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aten

Seccional Neuqun

Comisin de
Formacin
Permanente

Cuadernos
de formacin
y debate

N 4

Espacios
escolares
y relaciones
de gnero
(Visibilizando el sexismo
y el androcentrismo
cultural)

Las autoras:
Colectiva Feminista La Revuelta, integrada por mujeres, en su mayora docentes, que
trabajan en distintos niveles del sistema educativo.
Para no hacer una extensa presentacin del grupo, preferimos hacerlo con esta
poesa:
Mudanza: abrir y pujar
-La prxima vez que salga
lo voy a hacer de m misma- dijo.
-La prxima vez que vuelva
lo voy a hacer guacha- dijo.
Y la guachita lleg,
sali invertida
por eso aprende el a,b,c,
desde la z;
se pasea por las calles
con un ovario en cada mano
y pasa largas noches
mirndose la nuca.
Vanessa Arroyo
Ilustraciones: Natalia Soto

Es una publicacin de la Comisin de Formacin Permanente de la Asociacin de


Trabajadores de la Educacin de Neuqun (ATEN), Seccional Neuqun, Perito
Moreno 373, Neuqun (Capital).

Agosto 2006
ISBN en trmite

Espacios escolares
y relaciones de gnero
(Visibilizando el sexismo
y el androcentrismo cultural)
Colectiva Feminista "La Revuelta"
Nosotras, maestras, profesoras, educadoras, blancas,
heterosexuales, lesbianas, bisexuales... damos valor a lo
personal. Lo hacemos poltico. Y esto porque al compartir
con otras mujeres las vivencias personales en nuestro paso
por las instituciones educativas como estudiantes, como
trabajadoras de la educacin, no podamos aceptar que
todo lo que tenamos en comn fuese simple
coincidencia. Entre las feministas las experiencias
personales pueden ser materia prima, datos para la
investigacin, para la reflexin, para la produccin de
saberes y conocimiento. As, lo que proponemos en este
cuaderno de formacin y debate
est profundamente enraizado en
nuestra propia experiencia vital
con la educacin y nuestro deseo
de analizarla y ponerla en cuestin
para poder transformarla.
Desde aqu, la consigna de defensa
de la escuela pblica a secas, nos
resulta cuanto menos un slogan
incmodo si no incluimos all
algunas adjetivaciones. Abogamos
por una escuela pblica no sexista,
no heterosexista, no androcntrica,
anti-racista, anti-capitalista.
Extender los lmites de nuestro
pensamiento, para pensar lo
impensable, tal nos propone la
pedagoga queer Deborah
Britzman.

Colectiva Feminista "La Revuelta"


A modo de introduccin

Nos animamos a
afirmar que an hoy
las nias aprenden a
perder en la escuelas; porque lo que no
ha cambiado en todo
este tiempo es el
status social de las
mujeres; an no
hemos construido
suficiente autoridad
para no ser evaluadas
y pensadas -para no
evaluarnos ni
pensarnos- en funcin
de los parmetros
masculinos.
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Gloria Bonder1 (2003) nos explica que Los estudios basados en la categora de gnero han recorrido un largo camino
desde las tempranas y decisivas investigaciones de Stoller y
Rubin. Surgidos a partir de la dcada del 60, recorrieron un
trayecto epistemolgico en dos sentidos simultneos. Por una
parte, se abocaron a una crtica sistemtica de las nociones
convencionales acerca de lo masculino y lo femenino que circulan no slo en los discursos de sentido comn, sino tambin en aquellos que se designan como cientficos y que, de
una u otra forma, han proporcionado las explicaciones que
asumimos como legtimas y/o verdaderas acerca de las diferencias sexuales y sociales entre varones y mujeres.
Prosigue la mencionada autora, en constante crecimiento
y difusin mundial, estos anlisis se han ocupado de develar y
cuestionar las premisas biologistas, esencialistas y
universalistas con las que se han concebido estas diferencias, as como la lgica binaria y jerrquica en las que se
apoyan; de problematizar la exclusin, silenciamiento o tratamiento sesgado de la condicin de la mujer en los principales
cuerpos de teora y en la informacin que dice de lo social;
de explicar y proponer cambios respecto de los diversos dispositivos sociales que participan en la construccin de una
jerarqua entre los gneros en la que las mujeres y lo femenino
ocupan el lugar devaluado, discriminado, subordinado u omitido.
La crtica feminista ha puntualizado el carcter situado del
conocimiento, la parcialidad de todas las afirmaciones, la ntima relacin entre saber y poder, en definitiva ha colocado a
las grandes narrativas en el incmodo contexto de la poltica,
retirndolas del confortable dominio de la epistemologa, al
decir de Tomaz Tadeu da Silva. En este sentido, agrega Bonder,
citando a Giroux el feminismo ha sostenido, en clave de gnero, una pregunta fundamental frente al saber instituido:
Quin habla en esa teora; bajo qu condiciones sociales,
econmicas y polticas formula ese discurso; para quin y
cmo ese conocimiento circula y es usado en el marco de
relaciones asimtricas de poder?.
Con este material pretendemos aportar algunas categoras
y pistas que nos permitan develar cmo pese a los innegables

Espacios escolares y relaciones de gnero


avances que las luchas2 de las
mujeres a lo largo de la historia
nos han posibilitado, y cmo
pese a los discursos del tipo
de qu se quejan? o ya
hemos conseguido todo, el
androcentrismo cultural al
amparo del sistema patriarcal en el que vivimos sigue
diciendo presente en la sociedad, tambin en las aulas y en las instituciones
educativas. De manera ms
sutil, eso es evidente; pero
no por ello menos efectiva.
Nos animamos a afirmar
que an hoy las nias aprenden a perder en la escuelas; porque lo que no ha cambiado en todo
este tiempo es el status social de las
mujeres; an no hemos construido suficiente
autoridad para no ser evaluadas y pensadas -para no evaluarnos ni pensarnos- en funcin de los parmetros masculinos.

La escuela y la igualdad:
otra de las ilusiones modernas...
La escuela heredada de la moderna sociedad occidentales un espacio en el que se producen subjetividades e
identidades, mediante un proceso complejo, plural y
permanente, en el cual las/os sujetas/os estn implicadas/
os y son activas/os participantes. El espacio escolar fue
desde sus orgenes un campo instituidor de diferencias,
aunque los discursos de los organismos y autoridades
gubernamentales, de los medios de comunicacin, de las
leyes educativas refieran con nfasis a la igualdad. La
escuela marca, mediante mecanismos de clasificacin,
ordenamiento y jerarquizacin, las posibilidades o el destino
de cada sujeta/o. Estos procesos de distincin (por ejemplo
entre adultas/os y nias/os, catlicas/os y evanglicas/os,
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ricas/os y pobres, nios y nias) estn inscriptos en lenguajes,
teoras pedaggicas, reglamentos, lineamientos curriculares,
y tambin en las prcticas diarias y ms cotidianas. Se
instituyen a travs de rituales, acciones y cdigos que se van
naturalizando. Por eso, las marcas ms permanentes que
atribuimos a las escuelas no siempre se refieren a los
contenidos que ellas poseen y nos presentan, sino a las
situaciones del da a da, a las experiencias comunes y
extraordinarias que vivimos en su interior. Las marcas que
nos hacen recordar, todava hoy, a esas instituciones tienen
que ver con las formas como construimos nuestras identidades
sociales, especialmente nuestras identidades de gnero(s) y
sexualidades.
Entre esas divisiones que se instituyen en la escuela, la
que aparece como ms natural es la que refiere a sujetos
masculinos y femeninos.
En la escuela se aprende
a ser varn y a ser mujer;
tambin diremos (aunque
no profundizaremos aqu
en esta cuestin) que se
aprende ser heterosexual,
a no ser bisexual, ni
homosexual, ni lesbiana, ni
travesti... Y junto con esto
se aprende a despreciar las
diferencias.
Al asociar esa divisin con
los cuerpos, pensamos en
formas transhistricas de ser
mujer o de ser varn. En
realidad, cada cultura, en cada
momento histrico, define de
modo particular y propio, las
formas que considera adecuadas
y legtimas para la masculinidad y
femineidad; clasifica, regula, aprueba
o desaprueba prcticas e identidades
sexuales. As, hombres y mujeres, nios
y nias, se producen culturalmente, de
distintas maneras, en un proceso pleno de
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Espacios escolares y relaciones de gnero


posibilidades e inestabilidades. Ellos y ellas son a su vez,
sujetas/os de distintas clases, razas, nacionalidad, religin,
edades, orientacin sexual, etnia, etc. Y la escuela, en
este sentido, aparece como un espacio neutro, que no
hace diferenciacin entre nias y nios.
Sin embargo, notemos algunas diferenciaciones, que
aparecen como naturales y normales en la escuela:
- Que los nios ocupen el espacio central del patio,
la cancha de ftbol, que corran invadiendo el espacio
de las nias en el recreo, que interrumpan sus juegos.
- Que las nias sean calladas y prolijas, que los
varones jueguen a lo brusco; enseguida opinamos
que es machona la que no se ajusta a las
cualidades femeninas.
- Que el profe de Educ. Fsica le diga a un varn:
qu llors maricn?!. Es que a golpes se hacen
los hombres decan nuestras abuelas?
- Que a todo nio le guste el ftbol casi por naturaleza
y cuando esto no ocurre sea objeto de chistes y
comentarios del estilo: se, es mueca quebrada...
medio nenita.
- Que siempre se salude buenos das chicos siendo
que la escuela es mixta.
- Que los varones se enojen y reclamen ser
nombrados si un da saludamos con un buen da
chicas, mientras que no nos sorprende que las nias
aprendan a perder sin quejas su identidad de mujeres,
en aras de la llamada economa del lenguaje.
- Que los chicos digan groseras y chistes
vinculados al sexo y a la sexualidad, que sean ms
agresivos, que rechacen el color rosa para los
boletines.
- Que una nia se vista de varn para un acto escolar,
pero ni se nos ocurre pedirle a un varn que se vista
de nia (a no ser que sea para imitaciones al estilo
Tinelli).
- Que a las maestras nos digan seoritas y a los
maestros los traten de profesores.
- Que nada de lo que hemos hecho las mujeres en
la historia de la humanidad sea digno de ser contado,

En realidad, cada
cultura, en cada
momento histrico,
define de modo
particular y propio, las
formas que considera
adecuadas y legtimas
para la masculinidad y
femineidad; clasifica,
regula, aprueba o
desaprueba prcticas e
identidades sexuales.
As, hombres y mujeres,
nios y nias, se
producen culturalmente,
de distintas maneras, en
un proceso pleno de
posibilidades e
inestabilidades.

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Las formas de ser


mujer y de ser varn
son estimuladas
socialmente la
escuela es un espacio
privilegiado para elloy van a constituir
experiencias
absolutamente
distintas y desiguales.
Por cierto, las y los
sujetos no son pasivos
receptores de
imposiciones
externas. Se implican
activamente y son
implicadas/os en esos
aprendizajes:
reaccionan,
responden, rechazan
y/o los asumen por
completo.
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relatado, enseado, estudiado. Vieron que ya en la


pre-historia parece al juzgar por los libros y las
ilustraciones- que no haba mujeres?
- Que en los problemas de Matemtica, Mara siempre
vaya al supermercado con su hija o calcule la cantidad
de harina que lleva la torta que cocina, mientras que
Jos hace clculos sobre el edificio que construye o va
al autdromo a correr carreras.
- Que a los varones les guste ms Matemtica y
Ciencias Naturales, en cambio las nias como son
soadoras y emocionales se inclinen por el rea de
Lengua.
- Que le digamos a una nia sentate bien que sos una
nena.
- Que si un varn le toca la cola a una nia, le pidamos
a la madre que no la mande con calzas o que no use el
guardapolvo de esa manera porque los provoca.
- Que en los informes evaluativos por lo general los
varones aparezcan como inteligentes, pero inquietos;
mientras que las nias sean calificadas como prolijas y
cumplidoras.
- Que los personajes femeninos de los textos literarios
ocupen posiciones de dependencia mientras que los
masculinos realizan grandes hazaas y travesas. Que
se siga promoviendo la idea de un prncipe azul que
vendr a salvar y a sacar de la desgracia a alguna mujer
bella, en la que ha cado siempre por efecto de la maldad
de una bruja fea y vieja.
- Que los varones hablen e intervengan con mayor
asiduidad ante el conjunto de la clase y que se lleven
con ms frecuencia la atencin de las y los docentes.
- Que en sala de maestras/os se hable de madres
abandnicas cuando una mujer ya no vive con su pareja
e hijas/os, pero no se use el mismo adjetivo para
nombrar a la cantidad de varones que ni se hacen cargo
de la cuota alimentaria.
- Que sea comn hablar de maternidad adolescente,
pero que no haya alusiones a la paternidad adolescente
Acaso esta ausencia no es una manera de alentar la
desresponsabilidad de varones?
- Que a las jvenes adolescentes se les exija el uso
del guardapolvo mientras que los varones estn exentos

Espacios escolares y relaciones de gnero

de ello. Qu tienen que tapar las chicas? Un


burka occidental?
- Que las maestras y profesoras lesbianas sean
compelidas a permanecer en el silencio sobre sus
relaciones de pareja, aunque circule como secreto a
voces; mientras que para las heterosexuales esto
est siempre habilitado.
La lista sigue, seguro puede ser interminable. Segus
suponiendo que enses lo mismo a chicos y chicas?
Entends ahora por qu decimos que la escuela promueve
lugares de subordinacin para las mujeres mientras que
compele a los varones a una masculinidad hegemnica
ligada a la seguridad, la virilidad, la agresividad sexual, la
racionalidad, la valenta?
Las formas de ser mujer y de ser varn son estimuladas
socialmente la escuela es un espacio privilegiado para
ello- y van a constituir experiencias absolutamente distintas
y desiguales. Por cierto, las y los sujetos no son pasivos
receptores de imposiciones externas. Se implican
activamente y son implicadas/os en esos aprendizajes:
reaccionan, responden, rechazan y/o los asumen por
completo.

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La categora de gnero
La categora gnero es una herramienta cuyos antecedentes
se encuentran en la filsofa francesa Simone de Beauvoir quien,
en su libro El Segundo Sexo plantea que las caractersticas
humanas consideradas femeninas son adquiridas por las
mujeres mediante un complejo proceso individual y social, en
vez de derivarse naturalmente de su sexo. As, la afirmacin
realizada en 1949, por de Beauvoir: Una no nace mujer, sino
que se hace mujer, es entendida por muchas feministas como
la primera declaracin clebre sobre el gnero.
Alrededor de la dcada del 70, las feministas acadmicas
anglosajonas comenzaron a sistematizar la intuicin intelectual
de la autora mencionada acuando el trmino gnero para
referirse a la construccin cultural y social de los
comportamientos, actitudes y sentimientos de hombres y
mujeres. Cuando aparece resulta verdaderamente
revolucionaria. Y aunque hoy mantiene su vigencia, est siendo
fuertemente cuestionada por las teoras de la diferencia sexual.
No obstante, la consideramos una herramienta importante para
mirar el espacio de la escuela; ms an si advertimos lo
poco trabajada en los mbitos acadmicos de la regin. Pensar
desde el enfoque de gnero es intentar des-cubrir cunto de
arbitrario hay en la posicin que mujeres y varones ocupan en
la sociedad, escribe Graciela
Morgade3 (2001:11).
Su conceptualizacin nos
permiti
deshacernos
definitivamente del biologicismo, del
discurso de lo natural. Joan Scott,
historiadora inglesa, sostiene: la
definicin reposa sobre una
conexin integral entre dos
proposiciones: el gnero es un
elemento constitutivo de las
relaciones sociales basadas en las
diferencias que distinguen los sexos
y el gnero es una forma primaria
de relaciones significantes de poder
(en Lamas: 1997:289)4.
Son las elaboraciones de gnero
construidas socialmente las que
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Espacios escolares y relaciones de gnero


marcan la diferencia. El gnero es la construccin cultural
de los comportamientos, roles, valores, asignados a las
mujeres y a los varones. Es un concepto relacional, que
implica jerarquas. Lo masculino est sobrevaluado y lo
femenino devaluado, en las sociedades patriarcales.
El gnero, entonces, se refiere a una construccin
principalmente social que atribuye sentido y significado a
distinciones basadas en el sexo. En este terreno no existe
nada exclusivamente natural. Por lo tanto, la definicin de
los gneros (la afirmacin de lo que es femenino o masculino)
siempre se realiza en el contexto de determinada cultura.
Lo que se entiende por formas normales del gnero en
realidad son construcciones sociales y polticas. Y por esta
razn, estas construcciones pueden ser alteradas. Aunque
esto no depende slo de voluntades individuales dado que
los discursos de autoridad: mdicos, jurdicos, escolares
han invertido e invierten recursos materiales y simblicos
para mantener el orden instituido.
Las relaciones de gnero se entienden generalmente como
cuestiones privadas. En realidad, refieren a cuestiones
polticas ya que nuestras elecciones, sexualidad(es), vida
familiar se nutren de lo social, tienen sentido poltico y
ejercen efectos que trascienden el mbito privado. El lema
lo personal es poltico de las feministas de los 60, puso
de manifiesto las conexiones y relaciones ocultas entre lo
privado y lo pblico, revelando las relaciones de poder
existentes. En el interior de la escuela, nios y nias
aprenden a preferir, se entrenan de manera diferenciada en
distintas habilidades y aptitudes, y tambin, en saberes.
La escuela es un espacio de socializacin diferenciada,
con reglas sumamente estrictas, aunque muchas veces
invisibles, colocando a cada sujeta/o en su sitio de acuerdo
a las expectativas y estereotipos de gnero. Por ejemplo:
la violencia, competencia y triunfo son la afirmacin de la
identidad masculina, y el silencio, la amabilidad y el servicio
son constituyentes de la identidad femenina.
Para finalizar este apartado y en ntima relacin con lo
desarrollado hasta aqu, advertimos que la categora gnero
permite abordar y deconstruir la conformacin de la identidad
docente; analizar el surgimiento de la constitucin de la
seorita maestra como segunda mam, los intereses

El gnero es la
construccin cultural de
los comportamientos,
roles, valores, asignados
a las mujeres y a los
varones.

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Colectiva Feminista "La Revuelta"


en pugna y los mandatos para las mujeres a propsito de la
conformacin del sistema educativo nacional. Tambin, leer
e indagar cmo esos mandatos son ms o menos interpelados
por distintas mujeres en contextos histricos diferentes (como
las Docentes indecentes, de las que nos habla Pablo Pineau);
cmo conviven y se recrean en la actualidad produciendo
determinadas formas de estar siendo maestras y docentes.

Androcentrismo cultural

La escuela en sus
disciplinas, en los
contenidos, en los
textos escolares,
realiza al menos dos
operaciones que nos
interesa destacar para
su problematizacin:
una es la que niega y
excluye todo lo
femenino; la otra, es
aquella que las
visibiliza pero para
seguir atadas a los
estereotipos ms
arcaicos: aparecen
bordando banderas,
donando joyas,
siempre
heterosexuales,
maestras, enfermeras
(en ocasiones llegan a
azafatas!), madres por
sobre todas las cosas
y como una inevitable
condicin del ser
femenino, preparando
el desayuno para la
familia, abnegadas,
felices.
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La historia de todos los tiempos, y la de hoy especialmente,


nos ensea que...
las mujeres sern olvidadas si ellas se olvidan de pensar
sobre s mismas.
Louise Otto-Peters
La teora feminista nos sirve entre otras cosas- para
interrogarnos sobre el conocimiento acumulado, caracterizado
por la centralidad que en l posee el punto de vista de los
hombres, es decir el androcentrismo. Histricamente, la
escuela fue creada por y para varones, y en este sentido las
mujeres fueron y seguimos siendo apenas un agregado en el
modelo cultural vigente. La escuela en sus disciplinas, en los
contenidos, en los textos escolares, realiza al menos dos
operaciones que nos interesa destacar para su
problematizacin: una es la que niega y excluye todo lo
femenino; la otra, es aquella que las visibiliza pero para seguir
atadas a los estereotipos ms arcaicos: aparecen bordando
banderas, donando joyas, siempre heterosexuales, maestras,
enfermeras (en ocasiones llegan a azafatas!), madres por sobre
todas las cosas y como una inevitable condicin del ser
femenino, preparando el desayuno para la familia, abnegadas,
felices.
Jane Austen (1775-1817), quien escribiera en alguna
oportunidad: No encuentro en las obras histricas cosa alguna
que me interese, y acaba por hastiarme la relacin de los
eternos disgustos entre los papas y los reyes, las guerras y
las epidemias y otros males de los que estn llenas sus
pginas, los hombres me resultan casi siempre estpidos y
de las mujeres apenas se dice alguna cosa, ya supo sealar
hace ms de dos siglos el androcentrismo del conocimiento

Espacios escolares y relaciones de gnero


que hoy sigue a la orden del da.
Si pensamos en la Historia que
se ensea diremos que es
elocuente un anlisis que Gloria
Espigado Tocino 5 (2004:127)
describe en el artculo Historia y
genealoga femenina a travs de
los libros de texto . ste es el
resultado de un trabajo de
investigacin, en el que -entre
otras cosas- estudia un manual de
Historia del segundo ciclo de la
editorial Santillana, publicado en
1998 y utilizado en Espaa: Un
primer balance de los resultados
globales obtenidos revela que
tmidamente se puede estar
produciendo algn cambio en la
forma de presentacin de los
contenidos histricos. En el
reparto general de alusiones al
protagonismo masculino y
femenino detectado, tenemos que 1.976 alusiones, es decir,
un 89% del total corresponde a acciones imputadas a los
hombres, ya como individuos, ya como colectivos,
incluyendo, claro est el sempiterno genrico universal que
tiende a masculinizar buena parte de las actuaciones de la
humanidad. En contraposicin, las alusiones al protagonismo
femenino siguen ocupando un lugar muy exiguo del
contenido del manual, pero avanzan hasta alcanzar un raso
11% del total de las referencias personificadas (244) .
El sexismo en el currculo no se puede eliminar fcilmente
porque no es una capa superficial, es el resultado de lo que
bien gusta y tranquiliza ser denominado como ignorancia
y/o descuido. Es que, como sugiere el pensamiento de
Eve Sedgwick, la ignorancia no es neutra, ni es un estado
original, es un efecto del conocimiento mismo. All donde
hay ignorancia, hay un modo particular de conocer. As la
ignorancia sobre la vida, las acciones, los descubrimientos,
las luchas de las mujeres puede ser leda como el modo
particular de aprender los llamados conocimientos
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Colectiva Feminista "La Revuelta"


socialmente vlidos producidos por el androcentrismo
imperante.
Si entendemos a la mitad de la humanidad (la masculina) como
molde universal, esto se manifiesta en la desaparicin del papel
de las mujeres en el desarrollo de la cultura y el conocimiento
dentro de los contenidos escolares, con lo cual el ciclo
educativo termina resultando un agente hiper eficaz a la hora
de producir y reproducir un mundo que hace de las
desigualdades y la discriminacin por gnero una de sus lgicas
de funcionamiento.

El genrico y universal masculino:


mejor hablemos de totalitarismo
(ms all del uso polticamente correcto del
os/as)
Si entendemos a la
mitad de la
humanidad (la
masculina) como
molde universal, esto
se manifiesta en la
desaparicin del
papel de las mujeres
en el desarrollo de la
cultura y el
conocimiento dentro
de los contenidos
escolares, con lo cual
el ciclo educativo
termina resultando un
agente hiper eficaz a
la hora de producir y
reproducir un mundo
que hace de las
desigualdades y la
discriminacin por
gnero su lgica de
funcionamiento.
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El feminismo es tambin una cuestin de lenguaje,


pretendemos aqu entonces- adentrarnos en la tarea de
desmantelar el carcter androcntrico, sexista y
heteronormativo de lo que llamamos el lenguaje del amo ,
incursionando en la idea de que la economa profunda de la
lengua debe ser vista como uno de los mecanismos para
perpetuar relaciones sociales asimtricas, que le otorgan voz
a la experiencia masculina e invisibilizan la femenina. Se usa
el gnero masculino como neutro, como si abarcara a ambos
gneros; esta regla gramatical refleja una visin del mundo
centrada en lo masculino y se transmite con fuerza en la
institucin escolar sin ninguna reflexin (salvo escasas
excepciones). El reforzamiento de los valores sociales
hegemnicos se efecta va el lenguaje. As, su mentada
neutralidad no es ms que una ilusin, creada a partir de
operaciones y dispositivos del orden hegemnico patriarcal.
El uso masculino del lenguaje necesita ser analizado como
uno de los tantos burkas que la sociedad falogocntrica ha
creado, y que nos impide ver lo que hay detrs de las palabras.
La diferencia sexual tambin est presente en la lengua, porque sta representa el mundo, un mundo en el que un sexo
silencia al otro. Pretender un lenguaje neutro es nombrar en
falso, no nombrar lo que es, es designar como masculino lo

Espacios escolares y relaciones de gnero


que en realidad es femenino. As,
el pretendido genrico masculino,
lo que hace es subsumirnos en
otro que es hombre.
La lengua expresa las tradiciones
patriarcales de quienes la hablan,
los usos misginos del lxico y de
la
gramtica
pretenden
simplificarnos y simplificar las
palabras y sus contenidos; en esta
especie de como si se termina
mutilando a la humanidad ya que
una parte sustancial de ella no es
nombrada. As, las mujeres somos
devoradas en una operacin que se
postula inofensiva, neutral,
genrica e inclusiva; y este acto
violento y cotidiano termina
desidentificndonos individual y
colectivamente.
La terica feminista chilena Margarita Pisano6, sostiene en
su ensayo El triunfo de la masculinidad que sta
estructur, atrap y legitim para s misma lo que nos
constituye fundamentalmente como humanidad: la
capacidad de pensar. Ya en el siglo XIV Christine de Pizan
afirmaba que slo salindose del orden simblico de los
hombres y buscando un discurso cuya fuente de sentido
estuviera en otra parte, sera posible rebatir y alejarse del
pensamiento misgino. Cmo construir ese otro orden
simblico si en la ficcin de la neutralidad del lenguaje las
mujeres somos las innominadas?
Parafraseando a Rosa Montero diremos que el carcter
sexista del lenguaje se corresponde con una ideologa
aberrante y canbal; aberrante en tanto cierto
conservadurismo patriarcal impregna el uso del lenguaje y
aprisiona la manera de ver y vivir. Canbal en tanto el
imaginario masculinista coloniza y se vuelve depredador de
la diferencia sexual, subsumiendo la categora mujer en la
categora hombre. En relacin a esto parece sugerente el
alerta que efecta Eva Giberti7 (2001): El lenguaje
deformante no se corrige porque est tan corrompida la
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Colectiva Feminista "La Revuelta"


herramienta intelectual que
utilizamos, que ni siquiera
permite pensar que es
preciso corregirla. En este
territorio
de
las
denominaciones no se
advierte que se carece de
nominacin para nombrar
aquello que al nombrarse
se torna reconocible en la
diferencia.
Diremos tambin que
el sistema de pensamiento occidental se caracteriza por ser un sistema
bivalente, pero en el que los dos
trminos de la valencia no tienen el mismo valor, uno siempre
es positivo y el otro negativo. Esta visin dicotmica conduce
a una jerarquizacin de las partes, ya que los trminos positivos se asocian con otros positivos y los negativos con otros
negativos, reforzando as la cadena. Los pares dicotmicos
racional/emocional, varn/mujer, heterosexual/homosexual,
blanco/negro, sirven de ejemplo.
La dicotoma es un hecho inherente a nuestra cultura, es
universal. Segn la historiadora Gerda Lerner (citada por Mara Milagros Rivera Garretas, 1994)8: la divisin patriarcal de
los sexos quizs haya sido el punto de partida de la binariedad.
Nuestra cultura, desde el lenguaje hasta la ltima manifestacin contenida en ella, est organizada binariamente. Si relacionamos lo anterior con la idea de que la lengua, adems de
expresar la realidad, la estructura, condiciona y limita el pensamiento, la imaginacin y el desarrollo social y cultural, podemos encontrar sugerentes ejemplos de la organizacin
binaria y dicotmica en el significado y en los usos de las
palabras. Sobre estas consideraciones, elocuente es la idea
defendida por Laura Alves9 (2002) cuando escribe: A travs de
las palabras, los mitos y las narraciones se va moldeando la
subjetividad individual y colectiva en una sociedad. Cuentos
como el de la Cenicienta, por ejemplo, estimulan la sumisin
y entrega de las mujeres, mientras que el Gato con botas
desarrolla el espritu aventurero y audaz de los hombres. A lo
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Espacios escolares y relaciones de gnero


largo de la literatura es ms comn encontrar la palabra
`bruja referente a un personaje femenino que la palabra
`sabia, aunque en ambos casos estamos hablando de alguien que tiene acceso a conocimientos poco comunes.
En el primer caso la connotacin es negativa y en el segundo positiva y es evidente que en la imaginacin de las generaciones de nios y nias que han escuchado esos relatos se perfila `sabio como un hombre bueno y `bruja como
mujer mala.
Nominar, como seal Pierre Bourdieu, es un acto poltico.
Podemos aventurar entonces que para existir necesitamos
nombrarnos y ser nombradas. Es que las palabras no son
slo y simplemente eso, palabras; son tambin significado
y son significado cargado de belicosidad que toma senderos
variados en el laberinto patriarcal por el que transitamos.
Apostamos a continuar desentrandolo para poder
convertirnos, junto a otras, en desertoras de este orden.
Ejercitamos para ello actos de rebelda: no darnos por
aludidas cada vez que nos dicen buenos das seores,
los maestros deben firmar...; rechazando los cnticos
callejeros de hay que poner un poco ms de huevos...;
instando a nuestras estudiantes a que exijan ser nombradas;
agregando el sustantivo madre/tutora en los espacios
de los boletines de calificaciones; re-inventando el lenguaje,
huyendo del estar bien decir as?, cuando no tenemos
a mano una palabra disponible por la Real Academia
Masculinista porque hemos aprendido que nombrarnos es
autorizarnos.

Cuentos como el de la
Cenicienta, por ejemplo,
estimulan la sumisin y
entrega de las mujeres,
mientras que el Gato con
botas desarrolla el
espritu aventurero y
audaz de los hombres.

Maestras indecentes
(No todas quisieron ser la segunda mam)
Juana Manso fue una de las primeras voces feministas
que se oyeron en el pas a mitad del siglo XIX. Fue la primera mujer que ocup un cargo pblico en Argentina. Bregaba
por la educacin mixta, un cuerpo libre, y estimulaba los
recreos, las clases de gimnasia, los patios de juego y las
aulas abiertas y aireadas, todos stos elementos
inexistentes en las escuelas de entonces. No crea que las
mujeres deban callarse ante ninguna autoridad, y no con17

Colectiva Feminista "La Revuelta"


Nominar, como seal
Pierre Bourdieu, es un
acto poltico.
Podemos aventurar
entonces que para
existir necesitamos
nombrarnos y ser
nombradas.

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sideraba al silencio como una virtud. Sostena hacia 1870 que


el principio que gua la vida es la bsqueda del placer y el
alejamiento del dolor, y que sas eran las bases sobre las que
deba organizarse la educacin. Sus posturas pedaggicas
eran consideradas amorales y pecaminosas, y fue acusada
de loca, machona, indecente, histrica y enferma.
Las 65 valientes: Contratadas por el Estado, entre 1869
y 1898 llegaron 65 mujeres maestras, entre ellas, Sara
Eccleston, Clara y Frances Armstrong, Mary Graham.
Jvenes, independientes, desenvueltas y protestantes, les
gustaba fotografiarse, arreglarse, comprarse ropa, se vestan
de manera diferente y venan a trabajar en espacios pblicos,
condicin que las pona en contacto con infinidad de elementos
pecaminosos: el dinero de los sueldos, la poltica, los
contenidos de los libros, la vinculacin cotidiana con hombres
no familiares, las tentaciones de la calle. Muchas de ellas
tuvieron que ir de provincia en provincia debido a la persecucin
de los obispos, que en Crdoba y Salta llegaron a amenazar
con excomulgar a los nios que concurrieran a sus escuelas.
Las huelguistas puntanas: Muchas veces los fondos que
deba girar el Estado Nacional para subvencionar la enseanza
primaria no llegaban a destino. Es as como en noviembre de
1881, influidas por el espritu socialista y ligadas a las luchas
sociales de los y las trabajadoras, las maestras de la Escuela
Graduada y Superior de San Luis declararon la primera huelga
docente, reclamando el pago de sus salarios, adeudados desde
haca 8 meses. Un caso similar por esos aos, fue
protagonizado por Francisca Jacques, directora de una
escuela en Santiago del Estero, que se neg a firmar recibos
por ms dinero del que se le estaba entregando y lo denunci
a la Inspeccin General.
Las Congresistas de 1882: El Primer Congreso Pedaggico
cont con un gran nmero de mujeres: de 265 participantes,
105 eran mujeres. An as, ninguno de los trabajos previstos
por la Comisin Organizadora fue encomendado a una mujer y
las actas registran escasas intervenciones femeninas.
El Congreso se llev a cabo al calor de fuertes disputas
poltico-pedaggicas dentro de los sectores dominantes. El
gran debate en torno al que se polarizaran las posiciones
estaba dado por la pugna entre los partidarios de la enseanza
laica y quienes defendan la continuidad de la enseanza
religiosa. Cuando se discutieron los contenidos mnimos, la

Espacios escolares y relaciones de gnero


no inclusin de la religin y la historia sagrada desat la
furia de los partidarios de la Iglesia, que se retiraron del
encuentro esperando ser acompaados por otros
participantes - en especial las mujeres- y as quitarle
representatividad al Congreso dejndolo sin qurum. Sin
embargo, fueron justamente las mujeres presentes quienes
se pusieron de pie para apoyar la continuacin del trabajo,
rebelndose contra el poder de la iglesia, que las acusara
de herejes y amorales desde sus plpitos. Su presencia
garantiz y dio legitimidad al evento, optando por fortalecer
el espacio pblico al oponerse a los designios de los grupos
dominantes y su moral incuestionable.

Glosario
Feminismo(s): Movimiento social y poltico. Es tambin
una teora crtica de la sociedad. En palabras de Celia
Amors, una teora que irracionaliza la visin establecida
de la realidad. La raz etimolgica de teora, que en griego
significa ver, constituye el fin de toda teora: posibilitar una
nueva visin, una nueva interpretacin de la realidad, su
resignificacin. La teora nos permite ver cosas que sin ella
no vemos, el acceso al feminismo supone la adquisicin de
un nuevo marco de referencia, unas gafas que muestran
una realidad ciertamente distinta de la que percibe la mayor
parte de la gente. Es ms que una poltica de las mujeres
hacia las mujeres, es tambin una poltica de las mujeres
hacia la sociedad entera. Como escribe Diana Maffa, no
es una cuestin hormonal sino ideolgica. Revoluciona
nuestra vida cotidiana y nuestros marcos tericos. Y nos
permite acercarnos a todos los movimientos emancipadores
con intransigencia semntica: slo llamaremos
democracia a un sistema capaz de desnaturalizar todas
las formas de opresin. No es la contracara del machismo,
ni es el machismo al revs. Por el contrario lucha por eliminar
toda forma de discriminacin, de explotacin y/o de opresin
(clase, raza, sexo, etnia, orientacin sexual, edad, etc.).
No es la contracara del machismo porque: El machismo
mata, viola, abusa, agrede sexualmente, prostituye,
invisibiliza, nos cosifica, nos niega el placer, nos quiere
dependientes, nos ata; el feminismo NO.
19

Colectiva Feminista "La Revuelta"


Misoginia: es, etimolgicamente, odio a las mujeres. En
la teora feminista, la misoginia es reconocida como una ideologa poltica similar al racismo o al antisemitismo, para justificar la subordinacin de las mujeres por los hombres. Forma
parte de los patrones culturales de muchas sociedades, establece rgidas reglas de conducta para las mujeres y ante la
duda sobre su cumplimiento, culpa a la mujer: Algo habr
hecho; mina tena que ser; no hay nada que les venga bien.
Juan Jos Mills, escritor espaol, dice: El problema es que
mientras no nos demos cuenta de que las mujeres son al
misgino lo que [...] el judo al nazi y lo que el negro al racista
y lo que el homosexual al homfobo, es decir, mientras la
misoginia no nos produzca el mismo espanto que [...] el nazismo, el racismo y la homofobia, las mujeres continuarn
cayendo como moscas.
Patriarcado: es un sistema poltico. Su existencia no quiere
decir que las mujeres no tengamos ningn tipo de poder o
ningn derecho. Una de sus caractersticas es su adaptacin
en el tiempo. Victoria Sau lo ha definido como una toma de
poder histrica por parte de los hombres sobre las mujeres
cuyo agente ocasional fue de orden biolgico, si bien elevado
ste a la categora poltica y econmica. Dicha toma de poder
pasa forzosamente por el sometimiento de las mujeres a la
maternidad, la represin de la sexualidad femenina, y la
apropiacin de la fuerza social de trabajo total del grupo
dominado, del cual su primer pero no nico producto son los
hijos. Celia Amors lo define como un pacto entre varones,
interclasista, en el que se apropian del cuerpo de las mujeres,
como propiedad privada. Sostiene textualmente: Podra
considerarse al patriarcado como una especie de pacto
interclasista, metaestable, por el cual se constituye en
patrimonio del genrico de los varones en cuanto se autoinstituyen como sujetos del contrato social ante las mujeres
que son en principio las pactadas`. [...] Pero en principio el
patriarcado sera ese pacto interclasista- por el cual el poder
se constituye como patrimonio del genrico de los varones.
En ese pacto, por supuesto, los pactantes no estn en igualdad
de condiciones, pues hay distintas clases y esas diferencias
de clases no son ni mucho menos! irrelevantes. Pero cabe
recordar, como lo hace de forma muy pertinente Heidi
Hartmann, que el salario familiar es un pacto patriarcal entre
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Espacios escolares y relaciones de gnero


varones de clases sociales antagnicas a efectos del control
social de la mujer. En la base de la categora patriarcado
hay dos conceptos y dos instituciones muy importantes,
uno es el de heterosexualidad obligatoria; el otro, el de
contrato sexual. Dos conceptos estrechamente vinculados
entre s, dos instituciones necesarias para la continuidad
misma del orden socio-simblico patriarcal. En Nombrar
el mundo en femenino. Pensamiento de las mujeres y teora
feminista . Riveras Garretas, Mara Milagros. Icaria,
Barcelona, 1994.
Heteronormatividad: Segn la cultura y la ciencia, hay
slo dos cuerpos (varones y mujeres), dos gneros
(femenino y masculino) y una nica direccin del deseo
(por el cuerpo opuesto). Por eso no dudamos en preguntar
a una joven si tiene novio (jams si le gusta una mujer) y
leemos en el graffiti Lucha ama a Victoria una consigna
poltica y no una expresin de amor. Esta forma de leer la
realidad es heteronormativa, severamente cuestionada por
el movimiento de lesbianas, gays, travestis, transexuales e
intersexuales y corrientes feministas. Una sociedad
heteronormativa pauta los roles sobre la base de la diferencia
anatmica entre los sexos; crea modos correctos de ser
hombre y de ser mujer y valida una nica sexualidad, la htero;
excluye, descalifica, neutraliza o persigue lo diferente. Es
una sociedad homo - lesbo - travesto -transfbica.
Sexismo: mecanismo por el que se privilegia un sexo
sobre otro. Conceptos y conductas patriarcales que
mantienen en situacin de inferioridad y subordinacin al
sexo femenino. Est presente en todas las formas de la
vida social y todos los mbitos de las relaciones humanas,
es decir, las formas prcticas de actuar. Teora basada en
la inferioridad del sexo femenino que viene determinada por
las diferencias biolgicas entre hombres y mujeres. La
construccin de un orden simblico en el que las mujeres
son consideradas inferiores a los hombres implica una serie
de comportamientos y actitudes estereotipados que
conducen a la subordinacin de un sexo con respecto al
otro. En Hacia una escuela no sexista. Beatriz Fainholc,
Aique, Bs.As.,1997.

Sexismo: mecanismo
por el que se privilegia
un sexo sobre otro.
Conceptos y conductas
patriarcales que
mantienen en situacin
de inferioridad y
subordinacin al sexo
femenino. Est presente
en todas las formas de la
vida social y todos los
mbitos de las relaciones
humanas, es decir, las
formas prcticas de
actuar.

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Bibliografa consultada y sugerida
Alliaud, Andrea: Los maestros y su historia: Apuntes para la
reflexin. En: Revista Argentina de Educacin. Ao X, N18, Buenos
Aires, Septiembre de 1992.
Amors, Celia (1994): Feminismo: Igualdad y diferencia. PUEGPrograma Universitario de Estudios de Gnero- Universidad
Nacional Autnoma de Mxico.
Belausteguigoitia, Marisa y Mingo, Araceli (1999): Gneros
prfugos. Feminismo y educacin. PUEG-Programa Universitario
de Estudios de Gnero- Universidad Nacional Autnoma de
Mxico. Mxico, Bs.As., Bracelona.
Cabal, Graciela Beatriz (1992): Mujercitas eran las de antes? (el
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Quirquincho, Buenos Aires.
De Miguel, Ana: Los feminismos a travs de la historia .
Publicado en Creatividad Feminista . Marzo-Junio de 2002.
Hernndez, Jeannette: El rosa y el azul en Rousseau . Rev. La
Piragua - N 10
Lamas, Marta (comp.) (1997): El gnero: la construccin cultural
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de Gnero- Universidad Nacional Autnoma de Mxico.
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Lopes Louro, Guacira (1996): Redes del concepto de gnero.
En Lopes, M.J.; Meyer, D.E. y Waldow . V. R. Gnero y Salud. Artes
Mdicas. Porto Alegre, Brasil.
Lopes Louro, Guacira (2001): La construccin escolar de las
diferencias sexuales y de gnero. En Gentili Pablo (coord.)
Cdigos para la ciudadana . Santillana. Buenos Aires.
Maffa, Diana H.: La increble y triste historia de la naturaleza
femenina segn la filosofa y la ciencia desalmada . Revista
Propuesta Educativa N7, FLACSO, Octubre de 1992.
Mrida Jimnez, Rafael (ed) (2002): Sexualidades transgresoras.
Una antologa de Estudios queer. Icaria, Barcelona.
Morgade, Graciela (2001): Aprender a ser mujer, aprender a ser
varn. Ed. Novedades Educativas, Buenos Aires-Mxico.
Morgade, Graciela (comp.) (1997): Mujeres en la educacin.
Gnero y docencia en la Argentina. 1870-1930. Mio y Dvila
Editores, Buenos Aires.
Pineau, Pablo (2001): Docentes indecentes Las maestras
fundadoras y el respeto a los valores. En Antelo, Estanislao
(comp.): La escuela ms all del bien y del mal. Ensayos sobre la
transformacin de los valores educativos. Ediciones AMSAF,
Coleccin Ideas, Santa Fe.

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Espacios escolares y relaciones de gnero


Riveras Garretas, Mara Milagros (1994): Nombrar el mundo
en femenino. Pensamiento de las mujeres y teora feminista .
Icaria. Barcelona.
Rodrguez Martnez, Carmen (comp.) (2004): La ausencia de
mujeres en los contenidos escolares. Mio y Dvila, MadridBuenos Aires.
Varela, Julia y otro (1997):La arqueologa de la escuela .
Editorial La Piqueta, Madrid.
Varela, Nuria (2005): Feminismo para principiantes. Ediciones
B, Barcelona.

Notas
1

Bonder, Gloria (2003): Gnero y Subjetividad: avatares de una relacin no evidente . Publicado el 20 de junio de 2003 en
www.modemmujer.org
2
Entendidas stas no slo ni exclusivamente en la acepcin de la
marcha callejera.
3
Morgade, Graciela (2001): Aprender a ser mujer, aprender a ser
varn. Novedades Educativas, Buenos Aires Mxico.
4
Lamas, Marta comp. (1997): El gnero: la construccin social de la
diferencia sexual. Programa Universitario de Estudios de Gnero,
Mxico.
5
Espigado Tocino, Gloria (2004): Historia y genealoga femenina a
travs de los libros de texto, en: Rodrguez Martnez, Carmen comp.:
La ausencia de mujeres en los contenidos escolares. Mio y Dvila,
Madrid-Buenos Aires.
6
Pisano, Margarita (2002): El triunfo de la masculinidad. Publicado en
www.creatividadfeminista.org
7
Giberti, Eva (2001): La nia. Publicado en www.evagiberti.org
8
Rivera Garretas, Mara Milagros (1994): Nombrar el mundo en femenino. Icaria, Madrid.
9
Alves, Laura (2002): El poder de la palabra. Mimeo.
10
Extrado de La ausencia de las mujeres en los contenidos escolares,
Carmen Rodrguez Martnez (2004). Mio y Dvila.

23

LA ESCUELA Y LA CALLE,
NUESTROS LUGARES DE LUCHA
Hace casi dos aos, en marzo de 2005,
decamos: "Los trabajadores de la educacin
de ATEN Capital nos disponemos a recuperar
una vieja herramienta de lucha: la formacin
poltico-sindical y pedaggica.
Creemos que tenemos que recuperar el
espacio escolar como un lugar de construccin
de nuevos valores, ideas, identidades. Otro
espacio, en fin, de lucha. Un lugar donde
debatir cmo y qu enseamos a nuestros alumnos; y en el que las ideas
socialmente imperantes sean sometidas a la revisin y la crtica, buscando
construir una cultura contrahegemnica. Una cultura opuesta a los valores
mercantilistas, al individualismo y el slvese quien pueda como
estrategia de supervivencia. Una cultura asentada en la solidaridad, la
cooperacin y los anhelos de una sociedad ms igualitaria, libre y solidaria.
Buscando aportar a estos objetivos, la seccional Capital ha creado la Comisin
de Formacin Permanente, formada por un grupo de compaeros que ya haba
comenzado a trabajar con anterioridad en el tema (...)
La comisin se propone organizar cursos de formacin poltico-sindical y
pedaggica, rompiendo con la lgica mercantilista que, tanto cultural como
econmicamente, ha imperado hasta el presente."
Hoy, nos proponemos dar un paso ms en el mismo sentido, aportando
producciones que ayuden a repensar nuestra visin del mundo, y como
parte de ella, de los contenidos que enseamos y cmo lo hacemos.
Por eso presentamos este cuarto nmero de los "Cuadernos de formacin y
debate", continuidad de lo que esperamos sea una larga serie de
publicaciones que consoliden la idea de que el espacio escolar, tanto como
la calle, es un espacio de lucha cultural, pedaggica, social y poltica.

Comisin de Formacin Permanente


ATEN Capital
Agosto 2006

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