Psicopatologia II - Rodulfo
Psicopatologia II - Rodulfo
Psicopatologia II - Rodulfo
Otro rasgo a tener en cuenta es el que Sami Ali seala como ausencia global
de marco de referencia, restituido en el recurso del otro. El nio se
discrimina siempre y solamente desde el punto de vista del otro.
Existe otra caracterstica tambin sealada por Sami Ali, la que l llama
simplificacin, refirindose a lo esquemtico, lo pobre y tosco de las
producciones de estos nios. Nos ser sencillo encontrarla en el dibujo de
figuras humanas sin sutileza, en la calidad de su letra cuando escriben o en
el contenido de sus juegos. No se distinguen por su complejidad.
Los caminos del pensamiento son muy lbiles, son trayectos que se hacen y
deshacen. Quien les ensea algo, har la experiencia de lo que
popularmente se dice como escrito en el agua, escrito inestable que
siempre se deshace. Es una de las razones por las que, con mucha
frecuencia tambin, vamos a encontrarlos recurriendo a estereotipias, a
acciones estereotipadas a fin de organizarse. Tales acciones estereotipadas
llevan el sello de la obsesividad pero no de la obsesividad en el sentido de la
neurosis obsesiva, como retorno de lo reprimido, sino como una obsesividad
en tanto actividad de liga motriz, puente sobre el vaco.
Hay una cierta disyuncin entre el plano del trazo y el plano del cuerpo. El
trazo no se puede incorporar al propio cuerpo, no pueden llevar el cuerpo a
una hoja.
Por otro lado, hay poca, escasa o nula funcin anticipatoria de lo imaginario,
por eso mismo el aprendizaje entero se reduce al ensayo y error, al a ver si
me sale. La funcin anticipatoria que especifica lo imaginario se encuentra
atrofiada o poco desarrollada. As la torpeza no es solo una cuestin motriz,
sino que implica cierta torpeza de lo imaginario, en lo que tiene que ver con
el juego, la trasferencia, el afecto, el soar y todo ese orden de
producciones.
Lo que Sami Ali ha llamado represin global en el sentido de que abarca una
funcin entera y no un elemento dado, significa que la globalidad de la
represin se revela como represin global de la funcin imaginaria. El
campo perceptivo, desmesuradamente simplicado, excluye toda irrupcin
de lo imaginario. Hay una disyuncin entre la actividad perceptiva y la
actividad imaginaria. Por ejemplo, cuando un nio empieza a usar la
lapicera, si la lapicera llega a funcionar en el sentido de la escritura para l,
es porque hay una metamorfosis de sus manos en esa lapicera. Esa lapicera
no es solo elemento perceptual, como la lapicera emprica, es un elemento
profundamente imaginario que ya forma parte de su cuerpo. En cambio si la
lapicera permanece como algo solo de la realidad perceptual y no integrado
a la actividad imaginaria, pasara lo que pasa con la escritura de estos nios:
pobre y precaria.
Por lo tanto, la otra subjetividad con la que tan intensa relacin se mantiene
es una subjetividad a la que le cabe la categora de objeto, ms que la
verdadera alteridad. El nio del trastorno pide, demanda, se adhiere a
nosotros.
Nuestra eventual ayuda tendr que ver con que el paciente pase a otra
forma de lo especular.
Sami Ali resalta el embrollo que caracteriza este tipo de pacientes: todo es
vago, difuso o se representa en fragmentos, cuando empiezan una actividad
despus no saben cmo continuarla, cuando hacen algo les resulta difcil
recordar el inicio o conectar el momento actual con el anterior en que se
formul la idea. En todos los tpicos de su aprendizaje uno de las
dificultades est ligado a tener que hilvanar sucesos que para el nio se
hallan desarticulados. Hemos detectado dficit en la permanencia de objeto
y la dificultad para sostener una funcin de sntesis.
Beatriz Janin.
Al no ser significada por los otros como un ser sufriente, como alguien que
necesita del otro, al suponer que es maravillosa mientras no reclame, ni se
mueva, ni llore, la nia queda atrapada en su propio caos pulsional, en la
indiscriminacin entre placer y sufrimiento. La madre le otorga una imagen
muy peculiar de si: el movimiento de Ana rompe el espejismo, moverse
autnomamente es peligroso para la madre de Ana, por lo que la encierra y
se encierra con esta hija de la que no se puede discriminar. Queda a su vez
presa de las palabras de su propia madre, la abuela de Ana: Esta nena
necesita una jaula. Para quin es realmente la jaula? Queda encerrada
parece ser lo buscado-temido tanto por la nia como por la madre, que se
encierra con ella.
La lectoescritura
Ana me pide que escriba las malas palabras que ella dice. Estas marcas en
el papel, esta posibilidad de transformar el ataque en signo, de realizar esa
doble traduccin que implica la escritura, le posibilita sentir placer en la
apropiacin de la lecto-escritura. La pulsin de dominio se despliega
dejando un mensaje a otro que no est ah. Escribir es entonces recuperar
un vnculo que se ha perdido y que a la vez se puede hacer presente como
recuerdo. Se escribe para alguien, real o imaginado, que puede ser pensado.
La historia.
Para que el nio diferencia adentro de afuera, y que recepciona solo algunos
estmulos, filtrando otros, es imprescindible que haya podido constituir un
tamiz por el que pasa solo lo tolerable y una piel que lo unifique y lo
diferencia simultneamente. Para ello es fundamental que haya habido
adultos que registraran sus propios afectos, que metabolizaran su propio
desborde afectivo sin confundirse con el nio.
Pero en los nios que se mueven sin rumbo, suele haber una dominancia de
una relacin dual, madre-hijo, marcada por la persistencia de un vnculo
erotizante, con un nio que queda excitado y que fracasa en las
posibilidades de construir un sistema para-excitacin y para-incitacin.
Muchos nios viven los estmulos internos como si fueran externos y hacen
movimientos de fuga entre ellos. As, la agitacin puede ser en algunos
casos un defensa frente a la insistencia pulsional. Intentan huir de sus
propias exigencias pulsionales a travs del movimiento. Y como lo pulsional
insiste, se mueven cada vez ms sin lograr arribar a la meta buscada. Lo
que predomina es la urgencia.
Los nios que se mueven sin rumbo suelen tener dificultades para sostener
la representacin de la madre en tanto no se suponen en la cabeza de ella,
en sus pensamientos, cuando no estn. Por eso suelen exigir una especia de
cuerpo a cuerpo con ella. Permanecen en un estado de indiferenciacin y
mezcla.
El otro intenta controlarlo con su mirada y este control, al ser vivido como
encerrante, suscita mayor movimiento, en un intento de volver a ejercer un
dominio. La angustia se manifiesta como descontrol del propio cuerpo y
supone que es la madre la que se ha adueado de sus movimientos.
Para construir el aparato para pensar los pensamientos, el nio tiene que
encontrarse con una madre que frente a las irrupciones de afecto del hijo,
las tome, las signifique y responda. En la medida en que el nio se va
pensando a s mismo como alguien, en que puede ir armando una
representacin de si a partir de la imagen que le devuelven los otros, esta
organizacin representacional va a actuar inhibiendo la descarga directa, la
tendencia a la alucinacin o la defensa patolgica.
La nia exige con desesperacin poder elegir su ropa, vestirse sola, baarse
sola y la madre, tambin desesperada, se aferra a este contacto cuerpo a
cuerpo, y al reconocimiento del otro como interlocutor, no como espejo.
Para aprender debemos poner en juego el deseo de saber, como aquello que
motoriza el aprendizaje. Hay que investir el mundo, sostener la atencin
secundaria y selectiva, inscribir lo transmitido, ligarlo a otros saberes,
reorganizando el mundo representacional. Es fundamental recobrar la
actividad, que prevalezca una actitud de bsqueda para poder aprender.
La memoria
Armando pensamientos.
Para pensar, algo del sufrimiento se debe dar, sufrimiento que implica un
deseo no satisfecho de inmediato. Pero el sufrimiento excesivo puede llevar
a situaciones de desinvestidura extremas, de expulsin de la capacidad de
pensar. El sufrimiento tiene una doble cara: es posibilitador y riesgoso.
Para aprender a leer y escribir el nio debe: representar una separacin que
no suponga la muerte del otro, transformar los deseos hostiles en marcas en
el papel y dejar marcas como rastros de la propia presencia.
Transmisin y creacin.