KATEDRA 12-12 Portada e Interior PDF
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12/12 12/12
DE ARTES
revista de artes visuales, msica y teatro
DE ARTES
revista de artes visuales, msica y teatro
A
M J C
Introduccin a la semitica del cuerpo: Presencia, enunciacin encarnada y
memoria
Introduction to the semiotics of the body: Presence, embodied enunciation and memory
E M F A T
Rizoma, devir e polifonia: o processo criativo de um espetculo teatral brasileiro
Rhizome, becoming and polyphony: the creative process of a Brazilian theatrical play
M O P
Un teatro para la catstrofe: Das Erdbeben in Chili de Heinrich von Kleist
R
L U
Sobre Segundo Congreso Internacional de Estudios Teatrales del Grupo de
Investigacin de Artes Performativas
Una estimulante interaccin de experiencias y saberes
C M
Sobre Centro de Estudios e Investigacin de Teatro y Sociedad / Museo Interactivo
Mirador
Una experiencia interdisciplinaria: Teatro y Educacin
N H A
Sobre Hamlet de Teatro Imagen
Ay ay ay de m. Nuestro propio grito trgico en escena.
Reflexiones de un proceso creativo montando Hamlet
12
FACULTAD DE ARTES
PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATLICA DE CHILE
FACULTAD DE ARTES
PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATLICA DE CHILE
DIRECTOR
Patricio Rodrguez-Plaza
COMIT EDITORIAL
Omar Corrado,Universidad de Buenos Aires, Argentina. Aldo Enrici, Universidad Nacional de
la Patagonia Austral, Argentina. Roberto Farriol Gispert, Ponticia Universidad Catlica de
Chile, Chile. Iliana Hernndez, Ponticia Universidad Javeriana, Colombia. Pablo Miranda
Brown, Ponticia Universidad Catlica de Chile, Chile. Katya Mandoki, Universidad Autnoma
Metropolitana, Mxico. Jess Martn-Barbero, Universidad Nacional de Colombia, Colombia.
Ana Mara Ochoa, Universidad de Nueva York, Estados Unidos. Alicia Pino Rodrguez,
Instituto de Filosofa de La Habana, Cuba. Pablo Chiuminatto, Ponticia Universidad Cat-
lica de Chile, Chile. Carlos Plasencia Climent, Universidad Politcnica de Valencia, Espaa.
Evgenia Roubina, Universidad Nacional Autnoma de Mxico, Mxico. Andrs Grumann
Slter, Universidad de Chile, Chile. Ins Stranger, Ponticia Universidad Catlica de Chile, Chile.
Coordinador Editorial
Bernardita Abarca Barboza
Correccin de textos
Alida Mayne-Nicholls
CONTACTOS Y CORRESPONDENCIA
Av. Jaime Guzmn Errzuriz 3300, Santiago, Chile
Fonos (56-2) 23545062, (56-2) 23545202
Fax (56-2) 23545252
Correo electrnico:[email protected]
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Agradecemos canje / Exchange solicited
7-10 Presentacin
Presentation
Artculos
13-29 Mara Jos Contreras
Introduccin a la semitica del cuerpo: Presencia,
enunciacin encarnada y memoria
Introduction to the semiotics of the body: Presence, embodied
enunciation and memory
Reseas
159-163 Luis Ureta
Sobre Segundo Congreso Internacional de Estudios Teatrales
del Grupo de Investigacin de Artes Performativas
Una estimulante interaccin de experiencias y saberes
Presentacin
Presentation
author provides us with an informative and archivist vision hardly known among
us, although obviously susceptible of being studied due not only to the musicologist
and historical interest, but also to the Latin American traditions whose roots are
found, at least partially, in that world and in that time.
Further ahead, and performing a new chronological and thematic pirouette
and owing to the open and multifaceted nature of our journal, we find Cristbal
Farriols article, which presents us the interesting subject of the links between art
and psychoanalysis. The figures here summoned are, evidently, Freud and Lacan
and the concept of sublimation. To these two figures it is added, in an interesting
intertwining, that of Saint Girons and his philosophical and aesthetic questions
regarding the notion of the sublime.
Our 12th issue moves forward with the investigations from Chilean researcher,
Paula Honorato, who has been dedicated to the study and dissemination of con-
temporary arts in that South American country. This time, Honorato brings us back
to the works of artists such as Eugenio Dittborn and Carlos Altamirano, who, in
the imperative ethical need of protecting the correspondence between visual and
historical representation, have put into question, according to authors hypothesis,
matters that are proper to the field of history, since the 70s.
The section of articles closes with a contribution from France by the Colombian
scholar and researcher Fernando Monroy Avella, who has conducted research on
the relations between the fine arts and other mediums such as Spanish philately.
In this specific case, his interest has turned into a meticulous inspection of the
latter in order to show us the deep relations of national and artistic interest that
are expressed there through the use of pictorial references that make it into what
the author calls a truly mobile museum.
In regards to the section of reviews, this is organized according to three events
of a different nature. One is reviewed by theater director and professor Luis Ureta;
another by sociologist and Chilean theater scholar Consuelo Morel, who is the
director of the Center for Studies and Research on Theater and Society from the
School of Theater of the Pontificia Universidad Catlica de Chile; and the last
one by a young actor and man of theater, Nono Hidalgo. Each of them refers to
different matters in their own way: an international conference held in Colombia; a
theatrical and pedagogical activity held in an institution like the Museo Interactivo
Mirador (Mirador Interactive Museum); and the productive route of a contempo-
rary version of Hamlet, staged by Teatro Imagen, respectively.
We would like to thank Jos Miguel Ramos, Paola Abatte, Gonzalo Leiva,
Claudia Echeique and Soledad Lagos, because without them we would not have
been able to count with essential collaborations for the detailed and meticulous
concretion of this issue.
Patricio Rodrguez-Plaza
Artculos
Ctedra de Artes N 12 (2012): 13-29 ISSN 0718-2759
Facultad de Artes Pontificia Universidad Catlica de Chile
Resumen
Este artculo introduce al lector hispanohablante a la semitica del cuerpo,
dando cuenta del estado del arte de este nuevo campo de estudios (desarro-
llado principalmente en Italia y Francia) y cuya premisa central es que el
cuerpo es la condicin radical de la significacin. A continuacin abordo las
siguientes preguntas: Qu es la semitica del cuerpo? En qu se diferencia
respecto a otras teoras semiticas? Cules son hoy en da sus principales
autores y vertientes? Me centro en los que considero son los temas principales
para la semitica del cuerpo hoy: la presencia, la enunciacin encarnada y
la memoria del cuerpo. Asimismo sugiero la utilidad de estas conceptuali-
zaciones para el estudio terico de las artes y la creacin artstica.
Palabras Clave: cuerpo, semitica, presencia, memoria, enunciacin.
Abstract
This article introduces the Spanish speaking reader to the semiotics of the
body; it illustrates the state of art of this new field of studies (developed
mainly in Italy and France) whose central premise is that the body is the
radical condition of significance. I refer to the following questions: What is
the semiotics of the body? What are the main differences with other semiotic
theories? Which are nowadays the most important authors and tendencies in
the field? I concentrate in what I believe are the central themes for todays
semiotics of the body: presence, embodied enunciation, and the embodied
memory. I finally suggest the utility of these concepts for the theoretical
study of the arts as well as its creative practice.
Keywords: Body, semiotics, presence, memory, enunciation.
1
Este artculo ha sido posible gracias al apoyo del FONDECYT DE INICIACIN
N. 11090155 El cuerpo de la memoria/la memoria del cuerpo de la autora del artculo.
14 Ctedra de Artes N12 (2012): 13-29
El cuerpo porfiado
Antes de revisar el trayecto desde las teoras semiticas ms convencionales
hasta la semitica del cuerpo es necesario detenerse para problematizar la nocin
de cuerpo. A qu nos referimos cuando hablamos de cuerpo? De qu cuerpo
Mara Jos Contreras Introduccin a la semitica del cuerpo: Presencia, enunciacin encarnada y memoria 15
2
Un ejemplo claro de la irrupcin del cuerpo en nuestra cotidianidad son los lapsus
verbales o las cadas. Pareciera ser que slo en las ocasiones cuando irrumpe el cuerpo
logramos ponerle atencin a pesar de que es innegable que vivimos, percibimos y somos
cuerpo en todo momento.
16 Ctedra de Artes N12 (2012): 13-29
Es ms: una diferencia en general supone trminos positivos entre los cuales
se establece, pero en la lengua no hay ms que diferencias sin trminos positivos.
Se considere el significante o el significado, la lengua no implica ni ideas ni soni-
dos que preexistan al sistema lingstico, sino solamente diferencias conceptuales
y diferencias fnicas nacidas de ese sistema (Saussure 1916, tr. it.: 145, tr. ma).
3
Hablamos de estructuralismo, admitiendo que no es un proyecto unitario sino
ms bien un paradigma gnoseolgico que result ser fundamental en los albores de la
semitica europea.
Mara Jos Contreras Introduccin a la semitica del cuerpo: Presencia, enunciacin encarnada y memoria 17
4
En rigor, y como veremos ms adelante, siempre se produce una relacin compleja
entre factores, por lo que es importante considerar que aunque sea a nivel perceptivo,
siempre existe un grado de mediacin que se traduce en semioticidad.
20 Ctedra de Artes N12 (2012): 13-29
Desde el momento en que uno se pregunta por la operacin que rene los
dos planos de un lenguaje, el cuerpo se hace indispensable: ya sea que se le
trate como sede, como vector o como operador de la semiosis, aparece como
la nica instancia comn a las dos caras o a los dos planos del lenguaje, capaz
de fundar, de garantizar y de realizar su unin en un conjunto significante
(Fontanille 2008: 22).
Presencia
La semitica del cuerpo se ocupa de las corporalidades y por ende de la
presencia. La presencia es una nocin y un fenmeno complicado que ha puesto
en dificultad a generaciones de pensadores. En el mbito de la semitica, por
ejemplo, Hjemslev consideraba la presencia como algo indefinible, mientras que
Greimas prevena del vnculo entre el concepto de presencia y ciertas implican-
cias metafsicas (qu es lo que se presenta?), lo que quedara por definicin fuera
de la mirada semitica (1979). Ms adelante, en Semitica de las pasiones (1991),
la presencia se define a partir de la coincidencia en el orden de la espacializacin
y la concomitancia en el orden de la temporalizacin. La presencia entonces sera
un soporte de la aspectualizacin y por tanto integrara una tensividad general
a la dimensin cognitiva del sujeto, siendo la base perceptiva de la aprehensin
de toda significacin.
El estudio de la presencia se vincula con la semitica tensiva desarrollada en
Tension et signification (Fontanille y Zilberberg 1998), cuyo proyecto se define
a grandes rasgos como una semitica discursiva que concibe los fenmenos del
discurso por su carcter dinmico, gradual y afectivo. La tensividad pone en
relieve la continuidad de las modalidades de existencia habilitando a la semitica
para el estudio de la enunciacin en acto y la presencia sensible.
Fontanille y Zilberberg acoplan la presencia con la enunciacin generando
las variedades enunciativas de la presencia:
22 Ctedra de Artes N12 (2012): 13-29
materia sin forma, informe, que se impone en el evento del Il y a [aqu hay
algo] (op. cit. 29). En la presencia habita una alteridad radical que excede sus
formas de presentificacin.
Esta concepcin de la presencia como excedente se acerca a la conceptuali-
zacin de Eric Landokwsi respecto a las pasiones. En Passions sans nom (2004),
Landowski reflexiona justamente en torno a la dualidad de la presencia que va
desde el campo de presencia (inclusin emprica del objeto en el espacio tiempo
del observador) a la presencia misma de las cosas, presencia sensible que no
puede ser vivenciada sino como pura tautologa.
Enunciacin encarnada
Al hablar de semiosis en acto surge irremediablemente el problema de la
enunciacin en cuanto operacin de actualizacin de las potencialidades de la
lengua. Qu rol juega el cuerpo en el acto de apropiacin de la lengua por medio
de un hablante? Jean-Claude Coquet sistematiza una teora de la enunciacin
que se aleja de los modelos lgico-formales para abarcar los aspectos reales, con-
siderando los campos de presencia como niveles enunciacionales (1997). Coquet
distingue el sujeto y el no-sujeto5 y esto le permite concebir la enunciacin como
una transformacin que sucede en el mbito transicional entre la realidad y el
formalismo. El no-sujeto se sita en el mbito de la predicacin irreflexiva: el
no-sujeto predica sin aseverar (Coquet 1997: 8). El sujeto, en cambio, responde a
la autoafirmacin, es la instancia que se hace cargo de la afirmacin del s mismo:
Desde este punto de vista, no hay slo una instancia sino dos. El autor es el
cuerpo, en funcin de su posicin (como dijo Merleau-Ponty somos seres-
en-posicin), sus actos adquieren sentido. Traducido en el plan modal: el
yo piel procede y soporta al yo pienso. El acto no reflexivo va primero,
de ah la importancia del cuerpo, del cuerpo agente y del cuerpo que percibe
(del actante no-sujeto en mi terminologa) y la postergacin del juicio (del
actante sujeto, de la persona) a un estadio ulterior o a otro momento (1997:
114, tr. ma).
5
Coquet (1997) define tres tipos de actantes. El primero es el que divide entre sujeto
y no-sujeto, el segundo sera el que est implicado en el discurso, mientras que el tercero
sera comparable al destinante de la semitica narrativa clsica. La concepcin tripartita
de Coquet logra abarcar la complejidad del fenmeno de la enunciacin.
24 Ctedra de Artes N12 (2012): 13-29
6
Para una aplicacin de estas categoras, vase el texto de Fontanille (2008).
Mara Jos Contreras Introduccin a la semitica del cuerpo: Presencia, enunciacin encarnada y memoria 27
Obras citadas
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Mara Jos Contreras Introduccin a la semitica del cuerpo: Presencia, enunciacin encarnada y memoria 29
Resumo
Buscamos aqui uma breve anlise do processo de criao do espetculo teatral Aqueles Dois, da Companhia
Luna Lunera. A opo pelo processo colaborativo de criao possibilitou a horizontalidade das relaes, re-
sultando numa marcante autonomia dos atores durante o processo criativo. O sistema curinga assim como
outras tcnicas e estratgias utilizadas foi determinante para que cada ator, no uso diverso do movimento e
da voz, pudesse trazer cena sua prpria compreenso da estria e dos personagens que encenam, colaborando
para uma constituio polifnica e rizomtica de Aqueles Dois. Alm disso, a inaugurao do Observatrio
de Criao e a abertura do espetculo para interferncia do pblico contriburam para que Aqueles Dois se
configure como obra inacabada e em constante devir.
Palavras-Chave: Companhia Luna Lunera, processo colaborativo de criao, rizoma, devir, polifonia.
Resumen
Se busca aqu un breve anlisis del proceso de creacin de la representacin teatral Aqueles Dois, de la
Companhia Luna Lunera. La eleccin por el proceso colaborativo de creacin permiti la horizontalidad
de las relaciones, dando como resultado una notable autonoma de los actores en el proceso creativo. El
sistema curinga as como otras tcnicas y estrategias utilizadas fue crucial para que cada participante,
en el uso diverso del movimiento y la voz, pudiese poner en juego su propia comprensin de la historia y
de los personajes que interpretan, lo que contribuye a una composicin polifnica y rizomtica de Aqueles
Dois. Por otra parte, la inauguracin del Observatrio de Criao y de la exposicin de la representacin
teatral a la interferencia de la opinin pblica ha contribuido a que Aqueles Dois se configure como una
obra de arte inacabada y en constante devenir.
Palabras Clave: Compaa Luna Lunera, proceso colaborativo de creacin, rizoma, devenir, polifona.
Abstract
We seek to build in this paper a brief analysis of the creative process of the Aqueles Dois, a theatrical play of
Companhia Luna Lunera. The use of the collaborative process of creation allowed the horizontality of rela-
tionships between the creators, resulting in a remarkable autonomy of the actors during the creative process.
The sistema curinga - as well as other techniques and strategies used - was crucial because each actor could
bring into play - by the diverse use of movement and voice - their own understanding of the story and the
characters they play, contributing to a polyphonic and rhizomatic constitution of the Aqueles Dois. Moreover,
the inauguration of the Observatrio de Criao - with opening of the performances to the public interference
- contributed to Aqueles Dois to be considered as an unfinished play that has a constant flow.
Keywords: Companhia Luna Lunera, collaborative process of creation, rhizome, becoming, polyphony.
Elton Mendes F. & Alberto Tibaji Rizoma, devir e polifonia: o processo criativo de um espetculo teatral 31
1. Introduo
Neste trabalho pretendemos fazer uma breve anlise do processo de criao do
espetculo teatral Aqueles Dois, da Companhia Luna Lunera, sob a luz dos conceitos
de rizoma e devir apresentados por Gilles Deleuze e Felix Guattari em Mil
Plats (1995), passando ainda pelo conceito de polifonia de Mikhail Bakhtin.
Luna Lunera uma companhia de teatro brasileira da cidade de Belo
Horizonte, capital do estado de Minas Gerais. Constituiu-se oficialmente
em 2001 com a encenao de Perdoa-me por me trares, tragdia escrita pelo
dramaturgo brasileiro Nelson Rodrigues em 1957. Desde ento, a Companhia
Luna Lunera tem em seu currculo seis espetculos, entre eles, Aqueles Dois.
Aqueles Dois foi inspirado no conto homnimo do autor brasileiro Caio Fer-
nando Abreu, publicado pela primeira vez em 1982 no seu livro Morangos Mofados.
O conto narra a estria de Raul e Saul, dois funcionrios recm-chegados a uma
repartio pblica e que, desde o incio, percebem uma aridez, um desconforto,
certa frieza nas relaes entre os funcionrios daquele ambiente que eles apelidam
de deserto de almas. No decorrer da estria, eles vo construindo uma relao de
companheirismo e cumplicidade bastante ambgua que comea a gerar incmodo
nos colegas de trabalho e que, por fim, resulta na demisso dos dois.
Desde o incio, o processo de construo do espetculo Aqueles Dois se deu de
maneira coletiva. Optou-se pela criao a partir do processo colaborativo, o uso
de prticas como o contato improvisao, bem como a abertura do Observatrio
de Criao e o emprego do sistema curinga, foram escolhas que reverteram para
o processo criativo de Aqueles Dois uma pluralidade de contribuies que colabo-
raram, sobremaneira, para uma construo rizomtica e polifnica do espetculo.
1
Trata-se de uma tcnica cujos fundamentos do origem a uma forma de dana
espontnea e sensorial em que duas ou mais pessoas buscam um dilogo fsico por
meio da troca de peso e de contato. Os movimentos produzidos lidam com a inrcia, o
momento, o desequilbrio e o inesperado. Alm disso, o trabalho com esta tcnica tem
a caracterstica de oferecer autonomia criativa ao bailarino/ator no ato da improvisao.
2
Dentre outras possibilidades, o trabalho com as aes vocais permite, no exerccio
de improvisao, o surgimento de uma pluralidade de entonaes, inflexes, intenes
32 Ctedra de Artes N12 (2012): 30-52
online Bacante, Odilon Esteves, ator da Companhia, revelou que durante o processo
de criao do espetculo tudo foi coletivo (Muriana Entrevista com a Cia...).
Nos meses de maio e junho de 2007 a Companhia ateve-se aos treinamentos de
contato improvisao e das aes vocais e tambm escolha de um texto para
aprofundamento dessas mesmas tcnicas. O texto escolhido para experimentao
foi o conto Aqueles Dois, de Caio Fernando Abreu.
Nesse primeiro momento, contudo, no havia entre os atores da Companhia
Luna Lunera a inteno de construir um espetculo. A ideia era realizar um
treinamento coletivo para aperfeioamento tcnico do grupo e como modo de
retornar s atividades artsticas, estacionadas desde o ltimo espetculo.
A gente no queria fazer um espetculo, inicialmente. Quando as oficinas
comearam a gente s queria treinar, voltar a encontrar. Tudo era muito
despretensioso, a inteno no era montar Aqueles Dois. A pea acontece por
acaso (Entrevista com Dias 2011).
E ainda,
sem abandonar o estatuto artstico autnomo de um determinado aspecto da
criao, a habilidade especfica, o talento individualizado ou mesmo o gosto
por certa rea criativa, o processo colaborativo no reduz o criador a mero
especialista ou tcnico de funo. Pois, acima de sua habilidade particular,
est o artista do Teatro, criando uma obra cnica por inteiro, e comprometido
com ela e com o seu discurso como um todo (Arajo 2006: 131).
34 Ctedra de Artes N12 (2012): 30-52
3
Trata-se de uma prtica desenvolvida por Mary Overlie na dcada de 1970, conhe-
cida como Six Viewpoints, mas que foi desdobrada e sistematizada pela diretora teatral
americana Anne Bogart. A tcnica utilizada no treinamento de atores a partir da
construo de conjuntos e da criao de movimentos para o palco. Nos trabalhos do
Luna Lunera, Cludio Dias introduz apenas o viewpoint de topografia. Essa prtica
possibilitava ao elenco desenvolver possibilidades de trajetria pela cena.
36 Ctedra de Artes N12 (2012): 30-52
Incitados ento pela estria de Caio Fernando Abreu, nas semanas de direo
e em ensaios posteriores, os atores do Luna Lunera souberam trazer tona ele-
mentos da sua histria pessoal os filmes, canes, preferncias, recordaes de
pessoas e de experincias vividas no como um resgate de um tempo passado,
mas como o emergir de uma emoo contempornea, na atualidade da cena
improvisada.
[Odilon:] Cada diretor teve essa sua semana que era muito diferente, propos-
tas muito diferentes de um e de outro mas que comearam a se contaminar.
O projeto da semana anterior j contaminava a semana posterior. Ainda assim
muito diferentes. Depois a gente teve um tempo para que cada diretor mistu-
rasse aquilo tudo e dirigisse os outros misturando aquelas referncias todas. E
que propusesse um roteiro (Muriana Entrevista com a Cia...).
Notando, contudo, que as ideias que cada um dos envolvidos trazia para o
roteiro se pareciam muito, decidiram estabelecer juntos o canovaccio.
Quando iniciaram os ensaios em setembro de 2007, tendo como referncia
aquele primeiro canovaccio derivado das experincias durante as semanas de
direo, os atores que realizavam as cenas tambm passaram a fazer registros:
em determinados momentos, os quatro paravam seus trabalhos de improvisao/
representao para se dirigirem a um canto da sala de ensaio onde os aguarda-
vam caneta e papel. Nesses momentos todos se tornavam juntamente com Z
Walter dramaturgos, medida que materializavam com a escrita as imagens
que mais lhes chamavam a ateno. E no se elegeu um diretor do espetculo.
A gente no escolheu nenhuma das propostas porque era tudo muito comple-
mentar, afirma Marcelo (Entrevista com Souza e Silva 2011).
Devido a que o processo colaborativo a expresso do dilogo artstico,
num jogo de complementaridade (Rinaldi cit. por Fischer 2010: 63), muito
embora solicite a integrao de seus participantes na construo da obra, isso
no resulta no apagamento das diferenas entre os criadores.
Nesses termos, para que o processo colaborativo de criao se realize, preciso
que as funes estejam fortalecidas e integradas em rede rizomaticamente ,
o que no pressupe uma diluio ou homogeneizao das vozes dos partici-
pantes, mas a busca de uma plenivalncia de todas essas funes, uma polifonia,
no sentido de Mikhail Bakhtin.
Durante a definio do canovaccio, mantinha-se a presena da improvisao,
o que lhe fornecia um grau de imprevisibilidade. Observemos que a improvi-
sao presente tanto no carter de imprevisibilidade do contato improvisao,
nas experimentaes das aes vocais, e no princpio de desenvolvimento da
dramaturgia calcada no aqui e agora da cena (premissa do processo colaborativo)
propiciava, pelo inacabamento e pela instabilidade, um constante movimento
de desterritorializao das estruturas institudas at ento (o canovaccio, os objetos
de cena) numa ao que se caracterizava, naquele momento, pelo deslizamento
4
Segundo Lus Alberto de Abreu, o canovaccio o termo que, na Commedia dellArte,
indicava o roteiro de aes do espetculo, alm de indicaes de entrada e sada de atores,
jogos de cena etc. Embora o canovaccio seja responsabilidade da dramaturgia ele no
se constitui em mera costura das propostas do coletivo, nem em viso particular do
dramaturgo. a resultante de todo o trabalho preparatrio organizado em propostas de
cenas. [] O canovaccio contm, de forma embrionria, uma viso possvel do espetculo.
E, como nada permanente no processo colaborativo, o canovaccio vai discusso para
aperfeioamento e possvel reformulao (Abreu 2003).
Elton Mendes F. & Alberto Tibaji Rizoma, devir e polifonia: o processo criativo de um espetculo teatral 39
seus questionamentos, e que ali tambm podia haver algum eco, como teve
(Entrevista com Esteves 2011).
5
as spontaneous mutual investigation of the energy and inertia paths created when
two people engage actively dancing freely, with their sensitivity to guide and safeguard
them.
44 Ctedra de Artes N12 (2012): 30-52
6
El bailarn de CI se produce en una relacin con su corporalidad caracterizada por
la apertura a lo nuevo que puede emerger del movimiento sensible en interaccin con
el entorno y/o el compaero. Se trata de cuerpos que operan por intensidades. El uso
de lo sensorial no queda fijado a un modelo a reproducir sino ms bien a un territorio
a explorar, de modo que el bailarn mismo deviene su propio experimento.
7
something reflexive and much faster than consciousness takes over.
8
a series of on-the-spot decisions. And they are on the spot. The soft skin is alert
to the points of contact, signals telling the dancers where they are, orienting them to
their partner and the floor. Their perceptions are stretching. There are hazards. One of
them is thinking ahead. What the body can do to survive is much faster than thought.
An important aspect of Contact Improvisation is the pleasure of moving, and the
pleasure of dancing with somebody in a very spontaneous way.
Elton Mendes F. & Alberto Tibaji Rizoma, devir e polifonia: o processo criativo de um espetculo teatral 45
9
O verbo escutar amplamente usado, tanto nas abordagens tericas quanto prti-
cas do contato improvisao, como referncia abertura percepo sensorial do tato.
Segundo Marina Tampini (2010), isso se deve inexistncia de um verbo especfico
para o tato, sentido amplamente estimulado na prtica do contato improvisao.
10
Segundo as teorias de Austin e Searle a respeito dos atos de fala, d-se o nome de
efeitos perlocucionais queles efeitos produzidos no ouvinte ao receber determinado
enunciado. Cf. SEARLE, J. R. Speech Acts: An Essay in the Philosophy of Language.
Cambridge: CUP, 1969.
46 Ctedra de Artes N12 (2012): 30-52
Rmulo nos conta que, no incio do processo criativo, apesar das diferenas
de interpretao do texto de Caio Fernando Abreu sobre a relao entre Raul
e Saul, no ficou claro que a gente poderia ter opinies diversas, e que essas
opinies permaneceriam no espetculo. Segundo Rmulo, foi nos ensaios abertos
do Observatrio de Criao, a partir das impresses do pblico, que os atores
perceberam que no era preciso ter uniformidade de opinies dentro do elenco.
Certa vez, aps o ensaio, um espectador
disse assim: porque na segunda vez que eles transam... A depois uma
segunda pessoa estava voltando, que no tinha ouvido a opinio anterior,
disse: ...porque uma amizade to pura, como no se v mais; as pessoas
tm mania de botar maldade em tudo e eles so dois amigos to bonitos...
48 Ctedra de Artes N12 (2012): 30-52
Trabalhos citados
Abreu, Caio Fernando. Morangos Mofados. Rio de Janeiro: Agir, 2005. Impresso.
Abreu, Lus Alberto de. Processo Colaborativo: relato e reflexo sobre uma
experincia de criao. Santo Andr, 2003. Cadernos da Escola Livre de
Teatro. Disponvel em: <http://escolalivredeteatro.blogspot.com/2006/01/
processo-colaborativo-relato-e-reflexo.html>. Acesso em: 13 Ago. 2010.
Arajo, Antnio. O processo colaborativo no Teatro da Vertigem. Revista Sala
Preta n 6 (2006). 127-133. Impresso.
Bakhtin, Mikhail. Problemas da Potica de Dostoivski. Rio de Janeiro: Forense
Universitria, 2002. Impresso.
Deleuze, Gilles. Mil Plats no Formam uma Montanha, eles abrem mil ca-
minhos filosficos. Dossier Deleuze. Org. Carlos Henrique de Escobar. . Rio
de Janeiro: Hlon, 1991.Impresso.
Deleuze, Gilles e Flix Guattari. Mil Plats: capitalismo e esquizofrenia. Vol 1.
Rio de Janeiro: Editora 34, 1995. Impresso.
Farina, Cynthia e Roselaine Albernaz. Favorecer-se outro. Corpo e filosofia
em Contato Improvisao. Educao Revista do Centro de Educao UFSM
v.34, n.3, ( 2009). 543-557. Impresso.
Ferri, Mrio G. et al. Glossrio Ilustrado de Botnica. So Paulo: Nobel, 1981.
Impresso.
Elton Mendes F. & Alberto Tibaji Rizoma, devir e polifonia: o processo criativo de um espetculo teatral 51
Fontes primrias
Souza e Silva, Marcelo. Belo Horizonte, Brasil, 24 Jan. 2011. 1 dvd. Entrevista
concedida a Elton Mendes Francelino e Lucimara de Andrade.
Tho, Guilherme. Belo Horizonte, Brasil, 23 Jan. 2011. 1 dvd. Entrevista con-
cedida a Elton Mendes Francelino e Lucimara de Andrade.
Resumen
Este breve artculo, de carcter ms bien descriptivo, tiene como objetivo
dar a conocer el inters que ha tenido la disciplina del teatro en representar
el cuento de Heinrich von Kleist titulado: Das Erdbeben in Chili (Te-
rremoto en Chile). El escrito buscar exteriorizar las temticas del relato
que han promovido la creacin de piezas de teatro sobre ella, como tambin
exponer el fecundo inters mostrado por compaas de teatro europeas por
la obra del alemn.
Palabras Clave: terremoto 1647, teatro, Das Erdbeben in Chili,
Heinrich von Kleist, St.Jago.
Abstract
This brief, mainly descriptive, article aims at presenting the reasons why
the artistic discipline of theater has had great interest in staging Heinrich
von Kleists short story: Das Erdbeben in Chili (Earthquake in Chile).
I will describe the main themes of this short story which have encouraged
the creation of plays about it. I will also concentrate on the prolific attention
shown by European theater companies on von Kleists work.
Keywords: earthquake 1647, theatre, Das Erdbeben in Chili, Heinrich
von Kleist, St.Jago.
1
Doctor en Histoire et Civilization, cole des Hautes tudes en Sciences Sociales
(EHESS), Pars, Francia. Este artculo contiene algunas ideas planteadas en nuestra
tesis que se titul: Tremblements de Terre dans le Jardin dEden. Dsastre, Mmoire
et Identit au Chili (XVIe-XXIe sicle). A su vez, este escrito se inserta dentro de las
temticas de un futuro proyecto de investigacin que realizaremos junto al antroplogo
Esteban Villarroel, denominado: Emergencia de una Esttica de la Catstrofe en el Arte
Chileno.
54 Ctedra de Artes N12 (2012): 53-70
1 2
A pesar de que estas tres imgenes pueden pensarse como tres micromundos,
lo cierto es que son tres pluralidades ceidas bajo un mismo horizonte sensible,
inspiradas a partir del mismo hombre y de un mismo nombre. Todas ellas se
denominan de una misma manera: Das Erdbeben in Chili.
2
Existen una cantidad importante de textos sobre este cuento. Destacamos los
siguientes a los cuales tuvimos acceso: Brun (1966), Weineck (2003), Luanne (2005),
Norton (2008).
56 Ctedra de Artes N12 (2012): 53-70
normas y preceptos, por ello deba morir. Jernimo fue avisado de este vere-
dicto e intent escapar de la prisin para salvar a su amada sin xito. Ante
el fracaso de su fuga intent suicidarse, no obstante, justo en los momentos
que se dispuso a realizar este acto vino el terremoto del 13 de mayo de 1647.
Luego de haber ocurrido el movimiento telrico y observando que todo es-
taba en ruina, Rugera escap en busca de su enamorada e hijo, sin embargo,
la ciudad estaba completamente destruida y no haba rastros de ellos. No tuvo
otra opcin que ir a buscar a los cerros donde se haba congregado la gente
que sobrevivi. Pese a su incesante pesquisa no encontraba a su familia y la
desesperacin lo llev a pensar que su mujer y su retoo haban perecido entre
las ruinas. Fue en el ltimo suspiro cuando reconoci a Josefa en un lugar que
Kleist describe como el Jardn del Edn3.
El autor explica cmo Josefa alcanz a rescatar a su hijo de la muerte mientras
transcurra el temblor y cmo lograron escapar ambos entre los escombros. Ya
juntos, la pareja pens en aprovechar la instancia para escapar a otra ciudad,
Concepcin. Sin embargo, finalmente, decidieron quedarse para mostrar al pue-
blo santiaguino lo fuerte que era su amor y porque lograron crear una amistad
durante esos momentos crticos con uno de los vecinos ms connotados de la
ciudad: don Fernando. A su vez, creyeron que el haber sobrevivido a la cats-
trofe sera interpretado por el resto de los habitantes como un hecho positivo
dispuesto por Dios.
El desenlace de la historia ocurre cuando llega a sus odos la noticia de
que se realizara una misa en la nica iglesia que qued en pie, la de los Do-
minicos. Todo el pueblo se reunira para suplicar a Dios que detuviese su ira
contra la ciudad. Josefa y Jernimo quisieron participar en el evento para as
agradecer a Dios su salvacin y verificar cmo el pueblo tomara el hecho de
que se encontraran vivos.
En este sentido, Kleist subraya el grado de ingenuidad de los protagonistas.
Durante la ceremonia religiosa se culp a los protagonistas de ser los provocadores
de la ira de Dios. Pese a estar encubiertos, fueron atrapados, encarados y atacados
fsicamente. Por ms que sus amigos intentaron defenderlos, esto fue en vano, puesto
que los dos perecieron, aunque su hijo se salv y qued en manos de don Fernando.
3
Como exponemos en nuestro trabajo de tesis, Kleist mantiene aquella tensin catas-
trfica chilena que hemos podido reconocer en nuestro trabajo de investigacin, puesto
que logra poner en un mismo horizonte perceptivo al desastre con la idealizacin del
espacio. El catastrofismo que se cre para Chile no fue solo la suma de desastres, sino
una tensin constante entre el desastre y las potencialidades riqueza que se pensaba
que la tierra poda dar. En este sentido, Kleist hizo una lectura coherente a lo que desde
Chile se haba transmitido y, de alguna u otra manera, ayud al proceso de legitimacin
desde el exterior de este catastrofismo.
Mauricio Onetto Pavez Un teatro para la catstrofe: Das Erdbeben in Chili de Heinrich von Kleist 57
La noche del 13 de mayo de 1647 fue una noche diferente tanto para San-
tiago como para el resto de Chile4. El terremoto citado por Kleist corresponde
a este evento. Ocurri a eso de las 22:30 horas y fue el primero de una serie de
sismos considerados como desastrosos dentro de la historia de Chile. Debido
a este acontecimiento se reafirm la idea que hasta esos aos se tena sobre ese
territorio, es decir, como una tierra de catstrofes y riesgos. A su vez, el evento
provoc cambios en la estructura de la capital, las relaciones con la monarqua
y, por ende, en la autorrepresentacin de sus habitantes5.
Como se trat de la destruccin de la ciudad de Santiago, espacio de seguridad
y de mayor construccin de Chile para aquel entonces, el golpe se sinti ms
fuerte, al punto de llegar a cuestionarse realmente la posibilidad de continuar
o no adelante con un proyecto de conquista (espaola) que estaba fundado
en desaciertos. En este sentido, fueron los propios actores o, mejor dicho, las
autoridades, las que percibieron que se haba producido un cambio tras este
desastre. As lo manifestaron a las mximas autoridades que se encontraban en
el extranjero (Monarqua Espaola). En otras palabras, este terremoto funcion
como un gran espacio de transaccin y de creacin de sentidos tanto interna-
mente como para el exterior6.
4
De manera general, algunas ideas sobre las implicancias de este sismo se encuentran
en un breve artculo que escribimos (ver Onetto, 2007).
5
Estas afirmaciones se pueden encontrar en la segunda parte de nuestro trabajo de
tesis doctoral.
6
Nueva visin sobre los significados de un acontecimiento est basado para este caso
en el trabajo de Louis Qur. Para l, Lvnement apprhend comme terme dune
transaction nest donc plus seulement un fait dans le monde, compos de donnes actue-
lles et susceptible dtre expliqu causalement, interprt la lumire dun contexte, dot
de sens ou de valeur par un sujet. Il est lui-mme porteur ou crateur de sens; il apporte
avec lui les conditions de sa propre intelligence... Il introduit notamment des possibilits
interprtatives nouvelles, concernant aussi bien le pass que le prsent et le futur. Cest
pourquoi, il ne peut pas tre enferm dans le lieu, le moment et les circonstances de son
occurrence: il les dborde de toutes parts. Spatialement, car il peut produire ses effets
trs loin du lieu o il sest produit (Qur 2006: 213). Nuestra traduccin al castellano
de la cita: El evento aprehendido como una transaccin no constituye solamente un
hecho en el mundo, compuesto de informaciones actuales susceptibles de ser explicadas
causalmente, interpretadas a la luz de un contexto, dotadas de sentido o de valor por un
58 Ctedra de Artes N12 (2012): 53-70
En otras palabras, lo que deseamos precisar es que este terremoto gener una
toma de consciencia sobre el devenir que se haba tenido hasta ese entonces en
aquel territorio, es decir, sobre la experiencia de estar en Chile. A diferencia de la
gran mayora de las reflexiones de esos aos, esta no provino desde el territorio
de guerra que era desde donde se medan los aconteceres en Chile8. Esta ocurri
desde el espacio de seguridad por excelencia que era Santiago. Este ser o no ser
que surgi tras este terremoto, se convirti en un puente entre las experiencias
fatdicas de Chile que no haban sido ligadas hasta ese momento. Este puente
sirvi como soporte a la imagen catastrfica y heroica que se quera tener de ese
pas y que se haba transmitido desde la llegada de los primeros espaoles. Este
tipo de cruce permiti activar e hilar el recuerdo tanto de las desgracias como de
las ilusiones compartidas bajo una misma plataforma de sentido9 (Candau 2005).
Todos estos cuestionamientos comenzaron a ser realizados desde los primeros
escritos que intentaron representar la catstrofe. Por lo general, los relatos siguie-
ron los cnones impuestos por las mximas autoridades e instancias poltico-
religiosas de Occidente. Estos cnones involucraron tambin la manera sobre
cmo leer las catstrofes, es decir, sobre cmo pintarlas o describirlas. Desde el
siglo XVI y hasta finales del siglo XVII, la Iglesia con su discurso escatolgico10
asociado al apocalipsis, intentaba dar inteligibilidad a cada suceso considerado
como catastrfico11. Ahora bien, nos parece que esta forma de representacin
que busc asimilar cada hecho con una situacin infernal o a la ira de Dios,
no nos permite comprender la gran cantidad de elementos que estuvieron en
juego en una situacin de este tipo (Valenzuela Mrquez 2007). En palabras de
Walter, esto sera un argumento reduccionista: una infantilizacin generalizada
de las sociedades del pasado (2008: 11-12). En este sentido, el autor sugiere
que estos temas puedan ser analizados ms bien como esquemas explicativos
en tiempos de crisis. En este sentido, el Apocalipsis se debe entender como un
modo de comunicacin sacr de la catstrofe12.
Presentar las cosas apocalpticamente pudo ser uno de los caminos para
comunicar un conjunto de sucesos vinculados a los desastres, aunque tambin
una manera universal de transmitir los problemas que sufran los vecinos en
aquel territorio, y que no solamente estaban conectados con los terremotos. En
10
Sobre la comprensin del discurso escatolgico para esos aos, Franois Walter
indica: Toutefois, la tradition judo-chrtienne repose sur deux livres majeurs: dabord
le livre de Daniel, crit probablement entre 175 etc 163 av J.-C et qui nonce un certain
nombre de prophties sur lintervention imminente de Dieu dans lhistoire du monde;
ensuite et surtout lApocalypse, compose par saint Jean sur lle de Patmos vers 95 apr.
J.-C. Les visions prophtiques de lauteurs sur la fin des temps conduisent la victoire
finale de lAgneau (le Christ). Les puissances des tnbres- la bte, le dragon et satan-
sont donc vaincues. Le sens premier du mot Apocalypse renvoie certes manifestation
et non pas destruction, comme on limagine trop frquemment. Ver (2008: 87).
Asimismo, el autor seala que durante la edad media, iconogrficamente, se insisti en
la esperanza de la venida de Cristo, mientras que hacia el siglo XV iconogrficamente
comienza una conciencia hacia el apocalipsis.
11
El tema del Apocalipsis y las catstrofes ha sido estudiado y reinterpretado por
algunos estudiosos europeos. Ver al respecto los trabajos de Christe, (1996); Rivire
(2005). Este ltimo trabajo aporta ideas frescas sobre el devenir histrico de este fin de
mundo. La autora nos presenta cmo el significado del Apocalipsis fue evolucionando
a travs del tiempo. Por ejemplo, la autora demostr que no siempre fue un arma del
cristianismo, sino que con l se atac, incluso, al imperio romano que foment este.
12
Como indica Daniele Hervieu-Lguer, le sacr nest pas rductible au religieux,
meme sil est vrai que les religions historiques ont constitu une manire dinscription
par excellence su sacr dans le social. Il convient de distinguer la religiosit (les elements
caracteristiques du religieux dans le champs seculier) et la sacralite (la construction
dune dimension sacrale, sur la base de valeurs contemporaines, productrices de sens)
(1993: 71).
60 Ctedra de Artes N12 (2012): 53-70
13
Segn Jackson, la palabra teatro para los siglos XVI y XVII estaba asociada ms
bien a las dimensiones del paisaje: Vers le milieu du XVII siecle, la metaphore du
paysage comme theatre se met soudain changer de sens. Le mot theatre cesse de
renvoyer exclusivement au spectacle, pour commencer designer le drame, lanalyse et
la solution dun problema ( Jackson 1980: 116).
14
Como dice Besse: Le visuel et lencyclopdique, conduisent dfinir le Theatrum
comme la condition et le support dune vision synoptique du monde terrestre, vision de
haut et totalisante, qui sexprime par lintermdiaire de ce qui est la fois une posture
typique de la connaissance et une mtaphore: le thtre (Besse 2003: 277).
Mauricio Onetto Pavez Un teatro para la catstrofe: Das Erdbeben in Chili de Heinrich von Kleist 61
15
El anlisis se centrar exclusivamente en lo ocurrido en Europa. Tenemos presente
que luego del terremoto de 2010 en Chile, surgi un inters mayor por esta obra. En este
sentido, tuvimos la posibilidad de apreciar la performance de la compaa Mapamundi
Teatro sobre esta pieza en el Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM) de Santiago de
Chile. La pieza titulada T EL TERREMOTO DE CHILE, que se estren en octubre
de 2012, constituye el mejor ejemplo de este nuevo inters. En efecto, gran parte de la
reflexin terica de la pieza est basada en un trabajo que realizamos anteriormente:
Mauricio Onetto Pavez, Apuntes sobre memorias sensoriales y catstrofes. Chile,
siglos XVI-XVIII, Revista de Historia Iberoamericana 2011, 1 [fecha de consulta: 01
de febrero de 2013]. Disponible en: http://revistahistoria.universia.net/pdfs_revistas/
articulo_147_1309296844734.pdf ISSN 1989-2616
62 Ctedra de Artes N12 (2012): 53-70
16
Para mayores informaciones sobre esta obra ver la web del Centre de Cration
de Recherche et des Cultures (association culturelle et artistique). http://www.crearc.
fr/?p=pages/spectacles&ref_article=527&get_categorie=4&get_rubrique=9&get_sou-
srubrique=44 (Revisado el 25 noviembre 2012).
17
Gracias a Jette Heger, quien trabaja en Kulturmanagement & Kommunikation, hemos
podido tener copia del registro de la pieza de teatro para su anlisis.
Mauricio Onetto Pavez Un teatro para la catstrofe: Das Erdbeben in Chili de Heinrich von Kleist 63
demuestra esto. Se destaca la ciudad por sobre el terremoto o por sobre los
personajes. Cabe recordar que el romntico alemn comenz la primera frase
de su historia con la alusin a la capital de Chile: En Santiago de Chile.
Probablemente, el msico y escritor deseaba marcar el sitio donde naci el
conflicto que dio paso a la representacin, ya que para l sera en las urbes en
donde nacen y se legitiman las diferencias entre los hombres. A su vez, creemos
que esta intencin de poner en valor el nombre de Santiago fue tambin una
manera de compensar ciertas observaciones de Kleist con respecto a los espacios
geogrficos narrados y cmo estos influyeron en el desarrollo del cuento.
Ahora bien, nuestras observaciones sobre esta obra que mezcla teatro y
msica, pudieron concretarse gracias a que tuvimos acceso al registro de una
de las adaptaciones realizadas de la obra de Schnebel. Esta se efectu en el ao
2006 en el Kammerensemble Neue Musik de Berln18. Dentro de ella se puede
verificar de una manera ms ntida la mirada espacial a la cual nos hemos refe-
rido, aunque por temas de conocimiento de la lengua, sea ms bien un ejercicio
interpretativo de nuestra parte.
La obra fue dirigida musicalmente por Steffen Tast y teatralmente por
Cornelia Hege. Desde un principio esta busc seguir las inquietudes expuestas
por Schnebel y ponerlas en valor en un espacio totalmente marcado por la ver-
ticalidad. Claramente esto favoreci que se pudiera mantener, aunque fuera de
manera metafrica, la exposicin literaria propuesta por Kleist sobre la ciudad
de Santiago y aquella poca.
Imagen 6. En esta imagen vemos a Steffen Tast, director musical de la Obra St. Jago.
Fuente: videograbacin
18
En la pgina web oficial de la pieza de teatro se indica que la fecha de estreno fue
el 02-04-02 de 2006, a las 20.00 horas. Ver http://st-jago.basecmp.de/
Mauricio Onetto Pavez Un teatro para la catstrofe: Das Erdbeben in Chili de Heinrich von Kleist 65
Imgenes 7, 8 y 9. St. Jago. Las tres tomas presentan la importancia de las esca-
leras, las cadenas y elementos de lo natural. Todo esto siempre envuelto en una
msica algo sombra. Fuente imgenes 7 y 8: videograbacin. La imagen 9 es una
fotografa de Waldemar Brzezinski del STDYO BERLIN.
66 Ctedra de Artes N12 (2012): 53-70
Imagen 10. St. Jago. La actriz principal se detiene para as exteriorizar ms enrgi-
camente la manera de resistir, lo cual puede ser interpretado como una resistencia
al movimiento telrico o a las imposiciones de la poca. Ahora bien, las cadenas
nunca le permitieron moverse libremente. Fuente: videograbacin.
19
Lamentablemente la directora de la obra de teatro no deseaba hablar sobre este
proyecto cuando intentamos ubicarla en Alemania.
Mauricio Onetto Pavez Un teatro para la catstrofe: Das Erdbeben in Chili de Heinrich von Kleist 67
El ejercicio de dar a conocer y analizar este tipo de obras, nos permite ase-
verar que el recuerdo sobre un acontecimiento nunca est basado en una sola
memoria. Son diversas sensaciones, rumores, expectativas, imaginaciones, las
que se encuentran. Esto se puede apreciar, al menos, con el escrito de Kleist
como tambin con las representaciones que nacieron de su texto. En efecto, el
incidente original terremoto de 1647, muchas veces, se diluy dependiendo
de los intereses que se deseaban poner en valor con las representaciones. Sin
embargo, lo cierto es que an disminuido el sismo, se reprodujo el recuerdo de
este y de paso del catastrofismo chileno.
Consideraciones finales
El hecho de que una disciplina como el teatro haya prestado atencin por
el cuento de Kleist se debe al carcter universal bajo el cual se escribi el relato.
La narracin se present como un conjunto de imgenes conocidas que permi-
tieron abolir las distancias tanto espaciales como temporales. Esto habra dado
paso, en palabras de Aug, a que la representacin de la catstrofe pudiese ser
virtualizada posteriormente (Aug 2003)20.
Esta propiedad universal de acotar distancias, alcanza cualquier horizonte,
cualquier rincn del mundo. Es cierto que el relato gir en torno a un espacio
fsico concreto como el de Santiago de Chile para 1647. Sin embargo, las repre-
sentaciones, sobre todo aquellas relacionadas al teatro, terminaron desconociendo
la escenografa chilena y pusieron en valor ms bien la dimensin humana.
Un dimensin caracterizada por la injusticia por sobre el sufrimiento. En tanto,
las particularidades que dej el terremoto en ese pas, como tambin el efecto
de las ruinas que marcaron a la capital constituyen solamente una excusa. En
este sentido, se cumplira lo que Anne-Marie Mercier-Faivre y Chantal Tho-
mas sealan en cuanto a que escribir sobre la catstrofe como escribir sobre
las ruinas es finalmente un ejercicio de interrogacin sobre las civilizaciones,
especialmente, en aquella donde se vive (2008: 23)21.
Lo anterior nos permite aseverar que las representaciones teatrales y audio-
visuales creadas para esta obra, buscaron subrayar aquella parte del cuento de
20
A su vez, Marc Aug insiste en que la catstrofe nos sumerge dentro de un horizonte
virtual, de la imagen, la cual nos permite abolir las distancias y enfrentarnos directamente
a la representacin. Virtuelles, les restaurations, comme les reconstructions, les repro-
ductions et les simulacres, appartiennent au domaine de limage: elles sont limage,
elle sont limage des ralits lointaines ou disparues auxquelles elles se substituent. Le
propre de limage, toutefois, cest quelle nest devance que par elle-mme; elle est elle-
meme son prope pass: le pass de limage, ce nest pas son pass historique supposs,
ni celui de loriginal, cest limage que ses spectateurs en avaient dj. Dans ce prsent
perptuel sabolit la distance entre le pass et sa reprsentation (75).
21
La adaptacin de la frase es nuestra.
68 Ctedra de Artes N12 (2012): 53-70
Kleist que les permita tensionar las relaciones humanas y ponerlas en valor. En
este sentido, lo que se revaloriz fue la universalidad de la catstrofe como un
espacio desde donde poder recapacitar sobre las relaciones entre los hombres.
Esto porque se ha reconocido que bajo este tipo de instancias desastre, o
tiempo puro como dira Aug22, es ms fcil observar estas implicancias. De
hecho, surgen preguntas que la disciplina del teatro debe responder. Es que solo
desde las tablas podemos representar las relaciones humanas? Qu ocurre con
aquellos apegos al espacio o a lo material? Cmo representar esto, respetando
la intensidad, silencios, admiraciones que puede tener una persona?
Ahora bien, no hay que olvidar que la lectura del alemn fue una respuesta.
Una respuesta que mostraba que en cualquier parte del mundo y bajo cualquier
escenario catastrfico, las ambiciones e ideologas de los hombres no cambian a
pesar de una hecatombe. Asimismo, podramos precisar que fue una invitacin
a reflexionar sobre aquellos gestos y espacios de belleza que pueden reordenar
las cosas. En otras palabras, el escrito de Kleist siempre busc ser un espacio de
respuesta que albergara ms preguntas, ms humanidad y desde donde poder
crear y motivar a producir arte23.
Obras citadas
Amuntegui Aldunate, Miguel Luis. El terremoto del 13 de mayo de 1647. San-
tiago: Rafael Jover, 1882. Impreso.
Aug, Marc. Le temps en ruines. Paris: Galile, 2003. Impreso.
Besse, Jean Marc. Les grandeurs de la Terre. Aspects du savoir gographique la
Renaissance. Lyon: ENS Editions, 2003. Impreso.
Brun, Jacques. LUnivers tragique de Kleist, essai. Paris: Societe dedition
denseignement superieur, 1966. Impreso.
Blamberger, Gnter. Heinrich von Kleist. Biographie Frankfurt: S. Fischer, 2011.
Impreso.
Candau, Jol. Antropologie de la memoire. Paris: Armand Colin, 2005. Impreso.
Christe, Yves. LApocalypse de Jean. Sens et dveloppements de ses visions synthti-
ques. Paris: Picard, Bibliothque des cahiers archologiques, 1996. Impreso.
Ciavaldini-Rivire, Laurence. Apocalypse au Moyen ge: catastrophe cosmique
ou triomphe du christianisme? Favier, Ren y Anne-Marie Granet-Abisset.
22
La vue des ruines nous fait fugitivement pressentir lexistence dun temps qui nest
pas celui dont parlent les manuels dhistoire ou que les restaurations cherchent ressus-
citer. Cest un temps pur, non datable, absent de notre monde dimages, de simulacres
et de reconstitutions, de notre monde violent dont les dcombres nont plus le temps
de devenir des ruines. Un temps perdu quil arrive lart de retrouver (Auge 2003).
23
En este breve artculo solo hemos compartido de manera global la influencia de la
historia de Kleist en el Teatro. Sin embargo, el cuento ha llegado a ser representado de
diversas maneras artsticas como, por ejemplo, en la pintura, la msica y el cine.
Mauricio Onetto Pavez Un teatro para la catstrofe: Das Erdbeben in Chili de Heinrich von Kleist 69
Alfonso de Vicente
Conservatorio Profesional de Msica Amaniel, Espaa
[email protected]
Resumen
La importancia de la actividad musical de la orden monstica masculina
espaola de los jernimos se manifest en el elevado nmero de miembros
que fueron compositores a lo largo de los siglos XVI-XVIII. El estudio de los
autores de partituras conservadas principalmente en los archivos espaoles
de Nuestra Seora de Guadalupe y San Lorenzo de El Escorial muestra,
sin embargo, que la difusin de sus obras no fue muy extensa y que se redujo
fundamentalmente a otros monasterios de la propia Orden. De este modo
se completa el mapa de los distintos itinerarios por los que circul la msica
religiosa espaola durante la Edad Moderna.
Palabras Clave: Orden de san Jernimo; msica de las rdenes reli-
giosas; circulacin de la msica; msica de los siglos XVI-XVIII; msica
religiosa espaola.
Abstract
The importance of the musical activity of the Spanish male monastic Or-
der of St. Jerome was reflected in the significant number of its members
who were composers throughout the sixteenth, seventeenth and eighteenth
centuries. The study of the composers of scores principally preserved at the
Spanish archives of Our Lady of Guadalupe and San Lorenzo de El Es-
corial, however, reveal that their works were not very widely disseminated
and were basically limited to other monasteries belonging to the same order,
thus completing the map of the different routes for the circulation of Spanish
religious music during the Modern Age.
Keywords: Order of St. Jerome; music of religious orders; circulation
of music; music from the sixteenth to the eighteenth centuries; Spanish
religious music.
72 Ctedra de Artes N12 (2012): 71-88
1
El impresionante balance provisional de cantorales de canto llano arroja las siguientes
cifras: 223 en San Lorenzo del Escorial, 86 en Nuestra Seora de Guadalupe, 69 de
San Miguel de los Reyes (Valencia) conservados en la catedral de Valencia, 50 en la
catedral de Burgos procedentes de Nuestra Seora de Fresdelval, 29 entre la catedral
y el seminario del Burgo de Osma (Soria) procedentes de San Jernimo de Espeja en
Soria, 24 en la catedral de Huesca procedentes de Santa Engracia de Zaragoza, etc.
(Rabanal; Rubio 1982; Garca; Muntada y Atienza).
Alfonso de Vicente La difusin de las composiciones musicales de los monjes jernimos espaoles 73
2
Tampoco se tiene en cuenta la msica para teclado que tuvo unos mecanismos de
circulacin diferentes, tanto en los monasterios como en las dems instituciones reli-
giosas. La casustica de cada compositor puede consultarse en Vicente, 2010: 665-75,
a la que aqu aado nuevas incorporaciones y correcciones. Mi agradecimiento a Jon
Bags, Cristina Bordas, Miguel ngel Marn Lpez, Juan Ruiz Jimnez y Gustavo
Snchez por los datos sobre estos msicos generosamente facilitados.
74 Ctedra de Artes N12 (2012): 71-88
Mariano de la Concepcin s. 2
XVIII, Sevilla
Francisco Jimnez 1792- 1 Capilla Real 2
1853, Granada (Granada)
Jos Falguera 1794-1823?, 47 Orihuela (+ 2
Escorial 10 dudosas)
Joaqun Asian ?-1828, 1 Zamora 3 3
Madrid 1 Astorga
1 Valladolid
Juan de S. Antonio 1806-?, 15 en 6 conventos
Granada femeninos,
Granada
Diego Bidaburu s. XIX, San 2 Roncesvalles 4 A. Eresbil
Asensio (Guipzcoa)
Tabla 1. Difusin de las obras vocales religiosas compuestas por monjes jernimos
(orden cronolgico de autores). Cursivas: atribuciones dudosas. A.: Archivo. B.: Biblio-
teca. M.: Monasterio. *: desgloso las partes de los juegos de vsperas o de completas.
La imagen que puede ofrecer esta tabla puede ser un tanto engaosa, ya
que muestra un listado relativamente extenso de instituciones que han acogido
obras de compositores jernimos. Sin embargo, hay que relativizar un poco estos
datos. Por un lado, se desconoce la procedencia de la mayor parte de las obras
conservadas en la Biblioteca Nacional de Catalunya y catalogadas por Felipe
Pedrell, aunque algunas proceden de la catedral de Barcelona. En el caso de
las conservadas en la Biblioteca Histrica Municipal de Madrid, todas ellas
pertenecen al fondo de Jos Mara Sbarbi (1834-1910): dos de las obras de
Soler (un Miserere de 1773? y un Sepulto Domino de 1774) proceden sin duda
del archivo del Escorial, pues son copias del siglo XVIII que tienen incluso
dibujada la parrilla de San Lorenzo; a ese mismo grupo pertenecera un Oficio
y Misa de la Inmaculada para canto llano por un monje del monasterio de El
Escorial (Catlogo 10) y debieron de llegar a Sbarbi de manos de Cosme Jos
de Benito (1829-1888), el primer organizador y catalogador del archivo tras la
exclaustracin. Otra obra de Soler del fondo Sbarbi es una copia del siglo XIX
ya muy avanzado. Las obras conservadas en el Arxi del Regne de Valncia se
78 Ctedra de Artes N12 (2012): 71-88
3
Informacin de Ferrn Escriv presentada en el simposio del Festival Oude Muziek
Utrecht (agosto 2008).
4
Aunque de la provincia de Valladolid, Olmedo perteneci a la dicesis de vila
hasta mediados del siglo XX. Cuando realic y publiqu este catlogo desconoca la
identidad de Manuel Porsellar, por lo que no lo inclua como monje jernimo (Vicente,
2002: 13).
Alfonso de Vicente La difusin de las composiciones musicales de los monjes jernimos espaoles 79
Bogot (si es suya, pues la fuente solo indica Losada) lo sera desde la catedral
gaditana y no desde el monasterio jernimo. Algo parecido podra decirse de
fray Melchor de Montemayor, que fue maestro de la capilla de la catedral de Las
Palmas antes de profesar en Guadalupe. No se ha incluido la obra de Manuel
Blasco, conservada en Bogot, pues fue escrita durante su etapa de maestro de
capilla de la catedral de Quito y no durante su etapa como monje jernimo en
un monasterio de momento desconocido (Stevenson).
Por otro lado, hay algunas obras conservadas en copias del siglo XIX o in-
cluso del XX, sin que pueda afirmarse que fueran sacadas de otras copias de los
mismos archivos (casos de algunas obras de la Capilla Real de Granada, catedral
de Santo Domingo de La Calzada o Eresbil-Archivo Vasco de la Msica). En
alguna ocasin puede tratarse de obras copiadas, compuestas o arregladas por
jernimos ya exclaustrados, como parecen ser todas las conocidas de fray Juan
de San Antonio Contreras, fray Flix de San Jos Flores (una de ellas parece
que escrita en 1852) y tal vez las de fray Diego Bidaburu, si es que pertenecen al
monje jernimo de La Estrella con ese nombre y no a un homnimo desconocido.
En cuarto lugar hay que sealar la existencia de otros muchos monjes sin
identificar, tanto en el catlogo de Guadalupe como en el del Escorial, que no
pertenecieron a estos monasterios, pero s probablemente a otras casas jernimas.
En concreto, habra que revisar todo este ltimo archivo, pues Samuel Rubio
omiti frecuentemente datos de las partichelas que indican la procedencia de
algunas obras: es el caso de las de Francisco de Vergara (n 2.162 de Rubio
1976), Bastida (n 471), Juan de Santa Mara (n 1.471 y signatura 87/4, no
catalogada) o Nicols de Santa Mara (n 1.479), pues figura en las partichelas
el monasterio de donde el monje era profeso, dato que se omite en el catlogo
publicado5. En la catalogacin de Arcngel Barrado del archivo de Guadalupe
hay, adems de las obras de autores ya identificados, tres obras en que se especi-
fica que proceden del Parral (n 8), de San Jernimo de Madrid, de Galn (n
369, pero puede tratarse de una obra de Cristbal Galn) y de San Jernimo,
sin especificar ciudad, de Eusebio de Moya (n 461), sin que ninguna sea de
un monje documentado.
En definitiva, lo que parece es que hubo una fluida circulacin de la msica
de los distintos monasterios. Un documento del monasterio de San Jernimo
de Valparaso (Crdoba) es de extraordinario inters por cuanto viene a suplir,
aunque muy insuficientemente, la carencia de archivo y de inventarios. Se trata
de una nota insertada al final de un libro de actas capitulares:
5
Para fray Francisco de Montemayor, ver Barbieri, 339. He revisado tambin, pero
sin xito, las dos obras de fray Eusebio de San Jernimo (n 1.454 y 1.455), del que se
conserva tambin una obra en la catedral de Segovia (Lpez-Calo, 1990: 354). Tampoco
aparece su nombre en la lista de monjes profesos del monasterio segoviano del Parral
(Hernndez Ruiz de Villa, 411-33).
80 Ctedra de Artes N12 (2012): 71-88
6
El documento tiene adems otros datos de inters, pues habla de la existencia de
composiciones hoy no conocidas, como las lamentaciones de Melchor de Montema-
yor o sobre todo las de Alonso de Tejeda, de las que solo exista una referencia en un
inventario de la catedral de Zamora de 1699 (Luis Iglesias, 345).
7
He considerado cada parte de un juego de vsperas de los tres de Manuel del Pilar
como una obra independiente.
Alfonso de Vicente La difusin de las composiciones musicales de los monjes jernimos espaoles 81
Guadalupe 1 + 1 + 3 + 7 + 271 1
+1
Lupiana, San Bartolom 1 + 1 1
Madrid, San Jernimo 3+1+7+6 3+1 2 + 1?
Santiponce, San Isidoro 21
Segovia, El Parral 3+1 1+1
Sevilla, San Jernimo 2
Valencia, San Miguel 2 + 10 1 1
TOTAL 95 22 16 + ?
Tabla 2. Obras conservadas en El Escorial y Guadalupe (ms otros hipotticos
fondos jernimos) compuestas por monjes de otros monasterios. Las cantidades se
desglosan por autores distintos. ? = atribucin dudosa8.
8
No considero las obras escritas por monjes que hicieron segunda profesin en El
Escorial y cuyas obras no estn datadas, como Martn de Villanueva (primera profesin
en Granada) o Vicente Julin (primera profesin en Alcira), pues lo ms probable es
que fueran compuestas estando ya en el monasterio madrileo.
82 Ctedra de Artes N12 (2012): 71-88
9
Para las oposiciones a organista de 1760 y 1796. Archivo de la concatedral de Baza
Actas capitulares de 1757-1762, Libro 20: 176v, 179, 183 Actas capitulares de 1795-1800,
Libro 27: 108, 111, 112. Agradezco los documentos a Miguel ngel Marn.
Alfonso de Vicente La difusin de las composiciones musicales de los monjes jernimos espaoles 83
10
Una errata de esta publicacin dice profesor en vez de professo.
Probablemente se trate de Andrs de Santa Mara, que profes en El Parral el
11
obras compuestas por los monjes circularon de modo fluido entre los monasterios
de la propia Orden y de manera un tanto excepcional llegaron a otros centros
como eran las catedrales o las colegiatas. Alejandro Vera, a partir del estudio
del convento del Carmen de Madrid (de carmelitas calzados) en el siglo XVII
ofrece una imagen opuesta para reivindicar para la musicologa un puesto ms
relevante de los conventos:
Los compositores no slo importaban msica de renombrados compositores
(Machado, Romero, Patio...) que se desempeaban en las instituciones ms
prestigiosas de la pennsula, sino que tambin exportaban su produccin mu-
sical propia a dichas instituciones, como prueban las obras de [fray Manuel]
Correa, Francisco de Santiago y Jernimo Gonzlez conservadas en diversos
archivos catedralicios. Hay adems varios datos que indican que la Corte y
el Carmen de Madrid tuvieron un intercambio musical permanente (187).
12
La jerarquizacin entre capilla reales y catedrales (a partir de un ejemplo concreto) ha
sido puesta de manifiesto por Pablo L. Rodrguez: lo que podramos denominar como
estar al da, musicalmente hablando, supona conocer, y disponer, lo que se compona y
cantaba en las Capilla Reales madrileas (252). Aunque sin ninguna conclusin terica,
Matilde Olarte Martnez muestra tambin cmo en el siglo XVII lo que llegaba a los
conventos espaoles de franciscanos era sobre todo las obras de los grandes compositores
de las catedrales (Miguel de Irzar, Urbn de Vargas) o de las Capillas Reales (Carlos
Patio, Cristbal Galn).
86 Ctedra de Artes N12 (2012): 71-88
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San Jernimo (siglos XVI-XIX). Tesis doctoral. Universidad Complutense de
Madrid. 2010. Sitio web.
88 Ctedra de Artes N12 (2012): 71-88
Cristbal Farriol
Universidad de Pars X, Nanterre, Francia
[email protected]
Resumen
Abstract
The article suggests a possible link between the arts and psychoanalysis, by
drawing a comparison between the concept of sublimation as used throughout
the works of Freud and Lacan, and the idea of the sublime as employed in the
investigation of Saint Girons in the field of philosophy and aesthetics. A review
of these works highlights not only different theoretical affinities, but moreover,
a subversion of modern thinking: while the sublime as used in philosophy and
aesthetics fell into oblivion after Cartesian rationalism, the practice of psychoa-
nalysis meant the return of precisely what had been rejected by Cartesianism
before. This particular epistemological link, among other things, sheds some light
on the role of the arts as a creative activity in contemporary society.
Keywords: art, psychoanalysis, sublimation, Lacan, Freud.
90 Ctedra de Artes N12 (2012): 89-113
Introduccin
Partidarios o no del psicoanlisis, los hechos no pueden negarse: el psicoan-
lisis posee la particularidad de despertar un espritu interdisciplinario, ya visible
si nos limitamos a revisar cmo este es enseado en los programas de estudio
de facultades de letras, filosofa, antropologa, estudios sociales, artes, e incluso
algunas escuelas de psicologa. Manifestacin de tal espritu interdisciplinario
son las lneas que siguen.
A diferencia de la antropologa, cuyo lazo con el psicoanlisis ha sido de
recproca fecundidad, las artes llevan tal relacin en una cierta disimetra. Ms
all de los comentarios que podamos or, donde ambas partes expresarn gran
entusiasmo y curiosidad recproca, la historia del vnculo arte-psicoanlisis
confirma esta disimetra.
Si comenzamos con Freud, veremos que sus menciones a la plstica son
escuetas, y en msica aun ms reducidas. Su doctrina, sin embargo, fascin al
movimiento surrealista, pero dicho sentimiento no fue recproco, y pese a muchos
intentos de encuentros, Freud nunca tom en consideracin las invitaciones
de Andr Breton (Roudinesco). Aqu nos encontramos con algo orientador:
El maestro viens y su gusto conservador de arte (Copjec) lo mantienen fro
hacia las vanguardias, y las vanguardias por su parte ven en l alguien que parece
haber encontrado algo que les concierne. Similar situacin vemos en el joven
Lacan: la publicacin de su tesis, en 1932, es recibida con frialdad por sus cole-
gas psiquiatras, pero vivamente elogiada por artistas y poetas (Roudinesco), en
un vnculo que, a diferencia del caso de Freud, ser numeroso en encuentros y
fecundo en ideas, llegando a atribursele a George Bataille la influencia decisiva
para el concepto de lo real en Lacan (ibid).
Otro caso similar, y que nos concierne en nuestro contexto latinoamericano,
es el acontecimiento histrico de la entrada del pensamiento de Lacan en el
mundo hispano-parlante. Ya siendo el psicoanlisis sumamente vivaz en Buenos
Aires, es Oscar Masotta, maestro y filsofo de formacin, quien en la dcada
del 50 es de los primeros en introducir a Lacan en el habla hispana, en el marco
de conferencias en el Instituto Di Tella, epicentro de las vanguardias artsticas
argentinas (Plotkin). El caso chileno resulta tambin sugerente: habiendo
histricamente un no menospreciable intercambio con el freudismo desde la
primera mitad del siglo XX, Lacan es recin introducido en las lecturas de los
psicoanalistas en la dcada de los noventa (Gomberoff ), mientras ya en los
inicios de los ochenta, Lacan era citado en catlogos de encuentros artsticos1.
Dnde puede estar la causa de este inters? En qu aspecto Lacan concierne
tanto a los artistas, al punto de parecer adelantarse a su lectura respecto a los profe-
sionales de la salud mental? Ms all de especulaciones, los hechos aqu escogidos
1
Como puede apreciarse en el catlogo del Cuarto Encuentro Franco-Chileno de
Videoarte, en 1984, p. 25.
Cristbal Farriol Sobre un posible inters de las artes hacia el psicoanlisis: reflexiones a partir del 91
nos autorizan a tomar una posicin puntual: ms que proponer los vnculos entre
el arte y el psicoanlisis, proponemos reflexionar sobre el inters de las artes hacia
el psicoanlisis. Nos queda encontrar los fundamentos de dicho inters.
Podramos escoger como mtodo valernos de los testimonios de Breton, y
de los artistas interesados en el psicoanlisis, y hallar en ellos lo que les empuj
a seguir profundizando en la doctrina del inconsciente. Pero ello no est entre
nuestros objetivos. Los hechos histricos recientemente citados nos sirven
como orientacin para ubicarnos en nuestra bsqueda, pero ms all de esos
hechos pasados, lo que nos interesa es que el psicoanlisis sigue interesando a
las artes, y las lneas ac escritas son prueba de ello. As, no trabajaremos lo que
interes a aquellos artistas e intelectuales, sino lo que es susceptible de seguir
interesndoles, tomando como referencia al psicoanlisis y sus fundamentos
epistemolgicos, los cuales, como veremos, guardan una no menospreciable
relacin con la concepcin pre-moderna de la creacin artstica.
Si buscamos algo en el psicoanlisis que pueda interesar a los artistas, pro-
ponemos como elemento central el concepto de sublimacin. Pese a haber sido
poco trabajado, es un concepto privilegiado en lo que concierne a sus referencias
con el arte, pues se trata del punto donde el psicoanlisis tiene algo que decir
respecto a los resortes subjetivos de la creacin: qu es lo que lleva al sujeto a
crear (tanto en artes como en ciencias) y qu rol juega esto en el lazo social de
la civilizacin. Siendo un concepto con tantas lagunas (sobre todo en Freud),
hemos de buscar otras fuentes que nos apoyen en nuestras reflexiones. Para esto,
hemos tomado en cuenta el hecho de que el neurlogo viens escogi el vocablo
sublimierung, derivado de la palabra latina sublimis. Ante la pregunta de la rela-
cin entre la sublimacin en psicoanlisis y lo sublime en la teora esttica, nos
hemos encontrado con las investigaciones de Saint Girons, tan fundamentales
para el desarrollo de las ideas que aqu presentaremos.
Ya habiendo escogido a la sublimacin como concepto gua para el vnculo
entre psicoanlisis y artes, queda saber de qu arte hablaremos. Usaremos el
concepto de poiesis para hablar de las artes en su conjunto sin caer en vaguedad,
pues este concepto encierra elementos que si bien estn presentes en todas las
artes, guardan una particular especificidad con la cualidad de la fabricacin y la
creacin misma, que conciernen a la sublimacin psicoanaltica. Hallando su
origen en el verbo griego antiguo (fabricar), la poiesis (`) guarda
histricamente relacin con una fabricacin civilizadora (Bouvier), esencial para
la antropognesis, y que sera comn a los distintos oficios. Asimismo, teniendo
un vnculo con el ` (Ibid), la poiesis guarda tambin relacin con el cantar
inspirado por las musas, es decir, un hacer donde el yo-poeta sera un intermediario,
bajo una locura divina, una sabidura originaria, y una dimensin fundamental
del lenguaje (Ferrater Mora). Todos estos puntos se repiten en la sublimacin, y
es por esto que lo consideramos un concepto esencial para pensar el arte, como
el correlato cultural de la subjetividad propuesta por el psicoanlisis: un primado
del inconsciente cuya razn de existir va ms all del sentido y la sobrevivencia.
92 Ctedra de Artes N12 (2012): 89-113
En resumen, las lneas que vienen desplegarn una lectura comparada entre
la sublimacin en psicoanlisis, y el concepto de lo sublime en filosofa, con el
objetivo de hallar elementos que han sido y pueden seguir siendo de inters
para la creacin artstica. Bajo el espritu que nos inspira la nocin de poiesis y
su cualidad de trascender las tcnicas, citaremos obras y artistas de diferentes
disciplinas para expresar de forma no ilustrativa (pues segn lo que exponemos
esto sera no solo imposible, sino perjudicial para la fuerza discursiva), pero s
lrica, los cruces y correspondencias que proponemos. Hemos querido deliberada-
mente evitar los autores que se confiesan influidos por el psicoanlisis, de modo
de dar mayor verosimilitud a nuestro estudio. Pues el influido inevitablemente
imitar, mientras el indiferente, si a su pesar manifiesta elementos en comn,
es porque tanto un lado como otro dan cuenta de un real que existe e insiste,
ms all de las militancias (o limitancias) tericas. Entre los artistas citados se
encuentran Jorge Luis Borges, Gerhard Richter, Juan Downey y Werner Herzog.
Comencemos entonces con la sublimacin en Freud y Lacan, para luego
ver sus orgenes en la filosofa de lo sublime, revisando su interrupcin por el
acontecimiento del pensamiento moderno, y luego su retorno en el descubri-
miento del inconsciente.
2
Decidimos usar expulsin o desalojo para traducir la Verdrngung, por ser ms
cercanos al sentido del original en alemn, y menos presto a confundirse con la violencia
y lo coercitivo de la traduccin estndar de represin, cuya voz alemana es Unterdrc-
kung.
94 Ctedra de Artes N12 (2012): 89-113
proceso que desexualiza la pulsin, permite que esta energa trabaje ms all de
la satisfaccin del placer del rgano (siempre asocial) y logre una satisfaccin en
fines culturales no necesariamente menos intensa. La cohesin social lograda
por el amor fraterno sera una manifestacin de esta desexualizacin (Freud
1930). De manera similar, el fervor y el incansable trabajo de un artista nos
muestran un amor a la creacin con un mpetu no menor. De este modo, siempre
al momento de tratar la sublimacin, tenemos como constante una dualidad:
por un lado la libido, energa sexual, y por otro lado la civilizacin. As, parece
ser un concepto no exclusivo a la especificidad de las artes, sino ampliamente
relacionado a la construccin de la cultura y la civilizacin misma, muy similar
a la idea de fabricacin civilizadora de la poiesis.
Poco encontramos en Freud sobre los procesos psquicos que dan lugar a la
sublimacin, y aun menos sobre sus relaciones con las artes, pero importantes
desarrollos a ese respecto encontramos en Jacques Lacan, especialmente en su
seminario de 1959-1960. Osamos decir que la sublimacin en Lacan es impo-
sible de comprender en su verdadera dimensin si no se considera su concepto
de lo real y de objeto a. Proponemos que es justamente all donde un verdadero
y fecundo vnculo entre las artes y el psicoanlisis es posible.
Lo real en Lacan est del lado de la inadecuacin radical entre el lenguaje y el
cuerpo, que genera una doble dimensin de imposibilidad: imposible de simbolizar
e imposible de satisfacer. Esto hallara su origen en la llamada experiencia de satis-
faccin (Freud 1895) as como en la clula elemental del grafo (Lacan 1960), donde
se esquematiza de qu modo el neonato, en el momento en que sus necesidades
biolgicas son interpretadas y traducidas por su cuidador (quien es ya un ser par-
lante), es marcado para siempre por el lenguaje y su incompletitud e imposibilidad
estructural a simbolizar todo. As, la necesidad nunca ser del todo traducida, y
por tanto, nunca del todo satisfecha, y es en ese ms all donde el humano pasa del
instinto, propio del animal, a la pulsin, propia del ser parlante. Ese ser parlante,
marcado por dicha incompletitud, buscar vana e incansablemente colmarla.
Esa inadecuacin entre el lenguaje y el organismo biolgico es siempre referida
por Lacan como un resto, llamado en un principio Das Ding (Lacan 1959-1960),
la Cosa, y luego objeto a. En adelante, es alrededor de ese objeto que la sublimacin
artstica halla su causa. Y es por ello que sera del todo errneo asociar la impo-
sibilidad inherente a Das Ding a un sentimiento de resignacin y conformismo
frente a las cosas como son, pues una de las consecuencias de aquella inadecuacin
cuerpo-lenguaje es que tal imposible sea sentido como susceptible de superar y
es esta posibilidad, imposible por estructura, la que en el neurtico ser vivida
como un agnico y angustioso sentimiento de impotencia, pero por el verdadero
artista3 ser percibida como el mayor desafo para su arte. Pues justamente por
ser incompleto, el lenguaje no tendr ms opcin que crear permanentemente
3
Pues en el artculo nos referimos a las artes, sabiendo que el fervor creativo no le es
exclusivo.
Cristbal Farriol Sobre un posible inters de las artes hacia el psicoanlisis: reflexiones a partir del 95
4
Sabemos que este ejemplo arriesga a ser una apologa de las obras pretenciosamente
crpticas, de recargada retrica y frases en lenguas muertas puestas deliberadamente para
que se vea interesante. Segn nuestro planteamiento, la obscuridad burkiana, as como lo
relativamente incomprensible de ciertas obras, no consiste en un obscurecer lo que ya
sabemos, sino en el intento de hacer luz sobre lo que no sabemos, hacer sensible aquello
suprasensible, irrepresentable.
Cristbal Farriol Sobre un posible inters de las artes hacia el psicoanlisis: reflexiones a partir del 99
Otro punto es sobre las condiciones para que lo sublime advenga. Si bien el
orador puede trabajar un saber hacer, en los antiguos es la pasin el verdadero
motor para hacer advenir lo sublime, a condicin de que esta sea una emocin
controlada, una pasin razonada, dualidades no contradictorias en su tiempo.
Resulta tambin interesante cmo Longino (cit. en Saint-Girons 1993a) pro-
pone un entusiasmo en la mesura, cuidndose de la prdida de control. Nada
ms ridculo que perder la razn frente a los que no la han perdido (op. cit.: 310,
la traduccin es ma). La condicin fundamental parece ser un yo suspendido,
con un rol ms de mdium que de artfice. Ya antes de los clsicos se hablaba
del poeta (`) como un posedo por las musas. Scrates contina dicha
tradicin, donde el artista no sera ms que un mdium de la divinidad que
habla a travs de l, y sin esa posesin, el entusiasmo cesa y el artista pasa a ser
uno ms. Notamos la humildad radical exigida por Scrates. En Longino, la
imagen de posesin divina pasa a un sentido figurado, bajo la idea de un soplo
externo que inspira al orador. La humildad persiste en el sujeto que hace ad-
venir lo sublime de un discurso, pues el autor nunca estar a la altura de aquel
sublime que admira.
Si bien en este apartado trabajamos los antecedentes de la filosofa de lo
sublime tanto anteriores como contemporneos a Descartes, nos permitimos
un parntesis citando el escrito de Marcel Duchamp Le processus cratif. Es aqu
donde tenemos la oportunidad no solo de encontrar un eco sorprendente con lo
dicho por Longino, sino adems de escucharlo desde el testimonio de un artista.
Duchamp, en el momento de hablar del rol del artista en la creacin, nos dice:
Por todo lo visto, el artista acta a la manera de un mdium que, desde
un laberinto ms all del tiempo y del espacio, busca su camino hacia una
claridad . . . debemos as negarle [al artista] la facultad de ser plenamente
consciente, en el plano esttico, de todo lo que hace y por qu lo hace todas
sus decisiones en la ejecucin de la obra quedan en el dominio de la intuicin
y no pueden ser traducidas en ningn autoanlisis (1-2, la traduccin es ma).
Pero el delight no sera dolor sino una cierta distancia con este, en una pasin
mezclada de terror. Bajo un espritu similar, Kant (ibid) ve en lo sublime un
placer negativo, donde estn en juego lo molesto, lo impensable, lo transgresor,
y va aun ms lejos: siempre identificando lo sublime a la ley moral, considera
que lo sublime en el espritu est en el menosprecio del peligro, entrando en
una tica sacrificial donde morir por una idea sera la mxima expresin de lo
sublime de la ley moral en el espritu humano.
Es necesario para nuestra argumentacin proponer en este punto la crisis de
la nocin de utilidad que subyace en lo sublime. Vemos en lo sublime un discurso
que se desentiende tanto de una comunicacin objetiva y descriptiva, como del
placer y la felicidad, preceptos histricamente vinculados a lo til en la filosofa.
Esta comunicacin poco clara y no necesariamente plcida, adelantamos decir
que se repite en la poiesis artstica, y es esta cualidad relativamente intil de la
obra de arte la que la hace tantas veces ser considerada como lujo. Pero volvamos
a lo sublime, repasando sus vnculos con la inutilidad.
Ya Longino (cit. en Saint-Girons 1993a) conceba la fuerza del discurso
como desprovista de utilidad. Opuesto a Cecilius (ibid), quien vea en lo sublime
un recurso de persuasin til para los polticos del naciente Imperio Romano,
Longino se distanciaba de tal idea; lo que l buscaba era la subversin de con-
venciones en lo que concierne a la toma de decisiones para el porvenir. Vemos
aqu un vnculo entre la utilidad y lo que est al servicio del nuevo imperio,
mientras Longino segua fiel a una tica de la subversin. Ya encontramos
cierta orientacin si pensamos lo til del lado de la convencin y lo intil del
lado de su subversin: lo til va de suyo, mientras lo sublime se encuentra en
lo extraordinario y la paradoja (Saint-Girons 1993a). Muy interesante y per-
tinente resulta para esto recomendar el visionado del video de Juan Downey
Information withheld donde citando a Leo Steinberg, muestra cmo la imagen
artstica es potente en sentido al estar por fuera de los cdigos convencionales
de la comunicacin. Notamos el eco con lo dicho por Longino.
Burke a su vez considera que lo sublime y lo til se excluyen mutuamente. Cada
vez que la fuerza es solamente til, solamente empleada para nuestro beneficio
o nuestro placer, lo sublime falla (cit. en Saint-Girons 1993a: 370, la traduccin
es ma). Lo til parece aqu del lado del inters, del propio bienestar. El filsofo
del delight nos muestra una vez ms una dimensin ciertamente sacrificial de lo
sublime. Si lo leemos bajo la luz del menosprecio al peligro en Kant (op. cit.),
vemos que la inutilidad sublime va del lado de concebir al humano como un ser
cuya causa va ms all de la concepcin de la vida como sobrevivencia, en una
nocin de lo intil de lo sublime alejada radicalmente del lujo, entendido como
beneficio egosta, placidez y comodidad. En este punto es inevitable para el autor
de estas lneas ver repetirse elementos presentes en la sublimacin y el sujeto del
psicoanlisis, donde lo que causa al sujeto poco tiene que ver con las necesidades
biolgicas para la sobrevivencia, y que ese objeto causa de deseo guarda ntima
relacin con la angustia. Son puntos a retomar en un prximo apartado.
Cristbal Farriol Sobre un posible inters de las artes hacia el psicoanlisis: reflexiones a partir del 101
y de engao. Si queremos representar las cosas como son, todo arte de retrica
. . . no sirve a otra cosa que a insinuar falsas ideas en el espritu, . . . perfectos
fraudes (244, la traduccin es ma). Hobbes, de manera similar, ve en el carcter
flotante de las palabras la fuente principal de los errores, donde la metfora hara
las cosas aun peores, llegando a considerar inaceptable su uso en la bsqueda
de la verdad. En este ambiente es donde Descartes (ibid) suea con una lengua
universal, donde el malentendido sera imposible, y su invencin sera posible
gracias a una verdadera filosofa. Sin embargo, sabe muy bien de la imposibilidad
de tal lengua.
Fue en ese contexto donde la traduccin del de Longino
por Boileau en 1674 signific toda una subversin en la Francia racionalista
dogmtica y en el autoritarismo eclesistico que ah reinaba (Saint Girons
1993a: 315-316, la traduccin es ma). Fue un nuevo respiro a todos aquellos
conceptos que fueron considerados como supersticin y delirio por el raciona-
lismo, encontrando un lugar en el dominio de las artes. Sin embargo, no basta
con que un texto sea reeditado para que este sea realmente comprendido. La
ilustracin y el cogito cartesiano son, sin duda alguna, un acontecimiento que
tiene efectos en nuestra subjetividad hasta el da de hoy, y ante tal paradigma
del pensamiento, resulta difcil leer a Longino como si se estuviera en los ini-
cios de la era cristiana. Fue as como muy a su pesar, lo sublime fue ledo bajo
el prisma de la modernidad, y fue poco a poco siendo entendido como lo bello
supremo, y el entusiasmo como lo que nos auxilia a poseer lo sublime (Piles
cit. en op. cit). Nada menos longiniano y nada ms cartesiano: un yo que posee
lo sublime, mientras el hablaba de un sublime que nos posee. Tal
equvoco agrav an ms la situacin de lo sublime en la filosofa. Mientras
para Longino y Burke lo sublime necesita del soporte sensible, para Kant este se
halla en la ausencia total de lo sensible. Viendo este contexto, no es de extraar
que el arte en tanto poiesis sufra una minimizacin en el pensamiento, reflejada
en la esttica, que pasa a reducirse a una teora de lo bello.
Fue tarea de pensadores como Giambatista Vico (cit. en Saint Girons 1993a),
amante del pensamiento antiguo y gran defensor de la metfora y la inspiracin
potica en la filosofa (en su obra Scienza Nuova de 1725), de volver a tomar en
serio aquellos elementos del pensamiento antiguo que la modernidad consideraba
sistemticamente como sin valor para el pensamiento. Sin embargo, Vico siempre
fue poco conocido, y el cartesianismo continu siendo el pensamiento imperante.
Algo deba suceder fuera del medio filosfico para que la polmica volviera a ser
despertada. La hegemona de la razn y de la conciencia fue a fines del siglo XIX
puesta en duda no por un filsofo, sino por un neurlogo, que siempre quiso
hacer de su doctrina una ciencia, pero esta nunca lo permiti ni permitir, pues
sus respectivos preceptos son esencialmente incompatibles. Estamos hablando de
Sigmund Freud, su doctrina del inconsciente y su praxis del psicoanlisis.
Lo que proponemos no es exagerado. El retorno a lo abandonado por los
modernos en Freud ha sido ya indicado por otros pensadores. En 1940, en el
Cristbal Farriol Sobre un posible inters de las artes hacia el psicoanlisis: reflexiones a partir del 103
libro The liberal imagination, Lionel Trilling (cit. en Saint Girons 1993b) propone
un parentesco entre el pensamiento de Vico y el de Freud: as como el filsofo
italiano vea en la metfora los orgenes de la cultura, el neurlogo austriaco
encuentra en el aparato psquico una dinmica bajo la lgica de la metfora y la
metonimia (en la condensacin y desplazamiento, respectivamente). Pero bien
podra criticrsenos que no basta con una semejanza entre Vico y Freud para
decir que en este ltimo opera una subversin al sujeto cartesiano. Sin embargo,
nuestro convencimiento de la pertinencia de lo propuesto por Trilling se nos ve
an ms reforzado si consideramos lo dicho por Lacan en 1965, en su escrito
La ciencia y la verdad: el psicoanlisis como praxis, y el inconsciente como
descubrimiento, son impensables antes de la ciencia moderna. A esto agrega,
aos despus, que el psicoanlisis es el retorno de lo rechazado por la ciencia
moderna (Lacan 1971-1972). Su argumentacin no se centra en semejanzas
entre Freud y los antiguos, sino en la esencia de la subversin del sujeto cartesiano
en Freud: soy donde no pienso, pienso donde no soy (1966-1967).
unin entre el acto de pensar y el ser, pues la clnica de Freud muestra desde un
principio, casi como contestacin al pensamiento cartesiano, una divisin del
yo (ichspaltung), una realidad psquica que trabaja ms all de nuestra voluntad.
Ante tal realidad clnica, propone una nueva frmula para el axioma cartesiano:
soy donde no pienso, y pienso donde no soy (Lacan 1966-1967).
No obstante, Lacan (1965) comenta que tal separacin con los ideales de
la ciencia moderna nunca fue fcil ni evidente, y que siempre dej sus marcas.
Prueba de ello es la tan difundida concepcin de la cura psicoanaltica como
fortalecimiento del yo por sobre los instintos, propia como vimos de la corriente
postfreudiana de la ego-psychology y de la IPA. Esto sera reflejo del ideal de la
ciencia moderna y su intento de suturar la divisin subjetiva (ibid), esfuerzo que
no puede sino fracasar, y es ah donde Lacan alude al matemtico Kurt Gdel:
su teorema de la incompletitud muestra que todo sistema axiomtico contiene
proposiciones indemostrables, y que si un sistema es consistente, entonces es
incompleto, y si otro sistema es completo, entonces es inconsistente, lo cual es
esencialmente contrario al pensamiento moderno a partir del siglo XVII bajo el
ideal imperativo de un individuo idntico a s mismo, exento de contradiccin.
Lo que tenemos es la imposibilidad radical, visible desde la matemtica misma,
de una completitud o de una no-contradiccin.
Es as, con esa idea de imposibilidad de no-contradiccin, que Lacan prosigue
con su famoso axioma no hay metalenguaje (1965: 233, la traduccin es ma),
no hay verdad sobre la verdad, ni saber que venga a completar la incompletitud
del propio saber. Como vimos en la experiencia de satisfaccin, en un apartado
anterior, el lenguaje no puede dar cuenta de la totalidad de lo real: la unin
palabra-cosa siempre ser precaria, pues es una ficcin, y da paso al malenten-
dido contra el cual luchamos a diario, y que nos obliga permanentemente a crear
sentido, hacindonos desde hablar hasta el fin de nuestros das, hasta crear obras
hasta el fin de los tiempos. Podemos verlo brillantemente trabajado en el cuento
de Jorge Luis Borges Funes el memorioso. Dotado de una memoria sobrena-
tural, Funes logra nombrar no solo a todas las cosas, sino a todas las variantes de
esas cosas: un nombre para cada vaca del prado, y para las posturas de cada una
de esas vacas, y cada ngulo en que se ve cada una de esas vacas en cada una de
esas posturas. Podemos apreciar cmo su afn puede proseguir ad infinitum, sin
jams ser totalmente exhaustivo, demostracin magnficamente lrica (y no por
ello menos verdadera) de la brecha que permanentemente persistir en nuestro
intento por complementar la palabra y la cosa. Es ms: el lenguaje, por su propia
estructura, va ms all de los intentos de vincular palabra con cosa: la creacin
de conceptos abstractos, sin referencia en la realidad material, dan prueba de
ello, y son la mayor fuente de malentendido, como puede apreciarse viendo a
dos personas tratando de consensuar una definicin para el concepto de libertad.
La ausencia de un metalenguaje pone en cuestin la idea de una objetividad
que vendra a poner orden a las contradicciones e incluso a la locura de la tan
vapuleada subjetividad. Lacan ser siempre escptico a la idea de objetividad,
Cristbal Farriol Sobre un posible inters de las artes hacia el psicoanlisis: reflexiones a partir del 105
5
Ilustrativa resulta la ancdota sobre un delirio tpicamente esquizofrnico-paranoide.
El paciente afirmaba, con la certeza inquebrantable de todo psictico, que su cerebro
haba sido robado. El mdico a cargo, habiendo agotado todos sus argumentos mdicos
para refutar tal juicio, decide probar la falsedad de su delirio realizando al paciente un
scanner. Obtenida la imagen del cerebro, el doctor le muestra la fotografa, dicindole
ves? Ac est tu cerebro. El paciente salta hacia el mdico gritndole entonces t
me lo robaste!. Lo que puede parecernos un chiste, es la manifestacin de la certeza del
delirio en la psicosis, inmune a las llamadas explicaciones lgicas o a la objetividad.
106 Ctedra de Artes N12 (2012): 89-113
otros trminos, el gua est para hacer comprender, mientras el chiste nos cons-
terna, develndonos un sentido que no esperbamos (Masotta). La obra de arte
tambin puede consternarnos, en esa perplejidad provocada al espectador, pero
hemos visto que la oscuridad del verbo potico ha sido cruelmente devaluada
en la modernidad, y ante eso, se prefiere la didctica de una falsa comprensin
proporcionada por un saber formalizado brindado por alguna instancia didctica.
Aquella verdad material, de pathos, cuyo sentido no existe pero insiste, ante
la cual artistas como Herzog o Richter son sensibles, fue hallada por Lacan en
la subjetividad y su malestar. Una vez ms intentando diferenciar su doctrina
de la del psicoanlisis de la ego-psychology, Lacan seala que la intervencin
psicoanaltica de poco sirve si intenta desenvolverse en el registro de la expli-
cacin y la comprensin. La clnica muestra que explicar al paciente la razn
por la cual sufre sus sntomas tal vez le ayude a conocerse ms, pero el sntoma
mismo persiste. De lo que se tratara es de decir algo, no necesariamente com-
prensible, pero que desestabilice el sntoma. La interpretacin psicoanaltica
no est para hacer comprender, sino para provocar olas (Lacan 1975: 35, la
traduccin es ma). No sera injusto leerlo desde la contemplacin de una obra
de arte. Lejos de buscar dar sentido al sntoma por medio de explicaciones de
forzada hermenutica (como el gua de una obra o exposicin), lo que Lacan
buscara sera un bien decir, que en s mismo poco sentido tiene, pero que en ese
instante propicio (a la manera de Longino) puede generar mltiples sentidos
que conciernen al sujeto, como en la consternacin que el chiste nos provoca.
Ese bien decir ha de estar del lado del verbo potico. Fuera del espejismo de la
comprensin, para Lacan, Longino y Burke, el verbo potico parece ser el nico
que tiene efectos en el sujeto, el nico que provoca olas.
As, si Lacan propone que el psicoanlisis es el retorno de lo rechazado por
la ciencia moderna, es porque es aquella verdad como causa material, ncleo
insimbolizable, lo que considera como lo permanentemente rechazado por los
ideales modernos, y que fue advertido y tomado en serio por Freud. La ciencia y
la verdad nos muestra que el descubrimiento de Freud significa una subversin
de los preceptos hasta entonces imperantes (supremaca del yo y la conciencia
individual y autnoma; ideal de lenguaje universal y total; metfora como fuente
de error y falsedad), y que si el psicoanlisis no es ni ser considerado una ciencia,
no es por dficit ni por inconsistencia epistemolgica, sino porque, an hijo de
la ciencia, se separa de los preceptos esenciales de ella.
Consideramos este ltimo punto esencial para argumentar el inters de las
artes hacia el psicoanlisis. La degradacin sufrida por la metfora y sus variantes
durante la modernidad encuentra nueva dignidad en una doctrina que toma el
malentendido y la contradiccin no como defectos sino como parte estructural
del psiquismo. Podemos conformarnos con el punto de vista de Trilling, y pensar
en el valor de la metfora en Freud como algo que podra nutrir el uso de la
metfora en las artes. Sin embargo, esto resultara limitante, y arriesga agotarse
solo en las analogas imaginarias pansexualistas que bien conocemos, caldo de
Cristbal Farriol Sobre un posible inters de las artes hacia el psicoanlisis: reflexiones a partir del 107
cultivo para estriles clichs del psicoanlisis, donde falos y vulvas aparecern
por doquier hasta el delirio. Lo realmente decisivo aqu es la verdad material
como insimbolizable, que hace de la metfora algo ms all del recurso retrico
de decir una cosa por otra. La ausencia de metalenguaje nos muestra que la
metfora produce sentido no en relacin a una referencia, sino ex nihilo, fuera
de la lgica de la mmesis. La metfora es la operacin creadora de sentido por
excelencia. Pues el acto de la poiesis, como vimos en la sublimacin, sera un
intento tan eficaz como fracasado de representar lo irrepresentable, de decir lo
indecible, yendo hasta los lmites de las posibilidades del lenguaje. De ah la
apariencia descabellada y fuera de quicio de muchas obras de arte. Y es aqu
donde podemos retomar la verdad potica enunciada por Herzog (2001), que
diferencia de la verdad contable y de los hechos y cuya operatoria consiste en
la bsqueda de una verdad exttica yendo hasta los lmites de las posibilidades
de la lengua.
El inters artstico en lo insimbolizable y en la imposibilidad del todo-decir
se expresa una vez ms en los testimonios de Duchamp. Haciendo referencia a
la diferencia entre la intencin del artista y el resultado de su obra, dice:
Un eslabn falta a la cadena de reacciones que acompaan el acto creativo;
este corte que representa la imposibilidad del artista de expresar completa-
mente su intencin, esta diferencia entre lo que haba pensado realizar y lo
que ha realizado, eso es el coeficiente de artisticidad contenido en la obra
(5, la traduccin es ma).
6
Como vimos en el ejemplo del delirio de robo de rganos.
108 Ctedra de Artes N12 (2012): 89-113
que hace que el sentido no exista, pero que insista (Lacan 1957), como vimos
en el ejemplo de Gerhard Richter en un apartado anterior, y como Herzog
perciba el sentido de su filme Fitzcarraldo: Es una metfora, no s de qu,
pero es una metfora (Herzog 1999), lrica forma de expresar la llamada sed
de sentido (Lacan 1969-1970).
Conclusin
Hemos hecho un recorrido en la bsqueda de los posibles vnculos entre las
artes y el psicoanlisis a partir de un solo concepto: la sublimacin. Habiendo
presentado los elementos principales de la sublimacin en Freud y Lacan, y
revisado ciertos puntos de lo sublime en esttica y filosofa, puede apreciarse
que se abre un abanico de conceptos con mltiples correspondencias. Dichas
afinidades hallaran su causa en un punto epistemolgico esencial: as como lo
sublime fue cayendo entre el olvido y el menosprecio a la llegada de la moder-
nidad, el psicoanlisis representa el retorno de lo rechazado por esa modernidad.
Vimos que lo dicho por Lacan en La ciencia y la verdad se ve reforzado por
el vnculo hecho por Trilling entre el descubrimiento freudiano y el anticarte-
sianismo de Vico.
Es necesario dejar claro que nada de lo hasta aqu propuesto resultar fecundo
si no se tienen en cuenta dos puntos fundamentales enunciados en la enseanza
de Lacan y que se repite en la filosofa de lo sublime: a) que existe una supre-
maca del ello por sobre el yo, donde este ltimo est lejos de ser el artfice de
la subjetividad; b) que la causa del sujeto est en un vaco insimbolizable que
lo mueve incansable, vana y sublimemente a simbolizarlo. Pasaremos revista a
ambos puntos.
El entusiasmo antiguo muestra bajo la alegora de la posesin divina que el
yo no es realmente el artfice de lo sublime. Ningn individuo puede ser agente
de la sublimacin. La fuerza del discurso que nos lleva a una forma inaudita de
ver las cosas adviene bajo un yo suspendido (Saint-Girons 1993a) que, lejos del
caos, responde a lgicas de gran complejidad, aun no siendo del todo conscientes
de ello. As, no es impertinente cmo Lacan concibe la subversin del cogito
cartesiano por el psicoanlisis: pienso donde no soy, soy donde no pienso. Este
rol secundario del yo pudimos verlo en Duchamp, y su concepcin del acto
creativo, donde reivindica el rol de mdium del artista. Si bien no podemos negar
la existencia del pensamiento consciente, este halla sus fuentes originarias en
una razn que se nos escapa. El fenmeno del sueo nos muestra cmo sin un
yo, ello piensa, y bajo formas que si bien parecen de lirismo disparatado, no solo
funcionan bajo los tropos de metfora y metonimia, sino que guardan ntima
relacin con nuestro acontecer subjetivo, afectndonos profundamente. Tal vez
el inters de los surrealistas hacia lo onrico no estaba tanto en su contenido,
sino en el hecho irresistible de un lirismo que brotaba ms all del oficio del yo-
poeta. En la creacin artstica o intelectual, podemos sugerir que los momentos
Cristbal Farriol Sobre un posible inters de las artes hacia el psicoanlisis: reflexiones a partir del 109
Obras citadas
Alemn, Jorge. Jacques Lacan y el debate postmoderno. Buenos Aires: Filigrama,
2000. Impreso.
Belz, Corinna. Gerhard Richter Painting. Alemania, 2011. Filme.
Borges, Jorge Luis. Funes el memorioso. Ficciones. 1944. Buenos Aires: La
Nacin, 2005. Impreso.
112 Ctedra de Artes N12 (2012): 89-113
Resumen
Abstract
The following article tackles the relationship between art and history in
the works of Eugenio Dittborn and Carlos Altamirano produced since
the seventies. These works display a historic consciousness embedded in the
structure of language, which verifies itself within formal strategies that
aim to dismantle the narrative logics of art history within the cultural
atmosphere of the Chilean military dictatorship. The article will aim to
prove that these works of art have questioned issues that belong exclusively
to the field of history, in view of the imperative ethics of keeping the dialogue
between visuality and historic representation.
Keywords: Visual Arts, Art History, History of Chile, Military Dic-
tatorship, Historic Representation.
Paula Honorato Crespo La historia en tela de juicio. Arte y relato histrico en Dittborn y Altamirano 115
I
El conjunto de trabajos al que se hace referencia en el presente texto co-
rresponde a aquellos que desmantelan las lgicas de construccin de sentido
de los relatos histricos en el campo de la visualidad. Se trata de obras surgidas
en plena dictadura militar que en cierta manera sintomatizan el malestar ante
las representaciones de la historia, vigentes hasta entonces. Desde el campo de
produccin de la pintura, desacreditan las lgicas narrativas de una visualidad
tradicionalmente puesta al servicio de la gran historia, es decir, a ilustrar la
historia poltica que motiva los programas de enseanza del arte desde la fun-
dacin de la Academia en 1849. Precisamente, en esta ocasin se abordan las
obras de Dittborn de las exposiciones de Delachilenepintura, historia (1976) y
Final de Pista (1977), y los trabajos de Altamirano, Versin residual de la historia
de la pintura chilena (1980), Trnsito suspendido (1981), Pintor de Domingo (1989)
y Retratos (1996). Se han escogido trabajos que en forma temprana problema-
tizaron la historia como asunto medular de produccin. Aunque estos no son
los nicos del periodo, se inscriben en una lnea en la que tambin deberamos
incluir Historia sentimental de la pintura chilena (1982) y Pintura por encargo
(1985) de Gonzalo Daz, y las pinturas de Juan Domingo Dvila de los aos
80 y 90. Por motivos de extensin, para efectos de este artculo, no nos vamos
a detener en ellos, aunque los identifiquemos como parte del mismo universo
que las de Dittborn y Altamirano.
Este estudio se levanta en una hiptesis sobre la dialctica entre arte e
historicidad que puede ser enunciada en los siguientes trminos: la produc-
cin artstica, en general, asume en circunstancias lmite el papel de custodiar
la correspondencia entre lenguaje e historicidad, o en otras palabras, entre
lenguaje y experiencia colectiva. Este papel de resguardo se vuelve un asunto
de primera importancia cuando asistimos a una crisis de los relatos que han
articulado la vida social; es entonces cuando en la produccin artstica chilena
aparece una especial conciencia histrica que se manifest como conciencia
en el lenguaje. Lo que abordamos en esta ocasin es el modo en que las obras
de Dittborn y Altamirano resuelven los desajustes e incomodidades evidentes
entre produccin artstica y relato histrico, a partir de una experiencia de tal
envergadura, que termin por interpelar tanto el campo de la visualidad en
arte, como el campo de la historia del arte y la historia en general; los que, por
cierto, se encontraron desautorizados en su capacidad de contener y expresar el
trauma social y biogrfico.
Los trabajos que se analizan despliegan dos tipos de estrategias comple-
mentarias: la primera consiste en tematizar irnicamente la historia del arte,
poniendo en escena las incongruencias entre representacin y sentido histrico.
Se trata de obras enfocadas en desbaratar pardicamente la tradicin. La se-
gunda corresponde a la sintomatizacin de la conciencia histrica a nivel de los
procedimientos constructivos de la obra, es decir, trabajos que internalizan un
116 Ctedra de Artes N12 (2012): 114-126
1
Entre las obras ms emblemticas que rompieron las estructuras de articulacin
del sentido en poesa y narrativa se cuentan: Variaciones ornamentales (1979) de Ronald
Kay, Purgatorio (1979) de Ral Zurita, La nueva novela (1977) de Juan Luis Martnez
y Lumprica (1983) de Diamela Eltit.
Paula Honorato Crespo La historia en tela de juicio. Arte y relato histrico en Dittborn y Altamirano 117
II
El primer trabajo que vamos a analizar pertenece a una serie de nueve dibu-
jos expuesto en Galera poca bajo el ttulo Delachilenapintura, historia (1976).
Estos consistieron bsicamente en rostros y cuerpos de apariencia caricaturesca,
atribuidos a pintores de la tradicin del arte chileno. Las figuras fueron construi-
das con matrices y recursos del dibujo tcnico. Sus rasgos, poses y gestos fueron
extrados de fotografas, impresas en revistas y diarios, y caricaturas populares,
es decir, de fuentes visuales de circulacin masificada. Con estos modelos en
muchos casos fusionados y deformados, Dittborn construy una galera de
personajes destinados, al parecer, a desacralizar y vulgarizar con sus fisonomas
comunes el emblema nacional del pintor decimonnico, el caballero que pinta.
Los dibujos recuperan un fondo de expresiones sacado de la observacin del
rostro humano durante su exposicin colectiva, generalmente, reglamentada
para la posteridad que promete la cmara fotogrfica. Son imgenes que se
apropian del lugar histricamente asignado a la figura del pintor, que, a su vez,
parece haber sido desalojado de los formatos de lo ilustre: lase el cuadro de
honor, el emblema y ciertas poses estandarizadas por el retrato pictrico. As,
los espacios de monumentalizacin fueron asaltados por estereotipos gestuales
Paula Honorato Crespo La historia en tela de juicio. Arte y relato histrico en Dittborn y Altamirano 119
III
Altamirano inicia en 1979 el llamado Programa de revisin crtica de la historia
del arte que consisti bsicamente en una investigacin dirigida a establecer
122 Ctedra de Artes N12 (2012): 114-126
Como ocurre con los trabajos de Dittborn, estos tambin demandan una
lectura atenta al principio constructivo. Las operaciones de traspaso, nominacin
y re-localizacin de Versin residual dejan en evidencia las incongruencias entre
el relato para escolares y el presente, o sea, entre lugar asignado a las representa-
ciones de la historia, lase museo, libro monumental o programa educativo del
estado, y el relieve urbano de carreteras, terminales de buses, poblaciones, plazas
y terrenos baldos, es decir, de sitios que quedan fuera de todo estereotipo del
paisaje. Quienes los transitan, tambin se encuentran fuera de todo estereotipo
del personaje ilustre con un lugar asegurado en la historia de la posteridad.
Altamirano rompe con la impostura de la historia, tanto en su afn enciclop-
dico de clasificar, como en su pulsin patrimonial de atesorar. Las pinturas son
reproducidas en su condicin de cadveres contenidos en esta especie de sudario.
As, el pasado emerge velado en la textura del presente; lo que revela que Alta-
mirano est apelando, a fin de cuentas, a una nocin de historia como retorno
de aquello que perteneciendo a la tradicin se actualiza en el ejercicio del arte.
En este sentido, su obra denuncia la falta de presencia del patrimonio pictrico
en la configuracin de un imaginario social y, por lo tanto, de un arraigo del arte,
en el tejido geogrfico de la ciudad. Por este motivo, remite pardicamente la
historia de la pintura al gesto de su mera formalizacin, dejando al descubierto
la impostura de una historia ocupada en administrar lo muerto.
Con la performance-instalacin Trnsito suspendido que realiz en Galera
Sur en 1981, sigui elaborando su reflexin sobre arte e historia. El trabajo
consisti en una intervencin nocturna de la calle exterior a la galera, con un
gran lienzo blanco en el cual el artista escribi con pintura spray la definicin
de luz, mientras simultneamente se proyectaban las reproducciones de algunas
obras de la coleccin permanente del Museo Nacional de Bellas Artes. Luego,
al interior de la galera la accin continuaba con el depsito del lienzo en una
batea con agua a modo de metfora de los procesos de revelado fotogrfi-
co, la proyeccin de registros correspondientes a la performance de Versin
residual y la declamacin de nombres de pintores chilenos, seguidos de la
palabra transitado. Para Nelly Richard, Altamirano monta la historia como
espectculo pblico (1981: 41). As, redefine las condiciones de su lectura, las
hace colectivas, las socializa al transitar callejero. Se trata de que las mismas pin-
turas, tantas veces reproducidas, en esta ocasin se presenten como un material
vigente, escenificando as el absurdo entre la historia como tradicin muerta y
lo histrico como acontecer.
En la obra de Altamirano se pueden distinguir dos momentos que elaboran
la tensin entre historia y obra. El primero corresponde a la revisin y distan-
ciamiento ante el ejercicio de la pintura, recurriendo a prcticas performticas y
grficas, como las recin descritas. El segundo, a la reconstruccin de un lenguaje
pictrico levantado a partir del montaje de citas que apelan a distintos niveles de
percepcin. A este segundo momento pertenecen los trabajos Pintor de domingo
(1989) y Retratos (1996). En ambos se pone en cuestin el marco institucional
124 Ctedra de Artes N12 (2012): 114-126
Obras citadas
Altamirano, Carlos. Textos de Nelly Richard y Justo Mellado sobre Trnsito
suspendido, trabajo de Carlos Altamirano sobre Santiago de Chile, Santiago:
autoedicin, 1981. Impreso.
---. Retratos de Carlos Altamirano, Santiago: Ocho Libros, 1996. Impreso.
---. Obra completa, Santiago: Ocho Libros, 2007. Impreso.
Csengeri, Karen (ed.). The Collected Writings of T.E. Hulme, Oxford: Clarendon
Press, 1994. Impreso.
Dittborn, Eugenio. Delachilenapintura, historia, Santiago: Galera poca, 1976.
Impreso.
---. Final de pista, Santiago: Galera poca, 1977. Impreso.
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Eiseinstein, Serguei. La forma en el cine, Buenos Aires: Losange, 1958. Impreso
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Resumen
Abstract
Introduccin
Dentro de la gama de soportes en los que la pintura ha sido reproducida, hay
uno que generalmente se tiende a ignorar: el sello de correos1. Contemplar un
cuadro original puede llevar a la percepcin a experimentar grandes emociones.
Contemplarlo por medio de una fotografa en un afiche, lo es menos. As como
tampoco es lo mismo cuando se contempla reproducido en una revista o en
una postal. La talla del soporte pareciera influir directamente en la manera de
percibir una obra pictrica. Es quizs la razn por la cual histricamente se ha
ignorado la pintura cuando esta ha sido reproducida en los sellos, verdaderos
representantes de la ilustracin minscula. Su talla no ha sido probablemente el
nico factor; quizs lo sea tambin su vida efmera, o bien su funcin econmica,
verdadera razn de ser del sello dentro de la mecnica del transporte de misivas.
O por qu no, su existencia anexa cuando se equipara a la misiva, objeto este
que acapara la real atencin del receptor. Cualquiera que sea la razn, la pintura
en el sello no ha tenido los mritos propios que consagran una obra esttica.
Por tanto, nuestro inters no es propiamente analizar la percepcin que se
tiene de una obra en un soporte a priori tan insignificante. El objetivo ahora
es el de proponer una reflexin retrospectiva de lo que la filatelia propone como
materia perceptible en trminos de pintura dentro de un ngulo estrictamente
cuantitativo. Es decir, nos planteamos determinar la recurrencia de obras emi-
tidas y la manera como se despliega entre 1850 y 1992, marco de estudio de
nuestros anlisis2. Desde esta perspectiva estadstica nos interrogamos sobre la
oportunidad de considerar el sello no como un banal instrumento puntual y
efmero de correos, sino como un soporte meditico de difusin de obras de
arte. Seguramente la siguiente clasificacin y su visualizacin extendida en el
tiempo, nos darn bases para un posterior trabajo connotativo de la pintura
expuesta en formato miniatura.
Como lo dejamos en claro en el tratado territorial espaol a travs del sello
(Monroy 2011: 24), las repercusiones de este medio en la sociedad son descono-
cidas. La ptica de esta recopilacin es la de la revelacin del signo como canal
de transmisin. Ms an, como significante capaz de vehicular un contenido y no
como un significado cargado de sentido. El instrumento de comunicacin sello
1
Estampilla, en ciertos pases americanos.
2
En Espaa el primer sello aparece el 1 de enero de 1850 con una imagen de la reina
Isabel II. El lmite adoptado para concluir el periodo es 1992 por razones mltiples: ese
ao marca una etapa en la historia nacional, ya que el tratado de Maastricht entra en
vigencia ampliando fronteras y haciendo entrar la nacin en un nuevo espacio; igual-
mente, en ese momento se conmemoran los primeros 500 aos del descubrimiento del
Nuevo Mundo. Es tambin un ao fasto en cuanto a las celebraciones de eventos de
talla europea con la capitalidad cultural de Madrid y mundial con la realizacin de los
Juegos Olmpicos de Barcelona y de la Exposicin Universal de Sevilla.
Fernando Monroy Avella La pintura en la filatelia espaola 129
Parmetros metodolgicos
Al tomar la masa de imgenes de sellos que se ha publicado, es importante
resaltar que la percepcin no se aplica de la misma forma tratndose de un
cuadro aislado reproducido en un sello o de un puado de obras encadenadas
en el tiempo, ya sea organizadas temticamente o desarticuladas y dispuestas
aleatoriamente. El estudio de unidades es diferente al del anlisis de bloques.
A esta realidad se adjunta el aspecto no lineal de la lectura filatlica. Los
sellos, tomados en conjunto, no son emitidos a priori para ser ledos como
un discurso secuencial. Es por lo menos lo que se puede concluir del receptor
(de una misiva) que recibe una imagen adherida (el sello), la cual no hace parte
de una narracin preestablecida (un relato, una historia), una metahistoria.
El receptor no espera la continuacin de un folletn, de una trama que haya
quedado en suspenso o que se pueda encadenar con una posterior. Cada sello
pareciera por tanto un micromundo independiente, aislado y efmero.
Es la razn por la cual nuestro procedimiento se concentra en la globali-
zacin de documentos visuales, catalogando el conjunto de sellos de pinturas,
para desvelar un posible encadenamiento, un eventual propsito, una cierta
lgica motivada desde la enunciacin. Al cambiar de escala el objeto de estudio
cambia: no es igual percibir un punto que una masa de puntos susceptibles de
aportar nueva informacin, formas inditas, desplazamientos inesperados. Las
3
Recordemos que el sello es una produccin extendida en el tiempo y lanzada en
un espacio fsico aleatorio. Como tal, la misma materia es percibida de forma dispareja
por consciencias dismiles en pocas diferentes y en contextos geogrficos y culturales
desiguales.
130 Ctedra de Artes N12 (2012): 127-155
Contexto
En 1981 Espaa emite un sello de correos con la imagen del Guernica de
Picasso. Se trata de la reproduccin del cuadro insignia del siglo XX presentado
dentro de un formato indito, haciendo gala de toda su fuerza y expresin. La
obra magna, signo de la pintura del siglo XX, vuelve a Espaa despus de casi
medio siglo de exilio en el exterior por voluntad del artista. Admirado desde
su concepcin en Pars, exhibido en varias ciudades europeas antes de perma-
necer largos aos en Nueva York, el cuadro hace entrada triunfal en la esfera
nacional. El sello en cuestin es un homenaje ms, tanto a la obra en s como a
su retorno a casa, si consideramos el origen del autor y no el lugar de ejecucin
del objeto esttico.
El sello cumple de esta manera una funcin doble: simblica por el valor
enunciativo del hecho, y multiplicativa, haciendo llegar sutilmente y casi simult-
neamente la obra magistral a numerosos rincones. Todo aquel que haya enviado
o recibido una carta y que haya utilizado el sello en cuestin, ha debido tener
el placer de contemplar el cuadro, de sentir su dimensin histrica y de tomar
conciencia de su cabalgata geogrfica ante la circunstancia poltica interna de
Espaa. El sello se convierte as en vehculo; en vitrina que expone e informa;
en plataforma promocional que comunica y celebra. Dentro de tal contexto, el
sello como objeto postal se eclipsa como instrumento postal para convertirse en
reflejo, en signo, de otro objeto; en materia esttica que proyecta otra materia
esttica ausente.
Fernando Monroy Avella La pintura en la filatelia espaola 131
4
Todas las imgenes de este artculo cuentan con autorizacin de la oficina de Correos
de Madrid.
5
En otros escritos veamos cmo el sello es tambin un revelador de la historia de
un pas. En tal contexto no podemos dejar de evocar los anlisis de Michel Coste en su
132 Ctedra de Artes N12 (2012): 127-155
Un nuevo arte
Desde su nacimiento, a mediados del siglo XIX, el sello se convierte en un
mini objeto esttico. Buscando una solucin al dilema del control de correos
y al pago de la tasa que corresponde al servicio de transmisin de misivas, su
creador quera que este fuera un objeto representativo, que incluyera una imagen
identificable y trascendente. Fue as como R. Hill, su inventor, incluy la efigie
de la reina Elizabeth de Inglaterra (Rothschild 1984). As naca una expresin
plstica que asociaba a la vez una ideologa nacional la figura monrquica y
un valor de cambio representativo. Espaa no se qued atrs en esta iniciativa
ya que incluy en 1850 a su soberana la reina Isabel II.
artculo sobre el sello como un material histrico digno de tener en cuenta como reflejo
de la retrospectiva nacional espaola. Coste, Michel. Les timbres-poste, matriaux de
lHistoire?, en Le Monde des philatlistes, marzo de 1993, n 472.
Fernando Monroy Avella La pintura en la filatelia espaola 133
Lo que llama la atencin fue el desarrollo progresivo de esta expresin, que pasa
de la representacin de figuras simblicas de Estado, efigies y alegoras, a mencio-
nes anecdticas de las glorias nacionales. En Espaa fue a partir de 1905 que la
representacin evoluciona; ya no se habla solamente del sello-moneda. En adelante
la nocin de celebracin se impone. De moneda, el sello pasa a ser medalla. Es un
paso importante dentro de las artes, ya que la escenificacin exige la construccin
de signos y de smbolos que dialoguen entre s y que evoquen una cierta persona-
lidad colectiva. La talla del soporte cambia igualmente; mientras que a finales del
siglo diecinueve el cuadrado primaba, a comienzos del siglo veinte es el rectngulo
el que se impone.
6
Numerosas han sido las estructuras de administracin de correos en la pennsula
ibrica. Desde el sistema eclesistico y universitario, que constituan ambos una estructura
eminentemente privada, hasta la forma de organizacin de la realeza y de los gremios
que sola llamarse correo oficial. Fue tan solo a partir de 1717 que toda la administra-
cin pasa a ser eminentemente estatal. Aranaz y Alemany, 150 aos de correos y Filatelia,
Madrid, Correos y Telgrafos, 2000.
7
Quizs uno de sus principales exponentes es Ray Johnson, fundador de la New York
correspondance school of art, que da un impulso mundial al Mail Art.
Fernando Monroy Avella La pintura en la filatelia espaola 135
Artistas o artesanos?
Ante la nueva era grfica que se abre con el nacimiento del sello, una pregunta
salta a la vista: los autores de este nuevo elemento postal son verdaderos creado-
res o simples ejecutantes? No podemos ignorar que la produccin responde a un
cierto pliego de peticiones determinados por imperativos de programacin y del
calendario anual de la administracin. Desde este punto de vista las emisiones
son una produccin bajo pedido, una produccin que se rige por un pliego de
peticiones estricto, como lo subraya Laurent Gervereau (2004: 161). El espacio
para la creacin espontnea pareciera casi nulo. La mano del artista se focaliza
entonces a la aplicacin de una tcnica de elaboracin en la que se sortean las
dificultades del oficio para llegar a un producto minsculo que responda a las
exigencias de la voluntad estatal. El artista se sintoniza as a la meloda del poder,
a los ritmos polticos en funcin de los aleas del momento.
En los primeros tiempos el ejecutante es a menudo la unin de diversos ofi-
cios concentrados en una sola tarea. Adems de dibujante, el artista es tambin
compositor grfico, adaptador, grabador y, en general, solucionador de obstculos.
Los primeros diseadores venan del mundo de la numismtica y aplicaron
en el sello todo el saber-hacer de la concepcin grfica de las monedas. Cada
trazado, cada posicin en el espacio, cada determinacin de formas o de colores
es objeto de una reflexin calculada. Es decir que el pedido del Estado no es
solamente una imposicin cerrada y mecnica. El artista-artesano, siguiendo
el pensamiento de Mikel Dufrenne, guarda para s una parte de su arte en la
concepcin y ejecucin del pedido, como el compositor de una pieza musical
clsica que interpretando su partitura le da brillo, bro y plasticidad a la com-
posicin. La interpretacin del artista revive y le da grandiosidad y dimensin
plstica al pedido (Dufrenne 1982: 60).
La pintura en el sello
Pasando de largo la idea de que el sello es en s una obra de arte en miniatura,
quisiramos abordar la forma como este se convierte en vitrina de otras obras
pictricas. En este punto es importante precisar lo que entendemos por obra
pictrica y sus eventuales variantes reconocidas y adaptadas para el presente
estudio. Como objeto artstico visual, una pintura es la expresin grfica que,
para su composicin, emplea materias visibles sobre diversos soportes: papel, tela,
138 Ctedra de Artes N12 (2012): 127-155
que se emiten tres sellos con figuras del mitolgico hroe, extrados de cuadros
de Urrabieta, de Ignacio Zuluaga y una ilustracin de Gustave Dor.
La pintura en el sello pareciera tener un cierto cambio en la dcada de los
cincuenta. No solo por el volumen, sino tambin en cuanto a la aparicin de
cuadros que presentan escenas que amplan la narracin a esferas exteriores
al retrato tradicional: la playa, la calle, el campo. En 1951 son emitidos dos
cuadros de Joaqun Sorolla Nios en la playa y La Salida del bao acompaa-
dos igualmente de la simblica cruz de Lorena que desde 1920 fue adoptada
a nivel mundial para significar la lucha contra la tuberculosis. Paralelamente
aparecen las dos efigies de los reyes catlicos en sellos conmemorativos del 12
de octubre da de la Hispanidad en Espaa, o da de la Raza en Amrica, en
donde se recuerda igualmente el quinto centenario de su nacimiento respectivo.
Una en 1951 con la representacin de Isabel la Catlica, extrada de un retrato
de Juan Antonio Morales, montada ante un cuadro de Francisco Pradilla La
rendicin de Granada. El otro sello de 1952 es para el Rey Fernando delante de
un cuadro de Ricardo Balaca (imagen 10) y su obra Coln ante los reyes catlicos
a su regreso de Amrica.
Imagen 10. Rey Fernando el Catlico ante cuadro de Balaca, sello de 1952.
Fue tambin en 1952 cuando fueron reproducidos dos cuadros de una gran
profundidad mstica: La Eucarista del italiano Giovanni Battista Tiepolo, y
Santa Mara Micaela de Soto, en ocasin de un congreso eucarstico de Barce-
lona. Al fervor de estas dos obras le siguen la serenidad de dos otras en cuadros
142 Ctedra de Artes N12 (2012): 127-155
Imagen 11. S. Vicente Ferrer (izquierda) en sello de 1955 y Arcngel San Gabriel
(derecha) en sello de 1956.
Los aos sesenta triplican la produccin. De apenas trece imgenes en los cin-
cuenta, se pasa a 36 en los sesenta, principalmente debido a la gran produccin de
arte religioso en 1962 y algunos cuadros de importancia en 1963. Los otros aos
no son sino una secuencia casi insignificante de reproducciones aisladas como la de
1960 y el retrato de Juan de Ribera por Francisco de Ribalta; en 1961 se reproduce
la Huida de Egipto de Bayu, con ocasin del ao mundial del refugiado, as como
un Goya con el retrato de Moratn y algunos fragmentos de Velzquez, entre los
que se destacan los emitidos en memoria de su tercer centenario de su muerte.
En realidad la gran serie de esta dcada corresponde al bloque emitido en
1962 como ya lo recordamos antes, en donde quince imgenes de tipo religio-
so evocan los misterios del santsimo rosario. La densidad de este bloque es
sorprendente y reveladora de la forma como el rgimen franquista se aferra a
las bases catlicas fuertemente instauradas desde sus comienzos a pesar de las
nuevas polticas liberales puestas en marcha en 1959. En efecto, a pesar del Plan
de estabilizacin nacional que se pone en prctica, del ambiente algo flexible
y libertario que pareciera reinar en medio de la dictadura, la iconografa postal
subraya con fuerza y certeza la presencia de un orden moral y religioso profundo
como se argumenta a travs de pinturas de Murillo, Giaquinto, Correa, Campaa,
Cano, Tiepolo, El Greco, Bayu o Cerezo. Sus cuadros ilustran escenas algunas
sobrias pero en su mayora patticas y evocadoras de un misticismo extremo.
Igualmente, en 1963 se presenta una serie de bloques conmemorativos como
la venida de San Pablo a Espaa, la canonizacin de nuestra seora de la Mer-
Fernando Monroy Avella La pintura en la filatelia espaola 143
Imagen 12. Sellos de las series homenaje a artistas espaoles. De izquierda a de-
recha con ao del sello, primera lnea: Goya 1958, Velzquez 1959, Murillo 1960,
Sorolla 1964, De Torres 1965; segunda lnea: prehistrico 1967, Fortuny 1968, Cano
1969, Morales 1970, Zuloaga 1971; tercera lnea: Solana 1972, Lpez Portana 1973,
Cdice 1975, Menndez 1976.
Fernando Monroy Avella La pintura en la filatelia espaola 145
Imagen 13. Sellos con obras de Goya: Maja desnuda en sello de correo normal
(izquierda), Volaverunt en sello de correo areo (centro) y Buen Viaje en sello de
correo areo (derecha).
c. La serie Navidad
Para terminar, sealaremos la aparicin de las series conocidas como Na-
vidad (ver grfico 3). Desde su primera aparicin dentro del paisaje filatlico
espaol en 1955, cada ao, de forma sistemtica, se han publicado una o dos
imgenes evocando este evento. Sin embargo, aunque el tema decembrino es
invariablemente el mismo, la referencia semntica cambia. En algunos casos el
significante evoca la escena a travs de pinturas, objeto de este estudio; en otras
el significante se materializa en retablos, esculturas, relieves que menciona-
remos, pero que no entrarn en el conteo grfico.
La primera imagen es una reproduccin de un cuadro de El Greco con el
tema de la Sagrada Familia. La referencia encaja perfectamente dentro de un
clima propio de la poca, en donde la representacin se caracteriza por la ex-
trema presencia de personajes sagrados o de lugares de culto: vrgenes, santos,
monasterios, catedrales. La atmsfera reinante, propia de un rgimen que se
quiere moralizador, conquistador de almas descarriadas, no imposibilita que
esta temtica experimente un vaco, debido en parte a la pobreza de emisiones
producidas entre 1956 y 1957. El tema navideo desaparece para ser retoma-
148 Ctedra de Artes N12 (2012): 127-155
do en 1959 con una segunda versin de la Sagrada Familia, esta vez con una
interpretacin artstica de Goya. A partir de ese momento, cada fin de ao, se
emiten uno o dos sellos que hacen referencia a la familia, al nacimiento, al nio,
al regocijo ambiental o la decoracin moderna.
Si nos ceimos a los parmetros establecidos al comienzo, la secuencia pic-
trica no es estable, ya que en un periodo de 38 aos, tan solo veintids de estos
contienen imgenes de pinturas. El resto, sin ser ajeno a la temtica, la evocan
con otro tipo de referentes visuales como retablos, esculturas o relieves. Esto se
traduce en una reduccin importante de pinturas en trminos de volumen si se
toma en cuenta el periodo de enunciacin. Es as como durante esos veintids
aos se presentaron 34 obras con niveles de celebridad variables desde Zurba-
rn, Mano, Salzillo, Murillo o el Greco, grandes maestros de la pintura, hasta
artistas contemporneos que se abren paso lenta pero seguramente dentro del
mundo grfico moderno, pasando por diseos modernos annimos o trabajos
de concursos infantiles que ameritan una evocacin.
En un primer tiempo se observa tan solo una imagen para esta temtica.
Fue a partir de 1969 cuando se duplica la produccin con un sello de un cuadro
y uno de un retablo (que no tendremos en cuenta para esta estadstica). Para
nuestros efectos, tomaremos solo la pintura, observando que es a partir de 1970
que se duplica verdaderamente la presentacin de obras pictricas. De la misma
manera, vale resaltar que lo que en su inicio fueron verdaderas obras de arte de
clebres autores, tiende lentamente a convertirse en sellos con representaciones
modernistas de tipo carteles annimos y diseos sicodlicos sin mucho valor
esttico, como ocurre en 1987, 1988 y 1989. En esos aos la navidad es referida
con decoraciones de bolas navideas, panderetas, cristales de nieve, pastores o
escenas infantiles ante el rbol decorado.
El ao 1990 retoma la reproduccin de objetos estticos de artistas como
Jos Antonio Sistiaga, que aunque modernistas, con lo que se denomina el
poema csmico (trabajo de pintura sobre el celuloide), no demerita en calidad
esttica y fuerza expresiva. De la misma forma el ao 1991 pareciera reivindicar
el aspecto universal de la navidad. Se retoman en ese momento obras de dos
puntos recnditos de la Tierra como es la ilustracin del indo-peruano Poma
de Ayala del siglo XVII y un cono ruso del siglo XVI.
Imagen 14. Serie navidad: Juan de Flandes, sello de 1981 y Ramn de Mur, sello de 1985.
Fernando Monroy Avella La pintura en la filatelia espaola 149
Conclusin
Este viaje por la pintura en el sello de correos espaol nos demuestra que no
han sido pocas las obras que se exponen en este formato. Lo que en un prin-
cipio se presenta como el despliegue espordico de cuadros, de ilustraciones,
de grabados o de dibujos sobre un soporte adhesivo algo banal, se revela ahora
como un cmulo importante de 404 obras. Tal cantidad, concentrada en un
periodo relativamente corto, demuestra que el sello es, dentro de su discrecin,
un medio que merece la pena ser considerado como tal.
Gracias al sello se exponen piezas de la pintura de todo tipo, desde las grandes
obras clsicas de artistas de renombre hasta banales ilustraciones annimas de
tipo diseo publicitario. La ventilacin sistemtica de estas piezas demuestra
que el sello es ante todo un museo ambulante, un soporte itinerante que ve-
hicula objetos estticos y los lleva a rincones incgnitos. En efecto, el destino
final, el ojo que percibe estos sellos, no est claramente perfilado. Su pblico
objetivo no puede considerarse como un blanco predeterminado escogido por
tcnicos publicitarios. Hombres, mujeres, nios, familias enteras, instruidos o
no, amantes del arte o no, se ven todos expuestos a la imagen de una obra que
cae en sus manos casi por infraccin; el sello se impone de cierta manera y
abre las puertas de un espacio artstico impreciso. El efecto que pueda tener la
recepcin de estos objetos estticos es un enigma.
Lo nico claro es que los sellos fueron emitidos enriquecidos con repro-
ducciones pictricas de casi todo tipo. Dentro del marco escogido de 143 aos
(18501992) fue tan solo a partir de 1930 que las pinturas aparecen. Por
qu una entrada tan tarda? Se deduce que este hecho corresponde a la ola de
transformaciones iconogrficas producidas en 1905 y que se visualizan en su
cambio de formato del sello as como de su contenido: de formato cuadrado, el
sello pasa al rectngulo; de escenas formales de Estado, el sello pasa a ilustrar
elementos cotidianos exteriores. Adems, los aos treinta se caracterizan por
el estallido icnico motivado por los compromisos internacionales que se viven
en aquel momento: las grandes exposiciones internacionales de Barcelona y
Sevilla. Siguiendo ese movimiento, aparece la primera serie artstica con diez
imgenes de cuadros de Goya.
Lentamente, en los aos venideros, la pintura se explaya y viaja en bloques
temticos y no en puntuales sellos aislados en un sobre. Aunque inicialmente
su presencia es apenas graneada, la realidad demuestra que es hacia los aos
sesenta cuando los sellos de pinturas alcanzan su mximo esplendor (ver grfico
4). Luego viene una disminucin progresiva, hasta principios de los aos ochenta
con una produccin insignificante. El volumen se ampla luego sin alcanzar la
brillantez ni en cantidad ni en calidad de los primeros aos.
En este panorama el sello abre una verdadera oportunidad a la pintura
espaola. No solo es la ocasin de visitar autores de vertientes diversas y de
pocas opuestas. Es tambin la puerta abierta al conocimiento por parte de los
150 Ctedra de Artes N12 (2012): 127-155
0 2 4 6 8 10 12 14 16 18
Gisbert/Dioscoro Puebla/annimo
92 91 90 89 88 87 86 85 84 83 82 81 79 78 76 75 73 72 71 70 69 68 67 65 63 62 61 60 56 55 54 53 52 51 50 48 47 46 45 42 40 37 35 30
Luis Tristn
Marceliano Sta. Mara
Unceta/Valdivia/Montanes
Vostermans
Annimo/Jalon Angel
Goya
Urrabieta Vierge/Ignacio Zuluaga/Gustave Dor
R. Zaragoza/Murillo/Cdice/Perret/
Gmez Moreno
Sorolla/JM Morales
Tiepolo/Balaca/Salaverria
Sorolla
Ribera
C. Vilar/Fortuny
Fra Anglico
Francisco de Ribalta
Bayu/Goya/Velazquez/Anguissola
Velzquez/Garca Prieto/mlples
Greco/Angulo/Moragues/Pacheco/Ariosto/Aukerman/annimo
Manso/Hernndez/Bartolomeo
Goya
Goya y Greco
Eugenio de Lucas
Greco
Snchez Coello
Campeche/Deroy/Schenk
Annimo
Annimo prehistrico
Grabados annimos
leo y dibujo/Rubens y Tiziano/otros
Madrazo/annimo/Benedicto/Cruz/Tiziano/Velzquez/Miranda
Mir/Picasso
Greco
Grabado annimo
Miniatura/Da Vinci/Mosaico/leo
Gossaert/Csar Manrique
Hohenleiter/Jover y Sorolla/lmina/Castelao
Alsina/V.Fajardo/S.Viniegra/G.Marquina/dibujo/Ilustraciones/Aledo
Annimo/ilustracin/Ilustracin/Annimo/Ilustracin
Nios/Greco/ilustracin india
Nios/Lpez Alonso/Mir
Nios/leo/Annimos/Guamanpana/Icono/Goya/Annimo
Nios/Rafois Casamada/Espejo/Cdices
Goya
Velzquez
Murillo
El Greco
Zurbarn y Rubens
Ribera
Sorolla
Romero de Torres
Jos Ma Sert
Annimo prehistrico
Fortuny
Alonso Cano
Luis de Morales
Zuloaga
Solana
Lpez Portana
Rosales y Marn
Cdices
Eugenio Menndez
Federico Madrazo
Picasso
Juan de juanes
0 1 2 3
55
56
57
58
N2. Goya
59
N3. Velzquez
60
N7. Zurbarn
64
N10. Salzillo
67
N11. El Barocci
68
N16. Capiteles
73
N17. 3 relieves
74
N19. Figurines
76
N21. 2 Relieves
78
N22. 2 Relieves
79
N26. 2 Relieves
83
N33 Sistaiga
90
N35 Artesana
92
Obras citadas
Aranaz, Fernando y Luis Alemany. 150 aos de sellos, correos y filatelia. Madrid:
Correos y Telgrafos, 2000. Impreso.
Balmier, Christian. Balmier y el Mail-Art (2011). Vimeo. Sitio web. <http://
vimeo.com/19492638>. Fecha de consulta: 26 de enero de 2013.
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Baschet, Jrme. Inventividad y serialidad de las imgenes medievales. Hacia
una aproximacin amplia de la iconografa (Inventivit et srialit des images
mdivales. Pour une approche iconographique largie). Anales, ao 51e,
enero-febrero de 1996, Pars, Escuela de Altos estudios en Ciencias Sociales,
EHESS, 93-133. Impreso.
Fernando Monroy Avella La pintura en la filatelia espaola 155
Imagen 3. Programa Bailando por un sueo, conducido por Marcelo Tinelli (2011)
Fuente: www.bailanporunsuenio.com
Metodologa de trabajo
La propuesta aceptada por el MIM consisti en el desarrollo de un Taller de
Estrategias Ldicas e Interactivas para el Aula, destinado a la capacitacin de
profesores, basado en el juego como dinmica metodolgica y con especial nfasis
en un trabajo dramtico, el trabajo del cuerpo, la voz y la afectividad. Para este
objetivo, se dise un plan en tres etapas, que incluy una investigacin terica
para elaborar el diseo del taller, una serie de marchas blancas como pretest del
mismo, y la implementacin efectiva del taller con su respectiva evaluacin.
Se conform entonces un equipo interdisciplinario donde se integraban
conocimientos de arte contemporneo, sociologa, pedagoga teatral, psicodra-
ma, comunicacin efectiva y por supuesto, teatralidad y juego dramtico. En
esta primera etapa de investigacin, se cont con la colaboracin de Vernica
Garca-Huidobro, especialista en el rea de pedagoga teatral.
En el proceso de trabajo se revis la reforma educacional chilena y sus
principales orientaciones, el informe McKinsey sobre sistemas educacionales
exitosos a nivel global (determinados por la OCDE), y se hizo un anlisis
crtico de las anteriores experiencias del Programa de Formacin Continua
del MIM. Se consideraron conceptos propios de las habilidades blandas y las
orientaciones renovadas con las que estas se ensean, principalmente a nivel de
las corporaciones, intentando generar un modelo de trabajo que fuera innova-
dor y que se relacionara con la forma en que el mundo laboral est dialogando
en la actualidad. As entonces fue posible discutir sobre una serie de ejercicios
provenientes de la pedagoga teatral y el psicodrama que se trabajan en capaci-
taciones, coachings y talleres teatrales, de modo de poder generar un diseo a la
medida de lo solicitado, combinando estas distintas orientaciones.
Se detect que era importante desarrollar en los docentes una serie de ha-
bilidades que permitieran instalar en ellos una dimensin ldica e interactiva
como actitudes personales puestas al servicio del trabajo y, por lo tanto, al servicio
de la experiencia de enseanza, de manera de transferirlas correctamente en la
experiencia del aprendizaje. Esto implicaba replantear las mismas nociones de
creatividad e interactividad y descubrirlas como competencias propias con po-
tencial de ser desarrolladas. Solo de esta manera se lograra entrenar al docente
lo suficiente para poder integrar estas nuevas estrategias propuestas como parte
de su ejercicio profesional cotidiano. Esta nueva perspectiva se convierte en un
hallazgo interdisciplinario, donde vemos posible una forma de dilogo entre
teatro y educacin desde un marco ms amplio, generando una experiencia
renovada en cuanto a didcticas docentes.
166 Ctedra de Artes N12 (2012): 164-168
El cambio de eje replantea la visin tradicional que se tiene del juego como
una dinmica indisciplinada, y predispone a los educadores a desenvolverse en
un ambiente ms flexible ante los imprevistos. Por esto se ha concluido que no
bastaba con ensear juegos, a modo de tips o recetas, ya que esto contribuira
a continuar con un modelo demostrativo y efectista; sino que lo que se deba
hacer es transformar estos juegos, para dotar a los profesores de herramientas
flexibles que pudieran adaptarse a diversas circunstancias, ya sea para modificar
conductas o mejorar rendimientos en el aula.
Seguimiento de la investigacin
Durante el ao 2012, el CTS madura una idea que vena trabajando ya desde
el inicio del convenio con el MIM: desarrollar una segunda etapa de trabajo,
como una forma de realizar un seguimiento posterior a la aplicacin del taller.
Se sostiene que esta es la nica forma de poder evaluar una efectividad real, ya
que las metodologas interactivas estn plenamente desarrolladas para que sean
los alumnos quienes disfruten los principales beneficios, a travs de una mejor
forma de adquirir conocimientos.
Se cont en esta etapa con la asesora de la sociloga Antonieta Contreras,
quien trabaja como investigadora del Centro de Desarrollo Docente (CDDOC)
de la Pontificia Universidad Catlica de Chile, para elaborar la propuesta. A
la fecha, el MIM ha aprobado la primera parte de esta propuesta que es el
desarrollo, aplicacin y anlisis de una nueva encuesta, ex post en el tiempo.
Aplicada va plataforma electrnica Survey Monkey, la encuesta fue enviada al
correo electrnico de los 122 docentes que realizaron el taller.
A modo de exponer algunos resultados obtenidos, ocuparemos parte de esta
resea para compartir la informacin que nos entreg este instrumento, pues
completan el panorama de lo que ha sido la experiencia de trabajo entre CTS
y MIM hasta ahora.
Se determinaron variables mltiples que caracterizaban perfiles de profe-
sores, indicaban la transferencia y las condiciones de la misma, adems de una
percepcin en relacin a los resultados obtenidos con esta transferencia, y por
ltimo una valoracin del taller a la distancia del tiempo en que fue impartido.
168 Ctedra de Artes N12 (2012): 164-168
Teatro Imagen
Hamlet
Ay ay ay de m. Nuestro propio grito trgico en escena.
Reflexiones de un proceso creativo montando Hamlet
Con la traduccin del texto original de Hamlet hecha por el Premio Nacional
de Literatura, el poeta Ral Zurita, y el montaje adaptado y dirigido por el Pre-
mio Nacional de Artes de la Representacin, el director y dramaturgo Gustavo
Meza, esta resea reflexiona sobre los puntos de unin entre las intrigas de un
reino en decadencia como plantea el argumento de Shakespeare, con nuestra
realidad chilena y latinoamericana, donde el foco de la puesta en escena se sita
en relacin a la corrupcin poltica y la traicin, junto a las posibles estrategias
para ejercer la justicia en contra de un tirano, rindindole homenaje a nuestras
propias manifestaciones de la tragedia.
La gente no sabe nunca lo que maana le espera, lo que maana le espera
la gente no sabe nunca, dice Ofelia, la enamorada del prncipe Hamlet en la
ltima versin chilena de este clsico de William Shakespeare, haciendo una
cita al inicio de la cancin El Amor de Violeta Parra. Este signo musical no
pasa inadvertido a la hora de construir un sentido local para este montaje que
se presenta como la mayor apuesta teatral del Centro Cultural Gabriela Mistral
durante 2012.
La vigencia de los temas y conflictos abordados en esta tragedia, donde las
imprecaciones shakesperianas se mezclan con la figura del padre, la traicin y
170 Ctedra de Artes N12 (2012): 169-172
Se hace muy difcil entonces plantear una relacin en abstracto de esta trage-
dia con el Chile del siglo XXI, y lo que conviene buscar para esta reflexin son
los puntos de unin entre las intrigas de un reino en decadencia, como plantea
el argumento de Shakespeare, con nuestra realidad chilena y latinoamericana,
donde el foco de la puesta en escena se sita en relacin a la corrupcin poltica
y la traicin, junto a las posibles estrategias para ejercer la justicia en contra de
un tirano.
En torno a la puesta en escena, la versin de Hamlet de Gustavo Meza est
concentrada en el ritmo y la accin, sin intentar ayudar a Shakespeare como
muchos lo han intentado infructuosamente agregndole ingredientes o nuevas
lecturas a la tragedia, sino que centrando el trabajo en la actuacin y las imge-
nes que evocan las palabras, presentando a este joven hroe maldito intentando
Reseas 171
Ay ay ay de m
Como dice la Reina Gertrudis en el Acto IV, una desgracia viene siempre
pisando el manto de la otra, y es as como Shakespeare instala la reflexin sobre
cmo la maldad y la corrupcin hacen sufrir a unos por las injusticias de otros.
172 Ctedra de Artes N12 (2012): 169-172
Este es el caso del personaje de Ofelia, quien adems de sufrir la renuncia del
amor por parte de Hamlet en favor de su objetivo, debe enfrentar que este mismo
asesine a su padre por error, quedndose sola en medio de terribles sucesos que
no tena por qu vivir ni comprender a su corta edad.
Que Gustavo Meza nos instale a Ofelia en el escenario cantando la re-
conocible Run run se fue pal norte en medio de las miradas perplejas del Rey
tirano y la Reina, nos hace conectar estas historias universales con una de las
grandes representantes de nuestra tragedia contempornea como es Violeta
Parra, transformando esos dolorosos y conocidos ay ay ay de m del coro en
la mxima expresin chilena de la estructura de pensamiento trgico utilizada
por Shakespeare, lo que llena de sentido local el escenario, e instala la mirada
en relacin a cmo el dolor de un amor imposible, o la injusticia de las muertes
impresentables, pueden desencadenar la locura como nica salida de este mundo
cruel, y no como una estrategia, como es el caso de Hamlet.
Es as como este montaje, ms all de volver a recordarnos una historia mil
veces contada, propone valorar nuestros propios referentes latinoamericanos a
la hora de interpretar un clsico, como el tango que Ofelia y Hamlet bailan en
una especie de premonicin de la tragedia que tendrn que vivir. Por otro lado,
las canciones de Violeta Parra mencionadas, o la ranchera que canta el personaje
del Sepulturero, rindindole honor a la muerte en la cultura mexicana, estn en
este montaje a la misma altura de los grandes referentes clsicos universales,
confirmando que la humanidad repite y repite sus errores y sus ritos a lo largo
de los siglos, expresndolos en estructuras similares, las que en esta ocasin
Gustavo Meza nos hace evidentes mediante una puesta en escena que reivindica
nuestros propias manifestaciones de la tragedia, dndole un merecido espacio
a esos dolorosos ay ay ay de m de Violeta Parra, en un homenaje teatral que
funde a un gran autor universal con nuestra identidad latinoamericana.
Poltica Editorial 173
115
Poltica Editorial
Editorial Policy
Poltica Editorial
Ctedra de Artes es un espacio editorial latinoamericano de intercambios y
modulaciones docentes e investigativas, que, a nivel de posgrado, recibe, registra
y publica materias de distintas asignaturas y disciplinas relacionadas con las artes
a nivel profesional, creativo y acadmico.
Privilegia trabajos situados en un eje interdisciplinario, en donde las artes
expresen sus particulares modos epistemolgicos, as como su capacidad de
dilogo con otras esferas del saber y la cultura.
Publicada semestralmente (julio y diciembre) por el Magster en Artes, per-
teneciente a la Facultad de Artes de la Pontificia Universidad Catlica de Chile,
incluye nicamente artculos originales e inditos que se cian a sus Normas
Editoriales. Se estructura en dos secciones: Artculos y Reseas.
Ctedra de Artes posee un Comit Editorial conformado por investigadores
tanto a nivel nacional como internacional. La labor de los miembros de este
Comit es evaluar artculos, aportar artculos de su autora, recomendar textos
para su eventual publicacin y sugerir evaluadores externos. Todos los artculos
que lleguen a la direccin de Ctedra de Artes sern sometidos a un proceso de
evaluacin por pares.
Editorial Policy
Ctedra de Artes is a Latin American editorial space for exchange and teaching
& investigative modulations that at a postgraduate level receives, registers and
publishes material from different subjects and disciplines related to art at a
professional, creative and academic level.
It privileges works that are situated in a transdisciplinary axe, where arts
express their particular epistemological modes, as well as their capacity to
dialogue with other realms of knowledge and culture.
Being published half-yearly ( July and December) by the M.A of Arts,
Ctedra de Artes belongs to the Faculty of Arts of the Pontificia Universidad
Catlica de Chile, and it only includes original and previously unpublished
articles that follow its Editorial Norms. It is divided in two sections: Articles
and Reviews
Ctedra de Artes counts with an Editorial Committee that is conformed by
national and international researchers. Their work is to evaluate articles and also
contribute with articles of their own, as well as to suggest texts to be published
and external peer reviewers. All articles submitted to the editorial board of
Ctedra de Artes will undergo a peer-reviewing process.
174 Ctedra de Artes N12 (2012): 173-182
Normas editoriales
Sistema de citas
Los ttulos de las obras citadas, como novelas, tratados, textos tericos, poe-
marios, pinturas, pelculas, libros o compilaciones, obras y manifestaciones
artsticas, revistas acadmicas, diarios, se escriben con estilo cursiva, tanto
cuando se mencionan en el texto como cuando se incluyen en el listado de
referencias.
Para una cita literal, de un fragmento de 5 o menos lneas de texto en prosa o
3 o menos lneas de un poema, la norma es la siguiente: despus de transcribir
el fragmento citado y marcarlo entre comillas ( ), se apunta entre parntesis
( ) el apellido del autor, o autores y el nmero de pgina correspondiente.
Por ejemplo: Surge la nocin de escritura, entendida como la destruccin
de toda voz, de todo origen.
Si en el prrafo que introduce la cita ya se ha mencionado el nombre del
autor: solo es necesario poner entre parntesis ( ) el nmero de pgina en
que se encuentra el fragmento. Por ejemplo:
Segn describe Foucault, los mdicos escudriaron en fenmenos corporales
que durante siglos haban permanecido por debajo del umbral de lo visible
y de lo enunciable (5).
Si no se cita en forma literal: si se parafrasea o se explican las pala-
bras del autor, no es necesario consignar el nmero de pgina, s el
176 Ctedra de Artes N12 (2012): 173-182
*
Solo si se est citando un texto cuya primera edicin original no es con la que se
est trabajando en el artculo o resea.
178 Ctedra de Artes N12 (2012): 173-182
8. Libro reeditado:
Hay dos formas en que un libro puede ser reeditado: una serie de ediciones
con el mismo contenido del original, y una publicacin revisada, compilada y
mejorada de la original. Generalmente, este ltimo tipo implica la participacin
de un editor, que no es el autor; en ese caso se registra como en el punto 5.
Sloterdijk, Peter. Normas para el parque humano. 2000. Madrid: Siruela, 2003.
Impreso.
Hauser, Arnold. Historia social de la literatura y el arte. 2 vols. 2a ed. Barcelona:
Guadarrama, 1962. Impreso.
Normas editoriales 179
17. Traduccin:
Bhabha, Homi K. El lugar de la cultura. Trad. Csar Aria. Buenos Aires: Ma-
nantial, 2002. Impreso.
21. Pelcula:
Se puede referenciar un film de dos formas; si se desea enfatizar la pelcula
misma, o si se busca enfatizar el nombre del director o los protagonistas. Se
utilizan las abreviaturas dir. (director) e int. (intrprete-s).
Normas editoriales 181
Farinelli (Il castrato). Dir. Grard Corbiau. Int. Stefano Dionisi, Enrico Lo
Verso y Elsa Zylberstein. Stphan Films, 1994. Pelcula.
De Niro, Robert, int. Taxi Driver. Columbia Pictures, 1976. DVD.Lucas,
George, dir. Star Wars Episode IV: A New Hope. Twentieth Century Fox,
1977. Pelcula.
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DE ARTES
revista de artes visuales, msica y teatro
DE ARTES
revista de artes visuales, msica y teatro
A
M J C
Introduccin a la semitica del cuerpo: Presencia, enunciacin encarnada y
memoria
Introduction to the semiotics of the body: Presence, embodied enunciation and memory
E M F A T
Rizoma, devir e polifonia: o processo criativo de um espetculo teatral brasileiro
Rhizome, becoming and polyphony: the creative process of a Brazilian theatrical play
M O P
Un teatro para la catstrofe: Das Erdbeben in Chili de Heinrich von Kleist
R
L U
Sobre Segundo Congreso Internacional de Estudios Teatrales del Grupo de
Investigacin de Artes Performativas
Una estimulante interaccin de experiencias y saberes
C M
Sobre Centro de Estudios e Investigacin de Teatro y Sociedad / Museo Interactivo
Mirador
Una experiencia interdisciplinaria: Teatro y Educacin
N H A
Sobre Hamlet de Teatro Imagen
Ay ay ay de m. Nuestro propio grito trgico en escena.
Reflexiones de un proceso creativo montando Hamlet
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