Mi Cuerpo No Es Mio - Moises Martinez
Mi Cuerpo No Es Mio - Moises Martinez
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que tienen un hombre ante s. Ocurre, por el contrario, que si traslada-
mos la pregunta de qu es ser un hombre a una persona no transexual
slo saben respondernos que es una cuestin fsica, que todo se reduce a
tener unos determinados genitales.
Si un FtM no se ve en el espejo como un hombre cmo sabe que lo es?
Porque... dnde radica la identidad sexual?: En una imagen?, en un
vial de hormonas?, en un bistur?, en una identificacin grupal?, en
una categora social? o... es simplemente un sentimiento?
Es difcil definir qu es sentirse hombre. Sin embargo, es menos difcil
explicar cules son los lmites de actuacin de un hombre y cules son
los requisitos fisiolgicos para ser un hombre. Est establecido social-
mente qu comportamientos son propios del rol masculino, y cmo de-
ben ser fsicamente los hombres. As, tanto por comportamiento como
por fsico, podremos reconocer quin es hombre y quin no lo es. Ahora,
siempre es difcil definir un sentimiento.
Los hombres transexuales tenemos, que no es poco, la certeza de nues-
tra identidad, el convencimiento de ser quienes somos, independiente-
mente de nuestro aspecto. Pero los transexuales debemos demostrar
quienes somos, y demostrar quiere decir cumplir unos requisitos a los
que la sociedad obliga. Paladines de esta represin, son la ciencia y el
cuerpo jurdico. El ser mujer o ser hombre, y por lo tanto, tambin la
transexualidad, es una realidad social que la medicina protocoliza y las
leyes delimitan; el Estado crea este marco mdico-legal que fomenta y
perpeta esta situacin.
Bajo esta presin, las personas transexuales somos la punta del iceberg,
la situacin ms extrema de la disfuncin entre una realidad y una acti-
tud coercitiva, aunque bajo esta presin social, el iceberg somos todos.
Todos estamos influenciados para seguir unos comportamientos sobre
cmo debemos mostrarnos y relacionarnos en funcin del sexo al que
pertenecemos o al que nos dicen que pertenecemos.
En todos nosotros los binomios hombre/mujer y masculino/femenino
es, o debe ser, una actitud sometida a constante cuestionamiento. Nadie
es, en esencia, cien por cien hombre o cien por cien mujer, aunque a la
Iglesia, la Medicina o al Estado les interese esa visin reduccionista.
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Sin embargo, los y las transexuales y las personas transgnero desde
la perspectiva del cuestionamiento de sexo y gnero somos la realidad
ms evidente de la deconstruccin de ese binomio. La transexualidad
transgrede la estructura social que segrega por sexos (como si se trata-
se de una granja, en que los machos son MACHOS y las hembras son
HEMBRAS) y, evidencia la posibilidad de la movilidad de los gneros
y de la mutabilidad de los sexos. La transexualidad rompe la barrera
de los sexos, y los transexuales cuestionamos, con nuestra presencia, la
esencia biolgica de los cuerpos.
De la transexualidad se han dado mltiples definiciones. Una de las
ms populares es la que dice que somos personas atrapadas en un cuer-
po equivocado; otra, desde un ngulo diferente, que somos personas
atrapadas en una sociedad equivocada. Ambas definiciones coexisten en
nuestra sociedad y pueden coexistir en nosotros mismos. Ambas coinci-
den en afirmar que las personas transexuales estamos atrapadas en una
equivocacin. Pero, quin se equivoc? una cadena de aminocidos al
traducirse en protena o la publicidad de La Casa del Beb con sus cu-
nas rosas y azules? Se equivocan los cuerpos al formarse o se equivocan
las sociedades al formar a los cuerpos? De dnde proviene la certeza de
esa equivocacin? Cmo y quin debe decidir ante esa equivocacin?
Podemos, racionalmente, ser conscientes de la rigidez cultural con la
que se encasilla al hombre y a la mujer, pero como seres sociales, es
difcil zafarse de la necesidad de ver reconocida nuestra identidad ante
los dems.
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ciados. Personalmente he visto a una gallina cantar como un gallo, y
a un gato y un perro, ambos machos, practicando sexo (que adems de
homosexualidad es zoofilia), y existen aves que en tro forman una fami-
lia y se reparten las tareas del nido, la bsqueda de comida, el cuidado
de las cras... Posiblemente hay muchas ms especies que an estn en
el armario.
Nosotros, los seres humanos controlamos y reprimimos nuestra natu-
raleza, nuestros instintos, por la presin de una moral secular: las emo-
ciones y los sentimientos los solemos prohibir, delimitar, legalizar, casti-
gar, ensalzar; no tenemos una sexualidad relacionada con el celo aunque
igualmente est orientada hacia la reproduccin; aprendemos los lmites
temporales de nuestra fertilidad pero no todos los puntos de placer de
nuestra piel; nuestro olor corporal es concebido como desagradable y,
para contrarrestarlo, nos aplicamos cremas que lo anulan, nos perfuma-
mos con colonias artificiales, perdiendo as la individualidad de nuestro
olor, estandarizndolo.
Nos hemos domesticado a nosotros mismos. En este sentido somos el
animal y el amo a la vez. El gnero y el sexo son tambin algo que
hemos domesticado. Hemos des-naturalizado nuestro comportamiento.
Establecido cmo debemos mostrarnos y relacionarnos, qu debemos
mostrar y qu debemos ocultar, cmo ha de ser lo que mostramos, y en
qu momento y de qu manera es apropiado hacerlo. Sandy Stone, en
Gendernauts, nos dice: El sexo puede adoptar todas las formas imagina-
bles. Creemos que slo existen dos el masculino y el femenino por-
que hemos aprendido a hacer los otros invisibles. Tenemos que aprender
a verlos, tenemos que redescubrir nuestro conocimiento de ellos.[2]
La naturaleza rompe muchas veces nuestros esquemas sociales, pero la
sociedad crea discursos antinaturaleza. Tambin la propia naturaleza
nos ofrece discursos antinaturales, por muy contradictorio que pa-
rezca. Al igual que la sociedad puede ser asocial. Por esto, ni naturaleza,
ni sociedad pueden prescribir comportamientos o realidades sentando
ctedra en la Real Academia de la Sexualidad. Realmente, ni las Ciencias
Naturales ni la Sociologa podran crear unos postulados mximos in-
dudables, como Verdad Suprema, pues cuando se empieza a profundizar
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ellas mismas entran en contradiccin.
el dogma genital
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perforada...). De hecho este tercer bloque no tiene una entidad propia, ya
que deconstruye el binomio genital vagina/pene (coo/polla), y por ello
no tiene un nombre propio sino que depende de los dos anteriores. No se
le llama C, sino que es no A-no B. Y es en estas personas donde se
produce el dilema, donde es necesaria la definicin de los genitales, para
as poder definir el sexo y su realidad social. Porque C solamente se con-
vertir en A o en B a travs de la ciruga. Actualmente, la mayora de
las personas intersexuales no son respetadas y son castradas por parte
de la clase mdica, con la connivencia de los padres. Esto ocurre porque
la presin social para determinar un nico sexo a cada uno de nosotros
es muy fuerte, y se opta entonces por elegir uno de los dos que ya tiene
la persona intersexual; generalmente el femenino pues, ya se sabe, es
ms fcil quitar que poner, extirpar que reconstruir, y la ligereza del
bistur es prodigiosa[4].
Al anotar el nuevo nacimiento, tanto en la ficha mdica como en la hoja
de inscripcin del Registro Civil, nos encontramos ante la categora de
sexo con slo dos casillas posibles: hombre o mujer. Es obligatorio
rellenar este campo y marcar slo una de las dos opciones. Los nombres
tambin tienen condicionantes de gnero. As, el pargrafo segundo del
Artculo 54 de la Ley del Registro Civil prohbe que stos produzcan
confusin en el sexo: En la inscripcin se expresar el nombre que se
da al nacido... Quedan prohibidos los nombres que objetivamente per-
judiquen a la persona, as como los diminutivos o variantes familiares y
coloquiales que no hayan alcanzado sustantividad, los que hagan confu-
sa la identificacin y los que induzcan en su conjunto a error en cuanto
al sexo[5].
Por ejemplo, tenemos el caso de que a principios de los noventa, en el
Estado espaol, muchos padres japoneses se encontraron con impedi-
mentos para poder registrar los nombres de sus hijas porque eran con-
siderados nombres de nio. Los nombres femeninos japoneses acaban
en ko, y para nuestra cultura occidental latina es una terminacin
marcadamente masculina. Para solventar estas diferencias culturales las
autoridades del lugar de origen del nombre expiden un certificado de
4 Pereda, Ferran, El Cancaneo. Diccionario Petardo de Argot Gay, Lesbi y Trans, Entrada
Intersexual, Barcelona, Ed. Laertes, 2004, p. 104.
5 Ley de Registro Civil, art. 54 II de la LRC
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autenticidad de dicho nombre con su gnero.
Considerar un nombre masculino o femenino porque ste acabe en una
u otra vocal, o porque contenga unos u otros fonemas es aberrante. Es
conocido que los nombres propios terminados en [o] se toman como
masculinos y en [a] como femeninos; o que los que contienen los fone-
mas [i] y [n], Cristina, Sabina, Marina, tienen una sonoridad feme-
nina. La sexualizacin del lenguaje es un hito tambin marcadamente
discriminatorio.
El lenguaje, las leyes, la medicina parecen tener idntico criterio: la
distincin de sexos en hombre y mujer por la simple casualidad de te-
ner unos u otros genitales. As, los cuerpos de hombre y mujer tienen
unas formas, tamaos y usos determinados. Sobre la base de esto reciben
tambin solucin quirrgica peditrica los cltoris grandes (que podran
parecerse o usarse como penes) y los penes pequeos (que podran no
ser aptos para penetrar). Acortar un cltoris es semejante a prescribir
una ablacin. Y a los recin nacidos diagnosticados con micropene (pene
en RN de tamao inferior a 2,5 cm) y con sexo cromosmico XY (que
determina sexo macho) se les corta el micropene. En este punto, el esta-
mento mdico ya no separa a las personas entre hombres y mujeres, sino
en personas que poseen un pene y personas que carecen de l. Falocracia
en estado puro. Otro caso semejante es lo que les ocurre a los bebs sin
vagina, que se les quita una porcin del colon para realizarles una va-
ginoplastia. En este otro punto, el estamento mdico ya no separa a las
personas entre hombres y mujeres, sino en personas penetradoras y per-
sonas penetrables. Mauro Cabral, activista intersex argentino, critica al
movimiento feminista por no incluir la poltica de los cuerpos intersex
en su agenda, a pesar de que las intervenciones durante la infancia orde-
nan como mujeres a fallados de los dos posibles sexos[6].
Pero no toda la diversidad de intersexualidades se hace visible en los
genitales externos. Hay otros tipos de intersexualidades en que, habien-
do nacido con genitales aparentemente hetero-normativizados, despus
6 Pescado en la red, en la web www.pagina12web.com.ar. Entrevista a Mauro Cabral
realizada por Mara Moreno, en el peridico Pgina 12, sobre su intervencin en el
foro latinoamericano sobre sexualidades Cuerpos ineludibles, organizado por el gru-
po feminista Aj de Pollo y el rea Queer del Centro Cultural Ricardo Rojas, Buenos Aires,
septiembre de 2003.
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los scanners y ecografas aportarn las pruebas mdicas de intersexua-
lidad. En la edad pber actan las hormonas del otro sexo evidenciando
la discordancia, la intersexualidad. Hay personas mujeres que, buscan-
do la causa por la que no se quedan embarazadas, descubren que sus
cromosomas son XY, habiendo sido una forma severa del Sndrome de
Insensibilidad a los Andrgenos la que provoc que la testosterona, que
ordenaba fabricar su Y, no masculinizara su cuerpo en el vientre de su
madre, y no naciera genitalmente varn. Cmo se plantean entonces su
identidad de sexo estas mujeres XY? Por otro lado, existen corrientes
mdicas que explican la transexualidad como una intersexualidad entre
el fsico y la mente.
Los genitales, a nivel del desarrollo fetal, provienen de las mismas clu-
las madre y evolucionan, dependiendo de las hormonas, hacia uno u otro
tipo de genitales. Por lo tanto, todos los genitales tienen la misma base
y comparten los mismos tejidos y estructuras. As, el cltoris equivale
al pene (ambos tienen cuerpos cavernosos y ereccin), los ovarios equi-
valen a los testculos, el tero a la prstata, el escroto a la vulva, etc...
Podramos jugar con las palabras y decir que el pene es un cltoris gran-
de o que el cltoris es un pene pequeo, que los ovarios son testculos
ascendidos e internos o que los testculos son ovarios descendidos y ex-
ternos, o que el tero-prstata puede estar canalizado al exterior entre
la uretra y el ano, o no.
Un efecto del tratamiento con testosterona en transexuales mascu-
linos es el crecimiento del cltoris (entre cuatro y seis cms.), que,
a menudo, los FtM pasaremos a llamarle pene o polla. En lengua-
je mdico, este rgano se denomina cltoris hipertrofiado y slo
despus de someterse a la CRSMetadoioplastia pasar a denomi-
narse pene o micropene.
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