La Imagineria Animal en El Arte Islamico PDF
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(1994)
Tabla de Contenido
I- LA ACTITUD ISLMICA ANTE LAS IMAGENES
I.I- PRESUPUESTOS TEOLGICOS DEL ANICONISMO ISLMICO.
I.II- FACTORES SOCIALES
I.III- IMGENES QUE NO PRODUCEN SOMBRA
I.IV- LO SAGRADO Y LO PROFANO
I.V- ALGUNAS PREVENCIONES.
I.V.I- IRREALIDAD Y PROVISIONALIDAD
I.V.II- EL NON FINITO
I. VI- CONCLUSIN
II- LA IMAGINERA ANIMAL EN EL ARTE ISLMICO
II-I- LA INFLUENCIA CLSICA.
II.I.I- EL FISILOGO
II.II- LA TRADICIN SASNIDA.
II.III- SIMBOLISMO DE LAS REPRESENTACIONES ANIMALES.
II.IV- FAUNA REAL Y FAUNA FANTSTICA
II.IV.I- EL GRIFO.
II.IV.II- ESFINGES, SIRENAS Y ARPAS.
II.IV.III- EL LEN.
BIBLIOGRAFA.
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en los textiles el repertorio de los bestiarios sasnidas vive una etapa de esplendor5. Lo
contrario sucede tras la invasin Almohade, a pesar de que stos aspiraban a superar la
pureza cornica de sus antecesores. La cermica mantiene un desarrollo decorativo y
formal importantsimo, sin rehuir la temtica animal ni la representacin de la figura
humana6, mientras que en el arte textil el proceso se invierte abandonndose las
representaciones zoomrficas, sustituidas ahora, en los escasos ejemplares producidos, por
ruedas con decoracin de entrelazo, redes de rombos, ataurique etc7. Numerosos ejemplos
similares podran aducirse para demostrar que la utilizacin o el abandono de la figuracin
no depende nicamente de las circunstancias poltico-religiosas. Influyen tambin otros
factores sociales (gusto, modas...) y culturales (tradicin figurativa en las diversas regiones),
al margen de los vaivenes de la teologa.
cabra preguntarse tambin, si el rechazo de los semitas hacia las imgenes se fundamenta
en motivos teolgicos o de otra ndole13.
El rechazo judaico hacia los dolos, como el de los musulmnes en muchos casos,
es un sntoma de la rebelda frente a la religin de las estatuas propia de las clases
privilegiadas. El arte figurativo se ve como algo propio de la aristocracia explotadora sea
sta persa, romana, o sasnida, y rebelarse contra ella supone rechazar sus dioses. El
"populismo" de las religiones igualitarias tiende a identificar arte y lujo y a rechazar ambos
como actitud moral. El pensamiento, Sharah dominante en la cultura islmica mantuvo
durante siglos una actitud "moral-populista"14. poco inclinada, aunque no especialmente
hostil, hacia las artes plsticas. De todos modos, el apogeo del aniconismo islmico, no se
produjo hasta los siglos IX-X15. Es difcil decir hasta que punto esta actitud se vio
directamente influenciada por la tradicin juda pero, en todo caso, lo que si hay son unas
races sociales comunes16.
Aunque mayoritario, el pensamiento Sharah coexiste, a lo largo de la historia del
Islam, con otras tendencias, minoritarias pero igualmente antiguas y extendidas, como el
sufsmo, en las que el smbolo y el mito juegan un papel mucho ms importante. Es cierto,
que estas tendencias no llegaron a desarrollar un arte propio pero inspiraron algunas
escuelas de pintura devocional y, aunque tienden a desarrollar el simbolismo en el campo
de lo esotrico, suponen un contrapunto de la tendencia Sharah dominante17. La expresin
social de la iconoclastia islmica es fruto de la interacin de diversas corrientes de
pensamiento frente a la tendencia a presentar al Islam como un todo monoltico invariable
en el tiempo y en el espacio.
remoto. Los relatos de la Biblia, por ejemplo, se situan siempre en un tiempo preciso y en
un lugar concreto, visitable por el hombre. El prosaismo endmico de los historiadores
musulmnes es un sntoma ms del pequeo papel que la sociedad islmica reserva al
elemento simblico, lo mismo que el rechazo a los sacramentos -en tanto que
representaciones simblicas de la relacin hombre-Dios-, o la militancia contra el arte
figurativo por su capacidad de transmitir un simbolismo explcito-.
En la tica de Ibn Miskawaih, por ejemplo, la misma nocin de obra de arte aparece como una depravacin, como una
distraccin inecesaria de la moral (GRABAR O. (1988), p. 230). Idnticos argumentos utilizar S. Bernardo en occidente
para oponerse a la esttica romnica.
20 GRABAR, O. (1964), p. 258, nota 7.
21 En efecto, si exceptuamos el caso persa, la prctica totalidad de las esculturas conservadas (leones de la Alhambra, Grifo
de Pisa, len de Monzn...) o conocidas por fuentes literarias (estatuas de Abd- el-Rahman III en Madinat al-Zahra, o de
Ibn Tulun en El Cairo) corresponden a los siglos X-XIII.
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El aniconismo islmico es, en su origen, fruto del rechazo hacia los dolos de las
religiones paganas, de un espritu hostil hacia las imgenes de los otros, pero el exclusivismo
de la religin islmica no se limita, como en el caso cristiano, a eliminar las imgenes rivales
-ese fue slo el comienzo- sino que se acaba por prohibir cualquier tipo de imagen22.
Es cierto que la realidad arqueolgica puede hacernos pensar que las prohibiciones
no se cumplieron en absoluto, pero la falta de rigor no es tal si nos detenemos a valorar el
mbito de aplicacin de las prohibiciones. El tab, en sentido estricto, funciona nicamente
en el terreno de lo sagrado y de lo pblico, mientras que en el mbito privado se aceptan
las representaciones figurativas23. Se ha argumentado, que ello sucede tan slo en crculos
palatinos y aristocrticos, minoritarios y restringidos, que viven de espaldas al Corn -o por
encima de l-, sin embargo tenemos el caso de la cermica que utiliza con profusin la
temtica animal e incluso humana, y es un producto que llega a amplios sectores de la
poblacin. Si exceptuamos algunos pocos casos, todos ellos perifricos espacial o
cronlogicamente, las manifestaciones del arte figurativo se restringen siempre al mbito de
lo privado24.
aguamanil en forma de pjaro del British Museum (en WARD (1993), fig. 31), o el del Islamische Kunstabteilung de Berln (en
PIJOAN (1966), fig. 163).
28 Se ha sealado tambin la posibilidad de que respondan a un deseo de embellecimiento en conexin con una tendencia
esttica comn a todos los orientales. Vid. AGA-OGLU (1956), p. 196.
29 Sobre este aspecto vase AGA-OGLU (1956), p. 181 ss.
30 Vid. AGA-OGLU (1956), p. 190.
31 Las fallas son especialmente abundantes en los objetos salidos de los alfares persas de Kashan, pero aparecen en todas
las pocas y lugares (por ejemplo, en los Jarrones de la Alhambra, TORRES BALBAS (1949), p. 217)
de la vanidad de imitar las formas naturales, a no ser que, como seala Grabar, "Perhaps also
we have looked at them in too much detail"32.
I. VI- Conclusin
Dos grandes posturas se mantienen entre los historiadores a la hora de explicar el
alcance del fenmeno y precisar su importancia. Algunos como Kroeber, han hecho del
problema de la iconoclastia islmica la clave del problema de la civilizacin misma. La
iconofobia sera el ejemplo ms obvio de una serie de caractersticas culturales que
acompaan al Islam desde su nacimiento y que se manifiestan all donde el Islam hace acto
de presencia; forma pues parte de su esencia. Desde ste punto de vista, los ejemplos
conservados de arte figurativo son, de algn modo, excepciones a la regla, hechos
marginales para los que siempre se puede buscar una explicacin, sea el relajamiento de la
ortodoxia, el carcter perifrico, la contaminacin por el contacto con otras culturas o el
gusto personal de quien encarga la obra. Otros, sin embargo, como Oleg Grabar o
Hodgson, han sostenido la tesis contraria: No todo el arte islmico, ni siquiera el de la
poca medieval, es simplemente ornamental y carente de simbolismo. Lo verdaderamente
marginal, en el desarrollo de la cultura islmica no es la imagen sino el fenmeno
iconoclasta, importante sin duda como expresin del "tono" de la cultura islmica, pero
quizs menos a la hora de definir su substancia.33 La observacin de Ibn al-Ukhuwwa sobre
el uso de sedas y joyas, prohibidas en el Corn, podra aplicarse perfectamente a las
imgenes: "Vestir de seda o sentarse sobre ella, y llevar puesto oro y usarlo, est prohibido. Pero eso son
pecados menores"34.
II- La Imaginera animal en el Arte Islmico
La herencia artstica de la que se hizo cargo el Islam inclua una antigua tradicin en
las representaciones de animales. El repertorio sasnida por un lado y la tradicin clsica
por el otro, son los principales componentes de los que se servirn los imagineros
musulmnes en sus creaciones. La influencia clsica es menos evidente a nivel formal que
en el campo textual (tradicin de los fisilogos), lo contrario de lo que sucede con el arte
iran. Los artistas musulmnes hicieron suyo todo el repertorio de formas del arte persa,
abundantsimo en representaciones animalsticas: grifos y arpas, aves y leones adosados o
afrontados, enmarcados por crculos y roleos son motivos tpicos del arte sasnida, siempre
vivos en los tejidos, los marfiles o la cermica del Islam.
GRABAR, O. (1964), nota 15. Es posible que los arquelogos se hayan excedido en su perspicacia en algunos casos,
pero hay algunos tan conspicuos que no cabe dudar de la intencionalidad (vase el plato de Kashan que representa a un
Sultn con su favorita, hoy en el Metropolitan de Nueva York, en PIJOAN (1949), fig. 437).
33 HODGSON (1964), p. 254.
34 La cita en AGA-OGLU (1956), p. 191.
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G. Plinius Secundus (Plinio el Viejo) (23-79 d.c.), Naturalis historia libri XXXVII. Se ocupa de zoologa en los libros
VIII-XI pero aparecen noticas sobre animales dispersas por toda la obra.
36 Claudio Eliano (s. III d.c.), escribi en griego una Historia de los Animales. Hay dos ediciones espaolas: la de J. M. Daz
Regan, Madrid, Gredos, 1984. 2 vols., y la de Jos Vara Donado, Torrejn de Ardoz, Akal, 1989.
37 Para unos, la primitiva versin griega fue compuesta en Alejandra en el s. II d.c. mientras otros piensan en Siria y
retrasan su cronologa al S. III. Las mismas discrepancias persisten sobre la fecha de la primera versin latina, la "versio Y",
para unos del s. IV y para otros del V. En cuanto al autor del tratado, hoy tiende a pensarse en una recopilacin annima
tomando como fuentes a Herodoto, Aristteles y la Physica del pseudo-Salomn. Muchos manuscritos mencionan como
autores a Salomn, San Basilio, San Jernimo, San Epifanio... etc., aunque los ms antiguos no mencionan autor. De la
versin griega atribuida a S. Epifanio hizo una traduccin latina el humanista espaol Ponce de Len (Roma 1587), editada
por Santiago Sebastin en versin castellana (SEBASTIAN (1986). Otras versiones, griegas, siracas, rabes y armenias
fueron editadas por Lauchert y Peters y traducidas al Ingls por Carlill y al italiano por Zambon. Fragmentos de las
mismas, en traduccin castellana, pueden verse en MALAXECHEVERRIA (1986) y (1991). De las versiones latinas, hay
una traduccin castellana de la "Y" por Nilda Guglielmi (GUGLIELMI (1971).
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siendo uno de los componentes que darn lugar a la aparicin de la leyenda del "wak-wak",
el rbol que da frutos humanos y animales43.
Sobre el "wak-wak", vase el artculo de G. Ferrand en la Enciclopedia del Islam, y el captulo que dedica al tema
Baltrusaitis (BALTRUSAITIS (1987), pp. 123-50. En Espaa tenemos un caso en las pinturas de Sigena (escena de la
entrega de la Ley a Moiss y de la adoracin del becerro de oro. Otro podra estar en la portada de Santo Domingo de
Soria (es un jardn del Paraso?).
44 PANOFSKY (1975), p. 136 ss.
45 GRABAR, O. (1988), p. 230.
46 Por ejemplo las estrellas, o la "mano de Ftima", por no hablar del simbolismo de los elementos arquitectnicos: el
mihrab, la primera creacin islmica con un claro simbolismo religioso, las qubbas, o los alminares.
47 GRABAR, O. (1988), p. 215. Mantiene sin embargo Grabar, a lo largo de sus trabajos, que el rechazo deliberado de los
smbolos es una constante de la cultura islmica.
48 PAVON MALDONADO (1986), p. 403. Sin embargo admite el simbolismo de las "manos de Ftima", estrellas, llaves
etc.
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cre cerca de Jerusaln un ave con rostro semejante al de un hombre a la que llamaron
'anqa, y que sola acosar a los pjaros y a otros animales. El profeta de aquel tiempo rez, y
Dios (exaltado sea!) lo arroj al ocano, al sur del ecuador; a partir de aquel tiempo, ha
desaparecido.
En el Qisasu-l-Anbiya y en la Historia de Jarir se dice que ha desaparecido desde el
tiempo de Sulaiman el profeta (la paz sea con l!), debido a lo que dijo: Cambiar los
designios del destino eterno. Y Sulaiman (la paz sea con l!) inform que, aquel mismo
da, el Rey de Oriente tuvo una hija, y el Rey de Occidente otro, y que estaba escrito que
deban unirse. El simurg rob a la hija del Rey de Oriente, la llev a su propio nido y la cri.
Ocurri casualmente que el hijo del Rey de Occidente concibi el deseo de viajar, y fue a
parar a aquel lugar; y la hija se enamor de l, y urdi un plan, conforme al cual el joven se
meti en la piel de un animal que haba muerto y estaba casualmente all; y a peticin de
ella, el simurg le trajo la piel para disipar su fatiga; y ambos se unieron y tuvieron una
criatura. Entonces, por orden de Sulaiman la paz sea con l!), el simurg trajo la piel con la
doncella ante su corte, y el misterio qued patente; y el simurg desapareci de entre los
hombres a causa de la vergenza"52
En el arte islmico, el grifo es uno de los animales ms representados: aparece en la
escultura (grifo de Pisa), los textiles (forro del relicario de S. Milln) y los marfiles (Bote de alMugira, arquetas de Leyre y Palencia...), por citar solamente casos de origen hispano53. Los
grifos aparecen generalmente en escenas de cacera que suelen relacionarse con la realeza y
el arte cortesano y al respecto conviene recordar que Al-Qazwini compara su conducta con
la de los reyes, y que en la Edad Media occidental se le consideraba como un smbolo del
papado porque su dualidad len/ave evocaba la del Papa, a un tiempo rey y sacerdote.
El grifo es de origen persa, pero fue adoptado tempranamente por la literatura y el
arte griegos54. En la Pensula Ibrica fue probablemente introducido por los fenicios55 y
aparecen gripomaquias tanto en la cermica griega como en los relieves ibricos de
Osuna56, cabe por tanto pensar en un doble origen -clsico y oriental- para explicar su
abundancia en el Islam hispano.
II.IV.II- Esfinges, sirenas y arpas.
Seres legendarios pertenecientes a la categora de los hbridos, mezclan
caractersticas humanas y animales. La esfinge (cuerpo de felino y rostro de mujer), tiene su
origen en Egipto donde posea carcter apotropaico, como los toros alados
mesopotmicos, y serva de guardin en tumbas y templos. En el arte griego aparece desde
la poca arcaica, normalmente en contextos funerarios en alusin al poder destructor del
tiempo57. En el mundo islmico mantienen el carcter de guardianes (Palio de las Brujas de
Vic58), pero adoptan la forma alada griega, frente a la esfinge egipcia sin alas. Las esfinges
Nuzhat-l-Qulub, Ed. Stephenson, pp. 79-80, en MALAXECHEVERRIA (1991), pp. 185-87.
Vase el catlogo de la exposicin Al-Andalus, nmeros 3, 4, 7, 15 y 23.
54 Aparecen en la Arismapeia de Aristeas de Proconeso (s. VII a.c.) y en la cermica tica del s. IV a.c. (Vid. BLANCO
FREIJEIRO (1981), p. 45). Tambin es utilizado el grifo en el arte romano, en algunos casos formando parte de amplios
programas decorativos como en la "Casa de los Grifos" en el Palatino (Vid. GARCIA BELLIDO (1971), figs. 186-87
55 JORDA y BLAZQUEZ (1978), p. 232
56 BLANCO FREIJEIRO (1981), p. 45.
57 El enigma de la esfinge de Tebas, resuelto por Edipo, hace referencia al paso del tiempo que consume las energas del
hombre.
58 Cat. Al-Andalus, n 24.
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Vid. PARTEARROYO (1992), fontis y fig. 1; en Osma asociado con grifos y arpas.
Vid PIJOAN (1966), figs. 397, 404 y 406.
71 Vid. MALAXECHEVERRIA (1986), p. 27.
72 Vase el motivo del len atacando a un toro en un mosaico del S. II en la "Villa Hadrinea" de Tvoli (GARCIA
BELLIDO (1971), fig. 918.
73 El Calila y Dimna fue codificado en la primera mitad del s. VIII por Abdal Benalmocaffa pero el ncleo del relato
exista desde mucho antes. Su origen est en el Panchatantra y el Mahabharata hindes, de los cuales ya existan versiones
persas en el s. VI d.c.. Al parecer existieron versiones persas ilustradas anteriores a la conquista islmica. Las islmicas ms
antiguas son las de los manuscritos de la coleccin Demotte de Pars (1225, PIJOAN (1966) p. 345) y el de la Biblioteca
Nacional de Pars (ca. 1325). (SUREDA (1987), fig. 442 y PIJOAN (1966), fig. 465). Del texto rabe se hicieron
traduciones castellanas desde el s. XIII (Vid. KELLER y KINKADE (1984). Modernamente ha sido editado, con
introducin y notas, por Marcelino Villegas.
74 Vid. HOLOD, (1992), pp. 199-200.
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