DelaCadena Indigenasmestizos PDF
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Indgenas mestizos
Raza y cultura en el Cusco
MARISOL DE LA CADENA
Traduccin de
Montserrat Caedo y Eloy Neyra
IEP EDICIONES
Horacio Urteaga 694, Lima 11
Telf. 332-6194 / 424-4856
Fax (51 1) 332-6173
E-mail: [email protected]
www.iep.org.pe
ISBN: 9972-51-113-8
ISNN: 0586-5913
Impreso en el Per
Primera edicin, noviembre del 2004
1,000 ejemplares
Hecho el depsito legal en la
Biblioteca Nacional del Per: 1501052004-8548
Prohibida la reproduccin total o parcial de las caractersticas grficas de este documento por
cualquier medio sin permiso de los editores.
DE LA CADENA, Marisol
Indgenas mestizos: raza y cultura en el Cusco. Lima, IEP, 2004.
(Urbanizacin, Migraciones y Cambios en la Sociedad Peruana, 19)
RAZAS/RACISMO/DISCRIMINACIN RACIAL/MESTIZAJE/
POBLACIN INDGENA/INDIGENISMO/INTELECTUALES/
ETNICIDAD/MOVIMIENTOS SOCIALES/PERU/CUSCO
W/14.07.00/U/19
CONTENIDO
11
Introduccin
VIEJOS DILOGOS EN TORNO A LA RAZA: UNA INTRODUCCIN AL PRESENTE
19
I.
29
37
46
51
56
61
64
69
75
78
86
90
97
103
105
108
117
127
131
V.
140
Conclusiones
146
215
224
229
234
239
242
245
Conclusiones
248
251
258
263
152
El barrio de La Almudena
267
156
161
269
167
274
173
281
179
Conclusiones
287
184
187
Conclusiones
194
IV.
289
294
301
198
309
203
206
313
317
Conclusiones
320
323
323
327
331
333
337
345
BIBLIOGRAFA CITADA
347
ESTE LIBRO tiene ya muchos aos de vida. Su primera encarnacin fue mi tesis
doctoral para la Universidad de Wisconsin-Madison, que termin en 1996. Luego,
siguiendo las convenciones de la academia de EEUU, la convert en libro cuando
trabajaba para la Universidad de Carolina del Norte-Chapel Hill. Durante toda
esta trayectoria, y en cada una de sus etapas, goc del apoyo y recib inspiracin
de muchos amigos y colegas en el Per y fuera de l.1 Las ideas que aqu presento
son un hbrido de los dos mundos en los que las compuse; reflejan el dilogo
conceptual que, sobre raza y categoras raciales, he tenido (y sigo teniendo)
con amigos en el Norte y en el Sur.
Pensar en dilogo entre dos mundos, sin dejar que uno de los dos domine
conceptualmente, ha sido fascinante y muy productivo. Sin duda mi situacin
1.
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Eloy Neira est trabajando esta idea con Gavina Crdoba, Lucy Trapnell, Patricia Ruiz
Bravo entre otros.
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rencias culturales profundas, y segn estas diferencias hay inferiores y superiores. Esta afirmacin (que todos hemos escuchado en algn momento) ya no
es hegemnica, ahora se debate y se identifica la discriminacin cultural con racismo. Tampoco (y desde el famoso incidente de las discotecas) se sigue aceptando en el Per que el color de la piel es irrelevante para identificar diferencias. Lo
que demuestran estos eventos es la historicidad de la raza, de sus marcadores y
del racismo como relacin social. No son pues permanentes, dependen de condiciones de posibilidad y estas cambian articuladas a relaciones sociales de poder.
Qu ha ocurrido en el Per que ha permitido este cambio? Nuevamente,
necesitamos una perspectiva dialgica que vaya ms all de los acontecimientos,
si queremos entenderlos como proceso. Hay varias condiciones a tomar en cuenta.
Una primera, bastante obvia es el neoliberalismo y sus polticas culturales. A
diferencia del liberalismo colonizador que lo precedi (y aqu estoy hablando
del siglo XIX y XX), la misin civilizadora del neoliberalismo no pasa por la
educacin ni por la homogeneizacin de las conciencias histricas de los individuos.
Esto quiere decir que el proyecto biopoltico de los estados neoliberales no
pasa explcitamente por la raza-cultura, ni justificada por la biologa, medicina,
antropologa, criminologa. El proyecto neoliberal pasa por la economa como
relacin social y como disciplina indisputable, como fuente del conocimiento
cientfico necesario para mejorar la vida de las poblaciones. La misin del neoliberalismo es homogeneizar el mercado, y hay que poner atencin al singular.
Hacer vivir un mercado (crear las condiciones para la expansin del mercado
capitalista global, es decir, el de las corporaciones) es compatible con ideas de
multiculturalismo y proyectos estatales de interculturalidad que aslan el campo
semntico de la cultura (o el de la raza) de los conceptos a travs de los cuales
adquiere significado. Ignorando qu cultura (como raza) adquieren significado
en configuraciones de poder articuladas por relaciones sociales de clase-gnerosexualidad-geografa, las polticas multiculturales neoliberales son compatibles
con proyectos biopolticos que implican dejar morir a los pobres.3 Por eso, en
Amrica Latina, el neoliberalismo ha ganado pocos aliados entre los polticos
indgenas. Por el contrario, las ltimas dcadas han visto surgir fuertes movimientos indgenas en contra del neoliberalismo. Y esto no slo en Ecuador y en Bolivia, sino tambin en el Per.
Y aqu quiero discutir otra de las crticas que he recibido, que es una de las
que ms me gusta, me provoca y me inspira. Dicen estos crticos que en este
libro no hay lugar para movimientos indgenas en el Per. Algunos dicen que
3.
Esto es tan obvio que en los ltimos meses el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional estn implementando programas para aliviar la pobreza. Ver http://
www.worldbank.org/ambc/lookingbacklookingahead.pdf
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yo apuesto al mestizaje, otros que no he tomado en cuenta los movimientos indgenas de la Amazona, o que he dicho que el movimiento indgena no tiene
espacio en el Per. Mi respuesta al primer grupo no aade nada a lo que est en
este libro. No apuesto al mestizaje entendido como proyecto nacional de homogeneizar. Slo explico que entre las clases populares, ser mestizo no implica desindigenizacin (hago visible una manera subordinada de ser mestizo, una que
tiene lugar para maneras de ser indgenas). De all el ttulo Indgenas mestizos, que
contradice la lgica evolucionista con la que normalmente se identifica el mestizaje. Por otro lado, desindigenizacin y desindianizacin no son sinnimos: ser
indio es una condicin social colonizada y es una etiqueta que se usa para insultar.
Esto no quiere decir que esta etiqueta no pueda ser resignificada, y que haya espacios en los que se la use con propsitos reivindicativos. Sin embargo, por el
momento, los movimientos indgenas en Amrica Latina utilizan esa etiqueta
(indio) con poca frecuencia y prefieren reivindicar la indigeneidad usando nombres de identidades colectivas locales: aymara, quechua, ashaninka, maya, nahua,
por nombrar unos pocos.
El segundo grupo de crticas me ha hecho pensar bastante (doy gracias a
quienes la han formulado), en lo siguiente. Primero, es cierto que no he tomado
en cuenta el movimiento indgena de la Amazona (pues este es un libro centrado
en los Andes y que esa es una de sus limitaciones). Pero para aclarar mi posicin
y explicar un punto que creo que mis crticos no han tomado en cuenta: lo que
yo he dicho es que no ha habido movimientos tnicos en el Per. No he dicho
que no ha habido movimientos indgenas. Por el contrario, cuando describo
(en el captulo cuatro) el movimiento sindicalista y campesino que estremeci al
Cusco (entre los aos cincuenta y setenta), explico que detrs de la retrica clasista y de la ausencia abierta de reivindicaciones tnicas, detrs del movimiento
haban lderes indgenas como Saturnino Huillca y muchsimos otros, cuyos
nombres desconocemos. En otros escritos he explicado cmo la poltica indgena
no se agota en expresiones de reivindicacin tnica, porque la etnicidad, (es decir,
el campo semntico de la cultura y la condicin de subordinacin en un estadonacin) es insuficiente para expresar maneras de ser quechua. Sin embargo,
desde mi perspectiva ha habido movimientos indgenas en el Per, pero estos
movimientos no han ocupado, por s mismos, espacios polticos modernos como en Bolivia, Ecuador, Guatemala. La participacin indgena fue crucial en
los movimientos campesinos, pero sus formas de expresin fueron subordinadas
(me atrevera a decir hasta suprimidas) por la ideologa de clase que actu como
retrica de contrainsurgencia (Guha, 1988), invisibilizando formas indgenas
de hacer poltica, incompatibles con el proyecto de modernizacin socialista (al
que yo tambin adscriba).
INTRODUCCIN
P
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17
Finalmente, quiero decir que este libro es posible gracias a becas de investigacin que permitieron que pudiera dedicarme a escribir sin trabajar (mi
trabajo era escribir). Esta posibilidad es inimaginable en el Per, donde los intelectuales tienen que ganarse la vida de maneras muy diversas y adems hacer
investigacin. Esta disparidad es slo una de las manifestaciones de las relaciones
de poder entre los mundos acadmicos del Norte y del Sur. Pero no son slo
recursos los que se concentran en Estados Unidos, Canad y en algunos pases
europeos. Estos lugares tambin son percibidos hegemnicamente como centros del conocimiento, de una u otra manera todos participamos de la creencia
de que el conocimiento fluye de Norte a Sur. Yo quiero inscribir este libro en
contra de esta creencia. Es cierto que hice el doctorado en Estados Unidos,
que tuve discusiones maravillosas con quienes participaron en mi comit de
tesis, que el grupo de colegas estudiantes con quienes pas mis aos en Madison
ofrecieron espacios intelectuales muy inspiradores. Tambin es verdad que mis
colegas de UNC-Chapel Hill han sido y continan siendo interlocutores valiossimos, siempre presentes en todo cuanto escribo, aun cuando no lo lean. Y es
cierto que mi agradecimiento y admiracin por todos ellos es inmenso. Pero,
no es menos cierto que las ideas que presento en este libro, y su razn de ser,
vienen del sur. Quera entender el proceso por el cual la violencia que significa
la exclusin social se convierte en normal, cmo adquiere hegemona. Y mi
necesidad de entender este proceso no se origin en ninguna academia; resulta,
ms bien de una formacin intelectual que no se concibe sin activismo poltico
y que caracteriza a mis colegas del sur. Esta manera de ser intelectual, que aprend
en discusiones en espacios intelectuales limeos, cusqueos y ayacuchanos, se
inspira en la vida porque quiere afectar la vida. Esta manera de ser intelectual que
no se subordina a lo ledo, sino a lo vivido es lo que me inspir este libro y sigue inspirando mi trabajo.
California, otoo del 2004
[18]
[19]
Referencias bibliogrficas
FOUCAULT, Michel
1992 Genealoga del Racismo. De la Guerra de Razas al Racismo de Estado. Madrid: Ediciones La Piqueta.
GUHA, Ranajit
1988 On Some Aspects of the Historiography of Colonial Indian. En: Selected
Subaltern Readings, pp. 45-86, Ranajit Guha and Gayatri C. Spival. Oxford:
Oxford University Press.
OMI, Michael y Howard WINANT
1994 Racial Formation in the United States. From the 1960s to the 1990s. Nueva
York: Routledge.
QUIJANO, Anbal
2000 Colonialidad del poder, eurocentrismo y Amrica Latina. En: Edgardo
Lander (comp.). En: La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales.
Perspectivas latinoamericanas, pp. 201-246. Buenos Aires: CLACSO.
Introduccin
La violencia tnica existe en todas las sociedades que como la nuestra albergan
culturas y tradiciones diferentes.
Mario Vargas Llosa, 1990.
Los campesinos indios viven de una manera tan primitiva que la comunicacin es
prcticamente imposible. Solo cuando emigran a las ciudades tienen la oportunidad de mezclarse con el resto del Per. El precio que tienen que pagar por la integracin es alto la renuncia a su cultura, su lenguaje, sus creencias, sus tradiciones y costumbres y la adopcin de la cultura de sus antiguos patrones. Despus
de una generacin se transforman en mestizos. Ya no son indios.
Mario Vargas Llosa, 1990.
En nuestro pas la raza ya no manda, ahora mandan la inteligencia, la educacin,
la cultura.
Adriana B., Cusco.
20
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21
No obstante las similitudes, las opiniones de Adriana y del escritor presentan obvias discrepancias conceptuales y polticas, que se originan en los significados (distintos) que asignan a sus nociones de cultura. La posicin de Vargas
Llosa, que ha desarrollado en diferentes publicaciones y entrevistas y que est
en consonancia con su posicin privilegiada de escritor masculino afamado y
con un alto nivel educativo, considera las especificidades culturales como innatas
y determinantes de las divisiones entre los grupos de gente, diferencias superables
a travs de un proceso gradual de evolucin grupal.1 Adriana podra tambin
suscribir la idea de la cultura como algo innato. Pero como mujer y estudiante
que aspira a los privilegios de la educacin, ella subordina esta nocin a una alternativa que enfatiza el logro personal antes que la evolucin grupal. La
educacin es el marcador que emplea para establecer diferencias sociales en esta idea individualizada de cultura. Adriana no piensa que las diferencias culturales
que existen entre los grupos impiden las similitudes culturales entre los individuos. Por el contrario, y de manera crucial, considera que los individuos que
son diferentes en algunos rasgos culturales pueden, sin embargo, compartir
otros. La gente puede ser [culturalmente] diferente e igual al mismo tiempo.
Yo practico la cultura indgena, pero no soy india, seala.
En el Cusco, el lugar de mi investigacin y sobre el que trata este libro, las
palabras de Adriana me ensearon a comprender de qu manera ella y muchos
otros cusqueos como ella desafa la definicin de las culturas como depsitos de desigualdades innatas, que legitiman y naturalizan las jerarquas entre
los grupos humanos. Esta es la visin dominante que representa Vargas Llosa y
que yo considero es una expresin del racismo predominante en el Per, el cual
defino como el conjunto de prcticas discriminatorias que se derivan de una
creencia en la indiscutible superioridad moral e intelectual de un grupo de peruanos sobre el resto. Esta manera de pensar, que no recurre a una terminologa
racial, es una versin de lo que algunos autores identifican como el nuevo racismo (Backer 1982), el racismo sin raza (Gilroy 1987; Balibar 1988) o el
fundamentalismo cultural (Stolke 1995). Sin embargo, tambin aprend que
cuando Adriana y otros rechaza la raza como la marca de las diferencias o
critica las nociones esencialistas de cultura, contina haciendo discriminaciones.
Si bien Adriana y sus pares enfatizan que la cultura se adquiere a travs del logro y el mrito personal, y que la educacin es una fuente legtima de diferenciacin social, al hacerlo pueden converger con el racismo dominante apelando a
1.
Mario Vargas Llosa ha formulado su punto de vista tanto en ensayos como en escritos literarios. Entre sus novelas vase, por ejemplo, Muerte en los Andes (1996), y entre los escritos que l considera no-ficcin, Cuestiones de conquista (1990b: 45-46) y su Informe
sobre Uchuraccay (1990a: 79-114, especialmente 110-114).
22
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23
24
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25
3.
Adems de Gramsci (1987), los trabajos de Williams (1977); Hall (1986); Laclau y Mouffe
(1985); y Mallon (1995), me han servido de inspiracin para tratar los aspectos de la hege-
26
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mona relevantes para mi estudio. Agradezco a Florencia Mallon por todas las discusiones
y la inspiracin en torno a este tema.
27
4.
Parafraseo aqu a Caryl Emerson y Michael Holquist, Glossary, en Bakhtin (1990: 427).
5.
En el Cusco, por ejemplo, los intelectuales dominantes varones ponen en juego las autorrepresentaciones en un discurso racial y de gnero que debate su subordinacin frente a los
intelectuales dominantes limeos, a la vez que enuncian discursos que subordinan a otras
personas inferioresde la regin. Este proceso se repite en otros niveles, donde las mujeres
y los hombres cusqueos subordinados llegan a ser el punto de referencia superior para
otros incluso ms inferiores.
28
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29
Otros investigadores comparten esta opinin, como Stepan (1982) y Barkan (1992).
7.
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elementos caractersticos de impulso, compostura y tono; especficamente elementos afectivos de conciencia y relaciones: no se trata de sentimiento contra
pensamiento, sino del pensamiento tal y como es sentido y del sentimiento tal
como es pensado: una conciencia prctica vigente, en una comunidad viva e interrelacionada (Williams 1977: 132). Debido a que la raza aluda a experiencias
sociales an en curso, su popularidad entre las lites peruanas de principios del
siglo XX se deriv de su potencial para expresar sentimientos de superioridad,
al mismo tiempo que los legitimaba cientficamente. Esto les permiti distribuir
el poder a partir de la estructura de sus sentimientos, conectando de modo imperceptible las esferas ntimas con los espacios oficiales. La raza fue simultneamente una nocin cientfica y poltica y un trmino oficialmente legtimo, preado de emociones. En tanto las lites no constituan un todo homogneo, el vaco conceptual de la raza permita distintas versiones de la categora modeladas
a partir de sentimientos divergentes.8
El mestizaje el vocablo regional utilizado en los debates decimonnicos acerca de los peligros y virtudes de la hibridacin se constituy en el epicentro de la estructura racializada de sentimientos en esta regin de Latinoamrica. Tal y como seala Brooke Larson, el mestizaje fue una metfora polmica
y polivalente en la que las lites colocan sus esperanzas, odios y temores acerca
del futuro de la raza y la nacin (1998: 337). Estos temores haban sido provocados por los argumentos que llegaban desde Europa y sealaban a Latinoamrica
para ilustrar los efectos degenerativos de la hibridacin. Robert Knox emple
especficamente los casos de Mxico, Per y Amrica Central para probar que
el hbrido era una degradacin de la humanidad y era rechazado por la naturaleza.9 Paul Broca, un poligenista que crea en los beneficios del cruce racial eugensico, sostuvo que la mezcla entre razas tan distantes como aquella de los
colonizadores ibricos y la india, estaba en el origen de las desgracias de Latinoamrica (1864: 33). Herbert Spencer mantuvo un punto de vista similar con relacin a Mxico (citado en Brading 1984). Tal y como ilustra la cita de Le Bon,
estas creencias estaban lejos de haber amainado a principios del siglo XX y permanecan sembrando la duda sobre la capacidad de Latinoamrica para la construccin nacional y bloqueando, adems, el acceso a cualquier tipo de identidad
superior estable para las lites regionales. Una reaccin frecuente al problema
de la potencial degeneracin hbrida fue lo que Nancy Leys Stepan (1991) ha
denominado miscegenacin constructiva, la cual invirti los argumentos contrarios al mestizaje alabando los beneficios del cruce racial. El proyecto pionero
8.
Sobre la raza como una nocin polticamente definida, vase Omi y Winant (1986); Gilroy
(1987); Frankenberg (1993); Anthias y Yuval-Davis (1992); y Goldberg (1993), entre otros.
9.
31
de mestizaje fue impulsado por los indigenistas mexicanos despus de la revolucin. Defendido en el siglo XIX por Andrs Molina Enrquez y Justo Sierra,
fue recuperado nuevamente por Jos de Vasconcelos y Manuel Gamio en la dcada de 1920, con el objetivo de crear una raza de color bronce que podra jactarse del refinamiento de las civilizaciones azteca y europea (Knight 1990). Los
intelectuales colombianos del siglo XIX y los brasileos de los aos 20 expresaron un orgullo similar respecto a la mezcla racial, si bien su objetivo era producir
una raza nacional blanca (Wade 1993; Skidmore 1993; Larson 2002).
Muchos importantes constructores de la nacin peruana propusieron la
miscegenacin constructiva como una alternativa al problema racial del pas. A
finales de la dcada de 1860, el destacado historiador Manuel Atanasio Fuentes,
aludiendo a la omnipresente mixtura racial que Per pareca contener, describi
a Lima como un jardn multicolor, caracterstica que asoci con la naturaleza
progresista de la ciudad (Poole 1997). Pens tambin que era el carcter puro
de las razas no-blancas del pas la causa del atraso de ciertas regiones. En Lima
escribi incluso aquellos hombres que descienden directamente de la raza
europea tienen un color trigueo, que es plido y amarillento (Fuentes 1867:
104, citado en Poole 1997: 159). Experto conocedor de mtodos fisiognmicos
que lean los rasgos faciales como signos que reflejaban el carcter moral de las
personas, Fuentes sonde tambin la moralidad y la capacidad intelectual de los
limeos, entre las que encontr gran diversidad. Si el refinamiento intelectual y
esttico de las clases altas le mereci todos los elogios, hall ridcula la ociosidad
crnica de los negros, zambos, cholos y la del resto de la poblacin de clase baja
(Gootenberg 1993: 67; Oliart 1994). Los escritos de Fuentes pertenecen a la
misma poca en la que los europeos teman los efectos degenerativos de la hibridacin.10 Para este autor, sin embargo, la inmoralidad de las clases bajas no
provena de la miscegenacin, sino de los elementos negativos de sus razas
puras originales. Desde su perspectiva, la herencia racial mixta que caracterizaba
a las clases altas limeas era algo muy distinta a la degeneracin que Broca,
Knox o Spencer imputaban a todos los latinoamericanos. La poca en la que
Fuentes escribi coincide con un auge econmico exportador que, a mediados
del siglo XIX y segn el historiador Paul Gootemberg, hizo del Per el rgimen
ms rico de Latinoamrica (1993: 58). La riqueza benefici principalmente a Lima y, ms especficamente, a sus clases altas. No lleg sin embargo al resto del
pas, incluidas las clases trabajadoras limeas. Los dividendos tambin estimularon los estilos de vida intelectuales de las lites limeas, que ya antes de la expansin econmica eran bastante sofisticados (Gootenberg 1993; Poole 1997).
10.
Knox, publicado en 1862; Broca, en 1864; y Spencer, de 1864 a 1867. Vase Young (1995)
y Stepan (1982).
32
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lo la mezcla entre razas compatibles mejorara la situacin racial del Per. Era un defensor
de la mezcla racial de los costeos con razas superiores, fundamentalmente con los alemanes, cuya emigracin pensaba que el gobierno deba promover. Segn Palma, el indio era
una causa perdida: Jams intenta el indio asimilarse a los elementos del progreso de los
hombres superiores [...]. La raza india no es ni ser adaptable a la vida civilizada de las razas indo-europeas porque es una tendencia innata en ella, como en todas las inferiores, el
aislamiento y la refraccin con respecto a los ideales y la vida psquica y hasta marital de
los extraos (Palma 1897: 10).
12.
11.
Clemente Palma era un limeo seguidor de Le Bon que negaba cualquier posibilidad de
mejora racial a travs de la instruccin formal. Segua el ideario europeo segn el cual las
almas raciales no podan ser transformadas, creyendo tal como su maestro que so-
33
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nsicos, fueron desarrolladas junto a propuestas a favor de los programas educativos, considerados determinantes para la mejora racial del pas. Un intelectual
conservador, Francisco Graa (1908), acu el trmino autogenia, que puede interpretarse como una alternativa a la eugenesia.13 En lugar de mejorar la raza a
travs del cruce, la autogenia representaba el intento de mejorarla a partir de
ella misma, elevando los estndares de salud, nutricin y educacin de los grupos
considerados inferiores.
No hay duda de que el liberalismo dominante influy en la consideracin
de la educacin sostenida por las lites, en su funcin de homogeneizadora racial y, en consecuencia, como un elemento clave para la construccin de la nacin. Sin embargo, la propia autopercepcin de este grupo, a la vez como intelectuales capaces y trigueos (blancos, pero no-europeos), lo que equivala a mezclados y potencialmente inferiores, fue un componente muy importante en su
agenda. Reflejando este sentimiento, un intelectual conservador declar: No
permitamos que la piel cobre sea una fuente de vergenza social. Destrocemos
de una vez y para siempre todo ese complejo de inferioridad (Garca Caldern
1986: 576). No sorprende que los intelectuales negaran la existencia de razas
puras en Per e incluso ridiculizaran a aquellos que se presentaban a s mismos
como blancos puros.14 En el Per, quien no tiene de inga tiene de mandinga,
era un dicho popular en el que inga alude a la herencia inca y mandinga a la
negra africana, y que expresa el cruce entre las razas espaola, indgena y africana
que caracteriza al pas. Es esta autoconciencia del color de la piel la que podra
haberlos inclinado a minimizar la importancia del fenotipo y, en cambio, a privilegiar el mrito intelectual en sus consideraciones sobre las jerarquas raciales. En
un nivel ms conceptual, esta actitud tom la forma de un discurso racial que
rechazaba los determinismos totalitarios el malhadado pesimismo racial
en favor de ideas progresistas que abogaban por la mejora racial a travs de la
educacin. Francisco Garca Caldern, abogado e idelogo principal del aristocrtico Partido Civilista, habl de la necesidad de un liderazgo fuerte para el
pas, de una oligarqua progresista unificada y cultivada encargada de capitalizar
13.
14.
Gonzlez Prada, por ejemplo, escribi: A cada momento nos rozamos con amarillos que
visten, comen y piensan como los melifluos caballeros de Lima. Indios vemos en Cmaras,
municipios, magistraturas, universidades y ateneos, donde no se manifiestan ni ms venales
ni ms ignorantes que los de otras razas []. Hay tal promiscuidad de sangres y colores,
representa cada individuo tantas mezclas lcitas e ilcitas, que en presencia de muchsimos
peruanos quedaramos perplejos para determinar la dosis de negro y amarillo que encierran
en sus organismos: nadie merece el calificativo de blanco puro, aunque lleve azules los
ojos y rubio el cabello (1904: 180-181).
35
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16.
Por ejemplo, Carlos Wiesse, un gegrafo positivista, defini la raza como una variedad de
caracteres somatolgicos [y] ciertas calidades que han penetrado despus en el organismo
y han modificado su temperamento y sobre todo su estructura del cerebro, transmitindose
por herencia y acumulndose en los descendientes (1909: 252).
37
La bonanza econmica que benefici al Per durante la primera dcada del siglo XX, no condujo a un progreso nacional equitativamente distribuido. Mientras
que la produccin de petrleo y la agricultura de plantacin modernizaron tecnolgicamente a las zonas costeras y transformaron a sus clases trabajadoras de
siervos en asalariados, el crecimiento de las exportaciones de lana una mercanca producida en las haciendas serranas no moderniz a la sierra. Carentes de
la infraestructura urbana bsica, las ciudades serranas no eran en realidad sino
grandes pueblos rurales habitados por terratenientes ausentes de sus haciendas,
que vivan en grandes mansiones repletas de sirvientes indgenas, varones y
mujeres. Para completar la imagen del atraso, la servidumbre era la principal relacin laboral en las propiedades rurales medianas y grandes, si bien tambin
haba campesinos libres en las comunidades indgenas o ayllus. Agravando esta
circunstancia, aunque en total coherencia con la imagen anterior, la lite limea
buscaba sus referencias culturales en el exterior y era particularmente cruel con
todo lo serrano (Klarn 1986: 610).17 No sorprende que Lima fuera el escenario
de las decisiones polticas del estado liberal oligrquico, un estado de cosas que
tena evidentes causas raciales.
Influida con toda probabilidad por la extensin del lamarckismo y el ambientalismo del siglo XIX, la definicin de las razas peruanas conectaba con
imgenes geogrficas de transectos que corran desde la costa del Pacfico hasta
17.
Segn Jorge Basadre, los hombres de la lite vestan con abrigos negros y los pantalones
ms a la moda hechos por sastres franceses en la capital y vivan en un mundo feliz, todos
conectados entre s por matrimonios dentro de sus grupos (1964, II: 127).
38
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Los transectos fueron popularizados acadmicamente por Alexander von Humboldt, Antonio Raimondi y otros viajeros europeos (Poole 1997; Pratt 1992).
39
los limeos tenan del Cusco como inferior a Lima. Es ms, al competir con los
caballeros costeos por el liderazgo nacional tal y como ilustra el epgrafe
que abre esta seccin, las lites cusqueas emplearon la racializada geografa
nacional para enfatizar la hispanofilia caracterstica de los limeos. En contraste,
se vanagloriaron de la autenticidad de su nacionalismo, que legitimaron geogrfica
e histricamente por el rango de una ciudad que haba sido nada menos que la
capital del imperio incaico. Finalmente, fueron estas las prcticas que generaron
el cusqueismo: el orgullo de ser cusqueos, herederos de la quintaesencia de un
legado histrico nacional.19 Formulado en sus inicios como regionalismo una
doctrina caracterstica de los polticos de provincias, el cusqueismo, tal y
como Benedict Anderson ha dicho del nacionalismo, est asociado con la religin o el parentesco, antes que con el liberalismo o el fascismo (1993: 5) De
este modo, al igual que el nacionalismo, el cusqueismo abrigaba todas las tendencias polticas de sus defensores (muy diversas), cuyos sentimientos consensuados
de orgullo nacional restaron importancia a sus desacuerdos polticos. Impulsado
a principios de siglo, esta suerte de nacionalismo regional fue un proyecto poltico-intelectual de la lite, destinado a contrarrestar la percepcin que se tena de
los cusqueos como serranos racialmente inferiores y tambin a competir con
el proyecto poltico limeo. Ya desde sus inicios el cusqueismo afirm su lugar en la nacin extrayendo de la tradicin prehispnica representaciones de la
historia inca, danzas regionales e investigaciones sobre el pasado y el presente
indgena, a travs de estudios arqueolgicos y etnolgicos que tenan el propsito
de mostrar la antigua eminencia del Cusco y, por tanto, su pleno derecho a ocupar una posicin igual o inclusive superior a la de Lima. Si bien fueron inicialmente diseadas por los intelectuales de la lite, todas estas actividades confluyeron en la dcada de 1920 en la moderna formacin poltico-intelectual conocida como indigenismo: el rostro acadmico del cusqueismo.20
19.
El cusqueismo fue expresado en trminos culturales y polticos. Un historiador contemporneo (al que considero el historiador oficial del Cuzco) lo define como sigue: El Cuzqueismo fue la exaltacin de todo lo que era local, incluyendo los valores polticos cuzqueos,
en un momento en el que los limeos estaban intentando cooptar la representacin de
Cuzco en el Congreso aprovechndose de su localizacin en la capital y excluyendo sistemticamente a los cholos serranos. El Cuzqueismo es un concepto y una emocin, un feeling (Tamayo 1992: 860).
20.
En realidad, el indigenismo no naci en el siglo XX ni fue tampoco exclusivamente cusqueo. Ya durante el siglo XIX existan intelectuales y polticos indigenistas en Lima y en los
departamentos serranos de Ayacucho y Puno (Gootenberg 1993; Tamayo 1982). Del mismo
modo, defender a los indios o reivindicar el legado inca para consolidar el status de la
regin no eran prcticas extraas durante la etapa colonial (Walter 1993; Mannheim 1984,
1991).
40
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21.
41
22.
Brooke Larson (1997) analiza un caso similar en Bolivia. All, durante un periodo de agnica auto-examinacin nacional como ella describe la primera dcada del siglo XX,
el pequeo grupo que constitua la intelectualidad de La Paz cre un culto del antimestizaje y culp a los mestizos de todos los problemas de la nacin. De cualquier modo, algunos individuos influyentes en el grupo de pensadores bolivianos que Larson estudia, estaban
preparados para defender las soluciones basadas en la eugenesia que pretendan blanquear
el pas. Este hecho establece un contraste interesante con los cusqueos antimestizos y
los limeos promestizos, grupos que abogaban por la educacin para solucionar el problema racial. Aunque la inmigracin extranjera fue promovida en el Per, no fue sin embargo
percibida como un medio efectivo para mejorar la raza peruana. La razn, sin que resulte sorprendente, era de tipo racial: el temperamento sexual de los indios fue considerado
incompatible con el de los europeos como explico con ms detalle en el primer captulo
y en el cuarto.
23.
42
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43
zaje en tanto hibridez biolgica, lo que permita a las lites peruanas contestar
la percepcin que los europeos tenan de ellos como hbridos.
Los analistas de la nueva versin europea del racismo (racismo sin raza;
Barrer 1982; Gilroy 1987; Balibar 1988; Taguieff 1987, 1990) explican que se
trata de una retrica cultural de exclusin que procede de la reformulacin de
los viejos procedimientos de discriminacin basados en consideraciones biolgicas, que emergen luego del descrdito en el que cayeron las nociones biolgicas
de raza en la etapa de la posguerra. Desde el punto de vista de estos intelectuales,
la retrica discriminatoria y neorracista europea presupone que los pueblos estn separados por diferencias culturales esenciales e insalvables. Desde una perspectiva ligeramente distinta, Verena Stolcke (1995: 4) propone el concepto de
fundamentalismo cultural. La nueva retrica de la exclusin se diferencia del
racismo, seala esta autora, en que en vez de enfatizar las diferencias entre las
composiciones raciales, se centra en la propensin de la naturaleza humana a
rechazar a los extraos que explicara lo inevitable de las relaciones hostiles entre culturas diferentes. De este modo, desde el punto de vista de Stolcke, la
afirmacin de Vargas Llosa sobre que la diversidad cultural produce violencia
en el Per, es la expresin de un fundamentalismo cultural y no debe ser analizada
como racista, puesto que no se basa en una nocin biolgica de la raza. Antes
que postular la existencia de jerarquas biolgicas, el fundamentalismo cultural
presupone que la impenetrabilidad que es condicin de las fronteras culturales
produce de manera natural reacciones xenfobas entre los grupos, que dan lugar a acciones violencias y anulan, de este modo, cualquier posibilidad de convivencia armnica entre grupos culturales diferentes.
El anlisis histrico del discurso racial del siglo XX en el Per muestra
que los conceptos de raza y cultura estuvieron completamente entretejidos. La
versin del racismo que late en la afirmacin de Vargas Llosa tiene un antecedente
en una nocin fundamentalista de la cultura que no pretenda alejarse de la raza.
Por el contrario, Valcrcel, Maritegui y otros incluidos algunos pensadores
conservadores peruanos, como Vctor Andrs Belande mantuvieron la idea
de raza, mientras se opusieron al pesimismo racial europeo y a los determinismos
biolgicos.24 Esta temprana definicin cultural no se propona sustituir la nocin
de raza, sino abrir un espacio al optimismo: las razas podan remontar su inferioridad. Su contribucin histrica estrib en poner el nfasis en los aspectos espirituales de las razas y en privilegiar a la cultura sobre la biologa. Dicho nfasis no fue un fenmeno exclusivamente peruano. Nancy Leys Stepan (1991:
24.
Belande identific las nociones biolgicas de raza con los biologismos modernos y las
relacion con el imperialismo (1931: 53).
44
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148) describe cmo algunos pensadores mexicanos especficamente Jos Vasconcelos, con su proyecto de miscegenacin constructiva resaltaron las
cualidades espirituales de las civilizaciones azteca y espaola. En una direccin
similar, Rigoberto Paredes, un contemporneo de Valcrcel que escriba desde
la cercana ciudad boliviana de La Paz, propuso que el cambio de vestimenta de
los indios contribuira a mejorar su raza (Thomson 1988). Tambin en los Estados Unidos, pensadores como W. E. B. DuBois (1897, 1903) pusieron el acento
en los aspectos culturales de la raza y desarrollaron ideas optimistas acerca de la
redencin social a travs de la educacin.
De cualquier modo, no todos los que en la Amrica del norte y del sur
crean en el progresismo racial suscribieron definiciones culturales de la raza. A
riesgo de ser interpretada como reduccionista, quiero sugerir que esta tendencia
podra haber calado ms hondo entre los intelectuales subordinados, como DuBois
y Valcrcel, cuyo status social se derivaba de una identidad racial inferior frente
al mundo blanco dominante en todos los contextos. Sea cual fuese la razn,
hubo otros pensadores cuyos proyectos para la miscegenacin constructiva
pasaban por la eugenesia biolgica. El escritor e indigenista guatemalteco Miguel
ngel Asturias es un ejemplo brutal. En 1923 escriba: Haced con los indios lo
que hacis con otras especies animales que muestran sntomas de degeneracin: sangre nueva, esa es la respuesta! (Asturias 1923, citado en Cojt Cuxil
1997: 49).
El histrico contraste entre las alternativas de Asturias y las propuestas
por los culturalistas evidencian la dimensin contestataria de estos ltimos.
Sin embargo, el culturalismo racial todava estaba confinado al dominio explicativo de la raza y alberg inequvocamente ideas discriminatorias moldeadas por
sentimientos de clase, gnero e, inclusive, geogrficos. En coherencia con el
nfasis puesto en el poder de la educacin para la transformacin de la raza, la
tendencia entre los pensadores raciales peruanos se orient hacia la condena de
aquellos individuos que, desde su punto de vista, carecan de educacin, lo que
equivala a una denuncia implcita de su falta de distincin de clase. Gonzlez
Prada, reputado como iconoclasta entre los pensadores peruanos del siglo XIX,
los llam despectivamente encastados, mientras que Maritegui, el socialista peruano por excelencia, los despreciaba como mestizos. A principios de siglo, los optimistas raciales confiaban plenamente en la educacin como atributo racial/
cultural adquirido, susceptible de ser transmitido, al estilo lamarckiano, para la
mejora de la raza peruana. Los comentarios de Adriana hicieron que me diese
cuenta de que la educacin en el Cusco y me aventurara a generalizar que en
todo el Per ha mantenido a la vez un potencial contestatario y discriminatorio.
La educacin puede no sustituir o excluir a la cultura indgena (en una visin
45
opuesta a las concepciones racializadas que sostienen que esta cultura es insuperablemente arcaica), pero s juega un evidente y legitimado papel discriminatorio.
Desvelar el potencial discriminatorio de la cultura y su arraigo histrico
en el pensamiento racial peruano es importante, puesto que arroja luz sobre el
fundamentalismo cultural peruano como una forma de racismo que no es exclusiva de los polticos de derecha, como Vargas Llosa, ni se limita tampoco a los
crculos acadmicos. Por el contrario, el fundamentalismo cultural en el Per es
una estrategia racializada y ampliamente difundida para explicar las diferencias
sociales cuya peculiaridad no se deriva, tal y como sostienen los analistas de los
nuevos racismos europeos, de la sustitucin de las definiciones biolgicas de
raza. Ms bien, son las formas culturales de discriminacin existentes en el
Per incluido el fundamentalismo cultural, las que emergen de una matriz
histrica de ideologa racial. Partiendo de ella, los intelectuales de comienzos
del siglo XX elaboraron una definicin cultural de la raza, que rechazaba el poder de la biologa para determinar la esencia de los pueblos. La reaccin internacional en contra de la raza como biologa que comenz en la dcada del 30
(Stepan 1991; Barkan 1992; Stolcke 1993; Harrison 1995) no cuestion el
potencial discriminatorio de la cultura. De manera significativa para mis propsitos, en el caso peruano como probablemente en otros lugares no desvel
las maneras mediante las que la cultura ha sido racialmente construida. De este
modo, la tendencia culturalista original hacia la explicacin y legitimacin de las
jerarquas perdi su mpetu contestatario primario, al mismo tiempo que conserv su autoridad como una retrica de exclusin, discriminacin y dominacin plenamente incorporada en el aparentemente igualitario discurso cultural. Como lo hizo en Europa, esta doctrina devino en un fundamentalismo cultural, pero con una variante muy especfica en la que la raza haba sido silenciada
en trminos retricos.
El rechazo acadmico a las nociones biolgicas de raza fue importante
para la antropologa, en tanto signific el surgimiento del concepto de grupos
tnicos para dar cuenta de las diferencias humanas. Tal y como ha sugerido
Stolcke (1993), esto aparej una rearticulacin de la cultura que potencialmente
prolong la naturalizacin de las diferencias socio-histricas contenidas con
anterioridad en la nocin europea de raza biolgica. En los aos 30 se inici en
el Per un cambio similar que, como en Europa, se deriv de la necesidad de
denunciar los crmenes raciales nazis. Sin embargo, a diferencia del caso europeo,
este cambio se despleg a partir de imgenes persistentes de la esencia cultural,
que sirvieron de base a las definiciones antibiolgicas de la raza. De este modo,
mientras prevalecieron las viejas formas dominantes de imaginar las diferencias,
las referencias abiertas a la raza fueron silenciadas por la cultura, que se arrogaba
ahora su propio derecho conceptual a marcar las diferencias. Junto con este
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paso de una cultura a otra, y que su consecuencia era la asimilacin: la desaparicin dentro de la formacin cultural dominante.25
Familiarizados con esta tradicin, no me sorprendi que las personas con
las que convers a lo largo de mi trabajo de campo cusqueos de antecedentes
campesinos ms o menos remotos o recientes se definieran generalmente a
s mismas como mestizas, rechazando la adscripcin india. Sin embargo, y en
contra de mi conocimiento acadmico, me fui dando cuenta gradualmente de
cmo afirmaban su identidad mestiza como una condicin social que albergaba
un espacio tanto para una educacin urbana y letrada como para sus costumbres
regionales que denominaban autnticas o netas y que yo llamar indgenas, a
falta de un trmino ms apropiado. Con l me refiero a aquellos aspectos de la
cultura regional cusquea en los que no participan los sectores dominantes de
la sociedad local (o por lo menos no pblicamente), al respecto de los cuales
existe un consenso que los percibe como subordinados a la formacin cultural
nacional. Para los cusqueos de la clase trabajadora, la autoidentificacin como
mestizos implicaba una transformacin de las condiciones sociales, pero no de
la cultura tal y como yo pensaba. La desindianizacin, tal como me fue explicada por los cusqueos indgenas, significa en efecto despojarse de los marcadores que evidencian la condicin social de indianidad, tales como andar descalzos o con ojotas y carecer de destrezas urbanas en general. En otras palabras,
desindianizarse significa progresar, en el sentido ms corriente del trmino. Sin
embargo, se trata de algo muy distinto a las convenciones evolucionistas implicadas en las taxonomas tnicas dominantes, de acuerdo a las cuales la educacin
formal y la vida urbana, en tanto formas superiores de desarrollo, son consideradas como sustitutas naturales de la cultura indgena.26 En este proceso, un indivi25.
En este sentido, dos trabajos frecuentemente citados son los de Friedlander (1975) y
Bonfil (1996).
26.
Esto tiene poco que ver con las definiciones de la desindianizacin del estilo de las que
propuso, por ejemplo, el pensador mexicano Guillermo Bonfil Batalla, quien la critica y
define a la vez como un proceso histrico a travs del cual poblaciones que tenan
originalmente una identidad distintiva y particular basada en su propia cultura, son forzadas
a renunciar a esa identidad con todos los cambios subsecuentes en su organizacin social
y cultura (1996: 17). No quiero criticar una nocin de cultura que fue un producto de su
tiempo, ni juzgar superficialmente un trabajo inscrito en un vocabulario histricamente
construido. De cualquier modo, y aunque no puedo evaluar etnogrficamente el caso de
los intelectuales mexicanos, sugiero que uno de los problemas con este punto de vista (al
margen de cun crtico sea con el mestizaje dominante), es que contina reproduciendo la
perspectiva dominante al asumir un nico significado del trmino mestizo e identificar
a la cultura indgena con la indianidad. Ahondar en los significados alternativos del mestizaje
y del trmino mestizo puede tambin arrojar alguna luz sobre las definiciones alternativas
de la cultura indgena y la deindianizacin.
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duo desindianizado puede ser mestizo e indgena al mismo tiempo: considerndose a s mismo neto, est familiarizado con prcticas extraas a la cultura
dominante, al mismo tiempo que comprende y es capaz de reproducir esta ltima.
Adriana Beln e Isabel Snchez, dos jvenes estudiantes universitarias con
las que trab amistad, estuvieron entre las primeras personas que me hicieron
caer en la cuenta de este significado totalmente inusual del trmino mestizo.
Ellas bailaban en una comparsa llamada pasa coyacha, en parte, segn me dijeron,
debido a su orgullosa identificacin con la cultura indgena regional. Dada su
condicin de estudiantes universitarias, uno de sus problemas era el de acomodar
sus horarios de clases al calendario ritual regional, que es particularmente complicado durante los meses de junio y julio. Tenemos que hablar, especialmente
con los profesores, porque [julio] es un mes de exmenes. Junio tambin es
complicado porque para nosotras son muy importantes el Coyllur Riti y el
Corpus Christi, pero toma todo el mes y perdemos muchas clases, aunque algunos profesores son comprensivos y nos dejan ir. Esta conversacin me alert
sobre una posible alternativa de combinar la educacin occidental con el conocimiento andino, que no implicaba un proceso de aculturacin o de despojamiento de la cultura andina. De ah en adelante, empec a redefinir las nociones acadmicas sobre lo que significa ser un mestizo: Adriana e Isabel me guiaron a
travs del proceso no-acadmico de la construccin de la etnicidad regional.
Su danza representa a la gente de las alturas, individuos identificados regionalmente como indios. Dado que yo estaba al tanto del estigma de la indianidad
entre los cusqueos, un da, mientras charlbamos en la cafetera de la universidad, les pregunt si tenan problemas en la ejecucin de la danza. Sus respuestas,
as como el resto de la conversacin, merecen ser citadas en extenso:
Isabel: El ltimo ao tuvimos un problema con un joven. No quera bailar porque
le haban insultado como indio cholo. Le dijimos que no pusiera atencin. Yo le
dije: Despus de todo ests actuando. El hecho de que te vean con esa ropa no
significa que seas totalmente as. Por ignorancia es que te han insultado. En el
Cusco la raza ya no manda, ahora mandan la inteligencia y la educacin.
Marisol: Por qu le dijiste que no era totalmente as? l era un poco as?
Adriana: Bueno, mira, Marisol, en el Cusco, el pueblo, nosotros todos podemos
ser indios y algunos indios son tambin mestizos. Como nosotros. No somos totalmente indios, pero somos indgenas, aborgenes, como quieras llamarnos, porque no
somos, por ejemplo, como t.
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Marisol: Qu quieres decir con que no son como yo? Somos todos estudiantes
universitarios, tenemos el mismo color de piel, el mismo tipo de pelo, hablamos
castellano.
Isabel y Adriana [alternndose]: S, pero t no crees en las mismas cosas que nosotras. Puedes ir a Coyllur Riti, pero realmente no te interesa. Adems ni siquiera
conoces el ritual. Nosotros vamos como la gente de las alturas [los indios] y seguimos su ejemplo, pero digo que no es totalmente as, porque ellos no estn
educados, son ignorantes y toscos. Los respetamos, pero no somos totalmente
como ellos. Seguimos muchas, algunas de sus creencias, pero llevamos zapatos
y no ojotas, dormimos en camas, comemos apropiadamente, verdad? Somos
diferentes e iguales, entiendes? Como t y nosotras. T puedes decir que eres
mestiza por tu raza, todos somos mestizos en el Cusco. Nadie es puro. Pero algunos mestizos, como nosotros, son tambin indgenas, aborgenes, oriundos,
debido a nuestras creencias. Otros son solo mestizos como t.
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27.
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El hecho de que el cusqueismo sea compartido por el pueblo y la lite es crucial para el
anlisis de una cultura popular cuya peculiaridad es la lucha constante por los significados
de las identidades regionales.
28.
29.
En 1912 esta categora ocupacional inclua a casi un 27 por ciento de la clase trabajadora
(Giesecke 1913: 30-31). Sobre los artesanos, vase tambin Kruggeler (1993).
Humberto Luna recuerda que las casas localizadas en las orillas de los ros Huatanay y
Chunchulmayo tenan las peores condiciones sanitarias (1913: 11). En 1926, las mismas
calles eran an consideradas las zonas ms sucias (El Sol, 6 de marzo de 1926, p. 2).
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dores (los intermediarios entre los campesinos y las mujeres del mercado), infames ante los ojos de la lite porque supuestamente abusaban de los vendedores
indios pagndoles precios muy bajos y del pueblo decente vendindole
a un costo exorbitante, vivan en la calle Meloq del barrio de Santa Ana.30 La
calle de Nueva Alta, en el mismo barrio, era famosa por sus mal afamadas chicheras, como lo fue tambin la famosa calle Suecia, que desemboca en la plaza
de Armas y a la cual los cusqueos denominan hoy en da calle sucia. Otros
lugares, como la calle Procuradores y la plaza de las Nazarenas, fueron tambin
estigmatizados, aquella por sus teteras y esta en razn no solo de su suciedad
sino del hecho de que serva de albergue a un burdel. A pesar de ello, ambas se
ubicaban en la zona de residencia de la lite en la ciudad.
Los solares coloniales, casas de vecindad31 compartidas por gente de todo
tipo, an son frecuentes en estas calles. Actualmente estos edificios tienen todava
dos o tres patios interiores rodeados por reas de vivienda. En las primeras dcadas del siglo XX, la primera de estas reas era normalmente el dominio de la
familia propietaria, mientras que las otras dos alojaban a los inquilinos. Adems
de arrendar una vivienda, los residentes normalmente alquilaban los cuartos
ubicados en la parte delantera de la casa, donde instalaban pequeas tiendas.
Fue, y es todava habitual entre las mujeres plebeyas (las mestizas), establecer
chicheras en sus cuartos alquilados. Eran sus respectivas posiciones sociales lo
que mantena separados a los dueos de la casa y a los inquilinos. Sin embargo,
dados los inevitables encuentros cotidianos en los escasos caos de agua y en
los patios de la vivienda, era imposible que inquilinos y propietarios permaneciesen fsicamente aislados. En tales condiciones, la vida cotidiana estaba lejos de
ser privada. Este sistema de vivienda se ha ido transformando gradualmente
desde 1950, cuando un terremoto destruy muchos de los solares coloniales y
aceler un proceso de urbanizacin que ya se encontraba en curso. Sin embargo,
los modernos complejos habitacionales construidos en las nuevas reas urbanas
continan teniendo espacios compartidos por cusqueos de diferentes procedencias sociales. El sitio no hace a la gente sino la gente al sitio, as decimos en
Cusco, fue la explicacin que me dio la seora Polar, una dama de la lite,
cuando le pregunt cmo haca para compartir los espacios con la gente que
ella consideraba inferior. Dada la pequea escala geogrfica y social de estos,
era imposible establecer cualquier tipo de segregacin espacial, siendo la distancia
fsica ms una consecuencia de un gesto social que de una distancia geogrfica.
Los espacios compartidos han servido como arenas donde las lites y los plebe-
30.
Archivo Histrico Municipal del Cuzco, Matrcula de Patentes, legajo 176, 1906.
31.
55
La calle que bordea el mercado central. La inscripcin Viva el Per, al fondo, fue hecha
por pobladores que esperaban evitar as el desalojo de las tierras de una hacienda, en las que
planeaban levantar sus viviendas. 1992. Fotografa de la autora.
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32.
33.
57
34.
Omi y Winant (1986) y Stolcke (1993) ilustran procesos similares en los Estados Unidos
y Europa, respectivamente.
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Los residentes del barrio de La Almudena y las mestizas del mercado, que
me han dado permiso para mencionar sus nombres, me abrieron las puertas a
muchas relaciones que me permitieron revisar documentos muy privado como los libros de actas de las instituciones del barrio, que registran informacin
acerca de la historia de las mayordomas. Esta documentacin me convenci de
la necesidad de llevar a cabo una investigacin histrica de las ideas acadmicas
y los aspectos de la vida cotidiana subyacentes a las nociones de raza y etnicidad
en el Cusco. Por esa razn trabaj tambin en dos archivos pblicos (los archivos
municipal y departamental del Cusco), en los archivos del Diario El Sol y en la
biblioteca del Centro de Estudios Andinos Bartolom de las Casas. Adems, las
familias de algunos intelectuales de la lite me permitieron generosamente el
acceso a sus archivos privados. Los intelectuales populares tambin guardan registros actas de asociaciones, fotografas, panfletos que circularon para la celebracin de las mayordomas que compartieron conmigo de manera
entusiasta.36
36.
Debido a mi limitado conocimiento del quechua, me he circunscrito al anlisis de los aspectos a los que tuve acceso a partir del uso del castellano.
Para una visin general acerca de las disputas coloniales sobre la nocin de raza y etnicidad,
ver Kusnesof (1995); Schwartz y Salomn; Minchom (1994); Barragn (1991); y Silverblatt (1995).
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este censo radica, no obstante, en los esfuerzos que hizo su director el estadounidense Albert Giesecke por aplicar un concepto de raza cientficamente definido, que rectificase lo que l consideraba eran las falsas autorrepresentaciones de
la poblacin cusquea.
Pero a finales del siglo XIX no solo las identidades raciales del pueblo estaban sujetas a debate. Por aquel entonces las lites latinoamericanas tambin
tuvieron que enfrentarse a la definicin cientfica de raza que se haba extendido
en Europa, la misma que las colocaba en una posicin de inferioridad respecto
a sus pares europeos. En gran medida, las clases educadas de Latinoamrica
compartieron los recelos de los europeos. Ellos habran querido ser blancos y
teman el no serlo, seala Nancy L. Stepan (1991: 45). La lite cusquea se encontraba en una situacin racial particularmente complicada. Desde los inicios
del siglo XIX, influyentes pensadores peruanos que se basaban en nociones
medioambientales deterministas, construyeron una imagen del Per que localizaba geogrficamente a los indios en los Andes (la sierra), hacindolos desaparecer
de una costa supuestamente solo poblada de mestizos y blancos (Orlove 1993:
324). As mismo, identificaron a la sierra con el atraso mientras el rea costera
fue relacionada con el progreso. Su condicin de serranos vinculaba potencialmente a los miembros de la lite cusquea con las imgenes del subdesarrollo
asociadas con la montaa, subordinndolos de este modo a los polticos costeos
y, ms especficamente, a la lite limea, que era percibida como el grupo racial
ms avanzado.
Al igual que otras lites latinoamericanas, la cusquea rechaz las clasificaciones que la identificaban como un grupo racialmente subordinado. A principios
de siglo, el debate geogrfico-racial entre las lites serranas y costeas se dirima
en un enfrentamiento poltico conocido como regionalismo versus centralismo. Los
regionalistas demandaban una participacin directa en el gobierno de sus regiones y acusaban a los limeos defensores del centralismo de concentrar en
Lima las funciones polticas y los beneficios econmicos. Si bien el regionalismo
representaba a todos los provincianos del pas, fueron los polticos serranos
quienes se enfrascaron directamente en una lucha contra los limeos. En el
Cusco, las lites locales redenominaron al regionalismo con el apelativo de cusqueismo. A mediados de los aos 20, el regionalismo se articul con el indigenismo
para llegar a convertirse en una nueva doctrina acadmica y poltica que representaba las aspiraciones de los polticos cusqueos. Indigenistas de diversas tendencias florecieron durante los once aos de mandato del presidente Augusto B.
Legua. Gobernante modernizador e inicialmente populista, Legua inaugur
su segundo periodo presidencial (1919-1930) buscando aliados intelectuales y
polticos en su lucha contra los regmenes aristocrticos que le precedieron y
que l consideraba retrgrados. El Presidente incluy en su agenda poltica el
63
Aunque esta era la propuesta dominante en el Cusco, no significa que no estuviera sujeta
a debate. Uriel Garca propuso el mestizaje, si bien tuvo que esperar a una tregua en el enfrentamiento regionalismo versus centralismo para poder hacerlo. Una tregua que se
produjo, como explicar en el captulo tercero, durante los aos 30.
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torno a la raza, fue una tendencia intelectual internacional hacia el uso de las
prenociones del concepto de raza lo que la hizo posible (Goldberg 1993; Poole
1997). Como en otros lugares, en el Cusco la raza era principalmente un sentimiento intenso, cargado de connotaciones polticas y motivado por un ansia de
distincin (Gilroy 1987; Stolcke 1993; Williams B. 1989). Fue el discurso sobre
la decencia el que fundament la definicin acadmica local de raza. Como
sostengo aqu, la decencia fue un discurso moral sexualizado de clase que serva
para definir las identidades raciales de la regin. El nfasis en la pureza moral/
sexual distingui a la gente decente de la gente del pueblo (indios y mestizos), a
pesar de sus similitudes fenotpicas. La decencia permiti a las lites de piel oscura aparecer en los censos como blancos y, del mismo modo, hizo posible caracterizar a individuos como teniendo rasgos indios sin ser indios (Valcrcel
1981: 68). La gente del pueblo ciertamente impugn el criterio de la decencia,
cuestin de la que me ocupar ms adelante, limitando aqu la interpretacin a
la situacin de las lites.
La decencia cusquea: una definicin moral de la raza
La decencia fue una norma de conducta flexible que rega en la vida cotidiana
y que permiti la afirmacin conjunta de los privilegios sociales heredados y de
la definicin liberal de igualdad social.3 La decencia una manera de reformular
los cdigos de honor coloniales, fue primariamente considerada como un
sentido innato de la moralidad. Sin embargo, dado que las ideas liberales ms
fundamentales se apoyaban en la posibilidad de movilidad social, los intelectuales
liberales cusqueos sostuvieron que los elevados estndares morales que implicaba la decencia no solo estaban adscritos por nacimiento, sino que podan ser
incorporados por los individuos si estos reciban una enseanza adecuada. La
educacin, tal y como seal un intelectual, imprime en la psique del individuo
el concepto de lo moral y lo inmoral, de justicia e injusticia, de lo que es lcito e
ilcito, determinando las orientaciones de los sentimientos (Mariscal 1918: 12).
En el mismo sentido se expresaba un influyente poltico: las disciplinas educativas pueden combatir y modificar las tendencias heredadas porque la educacin
es la verdadera higiene que purifica el alma (Luna 1919: 25).
Como vehculo de educacin y moralidad, la familia biolgica era un
componente central de la decencia. La familia es el primer elemento social
que notoriamente modifica las tendencias heredadas del individuo, inclinndolo
3.
Ideas similares, que combinaban igualdad y distincin, se extendieron tambin entre las
lites modernas europeas. Vase Nye (1993); Bourdieu (1984); y Mosse (1985).
65
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4.
Archivo Histrico Municipal del Cuzco, Matrculas de Rentas, legajo 174, 1906. Las matrculas de rentas eran datos anuales que se recogan por razn de impuestos. Afectaban
a los individuos que reciban ingresos como propietarios, comerciantes autoempleados y
profesionales. El gran nmero de trabajadores informales y temporales, tales como sirvientes, aprendices y vendedores ambulantes, no quedaba registrado en las matrculas. Este
grupo era ciertamente considerado gente del pueblo.
67
Puede haber sucedido que estos profesionales declarasen menos ingresos de los que realmente obtenan con el fin de minimizar su contribucin anual. De cualquier modo, si este
fuera el caso, no hay razn para pensar que el resto de los trabajadores mencionados ms
arriba no hiciera lo mismo.
6.
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69
posicin a robar las pertenencias de los indios.7 Si bien doa Juliana era la duea
de la hacienda y la responsable de su productividad y por tanto poda y deba castigar a los trabajadores rebeldes cuando fuera necesario, consideraba,
debido a su educacin, que haba un lmite humano ms all del cual los trabajadores no deban ser castigados. Sin embargo, segn doa Juliana, esa consideracin no pareca ser compartida por el administrador y menos an por los mayordomos. Para referirse a ellos, Garmendia empleaba la palabra mozo. El
hecho de haberse criado en el campo, con la agravante de su falta de educacin,
los inclinaba a abusar de sus subordinados, los indios. La violencia simblica
encubierta por la decencia prescriba las expectativas legtimas del subordinado
y calificaba su transgresin como un abuso. Considerados como obstculos para el progreso, los abusos fueron percibidos como rasgos inmorales inherentes
a los subalternos raciales, cuyos instintos no domesticados los inducan a maltratar
a los indefensos. En trminos legales los subalternos fueron considerados personas imperfectas, que no haban alcanzado un pleno desarrollo debido a deficiencias psicolgicas (Vega Centeno 1924: 10).
Las consideraciones de gnero de la decencia:
forjando caballeros perfectos
De acuerdo al experto en historia europea George Mosse, justo cuando el nacionalismo moderno surga en el siglo XVIII, el ideal de respetabilidad y su definicin de la sexualidad tambin caan en su lugar (1985: 1). De la misma manera, la moderna definicin de decencia se solap con el cusqueismo, un discurso regionalista que comparta muchas caractersticas con el nacionalismo. Al
igual que las lites europeas, las cusqueas tambin evaluaban los estndares
morales de los individuos segn su conducta sexual. Las categoras raciales que
la decencia identific en la regin, implicaban consideraciones de gnero y estaban claramente sexualizadas. Gente decente aluda a la virtud sexual impecable
de las damas y a la responsabilidad sexual de los caballeros, cualidades que garantizaban el bienestar moral de las familias y, en una era modernizadora, daban as
mismo fe del progreso. En contraste con esta imagen, los mestizos fueron considerados como sexualmente promiscuos y retrgrados. A las mujeres las caracterizaba una lujuria incontrolable, mientras que los varones eran padres y consortes
7.
Mozo era el trmino utilizado para describir a los sirvientes o trabajadores mestizos
varones de una hacienda. Archivo del Fuero Agrario, Documentacin Ccapana, Carta de
Juliana Garmendia (viuda de) Herrera a Manuel Navarro, 14 de noviembre, 1902; 2 de
diciembre, 1903. Citado en Flores-Galindo y Burga (1980: 28).
70
MARISOL DE LA CADENA
En muchas otras ciudades latinoamericanas, los caballeros se comportaban de manera similar. Sobre los caballeros de La Paz, por ejemplo, Lesley Gill escribi que sus defectos
podan excusarse e incluso admirarse, siempre y cuando no llegaran a ser indiscretos
(1993: 74).
71
padre, cuya madre tena un pequeo negocio en el barrio de San Blas. Una relacin que dur dos aos y de la que naci un hijo. Valcrcel se comport como
un caballero sexualmente responsable. Mantuvo su relacin en la clandestinidad
y, cuando naci el nio, reconoci la paternidad y sostuvo econmicamente a
su descendencia ilegtima. No obstante, salvaguardando la decencia de su familia
paterna y respetando los deseos de su madre, no se cas con su amante secreta
sino con una mujer decente que perteneca a una destacada familia de terratenientes, con lo que satisfizo tanto a su madre como a la lite cusquea en general. La
hombra de un caballero se incrementaba con sus aventuras erticas fuera de su
grupo moral-racial. Sin embargo, solo si respetaba la endogamia de su grupo
poda mantener su posicin social. El fundamento de esta norma social era la
creencia de que solo el refinamiento de una dama poda satisfacer plenamente
las necesidades sexuales de un caballero, las cuales, debido a su sofisticacin intelectual, iban ms all de los deseos carnales.
De cualquier forma, y durante este periodo, la racializacin de la sexualidad
constituy un discurso de la lite en la academia y fuera de ella que estaba
lejos de ser exclusivo de los cusqueos. En el caso del Cusco, sin embargo, estas
creencias se entremezclaron con argumentos acerca de la inteligencia superior
de los grupos que en trminos morales/sexuales eran juzgados como apropiados. Solo la prole del amor est dotada con cualidades superiores fsicas y
morales, afirmaba un lder local (Escalante 1910: 10). Ms an, las creencias
en la superioridad racial de los individuos que demostraban el mayor alcance
de su inteligencia a travs de un ttulo universitario, aseguraban la posicin de
los intelectuales cusqueos entre los crculos ms influyentes a lo largo y ancho
del pas y, a su vez, restaban importancia al origen serrano de su identidad racial. Aos despus aproximadamente a mediados de siglo, y expresamente
impulsadas por ideologas populistas, las mismas creencias facilitaran la movilidad social de los intelectuales que no pertenecan a la lite, hacia crculos sociales
ms selectos. Finalmente se termin instaurando una dinmica en la que el hecho
de ser un intelectual conduca hacia el ascenso social, y si bien esto no necesariamente aseguraba unos ingresos considerables, s garantizaba la continuacin de
las jerarquas.
La inteligencia superior que distingua a los caballeros de piel oscura de
los plebeyos del mismo color de tez, apuntal su posicin como dirigentes
de la ciudad. Legitimados por su indiscutible superioridad, los caballeros elegan
a individuos de su propio rango para ejercer los cargos de poder locales en la
Universidad, la Corte Superior, la Municipalidad o la Beneficencia Pblica: las
instituciones ms apreciadas de la ciudad. Un cusqueo-tipo de la lite pasaba
su vida trabajando en ellas como juez, profesor, funcionario municipal o como
administrador de fondos de caridad, posiciones todas ellas en las que se esperaba
72
MARISOL DE LA CADENA
73
rio.10 Esos cortejos estaban abiertos a los cusqueos de todos los sectores sociales
y, de este modo, constituan una forma de educar al pueblo en las cualidades de
la decencia: la generosidad del servicio a la colectividad, ms all de los intereses
personales, la honestidad en su desempeo y el sentido de la justicia necesario
para guardar los preceptos de la sociedad.
Los funerales de los varones de la lite contrastaban con el silencio pblico
que rodeaba a las defunciones de las mujeres del mismo grupo. Notas necrolgicas de damas aparecen solo en el caso de las matronas, viudas relativamente ricas que ostentaban una funcin pblica en la sociedad. La muerte de una mujer
casada decente era velada en privado, una expresin coloquial que expresa
perfectamente el cariz domstico del ritual.11
Los duelos fueron otra manifestacin pblica empleada por los varones
de la lite para defender y reafirmar su honor. Estos encuentros constituan una
oportunidad en la que los varones podan probar que la bravura y la hombra
eran compatibles con las reglas de la caballerosidad. Guiados por el Cdigo
del Marqus de Cabrignana, los duelos se producan generalmente a consecuencia de ofensas fsicas o verbales en las que la honorabilidad de uno de los caballeros haba sido afrentada. Las ofensas incluan aspectos polticos, econmicos
y familiares. A pesar de que el transgresor era retado pblicamente por la parte
ofendida normalmente a travs de un anuncio en el diario que tambin serva
para informar a la comunidad letrada cusquea, la causa del duelo era por lo
general mantenida en secreto, para salvaguardar el honor del ofendido. En teora, solo las partes involucradas en el duelo conocan el motivo del mismo. Los
testigos oficiales del ritual incluan dos padrinos y un mdico por cada uno de
los combatientes, todos ellos acaudalados y prominentes cusqueos dignos
de confianza y expertos en materia de honor. La confrontacin era abierta al
pblico y los resultados de la misma podan variar. Mientras algunos terminaban
con ligeras heridas de uno o ambos de los combatientes, otros acababan en fallecimientos. Este fue el caso del periodista Juan Pablo Tresierra, que muri en
1914 en un duelo librado con pistolas contra otro intelectual, Demetrio Corazao.
10.
11.
Los funerales de la lite contrastaban con los de la gente del pueblo. Un visitante en el
Cusco, Hildebrando Fuentes, escribi: He observado cmo los indios entierran a sus
muertos. Caminan embriagados, lloran y cantan las alabanzas del finado. Despus de que
el ltimo puado de tierra es arrojado, van a la puerta del cementerio y en cuclillas se sitan en crculo para continuar bebiendo aguardiente hasta que se les sale por los ojos como si fuera lgrimas. La gente decente entierra a sus muertos solemne y pomposamente.
Como no hay carrozas o coches pblicos, el cortejo va a pie: los hombres a un lado de la
calle y las mujeres al otro, porque Cusco es peculiar en el hecho de que el bello sexo tambin escolta al fallecido en su ltimo paseo (1905: 75).
74
MARISOL DE LA CADENA
12.
En febrero de 1912 tuvo lugar un duelo entre Jos Ignacio Ferro y Jos L. Mercado. Los
padrinos de Ferro fueron Jorge G. Ugarte y Albero Pacheco Concha. Los de Mercado,
Manuel M. Chvez Fernndez y Mateo Gonzles. El duelo fue controlado por dos mdicos:
el de Ferro fue Luis A. Arguedas, mientras que Mercado ech mano de Domingo Guevara.
Todos ellos eran cusqueos adinerados. El mismo Ferro era miembro de una influyente
familia de comerciantes; Ugarte figuraba entre los ms ricos propietarios de tierra urbana
y rural; Guevara posea la hacienda ms grande en los alrededores de la ciudad junto con
otras propiedades; y Luis A. Arguedas era el propietario de la mejor casa de la ciudad, en
la que hosped a la familia presidencial en 1928. Algunos de estos hombres si no
todos ostentaban cargos pblicos en el momento del duelo (Lance de honor FerroMercado, El Sol, 28 de febrero de 1921, p. 2).
75
las ofensas que ella haba proferido contra la virtud de su santa madre as como el de la esposa de mi hermano.13
Como este episodio muestra, la perfeccin que a un caballero se le atribua
le permita autorrepresentarse como una vctima de desafortunadas circunstancias provocadas por sus subordinados.14 La perfeccin y su contraparte, la
victimizacin, protegan a los caballeros, inclusive frente a los representantes
del Estado. En 1923, Juan Lomellini, el propietario de una fbrica textil en el
Cusco, fue multado por no haber cumplido un decreto de la prefectura. Para
protestar por la multa, Lomellini se dirigi a la oficina del prefecto donde lo
agredi fsica y verbalmente. Apresado, en consecuencia, por este, el caballero
fue sin embargo puesto en libertad al da siguiente, ante la protesta oficial de la
Cmara de Comercio, que denunci el error cometido por el prefecto.15
Las consideraciones de gnero de la decencia: las damas domsticas
A diferencia de los caballeros, destinados a la vida pblica y a la poltica, las damas no eran consideradas aptas para ejercer cargos polticos o para defender
pblicamente el honor de la familia. Durante las primeras dcadas del siglo, los
juristas ms avanzados que realmente desafiaron el statu quo aceptaban la
capacitacin de las mujeres para el ejercicio de cargos pblicos, a condicin de
que fueran especficamente instruidas y de que permanecieran solteras. La vida
poltica era incompatible con los deberes de una mujer madre y esposa (Cosio
1916: 31-33). Quienes desafiaron estas ideas conservadoras afirmaban que la
domesticidad no era una caracterstica femenina innata sino un producto de la
divisin social del trabajo, la cual, debido a las leyes de la evolucin social, haba llegado a formar parte de la constitucin biolgica de las mujeres (Cosio
1916; Luna 1919). Las leyes naturales de la herencia haban destilado ternura en
la biologa femenina.
Encadenadas al hogar y dedicadas a labores domsticas desde los tiempos ms
remotos, la mujer haba desarrollado tendencias afectivas y un carcter delicado,
cualidades que haba transmitido a su sexo, generacin tras generacin, produciendo desde sus tempranos aos los sentimientos afectuosos que ella expresaba
como el amor por sus muecas (Luna 1919: 21).
13.
14.
15.
Archivo General de la Nacin, Ministerio del Interior, libro 237, diciembre 1923.
76
MARISOL DE LA CADENA
Las mujeres de la lite que desafiaron este modelo corran el riesgo de recibir
severas sanciones sociales. Percibidas en su desviacin respecto al patrn correcto
de comportamiento que la sociedad dictaba para su gnero, las mujeres desobedientes de la lite vieron cuestionada su sexualidad con la atribucin de una reputacin de machonas o disolutas y abyectas. Para sus parientes ms cercanos,
una hermana o hija desobediente no era sino una fuente de humillacin. En el
resto de la sociedad provocaban un sentimiento ambivalente, mezcla de repugnancia y admiracin. Este fue el caso de una abogada, una de las pocas intelectuales de la poca quien, por aadidura, estaba afiliada al emergente partido comunista local. Hasta 1992 alcanza la memoria de sus declaraciones pblicas acerca
del hecho de que su determinacin de permanecer soltera no supona ningn
impedimento para su deseo de tener hijos.16 Pero pocas mujeres eran tan atrevidas.
Relaciones inapropiadas hacan peligrar la reputacin de una mujer de la lite,
que quedaba indefensa en caso de ser abandonada por su amante. Algunas acabaron siendo vctimas de sus propias transgresiones. La hija de un respetado
abogado y presidente de la Corte Superior de Justicia, por ejemplo, se suicid
despus de que su padre la amonest paternalmente por su conducta de desliz
amoroso. 17
Aunque las damas eran presentadas pblicamente como subordinadas de
los caballeros, que eran quienes ejercan el dominio, el poder domstico de las
mujeres acaudaladas era relevante para la reproduccin de la decencia. Como
en el caso de Valcrcel, las madres eran las responsables de mantener la endogamia matrimonial. As mismo, eran las guardianas de la privacidad y su actuacin
estaba circunscrita a los mbitos domsticos. Si bien podan hacer revelaciones
susceptibles de causar un impacto pblico, generalmente actuaban como figuras
ornamentales, por ejemplo como madrinas en las inauguraciones de edificios u
otras obras pblicas, para la construccin de las cuales sus familias haban hecho
contribuciones econmicas. Tambin las hijas solteras jvenes de las familias de
la crema y nata de la sociedad local eran las reinas de belleza en las celebraciones anuales del carnaval, reafirmando as, antes que cuestionando, el statu quo.
En tales ocasiones las recepciones eran ofrecidas en las residencias de las damas
de mayor importancia, donde las mujeres de la lite desplegaban su conocimiento
16.
17.
77
cosmopolita del arte de ser anfitrionas al servir champagne francs, caviar ruso, y entremeses.18 Estos rituales eran valorados en los peridicos como: cumpliendo con las normas ms aristocrticas y los estndares de las fiestas que se
ofrecan en Lima, la capital del pas. La belleza, gracia y elegancia de las mujeres cusqueas eran el centro del festejo. Celebradas en las mansiones paternas
de las damas, a estas reuniones acudan funcionarios del gobierno y visitantes
de Lima, as como embajadores extranjeros y autoridades locales.
Una regla crucial de la decencia femenina era que las mujeres realizaran
sus actividades pblicas bajo la tutela de un varn. Por s solas las mujeres no
podan aventurarse a alejarse demasiado de los muros de sus hogares sin provocar escndalo. Durante los primeros meses de 1921, los peridicos de la ciudad
se hicieron eco durante varios das de la historia de una mujer soltera que, buscando oportunidades econmicas, se haba aventurado a ir a la recientemente
colonizada selva de Madre de Dios en un viaje miserable en el que estuvo expuesta a condiciones atroces. Al dejar la proteccin de su familia y su hogar
para ganarse independientemente la vida en un rea selvtica completamente
alejada de la civilizacin, esta mujer haba faltado a las reglas de la decencia y
humillado a su familia. Sus parientes varones estaban tan avergonzados que
ellos fueron los primeros en condenar sus actos, aun a costa del deshonor del
mancillado nombre de su familia, renunciaron a sus lazos de parentesco.19 Las
apariciones pblicas independientes estuvieron prohibidas para las mujeres decentes, al igual que el trabajo para ganarse el sustento. Las matronas mujeres
acaudaladas que administraban sus propias riquezas fueron excepciones a
esta regla, debido a que en su familia ms cercana carecan de la figura de un
varn que actuase como cabeza de la misma. Doa Juliana Garmendia, por
ejemplo, fue una de estas matronas respetadas.
El hecho de comprometerse activa y directamente en una actividad econmica era algo reservado para las mujeres de los estratos ms bajos de la sociedad.
El hecho de ser consideradas mujeres desprovistas de una figura masculina que
las protegiera, determin su valoracin social en tanto fuera de los parmetros
de la normalidad. En su anlisis de la mujer europea, George Mosse concluy
que aquellas que no vivan de acuerdo al ideal de respetabilidad fueron percibidas
como una amenaza para la sociedad, como un verdadero desafo al orden establecido (1985: 90). En el Cusco, segn los principios de la decencia, la lite
18.
Obtuve la informacin sobre las recepciones de El Sol (varias fechas entre 1914 y 1927),
de tarjetas de invitacin y mens impresos depositados en el Centro de Estudios Regionales
Andinos Las Casas y de archivos familiares privados de alguien que prefiere permanecer
en el anonimato.
19.
78
MARISOL DE LA CADENA
identific a las mestizas como el smbolo de la desviacin femenina por antonomasia. Ellas eran mujeres trabajadoras, usualmente vendedoras en el mercado,
conocidas como placeras porque vendan en las plazas antes de que se edificaran los locales de los mercados. Las mestizas locales tambin eran chicheras y
alcanzadoras intermediarias de productos agropecuarios. En tanto principales abastecedoras de bienes de consumo, fueron una pesadilla para los gobernantes de la ciudad, que consideraban el control de las mestizas como una tarea
bastante ardua. Para la lite, la vulgaridad del trabajo de estas mujeres y el hecho de que, a pesar de todo, sus actividades prosperasen, no haca ms que
confirmar la naturaleza moral ingobernable de la gente del pueblo. Las vidas
de las mestizas contradicen el modelo de feminidad protegida auspiciado por
la lite, uno de los pilares de la decencia. Producto de esta cualidad especfica
de gnero de la decencia, fueron las trabajadoras urbanas, llamadas mestizas,
y no sus pares varones, las que fueron constituidas como un marcador
simblico que separaba la esfera de las damas y caballeros decentes de las clases inmorales. La decencia tena an, sin embargo, una ms amplia significacin
en tanto era un componente central del indigenismo, el discurso acadmico y
poltico que confirm el status de los varones cusqueos como intelectuales
por derecho propio en el panorama nacional.
El indigenismo moderno:
la poltica pblica se da la mano con la decencia
El vizconde Laurent de Saint Cricq, miembro de la lite social francesa, visit el
Cusco a finales del siglo XIX. Bajo el seudnimo de Paul Marcoy y probablemente influido por las creencias europeas sobre la inferioridad de los sudamericanos, fue el autor de unos escritos sarcsticos que describan los afanes intelectuales de la lite cusquea:
Todos los hombres estudian con gran inters las asignaturas de teologa, filosofa
del derecho natural y derechos humanos, derechos civiles y derecho cannigo. Las
ciencias naturales, las lenguas muertas y vivas, y las artes de la recreacin parecen ser
indignas de una educacin viril para estos hombres [...] saben que un abogado
puede aspirar a cualquier cosa.
Saint Cricq haba percibido con agudeza el lugar central que un ttulo universitario
y particularmente un grado en Derecho supona en la vida de la lite cusquea. Sin embargo, dos dcadas despus, quiz se habra sorprendido ante el
mpetu modernizador que caracterizaba a la universidad del Cusco. En 1909,
hacindose eco de la prdica poltica de los intelectuales modernizadores y en
79
reaccin a una sentida crisis nacional, los estudiantes cusqueos decentes se enfrascaron junto a algunos profesores en una lucha por transformar lo que ellos
consideraban un currculo obsoleto y para sustituir lo que perciban como una
aristocracia acadmica retrgrada.20
Un pionero de las reformas universitarias fue el mdico Antonio Lorena,
graduado en Lima a finales de 1880 y que retorn posteriormente al Cusco,
donde lleg a ser docente universitario. De acuerdo a uno de sus contemporneos, Lorena fue un discpulo de Alphonse Bertillon, el inventor francs de la
fotografa criminal, con quien estaba adems vinculado por los lazos de una estrecha amistad (Poole 1997). Se encarg tambin de la difusin de las nuevas
ideas del antroplogo Topinard y de los principios bsicos de la biologa y la
teora de la evolucin propuestos por Lamarck y Darwin.21 Fue Lorena quien
instaur en 1899 la enseanza de disciplinas tales como la antropologa, la medicina legal o las tcnicas fisiognmicas, que fueron cruciales para el posterior desarrollo de la intelligentzia cusquea. Muchos aos despus, uno de sus discpulos
lo recordaba como un inteligente volteriano que exhiba una retrica cientifista
[sic] y positivista (Saavedra 1967: 82). Formado en los mtodos del matemtico
y filsofo francs Auguste Comte y defensor de nociones positivistas acerca de
la salud social, Lorena propuso el estudio sociolgico de la realidad como el
primer paso para salir del atraso en el que se encontraba la sociedad local.22 Bajo su liderazgo, la Facultad de Ciencias Naturales despert de su letargo, inaugurndose un periodo de gran actividad en el que se impartan clases de etnologa,
antropologa, anatoma humana, fisiologa y paleontologa junto a otras de qumica, fsica, mineraloga y zoologa.
Las reformas intelectuales de 1909 significaron el inicio oficial de la poltica
cientfica cusquea. Inspirada en el positivismo, la poltica cientfica haba dominado entre los intelectuales latinoamericanos desde el siglo XIX, apoyada en la
conviccin de que los mtodos de la ciencia podan ser aplicados a la solucin
de los problemas nacionales (Hale 1986: 387). Dando fe de este proceso, ngel
Rama escribi: A la vuelta del siglo XX, solo el hecho de su ilustracin los predestinaba [a los intelectuales] a asumir roles de liderazgo en sociedades que
apenas haban iniciado la prctica de la democracia (1996: 83). En el caso peruano, la poltica cientfica cal hondamente e influy en los intelectuales de
todas las tendencias, quienes consideraban entre sus deberes el intervenir en el
20.
Sobre la reforma universitaria, ver Rnique (1991); Tamayo Herrera (1980 y 1992); y
Valcrcel (1981).
21.
22.
Lorena (1891), citado en Rnique (1991: 44). Sobre la importancia de Lorena, ver
tambin Basadre (1964, X: 4575).
80
MARISOL DE LA CADENA
gobierno del pas con el objeto de detener el caos provocado por los caudillos
civiles y militares. Liberales, radicales, idealistas y positivistas, todos se sintieron
obligados a amoldarse a un perfil intelectual que combinaba actividades acadmicas y polticas. Un perfil que en la sociedad del Cusco se haba notado ya en la
dcada anterior, con la creacin del Centro Cientfico del Cusco llevada a cabo
por hacendados imbuidos de un mpetu modernizador (Rnique 1991: 47). A
principios del siglo XX, la poltica cientfica se extendi ms all del mbito de
las ciencias naturales para incluir a historiadores, abogados y artistas cusqueos,
algunos de los cuales fueron influidos por el romanticismo y el idealismo europeos del siglo XIX. Estos historiadores, abogados y artistas a los que denominar culturalistas cuestionaron los mtodos de corte fisiolgico de los cientficos
naturales a los que denominar organicistas y plantearon, en cambio, que el
conocimiento de las culturas locales era crucial para resolver los problemas regionales. Un planteamiento que tuvo su importancia debido a que fue sostenido
por intelectuales de gran influencia poltica en la sociedad cusquea.
El ciudadano estadounidense Albert Giesecke, un economista formado
en Harvard, se uni a Antonio Lorena para conducir la poltica cientfica en los
Andes desde un punto de vista positivista-organicista. Giesecke lleg a la ciudad
a principios de siglo para ocupar el cargo de rector en la universidad local para
el que fue propuesto por el gobierno. Su aporte a la transformacin de los mtodos de enseanza fue a todas luces invalorable. En los inicios de su carrera,
Luis E. Varcrcel escriba acerca de Albert Giesecke:
Sus clases de economa poltica no se limitan a pontificar acerca de las grandes teoras
filosficas. [Por el contrario] l emplea el conocimiento para nuestro beneficio y
aplica toda su doctrina al estudio del Cusco. Es solo entonces que abrimos nuestros
ojos y comprendemos por qu estudiamos tal ciencia. En el presente ao acadmico,
los alumnos han estudiado muchos de nuestros problemas econmicos locales; y
en el viaje a los valles que el doctor Giesecke encabez en julio, los estudiantes recolectaron buena informacin y obtuvieron un conocimiento fructfero (1914: 31-32).
81
cos. Ms bien, consideraba que las razas humanas eran el resultado de la evolucin
histrica de la cultura en su interaccin con el medio ambiente. La constante
proximidad acadmica a la realidad cusquea iniciada bajo el estmulo de
Giesecke, junto con las lecciones de antropologa fsica de Lorena y el descubrimiento oficial de ruinas incas en 1913, sirvieron para renovar el indigenismo de
la poca colonial y de los primeros tiempos de la repblica.23 Asentado en unos
principios muy generales, el indigenismo moderno estaba lejos de ser monoltico,
tratndose por el contrario de una construccin intelectual dctil que fue asumida
por caballeros de posiciones acadmicas y polticas dismiles los organicistas
y los culturalistas, pero que coincidan en su prctica de la decencia y en sus
sentimientos cusqueistas. Dando cabida a sentimientos sociales y polticos dominantes, el indigenismo sac a la luz un amplio poder de convocatoria hasta
convertirse en una doctrina que represent la polticamente plural ideologa regional que uni a los cusqueos en contra del centralismo limeo dominante.
Bajo el impulso del cientificismo, se convirti en un moderno movimiento intelectual, moral y poltico nacionalista, de amplia resonancia, que busc enraizar
la imagen del Per en su tradicin prehispnica. En trminos polticos, los intelectuales regionalistas asumieron que el indigenismo era su respuesta a los proyectos nacionales centralistas. Uno de los temas cruciales en este debate fue la oposicin establecida entre la mezcla racial (o mestizaje) y la pureza racial.
A partir del siglo XIX los limeos haban producido con insistencia una
imagen de Lima como una ciudad multicolor y por tanto mestiza y orientada
hacia el progreso.24 Si bien su posicin surgi como una respuesta a las teoras
europeas y norteamericanas sobre la degeneracin de las razas hbridas, implic
la eliminacin cultural de los indios, caracterizados como una raza pura localizada en los Andes e identificada con una poca remota, que los principales pensadores limeos consideraron como retrgrada y pagana (Belande 1962; Riva
Agero 1995). En virtud de su asociacin con el rea geogrfica de los Andes,
los limeos promestizos definieron a los cusqueos como retrgrados independientemente de su status social y como racialmente inferiores a los, por
el contrario, progresistas costeos. Esta fue la imagen que los intelectuales serranos
liberales haban desafiado en bloque desde inicios de la repblica (Gootemberg
1993).
En los aos 20, cuando la poltica cientfica adquiri una gran influencia, el
conjunto de los indigenistas cuestion esta relacin utilizando su nutrido discurso
regionalista en contra de los centralistas dominantes. La exaltacin cusqueista
23.
Sobre indigenismo colonial, ver Tamayo Herrera (1980) y Cornejo Polar (1980).
24.
Fuentes (1867), citado en Poole (1997); Portocarrero (1995); Oliart (1994); y Palma
(1897). Ms detalles en la introduccin del presente libro.
82
MARISOL DE LA CADENA
de la raza inca y del pasado histrico del pas que se sustentaba en los
estudios arqueolgicos represent un desafo para los limeos modernizadores, cuyo discurso estaba regido por una clara dicotoma que identificaba
el pasado con el atraso y el futuro con el progreso de la sociedad.
La decencia y su desdn moral por los mestizos fueron la base sobre la
que se articul un consenso entre indigenistas, al margen de sus distintas afiliaciones intelectuales, ya fuera con la corriente culturalista o con la organicista. Las
lites intelectuales cusqueas se autodefinieron como no-mestizas argumentando
un status moral en tanto personas educadas y prescindiendo totalmente de la
consideracin de sus rasgos somticos, los mismos que a ojos de los no-cusqueos les identificaban como mestizos o, inclusive, como indios.25 Juzgando desde
su propia autopercepcin, los indigenistas cusqueos hicieron una seleccin de
ideas sobre el concepto de raza de aquellos pensadores europeos que, como
Hippolyte Taine, enfatizaron la necesidad de atender a los criterios de identificacin racial que subyacan a los rasgos humanos observables (Hale 1986: 13971398). Tambin los mentores europeos de algunos intelectuales cusqueos, tales
como Alphonse Bertillon que fue maestro de Lorena, podran haber contribuido al logro del consenso. El trabajo de Bertillon sobre los sistemas de identificacin criminal concordaba con la ciencia popular de la fisiognoma (Poole
1997) y puede haber inducido al organicista Lorena (un mdico que evaluaba
las razas a partir de su anatoma) a apreciar la idea de considerar los rasgos morales ms all de las apariencias dictadas por los rasgos fenotpicos.
Junto con este acuerdo implcito acerca de la mayor importancia de las
caractersticas internas frente al fenotipo til al deseo de borrar el estigma
mestizo de la propia identidad de la lite cusquea, los intelectuales indigenistas
defendieron las teoras de la degeneracin racial que, estableciendo correlaciones
entre la raza y el medio ambiente geogrfico, afirmaban que los tipos raciales
estaban condenados a declinar cuando abandonaban sus lugares naturales (Stepan
1985). Los intelectuales locales modificaron la teora europea acentuando la
degeneracin moral por encima de la degeneracin biolgica. En trminos generales, los indigenistas definieron a los mestizos como antiguos indios que se
haban degradado en trminos morales despus de haber abandonado el refugio
de sus comunidades agrcolas. Desde la perspectiva de los culturalistas, antes
que hbridos biolgicos, los mestizos eran hbridos culturales/morales y los or-
25.
Ilustrativo de esto es el comentario de Carl O. Sauer, un gegrafo con base en los Estados
Unidos que visit el Cuzco en los aos 40, y que al conocer a Federico Ponce de Len, un
abogado y botnico que era entonces el decano de la universidad caballero y obviamente
gente decente, lo describi como un indio quechua (Sauer 1942: 76). Ponce de
Len se hubiera horrorizado de haber odo este comentario.
83
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Despus de la boda que prescribi su madre, Luis E. Valcrcel lleg a ser el cuado de Luis Felipe Aguilar, el abogado y defensor proindio cuya definicin
racial de los mozos he citado con anterioridad. Los matrimonios endogmicos
de la lite fomentaron rutinas y prcticas intelectuales endogmicas, que minimizaron el significado de las discrepancias polticas y filosficas. La decencia fue
el sustento implcito de la endogamia social, e igualmente respald la purista
bsqueda intelectual y poltica de los indigenistas.
Modernizando una ciudad decente (y limpiando el mercado)
Adems de modernizar el indigenismo colonial, el mpetu intelectual renovador
de la poltica cientfica produjo una generacin peculiar de gobernantes urbanos.
Formada por botnicos, mdicos, abogados y arquelogos autodidactas, todos
se aventuraron ms all de sus estudios y laboratorios para aplicar las premisas
de sus ciencias a la modernizacin de la ciudad (Giesecke 1912, 1913, 1915,
1917). La identificacin entre pureza material y moral, que constitua la base de
la decencia, los condujo a una actividad importante en la limpieza de su ciudad.
La opinin de ilustres extranjeros, como Hiram Bingham, quien dijo que el
Cusco era la ciudad ms sucia del mundo, solo confirmaba dicha necesidad.28
Al carecer de un adecuado sistema de alcantarillado, las calles estaban permanentemente sucias, mientras epidemias crnicas asolaban la regin.29 Preocupados
por la higiene y orden de la poblacin, sucesivos gobiernos municipales implementaron campaas sanitarias. En 1917, por ejemplo, a consecuencia de este
deseo de limpiar y modernizar, fueron construidos un nuevo canal y un
nuevo mercado y se inaugur, adems, un nuevo sistema de alcantarillado.
Aquel ao el gobierno municipal inclua como sndicos a destacados intelectuales:
Albert Giesecke, Luis E. Valcrcel, Humberto Luna, Cosme Pacheco y un
renombrado botnico llamado Fortunato L. Herrera (Frisancho 1918).
Los esfuerzos por limpiar la ciudad estuvieron guiados por la conviccin
de que las deficientes condiciones sanitarias se vean agravadas por la ignorancia
de la poblacin. Se pensaba que el desconocimiento de los ciudadanos acerca
de las nociones bsicas de higiene, explicaba la alta tasa de mortalidad infantil
(Giesecke 1913; Luna 1919; Roca 1922). De modo similar, los sirvientes y co28.
29.
87
88
MARISOL DE LA CADENA
89
la suciedad con la indecencia, por lo que sus esfuerzos sanitarios apuntaban expresamente a la moral de la gente del pueblo. Bajo su conduccin, las campaas
sanitarias vigilaron la conducta sexual de las clases bajas, dado que consideraba
que la alta incidencia de sfilis que entonces afectaba al Cusco, persistira hasta
que el pueblo fuera instruido en las reglas profilcticas contra las enfermedades
venreas que afectaban peligrosamente a los soldados y policas. En el mismo
sentido, la prostitucin femenina fue considerada ilegal si no era ejercida bajo
unas condiciones higinicas que l mismo, como medico sanitario, determin.
En colaboracin con la polica de la ciudad organiz una campaa cvica para
eliminar la prostitucin.31
Perseguir prostitutas no era solo una prctica local: otras ciudades latinoamericanas tambin condujeron el mismo tipo de vigilancia sexual (Findlay
2000; Guy 1991). El aspecto ms destacado de las campaas sanitarias cusqueas
radica en que fueron ms all de la cuestin de la prostitucin e incluyeron una
consideracin sobre las mestizas en tanto mujeres trabajadoras racialmente imperfectas y tambin sobre los indios urbanos, con su estigma de suciedad e inmoralidad. La referencia a ambas cuestiones est lejos de ser una coincidencia.
Las mestizas que trabajaban en el mercado transgredan las imgenes de la decencia femenina y, de manera similar, los indios urbanos no se ajustaban a su
definicin como raza de agricultores, ubicndose fuera de lo que en consecuencia era su espacio racial natural, el campo. Dado que no pertenecan a la
ciudad, Arguedas orden la erradicacin de las viviendas urbanas habitadas
por indios, a las que consider verdaderos focos de infeccin, desde donde se
diseminaban los grmenes que infectaban a todo el resto de la poblacin cusquea.32 Tambin moderniz el abastecimiento de agua instalando ms de mil
fuentes privadas, con lo que elimin a los aguadores indios, cuyas manos l consideraba sucias e insalubres.33
Sin embargo, la mayor preocupacin del doctor Arguedas fue la precaria
infraestructura y ausencia de limpieza del nuevo mercado construido por el
grupo modernizador de sndicos antes mencionado. Constantemente enviaba
oficios al alcalde de la ciudad describindole las condiciones fsicas del local,
que consideraba vergonzosas, trastocadoras de la cultura urbana. Las condiciones eran ciertamente deplorables: la ausencia de agua corriente convirti a los
baos y en general a todo el mercado en una fuente de enfermedades contagiosas.
Los espacios ms crticos eran los puestos de carne, fruta y verduras los cuales
31.
34.
El recorte de las trenzas de las mujeres fue tambin parte de la agenda de la Brigada
Sanitaria de Puno (Cueto 1991: 37).
35.
36.
32.
Acerca del esfuerzo indigenista para limpiar a los indios, ver Cueto (1991 y 1997).
33.
Ayer una mujer llamada Rosa Pumayalli, carnicera en el mercado, foment un serio
desorden en aquel lugar a consecuencia de que el vigilante [...] le previno que deba
ir con su mandil y asear sus pertenencias de conformidad con las ordenanzas de la
Alcalda. Fue suficiente para que la Pumayalli, vencedora de tigres en el idioma
nativo, pretendiera agredir al [...] vigilante e rsele encima, cuchillo en ristre, obsequindole las mejores groseras de su bien abastecido repertorio. [Esto sirvi]
para envalentonar a las dems vivanderas para que se subleven contra el decreto municipal sobre aseo y limpieza [...]. No sera raro que un da de estos tengamos una
huelga armada en el mercado donde abundan las Pumas sucias e indecentes que no
quieren descostrarse de su secular mugre.36
Las chicheras bares populares tambin regentados por mestizas representaban otra gran fuente de preocupacin. En relacin con la higiene fsica, se oblig a que dispusieran de un suministro de agua corriente. Para salvaguardar la
moralidad, las chicheras ubicadas en vecindades decentes tenan que funcionar
en patios interiores, lo que evitara que los vecinos honestos tuvieran que ser
testigos de escenas escandalosas. Los establecimientos que no cumpliesen las
condiciones sanitarias eran multados o clausurados.37 Sin lugar a dudas, al aplicar
90
MARISOL DE LA CADENA
Una de las tareas que los gobernantes locales asumieron como esencial para el
cusqueismo, en plena conformidad con los afanes polticos regionales, fue la
de proyectar su ciudad como el centro de la cultura nacional. En trminos histricos, el Cusco estaba ciertamente legitimado para ocupar esta posicin; en
tanto capital del imperio incaico y, como una importante ciudad colonial, era
la nica ciudad de Amrica donde coexisten todos los periodos y las civilizaciones (Valcrcel 1925: 115). Amparados en su apabullante erudicin arqueolgica,
varios intelectuales redactaron guas tursticas en las que describieron los monumentos incaicos y coloniales. El pragmtico rector Alberto Giesecke, que vislumbr con precisin el futuro xito del turismo como negocio para la ciudad,
edit con Uriel Garca que aos despus tomara el liderazgo indigenista de
Valcrcel la Gua histrica y artstica del Cuzco. Publicada en 1925, sus autores
enfatizaron la singularidad de la ciudad y la compararon con las grandes urbes
orientales de la antigedad (1925: 5).
37.
Acerca de las medidas contra las chicheras, ver El Sol, 7 de abril de 1913; 12 de julio de
1918; 3 de noviembre de 1914; 10 de setiembre de 1914; 4 de diciembre de 1917; y 7 de
agosto de 1920, entre numerosas otras fuentes.
91
Csar Itier ha escrito extensamente sobre el teatro inca en el Cusco. Le debo especial gratitud por compartir conmigo su informacin, conversacin e ideas. Su tesis doctoral me
ha sido particularmente til. Ver Itier (1990). Sobre el teatro en quechua y en el Cusco,
ver tambin Mannnheim (1984).
39.
92
MARISOL DE LA CADENA
En su novela Les incas, el escritor francs del siglo XVIII Jean Franois
Marmontel, se inspir en los escritos del escritor cusqueo Inca Garcilaso de la
Vega para representar a los incas como modelos de perfectos hombres de bien
(Gerbi 1988: 124; Poole 1997). De manera similar, Valcrcel, tambin inspirado en Garcilaso y quizs despus de haber ledo Les incas, se imagin al Inca
como un patriarca benevolente, como un gran pater familia que presida el banquete
domstico y los actos litrgicos de su clan (Valcrcel 1925: 95). Basndose en
este marco de referencia y no es coincidencia que la apariencia de esta figura
tenga un gran parecido con el porte socialmente caracterstico de los caballeros
locales, dos dramas famosos (Yawar Waqaq de Jos Silva y Washkar de Luis
Ochoa Guevara (Itier 1995: 35) dramatizaban cmo la derrota del inca no fue
sino el resultado de la mala conducta de Atahualpa, quintaesencia del mal gobernante. En Yawar Waqaq, Atahualpa encarna a un hijo que ignora el consejo de su
padre, Yawar Waqaq, renunciando a gobernar a su pueblo con amor y generosidad y convirtindose, en consecuencia, en un gobernante cruel y vido de poder.
En la segunda obra el autor vuelve a caracterizar a Atahualpa como la encarnacin
de un mal inca, con un intratable y bohemio carcter, que se enfrenta y vence a
su hermano Washkar (Itier 1990: 114-115).
Empleando las mismas virtudes que impulsaron a los indigenistas como
polticos nacionales y que certificaban su status racial como gente decente, Valcrcel atribuy a los incas cultura y gran refinamiento intelectual (Valcrcel 1925).
Estas cualidades dieron colorido al agrarismo prehispnico cusqueo, yendo
ms all de las notas con las que se componan las imgenes de las sociedades
rurales, burdas y retrgradas. Para ilustrar la sofisticacin inca, la pieza central
del repertorio de la Compaa Peruana de Arte Incaico ensalzaba los rasgos de
la nobleza inca. En Coro y canto al Cuzco se representaba el significado del principal
centro urbano; con Himno al Sol, el grupo expona la sofisticacin religiosa incaica y en la Escena culminante del drama Ollantay lo que se resaltaba era el elevado
sentido moral y los valores familiares de los nobles incas. Junto a estas obras
principales, la compaa presentaba diversas escenas de la vida cotidiana incaica,
las mismas que mostraban a la gente realizando labores pastoriles, agrcolas y
textiles, as como tambin un puado de danzas incaicas que sugeran el bienestar y felicidad del imperio inca, una civilizacin que combinaba armoniosamente los festivales con el trabajo.40 La prensa argentina y boliviana se refiri a
la gira calificndola como el resurgimiento artstico inca.41
40.
Entre las escenas de la vida cotidiana figuraba el awaj-kua (los tejedores), que era descrita
de la siguiente manera: Hombres y mujeres llevaban cabo sus distintas armnicas tareas
y trabajaban y cantaban. As es la vida en Tawantinsuyu: el arte acompaa todo el tiempo. Una de las danzas que representaban era la tika kaswa (o danza de la flor), descrita
93
Lo que so el viajero . Representacin indigenista del teatro Inca, ca. 1917. Fotografa
de Figueroa Aznar. Cortesa de la Biblioteca del Congreso de los EEUU. Coleccin Milhollen.
42.
El Sol, 25 de octubre, 1953, p. 2. Juan Manuel Figueroa Aznar era oriundo de Ancash, un
departamento al norte de Lima. Su matrimonio con Ubaldina Yabar le vinculaba con una
importante familia de terratenientes. Acerca de los trabajos de Figueroa y su interpretacin
del modernismo, vase Poole (1992).
94
MARISOL DE LA CADENA
igual que en la pera inca francesa (Poole 1997), las vrgenes del Sol fueron personajes femeninos importantes en varias de las obras presentadas por la Compaa. Durante este periodo, y en particular bajo la conduccin de Valcrcel, las
presentaciones cusqueas carecieron, sin embargo, de las connotaciones sexuales
y sensuales que caracterizaron a las representaciones francesas y a sus caracteres
femeninos. La castidad, la inocencia y la felicidad fueron en cambio las principales
caractersticas de las vrgenes del Sol, rasgos que sin duda coincidan con el modelo de las damas decentes. La castidad sexual no fue sino un instrumento en
la bsqueda de la pureza racial/cultural, tema que desarrollar en otro lugar. El
teatro incaico fue una herramienta eficiente para reafirmar la pureza cultural de
la lite y su autopercepcin como el grupo cusqueo superior en trminos biolgicos y morales: la gente decente.
El principal instrumento de la pureza cultural fue el idioma quechua. Nada
nos conecta afectivamente ms a los muertos que el lenguaje, escribi Benedict
Anderson ([1983] 1993: 145), y las lites cusqueas no hicieron sino demostrar
que tena razn. La apropiacin del quechua por parte de los miembros de la
lite para representarse a s mismos como herederos de los incas y subordinar
legtimamente a los plebeyos, fue un aspecto importante en la vida de la lite
cusquea en los tiempos de la colonia (Mannheim 1991: 71-74). Durante este
periodo modernizador, e inspirndose en el romanticismo europeo, los intelectuales, a travs de sus representaciones dramticas de la historia inca, depositaron
en la lengua quechua la esencia de su raza y, de este modo, la constituyeron como el rasgo ejemplar y tangible que los distingua histrica y culturalmente de
los plebeyos ya fueran mestizos o indios.43 Sin embargo, dado que muchos
nativos cusqueos hablaban quechua, establecieron una distincin con las clases
bajas apelando al mismo subterfugio que los estratos dominantes coloniales
haban empleado. Las lites se enorgullecan de su utilizacin del capac simi, el
idioma de los gobernantes incas, obviamente distinto de la versin plebeya del
quechua que era identificado como runa simi.44 La siguiente cita de Valcrcel,
pronunciada durante la inauguracin del Instituto Histrico del Cusco, ilustra
de forma elocuente esta distincin:
Nosotros todava poseemos la maravillosa lengua de los fundadores del Gran Imperio [...] la armoniosa lengua de los harawes [...] pero la labor destructiva del vencedor contina destrozndolo, al punto que ha reducido su vocabulario a quizs so-
43.
Conectar lenguaje y raza era una prctica extendida, de ninguna manera exclusiva del
Cusco. Vase Appiah (1992) y Young (1995).
44.
95
En esta lgica, el idioma quechua, en su versin aristocrtica del capac simi, era
esencial para la cultura histricamente heredada de las lites. La gente ilustre a la
que se refiere Valcrcel, estaba integrada por varones de la crema y nata de la
sociedad local no aparecen mujeres, por lo menos no significativamente,
tal como Santiago Astete Chocano, considerado un caballero distinguido, descendiente de una de las principales familias de la antigua sociedad y un eminente
erudito en capac simi, cuyo folleto titulado Alfabeto quechua era ampliamente
conocido.46 Para representar a los incas y escribir dramas incaicos, uno tena que
ser reconocido como quechuista, una identificacin que se reservaba para miembros de la lite. La proteccin de su entorno cultural y de sus pautas de ocio les
permiti mantener el quechua que utilizaban libre de contacto con los plebeyos
y, por lo tanto, del mestizaje. Dramaturgos y actores proliferaron solo entre la
lite cusquea.47 Invirtiendo los cnones generales del modernismo el cual
asociaba el teatro con la bohemia y la irreverencia hacia la sociedad, en el
Cusco escribir o actuar en dramas incaicos era una manera de afirmarse un lugar entre la lite.
Al poner nfasis en el capac simi, las semejanzas fsicas entre las lites y la
plebe eran minimizadas, en la medida en que la lengua fue el vehculo escogido
para construir una simbiosis idealista entre cultura, naturaleza y raza. De este
modo los cusqueos de la lite proclamaron su pureza cultural, histricamente
preservada. Es ms, personificar a la nobleza inca y ser un especialista en la lengua quechua era poco menos que un medio directo para la adquisicin del rango aristocrtico. Desde mediados de siglo, como sealo en otro lugar, ser un
quechuista devino en una frmula para adquirir status intelectual inclusive si
no se contaba con un grado acadmico. Para preservar la pureza, no solo del
capac simi sino tambin de los cnones teatrales, en concordancia con la historia
inca y las normas primordiales de la decencia, la lite vet sistemticamente a
45.
46.
47.
Jos Lucas Capar Muiz, senador, alcalde de distrito y decano del Colegio de Abogados,
escribi una zarzuela en quechua llamada Inti raimi. Roberto Barrionuevo, miembro de
una adinerada familia de terratenientes de Quispicanchis, tom parte en la representacin
de Usca paucar en 1914; form tambin parte de la Compaa Dramtica Incaica que Valcrcel dirigi, y en 1919 actu en Yawar waqaq, de Felix Silva, otro conocido dramaturgo
y tambin miembro de una destacada familia. ngel Colunga, miembro de la Corte Superior de Abancay, actu en una obra titulada Chuqui illa (Itier 1995).
96
MARISOL DE LA CADENA
los plebeyos que se aventuraban a ocuparse del gnero dramtico inca. Cuando
Nemesio Ziga Cazorla, sacerdote de Urubamba, present Huillca cori, fue
castigado con silbidos por la audiencia por haber presentado un espectculo
adecuado para los poblados de las clases bajas, mezclando el quechua con
el castellano, y habiendo presentado en escena perros, cerdos y pollos.48 Lo
contrario le sucedi a Luis Ochoa Guevara, quien era el ms entusiasta de los
dramaturgos cusqueos, director y escritor de obras dramticas y famoso por
su impecable quechua. En 1921, Ochoa estren su bella revista de tradiciones
incas, Huarakko, con msica selecta, decoracin especial y vestuario elegante
en beneficio del Hospital General.49 Los crticos de los diarios elogiaron la
obra aun antes de su estreno. De este modo, Luis Velasco Aragn, ya haba
comentado meses antes que la obra era un drama de gran valor inca [...] una
revisin de las costumbres durante la poca del Tawantinsuyo.50 Otro grupo
de teatro, la Compaa Incaica Huscar, dirigida por el distinguido caballero
Nicanor M. Jara, tambin disfrut del aplauso de la crtica a su vuelta de una
gira por los pases andinos del norte.51
Es obvio que el teatro incaico no persegua tan solo fines estrictamente
artsticos, a pesar de que la construccin de la identidad de los caballeros no era
un objetivo declarado en la agenda teatral de las lites. La recoleccin de fondos
para obras pblicas fue tradicionalmente una de sus funciones manifiestas.52
Albert Giesecke, el rector estadounidense de la universidad del Cusco, emple
activamente este tipo de teatro para conseguir financiacin, en particular cuando
fue miembro del concejo municipal de la ciudad. l mismo recuerda:
Durante mis doce aos como miembro del consejo municipal, mis obligaciones
ms interesantes eran el control de las finanzas municipales [...]. El tesoro de nuestra
ciudad careca de fondos para obras pblicas. Fue necesario buscar cooperacin del
pblico a travs de actuaciones teatrales [...]. Yo era invariablemente un miembro o
el iniciador de estas obras pblicas. De esta manera se construy el Teatro Municipal.
Era productivo. Con los ingresos de estas fuentes y de otras fue construido el
48.
49.
50.
51.
52.
En 1914, por ejemplo, la puesta en escena de Usca mayta, escrita por Cannigo Rodrguez,
fue utilizada para obtener fondos con los que se hicieron reparaciones en la iglesia de San
Pedro (El Sol, 15 de agosto de 1912, p. 2).
97
mercado central. El dinero que generaba las funciones de teatro incaico, por ejemplo,
se utiliz para construir el nuevo mercado.53
No sorprende que, dada la atraccin que el teatro incaico ejerca sobre la lite
en la dcada de 1920, este gnero dramtico local se convirtiera en parte integrante de los discursos nacionalistas de la regin. Los intelectuales lo concibieron
entonces como una actividad poltica ms, un instrumento para impulsar los
sentimientos nacionales esencialmente encarnados en la historia cusquea. Al
poner en escena el capac simi puro y la verdadera historia de la civilizacin incaica, el teatro inca afirmaba implcitamente la impureza del criollismo, el gnero
artstico identificado con Lima, smbolo del mestizaje y la hibridacin. Hoy en
da el teatro incaico representa nuestro nico nacionalismo; este teatro tiene que
surgir puro, sin mezclas raciales, declaraba Luis Velasco Aragn. Meses despus
describa como: el Per ha sido criollo, esto no representa [...] ni la dcima
parte de su historia [...] el criollismo es hibridismo racial [...] el retorno a nuestro
yo radical de Incanos sera en lo que consistiera la verdadera sinceridad artstica
[...], que para l significaba pureza cultural.54 Sin lugar a dudas, el indigenismo
culturalista encabez la aventura nacionalista cusquea, pero no sin la gustosa
compaa de organicistas y positivistas como Lorena y Giesecke, respectivamente. Los consensos en torno a la poltica regionalista eran ms fuertes que las
disputas conceptuales y filosficas y reforzados por la decencia articularon
el discurso que mantuvo unidos a los polticos locales de la lite. Por su parte, el
teatro inca ratific al indigenismo como la ideologa intelectual y poltica de los
cusqueos de la lite, a la vez que impulsaba la glorificacin de su ciudad como
la capital del imperio incaico.
Los indigenistas y los hacendados frente a los gamonales:
un consenso racial
Anlogo al discurso sobre la higiene como medio para moralizar la ciudad, la
poltica cientfica lanz una cruzada liberal para la modernizacin del campo,
que implicaba as mismo una moralizacin rural que cortase de raz los abusos
contra los indios. Si la modernizacin urbana atac a las trabajadoras mestizas
en tanto encarnacin de la suciedad, la inmoralidad y el enriquecimiento ilcito, en el medio rural los caballeros liberales de la era indigenista la emprendie53.
54.
98
MARISOL DE LA CADENA
ron contra una figura especfica masculina que ellos denominaron gamonal. Al
igual que en el caso de las mestizas urbanas, el carcter del gamonal aluda a
imgenes dominantes de enriquecimiento ilcito (Luna 1919: 34; Aguilar 1922;
Valcrcel 1925). De acuerdo al historiador Pablo Macera, el termino gamonal
fue inicialmente empleado a mediados del siglo XIX, cuando los peruanos
empezaron a llamar gamonales a los hacendados (Macera 1977: 283). Segn
Deborah Poole, el trmino se deriva del nombre de una planta perenne virtualmente indestructible de la familia de las liliceas, el gamn [... la cual] crece inclusive en los terrenos ms duros y a veces es clasificada como una planta parsita, cuyo crecimiento y propagacin se da en detrimento de sus vecinas menos
agresivas (1988: 372). A finales del siglo XIX, el influyente escritor iconoclasta
Manuel Gonzles Prada, emple el trmino gamonalismo para identificar lo
que denomin la trinidad embrutecedora del sacerdote, el hacendado y el
abogado, quienes detenan el desarrollo de un Estado nacional. Aos ms tarde,
Jos Carlos Maritegui defini el gamonalismo como un penetrante sistema de
control local impuesto por los terratenientes (Maritegui [1928] 1968: 159160). En trminos ms especficos, gamonalismo fue el concepto que los peruanos
emplearon para referirse al caudillismo, el sistema poltico que los intelectuales
latinoamericanos de principios del siglo XX identificaron como racialmente
inherente a su regin, el mismo que supuestamente haba impedido el desarrollo
de la democracia como forma de gobierno (Hale 1986; Lynch 1992).
En tanto fenmeno poltico, el gamonalismo tena un peso especfico en
el debate entre los regionalistas serranos y los centralistas limeos. A finales de
siglo, Manuel Gonzlez Prada haba escrito: Si el gamonal serrano sirve de
agente poltico del seorn de Lima, el seorn de Lima defiende al gamonal
serrano cuando este abusa brbaramente de los indios (1982: 175). En la misma lnea, Maritegui demand:
Qu casta, qu categora de personas, qu clase se opone a la redencin del indio?
La respuesta es solo una: gamonalismo, feudalismo y caciquismo. En consecuencia,
cmo podemos dudar que cuanto ms autnoma es una administracin regional
de caciques y gamonales, ms sabotear y rechazar cualquier efectiva reivindicacin
indgena? (1968: 159-160).
Si bien ambos autores eran crticos con el centralismo limeo, al referirse a los
hacendados como gamonales incluan a los serranos y, por lo tanto, a su potencial
apoyo al regionalismo o a la autonoma de las regiones serranas frente a Lima.
En este contexto poltico, el acto poltico-retrico de exculpar de los
abusos a los hacendados es decir, separarlos de lo que era identificado como
el gamonalismo se convirti en algo crucial, dado que muchos hacendados
99
Durante la era indigenista, la lite cusquea modernizante comparta una definicin moral del gamonal como un terrateniente impostor quien, siendo l mismo
un tinterillo o con la asistencia de uno, haba adquirido tierras de los indgenas
mediante el fraude o la fuerza bruta (Mariscal 1918; Aguilar 1922; Luna 1919).
Siempre una figura masculina, criado sin los valores morales de la decencia y
carente del refinamiento espiritual propio de la cultivada inteligencia del caballero,
el gamonal era la anttesis del patriarca virtuoso:
Generalmente el gamonal no es hombre mui culto i menos ilustrado, tiene la educacin prctica y el trato disforzado que le facilitan su dinero, pero se cuida muy poco
de cultivar su inteligencia i elevar sus ideas, de ennoblecer sus sentimientos i moralizar
su conducta (Aguilar 1922: 111).
55.
100
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101
Intelectual indigenista e indio, ca. 1925. Archivo personal de Mario Turpo. Cortesa de
Aroma de la Cadena y Eloy Neira.
que no han ensanchado sus dominios i se mantienen dentro de los lmites primitivos de su propiedad, casi nunca [sic] es un gamonal (Escalante 1922: 230).
102
MARISOL DE LA CADENA
56.
57.
103
Conclusiones
Es un halago para la Universidad de Cuzco que el cincuenta por ciento de su produccin acadmica se dedique al estudio del problema del indigenismo en todas
sus fases. Todos lo trabajos acadmicos que tratan el tema sugieren medidas para
suplir jurdicamente la deficiente personalidad [del indio], para cancelar los factores
negativos que contribuyen a su de-generacin y facilitar su elevacin desde el nivel
en el que se lo dej hasta el de la civilizacin contempornea
Flix Cosio, 1921.
104
MARISOL DE LA CADENA
58.
[105]
II
SUMADO AL HECHO de haber sido la capital del imperio incaico, desde los aos
60, el Cusco se hizo famoso en la tradicin poltica regional y nacional por la
relevancia que adquirieron las rebeliones indgenas que all tuvieron lugar entre
1921 y 1926.1 Unas rebeliones, no obstante, respecto a cuyo significado los distintos grupos sociales locales haban discrepado a lo largo de la dcada del 20.
Si por un lado los terratenientes (en algunos casos respaldados por los subprefectos) denunciaron los hechos como rebeliones, por otro, los indios rebeldes
los acusaron de inventar unas rebeliones que nunca existieron, a la vez que denunciaron sus abusos y enmarcaron su actividad poltica en el contexto de las
nuevas polticas estatales que, segn ellos, eran favorables a sus reivindicaciones.
Para sorpresa de todos, el prefecto el representante regional del Presidente
respald la versin de los indios. Cualesquiera que hayan sido los sucesos, los
desrdenes se produjeron en los aos iniciales del segundo gobierno (19191930) de un Presidente modernizador, Augusto B. Legua. Es por ello que la
polmica en torno al significado de los eventos rurales implic, adems, una lucha poltica entre los diversos sectores sociales cusqueos en su propsito de
entablar buenas relaciones con el nuevo rgimen.
La negociacin de alianzas con el nuevo Presidente marc la actividad
poltica de los grupos locales entre 1920 y 1923. Poco antes, cuando en 1919
asumi la presidencia por segunda vez, Legua bautiz a su nuevo gobierno
como la Patria Nueva y manifest su determinacin de modernizar el Per
transformando sus viejas estructuras polticas y econmicas. Durante los primeros
aos de la Patria Nueva, el Presidente tendi la mano a los grupos polticos
1.
Vase Deustua y Rnique (1984); Rnique (1991); Davies (1974); Burga (1986); Kapsoli
(1977); Flores y Burga (1980); Glave (1992); Retegui (1978); y Hazen (1974).
106
MARISOL DE LA CADENA
La ley deca: La Nacin reconoce la existencia legal de las comunidades indgenas y la ley
declarar los derechos que les pertenecen a ellos, Constitucin de 1919, artculo 58, p.
357, 1821-1919. Constituciones polticas del Per, Lima: Imprenta Torres Aguirre, 1922.
107
indios haban desatado una guerra racial en contra de todos los que no fueran
de su raza, con el propsito de reinstaurar el imperio incaico. Los indigenistas
liberales, negando rotundamente esta versin de los hechos, interpretaban en
cambio la agitacin de los indios como una respuesta a los abusos de los gamonales que, instigada por un grupo radical de polticos forneos, el Comit ProDerecho Indgena Tawantinsuyu, se diriga indiscriminadamente contra todos
los terratenientes, incluidos los hacendados decentes. El Comit, por su parte,
efectivamente particip en la organizacin de los disturbios y entre sus objetivos
declarados se encontraba el fortalecimiento de la capacidad poltica indgena a
travs de campaas de alfabetizacin, as como la lucha por la concesin de ttulos oficiales de propiedad sobre sus comunidades. Una agenda que inclua,
adems, la recuperacin de las tierras de los ayllus que haban sido usurpadas
por los hacendados.
En el proyecto poltico del Comit Tawantinsuyu fue crucial una definicin
alternativa de indianidad. Su indigenismo radical se opona a la visin dominante
de esta, en tanto identificada con el analfabetismo. Ms bien al contrario, era la
generalizacin de las capacidades de lectura y escritura uno de los medios a travs del que imaginaron el fortalecimiento de la posicin social y poltica de los
indios. Una perspectiva desde la cual, contrariamente a los esquemas de las lites, los indios no se transformaban en mestizos por el mero hecho de aprender
a leer. Quizs algunos indigenistas liberales cusqueos habran estado de acuerdo
con esta idea. Al margen de ello, lo que s mantuvieron fue una discrepancia importante con respecto a la definicin de gamonal propuesta por los miembros
del Comit; para estos, el trmino se haca extensible a los hacendados, los caballeros decentes que los indigenistas liberales, por su parte, excluan en su definicin del gamonal. A consecuencia de esto, los indigenistas liberales se opusieron al proyecto poltico del Comit. Muchos defensores liberales de los indios
deslegitimaron a los lderes indgenas del Comit sobre la base de su condicin
de alfabetizados que junto a la relativamente prspera situacin econmica
de algunos de ellos, bastaba a sus ojos para considerarlos como ex-indios,
mestizos explotadores y oportunistas que estaban manipulando a los verdaderos
indios con absurdas promesas de propiedad sobre los terrenos de los hacendados.
Pese a que no todo el mundo concordaba con ella, la versin de los
terratenientes prevaleci y muchos de los lderes indgenas fueron encarcelados
y acusados de rebelin. Fueron los abogados indigenistas liberales los que
ejercieron su defensa en los tribunales, sin considerar nunca a los autoidentificados
polticos indios como sujetos conscientes de su propia lucha (Guha 1983: 4).
Ms bien al contrario, difundieron una imagen de los indios como seres
irracionales y primitivos, que haban sido instigados por mestizos abusivos o
manipulados por falsos indios: los asesores radicales del Comit Tawantinsuyu.
108
MARISOL DE LA CADENA
Finalmente, esta defensa llevada a cabo por los indigenistas liberales cusqueos,
condujo a la derrota del proyecto del Comit en pos de una ciudadana indgena
y de su bsqueda racial alternativa de una indianidad alfabetizada. Los disturbios
polticos de los aos 20, antes que constituir una lucha racial entre los indios y
los no-indios, implicaron ms bien una confrontacin entre indigenistas radicales
y liberales acerca de la definicin racial de la indianidad y el gamonalismo. Sin
embargo, si la derrota del proyecto radical signific que los indios fueran definidos como agricultores analfabetos (ms tarde llamados campesinos), los indigenistas liberales no tuvieron el mismo xito en su afn de proteger a los hacendados del cargo de gamonalismo. Cincuenta aos despus, en los aos 70, una
dictadura militar progresista y procampesina simpatiz con las denuncias de
los indios contra el gamonalismo y expropi las tierras de las haciendas (suceso
al que me referir ms extensamente en el captulo cuarto). Mientras tanto y
volviendo a la dcada de los 20, a lo que asistimos es a un proceso mediante el
cual los polticos indgenas devinieron en indios rebeldes e irracionales, una
etiqueta que se mantuvo para la posteridad. Estos individuos estuvieron atrapados
en un impasse conceptual histrico, puesto que las teoras raciales dominantes
impedan su proyecto poltico: los indios fueron definidos racialmente como
irracionales, no as los polticos, condiciones ambas que de ninguna manera podan hacerse compatibles. Cada grupo, por tanto, perteneca a un bloque social
diferente. No haba espacio para que los indios fueran polticos en la definicin
racial/cultural liberal de raza, a pesar del optimismo declarado que esta mostraba acerca de la redencin de los indios.
el indigenismo en sus versiones tanto radicales como liberales y que por aquel
entonces se encontraban organizando activamente una filial del Partido Comunista en el Cusco (Gutirrez 1986).
En julio de 1921 tambin se conmemor el primer centenario de la declaracin de la independencia peruana, que no por casualidad se celebr en un
contexto poltico en el cual los diversos grupos se hallaban promoviendo proyectos nacionales especficos. Entre ellos se hallaba el Comit Tawantinsuyu que,
estimulado por las ambiciones populistas de Legua, solicit el apoyo de este
para la celebracin de su Primer Congreso Indgena.4 El Presidente acept la
propuesta y proporcion alojamiento y alimentacin a los representantes indios.5
El Comit celebr el centenario de la independencia con lo que denominaron
el Primer Congreso Indgena, que tuvo lugar del 24 de junio al 1 de julio de
1921. En su comunicado final se lee:
[Consideramos] el 28 de julio de 1921 como el punto de partida de una nueva era,
cuando deberamos aprender [...] a protestar y rebelarnos contra la mano opresora
[...]. Pero antes de ser atrevidos es necesario ser ilustrados. Incluso si el gobierno tiene las
mejores intenciones, si nosotros [los indios] no impedimos esas intenciones, nunca
seremos capaces de hacer nada que en realidad nos favorezca. Un indio educado es una
molestia para el gamonalismo; los gamonales saben que su rgimen terminar el da en
que el indio sepa leer y escribir y por eso impiden el funcionamiento de las escuelas.
Pero ahora los indios estamos listos para hacer por nosotros mismos lo que el Gobierno Supremo
no ser capaz de hacer [...]. La comunidad organizada debera apoyar esa escuela que ya tiene o
construir una nueva a expensas suya [...]. En diez aos cada comunidad tendr su pro-
109
de la Asociacin Pro Indgena. La Asociacin haba funcionado en Lima desde 1906 hasta 1916 y sus miembros eran intelectuales urbanos y lderes rurales de diferentes partes
del pas, incluidas Lima, Puno y el Cusco (Pvez 1983). Acerca de la Asociacin Pro Indgena, vase Kapsoli (1980).
4.
Segn Pvez, Jos Carlos Maritegui le haba instruido personalmente para que hiciera
cambiar de opinin al Presidente sobre el problema indgena. En una conversacin privada, el fundador del Partido Comunista Peruano le haba dicho a Pvez: Como Secretario
de Actas deberas pedir que el gobierno, que ha ofrecido ayudar a elevar a la raza indgena
de su condicin de esclavos, apoye el Congreso. Citado en Kapsoli (1984: 294).
5.
Hiplito Pvez, probablemente el nico organizador del evento vivo en la dcada del 80,
recuerda: [los delegados indgenas] no tenan qu comer y Legua dio rdenes de que
contraten dos restaurantes para los que realmente necesitaban y recuerdo que all almorzaban y coman. Cuando termin el congreso tambin fuimos a decir que no tenan pasajes.
Entonces orden que les dieran facilidades. Reciban una contrasea que mostraban en
los ferrocarriles, o en el vapor y se lo cobraban al Fisco de la provincia o puerto donde
fuese. Grandes facilidades dio Legua. Citado en Kapsoli (1984: 206).
110
MARISOL DE LA CADENA
111
pia escuela, la suerte de los indios cambiar [...]. Respetado por su conocimiento, el indio
tendr puos fuertes para defender sus derechos (nfasis mo).6
Lo ms probable es que esta cita se refiera al ao 1896, cuando se les neg oficialmente a los analfabetos el derecho al voto (Mallon 1995). La historia de los
(fallidos) intentos de participacin en las elecciones por parte de los indios rondaba, sin duda, el ambiente de aquel primer congreso. El proyecto nacional del
Comit Tawantinsuyu anunciaba una nueva era poltica, que fue inaugurada con
campaas de alfabetizacin con el objetivo de ampliar el espacio para la ciudadana indgena y convertir a los indios en individuos modernos y alfabetizados.
En contraste con la poltica racial dominante de la poca (que asuma que
la alfabetizacin transformaba a los indios en mestizos), la campaa de alfabetizacin del Comit implicaba que los indios que saban leer y escribir no dejaran
por ello de ser indios, si bien gozando de todos los derechos y deberes de los
ciudadanos peruanos. Un aspecto que fue explcitamente establecido, inclusive
en la declaracin de principios de la organizacin.7 En una carta dirigida al presidente Legua, Ezequiel Urviola, un abogado radical puneo que se autoidentificaba como indio, anhelaba el da en el que, fortalecidos por la alfabetizacin,
los indios llegasen a ser ciudadanos y trabajadores concienciados, valiosos para el progreso de la madre patria.8 Sostena incluso que los educadores deban
pertenecer a la raza india. Dora Mayer, una indigenista radical residente en
Lima y cofundadora del Comit Tawantinsuyu, public otra carta de Urviola,
dirigida al Presidente, en la que este le solicitaba lo siguiente:
Apelo a su espritu de patriotismo y progreso y le suplico [que oficialmente nos
permita] establecer escuelas por nuestra cuenta en todo el Departamento de Puno;
le suplicamos encarecidamente tambin que nos favorezca con la fundacin de una
escuela de artes y oficios para la raza indgena y con la preparacin de profesores de
raza pura india en la ciudad del Cuzco (Mayer 1921: 108).
Para ser coherente con los principios de la campaa de alfabetizacin del Comit
Tawantinsuyu, el propio Urviola haba rechazado el atuendo mestizo vistindose
con un humilde atuendo indio y remplazando sus zapatos por ojotas (Kapsoli
y Retegui 1972: 196), un gesto con el que reafirmaba la idea de una indianidad
6.
7.
8.
Memorial enviado por Ezequiel Urviola y otros campesinos desde Puno al Parlamento el
12 de octubre de 1922. Citado en Kapsoli y Retegui (1972: 125).
Congreso indgena organizado por el Comit Tawantinsuyu, Lima, 1922. La leyenda original deca: Congreso Pro-Indgena. La clausura del congreso pro-indgena se llev a cabo en la Federacin de Estudiantes. Algunos de los delegados asistentes usaron trajes tpicos de las regiones que representaban. Fotgrafo desconocido. Tomada de la revista
Mundial de agosto de 1922.
112
MARISOL DE LA CADENA
naciente, simbolizando a los Andes y al Inti, el dios Sol de los incas, como un
emblema de la recuperacin de la libertad.9 Tambin los miembros del Comit
conmemoraron fechas y personajes incaicos simblicos con significado histrico
indgena, en los tres congresos que celebraron en Lima entre 1921 y 1924.10
Ms an, los propios congresos fueron escenarios donde se signific la dignidad
de la identidad india y donde se enfatizaron las bondades de la alfabetizacin.
Mostrando con orgullo su especificidad racial/cultural, el quechua fue la lengua
utilizada por los representantes en sus intervenciones, traducidas al castellano
para las autoridades oficiales. De acuerdo con un testigo, los asistentes al congreso
estaban muy bien preparados, discutan sus problemas cuidadosamente [...]
pocos parecan sorprendidos o temerosos de hablar.11
Dado que estas acciones polticas del Comit Tawantinsuyu tuvieron lugar
a inicios de los aos 20, cuando se estaba produciendo una transicin desde el
civilismo conservador hacia la modernizadora y populista proindia Patria
Nueva, los lderes del Comit apostaron por su insercin en la poltica leguista.
Por ejemplo, despus de la clausura del Primer Congreso Indgena, algunos
miembros del Comit se aproximaron al Presidente.
Delegados de Puno, Cuzco, Apurmac, Hunuco, Ayacucho y otros lugares visitaron
al presidente Legua para explicarle sus problemas. La comisin estaba liderada por
Vctor Tapia. Legua les ofreci todas las garantas, as como el resolverles sus problemas. Ms escuelas, la distribucin y restitucin de sus tierras [...]. Los indgenas expresaron pblicamente su admiracin y gratitud a Legua y acudieron ms tarde a
los peridicos para informar al pblico.12
9.
10.
11.
12.
113
Vctor Tapia es un nombre al que el lector debe prestar atencin. l fue el organizador de las actividades del Comit en el Cusco y as mismo quien, paradjicamente, lleg a ser un firme aliado del prefecto del Cusco, Belisario Godoy.
En 1921 los representantes civilistas en el Congreso culparon al presidente
Legua del descontento social que se dejaba sentir por aquel entonces en el departamento de Puno. Su queja se refiri especficamente al hecho de que Legua
haba nombrado, para el desempeo de cargos gubernamentales, a polticos
radicales como, por ejemplo, al abogado puneo Jos Antonio Encinas (quien
tambin era miembro del Comit Tawantinsuyu), a quien el parlamento acusaba
de haber organizado las sublevaciones en su tierra natal.13 Los medios periodsticos vincularon directa y enfticamente los eventos de Puno con expresas campaas antinacionales y probolivianas que buscaban resucitar el imperio incaico.14
Las acusaciones antinacionalistas de este tipo no eran inusuales, ni tampoco totalmente infundadas. Tan solo unos aos antes, Puno haba sido el escenario de
un intento de organizacin de una nacin alternativa formada por grupos indgenas de Bolivia y Per. Si bien no era declaradamente proboliviano, circularon
rumores acerca de las conexiones polticas que su organizador, Teodomiro
Gutirrez Cuevas, tena con el pas vecino (Rengifo 1977; Flores-Galindo 1986).
A principios de los aos 20 estas conjeturas tocaban un nervio nacionalista particularmente sensible, especialmente porque las acusaciones coincidieron con
un plebiscito para determinar el destino de varias provincias sureas perdidas
durante la guerra con Chile, en el siglo anterior. En esta coyuntura, la presencia
en Lima de cientos de delegados en el Primer Congreso Indgena, afirmando
ostensiblemente su indianidad al marchar por las principales calles con atuendos
ceremoniales, no hizo sino echar lea al fuego de las desbocadas interpretaciones
acerca de una guerra de inspiracin racial. De este modo, los indios fueron acusados de tratar de desestabilizar a todo el pas. De acuerdo a un artculo aparecido
en un peridico cusqueo, en 1922:
Pretenden dividir al Per en razas; quieren restablecer el Tawantinsuyu, la comuna
y traer el consiguiente caos al Per. La estabilidad misma del gobierno est en peligro, porque hay que saber que son ms de tres millones de indios y si van a tomar
una actitud blica, ser muy difcil contenerlos.15
13.
14.
15.
114
MARISOL DE LA CADENA
Por su parte, los miembros del Congreso de la Repblica (compuesto mayormente por hacendados) condenaron en Lima al Comit Tawantinsuyu, demandando su desaparicin en los inicios de 1921. A pesar de ello, dado que Legua
necesitaba tener aliados entre las clases populares, los lderes del Comit fueron
capaces de sobrellevar las acusaciones durante largos aos sin que condujesen a
la disolucin de este. En respuesta a las crticas de los congresistas, ellos denunciaron, a su vez, la actitud antipatritica de sus acusadores y subrayaron de paso
su voluntad de respetar las leyes nacionales. En una de las refutaciones a sus crticos expresaron enfticamente: No queremos disolver las instituciones sino
detener los abusos y los obstculos que vician su reputacin.16
El liderazgo del Comit Tawantinsuyu se extendi ms all de los intelectuales residentes en Lima. La estructura organizativa en el mbito nacional se divida
en subcomits ubicados en las capitales departamentales, con representantes en
las provincias, distritos y ayllus. En la medida de lo posible, se procuraba que
los representantes llamados mensajeros fueran personas alfabetizadas.17
Elegidos en asambleas pblicas en sus lugares de origen, reciban credenciales
escritas que incluan sus fotografas.18 La filial departamental del Comit en el
Cusco fue creada en octubre de 1921. Sus lderes locales no eran intelectuales
oficiales, pero s individuos alfabetizados (entre los que no he encontrado referencias a ninguna mujer) que vivan en el campo y que viajaban largas distancias
para comercializar sus productos en los departamentos vecinos de Arequipa y
Puno. Tal como seal un contemporneo: Los mejores hombres entre los
indios estn organizando y liderando las sociedades indgenas, a pesar de su relativa falta de instruccin (Almanza 1930: 72). El alfabetismo fue una de las
herramientas activamente empleadas por el Comit Tawantinsuyu. Reflejando
su preocupacin por los escritos propagandsticos, Luis Felipe Aguilar, un abogado con quien pronto estar ms familiarizado el lector, lament que los delegados del Comit hubieran vendido miles de sus hojas impresas en Canas, Canchas,
Espinar y Chumbivilcas (Aguilar 1922: 62). En el Cusco, dichos lugares son
conocidos como las Provincias Altas, a cuyas comunidades pertenecan muchos
de los delegados del Comit, estancieros relativamente ricos que posean grandes
rebaos de alpacas y ovejas. Fuera de sus lugares de residencia, y debido tanto
a su alfabetizacin como a su dedicacin al comercio, estos delegados podan
identificarse a s mismos como mestizos. En sus comunidades, sin embargo, el
115
mismo hecho de su ubicacin en los ayllus determin que tanto la autopercepcin como la definicin que de ellos hicieron las autoridades correspondieran
con la categora de indios. Fue precisamente un estanciero de la provincia alta
de Espinar, Nazario Zaico, quien fue nombrado secretario general del Comit
Tawantinsuyu del Cusco.19
Las actividades del Comit se orientaron en esta provincia a la batalla legal con el objetivo de apoyar a la Patria Nueva y de desarrollar una legislacin
presidencial proindia, inclusive en contra de sus opositores, especialmente los
subprefectos de las Provincias Altas. En noviembre de 1921, Antonio Mamani
del ayllu de Huarca, provincia de Canchis remiti una comunicacin a
Nazario Zaico (el secretario departamental del Comit Tawantinsuyu) en la que
denunciaba a un grupo de terratenientes locales acusndolos de saquear las
propiedades de los indios. Seguidamente, el Comit respondi con otra misiva
dirigida al subprefecto de la provincia de Canchis, exigindole que se comporte
como un verdadero representante del gobierno y que cumpla las rdenes del
presidente Legua, un hombre ilustre y cumplidor de sus deberes de la sagrada
causa pro-indgena.20 Un ao despus, el Comit organiz dos demostraciones
pblicas, quizs los eventos con ms proyeccin de su actividad proleguista en
el Cusco. La primera fue para conmemorar el tercer aniversario del 4 de julio,
fecha en la que Legua fue investido por segunda vez como Presidente, en
1919. Durante el acto, Miguel Quispe, un famoso lder indgena detestado por
los antileguistas, se encarg del discurso principal, en el que lanz una explcita
demanda de seguridad para las propiedades y las vidas de los indios. Estuvo
dirigido al prefecto, Belisario Godoy, quien respondi con palabras corteses.21
La segunda demostracin coincidi con la fiesta nacional del 28 de julio. En
ambas ocasiones los manifestantes portaron pancartas que expresaban abiertamente su apoyo a nuestro protector Mr. Augusto B. Legua y su ministro Germn Legua y Martnez, cuyas fotos tambin exhiban.22 Estas armoniosas y
cercanas relaciones entre los representantes del Estado y los lderes polticos
proindgenas eran la expresin de una coyuntura poltica verdaderamente sin
precedentes, como muestra el homenaje que el mismo Comit organiz para
el prefecto, el representante del paternal gobierno que en buena hora rige los
destinos de la patria.23
19.
20.
16.
17.
Kapsoli (1984: 210-211). La informacin de Kapsoli tiene como fuente un diario publicado
por el Comit, El Tawantinsuyu, N. 5, p. 2, 1921.
21.
22.
18.
23.
116
MARISOL DE LA CADENA
Esta fue sin embargo una coyuntura efmera, que lleg a su fin cuando en
1923 Legua destituy a Belisario Godoy de la prefectura.24 En la medida en
que Legua fortaleca su poder entre los liberales modernizadores, pudo permitirse el prescindir de los funcionarios ms radicales. Godoy, que respaldaba al
Comit Tawantinsuyu, bien pudo haber estado entre estos. Dicho de otra manera,
los aliados por ejemplo el Comit permanecan siendo considerados
como tales solo en la medida en que fueran tiles a los fines de Legua. Una
controversia importante se organiz en torno a la Ley de Conscripcin Vial,
que daba nombre a un sistema de trabajos forzados utilizado para la construccin
de carreteras. La ley evidenci la debilidad de los afanes de Legua por aparecer
como defensor de los indios, cuando la oposicin la juzg favorable a los hacendados a expensas del trabajo de los indios. Un acalorado debate acerca de
esta ley no hizo sino ahondar las fisuras dentro del Comit Tawantinsuyu, durante
el Tercer Congreso Indgena organizado en 1923 (Kapsoli 1984: 222-225). Como resultado, los lderes radicales entre ellos el cusqueo Vctor F. Tapia
renunciaron a sus cargos como dirigentes del Comit y sus puestos fueron asumidos por leguistas conservadores. La nueva directiva nombr a Augusto B.
Legua como presidente honorario, y al ministro de gobierno, Manchego Muoz
un terrateniente modernizador de Huancavelica, como su vicepresidente
(Kapsoli y Retegui 1972: 188). Estos sucesos (incluidas la destitucin de Godoy
y la renuncia de Tapia) estuvieron estrechamente vinculados con otras vicisitudes
que afectaron a las altas esferas del gobierno. Durante los primeros meses de
1923, Germn Legua y Martnez haba renunciado a su cargo de ministro de
Gobierno y haba sido sustituido por Manchego Muoz. La razn de la renuncia
de Legua y Martnez fue su desacuerdo con las intenciones del Presidente de
reformar la Constitucin para permitir su reeleccin. Jos Antonio Encinas, el
congresista y asesor indigenista del Comit Tawantinsuyu, fue encarcelado por
haber defendido explcitamente al ministro destituido (Basadre 1961: captulos
171, 180). Por su parte, el congreso indgena de 1926 fue el ltimo que se celebr. En 1927 el presidente Legua ya haba consolidado suficientemente su posicin como para permitirse nada menos que ilegalizar al Comit y ordenar
que: cualquier reclamo (que tengan los indgenas) deben formularlo directamente
ante el gobierno o ante las juntas del Patronato de la Raza Indgena.25 El Patronato se estableci en 1922 como el brazo derecho indigenista gubernamental
(Kapsoli y Retegui 1972).
Si era obvio que el Presidente ya no necesitaba al Comit Tawantinsuyu,
lo que en cambio s requera era el apoyo de los terratenientes locales a quienes
24.
25.
117
el Comit haba reiteradamente acusado de gamonalismo, y a quienes el Patronato, por el contrario, tratara como honestos hacendados. El Presidente modific
sus alianzas, lo que coincidi con la frrea distincin entre hacendados y gamonales establecida por los indigenistas liberales. Combinando la extendida idea acerca
de una moralidad racializada con su mpetu modernizador, el mandatario
afirm:
El gamonal est enfermo en sus responsabilidades morales y cvicas y retrasado en
su negocio [...] por su fracaso para darse cuenta de que lo que extrae a la fuerza de los
indios se multiplicara por cien si se molestase en mantenerlos bien pagados, bien
alimentados y contentos, en vez de exprimirlos hasta la ltima gota. El gamonal
parece tener una cabeza de piedra para las tribulaciones del indio porque tiene una
cabeza de cemento para los principios ms elementales de la economa moderna.26
Durante los aos 70, una dictadura militar progresista soslay esta distincin y,
forzada por los campesinos quienes ocuparon tierras de forma masiva,
expropi las grandes propiedades agrarias, independientemente de si pertenecan
a hacendados modernizadores o a gamonales retrgrados.27 En los aos 20, sin
embargo, los gamonales haban ganado la batalla; sus acusaciones en contra de
los indios rebeldes y la definicin de las actividades polticas de estos como
rebeliones se transformaron en hechos significativos de la historia oficial
a pesar de las mltiples refutaciones escritas de los lderes indgenas en los
diarios regionales.
La produccin y la negacin de las rebeliones indgenas
Durante los primeros aos de la dcada de los aos 20, la actividad del Comit
Tawantinsuyu alter la situacin poltica del campo cusqueo, particularmente
en las denominadas Provincias Altas, donde los enfrentamientos entre estancieros
y terratenientes se intensificaron y fueron ms frecuentes. Estos lugares eran
prcticamente una zona de frontera: los ttulos de propiedad eran all escasos
o inexistentes; la justicia y la ley no eran ms que eufemismos retricos en
un contexto en el que el poder dependa directamente de las fuerzas armadas
26.
La Prensa, Lima, 19 de febrero de 1930. Citado en Hazen (1974: 196). Tomado de Collins
y Painter (1990: 23).
27.
Esto, claro est, no signific el fin de gamonalismo como un sistema en el que el abuso de
poder era una prctica frecuente e impune de las poderosas camarillas locales, que por lo
general (aunque no necesariamente) estaban relacionadas con representantes del Estado.
Vase Paponet-Cantat (1994) y Poole (1988).
118
MARISOL DE LA CADENA
119
bajo la direccin del jefe supremo aborigen, Valentn Choqueneyra que ordena
a los indios obtener el peridico Tawantinsuyu [porque] contiene informacin
sobre los derechos indgenas. [La situacin] apunta a la restauracin del Imperio
a sangre y fuego.29
El artculo denunciaba el nombramiento de un subprefecto indgena (a
quien identificaban como Lucas Huaraya) y narraba una escena en la que el jefe supremo aborigen Valentn Choqueneyra haba organizado un mitin, al que
acudieron mil quinientos indios de diferentes provincias. En la reunin, el reportero observ la presencia de ms de trescientas mujeres que preparaban
comida para los indios que declararon la guerra. El autor sealaba que el congresista radical Jos Antonio Encinas era uno de los asistentes. Dos das despus,
otro artculo periodstico inform de cmo el subprefecto haba descubierto
una conjura para incendiar la villa de Checca, en Canas, y matar a todos sus habitantes blancos.30 Para impedir un enfrentamiento racial deca el articulista,
el subprefecto haba capturado a veinticinco indios que estaban reunidos en
Checca, a quienes llev a Yanaoca, la capital de Canas. Sugera que los mtines
de los indios formaban parte de una sublevacin general que se extenda a las
provincias de Chumbivilcas, Espinar y Canas.
Desde mi punto de vista, la estrategia de los subprefectos se diriga a detener la incipiente organizacin de la rama local del Comit Tawantinsuyu, por
cuanto significaba un desafo efectivo a su poder. Los mtines que las autoridades
locales reportaban como prerrebeliones bien pueden haber sido reuniones
locales promovidas por el Comit para celebrar la inauguracin del Primer
Congreso Indgena en Lima, que se inici el da 24 de junio, el mismo da en
que los indios rebeldes se reunan por vez primera en Checca. No fue una
coincidencia, por tanto, que el juez hallara un peridico del Comit en manos
de uno de sus prisioneros.31 Para dejar fuera de la ley al Comit y legitimar la
persecucin de sus lderes, las autoridades presentaron el mitin como parte de
una conspiracin para restaurar el Imperio, cuyo primer paso era el nombramiento por parte de los indios de sus propias autoridades. Una vez que los
subprefectos y su grupo se presentaron pblicamente como vctimas, se encontraron legitimados para capturar a los insubordinados, encarcelarlos, y demandar
la presencia de tropas para mantener el control en su regin. Inspirndome en
los comentarios de G. Joseph sobre cmo las nociones de bandidaje podran
haber ayudado a las autoridades a suprimir los movimientos polticos, sostengo
29.
30.
31.
Archivo Departamental del Cusco, Corte Superior de Justicia, legajo 90, 1921.
120
MARISOL DE LA CADENA
Las contradicciones entre ambas versiones son obvias. Basta preguntar cmo
pudieron enterrar un cadver, como sostena el sobrino, si de acuerdo con la
correspondencia los indios se lo haban comido o, en el mejor de los casos,
arrojado a una pendiente. Pero los primeros das de julio de 1921 no estaban
para puntillosas exigencias de coherencia. Se acercaba la celebracin del centenario de la independencia y los lderes del Comit Tawantinsuyu se hallaban visitando al Presidente con aparente xito. Este exigi la renuncia del subprefecto de
Canchis (donde haba fallecido Alencastre).35 Pero ante la amenaza de los indgenas, las autoridades provinciales se opusieron decididamente a la demanda.
Respaldando a sus autoridades, los vecinos de Canchis publicaron un impresionante comunicado en el que se libraban a ellos mismos del cargo de gamonalismo
121
36.
32.
Ibd.
37.
33.
38.
34.
39.
35.
122
MARISOL DE LA CADENA
123
transcurso de esta confrontacin disparado por uno de sus compaeros. Siguiendo el patrn narrativo establecido por las autoridades de Checca el lugar donde muri Alencastre, el artculo prosegua sealando que los indios
haban organizado un mitin donde proclamaron a sus propias autoridades con
la esperanza de restaurar el imperio inca. Fueron capaces incluso de identificar
entre los participantes en el mitin indgena a un instigador de Lima, un hombre
llamado Andrs Vicaa (uno de los fundadores de la filial cusquea del Comit),
que estaba supuestamente incitando a los indios a rebelarse, recolectando dinero
para el Comit Tawantinsuyu y enseando a los indios a exterminar a los habitantes blancos. El artculo tambin sealaba la presencia de otro lder local del
Comit, Nazario Zaico, quien, sealndose a s mismo como secretario general
de alguna organizacin haba conducido los ataques sobre las haciendas y las
fuerzas pblicas.40 El ltimo envo de informacin de parte de las autoridades
de Espinar que he podido localizar data de agosto de 1921. Trasmita una gran
desesperacin frente a este movimiento indgena antinacional y antiblanco, el
cual se crea que amenazaba a la capital del departamento y, de hecho, a toda la
nacin: Este movimiento indgena, si no es contenido oportunamente, tomar
gran incremento. La misma capital imperial ser acosada prximamente. Sabe
Dios qu escenas de salvajismo esperan a la Patria!41
Las acusaciones de sublevacin no desalentaron a los lderes del Comit
Tawantinsuyu sino que, por el contrario, les ayudaron a identificar sus objetivos.
Respondieron al ltimo envo de las autoridades de Espinar y a todas las anteriores, con refutaciones escritas a aquellas versiones que presentaban a los indios
como antropfagos prestos a invadir a los sectores civilizados de la sociedad
peruana. En sus rplicas, los indios se presentaban a s mismos como peruanos
luchando por sus derechos civiles y por el progreso del pas. Los argumentos
nacionalistas de estas rplicas confirman que el Comit Tawantinsuyu haba
imaginado una nacin alternativa, caracterizada por la inclusin de los indios
como ciudadanos. De manera evidente, el empleo activo de la prensa local y
nacional confirm que la agenda poltica del Comit asuma a los indios alfabetizados como ciudadanos. Para los funcionarios antileguistas del gobierno y
para gran parte de la prensa, esta no poda ser sino una estratagema subversiva.
Desde su punto de vista, la raza indgena no estaba preparada para los sentimientos nacionales, al igual que la lectura y la escritura eran habilidades naturalmente ajenas a los indios en cuanto tales. Los constructores de la nacin, que
pertenecan a los grupos dominantes, ignoraron los numerosos escritos de los
42.
40.
43.
44.
Archivo General de la Nacin, Ministerio del Interior, Cusco, legajo 219. Citado tambin
en Burga (1986: 482).
41.
El Sol, 21 de julio de 1921, p. 2. Segn Luis Miguel Glave, Domingo Huarca y Nazario
Zaico pertenecieron a las ms acaudaladas familias de Espinar (1992: 240-242).
El Sol, 9 de agosto de 1921, p. 3.
124
MARISOL DE LA CADENA
46.
125
47.
Ibd. Como hiptesis para futuras investigaciones quiero sugerir que la estrecha relacin
entre el Comit Tawantinsuyu y el prefecto habra sido motivada, al menos parcialmente,
por el hecho de que el Cusco era un bastin del antileguismo. Es significativo que Luis
Miguel Snchez Cerro, el militar que derroc a Legua en 1930, estuviera asignado a principios de 1920 a los cuarteles militares del Cusco. El sentimiento antileguista cal tambin en civiles como Vctor Guevara. En los aos 30, acompaado por Luis E. Valcrcel,
Guevara figur entre los aliados ms activos en el derrocamiento de Legua. La alianza
del prefecto con algunos lderes de Tawantinsuyu habra respondido al menos en cierta
medida a la necesidad de buscar alianzas con fuerzas indgenas y utilizarlas como una
amenaza contra los enemigos del presidente Legua, entre ellos los mismos indigenistas.
48.
49.
126
MARISOL DE LA CADENA
tuvo su origen en un juez que haba sostenido un juicio bastante largo con el hermano de
Escalante. Como conocido y poderoso antileguista, era tambin un blanco perfecto para
este tipo de acusaciones. El Sol, 21 de octubre de 1921, p. 2.
127
Al desestimar la versin del subprefecto sobre los sucesos, los indigenistas liberales implcitamente absolvieron a los indios del cargo de rebelin. No obstante,
culpaban al Comit Tawantinsuyu de incitarlos y de fomentar la agitacin poltica
en el campo. En 1921, Flix Cosio, un abogado bastante conocido, haba advertido a la comunidad intelectual local acerca de las actividades del Comit, dicindoles que las ligas indgenas han abarcado la mayor parte de las regiones del
Cuzco, tienen un comit de propaganda en Lima (Cosio 1921). Al ao siguiente,
Luis Felipe Aguilar, un ardiente defensor de los indios y un innovador entre los
abogados indigenistas, culp al Comit de la agitacin poltica regional. El llamado conflicto indgena escribi ha sido provocado por ese famoso Comit que ha robado i est robando al indio como no lo han hecho jams todos
los gamonales juntos.56 Curiosamente, coincidi con otro abogado, el doctor
Casanova, quien no era considerado un indigenista. Meses antes Casanova haba
50.
51.
52.
Ibd.
53.
55.
54.
56.
128
MARISOL DE LA CADENA
58.
59.
60.
Ibd. En 1980, Jos Tamayo Herrera, el escritor de la historia definitiva del Cusco, dijo
acerca de Luis Felipe Aguilar: fue el primero en escribir un libro sobre el indio en Cuzco
y quizs el nico en cuyo trabajo uno puede encontrar la versin directa de una experiencia
existencial, adquirida de la realidad y no de los libros (1980: 214).
129
na de los regmenes que los haban sometido y que, por lo tanto, haban entorpecido la educacin de la raza indgena e instigado su ferocidad primitiva. As, si
era cierto que la regin estaba agitada, los indios no eran los nicos responsables.
Su ferocidad e instintos criminales haban sido provocados por circunstancias
externas, ms especficamente, por la conducta de los gamonales, opresores
decididos de los indios (Aguilar 1922: 63). El proteger a la regin de la violencia
significaba, en ese contexto, impedir que los gamonales desataran la ferocidad
de los indios. Tambin se trataba, por otro lado, de revelar el fraude que representaba el Comit Tawantinsuyu que deca a los insignificantes y estpidos indios
que [...] recuperaran todas las haciendas y las tierras que los blancos y los mestizos
posean en la actualidad (Aguilar 1922: 101). La solucin propuesta por Aguilar
era la de respetar tanto las propiedades legtimas de los indios como las de los
hacendados. Esto ltimo era algo que el Comit no estaba haciendo, sealaba
Aguilar, quien tach a sus lderes de cabecillas y los identific como los peores
explotadores de los indios, una suerte de gamonales incluso ms peligrosos que
estos (Ibd.: 101-107).
No debe sorprender que, cuando en 1923 se organiz la Liga de Hacendados del Sur, sus fundadores emplearan el lenguaje indigenista para librarse de
cualquier acusacin de ir en contra de los indios (Collins y Painter 1990). Tambin
ellos sealaron al gamonalismo como la fuente de la tensin social en la regin.
En ese sentido, es evidente cmo los terratenientes legtimos podan suscribir
la doctrina legal del indigenismo liberal, a pesar de sus inclinaciones antindias.
La versin liberal dominante del indigenismo cusqueo que Aguilar representaba
tena en el fondo ms en comn con la visin de los hacendados que con la de
los asesores radicales del Comit, a pesar de que comparta con esta ltima el
ttulo de indigenista.
Ilustrativo de esta discrepancia es el debate sostenido entre Aguilar y Dora
Mayer, una intelectual limea y una fundadora no-india del Comit Tawantinsuyu.61 Articulando uno de los primeros argumentos marxistas en los debates indigenistas peruanos, Mayer no estaba de acuerdo con la distincin que establecan
los cusqueos entre gamonales y hacendados. Si bien Aguilar reconoca su brillante pensamiento masculino, exquisita sensibilidad y nobles sentimientos, tambin dedic extensas crticas a los argumentos de Mayer. En primer lugar, deslegitim su interpretacin acerca del infortunio de los indios, que Mayer haba atribuido a la explotacin por parte de los hacendados. Para ello recurri al hecho
de que representaba un punto de vista exclusivamente terico y que su autora
61.
130
MARISOL DE LA CADENA
Para evitar que el Comit representara ilegalmente a los indios, los indigenistas
liberales instaron a que los abusos de los gamonales fuesen reportados al Patronato de la Raza Indgena, un instrumento empleado por las lites cusqueas para
contrarrestar el poder de los gamonales y reducir la influencia del Comit, que
fue creado por Legua en 1922. Formado por abogados y otros distinguidos
cusqueos, que eran o bien hacendados o bien allegados de estos, el Patronato
se encontraba equipado legal y socialmente para identificar a los que ellos mismos
haban definido como gamonales. A diferencia del Comit Tawantinsuyu, su
defensa de los indios se basaba en una distincin entre los buenos terratenientes
y los abusivos.
Respaldado por la benevolencia liberal, el Patronato lanz una cruzada
para impedir los abusos perpetrados por el hacendado improvisado, el lu62.
63.
64.
131
132
MARISOL DE LA CADENA
ha tomado la molestia de inquirir los motivos terminantes de tanta ferocidad y
salvajismo [...] es necesario saber que el indio nunca se subleva sin que se le hostigue
[...].65
66.
Acerca de los vnculos entre los estancieros de ayllus y el Comit Tawantinsuyu, vase El
Comercio, Cusco, 15 de febrero de 1923, sin nmero de pgina. Citado en Deustua (1984:
86).
133
Archivo Departamental del Cusco, Fondo scar Zambrano (de aqu en adelante, ADC,
OZ), legajo 188, 1923.
68.
El Sol, 15 de febrero de 1922, p. 2; y Archivo Corte Superior de Justicia del Cusco (de
aqu en adelante CSJC), causa 1054, 1922. Denunciando atropellos y explotaciones piden garantas. Firmado por Crisstomo Molina, Vicente Huillca, Andrs Alvis, Teodoro
134
MARISOL DE LA CADENA
135
uno de los estancieros lderes del distrito.69 Seguidamente, otro dirigente, Fortunato Mendoza, public (y firm) una acusacin contra los hacendados de Haquira
en la prensa local. Concluy el artculo dirigindose a las autoridades del gobierno
central: afortunadamente, deca, el advenimiento de la Patria Nueva significar
el final de la era de los gamonales.70
En 1923, en ambos distritos se intensific el conflicto. En Haquira, las
fuerzas de los estancieros ocuparon la plaza de Armas del distrito en el mes de
julio, algo que los hacendados interpretaron como una declaracin de guerra
interracial. Los indios estaban nombrando sus propios oficiales y aclamando
a Tawantinsuyu, llamando a la muerte de los blancos, segn sostenan los hacendados.71 Al mismo tiempo, Molina y Mendoza organizaban mtines activamente y recolectaban fondos para solventar los gastos de titulacin de sus comunidades indgenas.72 En el vecino distrito de Quiota, el ao de 1923 se inici con las disputas por tierras agrcolas entre Berveo y los estancieros. Este
incidente dio lugar a un enfrentamiento armado.73 El 13 de setiembre, Berveo
tom prisionero a un hombre llamado Huaman y lo acus de usurpar la
representacin del gobierno y de autonombrarse como autoridad local.74 Once
das despus, Berveo fue asesinado.75 Las autoridades capturaron a Molina y
a otros dirigentes de Quiota, pero Mendoza, que era de Haquira, logr escapar
y esconderse. Su familia fue torturada, violada y asesinada.76 Desde su escondite,
Kula, Leandro Alvis, Esteban Masi y Jacinto Gmez (documento trascrito y publicado
en Valderrama y Escalante 1981: 135-137). A pesar de que en esta comunicacin, Alvis
(quien tambin era teniente gobernador de Quinota) se autoidentificaba como indgena,
en el siguiente juicio contra los supuestos asesinos reivindicaba una identidad mestiza, revelando de esta manera la cualidad relativa de las identidades regionales (ADC, OZ, legajo 188, 1923).
Natividad Huilcapaco, la hija de Esteban, denunci el crimen en una comunicacin a los
jueces del Cusco. En ella denunciaba a las autoridades como cmplices de la muerte de su
padre. ACSJC, causa 648, 1922, Pide juez y comisin ad-hoc. Publicado en Valderrama
y Escalante (1981: 45).
El Sol, 28 de junio de 1922, p. 2.
El Comercio, Cusco, 27 de enero de 1923, p. 3; y 15 de febrero de 1923, p. 3. Citado en
Deustua (1984: 82). Vase tambin ACSJC, causa 15, 1923, Contra Pedro Cruz, Manuel
Layme y otros por motn, asonada y ataque a mano armada en Haquira, en Valderrama
y Escalante (1981: 21).
ADC, OZ, legajo 188, 1923.
Ibd.
Ibd.
Ibd.
El documento Denuncian la comisin de varios atroces crmenes fue firmado por Mendoza y enviado a la Corte Superior del Cusco. En Valderrama y Escalante (1981: 38-44).
69.
70.
71.
72.
73.
74.
75.
76.
77.
La carta fue publicada en El Sol, 7 de diciembre de 1923, p. 3, y en El Comercio, 19 de diciembre de 1923 (la ltima citada en Deustua 1984: 84).
78.
136
MARISOL DE LA CADENA
137
que reconozco sus defectos raciales los justifico como defensa individual contra
enemigos actuales.79 Los indigenistas liberales no perciban la efervescencia regional como un enfrentamiento entre los indios organizados polticamente y las
autoridades provinciales, en el que aquellos cuestionaban la legitimidad de estas
para representar al gobierno. En cambio, argumentaban los indigenistas, la violencia regional era producida por el antagonismo natural entre dos tipos racialmente
opuestos, los gamonales y los indios.
La interpretacin implcita de los indigenistas sobre la muerte de Berveo
apuntaba a que el gamonal haba provocado la ferocidad de los indios. Desde
este punto de vista, la dimensin poltica del conflicto desapareca, como tambin
los autoidentificados polticos indgenas, que repetidamente80 haban enviado
comunicaciones a los peridicos y al Patronato explicando que ellos no se estaban rebelando. Los polticos indgenas fueron reducidos a seres feroces, impulsados por sus instintos de autodefensa. Los modernos indigenistas liberales no
estaban equipados en trminos histricos intelectuales o emocionales para
comprender un programa poltico que inclua a lderes indgenas articulados.
Por el contrario, su bagaje conceptual les impeda darse cuenta del hecho de
que los lderes indgenas insurgentes podran ser lo que Guha denomin: sujetos
de su propia lucha (Guha 1983: 4). Desde su perspectiva, un indio civilizado
que empleaba un razonamiento moderno para reclamar su ciudadana nacional
era una imposibilidad. Guiados por esta idea y por su deseo de proteger a los
indios, los indigenistas liberales se embarcaron en una campaa proindia e inclusive pagaron con su dinero las fianzas de los inocentes prisioneros. Flix Cosio
condujo la defensa legal de los indios acusados, declarando que lo haca ms
que por un deber profesional, por un sentimiento de piadosa humanidad, para
ayudarlos dentro de lo posible y de los medios lcitos para que recuperen su libertad perdida.81 Cosio, al igual que Aguilar y muchos otros indigenistas, estuvo
guiado por sus ansias de justicia social y por su conocimiento de criminologa
79.
82.
80.
El 9 de marzo de 1926. Flix Cosio pag una fianza a favor de Mariano Quispe; hizo lo
mismo en agosto del mismo ao a favor de Carlos Mollco; Nicanor A. Dueas pag la
fianza de Mariano Huillca el 16 de agosto de 1926; a la siguiente semana, Alberto A. Salas
hizo lo propio por Agustn Gmez; Luis Felipe Paredes abon la fianza de Crisstomo
Molina y su esposa el 12 de noviembre de 1926. Todas estas personas haban sido acusadas
por el asesinato de Berveo (Fianzas en ADC, OZ, legajo 195, 1926).
83.
81.
Carta de Flix Cosio al Tribunal Correccional, del 14 de mayo de 1926, en ADC, OZ,
legajo 195, 1926. Dos aos antes, este abogado haba sido nombrado juez oficial en los
casos relativos a la muerte de Huarca y Alencastre. Dadas las poco claras circunstancias
de ambas muertes, Cosio no acept el nombramiento y fue elogiado por sus ideas humanitarias y por [ser] un magnfico e impecable juez. El Sol, 19 de octubre de 1921, p. 2.
El razonamiento fue que si bien los acusados eran indios semi-civilizados y analfabetos,
las infracciones eran serias, haban sido planificadas con premeditacin y revelaban la
naturaleza feroz y socialmente peligrosa de los actores del crimen. Sentencias y conclusiones, ADC, OZ, legajo 195, 1926.
84.
Firmado por los acusados Leoncio Olazbal, Csar A. Muiz, y Luis Sueldo Guevara
(ADC, OZ, legajo 195, 1926).
Esas sugestiones tumultuarias naturalmente tienen que ser ms posibles [...] en las
muchedumbres menos cultas, en las que estn ms prximas a su tradicin gregaria,
138
MARISOL DE LA CADENA
en los centros rsticos donde la solidaridad se manifiesta en el primordial sentimiento
de defensa comn ante la hosquedad de la naturaleza y ante la fiereza de los sojuzgadores de sus ms preciados derechos. Los indios de nuestras serranas sern los grupos ms susceptibles de estos delirios colectivos, tensionados con la brutalidad de
sus explotadores y excitados por algn agitador que provocar el estallido morboso
de su ira.85
86.
139
La documentacin legal para este caso est incompleta y por ello no pude
hallar el resultado final del proceso. Es probable que las sentencias de los indios
fueran reducidas, a juzgar por el Cdigo Penal promulgado en 1924, el cual
muestra huellas de alguna influencia indigenista. Empleando la nocin de circunstancias atenuantes, este nuevo cdigo calific a los indios como semi-civilizados, degradados por la servidumbre y el alcoholismo. Recomendaba
que los jueces tomaran en cuenta su grado de desarrollo mental, su nivel cultural
y sus costumbres. Por tanto, deban proceder a sancionar a los indios prudencialmente.87 Este argumento fue fundamental para la defensa de los culpables
de la muerte de Berveo. Si bien puede haber reducido sus sentencias individuales, modific tambin el curso de su lucha social en pos de una plena ciudadana
india. En contraste con los primeros aos 20, cuando declarar en pblico la
condicin de indio pudo suponer una autoafirmacin en trminos polticos y
hasta un desafo, en las dcadas siguientes la indianidad perdi este potencial. El
trmino indio fue reducido a un insulto y los tribunales devinieron en prcticamente el nico espacio pblico donde un cusqueo indgena se proclamaba
indio, con el nico objetivo de evitar una plena responsabilidad por sus acciones (y as disminuir sus sanciones), recurriendo a afirmaciones legales sobre
su carencia de esa libertad esencial, propia de las personas civilizadas, conocida
en la jerga legal como libre albedro (Poole 1990). El Cdigo Penal de inspiracin indigenista disfrut de una larga vida. Un grupo de jueces limeos lo empleaba todava en los aos 80 para ayudar a un joven inmigrante a Lima y
proveniente de una comunidad campesina. Al minimizar su culpabilidad, los
jueces lo consideraron un indio semi-civilizado y redujeron su sentencia a dieciocho meses.88
La produccin historiogrfica de las rebeliones indgenas mesinicas
En 1967, el historiador francs Jean Piel public un anlisis de lo que l consideraba una de las primeras turbulencias en medio de la inmensa tempestad agraria
que remeci los Andes durante este periodo (1967: 395). El tema de estudio
87.
Cdigo Penal, artculo 45, p. 15. La criminologa positiva no era un inters exclusivamente
indigenista. En 1925, el abogado Vctor J. Guevara hacendado cusqueo y antiindigenista exigi un nuevo cdigo civil que considerase la condicin especial del indio iletrado
[...] el que dada su presente idiosincrasia es una persona jurdica incompleta, cuya deficiencia debera ser considerada por el Cdigo Civil para protegerlo de errores y desgracias [...]
lo mismo que en el caso de los menores legales. El Sol, 5 de diciembre de 1925, p. 3.
88.
140
MARISOL DE LA CADENA
Mis cursivas delatan el nfasis de Piel en la idea de que una cultura andina inmemorial se encuentra detrs de la rebelin india de Tocroyoc. En la seccin
anterior he argumentado que los conceptos raciales de los indigenistas hicieron
imposible ver a los indios como lderes polticos. De modo similar, si bien
portando un bagaje conceptual diferente, el anlisis de Piel, a partir de una nocin esencialista de cultura, le impide ver el despliegue de unas modernas tcticas
89.
Piel (1967: 377) seala sorprendido que estos sucesos nunca haban sido estudiados y
atribua esto al hecho de que los actores de las rebeliones fueran indgenas y a que las
fuentes fueran escasas o simplemente inexistentes. La falta de fuentes lo condujo a Tocroyoc para recopilar las memorias locales acerca de los sucesos de 1921. Adicionalmente,
mencion El Sol y El Comercio, los dos peridicos cusqueos, como fuentes de su estudio
(1967: 385), si bien no los cit. Sobre la falta de estudios previos, le sorprendi que el importante historiador Jorge Basadre dedicara tan solo tres lneas de su obra a analizar las
rebeliones (1967: 377). Ms tarde, Basadre le contestara, en otro contexto, sealando
que este vaco historiogrfico podra deberse al hecho de que los sucesos no fueran suficientemente importantes y quizs ni siquiera fueran rebeliones, por lo que fueron inclusive
ignorados por los estudiosos locales, como Luis E. Valcrcel (en el Cusco) y Emilio Romero (en Puno). Ver: Basadre (1971: 20). En un giro intelectual interesante, los sucesos
polticos de los aos 60 y 70 terminaran por garantizar su importancia a las rebeliones
de los 20.
141
142
MARISOL DE LA CADENA
Visiones de campesinos locales atrapados en un pensamiento mtico crucialmente incompatible con una poltica moderna, dan forma a este estudio,
que apareci en 1961, dos aos despus de que otro historiador, Eric Hobsbawm,
hubiese publicado Primitive Rebels. En esta obra Hobsbawm caracteriza a los
campesinos como prepolticos, los mismos que Piel considera mesinicos, y
ambos, a un tiempo, perciben como localistas.
Despus del breve estudio de Piel, los sucesos de Tocroyoc y Domingo
Huarca se convirtieron en una referencia reiterada en los anlisis de la historia
regional del Cusco. Estos anlisis mencionan las rivalidades polticas entre algunos subprefectos y los representantes del gobierno, ya sea el prefecto del Cusco
o el Patronato de la Raza Indgena (Burga 1986; Rnique 1991; Glave 1992).
Sin embargo, para ese entonces, los investigadores ya haban definido los eventos
de los aos 20 en el Cusco como rebeliones y, en algunos casos, inclusive como rebeliones mesinicas. La tradicin historiogrfica que sigui a Piel se
conect con la versin de los eventos promovida por los subprefectos de las
Provincias Altas y desatendi a los desmentidos de los indios sobre el carcter
de rebelin de sus luchas. En consecuencia, tal tradicin no interpret los sucesos como parte de una bsqueda indgena alternativa, que implicaba forzar al
Presidente a desarrollar su voceada retrica proindia y a poner al da, gradualmente, una imagen alternativa de la nacin en la que los indios pudieran, sin dejar de ser indios, llegar a ser ciudadanos plenos. Por el contrario, los acontecimientos fueron presentados como rebeliones y, por lo tanto, como dirigidos en
contra del Estado. Irnicamente, los autores de la versin acadmica de los
aos 60 y 70, que le negaron un status poltico moderno a los esfuerzos de los
indgenas de los aos 20, eran activistas procampesinos radicales. No quiero
excluirme a m misma del grupo. Yo tambin contribu a reproducir esta visin
supuestamente procampesina de la cultura andina, explcita o implcitamente,
como estudiante en las clases de antropologa y como activista en los eventos
polticos.
Wilfredo Kapsoli, un historiador y profesor de la Universidad de San
Marcos en Lima, se encuentra entre los primeros acadmicos peruanos que argumenta sobre el carcter mesinico de las supuestas rebeliones de los aos 20.
En 1967, Kapsoli y otros publicaron una revista poltico-acadmica titulada
Campesino, la misma que estaba vinculada polticamente con la Confederacin
Campesina del Per. Tal como analizo en el cuarto captulo, los aos 60 fueron
tiempos de una intensa organizacin izquierdista en el campo. De acuerdo con
el historiador peruano Luis Miguel Glave, Campesino provea una plataforma
acadmica para que los historiadores escribiesen principalmente sobre movimientos campesinos, el tpico que legitim a la historia como una disciplina
polticamente til para la prctica de los militantes que luchan por revolucionar
143
el campo (1996: 17). Campesino se public hasta 1975, y dos aos despus,
Kapsoli public Los movimientos campesinos en Per, 1879-1965. Este libro supuso
la primera presentacin comprehensiva de los movimientos campesinos en el
Per. De manera significativa, su anlisis alcanzaba hasta el ao 1965, un ao
central para la movilizacin poltica campesina. Siguiendo la lnea de razonamiento de Piel, Kapsoli consideraba que el milenarismo haba dado forma a la lucha de Tocroyoc y a la lucha poltica de los colonos de la hacienda Lauramarca.
En sus propios trminos:
La conciencia campesina aflor mostrando su propia ideologa: los Apus, los Auquis,
el Tawantinsuyu, el Inti, los Incas. En suma la cosmogena [sic] andina fue el
movimiento subjetivo que impuls los movimientos campesinos [...]. All donde
las fuerzas productivas mantenan sus formas arcaicas y primitivas, esta ideologa
milenarista mostr mayor fuerza y proyeccin (1977: 63).
144
MARISOL DE LA CADENA
impuestos por el sistema de las haciendas en el sur del Per (Burga 1986: 501).
Subordinando este aspecto de la lucha, Burga ofreci una de las ms elaboradas
interpretaciones de las rebeliones como un proyecto utpico que emergi
de la imaginacin popular indgena, descartando el tema de la restauracin del
imperio incaico como un invento de los terratenientes:
La realidad y la imaginacin se mezclan en las mentes terratenientes, en un esfuerzo
por dar coherencia a una ficcin que ellos queran convertir en programa poltico de
los indgenas: la restauracin del Tawantinsuyu [...]. La restauracin nativista era
ms bien un producto de la imaginacin: los terratenientes lo saban muy bien, pero acaso los campesinos podan hacer estas mismas distinciones con una precisin
semejante? Para un campesino, marginado de los derechos ciudadanos, apegado a
sus costumbres, tradiciones y lengua, que escuchaba rumores [acerca de la restauracin
del Tawantinsuyu], la ficcin terrateniente les podra parecer lgica, necesaria, hasta
un bello propsito (1986: 477).
Una de las ltimas interpretaciones donde se contrapone la poltica moderna a las ideologas
del mesianismo andino provienen del prolfico historiador Luis M. Glave. Al analizar el
caso de Tocroyoc, afirma: Los campesinos actan dentro de un patrn de comportamiento
guiado por el simbolismo y por ideologas mesinicas ms que a travs de expresiones polticas o militares (1992: 246-247).
145
146
MARISOL DE LA CADENA
Por ello, emple imgenes sobradamente difundidas del silencio y del analfabetismo de la gente indgena, de las que implcitamente deriv una carencia de expresin escrita. A partir de ah neg la credibilidad de los comunicados que los
indios alfabetizados escribieron afirmando la no-existencia de las rebeliones.
Es desde luego problemtico, tal y como Joanne Rappaport ha sealado, privilegiar la oralidad sobre la comunicacin escrita, inclusive entre quienes generalmente no son caracterizados como participantes del mundo de la produccin
literaria (Rappaport 1994: 177). Al igual que Flores-Galindo, muchos otros
analistas del periodo descartaron los escritos que negaban las rebeliones, que
estaban firmados por numerosos lderes que se autoidentificaban como indgenas
y que se publicaron en los peridicos cusqueos. La impresin general de los
intelectuales era que los indios no haban producido los comunicados. Siempre
estaban mediados por el propietario, el periodista, el juez o cualquier otra autoridad, remarc Flores-Galindo (1986: 281). Irnicamente, durante el periodo
de las as llamadas rebeliones, desechar este tipo de refutaciones escritas porque
los indios eran analfabetos era una prctica comn precisamente entre aquellos
individuos a los que los lderes indgenas haban acusado de inventar la existencia
de las rebeliones. Atrados por las imgenes de los indios como seres analfabetos,
silentes, la historiografa de los aos 60 suprimi la informacin escrita producida
por los lderes locales.
Conclusiones
A pesar de sus esfuerzos, a los lderes polticos indgenas se les impidi el representarse a s mismos. En una situacin similar a la que presenta Gayatri Spivak (1988a) en su anlisis de las representaciones subalternas en la India, los intelectuales indigenistas hablaron finalmente en el lugar de los lderes indgenas
durante los aos 20, tal como haran los marxistas en los 60, expresando al hacerlo sus propias agendas polticas. Sin embargo, a diferencia de la situacin
presentada en el anlisis de Spivak en la que los subalternos actuaron, pero no
hablaron, los autoidentificados lderes indgenas del Cusco actuaron y hablaron
acerca de sus acciones. Su lucha, tanto escrita como fsica, les dict un camino
racial y de clase distinto para s mismos. El proyecto del Comit Tawantinsuyu
vio en la alfabetizacin el medio que permitira que los ciudadanos indios participaran en la vida poltica nacional como campesinos, comerciantes, estancieros
o profesionales, sin verse obligados a convertirse en mestizos. Desde este punto
de vista, los indios alfabetizados quedaban oficialmente investidos como
portadores de una identidad indgena. En los aos 20, esta propuesta se opona
a los proyectos nacionales dominantes y a su poltica racial acerca de la indianidad,
147
que asuma que los indios que saban leer y escribir estaban destinados a convertirse en mestizos. Si bien los indigenistas liberales podran haber apoyado algunas
de las propuestas de Comit Tawantinsuyu, el rechazo del Comit a establecer
una diferencia entre gamonales y hacendados constituy una razn importante
para la animosidad liberal hacia los indigenistas radicales. El consenso entre los
liberales se estableci sobre la base de que los radicales del Comit Tawantinsuyu
incitaban a los indios. En los aos 60, desde la perspectiva de los polticos izquierdistas, las declaraciones escritas de los subalternos sobre acuerdos polticos con Legua, el impulsor del capitalismo peruano, contradecan las imgenes
que los marxistas tenan de los campesinos como una clase que se opona al Estado. Del mismo modo, los intelectuales izquierdistas no fueron capaces de
comprender la afirmacin de indianidad de los lderes indgenas de los aos 20
y su empleo de la cultura andina como una estrategia poltica moderna. Ambas
cuestiones, por el contrario, fueron reformuladas en la nueva historiografa
como un renacimiento inconsciente de los mitos andinos. En una significativa
irona histrica, el anlisis radical de clase de los aos 60 ignor el otro proyecto
radical de los aos 20, que estaba destinado a crear ciudadanos indios.
En qu consistieron las supuestas rebeliones? Desde mi perspectiva,
fueron lo que los insurgentes cusqueos declararon que eran: una conspiracin
contra las autoridades locales de las Provincias Altas, pero no contra Legua o
el Estado. Conscientes de una imprevista situacin poltica favorable, los lderes
indgenas locales de las Provincias Altas intensificaron sus actividades en tales
lugares para expulsar a la camarilla poltica que haba apoyado a los predecesores
de Legua en el gobierno. Adems, estos lderes estuvieron organizados en el
mbito nacional y regional en el Comit Tawantinsuyu, cuya dirigencia indigenista
radical haba adoptado un proyecto de alfabetizacin para fortalecer la identidad
indgena.
Aguilar y Valcrcel habran desestimado mi interpretacin de los indios
como actores polticos modernos e inteligentes, que no estaban reaccionando
irracionalmente contra los abusos de los gamonales ni siguiendo estpidamente
el adoctrinamiento del Comit Tawantinsuyu, sino que se encontraban organizndose contra sus enemigos y desarrollando un proyecto regional alternativo (y
quizs uno nacional). Sin embargo, los dos indigenistas habran estado de acuerdo
conmigo sobre el hecho de que las rebeliones no fueron rebeliones en el sentido en el que las consideraron las autoridades locales. El mismo Aguilar dijo:
La mayor parte de las veces las sublevaciones son reuniones donde [los indios]
discuten algunos aspectos de su situacin y expresan sus ideas, sin practicar ningn
acto de hostilidad, libres de la presin y la presencia inmediata del hombre blanco.
Los mestizos consideran estas reuniones como una amenaza, y antes de que nada
148
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pase, se apresuran a prevenir sus efectos imaginarios, produciendo una carnicera de
indios a gran escala (1922: 28).
149
Los miembros cusqueos del Partido Comunista eran intelectuales urbanos radicales,
quienes (a diferencia de Maritegui) se haban distanciado en los aos anteriores de la retrica indigenista liberal (Gutirrez 1986). Esto, junto al leguismo inicial del Comit Tawantinsuyu, podra explicar la ausencia de intelectuales cusqueos oficiales entre sus l-
150
MARISOL DE LA CADENA
93.
151
del insulto. Volver sobre este tema en el captulo 4, donde pretendo explicar
de qu manera este proceso, que denomino desindianizacin, no signific un
ocultamiento de la cultura indgena, como por su parte presumieron los analistas
que priorizaron el concepto de clase social.
[152]
153
III
estuvieron Luis Felipe Aguilar y Flix Cosio, quienes haban defendido activamente a los indios de las acusaciones de rebelin como vimos en el captulo
anterior. Su ausencia, junto a la tendencia populista dominante que impuls el
gobierno central, dej el camino libre para un cambio en el liderazgo intelectual
cusqueo, que pas a ser desempeado por un grupo que se defina como
opuesto al indigenismo liberal y que era tachado de conservador e inclusive de
obsoleto. La constitucin del nuevo grupo coincidi con la formacin en el
mbito nacional y local de dos nuevos partidos polticos: el Partido Aprista y el
Partido Comunista.
Al igual que en el resto de Latinoamrica, el periodo comprendido entre
los aos 30 y fines de los 50 estuvo marcado en el Cusco por el auge del populismo (Rama 1996) y el impacto internacional de la segunda guerra mundial. Los
primeros aos de este periodo estuvieron teidos en todo el Per por un intenso
debate nacionalista en torno a dos grandes tendencias: el indigenismo y el hispanismo. Fue precisamente Valcrcel uno de los importantes voceros nacionales
del indigenismo. Si bien sus sentimientos antimestizaje no haban disminuido,
sus propuestas puristas incluan la idea de que los indios podan ser gradualmente
incorporados a la nacin como agricultores, preservando as su esencia racial/
cultural (Valcrcel 1945). En el extremo opuesto del debate se hallaba el principal
defensor del hispanismo, Vctor Andrs Belunde un aristcrata nacido en el
departamento sureo de Arequipa y residente en Lima. Belande abogaba por
una peruanidad integral, idea que elabor en su libro Peruanidad.1 Si bien su
hispanismo propona una identidad mestiza, se trataba de una identidad culturalmente blanqueada, enmarcada dentro de las enseanzas religiosas del catolicismo y los valores familiares respetables, los cuales constituan legados de la colonizacin espaola (Belande 1965). En una poca en la que Espaa estaba polticamente regida por la ideologa fascista del general Francisco Franco, el hispanismo
no obtuvo el apoyo oficial del Estado peruano que se orient ms bien hacia
el populismo. Por el contrario, un moderado indigenismo empez a dar forma
a las polticas educativas pblicas desde 1945, cuando Valcrcel lleg a ser ministro de Educacin. Aproximadamente desde fines de los aos 50 hasta principios
de los 70, tanto en la esfera acadmica como en la poltica, el indigenismo compiti con una emergente retrica clasista de izquierda. El indigenismo oficial se
comprometi con proyectos de desarrollo rural: desde la construccin de canales
de riego hasta campaas de alfabetizacin en el campo. Los impulsores de esa
retrica clasista organizaron sindicatos campesinos y tomas de tierras en las haciendas. Mientras tanto en el Cusco, durante el mismo periodo (1930-1950), un
1.
Este libro, publicado por primera vez en 1942, represent una sntesis de sus escritos anteriores, tales como La realidad nacional (1931) y Meditaciones peruanas (1932).
154
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155
2.
3.
4.
5.
6.
156
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El Cusco
Una ciudad populista
Los cusqueos recibieron la cada de Legua con demostraciones de alegra en
la plaza de Armas de la ciudad, interpretando el derrocamiento del presidente
de la Patria Nueva como una victoria de los regionalistas sobre los centralistas
y no solamente como una expresin de apoyo al nuevo presidente Luis Miguel
Snchez Cerro. A principios de los aos 30 y a lo largo de las dcadas siguientes,
las expresiones locales de regionalismo se amalgamaron con el populismo para
convertirse en una ideologa poltica nacional dominante en el pas.
Bajo el liderazgo de los dos nuevos partidos, el Apra y el Partido Comunista,
la combinacin de regionalismo y populismo pronto devino en antiimperialismo,
lo que implicaba la afirmacin de un nacionalismo fuerte, sin concesiones. El
antileguismo casaba perfectamente con las manifestaciones de las ideologas
antiimperialistas y nacionalistas, dado que el Presidente depuesto haba otorgado
concesiones a varias empresas estadounidenses. Bajo la bandera del nacionalismo,
personas con muy diversas simpatas polticas desde lderes del floreciente
Partido Comunista hasta representantes de la junta militar gobernante asistieron a los primeros mtines antiimperialistas de cariz populista, cuyos oradores
fueron reconocidos y fervientes radicales, as como tambin representantes del
status quo como el decano del Colegio de Abogados o el alcalde. En octubre
de 1930, por ejemplo, el Partido Comunista organiz una demostracin poltica
en contra de la North American Peruvian Corporation, la empresa encargada
de administrar el sistema ferroviario. Alberto Delgado, prefecto de la ciudad y
reconocido antileguista, declar que, en tanto representante de la junta militar,
l atendera las demandas de la gente porque estaba orgulloso de que los cusqueos hubieran recobrado sus legtimas posesiones.7
Sin embargo, esta luna de miel populista no dur mucho tiempo. Snchez
Cerro muri asesinado en 1933 (supuestamente a manos de un activista aprista),
y fue su sucesor, el tambin general scar R. Benavides que gobern hasta
1939 el se encarg de ilegalizar el Apra y el Partido Comunista. A este le remplaz en el gobierno Manuel Prado, un civil que ostentara el cargo hasta 1945,
cuando Jos Luis Bustamante y Rivero asumi la presidencia. Fue ese mismo
ao cuando el proscrito Partido Aprista sali de la clandestinidad, solo para ser
puesto en la ilegalidad nuevamente en 1948, inmediatamente despus de un
nuevo golpe militar conducido esta vez por Manuel A. Odra, quien por su parte ocupara el cargo de Presidente hasta 1956 (Kapsoli 1977). Este periodo se
7.
157
9.
Los especialistas cusqueos aprecian que entre ellos estuvieran Julio J. Gutirrez, Sergio
Caller y Luis Nieto. Son nombres que definitivamente forman parte de la resistencia izquierdista en el Cusco. Vase El Sol, 5 de abril de 1940, p. 2; 27 de enero de 1942, p. 4; 15
de setiembre de 1943, p. 2; y 11 de noviembre de 1944, p. 2. Acerca de Bustamante, vase El Sol, 8 de agosto de 1945, p. 4.
158
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11.
12.
159
los talleres era limitada, igual que el tamao de las plantillas de trabajadores, en
tanto se trataba generalmente de empresas familiares en las que el negocio pasaba
de padres a hijos, o donde las relaciones laborales estaban inscritas en lazos de
compadrazgo.13
De hecho, no todos los artesanos eran pobres y es probable que no todos
ellos fueran considerados gente del pueblo o de la clase trabajadora. Los ms
exitosos empezaban a transformar sus talleres en empresas manufactureras. Entre
ellos se hallaban los que se dedicaban a la industria de la confeccin, sector liderado por dos sastres, los hermanos Luis y Francisco Hermosa, graduados en
institutos estadounidenses y europeos. En 1928 y 1934 el concejo municipal les
otorg un reconocimiento por su contribucin al desarrollo del Cusco. Ellos
eran los dueos de espaciosos talleres en la Plaza de Armas, con grandes plantillas que oscilan entre veinticinco y treinta trabajadores expertos. La Maison
Aguilar, de la seorita Mara E. Aguilar, era otro negocio exitoso. Elegantemente
establecido en Espinar Street, era una empresa que produca exquisitos trajes
de novia, suntuosos abrigos y magnficos vestidos de noche. La seorita Aguilar
empleaba a siete costureras y dos competentes sastres. Adems de estos talleres,
que producan bienes para el consumo de la lite, exista una planta donde se
confeccionaban faldas y pauelos. Era propiedad de un turco (es decir, un libans o sirio) que haba llegado a la ciudad una dcada atrs y empleaba a unas
veinte trabajadoras, todas jvenes y bonitas. Una amiga ma (nacida a fines
de los aos 20) recordaba su trabajo en esta fbrica de camisas y mamelucos.
En la fbrica Volcn yo cosa camisas cuando tena doce aos [...]. Empec
fregando los pisos y aprend mirando. Un da el planchador se enferm y yo lo
reemplac. Me pagaban a destajo, igual que a los maestros de esa poca. Tal como ilustra esta cita, a pesar de su tamao relativamente grande, estas fbricas
estaban diseadas a la manera de talleres artesanales. Otras plantas relativamente
grandes incluan una fbrica de chocolates, otras de cermica y de galletas y
dos molinos que producan harina.14
El ritmo de crecimiento industrial era bajo, y la infraestructura urbana, deficiente. En esta ciudad provinciana la vida prosegua en apariencia como
siempre haba sido. Y sin embargo, durante este periodo, los habitantes del
Cusco fueron testigos de algunas innovaciones culturales. La introduccin de
la radio fue un cambio tecnolgico que casaba a la perfeccin con la ideologa
13.
Thomas Krugeler indica que si bien muchos patrones intentaron modernizar sus
empresas e invirtieron algn dinero en sus talleres, estos esfuerzos se dieron en una
escala modesta (1993: 191).
14.
Esta informacin proviene de El Sol, 10 de julio de 1937, pp. 5-6, y de la Gua general del
Cuzco (1937: 26-27).
160
MARISOL DE LA CADENA
161
visitado el Cusco durante ese ao.20 A lo largo de los aos 70 los cusqueos obtuvieron cada vez ms beneficios econmicos de una actividad, el turismo, que
haba empezado su desarrollo all por la dcada del 30.
Mestizaje
Neoindianistas contra indigenistas
El rechazo a las nociones biolgicas de raza se extendi progresivamente en todo el mundo luego de la segunda guerra mundial (Barkan l992: 27l-34l; Skidmore
1993: 205-207). Como se ha sealado, a principios de siglo los intelectuales peruanos se encontraban entre los primeros que rechazaban el determinismo biolgico racial frente al que, en cambio, optaron por una ecuacin entre raza y cultura heredada que conceban como el alma o el espritu del pueblo. Fue especficamente durante este periodo cuando los indigenistas cusqueos, ahora
llamados neoindianistas, eliminaron los contenidos histricos y culturales adscritos a la raza y rescribieron el concepto para referirlo al fenotipo y la biologa. El
racismo (entonces una nocin emergente) lleg a ser asociado con el determinismo biolgico y las polticas pblicas segregacionistas. Una vez definida de este
modo, la raza fue desacreditada por los izquierdistas del Partido Comunista,
que la desecharon considerndola como falsa conciencia. Al mismo tiempo
recurrieron a la retrica marxista de clase para marcar las diferencias sociales,
antes atribuidas a la raza (histrica y culturalmente definida):
No tenemos que ir ms all de la puerta de nuestra casa para observar el desfile
de nuestra gente diversa: caballeros, seoras, cholos o mozos, cholas o mestizas,
indios hombres y mujeres. Estas son nuestras clases sociales definidas por su
economa y no por su sangre como creen algunos ingenuos aquellos que creen
que su sangre es azul y que el contacto con el aire la vuelve blanca.21
Esta posicin de izquierdas tuvo que esperar hasta los aos 60 para adquirir importancia en el mbito regional y nacional. Mientras tanto, desde los aos 30 y
hasta los 50, la tendencia fue a seguir usando referencias a la cultura, antes que
a la clase, como un instrumento para explicar las diferencias sociales. Presente
en anteriores definiciones de raza, la cultura continu refirindose, durante
este periodo, a las supuestas peculiaridades espirituales hereditarias de los distintos grupos sociales peruanos, las cuales provenan de una combinacin de legados
15.
16.
Vase Aragn (1983). En 1992, Radio Tawantinsuyu tuvo una de las mayores audiencias
en el Cusco.
17.
18.
Jos Gabriel Cosio al prefecto del departamento, 1. de mayo de 1940, Archivo Departamental del Cusco, Prefectura, legajo 15, 1940-1941.
20.
19.
21.
162
MARISOL DE LA CADENA
Durante los mismos aos, los intelectuales brasileos tambin afirmaron el poderoso futuro de su raza hbrida (Skidmore 1993; Stepan 1991). Sin embargo, su deseo de blanquear
a los brasileos negros parece entrar en conflicto con la perspectiva nacionalista de los
peruanos. Los peruanos pueden haber considerado los esfuerzos blanqueadores de los brasileos como condescendientes con las jerarquas raciales del imperialismo estadounidense y
de los pases del hemisferio norte en general. Sobre el mestizaje, en tanto ideologa
nacionalista y antiimperialista en Nicaragua durante el mismo periodo, vase Gould (1996
y 1998).
163
tesis central de este libro es que las diferentes razas del mundo tienden a mezclarse
ms y ms hasta formar un nuevo tipo humano a partir de la seleccin de cada
una de las razas existentes. En el captulo titulado El mestizaje, sostuvo que
en tanto la mezcla social estuviera en conformidad con las leyes sociales de la
armona, simpata y belleza, el nuevo producto racial sera superior a los originales.23 La apuesta de Vasconcelos por el mestizaje consideraba el espritu como
la fuerza ms grande e invisible que daba forma a las uniones mixtas y que poda mejorar inclusive a la ms discordante de ellas. Esta consideracin del espritu y la cultura en la conformacin de los tipos sociales, permiti que el proyecto indigenista mexicano de construccin de la nacin y su celebracin del
mestizaje coincidieran con las teoras prevalecientes en el Per acerca de las diferencias sociales y los medios para superar las dificultades que planteaban.
Los intelectuales apristas del Cusco adoptaron la idea de Vasconcelos sobre
el mestizaje como el vehculo para una identidad continental, cuya singular
combinacin de los legados prehispnicos y espaoles coloniales transcenda
las fronteras nacionales y tena el poder de contrarrestar la influencia imperialista estadounidense.24 Por ejemplo, Atilio Sivirichi otro cusqueo que resida
en Lima y que era un respetado intelectual aprista, dijo: el mestizaje es una
ley universal a la cual solo escapan pequeas minoras que pueden ser consideradas racialmente puras. Es un estado de transicin en el proceso espiritual de
Amrica hacia una nueva formacin cultural.25 Si durante el periodo anterior
la raza tuvo un fuerte componente espiritual, durante este segundo periodo
el espritu devino en la referencia consensual para hablar acerca de la nacin
y la identidad nacional.26 El mestizaje era en palabras de Sivirichi un
elemento espiritual, artstico, econmico y sociolgico central para cualquier
proyecto de construccin de la nacin. Definido como esencia espiritual, el
mestizaje diluy las referencias al fenotipo y produjo, en cambio, entretejidas
23.
Todas las citas son de Vasconcelos (1957: 906-942); reproducidas en Haddox (1989).
24.
25.
26.
164
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Mi descripcin de este grupo resume la informacin presentada por Gutirrez (1986: 1247).
28.
29.
30.
165
31.
166
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32.
Archivo del Instituto Americano de Arte, Libro de Actas, 10 de mayo de 1937, pp. 1-6.
33.
167
de folcloristas no-acadmicos, quienes emplearon sus danzas y msica para expresar sus puntos de vista alternativos acerca de su regin y sus identidades.
Autenticidad cultural y masculinidad
Los cholos neoindios
La propuesta neoindianista del mestizaje fue un proyecto regionalista pblico
destinado a forjar la camaradera (masculina) sin ataduras (Anderson 1983) que
el cusqueismo, supuestamente, requera para definirse como un sentimiento
poltico de alcance nacional. Este proyecto, tal como seal uno de sus partidarios, antes que preservar la raza/cultura india pura, busc la la unin de las dos
nacionalidades para hacer una nacin para todos los peruanos, borrar las diferencias profundas de tal modo que todos los peruanos podamos caminar juntos
con un nico sentimiento nacional (Vidal Unda 1938: 53). Pero los neoindianistas tenan tambin su propia agenda. En palabras de uno de ellos, manifestaban
su deseo de erradicar el complejo de inferioridad que su condicin de serranos
produca en los cusqueos (de la lite).34 El neoindianismo, como el cusqueismo
en general, se bas en lo que Herzfeld ha denominado intimidad cultural o,
en otras palabras, la conciencia cultural de la existencia de brechas sociales, las
que a su vez son tambin culturalmente construidas. En el caso del Cusco, la
brecha se deriv de la permanencia del determinismo ambiental del siglo
XIX, segn el cual la montaosa geografa andina condicionaba en los serranos
rasgos raciales/culturales regresivos. Para contrarrestar su inferioridad determinada geogrficamente y en vez de desacreditar el determinismo ambiental, los anteriores indigenistas aceptaron y sostuvieron que el paisaje andino haba, en efecto, preservado los valores superiores de la pureza racial/cultural de los indios.
El giro neoindianista desde la pureza racial hacia el mestizaje no elimin el efecto de los factores ambientales. De hecho, incluso lo ampli, con una
interpretacin estructurada segn el gnero acerca del efecto de la geografa
andina y el arte vernacular que esta inspiraba. A partir de consideraciones de
gnero, elaboraron una interpretacin del comportamiento de sus predecesores
indigenistas puristas y la vincularon con las ideas intelectuales y polticas de los
indigenistas: los caballeros cusqueos, incluidos los intelectuales indigenistas
segn sostenan los neoindianistas, eran imitadores afeminados de los aristcratas limeos. Su falta de hombra, interpretada como falta de valor, les haba
impedido identificarse con la cultura regional no-refinada, limitando sus actuacio-
34.
APHVU.
168
MARISOL DE LA CADENA
nes a dciles representaciones de los incas.35 Haban negado su folclor, que solo se atrevan a practicar en el aislamiento de sus haciendas o en la intimidad de
sus cocinas, excluyndolo por siempre de los salones elegantes.36 En consecuencia, los neoindianistas consideraban que los indigenistas haban menospreciado
al Cusco en vez de dedicarse a la promocin de su cultura autntica. En un programa radial emitido en 1936, un escritor apasionado de aquellos tiempos, empleando el seudnimo quechua de Eustaquio Kallata, se refiri a los viejos indigenistas como sigue:
169
35.
Entrevista a Julio G. Gutirrez. Este hombre fue uno de los fundadores de la rama cusquea
del Partido Comunista.
36.
Delia Vidal de Milla, una de las pocas mujeres que pblicamente apoy a los neoindianistas,
recuerda: Cuando era una nia hablbamos quechua a escondidas. A mi madre no le
gustaba [...] estbamos avergonzados de usar un poncho, de bailar y cantar huaynos [...].
Podamos hacer todo eso en la hacienda pero no cuando volvamos a la ciudad [...] todo
eso cambi aos ms tarde (comunicacin personal, agosto 1991).
37.
E. Kallata, seudnimo de Romn Savedra, Cusco, 1936, APHVU. l se refiere a este grupo como hombres afeminados que no tienen sustancia y obtienen su inspiracin de los
catlogos de moda para mujeres. Les gusta vaguear y escuchar a bandas de jazz (El Sol,
julio 28, 1930, p. 3).
cholo que indio, ms indio que mestizo, ms mestizo que blanco.39 Por tanto,
lo que verdaderamente el cholo encarnaba era un resuelto rechazo a lo blanco.
De manera significativa, al definir al cholo, los neoindianistas repudiaron la raza mediante el repudio a lo blanco. No obstante, dada la asociacin implcita
entre la blancura y la feminidad, lo que desafiaron fue el afeminamiento masculino antes que la raza y, ya de paso, subordinaron la feminidad a la masculinidad glosada como el atrevimiento de ser no-refinado, pero autntico.
El neoindio ideal era una entidad esencialmente viril que albergaba un
componente de clase en su sensualidad no-refinada y plebeya. En esta interpretacin, sin embargo, lo plebeyo no perteneca exclusivamente a la gente comn.
Estaba ms bien adscrito a la geografa de una sierra que irradiaba rudeza sobre
todos aquellos varones serranos, los que, independientemente de sus antecedentes, cedan a la influencia de su ambiente y se atrevan a ser no-refinados y, por
tanto, peruanos autnticos. Desde la perspectiva neoindianista, lo plebeyo defina
la pertenencia nacional y no estaba determinado por la raza (que estos intelectuales decan rechazar) o por el origen de clase. Lo plebeyo era, en cambio, una
tendencia espiritual que provena de la masculinidad moldeada por la sierra.
As, mientras la raza era eliminada en trminos retricos, el gnero devino la esfera conceptual que sirvi de apoyo para los esfuerzos intelectuales por esencializar la cultura y, de este modo, producir la autenticidad que requeran sus ideologas regionalistas y nacionalistas. Anclado en la sierra, la imagen del cholo
masculino aluda a una sensibilidad artstica caracterstica y, por tanto, reproduca
subrepticiamente creencias acadmicas y sociales racializadas y sus jerarquas
concomitantes.
El cholo prototpico estuvo regionalmente encarnado en el ccorilazo, un
cowboy serrano descrito como un ser sin familia, desheredado y, posiblemente,
hijo ilegtimo (Poole 1994). Combinaba los atributos de la bravura y la virilidad
incontrolada con el talento artstico, que seduca a las mujeres que le rodeaban
y a las audiencias ante las cuales se presentaba. En el Cusco, el tipo ideal se encarn en la persona del guitarrista y cantante llamado Francisco Gmez Negrn.
Nacido en Chumbivilcas la tierra de los ccorilazos, tambin conocida como
tierras bravas debido a su rudeza geogrfica y social, ese fue el paisaje del
que se supona haba obtenido su inspiracin. Negrn fue un artista exitoso
que tocaba la guitarra y el charango y que comparta orgenes rurales humildes,
no-indios, con el despreciado gamonal. Sin embargo, si la ruralidad no-india
haba significado ilegitimidad para la lite intelectual de los aos 20, para los
neoindianistas era una marca de autenticidad. Por esa misma razn este artista
ccorilazo fue considerado el representante genuino del arte serrano. Se ganaba
38.
39.
170
MARISOL DE LA CADENA
la vida tocando msica neoindiana y viajaba por todo el pas como vencedor de
todos los concursos nacionales en los que lo que verdaderamente se ventilaba
era la definicin del autntico arte peruano.40 Su autenticidad incuestionable,
ejemplificada por su extraordinario talento y virilidad, daban cuenta de su gran
xito, que fue reconocido en todo Sudamrica, por donde viaj promoviendo
el indoamericanismo. La poeta chilena Gabriela Mistral premio Nbel de literatura de 1945 haba refrendado su arte, mientras los argentinos, por su
parte, haban derramado lgrimas de nostalgia cuando recordaron a sus gauchos,
a quienes Francisco Gmez Negrn se pareca. A pesar de su xito, lo plebeyo
persisti como la caracterstica de su vida: fue tan pobre que, en una ocasin en
la que estaba enfermo, los pobladores de Colquemarca, el distrito donde haba
nacido, organizaron un evento de caridad para pagar sus medicinas.41
La creencia compartida y populista sobre el folclor y la definicin de la
masculinidad como esencialmente plebeya, exigi una reformulacin de paradigmas anteriores sobre la sexualidad y sensualidad masculina de la lite construida
a partir de la pureza racial/cultural y, por tanto, desafi las anteriores normas de
la endogamia de raza/clase. A medida que los neoindianistas distinguieron su
homosocialidad propia (Parker y otros 1992) de la de los indigenistas, la caballerosidad de la lite sufri algunas transformaciones. Como sealo en el captulo
4, la percepcin que tenan los neoindianistas de las mujeres plebeyas tambin
reflejaba nuevas normas de conducta caballerosa. Adems, una nueva percepcin
sobre el arte masculino tuvo gran influencia en las actividades y producciones
culturales de la lite.
Contradiciendo lo que fue sealado como segregacin intelectual afeminada, los caballeros neoindios se mezclaron con el pueblo e inclusive obtuvieron
inspiracin de su experiencia. Su arte expres la sensualidad viril del alma plebeya.
Hombres como Andrs Alencastre, un poeta, dramaturgo y msico que emple
el seudnimo de Killko Waraka, representaban el prototipo de los nuevos caballeros. Si bien no haba nacido en ella, dada la osada de su arte, Alencastre fue
asociado con la ruda regin de Chumbivilcas y fue conocido como el bardo
de los ccorilazos, creador de sonidos poderosos y duro miembro de su raza.42
Andrs era adems, irnicamente, el hijo de Leopoldo Alencastre, el terrateniente
de las Provincias Altas supuestamente muerto a manos de los indios salvajes
durante los aos 20 un evento discutido en el captulo anterior. El hijo escribi
171
40.
41.
44.
42.
45.
172
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los neoindios no eran realmente cholos. Por ello, y a pesar de sus declaraciones, la
exaltacin populista del mestizaje plebeyo no significaba una erradicacin de
las jerarquas sociales. Construida a partir de un conocimiento ntimo de su
cultura (que inclua un conocimiento de sus supuestos defectos y una voluntad
de ocultarlos ante los extraos), la promocin neoindianista del arte serrano
autntico implic una poltica cultural de dos caras. Un lado desplegaba orgullosamente el folclor local, el otro luchaba por ocultar o aminorar las brechas sociales
identificadas en la cultura regional. Al esconder o aminorar tales intimidades
culturales, las nuevas lites intelectuales desarrollaron una representacin jerrquica de la identidad regional, la cual, en gran medida, continu reproduciendo
los viejos cnones sociales de la decencia que he descrito en el captulo primero.
Durante la era indigenista, los ttulos universitarios fueron indicadores de status
social. Las jerarquas neoindianistas acataron normas similares. Si en tanto populistas iconoclastas promovieron a bohemios no-educados, como Negrn, no
dejaban por ello de reconocer que el talento educado de Alencastre tena una
mayor distincin. Su medida del talento masculino vinculaba una cierta tendencia
a la rudeza artstica con una habilidad para presentar con refinamiento el propio
arte, inspirado en lo plebeyo. Ni la autenticidad viril, ni el folclor haban eliminado
los rangos sociales fomentados por la decencia, ni tampoco haban sustituido la
educacin formal como un verdadero marcador de las diferencias sociales.
Concepciones sociales anteriores estuvieron tambin presentes en el arte
que produjeron los neoindianistas. Alencastre escribi un drama titulado El
challakuy, en el que representaba la figura de un gamonal cazando a indios feroces, quienes, instigados por los abusos de un terrateniente, terminan matndolo.46 Obviamente el drama repeta muchas creencias indigenistas concernientes
a los indios en tanto vctimas de la violencia gamonal, revelando, de este modo,
que la diferencia significativa entre los neoindianistas y los indigenistas radicaba
en que los nuevos lderes intelectuales (impulsados, insisto, por su rudeza viril)
no se avergonzaban de presentar indios en los escenarios pblicos. Los indios
netos fueron parte de la promocin neoindianista del mestizaje. Si bien su autenticidad, tal como muestra la rudeza inherente a su arte, no fue puesta en duda, la
presentacin de su arte primitivo ante audiencias civilizadas, exiga que tales expresiones artsticas tuvieran necesariamente que ser pulidas. Solo de esta manera podan ser expuestas ante el pblico y podan, adems, representar
adecuadamente e inclusive promover la identidad regional.
La otra cara de la imagen del burdo artista indio fue la autorrepresentacin de la intelligentzia neoindianista en tanto domesticadores artsticos del
46.
Vase Itier (1990: 108), para una descripcin del drama. Sobre dramatizaciones de El challakuy, vase El Sol, 10 de agosto de 1941, p. 1.
173
campo. Al igual que sus pares mexicanos de la misma poca, estos intelectuales
conceban la msica y el arte como un medio para penetrar el espritu indio con
el fin de transformarlo (Knight 1994; Becker 1995). Un modo comnmente
empleado para promover la aparicin pblica de artistas indios y a la vez controlar
su presentacin, fue la formacin de conjuntos musicales dirigidos por reputados
directores neoindios y formados por indios genuinos. El poeta y dramaturgo
Andrs Alencastre, por ejemplo, dirigi un grupo de Canas, el Kana Llactayoc,
un nombre con legtimo sabor a autctono.47 Mediante este mtodo, la tradicin
neoindianista abri los escenarios teatrales a los cusqueos del pueblo y suscribi
el uso del quechua mestizo en las representaciones oficiales. Contradiciendo
sus proclamados objetivos de homogeneizar la regin, este proyecto impuls el
surgimiento de una lite intelectual renovada consagrada al estudio de la cultura
regional cusquea, que ahora inclua el arte vernacular (folclor) y no solo el incasmo que hemos descrito. Fundamental en este nfasis en la cultura regional
fue el Da del Cusco, una celebracin creada para reforzar el cusqueismo al
mismo tiempo que haca extensible al pueblo el sentimiento de orgullo regional.
La reinvencin populista del Cusco
El mayor logro de los neoindianistas fue la creacin del Da del Cusco, una fecha para celebrar a su ciudad. No se trataba de una idea nueva, en tanto ya haba
formado parte del cusqueismo de lite desde un comienzo. Lo novedoso era
que, en congruencia con el ambiente poltico populista, esta celebracin especfica se proyectaba abierta a las masas para que compartieran lo que antes haba
sido un sentimiento cusqueista exclusivo de la lite. Los eventos que condujeron
a la creacin del Da del Cusco se sucedieron espontneamente. Tal como seala
el inventor de la idea, todo empez en una de las frecuentes celebraciones promovidas por los intelectuales neoindianistas:
Todo sucedi en un almuerzo para celebrar el Da del Periodista [...] como es
costumbre se inici el concurso oratorio exaltando la fecha que se celebraba. Cada orador tena que hacer esfuerzos de inventiva para decir algo nuevo porque
los primeros en hacer uso de la palabra ya lo haban dicho todo. Ya me iba a tocar el turno [...] y el tema estaba virtualmente agotado. Cuando escuch: Que
hable Vidal [...], le toca a Vidal [...] y, de repente, se me vino a la mente: as como
se haba establecido el Da del Periodista, el Da del Maestro, el Da de la Madre
[...], as deba establecerse el Da del Cuzco. Y segu diciendo: El Cuzco es, seo-
47.
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51.
52.
Manuscrito de un discurso pronunciado durante el decimosptimo aniversario de la creacin del Da del Cusco, APHVU.
53.
res, el smbolo de la peruanidad, el foco de donde ha irradiado una de las ms admirables culturas [...] all estn las ruinas, los templos [...]. Estuve tan emotivo en
la perorata que la concurrencia se contagi de la emocin y termin aclamando
la iniciativa, a tal punto que todos de pie hicieron la promesa de llevarla adelante.48
49.
50.
176
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Todas las citas provienen de la Revista de la Semana del Cuzco, N. 1, 1945, pp. 15-41.
177
haban hecho con anterioridad, en la poca en la que la raza no era una nocin
desacreditada. Al igual que sus predecesores, los neoindianistas vieron su legado
impreso en los restos urbanos que inspiraron la emocin cusqueista y la potencial fuente de la esencia nacional. Para contrarrestar el status inferior que se
les asignaba mediante las teoras raciales ambientales, los intelectuales cusqueos
de la lite, con ocasin del Da del Cusco, articularon una elaborada versin arqueolgica del determinismo geogrfico. A travs de ella, el Cusco quedaba situado en una posicin lo suficientemente alta en el pedestal de la historia como para poder derramar su espritu sobre la nacin, eliminando, de este modo,
las esencias culturales extraas y creando peruanos autnticos. Las resonancias
raciales de este sentimiento regional y nacional, inconmensurable si bien geogrficamente definido, eran evidentes, aunque las menciones abiertas a la raza estuvieron ausentes de los discursos.
La reinvencin populista del Cusco como la cuna de la nacionalidad fue
tambin la ocasin para hacer alegatos partidarios y obtener ventajas polticas
tangibles. Humberto Vidal Unda ofreci un importante discurso teniendo esto
en consideracin. Despus de agradecer al Presidente por su respeto a la ciudad
milenaria, la cuna de la Peruanidad, expres su admiracin personal por el
tacto diplomtico que se ha tenido por primera vez en nuestra historia y que
haba puesto punto final a un viejo conflicto de lmites con la repblica nortea
de Ecuador.55 La primera celebracin del Da del Cusco fue tambin una ocasin
para aclamar la victoria peruana en la reciente guerra contra Ecuador, as como
para relacionarla con el recientemente revitalizado nacionalismo incaico.
El Cusco haba sido la capital del Tawantinsuyu, el imperio inca. Los dominios incaicos comprendieron los territorios que el Per perdi en el siglo XIX
durante una guerra con Chile y disputas con Colombia. Tambin comprenda
una franja de territorio que haba sido definitivamente recuperada del Ecuador
a travs de un reciente tratado negociado por el presidente Prado.56 Vidal sugiri
que si los lderes incas del Cusco haban sido capaces de consolidar ese vasto
territorio en el pasado, la peruanidad que emanaba del Cusco tena un potencial
55.
Vidal Unda (1944). Al mes siguiente, cuando fue comisionado por el concejo de la ciudad
para ofrecer un discurso por el quinto aniversario del gobierno de Prado, expres: El
Doctor Prado con una clara visin de estadista y comprendiendo la grave responsabilidad
que tiene un mandatario cuando se trata de hacer respetar la integridad territorial, resuelve
en forma inteligente nuestro viejo pleito con la repblica del Norte [] despus de una
serie vergonzosa de tratados que no hacan otra cosa que desmembrar nuestro sagrado
suelo. Discurso en el municipio, manuscrito, julio 1944, APHVU.
56.
El Protocolo de Ro, que estableci los lmites entre ambos pases, haba sido suscrito en
1942. En enero de 1944, el nuevo presidente ecuatoriano, Velasco Ibarra, y Manuel Prado
ratificaron el tratado (Barrenechea y otros 1978).
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similar en los tiempos contemporneos. Los imperecederos monumentos incaicos demostraban que la ciudad del Cusco permaneca como el centro del Tawantinsuyu (el territorio incaico), cuya defensa territorial constitua la prueba de la
peruanidad que haba dado el Presidente.57 Difcilmente pudo Manuel Prado
haber imaginado un mejor escenario para celebrar su triunfo contra Ecuador
y, por lo tanto, para fortalecer su candidatura a la reeleccin. Cuando le lleg el
turno de responder a los discursos, dio la rplica a los oradores cusqueos empleando la misma retrica: Encontrndome por segunda vez en este legendario
lugar, ofrezco como valioso homenaje a su grandeza un trabajo de cinco aos
de gobierno consagrado a la mxima exaltacin de los valores de la peruanidad.58
La presencia de Prado legitim a los cusqueos como polticos y, de manera inversa, el Cusco, el lugar donde moraba la dinasta incaica, coron a aquel
con la sabidura de un inca contemporneo.59 Habiendo sido equiparado con
el Inca y en contacto con los ms altos valores de la peruanidad, el Presidente
ocup el centro de la celebracin del ritual y fue incorporado, si bien momentneamente, en la evocacin del Inti Raymi incaico. El actor que representaba al
Inca le dirigi un discurso improvisado de gobernante a gobernante, reconociendo sus logros en la salvaguardia del territorio del Tawantinsuyu e instndolo
a continuar por el mismo camino.60 La actuacin principal fue esperada con impaciencia por miles de personas que, con el objetivo de presenciarla, haban ascendido hasta Sacsaywaman, una fortaleza incaica a tres kilmetros de la ciudad
del Cusco, ubicada sobre la cima de las colinas que la rodean.
Por ltimo, el Da del Cusco tuvo una finalidad econmica innegable,
orientada a hacer del Cusco uno de los centros tursticos ms importantes del
mundo. Al concluir su visita, Manuel Prado inaugur un moderno hotel y orden que avanzaran las obras del sistema de desage de la ciudad. Todas estas
ceremonias estuvieron incluidas en la celebracin de la ciudad sagrada. Al ao
siguiente, cuando fue nombrado alcalde, Vidal Unda viaj a Lima donde, junto
57.
Al ao siguiente, con ocasin de la segunda celebracin del Inti Raymi, un artculo del peridico seal: Cuzqueidad es la ms alta y noble acepcin de peruanidad. Porque el
Per desde los cosmognicos Pirhuas y Amautas, desde los Sinchis y los Incas, hasta los
primeros tiempos de la dominacin extranjera, tuvo su cabeza en el Cuzco y cuando Cuzco fue despojado de su capitalidad, el Per se fragment en pedazos y comenz el proceso
de la desperuanizacin [...]. La peruanizacin del Per, programa y plan de la verdadera
independencia nacional junto con la vuelta a las puras fuentes de la tradicin y de la historia, la reivindicacin del territorio primigenio [...]. El Sol, 23 de junio de 1945, p. 2.
58.
59.
60.
Faustino Espinoza Navarro, comunicacin personal. l fue la primera persona que represent el papel de Inca.
179
con los congresistas cusqueos, solicit y logr la aprobacin de una ley del
Congreso mediante la cual se creaba oficialmente la Semana del Cusco.61 En los
aos posteriores, el 24 de junio se convirti en una fecha central, en la que las
autoridades nacionales visitaban el Cusco, inauguraban obras pblicas y sellaban
pactos polticos.
El Inti Raymi
Tradicin incaica dominante y folclor subordinado
El acto central del Da del Cusco fue la primera produccin oficial del Inti Raymi, una conmemoracin de la cultura incaica que pertenece a lo que Eric
Hobsbawm y Terence Ranger (1983) han denominado tradiciones inventadas.
Al igual que otras tradiciones inventadas, esta produccin implic un proceso
consciente de uso del pasado para crear un ritual pblico con fines polticos. La
paradoja aparente de esta tradicin incaica inventada es que fue lograda por un
grupo poltico que haba rechazado representaciones previas del pasado incaico,
favoreciendo ms bien las representaciones del folclor plebeyo. El mismo hombre
que lanz la iniciativa del Inti Raymi en 1944, Humberto Vidal Unda, haba declarado en La hora del charango, el programa radial que diriga: No podemos
continuar utilizando el pasado inca; tenemos que utilizar nuestras glorias presentes.62 De cualquier forma, la historia intelectual nunca es del todo coherente y
las personas pueden sostener diversas y con frecuencia contradictorias ideas,
que se utilizan para diferentes propsitos. As, cuando lleg el momento de
escenificar la cultura cusquea en el mbito nacional, el pasado incaico ocup
el escenario central, desplazando a los danzantes indgenas a la periferia, a la representacin del presente folclrico para el consumo turstico.
Tres semanas antes de la celebracin del primer Da del Cusco, el comit
organizador aprob la escenificacin de una fiesta evocativa en Sacsaywaman.
El programa incluy al Inti Raymi, cuyo autor es Roberto Ojeda; una escena
del Ollantay del argentino Ricardo Rojas, que haba sido escrita en castellano, y
otra tomada de la versin cusquea de Ollantay, escrita originalmente en quechua.
La presentacin de una escena de cada una de las versiones quechua y castellana era coherente con la ideologa neoindiana del mestizaje. En el mismo sentido, la representacin deba concluir con un simblico y evocativo desfile, a
61.
62.
180
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Adems del desfile militar, en el primer Inti Raymi de la era neoindia destaca la
presentacin de los regalos al Inca por actores que representaban a habitantes
del imperio, el sacrificio de una llama y su ofrenda al sol, la prediccin del futuro mediante la lectura de las vsceras del animal y un brindis final con chicha sagrada. Por ltimo, con el objetivo de comunicar el poder histrico del Cusco
para unificar un gran territorio (incluidos los pases vecinos), la versin de 1944
del Inti Raymi present una imagen de los cuatro suyus, las cuatro divisiones
territoriales de la administracin incaica.
A pesar de la obvia rivalidad entre Luis E. Valcrcel, el ardiente defensor
del purismo racial/cultural, y los promotores culturales neoindianistas del mestizaje, la reinvencin del Inti Raymi sigui la interpretacin que Valcrcel sostena
acerca del gobierno incaico, tal como apareca en su libro De la vida inkaika
64.
65.
Esta versin fue escrita por Julio G. Gutirrez, uno de los fundadores del Partido Comunista
en el Cusco. La public en la Revista de la Semana del Cuzco (1946: 71-76), bajo el ttulo
Evocacin del Inti Raymi.
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Apareci el Inca en andas llevadas por muchos vasallos [...]. Miles de indgenas
con trajes especiales bajaban de la montaa cercana, otros blandan sus flechas y
saludaban al Monarca Inca [...] miles de pututos atronaban en el aire [...]. Luego
se realizaron las presentaciones de los innumerables conjuntos llegados como en
aquel tiempo de todos los suyus del Imperio, vale decir las trece provincias [...].68
67.
68.
El ttulo del artculo fue La evocacin de la fiesta del Inti Raymi en la capital arqueolgica
de Amrica, El Sol, 1. de enero de 1946, p. 3.
184
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Raymi fue lo que permiti a este hombre, que no posea ningn ttulo acadmico,
llegar a ser oficialmente un intelectual y una autoridad cultural pblica.
Benedict Anderson (1983: 145) ha establecido que mediante el lenguaje
uno puede ser invitado a entrar en la comunidad imaginada que representa la
nacin. El caso del Cusco mostrara que Anderson est en lo cierto, si la intencin
de esta afirmacin no hubiese sido el mostrar que este era un proceso inclusivo,
desconectado de prcticas de discriminacin social, como las asociadas a la raza. Los indigenistas y neoindianistas imaginaron su comunidad en quechua, pero en trminos del dinstico y excluyente capac simi. En consecuencia, en el Cusco la lengua tambin se refera a la raza. Dado que el capac simi haba sido considerado como una propiedad de la gente decente y, por tanto, no perteneca a
los mestizos e indios, la vieja lite intelectual habra definitivamente excluido
al Inca neoindio Espinoza debido a sus antecedentes mestizos (no-decentes).
Sin embargo, los neoindianistas le invitaron a entrar en su comunidad, precisamente por el aprecio a la identidad chola que encarnaba Espinoza. Ahora bien,
el papel del Inca requera que Espinoza cumpliera los preceptos aristocrticos
del capac simi. En un inicio esto signific que se codeara con la lite, lo que finalmente le garantiz su status de quechulogo, y en ltimo extremo, de intelectual.
En los aos 20, como se dijo en el primer captulo, los intelectuales serranos de
piel oscura se haban opuesto a la identidad mestiza que les era atribuida por los
limeos, haciendo alarde de su status acadmico en tanto idelogos del indigenismo. En 1944, la persistente imagen social de los intelectuales como no-mestizos
y el mismo hecho de que representara al personaje del Inca, sirvieron para ocultar la identidad chola de Espinoza. A travs de los aos, sus continuas actuaciones
en el Inti Raymi y su dominio del quechua confirieron gradualmente a Espinoza
el status de un acadmico y le aseguraron su pertenencia a la gente decente,
una nocin que connotaba el mismo tipo de superioridad cultural que la que se
estableca en el periodo ms intenso del pensamiento racial (1900-1930). La retrica acadmica y poltica que proscribi la raza no haba cancelado los supuestos
racializados, discriminatorios, que la categora cotidiana de la decencia representaba y que permaneci como operadora de las interacciones sociales en el
Cusco durante esta era, cuando ya el antirracismo haba sido plenamente asumido
como parte de la ideologa intelectual de la poca.70 De manera similar, al igual
que haba sucedido en los aos 20, ser un quechulogo autodidacta segua indicando un status de intelectual que expresaba una posicin social distinguida.
70.
Un respetado folclorista acadmico, Vctor Navarro del guila, explic las categoras sociales prevalecientes en 1945: En Cusco la aristocracia es conocida como la gente decente
o culta, lo mismo se puede decir de la clase media [...]. Los miembros de las clases bajas
son conocidos como chusma, ignorantes o indecentes. El Sol, 28 de julio de 1945, p. 6.
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Si bien este eminente indigenista podra haber aceptado la promocin del folclor
lanzada por los neoindianistas, el problema fundamental era el desprecio por la
hibridez que profesaba. No me gusta el mestizo, declar sin tapujos en una
entrevista de 1947. Representa solo un indefinido elemento de clase media.
Sufre la doble tragedia de sus dos irreconciliables almas y el doble desprecio
desde arriba y desde abajo. Y aadi:
Deberamos aprender de los Estados Unidos donde, a pesar de las razzias aplicadas
a los pieles rojas a lo largo de tres dcadas, en los ltimos diez aos han puesto
en vigor un New Deal para los 400.000 nativos que viven all. En los Estados
Unidos la autoridad espiritual ha sido devuelta al indio. El indio elige lo que puede adoptar de la civilizacin del hombre blanco y este ltimo ya no trata de forzarle a la felicidad (Tealdo 1947: 268).
71.
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Los neoindianistas, los apristas y los comunistas bien podran haber etiquetado
estas ideas de Valcrcel como proimperialistas.72 Sin embargo, antes que imperialismo, la trama interna que revelaban sus opiniones se traduca en una asociacin implcita de la autonoma tnica con la viabilidad racial/cultural (Balibar
1988), una creencia acadmica que ms tarde dio forma al pensamiento de polticos peruanos tan dismiles como el escritor conservador Mario Vargas Llosa,
o como Antonio Daz Martnez, el idelogo de Sendero Luminoso.73
Durante los aos 40, el indigenismo a lo Valcrcel dej de lado su mpetu
opositor para transformarse en retrica estatal oficial, antagnica al proyecto
promestizo que, por su parte, se transform en el emblema programtico del
Apra (si bien no fue el nico grupo que lo impuls). No debe sorprender que,
a pesar de su rol ex officio como consultor para la recreacin del incasmo, Valcrcel
estuviera completamente ausente de la representacin del Inti Raymi, esperando
probablemente que el espectculo decayera gradualmente.74 En contra de sus
deseos, el Inti Raymi no languideci sino que, por el contrario, su popularidad
creci e interes crecientemente a las autoridades culturales oficiales en la medida
en que contribua a aumentar el turismo interno y externo.
En 1952 el Estado intervino para supervisar la ceremonia. La razn aducida
para la intervencin haca referencia a que si el ritual iba a representar el pasado
incaico ante audiencias nacionales e internacionales, deba garantizarse la representacin de una versin exacta de la historia. Corregir la versin del Inti
Raymi que vena siendo escenificada durante tantos aos era, no obstante, una
tarea muy delicada, por cuanto la festividad haba sido ensamblada por las autoridades culturales cusqueas y, en ese sentido, se basaba en la irrefutable informacin histrica de los cronistas. Una autoridad cultural muy respetada y admirada
fue escogida para supervisar la interpretacin del pasado incaico. Su nombre
era Jos Mara Arguedas. Hijo de un abogado provinciano, nacido en la provincia
serrana de Andahuaylas y bilinge en quechua y castellano, no poda ser acusado
72.
De hecho, cuando hizo estas confesiones, Valcrcel era el primer presidente de la rama
peruana del Instituto Indigenista Interamericano, que tena su sede en Mxico y que fue
creado en 1941 por la Unin Panamericana, auspiciada por los Estados Unidos.
73.
Vase Vargas Llosa (1990a) y Martnez (1969). El primero fund un movimiento poltico
de derecha, mientras que el segundo fue un lder del fantico grupo izquierdista Sendero
Luminoso. Acerca de las coincidencias irnicas entre ambos extremos, vase De la Cadena
(1998), en Stern (1998).
74.
He ledo cuidadosamente sus memorias en un intento infructuoso de encontrar algun indicio de su participacin en el Inti Raymi. Como ministro de Educacin, estaba interesado
en desarrollar campaas de alfabetizacin en quechua y proyectos en las comunidades indgenas. Ambos se orientaban a prevenir la migracin campesina a las ciudades, restringiendo as a esta poblacin a su ambiente natural. Vase Valcrcel (1981).
189
75.
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Actas del Comit de la Semana del Cusco, mayo 13, 1952, sin nmero de pgina, APHVU.
77.
Ibd.
78.
79.
La comisin que escribi el guin oficial estuvo conformada por los arquelogos Manuel
Chvez Balln y Luis A. Pardo, el antroplogo scar Nez del Prado, el etnomusiclogo
Josafat Roel Pineda y los pintores Mariano Fuentes Lira y Juan Bravo. Actas del Comit...,
13 de mayo de 1952.
191
ideologas. Unidos por su cusqueismo, ninguno de ellos renunci a la oportunidad auspiciada por el Estado de concebir la versin oficial del Inti Raymi, la
que permanecera a travs de los aos. No es solo que un guin escrito acrecentara la credibilidad de la ceremonia, sino que resaltara el status intelectual de sus
autores, proyectndolos como guardianes de la historia nacional. Cuando los
especialistas concluyeron su objetivo, le enviaron a Arguedas la versin oficial
del Inti Raymi, a la que este dio su aprobacin. Desde entonces, muchos directores cusqueos han puesto en escena el Inti Raymi y siempre han estado obligados
a seguir el guin oficial tal como es conocida la versin de 1952. La palabra
oficial indudablemente pone nfasis en el hecho de que la versin representada
es la aprobada por el Estado, e implica adems un cierto realismo histrico.
De acuerdo a sus autores, el guin oficial fue lo ms cercano posible a la
verdad histrica, siendo los nicos cambios significativos el lugar y la fecha de
la presentacin, ya que no es posible hacerlo al alba o en la Plaza de Armas.
Los autores se haban apoyado en tres cronistas que sostenan haber presenciado
la ceremonia: Garcilaso de la Vega, Cristbal de Molina El Cusqueo y
Cieza de Len. Su referencia principal era Garcilaso, de quien tomaron el argumento principal del ritual. Cristbal de Molina proporcion a la comisin referencias litrgicas cristianas. Adems de la oracin central del Inca, que haba continuado siendo expresada a travs de los aos, siguieron el texto de Molina para
introducir una comunin, que obviamente recuerda la liturgia catlica. De
acuerdo al guin de 1952, durante tal comunin que, como en la misa catlica,
es ubicada al final del ritual, el Inca deba beber chicha de maz y comer cancu,
un tipo especial de pan. Finalmente, Cieza de Len proporcion a los autores
oficiales contemporneos del Inti Raymi los ttulos de algunos de los nobles incas que participaban de la ceremonia.
Los autores de este guin recibieron unas congratulaciones especiales
del ministro de Educacin por su trabajo.80 Un periodista especialmente enviado
al Cusco para cubrir el evento, escribi en un artculo titulado Inti Raymi, reminiscencias de un pasado esplendoroso lo siguiente:
Tal vez este ao el Inti Raymi ha alcanzado los relieves y caractersticas ms destacables por haberse ceido la ceremonia a lo que los documentos histricos de
conocidos investigadores indican [...] despus de nueve aos de representaciones
esta fiesta se ha ceido en la forma ms fiel a la verdad histrica [...] el seor Ministro de Educacin de la Repblica, General Juan Mendoza Rodrguez present
la fiesta acompaado de su comitiva oficial y de las principales autoridades del
departamento, como el prefecto, el alcalde del Cuzco, el Presidente de la Corte
80.
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Superior de Justicia y autoridades civiles y militares [...] present tambin el Inti
Raymi el Embajador de Italia [...] que se encuentra de visita en esta ciudad.81
El guin escrito favoreci la apropiacin del Inti Raymi por parte de los representantes del Estado y de los intelectuales autodidactas como Espinoza, frente a
los acadmicos tradicionales. Pero despus de aos y aos de xito, cuando Faustino Espinoza present el Inti Raymi en Lima, aparentemente sin consultar a
las autoridades intelectuales responsables del espectculo, fue destronado.
81.
82.
Recorte de La Prensa, Lima, 29 de junio de 1952, p. 13. Archivo personal de Ricardo Castro Pinto.
Ibd., p. 12.
193
83.
84.
85.
86.
194
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Conclusiones
Unos meses despus de la primera presentacin oficial del Inti Raymi en 1944,
Humberto Vidal Unda, su principal impulsor, declar fervientemente:
El prximo ao la Semana del Cuzco servir para atraer a un turismo mundial de
tal modo que todos los peruanos se las arreglarn para encontrarse en esta tierra
y recibir nuestro bautismo de peruanidad. Junto con los conocidos Semana Santa
de Sevilla, Carnaval de Venecia, Feria de Leipzig, etc., nosotros estableceremos
otro festival de clase internacional: el Inti Raymi del Cuzco, en nuestro magnfico
enclave Sacsayhuaman.87
87.
88.
195
dos a presentar indios reales en escena y, de igual modo, a abrir los roles de la
nobleza incaica para ser representados por actores que no pertenecan a la lite.
Si bien jerarquizadas, estas inclusiones contribuyeron a la construccin del cusqueismo como un sentimiento hegemnico potencialmente compartido (aunque de manera distinta) por los cusqueos de todos los estratos sociales. Si bien
este importante logro de los neoindianistas no elimin la raza ni los sentimientos
raciales, marc un punto de inflexin en la historia intelectual del Cusco.
El nuevo cusqueismo se entreteji con subyacentes imgenes racializadas
del elevado status social de los intelectuales, estimulando a la vez su proliferacin.
En la medida en que la cultura del festival regional lleg a ser importante, al
punto de constituirse en un instrumento que defina a la regin (en los aos 40)
y en la base de una exitosa industria turstica (en los aos 60), la imagen del
Cusco como espacio turstico singular adquiri el potencial de generar intelectuales. Los intelectuales establecidos ampliaban su prestigio mediante la produccin
de libros que fueron una mezcla de guas tursticas, informacin histrica y folclor etnogrfico, con ttulos que invocaban su calidad acadmica y la mstica
cusqueista que les haba inspirado.89 Los quechulogos autodidactas tambin
tuvieron xito al emplear el cusqueismo para proclamar su propia condicin
de intelectuales. Tal como haban hecho los indigenistas y anteriormente algunos ms, ellos desplegaron su identidad intelectual para contrarrestar las
jerarquas raciales que podan impedir su acceso a las posiciones de influencia
como guardianes del cusqueismo, lo que finalmente consiguieron.
Faustino Espinoza es un buen ejemplo, si bien no es el nico. Cuando fue
expulsado del elenco del Inti Raymi ya haba fundado la Academia de la Lengua
Quechua, cuyos estatutos fueron aprobados en enero de 1954. La academia era
uno de los lugares donde los intelectuales no-oficiales podan acceder al status
de intelectuales propiamente dichos. Para certificar su rango acadmico, se forjaron una opinin peculiar acerca del quechua, de acuerdo a la cual: Qhapaj [Capac] Simi era un tipo de quechua evolucionado enseado en las escuelas o jashaiwasi que existan en esta ciudad [Cuzco] a las que asistan miembros de la
nobleza inca.90 Considerar que el capac simi fue enseado en escuelas especiales
puede haber tenido la intencin de garantizar un status intelectual a los maestros
incaicos de quechua y, por extensin, a sus guardianes contemporneos: los
miembros de la Academia de la Lengua Quechua. Cierto o falso, esta institucin
ha representado desde su creacin un obstculo permanente para cualquier in-
89.
90.
196
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197
[198]
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IV
Considerando:
Que la semana del Cusco (24 al 30 de junio) ha sido creada para evocar la grandeza
pasada de la Capital del Tawantinsuyu y rendir homenaje a lo ms puro que queda de su estirpe.
Que los pueblos de la sierra conservan hasta nuestros das la pureza racial de los
que forjaron una cultura que maravilla al mundo.
Que es justo enaltecer a este grupo tnico, raz y nervio de nuestra peruanidad,
en uno de sus aspectos ms saltantes cual es la belleza de la mujer andina.
El Centro Qosqo de Arte Nativo, RESUELVE [sic];
Convocar a un Concurso de Belleza Autctona entre las representantes de
cada una de las provincias del departamento del Cuzco.
Bases para el concurso de belleza autctona departamental, abril de 1957, archivo personal de Juan Bravo Vizcarra, presidente del comit organizador del concurso. Agradezco a
Juan Bravo, un pintor iconoclasta con una larga carrera en el Cusco, por toda la ayuda que
me brind, aceptndome pacientemente en su propia casa, donde por muchas horas record historias de la contracultura neoindianista a la cual l perteneci y comparti material visual y literario de su archivo personal. Lo recuerdo como un cusqueista apasionado
(la pasin es la caracterstica que las autoridades cusqueas demandaban con gran fervor
de sus conciudadanos) y, al mismo tiempo, como uno de los crticos ms enrgicos del
chovinismo de mis paisanos. He discutido con l sobre el certamen de belleza, no siempre
coincidimos en nuestras opiniones y le ped permiso para citarlo, algo que amablemente
me concedi.
199
3.
200
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res indias eran frgidas y, por tanto, moralmente puras. Las mestizas, mujeres
indgenas urbanas de la clase trabajadora, representaban la quintaesencia de la
inmoralidad femenina y, por ende, constituan las contrapartes paradigmticas
de las mujeres indias. En este captulo, que cubre el periodo que va desde los
aos 50 hasta principios de los 70, analizar cmo fue que las creencias raciales,
entretejidas con consideraciones de gnero, influyeron en la poltica urbana
acerca de la inmoralidad esencial de las mestizas. Marcado por un relativo desarrollo de la economa urbana a consecuencia del crecimiento del turismo y el
comercio y por el deterioro poltico y econmico del sistema de hacienda a
fines de los aos 60, los historiadores consideran que este periodo de la historia
cusquea es el ms intenso en trminos polticos (Tamayo H. 1981; Rnique
1991). Las participantes indgenas en el concurso no se encontraban en el centro
de la dinmica poltica. De cualquier modo, estas celebraciones de la belleza indgena se dieron en marcado contraste con la vigilancia y el acoso a las mestizas
del mercado. Durante esta etapa, el pnico moral antiplebeyo (Hall y otros 1978)
siempre latente en la ideologa de la decencia influy en el control municipal
del mercado. Es probable que, debido a la escasez de vveres a consecuencia de
una prolongada sequa que afect la regin en los aos 50, la vigilancia municipal
respecto a las vendedoras del mercado las mestizas fuera ms estricta. Ya
vimos en el primer captulo que en el imaginario dominante los gamonales ocupaban una interseccin entre la raza y el gnero, que los defina como patriarcas
rurales inmorales y, por ende, terratenientes ilegtimos. Durante el pnico moral
de los aos 50, las mestizas se convirtieron en la contraparte femenina y urbana
de los gamonales rurales: sus ganancias econmicas fueron vistas como el producto de una manipulacin deshonesta de los precios, tpica de su raza inmoral.
Aos ms tarde, cuando la retrica marxista inund el ambiente poltico, la ubicacin poco clara de las mestizas en la taxonoma marxista de las clases no
eran campesinas ni tampoco proletarias ocult su activa participacin en las
manifestaciones, huelgas y otras formas de protesta izquierdista. Desdeadas
por las lites conservadoras e ignoradas por la izquierda, estas mujeres fueron
el blanco principal del control oficial urbano inspirado en una combinacin de
populismo y decencia que caracteriz a la poltica regional durante esta etapa.
Obviamente, las vendedoras del mercado, tambin conocidas como placeras, no fueron vctimas pasivas del desdn, desinters o agresin de los varones.4
Durante el periodo en el que tenan lugar dramticos cambios polticos y econmicos en el Cusco, el mercado devino en el terreno de las principales confrontaciones entre las autoridades y las mestizas. Mikhail Bakhtin defini el lenguaje
4.
Las vendedoras del mercado evocan imgenes de poder y de lucha en todas partes. Vase
Babb (1989); Clark (1994); Horn (1994); House-Midambe y Ekechi (1995).
201
Participantes en un desfile de belleza indgena, Cuzco, fecha desconocida. El fotgrafo, que no quiso que se publicase su
nombre, se extra mucho de que yo quisiera pagar por fotos de un hecho que nadie recordaba. l no recordaba la fecha de
ese concurso, pero dijo que deba haber
sido el primero.
y los gestos del mercado como francos y libres, no permitiendo que existan
distancias entre quienes se ponen en contacto, y, al mismo tiempo, liberndolos
de las normas de la etiqueta y la decencia impuestas en otros momentos (1984:
10). Las mestizas, que compartan muchos de los rasgos descritos por Bakhtin,
defendieron sus intereses y refutaron su supuesta inmoralidad mediante el empleo
de la agresin fsica y verbal contra los gobernantes de la ciudad y sus representantes. Al hacerlo, eliminaron la distancia entre ellas y las autoridades y transgredieron tambin las normas de la decencia. Pero la conducta de las trabajadoras
del mercado no era tan libre como Bakhtin pensaba. En lo que hace a las mestizas
del mercado, su comportamiento se gui y as permanece por un cdigo
moral alternativo (al que llaman respeto), que desafa la imagen dominante de la
decencia femenina basada en una domesticidad protegida y en una virtud
sexual. Durante mi trabajo de campo aprend que el trabajo duro y los logros de
la vida diaria constituyen la base de la moral de las mestizas del mercado, lo que
desplaza tambin la obsesin de la lite con respecto a la conducta sexual
apropiada en tanto sustento de las jerarquas. Sin embargo, su moral alternativa
del respeto admite jerarquas sociales basadas en la educacin y la urbanidad.
Estas sancionan una vida de trabajo duro, relativamente exitosa, y establecen
202
MARISOL DE LA CADENA
203
con las formas hegemnicas de discriminacin, en el momento en que las mestizas dividen la identidad indgena entre experiencias mestizas e indias. De acuerdo
con la definicin que formulan, las mestizas (y sus parejas) son esas personas
que viven en la ciudad, pero cuyas actividades comerciales implican un permanente ir y venir entre la ciudad y el campo. Son mayormente urbanas, pero tambin
rurales. Los indios, por su parte, son aquellas personas cuya experiencia es predominantemente rural y agrcola. Los indios urbanos son, en este contexto, inmigrantes rurales no-exitosos. Si bien a primera vista todo esta clasificacin es similar a la taxonoma de las lites, existen algunas diferencias. En el mercado, las
placeras me ensearon que ser mestiza no significa un proceso a travs del cual
los aspectos no-indgenas de la identidad sustituyen gradualmente a los indgenas,
puesto que, de acuerdo con las reglas del respeto que rigen el lugar, las mestizas
no son ms que mujeres indgenas exitosas. En ese sentido, su ser mestizo no
implica la decadencia sino el reforzamiento de su cultura indgena. Las vendedoras del mercado me ensearon tambin que el ser mestiza o india es una condicin
social y que ambas posibilidades caen en el mbito de la cultura indgena. El lado amargo de mi nuevo conocimiento fue que, si bien las mestizas representan
una categora alternativa de autodefinicin para los sectores indgenas subordinados de la ciudad, estas mujeres tambin son un punto de anclaje para el racismo
cusqueo, plebeyo y de la lite, que contribuyen a reforzar.
Foto izquierda. Participantes de un espectculo de belleza indgena en el Cuzco, fecha y fotgrafo desconocidos. Juan Bravo, un neoindianista que organizaba estos concursos de
belleza, seal que las participantes deban probar la autenticidad de su raza indgena.
Los jueces del concurso requeran que las participantes del concurso posasen desnudas:
las piernas cortas, los pechos pequeos y el bello pbico escaso fueron las caractersticas
que los caballeros organizadores eligieron como las marcas corporales de las reales mujeres indgenas. Foto, cortesa de Juan Bravo.
Foto derecha. Isabel Mamani, de Tinta, ganadora del primer concurso de belleza, es entrevistada por Juan Bravo, de la televisin nacional. Cuzco, ca. 1960. Fotgrafo desconocido.
Cortesa de Juan Bravo.
204
MARISOL DE LA CADENA
5.
Cuzco actual, 1953-1954, Cusco: Editorial Noticias e Informaciones, 1954, sin nmero de
pgina.
6.
Ibd.; y legajo 156 (1952) en Archivo Histrico Municipal del Cusco (de aqu en adelante
AHMC).
7.
De acuerdo a una evaluacin del crecimiento de las nuevas vecindades los asentamientos
urbanos de Dolorespata, Coripata Sur y Zarzuela aparecieron entre 1958 y 1969; los cerros
de Puqn y Picchu comenzaron en 1967; los inmigrantes ocuparon la margen derecha del
ro Watanay entre 1967 y 1973 y crearon los asentamientos de General Ollanta, Manco
Cpac y Viva el Per, entre otros (Porcel y otros 1999: 18).
8.
Cuzco actual, 1953-1954, Cusco: Editorial Noticias e Informaciones, 1954, sin nmero de
pgina.
205
CUADRO 1.
Ingresos municipales de la ciudad del Cusco 1934-1960 (en miles de soles)
Fuente
1934
1942
1953
1956
1960
Impuesto a la industria
3.0
22.1
295.3
380.0
480.0
Licencias a
8.0
8.0
55.1
100.0
108.0b
Impuesto al camal
19.2
21.0
150.0
103.0
195.0
Impuesto al mercadoc
29.7
23.2
134.2
250.9
285.4
Multas
1.0
1.0
67.7
120.0
135.0
Certificados de salud
0.2
14.6
50.0
140.0
Impuesto a la barracad
106.5
Espectculos pblicos
111.0
130.0
283.0
Impuesto a la propiedad
de tierra
2,000.0
55.9
76.6
9,343.7
1,133.9
3,392.0e
440.4
312.4
1,924.3
1,916.2
6,394.1
Subtotal
Total (incluye los otros
ingresos)
Fuente: Archivo Histrico Municipal del Cusco, legajo 178 (1907-1968); legajo 157 (1953); y legajo
166 (1956).
a
b
c
Las licencias y patentes incluyen todo tipo de establecimientos, desde chicheras y teteras hasta
grandes hoteles y restaurantes.
Sesenta y ocho mil soles provienen de las licencias para los puestos en el mercado.
Los impuestos al mercado incluyen las ventas en quioscos y pequeas tiendas as como las de los
vendedores ambulantes.
Las barracas son quioscos provisionales que sirvieron de hogar a aquellos cusqueos que se
quedaron sin casa luego del terremoto de 1950. Muchos las usaron como tiendas donde vendan
de todo, desde vveres hasta zapatos y artculos de oficina.
Los ingresos municipales no incluyeron a la propiedad de tierra hasta despus de 1956. En este
cuadro solo la columna correspondiente a 1960 refleja ese ingreso (que es equivalente al impuesto
real estatal e incluye a las propiedades urbanas y a las rurales de las cercanas).
Se trat de un censo de los quioscos alquilados por la municipalidad a pequeos comerciantes. Censo de quioscos de alquiler municipal de la Plaza San Francisco (AHMC, legajo
156, 1952).
206
MARISOL DE LA CADENA
Inmediatamente despus del terremoto, la Cmara de Comercio del Cusco tom acciones
tendientes a resolver el problema de vivienda, teniendo en mente que el sector ms
afectado por el movimiento haban sido aquellos que sirven a nuestro negocio, de los
cuales 90% han perdido su techo (AHMC, legajo 144, 1950).
11.
12.
Las tasas impositivas no variaban en gran medida. Vase Ruiz Bravo (1983).
13.
207
moria popular es el del asalto a la Casa Calvo en 1918. Fue provocado por una
escasez severa de moneda, que afect particularmente a la economa de las clases trabajadoras del Cusco (Kruggeler 1993: 221). Otra demostracin urbana
de descontento social, muy recordada tambin, fue el apedreamiento de la casa
del alcalde en 1923, cuando se le acus de implementar la controvertida Ley de
Conscripcin Vial.14 Este disturbio tuvo lugar el da de Lunes Santo, despus
de la tradicional procesin del Seor de los Temblores, cuando la gente que
haba asistido por motivos piadosos cambi el sentido de su expresin desde
lo sagrado hacia lo poltico y manifest su clera.
Los disturbios urbanos consistan en saqueos y apedreamientos, conocidos
con el trmino quechua chakeichis, literalmente apedrear. Un destacado historiador cusqueo describe estos eventos como llevados a cabo por masas de artesanos y plebeyos, los famosos weratakas, denominados as por sus ropas grasientas
[...] en las cuales las solapas de las chaquetas y los cuellos conservaban los signos de no haber tropezado nunca con el jabn o el agua. El mismo historiador
menciona tambin a un famoso lder de chakeichis conocido como Qatamayo
(ro turbio), quien, llevando sombrero y poncho, se dedicaba enteramente a
la organizacin de desrdenes, preferiblemente en Lunes Santo (Tamayo Herrera 1992: 821-828). Qatamayo muri en 1930, en los albores de un nuevo periodo
poltico en el Cusco.
La nueva era empez con la modernizacin poltica que sigui a la cada
de Legua en 1930 y se desarroll segn los patrones de organizacin de los dos
partidos polticos populistas: el Apra y el Partido Comunista.15 Partha Chattarjee
(1986: 150-153), al analizar el proceso de modernizacin poltica de la India,
propuso que los cambios polticos en esa nacin marcaron una ruptura entre
un dominio de racionalidad y uno de irracionalidad, un dominio de organizacin
y un dominio de espontaneidad. La misma ruptura puede ser hallada en el caso del Cusco, cuando los modernos polticos populistas condenaron los disturbios espontneos y los diferenciaron de las actividades organizadas y conducidas
por los partidos percibidas como acciones polticas legtimas. Por ejemplo,
cuando el Partido Comunista fue acusado de organizar saqueos en el Cusco,
Cassiano Rado, uno de los dirigentes, respondi: Los comunistas tenemos
una ciencia y una fe. Nuestra labor se ha reducido a un simple adoctrinamiento
y a la organizacin de los trabajadores para que tengan conciencia de su clase,
pero siempre dentro de lo legal y del orden.16 Los nuevos polticos profesionales
14.
15.
Acerca del surgimiento de los partidos populistas en el Per, vase Stein (1980).
16.
208
MARISOL DE LA CADENA
definieron las revueltas urbanas, que formaban parte integral de la cultura poltica
local, como desrdenes sociales. Igualmente, los lderes del pueblo que no
pertenecan a ninguno de los partidos polticos como Qatamayo fueron
considerados prepolticos, an ignorantes e incultos como para disponer de
una capacidad de intervencin poltica.17 Qatamayo no vivira lo suficiente para
ver cmo los polticos tradicionales sustituyeron los chakeichis por huelgas organizadas, negociaciones, marchas y sindicatos promovidos por el Partido Comunista
del Cusco el grupo poltico ms importante de la ciudad desde mediados de
los aos 40 hasta fines de los 60. Se trataba de un grupo ideolgicamente muy
peculiar. A fines de los 50, un antroplogo estadounidense que visit el Cusco
fue informado por el prefecto local de que el 75% de los cusqueos son comunistas, pero un tipo peculiar de comunista que hoy habla de Lenin y que maana
puede apoyar un golpe militar de derecha (Patch 1958: 7). El mismo antroplogo
not que el partido estaba formado por todo tipo de comunistas, desde intelectuales que haban pasado aos en Rusia, hasta trabajadores analfabetos que en
diversos momentos haban sido apristas o seguidores de Odra (un general populista y ex presidente del pas en los aos 50) (1958: 6).
Siguiendo una tendencia a la modernizacin poltica en el mbito nacional,
los gremios fueron reemplazados por los sindicatos de trabajadores. Si bien en
los aos 20 haba muchos gremios artesanales, en los 50 solo subsistan los de
peluqueros y carniceras. El Apra y el Partido Comunista organizaron la sindicalizacin de los trabajadores en el Cusco hasta los aos 50, cuando el Partido Comunista se convirti en el nico lder del proceso (Portocarrero 1990). La organizacin de los trabajadores fue particularmente importante en el campo, donde
los empleados en las haciendas formaron sindicatos. Las actividades polticas
conducidas por los comunistas en el medio rural haban empezado en los aos
30, cuando los lderes indgenas organizaron uno de los primeros sindicatos
campesinos en la hacienda Lauramarca (provincia de Quispicanhis). Durante la
siguiente dcada, los sindicatos coordinados por la Federacin de Trabajadores
del Cusco llegaron a ser una presencia incmoda, si bien familiar, en el medio
rural. Dos de estos sindicatos que aos despus llegaran a ser famosos, se
organizaron en los aos 40: uno en Maranura, en una hacienda ubicada en la
provincia de La Convencin, y otro en Chhuro, en una hacienda de la provincia
de Paucartambo (Aranda y Escalante 1978: 65).
Utilizando la retrica clasista, los sindicatos rurales desecharon el trmino
indgena prefiriendo en su lugar el de campesino. Recordamos que en los
aos 20 el movimiento social rural inspirado por el Comit Tawantinsuyu
17.
Ibd.
209
19.
se fue el caso del proyecto Per-Cornell, que se inici en 1952. Vase Osterling y Martnez
(1983).
210
MARISOL DE LA CADENA
en las teoras antropolgicas estadounidenses, los intelectuales cusqueos (indigenistas y neoindianistas por igual), asumieron puntos de vista culturalistas y se
adhirieron al rechazo internacional a las retricas raciales. Compartiendo este
rechazo y el modo en el que se expres, emplearon la categora grupos tnicos
para referirse a los indios y los mestizos, la poblacin elegida como el objetivo
principal de los estudios antropolgicos peruanos desde sus inicios.20
No sorprende que los lderes sindicales desecharan el indigenismo como
una engaosa retrica liberal, filoindgena de ayuda cultural y jurdica de parte
de los blancos y mestizos civilizados a los brbaros indios.21 En vez de proyectos de desarrollo, durante el Primer Congreso Obrero Departamental de abril
de 1950, los dirigentes de izquierda demandaron que los latifundios no-cultivados
fuesen distribuidos entre los trabajadores campesinos. De igual modo, los dirigentes de la Federacin de Trabajadores del Cusco anunciaron en el mismo congreso
la preponderancia de la clase trabajadora y propusieron la unificacin de todos los trabajadores sin distinciones raciales, sexuales o ideolgicas.22 A fines
de los aos 50, los estudios sobre la cultura (y los grupos tnicos) pertenecan
bien al discurso oficial estatal o, en su defecto, a lo que los izquierdistas perciban
como una investigacin acadmica apoltica. Frente a ambas oponan un discurso construido sobre una retrica de clase. Ninguno de los argumentos en liza
cancel no obstante los sentimientos racializados preexistentes, que sancionaban
la inferioridad de los indios y la superioridad de los intelectuales. Este statu quo
fue legitimado mediante actitudes de benevolencia paternal influidas por el populismo, a travs de las cuales los intelectuales superiores velaban por el bienestar
de los indios, no importa si etiquetados como grupo tnico por los conservadores o como campesinos por los dirigentes de izquierda.
La poltica sindical se acentu a finales de los aos 50, mientras los hacendados perdan gradualmente poder en la regin en un proceso que sera irreversible.
En 1961, una nueva organizacin, la Federacin Departamental de Campesinos
del Cusco, surgi para aglutinar a todos los sindicatos rurales. Para entonces ya
era evidente que los campesinos representaban la oposicin ms fuerte a las
20.
Aunque el Oxford English Dictionary registra el primer uso del sustantivo ethnicity en 1953
(Tonkin y otros 1989: 14-15, citado en Stolcke 1993: 24), este concepto no floreci en la
antropologa peruana sino hasta fines de los aos 80, cuando la retrica de clase cay
en desgracia a consecuencia de la guerra civil propiciada por el grupo terrorista Sendero
Luminoso.
21.
22.
Temario del Primer Congreso Obrero Departamental del Cusco, abril 1950, AHMC,
legajo 144, 1950.
211
23.
212
MARISOL DE LA CADENA
213
cultura andina, concebida como milenaria y premoderna. Adems de esta interpretacin ahistrica de la agencia indgena, los diagnsticos sociolgicos de la
realidad rural negaron a los indios la capacidad de liderazgo poltico; Son
incapaces de crear liderazgo, porque son emocionalmente dependientes de las
normas del viejo orden (Quijano 1978: 148). El lder indio est pasando por
un proceso de cholificacin, insistira el socilogo Anbal Quijano en un famoso
encuentro de intelectuales en 1965 (Arguedas y otros 1985). La definicin de
los indios como analfabetos, una suerte de bobalicones rurales necesitados de
la gua de las clases ms educadas para sobrevivir en una sociedad nacional dominada por la escritura, constituy la visin acadmica dominante que gener
un consenso entre los intelectuales que se consideraron a s mismos orgnicos
a la causa proletaria. Implcita en su visin de los indios estaba la idea de que
la capacidad poltica de estos pasaba necesariamente por su alfabetizacin. Una
vez letrados se transformaran en mestizos o cholos, dando as un paso hacia un
nuevo estadio de la evolucin de la clase trabajadora sin por ello dejar de estar subordinados a los intelectuales cultos. La confianza extendida a principios
de siglo acerca del poder de la educacin para transformar la configuracin racial del pas continuaba moldeando la imaginacin poltica a mediados del mismo,
a pesar del abierto rechazo a la misma nocin de raza.
Individuos como Mariano Turpo de Lauramarca y Saturnino Huillca, que
haban sido lderes polticos desde los aos 30 y que todava estaban activos en
los 70, reconocan que la alfabetizacin era un camino para el fortalecimiento
de la capacidad poltica. El lector recordar que en 1933 Turpo se dirigi a los
sindicalistas de Lauramarca como compaeros y recomend que deban insistir en nuestra necesidad de instruccin, sabiendo que leer nos hace ms indios.
Al igual que los polticos de la lite, crea que la alfabetizacin borraba la condicin social de la indianidad. No obstante, para l esto no exiga una desaparicin
de la cultura indgena, tal como los intelectuales dominantes pensaban. Los lderes de Lauramarca estuvieron entre los sindicalistas cusqueos ms astutos y
exitosos del siglo y mantuvieron su lucha por ms de setenta aos. A lo largo de
todo el periodo fueron capaces de negociar con polticos profesionales conservadores y progresistas.24 Su prctica poltica, no obstante, inclua la participacin
en obligaciones religiosas indgenas. Durante los aos 70, en su momento de
mayor xito, por lo menos quince de los lderes eran sacerdotes andinos (Gow
24.
Cuando en abril de 1958, como parte de la agenda estatal sobre el desarrollo rural, lleg al
Cusco una comisin indigenista, un grupo de lderes de Lauramarca le dio el encuentro
en el aeropuerto para hablarle antes de que lo hicieran los hacendados. Estas personas
tambin participaron en las ligas comunistas (Patch 1958).
214
MARISOL DE LA CADENA
1982: 201).25 Esto no signific, sin embargo, que abrazaran la indianidad como
identidad social.
Durante los aos 70 los campesinos indgenas tendieron a despojarse de
la indianidad para ellos una condicin social pattica. Los marxistas la consideraron como una forma de falsa conciencia, inferior a la identidad de clase
campesina, mientras los intelectuales conservadores definan a los indios como
un grupo tnico no-progresista. El consenso tanto sobre la inferioridad de los
indios como sobre la necesidad de redimirlos, se expresa en la retrica poltica
de los 70 con la generalizada sustitucin por el trmino campesino de la categora indio. La dictadura militar que decret la reforma agraria la ms
drstica reforma llevada a cabo por un gobierno latinoamericano no-marxista
complement esta poltica borrando el trmino indio del vocabulario oficial.
Mostrando implcitamente su conformidad con la medida, desde el lado opuesto
del espectro poltico el lder de un partido maosta seal que si existe alguna
diferenciacin (entre campesinos) no se establece entre campesinos indios, campesinos mestizos y campesinos blancos sino ms bien entre campesinos pobres,
campesinos medios y campesinos ricos (Paredes 1976: 31).
Junto con esta desracializacin de los trminos, la subordinacin de los
campesinos frente a los citadinos (proletarios o intelectuales) tambin se
reprodujo sin ser cuestionada. Las retricas marxista y culturalista asumieron
por igual la superioridad del conocimiento intelectual urbano de los lderes. Ni
la retrica insurgente, que haba servido de trampoln a los sindicalistas, ni la retrica culturalista (en su versin indigenista o neoindianista), se opusieron a la
preeminencia de la ciudad sobre el campo. Ninguna de ellas objet tampoco la
subordinacin de las mujeres frente a los hombres. La participacin de las mujeres
en la poltica no fue tomada en cuenta y por eso mismo las vendedoras del mercado (las protagonistas de este captulo) ocuparon una suerte de punto ciego
dentro de la retrica clasista.
Pero los lderes campesinos, que no circunscribieron sus actividades al
campo sino que se manifestaban tambin en la plaza de Armas, lo hicieron frecuentemente en conjuncin con las huelgas generales urbanas. De hecho, no
exista un paro exitoso sin la participacin de las placeras, que ayudaban a paralizar
la ciudad con el cierre del mercado. Los artculos periodsticos, que describen
25.
Eloy Neira, un cusqueo que trabaj para una ONG en la zona donde se ubica Lauramarca,
confirma esta informacin. Otro lder indgena, Mariano Mamani, el sucesor poltico de
Turpo y activo desde los aos 50, le cont a Neira que l tambin buscaba consejo para
sus acciones polticas en los sacerdotes andinos. Neira me inform que: Cuando le cay
un rayo al administrador de la haciendo, Mamani interpret el hecho como una seal favorable a su lucha contra el hacendado de Lauramarca. Tambin menciona que Mariano
Turpo se diriga a l como compaero.
215
el xito de las huelgas organizadas por los sindicatos de trabajadores, especificaban que los los puestos del mercado no abrieron sus puertas, contribuyendo
as al xito de la huelga.26 Estas vendedoras eran mestizas, mujeres que durante
la fase premoderna de la poltica cusquea se haban unido a los chakeichis organizados por lderes tales como Qatamayo. Igualmente haban participado en
el proceso de sindicalizacin desde 1944, cuando fue fundado el Sindicato de
Mercados Unidos (Aranda y Escalante 1978: 49). Sin embargo, en medio de la
modernizacin poltica del Cusco de mediados de siglo, las vendedoras del
mercado tuvieron un papel controvertido. De un lado el liderazgo poltico las
identific como una importante fuerza de oposicin, en tanto eran gente del
pueblo. De otro lado, los mismos lderes las consideraban potencialmente culpables de elevar los precios de la carne y los vveres y, por tanto, contrarias a los
intereses del pueblo. Durante los aos 50 y 60, el Partido Comunista no
abandon su retrica populista; por el contrario, el abaratamiento de los productos de subsistencia, la lucha contra la especulacin de los precios y a favor de la
disminucin del costo de los artculos de primera necesidad siguieron siendo
los temas centrales de su agenda poltica.27 Durante los aos en que el populismo
mezclado con la retrica clasista predomin en la oposicin izquierdista,
las vendedoras del mercado tuvieron una identidad de clase poco clara. Quizs
su ambiguo status de clase (junto con su identidad de gnero) las protegi de la
irrefrenable tendencia poltica de borrar las categoras racializadas de la retrica
oficial. A diferencia de los indios, que se convirtieron en campesinos, las vendedoras siguieron siendo mestizas. Sin embargo, tal como mostrar, la identidad
que mantuvieron difera significativamente de los significados raciales dominantes adscritos al mestizaje.
Imgenes intelectuales de la mujer india y de la mestiza
La primera impresin que produce una india es de profundo disgusto y aun de
repugnancia. El salvajismo se halla retratado en su fisonoma, en su actitud recelosa
y huraa. No revela inteligencia, ni imaginacin, ni razn, ni siquiera sentido comn; sino torpeza y testarudez. En su personalidad moral se descubren pronto
mansedumbres e inmundicias. La mansedumbre es su estado natural, la desconfianza su arma de defensa, el chisme y la mentira el instrumento de que se vale
para ganar simpatas y sembrar desavenencias que le reportan utilidad [...] [sin
26.
27.
Temario del Primer Congreso Obrero Departamental del Cusco, AHMC, legajo 144,
1950.
216
MARISOL DE LA CADENA
embargo] todava la ignorante, la inculta, la miserable india es buena madre, buena
esposa, buena hija y, sobre todo, no ahoga la voz de la naturaleza, no contrara
sus sabios mandatos aun cuando para encubrir la falta le sobraran motivos.
J. J. del Pino, 1909: 345.
Por ms increble que pueda parecer, el texto anterior pretenda defender a los
indios ante las opiniones de algunos limeos que no encontraban en ellos ninguna
virtud digna de consideracin. A pesar del tono peyorativo de la primera parte,
al final el autor sostiene que las mujeres indias tenan una naturaleza femenina
digna de elogio, lo que las haca buenas madres, hijas y esposas sexualmente
dispuestas. Por su parte, los cusqueos (quienes como ya sabemos por los captulos anteriores menospreciaban el desdn de los limeos hacia todo lo que fuese
indio) celebraban la fidelidad de la mujer india a su hombre, la cual explicaban
en trminos de la peculiar sexualidad de aquella. Predominaba entre los intelectuales la idea de que la sexualidad de las mujeres indias era notable por su natural rechazo a lo forneo, un rasgo que haba contribuido a la preservacin de
la pureza de la raza india. En su reciente anlisis del actual comportamiento
discriminatorio de los europeos, al que denomina fundamentalismo cultural,
Verena Stolcke (1995) considera que se legitima mediante la xenofobia definida
como el instinto cultural de rechazo a los extraos. Al igual que los contemporneos diseadores europeos de polticas, los intelectuales cusqueos imaginaron
que las mujeres indias tenan una reaccin sexual xenfoba ante los hombres
forneos. A diferencia del actual fundamentalismo cultural europeo, que toma
distancia de discursos raciales explcitos, los escritores cusqueos de principios
del siglo XX consideraban que tales reacciones eran inherentes a la hechura
sexual-racial de las indias. Afirmaron con entusiasmo que la mujer india nunca
es adltera i prefiere la muerte antes que ser infiel. Las no-casadas cohabitan
con sus coaldeanos menos con el misti i nunca con el blanco (Flores Ayala
1913: 14).
El panten femenino incaico identificado por los pensadores cusqueos
estaba formado por cuatro poderosas mujeres: Mama Huaco, Chaan Cori-Coca, Cori Ocllo e Isabel Chimpu Ocllo. Las dos primeras eran guerreras. Mama
Huaco haba salvado a su linaje en tiempos mticos, mientras Chaan Cori-Coca pele contra los enemigos del Inca, los chancas, en tiempos histricos (Cornejo
Bouroncle 1949: 7-9). Las dos ltimas fueron nobles incas que vivieron durante
la poca de la conquista. Isabel Chimpu Ocllo fue la madre del famoso cronista
Inca Garcilaso de la Vega y el prototipo de la princesa indgena que se rindi
ante el conquistador y que posteriormente fue abandonada por su amante espaol. Ella representaba los orgenes coloniales del mestizaje. En cambio, Cori
217
Valcrcel no fue, por supuesto, el nico en propagar este mito.28 Durante una
poca de intenso debate acerca de las ventajas y desventajas del mestizaje, la
imagen de Cori Ocllo encajaba a la perfeccin en los proyectos raciales puristas.
Las insuperables diferencias existentes entre la sexualidad de las razas ms desarrolladas y la de las indias, era el argumento del que deducan la imposibilidad
de la hibridez. La sexualidad, segn proponan algunos de ellos, dependa de las
capacidades culturales de cada raza. Debido a las habilidades intelectuales subdesarrolladas de los indios, su sexualidad era instintiva, desprovista del sentimiento
del amor e impulsada exclusivamente por los deseos ms primitivos y las necesidades de procreacin (Flores Ayala 1913: 27-28; Escalante 1910; Aguilar 1922).29
28.
29.
Las referencias a este tema son recurrentes y no son una prerrogativa de los intelectuales
cusqueos. Antero Peralta, un conocido poeta arequipeo, public en Amauta, el prestigioso
peridico izquierdista publicado en Lima [El indio] es fro, indiferente, inexpresivo en
218
MARISOL DE LA CADENA
Los peridicos pintaron una vvida imagen de estas ideas: El indio se junta a la
hembra como las flores, por la ley de la atraccin del polen. Los encuentros
sexuales eran verdaderas peleas que duraban horas en las cuales la pareja intercambiaba pellizcones hasta sacarse pedazos de carne de los brazos.30
A pesar de su atribuido estado primigenio, las mujeres indias pensaban
los intelectuales eran cruciales para evitar la promiscuidad dentro y fuera de
la sociedad indgena debido a que el furor sexual [es] mucho ms fuerte en el
indio que en la india (Flores Ayala 1913: 28; Delgado 1909: 21). Al igual que
Cori Ocllo, se crea que las mujeres indias rechazaran a los hombres que no
fueran de su raza. Ilustra esta idea una noticia publicada en 1926, donde se relata el castigo recibido por un estudiante universitario cuando trat de seducir a
una mujer india. Fingiendo aceptar sus demandas, ella lo haba conducido a una
trampa formada por una fuerte cadena de cien hombres quienes despus de
golpearlo lo llevaron a la casa del cura del pueblo.31 Contrariamente, la india no
tena objeciones para los de su propia raza, soportando pacientemente todo el
primitivismo del hombre indio. El proceso fue de hecho descrito en un artculo
periodstico tambin publicado en 1926: cuando el maccta [el joven soltero] tiene veinte o veinticinco aos busca a la pasa [la joven soltera] que no retira sus
favores de los ataques del varn.32 Esta naturaleza racialmente selectiva de la
sexualidad de las mujeres indias (que tambin las neutralizaba como blanco de
los deseos sexuales de los varones no-indios) inspir poemas a las vrgenes indias, de alma pura y fuerte (Masis 1927: 12). El sacerdote catlico Jorge A. Lira, que fue un renombrado especialista en la lengua quechua, crea haber encontrado la imagen de la mujer india en los salmos del rey Salomn (Lira 1960).
Para desencadenar este tipo de admiracin intelectual, la mujer india deba
seguir siendo rural. En el campo, si bien sufra el primitivismo de su esposo, el
ayllu poda protegerla de los asaltos sexuales de los gamonales mestizos. En la
ciudad, fuera de la proteccin del ayllu, era el objeto de los abusos de los hombres
de la plebe. De este modo, los indigenistas consideraban que la mujer indgena
sus relaciones sexuales [...]. Uno puede observar [en l] una tenue clave amorosa, extraa,
de alguna manera primitiva, esencialmente instintiva, casi animal [...]. El indio con seguridad
concibe un tipo de amor difcilmente comprensible para mentalidades europeizadas
que armoniza con las proporciones mtricas de su raza [...]. El tipo de amor del indio no
encaja en ninguna clasificacin [...]. Se acerca a la forma de amor de los autistas graves
(hombres fros, absortos, encerrados en s mismos) de los que habla Ernst Kretschner
(Peralta 1924: 29).
30.
31.
32.
219
220
MARISOL DE LA CADENA
incaicos, nace la barbarie mestiza que dar otro vigor al continente (Garca 1937:
142).
Durante la era neoindianista, el mestizaje dej de significar la traicin racial femenina y los orgenes de la degeneracin. Las mujeres indias que aceptaron las
demandas sexuales de los hombres forneos no fueron ya percibidas como mujeres inmorales, poseedoras de una sexualidad promiscua que se alejaba de la
norma racial. Por el contrario, dado que se necesitaba que ellas reprodujeran la
cultura del nuevo indio (varn) (Garca 1948: 212), la viril fraternidad neoindianista idealiz la maternidad de las cholas (cf. Parker y otros 1992: 6). Garca juzg a estas mujeres como la fuerza orgnica rejuvenecida que avanza desenvuelta
y sin miedo hacia la ciudad y hacia el presente, nutriendo con sus pechos opimos
y maternales la energa maternal de la raza, como madre o como nodriza, con
su tufo de chicha, y su huaino en la garganta [...] (Garca 1937: 182). La caracterstica primordial de estas cholas fue su erotismo expresivo, que permita la
procreacin de cholos. Esta era una manifestacin espiritual de una sexualidad
femenina normal, un sntoma de la juventud orgnica y de la salud espiritual
de una mujer completa en cuya sangre las hormonas de la feminidad funcionan
normalmente (Garca 1937: 184). Se pensaba que sus lugares propios eran
los mercados y las chicheras las sagradas camas matrimoniales de su maternidad social (Garca 1937: 183), donde ellas desplegaban su grosera y obscenidad, expresiones de su sexualidad franca, sin restricciones en trminos raciales,
la cual, cuando se expresaba en privado, produca el mestizaje.
La prdica neoindianista acerca de la chola tuvo repercusiones nacionales
e internacionales. Las ideas de Uriel Garca tuvieron eco en el indigenista mexicano Moiss Senz, que fue seducido por el papel de las cholas en el proyecto nacional de mestizaje. l escribi sobre ellas:
[...] es el smbolo literal de la nacionalidad [...] representa la fuerza orgnica de la
raza rejuvenecida [...] la superioridad de la chola sobre la india parece indiscutible
[...] es ms gil de espritu, ms activa, marcha erguida por los caminos, [...] habla
en alta voz, un poco groseramente [...] la chola viaja por todos los caminos de la
sierra canturreando medio en castellano, medio en quechua, formante con corpio
apretado y sus enaguas esponjadas, de colores hirientes [...] (1933: 275).
En el Per, la figura de la chola funcion inclusive como un catalizador para expresar la friccin poltica entre indigenistas y neoindianistas representados
por Valcrcel y Garca, respectivamente. Jos Varallanos, un autor nacido en el
departamento de Hunuco, fue uno de los ms fervientes impulsores de Uriel
Garca y un crtico del indigenismo a lo Valcrcel. Defendi tambin a la
chola, acerca de la que escribi:
221
Generalmente la chola no se cas, fue concubina y partidaria del amor libre [...]
ella no tiene igual que la india el concepto del amor virginal, se entrega al varn
por amor, por la libre expresin de su sentimiento y de su voluntad [...] en el hogar la chola ejerci una especie de matriarcado. Diferente de la mujer espaola
[...] figura decorativa [...] o de la india que es la sumisa servidora del marido [...] la
chola es la jefe de la casa cuya responsabilidad moral y econmica asume [...] se
desenvuelve en todos los negocios de la aldea o de la ciudad, y en la pequea industria [...] mujer de energa y de masculina voluntad [...] es la revolucionaria social de su medio y de su tiempo (Varallanos 1962: 65).
222
MARISOL DE LA CADENA
Me han contado que tus muslos
son ms rosados que el alba
hay que ver cmo te gusta
mover furiosa las ancas;
ganas me dan de saquearlas
con mis dos manos piratas!
Luis Nieto fue el ms famoso poeta de los atractivos fsicos de la chola, pero no
el nico.33 A diferencia de la mujer hotentota, cuyos genitales y nalgas fueron
exhibidos pblicamente para mostrar su sexualidad incontrolada (Callaway 1993;
Gould 1985), la chola solo mereci alusiones poticas a ellos de parte los escritores neoindianistas. Pero al igual que la mujer hotentota y a los ojos de los varones
cusqueos, lo que distingua a la chola era esa misma sexualidad desenfrenada y
sus expresiones fsicas externas: senos grandes, caderas amplias y labios prominentes. Adems, crean firmemente que las mujeres indias se convertan en
mestizas (cholas) tan solo transformando su conducta sexual xenfoba racialmente condicionada. No obstante su renuncia a la categora raza, el neoindianismo
estuvo profundamente asentado en una concepcin de la sexualidad como un
rasgo racial y de gnero que, si era adecuadamente manejado, podra abrir las
puertas al mestizaje nacional.
En este proyecto racial estratificado, populista y masculino, las cholas constituan el ideal sexual de los varones neoindianistas, quienes se consideraban a s
mismos conquistadores de estas mujeres, tal como expresa el poema de Nieto.
Pero el proyecto no necesariamente significaba un mismo ensalzamiento de los
cholos plebeyos. Si bien los intelectuales neoindianistas haban desafiado atrevidamente las normas que prescriban la endogamia sexual para los varones de la
lite, mantuvieron muchas otras reglas de la moral de la decencia. Entre ellas,
una de las ms apreciadas fue su responsabilidad patriarcal de proteger a las
mujeres de las penurias de ganar su sustento, una virtud que ellos consideraban
ausente en los cusqueos plebeyos varones. No obstante la admiracin neoindianista por la alegra de los cholos, su fuerza y sus inclinaciones artsticas, inclusive
Garca, un neoindianista modelo, los acusaba de ser vagos y de abusar de las
cholas (Garca 1937: 118). Al igual que sus predecesores intelectuales, los neoindianistas crean que los cholos plebeyos no eran buenos patriarcas debido a su
falta de educacin. A pesar de la sexualidad masculina incuestionada de los
hombres de la clase trabajadora, su negligencia como padres y maridos pona
33.
Vase Segundo Jara Eguileta (1936). Tambin A mi chola Eduviges (1944). El huayno
(una meloda musical local) Valicha data del mismo periodo (Tamayo 1992: 861); famoso
y absolutamente familiar para cualquier cusqueo, narra los apuros de su compositor
cuando se enamor de una mestiza.
223
35.
224
MARISOL DE LA CADENA
en el siglo XIX proliferaron imgenes de la mujer extica, sometida a la colonizacin, como un nexo entre la literatura ertica, la fantasa, el deseo y el placer,
siempre ensombrecida por el temor a los peligros desconocidos, la contaminacin, la perturbacin, la degeneracin y la destruccin (1993: 34). Si bien algunos
cusqueos forjadores de imgenes dominantes haban superado estos temores
a mediados de siglo, para quienes acataron la moral sexual de la decencia, el
nfasis neoindianista en el erotismo libre de las cholas no hizo ms que fortalecer
las creencias en su supuesta inmoralidad sexual y degeneracin. Ambas cosas
no podan ms que dar lugar a otras formas de delincuencia, algo particularmente
obvio en el mercado, que era visto como el lugar propio de las cholas.
Raza, delincuencia y sexualidad
El populismo decente y las mestizas
A principios del siglo XX algunos criminalistas cusqueos, asumiendo unas leyes de la herencia racial internacionalmente extendidas en los crculos intelectuales, crean que la falta de educacin y las penurias derivadas de la miseria daaban
a los pobres y causaban deficiencias hereditarias. El limitado acceso a la educacin
entre las clases bajas daba como resultado una capacidad cerebral subdesarrollada
y una inclinacin natural hacia el crimen (Luna 1919: 18-19). En concordancia
con los preceptos de la decencia, esta idea asumi el poder de la educacin para
dar forma a la vida de los individuos. La falta de educacin de los pobres conduce
a la violencia porque el hombre cuanto ms ignorante es, se aproxima ms al
bruto, en el que los instintos salvajes se manifiestan inmediatamente por actos
violentos y sanguinarios (Luna 1919: 20). Todava a mediados del siglo XX, en
las pginas de los peridicos se segua relacionando la pobreza con la ignorancia,
la ociosidad y la delincuencia. Las referencias a familias de ladrones (con su
nocin implcita de atavismo racial) eran frecuentes.36 En medio de la renovacin
populista y neoindianista, las creencias dominantes acerca de la falta de educacin
de las clases trabajadoras continuaron legitimando las diferencias entre la gente
decente y la gente del pueblo, los plebeyos. Supuestamente ignorantes y por
tanto no-refinados, estos estaban, para las lites, inevitablemente inclinados
al crimen. El abandono formal de la raza y la reevaluacin del mestizaje no haban socavado el pilar del pensamiento racial cusqueo: la creencia en que la
36.
225
educacin distingua a la lite del resto. En ese sentido, y en una era aparentemente desprovista de la idea de raza, la educacin se transform en un marcador de
clase ms importante que los logros econmicos relativamente importantes
para algunos grupos de la clase trabajadora, si bien obtenidos en el desempeo
de actividades de escasa consideracin social. Los vendedores de ganado, los
carniceros y un sinfn de intermediarios de vveres, estuvieron entre este grupo
de plebeyos acomodados, a quienes las lites seguan clasificando junto a los
pobres. Empleando ideas morales similares a aquellas que sirvieron para distinguir a los gamonales de los hacendados y que retrataban a los gamonales como
terratenientes ilegtimos, los plebeyos urbanos econmicamente exitosos fueron
considerados como especuladores ostentosos e inmorales. Sobre la base de
creencias racializadas acerca de las diferencias innatas impresas por la educacin
(de clase), la gente decente se separaba de la gente del pueblo y daba forma a
rutinas discriminatorias en la vida cotidiana de la ciudad del Cusco.
Los carniceros, varones y mujeres mestizos, se hallaban en los aos
50 entre los ms ricos de los grupos que pertenecan al estrato social popular.
Tal como muestra el cuadro 1, los ingresos por impuestos del mercado y el camal se incrementaron aproximadamente diez veces entre 1942 y 1960. No es
una coincidencia que las carniceras y los camaleros fueran sealados como ejemplos de la violencia latente y la ignorancia de las clases trabajadoras a consecuencia
del empleo inmoral de su riqueza. Cuando el carnicero Cornelio Velsquez mat al padre de su compaera, un peridico relat los hechos sangrientos con todo lujo de detalles. De acuerdo al autor del artculo, el lucrativo negocio de Velsquez le haba permitido introducir comodidades en su casa y tambin dedicarse con mayor continuidad a abundantes libaciones de chicha. Borracho y furioso,
cogiendo un cuchillo de degollar carneros, haba acuchillado a su suegro hasta matarlo.37 Si hubiesen seguido siendo pobres y Cornelio no hubiese podido
beber tanto, la tragedia no se habra producido segn la opinin del periodista.
La gente del pueblo siempre ser ignorante, a pesar de tener los medios para
dejar de serlo, es otra moraleja que podra haberse extrado de este episodio.
La otra cara de esta creencia dominante estableca que la gente decente no
era delincuente. El 31 de agosto de 1942, el diputado cusqueo Roberto F.
Garmendia propuso una ley contra el abigeato. Como parte de su propuesta
defini a los abigeos como personas de nfima condicin social, que no tienen
trabajo, vagos, alcohlicos, degenerados [...] fluctan entre el indgena y el mestizo, son individuos que ya tienen desarrollado ese instinto de vivir de lo ajeno.
Por el contrario, pensaba que los hacendados, por su situacin social y econmi-
37.
226
MARISOL DE LA CADENA
227
llevar puesto su mandil y limpiar sus pertenencias de acuerdo a las rdenes dictadas
por la oficina del alcalde. Fue suficiente para Pumayalli, cuyo nombre significa en
quechua vencedora de tigres. Intent atacar al guardia y le persigui blandiendo
un cuchillo y lanzndole una lluvia de insultos de su bien surtido repertorio [...].
Esto bast para animar al resto de las vendedoras a rebelarse contra el decreto
municipal concerniente al orden y la limpieza [...]. No sorprendera que un da
nos encontrramos con una huelga armada en el Mercado Oriental, donde abundan las sucias e indecentes Pumas que no estn dispuestas a perder su impura
costra de suciedad.38
Durante los populistas aos 50 y 60, las denuncias sobre las alzas de precios daaron an ms la antigua imagen de la mestiza grosera e inmunda. La celebracin
neoindianista del erotismo sexual de las mestizas solo sirvi para avivar el pnico
moral en contra de las mestizas, mientras apuntal la idea de que estas mujeres
suponan una amenaza para la sociedad. Las autoridades tuvieron que perseguir
y limpiar el entorno de una falta de moralidad, que era la consecuencia de
una ausencia del comn autocontrol entre las mestizas y socavaba los ms vitales intereses colectivos.39 De esta forma el populismo se mezcl con las reglas de la decencia, estructuradas sobre una consideracin de gnero, para producir una imagen de las mestizas y de algunos de sus abastecedores los comerciantes mestizos y los matarifes como adversarios del bienestar de la gente y como una amenaza en contra de los intereses econmicos de los cusqueos de todas las clases sociales.
Si en las dcadas anteriores el control de las vendedoras fue una tarea seria, lo fue mucho ms a mediados de siglo cuando, debido a las transformaciones
econmicas regionales, el mercado lleg a ser conocido como el estmago de
la ciudad y, en ese sentido, como una prioridad40 en la urbe. Cmo llegara la
comida a los hogares si las mestizas se negaban a vender? La relacin entre el
gobierno municipal y las mujeres del mercado estuvo marcada por el conflicto
y la negociacin permanentes. Si bien las mestizas tenan alguna influencia, para vender necesitaban la licencia municipal, sujeta a un plazo de renovacin
anual. Si tenan muchas multas, o no las haban pagado, la todopoderosa licencia,
una vez vencida, no era renovada. Con el propsito de evitar este tipo de situaciones, las placeras negociaron con el municipio, el cual, a su vez, eligi obtener in-
38.
39.
40.
228
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gresos multando a las mestizas antes que enfrentndolas cuando ellas elevaron su protesta por la negativa del municipio a las renovaciones de licencias.41
Resoluciones como: La municipalidad est comprometida con la correccin de abusos [...] por esta razn se resuelve multar a los propietarios sin escrpulos se encuentran con frecuencia en los registros municipales.42 El certificado
de conducta otorgado por el supervisor del mercado fue un medio muy efectivo
de supervisin y, desde luego, crucial para el control poltico-moral de las placeras.43 Los gobernantes de la ciudad emplearon los certificados en su distribucin
de premios y castigos. Un calificativo de buena conducta les daba a las vendedoras el acceso a puestos adicionales en el mercado, y tambin a prstamos para
vivienda, e incluso les eran disculpados los actos leves de conducta impropia.44
Por el contrario, si se comportaban mal, las vendedoras enfrentaban el estricto
cumplimiento de las regulaciones de la ciudad.
En conformidad con la creencia de la lite acerca de que la conducta inmoral y la falta de educacin iban de la mano, las multas que el municipio aplicaba a las placeras tenan un propsito educativo. Cuando Lola Daz se neg
a venderle carne a una dama, fue multada para que cuide la ms correcta
conducta en el ejercicio de su negocio. Benedicta lvares, que vendi chicha
a precio prohibitivo, fue multada porque era necesario moralizar con sanciones. Una mujer que venda pan fue multada con veinte soles por usar palabras
deshonestas con menoscabo de la cultura del vecindario. Se le dio un tratamiento similar a una mujer que venda truchas para que aprenda a no faltar al respeto a la polica municipal, al pblico comprador y a la vecindad.45
Los vendedores varones tambin eran multados, pero el motivo del castigo
era generalmente distinto. Un vendedor de agua de manantial, ebrio, fue multado
41.
Por ejemplo, cuando la licencia de Evarista Loayza, una carnicera del mercado, fue suspendida por diez das sin trabajar, ella arregl con el inspector del mercado para pagar una
multa de setenta soles a fin de cancelar la suspensin y volver a su puesto inmediatamente
(AHMC, legajo 167, 8 de agosto de 1957).
42.
43.
44.
Vase documentos varios en AHMC, legajos 93 (1931-1932); 154 (1952); y 159 (1953).
45.
AHMC, legajo 114 (1941), 16 de mayo de 1941; legajo 119 (1942), 28 de octubre de 1941;
legajo 157 (1953), 6 de mayo de 1953; legajo 165 (1956).
229
46.
47.
230
MARISOL DE LA CADENA
bles, produjo en general buenos resultados para las mestizas en sus negociaciones con las autoridades municipales.
Otra estrategia fue la de exigirle a la municipalidad las mismas condiciones
que las autoridades les imponan a ellas. En 1952 un grupo de vendedoras de
harina protest ante el prefecto y ante el ministro de gobierno por el intento
del alcalde de reubicar sus puestos y subir los alquileres. Para evitar el traslado
de los puestos de venta a otro lugar, las vendedoras emplearon el mismo concepto
de higiene que permanentemente se utilizaba en su contra. Ellas argumentaron:
el artculo que nosotras expendemos es de primera necesidad y por lo tanto
necesita un local adecuado dotado de toda higiene y limpieza. Las harinas son
inofensivas en olores y contribuyen a la mejor presentacin del mercado. Al
rechazar los altos alquileres dijeron:
[...] nosotras somos mujeres de muy modesta condicin social [...] entregadas a
la venta diaria de harinas, somos trabajadoras, madres, algunas viudas que para el
sostenimiento de nuestros hijos contamos solo con nuestro pequeo y honrado
trabajo y necesitamos amparo y consideracin de parte de las autoridades municipales.48
Al enfatizar su condicin de mujeres muy trabajadoras, las vendedoras del mercado buscaban invertir la imagen de suciedad, delincuencia y vulgaridad que la
sociedad cusquea les haba impuesto. Pero junto a estas pacficas negociaciones,
estas mujeres tambin lidiaron a diario con los guardias municipales y participaron
en las luchas polticas, lo que les adjudic definitivamente una imagen de insoportablemente atrevidas. Lderes femeninas de fanticas multitudes, iniciadoras
de apedreamientos, cmplices de ladrones y bandidos, fueron frases que
Uriel Garca emple para describirlas (1937: 185). Los archivos de la polica
municipal estn repletos de frases como estas mujeres no escarmientan y
sus frecuentes multas son reincidentes.49 Esas no tienen miedo a nada ni a
nadie era y todava es la apreciacin negativa que las lites tienen de la temeridad de las mestizas.
Donde las vendedoras desplegaron ms vvidamente su controvertido atrevimiento fue en sus enfrentamientos pblicos con las autoridades. En varias de
mis innumerables incursiones en el mercado de abastos (y tambin en muchas
casas de la lite), escuch un relato que se ha convertido en parte del imaginario
48.
Carta al prefecto del departamento de Paula Castillo, Gregoria de Sueldo, Vicentina Farfn, Luisa Vera de Bazn, Honorata Bjar (viuda) de Palma y otras, AHMC, legajo 156
(1952), 15 de julio de 1952.
49.
AHMC. Vase varios documentos del legajo 119 (1942) al legajo 167 (1957).
231
50.
232
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la ciudad de este modo no era una sabia estrategia: Manuela tuvo que pagar la
multa.
Junto con la agresin fsica y verbal en contra de las autoridades y los
guardias del mercado, las mestizas lucharon por su derecho al respeto mediante
soberbias demandas escritas donde reclamaban una adecuada infraestructura
para el mercado, ms justos procedimientos comerciales y justicia poltica por
parte de las autoridades. Inmediatamente despus de la cada del presidente Legua en 1930 y provocadas por su gradual alejamiento de su populismo original,
un grupo de vendedoras del mercado hizo circular un volante dirigido al Pueblo
del Cusco en el que se criticaban las polticas presidenciales y al mismo administrador del mercado. Fue un escrito que atrajo al generalizado populismo antileguista de entonces, que sin embargo rechazaba su supuesta incorreccin. Deca:
no habr poder humano que nos obligue a lesionar los intereses del Cusco, pagaremos las cuotas al consejo con el mayor gusto [...] alerta vivanderas y vivanderos! Que acabe ya la poca de las explotaciones del funesto Legua! Unirse todos! Viva la justicia! Viva el Cusco!
Protegidas por este prembulo nada amenazador, las vendedoras prosiguieron con una denuncia en contra del administrador del mercado un leguista
quien nos trata sin ninguna consideracin a nuestro sexo ni condicin, gritndonos o hartndonos de improperios sin mayores motivos.51 Treinta aos despus,
las mestizas sindicalizadas encabezaron la transformacin poltica general de la
regin. Siguieron jugando el papel de mujeres del pueblo e inclusive incorporaron
la retrica clasista. En un comunicado de prensa emitido en 1961 por el comit
de huelga del Sindicato de Mercados Unidos, las vendedoras se presentaron
primero como trabajadoras empobrecidas, comerciantes minoristas [...] que
vivimos al da y en las peores condiciones. Utilizando el vocabulario de clase,
procedieron luego a rechazar los cargos de especulacin de precios que se les
hacan, argumentando que los nicos especuladores eran los grandes capitalistas,
los grandes comerciantes, los grandes terratenientes y comerciantes.52
Tal como se mencion, la creacin del Sindicato de Mercados Unidos en
1944 form parte del proceso de modernizacin poltica del Cusco. Desde ese
entonces el Apra y el Partido Comunista haban competido por el liderazgo del
sindicato, dada la importancia crucial del mercado de abastos para el xito de
las huelgas generales urbanas. Si las mestizas se unan al paro cerrando el local
del mercado y formando piquetes a su alrededor, la posibilidad de xito de los
huelguistas aumentaba. En la tradicin poltica oral ha quedado firmemente
51.
52.
233
grabado un paro general que tuvo lugar en 1958, que los cusqueos de la clase
trabajadora todava consideran como uno de los momentos ms gloriosos de la
Federacin de Trabajadores del Cusco. El paro, convocado en protesta por el
alza del precio de la gasolina, fue de particular importancia para las mujeres del
mercado porque el combustible formaba parte de los costos del transporte de
cosechas y ganado desde el campo a los puestos de venta. Varios testigos del
evento recuerdan el importante papel que las vendedoras mestizas jugaron en
esa ocasin. Uno de los testigos narr:
La brutalidad represora alcanz su clmax en el Mercado Central, donde [el ejrcito] intent silenciar a las vendedoras que estaban manifestndose. La polica entr en el mercado violentamente y las vendedoras reaccionaron repeliendo la
agresin [...]. Algunos momentos ms tarde la mujer captur al general Daniel
Vargas Dvila [...] seis vendedoras de mercado participaron en este secuestro; le
agarraron por el cuello y le quitaron su chaqueta militar y su sombrero, en el que
se orinaron (Aranda y Escalante 1978: 61).
53.
234
MARISOL DE LA CADENA
235
Por su parte, los camaleros solicitaron al municipio permiso para que sus esposas
e hijas continuaran vendiendo carne en el mercado. Nosotros vendemos a travs de nuestras esposas en el mercado central para ganar cinco centavos ms,
argumentaban.56 Pero ms importante que obtener un mayor ingreso era la in54.
55.
Carta del Sindicato de Mercados Unidos al alcalde, AHMC, legajo 170 (1959), 2 de
febrero de 1960.
56.
Del presidente del Gremio de Carniceras al alcalde, AHMC, legajo 170 (1959), 25 de
febrero de 1960.
236
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fluencia poltica que obtenan las parejas de los carniceros. Controlar el negocio
desde distintas posiciones (las mujeres como vendedoras al menudeo, los esposos
como compradores mayoristas) ubicaba a estas parejas en una posicin ventajosa
para forzar a la municipalidad a negociar el precio de la carne. Las autoridades
se reunan con el presidente de la Sociedad de Vendedores de Carne del Mercado
y los camaleros, por lo menos tres veces al ao, para discutir sobre el precio de
la carne.
Estas poderosas parejas contradecan la imagen de los cholos que tenan
los neoindianistas. Ellos haban elogiado a la chola solitaria y sacrificada, carente
de proteccin patriarcal, ya sea porque su pareja la haba abandonado o porque
era un borracho que no trabajaba. Pero en 1940, cuando surgi el neoindianismo,
diecisis carniceras (de un total de veinticinco en el mercado central) estaban
casadas o vivan con camaleros.57 El deseo de los escritores neoindianistas por
las cholas o el hecho de que las mujeres estaban viviendo en concubinato
inmoral probablemente los cegaba frente a la evidencia de que las mujeres
del mercado tenan parejas domsticas y no solo sexuales. Generalmente, cuando
las vendedoras del mercado solicitaban una licencia para vender carne, justificaban su peticin argumentando a partir del carcter conyugal de sus ingresos.
Rudecinda Porres, por ejemplo, revel que ella se ganaba la vida vendiendo
carne y lana del camal en compaa de mi esposo. Razn por la cual deseo alquilar un puesto para trabajar personalmente.58 Solicitudes similares eran frecuentes y ciertamente no se restringan a las carniceras. El compaero de Raimunda Cusi era un vendedor mayorista de frutas, mientras ella misma era una vendedora minorista.59 De cualquier modo, las mujeres carniceras, las fruteras y las
paperas tenan sus parejas y a pesar de no estar oficialmente casadas, estas
mujeres eran trabajadoras productivas. A diferencia de la gente decente, las parejas plebeyas exitosas operaban como unidades econmicas y no solo como
parejas conyugales. Tambin a diferencia de las mujeres decentes que ganaban
un ingreso tan solo cuando se vean en la necesidad a falta de un buen patriarca,
las mujeres plebeyas trabajaban con sus esposos para incrementar los ingresos
familiares. Trabajar como pareja en diferentes nichos del mismo negocio era la
base tanto de su habilidad para controlar el abastecimiento de alimentos en el
mercado como de su influencia poltica.
En algunos casos, la misma estrategia era til para organizar el liderazgo
poltico. Lucrecia Carmandona, de 62 aos, vendedora de yuca y papa, es la es57.
58.
59.
Solicitud de las mujeres del mercado al alcalde, AHMC, legajo 119 (1942), 16 de setiembre
de 1942.
237
posa del dirigente sindical Agustn Mamani. Lleg al Cusco procedente del
pueblo cercano de Urubamba en los aos 50, cuando el Partido Comunista estaba organizando importantes sindicatos urbanos y rurales. La Federacin de
Trabajadores del Cusco era propietaria de un local donde se reunan lderes polticos y futuros sindicalistas. Este era uno de los lugares favoritos de Lucrecia
para vender fruta debido a que, mientras lo haca, poda escuchar las discusiones
polticas. Decan que ellos trabajaban para los pobres y yo era pobre, no tena
nada, ni familia. All, en la Federacin, conoc a mi marido, Agustn Madani,
hijo de un indio de poncho y ojotas, viudo y pen de una hacienda de San Jernimo. Agustn se convirti en uno de los lderes sindicales ms activos del
Cusco y l y Lucrecia tuvieron diez hijos. Todos porque yo quise, ninguno por
accidente, recuerda Lucrecia con orgullo la forma en que ella control su
sexualidad durante sus aos frtiles. Yo no haba tenido una familia y quera
tener una muy grande, me dijo. Lucrecia, como su pareja, se convirti en una
importante lder sindical organizando a las mujeres vendedoras del mercado
central. Ella misma se describi de esta manera:
Yo soy mestiza luchadora, siempre he trabajado junto a mi marido para que a mis
hijos no les falte nada. Me he enfrentado con todos para que no me faltaran el
respeto [...] los he insultado y correteado cuchillo en mano, he querido aprender
a hablar para defenderme y lo he hecho [...] yo no soy de la sociedad del Cusco,
esos que nos desprecian, nos dicen esas cholas, nos insultan; creen que somos
ladronas y putas [...] yo solo soy trabajadora y he ayudado a mi marido toda la vida [...] si me he defendido e insultado, es por mis hijos, por eso mis hijos todos se
han educado y ahora todos toditos son profesionales [...], pero mi lucha sigue
porque todava tengo nietos que hacer crecer [...].
En los aos 70, cuando el general Juan Velasco Alvarado gobern el Per, fue
elegida como la madre revolucionaria de la ciudad. A pesar de que como
ella admite las damas la han insultado ms de una vez llamndola chola vulgar e indecente, india puta a consecuencia de su carcter batallador, ella sabe que es precisamente este atributo el que la hizo acreedora de este reconocimiento de parte del gobierno militar que decret la reforma agraria. Aunque enconsonancia con una estructuracin de gnero del mbito poltico no fue reconocida como una poltica, se le confiri el honor en virtud de ser una madre,
ocasin que recuerda con orgullo. Cuando le pregunt cmo se senta por esto,
me dijo: Mis luchas han sido polticas. Siempre he sido una organizadora. Pero
la gente no necesita serlo para luchar por sus hijos o por sus familias y eso es lo
que hacemos todas aqu en el mercado. Ser una madre mestiza es ser una luchadora poltica.
238
MARISOL DE LA CADENA
239
adecuado, las mestizas han producido un cdigo moral alternativo que las hace irreconciliables con las imgenes dominantes que los hombres tienen acerca
de las mujeres decentes. En el centro de su cdigo moral est el respeto, que
consiste en la urgencia de pelear y trabajar, contra todos los obstculos, por el
bienestar de su familia. Desde la ptica de gnero inscrita en la decencia, este
comportamiento es inadecuado para las mujeres. Por lo tanto, a pesar de que el
respeto dignifica a las mestizas ante sus propios ojos, mantiene la divisin concebida culturalmente entre la elite y los plebeyos. La preponderancia de la decencia
sobre el respeto explica por qu, a pesar del xito econmico de algunas mujeres
y hombres plebeyos, ellos continan siendo despreciados por la lite cusquea.
Ilustrativo de este desprecio es el apodo que la lite le otorg a una de las empresarias mestizas ms exitosas, una vendedora de tomates. Se refieren a ella como
la reina del tomate y en tonos indignados narran la historia (que no pude
confirmar) de cmo esta mestiza habra comprado incluso una residencia colonial
que perteneci a un arruinado aristcrata cusqueo.
Las mestizas como mujeres indgenas exitosas
Durante el periodo de mi trabajo de campo pas muchas horas en el puesto del
mercado de doa Lucrecia. Sentada sobre sacos de productos y ayudndola a
pelar yucas, escuch sus historias sobre las incursiones de la polica en el mercado.
Pero tambin me cont sobre su infancia y sobre cmo se haba encontrado
con Agustn Mamani. Lucrecia Carmadona fue una de las primeras personas
que llam mi atencin sobre el significado que tena el trmino mestiza en el
lxico de identidad de las clases trabajadoras. Soy una mujer indgena, dijo
para mi sorpresa, puesto que yo pensaba que ser mestiza reemplazaba al ser indgena. Mi madre era tambin una vendedora del mercado. Mis tos la llamaban
chola placera, continu explicndome.
El padre de Lucrecia fue un fabricante de sombreros relativamente prspero
y dueo de propiedades rurales en el cercano pueblo de Urubamba. Mis tas
se consideraban damas y mi padre un caballero. Por eso nunca se cas con mi
madre, ella era solo una chola, una india para ellos. Pero l la quera mucho, eso
es lo que mi madre sola decirme. Pero sus hermanas nunca le dejaron casarse
con ella. Por tanto, el seor Carmandona nunca se cas con la madre de Lucrecia. Para esconder la vergenza que la relacin con una chola mestiza poda representar para su familia, las hermanas Carmandona llevaron a Lucrecia a Urubamba, donde ellas administraban la propiedad del sombrerero. Ah criaron a
Lucrecia como una sirvienta. Me hicieron una sirvienta por el crimen de mi
padre de haberse enamorado de una chola placera como ellas llamaban a mi
240
MARISOL DE LA CADENA
madre, mi crimen era ser la hija de la placera. Como sirvienta, caminaba descalza
o con sandalias de goma. Mis manos y mi cara siempre estaban sucias, pero
me mandaron a la escuela [...] quizs porque mi padre les oblig [...] no me cri
como una mestiza porque mis tas no eran mestizas, se las daban de damas y
por eso no me dejaban ver a mi madre y me criaron como una sirvienta india.
Me hice mestiza yo sola.
Cuando todava era una nia, sus tas la enviaban a un mercado semanal
en Calca para vender canastas llenas de productos de las cosechas de sus parientes.
Poco a poco, a medida que aprenda a vender, me dijo Lucrecia, ella se convirti
en mestiza. Sac una licencia para poder vender en las calles de los alrededores
del mercado de Calca. Para proteger su cabeza y rostro del sol usaba un sombrero
blanco que compr en el mercado de Calca, lo usaba solo cuando venda [...]
en la casa de mis tas no me hubieran dejado llevarlo. Compr tambin un
mandil para no ensuciarse, puesto que los productos que venda tenan incrustada
la tierra de las chacras. Su sombrero y su mandil fueron los primeros signos de
su identidad mestiza. Cuando Lucrecia cumpli quince aos se escap de la casa de sus parientes y se fue a la ciudad del Cusco. Ah compr una canasta y
unos cuantos pltanos y empez como vendedora caminando por las calles.
Los cusqueos en general consideran el atuendo como una caracterstica
definitoria de la identidad de la mestiza, en tanto que la distingue de la mujer
india.60 Uriel Garca defini a la trabajadora mestiza como la campesina que
est en la ciudad y cambia su vestido de campesina por uno de cocinera, sirviente,
artesana o vendedora del mercado (1949: 139). Comparando el proceso de
cambio de ropas con una metamorfosis natural, pensaba que las faldas eran la
crislida de la mujer india que se transforma en mestiza (1949: 139). Lucrecia
enfatiz tambin el simbolismo de sus ropas en tanto identificadoras de su
identidad como mestiza. Sin embargo, lo que simboliza la vestimenta es diferente
en cada caso. Los neoindianistas imaginaban la sexualidad mestiza como un
rasgo racial que se haba transformado desde la frigidez xenfoba caracterstica
de la mujer india a la pasin ertica que haca a las mestizas proclives a aceptar
60.
AHMC. En 1950 un estudiante de la universidad del Cusco escribi: Las mujeres mestizas
se visten con faldas plisadas y chaquetas adornadas con bordados. Usar largos y pesados
chales que cubren su pecho. Llevan tiesos sombreros de paja, zapatos tipo bota [] las
mujeres indias visten faldas tejidas a mano y tan solo llevan pequeos chales o llicllas que
cubren la espalda. Sus sombreros son monteras que indican la regin a la que pertenecen.
Muchas mujeres indias, especialmente en la ciudad, estn empezando a usar una especie
de baratas telas de algodn y sombreros de fieltro (Escobar Moscoso 1950: 8). El historiador Jos Tamayo, siguiendo las normas culturales del Cusco, dice en su ltimo libro: Las
mujeres de Qosqo que usan faldas castellanas, sombrero blanco, chal y que trabajan en el
mercado eran llamadas, o son llamadas, mestizas (1992: 815).
241
los requerimientos de los varones no-indios. Desde esta perspectiva, las ropas
eran smbolos externos de comportamientos sexuales especficos y cambiar el
atuendo de india a uno propio de las mestizas iba de la mano de la adquisicin
de una sexualidad diferente. Significaba pasar (sexualmente) de un grupo racial/
cultural a otro, e implicaba desechar aquellos comportamientos culturales considerados inferiores. En cambio, desde la perspectiva de las mestizas como
ilustra el relato de Lucrecia, ser india o mestiza no tiene nada que ver con las
diferencias sexuales raciales/culturales sino con una condicin social. El hecho
de cambiar de vestimenta en el caso de Lucrecia (de ser una india sirvienta a ser
una mestiza) signific pasar de una condicin social a otra, pero esto no implicaba
cortar lazos con la comunidad indgena regional sino acrecentar, o quizs inclusive establecer por primera vez, sus propios lazos con ella. Para ilustrar esto, permtaseme citar a Lucrecia Carmandona una vez ms: Cuando era sirvienta haba odo hablar del Qoyllur Riti, pero nunca pude ir. Era demasiado caro para
m, recordaba ella. Qoyllur Riti es un peregrinaje y una ocasin en la que todos los as llamado indgenas cusqueos rinden un homenaje ritual a uno de los
lugares sagrados de la regin. Si bien la presencia de turistas y antroplogos es
creciente en Qoyllur Riti, los cusqueos no-indgenas no participan (o lo hacen
solo como observadores), puesto que la festividad es emblemtica de la cultura
indgena. Lucrecia particip en el peregrinaje una vez que se convirti en una
vendedora mestiza del mercado que poda costear el gasto de asistir al ritual andino. Tal como me dijo: Fui algunas veces cuando mis hijos estaban creciendo,
cuando venda en este puesto.
Adems de por su vestido distintivo, las mestizas sobresalen entre las clases
trabajadoras indgenas porque tienen ingresos relativamente altos. Son alfabetas
y hablan castellano, pero tambin comparten el legado indgena de los Andes.
Si bien en tanto etnocategoras india y mestiza connotan ciertas diferencias
culturales (fundamentalmente la educacin alcanzada y los modales urbanos),
esto no implica el tipo de hibridez evolutiva sugerida por la nocin dominante
de mestizaje. Estas categoras tampoco denotan la existencia de fronteras culturales que separan a indios de mestizos. Ms bien, esta identidad mestiza alternativa
y la nocin de mestizaje en la que est incrustada sugieren que las diferencias
existentes entre indios y mestizos (indgenas) definen una jerarqua relativa inscrita en relaciones de poder definidas histrica y culturalmente. Las mestizas tienen
autoridad frente a los indios porque, a diferencia de estos ltimos, ellas tienen
un ingreso decoroso, no son sirvientas y han adquirido habilidades culturales
para sobrevivir en la ciudad. Y, lo ms importante, con estos logros ellas han
perdido el miedo, lo que implica que han aprendido a defenderse por s mismas. Ubicadas en los mrgenes de un racismo hegemnico estructurado segn
el gnero, las mestizas representan una femineidad alternativa que da forma a la
242
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243
son clasificadas como indias o mujercitas, mestizas simples, buenas mestizas, casi damas
y (ocasionalmente) damas. Esta escala permite la interpretacin relativa de las
interacciones.61 Por ejemplo, Tefila es una frutera que identifica a su madre
como una mestiza simple mientras se identifica a s misma como una casi dama.
Desde tal posicin y empleando la comida como otra seal de identidad social,
ella explica: Las mujercitas nunca comen pollo; compran menudo [tripas, bofe, cabeza de cordero] para sus fiestas; compran papas por montoncitos cuando
se les acaba su propia cosecha en febrero ms o menos; no compran nada ms
en el mercado. Las mestizas compran carne de segunda o tercera, maz, trigo,
chuo, papa, cebollas. Las damas compran pollo, carne de primera, papas y fruta
del valle. Los gringos [una categora tnica introducida despus de la reforma
agraria y que incluye a todos los trabajadores forneos de las instituciones de
desarrollo] compran fruta de la costa, pollo. Los gringos son los que piden verduras.62
La peculiaridad de esta clasificacin (que no es evidente en la cita anterior,
aunque se deriva de la relatividad inherente de la taxonoma tnica alternativa)
radica en que los cusqueos indgenas no tienen una identidad individual fija,
sino identidades que son relativas respecto a otras y contingentes al status de
las personas envueltas en la interaccin. Esta concepcin no es en ningn modo
reciente. Durante las primeras dcadas del siglo XX, por ejemplo, Polonia Arnao,
una mujer procedente del cercano pueblo de Yucay, insult a su hermano llamndolo indio hereje ladrn de la casa de tu padre, luego de una disputa domstica
por la herencia paterna. Al mismo tiempo, ella se identific como mestiza. La
misma Polonia, en el periodo ms lgido de su proceso judicial en los juzgados
del Cusco, se llam india a s misma, probablemente para aprovechar las ventajas
otorgadas por la ley a los peruanos semicivilizados, pero tambin porque los
jueces estaran predispuestos a clasificarla como tal.63
61.
De acuerdo a una monografa de los aos 50, los compradores varones son clasificados
como caballeros decentes, cholos e indios. Los primeros actan con superioridad respecto
al vendedor: no regatean sino que se quejan. El cholo es el igual del vendedor: maldice si
no llegan a un acuerdo. Finalmente el indio es el peor tratado: sufre el abuso de los vendedores, incluso si ellos mismos son indios (Escobar, 1950: 5).
62.
63.
244
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64.
65.
La imagen ms popular de una buena mestiza la retrata luciendo una fina manta sostenida
por un prendedor (tupu) de plata, con aretes de oro y botas altas de cuero. Sin embargo,
Lucrecia es considerada una buena mestiza, aunque no viste de ese modo. Ha ganado el
ttulo debido a su excelente reputacin como poltica.
245
246
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66.
247
67.
Sin embargo, las mujeres mestizas tambin pueden ser consideradas abusivas con los
hombrecitos. En una ocasin, cuando a una mujer se le cay el monedero frente a un
puesto de carne, un cargador que se encontraba por all lo recogi con la intencin de
quedrselo. Desafortunadamente para l, una carnicera tambin lo haba visto. Sali disparada de detrs de su mesa y se lo quit, cuando l ya estaba abrindolo. Las vendedoras que
se encontraban alrededor pensaron que se trataba de un abuso por parte de esta mujer.
248
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250
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As, las propias mestizas viven en el centro del racismo cusqueo. El respeto
significa cumplir las jerarquas sociales que las mujeres y hombres del mercado
reconocen y, si bien ellos siguen los cdigos morales alternativos de las clases
trabajadoras, las jerarquas que estos implican no rompen con el statu quo. Los
siguientes dos captulos se detienen en esto con ms detalle.
[251]
MIKHAIL BAKHTIN (1984: 229) observ que a travs de la historia de los festivales
del Corpus Christi en Francia y en Espaa, el cuerpo grotesco prevalece en el
aspecto de mercado popular de la celebracin y crea su atmsfera especfica.
Lo mismo podemos decir de la conmemoracin anual del Corpus Christi en el
Cusco, en la que el mercado define la atmsfera del festival, en tanto las insolentes mestizas placeras presiden la plaza de Armas entre las multitudes que la
ocupan, subvirtiendo el simbolismo de este lugar como un icono de la decencia
de la lite.
En la jornada central del Corpus Christi (una celebracin que dura varios
das)1 se lleva a cabo una procesin en la que se hace expresamente visible el orden social de la ciudad. El Santsimo (el cuerpo de Cristo) que porta el arzobispo
va a la cabeza de una procesin en la que participan tambin, en un estricto orden jerrquico, los militares, las autoridades de la ciudad y las congregaciones
religiosas. A continuacin desfilan las imgenes de los santos patrones, escoltadas
por las mestizas del mercado, cuya presencia domina claramente en los pequeos
desfiles en honor a los santos especficos.2 Esta localizacin privilegiada en el
ritual les viene garantizada por su condicin de mayordomas, patrocinadoras de
las mayordomas, instituciones religiosas encargadas de una serie de actividades
1.
David Cahill (1996: 70) presenta un buen sumario del programa del festival contemporneo:
El Corpus Christi cuzqueo [] involucra a catorce santos patronos, que son llevados a
la catedral, donde permanecen ocho das. Los santos comienzan su bajada el 25 de mayo
y hacen la entrada en la catedral el 4 de junio. El Corpus Christi comienza el 5 de junio,
con la octava del Corpus que va del 6 al 12 de junio y la salida el 13 de junio.
2.
Son normalmente quince las imgenes de santos que participan, cada una correspondiente
a una parroquia local. Ver Huayhuaca (1988) para una lista completa y una descripcin de
las imgenes que participan y de las parroquias a las que pertenecen.
252
MARISOL DE LA CADENA
que culminan en la semana de festejos del Corpus Christi y que requieren del
dinero y la dedicacin de las mayordomas a lo largo de todo el ao. Las mayordomas plebeyas son las responsables directas de la magnificencia de la procesin
del Corpus Christi que es, por su parte, uno de los escenarios centrales del cusqueismo contemporneo que aparece, adems, como una atraccin principal
en todos los magazines tursticos. Una vez que la procesin ha finalizado, las jerarquas sociales se mezclan y confunden en los restaurantes y los quioscos que
proliferan para la ocasin, en los que todos disfrutan comprando la mejor seleccin de frutas del valle y comiendo chiri uchu (literalmente pimientos fros), el
plato central de la fiesta que consiste en una combinacin picante de tortilla
con huevos de pescado, pollo asado, ternera, papas y queso. Aparentemente indiferentes a las jerarquas sociales, los cusqueos se confunden tambin en la
catedral, en la cual las damas y los caballeros visitan a las imgenes de los
santos que los mayordomos de menor categora han trasladado hasta all.3 De
cualquier modo, tan pronto como la celebracin principal de la mayordoma
comienza, esta aparente indiferencia desaparece por completo. La mayordoma
cusquea es, para decirlo brevemente, un ritual a travs del cual hombres y mujeres unidos por lazos de parentesco (esposos, hermanos o padres e hijos) patrocinan la celebracin de una fiesta en honor a un santo patrn, una cruz o una
imagen. El evento central son los banquetes rituales que tienen lugar en el atrio
de la catedral del Cusco durante la festividad del Corpus Christi. La vista, el
olor y los ruidos de estos banquetes merecen el profundo desprecio de la lite.
En una ocasin, cuando estaba caminando en el atrio de la catedral, en medio
de los banquetes, junto a una conocida ma perteneciente a la lite social cusquea, ella me coment resueltamente: me dan nusea. A pesar de todo, los
miembros de la lite toleran las mayordomas y sus banquetes, una actitud que
ellos mismos atribuyen a su sentimiento cusqueista y a la veneracin que profesan por la cultura cusquea, especialmente si se deriva de lo que definen como
la tradicin inca.
La celebracin cusquea del Corpus Christi hunde sus races en la etapa
colonial. De acuerdo a un historiador cusqueo, El Corpus Christi cuzqueo
del siglo XVI fue un transplante directo del Corpus sevillano, desde que la mayor parte de los conquistadores que vivan en Cuzco eran de origen andaluz,
mayoritariamente sevillanos (Aparicio Vega 1970: 43). Los cronistas coloniales
3.
Los intelectuales de la lite reconocen que el Corpus Christi es un festival compartido por
todos los cusqueos. Uriel Garca, por ejemplo, escribi: Terratenientes de la nobleza
junto a humildes campesinos, vanidosos burcratas apretujados entre artesanos mestizos,
seoras joyantes de copete y sederas, a la vera de mujeres indias no menos engalanadas
con sus mejores trajes policromos espectan o siguen el paso de las imgenes (1949: 138).
253
Buenas mestizas usando su traje festivo durante la celebracin de la mayordoma del Corpus
Christi, Cuzco, ca. 1992. Sus sombreros de paja, chales de lana, blusas bordadas y zapatos
(en vez de los llanques o sandalias de caucho) las distinguen de las mujeres del mercado.
254
MARISOL DE LA CADENA
mencionan que el ritual catlico coincida con los rituales incas del solsticio y
dedican pginas al debate de su carcter sincrtico. Siguiendo a estos cronistas,
Luis E. Valcrcel, el ms reputado intelectual cusqueista de todos los tiempos,
escribi: El Corpus se celebraba en torno a las mismas fechas que el antiguo
Festival del Sol [Inti Raymi [...]. Frecuentemente los prrocos y los misioneros
descubrieron smbolos indios ocultos en los altares, viejas huacas con signos de
culto reciente (1945: 45). Durante los aos del fervor populista cusqueo, los
intelectuales locales de la lite miraron con aprecio al Corpus Christi porque
pensaron que esta celebracin era una continuacin del Inti Raymi precolonial,
celebracin que ellos mismos haban oficialmente impulsado y hecho revivir
desde 1944. Aunque puede tratarse de una mera coincidencia, el libro de Valcrcel
fue publicado un ao ms tarde, en 1945, y quizs a pesar de s mismo y de su
desdn por el ritual inventado de los neoindianistas sirvi de punto de apoyo
al sincretismo entre las tradiciones inca y cristiana. Esta idea del sincretismo, difundida cada ao en los peridicos desde 1945,4 lleg a constituirse en parte de
las creencias acadmicas. A los estudiantes de la Universidad del Cusco se les
enseaba en 1957 que el Corpus Christi era una continuacin del Inti Raymi,
idea que cal tambin en el Calendario turstico del departamento del Cusco, en donde
se explicaba que la procesin de los santos durante el Corpus Christi constitua
una reminiscencia del desfile de Panacas de la poca incaica.5 Panaka es una
palabra quechua que significa grupo de descendencia real inca. La idea de que
para los indios las imgenes de los santos equivalan a momias incas era la expresin de un claro sincretismo intelectualmente producido en los crculos acadmicos, en una lnea que se extenda desde los cronistas coloniales hasta las especulaciones de Valcrcel. Unas especulaciones que de hecho alcanzaron a los
peridicos y a los estudiantes universitarios y fueron reproducidas en el Calendario
turstico... como folclor local. En 1990, la incanizacin del Corpus Christi haba alcanzado tal punto que un intelectual cusqueo remarc: El Corpus permanece sin alteraciones en su estructura. Las ocho tradicionales parroquias indias
del siglo XVI, cuyas races estn en los barrios prehispnicos de Qosqo, continan
participando en l (Flores Ochoa 1990: 132). Fervientemente apegados a este
marco terico e histrico cusqueista, los intelectuales locales se sumergan
4.
5.
Varios artculos de peridicos que abundan en esta coincidencia son similares al siguiente,
extrado de El Sol: El Corpus es la nueva Pascua Cuzquea, el nuevo y transmutado Inti
Raymi de las grandes muchedumbres del Imperio de los hijos del Sol [] fueron los antiguos ayllus incaicos reducidos [sic] a parroquias que en vez de los mallquis [antepasados]
momificados de los Emperadores recrearon sus ttems en los iconos y santidades del catolicismo (El Sol, 2 de junio, 1945).
Programa de festejos de Cusco 1982, en el Calendario turstico del departamento del Cusco,
citado en Huayhuaca (1988: 40).
255
6.
Carguyoq es una combinacin del vocablo espaol cargo (tarea, deber) y el sufijo quechua
yoq (la persona que posee algo). Carguyoq significa entonces el que lleva el cargo.
Los carguyoq o mayordomos son parejas un hombre y una mujer generalmente casados,
pero tambin un padre y una hija, una madre y su hijo, etc. que se ocupan de organizar
el festival en honor del santo patrn de una parroquia.
256
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257
mas como una suerte de mecanismo empobrecedor manipulado por los hacendados y el clero, o como una estrategia que los campesinos ricos utilizan para
subordinar a los menos privilegiados (Brass 1989). Estudios ms recientes han
presentado a las mayordomas como instituciones polticas y, en un marco interpretativo ms amplio que incluye el anlisis del gnero, las han vinculado con la
esfera poltica regional contempornea, o incluso con la nacional (Mathews
1985; Stephen y Dow 1990; Stephen 1991; Crandon-Malamud 1993; Frye 1996).
Inspirada en muchos de estos autores, utilizando la nocin de capital simblico
de Pierre Bourdieu (1993) y apoyada en los estudios gramscianos de la hegemona
(Hall 1986; Laclau y Mouffe 1985; Raymond Williams 1977), he optado por
analizar las mayordomas como estatutos de respeto, que interpreto como un
capital simblico cultural de la clase trabajadora que reta la decencia de la lite,
si bien requiere la puesta en prctica de consensuadas categoras de diferencia y
exclusin muy extendidas en el Cusco. Las mayordomas son, de este modo,
piezas cruciales del cusqueismo hegemnico y de la discriminacin social que
lo acompaa.
Si el hecho de ser instituciones acadmicas no es lo que las caracteriza,
claramente las mayordomas son rituales que permiten a la prspera gente del
pueblo, los mayordomos, asegurar ritualmente e incluso acumular respeto entre
sus iguales y subordinados. Como capital simblico, el respeto funciona de dos
maneras interrelacionadas. Por un lado facilita el acceso a elementos que forman
parte de los negocios de los mayordomos: trabajo, crdito, transporte, almacenamiento. Por otro, confirma o transforma viejas jerarquas sociales y crea otras
nuevas entre la gente del pueblo. Sean antiguas o nuevas, las clases populares
evalan las jerarquas a travs del respeto adquirido y de este modo estas tienen
poco que ver con las clasificaciones racial/culturales que se basan en las tendencias innatas. Pero en tanto el respeto permite la discriminacin, las categoras
sociales dominantes impregnan sus prcticas discursivas, transformando al racismo en hegemnico.
En la definicin cusquea de las categoras de diferencia y exclusin, el
lugar de origen de un individuo es un importante componente de su identidad,
tanto como lo son algunos factores de gnero o econmicos, como el ingreso o
la ocupacin. De acuerdo a creencias que privilegian a la ciudad sobre el campo
que no son exclusivamente andinas (cf. Williams 1977; Rama 1996) la
gente del pueblo, al igual que la gente decente, asigna identidades en funcin de
una escala geogrfica, en la que los individuos que provienen de los valles y las
ciudades, o aquellos con un periodo largo de residencia urbana, son considerados
socialmente superiores a aquellos oriundos de pueblos de la sierra o a los inmigrantes recientes en la ciudad. El lugar de origen y de residencia (cuyo ms
obvio marcador es la indumentaria) puede definir el status de los individuos y
258
MARISOL DE LA CADENA
Las mayordomas
El folclor de la lite y el capital simblico de la clase trabajadora
El acto central de las mayordomas es un banquete ritual pblico que se celebra
en el atrio de la catedral y que se caracteriza por la abundancia de cerveza, chicha, cerdo asado, cuyes, papas y legumbres andinas. Durante el banquete, los
mayordomos y las mayordomas muestran una generosidad y una abundancia
que les hace ganarse el respeto de sus iguales y sus subordinados. La figura central en la distribucin de comida y chicha o cerveza es la mayordoma, la esposa
(o madre) mestiza ayudada por las mujeres de su familia las comadres y
por sus vecinas. El mayordomo varn se sienta rodeado por sus pares, ocupndose en beber junto a ellos. Aunque ambos miembros de la pareja estn presentes,
la mujer tiene un rol protagonista en el protocolo ritual que, para las lites, es
notoriamente trangresor de lo que se espera de una mujer decente. Al igual que
haran las mujeres de la lite en una situacin similar, las mestizas ejercen el
7.
259
Las mestizas con las que tuve la oportunidad de hablar ignoraron o despreciaron
la etiqueta de la matriarca que la lite les adjudicaba, aceptando a la vez con
orgullo su rol central en un festival directamente relacionado con lo divino. Por
ejemplo, Beln Ramrez, una prspera mestiza que en el tiempo de su mayordoma trabajaba como vendedora de jugos, recordaba: A la Virgen se la suea
mestiza, no se la suea dama [...], usa su sombrero y su mandil [...], cuando uno
la suea viene y le dice a uno: Anda ponte este mandil y ve a vender panes [...].
La Virgen de la Natividad es mestiza. Todas las vrgenes son mestizas como
nosotros. Ms que explicar su rol en trminos de folclor tpico, Beln recurra
al argumento de que las mujeres son ms importantes que los hombres en las
mayordomas porque: Es propio de mujeres ser ms devotas, nosotras vamos
a la Novena de la Virgen los ocho das, trabajamos ms para la mamita, la vene-
8.
El Sol, 28 de julio de 1945, p. 6. El autor de esta afirmacin es Vctor Navarro del guila,
un reputado folclorista.
260
MARISOL DE LA CADENA
ramos ms. Sobre cualquier otra cosa, lo que las mujeres del mercado perciben
es que su identidad como mestizas brilla en el corazn del festival del Corpus
Christi y alumbra a sus santas patronas, las imgenes de las vrgenes que se veneran en la celebracin.
Contestando a la imagen de las mestizas como matriarcas abandonadas (la
visin neoindianista), estas mujeres creen que su femenina devocin religiosa
se aade a su respetabilidad, como tambin lo hace el hecho de tener un compaero masculino. Beln me explic:
Mi esposo era sanitario, pona inyecciones. Pero vimos que era necesario estar a
mi lado en la picantera porque la presencia de un hombre en un negocio de mujeres imparte respeto y atrae buena clientela, no solo borrachos y pobretones y
as empezamos a trabajar juntos. Hemos tenido chichera, tiendas y una pollera,
siempre vena buena gente.
No sorprende entonces que individuos sin pareja hayan sido mayordomos solo
en muy raras ocasiones, porque trabajando por ti misma es imposible hacer todo lo que las mayordomas requieren y adems la gente no te respeta si ests sola. Beln continu contndome que los mayordomos se consideran a s mismos
gente muy conocida y respetable y aadi: tambin tenemos que respetar a
otros y dar respeto porque somos los que pasamos el cargo de la mayordoma;
tenemos que vivir siempre como una familia, en una vida organizada. Esto es
importante desde el momento en que vivir una organizada vida familiar es
una regla fundamental de respeto para las clases populares. Con todo, a diferencia
de lo que ocurre entre la lite, ser respetuoso con la vida familiar no significa
necesariamente adaptarse a la institucin del matrimonio. De ah que las lites
consideren inmorales a mujeres como Beln, debido a que no est oficialmente
casada, lo que hace a sus hijos ilegtimos. Esta consideracin es irrelevante entre las mestizas, para las que el respeto se gana en la lucha por no ser pobre y la
moralidad se asienta en una tica del trabajo duro. Aunque la monogamia sexual
es importante una vez que una pareja heterosexual se establece, la castidad femenina no es una precondicin de respetabilidad ni tampoco el divorcio es
considerado una mancha en la reputacin personal. Esta fue la respuesta de Beln cuando le pregunt sobre el respeto:
El respeto no tiene que ver con ser virgen antes de encontrar una pareja definitiva.
Puedes tener muchos compromisos malos si no tienes suerte. No es tu culpa, as
que es mejor separarse. Lo ms importante siempre es, incluso si no tienes pareja,
andar bien comido y vestido [...] no ser un muerto de hambre ni un harapiento.
Tus hijos tienen que ir a la escuela, no andar por ah mendigando [...] luego tienes
que mandarlos a la universidad. Ellos te ayudarn despus cuando seas mayor y
261
no tendrs que pedir como esos pobres viejitos mendigos, los mendigos que no
supieron cmo educar a sus hijos.9
Si las familias se ganan el respeto alimentando y educando a sus hijos, del mismo
modo los mayordomos son respetados cuando proveen adecuadamente a los
invitados de comida, el elemento alrededor del que giran los banquetes rituales.
Utilizan los productos de todo un ao de trabajo, como una pareja que alimenta
esplndidamente a sus invitados y emplea su dinero en una exuberante exhibicin
de toda la parafernalia que acompaa a la mayordoma, en la que destaca la msica, los fuegos artificiales y las flores. El pago que obtienen por todo ello no es
otro que la acumulacin de capital simblico que utilizarn para fortalecer a su
familia, del mismo modo que usarn el trabajo de sus hijos para ayudarles a salir
adelante durante su vejez.
La lite interpreta las mayordomas de otra manera. La exuberancia es,
desde su punto de vista, nada ms que un gasto innecesario. Ms an, los cusqueistas anticlericales contemplan los cargos religiosos (las mayordomas) como
una obligacin impuesta por la Iglesia Catlica a la gente del pueblo, forzando
una innecesaria trampa de pobreza sobre las clases trabajadoras cusqueas.
Comentando una obra de teatro que representaba a una pareja de artesanos durante la celebracin de una mayordoma, Vidal Unda, el idelogo del Da del
Cusco y orgulloso defensor del arte de la clase trabajadora, consider el drama
excelente debido a: su mayor sentido de la captacin de una realidad cruda y
dolorosamente trgica como es la vida del pobre artesano remendn que se ve
arrojado a una miseria an ms cruel si cabe por cumplir uno de esos imperativos
sociales que [...] constituyen una verdadera traba para el progreso del obrero
que es el llamado cargo.10
9.
Nancy Scheper-Hughes (1992) hace una observacin similar sobre el noreste de Brasil.
All, los habitantes de las barriadas de favelas clasifican a la gente de acuerdo a los grados
de pobreza, siendo los menos valorados los que tienen que mendigar para sobrevivir.
Stephen (1991) y Stern (1995) se refieren tambin brevemente al respeto como una categora social entre las clases trabajadoras rurales mexicanas.
10.
El Sol, 10 de agosto de 1939, p. 5. En general, toda la prensa comparta esta opinin (ver
El Sol, 28 de agosto de 1928, p. 4; 19 de julio de 1938, p. 3; y 21 de mayo de 1941, p. 2).
Los intelectuales haban contribuido enormemente a propagar esta idea desde comienzos
del siglo XX. Considrense las siguientes citas: Los cargos religiosos son fuentes principales
de pobreza y el alcoholismo que reina en la raza indgena y aun de las consecuencias que
producen. En estos cargos se consumen grandes cantidades de licor y el indio tiene que
sacrificar todas sus rentas para cumplir con el cargo, que de antemano ha sido impuesto
por el prroco de la doctrina (Sueldo Guevara 1921: 11). Aos ms tarde, un graduado
en la universidad abundaba en la idea: Los cargos son mandatos y disposiciones que se
262
MARISOL DE LA CADENA
263
leyes de lo apropiado son, desde luego, establecidas por las lites, y los trabajadores que se ganan la vida en el mercado a travs del trabajo conjunto del hombre y la mujer, y que gastan despus sus ingresos pblicamente y haciendo
ostentacin de maleducadas maneras, no pueden de ninguna manera cumplir
con ellas.
Los procesos de inclusin y discriminacin de las mayordomas
La esfera ritual de las mayordomas es un espacio social reservado para los cusqueos de clase popular, en el que ellos pueden acumular respeto. Esto puede
ser interpretado como un logro de la gente del pueblo, quien, a travs de la
muestra pblica de su rudeza, mantiene a la gente decente al margen de las mayordomas y monopoliza la ms importante esfera ritual catlica del cusqueismo
y el capital simblico que se deriva de ello. Hasta el punto en que esto es as, las
mayordomas representan un incuestionable logro de la clase trabajadora. Pero
la otra cara de esta hazaa revela los trabajos ocultos de la hegemona: el monopolio de las mayordomas del que gozan las clases populares sirve para sancionar
estos rituales como folclor y estigmatiza pblicamente a sus participantes como gente del pueblo, limitando de este modo el alcance del logro que aquellas
suponen nada ms que a la esfera popular. Este tipo de instituciones son verdaderas arenas polticas donde los lmites culturales de clase son afirmados, porque
la participacin en ellas distingue claramente a las lites de la gente del pueblo.
Ms an, las mayordomas incluyen selectivamente a los individuos en unos u
otros aspectos de la celebracin, creando y reafirmando as las diferencias sociales
entre los sujetos de clase popular (ver Crandon-Malamud 1993). Debido a que
la distincin entre quin participa (y cmo) y quin no lo hace est influenciada
por la discriminacin contra la indianidad, la puesta en prctica de las mayordomas abre la puerta a la reproduccin del racismo hegemnico.
Una mayordoma demanda una parafernalia costosa: un grupo musical,
vestido y joyera para la imagen del santo, decoracin y reparaciones en la iglesia
a la que pertenece la imagen y fuegos artificiales. Son tambin importantes algunos objetos no tan caros, como los detentes, las velas de todos los tamaos y
precios, las flores, los jarrones y los programas impresos. Un ltima aspecto, si
bien de vital importancia, es la comida y la bebida. Para adquirir todos esos elementos necesarios, las mayordomas descansan sobre un sistema de ayuda mutua
llamada jurka, una invitacin culturalmente formalizada a travs de la que la pareja carguyoq la que ostenta el cargo requiere la presencia de amigos y familiares para la celebracin de la mayordoma y, simultneamente, solicita su contribucin. Estas personas ritualmente invitadas reciben el nombre de jurkados y viven
264
MARISOL DE LA CADENA
265
del barrio son incluidos o excluidos en una reserva de futuros potenciales mayordomos de acuerdo a sus logros como jurkados en las mayordomas. Son as socialmente jerarquizados segn la calidad de la celebracin, que es evaluada en
funcin del despliegue de toda la parafernalia ritual. Salvador Serrano, presidente
de la Hermandad de Cargadores de la Virgen de la Natividad me dijo: en la
asamblea conversamos quienes hacen los malos cargos, quienes hacen los buenos,
quienes han respondido bien [...] calificamos y damos diplomas a quienes han
hecho los mejores cargos.
La buena o mala fama que adquiere el que lleva el cargo se extiende rpidamente por el vecindario y la ciudad una vez finalizada la celebracin. Un diploma
que confirma la gran calidad de la mayordoma se exhibe en la casa de cada mayordomo exitoso. Las clases trabajadoras cusqueas viven an en complejos residenciales multifamiliares en los que cada familia individual ocupa sus habitaciones alquiladas y donde los residentes comparten patios, baos y espacios para
lavar la ropa. En esas reas compartidas se comentan los incidentes en la celebracin del cargo y se evala la calidad de la comida, la msica y la bebida. Las chicheras, el mercado, las calles y las iglesias son tambin espacios pblicos donde
los antiguos mayordomos son ensalzados o condenados. A travs de la charla,
los mayordomos y sus invitados evalan los cargos y los usan para definir diferencias sociales entre las clases populares.
A pesar de su cualidad inclusiva, las mayordomas no borran las diferencias
sociales entre los invitados. Por el contrario, como reproductoras de un capital
simblico expresado como respeto, las mayordomas requieren de la sancin
de las diferencias sociales. Para salvaguardar su respetabilidad, la gente que pertenece a crculos sociales considerados superiores puede negar el acceso al dominio
central de su mayordoma a individuos que consideren inferiores. Con frecuencia, estas actitudes provocan conflictos que originan nuevas mayordomas, que
los excluidos inferiores inventan con el propsito de abrir un espacio social
en el que adquirir respetabilidad y establecer una red que les asegurar un capital
simblico. La identidad social es central a esta red. Es esta dinmica la que dio
pie a la creacin de la mayordoma del Corpus Christi de la Virgen de la Natividad
y a la consiguiente produccin de numerosas y no tan prestigiosas mayordomas
barriales en La Almudena. Como explicar en detalle ms adelante, el neoindianismo, que estaba en su momento lgido a finales de los aos 50, estimul la proliferacin de estos rituales, provocando de este modo un renacimiento cultural
popular que reinterpret la retrica de la lite y la adapt a sus propias necesidades
y creencias sociales.
Hasta 1956 el barrio de La Almudena renda honores a su santa patrona,
la Virgen de la Natividad, con una mayordoma barrial que se celebraba cada 8
de setiembre. En ese ao la imagen de la Virgen de la Natividad de la Almudena
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MARISOL DE LA CADENA
se uni a la procesin del Corpus Christi y desfil por primera vez en la plaza
de Armas, en el mes de junio. Una familia llamada Velasco Quintanilla cre una
mayordoma especfica para este ritual, con el propsito de distinguirse a s
misma de aquellos recientemente instalados en los cerros que rodeaban a La
Almudena, a quienes los antiguos residentes del barrio consideraban recin
bajados. Desde entonces, los cargos religiosos en honor de la Virgen de la Natividad no han dejado de proliferar. Excluidos de las dos centrales mayordomas
la antigua del 8 de setiembre y la nueva del Corpus Christi, los recin llegados, antiguos comuneros (habitantes de las villas rurales llamadas oficialmente
comunidades indgenas hasta 1969 y comunidades campesinas posteriormente),
fueron primero invitados como miembros de las comparsas. Si bien al principio
se unieron a la celebracin perifricamente, crearon ms tarde sus propias mayordomas con el objeto de asegurar la participacin de sus comparsas. Conducidos
por Timotea Gamarra (una mujer con la que trab amistad y que me sirvi de
gran ayuda para entender las mayordomas), un grupo de antiguos residentes en
La Almudena que no podan permitirse llevar los cargos del Corpus Christi ni
los de las celebraciones de setiembre, crearon la Asociacin de Cargadores de la
Virgen Natividad. Aos ms tarde, varios curanderos urbanos crearon la Hermandad de la Virgen y Sus Santos ngeles. Estimulados por la creencia de que la
Virgen es un doctor, buscaban que la Virgen de la Natividad autentificara su
reputacin en la ciudad. En los aos 60, un grupo de antiguos inmigrantes del
vecino departamento de Puno fund tambin su propia celebracin en honor
de la Virgen. Finalmente, una nueva ola de inmigrantes de las bajas provincias
del Cusco, en su mayor parte zapateros o mecnicos (que no se identifican con
las comparsas de las mayordomas porque sus danzas representan a las tierras
altas), crearon la mayordoma de Comadres. Estas nuevas mayordomas son perifricas y menos prestigiosas que la antigua celebracin del 8 de setiembre (el
Cargo Grande) y que la del Corpus Christi iniciada en 1956, con la que aquella
rivaliza en prestigio. Los mayordomos de cada una son cuidadosamente elegidos
entre dos grupos socialmente diferenciados de gente de clase trabajadora. Examinar a continuacin el modo en el que estas elecciones reproducen creencias
consensuadas en torno a las identidades cultural/raciales y al status, una vez
haya descrito brevemente el escenario donde todas ellas coexisten, el barrio de
La Almudena.
267
El barrio de La Almudena
Toda la iglesia est despintada, apagada por el polvo de los aos y de los muertos.
Nada parece recordar que hubo vida. Ahora solo se escucha el rechinar de las
puertas y un silencio que entra y sale como el aullido de los perros [...]. Sin embargo cada siete de setiembre, la Hermandad de Esclavos de Nuestra Seora de
La Almudena baila migajas de alegra entre arrobas de trago y entre ese viento
que hincha el hedor de los cadveres.
ngel Avendao, 1980.
11.
12.
Varios documentos del Archivo Departamental del Cusco, Judicial Civil, legajo 36 (1905).
13.
268
MARISOL DE LA CADENA
15.
Jorge Flores Ochoa cree que La Almudena lleg a ser un espacio estratgico para los
arrieros porque una de las rutas comerciales que una el Cusco y Chumbivilcas empezaba
ah: Era la ruta a Chumbivilcas y a otras provincias cusqueas, apurimeas y arequipeas
(1992: 283).
269
270
MARISOL DE LA CADENA
Don Manuel fue uno de los pocos cusqueos a quienes escuch mencionar la
palabra indiecito sin disculparse por ello e incluso mostrando cierta conmiseracin mezclada con un sentimiento de superioridad. Don Manuel, con casi cien
aos de edad, utilizaba an, en 1992, las categoras que haba aprendido en su
juventud, una poca en la que los cusqueos se sentan cmodos utilizando las
etiquetas indios, mestizos y gente decente para hablar sobre las jerarquas
sociales de la ciudad. Don Manuel y su hermano Isaac usaban los mismos trminos para referirse al lugar de su familia en la ciudad. Ellos eran hijos de una
buena mestiza, segn me dijeron, cuyo nombre era doa Fortunata Quintanilla
de Velasco, quien, de acuerdo a su hijo don Manuel, usaba mantones muy finos y tena muchas alhajas, mucho oro y plata. La matrona de esta familia de
clase trabajadora tena dos oficios: trabajaba como partera en el Hospital de La
Almudena y adems tena una picantera en la misma casa donde la familia resida. Su marido (el padre de Manuel e Isaac) trabajaba en el cementerio como
administrador y constructor de nichos. Era tambin msico, una profesin
271
que transmiti a sus hijos. En 1907 los Velasco Quintanilla compraron una casa
en la calle Hospital la ms importante de La Almudena y pusieron en alquiler algunas de sus habitaciones. Posean tambin algunas propiedades en el
campo, donde la familia acuda en los periodos estacionales de trabajo agrcola.
Inmersos en redes de clientelismo (su padre pudo incluso corresponder al prototipo que los indigenistas identificaron como gamonal), los padres de Isaac y
Manuel eran los padrinos de los indios que trabajaban en sus propiedades,
mientras que sus hijos eran los ahijados de los caballeros de la lite cusquea.
A principios de siglo, los Velasco Quintanilla eran una familia de clase trabajadora
relativamente adinerada que viva a caballo entre la ciudad y el campo y que se
esforzaba continuamente por mejorar su status urbano entre la gente del pueblo.
Sus mayordomas fueron una herramienta importante en un propsito como
se. Como buena mestiza y miembro una familia respetable, Fortunata
Quintanilla de Velasco, madre de Manuel e Isaac, siempre estuvo ligada a las
festividades religiosas del barrio. En 1922 llev a cabo, junto con su esposo, la
mayordoma de San Juan de Dios, otra de las imgenes del templo de La Almudena. Doce aos despus doa Fortunata mand hacer la corona de la Virgen de
Natividad para lo que, segn don Manuel, fundi todas sus alhajas de oro y de
plata. Finalmente, en 1956, la familia Velasco Quintanilla desempe nuevamente el Cargo Grande, celebrado en el barrio cada 8 de setiembre. Fue adems en
ese ao cuando los hermanos Isaac y Manuel hicieron las gestiones administrativas necesarias para que la Virgen de Natividad se integrara a la procesin del
Corpus Christi del mes de junio. 16
Don Manuel recuerda 1956 como un ao de mucha sequa, no haba nada para hacer la celebracin, las chacras estaban secas, la tierra estaba cuarteada.
Ese mismo ao las autoridades de la ciudad crearon el distrito de Santiago, que
inclua el vecindario de La Almudena y otros nuevos asentamientos urbanos,
que hasta entonces haban formado parte de un antiguo barrio llamado Beln
(Porcel et al. 1992: 18). Para hacer a La Almudena comparable a este viejo barrio,
que celebraba a su patrona, la Virgen de Beln, durante el Corpus Christi, los
Velasco Quintanilla decidieron crear una mayordoma del Corpus Christi similar
para la Virgen de la Natividad. Don Manuel comenta:
Hasta 1956 que hicimos el cargo todo era aqu en el barrio no ms, nosotros hemos decidido hacer la mayordoma ms grande, como la de la Virgen de Beln,
para todo el Cusco, no solo para los de La Almudena [...] que todo el Cusco nos
16.
272
MARISOL DE LA CADENA
conozca, que sepa que nosotros podemos hacer cargo grande [...] hemos hecho
el cargo aqu en el barrio y tambin hemos hecho que bajara la Virgen al Corpus
[...].
La jurka dur seis meses, contina don Manuel, cuya percepcin de las identidades sociales dio forma al ritual de las invitaciones. Los panes ms grandes
(un elemento de la jurka que los mayordomos tienen que dar a sus futuros invitados) eran para los invitados de primera, y los ms chicos, para los menos importantes. La madre, como buena mestiza cusquea, invit a sus ahijados
del campo (campesinos de Chitapampa) que trabajaban en las propiedades agrcolas de la familia. Invit tambin a las vendedoras del mercado con las que la seora Fortunata mantena relaciones comerciales para abastecer su picantera.
Manuel e Isaac que tambin eran msicos invitaron a una de las bandas
ms conocidas y, para poder comprar los licores, obtuvieron crdito del seor
Lambarri, reputado como el propietario de una de las casas comerciales ms
importantes de la poca y como un afamado poltico liberal. El modo en el que
los hermanos Velasco Quintanilla utilizaron la jurka ilustra los aspectos inclusivos
y diferenciales de la invitacin, tanto como la violencia simblica que subyace a
la jurka y a la mayordoma. El cargo de estos hermanos supuso un intento de
consolidar y renovar sus relaciones sociales y de ponerse a la cabeza de las familias del barrio. Segn don Manuel, su familia desempe el cargo para demostrar
que ramos iguales a los de Beln y mejores que el resto de La Almudena, noso-
273
tros ramos los antiguos. Podamos hacer las cosas a lo grande. Llevar a la Virgen en la plaza de Armas durante la procesin del Corpus Christi aada al barrio el prestigio de esta familia y, ms importante an, su propio capital simblico,
en tanto confirmaba sus antiguas tradiciones urbanas y su status ms elevado
que el de los nuevos asentamientos urbanos.
Como la mayor parte de los cusqueos interesados en la produccin cultural
durante los aos 50, los Velasco disearon su mayordoma apoyados en ideas
neoindianistas a partir de sus relaciones con ese crculo de intelectuales. Andrs
Alencastre, el poeta y dramaturgo que escriba en quechua, dedic un poema a
la Virgen que la familia Velasco Quintanilla incorpor en su programa impreso.
Horacio Villanueva, un historiador que tambin era miembro del grupo neoindianista, permiti que reprodujeran unas paginas suyas en el mismo folleto, que
trataban sobre la historia de la iglesia de la Almudena, la imagen de la Virgen y
los frailes betlehemitas. Ms importante an, fueron estos intelectuales los que
sugirieron el uso del quechua y las danzas folclricas durante los eventos religiosos de la mayordoma.
Los hermanos siguieron el consejo e incluyeron el quechua y los grupos
de danza como las atracciones centrales de su mayordoma, en un intento segn don Manuel me explic de emular la puesta en escena del Da del Cusco.
A pesar de ello, existan sutiles diferencias entre esta produccin popular y
aquella de la lite cusquea. En el primer captulo describ cmo en los aos 20
los intelectuales de la lite utilizaron el capac simi, un sociolecto purista inventado,
para situarse a s mismos a distancia de los cusqueos indios y mestizos quienes,
de acuerdo a estos mismos intelectuales, hablaban el runa simi, una versin impura
de la lengua imperial, contaminada por prstamos del espaol. Siguiendo estas
ideas y contradiciendo en parte el proyecto del mestizaje neoindianista, el mismo
mecanismo fue utilizado en el Inti Raymi de 1944 por el Primer Inca para
distinguirse de los bailarines que encarnaban al pueblo incaico, representado
por campesinos de los pueblos cercanos. Los Velasco Quintanilla, sin embargo,
no utilizaron el quechua para crear diferencias sociales, sino para atraer a la gente del barrio (incluso a aquellos a los que los hermanos consideraban inferiores)
y publicitar la fiesta. Tambin invitaron al sacerdote Ziga Cazorla, el dramaturgo a quien los indigenistas despreciaron en la dcada de los 20 y que se haba
convertido en un renombrado especialista quechua en la era neoindianista, de
un quechua que, por otra parte, estaba bastante lejos del capac simi. La hija de
Isaac, doa Berta, recuerda:
Lo trajimos porque manejaba tanto el castellano como el quechua, la novena es
en quechua y l hablaba hermoso, los cnticos no eran solamente en castellano,
eran tambin en quechua y l compona msica y letras y haca cantar a la gente,
274
MARISOL DE LA CADENA
tambin les explicaba en quechua la historia de la Virgen. La gente se senta como en su casa.
La presencia del padre Ziga en la celebracin de los Velasco aument la reputacin social de la familia. Si el quechua se diriga a la gente del pueblo, su
uso no implicaba la cancelacin de las jerarquas sociales en el barrio. Sentirse
como en casa, como doa Berta describi la situacin, implicaba tambin la
sensacin de que cada uno ocupa un lugar social apropiado.
El uso de las danzas folclricas en la celebracin de los Velasco estuvo
tambin inmerso en las incluyentes si bien diferenciadoras dinmicas que marcaban tambin otros aspectos de la celebracin. Explicndome el porqu del
uso de las danzas, don Manuel mencion que el baile mova a sus vecinos a participar porque ellos saben cmo bailar. De cualquier modo y ms all de esta
generalidad, identific tambin varias categoras de danzas que corresponden a
las diferenciadas identidades sociales de los residentes de La Almudena, todos
los cuales fueron invitados a participar. Por ejemplo, en la danza de los chilenos
haba caballeros con sombreros de paja y botas de cuero, y de acuerdo a doa
Berta, fue presentada ante su familia por los residentes ms prestigiosos. Los
danzantes invitados de menor reputacin bailaban, en contraste, el sallqa qolla
(el salvaje del altiplano). Utilizando la parafernalia cultural provista por el
neoindianismo y adaptndola al sentimiento y la experiencia de sus viejos y
nuevos vecinos, los Velasco atrajeron la atencin de los residentes en la celebracin de su propia mayordoma y ganaron prestigio en su vecindario como organizadores de un evento exitoso. Esto les sirvi, sin duda alguna, para acumular un
capital simblico y para distinguirse a s mismos de los recin bajados, quienes
por su parte haban contribuido con su presencia, trabajo y regalos a la hazaa
ritual y cultural de los Velasco.
8 de setiembre:
mestizas, discriminacin y capital simblico
En 1957 los devotos dividieron las responsabilidades para la celebracin de la
Virgen de la Natividad. Los residentes de La Almudena mantuvieron para s
mismos la mayordoma del ocho de setiembre, mientras los residentes en el permetro colonial urbano del Cusco (conocido como el centro) asumieron el cargo
del Corpus Christi. Como sucesora de su propia mayordoma del 8 de setiembre,
los Velasco Quintanilla eligieron, de acuerdo a don Manuel, a la seora Carmen
Calvo, propietaria de una gran tienda de alimentacin en la calle Hospital. Ella
tena tambin una casa muy grande, en la que alquilaba habitaciones. Otros
275
dos mayordomos la sucedieron: uno tena una banda musical y el otro era
propietario de una propiedad rural en Puqun. Son estos los ltimos caracteres
masculinos que se recuerdan en la historia oral del vecindario. Los residentes
de La Almudena narran cmo en 1960 se inici una clara transformacin en las
parejas carguyoq, en las que la mujer siempre una mestiza pas a ser la figura ms sobresaliente de la celebracin: En el ao 60 hizo su cargo la seora
Ermita Leiva, era carnicera, antigua seora con mantilla [...] su esposo era ganadero; despus vino la seora Agripina Villafuerte, que tena picantera; luego
Leonor Paucar, tambin del mercado y despus Simeona Inca Roca, carnicera
tambin [...].
La lista de las mayordomas mestizas contina hasta 1980. Adems de las
carniceras, la lista incluye paperas (vendedoras de papas), verduleras y fruteras.
Hay tambin chicheras y propietarias de restaurantes o picanteras. Casi todas
viven en la calle Hospital, cerca del camal, en el puente de la Almudena o en las
calles adyacentes al puente. Si ciertamente tuvieron que tener parejas varones
(si no, no seran elegidas mayordomas), los nombres de esos hombres no son
centrales en la memoria colectiva del barrio.
El poder de las mestizas en la celebracin de las mayordomas est construido sobre rasgos de cultura popular local compartidos por las lites y el pueblo.
Desde mi punto de vista, uno de los ms obvios era la creencia de que los cargos eran para la gente del pueblo y que las mujeres eran ms piadosas que los
hombres. Aunque estas ideas subordinan a las mestizas en su doble condicin
de mujeres populares, en el caso de las mayordomas han servido para abrir las
puertas a travs de las cuales las mestizas han entrado con paso firme en la esfera pblica ritual. Una vez ah situadas y mientras la versin neoindianista del
cusqueismo las volva exticas en su rol de matriarcas populares, las mismas
mestizas acumularon un capital simblico demostrando a la vez su fortaleza
econmica y su piedad, llegando a convertirse en especialistas rituales y creando
instituciones para el control de la celebracin. Por ejemplo, Nicolasa Villafuerte,
propietaria de un buen restaurante, fue la introductora de una importante innovacin cuando decidi, durante su mayordoma de mediados de lo 60, que
las mujeres y no solo los hombres deberan llevar a la Virgen. La mayordoma
de Nicolasa fue la primera en la que, despus de la Misa del Despierto, las seoras del mercado cargaron las andas de la Virgen hasta el mercado de ida y de
vuelta.17 La inclusin de mujeres entre los cargadores de la Virgen en la celebra17.
276
MARISOL DE LA CADENA
Unos pocos aos ms tarde se haban apropiado del derecho a decidir quines
podan ser mayordomos, reservndose la eleccin de los futuros carguyoq entre
sus vecinas y compaeras de trabajo. Decidiendo quin sera la mayordoma y
manteniendo la iglesia, las mestizas se aseguraron el derecho a elegir los elementos
rituales y a etiquetar qu cargos deberan llevarlos a cabo. Durante mi trabajo de
campo en 1992, la Asociacin de Ex Mayordomos era todava la institucin
que autorizaba los nuevos ritos de las mayordomas y de la que tuve que obtener
el permiso para observar y participar en las ceremonias. Las mestizas continuaban
dirigiendo la asociacin. Algunos asociados varones, que eran tambin exitosos
hombres de negocios, estaban de acuerdo en que las seoras ms mayores son
quienes saben cmo hacer las cosas, cualquier cosa. Todo lo que queremos hacer tenemos que consultarlo con ellas; as ha sido siempre.
El control de las mayordomas ciertamente ha fortalecido la posicin de
las mestizas, incluso hasta situarlas vis--vis con el sacerdote de la parroquia,
quien ya no es capaz de ejercer el control sobre la celebracin. Las ha hecho
tambin figuras sujetas a controversia en el barrio. Desde la asociacin, las mujeres penalizan o recompensan a los antiguos mayordomos y vetan a los posibles
candidatos. Juzgando a quin darn el cargo, ellas evalan la reputacin de
los candidatos como pareja, su situacin econmica y su potencial capacidad
para cumplir con el protocolo ritual. Las mestizas juzgan estas capacidades de
acuerdo a la proximidad social del candidato a mayordomo a su propio status,
validando as las antiguas jerarquas sociales del barrio y sancionando las nuevas,
al menos parcialmente. Una vendedora de papas llamada Primitiva Alvarado,
que fue mayordoma en 1966, me dijo: No era como ahora, que en algunos sitios cualquiera es mayordomo [...] antes solamente entre la gente como nosotros
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se desenvolvan en los pequeos rituales que son parte del Cargo Grande. Las
seoras se fijan en la persona que cumple y la escogen, me dijo Salvador, que
haba sido mayordomo en la festividad del 8 de setiembre. Las mayordomas son
cruciales para la acumulacin del capital simblico de estos individuos porque,
adems de mostrar su generosidad en los rituales y afirmar as su poder econmico, la Asociacin de Ex Mayordomos funciona como una suerte de reserva de
la que sus miembros pueden extraer las conexiones econmicas regionales que
necesitan para sus negocios.
Los actuales mayordomos son mayoritariamente elegidos entre los empresarios de la clase trabajadora: una categora que puede parecer incongruente en
trminos ortodoxos de clase, pero que caracteriza adecuadamente a estos individuos que se identifican como gente del pueblo y dicen descender de las mestizas,
pero que alardean de poseer capitales econmicos relativamente grandes. Al
igual que las mestizas, no tienen acceso a los crculos sociales decentes. Sus
ocupaciones son prestigiosas entre la gente del pueblo, pero desde la perspectiva
de la lite estn socialmente contaminadas por su directa interaccin diaria con
los cusqueos de clase inferior. Ms an, su falta de educacin universitaria,
que se aade a sus poco cultivadas maneras, los sita definitivamente en la clase
obrera, a pesar de su riqueza.
La presencia de este nuevo grupo en el ritual no ha estado libre de conflicto.
Tiempo atrs, cuando las mestizas eran mayordomas sin rival, la mayor parte de
los invitados jurkados eran otras vendedoras del mercado. Durante los dos
aos que particip en la celebracin percib una tendencia que provena de los
nuevos mayordomos hombres de negocios y que se diriga a negar el acceso al
Cargo Grande (la celebracin del 8 de setiembre) a las placeras. Aceptaban la
autoridad ritual de las antiguas mestizas porque necesitaban su patronazgo, pero
tendan a impedir que las nuevas vendedoras del mercado entraran en su prestigioso crculo social. Arnaldo y su mujer propietarios de una chicharronera
(restaurante especializado en cerdo frito) en el centro de la ciudad me dijeron
que ellos no haban entrado al mercado a invitar a esas seoras porque sino se
ponen a hablar y quieren comer de todo por un poquito que dan de papa o mote en la jurka. Esta pareja puede haber sido una excepcin entre los mayordomos
del 8 de setiembre. Pero entre los del Corpus Christi (que celebran la mayordoma
en la plaza de Armas durante el mes de junio en vez del cargo barrial de setiembre), la norma es burlarse de las mestizas y llamarlas cholas.
En el captulo primero describ cmo las lites, para distinguirse de los
mestizos, ignoraron su fenotipo compartido y enfatizaron los supuestamente
superiores e innatos estndares morales, garantizados desde la cuna a los nacidos en familias decentes. Muchos si bien no todos de los mayordomos
del Corpus Christi a los que entrevist me recordaron esta estrategia de la lite.
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Los hombres de negocios de la clase trabajadora comparten con las mujeres del
mercado un mismo origen rural. De cualquier modo, a diferencia de los mayordomos del 8 de setiembre, cuya ceremonia muestra orgullosamente los marcadores
de su identidad mestiza relacionados con las tierras altas, la mayora de los
miembros del grupo del Corpus Christi enfatizan en su lugar las seas de identidad referidas a las tierras bajas. El castellano es el idioma principal durante la
mayordoma. El vino, la cerveza y el pisco son las bebidas preferidas, mientras
las mujeres se visten como damas, contrastando con los atuendos mestizos de
las mayordomas del 8 de setiembre. Los miembros de este grupo social del
Corpus se localizan a s mismos en algn lugar intermedio entre lo que consideran
cholos (el grupo de las mestizas) y la gente decente. Como estos ltimos, estn
avergonzados de compartir espacios con las vendedoras del mercado durante
los rituales del Corpus Christi. Aunque es su sentimiento cusqueista el que les
impulsa a hacerlo, hacen esfuerzos por distinguirse de la indecente multitud,
de esas mujeres a las que ellos consideran indias ignorantes.
Somos mestizos, pero no cholos
Los mrgenes raciales/culturales de la clase
En 1956, para asegurar la continuidad de la participacin de su Virgen en la
procesin central de la plaza de Armas, los hermanos Velasco Quintanilla hicieron
una demanda en representacin de la mayordoma del Corpus Christi de la Virgen
de la Natividad. La demanda es una pequea imagen del santo patrn que en
cada mayordoma porta la pareja de mayordomos para distinguirse como patrocinadores de la celebracin. As, despus de hacer la demanda, los hermanos Velasco Quintanilla tuvieron que buscar a un mayordomo que los sucediese. La
elegida fue Rosa Salazar, a la que describieron como una seorita muy pobre
que tuvo que vender sus cositas para hacer el cargo. Viva cerca de Santa Catalina, al lado de la plaza de Armas. A partir de 1957, cuando existan dos mayordomas que celebraban a la Virgen de la Natividad, el cargo del Corpus Christi pas a representar a los residentes del rea central del Cusco, un cambio que tuvo
claras repercusiones en las identidades.
De acuerdo a un mapa social preado de significados histricos y culturales,
vivir en el centro de la ciudad requiere y generalmente implica un status ms alto que vivir en La Almudena, si bien esto no es necesariamente un reflejo del
nivel de ingreso. La seorita Rosa Salazar, por ejemplo, no pertenece al crculo
de los cusqueos decentes y tiene un ingreso escaso comparado con el de muchas
mujeres del mercado, pese a lo que su status social es mayor. En contraste con
la celebracin del 8 de setiembre, el espacio social de la mayordoma del Corpus
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Christi est ocupado en la actualidad por la gente del pueblo y los inmigrantes
que se sitan a s mismos a una buena distancia de los conocimientos de los indgenas mestizos y de sus marcadores culturales de baja categora. Su identidad
como profesionales distingue ahora al grupo de los patrocinadores de la mayordoma del Corpus Christi de la Natividad, diferencindolo de aquellos que no
han sido mejorados por una suficiente educacin. Aunque sus ocupaciones
no tienen nada que ver con el mercado por lo que no estn contaminados
por el trato con las clases bajas, sus magras economas colocan a estos mayordomos cerca de la clase obrera urbana cusquea. Dada su proximidad social a
aquellos a quienes desprecian, el hecho de acumular capital simblico a travs
de las mayordomas es necesario para hacer visible su diferencia racial/cultural
cara a cara con las mayordomas del 8 de setiembre.
En una sucesiva cadena discriminatoria, mientras las mestizas impiden a
los inmigrantes rurales recientes (que perciben como indios) el celebrar el Cargo
del 8 de setiembre, los mayordomos del Corpus Christi elevan su status discriminando a las mestizas cusqueas, etiquetndolas como cholas y como ms
prximas a los indios de lo que ellos mismos lo estn. Los patrocinadores de
esta mayordoma utilizan sus orgenes en las tierras bajas para negar cualquier
vnculo con los rasgos culturales que identifican como propios de las tierras altas (vestimenta, familiaridad con el quechua, lugar de trabajo) y, en consecuencia,
como propios de los indgenas. Una de las mayordomas del Cusco me dijo, por
ejemplo, que cuando era nia no saba hablar quechua, lengua que haba aprendido en su etapa adulta. Por eso no lo hablo bien, dijo, aadiendo que entre las
mujeres de su familia: ninguna ha llevado nunca pollera ni ha vendido en el
mercado. Esta mujer se gana la vida regentando un pequeo caf, viste falda a
la altura de las rodillas, lleva el pelo con permanente y est orgullosa de su hijo
que habla ingls y es actor de cine. Ciertamente no se piensa a s misma como
integrante de la categora de las mestizas del mercado. Con todo, y sobre la base
del lugar donde vive, de su escaso ingreso e incluso de su lugar de origen, podra de hecho pertenecer al grupo de las mestizas. Para evitar el ser vista como
mestiza bajo cualquier punto de vista, esta mujer resalta sus orgenes no-indgenas, poniendo en primer plano las diferencias culturales entre ella y los cholos
y usando esas diferencias para marcar su superioridad, sin preocuparse de que
su ingreso es de segunda clase en comparacin con el de algunos de los cholos
de los que se burla.
Ella no es una excepcin entre los mayordomos del Corpus Christi. Uno
de ellos, comerciante de abarrotes, se queja seriamente de que antes de que le
dieran el cargo, nunca haba estado en la fiesta por vergenza de estar metido
entre las mestizas. Cuando su compadre Lucio propietario de una tienda
de artefactos elctricos le invit, se dio cuenta que gente de buena categora
283
Las seis mayordomas creadas fueron las de Bajada de Trono, Bajada, Da Central del
Corpus, Bendicin u Octava, Subida y Subida de Trono. Cada una se celebra en un da especfico; la mayordoma ms importante es el Da Central, seguida de la Bendicin. Despus
284
MARISOL DE LA CADENA
285
Vicki y Lucho recibieron la mayordoma de manos de los padres de Vicki. Consideraban que no estaban preparados para ser mayordomos, puesto que ella no
trabaja y l gana muy poco como empleado del Municipio del Cusco. Con la
ayuda de los padres de Vicki, obtuvieron el dinero y los productos necesarios
para pasar el cargo. El padre de Vicki era el propietario de una pequea gasolinera, mientras su madre regentaba un puesto de verduras en el mercado. Por
ello no tenan ningn problema en proveer la comida y la bebida necesarias para la mayordoma, pero sin embargo no podan hacer frente al protocolo del ritual. Segn explicaba Lucho:
vienen las mayordomas de Bajada y Subida que se llevan a cabo en el momento en el que
la Virgen desciende a la iglesia de la Almudena y luego asciende en la direccin opuesta.
Estas procesiones tienen lugar el primer y el ltimo da del Corpus, respectivamente. Las
mayordomas menos importantes son las de Bajada y Subida de Trono. En esas ceremonias
que solo tienen lugar en la iglesia de La Almudena, los mayordomos trasladan la imagen de la Virgen del pedestal en el que se encuentra durante todo el ao (el trono) a las andas que usar para la procesin, y de estas de nuevo al pedestal, cuando todo termina. Estas ceremonias se celebran el primer y el ltimo da del festival, respectivamente.
Mayordomos del Corpus Christi, Vicky Mojonero (con gafas de sol) y su pareja Lucho
Chihuantito (a su izquierda) recibiendo a sus invitados de rigor sus jurkados en el
atrio de la iglesia de La Almudena. La mujer con las flores contribuye con los fuegos artificiales, que sostiene en su otra mano. 1992. Foto de la autora.
286
MARISOL DE LA CADENA
287
guidos, profesores universitarios y miembros de las lites (1992: 859), confirmando as las dinmicas a la vez inclusivas y diferenciadoras de las mayordomas.
Conclusiones
Poniendo en prctica los discursos discriminatorios que hacen escarnio de la
indianidad y que anidan en la intimidad cultural (cf. Herfeld 1997) cusqueista,
las mayordomas funcionan como uno de los mecanismos internos del hegemnico racismo de la ciudad. Irnicamente, la continuidad del Corpus Christi, la
emblemtica representacin de los estndares morales de la lite urbana, descansa
en las mujeres del mercado, la encarnacin de la inmoralidad (segn la gente
decente). A travs de las mayordomas, las mestizas y otros cusqueos de la clase trabajadora responden a esta creencia dominante y dignifican su imagen mostrando pblicamente su piedad y su desahogo econmico a lo largo de las calles
de sus barrios y de las principales arterias de la ciudad. Ms an, contradiciendo
las opiniones intelectuales de la lite, los cusqueos comunes consideran que,
ms que un despilfarro de tiempo y dinero, las mayordomas tienen beneficios
tangibles que se expresan en un fortalecimiento de las redes profesionales y una
mejora de la tasa de crdito personal en la economa informal. No obstante,
en una direccin distinta, estas instituciones no solo suponen la exitosa respuesta de las clases trabajadoras cusqueas a las creencias de la lite. Las mayordomas
presentan una doble cara: a travs de la invitacin ritual llamada jurka incluyen
a sectores sociales diferenciados en la celebracin, mientras que al mismo tiempo
excluyen a ciertos jurkados de una posible eleccin como mayordomos. Esto es
as porque el capital simblico logrado a travs de las mayordomas tiene como
una de sus condiciones la reproduccin de las creencias urbanas dominantes
que (basadas en las polticas del lugar regionales y en la geografa racializada del
Cusco) sancionan la inferioridad de los que recin llegan del campo y de las tierras altas y la superioridad de los residentes de la ciudad y las tierras bajas. Los
primeros (considerados relativamente indios), que son normalmente excluidos
de las ms prestigiosas mayordomas, buscan crear las suyas propias y de este
modo abrir un espacio social en la ciudad que les permita el acceso a la respetabilidad que les ha sido denegada por los miembros superiores de la clase trabajadora.
En sus propias mayordomas, los as llamados recin bajados (muchos de los
cuales llevan ya largo tiempo residiendo en los cerros que rodean a La Almudena)
representan una identidad mestiza y, finalmente, subordinan a aquellos que consideran indios. Esta dinmica, que recrea en la esfera ritual los mltiples niveles
de la condicin relativa de indio y mestizo que dan forma a la vida cotidiana
indgena cusquea, es la que subyace a la continua creacin de mayordomas.
288
MARISOL DE LA CADENA
[289]
VI
DURANTE LA DCADA del 1950, los hermanos Velasco Quintanilla fueron protagonistas del resurgimiento de la celebracin festiva de su santa patrona, la Virgen
de la Natividad. La fiesta estaba desapareciendo hasta que nosotros la revivimos
y potenciar las danzas fue muy importante, recuerda don Manuel Velasco, el
principal impulsor de la mayordoma de la Virgen de la Natividad en la forma
que actualmente toma. Durante el tiempo de nuestro cargo sigue diciendo,
las danzas atrajeron a mucha gente, muchos de los cuales se haban instalado recientemente en La Almudena. Hoy en da, durante la celebracin de las mayordomas de la Virgen de la Natividad, las comparsas se renen en el patio de la
iglesia de la Almudena escoltadas por sus mayordomos, encargados de proveer
de agua y comida al grupo de danzantes. Estas mayordomas se convirtieron
en una atraccin turstica poco despus de mediados de siglo, con la participacin
de numerosas comparsas de danzantes a las que animaban desde los agentes de
viajes hasta los intelectuales, pasando incluso por el sacerdote de la parroquia
local. Las danzas folclricas son un importante componente de la cultura regional popular y una atraccin turstica que expresa la autenticidad cusqueista.
Desde que las danzas entraron en escena, impulsadas en primer lugar por el
neoindianismo y ms tarde por el turismo, tanto los intelectuales de la lite
como los populares han utilizado la definicin de autenticidad y su potencial
asociacin con la indianidad de maneras diferentes.
En 1930, las autoridades culturales eligieron las danzas como el instrumento
capaz de conectar las esencias artsticas de los intelectuales oficiales y de los
indgenas cusqueos.1 A medida que el turismo se incrementaba desde sus
1.
A lo largo de este captulo se utiliza una distincin entre official intellectuals y grassroots o
indigenous intellectuals que he traducido como intelectuales oficiales o tradicionales frente
290
MARISOL DE LA CADENA
orgenes en los 50 hasta su eclosin definitiva a comienzos de los 70, los intelectuales de la lite produjeron y danzaron ellos mismos variadas coreografas
indgenas. Durante las cuatro dcadas que median entre 1930 y 1970, las danzas
fueron los textos a travs de los cuales los intelectuales de la lite y los intelectuales populares aprendieron unos de otros acerca de la distinta concepcin
que cada uno tena de las identidades sociales regionales.2 Entiendo esta interaccin como un dilogo implcito que, a pesar de estar mediado por un desequilibrio entre las posiciones de poder de los participantes, permiti una interpretacin y reformulacin relativamente autnomas de los distintos textos y narrativas
en liza, por parte de cada uno de aquellos.
En la actualidad los grupos indgenas bailan en comparsas, mientras que los
grupos de danza integrados por danzantes no-indgenas son llamados conjuntos
folclricos. Una de las diferencias ms comunes entre estas dos clases de asociaciones es el tipo de espacios en los que actan. Los conjuntos folclricos lo hacen
generalmente en escenarios teatrales, en los que se marca una clara distincin
con una audiencia que puede estar compuesta tanto de extranjeros como de limeos y cusqueos. Las comparsas, en cambio, participan en rituales locales,
tales como las celebraciones del santo patrono, en los que sus actuaciones no
establecen distincin alguna entre el pblico y los bailarines, confundindose
todos los participantes en una misma celebracin. En este sentido, el contraste
entre las actuaciones de las comparsas y los conjuntos corresponde a la formulacin elaborada por Vctor Turner acerca de las diferencias entre el ritual y el
teatro: el ritual, a diferencia del teatro, no distingue entre el pblico y los intrpretes (Turner 1982: 112).
Del mismo modo, las comparsas y los conjuntos folclricos tienen diferentes estrategias de actuacin. Mientras que los conjuntos folclricos imitan a los
personajes que representan, los miembros de las comparsas urbanas se transforman
durante el ritual en los personajes que encarnan. Otra diferencia importante se
refiere a la manera como los danzantes se identifican dentro de las taxonomas
raciales y culturales cusqueas. Los miembros de los conjuntos, a pesar de su
a intelectuales populares o indgenas. Los intelectuales oficiales o tradicionales son aquellos
que desempean el rol socialmente aceptado del intelectual en el contexto local del Cusco. Los intelectuales populares o indgenas son, por su parte, aquellos que, no perteneciendo a los crculos intelectuales socialmente reconocidos, llevan sin embargo a cabo una actividad perfectamente equiparable a la suya. En ese sentido, la distincin entre ambos tipos de intelectuales expresa, en ltimo extremo, una ampliacin del concepto de intelectual a los sectores sociales generalmente excluidos, dadas las jerarquas raciales y culturales
locales (nota del traductor).
2.
Al igual que en otros lugares, las danzas han sido en el Cusco vehculos para la expresin
de las identidades sociales.
RESPETO Y AUTENTICIDAD
291
292
MARISOL DE LA CADENA
RESPETO Y AUTENTICIDAD
293
Por ello la mayora de las comparsas reivindican sus orgenes fuera de la ciudad del Cusco,
el nico centro urbano real de la regin.
294
MARISOL DE LA CADENA
este proceso no son puras en el sentido en el que las imaginaron los intelectuales indigenistas modernos. Son, sin embargo, netas, autnticas, segn el mandato y la definicin de los intelectuales indgenas.
Representando al otro como un indio festivo:
el encuentro entre los neoindianistas y el turismo
Los indigenistas definieron a los indios como una cultura/raza rural. Los artistas
escritores y pintores los retrataron como campesinos melanclicos e introvertidos que posean un temperamento colectivo, gregario, potencialmente irritable. Aos ms tarde, cuando los neoindianistas redescubrieron el folclor, esta
caracterizacin fue remplazada por la imagen del indio festivo, un verdadero
imn para los visitantes extranjeros cuando la actividad turstica despeg definitivamente en la ciudad. Dadas sus atracciones arqueolgicas, se pens que el
Cusco podra competir con ciudades ya reconocidas como centros tursticos
internacionales. Pero adems, y por si fuera poco, la llamada Roma de Amrica
ofreca una atraccin adicional: su poblacin indgena contempornea. Los indios
podan ser burdos e iletrados campesinos, pero se les tena tambin por msicos
instintivos, coregrafos y sobre todo, danzantes.
El indio festivo se volvi un smbolo de revitalizacin de la cultura regional.
Muchos creen estar asistiendo a la agona del Indio pero las danzas sirven para demostrar que el Indio no muere, escriba una influyente autoridad neoindianista
en 1940.4 Aun as, el arte indgena, como un tosco producto bruto de los indios, requera de la supervisin de especialistas antes de darse a conocer al pblico, tal como lo seala la siguiente cita:
[...] Los indios tienen que adaptarse al escenario, no pueden presentarse tal como lo
hacen en las plazas de pueblo [...] [tienen que ser presentados] como artistas, no como indios borrachos durante das de disipacin [...] es urgente, aunque no queremos
estilizar, que [las danzas] se presenten con cierta pureza, con algo de suavidad [...] el
motivo tiene que ser interpretado.5
RESPETO Y AUTENTICIDAD
Para evitar la difusin de lo que se juzgaba como rusticidad del folclor preservndola en secreto como intimidad cultural (Herzfeld 1997) y buscar a la
vez un engrandecimiento del arte indgena, los artistas indgenas fueron preparados y disciplinados a partir de su integracin en conjuntos musicales. Estos
estaban dirigidos por lderes neo-indigenistas, a cargo de modelar las aptitudes
musicales indgenas y de extraer verdaderos artistas de entre los alumnos indios.
Entre estos grupos, probablemente el ms famoso en presentar indios netos
sobre el escenario fue el Conjunto Acomayo. El grupo era visto como la orquesta autntica, cuyas producciones reunan todas las condiciones de la buena
msica indgena.6 La crtica cultural cusquea consideraba que el secreto del
xito del grupo estaba en su lder, msico culto y preparado, un intelectual
neoindianista. Se llamaba Policarpo Caballero y haba nacido en una aldea rural
como hijo de un pequeo propietario de tierras, desde donde haba logrado
llegar recibir una formacin musical en Argentina. l adapt a sus alumnos
indios al escenario artstico y garantiz con su presencia y conocimiento la buena
calidad de la msica. En opinin de un experto msico cusqueo, las creaciones
de Caballero eran muy tcnicas, muy andinas, muy indgenas (Ojeda 1990:
84).
Entre los aos 30 y 40 los intelectuales tradicionales cusqueos, al exaltar
la msica y las danzas indgenas y al dirigir a los intrpretes indios, hicieron del
folclor una empresa muy atractiva en trminos polticos, culturales y tambin
econmicos. La sede cusquea de la Corporacin Nacional de Turismo inaugur
en los aos 40 un departamento de folclor casi acadmico, donde algunos profesores universitarios organizaron un fichero folclrico, que consista bsicamente
en un catlogo de cuentos, leyendas, comida, festivales, msica y danzas de varias provincias del Cusco (Vidal de Milla 1985: 23). La Corporacin tambin
auspici a un conjunto folclrico, cuya finalidad era el fomento del arte peruano
[y] especialmente sus manifestaciones dramticas, musicales y coreogrficas.7
Si los directores de los conjuntos musicales vigilaban la actuacin de los
indios en escena, el Conjunto Folclrico de la Corporacin Nacional de Turismo
5.
4.
295
6.
Ibd.
7.
Reglamento interno del Conj nto Folclrico (APHVU). Este conjunto estuvo precedido
por el llamado Centro Qosqo de Arte Nativo, que fue inaugurado en 1924 y reorganizado
repetidas veces hasta que tom la forma que tiene en la actualidad, siendo uno de los grupos ms importantes en la difusin del folclor turstico. En los aos 40, el Centro Qosqo
sufri una de sus tantas crisis organizativas y fue reemplazado inmediatamente por el
Conjunto Folclrico. Este ltimo desapareci finalmente a mediados de los 50, para ser
sustituido por un grupo de artistas, intelectuales y especialistas quechuas autodidactas
(quechuistas), quienes ms tarde recuperaran el nombre de Centro Qosqo de Arte Nativo.
296
MARISOL DE LA CADENA
fue expresamente utilizado por los intelectuales para producir un folclor refinado, a la vez que preservado en su potencial artstico y sus races indgenas. La
primera etapa en la produccin del folclor se conoca como captacin, trmino
que aluda a la recoleccin directa en el campo del material cultural a ser reproducido. Durante esta fase, orientada a recuperar la esencia indgena en los lugares
donde an persista, los folcloristas, armados de lpiz y papel, viajaban a los
escenarios artsticos naturales pueblos relativamente distantes donde
observaban las danzas y escuchaban la msica, tal como eran interpretadas por
los miembros de las comparsas locales.8 Sin lugar a duda, estos viajes no eran
estrictamente necesarios, ya que las danzas tambin se ejecutaban en la misma
ciudad del Cusco. Sin embargo, se trataba de un requisito acadmico que expresaba la distancia geogrfica y cronolgica necesaria en toda definicin aceptable
de folclor (Fabian 1983; Thompson 1991; Cirese 1981).
La segunda etapa implicaba el esfuerzo del conjunto por esconder las intimidades culturales regionales, es decir, ocultar la rusticidad del arte indgena
regional. Especficamente se la describa como depurar las danzas sirvindose curiosamente del mismo verbo utilizado por los indigenistas para definir su
misin respecto al quechua durante los aos 20. La depuracin de la danza y la
msica indgenas implicaba su adaptacin a los alegados altos estndares culturales del pblico urbano. Las impurezas ms frecuentes eran los ritmos musicales
discordantes, algunos instrumentos occidentales (el acorden era, por ejemplo, ridiculizado, mientras que se admiraba al violn y la guitarra), los atuendos
impropios hechos de tejido industrial o de colores estridentes, as como la
falta de coreografa. Durante la etapa de depuracin, una autoridad intelectual
competente llamada en la mayora de los conjuntos folclricos el director
coreogrfico supervisaba el proceso a fin de garantizar que se cumpliera con
la limpieza sin alterar la esencia e intencin de la danza.9 Generalmente, la depuracin supona la creacin de una coreografa simtrica, ya sea suavizando o
exagerando los movimientos del baile y preservando a la vez lo que los folcloristas no-indgenas definan como la meloda musical principal y el argumento
de la danza. La persona encargada de esta hazaa era el coregrafo del grupo,
identificado en los crculos intelectuales urbanos como una suerte de autor
de la danza. Este reciba el ttulo de maestro, que era un ttulo reverencial a juzgar
por el siguiente comentario de Humberto Vidal Unda, un lder folclrico neoindianista: El maestro Juan de Dios Aguirre ha captado la danza el Chullchu Tu8.
Con grabadoras y equipos fotogrficos, el mismo estilo que usan los grupos folclricos
hoy en da para copiar las danzas. La palabra captacin se utiliza todava para referirse
a esta actividad.
9.
RESPETO Y AUTENTICIDAD
297
suy del folclor de Paruro, y la ha transformado en una pieza seria que no tiene
nada que envidiar a las de los grandes autores.10 Los maestros tambin creaban
coreografas que eran consideradas autnticas ya que, en tanto artistas reputados,
saban cmo reproducir la esencia indgena. El ttulo de maestro se convirti
en una etiqueta que identificaba a los folcloristas que pertenecan a la gente decente, distinguindolos de esta manera de los indios y de los mestizos del pueblo
que tambin creaban e interpretaban danzas o msica. El nfasis en las danzas
folclricas y la posibilidad de adjudicarles autora dio lugar al reconocimiento
del trabajo de un grupo de intelectuales de nivel intermedio que labraba su reputacin produciendo captaciones y creando coreografas. As, tambin en este
aspecto, las danzas indgenas fueron para los neoindianistas lo que el quechua
haba sido para los indigenistas: una fuente cuyo estudio y produccin les otorgaba la posibilidad de convertirse en intelectuales.
El evidente trasfondo etnogrfico de las captaciones pudo inspirarse en la
prctica del trabajo de campo que los profesores promovieron desde los aos
20, con el fin de completar la formacin acadmica de los estudiantes universitarios. Adems de establecer una distancia y marcar las diferencias entre los recopiladores de folclor y los indios de los cuales se haba obtenido el material (Fabian
1983), la tcnica del trabajo de campo fue central para certificar la autenticidad
de las producciones de los folcloristas y para su reconocimiento intelectual. Un
proceso que culmin en la creacin de la ctedra de Folclor en 1943 y en la importancia del rol acadmico de los maestros folcloristas que ello supuso. De
acuerdo al historiador del Cusco Jos Tamayo Herrera (1992: 777), entre las
Ciencias Sociales, el Folclor fue la disciplina que prevaleci entre 1943 y 1957.
Profesores universitarios y estudiantes de folclor, junto con msicos y coregrafos autodidactas, se agruparon en el Conjunto Folclrico de la Corporacin Nacional de Turismo, en cuyas presentaciones pblicas describan a indios
y mestizos segn las clasificaciones tnicas dominantes. Los indios eran rurales,
instintivamente salvajes y capaces de soportar situaciones duras. Los mestizos
eran descritos como personas de modales ordinarios, que los distinguan radicalmente de la gente decente. Por ejemplo, una actuacin tpica del Conjunto Folclrico de la Corporacin inclua la estampa llamada Impresiones de un recluta,
que presentaba a un indio lerdo recin llegado a la ciudad, luego de ser reclutado
para el servicio militar. Tambin se presentaba la danza kachampa, que describa
a un gil guerrero indio; el indio buclico apareca en Tika rantij (comprador
de flores); el indio resignado que soportaba las inclemencias del clima era el
que deambulaba por el escenario en la estampa Pajonal; y el indio violento era el
10.
Humberto Vidal Unda, mensaje en el programa radial La hora del charango, 1938,
APHVU.
298
MARISOL DE LA CADENA
personaje principal en Chearaje, una escena que fue ms tarde considerada como
representativa de las violentas provincias altas, el escenario de las presuntas
rebeliones indias de 1920. Los mestizos urbanos no eran nunca representados
como danzantes sino como borrachos irreverentes, generalmente a travs de
estampas que describan su celebracin pagana de las mayordomas.11
A pesar de su rechazo de la categora biolgica de raza, las autoridades
culturales de mediados de siglo racializaron sus imgenes del folclor a travs de
una esencializacin de lo que ellos perciban como smbolos de tradicin indgena. Decidieron, por ejemplo, que para que las danzas fueran autnticas deban
tener un carcter ritual, ofrecer una leccin moral y describir escenas agrcolas o
incaicas. Adems, se esperaba que los danzantes se movieran como indios
(saltando, luchando, pisando fuerte) y que llevaran atuendos indgenas reales.
Igualmente, desde la perspectiva neoindianista, eran muy apreciadas como
muestras del folclor regional las danzas que, aun sin cumplir con los requisitos
mencionados ms arriba, mostraban reminiscencias de la antigedad clsica.
Las bacantes, por ejemplo, fueron pensadas como evidencias del vnculo entre el
arte indgena y los cnones artsticos griegos, considerados universales y eternos.12
El folclor se convirti en la pieza central del cusqueismo cuando el turismo
empez a desarrollarse aceleradamente. En enero de 1960 los peridicos anunciaban que ms de 23.000 turistas haban visitado el Cusco en 1959 una cifra
sin duda numerosa en una ciudad con menos de 150.000 habitantes. Fue en
ese momento cuando los intelectuales se comprometieron en una empresa que,
protegiendo al arte indgena de la distorsin, tena a la vez por objeto la promocin del folclor para el turismo. La celebracin en 1961 del quincuagsimo
aniversario del descubrimiento de Machu Picchu por Hiram Bingham fue una
extraordinaria ocasin para sellar el compromiso. En esa fecha, el Instituto
Americano de Arte, en lnea con su declaracin de intenciones respecto a la
preservacin de la autenticidad de las danzas y a partir de una vinculacin de
autenticidad con nociones populares de espacios raciales adecuados, sugiri
que las danzas folclricas indgenas deberan tener lugar en su ambiente y alrededores naturales. Para ello propuso realizar visitas tursticas a los pueblos
de los alrededores del Cusco, con objeto de presenciar las danzas que all
tenan lugar. Adems, y tratando de extender este turismo de lo autntico a la
ciudad del Cusco, el Instituto propuso, por acuerdo de su asamblea, que los
11.
12.
RESPETO Y AUTENTICIDAD
299
hoteles y restaurantes prepararan platos y bebidas tpicas cusqueas para ofrecerlos a los visitantes extranjeros.13
La combinacin de impulso econmico, esfuerzo cultural y cusqueismo
alcanz su ms alta manifestacin en el conjunto artstico llamado Danzas del
Tawantinsuyo. Dirigido por el empresario Ral Montesinos, los asesores artsticos
fueron el artista plstico Juan Bravo y Ricardo Castro Pinto, un msico autodidacta que haba representado el papel de Inca en la celebracin del Inti Raymi
repetidas veces desde 1958. Sustentndose en la ideologa del cusqueismo, este tro fue el artfice del surgimiento definitivo del folclor turstico como un
nuevo gnero, en el que el valor de las danzas se derivaba ms de su atractivo
visual que de la fidelidad de su reproduccin.14 Desde una mirada masculina,
consideraron que la participacin de las mujeres (no-indgenas) vistiendo una
versin vernacular de minifaldas que giraban hasta mostrar los muslos, era necesaria para que las danzas fueran consideradas atractivas.15 Durante su reinado,
Danzas del Tawantintuyu vincul directamente la promocin del folclor para
el turismo con lo que sus directores concibieron como la belleza femenina.
Las mujeres indias, que los directores de Danzas del Tawantintuyu consideraban
sexualmente inspidas para el gusto masculino occidental (debido a su escaso
busto y a su trasero plano), fueron reemplazadas en el escenario por mujeres
deseables que mostraban sus prominentes atributos bailando al comps de
los ritmos indgenas.
El exotismo racial y de gnero del folclor alcanzaba a la conducta sexual
de los indios, lo que no es de sorprender si tenemos en cuenta que las caractersticas sexuales de los indios fueron una piedra angular en la definicin culturalista
de raza que elabor la generacin indigenista en los aos 20. Uno de sus miembros, Luis Felipe Aguilar, protector de indios, escriba: el erotismo indio incluye
manifestaciones brutales; para l, pellizcar y patear a la amada es equivalente a
acariciarla; y golpearla sin causa alguna hace que la mujer sienta la fuerza de su
pasin (Aguilar 1922: 61). La creencia en la sexualidad bestial indgena permaneci inexorablemente viva. En 1956, un estudiante universitario redact un trabajo
en el que parafraseaba a Aguilar: el patear y el pellizcar estn incluidos en el
lenguaje mudo de amor de los indios (Dueas 1956: 16). Tales imgenes se
deslizaron rpidamente en la representacin de los indios que se ofreca a los
turistas. En los aos 60, el programa de Danzas del Tawantintuyu describa el
13.
14.
Entrevistas con Ricardo Castro Pinto y Juan Bravo. Vase tambin El Comercio, Cusco, 14
de julio de 1961, recortes de peridico en el APRCP.
15.
Tanto as que los periodistas se quejaron: las Danzas del Tawantinsuyo haban exagerado
los giros y piruetas y acortado demasiado las faldas (El Sol, 3 de julio de 1961).
300
MARISOL DE LA CADENA
Programa de las Danzas del Tawantinsuyu, sin fecha (ca. 1963), Archivo Personal de
Ral Montesinos (APRM).
17.
18.
RESPETO Y AUTENTICIDAD
301
gios [que ha recibido] debido a sus vestimentas llamativas, sus danzas inigualables, que no
son nada ms que la expresin andina de nuestra tierra, y donde apreciamos la ondulacin
incandescente de nuestro lago legendario Carta a Humberto Vidal Unda, 7 de junio de
1954; APHVU, documentos varios.
19.
La comparsa de capac qolla alude al intercambio comercial, social y cultural entre los habitantes de las zonas altas (conocidas como punas y ubicadas normalmente por encima de
los 2.000 metros sobre el nivel del mar) y los valles, conocidos tambin como quebradas
o quechua (que se encuentran entre los 1.200 y los 2.200 metros sobre el nivel del mar).
Durante varias dcadas, los antroplogos e historiadores de los Andes interpretaron de
innumerables maneras estas interacciones que, bajo la influencia de John V. Murra, llegaron a convertirse en una obsesin para los estudiosos en los aos 70. Vase Murra, Formaciones econmicas y polticas del mundo andino, Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1975, y
el clsico artculo de Pierre Duviols, Huari y Llacuaz, agricultores y pastores: un dualismo
pre-hispnico de oposicin y complementariedad, en la Revista del Museo Nacional 1973,
(39): 153-191. Tambin Giorgio Alberti y Enrique Mayer, Reciprocidad e intercambio en los
Andes peruanos, Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1974.
20.
Haukaypata es el nombre quechua para la plaza de Armas en la ciudad del Cusco. El Collao es la regin del altiplano que se extiende hacia el sureste del departamento del Cusco.
302
MARISOL DE LA CADENA
fe), una bailarina femenina denominada la imilla y un chanasko o nio.21 Una caracterstica de los capac qollas es que poseen llamas, un animal que los acompaa
durante el viaje y que marca su identidad como pastores, diferencindolos as
de los agricultores. Algunas comparsas llegan incluso a utilizar llamas reales en
sus presentaciones. Adems de estos personajes principales, los capac qollas, al
igual que la mayora de las comparsas del Cusco, tienen pablitos o pauluchas, personajes indispensables, encargados de servir a los danzantes e invitados durante
las pausas de la danza, de mantener el orden y, al mismo tiempo, de hacer rer
al pblico con bromas y nmeros comunes a muchas danzas del Cusco.22
De acuerdo a un antroplogo de Paucartambo, la comparsa de capac
qolla exista en esa provincia desde fines del siglo XIX, integrada por un grupo
de hombres de la lite de Paucartambo (Villasante 1975: 79). En su reciente estudio de esta misma danza, en la versin de la comparsa del pueblo de San Jernimo, Zoila Mendoza seala que la danza evolucion desde otra ms antigua,
llamada colla en alusin a los viajes de comercio de los pastores de llamas del
altiplano (trajines, vase Glave 1989). La versin contempornea es una estilizacin creada por los paucartambinos, quienes (buscando tal vez depurar la danza
de sus connotaciones despectivas) aadieron el adjetivo capac, que en quechua
quiere decir rico o jefe (Mendoza-Walker 1993: 196). Por otro lado, tambin
el auge turstico del Cusco y sus secuelas estn relacionados con esta danza. En
el mes de julio los paucartambinos celebran la fiesta de la Virgen del Carmen,
un evento importante en la estacin turstica, que se inicia en junio con el Corpus
Christi y el Inti Raymi. Esta fiesta, repleta de comparsas que participan en los
concursos folclricos que se organizan bajo el auspicio de los agentes de viajes,
le ha valido a Paucartambo el titulo de capital folclrica del Cusco. El capac
qolla se hizo popular en esta celebracin durante la dcada de 1970.23 Algunos
miembros de la comparsa capac qolla de Haukaypata del Cusco tambin estn
vinculados al turismo, en tanto trabajan como vendedores ambulantes de tejidos
y otras artesanas, actividad que debe mucho a la presencia de los visitantes
extranjeros.
La versin de capac qolla que baila esta comparsa es la interpretacin de
Alejandro Condori, el caporal del grupo.24 Hijo de campesinos, Alejandro naci
Ocupa los territorios de Puno y gran parte de Bolivia y, en general, se sita a una altura
mayor que la de las principales ciudades del Per.
21.
Imilla es el trmino aymara para nia y chanasko se refiere al ms pequeo del grupo.
22.
23.
24.
Alejandro Condori curs los estudios primarios en su pueblo. Es bilinge quechua/espaol, si bien habla este ltimo idioma con dificultad.
RESPETO Y AUTENTICIDAD
303
Es posible que el caporal que inici a Alejandro no haya danzado en la comparsa principal
de capac qolla de Paucartambo, puesto que esta se reserva para la gente ms importante de
la provincia. Sin embargo, en los distritos de esta provincia existen otros grupos capac qolla y pudo haber pertenecido a alguno de ellos.
26.
304
MARISOL DE LA CADENA
RESPETO Y AUTENTICIDAD
305
La comparsa de la Capac Qolla realiza una danza ritual antes de partir de la iglesia de La Almudena al Coyllur Riti.
306
MARISOL DE LA CADENA
t bajo la advocacin de un santo patrono urbano. Cuando en 1988 don Alejandro se enter de que la Virgen de la Natividad de la parroquia de la Almudena
era la patrona de los comerciantes de lanas, decidi solicitar al sacerdote de
esa parroquia que la Virgen fuese tambin la patrona de los capac qollas de
Haukaypata.27 Siguiendo los procedimientos de los sindicatos de trabajadores,
Alejandro convoc a sus danzantes a una asamblea y les dijo: ellos dicen que
los devotos de la Mamita Natividad son como nosotros, que son comerciantes
y tejedores, y dado que como qollas, nosotros somos comerciantes independientes y comerciantes de lanas, deberamos escogerla como nuestra Patrona. Del
mismo modo, reflejando la estructura de las uniones sindicales cusqueas, la
Asociacin Capac Qolla de Haukaypata tiene un libro de actas y una junta directiva, y utiliza procedimientos democrticos para la resolucin de los conflictos
y la toma de decisiones. Alejandro recuerda todos esos detalles: yo invit a todos los participantes a una reunin en mi casa. All hemos elegido a nuestra junta directiva y nos hemos convertido en una comparsa legtima con el nombre
Asociacin Capac Qolla de Haukaypata. Pero lo que realmente otorga legitimidad a la comparsa es su peregrinaje al Santuario de Nuestro Seor de Coyllur
Riti, que culmina con su participacin en la procesin urbana del Corpus Christi.
Estos dos eventos rituales son fiestas sin fecha fija pero s coordinada, que
se rigen por el calendario lunar y se celebran anualmente en algn momento entre los meses de mayo y junio. Simbolizan un ritual indgena y un ritual cristiano,
respectivamente. Incluso el contraste entre los lugares geogrficos en los que se
celebran una montaa en la regin del Apu Ausangate para la peregrinacin
de Coyllur Riti y la plaza de Armas del Cusco para la celebracin del Corpus
Christi es significativo de las concepciones racializadas de la geografa y la
cultura. La participacin de los capac qollas de Haukaypata en ambos rituales
ilustra una estrategia que integra lo rural y lo urbano en su doble objetivo de lograr la autenticidad de su actuacin y a la vez su desindianizacin. De regreso
de Coyllur Riti, bajando de las alturas al valle, los capac qollas de Haukaypata
se unen a la procesin del Corpus Christi en las principales calles de la ciudad.
Para que este encuentro tenga significado, los capac qollas deben exhibir grandes
bloques de hielo que han cargado desde el Ausangate, el Apu central del Coyllur
Riti. Esta exhibicin confirma la ruralidad de la danza y la habilidad de sus
participantes para actuar y hasta sobresalir, en las cumbres nevadas de mayor
altitud. Al mismo tiempo, el trmino Haukaypata el nombre quechua de la
plaza de Armas sugiere que los miembros de esta comparsa suben al Ausangate
como representantes de esta plaza, el corazn urbano de la regin cusquea. La
27.
No llegu a verificar estos rumores, pero sospecho que estn relacionados con la participacin de los puneos en las mayordomas ofrecidas a la Virgen de Natividad.
RESPETO Y AUTENTICIDAD
307
Don Alejandro Condori, vestido como un Capac Qolla, en nuestro retorno del Coyllur
Riti. Estamos ubicados frente a la catedral, aguardando completar el peregrinaje mediante el acto de depositar dentro del templo el hielo atesorado por el Ausangate.
Cornelio, uno de los pablitos de la comparsa de la Capac Qolla, posa orgulloso con el
hielo trado desde el Ausangate. Ambas son fotografas de la autora.
308
MARISOL DE LA CADENA
28.
He tomado prestada la expresin de una metfora de Ralph Abraham: El ocano y la tierra no estn divididos en la costa de un modo binario, ellos se interpenetran en una geometra fractal (1993). Agradezco a Penlope Harvey por brindarme esta referencia.
RESPETO Y AUTENTICIDAD
309
29.
Alejandro, otro danzante llamado Fernando y yo misma escribimos los versos en una sesin en la que escuchamos atentamente una grabacin que habamos realizado de la cancin de la comparsa. Estaba escrita en quechua y la tradujimos al castellano en una sesin
posterior.
30.
Obtuve esta explicacin y las que siguen de Alejandro, pblicamente, mientras observaba
las prcticas de danza o cuando Alejandro resolva un problema que surga en la comparsa.
Tambin las recib en privado, como respuesta a mis preguntas directas acerca del significado
de las danzas.
310
MARISOL DE LA CADENA
a ocurrir all abajo, cuando llegamos a la quebrada de repente nos roban nuestra llama, nuestra carga, no sabemos quin nos ha robado [...].
Alejandro me explic que por esa misma razn l no poda ensearme los dialectos que
usaba.
RESPETO Y AUTENTICIDAD
311
Tal y como Alejandro describe, los pablitos estn asociados con las alturas y
son por lo tanto generalmente considerados como los miembros ms indios
de los grupos de danza. Como tales, se les asignan tareas rituales menores sirven a los danzantes, transportan cargas y son los ltimos en recibir cada uno de
los servicios rutinarios y es por ello que algunas comparsas escogen entre sus
miembros a los ms pobres y menos instruidos para hacer el rol de pablito. Sin
32.
Pustan fue una de las palabras del dialecto que no pude traducir y que se qued finalmente sin traduccin, ya que ninguno de los danzantes de Alejandro pudo hacerlo tampoco.
De acuerdo a una profesora bilinge (Margarita Huayhua), la palabra puede designar a un
becerro que no ha podido completar su crecimiento sin razn aparente. Ella sugiri que
taytan wayran pustan podra traducirse como el vientecito del padre, el padrecito del viento y maman wayran pustan como el vientecito de la madre, la madrecita del viento. Estas frases son, sin embargo, tan ambiguas que Alejando puede interpretarlas de otra manera, sin que ello tenga necesariamente que ser juzgado como una arbitrariedad suya.
312
MARISOL DE LA CADENA
embargo, los pablitos que van al Coyllur Riti son tambin especialistas rituales
experimentados y de mucha importancia, porque entre sus tareas se encuentra
la de conseguir el hielo ritual. Ser pablito de Coyllur Riti puede significar una
carrera ritual de toda una vida, que normalmente empieza como aprendiz de
aquellos con una ms larga trayectoria en el desempeo del rol. As pues, los
pablitos ocupan el estrato ms bajo en la escala social y son, a la vez, especialistas
rituales en Coyllur Riti que gozan de una gran estima y consideracin.
A travs del aprendizaje de los llamados dialectos de un pablito, Alejandro
adquiri el conocimiento ritual neto que, para l y para los miembros de su
comparsa, lo distingue de los falsos caporales que copian la danza, llevando a
sus grupos al pico nevado sin conocer el significado de los dialectos, ellos no
saben cmo contestar [en dialecto]. Y sin embargo, como sucede con el rol
de los pablitos, el dominio de los dialectos se percibe tambin como un atributo
de indios (los borrachitos a los que aludi Alejandro) y, por tanto, uno de los riesgos de su posesin es el adquirir automticamente la consideracin de indio o
el estar muy cerca de serlo. Para contrarrestar estos peligros, los capac qollas de
Haukaypa enfatizan lo que ellos ven como las caractersticas urbanas bsicas de
su identidad. As como sus canciones revelan sus orgenes rurales, no dejan de
insistir en su condicin de comerciantes (no-agricultores) y en que proceden del
mismo centro de la ciudad, de Haukaypa, en la plaza de Armas. Y aqu la paradoja: aunque esta interpretacin de s mismos rompe las dicotomas binarias
al yuxtaponer saberes y procedencias rurales y urbanas, sigue aferrndose a las
jerarquas dominantes al utilizar lo urbano para contrarrestar los aspectos negativos, vinculados a lo indgena, que la imaginacin regional (y nacional) dominante
otorga a la ruralidad.
Para esta comparsa, presentar una apariencia urbana es tan importante
como el dominio de los dialectos rurales. Ambos son fuentes de distincin,
una marca de autenticidad como comparsa ritual. En una ocasin, cuando me
encontraba acompaando a la comparsa, un nuevo residente de la parroquia
de La Almudena pidi unirse al grupo. Era un joven quechua-hablante monolinge que, por la manera de comportarse, evidenciaba que acababa de llegar del
campo. Si bien la comparsa lo acept, dej bien en claro que ellos, los haukaypatas, eran los que representaban a la ciudad de entre todas las numerosas comparsas capac qolla que acudan al Coyllur Riti. Por eso mismo el nuevo acompaante
tena que baarse, peinarse y lustrar sus zapatos antes de poder unirse a la comparsa, para que no se viera rstico, como los miembros de las otras comparsas.
Adems de ordenarles cuidar la limpieza y apariencia de su persona, Alejandro
siempre exige a los danzantes de su comparsa que se abstengan de beber mientras
interpretan el ritual, ya que este es un rasgo irrefutable de indianidad. Los borrachitos de las alturas es el apelativo que Alejandro utiliza para referirse a los indios,
RESPETO Y AUTENTICIDAD
313
a medio camino entre el afecto y la burla. Con el objetivo de purgar los aspectos
rurales (que con tanto orgullo muestran en la danza) de las connotaciones peyorativas de indianidad, Alejandro ha suprimido adems las connotaciones abiertamente sexuales presentes en algunas secciones de la danza. De este modo, y para distanciarse de las imgenes dominantes sobre las aberraciones sexuales de
los indios, opta por presentar lo que l considera que son apropiados estndares
urbanos de comportamiento domstico.
Escondiendo el chinka-chinka y redefiniendo
la sexualidad extica del indio
Casi todas las comparsas capac qolla en la ciudad del Cusco y sus inmediaciones
se han inspirado para la creacin de sus danzas en la versin de Paucartambo,
que enfatiza la valenta masculina de los llameros. De acuerdo a los danzantes de
Haukaypata, la mayora de las comparsas capac qolla asisten al festival central
en Paucartambo para observar la danza directamente y llevan sus grabadoras
para registrar y copiar posteriormente las letras de las canciones. En consecuencia,
la versin de los qollas ms difundida sigue el estilo de Paucartambo (en palabras de Alejandro), que narra las vicisitudes sexuales que el grupo masculino
de llameros enfrenta al llegar a lugares desconocidos.33 Una parte muy importante
de la danza se llama chinka-chinka, que viene del verbo chinkay, que quiere decir
perderse, y que en el contexto de esta danza significa esconderse para poder
jugar sexualmente. En esta parte de la danza los qollas se encuentran con una
mujer personificada por la imilla (la mujer que baila en la comparsa), que los seduce (o a quien ellos seducen) y con quien tienen relaciones sexuales. Las modificaciones de Alejandro diferencian la danza del grupo de Haukaypata de las
que utilizan esta versin, que es la ms difundida. l contradice orgullosamente
la tendencia Paucartambo: nosotros no seguimos el estilo de Paucartambo,
sino la manera de mi pueblo [...]. Nosotros no hacemos las canciones de la misma manera [...] nosotros tampoco hacemos los pasos de la misma manera [...].
Nosotros bailamos en ronda noms [...]. Alejandro ha suprimido especfica-
33.
314
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34.
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315
La mayora de las comparsas capac qolla acentan las alusiones sexuales de las
letras con una coreografa que representa el acto sexual entre el caporal y la imilla, e incluso entre el caporal y una llama. Por ejemplo, al describir esta seccin
tal como la representan los capac qollas de San Jernimo, la antroploga Zoila
Mendoza seala:
Cuando el caporal captura a la emilla en el medio de la ronda [que han formado los
otros qollas] [] l la hace girar al comps de la msica y bailan con los brazos entrelazados. Los qollas cambian su danza, rompiendo la ronda, haciendo que se abran
los otros danzantes. Estos levantan y bajan los brazos, con las palmas hacia adentro
y luego sus manos se encuentran con una rpida palmada. Mueven las piernas con
el mismo movimiento, alzando las rodillas y dando un brinco alto. Este movimiento
supone la celebracin de la captura, y como la letra lo indica, el gozo sexual en general. Los qollas cantan: hacer esto me da placer (bis), trepar un pico rocoso, trepar sobre un puente (Mendoza 1993: 223).
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monio [hacen la ronda e imitan juegos sexuales] [] ahora ya todo eso estoy perdiendo porque cuando hago eso se ren, se pierde el respeto [] pero yo sigo bailando antigedad, yo bailo autentico, no he hecho cambios, yo no cambio por ser
ms bonito, cuando me dicen cambiemos, eso es ms bonito, yo contesto
que nosotros bailamos antigedad.
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Desindianizacin
Respeto y masculinidad
El afn de Alejandro por depurar su comparsa de los estigmas de la indianidad
no est libre de conflicto, debido a que el comportamiento que exige de los
miembros varones de la comparsa, en tanto netos de respeto, desafa las
imgenes dominantes de masculinidad que aquellos pueden compartir. Otra
coreografa transformada por Alejandro es la denominada Yawar mayu, ro de
sangre en quechua.35 Esta pieza, que tambin es importante en el repertorio de
otras comparsas, es generalmente escenificada por un elenco exclusivamente
masculino que participa en una competencia de latigazos, duros golpes que
pueden llegar a hacer sangrar a los participantes. Algunos etngrafos interpretan
el Yawar mayu como una demostracin de masculinidad (Allen 1983). Los observadores de esta representacin a los que entrevist manifestaron que, durante el
Yawar mayu, los pablitos se desafan unos a otros a latigazos con el objetivo de
probar su coraje. Alejandro, sin embargo, ha transformado esta representacin
buscando presentarla en trminos educativos, anlogos a un rito de iniciacin.
En su versin, los ms jvenes, encarnados por los pablitos y el chanasko de la
comparsa, aprenden lecciones de respeto. La letra del Yawar mayu reza como
sigue:
No te asustes hermanito
vindote en Yawar mayu.
As llegue la granizada
acaso ves que yo me asusto.
Mi huaraca hace kac-kac.
Mi espejo liuliu brilla.
Mi navaja siusiu corta.
Mi huaraca hace kac-kac.
Sabas chanasko?, aprende chanasko.
Al pequeo y al grande se le respeta.
Al pequeo y al grande se le saluda.
Sabas pablito?, aprende pablito.
35.
El primer relato sobre Yawar mayu que me ha sido posible encontrar se remonta a la poca
neoindianista (Alencastre y Dumzil 1953). Aqu se describe una confrontacin ritual
entre los campesinos de la provincia de Canas. Se conoce como chiaraque y empieza con
una cancin, interpretada por las mujeres solteras de los pueblos, con una letra similar a
los primeros tres versos usados en el acto de Yawar mayu por diferentes comparsas de capac
qolla que he tenido oportunidad de conocer. Explcita o implcitamente, algunos estudiosos
del Ande hacen alusin al chiaraque para referirse a la violencia secular de los indios.
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Al pequeo y al grande se le respeta.
Al pequeo y al grande se le saluda.
La letra de Yawar mayu tambin difiere en otras comparsas. Por ejemplo, la versin de San
Jernimo incluye estas lneas caractersticas: no voy a llorar, aunque me vean cubierto
de sangre, como agua, aunque me vean en sangre, como un ro. Esta letra es similar a la
que canta la comparsa capac qoya de Ttiobamba: casi no me asusto, en verdad, al verme
en riachuelos de sangre, al verme en pueblos con gente que no conozco, al ver correr riachuelos de sangre, tienes que decir que es agua del cactus del airampo. Ambas letras expresan un desafo ante potenciales peligros. Quisiera agradecer a Zoila Mendoza por haberme dado un juego completo de las letras de la comparsa capac qoya de San Jernimo.
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Programa de Danzas del Tawantinsuyo, sin fecha (ca. 1963), archivo personal de Ricardo Montacenos (APRM), 1963.
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simi, las danzas de la comparsa de Alejandro deben ser del ms alto nivel y, en
este caso, el adjetivo capac no significa sino el elevado status urbano de estos qollas, frente a la versin sallqa, propia de las montaas y de unos intrpretes que
se caracterizan por su desconocimiento de las maneras propias de la ciudad. A
pesar de los llamados de don Alejo a la autenticidad y de su orgullo en la exhibicin del conocimiento rural neto, su versin privilegia a la ciudad sobre el
campo. Alejandro y otros como l, a pesar de presentar definiciones e imgenes
alternativas a las dominantes, se mueven todava dentro de las jerarquas hegemnicas. As, en lugar de reclamar y reivindicar la indianidad, la silencian, restringiendo su significado a una condicin despreciable, mientras a la vez se apropian
de la nocin de cultura neta y la reformulan, amplindola para dar cabida a los
mestizos.
Silenciar la indianidad es un signo de respeto que demuestra la otredad
inclusiva que penetra las identidades indgenas cusqueas y la inferioridad que
exclusivamente se adscribe a las identidades rurales. Esto es lo que permite que
un claro comportamiento discriminatorio sea visto como legtimo y como una
parte integrante de las reglas del respeto que, de este modo, asumen las jerarquas
dominantes. Ganar el respeto implica aceptar las diferencias sociales y comportarse de acuerdo a la propia posicin social. En consecuencia, aceptar la propia
inferioridad es el camino que conduce al ascenso social. Aunque esta inferioridad
es percibida como relativa ms que como definitiva, la conducta respetuosa
exige la aceptacin de humillaciones. El caso del joven quechua hablante monolinge que haba migrado reciente del campo a la ciudad, es ilustrativo de esta actitud. Cuando intent formar parte de la comparsa capac qolla, los bailarines
solo lo aceptaron luego de haberle ordenado que se limpiara la cara y las manos
y lustrara sus zapatos porque ahora estaba en la ciudad. El papel que le asignaron en la danza era el de maqtacha (joven) que, ms que reflejar su edad
cronolgica, manifestaba su condicin social que corresponda a una urbanidad
inferior a la de los otros capac qollas, que saban ms sobre el baile, pero que
tambin haban pulido sus orgenes rurales y adquirido una experiencia urbana.
El hecho de que lo incluyeran en la comparsa revela, sin embargo, que las diferencias que puedan existir entre los indios (el maqtacha) y los mestizos (el resto
de los danzantes qollas), ms que culturales, son diferencias sociales. En unos
pocos aos, si este joven consigue un trabajo en la ciudad y adquiere una apariencia
externa acorde con las maneras urbanas, probablemente ascender de categora
en la comparsa, de maqtacha a danzante qolla. Una transformacin que, aunque
refleje los cambios en su condicin social, tampoco significar una definitiva
aprobacin cultural.
RESPETO Y AUTENTICIDAD
[323]
VII
INDGENAS
MESTIZOS, DESINDIANIZACIN Y
CUSCO
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de mirada felina, como una bestia salvaje al acecho, el Gran Emperador nos
lanz una mirada furtiva de sus minsculos y engaosos ojos, en una silente interrogacin sobre lo que queramos preguntarle. Fue as como describi el
periodista el primer acercamiento entre ambos, que culminara posteriormente
en una entrevista que apareci en el diario El Comercio.1
En su conversacin con el periodista, Miguel Quispe denunci el expolio
que los hacendados haban hecho de su ayllu Sayllapata y las torturas inacabables
que haba soportado como resultado de sus protestas contra los explotadores.
Tambin neg que se hubiera proclamado a s mismo Inca o que hubiese organizado rebeliones, que no eran ms que invenciones de sus enemigos, los que no
dudaban en mancillar su buen nombre segn declar. Aunque el periodista
pudo haber dado crdito a estas afirmaciones, la claridad y profundidad con
las que Quispe expuso sus puntos de vista ciertamente le incomodaron y lo
mismo sucedi con otros indigenistas. El periodista hizo la presentacin de la
entrevista expresando su sorpresa ante la retrica de Quispe, del que afirmaba
que: responde sin el ms mnimo problema, con una suficiencia tranquila que
nos hace dudar de su condicin de indio iletrado [...] su conversacin es fluida, elocuente;
habla Quechua muy bien y en ocasiones, para expresar mejor sus ideas, aade
palabras en castellano, desde luego pobremente pronunciadas (nfasis mo).
El artculo terminaba con una explcita muestra de desconfianza hacia el indio
Miguel Quispe: Y aqu debemos respondernos a nosotros mismos la siguiente
cuestin: Quin es Miguel Quispe? Es por casualidad un hbil, astuto tinterillo,
calculador, traicionero indio que persigue sus intereses mientras mide sus palabras,
o es el que clama ser, la triste vctima del misti, educado a travs de la experiencia
y la adversidad? No tenemos modo de saberlo.
La conducta de Quispe no corresponda a la definicin de los indios que
manejaba el periodista. Estos, incluso desde el punto de vista indigenista, eran
sujetos raciales con un embotamiento intelectual (Aguilar 1922: 49). Un inteligente y
articulado poltico indio como Miguel Quispe no tena lugar en ese marco conceptual racializado, porque los indios que no se comportaban como tristes
vctimas no podan ser sino astutos mentirosos. Las calibradas opiniones de
Miguel Quispe acerca de la participacin de los indios en la solucin de la
cuestin india, su declarado patriotismo y su familiaridad con los subterfugios
de las instituciones del Estado eran ciertamente ms de lo que el periodista indigenista estaba razonablemente preparado para or de labios de un indio.
Despus de todo, la entrevista tuvo lugar en 1922, cuando los polticos dominantes peruanos se hallaban lamentando el fracaso poltico de la consolidacin nacional del Per, situacin que explicaban, al menos parcialmente, como el resulta1.
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Miguel Quispe, un seguidor del Presidente Legua, de quien los indigenistas desconfiaron. La leyenda original
deca: El as llamado Nuevo Inca,
Miguel Quispe, de gran influencia entre los indgenas. Fotografa de la revista Mundial (Lima, julio de 1921).
Como todos los indios [el indio Ccolquepata] es tmido y escptico; no espera nada
de nadie y desconfa de todo y de todos [...]. Los indios viven dispersos en comunidades llamadas ayllus; sus cabaas estn lejos unas de las otras, son antihiginicas y
muy primitivas. No usan camas y si lo hacen estn hechas de inmundo pelo de llama y oveja [...]. Los indios no han formado vecindarios y mucho menos pequeas
ciudades. Su aislamiento contribuye considerablemente a su insociabilidad y a su
carcter sombro.2
Abril (1959).
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el fundamentalismo culturalista indigenista sobrevivi de este modo en la izquierda poltica y en la esfera acadmica, mbitos que en muchos casos se solapaban.
Actualmente esta visin an legitima imgenes de una indianidad primitiva, enraizada en una cultura andina imaginaria que es adscrita a las montaas y juzgada
incapaz de lidiar con la modernizacin. Las afirmaciones de Mario Vargas Llosa, que he utilizado en la introduccin de este libro, son un perfecto ejemplo de
las contemporneas indigenistas nociones racializadas de cultura. De manera
anacrnica y peor an, inconscientemente, apoyado en el legado del
indigenismo de comienzos del siglo XX, Vargas Llosa expres sus alegatos
fundamentalistas culturales con ocasin del quinto centenario de la conquista
espaola de Amrica, eligiendo apostar por la modernizacin e invocando la
incompatibilidad entre el Per moderno y el indgena, al que consider arcaico
(Vargas Llosa 1990b: 50).
Irnicamente, Vargas Llosa, defensor derechista del neoliberalismo, comparta las mismas creencias que, insisto, se derivan de las enseanzas de Valcrcel
y Maritegui que Antonio Daz Martnez, uno de los lderes del grupo maosta
Sendero Luminoso. Daz Martnez tambin utiliz una geogrficamente determinada y racializada combinacin de clase y cultura para definir como campesinos a aquellos agricultores que sentan tal amor, apego y gratitud por la Pacha
Mama que eran incapaces de romper sus lazos con ella. En la misma lnea
conceptual que Vargas Llosa, Daz Martnez crea que el choque entre las ciudades occidentales y las comunidades indgenas [...] impeda la modernizacin
tecnolgica de la comunidad, que [en lugar de ello] recurra a los mgicos y
convencionales principios de su propia cultura (1969: 249). De este modo, a
finales del siglo XX, el lder intelectual de Sendero Luminoso y Mario Vargas
Llosa que quintaesencian los dos extremos del espectro poltico peruano
compartan un crudo evolucionismo racial/cultural que estableca diferencias
inconmensurables entre la sociedad indgena (definida como premoderna,
iletrada, mgica y retrasada) y el Per no-indgena, caracterizado como moderno,
alfabetizado, racional y con un potencial grande para el progreso (bien fuera en
su versin liberal o comunista).
Con anterioridad a la reforma agraria de 1969, los terratenientes utilizaban
la expresin Indio ledo, Indio perdido, que implicaba la idea de que los indios alfabetizados no queran trabajar como peones y emigraban a las ciudades
y tambin el hecho de que la alfabetizacin transformaba a los indios de vctimas
pasivas de abusos en tercos productores de demandas escritas contra estos. El
mismo dicho que en su versin ms moderada significa que un indio letrado
ya no es un indio, est implcito en la definicin comn de la indianidad y refleja, con marginales excepciones, una creencia compartida que atraviesa todo
el pas. Como muestra de un fundamentalismo racial/cultural, esta definicin
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urbanas (en lugar de oponer nociones racializadas binarias de cultura que asignan
prcticas al campo o a la ciudad, pero nunca a ambos al mismo tiempo), algunos creadores indgenas populares han abierto la posibilidad de redefinir las
nociones evolutivas dominantes de mestizaje, a la vez que deindianizan las identidades y las producciones culturales a las que designan como autnticamente
cusqueas. Los intelectuales dominantes y los polticos definen la cultura indgena
la neta, regional y subordinada cultura andina como exclusivamente rural, esencialmente atrasada, irracional e iletrada. Los intelectuales indgenas populares con los que interactu la han redefinido (especialmente en sus producciones
pero tambin en sus vidas cotidianas) a la vez como rural y urbana, compatible
adems no solo con la alfabetizacin sino tambin con el progreso e incluso
con la educacin acadmica. En ese sentido, la cultura indgena mantendra su
singularidad en la nacin muchas veces a propsito, antes que asimilarse
simplemente a ella.
Trazar fronteras culturales analticas (no importa cun fluidas sean) entre
los indios contemporneos y los mestizos, es comprometerse con una nica
definicin de la cultura indgena, que por otra parte es la dominante. De manera
significativa se obvia al hacerlo el punto de vista de algunos intelectuales populares
cusqueos, para los que la cultura indgena excede la esfera de la indianidad e
incluye nociones subordinadas del mestizo. Incluidas en la definicin popular
de la cultura indgena estn las definiciones del indio y el mestizo como condiciones sociales relativas. Desde esta ptica, llamar a alguien mestizo (o indio) es fijar momentneamente un punto de referencia respecto al cual se sita lo indio
(o mestizo). Del mismo modo, convertirse en mestizo implica distanciarse uno
mismo de la condicin social india y, de este modo, desindianizarse. Pero eso
no equivale a desaparecer en una gradualmente homognea cultura nacional.
En el Cusco, desde el punto de vista de los intelectuales populares que me permitieron participar en algunos aspectos de sus vidas, la desindianizacin equivale
al proceso de fortalecimiento de las identidades indgenas (neto) a travs de los
logros econmicos y educativos, unas identidades que orgullosamente se muestran en los eventos regionales de cultura popular promovidos por el cusqueismo.
La nocin indgena de mestizaje es tambin evidente en los discursos
subordinados cotidianos y se encarna de manera especfica en la figura de la
vendedora del mercado mestiza, que disuelve la dominante divisin rural-urbana
y a quien la lite no dudara en calificar de india mejorada. Su identidad de
gnero, que no se deja atrapar en la retrica de clase y contina desafiando a la
decencia, connota una nocin de mestizaje que va en contra de la definicin
dominante de este. Contemplo a las mestizas en tanto individuos indgenas andinos, en su mayor parte no-indios si bien pueden serlo ocasional y relativa-
333
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3.
Hale, Gould y Smith (1994) analizan tambin el mestizaje desde una perspectiva que
tiene en cuenta sus mltiples significados en competencia. Lo definen como el resultado
de un cambio individual o colectivo desde una fuerte identificacin con la cultura indgena al mito de la homogeneidad cultural que las lites imponen desde arriba como parte de
su repertorio para la construccin de la nacin.Y aaden: Sencillamente, mestizo es
una categora identitaria de mezcla racial y mestizaje se refiere al proceso a travs del
cual esa categora se crea. Pero el contenido culturalmente elaborado y el significado de
las identidades varan ampliamente desde la completa supresin de la indianidad que
permanece solo como una memoria distante, hasta la aceptacin superficial de la sociedad
dominante como una fachada, detrs de la cual persiste una profunda adherencia a la cultura india, o tambin una afinidad simultnea con mltiples tradiciones culturales no
completamente compatibles las unas con las otras. Entiendo la necesidad de enfatizar
con cautela la potencial incompatibilidad de las diferentes tradiciones culturales y estoy
de acuerdo con su definicin del mestizaje y con su posicin poltica sobre las luchas por
la cultura indgena. De cualquier modo, para evitar deslizamientos a lo Vargas Llosa (vase el primer epgrafe de la introduccin), quiero hacer una obvia (si bien cauta) advertencia:
esta supuesta incompatibilidad de las tradiciones culturales no es inevitable. Entre otros
factores, depende del modo en que los polticos dominantes formulan el mestizaje
como un proyecto para la construccin de la nacin y del impacto del mestizaje en las luchas indgenas por la ciudadana, o incluso por la supervivencia. En efecto, la exterminacin
cultural, como en el caso de Nicaragua (Gould 1998) o en el de las masacres de El Salvador y Guatemala (Carmack 1988; Falla 1994), puede ser llevada a cabo bajo el paraguas
del mestizaje nacional, volviendo cierta de este modo la no-compatibilidad entre las
tradiciones culturales indgena y no-indgena. La poltica popular y subordinada del
mestizaje expresa una alternativa de compatibilidad con los modos dominantes, que no
refleja la aceptacin superficial de fachadas, si bien no implica tampoco una desaparicin
de las formas indgenas. Como he explicado en los ltimos tres captulos, esta alternativa
no est libre de fricciones o contradicciones. Una similar situacin existe aparentemente
en Cochabamba (Bolivia), donde, de acuerdo a Brooke Larson, la cultura poltica mestiza
subalterna se caracteriza por un fluir entre que socava las dicotomas preconcebidas
(entre lo rural y lo urbano, el campesino y el obrero, el indio y el mestizo) con unas articulaciones compatibles entre las tradiciones culturales indgenas y no-indgenas, si bien sujetas a contestacin y conflicto (1998: 349-353).
335
raza y etnicidad. Los indgenas mestizos del Cusco, que estn dialogsticamente
expuestos a la nocin evolutiva dominante de mestizaje que los clasifica como
participantes incompletos de dos formaciones culturales discretas, apuntan a
una nueva nocin de hibridez que continuamente rompe los aspectos unitarios
de cada cultura (Anzalda 1987: 80),4 permitindoles, de este modo, participar
completamente de las dos. Los cusqueos de clase trabajadora me ensearon
mucho sobre un tipo de hibridacin que no se resuelve en trminos de o esto
o aquello, sino que ms bien permite afirmar que ellos son a la vez diferentes
de los indios e iguales a ellos. Esta nocin de hibridacin se vincula con el concepto de fractales propuesto por Roy Wagner, entendiendo por fractal algo
que es tan diferente de una suma como lo es de una parte individual (1991:
164).5 Se relaciona tambin con la interpretacin del mismo autor acerca de la
nocin bakhtiniana de hibridacin, a la que entiende como transformadora de
la diferencia en igualdad y la igualdad en diferencia, pero de un modo que hace a lo mismo no parecer lo mismo ni a lo diferente simplemente diferente
(1995: 26).6 Adriana e Isabel, las dos jvenes mujeres que cit en la introduccin,
traducen esta misma idea en sus propios trminos cuando dicen que ellas son a
la vez diferentes y similares a los indios y tambin diferentes e iguales a m: Algunos mestizos como nosotros somos tambin indgenas, aborgenes, oriundos
debido a nuestras creencias (netas), otros son solo mestizos como t.
De estas dos mujeres y mucha otra gente con la que trab amistad durante
el curso de esta investigacin, aprend otra importante distincin: la cultura in4.
5.
6.
Esto no corresponde a lo que Garca Canclini define como hbrido. Como Rosaldo
(1995), pienso que continua implicando un espacio entre dos entidades culturales discretas
y manteniendo de este modo la idea de pureza e impureza que sostienen las nociones
modernas de lo hbrido (Young 1995).
336
MARISOL DE LA CADENA
7.
Aunque no la uso en su sentido original, he tomado prestada la expresin punto de observacin del ensayo de Michel Foucault titulado El ojo del poder, que es tambin el
lugar en el que el conocimiento queda registrado (1980: 148). Aunque entre los cusqueos
comunes el acto de fijar un punto de observacin implica en s mismo un acto de poder,
el hecho de que los puntos de observacin sean mltiples es lo que permite el reto constante a las asignaciones dominantes de identidades univocales.
337
8.
Rigoberta Mench, discurso en el Latin American and Iberian Studies Program, Distinguished Lecturers Series, 19 de octubre de 1995, Madison, Wisconsin.
338
MARISOL DE LA CADENA
La propuesta de uso del trmino originario hecha por los intelectuales indgenas bolivianos ilustra un movimiento similar, en tanto supone un intento de eludir las categoras degradantes (Sinclair Thomson, comunicacin personal).
339
1995; Becker 1995). El caso de Bolivia fue menos directo. Los mandatarios de
principios de siglo construyeron all una cultura del antimestizaje (cf. Larson
2002), si bien una revolucin nacionalista a mediados del siglo alter completamente esta actitud. A partir de 1952 y despus de dcadas de pesimismo racial
y de supremaca del pensamiento blanco (durante el cual a los indios se les dio
la espalda, educndoles en artes pero negndoles el acceso a la alfabetizacin),
el Estado organiz una pomposa celebracin del mestizaje en un representativo
estilo populista de construccin de la nacin (Gotkowitz 1998). Siguiendo su
propia senda, las lites ecuatorianas hicieron a los indios invisibles para las audiencias nacionales en el siglo XIX, a la vez que exportaban imgenes idealizadas de
sus poblaciones nativas en desaparicin a travs de exposiciones internacionales
(Guerrero 1994; Juratorio 1994). De una manera poco sorprendente, hacia la
mitad del siglo XX los mandatarios ecuatorianos estaban usando la retrica del
mestizaje nacional para expresar ideales culturales blanqueados (Stuzman 1981).
En Guatemala, la violencia contra los indios era tan dura como en otros pases, si bien all se practicaba sin tapujos. Las propuestas de una ladinizacin
nacional la palabra guatemalteca para mestizaje se burlaban abiertamente
de cualquier aspecto relacionado con lo indgena. En la introduccin he citado
la analoga que el guatemalteco Miguel ngel Asturias utiliza para promocionar
la eugenesia biolgica en un intento de mejorar la raza india (1923). El hecho
de que Asturias fuera considerado un escritor indigenista ilustra la incipiente naturaleza del indigenismo latinoamericano. La brutalidad oficial en ese pas se
moder en 1940, cuando un gobierno reformista avanz en la reduccin de la
explotacin indgena. Bajo el liderazgo del presidente Arvalo, el recin creado
Instituto Indigenista de Guatemala intent desarrollar una poltica de asimilacin
indgena similar a la de Mxico (Smith 1995). Este intento no dur mucho y la
ladinizacin prevaleci, no solo en la forma de una asimilacin sino en la de
una guerra genocida conducida por los militares en contra de las comunidades
indgenas, que se llev a cabo desde 1960. A esto se sum una salvaje ideologa
devota de la eugenesia, que prevaleca entre las clases dominantes y que me gustara ilustrar con la siguiente confesin, relativamente reciente, de un terrateniente
guatemalteco: La nica solucin para Guatemala es mejorar la raza, traer la
semilla aria para mejorarla. En mi finca tengo a un administrador alemn desde
hace muchos aos y por cada mujer india a la que deja embarazada le pagara
cincuenta dlares extra (Casaus Arz 1992: 289). No es sorprendente entonces
que, de acuerdo al intelectual maya guatemalteco Demetrio Cojt Cuxil, la asimilacin haya sido en su pas la etiqueta que daba nombre a las polticas por las
cuales el ladino prescribe la muerte del maya para solventar el problema indio del pas ladino (1997: 21).10 Los intelectuales mayas han formulado heterog-
340
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neas respuestas que varan desde las polticamente articuladas hasta las autorrepresentaciones intelectuales y que incluyen esencialismos estratgicos para definirse
y defenderse a ellos mismos de los brutales intentos homogeneizadores. En
Guatemala, Ecuador, Bolivia y Mxico (despus de la resurgencia indgena en
Chiapas en enero de 1994), los movimientos sociales indgenas han elevado
proclamas tnicas como estrategias polticas que retan las imgenes nacionales
mestizas preponderantes.
En el actual contexto latinoamericano, el Per representa una excepcin.
No solo los intelectuales indgenas populares se apropian de la etiqueta mestizo
para su autoidentificacin, sino que no existe actualmente ningn movimiento
social que gire en torno a las identidades tnicas. En 1991, los peruanos no participaron en el encuentro que se llev a cabo en Quetzaltenango en protesta
por la conquista espaola (Hale 1994). Si bien no considero que la ausencia de
movimientos tnicos indgenas sea irreversible, no creo tampoco que sea una
mera coincidencia.11 El Per ya fue un caso excepcional durante el periodo lgido del populismo latinoamericano, cuando a diferencia del resto de los pases
mencionados, no promocion la imagen del mestizaje. Los indigenistas puristas,
incluido el izquierdista Jos Carlos Maritegui, lo rechazaron ampliamente. Las
propuestas a favor del mestizaje nunca lograron ningn consenso, probablemente
porque representaban muy diversas y en ocasiones antagnicas tendencias polticas. Una de estas propuestas fue el aristocrtico proyecto de Vctor Andrs Belande y Jos de la Riva Agero (identificado como hispanismo) que propuso
el mestizaje como una alternativa para la construccin de la nacin, concibindolo
como una suerte de blanqueo espiritual: convertidos al catolicismo, los indios
se integraran en la nacin peruana. Otra propuesta fue la ampliamente anticlerical y populista definicin del mestizaje que el Apra y el Partido Comunista lideraron desde 1930, defensora del cholo y teida de ideales de la clase trabajadora.
Aunque estos proyectos ocuparon largas horas de debate poltico a mitad de
siglo, ninguno lleg a convertirse en la poltica de Estado oficial, y finalmente, si
el conservador hispanismo se desvaneci, los proyectos populistas mestizos
permanecieron confinados en rbitas regionales como en el caso del neoindianismo o en el reino de la poltica de oposicin como en el del Apra. De
manera evidente, el Estado peruano no represent nunca la vanguardia proindia
10.
Ver tambin Trujillo (1993); Barragn (1992); Smith (1990); y Knight (1990).
11.
341
De acuerdo a Carol Smith, gran parte de la primera generacin de antroplogos guatemaltecos apoy al Instituto Indigenista de Guatemala, establecido tambin en 1945, con el fin
de desarrollar una poltica de asimilacin indgena al estilo de la mexicana (Smith 1995:
14). En el caso de Mxico, de acuerdo a Nancy Leys Stepan, los indios fueron admitidos
en el proceso de mestizaje solo si adoptaban el racionalismo y el materialismo del estado
mexicano [...]. El objetivo eugensico no era el de valorizar la variedad de tipos biolgicos
y culturales que hicieron a la nacin, sino eliminar la heterogeneidad a favor de una homogeneidad nueva, la mestiza al estilo europeo (1991: 15; tambin en Smith 1995: 32).
342
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343
344
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esas tendencias condujo, sin embargo, a la supresin tnica. El caso del Cusco
muestra que la persistencia de prcticas y discursos indgenas no es probada o
refutada en funcin de una concordancia verbal indgena con el lxico dominante,
sea racial, tnico o de clase. La supresin de ciertas etiquetas y el refuerzo de
otras no reflejan automticamente la supresin o el refuerzo de la cultura que
los significados dominantes de esas etiquetas connotan, ni tampoco la etnicidad
en el modo en el que es descrita en los discursos dominantes. Sucede ms bien
al contrario: la supresin de la indianidad de las prcticas subalternas significa la
reescritura subalterna de las definiciones dominantes de la cultura indgena hasta
incluir las identidades mestizas que exaltan, ms que cancelan, su autenticidad.
La apropiacin del trmino mestizo y el silenciamiento de la indianidad
han permitido a los intelectuales indgenas desarrollarse como productores culturales, libres de las limitaciones geogrficas, econmicas y sociales que la etiqueta
indios impona sobre ellos. Pero, ms importante aun, al rechazar la autoadscrita indianidad, han sido capaces de dignificar sus vidas y sus prcticas indgenas.
Actualmente, como resultado de la desindianizacin, la cultura indgena no es
ya ms exclusivamente rural ni tampoco de los pobres urbanos. Es ubicua y heterognea, como las comparsas de danzantes en las que los vendedores ambulantes acompaan a los estudiantes universitarios en un viaje a travs de las comunidades campesinas de la regin y tambin de las ciudades, conectando iconos decentes y urbanos, como la plaza de Armas, con otros rurales, como el Apu
Ausangate, donde las ceremonias indgenas incluyen a la vez participantes indios
y mestizos.
En el Cusco actual los intelectuales de la lite se han puesto de acuerdo en
silenciar la indianidad en su prctica del cusqueismo. Aunque la conmemoracin
local del quinto centenario de la conquista espaola pas casi desapercibida,
uno de los eventos festivos que llevaron a cabo las autoridades municipales de
izquierda tuvo que ver con la sustitucin del nombre castellano de la ciudad
por el vocablo quechua Qosqo, alegando que se era el nombre de la ciudad
inca. Junto a este trmino, se acu el Qosqoruna, una amplia etiqueta que
incluye a todos los habitantes de la regin y que significa persona del Cusco.
De acuerdo a algunos antroplogos (por ejemplo, Allen 1988), runa es el vocablo
que los campesinos monolinges indgenas utilizan en el campo para referirse a
los compaeros comuneros y que se usa en lugar de indio. Qosqoruna, tal
y como fue acuado por las autoridades municipales, tendra una aplicacin similar, evitndose de manera notoria cualquier alusin a la categora inca.
345
Desindianizacin y discriminacin
La hegemona de la educacin y el racismo silenciado
Sera una simplificacin el presentar la desindianizacin como una exitosa historia
de resistencia poltica impulsada por sentimientos de armona e igualdad. De
hecho, la desindianizacin tambin revela una complicidad entre grupos dominantes y subalternos a la hora de identificar a los indios como los ms despreciables miembros de la sociedad. Ms an, esta complicidad constituye una de
las bases de la hegemona del racismo peruano y est localizada para usar
una frase de Michael Taussig en ese dulcemente clido espacio entre el jinete y la espalda de aquel que lo transporta (1987: 288). Construida sobre la base
de las interpretaciones raciales dominantes de la geografa regional, el dilema
de la definicin subalterna cusquea del mestizaje que subyace a la desindianizacin estriba en que, aunque valora las prcticas rurales, acepta tambin la preeminencia del conocimiento urbano y de sus representantes masculinos (o masculinizados). A pesar de su potencial poltico, la definicin alternativa del mestizo no
niega su subordinacin a la gente decente. Las mestizas representan a mujeres
indgenas econmicamente exitosas y ocupan un lugar importante entre los
sectores plebeyos cusqueos, como es obvio en la mayor parte de los rituales
religiosos. An as, tambin ocupan el espacio social en el que el trato marca
las diferencias entre indgenas mestizos y mestizos no-indgenas o blancos.
Ms an, las reglas del trato se basan en normas de respeto que cuestionan las
propuestas dominantes que evalan las identidades en funcin de los rasgos
adscritos, si bien todava legitiman las jerarquas sociales si lo que reflejan son
diferencias educativas y econmicas. De este modo, convergen con la discriminacin dominante, incluso si esta ltima ordena las jerarquas de acuerdo a criterios
raciales. Esta convergencia convierte al racismo en una prctica hegemnica, en
tanto una extendida discriminacin en funcin de los niveles educativos al-canzados toma el lugar de los adscritos tipos raciales ya en decadencia, si bien todo
ello ocurre sin menoscabo del reto al fundamentalismo cultural que supone la
misma existencia de los indgenas mestizos.
A comienzos de siglo, como Valcrcel admiti (1914), un ttulo universitario
poda borrar los estigmas de una procedencia no-decente. Considerada como
la prueba de la capacidad intelectual y cualidad moral de un individuo, la educacin universitaria borraba los estigmas del origen y poda elevar a las clases medias a un status social ms alto, permitindoles unirse a la lite cusquea de la
gente decente. A pesar de la importancia de los cambios en la poltica regional,
a lo largo de todo el siglo un ttulo acadmico ha sido siempre capaz de elevar
el status social de un individuo, incluso si el cambio ya no era percibido en tr-
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13.
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