Ocampo Silvina-Las Esclavas de Las Criadas
Ocampo Silvina-Las Esclavas de Las Criadas
Ocampo Silvina-Las Esclavas de Las Criadas
-A m las flores me dan en los nervios. Artificiales las que quieran, pero
verdaderas ni pintadas deca otra, que era cariosa con Herminia.
A decir verdad todas eran cariosas con Herminia y tenan razn de serlo. Al
verla mustia y tan delgada, hacindose tanta mala sangre por la enfermedad
de la seora, las visitas le traan chocolates en una caja pintada con gatos o
pancitos de salud en una canastita de material plstico, o empanadas con
dulce de membrillo en una valijita que deca Buen Viaje, o jalea en una
polvera de vidrio, con algunos pelos. No podan verla tan demacrada.
-Usted tiene que cuidarse le decan.
-Preferira morir protestaba ella, sin faltar a la verdad.
Su fidelidad era ejemplar, pero ejemplar tambin era el cario que le
prodigaba la seora de Bersi. En su cuarto atestado de cuadros, en un lugar
privilegiado, estaba el retrato de Herminia, vestida de Manola.
La hubiera dejado hablar por telfono a la hora que quisiera, salir de noche,
silbar o cantar mientras acomodaba los cuartos, sentarse a mirar televisin
en la sala con un cigarrillo entre los labios, pero Herminia no haca nunca
esas cosas.
-Es una chica nada moderna deca una visita a otra.
Poco a poco me di cuenta de que todas esas seoras iban, en realidad, a
visitar a Herminia, no a la seora de Bersi. No lo disimulaban y a cada rato
las sorprenda diciendo:
-Somos esclavas de nuestras criadas, confesmoslo.
-La muchacha se me fue.
O bien:
-La muchacha que tengo es malsima.
O bien:
-Estoy buscando una muchacha, pero con recomendaciones.
-Herminia es una perla.
Iban a visitar a Herminia, con la esperanza de encontrarse a solas con ella,
para decirle ms o menos con estas palabras, que ya tenan preparadas:
-Herminia, cuando muera la seora de Bersi, Dios no lo quiera, pero todo
puede suceder, a veces me pregunto si no vendra usted a trabajar a mi casa.
Tiene un cuarto para usted sola, puede salir todos los domingos y das de