Ciudades de Los Andes Homogenializacion y Diversidad
Ciudades de Los Andes Homogenializacion y Diversidad
Ciudades de Los Andes Homogenializacion y Diversidad
DE LOS
ANDES
Visin histrica y
contempornea
Eduardo Kingman Garcs
Compilador
Xavier Alb
Tefilo Altamirano
Carlos Contreras
lean Paul Deler
CarlosIvn Degregori
Miguel Glave
Ana Mara Goetschel
Jrgen Golte
Hernn Ibarra
Thierry Saignes
Frank Salomon
Humberto Solares
Rosemarie Tern
ciudadBog
cent;ro de Inv tlgeclonlt.
000
307.76
K.927C
INDICE
Presentacin
PRIMERA PARTE
DE LOS AYLLUS A LAS PARROQUIAS DE INDICE:
CHUQUIAGO y LA PAZ
Thierry Saignes
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SEGUNDA PARTE
INDIOS YBLANCOS EN LA CIUDAD MINERA: CERRO
DE PASCO EN EL SIGLO XIX.
Carlos Contreras
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Hemn Ibarra
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TERCERA PARTE
CIUDADES ANDINAS: VIEJOS Y NUEVOS MODELOS
JeanPaul Deler
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Otrasgentes, otrasciudades
Si algn texto dentro del marxismo clsico puede ser calificado como
de corte antropolgico, este es el que sobre la situacin de la clase
obrera en Inglaterra escribiera Federico Engels. Se trata de un estudio
de juventud en el que abundan las descripciones y los datos empricos
interpretados a laluz de un balbuceante materialismo histrico..
Lointeresante desde nuestra perspectiva es su visin deLondres y de la
forma como la ciudad va alterando las condiciones existenciales de la
gente', En una ciudad como esa, los hombres se encuentran aislados
del resto, hundidos en su individualidad. No se puede dejar de ver aqu
la nostalgia por un tiempo primigenio en el que las oposiciones
l.
Existen otros textos dentro del marxismo original en donde se hace referencia a las
ciudades y a las relaciones campo ciudad: "La Ideologa Alemanall.la "Contribucia
al estudio del problema de la vivienda", el "Dieciocho Brumario", los Grundsses:
varias pginas del primer tomo de "El Capital.. estn dedicadas a describir las formas
cmo el proceso de acumulacin va gravitando sobre la vida de los obreros.
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Wa1ter Benjamin ve en este texto algo que podra ser solo aparentemente distinto: el
deslumbramiento y eltcmor de lD1 hombre de una pequea ciudad alemana frente a
una urbe inmensa (ese no era el sentimiento de otros como Baudelaire,
acostumbrados a vivir entre la multitud).
Claro que algunos de los supuestos seguidores de Marx entendieron "superacin de
las contradicciones campo y ciudad" como "subordinacin del campo por la ciudad"
y ejercieron el poder de que gozaban para que eso se diera, pero todo eso es otro
asunto del que no nos ocuparemos.
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La mirada interior
Aunque existen importantes atisbos investigatlvos al tema desarrollados
en dcadas anteriores (Jorge Basadre, Julio Cotler, Matos Mar, Anbal
Quijano, Frank Saloman, Rugo Burgos, etc.), la reflexin sistemtica
sobre las ciudades desde una perspectiva histrica y antropolgica no
poda tomar forma sino en aos recientes: cuando la modernizaci6n (y
la urbanizacin que generalmente la acompaa) comenz a "mostrar sus
costuras" y cuando el proceso de masificaci6n ('cdesborde popular") de
las principales ciudades de la regin fue tan grande que acabo
enrareciendo el aire y obligando a pensar de modo distinto al
tradicional. En ste como en otros campos, la literatura y el arte
estuvieron ms cerca de la problemtica que encerraban las ciudades,
que las ciencias sociales, y se adelantaron a estas (Morse, 1978:112).
Las ciencias sociales son, como sabemos, esclavas de su tiempo,
"eligen, cortan y recortan, pues una historia verdaderamente total los
confrontara conel caos" (Levi Strauss, 1988:362). Eligen dentro de un
juego de posibilidades que se da a cada generacn, a cada poca como
algo necesario, y dejan delado otras lectoras, otras entradas.
Arguedas, como antes Guamn Poma, da la sensacon de un forastero,
de "un llegado de otras partes", obligado a vivir entre doctores, y un
poco doctor tambin, fascinado y dolido al mismo tiempo, sin entender
del todo las ciudades. "Yo siempre he vivido feliz, extraadsimo y
asustado en las ciudades". Demasiado cautivantes como para poder
ignorarlas, terriblemente complejas a suvez; son como susmujeres: "yo
no conozco a la mujer de la ciudad, le tengo miedo, como le tuve al
remanso del ro Pampas. por donde pas a caballo, siendo nio y en
invierno, cuando el agua es transparente" (Arguedas, 1988:73). El
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Esto ha sido poco estudiado por la Historiografa. Los trabajos de Richard MORe
contienen algunas indicaciones importantes en este sentido. aunque se mueven ms
en el campo del ensayo que en el de la investigacin hist6rica sostenida. El libro de
Rossana Barragn, si bien contiene importante infonnaci6n acerca de las cendcones
materiales de reproduccin de las clases terratenientes afincadas en la Paz, no aporta
a la comprensin de las formas de hegemona wltural que se desarrollan en ella.
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14. Don Luis Guamanzara Presidente del Cabildo de Santa Clara de San Milln cuenta
que las monjas del convento de Santa Clara descubrieron W1a maana que la imagen
de la Santa tena los pies embarrados de lodo. A partir de ese momento encadenaron
a la imagen para evitar que fuera a pisar barro con los indios alfareros de esa comuna
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(Este tipo de relaciones que fue muy notoria en el pasado hoy pasa casi
desapercibida a la mirada ciudadana en ciudades como Quito aunque
posiblemente es mucho ms abierta enLaPaz, Huamanga, Riobamba).
Ciudad y transicin
Entre el ltimo tercio del siglo XIX y comienzos del XX, las ciudades se
ven sujetas a una serie de modificaciones en su estructura urbana, las
mismas que estn dirigidas a diferenciar los espacios e inttoducir lmites
entre la ciudad y el campo y entre los distintos sectores sociales. Se trata
deun proceso lento, largamente acariciado por los planificadores, en buena
medida irrealizable (esto, definitivamente, no es Pars ni Londres). Proceso
dediferenciacin que no asume formas ms o menos definidas sino hacia
las dcadas del cincuenta y sesenta de este siglo, para desdibujarse de
nuevo (yenelcaso dealgunas ciudades) enlos ltimos aos",
Es posible que en todo esto estn operando factores demogrficos
aunque no como determinantes. Las ciudades haban fluctuado
constantemente en su estructura demogrfica y es slo a finales del
siglo XIX e inicios del XX, que comienzan a mantener una tasa de
crecimiento constante, no slo por el control mayor que se logra hacer
de las pestes y epidemias, sino como resultado de un flujo mayor de
poblacin rural. El proceso de transicin demogrfica que viven esas
pequeas urbes hace relacin con un cambio (gradual) en la
circunquitea. Esta y otras historias parecidas que vienen de mucho tiempo atrs
podran damos claves para entender las ricas relaciones de los pueblos de indios
cercanos a las ciudades con las urbes.
15. Merrigton introdujo dentro del marco de la vieja polmica acerca de la transicin la
idea de transici6n urbana. Ese concepto no ha sido rediscutido dentro de la tradicin
historiogrfica latinoamericana. Los estudios dominantes han tenido un carcter
marcadamente espacialista y han estado en incapacidad de entender los procesos
urbanos como procesos integrales en donde la dinmica social y cultural es
determinante. Los textos de Barragn y Rodrguez introducen importantes elementos
historiogrficos para entender esas modificaciones de manera distinta aun cuando,
todava esos elementos no se ven acompaados de una problematizaci6n a partir de
modelos te6ricos.
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16. "Por lo que se refiere a los problemas urbanos el sistema de intendencias tuvo una
influencia clan a la hora de provocar cambios y mejoras...". afirma Vives Azancot,
el miJrno que m adelanteaade: COO todo la ciudad colonialhispanoamericana no
acab de desprendene de sus lastresruralesy costumbres ruralizaates",
17. Qui tan peligrosamente crecan? En ciudadescomo Quito. por ejemplo,en donde se
produjo tambin un desplazamiento desde la zata central,"en la que todas las clases
convvan" hacia la periferie, la peligrosidad no era tan evidente aunque si la
"oontaminaci6n de las castas".
18. Este tipo de oposiecnes binariasentre orden y desorden. pureza y peligro est sujeta
a divenas transfonnacimes y tiene un carcter univenal (Foucouh, Mary Willans).
Las sociedades del tercer mundo estn marcadas por los diversos tipos de
colarialismo interno.
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Nuestros pases han asumido la senda del captalismo y han visto crecer a
las ciudades bajo esas pautas, pero eso no ha conducido a una
modernizacin y homogeneizacin de todos los rdenes sociales. Las
diferentes formas de percepcin de las relaciones sociales en juego
actualmente, tienen sus antecedentes enlos procesos delXIX, an cuando,
como es de suponer, serigen poralgunos cdigos nuevos. Eldesarrollo del
capitalismo noexcluye, a su vez, una serie de coruradicciones y conflictos
quehacen difcil pensar en procesos sociales concluidos.
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entre la ciudad y el campo sino que "la ciudad contiene islotes rurales
que son precisamente los que acogen al nuevo rngrante" (De Lomnitz,
1975:47).
Si la ciudad se constituy a partir del siglo XIX en mbito deexclusin,
s gener una tendencias constantes a la segregacin social de los
espacios y si esta lgica se impuso a la larga, no cabe duda de que hoy
han surgido una serie de espacios independientes y de fronteras en
donde "el mundo est dado la vuelta" y endonde es factible reconstituir
formas culturales propias sintemor al discrimen y lasujecin.
Con lo dicho no quiero asumir unmodelo idealizado yaque la violencia
y las relaciones de poder estn gravitando permanentemente sobre la
vida de las barriadas de migrantes y sobre lapropia unidad domstica de
origen campesino. Esposible. incluso que quienes andan buscando vas
informales al capitalismo estn pensando justamente en estas formas
crudas de relacin como la mejor manera de acumular "centavo a
centavo".
Ni tradicinni modernidad
La diversidad de formas econmicas. sociales y culturales existentes en
nuestras ciudades genera una doble imagen respecto a estas: la de un
mundo volcado a la "modernidad" y a "occidente". y al mismo tiempo y
por oposicin. eldeuno anclado enla"tradicin". La sociologa ha acuado trminos como los de dualismo estructural. marginaldad, inforrnalidad,
para dar cuenta de esta situacin contradictoria, mientras la antropologa
ha planteado el problema en trminos deidentidades culturales.
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19. Si bien algunas vertientes en el estudio de la informalidad han destacado con justeza
las posibilidades de sobrevivencia e incluso de acumulaci6n generadas por los
sectores populares han dejado de lado el hecho de que las mismas se dan en
condiciones en las cuales la reproduccin de la pobreza y la exclusin social es
bastante grande. "Este conjunto de trabajos relativos al progreso de los informale,
sostenidos con inteligencia y con pasin ocuparon todoel espacio de las indagaciooes
sobre el universo popular y no dejaron lugar para estudios sobre las diversas
manifestaciones de exclusi6n social" (Grompone, 1990:36).
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una reproduccin de lo andino o de lo moderno en trminos tradicionales. asistimos a un cruce muy rico de estratos y formas culturales en
donde lo andino es un elemento entre otros (aunque en algunos casos
podra ser muy importante no es el nico: estn otras adscripciones
tnico-eulturales y sociales, que gravitan con mucha fuerza). No slo se
han generado estratos culturales que expresan la reproduccin de las
relaciones ciudad-campo. sino estratos populares con fuerte tradicin
urbana, diferentes de los primeros y que se rigen por sus propios
parmetros. Es lo que Anfbal Quijano llama "cholicacin'' tratando de
sintetizar una de las gamas posibles de este rico proceso de
diversificacin cultural.
En una entrevista concedida por Roberto Mir Quezada a "Cuadernos
Urbanos" expresa su escepticismo con respecto a que las formas como
se reconstituyen las culturas en las ciudades puedan ser calificadas
como andinas: "no son occidentales afirma, pero tampoco son andinas".
Si ste constituye, efectivamente. uno de los ejes del proceso, resulta
equivocado considerarlo el nico ya que nos puede conducir a desdibujar las diferencias en un abstracto "mundo popular" donde "todos los
gatos son pardos". La perspectiva histrica vinculada al trabajo
antropolgico nos ensea a ver elpresente con la mayor cautela posible:
como un cruce de relaciones y tiempos diversos en medio de lo cual
tanto lo tradicional como lo moderno estn sujetos a un rico juego de
posibilidades.
Final
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1987:472).
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Bibliografa
ALTAMIRANO, Tefilo, Cultura andina y pobreza urbana (Aymaras en
Limametropolitana). Lima, Universidad Catlica 1988.
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Eduardo Kingman
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