Diccionario Terminos Guenonianos Comprimido PDF
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delaobradeRenGunon
GRANLOGIADEESPAA
DICCIONARIO DE TRMINOS
de la obra de Ren Gunon
______________________________________________________________________
Edita: Gran Logia de Espaa Solsticio de Verano 2012 1 Edicin
Gran Va de les Corts Catalanes, 617. 08017. Barcelona. Tel. 933 025 991
Toda reproduccin total o parcial est estrictamente prohibida sin autorizacin escrita. La edicin y modificacin de
esta obra est estrictamente reservada al autor de la publicacin.
NDICE GENERAL
Presentacin
Pg. 15
Introduccin
Pg. 17
Pg. 19
Abel
Accin
Accin y actividad
Accin y contemplacin
Accin y reaccin
Acontecimiento aun no realizado
Actualidad Permanente
Adan-Eva
Adepto
Adivinatorio (carcter)
Adivino
Adona
Adonis
Adorno
Agnosticismo
Agua
Alegora
Allh
Alquimia
Alquimia y qumica
Altos grados (Masonera)
Amar
Amor y muerte
Analtico y sinttico (conocimiento)
Analogas histricas
ngeles
ngeles (Dios les ordena que adoren)
ngeles y demonios (La lucha entre)
Angustia
Anticristo
Aprender y comprender
Aprva
Aquiles
rbol de la Ciencia del Bien y del Mal
Arco Iris
Aristocracia
Armona
Arte
Arte Sacerdotal, Arte Real
Artes Adivinatorios (Tarot)
Artes marciales (Tai-Chi, por su contenido podemos
incluir el Yoga)
Arturo
Ascesis
Asno (La fiesta del)
Aspecto social
Astrales (Influencias)
Astrologa y Astronoma
Asuras y Devas
Atlntida (La)
Atm-Gita
Autoridad Espiritual
AvaIoketvara
Avatra
Azar
Azufre, Mercurio y Sal
Baptisterio
Barakah
Bhagavad-Gt
Bondad y Bellza
Buddah
Budismo desviado
Caballera y Masonera
Cadena de Unin
Cada
Can. Abel y Shet
Caldeos
Cmara del Medio
Cambio de ciclo de la humanidad
Cambio de Tradicin
Cambio de Tradicin (Mezcla de formas
Tradicionales)
8
Camino (El), la Verdad y la Vida
Cantidad discontnua, cantidad contnua
Cantidades evanescentes
Caos y Cosmos
Carbonarismo
Carnaval (Fiestas de)
Carnaval (Las mascaradas)
Casa
Casta (cambio de)
Castas
Castas (Kshatriyas. Aspecto femenino)
Castas y Gunas
Catlicos
Caverna
Censos
Centro
Centro del crculo (El ser en el)
Centro Supremo
Ceremonias
Ceremonia y Rito
Cero matemtico
Cero metafsico
Ciclo (Cada) es un estado de existencia
Ciclo csmico
Ciclo evolutivo = modo cualquiera de la Existencia
Ciclo (Desarrollo del)
Ciclo (Fin del)
Ciclo (Orden histrico)
Ciclo (Antigedad clsica)
Cielo y Cielos
Cielo y Tierra
Cielo (El) y la Tierra pasarn, pero Mis palabras
nunca pasarn
Ciencia (Origen)
Cinco colores (Los)
Circuambulacin
Circulatura del cuadrado
Circunferencia = espira
Circunferencias concntricas
Ciudad
Clase media
Clrigo
Comer
Compagnonage, Gitanos y Judos
Comunicacin pluripersonal y unipersonal
Condiciones
Confucio (Kong-tseu)
Confucio (Conversaciones ente Lao-tseu y Kongtseu)
Confucio (Mandato del Cielo)
Conocimiento (Adquirir el)
Conocimiento fsico
Conocimiento metafsico
Conocimiento de s mismo
Concete a ti mismo y conocers a tu Seor
Continuidad y discontinuidad
Consagracin
Consagracin (Renovacin en la Comunin)
Consciencia
Contemplacin
Contemplacin y accin
Contingente (El ser)
Contnuo y discontnuo
Contra-iniciacin
Conversin
Corazn
Corazn del Mundo
Cosa
Costumbre
Cruz (La)
Cuadrado mgico
Cuadratura del Crculo
Cuadratura del Crculo y Circulatura del Cuadrado
Cualificaciones iniciticas
Cualificaciones iniciticas (Anomalas fsicas)
Cuarta dimensin
Cuaternario
Cuaternario (El) y la expansin sucesiva de la
Unidad
Cubierto (Estar a)
Cuerpo y Espritu
Cuestiones de gusto
Curanderos
Curiosidad
Dahara
Delta masnico
Delta masnico (El Ojodel Delta)
Demiurgo
Democracia
Denario
Derecho divino de los Reyes
Descartes
Descenso a los infiernos
Descenso por el Eje Principial
Despertar de recuerdos
Despertar de recuerdos (Sugestin y sonambulismo)
Despertar de recuerdos (Sueo e hipnosis)
Destino
Dev-yna y Pitri-yna. Los dos itinerarios
simblicos
Devenir
Diablo
Dialctica
Diez mil (Los)
9
Diluvio
Dios
Discusin
Doctrina
Dominios
Don de Lenguas
Dualidad y dualismo
Dualidad (La) y el Ternario
Edad sombra (Kali-Yuga)
Edificio
Efectivo y virtual
Eje Principial
Eje Principial (Descenso)
kgrat
l (Nombre de Dios)
Elegidos Cohen (Los) y Martines de Pasqual
lite
Emanacin
Encantamiento
Encuadres
Enseanza inicitica, enseanza profana
Error
Erudicin
Escala de Jacob
Escala doble
Escala en espiral
Escocs Rectificado (El Rgimen)
Escrituras Sagradas
Escuadra y Comps
Esencia y Substancia
Esfera
Esfera y Cubo
Esfera de la Luna
Esfrica u Ovoide? (Forma)
Esoterismo
Esoterismo catlico
Espacio sagrado
Espacio-Tiempo
Espacio, Tiempo y Movimiento
Espada
Especializacin y erudicin
Especie
Espiritismo (Fenmenos)
Espiritismo (Posibilidades)
Espiritismo (Fuerzas)
Espiritismo (Fuentes de comunicacin)
Espiritismo (Comunicacin)
Espiritismo (Residuos psquicos)
Espiritismo (Peligros)
Espiritismo (Conclusin)
Estado
Estado Primordial
Estado de un ser
Estados supra-individulaes
Estados de no-manifestacin en la Manifestacin
Esatdos de no-manifestacin
Estatua de sal
ter
Esttica
Estrella (seis puntas, cinco puntas)
Estrella flameante
ter (El) y los cuatro elementos
Evolucin
Existencia
Existir
Exoterismo (Necesidad del)
Exoterismo y Esoterismo
Exoterismo y Esoterismo (cristiano)
Extensin metafsica sin lmites
Fe
Femenina (Iniciacin)
Fenmenos
Filosofa
Fin del mundo
Folklore
G (La letra)
Geometra
Gnosis
Graal (El Santo)
Graal (El) y la flor
Gracia y clera
Grado de Existencia
Grados (Tradicin Extremo Oriental)
Grados iniciticos
Gran Arquitecto del Universo
Gran Saber y Perfecta Soledad
Gran Trada (La)
Grano de mostaza (El)
Gracia
Guerra
Guerra Santa
Guru
Hamsa
Heredom
Hermetismo
Hesicasmo
Hexagramas
Historia
Hogar
Hombre / Cosmos
Hombre moderno
Hombre trascendente
10
Hombre Univeersal (Islam) = Adam Qadmn de la
Kbala = Wang (Rey) de la tradicin Extremo
Oriental (Tao te King, XXV)
Hombre Verdadero
Humanismo y laicismo
Idea
Iglesia
Iglesia Catlica
Igualdad
Igualdad y desigualdades
Iluminados de Baviera
Imagen invertida
Imgenes en los Templos (consagracin)
Indefinido
Indefinido (Indefinidad creciente y decreciente)
India
Individualismo
Individualismo y Naturalismo
Individuo
Infalibilidad
Infancia (El estado de)
Infierno
Infinitesimal
Influencia del medio
Infinito (El) y el cero
Iniciacin
Iniciacin (condiciones)
Iniciacin Femenida
Iniciacin (Organizaciones iniciticas)
Iniciacin (Influencia individual)
Iniciacin (Necesidad de la)
Iniciaicn (Masonera)
Iniciacin Sacerdotal y Misterios Menores
Iniciacin (Repercusin en la Sociedad)
Iniciacin (Fases)
Iniciacin y misticismo
Iniciacin y Oficio
Inmortalidad
Inspiracin y Revelacin
Instructor espiritual
Integral
Integracin
Integracin (Paso de lnea a la superficie y de la
superfice al volumen)
Inteligencia y amor
Interior-Exterior
Intuicin intelectual
Invariable Medio
Iod (La letra)
Islam
Iscromo (Palabra espaola)
Jano (El Dios)
Jano y Cristo
Jerarqua
Jerarqua inicitica (Grado y funcin)
Kaabah
Kabbala
Kali-Yuga
Kshatriyas
Krishna y Arjuna
Kundalini (hind) y Sephirots (hebreo).
Concoedancias
Laberinto
Laico
Landmarks
Lengua
Lengua Sagrada
Ley (La) de la Polaridad
Leyendas
Letras (La ciencia de las)
Liberacin
Liberacin (Momento)
Liberacin y Salvacin
Liberacin sin el Rito
Libertad
Libros
Libros de contenido inictico
Ligadura
Lmite
Lmites de lo indefinido
Limosna
Lnea - composicin
Lnea contnua
Locura (Simulacin)
Logia
Logia Blanca (Gran)
Logia de San Juan
Lgica
Longevidad
Lomgevidad y posteridad
Loto
Lucefirismo y satanismo
Luts
Llaves (El poder de las)
Lluvia
Macrocosmos y Microcosmos
Magia
Mahdms
Mal
Manifestacin y Creacin
Manifestacin (La) y el punto
Manifestacin (El No-Ser en la). El vaco y el
Silencio
11
Naciones
Nada (La)
Nahash
Naturaleza
Nefito
Nimrod
Niez (Quien no reciba el Reino de Dios como un
nio, no entrar en l)
Nirvana
No-actuar
Nombres (Asignacin de)
Nombre inicitico
Nombres (Los 99 de Allh)
Non plus ultra
No-Ser (El)
No-Ser en el ser manifestado
Novenario
Numerable (Lo no)
Nmero
Nmero (El) y la cifra
Nmero fraccionario
Nmero indefinido
Nmeros negativos
Nmeros (Algo de Simbologa)
Obras con contenido inictico
Ocano
Octonario
Oficio e Iniciacin
Ojo de la aguja (El)
Operativo y especulativo
Optimismo y Pesimismo
Oral (Transmisin)
Orden
Ordenacin Sacerdotal
Orgullo y humildad
Orientacin
Oriente y Occidente
Ortodoxia
Ortodoxos
Paciencia
Palabra Perdida, nombres substitutivos
Palabras (Siginficado)
Pan nuestro de cada da (El)
Pantculo
Pantesmo
Paraso
Particular y Universal
Paso al lmite
Paz
Pecados de los progenitores
Pelirrojo
Peregrinacin
12
Peregrino
Piedra Angular
Piedra Cbica
Pitgoras
Platn (Idealismo platnico)
Pitgoras
Plegaria
Plomada
Pobreza espiritual
Poder temporal
Poderes Psquicos (Los pretendidos)
Poesa
Poltico y espiritual
Posibilidad Universal (imposibilidad de repeticin)
Posibilidades de manifestacin y posibilidades de
no-manifestacin Por qu?
Posteridad y Longevidad
Potencialidad y virtualidad
Presencia Divina (en el ser manifestado)
Primera Piedra
Prolongamientos del estado (humano)
Protestantismo
Protestantismo y racionalismo
Providenica y Destino
Pruebas inicitica
Psicologa
Pueblo
Pueblo (Conservador de la esencia)
Puerta estrecha
Punto
Punto (El) y la Extensin
Purificacin
Quintario
Quirologa
Racionalismo
Razn
Razn e inteligencia
Realizacin de diferentes grados espirituales
Realizacin (Medios)
Realizacin descendente
Realizacin Espiritual (La plena)
Realizacin (Retroceso en la va)
Recuerdo
Recuerdos de vidas pasadas
Reencarnacin
Reencarnacin (Elas y Juan Bautista)
Regularidad masnica
Religin y poltica
Religin y Religiones
Religin / Iniciacin
Religin / Necesidad
Religin / Religiosidad
Reliquias
Reliquias / Transmisin
Reposo
Residuos psquicos
Resureccin
Resureccin de la carne
Reunir lo disperso
Revelacin
Rey
Rito
Rito (Eficacia)
Rito (Carcter imborrable)
Rito (Accin Ritual)
Ritos mgicos
Rosa-Cruz
Rosa-Cruces
Rosario
Rosacrucianos y Sfs
Royal Arch
Sabio
Sabio Perfecto
Sacerdocio
Sacramento
Sacramento (Origen inicitico)
Sacrificio
Sagrado Corazn
Samudra
San Juan (Los dos)
Sangre
Sarah
Sat, Chit, nanda o Sachchidnanda
Satn
Secreto
Secreto (Signos de reconocimiento)
Secreto (El) en el nombre
Secreto (El) en el nombre (El Sptimo rayo)
Segunda letra (La)
Segunda muerte
Segundo nacimiento
Semi-profano
Senario
Sensacin
Sentimiento (Falta de) en la Obra de Gunon
Sentimentalismo
Septenario
Sptima direccin
Ser (El)
Ser manifestado
Serpientes (Las dos) (Caduceo)
Shakti
Shangha bdico
Shariyah y Haqqah
13
Shet
S mismo
Siglo VI a. d. C.
Shruti y Smriti
Silencio
Silsilah
Simbolismo
Simbolismo masnico
Smbolo
Smbolo (Simbologa y Filosofa)
Smbolo (Acontecimeinto = Smbolo)
Simultaneidad
Simultaneridad y sucesin
Sincretismo y Sntesis
Situacin (en el Rito)
Sol (El) y la Luna
Solsticios
Solsticios (Los dos San Juan)
Subjetividad
Substancia
Sueo (Imaginacin en el)
Sueo e hipnosis
Suf
Sufrimiento
Sumisin
Superchera
Superiores Incgnitos
Supersticin
Tabla Redonda
Tantrismo
Taosmo y Confucionismo
Tao-Te-King
Tarot
Teatro
Tejido
Templarios
Temple (Orden del)
Templos sin puertas
Tercer Nacimiento
Ternario
Tiempo
Tiempo (Concentracin del tiempo)
Tierra Prometida
Tierra Santa
Tinieblas
Tirana
Tolerancia
Trabajo
Tradicin
Tradicin (Hiperbrea y Atlntida)
Tradicin Primordial
Transformacin y transmutacin
14
Pg. 474
15
Presentacin
16
17
Introduccin
18
19
A
Abel
(Ver Espacio, Tiempo y Movimiento).
Accin
El Simbolismo de la Cruz, cap. VIII, prrafo 7.
En lo que representa a la accin, lo que vale esencialmente es la intencin,
pues es lo nico que depende enteramente del hombre mismo, sin que la afecten o
modifiquen las contingencias exteriores, como puede ocurrir con los resultados de la
accin. La unidad en la intencin y constante tendencia hacia el centro invariable e
inmutable, se representan simblicamente mediante la orientacin ritual, ya que los
centros espirituales terrestres, son los reflejos del verdadero y nico Centro de toda
la manifestacin.
El Esoterismo islmico y el Taosmo, cap. X, prrafo 17.
La accin no es ms que una simple modificacin momentnea y transitoria,
un elemento nfimo de la corriente de las formas, un punto de la circunferencia de
la rueda csmica. Todo lo que es arrastrado en las revoluciones de la rueda,
cambia y pasa; slo permanece lo que, estando unido al Principio, se tiene
invariablemente en el centro, inmutable como el Principio mismo; y el centro, al
que nada puede afectar en su unidad indiferenciada, es el punto de partida de la
multitud indefinida de las modificaciones que constituyen la manifestacin universal.
Accin y actividad
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. XXVI, prrafos 2 y ltimo.
Accin y actividad, tienen evidentemente un origen comn, pero que,
sin embargo, no tienen ni el mismo sentido ni la misma extensin. La accin se
entiende siempre como una actividad de orden exterior, que no depende
propiamente ms que del dominio corporal, y es precisamente, en eso, en lo que se
distingue de la contemplacin y en lo que parece, inclusive, oponerse a ella de una
cierta manera; aunque, aqu como por todas partes, el punto de vista de la oposicin
tenga forzosamente un carcter ilusorio y aunque sea ms bien de un
complementarismo de lo que se trata en realidad. Por el contrario, la actividad tiene
un sentido ms general y se aplica igualmente en todos los dominios y a todos los
niveles de la existencia: as, para tomar el ejemplo ms simple, se habla en efecto de
actividad mental, pero, incluso con toda la imprecisin del lenguaje corriente,
20
21
apariencia ilusoria, y esto es suficiente para que est liberado de la accin, puesto que
es a travs del Conocimiento como se obtiene la liberacin. Por eso mismo, el que
est liberado de la accin ya no est sujeto al sufrimiento, ya que el sufrimiento es un
resultado del esfuerzo, por tanto de la accin, y esto es en lo que consiste lo que
llamamos la imperfeccin, aunque en realidad no haya nada imperfecto.
Es evidente que la accin no puede existir para aquel que contempla todas las
cosas en s mismo, como existiendo en el Espritu universal, sin ninguna distincin de
objetos individuales, tal como expresan estas palabras de los Vedas: Los objetos
difieren simplemente en designacin, accidente y nombre, como los utensilios
terrestres reciben diferentes nombres, aunque solamente sean diferentes formas de
tierra. La tierra, principio de todas esas formas, es en s misma sin forma, pero las
contiene a todas en potencia; tal es tambin el Espritu universal. La accin implica
cambio, es decir la destruccin incesante de formas que desaparecen para ser
reemplazadas por otras; son las modificaciones que llamamos nacimiento y muerte,
los mltiples cambios de estado que debe atravesar el ser que todava no ha alcanzado
la liberacin o la transformacin final, empleando esta palabra transformacin en su
sentido etimolgico, que es el de pasaje fuera de la forma. El apego a las cosas
individuales, o a las formas esencialmente transitorias y perecederas, es propio de la
ignorancia; las formas no son nada para el ser que se ha liberado de ellas, y por eso,
incluso durante su residencia en el cuerpo, no le afectan en nada sus propiedades.
Accin y Contemplacin
Estudios sobre el Hinduismo Captulo II El Espritu de la India.
Son verdaderamente dos contrarios, o no seran mas bien dos
complementarios, o bien no habra, en realidad, entre uno y otro una relacin, no de
coordinacin sino de subordinacin?
El punto de vista que consiste en oponer pura y simplemente la
contemplacin a la accin, es el ms exterior y el ms superficial de todos. Quien
dice oposicin o contraste dice, por ello mismo, desarmona o desequilibrio, es
decir, algo que no puede existir mas que bajo un punto de vista particular y
limitado.
Considerando la contemplacin y la accin como complementarias, nos
emplazamos en un punto de vista ya ms profundo y ms verdadero. Se tratara
entonces de dos elementos igualmente necesarios que se completan y se apoyan
mutuamente, y que constituyen la doble actividad, interior y exterior, de un solo y
mismo ser, ya sea cada hombre tomado en particular o la humanidad considerada
colectivamente.
Podemos decir que consiste precisamente en que Oriente mantiene la
superioridad de la contemplacin, en tanto que Occidente, y especialmente el
Occidente moderno, afirma por el contrario la superioridad de la accin sobre la
contemplacin; por ello hemos expuesto en obras precedentes, que la contemplacin
es superior a la accin como lo inmutable es superior al cambio. No siendo la accin
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ms que una modificacin transitoria y momentnea del ser, no puede tener en ella
misma su principio y su razn suficiente; si no se enlaza con un Principio, que est
ms all de su dominio contingente, no es mas que una pura ilusin; y ese Principio
del cual saca toda la realidad de la que es susceptible, y su existencia y su posibilidad
misma, no pueden encontrarse sino en la contemplacin o, si se prefiere, en el
conocimiento.
En la organizacin social de la India, que no es ms que una aplicacin de la
doctrina metafsica al orden humano, las relaciones del conocimiento y de la accin
estn representadas por las de las dos primeras castas, los Brahmanes y los Khatriyas,
de las cuales son respectivamente las funciones propias. Se dice que el Brahmn es el
tipo de los seres estables, y que el Khatriya es el tipo de los seres mviles o
cambiantes; as, todos los seres de este mundo, siguiendo su naturaleza, estn
principalmente en relacin con el uno con el otro, pues hay ah una perfecta
correspondencia entre el orden csmico y el orden humano. Tambin el Brahmn es
superior al Khatriya, como el conocimiento es superior a la accin, en otros
trminos, la autoridad espiritual es superior al poder temporal.
A los Khatriyas pertenece normalmente todo el poder exterior, puesto que el
dominio de la accin es el mundo exterior; pero este poder no es nada sin un
principio interior, puramente espiritual, encarnado por la autoridad de los Brahmanes
y en el cual encuentra su nica garanta vlida. A cambio de esta garanta, los
Khatriyas deben, con ayuda de la fuerza de la que disponen, asegurar a los Brahmanes
el medio de cumplir en paz, al abrigo del trastorno y de la agitacin, su propia
funcin de conocimiento y de enseanza; es lo que se representa bajo la figura de
Skanda, el Seor de la guerra, protegiendo la meditacin de Gansha, el Seor del
conocimiento. Tales son las relaciones regulares de la autoridad espiritual y del
poder temporal; y si fueran siempre y en todas partes observadas, ningn conflicto
podra nunca levantarse entre uno y otra, ocupando cada uno el lugar que debe
corresponderle en virtud de la jerarqua de las funciones y de los seres, jerarqua
estrictamente conforme a la naturaleza de las cosas. Los Brahmanes no tienen que
ejercer ms que una autoridad invisible, que, como tal, puede ser ignorada por el
vulgo, pero que no deja de ser el principio de todo poder visible; esta autoridad es
como el pivote alrededor del cual giran todas las cosas, el eje fijo alrededor del cual
cumple el mundo su revolucin, el centro inmutable que dirige y regula el
movimiento csmico sin participar en l; y esto es lo que representa el antiguo
smbolo de la esvstica, que es, por esta razn, uno de los atributos de Gansha.
Actualmente, los Occidentales no son verdaderamente mas que hombres sin
casta, no ocupando ninguno de ellos el lugar y la funcin que convendra a su
naturaleza.
La actitud para la contemplacin es ms general en la India que en cualquier
otra parte: la participacin en la tradicin, en efecto, no es plenamente efectiva ms
que en la medida en que indica la comprensin de la doctrina, y sta consiste antes
que nada en el conocimiento metafsico, puesto que es en el orden metafsico puro
donde se encuentra el principio del cual deriva todo el resto.
23
Accin y reaccin
La Gran Trada, cap. XIX, ltimo prrafo.
La accin y reaccin del binomio Cielo-Tierra produce toda modificacin.
Comienzo y cesacin, plenitud y vaco (aqu se trata propiamente de lo vaco de
forma, es decir, del estado a-formal), revoluciones astronmicas (ciclos
temporales), fases del Sol (estaciones) y de la Luna, todo esto es producido por esa
causa nica, que nadie ve, pero que funciona siempre. La vida se desenvuelve hacia
una meta, la muerte es un retorno hacia un trmino. Las gnesis y las disoluciones
(condensaciones y disipaciones) se suceden sin cesar, sin que se sepa su origen, sin
que se vea su trmino (puesto que el origen y el trmino estn ambos ocultos en el
Principio). La accin y la reaccin del Cielo y de la Tierra son el nico motor de este
movimiento, que, a travs de la serie indefinida de las modificaciones, conduce a los
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seres a la transformacin final (salida del Cosmos) que les devuelve al Principio
nico del que han salido.
(Ver el Invariable Medio).
Actualidad permanente
Autoridad espiritual, Poder Temporal, prefacio, prrafos 1, 3 y ltimo.
No tenemos el hbito, en nuestros trabajos, de referirnos a la actualidad
inmediata, pues lo que tenemos constantemente en vista, son los principios, que son,
podrase decir, de una actualidad permanente, porque estn fuera del tiempo; e
incluso si salimos del dominio de la metafsica pura para considerar algunas
aplicaciones, lo hacemos siempre de tal manera que esas aplicaciones conservan un
alcance completamente general.
As pues, por nuestra parte, entendemos colocarnos exclusivamente en el
dominio de los principios; es lo que nos permite permanecer enteramente al margen
de toda discusin, de toda polmica, de toda querella de escuela o de partido, cosas
en las cuales no queremos ser mezclados ni de cerca ni de lejos, a ningn ttulo ni a
ningn grado. Permaneciendo absolutamente independiente de todo lo que no es la
verdad pura y desinteresada, y bien decidido a mantenerlo, nos proponemos
simplemente decir las cosas tales cuales son, sin la menor preocupacin de agradar o
de desagradar a nadie; no tenemos nada que esperar ni de los unos ni de los otros, y
ni siquiera contamos con que los que podran sacar alguna ventaja de las ideas que
formulamos nos lo agradezcan de alguna manera; y, por lo dems, eso nos importa
muy poco. Advertimos una vez ms que no estamos dispuestos a dejarnos encerrar
en ninguno de los cuadros ordinarios, y que sera perfectamente vano buscar
aplicarnos una etiqueta cualquiera, puesto que, entre las que tienen curso en el
25
mundo occidental, no hay ninguna que nos convenga en realidad; por otra parte,
algunas insinuaciones que vienen simultneamente de los lados ms opuestos, nos han
mostrado tambin muy recientemente que era bueno renovar esta declaracin, a fin
de que las gentes de buena fe sepan a qu atenerse y no sean inducidos a atribuirnos
intenciones incompatibles con nuestra verdadera actitud y con el punto de vista
puramente doctrinal que es el nuestro.
Fuera del vinculamiento a los principios, no pueden obtenerse ms que
resultados completamente exteriores, inestables e ilusorios.
Adan-Eva
El Simbolismo de la Cruz, cap. III, prrafo 3.
Se debe comprender desde ahora que la totalizacin efectiva del ser, al estar
ms all de toda condicin, es la misma cosa que lo que la doctrina hind llama la
Liberacin (Moksha), o lo que el esoterismo islmico llama la Identidad
Suprema. Por lo dems, en esta ltima forma tradicional, se ensea que el Hombre
Universal, en tanto que es representado por el conjunto Adam-Eva, tiene el
nmero de Allah, lo que es en efecto una expresin de la Identidad Suprema. A
propsito de esto, es menester hacer una precisin que es en extremo importante, ya
que se podra objetar que la designacin de Adam-Eva, aunque sea ciertamente
susceptible de transposicin, no se aplica, en su sentido propio, ms que al estado
humano primordial: es que, si la Identidad Suprema no est realizada
efectivamente ms que en la totalizacin de los estados mltiples, se puede decir que
en cierto modo ya est realizada virtualmente en el estado ednico, en la
integracin del estado humano llevado a su centro original, centro que, por lo
dems, es el punto de comunicacin directa con los dems estados.
El Simbolismo de la Cruz, cap. III, nota 2.
El nmero 66, se da por la suma de los valores numricos de las letras que
forman los nombres Adam wa Haw. Segn el Gnesis hebraico, el hombre, creado
macho y hembra, es decir, en un estado andrognico, es a la imagen de Dios; y,
segn la tradicin islmica, Allah orden a los ngeles adorar al hombre (Qorn, II,
34; XVII, 61; XVIII, 50). El estado andrognico original es el estado humano
completo, en el que los complementarios, en lugar de oponerse, se equilibran
perfectamente. Agregaremos solamente, que, en la tradicin hind, una expresin
de este estado se encuentra contenida simblicamente en la palabra Hamsa, donde los
dos polos complementarios del ser estn, adems, puestos en correspondencia con
las dos fases de la respiracin, que representan las de la manifestacin universal.
Adepto
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XLIV, ltima nota.
Recordamos que el adepto es propiamente aquel que ha alcanzado la
26
Adivinatorio (carcter)
El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. V, ltimo prrafo.
Muchas cosas que se consideran hoy como fabulosas, no lo eran de ningn
modo para los antiguos, y que incluso siempre pueden no serlo tampoco para
aquellos que han guardado, con el depsito de algunos conocimientos tradicionales,
las nociones que permiten reconstituir la figura de un mundo perdido, as como
prever lo que ser, al menos en sus rasgos generales, la de un mundo futuro, ya que,
en razn misma de las leyes cclicas que rigen la manifestacin, el pasado y el
porvenir se corresponden analgicamente, de suerte que, piense de ello lo que
piense el vulgo, tales previsiones no tienen en realidad el menor carcter
adivinatorio, sino que se basan enteramente sobre lo que hemos llamado las
determinaciones cualitativas del tiempo.
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. XLIV, nota 8.
La copa oracular es en cierto modo el prototipo de los espejos magicos, y
a este respecto debemos formular una observacin importante: la interpretacin
puramente mgica, que reduce los smbolos a un puro carcter adivinatorio o
talismnico, segn los casos, seala determinada etapa en el proceso de degradacin
de esos smbolos, o ms bien de la manera de comprendrselos, etapa por lo dems,
menos avanzada -ya que pese a todo se refiere an a una ciencia tradicional- que la
desviacin enteramente profana que no les atribuye sino un valor puramente
esttico; conviene agregar, por lo dems, que solo bajo la cobertura de esta
interpretacin mgica ciertos smbolos pueden ser conservados y trasmitidos, en
estado de supervivencias folklricas. Acerca de la copa adivinatoria, sealemos
an que la visin de todas las cosas como presentes, si se la entiende en su verdadero
sentido (el nico al cual pueda adjudicarse la infalibilidad de que se trata
expresamente en el caso de Jos), est en relacin manifiesta con el simbolismo del
tercer ojo, y por lo tanto tambin con el de la piedra cada de la frente de Lucifer,
donde ocupaba el lugar de aqul; por lo dems, tambin a causa de su cada perdi el
hombre mismo el tercer ojo, es decir, el sentido de la eternidad, que el Graal
restituye a quienes logran conquistarlo.
Adivino
Estudios Sobre la Franc-Masonera y el Compagnonage II (Anexos), cap. VII, nota
12.
27
Adona
Estudios sobre la Franc-Masonera y el Compagnonage II, cap IV, prrafo 5.
Durante la destruccin del Templo de Jerusaln y la dispersin del pueblo
judo, se perdi la pronunciacin verdadera del nombre tetragramtico. Si bien fue
sustituido por otro nombre, el de Adona, ste nunca fue considerado como el
equivalente real de aquel, que ya no se saba pronunciar.
Adonis
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap IX, prrafo 4.
Significa El Seor.
Adorno
La Gran Trada, cap. V, nota 1.
Conformemente a las tendencias modernas, algunos no quieren ver en ello,
naturalmente, ms que un motivo simplemente decorativo u ornamental; pero
olvidan o ignoran que toda ornamentacin tiene originariamente un carcter
simblico, aunque, por una suerte de supervivencia, haya podido continuar siendo
empleada en pocas en las que ese carcter haba cesado de ser comprendido.
Agnosticismo
Los Estados Mltiples del Ser, cap. XVI, prrafo 4 y nota 7.
Siendo el conocimiento total, adecuando a la Posibilidad Universal, no hay
nada que sea incognoscible o, en otras palabras: no hay cosas inteligibles, hay
solamente cosas incomprensibles, es decir incognoscibles slo por nosotros en
cuanto seres condicionados. Obviamente la expresin agnstico, que
etimolgicamente quiere decir sin conocimiento, es un imposible.
28
Agua
Estudios sobre la Franc-Masonera y el Compagnonage II, cap V, prrafo 17.
Entre los diversos significados constantes del agua, en las ms antiguas
tradiciones, hay uno que es ms particularmente interesante destacar aqu: se trata
del smbolo de la Gracia, y de la regeneracin que provoca en el ser que la recibe.
Recordemos el agua bautismal, las cuatro fuentes de agua viva del Paraso terrenal,
as como el agua vertida por el Corazn de Cristo, manantial inagotable de la Gracia.
Alegora
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XVII, prrafo 7.
De allo agoreuein, literalmente decir otra cosa.
Allh
Estudios sobre la Franc-Masonera y el Compagnonage II (Anexos), cap. VII, prrafo
18 y nota 33.
Tetragrama cuya composicin jeroglfica designa muy claramente al
Principio de la Construccin Universal. En efecto, simblicamente, las cuatro letras
que forman en rabe el nombre de Allh, equivalen respectivamente a la regla, a la
escuadra, al comps y al crculo, este ltimo siendo reemplazado por el tringulo en
la Masonera de simbolismo exclusivamente rectilneo.
Alquimia
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XLI, prrafos 2, 4, 6 y 7, y notas 2, 4 y
11.
(El-kimy) Esta palabra es rabe en su forma, pero no en su raz; deriva
verosmilmente del nombre de Kmi o Tierra negra dado al antiguo Egipto, lo que
indica todava el origen de que se trata.
El hermetismo es una doctrina, y la alquimia es solo una aplicacin suya.
La Alquimia tiene su correspondencia exacta en doctrinas como las de la
India, del Tbet y de la China, aunque con modos de expresin y mtodos de
realizacin naturalmente bastante diferentes.
La alquimia, que, por as decir, se podra definir como la tcnica del
hermetismo, es en realidad un arte real, si se entiende por ello un modo de
iniciacin ms especialmente apropiado a la naturaleza de los kshatriyas. Hemos dicho
que el arte real es propiamente la aplicacin de la iniciacin correspondiente; pero
la alquimia tiene, en efecto, el carcter de una aplicacin de la doctrina, y los medios
de la iniciacin, si se consideran colocndose en un punto de vista en cierto modo
descendente, son evidentemente una aplicacin de su principio mismo, mientras
que inversamente, desde el punto de vista ascendente, son el soporte que
29
Alquimia y qumica
La Crisis del Mundo Moderno, cap. IV, prrafo 10.
La verdadera alquimia era esencialmente una ciencia de orden cosmolgico,
y, al mismo tiempo, era aplicable tambin al orden humano, en virtud de la analoga
del macrocosmo y del microcosmo; adems, estaba constituida expresamente en
vista de permitir una transposicin al dominio puramente espiritual, que confera a
sus enseanzas un valor simblico y una significacin superior, y que haca de ella
uno de los tipos ms completos de las ciencias tradicionales. Lo que ha dado
nacimiento a la qumica moderna, no es esta alquimia con la que no tiene en suma
ninguna relacin, sino una deformacin suya, una desviacin en el sentido ms
riguroso de la palabra, desviacin a la que dio lugar, quizs desde la edad media, la
incomprensin de algunos, que, incapaces de penetrar el verdadero sentido de los
smbolos, tomaron todo al pie de la letra y, creyendo que no se trataba en todo eso
ms que de operaciones materiales, se lanzaron a una experimentacin ms o menos
desordenada. Son esos, a quienes los alquimistas calificaban irnicamente de
30
No se puede sin embargo decir estrictamente que formen parte integrante de ella, con la sola
excepcin del Royal Arch.
31
2
existencia de estos desarrollos posteriores . Se trata pues de una ayuda para quienes
quieren realizar lo que todava no poseen sino en forma virtual. Al menos, tal es la
intencin fundamental de estos grados, sean cuales fueren las reservas que podran
hacerse sobre la mayor o menor eficacia prctica de tal ayuda, sobre la cual lo
mnimo que puede decirse es que en la mayora de los casos est lamentablemente
empobrecida por el aspecto fragmentario y muy frecuentemente alterado, bajo el
cual se presentan actualmente los rituales correspondientes. Pero lo que debemos
tener presente es el principio, que es independiente de estas consideraciones
contingentes. Por otro lado, y a decir verdad, si el grado de Maestro fuera ms
explcito, y si todos los que a l acceden estuvieran verdaderamente cualificados,
sera en el interior de este grado donde estos desarrollos deberan tener su lugar, sin
que hubiera necesidad de hacerlos objeto de otros grados nominalmente distintos del
mismo3.
Ahora bien, y es aqu donde queramos llegar, entre los altos grados en
cuestin hay algunos que insisten ms particularmente sobre la "bsqueda de la
palabra perdida", es decir sobre aquello que constituye el trabajo esencial de la
Maestra; incluso hay algunos grados que ofrecen una "palabra reencontrada", lo que
parece implicar la culminacin de la bsqueda; pero, en realidad, esta "palabra
reencontrada" es siempre una nueva "palabra substituta", y de acuerdo con las
consideraciones expuestas anteriormente, es fcil comprender que no pueda ser de
otro modo, ya que la verdadera "palabra" es rigurosamente incomunicable. As es en
particular con respecto al grado del Royal Arch, el nico que debe ser considerado
como estrictamente masnico, hablando con propiedad, y cuyo origen operativo
directo no ofrece duda alguna; de alguna manera es el complemento normal del
grado de Maestro, con una perspectiva abierta a los "Misterios Mayores". El trmino
que representa en este grado la "palabra reencontrada" se presenta, como muchos
otros, bajo una forma muy alterada, lo que ha dado lugar a varias suposiciones en
cuanto a su significado; pero, segn la interpretacin ms autorizada y plausible, se
trata en realidad de una palabra compuesta, formada por la reunin de tres nombres
divinos pertenecientes a tres tradiciones diferentes. Hay aqu al menos una indicacin
interesante desde dos puntos de vista: en primer lugar, esto implica evidentemente
que la "palabra perdida" es considerada como constituyendo un nombre divino;
despus, la asociacin de estos diferentes nombres no puede explicarse de otro modo
que como una afirmacin implcita de la unidad fundamental de todas las formas
2
Al menos como una razn subsidiaria, hay que indicar el hecho de que los siete grados con los que
contaba la antigua Masonera operativa estn reducidos a tres. Al no conocer esos grados los
fundadores de la Masonera especulativa, se originaron graves lagunas que, a pesar de ciertas
"rectificaciones" posteriores, no han podido subsanarse por completo en el marco del actual sistema
de tres grados simblicos. No obstante, hay algunos "altos grados" que parecen ser tentativas por
remediar esta falta, aunque no puede decirse que se haya logrado en su totalidad por carecer de la
verdadera transmisin operativa indispensable para ello.
3
El Maestro, al poseer la plenitud de los derechos masnicos tiene especialmente el de conocer
todos los conocimientos incluidos en la forma inicitica a la cual pertenece; es lo que expresaba en
otro tiempo bastante claramente la antigua concepcin del Maestro en todos los grados, que parece
completamente olvidada hoy.
32
33
Amar
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XLVII, prrafo 2.
El verbo amar, que se emplea en el texto bblico, y que se traduce
habitualmente por decir, tiene en realidad como sentido principal, tanto en hebreo
como en rabe, el de mandar u ordenar; la Palabra divina es la orden (amr)
por la que se efecta la creacin, es decir, la produccin de la manifestacin
universal, ya sea en su conjunto, ya sea en una cualquiera de sus modalidades. Segn
la tradicin islmica igualmente, la primera creacin es la de la Luz (En-Nr), que se
dice min amriLlah, es decir, que procede inmediatamente de la orden o del mandato
divino; y, si puede decirse, esta creacin se sita en el mundo, es decir, en el
estado o en el grado de existencia, que, por esta razn, se designa como lamul-amr,
y que, hablando propiamente, constituye el mundo espiritual puro.
34
Amor y Muerte
Apreciaciones sobre el Esoterismo Cristiano, cap IV, prrafo 10.
El empleo de un lenguaje afectivo, como a menudo es el de los Fieles de
Amor, tambin es una forma exterior por la que no debemos dejarnos ilusionar;
puede recubrir muy bien algo muy distinto y profundo, y en particular, la palabra
Amor puede, en virtud de la transposicin analgica, significar una cosa
totalmente distinta del sentimiento que designa de ordinario. Este sentido profundo
del Amor en conexin con las doctrinas de las Ordenes de caballera, podra
obtenerse claramente de las relaciones entre las indicaciones siguientes: primero, la
palabra de San Juan, Dios es Amor; despus, el grito de guerra de los Templarios,
Viva Dios Santo Amor; finalmente, el ltimo verso de la Divina Comedia,
L'Amore che muove il Sole e l'altre stelle4. Otro punto interesante a este respecto es
la relacin establecida entre el Amor y la Muerte en el simbolismo de los Fieles
de Amor; esta relacin es doble, porque la palabra Muerte tiene un doble
sentido. Por una parte, hay una cercana y aun una asociacin del Amor y de la
Muerte (p. 159), debiendo sta ser entendida entonces como la muerte
inicitica, y esta cercana parece continuarse en la corriente de donde han salido, al
final de la Edad Media, las representaciones de la danza macabra; por otra parte,
hay tambin una anttesis establecida desde otro punto de vista entre el Amor y la
Muerte (p. 166), anttesis que puede explicarse por la constitucin misma de
ambos trminos: la raz mor les es comn y, en amor, est precedida de a
privativa, como en el snscrito amara, amrita, de manera que Amor puede
interpretarse como una especie de equivalente jeroglfico de inmortalidad. Los
muertos pueden en este sentido, de una forma ms general, ser vistos como
designando a los profanos, mientras que los vivientes, o aquellos que han alcanzado
la inmortalidad, son los iniciados; es ahora el momento de recordar aqu la
expresin de Tierra de los Vivientes sinnimo de Tierra Santa o Tierra de los
Santos, Tierra Pura, etc Y la oposicin que acabamos de indicar equivale, bajo
este punto de vista, a la del Infierno, que es el mundo profano, y de los Cielos, que
son los grados de la jerarqua inicitica.
Apreciaciones sobre el Esoterismo Cristiano, cap. VII, nota 102.
Cuando Jacques de Baisieux dice que a-mor significa "sin muerte", no es
necesario declarar como lo hace Ricolfi que es una falsa etimologa: en realidad no
se trata para nada de etimologa sino de un procedimiento de interpretacin
comparable al nirukta de la tradicin hind; y sin conocer el poema en cuestin,
habamos indicado esta explicacin, aadiendo una comparacin con las palabras
4
A propsito de las Ordenes de Caballera digamos que la "Iglesia Joanita" designa la reunin de
todos los que, a un ttulo cualquiera, se relacionan con lo que se ha llamado en la Edad Media el
Reino del Preste Juan, al cual hemos hecho alusin en nuestro estudio sobre El Rey del Mundo.
35
Analogas histricas
Autoridad Espiritual, Poder Temporal, cap. VII, prrafos 1 y 2.
Se dice a veces que la historia se repite, lo que es falso, pues no puede haber
en el universo dos seres ni dos acontecimientos que sean rigurosamente semejantes
entre s bajo todas las relaciones; si lo fueran, no seran ya dos, sino que,
coincidiendo en todo, se confundiran pura y simplemente, de suerte que no sera
ms que un nico y mismo ser o un nico y mismo acontecimiento. La repeticin de
posibilidades idnticas implica una suposicin contradictoria, a saber, la de una
limitacin de la Posibilidad Universal y Total, y es eso lo que permite refutar teoras
como las de la reencarnacin y del eterno retorno.
En realidad, jams hay identidad entre periodos diferentes de la historia,
pero hay correspondencia y analoga, ah como entre los ciclos csmicos o entre los
estados mltiples de un ser; y, de la misma manera que seres diferentes pueden pasar
por fases comparables, bajo la reserva de las modalidades que son propias a la
naturaleza de cada uno de ellos, ocurre lo mismo con los pueblos y con las
civilizaciones.
A pesar de las enormes diferencias, hay una analoga incontestable, y que
quizs nunca se ha destacado bastante, entre la organizacin social de la India y la de
la Edad Media occidental; entre las castas de la una y las clases de la otra, no hay ms
36
que una correspondencia, no una identidad; pero esta correspondencia no es por ello
menos importante, porque puede servir para mostrar, con una particular nitidez,
que todas las instituciones que presentan un carcter verdaderamente tradicional
reposan sobre los mismos fundamentos naturales y no difieren en suma ms que por
una adaptacin necesaria a circunstancias diversas de tiempo y de lugar. Por lo
dems, es menester destacar bien que con ello no entendemos sugerir en modo
alguno la idea de que, en aquella poca, Europa habra hecho una toma en prstamo
directamente de la India, lo que sera muy poco verosmil.
ngeles
Los Estados Mltiples del Ser, cap. XIII, nota 1.
Si los estados anglicos son los estados supra-individuales que constituyen
la manifestacin a-formal, uno no puede atribuir a los ngeles ninguna de las
facultades que son de orden puramente individual; por ejemplo, no puede
suponrseles dotados de razn, lo que es la caracterstica exclusiva de la
individualidad humana, y no pueden tener ms que un modo de inteligencia
puramente intuitivo.
El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap XI, nota 2.
Cada ngel representa en cierto modo la expresin de un atributo divino,
como se ve por lo dems claramente por la constitucin de los nombres en la
angeleologa hebraica.
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. LXII, prrafos 1, 2 y 4, y
notas 5 y 10.
Los ngeles, en efecto, son real y verdaderamente cados cuando se los
considera de ese modo, pues de su participacin en el Principio tienen en realidad
todo lo que constituye su ser, de modo que, cuando esa participacin se desconoce,
no resta sino un aspecto puramente negativo, como una especie de sombra invertida
con respecto a ese ser mismo. Podra decirse, y poco importa que sea literal o
simblicamente, que en tales condiciones quien cree llamar a un ngel, corre gran
riesgo de ver aparecer, al contrario, un demonio.
Segn la concepcin ortodoxa, un ngel, en cuanto intermediario celeste,
no es en el fondo sino la expresin misma de un atributo divino en el orden de la
manifestacin no-formal, pues slo eso permite establecer, a travs de l, una
comunicacin real entre el estado humano y el Principio mismo, del cual representa,
as, un aspecto ms particularmente accesible para los seres que estn en ese estado
humano.
Debe tenerse bien presente que se trata aqu de una multitud trascendental
y no de una indefinitud numrica (cf. Les Principes du calcul infinitsimal, cap. III); los
ngeles no son en modo alguno numerables, puesto que no pertenecen al dominio
de existencia condicionado por la cantidad.
Slo en el orden no-formal puede decirse que un ser expresa o manifiesta
37
38
2 y nota 5.
Las potencias celestes contra las potencias infernales, es decir, la oposicin
entre estados superiores y estados inferiores. Esta oposicin se traduce en todo ser
por la de las dos tendencias, ascendente y descendente, llamadas sattva y tamas por la
doctrina hind. Es tambin lo que el mazdesmo simboliza por el antagonismo de la
luz y las tinieblas, personificadas respectivamente en Ormuzd y Ahrimn.
Es, en la tradicin hind, la lucha de los Deva contra los Asura,
Angustia
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. III, prrafos 3 y 7.
La angustia no es ms que una forma extrema y, por as decir, crnica del
miedo; ahora bien, el hombre es llevado naturalmente a sentir miedo delante de lo
que no conoce o no comprende, y este miedo mismo deviene un obstculo que le
impide vencer su ignorancia, ya que le lleva a apartarse del objeto en presencia del
cual lo ha sentido y al cual atribuye su causa, mientras que, en realidad, esa causa no
est ms que en l mismo; adems, a esta reaccin negativa le sigue muy
frecuentemente un verdadero odio al respecto de lo desconocido, sobre todo si el
hombre tiene ms o menos confusamente la impresin de que eso desconocido es
algo que rebasa sus posibilidades actuales de comprensin. No obstante, si la
ignorancia puede disiparse, el miedo se desvanecer de inmediato, como ocurre en el
ejemplo bien conocido de la cuerda tomada por una serpiente; el miedo, y por
consiguiente la angustia, que no es ms que un caso particular del mismo, es pues
incompatible con el conocimiento, y, si llega a un grado tal que sea verdaderamente
invencible, eso har que el conocimiento se vuelva imposible, incluso en la ausencia
de todo otro impedimento inherente a la naturaleza del individuo; as pues, en este
sentido se podra hablar, de una angustia metafsica, que juega en cierto modo el
papel de un verdadero guardin del umbral, segn la expresin de los hermetistas,
y que cierra al hombre el acceso al dominio del conocimiento metafsico.
El conocimiento es el nico remedio definitivo contra la angustia, as como
contra el miedo bajo todas sus formas y contra la simple inquietud, puesto que estos
sentimientos no son sino consecuencia o productos de la ignorancia, y puesto que a
consecuencia del conocimiento, desde que se alcanza, quedan destruidos
enteramente en su raz misma y vueltos en adelante imposibles, mientras que, sin l,
incluso si son apartados momentneamente, siempre pueden reaparecer al hilo de las
circunstancias.
Anticristo
El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. XXXIX, prrafos 4 y 5,
y notas 3 y 5.
El Anticristo es lo que podemos llamar, segn el lenguaje de la tradicin
hind, un Chakravart al revs.
39
40
41
Aprender y comprender
(Ver Igualdad).
Aprva
Introduccin General al Estudio de las Doctrinas Hindes, cap. XIII, prrafo 5.
Para volver de nuevo a la Mmns despus de esta digresin, sealaremos
an una nocin que juega en ella un papel importante: esta nocin, que se designa
por la palabra aprva, es de las que son difciles de explicar en las lenguas
occidentales; no obstante, vamos a intentar hacer comprender en qu consiste y lo
que conlleva.
Hemos dicho en el captulo precedente que la accin, muy diferente del
conocimiento en eso como en todo lo dems, no lleva en s misma sus consecuencias;
bajo este aspecto, la oposicin es, en el fondo, la que hay entre la sucesin y la
simultaneidad, y son las condiciones mismas de toda accin las que hacen que no
pueda producir sus efectos ms que en modo sucesivo. Sin embargo, para que una
cosa pueda ser causa, es menester que exista actualmente, y es por eso por lo que la
verdadera relacin causal no puede ser concebida sino como una relacin de
simultaneidad: si se concibiera como una relacin de sucesin, habra un instante
donde algo que no existe ya producira algo que no existe todava, suposicin que es
manifiestamente absurda. Por consiguiente, para que una accin, que no es en s
misma ms que una modificacin momentnea, pueda tener resultados futuros y ms
o menos lejanos, es menester que haya, en el instante mismo en que se cumple, un
efecto no perceptible al presente, pero que, subsistiendo de una manera permanente,
relativamente al menos, producir ulteriormente, a su vez, el resultado perceptible.
Es este efecto no perceptible, potencial en cierto modo, lo que se llama aprva,
porque se sobreagrega a la accin y no es anterior a ella; puede considerarse, ya sea
como un estado posterior de la accin misma, ya sea como un estado antecedente del
resultado, puesto que el efecto debe estar contenido siempre en su causa, de la que
no podra proceder de otro modo.
Por lo dems, incluso en el caso donde un cierto resultado parece seguir
inmediatamente a la accin en el tiempo, la existencia intermediaria de un aprva no
es por eso menos necesaria, desde que hay todava sucesin y no simultaneidad
perfecta, y porque la accin, en s misma, est siempre separada de su resultado. De
esta manera, la accin escapa a la instantaneidad, e incluso, en una cierta medida, a
las limitaciones de la condicin temporal; en efecto, el aprva, germen de todas sus
consecuencias futuras, como no est en el dominio de la manifestacin corporal y
sensible, esta fuera del tiempo ordinario, pero no fuera de toda duracin, ya que
pertenece todava al orden de las contingencias.
Ahora bien, por una parte, el aprva puede permanecer vinculado al ser que
ha cumplido la accin, siendo en adelante como un elemento constitutivo de su
42
Aquiles
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap III, prrafo 9.
Entre los griegos, se consideraba que la lanza de Aquiles curaba las heridas
por ella causadas; la leyenda medieval atribuye precisamente la misma virtud a la
lanza de la Pasin.
43
Arco Iris
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap LVII, prrafos 1, 2, 3 y
ltimo, y notas 5, 6 y 7.
En realidad, el arco iris no tiene siete colores, sino solamente seis; y no hace
falta reflexionar demasiado para darse cuenta de ello, pues basta apelar a las ms
elementales nociones de fsica: hay tres colores fundamentales, el azul, el amarillo y
el rojo, y tres colores complementarios de ellos, es decir, respectivamente, el
anaranjado, el violeta y el verde, o sea, en total, seis colores. Existe tambin,
naturalmente, una infinidad de matices intermediarios, y la transicin de uno a otro
se opera en realidad de manera continua e insensible; pero evidentemente no hay
ninguna razn vlida para agregar uno cualquiera de esos matices a la lista de los
colores, pues sino se podra igualmente considerar toda una multitud, y, en tales
condiciones, la limitacin misma de los colores a siete se hace, en el fondo,
incomprensible; no sabemos si algn adversario del simbolismo ha hecho nunca esta
observacin, pero en tal caso sera bien sorprendente que no haya aprovechado la
oportunidad para calificar a ese nmero de arbitrario. El ndigo, que se acostumbra
enumerar entre los colores del arco iris, no es en realidad sino un simple matiz
intermediario entre el violeta y el azul5, y no hay ms razn para considerarlo como
un color distinto de la que habra para considerar del mismo modo cualquier otro
matiz, como, por ejemplo, un azul verdoso o amarillento; adems, la introduccin
de ese matiz en la enumeracin de los colores destruye por completo, la armona de
la distribucin de los mismos, la cual, si, al contrario, nos atenemos a la nocin
correcta, se efecta regularmente. segn un esquema geomtrico muy simple y a la
vez muy significativo desde el punto de vista simblico. En efecto, pueden colocarse
los tres colores fundamentales en los vrtices de un tringulo y los tres
complementarios respectivos en los de un segundo tringulo inverso con respecto al
primero, de modo que cada color fundamental y su complementario se encuentren
situados en dos puntos diametralmente opuestos; y se ve que la figura as formada no
es sino la del sello de Salomn. Si se traza la circunferencia en la cual ese doble
tringulo se inscribe, cada uno de los colores complementarios ocupar en ella el
punto medio del arco comprendido entre los puntos donde se sitan los dos colores
fundamentales cuya combinacin lo produce (y que son, por supuesto, los dos
colores fundamentales distintos de aquel que tiene por complementario el color
considerado); los matices intermediarios correspondern, naturalmente, a todos los
La designacin misma de ndigo es manifiestamente moderna, pero puede que haya reemplazado
a alguna otra designacin ms antigua, o que ese matiz mismo haya en alguna poca sustituido a otro
para completar el septenario vulgar de los colores; para verificarlo, sera necesario, naturalmente,
emprender investigaciones histricas para las cuales no disponemos del tiempo ni del material
necesarios; pero este punto, por lo dems, no tiene para nosotros sino una importancia enteramente
secundaria, ya que nos proponemos solo mostrar en qu es errnea la concepcin actual expresada por
la enumeracin ordinaria de los colores del arco iris, y cmo deforma la verdadera concepcin
tradicional.
44
Si se quisiera considerar un color intermedio entre cada uno de los seis principales, como lo es el
ndigo entre el violeta y el azul, se tendran en total doce colores y no siete; y, si se quisiera llevar an
ms lejos la distincin de los matices, sera preciso, siempre por evidentes razones de sistema,
establecer un mismo nmero de divisiones en cada uno de los intervalos comprendidos entre dos
colores; no es, en suma, sino una aplicacin enteramente elemental del principio de razn suficiente.
7
Podemos observar de paso que el hecho de que los colores visibles ocupen as la totalidad de la
circunferencia y se unan en ella sin discontinuidad alguna muestra que constituyen real y
verdaderamente un ciclo completo (participando a la vez el violeta del azul, del que es vecino, y del
rojo, que se encuentra en el otro borde del arco iris), y que, por consiguiente, las dems radiaciones
solares no visibles, como las que la fsica moderna llama rayos infrarrojos y ultravioletas, no
pertenecen en modo alguno a la luz y son de naturaleza enteramente diferente de sta; no hay, pues,
como algunos parecen creerlo, colores que una imperfeccin de nuestros rganos nos impide ver,
pues esos supuestos colores no podran situarse en ningn lugar del crculo, y seguramente no podra
sostenerse que ste sea una figura imperfecta o que presente alguna discontinuidad.
45
podra ser en modo alguno, aunque parezca actuar y expresarse en la obra de los seis
das no es empero afectado en absoluto por esa manifestacin; y el sptimo rayo es
la Va por la cual el ser, habiendo recorrido el cielo de la manifestacin, retorna a
lo no-manifestado y se une efectivamente al Principio, del cual, empero, en la
manifestacin misma, jams ha estado separado sino en modo ilusorio.
Aristocracia
La Crisis del Mundo Moderno, cap. VI, prrafo 11.
Aristocracia, en su sentido etimolgico, significa el poder de la lite.
Armona
Autoridad Espiritual, Poder Temporal, cap. I, prrafo 7.
As, de un orden a otro, todas las cosas se encadenan y se corresponden para
concurrir a la armona universal y total, pues la armona, como lo indicbamos ya
ms atrs, no es nada ms que el reflejo de la unidad principial en la multiplicidad del
mundo manifestado; y es esta correspondencia la que es el verdadero fundamento del
simbolismo. Es por lo que las leyes de un dominio inferior pueden tomarse siempre
para simbolizar las realidades de un orden superior, orden en el que tienen su razn
profunda, y que es a la vez su principio y su fin.
Las leyes de ese movimiento traducen fsicamente los principios metafsicos
de los cuales dependen.
Arte
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. X, prrafo 3.
El arte es la imitacin de la naturaleza en su modo de operacin.
Desde el punto de vista tradicional no hay ninguna distincin que hacer entre
arte y oficio, como tampoco entre artista y artesano; todo lo que es producido
conformemente al orden, merece ser considerado por eso mismo, y al mismo
ttulo, como una obra de arte. Todas las tradiciones insisten sobre la analoga que
existe entre los artesanos humanos y el Artesano divino, puesto que tanto los unos
como el otro operan por un verbo concebido en el intelecto, lo que, lo anotamos
de pasada, marca tan claramente como es posible el papel de la contemplacin como
condicin previa y necesaria de la produccin de toda obra de arte.
46
47
Arturo
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. XXIV, prrafo 10 y nota 20.
Arturo lleva un nombre derivado del del oso, arth; ms precisamente, este
nombre Arthur es idntico al de la estrella Arcturus, teniendo en cuenta la leve
diferencia debida a sus derivaciones respectivas del celta y del griego.
Arturo es el hijo de ther Pndragon, el Jefe de los cinco, es decir, el rey
supremo que reside en el quinto reino, el de Mide o del medio, situado en el centro
de los cuatro reinos subordinados que corresponden a los cuatro puntos cardinales
(ver Le Roi du Monde, cap, IX); y esta situacin es comparable a la del Dragn celeste
cuando, conteniendo la estrella polar, estaba en medio del cielo como un rey en su
trono, segn la expresin del Sfer Yetsirh. Cf. La Tierra del Sol [aqu cap. XII].
Ascesis
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. XIX, prrafos 1, 2, 5 y ltimo, y notas
1, 9, 10
y 11.
Ascesis designa propiamente un esfuerzo metdico para alcanzar una cierta
meta, y ms particularmente una meta de orden espiritual.
Quizs no es intil decir que la palabra ascesis, que es de origen griego, no
tiene ninguna relacin etimolgica con el latn ascendere, pues hay quien se deja
confundir a este respecto por una similitud puramente fontica y completamente
accidental entre esas dos palabras; por lo dems, incluso si la ascesis apunta a obtener
una ascensin del ser hacia estados ms o menos elevados, es evidente que el
medio no debe ser confundido en ningn caso con el resultado.
Hay otra palabra derivada de ascesis, la de ascetismo, que se presta
quizs ms todava a las confusiones, porque ha sido claramente desviada de su
sentido primitivo, hasta tal punto que, en el lenguaje corriente, apenas ha llegado a
ser ms que un seudnimo de austeridad. Ahora bien, es evidente que la mayor
parte de los msticos se libran a austeridades, a veces incluso excesivas, aunque no
sean por lo dems los nicos, ya que esto es un carcter bastante general de la vida
religiosa tal como se concibe en occidente, en virtud de la idea muy extendida que
48
Decimos gradualmente por eso mismo de que se trata de un proceso metdico, y por lo dems es
fcil comprender que, salvo quizs en algunos casos excepcionales, el desapego completo no puede
operarse de un solo golpe.
9
Para ese ser, puede decirse que esas contingencias son destruidas entonces como tales, es decir, en
tanto que cosas manifestadas, pues ellas ya no existen verdaderamente para l, aunque subsistan sin
cambio para los dems seres; pero, por lo dems, esta destruccin aparente es en realidad una
transformacin, ya que no hay que decir que, desde el punto de vista principial, nada de lo que es
podra ser destruido nunca.
49
10
Aspecto social
La Crisis del Mundo Moderno, cap. VI, prrafos 1, 2 y nota 2.
No entendemos dedicarnos especialmente al punto de vista social, que no
nos interesa sino muy secundariamente, porque no representa ms que una
aplicacin bastante lejana de los principios fundamentales, y porque, por
consiguiente, no es en ese dominio donde, en todo estado de causa, podra comenzar
un enderezamiento del mundo moderno. En efecto, si este enderezamiento se
emprendiera as al revs, es decir, partiendo de las consecuencias en lugar de partir
de los principios, carecera forzosamente de base seria y sera completamente
ilusorio; nada estable podra resultar nunca de l, y habr que recomenzar todo
incesantemente, porque se habra descuidado entenderse ante todo sobre las
verdades esenciales. Por eso es por lo que no nos es posible acordar a las
contingencias polticas, ni siquiera dando a esta palabra su sentido ms amplio, otro
valor que el de simples signos exteriores de la mentalidad de una poca.
Nadie, en el estado presente del mundo occidental, se encuentra ya en el
lugar que le conviene normalmente en razn de su naturaleza propia; es lo que se
expresa al decir que las castas ya no existen, ya que la casta, entendida en su
verdadero sentido tradicional, no es otra cosa que la naturaleza individual misma,
con todo el conjunto de las aptitudes especiales que conlleva y que predisponen a
10
A propsito de esto se puede recordar tambin el simbolismo de la puerta estrecha, que no puede
ser pasada por el que, como los ricos que se citan en el Evangelio, no ha sabido despojarse de las
contingencias, o que, habiendo querido salvar su alma (es decir, el m mismo), la pierde porque,
en esas condiciones, no puede unirse efectivamente al principio permanente e inmutable de su ser.
50
Astrales (influencias)
La Gran Trada, cap. XIII, ltimo prrafo.
Para terminar estas consideraciones, diremos algunas palabras de la manera
en que, segn lo que precede, se puede considerar lo que se llama las influencias
astrales; y primeramente, conviene precisar que por ello no debe entenderse
exclusivamente, y ni siquiera principalmente, las influencias propias de los astros
cuyos nombres sirven para designarlas, aunque estas influencias, como las de todas
las cosas, tengan sin duda tambin su realidad en su orden, sino que esos astros
representan, sobre todo simblicamente, lo que no quiere decir idealmente o por
11
Lo que los hombres llaman el azar es simplemente su ignorancia de las causas; si, diciendo que
algo ocurre por azar, se pretendiera querer decir que no hay causa, eso sera una suposicin
contradictoria en s misma.
51
Astrologa y Astronoma
La Crisis del Mundo Moderno, cap. IV, prrafo 9.
Es menester destacar, primeramente, que la atribucin de significaciones
distintas a los trminos de astrologa y de astronoma es relativamente reciente;
en los Griegos, estas dos palabras se empleaban indiferentemente para designar todo
el conjunto de aquello a lo que la una y la otra se aplican ahora. As pues, a primera
vista, parece que, en este caso, se trata tambin de una de esas divisiones por
52
Asuras y Devas
El Simbolismo de la Cruz, cap. XXV, nota 7.
Se pueden referir tambin estos dos aspectos a las dos significaciones
opuestas que presenta el trmino Asura mismo, segn la manera en la que se le
descomponga: asu-ra, que da la vida; a-sura, no-luminoso. Es solo en este ltimo
sentido como los Asuras se oponen a los Dvas, cuyo nombre expresa la luminosidad
de las esferas celestes; en el otro sentido, por el contrario, se identifican en realidad a
ellos (de donde viene la aplicacin que se hace de esta denominacin de Asuras, en
algunos textos Vdicos, a Mitra y a Varuna); es menester prestar mucha atencin a
esta doble significacin para resolver las apariencias de contradicciones a las que
puede dar nacimiento.
Si se aplica al encadenamiento de los ciclos el simbolismo de la sucesin
temporal, se comprende sin esfuerzo por qu se dice que los asuras son anteriores a
los Devas. Es al menos curioso destacar que en el simbolismo del Gnesis hebraico, la
creacin de los vegetales, antes de la de los astros o luminarias, puede ser
vinculada a esta anterioridad; en efecto, segn la tradicin hind, el vegetal procede
de la naturaleza de los Asuras, es decir, de los estados inferiores en relacin al estado
humano, mientras que los cuerpos celestes representan naturalmente los Devas, es
decir, los estados superiores. Agregamos tambin, a este respecto, que el desarrollo
de la esencia vegetativa en el Edem, es el desarrollo de los grmenes provenientes
del ciclo antecedente, lo que corresponde todava al mismo simbolismo.
Atlntida (La)
La Crisis del Mundo Moderno, cap. II, prrafo 6.
Los relatos de los antiguos, relativos a la Atlntida, indican su origen;
despus de la desaparicin de este continente, que es el ltimo de los grandes
53
Atm-Gt
(Ver: Bhagavad-Gt)
Autoridad Espiritual
Autoridad Espiritual, Poder Temporal, cap. II, prrafo 3, 5 y 7.
La autoridad espiritual, interior por esencia, no se afirma ms que por s
misma, independientemente de todo apoyo sensible, y se ejerce en cierto modo
invisiblemente.
Es menester comprender bien que se trata de un podero o potestad
completamente intelectual, cuyo nombre es sabidura, y con la nica fuerza de la
verdad.
En cuanto al sacerdocio, su funcin esencial es la conservacin y la
transmisin de la doctrina tradicional, en la cual toda organizacin social regular
encuentra sus principios fundamentales; esta funcin, por lo dems, es
evidentemente independiente de todas las formas especiales que puede revestir la
doctrina para adaptarse, en su expresin, a las condiciones particulares de tal pueblo
o de tal poca, y que no afectan en nada al fondo mismo de esta doctrina, el cual
permanece por todas partes y siempre idntico e inmutable, desde que se trata de
tradiciones autnticamente ortodoxas.
Si el sacerdocio es, por esencia, el depositario del conocimiento tradicional,
eso no quiere decir que tenga el monopolio del mismo, puesto que su misin no es
slo conservarle integralmente, sino tambin comunicarle a todos aquellos que son
54
55
en relacin con las funciones respectivas de los tres Reyes Magos, que corresponden,
ellas mismas, a la divisin de los tres mundos que recordbamos en una nota
precedente: la funcin proftica, porque implica la inspiracin directa,
corresponde propiamente al mundo celeste.
Autoridad Espiritual, Poder Temporal, cap. VII, prrafo 3 y nota 5.
Es menester pues poner buen cuidado en distinguir la cuestin de lo que
puede ser una autoridad espiritual en s misma, en tal o en cual momento de su
existencia, y la de sus relaciones en el poder temporal; la segunda es independiente
de la primera, que no concierne ms que a aquellos que ejercen funciones de orden
sacerdotal o que estaran normalmente calificados para ejercerlas; e, incluso si esta
autoridad, por defecto de sus representantes, hubiera perdido enteramente el
espritu de su doctrina, la sola conservacin del depsito de la letra y de las
formas exteriores en las que sta doctrina est contenida continuaran asegurndole
todava la potestad necesaria y suficiente para ejercer vlidamente su supremaca
sobre lo temporal, ya que esta supremaca est vinculada a la esencia misma de la
autoridad espiritual y le pertenece en tanto que subsista regularmente, por
disminuida que pueda estar en s misma, puesto que la menor parcela de
espiritualidad es todava incomparablemente superior a todo lo que depende del
orden temporal.
Este caso es comparable al de un hombre que hubiera recibido en herencia
un arca cerrada conteniendo un tesoro, y que, no pudiendo abrirla, ignorara la
verdadera naturaleza de ste; este hombre por eso no sera menos el autntico
poseedor del tesoro; la prdida de la llave no le arrebatara su propiedad sobre l, y,
si algunas prerrogativas exteriores estuvieran vinculadas a esta propiedad, l
conservara siempre el derecho de ejercerlas; pero, por otra parte, es evidente que,
en lo que le concierne personalmente, en esas condiciones no podra tener
efectivamente el pleno usufructo de su tesoro.
Autoridad Espiritual, Poder Temporal, cap. VIII, nota 3 y prrafo 8.
A veces es menester distinguir entre el representante oficial de la
autoridad y sus detentadores efectivos, y basta que stos inspiren a aqul, incluso si
no es uno de los suyos, para que las cosas sean lo que deben ser.
Todo conocimiento que tiene verdaderamente el carcter de ciencia
sagrada, de cualquier orden que sea, no puede ser constituido vlidamente ms que
por aquellos que, ante todo, poseen plenamente el conocimiento principial, y que,
por eso mismo, son los nicos calificados para realizar, conformemente a la
ortodoxia tradicional ms rigurosa, todas las adaptaciones requeridas por las
circunstancias de tiempo y de lugar; por eso es por lo que estas adaptaciones, cuando
se efectan regularmente, son necesariamente la obra del sacerdocio, al cual
pertenece por definicin el conocimiento principial; y por eso es por lo que slo el
sacerdocio puede conferir legtimamente la iniciacin real, por la comunicacin de
los conocimientos que la constituyen.
56
AvaIokitvara
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada (Anexos al final del libro), nota 2
del ANEXO I (= Anexo III del original), que supone la NOTICIA COMPLEMENTARIA DEL
CAPITULO XXXI, sobre el punto dejado en suspenso al final de su estudio sobre La montaa y
la caverna.
El tringulo invertido es, en el Budismo, por una aplicacin ms especial, el
smbolo de misericordia de AvaIokitvara, el Seor que mira hacia abajo.
Avatra
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XLVIII, nota 3.
Recordaremos que la palabra Avatra expresa propiamente el descenso de
un principio al dominio de la manifestacin.
Azar
La Crisis del Mundo Moderno, cap. VI, nota 1.
Lo que los hombres llaman el azar es simplemente su ignorancia de las
causas; si, diciendo que algo ocurre por azar, se pretendiera querer decir que no hay
causa, eso sera una suposicin contradictoria en s misma.
El Error Espiritista, Segunda parte, cap. VIII, prrafo 2.
El azar, que no es otra cosa que la negacin del principio de razn suficiente.
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58
B
Baptisterio
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. XLII, prrafo 4 y nota 9.
En el cristianismo, la forma octogonal era la de los antiguos baptisterios, y
pese al olvido o la negligencia del simbolismo desde la poca del Renacimiento, se la
encuentra generalmente an hoy en el cuenco de las fuentes bautismales. Tambin
aqu, se trata con toda evidencia de un lugar de paso o transicin; por otra parte, en
los primeros siglos, el baptisterio estaba situado fuera de la iglesia, y solo aquellos
que haban recibido el bautismo eran admitidos en el interior de ella; y aunque las
fuentes hayan sido luego trasladadas a la iglesia misma, pero siempre cerca de la
entrada, en nada cambia su significacin. En cierto sentido, segn lo que acabamos
de decir, la iglesia est, con respecto al exterior, en una correspondencia que es
como una imagen de la del mundo celeste con respecto al mundo terrestre, y el
baptisterio, por el cual hay que pasar para ir de uno a otro, corresponde por eso
mismo al mundo intermedio; pero, adems, el baptisterio est en relacin an ms
directa con ste por el carcter del rito que se cumple en l, el cual es propiamente
el medio de una regeneracin que se efecta en el dominio psquico, es decir, en los
elementos del ser que pertenecen por naturaleza a ese mundo intermedio.
Al consagrar el agua, el sacerdote traza sobre la superficie, con su aliento, un
signo con la forma de la letra griega psi, inicial de la palabra psykh; lo cual es muy
significativo a ese respecto, pues, efectivamente, el influjo al cual el agua consagrada
sirve de vehculo, debe operar en el orden psquico.
Barakah
Autoridad Espiritual, Poder Temporal, cap. V, nota 7.
Traducimos por influencia espiritual la palabra hebrea y rabe barakah; el
rito de la imposicin de las manos es uno de los modos ms habituales de
transmisin de la barakah, y tambin de produccin de algunos efectos de curacin,
concretamente, por medio de sta.
Bhagavad-Gt
Autoridad Espiritual, Poder Temporal, cap. V, nota 5.
Hablando propiamente, el Bhagavad-Gt no es ms que un episodio del
Mahbhrata, que es uno de los dos Itihsas, siendo el otro el Rmyana. Este carcter
de la Bhagavad-Gt explica el uso que se hace en ella de un simbolismo guerrero,
comparable, bajo ciertos aspectos, al de la guerra santa en los musulmanes; por
59
otra parte, hay una manera interior de leer este libro dndole su sentido profundo,
y entonces toma el nombre de Atm-Gt.
Bondad y Belleza
El Hombre y su Devenir segn el Vdnta, cap. XXIII, antepenltima nota.
Lakshmi es la Shakti de Vishnu; Saraswati o Vch es la de Brahma: Prvat es la de
Shiva. A Prvat tambin se la llama Durg, es decir Aquella a la que uno se acerca
difcilmente. Es destacable encontrar la correspondencia de estas tres Shaktis, hasta
en las tradiciones occidentales: as, en el simbolismo masnico, los tres principales
pilares del Templo son Sabidura, Fuerza, Belleza; aqu, la Sabidura es Saraswati,
la Fuerza es Prvat, y la Belleza es Lakshmi. Del mismo modo, Leibnitz, que haba
recibido algunas enseanzas esotricas (bastante elementales por lo dems) de fuente
rosacruciana, designa los tres principales atributos divinos como Sabidura, Poder,
Bondad, lo que es exactamente la misma cosa, ya que Belleza y Bondad no son
en el fondo (como se ve en los griegos y concretamente en Platn) ms que dos
aspectos de una idea nica, que es precisamente la de Armona.
Buddha
La Gran Trada, cap. XXIV, prrafos 2, 3 y nota 6.
En cuanto al Buddha, se puede decir que representa el elemento
transcendente, a travs del cual se manifiesta la influencia del Cielo, y que, por
consiguiente, encarna, por as decir, esta influencia al respecto de sus discpulos
directos e indirectos, que se transmiten una participacin en ella unos a otros, y por
una cadena continua, mediante los ritos de admisin en el Sangha. Por lo dems, al
decir esto del Buddha, pensamos menos en el personaje histrico considerado en s
mismo, cualquiera que haya podido ser de hecho (lo que no tiene ms que una
importancia enteramente secundaria, desde el punto de vista en que nos colocamos
aqu), que en lo que representa en virtud de los caracteres simblicos que le son
atribuidos12, y que le hacen aparecer, ante todo, bajo los rasgos del Avatra. En suma,
su manifestacin es propiamente el redescenso del Cielo a la Tierra del que habla
la Tabla de Esmeralda, y el ser que aporta as las influencias celestes a este mundo,
despus de haberlas incorporado a su propia naturaleza, puede decirse que
representa verdaderamente el Cielo en relacin al dominio humano. Seguramente,
esta concepcin est muy lejos del budismo racionalizado con el que los
occidentales han sido familiarizados por los trabajos de los orientalistas; puede que
12
Bien entendido, decir que estos caracteres son simblicos, no quiere decir de ningn modo que no
hayan sido posedos de hecho por un personaje real (y diramos gustosamente que tanto ms real,
cuanto ms se desvanece su individualidad ante estos caracteres); ya hemos hablado bastante
frecuentemente del valor simblico que tienen necesariamente los hechos histricos en s mismos
como para que halla lugar a insistir ms en ello (cf. concretamente El Simbolismo de la Cruz,
Prefacio), y, en esta ocasin, solo recordaremos todava una vez ms, que la verdad histrica misma
no es slida ms que cuando deriva del Principio (Tchoang-tseu, cap. XXV).
60
ella responda a un punto de vista mahynista, pero sta no podra ser una objecin
vlida para nos, ya que parece que el punto de vista hinaynista, que se est
acostumbrado a presentar como original, sin duda porque concuerda demasiado
bien con algunas ideas preconcebidas, no sea en realidad, antes al contrario, nada ms
que el producto de una simple degeneracin.
Por lo dems, sera menester no tomar la correspondencia que acabamos de
indicar por una identidad pura y simple, ya que, si el Buddha representa de una cierta
manera el principio celeste, no obstante, eso no es ms que en un sentido relativo,
y en tanto que es en realidad el mediador, es decir, en tanto que desempea el
papel propio del Hombre Universal.
Budismo desviado
Autoridad Espiritual, Poder Temporal, cap. VI, prrafo 3 y nota 7.
La negacin del Atm no era la nica que se haba introducido en el budismo
desviado; haba tambin la de la distincin de las castas, base de todo el orden social
tradicional; y esta negacin, dirigida primeramente contra los brhmanes, no deba
tardar en revolverse contra los kshatriyas mismos.
No puede decirse que el Buddha mismo haya negado la distincin de las
castas, sino slo que no tena por qu tenerlas en cuenta, puesto que lo que tena
realmente en vista era la constitucin de una orden monstica, en el interior de la
cual esta distincin no se aplicaba; slo cuando se pretendi extender esta ausencia
de distincin a la sociedad exterior, se transform en una verdadera negacin.
61
C
Caballera y Masonera
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XL, prrafo 5 y nota 5.
En occidente, aunque ni la iniciacin real ni la iniciacin sacerdotal existen
ya actualmente, se encuentran ms fcilmente los vestigios de la primera que los de
la segunda; eso se debe ante todo a los lazos que existen generalmente entre la
iniciacin real y las iniciaciones de oficio, y en razn de los cuales, pueden
encontrarse tales vestigios en las organizaciones derivadas de estas iniciaciones de
oficio y que subsisten todava hoy da en el mundo occidental.
A este respecto, se podra recordar concretamente la existencia de grados
caballerescos entre los altos grados que se han superpuesto a la Masonera
propiamente dicha; cualquiera que pueda ser de hecho su origen histrico ms o
menos antiguo -cuestin sobre la que siempre sera posible discutir indefinidamente
sin llegar nunca a ninguna solucin precisa-, el principio mismo de su existencia no
puede explicarse realmente ms que por eso, y es todo lo que importa desde el
punto de vista donde nos colocamos al presente.
Estudios sobre la Franc-Masonera y el Compagnonage II, cap IV, prrafo 7.
En las iniciaciones occidentales hay por lo menos dos ejemplos muy conocidos
de la bsqueda de la cuestin (lo que no quiere decir que hayan sido siempre
efectivamente comprendidos por quienes hablaron de ellos): la "demanda del Grial"
en las iniciaciones caballerescas de la Edad Media y la "bsqueda de la Palabra
Perdida" en la iniciacin masnica. En lo que respecta a la primera, A. E. Waite ha
observado con razn que se encuentran numerosas alusiones ms o menos explcitas
a frmulas y a objetos sustituidos; acaso no puede decirse que la misma "Mesa
Redonda" no es en definitiva sino un "sustituto", puesto que, aunque su destino sea
recibir el Grial, ste nunca llega a manifestarse efectivamente? Sin embargo, esto no
significa -como demasiado fcilmente quisieran creer algunos- que la "demanda"
nunca pueda llegar a satisfacerse, sino tan slo que, incluso cuando lo sea para
algunos en particular, no puede serlo para el conjunto de una colectividad, an
cuando sta posea indudablemente carcter inicitico. La "Mesa Redonda" y su
Caballera, como ya sealamos en otra ocasin, presentan todas las seales que
indican que efectivamente se trata de la constitucin de un centro espiritual
autntico; pero, repitmoslo de nuevo, no siendo todo centro espiritual secundario
sino una imagen o un reflejo del centro supremo, slo puede cumplir realmente la
funcin de "sustituto" con respecto a ste, del mismo modo que cada centro
tradicional particular no es propiamente sino un "sustituto" de la Tradicin
Primordial.
62
Cadena de Unin
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. LXV, ltimo prrafo.
Entre las funciones de un marco, quiz la principal es mantener en su sitio
los diversos elementos que contiene o encierra en su interior, a fin de formar con
ellos un todo ordenado, lo cual, como se sabe, es la significacin etimolgica misma
de la palabra cosmos. Ese marco debe, pues, en cierta manera, ligar o unir esos
elementos entre s, lo que est formalmente expresado por el nombre de cadena de
unin, e inclusive de esto resulta, en lo que a ella concierne, su significacin ms
profunda, pues, como todos los smbolos que se presentan en forma de cadena,
cuerda o hilo, se refiere en definitiva al strtm.
Cada
El Esoterirmso Islmico y el Taosmo, Cap. IV, prrafo 6 y nota 2.
El vinculamiento a la multiplicidad es tambin, en un cierto sentido, la
tentacin Bblica, que, haciendo gustar, al ser, el fruto del rbol de la Ciencia del
bien y del mal, es decir, del conocimiento dual y distintivo de las cosas
contingentes, le aleja de la unidad central original y le impide alcanzar el fruto del
rbol de la Vida; y es por ah, en efecto, que el ser est sometido a la alternancia
de las mutaciones cclicas, es decir, al nacimiento y a la muerte. El recorrido
indefinido de la multiplicidad, es figurado precisamente por las espiras de la
serpiente enrollada alrededor del rbol que simboliza el Eje del Mundo: Es el
camino de los extraviados (Ed-dlln), de aquellos que estn en el error en el
sentido etimolgico de esta palabra, por oposicin al camino recto (E-irtulmustaqm), en ascensin vertical siguiendo el eje mismo, de quien se habla en la
primera srat del Qorn. Este camino recto es idntico al Te o Rectitud de Lao-tseu,
que es la direccin que un ser debe seguir para que su existencia sea segn la Va
(Tao), o, en otros trminos, en conformidad con el Principio.
[Ver Graal (El Santo)]
Caldeos
Miscelnea, cap. I de la Tercera Parte, prrafo 5.
El nombre de Caldeos, era, en realidad, la designacin de una casta
sacerdotal!
63
Cambio de Tradicin
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. VII, prrafo 2 y nota 5.
Las formas tradicionales pueden ser comparadas a vas que van todas a una
misma meta, pero que, en tanto que vas, por eso no son menos distintas; es evidente
que no pueden seguirse varias a la vez, y que, cuando uno se ha comprometido en
una de ellas, conviene seguirla hasta el final sin apartarse de ella, ya que querer pasar
de una a otra sera el mejor medio de no avanzar en realidad, si no incluso de correr
el riesgo de extraviarse completamente. No es sino aquel que ha llegado al trmino
64
el que, por eso mismo, domina todas las vas, y eso porque ya no tiene que seguirlas;
as pues, si hay lugar a ello, podr practicar indistintamente todas las formas, pero
precisamente porque las ha rebasado y porque, para l, estn unificadas en adelante
en su principio comn. Por lo dems, generalmente continuar quedndose entonces
exteriormente en una forma definida, aunque no fuera ms que a ttulo de ejemplo
para los que le rodean y que no han llegado al mismo punto que l; pero, si algunas
circunstancias particulares vienen a exigirlo, podr as mismo participar en otras
formas, puesto que, desde ese punto donde l est, ya no hay entre ellas ninguna
diferencia. Por lo dems, desde que esas formas estn as unificadas para l, en modo
alguno podra haber en eso mezcla o confusin cualquiera, lo que supone
necesariamente la existencia de la diversidad como tal; y, todava una vez ms, se
trata slo de aquel que est efectivamente ms all de esta diversidad: para l, las
formas ya no tienen el carcter de vas o de medios, de los cuales ya no tiene
necesidad, y ya no subsisten sino en tanto que expresiones de la Verdad una,
expresiones de las que es completamente legtimo servirse, segn las circunstancias,
como lo es hablar en diferentes lenguas para hacerse comprender por aquellos a
quienes uno se dirige. Es precisamente eso lo que significa en realidad, desde el
punto de vista inicitico, lo que se llama el don de lenguas.
65
tanto ms violenta cuantos ms caracteres comunes tengan las tradiciones a las que se
hace llamada, como, por ejemplo, en el caso de aquellas que revisten exotricamente
la forma religiosa propiamente dicha, ya que cosas que son muy diferentes, no entran
en conflicto entre ellas sino difcilmente, debido al hecho de esta diferencia misma;
en este dominio como en todo otro, no puede haber lucha sino a condicin de
colocarse sobre el mismo terreno.
66
67
Cantidades evanescentes
Los Principios del Clculo Infinitesimal, cap XIV, prrafo 4.
La expresin de cantidades evanescentes tiene sobre todo el defecto de
prestarse a un equvoco, y hacer creer que las cantidades infinitesimales se consideran
como cantidades que se anulan efectivamente, ya que, a menos de cambiar el sentido
de las palabras, es difcil comprender que desvanecerse, cuando se trata de
cantidades, puede querer decir otra cosa que anularse. En realidad, estas cantidades
infinitesimales, entendidas como cantidades indefinidamente decrecientes, lo que es
su verdadera significacin, no pueden llamarse nunca evanescentes en el sentido
propio de esta palabra, y, ciertamente, hubiera sido preferible no introducir esta
nocin, que, en el fondo, es afn a la concepcin que Leibnitz se haca de la
continuidad, y que, como tal, implica inevitablemente el elemento de contradiccin
que es inherente al ilogismo de esta concepcin misma.
Caos y Cosmos
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XLVI, prrafos 3, 4 y ltimo, y las dos
ltimas notas.
Por otra parte, el cosmos, en tanto que orden o conjunto ordenado de
posibilidades, no slo es sacado del caos en tanto que estado no ordenado, sino
que es producido propiamente tambin a partir de ste (ab Chao), donde estas
mismas posibilidades estn contenidas en el estado potencial e indistinguido, y que
es as la materia prima (en un sentido relativo, es decir, ms exactamente y en relacin
a la verdadera materia prima o substancia universal, la materia secunda de un mundo
particular) o el punto de partida substancial de la manifestacin de este mundo, del
mismo modo que el Fiat Lux es, por su lado, su punto de partida esencial.
De una manera anloga, el estado del ser anteriormente a la iniciacin,
constituye la substancia indistinguida de todo lo que l podr devenir
efectivamente a continuacin [Es propiamente la piedra bruta (rough ashlar) del
simbolismo masnico], puesto que la iniciacin no puede tener como efecto
introducir en l posibilidades que, en l, no hubieran estado ya latentes (y, por lo
dems, esa es la razn de ser de las cualificaciones requeridas como condicin
previa), de la misma manera que el Fiat Lux cosmognico no agrega
substancialmente nada a las posibilidades del mundo para el que se profiere; pero
estas posibilidades an no se encuentran en l ms que en el estado catico y
tenebroso, y es menester la iluminacin para que puedan comenzar a ordenarse
y, por eso mismo, a pasar de la potencia al acto. En efecto, debe comprenderse bien
que este paso no se efecta instantneamente, sino que se prosigue en el curso de
todo el trabajo inicitico, del mismo modo que, desde el punto de vista
macrocsmico, este paso se prosigue durante todo el curso del ciclo de
manifestacin del mundo considerado; el cosmos, o el orden, no existe todava
68
ms que virtualmente por el hecho del Fiat Lux inicial (que, en s mismo, debe ser
considerado como teniendo un carcter propiamente a-temporal, puesto que
precede al desarrollo del ciclo de manifestacin y, por consiguiente, no puede
situarse en el interior de ste), y, del mismo modo, la iniciacin no est cumplida
ms que virtualmente por la comunicacin de la influencia espiritual cuya luz es en
cierto modo su soporte ritual.
Las dems consideraciones que se pueden deducir an de la divisa Ordo ab
Chao, se refieren ms bien al papel de las organizaciones iniciticas con respecto al
mundo exterior: puesto que, la realizacin del orden, se prosigue de una manera
continua hasta el agotamiento de las posibilidades que estn implicadas en ella
(agotamiento por el que se alcanza el extremo lmite, hasta donde puede extenderse
la medida de este mundo), todos los seres que son capaces de tomar consciencia de
ello deben, cada uno en su sitio y segn sus posibilidades propias, concurrir
efectivamente a esta realizacin, que se designa tambin, en el orden general y
exterior, como la realizacin del plan del Gran Arquitecto del Universo; al mismo
tiempo que cada uno de ellos, por el trabajo inicitico propiamente dicho, realiza en
s mismo, interiormente y en particular, el plan que corresponde a ste desde el
punto de vista microcsmico.
Se puede comprender fcilmente que esto sea susceptible, en todos los
dominios, de aplicaciones diversas y mltiples; as, en lo que concierne ms
especialmente al orden social, aquello de lo que se trata podr traducirse por la
constitucin de una organizacin tradicional completa, bajo la inspiracin de las
organizaciones iniciticas que, al constituir su parte esotrica, sern como el
espritu mismo de todo el conjunto de esta organizacin social; es lo que, en
conexin con la divisa de la que hablamos al presente, se designa en la Masonera
escocesa como el reino del Sacro Imperio, por un recuerdo evidente de la
constitucin de la antigua Cristiandad, considerada como una aplicacin del arte
real en una forma tradicional particular. Y esto representa un orden verdadero,
por oposicin al caos representado por el estado puramente profano al cual
corresponde la ausencia de una tal organizacin.
Mencionaremos tambin, sin insistir ms en ello, otra significacin de un
carcter ms particular, que, por lo dems, se relaciona bastante directamente con la
que acabamos de indicar en ltimo lugar, ya que se refiere en suma al mismo
dominio: esta significacin se refiere a la utilizacin, para hacerlas concurrir a la
realizacin del mismo plan de conjunto, de organizaciones exteriores, inconscientes
de este plan como tales, y aparentemente opuestas las unas a las otras, bajo una
direccin invisible nica, que est, ella misma, ms all de toda oposicin; ya
hemos hecho alusin a ello precedentemente, al sealar que esto haba encontrado su
aplicacin, de una manera particularmente clara, en la tradicin Extremo Oriental.
En s mismas, las oposiciones, por la accin desordenada que producen, constituyen
en efecto una suerte de caos al menos aparente; pero se trata precisamente de
hacer servir a este caos mismo (tomndolo en cierto modo como la materia
sobre la cual se ejerce la accin del espritu, representado por las organizaciones
69
Carbonarismo
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XII, prrafos 10.
En el Carbonarismo, se constata, por una parte, que es imposible asignarle
un origen histrico de este gnero, y, por otra, que sus rituales presentan
claramente el carcter de una iniciacin de oficio, emparentado como tal a la
Masonera y al Compaerazgo; pero, mientras que stos han guardado siempre una
cierta conciencia de su carcter inicitico, por disminuida que est debido a la
intrusin de preocupaciones de orden contingente, y a la parte cada vez mayor que
se les ha hecho en ellos, parece (aunque nunca se pueda ser absolutamente afirmativo
a este respecto, puesto que un pequeo nmero de miembros, y que no son
forzosamente los jefes aparentes, pueden constituir siempre la excepcin a la
incomprensin general sin dejar aparecerlo en nada) que el Carbonarismo haya
llevado finalmente la degeneracin al extremo, hasta el punto de no ser nada ms de
hecho que aquella simple asociacin de conspiradores polticos cuya accin es
conocida en la historia del siglo XIX. Los Carbonarios se mezclaron entonces a otras
asociaciones de fundacin completamente reciente y que nunca haban tenido nada
de inicitico, mientras que, por otro lado, muchos de entre ellos pertenecan al
mismo tiempo a la Masonera, lo que puede explicarse a la vez por la afinidad de las
dos organizaciones y por una cierta degeneracin de la Masonera misma, que va en
70
Al final del Medioevo, cuando las fiestas grotescas de que hablamos fueron suprimidas o cayeron
en desuso, se produjo una expansin de la hechicera sin ninguna proporcin con lo que se haba visto
en los siglos precedentes; estos dos hechos guardan entre s una relacin bastante directa, aunque
generalmente inadvertida, lo que es tanto ms asombroso cuanto que hay ciertas semejanzas bastante
llamativas entre dichas fiestas y el sabat de los hechiceros, donde todo se haca tambin al revs.
71
individuo, hace, al contrario, aparecer, a los ojos de todos, lo que l lleva realmente
en s, pero que debe habitualmente disimular. Es bien notar, pues ello muestra con
ms precisin an el carcter de estos hechos, que hay as como una parodia de esa
reversin que, segn lo hemos explicado en otro lugar, se produce en cierto grado
del desarrollo inicitico; parodia, decimos, y contrahechura verdaderamente
satnica, pues all esa reversin es una exteriorizacin, no ya de la espiritualidad,
sino, muy al contrario, de las posibilidades inferiores del ser.
Casa
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. LXVI, prrafo 3.
La casa era entonces una imagen del cosmos, es decir, como un pequeo
mundo cerrado y completo en s; y, si se advierte que aparece encuadrada o
enmarcada por el meandro (el Laberinto) exactamente como la Logia, cuya
significacin csmica no se ha perdido, est enmarcada por la cadena de unin, la
identidad entre ambos smbolos resulta por completo evidente: en uno y otro caso,
no se trata en definitiva sino de una representacin del marco mismo del cosmos.
Castas
Autoridad Espiritual, Poder Temporal, cap. I, prrafo 2.
El principio de la institucin de las castas, tan completamente
incomprendido por los occidentales, no es otra cosa que la diferencia de naturaleza
72
que existe entre los individuos humanos, y que establece entre ellos una jerarqua,
cuyo desconocimiento no puede conducir ms que al desorden y a la confusin. Es
precisamente este desconocimiento el que est implicado en la teora igualitaria,
tan querida al mundo moderno, teora que es contraria a todos los hechos mejor
establecidos, y que es desmentida incluso por la simple observacin corriente, puesto
que la igualdad no existe en realidad en ninguna parte.
Las palabras que sirven para designar la casta en la India, no significan otra
cosa que naturaleza individual; con ello es menester entender el conjunto de los
caracteres que se agregan a la naturaleza humana especfica, para diferenciar a los
individuos entre s.
En efecto, cada hombre, en razn de su naturaleza propia, es apto para
desempear tales funciones definidas con la exclusin de tales otras. Cada uno se
encuentre en el lugar que debe ocupar normalmente, y a fin de que as el orden
social traduzca exactamente las relaciones jerrquicas que resultan de la naturaleza
misma de los seres. Tal es, resumida en pocas palabras, la razn fundamental de la
existencia de las castas.
Autoridad Espiritual, Poder Temporal, cap III, prrafo 7 y nota 10.
Se nos reprochar quizs hablar como si hubiera castas por todas partes, y
extender indebidamente a toda organizacin social unas denominaciones que no
convienen propiamente ms que a la de la India; y sin embargo, puesto que estas
denominaciones designan en suma funciones que se encuentran necesariamente en
toda sociedad, no pensamos que sta extensin sea abusiva. Es verdad que la casta no
es solamente una funcin, que es tambin, y ante todo, aquello que, en la naturaleza
de los individuos humanos, les hace aptos para desempear esa funcin
preferentemente a toda otra; pero estas diferencias de naturaleza y de aptitudes
existen tambin por todas partes donde hay hombres. La diferencia entre una
sociedad donde hay castas, en el verdadero sentido de la palabra, y aquella donde no
las hay, es que, en la primera, hay una correspondencia normal entre la naturaleza de
los individuos y las funciones que ejercen, bajo la sola reserva de los errores de
aplicacin que no son en todo caso ms que excepciones, mientras que, en la
segunda, esta correspondencia no existe, o, al menos, no se encuentra ms que
accidentalmente; y este ltimo caso es el que se produce cuando la organizacin
social carece de base tradicional.
Apenas hay necesidad de hacer observar que las clases sociales, tales como
se entienden hoy da en occidente, no tienen nada en comn con las verdaderas
castas y que todo lo ms no son sino una especie de contrahechura sin valor ni
alcance, puesto que en modo alguno se fundan sobre la diferencia de las posibilidades
implcitas en la naturaleza de los individuos.
Por lo dems, hay tambin otra razn, que, por ser ms contingente, no es
desdeable, y que es sta: es muy destacable que la organizacin social de la Edad
Media haya estado calcada exactamente sobre la divisin de las castas,
correspondiendo el clero a los Brhmanes, la nobleza a los Kshatriyas, el tercer estado
73
a los Vaishyas, y los siervos a los Shdras; no eran castas en toda la acepcin de la
palabra, pero esta coincidencia, que ciertamente no tiene nada de fortuito, no
permite menos efectuar muy fcilmente una transposicin de trminos para pasar de
uno a otro de estos dos casos.
74
Catlicos
(Ver: Don de lenguas)
Caverna
El Simbolismo de la Cruz, cap. VIII, nota 2.
Cavidad del corazn, que representa el lugar de la unin de lo individual con
lo universal.
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. XXIX, prrafo 4.
La verdad es que, muy lejos de constituir un lugar tenebroso, la caverna
inicitica est iluminada interiormente, de modo que, al contrario, la oscuridad reina
fuera de ella, pues el mundo profano se asimila naturalmente a las tinieblas
exteriores y el segundo nacimiento es, a la vez, una iluminacin.
Censos
El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. XXI, nota 1.
Habra mucho que decir sobre las prohibiciones formuladas en algunas
tradiciones contra los censos, salvo en algunos casos excepcionales; si se dijera que
esas operaciones y todas aquellas de lo que se llama el estado civil tienen, entre
otros inconvenientes, el de contribuir a abreviar la duracin de la vida humana (lo
que, por lo dems, es conforme con la marcha misma del ciclo, sobre todo en sus
ltimos periodos), sin duda sera poco credo, y sin embargo, en algunos pases, los
campesinos ms ignorantes saben muy bien como un hecho de experiencia corriente,
que, si se cuentan con demasiada frecuencia los animales, mueren muchos ms que si
75
Centro
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap VIII, prrafos 2, 8 y ltimo.
El Centro es, ante todo, el origen del punto de partida de todas las cosas; es
el punto principal, sin forma ni dimensiones, por lo tanto indivisible, y, por
consiguiente, la nica imagen que pueda darse de la Unidad primordial. De l, por su
irradiacin, son producidas todas las cosas, as como la Unidad produce todos los
nmeros, sin que por ello su esencia quede modificada o afectada en manera alguna.
El punto central, es el Principio, el Ser puro; y el espacio que colma con su
irradiacin, y que no es sino esa irradiacin misma (el Fiat Lux del Gnesis), sin la cual
tal espacio no sera sino privacin y nada; es el Mundo en el sentido ms amplio del
trmino, el conjunto de todos los seres y todos los estados de Existencia, que
constituyen la manifestacin universal.
El recorrido de un ciclo cualquiera, o la rotacin de la circunferencia, es la
sucesin, sea en el modo temporal, sea en cualquier otro modo; la fijeza del Centro
es la imagen de la eternidad, donde todas las cosas son presentes en simultaneidad
perfecta.
El Simbolismo de la Cruz, cap. VIII, prrafo 6.
(Ver el Cuadrado Mgico).
El Centro del Universo, que tiene su reflejo directo en el punto central de
todos los mundos y tambin en el de todos los seres (se designa figuradamente como
el corazn).
El Simbolismo de la Cruz, cap. IX, prrafo 4.
La naturaleza dual del rbol de la Ciencia del bien y del mal, slo se le
presenta a Adn en el momento de la cada, ya que es entonces cuando se vuelve
conocedor de bien y del mal. Es tambin entonces cuando se aleja del Centro, lugar
de la Unidad primera, a la que corresponde el rbol de la Vida; y es precisamente
para guardar el camino del rbol de la Vida por lo que los Kerubim (los
tetramorfos, que sintetizan en s el cuaternario de la fuerzas elementales), armados
con la espada flameante, son colocados a la entrada del Edn.
Este centro se ha vuelto inaccesible para el hombre cado, tras perder el
sentido de la eternidad, que es tambin el sentido de la unidad. Volver al Centro
mediante la restauracin del estado primordial, y alcanzar el rbol de la Vida, es
recuperar el sentido de la eternidad.
76
Centro Supremo
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap IV, ltimo prrafo.
Que algo de el Centro Supremo subsista empero, aun en cierto modo
invisiblemente, es forzosamente necesario en tanto que la forma tradicional de que se
trata, permanezca viva; de no ser as, equivaldra a decir que el espritu se ha
retirado enteramente de ella y que no queda sino un cuerpo muerto.
En resumen, el Centro es a la vez el principio y el fin de todas las cosas; es,
segn un simbolismo muy conocido, el alfa y el omega. Mejor an, es el principio, el
centro y el fin.
Apreciaciones sobre el Esoterismo Cristiano, cap. VIII, ltimo prrafo.
Las cosas "sustituidas" pueden ser palabras u objetos simblicos; pero esto
puede referirse sea a los diversos centros secundarios en tanto que imgenes o
reflejos del Centro Supremo, sea a las fases sucesivas del "oscurecimiento" que se
produce gradualmente, en conformidad con las leyes cclicas, en la manifestacin de
77
esos mismos centros con relacin al mundo exterior. Por otra parte, el primero de
estos dos casos entra en cierta manera en el segundo, pues la constitucin misma de
los centros secundarios, correspondientes a las formas tradicionales particulares,
cualesquiera fueren, seala ya un primer grado de oscurecimiento con respecto a la
Tradicin Primordial; en efecto, el Centro supremo, desde entonces, ya no est en
contacto directo con el exterior, y el vnculo no se mantiene sino por intermedio de
centros secundarios. Por otra parte, si uno de stos llega a desaparecer, puede
decirse que en cierto modo se ha reabsorbido en el Centro Supremo, del cual no era
sino una emanacin. Tambin aqu, por lo dems, cabe observar grados: puede
ocurrir que un centro tal se haga solamente ms oculto y ms cerrado, y esto puede
ser representado por el mismo simbolismo que su desaparicin completa, ya que
todo alejamiento del exterior es simultneamente, y en equivalente medida, un
retorno hacia el Principio. Queremos aludir aqu al simbolismo de la desaparicin
definitiva del Grial: que ste haya sido arrebatado al Cielo, segn ciertas versiones, o
que haya sido transportado al "Reino del Preste Juan", segn otras, significa
exactamente la misma cosa. Se trata siempre de esa misma retirada de lo exterior
hacia lo interior, en razn del estado del mundo en determinada poca; o, para
hablar con ms exactitud, de esa porcin del mundo que se encuentra en relacin
con la forma tradicional considerada; tal retirada no se aplica aqu, por lo dems, sino
a la vertiente esotrica de la tradicin, ya que en el caso del Cristianismo el lado
exotrico ha permanecido sin cambio aparente; pero precisamente por el lado
esotrico se establecen y mantienen los vnculos efectivos y conscientes con el
Centro Supremo.
Se dice que el Graal no fue ya visto como antes, pero no se dice que nadie lo
vio ya; sin duda, en principio al menos, est siempre presente para los que estn
"cualificados"; pero, de hecho, stos han devenido cada vez ms raros, hasta el punto
de no constituir ms que una nfima excepcin; y, desde la poca en la que se dice
que los Rosa-Cruz se retiraron a Asia, ya se entienda ello literal o simblicamente
qu posibilidades de arribar a la iniciacin efectiva pueden encontrar abiertas ante
ellos en el mundo occidental?
Ceremonias
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XIX, prrafos 5 y 6.
Ahora, se podra formular esta pregunta: por qu agregar as ceremonias a
los Ritos, como si lo no humano tuviera necesidad de esta ayuda humana, mientras
que debera permanecer ms bien tan despejado como es posible de semejantes
contingencias? La verdad, simplemente, es que en eso hay una consecuencia de la
necesidad que se impone de tener en cuenta las condiciones de hecho, que son las de
la humanidad terrestre, al menos en tal o cual perodo de su existencia; se trata de
una concesin hecha a un cierto estado de decadencia, desde el punto de vista
espiritual, de los hombres que estn llamados a participar en los Ritos; son estos
hombres, y no los ritos, los que tienen necesidad de la ayuda de las ceremonias. No
78
Ceremonia y Rito
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. XIII, prrafo 1, 2, 4 y 5, y nota 4.
Mientras que los Ritos, como todo lo que es de orden realmente tradicional,
implican necesariamente un elemento no-humano, las ceremonias, al contrario,
son algo puramente humano y no pueden pretender a nada ms que a efectos
estrictamente limitados a este dominio, e incluso, se podra decir, a sus aspectos ms
exteriores, ya que esos efectos, en realidad, son exclusivamente psicolgicos y
sobre todo emotivos. Esa tendencia que se manifiesta por la pretensin de explicar
psicolgicamente los efectos de los Ritos mismos.
Las ceremonias, en tanto que, agregndose accidentalmente a los Ritos,
hacen que stos, en un perodo de oscurecimiento espiritual, sean ms accesibles a la
generalidad de los hombres, a quienes preparan as en cierto modo para recibir sus
efectos, porque estos efectos ya no pueden ser alcanzados inmediatamente sino por
medios completamente exteriores como esos. Para que ese papel de ayudantes sea
legtimo e incluso para que pueda ser realmente eficaz, es menester tambin que el
79
Cero matemtico
Los Principios del Clculo Infinitesimal, cap XIV, prrafo 3.
El cero matemtico, en su acepcin estricta y rigurosa, no es ms que una
negacin, al menos bajo el aspecto cuantitativo, y no se puede decir que la ausencia
de cantidad constituye an una cantidad.
Los Principios del Clculo Infinitesimal, cap XV, prrafo 3 y ltimo.
El cero puro y simple, no es otra cosa que la negacin de la cantidad, bajo
cualquier modo en que sta se considere.
Es verdaderamente extrao que los matemticos tengan generalmente el
hbito de considerar el cero como una pura nada, y que no obstante les sea imposible
no mirarle, al mismo tiempo, como dotado de una potencia indefinida, puesto que,
colocado a la derecha de otra cifra llamada significante, contribuye a formar la
representacin de un nmero que, por la repeticin de ese mismo cero, puede
crecer indefinidamente, como ocurre, por ejemplo, en el caso del nmero diez y de
sus potencias sucesivas. Si realmente el cero no fuera ms que una pura nada, eso no
podra ser as, e incluso, a decir verdad, no sera entonces mas que un signo intil,
enteramente desprovisto de todo valor efectivo.
Cero metafsico
Los Principios del Clculo Infinitesimal, cap XV, prrafos 6 y 7.
El Cero metafsico, que es el No Ser, no es ya ms el cero de cantidad como
la Unidad metafsica, que es el Ser, no es la unidad aritmtica; lo que se designa as
con estos trminos no puede serlo ms que por transposicin analgica, puesto que,
desde que uno se coloca en lo Universal, se est evidentemente ms all de todo
dominio especial como el de la cantidad. Por lo dems, no es en tanto que representa
80
lo indefinidamente pequeo como el cero, por una tal transposicin, puede ser
tomado como smbolo del No Ser, sino en tanto que, segn su acepcin matemtica
ms rigurosa, representa la ausencia de cantidad, que, en efecto, simboliza en su
orden la posibilidad de no manifestacin, del mismo modo que la unidad simboliza la
posibilidad de manifestacin, puesto que es el punto de partida de la multiplicidad
indefinida de los nmeros, como el Ser es el principio de toda manifestacin.
Esto nos conduce a observar tambin que, de cualquier manera que se
considere el cero, no podra, en todo caso, ser tomado por una pura nada, que no
corresponde metafsicamente ms que a la imposibilidad, y que, por lo dems,
lgicamente, no puede ser representada por nada.
Ciclo csmico
Formas Tradicionales y Ciclos Csmicos, cap. Algunas Observaciones sobre la
Doctrina de los Ciclos Csmicos, prrafo 2.
Hemos de considerar que un ciclo, en la acepcin ms general de este
trmino, representa el proceso de desarrollo de un estado cualquiera de
manifestacin o, si se trata de ciclos menores, el de alguna de las modalidades ms o
menos restringidas y especializadas de ese estado.
Formas Tradicionales y Ciclos Csmicos, cap. Algunas Observaciones sobre la
Doctrina de los Ciclos Csmicos, prrafo 3.
Kalpa: el ciclo ms extenso. Manvantara, ciclos que se desarrollan dentro del
Kalpa y que tienen subdivisiones.
A este nivel, los ciclos tienen un carcter a la vez csmico e histrico, pues
conciernen ms especialmente a la humanidad terrestre, aunque estn al tiempo
estrechamente vinculados con los acontecimientos que se producen en nuestro
mundo fuera de sta.
El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. V, prrafos 7 y 8.
El acrecentamiento de la velocidad de los acontecimientos, a medida que se
acerca el fin del ciclo, puede compararse a la aceleracin que existe en el
movimiento de cada de los cuerpos pesados. Y puesto que la marcha descendente de
la manifestacin -y por consiguiente del ciclo que es su expresin-, se efecta desde
81
82
El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. XXIV, prrafo 3 y nota
83
corporal; pero, en los dos casos, se ha pasado igualmente a las modalidades extracorporales, superiores para uno e inferiores para el otro, de suerte que se puede
decir, en definitiva, que la manifestacin corporal misma, en lo que concierne al
ciclo de que se trata, realmente se ha desvanecido o volatilizado enteramente. Se
ve que, en todo eso y hasta el final, es menester considerar siempre los dos trminos
que corresponden a lo que el hermetismo designa respectivamente como
coagulacin y solucin, y esto desde los dos lados a la vez: del lado benfico,
se tiene as la cristalizacin y la sublimacin; y, del lado malfico, se tiene la
precipitacin y el retorno final a la indistincin del caos.
Debe estar claro que los dos lados que llamamos aqu benfico y
malfico responden exactamente a los de la derecha y de la izquierda en los
que son colocados respectivamente los elegidos y los condenados en el Juicio
Final, es decir, precisamente, en el fondo, en la discriminacin final de los
resultados de la manifestacin cclica.
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XL, ltimo prrafo.
No obstante, se podra objetar esto: si el fin de un ciclo debe coincidir
necesariamente con el comienzo de otro, cmo podr juntarse el punto ms bajo
con el punto ms alto? En efecto, deber operarse un enderezamiento, y no ser
posible, precisamente, ms que cuando se haya alcanzado el punto ms bajo: esto se
vincula propiamente al secreto de la inversin de los polos. Por otra parte, este
enderezamiento deber ser preparado, incluso visiblemente, antes del fin del ciclo
actual; pero no podr serlo ms que por aquel que, uniendo, en l, las potencias del
Cielo y de la Tierra, las del oriente y del occidente, manifestar al exterior, a la vez
en el dominio del conocimiento y en el de la accin, el doble poder sacerdotal y real
conservado a travs de las edades, en la integridad de su principio nico, por los
detentadores ocultos de la Tradicin primordial. Por lo dems, sera vano querer
buscar saber ahora cundo y cmo se producir una tal manifestacin, y sin duda ser
muy diferente de todo lo que se podra imaginar a este respecto; los misterios del
Polo (el-asrr-el-qutbniyah) estn ciertamente bien guardados, y nada de ellos podr
ser conocido en el exterior, antes de que se cumpla el tiempo fijado.
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. XXVIX, prrafos 3y 4.
Lo que se produce al fin de un ciclo, requiere un poco ms de explicacin. En
efecto, es menester destacar que el enderezamiento, por el que se opera el retorno
del punto ms bajo al punto ms alto, es propiamente instantneo, es decir, que,
en realidad, es a-temporal, o mejor, para no restringirnos a la consideracin de las
condiciones especiales de nuestro mundo, est al margen de toda duracin, lo que
implica un paso por lo no manifestado: es lo que constituye el intervalo (sandhy),
que, segn la tradicin hind, existe siempre entre dos ciclos o dos estados de
manifestacin. Si ello fuera de otro modo, el origen y el fin no podran coincidir en
el Principio -si se trata de la totalidad de la manifestacin-, ni corresponderse, si se
consideran solo ciclos particulares; por lo dems, en razn de la instantaneidad de
84
85
Cielo y Cielos
El Hombre y su Devenir segn el Vdnta, cap. XXI, nota 21.
Es eso lo que corresponde ms exactamente a los Cielos o a los Parasos
de las religiones occidentales (en las que, a este respecto, comprendemos el
Islamismo); cuando se considera una pluralidad de Cielos (que se representan
frecuentemente por correspondencias planetarias), se debe entender por ello todos
los estados superiores a la Esfera de la Luna (considerada a veces, ella misma, como
el primer Cielo en cuanto a su aspecto de Jauna Coeli), hasta el Brahma-Loka
inclusive.
Cielo y Tierra
La Gran Trada, cap.III, prrafo 2.
En lo Universal, y vistos del lado de su principio comn, el Cielo y la Tierra
se asimilan respectivamente a la perfeccin activa (Khien) y a la perfeccin pasiva
(Khouen), de las que ni la una ni la otra son la Perfeccin en el sentido absoluto,
puesto que hay ah ya una distincin que implica forzosamente una limitacin; vistos
del lado de la manifestacin, son solo la Esencia y la Substancia, que, como tales, se
sitan a un menor grado de universalidad, puesto que no aparecen as precisamente
ms que en relacin a la manifestacin. En todos los casos, y a cualquier nivel que se
les considere correlativamente, el Cielo y la Tierra son siempre respectivamente un
principio activo y un principio pasivo, o, segn uno de los simbolismos ms
generalmente empleados a este respecto, un principio masculino y un principio
femenino, lo que es efectivamente el tipo mismo del complementarismo por
excelencia.
Ciencia (Origen)
La Crisis del Mundo Moderno, cap. IV, prrafo 11 y nota 4.
Segn la concepcin tradicional, una ciencia cualquiera tiene menos su
86
Circuambulacin
La Gran Trada, cap. VII, penltimo prrafo.
Otra cuestin conexa a la de la orientaciones, es la del sentido de las
circuambulaciones rituales, en las diferentes formas tradicionales. Es fcil darse
cuenta de que este sentido se determina en efecto, ya sea por la orientacin polar o
ya sea por la orientacin solar, en la acepcin que hemos dado ms atrs a estas
expresiones. Si se consideran las figuras aqu expuestas, el primer sentido es aquel en
el que, mirando hacia el Norte, se ven girar las estrellas alrededor del polo; por el
contrario, el segundo sentido es aquel en el que se efecta el movimiento aparente
del Sol para un observador que mira hacia el Sur. La circuambulacin se cumple
teniendo constantemente el centro a su izquierda en el primer caso, y, al contrario, a
su derecha en el segundo (lo que se llama en snscrito pradakshin); este ltimo modo
es el que est en uso, en particular, en la tradicin hind y tibetana, mientras que el
otro se encuentra concretamente en la tradicin islmica. A esta diferencia de
sentidos se vincula igualmente el hecho de avanzar el pie derecho o el pie izquierdo,
el primero, en una marcha ritual: considerando todava las mismas figuras, se puede
ver fcilmente que el pie que debe ser avanzado primero, es forzosamente el del lado
opuesto al lado que est vuelto hacia el centro de la circuambulacin, es decir, el pie
derecho en el primer caso (Fig. 13) y el pie izquierdo en el segundo (Fig. 14); y este
orden de marcha se observa generalmente, incluso cuando no se trata de
circuambulaciones hablando propiamente, como para marcar de alguna manera la
predominancia respectiva del punto de vista polar o del punto de vista solar, ya
87
sea en una forma tradicional dada, o ya sea incluso a veces para perodos diferentes
en el curso de la existencia de una misma tradicin.
Quizs que no carezca de inters hacer observar que el sentido de estas
circuambulaciones, que van respectivamente de derecha a izquierda (Fig. 13) y de
izquierda a derecha, corresponde igualmente a la direccin de la escritura en las
lenguas sagradas de estas mismas formas tradicionales. En la Masonera, bajo su
forma actual, el sentido de las circuambulaciones es solar pero parece haber sido,
al contrario, polar primeramente en el antiguo Ritual operativo, segn el cual el
trono de Salomn estaba situado al Occidente y no al Oriente, para permitir a su
ocupante contemplar el Sol en su salida.
La inter-versin que se ha producido respecto a este orden de marcha en
algunos Ritos masnicos es tanto ms singular cuanto que est en desacuerdo
manifiesto con el sentido de las circuambulaciones; las indicaciones que acabamos de
dar proveen evidentemente la regla correcta a observar en todos los casos.
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. XXXV, nota 6.
Segn la modalidad solar del simbolismo, la circuambulacin se cumple
teniendo constantemente a la derecha el centro en torno del cual se gira; segn la
modalidad polar, se cumple en sentido opuesto al anterior, o sea teniendo el centro
siempre a la izquierda. El primer caso es el de la pradkshin, tal como est en uso en
las tradiciones hind y tibetana; el segundo se encuentra particularmente en la
tradicin islmica; quiz no carezca de inters sealar que el sentido de esas
circuambulaciones, respectivamente de izquierda a derecha y de derecha a
izquierda, corresponde igualmente a la direccin de la escritura en las lenguas
sagradas de dichas formas tradicionales. En la Masonera, en su forma actual, el
sentido de las circuambulaciones es solar; pero parece, al contrario, haber sido
polar en el antiguo ritual operativo, segn el cual el Trono de Salomn estaba
adems situado a occidente y no a oriente.
Circunferencia = espira
El Simbolismo de la Cruz cap. XV, Prrafos 3, 4 y 5.
Ahora bien, para que haya verdaderamente continuidad (y no repeticin), es
menester que el fin de cada circunferencia, coincida con el comienzo de la
circunferencia siguiente (y no con el de la misma circunferencia); y para que esto sea
posible sin que dos circunferencias sucesivas se confundan, es menester que esas
circunferencias -o ms bien las curvas que hemos considerado como tales- sean en
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Circunferencias concntricas
El Simbolismo de la Cruz, cap. XV, nota 3.
Puesto que la longitud de una circunferencia es tanto ms grande cuanto ms
se aleja del centro esa circunferencia, a primera vista parece que debe contener ms
puntos; pero, por otra parte, si se observa que cada punto de una circunferencia es la
extremidad de uno de sus radios, y que dos circunferencias concntricas tienen los
mismos radios, se debe concluir que no hay ms puntos en la ms grande que en la
ms pequea. La solucin de esta aparente dificultad se encuentra en lo que hemos
indicado en la nota precedente: es que, en realidad, no hay un nmero de los puntos
en una lnea, que esos puntos no pueden numerarse propiamente, puesto que su
multitud est ms all del nmero. Adems, si hay siempre los mismos puntos (si es
posible emplear esta manera de hablar en estas condiciones) en una circunferencia
que disminuye al acercarse a su centro, como esta circunferencia, en el lmite, se
reduce al centro mismo, ste, aunque no es ms que un solo punto, debe contener
entonces todos los puntos de la circunferencia, lo que equivale a decir que todas las
cosas estn contenidas en la unidad.
89
Ciudad
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. XIII, prrafo 3 y 4.
El plano tradicional de la ciudad es una imagen del Zodiaco, y se encuentra
inmediatamente as la correspondencia de los puntos cardinales con las estaciones; en
efecto: el Solsticio de Invierno, corresponde al Norte; el Equinoccio de Primavera,
al Este; el Solsticio de Verano, al Sur; y, el Equinoccio de Otoo, al Oeste. En la
divisin en cuarteles o barrios, cada uno de stos deber, naturalmente,
corresponder al conjunto formado por tres de los doce signos zodiacales: uno de los
signos solsticiales o equinocciales, que pueden llamarse signos cardinales, y los dos
signos adyacentes a l. Habr, pues, tres signos comprendidos en cada cuadrante si
la forma del recinto es circular, o en cada lado si es cuadrangular; esta segunda forma
es, por otra parte, ms apropiada para una ciudad, porque expresa una idea de
estabilidad que conviene a un establecimiento fijo y permanente, y tambin porque
aquello de que se trata no es el Zodiaco celeste mismo, sino solo una imagen y como
una suerte de proyeccin terrestre de l. A este respecto, recordaremos
incidentalmente que, sin duda por razones anlogas, los antiguos astrlogos trazaban
sus horscopos en forma cuadrada, en la cual cada lado estaba ocupado tambin por
tres signos zodiacales.
La reparticin de las castas en la ciudad sigue exactamente la marcha del
ciclo anual, que normalmente comienza en el Solsticio de Invierno. El Norte,
considerado como el punto ms elevado (ttara) y correspondiente tambin al punto
de partida de la tradicin, conviene naturalmente a los brahmanes; los kshtriya se
sitan en el punto inmediato siguiente de la correspondencia cclica, es decir, en el
Este, lado del sol levante; de la comparacin de ambas posiciones, podra inferirse
legtimamente que, mientras que el carcter del sacerdocio es polar el de la realeza
es solar, lo cual se vera confirmado tambin por muchas otras consideraciones
simblicas; y quiz, incluso, ese carcter solar no deje de estar en relacin con el
hecho de que los Avatra de los tiempos histricos, procedan de la casta de los
kshtriya. Los vaishya, ubicados en el tercer lugar, se sitan en el Sur, y con ellos
termina la sucesin de las castas de los nacidos dos veces; no queda para los shdra
sino el Oeste, que en todas partes se considera como el lado de la obscuridad.
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. XIII, prrafo 7.
La fundacin de las ciudades, la eleccin de su sitio y el plan segn el cual se
las construa, se hallaban sometidos a reglas pertenecientes esencialmente a la
ciencia sagrada y, por consiguiente, estaban lejos de responder solo a fines
utilitarios, por lo menos en el sentido exclusivamente material que se da
actualmente a esa palabra; por completamente extraas que sean estas cosas a la
mentalidad de nuestros contemporneos, es preciso sin embargo tomarlas en cuenta,
sin lo cual quienes estudian los vestigios de las civilizaciones antiguas jams podrn
comprender el verdadero sentido y la razn de ser de lo que observan, aun en lo que
90
Clase media
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. XXVIX, prrafo 2.
La clase media, es la de las gentes que se consideran como cultivadas,
segn la expresin que est tan de moda hoy da; la concepcin de la cultura
profana, es en efecto muy caracterstica de la mentalidad de esa clase media, a la
que, por su brillo completamente superficial e ilusorio, da el medio de disimular
su verdadera nulidad intelectual. Esas mismas gentes son tambin las que se
complacen invocando la costumbre en toda circunstancia; y no hay que decir que
los Malmatiyah, o aquellos que en otras tradiciones se comportan como ellos, no
podran estar dispuestos de ninguna manera a tener en cuenta esa costumbre
desprovista de toda significacin y de todo valor espiritual, ni por consiguiente a
preocuparse de una opinin que no estima ms que apariencias detrs de las cuales
no hay nada. No es ciertamente ah donde el espritu, o la lite que lo representa,
puede encontrar un punto de apoyo, ya que todas esas cosas no reflejan
absolutamente nada de espiritual, y seran ms bien la negacin de toda
espiritualidad.
Iniciacin y Realizacin Espiritual, Apndice del cap. XXVIII, prrafo 5.
Los Malmatiyah estn constantemente con Dios por el hecho de que se
dominan siempre y no cesan de tener consciencia de su secreto dominical. Se culpan
a s mismos de todo lo que no pueden dispensarse de hacer aparecer en cuanto a
91
Clrigo
Autoridad Espiritual, Poder Temporal, cap. II, prrafo 6.
Originariamente, clrigo, no significa otra cosa que: hombre que sabe; y
se opone a laico, que designa al hombre del pueblo, es decir del vulgo, asimilado
al ignorante o al profano, a quien no puede pedrsele sino que crea lo que no es
capaz de comprender, porque es ese el nico medio de hacerle participar en la
tradicin, en la medida de sus posibilidades.
Comer
Estudios sobre el Hinduismo cap. 1 nota 3.
Hay cierto parentesco, que puede prestarse a confusin, entre las races bhaj
y bhuj; esta ltima, cuyo sentido primitivo es el de comer expresa sobre todo ideas
de disfrute, de posesin, de bienestar; por el contra, en la primera y en sus
derivados, como bhaga y sobre todo bhakti, las ideas predominantes son las de
veneracin, de adoracin, de respeto, de sacrificio o de dedicacin.
92
bastante sorprendente: ni los Judos ni los Gitanos tienen, a decir verdad, una lengua
completa, propia y definitiva, al menos en lo que hace al uso corriente. Tanto unos
como otros se sirven de la lengua de las regiones en donde viven, entremezclando
algunas palabras que les pertenecen, hebreas en el caso de los Judos, y, en el caso de
los Gitanos, palabras que les vienen tambin de una lengua ancestral de la cual
constituyen los ltimos restos. Estas semejanzas pueden explicarse considerando la
condicin de existencia de estos pueblos forzados a vivir dispersos en medio de
extranjeros. Pero hay una cosa que no puede explicarse tan fcilmente: y es que las
regiones recorridas por los Gitanos orientales y los Gitanos meridionales son
precisamente las mismas que habitan respectivamente los Ashkenazis y los Sefardes;
no sera demasiado simple pretender explicar esto como si se tratara de pura
coincidencia?
Las organizaciones del Compaerazgo, en las cuales evidentemente no cabe
el problema tnico, no podran tener a la vez vnculos de igual tenor, sea con los
Judos, sea con los Gitanos, o inclusive con los dos al mismo tiempo? Por el
momento al menos no tenemos intencin de explicar el origen y la razn de tales
vnculos, pero nos conformaremos con llamar la atencin sobre determinados
puntos: No estn los "Compaeros" divididos en diferentes ritos rivales, y que,
frecuentemente se encuentran en relaciones ms o menos hostiles? Sus viajes no
comportan itinerarios segn los ritos y con vinculaciones igualmente diferentes? No
cuentan de algn modo con un lenguaje particular, cuya base est formada por la
lengua corriente, pero distinguindose de ella en que usan trminos especiales, tal
como sucede en el caso de los Judos y los Gitanos? Acaso no es cierto que se usa el
vocablo "jerga" para distinguir aquel lenguaje convencional usado en ciertas
sociedades secretas, y particularmente por el Compaerazgo, tal como los Judos lo
usan para denominar el suyo propio? Y adems no es cierto acaso que en algunas
localidades rurales a los Gitanos se les llama "transentes", nombre por el cual
terminan confundidos con los buhoneros, y que es, como se sabe, una designacin
que se aplica igualmente a los Compaeros? Y para terminar, la leyenda del "Judo
errante" no podra derivar, como muchas otras, originalmente del Compaerazgo?
93
sta asegura por eso mismo la funcin del Guru, frente al iniciado; aqu importa poco
que sus cualificaciones a este respecto sean ms o menos completas y que, como
ocurre frecuentemente de hecho, no sea capaz de conducir a su discpulo ms que
hasta tal o cual estadio determinado.
En los casos donde la transmisin inicitica es efectuada por una pluralidad
de personas, se podra estar tentado de responder que aqu es la colectividad misma,
constituida por el conjunto de la organizacin inicitica considerada, la que
desempea el papel del Guru; pero, sin embargo, sin que se pueda decir que sea
enteramente falsa, al menos es completamente insuficiente. Lo que tenemos sobre
todo en vista, es la entidad psquica colectiva, a la cual algunos han dado muy
impropiamente el nombre de egregor. Lo colectivo como tal no podra rebasar
de ninguna manera el dominio individual, puesto que no es en definitiva ms que una
resultante de las individualidades componentes, ni por consiguiente ir ms all del
orden psquico; ahora bien, todo lo que no es ms que psquico, no puede tener
ninguna relacin efectiva y directa con la iniciacin, puesto que sta consiste
esencialmente en la transmisin de una influencia espiritual, destinada a producir
efectos de orden igualmente espiritual, y por tanto transcendente en relacin a la
individualidad; de donde, evidentemente, es menester concluir que todo lo que
puede hacer efectiva la accin, primeramente virtual, de esta influencia, debe tener
necesariamente un carcter supra-individual, y por eso mismo tambin, si puede
decirse, supra-colectivo. Por lo dems, entindase bien que, igualmente, no es en
tanto que individuo humano como el Guru propiamente dicho ejerce su funcin, sino
en tanto que representa algo supra-individual, de lo cual, en esa funcin, su
individualidad no es en realidad ms que el soporte; as pues, para que los dos casos
sean comparables, es menester que lo que aqu es asimilable al Guru no sea la
colectividad misma, sino el principio transcendente al cual sirve de soporte y que es
el nico que confiere un carcter inicitico verdadero. Por consiguiente, lo que se
trata es lo que se puede llamar, en el sentido ms estricto de la palabra, una
presencia espiritual, que acta en y por el trabajo colectivo mismo.
En la Kabbala hebraica se dice que, cuando los sabios conversan de los
misterios divinos, la Shekinah est entre ellos; as, incluso en una forma inicitica
donde el trabajo colectivo no parece ser, de una manera general, un elemento
esencial, por eso no est menos afirmada claramente una presencia espiritual en el
caso donde un tal trabajo tiene lugar, y se podra decir que esa presencia se
manifiesta en cierto modo en la interseccin de las lneas de fuerza que van de uno
a otro de aquellos que participan en l, como si su descenso fuera llamado
directamente por la resultante colectiva, que se produce en ese punto determinado y
que le proporciona un soporte apropiado.
Condiciones
Los Estados Mltiples del Ser, cap. IV, penltimo prrafo.
Son las que limitan las modalidades y cada una de estas condiciones,
94
Confucio (Kong-tseu)
El Esoterismo islmico y el Taosmo, cap X, prrafo 8 y 9.
Kong-tseu confesaba l mismo que en punto ninguno haba nacido al
conocimiento, es decir, que no haba alcanzado el conocimiento por excelencia, que
es el del orden metafsico y supra-racional; conoca los smbolos Tradicionales, pero
no haba penetrado su sentido profundo. Es por eso por lo que su obra deba estar
necesariamente limitada a un dominio especial y contingente, que era el nico de su
competencia; pero al menos se guardaba bien de negar lo que le rebasaba.
Soy, deca Kong-tseu, un hombre que ama a los antiguos y que pone todos
sus esfuerzos para adquirir sus conocimientos; y esta actitud, que es la opuesta del
individualismo de los occidentales modernos y de sus pretensiones a la originalidad
a cualquier precio, es la nica que es compatible con la constitucin de una
civilizacin Tradicional.
95
corazn de todos los hombres, se aplicaban antes a gobernar bien cada uno su propio
principado. Para gobernar bien sus principados, ponan antes el buen orden en sus
familias. Para poner el buen orden en sus familias, trabajaban antes en perfeccionarse
a s mismos. Para perfeccionarse a s mismos, regulaban antes los movimientos de sus
corazones. Para regular los movimientos de sus corazones, hacan antes su voluntad
perfecta. Para hacer su voluntad perfecta, desarrollaban sus conocimientos al
mximo posible. Uno desarrolla sus conocimientos escrutando la naturaleza de las
cosas. Una vez escrutada la naturaleza de las cosas, los conocimientos alcanzan su
grado ms alto. Habiendo llegado los conocimientos a su grado ms alto, la voluntad
deviene perfecta. Siendo la voluntad perfecta, los movimientos del corazn se
regulan. Estando regulados los movimientos del corazn, todo el hombre est exento
de defectos. Despus de haberse corregido a s mismo, se establece el orden en la
familia. Reinando el orden en la familia, el principado est bien gobernado. Estando
bien gobernado el principado, pronto todo el imperio goza de la paz.
Conocimiento fsico
Autoridad Espiritual, Poder Temporal, cap. III, nota 5.
El conocimiento fsico no es ms que el conocimiento de las leyes del
cambio, leyes que son solamente el reflejo de los principios transcendentes en la
naturaleza; sta, en su totalidad, no es otra cosa que el dominio del cambio; por lo
dems, el latn natura y el griego , expresan uno y otro la idea de devenir.
Conocimiento metafsico
Autoridad Espiritual, Poder Temporal, cap. VIII, prrafo 8.
El conocimiento metafsico, que es la verdadera sabidura, es el principio del
cual deriva todo otro conocimiento a ttulo de aplicacin a rdenes contingentes.
96
Conocimiento de s mismo
Miscelnea, cap. V, penltimo prrafo.
Concete a ti mismo: expresin que constaba en el frontispicio del Templo
de Delphos.
Quien se conoce a s mismo, conoce a su Seor: lo dice un hadith del
Profeta, que es como un complemento de la frase griega.
Continuidad y Discontinuidad
Los Principios del Clculo Infinitesimal, cap X, prrafos 2 y 3.
Es la continuidad de la extensin, la que es el verdadero fundamento de
todas las dems continuidades que se observan en la naturaleza corporal.
El tiempo es realmente continuo en s mismo, y no slo en la representacin
espacial por el movimiento que sirve para su medida. A este respecto, se podra decir
que el movimiento es en cierto modo doblemente continuo, ya que lo es a la vez por
su condicin espacial y por su condicin temporal; y esta suerte de combinacin del
tiempo y del espacio, de donde resulta el movimiento, no sera posible si uno fuera
discontinuo mientras que el otro es continuo.
Los Principios del Clculo Infinitesimal, cap XI, prrafos 1 y 2.
En lo que concierne a los fenmenos naturales, nos limitaremos a dar un
ejemplo muy simple de discontinuidad: si es menester una cierta fuerza para romper
una cuerda, y si se aplica a esa cuerda una fuerza cuya intensidad sea menor que esa,
97
no se obtendr una ruptura parcial, es decir, de una parte de los hilos que componen
la cuerda, sino slo una tensin, lo que es completamente diferente; si se aumenta la
fuerza de una manera continua, la tensin crecer primero tambin de una manera
continua, pero llegar un momento en que se producir la ruptura, y entonces, de
una manera sbita y en cierto modo instantnea, se tendr un efecto de una
naturaleza completamente diferente del precedente, lo que implica manifiestamente
una discontinuidad; y as no es verdadero decir, en trminos enteramente generales y
sin restricciones de ningn tipo, que natura non facit saltus.
Sea como sea, basta en todo caso que las magnitudes geomtricas sean
continuas, como lo son en efecto, para que siempre se puedan tomar de ellas
elementos tan pequeos como se quiera, y, por consiguiente, que pueden devenir
ms pequeos que toda magnitud asignable; y como lo dice Leibnitz, es sin duda en
eso en lo que consiste la demostracin rigurosa del clculo infinitesimal, que se
aplica precisamente a estas magnitudes geomtricas. As pues, la ley de
continuidad puede ser el fundamentun in re de esas ficciones que son las cantidades
infinitesimales, as como tambin de esas otras ficciones que son las races
imaginarias.
Consagracin
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XVII, prrafos 5.
Se entiende por consagracin, como debe hacerse normalmente, la
transmisin de una influencia espiritual, o el Rito por el que sta se transmite
regularmente; y de esta ltima acepcin, ha provenido ms tarde para la misma
palabra, en el lenguaje eclesistico cristiano, la de conferir la ordenacin, que, en
efecto, es tambin una consagracin en este sentido, aunque en un orden diferente
del orden inicitico.
98
Consciencia
Los Estados Mltiples del Ser, cap. VII, prrafo 2.
Es aquello por lo cual, el ser individual participa de la Inteligencia Universal
(Budhi).
Contemplacin
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XVII, antepenltimo prrafo y nota 6.
No es una simple coincidencia el hecho de que haya una estrecha similitud
entre las palabras sagrado (sacratum) y secreto (secretum): en uno y otro caso, se
trata de lo que est puesto aparte (secernere, poner aparte, de donde el participio
secretum), reservado, separado del dominio profano; del mismo modo, el lugar
consagrado es llamado templum, cuya raz tem (que se encuentra en el griego temn,
cortar, recortar, separar, de donde temenos, recinto sagrado) expresa tambin la
misma idea; y la contemplacin, cuyo nombre proviene de la misma raz, se
vincula tambin a esta idea por su carcter estrictamente interior.
As pues, es etimolgicamente absurdo hablar de contemplar un
espectculo exterior cualquiera, como lo hacen corrientemente los modernos, para
quienes, en muchos casos, el verdadero sentido de las palabras parece estar
completamente perdido.
Contemplacin y accin
La Crisis del Mundo Moderno, cap. III, prrafos 6 y 7, y notas 3 y 4.
Las doctrinas orientales, y tambin las antiguas doctrinas occidentales, son
unnimes al afirmar que la contemplacin es superior a la accin, como lo inmutable
es superior al cambio.
Es en virtud de la relacin establecida as por lo que se dice que el Brhman es
el tipo de los seres estables, y que el Kshatriya es el tipo de los seres mviles o
cambiantes; as, todos los seres de este mundo, segn su naturaleza, estn
principalmente en relacin con uno o con el otro, ya que hay una perfecta
correspondencia entre el orden csmico y el orden humano.
En efecto, como consecuencia del carcter esencialmente momentneo de la
accin, es menester notar que, en el dominio de sta, los resultados estn siempre
separados de aquello que los produce, mientras que el conocimiento, por el
contrario, lleva su fruto en s mismo.
Cuanto ms se hunde uno en la materia, tanto ms se acentan y se
amplifican los elementos de divisin; inversamente, cuanto ms se eleva uno hacia la
espiritualidad pura, tanto ms se acerca a la unidad, que no puede realizarse
plenamente ms que por la consciencia de los principios universales.
99
Contnuo y discontnuo
Los Principios del Clculo Infinitesimal, cap. XXIII, nota 2.
En realidad, los movimientos de los que se compone la marcha son continuos
como todo movimiento, pero los puntos donde el hombre toca el suelo forman una
sucesin discontinua, de suerte que cada paso marca un intervalo determinado, y es
as como la distancia recorrida puede ser descompuesta en tales intervalos, puesto
que el suelo no es tocado en ningn punto intermediario.
Contra-iniciacin
El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. XXXVIII, prrafos 3 y
4, y notas 2, 3, 4 y 5.
Sea como sea, lo que permite que las cosas puedan llegar hasta tal punto, es
que la contra-iniciacin, es menester decirlo, no puede ser asimilada a una
invencin puramente humana, que no se distinguira en nada, por su naturaleza de la
pseudo-iniciacin pura y simple; en verdad, es mucho ms que eso, y, para serlo
efectivamente, es menester necesariamente que, de una cierta manera, y en cuanto a
su origen mismo, proceda de la fuente nica a la que se vincula toda iniciacin, y
tambin, ms generalmente, todo lo que manifiesta en nuestro mundo un elemento
no humano; pero procede de ella por una degeneracin que llega hasta su grado
ms extremo, es decir, hasta esa inversin que constituye el satanismo
propiamente dicho. Una tal degeneracin es evidentemente mucho ms profunda
que la de una tradicin simplemente desviada en una cierta medida, o incluso
truncada y reducida a su parte inferior; en eso hay incluso algo ms que en el caso de
esas tradiciones verdaderamente muertas y enteramente abandonadas por el espritu,
cuyos residuos puede utilizar la contra-iniciacin misma para sus fines as como lo
hemos explicado. Eso conduce lgicamente a pensar que esta degeneracin, debe
remontarse mucho ms lejos en el pasado; y, por obscura que sea esta cuestin de los
100
Se puede aplicar aqu analgicamente el simbolismo de la cada de los ngeles, puesto que
aquello de lo que se trata es lo que se le corresponde en el orden humano; y, por lo dems, es por eso
por lo que se puede hablar a este respecto de satanismo en el sentido ms propio y ms literal de la
palabra.
15
El ltimo grado de la jerarqua contra-inicitica est ocupado por lo que se llama los santos de
Satn (awliy esh-Shaytn), que son en cierto modo lo inverso de los verdaderos santos (awliy erRahman), y que manifiestan as la expresin ms completa posible de la espiritualidad al revs.
16
Esta conclusin extrema, bien entendido, no constituye de hecho ms que un caso excepcional, que
es precisamente el de los awliy esh-Shaytn; para aquellos que han ido menos lejos en este sentido,
se trata solo de una va sin salida, en la que pueden permanecer encerrados por una indefinidad
enica o cclica.
101
tambin son utilizados, aunque contra su voluntad, y aunque puedan pensar todo lo
contrario, en la realizacin del plan divino en el dominio humano; desempean en
l, como todos los dems seres, el papel que conviene a su propia naturaleza, pero,
en lugar de ser efectivamente conscientes de ese papel como lo son los verdaderos
iniciados, no son conscientes ms que de su lado negativo e inverso; as, estn
engaados ellos mismos, y de una manera que es mucho peor para ellos que la pura y
simple ignorancia de los profanos, puesto que, en lugar de dejarles en cierto modo
en el mismo punto, tiene como resultado arrojarlos siempre ms lejos del centro
principal, hasta que caen finalmente en las tinieblas exteriores. Pero, si se
consideran las cosas, no ya en relacin a estos seres mismos, sino en relacin al
conjunto del mundo, se debe decir que, as como todos los dems, son necesarios en
el lugar que ocupan, en tanto que elementos de este conjunto, y como instrumentos
providenciales, se dira en lenguaje teolgico, de la marcha de este mundo en su
ciclo de manifestacin, ya que es as como todos los desrdenes parciales, incluso
cuando aparecen en cierto modo como el desorden por excelencia, por ello no
deben concurrir menos necesariamente al orden total.
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XXII, penltimo prrafo.
La lucha de Moiss y de los magos del Faran, representa tambin la de las
potencias respectivas de la iniciacin y de la contra-iniciacin, al menos en la medida
y sobre el terreno donde una tal lucha es efectivamente posible; entindase bien que
la contra-iniciacin no puede ejercer su accin ms que en el domino psquico, y que
todo lo que es del dominio espiritual le est, por su naturaleza misma, absolutamente
prohibido.
Conversin
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. XII, prrafos 1, 2, 3 y 4, y nota 2.
Es la transformacin interior, como lo indica por otra parte la etimologa
misma de la palabra latina (de cum-vertere), que implica a la vez una reunin o una
concentracin de las potencias del ser, y una suerte de volvimiento por el que este
ser pasa del pensamiento humano a la comprensin divina.
La metanoia o la conversin es pues el paso consciente de la mente
entendida en su sentido ordinario e individual, y considerada como vuelta hacia las
cosas sensibles, a lo que es su transposicin en un sentido superior, donde se
identifica al hgemn de Platn o al antarym de la tradicin hind. Es evidente que
eso es una fase necesaria en todo proceso de desarrollo espiritual; es pues, insistimos
en ello, un hecho de orden puramente interior, que no tiene absolutamente nada en
comn con un cambio exterior y contingente cualquiera, que depende simplemente
del dominio moral, como se tiene muy frecuentemente tendencia a creerlo hoy da
(y, en este sentido, se llega incluso a traducir metanoia por arrepentimiento), o
incluso del dominio religioso y ms generalmente exotrico.
El sentido vulgar de la palabra conversin, designa nicamente el paso
102
exterior de una forma tradicional a otra, cualesquiera que sean las razones por las
cuales ha podido estar determinado, razones todas contingentes lo ms
frecuentemente, a veces incluso desprovistas de toda importancia real, y que en todo
caso no tienen nada que ver con la pura espiritualidad.
En el fondo, no hay otra conversin realmente legtima en principio que la
que consiste en la adhesin a una tradicin cualquiera, que sea por lo dems, por
parte de alguien que estaba precedentemente desprovisto de todo vnculo
tradicional.
Aquellos que, por razones de orden inicitico o esotrico, son llevados a
adoptar una forma tradicional diferente que aquella a la cual podan estar vinculados
por su origen, ya sea porque sta no les daba ninguna posibilidad de este orden, ya
sea solo porque la otra les proporciona, incluso en su exoterismo, una base ms
apropiada a su naturaleza, y por consiguiente ms favorable para su trabajo espiritual.
Para quienquiera que se coloca en el punto de vista esotrico, este es un derecho
absoluto contra el cual todos los argumentos de los exoteristas nada pueden. Ah no
hay nada que implique la atribucin de una superioridad en s misma a una forma
tradicional sobre otra, sino nicamente lo que se podra llamar una razn de
conveniencia espiritual, que es algo completamente diferente de una simple
preferencia individual, y al respecto de la cual todas las consideraciones exteriores
son perfectamente insignificantes.
Si ahora uno se preguntara por qu existen tales casos, responderamos que
eso se debe sobre todo a las condiciones de la poca actual, en la cual, por una parte,
algunas tradiciones, de hecho, han devenido incompletas por arriba, es decir, en
cuanto a su lado esotrico; lado que sus representantes oficiales llegan a veces
incluso a negar ms o menos formalmente, y, por otra parte, ocurre muy
frecuentemente que un ser nace en un medio que no es el que le conviene realmente
y el que puede permitir a sus posibilidades desarrollarse de una manera normal,
sobre todo en el orden intelectual y espiritual; es ciertamente deplorable bajo ms de
un aspecto que la cosa sea as, pero son inconvenientes inevitables en la presente fase
del Kali-Yuga.
Tambin est el caso de aquellos hombres que, llegados a un alto grado de
desarrollo espiritual, pueden adoptar exteriormente tal o cual forma tradicional
segn las circunstancias y por razones cuyos nicos jueces son ellos, tanto ms cuanto
que esas razones son generalmente de las que escapan forzosamente a la comprensin
de los hombres ordinarios. Por el estado espiritual que han alcanzado, esos estn ms
all de todas las formas, de suerte que no se trata en eso, para ellos, ms que de
apariencias exteriores, que no podran afectar o modificar de ninguna manera su
realidad ntima. Y en este caso, sera ms absurdo hablar aqu de conversiones. De
una manera completamente general, podemos decir que quienquiera que tiene una
consciencia de la unidad de las tradiciones, ya sea por una comprensin simplemente
terica o, con mayor razn, por una realizacin efectiva, es necesariamente, por eso
mismo, inconvertible.
103
Corazn
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap XXXII, prrafo 6.
Empleando aqu el simbolismo tradicional fundado sobre las
correspondencias orgnicas, se puede decir que el centro de la consciencia, debe ser
transferido entonces del cerebro al corazn.
Apenas hay necesidad de recordar que el corazn, tomado simblicamente
para representar el centro de la individualidad humana considerada en su integridad,
es puesto siempre en correspondencia, por todas las tradiciones, con el intelecto
puro, lo que no tiene absolutamente ninguna relacin con la sentimentalidad que
le atribuyen las concepciones profanas de los modernos.
Apreciaciones sobre el Esoterismo Cristiano, cap. IV, prrafo 3.
El cuore gentile de los Fieles de Amor es el corazn purificado, es decir,
vaco de todo lo que concierne a los objetos exteriores y, por ello mismo, apto para
recibir la iluminacin interior; lo que es de resaltar, es que se encuentra una doctrina
idntica en el Taosmo.
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. LXXIV, prrafo 9.
Lo representado por el corazn es esencialmente el punto de contacto del
individuo con lo universal o, en otros trminos, de lo humano con lo Divino, punto
de contacto que se identifica, naturalmente, con el centro mismo de la
individualidad. Por consiguiente, hay que hacer intervenir aqu un tercer punto de
vista, que puede llamarse supra-individual, puesto que, al expresar las relaciones
del ser humano con el Principio, sale por eso mismo de los lmites de la condicin
individual, y desde este punto de vista se dice, por ltimo, que lo que reside en el
corazn es Brahma mismo, el Principio divino del cual procede y depende
enteramente toda existencia y que, desde el interior, penetra, sostiene e ilumina
todas las cosas.
104
Cosa
Estudios sobre la Franc-Masonera y el Compagnonage II (Anexos), cap. II, prrafo
14.
En lo concerniente a Martinez de Pasqually, sin duda es bastante difcil saber
exactamente lo que l llamaba la Cosa; pero, por todas partes donde hemos visto
esta palabra empleada por l, parece que no haya querido designar as otra cosa que
sus operaciones, o lo que se entiende ms ordinariamente por el Arte. Son los
modernos ocultistas quienes han querido ver ah apariciones pura y simplemente, y
ello conforme a sus propias ideas; pero el H.. Franz von Baader nos previene que:
sera errneo pensar que su fsica (de Martinez) se reduce a los espectros y a los
espritus. Haba ah, como por lo dems en el fondo de toda la Alta Masonera de
esta poca, algo mucho ms profundo y ms verdaderamente esotrico, que el
conocimiento del ocultismo actual, que no basta de ningn modo para poder
penetrar.
Costumbre
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. IV, prrafo 2, 3, 4, 5 y ltimo.
El caso de las costumbres a las que es imposible asignar un origen definido,
es que dan testimonio de la prdida del espritu tradicional. Los hombres llegan as a
cumplir acciones por simple hbito, es decir, de una manera completamente
maquinal y sin razn vlida, resultado que es tanto ms penoso cuanto que esta
actitud pasiva les predispone a recibir toda suerte de sugestiones sin reaccionar;
por otra parte, los adversarios de la tradicin, asimilando sta a esas acciones
maquinales, no se privan de aprovecharse de ello para ponerla en ridculo, de suerte
que esta confusin, que en algunos no es siempre involuntaria, es utilizada para
obstaculizar toda posibilidad de restauracin del espritu tradicional.
En el mismo orden, hay tambin otras cosas que, aunque parecen ms
inofensivas, en realidad estn muy lejos de serlo enteramente: queremos hablar de
costumbres que afectan a la vida de cada individuo en particular ms que a la del
conjunto de la colectividad; su papel es tambin asfixiar toda actividad ritual o
tradicional, substituyndola por la preocupacin, y no sera exagerado decir incluso
105
Cruz (La)
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. XLIV, nota 3.
La razn es, sin duda, de acuerdo con la significacin general del smbolo,
que ste se considera como figuracin del Verbo que se expresa por los cuatro
Evangelios; es de notar que, en esta interpretacin, los Evangelios deben
considerarse como correspondientes a cuatro puntos de vista (puestos
simblicamente en relacin con los cuadrantes del espacio), cuya reunin es
106
necesaria para la expresin integral del Verbo, as como las cuatro escuadras que
forman la cruz se unen por sus vrtices.
Miscelnea, cap. VII, prrafo 18.
Si el centro de la cruz se considera como el punto de partida de los cuatro
brazos, representa la Unidad primordial; si por el contrario se lo considera
nicamente como su punto de interseccin, no representa ms que el equilibrio,
reflejo de esta Unidad.
Cuadrado mgico
La Gran Trada, cap. XVI, , prrafos 1, 2, 3, penltimo y notas 6, 7, 8, 11 y
17.
4
3
8
9
5
1
2
7
6
107
108
doce aberturas correspondan a los doce meses del ao: las de la fachada oriental a los
tres meses de primavera, las de la fachada meridional a los tres meses de verano, las
de la fachada occidental a los tres meses de otoo, y las de la fachada septentrional a
los tres meses de invierno. Estas doce aberturas formaban pues un Zodaco;
correspondan exactamente as a las doce puertas de la Jerusaln celeste, tal como
se describe en el Apocalipsis, y que es tambin a la vez el Centro del Mundo y una
imagen del Universo, bajo la doble relacin espacial y temporal.
Sera fcil establecer aqu una relacin con el smbolo masnico de la piedra cbica, que se
refiere igualmente a la idea de terminacin y perfeccin, es decir, a la realizacin de la plenitud de las
posibilidades implicadas en determinado estado.
18
Por otra parte, hay que dejar establecido que la tradicin atlantea, no es empero la tradicin
primordial para el presente Manvntara, y que no es sino secundaria con respecto a la tradicin
hiperbrea; solo relativamente se la puede tomar como punto de partida, en lo que concierne a
determinado perodo, que no es sino una de las subdivisiones del Manvntara.
109
aunque, por razones histricas que no hemos de examinar aqu, el arte sacerdotal
haya acabado borrndose ante el arte real. Las formas circular y cuadrada estn
aludidas tambin por el comps y la escuadra, que sirven para trazarlos
respectivamente y que se asocian como smbolos de dos principios complementarios,
segn efectivamente lo son el Cielo y la Tierra.
(Ver: Yugas).
(Denis Romn) Reflexiones de un Cristiano frente a la Franc-Masonera, cap VIII,
prrafo 33.
Sobre todo si se considera que, en Logia, la Biblia -Palabra de Dios- est
siempre sirviendo de soporte al comps, smbolo del Cielo, y, de la escuadra,
smbolo de la Tierra19.
Cualificaciones iniciticas
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XIV, prrafo 3.
Puede ocurrir que no tengan siempre una igual importancia: as, puede haber
obstculos que se oponen a toda iniciacin, incluso simplemente virtual, o solo a una
iniciacin efectiva, o todava al paso a los grados ms o menos elevados, o, en fin,
nicamente al ejercicio de algunas funciones en una organizacin inicitica (ya que se
puede ser apto para recibir una influencia espiritual, sin ser por eso necesariamente
apto para transmitirla); y es menester agregar tambin que hay impedimentos
especiales que pueden no concernir ms que a algunas formas de iniciacin.
Se precisa la cualificacin para recibir la iniciacin y la cualificacin para
transmitir la influencia espiritual.
(Ver: Caos y Cosmos).
Recordar la postura de ambos smbolos en los tres Grados. (Nota del compilador).
110
Cuarta dimensin
Micelnea, cap. IV Segunda parte, prrafo 15 y notas 31 y 32.
Ya que el movimiento actual supone al tiempo y su coexistencia con el
espacio, nos vemos obligados a formular la indicacin siguiente: un cuerpo puede
moverse siguiendo una u otra de las tres dimensiones del espacio fsico, o siguiendo
una direccin que combine estas tres dimensiones, pues, sea cual sea en efecto la
direccin (fija o variable) de su movimiento, siempre puede reducirse a un conjunto
ms o menos complejo de componentes dirigidos, segn los tres ejes de coordenadas
a los cuales se refiere el espacio considerado; pero, adems, en todos los casos, este
cuerpo se mueve siempre necesariamente en el tiempo. Por consiguiente, ste se
entender como otra dimensin del espacio si se cambia la sucesin en
simultaneidad; en otras palabras, suprimir la condicin temporal, equivale a aadir
una dimensin suplementaria al espacio fsico, del cual el nuevo espacio as obtenido
constituye una prolongacin o una extensin. Esta cuarta dimensin corresponde
entonces a la omnipresencia en el dominio considerado, y por medio de esta
transposicin en el no-tiempo puede concebirse la permanente actualidad del
Universo manifestado; tambin mediante ello se explican (subrayando por otra parte
111
Cuaternario
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. XIV, prrafos 1 y 2.
El cuaternario se ha considerado siempre y en todas partes como el nmero
propio de la manifestacin universal; as, la importancia particular otorgada al
cuaternario se corresponde perfectamente con la otorgada al punto de vista
cosmolgico, mismo.
En el Islam, los cuatro trminos del cuaternario fundamental se enumeran
as: 1) el Principio designado como el-Bri, el Creador (lo cual indica que no se
trata del Principio Supremo, sino solo del Ser, en tanto que principio primero de la
manifestacin, que, por lo dems, es, en efecto, la Unidad metafsica); 2) el Espritu
universal; 3) el Alma universal; 4) la Hyl [materia] primordial.
En el orden de las cosas manifestadas se encuentra siempre particularmente
la seal (podra decirse, en cierto modo, la signatura) del cuaternario: de ah, por
ejemplo, los cuatro elementos (descontando aqu el ter, pues no se trata sino de los
elementos diferenciados), los cuatro puntos cardinales (o las cuatro regiones del
espacio que les corresponden, con los cuatro pilares del mundo), las cuatro fases en
que todo ciclo se divide naturalmente (las edades de la vida humana, las estaciones en
el ciclo anual, las fases lunares en el ciclo mensual, etc.), y as sucesivamente; se
podra establecer de esta suerte una multitud indefinida de aplicaciones del
cuaternario, todas vinculadas entre s por correspondencias analgicas rigurosas, pues
no son, en el fondo, sino otros tantos aspectos ms o menos especiales de un mismo
esquema general de la Manifestacin.
El cuaternario est representado geomtricamente por el cuadrado, si se lo
encara en su aspecto esttico; pero, en su aspecto dinmico, como es el caso aqu,
lo est por la cruz; sta, cuando gira en torno de su centro, engendra la
circunferencia, que, con el centro, representa el denario, el cual, segn antes hemos
dicho, es el ciclo numrico completo. A esto se llama la circulatura del cuadrante,
representacin geomtrica de lo que expresa aritmticamente la frmula
1+2+3+4=10 (la Tetraktys pitagrica).
112
Cubierto (Estar a)
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap- XXX, prrafo 2 y nota 3.
Estas ideas se refieren al centro, en cuanto al punto ms interior y por
consiguiente el ms escondido. A la vez, se refieren tambin al Secreto Inicitico, sea
en s mismo, sea en cuanto simbolizado por la disposicin del lugar donde se cumple
la iniciacin, lugar escondido o cubierto20, es decir, inaccesible a los profanos, ya
20
113
est defendido el acceso por una estructura laberntica, ya de otro modo cualquiera
(como por ejemplo los templos sin puertas de la iniciacin extremo-oriental), y
siempre considerado como imagen del centro.
Cuerpo y Espritu
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. XXX, prrafos 6 y 7.
Es menester destacar que el espritu se considera como situado, no slo en la
individualidad en general, sino en su punto central, al cual corresponde el corazn en
el orden corporal. Pero, contrariamente a lo que tiene lugar en el orden corporal, es
decir, en el espacio entendido en el sentido propio y literal, se puede decir que, en el
orden espiritual, es lo interior lo que envuelve a lo exterior, y es el centro el que
contiene todas las cosas.
Pero, cuando se rebasa la individualidad, se opera la inversin o el
volvimiento de que hemos hablado (que es realmente un enderezamiento del
ser), y todo el conjunto de la representacin simblica se encuentra en cierto modo
vuelto sobre s mismo.
Cuestiones de gusto
El Error Espiritista, Segunda parte, cap. V, prrafo 1.
No hay que discutir sobre todo lo que no es ms que asunto de gusto; lo que
es absurdo, es querer persuadir a los dems de que tal apreciacin vale ms que la
apreciacin contraria.
Curanderos
El Error Espiritista, cap. XI prrafo 5.
De hecho, es exactamente la inversa la que es verdad: es el curandero
espiritista el que es un magnetizador inconsciente; ya sea que sus facultades le hayan
venido espontneamente o ya sea que hayan sido desarrolladas por el ejercicio, no
son nada ms que facultades magnticas; pero, en virtud de sus concepciones
especiales, l se imagina que debe hacer llamada a los espritus y que son stos
quienes actan por l, mientras que, en realidad, es nicamente, de l mismo, de
donde provienen todos los efectos producidos. Este gnero de pretendida
mediumnidad, es menos daino que los otros para aquellos que estn dotados de l,
porque, al no implicar el mismo grado de pasividad (e incluso la pasividad es ah ms
bien ilusoria), tampoco entraa un desequilibrio parecido; no obstante, sera
excesivo creer que la prctica del magnetismo, en estas condiciones o en las
condiciones ordinarias (la diferencia est ms bien en la interpretacin que en los
hechos), est exenta de todo peligro para el que se libra a ella, sobre todo si lo hace
de una manera habitual, profesional en cierto modo. En lo que concierne a los
efectos del magnetismo, son muy reales en algunos casos, pero es menester no
114
exagerar su eficacia: nos no pensamos que pueda curar, y ni siquiera aliviar, todas las
enfermedades indistintamente, y hay temperamentos que le son completamente
refractarios; adems, algunas curaciones deben ponerse en la cuenta de la sugestin,
o incluso de la autosugestin, mucho ms que en la del magnetismo.
Curiosidad
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. III, prrafo 2.
Acordaremos que una cierta inquietud puede tener su lugar legtimo en el
punto de partida de toda bsqueda, como mvil incitante a esta bsqueda misma, ya
que no hay que decir que, si el hombre se encontrara satisfecho de su estado de
ignorancia, permanecera en l indefinidamente y en modo alguno buscara salir de
ah; as pues, valdra ms dar a este tipo de inquietud mental otro nombre: la misma
no es nada ms, en realidad, que curiosidad. Pero en todo caso, llmese inquietud
o curiosidad, es algo que no podra tener ninguna razn de ser y que no podra
subsistir en modo alguno desde que la bsqueda ha llegado a su meta, es decir, desde
que se ha alcanzado el conocimiento, de cualquier orden de conocimiento que se
trate por lo dems; con mayor razn debe desaparecer necesariamente, de una
manera completa y definitiva, cuando se trata del conocimiento por excelencia, que
es el del dominio metafsico. As pues, en la idea de una inquietud sin trmino, y por
consiguiente que no sirve para sacar al hombre de su ignorancia, se podra ver la
marca de una suerte de agnosticismo, que puede ser ms o menos inconsciente en
muchos de los casos, pero que por eso no es menos real.
115
D
Dahara
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. LXXIV, prrafos 2 y 3, y
nota 5.
Pequea cavidad del corazn -considerado, no como el rgano fisiolgico,
sino como centro de la individualidad integral-, ocupada por el ter, que se
encuentra en una estancia definida por un pequeo loto, donde se halla el centro vital
o morada de Brahma. Buscando Lo que hay en este lugar, se Le reconocer.
El loto y la cavidad de que se trata, deben considerarse tambin
simblicamente, pues no es literalmente como debe entenderse una tal
localizacin, desde el momento en que rebasa el punto de vista de la individualidad
corporal.
En esa residencia de Brahma (es decir, en el centro vital de que tratamos)
hay un pequeo loto, una morada en la cual est una pequea cavidad (dhara)
ocupada por el ter (ka); ha de buscarse lo que hay en ese lugar, y se lo
conocer. Lo que as reside en este centro del ser no es simplemente el elemento
etreo, principio de los otros cuatro elementos sensibles; solo podran creerlo as
quienes se atuvieran al sentido ms externo, es decir, al que se refiere nicamente al
mundo corpreo, en el cual dicho elemento desempea ciertamente el papel de
principio, ya que a partir de l, por diferenciacin de las cualidades complementarias
(convertidas apariencialmente en opuestas en su manifestacin exterior) y por
ruptura del equilibrio primordial en el que estaban contenidas en estado indistinto,
se han producido y desarrollado todas las cosas de este mundo. Pero en tal caso no se
trata sino de un principio relativo, como es relativo este mismo mundo, no siendo
sino un modo especial de la manifestacin universal; aunque eso no quita que tal
papel del ter, en cuanto primero de los elementos, sea lo que hace posible la
transposicin que importa efectuar; todo principio relativo, por lo mismo que no
deja de ser verdaderamente principio en su orden, es una imagen natural, aunque
ms lejana, y como un reflejo del Principio absoluto y supremo.
El resultado de esa bsqueda es lo que se denomina propiamente
conocimiento del corazn (hrda-vidy), y ste es al mismo tiempo el
conocimiento de la cavidad (dhrda-vidy ), equivalencia que se manifiesta en
snscrito por el hecho de que las palabras respectivas (hrda y dhara [siendo =a+a])
estn formadas por las mismas letras dispuestas en orden diferente; es, en otros
trminos, el conocimiento de lo ms profundo e interior en el ser.
La cavidad o caverna del corazn, es considerada, ms en particular, como
el lugar donde se cumple el nacimiento del Avatra.
Los trminos como loto o cavidad que hemos encontrado deben tambin
116
Delta masnico
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. LXXII, prrafo 1 y nota 2.
Uno de los smbolos comunes al Cristianismo y a la Masonera, es el
tringulo en el cual est inscripto el Tetragrama hebreo. En la masonera, este
tringulo se designa a menudo con el nombre de delta, porque la letra griega as
llamada tiene, efectivamente, forma triangular; pero no creemos que haya de verse
en ello una indicacin acerca de los orgenes del smbolo de que se trata; por otra
parte, es evidente que la significacin de ste es esencialmente ternaria, mientras que
el delta griego, no obstante su forma, corresponde a 4 por su lugar alfabtico y su
valor numrico.
21
En las iglesias cristianas donde figura, este tringulo est situado normalmente encima del altar;
como ste se encuentra adems presidido por la Cruz, el conjunto de la Cruz y del Tringulo
reproduce, de modo harto curioso, el smbolo alqumico del azufre.
22
A este respecto, y mas especialmente en conexin con el simbolismo masnico, conviene destacar
que los ojos son propiamente las luces que iluminan el microcosmo.
117
Demiurgo
Miscelnea, cap. I, prrafos 12, 13 y 14.
El Demiurgo no es en realidad una potencia externa al hombre; en principio
no es ms que la voluntad del hombre en tanto realiza la distincin entre Bien y Mal.
Pero seguidamente el hombre, limitado como ser individual por esa voluntad que es
la suya propia, la considera como algo externo a l, y as deviene distinta de l.
Adems, como dicha voluntad se opone a los esfuerzos necesarios para salir del
dominio en que l mismo se ha encerrado, la ve como una potencia hostil, y la
denomina Satn o el Adversario. Destaquemos adems que este Adversario, que
hemos creado nosotros mismos y que creamos a cada instante -pues ello no debe
considerarse como algo que ocurri en un tiempo determinado-, que este
Adversario, decimos, no es malo en s mismo, sino que constituye nicamente el
conjunto de todo lo que nos es contrario.
Desde un punto de vista ms general, el Demiurgo, devenido una potencia
distinta y considerado como tal, es el Prncipe de este Mundo del cual se habla en el
Evangelio de Juan. No es, propiamente hablando, ni bueno ni malo, ms bien es lo
uno y lo otro, puesto que contiene en s mismo el Bien y el Mal. Se considera su
dominio como el Mundo inferior, en oposicin al Mundo superior o Universo
principial del que ha sido separado. Pero hay que tener en cuenta que esta separacin
jams es absolutamente real, slo lo es en la medida en que la realizamos, pues este
Mundo inferior est contenido, en estado potencial, en el Universo principial, y es
evidente que ninguna parte puede realmente salir del Todo. Por otra parte, esto es lo
que impide que la cada contine indefinidamente; pero no se trata sino de una
expresin totalmente simblica, y la profundidad de la cada mide simplemente el
grado en el cual la separacin se ha llevado a cabo. Con esta restriccin, el Demiurgo
se opone al Adam Kadmon o a la Humanidad principial, manifestacin del Verbo,
pero solamente como un reflejo, ya que l no es una emanacin, y no existe por s
mismo; eso es lo que est representado por la figura de los dos ancianos del Zohar, y
tambin por los dos tringulos opuestos del Sello de Salomn.
Esto nos lleva a considerar al Demiurgo como un reflejo tenebroso e
invertido del Ser, pues no puede ser otra cosa en realidad. Por tanto no es un ser;
pero, segn lo dicho anteriormente, puede considerarse como la colectividad de los
seres en la medida en que son distintos, o si se prefiere, en tanto que tienen una
existencia individual. Somos seres distintos en tanto que creamos nosotros mismos la
distincin, que slo existe en la medida en que la creamos; y en tanto que lo hacemos
somos elementos del Demiurgo, y, como seres distintos, pertenecemos al dominio
de este Demiurgo, que es lo que se denomina la Creacin.
(Ver: Gran Arquitecto del Universo)
118
Democracia
La Crisis del Mundo Moderno, cap. VI, prrafos 6 y 7.
El argumento ms decisivo contra la democracia se resume en pocas
palabras: lo superior no puede emanar de lo inferior, porque lo ms no puede salir
de lo menos; eso es de un rigor matemtico absoluto, contra el cual no podra
prevalecer nada. Importa destacar que es precisamente el mismo argumento el que,
aplicado en un orden diferente, vale tambin contra el materialismo; no hay nada
de fortuito en esta concordancia, y las dos cosas son mucho ms estrechamente
solidarias de lo que podra parecer a primera vista. Es muy evidente que el pueblo no
puede conferir un poder, que l mismo no posee; el poder verdadero no puede venir
ms que de lo alto, y es por lo que, lo decimos de pasada, no puede ser legitimado
sino por la sancin de algo superior al orden social, es decir, de una autoridad
espiritual; si la cosa es de un modo diferente, entonces no es ms que una
falsificacin de poder, un estado de hecho que es injustificable por falta de principio,
y donde no puede haber ms que desorden y confusin.
Si se define la democracia como el gobierno del pueblo por s mismo, en
eso hay una verdadera imposibilidad, una cosa que no puede tener siquiera una
simple existencia de hecho, tanto en nuestra poca como en cualquier otra; es
menester no dejarse engaar por las palabras, y es contradictorio admitir que los
mismos hombres puedan ser a la vez gobernantes y gobernados, porque, para
emplear el lenguaje aristotlico, un mismo ser no puede estar en acto y en
potencia al mismo tiempo y bajo la misma relacin. En eso hay una relacin que
supone necesariamente la presencia de dos trminos: no podra haber gobernados si
no hubiera gobernantes, aunque sean ilegtimos y sin otro derecho al poder que el
que se han atribuido ellos mismos; pero la gran habilidad de los dirigentes, en el
mundo moderno, es hacer creer al pueblo que se gobierna a s mismo; y el pueblo se
deja persuadir de ello tanto ms voluntariamente cuanto ms halagado se siente por
eso y cuanto ms incapaz es de reflexionar lo bastante para ver lo imposible que es
eso. Es para crear esta ilusin por lo que se ha inventado el sufragio universal. Es la
opinin de la mayora lo que se supone que hace la ley; pero aquello de lo que nadie
se da cuenta, es de que la opinin es algo que se puede dirigir y modificar muy
fcilmente; con la ayuda de sugestiones apropiadas, siempre se pueden provocar en
ella corrientes que vayan en tal o cual sentido determinado; no sabemos tampoco
quien ha hablado de fabricar la opinin, y esta expresin es completamente justa,
aunque sea menester decir, por lo dems, que no son siempre los dirigentes
aparentes quienes tienen en realidad a su disposicin los medios necesarios para
obtener este resultado. Esta ltima precisin da sin duda la razn por la cual la
incompetencia de los polticos ms visibles parece no tener ms que una
importancia muy relativa; pero, como aqu no se trata de desmontar los engranajes
de lo que se podra llamar la mquina de gobernar, nos limitaremos a sealar que
esta incompetencia misma ofrece la ventaja de mantener la ilusin de la que
acabamos de hablar: en efecto, es solo en estas condiciones como los polticos en
119
Denario
Miscelnea, cap VII, prrafos 3, 5, 24 y 25.
La Unidad alcanza su desarrollo en el Denario.
Es este Ser-Unidad el que se manifestar en la multiplicidad indefinida de los
nmeros, el que los contiene a todos en s, como potencia de ser, y que los emanar
como otros tantos submltiplos de s mismo; y todos los nmeros estn
comprendidos en el Denario, que se realiza mediante el recorrido del ciclo de la
manifestacin total del Ser, y cuya produccin consideraremos a partir de la Unidad
primordial.
El Denario, correspondiente a la circunferencia y su centro, es la
manifestacin total del Ser, el desarrollo completo de la Unidad; se lo puede ver
entonces como no siendo otra cosa que esta Unidad realizada en la Multiplicidad. A
partir de aqu, la serie de nmeros empieza de nuevo para formar un nuevo ciclo:
11 = 10 + 1; 12 = 10 + 2; ... 20 = 10 + 10;
y despus viene un tercer ciclo, y as indefinidamente. Cada uno de estos ciclos se
puede considerar como reproduciendo al primero, pero en otro estadio, o, si se
prefiere, en otra modalidad; se los simbolizar entonces por otros tantos crculos
situados paralelamente unos a otros, en planos diferentes; pero, como en realidad no
hay ninguna discontinuidad entre ellos, es preciso que estos crculos no sean
cerrados, de modo que el final de cada uno sea al mismo tiempo el comienzo del
siguiente. Entonces no son ya crculos, sino espirales sucesivas de una hlice trazada
sobre un cilindro, y estas espirales se encuentran en nmero indefinido, siendo el
propio cilindro indefinido; cada una de estas espirales se proyecta sobre un plano
perpendicular al eje del cilindro siguiendo un crculo, pero, en realidad, su punto de
partida y su punto de llegada no estn en el mismo plano. Tendremos por lo dems
que volver sobre este asunto cuando, en otro estudio, consideremos la
representacin geomtrica de la evolucin.
120
Descartes
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. II, nota 2.
Para nosotros, el tipo mismo del pensador en el sentido propio de esta
palabra, es Descartes; el que no es nada ms que pensador no puede desembocar
en efecto ms que en el racionalismo, puesto que es incapaz de rebasar el ejercicio
de las facultades puramente individuales y humanas, y puesto que, por consiguiente,
ignora necesariamente todo lo que stas no permiten alcanzar, lo que equivale a decir
que no puede ser ms que agnstico al respecto de todo lo que pertenece al
dominio metafsico y transcendente.
La Crisis del Mundo Moderno, cap. III, ltimo prrafo.
No hubo racionalismo antes de Descartes; eso es tambin una cosa
especficamente moderna, y que, por lo dems, es estrechamente solidaria del
individualismo, puesto que no es nada ms que la negacin de toda facultad de
orden supra-individual.
Oriente y Occidente, cap. I prrafo 1.
Recordaremos slo que Descartes ha limitado la inteligencia a la razn, que
ha asignado como nico papel, a lo que l crea poder llamar metafsica, servir de
fundamento a la fsica, y que esa fsica misma estaba esencialmente destinada, en su
pensamiento, a preparar la constitucin de las ciencias aplicadas, a saber, la
mecnica, la medicina y la moral, ltimo trmino del saber humano tal como l lo
conceba.
121
Despertar de recuerdos
El Error Espiritista, Segunda parte, cap. VIII, prrafos 1 y 2.
En razn de un pretendido despertar de recuerdos que se produce
espontneamente: cuando son reales (ya que los hay que estn muy mal controlados,
y ya que los autores que tratan de este tipo de cosas los repiten uno tras de otro sin
tomarse jams el trabajo de verificarlos), no son ms que simples casos de
metempsicosis, en el verdadero sentido de esta palabra, es decir, de transmisin de
algunos elementos psquicos de una individualidad a otra. Los hay incluso para los
cuales quizs no hay necesidad de ir tan lejos: as, ocurre a veces que una persona
suea con un lugar que no conoce, y que, despus, al ir por primera vez a un pas
ms o menos remoto, encuentra all todo lo que haba visto as como por
anticipacin; si no haba guardado de su sueo un recuerdo claramente consciente, y
si no obstante se produjera el reconocimiento, esa persona podra, admitiendo que
crea en la reencarnacin, imaginarse que hay en eso alguna reminiscencia de una
existencia anterior; y es as como pueden explicarse efectivamente muchos de los
122
casos, al menos entre aquellos donde los lugares reconocidos no evocan la idea de un
acontecimiento preciso. Estos fenmenos, que se pueden relacionar con la clase de
los sueos llamados premonitorios, estn lejos de ser raros, pero aquellos a
quienes les ocurren evitan lo ms frecuentemente hablar de ello por temor a pasar
por alucinados (una palabra de la que se abusa y que jams explica nada en el
fondo), y se podra decir otro tanto de los hechos de telepata y otros del mismo
gnero; estos hechos ponen en juego algunos prolongamientos obscuros de la
individualidad, pertenecientes al dominio de la subconsciencia, y cuya existencia se
explica ms fcilmente de lo que se podra creer. En efecto, un ser cualquiera debe
llevar en s mismo algunas virtualidades que sean como el germen de todos los
acontecimientos que le ocurrirn, ya que estos acontecimientos, en tanto que
representan estados secundarios o modificaciones de s mismo, deben tener en su
propia naturaleza su principio o su razn de ser.
Si se dice que hay acontecimientos que no tienen ms que un carcter
puramente accidental, replicaremos que esta manera de ver implica la creencia en el
azar, que no es otra cosa que la negacin del principio de razn suficiente. Se
reconoce sin dificultad que todo acontecimiento pasado que ha afectado a un ser por
poco que sea debe dejar en l alguna huella, incluso orgnica (se sabe que algunos
psiclogos querran explicar la memoria por un supuesto mecanismo fisiolgico),
pero, bajo esta relacin, apenas se puede concebir que haya una suerte de
paralelismo entre el pasado y el futuro; eso se debe simplemente a que uno no se da
cuenta de la relatividad de la condicin temporal. A este respecto, habra que
exponer toda una teora, que podra dar lugar a largos desarrollos; pero nos basta
haber sealado que en eso hay posibilidades que no deberan ser desdeadas, aunque
se pueda sentir alguna molestia en hacerlas entrar en los cuadros de la ciencia
ordinaria, que no se aplican ms que a una porcin muy pequea de la individualidad
humana y del mundo donde se despliega; qu sera pues si tratara de rebasar el
dominio de esta individualidad?
En lo que concierne a los casos que no pueden explicarse de la manera
precedente, son sobre todo aquellos donde la persona que reconoce un lugar donde
no haba estado jams, tiene al mismo tiempo la idea ms o menos clara de que ya ha
vivido all, o de que all le ha ocurrido tal o cual acontecimiento, o tambin de que ha
muerto all (lo ms frecuentemente de muerte violenta); ahora bien, en los casos
donde se ha podido proceder a algunas verificaciones, se ha podido constatar que lo
que esta persona cree que le ha ocurrido as a ella misma, le ha ocurrido
efectivamente en ese lugar a uno de su antepasados ms o menos lejanos. Hay ah un
ejemplo muy claro de esa transmisin hereditaria de elementos psquicos de la que
hemos hablado; se podran designar los hechos de este gnero bajo el nombre de
memoria ancestral, y los elementos que se transmiten as son en efecto, en una
buena parte, del orden de la memoria. Lo que es singular a primera vista, es que esta
memoria puede no manifestarse sino despus de varias generaciones; pero se sabe
que es exactamente la misma cosa para las semejanzas corporales, y tambin para
algunas enfermedades hereditarias. Se puede admitir muy bien que, durante todo el
123
124
colocar al sujeto en las condiciones requeridas para realizar las experiencias de que
hablamos, al menos en cuanto a su primera parte, la que se refiere a los
acontecimientos en los que ha tomado realmente parte o asistido en una poca ms o
menos remota. nicamente, lo que contribuye a ilusionar al experimentador, es que
las cosas se complican por una suerte de sueo en accin, del gnero de los que
han hecho dar al sonambulismo su denominacin: por poco que est suficientemente
entrenado, el sujeto, en lugar de contar simplemente sus recuerdos, llegar a
representarlos, como representar tambin todo lo que se le quiera sugerir, ya sean
sentimientos o impresiones.
125
del ser humano; la nica diferencia, es que, en el estado hipntico, la consciencia del
sujeto se encuentra en comunicacin con otra consciencia individual, la del
experimentador, y que puede asimilarse los elementos que estn contenidos en sta,
al menos en una cierta medida, como si no constituyeran ms que uno de sus propios
prolongamientos. Por eso es por lo que el hipnotizador puede proporcionar al sujeto
algunos de los datos que ste utilizar en su sueo, datos que pueden ser imgenes,
representaciones ms o menos complejas, as como eso tiene lugar en las
experiencias ms ordinarias, y que pueden ser tambin ideas, teoras cualesquiera,
tales como la hiptesis re-encarnacionistas, ideas que el sujeto se apresura a traducir
igualmente en representaciones imaginativas; y eso sin que el hipnotizador tenga
necesidad de formular verbalmente esas sugestiones, y sin que sean siquiera queridas
por su parte. As pues, a un sueo provocado, estado en todo semejante a esos en los
que se hace nacer en un sujeto, por sugestiones apropiadas, percepciones parcial o
totalmente imaginarias, pero con la nica diferencia de que aqu el experimentador
es l mismo engaado por su propia sugestin y toma las creaciones mentales del
sujeto por despertares de recuerdos, e incluso por un retorno real al pasado, he
aqu a lo que se reduce finalmente la pretendida exploracin de las vidas sucesivas,
la nica prueba experimental propiamente dicha que los re-encarnacionistas hayan
podido aportar en favor de su teora.
Destino
El Simbolismo de la Cruz, cap. VII, nota 22.
Designa la verdadera razn de ser de todas las cosas. Es pues, el Principio
por el cual todos los seres tienen, en l, su razn suficiente.
(Ver: Providencia y Destino).
126
Devenir
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. VIII, prrafo 3.
Si el Paraso es una prisin para algunos, es justamente porque el ser que
se encuentra en el estado que representa, es decir, el que ha llegado a la salvacin,
est todava encerrado, e incluso por una duracin indefinida, en las limitaciones que
definen la individualidad humana; esta condicin no podra ser en efecto ms que un
estado de privacin para aquellos que aspiran a liberarse de esas limitaciones y a
quienes su grado de desarrollo espiritual les hace efectivamente capaces de ello desde
su vida terrestre, aunque, naturalmente, los dems, desde que no tienen actualmente
en s mismos la posibilidad de ir ms lejos, no puedan sentir en modo alguno esta
privacin.
Uno podra plantearse entonces esta pregunta: si esta imperfeccin no existe
menos en realidad, incluso si los seres que estn en este estado no son conscientes de
lo que tiene de imperfecto en relacin a los estados superiores, qu ventaja hay pues
en mantenerles, en l, as indefinidamente, puesto que ese es el resultado en el que
deben desembocar normalmente las observancias tradicionales del orden exotrico?
La verdad es que hay una ventaja muy grande, ya que, permaneciendo fijados as en
los prolongamientos del estado humano mientras este estado mismo subsista en la
manifestacin, lo que equivale a la perpetuidad o a la indefinidad temporal, estos
seres no podrn pasar a ningn otro estado individual, lo que sin eso sera
necesariamente la nica posibilidad abierta ante ellos; pero, por qu esta
continuacin del estado humano es, en este caso, una condicin ms favorable de lo
que sera el paso a otro estado? Aqu es menester hacer intervenir la consideracin de
la posicin central, ocupada por el hombre en el grado de existencia al que
pertenece, mientras que todos los dems seres no se encuentran en l ms que en
una situacin ms o menos perifrica, donde su superioridad o su inferioridad
especfica, de los unos en relacin a los otros, resulta directamente de su mayor o
menor alejamiento del centro, en razn del cual participan en una medida diferente,
pero siempre de una manera slo parcial, en las posibilidades que no pueden
127
Diablo
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap LXI, nota 9.
No puede haber ilusin espiritual; el temor constante (y, ha de reconocerse,
muy a menudo justificado en cierta medida) que la mayora de los msticos tienen de
ser engaados por el diablo, prueba muy netamente que no sobrepasan el dominio
psquico; pues el diablo no tiene acceso directo sino a ste (e indirecto, por medio de
l, al dominio corporal), y todo lo que realmente pertenece al orden espiritual le
est, por su naturaleza misma, absolutamente cerrado.
128
Dialctica
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. II, prrafo 4 y nota 5.
La dialctica no es en suma nada ms que la puesta en obra o la aplicacin
prctica de la lgica. Entindase bien que tomamos la palabra dialctica en su
sentido original, el que tena por ejemplo para Platn y para Aristteles, sin tener
que preocuparnos en modo alguno de las acepciones especiales que se le han dado
con frecuencia actualmente, y que se derivan todas ms o menos directamente de la
filosofa de Hegel.
Diluvio
El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. XIX, prrafo 6.
Si uno no toma al diluvio bblico, ms que en el sentido ms
inmediatamente literal, se est refiriendo al cataclismo de la Atlntida.
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. XXIII, prrafos 2 y 3.
Para comprender bien de qu se trata, es menester ante todo recordar que
Vishnu, manifestndose en la forma de pez (Matsya), ordena a Satyvrata, el futuro
Manu Vaivsvata, construir el arca en la que debern encerrarse los grmenes del
mundo futuro, y que, con esa misma forma, gua luego el arca sobre las aguas
durante el cataclismo que marca la separacin de los dos Manvntara sucesivos. El
papel de Satyvrata es aqu semejante al de Seyydn N (No), cuya arca contiene
igualmente todos los elementos que servirn para la restauracin del mundo despus
del diluvio; poco importa, por lo dems, que la aplicacin efectuada sea diferente, en
el sentido de que el diluvio bblico, en su significacin ms inmediata, parece sealar
el comienzo de un ciclo ms restringido que el Manvntara: si no es el mismo suceso,
se trata al menos de dos sucesos anlogos, en que el estado anterior del mundo, se
destruye para dejar lugar a un nuevo estado. Si ahora comparamos la historia de
Jons con lo que acabamos de recordar, vemos que la ballena, en vez de desempear
nicamente el papel de pez conductor del arca, se identifica en realidad con el arca
misma; en efecto, Jons permanece encerrado en el cuerpo de la ballena, como
Satyvrata y No en el arca, durante un perodo que es tambin para l, si no para el
mundo exterior, un perodo de oscurecimiento, correspondiente al intervalo entre
dos estados o dos modalidades de existencia; tambin aqu, la diferencia es
secundaria, pues las mismas figuras simblicas son siempre de hecho susceptibles de
una doble aplicacin: macrocsmica y microcsmica. Sabido es, adems, que la
salida de Jons del seno de la ballena, se ha considerado siempre como smbolo de
resurreccin, y por ende de paso a un estado nuevo; y esto debe ponerse en relacin,
129
Dios
Los Estados Mltiples del Ser, cap. XVII, prrafos 1 y 2.
La manifestacin, que es puramente contingente en cuanto a tal, no es por
ello menos necesaria en su principio, de la misma forma que, transitoria en s misma,
posee sin embargo una raz absolutamente permanente en la Posibilidad Universal; y
esto es lo que le otorga toda su realidad. Si fuera de otro modo, la manifestacin
sera algo completamente ilusorio, puesto que, careciendo de principio (Dios), no
conservara ms que un carcter esencialmente privativo, como pueda serlo una
negacin o una limitacin en s mismas, no sera ms que un conjunto de todas las
posibles condiciones restrictivas. Ahora bien, desde el momento en que estas
condiciones son posibles, son metafsicamente reales, por estar comprendidas en la
Posibilidad Universal, hecho que hace que la manifestacin est implcita en el orden
de las posibilidades, y, aun poseyendo su realidad propia, no puede ser
independiente del orden universal. Siendo Dios (el Ser en el Hindusmo), el vnculo
imprescindible entre la manifestacin y lo no-manifestado.
Ibid, prrafo 2.
La manifestacin necesita su principio, como el efecto necesita su causa.
Discusin
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap XXXIV, prrafo 1.
Todo lo que depende del conocimiento inicitico no podra ser de ninguna
manera el objeto de discusiones cualesquiera, y que, por lo dems, en general, la
discusin es, si puede decirse, un procedimiento profano por excelencia.
130
Doctrina
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XLV, prrafo5.
No es posible establecer una distincin absolutamente clara, y todava menos
una separacin, entre lo que depende de los Ritos y lo que depende de la doctrina, y,
por consiguiente, entre el cumplimiento de aquellos y la enseanza de sta, que,
incluso si constituyen exteriormente dos funciones diferentes, no obstante son de la
misma naturaleza en el fondo. El Rito conlleva siempre una enseanza en s mismo, y
la doctrina, en razn de su carcter no humano (que, lo recordamos, se traduce
muy particularmente por la forma propiamente simblica de su expresin), lleva
tambin en s misma la influencia espiritual, de suerte que no son verdaderamente
ms que dos aspectos complementarios de una nica y misma realidad.
Dominios
[Ver: Manifestacin (Modos de): Grados, Estados, Modalidades, Condiciones y
Dominios]
Don de Lenguas
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XXXVII, prrafos 1, 2, 3 y ltimo.
Una cuestin que se vincula bastante directamente a la de la enseanza
inicitica y sus adaptaciones, es la de lo que se llama el don de lenguas, que se
menciona frecuentemente entre los signos caractersticos de los Rosa-Cruz.
Desde este punto de vista, se puede decir que aquel que posee
verdaderamente el don de lenguas, es el que habla a cada uno su propio lenguaje,
en el sentido de que se expresa siempre bajo una forma apropiada a las maneras de
pensar de los hombres a los que se dirige. Es tambin a eso a lo que se hace alusin,
de una manera ms exterior, cuando se dice que los Rosa-Cruz deban adoptar la
indumentaria y los hbitos de los pases donde se encontraban; y algunos agregan
incluso que deban tomar un nuevo nombre cada vez que cambiaban de pas, como si
revistieran entonces una individualidad nueva. As, el Rosa-Cruz, en virtud del grado
espiritual que haba alcanzado, ya no estaba ligado exclusivamente a ninguna forma
definida, como tampoco a las condiciones especiales de ningn lugar determinado.
Para comprender de qu se trata, esto se puede comparar a la traduccin de un
mismo pensamiento a lenguas diversas: en efecto, siempre es el mismo pensamiento,
que, en s mismo, es independiente de toda expresin; pero, cada vez que se expresa
en una lengua diferente, deviene accesible a hombres que, sin eso, no habran podido
conocerle; y, por lo dems, esta comparacin es rigurosamente conforme al
simbolismo mismo del don de lenguas.
Aquel que ha llegado a este punto, es el que ha alcanzado, por un
conocimiento directo y profundo (y no slo terico o verbal), el fondo idntico de
todas las doctrinas tradicionales, el que ha encontrado, colocndose en el punto
131
central desde donde han emanado, la verdad, una, que se oculta bajo la diversidad y
la multiplicidad de las formas exteriores.
Es as como, para retomar siempre el mismo simbolismo, puesto que ya no
estn obligados a hablar una lengua determinada, pueden hablarlas todas, porque han
tomado conocimiento del principio mismo del que todas las lenguas se derivan por
adaptacin; lo que llamamos aqu las lenguas, son todas las formas tradicionales,
religiosas u otras, que no son, en efecto, ms que adaptaciones de la gran Tradicin
Primordial y Universal, vestiduras diversas de la nica verdad.
Aquellos que han rebasado todas las formas particulares y han llegado a la
universalidad, y que saben, as, lo que los dems slo creen, son necesariamente
ortodoxos al respecto de toda tradicin regular; y, al mismo tiempo, son los
nicos que puedan llamarse plena y efectivamente catlicos, en el sentido
rigurosamente etimolgico de esta palabra, mientras que los dems no pueden serlo
nunca, ms que virtualmente, por una suerte de aspiracin que todava no ha
realizado su objeto, o de movimiento que, aunque est dirigido hacia el centro, no ha
llegado a alcanzarle realmente.
Si se comprenden estas pocas indicaciones, se comprender al mismo tiempo
por qu los verdaderos Rosa-Cruz no han podido constituir nunca nada que se
parezca de cerca o de lejos a una sociedad, y ni siquiera a una organizacin exterior
cualquiera; as como lo hacen todava en Oriente, y sobre todo en extremo oriente,
iniciados de un grado comparable al suyo, han podido inspirar sin duda, ms o menos
directamente, y en cierto modo invisiblemente, organizaciones exteriores formadas
temporalmente en vista de tal o cual cometido especial y definido; pero, aunque
estas organizaciones puedan llamarse por esta razn rosacrucianas, ellos mismos no
se ligaban a ellas, y, salvo quizs en algunos casos completamente excepcionales, no
desempeaba en ellas ningn papel aparente. Lo que se ha llamado los Rosa-Cruz en
occidente a partir del siglo XIV, y que ha recibido otras denominaciones en otros
tiempos y en otros lugares, porque el nombre no tiene aqu ms que un valor
puramente simblico y debe adaptarse, l mismo, a las circunstancias, no es una
asociacin cualquiera, es la colectividad de los seres que han llegado a un mismo
estado superior al de la humanidad ordinaria, a un mismo grado de iniciacin
efectiva, uno de cuyos aspectos esenciales acabamos de indicar, y que poseen
tambin los mismos caracteres interiores, lo que les basta para reconocerse entre s,
sin tener necesidad para eso de ningn signo exterior. Por eso es por lo que no
tienen otro lugar de reunin que el Templo del Espritu Santo, que est por todas
partes, de suerte que las descripciones que a veces se han dado de ellos no pueden
ser entendidas ms que simblicamente; y es tambin por lo que permanecen
necesariamente desconocidos por los profanos entre los que viven, exteriormente
semejantes a ellos, aunque enteramente diferentes de ellos en realidad, porque sus
nicos signos distintivos son puramente interiores y no pueden ser percibidos ms
que por aquellos que han alcanzado el mismo desarrollo espiritual, de suerte que su
influencia, que est vinculada ms bien a una accin de presencia que a una
actividad exterior cualquiera, se ejerce por vas que son totalmente incomprensibles
132
Dualidad y dualismo
El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. XXX, nota 1.
Como hay errores de lenguaje que se producen bastante frecuentemente y
que no dejan de tener graves inconvenientes, no es intil precisar que dualidad y
dualismo son dos cosas completamente diferentes: el dualismo (del que la
concepcin cartesiana del espritu y de la materia es uno de los ejemplos ms
conocidos) consiste propiamente en considerar una dualidad como irreductible y en
no considerar nada ms all, lo que implica la negacin del principio comn del que,
en realidad, los dos trminos de esta dualidad proceden por polarizacin.
El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. XL, prrafo 3.
El dualismo, bajo una forma o bajo otra, es el hecho de todos aquellos cuyo
horizonte se detiene en ciertos lmites, aunque sean los del mundo manifestado
entero, y que, al no poder resolver as, reducindola a un principio superior, la
dualidad que constatan en todas las cosas en el interior de esos lmites, la creen
verdaderamente irreductible y son llevados por eso mismo a la negacin de la Unidad
suprema, que para ellos es efectivamente como si no existiera.
133
134
E
Edad sombra (Kali-Yuga)
La Crisis del Mundo Moderno, cap. I, prrafo 1.
La doctrina hind ensea que la duracin de un ciclo humano, al cual da el
nombre de Manvantara, se divide en cuatro edades, que marcan otras tantas fases de
un oscurecimiento gradual de la espiritualidad primordial; son esos mismos perodos
que las tradiciones de la antigedad occidental, por su lado, designaban como las
edades de oro, de plata, de bronce y de hierro. Al presente estamos en la cuarta
edad, el Kali-Yuga o edad sombra, y estamos en l, se dice, desde hace ya ms de
seis mil aos, es decir, desde una poca muy anterior a todas las que son conocidas
por la historia clsica. Desde entonces, las verdades que antao eran accesibles a
todos los hombres, han devenido cada vez ms ocultas y difciles de alcanzar; aquellos
que las poseen son cada vez menos numerosos, y, si el tesoro de la sabidura no
humana, anterior a todas las edades, no puede perderse nunca, sin embargo se
rodea de velos cada vez ms impenetrables, que le disimulan a las miradas y bajo los
cuales es extremadamente difcil descubrirle. Por eso es por lo que por todas partes y
bajo smbolos diversos, se habla de algo que se ha perdido, al menos en apariencia y
en relacin al mundo exterior, y que deben reencontrar aquellos que aspiran al
verdadero conocimiento; pero se dice tambin que lo que est oculto as devendr
visible al final de este ciclo, que ser al mismo tiempo, en virtud de la continuidad
que liga todas las cosas entre s, el comienzo de un ciclo nuevo.
Edificio
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. XXXIX, prrafo 1.
Todo edificio construido segn criterios estrictamente tradicionales
presenta, en la estructura y disposicin de las diferentes partes de que se compone,
una significacin csmica, la cual, por lo dems, es susceptible de doble aplicacin,
conforme a la relacin analgica entre macrocosmo y microcosmo, es decir, que
se refiere a la vez al mundo y al hombre. Esto es vlido, naturalmente y en primer
lugar, para los templos u otros edificios con destino sagrado, en el sentido ms
limitado del trmino; pero, adems, lo mismo ocurre con las simples habitaciones
humanas, pues no ha de olvidarse que, en realidad, no hay nada profano en las
civilizaciones ntegramente tradicionales, de modo que solo por efecto de una
profunda degradacin ha podido llegarse a construir casas sin proponerse otra cosa
que responder a las necesidades puramente materiales de sus habitantes, y stos, por
su parte, han podido contentarse con moradas concebidas segn preocupaciones tan
estrecha y bajamente utilitarias.
135
Efectivo y virtual
(Ver: Operativo y especulativo).
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XXX, prrafos 1, 3, 4 y ltimo.
El vinculamiento a una organizacin tradicional regular (que presupone
naturalmente la cualificacin) basta para la iniciacin virtual, mientras que el trabajo
interior que viene a continuacin concierne propiamente a la iniciacin efectiva, que
es en suma, en todos sus grados, el desarrollo en acto de las posibilidades a las que
la iniciacin virtual da acceso. Por consiguiente, esta iniciacin virtual es la iniciacin
entendida en el sentido ms estricto de esta palabra, es decir, como una entrada o
un comienzo. Eso no quiere decir de ninguna manera, que pueda considerarse
como algo que se basta a s mismo, sino que es slo el punto de partida necesario de
todo lo dems; cuando se ha entrado en una va, todava es menester esforzarse por
seguirla, e incluso, si se puede, por seguirla hasta el final. Todo esto se podra
resumir en estas pocas palabras: entrar en la va, es la iniciacin virtual; seguir la va,
es la iniciacin efectiva.
Por lo dems, si se reflexiona en que el trabajo interior sera ineficaz sin la
accin o, si se prefiere, sin la colaboracin de esta influencia espiritual, se podr
comprender por eso que la meditacin sobre los smbolos toma, en s misma y en
algunas condiciones, el carcter de un verdadero Rito, y de un Rito que, esta vez, ya
no confiere slo la iniciacin virtual, sino que permite alcanzar un grado, ms o
menos avanzado, de iniciacin efectiva.
Por el contrario, en lugar de servirse de los smbolos de esta manera, uno
puede limitarse tambin a especular sobre ellos, sin proponerse nada ms;
ciertamente, con eso no queremos decir que sea ilegtimo explicar los smbolos en la
medida de lo posible, y buscar desarrollar, por comentarios apropiados, los
diferentes sentidos que contienen (a condicin, bien entendido, de guardarse bien de
toda sistematizacin, que es incompatible con la esencia misma del simbolismo);
pero queremos decir que, en todo caso, eso no debera ser considerado ms que
como una simple preparacin a algo ms, y es justamente eso lo que, por definicin,
escapa forzosamente al punto de vista especulativo como tal. ste slo puede
quedarse en un estudio exterior de los smbolos, que, evidentemente, no podra
hacer pasar, a los que se libran a l, de la iniciacin virtual a la iniciacin efectiva; y
an, muy frecuentemente, se detiene en las significaciones ms superficiales, porque,
para penetrar ms adelante, es menester ya un grado de comprensin que, en
realidad, supone algo muy diferente de la simple erudicin; y es menester incluso
estimarse afortunado si esa erudicin no se extrava ms o menos completamente en
consideraciones adventicias, como, por ejemplo, cuando se quiere encontrar en
los smbolos sobre todo, un pretexto para la moralizacin, o sacar de ellos
pretendidas aplicaciones sociales, o incluso polticas, que, ciertamente, no tienen
nada de inicitico y ni siquiera de tradicional. En este ltimo caso, ya se ha rebasado
136
Eje Principial
El Simbolismo de la Cruz, cap. VI, prrafo 2.
Es este Eje vertical que relaciona a todos los estado del Ser, atravesndolos
en sus centros respectivos. Es el lugar de la Manifestacin que la Tradicin ExtremoOriental denomina Actividad del Cielo, que es precisamente la actividad no
actuante de Purusha por la que se determinan, en Prakriti, las producciones que
corresponden a todas las posibilidades de Manifestacin.
El Simbolismo de la Cruz, cap. XXIV, prrafo 1.
Posee una fuerza directriz ascensorial y divinamente benefactora
137
kgrat
Oriente y Occidente, Segunda parte, cap. III, prrafo 8 y nota 2.
Es menester, ya lo hemos dicho, atenerse primero al punto de vista
puramente intelectual, y, por una repercusin completamente natural, las
consecuencias se extendern seguidamente, y ms o menos rpidamente, a todos los
dems dominios, comprendido el de las aplicaciones sociales.
Registramos aqu la confesin muy explcita de Max Mller: la
concentracin del pensamiento, llamada por los hindes kgrat (o kgrya), es algo
que nos es casi desconocido. Nuestros espritus son como caleidoscopios de
pensamientos en movimiento constante; y cerrar nuestros ojos mentales a cualquier
otra cosa, para fijarnos sobre un pensamiento slo, ha devenido para la mayora de
nosotros casi tan imposible, como aprehender una nota musical sin sus armnicos.
Con la vida que llevamos hoy da ha devenido imposible, o casi imposible, llegar
nunca a esa intensidad de pensamiento que los hindes designaban por kgrat, y
cuya obtencin era para ellos la condicin indispensable de toda especulacin
filosfica y religiosa (Preface to the Sacred Books of the East, pp. XXIII-XXIV). No se
podra caracterizar mejor la dispersin del espritu occidental, y no tenemos ms que
dos rectificaciones que hacer a este texto: lo que concierne a los hindes debe ser
puesto en presente tanto como en pasado, ya que para ellos es siempre as, y no es de
138
l (Nombre de Dios)
(Ver: Iod).
139
utilizaba frecuentemente. Pero de dnde proviene ste tan extravagante de RauCroix, y cul puede ser su significado? Segn Martines el verdadero nombre de
Adn era Roux (pelirrojo) en lengua vulgar y Rau en hebreo, que significaba
Hombre-Dios muy fuerte en sabidura, virtud y potencia, interpretacin que a
primera vista al menos parece de fbula. La verdad es que Adam significa de hecho y
literalmente rojo: Adamah es la arcilla roja, y Damah es la sangre, que es igualmente
roja. Edom, nombre que se le dio a Esa, tambin tiene el sentido de rojo
(pelirrojo). Este color es frecuentemente tomado como smbolo de fuerza o
potencia, lo que justifica en parte la explicacin de Martines. Por lo que hace a la
forma Rau con toda seguridad no tiene nada de hebraico, pero pensamos que hay
que ver all una asimilacin fontica con la palabra Roeh vidente, que fue la primera
denominacin de los profetas, y cuyo verdadero sentido es en todo comparable con
el del snscrito rishi. Como ya indicamos en varias oportunidades, este tipo de
simbolismo fontico no tiene nada de excepcional, y no sera de extraar que
Martines se hubiera servido del mismo para aludir a una de las principales
caractersticas inherentes al estado ednico, y, consecuentemente, para significar la
posesin de dicho estado. Si es as, la expresin Rau-Croix, con el agregado de la
Cruz del Reparador al primer nombre Rau, indica, en el lenguaje utilizado en el
Tratado de la Reintegracin de los Seres, el menor restablecido en sus prerrogativas,
vale decir, el hombre regenerado, quien efectivamente es el segundo Adn de San
Pablo, y que tambin es el verdadero Rosa-Cruz23. En realidad no se trata entonces
de una imitacin del trmino Rosa-Cruz, del que por otra parte hubiera sido
mucho ms sencillo apropiarse lisa y llanamente como tantos otros hicieron, sino de
una de las numerosas interpretaciones o adaptaciones a los que ste puede dar
legtimamente. Lo que naturalmente no quiere decir que las pretensiones de
Martines en lo que se refiere a los efectos reales de su ordenacin de Rau-Croix
estuvieran plenamente justificadas.
Como conclusin puede deducirse que no existe oposicin alguna entre
exoterismo y esoterismo, slo hay una superposicin de ste sobre aqul, siendo el
esoterismo el que confiere a las verdades expresadas de forma ms o menos velada
por el exoterismo, la plenitud de su sentido superior y profundo.
4.
La Cruz es adems, por s misma, el smbolo del Hombre Universal, y podemos decir que
representa la forma misma del hombre reintegrado en su centro original, de donde ha sido separado
por la cada, o, segn el vocabulario de Martines, por la prevaricacin.
140
141
142
quien lo lleve est exento de toda subordinacin. Entre los mismos Elegidos Cohen,
los Raux-Croix tambin se calificaban como Soberanos, y Martines era Gran
Soberano o Soberano de los Soberanos porque su jurisdiccin se extenda sobre
todos los dems. Por otra parte, la mejor prueba de lo que acabamos de decir se
encuentra en este pasaje de una carta de Martines a Willermoz, fechada el 12 de
septiembre de 1768: La apertura de las circunferencias que realic el 12 de septiembre
pasado, fue al solo efecto de abrir la operacin de los equinoccios prescritos, para no faltar a mi
obligacin espiritual y temporal. Quedan abiertos hasta los solsticios, y controlados por m, a
fin de estar preparado a operar y rezar en favor de la salud y tranquilidad de nimo y espritu
de ese jefe principal, que os es tan desconocido a vos como a todos vuestros hermanos RauxCroix, y que yo debo callar hasta que l mismo se haga conocer. No temo ningn
acontecimiento negativo, ni para m en particular, ni para la Orden en general, por lo mucho
que la Orden perdera si tuviera que perder a un jefe as. No os puedo hablar sobre este tema
sino alegricamente. Luego, Martines, segn sus propias declaraciones, no era de
ningn modo el jefe principal de la Orden de los Elegidos Cohen; pero como
vemos a Martines constituir personalmente y bajo nuestros ojos a la Orden, dicho
jefe no podra ser ms que l o los jefes de la organizacin inspiradora de la nueva
formacin. Y acaso el temor de Martines no sera el de que, de desaparecer ese
personaje, se interrumpieran prematuramente ciertas comunicaciones? Por otra
parte, es muy evidente que la forma en que es presentado slo puede aplicarse a un
hombre vivo, y no a una entidad ms o menos fantasmagrica. Lo que decimos no es
nada superfluo, conociendo la manera en que los ocultistas han difundido tantas otras
ideas extravagantes parecidas a sta.
Si es exacto lo que dijimos del origen sefard de la iniciacin de Martines, tal
sede podra perfectamente ubicarse en frica del Norte, y en realidad sta es la
hiptesis ms verosmil. Pero, en tal caso, es claro que no podra tratarse de una
organizacin masnica, y que no es por ese lado, donde debe buscarse la potencia
que haba revestido a Martines como Soberano Raux, para una regin que
coincida con el rea de influencia de la Masonera en su conjunto, lo que justificaba,
por otra parte, la fundacin realizada por l, bajo la especial forma de un rgimen
de altos grados, de la Orden de los Elegidos Cohen.
No puede negarse que el fin de esta Orden sea menos oscuro que sus
comienzos. Los dos sucesores de Martines no ejercieron por mucho tiempo la
funcin de Gran Soberano, pues el primero, Caignet de Lestre, muri en 1778,
cuatro aos despus que Martines, y el segundo, Sbastien de Las Casas, se retir dos
aos despus, en 1780. Qu subsisti despus como organizacin regularmente
constituida? Parece ser que, efectivamente, no se conserv demasiado, y que en
algunos Templos se mantuvieron hasta un poco ms all de 1780, sin tardar en
cesar toda actividad. En cuanto a la designacin de otro Gran Soberano tras el
retiro de Sbastien de Las Casas, no se la menciona en ninguna parte. Sin embargo,
hay una carta de Bacon de La Chevalerie, del 26 de enero de 1807, que habla del
silencio absoluto de los Elegidos Cohen, que actan siempre con la mayor reserva
ejecutando rdenes supremas del Soberano Maestro, el G .. Z .. W .. J ... Pero
143
lite
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XLIII, prrafo 2 y 4 y nota 7.
Por definicin misma, la distincin que determina la elite no puede operarse
ms que por arriba, es decir, bajo la relacin de las posibilidades ms elevadas del
ser. En efecto, desde el punto de vista propiamente tradicional, aquello que da a la
palabra elite todo su valor, es que se deriva de elegido.
En el fondo, podramos decir que la elite, tal como la entendemos,
representa el conjunto de aquellos que poseen las cualificaciones requeridas para la
iniciacin, y que, naturalmente, son siempre una minora entre los hombres. En un
sentido, stos son todos llamados, en razn de la situacin central que ocupa el
ser humano en este estado de existencia, entre los dems seres que se encuentran
igualmente en l (Esto no es verdad slo en lo que concierne al mundo corporal, sino
tambin en lo que concierne a las modalidades de existencia individual), pero hay
pocos elegidos, y, en las condiciones de la poca actual, hay ciertamente menos
que nunca. Se podra decir que, en razn del movimiento de descenso cclico,
debe haber necesariamente cada vez menos; y por eso es posible comprender lo que
quiere decir la afirmacin tradicional segn la cual el ciclo actual terminar cuando
el nmero de los elegidos est completo.
Se podra objetar que esta elite existe siempre de hecho, ya que, por poco
numerosos que sean los que estn cualificados, en el sentido inicitico de la palabra,
no obstante, hay al menos algunos, y, por lo dems, aqu, el nmero importa poco
(Es evidente que, en todo lo que se refiere a la lite, es menester no considerar
nunca ms que una cuestin de cualidad y no de cantidad); eso es verdad, pero
ellos no representan as ms que una elite virtual, o, se podra decir, la posibilidad de
la elite, y, para que sta se constituya efectivamente, es menester ante todo que ellos
mismos tomen consciencia de su cualificacin.
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Emanacin
El Esoterismo Islmico y el Taosmo, cap IX, prrafo 4.
Algunos, el trmino emanacin -siempre por las mismas razones y a
consecuencia de las mismas confusiones-, quieren emplearlo para designar la
manifestacin, cuando la misma no es presentada bajo el aspecto de creacin. Ahora
bien, en tanto que se trate al menos de doctrinas Tradicionales y ortodoxas, ese
trmino debe ser absolutamente descartado porque, en s mismo y por su
significacin etimolgica, no expresa verdaderamente nada ms que una
imposibilidad pura y simple. En efecto, la idea de emanacin es propiamente la de
una salida; pero la manifestacin de ningn modo debe ser considerada as, ya que
nada puede realmente salir del Principio; si algo saliera de l, el Principio, desde
entonces, no podra ser ms Infinito, y se encontrara limitado por el hecho mismo
de la manifestacin; la verdad es que, fuera del Principio, no hay y no puede haber
ms que la nada. Si se quiere considerar inclusive la emanacin, no en relacin al
Principio Supremo e infinito, sino slo en relacin al Ser -principio inmediato de la
manifestacin-, el trmino en cuestin dara todava lugar a una objecin, que por ser
146
otra que la precedente, no es menos decisiva: si los seres salieran del Ser para
manifestarse, no podra decirse que son realmente seres, y estaran propiamente
desprovistos de toda existencia, pues la existencia, bajo cualquier modo que sea, no
puede ser otra cosa que una participacin del Ser; esta consecuencia, adems de que
es visiblemente absurda en s misma como en el otro caso, es contradictoria con la
idea misma de manifestacin.
Encantamiento
El Hombre y su Devenir segn el Vdnta, cap. XX, ltimo prrafo y nota 13.
Aspiracin del ser hacia lo universal.
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap XXIV, nota 6 y prrafo 6.
Esta palabra encantamiento ha sufrido en el lenguaje corriente una
degeneracin semejante a la de la palabra encanto, que tambin se emplea
comnmente en la misma acepcin, mientras que el latn carmen del que deriva,
designaba, en el origen, la poesa tomada en su sentido propiamente sagrado; no
carece quizs de inters destacar que esta palabra carmen presenta una estrecha
similitud con el snscrito karma, entendido en el sentido de accin ritual como ya
lo hemos dicho.
El encantamiento del que hablamos, contrariamente a la plegaria, no es una
peticin, y ni siquiera supone la existencia de alguna cosa exterior (lo que toda
peticin supone forzosamente), porque la exterioridad no puede comprenderse ms
que en relacin al individuo, que precisamente se trata de rebasar aqu; el
encantamiento es una aspiracin del ser hacia lo Universal, a fin de obtener lo que
podramos llamar, en un lenguaje de apariencia algo teolgico, una gracia
espiritual, es decir, en el fondo, una iluminacin interior que, naturalmente, podr
ser ms o menos completa segn los casos. Aqu, la accin de la influencia espiritual,
debe ser considerada en el estado puro, si se puede expresar as; el ser, en lugar de
buscar hacerla descender sobre l como lo hace en el caso de la plegaria, tiende al
contrario a elevarse l mismo hacia ella. Este encantamiento, que se define as como
una operacin completamente interior en principio, puede no obstante, en un gran
nmero de casos, ser expresado y soportado exteriormente con palabras o gestos,
que constituyen algunos Ritos iniciticos, tales como el mantra en la tradicin hind o
el dhikr en la tradicin islmica, y que deben considerarse como determinando
vibraciones rtmicas que tienen una repercusin a travs de un dominio ms o menos
extenso en la serie indefinida de los estados del ser.
Encuadres
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. LXVI, ltimo prrafo.
Un ejemplo notable, desde el punto de vista del simbolismo de los
encuadres, est dado por ciertos caracteres chinos, que se referan primitivamente
147
148
Error
El Simbolismo de la Cruz, cap. XXV, penltimo prrafo.
Los que estn en el error, en el sentido propio y etimolgico de esta
palabra, son aquellos que, como es el caso de la inmensa mayora de los hombres,
atrados y retenidos por la multiplicidad, erran indefinidamente en los ciclos de la
manifestacin, representados por las espiras de la serpiente enrollada alrededor del
rbol del Medio.
Erudicin
(Ver: Especializacin y erudicin).
Escala de Jacob
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. LIV, prrafos 4 y 5.
Esta significacin es evidente en el simbolismo bblico de la escala de Jacob, a
lo largo de la cual suben y bajan los ngeles; y sabido es que Jacob, en el lugar donde
haba tenido la visin de esa escala, coloc una piedra, que erigi como un pilar y
que es tambin una figura del Eje del Mundo, en cierto modo como sustituto de la
escala misma. Los ngeles representan propiamente los estados superiores del ser; a
ellos, pues, corresponden tambin, ms en particular, los peldaos, lo que se explica
por el hecho de que la escala debe considerarse como apoyada en tierra por su parte
inferior, es decir que, para nosotros, nuestro mundo mismo es el soporte a partir
149
del cual debe efectuarse el ascenso. Aun suponiendo que la escala se prolongue
subterrneamente para comprender la totalidad de los mundos -como debe hacerlo
en realidad-, su parte inferior sera en tal caso invisible, como lo es, para los seres
llegados a una caverna situada en determinado nivel, toda la parte del rbol Central
que se extiende por debajo de ella; en otros trminos, como los peldaos inferiores
ya se han recorrido, no cabe considerarlos efectivamente en lo que concierne a la
realizacin ulterior del ser, en la cual no podr intervenir sino el recorrido de los
peldaos superiores.
Por eso, sobre todo cuando la escala se emplea como elemento de ciertos
Ritos iniciticos, sus peldaos se consideran expresamente como representacin de
los diversos cielos, es decir, de los estados superiores del ser; as, especialmente, en
los misterios de Mithra, la escala tena siete peldaos puestos en relacin con los siete
planetas, y, segn se dice, hechos de los metales correspondientes respectivamente a
aquellos; el recorrido de tales peldaos, figuraba el de otros tantos grados sucesivos
de iniciacin. Esta escala de siete peldaos se encuentra tambin en ciertas
organizaciones iniciticas medievales, de donde pas sin duda, ms o menos
directamente, a los altos grados de la masonera escocesa, segn lo hemos sealado al
hablar de Dante; aqu los peldaos estn referidos a otras tantas ciencias, pero esto
no implica en el fondo diferencia alguna, ya que, segn Dante mismo, esas ciencias
se identifican con los cielos. Es evidente que, para corresponder as a estados
superiores y a grados de iniciacin, esas ciencias no podan ser sino ciencias
tradicionales entendidas en su sentido ms profundo y ms propiamente esotrico, y
ello inclusive para aquellas cuyos nombres, para los modernos, no designan ya, en
virtud de la degradacin a que hemos aludido repetidamente, sino ciencias o artes
profanas, es decir algo que, con relacin a aquellas verdaderas ciencias, no es en
realidad nada ms que una cascara huera y un residuo privado de vida.
Escala doble
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. LIV, prrafo 6 y nota 9.
Se encuentra tambin el smbolo de una escala doble, lo que implica la idea
de que la subida debe ser seguida de un re-descenso; se suben entonces, por un lado,
peldaos que son ciencias, es decir, grados de conocimiento correspondientes a la
realizacin de otros tantos estados, y se baja del otro lado por peldaos que son
virtudes, es decir, los frutos de esos mismos grados de conocimiento aplicados a sus
niveles respectivos. Por lo dems, puede observarse que, inclusive en el caso de la
escala simple, uno de los travesaos puede considerarse tambin, en cierto modo,
como ascendente y el otro como descendente, segn la significacin general de
las dos corrientes csmicas, la de derecha y la de izquierda, con las cuales dichos
travesaos se encuentran igualmente en correspondencia, en razn misma de su
situacin lateral con respecto al eje verdadero, que no por ser invisible deja de
constituir el elemento principal del smbolo, aquel al cual todas las partes de ste
deben ser referidas, si se quiere comprender cabalmente el significado de ellas.
150
Escala en espiral
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. LIV, ltimo prrafo.
Es un simbolismo que se encuentra tambin en ciertos rituales iniciticos: el
ascenso de una escalera en espiral; en este caso se trata, podra decirse, de una
ascensin menos directa, puesto que, en vez de realizarse verticalmente segn la
direccin del eje mismo, se realiza segn las vueltas de la hlice que se enrolla en
torno del eje, de modo que su avance aparece ms como perifrico que como
central; pero, en principio, el resultado final debe ser no obstante el mismo, pues
se trata siempre de una subida a travs de la jerarqua de los estados del ser, y las
espiras sucesivas de la hlice son tambin, segn lo hemos explicado ampliamente en
otra ocasin, una representacin exacta de los grados de la Existencia Universal.
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. LXIV, nota 13.
El uso inicitico de la escalera en espiral, se explica por la identificacin de
los grados de iniciacin, con otros tantos estados diferentes del ser; puede citarse
como ejemplo, en el simbolismo masnico, la escalera de caracol (winding stairs) de
15 peldaos, distribuidos en 3+5+7, que conduce a la Cmara del Medio. En el
otro caso, los mismos estados jerrquicos se representan tambin por los peldaos,
pero la disposicin y la forma misma de stos indican que no es posible detenerse en
ellos y que no son sino el instrumento de una ascensin continua, mientras que es
posible siempre permanecer un tiempo ms o menos largo sobre los peldaos de una
escalera, o por lo menos en los descansos existentes entre los diferentes tramos en
que aqulla se divide.
151
tipo.
Respecto del caso de Saint-Martin, nos demoraremos un poco, aunque no sea
ms que por el hecho de todo lo que se pretende derivar de l en nuestra poca. La
verdad es que si Saint-Martin abandon todos los ritos masnicos que haba
practicado, incluso el de los Elegidos Cohen, fue para adoptar una actitud
exclusivamente mstica y, por tanto, incompatible con la perspectiva inicitica y que,
en consecuencia, no fue sin duda para fundar a su vez una nueva orden. En efecto, el
nombre de Martinismo, de aplicacin exclusiva en el mundo profano, no se
aplicaba sino a las doctrinas particulares de Saint-Martin y de sus adherentes, ya en
relacin directa con l o no. Lo ms significativo es que el mismo Saint-Martin lleg
a denominar martinistas, no sin un dejo irnico, a los simples lectores de sus obras.
Pese a todo, parecera que alguno de sus discpulos ha recibido individualmente
cierto depsito de su parte, que por otro lado, a decir verdad, estaba constituido
solamente por dos letras y algunos puntos, y tal es la transmisin que se habra
verificado en los comienzos del martinismo moderno. Pero, y aunque la cosa fuera
real, cmo una transmisin de este tipo, efectuada al margen de todo rito, puede
representar una iniciacin cualquiera? Las dos letras en cuestin son las iniciales S. I.,
las que, cualquiera sea la interpretacin que se les asigne (y las interpretaciones son
muchas), parecen haber ejercido una verdadera fascinacin sobre algunos; pero, en
el caso que nos ocupa de dnde podran provenir? Con toda seguridad, no se trata
de una reminiscencia de los Superiores Incgnitos de la Estricta Observancia.
Adems, no es necesario ir a buscar tan lejos cuando algunos Elegidos Cohen usaban
estas iniciales en su propia firma. Van Rijnberk formula al respecto una hiptesis muy
plausible, segn la cual habran sido el signo distintivo del Soberano Tribunal
encargado de la administracin de la Orden (y del cual formaban parte el mismo
Saint-Martin y tambin Willermoz), por lo que no habra significado un grado sino
una funcin.
Sin embargo, en estas condiciones, podra parecer extrao que Saint-Martin
haya elegido tales iniciales en vez de, por ejemplo, R. C., a menos que no hubieran
contenido por s algn significado simblico propio, de donde en definitiva
derivaran sus diferentes usos. Como quiera que sea, es un hecho curioso, que
demuestra que efectivamente Saint-Martin les atribua cierta importancia, y es que
en su Crocodile form con esas iniciales la denominacin de una imaginaria Sociedad
de los Independientes, que por otra parte no es verdaderamente una sociedad ni
tampoco una organizacin cualquiera, sino una especia de comunidad mstica
presidida por Madame Jof, es decir, por la Fe personificada.
Estas ltimas observaciones harn comprender sin duda porqu estamos muy
lejos de compartir las opiniones demasiado optimistas de van Rijnberk cuando,
preguntndose si la Orden de los Elegidos Cohen pertenece completa y
exclusivamente al pasado, se inclina por la negativa, an reconociendo la ausencia de
toda filiacin directa, que es lo nico que debe considerarse en el dominio inicitico.
El Rgimen Escocs Rectificado sigue de todas maneras existiendo a pesar de lo que
estamos diciendo. Y en cuanto al Martinismo moderno, podemos asegurar que
152
tiene muy poco que ver con Saint-Martin, y absolutamente nada con Martines y los
Elegidos Cohen.
(Ver: Elegidos Cohen y Martines de Pasqually).
Escrituras Sagradas
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. LXII, nota 6.
Recordemos la correspondencia de los diversos grados del conocimiento,
con los sentidos ms o menos interiores de las Escrituras sagradas; es evidente que
se trata de algo sin nada en comn con el saber enteramente externo, que es todo lo
que puede dar el estudio de una lengua profana, e inclusive, agregaremos, el de una
lengua sagrada por procedimientos tales como los de los lingistas modernos.
Escuadra y Comps
La Gran Trada, cap. XIV, prrafo 5.
El Cielo y la Tierra: podemos notar, desde ahora, que este smbolo presenta
una relacin muy particular con otro, que coloca al Hombre entre la escuadra y el
comps, puesto que stos son los instrumentos que sirven respectivamente para
trazar el cuadrado y el crculo.
La Gran Trada, cap. XV, prrafo 1, nota 2 y 3.
Son las figuras geomtricas que representan respectivamente el Cielo y la
Tierra.
La manera en que el comps y la escuadra estn dispuestos uno en relacin a
la otra, en los tres grados de la Craft Masonry, muestra las influencias celestes
dominadas primeramente por las influencias terrestres, luego desprendindose de
ellas gradualmente y acabando por dominarlas a su vez.
En el simbolismo masnico, conformemente a esta correspondencia, el
comps est colocado normalmente arriba y la escuadra abajo. Cuando esta posicin
est invertida (Emulacin), el smbolo toma una significacin particular que debe ser
aproximada a la inversin del smbolo alqumico del Azufre, para representar el
cumplimiento de la Gran Obra, as como al simbolismo de la doceava lmina del
Tarot.
La Gran Trada, cap. XV, penltimo prrafo y nota 19.
Debido al hecho de que la escuadra est formada de dos brazos en ngulo
recto, se la puede considerar entonces como la reunin de la horizontal y de la
vertical, que, en uno de sus sentidos, corresponden respectivamente, as como lo
hemos visto precedentemente, a la Tierra y al Cielo, as como tambin al yin y al
yang en todas sus aplicaciones; por lo dems, es as como, en el simbolismo
masnico, la escuadra del Venerable se considera tambin como la unin o la sntesis
153
Esencia y Substancia
Miscelnea, cap. IV de la Segunda Parte, prrafo 19.
El punto de vista dinmico, activo o directo, corresponde a la esencia, y el
punto de vista esttico, pasivo o reflejo, corresponde a la substancia; pero, por
supuesto, la consideracin de ambos puntos de vista (complementarios uno del otro)
en otra modalidad de la manifestacin, en nada altera la unidad del punto principial
(al igual que tampoco el Ser del cual es el smbolo), y esto permite concebir
claramente la identidad fundamental de la esencia y la substancia, que son, como
hemos indicado en un principio, los dos polos de la manifestacin universal.
Esfera
(Ver: el ter y dems conceptos de esfera).
Esfera y cubo
La Gran Trada, cap. III, prrafo 4.
Segn la Tradicin Extremo-Oriental, las formas circulares se refieren al
Cielo y, las cuadradas, a la Tierra.
La marcha descendente del ciclo de la manifestacin (y esto en todos los
grados de mayor o menor extensin, en que un tal ciclo puede ser considerado), al ir
desde su polo superior que es el Cielo a su polo inferior que es la Tierra (o lo que los
representa desde un punto de vista relativo, si no se trata ms que de un ciclo
particular), puede ser considerada como partiendo de la forma menos especificada
de todas, que es la esfera, para concluir en la que es al contrario la ms fijada, y
que es el cubo; y se podra decir tambin que la primera de estas dos formas tiene un
carcter eminentemente dinmico y que la segunda tiene un carcter
eminentemente esttico, lo que corresponde todava a lo activo y a lo pasivo.
Esfera de la Luna
[Ver: Nacer (antes de) y despus de morir]
154
Esoterismo
El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. XI penltimo prrafo.
El esoterismo, por definicin no se dirige ms que a la lite.
Esoterismo catlico
Estudios sobre la Franc-Masonera y el Compagnonage, cap. II, prrafo 5.
En la Edad Media, as como hay un esoterismo musulmn, haba tambin en
esa poca un esoterismo catlico, queremos decir un esoterismo que tomaba su base
y su punto de apoyo en los smbolos y los ritos de la Religin Catlica, y
superponindose a sta sin oponerse en modo alguno; no es dudoso que ciertas
rdenes religiosas estuvieron muy lejos de ser extraas a ese esoterismo.
24
As, en geometra plana, el centro nico del crculo, al desdoblarse, origina los dos focos de una
elipse; el mismo desdoblamiento est tambin figurado con toda nitidez en el smbolo extremooriental del Yin-Yang, que tampoco carece de relacin con el del Huevo del Mundo.
155
Espacio sagrado
El Hombre y su Devenir segn el Vdnta, cap. XXIV, ltima nota.
Dicen que los verdaderos Rosa-Cruz, se renen en el Templo del Espritu
Santo, que est en todas partes.
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. XI, prrafos 1, 2 y 3.
En una civilizacin integralmente tradicional, toda actividad humana,
cualquiera que sea, posee un carcter que se puede decir sagrado, porque, por
definicin misma, la tradicin no deja nada fuera de ella; sus aplicaciones se
extienden entonces a todas las cosas sin excepcin, de suerte que no hay ninguna que
pueda ser considerada como indiferente o insignificante a este respecto, y de suerte
que, haga lo que haga el hombre, su participacin en la tradicin est asegurada de
una manera constante por sus actos mismos.
Desde que algunas cosas escapan al punto de vista tradicional o, lo que viene
a ser lo mismo, son consideradas como profanas, ese es el signo manifiesto de que se
ha producido ya una degeneracin que implica un debilitamiento y como una
disminucin de la fuerza de la tradicin; y una tal degeneracin est ligada
naturalmente, en la historia de la humanidad, a la marcha descendente del
desenvolvimiento cclico. Eso no quiere decir sin embargo que una tradicin pueda
reconocer jams el punto de vista profano como tal, ya que eso equivaldra en suma a
negarse a s misma al menos parcialmente. una tradicin no puede sino mantener
siempre de derecho, cuando no de hecho, que su propio punto de vista vale
realmente para todas las cosas y que su dominio de aplicacin las comprende a todas
igualmente.
Solo la civilizacin occidental moderna, debido a que su espritu es
esencialmente anti-tradicional, pretende afirmar la legitimidad de lo profano como
tal y considera incluso como un progreso incluir ah una parte cada vez ms grande
de la actividad humana, de suerte que en el lmite, para el espritu integralmente
moderno, ya no hay ms que lo profano, y de suerte que todos sus esfuerzos tienden
en definitiva a la negacin o a la exclusin de lo sagrado. Esta afirmacin de un
dominio profano, que transforma indebidamente un simple estado de hecho en un
estado de derecho, es pues, si puede decirse, uno de los postulados fundamentales
del espritu anti-tradicional, puesto que no es sino inculcando primero esta falsa
concepcin en la generalidad de los hombres, como puede esperar llegar
gradualmente a sus fines, es decir, a la desaparicin de lo sagrado, o, en otros
trminos, a la eliminacin de la tradicin hasta sus ltimos vestigios.
Incluso los hombres que se estiman religiosos, es decir, aquellos en
quienes subsiste todava ms o menos conscientemente algo del espritu tradicional,
por eso no consideran menos la religin como una cosa que ocupa entre las dems un
lugar completamente aparte, y por lo dems, a decir verdad, muy restringido, de tal
suerte que no ejerce ninguna influencia efectiva sobre todo el resto de su existencia,
donde piensan y actan exactamente de la misma manera que los ms
156
Espacio-Tiempo
El Simbolismo de la Cruz, cap. XXX, nota 1.
Mientras que la extensin se considera habitualmente como una
particularizacin del espacio, la relacin del tiempo y de la duracin se considera a
veces en un sentido opuesto; en efecto, segn algunas concepciones, y
concretamente la de los filsofos escolsticos, el tiempo no es ms que un modo
particular de la duracin; pero esto, que es por lo dems perfectamente aceptable, se
vincula a consideraciones que son extraas a nuestro tema. Todo lo que podemos
decir a este respecto, es que el trmino duracin se toma entonces para designar
generalmente todo modo de sucesin, es decir, en suma toda condicin que, en
otros estados de existencia, puede corresponder analgicamente a lo que es el
tiempo en el estado humano; pero el empleo de este trmino se arriesga quizs a dar
lugar a algunas confusiones.
El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. V, prrafos 3 y 4.
No hay ms tiempo que espacio fuera de nuestro mundo, y, en ste, el
tiempo realizado contiene siempre acontecimientos, as como el espacio realizado
contiene siempre cuerpos. Es evidente que las pocas del tiempo estn diferenciadas
cualitativamente por los acontecimientos que se desarrollan en ellas, del mismo
modo que las porciones del espacio lo estn por los cuerpos que contienen.
La naturaleza esencial de los acontecimientos aparece como mucho ms
estrictamente ligada al tiempo de lo que lo est la de los cuerpos al espacio, lo que
confirma todava que el tiempo debe tener en s mismo un carcter ms ampliamente
cualitativo.
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. XXX, prrafo 2.
El cuerpo, posee efectivamente el carcter espacial, ya que el espacio mismo
no es ni ms ni menos que una de las condiciones propias a la existencia corporal. El
uso de un tal simbolismo espacial, tanto como el de un simbolismo temporal, por eso
no es menos, como lo hemos explicado en muchas ocasiones, no solo legtimo, sino
incluso inevitable, desde que debemos servirnos forzosamente de un lenguaje que, al
ser el del hombre corporal, est sometido l mismo a las condiciones que determinan
la existencia de ste como tal; basta con no olvidar nunca que todo lo que no
pertenece al mundo corporal, por eso mismo, no podra estar en realidad ni en el
157
espacio ni en el tiempo.
Miscelnea, Tercera Parte, cap. VI, prrafo 45 y nota 158.
El espacio es reversible, es decir, que una cualquiera de sus partes, habiendo
sido recorrida en cierto sentido, puede serlo a continuacin en sentido inverso, y ello
porque es una coordinacin de elementos considerados en modo simultneo y
permanente; pero el tiempo, siendo al contrario una coordinacin de elementos
considerados en modo sucesivo y transitorio, no puede ser reversible, pues tal
suposicin sera la negacin misma del punto de vista de la sucesin, o, en otros
trminos, vendra precisamente a suprimir la condicin temporal25.
Esta supresin de la concepcin temporal es por lo dems posible, pero no en los casos que
consideramos aqu, puesto que esos casos suponen siempre el tiempo; y, hablando adems de la
concepcin del eterno presente, hemos tenido buen cuidado en sealar que no puede tener nada en
comn con un retorno al pasado o un transporte al porvenir, puesto que suprime precisamente le
pasado y el porvenir, liberndonos del punto de vista de la sucesin, es decir, de lo que consuma para
nuestro ser actual toda la realidad de la condicin temporal.
158
Espada
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. XXVI, nota 8.
En una de sus significaciones, la espada es un smbolo del Verbo o de la
Palabra, con su doble poder creador y destructor (vase, por ejemplo, Apocalipsis, I
16 y XIX, 15). Es evidente, por otra parte, que ese doble poder es anlogo a la
fuerza doble, o que, ms exactamente, no son sino dos aplicaciones diversas de una
misma cosa. Con respecto a la espada, notemos que, segn ciertos historiadores
antiguos, los escitas representaban a la Divinidad por medio de una espada hincada en
tierra, en la sumidad de un montculo; siendo ste la imagen reducida de la montaa,
se encuentran as reunidos dos smbolos del Eje del Mundo.
159
Especializacin y erudicin
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XXXIII, prrafo 4.
La estrechez de miras resulta inevitablemente de la especializacin, y la
miopa intelectual es el acompaamiento habitual de la erudicin, cultivada slo
por la erudicin.
Lo que es esencial observar, es que, si el conocimiento profano, en s
mismo, es simplemente indiferente, los mtodos por los que es inculcado son, en
realidad, la negacin misma de los que abren el acceso al conocimiento inicitico.
La Crisis del Mundo Moderno, cap. VII, prrafo 8.
En efecto, la especializacin, tan alabada por algunos socilogos bajo el
nombre de divisin del trabajo, no se ha impuesto solo a los sabios, sino tambin a
los tcnicos e incluso a los obreros, y, para estos ltimos, todo trabajo inteligente se
ha hecho por eso mismo imposible; muy diferentes de los artesanos de antao, ya no
son ms que los servidores de las mquinas, hacen por as decir cuerpo con ellas;
deben repetir sin cesar, de una manera mecnica, algunos movimientos
determinados, siempre los mismos, y siempre cumplidos de la misma manera, a fin
de evitar la menor prdida de tiempo.
Especie
La Gran Trada, cap. XIII, penltimo prrafo.
La especie es propia del estado determinado. El cambio de estado supone la
prdida de la especie. O sea, la condicin de la especie se aplica nicamente en
sentido horizontal, es decir en el dominio de un cierto estado de existencia, no
pudiendo intervenir de ninguna manera en el sentido vertical, cuando el ser pasa a
otros estados. Bien entendido, lo que es verdadero a este respecto para la especie, lo
es tambin, con mayor razn, para la raza, para la familia y para todas las porciones,
ms o menos restringidas, del dominio individual en las que el ser, por las
condiciones de su nacimiento, se encuentra incluido en cuanto a su manifestacin en
el estado considerado.
Espiritismo (Fenmenos)
El Error Espiritista, cap. VII, prrafo 6.
Hay primero lo que se puede llamar la memoria latente: nada se olvida
jams de una manera absoluta, como lo prueban los casos de reviviscencia anormal
que se han constatado frecuentemente; as pues, basta que se haya conocido algo
unos instantes, incluso si se cree haberlo olvidado completamente, para que no haya
lugar a buscarlo en otra parte, si eso viene a expresarse en una comunicacin
espiritista. Hay tambin todas las previsiones y todos los presentimientos, que, a
160
Espiritismo (Posibilidades)
El Error Espiritista, cap. VII, prrafo 12.
El estado sutil del que hablamos, y al cual deben referirse en general, no
solo las materializaciones, sino tambin todas las dems manifestaciones que
suponen una exteriorizacin a un grado cualquiera, este estado, decimos, lleva el
nombre de taijasa en la doctrina hind, porque esta doctrina considera su principio
correspondiente como de la naturaleza del elemento gneo (tjas), que es a la vez
calor y luz. Esto podra comprenderse mejor por una exposicin de la constitucin
del ser humano tal como la considera esta doctrina; pero no podemos pensar
emprenderla aqu, ya que esta cuestin exigira todo un estudio especial, estudio
que, por lo dems, tenemos la intencin de hacer algn da. Por el momento,
debemos limitarnos a sealar muy sumariamente algunas de las posibilidades de este
estado sutil, posibilidades que rebasan con mucho todos los fenmenos del
espiritismo, y a las que stos no son siquiera comparables; tales son por ejemplo las
siguientes: posibilidad de transferir a este estado la integralidad de la consciencia
individual, y no solo una porcin del subconsciente, como esto tiene lugar en el
sueo ordinario y en los estados hipnticos y medimnicos; posibilidad de localizar
este estado en un lugar cualquiera, lo que es la exteriorizacin propiamente dicha,
y de condensar en ese lugar, por su mediacin, una apariencia corporal que es
anloga a la materializacin de los espiritistas, pero sin la intervencin de ningn
mdium; posibilidad de dar a esa apariencia, ya sea la forma misma del cuerpo (y
entonces merecera verdaderamente el nombre de doble), ya sea toda otra forma
161
Espiritismo (Fuerzas)
El Error Espiritista, cap. VII, prrafo 13.
Las fuerzas susceptibles de entrar en juego son diversas y mltiples; que se
las deba considerar como proviniendo de seres especiales, o como simples fuerzas en
un sentido ms cercano de aquel en el que el fsico entiende esta palabra, importa
poco cuando uno se queda en las generalidades, ya que las unas y las otras pueden ser
verdaderas segn los casos. Entre estas fuerzas, las hay que, por su naturaleza, estn
ms prximas del mundo corporal y de las fuerzas fsicas, y que, por consiguiente, se
manifiestan ms fcilmente al tomar contacto con el dominio sensible por la
mediacin de un organismo vivo (el de un mdium) o por cualquier otro medio.
Ahora bien, estas fuerzas son precisamente las ms inferiores de todas, y por
consiguiente aquellas cuyos efectos pueden ser los ms funestos y que deberan ser
evitados lo ms cuidadosamente; en el orden csmico, corresponden a lo que son las
regiones ms bajas del subconsciente en el ser humano. Es en esta categora donde
es menester colocar todas las fuerzas a las que la tradicin extremo oriental da la
denominacin genrica de influencias errantes, fuerzas cuyo manejo constituye la
parte ms importante de la magia, y cuyas manifestaciones, a veces espontneas, dan
lugar a todos esos fenmenos de los que, la obsesin, es el tipo ms conocido; son,
en suma, todas las energas no individualizadas, y las hay, naturalmente, de muchos
tipos. Algunas de esas fuerzas pueden llamarse verdaderamente demoniacas o
satnicas; son esas, concretamente, las que pone en juego la brujera, y las
prcticas espiritistas pueden atraerlas tambin frecuentemente, aunque
involuntariamente; el mdium es un ser cuya desgraciada constitucin pone en
relacin con todo lo que hay de menos recomendable en este mundo, e incluso en
los mundos inferiores. En las influencias errantes debe comprenderse igualmente
todo lo que, proviniendo de los muertos, es susceptible de dar lugar a
manifestaciones sensibles, ya que se trata de elementos que ya no estn
individualizados: tal es el ob mismo, y tales son, con mayor razn, todos esos
elementos psquicos de menor importancia que representan el producto de la
desintegracin del inconsciente (o mejor del subconsciente) de una persona
muerta [Artculo ya citado de Donald Mac-Nab: Le Lotus, marzo de 1889, p. 742.].
162
Espiritismo (Comunicacin)
El Error Espiritista, Segunda parte, cap. V, prrafo 7 y nota 2.
De una manera general, diremos que para poder ponerse en relacin con un
ser que est en otro estado, es menester haber desarrollado en s mismo las
posibilidades de ese estado, de suerte que, inclusive si el que llega a ese estado es un
hombre vivo actualmente sobre la tierra, no es en tanto que individualidad humana
terrestre como puede llegar ah, sino slo en tanto que es tambin otra cosa al mismo
tiempo. El caso ms simple, relativamente, es aquel donde el ser con el que se trata
de comunicar, ha permanecido en uno de los prolongamientos del estado individual
humano; basta entonces que el vivo haya extendido su propia individualidad, en una
direccin correspondiente, ms all de la modalidad corporal a la que est
comnmente limitado en acto, aunque no en potencia (ya que las posibilidades de la
individualidad integral son evidentemente las mismas en todos, pero pueden
permanecer puramente virtuales durante toda la existencia terrestre); este caso
puede encontrarse realizado en algunos estados msticos, y eso puede producirse
entonces incluso sin que la voluntad del que lo realiza haya intervenido en ello
activamente. Si consideramos despus el caso donde se trata de comunicar con un ser
que ha pasado a un estado enteramente diferente del estado humano, podemos decir
que es prcticamente una imposibilidad, ya que la cosa no sera posible ms que si el
vivo hubiera alcanzado un estado superior, bastante elevado como para representar
un principio comn a los otros dos y permitir as unirlos, al implicar
eminentemente todas sus posibilidades particulares; pero entonces la cuestin ya
no tiene ningn inters, dado que, al haber llegado a un tal estado, no tendr ninguna
necesidad de re-descender a un estado inferior que no le concierne directamente; en
fin, de todos modos, en eso se trata de otra cosa que de la individualidad humana26.
26
Hemos supuesto aqu que el ser no humano est en un estado todava individual; si estuviera en un
estado supra-individual, aunque todava condicionado, bastara que el vivo alcanzara el mismo estado,
pero entonces las condiciones seran tales que apenas se podra hablar ya de comunicacin, en un
163
164
Espiritismo (Peligros)
El Error Espiritista Segunda parte, cap. XIV, prrafo 6.
Para resumir diremos que los peligros del espiritismo son de varios rdenes
y que se podra clasificarlos en fsicos, psquicos e intelectuales; los peligros fsicos
son los accidentes tales como el que cuenta el Dr. Gibier, y son tambin, de una
manera ms frecuente y ms habitual, las enfermedades provocadas o desarrolladas
en los mdiums sobre todo, y a veces en algunos asistentes de sus sesiones. Estas
enfermedades, que afectan principalmente al sistema nervioso, se acompaan lo ms
frecuentemente de perturbaciones psquicas; las mujeres parecen estar ms
particularmente expuestas a ellas, pero sera un error creer que los hombres estn
exentos; por lo dems, para establecer una proporcin exacta, es menester tener en
cuenta el hecho de que el elemento femenino es con mucho el ms numeroso en la
mayor parte de los medios espiritistas. Los peligros psquicos no pueden separarse
enteramente de los peligros fsicos, pero aparecen como mucho ms constantes y
ms graves todava; recordamos aqu, una vez ms, las obsesiones de carcter
variado, las ideas fijas, los impulsos criminales, las disociaciones y alteraciones de la
consciencia o de la memoria, las manas, la locura en todos sus grados; si se quisiera
establecer al respecto una lista completa, casi todas las variedades conocidas por los
alienistas estaran representadas en ella, sin contar otras varias que ignoran, y que son
los casos propiamente dichos de obsesin y de posesin, es decir, los que
corresponden a lo que hay de ms horrible en las manifestaciones espiritistas. En
suma, todo eso tiende pura y simplemente a la desagregacin de la individualidad
humana, y a veces la alcanza; las diferentes formas de desequilibrio mental mismas no
son, en eso, ms que etapas o fases preliminares, y, por deplorables que sean ya,
jams se puede estar seguro de que no irn ms lejos; por lo dems, esto escapa en
gran parte, si no totalmente a las investigaciones de los mdicos y de los psiclogos.
Finalmente, los peligros intelectuales resultan de que las teoras espiritistas
constituyen, sobre todos los puntos a los que se refieren, un error completo, y que
no se limitan como los otros nicamente a los experimentadores; hemos sealado la
difusin de estos errores, por la propaganda directa e indirecta, entre gentes que no
hacen ningn espiritismo prctico, y que pueden creerse incluso muy alejados del
espiritismo; as pues, estos peligros intelectuales son los que tienen el alcance ms
general.
165
Espiritismo (Conclusin)
El Error Espiritista Segunda parte, Conclusin, prrafo 3.
En todo caso, al terminar, tenemos que repetir que es colocndose
nicamente en el punto de vista puramente metafsico, como se puede establecer
absolutamente la falsedad del espiritismo; no hay ningn otro medio de demostrar
que sus teoras son absurdas, es decir, que no representan ms que imposibilidades.
Estado
La Crisis del Mundo Moderno, cap. VI, prrafo 10.
El Estado concebido a la manera moderna, es una simple representacin de
la masa, donde no se refleja ningn principio superior.
Estado Primordial
La Metafsica Oriental, prrafos pgs. 31 y 32 (Ediciones de la Tradicin Unnime).
Estado del hombre verdadero, escapa ya a algunas de las limitaciones
caractersticas del estado ordinario, sobre todo a la que se debe la condicin
temporal. El hombre que ha alcanzado este estado primordial, todava es slo un
individuo humano y no est en posesin efectiva de ningn estado supra-individual;
sin embargo est, desde este momento, liberado del tiempo y la sucesin aparente de
las cosas se ha transmutado, para l, en simultaneidad.
Sera la realizacin integral de la individualidad humana. Es el estado
ednico del Judeo-Cristianismo.
Estado de un ser
[Ver: Manifestacin (Modos de): Grados, Estados, Modalidades Condiciones y
Dominios]
Los Estados Mltiples del Ser, cap. IV, antepenltimo prrafo.
Es el desarrollo de una posibilidad particular, comprendida en tal grado de la
Existencia universal, que est definido por las condiciones a las que est sometida la
posibilidad de que se trate, en tanto que se considera como realizndose en el
dominio de la Manifestacin.
Estados supra-individuales
La Metafsica Oriental, prrafos pgs. 34, 35 y 36 (Ediciones de la Tradicin
Unnime).
Est superado el estado humano, aunque condicionado, y sus condicione son
166
diferentes a las del estado humano. Lo que est superado es el mundo de las formas,
que comprende todos los estados individuales, ya que la forma es la condicin comn
a ellos, aquella por la que se define la individualidad como tal. El ser, al que ya no
puede llamarse humano, ha salido ya de la corriente de las formas.
Existen en los estados supra-individuales, subdivisiones que van desde la
obtencin de estados que, aunque a-formales, pertenecen todava a la existencia
manifestada, hasta el grado de universalidad, que es el del ser puro. Sin embargo
siguen siendo relativos, incluso el ms alto de ellos, pues la plena realizacin se
alcanza ms all del Ser, estado absolutamente incondicionado y libre de toda
limitacin.
Estados de no manifestacin
Los Estados Mltiples del Ser, cap. V, prrafo 1.
En el No Ser, no puede plantearse una cuestin de una multiplicidad de
estados, puesto que es esencialmente el dominio de lo indiferenciado e incluso de lo
incondicionado: lo incondicionado no puede estar sometido a las determinaciones de
lo uno y de lo mltiple, y lo indiferenciado no puede existir en modo distintivo. Si
hablamos, no obstante, de los estados de no manifestacin, no es para establecer en
la expresin una suerte de simetra con los estados de manifestacin, que sera
injustificada y completamente artificial; sino porque estamos forzados a introducir
ah en cierto modo una distincin, a falta de la cual no podramos hablar de ello en
absoluto; solamente, debemos darnos cuenta perfectamente de que esta distincin no
existe en s misma, que somos nosotros quienes le damos su existencia
completamente relativa, y que solo as podemos considerar lo que hemos llamado
aspectos del No-Ser, haciendo destacar por lo dems todo lo que una tal expresin
tiene de impropia y de inadecuada. En el No-Ser, no hay multiplicidad, y, en todo
rigor, tampoco hay unidad, ya que el No-Ser es el Cero metafsico, al cual estamos
obligados a dar un nombre para hablar de l, y ya que es lgicamente anterior a la
unidad; por eso es por lo que, a este respecto, la doctrina hind habla solo de nodualidad (adwaita), lo que, por lo dems, debe relacionarse tambin con lo que
hemos dicho ms atrs sobre el empleo de los trminos de forma negativa.
El Simbolismo de la Cruz, cap. I, prrafo 3.
El S mismo es, as, el principio por el que existen -cada uno en su
dominio propio, que podemos llamar un grado de existencia- todos los estados del
167
ser; y esto debe entenderse, no slo de los estados manifestados, individuales como
el estado humano o supra-individuales -es decir, en otros trminos, formales o
informales-, sino tambin, aunque la palabra existir deviene entonces impropia, de
los estados no manifestados, que comprenden todas las posibilidades que, por su
naturaleza misma, no son susceptibles de ninguna manifestacin, al mismo tiempo
que las posibilidades de manifestacin mismas en modo principial; pero este S
mismo no es sino por s mismo, puesto que no tiene y no puede tener, en la unidad
total e indivisible de su naturaleza ntima, ningn principio que le sea exterior.
El Simbolismo de la Cruz, cap. I, prrafos 6, 7 y 8.
Esta multiplicidad de los estados del Ser, que es una verdad metafsica
fundamental, es verdadera ya cuando nos limitamos a considerar los estados de
manifestacin, como acabamos de hacerlo aqu, y como debemos hacerlo desde que
se trata slo de la Existencia; por consiguiente, es verdadera a fortiori si se consideran
a la vez los estados de manifestacin y los estados de no manifestacin, cuyo conjunto
constituye el Ser Total, considerado entonces, ya no slo en el dominio de la
Existencia -incluso tomada en toda la integralidad de su extensin-, sino en el
dominio ilimitado de la Posibilidad Universal. Debe comprenderse bien, en efecto,
que la Existencia no encierra ms que las posibilidades de manifestacin, y todava
con la restriccin de que estas posibilidades no son concebidas entonces sino en tanto
que se manifiestan efectivamente, puesto que, en tanto que no se manifiestan, es
decir, principialmente, estn en el grado del Ser. Por consiguiente, la Existencia est
lejos de ser toda la Posibilidad, concebida como verdaderamente universal y total,
fuera y ms all de todas las limitaciones, comprendida incluso esta primera
limitacin, que constituye la determinacin ms primordial de todas, queremos
decir, la afirmacin del Ser puro.
Cuando se trata de los estados de no manifestacin de un ser, es menester
todava hacer una distincin entre el grado del Ser y lo que est ms all; en este
ltimo caso, es evidente que el trmino ser mismo ya no puede aplicarse
rigurosamente en su sentido propio; pero, sin embargo, en razn de la constitucin
misma del lenguaje, estamos obligados a conservarle a falta de otro ms adecuado, no
atribuyndole ya entonces ms que un valor puramente analgico y simblico, sin lo
cual nos resultara enteramente imposible hablar de una manera cualquiera de lo que
se trata. Es as como podremos continuar hablando del Ser Total, como estando al
mismo tiempo manifestado en algunos de sus estados y no manifestado en otros, sin
que eso implique de ningn modo que, para estos ltimos, debamos detenernos en la
consideracin de lo que corresponde al grado que es propiamente el del Ser.
Los estados de no manifestacin son esencialmente supra-individuales, y, del
mismo modo que el S mismo principial del que no pueden ser separados, tampoco
podran de ninguna manera ser individualizados; en cuanto a los estados de
manifestacin, algunos son individuales, mientras que otros son no individuales,
diferencia que corresponde, segn lo que hemos indicado, a la distincin de la
manifestacin formal y de la manifestacin a-formal. Si consideramos en particular el
168
Estatua de sal
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. LXII, prrafo 2 y nota 10.
Puede observarse que el doble sentido simblico del puente, resulta tambin
de que se lo puede recorrer en las dos direcciones opuestas, aunque deba serlo, sin
embargo, slo en una, en aquella que va de esta ribera a la otra ribera, pues todo
retroceso constituye un peligro de evitar27, salvo en el caso nico del ser que,
liberado ya de la existencia condicionada, puede en adelante moverse a voluntad a
travs de todos los mundos, y para el cual tal retroceso no es, por lo dems, sino una
apariencia ilusoria.
ter
(Ver: Vaco universal).
Esttica
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. XIII, prrafo 3.
La esttica es, como su nombre lo indica, lo que pretende reducirlo todo a
una simple cuestin de sensibilidad. Y lo bello, muy lejos de ser el esplendor de
la verdad como se lo defina antao, se reduce, en ella, a no ser ms que lo que
produce un cierto sentimiento de placer, y por consiguiente algo puramente
psicolgico y subjetivo.
27
De ah las alusiones, tan frecuentes en los mitos y las leyendas de toda procedencia, al peligro de
volverse en medio del camino y de mirar hacia atrs.
169
Estrella flameante
La Gran Trada, cap. XV, prrafo 1, nota 4 y 5.
La Estrella flameante es una estrella de cinco puntas, y 5 es el nmero del
microcosmo; por lo dems, esta asimilacin se indica expresamente en el caso
170
171
Evolucin
El Error Espiritista, Segunda parte, cap. IX, prrafo 8.
A propsito de la hiptesis segn la cual el ser debera pasar sucesivamente
por todas las formas de vida: esta hiptesis, que no es otra cosa en suma que la
evolucin anmica de M. Delanne, es primeramente una imposibilidad, y despus,
es intil, y lo es incluso doblemente. Es intil, en primer lugar, porque el ser puede
tener simultneamente en l el equivalente de todas esas formas de vida; y aqu no se
trata ms que del ser individual, puesto que todas esas formas pertenecen a un mismo
estado de existencia, que es el de la individualidad humana; as pues, son
posibilidades comprendidas en el dominio de sta, a condicin de que se considere
en su integralidad. No es sino para la individualidad restringida nicamente a la
modalidad corporal, como ya lo hemos hecho destacar, que la simultaneidad es
reemplazada por la sucesin, en el desarrollo embriolgico, pero esto no concierne
ms que a una parte bien dbil de las posibilidades en cuestin; para la individualidad
integral, el punto de vista de la sucesin desaparece ya, y no obstante no se trata
todava ms que un nico estado del ser, entre la multiplicidad indefinida de los
dems estados. Si se quiere hablar a toda costa de evolucin, con esto se ve cuan
estrechos son los lmites en los que esta idea encontrar dnde aplicarse. En segundo
lugar, la hiptesis de que hablamos es intil en cuanto al trmino final que el ser debe
alcanzar, cualquiera que sea por lo dems la concepcin que uno se haga de l.
Oriente y Occidente, cap. I, prrafo 5.
No podemos pensar en hacer aqu la historia de las diversas modificaciones
que esa misma idea (el progreso) sufri en el curso del siglo XIX, ni de las
complicaciones pseudocientficas que le fueron aportadas cuando, bajo el nombre de
evolucin, se la quiso aplicar, no slo a la humanidad, sino a todo el conjunto de
los seres vivos. El evolucionismo, a pesar de mltiples divergencias ms o menos
importantes, ha devenido un verdadero dogma oficial: se ensea como una ley, que
est prohibido discutir, lo que no es en realidad ms que la ms gratuita y la peor
fundada de todas las hiptesis
Existencia
El Simbolismo de la Cruz, cap XVII, prrafo 2.
El Ser se desdobla a s mismo para conocerse.
Es la manifestacin integral del Ser o, para hablar ms exactamente, la
realizacin, en modo manifestado, de todas las posibilidades que el Ser conlleva y
contiene principialmente en su unidad misma.
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. LXXIII, nota 38.
172
Existir
El Simbolismo de la Cruz, cap. I, prrafo 4.
(Ex-stare) Ser dependiente respecto de un Principio distinto de s mismo. No
tener en s mismo razn suficiente.
Los Estados Mltiples del Ser, cap. IV, nota 3.
Aqu tambin, recordamos que existir, en la acepcin etimolgica de esta
palabra (del latn ex-stare), es propiamente ser dependiente o condicionado; es pues,
en suma, no tener en s mismo su propio principio o su razn suficiente, lo que es en
efecto el caso de la manifestacin.
Puede decirse tambin, segn un simbolismo que se usa bastante frecuentemente, que el ncleo
no puede ser alcanzado de otro modo que a travs de la corteza.
173
consiguiente, sus frmulas doctrinales y sus ritos toman para l una significacin de
mucha ms importancia real que la que pueden tener para el simple exoterista, que,
en suma, est siempre reducido, por definicin misma, a no ver ms que su
apariencia exterior, es decir, lo que menos cuenta en cuanto a la verdad de la
tradicin, considerada en su integralidad.
El error que cometen aquellos que se creen todava religiosos, y que hacen
de la religin una cosa enteramente aparte, que no tiene con todo el resto de su vida
ningn contacto real; un tal error, es todava menos excusable para quien quiere
colocarse bajo el punto de vista inicitico.
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. XXIV, nota 5.
Tomamos aqu la palabra exoterismo en su acepcin ms amplia, para
designar la parte de una tradicin que se dirige a todos indistintamente, y que
constituye la base normal y necesaria de toda iniciacin correspondiente.
Exoterismo y Esoterismo
Penltimo prrafo del prefacio de Los Estados Mltiples del Ser.
Son dos rdenes de enseanza que se superponen sin oponerse jams. El
Exoterismo hace llamada al Esoterismo, como su complemento necesario.
Cuando el Esoterismo es desconocido, la civilizacin que ya no est
vinculada directamente a los principios superiores por ningn lazo efectivo, no tarda
en perder todo carcter tradicional, pues los elementos de este orden que subsisten
todava en ella, son comparables a un cuerpo que el espritu hubiera abandonado, y,
por consiguiente, impotentes, en adelante, para constituir algo ms que una suerte
de simbolismo vaco.
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. VIII, prrafo 5.
Ahora, para ms comodidad, se podran dividir las organizaciones
tradicionales en exotricas y esotricas, aunque estos dos trminos, si se quisiera
entenderlos en su sentido ms preciso, no se aplican quizs por todas partes con una
exactitud igual; pero, para lo que tenemos actualmente en vista, nos bastar entender
por exotricas las organizaciones que, en una cierta forma de civilizacin, estn
abiertas a todos indistintamente, y por esotricas aquellas que estn reservadas a
una elite, o, en otros trminos, donde no son admitidos ms que a aquellos que
poseen una cualificacin particular. Estas ltimas son propiamente las
organizaciones iniciticas; en cuanto a las otras, no solo comprenden las
organizaciones especficamente religiosas, sino tambin, como se ve en las
civilizaciones orientales, organizaciones sociales que no tienen ese carcter religioso,
aunque estn vinculadas igualmente a un principio de orden superior, lo que es en
todos los casos la condicin indispensable para que puedan ser reconocidas como
tradicionales.
174
175
176
F
Fe
Apreciaciones sobre el Esoterismo Cristiano, cap IV, prrafo 10.
En cuanto a la verdadera fe de la que se ha hablado en todo momento, es la
llamada Fede Santa, expresin que -como la palabra Amore- se aplica al mismo
tiempo a la organizacin inicitica misma. Esta Fede Santa, de la que Dante era
Kadosch, es la fe de los Fedeli d'Amore; y tambin es la Fede dei Santi, es decir la
Emounah de los Kadosch, como ya lo hemos explicado en El Esoterismo de Dante.
Esta designacin de los iniciados como los Santos, cuyo equivalente hebreo, es
Kadosch, se comprende perfectamente por el significado de "Cielos" tal como lo
acabamos de indicar, puesto que los Cielos son, en efecto, descritos como la morada
de los Santos; ella debe ser relacionada con muchas otras denominaciones anlogas,
como la de Puros, Perfectos, Ctaros, Sufes, Ikhwan-es-Safa, etc., ya que todas han
sido tomadas en el mismo sentido permite comprender lo que es verdaderamente la
"Tierra Santa".
Femenina (Iniciacin)
(Ver: Iniciacin)
Fenmenos
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap XXIV, penltimo prrafo.
En el sentido etimolgico, son apariencias, siempre relativas e ilusorias en
tanto que formales.
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. XI, prrafo 1.
Los fenmenos en s mismos, no son ms que simples apariencias exteriores,
por lo que jams pueden ser considerados como constituyendo realmente la prueba
de la verdad, de una doctrina o de una teora cualquiera.
Filosofa
La Crisis del Mundo Moderno, cap. I, prrafo 8.
La palabra filosofa, en s misma, puede tomarse ciertamente en un sentido
muy legtimo, que fue sin duda su sentido primitivo, sobre todo si es verdad que,
como se pretende, es Pitgoras quien lo emple primero: etimolgicamente, no
significa nada ms que amor de la sabidura; as pues, designa primero una
177
disposicin previa requerida para llegar a la sabidura, y puede designar tambin, por
una extensin completamente natural, la indagacin que, naciendo de esta
disposicin misma, debe conducir al conocimiento. Por consiguiente, no es ms que
un estadio preliminar y preparatorio, un encaminamiento hacia la sabidura, un grado
que corresponde a un estado inferior a esta; la desviacin que se ha producido
despus ha consistido en tomar este grado transitorio por la meta misma, en
pretender substituir la sabidura por la filosofa, lo que implica el olvido o el
desconocimiento de la verdadera naturaleza de sta ltima. Es as como tom
nacimiento lo que podemos llamar la filosofa profana, es decir, una pretendida
sabidura puramente humana, y por tanto de orden simplemente racional, que toma
el lugar de la verdadera sabidura tradicional, supra-racional y no humana.
Para que la filosofa profana se constituyera definitivamente como tal, era
menester que permaneciera solo el exoterismo y que se llegara hasta la negacin
pura y simple de todo esoterismo; es en esto precisamente, en lo que deba
desembocar, en los modernos, el movimiento comenzado por los Griegos; las
tendencias que ya se haban afirmado en aqullos deban llevarse entonces hasta sus
consecuencias ms extremas, y la importancia excesiva que haban acordado al
pensamiento racional iba a acentuarse tambin para llegar al racionalismo, actitud
especialmente moderna que ya no consiste simplemente en ignorar, sino en negar
expresamente todo lo que es de orden supranacional.
Autoridad Espiritual, Poder Temporal, cap. VIII, prrafo 6.
La filosofa no podra ser entendida aqu en su sentido ordinario y
profano, puesto que, si ello fuera as, sera demasiado manifiestamente incapaz de
desempear el papel que se le asigna; para comprender de qu se trata realmente, es
menester restituir a este trmino de filosofa su significacin primitiva, aquella que
tena para los Pitagricos, que fueron los primeros en hacer uso de ella. Como lo
hemos indicado en otra parte, esta palabra, que significa etimolgicamente amor de
la sabidura, designa primero una disposicin preliminar requerida para llegar a la
sabidura, y puede designar tambin, por una extensin completamente natural, la
bsqueda que, naciendo de esta disposicin misma, debe conducir al verdadero
conocimiento; as pues, no es ms que una etapa preliminar y preparatoria, un
encaminamiento hacia la sabidura, de la misma manera el Paraso terrestre es una
etapa en la va que conduce al Paraso celeste. Entendida as, esta filosofa es lo
que se podra llamar, si se quiere, la sabidura humana, porque comprende el
conjunto de todos los conocimientos que pueden alcanzarse con las facultades del
individuo humano slo. Smriti.
Miscelnea, cap. VI, prrafos 7, 9, 12, 13 y 15.
El sentido original y etimolgico de la palabra filosofa, que habra sido, se
dice, empleada por primera vez por Pitgoras, expresa propiamente el hecho de
amar a Sophia, la sabidura, la aspiracin a sta o la disposicin requerida para
adquirirla.
178
As, como el medio no podra ser tomado por un fin, el amor a la sabidura no
podra constituir la sabidura misma. Y debido a que la sabidura es, en s, idntica al
verdadero conocimiento interior, se puede decir que el conocimiento filosfico no es
sino un conocimiento superficial y exterior. No posee en s mismo, ni por s mismo,
un valor propio. Solamente constituye un grado preliminar en la va del
conocimiento superior y verdadero, que es la sabidura.
Acaso la sabidura puede ser enseada del mismo modo que el conocimiento
exterior, por la palabra o mediante libros? Ello es realmente imposible. Lo que
podemos afirmar desde ahora es que la preparacin filosfica no es suficiente, ni
siquiera como preparacin, pues no concierne ms que a una facultad limitada, que
es la razn, mientras que la sabidura concierne a la realidad del ser al completo.
De modo que existe una preparacin a la sabidura ms elevada que la
filosofa, que no se dirige a la razn, sino al alma y al espritu, y a la que podemos
llamar preparacin interior.
Mediante esta preparacin, el hombre es llevado a ciertos estados que le
permiten superar el conocimiento racional al que haba llegado anteriormente, y
como todo esto est muy por encima de la razn, est tambin muy por encima de la
filosofa, puesto que la palabra filosofa siempre es empleada de hecho para designar
algo que slo pertenece a la razn.
(Ver: Smbolo. Simbologa y Filosofa).
179
180
Folklore
Apreciaciones sobre el Esoterismo Cristiano, cap. VIII, prrafo 3 y nota 107.
El pueblo conserva as, sin comprenderlos, los residuos de tradiciones
antiguas, que se remontan a veces, inclusive, a un pasado tan remoto, que sera
imposible de determinar, y que es costumbre contentarse con referir, por tal razn,
al dominio oscuro de la "prehistoria"; cumple con ello la funcin de una especie de
memoria colectiva ms o menos "subconsciente", cuyo contenido ha venido,
manifiestamente, de otra parte29. Lo que puede parecer ms sorprendente es que,
cuando se va al fondo de las cosas, se verifica que lo as conservado contiene sobre
todo, en forma ms o menos velada, una suma considerable de datos de orden
esotrico, es decir, precisamente lo que hay de menos popular por esencia; y este
hecho sugiere de por s una explicacin que nos limitaremos a indicar en pocas
palabras. Cuando una forma tradicional est a punto de extinguirse, sus ltimos
representantes pueden muy bien confiar voluntariamente a esa memoria colectiva de
que acabamos de hablar, lo que de otro modo se perdera sin remedio; es, en suma,
el nico recurso para salvar lo que puede salvarse en cierta medida; y, al mismo
tiempo, la incomprensin natural de la masa es garanta suficiente de que, lo que
posea un carcter esotrico, no ser as despojado de este carcter, sino que
permanecer solamente como una especie de testimonio del pasado, para aquellos
que, en otros tiempos, sean capaces de comprenderlo.
29
Es sta una funcin esencialmente "lunar", y es de notar que, segn la astrologa, la masa
popular corresponde efectivamente a la Luna, lo cual, a la vez, indica a las claras su carcter
puramente pasivo, incapaz de iniciativa o de espontaneidad.
181
G
G (La letra)
La Gran Trada, cap. XXV, ltimo prrafo y nota 18.
A este propsito, mencionaremos otro smbolo polar no menos
interesante, que se encuentra en los antiguos rituales de la Masonera operativa;
segn algunos de estos rituales, la letra G est figurada en el centro de la bveda, en
el punto mismo que corresponde a la Estrella Polar. Una plomada, suspendida de
esta letra G, cae directamente en el centro de un swastika trazado sobre el piso, que
representa as el polo terrestre: es la plomada del Gran Arquitecto del Universo,
que, suspendida del punto geomtrico de la Gran Unidad, desciende del polo
celeste al polo terrestre, y es as la figura del Eje del Mundo. Puesto que hemos
sido llevados a hablar de la letra G, diremos que, sta, debera ser en realidad una iod
hebraica, a la que sustituy, en Inglaterra, a consecuencia de una asimilacin fontica
de iod con God, lo que, por lo dems, en el fondo no cambia en nada su sentido,
puesto que las diversas interpretaciones que se han dado de ello ordinariamente (y de
las que la ms importante es la que se refiere a la Geometra), no son en su mayor
parte posibles ms que en las lenguas occidentales modernas, y no representan, digan
lo que digan algunos, ms que acepciones secundarias que han venido a agruparse
accesoriamente alrededor de esta significacin esencial.
En los rituales recientes del grado de Compaero, para encontrar cinco
interpretaciones a la letra G, le dan frecuentemente sentidos que son ms bien
forzados e insignificantes; por lo dems, este grado ha sido particularmente
maltratado, si se puede decir as, a consecuencia de los esfuerzos que se han hecho
para modernizarlo. En el centro de la Estrella radiante, la letra G representa el
principio divino que reside en el corazn del hombre dos veces nacido (cf.
Apercepciones sobre la Iniciacin, cap. XLVIII).
Smbolos Fundamentales de el Ciencia Sagrada, cap. XVII, prrafos 1 y 2, y notas
3 y 7.
La letra G -la cual de por s no podra considerarse como un verdadero
smbolo, en cuanto pertenece a las lenguas modernas, carentes de todo carcter
sagrado y tradicional, pero que stands for God, segn los rituales masnicos ingleses
es, en efecto, la inicial de la palabra God-, ha sido, por lo menos en ciertos casos,
considerada como sustitutiva del yod hebreo, smbolo del Principio o de la Unidad,
en virtud de una asimilacin fontica entre God y yod. Los masones ingleses han
identificado tambin, otrora, las tres letras del mismo vocablo God con las iniciales de
tres palabras hebreas: Gamal, z, Dabar (Belleza, Fuerza, Sabidura).
A la pregunta: What does that G denote? se responde expresamente: Geometry or
182
the Fifth Science (es decir, la ciencia que ocupa el quinto lugar en la enumeracin
tradicional de las siete artes liberales); esta interpretacin no contradice en modo
alguno la afirmacin de que la misma letra stands for God, ya que Dios se designa
especialmente en ese grado como el Gran Gemetra del Universo; y, por otra
parte, lo que le da toda su importancia es que, en los ms antiguos manuscritos
conocidos de la masonera operativa, la Geometra se identifica constantemente
con la masonera misma; hay pues en ello algo que no puede considerarse
desdeable.
Todas las consideraciones que algunos han querido derivar de la forma de la
letra G (semejanza con la forma de un nudo, con la del smbolo alqumico de la sal,
etc.) tienen manifiestamente un carcter por entero artificial y hasta ms bien
fantasioso; carecen de la menor relacin con las significaciones reconocidas de dicha
letra, y no descansan, por lo dems, en ningn dato autntico.
Geometra
El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. III, ltimo prrafo, y
penltima y ltima notas.
La idea de la medida entraa inmediatamente la de la geometra, ya que no
slo toda medida es esencialmente geomtrica como ya lo hemos visto, sino que se
podra decir que la geometra no es otra cosa que la ciencia misma de la medida; pero
no hay que decir que aqu se trata de una geometra entendida ante todo en el sentido
simblico e inicitico, una geometra de la que la geometra profana no es ms que
un simple vestigio degenerado, privado de la significacin profunda que tena en el
origen y que est enteramente perdida para los matemticos modernos. Es, en esto,
en lo que se basan esencialmente todas las concepciones que asimilan la actividad
divina, en tanto que productora y ordenadora de los mundos, a la geometra, y
tambin, por consiguiente, a la arquitectura, que es inseparable de sta (En rabe,
la palabra hindesah, cuyo sentido primero es el de medida, sirve para designar a la
vez la geometra y la arquitectura, puesto que la segunda es en suma una aplicacin
de la primera); y se sabe que estas concepciones se han conservado y transmitido, de
una manera ininterrumpida, desde el Pitagorismo (que, por lo dems, no fue ms
que una adaptacin y no un verdadero origen) hasta lo que subsiste todava de las
organizaciones iniciticas occidentales, por poco conscientes que sean actualmente en
estas ltimas. Es a esto a lo que se refiere concretamente la palabra de Platn: Dios
geometriza siempre ( ): estamos
obligados, para traducir exactamente, a recurrir a un neologismo, en ausencia de un
verbo usual en francs para designar la operacin del gemetra), palabra a la cual
responda la inscripcin que haba hecho colocar, se dice, sobre la puerta de su
escuela: Que nadie entre aqu si no es gemetra, lo que implicaba que su
enseanza, en su aspecto esotrico al menos, no poda ser comprendida verdadera y
efectivamente ms que por una imitacin de la actividad divina misma. Se
encuentra como un ltimo eco de esto, en la filosofa moderna (en cuanto a la fecha
183
Gnosis
(Ver Iniciacin, Fases).
Estudios sobre la Franc-Masonera y el Compagnonage II (Anexos), cap. IV, prrafo
1.
Lo que hay que entender aqu por Gnosis, es el Conocimiento tradicional
que constituye el fondo comn de todas las iniciaciones, y cuyas doctrinas y smbolos
se han transmitido, desde la antigedad ms alejada hasta nuestros das, a travs de
todas las fraternidades secretas cuya larga cadena jams ha sido interrumpida.
Miscelnea, Tercera Parte, cap. VI, prrafo 1.
La Gnosis, en su sentido ms amplio y ms elevado, es el conocimiento; el
verdadero gnosticismo no puede pues ser una escuela o un sistema particular, sino
que debe ser ante todo la bsqueda de la Verdad integral. Sin embargo, no habra
que creer por ello que deba aceptar todas las doctrinas cualesquiera que sean, so
pretexto de que todas contienen una parcela de verdad, pues la sntesis no se obtiene
184
por una amalgama de elementos dispares, como lo creen demasiado fcilmente los
espritus habituados a los mtodos analticos de la ciencia occidental moderna.
185
pudo as recuperar el precioso vaso; ahora bien: Shet es una de las figuras del
Redentor, tanto ms cuanto que su nombre mismo expresa las ideas de fundamento
y estabilidad, y anuncia de algn modo la restauracin del orden primordial
destruido por la cada del hombre. Haba, pues, desde entonces, por lo menos una
restauracin parcial, en el sentido de que Shet y los que despus de l poseyeron el
Graal podan por eso mismo establecer, en algn lugar de la tierra, un centro
espiritual que era como una imagen del Paraso perdido. La leyenda, por otra parte,
no dice dnde ni por quin fue conservado el Graal hasta la poca de Cristo, ni cmo
se asegur su transmisin; pero el origen cltico que se le reconoce debe
probablemente dejar comprender que los druidas tuvieron una parte de ello y deben
contarse entre los conservadores regulares de la tradicin primordial. En todo caso,
la existencia de tal centro espiritual, o inclusive de varios, simultnea o
sucesivamente, no parece poder ponerse en duda, como quiera haya de pensarse
acerca de la localizacin; lo que debe notarse es que se adjudic en todas partes y
siempre a esos centros, entre otras designaciones, la de Corazn del Mundo, y que,
en todas las tradiciones, las descripciones referidas a l se basan en un simbolismo
idntico, que es posible seguir hasta en los ms precisos detalles. No muestra esto
suficientemente que el Graal, o lo que est as representado, tena ya, con
anterioridad al cristianismo, y aun de todo tiempo, un vnculo de los ms estrechos
con el Corazn divino y con el Emmanuel, queremos decir, con la manifestacin,
virtual o real segn las edades, pero siempre presente, del Verbo eterno en el seno
de la humanidad terrestre?
Despus de la muerte de Cristo, el Santo Graal, segn la leyenda, fue llevado
a Gran Bretaa por Jos de Arimatea y. Nicodemo; entonces comienza a
desarrollarse la historia de los Caballeros de la Tabla Redonda y sus hazaas, que no
es nuestra intencin seguir aqu. La Tabla Redonda estaba destinada a recibir al Graal
cuando uno de sus caballeros lograra conquistarlo y transportarlo de Gran Bretaa a
Armrica; y esa Tabla (o Mesa) es tambin un smbolo verosmilmente muy antiguo,
uno de aquellos que fueron asociados a la idea de esos centros espirituales a que
acabamos de aludir. La forma circular de la mesa est, por otra parte, vinculada con
el ciclo zodiacal (otro smbolo que merecera estudiarse ms especialmente) por la
presencia en torno de ella de doce personajes principales, particularidad que se
encuentra en la constitucin de todos los centros de que se trata. Siendo as, no
puede verse en el nmero de los doce Apstoles una seal, entre multitud de otras,
de la perfecta conformidad del cristianismo con la tradicin primordial, a la cual el
nombre de precristianismo convendra tan exactamente? Y, por otra parte, a
propsito de la Tabla Redonda, hemos destacado una extraa concordancia en las
revelaciones simblicas hechas a Marie des Valles, donde se menciona una mesa
redonda de jaspe, que representa el Corazn de Nuestro Seor, a la vez que se habla
de un jardn que es el Santo Sacramento del altar y que, con sus cuatro fuentes de
agua viva, se identifica misteriosamente con el Paraso terrestre; no hay aqu otra
confirmacin, harto sorprendente e inesperada, de las relaciones que sealbamos?
Naturalmente, estas notas demasiado rpidas no podran pretender
186
187
del "cliz" de una flor? En Oriente, la flor simblica por excelencia es el loto; en
Occidente, la rosa desempea lo ms a menudo ese mismo papel. Por supuesto, no
queremos decir que sea sa la nica significacin de esta ltima, ni tampoco la del
loto, puesto que, al contrario, nosotros mismos habamos antes indicado otra; pero
nos inclinaramos a verla en el diseo bordado sobre ese canon de altar de la abada
de Fontevrault, donde la rosa est situada al pie de una lanza a lo largo de la cual
llueven gotas de sangre. Esta rosa aparece all asociada a la lanza exactamente como
la copa lo est en otras partes, y parece en efecto recoger las gotas de sangre ms
bien que provenir de la transformacin de una de ellas; pero, por lo dems, las dos
significaciones se complementan ms bien que se oponen, pues esas gotas, al caer
sobre la rosa, la vivifican y la hacen abrir. Es la "rosa celeste", segn la figura tan
frecuentemente empleada en relacin con la idea de la Redencin, o con las ideas
conexas de regeneracin y, de resurreccin; pero esto exigira an largas
explicaciones, aun cuando nos limitramos a destacar la concordancia de las diversas
tradiciones con respecto a este otro smbolo.
Gracia y clera
El Simbolismo de la Cruz, cap. XXV, penltimo u ltimo prrafos, y nota 13.
Hay en la doctrina islmica un punto interesante e importante en conexin
con lo que acaba de decirse: El camino recto (E-irtul-mustaqm) del que se habla
en la ftihah (literalmente apertura) o primera srat del Qorn no es otra cosa que
el eje vertical tomado en su sentido ascendente, ya que su rectitud (idntica al Te
de Lao- tseu), segn la raz misma del trmino que la designa (qm, levantarse),
debe considerarse siguiendo la direccin vertical. Desde entonces se puede
comprender fcilmente la significacin del ltimo versculo, en el que este camino
recto se define como camino de aquellos sobre quienes T distribuyes Tu gracia,
no de aquellos sobre quienes est Tu clera ni de aquellos que estn en el error
(irta elladhna anamta alayhim, ghayri el-maghdbi alayhim wa l ed-dlln). Aqullos
sobre quienes est la gracia Divina, son los que reciben directamente la influencia
de la Actividad del Cielo, y que son conducidos por ella a los estados superiores y a
la realizacin total, puesto que su ser est en conformidad con el Querer universal.
Por otra parte, puesto que la clera est en oposicin directa a la gracia, su
accin debe ejercerse tambin siguiendo el eje vertical, pero con el efecto inverso,
haciendo que se recorra en el sentido descendente, hacia los estados inferiores: es la
va infernal que se opone a la va celeste, y estas dos vas son las dos mitades
inferior y superior del eje vertical, a partir del nivel que corresponde al estado
humano. Finalmente, los que estn en el error, en el sentido propio y etimolgico
de esta palabra, son aquellos que, como es el caso de la inmensa mayora de los
hombres, atrados y retenidos por la multiplicidad, erran indefinidamente en los
ciclos de la manifestacin, representados por las espiras de la serpiente enrollada
alrededor del rbol del Medio.
A propsito de esto, recordaremos todava que el sentido propio de la
188
palabra Islm es sumisin a la Voluntad Divina; por eso es por lo que, en algunas
enseanzas esotricas, se dice que todo ser es muslim, en el sentido de que
evidentemente no hay ninguno que pueda sustraerse a esta Voluntad, y que, por
consiguiente, cada uno ocupa necesariamente el lugar que le es asignado en el
conjunto del Universo. La distincin de los seres en fieles (mminm) e infieles
(kuffr) consiste pues solamente en que los primeros se conforman consciente y
voluntariamente al orden universal, mientras que, entre los segundos, los hay que no
obedecen a la ley ms que en contra de su voluntad, y hay otros que estn en la
ignorancia pura y simple. Encontramos as las tres categoras de seres que acabamos
de tener que considerar; los fieles son aquellos que siguen el camino recto, que
es el lugar de la paz, y su conformidad al Querer universal hace de ellos
verdaderos colaboradores del plan divino.
Estas tres categoras de seres podran designarse respectivamente como los
elegidos, los rechazados y los extraviados; hay lugar a destacar que
corresponden exactamente a los tres gunas: la primera corresponde a sattwa, la
segunda a tamas y la tercera a rajas. Algunos comentadores exotricos del Qorn han
pretendido que los rechazados eran los judos y que los extraviados eran los
cristianos; pero se trata de una interpretacin estrecha, muy contestable incluso
desde el punto de vista exotrico, y que, evidentemente, no tiene ninguna
explicacin segn la haqqah. En cuanto a la primera de las tres categoras de las que
se trata aqu, debemos sealar que el Elegido (El-Mustaf) es, en el islam, una
designacin aplicada al Profeta y, bajo el punto de vista esotrico, al Hombre
Universal.
Grado de Existencia
Los Estados Mltiples del Ser, cap. IV, penltimo prrafo.
Es cada uno de los modos de la Existencia universal. As cada estado de
manifestacin de un ser corresponde a un grado de la Existencia.
[Ver: Manifestacin (Modos de): Grados, Estados, Modalidades Condiciones y
Dominios]
189
Grados iniciticos
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. XXV, prrafos 2 y 3.
La degeneracin espiritual no se ha producido de un solo golpe, sino por
etapas sucesivas, y, lgicamente, la regeneracin no puede operarse ms que
recorriendo las mismas etapas en sentido inverso, y aproximndose as gradualmente
al estado primordial que se trata de reconquistar.
Comprenderamos mejor que pueda creerse que no hay grados distintos en
el recorrido de los Misterios Mayores, es decir, entre el estado del hombre
verdadero y el del hombre transcendente; sera igualmente falso, pero al menos
esta ilusin sera ms fcilmente explicable. Sin embargo, hay mltiples estados
supraindividuales, entre los cuales los hay que estn en realidad muy alejados del
estado incondicionado, nicamente en el cual, se realiza la Liberacin o la
Identidad Suprema; pero, desde que un ser ha rebasado el estado primordial
para alcanzar un estado supra-individual cualquiera que sea, quienquiera que est
todava en el estado individual humano le pierde de vista en cierto modo, como un
observador cuya vista estuviera limitada a un plano horizontal no podra conocer de
una vertical ms que su nico punto de encuentro con ese plano, escapndosele
necesariamente todos los dems. Ese punto, que corresponde propiamente al estado
primordial, es pues al mismo tiempo, como lo hemos dicho en otra parte, la
huella o el rastro nico de todos los estados supra-humanos; por eso es por lo
que, desde el estado humano, el hombre transcendente y aquellos que solamente
han realizado estados supraindividuales todava condicionados, son verdaderamente
indiscernibles entre ellos, as como del hombre verdadero mismo que sin
embargo no ha llegado ms que al centro del estado humano y que no tiene
190
191
otra, los dioses de las diversas religiones, que no son ms que aspectos diversos del
Demiurgo.
Lejos est de nosotros la creencia en un Dios personal y ms o menos
antropomorfo; an ms, si semejante declaracin viniera nunca a ser exigida en una
Fraternidad inicitica cualquiera, seramos seguramente los primeros en rechazar
suscribirla. Pero la frmula simblica de reconocimiento del G.. A.. del U.. no
comporta nada semejante; ella es suficiente, aun dejando a cada uno la perfecta
libertad de sus convicciones personales; carcter que tiene en comn con la frmula
islamita del Monotesmo33, y, desde el punto de vista estrictamente masnico, no se
puede razonablemente exigir nada ms ni otra cosa que esta simple afirmacin del
Ser Universal, que corona tan armoniosamente el imponente edificio del simbolismo
ritualstico de la Orden.
No hay que confundir "tesmo" con "desmo", pues el "Theos" griego comporta una significacin
mucho ms universal que el Dios de las religiones exotricas modernas.
192
34
(San Lucas, XVII, 21. Recordemos a este respecto el siguiente texto taosta ya citado de modo ms
completo en LHomme et son devenir selon le Vdnta. cap, X): No preguntis si el Principio est
en esto o en aquello. Est en todos los seres. Por eso se le dan los apelativos de grande, supremo,
ntegro, universal, total Est en todos los seres, por una terminacin de norma (el punto central o el
invariable medio), pero no es idntico a los seres, pues ni est diversificado (en la multiplicidad) ni
limitado (Chuang-ts, cap. XXII [6=F (ed. Wieger)])
193
35
Grecia
El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. XIX, ltimo prrafo.
La antigedad clsica, en la que ya se haba producido una incontestable
degeneracin desde el punto de vista tradicional.
35
La identidad esencial de ambos aspectos est representada tambin por la equivalencia numrica de
los nombres el-Elyn, el Dios altsimo, y Immanel, Dios en nosotros (cf. Le Roi du Monde,
cap. VI). [La suma de las letras consonnticas de cada nombre es 197, debiendo contarse, en virtud de
las reglas de escritura hebrea, la doble m como simple. (N. del T.)].
36
Es de notar que la palabra concordia significa literalmente unin de los corazones (cum-cordia);
en este caso, el corazn se toma como representacin de la voluntad, principalmente.
194
Guerra
El Simbolismo de la Cruz, cap. VIII, prrafos 2 y 3.
Se puede decir que la razn de ser esencial de la guerra, es hacer cesar un
desorden y restablecer un orden. Es la unificacin de la multiplicidad, con lo medios
que pertenecen al mundo de la propia multiplicidad. Es nicamente en este aspecto
como la guerra puede considerarse legtima.
Por otra parte, el desorden es en cierto sentido inherente a toda
manifestacin, pues fuera de su Principio, es decir como multiplicidad no unificada,
no es ms que una serie indefinida de rupturas de equilibrio.
La guerra, as entendida, no se limita a un sentido exclusivamente humano,
pues representa el proceso csmico de reintegracin de lo manifestado a la Unidad
Principial. Por eso, desde el punto de vista de la manifestacin, esta reintegracin
aparece como una destruccin; e ah que se considere la actividad de Shiva como
aniquiladora en lugar de transformadora, o bien que se considere a la muerte como
algo que destruye en lugar de un progreso.
Segn lo expuesto, la finalidad de la guerra es el establecimiento de la paz, y
la paz no es en definitiva otra cosa que el orden, el equilibrio o la armona, que
reflejan a la Unidad en la propia multiplicidad, cuando sta es referida a su Principio.
Cuando as ocurre la multiplicidad no es destruida, sino transformada, y cuando
todas las cosas son devueltas a la Unidad, sta aparece en todas las cosas y la
existencia adquiere la plenitud d la realidad.
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. XXVII, prrafo 1.
Desde el punto de vista tradicional, lo que da a la guerra as comprendida
todo su valor es que simboliza la lucha que el hombre debe llevar contra los
enemigos que porta en s mismo, es decir, contra todos los elementos que en l son
contrarios al orden y a la Unidad. En ambos casos, por lo dems, ya se trate del
orden exterior y social o del orden interior y espiritual, la guerra debe tender
siempre igualmente a establecer el equilibrio y la armona (por eso pertenece
propiamente a la justicia) y a unificar as en cierto modo la multiplicidad de los
elementos en mutua oposicin. Esto equivale a decir que su conclusin normal -y, en
definitiva, su nica razn de ser- es la paz (es-salm), la cual no puede obtenerse sino
por sumisin a la voluntad divina (el-islm), poniendo en su lugar cada uno de los
elementos para hacerlos concurrir todos a la realizacin consciente de un mismo
plan; y apenas ser necesario destacar cun estrechamente emparentados estn en
lengua rabe esos dos trminos: es-salm y es-islm.
Guerra Santa
El Simbolismo de la Cruz, cap. VIII, prrafo 6.
Es la lucha del hombre contra los enemigos que lleva en s mismo, es decir
contra todos los elementos que, en l, son contrarios al orden y a la Unidad.
195
Guru
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. XX, prrafos 3 y 4 .
Maestro Espiritual.
En lo que concierne al proceso inicitico, podemos decir que implica la
presencia efectiva de un Guru humano.
El Guru humano mismo, no es en el fondo ms que la representacin
exteriorizada y como materializada del verdadero Guru interior, y su necesidad
se debe a que el iniciado, mientras no ha llegado a un cierto grado de desarrollo
espiritual, es incapaz de entrar directamente en comunicacin consciente con ste.
Haya o no un Guru humano, el Guru interior est siempre presente en todos los casos,
puesto que es uno con el S mismo.
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. XXIV, prrafos 2, 3 y ltimo, y notas 2 y
4.
Los hay que llegan hasta pretender que nadie podr jams alcanzar la
Liberacin si no tiene un Guru, y, naturalmente, con eso entienden un Guru humano;
haremos destacar primeramente que esos haran ciertamente mucho mejor en
preocuparse de cosas menos lejanas de ellos que la meta ltima de la realizacin
espiritual, y en contentarse con considerar la cuestin en lo que concierne a las
primeras etapas de sta, que son por lo dems, de hecho, aquellas para las cuales la
presencia de un Guru puede aparecer como ms particularmente necesaria. Es
menester no olvidar, en efecto, que el Guru humano no es en realidad, como lo
hemos dicho ya precedentemente, ms que una representacin exterior y como un
sustituto del verdadero Guru interior, de suerte que su necesidad se debe
nicamente a que el iniciado, no ha llegado a un cierto grado de desarrollo espiritual,
es todava incapaz de entrar directamente en comunicacin consciente con ste.
En todo caso, es eso lo que limita a los primeros estadios esta necesidad de la
196
ayuda de un Guru humano, y decimos los primeros estadios porque no hay que decir
que la comunicacin de que se trata, deviene posible para un ser mucho antes de que
est a punto de alcanzar la Liberacin. Ahora bien, teniendo en cuenta esta
restriccin, puede considerarse esta necesidad como absoluta, o, en otros trmino,
es la presencia del Guru humano rigurosamente indispensable en todos los casos al
comienzo de la realizacin?
Por importante que sea realmente el papel del Guru, estamos obligados a
decir que una tal asercin es completamente falsa. En primer lugar, hay casos
excepcionales de seres en los cuales una transmisin inicitica pura y simple basta, sin
que un Guru tenga que intervenir en nada, para despertar inmediatamente
adquisiciones espirituales obtenidas en otros estados de existencia. Y, en segundo
lugar, existen formas de iniciacin que, por su constitucin misma, no implican en
modo alguno que alguien deba desempear, en ellas, la funcin de un Guru, en el
sentido propio de esta palabra, y este caso es sobre todo el de algunas formas en las
que el trabajo colectivo tiene un lugar preponderante, y donde el papel del Guru es
desempeado entonces, no por un individuo humano, sino por una influencia
espiritual efectivamente presente en el curso de ese trabajo37.
Sin duda, hay ah una cierta desventaja, en el sentido de que una tal va es
evidentemente menos segura y ms difcil de seguir que aquella donde el iniciado se
beneficia del control constante de un Maestro espiritual; pero la presencia de un Guru
no podra considerarse como constituyendo una condicin indispensable en todos los
casos. Entindase bien, por lo dems, que, haya o no un Guru humano, el Guru
interior est siempre presente, puesto que no es ms que uno con el S mismo.
Que, para manifestarse a aquellos que todava no pueden tener una consciencia
inmediata de l, tome como soporte un ser humano o una influencia espiritual noencarnada, en eso no hay en suma ms que una diferencia de modalidades que no
afecta en nada a lo esencial.
No puede ser verdadero Guru ms que el que ya ha llegado al trmino de la
realizacin espiritual, es decir, a la Liberacin. Si fuera verdaderamente as, sera
ms bien desalentador para aquellos que buscan obtener la ayuda de un Guru, pues
est bien claro que las posibilidades que tendran de encontrar uno seran entonces
extremadamente restringidas; pero, en realidad, para que alguien pueda desempear
eficazmente ese papel de Guru al comienzo, basta que sea capaz de conducir a su
discpulo hasta un cierto grado de iniciacin efectiva, lo que es posible incluso si l
mismo no ha ido ms all de ese grado. Por eso es por lo que la ambicin de un
verdadero Guru, si puede decirse, debe ser sobre todo poner a su discpulo en estado
37
(A este respecto hay que destacar que, incluso en algunas formas iniciticas donde la funcin del
Guru existe normalmente, ella no es siempre estrictamente indispensable de hecho: as, en la
iniciacin islmica, algunas turuq, sobre todo en las condiciones actuales, ya no estn dirigidas por un
verdadero Sheikh capaz de desempear efectivamente el papel de un Maestro espiritual, sino
solamente por Kholaf que no pueden hacer apenas ms que transmitir vlidamente la influencia
inicitica; por eso no es menos verdad que, cuando la cosa es as, la barakah del Sheikh fundador de
la tarqah puede muy bien, al menos para individualidades particularmente bien dotadas, y en virtud
de ese simple vinculamiento a la silsilah, suplir la ausencia de un Sheikh presentemente vivo, y este
caso deviene entonces completamente comparable al que acabamos de recordar.
197
38
Debe entenderse bien que este cambio no puede operarse nunca, regular y legtimamente, si no
es con la autorizacin del primer Guru, e incluso por su iniciativa, ya que es l solo, y no el discpulo,
quien puede apreciar si su papel ha terminado respecto a ste, y tambin si tal otro Guru es realmente
capaz de llevarle ms lejos de lo que podra llevarle l mismo. Agregamos que, a veces, un tal cambio
puede tener tambin una razn completamente diferente, y deberse solo a que el Guru constate que el
discpulo, debido a algunas particularidades de su naturaleza individual, puede ser guiado ms
eficazmente por algn otro.
198
H
Hamsa
Autoridad espiritual, Poder Temporal, cap. I, prrafo 1 y nota 2.
No haba primeramente ms que una sola casta; el nombre de Hamsa, que se
da a esta casta primitiva nica, indica un grado espiritual muy elevado, hoy da
completamente excepcional, pero que era entonces comn a todos los hombres, que
la posean en cierto modo espontneamente; este grado est ms all de las cuatro
castas que se han constituido ulteriormente, y entre las cuales se han repartido las
diferentes funciones sociales.
La misma indicacin se encuentra tambin claramente formulada en la
tradicin Extremo-Oriental, como lo muestra concretamente este pasaje de LaoTseu: Los Antiguos, maestros, posean la Lgica, la Clarividencia y la Intuicin; esta
Fuerza del Alma permaneca inconsciente; esta Inconsciencia de su Fuerza Interior,
daba a su apariencia la majestad Quin podra, en nuestros das, por su claridad
majestuosa, clarificar las tinieblas interiores?. Quin podra, en nuestros das, por su
vida majestuosa, revivificar la muerte interior?. Ellos, llevaban la Va (Tao) en su alma
y fueron Individuos Autnomos; como tales, vean las perfecciones de sus
debilidades (Tao-te-king, c. XV, traduccin de Alexandre Ular; tambin Tchoangtseu, c. VI, que es el comentario de este pasaje). La Inconsciencia de la cual se
habla aqu se refiere a la espontaneidad de ese estado, que no era entonces el
resultado de ningn esfuerzo; y la expresin Individuos Autnomos debe
entenderse en el sentido del snscrito, swchchhchr, es decir, el que sigue su
propia voluntad, o segn otra expresin equivalente que se encuentra en el
esoterismo islmico, el que es, l mismo, su propia ley.
Heredom
ltimo.
Se sabe que esta palabra enigmtica (que se escribe a veces tambin Herodom,
y de la cual se encuentran incluso diversas otras variantes que, a decir verdad,
parecen ms o menos incorrectas) es empleada como designacin de un alto grado
masnico, y tambin, por extensin, del conjunto del Rito del cual este grado
constituye el elemento ms caracterstico. A primera vista, puede parecer que
Heredom no sea otra cosa que una forma ligeramente alterada de heirdom, es decir
"herencia"; en la "Orden Real de Escocia", la herencia de que se trata sera la de los
Templarios que, segn la "leyenda", habindose refugiado en Escocia tras la
destruccin de su Orden, habran sido all acogidos por el rey Robert Bruce y habran
199
Hermetismo
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XLI, prrafos 2, 3 y 4.
La doctrina que se designa as, se atribuye por eso mismo a Hermes, en tanto
200
que ste era considerado por los griegos como idntico al Thoth egipcio; por lo
dems, esto presenta a esta doctrina como esencialmente derivada de una enseanza
sacerdotal, ya que Thoth, en su papel de conservador y de transmisor de la tradicin,
no es otra cosa que la representacin misma del antiguo sacerdocio egipcio, o ms
bien, para hablar ms exactamente, del principio de inspiracin supra-humano del
que ste tena su autoridad y en nombre del cual formulaba y comunicaba el
conocimiento inicitico.
Sera menester no ver en eso la menor contradiccin con el hecho de que
esta doctrina pertenece propiamente al dominio de la iniciacin real, ya que debe
entenderse bien que, en toda tradicin regular y completa, es el sacerdocio el que,
en virtud de su funcin esencial de enseanza, confiere igualmente las dos
iniciaciones, directa o indirectamente, y quien asegura as la legitimidad efectiva de la
iniciacin real misma, al vincularla a su principio superior, de la misma manera que
el poder temporal no puede sacar su legitimidad ms que de una consagracin
recibida de la autoridad espiritual.
Dicho eso, la cuestin principal que se plantea es sta: lo que se ha
mantenido bajo este nombre de hermetismo, puede ser considerado como
constituyendo una doctrina tradicional completa en s misma? La respuesta no puede
ser ms que negativa, ya que en eso no se trata estrictamente ms que de un
conocimiento que no es de orden metafsico, sino slo cosmolgico, entendiendo
esta palabra en su doble aplicacin macrocsmica y microcsmica.
Recordaremos que las ciencias del orden cosmolgico son efectivamente aquellas
que, en las civilizaciones tradicionales, han sido sobre todo el patrimonio de los
kshatriyas o de sus equivalentes, mientras que la metafsica pura era propiamente,
como ya lo hemos dicho, el de los brhmanes.
Hesicasmo
Apreciaciones sobre el Esoterismo Cristiano, cap. II, penltimo prrafo y notas 33 y
34.
201
Hexagramas
La Gran Trada, cap IV, prrafo 5.
El yang y el yin, considerados separadamente el uno del otro, tienen como
smbolos lineales lo que se llaman las dos determinaciones (eul-i), es decir, el trazo
pleno y el trazo quebrado, que son los elementos de los trigramas y de los
hexagramas del Yi-king, de tal suerte que stos representan todas las combinaciones
posibles de esos dos trminos; combinaciones que constituyen la integralidad del
mundo manifestado. El primer y el ltimo hexagramas, que son Khien y Khouen,
estn formados respectivamente por seis trazos plenos y seis trazos quebrados;
representan pues la plenitud del yang, que se identifica al Cielo, y la del yin, que se
identifica a la Tierra; y es entre estos dos extremos donde se colocan todos los dems
hexagramas, en los que el yang y el yin se mezclan en proporciones diversas, y que
corresponden as al desarrollo de toda la manifestacin.
La Gran Trada, cap. XIV, 3.
En los hexagramas, los dos trigramas superpuestos corresponden tambin
respectivamente al Cielo y a la Tierra; aqu, el trmino mediano ya no est figurado
visiblemente; pero es el conjunto mismo del hexagrama el que, al unir las influencias
celestes y las influencias terrestres, expresa propiamente la funcin del mediador.
A este respecto, se impone una aproximacin con una de las significaciones del
Sello de Salomn, el que por lo dems est formado igualmente de seis trazos,
aunque dispuestos de una manera diferente: en este caso, el tringulo recto es la
naturaleza celeste y el tringulo inverso la naturaleza terrestre, y el conjunto
simboliza el Hombre Universal que, al unir en l estas dos naturalezas, es por eso
mismo el mediador por excelencia.
40
Es de resaltar que, entre los intrpretes modernos del Hesicasmo, hay muchos que se
esfuerzan en minimizar la importancia de su parte propiamente tcnica, sea porque ello responde
realmente a sus tendencias, sea porque piensan desprenderse as de ciertas crticas que proceden de un
desconocimiento completo de las cosas iniciticas, hay ah, en todos los casos, un ejemplo de estas
aminoraciones de las que hablbamos antes.
202
Historia
El Esoterismo Islmico y el Taosmo, cap X, prrafo 1.
Los pueblos antiguos, en su mayora, apenas se han preocupado de
establecer para su historia una cronologa rigurosa; algunos no se sirvieron inclusive,
al menos para las pocas ms lejanas, ms que de nmeros simblicos, que no se
podran, sin cometer un grave error, tomar por fechas en el sentido ordinario de este
trmino. Los chinos constituyen, a este respecto, una excepcin bastante destacable:
son quizs el nico pueblo que haya tenido constantemente cuidado, desde el origen
mismo de su Tradicin, de fechar sus anales por medio de observaciones
astronmicas precisas, incluyendo la descripcin del estado del cielo en el momento
en que se han producido los acontecimientos, cuyo recuerdo ha sido conservado.
Hogar
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. XXXIX, ltimo prrafo; y
cap. LVIII, 2 prrafo.
El hogar se identifica por ser el lugar de manifestacin de Agni en el mundo
terrestre.
El altar es, tambin en realidad un hogar, e, inversamente, en una
civilizacin tradicional, el hogar debe considerarse como un verdadero altar
domstico; simblicamente, en l se cumple la manifestacin de Agni, y
recordaremos a este respecto lo que hemos dicho acerca del nacimiento del Avatra
en el centro de la caverna inicitica, pues es evidente que la significacin tambin
aqu es la misma, siendo diferente slo la aplicacin.
Hombre / Cosmos
El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. XVII, prrafo 1.
El orden humano y el orden csmico, en realidad, no estn separados como
se imagina muy fcilmente en nuestros das, sino que estn al contrario
estrechamente ligados, de tal suerte que cada uno de ellos reacciona constantemente
sobre el otro y que hay siempre una correspondencia entre sus estados respectivos.
Hombre moderno
La Crisis del Mundo Moderno, cap. V, penltimo prrafo.
El hombre moderno, en lugar de buscar elevarse a la verdad, pretende
hacerla descender a su nivel.
No trata de llegar al conocimiento de la verdad, sino de tener razn a pesar de
todo, o al menos de persuadirse de que uno la tiene si no se puede persuadir de ello a
los dems; lo que, por otra parte, se lamentar tanto ms cuanto que a eso se mezcla
siempre esa necesidad de proselitismo, que es tambin uno de los elementos ms
203
Hombre Trascendente
La Gran Trada, cap. XVIII, prrafo 1.
Es aquel que, habiendo llegado a la realizacin total y la Identidad
Suprema, ya no es, hablando propiamente, un hombre, en el sentido individual de
esta palabra, puesto que ha rebasado la humanidad y est totalmente liberado de sus
condiciones especficas, as como de todas las dems condiciones limitativas de
cualquier estado d existencia.
Es Igual a Hombre Universal.
Es el que ha realizado los Misterios Mayores, mientras que el Hombre
Verdadero sera el ha realizado nicamente los Misterios Menores. En el Taosmo,
son los dos grados ms altos de su jerarqua (y en cualquier otra Tradicin Sagrada).
Hombre Verdadero
La Gran Trada, cap. IX, prrafo 2.
Es en efecto el nico que debe ser considerado como el hombre realmente
normal. Se llama as porque posee verdaderamente la plenitud de la naturaleza
humana, al haber desarrollado en l la integralidad de las posibilidades que estn
implcitas en ella; los dems hombres (hombre ordinario) no tienen en suma, se
podra decir, ms que una potencialidad humana ms o menos desarrollada en
algunos de sus aspectos (y sobre todo, de una manera general, en el aspecto que
corresponde a la simple modalidad corporal de la individualidad), pero en todo caso
est muy lejos de estar enteramente actualizada; al predominar en ellos este
carcter de potencialidad, les hace, en realidad, hijos de la Tierra mucho ms que
hijos del Cielo, y es eso tambin lo que les hace yin en relacin al Cosmos. Para que
el hombre sea verdaderamente el Hijo del Cielo y de la Tierra, es menester que,
en l, el acto sea igual a la potencia, lo que implica la realizacin integral de su
204
humanidad, es decir, la condicin misma del hombre verdadero; por eso es por lo
que ste est perfectamente equilibrado bajo la relacin del yang y del yin, y es por
eso tambin por lo que, al mismo tiempo, al tener la naturaleza celeste
necesariamente la preeminencia sobre la naturaleza terrestre all donde estn
realizadas en una igual medida, l es yang en relacin al Cosmos; solo as puede
desempear de una manera efectiva el papel central que le pertenece en tanto que
hombre, pero a condicin de ser en efecto hombre en la plenitud de la acepcin de
esta palabra, y solo as, al respecto de los dems seres manifestados, l es la imagen
del Verdadero Ancestro.
Ahora, importa recordar que el hombre verdadero es tambin el hombre
primordial, es decir, que su condicin es la que era natural a la humanidad en sus
orgenes, condicin de la que se ha alejado poco a poco, en el curso de su ciclo
terrestre, para llegar hasta el estado donde est actualmente, lo que hemos llamado
el hombre ordinario, que no es propiamente ms que el hombre cado. Un ser es
tanto menos yang y tanto ms yin cuanto ms alejado est del centro, ya que, en la
misma medida precisamente, lo exterior predomina en l sobre lo interior; y es
por eso por lo que, as como lo decamos hace un momento, entonces no es apenas
ms que un hijo de la Tierra.
La Gran Trada, cap. IX, ltimo prrafo y nota 11.
As pues, el hombre verdadero es el que ha llegado efectivamente al
trmino de los Misterios Menores, es decir, a la perfeccin misma del estado
humano; por eso, en adelante est establecido definitivamente en el Invariable
Medio (Tchoung-young), y escapa desde entonces a las vicisitudes de la rueda
csmica, puesto que el centro no participa en el movimiento de la rueda, sino que
es el punto fijo e inmutable alrededor del cual se efecta este movimiento.
Se podra decir que no pertenece ya a este mundo, sino que es al contrario:
es este mundo el que le pertenece a l.
As, sin haber alcanzado todava el grado supremo que es la meta final de la
iniciacin y el trmino de los Misterios Mayores, el hombre verdadero, al haber
pasado de la circunferencia al centro, de lo exterior a lo interior, desempea
realmente, en relacin a este mundo -que es el suyo-, la funcin del motor
inmvil, cuya accin de presencia imita, en su dominio, la actividad no
actuante del Cielo.
La Gran Trada, cap. XVIII, prrafos 1, 4 y ltimo.
Es slo el que ha alcanzado la plenitud del estado humano, por lo que no
puede llamarse verdaderamente trascendente, ms que a lo que concierne al estado
humano y no ms all.
Es igual Hombre Primordial.
Es el que ha realizado los Misterios Menores.
Puede decirse que es, al menos virtualmente, el Hombre Universal, en el
sentido de que ya no tiene que recorrer otros estados en modo distintivo, puesto que
205
Humanismo y laicismo
La Crisis del Mundo Moderno, cap. I, prrafo 14.
Se trata de reducirlo todo a proporciones puramente humanas, de hacer
abstraccin de todo principio de orden superior, y, se podra decir simblicamente,
de apartarse del Cielo bajo pretexto de conquistar la Tierra.
Era ya una primera forma de lo que ha devenido el laicismo
contemporneo; y, al querer reducirlo todo a la medida del hombre, tomado como
un fin en s mismo, se ha terminado por descender, de etapa en etapa, al nivel de lo
ms inferior que hay en ste, y por no buscar apenas ms que la satisfaccin de las
necesidades inherentes al lado material de su naturaleza, bsqueda bien ilusoria, por
lo dems, ya que crea siempre ms necesidades artificiales de las que puede
satisfacer.
206
I
Idea
Apreciaciones sobre el Esoterismo Cristiano, cap V, prrafo 3.
La idea es tambin una realidad, y de un grado superior; esta encarnacin
de la idea en una forma, no es otra cosa que el simbolismo mismo.
La Crisis del Mundo Moderno, cap. V, prrafo 3.
Una idea verdadera no puede ser nueva, ya que la verdad no es un
producto del espritu humano, existe independientemente de nosotros, y nosotros
solo tenemos que conocerla; fuera de este conocimiento no puede haber ms que el
error.
Iglesia
ellos.
Iglesia Catlica
(Ver: Oriente y Occidente).
Igualdad
(Ver: Aspecto social).
La Crisis del Mundo Moderno, cap VI, prrafo 2.
Se ha menospreciado la naturaleza de los individuos antes de llegar a no
tenerla ya en cuenta; esta negacin, decimos, ha sido despus erigida por los
modernos en un pseudo-principio bajo el nombre de igualdad. Sera muy fcil
mostrar que la igualdad no puede existir en ninguna parte, por la simple razn de
que no podra haber dos seres que sean a la vez realmente distintos y enteramente
semejantes entre s bajo todos los aspectos; y sera no menos fcil hacer resaltar todas
las consecuencias absurdas que se desprenden de esta idea quimrica, en el nombre
207
de la cual se pretende imponer por todas partes una uniformidad completa, por
ejemplo distribuyendo a todos una enseanza idntica, como si todos fueran
igualmente aptos para comprender las mismas cosas, y como si, para hacerles
comprender, los mismos mtodos convinieran a todos indistintamente.
Por lo dems, uno puede preguntarse si no se trata ms bien de aprender
que de comprender verdaderamente, es decir, si la memoria no ha substituido a la
inteligencia en la concepcin completamente verbal y libresca de la enseanza
actual, donde no se apunta ms que a la acumulacin de nociones rudimentarias y
heterclitas, y donde la cualidad es enteramente sacrificada a la cantidad.
Igualdades y desigualdades
El Error Espiritista, Segunda parte, cap. VI, prrafo 4.
Para que haya armona total en el Universo, es menester, y basta, que cada
ser est en el lugar que debe ocupar, como elemento de este Universo, en
conformidad con su propia naturaleza. Esto equivale a decir precisamente que las
diferencias y las desigualdades, que uno se complace en denunciar como injusticias
reales o aparentes, concurren efectiva y necesariamente, al contrario, a esa armona
total; y esta armona no puede no ser, ya que sera suponer que las cosas no son lo
que son, puesto que habra absurdidad en suponer que puede sucederle a un ser algo
que no es una consecuencia de su naturaleza.
Iluminados de Baviera
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XII, prrafos 10.
Los fundadores son conocidos, y se sabe de qu manera han elaborado el
sistema por su propia iniciativa, al margen de todo vnculo a nada preexistente; se
sabe tambin por qu etapas sucesivas han pasado los grados y los rituales, de los que
algunos nunca fueron practicados y no existieron ms que sobre el papel; pues todo
fue puesto por escrito desde el comienzo y a medida que se desarrollaban y se
precisaban las ideas de los fundadores, y eso es incluso lo que hizo fracasar sus planes,
que, bien entendido, se referan exclusivamente al dominio social y no le rebasaban
bajo ningn aspecto. As pues, no es dudoso que en eso no se trata ms que de la
obra artificial de algunos individuos, y que las formas que haban adoptado no podan
constituir ms que un simulacro o una parodia de iniciacin, puesto que faltaba el
vnculo tradicional y puesto que la meta realmente inicitica era extraa a sus
preocupaciones.
En cuanto a los Iluminados, sus relaciones con la Masonera tuvieron un
carcter completamente diferente: aquellos que entraron en ella no lo hicieron ms
que con la intencin bien determinada de adquirir una influencia preponderante y de
servirse de ella como de un instrumento para la realizacin de sus designios
particulares, lo que fracas por lo dems como todo el resto; y, para decirlo de
pasada, por esto se ve bastante bien cuan lejos estn de la verdad aquellos que
208
Imagen invertida
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. LI, prrafo 2.
Los dos rboles invertidos descritos por Dante, estn como prximos a la
cima de la montaa, o sea inmediatamente debajo del plano donde se sita el
Paraso terrestre; mientras que, cuando ste se alcanza, los rboles aparecen
restituidos a su posicin normal; y as esos rboles, que parecen ser, en realidad,
diferentes aspectos del rbol nico, estn invertidos solamente por debajo del
punto en que ocurre la rectificacin y regeneracin del hombre. Importa sealar
que, si bien el Paraso terrestre es todava, efectivamente, una parte del cosmos, su
posicin es virtualmente supra-csmica; podra decirse que representa la sumidad
del ser contingente (bhavgra), de modo que su plano se identifica con la superficie
de las Aguas. Con esta superficie, que debe ser considerada esencialmente como un
plano de reflexin, nos vemos reconducidos al simbolismo de la imagen invertida
por reflejo, a la cual nos hemos referido al hablar de la analoga; lo que est arriba,
o por sobre la superficie de las Aguas, es decir, el dominio principal o supracsmico, se refleja en sentido inverso en lo que est abajo, o sea debajo de dicha
superficie, en el dominio csmico; en otros trminos, todo lo que est encima del
plano de reflexin es recto, todo lo que est debajo es invertido. Por lo tanto, si se
supone al rbol erigido por sobre las Aguas, lo que vemos en tanto permanecemos en
el cosmos es su imagen invertida, con las races hacia arriba y las ramas hacia abajo;
al contrario, si nos situamos por encima de las Aguas, no vemos ya esa imagen, que
entonces est, por as decirlo, bajo nuestros pies, sino la fuente de ella, es decir el
rbol real, que, naturalmente, se nos presenta en su posicin recta; el rbol es
siempre el mismo, pero ha cambiado nuestra posicin con respecto a l, y tambin,
por consiguiente, el punto de vista desde el cual lo consideramos.
209
Indefinido
Los Estados Mltiples del Ser, Prefacio, prrafo 4.
Los estados mltiples del Ser no constituyen una multiplicidad numrica o
cuantitativa, sino una multiplicidad de orden trascendental verdaderamente
universal, aplicada a todos los dominios que constituyen los diferentes grados de la
Existencia, considerados separadamente o en su conjunto, y, por consiguiente, fuera
y ms all del nmero y de la cantidad; pues la cantidad y el nmero no son ms que
uno de sus modos. Por eso cuando hablamos de multiplicidad indefinida (la de los
estados mltiples del Ser), hablamos de la indefinidad que rebasa todo nmero y
todo aquello a lo que la cantidad es aplicable.
El Simbolismo de la Cruz, cap. XV, nota 3.
Las circunferencias concntricas, por muy alejadas o cercanas que estn de su
centro, tienen los mismos puntos desde el momento que stos viene definidos por
sus radios. Y esos puntos no dependen del nmero ni de la cantidad, puesto que la
circunferencia ms cercana al centro, se reduce al mismo centro, indicando que todo
proviene de la Unidad. De ah la indefinidad de puntos de la circunferencia de radio
idefinido, no puede jams valorarse numricamente ni encontrarse bajo el concepto
de la cantidad.
Los Estados Mltiples del Ser, Prefacio, ltimo prrafo.
Las posibilidades de comprender y asentir la doctrina metafsica, no slo son
indefinidas, sino, podemos decirlo sin ningn abuso de lenguaje, realmente infinitas
como la Verdad misma.
Los Principios del Clculo Infinitesimal, cap. VIII, prrafo 5 y 6.
Suponer que lo indefinido es enteramente realizado, es contrario a la
naturaleza misma de lo indefinido, que es ser siempre una posibilidad en va de
desarrollo, y, por consiguiente, implica esencialmente algo de inacabado, de todava
no completamente realizado.
Del mismo modo, desde otro punto de vista, y pasando a la consideracin
del discontinuo, podemos decir que, si se nos da una serie numrica indefinida, eso
no implica de ninguna manera que se nos den distintamente todos los trminos que
comprende, lo que es una imposibilidad por eso mismo de que es indefinida; en
realidad, dar una tal serie, es simplemente dar la ley que permite calcular el trmino
que ocupa en la serie un rango determinado cualquiera que sea.
210
considerar ms que la sucesin de los nmeros enteros, stos deben ser mirados
como creciendo indefinidamente a partir de la unidad, pero que, puesto que la
unidad es esencialmente indivisible, evidentemente no puede plantearse un
decrecimiento indefinido; si se tomaran los nmeros en el sentido decreciente, uno
se encontrara detenido necesariamente en la unidad misma, de suerte que la
representacin de lo indefinido por los nmeros enteros est limitada a un solo
sentido, que es el de lo indefinidamente creciente. Por el contrario, cuando se trata
de la cantidad continua, se pueden considerar cantidades tanto indefinidamente
decrecientes como indefinidamente crecientes; y la misma cosa se produce en la
cantidad discontinua misma tan pronto como, para traducir esta posibilidad, se
introduce en ella la consideracin de los nmeros fraccionarios. En efecto, se puede
considerar una sucesin de fracciones que decrecen indefinidamente, es decir, que
por pequea que sea una fraccin, siempre se puede formar una ms pequea que
ella, y este decrecimiento no puede desembocar nunca en una fractio minima, como
tampoco el crecimiento de los nmeros enteros puede desembocar nunca en un
numerus maximus.
Para hacer evidente, por la representacin numrica, la correlacin de lo
indefinidamente creciente y de lo indefinidamente decreciente, basta considerar, al
mismo tiempo que la sucesin de los nmeros enteros, la de sus nmeros inversos:
se dice que un nmero es inverso de otro cuando su producto por ste es igual a la
unidad, y por esta razn, el inverso del nmero n se representa por la notacin 1/n.
Mientras que la sucesin de los nmeros enteros va creciendo indefinidamente a
partir de la unidad, la sucesin de sus inversos va decreciendo continuamente a partir
de esa misma unidad, que es ella misma su propio inverso, y que es as el punto de
partida comn de las dos series; a cada nmero de una de las series le corresponde un
nmero de la otra e inversamente, de suerte que estas dos series son igualmente
indefinidas, y que lo son exactamente de la misma manera, aunque en sentido
contrario. El inverso de un nmero es evidentemente tanto ms pequeo cuanto ms
grande es ese nmero, puesto que su producto permanece siempre constante; por
grande que sea un nmero N, el nmero N+1 ser todava mayor, en virtud de la ley
misma de formacin de la serie indefinida de los nmeros enteros; y del mismo
modo, por pequeo que sea un nmero 1/N, el nmero 1/N+1 ser todava menor;
es lo que prueba concretamente la imposibilidad del ms pequeo de los nmeros,
cuya nocin no es menos contradictoria que la del ms grande de los nmeros, ya
que, si no es posible detenerse en un nmero determinado en el sentido creciente,
no lo ser tampoco detenerse en el sentido decreciente.
Es bueno precisar que, aunque el smbolo 1/n evoca la idea de los nmeros
fraccionarios, y aunque de hecho saca incontestablemente su origen de ellos, no es
necesario que los inversos de los nmeros enteros sean definidos aqu como tales, y
esto con el fin de evitar el inconveniente que presenta la nocin ordinaria de los
nmeros fraccionarios desde el punto de vista propiamente aritmtico, es decir, la
concepcin de las fracciones como partes de la unidad. En efecto, basta considerar
las dos series como constituidas por nmeros respectivamente ms grandes y ms
211
pequeos que la unidad, es decir, como dos rdenes de magnitudes que tienen en
sta su comn lmite, al mismo tiempo que pueden ser consideradas, la una y la otra,
como salidas igualmente de esta unidad, que es verdaderamente la fuente primera de
todos los nmeros; adems, si se quisieran considerar estos dos conjuntos indefinidos
como formando una sucesin nica, se podra decir que la unidad ocupa exactamente
el medio en esta sucesin de los nmeros, puesto que, como lo hemos visto, hay
exactamente tantos nmeros en uno de estos conjuntos como en el otro.
En todos los casos, el conjunto de dos nmeros inversos, al multiplicarse el
uno por el otro, reproduce siempre la unidad de la que han salido; se puede decir
tambin que la unidad, al ocupar el medio entre los dos grupos, y al ser el nico
nmero que puede considerarse como perteneciendo a la vez al uno y al otro, de
suerte que, en realidad, sera ms exacto decir que los une ms bien que los separa,
corresponde al estado de equilibrio perfecto, y que contiene en s misma todos los
nmeros, que han salido de ella por parejas de nmeros inversos o complementarios,
constituyendo cada una de estas parejas, por el hecho mismo de este
complementarismo, una unidad relativa en su indivisible dualidad. Decimos
indivisible porque, desde que existe uno de los dos nmeros que forman tal pareja, el
otro existe tambin necesariamente por eso mismo.
India
La organizacin social de la India, no es ms que una aplicacin de la
doctrina metafsica al orden humano.
Individualismo
La Crisis del Mundo Moderno, cap. V, prrafos 1, 2, 3, 7, penltimo y ltimo.
Lo que entendemos por individualismo, es la negacin de todo principio
superior a la individualidad, y, por consiguiente, la reduccin de la civilizacin, en
todos los dominios, nicamente a los elementos puramente humanos; as pues, en el
fondo, es la misma cosa que lo que, en la poca del Renacimiento, se ha designado
bajo el nombre de humanismo, y es tambin lo que caracteriza propiamente a lo
que llamamos el punto de vista profano, que se confunde con el espritu antitradicional.
El individualismo implica primeramente la negacin de la intuicin
intelectual, en tanto que sta es esencialmente una facultad supraindividual, y del
orden de conocimiento que es el dominio propio de esta intuicin, es decir, de la
metafsica entendida en su verdadero sentido. Por eso es por lo que todo lo que los
filsofos modernos designan bajo este mismo nombre de metafsica, cuando admiten
algo que ellos llaman as, no tiene absolutamente nada de comn con la metafsica
verdadera: no son ms que construcciones racionales o hiptesis imaginativas, y por
consiguiente concepciones completamente individuales, y cuya mayor parte, por lo
dems, se refiere simplemente al dominio fsico, es decir, a la naturaleza. Incluso
212
si se encuentra dentro de eso alguna cuestin que podra ser vinculada efectivamente
al orden metafsico, la manera en la que es considerada y tratada la reduce todava a
no ser sino pseudo-metafsica, y hace imposible toda solucin real y vlida; parece
incluso que, para los filsofos, se trata siempre de plantear problemas, aunque
sean artificiales e ilusorios, mucho ms que de resolverlos, lo que es uno de los
aspectos de la necesidad desordenada de la investigacin por la investigacin, es
decir, de la agitacin ms vana, tanto en orden mental como en el orden corporal. Se
trata tambin, para esos mismos filsofos, de dar su nombre a un sistema, es decir,
a un conjunto de teoras estrictamente limitado y delimitado, y que sea
efectivamente de ellos, que no sea nada ms que su obra propia; de ah el deseo de
ser original a toda costa, incluso si la verdad debe ser sacrificada a esa originalidad:
para el renombre de un filsofo, vale ms inventar un error nuevo que repetir una
verdad que ya ha sido expresada por otros.
Es quizs en los filsofos donde se puede ver ms claramente la anarqua
intelectual que es su consecuencia inevitable.
Una idea verdadera no puede ser nueva, ya que la verdad no es un
producto del espritu humano, existe independientemente de nosotros, y nosotros
solo tenemos que conocerla; fuera de este conocimiento no puede haber ms que el
error.
Quien dice individualismo dice necesariamente negacin a admitir una
autoridad superior al individuo, as como una facultad de conocimiento superior a la
razn individual; las dos cosas son inseparables la una de la otra. Por consiguiente, el
espritu moderno deba rechazar toda autoridad espiritual en el verdadero sentido de
la palabra, que tiene su fuente en el orden supra-humano, y toda organizacin
tradicional, que se basa esencialmente sobre una tal autoridad, cualquiera que sea por
lo dems la forma que revista, que difiere naturalmente segn las civilizaciones.
A veces, el individualismo, en el sentido ms ordinario y ms bajo del
trmino, se manifiesta de una manera ms patente todava: no se ve as a cada
instante gentes que quieren juzgar la obra de un hombre segn lo que saben de su
vida privada, como si pudiera haber entre estas dos cosas una relacin cualquiera? De
la misma tendencia, junto con la mana del detalle, derivan tambin, notmoslo de
pasada, el inters que se dedica a las menores particularidades de la existencia de los
grandes hombres, y la ilusin con que algunos explican todo lo que han hecho por
una suerte de anlisis psico-fisiolgico; todo eso es bien significativo para quien
quiere darse cuenta de lo que es verdaderamente la mentalidad contempornea.
Es lo inferior lo que juzga a lo superior, la ignorancia la que impone lmites a
la sabidura, el error el que toma la delantera a la verdad, lo humano lo que
substituye a lo divino, la Tierra la que prevalece sobre el Cielo, el individuo el que se
hace la medida de todas las cosas y pretende dictar al Universo leyes sacadas
ntegramente de su propia razn relativa y falible. Ay de vosotros, guas ciegos, se
dice en el Evangelio; hoy da, no se ve en efecto por todas partes ms que ciegos que
conducen a otros ciegos, y que, si no son detenidos a tiempo, les llevarn fatalmente
al abismo donde perecern con ellos.
213
Individualismo y Naturalismo
Autoridad Espiritual, Poder Temporal, cap. VI, prrafo 1.
La funcin de la autoridad espiritual es la nica que se refiere a un dominio
supra-individual; as pues, desde que esta autoridad es desconocida, es lgico que el
individualismo aparezca de inmediato, al menos como tendencia, cuando no como
afirmacin bien definida, puesto que todas las dems funciones sociales, comenzando
por la funcin gubernamental que es la del poder temporal, son de orden
puramente humano, y puesto que el individualismo es precisamente la reduccin de
la civilizacin entera nicamente a sus elementos humanos. Ocurre lo mismo con el
naturalismo, como lo indicbamos ms atrs: la autoridad espiritual, debido a que
est ligada al conocimiento metafsico y trascendente, es la nica que tiene un
carcter verdaderamente sobrenatural.
Individuo
El Simbolismo de la Cruz, cap. I, prrafos 1 y 2.
La consideracin de un ser bajo su aspecto individual, es necesariamente
insuficiente, slo ser completa bajo su punto de vista metafsico.
El individuo no constituye en realidad, ms que una unidad relativa y
fragmentaria. No es un todo cerrado que se basta a s mismo, no es un ser total, sino
slo un estado particular de manifestacin de un ser, sometido a ciertas condiciones
especiales y determinadas de Existencia y que ocupa un lugar en la serie indefinida de
los estados del Ser Total.
La presencia de la forma, entre estas condiciones de existencia, es la que
caracteriza aun estado como individual.
Infalibilidad
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XLV, prrafos 1, 2, 3 y 6, y notas 3 y
penltima.
Ante todo, lo que es menester establecer en principio, para comprender
bien de qu se trata, es que, lo que es propiamente infalible, es la doctrina misma y
nicamente ella, y no los individuos humanos como tales, cualesquiera que puedan
ser por lo dems; y, si la doctrina es infalible, es porque es una expresin de la
verdad, que, en s misma, es absolutamente independiente de los individuos que la
reciben y que la comprenden. La garanta de la doctrina reside, en definitiva, en su
carcter no humano; y, por lo dems, se puede decir que toda verdad, de
cualquier orden que sea, si se considera desde el punto de vista tradicional, participa
de este carcter, ya que no es verdad sino porque se vincula a los principios
superiores y deriva de ellos a ttulo de consecuencia ms o menos inmediata, o de
aplicacin a un dominio determinado.
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216
Infierno
Extrado del libro Thnatos (pg. 107, cita 4) (Vctor Pascual Kavod), como cita de
San Palo, en su Cartas.
Las almas de aquellos que mueran con pecados actuales graves o mortales,
van al Infierno. El Infierno se caracteriza por la permanencia voluntaria del pecado
que, aunque sea un acto que se hizo y pas, permanece en el alma con un efecto
llamado mcula que impide la visin divina y la cual se padece con penas
correspondientes a su demritos.
Infinitesimal
Los Principios del Clculo Infinitesima, cap IV, ltimo prrafo.
Sin entrar todava en la cuestin de la composicin del continuo, se ve
pues que el nmero, cualquiera que sea la extensin que se de a su nocin, no le es
nunca perfectamente aplicable: esta aplicacin equivale, en suma, siempre a
reemplazar el continuo por un discontinuo cuyos intervalos pueden ser muy
pequeos, e incluso devenir cada vez ms pequeos por una serie indefinida de
divisiones sucesivas, pero sin poder ser suprimidos nunca, ya que, en realidad, no
hay ltimos elementos en los que esas divisiones pueden concluir, ya que, por
pequea que sea, siempre queda una cantidad continua indefinidamente divisible. Es
a estas divisiones del continuo a lo que responde propiamente la consideracin de los
nmeros fraccionarios; pero, y eso es lo que importa destacar particularmente, una
fraccin, por nfima que sea, es siempre una cantidad determinada, y entre dos
fracciones, por poco diferentes que se las suponga la una de la otra, siempre hay un
intervalo igualmente determinado. Ahora bien, la propiedad de la divisibilidad
indefinida que caracteriza a las magnitudes continuas exige evidentemente que se
puedan tomar siempre de ellas elementos tan pequeos como se quiera, y que los
intervalos que existen entre esos elementos puedan hacerse tambin ms pequeos
que toda cantidad dada; pero adems, y es aqu donde aparece la insuficiencia de los
nmeros fraccionarios, y podemos decir incluso de todo nmero cualquiera que sea,
esos elementos y esos intervalos, para que haya realmente continuidad, no deben ser
concebidos como algo determinado. Por consiguiente, la representacin ms
perfecta de la cantidad continua ser obtenida por la consideracin de magnitudes,
no ya fijas y determinadas como las que acabamos de tratar, sino antes al contrario
217
218
mismo tiempo, los espejismos hacen aparecer todo lo que tiene de ilusorio el mundo
manifestado. Ah, la radiacin solar produce las cosas y las destruye unas tras de
otras; o antes, ya que es inexacto decir que las destruye, las transforma y las
reabsorbe luego de haberlas manifestado. No se podra encontrar una imagen ms
verdadera de la Unidad, desplegndose exteriormente en la multiplicidad, sin dejar
de ser ella misma y sin ser afectada por ello, y llevando a ella misma despus,
siempre segn las apariencias, esa multiplicidad que, en realidad, jams ha salido, ya
que nada podra haber fuera o en el exterior del Principio, al cual nada puede
aadirse y de quien nada puede sustraerse, porque l es la indivisible totalidad de la
Existencia nica. En la luz intensa de los pases de Oriente, basta ver para
comprender estas cosas, para percibir inmediatamente su verdad profunda; y sobre
todo parece imposible no comprenderla as en el desierto, donde el Sol traza los
Nombres divinos en letras de fuego en el Cielo.
Iniciacin
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. V, prrafo 6.
Iniciacin deriva de initium, y este trmino significa propiamente entrada y
comienzo: es la entrada en una va que queda por recorrer a continuacin, o
tambin el comienzo de una nueva existencia, en el curso de la cual sern
desarrolladas posibilidades de un orden diferente, del de aquellas a las cuales est
estrechamente limitada la vida del hombre ordinario; y la iniciacin, entendida as en
su sentido ms estricto y ms preciso, no es en realidad nada ms que la transmisin
inicial de la influencia espiritual en el estado de germen, es decir, en otros trminos,
el vinculamiento inicitico mismo.
El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. XXXVIII, prrafo 2.
La iniciacin es lo que representa efectivamente el espritu de una Tradicin.
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. III, ltimo prrafo y ltima nota.
219
Iniciacin (Condiciones)
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. IV, prrafos 2 y ltimo.
La condicin ms caracterstica de todas, la que permite definir la iniciacin
sin equvoco posible, y no confundirla con ninguna otra cosa, es el vinculamiento a
una organizacin tradicional regular.
La iniciacin implica tres condiciones que se presentan en modo sucesivo, y
que se podran hacer corresponder respectivamente a los tres trminos de
potencialidad, de virtualidad y de actualidad: 1, la cualificacin, constituida
por algunas posibilidades inherentes a la naturaleza propia del individuo, y que son la
materia prima sobre la cual deber efectuarse el trabajo inicitico; 2, la transmisin,
mediante el vinculamiento a una organizacin tradicional, de una influencia espiritual
220
Iniciacin Femenina
Estudios sobre la Franc-Masonera y el Compagnonge II, cap. III, prrafos 1, 2 y
3.
Un caso como el de Juana de Arco parece muy significativo a este respecto, a pesar de los mltiples
enigmas de los que est rodeado.
221
222
223
Iniciacin (Masonera)
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XXXIX, prrafo 5.
Por lo dems, (Continua del prrafo anterior) ocurre lo mismo en lo que
concierne al origen de los oficios, de las artes y de las ciencias, considerados en su
acepcin tradicional y legtima, ya que todos, a travs de las diferenciaciones y de las
adaptaciones mltiples, pero secundarias, derivan igualmente del estado
primordial, que los contiene a todos en principio; y, por ah, se ligan a los dems
rdenes de existencia, ms all de la humanidad misma; lo que, por lo dems, es
necesario para que, cada uno en su rango y segn su medida, puedan concurrir
efectivamente a la realizacin del Plan del Gran Arquitecto del Universo.
224
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Iniciacin (Fases)
Estudios sobre la Franc-Masonera y el Compagnonage II (Anexos), cap. IV, prrafos
2, 3, 4, 5, 6, y 7.
Toda doctrina esotrica no puede transmitirse ms que por una iniciacin, y
toda iniciacin comprende necesariamente varias fases sucesivas, a las cuales
corresponden otros tantos grados diferentes. Estos grados y estas fases pueden
siempre reducirse a tres; se los puede considerar como marcando las tres edades del
iniciado, o las tres pocas de su educacin, y caracterizarlos respectivamente por
estas tres palabras: nacer, crecer, producir.
La iniciacin masnica comporta as tres fases distintas, consagradas
sucesivamente al descubrimiento, a la asimilacin y a la propagacin de la luz. Estas
fases son representadas por los tres grados de Aprendiz, Compaero y Maestro, que
corresponden a la triple misin de los Masones, consistente en buscar primero, con
el fin de poseer a continuacin, y poder finalmente expandir la Luz.
"El nmero de estos grados es absoluto: no podra haber ms que tres, ni
ms ni menos, la invencin de los diferentes sistemas denominados de altos grados
slo reposa sobre un equvoco, que ha hecho confundir los grados iniciticos,
estrictamente limitados al nmero de tres, con los grados de la iniciacin, cuya
226
Iniciacin y misticismo
Apreciaciones sobre el Esoterismo Cristiano, cap. IV, prrafo 9.
Iniciacin y Oficio
Miscelnea, Segunda parte, cap I, prrafos 4, 5, 6 y 8.
Si el oficio es algo del hombre mismo y, de alguna manera, una
manifestacin o una expansin de su propia naturaleza, es fcil comprender que
227
pudiese, como decamos en todo momento, servir de base para una iniciacin, e
incluso que sea, en la generalidad de los casos, lo ms idneo que exista para este fin.
En efecto, si la iniciacin tiene esencialmente el objetivo de superar las posibilidades
del individuo humano, no es menos cierto que como punto de partida slo puede
tomar a este individuo tal como es; de ah la diversidad de las vas iniciticas, es
decir, en suma, de los medios utilizados como soportes, de acuerdo con las
diferencias de las naturalezas individuales; interviniendo estas diferencias tanto
menos cuanto que el ser avance ms en su camino. Los medios as empleados slo
pueden tener eficacia si corresponden a la naturaleza misma de los seres a los cuales
se aplican; y, como es preciso necesariamente proceder desde lo ms a lo menos
accesible, desde lo exterior a lo interior, es normal adquirirlos de la actividad por
medio de la cual esta naturaleza se manifiesta exteriormente. Pero es obvio que esta
actividad slo puede desempear semejante papel sino cuando traduce realmente la
naturaleza interior. Por lo tanto, hay en ello una verdadera cuestin de
cualificacin en el sentido inicitico de este trmino; y, en condiciones normales,
esta cualificacin debera ser necesaria para el ejercicio mismo del oficio. Esto
expresa al mismo tiempo la diferencia fundamental que separa la enseanza inicitica
de la enseanza profana: lo que es simplemente aprendido desde el exterior no
tiene aqu ninguna importancia; aquello de lo que se trata, es de despertar las
posibilidades latentes que el ser porta en s mismo (y tal es, en el fondo, la verdadera
significacin de la reminiscencia platnica).
Se puede comprender an, por medio de estas ltimas consideraciones,
cmo la iniciacin, al tomar el oficio como soporte, tendr al mismo tiempo y a la
inversa, por decirlo as, una repercusin en la prctica de este oficio. El ser, en
efecto, habiendo realizado plenamente las posibilidades de las cuales su actividad
profesional es slo una expresin exterior, y poseyendo as el conocimiento efectivo
de lo que es el principio mismo de esta actividad, cumplir desde entonces
conscientemente lo que al comienzo slo era una consecuencia muy instintiva de su
naturaleza; y as, si el conocimiento inicitico es, para l, nacido del oficio, ste
ltimo, a su vez, se convertir en el campo de aplicacin de ese conocimiento del
cual ya no podr ser separado. Habr entonces una correspondencia perfecta entre lo
interior y lo exterior, y la obra producida podr ser, ya no solamente la expresin en
un grado cualquiera y de forma ms o menos superficial, sino la expresin realmente
adecuada de quien la habr concebido y ejecutado, lo cual constituir la obra
maestra en el verdadero sentido de esta palabra.
Si ahora queremos definir ms rigurosamente el dominio de lo que se puede
llamar las iniciaciones de oficio, diremos que stas pertenecen al orden de los
Misterios Menores, puesto que estn vinculadas con el desarrollo de las
posibilidades que le corresponden especficamente al estado humano; lo cual no es el
fin ltimo de la iniciacin, pero no deja de constituir obligatoriamente su primera
fase. En efecto, es necesario que este desarrollo sea primero cumplido en su
integridad, para permitir luego superar este estado humano; pero, ms all de ste
ltimo, es evidente que las diferencias individuales en las que se apoyan las
228
Inmortalidad
El Error Espiritista, Segunda parte, cap. III, prrafo 1.
La palabra snscrita amrita se traduce bien literalmente por inmortalidad,
pero se aplica exclusivamente a un estado que es superior a todo cambio, ya que la
idea de muerte se extiende aqu a un cambio cualquiera. Los occidentales, al
contrario, tienen el hbito de no llamar muerte ms que al fin de la existencia
terrestre, y por lo dems no conciben apenas los dems cambios anlogos, ya que
parece que este mundo sea para ellos la mitad del Universo, mientras que, para los
orientales, no representa ms que una porcin infinitesimal de l; hablamos aqu de
los occidentales modernos, ya que la influencia del dualismo cartesiano cuenta para
algo en esta manera tan restringida de considerar el Universo. Es menester insistir en
ello tanto ms cuanto que estas cosas se ignoran generalmente, y, adems, estas
consideraciones facilitarn enormemente la refutacin propiamente dicha de la teora
espiritista: desde el punto de vista de la metafsica pura, que es el punto de vista
oriental, no hay en realidad dos mundos, este y el otro, correlativos y por as decir
simtricos o paralelos; hay una serie indefinida y jerarquizada de mundos, es decir,
de estados de existencia (y no de lugares), en la que ste no es ms que un elemento
que no tiene ni ms ni menos importancia o valor que no importa cul otro, y que
est simplemente en el lugar que debe ocupar en el conjunto, al mismo ttulo que
todos los dems. Por consiguiente, la inmortalidad, en el sentido que hemos
indicado, no puede ser alcanzada en el otro mundo como lo piensan los
occidentales, sino slo ms all de todos los mundos, es decir, de todos los estados
condicionados; concretamente, est fuera del tiempo y del espacio, y tambin de
todas las condiciones anlogas a stas; puesto que es absolutamente independiente del
tiempo y de todo otro modo posible de la duracin, se identifica a la eternidad
misma. Esto no quiere decir que la inmortalidad tal como la conciben los
229
Inspiracin y revelacin
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap XXXII, nota 2.
Estas dos palabras designan en el fondo la misma cosa, considerada bajo dos
puntos de vista algo diferentes: lo que es inspiracin para el ser mismo que la
recibe, deviene revelacin para los dems seres a quienes la transmite, en la
medida en que eso es posible, al manifestarla exteriormente por un modo de
expresin cualquiera.
Instructor espiritual
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. XXI, prrafo 3 .
Quienquiera que se presenta como un instructor espiritual, sin vincularse a
una forma tradicional determinada o sin conformarse a las reglas establecidas por
230
Integral
El Simbolismo de la Cruz, cap. ?
Se aplica a las partes que componen un todo. Resultado de integrar una
expresin diferencial.
Integracin
Los Principios del Clculo Infinitesimal, cap. XXII, prrafos 1, 2.
Al contrario de la formacin de una suma aritmtica, que tiene un carcter
propiamente analtico, la integracin debe ser considerada como una operacin
esencialmente sinttica, puesto que envuelve simultneamente todos los elementos
de la suma que se trata de calcular, conservando entre ellos la indistincin que
conviene a las partes del continuo, desde que estas partes, a consecuencia de la
naturaleza misma del continuo, no pueden ser algo fijo y determinado.
La sumacin de una serie numrica indefinida, no se acabara nunca si todos
los trminos debieran ser tomados uno a uno, puesto que no hay ningn ltimo
trmino en el que pueda terminar; as pues, en los casos donde una tal sumacin es
posible, no puede serlo ms que por un procedimiento sinttico, que, en cierto
modo, nos hace aprehender de un solo golpe toda una indefinidad considerada en su
conjunto, sin que eso presuponga en modo alguno la consideracin distinta de sus
elementos, que, por lo dems, es imposible por eso mismo de que son en multitud
indefinida. Del mismo modo tambin, cuando una serie indefinida se nos da
implcitamente por su ley de formacin, como hemos visto un ejemplo de ello en el
caso de la sucesin de los nmeros enteros, podemos decir que se nos da as toda
entera sintticamente, y que no puede serlo de otro modo; en efecto, dar una tal
serie analticamente, sera dar distintamente todos sus trminos, lo que es una
imposibilidad.
No hemos dicho que los lmites de lo indefinido no podan ser alcanzados de
ninguna manera, imposibilidad que sera injustificable desde que esos lmites existen,
sino solamente que no pueden ser alcanzados analticamente: una indefinidad no
puede ser agotada por grados, pero puede ser comprendida en su conjunto por una
de esas operaciones transcendentes de las que la integracin nos proporciona el tipo
en el orden matemtico.
Por una operacin sinttica, uno se coloca inmediatamente fuera y ms all
de la variacin, as como debe ser necesariamente, segn lo que hemos dicho ms
atrs, para que el paso al lmite pueda ser realizado efectivamente; en otros
trminos, el anlisis no alcanza ms que a las variables, tomadas en el curso mismo de
su variacin, y nicamente la sntesis alcanza sus lmites, lo que es aqu el nico
resultado definitivo y realmente vlido.
Por lo dems, entindase bien que se podra encontrar el anlogo de estas
231
232
Inteligencia y amor
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. LXIX, ltimo prrafo.
La distincin entre inteligencia y amor, as entendida, tiene su
correspondencia en la tradicin hind en la distincin entre el Jnamrga [va del
conocimiento] y el Bhakti-mrga [va de la devocin]; la alusin que acabamos de
hacer a las rdenes de caballera indica, por otra parte, que la va del amor es ms
particularmente apta para los kshtriyas, mientras que la va de la inteligencia o del
233
conocimiento es, naturalmente, la que conviene sobre todo a los brahmanes; pero, en
definitiva, no se trata sino de una diferencia que se refiere solo al modo de encarar el
Principio, en conformidad con la diferencia de las naturalezas individuales, y que no
afecta en modo alguno a la indivisible unidad del Principio mismo.
Interior-Exterior
Seguramente de El Simbolismo de la Cruz o de Los Estados Mltiples del Ser.
La Realizacin de las posibilidades del Ser se efecta por una actividad que es
siempre interior, pues se ejerce desde el centro de cada plano (Grado de Existencia o
Estado del ser) por el Eje Principial (Actividad Divina, o Voluntad del Cielo).
Metafsicamente no puede haber ninguna accin exterior ejercindose sobre el Ser
Total. Pero el ser que acta de forma Tradicional, es un reflejo del Cosmos, lo cual,
en base a la relacin analgica del macrocosmos y el microcosmos, su Realizacin
Espiritual se efectuar siempre desde su interior.
Intuicin intelectual
Miscelnea, cap. I de la Tercera Parte, prrafo 3 y nota 2.
Entre los modernos, la desaparicin completa de ciertas facultades de orden
suprasensible, comienza, evidentemente, por la pura intuicin intelectual.
La desaparicin de esas facultades en cuanto a su ejercicio efectivo,
entindase bien, subsisten a pesar de todo en estado latente en todo ser humano;
pero esta especie de atrofia puede alcanzar tal grado, que su manifestacin se torne
completamente imposible y eso es lo que comprobamos en la gran mayora de
nuestros contemporneos.
(Ver: La Mente).
Invariable Medio
Miscelnea, cap. II Segunda parte, prrafos 25 y 26.
Para comprender la verdadera nocin del equilibrio, es suficiente con
observar que todas las fuerzas naturales (y no solamente las fuerzas mecnicas, que
digmoslo de nuevo, no son ms que un caso muy particular) son o atractivas o
repulsivas; las primeras pueden ser consideradas como fuerzas compresivas o de
contraccin, las segundas como fuerzas expansivas o de dilatacin. Es fcil
comprender que, en un medio primitivamente homogneo, a toda compresin
producida en un punto le corresponder necesariamente en otro punto una
expansin equivalente, e inversamente, de manera que se deber siempre considerar
correlativamente dos centros de fuerza en donde uno no puede existir sin el otro;
esto es lo que se puede llamar la ley de la polaridad, que es aplicable a todos los
fenmenos naturales, porque se deriva de la dualidad de los principios mismos que
234
presiden toda manifestacin, y que, en el mbito del que se ocupan los fsicos, es
evidente sobre todo en los fenmenos elctricos y magnticos. Si ahora dos fuerzas,
una compresiva y otra expansiva, actan sobre un mismo punto, la condicin para
que se equilibren o se neutralicen, es decir, para que en ese punto no se produzca ni
contraccin ni dilatacin, es que las intensidades de estas dos fuerzas sean, no
diremos iguales, ya que son de especies diferentes, pero equivalentes. Las fuerzas se
pueden caracterizar por coeficientes proporcionales a la contraccin o a la dilatacin
que producen, de manera que, si se considera una fuerza compresiva y una fuerza
expansiva, la primera estar afectada por un coeficiente n >1, y la segunda por un
coeficiente n' < 1; cada uno de estos coeficientes puede ser la relacin de la densidad
que toma el medio ambiente en el punto considerado, bajo la accin de la fuerza
correspondiente, con la densidad primitiva de este mismo medio, supuesto
homogneo cuando no experimenta la accin de fuerza alguna, en virtud de una
simple aplicacin del principio de la razn suficiente. Cuando no se produce ni
compresin ni dilatacin, esta relacin es forzosamente igual a la unidad, ya que la
densidad del medio no se modifica; para que dos fuerzas actuando en un punto se
equilibren, hace falta pues que su resultante tenga por coeficiente la unidad. Es fcil
ver que el coeficiente de esta resultante es el producto (y ya no ms la suma como en
la concepcin clsica) de los coeficientes de las dos fuerzas consideradas; estos dos
coeficientes n y n' debern ser entonces dos nmeros inversos uno de otro: n' = 1/n
y se tendr como condicin de equilibrio: nn' = 1; as, el equilibrio se definir, ya no
por el cero, sino por la unidad.
Se ve que esta definicin del equilibrio por la unidad, que es la nica real,
corresponde al hecho de que la unidad ocupa el medio en la serie doblemente
indefinida de los nmeros enteros y de sus inversos, mientras que este lugar central
es de alguna manera usurpado por el cero en la serie artificial de los nmeros
positivos y negativos. Lejos de ser el estado de no-existencia, el equilibrio es al
contrario la existencia considerada en s misma, independientemente de sus
mltiples y secundarias manifestaciones; queda adems bien entendido que no es en
absoluto el No-Ser, en el sentido metafsico de esta palabra, ya que la existencia,
incluso en este estado primordial e indiferenciado, no es an sino el punto de partida
de todas las manifestaciones diferenciadas, as como la unidad es el punto de partida
de toda la multiplicidad de los nmeros. Esta unidad, tal como la acabamos de
considerar, y en la cual reside el equilibrio, es lo que la tradicin extremo-oriental
llama el Invariable Medio; y, segn esta misma tradicin, este equilibrio o esta
armona es, en el centro de cada estado y de cada modalidad del ser, el reflejo de la
Actividad del Cielo.
El Simbolismo de la Cruz, cap. XXV, prrafo 5.
Es de la situacin en el Eje Principial donde ya no se est sometido a la
variacin. Es donde se produce la realizacin de los Misterios Mayores, que es la
realizacin metafsica que no puede ser realizada por grados; es como una sntesis
que no puede ser precedida de ningn anlisis, y en vista de la cual todo anlisis sera
235
Islam
Sumisin a la Voluntad Divina.
236
237
J
Jano (El Dios)
Estudios sobre la Franc-Masonera y el Compagnonage II (Anexos), cap. II, ltimo
prrafo.
Janus, entre los Romanos, era a la vez el dios de la iniciacin a los misterios y
el dios de las corporaciones de artesanos. Tampoco es por nada que los constructores
de la Edad Media conservaran las dos fiestas solsticiales de ese mismo Janus,
devenidas con el Cristianismo, los dos san Juan de invierno y de verano: y, cuando se
conoce la conexin de San Juan con la vertiente esotrica del Cristianismo.
Estudios sobre la Franc-Masonera y el Compagnonage II (Anexos), cap. I, prrafo
11.
Entre los Romanos, Jano era el dios de la iniciacin a los Misterios; al mismo
tiempo era tambin el dios de las corporaciones de artesanos; y esto no puede
provenir de una coincidencia ms o menos fortuita. Deba, necesariamente, existir
una relacin entre esas dos funciones referidas a la misma entidad simblica; en otras
palabras, era menester que las corporaciones en cuestin estuvieran ya en aquel
entonces, as como lo estuvieron ms tarde, en posesin de una tradicin de carcter
realmente "inicitico". Pensamos adems que ello no constituye un caso especial y
aislado y que constataciones del mismo tipo podran efectuarse en otros muchos
pueblos; quizs, precisamente esto podra llegar a conducir, con referencia al
verdadero origen de las artes y los oficios, a concepciones ni siquiera sospechadas por
los modernos, para quienes semejantes tradiciones se han vuelto letra muerta.
Jano y Cristo
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. XVIII, prrafo 3 y nota 17.
En los monumentos romanos Jano se muestra, como en el medalln de
Luchon, con la corona en la cabeza y el cetro en la diestra, porque es rey; tiene en la
otra mano una llave que abre y cierra las pocas: por eso, por extensin de la idea,
los romanos le consagraban las puertas de las casas y ciudades. Cristo tambin, como
el antiguo Jano, porta el cetro real, al cual tiene derecho conferido por su Padre del
Cielo y por sus antepasados terrenos; su otra mano tiene la llave de los secretos
eternos, la llave teida de su sangre, que ha abierto a la perdida humanidad la puerta
de la vida. Por eso, en la cuarta de las grandes antfonas preparatorias de la Navidad,
la liturgia sagrada lo aclama as: O Clavis David, et Sceptrum domus Israel! T eres,
oh Cristo esperado!, la Llave de David y el Cetro de la casa de Israel. T abres, y
nadie puede cerrar; y cuando t cierras, nadie podra abrir ya
238
Jano tena adems otra funcin: era el dios de las corporaciones de artesanos o
Collegia fabrorum, las cuales celebraban en su honor las dos fiestas solsticiales de
invierno y de verano. Ulteriormente, esta costumbre se mantuvo en las
corporaciones de constructores; pero, con el cristianismo, esas fiestas solsticiales se
identificaron con las de los dos San Juan, el de invierno y el de verano (de donde la
expresin Logia de San Juan, conservada hasta en la masonera moderna); es ste
un ejemplo de la adaptacin de los smbolos pre-cristianos.
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. XXXVII, prrafos 4 y 5, y
notas 5 y 6.
Acerca de este simbolismo de las dos vas, cabe agregar que existe una
tercera, la va del medio, que conduce directamente a la liberacin, a esta va
correspondera la prolongacin superior, no trazada, de la parte vertical de la letra
Y, y esto ha de ponerse adems en relacin con lo que se ha dicho ms arriba sobre el
tercer rostro (invisible) de Jano.
Notemos que la palabra initiatio proviene de in-ire, y que por lo tanto se
encuentra en ella tambin el verbo ire, al que se vincula el nombre de Jano.
En efecto, Jano era el dios de la iniciacin. A ese ttulo, por lo dems, Jano
presida los Collegia Fabrorum, depositarios de las iniciaciones que, como en todas las
civilizaciones tradicionales, estaban vinculadas con el ejercicio de las artesanas.
En el cristianismo, las fiestas solsticiales de Jano se han convertido en las de
los dos San Juan, y stas se celebran siempre en las mismas pocas, es decir en los
alrededores inmediatos de los solsticios de invierno y verano;. La sucesin de los
antiguos Collegia Fabrorum, por lo dems, se transmiti regularmente a las
corporaciones que, a travs de todo el Medioevo, mantuvieron el mismo carcter
inicitico, y en especial a la de los constructores; sta, pues, tuvo naturalmente por
patronos a los dos San Juan, de donde proviene la conocida expresin de Logia de
San Juan que se ha conservado en la Masonera, pues sta no es sino la continuacin,
por filiacin directa, de los antiguos Collegia Fabrorum.
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. XXXVIII, prrafo2 y nota 6.
La palabra hebrea hann tiene a la vez el sentido de benevolencia y
misericordia y el de alabanza (es por lo menos curioso comprobar que, en nuestra
misma lengua, palabras como gracia(s) tienen exactamente esa doble significacin);
por consiguiente, el nombre Yahann [o, ms bien, Yehohann] puede significar
misericordia de Dios y tambin alabanza a Dios. Y es fcil advertir que el primero
de estos dos sentidos parece convenir muy particularmente a San Juan Bautista, y el
segundo a San Juan Evangelista; por lo dems, puede decirse que la misericordia es
evidentemente descendente y la alabanza, ascendente, lo que nos reconduce a su
respectiva relacin con las dos mitades del ciclo anual.
Recordaremos tambin, vinculndola ms especialmente a las ideas de
tristeza y alegra que indicbamos en el texto, la figura folklrica francesa, tan
conocida, pero sin duda generalmente no comprendida muy bien, de Juan que llora
239
y Juan que re, que es en el fondo una representacin equivalente a la de los dos
rostros de Jano; Juan que llora es el que implora la misericordia de Dios, es decir,
San Juan Bautista; y Juan que re es el que le dirige alabanzas, es decir, San Juan
Evangelista.
Jerarqua
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. LXII, nota 11.
El simbolismo de los canales que as descienden gradualmente a travs de
todos los estados, puede ayudar a comprender, si se los encara en el sentido
ascendente, cmo los seres situados en un nivel superior pueden, de modo general,
desempear la funcin de intermediarios para los que estn situados en un nivel
inferior, ya que la comunicacin con el Principio no es posible para stos sino
pasando por aqullos.
240
K
Kaabah
El Esoterismo Islmico y el Taosmo, cap II, nota 3.
Kaabah es la casa de Dios (Beit Allah), y cuya forma es la de un cubo
(imagen de estabilidad) que ocupa el centro de una circunferencia que es la seccin
terrestre (humana) de la esfera de la Existencia Universal.
Kabbala.
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XLI, prrafo 2 y nota 3.
La significacin del trmino Kabbalah es exactamente la misma que la de la
palabra tradicin.
Kali-Yuga
Estudios sobre el Hinduismo, cap. II, prrafo 10.
Este peligro es el de la accin desordenada, por estar privada de su principio;
tal accin no es en s misma sino una pura nada, y no puede conducir ms que a una
catstrofe. Sin embargo, se dir, si ello existe, es que este desorden mismo debe
finalmente entrar de nuevo en el orden universal, del cual es un elemento tan propio
como todo el resto; y, desde un punto de vista superior, esto es rigurosamente
cierto. Todos los seres, lo sepan o no, lo quieran o no, dependen enteramente de su
principio en todo lo que ellos son; la accin desordenada no es posible ms que por
el principio de toda accin, pero, puesto que ella es inconsciente de este principio,
puesto que no reconoce la dependencia en la que est a su respecto, permanece sin
regla y sin eficacia positiva, y, si as puede decirse, la accin no posee ms que el
grado ms inferior de realidad, aquel que est ms prximo a la ilusin pura y
simple, precisamente porque es el ms alejado del principio, nico en el cual est la
realidad absoluta. Desde el punto de vista del principio, no hay sino el orden; pero,
desde el punto de vista de las contingencias, el desorden existe, y, en lo que
concierne a la humanidad terrestre, estamos en una poca donde este desorden
parece triunfar.
Kshatriyas
Autoridad Espiritual, Poder Temporal, cap. II, nota 3.
El nombre de la casta de los kshatriyas se deriva de kshatra, que significa
fuerza.
241
Krishna y Arjuna
Estudios sobre el Hinduismo, captulo I, prrafos 4, 5.
Ahora ser fcil comprender que Bhagavat, estando identificado al Principio
supremo, no es otro, por ello mismo, ms que el Atm incondicionado; y esto es
cierto en todos los casos, ya sea este Atm considerado en el orden macro-csmico
o en el orden micro-csmico, segn que se quiera hacer la aplicacin a puntos de
vista diferentes; no podemos ni soar en reproducir todos los desarrollos que hemos
ya dado en otra parte a este respecto. Lo que nos interesa ms directamente aqu es
la aplicacin que podemos denominar micro-csmica, es decir, la que se hace a
cada ser considerado en particular; a este respecto, Krishna y Arjuna representan
respectivamente el Si mismo y el Yo, la personalidad y la individualidad, que son
Atm incondicionado y jvtm. La enseanza dada por Krishna y Arjuna es, desde ese
punto de vista interior, la intuicin intelectual, supra-racional por la cual el Si
mismo se comunica al Yo, cuando este est cualificado y preparado de tal
manera que esta comunicacin pueda establecerse de modo efectivo.
Habr que destacar -pues esto es de la mayor importancia para lo que se
trata- que Krishna y Arjuna son representados como montados sobre un mismo carro;
este carro es el vehculo del ser considerado en su estado de manifestacin; y,
mientras que Arjuna combate, Krishna conduce el carro sin combatir, es decir, sin
estar l mismo comprometido en la accin. En efecto, la batalla de la que se trata
simboliza la accin, de una manera completamente general, bajo una forma
apropiada a la naturaleza y a la funcin de los Khatriyas (Khatrias), a los cuales el libro
est ms especialmente destinado; el campo de batalla (Kshtra) es el dominio de la
accin, en el cual el individuo desarrolla sus posibilidades; y esta accin no afecta de
ningn modo al ser principial, permanente e inmutable, sino que concierne
solamente al alma viviente individual (jivtm). Los dos que estn montados sobre
el mismo carro son por tanto la misma cosa que los dos pjaros de los que se habla en
los Upanishads: Dos pjaros, compaeros inseparablemente unidos, residen en un
mismo rbol; uno come el fruto del rbol, el otro mira sin comer. Aqu tambin,
con un simbolismo diferente para representar la accin, el primero de los dos pjaros
es jvtm, y el segundo es Atm incondicionado; todava se trata de lo mismo para el
caso de los dos que han entrado en la caverna, de los que se trata en otro texto; y,
si los dos estn siempre estrechamente unidos, es que verdaderamente no son ms
que uno desde el punto de vista de la realidad absoluta, pues jvtm no se distingue
de Atm mas que en modo ilusorio.
242
ningn sitio, sobre la concordancia de los centros de los que aqu se ha tratado con
las Sephirot de la Kbala, las cuales, en efecto, deben necesariamente tener, como
todas las cosas, su correspondencia en el ser humano. Se podra objetar que las
Sephirot son en nmero de diez, mientras que los seis chakras y sahashrra, no forman
ms que un total de siete; pero est objecin huelga si se observa que, en la
disposicin del "rbol sefirtico", hay tres parejas emplazadas simtricamente sobre
las "columnas" de derecha y de izquierda, de suerte que el conjunto de las Sephirot se
reparte en siete niveles diferentes solamente; considerando sus proyecciones sobre el
eje central o "columna del medio", que corresponde a sushumn (las dos columnas
laterales estando en relacin con id y pingal), se encuentra pues reconducido al
septenario.
Comenzando por arriba, no hay primeramente ninguna dificultad en lo que
concierne a la asimilacin de sahashrra, "localizado" en la coronilla de la cabeza, a la
Sephirah suprema, Kether, cuyo nombre significa .precisamente la "Corona". A
continuacin viene el conjunto de Hokmah y Binah, que debe corresponder a jn, y
cuya dualidad podra incluso ser representada por los dos ptalos de ese "loto"; por
otro lado, ambas tienen por "resultante" a Daath, es decir, el Conocimiento, y
hemos visto que la "localizacin" de jn se refiere tambin al "ojo del
Conocimiento". La pareja siguiente, es decir Hesed y Geburah, puede, segn un
simbolismo muy general concerniente a los atributos de "Misericordia" y de
"Justicia", ser puesta en el hombre en relacin con los dos brazos; estas dos Sephirot
emplazarn por lo tanto en los dos hombros, y por consiguiente en el nivel de la
regin gutural, correspondiendo as a vishuddha; En cuanto a Tiphereth, su posicin
central se refiere manifiestamente al corazn, lo que entraa inmediatamente su
correspondencia con anhata. La pareja de Netsah y Hod se colocar en las caderas,
puntos de sujecin de los miembros inferiores, como los de Hesed y Geburah en los
hombros, son puntos de sujecin superiores; ahora bien, las caderas estn en el nivel
de la regin umbilical, luego de manipra. En fin, por lo que hace a los dos ltimos
Sephirot, parece que haya que considerarlos una inversin, pues Iesod, segn la
significacin misma de su nombre, es el "fundamento", lo que responde exactamente
a mldhra. Habra entonces que asimilar Malkuth a swdshthna, lo que la
significacin misma de los nombres parece adems justificar, pues Malkuth es el
"Reino", y swadhishthna significa literalmente la "propia morada" de la Shakti.
243
L
Laberinto
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. XXIX, prrafo 6.
El laberinto, como bien lo ha visto Jackson Knight, tiene una doble razn de
ser, en cuanto permite o veda, segn los casos, el acceso a determinado lugar donde
no todos pueden penetrar indistintamente; solo los que estn cualificados podrn
recorrerlo hasta el fin, mientras que los otros se vern impedidos de penetrar o
extraviarn el camino. Se ve inmediatamente que hay aqu la idea de una seleccin,
en relacin evidente con la admisin a la iniciacin misma: el recorrido del laberinto
no es propiamente, pues, a este respecto, sino una representacin de las pruebas
iniciticas; y es fcil comprender que, cuando serva efectivamente como medio de
acceso a ciertos santuarios, poda ser dispuesto de tal manera que los Ritos
correspondientes se cumplieran en ese trayecto mismo. Por otra parte, se encuentra
tambin la idea de viaje, en el aspecto en que esa idea se asimila a las pruebas
mismas, como puede verificrselo an hoy en ciertas formas iniciticas, la Masonera
por ejemplo, donde cada una de las pruebas simblicas se designa, precisamente,
como un viaje. Otro simbolismo equivalente es el de la peregrinacin; y
recordaremos a este respecto los laberintos que se trazaban otrora en las lajas del piso
de ciertas iglesias, cuyo recorrido se consideraba como un sustituto del peregrinaje
a Tierra Santa; por lo dems, si el punto en el que termina ese recorrido representa
un lugar reservado a los elegidos, ese lugar es real y verdaderamente una Tierra
Santa en el sentido inicitico de la expresin: en otros trminos, ese punto no es
sino la imagen de un centro espiritual, como todo lugar de iniciacin lo es
igualmente.
14
Laico
Autoridad Espiritual, Poder Temporal, cap. II, prrafo 6.
Originariamente, clrigo, no significa otra cosa que hombre que sabe, y
se opone a laico, que designa al hombre del pueblo, es decir del vulgo, asimilado
al ignorante o al profano, a quien no puede pedrsele sino que crea lo que no es
capaz de comprender, porque es ese el nico medio de hacerle participar en la
tradicin en la medida de sus posibilidades. Es curioso notar que las gentes que, en
nuestra poca, se vanaglorian de llamarse laicos, as como tambin los que se
244
complacen en calificarse de agnsticos, y, que por lo dems, son con frecuencia los
mismos, con eso no hacen ms que jactarse de su propia ignorancia; y, para que no se
den cuenta de que tal es el sentido de las etiquetas de las que hacen gala, es menester
que esta ignorancia sea en efecto bien grande y verdaderamente irremediable.
Landmarks
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XIV, prrafo 11 y nota 6.
La conexin con el oficio, si ha dejado de existir en cuanto al ejercicio
exterior de ste, no por eso subsiste menos de una manera ms esencial, en tanto que
permanece necesariamente inscrita en la forma misma de esta iniciacin; si llegara a
ser eliminada, eso ya no sera la iniciacin masnica, sino cualquier otra cosa
completamente diferente; y, por lo dems, como sera imposible sustituir
legtimamente por otra filiacin tradicional la que existe de hecho, ya ni siquiera
habra entonces, realmente, ninguna iniciacin. Por eso es por lo que, all donde, a
falta de una comprensin ms efectiva, queda todava al menos una cierta consciencia
ms o menos obscura del valor propio de las formas rituales, se persiste en
considerar las condiciones de las que hablamos aqu, como formando parte integrante
de los landmarks (el trmino ingls, en esta acepcin tcnica no tiene equivalente
exacto en francs), que no pueden ser modificados en ninguna circunstancia, y cuya
supresin o negligencia correra el riesgo de acarrear una verdadera nulidad
inicitica.
Estos landmarks se consideran como existiendo from time inmemorial, es decir,
que es imposible asignarles ningn origen histrico definido.
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. XLIV, nota 15.
En la proyeccin horizontal de la pirmide, su vrtice se proyecta en el
punto de interseccin de las diagonales del cuadrado de base, es decir, en el centro
mismo de este cuadrado. En la Masonera operativa, la ubicacin de un edificio se
determinaba, antes de iniciarse la construccin, por el llamado mtodo de los cinco
puntos, consistente en fijar primero los cuatro ngulos donde deban colocarse las
cuatro primeras piedras, y despus el centro, es decir -ya que la base era
normalmente cuadrada o rectangular- el punto de interseccin de sus diagonales; las
estacas que sealaban esos cinco puntos se llamaban landmarks, y sin duda ste es el
sentido primero y originario de ese trmino masnico.
Lengua
Estudios sobre la Franc-Masonera y el Compagnonge II, cap. IV, nota 25.
En los antiguos "catecismos" masnicos, la lengua est representada como la
"llave del corazn". La relacin entre el corazn y la lengua simboliza la existente
entre "pensamiento" y "palabra", es decir, de acuerdo con el significado cabalstico
de estos dos trminos considerados principialmente, la relacin existente entre el
245
aspecto interior y el exterior del Verbo. As se explica tambin que entre los
antiguos egipcios (quienes usaban llaves de madera que tenan precisamente forma de
lengua) la persicaria, cuyo fruto tiene la forma de un corazn y las hojas la de una
lengua, tuviera un carcter sagrado.
Lengua Sagrada
Apreciaciones sobre el Esoterismo Cristiano, cap. 1, prrafo 2.
246
Todas las fuerzas naturales, y no slo las fuerzas mecnicas, que no son nada
ms que un caso muy particular de ellas, sino las fuerzas del orden sutil tanto como
las del orden corporal, son o atractivas o repulsivas; las primeras pueden ser
consideradas como fuerzas compresivas o de contraccin, las segundas expansivas o
de dilatacin; y, en el fondo, eso no es otra cosa que una expresin, en este dominio,
de la dualidad csmica fundamental misma. Es fcil comprender que, en un medio
primitivamente homogneo, a toda compresin que se produzca en un punto
corresponder necesariamente una expansin equivalente en otro punto, e
inversamente, de suerte que se debern considerar siempre correlativamente dos
centros de fuerzas, de los que cada uno no puede existir sin el otro; eso es lo que se
puede llamar la ley de la polaridad, que es, bajo formas diversas, aplicable a todos los
fenmenos naturales, porque deriva, ella tambin, de la dualidad de los principios
mismos que presiden toda manifestacin; esta ley, en el dominio especial del que se
ocupan los fsicos, es sobre todo evidente en los fenmenos elctricos y magnticos,
pero no se limita de ninguna manera a stos.
Cuando no se produce ni comprensin ni dilatacin, esta relacin es
forzosamente igual a la unidad, puesto que la densidad del medio no est modificada;
as pues, para que dos fuerzas que actan en un punto se equilibren, es menester que
su resultante tenga por coeficiente la unidad. Es fcil ver que el coeficiente de esta
resultante es el producto, y no ya la suma como en la concepcin ordinaria, de los
coeficientes de las dos fuerzas consideradas; por consiguiente, estos dos coeficiente n
y n debern ser nmeros inversos el uno del otro: n = 1/n, y se tendr, como
condicin del equilibrio, n x n= 1; as, el equilibrio estar definido, no ya por el
cero, sino por la unidad. Esta frmula corresponde exactamente a la concepcin del
equilibrio de los dos principios complementarios yang y yin en la cosmologa extremo
247
oriental.
Muy lejos de ser el estado de no existencia, el equilibrio es al contrario la
existencia considerada en s misma, independientemente de sus manifestaciones
secundarias y mltiples; por lo dems, entindase bien que no es el No Ser, en el
sentido metafsico de esta palabra, ya que la existencia, incluso en ese estado
primordial e indiferenciado, no es todava ms que el punto de partida de todas las
manifestaciones diferenciadas, como la unidad es el punto de partida de toda la
multiplicidad de los nmeros. Esta unidad, tal como acabamos de considerarla, y en
la cual reside el equilibrio, es lo que la tradicin extremo oriental llama el
Invariable Medio; y, segn esta misma tradicin, este equilibrio o esta armona es,
en el centro de cada estado y de cada modalidad del ser, el reflejo de la Actividad
del Cielo.
Leyendas
(Ver: Mitos).
248
y zodiacales es, a este respecto, lo bastante conocida para que sea intil insistir, y
basta notar que esto pone a la ciencia de las letras en estrecha relacin con la
astrologa encarada como ciencia cosmolgica42. Por otra parte, en virtud de la
analoga constitutiva del microcosmo (el-kawnu-s-segr) con el macrocosmo (elkawnu-l-kebr), esas mismas letras corresponden igualmente a las diversas partes del
organismo humano; y, a este respecto, sealaremos de paso que existe una aplicacin
teraputica de la ciencia de las letras, en que cada una de ellas se emplea de
determinada manera para curar las enfermedades que afectan especialmente al
correspondiente rgano.
Resulta, pues, de lo que acaba de decirse, que la ciencia de las letras debe
ser encarada en rdenes diferentes, los cuales pueden en suma reducirse a los tres
mundos: entendida en su sentido superior, es el conocimiento de todas las cosas en
el principio mismo, en tanto que esencias eternas ms all de toda manifestacin; en
un sentido que puede decirse medio, es la cosmogona, o sea el conocimiento de la
produccin o formacin del mundo manifestado; por ltimo, en el sentido inferior,
es el conocimiento de las virtudes de los nombres y los nmeros en tanto que
expresan la naturaleza de cada ser, conocimiento que permite, a ttulo de aplicacin,
ejercer por medio de ellos, y en razn de dicha correspondencia, una accin de
orden mgico sobre los seres mismos y sobre los sucesos que les conciernen. En
efecto, segn lo que expone Ibn Jaldn, las frmulas escritas, estando compuestas
por los mismos elementos que constituyen la totalidad de los seres, tienen, por tal
razn, facultad para obrar sobre ellos; y por eso tambin el conocimiento del
nombre de un ser, expresin de su naturaleza propia, puede dar un poder sobre l;
esta aplicacin de la ciencia de las letras se designa habitualmente con el nombre de
sm43. Importa destacar que esto va mucho ms lejos que un simple procedimiento
adivinatorio: se puede, en primer lugar, por medio de un clculo (hisb) efectuado
sobre los nmeros correspondientes a las letras y los nombres, lograr la previsin de
ciertos acontecimientos44; pero ello no constituye en cierto modo sino un primer
grado, el ms elemental de todos, y es posible efectuar luego, partiendo de los
resultados de ese clculo, mutaciones que tendrn por efecto producir una
modificacin correspondiente en los acontecimientos mismos.
Tambin aqu es necesario distinguir, por otra parte, grados muy diferentes,
como en el conocimiento mismo, del cual esto no es sino una aplicacin o
efectuacin: cuando esa accin se ejerce slo en el mundo sensible, se trata del grado
ms inferior, y en este caso puede hablarse propiamente de magia; pero es fcil
42
(Hay tambin otras correspondencias, con los elementos, las cualidades sensibles, las esferas
celestes, etc...; las letras del alfabeto rabe, que son veintiocho, estn igualmente en relacin con las
mansiones lunares)
43
La palabra sm no parece puramente rabe; proviene verosmilmente del griego smeia signos,
lo que la hace aproximadamente equivalente al nombre de la gematri cabalstica, palabra tambin de
origen griego, pero derivada no de geometra, como comnmente se dice, sino de grammteia (de
grmmata, letras).
44
Se puede tambin, en ciertos casos, obtener por un clculo del mismo gnero la solucin de
cuestiones de orden doctrinal; y esta solucin se presenta a veces en una forma simblica de lo ms
notable.
249
concebir que se trate de algo de muy otro orden cuando la accin repercute en los
mundos superiores. En este ltimo caso, estamos evidentemente en el orden
inicitico en el sentido ms cabal del trmino; y slo puede operar activamente en
todos los mundos aquel que ha llegado al grado del azufre rojo (el-Kebrtu-l-hmar),
nombre que indica una asimilacin, que podr parecer a algunos un tanto inesperada,
de la ciencia de las letras a la alquimia. En efecto, estas dos ciencias, entendidas en
su sentido profundo, no son sino una en realidad; y lo que ambas expresan, bajo
apariencias muy diferentes, no es sino el proceso mismo de la iniciacin, el cual, por
lo dems, reproduce rigurosamente el proceso cosmognico, pues la realizacin total
de las posibilidades de un ser se efecta necesariamente pasando por las mismas fases
que las de la Existencia universal.
Es por lo menos curioso observar que el propio simbolismo masnico, en el
cual la Palabra perdida y su bsqueda desempean adems importante papel,
caracteriza los grados iniciticos por medio de expresiones, manifiestamente tomadas
de la ciencia de las letras: deletrear, leer, escribir. El Maestro, que entre sus
atributos tiene la plancha de trazar, si fuera verdaderamente lo que debe ser, sera
capaz no solamente de leer sino tambin de escribir el Libro de Vida, es decir, de
cooperar conscientemente en la realizacin del plan del Gran Arquitecto del
Universo; por esto puede juzgarse la distancia que separa la posesin nominal de tal
grado de su posesin efectiva.
Liberacin
La Metafsica Oriental, prrafos pg. 35 (Ediciones de la Tradicin Unnime).
Vuelta al No-Ser, donde se est liberado de toda condicin y determinacin.
All, el ser liberado est verdaderamente en posesin de la plenitud de sus
posibilidades, ya que han desaparecido todas sus condiciones limitativas.
Liberacin (Momento)
El Hombre y su Devenir segn el Vdnta, cap. XIX, prrafo 4 y nota 7.
Pero el que ha obtenido (antes de la muerte, entendida siempre como la
separacin del cuerpo) el verdadero Conocimiento de Brahma (que implica, por la
realizacin metafsica sin la que no habra ms que un conocimiento imperfecto y
completamente simblico, la posesin efectiva de todos los estados de su ser) no pasa
(en modo sucesivo) por todos los mismos grados de retirada (o de reabsorcin de su
individualidad, desde el estado de manifestacin grosera al estado de manifestacin
sutil, con las diversas modalidades que ello conlleva, y despus al estado no
manifestado, donde las condiciones individuales son finalmente enteramente
suprimidas). Procede directamente (a este ltimo estado, e incluso ms all de ste si
se considera solo como principio de la manifestacin) a la Unin (ya realizada al
menos virtualmente durante su vida corporal) con el Supremo Brahma, al que se
identifica (de una manera inmediata), como un ro (que representa aqu la corriente
250
Liberacin y Salvacin
El Hombre y su Devenir segn el Vdnta, cap. XXII, ltimo prrafo.
Uno de los puntos ms importantes es ste: la accin, cualquiera que sea, no
puede liberar de ninguna manera de la accin; en otros trminos, no podra acarrear
frutos ms que en el interior de su propio dominio, que es el de la individualidad
humana. As, no es por la accin como es posible rebasar la individualidad,
considerada aqu en su extensin integral, ya que no pretendemos en modo alguno
que las consecuencias de la accin se limitan a la modalidad corporal nicamente; se
puede aplicar a este respecto lo que hemos dicho precedentemente a propsito de la
vida, que es efectivamente inseparable de la accin. De ello, resulta inmediatamente
que, puesto que la salvacin, en el sentido religioso en que los occidentales
entienden esta palabra, es el fruto de algunas acciones, no puede ser asimilada a la
Liberacin; y es tanto ms necesario declararlo expresamente e insistir en ello cuanto
que la confusin entre la una y la otra es cometida constantemente por los
orientalistas. La salvacin es propiamente la obtencin del Brahma-Loka; y
251
252
253
Libertad
Los Estados Mltiples del Ser, cap. XVIII, prrafo 1, 2, etc. hasta el final.
Podra definirse como la ausencia de coaccin. Pero en cuanto a la
Posibilidad Universal considerada ms all del Ser, es decir en el No-Ser, podemos
hablar de no-dualidad (Advaita); y all donde no hay dualidad, no puede haber
coaccin. Esto basta para probar que la libertad es una posibilidad, desde el
momento que proviene de forma inmediata de la no-dualidad.
Al estar la Unidad libre de coaccin, la libertad se encuentra en el dominio
del Ser, lo que indica que la libertad es una posibilidad de manifestacin, y eso indica
tambin que, como consecuencia inmediata, se manifestar en un grado u otro de
todo lo que procede del Ser, es decir, en todos los seres particulares por pertenecer
al dominio de la manifestacin universal. En este ltimo caso, slo puede hablarse de
254
libertad relativa, por ser imposible al ser individual abarcar lo absoluto. Por otra
parte, puesto que la unidad del Ser es el principio de la libertad, un ser ser ms libre
cuanto ms participe en la Unidad.
Lo ms importante no es la libertad relativa de los seres manifestados, como
tampoco los dominios especficos y restringidos en los que sea susceptible de
ejercitarse, sino la libertad entendida en sentido universal y que reside propiamente
en el instante metafsico del paso de la causa al efecto, debindose hacer una
transposicin analgica de la relacin causal, para que pueda ser aplicada a todos los
rdenes de posibilidades. No pudiendo ser esta relacin causal una relacin de
sucesin, la realizacin de esta transposicin analgica, debe ser considerada
esencialmente bajo el aspecto extra-temporal, pues un estado determinado de
existencia manifestada no es en modo alguno susceptible de universalizacin, ya que,
en lo universal, todo debe ser considerado en simultaneidad. Si en el No-Ser la
ausencia de coaccin se debe a la no dualidad, lo que implica la libertad absoluta, en
el Ser se da igualmente esta libertad absoluta, por ser la primera determinacin
(donde no hay multiplicidad), pero en la manifestacin del Ser, es decir en los seres
manifestados, la libertad ser relativa, pues la absoluta no pude realizarse ms que
por la completa universalizacin, meta final de la realizacin espiritual que alcanza la
Liberacin al extinguirse la individualidad y producirse la plena identidad con el Ser
o Identidad Suprema e incluso sobrepasando al Ser. En otras palabras: mientras que
la libertad relativa pertenece al ser bajo cualquier condicin, la libertad absoluta no
puede pertenecer ms que al ser liberado de las condiciones de la existencia
manifestada, pues la identidad con el Ser y ms all -es decir con el No-Ser-, supone
la universalizacin donde al no haber dualidad, no hay coaccin posible, aquella
situacin que es su origen principial y su destino final.
El Error Espiritista, cap. X prrafo 11.
Es cierto que la libertad de un ser individual es algo relativo y limitado,
como lo es este ser mismo.
Libros
El Esoterismo Islmico y el Taosmo, cap I, ltimo prrafo.
La doctrina inicitica no podra aprenderse de ninguna manera por la lectura
de libros al modo de los conocimientos ordinarios y profanos. Los escritos de los
ms grandes maestros mismos no pueden servir ms que como soportes a la
meditacin; uno no deviene un punto mutaawwuf nicamente por haberlos ledo, y
los mismos permanecen por lo dems con la mayor frecuencia incomprensibles a los
que no estn cualificados. Es menester en efecto, ante todo, poseer ciertas
disposiciones o aptitudes innatas a las cuales ningn esfuerzo podra suplir; y es
menester despus el vinculamiento a una silsilah regular, ya que la transmisin de la
influencia espiritual, que se obtiene por ese vinculamiento, es, como ya lo hemos
dicho, la condicin esencial sin la cual de modo ninguno hay iniciacin, aunque no
255
Ligadura
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. LXVIII, prrafo 2.
Una ligadura puede considerarse como lo que encadena o como lo que une,
e inclusive en el lenguaje ordinario, la palabra tiene generalmente ambos
significados; en el simbolismo de las ligaduras, corresponde a ello dos puntos de vista
que podran decirse mutuamente inversos, y, si el ms inmediatamente aparente de
los dos, es el que hace de la ligadura una traba, ello se debe a que ese punto de vista
es el del ser manifestado como tal, en cuanto se ve a s mismo como atado a ciertas
256
Lmite
Los Principios del Clculo Infinitesimal, cap XII, prrafos 1, 2, 3 y nota 5.
Se puede decir que el lmite de una cantidad variable es otra cantidad
considerada como fija, a la que la cantidad variable se supone que se aproxima, por
los valores que toma sucesivamente en el curso de su variacin, hasta diferir de ella
tan poco como se quiera, o, en otros trminos, hasta que la diferencia de estas dos
cantidades deviene ms pequea que toda cantidad asignable. El punto sobre el que
debemos insistir muy particularmente, es que el lmite se concibe esencialmente
como un cantidad fija y determinada; aunque no estuviera dada por las condiciones
del problema, se deber comenzar siempre por suponerla un valor determinado, y
continuar considerndola como fija hasta el fin del clculo.
Pero toda la cuestin es saber precisamente si la cantidad variable, que se
aproxima indefinidamente a su lmite, y que, por consiguiente, puede diferir de l
tan poco como se quiera, segn la definicin misma de lmite, puede alcanzar
efectivamente ese lmite, por una consecuencia de su variacin misma, es decir, si el
lmite puede ser concebido como el ltimo trmino de una variacin continua.
Veremos que, en realidad, esta solucin es inaceptable; por el momento, diremos
solamente que la verdadera nocin de la continuidad no permite considerar las
cantidades infinitesimales como pudiendo igualarse nunca a cero, ya que entonces
dejaran de ser cantidades. As pues, una diferencia infinitesimal no podr ser nunca
rigurosamente nula; por consiguiente, una variable, en tanto que se considere como
tal, diferir siempre realmente de su lmite, y no podra alcanzarle sin perder por eso
mismo su carcter de variable.
Sobre este punto, podemos pues aceptar enteramente, aparte una ligera
reserva, las consideraciones que un matemtico que ya hemos citado expone en estos
trminos: Lo que caracteriza al lmite tal como lo hemos definido, es a la vez que la
variable pueda aproximarse a l tanto como se quiera, y no obstante que no pueda
257
alcanzarle nunca rigurosamente; ya que, para que le alcance en efecto, sera menester
la realizacin de una cierta infinitud, que nos est necesariamente prohibida As
pues, uno debe atenerse a la idea de una aproximacin indefinida, es decir, cada vez
ms grande. En lugar de hablar de la realizacin de una cierta infinitud, lo que no
podra tener para nosotros ningn sentido, diremos simplemente que sera menester
que una cierta indefinidad fuera agotada en lo que ella tiene precisamente de
inagotable, aunque, al mismo tiempo, las posibilidades de desarrollo que conlleva
esta indefinidad permiten obtener una aproximacin tan grande como se quiera.
Lo propio del lmite y lo que hace que la variable no le alcance nunca
exactamente, es tener una definicin diferente de la de la variable; y la variable, por
su lado, aunque se aproxima cada vez ms al lmite, no le alcanza, porque no debe
dejar de satisfacer nunca a su definicin primitiva, que, decimos, es diferente. La
distincin necesaria entre las dos definiciones del lmite y de la variable se
encuentran por todas partes Este hecho, de que las dos definiciones son
lgicamente distintas y, no obstante, tales que los objetos definidos pueden
aproximarse cada vez ms el uno al otro45, da cuenta de lo que parece tener de
extrao, a primera vista, la imposibilidad de hacer coincidir nunca dos cantidades
cuya diferencia se est seguro de poder hacer que disminuya ms all de toda
expresin.
Lmites de lo indefinido
(Ver: Integracin).
Limosna
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. I, nota 1.
En la tradicin islmica, es en el hecho de soportar la necedad y la ignorancia
humanas en lo que consiste haqqatus-zakh, la verdad de la limosna, es decir, su
aspecto interior y el ms real (haqqah se opone aqu a muzherah, que es solamente la
manifestacin exterior, o el cumplimiento del precepto tomado en el sentido
estrictamente literal). Esto depende naturalmente de la virtud de paciencia (eabr), a la cual se le da una importancia muy particular, como lo prueba el hecho de
que se menciona 72 veces en el Corn.
Lnea composicin
Los Principios del Clculo Infinitesimal, cap. VIII, prrafo 3.
45
Sera ms exacto decir que uno de ellos puede aproximarse cada vez ms al otro, puesto que solo
uno de esos objetos es variable, mientras que el otro es esencialmente fijo, y puesto que as, en razn
misma de la definicin del lmite, su aproximacin no puede considerarse de ninguna manera como
constituyendo una relacin recproca y cuyos dos trminos seran en cierto modo intercambiables;
esta irreciprocidad implica por lo dems que su diferencia es de orden propiamente cualitativo.
258
Los puntos no son elementos o partes de una lnea, los verdaderos elementos
lineales son siempre distancias entre puntos, que son slo sus extremidades. (Ver: El
Simbolismo de la Cruz, cap. XVI).
Los verdaderos elementos de una magnitud deben ser siempre de la misma
naturaleza que esta magnitud, aunque incomparablemente menores: es lo que no
tiene lugar con los indivisibles, y, por otra parte, es lo que permite observar en el
clculo infinitesimal, una cierta ley de homogeneidad que supone que las cantidades
ordinarias y las cantidades infinitesimales, aunque incomparables entre s, son no
obstante magnitudes de la misma especie.
Lnea continua
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. LXVI, prrafo 2.
La lnea continua es entonces la imagen del strtm que une todos los
estados entre s, y, por lo dems, en el caso del hilo de Ariadna en conexin con el
recorrido del laberinto, esa imagen se presenta con tal nitidez, que uno se asombra
de que haya podido pasar inadvertida.
Locura (Simulacin)
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. XXVII, prrafos 2, 3, 4 y ltimo, y nota
2 y ltima.
Una cierta simulacin, aunque sea la de la locura, no puede estar justificada a
veces, incluso en los simples msticos; pero esta justificacin no es posible ms que a
condicin de colocarse en un punto de vista completamente diferente del punto de
vista del quietismo. Pensamos aqu concretamente en algunos casos que se
encuentran bastante frecuentemente en las formas orientales del Cristianismo: en
efecto, la hagiografa oriental conoce vas de santificacin extraas e inslitas, como
la de los locos en Cristo, que cometen actos extravagantes para ocultar sus dones
espirituales a los ojos del entorno bajo la apariencia horrible de la locura, o ms bien
para liberarse de los lazos de este mundo en su expresin ms ntima y ms molesta
para el espritu, la de nuestro yo social.
Se concibe que esa apariencia de locura sea efectivamente un medio, aunque
no sea quizs el nico, de escapar a toda curiosidad indiscreta, tanto como a toda
obligacin social difcilmente compatible con el desarrollo espiritual; pero importa
destacar que se trata entonces de una actitud tomada frente al mundo exterior y que
constituye una especie de defensa contra ste.
Es menester agregar que una tal simulacin es bastante peligrosa ya que
puede fcilmente desembocar poco a poco en una locura real, sobre todo en el
mstico que, por definicin misma, jams es enteramente dueo de sus estados; por
lo dems, entre la simulacin pura y simple y la locura propiamente dicha, puede
haber mltiples grados de desequilibrio ms o menos acentuado, y todo desequilibrio
es necesariamente un obstculo, que, mientras subsiste, se opone al desarrollo
259
Entindase bien, por lo dems, que el lazo jams puede romperse enteramente, ya que entonces la
muerte se seguira de inmediato; pero queda extremadamente debilitado y como relajado, lo que,
por otra parte, se produce tambin, a un grado o a otro, en todos los casos de desequilibrio.
47
En razn de esas mismas ventajas, el juglar y el majdhb verdaderos pueden servir tambin para
propagar algunas cosas sin que ellos mismos sean conscientes de ello.
260
Logia
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XLVI, nota 4.
La palabra snscrita Loka, mundo, derivada de la raz Lok que significa
ver, tiene una relacin directa con la luz, como lo muestra por lo dems la
aproximacin con el latn lux; por otra parte, la vinculacin de la palabra Logia a
loka -verosmilmente posible por la intermediacin del latn locus que es idntica a
sta- est lejos de estar desprovista de sentido, puesto que la Logia se considera como
un smbolo del mundo o del cosmos: es propiamente, por oposicin a las tinieblas
exteriores que corresponden al mundo profano, el lugar iluminado y regular,
261
Si se torna como unidad el lado de esa figura, la diagonal del doble cuadrado es igual a 5.
En el Templo de Salomn, el Hikal [Hjal] era el Sanctum y el Debr era el Sancta-sanctrum.
262
Lgica
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. II, prrafo 4.
La lgica domina realmente todo lo que entra en el campo de la razn, y,
como su nombre mismo lo indica, ese es su dominio propio; pero, por el contrario,
todo lo que es de orden supra-individual, y por tanto supra-racional, escapa
evidentemente por eso mismo a este dominio, ya que lo superior no podra estar
sometido a lo inferior; al respecto de las verdades de este orden, la lgica no puede
pues intervenir ms que de una manera enteramente accidental, y en tanto que su
expresin en modo discursivo, o dialctico si se quiere, constituye una suerte de
descenso al nivel individual, a falta del cual esas verdades permaneceran
totalmente incomunicables.
Longevidad
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XLII, prrafos 1, 2 y 3, y notas 1 y 4.
Esta longevidad, cuya obtencin se considera generalmente como
constituyendo una de las metas de la alquimia y como implcita en la terminacin
misma de la Gran Obra (La piedra filosofal es al mismo tiempo, bajo otros
aspectos, el elixir de la larga vida y la medicina universal.), tiene varias
significaciones que es menester tener buen cuidado de distinguir entre s. El sentido
ms inmediato, pero que, a decir verdad, est lejos de ser el ms importante, es
evidentemente el de una prolongacin de la vida corporal; y, para comprender la
posibilidad de ello, es bueno remitirse a la enseanza segn la cual la duracin de la
vida humana, ha ido disminuyendo progresivamente en el curso de las diferentes
fases del ciclo recorrido por la presente humanidad terrestre, desde sus orgenes
hasta la poca actual. Si se considera el proceso inicitico, en su parte referida a los
Misterios Menores, como haciendo en cierto modo remontar al hombre el curso
de este ciclo, para conducirle, gradualmente, desde el estado presente hasta el
263
estado primordial, por eso mismo debe hacerle adquirir, en cada etapa, todas las
posibilidades del estado correspondiente, comprendida la posibilidad de una vida ms
larga que la del hombre ordinario actual.
Se dice tambin, en diversas tradiciones, que la duracin de la vida corporal
no puede rebasar en ningn caso un mximo de mil aos; por lo dems, importa
poco que este nmero deba tomarse al pie de la letra o que tenga ms bien un valor
simblico, ya que lo que es menester retener de esto, es que est duracin es en todo
caso limitada, y que, por consiguiente, la bsqueda de una pretendida inmortalidad
corporal no puede ser sino perfectamente ilusoria. En el fondo, la razn de esta
limitacin es bastante fcilmente comprensible: puesto que toda vida humana
constituye en s misma un ciclo anlogo al de la humanidad tomada en su conjunto, el
tiempo se contrae en cierto modo para cada ser a medida que agota las
posibilidades del estado corporal. Por lo dems, es de observacin corriente que, a
medida que el hombre avanza en edad, los aos parecen correr para l cada vez ms
rpidamente, lo que equivale a decir que la duracin que tienen para l realmente va
disminuyendo cada vez ms.
As pues, debe llegar necesariamente un momento en el que, por as decir,
se reducir a un punto, y entonces el ser ya no encontrar literalmente en este
mundo ninguna duracin en la que le sea posible vivir, de suerte que ya no habr
para l otra salida que pasar a otro estado, sometido a condiciones diferentes de las
de la existencia corporal, incluso si ese estado no es todava, en realidad, ms que
alguna de las modalidades extra-corporales del dominio individual humano.
Esto nos lleva a considerar los otros sentidos de la longevidad, que se
refieren efectivamente a posibilidades diferentes de las del estado corporal; pero,
para comprender bien de qu se trata exactamente, es menester precisar primero
con claridad la diferencia que existe entre la transmutacin y la transformacin.
(Ver transformacin y transmutacin).
Longevidad y posteridad
El Hombre y su Devenir segn el Vdnta, cap. XXIII, ltimo prrafo.
Las dos primeras de las cuatro Fortunas de la Tradicin Extremo-Oriental.
Loto
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. LXXIV, prrafo 4.
El loto tiene un simbolismo de mltiples aspectos, a algunos de los cuales
nos hemos referido ya en otras ocasiones; en uno de ellos, al cual alude el texto antes
citado, se lo emplea para representar los diversos centros, inclusive secundarios, del
ser humano, ya sea centros fisiolgicos (plexos nerviosos en especial), ya sea, y sobre
todo, centros psquicos (correspondientes a esos mismos plexos en virtud de la
vinculacin existente entre el estado corpreo y el estado sutil en el compuesto que
la individualidad humana constituye propiamente). Esos centros, en la tradicin
264
Luciferismo y satanismo
Autoridad Espiritual, Poder Temporal, cap III, nota 9.
El Luciferismo, que no debe confundirse con el satanismo, aunque haya
sin duda entre uno y otro una cierta conexin: el luciferismo es el rechazo del
reconocimiento de una autoridad superior; el satanismo es la inversin de las
relaciones normales y del orden jerrquico; y ste es frecuentemente una
consecuencia de aqul, como Lucifer ha devenido Satn despus de su cada.
Luts
Thnatos nota 172 y El Rey del Mundo, cap. VII.
Palabra hebrea que significa morada de inmortalidad. Partcula corporal
indestructible. Estudiar analoga con Agartha.
La misma palabra luz (Luts), es tambin el nombre dado a una partcula
corporal indestructible, representada simblicamente como un hueso muy duro y al
cual el alma permanecer ligada despus de la muerte y hasta la resurreccin.
265
LL
Llaves (el poder de)
La Gran Trada, cap. VI, prrafo 6.
Por otra parte, esta doble operacin de coagulacin y de solucin,
corresponde muy exactamente a lo que la tradicin cristiana designa como el poder
de las llaves; en efecto, este poder es doble tambin, puesto que conlleva a la vez el
poder de atar y el poder de desatar; ahora bien atar es evidentemente la
misma cosa que coagular, y desatar es la misma cosa que disolver.
Se sabe que la figuracin ms habitual del poder de que se trata es la de las
dos llaves, una de oro y la otra de plata, que se refieren respectivamente a la
autoridad espiritual y al poder temporal, o a la funcin sacerdotal y a la funcin real,
y tambin, desde el punto de vista inicitico, a los Misterios Mayores y a los
Misterios Menores.
Cada una de las dos llaves debe ser considerada como teniendo, en el orden
al que se refiere, el doble poder de abrir y de cerrar, o de atar y de desatar.
Se puede decir no obstante, en un cierto sentido, que el poder de atar prevalece en
la llave que corresponde a lo temporal, y que el poder de desatar prevalece en la
llave que corresponde a lo espiritual, ya que lo temporal y lo espiritual son yin y yang
el uno en relacin al otro; esto podra justificarse, incluso exteriormente, hablando
de constriccin en el primer caso y de libertad en el segundo.
Lluvia
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. LX, prrafo 5 y nota 14.
Las Aguas superiores son las posibilidades de manifestacin no-formal y
que, en cierto sentido, estn simblicamente representadas por las nubes, de donde
la lluvia desciende sobre la tierra.
La lluvia, en efecto, para representar los influjos espirituales, debe ser
considerada como un agua celeste, y sabido es que los Cielos corresponden a los
estados no-formales; la evaporacin de las aguas terrestres por el calor solar es, por
otra parte, la imagen de una transformacin [en el sentido de paso ms all de las
formas], de modo que hay en ello como un trnsito alternativo de las Aguas
inferiores a las Aguas superiores, e inversamente.
Apreciaciones sobre el Esoterismo Cristiano, cap V, prrafo 6.
No es curioso, por ejemplo que el viento tenga en el lenguaje de los
Fieles de Amor, exactamente el mismo sentido que la "lluvia" en el de la
Masonera?
266
M
Macrocosmos y Microcosmos
Estudios sobre el Hinduismo, captulo III, prrafo 3.
Para comprender bien lo que sigue, es importante no perder de vista nunca
la nocin de la analoga constitutiva del "Macrocosmos" y del "Microcosmos", en
virtud de la cual todo lo que existe en el Universo se encuentra tambin de cierta
manera en el hombre, lo que el Viswasra Tantra expresa en estos trminos: "Lo que
es aqu es all, lo que no es aqu no es en ninguna parte" (Yad ihsti tad anyatra,yan
nhstri na tat kwachit). Hay que aadir que, en razn de la correspondencia que existe
entre todos los estados de la existencia, cada uno de ellos contiene en cierto modo en
s mismo como un reflejo de todos los dems, lo que permite "situar" por ejemplo,
en el dominio de la manifestacin grosera, ya se considere, por otro lado, en el
conjunto csmico o en el cuerpo humano, unas "regiones" correspondientes a
modalidades diversas de la manifestacin sutil, e incluso a toda una jerarqua de
"mundos" que representan otros tantos grados diferentes en la existencia universal.
Magia
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. V, prrafo 3.
La magia no es ms que una ciencia tradicional secundaria, de orden
enteramente contingente e incluso muy inferior, y a la cual todo lo que depende del
dominio espiritual es enteramente extrao.
Mahdms
El Teosofismo, cap. IV, prrafos 4, 5 y 9.
Los Mahtms o Maestros de Sabidura son los miembros del grado ms
elevado de la Gran Logia Blanca, es decir, de la jerarqua oculta que, segn los
teosofistas, gobierna secretamente el mundo. Al comienzo, se admita que ellos
mismos estaban subordinados a un jefe supremo nico; ahora, parece que los jefes
son en nmero de siete, como los siete adeptos rosacrucianos que poseen el elixir
de larga vida (y la ms extraordinaria longevidad forma parte tambin de las
cualidades atribuidas a los Mahtms), y estos siete jefes representan a los siete
centros del Hombre Celeste, cuyo cerebro y cuyo corazn estn constituidos,
respectivamente por el Man y el Bodhisattwa que guan a cada raza humana. Esta
unin de las dos concepciones del Man y del Bodhisattwa, que no pertenecen a la
misma tradicin, puesto que el primero es brhmnico y el segundo bdico,
proporciona un ejemplo muy notable de la manera eclctica en que el teosofismo
267
Mal
Miscelnea, Tercera Parte, cap. VI, prrafo 22.
El mal no tiene ninguna realidad, lo que as se llama no es ms que una
relatividad considerada analticamente, y que, ms all de ese punto de vista especial
de la mentalidad humana, la imperfeccin es necesariamente ilusoria, pues no puede
existir ms que como elemento de lo Perfecto, lo cual no podra evidentemente
contener nada imperfecto.
268
Manifestacin y Creacin
El Esoterismo Islmico y el Taosmo, cap IX, prrafos 5, 7, 9 y ltimo.
La idea de manifestacin, tal como las doctrinas orientales la consideran de
una manera puramente metafsica, no se opone de ningn modo a la idea de
creacin; se refieren slo a niveles y a puntos de vista diferentes, de tal suerte que
basta saber situar a cada una de ellas en su verdadero lugar, para darse cuenta de que
no hay entre ellas ninguna incompatibilidad. La diferencia, en esto como sobre
muchos otros puntos, no es en suma sino la misma del punto de vista metafsico y del
punto de vista religioso; ahora bien, si es verdad que el primero es de orden ms
elevado y ms profundo que el segundo, por ello no lo es menos que no podra de
ningn modo anular o contradecir a ste, lo que est por lo dems suficientemente
probado por el hecho de que uno y otro pueden muy bien coexistir en el interior de
una misma forma Tradicional.
Solamente, la diferencia consiste en que el punto de vista al cual se refiere la
idea de creacin no considera nada ms all de la manifestacin, o al menos no
considera ms que el Principio sin profundizar ms, porque no es todava ms que un
punto de vista relativo, mientras que al contrario, bajo el punto de vista metafsico,
es lo que est en el Principio, es decir, la posibilidad, la que es en realidad lo esencial
y lo que importa ms que la manifestacin en s misma.
Sea que se trate de la manifestacin considerada metafsicamente o de la
creacin, la dependencia completa de los seres manifestados al respecto del
Principio, es afirmada tan clara y expresamente en un caso como en el otro. Bajo el
punto de vista metafsico, esta dependencia es al mismo tiempo una participacin:
en toda la medida de lo que tienen de realidad en ellos, los seres participan del
Principio, dado que toda realidad est en ste. El punto de vista religioso, por el
contrario, insiste ante todo sobre la nulidad propia de los seres manifestados,
porque, por su naturaleza misma, no tiene que conducirles ms all de esta
condicin; e implica la consideracin de la dependencia bajo un aspecto al cual
corresponde prcticamente la actitud de el-ubdiyah, para emplear el trmino rabe
que el sentido ordinario de servidumbre no explicita sin duda sino muy
imperfectamente en la acepcin especficamente religiosa, pero suficiente sin
embargo para permitir comprender sta mejor de lo que la hara comprender el
trmino de adoracin.
Sabemos que no puede haber ah ninguna contradiccin real, sea en el
interior de cada Tradicin, sea entre sta y las dems Tradiciones, puesto que no hay
en todo eso ms que expresiones diversas de la Verdad una.
269
este espacio. Se trata de un punto situado en el espacio y no del punto principial del
que el propio espacio no es ms que una expansin o un desarrollo.
Por analoga podra decirse lo mismo de una gota de agua, respecto al mar.
Ello no quiere decir que este punto no sea absolutamente nada, desde el
momento que existe necesariamente por el mismo motivo que el espacio existe,
pero no es nada bajo el punto de vista de la extensin.
Y la manifestacin no es ms, en relacin al Todo universal.
Apreciaciones sobre el Esoterismo Cristiano, cap. VII, penltimo prrafo.
La unidad desarrollada en el cuaternario: 1+2+3+4=10, o el punto central
que produce por su expansin el crculo de la manifestacin universal.
270
271
Mano (La)
El Esoterismo Islmico y el Taosmo, Cap. VII, prrafos 3, 5, 6, 7 y 10.
272
La quirologa, por extrao que eso pueda parecer a aquellos que no tienen
ninguna nocin de estas cosas, se vincula directamente, bajo su forma islmica, a la
ciencia de los nombres divinos: la disposicin de las lneas principales traza en la
mano izquierda el nmero 81 y, en la mano derecha, el nmero 18, o sea, en total
99, el nmero de los nombres atributivos (iftiyah). En cuanto al nombre Allah
mismo, est formado por los dedos, de la manera siguiente: El meique corresponde
al alif, el anular al primer lam, el medio o corazn y el ndice al segundo lam, que es
doble, y el pulgar al he (que, regularmente, debe ser trazado bajo su forma
abierta); y es sta la razn principal del uso de la mano como smbolo, tan
extendido en todos los pases islmicos (refirindose una razn secundaria al nmero
5, de donde el nombre de khoms es dado a veces a esa mano simblica). Puede
comprenderse por ah la significacin de esta palabra del Sifr Seyidna Ayb (Libro de
Job, XXXVII, 7): l ha puesto un sello (khtim) en la mano de todo hombre, a fin
de que todos puedan conocer Su obra; y aadiremos que esto no carece de relacin
con la funcin esencial de la mano en los Ritos de bendicin y de consagracin.
Los 99 nombres que expresan los atributos divinos estn igualmente repartidos
siguiendo este septenario: 15 para el cielo del sol, en razn de su posicin central, y
14 para cada uno de los otros seis cielos (15+6 14=99). El examen de los signos
que se encuentran sobre la parte de la mano correspondiente a cada uno de los
planetas, indica en qu proporcin (5/14 o 5/15) el sujeto posee las cualidades que
se les atribuyen; esta proporcin corresponde a un nmero(s) de nombres divinos
entre los que pertenecen al cielo planetario considerado; y estos nombres pueden ser
determinados despus, por medio de un clculo, por lo dems, muy largo y muy
complicado.
Aadimos que en la regin de la mueca, ms all de la mano propiamente
dicha, se localiza la correspondencia de los dos cielos superiores, cielo de las estrellas
fijas y cielo empreo, que, con lo siete cielos planetarios, completan el nmero 9.
Adems, en las diferentes partes de la mano se sitan los doce signos
zodiacales (burj), en relacin con los planetas de los cuales son los dominios
respectivos (uno para el Sol y la Luna, dos para cada uno de los otros cinco planetas),
y tambin las diecisis figuras de la geomancia (ilm er-raml), puesto que todas las
ciencias tradicionales estn estrechamente ligadas entre ellas.
El examen de la mano izquierda indica la naturaleza (et-tabiyah) del sujeto,
es decir, el conjunto de las tendencias, disposiciones o aptitudes que constituyen en
cierto modo sus caracteres innatos. El de la mano derecha hace conocer los
caracteres adquiridos (el-istiksb); estos se modifican por lo dems continuamente, de
tal suerte que, para un estudio continuado, este examen debe ser renovado cada
cuatro meses. Este periodo de cuatro meses constituye, en efecto, un ciclo
completo, en el sentido de que conlleva el retorno a un signo zodiacal
correspondiente al mismo elemento que el del signo de partida; se sabe que esta
correspondencia con los elementos se hace en el orden de sucesin siguiente: fuego
(nr), tierra (Turb), aire (haw), agua (m). Es pues un error pensar, como lo han
hecho algunas, que el periodo en cuestin no debera ser ms que de tres meses, ya
273
que el periodo de tres meses corresponde solamente a una estacin, es decir, a una
parte del ciclo anual, y no es en s misma un ciclo completo.
Mantra
Estudios Sobre la Franc-Masonera y el Compagnonage II Anexos), cap. VII, prrafo
2.
En la tradicin hind se dice que los Deva, en su lucha contra los sura, se
protegieron (achhan dayan) por medio de la recitacin de himnos del Veda y que por
tal razn estos himnos recibieron el nombre de chhanda, palabra que designa
propiamente el ritmo. La misma idea est, por lo dems, contenida en la palabra
dhikr, que, en el esoterismo islmico, se aplica a frmulas ritmadas correspondientes
de modo exacto a los mantra hindes; frmulas cuya repeticin tiene por objeto
producir una armonizacin de los diversos elementos del ser y determinar
vibraciones capaces, por su repercusin a travs de la serie de estados, en jerarqua
indefinida, de abrir una comunicacin con los estados superiores, lo cual constituye
por otra parte, de modo general, la razn de ser esencial y primordial de todos los
ritos.
Mquina y til
El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. VIII, ltima nota.
274
Mscara
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. XXVIII, prrafo 2, 3, 4, 6 y ltimo.
Cuando un Qutb debe manifestarse entre los hombres ordinarios, reviste
frecuentemente la apariencia de un mendigo o de un tratante ambulante. Por lo
dems, es a ese mismo pueblo (y la aproximacin no es ciertamente fortuita) a quien
se confa siempre la conservacin de las verdades de orden esotrico que de otro
modo correran el riesgo de perderse, verdades que el pueblo es incapaz de
comprender, ciertamente, pero que por eso no transmite menos fielmente, incluso si
para eso deben ser recubiertas, ellas tambin, de una mscara ms o menos grosera;
y es ese en suma el origen real y la verdadera razn de ser de todo folklore, y
concretamente de los pretendidos cuentos populares. Pero, se podr preguntar,
cmo es posible que sea en ese medio, que algunos designan de buena gana y
peyorativamente como el bajo pueblo, donde la lite, e incluso la parte ms alta de
la lite, de la cual es en cierto modo todo lo contrario, pueda encontrar su mejor
refugio, ya sea para s misma, ya sea para las verdades de las que ella es la detentora
normal?
El pueblo, al menos en tanto que no ha sufrido una desviacin de la cual
no es en modo alguno responsable, ya que por s mismo no es en suma ms que una
masa eminentemente plstica, que corresponde al lado propiamente substancial
de lo que se puede llamar la entidad social, el pueblo, decimos, lleva en l, y por el
hecho de esa plasticidad misma, posibilidades que no tiene la clase media.
Contrariamente a lo que se gusta afirmar en nuestros das, el pueblo no acta
espontneamente y no produce nada por s mismo; sino que es como un reservorio
de donde todo puede ser sacado, tanto lo mejor como lo peor, segn la naturaleza de
las influencias que se ejerzan sobre l.
La lite, por eso mismo de que el pueblo es su extremo opuesto encuentra
verdaderamente en l su reflejo ms directo, puesto que, como en todas las cosas, el
punto ms alto se refleja directamente en el punto ms bajo y no en uno u otro de los
puntos intermediarios. Es, ciertamente, un reflejo oscuro e inverso, como el cuerpo
lo es en relacin al espritu, pero que por eso no ofrece menos la posibilidad de un
enderezamiento, comparable al que se produce al fin de un ciclo. La lite, al
descender en cierto modo hasta el pueblo, encuentra en l todas las ventajas de la
incorporacin, en tanto que sta es necesaria para la constitucin de un ser
realmente completo en nuestro estado de existencia; y el pueblo es para ella un
soporte y una base, al mismo ttulo que el cuerpo lo es para el espritu
manifestado en la individualidad humana.
Por otra parte, es particularmente importante destacar que la apariencia
popular revestida por los iniciados constituye a todos los grados, como una imagen
de la realizacin descendente. Se dice que el estado de los Malmatiyah se parece
al estado del Profeta, que fue elevado a los grados ms altos de la Proximidad
divina, pero que, cuando volvi hacia las creaturas, no habl con ellas ms que de
las cosas exteriores, de tal suerte que, de su conversacin ntima con Dios, no
275
apareci nada sobre su persona. Se dice adems que ese estado es superior al de
Moiss, a quien nadie pudo mirar al rostro despus de que hubo hablado con Dios.
En efecto, en el caso representado aqu por el estado de Moiss, el re-descenso no
se efecta completamente, podrase decir, y no engloba integralmente todos los
niveles inferiores, hasta el que simboliza la apariencia exterior de los hombres
vulgares, para hacerles participar en la verdad transcendente, en la medida de sus
posibilidades respectivas.
Esto est ligado bastante estrechamente a un cierto aspecto del simbolismo
del agua, que se coloca siempre en los lugares ms bajos, y que, aunque es lo que hay
de ms dbil, viene a acabar, no obstante, con las cosas ms fuertes y ms poderosas.
El agua, en tanto que es una imagen del principio substancial de las cosas, puede
tomarse tambin, en el orden social, como un smbolo del pueblo, lo que
corresponde bien a su posicin inferior; y el Sabio, al imitar a la naturaleza o a la
manera de ser del agua, se confunde aparentemente con el pueblo; pero eso mismo
le permite, mejor que toda otra situacin, no solo influenciar al pueblo todo entero
por su accin de presencia, sino tambin guardar intacto al abrigo de todo alcance
aquello por lo cual l es interiormente superior a los dems hombres, y que
constituye por lo dems la nica superioridad verdadera.
Se dice que los templarios que escaparon a la destruccin de su orden se
disimularon entre los obreros constructores; si algunos no quieren ver ah ms que
una leyenda, la cosa no es menos significativa por su simbolismo.
(Ver: Teatro).
Mascaradas
[Ver: Carnaval (Fiestas de)].
Masculino y Femenino
El Simbolismo de la Cruz, cap. VI, prrafos 2 y 3.
La lnea vertical representa el principio activo y, la horizontal, el pasivo.
Estos dos principios, por analoga, se designan en el orden humano, como masculino
y femenino; y, en su sentido ms extenso, son aquellos que la doctrina hind da con
los nombres de Purusha y Prakriti. Definiran la esencial correlacin entre activo y
pasivo. Su unin constituye el Andrgino primordial, que, en la totalizacin del
ser, los complementarios deben efectivamente encontrarse en un equilibrio perfecto,
sin ningn predominio del uno sobre el otro. A este Andrgino se le atribuye la
forma esfrica, ya que se extiende por igual en todas direcciones, por lo que es
considerada la figura de la totalidad universal (Esfera, obviamente, de radio
idefinido).
276
Los Maestros son aqu los que poseen el sptimo y ltimo grado operativo, al cual perteneca
primitivamente la leyenda de Hiram; y es por tal motivo que la leyenda era desconocida por los
Compaeros "aceptados" que fundaron por propia iniciativa la Gran Logia de Inglaterra en 1717, y
que naturalmente no podan trasmitir nada ms que lo que ellos mismos haban recibido.
51
La slaba es realmente el elemento no descomponible de la palabra pronunciada. Por otra parte hay
que sealar que la "palabra sustitutiva" misma, en sus diferentes formas, est compuesta siempre de
tres slabas que se enuncian por separado en su pronunciacin ritual.
52
A ttulo de curiosidad, sealaremos que en la Masonera mixta o Co-Masonera se consider
oportuno considerar la escuadra del Venerable con lados iguales en longitud a fin de representar la
igualdad del hombre y de la mujer, lo que no tiene la ms mnima relacin con su verdadero
277
completo, tal como figura en las insignias del Past Master, implica, o al menos debera
tericamente implicar, que ste ha llegado a realizar la reconstitucin de lo que se
haba perdido.
En cuanto a la palabra sagrada que slo puede ser comunicada por el
concurso de tres personas, es muy significativo que justamente este carcter se
verifique en la palabra que, en el grado del Royal Arch, se considera representante de
la "palabra reencontrada", y cuya comunicacin regular no es efectivamente posible
ms que de esta forma. Las tres personas de que se trata forman entre s un tringulo,
y las tres partes de la palabra que, como explicamos anteriormente, son entonces las
tres slabas correspondientes a otros tantos nombres divinos de diferentes
tradiciones, "pasan" sucesivamente, si as puede decirse, de uno a otro de los lados
del tringulo, hasta que la palabra sea completamente "justa y perfecta". Aunque en
realidad no se trate aqu sino de otra "palabra sustituta", el hecho de que el Royal
Arch sea, en cuanto a su filiacin operativa, el ms "autntico' de todos los grados
superiores, otorga a esta forma de comunicacin una importancia innegable, que
confirma la interpretacin de lo que a este respecto permanece oscuro en el
simbolismo del grado de Maestro, tal como actualmente es practicado.
A propsito de ello, aadiremos todava una observacin sobre el
Tetragrama hebreo: puesto que ste es uno de los nombres divinos ms
frecuentemente asimilados a la "palabra perdida", debe haber tambin en l algo que
corresponda a lo que acabamos de decir, ya que el mismo carcter, desde el
momento en que es verdaderamente esencial, debe estar de algn modo en todo lo
que tal "palabra" representa de manera ms o menos adecuada. Lo que queremos
decir es que, para que la correspondencia simblica sea exacta, la pronunciacin del
Tetragrama debera ser necesariamente tri-silbica; pero ya que el mismo se escribe
normalmente con cuatro letras, podra decirse que, segn el simbolismo numrico,
el nmero 4 se refiere aqu al aspecto "substancial" de la palabra (en tanto que sta
est escrita, o se deletree conforme a la escritura, que ejerce la funcin de un
soporte "corpreo"), y el 3 a su aspecto "esencial" (en tanto que la palabra sea
pronunciada integralmente por la voz, lo nico que otorga el "espritu" y la "vida").
De ello se desprende que la forma Jehovah, si bien no puede ser considerada como la
verdadera pronunciacin del Nombre, que ya nadie conoce, la representa al menos
mucho mejor al constar de tres slabas (y su misma antigedad, en cuanto
transcripcin aproximativa en las lenguas occidentales, podra ya por s misma
dejarlo entrever) que la forma Yahveh, puramente engaosa e inventada por los
exgetas y los "crticos" modernos, y que, no poseyendo ms que dos slabas, resulta
evidentemente inapropiada para una transmisin ritual como sta de la que estamos
hablando.
(Ver: Palabra Perdida, nombres susbtitutivos).
278
279
principios sobre los cuales todos deben unirse para trabajar en comn en la gran
Obra de la Construccin universal.
El Teosofismo, cap. III, nota 10.
Christopher Wren, ltimo Gran Maestre de la antigua Masonera inglesa,
muri en 1702; los quince aos que transcurrieron entre esta fecha y la fundacin de
la nueva Gran Logia de Inglaterra (1717) fueron utilizados por los protestantes para
desarrollar un trabajo de deformacin que desemboc en la redaccin de las
Constituciones publicadas en 1723; los rev. Anderson y Desaguliers, autores de
dichas Constituciones, hicieron desaparecer todos los antiguos documentos (Old
Charges) sobre los que pudieron poner sus manos, a fin de que no se notaran las
innovaciones que introdujeron, y tambin porque tales documentos contenan
frmulas a las que consideraban muy molestas, como la obligacin de fidelidad "a
Dios, a la Santa Iglesia y al Rey", seal indudable del origen catlico de la Masonera.
Por ello, Joseph de Maistre escriba en sus Memorias al duque de Brunswick (1782):
"Todo indica que la Francmasonera vulgar es una rama desgajada y quizs
corrompida de un tronco antiguo y respetable"; y la frase de Olcott puede hacer
suponer que tena tambin algn conocimiento de esta desviacin, no obstante
ignorada totalmente por la inmensa mayora de los masones "modernos", incluso en
los pases anglosajones.
280
Materia y Espritu
Miscelnea, Tercera Parte, cap. VI, prrafos 2 y 4.
La pretensin de adquirir el conocimiento del mundo espiritual por medios
materiales, es evidentemente absurda. De este conocimiento, solamente en nosotros
mismos podremos encontrar sus principios, y no en los objetos exteriores.
Es imposible para los que buscan adquirir el conocimiento espiritual, unirse a
experimentadores, psiquistas u otros, no por que tengan desprecio por estos ltimos,
sino simplemente porque no trabajan en el mismo plano. No menos imposible les es
admitir doctrinas de pretensiones metafsicas que se apoyen sobre una base
experimental, doctrinas a las cuales no se puede seriamente conceder un valor
cualquiera, y que conducen siempre a consecuencias absurdas
(Ver: Psicologa).
Materia y Medida
El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. III, prrafos 2, 3 y 4.
La asociacin que parece haberse observado ms frecuentemente, es la que
vincula materia a mater, y eso conviene bien en efecto a la substancia, en tanto que
sta es un principio pasivo, o simblicamente femenino: se puede decir que Prakriti
desempea el papel maternal en relacin a la manifestacin, del mismo modo que
Purusha desempea el papel paternal.
Esto concuerda tambin con el sentido original del trmino U landa nu (en
griego), que hemos indicado ms atrs: el vegetal es por as decir la madre del
fruto que sale de l y que alimenta con su substancia, pero que no se desarrolla y
madura ms que bajo la influencia vivificante del Sol, el cual es as en cierto modo el
padre; y, por consiguiente, el fruto mismo se asimila simblicamente al Sol por
co-esencialidad, si es permisible expresarse as, como se puede ver en lo que
hemos dicho en otra parte sobre el tema del simbolismo de los dityas y de otras
diversas nociones tradicionales similares.
Por otra parte, es posible tambin vincular la misma palabra materia al verbo
latino metiri, medir (y vamos a ver que existe en snscrito una forma que est ms
prxima de ella an); pero quien dice medida dice por eso mismo determinacin,
y esto ya no se aplica a la absoluta indeterminacin de la substancia universal o de la
materia prima, sino que debe referirse ms bien a alguna otra significacin ms
restringida; ese es precisamente el punto que nos proponemos examinar ahora de
281
282
Materialismo
Oriente y Occidente, cap. I, nota 4.
La palabra materialismo ha sido imaginada por Berkeley, quin se serva de
ella solamente para designar la creencia en la realidad de la materia; el materialismo
en el sentido actual, es decir, la teora segn la cual no existe nada ms que la
materia, no se remonta ms que a La Mettrie y a Holbach; no debe ser confundido
con el mecanicismo, del que se encuentran algunos ejemplos desde la antigedad.
Materialismo y sentimentalismo
Oriente y Occidente, cap. I, prrafo 7.
De hecho, materialidad y sentimentalidad, muy lejos de oponerse, no
pueden ir apenas la una sin la otra, y juntas las dos adquieren su desarrollo ms
extremo; tenemos la prueba de ello en Amrica, donde, como ya hemos tenido
ocasin de hacerlo observar en nuestros estudios sobre el teosofismo y el espiritismo,
las peores extravagancias pseudomsticas nacen y se extienden con una increble
facilidad, al mismo tiempo que el industrialismo y la pasin por los negocios se
llevan hasta un grado que confina la locura; cuando las cosas han llegado a eso, ya no
es un equilibrio lo que se establece entre las dos tendencias, son dos desequilibrios
que se suman uno al otro y, en lugar de compensarse, se agravan mutuamente. La
razn de este fenmeno es fcil de comprender: all donde la intelectualidad est
reducida al mnimo, es muy natural que la sentimentalidad asuma la primaca; y, por
lo dems, sta, en s misma, est muy cerca del orden material.
Melquisedec
El Rey del Mundo, cap. VI, prrafo 2.
El nombre de Melquisedek, o ms exactamente Melki-Tsedeq, no es otra cosa,
en efecto, que el nombre bajo el cual la funcin misma del Rey del Mundo se
encuentra expresamente designada en la tradicin judeocristiana. (Ver captulo).
283
Mente
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap XXXII, prrafo 1, 2, 3, 4, 5 y ltimo, y
nota 3.
Por mente entendemos el conjunto de las facultades de conocimiento que
son especficamente caractersticas del individuo humano, y de las que, la principal,
es la razn.
Hay lugar a insistir sobre la insuficiencia de la mente, al respecto de todo
conocimiento de orden propiamente metafsico e inicitico.
Es necesario distinguir entre la razn, facultad de orden puramente
individual, y el intelecto puro, que es al contrario supra-individual.
Puesto que el conocimiento metafsico, en el verdadero sentido de esta
palabra, es de orden universal, sera imposible si no hubiera, en el ser, una facultad
del mismo orden, y, por consiguiente, transcendente en relacin al individuo: esta
facultad es propiamente la intuicin intelectual.
Este conocimiento slo es posible porque el ser, que es un individuo humano
en cierto estado contingente de manifestacin, es tambin otra cosa al mismo
tiempo; sera absurdo decir que el hombre, en tanto que hombre y por sus medios
humanos, puede rebasarse a s mismo; pero el ser que aparece en este mundo como
un hombre es, en realidad, algo muy diferente por el principio permanente e
inmudable que le constituye en su esencia profunda. Todo conocimiento que se
puede llamar verdaderamente inicitico, resulta de una comunicacin establecida
conscientemente con los estados superiores.
El conocimiento directo del orden transcendente, con la certeza absoluta
que implica, es evidentemente, en s mismo, incomunicable e inexpresable; puesto
que toda expresin es necesariamente formal por definicin misma, y por
consiguiente individual (Recordaremos que la forma es, entre las condiciones de la
existencia manifestada, la que caracteriza propiamente a todo estado individual como
tal), le es por eso mismo inadecuada y no puede dar de l, en cierto modo, ms que
un reflejo en el orden humano.
284
285
Mentes cultivadas
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap XXXIII, prrafo 6.
Con esto se puede explicar fcilmente un hecho que hemos tenido
frecuentemente la ocasin de constatar en lo que concierne a las gentes llamadas
cultivadas; se sabe lo que se entiende comnmente por esta palabra: en eso ya no
se trata siquiera de una instruccin, por poco slida que sea, por limitado y por
inferior que sea su alcance, sino de un tinte superficial de toda suerte de cosas, de
una educacin sobre todo literaria, en todo caso puramente libresca y verbal, que
permite hablar con seguridad de todo, comprendiendo ah lo que se ignora ms
completamente, y que es susceptible de ilusionar a aquellos que, seducidos por estas
brillantes apariencias, no se dan cuenta de que no recubren ms que la nada pura y
simple.
La gran mayora de las gentes cultivadas deben ser contadas entre aquellos
cuyo estado mental es el ms desfavorable para la recepcin del verdadero
conocimiento.
Por lo dems, este tipo de hombre cultivado tiene felizmente bastante
286
Metafsica
La Metafsica Oriental, prrafo 5.
Significa literalmente: ms all de la fsica, en la acepcin que este trmino
tena siempre para los antiguos, la de ciencia de la Naturaleza en toda su
generalidad. La fsica es el estudio de todo lo que pertenece al mbito de la
Naturaleza. Lo que concierne a la metafsica es lo que est ms all de la Naturaleza.
El conocimiento metafsico es de vital importancia, puesto que es en el orden
metafsico puro donde se encuentra el principio del cual deriva todo el resto.
Metafsica (Acceso)
El Error Espiritista Segunda parte, Conclusin, prrafo 4.
Nunca insistiremos bastante sobre este punto, de que la metafsica verdadera
no es cosa de especialistas, que la comprensin propiamente intelectual, no tiene
nada en comn con un saber puramente libresco, que difiere totalmente de la
erudicin, e incluso de la ciencia. Lo que hemos llamado en otra parte la lite
intelectual, no nos parece que deba estar compuesta de sabios y de filsofos, y
pensamos incluso que muy pocos de stos tendran las cualificaciones requeridas para
formar parte de ella; para eso, es menester estar mucho ms desprovisto de
prejuicios de lo que lo estn ordinariamente, y hay frecuentemente ms recursos con
un ignorante, que puede instruirse y desarrollarse, que con aqul en quien algunos
hbitos mentales han impreso ya una deformacin irremediable.
Metales
El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. XXII, penltimo y ltimo
prrafos, y antepenltima nota.
Los metales, segn el simbolismo tradicional, estn en relacin, no slo con
el fuego subterrneo como lo hemos indicado, sino tambin con los tesoros
ocultos, puesto que todo eso est bastante estrechamente conexo, por razones que
no podemos desarrollar ms en este momento, pero que pueden ayudar
concretamente a la explicacin de la manera en que las intervenciones humanas son
susceptibles de provocar o ms exactamente de desencadenar algunos cataclismos
287
naturales. Sea como sea, todas las leyendas (para hablar el lenguaje actual) que se
refieren a esos tesoros muestran claramente que sus guardianes, es decir,
precisamente las influencias sutiles que estn vinculadas a ellos, son entidades
psquicas a las que es muy peligroso acercarse sin poseer las cualificaciones
requeridas y sin tomar las precauciones debidas; pero, de hecho, qu precauciones
podran tomar los modernos, que son completamente ignorantes de estas cosas, a
este respecto? Estn evidentsimamente desprovistos de toda cualificacin, as
como de todo medio de accin en ese dominio, que se les escapa a consecuencia de la
actitud misma que han tomado frente a todas las cosas; es verdad que se jactan
constantemente de someter a las fuerzas de la naturaleza, pero estn ciertamente
muy lejos de sospechar que, detrs de esas fuerzas mismas, que consideran en un
sentido exclusivamente corporal, hay algo de otro orden, de lo cual ellas no son
realmente ms que el vehculo y como la apariencia exterior; y es eso lo que algn
da podra rebelarse y volverse finalmente contra aquellos que lo han desconocido.
A este propsito, agregaremos incidentalmente otra precisin que quizs no
parecer ms que singular o curiosa, pero que tendremos la ocasin de volverla a
encontrar despus: en las leyendas, los guardianes de los tesoros ocultos, que
son al mismo tiempo los herreros que trabajan en el fuego subterrneo, son
representados a la vez, y segn los casos, como gigantes y como enanos. Algo
semejante exista tambin para los Kabiros, lo que indica que todo simbolismo es
susceptible tambin de recibir una aplicacin que se refiere a un orden superior;
pero, si uno se atiene al punto de vista en el que, debido al hecho de las condiciones
mismas de nuestra poca, debemos colocarnos al presente, no puede verse en ello
ms que la cara en cierto modo infernal, es decir, que no hay en eso, en estas
condiciones, ms que una expresin de influencias que pertenecen al lado inferior y
tenebroso de lo que se puede llamar el psiquismo csmico; y, como lo veremos
mejor al proseguir nuestro estudio, son efectivamente las influencias de este tipo las
que, bajo sus formas mltiples, amenazan hoy la solidez del mundo.
Para completar esta apercepcin, precisaremos tambin, como refirindose
evidentemente al lado malfico de la influencia de los metales, la prohibicin
frecuente de llevar sobre s objetos metlicos durante el cumplimiento de algunos
Ritos, ya sea en el caso de Ritos exotricos, ya sea en el de Ritos propiamente
iniciticos (En las iniciaciones occidentales, esto se traduce, en la preparacin ritual
del recipiendario, por lo que es designado como el despojamiento de los metales).
Se podra decir que, en un caso como ese, los metales, adems de que pueden daar
efectivamente a la transmisin de las influencias espirituales, son tomados como
representando en cierto modo lo que la Kabbala hebraica llama las cortezas o las
coquillas (qlippoth), es decir, lo ms inferior que hay en el dominio sutil, que
constituye, si es permisible expresarse as, los bajos fondos infra-corporales de
nuestro mundo). Sin duda, todas las prescripciones de este gnero tienen ante todo
un carcter simblico, y eso es incluso lo que constituye todo su valor profundo;
pero aquello de lo que es menester darse cuenta bien, es que el verdadero
simbolismo tradicional (que uno debe guardarse bien de confundir con las
288
contrahechuras y las falsas interpretaciones a las que los modernos aplican a veces
abusivamente el mismo nombre) tiene siempre un alcance efectivo, y que sus
aplicaciones rituales, en particular, tienen efectos perfectamente reales, aunque las
facultades estrechamente limitadas del hombre moderno no puedan percibirlos
generalmente. En eso no se trata de cosas vagamente ideales, sino, bien al
contrario, de cosas cuya realidad se manifiesta a veces de una manera en cierto modo
tangible; y si ello fuera de otro modo, cmo podra explicarse, por ejemplo, el
hecho de que hay hombres que, en ciertos estados espirituales, no pueden sufrir el
contacto ni siquiera indirecto de los metales, y eso incluso si ese contacto ha sido
operado sin su conocimiento y en condiciones tales que les sea imposible apercibirse
de ello por medio de sus sentidos corporales, lo que excluye forzosamente la
explicacin psicolgica y simplista de la autosugestin? Si agregamos que este
contacto puede llegar, en parecido caso, hasta producir exteriormente los efectos
fisiolgicos de una verdadera quemadura, se convendr que tales hechos deberan dar
motivos de reflexin si los modernos fueran todava capaces de ello; pero la actitud
profana y materialista y la toma de partido que resulta de ella les han sumergido en
una incurable ceguera.
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XXXIII, prrafo 5.
Es evidente que, de dos ignorantes, el que se da cuenta de que no sabe nada
est en una disposicin mucho ms favorable para la adquisicin del conocimiento
que el que cree saber algo; las posibilidades intelectuales del primero estn intactas,
se podra decir, mientras que las del segundo estn como inhibidas y ya no pueden
desarrollarse libremente. Por lo dems, an admitiendo una buena voluntad igual en
los dos individuos considerados, por eso no se evitara, en todo caso, que uno de
ellos tuviera que deshacerse primeramente de las ideas falsas de las que su mente est
atestada, mientras que el otro estara al menos dispensado de este trabajo preliminar
y negativo, que representa uno de los sentidos de lo que la iniciacin masnica
designa simblicamente como el despojamiento de los metales.
El Esoterirmso Islmico y el Taosmo, Cap. IV, ltimo prrafo.
Pobreza, simplicidad, infancia o niez, no hay ah ms que una sola
y misma cosa, y el despojamiento que todos estos trminos expresan, no es ms que
el despojamiento de los metales en el simbolismo masnico, que aboca a una
extincin que es, en realidad, la plenitud del ser.
Miedo
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. III, prrafos 4 y 5.
El miedo resulta de la ignorancia, tanto ms cuanto que hemos tenido
recientemente la ocasin de constatar sobre este punto, un error bastante
sorprendente: hemos visto atribuir el origen del miedo a un sentimiento de
aislamiento, y eso en una exposicin que se basaba sobre la doctrina vdntica,
289
290
Milagros
(Ver: Alquimia, ltimo prrafo).
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap XXIV, prrafo 3 y 4, y nota 4.
En las colectividades pertenecientes a una forma tradicional autntica y
regular, caso que es concretamente el de las colectividades religiosas, y donde la
observancia de las reglas consiste ms particularmente en el cumplimiento de algunos
ritos, hay adems la intervencin de un elemento verdaderamente no humano, es
decir, de lo que hemos llamado propiamente una influencia espiritual, pero que aqu
debe considerarse, por lo dems, como descendiendo al dominio individual, y
como ejerciendo su accin en l por medio de la fuerza colectiva en la que toma su
punto de apoyo. Se puede destacar que, en la doctrina cristiana, el papel de la
influencia espiritual corresponde a la accin de la gracia, y el de la fuerza colectiva
a la comunin de los santos.
A veces, la fuerza de la que acabamos de hablar, o ms exactamente la
sntesis de la influencia espiritual con esta fuerza colectiva a la que se incorpora por
as decir, puede concentrarse sobre un soporte de orden corporal, tal como un
lugar o un objeto determinado, que juega el papel de un verdadero condensador
(En parecido caso, se trata de una constitucin comparable a la de un ser vivo
completo, con un cuerpo que es el soporte del que se trate, un alma que es la
fuerza colectiva, y un espritu que es naturalmente la influencia espiritual que acta
exteriormente por el medio de los otros dos elementos.), y producir en l
manifestaciones sensibles, como las que cuenta la Biblia hebraica sobre el Arca de la
Alianza y el Templo de Salomn; aqu se podran citar tambin como ejemplos, a un
grado o a otro, los lugares de peregrinaje, las tumbas y las reliquias de los santos o de
otros personajes venerados por los adherentes de tal o de cual forma tradicional. En
eso es donde reside la causa principal de los milagros que se producen en las
diversas religiones, ya que se trata de hechos cuya existencia es incontestable y no se
limitan a una religin determinada; por lo dems, no hay que decir que, a pesar de la
idea que uno se hace de ello vulgarmente, estos hechos no deben ser considerados
como contrarios a las leyes naturales, como tampoco, desde otro punto de vista, lo
supra-racional no debe tomarse por lo irracional. En realidad, lo repetimos
todava, las influencias espirituales tienen tambin sus leyes, que, aunque de un
orden diferente al de las fuerzas naturales (tanto psquicas como corporales), por eso
no dejan de presentar con ellas algunas analogas; as, es posible determinar
circunstancias particularmente favorables a su accin, que podrn provocar y dirigir,
si poseen los conocimientos necesarios a este efecto, aquellos que son sus
291
Ministerio
[Ver Misterio (ltimo prrafo)]
Misterio
Los Estados Mltiples del Sercap. XVI, nota 10; y Apreciaciones sobre la
Iniciacin, cap. XVII, penltimo y ltimo prrafos.
No es en absoluto algo incognoscible o ininteligible, sino, de acuerdo al
sentido etimolgico de la palabra, es algo inexpresable y por tanto incomunicable; es
lo que no se puede sino contemplar en silencio (Ver contemplacin); y, como lo
inexpresable es al mismo tiempo y por eso mismo lo incomunicable, la prohibicin
de revelar la enseanza sagrada simboliza, desde este nuevo punto de vista, la
imposibilidad de expresar con palabras el verdadero misterio del que esta enseanza
no es, por as decir, ms que la vestidura, que la manifiesta y que la vela todo junto.
De este modo, la enseanza que concierne a lo inexpresable no puede,
evidentemente, ms que sugerirlo con la ayuda de imgenes apropiadas, que sern
como los soportes de la contemplacin.
Un ejemplo sera el secreto inicitico, que no es ms que vivencia ritual
que experimente el iniciado y que no puede expresa en palabras, ni en ningn
aspecto formal.
El Misterio designa lo que se debe recibir en silencio, aquello sobre lo que
no conviene discutir; bajo este punto de vista, todas las doctrinas tradicionales comprendidos ah los dogmas religiosos que constituyen un caso particular de ellas-,
pueden ser llamadas misterios (extendindose entonces la acepcin de esta palabra
a dominios diferentes del dominio inicitico, pero en los cuales se ejerce igualmente
una influencia no humana), porque son verdades que, por su naturaleza
esencialmente supra-individual y supra-racional, estn por encima de toda discusin
(esto no es otra cosa que la infalibilidad misma que es inherente a toda doctrina
tradicional). Ahora bien, para ligar este sentido al primero, se puede decir que
difundir sin miramientos entre los profanos los misterios as entendidos, es
inevitablemente librarlos a la discusin, procedimiento profano por excelencia, con
todos los inconvenientes que pueden resultar de ello y que resume perfectamente
esta palabra de profanacin que ya hemos empleado precedentemente sobre otro
292
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294
295
296
efecto, la palabra griega muthos, mito, viene de la raz mu, y sta (que se encuentra
tambin en el latn mutus, mudo) representa la boca cerrada, y por consiguiente, el
silencio.
El mutus liber de los hermetistas es literalmente el libro mudo, es decir, sin
comentario verbal, pero es tambin, al mismo tiempo, el libro de los smbolos, en
tanto que el simbolismo puede ser considerado verdaderamente como el lenguaje
del silencio. ste es el sentido del verbo muein, cerrar la boca, callarse (y, por
extensin, llega a significar tambin cerrar los ojos, en sentido propio y figurado); el
examen de algunos de los derivados de este verbo es particularmente instructivo.
As, de mu (en infinitivo muein) se derivan inmediatamente otros dos verbos que
slo difieren de l un poco por su forma, mua y mue; el primero tiene las mismas
acepciones que mu, y es menester agregarles otro derivado, mull, que significa
cerrar los labios, y tambin, murmurar sin abrir la boca. Por lo dems, el latn
murmur no es ms que la raz mu prolongada por la letra r y repetida dos veces, de
manera que representa un ruido sordo y continuo producido con la boca cerrada.
En cuanto a mue, y esto es lo ms importante, significa iniciar (a los
Misterios, cuyo nombre est sacado tambin de la misma raz, como se ver dentro
de un momento, y precisamente por la intermediacin de mue y musts), y, por
consiguiente, a la vez instruir (pero primeramente instruir sin palabras, as como era
efectivamente en los misterios) y consagrar; deberamos decir incluso en primer
lugar consagrar, si se entiende por consagracin, como debe hacerse
normalmente, la transmisin de una influencia espiritual, o el rito por el que sta se
transmite regularmente; y de esta ltima acepcin ha provenido ms tarde para la
misma palabra, en el lenguaje eclesistico cristiano, la de conferir la ordenacin, que
en efecto es tambin una consagracin en este sentido, aunque en un orden
diferente del orden inicitico.
297
Moda
El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. XXXVII, nota 6.
La moda, invencin esencialmente moderna, no es, en su verdadera
significacin, una cosa enteramente desprovista de importancia: representa el cambio
incesante y sin meta, en contraste con la estabilidad y el orden que reinan en las
civilizaciones tradicionales.
Modalidades
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XIV, prrafo 3.
Los elementos mltiples de la individualidad, cualquiera que sea por lo
dems la manera en que se los quiera clasificar, no estn aislados los unos de los
otros, sino que forman un conjunto en el que no podra haber heterogeneidad radical
o irreductible; y todos, el cuerpo tanto como los otros, son, al mismo ttulo,
manifestaciones o expresiones del ser en las diversas modalidades del dominio
individual. Entre estas modalidades hay correspondencias tales que lo que pasa en
una tiene normalmente su repercusin en las otras; de ello resulta que, por una
parte, el estado del cuerpo puede influenciar de una forma favorable o desfavorable
sobre las dems modalidades, y que, por otra, puesto que la inversa no es menos
verdadera (e incluso ms verdadera an, ya que la modalidad corporal es aquella
cuyas posibilidades son ms restringidas), puede proporcionar tambin signos que
traducen sensiblemente el estado mismo de stas; est claro que estas dos
consideraciones complementarias tienen la una y la otra su importancia bajo la
relacin de las cualificaciones iniciticas.
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. XXX, prrafo 5.
Hemos hecho una distincin entre la individualidad integral y su modalidad
corporal, donde la primera comprende adems todas las modalidades sutiles; y, a
propsito de esto, podemos agregar una precisin que, aunque accesoria, ayudar sin
duda a comprender lo que tenemos principalmente en vista. nicamente, lo que se
percibe ms o menos oscuramente de las modalidades sutiles, aparece como incluido
en el cuerpo, porque esta percepcin no corresponde efectivamente ms que a sus
relaciones con ste, ms bien que a lo que ellas son en s mismas; pero, en realidad,
esas modalidades no pueden estar contenidas as en el cuerpo y como limitadas por
sus lmites, primero porque es en ellas donde est el principio inmediato de la
modalidad corporal, y despus porque ellas son susceptibles de una extensin
incomparablemente ms grande por la naturaleza misma de las posibilidades que
implican. As, cuando se desarrollan efectivamente esas modalidades, aparecen como
prolongamientos que se extienden en todos los sentidos ms all de la modalidad
corporal, que as se encuentra como enteramente envuelta por ellas; as pues, hay a
este respecto, para el que ha realizado la individualidad integral, una suerte de
298
Modalidad corporal
El Simbolismo de la Crus, cap. XI, prrafo 2.
La individualidad corporal no es en realidad ms que una porcin restringida,
una simple modalidad de esta individualidad humana, y que sta, en su integralidad,
es susceptible de un desarrollo indefinido, que se manifiesta en modalidades cuya
multiplicidad es igualmente indefinida, pero, cuyo conjunto no constituye sin
embargo ms que un estado particular del ser, situado todo entero en un solo y
mismo grado de la Existencia universal. En el caso del estado individual humano, la
modalidad corporal corresponde al dominio de la manifestacin grosera o sensible,
mientras que las dems modalidades pertenecen al dominio de la manifestacin sutil.
Los Estados Mltiples del Ser, cap. IV, penltimo prrafo.
Las modificaciones secundarias que conlleva su desarrollo, sern todos los
momentos de existencia (considerada bajo el aspecto de la sucesin temporal), o, lo
que equivale a los mismo, todos los actos y todos los gestos, cualesquiera que sean,
que llevara a cabo en el curso de esta existencia.
El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. XXIII, prrafo 4.
Puesto que el tiempo es una de las condiciones determinantes de la
existencia corporal, es evidente que, desde que es suprimido, se est por ah mismo
fuera de este mundo; se est entonces en lo que hemos llamado en otra parte un
prolongamiento extra-corporal de este mismo estado de existencia individual del
que el mundo corporal no representa ms que una simple modalidad; y, por lo
dems, eso muestra que el fin de este mundo corporal no es en modo alguno el fin de
299
Modificacin
El Simbolismo de la Cruz, cap. XV, prrafo 5 (final).
Seran modificaciones, cada uno de los puntos o partes de la modalidad, cuya
serie es indefinida.
Cada punto de una modalidad, sera una modificacin de la misma
[Ver: Manifestacin (Modos de): Grados, Estados, Modalidades Condiciones y
Dominios]
Modos de Manifestacin
[Ver: Manifestacin (Modos de): Grados, Estados, Modalidades Condiciones y
Dominios]
Mnada
Miscelnea Tercera Parte, cap. VI, prrafos 26 y 27, y nota 42.
En el descenso de la vida a las condiciones exteriores, la mnada ha debido
atravesar cada uno de los estados del mundo espiritual, despus los reinos del
imperio astral, para aparecer en fin sobre el plano externo, aquel ms bajo posible, es
decir, el mineral. A partir de ah, vemos penetrar sucesivamente las olas de la vida
mineral, vegetal y animal del planeta. En virtud de las leyes superiores y ms
interiores de su ciclo especial, sus atributos divinos buscan siempre desarrollarse en
sus potencialidades aprisionadas. En cuanto una forma est provista, y sus
capacidades agotadas, otra forma nueva y de grado ms elevado es requerida; as,
cada una deviene cada vez de estructura ms compleja, cada vez ms diversificada en
sus funciones. Es as como vemos a la mnada viviente comenzar en el mineral, en el
mundo exterior, despus a la gran espiral de su existencia evolucionara avanzar
lentamente, imperceptiblemente, pero sin embargo progresar siempre. No hay
forma demasiado simple ni organismo demasiado complejo para la facultad de
300
Moneda
Autoridad Espiritual, Poder Temporal, cap. VII, nota 8.
Es por eso mismo como se explica, no slo la destruccin de la Orden del
Temple, sino tambin, de modo ms visible todava, lo que se ha llamado la
alteracin de las monedas, y estos dos hechos estn quizs ms estrechamente ligados
de lo que poda suponerse a primera vista; en todo caso, si los contemporneos de
Felipe El Hermoso le incriminaron por esta alteracin, es menester concluir de ello,
que al cambiar por su propia iniciativa el ttulo de la moneda, rebasaba los derechos
reconocidos al poder real. En eso hay una indicacin que advertir, ya que esta
cuestin de la moneda, en la antigedad y en la Edad Media, tena aspectos
completamente ignorados por los modernos, que se quedan en el simple punto de
vista econmico; es as que se ha observado que, entre los celtas, los smbolos que
figuran sobre las monedas no pueden explicarse ms que si se refieren a
conocimientos doctrinales que eran propios de los druidas, lo que implica una
intervencin directa de stos en este dominio; y este control de la autoridad
espiritual ha debido perpetuarse hasta el fin de la Edad Media.
Monotesmo
(Ver: La Influencia del medio).
301
golpe, y que puede haber ah muchos grados intermediarios, donde los dos puntos de
vista correspondientes se mezclan en proporciones diversas; de hecho, en toda forma
tradicional, el punto de vista ritual subsiste siempre necesariamente, pero las hay,
como es el caso de las formas propiamente religiosas, que, al lado de l, hacen un
sitio ms o menos grande al punto de vista moral. Sea como fuere, desde que uno se
encuentra en presencia de este punto de vista moral en una civilizacin, sean cuales
sean las apariencias bajo otros aspectos, se puede decir que esta civilizacin no es ya
integralmente tradicional: en otros trminos, la aparicin de este punto de vista
puede considerarse como ligada de alguna manera a la aparicin del punto de vista
profano mismo.
Cmo es posible que formas tradicionales autnticas, en lugar de quedarse
en el punto de vista ritual puro, hayan podido acordar un lugar al punto de vista
moral, como lo decamos, e incluso incorporrsele en cierto modo como uno de sus
elementos constitutivos?
Cuando la mayor parte de los hombres no son ya capaces de comprender las
razones de la accin ritual como tal, es menester, para que continen actuando de
una manera que permanezca todava normal y regular, hacer llamada a motivos
secundarios, morales y otros, pero en todo caso de un orden mucho ms relativo y
contingente, y, por eso mismo, podramos decir ms bajo, que los que eran
inherentes al punto de vista ritual. En realidad, no hay en eso ninguna desviacin,
sino solo una adaptacin necesaria; las formas tradicionales particulares deben ser
adaptadas a las circunstancias de tiempo y de lugar que determinan la mentalidad de
aquellos a quienes se dirigen, puesto que es eso lo que constituye la razn misma de
su diversidad, y eso sobre todo en su parte ms exterior, aquella que debe ser comn
a todos sin excepcin, y a la cual se refiere naturalmente todo lo que es regla de
accin.
Es solo cuando la moral ha perdido todo carcter tradicional, cuando se
puede hablar verdaderamente de desviacin; vaciada de toda significacin real, y no
teniendo ya en ella nada que pueda legitimar su existencia, esa moral profana no es,
hablando propiamente, ms que un residuo sin valor y una pura y simple
supersticin.
Movimiento
Los Principios del Clculo Infinitesimal, cap. XXIII, prrafo 2.
Es cierto que, sin continuidad, no habra movimiento posible. Ocurre lo
mismo con el argumento de la flecha que vuela y que no obstante est inmvil,
porque, a cada instante, no se la ve ms que en una sola posicin, lo que equivale a
suponer que cada posicin, en s misma, puede ser considerada como fija y
determinada, y porque, as, las posiciones sucesivas forman una suerte de serie
discontinua. Por lo dems, es menester destacar que no es verdad, de hecho, que un
mvil se vea nunca as como ocupando una posicin fija, y que incluso, antes al
contrario, cuando el movimiento es bastante rpido, se llega a no ver ya
302
Multiplicidad
El Esoterismo Islmico y el Taosmo, cap II, prrafo 3.
Los seres, en efecto, desde que se encuentran actualmente en la
multiplicidad, estn forzados a partir de ah para cualquier realizacin que sea; pero
esta misma multiplicidad es al mismo tiempo, para la mayora de entre ellos, el
obstculo que les detiene y les retiene: Las apariencias diversas y cambiantes les
impiden ver la verdadera realidad, si puede decirse, como la envoltura del fruto
impide ver su interior; y ste no puede ser alcanzado ms que por aquellos que son
capaces de penetrar la envoltura, es decir, de ver el Principio en todas las cosas,
puesto que la manifestacin misma entera no es ya entonces ms que un conjunto de
expresiones simblicas del mismo.
Mundo
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XVIII, nota 2.
El mundo es como un lenguaje divino, para aquellos que saben
303
Msica
Miscelnea, cap. III Segunda parte, prrafo 6.
En cuanto a la msica, su base numrica est todava reconocida por los
mismos modernos, aunque falseada por la prdida de los datos tradicionales; en la
antigedad, como se ve de forma particularmente clara en el Extremo Oriente, slo
se podan aportar a la msica las modificaciones que estuvieran acordes con ciertos
cambios que ocurran en el mismo estado del mundo, de acuerdo con los periodos
cclicos, pues los ritmos musicales estaban ntimamente ligados con el orden humano
y social y con el orden csmico a la vez, e incluso expresaban de cierta manera las
relaciones existentes entre uno y otro; la concepcin pitagrica de la armona de las
esferas por otra parte, se relaciona exactamente con este mismo orden de
consideraciones.
304
N
Nacer (antes de) y despus de morir
El Hombre y su Devenir segn el Vdnta, cap. XXI, prrafo 2.
La esfera de la Luna.
El mismo simbolismo se expone, con ms detalles, en diversos pasajes del
Vda; y primeramente, en lo que concierne al pitri-yana, haremos destacar solamente
que no conduce ms all de la Esfera de la Luna, de suerte que, por ah, el ser no se
libera de la forma, es decir, de la condicin individual entendida en su sentido ms
general, puesto que, como ya lo hemos dicho, es precisamente la forma lo que define
la individualidad como tal. Segn correspondencias que hemos indicado ms atrs,
esta Esfera de la Luna representa la memoria csmica; por eso es la morada de los
Pitris, es decir, de los seres del ciclo antecedente, que se consideran como los
generadores del ciclo actual, en razn del encadenamiento causal del que la sucesin
de los ciclos no es ms que el smbolo; y es de ah de donde viene la denominacin
del pitri-yna, mientras que la del dev-yna designa naturalmente la Va que conduce
hacia los estados superiores del ser, y por consiguiente hacia la asimilacin a la
esencia misma de la Luz inteligible. Es en la Esfera de la Luna donde se disuelven las
formas que han cumplido el curso completo de su desarrollo; y es ah tambin donde
estn contenidos los grmenes de las formas todava no desarrolladas, ya que, para la
forma como para toda otra cosa, el punto de partida y el punto de conclusin se
sitan necesariamente en el mismo orden de existencia. Para precisar ms estas
consideraciones, sera menester poder referirse expresamente a la teora de los
ciclos; pero aqu basta repetir que, puesto que cada ciclo es en realidad un estado de
existencia, la forma antigua que abandona un ser no liberado de la individualidad y la
forma nueva que reviste pertenecen forzosamente a dos estados diferentes (el paso
de una a la otra se efecta en la Esfera de la Luna, donde se encuentra el punto
comn a los dos ciclos), ya que un ser, cualquiera que sea, no puede pasar dos veces
por el mismo estado, as como lo hemos explicado en otra parte al mostrar la
absurdidad de las teoras re-encarnacionistas inventadas por algunos occidentales
modernos
Nacimiento y muerte
El Simbolismo de la Cruz, cap. XXII, dos ltimos prrafos.
Como ya lo hemos dicho, las dos extremidades de la espira de hlice de paso
infinitesimal, son dos puntos inmediatamente vecinos sobre una generatriz del
cilindro, una paralela al eje vertical (situada por lo dems en uno de los planos de
coordenadas). Estos dos puntos no pertenecen realmente a la individualidad, o, de
305
una manera ms general, al estado de ser representado por el plano horizontal que se
considera. La entrada en el yin-yang y la salida del yin-yang no estn a la disposicin
del individuo, ya que son dos puntos que, aunque en el yin-yang, pertenecen a la
espira inscrita sobre la superficie lateral (vertical) del cilindro, y que estn sometidos
a la atraccin de la Voluntad del Cielo. Y en realidad, el hombre no es libre, en
efecto, de su nacimiento ni de su muerte. Para su nacimiento, no es libre ni de la
aceptacin, ni de la negacin, ni del momento. Para la muerte, no es libre de
sustraerse a ella; y, en toda justicia analgica, no debe ser libre tampoco del
momento de su muerte... En todo caso, no es libre de ninguna de las condiciones de
estos dos actos: el nacimiento le lanza invenciblemente sobre el crculo de una
existencia que ni ha pedido ni ha escogido; la muerte le retira de este crculo y le
lanza invenciblemente a otro, prescrito y previsto por la Voluntad del Cielo, sin
que pueda modificarlo en nada. As, el hombre terrestre es esclavo en cuanto a su
nacimiento y en cuanto a su muerte, es decir, en relacin a los dos actos principales
de su vida individual, a los nicos que resumen en suma su evolucin especial al
respecto de lo Infinito.
Debe comprenderse bien que los fenmenos muerte y nacimiento,
considerados en s mismos y fuera de los ciclos, son perfectamente iguales; se puede
decir incluso que no es en realidad ms que un solo y mismo fenmeno considerado
bajo dos caras opuestas, es decir, desde el punto de vista de uno y otro de los dos
ciclos consecutivos entre los cuales interviene. Por lo dems, eso se ve
inmediatamente en nuestra representacin geomtrica, puesto que el fin de un ciclo
cualquiera coincide siempre necesariamente con el comienzo de otro, y puesto que
nos no empleamos los trminos nacimiento y muerte, tomndolos en su
acepcin enteramente general, ms que para designar los pasos entre los ciclos,
cualquiera que sea por lo dems la extensin de stos, y ya sea que se trate tanto de
mundos como de individuos. Estos dos fenmenos, se acompaan pues y se
completan uno al otro: el nacimiento humano es la consecuencia inmediata de una
muerte (a otro estado); la muerte humana es la causa inmediata de un nacimiento (en
otro estado igualmente). Cada una de estas circunstancias jams se produce sin la
otra. Y, puesto que el tiempo aqu no existe, podemos afirmar que, entre el valor
intrnseco del fenmeno nacimiento y el valor intrnseco del fenmeno muerte, hay
identidad metafsica. En cuanto a su valor relativo, y a causa de la inmediatez de las
consecuencias, la muerte a la extremidad de un ciclo cualquiera es superior al
nacimiento sobre el mismo ciclo, en todo el valor de la atraccin de la Voluntad del
Cielo sobre este ciclo, es decir, matemticamente, en el paso de la hlice
evolutiva.
El Simbolismo de la Cruz, cap. XXV, nota 9.
El apego a la multiplicidad es tambin la tentacin bblica, que aleja al ser
de la Unidad Central Original y le impide alcanzar el fruto del rbol de la Vida;
por eso es por lo que el ser est sometido a la alternancia de las mutaciones cclicas,
es decir, al nacimiento y a la muerte.
306
(Sin poder insistir en ello, sealamos al presente que esto no carece de relacin con el simbolismo
del grano de trigo en los misterios de Eleusis, y as mismo, en la Masonera, con la palabra de paso al
grado de Compaero; por lo dems, su aplicacin inicitica est evidentemente en relacin estrecha
con la idea de posteridad espiritual. Quizs no carece de inters anotar tambin, a este propsito,
que el trmino nefito significa literalmente nueva planta.)
54
(No es que la influencia espiritual, en s misma, pueda estar jams en un estado de potencialidad,
sino que el nefito la recibe en cierto modo de una manera proporcionada a su propio estado.)
55
Podramos agregar incluso que, en razn de la correspondencia que existe entre el orden
csmico y el orden humano, puede haber entre los dos trminos de la comparacin que acabamos de
indicar, no una simple similitud, sino una relacin mucho ms estrecha y ms directa, cuya naturaleza
la justifica todava ms completamente; y es posible entrever por esto que el texto bblico en el que al
hombre cado se le representa como condenado a no poder obtener ya nada de la tierra sin librarse a
un penoso trabajo (Gnesis, III, 17-19), puede responder muy bien a una verdad incluso en su sentido
ms literal.
307
Naciones
Autoridad Espiritual, Poder Temporal, cap. VII, prrafo 6, nota 11 y 13.
En la Edad Media, haba, en todo occidente, una unidad real, fundada sobre
bases de orden propiamente tradicional, que era la de la Cristiandad; cuando se
formaron esas unidades secundarias, de orden puramente poltico, es decir, temporal
y ya no espiritual, que son las naciones, esta gran unidad de occidente se quebr
irremediablemente, y la existencia efectiva de la Cristiandad toc a su fin. Las
naciones, que no son ms que los fragmentos dispersos de la antigua Cristiandad,
las falsas unidades que han sustituido a la unidad verdadera por la voluntad de
dominio del poder temporal, no podan vivir, por las condiciones mismas de su
constitucin, ms que oponindose las unas a las otras, luchando sin cesar entre ellas
sobre todos los terrenos.
Por ello es por lo que la idea de una sociedad de las naciones (naciones
unidas) no puede ser ms que una utopa sin alcance real; la forma nacional repugna
esencialmente el reconocimiento de una unidad cualquiera superior a la suya propia;
por lo dems, en las concepciones que aparecen actualmente, no se tratara
evidentemente ms que de una unidad de orden exclusivamente temporal, y por lo
tanto, tanto ms ineficaz, y que jams podra ser ms que una parodia de la verdadera
unidad.
Por lo dems, esta concepcin puede realizarse bajo otras formas que la de una
Iglesia nacional propiamente dicha; tenemos un ejemplo de ello de lo ms
sorprendente en un rgimen como el del Concordato napolenico, que
transformaba a los sacerdotes en funcionarios del Estado, lo que es una verdadera
monstruosidad.
Nada (La)
(Ver: el Cero Metafsico).
Nahash
Miscelnea, cap. I, prrafo 11.
La fragmentacin de la Verdad total, o del Verbo, pues es la misma cosa en
el fondo, produce la relatividad; es idntica a la segmentacin del Adam Kadmon,
cuyas porciones separadas constituyen al Adam Protoplastos, es decir, el primer
formador. La causa de esta segmentacin es Nahash, el Egosmo o el deseo de la
existencia individual. Este Nahash no es una causa exterior al hombre, sino que est
en l, primero en estado potencial, y slo deviene exterior sino en la medida en que
el hombre mismo lo exterioriza; este instinto de separatividad, por su naturaleza,
que es la de provocar la divisin, empuja al hombre a probar el fruto del rbol de la
Ciencia del Bien y del Mal, es decir, a crear la distincin misma entre Bien y Mal.
308
Entonces los ojos del hombre se abren, pues aquello que le era interior se ha
convertido en exterior, a consecuencia de la separacin que se ha producido entre los
seres. Estos estn ahora revestidos de formas, que limitan y definen su existencia
individual, y as el hombre se ha convertido en el primer formador. Pero en lo
sucesivo, tambin l se encuentra sometido a las condiciones de esta existencia
individual, est revestido igualmente de una forma, o, siguiendo la expresin bblica,
de una tnica de piel, y est encerrado en el dominio del Bien y del Mal, en el
Imperio del Demiurgo.
Naturaleza
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap II, prrafos 7.
La naturaleza solo adquiere su plena significacin si se la considera en cuanto
proveedora de un medio para elevarnos al conocimiento de las verdades divinas, lo
que es, precisamente, tambin el papel esencial que hemos reconocido al simbolismo
Nefito
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. V, nota 8.
Significa literalmente nueva planta.
Nimrod
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. XX, prrafo 2.
Dejemos establecido, ante todo, que namar en hebreo, como nimr en rabe,
es propiamente el animal moteado, nombre comn al tigre, la pantera y el
leopardo; y puede decirse, aun atenindose al sentido ms exterior, que estos
animales representan adecuadamente, en efecto, al cazador que fue Nimrod segn
la Biblia. Pero adems el tigre, encarado en un sentido no forzosamente
desfavorable, es, como el oso en la tradicin nrdica, un smbolo del kshtriya; y la
fundacin de Nnive y del imperio asirio por Nimrod, parece ser, efectivamente,
producto de una rebelin de los kshtriya contra la autoridad de la casta sacerdotal
caldea. De ah la relacin legendaria establecida entre Nimrod y los Nefilm u otros
gigantes antediluvianos, que figuran tambin a los kshtriya en perodos anteriores;
y de ah, igualmente, que Nimrod haya quedado proverbialmente como imagen del
poder temporal que se afirma independiente de la autoridad espiritual.
309
excelencia.
Nirvana
El Hombre y su Devenir segn el Vdnta, cap. XXIII, nota 7.
Se puede comprender, por ah, el verdadero sentido de la palabra Nirvna,
de la que los orientalistas han dado tantas falsas interpretaciones; est trmino, que
est lejos de ser especial al Budismo como se cree a veces, significa literalmente
extincin del soplo o de la agitacin, y, por consiguiente, el estado de un ser que
ya no est sometido a ningn cambio ni a ninguna modificacin, que est
definitivamente liberado de la forma, as como de todos los dems accidentes o lazos
de la existencia manifestada. Nirvana es la condicin supra-individual (la de Prjna), y
Parinirvna es el estado incondicionado; se emplean tambin, en el mismo sentido,
los trminos Nirvritti, extincin del cambio o de la accin, y Parinirvritti. En el
esoterismo islmico, los trminos correspondientes son fan, extincin y, fan elfani, literalmente extincin de la extincin.
Miscelnea, cap. I, prrafo 51.
El verdadero sentido de la palabra Nirvana significa literalmente extincin
del soplo o de la agitacin, luego el estado de un ser que ya no est sometido a
ninguna agitacin, que est definitivamente liberado de la forma. Es un error muy
extendido, al menos en Occidente, creer que no hay nada cuando no hay forma,
cuando en realidad es la forma lo que no es nada y lo a-formal lo es todo; as, el
Nirvana, muy lejos de ser el aniquilamiento como han pretendido algunos filsofos,
es por el contrario la plenitud del Ser.
No-actuar
El Esoterismo islmico y el Taosmo, cap X, prrafos 12, 15, 16 y 17.
No es en punto ninguno a la accin exterior, a la que el Taosmo acuerda
importancia; la tiene en suma por indiferente en s misma, y ensea expresamente la
doctrina del no-actuar, de la cual los occidentales tienen en general algn trabajo
en comprender la verdadera significacin, si bien que pueden ser ayudados, en ello,
por la teora aristotlica del motor inmvil, cuyo sentido es el mismo en el fondo,
pero del cual no parecen haberse jams aplicado a desarrollar las consecuencias. El
no-actuar en punto ninguno es la inercia, es antes al contrario la plenitud de la
actividad, pero es una actividad transcendente y enteramente interior, no
manifestada, en unin con el Principio, y pues, ms all de todas las distinciones y de
todas las apariencias que el vulgo toma sin razn por la realidad misma, cuando ellas
no son ms que un reflejo lejano de aqul.
Colocado en el centro de la rueda csmica, el sabio perfecto la mueve
invisiblemente, por su sola presencia, sin participar en su movimiento, y sin tener
que preocuparse de ejercer una accin cualquiera; su desligamiento absoluto le hace
310
seor de todas las cosas, porque no puede ya ser afectado por nada. Ha alcanzado la
impasibilidad perfecta; la vida y la muerte le son igualmente indiferentes, el
desfondamiento del universo no le causara ninguna emocin. A fuerza de indagar, ha
llegado a la verdad inmutable, al conocimiento del Principio universal nico. Deja
evolucionar a los seres segn sus destinos, y se tiene, l, en el centro inmvil de
todos los destinos El signo exterior de ese estado interior es la imperturbabilidad;
no la del bravo que se abalanza solo, por el amor de la gloria, sobre un ejrcito
dispuesto en batalla; sino la del espritu que, superior al Cielo y a la Tierra, a todos
los seres, habita en un cuerpo al cual no se atiene, no hace ningn caso de las
imgenes que sus sentidos le proveen, conoce todo por conocimiento global en su
universalidad inmvil. Ese espritu, absolutamente independiente, es seor de los
hombres; si le placiera convocarlos en masa, en el da fijado todos acudiran; pero no
quiere hacerse servir. Si un verdadero sabio hubiera debido, bien a su despecho,
encargarse del cuidado del imperio, quedndose en el no-actuar, empleara los ocios
de su no-intervencin en dar libre curso a sus propensiones naturales. El imperio se
encontrara gustoso de haber sido remitido a las manos de ese hombre. Sin poner en
juego sus rganos, sin usar de sus sentidos corpreos, sentado inmvil, vera todo
desde su ojo transcendente; absorbido en la contemplacin, quebrantara todo como
hace el trueno; el cielo fsico se adaptara dcilmente a los movimientos de su
espritu; todos los seres seguiran el impulso de su no-intervencin, como el polvo
sigue al viento. Por qu ese hombre se iba a aplicar a la manipulacin del imperio,
cuando es que dejar ir basta?
Cmo puede uno llegar al estado que se describe como el del sabio
perfecto? Aqu como en todas las doctrinas anlogas que se encuentran en otras
Tradiciones, la respuesta es muy clara: se llega ah exclusivamente por el
conocimiento; pero este conocimiento, ese mismo que Kong-tsen (Confucio)
confesaba no haber obtenido en punto ninguno, es de muy distinto orden que el
conocimiento ordinario o profano, no tiene ninguna relacin con el saber exterior
de las letras, ni, con mayor razn, con la ciencia tal como la comprenden los
modernos occidentales. No se trata ah de una incompatibilidad, ello, aunque la
ciencia ordinaria, por los lmites que plantear y por los hbitos mentales que hace
tomar, pueda ser frecuentemente un obstculo a la adquisicin del verdadero
conocimiento; pero quienquiera que posea ste debe tener forzosamente por
desdeables las especulaciones relativas y contingentes en que se complacen la
mayora de los hombres, los anlisis y las bsquedas de detalle en que se embarazan,
y las mltiples divergencias de opinin que son la inevitable consecuencia de ello.
Los filsofos se pierden en sus especulaciones, los sofistas en sus distinciones, los
buscadores en sus investigaciones; todos esos hombres estn cautivos en los lmites
del espacio, cegados por los seres particulares. El sabio, al contrario, ha rebasado
todas las distinciones inherentes a los puntos de vista exteriores; en el punto central
donde l se tiene, toda oposicin ha desaparecido y se ha resuelto en un perfecto
equilibrio. En el estado primordial, esas oposiciones no existan. Todas son
derivadas de la diversificacin de los seres, y de sus contactos causados por la
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312
Nombre inicitico
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XXVII, prrafos 1, 2 y 3.
Los miembros mismos de una organizacin inicitica, no pueden ser
identificados, no porque disimulen -lo que, por mucho cuidado que pongan en ello,
no podra ser siempre eficaz- sino porque, en todo rigor, no son personajes en el
sentido en que lo querran los historiadores, de suerte que, por eso mismo,
quienquiera que crea poder nombrarlos estar inevitablemente en el error (Este caso
es concretamente, en occidente, el de los verdaderos Rosa-Cruz).
Si una organizacin inicitica es realmente lo que debe ser, la designacin de
uno cualquiera de sus miembros por un nombre profano, incluso si es exacta
materialmente, estar siempre tocada de falsedad, casi como lo estara la confusin
entre un actor y un personaje cuyo papel representa, y al que alguien se obstinara en
313
314
No-Ser (El)
Miscelnes, cap. VII, prrafo 1.
Al principio, antes del origen de todas las cosas, era la Unidad, dicen las
teogonas ms elevadas de Occidente, aquellas que se esfuerzan en llegar al Ser ms
all de su manifestacin ternaria, y que no se detienen nunca en la apariencia
universal del Binario. Sin embargo, las teogonas de Oriente y de Extremo Oriente
dicen: Antes del principio, incluso antes de la Unidad primordial, era el Cero, ya
que saben que ms all del Ser, est el No-Ser, que, ms all de lo manifestado, est
lo no-manifestado que es el principio, y que el No-Ser no es en modo alguno la
Nada, sino que es, al contrario, la Posibilidad infinita, idntica al Todo universal, al
mismo tiempo que la Perfeccin absoluta y la Verdad integral.
315
su condicin transitoria, saca toda su realidad; y por esto se ve que el No- Ser, lejos
de ser la nada, sera exactamente todo lo contrario, si no obstante la nada
pudiera tener un contrario, lo que le supondra todava un cierto grado de
positividad, cuando no es ms que la negacin absoluta, es decir, la pura
imposibilidad.
Dicho esto, de ello resulta que son esencialmente los estados de no
manifestacin los que aseguran al ser la permanencia y la identidad; y, fuera de estos
estados, es decir, si no se toma el ser ms que en la manifestacin, sin referirle a su
principio no manifestado, esta permanencia y esta identidad no pueden ser ms que
ilusorias, puesto que el dominio de la manifestacin es propiamente el dominio de lo
transitorio y de lo mltiple, lo que implica modificaciones continuas e indefinidas.
Desde entonces, se comprender fcilmente lo que es menester pensar, desde el
punto de vista metafsico, de la pretendida unidad del yo, es decir, del ser
individual, que es tan indispensable a la psicologa occidental y profana: por una
parte, es una unidad fragmentaria, puesto que no se refiere ms que a una porcin
del ser, a uno de sus estados tomado aisladamente, y arbitrariamente, entre una
indefinidad de otros (y todava este estado est muy lejos de ser considerado
ordinariamente en su integralidad); y, por otra parte, esta unidad, al no considerar
ms que el estado especial al cual se refiere, es as mismo tan relativa como es
posible, puesto que este estado se compone, l mismo, de una indefinidad de
modificaciones diversas, y tiene tanta menos realidad cuanto que se hace abstraccin
del principio transcendente (el S-mismo o la personalidad) que es el nico que
podra drsela verdaderamente, al mantener la identidad del ser, en modo
permanente, a travs de todas estas modificaciones.
En cuanto a los estados de no-manifestacin, son esencialmente extraindividuales, por lo que constituyen lo que de verdaderamente universal hay en cada
ser; y, por lo tanto, aquello por lo que todo ser se vincula en todo lo que es a su
Principio metafsico y trascendente.
Novenario
Miscelnea, cap. VII, prrafos 22 y 23.
Si el nmero ocho se aade a la Unidad, forma el nmero nueve, que,
limitando as para nosotros la manifestacin del Ser, ya que corresponde a la
realizacin material diferenciada de la Unidad, estar representado por la
circunferencia, y designar la Multiplicidad. Hemos dicho, por otra parte, que esta
circunferencia, cuyos puntos en nmero indefinido son todas las manifestaciones
formales del Ser (no decimos aqu todas las manifestaciones, sino solamente las
manifestaciones formales), puede ser vista como el Cero realizado. En efecto, el
nmero nueve, aadindose a la Unidad, forma el nmero diez, que resulta tambin
de la unin del Cero con la Unidad, y que se representa por la circunferencia y su
centro.
Por otra parte, el Novenario puede an ser considerado como un triple
316
Nmero
El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. III, prrafo 4.
Lo continuo no es la cantidad pura, por lo que la medida presenta siempre
una cierta imperfeccin en su expresin numrica, ya que la discontinuidad del
nmero hace imposible su aplicacin adecuada a la determinacin de las magnitudes
continuas. En efecto, el nmero es verdaderamente la base de toda medida, pero, en
tanto que no se considera ms que el nmero, no se puede hablar de medida, puesto
que sta es la aplicacin del nmero a alguna otra cosa; aplicacin que es siempre
posible, para todo lo que est sometido a la condicin cuantitativa, o, en otros
trminos, para todo lo que pertenece al dominio de la manifestacin corporal.
La cantidad no es lo que se mide, sino, antes al contrario, aquello por lo que
las cosas son medidas; y, adems, se puede decir que la medida es, en relacin al
nmero, en sentido inversamente analgico, lo que es la Manifestacin en relacin a
su Principio esencial.
317
Nmero fraccionario
Los Principios del Clculo Infinitesimal, cap. IV, prrafos 1, 2 y 3.
La definicin que se da comnmente de los nmeros fraccionarios es
absurda: las fracciones no pueden ser de ninguna manera partes de la unidad, como
se dice, ya que la unidad aritmtica verdadera es necesariamente indivisible y sin
partes; y, por lo dems, es de eso de donde resulta la discontinuidad esencial del
nmero que se forma a partir de ella; pero vamos a ver de dnde proviene esta
absurdidad.
Es fcil comprender que la absurdidad de los nmeros fraccionarios, en lo
que concierne a la definicin de las fracciones, proviene simplemente de una
confusin entre la unidad aritmtica y lo que se llama las unidades de medida,
unidades que no son tales ms que convencionalmente, y que son en realidad
magnitudes de otro tipo que el nmero, concretamente magnitudes geomtricas. La
unidad de longitud, por ejemplo, no es ms que una cierta longitud escogida por
razones extraas a la aritmtica, y a la que se hace corresponder el nmero 1 a fin de
56
El hebreo y el griego estn en ese caso, y el rabe lo estaba igualmente antes de la introduccin del
uso de las cifras de origen indio, que despus, modificndose ms o menos, pasaron de ah a la
Europa de la edad media; se puede destacar a este propsito que la palabra cifra misma no es otra
cosa que el rabe ifr, aunque ste no sea en realidad mas que la designacin del cero. Por otra parte,
es verdad que en hebreo, saphar significa contar o nmerar al mismo tiempo que escribir, de
donde sepher escritura o libro (en rabe sifr, que designa particularmente un libro sagrado), y
sephar, numeracin o clculo; de esta ltima palabra viene tambin la designacin de los
Sephiroth de la Kabbala, que son las numeraciones principiales asimiladas a los atributos divinos.
318
poder medir en relacin a ella todas las dems longitudes; pero, por su naturaleza
misma de magnitud continua, toda longitud, aunque sea representada as
numricamente por la unidad, por eso no es menos divisible siempre e
indefinidamente; as pues, al compararla a otras longitudes que no sean mltiplos
exactos de ella, se podr tener que considerar partes de esta unidad de medida, pero
que, por eso, no sern de ninguna manera partes de la unidad aritmtica; y es slo as
como se introduce realmente la consideracin de los nmeros fraccionarios, como
representacin de relaciones entre magnitudes que no son exactamente divisibles las
unas por las otras. La medida de una magnitud, no es en efecto otra cosa que la
expresin numrica de su relacin con otra magnitud de la misma especie tomada
como unidad de medida, es decir, en el fondo, como trmino de comparacin; y es
por eso por lo que el mtodo ordinario de medida de las magnitudes geomtricas se
funda esencialmente sobre la divisin.
Para hacerlo comprender mejor, tomaremos el ejemplo ms simple de un
continuo geomtrico, es decir, una lnea recta: consideremos una semirrecta que se
extiende indefinidamente en un cierto sentido; convengamos hacer que corresponda
a cada uno de sus puntos el nmero que expresa la distancia de ese punto al origen;
ste ser representado por cero, puesto que su distancia a s mismo es evidentemente
nula; a partir de ese origen, los nmeros enteros correspondern a las extremidades
sucesivas de segmentos todos iguales entre s e iguales a la unidad de longitud; los
puntos comprendidos entre stos no podrn ser representados ms que por nmeros
fraccionarios, puesto que sus distancias al origen no son mltiplos exactos de la
unidad de longitud.
Nmero indefinido
(Ver Indefinido).
Los Principios del Clculo Infinitesimal, cap. IX, ltimo prrafo.
Slo se puede considerar un nmero como prcticamente indefinido, si es
permisible expresarse as, cuando ya no puede ser expresado por el lenguaje, ni
representado por la escritura; lo que, de hecho, ocurre inevitablemente en un
momento dado cuando se consideran nmeros que van siempre creciendo o
decreciendo; eso, si se quiere, es una simple cuestin de perspectiva, pero eso
mismo concuerda en suma con el carcter de lo indefinido, en tanto que ste no es
otra cosa, en definitiva, que aquello cuyos lmites no pueden ser suprimidos, puesto
que eso sera contrario a la naturaleza misma de las cosas, sino simplemente alejados
hasta llegar a ser enteramente perdidos de vista. A este propsito, habra lugar a
plantearse algunas cuestiones bastante curiosas: as, uno podra preguntarse por qu
la lengua china representa simblicamente lo indefinido por el nmero diez mil; la
expresin los diez mil seres, por ejemplo, significa todos los seres, que son
realmente en multitud indefinida o innumerable. Lo que es muy destacable, es que
la misma cosa precisamente se produce tambin en griego, donde una sola palabra,
319
Nmeros negativos
Los Principios del Clculo Infinitesimal, cap XVI, prrafos 1, 2 y nota 1.
El cero representa pura y simplemente la ausencia de toda cantidad, ya que
una cantidad que fuera ms pequea que nada es propiamente inconcebible. No
obstante, esto es lo que se ha querido hacer, en un cierto sentido, al introducir en
matemticas la consideracin de los nmeros llamados negativos, y al olvidar, por un
efecto del convencionalismo moderno, que estos nmeros, en el origen, no son
nada ms que la indicacin del resultado de una sustraccin realmente imposible, por
la cual un nmero ms grande debera ser sustrado de un nmero ms pequeo.
Hemos dicho que la sucesin de los nmeros enteros se forma a partir de la
unidad, y no a partir de cero; en efecto, dada la unidad, toda la sucesin de los
nmeros se deduce de ella de tal suerte que se puede decir que toda la sucesin est
ya implicada y contenida en principio en esta unidad inicial -del mismo modo, por
transposicin analgica, toda multiplicidad indefinida de las posibilidades de
manifestacin est contenida en principio y eminentemente en el Ser puro o la
Unidad metafsica-, mientras que, de cero, evidentemente, no se puede sacar ningn
nmero.
Poner cero al comienzo de la sucesin de los nmeros, como si fuera el
primero de esta sucesin, no puede tener ms que dos significaciones: o bien es
admitir realmente que cero es un nmero, contrariamente a lo que hemos
establecido, y, por consiguiente, que puede tener con los dems nmeros relaciones
320
del mismo orden que las relaciones de estos nmeros entre s, lo que no puede ser,
puesto que cero multiplicado o dividido por un nmero cualquiera da siempre cero;
o bien es un simple artificio de notacin, que no puede sino entraar confusiones ms
o menos inextricables. De hecho, el empleo de este artificio no se justifica apenas si
no es para permitir la introduccin de la notacin de los nmeros negativos. La
primera de todas las dificultades a las que da lugar a este respecto, es precisamente la
concepcin de las cantidades negativas como menores que cero, pero que, en
realidad, est desprovista de toda significacin. Adelantar que una cantidad negativa
aislada es menor que cero, ha dicho Carnot, es cubrir la ciencia de las matemticas,
que debe ser la de la evidencia, de una nube impenetrable. Por lo dems, en el uso
que se hace de esta notacin de los nmeros negativos, no se debera olvidar nunca
que en eso no se trata de nada ms que de una simple convencin.
321
O
Obras con contenido inicitico
Apreciaciones sobre el Esoterismo Cristiano, cap. VIII, prrafo 13.
Obras que empero describen ms manifiestamente un proceso inicitico,
como la Divina Comedia o el Roman de la Rose.
Ocano
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. LVI, prrafo 5.
El Ocano debe aqu considerarse, no como una extensin de agua que
atravesar, sino, al contrario, como el objetivo o meta que ha de alcanzarse, y por lo
tanto como una representacin del Nirvana.
Octonario
Miscelnea, cap. VII, prrafos 20 y 21.
La Formacin desemboca en lo que puede denominarse la realizacin
material, que marca para nosotros el lmite de la manifestacin del Ser, y que estar
entonces caracterizada por el nmero ocho. ste corresponde al Mundo terrestre,
comprendido en el interior de las siete esferas planetarias, y que debe ser
considerado aqu como simbolizando el conjunto del Mundo material en su totalidad;
quede bien entendido adems que cada Mundo no es en absoluto un lugar, sino un
estado o una modalidad del ser. El nmero ocho corresponde tambin a una idea de
equilibrio, porque la realizacin material es, como acabamos de decir, una
limitacin, de algn modo un punto de parada en la distincin que nosotros creamos
en las cosas, distincin cuyo grado mide lo que se designa simblicamente como la
profundidad de la cada; ya hemos dicho que la cada no es sino un modo de expresar
esta distincin misma, que crea la existencia individual separndonos de la Unidad
principial.
El nmero ocho se representa, en el estado esttico, por dos cuadrados, uno
inscrito en el otro, de manera que los vrtices de uno sean las mitades de los lados
del otro. En el estado dinmico, es figurado por dos cruces que tengan el mismo
centro, de manera que los brazos de la una sean las bisectrices de los ngulos rectos
formados por los brazos de la otra.
Oficio e Iniciacin
El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. VIII, prrafo 4, 5y 6.
322
323
324
el mismo respecto, pues el paso de que se trata, por el cual se efecta la salida del
cosmos, es tambin el blanco o la meta que debe alcanzarse para encontrarse
finalmente liberado de los vnculos o ataduras de la existencia manifestada.
Esta ltima observacin nos lleva a precisar, con Coomaraswamy, que slo
en lo concerniente a la ltima muerte, aquella que precede inmediatamente a la
liberacin y despus de la cual ya no hay retorno a ningn estado condicionado, el
enhebrar la aguja representa verdaderamente el paso por la puerta solar, ya que,
en cualquier otro caso, no puede tratarse an de una salida del cosmos. Empero,
analgicamente y en un sentido relativo, puede hablarse tambin de pasar por el ojo
de la aguja o de escapar al pa, para designar todo paso de un estado a otro, pues
este paso es siempre una muerte con relacin al estado antecedente a la vez que un
nacimiento con relacin al estado consecuente, segn lo hemos explicado ya en
diversas ocasiones.
Transponiendo esto al orden de la Liberacin final, puede decirse que,
cuando el ser alcanza a pasar por el ojal del pa sin que ste se apriete y lo coja de
nuevo, es como si ese ojal se desatara para l, y ello de modo definitivo.
En el simbolismo arquitectnico, tiene su correspondencia en el punto
sensible del edificio, siendo ste la imagen de un ser viviente lo mismo que de un
mundo, segn se lo encare desde el punto de vista micro-csmico o macrocsmico.
Operativo y especulativo
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XXIX, prrafo 4, 5, 6 y ltimo.
En efecto, es menester no olvidar que especulacin y teora son
sinnimos; y se entiende que la palabra teora no debe tomarse aqu en su sentido
original de contemplacin, sino nicamente en el que tiene ahora en el lenguaje
actual, y que la palabra especulacin expresa sin duda ms claramente, puesto que
da, por su derivacin misma, la idea de algo que no es ms que un reflejo, como la
imagen vista en un espejo (la palabra speculum, en latn, significa en efecto espejo),
es decir, un conocimiento indirecto, por oposicin al conocimiento efectivo que es la
consecuencia inmediata de la realizacin, o que ms bien no forma ms que uno
con sta. Por otro lado, la palabra operativo no debe considerarse exactamente
como un equivalente de prctico, en tanto que este ltimo trmino se refiere
siempre a la accin (lo que, por lo dems, es estrictamente conforme a su
etimologa), de suerte que aqu no podra emplearse sin equvoco ni impropiedad; en
realidad, se trata de ese cumplimiento del ser que es la realizacin inicitica, con
todo el conjunto de medios de diversos rdenes que pueden ser empleados en vista
de este fin; y no carece de inters destacar que una palabra del mismo origen, la
palabra obra, se usa tambin precisamente en este sentido en la terminologa
alqumica.
Eso no quiere decir, en lo especulativo, que los Ritos ya no tengan efecto en
parecido caso, ya que siguen siendo siempre -aunque aquellos que los cumplen ya no
325
Optimismo y Pesimismo
El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. XXXVII, ltimo prrafo.
Optimismo y pesimismo son dos actitudes sentimentales opuestas, que
deben permanecer igualmente ajenas a nuestro punto de vista estrictamente
tradicional.
Oral (Transmisin)
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XII, prrafos 4 y 5.
326
Orden
El Simbolismo de la Cruzcap. VIII, prrafo 3.
El orden slo aparece si uno se eleva por encima de la multiplicidad, si cesa
de considerar cada cosa aisladamente y distintivamente, para considerar todas las
cosas en la Unidad.
Este es el punto de vista de la realidad, pues la multiplicidad fuera del
Principio nico, slo tiene una existencia ilusoria. Pero esta ilusin, con el desorden
que le es inherente, subsiste para todo ser mientras no alcance la realizacin efectiva
de la unicidad de la existencia.
Ordenacin Sacerdotal
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. VIII, prrafo 7.
Si, para hacernos comprender mejor todava, nos referimos ms
particularmente al caso del Cristianismo en el orden religioso, podremos agregar
esto: los Ritos de iniciacin, que tienen como cometido inmediato la transmisin de
la influencia espiritual de un individuo a otro que, en principio al menos, podr
transmitirla despus a su vez, son exactamente comparables bajo este aspecto a los
Ritos de Ordenacin (Decimos bajo este aspecto, ya que, desde otro punto de
vista, la iniciacin primera, en tanto que segundo nacimiento, sera comparable al
Rito del Bautismo; no hay que decir que las correspondencias que se pueden
considerar entre cosas pertenecientes a rdenes tan diferentes deben ser
forzosamente bastante complejas y no se dejan reducir a una suerte de esquema
327
unilineal); y se puede destacar incluso que los unos y los otros son semejantemente
susceptibles de conllevar varios grados, puesto que la plenitud de la influencia
espiritual, no se comunica forzosamente de una sola vez con todas las prerrogativas
que implica, especialmente en lo que concierne a la aptitud efectiva para ejercer tales
o cuales funciones en la organizacin tradicional (Decimos aptitud efectiva para
precisar que aqu se trata de algo ms que de la cualificacin previa, que puede ser
designada tambin como una aptitud; as, se podr decir que un individuo es apto
para el ejercicio de las funciones sacerdotales si no tiene ninguno de los
impedimentos que le impiden el acceso a ellas, pero no ser efectivamente apto para
ello ms que si ha recibido la Ordenacin de hecho. Destacamos tambin, a este
propsito, que la Ordenacin es el nico sacramento para el que se exigen
cualificaciones particulares, en lo cual es comparable tambin a la iniciacin, a
condicin, bien entendido, de tener siempre en cuenta la diferencia esencial de los
dos dominios exotrico y esotrico). Ahora bien, se sabe qu importancia tiene, para
las Iglesias cristianas, la cuestin de la sucesin apostlica, y eso se comprende sin
esfuerzo, puesto que, si esta sucesin viniera a ser interrumpida, ninguna
Ordenacin podra ya ser vlida, y, por consiguiente, la mayor parte de los Ritos ya
no seran sino vanas formalidades sin alcance efectivo (De hecho, las iglesias
protestantes que no admiten las funciones sacerdotales, han suprimido casi todos los
Ritos, o no los han guardado ms que a ttulo de simples simulacros
conmemorativos; y, dada la constitucin propia de la tradicin cristiana, no
pueden en efecto ser nada ms en parecido caso. Se sabe por otra parte a qu
discusiones da lugar la cuestin de la sucesin apostlica en lo que concierne a la
legitimidad de la iglesia anglicana; y es curioso notar que los teosofistas mismos,
cuando quisieron constituir su iglesia libre-catlica, buscaron ante todo asegurarle
el beneficio de una sucesin apostlica regular). Aquellos que admiten muy
injustamente la necesidad de una tal condicin en el orden religioso, no deberan
tener la menor dificultad para comprender que ella no se impone menos
rigurosamente en el orden inicitico, o, en otros trminos, que una transmisin
regular, que constituye la cadena de la que hablbamos ms atrs, es aqu tambin
estrictamente indispensable.
Orgullo y humildad
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. XV, prrafos 2, 5 y ltimo.
El orgullo no puede ser mas que de orden puramente sentimental. En un
cierto sentido, quizs se podra hablar de orgullo en conexin con la razn, porque
sta pertenece al dominio individual tanto como el sentimiento, de suerte que, entre
la una y el otro, siempre son posibles reacciones recprocas.
Lo que es verdad del orgullo lo es igualmente de la humildad que, siendo su
contrario, se sita exactamente al mismo nivel, y cuyo carcter no es menos
exclusivamente sentimental e individual; pero, en un orden completamente
diferente, hay algo que, espiritualmente, es mucho ms vlido que esa humildad: es
328
Orientacin
La Gran Trada, cap. VII, prrafo 1 y nota 15.
En la poca primordial, el hombre estaba, en s mismo, perfectamente
equilibrado en cuanto al complementarismo del yin y del yang; por otra parte, l era
yin o pasivo slo en relacin al Principio, y yang o activo en relacin al Cosmos o al
conjunto de las cosas manifestadas; por consiguiente, se volva naturalmente hacia el
Norte, que es yin (Por eso es por lo que, en el simbolismo masnico, se considera
que la Logia no tiene ninguna ventana que abra al lado del Norte, de donde no viene
nunca la luz solar, mientras que s que las tiene sobre los otros tres lados, que
corresponden a las tres estaciones del Sol), como hacia su propio complementario.
Al contrario, el hombre de las pocas ulteriores, a consecuencia de la degeneracin
espiritual que corresponde a la marcha descendente del ciclo, ha devenido yin en
relacin al Cosmos; as pues, debe volverse hacia el Sur, que es yang, para recibir de
l las influencias del principio complementario del que ha devenido predominante en
l, y para restablecer, en la medida de lo posible, el equilibrio entre el yin y el yang.
La primera de estas dos orientaciones puede llamarse polar, mientras que la
segunda es propiamente solar: en el primer caso, el hombre, mirando a la Estrella
polar o al techo del Cielo, tiene el Este a su derecha y el Oeste a su izquierda; en el
segundo caso, mirando al Sol en el meridiano, tiene al contrario el Este a su izquierda
y el Oeste a su derecha.
Habra que tener en cuenta que, en los mapas y en los planos chinos, el Sur
estaba colocado arriba y el Norte abajo, el Este a la izquierda y el Oeste a la derecha,
lo que es conforme a la segunda orientacin; por lo dems, este uso no es tan
excepcional como se podra creer, ya que exista tambin en los antiguos Romanos y
subsisti incluso durante una parte de la edad media occidental.
De ah vienen, por ejemplo, en el simbolismo masnico, las divergencias que
se han producido sobre el tema de la situacin respectiva de las dos columnas
colocadas a la entrada del Templo de Jerusaln; no obstante, la cuestin es fcil de
resolver remitindose directamente a los textos bblicos, a condicin de saber que en
hebreo, la derecha significa siempre el Sur y la izquierda el Norte, lo que implica
329
que la orientacin se toma, como en la India, volvindose hacia el Este. Este mismo
modo de orientacin es igualmente el que, en Occidente, era practicado por los
constructores de la edad media para determinar la orientacin de las iglesias.
El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. IV, nota 6.
Sera menester considerar aqu, concretamente, todas las cuestiones de
orden ritual que se refieren ms o menos directamente a la orientacin;
evidentemente no podemos insistir en ello, y solo mencionaremos que es por eso por
lo que, tradicionalmente, no slo se determinan las condiciones de la construccin
de los edificios, ya se trate de templos o de casas, sino tambin las de la fundacin de
las ciudades. La orientacin de las iglesias es el ltimo vestigio de eso que ha
subsistido en Occidente hasta el comienzo de los tiempos modernos, el ltimo al
menos desde el punto de vista exterior, ya que, en lo que concierne a las formas
iniciticas, las consideraciones de este orden, aunque generalmente incomprendidas
hoy, han guardado siempre su lugar en su simbolismo, incluso cuando, en el estado
presente de degeneracin de todas las cosas, se ha credo poder dispensarse de
observar la realizacin efectiva de las condiciones que implican y contentarse a este
respecto con una representacin simplemente especulativa.
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. VIII, ltimo prrafo.
Todos los seres, que en todo lo que son dependen de su Principio, deben,
consciente o inconscientemente, aspirar a retornar a l; esta tendencia al retorno
hacia el Centro tiene tambin, en todas las tradiciones, su representacin simblica.
Queremos referirnos a la orientacin ritual, que es propiamente la direccin hacia un
centro espiritual, imagen terrestre y sensible del verdadero Centro del Mundo; la
orientacin de las iglesias cristianas no es, en el fondo, sino un caso particular de ese
simbolismo, y se refiere esencialmente a la misma idea, comn a todas las religiones.
En el Islam, esa orientacin (qiblah) es como la materializacin, si as puede decirse,
de la intencin (niyyah) por la cual todas las potencias del ser deben ser dirigidas
hacia el Principio divino.
Oriente y Occidente
La Crisis del Mundo Moderno, Algunas Conclusiones, prrafos 5 y 6.
Existe ahora, en Occidente, un nmero de hombres mayor del que se cree,
que comienzan a tomar consciencia de lo que le falta a su civilizacin; si se reducen
en eso a aspiraciones imprecisas y a investigaciones muy frecuentemente estriles, si
les ocurre incluso extraviarse completamente, es porque carecen de datos reales a los
que nada puede suplir, y porque no hay ninguna organizacin que pueda
proporcionarles la direccin doctrinal necesaria. No hablamos en eso, bien
entendido, de aquellos que han podido encontrar esta direccin en las tradiciones
orientales, y que, intelectualmente, estn as fuera del mundo occidental; esos, que
por lo dems no pueden representar ms que un caso de excepcin, no podran en
330
modo alguno ser parte integrante de una lite occidental; ellos son en realidad un
prolongamiento de las lites orientales, que podra devenir un eslabn de unin entre
stas y la lite occidental el da en que sta ltima hubiera llegado a constituirse;
pero, por definicin en cierto modo, ella no puede ser constituida ms que por una
iniciativa propiamente occidental, y es ah donde reside toda la dificultad. Esta
iniciativa no es posible ms que de dos maneras: o bien el Occidente encontrar los
medios para ello en s mismo, por un retorno directo a su propia tradicin, retorno
que sera como un despertar espontaneo de posibilidades latentes; o bien algunos
elementos occidentales cumplirn este trabajo de restauracin con la ayuda de un
cierto conocimiento de las doctrinas orientales, conocimiento que no obstante no
podr ser absolutamente inmediato para ellos, puesto que deben permanecer
occidentales, pero que podr ser obtenido por una suerte de influencia de segundo
grado, que se ejerza a travs de intermediarios tales como esos a los que hacamos
alusin hace un momento. La primera de las dos hiptesis es muy poco verosmil, ya
que implica la existencia, en Occidente, de un punto al menos donde el espritu
tradicional se habra conservado integralmente, y hemos dicho que, a pesar de
algunas afirmaciones, esta existencia nos parece extremadamente dudosa; as pues, es
la segunda hiptesis la que conviene examinar ms de cerca.
En este caso habra ventaja, aunque eso no sea de una necesidad absoluta, en
que la lite en formacin pudiera tomar un punto de apoyo en una organizacin
occidental que tenga ya una existencia efectiva; ahora bien, parece que, en
Occidente, ya no hay ms que una sola organizacin que posee un carcter
tradicional, y que conserva una doctrina susceptible de proporcionar al trabajo de
que se trata una base apropiada: es la Iglesia Catlica. Bastara restituir a su doctrina,
sin cambiar nada en la forma religiosa bajo la que se presenta al exterior, el sentido
profundo que tiene realmente en s misma, pero del que sus representantes actuales
ya no parecen tener consciencia, como tampoco la tienen de su unidad esencial con
las dems formas tradicionales; por lo dems, las dos cosas son inseparables. Sera la
realizacin del Catolicismo en el verdadero sentido de la palabra, que,
etimolgicamente, expresa la idea de universalidad, lo que olvidan demasiado a
menudo aquellos que querran hacer de ella la denominacin exclusiva de una forma
especial y puramente occidental, sin ningn lazo efectivo con las dems tradiciones; y
se puede decir que, en el estado presente de las cosas, el Catolicismo no tiene ms
que una existencia virtual, puesto que en l no encontramos realmente la consciencia
de la universalidad; pero por eso no es menos verdad que la existencia de una
organizacin que lleva un tal nombre es la indicacin de una base posible para una
restauracin del espritu tradicional en su acepcin completa, y eso tanto ms cuanto
que, en la Edad Media, ya sirvi de soporte a este espritu en el mundo occidental.
As pues, en suma, no se tratara ms que de una reconstitucin de aquello que ha
existido antes de la desviacin moderna, con las adaptaciones necesarias a las
condiciones de una poca diferente; y, si algunos se sorprenden o protestan contra
una idea semejante, es porque, sin saberlo y quizs contra su voluntad, ellos mismos
estn imbuidos del espritu moderno hasta el punto de haber perdido completamente
331
Ortodoxia
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. XVII, ltimo prrafo.
La doctrina tradicional, cuando es completa, tiene, por su esencia misma,
posibilidades realmente ilimitadas; as pues, es suficientemente vasta como para
comprender en su ortodoxia todos los aspectos de la verdad, pero, sin embargo, no
podra admitir nada ms que stos, y es eso precisamente lo que significa la palabra
ortodoxia, que no excluye ms que el error, pero que lo excluye de una manera
absoluta.
Ortodoxos
(Ver: Don de lenguas)
332
P
Paciencia
(Ver: Limosna).
333
57
Vida" .
En las iniciaciones occidentales hay por lo menos dos ejemplos muy conocidos
de la bsqueda de la cuestin (lo que no quiere decir que hayan sido siempre
efectivamente comprendidos por quienes hablaron de ellos): la "demanda del Grial"
en las iniciaciones caballerescas de la Edad Media y la "bsqueda de la palabra
perdida" en la iniciacin masnica. En lo que respecta a la primera, A. E. Waite ha
observado con razn que se encuentran numerosas alusiones ms o menos explcitas
a frmulas y a objetos sustituidos; acaso no puede decirse que la misma "Mesa
Redonda" no es en definitiva sino un "sustituto", puesto que, aunque su destino sea
recibir el Grial, ste nunca llega a manifestarse efectivamente? Sin embargo, esto no
significa, como demasiado fcilmente quisieran creer algunos, que la "demanda"
nunca pueda llegar a satisfacerse, sino tan slo que, incluso cuando lo sea para
algunos en particular, no puede serlo para el conjunto de una colectividad, an
cuando sta posea indudablemente carcter inicitico. La "Mesa Redonda" y su
caballera, como ya sealamos en otra ocasin, presentan todas las seales que
indican que efectivamente se trata de la constitucin de un centro espiritual
autntico; pero, repitmoslo de nuevo, no siendo todo centro espiritual secundario
sino una imagen o un reflejo del centro supremo, slo puede cumplir realmente la
funcin de "sustituto" con respecto a ste, del mismo modo que cada centro
tradicional particular no es propiamente sino un "sustituto" de la Tradicin
Primordial.
(Ver: Lengua Sagrada)
(Ver: Edad sombra Kali Yuga).
(Ver: Masonera operativa. Masonera especulativa).
Palabras (Significado)
La Metafsica Oriental, prrafo 5.
Lo mejor que puede hacerse con las palabras, es restituirles, en la medida de
lo posible, su significacin primitiva y etimolgica.
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. II, nota 3.
Para las palabras que han pertenecido primeramente a una terminologa
tradicional, basta naturalmente con restituir su sentido primero.
A este respecto, es interesante destacar que, de acuerdo con algunas de estas leyendas, de
una de estas ramas se habra obtenido la madera utilizada para construir la Cruz.
334
Pantculo
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. XVIII, nota 22.
Pantculo de pantaculum, literalmente pequeo Todo; y no pentculo,
como se hace harto a menudo; este error ortogrfico ha hecho creer a algunos que la
palabra tena relacin con el nmero 5 y deba considerarse sinnima de
pentagrama.
Pantesmo
nota 1.
Los Estados Mltiples del Ser, cap. XVII: Necesidad y Contingencia, prrafo 2 y
Paraso
El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. XXIII, ltimo prrafo y
nota 7.
El Pardes, en tanto que centro del mundo, es, segn el sentido primero de
su equivalente snscrito paradsha, la regin suprema; pero es tambin, segn una
acepcin secundaria de la misma palabra, la regin lejana, desde que, por la
marcha del proceso cclico, ha devenido efectivamente inaccesible a la humanidad
ordinaria. En efecto, en apariencia al menos, es lo ms alejado que hay, puesto que
est situado en el fin del mundo en el doble sentido espacial (puesto que la cima de
la montaa del Paraso terrestre toca a la esfera lunar) y temporal (puesto que la
Jerusalem celeste desciende sobre la tierra en el fin del ciclo); no obstante, en
realidad, es siempre lo que est ms prximo, puesto que no ha dejado de estar
nunca en el centro de todas las cosas (Es el Regnum Dei intra vos est del Evangelio), y
esto marca la relacin inversa del punto de vista exterior y del punto de vista
interior.
335
Particular y Universal
Miscelnea, Tercera Parte, cap. VI, prrafo 2.
Los mtodos experimentales nunca harn conocer otra cosa que simples
fenmenos, sobre los cuales es imposible edificar una teora metafsica cualquiera,
pues un principio universal no puede inferirse de hechos particulares.
Por lo dems, la pretensin de adquirir el conocimiento del mundo
espiritual por medios materiales es evidentemente absurda; este conocimiento,
solamente en nosotros mismos podremos encontrar sus principios, y no en los
objetos exteriores.
Paso al lmite
Los Principios del Clculo Infinitesima, cap. XXIV, prrafos 1, 2, 3 y nota 1.
Hemos visto que el lmite, en razn de su definicin misma, no puede ser
alcanzado nunca exactamente por la variable; cmo pues tendremos el derecho de
decir que no obstante puede ser alcanzado? Puede serlo precisamente, no en el curso
del clculo, sino en los resultados, porque, en stos, no deben figurar ms que
cantidades fijas y determinadas, como el lmite mismo, y ya no variables; as pues, es
la distincin de las cantidades variables y de las cantidades fijas, distincin por lo
dems propiamente cualitativa, la que es, como ya lo hemos dicho, la nica
verdadera justificacin del rigor del clculo infinitesimal.
El lmite no puede ser alcanzado en la variacin y como trmino de sta; no
es el ltimo de los valores que debe tomar la variable, y la concepcin de una
variacin continua que desemboca en un ltimo valor o en un ltimo estado
sera tan incomprensible y contradictoria como la de una serie indefinida que
desemboca en un ltimo trmino, o como la de la divisin de un conjunto
continuo que desemboca en ltimos elementos. As pues, el lmite no pertenece a
la serie de los valores sucesivos de la variable; est fuera de esta serie, y es por eso
por lo que hemos dicho que el paso al lmite implica esencialmente una
discontinuidad.
El lmite de una variable debe limitar verdaderamente, en el sentido general
336
Paz
El Hombre y su Devenir segn el Vdnta, cap. XXIII, nota 6.
Es la Gran Paz (Es-Saknah) del esoterismo islmico o la Pax Profunda de la
tradicin rosa-cruciana; y la palabra Shekinah, en hebreo, designa la presencia real
de la Divinidad, o la Luz de la glora en y por la cual, segn la teologa cristiana, se
opera la visin beatfica (tambin la gloria de Dios en el texto ya citado del
Apocalipsis XXI, 23). He aqu tambin un texto taosta que se refiere al mismo punto:
La Paz en el vaco es un estado indefinible. Uno llega a establecerse en ella. Uno no
la toma ni la da. Antiguamente se tenda a ella. Ahora se prefiere el ejercicio de la
bondad y de la equidad, que no da el mismo resultado (Lie-tseu, cap. I; traduccin
del P. Wieger, p. 77). El vaco del que se trata aqu es el cuarto estado de la
Mandkya Upanishad, que es en efecto indefinible, puesto que es absolutamente
incondicionado, y del cual no se puede hablar sino negativamente. Las palabras
antiguamente y ahora se refieren a los diferentes periodos del ciclo de la
humanidad terrestre: las condiciones de la poca actual (que corresponden al KaliYuga) hacen que la gran mayora de los hombres se apeguen a la accin y al
sentimiento, que no pueden conducirles ms all de los lmites de su individualidad,
y todava menos al estado supremo e incondicionado.
337
Pelirrojo
[Ver Elegidos Cohen (Los) y Martines de Pasqually]
Peregrinacin
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. XI, nota 15.
La peregrinacin a Tierra Santa es, en sentido esotrico, lo mismo que la
bsqueda de la Palabra perdida o la bsqueda del Santo Graal.
338
Peregrino
Estudios sobre la Franc-Masonera y el Compagnonage I, cap. VII, prrafos 1, 3,
4, 5, 6 y ltimo.
La voz latina peregrinus, de la que deriva "peregrino", significa a la vez
"viajero" y "extranjero". Esta simple observacin sugiere, al punto, algunos
paralelos bastante curiosos: en efecto, por una parte, entre los "Compagnons",
algunos de ellos se reconocen como "viandantes" y algunos otros como
"extranjeros", lo que corresponde precisamente a los dos sentidos de peregrinus (que,
por lo dems, se encuentran tambin en el trmino hebreo gershn); y por la otra, en
la misma Masonera moderna y "especulativa" las pruebas simblicas de la iniciacin
se denominan "viajes".
El estado de "errabundez", si podemos decirlo as, o sea de migracin, es
entonces, de manera general, un estado de "prueba" y, aqu tambin, podemos
sealar que, en efecto, ste es precisamente el carcter que reviste en organizaciones
como el Compagnonage.
A veces sucede que algunos iniciados, ya arribados a la meta, algunos
"adeptos" inclusive, vuelvan a tomar, por motivos especiales, la apariencia antedicha
de "viajeros".
Sabido es que los elementos que distinguan al peregrino, eran la venera
(llamada de Santiago) y el bastn; ste ltimo, que se encuentra tambin en estrecha
correspondencia con la caa del Compaerazgo, es naturalmente un atributo del
viajero, pero tiene varios otros significados, y quiz un da dedicaremos a esta
cuestin un estudio especfico. En cuanto a la venera, en algunas regiones francesas
se la llama "creciste", palabra que debe asociarse con "creuset" [en castellano: "crisol"],
lo que nos conduce nuevamente a la idea de las pruebas, considerada ms
particularmente segn un simbolismo alqumico, y entendida en el sentido de la
"purificacin"; la Katharsis de los pitagricos (pureza), que era precisamente la fase
preparatoria de la iniciacin.
Siendo que a la venera se la ve ms especialmente como un atributo de
Santiago, nos vemos llevados a hacer, a propsito de esto, una consideracin
concerniente al peregrinaje a Santiago de Compostela. Las rutas que seguan en otros
tiempos los peregrinos son llamadas con frecuencia, an hoy da, "caminos de
Santiago"; pero esta expresin tiene al mismo tiempo otra aplicacin bien distinta:
en efecto, el "camino de Santiago", en el habla campesina, es tambin la Va Lctea;
y esto quiz resultar menos inesperado si se tiene presente que Compostela,
etimolgicamente, significa precisamente el "campo estrellado". Encontramos aqu
otra idea, aquella de los "viajes celestes", por lo dems en correlacin con los viajes
terrestres; es este otro punto en el que, por el momento, nos es imposible
detenernos, y al respecto indicaremos solamente que puede presentirse ah cierta
correspondencia entre la situacin geogrfica de los lugares de peregrinaje y el
ordenamiento mismo de la esfera celeste; en este caso, aquella "geografa sagrada" a
339
Piedra Angular
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. XLIII, prrafo 8 y notas 22 y
30.
En la significacin de la palabra acabar, o en la expresin equivalente
llevar a cabo, la idea de cabeza [caput] est asociada a la de fin, lo que responde
perfectamente a la situacin de la piedra angular, conocida a la vez como piedra
cimera y como ltima piedra del edificio. Mencionaremos an otro trmino
derivado de caput: en francs se llama chevet (cabecera) -y en espaol cabecera o
testero- de una iglesia a la extremidad oriental donde se encuentra el bside, cuya
forma semicircular corresponde, en el plano horizontal, a la cpula en elevacin
vertical.
Cabe sealar que la piedra de que se trata, en cuanto clave de bveda o en
cualquier otra funcin semejante, segn la estructura del edificio al cual est
destinada a coronar, no puede por su forma misma colocarse sino por encima (sin
lo cual, por lo dems, es evidente que podra caer en el interior del edificio); as,
representa en cierto modo la piedra descendida del cielo, expresin perfectamente
aplicable a Cristo.
A este respecto, podra establecerse una vinculacin entre la piedra
descendida del cielo y el pan descendido del cielo, pues existen relaciones
simblicas importantes entre la piedra y el pan; pero esto sale de los lmites de
nuestro tema actual; en todos los casos, el descenso del cielo representa,
340
Piedra Cbica
La Gran Trada, cap. XII, nota 9 y ltima.
Es la piedra cbica del simbolismo masnico; es menester precisar que en
eso se trata de la piedra cbica ordinaria, y no de la piedra cbica de punta que
simboliza propiamente la Piedra filosofal, la pirmide que corona el cubo y que
representa un principio espiritual que viene a fijarse sobre la base constituida por la
Sal. Se puede precisar que el esquema plano de esta piedra cbica de punta, es
decir, el cuadrado coronado del tringulo, no difiere del signo alqumico del Azufre
ms que por la sustitucin del cuadrado por una cruz; los dos smbolos tienen la
misma correspondencia numrica, 7 = 3 + 4, donde el septenario aparece como
compuesto de un ternario superior y de un cuaternario inferior, relativamente
celeste y terrestre el uno en relacin al otro; pero el cambio de la cruz en
cuadrado expresa la fijacin o la estabilizacin, en una entidad permanente, de
aquello que el Azufre ordinario no manifestaba todava ms que en el estado de
virtualidad, y que no ha podido realizar efectivamente ms que tomando un punto de
apoyo en la resistencia misma que le opone el Mercurio en tanto que materia de la
obra.
Desde este punto de vista, la transformacin de la piedra bruta en piedra
cbica representa la elaboracin que debe sufrir la individualidad ordinaria para
devenir apta para servir de soporte o de base a la realizacin inicitica; la piedra
cbica de punta representa la agregacin efectiva a esta individualidad de un
principio de orden supra-individual, que constituye la realizacin inicitica misma,
que, por lo dems, puede ser considerada de una manera anloga y por consiguiente
ser representada por el mismo smbolo en sus diferentes grados, puesto que stos se
obtienen siempre por operaciones correspondientes entre s, aunque a niveles
diferentes, como la obra al blanco y la obra al rojo de los alquimistas.
Pitgoras
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. XXVI, nota 5
La serpiente Pitn est en conexin especial con Delfos, llamado
antiguamente Pytho, santuario del Apolo hiperbreo; de ah la designacin de la Pitia,
341
Plegaria
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap XXIV, prrafo 1 y 5.
Plegaria = Peticin
La plegaria, ya sea dirigida a la entidad colectiva o, por su mediacin, a la
influencia espiritual que opera a travs de ella, es perfectamente lcita, incluso al
respecto de la ortodoxia ms rigurosa en el dominio de la pura doctrina.
Plomada
Apreciaciones sobre el Esoterismo Cristiano, cap. VII, nota 104.
En la Masonera operativa, la plomada, figura del "Eje del Mundo" est
suspendida de la estrella polar o de la letra G, que en ese caso toma su lugar, y que
no es, como ya lo habamos indicado, ms que un sustituto de la yod hebrea. (Cf. La
Gran Trada, Cap. XXV).
Pobreza espiritual
El Simbolismo de la Cruz, cap. VII, nota 18.
Es el desapego con respecto a la Manifestacin y dependencia completa del
Ser, fuera del cual no hay nada.
[Ver: Contingente (El ser)].
342
Poder temporal
Autoridad Espiritual, Poder Temporal, cap. II, prrafo 4.
La funcin real comprende todo lo que, en el orden social, constituye el
gobierno propiamente dicho. Es doble en cierto modo: administrativa y jurdica
por una parte, y militar por la otra, ya que debe asegurar el mantenimiento del
orden a la vez dentro, como funcin reguladora y equilibrante, y fuera, como
funcin protectora de la organizacin social; en diversas tradiciones, estos dos
elementos constitutivos del poder real son simbolizados respectivamente por la
balanza y la espada. Vemos por esto que el poder real es realmente sinnimo de
poder temporal, incluso tomando este ltimo en toda la extensin de la cual es
susceptible.
Autoridad Espiritual, Poder Temporal, cap. III, prrafo 4.
Para subsistir, el poder temporal tiene necesidad de una consagracin que le
venga de la autoridad espiritual; es esta consagracin la que hace su legitimidad, es
decir, su conformidad al orden mismo de las cosas. Y es en eso en lo que consiste
propiamente el derecho divino de los reyes, o lo que la tradicin ExtremoOriental llama el mandato del Cielo: es el ejercicio del poder temporal en virtud
de una delegacin de la autoridad espiritual, a la cual este poder pertenece
eminentemente.
Toda accin que no procede del conocimiento carece de principio y no es
ms que una vana agitacin; del mismo modo, todo poder temporal que desconoce
su subordinacin frente a la autoridad espiritual es parecidamente vano e ilusorio;
separado de su principio, no podr ejercerse sino de una manera desordenada e ir
fatalmente a su prdida.
Autoridad Espiritual, Poder Temporal, cap. V, prrafo 2, 4, y notas 3 y 8.
A cambio de la garanta que da a su poder la autoridad espiritual, los
kshatriyas deben, con la ayuda de la fuerza de que disponen, asegurar a los brhmanes
el medio de desempear en paz, al abrigo de la perturbacin y de la agitacin, su
propia funcin de conocimiento y de enseanza; es lo que el simbolismo hind
representa bajo la figura de Skanda, el Seor de la guerra, protegiendo la meditacin
de Gansha, el Seor del conocimiento.
Gansha y Skanda se representan por lo dems como hermanos, puesto que
uno y otro son hijos de Shiva; sta es tambin una manera de expresar que los dos
poderes, espiritual y temporal, proceden de un principio nico.
En la Edad Media occidental, Santo Toms de Aquino declara expresamente
que todas las funciones humanas estn subordinadas a la contemplacin como a un fin
superior, de suerte que, si se consideran como es menester, todas parecen al
servicio de los que contemplan la verdad, y que, en el fondo, el gobierno entero de
la vida civil, tiene como verdadera razn de ser, asegurar la paz necesaria para esta
contemplacin.
343
344
Poesa
Estudios Sobre la Franc-Masonera y el Compagnonage II (Anexos), cap. VII, prrafo
3 y nota 11.
El lenguaje de los pjaros, al que podemos llamar tambin lengua
anglica, tiene como imagen en el mundo humano, el lenguaje ritmado, pues sobre
la ciencia del ritmo -que comporta por lo dems mltiples aplicaciones-, se basan
en definitiva todos los medios que pueden utilizarse para entrar en comunicacin con
los estados superiores. Por eso una tradicin islmica dice que Adn, en el Paraso
terrestre, hablaba en verso, en decir, en lenguaje ritmado; se trata de esa lengua
siraca (logah sryniyah) sobre la cual hemos hablado en nuestro precedente estudio
sobre la ciencia de las letras, y que debe considerarse como traduccin directa de la
iluminacin solar y anglica, tal como se manifiesta en el centro del estado
humano. Por eso tambin los libros sagrados estn escritos en lenguaje ritmado, lo
cual, como se ve, hace de ellos otra cosa que los simples poemas en el sentido
puramente profano del trmino que quiere ver el prejuicio anti-tradicional de los
crticos modernos; y, por lo dems, la poesa no era originariamente esa vana
literatura en que se ha convertido, por una degradacin cuya explicacin ha de
buscarse en la marcha descendente del ciclo humano, y tena un verdadero carcter
sagrado. Pueden encontrarse rastros de ello hasta en la antigedad occidental clsica,
en la cual la poesa era llamada an lengua de los Dioses, expresin equivalente a
345
las que hemos indicado, pues los Dioses, es decir los Deva son, como los ngeles, la
representacin de los estados superiores. En latn, los versos se llamaban carmina,
designacin referente a su uso en el cumplimiento de los Ritos, pues la palabra
carmen es idntica al snscrito karma, que debe tomarse aqu en su sentido particular
de accin ritual; y el poeta mismo, intrprete de la lengua sagrada -a travs de la
cual se transparentaba el Verbo divino-, era el vates, palabra que lo caracterizaba
como dotado de una inspiracin en cierto modo proftica. Ms tarde, por otra
degradacin, el vates no fue sino un vulgar adivino; y el carmen (de donde la voz
francesa charme, encanto), un encantamiento, es decir, una operacin de baja
magia.
La palabra poesa deriva tambin del verbo griego poien, el cual tiene la
misma significacin que la raz snscrita kr. de donde proviene Karma, y que se
encuentra tambin en el verbo latino creare entendido en su acepcin primitiva; en el
origen se trataba, pues, de algo muy distinto que de la simple produccin de una
obra artstica o literaria, en el sentido profano, nico que Aristteles parece haber
tenido presente al hablar de lo que l ha llamado ciencias poticas.
Miscelnea, cap. III Segunda parte, prrafo 6.
Las artes fonticas estn todas constituidas por conjuntos de ritmos que se
despliegan en el tiempo; y la poesa debe a su carcter rtmico, el haber sido
primitivamente el modo de expresin ritual de la lengua de los Dioses, o de la
lengua sagrada por excelencia, funcin de la cual conserv algo incluso hasta una
poca relativamente cercana a nosotros, cuando an no se haba inventado la
literatura.
Apreciaciones sobre el Esoterismo Cristiano, cap IV, prrafo 17.
Por lo mismo, a propsito de la obligacin impuesta a los Fieles de Amor
de emplear en sus escritos la forma potica (p. 155), habra lugar para preguntarse
por qu motivo la poesa fue llamada por los antiguos la lengua de los dioses, por
cual motivo, Vates, en latn, fue a la vez el poeta y el adivino o el profeta (los orculos
fueron adems hechos en verso); por esta razn los versos fueron llamados carmina
(encantos, encantamientos, palabra idntica al snscrito karma, entendido en el
sentido tcnico de acto ritual) y tambin por qu motivo se dice de Salomn y de
otros sabios, particularmente en la tradicin musulmana, que comprendan la
lengua de los pjaros, lo que, por extrao que pueda parecer, no es ms que otro
nombre de la lengua de los Dioses.
Poltico y espiritual
El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. XII prrafo 4.
Basta ver, en no importa cul pas de Oriente, hasta qu punto las
preocupaciones polticas, all donde se han introducido, perjudican al conocimiento
de las verdades tradicionales, para pensar que estara ms justificado hablar de una
346
347
dos y dos sumen cinco; el caso es exactamente el mismo. Hay gentes que, en este
orden de ideas, se hacen extraos escrpulos: as Descartes, cuando atribua a Dios la
libertad de indiferencia, por temor a limitar la omnipotencia divina (expresin
teolgica de la Posibilidad Universal), y sin apercibirse de que esa libertad de
indiferencia, o la eleccin en ausencia de toda razn, implica condiciones
contradictorias; diremos, para emplear su lenguaje, que una absurdidad no es tal
porque Dios lo ha querido arbitrariamente, sino que, al contrario, es porque es una
absurdidad por lo que Dios no puede hacer que sea algo, sin que eso implique el
menor atentado a su omnipotencia, puesto que absurdidad e imposibilidad son
sinnimos.
Miscelnea, cap. VII, prrafo 3.
La Posibilidad total es al mismo tiempo la Pasividad universal, ya que
contiene todas las posibilidades particulares, algunas de las cuales se manifestarn,
pasando de la potencia (virtualidad) al acto, bajo la accin del Ser-Unidad.
348
Posteridad y Longevidad
El Hombre y su Devenir segn el Vdnta, cap. XXIII, ltimo prrafo.
Las dos primeras de las cuatro Fortunas de la Tradicin Extremo-Oriental.
Potencialidad y virtualidad
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. LXXIII, nota 37.
En el orden divino decimos virtualmente ms bien que potencialmente,
porque no puede haber nada de potencial en l. Slo desde el punto de vista del ser
individual y con respecto a l, podra hablarse aqu de potencialidad. La potencialidad
es la indiferenciacin absoluta de la materia prima en el sentido aristotlico,
idntica a la indistincin del caos primordial.
Primera Piedra
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. XLIII, nota 9.
Segn el ritual operativo (en la Masonera), esta primera piedra es la del
ngulo nordeste; las piedras de los dems ngulos se colocan posterior y
sucesivamente segn el sentido del curso aparente del sol, es decir, en el sudeste,
sudoeste, noroeste.
349
350
351
la Identidad Suprema, que no han sido cumplidas durante la vida corporal, lo son
en los prolongamientos pstumos de la individualidad; de virtual que era, la
inmortalidad deviene entonces efectiva, y, por lo dems, eso puede no tener lugar
sino al fin mismo del ciclo, es la Liberacin diferida.
El Hombre y su Devenir segn el Vedanta, cap. XX, penltimo prrafo 2.
Un prolongamiento indefinido por el que se establece la comunicacin, ya
sea virtual, ya sea efectiva, de la individualidad con lo Universal.
Los Estados Mltiples del Ser, captulo II, prrafo 6 y nota .
La compatibilidad de las diferentes condiciones as reunidas, entraa
evidentemente la de los posibles que comprenden respectivamente, con la
restriccin de que los posibles que estn sometidos al conjunto de las condiciones
consideradas, pueden no constituir ms que una parte de aquellos que estn
comprendidos en cada una de las mismas condiciones consideradas aisladamente de
las otras, de donde resulta que estas condiciones, en su integralidad, implicarn,
adems de su parte comn, prolongamientos en diversos sentidos, pertenecientes
tambin al mismo grado de la Existencia universal. Estos prolongamientos, de
extensin indefinida, corresponden, en el orden general y csmico, a lo que son,
para un ser particular, los de uno de sus estados, por ejemplo de un estado individual
considerado integralmente, ms all de una cierta modalidad definida de este mismo
estado, tal como la modalidad corporal en nuestra individualidad humana.
Los Estados Mltiples del Ser, cap. XV, prrafo 2.
Tal prolongamiento no es exterior sino en relacin a la individualidad
considerada en su nocin ms restringida, puesto que forma parte integrante de la
individualidad extendida; el ser, al extenderse as por un desarrollo de sus propias
posibilidades, no tiene que salir de ninguna manera de s mismo, lo que, en realidad,
no tendra ningn sentido, ya que un ser no puede, bajo ninguna condicin, devenir
otro que s mismo.
(Ver: Segunda muerte).
(Ver: Modalidad Corporal).
Protestantismo
El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. XI prrafo 5.
El Protestantismo, donde esta simplificacin se traduce a la vez por la
supresin casi completa de los Ritos y por la predominancia acordada a la moral
sobre la doctrina, siendo esta ltima, ella tambin, cada vez ms simplificada y
disminuida hasta que se reduce a casi nada, a algunas frmulas rudimentarias que cada
uno puede entender como bien le parezca.
El Protestantismo bajo sus formas mltiples, es por otra parte la nica
352
produccin religiosa del espritu moderno, cuando ste no haba llegado todava a
rechazar toda religin, pero que no obstante ya se encaminaba a ello en virtud de las
tendencias anti-tradicionales que le son inherentes y que incluso le constituyen
propiamente.
El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. XIII prrafo 2.
El Protestantismo, introduce en la religin, con el libre examen, una
suerte de racionalismo.
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap I, prrafo 5.
El protestantismo, que termina siendo un puro y simple moralismo, es
muy representativo de las tendencias del espritu moderno.
La Crisis del Mundo Moderno, cap. V, prrafos 5 y 6, 9 y 10.
Para nosotros, el comienzo de la ruptura tradicional data del siglo XIV, y es
entonces, y no uno o dos siglos ms tarde, cuando, en realidad, es menester hacer
comenzar los tiempos modernos.
La tradicin occidental era entonces, exteriormente una tradicin de forma
especficamente religiosa, representada por el Catolicismo; as pues, es en el dominio
religioso donde vamos a tener que considerar la rebelin contra el espritu
tradicional, rebelin que, cuando ha tomado una forma definida, se ha llamado el
Protestantismo; y es fcil darse cuenta de que es en efecto una manifestacin del
individualismo, hasta tal punto de que se podra decir que no es nada ms que el
individualismo mismo, considerado en su aplicacin a la religin. Lo que constituye
el Protestantismo, como lo que constituye el mundo moderno, no es ms que una
negacin, esa negacin del principio que es la esencia misma del individualismo; y en
eso se puede ver tambin uno de los ejemplos ms llamativos del estado de anarqua
y de disolucin que es su consecuencia.
Puesto que la religin es propiamente una forma de la tradicin, el espritu
anti-tradicional no puede ser ms que anti-religioso; comienza por desnaturalizar la
religin, y, cuando puede, acaba por suprimirla enteramente. El Protestantismo es
ilgico porque, aunque se esfuerza en humanizar la religin, a pesar de todo deja
subsistir todava, al menos en teora, un elemento supra-humano, que es la
revelacin; no se atreve a llevar la negacin hasta el fondo, pero, al librar esta
revelacin a todas las discusiones que son la consecuencia de interpretaciones
puramente humanas, pronto la reduce de hecho a no ser nada; y, cuando se ven
gentes que, aunque persisten en llamarse cristianos, no admiten ya siquiera la
divinidad de Cristo, est permitido pensar que esos, sin sospecharlo quizs, estn
mucho ms cerca de la negacin completa que del verdadero Cristianismo.
Aqu se podra hacer una objecin: no habra sido posible que, aunque
separado de la organizacin catlica, el Protestantismo, por eso mismo de que
admita no obstante los Libros sagrados, guardara la doctrina tradicional que est
contenida en ellos? Es la introduccin del libre examen la que se opone
353
absolutamente a una tal hiptesis, puesto que permite todas las fantasas individuales;
la conservacin de la doctrina supone una enseanza tradicional organizada, por la
que se mantiene la interpretacin ortodoxa, y de hecho, esta enseanza, en el mundo
occidental, se identificaba al Catolicismo.
Protestantismo y racionalismo
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. LXXI, prrafo 10.
El protestantismo es, en primer lugar, la tendencia al individualismo, que se
manifiesta claramente en el libre examen; negacin de toda autoridad espiritual
legtima y tradicional. Ese individualismo, desde el punto de vista filosfico, se
afirma igualmente en el racionalismo, que es la negacin de toda facultad de
conocimiento superior a la razn, es decir, al modo individual y puramente humano
de la inteligencia; y ese racionalismo, en todas sus formas, ha emanado ms o menos
directamente del cartesianismo, al cual, de modo muy natural, nos recuerda ese Yo
Soy, y que toma al sujeto pensante y nada ms como nico punto de partida de toda
realidad. El individualismo, as entendido en el orden intelectual, tiene por
consecuencia casi inevitable lo que podra llamarse una humanizacin de la religin,
que acaba por degenerar en religiosidad, es decir, por no ser ya sino simple
cuestin de sentimiento, un conjunto de aspiraciones vagas y sin objeto definido. El
sentimentalismo, por lo dems, es, por as decirlo, complementario del
racionalismo. Aun sin hablar de concepciones tales como la de la experiencia
religiosa de William James, sera fcil encontrar ejemplos de esa desviacin ms o
menos acentuada en la mayora de las mltiples variedades del protestantismo, y
especialmente del protestantismo anglosajn, cuyo dogma se disuelve en cierto
modo y se desvanece para no dejar subsistir sino ese moralismo humanitario cuyas
manifestaciones ms o menos ruidosas son uno de los rasgos caractersticos de
nuestra poca. De ese moralismo que es la culminacin lgica del protestantismo al
moralismo puramente laico e irreligioso (por no decir antirreligioso) no hay sino
un paso, y algunos lo dan con harta facilidad; no se trata, en suma, sino de grados
diferentes en el desarrollo de una misma tendencia.
354
Providencia y Destino
La Gran Trada, cap. XXII, ltimo prrafo.
El Destino, dice sobre este punto Fabre dOlivet, no da el principio de nada,
sino que se apodera de l desde que es dado, para dominar sus consecuencias. Es solo
por la necesidad de esas consecuencias como influye sobre el porvenir y se hace
sentir en el presente, ya que todo lo que posee en propiedad est en el pasado. As
pues, se puede entender por Destino esa potencia segn la cual concebimos que las
cosas hechas estn hechas, que son as y no de otro modo, y que, una vez colocadas
segn su naturaleza, tienen resultados forzosos que se desarrollan sucesiva y
necesariamente. Es menester decir que el autor se expresa mucho menos
claramente en lo que concierne a la correspondencia temporal de las otras dos
potencias, y que incluso, en un escrito anterior al que citamos aqu, le ha ocurrido
invertirlas de una manera que parece bastante difcilmente explicable58. La Voluntad
58
En los Examens des Vers dors de Pythagore (12 Examen), dice en efecto que la potencia de la
voluntad se ejerce sobre las cosas por hacer o sobre el porvenir; la necesidad del destino, se ejerce
sobre las cosas hechas o sobre el pasado La libertad reina en el porvenir, la necesidad en el pasado,
y la providencia sobre el presente. Esto equivale a hacer de la Providencia el trmino mediano, y, al
355
356
Destino que tiene como dominio propio el pasado, ya que esta simetra debe resultar
necesariamente del hecho de que estas dos potencias representan respectivamente los
dos trminos extremos del ternario universal.
Pruebas iniciticas
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap XXV, prrafo 5.
Las pruebas son Ritos preliminares o preparatorios a la iniciacin
propiamente dicha; constituyen su prembulo necesario, de tal suerte que la
iniciacin misma es como su conclusin inmediata.
En el fondo, las pruebas son esencialmente Ritos de purificacin; y es eso lo
que da la explicacin verdadera de esta palabra pruebas, que tiene aqu un sentido
claramente alqumico. Ahora bien, lo que importa para conocer el principio
fundamental del Rito, es considerar que la purificacin se opera por los elementos,
en el sentido cosmolgico de este trmino, y la razn de ello puede expresarse muy
fcilmente en algunas palabras: quien dice elemento dice simple, y quien dice simple
dice incorruptible. Por consiguiente, la purificacin ritual tendr siempre como
soporte material los cuerpos que simbolizan los elementos y que llevan sus
designaciones (ya que debe entenderse bien que los elementos mismos no son en
modo alguno cuerpos pretendidos simples, lo que, por lo dems, es una
contradiccin, sino eso a partir de lo cual se forman todos los cuerpos), o al menos
uno de estos cuerpos.
Psicologa
La Metafsica Oriental, prrafos pg. 38 (Ediciones de la Tradicin Unnime).
Toda la Realizacin del los Estados del Ser, no tiene nada que ver con los
fenmenos. Todo lo fenomnico es de orden fsico; la metafsica est ms all de los
fenmenos. Por ello, la realizacin de los estados del Ser no tiene nada de
psicolgico. La Psicologa, por definicin, no podra tener ascendiente ms que sobre
los estados humano y todava, tal como se entiende hoy, slo alcanza una zona muy
limitada en las posibilidades del individuo, que se extienden mucho ms de lo que
piensan los psiclogos actuales.
Miscelnea, Tercera Parte, cap. VI, prrafo 3.
Algunos estudios experimentales tienen sin duda su valor relativo, en el
dominio que les es propio; pero, fuera de ese mismo dominio, no pueden ya tener
ningn valor. Por ello el estudio de las fuerzas llamadas psquicas, por ejemplo, no
puede presentar para nosotros ni ms ni menos inters que el estudio de no importa
qu otras fuerzas naturales, y no tenemos ninguna razn para solidarizarnos con el
sabio que prosigue este estudio.
357
Pueblo
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. XXVIII, prrafo 3.
El pueblo- al menos en tanto que no ha sufrido una desviacin, de la cual
no es en modo alguno responsable-, por s mismo, no es ms que una masa
eminentemente plstica, que corresponde al lado propiamente substancial de lo
que se puede llamar la entidad social.
Contrariamente a lo que se gusta afirmar en nuestros das, el pueblo no acta
espontneamente y no produce nada por s mismo; sino que es como un reservorio
de donde todo puede ser sacado, tanto lo mejor como lo peor, segn la naturaleza de
las influencias que se ejerzan sobre l.
Puerta estrecha
[Ver: Centro del crculo (El ser en el)].
64
Es sta una funcin esencialmente lunar, y es de notar que, segn la astrologa, la masa popular
corresponde efectivamente a la luna, lo cual, a la vez, indica a las claras su carcter puramente pasivo,
incapaz de iniciativa o de espontaneidad.
358
Punto
Los Principios del Clculo infinitesimal, cap. XV, ltimo prrafo y nota 6.
El del punto, que, al ser indivisible, es por eso mismo inextenso, es decir,
espacialmente nulo, pero que por eso no es menos el principio mismo de toda la
extensin.
Es por eso por lo que, as como lo hemos dicho ms atrs, el punto no puede
ser considerado de ninguna manera como constituyendo un elemento o una parte de
la extensin.
Por consiguiente, hablando propiamente, las fracciones no pueden ser partes de la unidad, ya que
la unidad verdadera es evidentemente sin partes; esa definicin falsa que se da frecuentemente de las
fracciones implica una confusin entre la unidad numrica, que es esencialmente indivisible, y las
unidades de medida, que no son unidades ms que de una manera enteramente relativa y
convencional, y ya que, siendo de la naturaleza de las magnitudes continuas, son necesariamente
divisibles y compuestas de partes.
359
a cada recta. Del mismo modo tambin, la extensin de tres dimensiones no est
compuesta de una indefinidad de planos paralelos, sino de las distancias entre todos
esos planos.
Sin embargo, el elemento primordial, el que existe por s mismo, es el
punto, puesto que est presupuesto por la distancia y porque sta no es ms que una
relacin; la extensin misma presupone pues el punto. Se puede decir que ste
contiene en s mismo una virtualidad de extensin, que no puede desarrollar ms que
desdoblndose primero, para colocarse en cierto modo enfrente de s mismo, y
multiplicndose despus (o mejor dicho submultiplicndose) indefinidamente, de tal
suerte que la extensin manifestada procede toda entera de su diferenciacin, o, para
hablar ms exactamente, de l mismo en tanto que se diferencia.
Si la manifestacin espacial desaparece, todos los puntos situados en el
espacio se reabsorben en el punto principial nico, puesto que ya no hay entre ellos
ninguna distancia.
El punto, considerado en s mismo, no est sometido de ninguna manera a la
condicin espacial, puesto que, antes al contrario, es su principio: es l quien realiza
el espacio, quien produce la extensin por su acto, el cual, en la condicin temporal
(pero en esa condicin solamente), se traduce por el movimiento; pero, para realizar
as el espacio, es menester que, por algunas de sus modalidades, se site l mismo en
este espacio, que, por lo dems, no es nada sin l, y que l llenar todo entero con el
despliegue de sus propias virtualidades.
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. XXX, prrafo 8 y ltimo.
En cuanto al punto geomtrico, que est situado en el espacio, es
evidentemente, e inclusive en el sentido literal, lo ms pequeo que hay, puesto que
es sin dimensiones, es decir, que no ocupa rigurosamente ninguna extensin; pero
esta nada espacial corresponde directamente al todo metafsico, y son, se podra
decir, los dos aspectos extremos de la indivisibilidad, considerada respectivamente
en el principio y en la manifestacin.
Agregaremos que este volvimiento est en estrecha relacin con lo que el
simbolismo kabbalstico designa como el desplazamiento de las luces, y tambin
con esta palabra que la tradicin islmica pone en boca de los awliy, Nuestros
cuerpos son nuestros espritus, nuestros espritus son nuestros cuerpos (ajsmn
arwhn, wa arwhn ajsmn), indicando con eso no solo que todos los elementos del
ser estn completamente unificados en la Identidad Suprema, sino tambin que lo
oculto ha devenido entonces lo visible e inversamente.
Micelnea, cap. IV Segunda parte, prrafo 11.
Es el espacio lo que procede del punto, y no el punto lo que es determinado
por el espacio; pero, secundariamente (no siendo toda manifestacin o modificacin
exterior sino contingente y accidental con respecto a su naturaleza ntima), el
punto se determina a s mismo en el espacio para realizar la extensin actual de sus
potencialidades de indefinida multiplicacin (de l mismo por l mismo). Puede an
360
decirse que este punto primordial y principial ocupa todo el espacio por el
despliegue de sus posibilidades (consideradas en modo activo en el propio punto al
efectuar dinmicamente la extensin, y en modo pasivo en esta misma extensin
realizada estticamente); solamente se sita en el espacio cuando es considerado en
cada una de las posiciones particulares que es susceptible de ocupar, es decir, en
aquellas de sus modificaciones que precisamente corresponden a cada una de sus
posibilidades especiales. As, la extensin existe ya en estado potencial en el propio
punto; comienza a existir en el estado actual slo cuando ese punto, en su
manifestacin primera, es en cierto modo desdoblado para situarse frente a s mismo,
pues es entonces cuando puede hablarse de la distancia elemental entre dos puntos
(aunque stos no sean en principio y en esencia sino uno y el mismo punto), mientras
que, cuando no se considera ms que un punto nico (o ms bien cuando no se
considera el punto ms que bajo el aspecto de la unidad principial), es evidente que
no puede ser cuestin de distancia.
Metafsicamente, si se considera al punto como representando al Ser en su
unidad y su identidad principiales, es decir, Atm aparte de toda condicin especial (o
determinacin) y de toda diferenciacin, este punto mismo, su exteriorizacin (que
puede ser entendida como su imagen, en la cual se refleja), y la distancia que los une
(al mismo tiempo que los separa), y que indica la relacin existente entre ambos
(relacin que implica una relacin de causalidad, indicada geomtricamente por el
sentido de la distancia, considerada como un segmento dirigido y que va del puntocausa al punto-efecto), corresponden respectivamente a los trminos del ternario
que debemos distinguir en el Ser considerado como conocindose a s mismo (es
decir, en Buddhi), trminos que, fuera de este punto de vista, son perfectamente
idnticos entre s, y que son designados como Sat, Chit y Ananda.
Purificacin
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap XXV, ltimo prrafo y ltima nota.
Se trata de conducir al ser a un estado de simplicidad indiferenciada,
comparable al de la materia prima (entendida naturalmente aqu en un sentido
relativo), a fin de que sea apto para recibir la vibracin del Fiat Lux inicitico; es
menester que la influencia espiritual, cuya transmisin le va a dar esta iluminacin
primera, no encuentre en l ningn obstculo debido a preformaciones
inarmnicas provenientes del mundo profano (Por consiguiente, la purificacin es
tambin, a este respecto, lo que se llamara en el lenguaje cabalstico una disolucin
de las cortezas; en conexin con este punto, hemos sealado la significacin
simblica del despojamiento de los metales.); y por eso debe ser reducido
primeramente a este estado de materia prima, lo que, si se quiere reflexionar en ello
un instante, muestra bastante claramente que el proceso inicitico y la Gran Obra
hermtica no son en realidad ms que una sola y misma cosa: la conquista de la Luz
divina que es la nica esencia de toda espiritualidad.
361
Q
Quintario
Miscelnea, cap. VII, prrafo 18.
Las cinco letras del Pentagrama se emplazan en las cinco puntas de la Estrella
Flamgera, figura del Quinario, que simboliza ms particularmente el Microcosmos o
el hombre individual. La razn es la siguiente: si se considera el cuaternario como la
Emanacin o la manifestacin total del Verbo, cada ser emanado, submltiplo de esta
Emanacin, se caracterizar igualmente por el nmero cuatro; se convertir en un
ser individual en la medida en que se distinga de la Unidad o del centro emanador, y
acabamos de ver que esta distincin del cuaternario con la Unidad es precisamente la
gnesis del Quinario.
Quirologa
(Ver: Mano).
362
R
Racionalismo
El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. XIII prrafos 2 y ltimo,
y nota 4.
El racionalismo bajo todas sus formas se define esencialmente por la creencia
en la supremaca de la razn, proclamada como un verdadero dogma, y que
implica la negacin de todo lo que es de orden supra-individual, concretamente de la
intuicin intelectual pura, lo que entraa lgicamente la exclusin de todo
conocimiento metafsico verdadero; la misma negacin tiene tambin como
consecuencia, en otro orden, el rechazo de toda autoridad espiritual, puesto que sta
es necesariamente de fuente supra-humana.
Se podra decir que, de todos los sentidos que estaban incluidos en la palabra
latina ratio, apenas se ha guardado ya ms que uno slo, el de clculo, en el uso
cientfico que se hace actualmente de la razn.
Puesto que el racionalismo es la negacin de todo principio superior a la
razn, entraa como consecuencia prctica el uso exclusivo de esta misma razn
cegada, si se puede decir, por eso mismo de que as est aislada del intelecto puro y
transcendente del que, normal y legtimamente, ella no puede ms que reflejar la luz
en el dominio individual. Desde que ha perdido toda comunicacin efectiva con este
intelecto supra-individual, la razn ya no puede ms que tender hacia abajo, es decir,
hacia el polo inferior de la existencia, y hundirse cada vez ms en la materialidad;
en la misma medida, pierde poco a poco hasta la idea misma de la verdad, y llega por
eso a no buscar ms que la mayor comodidad para su comprensin limitada, en lo
cual encuentra una satisfaccin inmediata por el hecho de su tendencia hacia abajo,
puesto que sta la conduce en el sentido de la simplificacin y de la uniformizacin
de todas las cosas; as pues, ella obedece tanto ms fcil y ms rpidamente a esta
tendencia cuanto que los efectos de sta son conformes a sus deseos, y este descenso
cada vez ms rpido no puede desembocar finalmente ms que en lo que hemos
llamado el reino de la cantidad.
Razn
(Ver: Mente).
Razn e inteligencia
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. LXX, prrafos 10, 11, 12,
363
13 y 15.
La razn, en efecto, que no es sino una facultad de conocimiento mediato, es
el modo propiamente humano de la inteligencia; la intuicin intelectual puede
llamarse supra-humana, puesto que es una participacin directa de la inteligencia
universal, la cual, residente en el corazn, es decir, en el centro mismo del ser, all
donde est su punto de contacto con lo Divino, penetra a ese ser desde el interior y
lo ilumina con su irradiacin.
La luz es el smbolo ms habitual del conocimiento; es, pues, natural
representar por medio de la luz solar el conocimiento directo, es decir, intuitivo,
que es el del intelecto puro, y por la luz lunar el conocimiento reflejo, es decir,
discursivo, que es el de la razn. Como la Luna no puede dar su luz si no es a su vez
iluminada por el Sol, as tampoco la razn puede funcionar vlidamente, en el orden
de realidad que es su dominio propio, sino bajo la garanta de principios que la
iluminan y dirigen, y que ella recibe del intelecto superior.
Para servirnos aqu de la terminologa escolstica, el intelecto puro es habitus
pricipiorum [hbito (o posesin) de los principios], mientras que la razn es
solamente habitus conclusionum.
Otra consecuencia resulta adems de los caracteres fundamentales respectivos
del intelecto y la razn: un conocimiento intuitivo, por ser inmediato, es
necesariamente infalible en s mismo; al contrario, siempre puede introducirse el
error en todo conocimiento que es indirecto o mediato, como lo es el conocimiento
racional; y se ve por eso cunto erraba Descartes al querer atribuir la infalibilidad a la
razn. Es lo que Aristteles expresa en estos trminos:
Entre los haberes de la inteligencia, en virtud de los cuales alcanzamos la verdad,
hay unos que son siempre verdaderos y otros que pueden dar en el error. El razonamiento est
en este ltimo caso; pero el intelecto es siempre conforme a la verdad, y nada hay ms verdadero
que el intelecto. Ahora bien; siendo los principios ms notorios que la demostracin, y estando
toda ciencia. acompaada de razonamiento, el conocimiento de los principios no es una ciencia
(sino que es un modo de conocimiento, superior al conocimiento cientfico o racional, que
constituye propiamente el conocimiento metafsico). Por otra parte, solo el intelecto es ms
verdadero que la ciencia (o que la razn que edifica la ciencia); por lo tanto, los principios
pertenecen al intelecto. Y, para mejor afirmar el carcter intuitivo del intelecto,
Aristteles agrega: No se demuestran los principios, sino que se percibe directamente su
verdad.
Esta percepcin directa de la verdad, esta intuicin intelectual y supraracional, de la cual los modernos parecen haber perdido hasta la simple nocin, es
verdaderamente el conocimiento del corazn, segn una expresin frecuente en las
doctrinas orientales. Tal conocimiento, por lo dems, es en s mismo incomunicable;
es preciso haberlo realizado, por lo menos en cierta medida, para saber qu es
verdaderamente; y todo cuanto pueda decirse no da sino una idea ms o menos
aproximada, inadecuada siempre. Sobre todo, sera un error creer que se puede
comprender efectivamente, lo que es el gnero de conocimiento de que se trata,
limitndose a encararlo filosficamente, es decir, desde afuera, pues no ha de
364
Realizacin (Medios)
La Metafsica Oriental, prrafos 16 y 17.
Palabras, signos, Smbolos, Ritos o procedimientos preparatorios
cualesquiera, tienen como razn de ser, el que el individuo alcance la Realizacin.
Pero esto son soportes y nada ms, pues ninguno de estos medios es estrictamente
necesario, de una absoluta necesidad. No hay ms que una preparacin
verdaderamente indispensable y es el conocimiento terico; pero ste no podra ir
muy lejos sin un medio que debemos considerar el ms importante y constante : este
medio es la concentracin.
Todos los dems medios slo son secundarios en relacin con este (la
concentracin en el conocimiento terico), pues slo sirven para favorecer la
concentracin y tambin para armonizar entre s los diversos elementos de la
individualidad humana, a fin de preparar la comunicacin efectiva con los estados
Superiores de Ser y con le Ser mismo.
(Ver: kgrat).
Realizacin descendente
[Ver: Realizacin Espiritual (La Plena)].
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. XXXII (ltimo), penltimo prrafo y notas
penltima y ltima.
Se podr destacar inmediatamente que es en eso donde reside la explicacin
profunda de las vacilaciones y de las tentaciones que, en todos los relatos
tradicionales, y cualquiera que sea la forma ms especial que revistan segn los casos,
365
Esta expresin tiene tambin su aplicacin, en otro orden, en el rechazo de los poderes; pero,
mientras que esta actitud est no solo justificada, sino que es incluso la nica enteramente legtima,
para el ser que, no teniendo ninguna misin que desempear, no tiene que aparecer al exterior, es
evidente que, por el contrario, una misin sera inexistente como tal si no fuera manifestada
exteriormente.
67
Recordaremos, como ilustracin de lo que acaba de ser dicho, un hecho cuyo carcter histrico o
legendario importa poco bajo nuestro punto de vista, ya que nos no entendemos darle ms que un
valor exclusivamente simblico: se cuenta que Dante no sonrea jams, y que las gentes atribuan esta
tristeza aparente a que volva del Infierno; no habra sido menester ver ms bien la razn de ello
en que haba redescendido del Cielo?
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368
Recuerdo
Miscelnea, Tercera Parte, cap. VI, nota 161.
Si el recuerdo de una impresin cualquiera, puede ser causa de otros
fenmenos mentales, cualesquiera que sean, es, en tanto que recuerdo, presente;
pero la impresin pasada no puede actualmente ser causa de nada.
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Reencarnacin
El Error Espiritista, Segunda parte, cap. VI, prrafo 12 y 13.
La bellota deviene encina, la nuez de coco deviene palmera; pero por
miradas de otras bellotas que d la encina, ella misma ya no deviene bellota nunca
ms, ni la palmera re-deviene nuez tampoco ya. De igual modo para el hombre:
desde que el alma se ha manifestado sobre el plano humano, y ha alcanzado as la
consciencia de la vida exterior, jams vuelve a pasar por ninguno de esos estados
rudimentarios Todos los pretendidos despertares de recuerdos latentes, por los
que algunas personas aseguran acordarse de sus existencias pasadas, pueden
explicarse, e incluso no pueden no explicarse ms que por las simples leyes de la
afinidad y de la forma. Cada raza de seres humanos, considerada en s misma, es
inmortal; es lo mismo para cada ciclo: jams el primer ciclo deviene el segundo, pero
los seres del primer ciclo son (espiritualmente) los padres, o los generadores (son los
pitris de la tradicin hind), de los del segundo ciclo. As, cada ciclo comprende una
gran familia constituida por la reunin de diversos agrupamientos de almas humanas,
donde cada condicin est determinada por las leyes de su actividad, las de su forma y
las de su afinidad: Una trinidad de leyes Es as como el hombre puede ser
comparado a la bellota y a la encina: el alma embrionaria, no individualizada, deviene
un hombre de igual modo a como la bellota deviene una encina, y, del mismo modo
en que la encina da nacimiento a una cantidad innumerable de bellotas, as el hombre
proporciona a su vez a una indefinidad de almas los medios de tomar nacimiento en
el mundo espiritual. Hay correspondencia completa entre los dos, y es por esta razn
por lo que los antiguos Druidas rendan tan grandes honores a este rbol, que era
honrado por encima de todos los dems por los poderosos hierofantes. Hay en esto
una indicacin de lo que es la posteridad entendida en el sentido puramente
espiritual.
La posibilidad de la reencarnacin en algunos casos excepcionales, como el
de los nios nacidos muertos o muertos de corta edad, y el de los idiotas de
nacimiento, se trata de una imposibilidad metafsica, y no podra haber la menor
excepcin: basta que un ser haya pasado por un cierto estado, aunque no sea ms que
en forma embrionaria, o incluso bajo la forma de simple germen, para que no pueda
en ningn caso volver a ese estado, cuyas posibilidades ha efectuado as segn la
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371
Regularidad masnica
Estudios sobre la Franc-Masonera y el Compagnonage II (Anexos), cap. V, prrafos
1, 2 y 3.
La verdadera regularidad reside esencialmente en la ortodoxia masnica, y
que esta ortodoxia consiste ante todo en seguir fielmente la Tradicin, en conservar
con cuidado los smbolos y las formas rituales que expresan esta Tradicin y que son
como su ropaje, y en rechazar toda innovacin sospechosa de modernidad. No
obstante, no queremos decir con ello, que la Masonera, para ser ortodoxa, deba
ceirse a un formalismo estrecho, en que lo ritual deba ser algo absolutamente
inflexible, dentro de lo cual no se pueda aadir ni suprimir nada sin hacerse acreedor
de algn tipo de sacrilegio; esto sera dar muestra de un dogmatismo que resulta del
todo extrao e incluso contrario al espritu masnico. La Tradicin no excluye de
ningn modo la evolucin ni el progreso, los rituales pueden y deben ser
modificados todas las veces que sea necesario para adaptarse a las condiciones
variables del tiempo y del lugar pero, bien entendido, nicamente en la medida en
que estas modificaciones no afecten a ningn aspecto esencial. El cambio en los
detalles del ritual importa poco siempre y cuando la enseanza inicitica que se
desprenda de ellos no sufra ninguna alteracin; y la multiplicidad de Ritos no tendra
graves inconvenientes, quiz incluso tendra ciertas ventajas, si desgraciadamente no
tuviera demasiado a menudo como consecuencia, sirviendo de pretexto a enojosas
disensiones entre Obediencias rivales, el comprometer la unidad, si se quiere ideal,
pero con todo real, de la Masonera universal.
Lo lamentable es, sobre todo, tener que comprobar demasiado a menudo en
un gran nmero de Masones, la ignorancia completa del simbolismo y de su
interpretacin esotrica, el abandono de los estudios iniciticos sin los cuales el Rito
no es sino un cmulo de ceremonias vacas de sentido. Hoy en da hay negligencias
verdaderamente imperdonables; podemos citar, por ejemplo, aquella que cometen
los Maestros que renuncian a llevar mandil, cuando no obstante, es el mandil la
verdadera indumentaria del Masn, mientras que el cordn no es ms que su adorno.
Algo ms grave todava es la supresin o la simplificacin exagerada de las
pruebas iniciticas y su reemplazo por el enunciado de frmulas casi insignificantes;
y, a este propsito, no podemos hacer nada mejor que reproducir unas lneas que al
mismo tiempo nos dan una definicin general del simbolismo, y que consideramos
perfectamente exactas: "El simbolismo masnico es la forma sensible de una sntesis
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Religin y poltica
Autoridad espiritual, Poder Temporal, prefacio, prrafo 1.
En ciertas condiciones determinadas, no es ms que una forma especial
tomada por la de las relaciones de lo espiritual y de lo temporal.
Religin y Religiones
Publicado por Ren Gunon con el seudnimo de T. Palingenius, en marzo de 1910,
en la revista La Gnose, fundada por l en 1909.
Honrad la Religin, desconfiad de las religiones: tal es una de las mximas
principales que el Taosmo ha inscrito en la puerta de todos sus templos; y esta tesis
(que es desarrollada por otra parte, en esta misma Revista, por nuestro Maestro y
colaborador Matgioi) no es especial de la metafsica Extremo-Oriental, sino que se
desprende inmediatamente de las enseanzas de la Gnosis pura, que excluye todo
espritu de secta o de sistema, por consiguiente toda tendencia a la individualizacin
de la Doctrina.
Si la Religin es necesariamente una, como la Verdad, las religiones no
pueden ser ms que desviaciones de la Doctrina primordial; y no hay que tomar por
el rbol mismo de la Tradicin las vegetaciones parsitas, antiguas o recientes, que
se enlazan a su tronco, y que, an viviendo de su propia substancia, se esfuerzan en
ahogarlo: vanos esfuerzos, ya que modificaciones temporales no pueden afectar en
nada a la Verdad inmutable y eterna.
De esto, resulta evidentemente que no se puede otorgar autoridad alguna a
todo sistema religioso que invoque parentesco con uno o varios individuos, puesto
que, ante la Doctrina verdadera e impersonal, los individuos no existen; y, por ello,
se comprende tambin toda la inanidad de esta pregunta, planteada no obstante tan a
menudo: las circunstancias de la vida de los fundadores de las religiones, tales como
nos son referidas, deben ser contempladas como hechos histricos reales, o como
simples leyendas que no tienen ms que un carcter puramente simblico?
373
374
no importa lo que pretendan aquellos que quieren que esta palabra designe, ya sea
una filosofa, ya sea un mtodo de desarrollo de los poderes latentes del organismo
humano.
La Religin, subraymoslo, es la unin con el S interior, el cual es l mismo
uno con el Espritu Universal, y no pretende ligarnos a ningn ser exterior a
nosotros, y forzosamente ilusorio en la medida en que fuera considerado como
exterior. A fortiori ella no es un lazo entre individuos humanos, lo cual no tendra
razn de ser ms que en el dominio social; este ltimo caso es, en cambio, el de la
mayora de las religiones, que tienen como principal preocupacin predicar una
moral, es decir una ley que los hombres deben observar para vivir en sociedad. En
efecto, si se separa toda consideracin mstica o simplemente sentimental, la moral
se reduce a eso, que no tendra ningn sentido fuera de la vida social, y que debe
modificarse con las condiciones de sta. Si pues las religiones pueden tener, y tienen
ciertamente de hecho, su utilidad desde este punto de vista, deberan haberse
limitado a este papel social, sin ostentar ninguna pretensin doctrinal; pero,
desgraciadamente, las cosas han sido de otro modo, al menos en Occidente.
Decimos en Occidente, ya que, en Oriente, no poda producirse ninguna
confusin entre los dos dominios metafsico y social (o moral), que estn
profundamente separados, de tal manera que no es posible ninguna reaccin de uno
sobre el otro; y, en efecto, no se puede encontrar aqu nada que corresponda,
incluso aproximadamente, a lo que los occidentales llaman una religin. En cambio,
la Religin, tal como la hemos definido, es aqu honrada y practicada
constantemente, mientras que, en el Occidente moderno, la gran mayora la ignora
totalmente, y no sospecha incluso la existencia de ella, ni siquiera quizs la
posibilidad.
Se nos objetar sin duda que el Budismo es sin embargo algo anlogo a las
religiones occidentales, y es cierto que es lo que se les acerca ms (es por esto quizs
que ciertos estudiosos quieren ver, en Oriente, Budismo un poco en todas partes,
incluso a veces en aquello que no presenta el menor rastro de ello); pero est an
muy alejado de stas, y los filsofos o los historiadores que lo han mostrado bajo este
aspecto, lo han especialmente desfigurado. No es ms desta que ateo, ms pantesta
que nihilista, en el sentido que estas denominaciones han tomado en la filosofa
moderna, y que es tambin aquel en el cual gente que ha pretendido interpretar y
discutir teoras que ignoraba, los ha empleado. No se dice esto, por otra parte, para
rehabilitar desmedidamente el Budismo, el cual es (sobre todo en su forma original,
que no ha conservado ms que en la India, pues las razas amarillas lo han
transformado de tal manera que apenas se le reconoce) una hereja manifiesta, puesto
que rechaza la autoridad de la Tradicin ortodoxa, al mismo tiempo que permite la
introduccin de ciertas consideraciones sentimentales en la Doctrina. Pero hay que
reconocer que al menos no llega a proponer un Ser Supremo exterior a nosotros,
error (en el sentido de ilusin) que ha dado a luz a la concepcin antropomrfica, sin
tardar siquiera en devenir enteramente materialista, y del cual proceden todas las
religiones occidentales.
375
Por otra parte, no hay que equivocarse sobre el carcter, en modo alguno
religioso a pesar de las apariencias, de ciertos Ritos exteriores, que se vinculan
estrechamente a las instituciones sociales; decimos ritos exteriores, para distinguirlos
de los Ritos iniciticos, que son otra cosa. Estos ritos exteriores, por eso mismo que
son sociales, no pueden ser religiosos, cualquiera que sea el sentido que se d a esta
palabra (a menos que se quiera decir con ello que constituyen un vnculo entre
individuos), y no pertenecen a ninguna secta con exclusin de otras; sino que son
inherentes a la organizacin de la sociedad, y todos los miembros de sta participan
en ellos, cualquiera que sea la comunin esotrica a la que puedan pertenecer, tanto
como si no pertenecen a ninguna. Como ejemplo de estos ritos de carcter social
(como las religiones, pero totalmente diferentes de stas, como se puede juzgar de
ello comparando los resultados de unos y de otras en las organizaciones sociales
correspondientes), podemos citar, en China, aquellos cuyo conjunto constituye lo
que se llama el Confucianismo, el cual no tiene nada de una religin.
Aadamos que se podra encontrar rastros de algo de este tipo en la
antigedad greco-romana, donde cada pueblo, cada tribu, e incluso cada ciudad,
tena sus ritos particulares, en relacin con sus instituciones: lo cual no impeda que
un hombre pudiera practicar sucesivamente ritos muy diversos, segn las costumbres
de los lugares donde se encontrara, y esto sin que nadie pensara en asombrarse de
ello. Lo cual no hubiera sido as, si tales ritos hubieran constituido una especie de
religin de Estado, cuya sola idea habra sido sin duda un absurdo para un hombre de
esa poca, como lo sera todava hoy da para un oriental, y sobre todo para un
extremo oriental.
Es fcil ver por ello cunto los occidentales modernos deforman las cosas que
les son ajenas cuando las contemplan a travs de la mentalidad que les es propia; hay
que reconocer sin embargo, y esto les excusa hasta cierto punto, que a los individuos
les es muy difcil desembarazarse de prejuicios de los cuales su raza est impregnada
desde hace largos siglos. Por lo tanto no es a los individuos a quienes hay que
reprochar el estado actual de las cosas, sino a los factores que han contribuido a crear
la mentalidad de la raza; y, entre estos factores, parece que haya que asignar el
primer puesto a las religiones: su utilidad social, ciertamente incontestable, basta
para compensar este inconveniente intelectual?
Religin / Iniciacin
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. VIII, prrafo 6.
As pues, diremos esto: toda religin, en el verdadero sentido de esta
palabra, tiene un origen no humano y est organizada para conservar el depsito de
un elemento igualmente no humano que tiene de ese origen; este elemento, que es
del orden de lo que llamamos las influencias espirituales, ejerce su accin efectiva
por la mediacin de Ritos apropiados, y el cumplimiento de esos Ritos, para ser
vlido, es decir, para proporcionar un soporte real a la influencia de que se trata,
requiere una transmisin directa e ininterrumpida en el seno de la organizacin
376
Religin / Necesidad
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap I, prrafos 3, 7 y 8.
Un hombre sin tradicin, sin religin, es una verdadera monstruosidad. Un
oriental no puede admitir una organizacin social que no descanse sobre principios
tradicionales. Para un musulmn, por ejemplo, la legislacin ntegra, no es sino una
simple dependencia de la religin.
Se encara ahora la religin como un simple hecho social, en vez de que el
orden social ntegro est vinculado a la religin.
La religin es otra cosa que un asunto de devocin sentimental, otra cosa
tambin que preceptos morales o consolaciones para uso de espritus debilitados por
el sufrimiento; pues puede encontrarse en ella el slido alimento de que habla san
Pablo en la Epstola a los Hebreos.
Bien sabemos que esto tiene el inconveniente de ir contra ciertos hbitos
adquiridos y de que es difcil liberarse; y empero, no se trata de innovar: lejos de
ello, se trata al contrario de retornar a la tradicin de que se han apartado, de
recobrar lo que se ha dejado perder.
Religin / Religiosidad
El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. XI prrafo 5.
La religin es reemplazada por la religiosidad, es decir, por una vaga
sentimentalidad sin ningn alcance real; es eso lo que se complacen en considerar
como un progreso, y lo que muestra bien cmo, para la mentalidad moderna,
todas las relaciones normales estn invertidas, es que se quiere ver en eso una
espiritualizacin de la religin, como si el espritu no fuera ms que un cuadro
vaco o un ideal tan nebuloso como insignificante; es lo que algunos de nuestros
contemporneos llaman tambin una religin depurada, y lo est en efecto hasta
tal punto que se encuentra vaca de todo contenido positivo y ya no le queda la
377
Reliquias
El Error Espiritista, cap. IV, prrafo 9.
Cmo se puede justificar el culto catlico de las reliquias, o todava el
peregrinaje a las tumbas de los santos, si no se admite que algo que no es material
permanece vinculado al cuerpo, de una manera o de otra, despus de la muerte?
En realidad, las fuerzas de que se trata en este caso (y empleamos
deliberadamente esta palabra de fuerzas en un sentido muy general) son de un
orden muy superior, porque interviene otra cosa que es como sobreaadida, y cuya
puesta en obra no depende ya de ningn modo de la magia, sino ms bien de lo que
los neoplatnicos llamaban teurgia.
Citaremos solo un ltimo caso: en algunas escuelas de esoterismo
musulmn, el Maestro (Sheikh) que fue su fundador, aunque est muerto desde
hace varios siglos, se considera como vivo y actuando siempre por su influencia
espiritual (barakah); pero eso no hace intervenir a ningn grado su personalidad
real, que est, no solo ms all de este mundo, sino tambin ms all de todos los
parasos, es decir, de todos los estados superiores que no son todava ms que
transitorios.
Reliquias / Transmisin
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. VIII, prrafo 9 y nota 11.
Incluso una organizacin donde no se encontraran ya en un cierto momento
ms que lo que hemos llamado iniciados virtuales, por eso no seguir siendo
menos capaz de continuar transmitiendo realmente la influencia espiritual de que es
depositaria; para eso basta que la cadena no est interrumpida; y, a este respecto,
la fbula bien conocida del asno que lleva reliquias es susceptible de una
significacin inicitica digna de ser meditada.
A este propsito, es digno de destacar que las reliquias son precisamente un
vehculo de influencias espirituales; en eso reside la verdadera razn del culto del que
son objeto, incluso si esta razn no es siempre consciente en los representantes de la
religiones exotricas, que a veces parecen no darse cuenta del carcter muy
positivo de las fuerzas que manejan, lo que, por lo dems, no impide a estas
fuerzas actuar efectivamente, inclusive sin que ellos lo sepan, aunque quizs con
menos amplitud que si estuvieran mejor dirigidas tcnicamente.
(Ver: Alquimia).
Reposo
Los Principios del Clculo Infinitesimal, cap XIII, prrafo 1.
378
Residuos psquicos
[Ver Espiritismo (Residuos Psquicos)].
Resurreccin
El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. IX, prrafo, 3.
La extincin del yo no es de ninguna manera una aniquilacin del ser, sino
que, muy al contrario, implica como una sublimacin de sus posibilidades, sin lo
cual, la idea misma de resurreccin no tendra ningn sentido.
(Ver Transformacin y transmutacin).
Resurreccin de la carne
Miscelnea, Tercera Parte, cap. VI, prrafo 12.
379
Reunir lo disperso
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. XLVI, ltimo prrafo y notas
14 y 15.
En el fondo, un significado equivalente: se trata de la reconstitucin de una
palabra a partir de sus elementos literales tomados separadamente. Esto
corresponde, naturalmente, en el ritual masnico, al modo de comunicacin de las
palabras sagradas.
Para comprenderlo, hay que recordar que el verdadero nombre de un ser,
no es otra cosa, desde el punto de vista tradicional, que la expresin de su esencia
misma; la reconstitucin del nombre es, pues, simblicamente, lo mismo que la de
ese ser.
Las letras separadas corresponden a la multiplicidad de los elementos, y,
reuniendo esas letras, se la reduce por eso mismo a su Principio, con tal que esa
reunin se opere de modo de reconstituir el nombre del Principio efectivamente.
En tanto se permanece en la multiplicidad de la manifestacin, no es posible
sino deletrear el nombre del Principio discerniendo el reflejo de sus atributos en las
criaturas, donde no se expresan sino de modo fragmentario y disperso. El masn que
no ha llegado al grado de Maestro es an incapaz de reunir lo disperso, y por eso
solo sabe deletrear.
Desde este punto de vista, reunir lo disperso es lo mismo que recobrar la
Palabra perdida, pues en realidad, y en su sentido ms profundo, esa Palabra
perdida no es sino el verdadero nombre del Gran Arquitecto del Universo.
Revelacin
(Ver Inspiracin y revelacin).
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. II, penltimo prrafo.
El Verbo divino se expresa en la Creacin, decamos, y ello es comparable,
analgicamente y salvadas todas las proporciones, al pensamiento que se expresa en
formas (no cabe ya aqu distinguir entre el lenguaje y los smbolos propiamente
dichos) que lo velan y lo manifiestan a la vez. La Revelacin primordial -obra del
Verbo, como la Creacin- se incorpora tambin, por as decirlo, en smbolos que se
han transmitido de edad en edad, desde los orgenes de 1a humanidad; y este proceso
es adems anlogo, en su orden al de la Creacin misma. Por otra parte, no puede
380
Rey
La Gran Trada, cap. XVII.
El Rey desempea la funcin de Mediador, aportando la Realidad del Cielo
a la Tierra; y, al mismo tiempo, la funcin reguladora en la Tierra.
Solo el Wang o el Emperador poda cumplir los ritos pblicos
correspondientes a esta funcin, y, concretamente, ofrecer el sacrificio al Cielo que
es el tipo mismo de estos ritos, ya que es ah donde el papel del Mediador se
afirma de la manera ms manifiesta.
Rito
El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. III, prrafo 6 y nota 4.
Rectitud. Nos recuerda la idea de eje, que es la de una direccin
constante e invariable. De ah deriva la palabra Rito, que es todo lo que se ha
cumplido conforme al orden. Es definida tambin como aquello que se precisa para
pasar del caos al cosmos, pues es el Rito la llave para este paso.
Cabe destacar que el Rito conserva siempre el mismo carcter, y que es la
actividad no ritual la que se desva. Esto implica una conformidad al orden; pero no
solamente al orden humano, sino tambin -e incluso antes que nada- al orden
csmico; en toda concepcin tradicional, en efecto, hay siempre una estricta
correspondencia entre uno y otro; y es precisamente el Rito, el que mantiene sus
relaciones de manera constante, implicando en cierto modo una colaboracin del
hombre -en la esfera donde ejerce su actividad- con el orden csmico mismo.
381
La palabra snscrita rita est emparentada por su raz misma al latn ordo, y
apenas hay necesidad de hacer destacar que lo est ms estrechamente todava a la
palabra Rito: el Rito es, etimolgicamente, lo que se cumple conformemente al
orden, y que, por consiguiente, imita o reproduce a su nivel el proceso mismo de
la manifestacin; y es por eso por lo que, en una civilizacin estrictamente
tradicional todo acto, cualquiera que sea, reviste un carcter esencialmente ritual.
Esta produccin es asimilada tambin por todas las tradiciones a una
iluminacin (El Fiat Lux del Gnesis), puesto que el caos es identificado
simblicamente a las tinieblas: el caos es la potencialidad a partir de la cual se
actualizar la manifestacin, es decir, en suma el lado substancial del mundo, que
se describe as como el polo tenebroso de la existencia, mientras que la esencia es su
polo luminoso, puesto que es su influencia la que efectivamente ilumina ese caos
para sacar de l el cosmos.
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XV, prrafo 2.
Importa destacar primeramente que la presencia de los Ritos es un carcter
comn a todas las instituciones tradicionales, de cualquier orden que sean, tanto
exotricas como esotricas, tomando estos trminos en su sentido ms amplio como
ya lo hemos hecho precedentemente. Este carcter es una consecuencia del elemento
no humano implicado esencialmente en tales instituciones, ya que se puede decir
que los Ritos tienen siempre como meta poner al ser humano en relacin, directa o
indirectamente, con algo que rebasa su individualidad y que pertenece a otros
estados de existencia; por lo dems, es evidente que no es necesario en todos los
casos que la comunicacin as establecida sea consciente para ser real, ya que, lo ms
habitualmente, se opera por intermediacin de algunas modalidades sutiles del
individuo, modalidades a las que la mayor parte de los hombres son incapaces de
transferir al centro de su consciencia. Sea como sea, que el efecto sea aparente o no,
que sea inmediato o diferido, el Rito lleva siempre su eficacia en s mismo, a
condicin, no hay que decirlo, de que se cumpla conformemente a las reglas
tradicionales que aseguran su validez, y fuera de las cuales no sera ms que una
forma vaca y un vano simulacro; y esta eficacia no tiene nada de maravilloso, ni de
mgico, como algunos lo dicen a veces con una intencin manifiesta de
denigramiento y de negacin, ya que resulta simplemente de las leyes claramente
definidas, segn las cuales actan las influencias espirituales; leyes de las que la
tcnica ritual no es en suma ms que la aplicacin y la puesta en obra.
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XIX, prrafos 1 y 3.
Los Ritos juegan un papel esencial y de la mayor importancia, en tanto que
vehculos indispensables de las influencias espirituales sin las que no podra tratarse
del menor contacto efectivo con realidades de orden superior.
Si uno se remonta a los orgenes, el Rito no es otra cosa que lo que es
conforme al orden, segn la acepcin del trmino snscrito rita; as pues, es lo
nico realmente normal.
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Rito (Eficacia)
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. VIII, prrafo 2 y notas 2 y 3.
Volveremos de nuevo ms especialmente despus sobre la cuestin de los
Ritos iniciticos, pero debemos responder desde ahora a una objecin que puede
presentarse aqu: esos Ritos, se dir, no tienen por s mismos una eficacia que les es
inherente? S la tienen, en efecto, puesto que, si no son observados, o si son alterados
en alguno de sus elementos esenciales, no podr obtenerse ningn resultado efectivo;
pero, si esa es una condicin necesaria, no obstante no es suficiente, y es menester
adems, para que estos Ritos tengan su efecto, que sean cumplidos por aquellos que
tienen cualidad para cumplirlos. Por lo dems, esto no es de ningn modo particular
a los Ritos iniciticos, sino que se aplica tambin a los Ritos de orden exotrico,
como por ejemplo a los Ritos religiosos, que tienen igualmente su eficacia propia,
pero que tampoco pueden ser cumplidos vlidamente por no importa quien; as, si
un Rito religioso requiere una Ordenacin Sacerdotal, aquel que no ha recibido esta
Ordenacin, por ms que observe todas las formas y aporte incluso la intencin
requerida, no obtendr ningn resultado, porque no es portador de la influencia
espiritual que debe operar tomando estas formas rituales como soporte.
Formulamos expresamente aqu esta condicin de la intencin para precisar
bien que los Ritos no podran ser un objeto de experiencias en el sentido profano
de esta palabra; aquel que quiera cumplir un Rito, de cualquier orden que sea, por
simple curiosidad o por experimentar su efecto, podr estar bien seguro de
antemano de que ese efecto ser nulo.
Los Ritos mismos que no requieren especialmente una tal ordenacin
tampoco pueden ser cumplidos por todo el mundo indistintamente, ya que la
adhesin expresa a la forma tradicional a la que pertenecen, es, en todos los casos,
una condicin indispensable de su eficacia.
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. VIII, penltimo prrafo y nota 12.
El conocimiento completo de un Rito, si ha sido obtenido fuera de las
condiciones regulares, est enteramente desprovisto de todo valor efectivo; para
tomar un ejemplo simple (puesto que el Rito se reduce ah esencialmente a la
pronunciacin de una palabra o una frmula), es as como, en la tradicin hind, el
mantra que ha sido aprendido de otro modo que de la boca de un gur autorizado, no
tiene ningn efecto, porque no est vivificado por la presencia de la influencia
espiritual a la que est destinado nicamente como vehculo.
Sealaremos de pasada, a propsito de esta vivificacin, si se puede decir
as, que la consagracin de los templos, de las imgenes y de los objetos rituales,
tiene como cometido esencial hacer de ellos el receptculo efectivo de las influencias
espirituales, sin la presencia de las cuales, los Ritos a los que deben servir, estaran
desprovistos de eficacia.
383
384
Ritos mgicos
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XX, prrafo 3.
La explicacin es muy simple en el fondo: la magia es una ciencia, como
acabamos de decirlo, pero una ciencia tradicional; ahora bien, en todo lo que
presenta este carcter, ya se trate de ciencias, de arte o de oficios, hay siempre, o al
menos desde que uno no se limita a estudios simplemente tericos, algo que, si se
comprende bien, debe ser considerado como constituyendo verdaderos Ritos; y no
hay lugar a sorprenderse de ello, ya que toda accin cumplida segn reglas
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Rosa-Cruz
Apreciaciones sobre el Esoterismo Cristiano, cap. IX, prrafo 13.
Por otra parte, ya que se ha hablado de la Rosa-Cruz con motivo del sello de
Lutero, diremos que este emblema hermtico fue, al comienzo, especficamente
cristiano, cualesquiera fueren las falsas interpretaciones ms o menos "naturalistas"
que le han sido dadas desde el siglo XVIII; y no es notable que, en ella, la rosa
ocupe, en el centro de la cruz, el lugar mismo del Sagrado Corazn? Aparte de las
representaciones en que las cinco llagas del Crucificado se figuran por otras tantas
rosas, la rosa central, cuando est sola, puede muy bien identificarse con el Corazn
mismo, con el vaso que contiene la sangre, que es el centro de la vida y tambin el
centro del ser total.
Rosa-Cruces
prrafo.
Uno de los mejores ejemplos que se puedan dar de ste ltimo caso, son las
numerosas organizaciones que, en la poca actual, se titulan rosa-crucianas, y que,
no hay que decirlo, no dejan de estar en contradiccin las unas con las otras, e
incluso de combatirse ms o menos abiertamente, al tiempo que se pretenden
igualmente representantes de una sola y misma tradicin. De hecho, se puede dar
enteramente la razn a cada una de ellas, sin ninguna excepcin, cuando denuncia a
sus concurrentes como ilegtimas y fraudulentas; Ciertamente, no ha habido nunca
tantas gentes para decirse rosa-crucianos, si no incluso Rosa-Cruz, como desde
que ya no los hay autnticos! Por lo dems, es bastante poco peligroso hacerse pasar
por la continuacin de algo que pertenece enteramente al pasado, sobre todo cuando
los desmentidos son tanto menos de temer cuanto que aquello de lo que se trata ha
estado siempre, como es el caso aqu, envuelto en una cierta obscuridad, de suerte
que su fin no es conocido ms ciertamente que su origen; y quin, entre el pblico
profano e incluso entre los pseudo-iniciados, puede saber lo que fue exactamente
la tradicin que, durante un cierto periodo, se calific de rosa-cruciana?
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. V, prrafo 9.
En todo esto, no hacemos en suma ms que expresar la necesidad de un
vinculamiento efectivo y directo, y no la vanidad de un vinculamiento ideal; y, a
este respecto, es menester no dejarse engaar por las denominaciones que se
atribuyen algunas organizaciones, denominaciones a las que no tienen ningn
derecho, pero con las que intentan darse una apariencia de autenticidad. As, para
retomar un ejemplo que ya hemos citado en otras ocasiones, existe una multitud de
agrupaciones, de origen muy reciente, que se titulan rosacrucianos, sin haber
386
tenido jams el menor contacto con los Rosa-Cruz, bien entendido, aunque no fuera
ms que por alguna va indirecta y desviada, y sin saber siquiera lo que stos han sido
en realidad, puesto que se los representan casi invariablemente como habiendo
constituido una sociedad, lo que es un error grosero y tambin especficamente
moderno. Lo ms frecuentemente, es menester no ver ah ms que la necesidad de
adornarse con un ttulo efectista o la voluntad de imponerse a los ingenuos; pero,
incluso si se considera el caso ms favorable, es decir, si se admite que la constitucin
de algunas de esas agrupaciones procede de un deseo sincero de vincularse
idealmente a los Rosa-Cruz, eso no ser todava, bajo el punto de vista inicitico,
ms que una pura nada. Por lo dems, lo que decimos sobre este ejemplo particular
se aplica igualmente a todas las organizaciones inventadas por los ocultistas y dems
neo-espiritualistas de todo gnero y de toda denominacin, organizaciones que,
sean cuales sean sus pretensiones, no pueden, en toda verdad, ser calificadas ms que
de pseudo-iniciticas, ya que no tienen absolutamente nada real que transmitir, y
ya que lo que presentan no es ms que una contrahechura e, incluso muy
frecuentemente, una parodia o una caricatura de la iniciacin.
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XXXVII, ltimo prrafo.
Si se comprenden estas pocas indicaciones, se comprender al mismo tiempo
por qu los verdaderos Rosa-Cruz no han podido constituir nunca nada que se
parezca de cerca o de lejos a una sociedad, y ni siquiera a una organizacin exterior
cualquiera; as como lo hacen todava en Oriente, y sobre todo en Extremo-Oriente,
iniciados de un grado comparable al suyo, han podido inspirar sin duda, ms o menos
directamente, y en cierto modo invisiblemente, organizaciones exteriores formadas
temporalmente en vista de tal o cual cometido especial y definido; pero, aunque
estas organizaciones puedan llamarse por esta razn rosa-crucianas, ellos mismos
no se ligaban a ellas, y, salvo quizs en algunos casos completamente excepcionales,
no desempeaba en ellas ningn papel aparente. Lo que se ha llamado los Rosa-Cruz
en occidente a partir del siglo XIV, y que ha recibido otras denominaciones en otros
tiempos y en otros lugares, porque el nombre no tiene aqu ms que un valor
puramente simblico y debe adaptarse l mismo a las circunstancias, no es una
asociacin cualquiera, es la colectividad de los seres que han llegado a un mismo
estado superior al de la humanidad ordinaria, a un mismo grado de iniciacin
efectiva, uno de cuyos aspectos esenciales acabamos de indicar, y que poseen
tambin los mismos caracteres interiores, lo que les basta para reconocerse entre s
sin tener necesidad para eso de ningn signo exterior. Por eso es por lo que no
tienen otro lugar de reunin que el Templo del Espritu Santo, que est por todas
partes, de suerte que las descripciones que a veces se han dado de ellos no pueden
ser entendidas ms que simblicamente; y es tambin por lo que permanecen
necesariamente desconocidos por los profanos entre los que viven, exteriormente
semejantes a ellos, aunque enteramente diferentes de ellos en realidad, porque sus
nicos signos distintivos son puramente interiores y no pueden ser percibidos ms
que por aquellos que han alcanzado el mismo desarrollo espiritual, de suerte que su
387
influencia, que est vinculada ms bien a una accin de presencia que a una
actividad exterior cualquiera, se ejerce por vas que son totalmente incomprensibles
para el comn de los hombres.
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XXXVIII, prrafos 2, 3, 4, 5 y ltimo, y
notas 6 y 7.
El smbolo mismo de la Rosa-Cruz, por los dos elementos de los que est
compuesto, figura la reintegracin del ser en el centro de este estado y la plena
expansin de sus posibilidades individuales a partir de este centro; por consiguiente,
marca muy exactamente la restauracin del Estado Primordial, o, lo que equivale a
lo mismo, el acabamiento de la iniciacin a los Misterios Menores.
El sentido general de la leyenda de Christian Rosenkreutz, cuyo nombre
es por lo dems puramente simblico, y en el que es muy dudoso que sea menester
ver un personaje histrico, hayan dicho lo que hayan dicho algunos de l, sino que
aparece ms bien como la representacin de lo que se puede llamar una entidad
colectiva; el sentido general de la leyenda, decamos, de este fundador supuesto,
y en particular los viajes que le son atribuidos, parece ser que, despus de la
destruccin de la Orden del Temple, los iniciados al esoterismo cristiano se
reorganizaron, de acuerdo con los iniciados al esoterismo islmico, para mantener,
en la medida de lo posible, el lazo que haba sido aparentemente roto por esta
destruccin; pero esta reorganizacin debi hacerse de una manera ms oculta,
invisible en cierto modo, y sin tomar su apoyo en una institucin conocida
exteriormente y que, como tal, habra podido ser destruida todava una vez ms (De
ah el nombre de Colegio de los Invisibles dado algunas veces a la colectividad de
los Rosa-Cruz). Los verdaderos Rosa-Cruz fueron propiamente los inspiradores de
esta re-organizacin, o, si se quiere, fueron los poseedores del grado inicitico del
que hemos hablado, considerados especialmente en tanto que desempearon este
papel, que se continu hasta el momento donde, a consecuencia de otros
acontecimientos histricos, el lazo tradicional del que se trata fue definitivamente
roto para el mundo occidental, lo que se produjo en el curso del siglo XVII. Se dice
que los Rosa-Cruz se retiraron entonces a Oriente, lo que significa que, en adelante,
ya no ha habido, en Occidente, ninguna iniciacin que permita alcanzar
efectivamente este grado, y tambin que la accin que se haba ejercido a su travs
hasta entonces para el mantenimiento de la enseanza tradicional correspondiente,
dej de manifestarse, al menos de una manera regular y normal.
Sera completamente intil buscar determinar geogrficamente el lugar de
retiro de los Rosa-Cruz; de todas las aserciones que se encuentran sobre este punto,
la ms verdadera es ciertamente aquella segn la cual se retiraron al reino del
Prestejuan, no siendo ste otra cosa, como lo hemos explicado en otro parte (El Rey
del Mundo, pp. 13-15, ed. francesa), que una representacin del Centro Espiritual
Supremo, donde se conservan efectivamente en estado latente, hasta el fin del ciclo
actual, todas las formas tradicionales, que por una razn o por otra, han dejado de
manifestarse en el exterior.
388
389
Rosario
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. LXI, prrafos 6, 7, 8 y 9.
La cadena de los mundos se figura generalmente en forma circular68, pues,
si cada mundo se considera como un ciclo y se simboliza como tal por una figura
circular o esfrica, la manifestacin ntegra, que es el conjunto de todos los mundos,
aparece en cierto modo, a su vez, como un ciclo de ciclos. As, la cadena no solo
podr ser recorrida de modo continuo desde su origen hasta su fin, sino que podr
luego serlo de nuevo, y siempre en el mismo sentido, lo que corresponde, por otra
parte, en el despliegue de la manifestacin, a otro nivel que aquel en que se sita el
simple paso de un mundo a otro, y, como ese recorrido puede proseguirse
indefinidamente, la indefinitud de la manifestacin misma est expresada as de modo
68
Esta forma no se opone en modo alguno a la verticalidad del eje o del hilo que lo representa,
pues, como ste debe ser considerado, naturalmente, de longitud indefinida, es asimilable en cada una
de sus porciones a una recta siempre vertical, es decir, perpendicular al dominio de existencia
constituido por el mundo que ella atraviesa, dominio que, segn lo hemos dicho ms arriba, no es sino
un elemento infinitesimal de la manifestacin, la cual comprende necesariamente una multitud
indefinida de tales mundos.
390
Quiz sera ms exacto, en cierto sentido, decir que la cadena parece cerrarse, para no dar pie a la
suposicin de que un nuevo recorrido de esa cadena pudiera no ser sino una especie de repeticin del
recorrido precedente, lo cual es una imposibilidad; pero, en otro sentido o en otro respecto, la cadena
se cierra real y efectivamente, pues, desde el punto de vista principial (y no ya desde el punto de vista
de la manifestacin), el fin es necesariamente idntico al origen.
70
De modo similar, en el lenguaje mismo, la indefinitud se expresa a menudo, simblicamente, por
nmeros como diez mil.
71
Las 99 cuentas se dividen, adems, en tres series de 33; se encuentra aqu la importancia simblica
de los mltiplos.
391
puesto que cada cuenta representa un mundo, esto puede ser referido igualmente a
los ngeles considerados como rectores de las esferas, representando o expresando
en cierto modo, cada uno, un atributo divino, el cual estar as ms particularmente
vinculado con aquel de entre los mundos del cual ese ngel es el espritu. Por otra
parte, se dice que falta una cuenta para completar la centena (lo que equivale a
reducir la multiplicidad a la unidad), ya que 99=100-1, y que ese grano, que es el
referido al Nombre de la Esencia (Ismu-dhDht), no puede encontrarse sino en el
Paraso.
Rosacrucianos y Sfs
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XXXVIII, ltimo prrafo.
Debi haber, en el origen del Rosacrucianismo, una colaboracin entre
iniciados a los dos esoterismos: cristiano e islmico; esta colaboracin debi
continuarse tambin despus, puesto que se trataba precisamente de mantener el
lazo entre las iniciaciones de Oriente y Occidente. Iremos incluso ms lejos: los
mismos personajes, hayan venido del Cristianismo o del Islamismo, han podido, si
han vivido en Oriente y en Occidente (y, aparte de todo simbolismo, las alusiones
constantes a sus viajes hacen pensar que, ste, debi ser el caso de muchos de entre
ellos), ser a la vez Rosa-Cruz y Sfs (o mutaawwufin de los grados superiores),
puesto que el estado espiritual que haban alcanzado implicaba que estaban ms all
de las diferencias que existen entre las formas exteriores, y que no afectan en nada a
la unidad esencial y fundamental de la doctrina tradicional. Bien entendido, por eso
no conviene menos mantener, entre Taawwuf y Rosacrucianismo, la distincin que
es la de las dos formas diferentes de enseanza tradicional; y los Rosacrucianos,
discpulos ms o menos directos de los Rosa-Cruz, son nicamente aquellos que
siguen la va especial del Hermetismo Cristiano; pero no puede haber ninguna
organizacin inicitica plenamente digna de este nombre y que posea la consciencia
efectiva de su meta, que no tenga, en la cima de su jerarqua, seres que hayan
rebasado la diversidad de las apariencias formales. Esos podrn, segn las
circunstancias, aparecer como Rosacrucianos, como mutaawwufn, o en otros
aspectos todava; ellos son verdaderamente el lazo vivo entre todas las tradiciones,
porque, por su consciencia de la unidad, participan efectivamente en la gran
Tradicin primordial, de la que todas las dems se derivan por adaptacin a los
tiempos y a los lugares, y que es una como la Verdad misma.
Royal Arch
(Ver: Masonera Operativa, Masonera Especulativa).
392
S
Sabio
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. XXII, prrafos 1, 2, 4 y 5.
Sabio (Cheng), representa el grado ms elevado de la jerarqua
confucionista, constituye al mismo tiempo, el primer escaln de la jerarqua taosta,
situndose as en cierto modo en el punto lmite donde se juntan los dos dominios
exotrico y esotrico.
Confucio enseaba que hay dos tipos de sabios, unos de nacimiento,
mientras que los otros, entre los cuales estaba l mismo, no han devenido tales ms
que por sus esfuerzos. En estas condiciones, uno puede preguntarse si, al hablar del
sabio de nacimiento, Confucio ha querido designar slo al hombre que posee por
naturaleza todas las cualificaciones requeridas para acceder efectivamente y sin otra
preparacin a la jerarqua inicitica, y que, por consiguiente, no tiene ninguna
necesidad de esforzarse primeramente en escalar poco a poco, por estudios ms o
menos largos y penosos, los grados de la jerarqua exterior. Eso es muy posible en
efecto y constituye incluso la interpretacin ms verosmil.
Esto implica al menos el reconocimiento del hecho de que hay seres que
estn por as decir destinados, por sus propias posibilidades, a pasar inmediatamente
ms all de ese dominio exotrico en el que Confucio mismo ha entendido
mantenerse siempre.
Sin embargo, cabe preguntarse tambin si, al rebasar las limitaciones
inherentes al punto de vista propiamente confucionista, la sabidura innata no es
susceptible de tener una significacin ms extensa y ms profunda.
Todo conocimiento efectivo constituye una adquisicin permanente,
obtenida por el ser de una vez por todas, y que nada puede hacerle perder jams. Por
consiguiente, si un ser, que ha llegado a un cierto grado de realizacin en un estado
de existencia, pasa a otro estado, deber necesariamente aportar con l lo que haya
adquirido as, que aparecer entonces como innato en ese nuevo estado.
Se puede observar incluso que, en el Estado Primordial, todos los seres que
nacan como hombres deban estar en este ltimo caso, puesto que posean esa
perfeccin de su individualidad de una manera natural y espontnea, sin tener que
hacer ningn esfuerzo para llegar a ella, lo que implica que estaban a punto de
alcanzar un tal grado antes de nacer en el estado humano; eran pues verdaderamente
sabios de nacimiento, y eso no slo en la acepcin restringida en que Confucio poda
entenderlo bajo su propio punto de vista, sino en toda plenitud del sentido que
puede darse a esta expresin.
Sera menester no creer que, en las condiciones actuales del mundo
terrestre, esta sabidura innata pueda manifestarse del todo espontneamente como
393
Sabio Perfecto
(Ver: No actuar).
Sacerdocio
(Ver: Autoridad Espiritual).
394
Sacramento
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XXIII, prrafos 2 y 3.
Esta palabra ha devenido inseparable del uso especficamente religioso y
estrechamente definido que se hace de ella en la tradicin cristiana, donde designa
algo cuyo equivalente exacto no se encuentra sin duda en ninguna otra parte.
El sentido etimolgico de la palabra Sacramento, indica que se trata de
algo sagrado.
As pues, vale ms reservar exclusivamente la denominacin de
Sacramentos a una cierta categora de Ritos religiosos que pertenecen en
propiedad a la forma tradicional cristiana; es entonces la nocin de Sacramento la
que entra en la de samskra a ttulo de caso particular, y no a la inversa; en otros
trminos, se podr decir que los Sacramentos cristianos son samskras, pero no que
los samskras hindes son Sacramentos, ya que, segn la lgica ms elemental, el
nombre de un gnero conviene a cada una de las especies que estn comprendidas en
l, pero, por el contrario, el nombre de una de estas especies no podra ser aplicado
vlidamente ni a otra especie ni al gnero todo entero.
Un samskra es esencialmente un rito de agregacin a una comunidad
tradicional; y, en el cristianismo, esta funcin es desempeada por los Sacramentos.
Esta agregacin de que se trata, conlleva una multiplicidad de grados o de
modalidades, que generalmente corresponden en cierto modo a las fases principales
de la vida de un individuo. La agregacin debe entenderse como una verdadera
transmutacin (abhisambhava) operada en los elementos sutiles del individuo.
El trmino de integracin dado por Ananda K. Coomaraswamy, sera ms
apropiada que el de agregacin.
395
Al decir aqu Ritos de iniciacin, entendemos por ello los que tienen propiamente por
finalidad la comunicacin misma de la influencia inicitica; es evidente que, fuera de estos, pueden
existir otros Ritos iniciticos, es decir, reservados a una lite que ya haya recibido la iniciacin; as,
por ejemplo, se puede pensar que la Eucarista primitivamente era un Rito inicitico en este sentido,
pero no un Rito de iniciacin.
396
Sacrificio
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. XLVI, prrafo 3.
Todo sacrificio ritual debe considerarse como una imagen del primer
sacrificio cosmognico; y, tambin, en todo sacrificio, segn ha sealado A. K.
Coomaraswamy, la vctima, como lo muestran con evidencia los Brhmana, es una
representacin del sacrificador, o, como lo expresan los textos, es el sacrificador
mismo; de acuerdo con la ley universal segn la cual la iniciacin (dksh) es una
muerte y un renacimiento, es manifiesto que el iniciado es la oblacin (TattiryaSmhit, VI, 1, 4, 5), la vctima es sustancialmente el sacrificador mismo (AitareyaBrhmana, II, 11).
Esto nos reconduce directamente al simbolismo masnico del grado de
Maestro, en el cual el iniciado se identifica, en efecto, con la vctima.
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. XXXII (ltimo), prrafo 11 y nota 10.
Ante todo, debe entenderse bien que, si empleamos aqu la palabra
sacrificio, no es en el sentido simplemente moral que se le da vulgarmente, y
que no es ms que uno de los ejemplos de la degeneracin del lenguaje moderno,
que empequeece y desnaturaliza todas las cosas para rebajarlas a un nivel puramente
humano y hacerlas entrar en los cuadros convencionales de la vida ordinaria. Por el
contrario, tomamos esta palabra en su sentido verdadero y original, con todo lo que
397
Sagrado Corazn
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap II, ltimo prrafo.
Concluiremos con una ltima observacin relativa a la importancia del
simbolismo universal del Corazn y ms especialmente de la forma que reviste en la
tradicin cristiana, la del Sagrado Corazn. Si el simbolismo es, en su esencia,
estrictamente conforme al plan divino, y si el Sagrado Corazn es el centro del ser,
de modo real y simblico juntamente, este smbolo del Corazn, por s mismo o por
sus equivalentes, debe ocupar en todas las doctrinas emanadas ms o menos
directamente de la Tradicin Primordial, un lugar propiamente central.
Samudra
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap LVI, prrafo 5 y ltima nota.
Reunin de las aguas. Es el lugar donde van a juntarse todos los ros. Unin
de la corriente de los estados de manifestacin, con las olas del mar, simbolizando la
totalizacin de las posibilidades en el Principio Supremo.
En el descenso de la corriente, el Ocano debe aqu considerarse no como
una extensin de agua que atravesar, sino, al contrario, como el objetivo o meta que
ha de alcanzarse, y por lo tanto como una representacin del Nirvna.
Sangre
Formas Tradicionales y Ciclos Csmicos, cap. Algunas Observaciones sobre el
73
Tenemos que precisar que lo que decimos aqu seala al punto de vista especficamente moderno
de la moral laica; incluso cuando sta no hace en cierto modo, como ocurre frecuentemente a pesar
de sus pretensiones, ms que plagiar preceptos tomados de la religin, ella los vaca de toda
significacin real, suprimiendo todos los elementos que permitan ligarlos a un orden superior y, ms
all del exoterismo simplemente literal, transponerlos como signos de verdades principiales; y a veces
incluso, aunque parece guardar lo que se podra llamar la materialidad de estos preceptos, esa
moral, por la interpretacin que da de ellos, llega hasta volverlos verdaderamente en un sentido
antitradicional.
398
Sarah
Estudios sobre la Franc-Masonera y el Compagnonage, cap. IV, prrafo 3.
Sarah, forma femenina de Sar, es hebreo y significa "princesa".
399
Satn
El Simbolismo de la Cruz, cap. XXV, nota 12.
Es el inverso de Santo.
Este descenso directo del ser siguiendo el eje vertical se representa
concretamente por la cada de los ngeles; cuando se trata de los seres humanos,
esto no puede corresponder evidentemente ms que a un caso excepcional, y a un tal
ser se le llama Waliyush-Shaytn, porque en cierto modo es la inversa del Santo o
Waliyur-Rahman.
Secreto
El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. XII prrafo 6 y ltimo.
No se puede decir estrictamente que la vulgarizacin de las doctrinas sea
peligrosa, al menos en tanto que no se trate ms que de su lado terico; ms bien
sera simplemente intil, si no obstante fuera posible; pero en realidad, las verdades
de un cierto orden resisten por su naturaleza misma a toda vulgarizacin: por
claramente que se las exponga (a condicin, bien entendido, de exponerlas tales
cuales son en su verdadera significacin y sin hacerlas sufrir ninguna deformacin),
no las comprenden ms que aquellos que estn cualificados para comprenderlas, y,
para los dems, son como si no existieran. No hablamos aqu de la realizacin y de
sus medios propios, ya que, a este respecto, nada hay que pueda tener un valor
efectivo si no es en el interior de una organizacin inicitica regular; pero, desde el
punto de vista terico, una reserva no puede estar justificada ms que por
consideraciones de simple oportunidad, y por consiguiente por razones puramente
contingentes, lo que no quiere decir forzosamente desdeables de hecho. En el
fondo, el verdadero secreto, y por lo dems el nico que no puede ser traicionado
nunca de ninguna manera, reside nicamente en lo inexpresable, que es por eso
mismo incomunicable, y hay necesariamente una parte de inexpresable en toda
400
401
como no importa cul otro, un secreto que, en suma, no sera tal sino por
convencin. Ahora bien, si un tal secreto existe de hecho en la mayor parte de las
organizaciones iniciticas, no obstante, no es ms que un elemento completamente
secundario y accidental, y, a decir verdad, no tiene ms que un valor de smbolo en
relacin al verdadero secreto inicitico, que es tal por la naturaleza misma de las
cosas, y que, por consiguiente, nunca podra ser traicionado de ninguna manera,
puesto que es de orden puramente interior y puesto que, como ya lo hemos dicho,
reside propiamente en lo incomunicable.
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XIII, prrafo 6 (final), 8 y ltima nota.
As pues, ocurre esto, que puede parecer paradjico a primera vista, pero
que, no obstante, es muy lgico en el fondo: el empleo de medios de
reconocimiento por una organizacin es una consecuencia de su carcter cerrado;
pero, en aquellas que son precisamente las ms cerradas de todas, estos medios se
reducen hasta desaparecer a veces enteramente, porque entonces no hay ninguna
necesidad de ellos, ya que su utilidad est ligada directamente a un cierto grado de
exterioridad de la organizacin que recurre a ellos, y alcanzan en cierto modo su
mximo cuando sta reviste un aspecto semi-profano, del cual la forma de
sociedad es el ejemplo ms tpico, porque es entonces cuando sus ocasiones de
contacto con el mundo exterior son ms extensas y mltiples, y porque, por
consiguiente, le importa ms distinguirse de ste por medios que sean ellos mismos
de orden exterior.
Pero, en realidad, hay una razn ms profunda, basada precisamente sobre
este carcter simblico que acabamos de mencionar, y que hace que lo que se llama
medios de reconocimiento no sea slo eso, sino tambin, al mismo tiempo, algo
ms: se trata verdaderamente de smbolos como todos los dems, cuya significacin
debe ser igualmente meditada y profundizada, y que forman as parte integrante de la
enseanza inicitica.
Si se quisiera entrar un poco en el detalle a este respecto, se podra destacar
por ejemplo que las palabras sagradas que no deben pronunciarse nunca son un
smbolo particularmente claro de lo inefable o de lo inexpresable; por lo dems,
se sabe que algo semejante se encuentra a veces hasta en el exoterismo, por ejemplo
para el Tetragrama en la tradicin judaica. Se podra mostrar tambin, en el mismo
orden de ideas, que algunos signos estn en relacin con la localizacin, en el ser
humano, de los centros sutiles cuyo despertar constituye, segn algunos
mtodos (concretamente los mtodos tntricos en la tradicin hind), uno de los
medios de adquisicin del conocimiento inicitico efectivo.
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XVI, prrafo 4 y nota 6.
El Signo de la Cruz era un verdadero signo de reconocimiento para los
cristianos de los primero tiempos. Aqu el smbolo no forma realmente ms que uno,
con el gesto ritual mismo.
402
403
Segunda muerte
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XXVI, penltimo y ltimo prrafos.
La segunda muerte no es otra cosa que la muerte psquica; se puede
considerar este hecho como susceptible de producirse, a ms o menos largo plazo
despus de la muerte corporal, para el hombre ordinario, fuera de todo proceso
inicitico; pero entonces esta segunda muerte no dar acceso al dominio espiritual,
y el ser, al salir del estado humano, pasar simplemente a otro estado individual de
manifestacin. En eso hay una eventualidad temible para el profano, para quien son
todo ventajas mantenerse en lo que hemos llamado los prolongamientos del estado
humano, lo que, por lo dems, es en todas las tradiciones, la principal razn de ser
de los Ritos funerarios. Pero es muy diferente para el iniciado, puesto que ste no
realiza las posibilidades mismas del estado humano sino para llegar a rebasarlas, y
puesto que debe salir necesariamente de este estado, sin tener necesidad de esperar,
para eso, a la disolucin de la apariencia corporal, para pasar a los estados superiores.
Agregaremos todava, para no omitir ninguna posibilidad, que hay otro
aspecto desfavorable de la segunda muerte, que se refiere propiamente a la
contra-iniciacin; sta, en efecto, imita en sus fases a la iniciacin verdadera, pero
sus resultados son en cierto modo al revs de sta, y, evidentemente, no puede
conducir en ningn caso al dominio espiritual, puesto que, al contrario, no hace ms
que alejarse de l cada vez ms. Cuando el individuo que sigue esta va llega a la
muerte psquica, no se encuentra en una situacin exactamente semejante a la del
profano puro y simple, sino mucho peor todava, en razn del desarrollo que ha dado
a las posibilidades ms inferiores del orden sutil.
Segundo nacimiento
El Hombre y su Devenir segn el Vdnta, nota 9 del cap. XX.
La concepcin del segundo nacimiento, es de las que son comunes a todas
las doctrinas tradicionales; en el Cristianismo, en particular, la regeneracin psquica
est representada muy claramente por el Bautismo. Cf. este pasaje del Evangelio: Si
un hombre no nace de nuevo, no puede ver el Reino de Dios En verdad os digo, si
404
un hombre no renace del agua y del Espritu, no puede entrar en el Reino de Dios
No os sorprendis de que os haya dicho, que es menester que nazcis de nuevo (San
Juan, III, 3 a 7). El agua es considerada por muchas tradiciones como el medio
original de los seres, y la razn de ello est en su simbolismo, por el que representa a
Mla-Prakriti; en un sentido superior, y por transposicin, es la Posibilidad Universal
misma; el que nace del agua deviene hijo de la Virgen, y por consiguiente
hermano adoptivo de Cristo y coheredero del Reino de Dio. Por otra parte, si se
observa que el Espritu, en el texto que acabamos de citar es el Ruahh hebraico
(asociado aqu al agua como principio complementario, como al comienzo del
Gnesis), y que ste designa al mismo tiempo el aire, se encontrar la idea de la
purificacin por los elementos, tal como se encuentra en todos los Ritos iniciticos
as como en los Ritos religiosos; y por lo dems, la iniciacin misma se considera
siempre como un segundo nacimiento simblicamente, cuando no es ms que un
formalismo ms o menos exterior, pero efectivamente cuando se confiere de una
manera real al que est debidamente calificado para recibirla.
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap XXIII, penltimo prrafo y nota 2.
El upanayana confiere la cualidad de dwija o dos veces nacido; as pues, se
le designa expresamente como un segundo nacimiento, y se sabe que, por otra
parte, esta expresin se aplica tambin en un sentido muy preciso a la iniciacin. Es
verdad que el Bautismo cristiano, muy diferente por lo dems del upanayana en todo
otro respecto, es igualmente un segundo nacimiento, y es muy evidente que este
Rito no tiene nada de comn con una iniciacin; pero cmo es posible que el mismo
trmino tcnico pueda ser aplicado as a la vez en el orden de los samskras
(comprendidos ah los Sacramentos) y en el orden inicitico? La verdad es que el
segundo nacimiento, en s mismo y en su sentido completamente general, es
propiamente una regeneracin psquica (es menester prestar atencin, en efecto, a
que es al dominio psquico al que se refiere directamente, y no al dominio espiritual,
ya que entonces sera un tercer nacimiento); pero esta regeneracin puede no
tener ms que efectos nicamente psquicos ellos tambin, es decir, limitados a un
orden ms o menos especial de posibilidades individuales, o, por el contrario, puede
ser el punto de partida de una realizacin de orden superior; es slo en este ltimo
caso donde tendr un alcance propiamente inicitico, mientras que, en el primero,
pertenece al lado ms exterior de las diversas formas tradicionales, es decir, a
aquel en el que todos participan indistintamente.
La limitacin de los efectos de la regeneracin que se lleva a cabo en modo
exotrico explica por qu no puede ocupar de ninguna manera el lugar de la
iniciacin o dispensar de ella, aunque tanto la una como la otra tengan el carcter de
segundo nacimiento entendido en el sentido ms general.
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XLVIII, prrafos 1, 2 y ltimo, y nota 8.
El segundo nacimiento es el que se presenta como el nacimiento de un
principio espiritual en el centro de la individualidad humana, que, como se sabe, es
405
figurado precisamente por el corazn. A decir verdad, este principio reside siempre
en el centro de todo ser, pero, en un caso tal como el del hombre ordinario, en
suma, no est en l ms que de una manera latente, y, cuando se habla de
nacimiento, con eso se entiende propiamente el punto de partida de un desarrollo
efectivo; y, en efecto, es este punto de partida el que es determinado o al menos
hecho posible por la iniciacin. As pues, en un sentido, la influencia espiritual que es
transmitida por sta, se identificar al principio mismo de que se trata; en otro
sentido, y si se tiene en cuenta la preexistencia de este principio en el ser, se podr
decir que tiene como efecto vivificarle (no en s mismo, bien entendido, sino en
relacin al ser en el que reside), es decir, en suma, hacer actual su presencia que
no era primeramente ms que potencial.
El lugar del nacimiento del Avatra , as como de lo que se le corresponde
desde el punto de vista microcsmico, se representa precisamente por el corazn.
Se puede notar tambin que la asimilacin del segundo nacimiento a una
germinacin del luz, recuerda claramente la descripcin taosta del proceso
inicitico como endogenia del inmortal.
Nos bastar pues haber indicado brevemente, para terminar, que la
iniciacin, en tanto que segundo nacimiento, no es otra cosa en el fondo que la
actualizacin, en el ser humano, del principio mismo que, en la manifestacin
universal, aparece como el Avatra eterno.
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. XXX, prrafo 4.
En el orden microcsmico, el segundo nacimiento es igual, por
transposicin al orden macrocsmico, a su anlogo, que es el nacimiento del
Avatra.
Semi-profano
Los Principio del Clculo Infinitesimal, cap. I, nota 5.
Este concepto, diramos que puede justificarse, de una manera muy precisa,
por la distincin de la iniciacin efectiva y de la iniciacin simplemente virtual.
Senario
(Ver: Dualidad y el Ternario).
Miscelnea, cap. VII, prrafos 9, 10 y 18.
La polarizacin reaparece enseguida en el Ternario, pues si se consideran los
tres trminos de ste con existencia independiente, se obtendr por ello mismo el
nmero senario, implicando un nuevo ternario que es reflejo del primero:
1+ 2 + 3 = 6.
Este segundo ternario no tiene ninguna existencia real por s mismo; es una
imagen tenebrosa e invertida, y veremos en efecto a continuacin que el Senario es el
406
Sensacin
El Simbolismo de la Cruz, cap. XXX, nota 7.
No hay que decir que la palabra sensacin no se toma aqu en su sentido
propio, sino que debe entenderse, por transposicin analgica, de una facultad
intuitiva, que aprehende inmediatamente su objeto, como la sensacin lo hace en su
orden; pero en eso hay toda la diferencia que separa a la intuicin intelectual de la
intuicin sensible, lo supra-racional de lo infra-racional.
Sentimentalismo
1.
407
Septenario
Miscelnea, cap. VII, prrafos 18 y 19.
Las cosas son distintas de nosotros en la medida en que nosotros las
distinguimos; en esta misma medida devienen exteriores a nosotros y al mismo
tiempo devienen tambin distintas entre s; aparecen entonces como revestidas de
formas, y esta Formacin, que es la consecuencia inmediata de la Creacin, se
caracteriza por el nmero que sigue al Senario, es decir, por el Septenario.
El Septenario, tal como acabamos de considerarlo, puede ser representado
por el tringulo doble con su centro.
Es el smbolo de las fuerzas naturales, es decir, del Septenario en el estado
dinmico. Si se lo considera en el estado esttico, se lo podra ver formado por la
unin de un Ternario y de un Cuaternario.
Sptima direccin
La Gran Trada, cap. XXVI, prrafo 2.
No es ninguna direccin particular, sino que las contiene a todas
principialmente. Es tambin, segn otro simbolismo, el sptimo rayo del Sol, el
que pasa por su centro mismo, y que, a decir verdad, no siendo ms que uno con ese
centro, no puede ser representado realmente ms que por un punto nico.
Ser (El)
Miscelnes, cap. VII, prrafo 2.
Segn la Kbala, el Absoluto, para manifestarse, se concentr en un punto
infinitamente luminoso, dejando las tinieblas a su alrededor; esta luz en las tinieblas,
este punto en la extensin metafsica sin lmites (esta nada que lo es todo, en un todo
que no es nada), es el Ser en el seno del No-Ser, la Perfeccin activa en la Perfeccin
pasiva. El punto luminoso, es la Unidad, afirmacin del Cero metafsico que se
representa mediante la extensin ilimitada, imagen de la Posibilidad Universal
infinita.
408
Ser manifestado
La Gran Trada, cap. XIII, prrafos 2, 3, 5 y nota 5.
Es el ser el que, por su naturaleza propia, determina, l mismo, las
condiciones de su manifestacin, bajo la reserva, bien entendido, de que esas
condiciones no podrn ser en todo caso ms que la especificacin de las condiciones
generales del estado considerado, puesto que su manifestacin debe ser
necesariamente un desarrollo de posibilidades contenidas en ese estado, a exclusin
de las que pertenecen a otros estados; y esta reserva est marcada geomtricamente
por la determinacin preliminar del plano horizontal.
Por consiguiente, el ser se manifestar revistindose, por as decir, de
elementos tomados al ambiente, y cuya cristalizacin estar determinada por la
accin, sobre este ambiente, de su propia naturaleza interna (que, en s misma, debe
ser considerada como de orden esencialmente supra-individual, as como lo indica el
sentido vertical segn el cual se ejerce su accin); en el caso del estado individual
humano, estos elementos pertenecern naturalmente a las diferentes modalidades de
este estado, es decir, a la vez al orden corporal y al orden sutil o psquico.
La situacin del ser en el medio est determinada en definitiva por su
naturaleza propia, los elementos que toma a su ambiente inmediato, y tambin los
que atrae en cierto modo a l de todo el conjunto indefinido de su dominio de
manifestacin (y esto, bien entendido, se aplica tanto a los elementos de orden sutil,
como a los de orden corporal), deben estar necesariamente en correspondencia con
esa naturaleza, sin lo cual no podra asimilarlos efectivamente para hacer de ellos
como otras tantas modificaciones secundarias de s mismo. Es en esto en lo que
consiste la afinidad en virtud de la cual el ser, se podra decir, no toma del medio
ms que lo que es conforme a las posibilidades que lleva en l, que son las suyas
propias y que no son las de ningn otro ser, es decir, no toma ms que lo que, en
razn de esta conformidad misma, debe proporcionar las condiciones contingentes
que permitan a estas posibilidades desarrollarse o actualizarse, en el curso de su
manifestacin individual.
Estas condiciones son lo que se llama a veces causas ocasionales, pero no
hay que decir que no son causas en el verdadero sentido de esta palabra, aunque
puedan presentar su apariencia cuando uno se queda en el punto de vista ms
exterior; las verdaderas causas de todo lo que le ocurre a un ser son siempre, en el
fondo, las posibilidades que son inherentes a la naturaleza misma de ese ser, es decir,
algo de orden puramente interior.
La Gran Trada, cap. XIII, penltimo prrafo y ltima nota.
La especie es propia del estado determinado. El cambio de estado supone la
prdida de la especie. O sea, la condicin de la especie se aplica nicamente en
sentido horizontal, es decir en el dominio de un cierto estado de existencia, no
pudiendo intervenir de ninguna manera en el sentido vertical, cuando el ser pasa a
409
otros estados. Bien entendido, lo que es verdadero a este respecto para la especie, lo
es tambin, con mayor razn, para la raza, para la familia, etc, en una palabra para
todas las porciones ms o menos restringidas del dominio individual en las que el ser,
por las condiciones de su nacimiento, se encuentra incluido en cuanto a su
manifestacin en el estado considerado.
Naturalmente, el caso de la casta no constituye ninguna excepcin aqu; por
lo dems, esto resulta, ms visiblemente que para cualquier otro caso, de la
definicin de la casta como la expresin misma de la naturaleza individual (varna) y
que no constituye por as decir ms que una con sta, lo que indica bien que no
existe sino en tanto que, el ser, es considerado en los lmites de la individualidad, y
que, si existe necesariamente en tanto que est contenido en ella; no podra subsistir
por el contrario, para l, ms all de esos mismos lmites, puesto que todo lo que
constituye su razn de ser, se encuentra exclusivamente en el interior de stos y no
puede ser transportado a ningn otro dominio de existencia, donde la naturaleza
individual de que se trata, no responde ya a ninguna posibilidad.
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XLVII, ltimo prrafo.
En un cierto estado, que corresponde a la primera modalidad sutil del orden
humano y que constituye propiamente el mundo de Hiranyagarbha (pero, bien
entendido, sin que haya todava identificacin con el centro mismo), el ser se
siente como una ola del Ocano Primordial, sin que sea posible decir si esta ola es
una vibracin sonora o una onda luminosa; en realidad, es a la vez la una y la otra,
indisolublemente unidas en principio, ms all de toda diferenciacin que no se
produce ms que en una etapa ulterior del desarrollo de la manifestacin. Conforme
al simbolismo general de las Aguas, el Ocano (en snscrito samudra) representa el
conjunto de las posibilidades contenidas en un cierto estado de existencia; cada ola
corresponde entonces, en ese conjunto, a la determinacin de una posibilidad
particular.
410
Shakti
Miscelnea, cap. IV de la Segunda Parte, prrafo 19 y nota 34.
Energa productora. Esta potencia activa puede, por lo dems, ser
considerada bajo diferentes aspectos: como poder creador, es ms particularmente
llamada Kriy-Shakti, mientras que Jnna-Shakti es el poder de conocimiento, IchchShakti el poder del deseo, etc., considerando la indefinida multiplicidad de los
atributos manifestados del Ser en el mundo exterior, pero sin fraccionar por ello en
absoluto, en la pluralidad de estos aspectos, la unidad de la Potencia Universal en s,
que necesariamente es correlativa de la unidad esencial del Ser, y est implcita en
esta misma unidad. En el orden psicolgico, esta potencia activa est representada
por Ish, (formada por las partculas alef, shin, hei), facultad volitiva de Ish, el
hombre intelectual (formada por las partculas alef, iud, shin). (Ver Fabre d'Olivet,
Le Langue hbraque restitue).
Shangha bdico
Apreciaciones sobre el Esoterismo Cristiano, cap. II, prrafo 3 y nota 30.
Donde la admisin tena caracteres de una verdadera iniciacin.
Tras el artculo sobre la ordenacin bdica, presentamos a A. K.
Coomaraswamy una cuestin al respecto; l nos confirm que esta ordenacin nunca
era conferida ms que en presencia de los miembros del Sangha, compuesto
nicamente por los que la haban recibido ellos mismos, con exclusin, no solamente
de los extraos al Budismo, sino tambin de los adherentes "laicos", que no estaban
en suma ms que asociados "del exterior".
Shariyah y Haqqah
El Esoterismo Islmico y el Taosmo, cap I, prrafo 1.
La Shariyah comprende todo lo que el lenguaje occidental designara como
propiamente religioso, y concretamente todo el lado social y legislativo que, en el
Islam, se integra esencialmente en la religin; se podra decir que la Shariyah es ante
todo una regla de accin, mientras que la Haqqah es conocimiento puro; pero debe
entenderse bien que es este conocimiento el que da a la Shariyah misma, su sentido
superior y profundo y su verdadera razn de ser, de suerte que, si bien todos los que
participan en la Tradicin no son conscientes de ello, la Haqqah es verdaderamente
el principio de la misma, como el centro lo es de la circunferencia.
Es-shariyah, es decir, literalmente la gran ruta, comn a todos, y elhaqqah, es decir, la verdad interior, reservada a una elite, no en virtud de una
decisin ms o menos arbitraria, sino por la naturaleza misma de las cosas, porque no
todos poseen las aptitudes o las cualificaciones requeridas para llegar a su
411
conocimiento.
El Esoterismo Islmico y el Taosmo, cap II, prrafo 2 y notas 1 y 2.
La Shariyah, la gran ruta recorrida por todos los seres, no es otra cosa que
lo que la Tradicin Extremo-Oriental denomina la corriente de las formas,
mientras que la Haqqah, la verdad una e inmutable, reside en el Invariable Medio.
Se ha de precisar, a propsito de la Tradicin Extremo-Oriental, que se encuentran,
en ella, los equivalentes muy claros de estos dos trminos, no como dos aspectos
exotrico y esotrico de una misma doctrina, sino como dos enseanzas separadas, al
menos desde la poca de Confucio y de Lao-tsen; puede decirse en efecto, en todo
rigor, que el Confucianismo corresponde a la Shariyah y el Taosmo a la Haqqah.
Los trminos Shariyah y Tarqah (Va inicitica) contienen, uno y otro, la idea
de marcha, y por consiguiente de movimiento (y es menester notar: el simbolismo
del movimiento circular, para la primera, y, del movimiento rectilneo, para la
segunda); hay en efecto cambio y multiplicidad en los dos casos, debiendo adaptarse,
la primera, a la diversidad de las condiciones exteriores y, la segunda, a la diversidad
de las naturalezas individuales; slo el ser que ha alcanzado efectivamente la Haqqah,
participa por ah mismo de su unidad y de su inmutabilidad.
Shet
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. XX, prrafos 4 y 5.
De hecho, el vocablo Shet tiene, en hebreo mismo, los dos sentidos
contrarios: el de fundamento y, el de tumulto y ruina74; y la expresin ben Shet
(hijo de Shet) se encuentra tambin con esa doble significacin.
El Shet bblico, se considera a menudo como una prefiguracin de Cristo75
[Ver: Graal (El Santo)].
(Ver: Espacio, Tiempo y Movimiento).
S mismo
(Ver: Posibilidades de manifestacin y posibilidades de no-manifestacin Por qu?)
Siglo VI a. d. C.
La Crisis del Mundo Moderno, cap. I, prrafos 6 y 7.
En el siglo VI antes de la era cristiana, cualquiera que haya sido su causa, se
74
La palabra es idntica en los dos casos, pero, cosa harto curiosa, es masculina en el
primero y femenina en el segundo.
75
Es verosmil que los gnsticos llamados setianos no difirieran en realidad de los
ofitas, para los cuales la serpiente (phis) era smbolo del Verbo y la Sabidura, (Sopha).
412
produjeron cambios considerables en casi todos los pueblos; por lo dems, estos
cambios presentaron caracteres diferentes segn los pases. En algunos casos, fue una
readaptacin de la tradicin a otras condiciones que las que haban existido
anteriormente, readaptacin que se cumpli en un sentido rigurosamente ortodoxo;
esto es lo que tuvo lugar concretamente en China, donde la doctrina, constituida
primitivamente en un conjunto nico, fue dividida entonces en dos partes claramente
distintas: el Taosmo, reservado a una lite, y que comprenda la metafsica pura y las
ciencias tradicionales de orden propiamente especulativo, y el Confucionismo,
comn a todos sin distincin, y que tena por dominio las aplicaciones prcticas y
principalmente sociales. En los Persas, parece que haya habido igualmente una
readaptacin del Mazdesmo, ya que esta poca fue la del ltimo Zoroastro. En la
India, se vio nacer entonces el Budismo.
Acercndonos al Occidente, vemos que, en los judos, la misma poca fue la
de la cautividad de Babilonia; y lo que es quizs uno de los hechos ms sorprendentes
que se tengan que constatar, es que un corto periodo de setenta aos fue suficiente
para hacerles perder hasta su escritura, puesto que despus debieron reconstituir los
Libros Sagrados, con caracteres diferentes de aquellos que haban estado en uso hasta
entonces.
Para Roma fue el comienzo del periodo propiamente histrico, que
sucedi a la poca legendaria de los reyes.
En Grecia, igualmente el siglo VI a.C. fue el punto de partida de la
civilizacin llamada clsica, la nica a la que los modernos reconocen el carcter
histrico. Y con esto es menester relacionar el Pitagorismo, que fue sobre todo,
bajo una forma nueva, una restauracin del Orfismo anterior, y cuyos lazos evidentes
con el culto dlfico del Apolo hiperbreo, permiten considerar incluso una filiacin
continua y regular con una de las tradiciones ms antiguas de la humanidad. Pero,
por otra parte, pronto se vio aparecer algo de lo que todava no se haba tenido
ningn ejemplo y que, a continuacin, deba ejercer una influencia nefasta sobre todo
el mundo occidental: queremos hablar de ese modo especial de pensamiento que
tom y guard el nombre de filosofa.
Shruti y Smriti
Autoridad Espiritual, Poder Temporal, cap. VIII, prrafo 7.
La Shruti, que comprende todos los textos vdicos, es el fruto de la
inspiracin directa, y la Smriti es el conjunto de las consecuencias y de las
aplicaciones diversas que se sacan de ella por reflexin.
(Ver: Filosofa y Revelacin).
Silencio
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XVII, prrafo 6.
413
La idea de silencio debe ser referida aqu a las cosas que, en razn de su
naturaleza misma, son inexpresables, al menos directamente y por el lenguaje
ordinario; una de las funciones generales del simbolismo es efectivamente sugerir lo
inexpresable, hacerlo presentir, o mejor asentir, por las transposiciones que
permite efectuar de un orden a otro, de lo inferior a lo superior, de lo que es ms
inmediatamente aprehensible, a lo que lo es mucho ms difcilmente; y tal es
precisamente el destino primero de los mitos.
Silsilah
El Esoterismo Islmico y el Taosmo, cap I, prrafo 4.
Toda Tarqah autntica y regular posee una silsilah o Cadena de transmisin
inicitica, que se remonta siempre en definitiva a sta, a travs de un mayor o menor
nmero de intermediarios.
Simbolismo
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap II, prrafo 7.
Todo lo que es, cualquiera sea su modo de ser, al tener su principio en el
Intelecto divino, traduce o representa ese principio a su manera y segn su orden de
existencia; y as, de un orden en otro, todas las cosas se encadenan y corresponden
para concurrir a la armona universal y total, que es como un reflejo de la Unidad
divina misma. Esta correspondencia es el verdadero fundamento del simbolismo, y
por eso las leyes de un dominio inferior pueden siempre tomarse para simbolizar la
realidad de orden superior, donde tienen su razn profunda, que es a la vez su
principio y su fin.
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap III, prrafo 9.
Todo verdadero smbolo porta, en s, sus mltiples sentidos, y eso desde el
origen, pues no est constituido, como tal, en virtud de una convencin humana,
sino en virtud de la ley de correspondencia que vincula todos los mundos entre s;
bien que, mientras que algunos ven estos sentidos y otros no los vean o los vean solo
en parte, eso no quita que estn realmente contenidos en l, y el horizonte
intelectual de cada uno es lo que establece toda la diferencia: el simbolismo es una
ciencia exacta, y no una ensoacin donde las fantasas individuales puedan darse
libre curso.
Simbolismo masnico
3 y 5.
414
Masonera, no pueden dar lugar a ningn tipo de enseanza dogmtica; ellas escapan
a las frmulas concretas del lenguaje hablado y en absoluto se dejan traducir por
palabras. Son, como se dice muy justamente, los Misterios que se sustraen a la
curiosidad del profano, es decir, las Verdades que el espritu no puede alcanzar sino
despus de haber sido cabalmente preparado. La preparacin al entendimiento de los
Misterios, es alegricamente puesta en escena en las iniciaciones masnicas, por las
pruebas de los tres grados fundamentales de la Orden. Contrariamente a lo que
alguno se ha imaginado, estas pruebas no tienen en absoluto como objetivo el de
hacer resurgir el coraje o las cualidades morales del recipiendario; ellas figuran una
enseanza que el pensador deber discernir, y luego meditar, en el transcurso de
toda su carrera de iniciado".
El smbolo del G.. A.. D.. U.. no es en absoluto la expresin de un
dogma, y que, si se comprende como es debido, puede ser aceptado por todos los
Masones, sin distincin de opiniones filosficas, pues ello no implica en absoluto el
reconocimiento por su parte de un Dios cualquiera, como se ha credo muy a
menudo.
Smbolo
El Simbolismo de la Cruz, cap. XVII, nota 1.
Lo superior no puede de ninguna manera simbolizar lo inferior, sino, al
contrario, es siempre simbolizado por lo inferior; para desempear su destino de
soporte, el smbolo debe ser evidentemente ms accesible y, por consiguiente,
menos complejo o menos extenso que lo que expresa o representa.
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XVI, prrafo 3 nota 7.
Yantra, smbolo grfico, Mantra, smbolo sonoro.
Se puede asimilar, en la antigua Masonera, el trazado del tablero de la
Logia (en ingls tracing board, y tambin, quizs por corrupcin, trestle board), el cual
constitua efectivamente un verdadero yantra.
Un caso en cierto modo intermediario es el de las figuras simblicas que,
trazadas al comienzo de un Rito o en su preparacin, son borradas inmediatamente
despus de su cumplimiento; igualmente es as para muchos yantras, y era tambin as
antao para el tablero de la Logia en la Masonera. Esta prctica no representa solo
una precaucin tomada contra la curiosidad profana, explicacin siempre demasiado
simplista y superficial; es menester ver en ella sobre todo una consecuencia del
lazo mismo que une ntimamente el Smbolo y el Rito, de tal suerte que el Smbolo
no tendra ninguna razn de subsistir visiblemente fuera del Rito.
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap II, prrafos 4, 5 y 7.
Segn la enseanza de los hindes, una figura cualquiera, por ejemplo una
estatua que simbolice tal o cual aspecto de la Divinidad, no debe considerarse sino
como un soporte, un punto de apoyo para la meditacin; es, pues, un simple
415
416
417
Simultaneidad
Los Estados Mltiples del Ser, cap. VII, ltimo prrafo.
Incluso para las modificaciones individuales, que se realizan en modo
sucesivo en el orden de la Manifestacin, si no se concibieran como simultneas en
principio, su existencia sera completamente ilusoria. No solo la emanacin de las
formas en lo manifestado -a condicin de conservarle su carcter completamente
relativo y contingente-, es plenamente compatible con la permanente actualidad de
todas las cosas en lo manifestado, sino que, si no hubiera ningn Principio en el
cambio, el cambio mismo estara desprovisto de toda realidad.
Simultaneidad y sucesin
El Error Espiritista, Segunda parte, cap. VI, prrafo 11.
Haremos observar, ya que esto es esencial, que los estados mltiples del ser
pueden ser concebidos tanto simultneos como sucesivos, y que incluso, en el
conjunto, no se puede admitir la sucesin sino a ttulo de representacin simblica,
puesto que el tiempo no es ms que una condicin propia a uno de estos estados, y
puesto que incluso la duracin, bajo un modo cualquiera, no puede ser atribuida ms
que a algunos de entre ellos; si se quiere hablar de sucesin, es menester pues tener
cuidado de precisar que eso no puede ser ms que en el sentido lgico, y no en el
sentido cronolgico. Por esta sucesin lgica, entendemos que hay un
encadenamiento causal entre los diversos estados; pero la relacin misma de
causalidad, si se toma segn su verdadera significacin (y no segn la acepcin
empirista de algunos lgicos modernos), implica precisamente la simultaneidad o
la coexistencia de sus trminos. Adems, es bueno precisar que incluso el estado
individual humano, que est sometido a la condicin temporal, puede presentar sin
embargo una multiplicidad simultnea de estados secundarios: el ser humano no
puede tener varios cuerpos, pero, fuera de la modalidad corporal y al mismo tiempo
que ella, puede poseer otras modalidades en las cuales se desarrollan tambin algunas
418
de las posibilidades que conlleva. Esto nos conduce a sealar una concepcin que se
relaciona bastante estrechamente a la de la reencarnacin, y que cuenta tambin con
numerosos partidarios entre los neoespiritulistas: segn esta concepcin, cada ser
debera, en el curso de su evolucin (ya que aquellos que sostienen tales ideas son
siempre, de una manera o de otra, evolucionistas), pasar sucesivamente por todas las
formas de vida, terrestres y otras. Una tal teora no expresa ms que una
imposibilidad manifiesta, por la simple razn de que existe una indefinidad de formas
vivas por las cuales un ser cualquiera jams podr pasar, puesto que estas formas son
todas las que estn ocupadas por los dems seres. Por lo dems, aunque un ser
hubiera recorrido sucesivamente una indefinidad de posibilidades particulares, y en
un dominio mucho ms extenso que el de las formas de vida, por ello no estara
ms avanzado en relacin al trmino final, que no podra ser alcanzado de esta
manera; volveremos sobre esto al hablar ms especialmente del evolucionismo
espiritista. Por el momento, solo haremos observar esto: el mundo corporal todo
entero, en el despliegue integral de todas las posibilidades que contiene, no
representa ms que una parte del dominio de manifestacin de un solo estado; este
mismo estado conlleva pues, a fortiori, la potencialidad correspondiente a todas las
modalidades de la vida terrestre, que no es ms que una porcin muy restringida del
mundo corporal. Esto vuelve perfectamente intil (incluso si su imposibilidad no
fuera probada en otra parte) la suposicin de una multiplicidad de existencias a travs
de las cuales el ser se elevara progresivamente de la modalidad ms inferior, la del
mineral, hasta la modalidad humana, considerada como la ms alta, pasando
sucesivamente por el vegetal y el animal, con toda la multitud de grados que
comprende cada uno de estos reinos; en efecto, hay quienes hacen tales hiptesis, y
que rechazan slo la posibilidad de un retorno atrs. En realidad, el individuo, en su
extensin integral, contiene simultneamente las posibilidades que corresponden a
todos los grados de que se trata (no decimos, obsrvese bien, que los contiene
corporalmente); esta simultaneidad no se traduce en sucesin temporal, ms que en
el desarrollo de su modalidad corporal nicamente, en el curso de la cual, como lo
muestra la embriologa, pasa efectivamente por todos los estadios correspondientes,
desde la forma unicelular de los seres organizados ms rudimentarios, e incluso,
remontando ms atrs todava, desde el cristal, hasta la forma humana terrestre.
Decimos de pasada, desde ahora, que ese desarrollo embriolgico, contrariamente a
la opinin comn, no es de ninguna manera la prueba de la teora transformista;
esta no es menos falsa que todas las dems formas del evolucionismo, y es incluso la
ms grosera de todas; pero tendremos la ocasin de volver sobre ello ms adelante.
Lo que es menester retener sobre todo es que el punto de vista de la sucesin es
esencialmente relativo, y por lo dems, incluso en la medida restringida en que es
legtimamente aplicable, pierde casi todo su inters por la simple observacin de que
el germen, antes de todo desarrollo, contiene ya en potencia el ser completo
(veremos enseguida su importancia); en todo caso, este punto de vista debe
permanecer siempre subordinado al de la simultaneidad, como lo exige el carcter
puramente metafsico, y por consiguiente extra-temporal (pero tambin extra-
419
420
de vista espacial).
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. LXI, prrafo 5.
La cadena [de los mundos] no puede ser recorrida en realidad sino en un
solo sentido, correspondiente a lo que hemos denominado la direccin ascendente
del eje; esto es particularmente claro cuando se utiliza el simbolismo temporal,
asimilando los mundos o estados de existencia a ciclos sucesivos, de tal manera que,
con relacin a un estado cualquiera, los ciclos anteriores representan los estados
inferiores, y los ciclos posteriores los estados superiores, lo que implica que su
encadenamiento debe concebirse como irreversible. Por otra parte, esta
irreversibilidad est igualmente implicada en la concepcin de dicho encadenamiento
como dotado de un carcter propiamente causal, aunque sta supone esencialmente
la simultaneidad y no ya la sucesin, pues, en una relacin de causa a efecto, los dos
trminos no pueden invertirse nunca; y, en el fondo, la nocin de un
encadenamiento causal constituye el verdadero sentido de lo que simblicamente se
traduce por las apariencias de una sucesin cclica, respondiendo siempre el punto de
vista de la simultaneidad a un orden de realidad ms profundo que el de la sucesin.
Sincretismo y Sntesis
El Simbolismo de la Cruz, prefacio, prrafo 3.
El Sincretismo consiste en amontonar, desde fuera, elementos ms o menos
disparatados y que, vistos de esa manera, jams pueden estar verdaderamente
unificados. Es algo puramente exterior y superficial. Habr sincretismo siempre que
uno se limite a tomar elementos de diversas formas Tradicionales, para soldarlos en
cierto modo exteriormente unos a otros. Nada vlido puede resultar de este
ensamblaje; no se obtendr ms que un montn de residuos inutilizables, porque
falta lo que podra darle una unidad anloga a la de un ser vivo o a la de un edificio
armonioso. Es evidente que un tal ensamblaje no puede constituir realmente una
doctrina, como tampoco un montn de piedras constituye un edificio. Un tal caso es
bastante comparable al de alguien que, bajo el pretexto de obtener ms seguramente
una curacin, emplear a la vez varios medicamentos, cuyos efectos no hicieran otra
cosa que neutralizarse y destruirse, y que pudieran inclusive, a veces, tener entre
ellos reacciones imprevistas y ms o menos peligrosas para el organismo.
La sntesis, al contrario, consiste en considerar las cosas desde la Unidad de
su Principio mismo, para ver como derivan y dependen de este Principio, y tomar
consciencia de su unin Real, en virtud de un lazo totalmente interior, inherente a lo
ms profundo de su naturaleza. Habr sntesis cuando de parta de la Unidad misma y
cuando no se la pierda jams de vista a travs de la multiplicidad de sus
manifestaciones. Desde entonces uno podr servirse de una u otra de esas formas,
segn la ventaja que tenga en hacerlo, al igual que para traducir un mismo
pensamiento se pueden emplear lenguajes diferentes segn las circunstancias, a fin de
hacerse comprender por los diversos interlocutores; es lo que algunas Tradiciones
421
Solsticios
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. XXXVI, prrafo 4 y cap.
XXXVIII, prrafo 3.
Son los puntos extremos alcanzados por el Sol en su curso anual, en los que
en cierto modo se detiene (ya que estos puntos son, en efecto, como los lmites que
el Sol no puede jams sobrepasar en el curso de su marcha), de ah el nombre de
solsticios.
422
76
En la representacin geogrfica que sita a esas columnas a una y otra parte del actual estrecho de
Gibraltar, es evidente que la ubicada en Europa es la columna del Norte y la ubicada en frica es la
de Medioda.
77
En antiguas monedas espaolas se ve una figuracin de las columnas de Hrcules unidas por
una suerte de banderola en la que est inscripta la divisa non plus ultra; ahora bien -cosa que parece
bastante poco conocida y que sealaremos aqu a ttulo de curiosidad-, de esa figuracin deriva el
signo usual del dlar norteamericano; pero toda la importancia fue dada a la banderola, que no era
primitivamente sino un accesorio y que fue cambiada en una letra S, cuya forma aproximadamente
tena, mientras que las dos columnas, que constituan el elemento esencial, quedaron reducidas a dos
trazos paralelos, verticales como las dos tangentes del crculo en el simbolismo masnico que
acabarnos de explicar; y la cosa no carece de cierta irona, pues precisamente el descubrimiento de
Amrica anul de hecho la antigua aplicacin geogrfica del non plus ultra.
423
Subjetividad
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. XX, prrafo 5.
La subjetividad no es sino la ms vana de las ilusiones.
Substancia
Lo que est debajo. Sub-stare.
Sueo e hipnosis
(Ver: Despertar de recuerdos).
Suf
El Esoterismo Islmico y el Taosmo, cap I, prrafo 3.
Nadie puede decirse jams Sf, si ello no es por pura ignorancia, ya que
prueba por ah mismo que no lo es realmente, siendo esta cualidad necesariamente
un secreto (sirr) entre el verdadero Sf y Allah; uno puede solamente decirse
mutacawwuf, trmino que se aplica a quienquiera que entra en la va inicitica, y
ello, a cualquier grado que haya llegado, pero el Sf, en el verdadero sentido de esta
palabra, es solamente aquel que ha alcanzado el grado supremo.
Por la adicin de los valores numricos de las letras de las que est formada,
la palabra Sf tiene el mismo nmero que El-Hekmah el-ilahiyah, es decir, la
Sabidura Divina. El Sf verdadero es pues el que posee esa Sabidura, o, en otros
trminos, es el-rif bi Llah, es decir, el que conoce por Dios, ya que l no puede
ser conocido ms que por l mismo; y es ste efectivamente el grado supremo y
total en el conocimiento de la haqqah.
Sufrimiento
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap XXV, prrafo 2.
Habra lugar a preguntarse si esta exaltacin del sufrimiento, es
verdaderamente inherente a la forma especial de la tradicin cristiana, o si no le ha
sido ms bien sobre-impuesta en cierto modo por las tendencias naturales del
temperamento occidental.
424
Sumisin
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap XXXIV, ltimo prrafo.
Sabemos bien que se podr objetar a eso que algunas vas iniciticas conllevan
una sumisin ms o menos completa a un gur; pero esta objecin no es en modo
alguno vlida, primeramente porque en eso se trata de una sumisin consentida de
pleno grado, no de una sujecin que se impone sin saberlo el discpulo; y despus
porque el gur es siempre perfectamente conocido por el discpulo, que est en
relacin real y directa con l, y que no es un personaje desconocido que se manifiesta
en astral, es decir, toda fantasmagora aparte, que acta por una suerte de
influencia teleptica para enviar sugestiones sin que el discpulo que las recibe
pueda saber en modo alguno de donde le vienen. Adems, esta sumisin no tiene
otro carcter que el de un simple medio pedaggico, se podra decir, de una
necesidad completamente transitoria; un verdadero instructor espiritual no solo no
abusar nunca de ella, sino que no se servir de ella ms que para hacer al discpulo
capaz de liberarse de l lo ms pronto posible, ya que, si hay una afirmacin
invariable en parecido caso, es que el verdadero gur, es puramente interior, que no
es otro que el S mismo del ser mismo, y que el gur exterior no hace ms que
representarle en tanto que el ser no puede ponerse todava en comunicacin
consciente con este S mismo. La iniciacin debe conducir precisamente a la
consciencia plenamente realizada y efectiva del S mismo, lo que, evidentemente,
no podra ser el hecho ni de nios en tutela ni de autmatas psquicos; la cadena
inicitica no est hecha para ligar al ser, sino, al contrario, para proporcionarle un
apoyo que le permita elevarse indefinidamente y rebasar sus propias limitaciones de
ser individual y condicionado. Incluso cuando se trata de las aplicaciones
contingentes que pueden coexistir secundariamente con la meta esencial, una
organizacin inicitica no tiene que hacer instrumentos pasivos y ciegos, cuyo sitio
normal no podra estar en todo caso ms que en el mundo profano, puesto que les
falta toda cualificacin; lo que debe encontrar en sus miembros, a todos los grados y
en todas las funciones, es una colaboracin consciente y voluntaria, que implica toda
la comprensin efectiva de la que cada uno es susceptible; y ninguna verdadera
jerarqua puede realizarse y mantenerse sobre otra base que esa.
Superchera
El Error Espiritista, cap. VI, prrafo 3.
Toda superchera es siempre una imitacin de la realidad; esta imitacin
puede ser sin duda ms o menos deforme, pero finalmente no se puede pensar en
simular ms que lo que existe, y sera hacer un gran honor a los defraudadores,
creerles capaces de realizar algo enteramente nuevo, algo a lo que, por lo dems, la
imaginacin humana no puede llegar jams.
425
Superiores Incognitos
Estudios sobre la Franc-Masonera y el Compagnonage II (Anexos), cap. II, prrafo
22.
Escribiendo las palabras Superiores Incgnitos, S. I. , los Iluminados, los
Martinistas, los miembros de la Estricta Observancia y todos los Masones del siglo
XVIII hablan de seres considerados como teniendo una existencia real superior, bajo la
direccin de los cuales cada Logia y cada adepto iniciado (sic) estn colocados. Haber hecho
de los Superiores Incgnitos unos seres astrales, despus asignarles tal papel de
ayudas invisibles (invisible helpers), como dicen los teosofistas no es querer
aproximarlos un poco demasiado a los guas espirituales que dirigen igualmente
desde un plano superior, a los mdiums y los grupos espiritistas?
(Ver: Viajero).
Supersticin
Estudios Sobre la Franc-Masonera y el Compagnonage II Anexos), cap. VII, ltimo
prrafo.
426
T
Tabla Redonda
[Ver: Graal (El Santo)].
Tantrismo
Estudios sobre el Hinduismo. Captulo VIII, prrafos 4 y 5.
Conjunto de enseanzas y medios de realizacin, ms especialmente
apropiados a las condiciones del Kali-Yuga.
Se tratara de un espritu, si puede llamarse as, que, de modo ms o menos
difuso, penetra toda la Tradicin Hind bajo su forma actual, de manera que sera
casi imposible asignarle unos lmites precisos dentro de sta.
Se trata de una expresin o manifestacin exterior de algo que, como todo el
resto de la Tradicin, exista desde el principio del propio Vda, aunque no hayan
sido desarrolladas sus aplicaciones, sino cuando las circunstancias lo exigieron, es
decir en el Kali-Yuga. Por ello, se trata de una va ms activa que contemplativa, es
decir, situndose ms bien del lado de la potencia que del lado del conocimiento; lo
que se manifiesta en la importancia que da a lo que se designa como va del hroe
(vra-mrga), que supone en realidad una bsqueda de algo que se ha perdido y cuya
misin es re-encontralo.
Es un conjunto de tratados que llevan el nombre de Tantras, que significa la
urdimbre de un tejido (simbolismo del tejido).
Taosmo y Confucionismo
El Esoterismo islmico y el Taosmo, cap X, prrafos 8, 18 y 19.
Las posiciones respectivas de las dos doctrinas -casi mejor deberamos decir:
de las dos ramas de doctrina-, en las cuales iba en adelante a encontrarse dividida la
Tradicin Extremo-Oriental: Conllevando, una, esencialmente la metafsica pura, a
la cual se adjuntan todas las ciencias tradicionales que tienen un alcance propiamente
especulativo o, para decirlo mejor, cognitivo; confinada, la otra, en el domino
prctico y atenindose exclusivamente al terreno de las aplicaciones sociales.
Inclusive en China, el Taosmo jams ha tenido una muy amplia difusin, y
jams tampoco ha apuntado a eso, habindose abstenido siempre de toda propaganda;
esta reserva le es impuesta por su naturaleza misma; es una doctrina muy cerrada y
esencialmente inicitica, que como tal no est destinada ms que a una lite, y que
no podra ser propuesta a todos indistintamente, ya que no todos son aptos para
comprenderla, ni sobre todo para realizarla. Se dice que Lao-tseu no confi su
427
enseanza ms que a dos discpulos, que ellos mismos formaron a otros diez; despus
de haber escrito el Tao-te-King, desapareci hacia el Oeste; sin duda se refugi en
algn retiro inaccesible del Tbet o del Himalaya, y, dice el historiador Sse-ma-tsien,
no se sabe ni dnde, ni cmo acab sus das.
Sin embargo, puesto que el Taosmo representa el conocimiento principal de
donde deriva todo el resto, el Confucianismo, en realidad, no es en cierto modo ms
que una aplicacin suya en un orden contingente, y le est subordinado de derecho
por su naturaleza misma; pero hay ah una cosa de la que la masa no tiene que
preocuparse, que la misma no puede ni suponer siquiera, dado que la nica
aplicacin prctica es la que entra en su horizonte intelectual; y, en la masa de que
hablamos, es menester seguramente comprender a la gran mayora de los letrados
confucionistas mismos.
Tao-Te-King
El Esoterismo islmico y el Taosmo, cap X, prrafo 8 y 9.
Lao-tseu no escribi ms que un solo tratado, por lo dems extremadamente
conciso, el Tao-te-King o Libro de la Va y de la Rectitud; todos los dems textos
taostas son, o comentarios de ese libro fundamental, o redacciones ms o menos
tardas de algunas enseanzas complementarias que, primeramente, haban sido
puramente orales. El Tao, que se traduce literalmente por Va, y que ha dado su
nombre a la doctrina misma, es el Principio supremo, considerado bajo el punto de
vista estrictamente metafsico: es a la vez el origen y el fin de todos los seres, as
como lo indica muy claramente el carcter ideogrfico que le representa. El Te, que
preferimos traducir por Rectitud antes que por Virtud como se hace a veces, y
eso a fin de no parecer darle una acepcin moral que de ningn modo est en el
espritu del Taosmo; el Te, decimos, es lo que se podra denominar una
especificacin del Tao, en relacin a un ser determinado, tal como el ser humano
por ejemplo: es la direccin que este ser debe seguir para que su existencia, en el
estado en que se encuentra al presente, sea segn la Va, o, en otros trminos, en
conformidad con el Principio. Lao-tseu se coloca pues primero en el Orden
Universal, y desciende despus a una aplicacin; pero esta aplicacin, aunque
apuntando propiamente al caso del hombre, de ningn modo se hace bajo un punto
de vista social o moral; lo que se considera en ella, es siempre y exclusivamente el
vinculamiento al Principio supremo, y as, en realidad, no salimos del dominio
metafsico.
Tarot
(Ver: Artes Adivinatorias).
428
Teatro
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XXVIII, prrafos 2 y 3.
De una manera general, puede decirse que el teatro es un smbolo de la
manifestacin, cuyo carcter ilusorio expresa tan perfectamente como es posible; y
este simbolismo puede ser considerado, ya sea desde el punto de vista del actor, ya
sea desde el del teatro mismo. El actor es un Smbolo del S mismo o de la
personalidad que se manifiesta por una serie indefinida de estados y de modalidades,
que pueden ser considerados como otros tantos papeles diferentes; y es menester
notar la importancia que tena el uso antiguo de la mscara para la perfecta exactitud
de este simbolismo (Por lo dems, hay lugar a destacar que esta mscara se llamaba
en latn persona; la personalidad es, literalmente, lo que se oculta bajo la mscara de
la individualidad). Bajo la mscara, en efecto, el actor permanece l mismo en todos
sus papeles, como la personalidad es no afectada por todas sus manifestaciones; la
supresin de la mscara, al contrario, obliga al actor a modificar su propia fisonoma
y as parece alterar de alguna manera su identidad esencial. No obstante, en todos los
casos, el actor permanece en el fondo otra cosa que lo que parece ser, del mismo
modo que la personalidad es otra cosa que los mltiples estados manifestados, que no
son ms que las apariencias exteriores y cambiantes de las que se reviste para realizar,
segn los modos diversos que convienen a su naturaleza, las posibilidades indefinidas
que contiene en s misma en la permanente actualidad de la no manifestacin.
Si pasamos a otro punto de vista, podemos decir que el teatro es una imagen
del mundo: uno y otro son propiamente una representacin, ya que el mundo
mismo, que no existe ms que como una consecuencia y una expresin del Principio,
del que depende esencialmente en todo lo que es, puede ser considerado como
simbolizando a su manera el orden principial, y este carcter simblico le confiere,
por lo dems, un valor superior a lo que es en s mismo, puesto que es por eso por lo
que participa de un grado de realidad ms alto.
Es destacable que algunos aplican concretamente esta expresin a lo que
concierne a los ngeles y a los demonios, que representan efectivamente los
estados superiores e inferiores del ser, y que, por lo dems, evidentemente no
pueden ser descritos ms que simblicamente con trminos tomados al mundo
sensible.
Estudios sobre la Franc-Masonera y el Compagnonage I, cap. VII, prrafo 6.
Los orgenes del teatro: En sus comienzos fue por un lado esencialmente
ambulante y, por otro, revesta un carcter religioso, al menos en cuanto a sus
formas exteriores; carcter religioso comparable al de los peregrinos, de quienes
asuman sus apariencias. Lo que resalta la importancia de este hecho, es la
comprobacin de que el mismo no se circunscribe al mbito de la Europa medieval;
la historia del teatro en la antigua Grecia es completamente anloga y podramos
tambin encontrar ejemplos de este tipo en la mayor parte de los pases de Oriente.
429
Tejido
El Simbolismo de la Cruz, cap. XIV, prrafos 1, 2, 4 y 7, y notas 1 y 3.
En snscrito, stra significa hilo78: un libro puede estar formado por un
conjunto de stras, como un tejido est formado por un ensamblaje de hilos; tantra
tiene tambin el sentido de hilo y el de tejido, y designa ms especialmente la
urdimbre de un tejido. Del mismo modo, en chino, king es la urdimbre de una
tela, y wei es su trama; la primera de estas dos palabras designa al mismo tiempo un
libro fundamental, y la segunda designa sus comentarios79. Esta distincin de la
urdimbre y de la trama en el conjunto de las escrituras tradicionales
corresponde, segn la terminologa hind, a la de la Shruti, que es el fruto de la
inspiracin directa, y a la de la Smiriti, que es el producto de la reflexin que se
ejerce sobre los datos de la Shruti.
La urdimbre, formada de hilos tendidos sobre el telar, representa el
elemento inmutable y principial, mientras que los hilos de la trama, que pasan entre
los de la urdimbre por el vaivn de la lanzadera, representan el elemento variable y
contingente, es decir, las aplicaciones del principio a tales o cuales condiciones
particulares. Por otra parte, si se considera un hilo de la urdimbre y un hilo de la
trama, uno se apercibe inmediatamente de que su reunin forma la cruz, de la que
son respectivamente la lnea vertical y la lnea horizontal; y todo punto del tejido,
siendo as el punto de encuentro de dos hilos perpendiculares entre ellos, es por eso
mismo el centro de una tal cruz.
El simbolismo del tejido no se aplica solo a las escrituras tradicionales; se
emplea tambin para representar el mundo, o ms exactamente el conjunto de todos
los mundos, es decir, de los estados o de los grados, en multitud indefinida, que
constituyen la Existencia universal.
Se puede decir que la urdimbre, son los principios que ligan entre ellos todos
los mundos o todos los estados, puesto que cada uno de sus hilos liga los puntos que
se corresponden en esos diferentes estados, y que la trama, son los conjuntos de
acontecimientos que se producen en cada uno de los mundos, de suerte que cada hilo
78
Esta palabra es idntica al latn sutura, puesto que la misma raz con el sentido de
coser se encuentra igualmente en las dos lenguas. Es al menos curioso constatar que la
palabra rabe srat, que designa los captulos del Qorn, est compuesta exactamente de
los mismos elementos que el snscrito stura; por lo dems, esta palabra tiene un sentido
cercano a fila o hilera, y su derivacin es desconocida.
79
Al simbolismo del tejido se vincula tambin el uso de las cuerdecillas anudadas que
tenan el lugar de la escritura en China en una poca muy lejana; estas cuerdecillas eran del
mismo gnero que las que los antiguos peruanos empleaban igualmente y a las cuales daban
el nombre de quipos. Aunque a veces se haya pretendido que estas ltimas no servan ms
que para contar, parece, no obstante, que expresaban tambin ideas mucho ms complejas,
tanto ms cuanto que se dice que ellas constituan los anales del imperio, y ya que, por lo
dems, los peruanos jams han tenido ningn otro procedimiento de escritura, mientras
posean una lengua muy perfecta y muy refinada; esta suerte de ideografa se haca posible
por mltiples combinaciones en las que el empleo de hilos de colores diferentes jugaba un
importante papel.
430
Templarios
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. XI, prrafos 9, 10, 11,
12, 13, 14 y 15.
Guardianes de Tierra Santa. (Ver: Tierra Santa).
Para comprender bien de qu se trata, es menester distinguir entre los
mantenedores de la tradicin, cuya funcin es la de conservarla y transmitirla, y los
que reciben solamente de ella, en mayor o menor grado, una comunicacin y,
podramos decir, una participacin.
Los primeros, depositarios y dispensadores de la doctrina, estn junto a la
fuente misma, que es propiamente el centro; de all, la doctrina se comunica y
reparte jerrquicamente a los diversos grados iniciticos.
As, pues, no todos los que participan de la tradicin han llegado al mismo
grado, ni realizan las mismas funciones; inclusive sera preciso establecer una
distincin entre ambas cosas, las cuales, aunque generalmente en cierta manera se
corresponden, no son empero estrictamente solidarias, pues puede ocurrir que un
hombre est intelectualmente cualificado para recibir los grados ms altos, pero no
sea apto por eso para cumplir todas las funciones en la organizacin inicitica. Aqu,
slo debemos considerar las funciones; y, desde este punto de vista, diremos que los
guardianes estn en el lmite del centro espiritual, tomado en su sentido ms lato, o
en el ltimo recinto, aquel por el cual el centro est a la vez separado del mundo
exterior y en relacin con l. Por consiguiente, estos guardianes tienen una doble
funcin: por una parte, son propiamente los defensores de la Tierra Santa en el
sentido de que vedan el acceso a quienes no poseen las cualificaciones requeridas para
penetrar, y constituyen lo que hemos llamado su cobertura externa, es decir, la
ocultan a las miradas profanas; por otra parte, aseguran tambin as ciertas relaciones
regulares con el exterior.
Es evidente que el papel de defensor es, para hablar el lenguaje de la
tradicin hind, una funcin de kshtriya; y, precisamente, toda iniciacin
caballeresca est esencialmente adaptada a la naturaleza propia de los hombres que
pertenecen a la casta guerrera, o sea la de los kshtriya. Pero, en el caso de los
Templarios, hay algo ms que tomar en cuenta: aunque su iniciacin haya sido
esencialmente caballeresca, como convena a su naturaleza y funcin, tenan un
doble carcter, a la vez militar y religioso; y as deba ser si pertenecan, como
tenemos buenas razones para creerlo, a los guardianes del Centro supremo, donde
la autoridad espiritual y el poder temporal se renen en su principio comn, y que
comunica la marca de esta reunin a todo cuanto le est directamente vinculado. En
el mundo occidental, donde lo espiritual toma la forma especficamente religiosa, los
verdaderos Guardianes de la Tierra Santa, en tanto que tuvieron una existencia en
cierto modo oficial, deban ser caballeros, pero caballeros que fuesen monjes a la
431
432
433
Tercer Nacimiento
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap XXV, prrafo 3 y nota 3.
El punto del proceso inicitico que marcar el paso del orden psquico al
orden espiritual, podra ser considerado ms especialmente como constituyendo una
segunda muerte y un tercer nacimiento (en el simbolismo masnico, se
corresponde a la iniciacin al grado de Maestro). Conviene agregar que este tercer
nacimiento ser representado ms bien como una resurreccin que como un
nacimiento ordinario, porque aqu ya no se trata de un comienzo en el mismo
sentido que cuando la iniciacin primera; las posibilidades ya desarrolladas, y
adquiridas de una vez por todas, debern volver a encontrarse despus de este paso,
pero transformadas, de una manera anloga a aquella en la que el cuerpo
glorioso o cuerpo de resurreccin representa la transformacin de las
posibilidades humanas, ms all de las condiciones limitativas que definen el modo de
existencia de la individualidad como tal.
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. XXXIII, prrafo 2 y 3, y nota
3.
Ahora, falta considerar otra cuestin particularmente importante desde el
punto de vista inicitico: hemos hablado de la caverna como lugar del Segundo
nacimiento; pero ha de hacerse una distincin esencial entre este Segundo
nacimiento y el Tercer nacimiento; distincin que en suma corresponde a la de la
iniciacin en los Misterios Menores y en los Misterios Mayores. Si el Tercer
nacimiento se representa tambin como cumplido en la caverna, de qu modo se
adaptar a l el simbolismo, de sta? El Segundo nacimiento, que es propiamente lo
434
Ternario
(Ver: Dualidad y el Ternario).
Tiempo
La Gran Trada, cap. XXII, prrafo 2 y nota 6. (Interesante leer todo el captulo).
En lo que concierne al tiempo, la cuestin puede parecer ms difcil de
resolver y no obstante tambin hay ah un ternario, puesto que se habla del triple
tiempo (en snscrito trikla), es decir, que el tiempo es considerado bajo tres
modalidades, que son el pasado, el presente y el porvenir; pero, pueden estas tres
modalidades ser puestas en relacin con los tres trminos de los ternarios, tales como
los que examinamos aqu? Primeramente, es menester precisar que el presente
puede ser representado como un punto que divide en dos partes la lnea segn la cual
se desarrolla el tiempo, y que determina as, en cada instante, la separacin (pero
tambin la unin) entre el pasado y el porvenir, de los que es el lmite comn, del
mismo modo que el plano mediano es el lmite de las dos mitades superior e inferior
del espacio. Como lo hemos explicado en otra parte, la representacin rectilnea
del tiempo es insuficiente e inexacta, puesto que el tiempo es en realidad cclico, y
puesto que este carcter se encuentra tambin hasta en sus menores subdivisiones;
pero aqu no vamos a especificar la forma de la lnea representativa, ya que,
cualquiera que sea, para el ser que est situado en un punto de esta lnea, las dos
81
435
partes en las que est dividida aparecen siempre como situadas respectivamente
antes y despus de este punto, del mismo modo que las dos mitades del espacio
aparecan como situadas arriba y abajo, es decir, por encima y por debajo del
plano que se toma como nivel de referencia. Para completar a este respecto el
paralelismo entre las determinaciones espaciales y temporales, el punto
representativo del presente siempre puede ser tomado en un cierto sentido como el
medio del tiempo, puesto que, a partir de este punto, el tiempo no puede aparecer
sino como igualmente indefinido en las dos direcciones opuestas que corresponden al
pasado y al porvenir. Por lo dems, hay algo ms: el hombre verdadero ocupa el
centro del estado humano, es decir, un punto que debe ser verdaderamente
central en relacin a todas las condiciones de este estado, comprendida la
condicin temporal (Aqu no puede hablarse del hombre transcendente, puesto
que ste est enteramente ms all de la condicin temporal, as como de todas las
dems; pero, si ocurre que se sita en el estado humano y ocupa en l a fortiori, la
posicin central a todos los respectos); as pues, se puede decir que se sita
efectivamente en el medio del tiempo, que l mismo determina por el hecho de
que domina en cierto modo las condiciones individuales, del mismo modo que, en la
tradicin china, el Emperador, al colocarse en el punto central del Ming-tang,
determina el medio del ciclo anual; as pues, el medio del tiempo es propiamente,
si se puede expresar as, el lugar temporal del hombre verdadero, y, para l,
este punto es verdaderamente siempre el presente.
El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. XXIII, prrafos 1 y 2.
El tiempo est cualificado de una manera diferente en cada instante, por
las condiciones cclicas de la manifestacin a la que pertenece.
En el fin del mundo, es decir, en el lmite mismo de la manifestacin
cclica, ya no hay ms tiempo.
Micelnea, cap. IV Segunda parte, prrafo 7 y notas 14, 15 y 16.
Si recordamos cul de los cinco sentidos es aquel en el que el tiempo nos es
ms particularmente manifiesto, es fcil darse cuenta de que se trata del sentido del
odo; ste es por lo dems un hecho que puede ser verificado experimentalmente por
todos aquellos que estn habituados a controlar el origen respectivo de sus diversas
percepciones. La razn por la cual esto es as consiste en lo siguiente: para que el
tiempo pueda ser percibido materialmente (es decir, entrar en relacin con la
materia, en lo que concierne especialmente a nuestro organismo corporal), es
preciso que se haga susceptible de ser medido, pues ste es, en el mundo fsico, un
carcter general de toda cualidad sensible (cuando se la considera en tanto que tal);
ahora bien, el tiempo no puede ser directamente percibido por nosotros, ya que no
es divisible en s mismo, y no podemos concebir la medida sino por la divisin, al
menos de una forma normal y sensible (pues, no obstante, se pueden concebir otros
modos de medida, como la integracin, por ejemplo). El tiempo no ser entonces
mensurable en tanto no se exprese en funcin de una variable divisible, y, como ms
436
437
Tierra Prometida
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap XI, prrafo 3.
Tierra de los Vivos es exactamente sinnimo de morada de inmortalidad,
y la liturgia catlica la aplica a la morada celeste de los elegidos, que estaba en efecto
figurada por la Tierra Prometida, puesto que Israel, al penetrar en sta, deba ver el
fin de sus tribulaciones.
Tierra Santa
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap XI, prrafo 6 y nbota 13.
Hay tantas Tierras Santas particulares como formas tradicionales regulares
existen, puesto que representan los centros espirituales que corresponden,
respectivamente, a las diferentes formas; pero, si igual simbolismo se aplica
uniformemente a todas esas Tierras Santas, se debe a que los centros espirituales
tienen todos una constitucin anloga, y a menudo hasta en muy precisos
438
Analgicamente, desde el punto de vista cosmognico el "Centro del Mundo" es el punto original
439
el simbolismo del "Santo Grial", que es a la vez un vaso (grasale) y un libro (gradale o
graduale); este ltimo aspecto designa manifiestamente la tradicin, mientras que el
primero concierne ms directamente al estado correspondiente a la posesin efectiva
de esa tradicin, vale decir al "estado ednico", si se trata de la Tradicin
Primordial; y quien ha llegado a tal estado est, por eso mismo, reintegrado al Pardes,
de suerte que puede decirse que su morada se encuentra en adelante en el "Centro
del Mundo".
Tinieblas
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XLVI, prrafos 1 y 2.
Las tinieblas representan siempre, en el simbolismo tradicional, el estado de
las potencialidades no desarrolladas que constituyen el caos; y, correlativamente,
la luz se pone en relacin con el mundo manifestado, en el que estas potencialidades
sern actualizadas, es decir, el cosmos.
As pues, la luz es en efecto despus de las tinieblas, y eso no slo desde el
punto de vista macro-csmico, sino igualmente desde el punto de vista microcsmico que es el de la iniciacin, puesto que, a este respecto, las tinieblas
representan el mundo profano, de donde viene el recipiendario, o el estado profano
en el que ste se encuentra primero, hasta el momento preciso en que devendr
iniciado al recibir la luz. As pues, por la iniciacin, el ser pasa de las tinieblas a la
luz, como el mundo, en su origen mismo (y el simbolismo del nacimiento es
igualmente aplicable en los dos casos), ha pasado por ah por el acto del Verbo
creador y ordenador; y as la iniciacin es verdaderamente, segn un carcter por lo
dems muy general de los Ritos tradicionales, una imagen de lo que se hizo en el
comienzo.
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. XXXI, prrafos 1, 3 y penltimo.
El simbolismo de las tinieblas, en su acepcin tradicional ms general, se
presenta bajo dos sentidos opuestos, uno superior y el otro inferior.
Resulta que el sentido inferior de las tinieblas es de orden cosmolgico,
mientras que su sentido superior es de orden propiamente metafsico. Tambin se
puede destacar que su relacin permite dar cuenta del hecho de que, el origen y el
desarrollo de la manifestacin, pueden considerarse a la vez en un sentido ascendente
y en un sentido descendente; si ello es as, es porque la manifestacin no procede
slo de Prakriti, a partir de la cual su total desarrollo es un paso gradual de la potencia
al acto, que puede describirse como un proceso ascendente; en realidad, procede de
los dos polos complementarios del Ser, es decir, de Purusha y de Prakriti y, con
relacin a Purusha, su desarrollo es un alejamiento gradual del Principio, y por tanto
un verdadero descenso.
Se podr comprender fcilmente que no hay ninguna contradiccin entre la
de donde se profiere el Verbo creador, que es tambin el Verbo mismo.
440
441
Tirana
Autoridad Espiritual, Poder Temporal, cap. VI, ltima nota.
Un gobierno en el que hombres de casta inferior se atribuyen el ttulo y las
funciones de la realeza, es lo que los antiguos griegos llamaban tirana; como se ve,
el sentido primitivo de esta palabra est bastante alejado del que ha tomado entre los
modernos, que lo emplean ms bien como sinnimo de despotismo.
Tolerancia
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. XVII, ltimo prrafo.
Los orientales, y ms generalmente todos los pueblos que tienen una
civilizacin tradicional, han ignorado siempre lo que los occidentales modernos
decoran con el nombre de tolerancia, y que no es realmente ms que la
indiferencia a la verdad, es decir, algo que no puede concebirse ms que all donde la
intelectualidad est totalmente ausente; que los occidentales se jacten de esta
tolerancia, como de una virtud, no es eso un indicio contundente del grado de
bajeza a donde les ha llevado renegar de la tradicin?
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap I, prrafo 5.
So pretexto de tolerancia, muchos se tornan cmplices inconscientes de
verdaderas falsificaciones de la religin, cuya intencin oculta estn lejos de suponer.
Oriente y Occidente, cap. II, prrafo 1.
Es propiamente una ausencia de principio, que se traduce por esa indiferencia
respecto a la verdad y al error que ha recibido, desde el siglo XVIII, el nombre de
tolerancia. Que se nos comprenda bien: no entendemos censurar la tolerancia
prctica, que se ejerce hacia los individuos, sino slo la tolerancia terica, que
pretende ejercerse hacia las ideas y reconocerlas a todas los mismos derechos, lo que
debera implicar lgicamente un escepticismo radical; y, por lo dems, no podemos
impedirnos constatar que, como todos los propagandistas, los apstoles de la
tolerancia son muy frecuentemente, de hecho, los ms intolerantes de los hombres.
En efecto, se ha producido este hecho que es de una irona singular: aquellos que han
querido invertir todos los dogmas han creado para su uso, no diremos que un dogma
nuevo, sino una caricatura de dogma, que han llegado a imponer a la generalidad del
mundo occidental; as se han establecido, so pretexto de una liberacin del
pensamiento, las creencias ms quimricas que se hayan visto nunca en ningn
tiempo-
442
Trabajo
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. X, prrafos 1, 2, 3 y 4, y nota 1.
Se sabe que la glorificacin del trabajo es concretamente, en la Masonera,
el tema de la ltima parte de la iniciacin al grado de Compaero; y
desafortunadamente, en nuestros das, esta glorificacin se comprende ah
generalmente de esta manera completamente profana, en lugar de ser entendida,
como lo debiera, en el sentido legtimo y realmente tradicional.
El trabajo, considerado como los profanos, no es evidentemente otra cosa
que una forma de la accin, y una forma a la que, por otra parte, el prejuicio
moralista arrastra a atribuir todava mayor importancia que a toda otra, porque es
la que se presta mejor a ser presentada como constituyendo un deber para el
hombre y como contribuyendo a asegurar su dignidad.
A ello se agrega, la intencin claramente anti-tradicional, de despreciar la
contemplacin, que se quiere asimilar a la ociosidad, mientras que, ms bien al
contrario, la contemplacin es en realidad la actividad ms alta concebible, y cuando,
adems, la accin separada de la contemplacin no puede ser ms que ciega y
desordenada.
No importa cul trabajo, hecho indistintamente por no importa quin, y
nicamente por el placer de actuar o por necesidad de ganarse la vida, no merece
ser exaltado de ninguna manera, y ni siquiera puede ser considerado ms que como
una cosa anormal, opuesta al orden que debera regir las instituciones humanas, hasta
tal punto que, en las condiciones de nuestra poca, ocurre muy frecuentemente que
el trabajo llega a tomar un carcter que, sin ninguna exageracin, se podra calificar
de infra-humano.
Un trabajo no es realmente vlido ms que si es conforme a la naturaleza
misma del ser que lo hace. Es menester entender, a la vez, el ejercicio de una
actividad conforme a su naturaleza y, como consecuencia inmediata de esta actividad,
el paso de la potencia al acto de las posibilidades que estn comprendidas en esa
naturaleza. Y, cuando ello es as, el provecho material que puede sacarse
legtimamente de l, no aparece sino como un fin completamente secundario y
contingente, por no decir incluso desdeable frente a otro fin superior, que es el
desarrollo y como el acabamiento en acto de la naturaleza misma del ser humano.
Segn la expresin de los Libros hindes, debemos construir como los
Dvas lo hicieron en el comienzo; esto, que se entiende naturalmente del ejercicio
de todos los oficios dignos de este nombre, implica que el trabajo tiene un carcter
propiamente ritual; y no es solo este carcter ritual el que asegura esta conformidad
al orden, sino que se puede decir incluso que este carcter ritual no constituye
verdaderamente ms que uno, con esta conformidad misma. Cuanto ms realiza el
artesano por su trabajo, las virtualidades de su propia naturaleza, tanto ms crece al
mismo tiempo su semejanza con el Artesano divino, y tanto ms se integran
perfectamente sus obras en la armona del Cosmos.
La glorificacin del trabajo responde ciertamente a una verdad, e incluso a
443
Tradicin
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. IX, prrafos 1, 2 y 4.
Tradicin = Qabbalah = Transmisin.
Si cualquier cosa puede constituir el objeto de una transmisin,
comprendidas ah las cosas del orden ms profano; entonces, por qu no se podra
hablar tambin de tradicin para todo lo que es as transmitido, cualquiera que sea
su naturaleza, en lugar de restringir el empleo de esta palabra nicamente al dominio
que podemos llamar sagrado?
Debemos hacer primero una precisin importante, y que reduce ya mucho el
alcance de esta cuestin: es que, si uno se remite a los orgenes, esta cuestin no
tendra que plantearse, puesto que la distincin entre sagrado y profano que
implica, era entonces inexistente. En efecto, como lo hemos explicado
frecuentemente, no hay propiamente un dominio profano, al que un cierto orden de
cosas pertenecera por su naturaleza misma; en realidad, hay solo un punto de vista
profano, que no es ms que la consecuencia y el producto de una cierta
degeneracin, que resulta de la marcha descendente del ciclo humano y de su
alejamiento gradual del estado principial. Por consiguiente, anteriormente a esta
degeneracin, es decir, en suma en el estado normal de la humanidad todava no
cada, se puede decir que todo tena verdaderamente un carcter tradicional, porque
todo era considerado en su dependencia esencial, al respecto de los principios y en
conformidad con stos, de tal suerte que una actividad profana, es decir, separada de
estos mismos principios e ignorndolos, hubiera sido algo completamente
inconcebible, incluso para lo que depende de lo que se ha convenido llamar hoy da
la vida ordinaria, o ms bien para lo que poda correspondrsele entonces, pero
que apareca bajo un aspecto muy diferente de lo que nuestros contemporneos
entienden por eso, y con mayor razn en lo que concierne a las ciencias, a las artes y
a los oficios, para los que este carcter tradicional se ha mantenido integralmente
hasta mucho ms tarde y que se encuentra todava en toda civilizacin de tipo
normal, de suerte que podra decirse que su concepcin profana, aparte de la
excepcin que hay quizs lugar a hacer hasta un cierto punto para la antigedad
llamada clsica, es exclusivamente propia de la civilizacin moderna, slo que no
representa, ella misma, en el fondo, ms que el ltimo grado de la degeneracin de
la que acabamos de hablar.
Al mismo tiempo, se puede destacar que el carcter transcendente de todo
lo que es tradicional, implica tambin una transmisin en un sentido diferente, que
parte de los Principios mismos para comunicarse al estado humano.
Se podra hablar incluso a la vez de una transmisin vertical, de lo supra-
444
Tradicin Primordial
Estudios sobre el Hinduismo, cap. XI, prrafo 9
Siendo esto cierto para todas las formas tradicionales, sera un error querer
asimilar el Santana Dharma83 a una de ellas, sea cual sea, por ejemplo a la tradicin
hind tal como se nos presenta actualmente; y, si este error es a veces cometido de
83
445
hecho, no puede ser ms que por aquellos cuyo horizonte, en razn de las
circunstancias en las que se encuentran, est limitado exclusivamente a esta nica
tradicin. Si, no obstante, esta asimilacin es legtima en cierta medida, segn lo que
acabamos de explicar, los adherentes a cada una de las dems tradiciones podran
decir tambin, en el mismo sentido y al mismo ttulo, que su propia tradicin es el
Santana Dharma; tal afirmacin sera siempre verdadera en un sentido relativo,
aunque sea evidentemente falsa en el sentido absoluto. Existe sin embargo una razn
por la cual la nocin del Santana Dharma aparece como ligada ms particularmente a
la tradicin hind: y es que sta es, de todas las formas tradicionales actualmente
vivas, la que deriva ms directamente de la Tradicin Primordial, puesto que es en
cierto modo como su continuacin en el exterior, teniendo siempre en cuenta, por
supuesto, las condiciones en las cuales se desarrolla el ciclo humano y del cual da una
descripcin ms completa que todas las que pudiramos encontrar, y as participa en
mayor grado que las dems en su perpetuidad. Adems, es interesante remarcar que
la tradicin hind y la tradicin islmica son las nicas que afirman explcitamente la
validez de todas las restantes tradiciones ortodoxas; y, si ello es as, es porque,
siendo la primera y la ltima en el curso del Manvantara, deben integrar igualmente,
aunque en modos diferentes, todas estas formas diversas que se han producido en su
intervalo, a fin de hacer posible el "retorno a los orgenes" por el cual el final del
ciclo deber reunirse con su comienzo, que, desde el punto de partida de otro
Manvantara, manifestara de nuevo al exterior el verdadero Santana Dharma.
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XVIII, prrafo 6.
La Tradicin Primordial es en efecto la revelacin del Verbo.
Esta Tradicin, de la que todas las dems no son ms que formas derivadas,
se incorpora por as decir, en los Smbolos que son transmitidos de edad en edad, sin
que se les pueda asignar ningn origen histrico; y el proceso de esta suerte de
incorporacin simblica es tambin anlogo, en su orden, al de la manifestacin.
Transformacin y transmutacin
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XLII, prrafos 3 y 4.
Transformacin en su acepcin estrictamente etimolgica, es la de paso
ms all de la forma; por consiguiente, el ser no podr llamarse transformado ms
que si ha pasado efectivamente a un estado supra-individual. As pues, en eso se trata
de algo cuya realizacin pertenece esencialmente al dominio de los Misterios
Mayores. En lo que se refiere al cuerpo mismo, su transformacin no puede ser
otra cosa que su transposicin en modo principial; en otros trminos, lo que se
puede llamar el cuerpo transformado, es propiamente la posibilidad corporal
liberada de las condiciones limitativas a las que est sometida, en cuanto a su
existencia en modo individual (y que, por lo dems, como toda limitacin, no tiene
ms que un carcter puramente negativo), y encontrndose necesariamente, en su
rango y al mismo ttulo, que todas las dems posibilidades, en la realizacin total del
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447
448
Transmigracin
El Error Espiritista, Segunda parte, cap. VI, prrafo 9.
La transmigracin propiamente dicha, se trata en efecto del ser real, pero no
se trata para l de un retorno al mismo estado de existencia, que, si pudiera tener
lugar, sera quizs una migracin si se quiere, pero no una transmigracin. De lo
que se trata es, al contrario, del paso del ser a otros estados de existencia, que estn
definidos, como lo hemos dicho, por condiciones enteramente diferentes de aquellas
a las cuales est sometida la individualidad humana (con la sola restriccin de que,
mientras se trate de estados individuales, el ser est revestido siempre de una forma,
pero que no podra dar lugar a ninguna representacin espacial u otra, ms o menos
modelada sobre la de la forma corporal); quien dice transmigracin dice
esencialmente cambio de estado.
Es precisamente la verdadera doctrina de la transmigracin, entendida segn
el sentido que le da la metafsica pura, la que permite refutar de una manera absoluta
y definitiva la idea de reencarnacin; y, sobre este terreno, no hay ninguna otra
refutacin que sea posible. Somos pues conducidos as a mostrar que la
reencarnacin es una imposibilidad pura y simple; por esto es menester entender que
un mismo ser no puede tener dos existencias en el mundo corporal, considerando
este mundo en toda su extensin.
449
Transmisin oral
Autoridad espiritual, Poder Temporal, ca. I, nota 1.
Las tradiciones fueron siempre orales primeramente; a veces, como entre los
celtas, jams fueron escritas; su concordancia prueba, a la vez, la comunidad de
origen y, por tanto, el vinculamiento a una tradicin primordial, y la rigurosa
fidelidad de la transmisin oral, cuyo mantenimiento es, en este caso, una de las
principales funciones de la autoridad espiritual.
Transmisor
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. VIII, prrafo 9.
En tales condiciones, es fcil comprender que el papel del individuo que confiere la
iniciacin a otro, es verdaderamente un papel de transmisor, en el sentido ms exacto de
esta palabra; l no acta como individuo, sino como soporte de una influencia que no
pertenece al orden individual; l es nicamente un eslabn de la cadena, cuyo punto de
partida est fuera y ms all de la humanidad. Es por eso por lo que no puede actuar en su
propio nombre, sino en el nombre de la organizacin a la que est vinculado y de la que
tiene sus poderes, o, ms exactamente todava, en el nombre del principio que esta
organizacin representa visiblemente. Por lo dems, eso explica que la eficacia del Rito
cumplido por un individuo sea independiente del valor propio de ese individuo como tal, lo
que es verdad igualmente para los Ritos religiosos.
Transmutacin
(Ver: Transformacin y transmutacin).
Tres pasos
El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. III, prrafo 7.
450
Tringulo invertido
Apreciaciones sobre el Esoterismo Cristiano, cap. IX, prrafo 11.
Uno de los smbolos a que queremos referirnos es el tringulo con el vrtice
hacia abajo; es como una suerte de representacin esquemtica de la copa sacrificial,
y con tal valor se encuentra en ciertos yantras o smbolos geomtricos de la India.
Por otra parte, es particularmente notable desde nuestro punto de vista, que la
misma figura sea igualmente un Smbolo del corazn, cuya forma reproduce
simplificndola: el "tringulo del corazn" es expresin corriente en las tradiciones
orientales. Esto nos conduce a una observacin tampoco desprovista de inters: que
la figuracin del corazn inscrito en un tringulo as dispuesto no tiene en s nada de
ilegtimo, ya se trate del corazn humano o del Corazn divino, y que, inclusive,
resulta harto significativa cuando se la refiere a los emblemas utilizados por cierto
hermetismo cristiano medieval, cuyas intenciones fueron siempre plenamente
ortodoxas.
Tringulo pitagrico
La Gran Trada, cap. XXI, ltimo prrafo y nota 14.
El equilibrio entre la Voluntad y la Providencia, por una parte, y el Destino
por la otra, estaba simbolizado geomtricamente por el tringulo rectngulo cuyos
lados son respectivamente proporcionales a los nmeros 3, 4 y 5, tringulo al que el
pitagorismo daba una gran importancia, y que, por una coincidencia muy
sorprendente tambin, no la tiene menor en la tradicin Extremo Oriental. Si la
Providencia es representada por 3, la Voluntad humana por 4 y el Destino por 5, se
tiene en este tringulo: 32 + 42 = 52; la elevacin de los nmeros a la segunda
potencia indica que esto se refiere al dominio de las fuerzas universales, es decir,
propiamente al dominio anmico.
Este tringulo se encuentra tambin en el simbolismo masnico, y ya hemos
hecho alusin a l a propsito de la escuadra del Venerable; el tringulo mismo
completo aparece en las insignias del Past Master. Diremos en esta ocasin que una
parte notable del simbolismo masnico se deriva directamente del pitagorismo, por
una cadena ininterrumpida, a travs de los Collegia fabrorum romanos y las
corporaciones de constructores de la Edad Media; el tringulo de que se trata aqu es
un ejemplo de ello, y tenemos otro en la Estrella radiante, idntica al Pentalpha que
serva de medio de reconocimiento a los pitagricos (cf. Apercepciones sobre la
Iniciacin, cap. XVI).
451
Trigramas
La Gran Trada, cap. XIV, 3.
Son numerosos los smbolos tradicionales que representan al hombre, como
trmino medio de la Gran Trada, colocado entre el Cielo y la Tierra y
desempeando as su papel de mediador; y, primeramente, haremos observar
sobre este punto que tal es la significacin general de los trigramas del Yi-king, cuyos
tres trazos corresponden respectivamente a los tres trminos de la Gran Trada: el
trazo superior representa el Cielo, el trazo mediano representa el Hombre, y el trazo
inferior representa a la Tierra.
El Esoterismo Islmico y el Taosmo, cap X, prrafos 3 y 4.
Fo-hi, para fijar los principios de la Tradicin, hizo uso de smbolos lineales
tan simples y al mismo tiempo tan sintticos como es posible: el trazo continuo y el
trazo quebrado, signos respectivos del yang y del ying, es decir, de los dos principios
activo y pasivo que, procediendo de una especie de polarizacin de la suprema
Unidad metafsica, dan nacimiento a toda la manifestacin universal. De las
combinaciones de estos dos signos, en todas sus disposiciones posibles, son formados
los ocho koua o trigrammas, que han permanecido siempre como los smbolos
fundamentales de la Tradicin Extremo-Oriental. Se dice que, antes de trazar los
trigrammas, Fo-hi mir el Cielo, despus bajo los ojos hacia la Tierra, observ las
particularidades de sta, consider los caracteres del cuerpo humano y de todas las
cosas exteriores. Este texto es particularmente interesante porque contiene la
expresin formal de la Gran Trada: El Cielo y la Tierra, o los dos principios
complementarios de los que son producidos todos los seres, y el hombre que,
participando de uno y otro por su naturaleza, es el trmino medio de la Trada, el
mediador entre el Cielo y la Tierra. Conviene precisar que se trata del Hombre
Verdadero, es decir, del que, llegado al pleno desarrollo de sus facultades
superiores, puede ayudar al Cielo y a la Tierra en el mantenimiento y la
transformacin de los seres, y, por eso mismo, constituir un tercer poder con el
Cielo y la Tierra.
Toda la Tradicin fue pues contenida primero esencialmente y como en
germen, en los trigrammas, Smbolos maravillosamente aptos a servir de soporte a
posibilidades indefinidas: no quedaba ms que extraer de los mismos todos los
desarrollos necesarios, sea en el domino del puro conocimiento metafsico, sea en el
de sus aplicaciones diversas al orden csmico y al orden humano.
Trinidad
(Ver: la Dualidad y el Ternario).
452
Trinitario (Aspecto)
Smbolos Fundamentales de el Ciencia Sagrada, cap. XIV, prrafo 4.
La unidad ha producido por su propia polarizacin el binario, por eso mismo
se tiene ya inmediatamente el ternario; y la representacin geomtrica es evidente: 1
corresponde al vrtice del tringulo, 2 a los extremos de su base, y el tringulo
mismo en conjunto es, naturalmente, la figura del nmero 3.
453
U
Unidad, doctrinal esencial
Apreciaciones sobre el Esoterismo Cristiano, cap IX, ltimo prrafo.
Para los que ven la Tradicin Primordial, basta indagar un poco, a condicin
de hacerlo sin prejuicio, para descubrir por todas partes las marcas de esa unidad
doctrinal esencial, la conciencia de la cual ha podido a veces oscurecerse en la
humanidad, pero que nunca ha desaparecido enteramente; y, a medida que se avanza
en esa investigacin, los puntos de comparacin se multiplican entorno a s, y a cada
instante aparecen ms pruebas; por cierto, el Quaerite et invenietis del Evangelio no
es palabra vana.
Unin
La Metafsica Oriental, prrafos pg. 35 (Ediciones de la Tradicin Unnime).
Sera la Identidad Suprema. Cuando el ser manifestado alcanza la identidad
con el Ser.
Upaguru
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. XX, prrafos 1, 2, 3 y 4.
Por upaguru es menester entender todo ser, cualquiera que sea, cuyo
encuentro es para alguien la ocasin o el punto de partida de un cierto desarrollo
espiritual; y, de una manera general, no es en modo alguno necesario que este ser
mismo sea consciente del papel que juega as. Por lo dems, si hablamos aqu de un
ser, tambin podramos hablar igualmente de una cosa o incluso de una circunstancia
cualquiera que provoque el mismo efecto; en suma, esto equivale a lo que hemos
dicho ya frecuentemente, a saber, que, segn los casos, no importa lo que sea, puede
actuar a este respecto como una causa ocasional; no hay que decir que sta no es
una causa en el sentido propio de esta palabra, y que en realidad la causa verdadera se
encuentra en la naturaleza de aquel sobre quien se ejerce esa accin, como lo
muestra el hecho de que lo que tiene un tal efecto para l, puede muy bien no tener
ninguno para otro individuo. Agregaremos que los upagurus, entendidos as, pueden
ser naturalmente mltiples en el curso de un mismo desarrollo espiritual, ya que
cada uno de ellos no tiene ms que un papel transitorio y no puede actuar
eficazmente sino en un cierto momento determinado, fuera del cual su intervencin
ya no tendra ms importancia de la que tienen la mayora de las cosas que se
454
455
V
Vaco universal
Estudios sobre el Hinduismo. Cap. IV, prrafo 17.
Debemos entrar ahora en algunos detalles sobre las propiedades de cada uno
de los cinco elementos y, en primer lugar, establecer que el primero de ellos, ksha
o el ter, es verdaderamente un elemento real y distinto de los dems. En efecto,
como ya hemos sealado ms arriba, algunos, sobre todo los budistas, no lo
reconocen como tal y, con el pretexto de que es nirpa, es decir, sin forma, en
razn de su homogeneidad, lo consideran como una no-entidad y lo identifican con
el vaco, pues, para ellos, lo homogneo no puede ser ms que un puro vaco. La
teora del vaco universal (sarva-shnya) se presenta aqu, por otro lado, como una
consecuencia directa y lgica del atomismo pues, si en el mundo corporal slo los
tomos tienen una existencia positiva y si estos tomos deben moverse para unirse
unos con otros y formar de este modo todos los cuerpos, este movimiento slo
podr efectuarse en el vaco. Sin embargo, esta consecuencia no es aceptada por la
escuela de Kanda, representativa del Vaishshika, pero heterodoxa precisamente por
cuanto admite el atomismo con el que este punto de vista cosmolgico no es, por
supuesto, en modo alguno solidario en s mismo; inversamente, los filsofos fsicos
griegos, que no cuentan al ter entre los elementos, estn todos lejos de ser
atomistas y por lo dems, parecen ms bien ignorarlo que rechazarlo expresamente.
Sea como fuere, la opinin de los budistas se rechaza fcilmente haciendo notar que
no puede haber espacio vaco, al ser contradictoria tal concepcin: en todo el
dominio de la manifestacin universal, de la que forma parte el espacio, no puede
haber vaco porque el vaco, que no puede concebirse ms que negativamente, no es
una posibilidad de manifestacin; adems, esta concepcin de un espacio vaco sera
la de un continente sin contenido, lo que, evidentemente, carece de sentido. El ter
es pues lo que ocupa todo el espacio pero no se confunde por ello con el propio
espacio pues ste, al no ser ms que un continente, es decir, en suma, una condicin
de existencia y no una entidad independiente, no puede, como tal, ser el principio
substancial de los cuerpos ni dar origen a los dems elementos; el ter no es, pues, el
espacio sino el contenido del espacio considerado previamente a toda diferenciacin.
En este estado de indiferenciacin primordial, que es como una imagen de la
indistincin de Prakriti respecto a este dominio especial de manifestacin que es el
mundo corporal, el ter encierra ya en potencia, no slo todos los elementos sino
tambin todos los cuerpos, y su propia homogeneidad le hace apto para recibir todas
las formas en sus modificaciones. Al ser el principio de las cosas corporales, posee la
cantidad, que es un atributo fundamental comn a todos los cuerpos; adems, es
considerado como esencialmente simple, siempre en razn de su homogeneidad, y
456
Veda
11.
Ventanas masnicas
La Gran Trada, cap. VII, nota 1.
En el simbolismo masnico, se considera que la Logia no tiene ninguna
ventana que abra al lado del Norte, de donde no viene nunca la luz solar, mientras
que s que las tiene sobre los otros tres lados, que corresponden a las tres
estaciones del Sol.
Verbalismo
La Crisis del Mundo Moderno, cap. VI, prrafo 3.
A este respecto, la palabra tiene una importancia mayor que la nocin que
pretende representar, y la mayor parte de los dolos modernos no son
verdaderamente ms que palabras, ya que aqu se produce ese singular fenmeno
457
Verbo
El Simbolismo de la Cruz, cap. XVII, prrafo 1.
Es la distancia entre el punto y su desdoblamiento.
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. XLVII, prrafo 1 y 3, y nota 3.
El acto del Verbo produce la iluminacin que est en el origen de toda
manifestacin, y que se encuentra analgicamente en el punto de partida del proceso
inicitico. Esto nos lleva a sealar la estrecha conexin que existe, desde el punto de
vista cosmognico, entre el sonido y la luz, y que se expresa muy claramente por la
asociacin e incluso la identificacin establecida en el comienzo del Evangelio de San
Juan, entre los trminos Verbum, Lux et Vita. No carece de inters notar a este
propsito que, en las organizaciones masnicas que han conservado ms
completamente las antiguas formas rituales, la Biblia colocada sobre el altar debe
estar abierta precisamente en la primera pgina del Evangelio de San Juan.
La produccin de todas las cosas en cualquier estado que sea, por el Verbo o
la Palabra Divina, est as en el comienzo o, para decirlo mejor, en el principio de
toda manifestacin (Son las primeras palabras mismas del Evangelio de San Juan: In
principio erat Verbum); lo que se encuentra tambin indicado expresamente en el
comienzo del Gnesis hebraico, donde se ve, que la primera palabra proferida, como
punto de partida de la manifestacin, es el Fiat Lux por el que es iluminado y
organizado el caos de las posibilidades; esto establece precisamente la relacin
directa que existe, en el orden principial, entre lo que puede designarse
analgicamente como el sonido y la luz, es decir, en suma, aquello de lo que el
sonido y la luz, en el sentido ordinario de estas palabras, son las expresiones
respectivas en nuestro mundo.
Esta Luz csmica, para los seres manifestados en este dominio, y en
conformidad con sus condiciones particulares de existencia, aparece como Vida; Et
Vita erat Lux hominun, dice, exactamente en este sentido, el Evangelio de San Juan.
Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap II, prrafo 6.
A propsito del simbolismo las primeras palabras del Evangelio de San Juan:
En el principio era el Verbo. El Verbo, el Logos, es a la vez Pensamiento y Palabra:
en s, es el Intelecto divino, que es el lugar de los posibles. Con relacin a
nosotros, se manifiesta y se expresa por la Creacin, en la cual se realizan en
existencia actual algunos de esos mismos posibles que, en cuanto esencias, estn
458
459
Verdad (La)
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap XXXVI, ltimo prrafo y ltima nota.
El iniciado no tiene que ser un servidor, o, al menos, no debe serlo ms
que de la Verdad.
En rabe la Verdad es El-Haqq, que es, es menester no olvidarlo, uno de los
principales nombres divinos.
Vas
El Esoterismo Islmico y el Taosmo, cap I, prrafo 2.
Las vas hacia Dios son tan numerosas como las almas de los hombres (ettu-ruqu ila Llahi Ka-nufsi bani Adam).
Va del Medio
La va de Medio = La Va del Cielo.
La Gran Trada, cap. XXVI, prrafo 2.
La sptima direccin (la del Eje Principial), que no es ninguna direccin
particular, sino que las contiene a todas principialmente. Es tambin, segn otro
simbolismo, el sptimo rayo del Sol, el que pasa por su centro mismo, y que, a
decir verdad, no siendo ms que uno con ese centro, no puede ser representado
realmente ms que por un punto nico. Es la verdadera Va del Medio, en su
acepcin absoluta, ya que es slo el centro el que es el Medio en todos los
sentidos.
Los centros de los diversos estados de existencia, no tienen en efecto el
carcter de Medio ms que por participacin y como por reflejo, y, por
consiguiente, no lo tienen ms que incompletamente.
Va negativa
El Hombre y su Devenir segn el Vdnta, cap. XV, prrafo 3 y notas 6 y 7.
Se observar que todo lo que concierne a este estado incondicionado de
tm, se expresa bajo una forma negativa; y es fcil comprender que ello sea as, ya
que, en el lenguaje, toda afirmacin directa es forzosamente una afirmacin
particular y determinada, la afirmacin de algo que excluye otra cosa, y que limita as
aquello de lo que se puede afirmar. Toda determinacin es una limitacin, y por
tanto una negacin; por consiguiente, es la negacin de una determinacin lo que es
una verdadera afirmacin, y los trminos de apariencia negativa que encontramos
aqu, son, en su sentido real, eminentemente afirmativos. Por lo dems, la palabra
infinito, cuya forma es semejante, expresa la negacin de todo lmite, de suerte
que equivale a la afirmacin total y absoluta, que comprende o envuelve todas las
460
Viajero
Apreciaciones sobre la Iniciacin, cap. X, prrafo 4 y notas 4 y 5.
Estas consideraciones hacen comprender tambin como, en el seno de una
misma organizacin, puede existir en cierto modo una doble jerarqua, y esto ms
especialmente en el caso donde los jefes aparentes no son conscientes, ellos mismos,
del vinculamiento a un centro espiritual; podr haber en ella entonces, fuera de la
jerarqua visible que stos constituyen, otra jerarqua invisible, cuyos miembros, sin
desempear ninguna funcin oficial, sern no obstante aquellos que asegurarn
realmente, por su sola presencia, la conexin efectiva con ese centro. Estos
representantes de los centros espirituales, en las organizaciones relativamente
exteriores, no tienen evidentemente por qu hacerse conocer como tales, y pueden
tomar la apariencia que convenga mejor a la accin de presencia que han de
ejercer, ya sea la de simples miembros de la organizacin, si deben jugar en ella un
papel fijo y permanente, o bien, si se trata de una influencia momentnea o que debe
transportarse a puntos diferentes, la de aquellos misteriosos viajeros de quienes la
historia ha guardado ms de un ejemplo, y cuya actitud exterior es escogida
frecuentemente de la manera ms propia para desorientar a los investigadores, ya sea
que se trate por lo dems de llamar la atencin por razones especiales, o por el
contrario de pasar completamente desapercibidos (Para este ltimo caso, que escapa
forzosamente a los historiadores, pero que es sin duda el ms frecuente, citaremos
461
solo dos ejemplos tpicos, muy conocidos en la tradicin taosta, y de los cuales se
podra encontrar el equivalente inclusive en Occidente: el de los juglares y el de los
tratantes de caballos). Con esto se puede comprender igualmente lo que fueron
verdaderamente aquellos que, sin pertenecer ellos mismos a ninguna organizacin
conocida (y entendemos por eso una organizacin revestida de formas exteriormente
aprehensibles), presidieron en algunos casos la formacin de tales organizaciones, o,
despus, las inspiraron y las dirigieron invisiblemente; tal fue concretamente,
durante un cierto perodo, el papel de los Rosa-Cruz en el mundo occidental, y ese
es tambin el verdadero sentido de lo que la Masonera del siglo XVIII designa bajo el
nombre de Superiores Desconocidos.
Aunque sea difcil aportar aqu grandes precisiones, se puede considerar este
perodo del papel de los Rosa-Cruz en el mundo occidental, como extendindose
desde el siglo XIV al XVII; as pues, se puede decir que corresponde a la primera
parte de los tiempos modernos, y es fcil comprender desde entonces que se trataba
ante todo de asegurar la conservacin de lo que, en los conocimientos tradicionales
de la edad media, poda ser salvado a pesar de las nuevas condiciones del mundo
occidental.
Vida
Miscelnea, cap. IV de la Segunda Parte, prrafo 20 y notas 38 y 40.
Es importante comprender que toda forma corporal est necesariamente
viva, ya que la vida es, as como la forma, una condicin de toda existencia fsica. Es
evidente por esto mismo que, recprocamente, la vida, en el mundo fsico, no puede
manifestarse de otro modo que en las formas; pero esto nada prueba contra la posible
existencia de una vida a-formal fuera de este mundo fsico, aunque, no obstante, no
sea por ello legtimo considerar a la vida misma en toda la indefinidad de su
extensin, como siendo algo ms que una posibilidad contingente comparable a las
dems, e interviniendo, del mismo modo que stas, en la determinacin de ciertos
estados individuales de los seres manifestados; estados que proceden de ciertos
aspectos especializados y refractados del Ser Universal.
Esta vida fsica implica por lo dems una indefinidad de grados,
correspondiendo sus divisiones ms generales, desde nuestro punto de vista terrestre
al menos, a los tres reinos mineral, vegetal y animal (pero sin que las distinciones
entre stos puedan tener ms que un valor relativo). De ello resulta que, en este
dominio, una forma cualquiera est siempre en un estado de movimiento o de
actividad, que manifiesta su vida propia, y solamente por una abstraccin conceptual
puede ser considerada estticamente, es decir, en reposo. Se ve suficientemente con
ello lo que debe pensarse, desde el punto de vista fsico, del pretendido principio de
la inercia de la materia: la materia verdaderamente inerte, es decir, despojada de
toda atribucin o propiedad actual, luego indistinta e indiferenciada, pura substancia
pasiva y receptiva sobre la cual se ejerce una actividad de la que no es la causa, no es,
lo repetimos, concebible en tanto que se considere separadamente de esa actividad
462
Vnculo
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. V, prrafos 4, 7, 8, 9, y ltimo, y
notas 15 y 17.
Nada puede ser separado del Principio, puesto que aquello que lo fuera no
tendra verdaderamente ninguna existencia ni ninguna realidad, aunque fuera del
grado ms inferior; cmo se puede pues hablar de un vinculamiento que, sean cuales
fueren los intermediarios por los cuales se efecta, no puede concebirse finalmente
sino como un vinculamiento al Principio mismo, lo que, tomando la palabra en su
significacin literal, parece implicar el restablecimiento de un lazo que habra sido
roto?
Para descartar todo equvoco sobre este punto, diremos esto: en el
Principio, es evidente que nada podra estar sujeto jams al cambio; as pues, no es el
S mismo el que debe ser liberado, puesto que jams est condicionado, ni
sometido a ninguna limitacin, sino que es el yo, y ste no puede serlo ms que
disipando la ilusin que le hace aparecer separado del S mismo; del mismo modo,
no es el lazo con el Principio lo que se trata de restablecer en realidad, puesto que
existe siempre y no puede dejar de existir (este lazo, en el fondo, no es otra cosa que
el strtm de la tradicin hind ), sino que, para el ser manifestado, es la consciencia
efectiva de este lazo lo que debe realizarse; y, en las condiciones presentes de nuestra
humanidad, no hay para eso ningn otro medio posible que el que es proporcionado
por la iniciacin.
Para los hombres de los tiempos primordiales, la iniciacin habra sido intil
e incluso inconcebible, puesto que el desarrollo espiritual, en todos sus grados, se
cumpla en ellos de una manera completamente natural y espontnea, en razn de la
proximidad en que estaban respecto del Principio; pero, a consecuencia del
descenso que se ha efectuado desde entonces, conformemente al proceso
inevitable de toda manifestacin csmica, las condiciones del periodo cclico en el
que nos encontramos actualmente son muy diferentes de aquellas, y por eso es por lo
que la restauracin de las posibilidades del estado primordial es la primera de las
metas que se propone la iniciacin.
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Vino (El)
Apreciaciones sobre le Esoterismo Cristiano, cap. IV, prrafo 8 y nota 61.
Vino significa misterio, doctrina secreta o reservada, porque en hebreo
ian y sd son numricamente equivalentes; y para el esoterismo musulmn, el vino
es la bebida de la lite, que los hombres vulgares no pueden usar impunemente.
La expresin proverbial "beber como un Templario", que el vulgo toma en
su sentido ms groseramente literal, no tiene sin duda otro origen real: el vino que
beban los Templarios era el mismo que beban los Kabalistas judos y los Sufes
musulmanes. Asimismo, la otra expresin "jurar como un Templario", no es sino
una alusin al juramento inicitico, desviada de su significado original por la
incomprensin y la malevolencia profanas. Para comprender mejor lo que dice el
autor en el texto, observaremos que el vino en su sentido ordinario, es una bebida
que no est permitida en el Islam, luego cuando se habla de ella en el esoterismo
islmico, debe entenderse como designando algo ms sutil y, efectivamente, segn
las enseanzas de Mohyiddn ibn Arabi, el "vino" designa la "ciencia de los estados
espirituales" (ilmu-al-ahwl), mientras que el agua representa la ciencia absoluta
(al-ilmu-I--mutlac), la leche la ciencia de las leyes reveIadas (ilmu-ch-chry' ) y, la
"miel", la "ciencia de las normas sapienciales" (ilmu-n-nwmis). Si se advierte
adems, estos cuatro brebajes son exactamente las substancias de los cuatro tipos
de ros paradisacos segn el Corn 47-17, nos daremos cuenta de que el vino de
los Sufes tiene, como las otras bebidas iniciticas, distinta sustancialidad que la del
conocido lquido que le sirve de smbolo. (Nota de M. Vlsan).
Virgen (La)
Apreciaciones sobre el Esoterismo Cristiano, cap. IV, prrafo 9 y nota 62.
Una tradicin caballeresca (p. 146), para adaptarse a la naturaleza propia
de los hombres a los que se dirige especialmente, comporta siempre la
preponderancia de un principio representado como femenino (Madonna)86, as como
preparados especialmente para este efecto, y, adems, cada uno de esos ejemplares deba estar
destinado exclusivamente a tal discpulo a quien le era remitido directamente, no para ocupar o para
tener el lugar de una iniciacin que el discpulo ya haba recibido, sino nicamente para
proporcionarle una ayuda ms eficaz cuando, en el curso de su trabajo personal, se sirviera del
contenido del libro como de un soporte de meditacin.
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El Intelecto agente representado por la Madonna, es el rayo celestial que constituye
el vnculo entre Dios y el hombre y que conduce al hombre hacia Dios (p. 54): es la Buddhi hind.
Habra adems que tener en cuenta que Sabidura e "Inteligencia" no son estrictamente idnticas:
hay ah dos aspectos complementarios a distinguir (Hokmah y Binah en la Kbala).
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Vrtice
El Simbolismo de la Cruz, cap. XX.
Centro de torbellino, remolino. Centro de un cicln.
Vulgaridad
Iniciacin y Realizacin Espiritual, cap. XXVIX, prrafo 1.
La palabra vulgar, tomada en su acepcin original, es en suma sinnima de
popular.
Vulgarizacin
El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. XII prrafo 1.
La vulgarizacin es la pretensin de ponerlo todo al alcance de todo el
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Y
Yi-king (o Libro de las Mutaciones)
El Esoterismo islmico y el Taosmo, cap X, prrafo 4.
Toda la Tradicin fue contenida primero esencialmente y como en germen
en los trigrammas, smbolos maravillosamente aptos para servir de soporte a
posibilidades indefinidas: no quedaba ms que extraer de los mismos, todos los
desarrollos necesarios, sea en el domino del puro conocimiento metafsico, sea en el
de sus aplicaciones diversas al orden csmico y al orden humano. Para eso, Fo-hi
escribi tres libros, de los cuales el ltimo, llamado Yi-king o Libro de las
mutaciones, es el nico llegado hasta nosotros; y el texto de este libro es todava de
tal modo sinttico que puede ser entendido en sentidos mltiples, por lo dems
perfectamente concordantes entre ellos, segn que uno se atenga en ello
estrictamente a los principios o que se quiera aplicarles a tal o cual orden
determinado. As, adems del orden metafsico, hay una multitud de aplicaciones
contingentes, de desigual importancia, que constituyen otras tantas ciencias
Tradicionales: Aplicaciones lgica, matemtica, astronmica, fisiolgica, social, y as
seguidamente; hay inclusive una aplicacin adivinatoria, que por lo dems es
considerada como una de las ms inferiores de todas, y cuya prctica es abandonada a
los juglares errantes. Por lo dems, hay ah un carcter comn a todas las doctrinas
Tradicionales al contener en s mismas, desde el origen, las posibilidades de todos los
desarrollos concebibles, comprendidos los de una indefinidad variada de ciencias de
las que el occidente moderno no tiene la menor idea, y de todas las adaptaciones que
podrn ser requeridas por las circunstancias ulteriores. No hay pues lugar a
sorprenderse de que las enseanzas encerradas en el Yi-king -y que Fo-hi mismo
declaraba haber sacado de un pasado muy antiguo y muy difcil de determinar-, hayan
devenido a su vez la base comn de las dos doctrinas en que la Tradicin china se ha
continuado hasta nuestros das, y que, sin embargo, en razn de los dominios
totalmente diferentes a que se refieren, pueden parecer a primera vista no tener
ningn punto de contacto: el Taosmo y el Confucianismo.
Ying-Yang
El Simbolismo de la Cruz, cap. VI, nota 9; y cap. XXII, nota 6.
En las figuras de los Kua o Trigramas de Fo-Hi, el yang, principio
masculino, se representa mediante una lnea entera, y, el ying, principio femenino,
mediante una lnea quebrada o, mejor dicho, interrumpida en su centro.
Estos smbolos, llamados las dos determinaciones, evocan respectivamente
la idea de unidad y dualidad.
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Yogi
Miscelnea, cap. I, prrafos 29, 30 y 42.
Es el unido al Espritu universal.
El Yogui, cuyo intelecto es perfecto, contempla todas las cosas como
morando en l mismo, y as, por el ojo del Conocimiento, percibe que todo es
Espritu.
Para el Yogui, slo hay el Brahma superior, que contiene todas las cosas, y
fuera del cual no hay nada; el Demiurgo y su obra de divisin ya no existen.
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II
Diccionariodetrminossnscritos
enlaobradeRenGunon
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A
Abhva.- En oposicin correlativa al bhva, sera la no existencia, de la
que, a veces, se hace un sptimo padrtha, pero cuya concepcin es puramente
negativa; sera la privacin entendida en sentido aristotlico.
bhasa.- Reflejo que puede alcanzar el individuo de las posibilidades
principiales que radican en l y que le rebasan, mientras se considere como individuo
en modo separativo de las mismas, es decir separativo del tma o Si mismo.
Abhimna.- La condicin individual.
Abhantara.- Objetos internos, objeto de la contemplacin (dhyna).
Abhisambhava.- Es una verdadera transmutacin.
Achintya.- Impensable, que no puede ser revestido de ninguna forma.
Adharma.- Adharma no sera el equivalente a las nociones occidentales
equivalentes a pecado o mal, totalmente extraas al espritu hind, sino ms bien
la no conformidad con la naturaleza de los seres, que supondra el desequilibrio, la
ruptura de la armona, la destruccin o la inversin de las relaciones jerrquicas.
Aunque nada podra romper en el orden universal, pues los desequilibrios
particulares forman parte del equilibrio total. Por lo que, el desequilibrio sera
posible y concebible, tomado en cada punto y en s mismo, pero no hay que
atribuirle el menor carcter moral para definirlo como contrario a la ley de la
armona, que rige a la vez el orden csmico y el orden humano.
Con estas precisiones, podramos aceptar la palabra ley, como la expresin
hind dharma, considerndola en principio como un querer universal.
Adhidvaka.- Macrocosmos.
Adhikris.- Los que estn intelectualmente cualificados. Es decir, todos los
que son capaces de sacar, de la enseanza, un beneficio efectivo.
Adhysa.- Falsa imputacin. Consiste en asignar a una cosa atributos que
no le pertenecen verdaderamente.
Adhytma.- Las condiciones microcsmicas.
Adhytmika.- Microcosmos.
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potenciales del orden csmico. En esa segunda parte, si se le representa como una
vibracin emitida en un cierto punto, dicha vibracin, despus de haberse propagado
hasta los confines del dominio que pueda alcanzar, volver de nuevo en sentido
inverso a su punto de partida, y eso, como lo exige la causalidad, bajo la forma de
una reaccin de la misma naturaleza que al accin inicial. Es lo que el Taosmo
designa como principio de acciones y reacciones concordantes. Como toda accin
es una ruptura del equilibrio, es necesaria la reaccin correspondiente para
restablecer ese equilibrio, pues la suma de todas las diferenciaciones, debe equivaler
siempre igualmente a la indiferenciacin total.
Hay que aadir que, la reaccin, al ser una consecuencia completamente
natural de la accin, no es en modo alguna ninguna sancin.
Esa misma reaccin podra alcanzar a la individualidad en otro estado de
manifestacin; y aqu es donde se afirma el encadenamiento causal de los diversos
ciclos de existencia.
Apyaya.- shwara considerado como fin de la universalidad de los seres, por
Su repliegue en la unidad de S mismo.
Archis.- La luz. Puede entenderse como el Reino del Fuego (tjas),
cuando el ser cumple el dva-yna al abandonar la Tierra y es conducido a archis, es
decir a la luz.
Arjuna.- (Ver Krishna y Arjuna).
Artha.- El primero de los cuatro fines de las Escrituras Tradicionales
hindes a la vida humana. Artha comprende el conjunto de los bienes de orden
corporal. (Ver Kma, Dharma y Moksha).
En cuanto a los gunas, correspondera a una mezcla entre rajas y tamas.
(Estudios sobre el Hinduismo, cap. VI, penltimo prrafo).
Arhats.- En el Budismo, son los que han alcanzado el estado de Hombre
Verdadero, y que, por consiguiente, estn situados efectivamente en el centro
mismo del estado humano.
shramas.- Perodos regulares de la vida. Son cuatro: Brahmachri o
estudiante de la Ciencia Sagrada (discpulo de un Guru), Grihastha o amo de la
casa, Vanaprastha o anacoreta y Sannys, poseedor del Conocimiento.
Asuras y Devas.- Pueden haber dos significaciones opuestas del trmino
Asura, segn la manera en la que se descomponga: asu-ra, que da la vida; a-sura, no
luminoso. Es slo en este ltimo sentido en el que los Asuras de oponen a los Devas,
cuyo nombre expresa la luminosidad de las esferas celestas. En el otro sentido, por el
contrario, se identifican en realidad a ellos.
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B
Bhya.- Objetos externos, que seran los de la percepcin (pratyaksha).
Bhakti.- En lenguaje occidental podra traducirse por devocin, como se
hace ms ordinariamente, aunque esa no sea ms que una acepcin derivada y aunque
el sentido primero y esencial de la palabra sea en realidad el de participacin.
Bla.- Nio.
Blya, pnditya y mauna.- Los tres atributos enumerados por
Shankarchrya, que corresponden a otras tantas funciones de Sannys, poseedor del
Conocimiento.
Blya designa un estado comparable al de un nio (bla), es un estado de no
expansin donde todas las potencias de ser estn concentradas en un punto,
aparentemente semejante a la potenciabilidad embrionaria.
Si se destaca que el estado primordial se caracteriza fundamentalmente por
la Armona, se ve inmediatamente que blya corresponde a Lakshm.
Bna e Itara.- Lingas (Bna en el anhata chakra e Itara en el jna chakra) que
corresponden a los principales nudos vitales (granthis), cuya travesa constituye lo
que podra llamarse puntos crticos en el proceso de Kundalini-yoga.
Bandha y Psha.- Su sentido propio es el de lazo.
Bhagavad.- Es un epteto que se aplica a todos aspectos divinos y tambin a
los seres que son considerados como particularmente dignos de veneracin.
Su sentido principal es el de glorioso y venerable.
Las races bhaj y bhuj, expresan la idea de disfrute, de posesin y de
bienestar. Los derivados de la primera, como bhaga y sobre todo bhakti, predominan
las ideas de adoracin y veneracin, respecto al sacrificio o dedicacin.
Bhahavad, estando identificado al Principio Supremo, no es otro ms que el
Atm incondicionado, sea ya considerado en el orden microcsmico o en el
microcsomico, segn se quiera hacer la aplicacin a puntos de vista diferentes.
Bhagavat o Nrayana.- Nombres de Vishnu por los que los Vaishnavas
designan al Principio Supremo.
Bhrata.- La India.
Bhva.- La existencia. Es el conjunto de los seis padrthas, que comprenden
as las substancias y todos sus atributos.
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de
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C
Caitanya.- Intelecto universal.
Chaitanya.- Atributo de la consciencia omnipresente.
Chakras.- Ruedas. En el ser, son las correspondencias en forma sutil, de los
plexos nerviosos. Determinan el trayecto de Sushumn.
Los seis chakras son:
Mldhra, en la base de la columna vertebral
Swdhistna, correspondiendo a la regin abdominal.
Manipra, a la regin umbilical.
Anhata, en la regin del corazn.
Vishuddha, en la regin de la garganta.
jn, en la regin situada entre los dos ojos, es decir al tercer ojo, y
Sahasrra, o loto de los mil ptalos, situado encima de la cabeza alrededor
de Brahma-randra, que no se cuenta en el nmero de los chakras porque se relaciona,
en tanto que centro de la conciencia, con un estado que est ms all de los lmites
de la individualidad.
Considerados como lotos, el nmero de ptalos sera de 4 para Mldhra,
de 6 para Swdhistna, de 10 para Manipra, de 12 para Anhata, de 16 para Vishuddha
y de 2 para jn; o sea, en total 50, que es tambin el nemro de letras del alfabeto
snscrito, encontrndose todoas las letras de nuevo en Sahasrra, estando all
repetida, cada una de ellas, 20 veces (50 * 20 = 1.000).
La deidades que presiden los seis chakras y que no son otra cosa que las
formas de conciencia por las que pasa el ser a los estados correspondientes, son
respectivamente en orden ascendente: Brahm, Vhisn, Rudra, Isha, Sadchiva y
Shambu. stos, desde el punto de vista macrocsmico, tienen sus moradas en seis
mundos (lokas), jerrquicamente superpuestos: Bhrloka, Bhuvarloka, Janaloka,
Tapoloka y Maharloka.
Chakravarti.- Monarca universal. Se aplica a la funcin del Manu o de sus
representantes. Literalmente, es lo que hace girar la rueda, lo que dirige el
movimiento por s mismo sin participar en l, colocado en el centro de todas las
cosas. El motor inmvil de Aristteles. (Recordar que, en Masonera, los Maestros
se renen en la Cmara del Medio).
Chakshus.- Los ojos o la vista.
Chndlas.- Hombres sin casta (conocidos en Europa como parias).
Chandas.- Es la ciencia de la prosodia, que determina la aplicacin de los
diferentes metros, en correspondencia con las modalidades vibratorias del orden
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csmico que deben expresar. Algo muy distinto a las formas poticas en sentido
meramente literario.
Distingue las clases de mantras y los ritmos que les son propios.
Chandra o soma.- Esfera de la Luna.
Chaturtha.- Chaturtha y Turya tienen el mismo sentido, el Cuarto. Se
aplican idnticamente al mismo estado, el incondicionado de tma.
Chirajvis.- Seres dotados de longevidad, cuya existencia no est limitada a
una poca determinada. Sera el caso de Vysa en el Hinduismo, Fohi en la Tradicin
Extremo Oriental y Melky-Tsedek para las Tradiciones Abrahmicas. Que no deben
considerar como personajes histricos o legendarios determinados, sino como
autnticas funciones intelectuales, que se dan en ciertas pocas sin determinar.
Chit.- La Consciencia total del Si mismo considerada en su relacin con su
nico objeto, que es nanda o la Beatitud.
Chitr y vajdr.- Canales concntricos y ms tenues que encierra Sushumn
en su interior.
Se dice que sushumn corresponde por su carcter al fuego, vajr al Sol y,
chitr, a la Luna, y el interior de ste ltimo, que forma el conducto ms central, es
llamado Brahma-ndi.
Chitta.- El pensamiento concebido como la facultad que da forma a las ideas
y que las asocia entre si.
Concepcin de los ciclos csmicos.- Diremos solamente que, entre
ellos, no hay una sucesin cronolgica, sino un encadenamiento lgico y causal, n el
que cada ciclo est determinado en su conjunto por el antecedente, y es
determinado, a su vez, por el consecuente, por una produccin continua sometida a
la ley de la armona, que establece la analoga constitutiva de todos los modos de la
manifestacin universal.
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D
Dahara.- Pequea cavidad del corazn -considerado, no como el rgano
fisiolgico, sino como centro de la individualidad integral-, ocupada por el ter, que
se encuentra en una estancia definida por un pequeo loto, donde se halla el centro
vital o morada de Brahma. Buscando Lo que hay en este lugar, se Le reconocer.
El loto y la cavidad de que se trata, deben considerarse tambin
simblicamente, pues no es literalmente como debe entenderse una tal
localizacin, desde el momento en que rebasa el punto de vista de la individualidad
corporal.
Dahara-vidy o harda-vidy.- (Ver harda-vidy).
Daityas.- Igual que Asuras.
Dakshina.- Es el Sur. Es la regin que uno tiene a su derecha al volverse
hacia el Oriente. Sera el lado de la derecha, al orientarse, es decir mirar hacia el
Levante: el Sur o Medioda.
Dakshina-mrga y Vma-mrga.- Vas tntricas de derecha y de
izquierda. Pudiendo esta derecha y esta izquierda, por otra parte, ser puestas en
relacin con los puntos equinocciales, de igual modo en que lo alto y lo bajo lo estn
con los puntos solsticiales.
Dakshinyana.- Es la marcha descendente del Sol hacia el Sur. Comienza
en el solsticio de Verano, hasta el de Invierno.
Dalai Lama.- El que realiza la santidad (o la pura espiritualidad) de Buda.
Darshanas.- Son los puntos de vista de la doctrina, Ni se hacen la
competencia, ni se oponen unos a otros. No deben considerarse filosofas ni sistemas
filosficos.
La raz verbal drish tiene como sentido principal el de ver.
Son las grandes divisiones o ramas principales de la doctrina.
Dva.- Luz inteligible. Etimolgicamente, la palabra Dios sera el
equivalente exacto.
En plural, Dvas, seran estados anglicos en lenguaje occidental.
Devas y Asuras.- Pueden haber dos significaciones opuestas del trmino
Asura, segn la manera en la que se descomponga: asu-ra, que da la vida; a-sura, no
luminoso. Es slo en este ltimo sentido en el que los Asuras de oponen a los Devas,
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cuyo nombre expresa la luminosidad de las esferas celestas. En el otro sentido, por el
contrario, se identifican en realidad a ellos.
Si se aplica al encadenamiento de los ciclos el simbolismo de la sucesin
temporal, se comprende porque los Asuras son anteriores a los Devas.
Su concepcin habitual es considerar a los Asuras como los estados inferiores,
en relacin al estado humano, mientras que los cuerpos celestes, representaran a los
Devas, es decir a los estado superiores.
Dvatas.- Deidades.
La deidades que presiden los seis chakras y que no son otra cosa que las
formas de conciencia por las que pasa el ser a los estados correspondientes, son
respectivamente en orden ascendente: Brahm, Vhisn, Rudra, Isha, Sadchiva y
Shambu.
Dva-yna.- Va de los dioses. Itinerario de los seres que obtienen la
Liberacin a partir del estado en que se encuentren (estado humano en nuestro
caso).
Va que conduce a los estados superiores del ser y, por consiguiente, hacia a
la asimilacin a la esencia misma de la Luz inteligible.
Dhanur-Vda.- Ciencia militar remitida al Yagur-Vda.
Dharma.- Como lo muestra el sentido de la raz verbal dhri -que significa
portar, soportar, sostener, mantener- no designa ms que una manera de ser. Si se
quiere, podra decirse que es la naturaleza esencial de un ser, que compone el
conjunto de sus cualidades o propiedades caractersticas, y que determina, por las
tendencias o disposiciones que implica, la manera en que ese ser se comporta, ya sea
en su totalidad o en relacin a cada circunstancia en particular.
Esta nocin puede ser aplicada, no slo a un ser determinado, sino a una
colectividad organizada, a una especie o a todo el conjunto de seres de un ciclo
csmico o de un estado de existencia, incluso al orden total del Universo. Tomada
bajo este punto de vista, podra decirse que dharma es la ley propia de las condiciones
de nuestro mundo o de nuestra existencia.
Sera entonces, en uno u otro grado, la conformidad a la naturaleza esencial
de los seres, realizada en la constitucin jerrquicamente ordenada de su conjunto;
ser tambin el equilibrio fundamental, la armona integral que resulta de esa
jerarquizacin. De ah podra deducirse la nocin misma de justicia, cuando se la
despoja de su carcter especficamente moral.
Dharma es tambin tercero de los cuatro fines de las Escrituras Tradicionales
hindes a la vida humana (ver Kma, Dharma y Moksha). Siendo dharma superior a
Kma, hay que considerar su relacin como dependiendo propiamente del orden
espiritual, lo que concuerda en efecto con su carcter de universalidad.
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E
kgrat o kgrya.- Concentracin del pensamiento. Punto de partida
y medio fundamental del Yoga.
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G
Gndharva-Vda.- La msica, referida al Sma-Vda.
Gansha.- Representa el Conocimiento. Es designado al mismo tiempo,
como Seor de las deidades y Seor del conocimiento
Gang.- Ro celeste. Es un aspecto de la Shakti.
Ganita.- Matemticas.
Ghana.- Forma global.
Ghanda.- Cualidad olfativa
Ghanesa.- Smbolo de las fases cclicas: ascendente y descendente.
Ghrna.- La nariz o el olfato.
Gi-d.- Tierra Pura. Es interesante recordar la semejanza con
expresiones como Tierra Santa, Tierra de los Vivos, Tierra de la Inmortalidad,
etc
Gotrika.- Gotrika sera el conjunto de cualidades que el ser tiene de su
herencia. Podra decirse, en pensamiento occidental, que vendra representado por
el apellido.
Granthis.- Nudos vitales.
Grihastha.- Segundo shrama. Amo de la casa.
Guh.- Ventrculo del corazn (hridaya) al que por analoga correspondera
el centro vital o residencia de Brahma. No considerndose el corazn como el rgano
fisiolgico, sino como centro de la individualidad integral.
Esta caverna del corazn es el centro vital en el cual reside no solamente el
jvtm, sino tambin el Atm incondicionado, que es en realidad idntico al propio
Brahma.
La palabra guh deriva de la raz ghu-, cuyo sentido es cubrir o esconder,
el mismo que el de otra raz similar gup-, de donde gupta, que se aplica a todo lo que
tiene un carcter secreto, a todo lo que no se manifiesta al exterior; es el equivalente
del griego krypts, de donde la palabra cripta, sinnimo de caverna.
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H
Hamsa.- La nica casta que haba en el origen. Significaba que todos los
hombres posean entones, normal y espontneamente, el grado espiritual que es
designado por este nombre (Hamsa), y que queda ms all de la distincin de las
cuatro castas actuales.
Designa propiamente un estado que es ativarma, es decir, ms all de la
distincin de las castas.
Es el nombre del Cisne simblico, vehculo de Brahma, que incuba el
Brahmnda: huevo del mundo contenido en la Aguas primordiales.
Es igualmente el soplo (spiritus).
En el Hamsa, el desarrollo espiritual en los hombres, se produca tan
naturalmente como el desarrollo corporal.
Harda-vidy o dahara-vidy.- Modos particulares de meditacin.
El conocimiento del corazn (hrda-vidy), es al mismo tiempo el
conocimiento de la cavidad (dhrda-vidy ), equivalencia que se manifiesta en
snscrito por el hecho de que las palabras respectivas (hrda y dhara [siendo =a+a])
estn formadas por las mismas letras dispuestas en orden diferente; es, en otros
trminos, el conocimiento de lo ms profundo e interior en el ser.
Hatha-Yoga.- Mtodo del Yoga destinado a destruir, o ms bien a
transformar, lo que, en el ser humano, obstaculiza a su misin de unin con lo
Universal; y prepara esa unin por la asimilacin de ciertos ritmos, ligados
principalmente a la regulacin de la respiracin.
Htu.- Razn justificativa de la asercin o proposicin, que se trata de
probar.
Hnayna.- Va menor.
Hiranyagarbha.- Embrin de oro. Es Brahma (determinado como efecto,
Krya), envolvindose en el Huevo del mundo (Brahmnda). Sera el germen
primordial de la Luz csmica.
Es designado como conjunto sinttico de vida (jva-ghana). Principio de la
manifestacin sutil y, por consiguiente, de todo el dominio de la existencia.
Hay lugar a recordar ms especialmente que Hiranyagarbha se caracteriza
como un principio de naturaleza luminosa.
Hridaya.- El corazn considerado, no como el rgano fisiolgico, sino
como centro de la individualidad integral. Por analoga correspondera al centro vital
o residencia de Brahma, en su pequeo ventrculo (guh).
499
I
Ichch.- Voluntad.
Ichch-Shakti.- Actividad divina.
Id.- Arteria sutil (ndis), situada a la izquierda de la arteria central
(sushumn). Desempea, junto con pingal (la arteria situada a la derecha de
sushumn), el papel de la respiracin en el orden sutil, por consiguiente para las
prcticas del Hatha-Yoga.
Se dice que corresponde a la Luna.
Idam.- El conjunto de los objetos, tanto externos como internos. Significa
esto.
Indra.- Significa poderoso, cuyo reino est ocupado por el ter (ksha).
Es el regente del Swarga (siendo este Swarga un estado superior pero todava
condicionado, aunque aformal.
Indriya.- Poder, lo que es tambin el sentido primero de la palabra
facultad; pero por extensin, comprende a la vez la facultad y su rgano corporal,
cuyo conjunto se considera como si constituyera un instrumento, ya sea de
conocimiento (buddhi o jnna) o de accin (Karma).
Isha.- Deidad que preside el cuarto chakra.
Ishwara.- Personalidad divina, que es una determinacin o especificacin
de Brahma, puesto que implica un menor grado universalidad, desde el momento que
no es ms que una determinacin en tanto que principio de la manifestacin
universal.
Itara y Bna.- Lingas (Bna en el anhata chakra e Itara en el jna chakra)
que corresponden a los principales nudos vitales (granthis), cuya travesa constituye
lo que podra llamarse puntos crticos en el proceso de Kundalini-yoga.
Itihsas.- Lejos de ser simples poemas picos, como suele considerrselos
en Occidente, son verdaderas representaciones sagradas en forma de relato. Forman
parte de la Smriti y son dos: el Rmyana y el Mahbhrata, siendo el Bhagavat-Gt el
episodio central de ste ltimo.
500
J
Jgarita-sthna.- Estado de vigilia.
Jambu-Dwpa.- Es uno de los siete dwpas. Representa en realidad la
Tierra en su estado actual; y est situado al Sur de Meru, quien, al estar identificado
simblicamente con el polo Norte, toda la Tierra est situada verdaderamente al Sur
con respecto a l.
Jangama.- Prototipo de los seres mviles o cambiantes.
Janaloka.- Lugar donde tiene su morada Isha como deidad del cuarto
chakra.
Jaryuja, jvaja o yonika.- Vivparos, como el hombre y los mamferos.
Jtaka.- Relato de las Vidas anteriores del Buda, donde se trata de una
aguja milagrosa (en realidad idntica al vajra), cuyo ojo se designa con la palabra pli
psa (pse vjjhiv, atravesada por un agujero o un ojo).
Jti.- Es el sentido propio de la expresin nacimiento, que puede expresar
la cualidad hereditaria u otra que no tenga este carcter.
Tambin significa a la vez nacimiento y especie o naturaleza especfica.
Jva.- La vida.
Jva-ghana.- Conjunto sinttico de vida. principio vital de este mundo,
puesto que toda vida est sintetizada principialmente en l.
Jvaja, jaryuja, o yonika.- Vivparos, como el hombre y los mamferos.
Jvan-mukti.- Liberado en vida. Es el estado del que ha alcanzado la
Identidad suprema en la vida actual. Es la figura del Yog, que alcanza el
Conocimiento, no de una forma virtual y terica, sino verdaderamente efectiva,
realizando la Identidad Suprema.
Ello indica que el cuerpo, como cualquier contingencia, no es un obstculo
para alcanzar la Liberacin, pues nada puede entrar en oposicin con la totalidad
absoluta, frente a la cual todas las cosas particulares son como si no fueran.
El Jvan-mukti habita en un cuerpo que le es indiferente, no hace ningn caso
de las imgenes que sus sentidos le proporcionan y lo conoce todo por el
conocimiento global en su unidad inmvil. Este espritu absolutamente
independiente, es dueo de los hombres; si quisiera convocarlos en masa, todos
acudiran el da fijado; pero no quiere que le sirvan.
501
502
K
Kaivalya.- Al igual que Muni, significa tambin soledad y expresa al
mismo tiempo, las ideas de perfeccin y totalidad. Expresa ese vaco que, en
realidad, es la absoluta plenitud, por lo que se emplea frecuentemente como un
equivalente de Moksha.
Kla.- El tiempo. Que devora a los seres manifestados.
Kalkin-avatara.- Es el que, concluida la edad obscura, aparece montado
sobre un caballo blanco, que porta sobre su cabeza una triple diadema, smbolo de la
soberana de los tres mundos, y que ostenta en su mano una espada llameante, como
la estela de un cometa.
Kalpa.- Supone en s mismo, el completo o total desarrollo de un mundo,
es decir de una parte de la Existencia universal. Conviene, para captar correctamente
su sentido, observarla como la forma cronolgica, bajo la que se expresa la teora de
los ciclos. De duracin muy difcil de precisar, podemos, en relacin a nuestro
mundo, verla dentro de un mecanismo de encadenamiento lgico y ontolgico,
como una especie de serie extra-temporal de causas y efectos.
Sera el total desarrollo de un estado del ser. Contiene todas las condiciones
que definen a este estado. Geomtricamente, Estado del ser (o Grado de Existencia,
visto desde el punto de vista microcsmico) y Kalpa ocuparan la misma superficie
(recordemos que se trata de una espira).
El Kalpa humano sera donde el espacio, tiempo, materia, forma, vida y
todas las dems condiciones que limitan las modalidades individuales que nos definen
como seres humanos, en cuantan su soporte csmico de manifestacin.
Se divide en diversos sub-ciclos denominados Manvntaras (eras de Manu).
Esta palabra, teniendo muchos otros sentidos, podemos verla en cuanto a
nuestra afeccin directa, como el conjunto de prescripciones que se refieren al
cumplimiento de los ritos, y cuyo conocimiento es indispensable para que estos
tengan plena eficacia.
Kma.- El segundo de los cuatro fines de las Escrituras Tradicionales
hindes a la vida humana. Kma es el deseo, cuya satisfaccin constituye el bien de
orden psquico. (Ver Artha, Dharma y Moksha).
Kmakala.- Tringulo supremo contenido en el loto de doce ptalos, en el
pericarpio mismo de sahasrra, que es la morada de la Shakti.
Es la raz (mla) de todos los mantras.
Kamalas o padmas.- Lotos. En el ser, son las correspondencias en forma
sutil, de los plexos nerviosos (tambin designados como Chakras).
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(lotos), que responden a diversos plexos, para alcanzar la regin que corresponde al
tercer ojo (el ojo frontal de Shiva), que representa la constitucin del estado
primordial, donde el hombre recupera el sentido de eternidad. En una fase
ulterior, kundalini alcanza finalmente la coronilla de la cabeza, donde alcanza la
conquista efectiva de los estados mltiples del Ser.
Kundalini es un aspecto de la Shakti considerada como fuerza csmica; es esa
fuerza misma en tanto que reside en el ser humano, donde acta como fuerza vital.
La Kundalin, la fuerza csmica que, en tanto que reside especialmente en el
ser humano, acta en l propiamente como fuerza vital.
Kuru.- Significa antepasado comn a las dos familias, que eran las que
libraban la batalla de Kurushetra; sera el recuerdo del origen de la Unidad.
Kurushetra.- La batalla ente kurus y pandavas, que supone la temtica
del Bhagavad-Git, parte central de la obra teatral Mahabharata.
Kshtra sera el campo de batalla (considerado como el dominio de la accin)
y Kuru significa antepasado comn a las dos familias, que eran las que libraban la
batalla; sera el recuerdo del origen de la Unidad.
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L
Lakshm.- Sera la Shakti de Vishnu.
Laukika.- Mundano. Lo profano, propio de la vida ordinaria. Palabra
derivada de loka, el mundo.
Se toma frecuentemente con la misma acepcin que en el lenguaje
evanglico, es decir, en suma, con el sentido de profano.
Ley del Man.- Para un ciclo o una colectividad cualquiera, no es otra cosa
que la observacin de las relaciones jerrquicas naturales que existen entre los seres
sometidos a las condiciones especiales de ese ciclo o de esa colectividad, con el
conjunto de las prescripciones que de ello resultan normalmente.
Laya-yoga.- Consiste en un proceso de disolucin (laya), es decir de
reabsorcin en los no manifestado. Efectundose esta reabsorcin gradualmente,
segn un orden que es rigurosamente inverso al de la produccin (srishti) o del
desarrollo (prapanacha) de esa misma manifestacin.
Linga.- Es igual a htu. Es el trmino medio cuyo papel desempea la razn.
Signo que permite reconocer a la vypti.
Linga-sharra o Skshama-sharra.- Forma sutil constituida por el
conjunto de las tres envolturas, vijnnamaya, manomaya y prnamaya, de Purusha o
tma al manifestarse como jvtm -donde la partcula maya significa que est hecha
de o que consiste en-, por oposicin a la forma grosera: sthla-sharra.
Lokas.- Mundos. La palabra snscrita loka es idntica al latn locus, lugar.
Lokloka.- Es la Gran Muralla circular.
En el simbolismo de tradicin hind, esta Gran Muralla es la montaa
circular Lokloka, que separa el cosmos (loka) de las tinieblas exteriores (aloka).
Por lo dems, esto es susceptible de aplicarse analgicamente a dominios
ms o menos extensos en el conjunto de la manifestacin csmica, de donde la
aplicacin particular puede hacerse en relacin al mundo corporal solo.
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M
sutil.
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Mukhya.- Boca.
Mukhya-prna.- Acto vital principal.
Mukti o Moksha.- Liberacin (Ver Moksha).
Mldhra.- Primer chakra, situado en la base de la columna vertebral.
Considerado como loto, consta de 4 ptalos.
Es el punto (centro-raz) donde la Shakti, en tanto que Kundalini, permanece
inmvil, como base y soporte de toda la manifestacin individual.
Mla-Prakriti.- Naturaleza Primordial, raz de todas las manifestaciones
(mla significa raz). Es lo mismo que Pradhna, lo que est puesto antes de todas las
cosas.
Muni.- El Solitario, no en el sentido vulgar de esta palabra, sino en el
sentido del que realiza en la plenitud de su ser, la Soledad Perfecta o la No
dualidad.
Es la designacin que se le da al Yog.
Su derivado mauna significa silencio o estado de Muni.
Mrti.- Manifestacin. En consecuencia la Trimurti (Brahm, Vishnu y Shiva)
sera la triple manifestacin.
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N
Na.- La figura del na corresponde al sol levante.
Nbhi.- Ombligo, pero designa tambin , de una manera general, todo lo
que es centro, y ms especialmente el cubo de una rueda.
Nds.- Arterias luminosas de la forma sutil. No debe confundirse con las
arterias corporales.
Nam y Rpa.- Nam sera el nombre y rpa la forma, que seran lo dos
elementos que compone al ser individual. Vendran a ser, en suma, la esencia y la
substancia de la individualidad. Se encuentran habitualmente reunidos en la
expresin nma-rpa.
Significando el nombre (nam), es el que representa el conjunto de todas
las cualidades o atribuciones caractersticas del ser considerado. Y, en cuanto a la
forma (rpa), no se tratara de la forma corporal, sino su esencia individual que
dara lugar a aqulla.
Nmika y Gotrika.- Nmika es lo que debe expresar el nombre particular
de cada individuo, que reflejara el conjunto de cualidades que le pertenecen en
propiedad.
Gotrika sera el conjunto de cualidades que el ser tiene de su herencia. Podra
decirse, en pensamiento occidental, que vendra representado por el apellido.
Nmika y gotrika seran los dos elementos que dara como resultado el sentido
de la palabra jti.
Abra que matizar que, la determinacin del nombre verdadero, se confunde
en principio, con la naturaleza individual misma. Y que, aparte de la herencia,
tambin interviene la parte de aquello por lo que el individuo se distingue de sus
padres y dems miembros de la familia.
Namshans o Nomekhans.- Cada uno de los doce grandes miembros que
componen el Consejo circular del Dalai Lama.
Nanawa-loka.- Equilibrio y armona en el mundo del hombre.
Nara o uri.- El hombre como individuo perteneciente a la especie humana.
Por otra parte, Nara, no es menos susceptible de una transposicin
analgica, por lo que se le identifica con Purusha; siendo as como Vishnu es llamado a
veces Narottama o el Hombre Supremo.
Nara-nryna.- Expresa la unin entre tma y jvtma, y en relacin
directa con el tma-Gt; siendo Narayn el que marcha (o es llevado) sobre la aguas.
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O
Om.- Palabra por la que comienzan todas nuestras oraciones. Debe
considerarse un nombre del Logos. Segn Ossendowski, es el nombre de un antiguo
Santo, el primero de los Goros, que vivi hace trescientos mil aos. Aunque esto es
absolutamente ininteligible, pues trata de una poca muy anterior al actual Manu, y
dado que el Manu de nuestro Kalpa se le llama Swayambhuwa, es decir, nacido de
Swayanbhu, El que subsiste por s mismo o el Logos eterno, puede considerarse
que el Logos es como el Maestro Espiritual, por lo que Om es en realidad un
nombre del Logos.
Este signo
se descompone efectivamente en AVM, las tres letras latinas
que corresponden exactamente a los tres elementos constitutivos del monoslabo Om
(La vocal O, en snscrito, est formada por la unin de la A y de la U). En
cristianismo era uno de los signos, considerado como la abreviacin de Ave Mara,
pero originariamente fue un equivalente de lo que reunan las dos letras punteras del
alfabeto, Alfa y Omega, para significar que el Verbo es el principio y fin de todas las
cosas; en realidad y ms completamente, el principio, el medio y el fin de todas las
cosas.
Los tres elementos de este monoslabo sagrado simbolizan, respectivamente,
los tres mundos, los tres trminos del Tribhuvana: la Tierra (Bhu), la atmsfera
(Bhuvas) y el cielo (Swar) o sea, en otras palabras, el mundo de la manifestacin
corporal, el mundo de la manifestacin sutil o psquica y el mundo principal no
manifestado.
Omkra.- El Universo principialmente identificado a Brahma, y, como tal,
simbolizado por el monoslabo Om.
Lo que es, lo que fue y lo que ser, todo es verdaderamente Omkra. Y toda
otra cosa que no est sometida al triple tiempo (trikla) de pasado, presente y futuro,
es tambin verdaderamente Omkra.
Oshadhi.- El vegetal. La planta.
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P
Pda.- Los pies.
Padrtha.- Como el Nyya, el Vaishshika distingue un cierto nmero de
padrthas, que pueden entrar todos en el pramey (segundo padrtha del Nyya).
Los seis padrhas del Vaishshika son: dravya, guna, karma, smnya, vishsha y
samavya.
Es, dentro del nyna, el sentido razonado o discursivo, comprende las cosas
consideradas como objeto de prueba.
Pdas.- Aunque literalmente signifique pies, en sentido elevado seran las
cuatro condiciones de tma; de las cuales, la cuarta no es ciertamente ninguna
condicin especial, sino que es tma considerado en Si mismo, de una manera
absolutamente trascendente e independiente de toda condicin, y que, como tal, no
es susceptible de ninguna representacin.
Por ello, pda, adems de pie, significa cuarto, cuarta parte.
Padmas o kamalas.- Lotos, de los que cada uno tiene un nmero
determinado de ptalos, irradiando en el intervalo comprendido entre vajr y chitr,
en el interior del primero y alrededor del segundo. (para ver cuales son, ir a
Chakras).
En el ser, son las correspondencias en forma sutil, de los plexos nerviosos
(tambin designados como Chakras).
Pnditya, blya y mauna.- Los tres atributos enumerados por
Shankarchrya, que corresponden a otras tantas funciones de Sannys, poseedor del
Conocimiento.
Pnditya sera el saber, atributo que se refiere a la funcin de enseanza. El
que posee en Conocimiento est calificado para comunicrselo a los dems, o ms
exactamente, para despertar en ellos las posibilidades correspondientes, ya que el
Conocimiento es estrictamente personal e incomunicable. As pues, pnditya tiene
ms bien el carcter de Guru o Maestro Espiritual.
Si se destaca que el estado primordial se caracteriza fundamentalmente por
la Armona, se ve inmediatamente que, al igual que blya corresponde a Lakshm y
mauna a Prvat, pnditya corresponde a Saraswati.
Pni.- Las manos.
Par.- Es la modalidad del sonido no manifestado.
Para-Brahma.- Supremo Brahma. Equivalente a Brahma.
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Pitris.- Seres del ciclo antecedente, con morada en la esfera lunar, que se
consideran como generadores del ciclo actual, en razn del encadenamiento causal,
del que la sucesin de los ciclos no es ms que el smbolo.
Pitri-yna.- Va de los Ancestros. Itinerario de los seres que, despus de
absorcin de la individualidad (humana en nuestro caso), tienen que pasar a otros
estados de manifestacin individual, obviamente previos a la Liberacin.
Prabhava.- shwara considerado como origen, de Su expansin en la
multitud indefinida de sus posibilidades.
Pradakshin.- Circuambulacin dejando el centro a la derecha. Seguir el
movimiento aparente del Sol, para un observados que mira hacia el Sur.
Siendo el pie que debe iniciar el paso, forzosamente el del lado opuesto al
lado que est vuelo hacia el centro la circuambulacin, es decir, en este caso, el
izquierdo.
Pradhna.-, Es lo que est puesto antes de todas las cosas. Es lo mismo
que Mla-Prakriti: Naturaleza Primordial, raz de todas las manifestaciones (mla
significa raz). Al igual que a Prakriti, se le designa como principio plstico.
Prajpati.- Sera la expresin de ese querer universal en cada estado de
existencia, conocida en el Hinduismo como: Seor de los seres producidos.
Es la manifestacin principial y la expresin directa de Brahma, en relacin la
ciclo total o al grado de existencia del estado determinado (en nuestro caso, el
humano).
Prjina.- Es la tercera condicin de tma, cuya sede est en el estado de
sueo profundo (entendiendo por sede, no un lugar, sino una modalidad de
existencia).
En relacin al monoslabo Om, estara representado por M, la tercera mtra,
porque es la medida (miti) de las otras dos mtras y porque es la conclusin del propio
monoslabo.
Prjn-pramit.- Sabidura transcendente.
Prjnana-ghana.- Conocimiento integral. Sera el extremo opuesto a
vijnna o conocimiento distintivo.
Prakriti o Pradhna.- Substancia universal indiferenciada y no
manifestada en s misma, pero de quien proceden todas las cosas por modificacin.
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Q
Qiblah.- La orientacin ritual.
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R
Rajas.- Segundo guna. Es la impulsin expansiva, segn la cual el Ser se
desarrolla en un cierto estado. Tendencia plana, horizontal. Su color sera el rojo.
Raja-yoga.- Va por la que se alcanza directamente la meta final.
Rasa.- Cualidad gustativa. Tambin se designa por rasa, a la esencia del
agua. Literalmente significa savia y tambin gusto o sabor.
Rasana.- La lengua o el gusto.
Rekh-ganita.- Geometra.
Rishis.- Representan la sabidura supra-humana de los ciclos anteriores al
nuestro.
Rita.- Rectitud. Nos recuerda la idea de eje, que es la de una direccin
constante e invariable. De ah deriva la palabra rito, que es todo lo que se ha
cumplido conforme al orden. Es definida tambin como aquello que se precisa para
pasar del caos al cosmos, pues es el rito la llave para este paso.
Cabe destacar que el rito conserva siempre el mismo carcter, y que es la
actividad no ritual la que se desva. Esto implica una conformidad al orden; pero no
solamente al orden humano, sino tambin -e incluso antes que nada- al orden
csmico; en toda concepcin tradicional, en efecto, hay siempre una estricta
correspondencia entre uno y otro; y es precisamente el rito, el que mantiene sus
relaciones de manera constante, implicando en cierto modo una colaboracin del
hombre -en la esfera donde ejerce su actividad- con el orden csmico mismo.
La palabra snscrita rita est emparentada por su raz misma al latn ordo, y
apenas hay necesidad de hacer destacar que lo est ms estrechamente todava a la
palabra rito: el rito es, etimolgicamente, lo que se cumple conformemente al
orden, y que, por consiguiente, imita o reproduce a su nivel el proceso mismo de
la manifestacin; y es por eso por lo que, en una civilizacin estrictamente
tradicional todo acto, cualquiera que sea, reviste un carcter esencialmente ritual.
Rudra.- Deidad que preside el tercer chakra.
Rpa.- Cualidad visible, con el doble sentido de forma y color.
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S
Sachchidnanda.- Unin de los trminos: Chit, que es la Consciencia
universal); Sat, que sera su sujeto; y, nanda, que es su objeto.
En el sueo profundo, no son ms que un nico y mismo ser, es decir en el
Ser que se conoce a S mismo, por S mismo. Y ese uno es tma, considerado
fuera y ms all de todas las condiciones particulares, que determinan cada uno de
sus diversos estados de manifestacin.
Sadchiva.- Deidad que preside el quinto chakra.
Sadasat.- Ser y no ser, como potencialidades de Brahma.
Sdhana.- Medios de realizacin. En el Kali-Yuga vendran prescritos por
los Tantras.
Saguna.- Cualificado. Es propio de shwra, al poder recibir atribuciones,
como propiedades de los seres de los que l es el principio.
Se dice que shwra es Brahma Saguna, es decir el Brahma cualificado y
concebido distintamente.
Sahashrra.- O loto de los mil ptalos. Terico sptimo chakra, situado
encima de la cabeza, alrededor de Brahma-randra, que no se cuenta en el nmero de
los chakras, porque se relaciona, en tanto que centro de la conciencia, con un
estado que est ms all de los lmites de la individualidad.
Sakma karma.- Es la accin realizada con miras a sus frutos. Mientras que
el nishkna karma sera la accin sin deseo.
Samdhi.- Retorno del ser a su propio S.
Samna.- La digestin o asimilacin substancial ntima, por la que los
elemento absorbidos mediante la respiracin, devienen parte integrante de la
individualidad.
Para el que conoce, sera estar en armona con todas las cosas, ya que
considera el Universo manifestado como la produccin del propio Conocimiento
Smnya.- La comunidad de cualidad, que, en sus grados diversos de los
que es susceptible, constituye la superposicin de los gneros.
Samavya.- La agregacin, es decir, la relacin ntima de inherencia que
une la substancia y sus atributos, y que, por lo dems, es ella misma un atributo de
esa substancia.
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Vajra, adems del sentido de rayo, tiene tambin el de diamante, lo que evoca
inmediatamente las ideas de indivisibilidad, inalterabilidad, inmutabilidad.
Vma-mrga y Dakshina-mrga.- Vas tntricas de izquierda y de
derecha. Pudiendo esta derecha y esta izquierda, por otra parte, ser puestas en
relacin con los puntos equinocciales, de igual modo en que lo alto y lo bajo lo estn
con los puntos solsticiales.
Vanaprastha.- Tercer shrama. Anacoreta.
Vara.- Eleccin o seleccin.
Varha.- El jabal. No solo figura como el tercero de los diez avatra de
Vishnu en el Manvntara actual, sino que adems nuestro kalpa ntegro, es decir, todo
el ciclo de manifestacin de nuestro mundo, se designa como, el Shveta-varha-kalpa,
o sea el ciclo del jabal blanco.
Vrhi.- Este nombre se aplica a Tierra Sagrada, asimilada simblicamente
a cierto aspecto de la Skakti de Vish.
Vrh o tierra del jabal.
Varna (o Varma?).- Significa color, que, por extensin, tiene el sentido
de cualidad, que designa la naturaleza particular de un ser; lo que podra llamarse
esencia individual. Y eso es, en efecto, lo que determina la casta.
Varnas.- Las Castas.
Varsha.- La lluvia.
Varuna.- Regente del reino del agua (Ap).
Vruna.- Cubrir, proteger y ocultar. Sirve para designar el ciclo, tanto
porque cubre la tierra, como porque representa los mundos superiores, ocultos a los
sentidos.
Vyu.- El Aire. Reino del aire. Es esencialmente, el principio moviente.
Deriva de la raz verbal v, que significa ir o moverse.
Vyus.- Las cinco funciones o acciones vitales, aunque no sean propiamente
aire o viento, tanto o ms cuando se refieren al estado sutil y no al corporal. Son
modalidades del soplo vital, en relacin con la respiracin. Son: la aspiracin o
respiracin en modo ascendente (prna); la inspiracin, considerada en modo
descendente (apna); la fase intermedia entre las dos primeras (vyna); la espiracin,
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Vrata.- Voto.
Vyhritis.- Designacin que se le da a los tres mundos (Bh, Bubas y Swar).
Palabras que se pronuncian habitualmente despus del monoslabo Om, en los ritos
hindes de la sandhy-upsan (meditacin repetida por la maana, al medioda y por
la tarde).
Vykarana.- Es la gramtica, pero que en lugar de presentarse como un
simple conjunto de reglas arbitrarias, se basa, al contrario, sobre concepciones y
clasificaciones que estn siempre en estrecha relacin con la significacin lgica del
lenguaje.
Vyakta.- Lo manifestado.
Vyaktvyakta.- Manifestado y no manifestado, como potencialidades de
Brahma.
Vyna.- La fase intermedia de la respiracin, entre la aspiracin o
respiracin en modo ascendente (prna) y la inspiracin o respiracin en modo
descendente (apna).
Vypaka.- Equivalente del trmino mayor, referido al mismo punto de
vista de la extensin lgica.
Vypaya.- Equivalente del trmino menor, referido al mismo punto de
vista de la extensin lgica.
Vypti.- Lazo invariable que existe entre el continente y el contenido.
Vysa.- No debe considerarse un persona fsica, como un personaje
histrico o legendario, sino la entidad colectiva que puso en orden y fij
definitivamente los Textos Tradicionales que constituyen el Vda mismo.
Se trata de una verdadera funcin intelectual.
Se designa a Vyasa como a uno de los siete Chirajvis.
Vyvahrika.- Produccin prctica, propia del estado de sueo.
Produccin que posee una realidad relativa y una estabilidad suficientes como para
servir a las necesidades de la vida ordinaria y profana.
Yga, yagna o medha.- Vctima animal del sacrificio.
Yagna, yga o medha.- Vctima animal del sacrificio.
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64.800 aos; y se reconocer que estas cifras se mantienen por lo menos en unos
lmites perfectamente verosmiles, pudiendo muy bien corresponder a la antigedad
real de la presente humanidad terrestre.
Segn la doctrina hind, el Manvntara al que pertenecemos, se sita en el sptimo
lugar de los catorce que deben desarrollarse en el Kalpa humano. Asimismo, nuestro
Yuga es el cuarto y ltimo de este sptimo Manvntara: el Kali-Yuga o Edad de Kali,
su perodo ms obscuro en cuanto al conocimiento espiritual se refiere.