Eulalio Ferrer Rodríguez
Eulalio Ferrer Rodríguez
Eulalio Ferrer Rodríguez
A los diecinueve aos fue nombrado capitn del ejrcito de la Repblica como
reconocimiento a su trabajo de animador en las juventudes socialistas de
Santander. Estos antecedentes le valieron ser recluido en Argels-sur-Mer, no muy
lejos de Perpin, donde tuvo una experiencia que sera decisiva para el
desarrollo de su vocacin literaria y cultural.
Pese a sus terribles peripecias de juventud, deca que la vida le haba dado
muchas satisfacciones. No pocas las atribua a haber perdido una guerra. Mxico,
a sus 19 aos, fue una liberacin para l. El primer amor con sexo; la primera
empresa -una revista que haca de cabo a rabo: textos, publicidad, reparto, cobro-;
el primer automvil, que le cost el carn del PSOE -su padre le dijo: "T eres un
burgus. No se te ocurra volver por el partido"-; y el orgullo de sus amigos, cuando
ya era patrn de grandes empresas de comunicacin y poda dedicarse a
mecenas, "por el placer de compartir". "A veces me preguntan cunto he gastado
en el Museo Iconogrfico del Quijote, o en patrocinar premios, por ejemplo. Les
digo: una casa en Nueva York, otra en Pars, otra en Madrid, y un yate en el puerto
de Santander. No tengo eso, pero me siento bien pagado".
Reconoce que los intentos por definir a la publicidad quedaran en los lmites de la
aproximacin, porque ms que un dilogo es un multiloquio.
Hace una de las afirmaciones ms ricas y trascendentes en la polmica
acadmica en torno a este fenmeno: La publicidad no inventa los deseos del
pblico. Los descubre, reflejndolos, y procura servirlos. Los anuncios no crean
las aspiraciones de la gente; los simbolizan. En ltima instancia, los estimulaes
la civilizacin la que provoca ms deseos de los que satisface. En todo caso, lo
que habra que reprochar a la publicidad es ser instrumento de ella. (pg. 81)