo de la unidad de la Constitu-
cin, la vida privada de las personas aparecer como lmite al derecho a la informacin, en
el sentido que el ejercicio de uno no podr realizarse vulnerando el espacio del otro. As,
y tomando en cuenta su naturaleza de derecho-principio de ambos, se buscar la optimi-
zacin de sus contenidos. Por ende, es imprescindible determinar si la preparacin, filma-
cin y divulgacin de imgenes que demostraran una supuesta prostitucin ilcita est
64 protegida por el derecho a la informacin de los recurrentes o si, por el contrario, ello se
STC. Exp. N. 6712-2005-PHC/TC
configura como una vulneracin del mbito de proteccin del derecho a la vida privada de
la querellante. Ello hace necesaria la aplicacin del test del balancing o ponderacin.
37. La vida privada de las personas es un lmite vlido del derecho a la informacin.
Por ello, corresponde fijar algunos contenidos bsicos del primero de los derechos men-
cionados con el fin de controlar jurisdiccionalmente el segundo.
Lo importante de dotar de un contenido constitucionalmente protegido a la vida
privada en el presente caso se centra en que los recurrentes aseveran que la violacin a su
derecho a la tutela procesal efectiva, en el sentido de derecho a la defensa tcnica, se basa
en una consideracin equvoca. Debe determinarse, por tanto, si dentro del derecho a la
vida privada se puede dejar de abrigar un mbito como el de la prostitucin clandestina,
mxime si el Poder Judicial ya tom una decisin clara y concreta, al considerar que s la
protege.
En primer lugar, es menester observar cmo ha sido reconocida en el ordenamiento
jurdico. En la Constitucin, como derecho-regla base se ha prescrito en el artculo 2,
inciso 7, que toda persona tiene derecho a la intimidad personal y familiar. Adems, exis-
ten otros dispositivos que siguen refirindose a este tema dentro del mismo artculo 2: el
impedimento de que los servicios informticos no suministren informaciones que afecten
la intimidad personal y familiar (inciso 6); la inviolabilidad de domicilio (inciso 9); el secreto
e inviolabilidad de comunicaciones y documentos privados (inciso 10); entre otros. Y pese
a que el desarrollo constitucional de la materia es disperso, lo cierto es que la Declaracin
Universal de Derechos Humanos le da cierta coherencia y unidad. As, en el artculo 12
se sostiene que nadie ser objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia,
su domicilio o su correspondencia, motivo por lo cual se expresa el derecho a la protec-
cin de la ley contra tales injerencias o ataques. Un planteamiento similar se puede encon-
trar en el artculo 17 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polticos y en el art-
culo 11 de la Convencin Americana sobre Derechos Humanos (sobretodo incisos 2 y
3). Menos amplio es el reconocimiento mostrado en el artculo V de la Declaracin Ame-
Jurisprudencia Temtica
ricana de los Derechos y Deberes del Hombre, que se restringe a sealar que toda perso-
na tiene derecho a la proteccin de la ley contra los ataques abusivos a su vida privada y
familiar.
Como se observa, existe disimilitud de conceptos entre la normatividad nacional e
internacional, que por ello exige su reconduccin hacia un criterio unitario, bsicamente
planteado a partir de la Cuarta Disposicin Final y Transitoria de la Constitucin y del
artculo V del Cdigo Procesal Constitucional. Bsicamente planteamos que el derecho-
principio reconocido es la vida privada, y la intimidad, uno de sus derechos-regla.
38. Con respecto al bien jurdico tutelado en la Constitucin, no cabe duda que la
vida privada refleja uno de muy difcil comprensin, tanto as que algunos consideran que
se trata de un concepto jurdico indeterminado. No obstante ello, juzgamos que es nece-
sario plantearse sobre l un concepto inicial y preliminar.
Son diversas las posturas para explicar el significado de la vida privada. Algunas la
conciben como aquella zona de la persona que no es pblica, por lo que nadie debe tener
acceso a ella. Sin embargo, ms correcto es tratar de otorgar un sentido positivo. As, sobre
la base del right to be alone (derecho a estar en soledad)28, se ha estimado apropiado afirmar
que es el mbito personal en el cual un ser humano tiene la capacidad de desarrollar y
28. WARREN, Samuel y Louis BRANDEIS. El derecho a la intimidad (The Right to Privacy,
1890). Madrid, Cvitas, 1995. pp. 24, ss. 65
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
fomentar libremente su personalidad. Por ende, se considera que est constituida por los
datos, hechos o situaciones desconocidos para la comunidad que, siendo verdicos, estn
reservados al conocimiento del sujeto mismo y de un grupo reducido de personas, y cuya
divulgacin o conocimiento por otros trae aparejado algn dao29. De esta forma se ha
llegado a definirla, argumentando su faz positiva, como
(...) el reducto de lo personal no encuentra su confn en la crcel de la propia indi-
vidualidad (...) sino que ella sirve de plataforma para la integracin del ser humano
con el crculo de ciertos allegados (especialmente a travs de los lazos familiares),
con un ambiente fsico (el domicilio) y con el ambiente inmaterial de sus manifes-
taciones espirituales (la correspondencia, las comunicaciones de todo tipo, los pa-
peles privados)30.
En la jurisprudencia tampoco se ha rehusado la posibilidad de definir un concepto
como ste. Este Colegiado ha sealado, a travs de un fundamento de voto en la sentencia
del Expediente N. 0072-2004-AA/TC, que la vida privada implica necesariamente la
posibilidad de excluir a los dems en la medida que protege un mbito estrictamente per-
sonal, y que, como tal, resulta indispensable para la realizacin del ser humano, a travs
del libre desarrollo de su personalidad, de conformidad con el artculo 2 inciso 1 de la
Constitucin. De esta manera, no slo se hace hincapi en un mbito negativo de su con-
figuracin, sino tambin en el positivo.
Igualmente, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en el caso von Hannover
c. Alemania (Application N. 59320/00), del 2004, estableci que
(...) la importancia fundamental de la proteccin de la vida privada desde el punto
de vista del desarrollo de la personalidad que tiene todo ser humano. Esa proteccin
(...) se extiende ms all de crculo privado familiar e incluye tambin la dimensin
social. El Tribunal considera que cualquier persona, aun si es conocida por el pbli-
Jurisprudencia Temtica
co, debe poder gozar de una legtima expectativa de proteccin y respeto de su vida
privada.
De ello se concluye que nicamente a travs del reconocimiento de la vida privada la
persona podr crear una identidad propia, a fin de volcarse a la sociedad, toda vez que aquel
dato y espacio espiritual del cual goza podr permitrselo.
La vida privada es un derecho fundamental en primordial relacin con la intimidad.
El ltimo de ellos tiene una proteccin superlativa dado que configura un elemento infran-
queable de la existencia de una persona; la vida privada, por su parte, la engloba y tambin
incluye un mbito que s admite algunas intervenciones que habrn de ser consideradas como
legtimas, vinculndose inclusive con otros derechos como la inviolabilidad de domicilio,
prevista en el artculo 2, inciso 9 de la Norma Fundamental.
39. En el presente caso, el mbito de la vida privada que estara siendo objeto de
violacin es la intimidad personal, zona que tambin merece proteccin superlativa a tra-
29. FERREIRA RUBIO, Delia Matilde. El derecho a la intimidad. Anlisis del artculo 1071 bis
del Cdigo Civil: A la luz de la doctrina, la legislacin comparada y la jurisprudencia.
Buenos Aires, Editorial Universidad, 1982. p. 52.
30. ZAVALA DE GONZALES, Matilde. El derecho a la intimidad. Buenos Aires: Abeledo
66 Perrot, 1982. p. 82.
STC. Exp. N. 6712-2005-PHC/TC
vs del tipo penal descrito en el artculo 154 del Cdigo Penal. En ella, la persona puede
realizar los actos que crea convenientes para dedicarlos al recogimiento, por ser una zona
ajena a los dems en que tiene uno derecho a impedir intrusiones y donde queda vedada
toda invasin alteradora del derecho individual a la reserva, la soledad o el aislamiento, para
permitir el libre ejercicio de la personalidad moral que tiene el hombre al margen y antes
de lo social31. Como lo seala este Colegiado en su sentencia del Expediente N. 1797-
2002-HD/TC, es el poder jurdico de rechazar intromisiones ilegtimas en la vida ntima
o familiar de las personas.
De esta forma, la intimidad protega todo acto dentro de un espacio personal de la
querellante, como puede ser las relaciones sexuales que practique, con prescindencia de
la motivacin o la causa de dicho hecho. Queda claro, entonces, que su derecho a la vida
privada s protega la posibilidad de evitar que otros se inmiscuyan y reproduzcan en un
canal de televisin los actos sexuales que realiz. Sin embargo, esto no quiere decir que,
si se presenta un ilcito, la investigacin periodstica que se realice no puede estar tambin
protegida, haciendo disminuir la proteccin del contenido accidental del derecho a la vida
privada de la persona. Pero, sobre la base objetiva del contenido esencial de cada uno de
los derechos en juego (vida privada e informacin), se efectuar a continuacin un an-
lisis ponderativo para comprobar si la judicatura ordinaria analiz correctamente, o no, el
medio de defensa utilizado por los querellados respecto a la existencia, o no, de prostitu-
cin clandestina.
40. Si bien la relacin existente entre los derechos a la vida privada y a la informa-
cin es una de las ms clsicas en el Derecho, en muchos casos se ha dado una respuesta
poco idnea a la teora de los derechos fundamentales. As, se ha propuesto la primaca
de la informacin en virtud de la aplicacin equvoca de la teora valorativa de las preferred
Jurisprudencia Temtica
fredoms al sistema constitucional, postura doctrinal que propendera a una jerarqua en-
tre los derechos fundamentales. Pero, de otro lado, tambin se manifiesta y se presencia
una prevalencia de la informacin, basndose en el efecto irradiante que posee respecto
al resto de derechos. Pero no hay que olvidar que los derechos fundamentales (todos, sin
excluir ninguno) estn en igualdad de condiciones dentro de la Constitucin.
Por eso, lo que corresponde realizar es una determinacin de los contenidos de cada
uno de los derechos involucrados. Slo as se llegar a la delimitacin adecuada de sus
contornos. Para ello, ser necesario optar por el mtodo de la ponderacin, con una uti-
lizacin mixta de los criterios de razonabilidad (propios de cualquier relacin entre dere-
chos fundamentales) y de desarrollo colectivo (exclusivo de los derechos de respeto de la
persona y los comunicativos).
43. En el caso de autos, el reportaje emitido en el programa Magaly TV, tal como
haba sido propalado, no respetaba de ningn modo a la persona sobre la cual versaba el
mismo. Como se puede apreciar de su transmisin, no existe la ms mnima consideracin
por la querellante ni por su vida privada. Adems, no se ha respetado la inviolabilidad de
domicilio (artculo 2, inciso 9 de la Constitucin), derecho que protege tambin las ac-
tividades realizadas por una persona en la habitacin un hotel.
Independientemente del fin con el que se realiza el reportaje, lo importante en este
punto es analizar si con l se respetaban los valores y principios previstos en la Norma
Fundamental: ni la democracia se vea favorecida con un reportaje de este tipo y menos an
la dignidad de la persona podra ser argida como sustento jurdico del mismo. Nada
productivo para el Estado democrtico y constitucional de derecho se ha de conseguir con
el vdeo sobre Las Prostivedettes, ni con la emisin de imgenes que muestran partes
ntimas de la querellante, mxime si los medios de comunicacin social estn obligados
a colaborar con el Estado en la educacin y formacin moral y cultural de la nacin, tal como
lo precisa el artculo 14, in fine, de la Constitucin.
Queda claro, entonces, que la utilizacin del argumento de la prostitucin clandes-
tina no ayudaba ni ahondaba en nada en el tema de la adecuacin de la medida realizada
por los demandantes.
68
STC. Exp. N. 6712-2005-PHC/TC
Jurisprudencia Temtica
un canal televisivo de seal abierta era necesario para cumplir con el objetivo de informar,
y si la forma en que ste se realiz se puede considerar como vlida a partir de la bsqueda
de proteccin de la vida privada de las personas. Por ello, este Colegiado se centrar en dos
aspectos relevantes; el primero, relacionado con el tipo de imgenes emitidas y, el segun-
do, con la urgencia de descubrir una red de prostitucin clandestina.
46. Un tema que vale la pena resaltar est referido al tipo de imgenes que el repor-
taje emiti. En primer lugar, debe tomarse en cuenta el momento en que se emitieron las
imgenes: la transmisin se produjo a las nueve de la noche, horario en que se transmita -
y an hoy se transmite- Magaly TV. En ese momento, ese horario era considerado ya de carcter
familiar34, y por lo tanto no era correcta la difusin de imgenes como las contenidas en Las
Prostivedettes, mxime si, segn el artculo 27 del Texto nico Ordenado de la Ley de
32. SCHNEIDER (State interest analysis in Fourtenth amendment privacy law), cit. por
Pablo Lucas MURILLO DE LA CUEVA. El derecho a la intimidad. En: Revista Jurdica
del Per. Trujillo, ao XLVIII, N. 14 (ene. - mar. 1998). p. 92.
33. Sentencia de la Primera Sala Penal Transitoria Corte Suprema en el proceso de
delito de violacin a la intimidad. R.N. N. 3301-04 (fs. 96 del Expediente).
34. Actualmente, en el artculo 40 de la Ley de Radio y Televisin, Ley N. 28278, se
seala que el horario familiar (...) es el comprendido entre las 06:00 y 22:00
horas.
69
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
48. Otro tema que se debe mencionar est relacionado con la ilegalidad aducida
respecto a la prostitucin no autorizada. He aqu el tema principal de la supuesta afecta-
cin del derecho a la defensa, pues se constituye como soporte del argumento presentado
por los recurrentes en el proceso penal que se sigui en su contra, y que fue supuestamente
desconocido por el juzgador.
Se considera, en el fondo, que los querellados actuaron de acuerdo a derecho, toda vez
que presentaron un reportaje, haciendo uso de su derecho a la informacin, con el fin de
descubrir una red de prostitucin en la farndula limea. Queda claro que la prostitucin
clandestina debe estar proscrita por ser un oficio no permitido en nuestro ordenamiento.
Al respecto, alegan los demandantes a travs de su abogado, que la prostitucin
clandestina es un acto no aceptado en Derecho, por lo que habra que considerarlo como
un ilcito o injusto administrativo36. Por ello, a su entender, deba analizarse en primer
trmino si exista dicha red para que, en segundo lugar, se pueda desconocer una protec-
cin superlativa de la vida privada. Considera que le incumbi al juzgador averiguar si el
ilcito aducido se haba producido en la realidad, pues slo as se hubiese protegido ple-
namente a los recurrentes.
Frente a ello, para justificar la irrelevancia penal del ejercicio de la prostitucin clan-
destina de la querellante en la responsabilidad de los recurrentes en el delito contra la
intimidad, el Procurador Pblico del Poder Judicial consider pertinente afirmar que
(...) el juez penal, en una extensa sentencia que consta en autos, ha sealado lo si-
guiente: No importa, que lo que realiz la seora Adaro en aquel cuarto de hotel, sea
un acto de prostitucin o no, no importa que haya estado libando licor con el seor
Arancibia o que hayan estado jugando a las escondidas porque no es materia del
proceso penal, lo que importa es que existi una violacin flagrante de su derecho
a la intimidad37.
Por ende, la discusin en sede constitucional debe restringirse a determinar si era
importante que el juez analice la aducida prostitucin clandestina, y concluir en si ello
comportaba dejar de proteger la vida privada de las personas.
En realidad, qu implica la actividad de la prostitucin clandestina? Su ejercicio est
regulado bsicamente a travs de la Ordenanza N. 141 de la Municipalidad Metropolita-
na de Lima, Sobre Obligatoriedad de Portar Carn de Salud, la misma que seala en su
artculo 6 que
Las personas que ejerzan el meretricio y/o se desempeen como acompaantes de
baile en boites, clubes nocturnos, cabarets y similares, adems del Carn de Salud,
estn obligadas a poseer un Certificado de Control Peridico epidemiolgico, sero-
lgico y tebeciano, los cuales sern expedidos por la Autoridad Sanitaria Municipal
por perodos quincenales, trimestrales y semestrales, segn corresponda.
En caso de que no se cumplan estas exigencias, segn el artculo 14, la Direccin
de Salud y Bienestar Social de la Municipalidad podr sancionar inclusive con una multa
a la persona infractora dedicada a tal actividad.
49. Era o no relevante la comprobacin de prostitucin clandestina en el caso de
Jurisprudencia Temtica
autos? A criterio de este Colegiado, la existencia de este tipo de prostitucin es un hecho
que s ameritaba ser conocido por la sociedad, mxime si a travs de su conocimiento podra
llegar a protegerse convenientemente la salud en tanto derecho social previsto en el art-
culo 7 de la Constitucin.
Pero una cosa es que se llegue a informar sobre la supuesta red de prostitucin
existente y otra muy distinta que se vulnere ilcitamente los derechos fundamentales de las
personas, en este caso el derecho a la vida privada. Es necesario informar, pero no tras-
pasar los lmites externos de la vida privada. Bastaba hacer un seguimiento de la persona
que se estaba investigando o mostrar el momento en que se haca el trato. Pero no puede
ser aceptable, en un Estado democrtico y social de derecho, que una cmara se introduz-
ca subrepticiamente en la habitacin de un hotel para que luego las imgenes captadas
muestren pblicamente las partes ntimas del cuerpo de una persona. Ello es inaceptable
y excesivo. Con la propia transmisin del mensaje (desnudo), se ha terminado desdicien-
do y sobrepasando el motivo alegado respecto al reportaje televisivo (presumible prosti-
tucin clandestina).
Por ser irrelevante analizar el fin del reportaje (ilcito administrativo manifestado), no
puede considerarse superado el juicio de necesidad en el caso planteado, pues lo nico claro
37. Declaracin del Procurador Pblico del Poder Judicial (Audiencia Pblica del 17
de octubre de 2005). 71
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
del vdeo emitido es que ste termin afectando el derecho fundamental a la vida privada
de la querellante.
Lo que tambin debe tenerse en consideracin es que un periodista no es fiscal o juez
para, en su investigacin, calificar figuras delictivas y, sobre la base de ello, afectar derechos
fundamentales ilcitamente. Lo que le corresponde hacer en tal caso es dar cuenta al Minis-
terio Pblico o al Poder Judicial, para que estos acten de acuerdo a sus competencias.
vez, es alegado ahora como parte de su derecho a la defensa. Ellos mismos pusieron a la
persona que tuvo relaciones sexuales con la querellante, tal como la propia recurrente lo relata:
(...) como parte de una investigacin periodstica y debido a que haban muchos
indicios que sealaban que la prostitucin clandestina se haba enquistado entre las
vedettes de nuestro medio (...) decidimos averiguar qu tan ciertos eran estos indi-
cios. Fue as que despus de una larga investigacin llegamos hasta una proxeneta
conocida con el nombre de Corn, quien asegur tener entre las mujeres que ella
ofreca vedettes conocidas de la televisin, fue as que luego de llamar a la persona
que se hizo pasar como cliente logramos comprobar en la investigacin que la vedette
Yesabella y Mnica Adaro se dedicaban a la prostitucin clandestina (...)38.
De ello se advierte la intencionalidad de los propios querellados para que las im-
genes sean captadas, pues colocaron una cmara de filmacin de manera oculta (y pese a
que la querellada la busc, no la encontr, tal como se observa en el vdeo del programa39),
38. Instructiva de Magaly Jess Medina Vela, del 28 de enero de 2003 (fs. 62 del
Expediente). Lo mismo fue sealado por el otro coinculpado [Instructiva de Ney
Edgardo Guerrero Orellana, del 28 de enero de 2003 (fs. 67 del Expediente)].
72 39. Vdeo del Programa (anexado al Expediente).
STC. Exp. N. 6712-2005-PHC/TC
y enviaron una persona para que contacte intencionalmente a la bailarina que queran
descubrir. Como se puede ver, los recurrentes nunca tuvieron inters alguno en proteger
la vida privada de la vctima, ni en poner a conocimiento de la autoridad policial o fiscal
supuestos ilcitos penales (o administrativos), sino propalar un reportaje sobre un tema
reservado para las investigaciones de las autoridades pblicas o en todo caso, presumir
tal ilcito. De esta forma, y tal como el mismo abogado de los demandantes lo reconoce40,
hubo afectacin del principio de proporcionalidad en el reportaje realizado.
Jurisprudencia Temtica
el mejoramiento social y personal de los miembros de la colectividad. Slo de este forma
podr ser entendido el inters pblico en una informacin vertida por los medios de co-
municacin social. Este desarrollo colectivo se materializa en dos mbitos: uno subjetivo
(proyeccin pblica) y otro objetivo (inters del pblico).
55. Lo que queda por dilucidar en el caso es si era relevante para determinar la in-
tromisin de la vida privada de la persona el hecho de que ella era una bailarina conocida,
y si es que para tal propsito se requera averiguar la existencia de prostitucin clandestina.
En un caso de Jurisprudencia Comparada, se publicaron en un semanario diversos
artculos titulados Mi vida como si la propia artista, protagonista de estas historias, los
hubiese escrito, lo cual era falso. Por ello, se seal en la Corte de Apelaciones de Pars,
en el caso de Marlene Dietrich, que
(...) las vedettes estn protegidas por los mismos principios (generales), y no corres-
ponde hacer una excepcin en lo que a ellas concierne, bajo el pretexto espacioso de
que ellas buscan una publicidad indispensable a su celebridad.
Entonces, las personas que se dedican al vedettismo tambin gozan de la proteccin
de su derecho a la vida privada, y ms an de su intimidad, por ms proyeccin pblica que
realicen de sus actividades. Es inaceptable, por ello, que en el caso de autos se asevere, o
se deje sentado, que porque la querellante era una persona pblica, poda vulnerarse o
transgredirse su derecho a la vida privada, y exponerla gratuitamente a un ftil escrutinio
de la comunidad.
Jurisprudencia Temtica
llante, pues
(...) debido a que era un tema de inters pblico, haba que demostrar la penetracin
de la prostitucin en el ambiente artstico y al espectculo ya que muchas personas
utilizan los medios de comunicacin como artistas y finalmente no lo son, dejando
en claro que el fin fue hacer conocer un hecho de inters pblico44.
Por tanto, corresponde ahora analizar qu se entiende por juicio del inters del p-
blico, pues solamente a partir de ello se podr determinar si el juzgador estuvo acertado
en no tomar en consideracin una defensa tcnica como la referida a la prostitucin clan-
destina de la querellante.
57. El criterio en mencin est en relacin directa con la formacin de la opinin
pblica. Lo pblico es una garanta de respeto a lo privado si se asume el rol del Estado,
pero no debe olvidarse que la sociedad se preocupa tambin del respeto de sus miembros
y de evitar la invasin de los mbitos personales.
De esta forma, no se puede argir como vlida, por ms inters del pblico que exista,
una intromisin ilegtima en el mbito privado de las personas, ya que al medio de comu-
nicacin social
44. Instructiva de Ney Edgardo Guerrero Orellana, del 28 de enero de 2003 (fs. 67 del
Expediente). 75
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
45. SCHEUNER (Pressfreiheit), cit. por Juan Jos SOLOZBAL ECHAVARRA. La libertad de
expresin desde la Teora de los Derechos Fundamentales. En: Revista Espaola
76 de Derecho Constitucional. Madrid, ao 11, N. 32. p. 107.
STC. Exp. N. 6712-2005-PHC/TC
Jurisprudencia Temtica
tipo. Inters del pblico no es, ni puede ser, sinnimo de fisgoneo, impertinencia o curio-
sidad. El elemento objetivo de una noticia difundida a travs de un programa de farndula
no puede ser admitido en un Estado democrtico y social de derecho que desea proteger
realmente los derechos fundamentales de la persona.
De lo expuesto, por ms trascendente que sea para la sociedad la investigacin so-
bre la prostitucin clandestina en el pas, no justifica de ningn modo la vulneracin de
la vida privada de una persona. Coincidimos en que es innecesario un anlisis judicial, pese
a lo que alegan los recurrentes, respecto a la existencia de la prostitucin clandestina. En
primer lugar, porque era excesivo realizar indagacin alguna sobre ella, puesto que la
vulneracin del derecho a la vida privada de la querellante se sustentaba en la emisin de
imgenes que no tenan valor constitucional con el supuesto fin del reportaje de Magaly
TV. Y, en segundo lugar, porque someter a estudio judicial esta materia no corresponda
a la sede penal en la cual se llevaba a cabo el proceso por violacin de la intimidad.
60. Un anlisis ponderativo, tanto de los criterios genricos como de los espec-
ficos, de los dos derechos en relacin, lleva a la conclusin de que la defensa tcnica de
los recurrentes realizada en el marco del proceso penal que se sigui en su contra no ha
sido afectada de forma alguna. Ahora s se puede sealar que todo ha sido llevado de manera
regular en el mbito judicial.
Si bien es aceptable que una persona pueda informar sobre un asunto como es la
prostitucin clandestina, no puede ser vlido que ello se realice presentando uno o dos casos
(pues tambin se present otro vdeo de similares connotaciones), a travs de la transmi-
77
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
sin de imgenes intiles para la investigacin periodstica. Se puede decir que los deman-
dantes buscaron ejercitar su derecho a la informacin, cumpliendo con el respeto a su
contenido esencial de veracidad, pero el problema se encuentra en mantener inclume su
contenido accidental. Justamente, el derecho a la vida privada es uno de los lmites que
posee el derecho a la informacin, y es precisamente este derecho el que protega a la
querellante. Ante tal circunstancia, era necesario determinar cul era el contenido de cada
uno de estos derechos.
Aparte de establecer que las sentencias judiciales cumplen con un test de razonabi-
lidad, se debe convenir en que existen suficientes elementos de juicio para que el juzgador
haya declarado la culpabilidad de los querellados. Para insistir en el carcter doloso de la
actuacin de los ahora demandantes, el juzgador de primera instancia seal que, aparte
de no contarse con el consentimiento de la querellada, las imgenes no slo fueron trans-
mitidas un solo da (31 de enero del 2000), sino tambin fueron reproducidas los das 2,
3, 4 y 7 de febrero del mismo ao46.
La reincidencia de la conductora de televisin con respecto a la vulneracin de los
derechos de la bailarina fue justificada por uno de los demandantes:
(...) s volvimos a propalar algunos extractos del vdeo original debido a que la ve-
dette Mnica Adaro declar pblicamente que la persona con la que haba sido gra-
bada era su pareja sentimental, declar que no haba recibido dinero, declar que el
video era una trampa entre otras acusaciones sin sentido por lo que nos vimos obli-
gados a responderle con imgenes que hablan ms que las palabras. Estas acusacio-
nes pblicas, ella las hizo a travs de sintonizados programas y en noticieros de la
televisin, por lo tanto nos vimos obligados a responderle por el mismo medio47.
Frente a ello, el juzgador de segunda instancia insisti correctamente en el dolo
existente en la conducta de los querellados, precisando que con la reiteracin de las im-
genes se ha seguido penetrando de manera arbitraria en los ambientes ntimos de una
Jurisprudencia Temtica
Jurisprudencia Temtica
gano jurisdiccional ha sido plenamente vlida, y que el pedido de los recurrentes ante esta
sede no slo desatiende las resoluciones emitidas en sede judicial, sino que pretende que
este Colegiado se constituya en una instancia ms del proceso penal, procurando en la de-
manda de hbeas corpus inducir una supuesta actitud temeraria de parte de los magistra-
dos emplazados.
En conclusin, este Colegiado comparte la posicin de los demandados en el sen-
tido de que los recurrentes pretenden desconocer una decisin judicial dictada con todas
las garantas legales49, y que la demanda es una mera maniobra meditica para eludir el
cumplimiento de una resolucin ejecutoriada que tiene la autoridad de cosa juzgada50.
Este Tribunal reafirma que cualquiera de las resoluciones emitidas en un proceso
judicial adquiere calidad de cosa juzgada, y que la judicatura constitucional slo podr
intervenir cuando haya vulneracin de los derechos fundamentales de los litigantes, cosa
que no ha sucedido en el caso de autos.
49. Toma de declaracin de vocal supremo Robinson Octavio Gonzales Campos (fs.
122 del Expediente).
50. Apersonamiento y absolucin de traslado de la demanda de hbeas corpus por
parte del Procurador Adjunto a cargo de los Asuntos Judiciales del Poder Judicial
(fs. 160 del Expediente). 79
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
64. Por tal razn, este Colegiado considera necesario referir un tema que nos caus
extraeza al momento de analizar tanto el expediente de hbeas corpus como el penal. El
asunto se refiere a que si bien se solicita la prueba testimonial, no se presenta a los dos
abogados que supuestamente emitieron informe, sino simplemente a uno de ellos.
La duda de este Tribunal surgi cuando, a la hora de observar los escritos presen-
tados por los recurrentes en la querella iniciada en su contra, el nombre del estudio al cual
pertenece el abogado de los recurrentes incluye el apellido de quien precisamente es el
abogado externo del canal, y que es esta persona la que no ha sido presentada como tes-
tigo. As, respecto al informe interno, es lgico que se solicite la intervencin del abogado
interno de Frecuencia Latina, pues l lo debi haber elaborado. Sin embargo, respecto al
informe externo, resulta extrao que se solicite interrogar al representante del canal, y que
no se hubiese pedido la declaracin del mencionado abogado externo.
Ante ello, en la audiencia pblica le preguntamos explcitamente al abogado defen-
sor si alguno de los letrados que realizaron los informes perteneca a su estudio. La res-
puesta fue la siguiente:
En esa poca, no. Uno, s; uno, no51.
Lgicamente, se estaba aceptando que el abogado Souza era y es el socio del abo-
gado Nakazaki, cuyo Estudio Jurdico es el que patrocina a los demandantes en la presen-
te demanda de hbeas corpus. Segn se puede observar, quienes promueven la emisin
del reportaje sobre Las Prostivedettes, gracias a un informe externo, son los mismos que
posteriormente patrocinan a los recurrentes en un proceso penal, y actualmente los respal-
dan jurdicamente en el proceso constitucional.
Inclusive, en el mismo proceso penal, utilizando los argumentos de la propia defen-
sa, se pudo haber terminado investigando a dichos abogados (externo e interno) por una
posible instigacin en la comisin del delito de violacin de la intimidad. Debemos recor-
dar que, segn alegan los propios recurrentes, estos cometieron el delito simplemente
Jurisprudencia Temtica
porque ambos abogados les sealaron que no exista un problema de legalidad en sus actos.
65. Segn el artculo II del Ttulo Preliminar del Cdigo Procesal Constitucional,
los procesos constitucionales tienen como fin la vigencia efectiva de los derechos funda-
mentales de la persona. En conjuncin con ello, estos procesos deben ser desarrollados
sobre la base de un principio como es la celeridad, tal como lo seala el artculo III del
mismo cuerpo normativo. Sobre esta base, corresponde a este Colegiado tutelar los dere-
chos a las personas en un tiempo adecuado. En un anlisis objetivo de esta afirmacin, queda
claro que no podr permitirse actuaciones procesales que lo nico que buscan es, antes que
proteger derechos, crear supuestos temerarios asentados en la irreflexin y osada, con el
nico propsito, tal como se constata en el petitorio de la demanda, de demorar la conclu-
sin final del proceso originario.
Por ms tutelar que sea la funcin del Tribunal Constitucional, no puede permitirse
que se utilice dispendiosa y maliciosamente los recursos procesales que tiene a su dispo-
sicin cualquier justiciable, lo que a su vez, acarrea una desatencin de otras causas que
merecen atencin, y que, por analizar casos como el planteado, deben esperar una respuesta
ms lenta de la que podra haberse realizado si es que no estuviesen permitidas actuacio-
nes como la realizada por los recurrentes. Al respecto, segn el artculo 56 del Cdigo
Procesal Constitucional, se podr condenar al pago de costas y costos al demandante
cuando se incurra en manifiesta temeridad.
Si bien la norma est relacionada con los procesos de amparo, este Tribunal estima
oportuna su utilizacin para el caso de autos, pues una interpretacin extensiva coadyu-
var a que los fines de los procesos constitucionales (proscripcin de procesos no cle-
res) sean cumplidos. Este Colegiado considera, asimismo, que, para que haya una verda-
dera proteccin objetiva, y cuando las circunstancias as lo obliguen, es pertinente impo-
ner multas, y no slo para los demandados, sino cuando medie mala fe por parte de los
demandantes.
Como se ha podido advertir, la actitud de los recurrentes ha sido plena y absoluta-
mente irreflexiva. Varios hechos demuestran esta disposicin a lo largo del proceso; entre
otros, se pueden mencionar: presentar un pedido de inhibicin cuando ello no proceda;
reclamar el uso de los procesos constitucionales contra cualquier tipo de sentencia; dejar
de presentar testigos; evitar relacionar la intervencin de los miembros de su estudio a lo
largo de los procesos penal y constitucional; presentar una demanda cuando se saba
perfectamente que iba a ser desestimada; pretender rectificar en sede constitucional lo que
haba sido ya perdido en la ordinaria. La realizacin de este tipo de actos ha contrado
consecuencias negativas a este Colegiado, perturbando el cumplimiento adecuado de sus
funciones constitucionales, motivo por lo cual se impone aplicar a los demandantes el pago
de costos y costas del proceso, as como una multa (segn el artculo 22, su determina-
cin es discrecional del juez) de veinte unidades de referencia procesal (20 URP).
66. Pese a que el pago se impone contra los recurrentes por una desestimacin del
petitorio de la demanda, de los datos presentados a lo largo del proceso seguido, este
Colegiado ha advertido algunas cuestiones respecto a la prctica profesional de la defen-
sa. sta, por principio, no amerita una utilizacin arbitraria de los medios procesales que
el sistema jurdico provee, sino ms bien comporta la necesidad de patrocinar convenien-
Jurisprudencia Temtica
temente a los defendidos. As, no es posible que los miembros de un estudio jurdico primero
manifiesten a sus clientes que pueden realizar un acto porque no lo asumen como delito,
cuando s lo es; luego defenderlos en el proceso penal que se investiga por la comisin de
tal acto; y, posteriormente, conducirlos hasta un proceso constitucional como modo de
infundir esperanzas muchas veces infundadas a quienes confiaron en ellos.
La Norma Fundamental es muy clara cuando prescribe, en su artculo 103, que no
se puede amparar el abuso del derecho. La actuacin inapropiada de un abogado defen-
sor, ms que beneficiar a sus defendidos, puede terminar impidindoles un adecuado
patrocinio y proteccin jurdica, cuestin que, indudablemente, merece ser evaluada a la
luz de la deontologa forense en el pas.
VI. FALLO
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere
de la Constitucin Poltica del Per
HA RESUELTO
1. Declarar IMPROCEDENTE la solicitud de inhibicin del juez.
2. Declarar IMPROCEDENTE la demanda de amparo de autos en el extremo que alega
la violacin del derecho a la prueba.
3. Declarar INFUNDADA la demanda de amparo de autos en el extremo que alega
la violacin del derecho a la defensa. 81
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
Publquese y notifquese.
SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
Jurisprudencia Temtica
82
STC. Exp. N. 4587-2004-AA/TC
EXP. N. 4587-2004-AA/TC
LIMA
SANTIAGO MARTN RIVAS
ASUNTO
Recurso extraordinario interpuesto por Santigo Martn Rivas contra la resolucin de
la Sala de Derecho Constitucional y Social de la Corte Suprema de Justicia de la Repbli-
ca, de fecha 6 de agosto de 2004, de fojas 69 del segundo cuaderno, que, confirmando la
Jurisprudencia Temtica
apelada, declar improcedente la demanda de amparo.
ANTECEDENTES
El recurrente interpone demanda de amparo con fecha 11 de agosto de 2003, y la dirige
contra la Sala Revisora del Consejo Supremo de Justicia Militar, solicitando se deje sin
efecto las resoluciones de fechas 1 de junio y 4 de junio de 2001, mediante las cuales se
anul la resolucin que confirma el sobreseimiento definitivo de los hechos investigados
en la causa N.. 494-94 (Barrios Altos), as como la que anula la resolucin de sobresei-
miento definitivo de la Sala de Guerra, por considerar que se viola sus derechos consti-
tucionales a la igualdad ante la ley, seguridad jurdica, cosa juzgada, debido proceso y la
prohibicin de revivir procesos fenecidos.
Alega que en el proceso penal (Exp. N.. 494-94) que se le siguiera ante los tribu-
nales militares por los delitos derivados de los hechos conocidos como Barrios Altos, la
Sala de Guerra del Consejo Supremo de Justicia Militar dict, en julio de 1995, una
resolucin de sobreseimiento definitivo, al amparo del artculo 559, inciso 3, del Cdigo
de Justicia Militar. Refiere que una vez que dichos actuados se elevaron a la Sala Revisora
del Consejo Supremo de Justicia Militar, mediante resolucin de fecha 26 de julio de 1995,
sta confirm dicha resolucin, alcanzando el carcter de cosa juzgada. Sostiene que, pese
a que en dicha resolucin no se hizo aplicacin de las leyes de amnista (N.os 26479 y
26492) y, por tanto, que no le alcanza los efectos de la sentencia de la Corte Interameri-
cana de Derechos Humanos en el Caso Barrios Altos, posteriormente, con fecha 4 de junio 83
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
Ao II , N. 3, enero - junio, Lima, 2006
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
de 2001, la misma Sala Revisora del Consejo Supremo de Justicia Militar declar nula
aquella resolucin y se inhibi del conocimiento de la causa a favor del fuero comn,
violando de esa forma la cosa juzgada y el principio de seguridad jurdica.
Con fecha 21 de agosto de 2003, la Segunda Sala Civil de la Corte Superior de Justicia
de Lima declar improcedente, in lmine, la demanda, tras considerar que la resolucin que
se cuestiona se dict con el propsito de cumplir la sentencia dictada por la Corte Intera-
mericana de Derechos Humanos y que mediante el amparo no se puede cuestionar lo
resuelto por un organismo supranacional de proteccin de los derechos humanos.
La recurrida, por su parte, confirm la apelada, por los mismos fundamentos.
FUNDAMENTOS
1. Petitorio
1. El objeto de la demanda es que se deje sin efecto las resoluciones de fecha 1
de junio de 2001 y 4 de junio de 2001, expedidas por la Sala Revisora del Consejo Supre-
mo de Justicia Militar, mediante las cuales se anul la resolucin que confirma el sobre-
seimiento definitivo de los hechos investigados en la causa N.. 494-94 (Barrios Altos) por
considerar el actor que se viola sus derechos constitucionales a la igualdad ante la ley, tutela
jurisdiccional, cosa juzgada, seguridad jurdica y la prohibicin de revivir procesos fene-
cidos.
2. Aspectos formales
dict con el propsito de cumplir la sentencia dictada por la Corte Interamericana de Dere-
chos Humanos en el Caso Barrios Altos y que mediante el amparo no se puede cuestionar
lo resuelto por un organismo supranacional de proteccin de los derechos humanos.
Apreciacin del demandante
3. Al interponerse el recurso de agravio constitucional, el recurrente ha sosteni-
do que el objeto de su demanda es obtener una resolucin que se pronuncie en torno a si,
en el caso de autos, se lesion la prohibicin de revivir procesos fenecidos con resolucin
ejecutoriada y, por tanto, el derecho a la cosa juzgada.
Frente a lo afirmado por la recurrida, ha sostenido que
(...) en el caso que dio origen a la presente Accin de Amparo; no se trata de una
simple irregularidad sino de una agresin al derecho constitucional1.
En ese sentido, aduce que su
(...) accin est basada en el artculo 5 de la Ley N.. 23506, el cual dispone que las
acciones de garanta son pertinentes si una autoridad judicial emite una resolucin,
o cualquier disposicin que lesione un derecho constitucional; como es de su cono-
cimiento, el suscrito est pidiendo el respeto de la Cosa Juzgada prevista en el Art.
139 inciso 13, derecho que viene siendo vulnerado mediante diversas resoluciones
judiciales.2
3. Posteriormente, con fecha 9 de junio de 2005, el recurrente present ante este
Tribunal copias de las STC 2492-2003-AA/TC y 0410-2003-AA/TC, indicando que ambas
(...) admiten a trmite las demandas de Accin de Amparo cuyo fundamento es el
respeto `al principio de la Cosa Juzgada y el ne bis in dem, tal y como se trata en
la accin de amparo interpuesta por el suscrito.3
Apreciacin del representante de la entidad emplazada
4. Por su parte, el Procurador Pblico encargado de los asuntos judiciales de la
Justicia Militar ha sostenido que mediante el proceso constitucional de amparo, el recu-
rrente aspira
(...) imponer un criterio personal para no ser juzgado en el fuero competente que
en su caso es el Ordinario, y no como pretende el de ser juzgado en el Fuero Militar,
por todo esto, clara y meridiamente se concluye que las Ejecutorias Supremas cues-
tionadas por el accionante tienen la razn y el sustento legal ordenados por una
sentencia emitida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (...), por lo que
dichas Ejecutorias ahora cuestionadas, se han dado tenindose a bien todas las ga-
rantas procesales y con la observancia a las normas y leyes establecidas para la materia.
De lo que se deduce, es que el accionante pretende va Accin de Amparo, la revisin
de resoluciones firmes dictadas dentro de un proceso regular y con la observancia
legal y expedida por un rgano jurisdiccional competente, cuya autonoma est ple-
namente garantizada por la Constitucin Poltica.4
Apreciaciones del Tribunal Constitucional
5. El artculo 14 de la Ley N.. 25398, aplicado por las instancias judiciales pre-
Jurisprudencia Temtica
cedentes para rechazar liminarmente la demanda, dispona que
Cuando la accin de garanta resultase manifiestamente improcedente por las cau-
sales sealadas en los artculos 6 y 37 de la Ley, el juez puede rechazar de plano la
accin incoada (...).
A su vez, el artculo 23 de la misma Ley N.. 25398, estableca que:
Cuando la Accin de Amparo resulte manifiestamente improcedente por la causal
sealada en el Artculo 27 de la Ley y no fueran aplicables las excepciones del Art-
culo 28 de la Ley, el juez denegar de plano la accin.
6. La doctrina sentada por este Tribunal en torno a los alcances de dichas dispo-
siciones, actualmente derogadas, esencialmente, era la de considerar que el rechazo limi-
nar de una demanda se encontraba sujeto al principio de legalidad, de manera que slo poda
efectuarse por cualquiera de las causales establecidas en los artculos 6, 27 y 37 de la Ley
N.. 23506.
Jurisprudencia Temtica
admita la demanda.
prrafo del artculo 20 del Cdigo Procesal Constitucional y, por tanto, la anulacin de
todo lo actuado tras un indebido rechazo liminar de la demanda slo podra decretarse
tratndose de la eventual formulacin de un acto nulo; entendindolo como aquel
(...) que, habiendo comprometido seriamente derechos o principios constituciona-
les, no pueden ser reparados8
15. Desde esta perspectiva, la declaracin de invalidez de todo lo actuado slo es
procedente en aquellos casos en los que el vicio procesal pudiera afectar derechos cons-
titucionales de alguno de los sujetos que participan en el proceso. En particular, del em-
plazado con la demanda, cuya intervencin y defensa pueda haber quedado frustrada como
consecuencia precisamente del rechazo liminar.
16. Tal construccin jurisprudencial, realizada incluso antes de que entrara en vi-
gencia el Cdigo Procesal Constitucional, se ha sustentado en diferentes principios pro-
pios a la naturaleza y fines de los procesos constitucionales y, particularmente, en los de
a)economa, b)informalidad y c)la naturaleza objetiva de los procesos de tutela de derechos
fundamentales.
17. a) Por lo que hace al principio de economa procesal, tenemos dicho que si de
los actuados existen los suficientes elementos de juicio como para emitir un pronuncia-
miento sobre el fondo, pese al rechazo liminar de la demanda, resulta innecesario conde-
nar a las partes a que vuelvan a sufrir la angustia de ver que su proceso se reinicie, no
obstante todo el tiempo transcurrido.
Con ello, no slo se posterga la resolucin del conflicto innecesariamente, sino que,
a la par, se sobrecarga innecesariamente la labor de las instancias jurisdiccionales com-
petentes.
18. b) Por lo que hace al principio de informalidad, este Tribunal tiene dicho que si
en el caso existen todos los elementos como para emitir un pronunciamiento sobre el fondo,
ste se expedir respetndose el derecho de las partes a ser odas por un juez o tribunal,
Jurisprudencia Temtica
chazo liminar de la demanda, el Tribunal afirm que su competencia para expedir senten-
cias sobre el fondo obedeca a
(...) la necesidad de pronunciamiento inmediato justificada en la particular natura-
leza de los hechos discutidos en el presente proceso, los que por otra parte y dado
que revisten importancia e incidencia en el ordenamiento, precisan ser abordados de
manera prioritaria por este Tribunal en su condicin de Supremo Intrprete de la
Constitucin (Fund. Jur. N.. 2).
21. En el caso, como se ha expuesto antes, los jueces de las instancias precedentes
debieron admitir la demanda. Y, si bien no lo hicieron, una evaluacin de los actuados
evidencia:
a) en primer lugar, que existen todos los recaudos necesarios como para emitir un
pronunciamiento sobre el fondo; y,
b) en segundo lugar, que el rechazo liminar de la demanda no ha afectado el derecho
de defensa de los emplazados, quienes fueron notificados 10, y si bien no participaron
directamente, s lo hicieron mediante el procurador pblico encargado de los asuntos
judiciales de la Justicia Militar11.
c) por ltimo, es innegable la importancia y trascendencia del caso por las cuestio-
nes que el conlleva, particularmente en lo relativo al cumplimiento de sentencias expedi-
das por rganos internacionales en materia de derechos humanos y su incidencia en la
comprensin y delimitacin del contenido constitucionalmente protegido del derecho a no
ser objeto de una doble persecucin penal.
Por tanto, este Tribunal es competente para resolver el fondo del asunto.
3. Aspectos de fondo
Jurisprudencia Temtica
22. El recurrente ha alegado la lesin del derecho de igualdad12. Sin embargo, no ha
expresado concretamente las razones por las cuales dicho derecho habra sido lesionado,
ni acreditado la existencia de un tertium comparationis a partir del cual este Tribunal pue-
da determinar que el tratamiento realizado con l, al no tener justificacin, afecte el dere-
cho alegado.
En efecto, en la STC 0031-2004-AI/TC, este Tribunal sostuvo que
(...) para plantear un supuesto de tratamiento discriminatorio basado en la diferencia
de personas es preciso que se proponga un tertium comparationis vlido, esto es, un
trmino de comparacin que sea suficiente y adecuado, a partir del cual sea posible cons-
tatar que, ante situaciones fcticas iguales, uno de los sujetos de la relacin ha sufrido
un trato diferente, sin mediar razones objetivas y razonables que lo legitimen [STC N.os
0015-2002-AI; 0183-2002-AA/TC; 0552-2002-AA/TC, entre otras]13.
No satisface dicha carencia que el recurrente, al exponer las razones por las cuales
considera que se ha violado un derecho distinto (cosa juzgada), haya expresado que los
rganos emplazados s respetaran la autoridad de cosa juzgada de resoluciones dictadas
en los casos Loayza Tamayo, El Frontn y La Cantuta14. No slo porque una afir-
macin como la contenida en la demanda no acredita la existencia del trmino de compa-
racin que se exige en estos casos, sino tambin porque la exigencia de la referida acre-
ditacin no se satisface mediante la presentacin de recortes periodsticos que hacen alu-
sin al tema.
Por ello, el Tribunal es de la opinin que este extremo de la pretensin debe deses-
timarse.
expedidas en
(...) razn y sustento legal ordenada por una sentencia emitida por la Corte Intera-
mericana de Derechos Humanos, organismo internacional al que el Estado Peruano
se encuentra circunscrito y cuyos efectos son de carcter vinculante y por ende de cum-
plimiento obligatorio, la misma que ordena al Per investigar hechos para determi-
nar a las personas responsables de violaciones de derechos humanos; por lo que,
dichas Ejecutorias ahora cuestionadas, se han dado tenindose a bien todas las ga-
rantas procesales y con la observancia a las normas y leyes establecidas para la
materia.16
Apreciaciones del Tribunal Constitucional
25. El Tribunal Constitucional constata que la alegacin formulada por el recurrente
en torno a la violacin del derecho a la tutela jurisdiccional reproduce el mismo agravio que
se expone en relacin al derecho al respeto de la cosa juzgada.
Jurisprudencia Temtica
28. El recurrente sostiene que tras culminar la etapa de investigacin del proceso
penal abierto por los hechos conocidos como Barrios Altos, la Sala de Guerra del Consejo
Supremo de Justicia Militar declar el sobreseimiento definitivo de los actuados al no
encontrrsele responsabilidad penal. Recuerda que dicha resolucin fue confirmada por
la Sala Revisora del Consejo Supremo de Justicia Militar, mediante resolucin de 26 de julio
de 1995, la misma que, por ese hecho, considera que
(...) alcanz el carcter de cosa juzgada y por tanto estando a la santidad de la cosa
juzgada y el principio de seguridad jurdica es inamovible17.
29. Igualmente, refiere que en 1995 el Congreso de la Repblica,
(...) al amparo de su derecho reconocido por la Constitucin Poltica concordante
con el Protocolo II Adicional a los Convenios de Ginebra relativo a Conflictos Ar-
mados sin carcter internacional y Convencin Americana sobre Derechos Humanos,
promulg las leyes de Amnista N.. 26479 y 2649218.
Jurisprudencia Temtica
nar a las personas responsables de violaciones de Derechos Humanos.
Apreciaciones del Tribunal Constitucional
36. El inciso 2) del artculo 139 de la Constitucin reconoce el derecho de toda
persona sometida a un proceso judicial a que no se deje sin efecto resoluciones que han
adquirido la autoridad de cosa juzgada. En los trminos de dicho precepto constitucional,
Son principios y derechos de la funcin jurisdiccional:
2) La independencia en el ejercicio de la funcin jurisdiccional.
Ninguna autoridad puede avocarse a causas pendientes ante el rgano jurisdiccio-
nal ni interferir en el ejercicio de sus funciones. Tampoco puede dejar sin efecto resolu-
ciones que han pasado en autoridad de cosa juzgada, ni cortar procedimientos en trmite,
ni modificar sentencias ni retardar su ejecucin (...) [cursivas aadidas].
37. Dicha disposicin constitucional debe interpretarse, por efectos del principio
de unidad de la Constitucin, conforme con el inciso 13) del mismo artculo 139 de la Ley
Fundamental, el cual prevn que
El inculpado absuelto por una sentencia firme no podr ser sometido a nuevo jui-
cio por los mismos hechos
41. En relacin a los alcances del concepto de sentencia firme que utiliza la refe-
rida disposicin de la Convencin Americana de Derechos Humanos, la Comisin Inte-
ramericana de Derechos Humanos ha sostenido que:
(...) la expresin sentencia firme en el marco del artculo 8 inciso 4 no debe inter-
pretarse restrictivamente, es decir limitada al significado que se le atribuya en el de-
recho interno de los Estados. En este contexto, sentencia debe interpretarse como
todo acto procesal de contenido tpicamente jurisdiccional y sentencia firme como
aquella expresin del ejercicio de la jurisdiccin que adquiera las cualidades de in-
mutabilidad e inimpugnabilidad propias de la cosa juzgada26.
42. Del mismo criterio ha sido la Corte Interamericana de Derechos Humanos. En
efecto, en el Caso Loayza Tamayo (Sentencia del 17 de septiembre de 1997), consider que
Jurisprudencia Temtica
Derecho Internacional de los Derechos Humanos, este Tribunal tiene dicho que este l-
timo concepto no se restringe slo a los tratados internacionales en materia de derechos
humanos en los que el Estado peruano sea parte (IV Disposicin Final y Transitoria de la
Constitucin), sino que comprende tambin a la jurisprudencia que sobre esos instrumen-
tos internacionales se pueda haber expedido por los rganos de proteccin de los derechos
humanos (Artculo V del Ttulo Preliminar del Cdigo Procesal Constitucional).
45. As, por ejemplo, en el caso de Crespo Bragayrac (STC 0217-2002-HC/TC),
este Tribunal sostuvo que
De conformidad con la IV Disposicin Final y Transitoria de la Constitucin Po-
ltica del Per, los derechos y libertades reconocidos en la Constitucin deben inter-
pretarse de conformidad con los tratados internacionales en materia de derechos
humanos suscritos por el Estado Peruano. Tal interpretacin, conforme con los tra-
tados sobre derechos humanos, contiene, implcitamente, una adhesin a la interpre-
tacin que, de los mismos, hayan realizado los rganos supranacionales de protec-
cin de los atributos inherentes al ser humano y, en particular, el realizado por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, guardin ltimo de los derechos en la Regin.
46. Pues bien, despejada la duda en torno a si una resolucin de sobreseimiento
definitivo puede alcanzar la cualidad de cosa juzgada, ahora es preciso remarcar que, en
el mbito penal, uno de los efectos que se deriva de haberse alcanzado dicha autoridad de
95
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
cosa juzgada es la prohibicin de que por los mismos fundamentos se pueda volver a juzgar
a la misma persona.
Esa eficacia negativa de las resoluciones que pasan con la calidad de cosa juzgada,
a su vez, configura lo que en nuestra jurisprudencia hemos denominado el derecho a no
ser juzgado 2 veces por el mismo fundamento (ne bis in dem).
En relacin a este derecho, el Tribunal tiene declarado que, si bien el ne bis in dem
no se encuentra textualmente reconocido en la Constitucin como un derecho fundamen-
tal de orden procesal, sin embargo, al desprenderse del derecho reconocido en el inciso
2) del artculo 139 de la Constitucin (cosa juzgada), se trata de un derecho implcito que
forma parte de un derecho expreso.
47. Por su parte, en la STC 2050-2002-AA/TC este Tribunal seal que el conte-
nido constitucionalmente protegido del ne bis in dem debe identificarse en funcin de sus
2 dimensiones (formal y material). En tal sentido, sostuvimos que en su vertiente sustan-
tiva o material, el ne bis in dem garantiza el derecho a no ser sancionado dos o ms veces
por la infraccin de un mismo bien jurdico. En tanto que en su dimensin procesal o formal,
el mismo principio garantiza que una persona no sea sometida a juzgamiento dos o ms
veces por un mismo hecho.
48. A su vez, en la STC 0729-2003-HC/TC precisamos que la vertiente procesal
del principio ne bis in dem
(...) garantiza que no se vuelva a juzgar a una persona que ya lo haya sido, utilizan-
do similar fundamento. Y ello con la finalidad de evitar lo que en base a la V Enmienda
de la Constitucin Norteamericana se denomina double jeopardy, es decir, el doble
peligro de condena sobre una persona. Este principio contempla la (...) proscripcin
de ulterior juzgamiento cuando por el mismo hecho ya se haya enjuiciado en un primer
proceso en el que se haya dictado una resolucin con efecto de cosa juzgada.
49. En el caso, el recurrente ha sostenido que los emplazados lesionaron su dere-
Jurisprudencia Temtica
amnista N.os 26479 y 26492, sino como consecuencia de no habrsele encontrado res-
ponsabilidad penal, sin embargo, stas no se han adjuntado como prueba anexa a la de-
manda por el demandante.
52. Tal hecho, si bien impide que este Tribunal pueda emitir un pronunciamiento
sobre la veracidad de tales afirmaciones, sin embargo, no restringe la posibilidad de que
pueda emitir un pronunciamiento sobre el fondo, habida cuenta que, con la demanda se
ha adjuntado la resolucin expedida por la Sala Revisora del Consejo Supremo de Justicia
Militar, de fecha 4 de junio de 2001, en cuya parte resolutiva se declara
(...) NULAS las resoluciones de sobreseimiento expedidas por la Sala de Guerra
del Consejo Supremo de Justicia Militar, de fecha veintiuno de octubre de mil nove-
cientos noventa y cuatro y seis de julio de mil noventicinco [sic] (...)28
53. Por tanto, no estando en cuestin la preexistencia de las resoluciones de sobre-
seimiento a las que se refiere el recurrente, y obedeciendo su expedicin a
(...) que, del estudio de autos se aprecia que los agraviados en el caso `Barrios Altos
acudieron ante la jurisdiccin regional americana reclamando, tanto contra la afec-
tacin a sus derechos cuanto contra la forma como se proces y archiv las inves-
tigaciones correspondientes, pedido que fue acogido por la Comisin Interamerica-
na de Derechos Humanos inicindose el proceso ante la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, la que con fecha catorce de marzo del dos mil uno fall, entre
otros extremos relevantes, por la responsabilidad internacional del Estado Peruano
al haber violado el derecho a las garantas y proteccin judiciales (...); disponiendo
que el Estado del Per investigue los hechos de `Barrios Altos para determinar las
personas responsables de las violaciones de los Derechos Humanos derivados de este
caso, as como divulgar pblicamente los resultados de dicha investigacin y sancio-
nar a los responsables (...)29
Jurisprudencia Temtica
motivo por el cual, de conformidad con el artculo 151 de la Ley Orgnica del Poder
Judicial,
(...) que dispone que las sentencias expedidas por los Tribunales Internacionales,
constituidas segn Tratados de los cuales es parte el Per, son remitidas al rgano ju-
risdiccional en que se agot el proceso para la ejecucin de la sentencia supranacional
por el rgano judicial competente; que en virtud de la citada obligacin internacional,
el Estado peruano debe dar estricto cumplimiento al fallo supranacional, de modo que
se haga real y efectiva en todos sus extremos la decisin que ella contiene, anulando
todo obstculo de derecho interno que impida su ejecucin y total cumplimiento, en este
sentido la sentencia internacional constituye el fundamento especfico de anulacin de
toda resolucin, an cuando sta se encuentre firme, expedida por rganos jurisdic-
cionales nacionales que est en contradiccin a sus disposiciones30.
el Tribunal considera que la absolucin del cuestionamiento formulado por el recu-
rrente pasa por esclarecer:
Ricardo Ramrez Alberto, Teobaldo Ros Lira, Manuel Isaas Ros Prez, Javier Manuel
Ros Rojas, Alejandro Rosales Alejandro, Nelly Mara Rubina Arquiigo, Odar Mender
Sifuentes Nuez y Benedicta Yanque Churo.
56. Asimismo, que la Corte decidiera:
(...) que el Estado viol el artculo 5 (Derecho a la Integridad Personal) de la Con-
vencin Americana, en perjuicio de Natividad Condorcahuana Chicaa, Felipe Len
Len, Toms Livias Ortega y Alfonso Rodas Alvtez (...).
(...) que decidiera que el Estado peruano viol los artculos 8 (Garantas Judiciales),
25 (Proteccin Judicial) y 13 (Libertad de Pensamiento y de Expresin) de la Conven-
cin Americana como consecuencia de la promulgacin y aplicacin de las leyes de
amnista N. 26479 y N. 26492. Finalmente, solicit a la Corte que determinara que,
como consecuencia de la promulgacin y aplicacin de las leyes de amnista N. 26479
y N. 26492 y de la violacin a los derechos sealados, el Per incumpli los artculos
1.1 (Obligacin de Respetar los Derechos) y 2 (Deber de Adoptar Disposiciones de
Derecho Interno) de la Convencin Americana sobre Derechos Humanos.
57. Por ello, despus de una serie de sucesos, entre los cuales se encontr el res-
tablecimiento pleno de la competencia contenciosa de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, el Estado peruano, mediante su representante, en escrito de 19 de febrero de
98 2001, y en la audiencia pblica del 14 de marzo de 2001, reconoci la responsabilidad
STC. Exp. N. 4587-2004-AA/TC
Jurisprudencia Temtica
de reconocerse que el Estado peruano, haba
(...) omitido realizar una investigacin exhaustiva de los hechos y de no haber san-
cionado debidamente a los responsables de los crmenes cometidos en agravio de las
personas mencionadas (...)
59. Los trminos en los que se formul tal allanamiento fueron aceptados por la
Corte Interamericana de Derechos Humanos, que, al resolver la peticin conforme al
artculo 52.2 del Reglamento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, sostuvo:
38. Con base en las manifestaciones de las partes en la audiencia pblica de 14 de
marzo de 2001, y ante la aceptacin de los hechos y el reconocimiento de responsa-
bilidad internacional por parte del Per, la Corte considera que ha cesado la contro-
versia entre el Estado y la Comisin en cuanto a los hechos que dieron origen al
presente caso.
39. En consecuencia, la Corte tiene por admitidos los hechos a que se refiere el
prrafo 2 de la presente sentencia. La Corte considera, adems, que tal como fue expre-
Jurisprudencia Temtica
y seis de julio de mil novecientos noventa y cinco, a favor del General de Divisin
Nicols de Bari y otros por el caso `Barrios Altos, colisiona con el fallo de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos que ordena al Estado peruano investigar los
hechos para determinar a los responsables de estos execrables delitos ocurridos el
pasado tres de noviembre de mil novecientos noventa y uno, en forma efectiva y
agotando todos los medios de esclarecimiento e identificacin, procediendo a san-
cionar a las personas responsables de estas violaciones a los derechos humanos; que,
como se puede apreciar en los autos de sobreseimiento dictados por la Sala de Guerra,
stos apartan definitivamente a los imputados del proceso penal, lo cual viene a
constituir un impedimento que es necesario levantar para desarrollar el proceso de
investigacin que cumpla la decisin del fallo internacional basado en los principios
de la Convencin Americana de Derechos Humanos (...).33
65. El problema, por tanto, no es si la resolucin judicial que declar nulo el so-
breseimiento del proceso penal iniciado contra el recurrente es ilegtima, porque no cons-
tituye una ejecucin de la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, sino
si la declaracin de nulidad de dichas resoluciones afecta el contenido constitucionalmente
protegido del derecho a no ser enjuiciado dos o ms veces por un mismo hecho.
Esto es, si el principio del ne bis in dem resulta lesionado cuando, pese a existir una
resolucin de sobreseimiento definitivo, la iniciacin de una segunda investigacin judi-
cial es consecuencia de la ejecucin, en el mbito interno, de una sentencia dictada por un
tribunal internacional de justicia en materia de derechos humanos.
66. Como se sugiri en el ordinal b.1) de dicho fundamento N.. 52, para absolver
esta segunda cuestin es preciso que este Tribunal delimite los alcances de la prohibicin
del doble enjuiciamiento, lo que comporta establecer: a) los elementos constitutivos del
principio, as como b) los supuestos que se encuentren excluidos de su contenido cons-
titucionalmente protegido.
67. a) Por lo que se refiere a los elementos constitutivos de la dimensin procesal
(o adjetiva) del ne bis in dem, de la doctrina jurisprudencial establecida por este Tribunal
es posible sealarse que estos son:
a) El procesado debe haber sido condenado o absuelto;
b) La condena o absolucin debe sustentarse en una resolucin judicial firme;
c) La nueva persecucin penal debe sustentarse en la infraccin del mismo bien
jurdico que motiv la primera resolucin de absolucin o condena34.
68. De idntico criterio es la Comisin Interamericana de Derechos, la que, al in-
terpretar los alcances del artculo 8.4 de la Convencin Americana de Derechos Humanos,
ha sealado que
(...) los elementos constitutivos del principio, bajo la Convencin, son:
1. el imputado debe haber sido absuelto;
2. la absolucin debe haber sido el resultado de una sentencia firme; y
3. el nuevo juicio debe estar fundado en los mismos hechos que motivaron la sus-
tanciacin de la primera accin.
69. Por ello es que para que la prohibicin de doble enjuiciamiento por la infrac-
cin de un mismo bien jurdico pueda oponerse a la segunda persecucin penal, es pre-
Jurisprudencia Temtica
71. En ese sentido, el Tribunal Constitucional considera que si con el ne bis in dem
se persigue impedir el ejercicio arbitrario del ius puniendi estatal, no todo doble enjuicia-
miento penal que el Estado pueda realizar contra un individuo se encuentra automticamente
prohibido.
72. Dentro de sus lmites internos, esto es, aquello que queda fuera de su mbito
protegido, se encuentran aquellos supuestos en los que el doble juzgamiento no es com-
patible con los intereses jurdicamente protegidos como ncleo del derecho, ya sea por-
que es extrao o ajeno a aquello que ste persigue garantizar; porque forma parte del
contenido constitucionalmente protegido de otro derecho fundamental, o porque as resulta
de su interpretacin con otras disposiciones constitucionales que contienen fines consti-
tucionalmente relevantes.
73. En ese sentido, y por lo que al caso de autos importa, el Tribunal Constitucio-
nal considera que es ajeno a la naturaleza del derecho, es decir, a los intereses jurdicamente
protegidos por la dimensin procesal del ne bis in dem, que se pretenda oponer una re-
solucin o sentencia (absolutoria) expedida en un primer proceso penal que resulta ma-
nifiestamente nulo.
74. Dado que la exigencia primaria y bsica de la dimensin procesal del ne bis in
dem es impedir que el Estado arbitrariamente persiga criminalmente a una persona por ms
de una vez, el Tribunal considera que tal arbitrariedad no se genera en aquellos casos en
los que la instauracin y realizacin de un proceso penal se efecta como consecuencia de
haberse declarado la nulidad del primer proceso, tras constatarse que ste ltimo se rea-
liz por una autoridad jurisdiccional que careca de competencia ratione materiae para juzgar
un delito determinado. Y es que la garanta al inters constitucionalmente protegido por
este derecho no opera por el slo hecho de que se le oponga la existencia fctica de un primer
proceso, sino que es preciso que ste sea jurdicamente vlido.
Jurisprudencia Temtica
75. Bajo tales consideraciones es que este Tribunal debe juzgar si, en el caso, la
resolucin cuestionada, mediante la cual se declar la nulidad, a su vez, de las resolucio-
nes que declararon el sobreseimiento definitivo del proceso penal por los hechos conoci-
dos como Barrios Altos, y orden que se remitieran los actuados al mbito de la juris-
diccin ordinaria para que se investigue judicialmente por la comisin de determinados
delitos, amenaza con violar (o no) el derecho a no ser enjuiciado dos o ms veces por un
mismo hecho.
76. Como se ha expuesto, la garanta que ofrece este derecho no opera por el slo
hecho de que exista fcticamente un primer enjuiciamiento en el que se haya dictado una
resolucin firme que sobresea la causa, sino que es preciso que sta se haya dictado en el
seno de un proceso jurdicamente vlido.
77. La determinacin de si el primer proceso seguido al recurrente (y, por tanto,
de las resoluciones que en su seno se hayan podido expedir) es jurdicamente vlido, debe
efectuarse conforme a los criterios establecidos en el Fundamento N.. 75 de esta senten-
cia. Es decir, tras analizarse si en el caso concreto el primer proceso penal seguido tuvo
(o no) el propsito de sustraer al recurrente de la responsabilidad penal, o no hubiere sido
instruido por un tribunal de justicia que respete las garantas de independencia, compe-
tencia e imparcialidad.
78. A juicio del Tribunal, existen numerosos elementos objetivos que demuestran
que el juzgamiento realizado al recurrente por los delitos de lesa humanidad en el caso que
103
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
vincula al recurrente.
Expresin de ese plan sistemtico, en efecto, lo constituyen:
82. (i) El deliberado juzgamiento de delitos comunes por rganos militares, como
antes se ha dicho.
83. (ii) La expedicin, en ese lapso, de las leyes de amnista 26479 y 26492. Y si bien
stas no se aplicaron al primer proceso penal que se le siguiera al recurrente, tomando en
cuenta el contexto en que se dictaron, y el propsito que las animaba, el Tribunal Cons-
titucional considera que ello demuestra palmariamente que s hubo ausencia de una voluntad
estatal destinada a investigar y sancionar con penas adecuadas a la gravedad de los delitos
cometidos a los responsables de los hechos conocidos como Barrios Altos.
84. Como sostuviera el Comit de Derechos Humanos de Naciones Unidas, en su
Informe del 2000, sobre el Per, la expedicin de las referidas leyes de amnista
(...) contribuyen a crear una atmsfera de impunidad36,
puesto que normas de esta naturaleza hacen
(...) prcticamente imposible que las vctimas de violaciones de los derechos humanos
entablen con alguna posibilidad de xito acciones jurdicas para obtener indemniza-
cin. La amnista sealada impide la investigacin y el castigo apropiados de los
autores de violaciones de derechos humanos cometidas en el pasado, erosiona los
esfuerzos por lograr el respeto de los derechos humanos, contribuye a crear una
atmsfera de impunidad entre los autores de esas violaciones y constituye un muy
grave obstculo a los esfuerzos por consolidar la democracia y promover el respeto
de los derechos humanos (...)37.
85. (iii) El retiro (nulo) de la competencia contenciosa de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos hecha conocer a dicho rgano supranacional mediante la entrega
de la Nota N.. 5-9-M/49, de 24 de agosto de 2000, y que fuera aprobada por la tambin
nula Resolucin Legislativa de fecha 8 de julio de 1999.
Dicho acto tuvo el propsito de asegurar que tambin en el mbito internacional el Estado
no respondiese por las violaciones de derechos humanos y de esa forma se garantizase que
sus autores no fueran sometidos a la accin de la justicia, fomentndose la impunidad.
86. Tales elementos objetivos evidencian que el proceso penal militar que original-
mente se sigui contra el recurrente era nulo y, por tanto, que careca de efectos jurdicos
las resoluciones que en su seno se hubieran dictado, entre ellas, la que declar el sobre-
seimiento de dicho proceso.
87. Por ello, en la medida que dicha resolucin de sobreseimiento carece de efec-
tos jurdicos, el Tribunal Constitucional considera que la iniciacin de un nuevo proceso
penal, esta vez ante los rganos de la jurisdiccin ordinaria, no viola el contenido cons-
titucionalmente protegido del derecho a no ser enjuiciado dos veces por el mismo hecho
y, por tanto, el derecho a la cosa juzgada.
88. Finalmente, en mrito de las razones expuestas en los fundamentos preceden-
tes, tampoco considera el Tribunal Constitucional que la iniciacin de un nuevo proceso
Jurisprudencia Temtica
penal en el mbito de la jurisdiccin ordinaria pueda comprometer el derecho a la libertad
del recurrente, tras haberse dictado all (y hecho efectivo) un mandato de detencin.
Al no encontrarse transgredida la libertad fsica como consecuencia de haberse dic-
tado dicho mandato de detencin, el rgimen jurdico de la detencin preventiva de la que
es objeto el recurrente ha de sujetarse a la doctrina establecida por este Tribunal en la STC
2915-2004-HC/TC.
89. En dicho precedente sostuvimos que la eventual afectacin del derecho al pla-
zo razonable de la detencin preventiva ha de determinarse en funcin no slo a las carac-
tersticas de dicha medida cautelar (excepcional y subsidiaria), sino en base a ciertos cri-
terios, como son la actuacin de los rganos judiciales, la complejidad del asunto as como
la actividad procesal del detenido.
Por ello, entre otras cosas, en la referida STC 2915-2004-AA/TC dejamos estable-
cido que la eventual ampliacin del plazo de 36 meses contemplado en el artculo 137 del
Cdigo Procesal Penal
(...) slo podra tener fundamento en retrasos atribuibles objetiva e inequvocamente
al propio interesado, sin que para tales efectos sea posible recurrir a una supuesta
`complejidad del asunto
HA RESUELTO
Publquese y notifquese.
SS.
Jurisprudencia Temtica
ALVA ORLANDINI
GONZALES OJEDA
GARCA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
Emito este voto singular con el debido respeto por la opinin vertida por el colegia-
do, por los fundamentos siguientes:
1. Considero inapropiada la argumentacin del fundamento 21, en tanto y en cuanto
se recusa en forma inapropiada el rechazo liminar en los procesos constitucionales, pero
a la vez se ingresa al anlisis del fondo de la materia controvertida para terminar por un
pronunciamiento final de desestimacin de las pretensiones propuestas (demanda) con el
que precisamente se santifica el recusado rechazo liminar.
2. No obstante la recusacin de la decisin ab initio a la que hago referencia prece-
dentemente, se afirma en la ponencia (antecedente 4) que a pesar del rechazo in limine, la
institucin demandada, a travs del Procurador Pblico encargado de la Justicia Militar,
106 ha contestado la demanda en trminos que se expresa, motivo por el cual al analizarse las
STC. Exp. N. 4587-2004-AA/TC
razones de dicha defensa se llega a conclusin que estaramos admitiendo los fundamen-
tos expuestos por las Instancias Inferiores en las resoluciones que se les recusa.
3. En todo caso, estando ante un proceso con cabal y efectivo contradictorio en
temtica respecto a la que nada podra agregarse, pues se trata propiamente de un conflic-
to con contenido de puro derecho, ya que lo que se discute son los alcances de resolu-
ciones de la justicia militar en el caso sub materia y su concordancia con el precedente
emitido por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la recusacin del rechazo
liminar y la decisin de fondo que desestima la demanda, considero que vienen a consti-
tuir posiciones implicantes.
SR.
JUAN FRANCISCO VERGARA GOTELLI
Jurisprudencia Temtica
107
108
Presentacin
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
Ao II, N. 3, enero - junio, Lima, 2006
Anlisis y Comentarios
CSAR LANDA
Bases constitucionales del nuevo Cdigo Procesal
Penal
ARSENIO OR GUARDIA
Problemas de la aplicacin de las medidas de
coercin personal en el proceso penal peruano
CAMILO SUREZ LPEZ DE CASTILLA
Presentacin
109
Bases constitucionales del nuevo C.P.P. peruano / CSAR LANDA
SUMARIO: I. PRESENTACIN. II. BASES CONSTITUCIONALES DEL NUEVO CDIGO PROCESAL PENAL
PERUANO. 2.1. Tutela procesal efectiva. 2.2. Presuncin de inocencia. 2.3. Principio de ne
bis in dem. 2.4. Rol del Ministerio Pblico. 2.5. Rol del Poder Judicial. 2.6. Principio de
legalidad de las medidas limitativas de derechos. 2.7. Ley procesal penal: vigencia e inter-
pretacin. 2.8. Legitimidad de las pruebas. 2.9. Derecho de defensa. 2.10. Naturaleza de
las normas del Ttulo Preliminar. III. CONCLUSIN.
I. PRESENTACIN
Los intentos de reforma del proceso penal en el Per, en los ltimos
aos, han fracasado por diversas razones. En primer lugar, por la falta de
voluntad poltica para llevar adelante las modificaciones legales en la materia;
en segundo trmino, por la falta de perspectiva en la implementacin de
dichas reformas. Se suma a ello, el hecho que la mayora de los jueces todava
no han logrado superar su visin positivista del Derecho en general1, con lo
cual, todava rezan el credo de que el juez debe limitarse a la aplicacin de la
Anlisis y Comentarios
ley2.
De ah que todava persista, en nuestra cultura judicial, y en detrimento
del principio de fuerza normativa de la Constitucin, la renuencia a aceptar y
aplicar los principios y disposiciones constitucionales, los cuales no son apli-
cables slo a un determinado mbito del ordenamiento jurdico, sino que son
de alcance general.
Se ha olvidado, por tanto que en todo Estado constitucional democr-
tico, la potestad de administrar justicia debe estar enmarcada dentro de los
cauces constitucionales; es decir, en observancia de los principios, valores y
derechos fundamentales que la Constitucin consagra y reconoce. Esto es as
porque la Constitucin, a partir del principio de supremaca constitucional,
sienta las bases constitucionales sobre los cuales se edifican las diversas insti-
tuciones del Estado; a su vez, dicho principio, exige que todas las disposiciones
que integran el ordenamiento jurdico deben ser acordes con lo que la Cons-
titucin seala.
Es que el proceso judicial, en general, y el proceso penal, en particular,
en nuestro medio, siempre ha sido analizado desde la perspectiva estricta-
mente procesal, soslayando, de esta manera, sus bases constitucionales. En
tal sentido, es positivo que el nuevo Cdigo Procesal Penal (en adelante CPP)3,
en su Ttulo Preliminar, no haya hecho otra cosa que recoger los principios y
derechos constitucionales que la Constitucin prev y que son de aplicacin
al proceso penal. Por ello, en este trabajo corresponde analizar las bases
constitucionales que el nuevo CPP ha incorporado en su Ttulo Preliminar en
concordancia con la Constitucin Poltica de 1993.
Anlisis y Comentarios
do el principio de igualdad procesal, el cual se deriva del derecho fundamental
del derecho a la igualdad (artculo 2-2 de la Constitucin), y consiste en que
las partes en el proceso penal que es el caso que ahora nos ocupa se
encuentren en condiciones paritarias y dispongan de los mismos instrumen-
tos para hacer valer sus pretensiones en el proceso (igualdad de armas). Es
decir, por este principio, las partes de un proceso deben tener los mismos
derechos, posibilidades y cargas, de modo tal que no quepa la existencia de
privilegios ni a favor ni en contra de alguna de ellas6.
El nuevo Cdigo ha reconocido, adems, el derecho a la instancia plu-
ral (denominado tambin como derecho al recurso), que no es sino el derecho
4. GONZLES PREZ, Jess. El derecho a la tutela jurisdiccional. Madrid: Civitas, 2001, pp.
61 y ss.
5. LANDA, Csar. Teora del Derecho procesal constitucional. Lima: Palestra Editores,
2004. p. 196.
6. MONTERO AROCA, Juan y otros. Derecho jurisdiccional I. Parte General. Valencia: tirant
lo blanch, 9.a edicin, 2000. p. 322 111
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
que tienen las partes del proceso de recurrir ante el rgano jurisdiccional de
instancia superior, con el objeto de que revise una resolucin judicial. Este
derecho (enunciado en el artculo 139-6 de la Constitucin), implica, por lo
dems, acceder a los recursos previstos por ley y la prohibicin de exigir
formalismos irrazonables en su concesin.
No obstante, es del caso aadir que el derecho a la instancia plural
adquiere toda su fuerza en el mbito penal, al proscribir la reforma peyorati-
va reformatio in peius; vale decir, la prohibicin que la situacin jurdica
del recurrente se viese agravada como consecuencia de su propio recurso.7
Finalmente, este artculo tambin hace referencia al derecho a la in-
demnizacin frente al error judicial. No se trata de un mecanismo de
subsanacin, sino de un autntico derecho que se encuentra reconocido en el
inciso 7 del artculo 139 de la Constitucin y, en particular, en el inciso 6)
del artculo 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polticos, que
reconocen el derecho que tiene toda persona que haya sido objeto de error
judicial en un proceso penal y tambin ante una detencin arbitraria, para
que sea indemnizada en la forma que la ley lo disponga8.
7. RAMOS MNDEZ, Francisco El proceso penal. Tercera lectura constitucional, Bosch Editor
S.A., Barcelona, 1993, pp. 407 ss.
8. L ANDA, Csar. Los derechos humanos como fundamento constitucional del
Derecho penal. En Actualidad Jurdica, Tomo, 100, marzo, Gaceta Jurdica, Lima,
112 2002. p. 48.
Bases constitucionales del nuevo C.P.P. peruano / CSAR LANDA
Anlisis y Comentarios
Por ltimo, debemos resaltar un aporte importante del nuevo CPP, en
lo que se refiere a la prohibicin de las autoridades o funcionarios pblicos de
mostrar a una persona como culpable de un delito o brindar informacin de
la cual se pueda colegir en ese mismo sentido.
Esto es especialmente relevante frente a la arraigada costumbre de las
autoridades o funcionarios del Estado (congresistas, jueces, fiscales, policas)
e incluso de los medios de comunicacin de no respetar el principio-derecho
a la presuncin de inocencia.
12. SAN MARTN CASTRO, Csar. Derecho procesal penal. Vol. I. Lima: Grijley, 2001. pp. 61
114 y ss.
Bases constitucionales del nuevo C.P.P. peruano / CSAR LANDA
Anlisis y Comentarios
apreciarse, las funciones del Ministerio Pblico no slo se limitan al mbito del
proceso penal, sino que tambin cumple funciones constitucionales.
No obstante, corresponde analizar el rol del Ministerio Pblico en la
forma como ha sido prevista en el artculo IV del Ttulo Preliminar del nuevo
CPP. En concordancia con lo que establece la Constitucin, el nuevo Cdigo
atribuye, en exclusiva, al Ministerio Pblico la titularidad de la accin penal,
lo cual quiere decir que el Ministerio Pblico acta de acuerdo al principio de
legalidad, es decir, que no se rige por criterios de oportunidad al momento
de ejercitar la accin penal13.
De ah que el Cdigo seale que el Ministerio Pblico debe actuar con
objetividad, con lo cual queda fuera de lugar la promocin de la accin
penal por motivos subjetivos o de conveniencia particular. Pero, adems, se
le atribuye una funcin importante de control frente a los actos de investiga-
13. MONTERO AROCA, Juan y otros. Derecho jurisdiccional III. Proceso penal. Valencia:
tirant lo blanch, 9.a edicin, 2000. p. 63. 115
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
cin que realiza la Polica, con lo cual asume una responsabilidad determi-
nante en orden a controlar los excesos, siempre latentes, de los actos que la
Polica lleve a cabo, que, por lo dems, como establece la Constitucin en su
artculo 166, debe estar relacionado con la finalidad fundamental de garan-
tizar, mantener y restablecer el orden interno, y con la prevencin y lucha
contra la delincuencia.
Otro aspecto sobre el cual debemos llamar la atencin es en lo que se
refiere a la posicin del Ministerio Pblico frente a la Polica Nacional. En este
sentido, es claro que la Constitucin y el nuevo CPP han asignado al Ministerio
el rol de conductor de la investigacin preparatoria, para la cual puede solicitar
el apoyo de la Polica Nacional. Esta precisin es sumamente importante, por
cuanto, permite delimitar claramente cul es el papel de la Polica Nacional
frente al Ministerio Pblico, lo cual puede contribuir positivamente a desterrar
la inconstitucional prctica de los atestados policiales de tipificar el delito, pro-
nunciarse sobre la culpabilidad o inocencia de una persona.
Por ello, debe quedar claro, que la relacin entre ambas instituciones es
la de conductor de la investigacin preparatoria y colaborador de ella, res-
pectivamente, lo cual no excluye que el actuar de ambas instituciones debe
realizarse de acuerdo al principio de mutua colaboracin14.
Finalmente, tambin es de relevancia que el artculo IV del Ttulo Pre-
liminar, en su prrafo final, haya definido la naturaleza de las funciones del
Ministerio Pblico, al sealar que los actos que realiza l ni los de la Polica
Nacional tienen carcter jurisdiccional.
Anlisis y Comentarios
14. AZABACHE, Csar. Introduccin al procedimiento penal. Lima: Palestra Editores, 2003.
p. 153.
15. BALAGUER CALLEJN, Francisco (coordinador). Derecho constitucional. Vol. II, op, cit.
p. 448; DE LLERA SUREZ-BRCENA, Emilio. El modelo constitucional de investigacin
116 penal. Valencia: tirant lo blanch, 2001. p. 123.
Bases constitucionales del nuevo C.P.P. peruano / CSAR LANDA
2. Nadie puede ser sometido a pena o medida de seguridad sino por resolu-
cin del rgano jurisdiccional determinado por la Ley.
Desde que en los inicios de constitucionalismo se formul el principio
de divisin de poderes como mecanismo de garantizar la independencia de
los tres poderes clsicos del Estado, tal principio ha sufrido, en la actualidad,
una transformacin que ha llevado al trnsito de su rigidez a uno de mayor
flexibilidad. Prueba de ello es que en el actual Estado constitucional demo-
crtico, el Poder Ejecutivo desarrolla una funcin legiferante bastante
importante, con lo cual la funcin legislativa ha dejado de ser privativa del
Parlamento.
Del mismo modo, las funciones del Poder Ejecutivo se han ido trasla-
dando a otras entidades y organismos a travs de mecanismos de
descentralizacin, que convierte al Ejecutivo ya no en el Poder nico y exclu-
sivo encargado de llevar a cabo las polticas de gobierno en los distintos
mbitos del Estado.
Lo mismo no ha sucedido, sin embargo, con el Poder Judicial, que
desde sus orgenes y hasta la actualidad ha conservado, para s, privativamen-
te, la potestad de administrar justicia. Esto es, el Estado reserva al Poder
Judicial la potestad de decir, decidir y declarar el Derecho a aplicar en un
conflicto entre particulares o entre ellos y el Estado. Esta potestad exclusiva
se manifiesta, an ms claramente, cuando se encarga al Poder Judicial de
ejercer el ius puniendi del Estado, es decir, la facultad de sancionar las infrac-
ciones y las afectaciones de bienes jurdicamente protegidos.
Anlisis y Comentarios
De ah que nuestra Constitucin, en su artculo 139-19 prohba el
ejercicio de la funcin jurisdiccional por quien no ha sido nombrado en la
forma prevista por la Constitucin y las leyes.
En esta lnea de pensamiento, la Constitucin de 1993 (artculo 138)
dispone que la potestad de administrar justicia emana del pueblo y se ejerce
por el Poder Judicial a travs de sus rganos jerrquicos con arreglo a la
Constitucin y a las leyes. []16. Sobre esta disposicin constitucional se
plantean dos problemas sobre los cuales debemos llamar la atencin: la legi-
timidad del Poder judicial y la exclusividad que la Constitucin reconoce, al
Poder Judicial, para el ejercicio de esa potestad.
Con respecto al primer punto cabe sealar, como regla, que en nuestro
ordenamiento, la legitimidad de los jueces, en general, no proviene de la
eleccin por voluntad popular. Pero entonces cabe indagar de dnde le viene
16. LPEZ G UERRA, Luis. El Poder Judicial en el Estado constitucional. Lima: Palestra
Editores, 2001. p. 22. 117
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
dada esa legitimidad. El mismo artculo 88 nos ofrece una primera aproxi-
macin a su respuesta.
En efecto, si bien la legitimidad de los jueces, en nuestro ordenamiento,
no proviene de un sufragio universal o de una eleccin popular, s cabe afir-
mar que es una legitimidad indirecta, es decir, de su vinculacin a la
Constitucin, que es una norma jurdico-poltica.
Por otro lado, la Constitucin (artculo 139-1) reconoce la unidad y
exclusividad de la funcin jurisdiccional, estableciendo, a su vez, la prohibi-
cin de establecer jurisdicciones independientes de la Poder Judicial, a excepcin
de la justicia militar y la arbitral.
En este mismo sentido, el artculo V del Ttulo Preliminar del CPP ha
reservado para el Poder Judicial dos fases, a nuestro entender determinantes,
del proceso penal: 1) la direccin de la etapa intermedia del proceso penal, es
decir, de aquella en la que el juzgador va a decidir si existe mrito suficiente
para que se pase a la etapa del juzgamiento; y 2) la etapa de juzgamiento
propiamente.
Cabe sealar que en ambas etapas del proceso penal, el juez debe ac-
tuar dentro del marco que establecen, no slo las disposiciones del nuevo
CPP, sino tambin en observancia del principio de independencia judicial
(artculo 139-2 de la Constitucin) y de fuerza normativa de la Constitucin,
es decir, que las actuaciones de los jueces no slo tienen que ser legales, sino
que, especialmente en lo que se refiere a sus facultades (dictar sentencias,
medidas cautelares, etc.), constitucionales, esto es, observando los principios
Anlisis y Comentarios
17. DE OTTO, Ignacio. Estudios sobre el Poder Judicial. Madrid: Centro de Publicaciones
118 del Ministerio de Justicia, 1989. p. 70.
Bases constitucionales del nuevo C.P.P. peruano / CSAR LANDA
Anlisis y Comentarios
conoce como al derecho que se aplica. Se hallan exceptuadas del cumpli-
miento de esta regla, como ya sealamos, las resoluciones de mero trmite,
es decir, los decretos.
Otro aspecto relacionado con este artculo del nuevo CPP es la incor-
poracin de los principios razonabilidad y proporcionalidad como parmetros
a considerar cuando se trate de la limitacin de un derecho fundamental por
una resolucin judicial. Esto es especialmente importante por cuanto, me-
diante la observacin de este principio, se busca evitar que el juez incurra en
arbitrariedades cuando se trate de la limitacin de un derecho fundamental,
mediante una resolucin judicial, dentro del marco del proceso penal. De
esta manera, los principios de razonabilidad y proporcionalidad, por los cua-
les los medios empleados deben ser legtimos y proporcionales al fin
perseguido19, se convierte en un parmetro importante a observar por los
que la ley procesal penal es de aplicacin inmediata, tanto para los procesos
en trmite, como para las actuaciones procesales. No obstante, ha estableci-
do la ultraactividad de la ley procesal penal anterior para los medios
impugnatorios ya interpuestos, los actos procesales con principio de ejecu-
cin y los plazos que ya hubieran empezado a correr.
De otro lado, este artculo del Ttulo Preliminar del CPP, siguiendo el
artculo 103 de la Constitucin, el cual seala que ninguna ley tiene fuerza
ni efecto retroactivos, salvo en materia penal, cuando favorece al reo, ha
extendido tambin el principio de retroactividad a la aplicacin retroactiva de
la ley procesal penal al imputado, incluso cuando los actos a los que se pre-
tende aplicar ya hayan concluido, siempre que ello sea posible.
Tambin se hace referencia al principio de interpretacin restrictiva de
los siguientes supuestos: 1) aquellas disposiciones que restrinjan el derecho
fundamental a la libertad o el ejercicio de los derechos procesales de las
personas; 2) las disposiciones que limiten una facultad concedida a las partes;
y 3) las que establezcan sanciones procesales. Del mismo modo, de confor-
120 midad con el principio constitucional de inaplicabilidad por analoga de la ley
Bases constitucionales del nuevo C.P.P. peruano / CSAR LANDA
Anlisis y Comentarios
hayan sido obtenidas e incorporadas al proceso penal a travs de medios
constitucionalmente legtimos. De lo contrario, las pruebas que hayan sido
obtenidas con la afectacin del contendido esencial de los derechos funda-
mentales, carecen de valor legal y, por tanto, no producen efecto jurdico
alguno.
Sin embargo, se plantea el problema de las denominadas pruebas ilci-
tas. Es que, a tenor de lo establecido por el artculo VIII, se proscribe
absolutamente la posibilidad de que una prueba obtenida ilcitamente, pueda
surtir algn efecto legal en el proceso penal. Al respecto, es del caso sealar
que existen diferentes teoras que tratan el tema.
As, un sector de la doctrina entiende que las pruebas ilcitas ni las que
se deriven de aquellas, por ms que ltimas sean lcitas, no deben surtir
ningn efecto jurdico, cuando su obtencin haya sido de modo ilcito (teora
del fruto del rbol envenenado). Otra tesis contraria sostiene que la prueba
ilcita debera ser vlida y eficaz, sin perjuicio de la sancin que se debe
imponer a los responsables de dicha obtencin, pues debe primar la verdad.
121
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
El nuevo CPP parece haber acogido la teora del fruto del rbol enve-
nenado (fruit of the poisonous tree doctrine), segn el cual el restarle
mrito a la prueba ilegalmente obtenida afecta a aquellas otras pruebas que,
si bien son en s mismas legales, estn basadas en datos conseguidos por
aquella prueba ilegal, llegndose a concluir que tampoco esas pruebas legales
pueden ser admitidas20.
No obstante, si bien se proscribe la valoracin de los medios de prueba
obtenidos al margen de procedimiento constitucionalmente legtimo, debe-
mos sealar que los derechos fundamentales no son derechos absolutos y, en
esa medida, el juzgador debera valorar las pruebas ilcitamente obtenidas
considerando el principio de razonabilidad y proporcionalidad21.
20. PARRA QUIJANO, Jairo. Pruebas ilcitas. En Ius et Veritas, N. 14, Lima, 1997. p. 40.
21. BUSTAMANTE ALARCN, Reynaldo. El problema de la prueba ilcita: un caso de
conflicto de derechos. Una perspectiva constitucional procesal. En Themis, N.
122 43, Segunda poca, Lima, 2001. p. 157.
Bases constitucionales del nuevo C.P.P. peruano / CSAR LANDA
privada del derecho de defensa en ningn estado del proceso; 2) toda perso-
na ser informada inmediatamente y por escrito de las causas o razones que
justifican la detencin de la persona; 3) toda persona tiene el derecho de
comunicarse personalmente con un defensor de su eleccin y a ser asesorada
por ste desde su citacin o detencin; y 4) toda persona debe ser informada,
inmediatamente y por escrito, de las causas y razones que motivan su deten-
cin (artculo 139-15 de la Constitucin).
En tal sentido, el derecho de defensa consiste en el derecho que tiene
toda persona de defenderse de manera eficaz y oportuna en todo el estado
del proceso penal, e incluso en la investigacin fiscal prejurisdiccional, res-
pecto a todo acto procesal ya sea que ste provenga de la parte acusadora
como del juez y que pueda, eventualmente, ocasionar algn menoscabo en
sus derechos, intereses o su situacin jurdica.
El derecho de defensa se traduce, tambin, en la prohibicin de generar
en el acusado una situacin de indefensin22. Este derecho comprende, a su
vez, el derecho a ser odo, a la asistencia de un letrado, ya sea ste elegido
por el propio acusado o asignado obligatoriamente por el Estado (defensor
de oficio).
A este principio-derecho es el que hacer referencia, ampliamente, el
artculo IX del Ttulo Preliminar del nuevo CPP, en concordancia con las
garantas que sobre la materia ha incorporado la Constitucin de 1993. Pero,
adems de ello, debemos referirnos al derecho al derecho fundamental a la
no autoincriminacin que reconoce el prrafo final del mencionado artculo.
Anlisis y Comentarios
Si bien como derecho fundamental no est expresamente previsto en
nuestro ordenamiento constitucional, el derecho a la no autoincriminacin
est previsto en la Convencin Americana de Derechos Humanos, (artculo
8-2-g), el cual como sabemos forma parte del ordenamiento jurdico23, se-
gn lo establece el artculo 55 de la Constitucin.
ARTCULO X.- Prevalencia de las normas de este Ttulo.- Las normas que
integran el presente Ttulo prevalecen sobre cualquier otra disposicin de
este Cdigo. Sern utilizadas como fundamento de interpretacin.
En general, las disposiciones que estn contenidas en un ttulo prelimi-
nar gozan de cierta prevalencia frente a las dems. Es decir, son disposiciones,
22. GONZLES PREZ, Jess. El derecho a la tutela jurisdiccional, op. cit. pp. 196 y ss.
23. LANDA, Csar. Tribunal Constitucional y Estado democrtico. Lima: Palestra Editores,
2.a edicin corregida y aumentada, 2003. pp. 783 y ss. 123
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
pero tambin principios que orientan las dems disposiciones de las cuales
forman parte. De ah que podemos afirmar que son normas rectoras no slo
porque orientan, sino tambin porque sirven como parmetros de interpre-
tacin.
En este sentido, el nuevo CPP tiene el acierto de haber precisado la
prevalencia de las disposiciones del Ttulo Preliminar, porque como hemos
visto, las disposiciones constitucionales contenidas en el Ttulo Prelimar, an-
tes que normas de carcter estrictamente procesal, son de naturaleza
constitucional. Ello justifica, por tanto, la preeminencia de estas normas, con
lo cual, en caso de contradiccin entre stas y de las normas restantes, debe
aplicarse aqullas.
siempre dentro del mbito del marco establecido por la Constitucin, vale
decir, dentro del respeto de los derechos fundamentales, y no slo a travs de
las disposiciones infraconstitucionales que regulan el proceso penal.
En tal sentido, el xito o el fracaso de la implementacin de este nuevo
orden procesal penal depender, en gran medida, de la prudente y adecuada
aplicacin judicial de los principios y disposiciones constitucionales que el
nuevo Cdigo Procesal Penal ha previsto.
124
Las medidas cautelares personales... / A RSENIO OR GUARDIA
SUMARIO: I. CONSIDERACIN INICIAL. II. LINEAMIENTOS GENERALES SOBRE LA CRISIS DEL PROCESO
PENAL Y DE LA RESPUESTA CORRECTIVA DEL ESTADO. III. MODELOS DE COERCIN PERSONAL 3.1. El
modelo garantista, 3.2. El modelo eficientista, 3.3. El modelo preventivista radical. IV.
NATURALEZA Y FINALIDAD DE LA COERCIN PERSONAL. V. PRINCIPIOS 5.1. Principio de necesidad,
5.2. Principio de legalidad, 5.3. Principio de proporcionalidad, 5.4. Principio de prueba
suficiente, 5.5. Principio de provisionalidad. VI. OPCIN POLTICO CRIMINAL. VII. ASPECTOS
PROBLEMTICOS DE LAS MEDIDAS DE COERCIN PERSONAL . 7.1. Motivacin de la coercin perso-
nal, 7.2. Aplicacin temporal de la ley procesal penal en materia de coercin personal, 7.3.
El peligro procesal, 7.4. Plazo de la prisin provisional, 7.5. Detencin domiciliaria. VIII.
REFLEXIN FINAL.
I. CONSIDERACIN INICIAL
Un Estado se legitima, entre otros factores, por la realizacin de los
derechos fundamentales. Tal objetivo no slo se logra con su reconocimiento
expreso en la Constitucin, sino tambin con que stos sean observados al
dictar las leyes que regulan las limitaciones a la libertad (las leyes penales: de
corte sustantivo, procesal y de ejecucin) y con su pertinente aplicacin por
Anlisis y Comentarios
parte de quienes detentan el poder para hacerlo: los jueces.
Y es que es en el marco del proceso penal donde se puede observar con
mayor claridad el grado de injerencia del Estado sobre la libertad de las per-
sonas, ya sea para asegurar la viabilidad del proceso o para garantizar la
ejecucin de la sentencia. En esa medida, la coercin personal constituye un
instrumento, hasta el da de hoy, necesario para alcanzar los fines del proceso
penal (y con ello, del Derecho penal en su conjunto)1, aunque su determina-
ridad4.
Entre las medidas que se han venido asumiendo para corregir esta pe-
nosa situacin del proceso penal, tenemos: en el plano legislativo, la publicacin
de un nuevo Cdigo Procesal Penal (Decreto Legislativo 957 de 29 de julio
de 2004); en lo judicial, la emisin de interesantes sentencias por parte de la
Corte Suprema de Justicia de la Repblica (muchas de ellas con efecto vincu-
lante), as como la realizacin de plenos jurisdiccionales; y, por ltimo, en el
mbito constitucional, la emisin de elogiables resoluciones que dict el Tri-
bunal Constitucional. A todas ellas me referir, de forma resumida, en las
siguientes lneas.
En primer lugar la reforma procesal penal. Han sido varios los intentos
de reforma al proceso penal5; actualmente estamos asistiendo a la aplicacin
paulatina del nuevo Cdigo Procesal Penal iniciado en julio de este ao en
el Distrito Judicial de Huaura (conforme a la Ley 28671 del 30 de enero de
2006). Es importante que este nuevo orden rituario trascienda de la simple
formulacin legal, y as contrastar su viabilidad prctica.
En el mbito judicial las Cortes Superiores y la Corte Suprema han
establecido importantes criterios para la aplicacin de diversas instituciones
del proceso penal a travs de los Plenos Jurisdiccionales, entre ellos:
- En el Pleno Jurisdiccional de 1997 (Arequipa) donde se determin,
entre otros, que el mandato de detencin es procedente slo cuando se cum-
plan los tres requisitos exigidos por el artculo 135 del Cdigo Procesal Penal6,
y que en caso se enervan alguno de estos requisitos se sustituye por la com-
parecencia. Asimismo se estableci que la prolongacin del plazo de la detencin
preventiva est condicionada al cumplimiento de a) especial dificultad o espe-
Anlisis y Comentarios
cial prolongacin de la investigacin; y b) ausencia de peligro de que el
procesado pueda sustraerse a la accin de la justicia.
- En el Pleno Jurisdiccional de 1998 (Ica) se acord, entre otros temas,
la no exigencia del pago de la caucin para excarcelar al imputado o levantar
5. Al respecto, vid OR GUARDIA, Arsenio. Panorama del proceso penal peruano. En:
Suplemento Especial del Diario Oficial El Peruano del 14 de julio de 2004.
6. Los requisitos par dictar mandato de detencin preventiva, segn el artculo 135
del Cdigo Procesal Penal modificado por Ley 28726 (Publicado el 8 de mayo de
2006), son 1) Que existen suficientes elementos probatorios de la comisin de un
delito que vincule al imputado como autor o partcipe del mismo, 2) Que la
sancin a imponerse o la suma de ellas sea superior a un ao de pena privativa
de libertad o que existan elementos probatorios sobre la habitualidad del agente
del delito y 3) Que existen suficientes elementos probatorios para concluir que el
imputado intenta eludir la accin de la justicia o perturbar la accin probatoria.
Hasta antes de la modificatoria, y al momento de acordado el Pleno Jurisdiccional,
el inciso 2 del artculo 135 del Cdigo Procesal Penal deca lo siguiente: 2) Que
la sancin a imponerse sea superior a cuatro aos de pena privativa de libertad. 127
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
7. El ltimo prrafo del artculo 135 del Cdigo Procesal Penal establece que El
Juez penal podr revocar de oficio el mandato de detencin previamente ordenado
cuando nuevos actos de investigacin pongan en cuestin la suficiencia de las
pruebas que dieron lugar a la medida. Por su parte el artculo 182 del Cdigo
Procesal Penal seala: El procesado que se encuentra cumpliendo detencin
podr solicitar libertad provisional, cuando nuevos elementos de juicio permitan
razonablemente prever que: 1) La pena privativa de libertad a imponrsele no
ser mayor de cuatro aos, o que el inculpado est sufriendo una detencin
mayor a las dos terceras partes de la pena solicitada por el Fiscal en su acusacin
escrita, 2) Se haya desvanecido la probabilidad de que el procesado eluda la
accin de la justicia o perturbe la actividad probatoria, 3) Que el procesado
128 cumpla con la caucin fijada o, en su caso, el insolvente ofrezca fianza personal.
Las medidas cautelares personales... / A RSENIO OR GUARDIA
Anlisis y Comentarios
tema no es del todo pacfico, pero nos ayuda a delimitar los mrgenes por los
que debe discurrir el ius puniendi estatal. Por ejemplo, a travs de los proce-
sos constitucionales (Hbeas Corpus, Amparo, Acciones de
Inconstitucionalidad), el Tribunal Constitucional ha precisado con acierto que:
a. La tutela constitucional no solamente comprende a la detencin, sino
tambin a otras medidas menos aflictivas como por ejemplo la comparecen-
cia, el impedimento de salida del pas, cuando stas se dictan sin cumplir los
presupuestos legales necesarios. As: en la medida en que el mandato de
comparecencia proviene de un proceso penal irregular por las razones antes
sealadas, el acto reclamado tambin constituye una amenaza cierta e inmi-
nente al derecho a la libertad del beneficiario. (Sentencia recada en el
Expediente N. 1011-2000-HC/TC. Caso Franciso Errzuris Talavera. Fun-
damento jurdico -(F. J) N. 3. Publicada el 5 de febrero de 2002).
b. El debido proceso es una institucin que comprende tanto su aspecto
formal como sustantivo. Al respecto, el Tribunal Constitucional ha reconoci-
Anlisis y Comentarios
trativos o dos procesos penales con el mismo objeto, por ejemplo). Desde
esta vertiente, dicho principio presupone la interdiccin de un doble proceso
penal por la misma conducta. Lo que pretende es proteger a cualquier impu-
tado del riesgo de una nueva persecucin penal, con abstraccin del grado
alcanzado por el procedimiento, simultnea o sucesiva por la misma realidad
histrica atribuida.
Anlisis y Comentarios
la prctica la poltica criminal principista contenida en la Constitu-
cin, con la consiguiente aplicacin de la detencin como una
prctica regular. De modo que no slo encontramos una falta de
coherencia intrasistmica en el sistema penal, sino adems una le-
gislacin abiertamente inconstitucional.
e) El desdibujamiento de la potestad persecutoria, pues en un modelo
eficientista se faculta la coercin a rganos diferentes, pudindose
afectar la libertad no slo por los jueces, sino tambin las posibili-
dades de afectacin por parte de la Polica.
f) El fomento de los juicios paralelos representados por las versiones
que ofrecen los medios de comunicacin.
g) La contemporizacin con los insistentes discursos mediticos y so-
ciales de que en el proceso penal se reconoce demasiados derechos
al incriminado, y no a la vctima y a la sociedad, y que por esta
razn se avanza muy poco o fracasa cualquier esfuerzo de lucha
contra una creciente criminalidad.
133
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
Anlisis y Comentarios
tendr que atener a las consecuencias o en otras palabras, la vieja y conocida
frmula de guerra sin cuartel a la delincuencia se transfigur lingsticamente
para convertirse en una frase ms sutil (tolerancia cero) que trata de convencer a
los ciudadanos de que es algo positivo que ayudar a recobrar las calles ahora
ganadas por la delincuencia. La tolerancia cero es una ideologa sobre el delito
que abreva de principios morales y despliega una serie de conocimientos
criminolgicos de carcter gerencial. Rudolph Giuliani, a quien se seala como su
autor, pblicamente ha sealado que el nombre no refleja lo que en realidad se
realiz en Nueva York. l prefiere utilizar el nombre de el enfoque de las ventanas
rotas. William Braton, el primer comisionado de Giuliani se ha distanciado
tambin del nombre, siempre que se refiere a la experiencia neoyorquina, lo hace
refirindose a las reformas policiales en las que particip omitiendo utilizar el
trmino en s mismo. La razn de este distanciamiento del trmino tolerancia
cero tiene que ver, suponemos, con las crticas que se hicieron a la estrategia,
bsicamente orientadas a sealar la brutalidad policaca que acompa su
desarrollo y a las constantes demandas por violacin a los derechos humanos,
particularmente de grupos tnicos minoritarios y grupos sociales marginados, lo
que mereci a la estrategia la etiqueta de racista o polica para los pobres. En:
MARIO ARROYO. Evaluando la estrategia Giuliani: La poltica de cero tolerancia en el
Distrito Federal. Centro Internacional de Estudios sobre Seguridad (CIES) Mxico,
Mayo, 2003. http://repositories.cdlib.org/cgi/viewcontent.cgi? article=1016
&context=usmex 135
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
15. VASSALLI, Giuliano. Emergencia criminal y sistema penal. En: Derecho penal Hoy, Del
Puerto, 1995, p. 427.
16. El mayor atentado terrorista de la historia de los Estados Unidos, que culmin
con la destruccin de las Torres Gemelas de Nueva York, de otro edificio aledao
y de parte del Pentgono, en Washington.
17. El Acta patritica es un documento de 119 pginas y 128 secciones que fue
redactado, pas por todos los sub comits y comits, y fue finalmente aprobado
por la Cmara y el Senado en menos de dos semanas. Se sabe tambin que la
inmensa mayora de los legisladores que lo aprobaron ni siquiera lo haban ledo.
Su nombre completo es Acta del 2001: Uniendo y fortaleciendo a los Estados
Unidos al dotarlo de las herramientas adecuadas para interceptar y obstruir al
terrorismo, conocido por las siglas en ingls de USAPA y fue puesto en vigencia
desde el 26 de octubre de 2001.
18. Segn un artculo de la periodista Susan Hilldreth publicado en el San Francisco
Chronicle el 29 de mayo de 2002. en una biblioteca de Santa Fe, New Mxico,
un usuario que usaba una computadora de la biblioteca y participaba en una
sesin de chat, fue arrestado, esposado e interrogado por haber enviado
136 comentarios burlones sobre el presidente Bush
Las medidas cautelares personales... / A RSENIO OR GUARDIA
Anlisis y Comentarios
adoptar medidas excepcionales de limitacin de derechos en investigaciones
preliminares y la ley N. 27934 Ley que regula la intervencin de la Polica
y el Ministerio Pblico en la investigacin preliminar del delito).
19. ASENCIO MELLADO, Jos Mara. Derecho Procesal Penal. Tirant Lo Blanch. Valencia. 137
2004. p. 204
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
Anlisis y Comentarios
ya no constituira una medida cautelar que deba dictarse cuando se ponga en
riesgo la actividad probatoria o el resultado mismo del proceso penal, sino,
en realidad, una medida de seguridad, susceptible de dictarse teniendo en
consideracin la gravedad del delito materia de investigacin, que, en el caso
de la disposicin impugnada, es el delito de terrorismo.
La jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos
ha sostenido que la prisin preventiva es una medida cautelar. Expresa al
respecto: De lo expuesto en el artculo 8.2 de la Convencin se deriva la
obligacin estatal de no restringir la libertad del detenido ms all de los
lmites estrictamente necesarios para asegurar que no impedir el desarrollo
eficiente de las investigaciones y que no eludir la accin de la justicia, pues la
prisin preventiva es una medida cautelar, no punitiva. (SCIDH, Asunto
Surez Rosero, prr. 77, 12.11.1997).
25. Para Alberto BINDER la medida de coercin slo tiene justificacin en caso de
peligro de fuga. Introduccin al Derecho Procesal Penal. Ad Hoc. Buenos Aires,
1999. pp. 198 y ss 139
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
V. PRINCIPIOS
La coercin personal limita un derecho fundamental reconocido como
un valor superior del ordenamiento jurdico, esto es, la libertad; su regula-
cin normativa y la actuacin jurisdiccional no debe ser una tarea emprica y
refleja; debe guiarse por los principios de la coercin. En esta oportunidad
nos ocuparemos slo de algunos de ellos.
26. El artculo 137 del Cdigo Procesal Penal que establece el plazo de duracin de
la detencin preventiva estableca en su versin original el plazo de 12 meses
para los procesos ordinarios y 9 para los sumarios, posteriormente con el Decreto
Ley N. 25824 de 10 de noviembre de 1992, el plazo de la detencin preventiva en
los procesos ordinarios se ampli a 15 meses, luego mediante Ley N. 27553 de
14 de noviembre de 2001, se ampli a 18 meses, admitindose la posibilidad de
140 duplicar el plazo en caso de delitos cometidos en agravio del Estado.
Las medidas cautelares personales... / A RSENIO OR GUARDIA
27. El seor Eduardo Calmell Del Solar estaba siendo procesado por delito de
peculado, cuando el Tribunal Constitucional, en una demanda de Hbeas Corpus,
decide que sin perjuicio de precisar que en la actualidad el recurrente se encuentra
en calidad de no habido, el Tribunal se remite a su doctrina jurisprudencial segn
la cual, tratndose de una medida cautelar de prisin preventiva, dictada en
casos de delitos complejos, como es el caso del demandante, el plazo mximo de
duracin es de 30 meses, susceptible de prolongarse por uno igual, motivo por el
Anlisis y Comentarios
cual debe desestimarse la pretensin en tal extremo. Es decir, que sobre el plazo
de 15 meses, vigente en ese entonces como tiempo mximo de detencin
preventiva, se poda duplicar y sobre ella prolongar por un tiempo igual, lo que
daba un total de 60 meses con detencin preventiva, sin sentencia.
28. Estas tres personas estaban siendo procesadas y se les haba impuesto detencin
domiciliaria, sin embargo no se les permita salir a trabajar. El seor Hctor
Chumpitaz era regidor de la Municipalidad de Lima y a su vez entrenador de
ftbol en una academia deportiva, respecto a los hermanos Wolfenson, ellos eran
propietarios de diario. En ambos casos se les impidi, en primera instancia salir
a trabajar, so pretexto de existir peligro procesal.
29. En el caso de la seora Laura Bozzo, la Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema
estableci que al no existir un plazo para la detencin domiciliaria, esta se tena
que aparejar al mximo fijado para la detencin preventiva, esto es, de 18 meses
prolongado a 36. As, en base a esta resolucin, la Tercera Sala Penal Especial
(Expediente N. 31-2002) otorg, al vencerse el plazo de 36 meses, la libertad a la
seora Bozzo, quien continu asistiendo al juicio oral en esa calidad.
30. El seor Alejandro Rodrguez Medrano fue magistrado supremo del Per,
procesado por la justicia penal especializada en delitos de corrupcin de
funcionarios. En la Sentencia recada en el Expediente 1567-2002-HC/TC, el
Tribunal Constitucional expuso que el peligro procesal se configura principalmente
con las actitudes y valores morales del procesado, su ocupacin, sus bienes, sus
vnculos familiares y todo otro factor. (Fundamento N. 6) 141
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
33. Si bien el artculo 143 del Cdigo Procesal Penal de 1991, vigente en esta parte, no
dispone textualmente esta regla de conducta, el Juez la impone recurriendo a lo Anlisis y Comentarios
previsto en el literal 3 de esta disposicin cuando establece el Juez podr imponer
alguna de las alternativas siguientes: 3)de no concurrir a determinados lugares.
34. BINDER, Alberto. La importancia y lmites del periodismo judicial. En: Justicia
Penal y Estado de Derecho. Ad Hoc. Buenos Aires. 1993. pp. 270 y 271. Sostiene
que el periodista debe evitar caer en maniobras que respondan a las campaas de
sensacin de inseguridad o las campaas de la ley y el orden. En Latinoamrica existe
una tendencia muy fuerte a generar entre la poblacin una sensacin de inseguridad
continua; se trasmite el mensaje de que todos estamos en peligro, de que en
cualquier momento las ciudades van a ser invadidas por los delincuentes que
habitan en los cinturones de la pobreza y que, por tanto, tenemos que encerrarnos
en nuestras casas y poner candados y rejas por todos los lados, transformndolas
en pequeos castillos feudales. Frecuentemente la prensa comete el tremendo
error de prestarse a este juego. En Latinoamrica estamos hartos de este tipo de
discurso porque, cada vez que viene alguien con mano dura, quedamos peor que
como estbamos antes. Si no estn alerta, pues, frente a este tipo de maniobras,
el periodismo judicial puede convertirse en un canal de polticas ms nefastas de
nuestra sociedad. 143
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
sitos que la ley establece para su imposicin; as por ejemplo cuando se ordena
detencin preventiva sin tener en consideracin el cumplimiento copulativo
de los 3 requisitos establecidos en el artculo 135 del Cdigo Procesal Penal,
sobretodo cuando se omite el peligro procesal.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha tenido oportunidad
de pronunciarse sobre este principio en el caso Cesti Hurtado cuando expuso
que nadie puede ser privado de la libertad personal sino por las causas, casos
o circunstancias expresamente tipificadas en la ley (aspecto formal), pero,
adems, con estricta sujecin a los procedimientos objetivamente definidos
por la misma (aspecto material)36.
Anlisis y Comentarios
duccin compulsiva de cualquier persona a un local policial y su retencin en
esta sede sin que exista contra ella mandato escrito y motivado del juez o la
circunstancia de comisin de flagrante delito, constituye un atentado contra la
libertad individual en estricta aplicacin de lo dispuesto en el artculo 2 inciso
24) acpite f de la Constitucin Poltica del Estado (Sentencia recada en el
expediente N. 849-2000-HC/TC. Caso James Louis King. Fundamentos N.
5 y 6. Publicada el 3 de agosto de 2001). En igual sentido, declar que la
detencin por mera sospecha policial carece de legitimidad constitucional
(Sentencia recada en el expediente N. 1324-2000-HC/TC. Caso Florencio
Chvez Abarca. F. J. N. 2 f. Publicada el 27 de marzo de 2001)38.
47. Argumento citado por la Corte en el Caso Cesti Hurtado. Sentencia del 29 de
septiembre de 1999 Serie C. N. 56.
37. Ley que regula la intervencin de la polica y el ministerio pblico en la investigacin
preliminar del delito. Publicado el 12 de febrero de 2003.
38. Al respecto, en el artculo 205 del Cdigo Procesal Penal (Decreto Legislativo N.
957. Publicado el 29 de julio de 2004), se estableci la figura denominada control 145
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
Anlisis y Comentarios
de una actividad realizada por una persona jurdica de Derecho
privado.
- El texto original aluda solamente a que el imputado, en razn de
sus antecedentes y otras circunstancias, tratase de eludir la accin
de la justicia o perturbar la actividad probatoria, mientras que la ley
modificatoria estableca que deben existir suficientes elementos
probatorios para concluir que el imputado intente eludir la accin
de la justicia o perturbar la actividad probatoria. No constituye
criterio suficiente para establecer la intencin de eludir a la justicia,
la pena prevista en la ley para el delito que se le imputa.
Esta modificacin implica que el Juez no puede realizar un juicio sub-
jetivo de peligro procesal, sino valorar suficientes elementos probatorios,
que le permitan hacer ese juicio de peligro. Adems de ello, la ley N.
40. Ley que modifica el artculo 135 del Cdigo Procesal Penal, publicada el 17 de
Diciembre de 1999. 147
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
Anlisis y Comentarios
imputado cuando es objeto de exceso de detencin, y antes bien, no se ana-
liza el cumplimento de las obligaciones del Estado para impedir esa situacin?;
como si el desenvolvimiento del proceso dependiera exclusivamente del im-
putado. No tiene acaso el Estado el deber de procesar a una persona dentro
de un plazo razonable?. Resulta ms grave an justificar la ampliacin de la
coercin cuando el imputado utiliza los recursos que su derecho de defensa
le permite (impugnar, recusar, deducir medios de defensa tcnico, etc.),
entendindolos como manifestaciones de dilacin maliciosa.
Al respecto, en la sentencia recada en el expediente N. 2915-2004-
HC/TC (Caso Tiberio Berrocal Prudencio. F. J. N. 26. Publicada el 25 de
44. SAN MARTN CASTRO, Csar. Derecho Procesal Penal. Tomo II. Editorial Grijley. Lima,
2003. p. 1080.
45. Sentencia recada en el expediente N. 791-2002-HC/TC (Caso Grace Mary Riggs
Brousseaut. F. J. N. 10. Publicada el 7 de Octubre de 2002)
46. Sentencia recada en el expediente N. 10912002-HC/TC ( Caso Vicente Silva
Checa. F.J. N. 14. Publicada el 16 de agosto de 2002) 149
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
47. Sentencia del 25 de noviembre de 2005 recada en el caso de Wilson Garca Asto
y Urcesino Ramrez Rojas detenidos en 1995 y 1991, respectivamente, por la
Polica sin orden judicial y sin encontrarse en una situacin de flagrancia. Fueron
incomunicados y su investigacin, procesamiento y juzgamiento fue llevado a
cabo por fiscales y jueces sin rostro conforme a las disposiciones del Decreto
Ley N. 25475 de 5 de mayo de 1992, y con serias limitaciones e impedimentos
para ejercer su derecho de defensa. Los seores Garca y Ramrez fueron
condenados a penas privativas de libertad de veinte y veinticinco aos,
respectivamente, como presuntos autores del delito de terrorismo. En razn a
la sentencia recada en el expediente N. 010-2002-AI/TC, los procesos en su
contra fueron anulados, volviendo a ser procesados. Sin embargo, la Comisin
consider que algunas de las violaciones cometidas en el primer juicio subsistan
en el nuevo proceso y aadi que si bien el Estado haba modificado la legislacin
antiterrorista a partir del ao 2003, en el presente caso dichas modificaciones no
haban reparado las violaciones sufridas por las presuntas vctimas sino que, por
150 el contrario, haban significado su subsistencia.
Las medidas cautelares personales... / A RSENIO OR GUARDIA
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litar para los juicios en el teatro de operaciones, donde el Juez tena
que expedir sentencia en un trmino mximo de 10 das. Asimismo,
estableci restricciones para la procedencia del recurso de nulidad.
c) Decreto Legislativo N. 895 Ley de Terrorismo Agravado (Publi-
cado el 26 de mayo de 1998): Esta disposicin tipific el delito de
terrorismo agravado y la competencia. Asimismo estableci en su
artculo 7 literal c que durante la instruccin no procede, sin
excepcin alguna, ningn tipo de libertad.
d) Decreto Legislativo N. 897 Ley de Procedimiento Especial para
la investigacin y juzgamiento de los delitos agravados que tipifica
el Decreto Legislativo N.. 89648 (Publicado el 26 de mayo de
1998): Respecto a las medidas cautelares, no proceda la concesin
48. El Decreto Legislativo N. 896 Ley contra los delitos agravados (Publicado el
26 de mayo de 1998), modific los artculos 108 (homicidio), 152 (secuestro),
173 (violacin sexual de menor de 14 aos), 173 A (violacin sexual de menor de
14 aos seguida de muerte), 188 (robo), 189 (robo agravado) y 200 (extorsin)
del Cdigo Penal. 151
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
49. En tal sentido declar la invalidez, por ser incompatible con la Convencin Americana
sobre Derechos Humanos, del proceso en contra de los ciudadanos chilenos Jaime
Francisco Sebastin Castillo Petruzzi, Mara Concepcin Pincheira Sez, Lautaro
Enrique Mellado Saavedra y Alejandro Luis Astorga Valdez y ordena que se les
garantice un nuevo juicio con la plena observancia del debido proceso legal, que
haban sido procesados en el Estado peruano por un tribunal sin rostro perteneciente
a la justicia militar, y condenados a cadena perpetua bajo el cargo de ser autores
152 del delito de traicin a la patria conforme al Decreto Ley N. 25659.
Las medidas cautelares personales... / A RSENIO OR GUARDIA
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Decretos Legislativos N.os 895 y 897, en sus disposiciones an vigentes (a ese
momento), y, adems y complementariamente, la inconstitucionalidad, por el
fondo, de los artculos 1, 2, literal a), numeral 6), 6, incisos b), c) y d), 7,
incisos a), b), c), e), f), g), i), primer y tercer prrafo, e inciso j) y del artculo 8 del
Decreto Legislativo N. 895, del artculo 2 de la Ley N. 27235, de los incisos a),
b), c), f) y g) del artculo 1 del Decreto Legislativo N. 897.
51. En esta sentencia el Tribunal Constitucional declar fundada en parte la accin
de inconstitucionalidad interpuesta y, en consecuencia: declar inconstitucionales
el artculo 7 (delito de apologa) y el inciso h) del artculo 13 (imposibilidad de
recusar a magistrados) del Decreto Ley N. 25475 as como la frase con
aislamiento celular continuo durante el primer ao de su detencin y luego y
En ningn caso, y bajo responsabilidad del Director del establecimiento, los
sentenciados podrn compartir sus celdas unipersonales, rgimen disciplinario
que estar vigente hasta su excarcelacin del artculo 20 (lugar de ejecucin de
penas y visitas) del Decreto Ley N. 25475. Tambin es inconstitucional el inciso
d) del artculo 12 (incomunicacin absoluta del detenido) del mismo Decreto
Ley 25475. Asimismo, son inconstitucionales los artculos 1, 2 (delito de traicin
a la patria), 3 (pena en delito de traicin a la patria), 4 (competencia militar), 5
y 7 del Decreto Ley N. 25659. Tambin la frase o traicin a la patria del
artculo 6 del mismo Decreto Ley N. 25659 y los artculos 1, 2 y 3 del Decreto
Ley N. 25708; los artculos 1 y 2 del Decreto Ley N. 25880. Finalmente, son
tambin inconstitucionales los artculos 2, 3, y 4 del Decreto Ley N.. 25744. 153
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
52. Segn datos oficiales del INPE, la poblacin penal para febrero de 2006 est
compuesta por el 63% de hombres procesados, el 5% de mujeres procesadas, el
30% de hombres sentenciados y el 2% de mujeres sentenciadas. Datos en
154 www.inpe.gob.pe.
Las medidas cautelares personales... / A RSENIO OR GUARDIA
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cas que debe tener la motivacin de la detencin judicial preventiva. En primer
lugar, tiene que ser suficiente, esto es, debe expresar, por s misma, las
condiciones de hecho y de derecho que sirven para dictarla o mantenerla. En
segundo lugar, debe ser razonada, es decir que en ella se observe la ponde-
racin judicial en torno a la concurrencia de los aspectos que justifican la
adopcin de la medida cautelar, pues de otra forma no podra evaluarse si es
arbitraria o injustificada. Por ello, de conformidad con el artculo 135 del
Cdigo Procesal Penal, es preciso que se haga referencia a los presupuestos
legales que determinan la imposicin del mandato de detencin, y a las ca-
ractersticas y la gravedad del delito imputado, as como de la pena que se
imponga. Del mismo modo, deber tenerse en cuenta las circunstancias con-
cretas del caso y personales del imputado. (Sentencia recada en el expediente
Anlisis y Comentarios
que se ordene el impedimento de salida del pas) requiere necesariamente de
una fundamentacin, bajo sancin de nulidad. No es posible aceptar que se
ha vulnerado el derecho y a la vez permitir una correccin manteniendo la
medida. Porque, tal como lo ha expuesto el Tribunal Constitucional tratndo-
se de la detencin judicial preventiva, la motivacin en la adopcin o el
mantenimiento de la medida es un requisito indispensable, pues slo de esa
manera ser posible determinar si una decisin judicial es arbitraria, o no, y
evaluar si el juez penal ha obrado de conformidad con la naturaleza excepcio-
nal, subsidiaria y proporcional de la detencin judicial preventiva (Sentencia
recada en el expediente N. 1084-2005-HC/TC (Artemio Ramrez Cachi-
que. F.J. N. 14. Publicada el 5 de enero de 2006).
Considero que el Juez debe cumplir a cabalidad su deber de motivar las
resoluciones judiciales, especialmente la que dispone la detencin y cualquier
proceso con menos garantas, menos recursos, etc.)56. Para Luis Jimnez
de Asa Como principio general, las leyes de organizacin, competencia y
procedimiento que se modifiquen en bien de la justicia, pueden ser retroacti-
vas. En particular, en cuanto a organizacin judicial y competencia, es
necesario, no obstante, que observemos el caso excepcional de que se creen
tribunales especiales o comisiones ad hoc. Estas jams podrn tener efectos
retroactivos ni ultractividad. En orden a la accin para perseguir el delito, hay
que atender a lo favorable al reo; Tampoco sern retroactivas las nuevas
disposiciones sobre pruebas, salvo en lo favorable, si afectan a elementos del
tipo o si versan sobre culpabilidad o intencin, y menos todava si una prueba
til al reo se suprime. No hay inconveniente en que el rito sea retroactivo,
salvo si refluye contra la defensa del reo. Y, finalmente, no podrn ser retro-
activas aquellas leyes que supriman un recurso, pero s las que lo creen57.
56. En: Doctrina General del Derecho Procesal. Hacia una teora y ley procesal generales,
Librera Bosch. Barcelona. 1990. p. 68.
158 57. En: La Ley y el Delito, Principios de Derecho penal, Abeledo Perrot. Editorial
Sudamericana. Tercera edicin. Buenos Aires. 1958. p. 158.
Las medidas cautelares personales... / A RSENIO OR GUARDIA
Anlisis y Comentarios
desde el proceso. La retroactividad de la ley ms benigna slo esta proclama-
da respecto de las leyes penales, esto es, normas sancionadoras, ms no
aquellas que restringen derechos individuales o fundamentales62
Para determinar los efectos de la ley penal es necesario acudir a los
principios generales, los mismos que son reconocidos dentro de un Estado
de Derecho como garantas del individuo: el principio de la irretroactivi-
dad (se prohbe aplicar de manera retroactiva la ley penal desfavorable),
prevista en el artculo 103 de la Constitucin, y el principio de favorabili-
58. BINDER, Alberto. Introduccin al Derecho Procesal Penal. Op. cit. pp. 151 y ss
59. MAURACH, Reinhart. Derecho penal. Parte General. Tomo I. Astrea, Buenos Aires,
1994, p.197
60. JESCHECK y Tomas W EIHEND. Tratado de Derecho penal. Parte General. Editorial
Comares. Universidad de Granada. Espaa. 2002. p. 186.
61. Manual de Derecho Procesal Penal. Octava edicin. Lima 1984. p. 17
62. SAN MARTN CASTRO, Csar. Gaceta Jurdica (Actualidad Jurdica); 2002 Agosto,
Tomo 105; Lima Per. pp 15 36 159
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
dad (se debe de aplicar de manera retroactiva una ley penal favorable),
previsto en el artculo 139 inciso 11 de la Constitucin. Lo polmico del
tema se centra en determinar si esta ltima excepcin alcanza a la ley proce-
sal penal cuando ella es una ley restrictiva de derechos fundamentales.
Adems, no hay que olvidar que el artculo 137 del Cdigo Procesal
Penal, no debe de ser interpretado de manera aislada, sino en concordancia
con el artculo IX del Ttulo Preliminar del cdigo en referencia que establece
lo siguiente: La Ley procesal penal es de orden pblico y se aplica en el
territorio nacional desde el comienzo de su vigencia, inclusive para lo que
resta del proceso por un delito cometido con anterioridad y cuya sentencia
no ha quedado firme, siempre que se trate de disposiciones ms favorables al
imputado. De esta manera se consagra el principio de favorabilidad en la
aplicacin de la ley procesal penal, desde que se declara que la aplicacin a lo
que resta del proceso se supedita a que se trate de disposiciones ms favora-
bles al imputado63.
Al respecto, la Comisin Interamericana de Derechos Humanos en el
Informe N. 83/00 que resuelve el caso 11.688 (Alan Garca-Per) del 19 de
octubre de 2000, ha establecido que (considerando 46): (...). El principio
de retroactividad de la ley penal permisiva o favorable en materia penal, y a
contrario sensu, la garanta de la no retroactividad de la ley restrictiva o
desfavorable, abarca por igual tanto a los preceptos sustantivos como los
adjetivos o de procedimiento que afecten cuestiones de derecho sustantivo.
Esa extensin de la denominada garanta contra leyes ex post a materia pro-
cesal penal, que actualmente se predica en el sistema procesal moderno, ha
Anlisis y Comentarios
63. Vase CASTILLO ALVA, Jos Luis. La aplicacin favorable de la Ley en materia penal. El
problema de la Ley N. 27770. En Actualidad Jurdica 123/2004. Editorial Gaceta
160 Jurdica. Lima. 2004, p.30.
Las medidas cautelares personales... / A RSENIO OR GUARDIA
Anlisis y Comentarios
demos que lo que busca nuestra Constitucin es dar el marco adecuado a fin
de abandonar el criterio inquisitivo que tenemos del proceso penal, buscando
alcanzar uno de corte ms garantista.
Esta situacin se agrav cuando el Tribunal Constitucional, en su mo-
mento, no asumi una posicin clara con respecto a la retroactividad o
ultractividad de la ley procesal penal66. En este sentido, cmo se entiende que
art. 137 del CPP, modificado por el DL 25824, disposicin legal que en este caso
resulta aplicable en virtud del principio de ultractividad benigna en la aplicacin
temporal de la ley penal... Sentencia recada en el expediente N. 321-02-HC/
TC. (Caso Robert Rosas Garca. F.J.N. 4. Publicada el 19 de enero de 2003).
Segn la sentencia se trata de un procesado por trfico de drogas que se encuentra
ms de 24 meses detenido, sin haber recibido sentencia de primer grado o existir
prrroga de detencin. Al declarar fundado el hbeas corpus, el TC indica que
una vez constatado el transcurso del plazo de 15 meses y que no existe mandato
de prrroga de detencin, la judicatura a cargo debi disponer la libertad del
procesado67. Sentencia recada en el expediente N. 798-02-HC-TC. (Caso Carlos
Vega Ardila. F. J. N. 3 a 5. Publicada el 17 de septiembre de 2002).
...en consecuencia, no habiendo transcurrido el plazo mximo de detencin al
que se ha hecho referencia en el fundamento jurdico anterior, esto es, los 36
meses, la pretensin debe desistimarse... Sentencia recada en el expediente N.
330-02-HC/TC. (Caso James Ben Okoli. F. J. N. 4. Publicada el 22 de septiembre
de 2002).
...si la accin judicial del accionante recin se ha ejecutado desde el 11 de abril
del 2001, aplicable al caso de autos la norma procesal vigente en dicho momento,
esto es, el Decreto Ley 25824, cuyo texto establece que el plazo de la detencin no
durar ms de 15 meses prorrogables a 30 meses en los procedimientos
especiales... Sentencia recada en el expediente N. 2166-02 (Caso Luis Delgado
162 Arenas. F. J. N. 2. Publicada el 18 de marzo de 2003).
Las medidas cautelares personales... / A RSENIO OR GUARDIA
Anlisis y Comentarios
7.3. El peligro procesal
El presupuesto ms importante de la coercin personal es el peligro
procesal. As lo ha establecido el Tribunal Constitucional en la sentencia recada
en el expediente N. 1091-2002-HC/TC (Caso Silva Checa. F. J. N. 15.
Publicada el 16 de agosto de 2002) [...] el principal elemento a considerarse
en el dictado de [una] medida cautelar debe ser el peligro procesal que
comporte que el procesado ejerza plenamente su libertad locomotora, en
relacin con el inters general de la sociedad para reprimir conductas consi-
deradas como reprochables jurdicamente. En particular, el peligro de que el
procesado no interferir u obstaculizar la investigacin judicial o evadir la
accin de la justicia.
Respecto al contenido y amplitud del peligro procesal, podemos sealar
tres posturas. La primera de ellas, de corte restrictivo, considera que el peli-
gro procesal solamente comprende el peligro de fuga. En efecto, la tendencia
ms reciente ha cuestionado la legitimidad del peligro de entorpecimiento de
la actividad probatoria como presupuesto de la detencin. Esta posicin se
sustenta adems en el hecho de que la Convencin Americana de Derechos 163
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
164 67. BINDER, Alberto. Introduccin al Derecho procesal penal. Op. cit. p. 199.
Las medidas cautelares personales... / A RSENIO OR GUARDIA
Anlisis y Comentarios
incluso considerarse (como) que se le impone un castigo anticipado, sin que
el juez competente se haya pronunciado an sobre su culpabilidad. Asimis-
mo, esta situacin puede dar origen a la aplicacin arbitraria y desviada de la
prisin preventiva, con fines distintos a los previstos en la propia ley. Informe
N. 02/97, prrafo 51 (Sentencia recada en el expediente N. 010-2002-
AI/TC. F. J. N. 126).
Respecto a la imposicin de una medida de coercin personal atendiendo
al peligro de reiteracin delictiva, considero que constituye un grave error
que atenta contra los fines de las medidas cautelares. Este supuesto est conte-
nido en una exhortacin del Tribunal Constitucional, en la sentencia recada en
el expediente N. 010-2002-AI/TC cuando estableci que: adems de las
razones previstas en el artculo 135 del Cdigo Procesal Penal, el legislador
puede introducir otras razones adicionales para decretar la detencin judicial
preventiva. En particular, las que tiene que ver con el riesgo de la comisin de
nuevos delitos o, excepcionalmente, con la finalidad de preservar el orden
pblico. No obstante, el Tribunal Constitucional, citando a la Comisin Inte-
ramericana de Derechos Humanos (Informe 02/97, prrafo 32) consider 165
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
que no debe olvidarse que cuando las autoridades judiciales evalan el peligro
de reincidencia o comisin de nuevos delitos por parte del detenido, deben
tener en cuenta la gravedad del crimen. Sin embargo, para justificar la prisin
preventiva, el peligro de reiteracin debe ser real y tener en cuenta la historia
personal y la evaluacin profesional de la personalidad y el carcter del acusa-
do. Para tal efecto, resulta especialmente importante constatar, entre otros
elementos, si el procesado ha sido anteriormente condenado por ofensas simi-
lares, tanto en naturaleza como en gravedad.
A propsito de ello la ley N. 28726 que incorpora al Cdigo Penal dos
agravantes genricos: la reincidencia (artculo 46 B) y la habitualidad (artculo
46 C)68. La reincidencia constituye una vieja figura incluida ya en el artculo 10
del Cdigo Penal de 186369 y reproducida en el Cdigo de 192470. El Cdigo
Penal de 1991 proscribi la reincidencia, sin embargo, el legislador lo restable-
ci para los casos de terrorismo, conforme se estipula en el artculo 4 del
Decreto Legislativo N. 921 (el Decreto Ley N. 25475 tambin la regulaba).
Es cierto que la reincidencia constituye una agravante presente en las
legislaciones de varios pases (Espaa, Italia, Argentina, entre otros.) y que en
doctrina se han realizado varios ensayos tendientes a fundar su existencia: unos
basados en la mayor culpabilidad, otros en la mayor capacidad criminal, otros,
en la mayor peligrosidad del sujeto, otros en la actitud del sujeto que insiste en
la desobediencia de las normas penales, otros en que es causa de agravacin
del injusto, etc71. Sin embargo, el rechazo a esta forma de agravacin es doc-
trina dominante72 (en Alemania se suprimi esta agravante en 1986).
Anlisis y Comentarios
68. Ambos conceptos se entienden como expresin del llamado delincuente habitual
al que haca referencia Edmund MEZGER. Para l, es delincuente habitual un
individuo que, como consecuencia de una inclinacin intema, existente por
predisposicin natural o adquirida con la prctica, infringe reiteradamente el
derecho y tiende a infringirlo nuevamente. El delincuente habitual es peligroso
y la repeticin de hechos punibles es probable. Se puede esperar que el delincuente
perturbar considerablemente en el futuro el ordenamiento jurdico. Ver: MEZGER,
Edmund. Tratado de Derecho penal alemn. Traducido de la 2 ed. alemana por
J.A. Rodrguez Muoz, Madrid, T. II, 1957.
69. Se estableca. Artculo 10: son circunstancias agravantes: inciso 14. Ser culpable
reincidente en delito de la misma naturaleza, o consuetudinario, aunque sea en
otros de diversa especie.
70. As lo prescriba el Cdigo Penal de 1924: Es reincidente el que despus de haber
sufrido en todo o en parte una condena de pena privativa de la libertad, impuesta
en sentencia nacional o extranjera, incurre, antes de pasar cinco aos, en otro
delito tambin con pena privativa de la libertad.
71. Cfr. SERRANO GOMEZ. La reincidencia en el Cdigo Penal. En: Anuario de Derecho
penal y Ciencias Penales, 1976, p. 71-72. Tambin G ONZLEZ -CUELLAR G ARCA .
Comentarios a la legislacin penal. Tomo II. Edersa. Madrid. 1983. pp. 23 y ss.
166 72. QUINTERO O LIVARES se muestra abiertamente a favor de la eliminacin de la
reincidencia como circunstancia agravante, si bien reconoce que atendiendo a
Las medidas cautelares personales... / A RSENIO OR GUARDIA
Anlisis y Comentarios
Esta sentencia del Tribunal Constitucional insina la inclusin de orden pbli-
co como presupuesto de la detencin: en todos los casos en que se invoque
la preservacin del orden pblico para mantener a una persona en prisin
preventiva, el Estado tiene la obligacin de probar en forma objetiva y con-
cluyente que tal medida se justifica exclusivamente con base en esa causal
(F. J. N. 145)73.
Considero que la alteracin del orden pblico no justifica plenamente
un diseo constitucional de la coercin personal; hace recaer en el procesado
una situacin que no depende de su conducta; el orden pblico debe ser
preservado por el Estado. El orden pblico es un concepto indeterminado
que recurrentemente es invocado por los medios de comunicacin para en-
cubrir el endurecimiento del sistema penal.
Tambin en la indicada sentencia el Tribunal Constitucional, citando el
Informe 02/97 de la Comisin Interamericana de Derechos Humanos, con-
sider como criterio vlido para ponderar la existencia de peligro procesal la
historia personal, la evaluacin de la personalidad y el carcter del
acusado (F. J. N. 143).
De acuerdo a la opcin ideolgica de nuestra Constitucin una medida
de coercin no puede justificarse en aspectos subjetivos, propios de la esfera
personal del imputado. Una medida de coercin basada en criterios persona-
les, implica desnaturalizar el carcter cautelar y excepcional de estas medidas.
Adems, si este supuesto de peligro procesal fuera vlido, la pregunta que
surge es quin define qu parte de la historia personal se sanciona y cual no.
A ello hay que agregarle el carcter resocializador que pregona la Constitu-
cin.
Otro de los supuestos previstos por el Tribunal Constitucional para de-
terminar el peligro procesal consiste en la apreciacin de los valores
Anlisis y Comentarios
Anlisis y Comentarios
zo), el Tribunal Constitucional expuso que el peligro procesal se configura al
existir profundas inconsistencias en las sucesivas declaraciones ().
Si bien todo procesado goza del derecho fundamental a la no autoincrimina-
cin, una de cuyas manifestaciones incluso autoriza al inculpado a guardar
un absoluto silencio y la ms imperturbable pasividad durante el proceso, en
el correcto supuesto de que debe ser la parte acusatoria la encargada de
desvanecer la inocencia presunta, ello no le autoriza para que mediante actos
positivos se desve el camino del aparato estatal en la bsqueda de la verdad
dentro del proceso (F. J. N. 8 y 9).
Otro ejemplo lo constituye la sentencia recada en el expediente N.
1567-2002-HC/TC (Caso Rodrguez Medrano) en la que el el Tribunal Cons-
titucional expuso como criterio la puesta en riesgo de la viabilidad de sistema
democrtico, al sealar que: La medida judicial que restringe la libertad
ambulatoria del accionante, subyace una valoracin judicial de los hechos
que son materia del proceso penal y la repercusin de los delitos por los
cuales se le juzga, no slo en lo que atae a la afectacin de determinados
bienes jurdico-penales, sino incluso, y lo que es ms grave, a la puesta en 169
riesgo de la viabilidad del sistema democrtico (F. J.N. 10).
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
Anlisis y Comentarios
por ley para ejercer funciones judiciales y tendr derecho a ser juzgada den-
tro de un plazo razonable o ser puesta en libertad, sin perjuicio de que contine
el proceso. (artculo 7 inciso 5)
b. Plazo razonable del proceso: Toda persona tiene derecho a ser
oda, con las debidas garantas y dentro de un plazo razonable, por un Juez o
Tribunal competente, independiente e imparcial... (artculo 8 inciso 1)
La Comisin Interamericana de Derechos Humanos (Caso 11.245.
Informe N. 12/96. Jorge A. Jimnez vs Argentina, de 1 de marzo de 1996)
ha establecido que ambos artculos persiguen el propsito que las cargas que
el proceso penal conlleva para el individuo no se prolonguen continuamente
Anlisis y Comentarios
es decir que en un caso es posible duplicar la detencin y adems prolongarla.
El motivo de estas decisiones parte de una interpretacin equivocada de
las denominadas dilaciones indebidas, por cuanto el procesado tiene todo el
derecho a impugnar, deducir medios de defensa tcnica, solicitar posterga-
ciones de diligencias, aportar pruebas, etc; sin que stas generen menoscabo
al proceso.
Finalmente, debemos exponer que en algunos casos los procesos se
acumulan sin justificacin suficiente. Este tipo de acumulaciones implica que
un procesado, con una imputacin simple resulte involucrado en un mega
proceso con gran cantidad de imputados. En estos casos, el imputado en
procesos no complejos resulta perjudicado por la demora del proceso acu-
mulado.
76. En el caso Bueno Acea se aplic por primera vez la detencin domiciliaria,
conforme a los trminos del art. 143 del Cdigo Procesal Penal de 1991. En
efecto mediante resolucin del 30 de marzo de 1998 la Sala de Apelaciones de
Procesos Sumarios con Reos en Crcel de la Corte Superior de Justicia de Lima
revoc el mandato de detencin impuesto contra dicho ciudadano espaol e
impuso en su lugar la detencin domiciliaria (Exp. 435-98-A). Esta medida se
prolong desde esa fecha hasta el 12 de abril de 2000 en que el Tribunal
Constitucional declara fundada la accin de hbeas corpus que dispone la cesacin
de esa medida coercitiva y en consecuencia su libertad. Con anterioridad a este
caso slo conocemos el voto singular del vocal Talavera Elguera (Julio de 1997)
en cuyo Considerando Quinto sealaba que, a fin de compatibilizar el derecho
del encausado a la libertad y el derecho del Estado de asegurar la presencia del
mismo al proceso penal, dada la gravedad del hecho instruido, es menester optar
por un estado intermedio de goce de la libertad, como es la detencin
domiciliarala que le es aplicable al caso por tratarse de un imputado que
adolece de incapacidad fsica. (Expediente 164-97, Sala Penal Superior
174 Corporativa, Lima, 03 de julio de 1997).
Las medidas cautelares personales... / A RSENIO OR GUARDIA
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no resulta el nico criterio determinante para constatar que una detencin
deviene en desproporcionada y arbitraria luego de vencido el plazo, pudiendo
tornarse en tal, inclusive antes del cumplimiento del mismo cuando por ejem-
plo, desaparezcan las razones que motivaron el propio mandatob)la inexistencia
de un plazo mximo legal, de ninguna manera puede admitirse como justificacin
vlida para la permanencia de una medida restrictiva de derechos, de forma
indefinida, arbitraria y desproporcionada, debiendo ms bien ser valorado en
cada caso, segn los elementos de juicio objetivos existentes Indica asimismo
esta sentencia que el exceso de detencin domiciliaria puede verificarse en
cada caso concreto atendiendo a una serie de elementos, dentro de los cuales,
la existencia de un plazo mximo como referente derivado del principio de
proporcionalidad slo es uno de ellos y no el nico determinante Finalmente,
el Tribunal Constitucional establece dos criterios con carcter vinculante: 1)
Peligrosidad Procesal y, 2) La razonabilidad. (F. J. N. 13 y 14. Publicada el 31
de mayo de 2005)
Tratamiento diferente merece el supuesto de acumulacin de los das de
detencin domiciliaria y detencin preventiva para obtener la libertad por 175
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
exceso de detencin, segn los plazos fijados en el artculo 137. As, el Tribu-
nal Constitucional ha establecido en la Sentencia recada en el expediente N.
1725-2002-HC/TC. (Caso Arbul Seminario. F. J. N. 2. Publicado el 22 de
mayo de 2003) que no es posible acumular el plazo de la detencin domici-
liaria al plazo de la detencin preventiva para efectos de establecer si ha
vencido, o no, el plazo mximo de detencin del artculo 137 del Cdigo
Procesal Penal. Primero, porque dicho plazo slo es aplicable a la detencin
preventiva; y, segundo, porque, tal como ha establecido este Tribunal en el
Caso Berrocal Prudencio (Sentencia recada en el expediente N. 2915-2002-
HC, F. J. N. 18 a 31) en relacin con la detencin judicial preventiva, en
criterio que, mutatis mutandis, es aplicable a la detencin domiciliaria, para
determinar si existe, o no, afectacin del derecho a que la libertad personal
no sea restringida ms all de un plazo razonable, no es un elemento deter-
minante la fijacin de un plazo legal, sino el anlisis de ciertos criterios a la luz
de cada caso concreto. Estos criterios son: a) la diligencia del juez en la
merituacin de la causa; b) la complejidad del asunto; y c) la conducta obs-
truccionista del imputado.
Por ltimo, a propsito de la ley N. 28568, que modificaba el artculo
nico del artculo 47 del Cdigo Penal referido al abono de la detencin
preliminar, preventiva y domiciliaria para el computo del descuento de la
pena privativa de libertad; el Tribunal emiti una sentencia normativa de
trascendental relevancia (Sentencia recada en el expediente N. 0019-2005-
PI/TC. Caso Arresto Domiciliario. Publicada el 21 de julio de 2005). En
dicha sentencia, el Tribunal Constitucional expuso que en modo alguno puede
Anlisis y Comentarios
Anlisis y Comentarios
fundamentales.
Ante esto, quienes nos encontramos vinculados al estudio del proceso
penal tenemos, en primer lugar, la obligacin de exponer las bases dogmti-
cas de las instituciones que conforman esta rama jurdica (tarea necesaria) y
tambin, nos encontramos obligados a confrontar tales ideas con la realidad,
ejercicio que consideramos indispensable para superar su actual crisis nor-
mativa y jurisprudencial.
177
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
Anlisis y Comentarios
178
De qu hablamos cuando hablamos de ... / CAMILO SUREZ LPEZ DE CASTILLA
I. INTRODUCCIN
El Cdigo Procesal Constitucional seala de manera enunciativa en su
artculo 4 las garantas que comprende el derecho a la tutela procesal efecti-
va, las cuales incluyen un concepto cuyo significado parece no estar del todo
claro en la doctrina y jurisprudencia: la legalidad procesal penal. A diferencia
de sta, el principio sustantivo de legalidad penal goza de reconocimiento
expreso en el texto constitucional, el cual nos informa acerca de su conteni-
do1, permitindonos deducir las garantas de l derivadas, tales como la lex
previa, lex certa, lex stricta y lex scripta. La legalidad procesal penal, en
cambio, no goza, al parecer, de un reconocimiento expreso en nuestra nor-
Anlisis y Comentarios
ma constitucional, ni existe, tampoco, consenso en el mbito doctrinal y
jurisprudencial respecto de sus alcances. Es por ello que resulta especialmen-
te importante determinar el contenido de este derecho reconocido
expresamente en la norma procesal constitucional como elemento del debido
proceso susceptible de proteccin mediante los procesos constitucionales de
la libertad.
Cabe sealar, asimismo, que es a partir de la entrada en vigencia del
Cdigo Procesal Constitucional, que la enuncia expresamente, que la legali-
dad procesal penal ha sido invocada con ms frecuencia en el marco de los
procesos constitucionales. Es por ello que, antes de que rija el Cdigo Proce-
sal Constitucional, la jurisprudencia del Tribunal Constitucional haba hecho
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judicial efectiva, entendido ste como el derecho a un recurso eficaz.
El texto no define lo que se entiende por legalidad procesal ni queda
claro a qu hace referencia. El Pleno jurisdiccional del 2004 tambin utiliza el
concepto de legalidad procesal. Esta vez, al discutirse la aplicacin del artcu-
lo 143 del Cdigo Procesal Penal, relativo al arresto domiciliario:
La segunda posicin es la que un sector considera razonable, pues se
argumenta que la interpretacin de las normas que afectan la libertad perso-
nal debe ser restrictiva y las que la favorecen amplias; limitando la disposicin
citada a determinados presupuestos, pues se vulnera el principio de legalidad
procesal, cuando se ampla fuera de esos casos ya que no es una interpreta-
cin literal, sistemtica, ni teleolgica, sino arbitraria, al extender a cualquier
caso una medida tan grave como la expuesta a pesar de existir otras restric-
ciones que pueden garantizar la concurrencia del imputado al proceso.
Anlisis y Comentarios
como lo dispuso la Ejecutoria Suprema cuestionada(...) De ello se concluye
que no se acredita la transgresin del principio de legalidad procesal penal.
De lo expuesto se deduce que el Tribunal Constitucional considera que
el contenido del principio de legalidad procesal consiste en el respeto de las
normas procesales. El mismo concepto de legalidad procesal penal parece
haber sido atribuido el Tribunal Constitucional en otra sentencia [Exp. N.
2338-2003-HC/TC]:14
...de conformidad con el respecto al principio de legalidad procesal o pro-
cedimiento preestablecido, todo ciudadano al cual se le impute la comisin
15. BUSTOS RAMREZ, Juan y Hernn HORMAZBAL MALAREE. Lecciones de Derecho penal.
Volumen. I. Madrid, Trotta, 1987, p. 87. COBO DEL ROSAL, M. y VIVES ANTN. Dere-
cho Penal Parte General. Valencia, Tirant, 1990, p. 59. MIR PUIG, Santiago. Derecho
Penal. Parte General. 5 edicin. Barcelona, 1998, pp. 77. Si bien se trata de autores
extranjeros que toan como base la Constitucin espaola, el artculo 25 de la citada
Constitucin enuncia tambin una garanta sustantiva.
184 16. Cfr. STC Ns 0017-2003-AI7TC, 0023-2003-AI7TC, y 004-2006-AI/TC
De qu hablamos cuando hablamos de ... / CAMILO SUREZ LPEZ DE CASTILLA
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antes bien, pretende conseguir su mayor efectividad, dotndolos de una base
y un contenido material19.
Si el principio de legalidad como elemento del Estado liberal de Dere-
cho presupona una organizacin poltica basada en la divisin de poderes, en
la que la ley fuese competencia exclusiva de los representantes de la nacin, a
travs del Poder Legislativo, la legalidad como principio informador de la
actividad estatal tambin vincula a los rganos jurisdiccionales no slo en
cuanto a la norma sustantiva a ser materia de proceso sino sobre el procedi-
miento que van a seguir.
En palabras de SILVA SNCHEZ:
17. MONTERO AROCA, Juan. Los principios del proceso penal, un intento de exposicin
doctrinal basado en la razn. En: Revista Jurdica del Per. Trujillo, Enero-Marzo
1997. N. 10.
18. Cfr. ZAGREBELSKY, El derecho dctil, Madrid, Trotta, 1995. SILVA SNCHEZ, Jess-Mara.
La expansin del derecho penal. Madrid, Civitas, 2001.
19. Cfr. STC 008-2003-AI/TC. 185
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
20. SILVA SNCHEZ, Jess Mara. Aproximacin al Derecho Penal contemporneo. Barce-
lona, Bosch, 1992 p. 257.
21. Cfr. GONZALEZ-CUELLAR SERRANO, Nicols. Proporcionalidad y derechos fundamen-
186 tales en el Derecho Penal. Madrid, Colex, 1990, pp. 77.
De qu hablamos cuando hablamos de ... / CAMILO SUREZ LPEZ DE CASTILLA
Anlisis y Comentarios
si la resolucin cuestionada, aunque corresponda a una correcta aplicacin
de la ley, resulta vulneratoria de los derechos constitucionales del benefi-
ciario del presente hbeas corpus24.
188
De qu hablamos cuando hablamos de ... / CAMILO SUREZ LPEZ DE CASTILLA
EVELYN HAAS
Las garantas constitucionales en el procedimiento
Anlisis y Comentarios
penal alemn
PETER HBERLE
Estudio comparativo de la funcin y trascendencia
de los tribunales constitucionales
189
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
190
Las garantas constitucionales en el procedimiento... / E VELYN HAAS
tratamiento dado por el poder pblico a una persona no respeta el valor que
corresponde a cada ser humano por s mismo.
En su resolucin reciente sobre la vigilancia acstica de viviendas, la
Corte Constitucional Federal recalc que la garanta de la dignidad humana
tambin comprende un ncleo esencial de la vida privada y explic que, por
consiguiente, este ncleo esencial es inviolable y no debe ser relativizado a
travs de la ponderacin con otros bienes jurdicos o con el inters pblico en
la efectividad de la persecucin penal conforme con el principio de propor-
cionalidad. Con ello se le impide al Estado investigar la verdad a cualquier
precio.
La garanta de la dignidad humana despliega sus efectos protectores
tambin en lo que concierne la obtencin y utilizacin de pruebas en el pro-
cedimiento penal, tal como la Corte Constitucional Federal ya aclar en una
resolucin de los aos setenta acerca de la posibilidad de aprovechar como
prueba los diarios de vida de un inculpado. En su momento, sin embargo, la
Corte Constitucional Federal en definitiva aprob la posibilidad de hacerlo,
mental, existe una alta probabilidad de que el proceso penal de todas mane-
ras tenga que sobreseerse por la falta de capacidad del inculpado para enfrentar
un juicio, de modo que la continuacin de la prisin preventiva, cuyo objetivo
es asegurar las investigaciones contra el inculpado y la presencia del acusado
en el procedimiento penal, ya no tiene sentido porque no podr alcanzar su
propsito.
En casos en que el respeto de la dignidad humana del autor de un
delito, establecido en la constitucin, exige que el Estado renuncie a su pre-
tensin punitiva, ya no tiene cabida una ponderacin con el objetivo legtimo
de alcanzar la pacificacin mediante el procedimiento penal. En todo caso, la
satisfaccin basada en la venganza es ajena a un Estado civilizado.
del tiempo que tarda el esclarecimiento del hecho para borrar las huellas de
ste o para eliminar testigos o influir sobre ellos.
Otro principio que se basa en el principio del Estado de derecho es el
principio de legalidad. Segn este ltimo, el legislador est obligado a deter-
minar l mismo las condiciones de una persecucin penal. Al reunirse estas
condiciones, deben iniciarse medidas de persecucin penal. Por lo tanto, las
autoridades encargadas de la persecucin penal no son libres a la hora de
decidir si iniciarn un procedimiento de instruccin en un caso individual.
Sin embargo, no hay principio sin excepciones. Segn el igualmente
vigente principio de oportunidad, puede renunciarse a la persecucin penal en
un caso concreto, cuando sta no es precisamente necesaria desde el punto de
vista de la prevencin. Por consiguiente, la obligacin de perseguir penalmente
es limitada conforme a las disposiciones legales (por ejemplo, conforme a los
pargrafos 153 ss del Cdigo alemn de Procedimiento Penal).
En vista de la indeterminacin del principio del Estado de derecho, en
principio no se pueden derivar de l normas concretas de conducta indicadas
miento jurdico respectivo y que en general no tenga que soportar las conse-
cuencias de intervenciones estatales sin previo examen judicial.
De ello, sin embargo, no se desprende un mandato de proteccin jur-
dica inmediata. Proteccin jurdica efectiva significa proteccin jurdica en un
plazo adecuado o razonable. Cuanto mayor sea la intervencin y cuanto ms
las medidas del poder pblico creen hechos irreversibles, tanto ms intensiva
debe ser la proteccin jurdica.
Tenindose en cuenta estos parmetros, tampoco suscita reparos el hecho
de que el Derecho procesal penal en principio no ofrezca proteccin jurdica
contra el inicio y la realizacin de un procedimiento de instruccin por parte
de la fiscala, ya que ste es un procedimiento preparatorio y el inculpado
adems tiene a su disposicin posibilidades suficientes de proteccin jurdica
en la audiencia intermedia y la audiencia del juicio oral. Slo podra regir otra
cosa en aquellos casos en que resultase objetivamente arbitraria la incoacin
o la continuacin de un procedimiento de instruccin.
El mandato de celeridad en la realizacin del proceso penal no slo
Doctrina Constitucional Comparada
rganos del Estado. La pauta del juez es nicamente el derecho, cuyas nor-
mas han de ser claras y determinadas.
No obstante, en casos excepcionales, la privacin de libertad (arresto y
detencin por la polica) es admisible tambin sin fallo judicial previo.
Sin embargo, inmediatamente despus debe producirse un fallo judicial.
Puede prescindirse de un fallo judicial de forma provisional slo si el objetivo
constitucionalmente admisible que se persigue con la privacin de libertad
no pudiera realizarse de otra manera.
En lo que concierne al Derecho procesal penal, la orden de prisin
preventiva es probablemente el caso ms importante en que se aplica la pri-
vacin de libertad. Aqu se manifiesta la relacin de tensin entre la libertad
individual por un lado y las exigencias de una persecucin penal efectiva por
el otro.
La intervencin en la libertad slo puede tolerarse si, y en la medida en
que la pretensin legtima de la comunidad estatal al esclarecimiento total del
delito y al castigo rpido del autor no puede ser asegurada de otra forma que
por medio de la detencin provisional. La Corte Constitucional Federal ha
subrayado reiteradamente en su jurisprudencia que las limitaciones necesa-
rias y adecuadas de la libertad de un inculpado, cuya culpabilidad del delito al
fin y al cabo no ha sido probada y que no ha sido condenado an, han de
verse siempre en contraste con la pretensin de la libertad como elemento
correctivo, y que su peso frente al inters por la persecucin penal se incre-
menta a mayor duracin de la prisin preventiva.
Conforme a eso, los tribunales tienen la obligacin por una parte, en
200 la medida en que aumenta la duracin de la detencin preventiva de trami-
Las garantas constitucionales en el procedimiento... / E VELYN HAAS
tar estos procesos con particular celeridad. Con el paso del tiempo aumentan
adems las exigencias en cuanto al motivo que justifica la prolongacin de la
detencin; por consiguiente, cada resolucin judicial acerca de la prolonga-
cin de la detencin debe contener explicaciones actuales al respecto, as
como sobre la ponderacin entre el derecho fundamental del inculpado a la
libertad y el inters de persecucin penal.
En general, la prisin preventiva, tanto en lo que atae a su ordenacin
como a su ejecucin y su duracin, es dominada por el principio de la pro-
porcionalidad. Por lo tanto, ya no es necesaria cuando existen medidas menos
duras que demuestren ser igualmente tiles para lograr el objetivo.
derecho penal procesal, se advierten, junto con los enunciados sobre las res-
pectivas garantas constitucionales, otros que se refieren a los lmites de las
intervenciones.
del mismo principio del Estado de derecho para la organizacin del proceso.
Cuando se dicta un auto de apertura del juicio oral, el proceso penal
por lo general es llevado a cabo en forma pblica. El principio de publicidad
tambin se desprende del principio correspondiente al Estado de derecho del
proceso equitativo.
Aunque esta publicidad tiene la funcin de evitar una justicia secreta, no
es garantizada en todos los momentos del proceso penal. Es as como el
procedimiento por orden penal escrita la sancin de delitos menores no
es pblico. Las audiencias del juicio oral en causas penales juveniles tampoco
son pblicas. Asimismo, es posible excluir al pblico en casos especiales,
regulados por la ley. Tampoco hay que desconocer que la publicidad del
juicio trae consigo desventajas para el acusado. Se hacen pblicas las imputa-
ciones, lo cual ms all del procedimiento penal puede traer considerables
desventajas para el acusado y una enorme carga para su familia. Por esta
razn, la Corte Constitucional Federal resolvi que las transmisiones televisi-
vas de las audiencias judiciales son inadmisibles. Los lmites de la publicidad
de las audiencias se desprenden del derecho general de la persona de los
intervinientes y del derecho del acusado a un proceso equitativo, as como del
concepto de eficacia de la administracin de justicia.
Aqu hay que considerar tambin los efectos de los medios de comuni-
cacin sobre la opinin pblica, que son vistos en forma sumamente crtica
por la Corte Constitucional Federal. En este contexto, la Corte habla de
descripciones distorsionadas de la realidad, de la preferencia de los aspec-
tos sensacionalistas y escandalosos, del riesgo de la selectividad hasta la
210 falsificacin y del efecto denigrante de la exposicin pblica.
Las garantas constitucionales en el procedimiento... / E VELYN HAAS
212
El principio de proporcionalidad de la legislacin penal / CARLOS BERNAL PULIDO
El principio de proporcionalidad
de la legislacin penal*
CARLOS BERNAL PULIDO
Profesor de Derecho Constitucional y de Filosofa del Derecho en la
Universidad Externado de Colombia
INTRODUCCIN
El objetivo de este captulo es analizar si el principio de proporcionali-
dad debe aplicarse como criterio para controlar la constitucionalidad de los
tipos penales y de las penas. El inters de este tema estriba en la profunda
controversia que la jurisprudencia constitucional colombiana y de otros pa-
ses ha suscitado en torno a dos preguntas conexas. En primer lugar, se trata
del problema de si tipificar una conducta como delito y fijar como sancin
una determinada pena es un asunto que concierne en exclusiva al Legislador
o si, por el contrario, tambin es susceptible de ser controlado por la Corte
Constitucional. Ahora bien, si la respuesta a este problema radica en la ltima
alternativa se plantea, en segundo lugar, el interrogante de si es racional y
legtimo llevar a cabo el control de constitucionalidad de las leyes penales
sobre la base del principio de proporcionalidad1. A continuacin abordare-
* Una versin preliminar de este captulo fue publicada en las memorias de las XXIV
Jornadas Internacionales de Derecho Penal, Bogot, Universidad Externado de
Colombia, agosto de 2002.
1. Sobre este aspecto resulta ilustrativa la discusin que la sentencia 136 de 1999 (asunto
de la Mesa Nacional de HB) origin en el Derecho constitucional espaol. Cfr. Sobre
esta discusin, entre otros, B. ALEZ CORRAL. Defensa de la Constitucin, libertades
de expresin e informacin y principio de proporcionalidad (a propsito de la sen- 213
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
Ao II , N. 3, enero - junio, Lima, 2006
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
tencia 136 de 1999, del 20 de julio de 1999), Repertorio Aranzadi del Tribunal Cons-
titucional, N. 15, 1999, pp. 15 y ss; y J.M. BILBAO URILLOS. La excarcelacin tena
un precio: el Tribunal enmienda la plana del legislador (comentario de la sentencia
136 de 1999 en el caso de la Mesa Nacional de HB), en Revista Espaola de De-
214 recho Constitucional, N. 58, 2000, pp. 277 y ss.
El principio de proporcionalidad de la legislacin penal / CARLOS BERNAL PULIDO
6. Cfr. Corte Constitucional. Sentencia C-381 de 2001, M.P.: Jaime Araujo Renteria.
7. Cfr. Corte Constitucional. Sentencia C-609 de 1996. M.P.: Alejandro Martinez
Caballero y Farro Morn Diaz.
8. La idea de que la Constitucin en ningn caso prefigura al detalle el contenido del
derecho penal ha sido bien esbozada en la aclaracin de voto a la sentencia C-565
de 1993, M.P.: Hernando Herrera Vergara, suscrita por los magistrados Eduardo
Cifuentes y Alejandro Martnez. Esta aclaracin discrepa del enfoque conceptual de
la mayora, porque ste partira de la idea de que en la Constitucin puede encon-
trarse una visin sustancialista integral del derecho penal. La aclaracin contina:
La drasticidad de la norma (penal) correspondera, segn este esquema, a la pre-
figuracin de las penas deducible de la Carta Poltica.
9. Cfr. Corte Constitucional. Sentencias C-609 de 1996, M.P.: Alejandro Martinez
216 Caballero y Fabio Morn Daz, y C-581 de 2001, M.P.: Jaime Araujo Rentera.
El principio de proporcionalidad de la legislacin penal / CARLOS BERNAL PULIDO
10. Cfr. Corte Constitucional. Sentencia C-609 de 1996, M.P.: Alejandro Martinez
Caballero y Fabio Morn Daz.
11. Cfr. Corte Constitucional. Sentencia C-1490 de 2000, M.P.: Fabio Morn Daz.
12. Cfr. Corte Constitucional. Sentencia T-103 de 1997, M.P.: Jorge Arango Meja.
13. dem.
14. Cfr. Corte Constitucional. Sentencia C-301 de 1999, M.P.: Alfredo Beltrn Sierra;
cfr. Tambin, sobre el convencimiento de que la dosificacin de las penas es un asunto
que corresponde en exclusiva al legislador, sentencia C-565 de 1993, M.P.: Hernando
Herrera Vergara.
15. Cfr. Corte Constitucional. Sentencias C-146 de 1994, M.P.: Jos Gregorio Hernn-
dez Galindo, y C-739 de 2000, M.P.: Fabio Morn Daz. 217
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
corporacin ha admitido:
No escapa a la Corte la existencia de una amplia disparidad de apreciacio-
nes en el concierto social acerca del rigor, estrictez, naturaleza y extensin
de las diferentes penas y sanciones. Se entrelazan en esta materia concep-
ciones dismiles sobre la funcin de la pena a la que puede imprimrsele un
carcter expiatorio, resocializador o intimidatorio, dependiendo del mo-
mento histrico y de las ideas que prohije la persona o el grupo social. No
ser difcil encontrar voces que acremente recriminen la pena por su benig-
nidad junto a otras que se duelan de su rudeza16.
El segundo argumento se deriva del anterior. Si no existe certeza
acerca de la correccin de los tipos penales y de las penas, es lgico pensar
que, como establece la jurisprudencia de la Corte, la determinacin de los
comportamientos que ameritan sancin y el establecimiento de su naturaleza,
alcance y de la respectiva dosimetra punitiva17 sea un asunto reservado
slo al legislador18. Este sera el sentido de lo prescrito por los artculos 150
16. Cfr. Corte Constitucional. Sentencia C-591 de 1993, M.P.: Eduardo Cifuentes Muoz.
17. dem.
18. Cfr., sobre este argumento, la aclaracin especial de voto a la sentencia C-239 de
1997, M.P.: Carlos Gaviria Diaz, suscrita por el magistrado Eduardo Cifuentes: la
materia penal pertenece a la reserva del legislador, y lo contrario vulnerara gravemente
el principio democrtico. Esta aclaracin tambin hace nfasis en la conexin que
existe entre este argumento y el de la falta de certeza del mbito penal: El activismo
de la Corte Constitucional est plenamente justificado all donde las reglas consti-
tucionales existen y puede extraerse de ellas un claro significado dentico, as este
sea general y requiera posterior desarrollo normativo. Cuando estas condiciones no
218 se renen, la Corte entra en el campo del decisionismo y abandona su funcin juris-
El principio de proporcionalidad de la legislacin penal / CARLOS BERNAL PULIDO
ger el mal, sino en el derecho a elegir slo entre las sendas que conducen al
bien, se invoca a favor de la penalizacin legislativa del consumo de droga y
en contra de la sentencia que la declara inconstitucional, lo siguiente:
Resulta contra la naturaleza de la ley despenalizar una conducta lesiva per
se. Es un derecho de la sociedad, y de los mismos enfermos, el que la ley no
permita el consumo de sustancias que, como est plenamente demostrado,
inexorable e irreversiblemente atentan contra la especie humana. No hay
ningn ttulo jurdico vlido que permita la destruccin de la humanidad.
Resulta un contrasentido amparar la despenalizacin del consumo de dro-
gas, as sea limitado a la llamada dosis personal, en el argumento de la
defensa de la dignidad humana, por cuanto precisamente es esa dignidad la
que se ve gravemente lesionada bajo los efectos de la drogadiccin.
Debe reconocerse cierto fundamento a los argumentos que respaldan
la tesis estricta de la autorrestriccin. Es bien cierto que la penalizacin de
ciertas conductas es un mbito en el que con poca frecuencia puede operarse
con premisas analticas, normativas y empricas ciertas y ampliamente com-
partidas. Es igualmente cierto que la Constitucin reserva al legislador la
creacin del derecho penal, y que la faceta de proteccin de los derechos
fundamentales lo habilita y le impone el deber de utilizar la legislacin penal
para que estos derechos y otros bienes sean garantizados efectivamente. En
21. Cfr. sobre este concepto, entre muchos otros, I. BERLIN . Dos conceptos de libertad,
en ID. Cuatro ensayos sobre la libertad, Madrid, Alianza Editorial, 1996, pp. 200 y
ss.
220 22. Cfr. Corte Constitucional. Sentencia C-221 de 1994, M.P.: Carlos Gaviria Diaz.
El principio de proporcionalidad de la legislacin penal / CARLOS BERNAL PULIDO
27. Cfr. sobre el concepto de libertad negativa y sobre el vnculo de la libertad positiva
contra el Estado autoritario, M. BOROWSKI. La estructura de los derechos fundamen-
tales, Bogot, Universidad Externado de Colombia, 2002, segunda parte, II.
28. Cfr. R. A LEXY. Teora de los derechos fundamentales, Madrid, Centro de Estudios
Constitucionales, 1997, p. 333.
29. Cfr., entre muchas otras, las sentencias 127 de 1994, f.j. 6 y 137 de 1990, f.j.g.
222 30. Cfr., entre muchas otras, la Sentencia 120 de 1990, f.j. rr.
El principio de proporcionalidad de la legislacin penal / CARLOS BERNAL PULIDO
general de accin y que, como tal, debe estar justificada, y adems que la
pena prevista debe guardar proporcin con la proteccin de los derechos y
bienes que justifiquen su eventual imposicin. Dicho de manera negativa: las
leyes penales carentes de fundamento y las penas excesivas estn prohibidas
por la libertad garantizada constitucionalmente. Como correlato, se atribuye
a la Corte Constitucional la competencia para controlar efectivamente la le-
gislacin penal en estos aspectos. La prctica de un control efectivo implica la
renuncia de la Corte a permanecer tras la lnea de lo evidentemente irrazona-
ble o arbitrario, y el imperativo de examinar detenidamente la proporcionalidad
de las medidas adoptadas por el legislador. La pregunta, no obstante, es: de
qu modo puede llevarse a cabo ese control de proporcionalidad? Y,
paralelamente, cmo puede hacerse compatible con el reconocimiento y el
respeto de un margen de accin legislativo, que el Congreso pueda hacer
valer sobretodo en los casos ms farragosos e inciertos?.
De estos interrogantes nos ocuparemos en la segunda parte. Por ahora
es preciso constatar que la Corte Constitucional ha aceptado en muchas de
31. Cfr. Corte Constitucional. Sentencia T-493 de 1993, M.P.: Antonio Barrera Carbo-
nell.
32. Cfr. sentencia C-609 de 1996, M.P.: Alejandro Martnez Caballero y Fabio Morn
Daz. 223
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
accin y que, dado que esta libertad, al igual que los dems derechos funda-
mentales, no tiene carcter absoluto33, en principio puede ser restringida por
las leyes penales34. Del mismo modo, tanto la libertad personal como otros
derechos fundamentales (los derechos fundamentales patrimoniales o los
polticos) pueden ser objeto de intervenciones legislativas consistentes en la
fijacin de las penas para los delitos. Estas intervenciones tambin sern leg-
timas si se deben a la necesidad de proteger otros derechos o bienes jurdicos
y si no restringen los derechos de manera desproporcionada.
En sntesis, la jurisprudencia constitucional ha admitido que toda ley
penal es una intervencin en el derecho al libre desarrollo de la personalidad,
que toda pena es una intervencin en la libertad personal o en el derecho que
resulte afectado la propiedad, por ejemplo, si se trata de una multa, y
que es funcin de la Corte Constitucional llevar a cabo un control de consti-
tucionalidad efectivo de estas intervenciones, para establecer su legitimidad y
proporcionalidad.
Doctrina Constitucional Comparada
dio y secuestro, se hace necesario por parte del Estado la imposicin de una pena,
y ante todo de un tratamiento punitivo aleccionador y ejemplarizante, atendiendo los
bienes jurdicos cuyo amparo se persigue; es decir, que a tales hechos punibles se
les debe aplicar las ms rgidas sanciones con el objeto de que produzcan un impac-
to que se encuentre en consonancia con la magnitud del delito cometido y de los de-
rechos vulnerados.
40. dem.
41. La sentencia C-134 de 1994, M.P.: Vladimiro Naranjo Mesa contina: El recono-
cimiento constitucional de la primaca e inviolabilidad de la vida excluye, en princi-
pio, cualquier posibilidad permisiva de actos que estn voluntaria y directamente
ordenados a provocar la muerte de seres todava no nacidos, y autoriza al legislador
para penalizar los actos destinados a provocar su muerte.
42. Que el embarazo sea resultado de una conducta constitutiva de acceso carnal o acto
sexual sin consentimiento, abusivo, de inseminacin artificial o transferencia de vulo
fecundado no consentidas, y que el aborto se realice en extraordinarias condicio-
226 nes anormales de motivacin.
El principio de proporcionalidad de la legislacin penal / CARLOS BERNAL PULIDO
227
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
44. Cfr., sobre la diferencia entre las teoras interna y externa de los derechos fundamen-
tales, BOROWSKI. La estructura de los derechos fundamentales, cit., primera parte, I.
45. Cfr., por todas, sentencia C-179 de 1994, M.P.: Carlos Gaviria Daz. En materia
penal, sentencia C-609 de 1996, M.P.: Alejandro Martinez Caballero y Fabio Morn
Daz.
46. Cfr., sobre este aspecto, J.C. GAVARA DE CARA. Derechos fundamentales y desarrollo
legislativo. La garanta del contenido esencial de los derechos fundamentales en la
Ley Fundamental de Bonn , Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1994. 229
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
47. Cfr. G. LBBE WOLFF . Die Grundrechte als Eingriffsabwehrrechte. Struktur und
Reichweite der Eingriffsdogmatik im Bereich staatlicher Leistungen, Baden-Baden,
230 Nomos, 1988.
El principio de proporcionalidad de la legislacin penal / CARLOS BERNAL PULIDO
48. Cfr. en este mbito, entre otras, las sentencias T-230 de 1994, M.P.: Eduardo Cifuentes
Muoz; T-288 de 1995, M.P.: Eduardo Cifuentes Muoz; C-022 de 1996, M.P.:
Carlos Gaviria Daz; C-1410 de 2000, M.P.: Alejandro Martinez Caballero, y C-093
de 2001, M.P.: Alejandro Martnez Caballero.
49. Cfr., sobre la expansin del principio de proporcionalidad a diversas reas de los
derechos fundamentales en que tienen incidencia las actuaciones de los poderes
pblicos, sentencias T-530 de 1992, M.P.: Alvaro Tafur Galvis; T-015 de 1994, M.P.:
Alejandro Martinez Caballero; T-429 de 1994, M.P.:Antonio Barrera Carbonell, y T-
311 de 1998, M.P.: Fabio Morn Daz. 231
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
50. Cfr. sobre este aspecto sentencia C-647 de 2001, M.P.: Alfredo Beltrn Sierra.
51. Cfr. sobre esta definicin de los principios y sobre su relacin con el principio de
proporcionalidad, ALEXY, Teora de los derechos fundamentales, cit., pp. III y ss.
52. Cfr. Corte Constitucional. Sentencia T-425 de 1995, M.P.: Eduardo Cifuentes Muoz.
53. En la sentencia C-475 de 1997, M.P.: Eduardo Cifuentes Muoz, la Corte Consti-
tucional se decanta expresamente a favor de esta interpretacin de los derechos fun-
damentales como principios, a causa de la poca plausibilidad de la tesis del conte-
nido prefigurado, que pregona la existencia de derechos ilimitados: Si el sistema
constitucional estuviese compuesto por derechos ilimitados sera necesario admitir
(I) que se trata de derechos que se oponen entre s, pues de otra manera sera impo-
sible predicar que todos ellos gozan de jerarqua superior o de supremaca en rela-
cin con los otros; (a) que todos los poderes del Estado deben garantizar el alcance
pleno de cada uno de los derechos, en cuyo caso lo nico que podra hacer el poder
legislativo sera reproducir en una norma legal la disposicin constitucional que
consagra el derecho fundamental, para insertarlo de manera explcita en el sistema
de derecho legislado. En efecto, de ser los derechos absolutos, el legislador no estara
autorizado para restringirlos o regularlos en nombre de otros bienes, derechos o
intereses constitucionalmente protegidos. Para que esta ltima consecuencia pueda
cumplirse se requerira, necesariamente, que las disposiciones normativas que con-
sagran los derechos absolutos tuviesen un alcance y significado claro y unvoco,
de manera tal que constituyeran la premisa mayor del silogismo lgico deductivo que
habra de formular el operador del derecho. Como la concepcin absolutista de los
derechos en conflicto puede conducir a resultados lgica y conceptualmente inacep-
tables, la Carta opta por preferir que los derechos sean garantizados en la mayor
medida posible, para lo cual deben sujetarse a restricciones adecuadas, necesarias
y proporcionales que aseguren su coexistencia armnica.
54. Sobre la funcin del principio de proporcionalidad en las colisiones entre derechos,
232 la Corte Constitucional ha sealado en varias sentencias: El concepto de proporcio-
El principio de proporcionalidad de la legislacin penal / CARLOS BERNAL PULIDO
55. Cfr., sobre la vinculacin con la libertad negativa y no con la libertad positiva del
principio de proporcionalidad, la sentencia T-417 de 2000, M.P.: Carlos Gaviria Daz.
56. Cfr., sobre la exigencia de proporcionalidad de las medidas penales, disciplinarias
y sancionadoras en general, adems de las sentencias antes mencionadas, las sen-
tencias T-596 de 1992, M.P.: Ciro Angarita Barn, T-254 de 1994, M.P.: Eduardo Ci-
fuentes Muoz; C-070 de 1996, M.P.: Eduardo Cifuentes Muoz, y T-718 de 1999,
M.P.: Jose Gregorio Hernndez Galindo.
57. Cfr., sobre estos subprincipios, sentencia C-1410 de 2000, M.P.: Fabio Morn Daz:
el concepto de proporcionalidad comprende tres conceptos parciales: la adecuacin
de los medios escogidos para la consecucin del fin perseguido, la necesidad de la 233
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
a) Subprincipio de idoneidad
De acuerdo con el subprincipio de idoneidad, toda ley penal, como
intervencin en la libertad general de accin y otros derechos fundamentales,
debe ser idnea para fomentar un objetivo constitucionalmente legtimo.
Se trata, entonces, de dos exigencias: la legitimidad constitucional del
objetivo y la idoneidad de la medida examinada. En cuanto a la primera exigen-
cia, para que una medida penal no sea legtima debe ser claro que no busca
proteger ningn derecho fundamental, ni otro bien jurdico relevante. Por su
parte, de acuerdo con la segunda exigencia, para que dicha medida (el tipo
penal o la pena) no carezca de idoneidad, debe tener algn tipo de relacin
fctica con el objetivo que se propone; es decir, debe contribuir de alguna
manera a la proteccin de otro derecho o de otro bien jurdico relevante.
Como bien se puede observar, en este primer subprincipio se exige un
mnimo y no un mximo de idoneidad. La formulacin negativa de su concep-
to implica un mayor respeto del margen de accin del legislador, pues lo que se
exige de sus medidas no es un grado ptimo de idoneidad para alcanzar la
Doctrina Constitucional Comparada
mxima proteccin de un bien jurdico imprescindible, sino tan slo que no sea
abiertamente inadecuada para contribuir a proteger un bien jurdico legtimo.
Con todo, esta barrera es ya bien significativa. La Corte Constitucional, por
ejemplo, ha reivindicado la legitimidad de toda medida penal que pretenda la
proteccin de otros derechos fundamentales o bienes jurdicos. Por el contra-
rio, ha declarado que es abiertamente ilegtima toda pena que slo tenga como
propsito deliberado causar dolor al delincuente58.
b) Subprincipio de necesidad
De acuerdo con el subprincipio de necesidad, para que una intervencin
penal en los derechos fundamentales sea necesaria, no debe existir ningn otro
medio alternativo que revista por lo menos la misma idoneidad para alcanzar el
objetivo propuesto y que sea ms benigno con el derecho afectado.
Se trata, entonces, de una comparacin de la medida adoptada con los
medios alternativos disponibles, comparacin en la cual se analiza: I. La ido-
neidad equivalente o mayor del medio alternativo, y 2. El menor grado en
que ste intervenga en el derecho fundamental. A fin de respetar el margen
de accin legislativa, en esta comparacin tambin se utilizan definiciones
utilizacin de esos medios para el logro del fin (esto es, que no exista otro medio que
pueda conducir al fin y que sacrifique en menor medida los principios constitucio-
nales afectados por el uso de esos medios), y la proporcionalidad en sentido estricto
entre medios y fin, es decir, que el principio satisfecho por el logro de este fin no sa-
crifique principios constitucionalmente ms importantes.
234 58. Cfr. Corte Constitucional. Sentencia T-596 de 1992, M.P.: Ciro Angarita Barn.
El principio de proporcionalidad de la legislacin penal / CARLOS BERNAL PULIDO
negativas. En efecto, para que una medida penal no sea necesaria debe existir
un medio alternativo que revista por lo menos la misma idoneidad y que sea
menos restrictivo de la libertad o de los dems derechos fundamentales que
resulten afectados. Esto no implica que el legislador deba adoptar siempre la
medida penal ptima, sino slo la prohibicin de restringir vanamente la
libertad, es decir, la prohibicin de utilizar una medida restrictiva intensa en
caso de que exista un medio alternativo por lo menos igualmente idneo para
proteger el bien jurdico relevante y que a la vez sea ms benigno con el
derecho restringido.
61. En la sentencia C-591 de 1993, M.P.: Eduardo Cifuentes Muoz, la Corte hace al-
gunas interesantes reflexiones sobre la mayor o menor intensidad de las penas en
materia disciplinaria.
62. Cfr. sentencia C-285 de 1996, M.P.: Carlos Gaviria Diaz. De acuerdo con este cri-
terio, por ejemplo, en este caso la Corte Constitucional sostuvo que el acceso carnal
violento es ms lesivo del bien jurdico que protege cuando la vctima est unida al
agresor por vnculo matrimonial o marital: Es de considerar que la violencia sexual
es uno de los hechos ms graves contra la persona, en cuanto afecta su dignidad, su
libertad y, adems, puede generar secuelas negativas permanentes; pero lo ms gra-
ve es que ese dao puede afectar no slo a la persona misma que sufre la afrenta, sino
tambin incidir en la ruptura de la unidad familiar o al menor producir graves dis-
funciones en la misma, lo que afectar a los dems miembros que la integran, y
particularmente a los menores. Este argumento fue uno de los pilares para que la
Corte declarara inconstitucional que el vnculo matrimonial fuera una causal de ate-
nuacin penal de este delito.
63. Cfr. sentencia C-345 de 1995, M.P.: Eduardo Cifuentes Muoz, en que se justifica
la mayor extensin del trmino de prescripcin de ciertos delitos, si son cometidos
por empleados pblicos. La Corte argumenta que la diferencia en el quntum de la
pena est justificado en este caso porque el delito es ms grave si se comete por un
empleado pblico: El delito perpetrado por un empleado pblico en ejercicio de sus
funciones o de su cargo o con ocasin de ellos [...] adems de vulnerar determina-
dos bienes jurdicos tutelados lesiona los valores de la credibilidad y de la confianza
pblicas, lo cual justifica que la pena a imponer sea mayor. La mayor punibilidad para
los delitos cometidos por servidores pblicos reflejada en las causales genricas o
especficas de agravacin responde a la necesidad de proteger ms eficazmente a
la sociedad del efecto corrosivo y demoledor que la delincuencia oficial tiene sobre
la legitimidad de las instituciones pblicas.
64. Tambin, como correlato, si el delito no es ms grave, comparativamente la pena
236 tampoco puede serlo. Cfr. sentencia C-070 de 1996, M.P.: Hernando Herrera Ver-
El principio de proporcionalidad de la legislacin penal / CARLOS BERNAL PULIDO
cuanto menos grave sea un delito, tanto menos justificada estar la restric-
cin intensa de la libertad y la imposicin de una pena severa65. En virtud de
este criterio, y en conexin con el principio de igualdad, es inconstitucional
que la ley atribuya a un hecho punible menos grave una pena superior que a
uno ms lesivo66.
El segundo criterio es el grado de culpabilidad. El mayor o menor gra-
do de culpabilidad es un criterio que se relaciona con el grado de la intervencin
legislativa en la libertad general de accin. Cuanto mayor sea la culpabilidad,
ms razones existirn para que la conducta sea prohibida y sancionada con
una pena ms severa67. En sentido contrario, cuanto menor sea la culpabili-
dad, debido a la simetra que debe guardar con el castigo impuesto, menos
intensa deber ser la pena.68.
gara, como un caso en que la Corte declara inconstitucional una agravacin punitiva
que se aplica a los delitos contra el patrimonio econmico superiores a $100,000 y
que, a causa de la devaluacin de la moneda, termina aplicndose a todos estos delitos,
independiente de su mayor o menor gravedad.
65. La jurisprudencia constitucional ha expuesto este criterio, trazando una relacin entre
el principio de proporcionalidad y el principio de antijuridicidad material. As, por
ejemplo, en la sentencia C-070 de 1996 la Corte sostiene: El principio de lesividad
o de antijuridicidad material ha sido acuado por la doctrina jurdico penal y reco-
gido en la legislacin como uno de los elementos necesarios del delito (art. 4 C.P.).
Este principio de medular importancia para el Derecho penal no ha sido expresamente
consagrado en la Constitucin Poltica, lo cual no quiere decir que carezca de rele-
vancia constitucional o que no pueda ser deducido de las normas constitucionales.
En efecto, podra afirmarse que las autoridades estn instituidas para proteger la vida,
honra, bienes y dems derechos y libertades de las personas residentes en Colom-
bia (art. 2 C.P.), pero que, en materia de ejercicio del ius puniendi del Estado, este
proteccin no puede conllevar una restriccin injustificada de los derechos funda-
mentales, como podra suceder, por ejemplo, cuando, a pesar de la reducida impor-
tancia de un bien, se limita irrazonablemente la libertad personal del infractor [...] Sin
necesidad de elevar el principio de antijuridicidad (art. 4 C.P.) al rango de principio
supralegal, bien puede afirmarse que ste tiene su corolario constitucional en el
principio de proporcionalidad o prohibicin de exceso.
66. Cfr. sobre este supuesto la sentencia C-364 de 1996, M.P.: Carlos Gaviria Diaz, que
versa sobre la imposicin a una contravencin de una pena superior que la de un delito.
67. Cfr. sentencia C-285 de 1996, M.P.: Carlos Gaviria Daz.
68. Cfr. la sentencia C-591 de 1993, M.P.: Eduardo Cifuentes Muoz. 237
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
que de ellos se deriva la pretensin prima facie de que el legislador los garantice
en la mayor medida posible, habida cuenta de las posibilidades jurdicas y fc-
ticas. Esto quiere decir que estos derechos imponen prima facie al legislador el
desarrollo de todas las acciones (no redundantes) que favorezcan la proteccin
de su objeto normativo, y que no impliquen la vulneracin69 de otros derechos
y principios que jueguen en sentido contrario70. El carcter prima facie de
estos derechos implica que las intervenciones del legislador de las que sean
objeto slo puedan ser constitucionalmente admisibles y vlidas de manera
definitiva si observan las exigencias del principio de proporcionalidad.
La versin del principio de proporcionalidad que se aplica frente a los
derechos de proteccin se llama prohibicin de proteccin deficiente (el
Untermabverbot de la doctrina alemana)71. Este principio se aplica para de-
terminar si las omisiones legislativas, que no ofrecen un mximo nivel de
aseguramiento de los derechos de proteccin, constituyen violaciones de es-
tos derechos. Cuando se interpretan como principios, los derechos de
proteccin implican que el legislador les otorgue prima facie la mxima pro-
Doctrina Constitucional Comparada
69. Esta vulneracin se produce cuando las medidas de proteccin representan interven-
ciones desproporcionadas en los principios que juegan en sentido contrario.
70. Cfr., sobre el carcter de principios de los derechos de proteccin, ALEXY. Teora de
los derechos fundamentales, cit., pp. 419 y ss; BOROWSKI. La estructura de los dere-
chos fundamentales, cit., parte segunda, II, 2.
71. Los siguientes son algunos de los trabajos ms representativos de la discusin ale-
mana sobre el Untermabverbot: C-W CANARIS. Grundrechtswirkungen und Verhl-
tmismbigkeitprinzip in der richterlichen Anwendung und Fortbildung des Privatre-
chts, en Jus N. 3, 1989, pp. 161 y ss; J. D IETLEIN . Das Untermabverbot, en
ZGesgeb, N. 9, 1995, pp. 131 y ss; K-E. HAIN Der Gesetzgeber in der Klemme
zwischen bermab und Untermabverbot, en DVBL, 1993, pp. 982 y ss; K-E HAIN.
238 Das Untemabverbot in der Kontroverse, en ZGesgeb, N. II, 1996, pp. 75 y ss.
El principio de proporcionalidad de la legislacin penal / CARLOS BERNAL PULIDO
que una no-proteccin media se justifique por una no-intervencin leve. Son
entonces las relaciones leve/intensa, media/intensa, leve/media. Si se suman
estas tres alternativas prohibidas, se llegar entonces a la conclusin de que al
legislador slo le est permitido establecer medidas que respeten el equilibrio
entre los derechos en conflicto que se produce en los casos de empate: una
intervencin leve a cambio de una proteccin leve, y la otra cara de la mone-
da: una no-proteccin intensa a cambio de una no intervencin intensa, etc.,
o ms sintticamente: las relaciones intensa/intensa, media/media, leve/leve.
De aqu podra derivarse la conclusin de que los derechos que juegan de un
lado y del otro flanquean al legislador por todos los frentes y eliminan todos
sus mrgenes de accin.
Esta conclusin, sin embargo, no es atinada. A pesar de que los dere-
chos fundamentales acoten la discrecionalidad del legislador penal, ellos le
deparan por los menos tres mrgenes de accin73. En primer lugar, aparece
el margen para la eleccin de medios. Es bien cierto que el Congreso slo
puede escoger medidas que impliquen relaciones de empate. Con todo, la
clase de los medios que implican estas relaciones intensa/intensa, media/
cin que elimina el derecho a la vida del primero. No se trata pues de una restriccin
de derechos para la obtencin de un fin constitucional, sino de una medida que tolera
la desaparicin absoluta del primero y principal derecho fundamental cual es el de
la vida, en aras de la garanta de la libertad de la mujer. Desde este punto de vista, la
restriccin a la proteccin a la vida del nasciturus es absolutamente desproporcio-
nada.
73. Cfr., sobre los distintos tipos de mrgenes de accin legislativa, ALEXY. Eplogo a
240 la teora de los derechos fundamentales, cit.
El principio de proporcionalidad de la legislacin penal / CARLOS BERNAL PULIDO
74. Cfr., sobre el margen de accin para la eleccin de medios, la aclaracin de voto a
la sentencia C-647 de 2001, M.P.: Alfredo Beltrn Sierra, suscrito por los magistra-
dos Clara Ins Vargas Hernndez, Jaime Araujo Rentera, Alfredo Beltrn Sierra Y
Manuel Jos Cepeda Espinosa.
75. La Corte Constitucional se ha referido implcitamente a este argumento, al reconocer
la competencia del legislador para establecer criterios diferenciales en el tratamiento
penal de las conductas que lesionan o ponen en peligro bienes jurdicamente protegi-
dos basados, por ejemplo, en la existencia objetiva de distintas categoras delictivas
que presentan variaciones importantes en cuanto a la gravedad que comporta su comi-
sin, en la trascendencia de los bienes jurdicos que se busca proteger mediante su
incriminacin y en otros criterios de poltica criminal. Cfr. sentencias C-556 de 1992,
M.P.: Simn Rodrguez Rodrguez; C-557 de 1992, M.P.: Simon Rodrguez Rodrguez
C-093 de 1993, M.P.: Fabio Morn Daz y Alejandro Martnez Caballero; C-565 de
1993, M.P.: Hernando Herrera Vergara; C-070 de 1996, M.P.: Eduardo Cifuentes
Muoz, y C-592 de 1998, M.P.: Fabio Morn Daz. En estas escalas se conserva el
empate, pero vara el rango en que se sita: a mayor lesin del bien jurdico, mayor
proteccin y mayor intervencin en la libertad; y viceversa: a menor lesin del bien
jurdico, menor proteccin y menor intervencin en la libertad.
76. BverfGE 90, 145, 182 y ss. 241
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
BIBLIOGRAFA
Referencias doctrinales
HAIN, K-E. Der Gesetzgeber in der Klemme zwischen bermab und Unter-
mabverbot, en DVBL, 1993.
Referencias jurisprudenciales
Corte Constitucional. Sentencia C-556 de 1992, M.P.: Simn Rodr-
guez Rodrguez.
Corte Constitucional. Sentencia C-557 de 1992, M.P.: Simn Rodr-
guez Rodrguez.
Corte Constitucional. Sentencia T-403 de 1992, M.P.: Eduardo Cifuen-
tes Muoz.
Corte Constitucional. Sentencia T-422 de 1992, M.P.: Eduardo Cifuen-
tes Muoz.
Corte Constitucional. Sentencia T-530 de 1992, M.P.: lvaro Tafur Galvis.
Corte Constitucional. Sentencia T-596 de 1992, M.P.: Ciro Angarita Barn.
Corte Constitucional. Sentencia C-093 de 1993, M.P.: Fabio Morn Daz
y Alejandro Martnez Caballero.
Corte Constitucional. Sentencia T-493 de 1993, M.P.: Antonio Barrera
243
Carbonell.
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
246
Las garantas penales como mandatos de optimizacin / GLORIA P. LOPERA MESA
I. INTRODUCCIN
En una primera aproximacin las garantas penales pueden ser definidas
como todas aquellas tcnicas normativas orientadas a tutelar la libertad y
otros derechos fundamentales frente al ejercicio del poder punitivo. Algunas
blemente determinan la invalidez de toda norma legal que las afecte de algn
modo, sino ms bien como barreras flexibles y dctiles, como principios
derrotables que pueden llegar a ceder a favor de otro principio cuya satisfac-
cin se considere prioritaria a la luz de una determinada situacin.
Esta principializacin de las garantas penales ha sido duramente cri-
ticada por muchos autores que llaman la atencin sobre la relativizacin y
consiguiente prdida de su fuerza normativa, una vez dichas garantas son
concebidas como mandatos de optimizacin, esto es, como normas que
reclaman la realizacin ms alta posible de su objeto atendiendo a las circuns-
tancias jurdicas y fcticas. Tal forma de concebir los lmites al poder punitivo,
se afirma, suministra una justificacin constitucional a muchos de los fen-
menos actuales de expansin del Derecho penal.
En la doctrina colombiana resulta de especial inters la crtica que los
profesores Ivn OROZCO ABAD y Juan Gabriel GMEZ ALBARELLO dirigen contra
la jurisprudencia de principios desarrollada por la Corte Constitucional, en
muchos casos orientada a justificar la merma de resistencia normativa de los
derechos fundamentales, en particular de las garantas penales, frente a los
embates del eficientismo punitivo. Afirman estos autores que: acaso nada
puede llegar a contribuir tanto a la entronizacin de la eficiencia como prin-
cipio y como valor ltimo del Estado y del derecho como un uso autoritario
que no garantista de la jurisprudencia constitucional de sopesamiento de
2. Ivn OROZCO ABAD y Juan Gabriel GMEZ ALBARELLO, Los peligros del nuevo consti-
tucionalismo en materia criminal, Bogot, Temis IEPRI U. Nacional, 1999, pg.
45.
3. Ibd., pg. 121.
4. Sobre la importancia de la teora de los principios para el desarrollo de una teora de
los derechos sociales fundamentales vid. Rodolfo ARANGO, El concepto de derechos
sociales fundamentales (2001), Bogot, Legis, 2005, pgs. 307, donde se refiere a
la necesidad de distinguir entre razones vlidas (que fundamentan el reconocimien-
to de derechos prima facie o no definitivos) y razones vlidas y suficientes (que
fundamentan el reconocimiento de derechos definitivos). 249
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
5. Robert ALEXY, Teora de los derechos fundamentales (1986), trad. E. Garzn Valds,
1. ed. en castellano, 2. reimp., Madrid, Centro de Estudios Polticos y Constitucio-
nales, 2001, pg. 86. La elaboracin inicial de esta idea puede verse en su trabajo
Zum Begriff des Rechtsprinzips, RTh, cuaderno 1, 1979, pgs. 59-87, publicado
posteriormente en la compilacin Recht, Vernunft, Diskurs, Frankfurt a. M., Suhr-
kamp, 1995, pgs. 177 212 (por la cual cito en adelante).
6. Robert ALEXY, Teora de los derechos fundamentales, citado, pg. 87.
7. As, en uno de sus primeros trabajos sobre el tema de los principios seala ALEXY que,
en lugar de mandatos de optimizacin, podra hablarse tambin de deber ser ideal
(ideales Sollen) entendido, en un sentido general y dbil, como todo deber que no
presupone que lo debido sea posible jurdica y fcticamente en su totalidad, y por ello
exige slo un cumplimiento aproximativo o en la mayor medida posible. Zum Begriff
des Rechtsprinzips, citado, pg. 204.
8. De ah que afirme que cuando, a travs de una disposicin de derecho fundamen-
tal, se ha llevado a cabo alguna determinacin relacionada con las exigencias de
principios contrapuestos, se estatuye con ella no slo un principio sino tambin una
regla. Robert ALEXY, Teora de los derechos fundamentales, cit., pg. 134. 251
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
en directa relacin con la anterior pues viene dada por el hecho de que los
principios carecen de contenido de determinacin con respecto a los princi-
pios contrapuestos y a las posibilidades fcticas9, con lo cual el mandato en
ellos establecido debe an ser considerado a la luz de las circunstancias del
caso a decidir y de la existencia de otros principios igualmente relevantes que
imponen deberes contradictorios a fin de establecer cul de ellos prevalece en
el caso concreto: (d)el hecho de que un principio valga para un caso no se
infiere que lo que el principio exige para ese caso valga como resultado defi-
nitivo. Los principios presentan razones que pueden ser desplazadas por otras
razones opuestas. El principio no determina cmo ha de resolverse la relacin
entre una razn y su opuesta10, para lo cual, en la construccin de este
autor, es preciso dar aplicacin al principio de proporcionalidad, cuyo resultado
es la formulacin y fundamentacin de una regla que expresa la solucin
definitiva del caso.
Ahora bien, cules son las razones que determinan que una norma sea
interpretada en uno u otro sentido? En otro trabajo, he defendido la tesis segn
Doctrina Constitucional Comparada
14. En esta direccin seala Luis PRIETO que lo que se pone de manifiesto cuando se
establece un vnculo entre ponderacin y principios no es que un principio se ca-
racteriza por operar en el marco de un conflicto segn la ley de la ponderacin, sino
que, al contrario, cuando hacemos uso de esa tcnica de solucin de conflictos
debemos decir que aplicamos principios. Diez argumentos a propsito de los
principios, en Ley, principios, derechos, Madrid, Dykinson, 1998, pgs. 47-68, aqu
pg. 61.
15. He de advertir que la tesis que sostengo a propsito de las razones que determinan
la interpretacin de una norma como regla o como principio no es una reconstruc-
cin exacta de lo que sobre este punto sostiene el propio ALEXY, cuya postura al res-
pecto no es del todo clara. As, por una parte, este autor sostiene una tesis fuerte de
la separacin entre principios o reglas segn la cual toda norma es o bien un prin-
Doctrina Constitucional Comparada
cipio o bien una regla, y ha rechazado expresamente que tanto la generalidad como
el carcter abierto o cerrado del supuesto de hecho o de la consecuencia jurdica sean
elementos decisivos para interpretar una norma como principio o como regla (en tal
sentido vid. del autor, Teora de los derechos fundamentales, citado, pgs. 83 y ss;
Zum Begriff des Rechtsprinzips, citado, pg. 184; Zur Struktur der Rechtsprin-
zipien, en Regeln, Prinzipien und Elemente im System des Rechts, B. Schilcher /
P. Koller / B. C. Funk (Hg.), Wien, Verlag sterreich, 2000, pgs. 31 - 52, aqu pgs.
44 y ss). Por otra parte, ha admitido que la distincin entre ambos tipos de normas
es una cuestin de interpretacin, en la que como siempre ocurre con la interpre-
tacin, no hay criterios que permitan en todos los casos una respuesta fcil y clara
(Zur Struktur der Rechtsprinzipien, citado, pg. 38). Ambas afirmaciones resul-
tan compatibles si se entiende que la norma, en cuanto atribucin de a una disposi-
cin, es precisamente el resultado de la interpretacin, y que slo tras esta ltima se
le atribuye a la norma su estructura dentica, esto es, su carcter de deber ser ideal
(principio) o de un deber ser definitivo o real (regla). De este modo, la posicin de
ALEXY en torno a la separacin entre principios y reglas no parecera guardar diferen-
cias significativas con la de aquellos autores que, como Letizia GIANFORMAGGIO, sos-
tienen, en la lnea de una tesis dbil de la separacin, que la diferencia entre reglas
y principios emerge exclusivamente en el momento de la interpretacin-aplicacin,
de tal suerte que sostener que una cierta disposicin contiene una regla en lugar de
un principio o viceversa, no significa otra cosa que sugerir prcticas interpretativo-
aplicativas de un tipo en lugar de otro. (Linterpretazione della Costituzione,
citado, pg. 72).
Sin embargo, en un trabajo que precisamente guarda relacin con el tema de las
garantas penales, ALEXY parece contrario a esta interpretacin en clave funcional de
la separacin entre principios y reglas, vinculada a la consideracin del caso a deci-
dir como fcil o difcil y al tipo de razonamiento aplicativo que cada uno de estos
supuestos demanda (subsuncin o ponderacin), y ms bien pareciera entender que
la consideracin de una norma como principio o como regla es una propiedad alta-
mente dependiente de la textura lingstica de las disposiciones normativas, la cual
condicionara de modo invariable sus posibles significados normativos, excluyen-
do que estos fuesen interpretados como portadores de deberes prima facie (esto es
como principios), para en su lugar permitir slo su interpretacin como reglas. As
254 ocurrira con la prohibicin de irretroactividad en materia penal establecida en el
Las garantas penales como mandatos de optimizacin / GLORIA P. LOPERA MESA
artculo 103.2 LFB, norma que, a juicio de ALEXY, constituye el prototipo de una regla
de validez estricta, frente a la cual, a diferencia de lo que normal y necesariamente
ocurre con otros derechos fundamentales, no tiene lugar ponderacin alguna. (De-
recho injusto, retroactividad y principio de legalidad penal. La doctrina del Tribunal
Constitucional Federal alemn sobre los homicidios cometidos por los centinelas del
Muro de Berln, trad. D. Oliver, Doxa, 23, 2000, pgs. 197-230, aqu pg. 211).
16. Sobre esta distincin vid. Robert ALEXY, Teora de los derechos fundamentales, cita-
do, pgs. 240 y ss; Carlos BERNAL, El principio de proporcionalidad, citado, pgs.
75 y s.
17. Al respecto seala ALEXY que no basta concebir a las normas de derecho fundamen-
tal slo como reglas o slo como principios. Un modelo adecuado al respecto se
256 obtiene cuando a las disposiciones iusfundamentales se adscriben tanto reglas como
Las garantas penales como mandatos de optimizacin / GLORIA P. LOPERA MESA
19. Sobre la coincidencia que suele existir entre la adopcin de una teora amplia del
supuesto de hecho y una teora externa de los lmites llama la atencin Carlos BER -
NAL , El principio de proporcionalidad, citado, pg. 631. Sin embargo, Martin
BOROWSKI destaca que entre ambas no existe una vinculacin necesaria. Grundrechte
als Prinzipien. Die Unterscheidung von prima facie-Position und definitiver Position
als fundamentaler Konstruktionsgrundsatz der Grundrechte, Baden Baden, Nomos,
1998, pgs. 38, 204.
20. Vid. Martin BOROWSKI, Grundrechte als Prinzipien, citado, pgs. 29 y ss, 100 y ss; en
el mismo sentido Carlos Bernal, El principio de proporcionalidad..., citado, pgs. 461
258 y ss.
Las garantas penales como mandatos de optimizacin / GLORIA P. LOPERA MESA
23. En tal sentido se pronuncia Antonio MARTNEZ-PUJALTE, para quien mas all de los
contornos que lo delimitan no puede existir proteccin constitucional del derecho
fundamental y, en cambio, dentro de ellos la proteccin constitucional es absoluta.
La garanta del contenido esencial..., citado, pg. 53.
24. Este autor sostiene que al mbito normativo del derecho fundamental, entendido
aqu como el supuesto de hecho de la norma, slo ingresan las modalidades espe-
cficas u objetivamente pertenecientes, quedando por fuera aquellas modalidades
no especficas de ejercicio del derecho. As pues, de acuerdo a los ejemplos que
propone este autor, una ley que prohibiese pintar, predicar o manifestarse en un cruce
de calles, o que impidiese a los msicos percusionistas los ensayos nocturnos en un
bloque de viviendas, no constituira intervencin alguna en las libertades artstica, de
expresin y religiosa, pues no afectara posiciones pertenecientes al mbito norma-
tivo de tales derechos, por lo que tales prohibiciones no estaran sometidas a reserva
de ley ni tendra que superar ninguno de los controles impuestos a las normas que
intervienen en derechos fundamentales. Vid. Friedrich MLLER , Die Positivitt der
Grundrechte, citado, pgs. 64, 73 y s, 88, 100 y s; del mismo, Freiheit der Kunst...,
citado, pgs. 56, 60, 65, 124.
25. En la doctrina espaola Ignacio DE OTTO participa claramente de una teora estricta
del supuesto de hecho cuando seala que para justificar por qu no se puede esta-
blecer un laboratorio con explosivos en una casa de vecindad no hace falta argumentar
con la limitacin de la libertad de creacin cientfica y tcnica, y ello porque nadie
puede considerar que las normas prohibitivas de la instalacin de ese laboratorio son
normas limitativas de esta libertad, como tampoco cabe entender, a juicio de este
autor, a la propaganda comercial como un ejercicio de la libertad de expresin, o a
la actividad de una secta nudista como un ejercicio de libertad religiosa. Ignacio DE
260 OTTO, La regulacin del ejercicio..., citado, pgs. 139, 142.
Las garantas penales como mandatos de optimizacin / GLORIA P. LOPERA MESA
26. Sobre las teoras internas de los derechos fundamentales vid., en sentido crtico,
Martin BOROWSKI, Grundrechte als Prinzipien, citado, pgs. 31 y ss, 99 y s; La estruc-
tura de los derechos fundamentales, citado, pgs. 68 y ss; La restriccin de los
derechos fundamentales, citado, pgs. 32 y s. Para una exposicin detallada de
diversos planteamientos pertenecientes a la teora interna vid. Carlos B ERNAL, El
principio de proporcionalidad..., citado, pgs. 442 y ss.
27. Friedrich MLLER, Die Positivitt der Grundrechte, citado, pg. 32 y s.
28. En tal sentido sostiene Javier JIMNEZ CAMPO que mientras la limitacin consiste en
la accin de establecer constricciones, excepciones o privaciones de un bien o
derecho ya definido, la delimitacin comprende todas las acciones pblicas que
contribuyen a definir los contornos generales y objetivos de un derecho fundamen-
tal. En su opinin, este autor este ltimo concepto resulta preferible para referirse
a la ordenacin legislativa de los derechos fundamentales, pues evita el aparente
absurdo de admitir que el legislador pueda limitar un derecho creado por la Cons-
titucin y soslaya, al tiempo, la insuprimible coloracin axiolgica de la voz limita-
cin. Derechos fundamentales. Concepto y garantas, Madrid, Trotta, 1999, pg.
39. Por su parte Andrs OLLERO sostiene que no es lo mismo limitar que delimitar,
prescribir limitaciones que describir lmites inmanentes[...] no es lo mismo definir
la silueta de un cuerpo que amputarle un miembro, La ponderacin delimitadora...,
citado, pg. 2248, mientras Pedro SERNA y Fernando TOLLER afirman que los dere-
chos [...] no tienen ni necesitan lmites externos, sino que son delimitables: a travs
de la tarea legislativa y de la decisin judicial es posible trazarles contornos preci-
sos, un mbito donde es justo ejercerlos, de manera que trasponer esa esfera de
actuacin regular devendr un ejercicio abusivo, La interpretacin constitucional...,
citado, pg. 66. 261
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
262 29. Vid. Martin B OROWSKI, Grundrechte als Prinzipien, citado, pgs. 31 y s.
Las garantas penales como mandatos de optimizacin / GLORIA P. LOPERA MESA
30. Sobre el derecho general de libertad vid. Robert ALEXY, Teora de los derechos fun-
damentales, citado, pgs. 331 y ss; Luis PRIETO SANCHS, La limitacin de los dere-
chos fundamentales y la norma de clausura del sistema de libertades, en Justicia
constitucional y derechos fundamentales, citado, pgs. 217-260.
31. Sobre este punto llaman la atencin Luis PRIETO, Constitucionalismo y garantismo,
en M. Carbonell y P. Salazar (edits.), Garantismo, citado, pg. 52; Carlos BERNAL, El
principio de proporcionalidad..., citado, pg. 472. 263
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
prescindir de dicha construccin terica para en su lugar optar por una con-
cepcin coherentista.
Con todo, la principal objecin que debe enfrentar el conflictivismo es
que la concepcin argumentativa que alienta puede ser un arma de doble filo
para los derechos, pues al tiempo que somete toda limitacin a una carga de
justificacin lo que supone una valiosa garanta tambin los sustrae del
coto vedado que representa su consideracin como derechos no limitables
o razones protegidas, para en su lugar exponerlos al campo abierto de la
argumentacin. Cosa que, en principio, no ocurrira si se acoge una concep-
cin coherentista de los derechos, segn la cual, una vez definidos sus magros
contornos, aquellos operaran como razones excluyentes o protegidas, ce-
rrando as el paso a toda deliberacin por parte de sus destinatarios y, con
ello, a la posibilidad de establecer ulteriores limitaciones al contenido de los
derechos o de exceptuar su aplicacin en determinados casos.
Llegados a este punto surge la cuestin de si esta devaluacin de la
resistencia normativa de los derechos es una consecuencia inevitable del con-
flictivismo o si, por el contrario, dicha concepcin terica tambin ofrece
elementos para oponerse a su instrumentalizacin en clave autoritaria.
32. Vid. Martin BOROWSKI, Grundrechte als Prinzipien, citado, pg. 47, quien afirma que
en estos casos se producen fundamentaciones aparentes (Scheinbegrndungen)
y Carlos BERNAL, El principio de proporcionalidad..., citado, pg. 471, quien habla
de un dficit de fundamentacin.
33. En tal sentido vid. Hege STCK, Subsumtion und Abwgung, ARSP, 84/3, 1998,
264 pgs. 405-419, aqu pgs. 409, 418.
Las garantas penales como mandatos de optimizacin / GLORIA P. LOPERA MESA
resulta de una lealtad a las premisas normativas sino (ms bien) de la utilidad
para justificarlos35.
No obstante, lo que cabe preguntarse es si esta devaluacin de la resis-
tencia normativa de los derechos fundamentales frente a argumentos
eficientistas en materia penal es realmente una consecuencia vinculada lgica
o necesariamente a su consideracin como mandatos de optimizacin y a la
utilizacin del principio de proporcionalidad, si responde a una suerte de
perversidad intrnseca de esta estrategia argumentativa, o si, por el contra-
rio, ella responde ms bien a otro tipo de factores ligados al contexto social y
a la cultura jurdica en la que se desarrolla la argumentacin iusfundamental.
Luego de advertir sobre los peligros de su instrumentalizacin autorita-
ria, a rengln seguido los autores que venimos citando reconocen que no
cabe atribuir a la jurisprudencia de principios una tendencia inmanente ha-
cia el ablandamiento de las libertades de los individuos frente al Estado36,
sino ms bien que en el caso colombiano, en un contexto de premisas em-
pricas no realizadas de paz, la realizacin del Estado social por la va de la
Doctrina Constitucional Comparada
35. Ivn OROZCO ABAD y Juan Gabriel GMEZ ALBARELLO, Los peligros del nuevo consti-
tucionalismo, citado, pg. 155 (parntesis fuera del texto original).
36. Ibd., pg. 45.
37. Ibd., pg. 45.
38. Gloria Patricia LOPERA MESA, Principio de proporcionalidad y ley penal. Bases para
un modelo de control de constitucionalidad de las leyes penales. Tesis Doctoral,
266 indita, 2005.
Las garantas penales como mandatos de optimizacin / GLORIA P. LOPERA MESA
todos los casos deban ser tratados del mismo modo o que ella contenga una
invitacin a cuestionar permanentemente la fuerza normativa de los dere-
chos. En efecto, ha de recordarse que, de acuerdo a esta concepcin, la
estructura normativa de los derechos no se compone slo de principios o
mandatos de optimizacin, sino tambin de reglas dotadas de validez defini-
tiva. Y es precisamente el entender los derechos como un entramado de
principios y reglas lo que hace posible no slo ampliar el mbito de protec-
cin inicial de los derechos, al concebirlos como mandatos de optimizacin,
sino tambin el atrincherar aquellas posiciones pertenecientes al mbito de
proteccin definitiva del derecho bajo la forma de reglas llamadas a operar
como razones excluyentes en la deliberacin.
Esto ltimo determina que tambin al interior de esta teora exista un
importante espacio para los casos fciles, aquellos en los que no existen razo-
nes vlidas para poner en cuestin el alcance de un derecho, y en los que por
tanto no hace falta sacar la balanza de la ponderacin, o bien aquellos que en
su da dieron lugar a una ponderacin que fue resuelta estableciendo una
orgullo (desde 1951)? Estos lugares y nombres hacen alusin a ciertas etapas
histricas en la evolucin de la jurisdiccin constitucional. Tambin habra
que incluir, por supuesto, a Suiza, que segn Thomas MANN es una peque-
a Europa: pensemos en Lausana o ms bien en su Tribunal Constitucional
(pues aqu la divisin de poderes se ha trasladado a lo geogrfico, y por lo
tanto la sede del mismo no es la capital federal de Berna). Y sera una omisin
dejar de lado a Pretoria, Lima y Sarajevo (1996).
El escaso tiempo que se me ha asignado (de apenas treinta minutos), y
las limitaciones de tener que expresarme ante ustedes en mi ingls teido de
un acento suabio, ya son de por s un dolor de cabeza, sobretodo en lo
referente a la estructura de esta corta ponencia. Pienso que sin duda los
participantes extranjeros en este seminario estarn esperando que un autor
(o ponente) alemn incida sobretodo en aspectos metodolgicos, pues es
tpico de los alemanes el dedicarse a los aspectos histricos y cientficos. En
ese sentido no pienso defraudarlos, pues el tema mismo se presta para este
tipo de disquisiciones.
Doctrina Constitucional Comparada
SAVIGNY (1840). Esta tesis despert gran inters en L. FAVOREU, nuestro cole-
ga francs, quien lamentablemente falleci a una edad temprana. En mi opinin,
no existe un nmero restringido de fuentes del derecho (por ejemplo, en la
forma de principios generales del derecho). El continuo perfeccionamiento
del derecho constitucional forma parte de las tareas fundamentales en la
labor de los tribunales constitucionales.
B. Tribunales constitucionales
PERSPECTIVAS Y CONCLUSIONES
Por ms dismiles que sean las distintas versiones de la jurisdiccin cons-
titucional, el estudio comparativo nos ha permitido tambin descubrir muchos
rasgos en comn. La jurisdiccin constitucional es uno de los valores funda-
mentales de los estados constitucionales. Concebida en Europa por G.
JELLINEK y H. KELSEN, y puesta en prctica en los Estados Unidos ya en 1803,
la jurisdiccin constitucional ha sido fomentada o exigida por los avatares de
la historia (como despus de 1989), y fraguada en las mentes de numerosos
constitucionalistas. A su vez, los jueces constitucionales la han ido haciendo
realidad de la mano con la ciencia, y hoy en da constituye una institucin, un
procedimiento y un foro de verdadero alcance pblico que contribuye a la
cohesin de las naciones o las comunidades regionales (supranacionales) como
la UE, por ms evidentes que sean sus limitaciones no slo desde el punto de
vista funcional (apntese entre otras la doctrina de la cuestin poltica). Puede
ayudar a forjar consensos fundamentales en una nacin o una comunidad
poltica, pero tambin puede fracasar lamentablemente, incluso a travs de
sentencias equivocadas (como es el caso de la sentencia en contra de los
crucifijos, fallo N. 93, 1 del Tribunal Constitucional Federal de Alemania,
vase EuGRZ 1995, 359). Incluso puede brillar por su ausencia (como en
Grecia). La jurisdiccin constitucional, concebida por ARISTTELES, ha recibido
y recibe muchas alabanzas como guardiana de la Constitucin, si bien sus
funciones son mltiples y superan con mucho este rol. En ltima instancia,
todos nosotros ciudadanos nacionales y europeos o americanos somos
guardianes de la Constitucin. En una sociedad abierta como la nuestra,
280 donde todos tienen el derecho de interpretar la Constitucin, el tribunal
Estudio comparativo de la funcin y trascendencia... / PETER HBERLE
281
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
282
Las garantas penales como mandatos de optimizacin / GLORIA P. LOPERA MESA
283
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
284
Resumen de las sentencias en procesos de hbeas corpus
2. El ne bis in dem
(Exp. N. 4587-2004-AA/TC, Santiago Martn Rivas, publicado el
15.02.2006)
A travs de este proceso de amparo se cuestiona la anulacin del sobre-
286 seimiento definitivo dictado en el proceso que se le siguiera al demandate en
Resumen de las sentencias en procesos de hbeas corpus
primer proceso, tras constatarse que ste ltimo se realiz por una autori-
dad jurisdiccional que careca de competencia ratione materiae para juzgar
un delito determinado
4. La homonimia
(Exp. N. 4542-2005-PHC/TC, Roberto Martn Salazar Gutirrez pu-
blicado el 24.02.2006)
En el presente caso, el demandante, detenido por orden de la Sala
Mixta Descentralizada e itinerante de Andahuaylas y Chincheros en el proce-
so que se sigue por delito de terrorismo, alega que la orden de detencin ha
sido dictada contra un homnimo. El Tribunal reitera lo ya establecido en la
Ley N. 27411, Ley que regula el procedimiento en los casos de homonimia,
en el sentido de que el mandato de detencin que expidan los rganos juris-
diccionales deber consignar los nombres y apellidos completos, la edad, el
sexo, caractersticas fsicas, y que, conforme al artculo 136 del Cdigo Pro-
cesal Penal, el oficio mediante el cual se dispone la ejecucin de la detencin
Jurisprudencia del Tribunal Constitucional
del Ministerio Pblico de ejercitar la accin penal (artculo 159). Es por ello
que, concluye el Tribunal Constitucional, en caso que el Ministerio Pblico se
abstenga de emitir acusacin no hay motivo para seguir con el proceso penal.
9. Condiciones de reclusin
(Exp. N. 774-2005-PHC/TC, Vctor Alfredo Polay Campos publicada
el 21.04.2006)
La demanda de hbeas corpus que motiva la sentencia del Tribunal
Constitucional cuestiona la imposicin de locutorios celulares a las visitas del
Centro de Reclusin de Mxima Seguridad de la Base Naval del Callao, con-
forme a lo establecido en el Decreto Supremo N. 02-2004-JUS que modifica
Jurisprudencia del Tribunal Constitucional
tado al Poder Legislativo para que emita nueva legislacin sobre la materia,
con fecha 7 y 11 de enero de 2006 se publicaron en el Diario Oficial El
Peruano, la Ley de Organizacin de funciones y competencia de la jurisdic-
cin especializada en materia penal militar policial (Ley N. 28665) y el Cdigo
de Justicia Militar Policial (Decreto Legislativo N. 961).
La Fiscal de la Nacin interpuso demanda de inconstitucionalidad contra
diversas disposiciones de la Ley N. 28665, alegando que resultaban vulnera-
torias del Derecho a la igualdad ante la ley y el mandato de no discriminacin
(artculo 2.2 de la Constitucin), los principios de unidad y exclusividad de la
funcin jurisdiccional (artculo 139, inciso 1 de la Constitucin) y el principio
de autonoma del Ministerio Pblico (artculo 158 de la Constitucin).
En esta sentencia el Tribunal Constitucional desarrolla el principio de
298
Resumen de las sentencias en procesos de hbeas corpus
Jurisprudencia Constitucional
comparada
299
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
300
Sentencia de la Corte Constitucional de Colombia sobre...
SENTENCIA C-355/06
Referencia: expedientes D- 6122, 6123 y 6124 Deman-
das de inconstitucionalidad contra los Arts. 122, 123
(parcial), 124, modificados por el Art. 14 de la Ley 890
de 2004, y 32, numeral 7, de la ley 599 de 2000 Cdigo
Magistrados Ponentes:
Dr. JAIME ARAJO RENTERA
Dra. CLARA INS VARGAS HERNANDEZ
SENTENCIA
I. ANTECEDENTES
La ciudadana Mnica del Pilar Roa Lpez, en ejercicio de la accin
pblica de inconstitucionalidad, present demanda contra los arts. 122, 123,
124 y 32 numeral 7 de la ley 599 de 2000 (Cdigo Penal), a la cual corres-
pondi el expediente D- 6122.
CONGRESO DE LA REPBLICA
LEY NMERO 599 DE 2000
(Julio 24)
Por la cual se expide el Cdigo Penal.
El Congreso de Colombia,
DECRETA:
( )
ART. 32.- Ausencia de responsabilidad. No habr lugar a responsabili-
dad penal cuando:
1. ( )
7. Se obre por la necesidad de proteger un derecho propio o ajeno de
302 un peligro actual o inminente, inevitable de otra manera, que el agente
Sentencia de la Corte Constitucional de Colombia sobre...
CAPTULO CUARTO
Del aborto
ART. 122.- Aborto. La mujer que causare su aborto o permitiere que
otro se lo cause, incurrir en prisin de uno (1) a tres (3) aos.
A la misma sancin estar sujeto quien, con el consentimiento de la
mujer, realice la conducta prevista en el inciso anterior.
ART. 123.- Aborto sin consentimiento. El que causare el aborto sin
2. No sobra advertir que este fenmeno obedece en gran medida a los excesos ocurri-
dos durante la segunda guerra mundial, prueba de ello es que La Ley Fundamental
de Bonn, en su artculo segundo, es uno de los primeros ordenamientos en elevar a
rango constitucional este derecho.
3. En el ao de 1948 se consagra de manera solemne el derecho a la vida tanto en la De-
claracin Universal de los Derechos de Hombre de la ONU artculo tercero-, como
en la Declaracin Americana de los Derechos y Deberes del Hombre artculo pri-
mero-.
4. As, por ejemplo, el artculo 44 establece que la vida es uno de los derechos funda-
mentales de los nios; segn el artculo 46 el Estado, la sociedad y la familia deben
promover la integracin de las personas de la tercerea edad en la vida activa y comu-
nitaria; y de conformidad con el artculo 95 uno de los deberes de la persona y del
ciudadano es responder con acciones humanitarias ante situaciones que ponga en
304 riego la vida de las personas;
Sentencia de la Corte Constitucional de Colombia sobre...
ductas que atentan contra este bien de relevancia constitucional. Se trata por
lo tanto de una vinculacin en dos sentidos, uno de naturaleza positiva que
obliga al Congreso de la Repblica a adoptar medidas que protejan la vida;
administrativa. Esta regla se ha aplicado, entre otros, a los miembros de partidos po-
lticos que por su programa son objeto de actos violentos (Sentencia T-439 de 1992);
igualmente en el caso de los docentes amenazados por el ejercicio de su profesin
(Sentencia T-028 de 2000), defensores de derechos humanos (T-590 de 1998) y los
trabajadores de la salud que han sido amenazados en razn de las actividades que des-
empean (T-120 de 1997). Estos casos dieron lugar a la creacin jurisprudencial del
derecho a la seguridad personal, el cual es definido grosso modo como el derecho
que tienen las personas a recibir proteccin frente a ciertos tipos de riesgo para su
vida e integridad personal (T-719 de 2004). Una constante en todos los anteriores
casos ha sido la orden impartidas a distintas autoridades para que adopten las me-
didas necesarias para proteger la vida de las personas cuya vida y integridad se
encuentran amenazadas.. La Corte tambin ha verificado la existencia, en cabeza de
las autoridades de un deber de especial proteccin de la vida y de la seguridad per-
sonal de quienes se encuentran bajo una relacin de especial sujecin con el Estado
colombiano como las personas recluidas en establecimientos carcelarios; pero tam-
bin ha establecido esta Corte que se encuentran en la misma situacin los soldados
que estn prestando el servicio militar obligatorio, quienes se encuentran recluidos
en hospitales pblicos, y los menores de edad que estn estudiando en escuelas
pblicas. Tambin la jurisprudencia constitucional ha reconocido el deber estatal de
proteccin de la vida de personas afectadas por desastres naturales y ha interpretado
las disposiciones legales que regulan la materia en el sentido que corresponde a las
autoridades municipales desalojar a las personas afectadas y en riesgo, lo que im-
plica proveerlas de un alojamiento temporal, e igualmente tomar medidas oportunas
para eliminar definitivamente el riesgo. Sobre este extremo ha sostenido la Corte
Constitucional que: La administracin pblica no puede omitir la adopcin de me-
didas inmediatas para evitar el riesgo sobre vidas humanas ni dejar indefinidos los
derechos de las personas desalojadas, sin comprometer con ello su responsabilidad,
por lo tanto [l]a mera recomendacin de desalojo, en caso de riesgo comprobado
a la vida y a la integridad con ocasin de la amenaza de derrumbe o del deslizamien-
to de tierra, es insuficiente para el cumplimiento del deber de las autoridades pbli-
cas de proteger la vida, bienes y dems derechos y libertades de las personas resi-
306 dentes en Colombia ( T-1094 de 20002).
Sentencia de la Corte Constitucional de Colombia sobre...
de la Convencin de los Derechos del Nio, que hara parte del bloque de
constitucionalidad en sentido amplio18.
Al respecto, cabe sealar que en el Sistema Universal el marco normativo
bsico sobre el derecho a la vida viene dado por el primer numeral del artculo
6 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polticos, que estipula:
1. El derecho a la vida es inherente a la persona humana. Este derecho estar
protegido por la ley. Nadie podr ser privado de la vida arbitrariamente.
Por su parte la Convencin sobre los Derechos del Nio (parte tambin
del Sistema Universal), indica en su Prembulo la necesidad de proteccin
del nio tanto antes como despus del nacimiento, no obstante el artculo
1 de dicha Convencin no establece claramente que el nasciturus sea un
nio y como tal titular de los derechos consagrados en el instrumento inter-
culo 93 de la Carta, por las leyes orgnicas y, en algunas ocasiones, por las leyes es-
tatutarias.
Tambin hacen parte integrante y principal del bloque de constitucionalidad los tra-
tados internacionales que consagran derechos humanos intangibles, es decir, cuya
conculcacin est prohibida durante los Estados de Excepcin; as como tambin in-
tegran el bloque, de conformidad con el artculo 214 de la Constitucin Poltica, los
convenios sobre derecho internacional humanitario, como es el caso de los Conve-
nios de Ginebra.
18. Por va de una aplicacin extensiva del inciso segundo del artculo 93 de la Consti-
tucin Poltica, la Corte ha admitido que incluso aquellos tratados internacionales que
establecen derechos humanos que pueden ser limitados durante los estados de ex-
cepcin tal es el caso del derecho a la libertad de movimiento forman parte del
bloque de constitucionalidad, aunque slo lo hagan como instrumentos de interpre-
tacin de los derechos en ellos consagrados. Ver sentencia C-067 de 2003.
19. De acuerdo con los anteproyectos de la Convencin, el primero de ellos se sustraa
de dar una definicin de nio y uno posterior lo defina como todo ser humano desde
el nacimiento hasta la edad de los dieciocho. Existi una tercera propuesta para que 313
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
se definiera nio desde el momento de la concepcin, pero esta tambin fue recha-
zada. Finalmente, ante las divergencias, se soslay el tema Lo anterior de acuerdo con
los documentos preparatorios de la Convencin E/CN.4/1349 y E/CN.4/1989/48
Citado en: Derecho internacional de los derechos humanos. normativa, jurisprudencia
y doctrina de los sistemas universal e interamericano. Oficina en Colombia del Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Bogot, 2004,
pg. 804.
314 20. Ley 12 de 1992.
Sentencia de la Corte Constitucional de Colombia sobre...
ta al texto del instrumento internacional del cual aqulla hace parte, sino
que suele abarca diversos tratados que guardan relacin con la materia
objeto de interpretacin; a pesar incluso de que stos ltimos hagan parte de
otros sistemas internacionales de proteccin de los derechos humanos21. En
otros trminos, los tratados internacionales no se interpretan de manera
aislada sino armnicamente entre s, con el propsito de ajustarlos a los
diversos cambios sociales y a los nuevos desafos de la comunidad interna-
cional, siguiendo para ello unas reglas hermenuticas especficas existentes
en la materia, las cuales conducen a lograr una comprensin coherente del
actual Derecho internacional pblico.
21. La interpretacin de los tratados internacionales sobre derechos humanos ofrece asi-
mismo, a ttulo enunciativo, ciertas particularidades reseadas por la doctrina y ju-
risprudencia internacionales, tales como (i) el carcter autnomo de ciertos trminos
(vgr. plazo razonable, tribunal independiente e imparcial, etc.); (ii) la existencia de
reenvos puntuales y ocasionales a nociones de derecho interno; (iii) la interpretacin
restrictiva de los lmites al ejercicio de los derechos humanos; y (iv) el recurso fre-
cuente a la regla del efecto til, ver al respecto, Olivier Jacot. Guillarmord, Rgles,
mthodes et principes dinteprtation dans la jurisprudencia de la Cour Europenne
des Droits de lHomme, Pars, 2000. Emmanuel Decaux, La Convention Europen-
ne des Droits de lHomme, Pars, 2004.
22. Cfr. European Court of Human Rights, Tyrer v. The United Kingdom, judgment of
316 25 April 1978, Series A N. 26, prr. 31.
Sentencia de la Corte Constitucional de Colombia sobre...
Viena sobre el Derecho de los Tratados23. De tal suerte que los tratados
internacionales sobre derechos humanos deben interpretarse armnica-
mente entre s, partiendo, por supuesto, de los pronunciamientos que sobre
los mismos han realizado las instancias internacionales encargadas de velar
por el respeto y garanta de aqullos.
En conclusin, de las distintas disposiciones del Derecho internacional
de los derechos humanos que hacen parte del bloque de constitucionalidad
no se desprende un deber de proteccin absoluto e incondicional de la vida
en gestacin; por el contrario, tanto de su interpretacin literal como siste-
mtica surge la necesidad de ponderar la vida en gestacin con otros derechos,
principios y valores reconocidos en la Carta de 1991 y en otros instrumentos
del derecho internacional de los derechos humanos, ponderacin que la Cor-
te Interamericana de Derechos Humanos ha privilegiado.
23. Cfr. El Derecho a la Informacin sobre la Asistencia Consular en el Marco de las Ga-
rantas del Debido Proceso Legal. Opinin Consultiva OC-16/99 de 1 de octubre de
1999. Serie A N. 16, prr. 114. Ver adems, en casos contenciosos, Caso de la
Comunidad Indgena Yakye Axa, supra nota 12; Caso de los Hermanos Gmez Paqui-
yauri, supra nota 182, prr. 165; 146; Caso Juan Humberto Snchez. Interpretacin
de la Sentencia sobre Excepciones Preliminares, Fondo y Reparaciones. (art. 67 Con-
vencin Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 26 de noviembre de 2003.
Serie C. N. 102, prr. 56; Caso de la Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni. Sen-
tencia de 31 de agosto de 2001. Serie C N. 79, prrs. 146 a 148, y Caso Barrios Altos.
Sentencia de 14 de marzo de 2001. Serie C N. 75, prrs. 41-44. 317
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
mujeres, no se puede desconocer que para ello las mujeres han tenido que
recorrer un largo camino.
Baste recordar que bien entrado el siglo veinte, las mujeres en Colombia
tenan restringida su ciudadana, se les equiparaba a los menores y demen-
tes en la administracin de sus bienes, no podan ejercer la patria potestad,
se les obligaba a adoptar el apellido del marido, agregndole al suyo la part-
cula de como smbolo de pertenencia, entre otras limitaciones.
Poco a poco la lucha de las mujeres por lograr el reconocimiento de una
igualdad jurdica, se fue concretando en diversas normas que ayudaron a
transformar ese estado de cosas. As, por ejemplo, en materia poltica, en
1954 se les reconoci el derecho al sufragio, que pudo ser ejercido por
primera vez en 1957. En materia de educacin, mediante el Decreto 1972
de 1933 se permiti a la poblacin femenina acceder a la Universidad. En el
mbito civil, la ley 28 de 1932 reconoci a la mujer casada la libre adminis-
Jurisprudencia Constitucional Comparada
27. Sobre el particular, se pueden revisar las sentencias C-587 de 1992, C-504 de 1993,
C-038 de 1995, C-345 de 1995, C-070 de 1996, C-113 de 1996, C-125 de 1996,
C-394 de 1996, C-013 de 1997, C-239 de 1997, C-297 de 1997, C-456 de 1997,
C-472 de 1997, C-659 de 1997, C-404 de 1998, C-083 de 1999, C-996 de 2000,
324 C-1164 de 2000, C-173 de 2001, C-177 de 2001, C-916 de 2002, C-239 de 2002,
C-205 de 2003, C-857 de 2005 entre otras.
Sentencia de la Corte Constitucional de Colombia sobre...
28. Desde luego que la poltica criminal del Estado no se agota en el ejercicio de su poder
punitivo. En un reciente pronunciamiento esta Corporacin defini en un sentido
amplio el concepto de poltica criminal y la amplia gama de medidas que compren-
da: Dada la multiplicidad de intereses, bienes jurdicos y derechos que requieren
proteccin, la variedad y complejidad de algunas conductas criminales, as como los
imperativos de cooperacin para combatir la impunidad y la limitacin de los recur-
sos con que cuentan los Estados para responder a la criminalidad organizada, es
apropiado definir la poltica criminal en un sentido amplio. Es sta el conjunto de
respuestas que un Estado estima necesario adoptar para hacerle frente a conductas
consideradas reprochables o causantes de perjuicio social con el fin de garantizar la
proteccin de los intereses esenciales del Estado y de los derechos de los residentes
en el territorio bajo su jurisdiccin. Dicho conjunto de respuestas puede ser de la ms
variada ndole. Puede ser social, como cuando se promueve que los vecinos de un
mismo barrio se hagan responsables de alertar a las autoridades acerca de la presen-
cia de sucesos extraos que puedan estar asociados a la comisin de un delito.
Tambin puede ser jurdica, como cuando se reforman las normas penales. Adems
puede ser econmica, como cuando se crean incentivos para estimular un determi-
nado comportamiento o desincentivos para incrementarles los costos a quienes
realicen conductas reprochables. Igualmente puede ser cultural, como cuando se
adoptan campaas publicitarias por los medios masivos de comunicacin para ge-
nerar conciencia sobre las bondades o consecuencias nocivas de un determinado
comportamiento que causa un grave perjuicio social. Adicionalmente pueden ser
administrativas, como cuando se aumentan las medidas de seguridad carcelaria.
Inclusive pueden ser tecnolgicas, como cuando se decide emplear de manera sis-
temtica un nuevo descubrimiento cientfico para obtener la prueba de un hecho
constitutivo de una conducta tpica. Corte Constitucional, Sentencia C-646-01. M.
P., Manuel Jos Cepeda Espinosa. 325
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
punto:
Restricciones constitucionales al poder punitivo del Estado.
5. Respecto del poder punitivo ordinario del Estado, la Corte Constitucio-
nal ha reiterado que el legislador goza de amplia competencia (libertad de
configuracin legislativa) para definir cuales conductas han de ser conside-
radas punibles y fijar las penas correspondientes a tales comportamientos.
As mismo, ha indicado que frente al ejercicio de dicha libertad de configu-
racin, la Constitucin opera como un mecanismo de control de lmites de
competencia del legislador, con el fin de evitar excesos punitivos.
En esta perspectiva, la Corte ha sealado que ha habido una constitucio-
nalizacin del Derecho penal porque tanto en materia sustantiva como
procedimental, la Carta incorpora preceptos y enuncia valores y postulados
particularmente en el campo de los derechos fundamentales que inciden
de manera significativa en el Derecho penal y, a la vez, orientan y determi-
nan su alcance. Esto significa entonces que el Legislador no tiene una
discrecionalidad absoluta para definir los tipos delictivos y los procedimien-
tos penales, ya que debe respetar los derechos constitucionales de las
personas, que aparecen as como el fundamento y lmite del poder punitivo
del Estado. Fundamento, porque el ius punendi debe estar orientado a ha-
cer efectivos esos derechos y valores constitucionales. Y lmite, porque la
poltica criminal del Estado no puede desconocer los derechos y la dignidad
de las personas. As, la Corte ha entendido que los derechos constituciona-
les de los asociados se erigen en lmite de la potestad punitiva del Estado, de
manera que su ncleo esencial y criterios de razonabilidad, proporcionali-
dad y estricta legalidad, constituyen lmites materiales para el ejercicio
ordinario de esta competencia estatal. Estos criterios se aplican tanto a la
definicin del tipo penal como a la sancin imponible.
5.1 Deber de observar la estricta legalidad. En punto a este deber, la Corte
ha sealado (i) que la creacin de tipos penales es una competencia exclu-
326 siva del legislador (reserva de ley en sentido material) y que (ii) es obligatorio
Sentencia de la Corte Constitucional de Colombia sobre...
nipulacin gentica, as como la omisin de socorro para quien, sin justa causa,
omita auxiliar a una persona cuya vida o salud se encuentra en peligro. Si bien
los anteriores delitos protegen el mismo bien jurdico, la vida, sin embargo el
legislador en ejercicio de su libertad de configuracin decidi darles distinto
tratamiento punitivo atendiendo a las diferentes especificaciones, modalidades
y etapas que se producen a lo largo del curso vital, siendo para estos efectos el
nacimiento un hecho relevante para determinar la intensidad de la proteccin
mediante la graduacin de la duracin de la pena.
34. Ver la sentencia T-881 de 2002 en la cual se hace un exhaustivo recuento de los al-
cances funcionales y normativos del concepto dignidad humana.
35. La dignidad humana...es en verdad principio fundante del Estado (CP art.1). Ms
que derecho en s mismo, la dignidad es el presupuesto esencial de la consagracin
y efectividad del entero sistema de derechos y garantas contemplado en la Consti-
tucin. La dignidad, como principio fundante del Estado, tiene valor absoluto no
susceptible de ser limitado ni relativizado bajo ninguna circunstancia... sentencia T-
401 de 1992.
36. En la base axiolgica de la Carta se encuentra en ltima instancia la dignidad de la
persona en el marco de un Estado social de derecho sentencia T-301 de 1993. En
el mismo sentido, en la sentencia T-123 de 1994, afirm la Corte La Constitucin
establece un marco de valores y principios materiales, que se estructuran como fun-
damento de un verdadero sistema axiolgico. Este sistema se basa en la dignidad hu-
mana, como principio que indica que el hombre es un ser que tiende hacia su per-
feccionamiento, al desarrollar plenamente lo que por naturaleza se le ha dado como
bienes esenciales: la vida, la salud, el bienestar, la personalidad, entre otros.. 329
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
44. Ver entre otras las sentencias C-221/94, C-309/97 y T-516/98. En esta ltima se
afirma lo siguiente: La constitucin opta por un orden jurdico que es profundamente
respetuoso de la dignidad y la autonoma individuales (CP art. 1 y 16), por lo cual,
en principio, no corresponde al Estado ni a la sociedad, sino a las propias personas,
decidir la manera como desarrollan sus derechos y construyen sus proyectos de vida
y sus modelos de realizacin personal. An ms explcito en cuanto al referente
axiolgico del derecho, resulta el siguiente extracto de la sentencia T-67/97: El
ncleo del libre desarrollo de la personalidad se refiere entonces a aquellas decisio-
nes que una persona toma durante su existencia y que son consustanciales a la de-
terminacin autnoma de un modelo de vida y de una visin de su dignidad como
persona. En una sociedad respetuosa de la autonoma y la dignidad, es la propia
persona quien define, sin interferencias ajenas, el sentido de su propia existencia y
el significado que atribuya a la vida y al universo, pues tales determinaciones cons-
tituyen la base misma de lo que significa ser una persona humana. La Corte ha re-
conocido entonces en este derecho un contenido sustancial que se nutre del concepto
de persona sobre el que se erige la constitucin por cuanto el artculo 16 de la Carta
condensa la defensa constitucional de la condicin tica de la persona humana, que
la hace instancia suprema e irreductible de las decisiones que directamente le incum-
ben en cuanto que gracias a ellas determina y orienta su propio destino como sujeto
autnomo, responsable y diferenciado. 333
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
51. Definida tambin como la decisin de optar entre el estado civil de casado, divor-
ciado o separado y la escogencia entre la opcin matrimonial y la unin permanen-
te Sentencia T-543-95. Se trata sin duda de la primera lnea jurisprudencial en
materia del derecho al libre desarrollo de la personalidad, sentada en la sentencia C-
588 de 1992, y reiterada en numerosa jurisprudencia, entre la que cabe destacar la
contenida en las sentencias C-309/96, C-653/97, C-182/97, C-082/99, C-870/99,
C-660/00, C-1440/00, C-029/06.
52. Cfr. Sentencias T-420/92, T-79/94, T-292/94, T-211/95, T-442/95, T-145/96, T-
290/96, T-590/96, T-393/97, T-667/97 T-656/98.
53. As en la Sentencia T-656/98 v. gr., la Corte consider abiertamente inconstitucional,
y vulnerador del ncleo esencial del libre desarrollo de la personalidad, que el regla-
mento educativo de una institucin de educacin estableciera sanciones, an leves, frente
al ejercicio de la libertad de una mujer por la maternidad, aun cuando el hecho del em-
barazo fuese contrario a la filosofa de la institucin educativa. En el mismo sentido
las sentencias T- 1531/00, T-683/03, T-1011/01, T-688/05 y T-918/05.
54. La Corte, con explcito apoyo doctrinal, ha entendido este derecho del siguiente
modo: El derecho a la identidad, en su estrecha relacin con la autonoma, identi-
fica a la persona como un ser que se autodetermina, se autoposee, se autogobierna,
es decir, es duea de s y de sus actos. Solo es libre quien puede autodeterminarse
en torno al bien porque tiene la capacidad de entrar en s mismo, de ser consciente
en grado sumo de su anterioridad, de sentirse en su propia intimidad. La persona
humana es duea de s misma y de su entorno. El derecho a la identidad personal es
un derecho de significacin amplia, que engloba otros derechos. El derecho a la
identidad supone un conjunto de atributos, de calidades, tanto de carcter biolgi-
co, como los referidos a la personalidad que permiten precisamente la individuali-
zacin de un sujeto en sociedad. Atributos que facilitan decir que cada uno es el que
es y no otro. El derecho a la identidad, en cuanto determina al ser como una indivi-
dualidad, comporta un significado de dignidad humana y en esa medida es un dere-
cho a la libertad; tal reconocimiento permite la posibilidad de desarrollar su vida, de 335
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
restriccin de los derechos en juego, entre ellos, por supuesto, el libre desa-
rrollo de la personalidad.
Muy ligado a lo anterior, la Corte considera tambin que la sancin prevista
por la vulneracin de una medida de proteccin no puede ser exagerada en
relacin al inters que se pretende proteger, no slo por cuanto la proporcio-
nalidad de las sanciones es un principio que orienta siempre el derecho punitivo,
sino adems porque la previsin de penas que no sean excesivas es una garan-
ta para evitar que una poltica de esta naturaleza se vuelva perfeccionista.
La jurisprudencia reciente ha seguido fielmente los anteriores prece-
dentes y ha declarado inexequibles disposiciones legales en materia disciplinaria
y policiva que restringan desproporcionadamente el derecho al libre desa-
rrollo de la personalidad64. De lo que se deduce el carcter de este derecho
como un lmite a la libertad de configuracin del legislador en materia san-
Jurisprudencia Constitucional Comparada
64. As, la sentencia C-373/02 declar inexequibles enunciados normativos de la Ley 588
de 2000 que establecan inhabilidades para concursar para el cargo de notario, lesivas
al libre desarrollo de la personalidad. Igualmente en la sentencia C-098/03 se decidi
retirar del ordenamiento por inconstitucionalidad distintas expresiones del artculo 48
del Decreto 196 de 1970 por contrariar el derecho al libre desarrollo de la personali-
dad. Por esa misma razn fueron declarados inexequibles distintos enunciados de la
Ley 35 de 1989. Finalmente, en la sentencia C-040 de 2006 se declar la inexequibi-
lidad de distintas disposiciones del Decreto-Ley 1136 de 1970 las cuales establecan
que quien ejerza en lugar pblico o abierto al pblico la mendicidad, la drogadiccin,
el alcoholismo o se encuentre en estado de enfermedad mental perturbando la tranqui-
lidad pblica, ser sometido a tratamiento mdico en un asilo, clnica, hospital u otro
establecimiento pblico adecuado para el efecto hasta obtener su curacin o rehabili-
tacin definitiva, siempre que carezca de medios propios de subsistencia y no tenga una
persona obligada y capaz de prestrselos, en caso contrario, dicho tratamiento clnico
se podr adelantar en su propio domicilio o en un establecimiento privado a su costa.
A juicio de la Corte dichas disposiciones al habilitar al Estado para imponer sanciones
cuando no se sigue el modelo de virtud y excelencia establecido por el legislador re-
sultan contrarias al Texto Fundamental, pues manifiestan polticas perfeccionistas del
ser humano, que desconocen los derechos fundamentales a la dignidad humana y al
libre desarrollo de la personalidad y los principios constitucionales de autonoma per-
sonal y pluralismo democrtico. El carcter coercitivo de tales medidas se expresa en
criterio de la Corte en la posibilidad de privar la libertad personal al mendigo, dro-
gadicto o alcohlico a travs de su reclusin en un asilo, clnica u otro establecimiento
hospitalario, por el slo hecho de alterar la tranquilidad pblica en uno de los citados
338 estados de alteracin fsica y psquica.
Sentencia de la Corte Constitucional de Colombia sobre...
65. Entre otras, se pueden consultar las sentencias T-300 de 2001 (M.P. Clara Ins Var-
gas Hernndez), T-484 de 1992 (M.P. Fabio Morn Daz), T-491 de 1992 (M.P.
Eduardo Cifuentes Muoz), T-576 de 1994 (M.P. Jos Gregorio Hernndez Galin-
do) y T-419 de 2001 (M.P. lvaro Tafur Galvis).
66. Ver sentencias T-248 de 1998, T-1019 y T-1090 de 2004 339
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
69. Entre las excepciones al consentimiento del paciente la Corte Constitucional ha con-
templado los siguientes eventos: (i) cuando el estado mental del paciente o es nor-
mal, (ii) cuando el paciente se encuentra en estado de inconsciencia, (iii) cuando el
pacientes menor de edad. Sin embargo, an en estos supuestos debe intentarse
conciliar el derecho del paciente a la autodeterminacin con la proteccin a la salud.
Al respecto pueden consultarse las sentencias T-401 de 1994 y T-850 de 2002, entre
muchas otras.
70. El derecho a la salud. En la Constitucin, la jurisprudencia y los instrumentos inter-
nacionales . Defensora del Pueblo, Serie DESC, Bogot, D. C. 2003, p. 286.
71. Ibdem p. 288. 341
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
73. Comit de Derechos Humanos, caso Llontoy vs. Per, Comunicacin N.1153/2003.
74. Comit de Derechos Humanos, Observacin General N. 6, El derecho a la vida. Doc.
N. U., CCPR/C/21, Rev. 1, 30 de julio de 1982.
75. Comit de la Convencin para la eliminacin de las formas de discriminacin con-
tra la mujer. Recomendacin General N. 19, la violencia contra la mujer. Doc. N.U.
A/47/28, 30 de enero, 1992, par. 7.
343
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
79. La sentencia vers sobre el artculo 372 del decreto 100 de 1980 el Cdigo Penal
anterior -, que contemplaba las circunstancias genricas de agravacin de las sancio-
nes para algunos delitos. 345
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
la persona (CP art. 5), tornan la dignidad e integridad del infractor penal en
lmite de la autodefensa social. El contenido axiolgico de la Constitucin
constituye un ncleo material que delimita el ejercicio de la funcin pblica
y la responsabilidad de las autoridades (CP art. 6). Con su elemento social,
la Constitucin complementa, en el terreno de la coercin pblica, la volun-
tad con la razn. Slo el uso proporcionado del poder punitivo del Estado,
esto es acorde con el marco de derechos y libertades constitucionales, ga-
rantiza la vigencia de un orden social justo, fundado en la dignidad y la
solidaridad humanas.
En consecuencia, la calidad y la cantidad de la sancin no son asuntos
librados exclusivamente a la voluntad democrtica. La Constitucin impone
claros lmites materiales al legislador (CP arts. 11 y 12). Del principio de
igualdad, se derivan los principios de razonabilidad y proporcionalidad que
justifican la diversidad de trato pero atendiendo a las circunstancias con-
Jurisprudencia Constitucional Comparada
cretas del caso (CP art. 13), juicio que exige evaluar la relacin existente
entre los fines perseguidos y los medios utilizados para alcanzarlos.
(...)
En materia penal, la potestad legislativa de tipificacin est sometida al
control constitucional de las medidas, segn la aptitud para la proteccin
del bien jurdico tutelado, la necesidad de esa proteccin especfica en con-
traste con otros medios preventivos igualmente idneos y menos restrictivos
de la libertad medidas civiles, administrativas, laborales, y el mayor bene-
ficio neto en proteccin de los bienes jurdicos que debe comportar la exclusin
de ciertas conductas del mbito de lo legalmente permitido.
Mediante el principio de proporcionalidad se introducen las categoras de
la antijuridicidad y la culpabilidad en el Derecho constitucional. La respon-
sabilidad de los particulares por infraccin de la Constitucin o de las leyes
(CP art. 6), requiere de un dao efectivo a los bienes jurdicos protegidos y
no meramente una intencin que se juzga lesiva. Esto se desprende de la
razn de ser de las propias autoridades, a saber, la de proteger a las personas
residentes en Colombia en su vida, honra, bienes, creencias, y dems dere-
chos y libertades (CP art. 2). Slo la proteccin de bienes jurdicos realmente
amenazados justifica la restriccin de otros derechos y libertades, cuya
proteccin igualmente ordena la Constitucin. Por otra parte, la aplicacin
de la pena consagrada en la ley debe hacerse de acuerdo con el grado de
culpabilidad del sujeto. El juicio de proporcionalidad es, por lo tanto, nece-
sariamente individual y el castigo impuesto debe guardar simetra con el
comportamiento y la culpabilidad del sujeto al que se imputa (C-591 de
1993)..
En el mismo sentido, sostuvo esta Corporacin en la sentencia C-205
de 2003:
Adems, es menester que el ejercicio de un control constitucional efectivo
en estos casos vaya ms all de dejar sin efecto normas penales manifies-
346
Sentencia de la Corte Constitucional de Colombia sobre...
80. FERRAJOLI, L., Derecho y razn. Teora del garantismo penal, Valladalid, 1997, p. 465.
81. Sentencia C- 316 de 1996.
82. Ver al respecto los siguientes fallos: C-587 de 1992, C-504 de 1993, C-038 de 1995,
C-345 de 1995, C-070 de 1996, C-113 de 1996, C-125 de 1996, C-394 de 1996,
C-013 de 1997, C-239 de 1997, C-297 de 1997, C-456 de 1997, C-472 de 1997,
C-659 de 1997, C-404 de 1998, C-083 de 1999, C-996 de 2000, C-1164 de 2000,
C-173 de 2001, C-177 de 2001 y C-317 de 2002, entre otras. 347
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
en juego, no puede ser, por ejemplo, una medida perfeccionista por medio
de la cual se pretenda imponer un determinado modelo de conducta a los
asociados, tampoco puede suponer un total sacrificio de determinados valo-
res, principios o derechos constitucionales de un sujeto determinado a fin de
satisfacer el inters general o privilegiar la posicin jurdica de otros bienes
objeto de proteccin.
Por otra parte, el principio de proporcionalidad opera al interior mismo
del tipo penal, pues debido al carcter de ltima ratio del Derecho penal en
un Estado social de derecho, las sancin penal como mxima intervencin en
la libertad personal y en la dignidad humana fundamentos axiolgicos de
este modelo estatal debe ser estrictamente necesaria y est reservada a
conductas de trascendencia social, y en todo caso debe ser proporcionada a
la naturaleza del hecho punible.
Jurisprudencia Constitucional Comparada
violencia dentro y fuera del hogar, incluidas las mujeres con embarazo no deseado,
de preferencia en instituciones especializadas, garantizndose la capacitacin pro-
fesional y la designacin de un destino para el nio, en organismos del Estado o a
travs de procedimientos adicionales.
Artculo 282 de la Constitucin
El Estado garantizar ante la sociedad la imagen e la mujer como madre, trabajado-
ra y ciudadana en igualdad de condiciones con respecto al hombre, con los siguien-
tes objetivos: (...) III.- reglamentar los procedimientos para la interrupcin del em-
barazo en los casos previstos por la ley, garantizndose acceso a la informacin y agi-
lizndose los mecanismos operativos para la atencin integral de la mujer.
(ii) Gois
Artculo 153 de la Constitucin
Son atribuciones del sistema Unificado y Descentralizado de Salud, entre otras, las
siguientes: (...) XIV.- garantizar a la mujer vctima de violacin sexual o aqulla cuya
vida corre peligro por causa de un embarazo de alto riesgo asistencia mdica y sico-
lgica y el derecho de interrumpir el embarazo de alto riesgo, asistencia mdica y si-
colgica y el derecho a interrumpir el embarazo conforme a la ley, as como la aten-
cin por parte de los organismos del Sistema.
(iii) Minas Gerais
Artculo 190 de la Constitucin
Son atribuciones del Estado en el mbito del Sistema nico de Salud, adems de
las previstas por la ley federal: (...) X.- garantizar la atencin en casos lcitos de in-
terrupcin del embarazo. (...).
(iv) Par
Artculo 270 de la Constitucin
(...) Prrafo nico. La Red Pblica prestar atencin mdica para la prctica del abor-
to, en los casos previstos por la ley federal. (...).
(v) Ro de Janeiro
Artculo 291 de la Constitucin
El Estado garantizar asistencia integral a la salud de la mujer en todas las etapas
de su vida a travs de la implantacin de una poltica adecuada que asegure: (...) IV.-
asistencia a la mujer en casos de aborto, sea o no provocado, as como en casos de
violencia sexual, a travs de dependencias especializadas en los servicios garantiza-
350 dos o, indirectamente, por los organismos pblicos (...)
Sentencia de la Corte Constitucional de Colombia sobre...
espaol de 1985, sin que con ello trate de hacer una descripcin del Derecho
constitucional vigente en estos tres pases ni de respectiva evolucin jurispru-
dencial.
Aunque no ha sido la nica oportunidad en la cual se ha pronunciado
sobre el aborto, Roe vs. Wade constituye sin duda el caso ms sonado abor-
dado por la Corte Suprema de Justicia norteamericana sobre la materia. La
controversia tuvo lugar a partir de la demanda interpuesta por una ciudadana
que reclamaba su derecho a abortar y que por tanto alegaba la inconstitucio-
nalidad de la norma que penalizaba el aborto en el estado de Texas. En esta
ocasin la Corte Suprema de Estados Unidos reconoci explcitamente el
derecho de las mujeres embarazadas a abortar, derecho derivado del dere-
cho a la autonoma individual y a la intimidad para tomar decisiones libres de
la intervencin del Estado y de terceros en la esfera privada individual (En-
En efecto, a juicio de esta Corporacin, sta debe ser una de las hipte-
sis bajo las cuales debe considerarse que la interrupcin del embarazo no es
constitutiva de delito de aborto, no slo por la manera como fue inicialmente
contemplada por el legislador sino tambin porque en este caso la prevalen-
cia absoluta de la proteccin de la vida del nasciturus supone un total
desconocimiento de la dignidad humana y del libre desarrollo de la persona-
lidad de la mujer gestante, cuyo embarazo no es producto de una decisin
libre y consentida sino el resultado de conductas arbitrarias que desconocen
su carcter de sujeto autnomo de derechos y que por esa misma razn estn
sancionadas penalmente en varios artculos del Cdigo Penal90.
Sobre la grave afectacin de la dignidad humana y la autonoma de la
mujer embarazada en estos casos cabe citar algunos apartes de la aclaracin
de voto a la sentencia C-647 de 2001:
Como se advirti, cuando una mujer es violada o es sometida a alguno de
los procedimientos a los que se refiere el pargrafo acusado, sus derechos a
la dignidad, a la intimidad, a la autonoma y a la libertad de conciencia son
anormal y extraordinariamente vulnerados ya que es difcil imaginar atro-
pello contra ellos ms grave y tambin extrao a la convivencia tranquila
entre iguales. La mujer que como consecuencia de una vulneracin de tal
magnitud a sus derechos fundamentales queda embarazada no puede jur-
dicamente ser obligada a adoptar comportamientos heroicos, como sera
asumir sobre sus hombros la enorme carga vital que continuar el embarazo
implica, ni indiferencia por su valor como sujeto de derechos, como sera
soportar impasiblemente que su cuerpo, contra su conciencia, sea subordi-
nado a ser un instrumento til de procreacin. Lo normal y ordinario es que
no sea herona e indiferente. Siempre que una mujer ha sido violada o
instrumentalizada para procrear, lo excepcional y admirable consiste en
358 90. Cdigo Penal, artculos138, 139, 141, 205, 207, 208, 209, 210, entre otros.
Sentencia de la Corte Constitucional de Colombia sobre...
91. Aclaracin de voto a la sentencia C-647 de 2001 suscrita por los magistrados Jaime
Araujo Rentera, Alfredo Beltrn Sierra, Manuel Jos Cepeda y Clara Ins Vargas
Hernndez.
92. Ver sentencia C-404 de 1998 359
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
salud y la vida de la mujer gestante, pues resulta a todas luces excesivo exigir
el sacrificio de la vida ya formada por la proteccin de la vida en formacin.
En efecto, si la sancin penal del aborto se funda en el presupuesto de la
preeminencia del bien jurdico de la vida en gestacin sobre otros bienes
constitucionales en juego, en esta hiptesis concreta no hay ni siquiera equi-
valencia entre el derecho no slo a la vida, sino tambin a la salud propio de
la madre respecto de la salvaguarda del embrin.
Como ha sostenido esta Corporacin en reiteradas ocasiones, el Esta-
do no puede obligar a un particular, en este caso la mujer embarazada, a
asumir sacrificios heroicos93 y a ofrendar sus propios derechos en beneficio
de terceros o del inters general. Una obligacin de esta magnitud es inexi-
gible, aun cuando el embarazo sea resultado de un acto consentido, mxime
cuando existe el deber constitucional en cabeza de toda persona de adoptar
medidas para el cuidado de la propia salud, al tenor del artculo 49 consti-
tucional.
En efecto, la importancia de la vida como bien constitucionalmente
protegido y el correlativo deber de proteccin a cargo del Estado imponen al
Legislador la adopcin de medidas de proteccin de ndole normativa. As,
en la sentencia C-309 de 1997 sostuvo esta Corporacin:
La Carta no es neutra entonces frente a valores como la vida y la salud
sino que es un ordenamiento que claramente favorece estos bienes. El
Estado tiene entonces un inters autnomo en que estos valores se reali-
cen en la vida social, por lo cual las autoridades no pueden ser indiferentes
frente a una decisin en la cual una persona pone en riesgo su vida o su
salud. Por ello el Estado puede actuar en este campo, por medio de medi-
das de proteccin, a veces incluso en contra de la propia voluntad ocasional
97. Cobra as sentido la observacin del Comit para la eliminacin de todas las formas
de discriminacin contra la mujer, que ha indicado que en estos casos la prohibicin
del aborto y por ende la obligacin de llevar a termino el embarazo constituye un trato
cruel, inhumano y degradante infligido a la mujer embarazada. 363
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
por cuanto que es lcito pensar que en el futuro, cuando llegue a la edad adulta, el hijo
reconocer la correccin de la intervencin de los padres. Se respeta entonces la
autonoma con base en lo que podra denominarse consentimiento orientado hacia
el futuro (un consentimiento sobre aquello que los hijos vern con beneplcito, no
sobre aquello que ven en la actualidad con beneplcito. En el mismo sentido en la
C-1045/00 se estimaron constitucionales la normas de Derecho civil que permiten
al ascendiente revocar las donaciones hechas antes del matrimonio cuando el dona-
tario contrae matrimonio sin el permiso requerido: para la Corte resulta razona-
ble la interferencia que la ley autoriza a los padres o ascendientes de los adolescen-
tes en la trascendental decisin de contraer matrimonio, con el fin de obligarlos a
reflexionar respecto de su decisin, puesto que el contrato matrimonial es una op-
cin de vida que afecta ntima y profundamente la existencia no slo de quienes lo
celebran, sino de sus hijos y dems integrantes del ncleo familiar.
103. Sentencia T-474/96.
104. Sentencias T-474/96 y 477/95. 367
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
edad, las cuales se supone son plenas a partir de la edad en que la ley fije
la mayora de edad. Existe pues una relacin de proporcionalidad inversa
entre la capacidad de autodeterminacin del menor y la legitimidad de las
medidas de intervencin sobre las decisiones que ste adopte. As, a mayo-
res capacidades intelecto-volitivas, menor ser la legitimidad de las medidas
de intervencin sobre las decisiones adoptadas con base en aqullas.
Se tiene entonces, que la jurisprudencia constitucional ha reconocido
en los menores la titularidad del derecho al libre desarrollo de la personalidad
y la posibilidad de consentir tratamientos e intervenciones sobre su cuerpo,
aun cuando tengan un carcter altamente invasivo. En esta medida, descarta
que criterios de carcter meramente objetivo, como la edad, sean los nicos
determinantes para establecer el alcance del consentimiento libremente for-
mulado por los menores para autorizar tratamientos e intervenciones sobre
VII. DECISIN
En mrito de lo expuesto, la Sala Plena de la Corte Constitucional, admi-
nistrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitucin,
RESUELVE
Primero. Negar las solicitudes de nulidad de conformidad con lo ex-
puesto en el punto 2.3. de la parte considerativa de esta sentencia.
Segundo. Declarar EXEQUIBLE el artculo 32, numeral 7 de la Ley
599 de 2000, por los cargos examinados en la presente sentencia.
Tercero. Declarar EXEQUIBLE el artculo 122 de la Ley 599 de 2000,
en el entendido que no se incurre en delito de aborto, cuando con la voluntad
de la mujer, la interrupcin del embarazo se produzca en los siguientes ca-
Jurisprudencia Constitucional Comparada
sos: (i) Cuando la continuacin del embarazo constituya peligro para la vida
o la salud de la mujer, certificada por un mdico; (ii) Cuando exista grave
malformacin del feto que haga inviable su vida, certificada por un mdico;
y, (iii) Cuando el embarazo sea el resultado de una conducta, debidamente
denunciada, constitutiva de acceso carnal o acto sexual sin consentimiento,
abusivo o de inseminacin artificial o transferencia de vulo fecundado no
consentidas , o de incesto.
Cuarto. Declarar INEXEQUIBLE la expresin o en mujer menor
de catorce aos contenida en el artculo 123 de la Ley 599 de 2000.
Quinto. Declarar INEXEQUIBLE el artculo 124 de la Ley 599 de
2000.
Notifquese, comunquese, insrtese en la Gaceta de la Corte Constitu-
cional, cmplase y archvese el expediente.
373
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
374
Sentencia del Tribunal Supremo de los EE.UU.
I
El 11 de septiembre de 2001, militantes de la red terrorista Al Qaeda
secuestraron cuatro aeronaves comerciales y las utilizaron como misiles para
atacar objetivos norteamericanos. Si bien uno de los cuatro ataques fue frus-
trado por el herosmo de los pasajeros del avin, los otros tres causaron la
muerte de aproximadamente 3,000 civiles inocentes, destruyeron propiedad
civil valuada en cientos de millones de dlares y causaron severos daos a la
economa de los Estados Unidos. En respuesta a tales ataques, el Congreso
Jurisprudencia Constitucional Comparada
2. Lease of Lands for Coaling and Naval Stations (Alquiler de Tierras para Aprovisio-
namiento de Carbn y Operacin de Bases Navales), Feb. 23, 1903, U.S.-Cuba, Art.
III, T. S. N. 418, T.S. N. 418 (en lo sucesivo, Acuerdo de Arrendamiento de 1903).
Mediante acuerdo suplementario, celebrado en julio de 1903, los Estados Unidos se
obliga a abonar una renta anual de dos mil dlares en monedas de oro de los Es-
tados Unidos y a mantener cercas permanentes alrededor de la base. Lease of
Certain Areas for Naval or Coaling Stations (Arrendamiento de reas Especficas para
Uso Naval y Aprovisionamiento de Carbn), July 2, 1903, U.S.-Cuba, Arts. I-II, T.
S. N. 426.
3. Treaty Defining Relations with Cuba (Tratado Definitorio de Relaciones con Cuba),
May 29, 1934, U.S.-Cuba, Art. III, 48 Stat. 1683, T. S. N. 866 (en lo sucesivo,
Tratado de 1934).
4. Los parientes de los detenidos kuwaites alegaron que los detenidos fueron mante-
nidos cautivos por habitantes locales que pretendan obtener ventajas materiales y
otras recompensas financieras ofrecidas mientras los detenidos proporcionaban
ayuda humanitaria en Afganistn y Paquistn, y fueron posteriormente entregados a
los Estados Unidos para su detencin. (App. 24-25). El australiano David Hicks fue
presuntamente capturado en Afganistn por la Alianza del Norte, una coalicin de
grupos afganos opositores del rgimen Talibn, antes de ser entregado a los Esta-
dos Unidos para su detencin. ( Id., en 84 ). El australiano Mamdouh Habib fue
presuntamente arrestado en Paquistn por autoridades paquistanes y entregado a los
autoridades egipcias para su detencin, las que a su vez lo pusieron a disposicin de
los Estados Unidos para su detencin. (Id., en 110-11).
5. Desde ese momento, a David Hicks le fue permitido reunirse con un abogado. Minuta
informativa N. 9 para los Estados Unidos. 377
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
que los extranjeros detenidos fuera del territorio soberano de los Estados
Unidos [no pueden] invocar un recurso de hbeas corpus.( 215 F. Supp. 2d
55, 68 (DC 2002)). La Corte de Apelaciones afirm. De la lectura de Eisentra-
ger en el sentido de que el privilegio del litigio no se extiende a los extranjeros
bajo custodia militar que no tengan presencia en cualquier territorio respecto
del cual los Estados Unidos tenga soberana, (321 F. 3d 1134, 1144 (CADC
2003)) (citando el caso Eisentranger, 339 U.S., en 777-778), sostuvo que el
tribunal federal careca de jurisdiccin sobre las acciones de hbeas corpus de
los demandantes, as como sobre el resto de sus reclamaciones legales federa-
les que no apuntaran a un hbeas corpus. Otorgamos un recurso de certiorari
(540 U.S. 1003 (2003)), el mismo que ahora revocamos.
II
El Congreso ha concedido a los tribunales federales, dentro de sus
respectivas jurisdicciones, la autoridad para conocer solicitudes de hbeas
corpus interpuestas por cualquier persona que afirme estar detenida en vio-
lacin de la Constitucin o las leyes o tratados de los Estados Unidos. (28
U.S.C. 2241(a), (c)(3)). La ley remonta sus orgenes al primer otorga-
miento de jurisdiccin de los tribunales federales: la Seccin 14 de la Ley de
Organizacin Judicial de 1789 (Judiciary Act) autorizaba a los tribunales
federales a emitir un mandamiento de hbeas corpus a los prisioneros dete-
nidos, bajo la autoridad, o la autoridad aparente, de los Estados Unidos, o en
contra de los cuales se haba dictado auto de procesamiento ante algn tribu-
nal de ese pas. (Act of Sept. 24, 1789, ch. 20, 14, 1 Stat. 82). En 1867,
el Congreso extendi las protecciones del mandamiento en cuestin a todos
aquellos casos en los que cualquier persona pudiera estar privada de su liber-
tad en violacin de la Constitucin o cualquier tratado o ley de los Estados
378
Sentencia del Tribunal Supremo de los EE.UU.
Unidos. (Act of Feb. 5, 1867, ch. 28, 14 Stat. 385). Vase Felker v. Turpin,
518 U.S. 651, 659-660 (1996).
Sin embargo, el hbeas corpus es un antecedente de la ley bajo la
forma de un mandamiento judicial, [.] que echa sus races en lo ms pro-
fundo del espritu de nuestro Derecho consuetudinario (common law).
(Williams v. Kaiser, 323 U.S. 471, 484, N. 2 (1945)) (se omitieron las
comillas internas). El mandamiento judicial apareci en la ley inglesa hace
varios siglos, se convirti en parte integrante de nuestra herencia del Derecho
consuetudinario en la poca en que las colonias obtuvieron su independencia
(Preiser v. Rodrguez, 411 U.S. 475, 485 (1973)), y recibi el reconoci-
miento expreso en la Constitucin, que prohbe la suspensin del Privilegio
del Mandamiento de Hbeas Corpus [.] a menos que la seguridad pblica
lo requiera en casos de rebelin o invasin. (Art. I, 9, cl. 2).
III
El planteamiento primordial de los demandados es que la respuesta a la
cuestin jurisdiccional est controlada por nuestra decisin en Eisentra-
Jurisprudencia Constitucional Comparada
jurisdiccional, slo podra haber una respuesta a esa pregunta. (Id., en 209)
(opinin del juez Rutledge)7.
Cuando el tribunal federal del Distrito de Columbia revis la solicitud
de hbeas corpus de los prisioneros alemanes en Eisentrager, desestim su
accin basndose en la causa Ahrens. Vase Eisentrager, 339 U.S., en 767,
790. Aunque la Corte de Apelaciones revoc el fallo del tribunal federal,
reconoci implcitamente que el tribunal federal careca de jurisdiccin en el
marco de la ley de hbeas corpus, tal como se haba interpretado en Ahrens.
En cambio, la Corte de Apelaciones sostuvo que los demandantes tenan
garantizado un derecho constitucional al hbeas corpus en virtud de la Clu-
sula de Suspensin (U.S. Const., Art. I, 9, cl. 2), basndose en el
razonamiento de que si una persona tiene el derecho a un mandamiento de
hbeas corpus, no puede ser privado del privilegio por una omisin en una
Jurisprudencia Constitucional Comparada
IV
Dejando de lado las causas Eisentrager y Ahrens, los demandados sos-
tienen que podemos percibir un lmite a 2241 a travs de la aplicacin del
antiguo principio de derecho norteamericano en el sentido de que se pre-
sume que la legislacin que emana del Congreso no tiene aplicacin
extraterritorial a menos que dicha intencin se manifieste expresamente. (EEOC
v. Arabian American Oil Co., 499 U.S. 244, 248 (1991)). Independiente-
mente de la traccin que la presuncin contra la extraterritorialidad pudiera
tener en otros contextos, sin duda alguna sta no se aplica a la operacin de
la ley de hbeas corpus en relacin con aquellas personas detenidas dentro de
la jurisdiccin territorial de los Estados Unidos. (Foley Bros., Inc. v. Filar-
do, 336 U.S. 281, 285 (1949)). En virtud de los trminos expresos de sus
acuerdos con Cuba, los Estados Unidos ejerce absoluta jurisdiccin y con-
Jurisprudencia Constitucional Comparada
(CADC 1988) (en sesin plenaria) ([E]n Braden, la Corte recort sustancialmente
lo vertido en Ahrens (y, de hecho, invalid su ratio decidendi jurisdiccional de base
territorial)). Vase tambin, e.g., Patterson v. McLean Credit Union, 485 U.S. 617,
618 (1988) (por el tribunal); Eskridge, Overruling Statutory Predecents (Derogacin
de Precedentes Legales), 76 Geo. L.J. 1361, App. A (1988).
La opinin disidente tambin arguye con falsedad que la persistente vitalidad de la
ratio decidendi jurisdiccional de Ahrens es irrelevante a la cuestin planteada en estos
casos, en la medida en que Ahrens no decidi sobre ninguna de las cuestiones legales
decididas por Eisentrager. (Post, en 7). Pero lo que el Juez Scalia describe como la
ratio decidendi legal de Eisentrager que, sin ayuda del canon de evasin consti-
tucional, la ley no confera jurisdiccin sobre un extranjero detenido fuera de la
jurisdiccin territorial de los tribunales de los Estados Unidos (post, en 6) es poco
ms que el fallo de Ahrens encubierto bajo el atuendo de los hechos de Eisentrager.
Para sostener de forma verosmil que esta ratio decideindi sobrevivi a Braden, el Juez
Scalia debe, como mnimo, hallar un fundamento textual para el fallo fuera de la frase
dentro de sus respectivas jurisdicciones una frase que, despus de Braden, ya no
puede interpretarse en el sentido de que se exige la presencia fsica del demandante
del recurso de hbeas corpus dentro de la jurisdiccin territorial de un tribunal fe-
deral. Dos referencias al distrito de confinamiento en las disposiciones relacionadas
con los requisitos de mantenimiento de registros y alegatos en los procedimientos
ventilados ante los jueces de tribunales de circuito apenas es suficiente a ese respec-
to. Vase post, en 2 (citando 28 U.S.C. 2241(a), 2242).
384 10. El Juez Scalia parece aceptar que ni el texto puro de la ley ni su interpretacin de dicho
texto ofrecen fundamento alguno para tratar a los ciudadanos norteamericanos de
Sentencia del Tribunal Supremo de los EE.UU.
forma distinta que a los extranjeros. (Post, en 10). Pero oponiendo resistencia a las
aun cuando un territorio no fuera parte del reino, no caba duda alguna
respecto de la facultad del tribunal para dictar mandamientos de hbeas cor-
pus si el territorio estaba bajo la sujecin de la Corona. King v. Cowle, 2
Burr. 834, 854-855, 97 Eng. Rep. 587, 598-599 (K. B.). Casos posteriores
confirmaron que el alcance del mandamiento dependa no de nociones for-
males de soberana territorial, sino ms bien de la cuestin prctica del
alcance y la naturaleza exacta de la jurisdiccin o dominio ejercido de hecho
por la Corona. Ex parte Mwenya, [1960] 1 Q. B. 241, 303 (C. A.) (Lord
Evershed, M. R.)14.
Al final, la respuesta a la cuestin planteada es clara. Los demandantes
arguyen que se encuentran detenidos bajo custodia federal en violacin de las
Jurisprudencia Constitucional Comparada
aplicabilidad en todas las partes de los dominios del reino: dado que el rey tiene, en
todo momento, [d]erecho a recibir una explicacin de por qu se ha restringido la li-
bertad de cualquiera de sus sbditos, cuando se imponga dicha restriccin (notas
a pie de pgina omitidas)); M. Hale, History of the Common Law 120-121 (C. Gray
ed. 1971) (el mandamiento de hbeas corpus tiene aplicabilidad en las islas del Canal
de la Mancha, aun cuando no son parcela del reino de Inglaterra).
14. Ex parte Mwenya sostuvo que el mandamiento tena aplicabilidad en un territorio
descrito como pas extranjero dentro del cual [la Corona] tena poder y jurisdiccin
en virtud de un tratado, concesin, uso, aquiescencia y otros medios legales. (Ex
parte Mwenya, 1 Q. B., en 265) (se omitieron comillas internas). Vase tambin King
v. The Earl of Crewe ex parte Sekgome, [1910] 2 K. B. 576, 606 (C. A.) (Williams,
L. J.) (donde se concluy que el mandamiento tendra aplicabilidad en dicho terri-
torio); id., en 618 (Farwell, L. J.) (lo mismo). Tal como lo explic el Lord Justice
Sellers:
Lord Mansfield otorg al mandamiento el ms amplio alcance de aplicacin que en
las circunstancias de aquel momento poda concebirse []. La sujecin es com-
pletamente adecuada a los poderes ejercidos o ejercitables por este pas al margen
de su soberana o dominio territorial, y abarca, en lneas generales, el poder de la Co-
rona en el lugar en cuestin. (1 Q. B., en 310).
El juez Scalia cita I n re Ning Yi-Ching, 56 T. L. R. 3 (Vacation Ct. 1939), para la
amplia propuesta de que el hbeas corpus definitivamente no ha estado al alcance de
los extranjeros detenidos fuera del territorio soberano. ( Post, en 18). Ex parte
Mwenya, sin embargo, pone muy en duda esta limitada visin del alcance territorial
del mandamiento. Vase Ex parte Mwenya, 1 Q. B., en 295 (Lord Evershed, M. R.)
(donde se observa que In re Ning Yi-Ching se bas en la opinin del Lord Justice
Kennedy en Ex parte Sekgome en cuanto al alcance territorial del mandamiento, a pesar
de las opiniones de dos miembros de la corte, quienes adoptaron una visin distin-
ta sobre esta cuestin). Y In re Ning Yi-Ching, se dej bien en claro que el recur-
so de hbeas corpus no estaba limitado a los sbditos britnicos sino que se exten-
dera a cualquier persona [] detenida dentro del alcance del mandamiento. 56
T. L. R., en 5 (donde se cita Ex parte Sekgome, 2 K. B., en 620 (Kennedy, L. J.)).
Adems, el resultado en ese caso puede explicarse por el peculiar carcter del con-
trol britnico sobre el rea donde los demandantes, cuatro ciudadanos chinos acu-
sados de diversos delitos penales, se encontraban detenidos en espera de su trans-
ferencia al tribunal de distrito local. Aunque los tratados que rigen la Concesin
Britnica en Tientsin le confirieron a Gran Bretaa ciertos derechos de administra-
cin y control, no se contaba entre ellos el derecho a administrar justicia a los
386 ciudadanos chinos. 56 T. L. R., en 4-6.
Sentencia del Tribunal Supremo de los EE.UU.
V
Adems de invocar la jurisdiccin del tribunal federal en el marco de
2241, la denuncia de los demandantes encabezados por Al Odah invoc la
jurisdiccin del tribunal en el marco de 28 U.S.C. 1331, la ley sobre la
15. Los alegatos de los demandantes que, aunque no tomaron parte ni en combate ni
en actos de terrorismo alguno contra de los Estados Unidos, estuvieron detenidos
por el Ejecutivo durante ms de dos aos en territorio sujeto a la jurisdiccin y con-
trol exclusivo y de largo plazo de los Estados Unidos, sin acceso a un bogado y sin
haber sido acusados de ningn acto ilcito describen sin lugar a dudas la deten-
cin en violacin de la Constitucin o las leyes o tratados de los Estados Unidos.
28 U.S.C. 2241(c)(3). Cf. United States v. Verdugo-Urquidez, 494 U.S. 259, 277-
278 (1990) (Juez Kennedy, opinin concurrente), y los casos all citados. 387
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
los extranjeros detenidos bajo custodia militar fuera de los Estados Unidos
del privilegio del litigio en los tribunales de los Estados Unidos. (321
F.3d, en 1139). Tradicionalmente, los tribunales de los Estados Unidos han
estado abiertos a los extranjeros no residentes. (Cf. Disconto Gesellschaft v.
Umbreit, 208 U.S. 570, 578 (1908)) (A los ciudadanos extranjeros, me-
diante la poltica y prctica de los tribunales de este pas, se les permite por lo
general recurrir a los tribunales para la reparacin de agravios y la proteccin
de sus derechos). Y, de hecho, 28 U.S.C. 1350 confiere expresamente el
privilegio de entablar una demanda por un acto ilcito accionable judicial-
mente [] cometido en violacin del derecho internacional o un tratado de
los Estados Unidos sobre extranjeros nicamente. El hecho de que los de-
mandantes en estos casos se encuentren detenidos bajo custodia militar es
irrelevante a la cuestin de la jurisdiccin del tribunal federal sobre sus recla-
Jurisprudencia Constitucional Comparada
VI
Qu procedimientos adicionales seran necesarios, de ser el caso, des-
pus de que los demandados formulen su contestacin al fondo de las
reclamaciones de los demandantes son cuestiones que no necesitamos abor-
dar en este momento. Lo que actualmente est en juego es nicamente si los
tribunales federales tienen jurisdiccin para determinar la legalidad de la de-
tencin potencialmente indefinida por parte del Ejecutivo de las personas que
afirman ser absolutamente inocentes de actos ilcitos. Enunciando en afirma-
tivo la respuesta a la pregunta, revocamos la sentencia de la Corte de
Apelaciones y devolvemos las actuaciones al tribunal federal para que consi-
dere en primera instancia el fondo de las reclamaciones de los demandantes.
As se ordena.
388
Sentencia del Tribunal Supremo de los EE.UU.
Documentos Constitucionales
389
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
Documentos Constitucionales
390
Discurso del profesor GUSTAVO ZAGREBELSKY
22 abril 2006
Documentos Constitucionales
po (E. FERRER MAC-GREGOR, Nota Introductoria a A.A. V.V. Interpretacin
constitucional, Editorial Porra-Univ. Nacional Autnoma de Mxico, Mxi-
co 2005, p. XX). No son stas, palabras de circunstancia. Al contrario: nos
sitan de frente a un pensamiento general sobre el cual vale la pena reflexio-
nar. Los jueces constitucionales de todos los Pases pueden ser asociados en
un homenaje colectivo slo en cuanto ellos formen efectivamente un milieu
homogneo, independiente de las nacionalidades. Los tantos y tan autoriza-
dos representantes de la Corte Constitucional italiana en su Quincuagsimo
ao de vida, confirman elocuentemente la existencia de esta comunin.
Habindoseme concedido el privilegio de disponer durante algunos
minutos de su atencin, es sobre este aspecto del ser jueces constitucionales
en el que pretendo detenerme; ms que para resumir un pasado, para re-
flexionar sobre el futuro.
***
(Mirar ms all) Este ideal crculo judicial constitucional es un hecho.
Sera imposible enumerar las relaciones que se han venido a consolidar y
frecuentemente a institucionalizar, en asociaciones, conferencias e intercam-
Pero justo por ello resaltan las convergencias prcticas que se encuentran en
el juzgar en materia de derecho constitucional.
En los ltimos tiempos, sin embargo, este intercambio de experiencias
ha sido enfocado como un problema de derecho constitucional general, en
forma de controversia sobre la utilizacin y la citacin por parte de las Cortes
de materiales normativos y jurisprudenciales externos. Los dos polos de la
discusin pueden representarse as: de un lado, est el art. 39 (del Bill of
Rights) de la Constitucin de la Repblica de Sudfrica de 1996, segn el
cual, al interpretar el catlogo de los derechos las Cortes deben tomar en
consideracin del Derecho internacional y pueden tomar en consideracin el
derecho extranjero; en el extremo opuesto, est la radical contestacin a
esta prctica, que tiene la impronta de la defensa de los caracteres originales
de la Constitucin, contra los incroci bastardi con experiencias no vernculas
y contra el oscurecimiento del derecho constitucional en un genrico
constitucionalismo sin fronteras y sin carcter. Ha suscitado indignacin la
referencia en un voto particular de un juez de la Corte Suprema de los Estados
Unidos (del juez Breyer, en Knight v. Florida [1999], al Privy Council, al
Tribunal Europeo de Derechos Humanos y, adems, a una decisin de la
Corte Suprema de Zimbabwe que, tras haber consultado a su vez otras
decisiones extranjeras, haba establecido que la ejecucin de una sentencia de
pena de muerte mucho tiempo despus de la condena debe considerarse una
392
Discurso del profesor GUSTAVO ZAGREBELSKY
Documentos Constitucionales
Lo que est en juego tras la confrontacin tiene gran trascendencia.
Ms all de la cuestin, tambin importante, de los medio de la interpreta-
cin constitucional, se advierte que sta concierne directamente a la legitimidad
de la participacin de las jurisdicciones constitucionales nacionales en la cons-
truccin de prospectivas jurdicas de orientacin comn, tendencialmente
universales.
El terreno sobre el cual se plantea ms naturalmente la discusin es el de
los derechos fundamentales; mejor an, sobre los aspectos fundamentales de
los derechos fundamentales: la pena de muerte, la edad y el estado psquico de
los condenados, las modalidades incluso temporales de las ejecuciones; los
derechos de los homosexuales; las acciones positivas en favor de la participa-
cin poltica de las mujeres o contra histricas discriminaciones raciales, por
ejemplo en el acceso al trabajo y a la educacin; la limitacin de los derechos
por motivos de seguridad nacional; la reglamentacin del aborto y en general,
los problemas ligados a las aplicaciones, tcnicas de las ciencias biolgicas so-
bre numerosos aspectos de la existencia humana; la libertad de conciencia con
respecto a las religiones dominantes y a las polticas pblicas a propsito de
escuelas y confesiones religiosas; los derechos de los individuos dentro de las
relaciones familiares y similares. Es a partir de problemas como stos que la
discusin se ha iniciado y es precisamente a este nivel que la comparacin de
las experiencias jurisprudenciales viene auspiciada u obstaculizada. 393
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
***
(Pros y contras) Los crticos de la tendencia a una giustizia consti-
tuzionale cosmopolitica una meretricius practice, segn la expresin de
Richard A. POSNER (The Supreme Court, 2004 Term - A Political Court,
en Harvard Law Review, Vol. 119, 2005 p.99 la sobrecargan de ideologa,
cuando evocan un flirt con la idea de un derecho natural universal o con la
idea de una omnipresente ley moral y hablan de avanguardismo morale.
Documentos Constitucionales
Segn la doctrina del derecho natural que razona as- existen principios de
derecho que deben informar los derechos positivos; siendo universales, se les
debe encontrar tanto en el propio como en los otros ordenamientos. El
consenso, de este modo, sera un certificado de legitimidad y fundamento de
las singulares decisiones. El avanguardismo morale, pues, se nutrira de la
idea de progreso jurdico, que, a partir de las divisiones, tendera a la unifica-
cin de las sociedades en nombre de los derechos humanos.
En realidad, no hay ninguna necesidad de llegar tan lejos. Esta exagera-
cin ideolgica parece ms bien hecha a propsito para suscitar oposiciones.
Basta tener una actitud de modestia frente a las otras experiencias, con res-
pecto a nuestros mismos problemas. Basta no creer que estamos solos en
nuestro camino y no presumir, como en cambio hacen los chovinistas de la
Constitucin, por ejemplo en materia de dignidad e igualdad de todo ser
humano y de los derechos fundamentales, aspiran a la universalidad y que su
interpretacin, ya a primera vista, no es la interpretacin de un contrato o de
un acto administrativo y, ni mucho menos, de una ley, destilada a partir de
las voluntades polticas contingentes. La interpretacin constitucional es un
acto de adhesin o de ruptura con respecto a tradiciones histrico-culturales
vastas, de las que las concretas Constituciones son parte. Entonces, la rele-
vancia para las jurisprudencias nacionales de la jurisprudencia extranjera o
supranacional no presupone absolutamente la existencia de una preponde-
394 rante dimensin de derecho supraconstitucional. Estamos hablando no de un
Discurso del profesor GUSTAVO ZAGREBELSKY
Documentos Constitucionales
Mas volvamos a pensar en la imagen del espejo. Ella nos habla de
refracciones en un espacio en el que cada uno puede mirarse a s mismo a
travs del otro. Nos dice que la comunicabilidad de las jurisprudencias coin-
cide con la participacin en una relacin paritaria y excluye perjudiciales
complejos constitucionales de superioridad (hoy, de los Estados Unidos de
Amrica con respecto a Zimbabwe; maana quien puede saberlo de Zim-
babwe con respecto a los Estados Unidos de Amrica).
La incomunicabilidad, al contrario, equivale a la ruptura del crculo
ideal de intrpretes constitucionales del que habamos partido. Las Cortes de
justicia constitucional tienen, por decirlo as, races que se hunden en las
condiciones poltico-constitucionales nacionales, pero tienen tambin sus miras
dirigidas hacia principios de alcance universal. Encerrarse en s mismos signi-
fica slo una cosa: predisponerse a polticas constitucionales y de los derechos
humanos funcionales a los exclusivos intereses nacionales.
***
(Jurisprudencia creativa?) La impermeabilidad de las jurisprudencias
es defendida incluso con argumentos que ataen a la legitimidad de la justicia
constitucional, la separacin de poderes y la naturaleza de la interpretacin
de la Constitucin.
395
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
***
(Constitucin viviente) La Constitucin viviente es la experiencia cotidia-
na de las Cortes. En la prctica, se sostienen posiciones originalistas (por ejemplo,
con la llamada a los trabajos preparatorios), pero esto es slo una retrica
argumentativa, entre otras cosas, para sostener esta o aquella interpretacin de
la Constitucin, conforme a la expectativa no del mundo que fue, sino del
mundo de hoy, segn la visin del intrprete. Aqu no interesa el tinte poltico-
judicial. Por regla general, la constitucin viviente gusta ms a quien trabaja a
favor de la extensin de los derechos y menos a quien opera en direccin
contraria, y lo contrario vale para la constitucin originaria. Pero stas son
afirmaciones relativas. Los tiempos pueden cambiar y la re-interpretacin puede
ser invocada para limitar derechos y viceversa, el significado originario puede
ser til a quien resiste a la tentacin de limitar (pinsese en la actitud de las
Cortes en relacin con las legislaciones contra el terrorismo). En fin, la direccin
Documentos Constitucionales
no estn en absoluto asegurada (A.DERSHOWITZ, Rights from Wrongs, Torino,
Codice ed.m 2005, pp. XIX y 221 ss.). No es sta, pues, una cuestin de
poltica judicial y, mucho menos de derecho o de izquierda. Es un tema de
teora de la interpretacin y de la Constitucin.
En Europa, la idea del significado originario suena como una inge-
nuidad, desde cuando Justiniano, sin xito, intent proteger su Cdigo de
jueces y juristas. Y es paradjico que la interpretacin petrificada haya sido
restituida con honor justo en un Pas de common law; donde a los derechos
se atribuye un fundamento natural autnomo, como son los Estados Unidos
(M. ROSENFELD, Constitutional Adjudication in Europe and the Unites States:
Paradoxes and Contrasts, en I.CON, 2004, pp. 656 y ss.). Cmo puede la
ciencia constitucional, ciencia normativa de la sociedad, reducirse a una his-
toriografa de las intenciones o a una filologa histrica de los textos
constitucionales?
Ante todo, hay, y siempre hay, una y slo una intencin? (si ya fueran
dos, el andamio caera). Y, si existiera, cmo se la podra reconstruir? Las
palabras que usamos, o que nuestros predecesores han usado, poseen un
significado y uno solo? La idea de regresar en el tiempo para establecer
significados ciertos, a partir de las intenciones de los hombres y de sus pala-
bras, no hara ms que transferir al pasado nuestras dudas y nuestras actuales
discrepancias, atribuyndolas no a nosotros sino a nuestros predecesores. No
favorecera en absoluto la estabilidad y la certeza del derecho. 397
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
constituionnaire, Paris, 1795). La ley que marca la vida buena de las consti-
tuciones es el desarrollo en la continuidad. El instrumento normal es la
jurisprudencia; la enmienda es un instrumento excepcional.
El objetivo de jurisprudencia y el de la enmienda concurren. Las lneas
de respeto mutuo son elsticas, como consecuencia de la discrecionalidad
que, en distinta medida, mueven a la una y al otro. Por tanto, la interpreta-
cin puede prevaricar sobre la enmienda, sobretodo donde los procedimientos,
con los que el legislador podra contener la expansin de la discrecionalidad
judicial, son particularmente gravosos. El riesgo que corren las Cortes es el
de convertirse en una fuente de derecho incontrolada y de ser as rechazadas
por la comunidad en la que operan (M. R OSENFELD, Constitutional
Adjudication, cit.m pp. 652 y ss.).
***
(Justicia constitucional y democracia) Volvemos una vez ms, tanto por
cambiar, con un tema de justicia y poltica; y puesto que los poderes polticos,
hoy, llaman de nuevo a la democracia, podemos decir que estamos ante un
tema de justicia constitucional y democracia; un tema de intensidad variable,
segn sean los diferentes contextos histricos y jurdicos, que los jueces
Documentos Constitucionales
constitucionales advierten cotidianamente, en su trabajo, como cruciales para
el equilibrio de poderes. Ellos saben bien que la acusacin de actuar como
legisladores, es decir polticamente, en vez de como jueces, es la ms grave
que se puede dirigir en su contra. Mucho ha sido dicho sobre esto pero
siempre se vuelve al punto de partida.
Se ha pensado que la clave de una explicacin puede encontrarse en la
distincin entre razn-pasin. Las Cortes seran mejor: deberan ser- aris-
tocracias del saber, llamadas a contener la tendencia de la democracia a
degenerar en demagogia y a fijar un punto firme para el desarrollo racional
de la sociedad actual, una isla de la razn en el caos de las opiniones (F.
MODUGNO, L invalidit della legge, vol. I, Milano, Giuffr, 1970, p.XI; y
tambin H. M. HART, Jr., The Supreme Court, 1958 Term Foreword: The
Time Chart of the Justices, en Harvard Law Review, vol. 73, 1959 1960,
pp.84 y ss.). Se ha dicho incluso que las Cortes seran baluartes morales,
una especie de Moiss seculares, cuya vocacin es sacar al pueblo del de-
sierto y conducirlo a la tierra prometida de la vida constitucional (A. M.
BICKEL, The Supreme Court, 1960 TermForeword: The Passive Virtues,
en Harvard Law Review, vol.75,1961-1962, pp. 41 y ss.). Escuchando
afirmaciones como stas, los jueces constitucionales se quedan perplejos,
intuyendo quizs un cierto sarcasmo. Ellos saben bien cuanta pasin, no
inferior a la de una deliberacin parlamentaria, hay en sus discusiones y no
son tan ingenuos como para despreciar cuanto de racionalidad y de morali- 399
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
***
(Una funcin republicana) La Constitucin italiana define Italia como
una repblica democrtica. Muchos Pases entre los aqu representados tie-
nen Constituciones que contienen la misma expresin. La justicia constitucional
es una funcin de la repblica, no de la democracia. Las Cortes pueden
parecer huspedes ingratos en la casa de otros, la democracia; son los due-
os de la casa en la casa propia, la repblica. Pero la casa es una sola: la
repblica democrtica.
Segn la concepcin sette-ottocentesca, la repblica indica una forma
de gobierno opuesta a la monarqua. Segn la concepcin originaria, en
cambio, tiene un significado ms profundo y comprensivo. Refirmonos a la
400 definicin clsica. En la Sommum Scipionis (M. T. CICERONE, De Repubbli-
Discurso del profesor GUSTAVO ZAGREBELSKY
Documentos Constitucionales
con la idea de politia, expresin que, como la primera, no se presta a una
traduccin precisa en una sola palabra, comprensiva de todos sus significa-
dos. En lo aqu interesa, equivale a constitucin segn la definicin que,
muchos siglos despus, fue dada por el juez Robert Jackson de la Corte
Suprema americana, en el famoso caso del compulsory flag salute (West
Virginia Board of Education v. Barnette 1943]: El autntico propsito de
una [constitucin] ... es sustraer ciertas materias a las vicisitudes de las con-
troversias polticas, colocarlas fuera del alcance de mayoras y funcionarios,
sancionarlas como principios legales para ser aplicados por parte de las Cor-
tes. El derecho de cualquiera a la vida, a la libertad, a la propiedad, a la
libertad de palabra, la libertad de prensa, la libertad de culto y de reunin y
los otros derechos fundamentales no pueden ser sometidos al voto; no de-
penden del resultado de ninguna votacin.
Fijado el principio de que la justicia constitucional es una funcin de la
repblica, debera abrirse el camino a una neta distincin con respecto a la
legislacin, funcin de la democracia. La legislacin es funcin de aquello
sobre lo que se vota, mientas que la justicia constitucional es funcin de
aquello sobre lo que no se vota, porque es res publica.
Sin embargo se dir: tambin sobre la Constitucin se vota. Ms an:
son precisamente los jueces constitucionales quienes, para defender aquello
sobre lo que no se vota, deciden votando. Hay en eso una paradoja, es ms, 401
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
***
(Tierra y territorio: res publica universalis?) La fundacin republicana
de la justicia constitucional nos conduce de nuevo al punto de partida: la
mutua relevancia de las jurisprudencias constitucionales.
El mundo jurdico actual, en muchos campos, va desligndose vistosa-
mente del territorio, es espacio circundado por fronteras al que el derecho
pblico occidental ha asignado durante siglos la tarea de individualizar las
colectividades humanas, sus gobiernos y sus sistemas jurdicos. Este elemen-
to constitutivo del Estado ha representado durante siglos la dimensin en la
que los hechos sociales asuman sentido y valor y, por consiguiente, la di-
mensin de sus repercusiones jurdicas y constitucionales. Lo que ocurra
fuera o era indiferente o, si no lo era, intervena el derecho internacional.
Este superaba los confines pero, siendo siempre su matriz estatal-territorial,
402 al superarlos, confirmaba el valor del presupuesto. La res publica se situaba
Discurso del profesor GUSTAVO ZAGREBELSKY
Documentos Constitucionales
deliberativos comunicantes. La interaccin llevar necesariamente, antes o
despus, a una cierta convergencia de resultados.
La apertura de las jurisprudencias a recprocos entrelazamientos no es,
pues, una moda pretendida por profesores, o arbitrio con respecto a las
respectivas constituciones nacionales. Es una exigencia que radica en la voca-
cin actual de la justicia constitucional. Es parte del proceso multiforme de
universalizacin del derecho, un fenmeno caracterstico de nuestro tiem-
po jurdico (S. CASSESE, Universalit del diritto, Un. Suor Orsola Benincasa,
Editoriale Scientifica, Napoli, 2005). La pequea pregunta inicial, si es lcito
para las cortes citar jurisprudencias ajenas, muestra as sus no pocas implica-
ciones.
Nosotros no podemos esconder las dificultades. Todas la s veces en que
se desencuentran contraposiciones radicales y las cuestiones constitucionales
se transforman en conflictos de civilizacin o Kulturkampf (M. ROSENFELD,
Constitutional Adjudication, cit,, p. 664, comentando el voto de A. Scalia en
Romer v. Evans [1996] la justicia constitucional, en vez de abrir su horizonte,
se contrae sobre s misma. El caso de los smbolos religiosos, antes citado, es
tan slo un ejemplo.
Se ha advertido, frente a esta dicotoma, la propensin de las Cortes a
una tercera opcin, para no decantarse por una de las dos posiciones en
liza. No se trata del oportunista intento de caminar sobre el filo de la navaja
para no disgustar a ninguno; es en cambio la va, no exenta de justificacin, 403
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
para mantener abiertos los canales de comunicacin entre las partes, limar
las asperezas y preservar abierto y frtil el terreno de la comparacin, aquello
que, al fin y al cabo, representa la tarea integrativa esencial de toda constitu-
cin pluralista. Pero en contextos de grandes tensiones polticas y culturales,
que no dejan posibilidad que alinearse con una y otra parte, dado el poder de
las Cortes de certificar legitimidad e ilegitimidad en ltima instancia, sta
corre el peligro de convertirse en el factor determinante de otras tensiones y
de ulteriores divisiones. Por tanto, el dualismo radical de las posiciones, que
en ciertos momentos parece amenazarnos, es enemigo de la Constitucin y
de la justicia constitucional; amigo es el pluralismo de los equilibrios dinmi-
cos, que se nutre de moderacin, reconocimiento, respeto y dilogo recproco:
garantizarlos constituye la misin ms profunda de los Tribunales Constitu-
cionales de cualquier parte del mundo. Este es el espritu de la justicia
constitucional y de sus jueces. Y sta es tambin la razn por la cual no es
vaca retrica considerarlos miembros de aquella ideal sociedad republicana a
la que alude la dedicatoria que he recordado, al iniciar estas consideraciones.
Documentos Constitucionales
404
Discurso del profesor GUSTAVO ZAGREBELSKY
Revista de Revistas
Documentos Constitucionales
A. Amrica
Cuestiones Constitucionales
Boletn Mexicano de Derecho Comparado
B. Europa
Teora y Realidad
Revista Espaola de Derecho Constitucional
405
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de jurisprudencia y doctrina
Revista de Revistas
406
Revista de Revistas
A. AMRICA
CUESTIONES CONSTITUCIONALES
N. 14, enero-junio, 2006
CONTENIDO
ARTCULOS DOCTRINALES
La dignidad de la persona en la Constitucin espaola: naturaleza jur-
dica y funciones
Os direitos fundamentais em Macau no quadro da transio: algumas
consideraes
Dignidad humana como categora normativa en Polonia
Separacin de poderes y garantas individuales: la Suprema Corte y los
derechos de los contribuyentes
La reforma poltica que espera Argentina
Valoracin de la reforma constitucional de 1994 en su dcimo aniversario
El constitucionalismo de Norberto Bobbio: un puente entre el poder y el
derecho
COMENTARIOS JURISPRUDENCIALES
Genocidio
a) Comentarios sobre la sentancia de la Suprema Corte de Justicia de la
Nacin en el caso de los halcones Revista de Revistas
b) Genocidio, imprescriptibilidad y retroactividad (comentario a la sen-
tencia del recurso de apelacin 1/2004-PS)
c) El caso Echeverra: prohibicin de genocidio versus irretroactividad
de la ley?
Sobre las respuestas (in)correctas en el derecho: a propsito del des-
afuero de Andrs Manuel Lpez Obrador
COMENTARIOS LEGISLATIVOS
El ministerio pblico chiapaneco como rgano constitucional autnomo
Primer cdigo procesal constitucional de alcance nacional en Latinoam-
rica: comentarios a la Ley 28237
407
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de Jurisprudencia y Doctrina
Ao I , N. 2, agosto - diciembre, Lima, 2005
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de jurisprudencia y doctrina
RESEAS BIBLIOGRFICAS
BOIX PALOP, Andrs, Las convalidaciones legislativas
FERRER MAC-GREGOR, Eduardo, Interpretacin constitucional
JELLINEK, Georg, Consideraciones sobre la Teora general del Estado
VALERO HEREDIA, Ana, Constitucin, libertad religiosa y minora de edad
BIBLIOGRAFA
CABALLERO OCHOA, Jos Luis, La igualdad en ciernes. La prohibicin de
discriminar en cartas fundamentales europeas
INFORMACIN
Criminalidad y globalizacin
408
Revista de Revistas
B. EUROPA
TEORA Y REALIDAD
Ao: 2006, N. 17
ENCUESTA
Sobre el Senado y su hipottica reforma. Encuestados: Eliseo Aja Fernndez,
Oscar Alzaga Villaamil, Javier Garca Roca, Angel Garrorena Morales, Juan
Jos Solozbal Echavarra
ESTUDIOS
Los votos en el Bundesrat / Hans MEYER
De un Senado a otro / Ramn PUNSET BLANCO
La reforma constitucional del Senado / Joaqun V. VARELA SUANZES
Las primeras teoras sobre el Senado en Espaa / Ignacio FERNNDEZ SARA-
SOLA
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
El Senado en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Mara Isabel
MARTN DEL LLANO, Mara SALVADOR MARTNEZ
RECENSIONES
Francisco J. GUTIRREZ RODRGUEZ, El debate sobre la reforma del Senado,
Secretara General del Senado, Madrid, 2004 /
Enrique GUILLN LPEZ El debate sobre la reforma del senado / Francisco
J. Gutirrez Rodrguez
Vicente A. SANJURJO, Senado y modelo territorial, Temas del Senado 2004 /
Abraham BARRERO ORTEGA Senado y modelo territorial : segundas Cmaras
y estructura del Estado en los procesos constituyentes espaol e italiano /
Vicente A. Sanjurjo Rivo
ESTUDIOS
Luis Mara DEZ-PICAZO: Lmites internacionales al poder constituyente.
Tomasso EDOARDO FROSINI: El Estado de Derecho se ha detenido en Guan-
tnamo.
Revista de Revistas
NOTAS
Francisco BALAGUER CALLEJN: Crnica poltica y legislativa de 2005.
Manuel ARAGN REYES: Relaciones Tribunal Constitucional-Tribunal Supremo.
Jos AMRIGO ALONSO y Jos Joaquin JEREZ CALDERN: El procedimiento de
revisin constitucional en dos legislaturas: Un anlisis comparado e his-
trico.
410
Revista de Revistas
JURISPRUDENCIA
Actividad de Tribunal Constitucional: Relacin de sentencias dictadas duran-
te el tercer cuatrimestre de 2005. (Departamento de Derecho Constitu-
cional de la Universidad Carlos III de Madrid)
Doctrina del Tribunal Constitucional tercer cuatrimestre 2005
ESTUDIOS CRTICOS
Hidemberg ALVES DA FROTA: Reflexoes sobre o princpio tridimensional da
proporcionalidade.
Alejandra BOTO LVAREZ: Sobre El principio non bis in idem y la importancia
de la tcnica legislativa (Al hilo de la STC 188/2005, de 7 de julio).
CRTICA DE LIBROS
Joaquin Varela SUANZES-CARPEGNA: Proyectos constitucionales en Espaa.
Enoch ALBERTI ROVIRA: El reparto de competencias entre el Estado y las
Comunidades Autnomas sobre la actividad econmica.
411
JUSTICIA CONSTITUCIONAL. Revista de jurisprudencia y doctrina
Revista de Revistas
412
Revista de Revistas
Revista de Revistas
413