Los informes de Juan Polo de Ondegardo:

produccin y recepcin crtica1

CARLOS GARCA MIRANDA

Universidad Nacional Mayor de San Marcos
[email protected]

Resumen
El presente estudio realiza una revisin de la produccin y recepcin cr-
tica sobre los informes de Juan Polo de Ondegardo, reconocido cronista
y jurista castellano. El corpus crtico abarca las primeras dcadas del
siglo XVI hasta finales del 2000. El objetivo es presentar una descripcin
de las distintas perspectivas crticas desde las que se ha abordado la vida
de Ondegardo y su produccin intelectual.
Palabras claves: Juan Polo de Ondegardo, Informes, recepcin, crtica.

Abstract
This study reviews the production and critical reception on reports On-
degardo Polo, renowned historian and jurist Castilian. The critical cor-
pus extends from the first decades of the sixteenth century to the end
of 2000. The aim is to describe the different critical perspectives from
which has been addressed Ondegardo life and intellectual production.
Keywords: Juan Polo Ondegardo, Reports, Reception, Critics.

Recibido: 16/2/15 Aceptado: 20/3/15

1 Nota del editor: Agradecemos a Mara Koutentaki por la gentil autorizacin para la publica-
cin pstuma de este artculo.

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CARLOS GARCA MIRANDA

Informes de Juan Polo de Ondegardo

Desde el momento de su redaccin, los informes del licenciado Polo de
Ondegardo (Valladolid ? Charcas, 1575) han ocupado un lugar destacado
en la bibliografa indigenista. En la etapa colonial fueron considerados como
instrucciones, tratados o averiguaciones (Diccionario Autoridades, 2000,
pp. 202, 342, 500), y tomados en cuenta por diferentes cronistas y funciona-
rios eclesisticos y de gobierno- para documentarse sobre las costumbres y
realidad indgena.
Su primer informe conocido, Los errores y supersticiones de los indios,
sacados del tratado de averiguacin que hizo el Licenciado Polo (Ondegardo,
1559), que trata de la religin andina, fue escrito a pedido del arzobispo de
Lima Jernimo de Loaysa, y usado en el II y III concilio provincial de Lima (1567,
1582, respectivamente). Su versin manuscrita se ha perdido. Slo se conserva
el resumen que se public en el Confesionario para curas de indios con la ins-
truccin contra ritos y exhortaciones para ayuda a bien morir (Acosta, 1584).
El Informe al licenciado Briviesca de Muatones sobre la perpetuidad de
las encomiendas del Per (Ondegardo, 1561), redactado de acuerdo a los cues-
tionarios establecidos en la Real Cdula de 1553, y que cumplimentaron otros
cronistas, como el licenciado Hernando de Santilln, fue solicitado por el virrey
Diego Lpez de Ziga y Velasco, conde de Nieva, a travs del comisario Bri-
viesca de Muatones, que form parte del grupo de comisarios enviados por
Felipe II para tratar el tema de la perpetuidad de la encomiendas en las Indias.
En relacin a Ordenanzas de las minas de Guamanga (Ondegardo, 1562),
fue ordenada por el virrey Conde de Nieva, y redactada para una mina propie-
dad del poeta y arbitrista Enrique Garcs (1522-?), descubridor, a la sazn, de
una veta de mercurio. Segn refiere Lohmann Villena (1948):
[] a cuatro leguas de Palca, (Garcs) descubri veneros argentferos en
Tunshulla, registrando varias pertenencias en el cerro que llam Dios-
dado, formalizando sus denuncios en Huamanga, el 24 de Mayo de
1560. De estas minas llev Garcs al Conde de Nieva y a los Comisarios
de la perpetuidad, en va de muestra, ms de 400 marcos de plata, be-
neficiados mediante el procedimiento de patio, importado por l de
Nueva Espaa. Fue esta cantidad la primera de consideracin que en el
Per se obtuvo con el nuevo sistema, que tard todava diez aos en
acondicionarse a la peculiar composicin de los minerales argentferos
peruanos. (p. 453).
Por su parte, la Carta para el Doctor Francisco Fernndez de Libana (Onde-
gardo, 1565) fue dirigida a un funcionario de la corte virreinal, Juan Fernndez

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de Libana, que, segn Lohmann Villena (1965), residi dos aos y medio
en el distrito de Charcas, y que viaj a la Metrpoli en 1565, ao en que a su
vez su colombroo (y pariente?) dejaba el Consejo de Indias, promovido al
de Castilla(p. 789). Informa tambin Lohmann Villena que consta haber sido
objeto de atenta consideracin en el seno de la Junta Magna de 1568 y estar
admitida como una de las bases iniciales de la empresa recopiladora de la le-
gislacin indiana (p. 786).
La Relacin de los fundamentos del notable dao que resulta de no guardar a los
indios sus fueros (Ondegardo, 1571), fue dirigida al virrey Francisco de Toledo,
de quien Polo de Ondegardo fue uno de sus asesores. Aunque su referencia
es anterior a la de Toledo, posiblemente al periodo de gobierno del Conde de
Nieva, el primero lo utiliz como fuente de sus ordenanzas.
Por ltimo, tenemos el Informe sobre la guerra de los indios Chiriguanos (Onde-
gardo, 1574), escrito, segn informa Prez Galn, poco antes de morir (2000,
p. 41) Polo de Ondegardo.
Como vemos, los informes de Ondegardo han participado en los temas ms
importantes de la poca, como el conocimiento de las costumbres indgenas
(Los errores y supersticiones de los indios), el debate sobre la perpetuidad de las
encomiendas (Informe al licenciado Briviesca de Muatones sobre la perpetuidad de
las encomiendas del Per) y sobre la economa y gobierno colonial (Ordenanzas
de las minas de Guamanga, Carta para el Doctor Francisco Fernndez de Libana,
Relacin de los fundamentos del notable dao que resulta de no guardar a los indios
sus fueros). Adems de servir de informes y asesora a los virreyes Hurtado de
Mendoza, Marques de Caete, Diego Lpez de Ziga y Velasco, Conde de
Nieva, y Francisco de Toledo, Conde de Oropesa, y, tambin, a autoridades
eclesisticas como el arzobispo Jernimo de Loaysa y el obispo de Charcas fray
Domingo de Santo Toms.
Aparte de la recepcin en las esferas del poder colonial de sus informes,
tambin fueron asumidos como fuente primaria por diversos cronistas, la ma-
yora de las veces sin consignar su nombre. En general, se suele considerar, tal
como afirma Gonzlez Pujana (1993), la gran autoridad de Ondegardo respec-
to al tema de la religin incaica [donde] influy directa o indirectamente en
casi todos los autores posteriores (p. 75). Ella consigna como sus deudores a
Agustn de Zrate, Hernando de Santilln, Jos Acosta, Antonio de Calancha,
Fray Buenaventura Salinas y Crdoba, Bernab Cobo y Martn de Mura. Otros
investigadores, como Pallares Gonzlez (1981), agregan a la lista Cristbal de
Molina (el cuzqueo), el Inca Garcilaso de la Vega, Francisco de vila, Pablo
Joseph de Arriaga y Herrera.

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Al respecto, Estvez Barba (1968) plantea que el cronista, to materno de

Polo, Agustn de Zrate incluye en su crnica Historia y descubrimiento del
Per (1555) unos captulos dedicados a tradiciones, creencias y supersticiones
de los indios peruanos (libro I: cap. X a XIII). El cercano parentesco de Zrate
con Polo de Ondegardo afirma Estvez- hace pensar que tambin estuviera
presente la influencia de su sobrino en estas interesantes pginas (p. XXXVI).
Tambin plantea Estvez Barba que lo mismo hace Hernando de Santilln en
su Relacin del origen, descendencia, poltica y gobierno de los incas (1563),
cuyo escrito, mucho ms ameno y atractivo, tal vez aprovecho la rida seque-
dad de las investigaciones de Ondegardo (p. XXXVII). De otro lado, en Las
costumbres antiguas del Per y la historia de los Incas (1950), atribuido a Blas
Valera, se afirma que en lo que dice Polo que hubo ingas que quisieron ser
adorados como dioses, y que lo mandaron as mandar, es cosa clara (p. 160),
adems de otras referencias donde contradice la informacin de Polo de que
los incas hacan sacrificios humanos (necropompa), e incluso, llega a negarle
autoridad en sus informaciones, ya que, segn Valera, no conoca la lengua
indgena. Por su parte, Jos de Acosta (1590) reconoce a Polo de Ondegardo
como una de sus fuentes principales en los temas relativos al Per, afirmando
que es a Ondegardo a quien communmente figo en las ofas de el Piru (p.
396). Incluso, podemos sealar como caso evidente de plagio algunos captu-
los del libro III (LVI, LIX, LX y LXI) de la crnica de fray Martn de Mura (1590),
similares a los captulos X, XI, XII y V del Tratado y averiguacin de Ondegardo
(1559). Estas conexiones textuales demuestran la importancia de Ondegardo
en temas religiosos indgenas, siendo sus escritos seguidos o plagiados- por
los cronistas ms importantes del periodo, constituyendo una fuente de primer
orden tanto en la poca, como en la actualidad (Pallares, 1981: pp. 123-138).

I. Recepcin crtica.
Desde las primeras dcadas del siglo XX han aparecido trabajos acerca de
las relaciones escritas por el jurista castellano Polo de Ondegardo, constituyen-
do en la actualidad un corpus crtico pasible de ser agrupado en cuatro lneas
interpretativas: historiogrfica, hermenutica, intertextual y ecdtica.

II.1 Crtica historiogrfica

En la lnea historiogrfica un primer punto de inters fue la indagacin bio-
grfica de Ondegardo. Los aportes ms importantes se los debemos a Carlos
Romero (1916), Ral Porras Barrenechea (1986), Francisco Esteve Barba (1968),

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Laura Gonzlez Pujana (1993) y Teodoro Hampe Martnez (1998). En conjunto,

han logrado elaborar el rbol genealgico de Ondegardo, partiendo de su tata-
rabuelo paterno, el escribano Diego Lpez de Len, muerto en 1481 (Hampe,
p. 229). Asimismo, a travs de fuentes documentales de carcter privado car-
tas- y jurdicas pareceres, testamento, informes-, se han conseguido estable-
cer las fechas, lugares y la actuacin de Ondegardo en las distintas etapas de su
vida. Un rasgo comn en estos investigadores es la preocupacin por fijar sus
relaciones de parentesco y de poder, postulndolo como un personaje central
en el escenario poltico, intelectual y econmico de la poca. Sin embargo, pre-
cisamente estas preocupaciones, y la voluntad de construir una imagen positi-
va de nuestro autor, limitan su horizonte crtico, dejando de lado un abanico de
temas que otros investigadores han tomado como objeto de estudio. Es el caso
de Fermn del Pino, quien indaga sobre las relaciones del pensamiento cultural
de Ondegardo y su temprana experiencia en Granada, donde su padre, Diego
Lpez de Len Ondegardo, se desempe como receptor de la Inquisicin. Su
tesis se fundamenta en que existe una conexin entre la poltica de tolerancia
cultural desarrollada por la administracin cristiana granadina, en el rgimen
de Iigo Lpez de Mendoza, primer conde de Tendilla y primer marqus de
Mondjar1, con el discurso jurdico y poltico que Ondegardo desarroll en su
relacin con los indgenas peruanos. Frases como no innovar y respetar los
fueros indgenas que encontramos en las relaciones de nuestro autor, cons-
tituyen, segn Del Pino, una expresin de esta ideologa tolerante. Esta lnea
de interpretacin resulta interesante en la medida en que abre nuevas vetas de
exploracin, orientadas a conectar la obra ondegariana con la experiencia del
autor y las mentalidades de su poca. Desde esta perspectiva crtica, es posible
postular tambin su conexin con la Escuela de Salamanca. De hecho, Sosa
Miatello (2000) plantea, aunque sin profundizar, que pese al divorcio entre sus
escritos y sus prcticas empresariales, podra sugerirse cierta analoga entre el
respeto por las costumbres indgenas propiciado por Francisco de Vitoria y el
no innovar el orden andino propiciado por Polo (Sosa Miatello, p. 123).
Otra investigacin interesante en esta lnea es la desarrollada por Renzo
Honores (2003), orientada a profundizar en la actuacin de Ondegardo en al-
gunos eventos poco tratados por la historiografa, pero que pueden aportar
al diseo de una imagen ms compleja de nuestro autor. Honores investiga el

1 igo Lpez de Mendoza y Quiones (1440-Granada, 20 de mayo de 1515), primer marqus

de Mondjar y segundo conde de Tendilla, conocido como El Gran Tendilla, de la Casa Mendo-
za, era hijo de igo Lpez de Mendoza y Figueroa primer conde de Tendilla y nieto del poeta
y poderoso seor igo Lpez de Mendoza, el Marqus de Santillana. Se educ en la casa de su
abuelo, pero recibi su aprendizaje poltico y militar en casa de su padre y de su to el cardenal
Mendoza.

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papel desempeado por Ondegardo en el debate sobre los litigios indgenas

ante la Audiencia de Lima, donde stos eran defendidos por juristas privados.
La posicin de Ondegardo (1561) es clara al respecto, manteniendo una actitud
crtica contra el pleitismo indgena: Y tratando yo afirma Ondegardo- prin-
cipalmente de todo y procurando hacer estas averiguaciones as, para quitar
a los naturales de pleitos: que cierto sta es cosa de lstima verlos enseados
a nuestras trampas, hechos pleitistas por las audiencias (f. 1). El argumento
de nuestro autor es que los indgenas se dejan engaar por los licenciados,
pleitistas por naturaleza, segn los estereotipos de la poca, hacindoles pagar
grandes sumas en causas inventadas con el nico objetivo de vivir del dinero
de los curacas y otros indios principales, sus empleadores. Ondegardo defen-
di esta posicin en el informe y el dictamen que le fue solicitado por los
comisarios de la perpetuidad, aconsejando lo mismo a los diferentes virreyes a
los que asesor. Sobre todo, como miembro del crculo toledano, sus ideas
se concretaron en las ordenanzas del virrey Francisco de Toledo, que estable-
ci entre 1572 y 1575 un conjunto de reformas, como el nombramiento del
Defensor General de los Indios, que tuvieron como objetivo liquidar la red de
asesores privados de la elite andina, y, de esa manera, disminuir drsticamente
el nmero de litigios indgenas. Esta propuesta se complementa con otra del
mismo Honores (2004), donde relaciona la posicin de Ondegardo contra los
abogados pleitistas en una causa seguida por otros juristas, interesados en
cambiar la imagen negativa que haban heredado de la tradicin jurdica me-
dieval, caracterizada desde el siglo XIII- por formar abogados diestros en un
Derecho tcnico de inspiracin romana, el ius commune, que buscaba acabar
con las ambigedades y supuestas contradicciones del Derecho consuetudina-
rio local (pp. 5-6). Popularmente, estos abogados eran caracterizados como
un grupo social que utilizaba un metalenguaje, inalcanzable para los dems
grupos, y que contradeca las normas tradicionales de justicia. La literatura
de la poca sola presentarlos negativamente, considerndolos, como deca
Francisco de Quevedo, sabandijas infernales que vivan a expensas de sus pa-
trocinados, engandolos con litigios inverosmiles o interminables. En ese
sentido, Ondegardo pertenecera a una clase social de abogados progresistas
que buscaban armonizar los procedimientos de la teora del Derecho tcnico
medieval con la realidad del Nuevo Mundo.
En una lnea crtica similar, pero en el marco de la economa, se encuen-
tra la investigacin de Ana Mara Presta (2000), quien, en el contexto de un
estudio sobre los encomenderos en la regin de La Plata, analiza la condicin
de encomendero y cabeza de familia de Ondegardo. Sobre la base de los ha-
llazgos documentales realizados por sus bigrafos, adems de aportar otros, e
interpretarlos usando categoras analticas como status y habitus, propias de la
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sociologa actual, Presta desarrolla una lectura de la vida de Ondegardo donde

lo presenta creando redes de intereses polticos, intelectuales y econmicos
con el objetivo de lograr un status para l y su familia en la naciente sociedad
colonial. Su empresa fue exitosa, pues al final de sus das, segn vemos en su
testamento, logr acumular una fortuna que le permiti asegurar el futuro de
su linaje, por lo menos de la primera generacin. Y, sobre todo, consigui un
mayor capital simblico, generndose un nombre y el prestigio necesario
para que su familia pase a formar parte de la elite social limea colonial. Al
sealar los pasos que tuvo que dar Ondegardo para llevar a cabo su proyecto,
Presta nos va develando una mentalidad propia de una sociedad estamental, in-
mersa en los paradigmas cortesanos de la Espaa tardo medieval, en la que se
puede apreciar el contraste con la del intelectual progresista que nos propor-
cionan Del Pino y Honores, y el poltico pragmtico que vemos en los trabajos
de Hampe Martnez. Y ms an, aunque Presta no lo explicita, se desprende
de su narracin la interrogante sobre el efecto que pudo tener esta empresa
familiar en alguno de sus informes tcnicos.

II. 2 Crtica hermenutica

En la lnea hermenutica, tenemos los estudios de Mara Carolina Jurado
(2002), Sara Sosa Miatello (2000) y Lydia Fossa (2006). Las tres autoras tienen
como objeto de estudio la Relacin de los fundamentos (1571), tratado de
corte jurdico y econmico, con referencias a la sociedad y cultura indgena,
considerado por la mayora de estudiosos de Ondegardo como su obra prin-
cipal, debido a las valiosas informaciones de corte econmico y etnogrfico
que proporciona para el estudio de las elites de poder indgena y la socie-
dad colonial emergente. Y, adems, por proporcionar un modelo de relacin
hispano-indgena basado en el respeto de los fueros tradicionales indgenas.
Esta propuesta, no asumida por los diferentes virreyes, convirti a Ondegardo
en un intelectual proindgena. Precisamente, en este punto se centran los
trabajos de las dos primeras autoras. Por un lado, Jurado extrae hiptesis de
trabajo interesantes para la investigacin en torno a las redes de poder ind-
gena, centrndose, especficamente, en este punto: las negociaciones sobre la
tributacin que se establecieron entre las elites indgenas y los encomenderos,
implicaban tambin la negociacin con las redes de poder indgena, conforma-
do por los indios principales, los mandones, los especialistas en contabilidad
(quipucamayocs) y, sobre todo, el curaca, actor dominante en estas elites. En
ese sentido, la propuesta de Ondegardo, basada en el respeto de los fueros
indgenas, habra de entenderse no como una apuesta por la relacin enco-
menderocuraca, subrayando su papel de administrador til a los intereses tri-

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butarios de la corona, sino entre los encomenderos y la red de poder indgena,

que implicaba a los dems actores de la elite nativa. Precisamente, ste sera
el aporte de Ondegardo, pues, a travs de su insistencia en informar sobre
las bondades del sistema tributario, jurdico y econmico nativo, permiti el
acceso a las entraas de la red de poder indgena que sobrevivi al colapso del
rgimen incaico y que buscaba un lugar en la sociedad colonial emergente.
Por su parte, Sosa Miatello fundamenta la pertinencia de considerar a la frase
no innovar, de Ondegardo, como una supra categora a partir de la cual se
organizan otras, como la presunta indolencia indgena, tributacin indge-
na y defensa de los caciques. Para la autora, aunque no descarta el aspecto
socioeconmico, el uso de esta supra categora fue poltico, y como tal fue
utilizada por Ondegardo de manera ambigua, pues si bien es cierto que fue su
apologista terico, tambin fue su detractor prctico. Esta ambigedad est
justificada por el mudable contexto circunstancial en que vivi Ondegardo
(p. 160). Es decir, en un periodo marcado por la inestabilidad poltica efecto
de las de las guerras civiles-, amenazas de insurreccin el inca de Vilcabamba-,
sistemas econmicos hispnicos tributacin y explotacin de recursos- que
deban ser adaptados a la realidad andina, y la emergencia de sujetos sociales
el mestizo, curaca y encomendero-, determinaron que los planes y proyectos
econmicos cambiaran de acuerdo a los contextos polticos y sociales. Onde-
gardo fue testigo y actor en todos estos acontecimientos, por lo tanto, sus in-
formes registran esos vaivenes. Y ser recin en el mandato del virrey Francisco
de Toledo (1569-1581), portador del diseo de sociedad colonial elaborado
en la Junta Magna de 15682, donde se sentarn las bases de un estado que
estabilizar las fuerzas polticas, econmicas y sociales de la sociedad colonial
emergente.
La orientacin crtica de Lydia Fossa es sustancialmente distinta a las
dos autoras anteriores, pues no se basa en los hallazgos documentales de cor-
te jurdico o histrico, sino en el anlisis semitico del discurso. En el marco
de una investigacin mayor, que comprende el estudio de las crnicas de Pe-
dro Cieza de Len y Juan de Betanzos, donde opera con nociones analticas
como proceso de produccin textual colonial, destinador / destinatario,
traduccin colonial y estrategia discursiva, Fossa desarrolla su anlisis en
tres niveles: el contexto histrico social de produccin textual, el anlisis de
los cdigos lingsticos y culturales de las crnicas tempranas, y las estrategias
de representacin del mundo indgena. Con respecto a Ondegardo, en el pri-
2 Se llev a cabo en Madrid en 1568, y fue convocada por el Cardenal Espinosa. Ah se discuti y
estableci los lineamientos del la poltica colonial de Felipe II, a desarrollarse en las siguientes
dcadas. Muchas de las reformas administrativas del virrey Francisco de Toledo, participante
en esta junta, emanaron de esta reunin.

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 LOS INFORMES DE JUAN POLO DE ONDEGARDO: PRODUCCIN Y RECEPCIN CRTICA

mer nivel demuestra que la redaccin de sus crnicas se realiza respondiendo

documentos oficiales emitidos entre 1549 y 1556, con los cual propone Fossa
que Ondegardo no es un cronista toledano, tal como lo haba planteado Porras
Barrenechea (1986), y explica por qu el virrey Francisco de Toledo no sigui
la recomendacin de Ondegardo de respetar los fueros indgenas: la visin
de nuestro cronista corresponda a una realidad poltica y social de veinte aos
antes de la llegada de Toledo. El segundo nivel de anlisis permite a Fossa de-
terminar la centralidad que tiene en la crnica de Ondegardo el quipu, base de
su conocimiento sobre el mundo indgena. Asimismo, debido a que no mencio-
na intrpretes y su capacidad para elaborar explicaciones sobre el significado
de algunos trminos nativos, Fossa postula que Ondegardo poda comunicarse
directamente en quechua y aimara, levantando la temprana acusacin del jesui-
ta annimo seguido por algunos estudiosos modernos- sobre que Ondegardo
no conoca bien ninguna lengua indgena. El anlisis revela tambin algunos
datos sobre la naturaleza del quipu, considerndolo una suerte de libro. El
tercer nivel demuestra el uso de una retrica persuasiva y eficaz en la crnica
de Ondegardo, que busca, sobre todo, implicar al lector de tal manera que
haga suyo lo argumentado, con lo que desarrolla una estrategia discursiva in-
tertextual, comparando la realidad nativa con otras, como la mozrabe y grie-
ga antigua, dotando a su narracin de un carcter universal. En conjunto, la
lectura resulta interesante porque abre un abanico de problemas nuevos en la
investigacin sobre Ondegardo, consecuencia del aparato crtico utilizado y la
actitud polmica con la que la autora subraya sus hallazgos (pp. 175-222).

II.3 Crtica intertextual

En la lnea intertextual destacan los aportes de Jos Pallares Gonzlez
(1981), Mara Concepcin Bravo (1983), Abelardo Levagui (1991) y Fermn del
Pino (1995). Pallares Gonzlez estudia el tema del rito en la cultura inca en el
marco de la antropologa cultural, y resulta interesante en la medida en que
coteja las diferentes versiones cronsticas sobre el rito inca. Vemos abundan-
tes relaciones intertextuales entre Cieza de Len, Polo de Ondegardo, Juan de
Betanzos, el jesuita annimo, Pablo Arriaga y Garcilaso de la Vega. Asimismo,
compara estas versiones con investigaciones actuales sobre el rito en otras
partes del mundo, llegando a establecer fciles homologas entre las prcticas
mortuorias egipcias y las incas. Este excesivo apoyo en la bibliografa antropo-
lgica sobre el rito hace que su investigacin tenga un sesgo monogrfico, ade-
ms de resultar mecnica la manera de ejemplificar nociones tericas sobre el
rito con las referencias que se dan en las crnicas coloniales peruanas. Empresa
similar fue abordada dcadas antes por Luis E. Valcrcel (1971), cuyo aporte

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mayor fue el extractar las informaciones de distintas crnicas sobre la histo-

ria indgena, adems de reeditar fragmentos completos de algunas crnicas y
otros documentos. Por su parte, Mara Concepcin Bravo desarrolla una lectura
intertextual ms precisa, vinculando la posicin de Ondegardo con la del cro-
nista Felipe Guaman Poma de Ayala en relacin a la situacin del indgena del
siglo XVI. Ambos coinciden en la defensa de los fueros indgenas, pero se dife-
rencian en la forma de expresin. Segn Bravo, Ondegardo es ms prudente en
su exigencia de que se debe respetar los fueros indgenas, pues ese respeto es
limitado, ya que no implica mantener por siempre esa situacin, sino hasta que
el tiempo y la experiencia permitan otras frmulas, adems de no ejecutarse en
todos los casos, como ocurri en el tema de la perpetuidad de las encomien-
das, donde Ondegardo estuvo del lado de los encomenderos. El caso de Gua-
man Poma es distinto, l afirma Bravo- se atreve a exigir la inmediata supre-
sin de todos ellos [los problemas indgenas] con medidas que, en ocasiones,
parecen razonables, pero que otras veces son propias de un visionario; y que,
con frecuencia, manifiesta la petulancia propia del indio ladino que se cree con
capacidad para imponer su opinin en cuestiones de tcnicas administrativas
(p. 288). Este contraste permite subrayar dos miradas interculturales sobre un
mismo tema, evidenciando sus diferencias, a pesar de estar de acuerdo en la
defensa del derecho indgena. De otro lado, el estudio de Levagui realiza dos
operaciones en relacin a Ondegardo: Primero, lo incluye dentro de un grupo
de intelectuales juristas interesados en estudiar la racionalidad y justicia de
sus [se refiere a los indgenas] leyes y costumbres (p. 90), y lo vincula con los
cronistas Fernando de Santilln y Juan de Matienzo; y segundo, establece un
hilo conductor entre las posiciones en pro y en contra del respeto de los fueros
indgenas a lo largo del siglo XVI, cuyo ncleo recae sobre el pensamiento del
padre Bartolom de las Casas y de Francisco de Vitoria, en relacin al derecho
indgena. En este marco, distingue la posicin de Ondegardo con respecto a
los otros, subrayando el hecho de que no fue el nico en asumir una defensa
de los mecanismos administrativos indgenas, sino que hubo varios, como el
licenciado Francisco Falcn.
Finalmente, Fermn del Pino estudia la relacin de Ondegardo sobre los in-
dios Chiriguanos, etnia canbal que habit la zona ms oriental de la actual Bo-
livia, limitando hacia el sur con Paraguay, en la regin del Chaco. El objetivo del
estudio es doble, por un lado busca extraer importantes informaciones antro-
polgicas y jurdicas de la breve relacin de Ondegardo sobre los Chiriguanos,
escrita en 1574 a pedido del virrey Francisco de Toledo; y, por otro, trata de
explicar por qu Jos de Acosta se consider seguidor de Ondegardo, cuando
sus conclusiones sobre los Chiriguanos fueron tan distintas, tal como lo haba
planteado el antroplogo Thierry Saignes, a quien Del Pino dedica su estudio.
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La posicin de Del Pino es reivindicativa con respecto a Ondegardo, asumiendo

que sus limitaciones para comprender a los Chiriguanos se deben a que era un
hombre de su tiempo al que sus compromisos prcticos [] con su sociedad
criolla, y los intereses coloniales, lo llevaron a limitar su capacidad perceptiva
y su tolerancia con las instituciones brbaras (p. 70). Sin embargo, Del Pino
destaca que estas limitaciones son consecuencia de las concepciones ideol-
gicas e intelectuales de su tiempo, compartidas, en lo nuclear, por Acosta. En
ese sentido, y dentro de la mentalidad de su poca es donde Del Pino encuen-
tra la explicacin de por qu Acosta, a pesar de sus divergencias, consideraba a
Ondegardo su orientador general de etnografa andina (p. 75).

II.4 Crtica ecdtica

En la lnea de investigacin ecdtica tenemos las investigaciones de Fermn
del Pino (1997), Beatriz Prez Galn (2000) y Renzo Honores (2004). El primero
dirigi en 1990 un equipo de trabajo, auspiciado por el CSIC y la Casa Vels-
quez, con la finalidad de realizar una reedicin de toda la produccin cronsti-
ca de Ondegardo3. El equipo estuvo conformado por distinguidos andinistas,
como Pierre Duviols, Therse Bouysse, Carlos Sempat Assaudourian, Teodoro
Hampe y Laura Gonzlez Pujana. Aunque el grupo an no ha logrado su come-
tido, la experiencia en ese trabajo ha permitido a Del Pino realizar investiga-
ciones de obligada consulta con respecto a las ediciones de Ondegardo. Por un
lado, ha establecido el orden cronolgico de su produccin, descartando algu-
nas crnicas erradamente atribuidas a Ondegardo, orden seguido y aceptado
por otros investigadores4, por otro, ha sealado en varias oportunidades los

3 En el texto marco del grupo, Del Pino afirma lo siguiente: Los defectos de esta edicin perua-
na [se refiere a la edicin de Horacio Urteaga y Carlos Romero] son muchos y variados, aparte
de su trascripcin ms o menos fiel. Ante todo, y como era de esperar, es incompleta porque
le faltan obras principales (el informe sobre los indios chiriguanos, conocido desde 1912),
porque carece de documentos complementarios sobre Polo (epistolario, relacin de mritos,
contratos, testamento, etc.). Para colmo, tiene obras atribuidas que no le pertenecen (Anni-
mo de Yucay, y el captulo de Cobo sobre los ceques), y hasta obras duplicadas (Relacin de los
fundamentos y Linaje de los incas), sin que los autores adviertan la menor anomala: hasta se
permiten anotar ambas copias y hacer llamadas comparadas de una a otra. Ya estableci Pierre
Duviols la deuda de esta segunda copia Linaje de los incas- con vila, entre cuyos papeles
se hallaba en la [Biblioteca] Nacional [de Espaa], donde tambin anot a Garcilaso, adems de
reunir los originales de Santa Cruz y Molina (1990).
4 Del Pino organiza la produccin cronstica de Ondegardo de la siguiente manera: Errores y
supersticiones de los indios (1559, manuscrito / 1584, edicin), Respuesta a la instruccin
del rey (Briviesca, 1561), Ordenanzas de las minas de Guamanga (1562), Carta para
el doctor Libana (1569), relacin, y notable dao que resulta (1571), Guerra [de]
los indios chiriguianos (1574). (1990).

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CARLOS GARCA MIRANDA

errores de trascripcin de sus ediciones. Concretamente, en el caso del Infor-

me al licenciado Briviesca de Muatones editada por Horacio Urteaga y Carlos
Romero (1916), revisa un fragmento paleogrfico del informe, cotejndola con
una versin propia, y seala que hay pasajes incomprensibles debido a pro-
blemas de puntuacin, lo que ha llevado a considerar a Ondegardo como un
autor confuso (p. 184). Observamos la misma lnea de trabajo en el artculo
de Prez Galn, aunque centrada en discutir los problemas de fijacin textual
en la Relacin de los fundamentos5. El caso del trabajo de Honores tambin
es similar, aunque esta vez centrado en revisar los problemas ecdticos en el
informe a Briviesca y Muatones6. En todos estos casos gana la voluntad de
reivindicar a Ondegardo, levantando la acusacin de que es un autor confuso
o mal escritor, sobre la base de exigir una edicin revisada de toda su pro-
duccin cronstica, y donde, en la trascripcin, prime el criterio modernizante,
defendido por Del Pino, quien, a su vez, sigue la lnea establecida por el grupo
GRISO7.

5 Afirma Prez Galn lo siguiente: En aras de garantizar el respecto paleogrfico al manuscrito,

las ediciones que tenemos de su obra consiguen por el contrario volver crptico el texto y
de su oscura prosa, como lo han calificado incluso alguno de sus editores. Estas ediciones
constituyen un ejemplo paradigmtico de lo que los fillogos y especialistas en ecdtica han
sealado repetidamente respecto a que la modernizacin de un texto es inseparable de su se-
mntica y viceversa. En el proyecto concreto que nos ocupa proponemos que para interpretar
adecuadamente el significado de la obra de Polo, como la de cualquier cronista de Indias, es
imprescindible contar con la labor combinada de diferentes disciplinas: filologa, literatura,
etnohistoria, y tambin de la antropologa. Hasta ahora los textos de Polo parecen haber sido
concebidos y en consecuencia usados por la comunidad de andinistas que han sabido sea-
lar el valor de su testimonio, como una especie de vestigio paleogrficos del pasado, fueran
ininteligibles o no para el lector, y no como textos que nos permiten re-interpretar y transmitir
en el momento presente la versin de su autor sobre el pasado incaico, perspectiva sta que
parecen compartir la antropologa y la ecdtica, (2000, p. 35).
6 Afirma Honores: La dificultad de su prosa estriba ms en las habituales digresiones que hace
el autor al abordar un punto de anlisis, antes que en su calidad de hombre de leyes y juris-
consulto. Si esto es as, el problema no respondera a la formacin jurdica del licenciado, ni a
un particular vicio burocrtico. En cambio, la respuesta parece encontrarse en proporcionarle
claridad a su texto a travs de la modernizacin de la ortografa, el ordenamiento de su ex-
posicin en captulos / secciones y en el uso de un prudente aparato crtico. Estos elementos,
sumados a una trascripcin que preste atencin a lo que quiere decir el texto de una forma
ordenada y consistente, podrn contribuir a una relectura de sus obras y a situar la importan-
cia histrica de su contribuciones, (2004, p. 400).
7 GRISO es un grupo de investigacin fundado en 1990 por Ignacio Arellano que rene investi-
gadores de la Universidad de Navarra y otros asociados de distintas Universidades. Desde su
nacimiento ha organizado diversos congresos y actividades, impulsando tambin la publica-
cin de estudios y ediciones crticas.

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 LOS INFORMES DE JUAN POLO DE ONDEGARDO: PRODUCCIN Y RECEPCIN CRTICA

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