Ana Frank Cuento

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ME LLAMO...

Me llamo... Ana Frank

A partir de 9 aos
Otros ttulos
Marco Polo
Leonardo da Vinci
Albert Einstein
Saint-Exupry
Gandhi
Alejandro Magno
Vincent van Gogh
Julio Verne
Mozart
Cleopatra

Picasso
Miguel de Cervantes
Shakespeare
Marie Curie
Charles Chaplin
Teresa de Calcuta
John Lennon
Charles Darwin
Gaud

Me llamo... Ana Frank

En la Casa de Atrs escrib un diario que se ha hecho famoso


en el mundo entero... y que se ha convertido en el smbolo del
Holocausto. Mi voz habla ahora en nombre de seis millones de
inocentes asesinados en la Segunda Guerra Mundial. Espero que
mis palabras sirvan, sobre todo, para hacer reflexionar sobre la
locura y la barbarie de la guerra.

Ana
Frank
Mi diario cuenta
el horror del
genocidio

www.parramon.com

ISBN: 978-84-342-3339-3

Carmen Gil
Merc Gal

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Proyecto y realizacin
Parramn Ediciones, S.A.
Direccin editorial
Llus Borrs
Edicin
Cristina Vilella
Texto
Carmen Gil Martnez
Ilustraciones
Merc Gal Sanarau
Diseo grfico y maquetacin
Zink Comunicaci S.L.
Direccin de produccin
Rafael Marfil
Produccin
Manel Snchez
Primera edicin: septiembre 2008
Ana Frank
ISBN: 978-84-342-3339-3
Depsito Legal: B-29.814-2008
Impreso en Espaa
Parramn Ediciones, S.A. 2008
Ronda de Sant Pere, 5, 4 planta
08010 Barcelona (Espaa)
Empresa del Grupo Editorial Norma
de Amrica Latina
www.parramon.com
Prohibida la reproduccin total o parcial de esta obra mediante cualquier recurso o procedimiento,
comprendidos la impresin, la reprografa, el microfilm, el tratamiento informtico, o cualquier otro
sistema, sin permiso escrito de la editorial.

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Hola...
Me llamo Anneliesse Marie Frank, aunque todos me conocen por
Ana Frank.
Fui una chica normal y, como a la mayora de las chicas de mi
edad, me gustaba salir con mis amigas, cuchichearles mis
secretos, hacer deporte, coquetear con los chicos, rerme
Pero me toc vivir en una poca difcil: la Segunda
Guerra Mundial. En ella se persigui a discapacitados,
homosexuales, gitanos, eslavos, judos Millones de
personas fueron deportadas, encerradas en campos de
concentracin, asesinadas en cmaras de gas
El horror se apoder del mundo!
Un da tambin lleg a la casa en la que vivamos
escondidos. Un oficial de las SS vino a arrestarnos.
Los nazis consiguieron apagar mi vida, pero no mi voz.
En la Casa de Atrs escrib un diario que se ha hecho
famoso en el mundo entero. Se ha traducido casi a
tantos idiomas como la Biblia; lo han ledo millones
de personas; es lectura obligatoria en las escuelas de
varios pases; se han hecho pelculas, musicales y
obras de teatro de l... Ha terminado por convertirse
en el smbolo del Holocausto. Mi voz habla ahora en
nombre de los seis millones de inocentes que fueron
asesinados en la Segunda Guerra Mundial.
Espero que mis palabras sirvan, sobre todo, para hacer
reflexionar sobre la locura y la barbarie de la guerra.

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El horror de la guerra
Y al mismo tiempo que Hanna y yo nos divertamos hablando
por telfono y pensando en chicos, en el mundo no dejaban de
suceder cosas terribles. En Alemania se seguan cometiendo
atrocidades: los nazis haban aprobado una ley por la que se
permita esterilizar para que no pudieran tener hijos a
discapacitados fsicos y psquicos, a esquizofrnicos, sordos,
ciegos o alcohlicos; estaba prohibido que judos y no judos se
casaran o mantuvieran relaciones; los judos tenan que entregar
al gobierno todo el oro y la plata que posean, y deban llevar
una estrella amarilla cosida a la ropa en sitio visible.
El 9 de noviembre de 1938, en la Noche de los cristales
rotos, se destruyeron centenares de tiendas y sinagogas y se
llevaron prisioneros a miles de judos. Entre ellos estaban mis
dos tos, los hermanos de mi madre. Menos mal que los dejaron
en libertad. Poco despus emigraron a EE. UU. Vivir en
Alemania era un infierno. Por eso la abuelita se march tambin
de all y se vino a Amsterdam con nosotros. Y tanto como los
judos, eran perseguidos los gitanos, los homosexuales, los que
se oponan a Hitler, y todos los que por alguna causa eran
considerados inferiores o enemigos.
Y para colmo de males, Hitler no se conform con llevar el
horror a su patria, sino que, adems, decidi apoderarse de
otros territorios, conquistar otros pases para convertir Alemania
en un gran imperio.

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Por eso, en 1939 invadi Polonia. Gran Bretaa no se qued
impasible, sino que se puso de parte de los polacos y le declar
la guerra a Alemania. Los franceses no tardaron mucho en
aliarse con los ingleses. Empez entonces la Segunda Guerra
Mundial.
Mis padres, que ya haban vivido otra guerra, intentaban
disimular delante de nosotras la preocupacin que sentan, pero
yo s que estaban asustados. Muchas veces haba odo decir a
mi padre que la guerra era un disparate que sacaba siempre lo
peor de cada ser humano. Todos los que participaban en ella
terminaban cometiendo atrocidades.
Aunque inquietos, los dos conservaban la esperanza de que
Holanda no se viera mezclada en el conflicto y se mantuviera
neutral, como haba hecho en la Primera Guerra Mundial.
Pensaban que en Amsterdam estaramos seguros. Empezaron a
mostrarse angustiados de verdad cuando Hitler invadi
Dinamarca y Noruega.
Yo, la verdad, estaba demasiado ocupada con mis problemas
con los chicos y las matemticas como para darme
cuenta de lo que se nos estaba viniendo
encima. Adems, cuando me senta mal
me abrazaba a mi gato Moortje y
se me quitaban todas las
penas.

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La verdad es que la casa estaba bastante
desordenada. Haba cajas cerradas por
todos los rincones. A pap y mam les
haba pillado la citacin por sorpresa y
el encierro se haba tenido que
adelantar una semana. Por eso no les
haba dado tiempo a tenerla preparada.
As que, nada ms llegar, nos tuvimos
que poner a desempaquetar, a colocar, a
hacer camas, a limpiar Menudo trajn!
Acabamos agotados.
Pap, mam, Margot y yo dormiramos en dos
habitaciones de la planta de abajo. Las de la
planta de arriba, segn nos cont pap, estaban
reservadas para unos amigos, los Van Pels, que
vendran a vivir con nosotros. Eran tambin judos.
Y tenan un hijo de mi edad! Se llamaba Peter.
Cmo sera? Sera un muchacho guapo y bien
plantado o un adolescente patilargo, desgarbado
y lleno de granos? Le gustaran los libros?
Tendra una conversacin interesante? Sera
divertido? De momento me iba a quedar con
las dudas, porque todava tardaran unos
cuantos das en llegar.
En cuanto vi las paredes de nuestra
habitacin tan blancas, tan desnudas, tan
fras, supe que haba llegado la hora de
sacar mi coleccin de tarjetas postales y de
fotos de estrellas de cine. Pap me las
haba trado al refugio haca unos das.

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Me encantaba la familia real holandesa!
Cuando los nazis ocuparon Holanda
tuvieron que marcharse a Londres.
Una prima ma, que viva en
Inglaterra, me mandaba fotos de las
princesas Isabel y Margarita.
Estaban tan bonitas con sus rizos
dorados y sus vestiditos blancos
Parecan princesitas, pero de cuentos.
Saqu de la caja, tambin, una postal
de chimpancs que me haba mandado
mi madre desde Inglaterra y la coloqu en
la pared.

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en el mundo entero... y que se ha convertido en el smbolo del
Holocausto. Mi voz habla ahora en nombre de seis millones de
inocentes asesinados en la Segunda Guerra Mundial. Espero que
mis palabras sirvan, sobre todo, para hacer reflexionar sobre la
locura y la barbarie de la guerra.

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